Informe Neuroplasticidad

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PLASTICIDAD NEURONAL FUNCIONAL:

CONCEPTO:

Después de un daño cerebral no fatal por lo general ocurre una recuperación


de funciones que puede continuar por años. El grado de recuperación depende
de muchos factores que incluyen edad, área comprometida, cantidad de tejido
dañado, rapidez con la que se produce el daño, programas de rehabilitación y
factores ambientales y psicosociales.

Si bien desde hace años se tiene evidencia de la capacidad del cerebro para
modificar funciones y para compensar daños, la importancia de esta capacidad
ha venido a ser apreciada sólo recientemente.

La plasticidad cerebral es la adaptación funcional del sistema nervioso central


para minimizar los efectos de las alteraciones estructurales o fisiológicas, sin
importar la causa originaria. Ello es posible gracias a la capacidad que tiene el
sistema nervioso para experimentar cambios estructurales funcionales
detonados por influencias endógenas o exógenas, las cuales pueden ocurrir en
cualquier momento de la vida.

La capacidad del cerebro para adaptarse y compensar los efectos de la lesión,


aunque sólo sea de forma parcial, es mayor en los primeros años de la vida
que en la etapa adulta. Los mecanismos por los que se llevan a cabo los
fenómenos de plasticidad son histológicos, bioquímicos y fisiológicos, tras los
cuales el sujeto va experimentando una mejoría funcional-clínica,
observándose recuperación paulatina de las funciones perdidas. Estudios
clínicos y experimentales permiten localizar las estructuras cerebrales que
asumen la función que se realizaba antes de la lesión. La voluntad del paciente
por recuperarse y el buen criterio y conocimiento del neurólogo y del médico
rehabilitador pueden conseguir resultados espectaculares ante lesiones
cerebrales no masivas y que no tengan carácter degenerativo. Pese a la mayor
capacidad de plasticidad en el tejido cerebral joven, es necesario reconocer
que en todas las edades hay probabilidades de recuperación.
PLASTICIDAD SINÁPTICA

El concepto de plasticidad sináptica se ha desarrollado principalmente en


estudios relacionados con la memoria y el aprendizaje. Los cambios de
duración variable en la función sináptica y con origen en estímulos externos
que condicionan aprendizaje, son denominados plasticidad neuronal. A través
de la historia se han formulado varias hipótesis para explicar este fenómeno:

J. Kornoski (1948) y D. Hebb (1949) postularon que aun cuando los circuitos
interneuronales se establecen genéticamente, la fuerza o la eficiencia de
ciertas conexiones no está determinada totalmente; de ello infirieron que dichos
circuitos son capaces de modificar sus propiedades como resultado de cambios
en su actividad.

La hipótesis de los cambios dinámicos fue propuesta desde 1922 por Forbes,
refiriéndose a que el aprendizaje implica una persistencia de actividad en
cadena de neuronas interconectadas. En 1938, Lorente de No sostuvo la idea
de que los circuitos reverberantes mantienen actividad neuronal sostenida por
impulsos en una cadena cerrada. Esta idea fue seguida por Hebb, quien
agregó que esta actividad reverberante podría dar lugar a los cambios
neuronales que llevan la memoria a largo plazo.

En los últimos años, dentro de los procesos plásticos y los fenómenos de


aprendizaje circunscritos al nivel sináptico se incluyen la facilitación, la
potenciación, la depresión sináptica, habituación, deshabituación,
sensibilización y las formas asociativas complejas, como el condicionamiento
clásico y el condicionamiento instrumental.

Definida en forma amplia, la plasticidad cerebral podría incluir el aprendizaje en


su totalidad; más concretamente, es la evidencia de cambios morfológicos
como la ramificación neuronal.

Una posición intermedia la considera como la capacidad adaptativa del sistema


nervioso central para modificar su propia organización estructural y funcional.

La Organización Mundial de la Salud (1982) define el término neuroplasticidad


como la capacidad de las células del sistema nervioso para regenerarse
anatómica y funcionalmente, después de estar sujetas a influencias patológicas
ambientales o del desarrollo, incluyendo traumatismos y enfermedades. Esto le
permite una respuesta adaptativa (o maladaptativa) a la demanda funcional.

Ya desde principios del siglo XX se consideraba la plasticidad como una de las


dos propiedades fundamentales del sistema nervioso:

Capacidad de tolerar los cambios funcionales duraderos.

Excitabilidad, la cual se relaciona con cambios rápidos que no dejan huella en


el sistema Nervioso.

Los mecanismos de la plasticidad cerebral pueden incluir cambios


neuroquímicos, de placa terminal, de receptores o de estructuras. Así mismo, la
plasticidad funcional está acompañada por plasticidad estructural. Entre los
mecanismos de reorganización funcional más importantes están el
desenmascaramiento, el retoño sináptico, la arborización dendrítica, la
inhibición, facilitación y modificación de neurotransmisores, entre otros.

TIPOS DE PLASTICIDAD CEREBRAL Y MECANISMOS DE PRODUCCIÓN:

Se admite la posibilidad de que existen varios tipos de plasticidad neuronal, en


los que se consideran fundamentalmente factores tales como edad de los
pacientes, naturaleza de la enfermedad y sistemas afectados.

POR EDADES:

a) Plasticidad del cerebro en desarrollo.

b) Plasticidad del cerebro en periodo de aprendizaje.

c) Plasticidad del cerebro adulto.

POR PATOLOGÍAS:

a) Plasticidad del cerebro malformado.

b) Plasticidad del cerebro con enfermedad adquirida.

c) Plasticidad neuronal en las enfermedades metabólicas.


POR SISTEMAS AFECTADOS:

a) Plasticidad en las lesiones motrices.

b) Plasticidad en las lesiones que afectan cualquiera de los sistemas sensitivos.

c) Plasticidad en la afectación del lenguaje.

d) Plasticidad en las lesiones que alteran la inteligencia.

CONCEPTOS NEUROBIOLOGICOS

 PLASTICIDAD: Existe una remodelación continua de la organización y


maduración neuronal, capacidad que se va haciendo menor a medida
que las células se van especializando. Es una cualidad común de los
organismos vivos que permite la adaptación del sujeto a las
circunstancias que alteran el programa genético, enriqueciéndolo o bien
disminuyendo las consecuencias negativas de alguna lesión ocurrida en
un sistema nervioso bien estructurado.

Durante muchos años se consideró al sistema nervioso como una


estructura funcionalmente inmutable y anatómicamente estática, existen
numerosas experiencias que demuestran que el sistema nervioso es un
producto nunca terminado, continuamente influido por la interacción de
factores genéticos y epigenèticos.

Los mecanismos de neuroplasticidad son múltiples, desde


modificaciones morfológicas extensas como la regeneración de axones,
la formación de nuevas sinapsis, hasta sutiles cambios moleculares que
alteran la respuesta a las sustancias trasmisoras.

 DIFERENCIACION Y ESPECIALIZACION: Las sinapsis aumentan en


número en una primera fase de redundancia transitoria, se van
especializando, algunas son eliminadas y otras, las especializadas,
llegan a una estabilización sináptica selectiva.

 APOPTOSIS O MUERTE CELULAR PROLONGADA: En el periodo de


proliferación y organización hay un aumento marcado de neuroblastos,
en el 40% de ellos desaparecen, esta muerte celular esta genéticamente
programada. Durante el desarrollo cerebral existe una fase de
superproducción de sináptica que está controlada genéticamente.

Es diferente de la muerte celular que ocurre en procesos destructivos


que provocan la depleción neuronal suplementaria. Una alteración entre
el balance de producción y de muerte neuronal puede dar lugar a
microcefalias y atrofia cerebrales en el caso del cerebro o alteraciones
en la función medular, como por ejemplo las atrofias espinales
congénitas, en las que falta el gen que controla el fin de periodo de
muerte celular programada de las neuronas medulares.

 GENES REGULADORES Y GENES ORGANIZADOS: El desarrollo


temprano del sistema nervioso central, ya desde el momento de la
formación de la placa y el tubo neural, requiere el establecimiento de un
plan fundamental del cuerpo para la simetría bilateral, la identificación de
la parte cefálica y la caudal y de las superficies ventral y dorsal. Los
genes que determinan estas polaridades y gradientes anatómicas se
denominan genes organizadores, se expresan no solo en el sistema
nervioso sino también en otros órganos y tejidos.

Los genes que dirigen la diferenciación específica de estructuras se


llaman genes reguladores. No solo rigen la estructura anatómica sino
también la función de las células.

 FACTORES DE CRECIMIENTO: Diversas moléculas, creadas por


secuencias del ADN, desempeñan un papel importante en la formación
de dendritas y sinapsis, modulan la diferenciación neuronal y el camino
que tienen que llevar los axones para encontrar su célula diana, son
neurotransmisores, hormonas como la tiroxina, el cortisol, el péptido
vaso activo intestinal y otras proteínas como neurotrofina-3, el factor de
crecimiento neural, factor de crecimiento cerebral.

 ESTABILIZACION SINAPTICA: A medida que aprendemos se produce


una estabilización de las conexiones sinápticas y una especialización
funcional. Según el modelo de estabilización sináptica específica, la
actividad neuronal, influida por la acción de influjos epigenèticos y por su
especificidad, es el mecanismo que estabiliza las sinapsis lábiles, las
protege de la eliminación tras cada fase de sobreproducción sináptica.
Los factores de crecimiento cerebral influyen en este proceso, estos
factores son a su vez controlados por los sistemas neurotransmisores
específicos y por los genes reguladores. El modelo de estabilización
sináptica propone que los genes controlan las olas de sobreproducción
sináptica no especifica y los factores epigenèticos controlan el
remodelado final.

 PERIODOS CRITICOS: Se cree que existen unos periodos en la


proliferación y especialización de las neuronas en que los factores
epigenèticos influyen sobre la configuración estructural del sistema
nervioso.

ENTENDIENDO LA ATENCIÓN PRECOZ EN NIÑOS CON NECESIDADES


ESPECIALES

La atención temprana es un término general que describe los programas de


intervención terapéutica y educativa, a distintos niveles, dirigidos a niños de 0 a
6 años con problemas en su desarrollo, sus familias y entorno, destinados a
prevenir o minimizar las posibles alteraciones o deficiencias ya existentes.

Surge en sus orígenes de la evidencia de que, a través de la generación de un


ambiente rico en estímulos de diverso tipo, podemos intervenir positivamente
en la adquisición de funciones o capacidades que se han visto mermadas por
problemas acaecidos a lo largo del desarrollo o en problemas surgidos a lo
largo de la maduración de las mismas.

Desde la neurología, el Dr. Katona (Instituto Pediátrico de Budapest)


fundamenta lo que denomina ‘neurohabilitación’ o ‘rehabilitación temprana’ en
la plasticidad del cerebro en los primeros meses de vida, en base a la
activación y aprovechamiento funcional de todas las estructuras del sistema
nervioso central (SNC), que conserven su funcionalidad normal e incluso de
aquellas que presentan funciones incompletas en relación con el daño
cerebral .Los estímulos a utilizar (input) son diversos, y en la generación de las
respuestas (output) se consigue establecer o reforzar circuitos neuronales que
facilitan la adquisición de funciones cerebrales dificultadas por diversas
lesiones o problemas. Las lesiones tempranas de las estructuras nerviosas o la
privación de la estimulación sensorial procedente del ambiente pueden afectar
la maduración neuropsicológica, por lo que aprovechar la plasticidad neuronal
en estadios precoces es decisivo para optimizar el desarrollo posterior. Así, la
eficacia de los programas de atención temprana se basa, por una parte, en la
precocidad de la intervención, y por otra, en la consecución de un diagnóstico
precoz de los problemas o patologías que van a derivar en patología de
neurodesarrollo posterior, y cuya presencia define las poblaciones de riesgo
subsidiarias de aplicación de programas de atención temprana. El diagnóstico
precoz permite iniciar un trabajo de forma temprana y por tanto más eficaz,
puesto que la capacidad de asimilar e integrar nuevas experiencias es mucho
mayor en etapas precoces del desarrollo, gracias a la posibilidad de aumentar
las interconexiones neuronales, en respuesta a ambientes enriquecidos con
estímulos debidamente programados. Por ello, la aplicación de los programas
de trabajo con el niño de riesgo no es arbitraria, sino que cumple dos
condiciones: es sistemática, en cuanto a la adecuación del programa a su edad
de desarrollo y a las expectativas reales que determinemos para cada niño en
particular, y es secuencial, puesto que cada etapa superada es punto de apoyo
necesario para iniciar la siguiente. Los mecanismos por los cuales la
intervención temprana ejerce su efecto, y las orientaciones teóricas que
sustentan su aplicación práctica, han venido clarificándose a través de las
neurociencias y son recogidas por lo que se denomina ‘neurología evolutiva’.
Su comprensión pasa por conocer la anatomía funcional del cerebro, su
organización, la relación entre las diversas áreas y niveles, y la naturaleza
intrínseca de las respuestas generadas y cómo éstas, siguiendo un programa
de trabajo y estimulación secuencial, son capaces de establecer cambios
estables en la organización cerebral que permiten la adquisición de funciones
no desarrolladas o la maduración de las mismas.

En los últimos años, las líneas experimentales de las neurociencias, tanto en


animales como en humanos, se han encaminado a desvelar los mecanismos
por los cuales el cerebro se va construyendo en un continuo en el tiempo,
acomodándose a las diferentes etapas de desarrollo, permitiendo el
aprendizaje y la recuperación funcional tras lesiones de distinta naturaleza. El
análisis de todos estos mecanismos de neuroplasticidad y restauración
funcional como base neurobiológica que apoya y justifica la intervención
temprana, constituye el objetivo del presente tema. Se ha demostrado
ampliamente la eficacia de la intervención temprana en niños con necesidades
especiales en diversos ámbitos: motor, lingüístico, cognitivo, sensorial. En
general, y básicamente, los mecanismos responsables de los fenómenos
plásticos para las diferentes funciones y en las distintas áreas del córtex motor,
somestésico y las redes relacionadas con la cognición y el lenguaje, son los
mismos. Sin embargo, existen investigaciones al respecto que inducen a
pensar que el fenómeno de plasticidad neuronal y reorganización funcional es
mucho más complejo y muestra particularidades según el área y función
interesada.

ORGANIZACIÓN ANATÓMICA Y FUNCIONAL DEL SISTEMA NERVIOSO


CENTRAL

A pesar de que el cerebro humano muestra una complejidad anatómica


considerable, los principios que rigen su funcionamiento son muy simples.
Todas las regiones sensoriales y motoras primarias del cerebro relacionadas
desde un punto de vista funcional, se encuentran conectadas por fibras de
asociación y comisurales. Las áreas de asociación cortical están directamente
conectadas entre sí, mientras que las áreas corticales primarias se hallan
conectadas entre sí indirectamente a través de las áreas de asociación. Las
áreas homólogas de ambos hemisferios se conectan a través de fibras
interhemisféricas. Esta interconectividad cerebral permite una interacción
constante dentro de cada hemisferio y entre ambos hemisferios, y adecuar las
respuestas de forma global y dinámica. La capacidad para analizar y sintetizar
múltiples fuentes de información y generar respuestas diferentes ilustra la
organización centralizada y la función del cerebro. Existe una jerarquía en la
organización neuroaxial de forma que los segmentos inferiores llevan a cabo
funciones específicas sometidas al control y modulación de estamentos
superiores, de modo que la complejidad del procesamiento de la información
aumenta progresivamente a medida que el nivel llega a ser más cefálico.
Desde la periferia pueden provocarse, con determinados estímulos, respuestas
en niveles superiores que fuercen la organización o la adquisición de
determinadas funciones. La lateralidad cerebral se expresa en tres aspectos:
simetría anatómica, diferencias funcionales unilaterales (como la localización
del lenguaje, el habla y el procesamiento analítico en el hemisferio izquierdo, y
las habilidades temporoespaciales, musicales y el repertorio emocional y
humorístico, en el derecho) y control sensoriomotor contralateral.

Comprender la funcionalidad del cerebro en estos tres aspectos es básico para


entender los procesos que tienen lugar en la reorganización del cerebro tras
una lesión. La especialización estructural y funcional es una característica
destacada de la organización cortical. Los sistemas sensitivos y motores
poseen células especializadas y distinguibles desde un punto de vista
funcional, y ello permite una mayor velocidad de procesamiento de información
y adecuación de respuestas. Las vías neuronales y sus proyecciones se
someten a una organización topográfica, de forma que cada área visual se
proyecta de manera diferente sobre la corteza visual occipital a través del
tálamo. Las fibras que conducen la información visual procedente de la retina
retienen esta distinta información conforme progresan hacia el tronco cerebral,
el tálamo y la corteza visual, existiendo una continuidad en la representación
sobre la corteza visual de áreas adyacentes del campo visual que se organizan
en zonas con sensibilidad a una misma orientación y en forma de molinillo. La
misma relación existe entre un área definida de la corteza auditiva organizada
en franjas de isofrecuencia y las células específicas de frecuencia de la cóclea.
Del mismo modo, para la información somatosensorial se distribuyen mapas
topográficos o somatotópicos de las diferentes funciones en el área motora
primaria. Por último, el principio de organización que fundamenta la aplicación
de programas de intervención terapéutica para la recuperación funcional es la
plasticidad cerebral. Es la capacidad de reorganizar y modificar funciones,
adaptándose a los cambios externos e internos. La plasticidad inherente a las
células cerebrales permite la reparación de circuitos corticales, integra otras
áreas corticales para realizar funciones modificadas y responde a diversas
afecciones. La capacidad del cerebro de adaptarse a los cambios tiene,
además, importantes implicaciones en el aprendizaje.
Las distintas manifestaciones observadas en los niños afectados por lesiones o
patologías del SNC dependen de la organización anatómica y funcional del
cerebro. Interesa analizar el locus hemisférico que permite reconocer la
distribución de las funciones en diferentes áreas corticales y especialización de
los hemisferios; el lóbulo afectado, que permite situar la lesión según las
manifestaciones clínicas observadas, gracias a la organización funcional de los
diferentes lóbulos; la citoarquitectura del área involucrada, que nos lleva a
suponer la afectación de áreas sensoriales (capa granulosa), motoras (área
motora primaria) o asociativas; los circuitos cortos y largos a los que pertenece
en cada lóbulo y que modulan la sintomatología presente en cada caso, y por
último, la edad de aparición del trastorno.

Ramón y Cajal, a principios del siglo XX, determinó que el daño estructural en
el cerebro adulto era irreparable y derivaría necesariamente en déficit o
secuelas neurológicas, quedando únicamente posibilidad de recuperación en el
cerebro del niño. Hoy sabemos que no es así y que la plasticidad cerebral ni
siquiera se limita a la infancia o a edades tempranas, como en principio se
atribuyó, sino que permanece incluso en la edad adulta, aunque de forma más
limitada que en el niño, de forma que algunos pacientes, en la práctica clínica,
sorprenden con recuperaciones funcionales espectaculares.

Las diferentes regiones cerebrales están genéticamente determinadas para


dedicarse a funciones específicas, pero en concreto, en la corteza cerebral,
esto es modulable a través de la experiencia y el aprendizaje diarios y puede
modificarse en los niños. Dado que la plasticidad es mayor en los primeros
años de vida y disminuye gradualmente con la edad, el aprendizaje y la
recuperación se verán potenciados si se proporcionan experiencias o estímulos
precoces al individuo. Se considera edad temprana los primeros cuatro años de
vida, de forma que se acotan los límites de eficacia de intervención de los
programas de atención temprana. Sin embargo, especialmente en los niños, las
estructuras nerviosas en los primeros años de vida se encuentran en un
proceso madurativo en el que continuamente se establecen nuevas conexiones
sinápticas y tiene lugar la mielinización creciente de sus estructuras, de modo
que en respuesta a los estímulos procedentes de la experiencia, y mediante
procesos bioquímicos internos, va conformándose el cerebro del niño. Durante
este tiempo, y por dicho periodo crítico, los circuitos de la corteza cerebral
poseen gran capacidad de plasticidad y la ausencia de un adecuado aporte de
estímulos y experiencias tiene importantes consecuencias funcionales futuras.
Ejemplos prácticos de este período ventana para la plasticidad cerebral nos lo
dan la ambliopía, el aprendizaje de una segunda lengua y la adquisición más
rápida de Braille en los niños ciegos congénitos o afectados por su ceguera en
etapas tempranas. Retomando la edad de aparición del trastorno o de la lesión,
sabemos que los niños más pequeños tienen mayores posibilidades de suplir
funciones por plasticidad neuronal que los niños más mayores. Esto es
particularmente cierto para el lenguaje y los procesos sensoriales elementales.
La capacidad de la plasticidad neuronal dependerá de la maduración previa de
la zona funcional dañada y del estado de los sustratos alternativos que van a
asumir dicha función. Dado que los trastornos funcionales van a depender del
estadio que se haya alcanzado en el momento en que se produzca la lesión, la
cronología de la lesión es fundamental a la hora de analizar las secuelas
motoras, neurolingüísticas, conductuales y neuropsicológicas en general.

Los cambios neuroanatómicos, neuroquímicos y funcionales que acontecen


durante la reorganización por plasticidad, en algunos casos facilitarán la
recuperación-adquisición de funciones afectadas (plasticidad fisiológica o
adaptativa) y en otras ocasiones como consecuencia de esta reorganización,
en pro de algunas funciones, se dificultará el desarrollo de otras (plasticidad
patológica o maladaptativa). La capacidad plástica del cerebro es mayor en
ambos sentidos en edades precoces. Dicha situación resulta favorable por
tanto en estas edades, pero con la posibilidad de que se generen circuitos
anómalos con implicaciones clínicas futuras.

MECANISMOS DE PLASTICIDAD NEURONAL

La plasticidad de las estructuradas nerviosas es un hecho evidente y es la base


teórica que respalda la intervención precoz con programas de atención
temprana. Es evidente que muchos niños afectados por patologías
neurológicas logran un desarrollo aceptable a pesar de la existencia de factores
de riesgo y mal pronóstico asociados a su patología. En muchas ocasiones, el
daño estructural apreciable en la neuroimagen o los resultados de los test
predictivos iniciales no necesariamente se relacionan con el resultado y
pronóstico final. Existe evidencia acerca de la influencia que sobre la
plasticidad cerebral tiene la estimulación, pero no se conoce exactamente qué
ocurre en el cerebro humano. Están implicados en la plasticidad cerebral tanto
factores externos (la calidad de la rehabilitación y trabajo ofertados), como
factores propios de la ecología del niño (percepción de su enfermedad y
ambiente familiar que lo rodea, factores demográficos, etc.).

MECANISMOS NEURONALES

El tejido nervioso puede responder a la lesión de forma aguda por mecanismos


mediados por la reabsorción del edema perilesional y del tejido necrótico, la
mejoría de la irrigación local porpertura de circulación colateral y el probable
desenmascaramiento de sinapsis latentes que redunda en una mayor eficacia
sináptica. Sin embargo, la plasticidad a largo plazo, aquella que implica
cambios estructurales estables, depende de diversos mecanismos como: la
creación de nuevas sinapsis por crecimiento y expresión de dendritas,
encaminadas a ayudar a recuperar la función; la reorganización funcional en la
propia zona dañada, cambiando la naturaleza de su función preprogramada
para facilitar un funcionamiento adecuado; y la participación de zonas vecinas o
contralaterales para suplir la función por reorganización funcional del córtex,
quizá mediante la desinhibición de vías y circuitos redundantes.

La base fisiopatogénica de esta recuperación hay que buscarla en la capacidad


de la glía dañada para generar señales que faciliten o inhiban el crecimiento
axonal, el brote de colaterales o sprouting, demostrado en el sistema nervioso
periférico y también en la sustancia gris central, aunque limitado a distancias
cortas (250 µm), y en los procesos de proliferación de células madre nerviosas
remanentes en la zona subgranular del hipocampo y las zonas ventricular y
periventricular de los ventrículos laterales, adyacentes al núcleo estriado. Estas
células son capaces de responder al daño con capacidades migratorias y
reparadoras.
PRINCIPALES SISTEMAS DE NEUROTRANSMISIÓN EN LA PLASTICIDAD
NEURONAL

Sistema N-metil-D-apartato (NMDA) receptor para glutamato: Está


implicado en los mecanismos de facilitación intracortical y su inhibición
es capaz de bloquear la capacidad plástica del córtex.
Sistema gabérgico (GABA): la inhibición ejercida por el sistema
GABA es vencida por los cambios neuroquímicos que siguen a la lesión
en los que está implicado el glutamato, para dar paso a los cambios
plásticos necesarios para la recuperación en la plasticidad rápida. A
largo plazo, la disminución del tono inhibidor mediado por GABA
precede al desenmascaramiento de sinapsis silentes y la consolidación
de vías alternativas vecinas o contralaterales, para preservar o suplir la
función dañada. Se tiene evidencia de que tanto la privación sensorial
como la estimulación ejercen cambios en diferentes sentidos sobre la
actividad gabérgica.
Sistema colinérgico (Ach): en relación con el sistema glutaminérgico,
desempeña un papel en la morfogénesis cortical.
Sistema serotoninérgico: implicado en la formación y mantenimiento
de nuevas sinapsis (5HT2A).

MÉTODOS DE EVIDENCIA

La aplicación de diversas técnicas neurofisiológicas ha permitido describir estas


características reorganizativas que tienen lugar tanto en animales como en
humanos. Entre ellas están la magnetoencefalografía (MEG) de gran resolución
temporoespacial al combinarla con neuroimagen por resonancia magnética
(RM), sobretodo en la patología de la cognición–, la resonancia magnética
funcional (RMf), la tomografía por emisión de positrones (PET) y de fotón único
(SPECT) y, por último, la estimulación magnética transcraneal (TMS) .
Mediante estas técnicas se ha podido ir construyendo mapas de activación
cortical durante la realización de diversas funciones motoras, cognitivas, de
integración sensorial etc., que se validan por contraste entre las diferentes
técnicas. Ello permite explorar su funcionamiento en individuos normales y las
variaciones que tienen lugar como consecuencia de los mecanismos de
plasticidad y adaptación ante diferentes patologías, observando las
transferencias de funciones entre diferentes áreas cerebrales o la expansión de
los mapas somatotópicos de representación de un dominio motor en la corteza
motora o de la zona responsable del procesamiento del lenguaje.

NEUROBIOLOGÍA DEL DESARROLLO

1.1. Periodo de inducción


Hay una inducción dorsal y otra ventral que se inician entre la tercera
y cuarta semanas de gestación y termina en la sexta semana con la
formación del tubo neural, se llama también periodo de neurulización.
Posteriormente este tubo se vesiculiza y segmenta para dar lugar a
las diferentes partes del sistema nervioso central. Las alteraciones en
este periodo son muy importantes, algunas incompatibles con la vida
como la anencefalia (ausencia de encéfalo), otras, compatibles con la
vida, como el mielomeningocele (falta de cierre de los arcos
posteriores con herniación de la médula) que origina una alteración
funcional grave.

La creación y desarrollo del tubo neural puede definirse en términos


de gradientes de influencias inductivas:

 La inducción: Es un término que indica la influencia de un tejido


embrionario sobre otro, de manera que los dos, el inductor y el
inducido, se diferencian para formar tejidos muy distintos. La
inducción puede ocurrir entre dos capas germinativas diferentes, la
inducción de la placa neural (ectodérmica) por la notocorda
(mesodérmica) o, en ocasiones, en una sola capa germitativa como,
por ejemplo, la cúpula óptica (neuroectodérmica) que induce la
formación del cristalino y de la córnea (ectodérmica). En el caso de la
córnea si no existiera esta inducción sólo sería epidermis.
El proceso de inducción fue descubierto en 1924 (Spemann y
Mangold) demostrando que el labio dorsal de la salamandra poseía la
capacidad de causar la formación de un segundo sistema nervioso si
era trasplantado a otro sitio en un embrión receptor de la misma
especie. El gen regulador con acción principal sobre el nódulo
primitivo, la notocorda y la placa neural es conocido como gen Cnot.

La especificidad de la inducción no es la molécula inducida sino los


receptores de membrana de la célula inducida, esto es importante
porque moléculas parecidas pueden ser reconocidas por el receptor
de membrana como iguales y pueden desempeñar un papel
teratógeno. La especificidad de la membrana receptora está también
genéticamente programada, un gen llamado Notch tiene especial
importancia en regular la competencia de una célula a reaccionar
ante las señales inductoras

Algunos tejidos mesodérmicos como el músculo liso del intestino


fetal, pueden servir de inductores para el neuroepitelio al aumentar la
proliferación celular, pero este fenómeno no es la inducción
verdadera pues las células que han proliferado no se diferencian y no
maduran.

Este concepto es importante en la inducción: la competencia de la


célula inducida, es decir, la inducción tiene lugar en una época muy
precisa y limitada, este periodo de respuesta de la célula es lo que se
denomina competencia. La misma célula no va a poder responder ni
antes ni después de este periodo.

Una vez formado el tubo neural se produce una diferenciación en tres


dimensiones: longitudinal, circunferencial o coronal y radial, que va
segmentando en compartimentos que forman una verdadera barrera
física y química. La parte más caudal da lugar a la médula espinal
que está a su vez segmentada debido a la agrupación de las raíces y
nervios periféricos, impuesta por la segmentación del mesodermo
circundante que forma las vértebras y estructuras asociadas. El
segmento siguiente va a dar lugar al tallo cerebral y tiene a su vez
ocho segmentaciones que originan el cerebelo y las diferentes partes
del tronco cerebral. La parte más cefálica da lugar a las distintas
partes del encéfalo hasta llegar a los hemisferios cerebrales.
La dimensión coronal del tubo neural es crítica pues distingue entre
la zona dorsal, correspondiente a procesos sensoriales, y la zona
ventral, que se corresponde con procesos motores.

Los procesos que siguen a la neurulización se realizan


fundamentalmente en el plano radial.

1.2. Periodo de proliferación


Entre el segundo y cuarto mes de gestación se produce un marcado
aumento del número de células formando una gruesa capa en la zona
más profunda del tubo neural, llamada zona ependimaria o
subventricular. Alteraciones en esta etapa producen una microcefalia
vera, es decir, cerebro pequeño por escasez celular. Este tipo de
microcefalia es diferente del que se produce en la fase de
organización en que la muerte de células o la desaparición de
conexiones neuronales pueden dar lugar a microcefalia. Otras
microcefalias se producen por actuación de un daño isquémico, es
decir, una falta de aporte de sangre y oxígeno a un cerebro que tiene
una celularidad normal (microcefalias encefaloclásticas).

En todas las especies de mamíferos se producen millones de


neuronas, las estimaciones suponen que el cerebro humano adulto
posee entre 300.000 a 1.000.000 de millones de células, pero las que
se produjeron en la fase de proliferación fueron millones más. Las
zonas de proliferación están en lo más profundo del tubo neural, allí
proliferan las neuronas y las células gliales por división repetida de
células "clones" que tienen un único precursor celular: los
neuroblastos dan lugar a las neuronas y los glioblastos a las células
gliales. La proliferación tiene lugar a "paso ligero", después de pasar
por varios ciclos de división celular ésta se detiene. Aunque se
desconoce lo que pone en marcha y detiene el mecanismo de
proliferación en cualquier región está claro que los momentos en que
ocurre están rígidamente determinados, es una fase crítica de
crecimiento cerebral. Este mecanismo parece que dura toda la vida,
aunque es más acentuado en esta fase embrionaria. En roedores se
conocen dos áreas donde la neurogénesis se mantiene activa hasta
edades muy avanzadas, la zona subventricular y la del giro dentado
del hipocampo. Varios factores parecen jugar un papel de control de
estos procesos, por ejemplo, el ácido retinoico y la adenosina
monofosfato cíclico la facilitan; por otra parte, la deplección de
serotonina la reduce y lo mismo ocurre cuando hay deficiencia de
hormona tiroidea.

La secuencia de la proliferación celular es característica para cada


región del cerebro, por ejemplo, las que empiezan pronto son las que
ocupan los lugares más profundos de las capas corticales, mientras
que, las que empiezan más tarde son las que forman las capas más
superficiales.

Parece existir un reloj celular que indica el inicio y el final de la


proliferación. En el momento en que la neurona deja de sufrir mitosis,
es decir, pierde su capacidad de síntesis de ADN, se dice que es su
"fecha de nacimiento", ésta va a influir en el sitio que esta neurona
ocupe definitivamente y se cree que también en la pauta de
conexiones que va a establecer. En experimentos en los que se
administran pequeñas cantidades de timidina marcada a los
embriones, se conocen las "fechas de nacimiento" de las células de
muchas partes del cerebro para distintas especies.
1.3. Periodo de migración
Ocurre durante el segundo trimestre de gestación, millones de células
emigran desde su situación periventricular hasta el lugar asignado,
hay migración radial y tangencial, todo el proceso está genéticamente
controlado. Las alteraciones en este periodo son variadas, todas
producen graves consecuencias en el desarrollo posterior. En
términos anatomopatológicos se habla de poligiria (número de giros y
surcos aumentado), polimicrogiria (giros y surcos aumentados en
número, pero pequeños de tamaño), heterotopias neuronales
(neuronas fuera del lugar que les pertenece).

Algunas neuronas han de recorrer un camino larguísimo, lo hacen


trepando por los brazos de unas células gliales que sirven de guías,
es una forma altamente especializada de locomoción celular
dependiente de las relaciones entre neurona y glía a través de unos
cortos filopodios (especie de pies emitidos por la neurona) que,
franqueando el espacio interneural, se insertan en la guía. Los
estudios moleculares de este proceso migratorio se centran sobre la
presencia de una proteína, la astrotactina, que funciona como un
señalizador de primer orden. Terminada la migración, las neuronas se
independizan de las guías y quedan bajo la influencia de otros
factores quimiotácticos de adhesión celular para ordenarse en las
diversas capas que constituyen la corteza cerebral y cerebelosa.

Todas las neuronas piramidales llegan a la capa más superficial, que


está formada por un entramado de neuronas con grandes
expansiones, y luego ocupan su posición en la capa cortical
correspondiente. Las primeras neuronas ocupan los estratos más
bajos y las siguientes van colocándose progresivamente por encima
de las precedentes.

La migración se produce desde abajo hacia arriba porque todas las


neuronas deben alcanzar obligatoriamente la capa I y establecer los
contactos funcionales con sus componentes. La migración neuronal y
la formación ascendente preceden a la diferenciación específica de
las neuronas, hay una fase temprana controlada por las células de
Cajal-Retzius de la capa 1 de la corteza cerebral y la secreción de
sustancias químicas, entre ellas la más conocida es la reelina. La
segunda fase viene controlada por el tálamo y comprende la
diferenciación ascendente, específica y fenotípica de las neuronas.

Es muy importante el contacto que establece la neurona con la capa


1, desde allí queda una conexión anclada desde el principio del
desarrollo que es crucial para la citoarquitectura de la corteza. Las
neuronas que retienen su contacto con la capa 1 se diferencian en
células piramidales, mientras que, las que dejan su anclaje, quedan
libres para desarrollar distintos tipos de neuronas que asumen una
función inhibidora.

Existe un 30% de células inhibidoras de las grandes células


piramidales que se desarrollan y maduran sin el anclaje a la capa I.
Estas neuronas parece que son las responsables de procesos
motores finos, coordinación y modulación del movimiento, y se cree
que son las que se alteran en muchos problemas de aprendizaje. Las
piramidales son responsables de procesos motores más globales y su
alteración produce las parálisis y alteraciones del movimiento y
postura.

Existe también una migración horizontal, menos conocida y de menor


volumen, pero no por ello de menor importancia. No existe migración
longitudinal a lo largo del tubo neural ya que cuando se forman los
distintos segmentos de médula, tronco y encéfalo, existen unas
barreras físicas formadas por prolongaciones de las células gliales y
barreras químicas que repelen las células migratorias, lo que impide
una migración longitudinal.

Hay una zona donde las células de la zona ventricular migran y


siguen proliferando en la zona subventricular, esta capa da lugar a
estructuras profundas del hemisferio cerebral, los llamados ganglios
basales, que tienen importante relación con la corteza cerebral.
1.4. Organización
Se inicia a los seis meses de gestación y se prolonga durante los
primeros años de vida. En el último trimestre de gestación y durante
los dos primeros años de vida el ritmo de organización es acelerado,
luego se hace menos rápido hasta los diez años de vida
aproximadamente para proseguir de forma pausada durante toda la
vida. Se produce durante este periodo un gran aumento del número
de prolongaciones de las neuronas (dendritas) y sus pequeñas
ramificaciones, lo que se ha venido a llamar arborización dendrítica,
se forman numerosas conexiones entre las terminaciones nerviosas
(sinapsis), todas las células y sus prolongaciones se disponen en
capas y se orientan (citoarquitectura), se produce también la muerte
celular programada (apoptosis), la diferenciación y especialización
celular. Estos procesos se producen bajo la influencia de factores
neurotróficos y de su interacción con influjos aferentes. Son conocidos
los factores de crecimiento cerebral y las moléculas de adhesión
neuronal, muchos de ellos codificados por genes.
Durante el desarrollo en la última etapa del embarazo y en el periodo
postnatal existe una fase aditiva de superproducción de sinapsis y
fibras, incluyendo su mielinización posterior, seguida de una fase
regresiva de eliminación sináptica. Además de aumentar el número
las conexiones sinápticas se van especializando. Esta fase de
expansión neuronal, llamada hodogénesis (formación de los caminos)
se realiza por medio del crecimiento de las prolongaciones neuronales
en busca de dianas para establecer sus conexiones. En general se
produce a ritmo muy acelerado en el tercer trimestre de gestación y
durante los 2 primeros años de vida para ser más lento durante los 10
primeros años y llegar al ritmo del adulto a partir de entonces. El
proceso existe siempre, por eso aprendemos siempre, pero con más
dificultad a medida que crecemos y nuestras neuronas se
especializan. El axón va buscando el camino por medio del cono de
crecimiento que tiene unas expansiones que se denominan filopodia
que siguen señales químicas. Diversos factores de crecimiento
neuronal juegan un papel importante en este camino que acaba
cuando se llega a la célula diana. La aposición de axones se realiza
gracias a moléculas de adhesión neuronal que ejercen un efecto de
quimioafinidad, se llaman adhesinas, integrinas, inmunoglobulinas.
Cada axón encuentra su camino determinado donde tiene que
contactar con la célula diana.

El gradiente de ramificación dendrítica depende de la complejidad


funcional de cada sistema y de su interacción con los estímulos del
entorno. Durante la fase aditiva el aumento más intenso se da
alrededor del nacimiento con picos de densidad a diferentes edades
según las diferentes zonas, por ejemplo, en la zona del córtex visual
hay un rápido aumento a los 3 ó 4 meses postnatales y la máxima
densidad (un 150% del adulto) hacia el año de vida; algo parecido
ocurre con el córtex auditivo. Por el contrario, en las zonas
prefrontales el inicio es a la misma edad, pero el pico máximo se
alcanza tras el primer año.
En la fase regresiva existe una pérdida selectiva de sinapsis que se
produce tras los periodos de gran intensidad. Al igual que los picos de
formación de sinapsis, el tiempo de reducción varía de unas regiones
a otras, por ejemplo, la densidad sináptica de la corteza visual
disminuye a niveles de adulto entre los 2 y los 4 años mientras que en
la corteza prefrontal ocurre entre los 10 y los 20 años.

Los trastornos graves en este periodo dan lugar a una afectación


severa del desarrollo. Son más frecuentes los trastornos
concomitantes, por ejemplo, debidos a una infección intraútero, una
cromosomopatía, un déficit nutricional, etc. En el caso de algunas
alteraciones cromosómicas las espinas dendríticas son menores en
número y tienen menor tamaño. En el caso de hipotiroidismo existen
alteraciones de todos los procesos de proliferación y organización.

1.5. Fase de mielinización


Este proceso acompaña a la organización, se inicia en el tercer
trimestre y dura varios años.

La mielina es una sustancia que permite que la conducción nerviosa


sea más rápida y perfecta. Se produce por los oligodendrocitos, que
son células gliales, que se enrollan en torno al axón y se van
cargando de sustancias proteo-lipídicas (el colesterol es un marcador
de la mielinización).

En el sistema nervioso periférico mielinizan antes las vías motoras


que las sensoriales, en el sistema nervioso central ocurre, al contrario,
esto explica que el niño sea capaz de oír y ver mucho antes que
gatear o andar y que no se puedan alterar las etapas del desarrollo,
que siguen siempre una misma secuencia cefalocaudal y desde
segmentos proximales a distales. Las áreas de asociación son las
más tardías en mielinizarse y continúan el proceso durante la
segunda década de la vida. La mielinización se inicia en momentos
distintos y posee un ritmo y duración variables para cada región del
sistema nervioso.
Además de factores genéticos los factores nutricionales parecen ser
importantes en este proceso. Existen causas comunes que producen
trastornos de la organización y la mielinización como son las
infecciones intraútero, la desnutrición, tóxicos o drogas, las
alteraciones cromosómicas, las infecciones del sistema nervioso post-
natales, etc. En ocasiones la alteración de la mielina se produce por
factores genéticos, las llamadas enfermedades desmielinizantes, en
las que se altera la formación de la mielina.

De modo paralelo a los procesos de organización y mielinización, que


tienen su máxima intensidad durante el tercer trimestre de embarazo
y los dos primeros años de vida, se produce un aumento de tamaño
del sistema nervioso: el cerebro del recién nacido pesa unos 330 grs.,
se duplica a los 8 meses (700 grs.) y se triplica a los 18 meses
(1100grs.). Desde esa fecha hasta la edad adulta sólo va a ganar 400
gramos más. Desde el punto de vista bioquímico el aumento del
número de células se traduce en un rápido aumento de ácido
desoxirribonucleico (DNA) y la mielinización en un aumento del
colesterol.

1.6. La irrigación
La formación de los vasos que van a irrigar el sistema nervioso en
formación también cambia a lo largo del crecimiento, la diferente
distribución y ramificación de las arterias va siguiendo los cambios
anatómicos y la aparición de circunvoluciones.
A las 15 semanas de gestación los vasos se están "acumulando" en
la superficie cerebral, cada décima de milímetro hay un perforante en
un cerebro que pesa 10 gramos. A las 20 semanas se ven
abundantes vasos perforantes en la superficie, también cada décima
de milímetro, lo que se mantiene constante hasta la edad adulta en la
que el cerebro ha aumentado 1000 veces su tamaño.

La distribución y unión (anastomosis) de los vasos de superficie va


cambiando con la aparición de los surcos y circunvoluciones
cerebrales. En un principio los vasos se forman en la parte más
externa, son los plexos meníngeos que forman como un manto que
cubre íntimamente la superficie del cerebro. En este plexo meníngeo
se originan los vasos perforantes que penetran en la corteza cerebral
por medio de unos "pies" (filopodios) que van entrando en la
sustancia gris.

En la zona ventricular también se originan vasos que van penetrando


desde lo más profundo. Quedan unas zonas muy sensibles a la falta
de riego, como se puede apreciar en arteriografías realizadas en
cerebros de niños prematuros y de niños a término. En el cerebro del
niño nacido prematuro la zona que más sufre la irrigación insuficiente
es la zona límite entre los vasos internos y los externos. La lesión
típica que se produce en el prematuro es en la zona periventricular y
la zona correspondiente a la sustancia blanca. Se podría pensar que
esta lesión no es tan importante como la que afecta a la corteza
donde están las neuronas, pero no es así, la sustancia blanca queda
"desconectada" y se producen alteraciones como la parálisis cerebral
infantil o la epilepsia. Otro tipo de lesión que ocurre por falta de
irrigación es la isquemia de un territorio dependiente de una gran
arteria cerebral que produce un daño en una zona determinada.

1.7. Los neurotransmisores


En los últimos años se ha progresado en la identificación de las
distintas sustancias transmisoras, en la determinación de las áreas
cerebrales y en el esclarecimiento de los acontecimientos moleculares
de la transmisión sináptica. Además de identificar la estructura
molecular de los neurotransmisores y su distribución anatómica se ha
avanzado también en los acontecimientos bioquímico- moleculares de
la transmisión sináptica. Estas sustancias transmisoras se clasifican
en intrínsecas (originadas en el córtex cerebral) y extrínsecas
(originadas fuera del córtex). Existen muchísimas sustancias que
actúan como transmisoras, las más conocidas y caracterizadas son el
glutamato, el ácido gamma-amino-butírico (GABA), la acetilcolina, la
normadrenalina, la serotonina, la dopamina, etc.
Las cantidades de estas sustancias varían a lo largo del desarrollo,
por ejemplo:

 El glutamato, que juega un papel importante en la excitación de


las células piramidales.
 La acetilcolina, originada en los ganglios basales, muestra
niveles de adulto humano a los 10 días de vida.
 La noradrenalina, que se asocia a la plasticidad cortical, se
encuentra en grandes cantidades en el recién nacido.
 La serotonina y la dopamina tienen un comportamiento similar,
aumentan rápidamente en los últimos meses prenatales y
primeros meses postnatales.

PLASTICIDAD NEURONAL: PARTICULARIDADES EN LA RECUPERACIÓN


FUNCIONAL

El patrón de reorganización cortical en la recuperación funcional de las diversas


capacidades no es la misma, a pesar de que los mecanismos básicos de
plasticidad son compartidos por todo el córtex. Las peculiaridades en estos
patrones sustentan las diferentes modalidades de intervención terapéutica para
las distintas deficiencias: motoras, lingüísticas, sensoriales, neuropsicológicas,
etc.

RECUPERACIÓN MOTORA

La estructura de la corteza cerebral está cambiando continuamente en


respuesta a el entrenamiento, las adquisiciones conductuales y motoras.

La construcción de mapas funcionales de áreas motoras con TMS mediante la


estimulación de puntos sobre el cuero cabelludo para la activación de un
músculo determinado y su correlación con los hallazgos en RMf y PET, ha
posibilitado la comprensión de la forma en que la corteza motora y somato
motora se adapta y cambia en respuesta a las lesiones y a la intervención
terapéutica

Varios estudios realizados sobre sujetos con hemiplejía central (PCI


hemipléjica), demuestran que, en la recuperación funcional a través de la
rehabilitación, los mecanismos de plasticidad difieren dependiendo de la
cronología respecto a la lesión. Pueden llevarse a cabo de dos formas:
plasticidad rápida y plasticidad a largo plazo.

PLASTICIDAD DE APARICIÓN RÁPIDA

La plasticidad de aparición rápida, a los pocos minutos tras la lesión, se debe a


cambios inducidos en la corteza motora, facilitados por el ejercicio y se basa en
el desenmascaramiento de sinapsis latentes que depende de la disminución del
tono gabérgico. Diversos estudios demuestran que la plasticidad de las
neuronas motoras del córtex tras una lesión experimental depende del tono
inhibitorio modulador gabérgico en estas neuronas, de forma que un aumento
en el tono gabérgico disminuiría considerablemente la plasticidad inducida por
la práctica o ejercicio, mientras que una disminución en la transmisión
gabérgico se asocia a mayores cambios plásticos en la corteza motora.

PLASTICIDAD TARDÍA

En la modalidad de plasticidad tardía, donde se generan cambios permanentes


en la corteza cerebral, los cambios comprenden mecanismos como
potenciación de sinapsis a largo plazo, la regeneración axonal y el sprouting.
En la mayoría de ocasiones aparecen nuevas vías motoras que arrancan de la
corteza motora del hemisferio sano y se dirigen de forma ipsilateral al
hemicuerpo afectado, de forma que tiene lugar la recuperación funcional del
hemicuerpo afectado, supongamos la mano. En otro grupo menos numeroso
de pacientes, los nuevos axones cortico espinales procedentes de la corteza
motora no dañada se proyectan erróneamente de forma bilateral, produciendo
una menor recuperación funcional con intensos movimientos en espejo, como
ejemplo de plasticidad mal adaptativa. En sólo un pequeño grupo de pacientes
no se encuentra respuesta, para lo cual quedan distintas posibilidades: la
rehabilitación no es la adecuada o fracasa, la edad del paciente limita la
recuperación, o factores endógenos, como su base genética, explican la
variabilidad de respuesta y de pronóstico que se observa en clínica.
RECUPERACIÓN LINGÜÍSTICA

Los estudios neurobiológicos que aportan datos sobre las áreas


correspondientes al lenguaje y su configuración en un momento determinado
del neurodesarrollo nos han permitido ir conociendo y entendiendo cada vez
mejor la función del lenguaje y su comportamiento tras la lesión. Sabemos que
niños de 4 años de edad tienen muy bien localizada la representación del
lenguaje, en el hemisferio izquierdo, prácticamente igual que en el adulto. Sin
embargo, la corteza cerebral involucrada en las funciones lingüísticas también
es sensible a la experiencia, de forma que los locus relacionados con los
procesos de lenguaje no son estables en el tiempo incluso en el adulto, y se
expanden o contraen según la experiencia y las necesidades. Inicialmente
ocupan áreas más amplias en el córtex perisilviano, que van concentrándose
conforme se alcanza la competencia en el lenguaje, en base a una mayor
complejidad y nivel de especialización, de forma que las áreas periféricas que
originariamente se relacionaron con el lenguaje retienen esta habilidad como
capacidad secundaria latente, capaz de suplir o completar la función lingüística
en caso de lesión del área primaria

A este respecto, son interesantes los estudios sobre lateralización cerebral


llevados a cabo en niños afásicos. Inicialmente, y en condiciones fisiológicas, la
especialización del lenguaje en un hemisferio u otro es igual de buena y tras
una lesión puede establecerse en el lado contralateral, con mayor facilidad en
el niño que en el adulto. Mediante la obtención de mapas funcionales
cerebrales durante la realización de tareas lingüísticas, la demostración de
cómo es posible la trasferencia de las funciones del lenguaje al hemisferio
derecho cuando los circuitos de lenguaje, clásicamente localizados en el
hemisferio izquierdo, se han dañado durante la etapa prenatal. Con la
maduración cerebral, el lenguaje va estableciéndose gradualmente en el
hemisferio izquierdo, hasta que en la pubertad se alcanza el modelo adulto de
lateralización. Si en algún momento tiene lugar una lesión en el hemisferio
izquierdo, la cronología de la lesión la edad del niño cuando tiene lugar el daño
es la que marca el pronóstico futuro, tanto en cuanto a función del lenguaje
como a alteraciones neuropsicológicas asociadas.
Ya hemos hablado de la existencia de una pronunciada plasticidad cerebral
poslesional durante la maduración posnatal del cerebro. Las lesiones del
hemisferio izquierdo se asociarían a una mayor participación de la normal
actividad del hemisferio derecho y de una atípica asimetría en las activaciones
de la zona perisilviana durante las actividades lingüísticas, de forma más
llamativa cuando la lesión tiene lugar en etapas precoces que cuando sucede
en etapas más tardías en la vida. Estos postulados son demostrables por PET,
ya que existe una diferencia en los patrones de activación por regiones
implicadas en el lenguaje entre el grupo de pacientes con lesión temprana del
hemisferio izquierdo y el grupo en el que se produce la lesión de forma tardía.
Es decir, las lesiones producidas de forma temprana desencadenan una
reorganización más profunda que incluye la transferencia del lenguaje al
hemisferio derecho; en lesiones acontecidas más tardíamente, lo que tiene
lugar es una reorganización cortical intrahemisférica, sobre todo a costa de
áreas vecinas. Como resultado de la plasticidad cerebral más pronunciada que
sucede tras lesiones acontecidas en etapas tempranas, se ha evidenciado un
aumento en la activación de regiones prefrontal, frontal inferior y parietal
inferior, para el lenguaje expresivo, y regiones temporales inferior, temporal
frontal y temporal superior, para el lenguaje receptivo. Probablemente, estas
zonas corresponden a la amplia zona responsable de las funciones
relacionadas con el lenguaje en etapas precoces, que con la maduración y
complejidad creciente de las conexiones neuronales quedan libres en relación
con este tipo de tareas, pero conservan de forma latente esta capacidad

Por tanto, una lesión temprana, acontecida antes del año de vida, lleva a una
reorganización extensa tanto del hemisferio derecho como del izquierdo. En
esta amplia reorganización asistimos a una plasticidad adaptativa, pero
también –y como consecuencia del gran potencial del cerebro– a una
plasticidad patológica o mal adaptativa. La consecuencia de esta plasticidad
patológica es la disminución tanto de las capacidades verbales como de las no
verbales, con mayor morbilidad neuropsicológica. El daño tardío, por encima
del año de edad, origina una reorganización más limitada, más organizada, con
menos secuelas. Sin embargo, estos fenómenos están sujetos a una amplia
variabilidad de respuesta individual dependiente de factores demográficos y
clínicos (entre los que se encuentra la intervención temprana), además de la
edad en el momento de la lesión.

RECUPERACIÓN SENSORIAL

Los cambios plásticos no se limitan únicamente a la corteza motora, sino que


tienen lugar en otros sistemas. Vamos a analizar qué ocurre cuando se
lesionan las vías o la corteza cerebral responsable de procesar la información
sensorial, como la visión y la audición involucradas en el acceso y la
internalización de la información procedente del medio, básica para lograr un
desarrollo neurológico y neuropsicológico adecuados.

CAPACIDAD AUDITIVA

El principal determinante de la importancia de la audición es que supone la


conexión con estímulos ambientales en forma de sonidos, cuyo procesamiento
nos habilita para la comunicación verbal. En este sentido, la capacidad auditiva
es limitante para la adquisición del lenguaje verbal. Podemos hablar de que
existe un período auditivo crítico para la adquisición del lenguaje, que viene
avalado por estudios realizados en niños sordos tras la aplicación de implantes
cocleares por el grupo de la Universidad de Navarra. A este respecto, en
cuanto a las dificultades del lenguaje secundarias a la existencia de un déficit
sensorial por pérdida de audición, es necesario considerar dos situaciones: la
primera de ellas, cuando la pérdida de audición tiene lugar de forma previa a la
adquisición del lenguaje, en etapas muy tempranas, y una segunda situación,
cuando la pérdida de audición ocurre de forma posterior a la adquisición del
lenguaje. El estímulo auditivo necesario para inducir plasticidad cerebral en la
corteza auditiva se obtiene a través de los implantes cocleares. El implante de
los mismos tiene mayor interés si se realiza en etapas precoces y esto se
relaciona directamente con la plasticidad en la corteza auditiva y con mayores
posibilidades para la adquisición del lenguaje. Este procedimiento muestra
mayor tasa de éxito en el grupo de niños en los que se aplica de forma
temprana, incluso con mejores resultados que en el grupo de enfermos que
perdieron la audición después de la adquisición del lenguaje, y en los cuales la
rehabilitación es más dificultosa.
Se establece que el período de respuesta crítico para estimulación auditiva con
implante coclear abarca los primeros 6 años de vida, período fuera del cual es
difícilmente recuperable la pérdida de plasticidad neuronal

CAPACIDAD VISUAL

La plasticidad de los campos visuales no se conoce bien, pero estudios


realizados recientemente arrojan luz sobre estos fenómenos.

Podemos hablar de dos situaciones: cuando la corteza visual está dañada por
una lesión displásica o traumática, y cuando, a pesar de la indemnidad de la
corteza occipital, por razones periféricas o centrales, no se desarrolla la visión.

Respecto a la primera situación, estudios descriptivos demuestran el traslado


de la función de la corteza visual a zonas adyacentes a la corteza occipital,
como regiones posteriores de lóbulos parietales y temporales, reconocible
mediante obtención de potenciales evocados visuales (p100) y RMf, en
lesiones de la corteza visual de quiasma, etc., determinantes de una ceguera
en etapas muy tempranas , se ha demostrado la existencia de la modalidad
denominada ‘plasticidad cruzada que aparece para incrementar o facilitar
percepciones alternativas compensatorias de déficit sensoriales. Estos cambios
implican mecanismos neuroplásticos en los que áreas que procesan
determinada información, aceptan, procesan y dan respuesta a otro tipo de
información procedente de otra modalidad sensorial. Esto es exactamente lo
que ocurre en la corteza occipital de niños ciegos desde etapas tempranas, que
facilita y a la vez es consecuencia del aprendizaje de la lectura Braille, al
ampliar y variar la capacidad perceptiva del córtex occipital, en compensación
por la ausencia de visión. Se ha demostrado la expansión, en el córtex somato
sensorial, de la representación del dedo índice, fundamental en la lectura
Braille

El ensanchamiento de la representación cortical del dedo índice puede deberse


a dos mecanismos: el primero, por desenmascaramiento de conexiones
silentes (aumento de eficacia sináptica), en la misma zona lesionada o
deficitaria y adyacente, y el segundo, por plasticidad estructural, es decir,
reorganización permanente que dota de capacidades en principio no propias a
un área determinada (plasticidad cruzada). La lectura Braille activa sobre esto
existe evidencia por TMS– regiones occipitales primarias y secundarias
(conexiones intracorticales entre áreas somestésicas y visuales), que pueden
ser bloqueadas por pulsos repetitivos mediante TMS, interrumpiendo la lectura
Braille.

PATOLOGÍA NEUROPSICOLÓGICA

Podemos plantearnos el problema de la patología neuropsicológica desde dos


puntos de vista y análisis. El primero de ellos, cuando la patología
neuropsicológica aparece íntimamente ligada al daño neurológico, ya sea en
lesiones evidenciables (malformaciones cerebrales, displasias y defectos de
migración, epilepsias tempranas, cromosomopatías...) o en disfunciones
cerebrales en las que no podemos demostrar una alteración por los métodos
de diagnóstico actuales (trastornos del espectro autista, trastornos del
aprendizaje, trastorno por déficit de atención con hiperactividad...). En segundo
lugar, debemos hablar de la patología neuropsicológica como morbilidad de la
plasticidad neuronal, inherente al proceso de reorganización cortical en la
recuperación de funciones, que se desarrolla de forma más profunda y con
mayores posibilidades funcionales e implicaciones neuropsicológicas a la vez,
en los niños en edad temprana.

Respecto a la primera premisa, la problemática neuropsicológica aparece


frecuentemente ligada a lesiones o enfermedades que afectan al desarrollo del
sistema nervioso, al neurodesarrollo, ya sean de causa determinada o no
determinada. En el caso de los trastornos generalizados del desarrollo, el
problema podría ser consecuencia de una sinaptogénesis anormal o, como se
ha venido a denominar, ‘cableado neuronal erróneo. Como ya hemos
comentado, las sinapsis cambian de forma constante, se establecen, se
refuerzan y se mantienen, se modifican y, en algunos casos, desaparecen.
Dado que la sinapsis es el sustrato de la neurotransmisión química, la
transferencia de información en el cerebro depende de que los axones inerven
sus objetivos correctos. Una vez establecida la inervación, el funcionamiento
cerebral correcto depende del mantenimiento de la sinapsis adecuada, proceso
en el que tienen especial importancia la experiencia y la aferencia de estímulos
favorables.

Las terapias de intervención precoz y la farmacología pueden modificar la


neurotransmisión y podrían interactuar con la plasticidad neuronal. Explotar la
neuroquímica de la plasticidad neuronal constituye un importante objetivo del
desarrollo farmacológico

En el caso de la segunda premisa, conocemos que la plasticidad cerebral del


cerebro inmaduro tras una lesión acaecida de forma precoz puede conducir a
serias consecuencias en el desarrollo posterior. En este sentido, la edad
temprana en el momento de la lesión determina mayores secuelas secundarias
a la misma plasticidad cerebral, sobre todo en el desarrollo neuropsicológico,
aparte de déficit focales según el hemisferio dañado que, en algunas
ocasiones, pueden persistir como secuela. La plasticidad cerebral que facilita la
recuperación motora muchas veces lleva asociados efectos deletéreos, como
las secuelas neuropsicológicas, o somato sensorial, como el miembro
fantasma, en el caso de lesiones periféricas.

CITOARQUITECTURA CEREBRAL, FUNCION, ESPECIALIZACION

La corteza cerebral se diferencia en áreas por su estructura laminar aunque es


difícil y controvertido marcar los límites entre regiones. En general se cree que
las áreas anatómicas distintas lo son también funcionalmente, algo que se
puede observar entre áreas sensoriales o motòricas, sin embargo, en otras
áreas esta división no esta tan clara. Parece ser que, mientras la arquitectura
básica (tipo y número de células, circuitos) es innata, los patrones de
conexiones entre las células (dendritas, sinapsis) dependen más de la
experiencia. (Johnson, 1997)

Los patrones de migración descritos por Rakic (1988) explican cómo cada
célula ocupa su lugar pero no pueden explicar cómo se realiza la diferenciación
en distintas capas. Existe la opinión de que la neurona se diferencia antes de
ocupar su definitivo lugar, experiencias con ratones mutantes “reeler” apoyan
esta idea al observar que las células que migran a posiciones equivocadas del
córtex se diferencian en tipos de neuronas de acuerdo al momento en que
fueron originadas, esto implica que la información requerida para la
diferenciación está presente cuando la célula nace en la zona proliferativa
ventricular.

La nueva teoría de arquitectura de la neo corteza, desarrollada por Marín


Padilla (1992, 1998, 200) porque la placa piramidal de la corteza se estratifica
progresivamente y que el número de estrados piramidales ha ido aumentando
desde el erizo hasta el hombre. El desarrollo prenatal de la placa piramidal en
una fase temprana coincide con la migración neuronal y culmina con la
formación de la capa 1, todas las células de la capa piramidal quedan ancladas
de la capa 1 y se van colocando de abajo a arriba por orden de llegada en la
llamada placa piramidal, esta fase es común a todos los mamíferos. En la fase
tardía hay una diferenciación funcional ascendente de las neuronas de la placa
piramidal. En el humano la fase se inicia alrededor de la decimoquinta semana
postnatal, posiblemente dura toda la vida. La diferenciación funcional de las
neuronas prosigue de abajo a arriba y acompaña a la penetración de fibras que
provienen del tálamo que influyen en la diferenciación funcional.

Las aferencia del tálamo no solo llegan a la córtex visual a un tiempo


determinado sino que, además quedan en la capa adecuada (capa 4)
seguramente por influencias moleculares. Los investigadores han realizado la
misma experiencia con corteza de otras áreas y cerebelo, observan que las
aferencias nunca penetran en el cerebelo, pero si en el hipocampo, sugieren
que existen unas sustancias que permitirían esa invasión y las denominan
“growth permiting substrate” (sustrato que permite el crecimiento).

Surgen así dos teorías: según el esquema de Rakic (1988) existe proto mapa
de las células en la capa germinal, de forma que están pre-especificadas y
migran a las áreas particulares. Es una idea atractiva pero difícil de defender en
contra de la evidencia de que la corteza es relativamente equipotencial y
plástica en los primeros años. La segunda teoría es el protocòrtex
indiferenciado que se especializa como resultado de las proyecciones del
tálamo (O’Leardy, 1989; Killackey, 1990).

Johnson (1997) en un esfuerzo de sintetizar estas ideas comenta la existencia


de influencias e interacciones entre células y moléculas que influyen en
muchos aspectos de la estructura laminar del córtex y sus patrones de
conexión, muchas células están diferenciadas antes de llegar a su destino, lo
que significa que las células de un área particular estén pre- específicas para
procesar un determinado tipo de información. La diferenciación en áreas está
influida por proyecciones del talamo y la secuencia temporal de crecimiento
neural.

Otras estructuras cerebrales como el hipocampo, el cerebro y el tálamo se


desarrollan antes del nacimiento y se reorganizan en la vida postnatal. El
sistema límbico esta diferenciado a las 18-19 semanas, la neurogènesis del
cerebro se inicia en el primer trimestre de gestación y continua tras el
nacimiento (speen, 1995). La neurobiología de estas estructuras es menos
conocida pero se tiene constancia de la importancia de su desarrollo para los
procesos cognitivos tempranos.

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