El Caso Semmelweis

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VIDA INTERESANTES

Vivir Mejor, página 21, 12 de julio de 2017

El caso Semmelweis

Ignaz Semmelweis, un físico de origen húngaro, realizó esos trabajos entre


1844 y 1848 en el Hospital General de Viena.

de Alberto Abdala.

Como miembro del equipo médico de la Primera División de Maternidad del


hospital, Semmelweis se sentía angustiado al ver que una gran proporción de las
mujeres que habían dado a luz en esa división contraían una seria y con
frecuencia fatal enfermedad conocida como fiebre puerperal o fiebre de
sobreparto. En 1844, de un total de 3.157 madres de la División Primera - un 8,2
%- murieron de esa enfermedad; en 1845, el índice de muertes era del 6,8 %, y en
1846, del 11,4%. Estas cifras eran sumamente alarmantes, porque en la contigua
Segunda División de Maternidad del mismo hospital, en la que se hallaban
instaladas casi tantas mujeres como en la Primera, el porcentaje de muertes
por fiebre puerperal era mucho más bajo: 2,3, 2,0 y 2,7 en los mismos años.

Semmelweis empezó por examinar varias explicaciones del fenómeno


corrientes en la época: una opinión ampliamente aceptada atribuía las olas de
fiebre puerperal a una epidemia que se extendían por distritos enteros y producían
la fiebre. Pero, ¿cómo -pensaba Semmelweis- podían esas influencias haber
infestado durante años la División Primera y haber respetado la Segunda? Y,
¿cómo podía hacerse compatible esta concepción con el hecho de que mientras la
fiebre asolaba el hospital, apenas se producía caso alguno en la ciudad de Viena o
sus alrededores?

Según otra opinión, una causa de mortandad en la División Primera era la


acumulación de pacientes. Pero Semmelweis señala que de hecho
el hacinamiento era mayor en la División Segunda, en parte como consecuencia
de los esfuerzos desesperados de las pacientes para evitar que las ingresaran en
la tristemente célebre División Primera.

Ignaz Semmelweis reconocido como el creador de los procedimientos antisépticos.

En 1848 una comisión designada para investigar el asunto atribuyó la


frecuencia de la enfermedad en la División Primera a las lesiones producidas por
los reconocimientos poco cuidadosos a que sometían a las pacientes los
estudiantes de medicina, Semmelweis señala, para criticar esta opinión, que
las lesiones producidas naturalmente en el proceso del parto son mucho mayores
que las que pudiera producir un examen poco cuidadoso. Igualmente,
respondiendo al informe de la comisión, se redujo a la mitad el número de
estudiantes. La mortalidad, después de un breve descenso, alcanzó sus
cotas más altas.

Se acudió a varias explicaciones psicológicas. Una de ellas hacía notar que


la División Primera estaba organizada de tal modo que un sacerdote que portaba
los últimos auxilios a una moribunda tenía que pasar por cinco salas antes de
llegar a la enfermería: se sostenía que la aparición del sacerdote, producía un
efecto terrorífico y debilitante en las pacientes de las salas y las hacía así más
propicias a contraer la fiebre puerperal. En la División Segunda no se daba este
factor adverso, porque el sacerdote tenía acceso directo a la
enfermería. Semmelweis decidió someter a prueba esta suposición. Convenció
al sacerdote de que debería dar un rodeo. Pero la mortalidad no decreció en
la División Primera.

Finalmente, en 1847, la casualidad dio a Semmelweis la clave para la


solución del problema. Un colega suyo, Kolletschka, recibió una herida
penetrante en un dedo, producida por el escalpelo de un estudiante con el que
estaba realizando una autopsia, y murió después de una agonía durante la cual
mostró los mismos síntomas que Semmelweis había observado.
Semmelweis comprendió que la «materia cadavérica» que el escalpelo
del estudiante había introducido en la corriente sanguínea de Kolletschka había
sido la causa de la fatal enfermedad de su colega, y las semejanzas entre el curso
de la dolencia de Kolletschka y el de las mujeres de su clínica llevó a Semmelweis
a la conclusión de que sus pacientes habían, muerto por un envenenamiento del
mismo tipo: los portadores de la materia infecciosa, porque él y su equipo
solían llegar a las salas inmediatamente después de realizar disecciones en la
sala de autopsias, y reconocían a las parturientas después de haberse lavado las
manos sólo de un modo superficial, de modo que éstas conservaban a menudo un
característico olor a suciedad.

Una vez más, Semmelweis puso a prueba esta posibilidad. Dictó, por tanto,
una orden por la que se exigía a todos los estudiantes de medicina que se lavaran
las manos con una solución de cal clorurada antes de reconocer a ninguna
enferma. La mortalidad puerperal comenzó a decrecer, y en el año 1848
descendió hasta el 1,27% en la División Primera, frente al 1,33 de la Segunda.

En apoyo de su idea, o, como también diremos, de su


hipótesis Semmelweis hace notar además que con ella se explica el hecho de que
la mortalidad en la División Segunda fuera mucho más baja: en ésta las pacientes
estaban atendidas por enfermeras que no practicaban la disección de
cadáveres. La hipótesis explicaba también el hecho de que la mortalidad fuera
menor entre los casos de “parto callejeros”: a las mujeres que llegaban con el
niño en brazos casi nunca se las sometía a reconocimiento después de su
ingreso, y de este modo tenían mayores posibilidades de escapar a la infección.
Asimismo, la hipótesis daba cuenta del hecho de que todos los recién
nacidos que habían contraído la fiebre puerperal fueran hijos de madres que
habían contraído la enfermedad durante el parto; porque en ese caso la infección
se le podía transmitir al niño antes de su nacimiento, a través de la corriente
sanguínea común de madre e hijo, lo cual, en cambio, resultaba imposible cuando
la madre estaba sana.

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