Ricardo Carpani
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Ricardo Carpani: la política en el arte
Por Daniel Sazbón
Si bien Carpani se alejaría rápidamente del grupo, no abandonaría ya esta forma de entender el lugar del artista en relación con su mundo,
traduciéndola en su obra plástica y también en notas periodísticos y en libros,como Arte y revolución en América Latina(1961), El arte y la
vanguardia obrera (1963) o Nacionalismo burgués y nacionalismo revolucionario (1972). Enfrentado tanto con el naturalismo inocente del
“realismo socialista” como con el formalismo vanguardista del abstraccionismo (“la forma sin contenido no es arte”), al que veía como inauténtico
trasplante sin raíces locales, buscó privilegiar el impacto directo a través de la exageración expresionista de ciertos trazos, abrevando en la
tradición del muralismo latinoamericano de artistas como Orozco, Rivera y Guayasamín.
Carpani falleció en 1997, en una Argentina cruelmente alejada de la que lo había visto partir, y donde parecían haberse apagado los ecos
redentores de la política, ahogados en sangre y frivolidad. Poco antes de su muerte, Leonardo Favio (otro artista que logró capturar las
modulaciones de una época) le dedica su monumental Perón. Sinfonía del sentimiento junto con otras figuras como Héctor Cámpora, Hugo del
Carril y Rodolfo Walsh. Significativo homenaje para quien, como pocos, simbolizó la intersección entre plástica y política en nuestra historia.
09/09/14 Télam
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Expuso por primera vez en 1957 junto a Juan Manuel Sanchez (1930)
y Mario Mollari (1930).
El grupo Espartaco
En 1959 conformó el Grupo Espartaco junto a Sanchez y Mollari, a los que se les sumaron Juana Elena Diz (1925), Raul Lara Torrez(1940) joven
pintor de nacionalidad boliviana, Pascual Di Bianco (1930-1978), Carlos Sessano (1935), Esperilio Bute(1931-2003) y Franco Venturi, nacido en
1937 y desaparecido en 1976.
En 1961 Carpani y Di Bianco abandonan el grupo, el cuál se disolvió en 1968 con una exposición que fue su última actividad.
El grupo Espartaco planteó la necesidad de un arte con raíces en el país y atento a las necesidades y lucha del pueblo trabajador.
Su filiación política puede inscribirse en la llamada izquierda nacional que durante un largo período lideró Jorge Abelardo Ramos.
El grupo también fue expresión de la nacionalización de una porción de las clases medias que hasta 1955 había sido masivamente contraria al
Movimiento Nacional, luego del golpe de estado autodenominado “Revolución Libertadora”, importantes sectores de la clase media detectaron
las mentiras de la oligarquía liberal y su falsa democracia que condenaba a la mayoría del pueblo, particularmente a los más humildes, a una
difícil situación económico-social y que además no les permitía expresarse políticamente, por la proscripción de movimiento mayoritario.
Señalaba el documento inicial del Grupo Espartaco: “Es evidente que en nuestro país, a excepción de algunos valores aislados, no ha surgido
hasta el momento una expresión plástica trascendente, definitoria de nuestra personalidad como pueblo. Los artistas no podemos permanecer
indiferentes ante este hecho, y se nos presenta con carácter imperativo la necesidad de llevar adelante un profundo estudio del origen de esta
frustración.”
También incursionaba en un tema crucial por la que atraviesa cualquier artista con deseos de hacerse conocido: o limita su actividad creadora al
gusto de las minorías pudientes que son quienes tienen los medios para adquirir las obras, o hace caso omiso a las modas y deja fluir toda su
creatividad, aún a riesgo de no llegar al gran público.
“El resultado de todo esto es que el artista no tiene otro camino para triunfar que el de la renuncia a la libertad creadora, acomodando su
producción a los gustos y exigencias de aquella clase, lo que implica su divorcio de las mayorías populares que constituyen el elemento
fundamental de nuestra realidad nacional. Es así como, al dar la espalda a las necesidades y luchas del hombre latinoamericano, vacía de
contenido su obra, castrándola de toda significación, pues ya no tiene nada trascendente que decir. Se limita entonces a un mero juego con los
elementos plásticos, virtuosismo inexpresivo, en algunos casos de excelente técnica, pero de ninguna manera arte, ya que éste sólo es posible
cuando se produce una total identificación del artista con la realidad de su medio.”
Otra característica de gran importancia del Grupo fue el haber hecho propia la concepción Latinoamericana de Nación.
El Grupo Espartaco estuvo influenciado por los muralista mexicanos Orozco, Rivera y Tamayo, como así también por el ecuatoriano Guayasamín
y el brasilero Portinari, pero adquirieron una personalidad propia, necesidad imprescindible de todo creador, como lo expresaron claramente en
su documento inicial.
Cada uno de estos artistas manifestó en sus obras su compromiso social con los desposeídos, Sanchez mostraba es sus óleos un fondo de
fábricas o su obra “Marines 65” con calaveras y un fondo de la bandera norteamericana, en Juana Elena Diz se visualiza la situación de la mujer
con claros rasgos aindiados, Mario Mollari con sus cañeros o las mujeres del norte en sus tareas con amplios sombreros. O los hombres de
brazos enormes y potentes, con expresiones duras.
El sufrimientos en las figuras de Carlos Sessano con sus brazos hacia el cielo como implorando por justicia.
Franco Venturi, estuvo detenido en 1972 en el penal de Rawson y se salvó de la Masacre de Trelew, pero desapareció el 20 de febrero de 1976,
había nacido en Italia en 1937 y llegado a la Argentina en 1950, su obra de 1969 “En defensa de nuestra forma de vida” sintetiza los métodos
violentos utilizados en la Argentina para silenciar a los movimientos populares.
En 1961 Ricardo Carpani desarrolló sus ideas ya expresadas en el manifiesto del Grupo Espartaco en un libro que tituló “Arte y Revolución en
América Latina” editado por la Editorial Coyoacán donde se publicaban las obras de la izquierda nacional.
Para luego adentrarse a explicar en detalles este mecanismo para domesticar al artista:
“Esta renuncia a la libertad creadora no siempre la realiza el artista de una manera consciente. Es el resultado de un proceso que actúa sobre él,
a través de múltiples presiones, encauzándolo sin que se de cuenta. Así, por ejemplo, el joven pintor desconocedor de las fuerzas que gravitan
en la sociedad, de los intereses que respaldan a dichas fuerzas y de los fines que ellas persiguen, se ve sometido a su acción deformante desde
el momento mismo que ingresa a las academias del Estado o al taller de algún prestigioso figurón. Esta acción deformante continúa
soportándola luego en los Salones Oficiales, mediante la parcialidad de los jurados, o cuando desea conseguir salas para exponer y debe
someterse al criterio del marchand, que lógicamente exige lo más vendible y menos comprometedor ante su clientela. Posteriormente le toca el
turno a la crítica, esa suprema hacedora de prestigios, venal las más de las veces, aunque sería injusto pretender de ella otra cosa en una
sociedad desgarrada por la lucha de clases, dada su dependencia a uno de los términos de esa lucha. Y finalmente están los salones en el
extranjero, las becas y otras formas de estímulo al artista, que, en manos de los agentes oligárquico imperialistas, se convierten en otras tantas
formas de corrupción.”
Carpani introduce un concepto que no contará con la adhesión de muchos artistas despreocupados por la situación social y de aquella crítica a
medida de la sociedad dependiente, nos referimos al concepto de arte nacional y la necesidad que la obra del artista muestre la realidad que lo
rodea:
“No todos los pueblos poseen el mismo grado de desarrollo histórico, ni desenvuelven su actividad en un medio geográfico similar, ni son
producto de una misma amalgama de razas, ni hablan y piensan en el mismo idioma, ni rinden culto a una tradición y cultura idénticas. Cada uno
de ellos tiene, en relación con estos factores, características propias, determinantes de la nacionalidad. Y estas características nacionales no
pueden menos que estar presentes en las manifestaciones artísticas, siendo como es el arte un producto social. Podemos afirmar entonces que
el arte, por el hecho de ser una expresión social, necesariamente ha de ser también una expresión nacional.”
Pero la idea que tenía Carpani de lo Nacional incluía toda América Latina, no sólo por el origen, la lengua y una tradición común; esas
características nos convertían en un pueblo al que los intereses imperiales llevaron a la separación, en tanto que la lucha de los trabajadores y
de los artistas comprometidos con su pueblo debía retomar las banderas de Bolivar, San Martín y Artigas, entre otros.
“Es indispensable que fijemos con precisión los verdaderos alcances que tiene para nosotros el término «nacional». América Latina constituye
una unidad nacional con características bien definidas. En efecto, a factores permanentes y determinantes por sí mismos de una nacionalidad -
como son el hecho de poseer un territorio ininterrumpido en el que prácticamente se habla el mismo idioma (ya que el portugués y el español no
ofrecen diferencias esenciales), poblado por razas afines y con un pasado histórico y cultural común- se unen otros factores de carácter actual,
que imponen la necesidad de la unificación política de América Latina. Las distintas regiones o países latinoamericanos poseen problemas
económicos, sociales y políticos análogos. Esta analogía está determinada por su sometimiento a un explotador común: el imperialismo.
Y la liberación del yugo imperialista sólo será factible mediante una acción conjunta y
unificada que permita contrarrestar en forma efectiva el poderío del opresor. Es por eso que
nosotros, cada vez que hablemos de lo nacional, se entiende que lo hacemos en escala
latinoamericana.”
Será el accionar del imperialismo el que Carpani denunciará con claridad, y la función que
cumple el arte en los países centrales que lejos de ser inocuos para nuestra cultura también
forman parte de plan delineado por los poderes centrales:
“Ahora bien, si es cierto que la difusión dada a su producción cultural por las países
imperialistas fue altamente beneficiosa para el desarrollo de las artes en el resto del mundo,
no es menos cierto que esta acción benéfica se vio contrarrestada cuando convirtieron la
cultura en un arma más de vasallaje y opresión colonial. En efecto, junto con sus
manufacturas exportaran su literatura y su arte, pero no para enriquecer las culturas
nacionales ya existentes en las regiones colonizadas, sino para destruirlas o neutralizarlas,
contando en esto con la obsecuencia de las oligarquías nativas.”
Pero también Carpani era un militante de la libertad sin la cual el artista quedaba limitado en
su más genuina expresión, enemigo del “realismo socialismo” e implacable crítico del
stalinismo , manifestaba su compromiso con la libertad, contrario a toda forma de control de
los “comisarios políticos” sobre la expresión del artista :” Para el logro de un arte
representativo de nuestra realidad, un arte auténtico, en este caso un arte nacional
latinoamericano y revolucionario, es imprescindible dar al artista la más absoluta libertad en
la elección de sus medios formales de expresión. Hay que dejar de lado todo dogmatismo en
materia estética. Que cada cual utilice los elementos plásticos de la manera que considere
más acorde con su temperamento, enriqueciéndose con las últimas experiencias formales
que se realizan en el mundo. Pero, eso sí, utilizándolas con un sentido creativo personal”
Por eso mismo, es indispensable dar la mayor difusión posible, especialmente entre la clase Dirigida por Juan José Hernández Arregui, la
trabajadora y los sectores sociales más progresistas, a las creaciones de quienes, con revista Peronismo y Liberación salió a la
dignidad y sacrificio, trabajan por un verdadero arte. Sólo a través de una intensificación del calle en agosto de 1974, incluye la nota de
contacto entre la obra artística y la sociedad, que ejercite de manera constante la Ricardo Carpani "Arte nacional y militancia
sensibilidad de los hombres familiarizándolos con las nuevas formas creadas por el artista, revolucionaria en América Latina". Clic en la
logrará superarse la incomprensión de que éste es objeto. Esa será la manera más efectiva imagen para descargar la revista.
de hacer que el arte intervenga activamente en el proceso revolucionario. El arte actúa por la
vía sensible, y la sensibilidad artística, como todo en el hombre, se desarrolla con el
ejercicio. Mal puede exigirse una comprensión inmediata de la obra moderna a quienes escasas oportunidades han tenido de conectarse con
ella. Se dirá que para eso están los museos, pero no olvidemos que a la gente que trabaja poco tiempo le queda para asistir a ellos, y nada se
hace por interesarla en el arte. El orden establecido tiende más bien a alejar al pueblo de las manifestaciones del espíritu, dándole en su
reemplazo y en cantidades crecientes, productos embrutecedores, neutralizantes de su sensibilidad. Se hace así del arte lujoso vicio solitario,
reservado a determinadas élites de iniciados, alejándolo de su verdadera misión.”
Para completar su idea con : “No queda por lo tanto, al artista revolucionario, más solución que la que las organizaciones obreras pueden y
deben brindarle. En las manos de estas organizaciones está la posibilidad del surgimiento de un vasto movimiento muralístico con
características nacionales y revolucionarias. Abrigamos la certidumbre de su próxima aparición.”
La compañera de Carpani, Doris Halpin, expresó sobre la labor del pintor que su tarea era expresar la dignidad de los trabajadores y
desposeídos: “No trató de pintar los lados oscuros de la realidad: nunca pintó la tortura, ni al aldeano pobre y subsumido. Siempre pintó al
hombre que está dispuesto a combatir, al hombre en lucha.”
Halpin también explicó porque Carpani daba importancia al muralismo, en tanto que la pintura de caballete termina en posesión de alguien, el
mural pertenece a todos o por lo menos a muchos. Esa era el símbolo que entusiasmaba a un artista alejado de la figuración y el negocio.
Muchos de los dibujos de Carpani, fueron dados en forma gratuita para ilustrar los volantes y documentos de sindicatos, organizaciones obreras
en general y organismos de Derechos Humanos.
Seguramente, muchos de nosotros hemos visto dibujos de Carpani, sin saber que pertenecían
a él, esta fue la obra de un artista plástico que dedicó su vida a servir a una causa, la de los
más necesitados.
Según el crítico de arte Salvador Linares, las obras de Carpani puede dividirse en dos épocas,
una de piedra y la otra de metal.
“En la primera los personajes adquieren una apariencia rocosa, que abarca el período en el
que todavía frecuentaba la temática campesina.” “Luego la piedra deviene en metal y los
hombres son vistos como articuladas máquinas o revestidos por corazas sobre las que
músculos y nervios se traslucen sobre la bruñida superficie, en una suerte de mágica filigrana
vital.”
Ricardo Carpani fue la expresión artística de ese sindicalismo honesto y combativo, los
volantes y documentos de la CGT de los Argentinos llevaban las ilustraciones de Carpani
donde trabajadores de expresiones duras manifestaban toda su bronca y deseos de restituir la
justicia perdida.
En 1966 y 1969 viajó a Europa donde participó de muestras colectivas. En 1972 viajó al Chile
Socialista de Salvador Allende y a Cuba, para encuentros de artistas plásticos.
En julio de 1974 fue a Suecia a una exposición, tenía previsto un viaje de cuatro meses, pero
ya no pudo volver, la Argentina se había convertido en un lugar muy peligroso por el accionar
de la banda paramilitar de ultraderecha la triple A que asesinaba a intelectuales y militantes
populares.
El exilio fue muy duro para Carpani como lo fue para la mayoría de los exilados, y
particularmente para aquellos que habían hecho de la militancia una forma de vida.
Retornó al país en 1984, las últimas composiciones de Carpani muestran una región selvática
donde se mezclan animales salvajes con paisajes y personajes porteños.
Poco tiempo antes de su muerte realizó un retrato del Che Guevara que se encuentra en la
Plaza de la Cooperación de Rosario o pocas cuadras del lugar en que nació el Che.
Se publicaron los libros : "Carpani" , con textos del Dr Rafael Squirru y de Manuel Vicent ; y
"Carpani : Gráfica política" , con textos de Ernesto Laclau y Luis Felipe Noé.
Primer número de PROGRAMA para los
Murió el 9 de septiembre de 1997, la Argentina perdía a un gran artista y los trabajadores que Estados Unidos Socialistas de América
siguen luchando, a un aliado incondicional, pero su obra nos sigue mostrando a esos hombres Latina (Buenos Aires, N° 1, julio 1964),
y mujeres que nunca se rendirán. dirigida por Alberto Belloni, Ricardo
Carpani y Rubén Bortnik. Clic para
Fuente: www.elforjista.unlugar.com/ricardocarpani.htm descargar desde el sitio El Topo Blindado.
>
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“El arte está íntimamente vinculado con lo que nos rodea y sino no es arte, podrá ser algún ejercicio personal de alguien pero tiene que estar
directamente vinculado (…) Ricardo Carpani, también pintor argentino, pintor comprometido, creo que el primer Carpani no lo vi en un cuadro, lo
vi en la portada de "La formación de la conciencia nacional" (…) Doris donó los tres Carpani que están en esa escalera que lleva ahora sí el
nombre de ese gran argentino que fue Ricardo Carpani. Escalera Ricardo Carpani en una Casa de Gobierno que tiene a sus Mujeres Argentinas,
a sus Científicos, a sus Patriotas latinoamericanos, a sus Escritores y Pensadores, a sus Pintores, porque nos parecía que estaba bien la
escalera Francia y la escalera Italia, que fue el agradecimiento de las cosas que nos habían donado en el Centenario, pero nosotros en el
Bicentenario nos quisimos hacer cargo de los argentinos, así que como nos hicimos cargo de los argentinos nos dedicamos a recordar toda las
buenas cosas que habían hecho argentinos y argentinas”.
Fernández de Kirchner, Cristina. Palabras en la Inauguración de la Escalera Carpani y el Salón de los Pintores y Pinturas Argentinas. 8 de abril
de 2011. Disponible en www.presidencia.gob.ar
Consideramos aquí que afortunadamente, en los últimos años se ha dado una revalorización de la obra de Ricardo Carpani, expresada en la
inauguración de diferentes muestras, ya sean itinerantes o estables, ya sean en espacios privados o en la esfera pública, entre estos últimos es
destacable la tarea de reivindicación de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, o en la difusión de diferentes charlas, o en la re-edición de
varios de sus libros. Quien escribe, estima que una de las claves para comprender esta “vuelta a Carpani” se liga al proceso de re-
industrialización y de politización creciente, ambos procesos dados desde el año 2003. Destacamos que en la militancia política, sindical,
cultural, etc. se mantuvo, con afiches, volantes, banderas, etc. en alto a través de todos los años.
Abordaremos aquí, algunas consideraciones acerca del desarrollo del arte que realiza Ricardo Carpani, su relación con la superestructura
cultural predominante, con la cultura nacional, la política, los procesos de cambio, emancipatorios, revolucionarios, etc. Trataremos entonces una
faceta menos conocida de Carpani, pues como bien sostiene Juan Carlos Trejo (estimamos seudónimo de Jorge Abelardo Ramos3) “Carpani es
un pintor y un teórico, que no ha temido romper con los prejuicios predominantes, según los cuales un pintor se expresa únicamente por lo que
pinta y debe desdeñar toda otra expresión de su mundo”4. No indagaremos en la plástica propiamente dicha (más allá que la de Carpani nos
parece excelente), ya que no es nuestro tarea. Coincidimos con Hernández Arregui quien argumenta que la obra escrita de Carpani es parte de
una serie de trabajos que denuncia las raíces de nuestro coloniaje cultural, “enjuicia” la superestructura cultural de colonización pedagógica.
Carpani aparece en el año 59, formando el “Grupo Espartaco”5. Este grupo, buscaba alejarse del arte ajeno a lo que sucede en el seno de la
sociedad, del universalismo abstracto, al mismo tiempo rechazaba las manifestaciones artísticas que eran mera “copia” de la realidad. Pretendía
un arte profundamente nacional (y critica la superestructura cultural que la obtura), en consonancia y como parte de las luchas del pueblo
argentino y latinoamericano. Rechaza al arte encerrado en sí mismo, el artista solo con su caballete, pintando lo que será consumido por las
clases altas (dominantes) o medias altas, que al mismo tiempo moldean su estilo artístico, y procuran en su manifiesto (redactado por Carpani6),
de modo de oponerse a toda esta “tradición”, que “el arte revolucionario debe surgir, en síntesis, como expresión monumental y pública. El
pueblo que lo nutre deberá verlo en su vida cotidiana. De la pintura de caballete, como lujoso vicio solitario, hay que pasar resueltamente al arte
de masas, es decir, al arte”.7
Carpani al poco tiempo de armado el “Grupo Espartaco” se irá del mismo, Eduardo Luis Duhalde refiere que quizás este retiro se ligue a su
desarrollo ideológico y político, al mismo tiempo que a la personalidad del artista social que buscaba otras formas de expresión alejadas de las
galerías y salas de exposiciones8. Galasso pone en consideración dos cuestiones más al respecto: una que ante el cierre de la superestructura
cultural algunos miembros pretenden tender lazos hacia quienes otorgan prestigio; y segundo cita a Carpani quien sostiene que “unos éramos de
izquierda nacional y otros, todavía estaban adheridos a la izquierda tradicional”9.
Los procesos emancipatorios del siglo XIX en Nuestra América culminaron con la colonia, pero
rápidamente cayeron en la situación semi-colonial, agravada la situación por la segregación en 20
“patrias chicas”. En esta “nueva situación”; la oligarquía supeditada al imperialismo, fue
generando una “cultura oficial”, que actúa como “disociadora de una auténtica conciencia nacional
y al servicio de la explotación de nuestros pueblos”13. El carácter dependiente de la cultura se
relaciona con la falta de creatividad, de originalidad y con la copia de la “última moda” europea o
norteamericana. La especificidad latinoamericana viene dada por su situación semi-colonial y por
su rebelión frente a la misma. La generación de una cultura propia, nacional diferenciada de
nuestros colonizadores, la elaboración es con y desde el pueblo. Carpani profundiza al respecto
en la Revista dirigida por Hernández Arregui, “Peronismo y socialismo”, “el arte, para no perder de
vista su vitalidad creativa desconectándose de la realidad, debe asimilarse a la actividad política y
social (de hecho, y mal que les pese a los subjetivistas y artepuristas, esa asimilación existe
también en sus obras, aunque con signo reaccionario, ya que el apoliticismo es una forma de
convalidar pasivamente el sistema). Sin embargo, no basta ya con una participación desde fuera,
indirecta o circunstancial del artista y su obra en la lucha política. El arte debe transformarse él
mismo en actividad política revolucionaria y asumirse como tal”14
Avanzando en el planteo observamos que Carpani diferencia los nacionalismos de los países
centrales, que son nacionalismos expansivos, reaccionarios, burgueses; del nacionalismo de los
países del tercer mundo, que luchan contra la opresión de aquellos, por la afirmarse como nación
frente al avasallamiento del imperialismo en alianza con la oligarquía. En estos últimos hay una
cuestión nacional a resolver, y la formación de una conciencia nacional se revela esencial en la
lucha por la liberación. Revelarse y revertir la cultura de los colonizadores. Carpani sostiene
entonces que “es la propia lucha de liberación, contra el colonialismo, primero, y contra el
imperialismo anglosajón, después, que fue y va conformando nuestra nacionalidad, (…) la historia
de una lucha aún inconclusa, como inconclusa está la conformación de nuestra nacionalidad”15.
El arte entonces, en un país semi-colonial, con una conciencia nacional en desarrollo, como un
apuntalamiento y reforzamiento de la misma, pues ésta se encuentra íntimamente ligada a la
conformación de una cultura nacional-popular “como hecho colectivo generalizado en la
cotidianidad de la vida de la sociedad y que se expresa en estilos de vida, modos de pensar y
actuar, pautas de conducta, etc., prevalecientes en las masas, por ellas elaborados”16. El artista
aparece aquí como quien puede objetivar esta creación colectiva. Romper con la cultura
preconizada desde los sectores dominantes a través de su superestructura cultual. Construir una
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cultura común que se enfrente a ésta.
Rechaza Carpani el uso de la idea de un “Arte Americano” en tanto la necesidad de estrechar vínculos artísticos con Estados Unidos, y así
conformar una unidad distinta de la europea, pero en términos reales esta concepción termina solamente imitando las corrientes estéticas de
moda en los Estados Unidos. Carpani considera un arte situado en la realidad de la cual emerge, sosteniendo que las regiones tienen diferentes
niveles de desarrollo, procura entonces un arte nacional, entendiendo lo nacional como lo latinoamericano. El arte aquí cumpliendo un papel que
tienda a la unidad de nuestro continente latinoamericano. Por eso los factores disociadores de esta unidad se levantan contra la posibilidad de
un arte nacional.
La emprende también con la crítica al denominado “arte puro”, el cual sostiene que no existe, pues “la forma sin contenido no es arte”22. Acerca
del arte abstracto Carpani argumenta que si es manifestación genuina de nuestro proceso histórico-social sería auténtico, pero luego del análisis
histórico concluye que el arte abstracto ha surgido en Europa fruto de la crisis del capitalismo, y que “el proceso del arte abstracto no se ha dado
en Latinoamérica. Y, por lo tanto, éste no puede surgir espontáneamente, sino como trasplante artificial y en esa medida inauténtico”23. Así es
expresión de las modas impuestas por el coloniaje cultura. El artista como hombre, como ser social tiene dos posibilidades o está de acuerdo
con el orden social imperante o lo quiere modificar.
De lo que venimos desarrollando, ya podemos observar cuál es la concepción de Carpani de la relación entre el arte y la política, pero
profundizando éste argumenta “la finalidad de un pintor no es “hacer pintura”, sino, a través de la pintura hacer arte. Pero como el arte es un
producto de la realidad, a la cual refleja en sus aspectos más dinámicos, y nuestra realidad posee un creciente carácter revolucionario, nos
encontramos con que haciendo arte haremos también política”24.
Este arte revolucionario encuentra como lugar propicio para manifestarse, lo monumental y público, el arte-mural, y también el afiche, el panfleto,
el cartelón, las ilustraciones, etc. Todas ellas desdeñadas por el universalismo y el arte-purismo, como categorías inferiores al arte, o
directamente como lo que no es arte. El arte revolucionario no se construye con “recetarios”, sino que se realiza en íntima relación con la
realidad nacional y social, en estrecha comunicación con los sectores populares, que en su lucha anti-imperialista y anti-oligárquica son los
forjadores de la cultura nacional, “el arte debe y puede constituirse en un arma de lucha nacional y social de los oprimidos contra la penetración
y dominio imperialistas al mismo tiempo que contra las clases dominantes nativas y su cultura colonizada”25
Notas
Bibliografía
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“Carpani nunca dejó de militar, esa era su segunda naturaleza”
Entrevista a Doris, viuda del pintor, en el marco de la muestra Carpani todavía (2012).
Una muestra en el Museo Evita reúne pinturas, esculturas, dibujos y afiches realizados
por el artista.
Su viuda recuerda su trayectoria, que siempre estuvo signada por la conjunción de lo
estético y lo político.
Dice que prefiere posar adelante del retrato de Eva Perón. Pero que las fotos mucho no
le gustan. Pero que claro que el fotógrafo puede hacer su trabajo tranquilo, que ella
entiende de qué se trata. Vestida de oscuro y con un discreto collar de perlas, hay algo
equívoco en la aparente fragilidad de esa mujer. Quizá no recuerde algunas fechas,
como ella misma aclara antes de comenzar la entrevista. Pero sus palabras tienen la
precisión de una línea sabia que, en conjunto, trazan un retrato del cual su marido
estaría orgulloso. Cuando Doris Carpani habla de Ricardo, sus ojos claros no sólo
brillan. Además se plantan en el marco de su rostro con una dignidad tan contundente
que es como si el tiempo prefiriera retroceder. Y escuchar.
“El arte siempre cumple una función social: o al servicio de los sectores dominantes o al servicio de las nuevas fuerzas que van emergiendo
dentro de la sociedad”, decía el artista que a fines de los ‘60 colaboró con la CGT de los Argentinos, luego de que se diluyera el mítico
movimiento Espartaco –formado en 1959– que apostaba a la figuración mientras por ahí cerca Jorge Romero Brest consideraba que no, que el
arte no estaba en la calle y ya ni siquiera en Europa sino más cerca de la Fundación Rockefeller en Nueva York. Por el contrario, la obra de
Carpani –creador de una iconografía política tan personal y difundida que a esta altura puede considerarse clásica–, está íntimamente ligada a
los conflictos sociales que atravesó el país. Una inquietud que lo acompañó hasta su muerte, en 1997.
–El Movimiento Espartaco dijo en uno de sus primeros manifiestos: “Es evidente que en nuestro país, a excepción de algunos valores aislados,
no ha surgido hasta el momento una expresión plástica trascendente, definitoria de nuestra personalidad como pueblo. Los artistas no podemos
permanecer indiferentes ante este hecho.” ¿Cuál fue el alcance de esa afirmación?
–La transformación del arte de ese tiempo. La prueba está en que Espartaco se llamó “movimiento”, no “grupo” como preferían autodefinirse
otros artistas. En esa época con Juan Manuel Sánchez hablaban de la posibilidad de hacer una muestra y luego se sumó Mario Mollari, se
sienten afines. La inauguran y un crítico de arte, Córdova Iturburu, hace una crítica maravillosa, que fue determinante. La muestra tuvo mucho
éxito y ahí empezó a formarse el grupo Espartaco. Y ahí cada uno trajo a alguien más. Entre todos quisieron dar un viso político a esa inquietud
sobre la posibilidad de ligar arte y política, que de alguna manera los expresaba. No existía una cosa así. La izquierda estaba mucho más
centrada en el trabajo del grupo como agrupación política, no estética. En cambio acá había una necesidad de expresar algo políticamente pero
con calidad. Con Pascual Di Bianco empezaron a ofrecerles murales a los sindicatos. Pero a los sindicatos antes de ofrecerles arte había que
enamorarlos. Ahí encontraron algunos frenos importantes. A veces tenían que poner ellos mismos los materiales y no tenían mucho dinero. Así
que parte de la obra de los dos en ese tiempo tenía colores afines porque Ricardo terminaba de pintar un cuadro, juntaba la pintura y con eso
empezaba a pintar el otro. Pero siguieron apostando por los grandes formatos, de más de un metro de largo. Durante un viaje a Europa
conseguí un proyector, muy barato. Él nunca trabajó directamente sobre la tela sino a través de bocetos. Entonces yo le ampliaba el boceto y se
lo llevaba a la tela.
Durante la realización del mural Hambre Basta (1969), que se exhibió el la SAAP. De izquierda a derecha Juan Manuel Sánchez,
Hugo Pereyra, Ricardo Carpani, J. Martinez Howard, Mario Erlich, Franco Venturi, Carlos y Alberto Alonso.
Manifiesto del Grupo Espartaco
En 1959, el mundo de la cultura - y especialmente, el de la plástica - en la Argentina se
conmueve por el lanzamiento del Grupo "Espartco". Lo integran Ricardo Carpani, Juan
Manuel Sánchez, Mario Mollari, Carlos Sessano, Espirilio Butte, Juana Elena Diz y
Pascual Di Bianco. Con él, los trabajadores - proscriptos de la escena política y gremial
por la contrarrevolución - ingresan al arte, con sus gestos airados, su mirada
amenazante, sus puños de hierro.
Las causas determinantes de esta situación están en la base misma de nuestra vida económica y política, de la cual la cultura es su resultado y
complemento. Una economía enajenada al capital imperialista extranjero no puede originar otra cosa que el coloniaje cultural y artístico que
padecemos. La oligarquía, agente y aliada del imperialismo, controla directa o indirectamente los principales resortes de nuestra cultura, y, a
través de ellos, enaltece o sume en el olvido a los artistas seleccionando únicamente a aquellos que la sirven. Constituye, además, por ser la
clase más pudiente, el principal mercado comprador de obras artísticas. En virtud de los intereses que representa se caracteriza en el plano
cultural por una mentalidad extranjerizante, despreciativa de todo lo genuinamente nacional y por lo tanto popular.
El problema del surgimiento de un arte nacional en nuestro país, determina el verdadero alcance que debe tener para nosotros el término
"nacional". Unidad geográfica, idiomática y racial; historia común, problemas comunes y una solución de esos problemas que sólo será factible
mediante una acción conjunta, hacen de Latinoamérica una unidad nacional perfectamente definida. La gran Nación Latinoamericana ya ha
tenido en Orozco, Rivera, Tamayo, Guayasamín, Portinari, etc., fieles intérpretes que partiendo de las raíces mismas de su realidad han
engendrado un arte de trascendencia universal. Este fenómeno no se ha dado en nuestro país salvo aisladas excepciones.
El arte latinoamericano, considerando las características sociales y políticas de nuestro continente, ha de estar necesariamente imbuido de un
contenido revolucionario, que será dado por el libre juego de los elementos plásticos en sí, prescindiendo de la anécdota desarrollada, si es que
la hay. La anécdota podrá tener una importancia capital para el artista cuando aborda una temática que siente profundamente y en la cual
encuentra inspiración; pero en última instancia no constituye el elemento que justifica y determina la validez intrínseca de la obra de arte, ni es
de ella que emana el contenido de su trabajo. De ahí lo absurdo de cierto tipo de pintura pretendidamente revolucionaria que se limita a describir
escenas de un revolucionarismo dudoso, utilizando un realismo caduco y superado. No es de extrañar entonces que por su misma inoperancia
esta pintura sea tolerada, y hasta en cierto modo favorecida, por aquellos mismos que combaten toda expresión artística auténticamente
nacional y revolucionaria.
Es imprescindible dejar de lado todo tipo de dogmatismo en materia estética; cada cual debe crear utilizando los elementos plásticos en la forma
más acorde con su temperamento, aprovechando los últimos descubrimientos y los nuevos caminos que se van abriendo en el panorama
artístico mundial y que constituyen el resultado de la evolución de la Humanidad, pero eso sí, utilizando estos nuevos elementos con un sentido
creativo personal y en función de un contenido trascendente.
Estos objetivos se cumplirán mediante una doble acción: el arte, no puede ni debe estar desligado de la acción política y de la difusión militante y
educadora de las obras en realización. El arte revolucionario latinoamericano debe surgir, en síntesis, como expresión monumental y pública. El
pueblo que lo nutre deberá verlo en su vida cotidiana. De la pintura de caballete, como lujoso vicio solitario hay que pasar resueltamente al arte
de masas, es decir, al arte.
Fuente: www.discepolo.org.ar
Palabras iniciales
[Del Semanario de la CGTA, 1973]
Estas elecciones fueron, pues, una conquista de los trabajadores, arrancada a la dictadura militar en la persistencia de una lucha sangrienta y
sacrificada, que forzó a ésta a buscar una salida perpetuadora del sistema en la negociación con los sectores claudicantes y traidores del propio
Movimiento Nacional. Y fue esa persistencia de la lucha lo que permitió a la conducción estratégica del general Perón ir desmontando una a una
todas las trampas tendidas por el régimen, en colaboración con esos sectores claudicantes, hasta enredar al continuismo en su propio juego
tramposo, hacer irreversible el proceso electoral y posibilitar la expresión masiva del repudio popular pese al carácter fraudulento y condicionado
de dicho proceso.
La presente recopilación de algunas declaraciones y artículos es un testimonio vivo de esa lucha de los trabajadores argentinos, escrito día a
día, al calor de la batalla, durante los últimos decisivos 5 años. En sus páginas están presentes, explícita o implícitamente, todos los héroes y
mártires que pagaron con su vida, la tortura o la cárcel el derecho a pelear por la libertad y la dignidad humana. Están también aquellos
momentos culminantes que jalonaron esa lucha. Es más, dichas páginas comenzaron a escribirse en uno de esos momentos: como
consecuencia del Congreso Normalizador de la CGT Amado Olmos, reunido del 28 al 30 de marzo de 1968.
Cabe señalar, además, el carácter eminentemente político revolucionario y, por lo tanto, antiburocrático, que imprimió a su accionar la CGT de
los Argentinos desde sus orígenes: "El movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni cien personerías; no es un
sello de goma ni es un comité; no es una comisión delegada ni es un secretariado. El movimiento obrero es la voluntad organizada del pueblo y
como tal no se puede clausurar ni intervenir".
Concretamente, la lucha sindical adquiere real sentido revolucionario tan sólo si se la considera como un aspecto de la lucha política contra el
imperialismo y el sistema capitalista. De ese modo, toda argumentación tendiente a justificar la inactividad política o la conciliación con el
sistema en aras de preservar una supuesta defensa sindical de los trabajadores, demuestra su verdadero carácter reformista; mera argucia de
burócratas amarillos cómodamente instalados en dicho sistema. Frente a ella la CGT de los Argentinos afirma: "Preferimos honra sin sindicatos
que sindicatos sin honra". Así: "La lucha por mejores condiciones de vida es inseparable de la lucha por el poder". Y esa lucha por el poder es
para el movimiento obrero el factor fundamental al cual todos los otros deben estar subordinados.
Es de destacar también la constante desmistificación de la violencia, realizada por la CGT de los Argentinos desde su periódico y en los hechos,
como asimismo de las consignas de unidad y organización. En el primer caso señalando a la violencia como algo inherente a toda sociedad
estratificada en clases opresoras y clases oprimidas, distinguiendo además de la violencia represiva del régimen, la violencia de la explotación
cotidiana que el sistema impone a los trabajadores, y contraponiendo a esa violencia reaccionaria la necesidad de ejercer por parte de éstos
todas las formas de violencia revolucionaria, como único camino capaz de conducir a su liberación.
En el segundo caso afirmando que no puede haber unidad con los enemigos del pueblo ni con los traidores a la clase obrera; que la única
unidad posible y deseable sólo puede darse en la lucha constante y efectiva contra el sistema; que sólo de esa lucha puede surgir una auténtica
organización revolucionaria de la clase obrera peronista; y que esa organización no habrá de resultar de la aplicación mecánica, hecha desde
arriba, de modelos abstractos, sino de la experiencia concreta y viva de las bases, templadas en la diaria pelea.
Esta opción, sin embargo, no es enteramente nueva. El nacimiento mismo de la CGT de los Argentinos está signado por ella, y las batallas
contra la conciliación de clases, el burocratismo sindical y político, el "desarrollismo" económico de los sectores burgueses del movimiento, etc.,
junto con las pautas ideológicas que señalé más arriba, así lo prueban a lo largo de toda su trayectoria. Simplemente sucede que con el acceso
del peronismo al gobierno, las contradicciones de clase que éste lleva en su seno adquieren una dimensión realmente nacional. Y con ello la
opción entre revolución o reformismo se transforma en la opción política fundamental en el país.
Los postulados y las acciones de la CGT de los Argentinos en su breve y fecunda historia prefiguraron cualitativamente las características de la
lucha futura. La nueva etapa implicará un aumento cuantitativo y una profundización y enriquecimiento de esos postulados y acciones. Se
cumplirá así con la mayor aspiración de los trabajadores argentinos: "CON PERÓN Y ELPUEBLO AL PODER -POR LA CONSTRUCCIÓN DE
UNA PATRIA JUSTA, LIBRE Y SOBERANA -LA PATRIA SOCIALISTA". La ruta que conduce a ella se encuentra en la verdad fundamental de
aquella consigna que dice: "SOLO EL PUEBLO SALVARÁ AL PUEBLO".
“Podría decirse que el arte es utopía pura porque uno está creando
mundos. Y en esos nuevos mundos depositamos nuestras ilusiones.
Depositamos nuestras utopías en las obras que crean nuevos
mundos. Y así le damos vigencia a esas utopías, vigencia social. En
ese sentido, pienso que sí, en determinadas épocas, el último refugio
que le queda a las utopías es el de la creación artística.”
Ricardo Carpani
Fuente: /www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=1586-D-2006
Fragmentos de entrevista realizada
por Marcelo Luna a Doris Halpin,
esposa de Ricardo Carpani
Acceder a la profundidad y la riqueza de Ricardo
Carpani es una tarea monumental y descubridora. La
temática obrera de los murales, las series de "Los
desocupados", "Los amantes", el "Martín Fierro" y los
"Porteños en la jungla" integran la profusa
producción de este artista argentino en la plástica y
también el ensayo artístico. Todo parece colarse por
los pasillos y paredes del departamento de su
compañera Doris Halpin, quien lo acompañó hasta
su fallecimiento en 1997. Digo mal: lo acompaña,
porque Carpani sigue existiendo a través de Doris.
Ella ha tomado manos a la obra: dirige la Fundación
Ricardo Carpani y ha conseguido de un banco algo
trabajoso: una cuenta para realizar aportes modestos
a la entidad y "alimentarse de pequeños fondos para
que sea realmente de origen popular"; también está
compilando los textos del artista para editar
"Conversaciones con Ricardo Carpani", junto al
registro audiovisual para un vídeo. Hay intensidad en
la mirada de esta mujer de pelo blanco, de agudos
ojos azules y voz pausada. No ha querido hablar de
ella como artista; tampoco accedió a fotografiarse
por su delicada sencillez. Nos regaló su palabra que
perfila a Carpani haciendo del arte y la vida una sola
cosa.
Carpani decía que cuando se termina un trabajo, uno ya sabía cómo hacerlo mejor. Estando satisfecho o no con un trabajo terminado es
necesario guardar una distancia con respecto a la propia obra, porque después, con el tiempo, cuando se vuelven a observar las producciones
de uno, a veces se encuentra que aquello que no satisfizo en su momento era más importante de lo que uno pensaba. O tenía más sentido de lo
que uno creía. En otras palabras, es difícil pronunciarse con respecto al producto terminado cuando es el resultado de una creación. Porque uno
gobierna parte de ese proceso, pero no todo. Cuando a Ricardo le preguntaban por qué las manos, amén por ser un elemento expresivo, es muy
difícil para un artista genuino explicar en palabras lo que las formas y los contenidos de éstas expresan. Porque la obra no es sólo una expresión
del artista, sino también una interpretación del que lo mira. Entonces está sujeto a una infinidad de subjetividades, y va a depender de cada
mirada el contenido real, final y concreto dado a esa obra, y del momento en que se la realiza. "Hay una parte que controlo", decía Ricardo.
Añadía, si le preguntaban qué quería representar: "la dignidad del hombre en esa tensión entre su conocimiento amargo de la realidad, y su
necesidad de transformarla y humanizarla". Y la obra de Carpani ha sido pintar esa dignidad. No trató de pintar los lados «oscuros» de la
realidad: nunca pintó la tortura, ni al aldeano pobre y subsumido. Siempre pintó al hombre que está dispuesto a combatir, al hombre en lucha.
Doris se maneja segura entre la pila de libros y hojas que nos separan mientras registramos la charla. Cuando lo necesita estira una mano y
encuentra libros que muestra y hojea para completar mejor sus afirmaciones. Contra una pared hay apilados otros tantos, cuyos títulos se
pierden a lo largo de la sala. A un lado de donde estoy alcanzo a leer algunos lomos: "Evita, la tumba sin paz", otro con el título "Carpani", "Una
sociedad colonial avanzada" de Luis Felipe Noé, y "El Príncipe" de Nicolás Maquiavelo. Hacia adentro, en el living, hay un sillón que está frente a
un televisor, rodeado de estatuas del artista.
¿Por parte de quién? Desde el establishment fue muy poco reconocida. Carpani es uno de los pocos pintores argentinos que tiene un lenguaje
particular, personal, muy diferente y muy «nuestro», sin ser «nacionalista» claro está. Gutiérrez Zaldívar siempre decía que era un caso único en
la pintura argentina porque no se parecía más que a sí mismo; y, además, profundamente porteño. Para él era importante el tema de la
identidad. Por otra parte, en el manifiesto de "Espartaco" argumentaban que el muralismo era una forma de arte social, que está a la vista y al
alcance de todos. La pintura de caballete, que es una obra que normalmente en posesión de alguien, que la tiene guardada en un ámbito
cerrado, ya no cumple la misma función. Desde el punto de atención por la población en general, fue considerado muy importante, a tal punto
que los trabajadores se consideraban expresados por él, así como en los sectores estudiantiles y universitarios.
[Imagen de la Muestra Pensamiento y Compromiso Nacional, Palais de Glace, Buenos Aires 17 de marzo - 10 de abril 2011]
Carpani: Ahora se anima a dibujarlo
Revista Primera Plana, 2 de mayo de 1972
Su estilo es casi prepotente: brazos de trabajadores musculosos, agresividad contenida, rostros enérgicos madurados al sol y al sufrimiento.
Fundador del Grupo Espartaco, sus tareas artísticas tienen, desde 1961, estrecha vinculación con las luchas obreras. Colaboró en la CGT del
primer Alonso, "en la medida en que adoptaba posturas de lucha", y fundó, en 1964, la revista Programa, con Alberto Belloni y Rubén Bornik. Un
año después enfrentó al Martín Fierro Eudeba-Castagnino, una edición por él ilustrada al precio popular de 350 nacionales. "Había que mostrar
algo que el sistema ocultó sistemáticamente en la obra de Hernández: el gaucho perseguido por el aparato político." Para eso estaban sus
dibujos.
A DESMITIFICAR
P.P.: ¿Qué resultados obtuvo en su viaje a Europa? ¿Encontró trabas para concretar la
misión que le encomendó Ongaro?
RC: Los resultados fueron, sin duda, positivos, pero tropecé con inconvenientes. El más
importante es el desconocimiento, notable y generalizado, que tienen los europeos de
la realidad argentina. El régimen que gobierna nuestro país ha dado una imagen
distorsionada, "democrática", y allá todos creen que aquí rige la "mano blanda". Toda la
propaganda oficial tiende a fomentar, en el exterior, las diferencias entre nuestro
Gobierno y el brasileño. Y a eso colaboran los sectores de izquierda tradicional. Es así
que en el Viejo Mundo "el gran acuerdo nacional" aparece como una posibilidad
concreta. Esa es la imagen que tienen de nosotros en Europa, digitada por el Gobierno
de Lanusse y la izquierda antinacional y cipaya.
SOCIALISMO NACIONAL
P.P.: ¿Cómo explicó a los europeos las relaciones políticas y sociales que en la
Argentina produjeron el llamado "gran acuerdo nacional" por parte del Gobierno?
R.C.: Dije que, en el plano político, el "gran acuerdo" no era más que la expresión
política del fracaso del Ejército, que quiso imponer una "paz social" fundada en el filo
de las bayonetas, para facilitar el ingreso masivo de capitales extranjeros. Y que esa
"paz social" era una ficción, pues el régimen se hallaba trabado en contradicciones
internas sólo posibles de solucionar a través de un cambio profundo de estructuras,
que este régimen no llevaría a cabo, pues tocaba su misma base de sustentación: la
propiedad privada sobre los medios de producción y la riqueza social. Concretamente,
dije que en el país no había salida independiente del imperialismo sin la instauración
de un socialismo nacional, latinoamericano y revolucionario.
P.P.: ¿Cómo explicó usted el socialismo nacional? ¿Cuál es el contenido concreto que
usted le da?
R.C.: A mi entender, el socialismo nacional -resultado necesario del nacionalismo
revolucionario, que el peronismo revolucionario expresa en estos momentos- se
manifiesta en sus líneas más generales a través de la abolición de la propiedad
privada sobre los medios de producción y distribución de la riqueza social;
socialización de dichos medios y riquezas mediante el control obrero de la
producción, en el marco de una economía planificada y estimulada por la más amplia
democracia obrera. Todo esto implica rescatar, efectivamente y concretamente, la
nación para y por quienes históricamente la crearon y permanentemente la recrean: la
clase trabajadora.
PERÓN Y LA GUERRILLA
Arte y política
De manera que, como te decía, ese concepto lo tenía muy claro desde un principio por mi formación ideológica: una formación marxista,
antistalinista, y cercana a lo que se podría llamar la vertiente nacional del trotskismo de aquella época - cosa que ya no existe hoy en día- que
desembocó después en lo que se llamó, genéricamente, la izquierda nacional, que se diferenció de la izquierda tradicional - comunistas y
socialistas -, en su interpretación positiva del peronismo; interpretación que era, de algún modo, crítica y positiva al mismo tiempo. En fin, toda
esa corriente ideológica en la cual estuvo Hernández Arregui, John William Cooke, Puiggrós, Astessano, el mismo Ramos....de aquella época,
gravitó fundamentalmente en los años 60, sobretodo en el sentido de darle una interpretación más adecuada a las clases medias que eran muy
gorilas, muy antiperonistas. Bueno, ese fue el inicio de mi carrera artística, ya te digo, enmarcada por lo político y lo ideológico, escogí, y tuve
muy claro desde un primer momento que la función que quería darle a mi imagen artística estaba determinada por la incorporación de ella a la
lucha de los trabajadores. No a un sector político sino al movimiento obrero en general, nunca pertenecí a ningún partido político, pertenecí si, a
una corriente ideológica, pero jamás estuve afiliado orgánicamente a un partido, como la mayor parte de la gente que gravitó realmente
ideológicamente en este país. Ese es un primer momento, en el año '59 con nuestros compañeros, formamos lo que se llamó el Movimiento
Espartaco, sacamos un Manifiesto en el que se especificaba claramente cuál era la posición de este grupo: hacer de la imagen artística un
instrumento al servicio de las luchas concretas de los trabajadores, en un sentido doble: emocional e ideológico y de esa manera gravitar dentro
del campo social. El grupo Espartaco no cumplió su objetivo, para el cual fue fundado, entonces, Di Bianco y yo nos separamos en el año '61,
ahí empezamos a recorrer los sindicatos ofreciéndonos para hacer murales y así nos ligamos al movimiento obrero. Este, en aquella época, era
el de la resistencia peronista y de algún modo, nuestro accionar artístico estaba implicado en un misma militancia, no solamente militaba con mis
imágenes sino también a través de escritos políticos. Sacábamos una revista que se llamaba "Programa" en el 63, 64.
Nuevas Realidades
Estamos en una realidad distinta, no vivimos una realidad de lucha sino más bien una realidad de derrota y de decepción, no existe un
movimiento obrero pujante y luchador como existía en aquella época, mas bien lo que existe, es lo que uds. conocen: la desocupación, la
marginalidad, el cholulismo imperante, una sociedad resultado de una derrota histórica del campo popular, una derrota muy profunda. Recién
están cerrándose las heridas y de algún modo se está tratando de reestructurar una resistencia que abra nuevos horizontes y permita el
surgimiento de nuevas utopías. De manera que esta realidad no la podes encarar con la misma imaginería, con la misma gráfica de aquella
época, hay que echar mano de otras cosas para sobrellevar una realidad bastante deprimente, es necesaria una buena dosis de ironía, yo diría
hasta de sarcasmo y bastante de humor. El humor, la ironía y el sarcasmo son también armas críticas revolucionarias y hay que tratar de
emplear-las, y bueno, en eso estoy. Si ustedes ven mi obra plástica de hoy en día están mezclados esos elementos, no son los obreros
protestando y gritando porque ya no existen, en cambio hay un análisis crítico, la incorporación de la jungla como metáfora de la sociedad, en
fin, todo un proceso que comenzó en el exilio. Hay una nueva imaginería, lo cual no quiere decir que se anule la anterior, sino más bien que se la
complementa y profundiza.
Memoria histórica
Seguir luchando