7ejes Articuladores
7ejes Articuladores
7ejes Articuladores
Cuando las niñas y los niños empiezan a estudiar la modernidad y sus procesos
históricos, científicos, productivos, tecnológicos, culturales y artisticos, en realidad
están estudiando los procesos de colonización y sus dominios, por lo que es
central que comprendan cómo se relacionan con su vida diaria. Esta lógica
colonial funciona en por lo menos cuatro dominios que hemos aprendido en todas
las experiencias educativas formales, no formales e informales, y comprenden: el
dominio económico como la apropiación de la tierra y la explotación humana; el
dominio político, que comprende el control de las autoridades; el dominio social,
representado por el control del género, la clase social, la sexualidad, la condición
étnica; el dominio epistémico, dedicado al control del conocimiento y las
subjetividades. Todos estos dominios de la colonización tienen en común la
generación de estados de desigualdad, la cual puede entenderse como una
violación a la dignidad humana que niega la posibilidad de que todas y todos
desarrollen sus capacidades en cualquier aspecto de la vida. La desigualdad se
expresa en la imposibilidad de ingresar a la escuela o concluir las trayectorias
formativas, en el deterioro de la salud y muerte prematura, la exclusión del
conocimiento o la vida social, discriminación, humillación, falta de oportunidades,
estrés e inseguridad.
Después de la pandemia del virus SARS-CoV-2, fue evidente que, por un lado, se
ha invisibilizado a los distintos grupos de la población que históricamente han
vivido en estados de desigualdad, por el otro, ha quedado claro que la matriz
moderna de las desigualdades está ubicada en el espacio social. Los territorios
más desatendidos por el Estado y la sociedad están habitados por personas en
donde se expresan las principales desigualdades y exclusiones cruzadas en la
forma de pobreza, explotación del medio ambiente, epistemicidio de las
comunidades indigenas y afromexicanas, violencia hacia las mujeres y expulsión
escolar. Es fundamental ir más allá de la idea de que la inclusión se reduce a
incorporar a los grupos de la sociedad a la escuela, lo cual es muy importante,
pero no es suficiente. Pensar la inclusión desde una perspectiva decolonial implica
que los niños, niñas y adolescentes se formen en espacios educativos en los que
sean conscientes de que si falta una o uno por motivos de clase, sexo, género,
etnia, lengua, cultura, capacidad, condición migratoria o religión, entonces no
están incluidos todos ni todas.
Se trata de que la escuela construya una perspectiva comunitaria en donde las
acciones individuales y colectivas en zonas urbanas y rurales con el
acompañamiento de las familias; las reuniones de Consejo Técnico Escolar; el
trabajo colegiado de las maestras y los maestros; el uso de los espacios escolares
empezando por el aula, talleres y laboratorios, así como las relaciones
pedagógicas estén enfocadas en la inclusión.
Es fundamental enseñar a las niñas y los niños que viven en un mundo global que
conecta, comunica y moviliza a los seres humanos a través de flujos de
información, personas, culturas, economías y tecnologías, las cuales, en conjunto,
conforman una gran red conocida como globalización que, si bien trae beneficios,
tiene como principios la colonización y la mercantilización de la vida. Desde una
perspectiva decolonial de la inclusión, es imprescindible que las y los estudiantes
de educación preescolar, primaria y secundaria sean conscientes de que viven en
un mundo globalizado que no logra ser para todos, sobre todo después de lo que
puso en evidencia la pandemia del virus SARS-CoV-2: tienen acceso a él,
aquellas y aquellos que cuentan con los recursos económicos, tecnológicos,
relaciones sociales y acceso a bienes culturales y educativos para hacerlo. Esta
perspectiva requiere que las y los estudiantes aprendan a cuestionar las visiones
particulares y su relativismo sobre el mundo, así como el pensamiento único
universal que parte de una visión eurocéntrica, patriarcal y heterosexual de la
realidad, las cuales desconocen la diversidad que compone el mundo. La
educación preescolar, primaria y secundaria ocupa un periodo fundamental del
desarrollo de niñas, niños y adolescentes, especialmente en la construcción de su
identidad. Una perspectiva decolonial de la inclusión favorece la formación en
donde la identidad es una decisión del sujeto en pertenencia mutua con su mundo,
y no como una relación entre sujetos idénticos que reducen al otro a la no
pertenencia. Ello también implica que se cuestionen críticamente las jerarquías
sociales que existen en la escuela, la comunidad y el mundo en general. Un
elemento central de inclusión desde una perspectiva decolonial es que la
educación preescolar, primaria y secundaria forme ciudadanos que aprendan que
la naturaleza es exterior a la sociedad, lo que requiere que construyan relaciones
sociales en el marco de la naturaleza, así como relaciones ambientales en la que
están incorporados los seres humanos. Los seres humanos crean medio
ambientes y éstos crean personas, grupos humanos, familias y comunidades, en
un ciclo permanente de interdependencia vital. Pensar una educación inclusiva
desde la decolonialidad requiere que las niñas y niños aprendan a reconocer el
valor de la cultura universal junto con el conocimiento y saberes ancestrales como
parte de un mismo patrimonio intangible de la humanidad que contribuye en la
construcción de su identidad como ciudadanos con conocimientos sólidos,
capaces de establecer diálogos de saberes con otros sujetos, pueblos y naciones,
y a entender y defender las ideas, tecnologías y r culturas que se han generado y
preservado por las comunidades indígenas y evitar que sean transformadas en
propiedad privada. Para apoyar esta perspectiva, las epistemologlas del Sur
constituyen una búsqueda de conocimientos y criterios que otorgan visibilidad y
credibilidad a las prácticas cognitivas (en cuanto a enseñanza y aprendizaje) de
los pueblos, clases y grupos sociales que han sido históricamente explotados,
oprimidos, excluidos e invisibilizados por el pensamiento colonial. Asimismo, es
fundamental que la educación preescolar, primaria y secundaria genere relaciones
pedagógicas que vinculen la realidad de las y los estudiantes que tienen alguna
discapacidad o aptitudes sobresalientes, con el conjunto de la comunidad escolar
y la comunidad local para que en el ejercicio de sus derechos se reconozcan en
un marco amplio de diversidad, que fortalezca su dignidad humana, en el concierto
de lenguas, culturas, identidades, clases sociales, tareas y saberes.