Tabernaculo Clase
Tabernaculo Clase
Tabernaculo Clase
Aunque Dios no esta limitado a un espacio físico, para el pueblo de Israel significaba
mucho el hecho de tener en medio de ellos un lugar palpable y permanente en medio
de ellos, el cual se realizó por medio del Tabernáculo. En el tabernáculo Dios moraba
como rey de su pueblo y recibía el culto que merecía, aunque también era un hecho
profético que después se cumplió en Jesucristo.
El Antiguo Testamento, y especialmente el tabernáculo, es un retrato de la salvación que se encuentra en Jesús. A simple
vista tal vez se mira muy ritual y sin significado para nosotros, pero sí vemos con ojos espirituales podemos ver a Jesús a
través de todo el Antiguo Testamento.
Eso es lo que Dios hizo con el tabernáculo, nos dio una sombra, o sea una representación o un retrato de la realidad.
1
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos
sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. Hebreos 10:1, RV 1960
5
Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales. Hebreos 8:5, RV 1960
17
Todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo .
Esto quiere decir que los sacrificios levíticos en el tabernáculo eran mera figura o tipo que apuntaba al único real
sacrificio, el del Calvario. La sombra se desvanece cuando aparece la luz. Cristo es la luz.
Así como las parábolas que Cristo nos habló tenían un significado más profundo también el
tabernáculo y todas sus costumbres tienen un mayor significado para nosotros.
Por ejemplo, como en el arca de Noé sólo poseía una entrada y fueron salvos los que en ella estaban, así también hay
sólo un arca de salvación hoy. Esta fue terminada de construir en la cruz del Calvario y su única entrada, Jesucristo, aún
continúa abierta para todos los que quieren escapar del juicio divino, y los que han entrado al arca de salvación,
recibiendo a Jesús como su Señor y Salvador, serán salvos
Este es uno de los muchos ejemplos de topología que se encuentra en la Biblia. Mientras estudiamos
del tabernáculo pídale a Dios que le permita ver más del maravilloso plan que Él empezó desde el
principio del mundo.
El estudio del tabernáculo nos puede dar muchísimas lecciones espirituales que podemos aprovechar
según nos dediquemos a su estudio y así profundizarse más con el plan divino para su vida y
aprender cómo vivir hoy la verdadera vida cristiana.
La función del tabernáculo era de servir como lugar de encuentro entre Dios y el hombre.
42
Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová,
en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí.
21
El tabernáculo simboliza a la Iglesia edificada para morada de Dios en el Espíritu.
22
En quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois
juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Simboliza también al propio creyente cuyo cuerpo es “templo del Espíritu Santo”.
19
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? 1 Corintios 6:19, RV 1960
El tabernáculo era la primera morada de Dios sobre la Tierra. Por todo el Antiguo Testamento escuchamos que Dios se
detuvo, que el Espíritu de Dios vino sobre Samuel que el Espíritu de Dios pasó por aquí, que el Espíritu de Dios se reunió
con Moisés. Él andaba en la compañía de Adán en el Edén, visitaba a Abraham, pero no tenía un lugar donde habitar en
la Tierra
14
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros. Juan 1:14, RV 1960
Este tabernáculo era un símbolo del tabernáculo verdadero el cual tiene forma humana, que es Cristo
Jesús, el lugar donde Dios se reúne y vive con los que entran en su pacto.
1
Jehová habló a Moisés, diciendo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis. 2 Di a los hijos de Israel que tomen para
mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. 3 Esta es la ofrenda que tomaréis
de ellos: oro, plata, cobre, 4 azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, 5 pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de
tejones, madera de acacia, 6 aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, 7
piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. 8 Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio
de ellos. 9 Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo. Éxodo 25:1-9 RV 1960
Moisés representaba al pueblo ante Dios, y cuando venía al pueblo representaba a Dios ante el
pueblo. Él era el mediador entre Dios y el hombre.
6
Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea
gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
Ahora somos sacerdotes y debemos representar a Dios con las personas que nos rodean.
Hemos sido llamados a servir como sacerdotes y no como espectado
Si usted piensa que esto no es importante, fíjese en esto, Dios usa tan sólo dos capítulos para
explicar la creación del universo, pero para explicar el tabernáculo Él usa 50 capítulos de los
libros de Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio y Hebreos. Esto quiere decir que Dios está
más interesado en una relación personal con usted que con Sus posesiones.
Orden:
En el libro de Éxodo leemos que Dios le dio a Moisés instrucciones detalladas y específicas de
cómo construir el tabernáculo
Dios ordenó al pueblo que trajera sus sacrificios y ofrendas para construir el tabernáculo, pero
el plano de cómo construir el tabernáculo estaba diseñado por Dios
Era necesario seguir exactamente aquel plano y no hacer cambios basados en consejos u
opiniones de nadie, porque cada aspecto del tabernáculo debería reflejar a Jesucristo en la
Tierra.
Hoy también, Dios está esperando que traigamos nuestras ofrendas y sacrificios para construir
Su iglesia,
El tabernáculo era el lugar donde los hebreos traían sus sacrificios por el pecado y ofrecían
ofrendas de adoración. El tabernáculo era el único lugar donde podían ofrecer sus sacrificios y
ofrendas para acercarse a Dios. No podían hacer los sacrificios a Dios a su propia manera o en
cualquier lugar, porque para llegar a Dios sólo había una entrada.
Había 12 tribus las cuales eran descendientes de Abraham y cada tribu acampaba alrededor del
tabernáculo en un lugar específico asignado por Dios y cada tribu tenía su propia bandera.
2
Los hijos de Israel acamparán cada uno junto a su bandera, bajo las enseñas de las casas de sus padres; alrededor del
tabernáculo de reunión acamparán. Números 2:2, RV 1960
Al Este del tabernáculo acampaba la tribu de Judá, su bandera era un león de oro en un fondo de
escarlata. Al Oeste la tribu de Efraín, ellos tenían una bandera con un buey negro en un fondo
dorado. Al lado Sur la tribu de Rubén, tenía una bandera con la figura de un hombre en un fondo
dorado. Al Norte la tribu de Dan, con su bandera que era un águila de oro en un fondo azul.
Ceremonia:
27
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación. Levítico 23:27, RV 1960
En el día décimo del mes séptimo el Sumo Sacerdote realizaba lo que sólo se hacía un día del año. El
Sumo Sacerdote entraba al Lugar Santísimo donde estaba el Arca del Pacto.
Para poder entrar allí el Sumo Sacerdote tenía que quitarse sus ropas finas que usaba todos los días,
lavarse bien y ponerse ropas de lino blanco.
4
Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de
lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua. Levítico 16:4, RV 1960
El rito comenzaba sacrificando un becerro, para él y su casa, ya que él era un pecador que también
necesitaba substituto ante Dios. Esto se hacía antes de que él pudiera ministrar como representante
para el pueblo. Sólo después de haber hecho expiación por sus propios pecados podía ofrecer el
sacrificio de expiación para el pueblo. El Sumo Sacerdote sacrificaba el becerro por sí mismo y juntaba
la sangre del sacrificio y la llevaba detrás del velo al Lugar Santísimo donde sólo una persona podía
entrar una vez al año. Cuando el Sumo Sacerdote entraba por el velo en ese momento entraba a la
Presencia de Dios, la cual traía muerte a la vista humana. Para que el Sumo Sacerdote no muriera
debía llevar el incensario y perfume con él.
12
Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume
aromático molido, y lo llevará detrás del velo. 13 Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume
cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera. 14 Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará
con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre.
Levítico 16:12-14, RV 1960
El Sumo Sacerdote llevaba un incensario lleno de brazas al Altar del Holocausto y cuando entraba
detrás del velo ponía dos puñadas de incienso sobre las brazas encendidas.
Cuando el incienso tocaba el fuego creaba una nube de humo que escondía la gloria de Dios del
hombre pecador. El hombre seguía el rito con mucho cuidado para no morir y así rociaba la sangre del
becerro sobre el Propiciatorio para hacer la expiación por los pecados de él y su familia.
Expiación quiere decir: Borrar las culpas, purificarse de ellas por medio de algún sacrificio.
Pero la labor de este día no había terminado, ahora tenía que salir del Lugar Santísimo y tomar la sangre
de un cabrío para hacer expiación por los pecados del pueblo. Si el Sumo Sacerdote fallaba en cualquier
área de la ceremonia los pecados no eran perdonados por ese año. Es por eso que Dios da
instrucciones detalladas de cómo entrar en Su Presencia. Después de hacer el sacrificio por sus
pecados y los de su casa el Sumo Sacerdote salía y tomaba dos cabríos machos que habían sido
provistos como una ofrenda por los pecados de la nación. Uno de los cabríos era sacrificado a Dios
mientras que el otro era enviado al desierto, después de echar suerte para ver cual cabrío escogía Dios
para ser sacrificado en el altar y cual era enviado al desierto. El Sumo Sacerdote preparaba el sacrificio
en el Altar de Holocausto y ponía sus manos sobre la cabeza del sacrificio antes de matarlo. Esto era un
símbolo de los pecados del pueblo puestos en un animal inocente, el cual haría expiación por sus
pecados. El Sumo Sacerdote tomaba la sangre del macho cabrío y la untaba en los
cuernos del Altar del Incienso el cual hoy significa que ahora podemos clamar a Dios en el Nombre de
Jesús y el sacrificio del cabrío representa a Jesús derramando Su sangre en la cruz del Calvario por
los pecados del mundo.
Ahora el Sumo Sacerdote entraba en el Lugar Santísimo con la sangre del cabrío macho. Este era el día
más crucial del año para el pueblo, ya que este era el día en que sus pecados serían perdonados,
siempre y cuando el Sumo Sacerdote siguiera las reglas de la ceremonia. Después de haber rociado la
sangre del macho cabrío en el Propiciatorio, su trabajo en el Lugar Santísimo había terminado, pero no
se sentaba o se ponía a platicar sino que tenía que salir de la Presencia de Dios en el Lugar Santísimo,
al cual nadie podía regresar por un año. El Sumo Sacerdote hacía el trabajo solo, como señal al pueblo
que no podían hacer nada para recibir expiación sólo recibir el perdón que era obtenido a través de su
representante, el Sumo Sacerdote, y un animal inocente que moría en lugar de ellos.
Esto nos apunta a Jesús quien lo hizo todo solo, abandonado por los hombres y Dios, colgado en
una cruz por seis horas para así conseguir nuestra reconciliación con Dios.
Después de hacer la expiación el Sumo Sacerdote salía y ponía la sangre en los cuernos del Altar de
Bronce (Holocausto) y entonces tomaba el segundo macho cabrío y ponía las manos sobre su cabeza,
frente a todo el pueblo, confesando en voz alta todos los pecados del pueblo de aquel año. Todo esto era
hecho con sus manos sobre la cabeza del cabrío macho. No debemos echar de menos el hecho de que
este animal inocente estaba a punto de cargar y llevar los pecados del pueblo muy lejos. Poner las
manos sobre la cabeza del animal era algo significante era un símbolo que el pecado del pueblo había
sido transferido al animal. Después, otro hombre llevaba el macho cabrío muy lejos para que nunca
regresara. Aquí podemos ver los pecados del pueblo confesados sobre la cabeza del cabrío y el hombre
llevándolo al desierto hasta perderlo de vista, pero el hombre seguía caminando aun más lejos soltando
al animal dejándolo ir hasta no poderlo ver más. El hombre regresaba a decir que el animal se había ido
y al escuchar estas palabras el pueblo comenzaba aplaudir, bailar, saltar y gritar de gozo porque sus
pecados habían sido perdonados. Así como los pecados del pueblo se habían ido con el chivo también
nuestros pecados del pasado, presente y futuro fueron llevados por Jesús.
21
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. 2 Corintios
5:21, RV 1960
Así como este animal llevo los pecados que no eran de él, Jesús también llevó nuestros pecados.
12
Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Salmos 103:12, RV 1960
¿Puede usted ver que sus pecados se han ido y que nunca regresaron jamás a usted?
Finalmente llegaba el tiempo para el Sumo Sacerdote de quitarse sus ropas de servicio, pero con la
diferencia que este Sumo Sacerdote terrenal no podía decir, “Consumado es”. El trabajo regular seguía,
ofrecer sacrificios diarios. En este día el Sumo Sacerdote hacía todo el trabajo, aproximadamente 15
animales eran sacrificados. Seguramente se cansaba pero si seguía las órdenes de Dios exactamente
podía gozarse de estar vivo y haber podido conseguir la expiación del pueblo.
Ahora tenemos un Sumo Sacerdote sin mancha. Uno que no necesitaba ser lavado porque no tenía mancha. No
necesitaba expiación por sí mismo porque Él pudo haberse quedado a la derecha del trono de Dios y nunca bajar a la
Tierra en forma humana a humillarse, pero escogió hacerse hombre y ser sacrificio de expiación.
Cuando nuestro Sumo Sacerdote, Jesús, terminó Su trabajo podía decir “consumado es”. Indicando que
ya no habría más sacrificios diarios ni días de expiación porque Él era el sacrificio final, la ofrenda
completa de expiación para todo ser humano para siempre.
11
Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no
hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre,
entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Hebreos 9:11-12, RV 1960
Solo después de esto el levita podía cumplir su servicio (v. 22.) ¡Importante lección!
Cualquier oficio implica un aprendizaje, un período de preparación. Con mayor motivo el
servicio del Señor. Antes de empezar apresuradamente un trabajo para Cristo, dejémoslo
hacer lo que, por su gracia, él quiere hacer en nosotros.
La consagración de los sacerdotes era un ritual muy solemne, que significaba apartar a unos hombres para el
servicio exclusivo de Dios. Cada uno de los pasos de este rito de consagración tiene, al igual que todo lo del
Antiguo Testamento, una significación espiritual para los cristianos del Nuevo Testamento.
Primeramente se lavaba y vestía a los sacerdotes con sus atuendos sacerdotales, a la puerta del tabernáculo;
se les ungía con el aceite de la unción, y luego se comenzaba con los sacrificios. Cada uno de ellos tenía una
significación muy importante.
El primero era el de un becerro, que era una ofrenda por el pecado (Éx. 29:14). Nadie puede acercarse a
servir a Dios sin tener este problema resuelto. No se trata aquí de los pecados como hechos pecaminosos,
sino del pecado como la raíz del problema. Cuando Cristo murió, nosotros fuimos favorecidos con el perdón
de los pecados, pero también con la eliminación del «yo» pecador (Rom. 6). Cristo murió y atrajo a todos los
suyos hacia sí mismo para una muerte inclusiva (Jn. 12:32), que solucionaría el problema tanto de los
pecados, como del pecado. Esta es la herencia de todo sacerdote de Cristo.
Luego, se ofrecía un carnero como «holocausto de olor grato», una «ofrenda quemada a Jehová» (v. 18). Este
sacrificio era enteramente para Dios, para la satisfacción de Dios. Esto significa que primeramente somos
liberados del problema del pecado, y luego somos entregados como holocaustos para entera satisfacción de
Dios, para el servicio de Dios.
En tercer lugar se ofrecía un segundo carnero, el de la consagración propiamente tal. De la sangre de este
carnero se rociaban las vestiduras, y se ponía sobre el lóbulo de la oreja derecha, sobre el pulgar de la mano
derecha y del pie derecho de cada sacerdote.
La puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano
derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie derecho: Estos sacerdotes consagrados fueron
marcados con la sangre del sacrificio. Debieran de oír diferente debido a que la sangre estaba sobre
su oreja. Hemos de servir como gente que estamos manchados de sangre, reconociendo
que no tenemos rectitud en nosotros mismos Debían de caminar diferente porque la sangre
estaba en el dedo pulgar de su pie derecho.
Luego se tomaba parte del animal, y se mecía delante de Dios, junto con dos tortas y una hojaldre del
canastillo de los panes sin levadura. Todo ello posteriormente se quemaba en el altar. Esta era la «ofrenda
encendida» para Dios (v. 25).
Las demás piezas del animal pertenecían a los sacerdotes, que comían de ellas. No solo la sangre de Cristo
(la preciosa Víctima) opera en nuestro favor para solucionar el problema del pecado, sino que su carne, es
decir, su vida misma, es el alimento de cada creyente (Jn. 6:53-56). Igual como la sangre del Cordero pascual
era puesta sobre el dintel de la puerta, pero la carne debía ser comida adentro de la casa (Éx. 12). Así, todo
Cristo, su sangre y su carne, son la perfecta provisión de Dios para el creyente.
Todo esto nos habla del valor que cada cristiano tiene para Dios, pues el Señor ha provisto todos los recursos
necesarios para que el creyente sea Su sacerdote. El objetivo final no es solo salvarlo, sino acercarlo a sí,
para su servicio santo.
El lugar santísimo es pues todo lo opuesto a un lugar común, por eso no se puede entrar allí
cualquiera de cualquier forma. Si el que habita ese recinto es Santo por excelencia, quiere decirse
que nada profano puede tener comunión con él. Solamente lo que está en consonancia con esa
naturaleza de santidad puede.
Ahora bien, alguien profano no puede elevarse a sí mismo a la esfera de lo santo. Ese intento está
condenado al fracaso, porque nadie puede por sí cambiar su naturaleza. Si a esa imposibilidad
que lo profano contiene le añadimos además el formidable obstáculo adicional que lo pecaminoso
le ha añadido, entonces nos damos cuenta de que estamos ante algo que supera todas nuestras
capacidades.
Pero aquí es donde viene Dios mismo en nuestro auxilio para procurarnos lo que nosotros no
podemos hacer. Y eso lo hace mediante el día de la expiación, cuando lo profano, que además
está contaminado por el pecado, es santificado.
Somos santos solo en proporción en que estemos llenos de su santidad.
El mobiliario del lugar santísimo era muy escaso. No hay necesidad de mucho más donde Dios mismo
está. Teniéndolo a él, tenemos todas las cosas, y abundamos. El arca y el incensario de oro solo
tenían su lugar dentro del velo. El arca con su tapa, que cubre una ley que se había roto, que
representa obra acabada de Cristo. El incensario siempre presente (a menos que en el gran día de la
expiación) sugiriendo intercesión continua ante Dios.
En el capítulo 39 de exodo, que describe la confección de las vestiduras sacerdotales, se hace distinción entre el sumo
sacerdote, Aarón, y los demás sacerdotes, que eran los hijos de Aarón
En el pasaje se resaltan cuatro hechos con respecto a los demás sacerdotes y sus prendas. 1) Al igual que las prendas del
sumo sacerdote (28.2), las prendas de los sacerdotes habían de confeccionarse «para honra y hermosura»
Los sacerdotes, como el sumo sacerdote, tenían una ocupación de alto riesgo. No hacer lo que Dios requería cuando
servían en Su casa constituía un delito que se castigaba con la muerte. Las prendas diseñadas por Dios apartaban a los
sacerdotes para el servicio del Señor.
Sin duda la forma en que vestimos proyecta mucho de nuestra persona. Cuidar esta parte tan visible es un
aspecto prioritario para mantener una imagen profesional adecuada pero la vestimenta no lo es todo, también
nuestro aspecto e higiene son importantes; de nada sirve llevar un traje impecable, a la moda, si se descuidan
el resto de detalles, como el aseo personal, el cuidado del cabello, manos y uñas, así como la limpieza de los
zapatos y nuestro lenguaje verbal y no verbal.
Las prendas sacerdotales también indicaban la estrecha relación del sacerdote con Dios. El pasaje resalta el hecho de
que cada sacerdote era sacerdote de Dios (28.3, 4, 41). El sumo sacerdote llevaba puesto sobre su mitra una lámina de
oro que lo proclamaba «[SANTO] A JEHOVÁ» (28.36). Las prendas del sumo sacerdote fueron confeccionadas «para
honra y hermosura» (28.2, 40), sugiriendo la honra y hermosura del Señor.
Los israelitas, el pueblo sacerdotal de Dios (19.6), habían de representar a Dios ante las demás naciones. Por medio de
Israel, Dios pretendía que Su nombre fuera conocido y glorificado entre las naciones.
Israel había de ser «luz de las naciones» (Isaías 49.6).
Nuestro Sumo Sacerdote, Jesucristo —Dios en la carne— vino a la tierra a representar a Dios ante el hombre. Conocerle
a Él es conocer al Padre (Juan 14.6–9).
Como pueblo sacerdotal de Dios, los cristianos tienen la responsabilidad de representar a Dios ante el hombre. Llevamos
a cabo nuestras labores sacerdotales siendo luz de las naciones y proclamando las buenas nuevas de que nuestro gran
Sumo Sacerdote nos ha provisto salvación (y de un sacerdocio) a todos. (Vea 1ª Pedro 2.9, 10)
2
Los hijos de Israel acamparán cada uno junto a su bandera, bajo las enseñas de las casas de sus padres; alrededor del
tabernáculo de reunión acamparán. Números 2:2, RV 1960
2
Los hijos de Israel acamparán cada uno junto a su bandera, bajo las enseñas de las casas de sus padres; alrededor del
tabernáculo de reunión acamparán. Números 2:2, RV 1960
2
Los hijos de Israel acamparán cada uno junto a su bandera, bajo las enseñas de las casas de sus padres; alrededor del
tabernáculo de reunión acamparán. Números 2:2, RV 1960
Dios mismo dio a Moisés el plan para el tabernáculo y su mobiliario (Éxodo 39:42). Los
israelitas proveyeron los materiales mediante ofrendas voluntarias (Éxodo 35:1-29).
Dios dotó por medio de su Espíritu a Bezaleel y Aholiab para que llevaran a cabo la
construcción (Éxodo 35:30-35). Cuando el tabernáculo estuvo listo y fue dedicado, Dios
honró los esfuerzos de Moisés y del pueblo al descender sobre el mismo con su gloria
(Éxodo 40:34). El tabernáculo estaba estratégicamente localizado en medio del
campamento, como símbolo de la morada de Dios con su pueblo, pero
cuidadosamente salvaguardado para significar su santidad (Números 3:38).
Las muchas ceremonias de sacrificios del tabernáculo y del templo fueron instituidas
por el Señor mismo, como se registran en amplio detalle en el libro de Levítico. Por
medio de equipo físico y de ritos observables, Dios visualmente instruyó a su pueblo
sobre la realidad y gravedad de sus pecados y los medios para la expiación. Como se
nos recuerda en el libro de Hebreos, los sacrificios de sangre y otras prácticas eran
figuras de la muerte expiatoria del Señor Jesucristo.