Las Tragedias de García Lorca Y Los Griegos: Planteamiento General
Las Tragedias de García Lorca Y Los Griegos: Planteamiento General
Las Tragedias de García Lorca Y Los Griegos: Planteamiento General
GRIEGOS
1. Planteamiento general
' Cf. este texto y los que siguen en Lorca, Teatro 1, ed. de Miguel Garcia-Posada, Madrid,
Akal, 1985, p. 12 y SS. y La casa de Bernarda Alba. ed. de Allen Josephs y Juan Caballero,
Madrid, Cátedra, 1988, p. 14 y SS.
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Cf. mi Fiesta, Comedia y Tragedia. Sobre los orígenes griegos del teatro. 2." ed., Madrid
1983.
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griega que pueda decirse que haya sido el modelo de una precisa
de Lorca. Los puntos de coincidencia se encuentran aislados, aquí
y allá. Pero hay, pensamos, un punto de partida de carácter muy
general. Es, sin duda, la tragedia de Esquilo la más próxima a
Lorca, es la que mayor impacto causó en él. Vamos a limitarnos
a señalar, esquemáticamente, una serie de puntos de coincidencia.
1. La tragedia como una situación llevada hasta su desenlace
lógico. Lorca insistía en la falta de «argumento» de sus obras, en
que todo se centraba en el coro. Sus intérpretes señalan que en
ellas una situación va creciendo a lo largo del tiempo hasta que
explota en sus consecuencias previsibles. Los actos de Doña Rosita
y de Yerma están separados por espacios temporales que hacen
crecer la tensión. Ésta crece en Bodas a través de la secuencia de
la boda, en Benarda Alba a través de una serie de peripecias. La
aparición (o desaparición) de una serie de personajes -el novio
de Doña Rosita, Leonardo, Víctor, Pepe el Romano- y de noti-
cias que el coro o los personajes secundarios traen, iluminan la si-
tuación, la hacen avanzar.
Pues bien, este tipo de tragedia es el que ha sido señalado por
los críticos como característica del primer Esquilo, hasta la Ores-
tea. El libro de Kitto es significativo a este respecto. En Los siete
contra Tebas la ciudad está cercada, el coro siente terror; y un
mensajero va trayendo noticias que hacen crecer la tensión, hasta
que explota con la muerte de los dos hermanos. En Las suplican-
tes el coro está aterrorizado ante la inminente llegada de los egip-
cios que quieren raptarlo para entregarlo a maridos no deseados:
crece la tensión hasta que llega el heraldo egipcio, «la araña», que
comienza una frenética persecución. Igual la angustia de los per-
sas que esperan las noticias de lo que será una derrota, igual Pro-
meteo clavado en su roca y dialogando con múltiples personajes
hasta que es despeñado de ella a los infiernos.
2. Efectos de intensificación del terror. La técnica de la inten-
sificación gradual de la angustia y los presentimientos es maneja-
da conscientemente por Lorca. En Bodas desde el comienzo mís-
mo, en medio de la espera de la boda, hallamos los presentimien-
tos de la Madre, centrados en el símbolo de la navaja. Luego la
nana, con el símbolo del caballo, aumenta esa tensión. En la esce-
na de la petición los presentimientos de la Madre brotan otra vez.
En Yerma no es preciso esforzarse mucho para recordar el tema
D. F. Kitto. Poiesi.). Structure und Thought, Berkeiey-Los Ángeles 1966.
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'" ((Struttura formale ed intenzione poetica nell' Agarnennone di Eschilo~,Dioniso 48, 1977,
pp. 91-121.
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milde y unido a la ley divina, las advierte del riesgo. Cuando (en
la siguiente pieza, perdida, de la trilogía) matan (salvo una) a sus
esposos, serán condenadas a suplicio en los infiernos. La mujer es-
téril sufre castigo.
6. Tema del sexo pervertido. Va en conexión con el anterior.
Todo lo que sea pervertir el orden de la naturaleza es condenado,
trae castigo. La esterilidad trae castigo, en efecto: las heroínas de
Lorca mueren o quedan solas. Pero también atrae castigo el sexo
que es contrario a la norma tradicional: así en Bodas y en Bernar-
da. Y no sólo en las mujeres, sino en los hombres: mueren el no-
vio y Leonardo en Bodas, Juan en Yerma.
Es ésta una tradición bien griega, en realidad está en toda la
tragedia: viene de los antiguos rituales que simbolizaban el fin de
la esterilidad y del invierno, el comienzo de la estación fecunda. El
«fármaco» que representaba los pecados antiguos era expulsado y
aun muerto, en fecha arcaica, en las ciudades griegas; viejos y vie-
jas eran derrotados en los agones de las fiestas de primavera. El
tema es particularmente importante en Esquilo. Si son castigadas
las danaides, también lo son los egipcios por su sexo violento.
Mueren Agamenón y Clitemestra, adúlteros los dos como los per-
sonajes de Bodas; también Egisto, el amante de ella, y Casandra,
la de él.
7. Paz al final. Son muy característicos de Esquilo los finales
en que se concilian fuerzas opuestas; la Orestea termina con el
perdón de Atenea, que corta la cadena de las muertes; Prometeo
es liberado tras conciliarse la antinomia de autoridad y libertad;
hombres y mujeres se reconcilian al final de la trilogía de Las su-
plicantes merced a la boda de Hipermestra, la única danaide que
respetó la vida del marido; Tebas y sus contrarios se pacifican a
través de la muerte de los dos hermanos enemigos Eteocles y Poli-
naces.
En Lorca no hay exactamente conciliación, ni hay una proyec-
ción religiosa y metafísica. Pero sí hay paz tras la culminación de
la tragedia. Paz tendrá la Madre de Bodas después de la doble
muerte y de la de todos sus hijos: «¿Qué me importa a mi nada de
nada? ... Bendito sea Dios que nos tiende juntos para descansar)).
Paz tendrá Yerma al final: ((Marchita, pero segura... Y sola. Voy
a descansar sin despertarme sobresaltada para ver si la sangre me
anuncia una sangre nueva)). Tras la muerte de los rivales enfrenta-
dos hay paz, como en Los siete. Tras el fin de la cadena de las
muertes la hay, como en el Agamenón.
3. Algunas reminiscencias especiJlcas
Sobre esta base, puede intentarse buscar en Lorca algunas re-
miniscencias específicas de pasajes de los trágicos griegos, aunque
a veces, sin duda, harán doble juego con temas o elementos for-
males procedentes de otras fuentes.
En primer término en Esquilo, cuya impronta se nota sobre
todo en Bodas de sangre. Ya hemos hablado de la doble muerte
seguida de la paz; podríamos hablar también de los dos coros,
como en Las suplicantes, aunque también se dan en el Hipólito de
Eurípides, del que hemos de hablar. Y otros detalles más, algunos
ya aducidos.
Pero es sobre todo importante que el tercer acto se centra en
una persecución, con cambio del lugar de la escena, como en
Euménides. No la llevan a cabo, como aquí, las divinidades de la
muerte, las erinis o furias, pero es presidida por una divinidad de
la muerte que es la Luna y una encarnación de la misma que es
la Mendiga. En ambas obras a partir de un cierto momento la es-
cena se traslada a un mundo fantasmal y divino y los protagonis-
tas que han violado la norma son perseguidos por las divinidades
de la muerte. Cierto, Leonardo va a morir y Orestes será perdona-
do: pero hay sin duda mucho de común. La danza frenética de las
diosas malditas ha dejado su impronta en Bodas, creemos. Re-
cuérdese que Euménides fue puesta en escena por Lorca.
En Bodas hay además, quizá, influjo griego en otros puntos:
en las canciones de boda (recuérdense Safo y su versión en Catu-
lo, Teócrito); y en el canto funerario en que intervienen la Madre
y la Novia (recuérdese el treno por Héctor, con el canto de Hécu-
ba, Helena y Andrómaca en Ilíada XXIV).
Y hay, seguramente, influjo de Esquilo en Yerma: a más de en
los puntos ya vistos, es fácil que en otros. El «ditirambo» del Ma-
cho y la Hembra ofrece, junto a recuerdos de tema dionisíaco a
los que alude el propio Lorca l 2 y a raíces autóctonas (la romería
de Yerma reelabora la romería de Moclín, en Almería), algunos
recuerdos, creo, de la danza frenética de las danaides perseguidas
por el heraldo egipcio al final de Las suplicantes.
Pero querríamos pasar, y con esto concluimos, a otro tema: el
posible influjo, en esta obra, del Hipólito de Eurípides.
'' «El duende... había saltado de los misterios griegos a las bailarinas de Cádiz o al dioni-
siaco grito degollado de la siguiriya de Silverio~.Citado en la ed. de La casa de Bernarda Alba
de Josephs-Caballero antes citada, p. 53.
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