Podlubne 2008 Escritores de Sur
Podlubne 2008 Escritores de Sur
Podlubne 2008 Escritores de Sur
Podlubne, Judith
2008
Tesis doctoral
de Sur.
El debate literario en la revista y su iñcidencia en los comienzos de
José Blanco y Sihvina Oeainpo"
14&DAU. E NOS
LY
d
(Mo 2008)
2
tT.'
1,
A mis amigas de otros lado María Celia Vázquez y Adriana. Mancini, la alegría de los
gustos comunes y el frrvor de las cbarlas y las discusiones dialogadas. A Adriana,
también, la generosidad con que me ofreció su bibliografia sobre Siillviana Ocampo
INDICE
Introducción ... 5
Capítulo II: 1940. La disensión sobre la novela. Borges contra Ortega: un episodio
ensudispotaconMalica--- 61
1.Larespues1aa0iteg .. 65
2. Eduardo Mallea, el noelisla de Sur. 75
3. La ofensia contra Malles.. ... 84
Bibliograifa. .. 291
5
114TRODEÍCCIÓN
amigos y colegas del escritor, que conocieran su literatura y su tarea como traductor y
editor. Pezzoni eligió contestar las preguntas por escrito y respondió a siete de las veinte
sociocullural que fue Sur" había cumplido en su caso el rol de una generación..
"Fenómeno complejo -agregó-- nada que ver con tui grupo determinado (los que
propuesto pocos años antes y omitía otro. En el ensayo escrito en 1976, mucho después
para reunir, sobre la base de "un acuerdo general [O...], un acuerdo de orden ético", a los
escritores más diversos y de ideas dispares. "LEs que hay algo -decía-- más distinto de
Mounier que Sartre, de Jean (ienet que Thomas Merton de Gabriela Mistral que Valéry,
de Borges que Martínez Estrada, de Alberto Gini que Mastronanli, de Victoria que
más amplio y trascendente. Algo de ese aflin disociador que transmite la afirmación de
Pezzoni, siguió resonando pera mi a lo largo de toda esta investigación. No hay dudas
6
de que, tal como lo demuestran los estudios de María. Teresa Gramuglio (especialmente
1983, 2001 y 2007), los miembros de Sur adhirieron a ima constelación de valores
plane político, ideológico y cultuml los mantuvo unidos durante por lo menos tres
importante de la revista. Esta. situación no impidió sin embargo que en el plano literario
heterogeneidades entre sus integrantes. El inléres por situar con precisión esas
y textuales en las que se manifestaron las tensiones entre ellas, orienté en líneas
A partir del ensayo que Jorge Warley incluyó en el dossier fundamental que la
revistaPrinlo de vista dedicó aSir, en 1983, ensayo que retorna desde el título el aspecto
de la afirmación de Bianco que Pezzoni habla omitido, la crítica coincide en señalar que
r
divergentes, representadas, por un lado, por los intereses morales y espiritualistas de
literarias de Jorge Luis Borges. El artículo de Warley prolongó las conclusiones que
Beatriz Sudo habla expuesto un alio antes en su célebre ensayo "Borges en Svr un
episodio del formalismo criollo", texto central con el que Prmto de vista inauguré una
nueva finca de lectura, interesada en revisar los prejuicios cern que los intelectuales de la
a la problemática de contenidos con fuerte tendencia moral que imperaba en sus páginas
la inflexión que él y (3imndo habían impreso a la vanguardia de los años veinte y que
podía resuminse en el interrogante sobre cómo escribir ama literatura que pudiese
peosarse argentina, desde la perspectiva formal y lingüística de una reflexión sobre las
operaciones del discurso. De acuerdo con esta distinción, Warley contrapuso los
negación (Pa inversión) de los rasgos que caracterizaban a. los principales escritores de
la del ensayismo moral de corte contenidista, que contaba con una presencia mayoritaria.
tendencias coexistirían en Sur sobre la base del acuerdo general señalado por Blanco, un
vista histórico y la lectura textual, el complctisimo libro de John King (1989) abondó la
núcleos ideológicos e intelectuales cómparlidos por sus miembros como las diferencias
estéticas que existieron entre ellos. En lo que respecta a las tumsfonnaciones producidas
que se abrió entre las das lineas que habían caracterizado Sarloy Warley. Por un lado,
circunscribió con claridad los momentos de ascenso y de repliegue por los que atravesó
la obra. de Mallea en Sur, a partir de un examen minocioso y reflexivo de la extensa lista
de notas y reseñas que recibió en la revista Por otro lado, advirtió el desplaniiento
- temático que sufrieron las colaboraciones de Borges desde los tópicos criollistas de sus
notas iniciales hacia los ejes centrales de una teoría del arte narrativo que estaría en la
base de su práctica artística desde fines de los anos 30.. EL reconocimiento de este
cambio impuso a los estudios posteriores la necesidad de repensar los términos en los
que Warley había planteado iniciaimçnte la diferencia con Maltea En adelante, esta.
rasgos vanguardistas de Borges, sino entre los nuevos intereses de Borges por la
literatura. En relación directa con este cambio, el libro de King introdujo la idea de que
el desarrollo de la nueva teoría sobre la narración presentada por Borges fue, en gran
parte, 'tma práctica de grupo" en la que intervinieron Adolfo Bioy Casares, Silvina
Ocampo y, en menor medida, José Bianco. Revisé la participación que cada uno de
estos narradores tuvo en el interior del subgrupo y concluyó que fue justamente el
revista corno ima alternativa estética de peso. Grarrnrgio (1989) prolongó esta
conclusión en su artículo sobre Borges y Bioy en Sur al afirmar que la red de textos que
operativo que, junto a Silvina Ocampo, organizaron desde afuera para crear las
manifiesto grupal y disperso, en tanto va lanzando una poética que disputa el espacio a
FA
Los últimos artículos de Graznugjio (1999, 2001, 2001a, 2004 y 2007)
King sino también, de la renovación de los estudios sobre Sur que sus propios ensayos,
imito a los de Beatriz Sajio y Jorge Warley, impulsaron desde las páginas Punto de vista.
Estos artículos se apoyaron en aportes parciales de los estudios anteriores para elaborar
y proponer una perspectiva inédita sobre la actividad literaria de los aíios treinta Su
propuesta consistió especialmente en "leer los años treinta desde Sur" a partir de tres
hipótesis. Una, que lo nuevo de esos años no fue, como la crítica repitió tanto tiempo, el
ensayo de interpretación nacionaL Los alios treinta fueron, desde su punto de vista, una
litera ira argentina. Des, que lo más representativo del cambio literario en esos apios fue
en el corazón de Sur Tres, que otro rasgo novedoso fue la intensidad de los debates
dividir posiciones de mi modo hasta entonces original. Dada la importançia que todas
estas cuestiones adquirieron en sus páginas, concluyó (hranmglio, cabe afirmar que lo
directo— sus argumentos insistieron en que Sur fue "rin banco de pruebas, vehiculo
privilegiado y agente activo" de la operación que Borges, Bioy, Silvina Ocampo, y más
tarde, Bianco, desplegaron para desplazar del centro de la escena una poética de la
imperativos morales, representada por Mallen y compartida, entre otros, por Victoria
Ocampo. Los recientes estudios monográficos dedicados a la revista —me refiero a los
lo
libros de Nora. Pasternac (2002), Rosalie Sitman (2003) y Nancy Calomarde (2004).-
consenso crítico general reunido en tomo a la idea (fommlada por Warley y reorientada
por King) de que en la revista convivieron dos tendencias ("zonas", "lineas", "polos"..
ensayísticas de sus escritores. Una moral lm,,wnista, defendida por Victoria Ocampo,
Eduardo Mallea y Guillenno de Torre, en estrecha sintonía con el debate de ideas que
atraviesa la revista desde mediados de los aflos treinta, y una moral formalista con la
que se identifican Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y su grupo de seguidores, en
los ensayos, notas y reseñas, que publican dentro y fuera de Sur, sobre todo desde
anterior, sostengo además que la primera mitad de los años cuarenta constituye el
proponer que las tendencias que la crítica identificaba, de un modo difuso, como lineas
pensar y situar con claridad contra qué otras concepciones o ideologías literarias se
también valor" (Bairthes 1986,20), de que toda forma presupone un ethos determinado y
constantes del estilo, que envía, a la Historia. y a laposición que se torna frente a ella
Por otro, la idea, derivada de la anterior, de que las "escrituras" (se podría decir también,
las poéticas) son "morales de la forma literaria". Es decir, remiten a la elección que un
valores en que los escritores más representativos fundaron sus juicios literarios. La.
cómo los integrantes de Sur respondieron a la pregunta acerea de la función del escritor
y del arte en general, pregunta que condicionó de manera medular el debate literario en
término, el vinculo indisociable que la moral humanista proclama entre la 'p rsona'' y la
obra del autor (el sentido y la importancia que los integrañtes de Sur le otorgan al
altos valores del espíritu y, por íjltimo, la adhesión a un modelo expresivo del lenguaje
conflicto con las dos tendencias antagónicas entre las que se habrían debatido, de la
persistían ante la crisis mundial los defensores del arte puro, por un lado, y el
alternativa equidistante de tos efectos desbumanizadores que los escritores de Sur les
novelística de Malles, en tanto expresión inmediata de los valores que definían esta
moral, alcanzó en el campo literario porteño, los ensayos, las notas y reseñas de Borges
y Bioy Casares proclamaron una definición de lo literario y una poética del relato
1982, con el carácter decididamente polémico que Giordarro (2005b) le atribuye a este
13
calificativo en su lectura del texto de Sano.. De acuerdo con una perspectiva que acerca
las intervenciones de Borges a la tradición adorniana del ensayo, Giordano afirma que el
formalismo borgeano pone en juego "un sentido menos doctrinario que polémico,
taxativamente qué deben ser la literatura o un género, que [con el de] impugnar criterios
artificio literarios que Borges y Bioy Casares emprenden, junto a otros escritores de Sur,,
Bianco y a Silvina. Ocampo, según se verá, luego, tiene, en el caso de Borges, un alcance
humanismo literario, sino también a objetar los criterios propios del nacionalismo
la poética narrativa que la literatura de Bioy Casares define entre La invención de More!
(1940) y los cuentos de La (rama celeste (19481 pero no explica (no, al menos,
suscriben los humanistas, para afirmar, en una dirección heterogénea a la que regula las
mitad de los años cuarenta el periodo de mayor tensión entre las morales liteiwias de la
126, en el que participan, con excepción de Malles, muchos de sus miembros más
importantes. La respuesta débil y muy poco convincente que Borges dirige contra las
valores en los que venia insistiendo desde la década anterior. La ofensiva contra la
"novela psicológica" se presenta menos interesada en cónfrontar con las tesis de Ortega
(muchas de las cuales se revelan próximas a las postulaciones de Borges) que en valerse
de una versión simplificada de las mismas para cuestionar en forma oblicua esa variante
que tienden indirectamente a corregir los criterios formalistas con los que se identilica a
voces más reticentes no se esfuerzan por disimular sus repares a la finta de vitalidad y a
de Borges en la polémica sobre Ja novela expone sus difrrencias con las valoraciones
explícita, según los participantes de que se trate, las reservas humanistas con que la.
suele incwiir la crítica especializada, sobre todo la más reciente, al afirmar que en la
década del cuarenta "Sur fue la revista de Borges" (Pasteruac 2002,233). Estos estudios
como la simple sustitución del "modelo Mallen" por el "nuevo paradigma" impulsado
realizo del debate "Moral y literatura" sostiene, por un lado, que la declinación del
dispone en su contra que a la insistencia con que, más allá los cambios operados en
16
introduce rio sólo en Sur. Por razones radicalmente lreterogéneas, tanto Maltea como
Borges quedan al margen del amplio acuerdo de base que la mayoría de los escritores de
tendencias, especialmente franceses, impulsan contra la. llamada 'crisis del lenguaje"
marco de este acuerdo, la literatura que José Bianco publica en Sur desde mediados de
los años treinta, resulta la más representativa de los intereses estéticos que predominan
modo en que la tensión entre las morales literarias coexistentes en Sur incide, de manera
diferente en cada caso, en los comienzos de las búsquedas iramitivas de José Bianco y
especialmente al interés por establecer las distintas formas en que se realiza esta
incdencia, con el propósito de revisar los lugares que la crítica les atribuye a ambos en
el interior del subgrupo liderado por Borges y Bioy Casares. Una marcada divergencia
en los modos como Bianco y Ocampo mienden a las intimaciones de las morales
17
estéticas decide las distintas orientaciones que tendrán sus obras literarias. Mientras la
Silvina Ocampo, a fuerza de indiferencia más que de deliberación, abre una perspectiva
hacia afuera, que excede las determinaciones de &í. La hipótesis que organiza mi
lectura de Bianco retorna y sitúa en el contexto de las tensiones que atraviesan la revista
una de las ideas principales que guían la interpretación de su obra que propone Prieto
conjunto de articulos que Bianco publica en el diario La Mación, desde principio de los
altos treinta y durante los años en que se inicia su particiapción de Sur. Se trata de un
corpus pequeño, hasta ahora nunca explorado, en el que se advierte con claridad el giro
Sur: el comentario puntual de una novela póstuma de Leo Ferrero, que publica cii 1935,
y el extenso artículo sobre las últimas obras de Maltea, que aparece al alto siguiente. Por
basta Las ratas. Los des últimos momentos son los más importantes en el curso de esta
investigación.
Como ocurrió también con tos artículos de La Nación, y con la mayoría de las
notas y reseñas que publicó antes de los, años cuarenta, Bianco no incluyó los primeros
desatendidas hasta el momento por la crítica especializada,, permite reponer una imagen
de escritor más compleja que la que construyó Borges en la reselia a Los ratas, y con la
que el propio Bianco quiso que se lo identificara desde entonces. Una imagen en la que
"escritor agonista" que Mallea postula ese mismo aflo,, propone el ideal del novelista
crítico que usa reflexivamente los recursos narrativos al servicio de fines trascendentes.
Esta deftnición, en la que se advierten las influencias de Oscar Wilde, sobre el carácter
entre ficción y realidad y la función del escritor. El ensayo que Bianco dedica luego a
deja de observar, con cautela, los reparos estéticos que le merecen sus narraciones. En
Sobre el fina!, advierte la falta de distancia crítica con que Mallen construye sus
personajes y los riesgos que esto supone para la realización artística de sus narraciones.
Mientras el primer articulo afinna el interés por una especificidad literaria subordinada
a los alcances superiores de la obra, el segundo manifiesta las prevenciones hacia una
literatura que, indiferente a los aspectos formales y constructivos, sólo atienda a sus
proyecciones espirituales.
colaboraciones ensayísticas que Bianco escribe a fines de los años veinte en la reisla.
al de sus primeros textos críticos. Como señala Juan Gustavo Cobo Borda (2004), en la
única lectura que se realizó de estos cuentos basta el momento, el volumen expone una.
que encarnan rasgos propios de los estereotipos de ese período. En todos los casos, la
signo de un temperamento mundano, atraído por los aspectos oscuros y lzangresivcs del
maL La marcada inflexión moral que asumieron luego las preocupaciones intelectuales
sigue a sus primeros cuentos y que sella su iniciación narrativa en Sur, se aparta del
inadvertida para la crítica Narrada en primera persona, cuenta los recuerdos de inIncia
Maltea y María Rosa Olivier, entre otros. Más específicamente, es un texto que paiticipa
de la serie de relatos, identificada por David Viñas (1974b), que cuentan las estrechas
relaciones que se establecen entre el niño de la casa y los criados. Aunque luego Blanco
elija olvidarlo para poder ubicar sus comienzos en 'Sombras suele vestir", Siete años"
es el primer relato suyo que los escritores de 5w- leen con cordial aceptación.
definitiva como narrador de la revista. Por lo general, la crítica (Yúdice 1976y 1980,
Stem 1979, Prieto Taboada 1980 y Rivera 1981) reconoció en estos relatos una.
manifestación particular de las variantes genéricas del fantúslico y del policial que
)
Prieto Taboada (1986), con el objetivo de argumentar cuiles fueron las razones que
hicieron que ambos relatos convocaran la aprobación de las distintas perspectivas que
de una verdad superior, tan ambigua como irrenunciable, confbrme a la que se ordenan
ver a los lectores lo que, por distracción o resistencia, les pasó inadvertido. Antes que
recorrió el debate literario de Sur, Bianco conjugó su atención hacia los mecanismos
formales de la literatura con el doble imperativo monil de ercribir y cotzsiruir bien. Dei
literatura, que manifiestan estas narraciones, sus comienzos describen el camino que lo
oportuna distinción de Noé Jitrik (2004,632), diría que así como la literatura de Bianco
recibieron su primer libro de relatos. La lectura que presento se inicia con el análisis de
la conocida reseña que Victoria Ocarúpo escribió en Sur cuando se publicó Viaje
olvidado (1937). El interés en esta reseña responde a dos razones diferentes. Por un lado,
al hecho de que con ella se inaugura una tradición interpretativa que identifica los
segundo eslabón de esta tradición que se extiende, con matices, hasta los críticos
2005/2006). Por otro, a Ja convicción de que esta nota localiza y transmite, de un modo
acertada analogía que, más allá de sus intenciones admonitorias, Victoria registra entre
infinicia, sueño y relato anticipa la idea de que una voz incierta e impersonal nana los
Baldeiston 1983, Pezzoni 1986c, Tomassini 1995, Amicola 2003) en tomo ala idea de que
(1995) es el ünico que proporciona una descripción global del proceso enunciativo en los
eiirañamiento a que se ve sometida la perspectiva del relato, que a la extrañeza de una voz
para comprender el sentido de este desplazamiento. En la mayoría de los casos, los cuentos
ji fT
metamorfosis que la ocunencra de los recuerdos y los suefios provoca en los protagonistas.
desmañada, que caracteriza la lengua de estos relatos, corno el carácter asociativo, laxo,
perspectiva evolutiva en que se leyó este libro basta el momento, se puede considerar
que las formas de 'izjc oh"ídado son variantes iniciales o embrionarias de un modelo
siguiente libro de relatos de Ocampo, desarrolla la idea de que estos cuentos conforman
formalista del relato que manifiestan sus transfoniraciones técnicas y temáticas así como
también los cambios que se registran a nivel de la lengua y la sintaxis oracional exhiben
responden a las intimaciones que esta narrativa recibe desde las morales instituidas en la
rastros de las anomalías estilísticas que distiguen a Viaje o!vidado, los cuentos acreditan
indiscernible ambigüedad que domina las voces narrativas de sus primeros cuentos, y
cuyos efectos contaminan todos los niveles del relato, cede su lugar a la duplicidad
éscritora de Sur, emplea técnicas y procedimientos que su narrativa abandona luego por
alejado del cálculo y la disciplina compositiva, en d que las voces ambiguas y excesivas
de Viaje olvidado reaparecen en personajes que hablan una lengua nueva marcada por
con la literatura de Bianco, cuyos mejores relatos se explican a partir de los valores que
una de las más impares de la literatura argentina, se desprende de las circunstancias que
excepcionalidad. En ese extenso arco de posiblidades lieterogúteas que se abre entre lo que
los cuentos de Silvina Ocampo, reside la complejidad y la riqueza de una revista que,
como advirtió Francine Masiello (1985, 301 fue el jirnun de los debates literarios más
PRIMERA PARTE:
DOS MORALES LiTERARiAS EN TE1NS1ÓN (SUR 1935-1945)
CAPÍTULO E:
Compromiso espiritual e independencia creadora.
lJna moral humanista para la literatura
también de un modo concomitante que los problemas telafivos a esta esfeia, se vieran
amplio, comó la forma que exige una toma de posición ñieiudibleen el marco de un
conflicto ideológico específico. Al igual que pata tantos otros intelectuales argentinos y
problema en tomo del que se ordenaron poza los miembros más destacados de Sur lodos
1 Estas afinuaciones retoman las ineludibles condusiones de (lnaomg$io (1986, l9ay 2004).
27
los demás, fue definir cuál debía ser la función del escritor y de la literatura, cuáles sus
relaciones con la sociedad y el poder politico, en un. contesto cada vez más dominado
1. Santos y agonisins
Las primeras respuestas a esta cuestión que dieron los integrantes argentinos de
NatumLeza y limite de la influencia de tos escritoits" Con las diferencias y los estilos
propios de cada colaborador, estas respuestas pueden leerse como una toma de posición
compartida frente a dos actitudes para ellos custioasblcs en que incurren los escritores
que persisten los interesados en reivindicar los derechos de la creación pura y, por otro,
deiecha, a la que suscriben olros. En 'La mujer y su exjxesión", el ensayo que Sz,r
los escritores asuman una responsabilidad moral fiente a lo que esta ocurriendo.
Algunos párrafos antes habla explicado en qué consistia la delinción entre ambos.
wi
Carlyle, en todo verdadero hombre de letras hay siempre ana. sanlidat En tanto héroe,
el escritor vive en la esfera de la Verdad. Divina y Eterna, que existe siempre invisible
para la mayoría sometida a lo Temporal y Trivial (la mayisculas son de Carlyle) Todo
su ser proclama con sus actos y sus palabras la peiiencia a esta esfera y es justamente
esta profunda comunión entre su vida y su obra la que otoqp legitimidad a su prédica.
De alli que, siguiendo sus ensefíanzas,. Ocampo sostenga que mientras el artista no
distingue las figuras del escritor ogonista y del ecriIor espriador que Mallen postula
el ensayista sostiene que mientras el escritor espacIador es aquél que antepone los
Como el santo o el héroe, el escritor aganísta encarna el tipo de naturaleza moral que
requieren los acontecimientos del Inomentoy su función reside en lo que Mallea define
9 'Cicrto encidopedismo, cierta frialdad lúcida, cierta iirinosidad formal, cierto clasicismo -
anuncia Maltea (19351,, 12) sin piivarse de su babitual tono apocalíptico— tocan hoy su fuL Son
atmósferas facticias abolidas en una tierra donde el clima ba cambiado y donde lo que antes era
proceso lento del llornbft hacia sus fines es hoy wgente llamado al espíñtu, a la pasión y a la
voluntad."
31
fundamento de toda la lwmanidad y no debe por tanto ceder a las verdades parciales y
provisorias que le dictan los mandamientos politices de lamo —tal la conocida. "truición
de los ntelectuales", que Benda demmcia a fines de los años veinte y que alcanza gran
notoriedad ea Sur durante Las dos décadas siguientes—. "La difrrencia entre el escritor y
citado editorial 'Posición de Sur" que aparece en el nimero 35 como respuesta directa a
Como señala John King (1989, 81), si bien distintas fuentes de pensamiento dotaren de
sustento intelectual a esta postura —La traición & los in!declwiies de Julien Beoda y La
rebelión de las miusas de José Ortega y Gasset resultaren sin dudas dedsins y sus
también de Eduanlo Mallen y de Guillermo de Tone, por mencionar sólo algunos de los
nombres más representativos de este momento. Enjulio de 1936, pocos meses antes de
que Jacques Maritain llegase a Buenos Aires, invitado como miembre de la delegación
francesa al XIV Congreso internacional de los Pca Clúbs, Srir publica su Carta sobre la
2 Para apreciar la complejidad que reviste esta. posición. consultar Gramuglio (196 y 2004).
33
(término que,, como sostiene Pasternac, podría en este caso intercambiarse por el de
autonomí& 114 Esta. posición es la que expone también en el congreso de los Pca Clabs,
crear 'íonnaciones políticas de inspiración cristiana", que redescubran los lazos vivos
entre la política yio espiritual, entre la política y la moral", y que animen £trna actividad
5 Pam. una cónica.miauciusadd congreso ver Gálvez (l%2) y tnatbién Giusli (1965). Pava una.
lectuni crítica, Patout (1990) y Manzoni (2005, 2006a y 2007)..
acuerdo que los personalistas mantienen en este punto con sus teorizaciones..
Maritain y sus seguidores participan del 'modelo normativo del intelectual verdadero"
(Altamirano 2007,40) que inaugum el manifiesto contra la traición de los derct Como
Esta "función de libedad", que es en realidad una. "tnisiót" en tanto implica, el ejercicio
deunpoderespiritnal (Mlamñano200l,32),noselcgitimaparaBendayMarilainenla
argumentos que, en lineas genezales, nuclean a los iniembas de Sur 7t El ailiculo sitúa
la discusión entre el arte independiente y el arte al servicio de las causas políticas,, una.
discusión a la que considera la polémica esencial de nuesiro tiempo" (de Torre 1937a,
93), en el contexto específico del enfrentamiento entre los representantes mxirnos del
í WrTiItlf iiit]
3 .
inmanente de su ser", luchan de un modo rotundo por la defensa de la. soberanía del
- sobre Rusia. Tenía que ser así porque Gide es la sinceridad personificada" (Ibídem,
aprehensión del mundo" (Panesi 2000, 55), resulta el valor principal que los miembros
Guerra, la revista publica, por imciativa de Eduardo Mallen y Carlos Alberto Erro, un
explicitas y tácitas entre si, que la lectura de Pasternac (2002, 21-53) analiza con
expresión de nuestro tiempo", un ensayo que prolonga sus tesis anteriores en un estilo
intelectual se transforme en lo que ahora él denomina una éffica creadora, una moral
Mallea denornina la "vocación de humanidad" del escritor. Así como, para Benliaeff,
los intelectuales deben tener "vocación social" y "servir a la justicia por medio del
2 En "La misión de ls.intdeetuales", el artículo que Mallen y Erro inchiyen en este número de
la revista, Bcrdiaeff distingue la "vocación social" del n iub. social". "Un intelectual,
pensador, eseritor, artista, tiene una vocación social; no puede permanecer indiferente ante lo
que ocuire en el nmndo social. Todo lo social está pmnrdamente ligado, positiva 0
38
"Lo que sirve -afirma Malles, especificando la forran que para él debe
adoptar el compromiso espiritual- es que el artista. [ ... J produzca la
expresión total de irnapersona, o sea de un estado personalmente dramático
y no sólo inlelectuahaente dramático [... ]" (1938a, 32).
2. EJ "hombre-autor" en Ja obra
marco de del intenso debate de ideas de estos ans, los miembros principales de Sur.
indelegable, la literatura es valorada ame lodo corno el ámbito en el que el autor exprezs
más
obra la obra e[s] una traducción del hombre",. afirma Ocannpo (1956,206), en la misma.
dirección en la que Mallea escribe "La persona del autor vive hoy más que nunca en su
creación" (1935b, 25). Para ambos, la obra literaria, es siempre una prolongación del yo
importa en ella, y la dma de una grandeza moral que está más allá del puro mérito
IÍ4t1,
Ocampo, de que el autor forme un bloque con lo que escribe, de que se pase dci autor a
Lawrence, deben protegerse de las alrocidades de] momento) son las que escriben los
pensamiento, entre vida y obra, los acerca al ideal de santidad y los transforma en
Esta apelación al valor arquetípico de los autores, sobre la que Ocampo vuelve en varías
los modelos de Max Scller, que ella conocía ininy bien seguramente a través de
~£P_24
En su libio Modd y jefrs. E! unto, e! genio y d héroe, Scheler dasifica a
los grandes irombres de la historía, a partir de cinco tipos pasadigmálicos, entre los que
se cuentan los consignados en el título del volumen. Mientras el santo, portador de los
24Ortega no sólo dilloiidió d pensamiento de Max Sdekr desde la RevLtii de Occidente sino
que además publicó ea la editorial del mismo anmbate las primeras traducciones al espaoI de
seis libros del antor, lo que contribuyó a que su fenon~~ y su estudio de los valores se
propagara tanto en Espafia como en América Latina Sobre br influencia de Ortega ca el
pensamiento filosófico entíao, consultar Media (199
4!
plano "El bombre que ninrió (D. FL Lawrence)" (19321 "Virgina Wool1 Orlando y
CW' (1937b) y "Emily Brunt (Tena incognita)" (19381 sus más logrados ensayos de
estos años, son ejemplos elocuentes de la perspectiva que gnia sus interpretacion&1 En
Desde una posición que poco tiempo después definirá, siguiendo a Virginia Woolf,
como la posición del common reade?, Ocampo suscribe a una forma de leer
admiración hacia los autores. Una forma guiada por el gusto personal, que no reconoce
método ni disciplina, alguna, y que concibe las tibias literarias como mr 'pietexto" para
hablar de las calidades humanas del escritor, de sus inquietudes y preocupaciones más
discurso inaugural al Congeso de los Pen Clubs para advertir sin dificultades cómo su
adhesión a la misma desconoce en gran medida el alcance innovador que esta idea posee
de los escritores.
reader invocada por Ocampo retorna, sólo de manera parcial las características que
29 Esta expresión alude, como pimtualiza Virginia Woolf en el ensayo que la lleva por tiurdoy
quedanonilasulib,auuaqueusaSairndJohrrmen9fidadcGray', imo&losleslos
de Lives ofihe EngiiNh Poetv.
43
que Ocampo repite casi textualmente en su respuesta a. las objeciones que Marinelti le
presenta durante d congresJ O y sobre las que welve en Virginia Woolf, Orlando y
sentido distinto al que les atribuye el Dr Johnson. Si bien para los dos la finalidad de la
lectura es el placer, el ntodo en que cada uno concibe la rliracíón del mismo difiere de
proviene de que lo que guía al lector común es un instinto para crear por sí mismo,
un hombre, el esbozo de una época, una teoría sobre el arle de escribir" (1998, 216).
Leer es, Ial como ella diramatiza en este enunciado, entrar en contacto directo e
inmediato con el autor, experimentar con intensidad la acción de sus palabras.. Más aún,
áutor y lectot La realización de este pacto es condición previa para que se cumpla el
Contra esta furnra de relación basada en la plena comunión de los sujetos literarios
dirige Mariiuetti sus críticas al ideal del common reader presentada por Ocampo.. Sus
objeciones trascienden sin dudas la impugnación puntual de esta figura para combatir a
Más allá de las notables diferencias de estilo que los separan de las lecturas de
Ocampo (la gandilocuerucía malleana está, podría decirse, en las antipodas de la fluidez
del estilo ocampiano), también los ensayos sobre escritores que Mallen publica en Sur
durante estos silos presentan un interés central en Ja persona del autor. Tanto el articulo
que escribe sobre Kafka (1937b) como el que dedica a Chesterton (1940b) resultan
Ver al respecto, - Al margen de Ruskin Algmas reflexiones sobre la lectura" (Ocampo 1981,
4047).
45
ascendente del escritor hacia ese estadio superior de bumamd&L La misma vocación
máxima realización lo acerca su muerte flsica. "Pudría decirse de ¿1— escribe Mallen
(Ibídem, 20)-- que su gran sed era entrar de una vez [ ... 1 en las circunstancias
sobrenaturales y divinas accesibles para un más alto estado del hombre, zona tan lejana
del ir y venir distraido de nuestros espectros pragmáticos?' Hay un "Kafka eterno" que
U UIut(
cada cual a su modo, simboliza el ideal del "escritor agonista". Kafka, "el hombre de los
mil combates, de las mil agonías" (Ibídem, 19), concentra todo su esfuerzo en la lucha
por dar expresión a las obsesiones que lo atormentan desde rrio y que son, en su caso,
síntomas de la existencia de una vida superior. Por eso cada uno de sus personajes,
Lo
profimdidad presciente, una puerta, abierta hacia considerables, distantes territorios que
(Ibídem, 20). Ia lucha de Chesterton, menos solitaria, más expansiva que la de Kafka,
en una pelea contra las apariencias de la razón, contra la mera razón especulativa que
intelectual frente a los prublemas tradicionales del hombre le resulta una posición
sustancial, armada de sus atributos más cándidos" (Maltea 1940b, 23) Tanto en un caso
obras a la caracterización moral de sus autores. La literatura, se torna sin más una prueba.
ante los libros -escribe en ifistoria de ruta ¡asión tuy,entina (1994, 135)— sino
tratándolos como personas?' Al igual que para Ocampo, para Mallea, la escritura 'o es
superficie dina y transparente, a través de la cual la voz del escritor, una voz
47
"manera de pensar en alla. voz" (Ocampo 1935c, 21),, ána tarea. "confesional y
liberadora" (Rosa 1987, 129) en la que un yo, aprewiado por la necesidad vilal de
para ella, como para, todos los grandes poetas. Emily no sospechaba que
aquellos a quienes su poesía se dirigía —sin sabeilo ella—, sus lectores natos,
nunca tendrían la impresión, al leeda, de echar una ojeada indiscreta en su
vida., sino de echar una sonda en sus propias vidas" (1938,26).
Br~ entabla con sus lectores proviene, para Ocampo, del valor ecuménico que poseen
sus poemas. Como todos los grandes poetas, ella cuenta cora la capacidad privilegiada
dehablardelabumanidadahablardesimismaEslacapacidad.,enlaquesefrnrdala
creencia en la misión moral del escritor, es la que Ocampo y Mallea reclaman también
moderno, señalan Cl~ y Peter Búrguer (2001. 92), es aquél que a través de la
femenino— la cuestión renúta a menudo a los lénninos era que el problema se planteé
en sus comienzos.
12), el uso de la primera persona. Para ella no hay, como pretende Pascal, indigaidad
alguna en que Montaigne bable demasiado de sí mismo [.. 1 puesto que cada lbre,
lleva la forma entera de la condición Inimana', ¿cómo podri hablar de si —se pregunla
Victoria con una intención claramente retórica— sin hablar, por este mismo hecho, de
los demás?" (Ocampo 1931, 9). La sentencia de Pascal, Le mci es, haisable, encierra
desde su punto de vista ima contradicción de la que el piopio autor no está exento..
"Desde el momento en que escribimos, estarnos condenados a no poder hablar más que
de nosotros, de lo que hemos visto con nuestro ojos, sentido con nuestra sensibilidad,
comprendido con nuestra. inteligencia Imposible escapor a esta, ley" (ibídem, lo). La
primada del yo no impone sin embargo al escritor mr recogimiento autorzeferencial sino
que conforma una vía de acercamiento a los otros. Al reflexionar a: fondo sobre sí
mismo, ósto es, al despojarse de los errores a que lo conduce el amor propio (con ánimo
místico y un tono más sentencioso, Millea (1994, 197) diii "al destenarse a la potria
interior"), el sujeto alcanza el camino que lo flexa hacia los demás. "Un hombre no
conoce de los demás hombres, en definitiva, sino lo que ha. aprendido a conocer de sí
mismo y de sus s nejara y desemejanzas con los diversos tipos humanos" (Ocampo
1931, lO). El ejercicio de la primera persona funciona corno una introspección moral
destinada a tender un puente hacia el encuentro yla comunicación con los pores.
actua como intérprete (corno portavoz, precisa Derrida) de ese habla originaria, en sí
Malles declara "Be querido despojar a este discurso de cualquier pretensión estética, a
escribir estas líneas, estoy con vosotros al leerlas. Quiero que esta confesión sea, ante
todo, un acto huma; menos que nada, un acto literario" (1935c, 13), sus afirmaciones
sintetizan, con una concisión inusitada, las aspiraciones en que se suslenta la concepción
lenguaje conserva intacta una fuerte raíz religiosa que lo impulsa a reclamar el retorno
el esczitor debe renunciar a los engañosos artificios de la letra, a 'sus alardes adjetivos,
El juego equivoco y transitorio de las ideas (de las ideologías) debe ser reemplazado por
la perdurabilidad esencial del verbo, por "la médula de la expresión justa [ - -] dicha y
redicha sin cesar desde la primera edad de las edades" (Mallea. 1947, 211). Cumplido
este anhelado retorno del lenguaje a su condición originaria, liberado el escritor del peso
la vehemencia irreflenable del contenido —o, para decido en sus términos, la creencia
de que la forma no es sino et espíritu en plena posesión de sus vías" (Maltea 1935c,
una altemaliva categórica, en la que la dimensión estélicá se funde por completo con la
escribe:
modo indirecto al diaguóslico que, algunos años antes. en 1925, Ortega, y Gasset. había
" En el mareo general de este debate se inscribe lambida la disngáúo de Ocampo yMaziuefti en
el Congreso de los Pen aubs. Hay que recordar que el caso de MaManné es justamente uno de
los principales ejemplos que Marinefti ofrece para discutir la posición de Ocampo. De sceptarse
la tesis ocampiana de que el ideal de un escritor es escribir para el lector común, sostiene
Marinetti, un existiría un hombre como Maflarmé" (A&VV. 1937,48).
's
53
diferenciales del "arte nuevo". Ortega encuentra que la nota característica de la "nueva
estilo". "EstiliZación -escribe Ortega (Ibídem, 368), acuñando una fórmula por la que
que recordar que su ensayo busca presentar un panorama de las artes en general y no
que consigue liberar al poema de la cetrtnrlidad que el hombre -esto es, ci poeta ea
quería ser siempre un hornbre el poeta joven, cuando poctiza se propone simplemente
ser poeta Para el arle nuevo, "el poeta empieza donde el hombre acaba". De átli que
Ortega sostenga. que "Mallanné fue el primer hombre del siglo pasado que quiso ser un
pura expresión SonoTa, es decir, contra la desaparición elocutoria del poeta" que
formales del arte y de su finalidad moral. La integración solidaria de los medios y los
fines, la ajustada relación entre las formas expiesias y el alto contenido hwnano del
pensamiento expresado, conforman el ideal lftenirio con el que ella enfienta tambión bis
55
'Hay en Los' siete pilares todos los elementos necesarios a la gran literatura:
forma y contenido. Habría sido inútil que Lawrence Irniera cosas que decir,
si no hubiese sabido manejar las palabras lo mismo que sabia manejar a los
hombres, su libro seria inexistente en cuantó obra de arte como los de tantos
dictadores; si no hubiese sabido más que manejar palabras, sin otra
preocirpación ni otra necesidad que la de construir fiases para
sorprendernos, su libio habría sido algún 'aholi bibelot d'inanité sonon,
como los de tantos escritores" (1963,25).
escribe durante 1941 y publica al año siguiente. En esta oportunidad, no sólo su crítica a
Mallarmé se ha vuelto explícita (el conocido verso del poeta, se ofrece como un
disponer de las palabras, sorteando con éxito los riesgos que se le presentaban en ese
momento. Por un lado, el de confundir la forma con un fin en sí mismo y hacer del
juego el fundamento exclusño de su arte; por otro, el de rebajar la calidad de los medio;
Sobre los riesgos que encenuban estas das altematias, Ocampo habla advertido
38
Según consta en (kampo (1941c) se trata de una crmferuncia pronunciada el 3 de octubre de
1940, a pedido de. la Embajada Británica y de la Asociación Argentina de Cultura Inglesa, con
motivo de la exposición de libros Ingleses que se realizó en Arnigos del Arte". Publicada.
originialmeute en Ocampo (1940).
56
porque Fa realidad es muy otra. Poco [es preocupa a los tolalilarios la verdad
o la mentira, la calidad del contenido de una obnt su arte al servicio de la
propagnda lo prueba" (1940, 15).
El riesgo máximo con que amenaza el arle paro, su capacidad para transmitir ideas
controvertidas en finuras atrayentes, convete con el, peligro que encierra la literatura al
servicio de las causas políticas., en el profundo desinterés por lo que Ocampo denornina
la "calidad del contenido". La fórmula alude sar dudas a esa "calidad de humanidad"
que conforma para ella la materia inevitable de la gran literatura La indiferencia que los
artistas manifestan por los problemas esenciales del hombre es congruente con el
anticipa lo que en esos días Ocampo había estado leyendo en Roger Caillois. En una
filut cuya intención principal era transmitir un mensaje partidario: la exaltación del
A distancia de uno y de otro, —aun cuando esa distancia, se realiza para. Ocampo
de un modo particular en cada caso: mientras su diferencia con los artistas no le impide
57
cierto punto de contacto con la posición que (]uillcnno de Torre, un estudioso de las
críticas que, como anticipé, Antonio Sánchez Bazbndo dirige contra este ensayo de
Torre publica en el nírmero 37 de Sur "Por un aitte integral" (1937d), un texto de clara
fascista y comunista pero ratifica su convicción de que los ,,,edios utilizados por ambas
como en los dictaduras fascistas, insiste, han sido suprimidas la libeilad de expresión y
libertad individual ysus criticas contra el arte y la literatura dirigida obedecen al temor
por ver naufragar la "estética nueva". Frente a esta acusación, y sin renunciar a su
manifiesta su anhelo de un arte integral que supere tanto la estrechez de contenido que
se les atribuyó (no siempre con razón, según deja ver su comentario) a las escuelas de
vanguardia, como la regresión formal a que conduciría siempre el arle dirigido, ial como
trata para él de construir una alternativa que fusione la 'rcnovación literaria" en la que
estuvo desde siempre interesado con la "renovación humana y social" que exige la
situación mundial en ese momento. 'El arte nuevo, —afirma (1bíd 63) - si nuestra
civilización [ ... ] no perece tolalmenle bajo las bombas y los gases de los que
ambos términos".
también de Torre aspira a establecer un lazo annónico entre las exigencias formales del
entre ellos: mientras de Tone muestra una admiración persistente y nostálgica por las
logradas estos años penúltimos" (1937d, 58), ()campo manifiesta. un invariable gusto
clásico por la transparencia y la fluidez del estilo; esta diferencia no impide am embargo
que los dos coincidan en impugnar la gratuidad literaria y en ponderar una estrecba
una doble aflrmaci& así como la forma no debe convertirse en un fin en sí núsmo, la.
finalidad moral del arle tampoco puede cumplirse sin atender a la calidad de los medios
calidad del contenido. La forma es un medio al servicio de los problemas esenciales del
hombre" y obtiene su sentido, es decir, su valor, del encuentro ideal con los contenidos
que expresa Las palabras, escribe, son "instrumentos de precisión adecuados al fin que
disposición que ellas manifiestan para disimularsc ante los significados que transmiten.
41
Pam una e actemización del modernismo civilizatoño, ver Aguilar (20021
59
dan lugar a que los contenidos se presenten a si mismos como verdades plenas .e
quien,aempoqiecetificaelvalorlitñodelaobra,ladotadeunatzascendencia
cuidado que merecen los medios literarios, tanto la posición de Torre como la de
fundan en la capacidad de la forma para operar como vehículo de una materia que la
42 En su ensayo 'Misieúos poéticos", de Tone (1931, 209) alertaba, sobre los excesos en que
habían incurrido muebas de las experiencias poéticas vanlistas. [.. J la reacción
dignificadoni de la poesía, la rehabilitación lírica operada estos últimos años en todas las
lenguas ha sido muy intensa y radical, llegando quizá a limites excesivos. No es la ocasión -
escribía—de detallar esas etapas que están en la memoria de quienquiera haya seguido de cerca
los últimos experimentos líricos. Se ha ido tan lejos que las fionteras de lo inteligible quedaron
casi borradas. ¿Causas? En primer término la extensión de las posibilidades temáticas basta
mieras zonas de la realidad recién adquirida -cubismo, ubralmio- y luego el ejercicio del
automatismo psíquico, la apelación a los dictados subconscientes -supnurealismo-, agravado
por los asaltos al idkuna, la insurrección verbal proclamada, por los norteamericanos de
Irwmriiion. Todo ello ha engendrado un llogsmuo violento, una iirealización exasperada y
limítrofe con las más crueles abstracciones. Se ha llegado basta las puertas de] misterio sin
clave. llundirse en él equivale a cortar toda amarra con la vida, a volar los puentes de acceso. Y
una vez perdido el contralor -por mínimo y sutil que sea- de relación con ci mundo circundante
quedaban suprimidas no aMo las posibilidades de intelección, sino también la capacidad
comunicativa que debe poseer toda efusión poética por muy ligada que esté al misterio o a la
fantasía"
° De Torre retorna y estiende los argumentos que había presentado en sus artículos de Sur en su
libio Pmbleniiáiíca de la lilenmini, publicado en 1951 Para un desarrollo exhaustivo de su
visión integral del arte literario, consultar especiahuente la "Tercera parte" del volumen.
precede y determina De allí que sus argumentos equiparen estas relaciones con el
encierra, para parafiasear una vez más a. Derrida, una jerarquía violenta en la que uno
CAPITULO Ib
1940. L. discusión sobre la novela.
Borges contra Ortega: un episodio en su disputa con Malles
A -comienzo -de los años cuarenta, a partir de las «ldeas sobre la novela" -que José
Ortega y (mss t había publicado más -de una -década antcs, se intensifica en el campo
literario argentino -el -debate -en torno a -la situación -del gnem y sus posibilidades
discutido por escritores y -críticos -de -diversas tendencias. El prólogo -de Borges -a La
invención deMore! le Adolfo Bioy Casares es sin dudas la más conocida y comntada
de las respuestas que recibióeste ensayo, pero -no es la única. Entre los miembros de
Sur, también Roger Callos, que estaba en ese momento residiendo en Argentina, y
El ensayo apareció en 1925 como respuesta polémica a unas notas que Pío Baroja había
editado -en el diario -El Sal aludiendo a conversaciones -sobre la novela -que había mantenido con
Ortega. liamja, por su paite, contestÓ luego a este ensayo en tui pr6logo teórico, titulado
"Prólogo casi doctrinal sobre la novela que el lector sencillo puede saltar impw nente", que
precedió a su novela La nave de los lacas -(1925).
directora de la revista sus intenciones de escribir sobre el ensayo que Bianco acababa de
enviarle. "Bianco ha ercido conveniente pasarme las 1deaç sobre la novela de Ortega:
imposible entonces no escribir una pequeña nota para mostrar hasta qué punto las ideas
susodichas están en desacuerdo con los hechos. La he redactado con la máxima cortesía
"Sociología de la novela", en el libro del mismo nombre que Sur editó al año siguiente.. 3
escena de intercambio que describe la carta de Caillois muestran que, aún cuando las
ideas estéticas de Ortega no merecieron, como señaló Gramuglio (2001a, 351), ningún
implicado confrontar con quien había sido uno de sus más estrechos colaboradores),
ellas estaban siendo discutidas por varios de sus miembros más importantes en otros
luego en su libro Defenra del realismo, publicado en 1945, y Roberto Ant en una serie
Antes de publicar ese libro, Caillois anticipa en La Nación (17 de agosto de 1941) su articulo
"El suicidio de la novela", que luego también será incluido en aquél. En este articulo, que ha
sido señalado por la crítica conio la nota a la que refiere Caillois en la carta a Ocampo, el
diálogo con las proposiciones de Ortega es menos directo y evidente que el que se lee en
"Defmición de lo novelesco". De allí que me incline a pensar que en realidad sea a este último
al que alude su carta.
Con excepción del texto de Caillois, que sólo dialogó con las tesis más teóricas
argumentos, tanto sobre la hipótesis orteguiana acerca de la decadencia del género como
sobre las causas que el crítico le atribuye o la solución que propone para superarla. Por
distintos motivos, las respuestas que Borges y de Torre ofrecieron a esta hipótesis
fueron las menos elaboradas y las más discutibles. Mientras el prólogo de Borges, como
prolongar sus diferencias con los criterios literarios predominantes en Sur, el artículo de
de Torre se limité a contradecirla con poco más que una profusa enwneración de
personajes representativos en la novelística del siglo XX 5 Tanto para. Borges como para.
Agosti y para Ant, aun cuando las objeciones de estos últimos se mostraron tanto más
Me refiero a "Aventuras sin novela y novela sin aventuras". (13 de agosto de 19411
"Confusiones acerca de la novela" (22 de agosto de 1941), "Galería de retratos" (6 de
septiembre de 1941), "Irresponsabilidad del novelista, subjetivo" (2 de octubre de 1941),
"Acción, límite de lo humano ylo divino" (7 de octubre de 1941) y "Literatura sin héroes" (13
de octubre de 1941). Recopiladas en MIt 1994.
Para un análisis de las intervenciones de Ant contra Ortega, pueden consultarse los rigurosos
estudios de Capdevila (1995) y Juárez (2005).
"A pesar de ello [de la cantidad de 'creaciones humanas muy singularesque acaba. de
mencionar] —concluye De Torre (1942b, 2)— olvidando o desconociendo que nuestro siglo dió
ya, según señalaba hace poco un joven escritor argentino un trío de grandes novelistas: Proust,
Joyce, Kafka —al que yo quizá agregaría otro en distinto plano: Lawrencc, Jules Romans
lliomas Mann—, se sostiene ligeramente que la novela es hoy un género en decadencia.
Subconsciente o expresamente, esa negacón, antes que articularse en razones, sólo responde en
los más al difuso sentimiento de que la novela actual no ha producido tantos personajes y
caracteres representativos como la del siglo anterior. Pero ¿acaso es ése, la creación de
personajes, el anhelo esencial del nuevo arte novelístico? ¿Acaso no habrá experimentado este
génem un cambio de mira en su objetivo tnidicionalr Los inteirogantes con que De Tom,
cierra su artículo parecen estar simplemente destinados a contrariar la alternativa propuesta por
Ortega En ningún momento de su intervención, el critico menciona o alude a cuál podría ser el
sentido del cambio que anuncian sus preguntas. Por el contrario, como ya dije, se limiia a
constatar la cantidad de personajes representativos que pueblan la novela del siglo XX, como si
efectivamente de ello dependiera el flduro del género. Casi una década y media más tarde,
analizó con mayor detenimiento la teoría oiteguiana de la novela en de Tone (1956).
fuertemente motivada por las disputas que en ese momento atravesaban el campo
literario nacional. Las "Ideas sobre la novela" se convirtieron para dios en el centro
postulaciones y que resultaba, como señaló Analía Capdevila (2000, 67), un verdadero
para Ortega el único porvenir del género, escondía el malestar que les provocaba el
Martín Fierro, influida por las vanguardias europeas, venia proclamando desde finales
de los aftos veinte —crisis que tanto Agosti como Ant, dos agudos defensores del
género, aCm encontrando ollas causas y proponiendo otras soluciones que las de Ortega,
propuesta por el filósofo español, se abría para muchos narradores y críticos argenlinós
cómo se debería narrar en adelante —según los términos en que el ensayo de Ortega
inducía al debate, definiendo cuáles deberían ser los asuntos que se traten y cuáles las
fonnas y los recursos degidos para hacerlo—, sino también de dirimir, junto a estas
cuestiones (o mejor dicho, con ellas), cuál sería la concepción del arte' literario que se
impondría, cuáles los modos de namrr privilegiados, y quién o quiénes, los escritores
que la representarían. Como Borges había advertido ya a principio de los años treinta -
agotamiento de la novela ponía en juego era el futuro del arte narrativo en la Argentina.
Estaba en discusión la literatura por venir y eso habia reanimado el interés por las tesis
de Ortega
1. La respuesta a Ortega
resulta no sólo una respuesta débil y poco convincente a las "Ideas sobre la novela" sino
también y sobre todo el embate más decidido que el escritor dirige contra la ceniralidad
años atrás sólo había disparado burlas e ironías— un adversario legítimo, es menos por
la genuina consideración que sus afirmaciones le despiertan que por las inigualables
muchos de sus miembros, a pesar de las diferencias políticas que por entonces hablan
7 Como señaló la crítica (Rodríguez Monegal 1976 y Gramuglio 1989), esta embestida venía
preparándose ya en varios ensayos de Borges durante de la década del treinta, principalmente en
"El arte narrativo y la magia" (1932a) y "La. postulación de la realidad", publicado en Azul 10,
junio 1931, pp. 13-18 (Recogido en 1966, 67-74), así como también en muchas de las reseñas
bibliográficas y notas que por esos afios escribió en El Hogar (1986) y en Sur.
( 8 Basta recordar el seudónimo Ortelli y Gasset con que ély Carlos Mastronardi firmaron la.
( declaración "A un meridiano encontzao en una fiambrera", aparecido en 1927, en la revista
Martín Fierro, como respuesta a un articulo de La Gaceta literaria, titulado "Madrid, meridiano
( intelectual de Hispano—América".
(.
67
insólitos ymás nuevos— debe ser compensado por el desarrollo de los otros elementos
por los temas hacia la descripción de los personajes, hasta conseguir el reemplazo
"idear personas atractivas"; esto es, privilegiar "un arte de figuras" por sobre "un arte
condiciona el resto de los aspectos particulares abordados, hasta hacer que todos ellos se
componen los parágrafos del ensayo --"pura narración" frente a "rigurosa presentacón",
por un lado, la idea de que la acción o trama. no es la sustancia de la. novela sino su
y condiciona sus movimientos antes de que actúe. "El interés propio al mecanismo
externo de la trama queda hoy, por fuerza, reducido al mínimum. Tanto mejor para
centrar la novela en el interés superior que puede emanar de la mecánica interna de los
los términos en que se le presentan los problemas fue tantas veces comentada, acepte en
censurada por él en otro momento, de invertir los argumentos del contrario. Es conocido
apelando a la prioridad de la novela de aventuras. Todas las razones que Borges esgrime
sostiene sin esfuerzos argumentativos en las mismas antinomias propuestas por las
que los enunciados borgeanos operan sobre la moderna idea de novela psicológica que
pone en juego el ensayo de Ortega El concepto de novela psicológica con el que Borges
diría que, ial como él mismo reprochó a otros escritores 10, su procedimiento polémico se
limita, cómodamente, a deformar o simplificar las tesis del adversario para luego
ante todo un "prodigioso técnico de la novela, uno de los más grandes innovadores de la
por ejel!Iplo, la meseiia que escribe sobre L'homme, ert-il hurnain? de Ramón Fernández
en la revista El Hogar (Borges 1986, 102).
que se ocupa mayoritariamente del primero, se inicia .con una advertencia que Borges
indiscutible de la declinación padecida por la novela del siglo XIX, pero las razones que
Sin piivarse de ironías, Borges omite mencionar que Ortega rechaza las interpz1aciones
aludiendo a los novelistas rusos, incrimina a esta variante del género una marcada
propensión a lo informe" y "al pleno desorden". "Los rusos y los discípulos de los
rusos han demostrado hasta el hastío que nadie es imposible: suicidas por felicidad,
asesinos por benevolencia,, personas que se adoran hasta el punto de separarse para.
siempre, delatores por fervor o por humildad ..." (Borges 1985, lO). Además de las
'Esta cuestión constituye una de las diferencias centrales en la discusión de Ortegacon Baroja.
Para Baroja, el valor de las novelas de Dostoievski reside justamente en la sensibilidad
patológica que alienta las conductas de personajes. "El valor de Dostoievski -escribe el
novelista—, y ello, aunque reconocido y vulgar, no deja de ser cierto, está en su mezcla de
sensibilidad exquisita, de brutalidad y de sadismo, en su fantasía enfenniza, y al mismo tiempo
poderosa en que toda la vida que representa en sus novelas es íntegramente patológica por
primera vez en la literatura y en que esta vida se halla alumbrada por una luz fuerte alucinada,
de epiléptico y de místico. [ ... J [Dostoievski] es un enfenno genial que hace la historia clínica
de los inconscientes, de los hombres de doble personalidad, a los cuales ve mejor porque su
psicología casi íntegramente está dentro de lo patológicó?' Y más adelante agrega, refutando
directamente a Ortega. "Que hay en él una técnica de novelista, adaptada a sus condiciones, es
cierto; pero es una técnica que si se pudiera separar del autor y ser empleada por otro no valdría
gran cosa. Dostoievski, cuando deja su técnica novelesca y no hace más que narrar lo visto por
él, como en Los recuerdos de la Casa de los Muertos, es tan interesante y coge al lector tanto
corno en sus demás libros" (Baroja 1925,32-33).
'LI]
razones de Ortega, su omisión silencia el interés que, más allá, de las dikrencias
psicológica que presentan las "Ideas sobre la novela" y da lugar a que los lectores.
contenido, la concepción del arte literario que sostiene el texto de Ortega reconoce en la
(1957b, 399).
"La materia —afirma— no salva nunca a una obra de arte, y el oro de que está
hecha no consagra a la estatua. La obra de arte vive más de su forma que de
su material y debe la gracia esencial que de ella emana a su estructura, su
organismo. [...
La obra de arte lo es merced a la estructura formal que
}.
determinada para Ortega por un ideal de morosidad o lempo ¡calo, que tiene en la obra
"mediante prolija presencia de sus menudos componentes" (ibídem, 400). En suma, una
estructura regida por una regIa de condensación formal., opuesta a la mera yuxtaposición
casi siempre de muchas páginas, y, sin embargo, la acción presentada suele ser
71
Dostoievski hace que en ellas los personajes alcancen una "evidente corporeidad que
movilizan estas mutaciones un intenso esfuerzo por interpretar los signos conlrapuestos
que delimitan al personaje. La definición del mismo quedaría de ese modo en sns
manos. Como le ocurre en d trato vital con la gente, el lector se encuentra frente a los
personajes delante de una realidad dificil y cambiante que debe tratar de comprender.
Para decirlo utilizando los términos en que Borges deforma la cuestión, el realismo de
"trascripción de la realidad" (Borges 1985, lO) como una "informe iranche de vie"
(Borges 1937i, 86) o una incauta mimesis de lo real, sino en la construcción consciente
y elaborada de un cierto verosímil orientado a que el lector crea estar tratando con lo
12
Ortega manifiesta en forma explicita su firme desacuerdo con la Vol~ de que los
personajes de ficción copien simple y directamente a los seres viviente& En este sentido, cabe
recordar que la materia de la novela es, para él, fundamentalmente, "psicología imaginaria", es
72
"El lector —concluye Ortega (ibídem, 402)— no tropieza nunca con lós
bastidores del teatro, sino que, desde luego, se siente sumergido en una
cuasi—realidad perfecta, siempre auténtica y eficaz. Porque la novela exige
—a diferencia de otros géneros poéticos— que no se la perciba como tal
novela, que no se vea el telón de boca, ni las tablas del escenario?'
que garantiza una de las características primordiales del género: su hermetismo. Desde
su punto de vsta, la tarea del novelista consistiría en aislar al lector de su horizonte real
sino un mundo autónomo con derecho propio a la existencia, "un orbe obturado a toda
decir, psicologías inventadas, imaginadas, que no se limitan a imitar las almas existentes en sus
procesos reales, sino que buscan aparecer como posibles en el marco del universo novelesco al
que pertenecen. "[...] se supone torpemente que la psicólogía en la novela es la misma de la
realidad y que, por tanto, el autor no puede hacer más que copiar ésta A tan burdo pensamiento
se suele llamar realismo. Lejos de mí la intención de discutir ahora este enrevesado téimino, que
he procurado usar siempre entre comillas para hacerlo sospechoso. Pero nadie dudará de su
ineptitud si advierte que no puede ser aplicado a las obras mismas de que se considera extraído.
Son los personajes de éstas tan distintos, casi siemprc de los que en nuestm contorno
tropezamos que, aun cuando Iliesen en etecto seres existentes, no podrán valer como lates para
el lector. Las almas de la novela no tienen para qué ser cómo las reales; basta con que sean
posibles. Y esta psicología de espíritus posibles que he llamado imaginana es la única que
importa a este género literario" (Ortega 1957b, 418).
73
"En este sentido me atrevería a decir que sólo es novelista quien posee el
don de olvidar él, y de rechazo hacemos olvidar a nosotros, la realidad que
deja fuera su novela. Sea él todo lo 'realist& que quiera, es decir, que su
microcosmos novelesco esté fabricado con las materias más reales; pero que
cuando estemos dentro no echemos de menos nada de lo real que quedó
extramuros" (Ibídem, 411).
Tal es el efecto que definiría la novela. un "poder mágico, gigantesco, único, glorioso"
pudo haber compartido en caso de haberse interesado genuinamente por las "Ideas sobre
la novela". Más aún, detenerse en ellas sin intención polémica le hubiese pennitido
reconocer allí dos de sus más agitadas cónsignas de esta época: la reivindicación de la
imperante en Sur, el hermetismo postulado por Ortega es "la forma especial que adopta
resulta dificil imaginar la simpalía que pudo haber provocado en Borges esta definición.
"imta a todas las cabezas confusas y a todas las almas turbias. Pero qué le
vamos a hacer si es ley inexorable que cada cosa esté obligada a ser lo que
es y a renunciar a ser otra! Hay gentes que quieren serlo todo. No contentos
con pretender ser artistas, quieren ser políticos, mandar y dirigir
muchedumbres, o quieren ser profetas, administrar la divinidad e imperar
sobre las conciencias! Que ellos tengan tan ubérrima pretensión para sus
personas no sería ilícito; más tal ambición les mueve a querer que las cosas
contengan también multiforme destino. Y esto es lo que parece imposible..
Las artes se vengan de todo el que quiere ser con ellas más que artista,
haciendo que su obra no llegue si quiera a ser artística. Igualmente la
política del poeta se queda siempre en un ademán ingenuo" (idem).
13Escribe Stevenson (1983, 147): «Si hay algo que propiamente pueda conocerse con el nombre
de lectura, habría de ser una actividad voluptuosa y absorbente; deberíamos recreamos en el
libro, ensimismamos, y emerger de la lectura con la mente cJ.a de la más viva y
caleidoscópica danza de imágenes, incapaces de conciliar el suefio o de desarrollar un
pensamiento continuado?' Para la afinidad de Boi'es y Stevenson en este sentido, consultar
Balderston (1985, 1362).
Ni políticos, ni profetas, Ortega ratilica y extiende hacia los novelistas contemporáneos
la admiración por los artistas puros que ya habia expresado en "La deshwnanización del
directa de su interés por las escuelas de vanguardia, mientras que en Borges remite a
otras fuentes, como su entusiasmo por los esteticistas ingleses de fines del siglo XIX, el
rechazo que ambos manifiestan por las proyecciones trascendentes del arte resulta
mitad de los años cuarenta, se suscita entre las dos morales literarias antagónicas que
atraviesan las páginas de Sur. Con Ortega, Borges hubiese podido afirmar que la novela,
más aún, que la literatura en general, 'no puede aspirar directamente a ser filosofia,
panfleto político, estudio sociológico o prédica sociaL No puede ser más que novela, no
puede su interior trascender por si mismo a nada exterior [...]" (idem). Si no lo hizo, si
en esta ocasión prefirió pasar por alto este acuerdo fundamental, no fue sólo porque su
previa voluntad de descalificar al adversario se mostró una vez más inconmovible ante
oportunidad de lanzarse contra quien tácitamente era su principal rival en la. revista.
14 En esa ocasión, en el parágrafo denominado "La intrascendencia del arte", Ortega explicaba
la cuestión en términos menos exaltados y algo más precisos: "Para el hombre de la generación
novsma, el arte es una cosa sin trascendencia. Una vez escrita esta frase me espanto de ella al
advertir su innumerable irradiación de significados diferentes. Porque no se trata de que a
cualquier hombre de hoy le parezca el arte cosa sin importancia o menos importante que el
hombre de ayer, sino que el artista mismo ve su arte como una labor intrascendente. Pero aun
esto no expresa con rigor la verdadera situación. Porque elhecho no es que al artistaleinteese
poco su obra y oficio, sino que le interesa precisamente porque no tiene importancia grave y en
lamedidaquecarecendeella. No se entiende bien el caso sino selemiraenconfmntación con
lo que era el arte hace treinta años, y, en general, durante todo el siglo pasado. Poesía o música
eran entonces actividades de enorme calibre; se esperaba de ellas poco menos que la salvación
de la especie humana sobre la ruina de las religiones y el relativismo inevitable de la ciencia El
arte era trascendente en un doble sentido. Lo era por su tema, que solía consistir en los más
graves problemas de la humanidad, ylo era por sí mismo, como potencia humana que prestaba
justificación y dignidad a la especie. Era de ver el solemne gesto que ante la masa adoptaba el
gran poeta y el músico genial, gesto de profeta o fundador de religión, majestuosa apostura de
estadista responsable de los destinos universales" (1957a, 383).
75
comienzo de los años cuarenta una figura central del campo literario nacionaL El
importante influjo sobre sus pares que le proporciona el cargo de editor responsable del
suplemento cultural del diario La Nación, que desempeña desde 1931. Según lo presenta
Emir Rodríguez Monegal (1956, 34), Mallea ejerce desde estos espacios claves "una
suave dictadura sobre las letras argentinas. Sucesivos honores visibles e invisibles
con una obra de magnitud el exitoso ciclo inicial que había tenido su obra nanativa
Luego de Cuentos para una inglesa desesparada, un primer libro de relatos juveniles
que escribe en 1926, transcurren casi diez años hasta que vuelve a editar otro volumen.
En ese lapso, dos de los nueve relatos (o "novelas cortas", según él las designa), escritas
entre 1931 y 1935, que al año siguiente componen La ciudad jimio al río móvil, se
volumen con una variación leve en el título. "La Angustia", otro relato del mismo libro,
publicaciones europeas en el que se difimden sus relatos indica, como señala Beatriz
Sano (1988, 230), la extendida trama de relaciones internacionales que Maltea cultiva
Precedido por la entusiasta aprobación que habían despertado los relatos de Sur, la
el escritor recibe sobre todo a partir de HLsiória de una pctsión argentina, comienza con
Marechal se interroga acerca del estatuto genérico del libro para terminar por explicitar
una de las principales pautas de lectura que, desde el interior de Sur, consagran a Maflea
como novelista
silogístico en el que, una vez extraída la conclusión, se introduce un nuevo dato que, si
afirmaciones: Nocturno europeo es antes una confesión en tercera persona que una
novela; todas las novelas son confesiones en tercera o en terceras personas; por lo tanto,
la novela de Mallea lo es. Sin embargo (y este es el dato agregado que corrige el alcance
Para que una novela sea, tal como se espera, una auténtica confesión, el novelista debe
verdadero conocimiento de si mismo e impida que, como ocurre muchas veces, la obra
ser por el autoconocimiento" (ibídem, 117). Esta condición fundamental seria la que
europeo insiste en la conocida reseíla que Bernardo Canal Feijóo le dedica a ffktoria de
una pasión argenhina en el número 38 de. Sur (noviembre de 1937). La relación entre
dimensión en que ellas han sido concebidas y para poder situar entonces el "gran ciclo
15 Eu "Camino interior", una breve nota aparecida pocos meses después en el ní.imero 16 de Sur
(enero de 1936), Pedro Henríquez Ufla describe la promisoria transformación que presenta la.
novela en Hispanoamérica ("La novela, en la América espafiola -que crece velozmente en
volumen— empieza a recorrer caminos espirituales.") y sefiala al Mallen de Nocturno europeo
como uno de los principales responsables de este cambio. "Dos novelistas que recorrieron ya el
camino juvenil de la fantasía ingeniosa coinciden en procedimientos ahora (1935) ca dos obras
adultas: Eduardo Malles, con Nocturno europeo; Jaime Torres Bodet, en Primero de enero. Su
camino es ahora el íntimo camino espirituaL Mallen había saltado, al parecer, desde los
caprichos para su inglesa desesperada hasta la interrogativa soledad de su Avesquín y la
hermética angustia de su Ana Borel. En Nocturno europeo se expresa sin interpuestas sombras:
su Adrián es sólo el delgado disfraz de su inquietud, la inquietud ante este enigmático mundo
moderno en quelas almas se vuelven aislamiento e incomprensión" (1936a, 77).
78
autobiográficas hechas en tiempo de []YoD" (Canal Feijóo 1937b, 75), pero esta
semejanza podría inducir al error de creer que se trata de una de esas "confesiones'
'Las obras de Mallea son otra cosa: el problema subjetivo tiene un sentido
de escorzo simbólico de un problema mayor. Están hechas en 'Yo', para una
sindicación pnmaria indispensable en un movimiento de conciencia, no para
un simple rescate egoísta. Contra las apariencias formales inmediatas, la
reflexión sobre sí persigue aquí el desnudamiento del núcleo final en que
uno puede reconocerse 'objetivamente', en que uno se reconoce el carozo
vivo, la semilla de destino superior que es" (Idem).
autor, cuyos efectos trascienden los limites puramente subjetivos para orieniarse hacia
fines humanos esenciales —un criterio que, tal como desarrollé en el capitulo anterior, es
que se sustentan los rasgos pnncipales de su poética. narrativa. Lo que las lecturas de
de cada uno de sus libros da cuenta de la plena conformidad que ellos manifiestan con
segunda novela, también premiada (recibió ese mismo año el segundo Premio Nacional
destacar como mérito principal de esta "novela nada novelesca" (fórmula que utiliza con
un ánimo positivo, análogo al que impulsó a Marechal a afirmar que el no haber dicho
nada de los "valores literarios" de Nocturno europeo era el mejor elogió que podía hacer
de la obra y del autor) 'el pensamiento central que da vida a toda la construcción": el
hecho manifiesto de que Fiesta en noviembre sea una "novelación de Historia de una
pasión argentina" (Alonso 1939, 66) .y lo que prime en ella sean entonces las
preocupaciones de su autor.
la poética malleana. De Nocturno europeo a La bahía de silencio y aún más allá, toda la
afligido soliloquio de Adrián, el joven artista que protagoniza Nocturno europeo, repite
las conclusiones malleanas sobre la desintegración espiritual del viejo continente en los
internos representan distintas variantes de este único tema. Como le ocurre a Jacobo
Uber, a Solves, lo que los atormenta hasta la angustia es su falta de comunión con los
también a partir de esta tensión entre los dos modos existenciales que representan la
Para una descripción del estilo de Maltea, consultar Ríos Patrón (1957), Lichtblau (1967) y
Real de Azúa (1987).
' De la mayoría de ellos puede decirse lo que el narrador comenta a propósito de Solves:
"Muchos, a esa hora, como él, andarían por la ciudad en busca de sus propios fantasmas, su
propio ser evadido e incomunicable. Desconocidos para sí. Ah, argentinos, pueblo habitado por
lentas, densas, glutinosas emociones -emociones no llegadas aún al verbo, vehementes y
reprimidas, taiitunias, buscando salidas en el pozo de cada ser!" (Mallea. 1954a, 98).
EIl
o
inauténtícos. Su hija Iviarta Rague y el joven pintor Lintás, las dos almas nobles del
tal es el nombre de este narrador protagonista que Maltea construye a partir de rasgos
autobiográficos, presenta las mismas ideas que el novelista había expuesto ya en sus
textos anteriores, encarnadás ahora en una extensa serie de personajes cuyo rasgo .
la novela parece haber alcanzado una recepción algo más compleja de lo que permitió
pensar la conocida reseña crítica que Bernardo Canal Feijóo escribe para la revista. 20 En
esta ocasión, Canal Feijóo, que pocos años antes fue un efusivo admirador de Historia
de una pasión argentina, presenta críticas severas a una obra a la que juzga con firmeza
19
Retomo este dato de Sena (1988, 19). El primer libro de Maltea traducido completo a otro
idioma fue La ciudadjiauoal río inmóvil, versión italiana de Attilio Dabini, publicado en Milán
1939, con el título La ciltá sulfiwne imnobik.
20
Aludo aquí a la inteipntaciones de King (1989, 111) y (inunuglio (2001a, 360-362). Mc
refiero ala idea de que la reseia de Canal Feíjóo anunciaría la declinación de Mallea en Sur.
como la densa. "[]historia novelada[] de ima pasión argentina" (Canal Feijóo 1940,
tomo a la definición del género, expone una detallada caracterización negativa de los
peso de las ideas que transmiten los convierte en "figuras planas" y "funtasmálicas" que
"no sabrían manejarse en lo que podría llamarse 'términos de realidad' [y] que tienen
en otra lengua" (Ibídem, 154). "Al ultimo, son personajes que conocen todas las voces,
menos la suya" (Ibídem, 155). El grado de abstracción en el que viven seria una clam
consecuencia de su falta de compromiso auténtico con esa esencia nacional a la que sin
embargo buscan representar. 2 ' Como sostiene Halperín Donghi (1999,78) en uno de los
21
"Nadie tendría derecho a dudar de la sinceridad mental y sentimental de esos personajes.
Nadie estaría autorizado a negarles el derecho a mostrarse así traspasados de dramática
contradicción. Son demasiado lucidos, y a veces autoconscientes, para no llegar alguna vez a
darse cuenta del verdadero quid de su pasión. Yo percibo en su conciencia el dolor inconftsado
de senllrse en el ser nacional como una cosa que, salida de él, formada de los auténticos
humores de él, ha quedado aislada y endurecida fuera, no puede reabsorberse en !apmpa
linfa, y tiene ahora el sentido de lo que debe elirninarse. La imagen que les cuadra es,
realmente, la de mostrarlos a ellos mismos como 'costras', autorreflexivas,, casi siempre
brillantes, pero en las cuales se rompe la continuidad de la corriente sanguínea y de la nervadura
vitales, y cuajan los primeros bocados de la muerte. No es posible acabar de comprenderlos si
no se los sabe exudados en Buenos Aires; más precisamente, en una región de la inmensa
ciudad que no está en el país sino sobre el país, aislado de la tierra por una gruesa capa de
asfalto o granito, impemieable e insensible. En esa zona superasfáltica, estéril y esterilizante, de
la gran capital, tenían que brotar los personajes que quisieran recobrar o soldar mentalmente las
raíces perdidas o cortadas orgánicainente, vitalmente. Toda su ciencia del país se liquida en una
ligera ternura panormca., seguida de magistrales deshaucios climáticos, intelectuales, etcétera"
(Canal Feijóo 1940, 156. El primer subrayado es mío).
83
"Canal Feijóo, que hasta ese momento ha sido su más firme admirador, se
resiste ahora a admírar a quienes han terminado hallando refugio en el
silencio de la bahía: 'hablan bella y brillantemente, viven estúpidamente,
terminan lamentablemente. E ... ] Mallea, que obviamente no cree que sus
personajes hayan vivido estúpidamente, está no menos obviamente
convencido de que al cenarse su novela de 1940 dios han consumado ya su
catarsis, y con ellos ha alcanzado su resolución esa pasión argentina que le
ha venido dando tema desde 1934."
parecen ajustarse más que los de Canal Feijóo a las pautas valorativas compartidas en
Amado Alonso dirige a Mallea una carta personal en la que resalta con admiración los
[n
en la carrera novelística de Mallea. "Me figuro que su obra de arte va adquiriendo ese
plus que no cabe en el arte mismo, ese andar de vida que hay siempre en las obras
(Grieben 1961, 17). El criterio en el que Alonso sustenta su apreciación, —me refiero al
que establece la prioridad de los aspectos vitales sobre los puramente artísticos-
constituye, como vimos en el capitulo anterior, uno de los criterios principales en los
esgrimido con fervor por d propio Mallen sino también de uno de los parámetros
más especifico de la novela, Alonso insiste en esta prioridad y la liga a otro principio de
primera persona autoral tiene para muchos de los principales escritores de Sur.
materia literaria, Mallea supo contar por dentro la vida de ese grupo de argentinos
genuinos al que pertenece. Si en la lectura de Canal Feijóo, las expectativas abiertas por
Alonso, en cambio, las reconoce realizadas a una escala que trasciende el plano personal
Guillermo de Tone, insistirá años más larde en una idea similar con esta obra
monumental Mallea compone la "novela de una generación, las memorias de una época,
22La reselia tenninaba sus criticas afirmando: "En el sagrado nombre de lo Invisible, [los
personajes de Malleal arrementen contra la fiable estatuilla de lo Visible, sin que por eso se
alcance a obtener la visibilidad de lo Invisible. Esto queda reducido al fin a un congrulatorio
artículo de fe, manejado en un discurso en que, muy a menudo, parecería que la causa redentora
de la patria tuviera, que reducirse a una cruzada evangélica en manos de un equipo ascético y
bravío, con un programa de 'abnas' que se desentiende sublimemente del programa de las
'cosas'. La obsesión mesiánica está latente siempre.. Pero al último concluye por delegación
providencial" (Canal Feijóo 1940,157).
85
imaginar un Borges lector de La bahía de silencio, cuesta muy poco (sobre todo después
irritación lúcida, cultivada con indirectas durante años) debe haberse originado, al
menos en parte, su interés por reeditar, en ocasión del debut novelístico de su amigo, las
críticas a la "morosa novela de caracteres" que ya había expuesto en "El arte narrativo y
la magia" (1932a). Casi una década. después de este ensayo, en un, clima que se
confusión, entre esas dos modalidades di!rentes, y hasta opuestas, del género.
Maltea de las posibilidades de trascendencia que ofrece. Al igual que el ensayo, la.
novela resulta un género encaminado a que el escritor, comprometido con los conflictos
diferencia que separa sus primeras novelas de sus ensayos iniciales. La ficción se
23Cabe recordar que desde Nochírno europeo en 1935y hasta medidos de los años cuarenta,
Mallea publica en fonna regular al menos mi libro por año. En 1940, ad ms, es elegido por sus
colegas corno presidente de la Sociedad Argentina de Escritores.
24
Retomo esta fiSnmila de un artículo de Leo Feirem, "La novela y la conciencia morar,
publicado en el número 40 de Sur (enero 1938), en el que se presenta una concepción de la
novela congniente con la de Mallen. Sobre todo en la prioridad exciuyente que Ferrero le
reconoce a lo humano y al sentimiento monil en la definición del género.
86
ella" (Halpenn Donghi 1999, 60). Lejos del imperativo orteguiano de "inventar almas
(1935b, 14)— entra a gritar con sus personajes la dramaticidad esencial de sus
novela de caracteres que postula. Ortega y se aproximan, como señaló Donaid Shaw
Los cargos que levanta contra la novela psicológica son justos y pertinentes aplicados a
sus novelas, pero, como analicé antes, resultan evidentemente arbitrarios si se los
adjudica a las ideas Ortega. Un ejemplo elocuente de la astucia con que Borges elige sus
que Mallea le otorga al novelista ruso en el progreso hacia la transmutación moral del
25
En su artículo "Baroja y Mallea algunos puntos de contacto", Shaw (1968) sostiene como
primer punto de acuerdo entre ambos, en lo que refiere a la teoría de la novela, su antagonismo a
la idea ortegwana de la deshumanización del aite. En lo relativo a la jmictica de Mallea como
novelista, Shaw encuentra que La bahía de silencio es la más barojiana" de sus novelas.
Para la admiración de Mallea por Baroja, ver Mallea 1 954b. "Siempre tuve por Baroja, más que
adhesión, debilidad desde hace muchos años abrigo la idea de que si hubiera sido un novelista
de expresión sajona sería uno de los más leídos y de los más considerados del mundo [.
(Mallea 1954b. 14).
1,11
En este punto conviene abrir un paréntesis para reponer algunas referencias. Para.
respeto a reglas convencionales sino del parecido que las liga a las formas vitales y
humanas.
del hombre que reflejan sus novelas: una concepción que corresponde a lo que Berdiaeff
distingue como el tercer estadio de evolución interior del ser humano, el hombre en
falta de firmeza del suelo en el que está plantado, una crisis se produce en él, un abismo
rcvelarse en él, pero esta vez en el ámbito de sus propias profundidades" (ibídem, 22).
1949, y que incluye luego en Notas de un novelista (1954b), Maltea retorna esta idea y
la historia de la género, la de la "novela del conocimiento", que abre las puertas a "la
gran novela de conciencia, a la gran novela moral" (Mallea 1954b, 136), cuyos
La "novela del conocimiento", en la que enrola su propia novelística, inicia para Mallea
psicología de los personajes como un simple comercio, como "mecanismos íntimos del
cortos del ser" (Ibídem, 127). Era una novela que proporcionaba imágenes parciales del
verdad de su acceso a • otra trascendencia, mucho más humana porque mucho más
completa, mucho más humana por ir hacia la mcta de darnos del hombre la certidumbre
Aún cuando resulta muy improbable que Borges conociera los detalles de esta
novelistas rusos y las objeciones que expone en el prólogo reaccionan contra la fuerza
tendencia a favor de la cual el propio Mallea había desarmllado toda su obra— tenía en
"Ideas sobre la novela" para pronunciarse en contra de los mismos valores a los que se
oblicua contra la moral literaria imperante en la revista. En varios de los ensayos y notas
MI
advertir que lo más prescindible de mi literato es su literatwa y que éste solo puede
interesarles como valor humano —,el arte es inhumano, por consiguiente?—, como
ejemplo del país, de tal fecha o de tales enfermedades.". "La pésima costumbre
propósito de Swinbume (1937d, 93). Pero lo que la, novela de Bioy le permitía en esta
personajes, una escena de confrontación doméstica en la que ocupar uno de los lugares
protagónicos. 27
Borges había desandado algunos ailos antes, sino que además invocaba, a partir de la
26También lo había hecho en olras publicaciones en las que colaboraba en esos años. Las
"biografias sintéticas" que escribía para Fi Hogar (1986) son el ejemplo más elocuente.
Más de dos década después, Bioy Casares recuerda esta confrontación en la posdata al
Prólogo de la Atrio/agfa de la líleralura faaláslka. "Los compiladores de esta antología
creíamos entonces que la novela, en nuestro país y en nuestra época, adolecía de una grave
debilidad en la trama, porque los autores habían olvidado lo que podríamos llamar el propósito
primordial de la profesión: contar cuentos. De este olvido surgían monstruos, novelas cuyo plan
secreto consistía en un prolgo registro de tipos, leyendas, objetos représentativos de cualquier
filldore, o simplemente en el saqueo del diccionario de sinónimos, cuando no del Rebusco de
voces caviz=y del P. Mir. Porque queríamos contrincantes menos ridículos acometimos contra la
novela psicológica, a las que imputábamos deficiencias de rigor en la constnrcción en ellas,
alegábamos, el argumento se limita a una suma de episodios, equiparables a adjetivos o láminas,
que sirven para definir a los personajes; la invención de tales episodios no reconoce otra. norma
que el antojo del novelista, ya que psicológicamente todo es posible y aun verosímil. Véase Yet
each man kl/ls the 1/ring he loves, porque te quiero te aporreo, etc. Como panacea
recomendábamos el cuento limtástico" (1991,14).
28
En la reseña a ¡A/isa/orn, Absa!ornI, dé William Faulkner, que escribió en El Hogar a
comienzos de 1937, allnnaba: «Sé de dos tipos de escritores: el hombre cuya central ansiedad
son los procedimientos verbales; el hombre cuya central ansiedad son las pasiones y trabajos del
EE
equívoca cita inicial de Stevenson en el prólogo 29 la reacción suscitada a fines del siglo
,
)UX contra la expansión del naturalismo en Inglaterra. Como sostiene Isabel Stratta en
novelas suscitan en su medio [...] con la misma nostalgia de una inespecífica edad de
fantasma de Zola, que amenazaba con recorrer Inglaterra" Los ensayos de Stevenson le
proporcionan los principales argwnentos con los que enfrentar, en un escenario mucho
más pobre y menos atractivo que el británico, la hegemonía de una novela "abarrotada
rigor de la novela peripecias" (1985, 9). Una poética del relato puro y elemental, que
recupera. "el espíritu del romance inglés de finales XIX: asunto extraordinario, ausencia
reglas básicas de esta "poética de combate" (Giordano 2005a 20), cuyo interés está
menos orientado a definir una preceptiva del relato a partir de la que se explique su
hombre. Al primero lo suelen denigrar con el mote de 'bizantino' y exaltar con el nombre de
'artista puro'. El olio, más feliz, conoce los epítetos laudatorios 'profimdo', 'bwnauo',
'profimdamente humano' y el balaüeiio vituperio de 'bárbaro'. E...] Otros excepcioales,
ejercen las virtudes y los goces de ambas categorías" (1986,76).
literatura que a impactar contra las pautas de valoración instituidas dentro y fuera de
Sur. 30
30 Para un análisis detallado de las estrategias que en esta dirección Borges y Bioy despliegan en
la revista, consultar Gramuglio (1989) y Fernández Vega (1996). Para la cazacteiización de esta
poética, ver, además de Stratta(2004), Rodríguez Monegal (1976 ay c) y Cozarínsky (1974).
92
CANTULO JI!
1942. El "Desagraviio a Borges" o el doble juego del reconocimiento
notas, ensayos y traducciones que Borges venia publicando en Sur, muchos de los
relatos que comienza a escribir en esos aklos y que luego recoge en El jardín de
Menard,, autor del Quijote" (en el nro. 56, mayo 19391 la revista se convierte en el
contexto de enunciación privilegíado lauto para sus primeras ficciones como para las
e que escribe en colaboración con Bioy Casares (Gramuglio, 1989). A partir de alli, son
pocos los nümeros de los aíos cuarenta en los que Borges no interviene y, en la mayoría
de los casos, cada uno de ellos cuenta con más de una colaboración suya. 1 Por otro lado,
participación, [os primeros años de la década son también aquéllos en los que Borges
despliegi con mayor intensidad sus diferencias con los valores estéticos establecidos en
invención de More!, entre noviembre de 1941 y mayo de 1942, impulsa en Sur sus
Caillois 1942). Estos episodios ilustran el agitado clima de tensiones internas en el que
con Castro como [a polémica que entablé con Caillois proyectan en forma oblicun sus
divergencias estéticas con Sur. Podría decirse en este sentido que entre los varios (y tal
vez no menos considerables) motivos que las alentaron se registra su habitual interés
caso, aludir críticamente en las páginas de Sur al Instituto de Filología que Alonso
dirige por entonces desde bace casi quince años es, además de continuar la prolongada
discusión sobre el idioma de los argentinos 2, atacar una institución con cuyos miembros
2Sobie este punto en particular, consultar especialmente los análisis de Na~ de Amoux,
Elvira y Bein, Robeilo (1999) y Bonlelois, Ivomre y Di Tullio, Angela. (2005).
relaciones fluidas3 y acuerdos significativos en materia literaria. Si bien, como advirtió
Jorge Panesi (2000, 59), es excesivo proponer que la crilica estilística haya dado
que tuvieron en ella sus representantes dan cuerna de las afinidades y coincidencias que
se establecen entrie ambas. 'La estilística practicada por algunos colaboradores de Sur
(Amado Alonso, Raimundo Lida, 14asia Rosa Lida) resulta, en última instancia, el
divinizadora del escritor E. - - r (ibídem, 57-58). Contra las creencias compartidas en que
se sustenta esta correlación (ln importancia del estilo, el cancter expresivo del hecho
otras oportunidades.5 El cruce con Alonso reanimaba túcilamente las diferencias con
una perspeclM de lectura a la que, sin embargo, Borges Ile debía no sólo el primer
artículo elogioso sobre sus relatos que se escribió en la vevista, sino también uno de los
desagravio.
Caillois que Borges desplegó meses después. Invitado en 1939 por Victoria Ocampo a
dictar unas conferencias en Buenos Aires, el joven sociólogo francés (tres condiciones
que deben haber aleilado los recelos tempranos de Boges) fue presentado públicamente
por ella misma como una personalidad afin a las preocupaciones de Sur. "Colaborador
más prestigio y seriedad que hay hoy en Paris", Caillois es para Ocampo alguien que
reconoce 'la existencia de una crisis de la literatura" y cuyos intereses, como los de la
estético" (Ocampo 1939a, 49) Integrante fugaz del grupo surrealista fundó luego de su
espirituales" (ibídem. 51) En 1942 Caillois aún continúa ca la Argentina —el estallido
representante de la cultura francesa en nuestro país. Desde mediados del aío anterior,
está al frente de Lern-e.s Fra,içaises, la revista patrocinada por Súr, órgano de expresión
de los escritores franceses contra el nazismo5 ya comienzos de 1942 funda con Robert
,
policial que propone su libro Le roman po!ícíer, implica en primer lugar una disputa
7øcampo alude en esta oportunidad al ensayo "Crisis de la literatura" que Caillois publica en
1935, en Ediíion des Cahiers da Sudy recoge luego en la secci&i "El equívoco surrealista 1933-
1935" de4ppwches de 1'irnagbiaire (París, Gallimard, 1974).
Para una descripción general de la revista de Cailtois, consultar Ottino (1992) y, sobre su
estadía en Buenos Aires ysu parlicipaciÓn en Sur, Tabemig de Pucciardli (1992) y Giamugiio
(1992)
entre dos tradiciones literarias diferentes La polémica pone en discusión el
1995, 65). Esta disputa, que con derecho fue interpretada corno una manifestación más
sobre la que Annick Louis (2002) llamó la atención con perspicacia. En un sentido más
identificar sus intereses nacionales con los de toda la bumanidad La adhesión a esta
tendencia por parte de los miembros más representativos de Sur --tendencia que, según
que enuncian Victoria Ocampo y Caillois, entre otros, y los textos y comentarios que
Borges escribe en favor de la misma causa. '° En el plano estético o literario, que es en el
que Borges se sitúa a menudo para evaluar las consecuencias y los efectos de la guerra
en Argentina, la aceptación de una plena identidad entre los destinos de Francia y los de
° Tout le poupe Sur sorrtient la cause des alliés, mais en venté le posiiious de Victoria
Ocamp&Roger Caillois et Borges ni coíncident pas da tout ce q!Jü esplique le fait que les essais
plus long, plus analitiques, paaissent dans La Nación" (Eouis 2002,87). Para un desarrollo más
amplio y argumentado de estas ideas que sintetizo rápidamente, es imprescindible consultar,
además del articulo citado, Lonis, Amiick (1997 y 1999)
toda la humanidad trae consigo el reconocimiento y la defensa de un compromiso
con Caillois puede leerse en este sentido como uno de los tantos golpes oblicuas que
Borges dirige contra las determinaciones morales que se le imponen al ejercicio literario.
personal con Borges, pocos años después de la polémica entre ambos, publica en Letires
dirige para Gallimaid rura compilación de relatos borgeanos llamada Labyrinthes. Más
voluntad reparadora que lo impulsa, opera también el firme interés de la revista en que
Aun cuando el propio desagravio muestre la falta de consenso en tomo a las razones que
con que Sur encara una situación que de otra forma podria haberse resuelto de mi modo
dedicadas a la cuestión (el dossier ocupa casi mi tercio de ese número) dan cuenta de la
12
Alud aqui al articulo Bernés (1992), qen caracterizó de este modo la relación entre ambos.
98
ideológicas con los distintos sectores que detentan el poder político (militares,
[J14
2. "Una batalla deartro de otra
del jurado, los representantes cJe la Comisión A.sesora coincidieron en excluir a Borges
defensa de la comisión asesora que Nosotros publicó días después del desagravio de Sur.
integrante del jurado asesor que intervino en los premios de literatura, continuó la
13
El silo 1942 es un afto significativo para el fortalecimiento de los nacionalismos locales. La.
debilidad del gobierno de Castillo ylos trhm!bs conscgnidos por los nazis en el conflicto bélico
son factores decisivos en este sentido. Pata la coutextualizaci& de las tensiones políticas e
ideológicas ca estos aüos. ver Zanatta. (20051 ffatperirr Dongbi (2003). Rock (1993).
Buchrucker (197).
N
Retomo esta fórmula de la presentación que Martín Prieto (2006, 94) hace del "Desagravio".
'5Los miembros de esta Comisión fueron Enrique Banchs, Roberto' Giusti, el mencionado
Alvaro Melián Lafimrr, horacio Rega Molina. y José k Oria.
"Se ha hecho panicular hincapié -consigna la crónica. de Nosotros- en la
exclusión del libro de Jorge Luis Borges, El jardii de senderos que se
b/iircan. Alguna explicación tendrá el hecho de que siendo indudablemente
conocida y respetada la personalidad literaria de Borges por los miembros
del jurado, su ultimo libro de cuentos, con ser muy ingenioso y estar escrito
con admirable peiicia artística en una prosa de notable precisión y elegancia,
no haya obtenido más de un voto, y pasa el segundo premio, sobre quince
que se emitieron Se nos ocurre que quizás quienes se decidan a leer el libro
hallen esa explicación en su carácter de literatura deshumanizada, de
alambique; más aún de oscuro y arbitrario juego cerebral, que ni siqwera
puede cómparaise con el juego de ajedrez; porque éstas responden a mr
riguroso encadenamiento y no al capricho que a veces confina con la.
fumisterie. Si el jurado entendió que no podía ofiecer al pueblo argentino,
en esta hora del mundo, con el galardón de la mayor recompensa nacional,
una obra exótica y de decadencia, que oscila, respondiendo a ciertas
desviadas tendencias de la literatura inglesa. cóntempoznea, entre el cuento
fantástico, la jactanciosa, erudición recóndita y la narración policial; oscura
basta resultar a veces tenebrosa para cualquier lector, aun para el más culto
(excluimos a posibles iniciados en la nueva magia) -juzgamos que hizo bien.
Más agraviados se habrían sentido sus admiradores incondicionales, si le
hubiera sido adjudicado a Borges el tercer premio." (Nosotros 1942, 116).
a los miembros del jurado. El grupo de amigos y allegados de Borges 16 —con excepción
Bastos (1914, 143)) el papel cumplido por la Comisión Nacional de Cultura Sus
contradictorio con el reclamo que las moviliza) hacia el tipo de consagración que
otorgan los pieiuios literarios, con una mordacidad, por momentos superficial, tiente a
la estrechez de criterios manifestada por la Comisión. Entre los más desdeñosos, hay
que contar el testimonio de Patricio Canto, a quien el dictaren del jurado simplemente
lo confirma en una convicción previa: "Tenía ima idea vaga sobre los premios literarios
y las entidades que los distribuyen. Sin énfasis, sin amargura, nunca se me ocurrió
Eutm cHus. Adolfo Bioy Casan José Bianco, Patricio Canto, Eduardo González Lauuza,
' 6
"Cada jurado al cumplir su misión realiza una doble tarea: mientras juzga
las obras sometidas a su criterio, se juzga. -inapelablemente- a sí mismo..
Lamento tener que decir que este fallo me parece honesto; que la exaltación
del aguachirlismo y la sub-literatura no es el resultado de la injusticia, sino
de una íntima convicción. Los señores del jurado serian dignos de un pirnio
a la virtud, por la entereza con que mantuvieron su propio parecer por
encima de toda yana consideración de simples valores literarios" (18).
Nósotros) tampoco se extienden sobre las razones literarias que convierten a El jardín
de senderos que se bfi,nm, en merecedor del galardón principal. ' Este silencio,
diferencias internas en la revista Al mismo ánimo cohesivo hay que atribuir lambión los
tSBi por ejemplo, comiema ironizando al respecto: 'LEs inexacto que la Comisión Nacional
de Cultura tenga la más m ínima connivencia con las letras. Es inexacto que haya premiado a los
seílores Eduardo Acevedo Díaz y César Carrizo pata provocar sorpresa o cualquier olio efecto
literario. La posición de la Comisión es clara otorgó los dos primeros premios a personas que
nadie puede confundir con escritores. Similia similibur nmunennrtor." (22)
19 Con excepción, por supuesto, de Bioy que, dos números antes del desagravio, publicó su
célebre reseña al libro de Borges. (Sur 92, mayo de 1942).
20
'SEn descargo del Untado] que ha actuado en esta ocasión -consignaba la crónica de Nosotros
(1942, 115)-, ca cuyo serio no había ningún fósil y sí rut poeta ilustre, admirable por la finura
de su juicio, y cuatro prestigiosos escritores, pertenecientes a difeicates generaciones y
tendencias, podemos asegurdr, porque lo sabemos de fuente veracísma que sus miembros
leyeiu los libros premiados y los dernás, y los juzgaron en lenitas y severas conversaciones,.
cara que ignorarnos si hizo hecho todos los que discuten elfaflo" (El subrayado es mio).
lo'
inicia con un cuestionamiento a las pautas valointivas que "en generar (esto es, entre
"los miembros del jurado nacional" pero también, según agrega, entre "algunos
argumentos borgeanos, dispara contra las restricciones del realismo al que adhiere la
que, más allá de las circunstancias puntuales del concurso, dominan con 'un prestigio
esta imputación, Mastmnardi lanza cargos y reproches que, además de condenar los
más repuhrd2s convicciones del único miembro de la Comisión Nacional que voté a su
favor. Es dificil no incluir a Mallea en la crítica que dirige contra quienes, "[] afirman
que la literatura debe atenerse a lo imnediato yio viviente, anteponiendo las hunianas
pasiones a los helados exeesos de la fantasía E ... ]" (27. El segundo subrayado es mío).
Sin dudas seria un error identificar el pensamiento del autor de Historia de una pasión
conspicuo de ese ideal cosmopolita, central al "proyecto lícito" de Sur (Gramuglio 2004,
343), que Mastronanii crnrncia en esta oportunidad burlonamente: "Somos los amigos
21
Para una interpretación de la sintonía de ambos ca materia de ideas literarias consultar
Gramuglio (2004, 2005ay 2005b).
22 Escribe: "Nuestra crítica oficial, tan poco realista que sólo admite una realidad, se ba
mostrado paren y confia fl• a los motivos fantásticos que inau el contenido de Eljardín
de senderos que se b rran..? (27).
102
entre quienes privilegian las inmianas pasiones", la exaltación inmediata de la vida, por
vehemencia vital en la ccritura constituye una réplica iudirecta. al Mallea que acaba de
(entre otras razones, porque hubiese resultado inoportuno atacar a Mallea en ese
momento), su intervención no deja de alertar con perspicacia sobre los riesgos que
encierran actitudes como las que el escritor reivindica en esa oportunidad 'La
una renuncia a todo propósito coherente y una lamentable ofrenda a lo accesible y flicil,
a lo que no presenta obstáculo. Cabe suponer que la tensión y el patetismo también son
puntos de poirlida de la discusión con el jurado. Con un golpe de ingenio tan borgeano
como el que dirigió antes contra. las limitaciones del realismo oficial, sus enunciados
desestabilizan una de las objeciones centrales que los adversarios de Borges le imputan
1I1J
hacia lo ineai, nos humanizan" (27). Con una intención no menos disolvente que la que
había inspirado a Borges a contestar, frente a quienes le solicitaban una obra humana",
que no habla nada más humano que la gramática (1994, 11), Mastronardi afirma, ante
Me refiero a los valores de la forma y el artificio literario, posinilados por Borges y Bioy, a los
que Mastronanli también suscribe, como muestran sus reseñas de la revista.
Un ejemplo de esta adhesión a! fonnalisino se lee en su com e~ a Sociología de la norda de
Roger Caillois. "Las justas observaciones de Qúllois nos perantera aventurar que d defecto más
grave del simbólico novelista moderno es su exceso de realidad, su total adhesión ad mundo, sar
temor a lo ficticio y estilizado. Toda creación de esta índole extrae su fortaleza de mr
compromiso, de una oscilación entre dos términos dí&ilmenie conciliables: por un lado, la
realidad continua y plena. (damos al vocablo caniirwkk'd Va acepción que le dan los flicos) y,
por otro, la naturaleza prescindente del arle, que sólo se iderdifica con sr, objeto cuando lo
fnacciona y limitia, cuando de algím modo lo desmiente. En toda afortunada empresa de orden
estético advertimos esa fluctuación entre lo ilusorio ylo verosímil. El ritmo y el acento de las
obras literarias son padiculannente operantes cuando el autor se impone trabas y limites. En los
libros donde prevalece un personal punto de vista, la veakdarl sufre deformaciones, pero el estilo
suele alcanzar cierto dinamismo, cierta vivacidad que resuena en nuestro espíritu como
provocación y llamado. Es indudable que la novela moderna ganaría. en calidad si estuviera
respaldada por un número mayor, y más riguroso, de preconceptos, convenciones y leyes. E. ..J
Con límpidas afirmaciones, Caillois pone de ,elieve la importancia de la forma tan desdeñada
por los descubridorvsperiódkos de la 1?da -que también esfirrma— en las anhazs esftnrs de la
realización estética [.]" (Mastronardi 19414 92. El subrayado fina! es mio).
EI
iigido mundo abstracto y ima cxci uyente preocupación filosófica" (27), que no hay nada
más humano que. la propensión a lo irreal a que nos arnjan la fantasía y la tensión
confunden con una tendencia importada y denuncian por su falta de apego a los afanes
Borges, Matronardi relativiza la presencia del lema filosófico en sus relatos al seíbalar
quenosóionoselraladeuntcmaúniconiexcluyenteenellibrosinoqueaderuás
y hallazgos que no sonó conforme a los gustos corrientes, puramente fanláslicos" Sin
embargo advierte a continuación ". nuestra crítica, de modo algo difuso, encuentrá la
melafisica en toda creación de tipo abstracto y magnificencia laberintica" (28). Con esta
aclaración, que pone aún más de relieve el carácter estratégico que tiene su equiparación
inicial, Mastrunardi parece tomar distancia de uno de los principales criterios de lectura
textos es amo de los tres argumentos centrales en que este grupo sustenla su
participación. Los otros dos son el valor eslílislico de la escritura borgeana y el carácler
generales, según se puede conjeturar al leer el texto de Malles que encabeza el dossier,
24Para el dcsamllo de estas a rnacioues, ver Masliamanli (l%l). EspeciaImente los ensayos
"La gran menini convencional" y "La denuncia de la ineaIidad
105
de algunas de las principales razones que él mismo debe haber esgrimido ante los demás
libros anteriores.25
Altura metafísica, precisión poética y perspicacia lingüística definen, para Malles, las
rechazos" (8). Aunque no abunda en las razones que motivan esos rechazos, y se
muestra más interesado en subrayar la fuerza con que Borges los resiste sin disgregarse,
las tímidas objeciones que su texto enurnera aluden a la misma falta de sustancia vital,
de contenido humano, que los antagonistas oficiales le incriminan a esta literatura. "E ... ]
sagaz en la mutilación, justo en la escasez, articulado en el balbuceo, minucioso en los
momento compensada por las virtudes poéticas y la densidad filosófica de sus textos
Sin las reservas de Malles, aunque con el mismo interés por remediar la falta que
elogian como uno de sus méritos principales la hondura melafisica de estos relatos. En
la que Ial vez sea una de las lecturas críticas más generosas del dossier, entre otras cosas
porque es de las poquísimas que puede apreciar como un valor decisivo el 'vohrmen
inventivo" de los relatos en cuestión, Soto subraya la necesidad de que se emprenda una.
entre guiíios burlones, sobre un fondo de escapes eruditos, sobre los entes que anima
que no son de razón sino de pura y gratuita fanlasia. Se continuará apreciando como
ejercicios de mero verbalismo las ficciones donde intuye el mundo del soeño y se asoma
senderos que se bifurcan, lejos de carecer de los vitales atributos que se le exige a la
literatura, "revela la presencia de una intensa creación espiritual que se disimula entre
las agudezas de ingeniosa ilación, de que habla (jiacián" (12). Contra las objeciones del
doblez humorístico que presentan los tópicos filosóficos en estos relatos, la valoración
a su criterio guió los diferentes aspectos de la obra borgeana, Rosenblat afirma, con
contundencia, que el arte de Borges "no es, sin embargo, arte desvitalizado.
deshumanizado" (23). El argumento al que recurre para salvar esta aparente paradoja
enmendatorio. con que recurren al elogio de la metafísica se vuelve aún más evidente si
se que percibe que, para ellos (á diferencia de Mastnmardi y de Bioy, por ejemplo) pasa
2*fi al a Ronblat 'Paso a paso [Borges] ha ido depurando sus ternas desechando todo color
local, borrando despiadadamente todo sentimentalismo, toda ~ñu, toda velianencia, lodo lo
que fiera o pudiera parecer fosfluescencia, hervor de la sangre?' (23)
108
completamente inadvertida, la que años más larde será una de las consignas
que los sabios de Tión 'juzgan que la metafisica es una. rama de la literatura fimtástica"
compromiso con los grandes problemas del hombre. Sin embargo, las razones que ellos
Borges en un argumento obvio y previsible para los términos en que está planteado el
cuestionan —que incluso, en otras ocasiones y frente a otros antagonistas, ellos mismos
conexión entre las propiedades estilist cas de mr texto y la individualidad del esaitot
conocido aforismo 'no hay nada en el estilo que no estuviera en el esphitu del autor"
29Et caso de Pedro Ileuríquez Ureña es oportuno en este sentido. Mientras en el desagravio se
muestra elogioso, en una. cada. privada, a José Rodríguez Feo le escribe lo siguíarlec Fu
aibnimdón por Borges me parece exagerada [J Borges tiene abenaciones lenibles: detesta a
Francia y a España,, todo lo inglés le parece bien, marcho de lo yanqui [ ... ] en literatura, a
Borges el contenido humano le es mayerenle, la literatura que presenta los conflictos humanos.
las pasiones fimdamenlales del hambre, lo deja frío. Homero, Shakapeare, Dantc los trigicos
riegos, Cervantes no le dicen nada L. - .J: nada de lo humano te olive" (Rodríguez Feo 1965,
153.. El subrayado es mío.).
Ei
(citado en Slarobinski 1974, 41), resulta uno de los punto de partida de la lectura que
Amado Alonso presenta tanto en su ensayo inaugural sobre los relatos de Historia
desagravio.
'Nadie entre nosotros ha creado como él un estilo lan "estilo', uno en que
tanto resalte la singularidad dei hombre en el riguroso plan de la pieza
entera, en el engranaje de 'necesidad' con que se desarrolla, en e
ayuntamiento de dos palabras, en, cada vocablo. Todo está revelando Una
mente poderosa siempre alerto, un sistema estimativo extrañamente
coherente, un fondo de insobomable independencia que jamás cede ni a la
cobardía ni a la pereza, una plenitud de intención en cada cosa que dice y en
el modo de decirla" (15. El subrayado es mio).
La acepción del concepto de "estilo" con el que A coso se identifica es, como él mismo
puntualiza (1955, 1101 la que afirma con Buifon que le style c'est ilzomme.. La
imnediato, atestigus para. Malleay para Victoria Ocampo la presencia del escritor en la
como actitud contrastable en la moral, sino como una creación de tipo estético—poético"
En este ensayo, Alonso encuentra sintetizada en una frase del primer relata del libro de
30
Borges (la culpable y mageifica existencia del espantoso redentor Lazarus Mozeli") la nueva
finnula estilística que resume todo el plan y la realización de las historias de infamia.
"Podeis ahora relacionar [esta frase] con los inesperados casales ha que tan dado ha sido Borges
en sus libros anteriores y que abundan tambiéti en éste: las coristas de una zarzuela 'eidentes
mucamas en mares de cartón' [...], 'el uwnuoso lecho', "la repetida viuda', 'la increíble
cabeza', 'la arriesgada taberna'... Estos casales, en los que a la travesura verbal se fme una
vohmtad de precisión y concisión como de 'compiiwido' responden al predominio
intelectualista de la literatura de Borges y son la muestra extrema que ostentan la tenaz
preocupación del autor por la presentación de sus ternas [ ... ]. Y cierto que tambión en esto hay
excelencias de orden estilístico, jrs que nada que afrcte a la singular personalidad del escritor
es ajena a su estilo; pero si por estilo hemos de entender especialmente el coro de valoraciones
y de reacciones emocionales que provocan en el autor las cosas presentadas, vale decir, la visión
persona] de las cosas expresadas, no aparte, sino conjuntamente con su presentación, entonces
este libro de Borges, sin negar su hemandad con los sáleñores, presenta una fisonomía
estilística muy particular" (Alonso 1935, 105-6. El subrayado es tirio).
110
(Ibídem, 115). No obstante, el camino de lectura que propone, desde los recorsos
Elogiar el estilo de Borges resulta desde este punto de vista olio modo de
auténtico carácter nacional. Se Irala ante todo de posponer las divergencias internas con
los que sus detractores nacionalistas vilipendiaron su literatura a lo largo de los altos
Ramón Do!l escribe para el número inicial de Letras censura la prosa borgeana por su
MEs indiscutible la importancia fundamental que tuvo la estilística en el desarrollo del estudio
inmanente de los textos literarios. La reflexión sobre lafonna literaria, la idea de que la obra
responde a una. arikulación Jirmal precisa, es rara construcción de tipo específico, es un
principio medular de la crítica estilística, que la diferencia sensiblemente del impusionisrno
literario de &u-.. "La estilística estudia la obra literaria como una construcción poéti'ca, y esto en
sus dos aspectos esenciales: cómo esló construida, Ibimada, hccba, tanto en su conjunto como
en sus demerrtos y qué delicia estética provoca; o desdoblando de otro modo: como producto
creado y como actividad creadora. Ya sea su poernda, ya sea rara novela o una tragedia, el
estudio del estilo Irala de sentir la operatoria de las fuerzas psíquicas que forman la composición
de la obra, y ahonda am el placer estético que arana de la contemplación y experimentación de la
estructura poética" (Alonso 1955, 110). Contraria a las lecturas humanistas que tienden a
desconocer la. opacidad de las formas literarias y hacen de la personalidad del autor el centro
organizador la obra, la cuica estilística fija en d análisis formal uno de sus propósitos cenhales
Sin embargo, Ial como advirtió Nicolás Rosa (1981,3661 la idea de "la expresividad del estilo
como índice de la realidad psíquica del autor", en que se sustenta la estilística tradicional, "es
una extrafia mezcla de intuicionismo (la intuición ¡iticia!), psicologismo Çpsicologia. y
'afectividad" del autor) y organicismo (la obra como organnismo, de procedencia
bumboldtianá)r. Las imprecisiones de esta. "extraña mezcla" permitieron que algunas de las
proposiciones de estilística fueran muy bien recibidas en Sur.
Para una definición y presentación de la crítica estilística, consultar Alonso (1955).
Particularmente "Carta a Alibuso Reyes sobre la estIlística" (95-106) y "La interpretación
estilística de los textos literarios" (107-132). Para el análisis de los aportes y los limites de la
estilística en la historia de la crítica literaria argentina, Rozkiguiez Monegal (1952), Rosa (1981,
363-373) y Bardauil (1999, 183-215).
111
expresión artificial "sin malices ni acentos nacionales" (Doil 1933, 6)?2 Con un ánimo
"por su carencia de tono afectivo, porque quien como él prefiere helarse las
entzafias y la cabeza antes de correr el riesgo de dejar de adivinar sus
emociones en un lugar común o una frase demasiado suelta, podrá tener de
los buenos escritores europeos ilustres influencias, pero jamás dejará escrita
una página argentina, con sus vcos pero con sus encantos. Toda su fingida
expresión, donde la emoción es espiada y luego anestesiada
deliberadamente, es realmente una evasión obsesionada del lugar común,
pero a costa de los más genuinos y auténticos impulsos de si mismo [....]
Busquemos pues en Borges nuestra expresión, no encontraremos en su prosa
sino un yermo intelectual sin jugos vitales y sin aliento []" (Ibídem, 9).
Nosotros al estatuto genérico de sus relatos, ambas coinciden en des&ar con ánüno
del viejo debate cultural entre nacionalismo y cosmopolitismo que, desde mediados de
los años treinta. y con inflexiones específicas, enfienla a los miembros de Sin- con otras
La crítica a las limitaciones estéticas del nacionalismo literario, sobre las que
habría que establecer algunas precisiones en el interior de este acuerdo general, en lauto
lecturas que se limitan a atender a los aspectos represe ilativos de un texto literario, las
intervenciones del desagravió que se detienen en este punto buscan por lo general
destacar las virtudes representativas del estilo de Borges. Contra las razones
Borges presenta a concurso el volumen de cuentos con el que deja atrás sus experiencias
carácter representativo de los modos expresivos del primer Borges, para luego insistir
de dar cuenta de la profirudidad que las ideas melafisicas alcanzan en sus cuentos.
MSC reconlará que arios después en "El escritor argentino yla tradición" 119511, Borges fija
esta transfomración en la escritura "La muerte y la brújula".
113
premió el voto del jurado sino en el tono discretamente argentino que distingue el estilo
Bernardo Canal FeijÓo. Apelando a una distinción propia de la filología romántica (la
que sostiene que el problema del estilo no implica, sólo una cuestión ornamental sino
que compromete el genio mismo del idioma"), Canal Feijóo, que un par de años antes
había juzgado inauténticas las voces de los personajes nralleanos, por su verbosidad
su castellano 5
Como respuesta a la vigencia que casi una. década después conservan las
representatividad del estilo borgeano en la doble dirección que exigen esos cargos.
Conforme a una perspectiva estifistica eficaz para contrarrestar la fuerza del primer
reproche, Amado Alonso, tal como vimos, encuentra al hombre en la obra, La "iica
114
conciencia literaria escrupulosa", familiarizada a la vez con las letras fiancesas, inglesas
discutir el sentido de la segunda acusación, Soto y Canal Feijóo, entre otros, enfatizan el
"poética de combate" (Gionlano 2005a, 20) que Borges viene deplegando en la revista,
Bioy empieza por celebrar una literatura que, lejos de atender a. la "mera realidad",
objeciones que podrían presentar sus adversarios. EF punto en el que su invectiva contra
las detenninaciones realistas se cruza con la crítica a las aspiraciones del nacionalismo
"Tal vez algun turista, o algún distraído aborigen, inquiera si este libro es
zepresentalivo. Los investigadores que esgrimen esta palabra no se
resignan a que toda obra esté contaminada por Fa época y el lugar en que
aparece y por la personalidad del autor ese determinismo los alegra;
registarto es el motivo que tienen para leer" (Bioy Casares 1942a, 64)..
Se trata de un reproche que toca por adelantado también a las pautas de lectura en que
escalada de ironías que Bioy descarga contra la superstición representativa (la misma a
115
libera el ejercicio literario de las paradojas del nacionalismo (algunas de las cuales
decepcionado de nuestro folklore, Bioy vislumbra una. alternativa que esquiva con
románticos dci 37, propone el cosmopolitismo de Sur. [ ... J quien sólo mira el mundo
desde las tapias de su país, corre el nesgo de no entender ni éste", advierte Guillermo de
Torre (1942a. 65) en la reseíía a la última novela de Mallea, que Sur publica, a
mejor aún, como testimonio de un diálogo compartido (del que probablemente también
participó Mastronardi), Bioy anuncia con concisión lo que los últimos párrafos del
ensayo de Borges despliegan luego con singular eficacia Una eficacia que sólo es
de "la esencial heterogeneidad que recorre sus ensayos" (Giordano 2005b, 41). "Nuestra
mejor tradición —anota Bioy— es un país futuro". El sentido de la consigna, que Borges
(1966, 161) repite al afirmar que "todo lo que hagamos con felicidad los escritores
Apunta, de Torre (1942a, 65): "Qué replicaran ahora los nacionalistas literarios de 'troncha
'angostar ante nueva novela de Eduardo Malleal Porque también el autor de Todo veidor
perecerá hubo de suflir la embestida directa o el reproche insisdioso de los simplificadores
t---
116
desestima de inmediato esta posibilidad. "Creo, además, que todas estas discusiones
previas sobre propósitos de ejecución literaria están bosadas en el error de suponer que
las intenciones ylos proyectos importan mucho" (Idem). El futuro en el que ambos
occidental, para aflrmarse, según lo propuso Saudra Contreras, en una de las lecturas
más agudas que se hizo del tan leído ensayo de Borges, como un "flduro virtual", a la
vez anacrónico y siempre por venir. Escribe Contreras (1995, 46): "E... J sólo una vez
que haya 'emergido' [....], y no antes, ese poema, ese relato, ese tema pertenecerá a la
tradición argentina, como sólo por obra de Kafta y no por la finalidad de una.
tradición que reivindican Borges y Bioy es, en términos del primero, una tradición
poder de innovación que la define.. Una tradición venidera que no vive del
pasado, sino que opera, en un tiempo que anula la cronología, como la permanente
Sólo de este modo, es decir, por obra de ese movimiento de sustracción centrípeta de las
situación de poder asumir como nuestra "toda la buena literatura del mundo" (Borges
1966, 161).
es el de la relación con la cúltura europea, más allá, de ésta y de otras diferencias que sus
propios compañeros de Sur no están en condiciones de apreciar, queda claro que los
los valores que afirma la literatura de Borges (en especial los nuevos relatos de El
la vocación cosmopolita que los inspira y los enfienta con "quienes, como deimncia
Amado Alonso, creen que para hacer literatura argentina se reqwere sin excepción la
materia de los temas locales" (17). Todos en el desagravio, basta. Anderson. Imbert, que
general, ninguno de ellos parece muy dispuesto a comprender (excepción hecha, por
mundos imaginarios o el aln de construir tramas rigurosas o a1gm otro), que perciben
y evalónn como un intolerable desinterés por los acuciantes problemas del hombre..
señaló María Luisa Bastos (1974, 139), la suya es, junto a las de Ernesto Sábato y
Aníbal Sánchez Renlet, una de las colaboraciones más reticentes y celosas que presenta
lis
el desagravio. En 1933, casi una década. antes, Anderson lmbert, en aquel momento un
Partido Socialista, babia. sido una de las voces más críticas de la encuesta realizada por
que un mes más larde escribizia Ramón DoIL Al igual que para Doil, incluso con su
primer reproche, afirmaba: 'Los ensayos de Borges son lan raquíticos en srrstancia
entusiasmo a nadie [... r (Anderson Imbert 1933, 29); en relación con el segundo, no
La realidad argentina está ausente en sus ensayos.. Leyendo a Borges parece que las
figuras de nuestra tradición literaria no fuesen más que nueces vacias" (idem). Si bien
en 1942 Anderson hnbert atempera su desdén hacia Borges y corrige sus arrebatos
nacionalistas, la crítica que dirige contra el desinterés por la vida de que adolesce esta
literatura se mantiene intacta. El infructuoso giro adversativo con que intenta remontar
que Borges está reduciendo cada vez más la esfera de sus intereses y que ha llegado a
inventarse una realidad propia y asfixiante, en la que ningún lector puede permanocer
por mucho tiempo, su argumentación da un salto bnrsco y repentino, que lejos de relirtar
La paradoja final es ,la prueba más evidente de la ambigüedad que estructura toda su
respuesta.
Sábato, para entonces un reciente colaborador de Sur, parece destilar algunas reservas
terminar de dilucidar con certeza cuál es en definitiva el ánimo que la guía. No obstante,
la extensa notia que Sábalo (1945a) publica en la revista, tres alios más adelante, cnando
la editorial Sur recoge estos cuentos en la edición de Firciones En este artículo, no sólo
repite y desarrolla algunas de las áfirmaciones del desagravio, sino que además avanza,
en una caracterización maliciosa de la narrativa borgeana Más allá de los méritos que le
reconoce, los cuentos de Borges revelan, también para. Sábalo, una inevitable carencia
liberales y socialistas que apoyan la causa aliada y que se percibe como un bastión del
las palabras de agradecimiento que lee en esa oportunidad y que Sur publica en el
número 129, Borges destaca la alegría que le provoca el hecho de que el. primer
Pam. una deseripción del 1ugr de la Sociedad Argentina de Escñtores en el campo cultural,
v Avellaneda (1983).
121
ironizar sobre las otras razones que resolvieron que su libro quedara afuera. Porque
estas razones cuentan aún con el asentimiento de muchos de los integrantes de Sur, su
discurso elige estrechar los acuerdos internos, alentando las divergencias con el
con que se inicia Evaristo Carriego, en la que se figura a sí mismo como el resultado
que cuenta a continuación sino que además preludia sesgedamente la embestida contra
provocado entre los participantes del evento y los lectores de Sur. No hay dudas de las
coincidencias que Borges tiene con sus compañeros en este plano, pero sería un error
inferir de ellas afinidades de otra índole. Imaginar que los autores se parecen porque se
parecen sus opiniones, anata. Borges (1940k, 75), es otra, confusión predilecta de nuestro
tiempo.
en el que despunta una de las líneas de reflexión crítica más agudas e interesantes sobre
la obra de Borges, cuyos efectos se proyectan basta Las leiras de Borges, de Sylvia
Molloy (1979) y aún más allá, es el primero en destacar sin dobleces la singularidad de
sobre los que la crítica de Sur, resistente a aceptar lairreductibilidad dela literatura de
Borges a las morales literarias de la revista (incluso a la moral formalista que él mismo
promueve), no pudo avanzar demasia& La idea, extendida entre los crIticos de Sur y
no revisada todavía, de que en los años cuarenta marcan la centralidad del escritor en la
colaboraciones y se soslayan las proñrndas divergencias que ligan, rio sólo a Borges con
la revista, sirio también a la inversa Si bien resultan evidentes las diferencias de Borges
con Sur, puesto que se encargó de ostentarlas, a veces de un modo muy poco generoso4 ,
no se puso demasiada atención en analizar las diferencias, que con formas más cordiales
y, por lo general, menos agresivas, los escritores de Sur mantuvieron con su literatura.
Victoria Ocampo tiene razón cuando, frente a las desconsideradas críticas de Borges
blanco...)" frente a los ataques nacionalistas (Ocampo 1975, 247). Pero su razón es
defensa.
41 Pienso, por ejemplo, en las declaraciones que hizo las entrevistas con Jean de MiJlerit (1971),
y a las que Victoria (}campo respondió en "Fe de erratas". Para un análisis de los altercados
entre Borges y Ocanmpo, es indispensable ver Vázquez (2005).
123
CAPITULO IV
1945. "Moral y literatuni": un debate tardío
Con evidente retraso, recién a mediados de los aftos cuarenta, Sur discute
explicitamenle en torno a los valores principales que articulan las dos morales literarias
antagónicas que recorren sus páginas desde la flrndacióa Das debates tituladas "Moral
i946) dan nombres oportunos aun conflicto que para entonces cuenta ya con más de un
su casa (la primera vez en Mar del Plata, la segunda en San Isidro) con el propósito de
"conversar" sobre una cuestión que sigue considerando de central importancia para la
definición de la literatura las estrechas relaciones entre ética y estética Fiel al espirilu
En adelante, todas las citas dci debate corresponden a esta edición, por lo tanto sólo consigno
el námero de página. entre paráitesis.
124
literatura comprometida con los problemas del hombre, realiza el ensayista. francés Jean
Guéhenno, a qwen Ocampo le habia solicitado que propusiese el tema del debate? Se
olvidar que el centro de la escena debe quedar siempre en manos del disertante. Si bien
literatura", que es el debate del que voy a ocuparme en adelante, se perciben. con
125
claridad, por un lado, los ajustes que varios de [os escritores más destacados de la
revista le imprimen a los postulados centrales de la moral literaria humanista y, por otro,
aparece de rin modo discreto y cauteloso, que no atenta sin embargo contra la potencia
de lo qué afirma, la radical diferencia de Borges en la revista Quzas porque los pocos
Hennquez lJreña Eduardo lMalleayErnesto Sábato) exponen sin matices las opiniones
esta oportunidad el problema de la función del escritor y no, como en el primer caso, el
de las relaciones entre ética y estética en la obra literaria, estee debate presenta un
intercambio de ideas menos complejo y rico que el que se lee en "Moral y literatwa"!»
Aun cuando, en materia, literaria, las disidencias internas resultan cada vez más
evidentes entre los miembros del grupo, seria un error limitar a estas diferencias los
motivos que propiciaron los debates. Las razones más generales de la discusión deben
primera de [as reuniones de Sur:' Escrito entre 1940 y 1944, durante su exilio en
' La exposición de Guéhermo gira con insistencia en torno a la idea de que el cuuipwniiso del
escritor es 'rm coIupwnnso de fidelidad con el hombre". "Y cuando hablo de compromiso-
precisa (AA.VV. 1946, 1 JO)- no me refloro.pmpiameure al compromiso político, que pretender
cumplir la literatura de todos los partidos, la de los reaccionarios y la de los revolucionarios,
sino a cierta fidelidad al hombre del sdiuuento más o menos lúcido de que existe una
humanidad por salvar".
De las opiniones de los miembros de Ñr me interesa mencionar, además de la Sábato, que cité
antes, por un lado, la definición que Mallen da de littia coHupmnletida. "[.
j entiendo por
la palabra. 'comprornetido el acto de estar el bombre el autor, cii tanto hombre, presente en su
obra?' (AA..VV. 1946, 113). Se trata de una definición que sintetiza con rigor su concepción de
la literatura. Por otro, una observación de Hemíquez Lheña, que reconoce en Mallea la clase de
escritor que Guéhenrno reivundica. "[
... ] cii América la literatura se divide en dos llamas,
justamente las dos del tema de M. Guéhenno: la de los literatas puros, y la de los que se
entregan a una tarea sociaL Por eso es muy característico, en una parte de América, que el
novelista -por ejemplo: Eduardo Mallen- sea un autor engagé,, comprometido" (AA.VV. 1946,
112).
controvertido, hostil a los cambios estéticos sucilados a partir del simbolismo, expone
a los escritores franceses desde los comienzos del sigjo. Su crítica se inscribe en el
identificados desde la primera década del siglo con la Nozwelie Revite Frímçaise, que se
Con ánimo reactivo y amargura nostálgica, su libro declara 'la crisis del
consisten sus aspectos fundamentales. Como seilala con ironía Carlos Mastronardi, en la
excelente nota que escribe para Sur cuando aparece la traducción del volumen en
Argentina, tas páginas de Benda 'lamentan valiosas pérdidas y reflejan una inteligente
r Sobre la Nauveile Revire FmnçaLe, consultar Anglés (19781 Para una descripción de los
cambios suscitados en la Nauvelle Revire Frrrnçaíse durante la ocupación alemana, ver Loftman
(2006,201-326').
127
devoción cuyo objetivo más próximo es el siglo XIX" (1949,89). Esta crisis, que según
que domina la estética literaria francesa de los últimos veinte años. Se trata de una
también Proust, Gide, Valéty, Giraudoux y los surrealistas serían los responsables
convierta, en "una actividad específica, con fines y leyes específicas" (Ibídem, 15), es
interpretada por Benda, 'como un doble rechazo: por un lado, como un firme desdén
de lo que él percibe como una intolerable fila de identidad de los oIjetos y los sujetos
consigo mismo, y por otro, como un absoluto desinterés hacia lo universal, hacia los
que sólo atiende a cuestiones de cenáculos y que se concibe por tanto como un arte de y
que él les impida a estos escritores. Congruente con esta imputación, el máximo
las funciones intelectuales y morales del arte. El interés impar que estos artistas declaran
por el lujo y el juego literarios (del que deriva el mote de 1,izantinos" con el que los
califica), la estéril conjunción entre una "extrema rareza en la forma" y una "extrema.
128
fragilidad del fondo" (Ibídem, 136) a que ellos limitan la escritura, resulta para Benda.
un indice incontrastable de la crisis general que padecen las letras en ese momento
En estrecha relación con este estado del debate literario europeo, que La France
que tiene en el ensayo de José Ortega y Gasset sobre "La deshumanización del arte" un
texto precursor, inteligente y, sobre todo, menos prejuicioso- hay que situar entonces el
interés que Sur por repensar el futuro de las relaciones entre moral y literatura o entre
en debatir sobre una cuestión que los ha tenido intensamente preocupados desde
9 Me interesa recordar que Benda reconoce un alcance universal y no sólo nacional a esta crisis
de la literatura "La crisis del concepto de literatura -scííala- nos 'parece lo propió no de una.
capilia sino de toda la sociedad actual francesa en tanto que acepta un concepto semejante. y
tambien de la sociedad del mundo entero, en cuanto ella torna de Francia las consignas de orden
litciwio"(Bcuda 1948,136-137).
En "Literatura gratufita y literatura comprometida", Jean Giz&euno parte de un diagjióstico
similar y le atribuye tambir un carácter universaL "Desde hace tiempo, no sólo en Francia, sino
en todo el mundo, quizás. está de moda una literatura, a menudo gnrtaita y en Francia,
paiticuJarmente, esa literatura es la que prelleren desde hace treinta. años los más ilustres
escritores. Tengo el mayor respeto por los mismos escutores a quienes condeno, pero su defecto
me parece Imito más grave cuanto que, al mismo tiempo que cultivan esa literatura gratuita.
asumen el papel de direciores de conciencia" (Ak VV. 1946, 1O.
° Como dije en la "introducción", esta (rmula pertenece a José Blanco y la relomó Jorge
Warley en sir milenio de 1983- El lluginento cii el gire aparece puede leerse como rin qrigcufe
para este parágrafo. "En Sur se juzgaban los textos por la Odid2jl de su eXpresióiL En sus
páginas han colaborado escritores de tendencias muy diversa coincidían sin embargo, en
esforzarse por hacer su pensamiento más scrrsible, por hacerlo existir, en tanto que existir es ser
sensible, corno diría Julien Benda, y coincidían así mismo en que ese pensamiento respiraba
buena fe. (Cuando se tiene alguna experiencia literaria, no es dificil distinguir la buena fe de la
mala) Esta diversidad y a veces disparidad de las ideas sometidas a un acuerdo general que las
trasciende, ura acuenlo de otilen ético, y que supone el ejereicio mismo del derecho a disentir,
permitían que el lector reconociera la existencia de lo contradictorio, aunque adoptara rin punto
de vista determinado, y gire pudiese contemplar la realidad cii ludas sus formas y categorías"
Blanco (198k, 322).
129
función del escritor, una cuestión de múltiples aristas sobre la que no sólo el estudio de
Bcnda sino también los célebres ensayos de Sartre' 9 vuelven a agitar la atención
europea durante la posguerra, habla abierto diferencias ineludibles entre los escritores
virulencia de estas discrepancias, obedecen los recaudos previstos por Ocampo sobre la
propios antagonistas internos, responde el enunciado con el que ella introduce el planteo
conversar y en el que poder articular algunas coincidencias parciales entre los miembros
12 Explica Ocmnpo: "Para empezar, un libro sólo merece ese nombre cuando está "escrito" -
entre comillas--. intraduclblernenle bien escrito. Verdad de Pero Grullo. Lo que no pasa, en la
obra de un cscritor, de un idioma a otro es precisamente signo de excelencia; el resultado d.
encuentro del genio del autor con el genio de un idioma. He ahí porqué toda buena traducción es
una manera de creación, jamás un trabajo mecánico ejecutado a golpes de diccionario. He ahí
porqu4 en ese pasar de un idioma a otro, los pensamientos, los seuthni~ ceñidos por las
palabrw que los vestían en el texto original basta revelar sus formas, se nos presentan como
fuera de foco si sólo nos dan una traducción literal, suficiente para el enunciado de un axioma
como dos y dos son cuatro. Tanto una bella prosa como un bello poema no tienen más
traducción que las equivalencias; equivalencias que a veces se alejan del texto para sede fieL He
ahí porqué no existen traductores valederos ibera de los escritores de raza. En manos de los
otros, el pensamiento, el senlímiento vuelven a emboiarse a esa masa informe de la que
habían logrado evadirse. Pero, aunque Ja expiesion de pensamientos y sentimientos haya sido
lograda, nunca será exactamente la misma, como una melodía tocada por un violiny repetida
por una flauta o un arpo cambia de sonoridad. i.--r (63). La explicación repite [o que en 1926,
casi veinte años antes, 1babía escrito ya sobre la Divina Comedia en De Francesca a !Jealrice
(Paris, Bossanl, 1926). Para un análisis critico de la idea de traducción en Ocampo, consultar
Willson (2004a, 75-109).
130
del debate, su afinnación replica en forma oblicua a quienes, desde el interior de la.
el carácter indispensable que estos factores tienen siempre para ella en la definición de
la literatura Ningítn género literario sea el de las cartas, el del diario íntimo, el del
documento humano puede prescindir de ellos [de la forma, del estilo], so pena de quedar
alinnaciones queda delimitado con exactitud a partir del giro adversativo que en
es sin embargo ni el único ni el más importante de los factores que conforman una obra
literaria. Contra la teoria 'muy en boga" que propaga la disociación entre forma y fondo
(y que ella encuentra sintetizada en las propuestas de Middteton Murty), contra 'esos
intervención expone una vez más ese anhelo de justo medio que a su criterio debe
amor, dice, ciertas disociaciones son fatalmente empobrecedoras. Sólo son posibles bajo
partir de das núcleos argumentales que funcionan como certidumbres establecidas: por
tui lado, la identificación del vinculo entre estética y moral con la relación entre forma y
13
Ocampo alude aquí a su libro El estilo literario, publicado originalmente en 1922. La primera
edición en espuíiol esde 1951, México, Fondo de Cultura. Económica
131
intervenciones del debate y son los ejes principales en tomo a los que se va
configurando cierto acuerdo de base entre la mayoría de los participantes. Para dios,
como para Ocampo, y también para Beoda, la forma, el estilo literario, resulta un
es, a mi juicio, un medio no un fin" (63). Confundir el uno con el otro es, no sólo para
ella, sino también para la amplia mayoría, de los escritores de Sur, incurrir en el error
principal amenaza que ellos buscan conjurar y en su contra se perfila entonces un sólido
la forma literaria.
que la moralidad del arte no reside en los ternas o asuntos a que éste se refiere sino en el
tratamiento o la forma que ellos reciben. Casi todos los participantes del encuentro
suscriben, a este desplazamiento de perspectiva, desde la materia hacia los medios, que
cuyos ensayos despliegan con una claridad desafiante. En este sentido resultan
14øcainpo cita nuevamente el conocido verso de Mallanné que, como dije antes flmciona como
mi emblema negativo de la literatura pura. Con este sentido, el mismo vaso aparece también en
escritores y críticos franceses de distintas tendencias, por ejesn lo en Beoda y Sarire.
' Se trata, como scarla Pierre Bourdicu, de un des la.aiiienio fiurdante de la modernidad
estética, ya presente en Bandelaire, Fíaubert, Marrel, en tanto es la expresión más específica de
la reivindicación de la autonomía del campo".. Sobre ~ punto en particular, consultar
Boitdieu (1995,419-457). ,
132
sus primeras afirmaciones, así como el extenso rodeo explicativo que ellas
desencadenan, no hacen más que subrayar el mismo sentido que buscan impugnar..
"No creo que Wilde —opina Baeza— [...1 entendiera precisamente que la
belleza de un libro consiste tan sólo co su estilo, ni siquiera en su forma
literaria, en la que sin dudas entran más elementos que el puramente
estilístico [:..] Tampoco creo que quiera decir que la monil es ajena a la
literatura y que ésta no tiene por qué pleocuparse de aquélla" (66).
advertido que "un artista no debe ser juzgado por el material que emplea, sino por la
manera de tratado y el efecto que consigue" (67). La ferina y el efecto serian, antes que
lo que proponen las tesis centrales y más osadas del esteticismo 6, estas cualidades, aún
siendo irremplazables, no niegan ni contradicen pata Baeza los propósitos éticos del
arte. Desde un punto de vista básicamente integrador, el crítico propone que así como
puede haber buena. literatura, de orden exclusivamente estético, en la medida en que la.
pura belleza produce mi efecto formativo al elevar y sublimar el alma del espectador,
también puede haber buena literatura de tesis o propaganda, en la medida en que ella, no
belleza. La "vieja querella entre fondo y forma", cuya tradición se remonta, según lo
'' Me refiero a las que derivan del principio central que establece que "... la esfrra del Arte y la
esfera de la Etica son absolutamente distintas e independientes?' (Wilde 2000,113).
133
"conciliando ambas instancias, había descubierto que no hay entre ellas contradicción ni.
discordancia" (69)
Con las excepciones de Eduardo González Lanuza, que con una intempestiva
estrrdencia mantifierrista. declara que "lo mejor que puede hacer el arte es olvidar que
existe la moral" (78), y de Borges, cuya respuesta analizo más adelante, el resto de los
participantes enfrente las disociaciones celebradas por Wilde con el mismo espíritu de
Luis Emilio Soto, por ejemplo, enuncian su acuerIo parcial y restringido con los
la obra de Wilde.! 7 Después de interrogar con meros fines retóricos cuáles son las
razones que detemrinan que en la obra literaria el juicio ético sea incompatible con el
prueba que, más allá de sus dedaraciones excesivas, el nexo entre moralyliteralma es
siempre ineludible. "Lo importante -concluye Soto— es que los valores morales
literaria" (82). Así como la intención moral no puede ser un requisito a priori al que
17 Podría decirse que esta kctura de Soto adolesce de la limitación que Borges habia denunciado
algunos años antes en la revista, refiriéndose a los lectores de lapoesía. de Wilde. "Este [WildeJ
—uién los recuerda?— compuso La cosa de la iwnem y La eifinge éste —j,quién no lo sabe?-
armó la heterogénea Rulada de ¡a Cárcel de Reading. Nadie recuerda los primeros poemas; el
último es famoso. La razón es clara: los. primeros son decoratives (género a priori abominable
para las coiwóciones de hoy): el último es "humano" (Borges 1 937d, 94).
134
aspecto reúne por separado los méritos necesarios para agolar en sí mismo el valor del
diferencia de dominios que conforman la obra de arte, es, entonces, ajuicio de Solo, el
vínculo de mutua implicación que rige (que debe regir) el intercambio entre ambos.
propone una explicación algo más afinada de como debería entenderse ese reigarniento.
formulado este reconocimiento, Romero cspecifica de inmediato cuáles son los limites
"La autonomía del arle fleute a la moral significa únicamente que el puro
valor estético es independiente del valor ético (salvo la relación que indicazé
más adelante). Pero en la obra de arte realizada aparecen muchos aspectos
que guardan relación con la moral de distintos modos." (79)
Su tesis objela, al igual que la de Soto, que el arte deba responder previamente a un
desde afuera y permanece ajeno a la obra terminada, pero considera inevitable que el
punto de vista ético. La única forma de relación entre el arte y la moral que Romero
admite como positiva. (la que el paréntesis de la cita anterior había dejado en reserva) es
la que él mismo designa con el nombre de "moralidad interna o inmanente del arte",
cuyo alcance consiste en "asignar valor moral a la realización estética lograda, cabal, y
valor no moral a la realización estética lorpe o fallida" (79-80). Esta idea de una
puntualizar en qué consiste específicamente esa. "realización estética logiada" que él fija
Así como, en la apertura dei debate, Ocampo señala que el valor de lii forma,
para el artista reside en que se "manifieste bien" la idea que busca comunicar. El
general que Ocampo le habla otorgado ya a las virtudes del eztrihfr bien.
Mientras Ocampo había destacado sólo la importancia del orden, las combinaciones y
funcionamiento que debe respetar el lenguaje para garantizar que se realice ese anhelo
de una expresión justa y verdadera. Excrrbfr bien se asemazia, seg(m los términos en
economía propia del lenguaje clásico. 18 Que las palabras "se vuelv[an] vehículos
su propio espesor y densidad —un reconocimiento que, como acierta Bianco, requiere de
una humillación previa para poder efctuarse—, y por otro, implica reinstaurar el
privilegio del contenido sobre la forma, la primacía del fondo sobre el estilo. A partir de
clásicas del lenguaje y de retorno a la jerarquía literaria establecida, las virtudes del
escribir bien exceden las capacidades sintácticas y compositivas del escritor, para.
permanece todavía regulada por la analogía platónica entre Belleza, Bien y Verdad
"La economía del lenguaje clásico [... 1 es rdacional, es decir que las palabras son lo más
abstractas posible en provecho de las relaciones. Ningww palabin es densa en sí misaw, es
apenas el signo de una cosa y, mucho más;, la vhr de un vínculo.. Lejos de sumergirse en una
realidad interaa consuslancial a su designio, se extiende, apenas proferida, hacia otras palabras,
formando rma cadena suerficíal de intenciones. Lh!a ojeada sobre el lenguaje matemático
permitirá comprender quizá la naturaleza de la prosa y de la poesía dásica: sabemos que en la
escritura matemática no solamente cada cantidad está provista de un signo, sino también que las
relaciones que ligan esas cantidades están transcriptas asimismo por medio de una marca
operacional, de igualdad o de diferencia; podemos decir que toda el movimiento del continuo
matemático proviene de una lectura explícita de esas relaciones. El lenguaje clásico está
anímado por un movimiento análogo, aunque exí&nkmeute menos riguroso: sus 'palabras
neulraiimdr* ausentadas por la apelación severa a una tradición que absorbe su frescura,
huyen dci accidente sonoro, semántico quø concentrarlo en mv punto el sabor dci lenguaje y
detendría el movimiento intelectual en provecho de vino mal &siribuida vWu~~ Lo
continuo clásico es una sucesión de elementos de igual densidad, sometido a una misma presión
emotiva a los cuales se les quita toda tendencia hacia una significación individual y como
inventada." Bartbes (1986,49-50. El subrayado es mío);
137
Aunque se inicia con un juego de palabras que parece replicar al enunciado final
las tesis centrales del secretario de redacción de la ievista? Como Bianco, Caillois
equipara las propiedades del estilo a las cualidades tradicionales del escribir bien. "E ... ]
menester que un libro esté ante todo bien escrito [.. r (72. El subrayado es mio). Esta
necesidad se explica, también en su caso, a. partir del vínculo indísociable que el estilo
entabla con el sentido. Los méritos del escribir bien no se agotan para él en el arte de
extiende las ambiciones de la obra más allá de las puras inquietudes literarias
Los destinatarios directos de este desafio son sin duda los poetas contemporaneos con
quienes Caillois vino discutiendo intensamente desde su ruptura con André Bréton y el
9 Bianco concluye: 'Quizá exista tm arte cuya, belleza zesida en su moralidad explícita, en
agregar que 'esta mal robar caballos'. Pero no creo que sea la poesía o la novela Yo, a decir
verdad, soy poco sensible a este género de literatura edificante" (71). Y Caillois comienza su
exposición, diciendo: Salvo unas pocas excepciones que debo confesar, sólo me gasta la
literatura edificante. Es la unica, me parece, que llega, a tener grandeza" (72). La aparente
diferencia se 'explica a partir de los distintos sentidos que le dan a la idea de rara '1i1enitüra
edificante".
20 Para mr desarrollo de las razones que provocaron esta ruptura, consultar en especial su
manifiesto "Proceso intelectual del arte", publicado en 1935 (Caillois 1989,42-71). Ver arIcarás
"Intervención surrealista (divergencias y connivencias)" y "Lugar de la poesía de Baudelaire'
(Caillois 1980,207-220 y 235-254, respectivamente).
138
depurado de] lenguaje. "Considerar la época Decid dónde está el valor de la rebeldía
cuando todo anda por los suelos. Deseáis provocar saludables escándalos. Pero todo es
medio de escombros" (73). Su apelación preludia la crítica, definitiva que dirige contra
contra. "ese furor iconoclasta" (74), impropio, segán su punto de vista, de la. auténtica
obra de arte, de la "obra de gran arte", acomete una reivindicación detallada del carácter
equilibrio, reducir el peso, sesgar por entre toda clase de leyes imperiosas,
en las cuales no necesitamos pensar para demoler. De estas dificultades
surge el estilo; no es fantasía, sino disciplina y choque de la voluntad de
edificar contra la resistencia de las cosas y de la naturaleza. No puede nacer
si no estamos resueltos a vencer tenaces obstáculos.. Pero es necesario que
los hombres se vean obligados a ello por la historia: si la historia invita a
una generación a construir templos y moral, be aM, al mismo tiempo la feliz
época de] arte [ --- j (74)."
Derivadas de esa rigurosa vocación constructiva con la que él y los otros miembros del
Puede leerse al respecto su ensayo "Pour une esthétique séve", publicado onginahncate ca
Lelires Françutses 1, (julio cte 1941,33-39) y recogido luego ca su libro Les Inrpo~s de ¡a
Poésie (Buenos Aires, Letires Françaises, 1944). César Fernández Moreno escribe una rescíla de
este libro en &w 135 (enero de 1946, 1011 en la que aflma que el mismo "representa una
reacción clásica, intermedio entre las dos tendencias extremas que vienen dominando el campo
139
seidido Este retomo, un retomo que Caillois concibe como reácción reparadora ante
los constantes intentos de desnaturalización que los poetas y los prosistas modernos
dirigen en contra del lenguaje, es el que, algunos aiios después de "Moral y literatura",
febrero de 1948). En este ensayo, que es una prolongación de "El poder de las palabras"
(Sur 135, enero de 1946a), Caillois alcanza una conclusión convergente con la que
Si bien sus declaraciones manifiestan una intención conservadora mucho más urgente
que las de Bianco, ambos suscriben por distintas vías a ese "nuevo clasicismo", a ese
",Para qué sirven los escritores?" (Sur 86, noviembre de 1941)24 y al que Julien Benda.
Sobre este punto en particular, consultar el ensayo "Idea de clasicismo" (Caillois 1980,203-
206).
24 øcampo había invitado a Denis de Rougemont, en ese momento exiliado, a dar conferencias
en Buenos Aires. El articulo que menciono había sido parciahucute leído coma conferencia el
12 de agosto de 1941, bajo el patrocinio de Sur, en la "Biblioteca del Consejo de Mujeres". A la
semana siguiente de esta conferencia, Caillois abrió el segundo debate de Sur en tomo a "Los
irresponsables" de Archibaid Mac Leish, anunciando que dado que de Rougemont, al igual que
Mac Leish, se había ocupado del papel dci intelectual en d mundo moderno, ese debate ern.
también una continuación de su conferencia Dermis de Rougemnont tuvo entonces un lugar
adhiere indirectamente cuando augura para la nueva generación el lugar que en la
Racine 25
literaria francesa, como la respuesta amplia y general que escritores de distintos signos
(desde Beoda hasta el mismo Sartre, podría decirse) impulsan contra la "ciisis del
vanguardia, consiste para muchos de los miembros más representativos de Sur (al igual
que para muchos escritores y críticos franceses) en una revalorización tardía de las
restitución nostálgica del paradigma binario que funda la relación forma y contenido.
Un paradigma que, según afirma Roland Baithes, proviene de una las primeras
clasificaciones de la retórica clásica la que opone Res a Verb?, y cuyo influjo sobre la
cultura literaria francesa (inús aún, habría que decir, occidental) habría sido dominante
central en esa reuniÓn. Todo el debate giró en tomo a las propuestas que ci presentó en su
exposición iniciaL
Sobre la importancia de la visita de Rougemont a Buenos Aires ver Em) (1941) y Weibel-
Richard (1941).
"E ... ] de Res (o materiales demostrativos del discurso) dependía la Inventio o búsqueda de lo
que podría decirse sobre un tema (quaesrio); de V'rba dependía Ja Eloculio (o transformación
de esos materiales en una forma verbal), y esta Eiocuio, venía a ser en términos generales,
nuestro estilo. La relación catre Fondo y Forma era una relación kuomenológica la Forma se
consideraba corno la apariencia o la vestidura del Fondo, que era la verdad, o el cuerpo; las
metáforas ligadas a la Forma (al estilo) eran, asi, de orden decorativo: figuras, colores, i,wtices
o incluso esa relación entre Forma y Fondo se vivía como una relación expresiva o aléiica para
el literato (o comentarista) se trataba de establecer una relación ajustada cutre el fondo (la
verdad) y la fauna (la apariencia), entre el mensaje (como ontenido) y su inediwn (el estiló), y
de que entre esos das términos conc&itricos (ya que d uno estaba dentro del otro) hubiera una
recíproca garantía" (Bailbes 1987b, 150).
141
literatura sigue siendo pensada como un arte básicamente expresivo, en el que la tarea
central del escritor residida en preservar la función útil y elemental del lenguaje,
esforzándose por encontrar la palabra ajustada que le permita transmitir, con claridad y
de precisión, cada vez más afinado e imperceptible, es la misión reparadora que, frente a
los efectos deshumanizadores del arte moderno, asunten los escritores identificados con
"la causa del hombre". 28 Podria decirse que el principal impulso que conduce esta
reencauzar la literatura hacia los temas fimdarneutales del ser humano. Asi, por
diferentes caminos y con distintos énfisis, la mayoría de los participantes del debate
abril de 1945. La literatura, subraya el crítico, debe volver a ser "un medio para ofrecer
compromiso con los valores espirituales e intelectuales del hombre, no sólo se ratifica
27"La cultura francesa ha concedido siempm parece ser, un fodisimo privilegio a las 'ideas', o,
para hablar de una manera más neutra, al contenido de los mensajes. Al francés le importa, ese
'algo que decir', eso que designa comúnmente con una. palabra ffmicamente ambigua,
monetaria, comercial y literaria: el fondo (o los fondos) En cuanto al significante [..jlo único
que ha conocido la cultura francesa durante siglos es el trabajo del estilo, las exigencias de la
retórica aristotélico-Jesuita, los valores del 'escribir bien', que por otra parte, tambiái estaban
centrados, con una obstinada vuelta atrás, en la transparencia y la distinción del 'fondo'. Ha sido
necesario esperar a Mallamré para que nuestra literatura concibiera un significante libre, sobre
el que ya no pesaría la censura del falso significado r ... r (Barihes 1987d, 281).
23
Esta expresión pertenece a Caillois. La torno de una cita de su lilao BabeL Orgueíl confirsion
et ruine de la Ijiténmin' (Galtimani, Paris, .1948), aparecida en la crónica sobre el libro que
escribe RosaCbacd (1950).
142
entre los miembros de Sur cuál debe seguir siendo la finalidad de lo literario sino que
además se configura cierto acuerdo general en torno los criterios de belleza y calidad
desarrollo dei debate literario en Sur. Por un lado, muestra que la toma de posición
Victoria Ocami,o y de Guillermo de Torre, resulta, a mediado de los altos cuarenta, tma
problemático seguir insistiendo en el lugar comán, extendido entre los críticos de la.
revista, que afirma que en estos años se acentuada el predominio de Borges. Por otro
lado, y éste es el eje sobre el que me interesa ahora llamar la atención especialmente,
"Moral y literatura" especifica y precisa los criterios estéticos que, al menos desde
King (1989, 98) sobre la falta de definición explícita de las nonnas estéticas que
funciona como una elocuente puesta al día de estos criterios. 2 Sobre todo a partir de los
'9
Como se recordani, King sostiene que "[J Sur defendió el valor, pero nunca lo ddinió: las
nonnas son 'conocidasÇ no se definen; en realidad, prebablemente no pueden definirse. Sur se
dirigía a un grupo de icetores ideales y hacia un juicio de 'alor perfectamente singular,
recordando la célebre observación del inglés Leavis: 'Así es eso, ¿o no7 Si los lectores no
sentían o conocían ya 'eso', no se les podía explicar. El gusto sólo podía ser mantenido por unos
cuantos intelectuales que conservaban un terreno intermedio, ubicado en el ámbito del espíritu,
pero que en ültinui instancia, era nocionahnente detemiinado por la historia" (1989,98-99).
Su juicio desarrolla una observación antenor de María. Luisa Bastos (1980. 130-131). I.a autora
llama la atención sobre d epígrafe con que Sur publica el texto que Ezequiel Martínez Estrada
lee en 1937, cuando muere Horado Quiroga, En ese epígrafe, adjudicable por el estilo a Maltea,
•seg(m indica Basios se prarmualiza. lo siguientcc "Un criterio diferente del arte de éscribir y el
carácter general de las preocupaciones que creernos impieseindibles para la nutrición de ese arte
143
que estas normas remiten a las exigencias clásicas que, según describi hasta aqui, pautan
responden a los dictados del escribir bien que rigen la realización formal. Escribir bien
y transmitir un significado moralmente bello, o mejor aún, excribfr bien para, que ese
Retomando una acertada afirmación de Marinee Blanchot (1976a, 61) podríamos decir
que, en "Moral y literatura", queda establecido que, para, la mayoría de los integrantes
de Sur, "escribir es siempre escribir bien, y escribir bien es, en consecuencia, hacer el
nos separaban del excelente cuentista que acaba de morir i---r (S'w- 29, enero 1937, 108).
Bastos lamenta. 'la falta de una exposición crítica de lo que allí se denomina tui cñteño
diferente cid arte de escribif".
El reclamo de Bastos no parece apuntar simplemente a la huta de explicilación de este Cukiio,
es decir, al ¡techo de que éste se diera por sentado entre un guipo de lectores iniciados, según lo
interprela King. Sino, ial como advirtió Panesi, a la falta de "reflexión crítica especifica" en la
que ese etileno se sostiene. Afirma Panesi (2000, 61) con perspicacia: 'Sur no fornió una
corriente crítica, que proyectada en los márgenes de la cultura argentina pensase el modo de
existencia y de posibilidad de la literatura. nacional; y esta carencia no se debe, por cierto, al
innegable emocentriamo de sus gustos, ni siquiera a la jukndida falta de compromiso con lo
argentino. A &ir le faltó reflexión crítica específica sobre la dificultosa y mudable especifíidad
de lo literario, que confandió con el arte del buen decir y el decoro estilístico".
144
hasta aquí, no parece improcedente conjeturar que cuando Ocampo abre el debate con el
literatura, además de anticiparse, corno dije antes, a sus adversarios internos, también
entredice cierta toma de distancia, sutil pero reconocible, con quienes, como Enrique
Anderson lmbert o Pedro Henríquez Urcila (para nombrar, en principio, sólo a los que
una reacción crítica homogénea contra los principios esteticistas. Mientras la mayoría de
los participantes del debate reconoce y acepta la separación entre el orden moral y el
orden estético, aunque sólo sea para luego repensar y proponer distintos modos de
mediados de los años veinte había manifestado su desazón ante las tzansfonnaciones
modo evidente e inmediato que lo exime de brindar las precisiones en que abundan
En materia de "gran arte", concluye líneas más abajo, el "fiacaso ético" iednmda
moral del escritor. El único camino genuino que él reconoce para la literatura es "el
camino interior hacia el yo profinido" (66). "Lo importante es que el artista se conozca a
si mismo, que vea lúcidamente su honda dimensión moral, que nos diga cómo estima Ja
vida del prójimo y el conflicto delprójirno consigo mismo,, que se nos muestre en sus
reacciones, padecimientos y goces" (Anderson hnbert 1946a, 95). El arte, sostiene, "es
expresión del conocimiento del hombre por el hombre mismo [ ... ]".El máximo peligro
que, desde de su punto de vista, debe vencer el escritor es el de creer, como creyó Oscar
Wilde, que "la esfera del arte y la de la moral son absolutamente distintas" (idem).
Aún cuando la posición que ambos defienden no ocupa en el ámbito del debate
guardan con las convicciones de quien aparece corno el principal ausente de la reunión.
Resulta cuanto menos llamativo que, dada la importancia capital que el tema del
discusión ni contestado luego por escrito las preguntas del cuestionario. Podría
presumirse que habiendo advertido ese desplazamiento del interés general hacia los
146
medios formales del arte que se estaba operando en la revista —un interés que cii
escritores como Victoria Ocampo, para mencionar a alguien con quien manlenia
Mallea hubiese elegido no confrontar desde una perspectiva con la que seguia
que babia gozado en la década anteriór. Mientras t'Moral y literatura" explicita ese giro
de atención a favor de los aspectos retóricos que se venía, produciendo en Sur desde
fines de los afios treinta (un giro que seguramente le debía mucho a la coincidencia de
Buenos Aires), los ensayos que Mallea escribe desde comienzo de los cuarenta y que,
con excepción de uno solo dedicado a Rndolf Kassner, ya no publica, en la. revistafl,
exhiben la obstinada tenacidad con la que sigue adhiriendo a esa suerte de lileralura
a/iteraría, despojada de formas y artificios retóricos, que conforma uno de los atributos
principales de la figura del t'escritor agonisla" que habla acrrfiado una década antes.
integrantes del debate, Malles sigue abogando por una escritura espontánea, liberada de
32 En el pámaggafo tJn ser humano en busca de expzesióif" del Capítulo 1 de esta tesis
puntualicé que, aun cuando tanto Ocampo como Malles defienden la prioridad de tos problemas
humanos sobie los específicamente literarios, mm incluso cuando ambos adhieren al
reconocimiento de la importancia que tiene en Ial sentido la presencia de la primera persona en
Ja obra, la valoración que Ocampo hace de Ja forma Jikia dista considerablemente de esa
recuperación, de fiJt Irzidición religiosa, que Maltea propone de una lengua primera e
incontaminada por los artificios de la retórica.
33Me refiero a los ensayos que reúne en su libro Notas de mr novelista, editado por Emecé en
1954.
147
La oposición que estructura el fiagmento repite, con un tono despectivo, las críticas
hacia los estelas modernos que había presentado en su ensayo "El escritor de hoy frente
superficial, sino también, muchas veces, ilegítimo y fraudelento. Los esfuerzos retóricos
incompatible con la intención auténtica que moviliza al verdadero escritor. No hay lugar
para la reflexión sobre la forma en los ensayos de Mallea sus especulaciones se agotan
34
En su "Diario de Los enemigos dd dma", escrito ea 1948, pueden teene estas objeciones. Por
un lado, escribe: "La lucha más pertinaz de un escritor debe encamizarse contra el crecimiento
vicioso de su propio estilo. Si se le deja crecer acabaiú por tragurse a quien lo ejeree como el
parásito al higuerón.. El estilo es un animal doméstico o de guardia que debe donnir sitwpw a
los pies de la. cama Pugnazmente tenderá -y con más fuerza cuanto más fuerte sea su
condición— a echarse a yacer en la cama de su duo, arrojándolo de ella 1 ... ]" (Mallea 1954b,
83). Por el otro, observa "A este novelista inusitado Ise retiere a los novelistas que escriben con
demasiada lentitud, prestando una atención excesiva a fa realización estétical, anacrónico,
precioso, inexplicables, la perfrcción le devora la materia Su libro está tan deliberadamente bien
escrito que las otras deliberaciones inmancntes propias del mundo reflejarlo, aparecen muertas
por asfixia. Describe tan bemiosamente una rosa, que la hermosura de la rosa se nos brinda
aiiilicializada. Describe tan deleitado en su modo de describirlo un personaje, que más vive el
medio retórico que el fin o personaje mismo" (Ibídem, 94). En la misma dirección agrega más
adelante: "Otra de las fulencias liteiuias de nuestro tiempo es el ocaso del lenguaje creador. El
lenguaje se ha racionalizado y entristecido. Ha perdido corpulencia y versatilidad. [ ... ] ca rigor,
la lengua de los novelistas de hoy tiende a esquematizarse, a secarse, a rteducirse a las
articulaciones rígidas y lógicas del lenguaje correspondiente al ensayo" (Ibídem ,116).
148
exageración en la literatura", MaIlea 19Mb, 58) del autor empuje y sobrepase las
privilegios estilísticos. la escritura literaria no perderá nunca para Mallen, ese carácter
"Quisiera haber producido una de esas confesiones plenarias que son los
auténticos grandes libros —afirma cuando acaba de terminar su novela Los
enemigos de/a/rna—. A la postre, sólo la literatura de confesión nos hace
dignos de los otros hombres. Sólo la confesión no es artificio" (tbk/em,
119).
Quizás Jo (mico que explique que a lo largo de tantos años Maflea permanezca aún
comienzo estas convicciones suscitaron entre su obra y las expectativas del público y de
la crítica. Habría que pregrmtarse entonces si no fue su propia obcecación en estas ideas,
centralidad que había ganado en Sur. Más que a la creciente publicación de textos de
repensar las pautas sobre las que se sustenla esa vocación autoexp~ de vertiente
149
literario.
dimensión moral (una diferencia que retrotrae los términos de la discusión a la radical
falta de reflexión especifica que Sur manifiesta en los aflos treinta), en el caso de
predominantes en el debate (una distancia máxima, que sin embargo pasa inadvertida
'premeditación, Borges inicia su respuesta apelando a una fiase de tono tan imperioso y
tan poco apto para abrir una discusión como la que él mismo reprueba, ene! aforismo de
Wilde: "Quizás no hay libros imnorales, pero hay lecturas que lo son, claramente" (71 ).
La afirmación resulta una artimaña poco sutil para desviar el centro de atención desde la
peronista. Con una exacerbada indignación moral., la de alguien que además de estar
indignado quiere exhibir su irritación ante los otros, Borges acomete, por un lado,
contra las relecturas sentimentales que el populismo nacionalista hace de! Martín Fierro
y, por otro, contra los efectos banalizadores que las revistas de. circulación masiva (de
las que él mismo fue un asiduo colaborador) provocan en sus lectores.35 La advertencia
35EU relación con el primer punto, afirma: "El Monín Rem, (amplio aquí una observi6n de
María Rosa Olivé) fue escrito para demostrar que el ejército convierte en vagabundos y en
foijidosaloshombiesdecampo;esleído.nmommcporquícaesbuscanlosplaceiesdela
ruindad (consejos de vítáo Vrzcacba), de la crueldad (pelea con el moreno), del sentimentalismo
de los canallas y de la bravata orificra (passírn' (71). En relación con el segundo: "Qué decir
de esos instrumentos que rebajan el universo a una suma de ceremonias oficiales y de
150
con que concluyen estos ataques —"No nos dejemos embaucar por la connotación sexual
con una perpectíva extrarnoral del ejercicio literario. Lector entusiasta, de Wilde y
admirador fervoroso de sus ideas esté1ieas, Borges acuerda con que, ial como se lee en
ceremonias mundanas, que no proponen otro ideal que el ocioso vivir de los millonarios, que
reducen la historia del país a una lista incompleta de concurrentes al Teatro de la Ranchería, que
iuteiminablemente añoran al mazorquero, al negro esclavo y al virrey, que prodigan los
campeonatos de goll los ionices de bridge, los prolongados gauchos apócrifos de Quirós y los
árboles genealógicos?' (tdenr).
36En esta oportunidad escribe: "[... 1 las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras
fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la cnieldad más abominable es d hecho de que
fomenten la idiotez" (Borges 1946, 114). Para una renovadora interpretación de las relaciones
de Borges con el peronismo, consuhar Panesi (2007,30-41).
37 Podría compararse la forma de esta respuesta con la que doce años antes Borges da, en otro
contexto, a una pregunta similar. Cuando en la revista Conira, dirigida por Raúl González
Tuñon, se lo iuteiroga acerca de si d arte debe estar al servicio del problema social, la ironía y
la burla son los recursos de que se vale para eludir los términos de la pregunta. En Ñu, en
cambio, el rodeo por el acuerdo ideológico resulta mucho más ajustado a la voluntad de plantear
su diferencia pero sin romper filas con la revista Paraa un análisis de la respuesta a la encuesla.
de Coníra, consultar Giordano (2005a, 9-18). Ver lambión los estudios sobre la revista de Sarlo
(1988, 155-178)ySaítta(1999y200l).
35"Leyendo y releyendo, a lo largo de los años, a Wilde -escribe— noto un hecho que sus
panegiristas no parecen haber sospechado siquiera: el hecho comprobable y elemental de que
Wilde, casi sicmprc, tiene raz&" La cita pertenece a "Oscar Wilde", publicado originalmente
en Los anaJes de Buenos Aires, nro. 11, Buenos Aires, diciembre de 1946 y recogido luego en
Borges (1971, 115418).
151
modelo de todas las artes es la música" (Wilde 2000, 6). Resulta significalivo, y en
cierto modo previsiblé, que nadie entre los participantes del encuentro retome la divisa.
que Wilde había aprendido en Walter Pater. 39 Borges mismo se abstiene en esta ocasión
proyección se extiende más allá del simbolismo. Como sekda Pierre Bourdieu (1995,
441), a partir de la década de 1880, la música pasa a ser el arte de refereocia para todos
los partidarios del arte puro. Y esto es así menos porque, Ial como su argumentación
simplifica, la música no vehiculice ningún sentido o esté en contra de todo sentido, sino
porque, como queda claro en Pater, en ella se opera una suspensión de la significación,
de un poema [J -escribe Pater (1978,. 118)- no sea nada sin la forma, el espíritu, la
manera de tratarlo; que esta forma, esta particular manera de tratar el tema se convierta
en un fin en si, penetre cada parte de la materia artistica. ".Esta es la aspiración que
alienta en su sentencia. Se trataría para él, y así lo lee Borges, de dar lugar a que en la
literatura se susciten esos "momentos de perfección" en los que "el fin no es distinto de
los medios, ni la forma de la materia, ni el tema de la expresión: [sino que todos son]
39El único que alude a ella, de un modo indirecto y con el fin de contradecida. es Augusto
DureHi. "En música, el mejor arte es precisamente el que no pretende "crea?', ni "recrea?', ni
"imita?' la naturaleza. Es evidente que eso no puede decirse, por lo menos en fomia igualmente
absoluta, de la pintura. Tampoco puede aplicarse en bloque a la literaüua" (76).
40Pienso, por ejemplo, en "Nolas sobre Walt Whitman", que apareció en Los andes de Buenos
Aires nro. 13 (marzo 1947) e incluyó luego en Borges (1966,121-126). "A Mallamité -escribió
en este ensaye- no le bastaron temas triviales; los buscó ucgativus la ausencia de una floro de
una mujer, la blancura de la hoja de papel antes del poema. Como Pater,, sintió que todas las
artes propenden a la música, el arte en que la forma es el fondo [ ... ". Pienso lambiár en "La
muralla y los libro?', que publicó oliginalinente en La Nación el 2211011950 y luego en
(Borges 1971, 12).
152
recíprocamente inherentes y se saluran los unos a los otros" (ibídem, .l2O) Momentos
en los que la literatura se torna, para decirlo con la inigualable fórmula borgeana, la
sobre Chéjov. Cuando lo que se discute es la importancia que las opiniones del autor
tienen en la obra literaria, desestima de un modo categórico el valor de todo juicio moral
en la obra de arte. Su punto de partida es la defensa de la independencia formal del
esgrime una definición verbal de esta categoria "Stevenson (Ethicril Stridie) —señala
pondera la extraña independencia que parecen lograr, sin embargo, esos homúnculós
verbales." (71). Esta observación, sobre la que volverá con insistencia en varios ensayos
por la que vino batallando en Sur, para afirmar, de un modo elíptico, el carúcter
"El hecho .es que una vez lograda esa independencia, una vez convencidos
los lectores de que ial personaje no es menos vario que los que babilan la
"realidad" (quienes, por lo demás, tampoco son, o somos, otra cosa que una
serie de signos) el juicio moral del escritor impórta poco. [ ... ) Para el
novelista, como tal, no hay personajes malos o buenos; todo personaje es
inevitable. ¡ wzdersiand everything and everyone, declara Bernard Shaw,
and am nobody andnothing" (71).
anuncia un punto de vista literario que, más acá de los principios que definen el credo
formalista que Borges desplegó en Sur (ésto es, por una s'ia heterogénea a la moral de la
forma con que enfrentó las determinaciones humanistas), excede los términos del debate
escritor, anonadado por la irrealidad de las palabras, siendo nobody and noihing, cede a
'contenido' conjetural" (Borges 1971, 12): que se imponga, mucho antes de cualquier
discurso sanción moral, como una forma inevitable. A partir de esta transfiguración, hay
que leer también la conclusión final que su res$esta dirige contra, los partidarios del
arte puro.
la "palabra esenciaP' a), Borges advierte lo que nadie más (con excepción de Silvina
Sur que lo que cuenta cuando se habla de literatura, cuando la que cuenta es la
esos intervalos, que Borges (19364, 51) describe como relámpagos de "intuición
lenguaje, lejos de ser un sistema de expresión del que dispone para actuar y
4 Sobre en este punto en particular, ver los ensayos de Malanné recopilados por Simons (1977)
Parliculannente "Crisis de verso" y "El libro, irrstnuuento espiritual". Pani rara lectura de la.
distinción entre "palabra bruta" y "palabra esencial", consultar Blancbot (1992, 31-42).
154
SEGUNDA PARTE:
LOS COMIENZOS LITERARIOS DE iosÉ BICO Y snvi ocMro
156
CAPITULO Y
José Blanco: las etapas de un recorrido
1. De La Nación a Sur
Aunque al iniciarse los años cuarenta la centralidad de Mallea en Sur había
1943, para trazar un cuadro demoledor y arbitrario de la novela nacional e insistir de ese
modo en una discusión que para entonces acredita más de una década 2 Si bien se trata
de una disputa que había alcanzado ya su punto más resonante en 1940, con el prólogo a
artificio literario contra las interpretaciones realistas y humanistas del arte de novelar.
había hecho con Bioy Casares), Borges limita la interpretación de Las ratas al enftico
aquellos logros que identificaban a quien es ya el conocido jefe de redacción de Sur con
intenso "ardor sectario" que Bioy Casares reconoce tiempo después 3, Borges celebra el
2Me refiero a la conocida reseila que publica en &ir lii (enem de 1944). Recogida en Borges
(1999,271-274).
comentario pasa por alto los cuidados con que Bianco compone el drama interno del
respeto que los críticos manifestaron ante la palabra borgeana, su lectura logró imponer
A la luz de esta imagen, resulta cuanto menos curioso y dificil de explicar que
tan alejados de los intereses y las preocupaciones literarias que Borges le atribuye de un
novela póstuma. de Leo Ferrero, con que Bianco inicia su participación en la revista, en
1935, y al extenso estudio sobre las últimas obras de Eduardo Mallea, que publica al
alio siguiente. 4 ¿Por qué un escritor identificado con los severos rigores de la
construcción literaria podría sentirse atraído por obras como las de Fenero y Mallea,
centralmente definidas por un profundo compromiso espiritual con los problemas del
hombre? ¿Qué podría interesarle en ellas? ¿Qué podría concernirle al punto de elegir
múltiples implicancias de la pregunta pero que nos acerca a una imagen de Bianco
menos tendenciosa. -esto es, a una imagen no menos ligada, a las contiendas del
momento pero sí algo más ajustada a la complejidad de sus convicciones.- requiere ante
4"La novela de Leo Ferrero" (Sur 10, julio 1935, 76-83) y "Las últimas obras de Mallea. Al
margen de sus temas principales" (Sur 21, junio 1936, 39-71) respectivamente. Como de en la
Introducción, ninguno de estos artículos tire recogido en antologías posteriores, ni fue analizado
por los críticos de Bianco.
158
todo que revisemos los artículos que, desde comienzo de la década y durante los años en
trata de. un corpus breve, que Bianco decidió no incluir en las recopilaciones y
antologías de sus ensayos que se publicaron entre fines de los años setenta y fines de los
ochenta, y del que se conocieron algunos pocos artículos y fragmentos recién en 1997,
cuando Juan Gustavo Cobo Borda los incluyó en el segundo dossier sobre su obra que
deben haber contribuido sin dudas a que la crítica especializada no haya fijado aún su
Nosotros, Bianco elige, como advierte Alberto Giordano (2005c, 106-7) en una lectura
autófiguración similar, Bianco sostiene también en esta ocasión que fue un azar
desinteresado lo que lo condujo (a él, que no sólo no había pensado en seguir la carrera
de escritor sino que ni siquiera consideraba que ésta fuese una carrera) a colaborar en el
diario prestigioso. Cuenta que de muchacho solía pasar los veranos en el Tigre y que a
una de las quintas que fiicueniaba acostwnbraba a ir también Álvam Melián Lafinur.
fuera del todo ignorante. Como él trabajaba en La Nación, me dijo que le llevara algo
mío para dárselo a Méndez Calzada que dirigía el suplemento literario." (Torres Fierro,
cena determinó su debut público como narradot Bianco resolvió darle "El limite" y este
159
entre 1929 y 1930, aparecieron en La Nación, cinco de los seis relatos que luego reunió
Si se comparan estas contribuciones con las notas que Bianco escribe para
Nosotros, entre enero de 1928 y mayo de 1930, los artículos de La Nación, sobre todo,
los que publica desde mediados de la década del treinta y dedica a Jules Romains,, Leo
resellas iniciales y muestran una imagen de Bianco muy distinta de la de ese joven,
desinteresado por los alcances morales del ejercicio literario, que busca con ánimo
Giordano (2005c, 109), el Bianco de. Nosotros es "un moralista irónico, que prefiere
posar de frívolo antes que pasar por serio, y que viene a recordarle a sus colegas y a los
indigente cultura, nacional., conspira contra los auténticos valores literarios, contra la
escritor que se aparta sensiblemente del hedonismo literario de sus primeros textos
críticos, reemplaza la ironía por un tono serio y más fonnal, y da lugar a una visión de la
5 Cabe recordar que Maltea reemplaza a Méndez Calzada a comienzo de 1931 y permanece al
frente del suplemento durante casi un cuarto de siglo.
en
6»El novelista y la ciudad. Jules Romains" (Bianco 1934b); "La libertad la fonnación de las
minorías: Leo Ferrero" (Bianco 1934c); "Un saludo de Jales Romams" (1936a) y "UTn idealista
absoluto" (1937a).
7 Sobre todo el que escribe los ensayos que mencioné, porque hay otros artículos anteriores en
los que aún persisten algunos ecos de la liviandad propia del moralista irónico. Pienso
especialmente en "Proust y Stendhal" (1933á) y "'Raymond Roussel" (1934a).
literatura, cada vez más comprometida, con las determinaciones morales y espirituales
del ejercicio intelectuaL Podría conjeturarse que las razones que alentaron este cambio
no fueron del todo ajenas a esa exigencia de un "tono nuevo" que la llegada de los
dificiles años treinta impuso a los intelectuales argentinos, luego del defraudado
optimismo expansivo de la década anterior (King 1989, 62). Más aún, podría.
aventurarse que, en su caso en particular, mucho deben haber incidido en este sentido
los primeros contactos que por esos años él establecería con Eduardo Malles y con
Victoria Ocarnpo.8 Una incidencia a tal punto perceptible que es posible afirmar que ese
"tono moral" de Sur, que él mismo celebraría áfios después como una cualidad'
Nación, desde 1934, resultan extensos articulos de divulgación en los que se glosan
elogiosamente las tesis principales de estos escritores, también admirados por los
principales miembros Sur. El primer articulo sobre Jules Romains, publicado cuando ya
habían aparecido en Francia seis tomos de Los Hommes de l3onne Volonlé, despliega los
Según recuerda en la entrevista que le hizo Danubio Torres Fierro, Bianco conoce a MaIlea en
1929 a través de un amigo de juventud, aficionado a las letras, del que no da el nombre y sobre
el que lo único que dice es que ingresa a la orden de los dominicos. "Conocí a Malles por ese
muchacho que tomó las órdenes. Mallea se interesaba en las nuevas corrientes literarias, en
problemas estéticos, filosóficos. Era joven, buscaba la colaboración de los jóvenes. Yo
publiaba artículos sobre los libros que leía por entonces. Meras crónicas E... J" (Torres Fierro
1988,401). A Victoria Ocampo, por su palle, la sigue desde mucho tiempo antes de que Maltea
se le presente personalmente en 1935. "Yo era joven, vanidoso, yo éra snob, yo era sensible al
prestigio de Victoria Ocampo. Había leído sus ensayos, asistido a sus conferencias, y en tuia
ocasión quede muy emocionado oyéndola recitar poemas de Baudelaire y de Mallarm&"
(Bianco 1999,332)
161
totalitarismos marca la escena política internacional con los primeros triunfos del
las libertades democráticas, Bianco reivindica la perspectiva con que Romains aborda el
XIV Congreso Internacional de los PEN Clubs en Buenos Aires. Antes que un sistema
Bianco, "una actitud general del espíritu, una manera de ver y sentir que se remonta a un
pasado lejano, que posee un presente y un futuro inçalculable y puede aplicarse a todas
Q
las obras del hombre" (1934b, 42). Una actitud espiritual para la cual, más allá de las
críticas que recibió la literatura unanimista en relación con el hecho de que, dada la.
conocimiento del alma individual, "el hombre constituye la medida de todas las cosas.
agrega citando a Romains, "el individuo quizá deba a lo unánime todo su valor, su
Tal como advierte Celina Manzoni (2007) en un análisis perspicaz de los debates
que se suscitan en Buenos Aires en ese momento, la intervención inicial que Romains
Carlos ibarguren, Presidente del PEN Club de Buenos Aires, fija desde el comienzo la
línea argumentativa que los liberales defenderán arduamente durante el desarrollo de las
162
sesiones del encuentro. Manzoni acierta en puntualizar que Romains comienza por
indiscutido de guía espiritual, pasa luego recuperar a propósito de este carácter su teoría
2007, 169), que apela a los encendidos dictados de la mística religiosa para presentar la
exaltación colectiva provocada luego de la primera guerra como una victoria contra el
espíritu utilitario y materialista imperante desde fines del siglo XIX, Romains distingue
palabra, bárbaro —precisamente ése cuyos estragos actuales nos hace temblar—. - "y un
tendido hacia el espíritu" (AA VV. 1937, 29). Este zinanirnísmo consciente es el que
entre el individuo y lo. colectivo. Se trata de una perspectiva que reconoce, según lo
vuelta, a un individualismo "difunto y superado" y, por otro, quienes, como sería el caso
de Ibarguren, buscan que la humanidad cure sus males presentes renunciando a las
que los sectores democráticos defenderán a largo de las distintas jornadas del debate. El
163
entusiasmo que, según el testimonio de Domingo Melfi, uno de los delegados chilenos 9 ,
despertaron entre los asistentes las primeras palabras de afirmación de la libeiiad debe
haber decidido al joven Banco, que había çonseguido presenciar las reuniones del
novelista" El ensayo repite en líneas generales los elogios sobre las novelas de
Tal como ocurre con este artículo, el siguiente ensayo que publica, en La Nación
también se encuentra motivado por las repercusiones del encuentro. Aparecido á pocos
meses de finalizadas las reuniones, el extenso artículo que Bianco dedica a Julien
En el ensayo que Bianco dedica a Victoria Ocampo, en 1981, con motivo de su muerte, el
recuerdo de las sesiones del Congreso de los ¡'en Clubs, especialmente el del altercado entre ella
y Maiinetti, ocupa un lugar significativo en la figuración que constniye de la homenajeada En
este ensayo, Blanco cuenta que debe a un ofrecimiento de Ocampo el haber podido asistir al
multitudinario evento. "Con la primavera de 1936 llegaron los días del Congreso Inleniacional
de los ¡'EN Clubs. Yo no em socio; de acuerdo con el reglamento, no podía serio basta el alio
próximo. Victoria me ofreció hacerme entrar con ella Me llamaba la atención que nunca hiciera
valer su condición de Vicepresidenta para que la hicieran pasar antes que a los demás. En la cola
se destacaba esta mujer tan arrogante, con un ramito de flores en el hombro, que esperaba su
turno pacientemente. Por entonces hubo varias reuniones en casa de Victoria, con Jules
Romains, Benjamín Cremieux, los Mazitain, Ludwig, Michaux, Reyes, Stefan Zwerg, [ .J"
("Victoria", Blanco 1988c, 233).
tL
MerefleroaBianco 1936a
' La admiración de Bianco hacia Benda se extiende al menos hasta finales de la década del
cincuenta. En 1947, cuando viaja a Francia, becado por el gobierno flancés para realizar
estudios literarios, envía al diario La Prensa su crónica "Visita a Julien Benda", en la que relata
164
juicios de Benda acerca de la traición de los ckrcs, sobre todo entre sus propios
compatriotas franceses, durante las sesiones del congreso en las que se discutía la
función social del escritor". Mientras que en su discurso de apertura, Romains invocaba
implícitamente la figura del ckrc al aspirar que las asambleas qúe se reunían en Buenos
con que Georges Duhamel iniciaba al din siguiente el tema de discusión propuesto
libre en su pureza sino más bien estéril y esclavo en su origen" (ibídem, 46). Esta
ámbito del encuentro y continuaba sin dudas una discusión de la que participaba desde
bacía tiempo la mayoría de los intelectuales europeos, se volvió más explícita a partir de
que Benjamin Cremieux, otro de los críticos de Beoda, a cargo en esta ocasión de
organizar una de las jornadas del debate, presentó un cuestionario en el que le pedía a
cuatro de los participantes (entre ellos a Jacques Maritain y Eduardo Malles) que
manifestaran su opinión sobre las ideas bendianas. Si bien habría que revisar y analizar
en detalle la respuesta que ofreció cada uno de los participantes, mi cierto acuerdo
parcial pareció establecerse entre ellos a partir de la crítica a lo que Cremieux designé
con fervor y un encanto particular, su primer encuentro con el escritor. Casi diez años más tarde,
en 1956, escribe "De nuevo Julien Benda", ensayo en el que insiste en algunas de las cuestiones
que habían aparecido en sus dos artículos anteriores, y "EL escritor y las palabras", texto en ci
que recoge las enseñanzas de BernIa sobre el estilo literario. Probablemente ambos ensayos
hayan integrado el texto de las conferencias sobre el autor que Bianco dicté ese añoy el
siguiente, en la Sociedad Hebniica y en la Biblioteca Nacional. Los dos se incluyeron en tres de
las antologías y recopilaciones que se realizaron de su obra (1977, 1984b y 1988c). Por último,
existe también un largo articulo, escrito probablemente en 1957, que Bianco dejó inédito. Juan
Gustavo Cobo Borda lo incluyó en el dossier de Cuadernov HLspanoamericanos 565-566, en
1997 y Modesto Milanés lo recogió en la antología que preparó para Casa de las Américas, en el
aIo 2006. En este ensayo, Bianco vuelve una vez más sobre La traición de los mlekcluales y
repite los nírcleos principales de su artículo inicial.
165
como la fliosofia idealista del aislamiento del espíritu, profesada por Julien Benda."
(lbídern, 142).
Bianco se revelaba como una respuesta polémica a esa conclusión. La nota que
insistiendo en sus razones contra. Benda, pudo haber actuado como detonante para que
sólo entmcia su simpatía hacia las tesis más difundidas (y discutidas) del filósofo
principales textos críticos —de la La Trahison des Clercs, desde luego, pero también de
sus dos libros posteriores y menos conocidos, el Esai d'un Discours Cohérení y La Fin
síntesis del pensamiento del autor, a partir de una cuidada selección de distintos
mentado idealismo de Benda no implica, según le imputan sus crtcos, la defensa del
cómodo aislamiento y la indiferencia de los intelectuales ante las urgencias del mundo
real, sino que compromete una fonna de intervención que subordina los intereses de la
' 3 Esta nota había aparecido el 7 de febrero de 1937y Bianco la cita yla comenta en su texto.
14 En una de las cartas que le envió luego de publicado "Un idealista absoluto", BernIa destaca
que Bianco haya sabido apreciar la coherencia y la unidad que mantienen estos textos. "Núnca
le agradeceré bastante -escribe-- que haya usted percibido mi trilogia y la unidad que presentan
mis tres obras, desde la Traición hasta el Discww coherente. El sitio preeminente que le
concede a esta última, a la cual asigno una importancia capital en mi testimonio, me causa
placer" (citado en "De nuevo inflen Benda", Bianco 1988c, 224).
miembros más representativos de Sur en ese momento y cuyas líneas principales quedan
sintetizadas en el editorial que encabeza el nwnero 35, pocos meses después de que
marcado' cambio de tono y de intereses que sefialé más arriba Compenetrado con los
debates culturales de] momento, Bianco desplaza sus inquietudes puramente estéticas,
Mundial. Del critico . irónico y desenfadado que componen sus notas iniciales al
15Pienso aquí en esa figura del "hombre de letras" que el propio Bianco describe a propósito de
Voltaire. "Voltaire defendió la libertad 'porque durante toda su vida habría de sentirse escritor,
esencialmente escritor. Cuando su padre le propone seguir una carrera, contesta: 'no quiero más
carrera que la de hombre de letras.' Impulsado por la necesidad de pensar y escribir libremente
combate las injusticias de su tiempo, y se adelanta a su tiempo al preconizar los ideales de todos
los tiempos, esos ideales que todavía ambicionamos en el día de hoy" ("Voltaire y la libertad del
espíritu", Blanco 1988; 170).
167
involuntaria, que acerca a Bianca hasta las paertas de Sur. De hecho, según el relato que
publica en este diario a fines de 1934 el que atrae la atención de Victoria (kampo.
OcampoleesunotaylepideaMallea,yadizectordel suplesacnto,qrreloinvileauna
de las reuniones habituales de la revista En esa renrú6n, que se realiza a fines de abrI'
de 1935, y en la que Bianco también conoce a Borges, cHale propone que colabore en
No resulta dificil conjeturar cuáles fueron las razones que despertaron el interés
de 1930 en París, donde su familia había tenido que exiliarse cuando los primeros
' Ocampo cuenta en detalle cómo lo conoció en el ensayo que escribe para Sur, al cu~Em el
primer aniversario de la asaete de Ferrero. "En los primeros meses de 1930 me encontré con
Leo Fernro en París, en casa de madame B. Tenía él entonces no sé qué proyecto de
publicación (una serie de "plaqucues' de distintos autores) y espesaba al respecto la contestación
de Ortega, a quien había pedido colaboración. Ler no conocía pxeirsonahnente a Ortega, y un
169
cultural" (Patat 2006), eran algunas de las ideas subyace~ directrices de ese artkulo,
que teslinioniaban d fuerte entendimiento entre su autor y los miembros de Sua Sobre
el final de ese ensayo, Feffem lamentaba la desorientación que padecían bus minorías
problema del rol de las éiifes intelectuales es uno de los temas principales. Como se
general sobre la muerte y el dolor humanos. Luego de esta digresión y de una elogiosa
interés en las virtudes del estríbir bien' 8, describe, de un modo sucinto, el estudio sobre
' El artículo se publicó precedido por una afligida nota de Victoria Ocampo en la que
informaba a los lectores de Sur el firllecimiento del escritor. "Me llega hoy, 18 de septiembre, la
noticia de que Leo Ferrero ha mueto en un accidente de automóvil en Santa F4 Nueva. México.
El accidente tuvo lugar el 26 de agosto. Leo Ferrero tenía apenas treinta años. Desde algunos
meses atrás viaja por la Anáica del Norte en virtud de haber recibido una beca de la flmdación
Rockefeller. Colaborador y miembro de la redacción de "SUR", nuestra revista picnic con el a
uno de sus más seguros amigos" (Ocampo 1933, 155).
15 En términos muy similares a los que empleará, más de twa década después, en su izikvención
al debate "Moral y literatura", afinna "El escritor ha de salvar esa distancia insalvable que va
del pensamiento a las palabras, pero no desnaturalizando su obscuro sentido oirigrnal y
dejándose conducir por las indicaciones llamativas de la superlicie, sino aproximando las
palabras al pensamiento. Tratando de expresar, mediante ellas, su esencia que se rebela ante una
posible fomwlacióu. Y es el humilde acatamiento de que hacen gala las palabras quien las
emancipo. Pretendieron tnvializarse, convertirse en mentales intermediarias del significado que
tratan de aprisionar, y surgen más ágiles, ligeras e independientes que nunca. Perdieron lastre, se
despojaron de su oropel superfluo, y helas, aquí, libres porque han sacrificado su libertad. Ahora
cabe dejarse guiar por ellas. No se estampa twa palabra en el papel sin excluir tácitamente el
resto del diccionario. Pero ya en la buena senda, esta dificil elección la realizan por si solas.
Casi no interviene la voluntad personal. Los períodos se suceden, rítmicos, espontáneos. Se
amenguó la distancia entre el significado y la expresión, entre el pensamiento y el estilo"
(Bianco 1934c, 31).
170
Leonardo da Vinci, Leoiwrdo o de!! 'Arte, que Ferrero había reescrito y publicado en
centrales de su ensayo son los dos últimos: 'Gobineau. La misión de las éIiief' y'París
de Le..' P!eiades, de Gobiaeau, para plantear la importancia que reviste para el porvenir
de sintetizar los argumentos de los dos dramas de Fenero referidos al tema. En París
Dernier Modele de I'OCCidenf', que es la obra que concerntna sus principales motivos
europea que opone a las sucesivas crisis morales y políticas de Italia e Inglaterra, la
alternativa de estabilidad ofrecida por Francia. "Existe era Europa -afirma Blanco
(1934c, 371 parafraseando a Feifero- una nación que ha salido invicta de todos los
cambios de fintuna, que ninguna catástrofe consiguió abatir, [.. j porque en ella 'el
orden es bastante eslable para que los individuos puedan ser emprendedores y el
desorden bastante grande para que puedan reflexionare. Esa es Franca, y su resumen,
París E ... 1". La clave del pretendido equilibrio francés residiría para Ferrero en la
t)
"Leonanloy los filósofos, 1929. caila a Leo Fenero', recogido en Váleiy (1997,104-141).
20Ambos.jarágrafo fueron recogidos, sin sus nombres originales, bajo el título general de "Leo
Ferrero", en Blanco (1997, 33-40)
171
Además de exponer con entusiasmo la concepción que las obras de Ferrero presentan
cuenta con la adhesión previa de Victoria Ocampo y de los miembros más conspicuos
de Sur, el ensayo de Bianco manifiesta también otro elocuente punto de encuentro entre
cantidad de testimonios en los que Ocampo reconoce su deuda espiritual con esta nación
publicada en Sur 69 (junio 1940)—, para comprender la inmediata afinidad que ella debe
haber experimentado hacia la fervorosa admiración con que Bianco reseña las tesis
centrales de las obras de Ferrero. Esta afinidad fue sin dudas la que motivé que, a poco
de haberlo conocido, Ocampo lo invitara a colaborar en la revista con una nota sobre
Espoirs. Unos meses después, la nota se publicaba en las páginas centrales de Sur,
para quien acababa de debutar como colaborador y no acreditaba aún una extensá
fugar que poco tiempo después Bianco ocuparía en la revista por casi medio siglo.
172
- revista sino que además, y sobre todo en lo que respecta a su concepción de la literatura,
anticipan y prefiguran algunas "opiniones" a las que adhirió durante toda su carreia 2
21
En un sentido que tal vez convenga revisar, el término «opinión", aplicado a los juicios
estéticos de Bianca, posee el alcance que el propio autor se encargó de otorgarle. Dos de sus
ensayos prograrnáticos más nnporlrmtes en materia literaria "La Argenfina y su imagen
literaria?', escrito en 1962, y "Función social del escrito?, una reelaboración del anterior,
publicada en 1967, se inician con una digresión general en la que Bianco apela a la distinción
platónica entre "ideas" y "opiniones", con el propósito de atribuir a sus propias afirmaciones el
valor relativo que poseen las segundas. "Quizá ustedes recuerden la distinción que hacían los
griegos entre ideas y opiniones. Platón vinculaba el ser, lo que existe, al conocimiento, y el no
ser, lo que no existe, ala ignorancia. Pero había una suerte de cosas que fluctuaban entre el ser y
el no ser,, y que no eran del ánimo del conocimiento sino de la opinión. La opinión tiene menos
claridad que el conocimiento y menos oscuridad quela ignorancia A los que son incapaces, por
cosas
justas, los llama amantes de la opinión, y no del conocimiento, filodoxos y no fdósotb& Platón,
tan lleno de prudencia y buen sentido, no se muestra demasiado riguroso con los filodoxos, o
amantes de la opinión, y basta les asigna un modesto lugar en su República. Pues bien, sobre
determinados problemas que se plantean en la Argentina a ese grapo de escritores más o menos
numeroso que practica la novela o el cuento, prepárense ustedes a escuchar, no ideas, o juicios
basados en el conocimiento, sino juicios basados, de algim modo, en la apariencia de las cosas,
meras opiniones, en el sentido más estricto, más platónico de la palabra" ("La Argentina y su
imagen literaria", Bianco 1988, 152). Además de un testimonio del platonismo que inspira
muchas facetas del pensamiento de Bianco, el fragmento es también una declaración de falsa
modestia, destinada a captar la benevolencia del público.
Basta recordar que Bianco forniula esta salvedad sobre sus juicios cuando sus convicciones
estéticas han ejereido ya una influencia importante sobre el gusto literario argentino, desde el
lugar que ocupó en la redacción de Sur,, para advertir hasta que punto su comentario encierm
una manifestación de esa "modestia deliberada", "forma evidente del orgullo", que él había
aprendido en Beoda ("De nuevo Julien Benda', Bianco 1988, 225). Podríamos recurrir también
a las declaraciones de sus mejores amigos, para recuperar la fuerza de convicción y el grado de
certidumbre, cualidades poco frecuentes entre los meros "amantes de la opinión", con que
Bianco solía afirmar y basta imponer sus propios jaldos. "i,Modestia de Pepe Bianco? -
pregunta con ironía Enrique Pezzoni (1992, 4)— No la tiene ni tiene por qué tenerla Al
contrario: es terminante, y aún arrogante, si me perdonás la aliteración. Tiene arrogancia para
decir lo que piensa, para exhibir hasta qué pinito es inexorable en sus pscfew.cias y en sus
discrepancias. No hace la menor concesión a las corrientes que imperan. Ahora escribo esto con
admiración y basta ternura, pero sé que me darán gan de asesinarlo en la próxima discusión
que tengamos, aunque después acabaré como casi siempre dándole la razón. Yo no diría para
nada que Pepe es modesto. Eso sí, a partir de su incomiptibilidad para dejar en claro sus gustos
y sus desdenes en materia de literatura, muchas veces su'C)modestiaes toda una estrategia
para pescar al interlocutor con la guardia baja". Este Bianca, seguro y convencido de sus
173
Tanto en su comentario sobre la novela de Ferrero como en el ensayo que dedica a las
obras Mallea manifiestan ese cambio de perspectiva sobre el valor y los fines de la
en las que cierta reflexión específica sobre los procediniientos novelísticos se conjuga
Mallea, un minucioso recorrido por las obras narrativas y ensayísticas que el autor había.
publicado hasta ese momento, privilegia ante todo el entusiasta reconocimiento de sus
elecciones temál cas, de sus tópicos morales e ideológicos más importantes, pero no se
priva sin embargo de introducir además algunas reservas críticas sobre la construcción
de los personajes en los relatos del escritor. En ambos casos, la figura. de Bianco que se
desprende de estos textos es más compleja que la que Borges compone pocos años
después, porque en ella conviven los intereses específicamente literarios del autor de
clase de novela en los que está interesado. Como es frecuente que ocuna cuando el
crítico es un escritor, sus juicios no sólo resultan la secreta anticipación de lo que será o
procurará que sea su literatura, sino que además constituyen una temprana intervención
juicios, que había aparecido en las colaboraciones de Nároiros y La Nación, es el que se vuelve,
al poco tiempo de haber llegado allí, un miembro clave del proyecto Sur.
e 174
en el contexto de los debates en que se leerá esa. literatura. La nota. de Bianco es en este
sentido una respuesta singular e intrincada a la discusión sobre la novela que se venia
aparecen luego, como vimos, en los primeros años de 1940- En un párrafo en el que
retorna y prolonga la discrepancia con Éduardo Máilea que Victoria Ocampo enunca,,
pocas páginas antes, en el mismo número de Sur en el que se publica esta notar, Bianco
afirma:
22 En el ensayo "Al margen de Gide", Ocampo observa como al pasar una disidencia interesante
con lo que Mallen había expuesto el alio anterior en su célebre conferencia en el Palacio
Giustiniani de Roma. Probablemente Bianco conociera esta diferencia de las chañas con
Victoria.
"En su conferencia sobre 'Conocimiento y expresión de la Argentina', Eduardo Mallen escribe:
'Mi trabajo, mi aspiración, mi oscuro aporte al concierto humano, es un trabajo de novelista; mi
imaginación reacciona ante hechos, pasiones, circunstancias humanas, y las ideas, en su faz
propiamente especulativa, si bien no dejan de rnqwetarla e instruirla, no le son la atmósfera.
propicia Mi imaginación reacciona, también ante hechos, pasiones, ciwunstancias humanas.
Pero siente casi la necesidad inmediata de librarse de esas emociones, de esas imágenes, por no
sé qué clarificación (o sublmmación, se diría en psicoanálisis). Los hechos, las pasiones, las
circunstancias hwnanas son siempre estrechas, siempre turbias, siempre dolorosas. Confieso que
no puedo soportar mucho tiempo su pesada atmósfera sin intentar evadirme. Y a dónde
evadirse si no a las ideas? Proust, prisionero de tantos sufrimientos que describió
minuciosamente, giginte inmovilizado por tormentos liliputienses, lo comprendió bien. Las
ideas son sucedáneos de las penas. Cuando las penas se cambian en ideas, parte de su poder
maléfico se desvanece y en el primer momento la transformación misma desprende alegría.
Motivos de este orden impiden que inc complazca especialmente en la pintura exclusiva, por
perfecta que sea, de hechos, pasiones, circunstancias. En la vida misma soy a tal punto presa de
hechos, de pasiones, de circunstancias, que nó tengo valor nr fuerza para revivirlas en la lectura
sino 'transportadas', en el sentido musical del término E.. ..J" (El subrayado es mío. Ocampo
193%, 12).
175
Con una convicción crítica, importante, considerando que quien escribe es un joven
contraposición con la imagen de escritor que postula quien, en poco tiempo más, será
en la que se advierte una firme toma de posición con algunos antecedentes en sus
novelista mediador entre lo inteligible ylo sensible, entre las ideas y los hombres, entre
preparado para conectar estos órdenes complementarios, para "tender un puente" entre
en el arte del escribir bien. Contrario al novelista "innato", que se siente arrebatado por
demasiado en las formas, Ferrero encarnaría esa clase de novelista que "se comporta
su actividad específica y es capaz de especular sobre ella, sino también porque aprecia
la importancia central que las ideas poseen en el interior de la novela, este tipo de
escritor, al que designo con el nombre de novelista crítico, asumiría siempre una
posición ubicua en relación con su obra. Esta flicuhad de ubicuidad es sin dudas la
que sucede en el caso del novelista directo, para quien la obra constituye una inmediata
renuncia a identificarse plenamente con lo que éscribe y establece entre él y su tarea rara
distancia, sutil pero ineludible, que le pennite ubicarse a la vez "dentro y fuera de su
obra, percibiendo reflexivamente los escollos que un novelista congénito salva perfecta
-Monnayeurs, novela que mene ona más adelante— del escritor que se introduce a sí
mismo en la obra, llevando un diario en el que anota las alternativas de su creación, para
que los lectores conozcan las argucias de que se sirve, los lazos que tiende para captar
la realidad" (ldem).
arbitrario y convencional, esta definición del novelista crítico que Blanco articula.
inicialmente en relación con Ferrero, pero cuyas notas principales pennanecen (á veces
con variantes, otras veces intactas) en sus formulaciones posteriores sobre el vínculo
influencia que ejercieron sus lecturas de Oscar Wilde y de François Maurlac. Entre las
actividad artística como una actividad consciente y deliberada, Bianco parece atender
nota establece entre los dos tipos de novelistas recupera implícitamente la sentencia
wildeana en la que se afirma que "sin facultad crítica, no hay creación estética posible,
digna de tal nombre" (Wilde 1972,67). Se sabe que para Wilde el espíritu critico es una
de nuevas formas. Si bien Bianco retorna esta distinción con el propósito de oponerse a
Intenciones, que descree del dominio de las verdades universales, en el arte, el espíritu
crítico supone el ejercicio de una facultad que no admite ninguna pauta fuera de sí
misma, es decir, un ejercicio regulado por su propia razón de existencia, cuyo fin
primordial no se aparta de sus propias condiciones. Como dirían los griegos en quienes
Wilde reconoce la más alta expresión del sentido crítico, se trata de una fiicultad que es
"un fin en si y para sí". Diferente, y hasta incluso contrario, resulta el significado que
ella se encuentra ligada a la destreza con que el escritor, cuya función se decide en el
orden superior de las ideas, de los valores absolutos —es la figura del clerc que Blanco
había exaltado ya en su primer artículo sobre Leo Ferrero—, consigue supeditar estas
ideas a las formas y categorías propias del arte literario. Para Blanco, cuya lectura del
menudo Bianco reescribiera el aforismo wildeano que cité al comenzar afirmando que
tampoco hay mito, donde no hay crítica no hay ficción" ("Crítica literaria y literatura de
imaginación. Alberto Moravia", Blanco 1988c, 302). La reescritura que Bianco propone
de la sentencia de Wilde no hace más que reafirmar la prioridad que para él tienen las
ideas en la literatura, por eso asimila el espíritu crítico a la teoría (esto es, la
24 Cabe recordar que la idea de Ateoría como contemplación constituye un tema central en
178
donde Wilde sostiene que las verdades no son más que las opiniones que consiguieron
imponerse y que el único fin del arte es la mentira, es decir, la pura afirmación de las
escribe sobre la novela (textos que fueron de referencia habitual para los escritores que
significativamente a afianzar esta torsión que Blanco le impone a los postulados del
estetícismo.
Resulta oportuno recordar que en una ocasión anterior a este artículo sobre
Gálvez, que publicó en, Bianco apela explícitamente a las ideas de Mauriac para
novelista en cierto modo emparentada con la que luego describe en la nola sobre
Platón. De ella se nutre Benda para describir el tipo de vida desinteresada, ajena a los fines
prácticos, que define al clerc.
solo detalle que no sea necesario, más aún: que no sea indispensable al
desarrollo de esta explicación." (Bianco 1 928h, 104)
Tal como Bianco lo presenta, los personajes son para Mauriac seres dolados de la
mediada sin dudas en esta oportunidad por las "Ideas sobre la novela" de Ortega-
Bianco parece llevar esta independencia más allá de los límites establecidos por
Mauriac e incluso, habría que agregar, más allá de los límites que él mismo estará
dispuesto a admitir en adelante, resulta claro que para ambos la "realidad" del
personaje, esa cualidad que los hace aparecer ante los lectores como seres dotados de
vida propia, deriva de un hábil trabajo del autor con los procedimientos del género. A
su obra y hacen de los personajes sus portavoces incondicionales y de aquellos otros que
copian pacientemente los tipos sociales que observan a su alrededor y hacen retratos
más o menos fieles y parecidos, las postulaciones de Mauriac comienzan afirmando que
"los héroes de novela nacen de las nupcias que el novelista contrae con la realidad"
(Mauriac 1955, 9): el novelista combina con mayor o menor destreza lo que la
de esa "unión misteriosa" entre la habilidad del artista y los datos de lo real. Como
señala Miraux (2005,69), la creación del personaje responde en Mauriac a "una extraña
"verdad humana" (Maunac 1955, 51), pero estos aspectos no provienen, como suele
reales, sino de la trasposición y la estilización estética que el autor realice de ellos. La.
novela comunica "lo verdadero sólo por refracción" (ibidem, 53), es decir, por un
camino indirecto, valiéndose de las convenciones y mentiras propias del arte literario.
sentido una vía de realización imprescindible para los fines trascendentes del género.
"Gracias a todo este artificio -concluye Mauriac (idem)- grandes verdades parciales se
han develado". El desarrollo que propone de esta conclusión, y que transcribo en toda su
extensión para que se pueda apreciar lo que me interesa mostrar, recuerda la descripción
que al poco tiempo Blanco realiza de las proyecciones que alcanzan en la novela los
Así como, en. un plano general, la máxima enseñanza de Mauriac reside para
enseñanza consiste en la advertencia del rol principal que los personajes novelescos
cumplen en este retomo. Como para Maunac, también para Blanco el valor de los seres
181
ficcionales deriva, en última instancia, de la verdad que los motivó y cuya significación
Para ambos, los personajes funcionan como agentes ineludibles de verdades e ideas
previas a sí mismos. Se trata de una coincidencia que, si se recuerdan las "Ideas sobre la
vimos antes, para Ortega los personajes son siempre "psicologías imaginarias", figuras
que no sólo difieren sustancialmente de los seres reales, sino que además se resisten a
ser identificados con ideas y definiciones anteriores a sus propios actos. 27 La plena
autonomia de que gozan en el ámbito cenado de la novela operaria como una condición
novela. "En una palabra tiene que ajnieblarlo, lograr que se interese por aquella gente
que le presenta, la cual, aun cuando fuese la más admirable, no podría colidir con los
seres de carne y hueso que rodean al lector y solicitan constantemente su interés. Hacer
Contrario a este efecto, en las antípodas de este retiro del mundo real que Ortega
busca producir en el lector, Bianco sitúa la fuerza y el valor del género en su capacidad
27Sobre este punto en particular, es preciso recordar el análisis y la caracterización que Ortega
propone de los personajes de Dostoievski Presenté una síntesis en el parágrafo "La repuesta a
Oitega", del Capítulo 11 de esta tesis.
182
para extender el influjo de las ideas que motivaron la construcción de los personajes
hacia la realidad en la que permanece el lector. Al igual que para Mauriac, en quien,
según concluía la cita anterior, el oficio del novelista se legitimaba gracias a la creación
de ese "mundo ideal" que les permite a los lectores conocerse y explicarse mejor a sí
mismos, también para Bianco la tarea del novelista se justificaría en ese plano superior
en el que las ideas traspasan los límites de la obra e impulsan al lector a asumir un rol
La lectura literaria opera de este modo como un intercambio entre iguales, cuyos efectos
ejercen una acción duradera sobre los lectores y una intervención directa sobre las
evidencias de la vida real. Una vez concluida, no sólo persiste sobre los lectores el
influjo de las ideas que originaron a los personajes y las pautas morales emanadas de
sus comportamientos, sino que además los límites de la realidad resultan superados por
En esta doble influencia, sobre los lectores y sobre la realidad, en el vigor con que ella
Bianco la importancia de la novela Se diría que, como para Leo Ferrero, también para
él el valor del género procede, en ítltima instancia, de la forma en que colabora a crear
para conjurar de inmediato, es el de permitir que Ima serie de teorías e ideas abstractas
emoción". Es preciso cuidar que este "amor por lo abstracto" (Bianco 1935c, 77) no
empañe en la novela la vitalidad de los seres ficcionales, para evitar incurrir en lo que
"haber llevado a escena meros títeres o abstracciones" (1946b 265). La solución que
Bianco propone continúa el camino abierto por las reflexiones de Mauriac ylo muestran
también habían aparecido en Ortega. Que los personajes parezcan seres de carne hueso,
habilidad del escritor para cumplir con dos reglas básicas que el mismo Bianco se
simpatía humana, hasta particip[arj de sus impulsos y defend[er] sus ideas como si
fuesen las propias." (Bianco 1935c 77). No debe adoptar tal o cual punto de vista sino
abarcarlos todos con el fin de mantener su objetividad aíin a riesgo de parecer perderla, a
cada instante. Por otro lado, con el propósito de resguardar la independencia relativa de
28Aludo aquí al ensayo de Ferrero "La novela y la conciencia moral", publicado en Sur 40,
enero de 1938, 35-43.
184
Llegado el caso, tiene que ser capaz de volver a gestarlas en función de ellos y de
héroes, dejarse conducir por ellos" (idem). La imparcialidad del escritor y la relativa
ubicuidad del novelista crítico: ser objetivo, estar afuera de la obra, dirigiendo las
Casi un afio después del artículo sobre Ferrero, en junio de 1936, aparece en la
revista el estudio que Bianco dedica a las últimas obras de Mallea: especialmente a
publicado en la editorial Sur pocos meses antes, y a algunos de los relatos que luego
integrarían La ciudad junto al río inmóvil. Si bien, como puntualicé en otro momento,
Mallea era entonces una figura central del campo cultural, no contaba todavía con el
reconocimiento como escritor que le depararía poco después su Historia de una pasión
el primer comentario general que se presenta sobre su obra (la resefia de Marechal se
de Sur y sobre todo a partir del año siguiente, consagran a Mallea como el gran
algunas de las cuales tienen sus representantes más destacados entre quienes todavía,
aunque no por mucho tiempo más, son activos colaboradores de Sur ° Como quedó
1936, intensifica las diferencias existentes entre los distintos sectores del campo
ideológica, que Julio Irazusta ahora al recordar las reuniones de Sur. 3 Escrito algunos
'
días antes de la declaración oficial del conflicto, bajo el influjo creciente de ese clima de
29Es importante recordar que la publicación de Historia de una pasión argentina, en 1937,
obtuvo tres reseñas elogiosas consecutivas en Sur. La primera y la más importante fue de
Bernardo Canal Feijóo (1937b). Las siguientes pertenecieron a Ana Maria Berry (1937) y a
Emile Gouiran (1938).
30Si se atiende, como señala. Alejandro Cattaruzza (2001, 448), a los nombres más importantes
del nacionalismo revisionista, se registra que Ernesto Palacio colabora en Sur hasta fines de
1937y Julio Irazusta hasta fines del año siguiente. Ambos habían participado, junto a Ramón
Doil, convertido al nacionalismo en ese momento, del 'Primer debate de Sur: Louis 011ivier
misión o demisión del hombre" (Sur 20, mayo 1936). La dogiosa reseña de Doli al Ensayo
sobre Rosas, de Irazusta, se publicó en Sur 22 (julio de 1936).
31Escribe lrazusta (1975, 184): "Eduanlo Mallen, Pedro 1-lenníquez lJreña, María de Maeztu,
Carmen Gándara, Carlos Alberto Em,, Faustino Jorge e innúmeros otros que no tengo presentes,
alternaban con nosotros en un ambiente de convivencia civilizada que habrá sido, acaso,
igualado, pero no superado en otro salón literario. Si este experimento cesó, fue en piule debido
ala guerra europea que confundió los espíritus y los dividió en banderías internacionales. Pero a
mi ver debióse también a que el nacionalismo degeneró en una internacional ideológica, y ya
enteramente maniobrado por el régimen, colaboró con los sucesivos gobiernos y no cuajó en la
práctica."
186
especificar diferencias ni matices entre los distintos sectóres que encarnan esta
con la visión de la literatura nacional que había presentado en las reseñas de Nosolro?
32
A mediados de los años treinta, la evolución de las distintas vertientes de pensamiento
nacionalista había sido compleja y reconocía varios orígenes. "En el nacionalismo, pamtualiza
Cattaruzza (2001, 441), se reconocían desde el antisemitismo vulgar de la publicación La
Maroma hasta las empresas culturales que se dirigían a intelectuales, como Sol y Luna y la
católica Criterio, desde el conservadurismo radicalizado, pero republicano, basta el fascismo?'
33 Escribe Bianco "La indigencia de nuestras letras impulsa al escntdr argentino a nuhirse de
ideas europeas. Recurre a la cultura foránea para organizar la realidad argentina que lo cinunda,
para ordenar y jerarquizar el Presente, en donde ha de apoyarse toda fidura creación" (1936b,
39).
En las notas de Nosotros, había advertido a menudo sobre las deficiencias y limitaciones de los
autores nacionales, así como también había llamado la atención sobre la superioridad de la
cultura europea. Cito algunos ejemplos. En el inicio del comentario a la novela El constructor
de silencio de Sara de Etcheverts, ganadora del primer premio del concurso municipal, se lee:
"La audacia del pensamiento, la novedad en la forma, no constituyen —salvo raras excepciones—.
el principal distintivo de los libros nacionales. Durante el curso de su lectura, muchas veces
anhelamos, a falta de idea original, un coinnio atinado y perspicaz, una observación
penetrante que lógre interrumpir el tedio que poco a poco nos dom ini Tocamos al fin y nuestro
espíritu continúa, inmune, aguardando en vano ese ansiado estimulante que nunca llega. Es ima
sensación de t empo perdido, de fiasco. Nuestro ánimo, salvando los términos del símil resulta
semejante al de am explorador, ávido de riesgos, después de una larga trayectoria por tiernas
anodinas y' monótonas, carentes de todo peligro, vacias de todo interés" (1930a, 215). 0 el
encabezado de la tesefía a La Fontaine Divine de Fortuné Andrieu, un novelista francés, Bianco
afirma simplemente lo siguiente: "Entre tanto libro malo, cuya culpa tenemos que atribuir casi
exclusivamente a escritores nacionales [ ... ]" (1928e, 300). Por último, en relación con la
valoración que hace de la cultura europea, es oportuno mencionar el reclamo que le hace a
Héctor Díaz Leguizamón, autor de am libro de ensayos titulado El signo de Euforíon. "[No]
comprendemos el motivo de am elogio abrwnador que hace del teatro de Laferrere, sin que esto
signifique que no reconozcamos las excelentes dotes que poseía dicho comediógrafo. En un
libro como éste, donde se estudian valores plenos, universales, tales como Ibsen o Slrindberg,
nos parece que Laferrere debe sentirse algo incómodo. Además, encontramos excesiva la
exclamación que Las de Bartanco o Locos de verano arranca al señor Díaz Leguizamón: ¡Esto
sí es arte verdadero!; exclamación que, entre paréntesis, nos hubiera parecido más justa de ser
motivada por la Phedra de Racine, que el autor debió escuchar desde una butaca de la Comédie
Française, interpretada nada menos que por Pierat!.. Ciertas cosas resultan en verdad
incomprensibles" (1928f, 263).
187
Bianco denuncia que el "mal entendido nacionalismo" de ese momento confimde esta.
posición "antigua de muchos afios" —la calificación tiene el propósito evidentede filiar
afinna que, ignorar un país es ante todo no reconocer sus transitorias limitaciones y
intelectual y simplifica o reduce a la nada sus problemas a fin de contentarse con las
tener "significación nacional". Con un desdén similar al que Borges manifiesta bacía el
culto del color local, Bianco se niega a aceptar el hecho de que sea el tema de una obra
que se busca "reflejar la vida de campo con su inevitable postulación [...] de nuestro
muy evitable gaucho" (idem), para Bianto, como para todos los miembros de Sur que
Concebido bajo el modelo del clerc, el autor capaz de escribir una literatura
nacional de alcances universales, es, para Bianco, aquél que experimenta en si mismo
un "radical descontento" hacia las "fuerzas negativas" que recorren el país al que
pertenece. Este descontento, que "lo hace sentirse espiritualmente aislado del medio
dentro del cual ha surgido", opera como una "influencia salvadora" que lo impúlsa a
188
reaccionar contra esas fuerzas y le pennite "trascender ese odioso nivel aparente pata.
descubrir los valores intrínsecos de nuestro pueblo" (Ibídem, 41). La alternativa que su
artículo propone reescribe los acentos románticos que alientan en su enunciado inicial
(me refiero a la deuda ostensible que el enunciado inicial mantiene con la paradoja
hacia los valores espirituales que Benda les exige a los intelectuales. En este sentido, no
una "cultura foránea", para organizar y contar su propia realidad, como anuncia el
principio del ensayo, sino de aceptar que esas ideas y valores participan inevitablemente
aquéllos que, más allá de cuál sea su nacionalidad, pertenecen a esa minóría selecta de
nacionales.
'Puede decirse —concluye Bianco (Ibídem, 42)— que mientras más desligado
aparezca superfIcialmente de su país, con mayor violencia habrá influido el
país en él, y mientras menos concomitancias guarde con lo que se ha dado
en llamar el carácter argentino, más argentino habrá de considerárselo."
Este es el argumento central que, en plena congruencia con los criterios establecidos en
convicción, que su articulo cita en palabras de Waldo Frank, de que cada escritor
encarna, para Bianco, al hombre de letras que, al manifestarse a si mismo, supo expresar
hombre sensible, movido por el ímpetu generoso de sumar su propia voz a la vasta
sinfonía del mundo. Con esta conclusión, cesa el ánimo polémico, fuertemente
contencioso, que agila en el inicio y el resto del artículo se diluye, de allí en adelante, en
un monótono y extensísimo desarrollo de los distintos aspectos que esta idea presenta en
los textos de Mallea. Ahí están, las dos Argentinas antagónicas: la visible y la invisible,
la ciudad de Buenos Aires, como centro del fulso progreso, los hombres adventicios,
desarraigados, que hacen oídos sordos a la aspiración de orden que agila al país, fiente a
los hombres sumergidos y profundos, en los que todo permanece en estado de gestación,
pero en cuyo ámbito subterráneo resuena el imperativo de reestablecer el orden que los
nacional y, en última instancia, humana; las palabras vacias y superfluas frente al verbo
como única expresión auténtica de esa esencia; la visión de una Europa sumida en un
atento y comprometido con ese drama de dimensiones universales. Bianco no sólo glosa
en detalle cada uno de estos aspectos, los desarrolla y los explica una y otra vez, sino
paráfrasis. La voz del crítico se eclipsa ante la del autor comentado y su estilo, siempre
tan atento a las virtudes del escribir bien, queda en esta ocasión atrapado en las fusas
ideológica que sus textos le suscitan, es incuestionable y queda ratificada con firmeza y
entusiasmo en el comentario que, al afio siguiente de este articulo de Sur, escribe para
El ¡logar, cuando aparece Historia de una paión argentina. Titulada "Un documento
sobre nuestro país", esta resefia, que precede a las notas que consagran a Mallea en Sur,
insiste en exaltar esa imagen de escritor argentino y universal (más aún, argentino por
Sur sino que además prefigura uno de los principales argumentos que luego repetirán las
resefias de la revista.
'Estas discrepancias pueden rastrease con facilidad en sus colaboraciones periodísticas, desde
el implacable artículo que escribe sobre Gálvez en Nosotros, a mediados de 1928, hasta la
reseila negativa sobre el libro Nueve cuentos, de Ignacio B. Anzoátegui que publica, en E!
Hogar, a fines de 1937.
191
Como acierta John King (1989, 112), Bianco fue un escritor inicialmente
impresionado por Mallea. No obstante, a diferencia de lo que sostiene King, para quien
sólo el posterior contacto con Borges le permitió a Bianco advertir las insuficiencias de
certeramente, sus reparos estéticos hacia aspectos centrales de esa poética narrativa.
Desconocer estas observaciones y derivar del pleno acuerdo intelectual que Bianco
sentido contrario al que Borges presenta en el prólogo a Las ralas. Es probable que el
confianza excesiva en la interpretación sobre las distintas etapas de Sur que su lectura
contribuyó a imponer. La idea de una revista dominada en principio por la línea moral y
espiritualista de Mallen, que será luego desplazada por la línea puramente estética de
indicar las reservas que el autor le merece en materia literaria Tal ve; si no se pierde
de vista que ambas tendencias, que ambas morales literarias, coexistieron desde siempre
en la revista con distintos grados de tensión, no resulta llamativo que sea justamente
Bianco, su insustituible jefe de redacción durante más de dos décadas, quien sostenga
una perspectiva sobre la literatura en la que se articulan, no sin conflictos, por supuesto,
presenta como el más entusiasta seguidor de los tópicos ideológicos de Mallea, define,
luego desarrolla a lo largo de toda su obra narrativa. Las diferencias en que se articula
el que Bianco se ocupa de describir el tratamiento que MaJlea les da a sus personajes.
fugazmente interrumpida, el escritor entredice sin desarrollar una objeción que apunta al
corazón mismo del programa narrativo malleano. Luego de destacar la forma en que el
determinado, encamarlo en un sujeto y luego amar ese sujeto porque lo padece ¿no lo
persisten sin respuesta durante pocas páginas basta que la objeción reaparece en un tono
afinnativo.
Aunque lo hace con la cautela y la perspicacia necesarias para atenuar las diferencias en
el mismo momento en que las formula, Bianco no deja de advertir la falta de distancia
con qué Mallea compone sus personajes. Al identificarse con el protagonista del relato,
confesional, Mallea elude tas dos premisas básicas en que se sustenta la tarea del
novelista crítico. Por un lado, al privilegiar un punto de vista único, incumple con la
necesaria independencia que debe mantener el escritor, por otro, en estrecha relación
193
insistir en las distintas valoraciones que ambos hacen de la relación entre novelista y
personajes para advertir que lo que está en juegó en esta diferencia son dos formas
que, más allá de la pleña admiración que le despiertan sus ideas, Bianco no puede evitar
con que se enuncia, su crítica posee un alcance definitivo: podría conjeturarse que no
sólo abre camino a los reproches que Canal Feijóo dirige algunos afios más tarde contra
eco tardio en los ataques virulentos que contra ellos disparan los miembros de la
generación denunciaiist& 35
Sin embargo, más allá de los efectos posteriores que se le pueden atribuir a sus
correlación con su primera nota de Sur, el artículo en varios sentidos inaugural que
Bianco dedica a Mallea en la revista, termina, por presentar en todos sus matices las
complejidades que encierra su punto de vista. Si bien la lectura de este ensayo reenvía
desde sus propios enunciados a la nota sobre Ferrero, dado que es allí donde se
puntualizan las consecuencias que entrañan los riesgos en que incurren los cuentos de
advierte que dlas presentan, desde dos ángulos complementarios, su perspectiva sobre
el carácter y los fines del ejercicio literario. El comentario sobre Epoirs expone la.
Ver Rozitchner (1981). Ismael Viñas (2004) y Gigli (2004). Sobre este punto en particular,
3-5
consultar Avaro, Nora y Capdevila, Analía (2004, 109-120).
194
programático de que sus relatos (mejor aún, los personajes que habitan en ellos)
comuniquen estas tesis sin una premeditada elaboración crítica. La lúcida articulación -
lucidez propia de esa conciencia alerta que define al novelista crítico— que Bianco
plantea el antagonismo entre las dos morales literarias que recorren la revista, no sólo
la revista durante tantos años, sino que además, como veremos en adelante, resulté
decisiva en el rumbo que toma su obra narrativa en la primera mitad los años cuarenta.
3. a. Un comienzo olvidado
Al igual que Bioy Casares, quien prefirió renunciar a los libros anteriores a lii
invención de More! para fijar su debut como escritor en la novela elogiada por Borges,
Bianco también eligió situar su comienzo narrativo en los relatos consagrados por el
autor de Ficciones. A pesar de que se trató sin duda de una "bendición dudosa"
(Laddaga, 2006, 117), a pesar, incluso, de que quizas ambos la hayan recibido como tal
36
Habría que pensar, en este sentido, que si bien es el acuerdo con los valores nucleares del
proyecto cultural de Sur lo que decide que Victoria Ocampo lo elija para ocupar ese cargo, lo
que posibilita que el permanezca en esa función durante más de veinte aflos,, es su coincidencia
parcial con las líneas que tensionan la revista.
195
y fueron en cierto modo consecuentes con los cuidados que esta bendición les imponía.
las opiniones de Borges no sólo contribuyó a que.optara por no reeditar su primer libro
de cuentos, La pequeña Gyaras; sino que además influyó para que se rehusara a hablar
de esos relatos cada vez que alg(m entrevistador le preguntaba por ellos. 37 Compuesto
por seis cuentos (cinco de los cuales, como dije antes, habían aparecido en el
fines de 1932, en Viau y Zona, en una edición costeada por el padre del autor. Al año
siguiente obtuvo el premio "Biblioteca del Jockey Club". El jurado, integrado por
Nosotros: Alfonsina Storni, Arturo Capdevila, Alvaro Melián Lafinur, Fermín Estrella
Breve de Seix Barral. Como una prueba más de las inadvertidas ironías que recorren a
menudo las estrategias editoriales, el libro se publicó en esta ocasión con un prefacio de
Borges. En rigor el prefacio reproducía una nota que él había escrito en 1985, para el
Sombras suele vestir que Monte Ávila había lanzado ese mismo año.38 La nota insistía
37 Las respuestas que Bianco le dio a Cristina Forero (1988. 394) [María Moreno] en una de las
mejores entrevistas que le bicieron —una de las pocas que consiguió apartarlo por momentos de
la cuidada imagen de sí que el escritor brinda en sus reportajes— es elocuente en este sentido.
"- ¿Cuál fue su primer libro?
- Bueno.., eran cuentos...
- ¿Reniega de ¿1?
- No,no sé, nunca lo be vuelto a releer
- ¿Cómo se llamaba?
- Mire, mejor olvidémoslo"
38 También se reeditó pocos años después como "Página Preliminar" a Ficción y r4lexión.
196
Borges no había leído o sobre el que, en cualquier caso, había decidido no dar a conocer
sus opiniones.
Escritos antes de cumplir los veinte aflos, estos cuentos muestran las
que orienta sus narraciones posteriores, por otro, transmiten convicciones y criterios
estéticos de los que luego Bianco se distanciaiü notablemente Como' advierte Juan
Gustavo Cobo Borda (2004, 254), La pequeña Gyaros manifiesta una clara
en el que comienzan a aplacarse los ecos de la modesta polémica entre los escritores
una estética que, recuperada a fines de los años veinte, le permite situarse a una
distancia equivalente de las dos tendencias que se vienen disputando el dominio del
campo literario porteño desde principios de la década. Importa recordar que varias de
las reseñas que Bianco escribe en estos aílos para Nosotros explicitan de un modo.
directo sus discrepancias con estas posiciones. Antonio Prieto Taboada, uno de sus más
agudos lectores, supo llamar la atención sobre la importancia programática que las notas
39Para una descripción e interpretación de los términos en que se desarrolla esta polémica,
consultar Gilman (1989).
197
contaminado sus obras de "una atmósfera de irrealidad excesiva" que los aísla y los
expresaría, a diferencia de Gómez de la Serna, uno los maestros a los que su libro
recuerda por momentos, un pleno "desprecio hacia el mundo ordinario en el que todo
vivimos" (Idem). "En su afin de huir de ló comíin y de lo terrestre" (Idem), el autor de
Aquelarre se revelaría incapaz de sacar partido de las posibilidades literarias que este
mundo le brinda. Los embates que, pocos meses después, Bianco dirige contra el
realismo de Gálvez resultan, en cierto sentido, contrarios a los que les había asestado a
realismo a lo Emilio Zola" (Idem). "Como todas las de Gálvez, es ésta —concluye el
reseftista— una novela sin la menor distinción espiritual, turbia, acre, envuelta un hálito
40 También a propósito de un libro de González Lanuza, Borges había escrito, tres años de la
resefia de Bianco, lo siguiente: "He visto que nuestra poesía, cuyo velo juzgábamos suelto y
desenfadado, ha ido trazando una figura geométrica en el tiempo. Bella y triste sorpresa la de
sentir que nuestro gesto de entonces, tan espontáneo y fciI, no era sino el comienzo torpe de
una liturgia" (Borges 1993, 106-107). En una dirección similar, Bianco afirma: "En estos
jóvenes novísimos, contrariamente a lo que se cree, hay mucha más sujeción y disciplina que
anarquismo y espontaneidad" (1928b, 296).
198
considerar Los caminos de la muerte como la antítesis de la obra que es de desear que
Aún cuando los reproches contra Gálvez resultan mucho más severos e
implacables que los que esgi -ime contra González Lanuza (porque sus diferencias con él
son más profundas, pero también probablemente porque los contrincantes son de
distinto calibre), entre unos y otros, Bianco define, como advierte Prieto Taboada (1986,
959), una "posición distanciada" de los errores y los excesos en que incurren ambas
adelante "orienta toda su obra narrativa" (Idem), y que consiste, básicamente, en afirmar
perentorio que el que, ya sea para evadirse o para plegarse a la realidad, convocarían
con igual precipitación las obras de la vanguardia y las novelas de Gálvez. Se trata, para
decirlo con los términos que él mismo utiliza en la nota sobre Aquelarre, de un vínculo
ocasiones— que se esconde más allá de la realidad y que, cada vez que aparece, deja
perplejo al lector. El horizonte general en el que enuncia por primera vez esta
característico de esa sensibilidad finisecular que inspira las historias de. La pequeña
199
Gyaros.4L La idea de que la realidad del mundo exterior es sólo una apariencia ilusoria,
menudo por los decadentistas) que oculta la verdadera esencia de los seres y las éosas,
constituye el marco general al amparo del que se organizan no sólo todos estos cuentos
personales, en el que los deseos y las pasiones circulan de un modo subrepticio, bajo la
cerrado, poblado de seres que reaparecen de un cuento a otro, ene! que se desarrolla una
encuentra recluida—. En todos los casos, la anécdota que dispara el relato, una anécdota
mínima —una invitación, una noticia, una confidencia, la llegada de una visita, un
oculto de esa situación. Lo no dicho, lo silenciado, "ese fondo turbio e impuro de verdad
que parece ocultarse agazapado hasta en las más aventuradas afirmaciones" ("La
41Sobre la influencia que las tesis centrales del idealismo alemán, especialment las de Kant,
Schopenhauer y Haiiinann, ejercieren sobre los escritores decadentista, consultar Piermt (1977,
60-100).
200
En estos momentos en los que la situación "muestra" la duplicidad que la constituye, los
los que asoman o irrumpen "esas fuerzas ocultas, subversivas, que --segin afirma
algunas personas y forman con su vida aparente una extrafia dualidad" (55).
• Con excepción de "El límite", el único relato del volumen que Bianco acepla
reeditar muchos años después, todos los cuentos de La pequeña Gyarcrn están
protagonizados por figuras femeninas que, indiferentes a las advertencias finales que
enuncia el narrador protagonista de ese relato 43, se resisten a aceptar los mandatos del
mundo social al que pertenecen y avanzan más allá del limite establecido. Mujeres
temporada en Europa y que trajeron consigo los aires renovadores del enorme proceso
de cambio que la crisis de la moral victoriana provocó en las normas de vida que regían
"sistema de principios morales", que por lo general preside la existencia cotidiana de los
seres humanos ("La pequeña (Jyaros", 104). Algunas de ellas desafian estos preceptos
con una osadía espontánea y natural, obedeciendo "al llamado ineludible de su propia
42Todas las citas de los relatos peitenecen a la edición de 1994. En adelante sólo consigno el
nombre del cuento y el mimero de página entre paréntesis.
43"Ante nuestros ojos se extiende un velo pintado de colores agradables e inofensivos con el
cual nos hemos liimiliarizado. No intentemos descorrerlo. En torno a nosotros, junto al
horizonte, la vida nos impone un límite preciso, más allá del cual todo es vaguedad y misterio.
No pretendamos salir de ese estrecho recinto. Respetemos el límite, si no queremos lanzarnos
extraviados, por senderos que no tienen fin." (1994, 54).
20!
- voluntad" ("La visitante", 107). Son los casos de Hilda Breuer, la protagonista. de "La.
encaman con desenfado el prototipo de esa nueva subjetividad femenina. Otras, algo
consiguen realizar sus fantasías. Los casos de Felicia, la tradicional ama de casa de "La
las diferencias existentes entre ambas, igualmente parad igmátícas en este sentido. Todas
estas figuras femeninas, las más ylas menos temerarias, reaccionan contra los efectos
de una misma amenaza: cada cual a su modo, se resiste al hastío de la vida cotidiana, al
tedio de los hábitos establecidos. "Nuestro único enemigo —sentencia Hilda Breuer-- es
presentan también otras, especies defcmmeJatale venidas a menos, que, ya en una edad
previstas de una elección de vida poco convencional. Tanto Isabel como Rosalba
pesimismo. Mientras Isabel exhibe en su rostro los signos del paso de los afios (el
su cara), Rosalba, que ha claudicado de sus hábitos de aseo, se identifica cada vez más
con la vieja casa de campo en la que vive confinada. El atardecer, la "hora del
crepúsculo", "el último resplandor de la tarde", es para ambas el principal momento del
dia: la hora en Jaque Isabel sale a escena provista de su "máscara de afeites" yen la que
Isabel-- [...] Nadie hace caso de ml Femando prosigue imperturbable tocando el piano.
Le interesa mil veces más su piano que una mujer marchita que lo escucha tocar"
("Tibulo", 35).
sino que además lo poco que pasa se suscita sobre todo en el interior de la conciencia de
• sus protagonistas y narradores. Como en las novelas de Proust que Bianco admira con
fervor desde muy joven, los escasos acontecimientos que registran estas narraciones
sólo sirven, diría Ortega y Gasset con beneplácito, "para plantear ciertos problemas
íntimos" (1957b, 395). Son cuentos que intentan realizar el ideal orteguiano de
"la creación de personas atractivas" (Ibídem, 397). Basta recordar que las primeras
reseñas de Bianco en Nosotros regisiran su inmediato interés hacia las "Ideas sobre la
problema de la construcción de los personajes, para reparar en que varios de sus relatos
cumplen con lo que allí se propone como una "autopsia" de los caracteres. 45 Lo
significativo, en tanto muestra al joven Bianco tensiado entre el interés por las
45 A muy pocos años de aparecido el ensayo de Ortega, en una de las notas que publica en la
revista de Giusti en los primeros meses de 1928, Bianco invoca las enseñanzas de las "Ideas
sobre la novela". "Un ensayista español nos hace notar, en una de sus obras, que en las grandes
novelas la psicología de los personajes surge de la acción misma. El novelista debe omitir, en lo
posible, la tarea de definirlos. No piensa así [Fortuné Andrieu] el autor del libro que nos ocupa.
Con todo impudor, nos relata, hasta los secretos más recónditos de sus protagonistas y los
descubre ante nosotros de un solo golpe, moral y fisicamente" (Bianco 1928e). Algunos años
después de este comentario, en el artículo sobre Romains que publica en La Nación, Bianco
vuelve a insistir sobre este punto en particular: "La novela moderna no define. En vez de ceñirse
a un formulario de preguntas y respuestas combinadas, nos pone en contacto con los seres, nos
hace penetrar en el funcional misterio de sus naturalezas. Cual en la vida misma, vemos actuar a
los hombres" (1934b, 42).
204
femenino anacrónico y estereolipado, es que, como advirtió Gramuglio 46, estos relatos
aplican las nuevas técnicas promovidas por Ortega sobre figuras femeninas
seres convencionales, los narradores de .Bianco afinnan los criterios establecidos por
novela realista francesa había declarado en la segunda mitad del siglo XIX) y se
muchas veces a través del uso del discurso indirecto libre, o bien presentan, desde un
ángulo subjetivo, exterior a estas figuras, los rasgos más sobresalientes de sus
queda a cargo de una voz en tercera persona que a menudo alterna su focalización
48TaI vez se pueda pensar, a partir de La pequeña Gyaros, que el interés de Bianco en el punto
de vista como un recurso narrativo privilegiado, remft antes a su adhesión a las tesis de Ortega
que a la lectura de la obras de Heniy James. En muchas oportunidades, Bianco señaló que, en el
momento de escribir "Las ratas", apenas conocía los relatos del Henry James. No obstante su
aclaración, el acertado parentesco que Borges encontró entre la ambigüedad de esa nouvelie y la
de James, así como también el enorme prestigio que Bianco alcanzó luego como traductor de
The lum of ¡he screw, propiciaron que su interés por este recurso quedara sólo asociado al
nombre de este autor.
205
principal con una visión interna del antagonista masculino y, en otras oportunidades, se
primer movimiento nos permite conocer aquello que esos otros personajes recuerdan,
sienten o piensan de estas figuras principales, en el segundo, vemos cómo los cuerpos
internos. En los casos en los que, como en "Amarilídeas" y en "La visitante", los
un narrador en tercera persona, que introduce brevemente la escena principal del relato
(el momento en el que Julia se confiesa con Esteban), transcribe íntegras las cartas que
finales, la voz inicial reaparece para contar, desde el punto de vista de Esteban, el
inesperado desenlace. "La visitante", por su parte, es la historia que Antonio, el marido
de Felicia, la protagonista de "La pequefla Gyaros", escribe sobre Hilda Breuer, la mujer
calculadas variantes narrativas que exhiben estos cuentos brindan un claro testimonio
tanto del tempranísimo interés de Bianco por los procedimientos técnicos del arte
en este sentido que, en La pequeña Gyaros, está en ciernes ese ideal de novelista crítico
que su nota sobre Ferrero define poco tiempo después, y que sus relatos posteriores
No obstante, si algo distingue los cuentos de este libro más allá de las diferentes
variantes formales que ofrece la exploración sobre el punto de vista —quiero decir, si
algo los distingue de las narraciones que Bianco escribe más adelante— es la visión
moda, varios de sus narradores y personajes principales comparten acerca del alma
femenino se liga en estos cuentos a la expresión de una cierta imnoralidad apreciada por
Una sutil e inevitable atracción por el mal, por sus aspectos oscuros y transgresivos,
decirlo en los términos en que Felicia las describe, "como una pequeña cripta, fresca y
sombría, con las paredes aterciopeladas por el musgo, llena de plantas venenosas" ("La
pequeña Gyaros", 96). Más allá de ese mundo de relaciones aparentes en el que viven a
luchar contra sus impulsos, se expone una vez más a los riesgos de una aventura.
amorosa; así, Julia, que esconde "un fondo de maldad que espanta" ("Amarilídeas", 55),
planea abandonar a su marido y quedarse en La Guayra con Grace, con el fin de revivir
las tumultuosas sensaciones de los años previos al matrimonio; así, Rosalba, çuyo
los dos hermanos que años atrás habían sido sus amantes, "un dulce entorpecimiento
igual a la embriaguez" ("Rosalba", 88); así, Felicia, que en principio parece resistirse a
a solas con el amigo de su marido. Ninguna de ellas encarna, sin embargo, con la
plenitud y la decisión de Hilda Breuer, ese ideal de existencia hedónica que el libro
Cuando en el final del cuento que da nombre al volwnen, Felicia, molesta ante
un comentario de Hilda ("Los instantes felices -había dicho ésta- 1son tan breves, tan
aceptar las contadas ocasiones de felicidad que brinda la existencia aún a riesgo de
cometer un acto inmoral, Aloysio de Souza le responde con una explicación que
Ninguna de las figuras femeninas, se puede alirinar entonces, realiza como Hilda Breuer
esta suerte de sabiduría epicúrea que Aloysio de Souza reivindica en los antiguos. La
descripción del rostro de Hilda con que se inicia "La visitante" anuncia el carácter
fisonomía expresa las marcas que dejaron en ella sus sensaciones y experiencias vitales.
Se trata, claro está, menos de una falta de belleza, como entredice el narrador, que de la
afirmación de una belleza impura, efimera y amenazadora, —la misma que los
mandato del instinto" ("Rosalba", 86) y desprovista por tanto de virtudes morales y de
masculinos ("Es una mujer desequilibrada, un poco perversa, y tiene una voluntad digna
de mayores empresas. —le advierte el Leopolski al narrador. [..] Andese con cuidado.
Hasta sus menores palabras encierran una extraña fuerza de persuasión" ("La
visitante", 113)), y que se revela como claro portavoz de los principios característicos
49 Cito completa la descripción de Rosalba porque la comparación que el narrador propone entre
el rostro de la protagonista y las caras de las estatuas se estructura, justamente, a pailir de dos
concepciones opuestas de la belleza. "Arturo salió de la galería. Allí lo esperaba Rosalba. Una
sola luz, junto al techo, iluminaba a través del globo de alabastro las numerosas columnas de
estuco. Por encima de sus cabezas, en tiestos de barro ornamentado, la fragaria índica y las
dríadas dejaban pender sus fallos verdinegros, cruzando con líneas de sombras la cara de
Rosalba. Entre puerta y puerta, desde hondos nichos, estatuas de ninfas campestres ostentaban
en su cálato adormideras y narcisos. La media luz estriaba de negro los pliegues de las túnicas
talares, fundía los rasgos tensos e inocentes, la sonrisa inmaterial de las estatuas, dotando a sus
cuencas vacías de ima pureza casi sobrehumana. Los ojos de Rosalba, bajo los párpados
pestañudos, proyectaban en cambio, un resplandor acuoso e intermitente en la penwnbnm, como
las pupilas de las alimañas soipiendidas en los matorrales. Frente a esas mujeres que estaban
más allá del tiempo, cual verdades eternas, Rosalba producía una sensación de vida terrena y
deleznable, expuesta a mil contingencias, que los gusanos indefectiblemente habrían de corroer.
E ... ]". ("Rosalba", 81)
209
claramente a la figura del esteta moderno, de quien ella parece encarnar el doble
ratifica esta proximidad, con una torpeza compositiva, inusual en los relatos de Bianco.
del narrador) frente a su interlocutor, el escultor polaco que está modelando su imagen,
los principios constructivos que poco después el autor establece para la elaboración de
La charla se prolonga hasta caer en uno de los momentos autorreflexivos más rudos del
volwnen. Con una ail,itraiiedad similar a la que luego Bianco le iniputa a los namidores
un modo abrupto y repentino, su propia teoría del arte. Contrario a las pretensiones
totalizadoras del realismo, el escultor aboga por la necesidad de que el artista elija el
ángulo desde el que quiere elaborar su obra. "Cuando se pretende decirlo todo -señala,
acaba muy a menudo por omitir lo fundamental" (Idem). Interrogado por Hilda acerca
decir, mi querida amiga, que tanto en la vida como en el arte ilfauiprendre son parir
tiempo más. Recién entonces se adam el motivo que impulsó la intervención del
escultor.
modernos. Mientras sus enunciados dejan establecidos los criterios estéticos que, en un
que Bianco desarrolla y resuelve este episodio, uno de los episodios finales del
principiante que sin dudas Bianco se repmchará cada vez que, resistiéndose a comentar
estos cuentos, aluda a ellos como a "torpes" ejercicios narrativos. Aunque, muy
luego, invariablemente, hacia estos relatos estuviese menos provocado por los errores de
ejecución cometidos (que en definitiva no eran tantos ni tan notables) que por el sentido
en las décadas siguientes, su primer libro de relatos. Más aún, no parece desacertado
conjeturar que fuese justamente esa valoración espiritual del ejercicio literario a la que
suscribieron los escritores de Sur con los que Bianco se vincularía en sus inicios, lo que
contribuyó a que La pequeña Gyaros se quedara sin lectores a poco de haber aparecido.
Si bien, como señala Leopoldo Brizuela (2006, 175), las mujeres de estos cuentos
probable que, en caso de que Ocampo hubiese leído estos relatos (aunque no se registra
sus figuras femeninas, como si a las que Eduardo Mallea venía presentando en las
ciudad junto al río imniívil son, como advierte Beatriz Sarlo (1988, 239), "las
portadoras frecuentes de los principios morales que Mallea reivindica". Mujeres cultas,
independientes y resueltas, que trabajan, beben, fuman, caminan solas por Buenos
Aires, que cuestionan, como las mujeres de Bianco, el orden establecido, pero cuyo
completo aquellas figuras. Son personajes que se interrogan hasta la obsesión por el
verdadero sentido de la vida (ial es el caso de Ana Borel en "La angustia"), o que
confiesan, con inmoderada vehemencia, sus agudos dramas espirituales (tal, el caso de
malleanas exhiben una inteligencia firme y activa, que les permite decidir y gobernar a
voluntad sobre sus propios destinos. "La dimensión intelectual prevalece [en ellas]
dominio privilegiado de los valores intemporales que el escritor atribuye a los habitantes
años treinta mucho más cerca de estos espíritus comprometidos que de la frívola
mundanidad de las figuras de Bianco. Mucho más cerca, sin dudas, de la solidez
espiritual que ostenta la Cristiana Ruiz de La ciudad jimio al río inmóvil, que de la
Dado, entre otras razones, el silencio sistemático que impuso sobre las
determinar cuánto puede haber incidido en el joven Bianco la falta de receptividad que
tuvieron estos primeros cuentos entre quienes, muy poco tiempo después, se
esa literatura ágil, divertida e ingeniosa que celebran las notas de Nosotros --un
relato extenso y muy poco conocido que Bianco publica en los números 14 y 15 de Sur,
reediciones posteriores de su obra. Según consta en una nota a pie de página que
una novela en preparación, de la que, sin embargo, no se tendrá más adelante ninguna
otra noticia. En sí mismo es un texto que puede leerse sin dificultad como el relato de
213
infancia de un miembro de la alta burguesía porteña. Eduardo Paz Leston (1994, 47),
amigo personal de Bianco, infiere de sus conversaciones con el autor que se trata de su
escrito más autobiográfico. Bianco no sólo describiría allí su casa natal de la calle
Beruti, sino que además referiría a los caracteres opuestos de sus padres y a la
sospecha de que las reflexiones del narrador que anteceden al desarrollo de la historia
los hechos que ahora me propongo relatar. ¿Son dignos de fe nuestros recuerdos
fervoroso lector de Proust que era el joven Bianco una reflexión interesante sobre las
ahora descubro haya sido siempre la misma y prefiero dar crédito a la dulce
ficción que aumentó mi niñez y en la cual se apoya mí vida. Prefiero
suponer que las cosas fueron realmente bellas o feas, las acciones buenas o
indignas, tal como entonces me parecieron" (74).
recuperación que ofrece el relato del tiempo pasado. Afin en este sentido a la tradición
memorialista que caracteriza a los prosistas del ochenta y que se prolonga basta los
textos autobiográficos de Victoria Ocanipo, Eduardo Mallea y Maria Rosa Olivier, entre
° En adelante todas las citas del relato corresponden a esta edición, por tanto sólo consigno el
número de página entre paréntesis.
214
otros, "Siete años" es la primera ficción de Bianco que los escritores de Sur leen con
predecible beneplácito.
evocando, como es frecuente en estos casos, el sitio en el que ocurren casi todos los
episodios del relato: un caserón bastante viejo y ruinoso de Palermo, compuesto de dos
pisos y un subsuelo, dentro del cual el niño protagonista distingue algunas zonas ajenas
a su dominio ("[ ... ] las piezas que daban a la calle se me antojaban extrañas a mi
persona y no me movía en ellas con seguridad. Repetidamente oí decir que "los niños no
deben estar con los mayores". Esas piezas pertenecían a los mayores."(Idem)). Si, como
señala Sylvia MolIoy (1 996b, 226), postular un lugar para la rememoración es, en sí, un
gesto posesivo, de clase —dicho de otro modo, agrega la autora. postular una casona.
para albergar el pasado es tener una casona (o una idea de casona)—, el sitio elegido en
tiempo que se describe la casa fiuniliar como el ámbito cerrado de la niñez —habitual
algo esquemático como melifora del encierro social de sus autores (pienso, por çjemplo,
Según se la recuerda, se trata de una casa demasiado grande para tres personas,
que el padre, un hombre lleno de iniciativas", había comprado con el propósito de dar
rienda suelta a su gusto por las reformas incesantes. Los cambios realizados habían
terminado por dotarla de un carácter completamente ilógico, que hacía que quienes no
el hecho de que de este estado de cosas es recuperado por la namición tan sólo como un
215
dato más del encierro doméstico, podría leerse sin dificultad como una moderna
metáfora del ejercicio del recuerdo. Sin embargo, los comentarios del narrador se agotan
madre toleraba muy mal. En esa época ella padecía una profunda inquietud, a causa de
la "grippe infecciosa", con fiebres altas y riesgo de meningitis, que el niño había
hablase lo menos posible, y su madre, tal lo describe el narrador, "llevó las cosas al
que volviera al colegio hasta los nueve años. Su decisión determiné que el encierro de
Sus relaciones con Lucas y con Rosa, en la primera parte de la historia, y con
Mademoiselle Cécile, en la segunda, son los dos núcleos centrales en torno a los que se
ordena la rememoración del narrador. "Siete años" participa de esa extensa serie de
relatos que, tal como estudió David Viñas (1974b), cuentan los vínculos estrechos que
se establecen entre el niño de la casa y los criados. Se trata, señala el crítico, de una de
tradicionales, cuyo oscilante desarrollo se inicia con Amalia de Mármol, pasa por los
prolonga, con diversos matices, hasta los escritores de Sur (Yictoria Ocampo, Eduardo
Mallea, Carmen Gándara, entre otros). En el caso de Bianco, Lucas, quien asume el rol
de lo que Viñas designa como el del "criado favorito", es el "hombre de confianza" del
padre del protagonista: nacido en Tucumán, cuando llega a Buenos Aires obtiene un
narrador— [Lucas era] un elemento de peso en nuestra familia" (81). Entre el criado y el
que, venciendo su timidez, el nifto sigue a Lucas y a Rosa hasta su habitación, decidido
a "unirse a ellos", constituye el episodio principal de esta primera parte del relato. "6Por
qué —se interroga el narrador— este fútil recuerdo ha quedado nítidamente impreso en mi
memoria?" (Idem). La respuesta reside sin dudas en las convenciones propias que
acogida que Lucas y Rosas le dispensan al entrar, felicidad que lo rescata de la soledad
que "arrastraba esa tarde en la casa vacía", el ingreso a la habitación de los criados es
una gran cantidad de tarjetitas coloreadas, "propaganda de los cigarrillos en los tiempos
esta colección, el repaso de las sensaciones mezcladas que le habían provocado esas
que la presencia de la guerra había suscitado entre los porteños. Luego de transcribir las
catástrofe que los titulares anunciaban en las primeras planas, el narrador concluye:
217
un "pacifista" sino también como alguien contrario al influjo de las ortodoxias. "Con
respecto a la guerra —agrega--, este último temperamento, además de coincidir con mis
instintos pacifistas [.} satisfacía el desprecio que siempre me inspiraron las ideas
comunes." (85). Enunciado en las páginas de Sur, en el mismo año en el que la revista
totalitarismos europeos, este agregado no sólo no debió haber pasado inadvertido para
Además del contacto con las imágenes de la guerra, el ingreso al cuarto de los
criados pone al niño en directa relación con las escalofriantes noticias policiales de los
diarios vespertinos. Mezclado con el recuerdo del "crimen de L", la narración presenta,
en este punto, una escena clásica de los relatos autobiográficos, como es, según lo
caracterizada por MoIloy (en primer término, porque se trata de un cuento y no de una
lectura revela una cualidad diferencial en el niño que lee. El recuerdo no sólo recupera.
la figura de ese niño de siete años que, en una actitud cuasi-teatral, lee ya "igual que un
218
hombre", sino que también revive la admiración que esta cualidad despierta entre los
"Una tarde tomé el periódico de las manos de Rosa y me puse a leer en alta
voz. Rosa quedó estupefacta.. Entonces yo aumenté la rapidez de mi lectura,
vocalicé de una manera redicha, insoportable, e imprimí a mi voz atiplada
toda suerte de volubles modulaciones. Ellos escuchaban en silencio" (85).
La escena deja ver con sutileza la jerarquía comprometida en la relación entre el niño de
la casa y los criados; una jerarquía de la que el recuer4o inirntil casi no da cuenta al
recuperar de un modo idílico, sin tensiones ni ambivalencias, el vínculo con Lucas y con
Rosa.
que el narrador presenta de su agitada relación con Mlle. Cécile, la institutriz francesa
que lo tuvo bajo su custodia durante seis meses. Antes de trabajar en casa de Agustín,
Mlle. Cécile había trabajado para una familia amiga de su madre. Cuando ellos
prescindieron de sus servicios, sus padres la contrataron. Mlle. Cécle, que no había
anteriores, recordaba con nostalgia sus años de grandeza en la casa. de "la familia X".
"De sus evocaciones —señala el narrador— surgía implícita nuestra oscura mediocridad"
(Bianco 1935b, 84).' Desde el comienzo, estas circunstancias marcan la relación con el
niíio en un doble sentido. Por un lado, alientan en él una competencia feroz con dos
rivales desconocidos: Horacio y René, los niños que ella había educado anteriormente.
"[ ... ] duelo estén! [ ... ] —recuerda el narrador— ya que nunca logré vencer a estos
tremenda animadversión" (85). Por otro lado, hacen que él cree con ella un lazo
En adelante todas las citas del relato corresponden a esta edición, por lo tanto sólo consigno el
numero de págma entre paréntesis.
219
ambiguo e inquietante, signado por la sospecha de que Mlle. Cécile se complace "en
relación con la institutriz se figura como una historia de amor no correspondido, una
atreve a formular en ocasiones y cuya respuesta ella elude cada vez: ",A quien quiere
resolución del conflicto amoroso hacia el despertar sexual del protagonista La imagen
de Mlle. Cécile queda asociada a su primer recuerdo erótico: el de una noche en la que,
momentos antes de que ella se dispusiera a bafíarlo, él siente que un "goce imprevisto"
recorre su cuerpo, mientras camina solo y desnudo por el bafio lleno de vapor.
"Siete aftos" es, en varios sentidos, un texto de iniciación. Por un lado, cuenta el
descubrimiento del placer sexual por parte del protagonista. Este descubrimiento,, que se
viene anunciando de un modo oblicuo en los celos y deseos que el niño experimenta
habita junto a los criados. "Cambié tanto en esa época —recuerda el narrador— que
llegué.a mirar con disgusto [...] los modiles demasiado familiares de Lucas y de Rosa"
(85). Sin embargo, más allá de este comentario, el fin de la inocencia no reviste, en la
responsable de llenar con el "líquido ambarino salido de su propio cuerpo" (94) la Jata
del antecomedor, asume una actitud comprensiva y socarrona, que exime al niño de
tener que excusarse o mentir. La comprensión del criado se conjuga en el recuerdo con
la prematura perspicacia del protagonista, quien, como sefíala el narrador, "ya entonces
220
tenía la sospecha de que nuestras explicaciones rara vez explican y nunca disculpan,
porque la única disculpa válida [...] es demasiado intrincada para que sepamos
complicidades que los une queda una vez más ratificado: Agustín elige callar las
(95).
esta recreación el narrador no se priva de abundar en las minucias de que "está llena
nuestra infuncia", es porque sabe de la fuerza evocativa que ellas conservan entre
quienes las compartieron. Junto a la voluntad testimonial que suele impulsar estas
narraciones, junto a esa vocación conservadora que intenta reconstruir en la ficción una
forma de vida anterior que, o bien está siendo rápidamente transformada o bien ya no
existe, "Siete años" parece estar particularmente motivado por el interés en suscitar el
reconocimiento y el deleite de un pasado común entre el grupo de lectores con los que
indiscutible de que "Siete años" es el texto que marca la iniciación literaria de Bianco
en Sur. Aunque años más tarde él elija olvidarlo para poder situar, conforme a la lógica
retrospectiva que orienta todo comienzo, ese momento en Sombras suele vestir, lo cierto
es que fue esta primera ficción de matices autobiográficos, la que decidió que, luego del
revista.
22!
timed y tanto "Sombras..." como "Las ratas" le concedieron esa posibilidad. 52 Escrita
volumen debido a un retraso de Bianco. Muchas veces el autor contó que cuando
terminó de escribir el relato la Antología estaba en prensa o había salido ya, y eso
decidió que lo publicara en el nro. 85 de Sur, en octubre de 1941. Dos afios después, los
primeros capítulos de "Las ratas" aparecieron a modo de anticipo en la revista (Sur 109,
que dirigía para Emecé. Entre el pedido de Borges, Bioy y Ocampo y la decisión de
Mallea, "Sombras ..." (y, según veremos, también "Las ratas") se muestra como un
relato capaz de interesar, por diferentes razones, incluso por razones antagónicas, a los
escritores más disímiles del grupo. Si bien, como sefíala el propio Bianco, sus
comentario bibliográfico (sólo contaban con algunos juicios orales positivos), no parece
52
Bianco manifiesta esta ambición en el final de la entrevista que le hizo Cristina Forero [María
Moreno] (1988, 398):
"- Una iltima. pregunta. ¿Qué arrwna a un escritor?
-- ¿Amiinarlo? No sé. ¿Usted qué piensa?
- ¿... la vanidad?
- La vanidad es un defecto de carácter. Lo que creo que si es importante para un escritor es
haber estado de algún modo de acuerdo con su tiempo. Haber escrito una obra oportuna. Ser,
comó dicen los ingleses, well timed.
—j,Yusted?
-- ¿Yo? No hablemos más de mí. Uno escribe y luego se olvida."
222
podría sospecharse que la arbitraria reseña de Borges a "Las ratas", que el tono parcial y
contencioso con que él buscó identificar la nouvelle y los intereses estéticos de Bianco
con sus propios intereses, haya estimulado, a modo de respuesta indirecta, a esa.
obstante, más allá de las disputas veladas y los antagonismos oblicuos existentes entre
los escritores de Sur, lo más significativo en este punto, en el que lo que me interesa es
describir los relatos que consagran a Bianco como narrador del grupo, es que estos
Tanto "Sombras.. -" como "Las ratas" presentan una alternativa nueva a esa
de los cuentos incluidos en La pequeña Gyaros, que, como vimos más arriba, se centran
intimidad de sus conciencias, estas narraciones manifiestan un interés particular por los
modelos preconizados por Borges y por Bioy en ese momento: el del cuento fimtstico,
en "Sombras.... ", y el del policial, en "Las ratas". La preocupación por las severidades
prioridad del argumento con la centralidad de los caracteres. No hay que olvidar que el
"múltiple argumento" (Borges 1944k, 77) que conforma sus historias reserva siempre
posibilidad de que Jacinta Vélez sea una invención o una proyección de Bernardo
Stocker, en "Las ratas" resulta igualmente verosímil que una de las indemostrables
afirma que en "Las ratas" "el carácter de Heredia es lo primordial" (idem), podría
Más allá de las distintas variantes narrativas que presentan estos relatos, ambos
atribuyó a "Las ratas": "los caracteres son complejos", "los hechos, [...] son hipérboles
o énfasis cuyo fin es definir los caracteres" y "la acción resulta, en cierto modo,
simbólica" (idem).
¿Cómo no pensar que muy probablemente haya sido este innegable espesor
simbólico que revisten los hechos y las acciones lo que despertó el interés de Mallea por
dolorosa incomunicación que padecen los habitantes de La ciudad junto al río inmóvil?
¿No es posible acaso establecer cierto parentesco entre el Stocker de "Sombras ..." y el
alimenta la fantasía de una mujer imaginaria, que tiene los rasgos flsicos de Carlota
Morel, la profesora de idiomas de la que había estado enamorado. Si bién es una mcm
hipótesis que Maltea haya podido atribuir a "Sombras ..." una interpretación corno ésta,
es decir, una interpretación acorde con sus propias obsesiones,no lo es el hecho de que
224
se pueda reconocer en el propio Bianco un interés especial por dotar a sus relatos de una
dimensión simbólica que se proyecte más allá de los méritos técnicos que presenta la
realización formal de los mismos. Es cierto que, tal como seflaló Enrique Pezzoni (1970,
88), los relatos de Bianco anticipan en muchos anos algunas preocupaciones formales
de las que luego será consciente la literatura latinoamericana, pero no es menos cierto
especialmente a la pregunta. por la función del artista y la finalidad del arte literario. Se
trata de inquietudes pocas veces formuladas de un modo explícito en los relatos ya que
Bianco, al igual que Henry James, evita enunciar sus pensamientos en los textos
literarios. 53 En muy pocas ocasiones sus personajes plantean el tema en forma directa: la
conversación entre Antonio Heredia y Claudio Nufiez en "Las ratas" es en este sentido
una excepción elocuente. Tanto los artículos que escribe para La Nación, Sur y El
Hogar desde mediados de los aflos treinta, algunos de los cuales ya analicé en detalle,
integrada por "En tomo a Roberto Ant" (1961), "La Argentina y su imagen literaria"
(1988c), "Función social del escritor" (1967) y "Ficción y realidad" (1993), muestran la
persistente gravitación que estas preocupaciones tienen sobre sus intereses estéticos e
intelectuales.
Aludo aquí a una anécdota que Bíanco repitió en varias ocasiones. Luego de releer 71w
Ainbassadors de James, en busca de una observación del autor que creía haber encontrado allí
durante su primera lectura, advierte: "Era ingenuo de mi parte buscar un pensamiento de
carácter general expuesto de una manera directa, explicita, en una novela de Henry James,
cuyos diálogos delicadamente ambiguos evitan toda estridencia "He had a mmd so fine that no
idea could pass through it" (Tenía una inteligencia tan sutil que ninguna idea podía pasar por
ella") ha declarado Eliot de James, y quizá no sólo como elogio. Sí, la observacióji que yo creía
recordar no estaba en la novela. ¿No estaba?, me pregunto. No dejaba de estarlo. James me
había permitido hacerla por cnnta propia. La insinuaba en The Arnbasadors con otras
observaciones laterales. [ ... ]" ("Ficción y realidad", Bianco 1993, 14).
225
elaboración de sus narraciones, importa recordar, en primer lugar, que Bianco deposita
en los actos de los personajes, más que en sus opiniones o en los comentarios del
sólo a lo que afirma en la nota. sobre Espoirs de Leo Ferrero sino tanibién a lo que
la que el novelista sólo hable cuando no pueda mostrar. Es decir, agrega en esa
verdad que quiere comunicarnos" (AA.VV. 1945,70). Como Chéjov, él también entiende
que el arte del novelista consiste en describir exactamente a los ladrones de caballos sin
agregar que robar caballos está mal. "Es absurdo —afirma— el afán explicativo de
algunos novelistas que marchitan todos los sentimientos de sus héroes al pretender
explicarlos [..]. Never explain me parece un saludable principio estético. Las cosas
que definen al novelista crítico: la capacidad para crear seres ficcionales que
de los mismos.
de una verdad superior, tan ambigua como irrenunciable, conforme a la que se ordenan,
226
constituyen ante todo —quiero decir, antes que una prueba de la indudable adhesión de
Bianco a esa moral de la forma defendida por Borges— dos variantes distintas, e
que el planteo del enigma principal en tomo al que se desencadena la anécdota, importa
incompatibles entre sí, que podrían explicarlo. La maestría de Bianco reside, Ial como la
caracterizaron, sobre todo a partir del análisis de "Sombras... ", su singular destreza para
modular los puntos de vista narrativos y los distintos reg stros del habla. Indiferentes al
ánimo parcial que alentaba el juicio borgeano, ninguno de sus lectores advirtió lo que
Prieto Taboada (1986, 960) sefialó algunos afios después con una convicción luminosa:
la información que se lleva acabo en cada una de las interpretaciones opuestas que
' Sobre esta cuestión consultar especialmente los estudios de Yudice (1976 y 1980), Stem
(1979), Prieto Taboada (1980) y Rivera (1981). Ver también los trabajos de Bastos (1980), Gai
(1983), Rodríguez Pasqués (1989), Li., Suh Ching (1997) y De Giovanrn (1997).
"En lo que se refiere a la ambigüedad, quiero explicar que no se trata de la mera vaguedad de
los simbolistas, cuyas imprecisiones, a fuerza de eludir un significado, pueden significar
cualquier cosa. Se trata —en James y en Bianco— de la premeditada omisión de una parte de la
novela, omisión que permite que la interpretemos de una manera o de otra: ambas contempladas
por el autor, ambas definidas" (Borges 1944k, 77).
227
pasado de Jacinta, de reconstruir su vida anterior (",Qué tipo de hombre era tu padre?"
("6Cree usted que vendrá, don Julio?" (Ibídem, 58); los movimientos de Julio Sweitzer,
su socio y amigo, figura que personifica el doble del lector en el relato, están guiados
por la necesidad de averiguar la verdad sobre Jacinta. Sin dudas, la situación de Delfin
como el único personaje capaz de develar lo sucedido en ese "drama de fimiia" que lo
pequeño, quizá decisivo, cuya importancia escapaba a los demás." (Bianco 1988b 1 50)),
de lo ocurrido.
Bajo el influjo de la atención excluyente que despertaron en los lectores de Bianco los
crítica, fue interpretada en general como la renuncia del escritor a las determinaciones
Guillermo Sheridan (1990,77) denomina "la causa de la verdad literaria". Una renuncia
que debía entenderse, según explica Juan José Hernández (2006b, 89), como una suerte
moral, como engaño perjudicial al otro, sino como capacidad para no aceptar
pasivamente una realidad exterior, capacidad para fulsearla, y en ese proceso cambiar su
significación".
Salvo contadas excepciones, entre las que figuran las perspicaces lecturas de
comentario de Delfin coexiste en el interior del relato con una definición contraria a esa
apuesta en fivor del cancter inasible de lo verdadero. Una definición que el mismo
sobre Mallea, y cuya incidencia se aprecia sin dificultad en la posición que define en
"Moral y literatura", resulta diflcil no reconocer que "Las ratas", antes que marcar,
como propone Josefina Ludmer (1999, 168), "el ciclo literario que [en el interior de la
cuando, como sostiene Ludmer, el personaje de Delfin invoca en varios sentidos esa
figura del "artista criminal" propia de la cultura estética del fin de siglo XIX (la critica
señaló las deudas que la nozivelle mantiene con El retrato de Donan Gray), su crimen
el contrario, la narración ofrece las razones alternativas que pueden explicar la decisión
de Delfin: el joven mata por celos hacia su madre, y se está entonces frente a un drama
policial, o mata por identificación con su medio hermano, esto es, en la creencia de que
definitivamente moral, lo que pennite que, en última instancia, su relato pueda ser leido
que el fragmento que estamos analizando sufre en La pérdida del reino —la novela que
Bianco publica en 1972 y cuya introducción compendia sus principales ideas estéticas.
Luego de contar que Rufino Velázquez le confió sus papeles personales para que él
Como anota Balderston (2006a, 9), la reescritura del fragmento modifica el carácter del
posibilidades de encuentro con la verdad pasa a celebrar ese encuentro como una
significado general de las conclusiones que Blanco venía exponiendo en varios de los
ensayos y conferencias que publica en los años próximos a la edición de esta novela En
estos textos, cuyos títulos especifiqué antes, Blanco repite, casi literalmente, siempre las
mismas pocas ideas acerca de la finalidad de la literatura y la función del escritor. El fin
siempre a una intención reveladora. Ya sea que se trate de "[explorar] el alma humana,
de averiguar qué es, qué puede un hombre" (Bianco 1961, 53) o de "descifrar e
1988c, 152), para él, la literatura aspira esencialmente a descubrir un secreto oculto, a
hacer ver a los lectores lo que antes, por distracción o negación, les había pasado
que mira siempre con "los ojos del alma", "supera el mundo de las apariencias, extrae la
cosa en sí del océano hirviente de las cosas, alcanza la verdad" (Idem, 153). Olvida la
56 En relación con esta cuestión, interesa recordar el sentido restringido que Bianco le otorga a
menudo al aforismo de Wilde que afirma que "La vida imita al arte". "[ ... ] yo creo —sostiene
Bianco— que se refiere a que el artista pone en su obra cosas que el espectador o el lector antes
no veía, y que ahora reconoce. Como si después de que el artista las hiciera ver, el lector o el
espectador comenzara a descubnrlas en la vida." (Ulla 1988,358). Se trata de una interpretación
muy similar a la que Victoria Ocampo le da a esta afirmación en su apertura a "Moral y
literatura": "El Iombre no dotado de genio artístico, pero sensible al arte descifra a veces los
rostros de la naturaleza a través de la interpretación que el artista le ofrece. Ve en la naturaleza,
a la larga, gracias a la traducción del artista, lo que no había sido capaz de ver por si solo. Así,
un cuadro puede revelar el encanto oculto de un paisaje" (AA. VV. 1945,65).
231
Mallarmé que, más allá de la simplificación que encierra, da una paula precisa del lugar
Como ambos, Bianco sostiene que la literatura debe "sugerir", "evocar", lo real pero
sostiene Valéry, "se detiene ante las cosas, comprueba su misterio irreductible, se
resigna a encarnar ese misterio en su poesía, Proust, en cambio, —razona Bianco— apela
a todos los recursos que tiene a su alcance para despejar el misterio" ("Proust y su
madre", Bianco 1988c, 159). El mismo afán esclarecedor que observa en el autor de A
la recherc/ze du Temps Perdu alienta también su propio trabajo literario. Como Proust,
Bianco podría haber afirmado: "[...J sólo me propongo aclarar. Aclarar cosas oscuras,
es cierto, pero si no fuera así, no habría ningúti mérito en ello" (citado en Idem). Antes
que pretender ocultar un secreto, antes que contribuir a mantenerlo indiscernible, los
propone su desciframiento. Borges lo había notado antes que nadie cuando señalaba que
la ambigüedad de "Las ratas" no se debía confundir con "la mera vaguedad de los
que recorrió el debate literario de Sur, sobre todo a partir de los ataques que contra el
232
poeta encabezá. en Francia su admirado Benda, Bianco conjugó, sin esfuerzos, esto es,
sin advertir las restricciones que este enlace le imponía a las posibilidades de la ficción,
moral contenido en las exigencias del escribir bien. A partir de los afios cuarenta (o tal
vez algunos afios antes, ya que la resefla a EÁpoirs presenta su incipiente preocupación
en este sentido), pero sin dudas sobre todo a partir de su encuentro con Borges, escribir
bien fue también para Bianco construir bien, esto es, construir de modo tal que el lector
moralidad interna de la literatura, que manifiestan las narraciones de estos años y que
orden ético" que, en materia literaria, suscriben los principales miembros de la revista
durante la segunda década Podría afirmarse en este sentido que su exigua literatura
resulté en estos años mucho más representativa de los intereses estéticos de Sur, que la
enorme cantidad de cuentos de Borges que por entonces inundaron las páginas de la
revista. .
233
CAPITULO VI
Silvina Ocampo: La invención de una literatura
1937 en la editorial Sur. Algunos de los cuentos que integran el volumen habían
hermana Victoria escribió en Sur, Bianco mismo se ocupó extensamente del libro en la
página "Libros y autores de idioma español" que editaba para El Hogar y Oscar Bietli
hay que sumarIes además el pequeño ensayo "La literatura del Dudar del Arte" que
Macedonio distinguió las "obras del Arte dudado", "única garantía de la esperanza de lo
artistico", de aquéllas otras producidas "al Son de una hueca certeza del Arte", propia de
"espíritus sin incomodidades" (1937, 2). A pesar de los elogios que le brindaron (el
único que introdujo algún reparo fue Bietli) ninguna de estas lecturas demostró la
195), la exasperación que le provocó comprobar que los recuerdos de infancia de Silvina
no coincidían con los suyos le permitió "ser certera, a pesar de sí". Se insistió con
frecuencia en el recelo manifiesto que le causó este debut y en "el gesto elocuente de
primogénita ofendida" (Sánchez 1991, 13) que la impulsó a reseñar con severidad el
234
primer libro de su hermana Se señaló también que sus objeciones se pueden leer, en
sentido contrario, como un registro de los hallazgos de Silvina' Se estableció incluso que
"esta primera crítica [...] inauguraba una tradición de lectura que tendría vida larga: la de
desconcertarse ante estos textos distintos y por ello mismo (aunque esto Victoria Ocampo
no lo sabía) !cundos." (Molloy 2006, 1). Pero sin embargo no se especificaron aún cuáles
fueron los aciertos iniciales que, más allá de las intenciones, guiaron su comentario.
sus manos durante la ceremonia bautismal de Silvina inicia a la pequeña en un camino que
La diferencia que percibe entre sus recuerdos y los de Silvina deriva ante todo de los
invenciones", estos recuerdos alteran con una independencia inquietante "ese pasado
común, vivido en la misma casa, inclinado sobre el mismo catecismo, abrigado por los
mismos árboles y las mismas miradas" (119). La situación la incomoda de modo previsible.
Es lo que, siguiendo a Pezzoni, propone Graciela Goldchluk (1996). Escribe Goldchluk: "E ... ]
la fuerza de [la titeraturá de Silvina Ocampo] —su ideología en sentido estricto— reside en esos
'defectos' señalados por Victoria".
2 En adelante, todas las citas de la resefla coifesponden a esta edición, por lo tanto sólo consigno
el número de página entre paréntesis.
235.
cuando avanza en la descripción del clima que transmiten estos cuentos. Suspendiendo por
un momento el tono admonitorio, la lectura de Victoria se distrae del interés por defender
Con una claridad involuntaria, alentada por el propio desconcierto, Victoria señala twa
semejanza decisiva entre los relatos de Silvina y los sueños. Se trata, en primera instancia,
de una suerte de semejanza formal (o funcional, podría decirse) que le permite leer los
olvidado a partir una equivalencia general con la elaboración onírica. El ingreso de los
clima de Viaje olvidado comunica para ella la misma falta de deliberación que caracteriza
el universo del sueño: hay en estos cuentos -escribe-- una atmósfera propia "donde las
cosas más disparatadas, más incongruentes están cerca y caminan abrazadas, como en los
sueños" (121).
236
describe pocos dias después en la nota de El Hogar, los efectos que pueden derivarse de
las observaciones de Victoria alcanzan una proyección dificil de atribuir a las conclusiones
del autor de Las ratas. De acuerdo con el poder de develamiento que le atribuye a la
ficción, Bianco afimia que el libro de Silvina "une lo esotérico con lo accesible, y crea una
atmósfera libre y poética donde la fantasía, en vez de alejarnos, nos aproxima a la realidad,
y nos interna en ese plano que los afios, la costumbre y los preuicios parecían haber
ocultado definitivamente a nuestros ojos" (Bianco 1 937c, 26). Mientras que desde su punto
de vista la fantasía se resuelve como una vía de acceso y recuperación de lo real, como una
relación entre suefto y realidad, entre realidad e irrealidad se presenta siempre como un
vínculo indiscernible y, por lo mismo, amenazante. "Ese juego de escondite, esa coalición
de una realidad que se ha vuelto irreal y un suefio que se ha vuelto realidad —escribe--
atracción) que le produce a Victoria el trato que Silvina le brinda a los recuerdos familiares
que suefio y realidad dejan de ser dominios distintos y alternativos, para tejer una alianza
inconsútil en la que uno se vuelve otro, en la que las fronteras entre uno y otro se
se vuelve realidad, los personajes parecen cosas y las cosas, personajes. Los cuentos de
Silvina remiten, para Victoria, a una región, indefinida e inestable, en la que cada suceso y
cada figura es también otro, en la que seres extraños aluden a personajes conocidos y voces
desconocidas resuenan con ecos familiares. Una región poco propicia para recuperar la
la infancia.
237
Sin que Victoria lo advierta, la analogía entre sueño y relato que ordena su lectura
desde el comienzo ilumina la visión nueva e inesperada de la infancia que estos cuentos
recuperable (deja de ser ese "delicioso país de ensueño" que, en rigór, nunca fue para
Silvina, pero que sin embargo Bietti se empeña en atribuirle), para aludir a un espacio
definitivamente inaccesible en el que, como en los sueños, los límites entre la realidad y la
sospecha de que la infancia de la que hablan estos relatos está tan lejos de su infancia como
le impiden reconocer pero que sus enunciados entredicen de una manera luminosa. ¿De
dónde, sino de la perplejidad que esa sospecha le transmite, proviene el asombro con que
ella asiste a la aparición de una imagen extraña y desconocida de Silvina en Viaje olvidado?
En uno de los momentos centrales del comentar o, tal vez el más equívoco y por lo mismo
"E ... ] conociendo el lado realidad e ignorando la deformación que esa realidad
había sufrido al miiarse en otros ojos que en los míos y al apoyarse en otros
sueños, me encontré por primera vez en presencia de un fenómeno singular y
significativo: la aparición de wia persona disfrazada de sí misma." (idem. El
subrayado es mío).
(el sustantivo es elocuente, traduce con precisa concisión su punto de vista) que la
capacidad imaginativa de Silvina, impone sobre el tiempo familiar. Como si justamente esa
hermana. Sin dudas, esto es lo que Victoria quiere dar a entender, y en ese caso, hubiese
resultado más ajustado presentar esta imagen como la de una persona disfrazada de otra,
como la de alguien que se enmascara y parece ser lo que no es. No obstante, los términos
"aparición de una persona disfrazada de sí misma" remite, más acá de sus intenciones, en
un antes de esas intenciones que sus palabras retienen y en el que aún se escucha su
interesada en "deforma?' el pasado compartido, que la de una figura más inasible, bastante
más misteriosa, y mucho más afin a la rareza de los personajes y las voces narrativas que
habitan Viaje olvidado. Una presencia ambigua que, extendiendo la equivalencia enire
suello y relato que propuso su comentario, se encuentra muy próxima a la del sujeto del
sueño.
128), deI mismo modo, esta imagen que asoma en Viaje olvidado, y que Victoria describe
como una "aparición", como algo que entrevé y la sorprende, se distancia de esa narradora
interesada en contar los recuerdos "a su manera" y, sin convertirse en oua, deja de ser ella
misma. Lejos de confundirse con una máscara que, al tiempo que lo oculta, reduplica el
rostro auténtico de Silvina ("Máscara de Ginger Rogers sobre el rostro de Ginger Rogers,
como en "Al compás del amor" —explica Victoria), lejos de eso, la imagen de alguien
disfrazada de sí misma se nos presenta como la de quien guarda consigo mismo una
relación de semejanza. Es decir, la imagen de alguien que se parece a sí misma (más aún,
en la que esa relación de semejanza resulta subrayada por la idea del disfraz) y que,
precisamente por ese parecido, muestra no ser idéntica. Una imagen en la que se manifiesta
la distancia insalvable entre Silvina y ella misma, que es la aparición de esa distancia, y
que por eso mismo acusa el fondo de apariencia sobre el que se funda toda identidad.
La reseña entredice más de lo que dice. No que los cuentos de Viaje olvidado
reinventan los recuerdos de infancia de Silvina —esto es lo que ella impugna en forma
explícita y a esto obedece sin dudas, tal como lo advirtió Ja crítica, el fastidio que el libro le
239
provoca 3 Aquello que la resefia pone de manifiesto sin saber es que quien habla en estos
su máscara, sino esa distancia íntima entre ella y ella misma que esta imagen ilumina
Menos una presencia que una "aparición": lo que aparece cuando su si mismo exhibe
súbitamente la consistencia definitiva de una máscara hueca. Atraídos por esta distancia
primordial en la que toda identidad declina (empezando por la del sujeto que escribe) y
todo reconocimiento se toma incierto, los recuerdos vuelven a Via/e olvidado no como la
representación fiel o deformada de lo vivido -entre estas dos alternativas se dirime para
posibilidad se resuelve para la crítica posterior la novedad del libro 4-, sino como la
pasado que nunca ha sido presente y que encuentra en la repetición de esta diferencia su
ímico modo de realización. La infancia de la que hablan estos cuentos difiere radicalmente
en imputar a los relatos de Viaje olvidado la distorsión del pasado familiar y la sospecha
impensada pero entredicha de que esa distorsión es tan absoluta como inevitable: no podría
ser de otro modo, si lo que está juego es el retomo de lo todavía por pasar en el pasado. En
su afirmación de que estos cuentos son "recuerdos enmascarados de suefios" (119), además
3 Ennque Pezzoni señala en este sentido que "lo que [Victoria] censura en Viaje olvidado es el
sesgo aniiprousliano: no se inicia el viaje en busca del tiempo perdido, sino hacia el rechazo y la
reprogramación: la invención" (1986c, 195). En una dirección similar, Graciela Tomassini
(1995,26) afirma, luego de apuntar que Victoria confunde la creación literaria con una suerte de
infidencia finniliar, que en Viaje olvidado, "la escritura es [ ... ] un viaje a traa,és del olvido, un
esfuerzo por reínventar -más bien que rescatar- la memoria de un tiempo perdido."
4
Ver al respecto Pezzoni (1986c), Tomasini (1995) y Peralta (200512006).
022
una máscara que desfigura el pasado, resuena también el eco de un vínculo esencial entre
recuerdo, suefioy relato. Que los cuentos de Viq/e olvidado sean "recuerdos enmascarados
de sueños", recuerdos que parecen sueños, dice algo más que esa semejanza formal o
funcional entre suefto y relato o entre sueflo y recuerdo que Victoria propuso en el
comienzo para explicar la relación que en ellos entablan lo real ylo irreal, lo vivido ylo
originaria que liga estas experiencias. Una seine anza fundada paradójicamente en la falta
de origen que se abre cuando quien hablase ha olvidado de sí mismo y en su lugar asoma
libro de Silvina alude con un nombre inmejorable (,no es acaso este olvido de uno mismo
momentos más afortunados. Si su lectura no hubiese sido siquiera rozada por esta intuición,
sería dificil de explicar de dónde provienen la exactitud y la claridad con que ella describe
modo que le concierne sin que alcance a reconocerlo, Victoria sabe que en esa pérdida de
olvidado retumba la flulta de reconocimiento, la distancia entre cHa y ella misma, que la
escritura provoca en Silvina. Advierte también —aunque no pueda establecer cómo ni por
qué estas cuestiones se implicarían— que esa distancia en la que su hermana queda
relaciona (nosotros diríamos, decide) el salto a. la ficción con que comienza su literatura
Lo que no puede tolerar en absoluto, lo que le resulta del todo inadmisible, y pone
~ores, esj
ín
WiL
242
elección del español como lengua.de escritura implica, también en el caso de Silvina, el
conflicto enttt el dominio insuficiente que ella tiene del español escrito y la soltura cori
que se maneja en las lenguas extranjeras (en inglés más que en lhmcés) 6 No hay dudas,
por supuesto, de la marcada incomodidad que ambas experimentaron ene! español: las dos
aprendizajes en lenguas extranjeras. Sin embargo, el modo en que la tensión entre las
este conflicto se manifestó y so!ucionó en Victoria Si se lee con detenimiento el ¡elato que
Silvina hace de sus comienzos —un relato en el que significativamente la cuestión de las
escritura—, se advierte que esta tensión queda de pronto desplazada (o mejor, se resuelve
de hecho y casi sin deliberación alguna) por la fuerza con que las determinaciones de la
"[
... ] me siento despedazada entre los Ires idiomas. Debe ser porque los he
leído tanto, porque mis mayores lecturas eran en francés, en inglés, antes del
español. Entonces vivo acomodando el español, porque al principio,
gramaticalmente, mis frases no eran españolas sino francesas de pronto, de
pronto inglesas, y sin que yo lo propusiera. Traté de luchar, pero siempre esa
creación que uno va haciendo de un cuento interior, que primero está dentro de
uno y después sale, toda esa elaboración podía ser comenzada en inglés o en
francés, y de pronto seflindían dentro del español. Porque cuando uno está
trabajando y pensando algo que uno va escribir, se pienie un poco la
conciencia. Uno es una especie de sonámbulo que está caminando en la
5Para la relación de Victoria con el español escrito, consultar especiahnente Molloy (1996a) y
Sano (1998).
6
Sobre esta cuestión, ver especialmente los estudios de Ulla (1981, 1992a, 1998), para quien
Viaje olvidado itgistra una marcada tendencia al galicismo y al anglicismo que Silvma cornge
luego en sus libros posteriores. Además Manciní (2004a) y Peralta (2005/2006).
243
escritura que el relato sitúa en el instante inesperado en que sus elaboraciones se funden
dentro del español, se decide, para Silvina, no tanto uno de los varios idiomas disponibles
para escribir literatura, como la única lengua capaz de transmitir ese alejamiento de sí que
Viq/e olvidado, si no fuese por la falta de generosidad que inspiró sus juicios en este
negligencia, la "tortícolis", que caracteriza la lengua de estos cuentos. ¿En qué lengua sino
en una lengua desviada, inapropiada, una lengua por siempre impropia y a la vez íntima (al
fin y al cabo, la lengua materna), podría contarse, no la memoria del pasado familiar, sino
el viaje olvidado de la infancia, el retorno de ese tiempo irrecuperable en que se cifra para
indeterminación que transmiten estos cuentos, las negligencias de estilo que marcan su
sintaxis, esas fallas que Victoria no puede dejar de percibir como "deictos" o
maneja plenamente el idioma en el que escribe (aunque de hecho su dominio haya sido
7 Esta expresión forma parte de la respuesta que dio Silvina en una entrevista en la que le
preguntaron qué la impulsó a escribir. "Una imagen indescifrable, que perdura, de la infancia"
(E.M.J 1961). Volvió sobre esta idea en la entrevista que le hizo Adela (itondona (1969).
244
"Cuando uno escribe -afirma Silvina, en una dirección en la que resuenan muy
está llevado por una fuerza, muy superior. Uno está al comienzo de cualquier cosa que
esciiba, metido en un túnel del que no puede salif' (ibídem, 58). La supeiioridad de esa
fuerza no remite a una potencia de orden espiritual, como podrían considerar en Sur los
anterior al lenguaje, que la protagonista del cuento que da nombre al volumen busca
el origen ("no podía nunca -dice la narradora de "Viaje olvidado" (Ocampo 1998, 117)-
llegar hasta el recuerdo de su nacimiento"); mejor aún, una fuerza fundada en la sospecha
de que todos faltamos al día de nuestro nacimiento y de que por tanto, desde entonces,
a que queda librado lo olvidado, responde el ingreso de los recuerdos a los cuentos de
Silvina. Más allá de toda vocación cónfesional o autobiográfica, pero también más acá de
vivIdO la materia de la literatura, sus primeros relatos, y muchos de sus mejores relatos y
que "el recuerdo está lleno de desmayos, de pérdidas de conocimiento" (Ocainpo 2006,37).
término pertenece a Silvina, quien lo utiliza a menudo para calificar su relación con la
escritura. "La intimidad de un cuento es prenatal, luego se transforma en el cuento de otra
persona y uno mismo puede elogiarlo con descaro y decir: esto está muy bien" (Ulla 1982, 33).
En una entrevista que le hace a Silvina, en 1975, Marcelo Pichón Riviére recuerda que
InvencIones del recuerdo se llamó en primer lugar, provisoiiamente, Memorias prenatales.
245
Resultaría ocioso insistir en las profundas diferencias que separan este libro de los
vez sería explorar las relaciones que Viaje olvidado establece con Cuadernos de infancia,
la singular autobiografia de infimcia que Norah Lange publica también en 1937. Si bien
señalar, sobre todo a fin de situar la excepcionalidad del libro de Silvma en un contexto
más amplio, que, más allá de las similitudes que pueden encontrarse en relación con la
(Molloy 1996c, 176), sigue oficiando, a pesar del empeño experimental que pone en
disimularse, como origen del recuerdo y centro del relato. Mientras, como observa Molloy
(ibídem, 179), Lange convierte "el recuerdo de vida en investigación literaria", dota de "un
modo una autobiografia original, refractaria a las leyes principales del género, Silvina, por
su parte, cuenta en sus relatos el recuerdo de lo por siempre diferido ("un recuerdo antenor
a su vida", dice la narradora de "El corredor ancho de sol" (Ocampo 1998,77) y encuentra
en la naturaleza imaginaria de lo que retorna la ley de la ficción. Cada vez que rememora
el día de su nacimiento la nena de "Viaje olvidado"es siempre "otra chiquita distinta, pero
que lleva su mismo rostro" (Ibídem, 118). Así también, quien narra estos relatos, una voz
heterogénea, distinta de la primera persona testimonial que celebran los escritores de Sur y
9para una lectura perspicaz del vínculo entre vida y escritura en Victoria y Silvina Ocampo,
consultar Astutti (2001).
'° En ambos está definitivamente ausente la convencional imagen nostálgica de la niñez como
refugio armónico, apartado del mundo de los adultos, que caracteriza las escrituras femeninas ea
ese momento, y de las cuales el Viaje alrededor de mi fnftmcia de Delfina Bunge, editado al aiio
siguiente, presenta un ejemplo elocuente.
246
"Hay ciertas fonnas de olvido que más que la memoria enriquecen el recuerdo."
Silvina Ocampo (2008,22).
voz narrativa resulta el centro magnético de estos relatos. ¿Quién los cuenta? ¿Quién habla
en ellos? La pregunta, que se deja oír con cierta crispación en la reseña. de Victoria, es la
responde la escritora de sus cuentos, la que los desencadena toda vez que, perdiéndose a sí
misma en lo que escribe, Silvina busca en vano aproximarse, conocer, a "esa otra [...} que
soy yo misma" (Ulla 1982, 34) y que sólo habla en sus relatos cuando ella desaparece. Por
otro lado, es también la pregunta que se inaugura con su literatura, la que sus narraciones
misma que seguitú desconcertando a sus lectores a lo largo de toda su obra narrativa "El
11 Es imposible no recordar en este sentido que pocos años después de la publicación de Viaje
olvidado, en la reseila que le dedicó a Enumeración de la patria, el primer libro de poemas de
Silvina Ocampo, Borges elogió efusivamente la impersonalidad de su escritura. "Uno de los
espléndidos atributos de Enumeración de la patria es la casi inhumana, casi estoica
impersonalidad. Hazlitt ha dicho memorablemente de Shakespeare: He was nothing iii himsef/
Bernard Shaw ha declarado de Bernard Shaw: ¡ am (he true Shakesperean type: 1 understand
everything and everyone, and am nobody and nothing. Yo sospecho que para Silvina Ocampo,
Silvina Ocampo es una de tantas personas con las que tiene que alternar durante su residencia en
la tierra" (1943g, 66). Este fue uno de los, pocos momentos en los que, en el interior de la
revsta, Borges se apartó de una valoración fonnalista de la literatura. Su apreciación anlicipó lo
que al poco tiempo afirmaría en su intervención al debate "Moral y literatura". En esa
oportunidad, se recordará, Borges recurrió a la misma cita de Bernard Shaw que había utilizado
en esta ocasión.
247
problema en que arroja al lector la obra de Silvina Ocampo —acierta José Ainícola (2003,
236)— pasa, en verdad, por la cuestión de desde dónde se cuenta lo que se cuenta" La
excentricidad de sus personajes, la lógica asociativa que impulsa sus tramas, muchos de los
El problema fue abordado por varios de los lectores más perspicaces de Ocampo,
Graciela Tomassini (1995) es el único que presenta una descripción global del proceso
enunciativo en todos estos relatos. Con una exhaustividad rigurosa, su trabajo proporciona
una impecable caracterización narratológica de las distintas variantes formales que registra
este proceso. A pesar de su exhaustividad, algo, que no habría que confundir con un rasgo
entre otros, sino que habría que pensar como la pura diferencia que atraviesa todas las
que habilita su perspectiva crítica. Tomassini parte de una distinción operativa: con
excepción de dos cuentos importantes del volumen, como son "Cielo de claraboyas" y "La
calle Sarandí", ambos contados en primera persona (uno, por una narradora testigo y el
otro, por una protagonista), el resto de los relatos queda a cargo de una tercera persona
que esta forma "concreliza la distancia temporal que separa el mundo representado de la
instancia del discurso, ausente, como un extrañamiento del personaje protagónico, que ya
no puede reconocerse como un yo." (Tomassim 1995, 26). Sometida a una marcada
12 Resultan indispensables en este sentido las lecturas de Cozarinsky (1970), Molloy (1978) y
Balderston (1983). Consultar también Ferreira Pinto (1990-1).
248
persona remitiría a ese yo extrañado, infantil o algo atónito, que a menudo protagoniza los
escucharía, con más o menos precisión, la voz sigilosa de una narradora en dominio de su
arte (una narradora, cómo no, emparentada en este sentido con la de Cuadernos de
resolverse en lo que su lectura estableció como un punto de partida: la idea de que una
perspectiva infantil conforma el foco del relato, esta idea constituye sin dudas uno de los
como "desfasaje", "contraste", "desproporción") que se abre entre el estilo ingenuo de los
sólo en los primeros cuentos de Silvina sino en toda su obra narrativa, como el resultado de
la elección de puntos de vista poco convencionales: el de los niños (en muchos casos,
13 Agrega que, según se atienda a los diferentes grados de distancia narrativa o a las diversas formas
de interacción entre la voz del personaje y la del narrador, los enenlos presentan dos modalidades
distintas. Su análisis distingue, por un lado, una serie de relatos en los que los rasgos locativos del
narrador se amalgan con los del personaje hasta flisionarse asumiendo sus categorías léxicas,
lógicas y emocionales y, por otro, un conjunto de cuentos en los que uná voz narradora con cierto
grado de omnisciencia adopta alternativamente focalizaciones extemas e intemas a los personajes
principales.
249
a la percepción del numdo que transmite una conciencia aturdida ante la imposibilidad de
protagonistas experimentan en tomo a sus propias identidades. Una amenaza que los
esta idea, que Tomassini deriva en lo fundamental del análisis del cuento que da nombre al
volumen, se articula su interpretación general del libro. En estos relatos, concluye, "la
por el cual el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación aswnen distinta entidad
textual, aún cuando el discurso indirecto libre actúa como vehículo de fusión lírica entre
(6quién, sino la propia Silvina Ocampo, sería el sujeto de esta reinvención del recuerdo?),
juego de distancia y proximidad que ella reconoce entre los sujetos del enunciado y de la
Mientras que esa "conciencia extrañada" que organiza la perspectiva narrativa sería, en
definitiva, la máscara elegida por una escritora advertida de los déficits y las
libre. A partir de estas consideraciones, en el marco del valioso punto de partida que las
sometida la perspectiva del relato, que a la extrañeza dç una voz rarrativa, irreductible a
indeterminada.'4 En la mayoría de los casos, los cuentos presentan, en una tercera persona
recuerdo, un sueño, una fantasía, una obsesión, o de algo que en ocasiones es dificil
establecer como tal o cual (pienso por ejemplo en "Florindo Flodiola"). Alguien, una voz
por la propia fuerza del relato, esto es, librada al sonambulismo de la escritura, menos un
suceso ocurrido en el pasado, que la discreta conmoción que provoca en el presente del
relato la resonancia de lo todavía por ocurrir de ese momento. El viaje no es aquí, como se
construye la percepción del pasado o la forma en que el mundo era percibido en ese tiempo.
(Sánchez 1991, 13). El viaje es un retomo pero no el que un sujeto emprende hacia su
niñez, sino el que lo olvidado en el pasado (lo que allí permanece aún en ciernes)
emprende hacia al presente. Si el viaje que invocan estos cuentos es un viaje olvidado, es
14 Retomo aquí al concepto de "voz narrativa" propuesto por Blanchot (199 ib). Es fundamental
tener presente el alcance de este concepto para comprender la diferencia que me interesa
señalar. Transcribo, en este sentido, la síntesis inteligente que Lyotard (1997, 145) hace del
concepto: "La voz narrativa es neutra, explica Blanchot. No dice nada por sí msina no agrega
nada a lo que hay que decir. Sostiene mís bien la nada, el silencio, por el cual avanza toda
palabra No se oye. Cualquier intento de proveerle identidad, la traiciona. Se queda en suspenso
en el relato, sin aparecer ni desaparecer, pues no tiene nada que bacei con lo visible y lo
invisible. Suspenso que quiere decir que no está en el relato sino pór estar fuera, de él. Ella
ignóra la mediación, la atribución, la comunidad. Ella es esa diferencia indiferente que altera la
VOZ de las personas, y el distanciamiento infinito donde se juega la distancia narrativa."
15 Noemí Ulla (1998, 13) señaló que en estos cuentos "se advierte una progresiva crisis del
251
que cuando recuerda a su novia Angelina, "el único recuerdo de su vida", no sabe con
certeza si no la sofió ese "día memorable" en el que fue a pasear por Buenos Aires y se
sacaron juntos una foto? ¿Quién recuerda en el momento en el que Eladio Rada no sabe
qué pasó, sino ese olvido de sí mismo que sus ojos, "sumidos en las baldosas del corredor",
traducen con una ternura sin énfusis? Sucede a menudo en estos cuentos que la ocurrencia
del recuerdo o de la funtasía coincide con el momento en el que la mirada del protagonista.
se abandona, se distrae de lo que está viendo y queda de pronto retenida en algún sitio. Así
pasa, por ejemplo, con la protagonista de "El corredor ancho de sol", quien, sentada contra
la ventana de su cuarto, con la frente apoyada en el vidrio y con "unos ojos que se
cielo de estrellas" (77), recordaba la casa en la que sentía haber nacido. Así pasa también
con Leonor, la nena de "Extrafía visita", cuyos ojos "se abrían paso basta las ventanas en
busca de un pedazo de cielo azul enteramente cubierto, E..], por la nubes" (83), en el
instante en el que rememoraba su primera visita a la casa de Elena Así le ocurre a Miss
Hilton, a quien "las vidrietas le venían al encuentro" (25), mientras recordaba el equívoco
episodio con su última discípula Y así, también, al mayorai de "La casa de los tranvías",
coche que él conduce, cuando oye que la llaman "Agustina" y siente "que una intimidad
suscita entre el abandono de las miradas y la aparición de los recuerdos o las fantasías, se
encuentran también otras en las que los relatos se inician directamente con la descripción
sujeto que parece desprenderse de las cosas que lo rodean y que lo llaman al olvido de sí
mismo".
16 En adelante, todas las citas de Viaje olvidado conesponden a Ocampo (1998), por lo tanto
sólo consigno los números de páginas entTe paréntesis.
252
del lugar o del objeto en que está suspendida la visión de los protagonistas en el momentó
de la aparición del recuerdo. "La reja del ascensor -cuena la narradora de "Cielo de
claraboyas", mientras parece estar mirándola— tenía flores con cáliz dorado y follajes
rizados de fierro negro, donde se enganchan los ojos cuando uno está triste viendo
desenvolverse, hipnotizados por las grandes serpientes, los cables del ascensor" (17).
mágicas que la encabeza, es la descripción con que se abre "La siesta en el cedro".
"Hamamelis Virginica, Agua destilada 86 %, y una mujer corría con dos ramas en las
manos, una mujer redonda sobre un, fondo amarillo de tormenta. Elena mirando la
rodillas: dos hilitos de sangre corrían atándole las rodillas" (68). En todos los casos, la
mirada de los protagonistas, una mirada indolente, tan distraída de ellos mismos como
de los demás, deja de ser el punto de vista a partir del cual se organiza la perspectiva
Tornassini), para convertirse en una suerte de punto ciego en el que, mirando sin ver, los
personajes se pierden en lo que miran. Como les ocurre a las protagonistas de "Paisaje
mirando y ese adormecimiento da lugar a que lo que pasa, lo que les está pasando en el
presente del relato, lo cuente una voz que podría ser la de ellos, que se confunde con la
de ellos, pero que, como la voz de ese chico que fue casi un hijo para la narradora de
Próxima y a la vez lejana, venida de afuera, como los ruidos, las voces o las
músicas que estos personajes escuchan sin atención mientras recuerdan o fantasean, esta
voz, "sorda a todo, salvo a la turbación que lo[s] habita[ ... ]" ("La enemistad de las
cosas", 37), replica las voces persónales de los protagonistas, utiliza categorías léxicas,
253
lógicas y emocionales que podrían atribuírseles, para volver a contar lo que sólo ella, en
su misteriosa proximidad, no puede dejar de oír y de mirar. La frase con que se inicia
"Esperanza en Flores", "Uno, dos, tres, cuatro, cinco, era ya muy tarde" (2!), y cuya
del ritmo incesante con que los recuerdos, las fantasías y los sueílos ocurren en los
la repetición anuncia cada vez, se muestra en lo que vuelve para siempre irrealizado:
uno, dos, tres... y cuando está por ocurrir es siempre ya muy tarde. O mejor, habría que
decir tal vez, porque quedó para siempre irrealizado, porque siempre "era ya muy tarde"
para que ocurriese, lo que vuelve no puede dejar de repetirse. Cuenta la voz narradora
del relato,
¿Por qué Lucía no puede dejar de oírse gritar en el recuerdo, por qué no puede dejar de
extendiendo la lectura que propuso Walter Benjamín - "no es una experiencia vivida, sino
todo lo contrario, algo que no ha sido vivido ni experimentado i...r' y cuya condición de
tarde", una siesta, o "una noche", pero que siempre es un momento preciso que se recorta
del resto de los días e interrumpe la sucesión habitual— algo vuelve a ocurnr en el relato
141,1
bajo la forma incomprensible de lo que aún no tuvo lugar. En algunas ocasiones, como en
"Viaje olvidado" o en "El vestido verde aceituna", lo que vuelve tiene la forma de una
versiones que todavía le resultan horrorosas. ¿Qué había sucedido aquella tarde en la que
su discípula la acompañé al estudio del pintor?, ¿qué había motivado la indignación de los
padres de la nena? es lo que Miss Hilton sigue sin poder explicarse, cuando no entiende el
sentido de la frase que la dueña de casa le escribió en la taijetita y siente que la palabra
"pudor" aún "nada en su cabeza vestida de terciopelo verde aceituna" (28). En otras
"La siesta en el cedro", Elena, que vivió encerrada en su casa desde el día en que le conté a
su niñera que su amiga Cecilia estaba tísica, sigue todavía esperando, detrás de las
persianas de su cuarto, que Cecilia la venga a buscar para ir a jugar. Sigue esperando el
momento imposible en el que ella (Elena) "ba aria corriendo con una cuchara de sopa y un
- frasco de jarabe para la tos, y [las dos] "se irían corriendo lejos hasta el cedro donde vivían
en una especie de cueva, entre las ramas, a la hora de la siesta" (72). En "Extraña visita",
Leonor espera volver con su papá a la casa de Elena. Espera quizás volver a encontrar a su
papá en la remota proximidad de ese día en el que, "a través del paisaje lejano de la
cortina" de esa casa, le pareció verlo llorar. En 'Día de santo", Celinita, que no puede
saber con certeza si es el día de su cumpleaños o el de su santo, espera todavía que ese día,
"huérfano de regalos", se convierta en un día de "regalos abundantes", tal como había sido,
el mes pasado, el día de cumpleaños de su amiga Fulgencia En ese día, que no deja de
repetirse cada año, Celimta espera para siempre que su mamá repare en ella. Por último,
hay cuentos en los que el pasado insiste bajo el signo de una amenaza atroz. Un temor
inconfesado a que suceda una vez más lo que, "encerrada en el cuartito oscuro de sus dos
255
manos", la protagonista no quiso ver aquella tarde, impulsa el relato de "La calle Sarandí".
Un "miedo homl,Ie de morirse" (que el final del cuento sólo alribuye a Celestina) parece
invierno en la casa de su tía, Iranscurre ante sus ojos como un espectáculo inolvidable. En
todas sus variantes, sea que tome la forma de una pregunta irresuelta, de un secreto
realizarse como tal, que pugna por su realización definitiva, y abre entonces un intervalo
mismo del relato -los cuentos narran este hiato, cuentan lo que allí sucede.-, es el espacio
coincide con el punto central de su diferimiento infinito. Cuando "después de muchos días
nena de "Viaje olvidado" sobre sus faldas y le dijo que los chicos no venían de París, "su
rostro -recuerda la narradora- había cambiado totalmente debajo del sombrero con pluma:
era una sefiora que estaba de visita en su casa" (120). La metamorfosis de la madre repetía
vez "Un día" -que el recuerdo revive en toda su exterioridad, sin que medien las
reflexiones habituales que la distancia temporal sude suscitar en quien está narrando un
incidente pasado-, la hija del chauffeur francés, le había contado ya que los chicos no
venían de París. En esa ocasión, en la que no pudo comprender del todo lo que Gennaine
le confiaba, ni supo establecer hasta dónde su versión era cierta (la confidencia incluía el
dato equívoco y brutal de que los chicos estaban dentro de las banigas de las madres y
salían por el ombligo), la noticia del nacimiento quedó asociada, de una vez y para siempre,
256
a "palabras atroces, llenas de sangre", palabras que aunque dichas "despacito", sonaron
por la inquietud que estas palabras aún ejercen sobre ella. Como si hablara para confirmar
la persistencia de este influjo, una primera persona tácita, apenas pereeptible, ratifica esa
(1i9).'
Por esa razón entonces, porque en el momento del recuerdo ella sigue sin entender
el sentido del anuncio de Germaine, es que, aunque su madre le habló luego "de flores y de
pájaros", tampoco pudo comprender esa vez la idea que quiso comunicarle. Lo que no
pudo, en realidad, fue dejar de atender al estupor que la primera versión del relato le seguía
provocando. Todo lo que la madre le decía "se mezclaba a los secretos horribles de
que las palabras de Germaine le habían transmitido más acá de su sentido, antes de que
17 Una situación similar se registra en "La siesta en el cedro". También en este relato la turbación
que provoca una palabra oída al margen de su significación contamina hasta el final el desarrollo de
la historia La narración se inicia con el recuerdo de ese día en el que, sm comprender lo que
escuchó, Elena les cuenta a su nifiera y a su hermaúa que el chauffeur ha dicho que Cecilia, la hija
del jardinero y una de sus mejores amigas. "está tísica". Como en "Viaje olvidado", el yo de la.
protagonista interfiere también aquí la narración en tercera persona como para confimiar que su
perturbación aún permanece: "No sé -dice esta voz-- qué voluptuosidad dormía en esa palabra de
color marfil" (69).
257
sentido cierto, hizo que esas palabras quedaran convertidas en una potencia oscura, en una
fuerza insondable y perturbadora: una suerte de sortilegio pavoroso del que no podía
los efectos infinitos y a la vez repentinos de su poderío -efectos que, al tiempo que se
de noche "aunque su madre la besara muchas veces antes de irse al teatro" (Idem)-, el
misterio de su nacimiento permanecía para siempre irresuelto, flotando en ese "cielo negro
mismo cuento propone cuando la nena insiste en afirmar que nació "una mafiana en
Palermo haciendo nido para los pájaros" (117), queda completamente defraudada no sólo
por la crueldad de la hermana mayor, que le sefiala al barrendero que acaba de llevarse el
último nido, sino también, y de un modo mucho más categórico, por los efectos
imágenes aterradoras (la de una madre con rostro extraño, la de un día de sol lindísimo,
entre las palabras y los hechos. Por eso el presente del recuerdo no es nunca en estos
"La imposibilidad de oponer el propio recuerdo a las versiones -concluye Tomassini (1995,
29)- la lleva a inventarse un or gen, fundado así su identidad."
258
compensatoria. Como el tiempo de las fantasías o el de los sueños, el tiempo del recuerdo
"dispersión total", en el que, como dice Silvina Ocampo (Lozano 1987), nos encontramos
puede, a la vez, ser una cantidad de chiquitas con su mismo rostro y carecer de nombre
propio.'9 El mismo en el que Miss Hilton no tiene ninguna edad y sin embargó muestra
"un gesto de infancia, justo en el momento en el que. se acentúa[n] las arrugas más
Venancio Medina, el casero de "El remanso", siente de pronto lo lejos que está de sí
misma, al darst un beso en el espejo y "encontrarse con la superficie lisa y helada, donde
los besos no pueden entraf' (32); o en el que Afranio Mármol, el médico de "Diorama", se
el suyo; o en el que Claude Vildrac, la protagonista de "El pasaporte perdido", teme perder
su pasaporte porque piensa que sin él ya no se reconocerá.. Un tiempo cada vez único,
siempre imaginario, sin cronologías, "en el que las horas más distantes están cerca y
caminan E.. -1 abrazadas" (123) y en el que las cosas y los seres resultan "todos iguales y
sin embargo distintos" (34). Un presente sin presencia, que no deja de retomar y del que
sólo es posible tener noticia, cuando abandonados al própio desconcierto, estos personajes
se converten en otros.
ocurrencia de los recuerdos y los sueños provoca en quienes los están contando. Como la
Dada la importancia que esta narrativa le otorga a la elección de los nombres propios de sus
' 9
protagonistas, resulta significativo que la nena de "Viaje olvidado" no haya sido bautizada.
Sobre los nombres en Ocampo, consultar Ulla (1981 y 1992a), Dámaso Martínez (2002),
Molloy (2003) y Aniícola (2003).
259
poética de Lewis Carroll, a quien Silvina leyó desde muy chica, la escritura de estos
cuentos parece impulsada por el propósito de narrar un sueño, más aún, de narrar el
momento imposible en el que los sueños y los recuerdos se confunden. Esta confusión es
la que se lee en "Nocturno", uno de los relatos más intrincados del volumen. "Los
recuerdos —afinna Ocampo (Tilia 1982, 65)— son como los sueños, uno los arma cuando se
despierta [...]". Pero, menos que el despertar, a su literatura le interesa el instante previo:
ese tiempo de los espejos, alumbrado de una luz impersonal, en el que, como Alicia en el
país de las maravillas, uno está perdido en lo que pasa, uno es "ese no saber en dónde
está" (Ibídem, 67). No se trata, por supuesto, para Ocampo, de transcribir un sueño o un
"persianas cerradas a la hora de la siesta" (70), de casas habitadas por sonámbulos o por
seres que dormitan en los rincones, invade todos los relatos. Tampoco se trata, sin embargo,
de contar la oscuridad de esos estados desde un lugar seguro y anterior, el de una narradora,
conocedora de su oficio, que sabe de los misterios insondables que ellos encierran, y
su impropiedad. Este procedimiento, que, como dije antes, emparentaría a Silvina Ocampo
con Norah Lange, es el que usa, muchos años después que Lange, para escribir
poemas.2°
En Invenciones del recuerdo, como advirtió Molloy (2006c, 1), Ocampo "recurre a
un desdoblamiento formal que escinde al sujeto enunciante del sujeto enunciado: el texto
está en primera persona pero esa primera persona no es protagonista sino narradora. Como
un maestro de ceremonias, establece los escenarios de la memoria [...} pero luego delega.
Ocampo 2003, 11), esta primera persona, gramaticalmente alienada en una tercera persona
protagonista, apela al mismo "juego pronominal voyeurístico" que Molloy había seflalado
mediante el uso eficaz de la tercera persona, del extrañamiento que los protagonistas
experimentan ante lo que les sucede. "Volverse otras" no significa para estas voces
la ocurrencia del recuerdo, para encontrarse, siempre por primera vez, en el asombro o el
aún les despierta ese pasado interminable. Ya sea que se manifiesten en tercera o en
primera persona, estas voces siempre se vuelven otras. Pero no según el modo premeditado
en el que las nenas de "Las dos casas de Olivos" deciden intercambiar sus lugares y
mujer sin nombre de "El mar" se olvida de la vergüenza que le provoca el traje de baño y,
sin dejar de ser ella misma, comienza a "asemejaise E...] a la bañista del espejo" (115).
Sarandí", junto a la voz narradora de "Cielo de claraboyas", las más extraordinarias del
volumen, donde esta transformación se tome en cierta forma más perceptible. El relato se
inicia con un enunciado algo confuso que, además de anticipar la tensión indisoluble que
liga los recuerdos al olvido, y que es el tema del relato, entredice el estado de conmoción
26!.
en que se encuentra la prolagonista. "No tengo el recuerdo de otras tardes más que de esas
tardes de otoño que han quedado presas tapándome las olras" (86). Al decir que sólo se
acuerda de algunas tardes otoñales, dice además que estas tardes están "presas" (tan
"presas", como se verá, est* ella misma no pudiendo olvidar lo que desearia) de otras que
permanecen tapadas. El cuento presenta en adelante lo sucedido en una de las tardes que se
han vuelto inolvidables. Con la misma ambigüedad indecidible con que todo se nana hasta
el final, esa tarde, más oscura, más fría y más ventosa que las otras, surge sobre un fondo
de tardes apacibles en las que "los últimos rayos del sol amarillo, de este mismo rosado-
amarillo —indica la narradora—, envolvían los árboles de la calle Sarandí, cuando [ella] era
chica y []a] mandaban al almacén a comprar arroz, azúcar o sal" (idem). En el camino al
persiguiendo [sus] piernas con una ramita de sauce, de espantar mosquitos" (81). La
situación, que la frase insinúa inicialmente como una suerte de juego equívoco, entre
sensual e inofensivo, con un hombre "que siempre estaba alil, como un escalón o como
una reja" de las casas de la cuadra, y en frente del cual debía pasar de modo "inevitable"
cuando las crecientes del río le impedian elegir otro camino, se transforma, para ella, en
"Una tarde más obscura y más entrada en invierno que las otras, el hombre
ya no estaba en el camino. De una de las ventanas surgió una voz
enmascarada por la distancia, persiguiéndome, no me di vuelta pero sentí
que alguien me corría y que me agarraban del cuello dirigiendo mis pasos
inmóviles adentro de una casa envuelta en humo y en telarañas grises. Había
una cama de fierro en medio del cuarto y un despertador que marcaba las
cinco y media. El hombre estaba detrás de mí, la sombra que proyectaba se
agrandaba sobre el piso, subía hasta el techo y terminaba en una cabeza.
chiquita envuelta en telarañas. No quise ver más nada y me encerré en el
cuartito obscuro de mis dos manos, hasta que llamó el despertador. Las
horas habían pasado en punta de pie. Una respiración blanda de sueno
invadía el silencio; en tomo de la lámpara de kerosene caían lentas gotas de
mariposas muertas cuando por la ventana de mis dedos vi la quietud del
262
Igual que en "Cielo de claraboyas", aunque con la diferencia evidente de que en este
vidrio, todo se cuenta con la distancia y los recursos propios de un relato melodramático.
a alguien de "pasos inmóviles" hasta agarrarla del cuello y meterla en una "casa
envuelta de humo y telarañas" en la que hay una "cama de fierro". La aparición de una
tiempo que impiden conocer con certeza qué sucedió en ese momento. ¿Qué pasó
aquella vez entre esa nena y ese hombre? ¿Qué le. ocurre a esta narradora en el presente
del recuerdo para que lo que su relato anuncia en principio como un juego de seducción.
en el espacio de sus manos. 21 Una vez más estas lecturas le atribuyen a la imaginación
ocampiana una función reparadora que no deja leer la fisura en que se constituyen estos
personajes e impide que se situé con precisión la singularidad de las voces narrativas.
Presa de lo que no quiso ver pero inevitablemente vio, encerrada en una imagen que la
barrera fallida del "cuartito oscuro de [sus] manos" —una barrera que es, en rigor, "la
21 Consuliar sobre este aspecto Tomassmi (1995), Mancini (2003) y Mechan (1982).
263
una atracción particular (la voz del hombre, los zapatos al borde de la cama y el fierro
el deseo infantil de no querer saber lo que ya sabe. Después de haber visto al jardinero
vestido de negro, la nena de "La siesta del cedro" se resiste a reconocer que su amiga
está muerta, acudiendo a estrategias pueriles, destinadas al fracaso: habla fuerte, canta
fuerte, golpea sillas y mesas, todo, para "no poder oír" el secreto que ya escuchó. Del
mismo modo, la narradora de "La calle Sarandí", que no es una nena, pero tampoco una
adulta, recurre al gesto torpe del "cuartito oscuro de sus manos" para darse una
posibilidad que, como bien sabe Cristián Navedo en "Los pies desnudos", está fuera de
- su alcance.
Precisamente, esta experiencia del fracaso del olvido es lo que retorna como olvidado en
olvido fracasaba y su mirada veía lo que (de haber podido) hubiese elegido no mirar, es
que la voz que cuenta lo ocurrido, una voz infantilizada, una voz con la "cara de idiota"
que comparten muchos de estos personajes, sin dejar de ser propia, se volvió otra. No la
voz de la niña que fue (una voz irrecuperable), ni tampoco la de la adulta interesada en
recrear ese momento con un lenguaje infantil, sino la de alguien demorado en un limbo
de inmadurez sin edades: una voz a la que la persistencia del deseo infantil, irrealizado,
general. Como todos los personajes de este libro, la protagonista vive en una atmósfera
intermedia, opaca y nebulosa, en la que cuesta distinguir las cosas con nitidez y a
264
padre en una foto familiar, pero vislumbra en un espejo roto la forma de la trenza,
"gruesa arriba y finita abajo como los troncos de los palos borrachos" (88), que
aprendió a hacerse de chica. Se acuerda de la frente "nunca lisa" que tuvo desde
pequeña, pero no advierte el cicimiento del "chico de [su] hermana", al que seguirá
todo, su relato, confuso y discontinuo, dice de una forma dificil de describir, en la que
de estos relatos, sino también el carácter asociativo, laxo, a veces, aleatorio, que define
sus tramas. "Una libertad de narrar asociando, que por momentos olvida la causalidad y
que se puede percibir como un desorden en la construcción del relato" (Ulla 1998, 13),
distingue los cuentos del volumen. Las historias avanzan como a tientas, movidas por
- organiza las estructuras oracionales se desorienta y, según los casos, se invierten las
Sobre el final de "La calle Sarandí", como en otros finales del libro —pienso,
el instante preciso en el que la narradora repite su deseo de "no ver más nada", la acción
"No quiero ver más nada. Este hijo que fue casi mío, tiene la voz
desconocida que brota de una radio. Estoy encerrada en el cuartito obscuro
de mis manos y por la ventana de mis dedos veo los zapatos de un hombre
en el borde la cama. Ese hijo fue casi mío, esa voz recitando un discurso
político debe ser, en la radio vecina, el hombre con la rama de sauce de
espantar mosquitos. Y esa cuna vacía, tejida de fierro..." (89. El subrayado
es mio.)
Con una lengua alterada, hecha de la inquietud que atraviesa a este personaje, una
de todos estos cuentos. Desprovistas de conectores lógicos y causales, las frases, que, en
rigor, son imágenes, significan por contigüidad, como si la remisión de unas a otras,
[su] hermana" remita al "hijo que fue casi [suyo]" y que ambas imágenes se asocien a la
del "hombre con la rama de sauce de espantar mosquitos", lejos de develar el sentido
oculto en el pasado, lejos incluso de brindar la clave que explicaría ese misterio, anuncia
la inminencia de una confesión irrealizada, cuya aparición deja vislumbrar secretos tan
perpetuo estado de desequilibrio, se corresponde con —tal vez sería más exacto decir
tiempo que sin embargo nos pertenece? ¿Cómo narrar lo que, habiendo ocurrido en uno,
no se pudo presenciar? ("Cuando digo uno —aclara Silvina Ocampo (2008, 71)— nunca
pienso en mí".) ¿Cómo contar la infirncia? La pregunta, que impulsará en adelante toda
las imágenes, transmiten sin comunicar —sin la reflexividad propia del acto
comunicativo— el olvido de si mismos en que caen los personajes y las voces narrativas
"Cielo de claraboyas" (me refiero puntualmente al intervalo que se abre entre la "jarra
de loza que se cae al suelo" y "una cabeza partida en dos E ... ] donde florecen rulos de
sangre atados con moños" (19) la lengua narrativa "desbarranca", se "desboca" 12 de tal
modo que hace presentir que lo se cuenta está siendo contado por una figura
inaprensible, como si la lengua hablara sola y sin dirigirse a otros, es porque en ella.
22 Los verbos enirecomilados son utilizados por los narradores de estos cuentos para describir lo
que les sucede a las voces de los personajes. Así, la narradora de "La calle Sarandí" cuenta que
la "voz [del hijo de su hermana] se había desbarrancado de una manera vertiginosa a los
dieciséis afios ... " (88) y el narrador de "La enemistad de las cosas" dice que la voz del
protagonista "se había desbocado en los momentos que requerían más silencio" (38).
267
habla la distancia que separa a estos personajes de sí mismos, la que los aparta de las
Está distancia, a la que aluden los relatos cuando refieren la incomodidad que los
personajes experimentan en sus propios cuerpos, los inconvenientes que les ocasiona la
de sus vestidos, es la que afecta y trastoca la lengua de Viaje olvidado: la que libera en
ella una sintaxis anómala, imágenes inéditas, adjetivaciones rarísimas, una composición
que viven estos personajes. "[...} la sintaxis —escribe Gules Deleuze (1995, 259)— es un
estado en tensión hacia algo que no es sintáctico ni siquiera lingüístico (un afuera del
lenguaje)." Los cuentos inventan una lengua tensa, estremecida, en la que se escucha la
turbación que recorre a estos personajes, desde antes incluso de que sepamos qué les
está sucediendo —los comienzos de estos relatos son tan sorprendentes como sus finales.
Una lengua que dejó de ser el vehículo transparente e imperceptible de los estados por
los que atraviesan estos seres, para adquirir un espesor desconocido, por momentos,
extravagante, en el que se realiza el desdoblamiento que los atraviesa: una lengua nueva
invención, si se advierte el carácter singular que tienen estos cuentos. De ellos podría
decirse lo que Adolfo Bioy Casares (1994, 21), a quien estos relatos previsiblemente no
23Escribe Lyotard "[ ... ] injanlia, lo que no se habla Una infancia que no es una edad de la vida
y que no pasa. Ella puebla el discurso. Este no cesa de alejarla, es su separación.. Pem se
obstina, con ellio msmo, en constituirla, como perdida. Sin saberlo, pues, la cobija. Ella es su
resto. Si la infancia permanece en ella, es porque habita en el adulto, y no a pesar de eso"
(Lyotard 1997, 13). Para un análisis de la relación enire infancia y estilo en estos cuentos, es
ineludible consultar Astutti (2000 y 2001).
268
cuentos que "no se parecen a nada de lo escrito", que fueron elaborados sin "influencias
de ningún escritor".24
"Viaje olvidado -contó Silvina Ocampo (Ulla, 1982, 135)— está escrito con toda
mi inocencia y con toda mi inconsciencia, porque no pensaba: 'esto está mal escrit&".
La reflexión sobre las posibilidades y alcances de los medios literarios llegaron más
tarde, cuando los cuentos estaban listos. En ese momento, recuerda, "yo [...] no
discernía bien, no sólo no discernía: no había decidido qué me gustaba, y menos todavía
en nuestro idioma, porque me gustaba lo que ahora no me gusta [...j El arte es igual a
las experiencias de amor, el contacto primero con una arte. En aquella época yo no
podía discernir muy bien cómo había que escribir en español" (Ibídem, 134-5). A esta
inocencia, a esta falta de discernimiento que marcó su primer encuentro con la literatura,
una falta que resuena en todos sus narradores y personajes, hay que remitir los mayores
aciertos de estos cuentos. Sin pautas precisas sobre cómo se debía escribir, sin gustos
literarios definidos, en una lengua cuya gramática no conocía del todo y que percibía
como una lengua en formación, Ocampo se dejó alraer por la experiencia literaria con
pennitieron inventar una literatura de efectos inéditos y singulares, que creó sus propios
resolvió no sólo al margen del ideal de escribir bien, que caracterizó al humanismo
literario de S'ur, sino también del imperativo de construir tramas perfectas, que definió
En una dirección similar, Marcelo Pichón Riviére (1974, 19) escribe: "Los cuentos [de Silvina
24
Ocampo] forman un universo único, cuyos parentescos son inhallables."
cuenta que se resistió a aceptar las objeciones que Victoria le hizo al estilo de Viaje
olvidado porque entendía que el español era un idioma en formación, proclive a las
imperfecciones. "[Victoria] decía que era como si las frases hubieran tenido tortícolis, como
posiciones fblsas. No acepté eso porque me parecía que nuestro idioma era un idioma en
formación, y era natural que tuviera esas incompetencias, que careciera de la perfección que
tenían otros idiomas E ... ]" (Ulla 1982, 35).
269
Alejandra Pizarnik (2003, 479) consigna que, cuando ella se quejaba de su dificultad
para escribir relatos y lamentaba no poder resignarse a que "una narración [fuese] un
escorzo, algo incompleto", Silvina Ocampo le decía que precisamente "eso" (inconcluso
fascinación de Silvina Ocampo por la infancia, esa .fiiscinación que, como escribió
exigencias y necesidades propias del mundo narrativo inventado --a lo que Blanchot,
denomina la "ley de secreta del relato". 26 Sólo desde la perspectiva evolutiva en que se
leyó este libro hasta el momento se puede considerar, entonces, que estas formas son
más adelante. Las pocas lecturas que se hicieron de Viaje olvidado en su conjunto
estos cuentos, yen evaluar sus características formales como "falencias" (Ulla 1998, 11)
26 Para el concepto de 'ley secreta del relato", ver Blanchot (1969a y e).
27Además de la de Tomassini, son fundamentales en este sentido las lecturas pioneras de Ulla
(1981 y 1992a), así como también su artículo 1997 (b) y el prólogo a la reedición del libro en
1998. Consultar además Peralta (200512006).
28 Una excepción a considerar en este sentido es la lectura que Amícola hace de Viaje olvidado
en el contexto más general de lo que denomina «la feminización del discurso del narrador en la
Argentina". Aunque no se detiene en el análisis específico de los relatos, reconoce la
singularidad del libro de Ocampo. ] en Viaje olvidado —apunta Ainicola (2003, 251)-
"[ ...
Silvina Ocampo encuentra su propio espacio gracias a aquello que significa su agresión más
contundente: el escándalo de lo digresión en géneros que pedían economía de la trama perfecta.
E ... 1 Me interesa aquí, efectivamente, sostener la independencia de la escritura de Silvína
Ocampoen relación con la de los varones escritores que la rodean hacia 1940, dado que su obra
se sale del canon que anima la obra de estos autores. La producción de Silvina Ocainpo rompe,
efectivamente, con la idea clave de la trama perfecta, así como pone en entredicho la ley de
mesura que también Borges y Bioy habían defendido toda su vida."
270
los casos, Viaje olvidado resultaría el inapreciable punto de parlida de una narrativa que
alcanza en Autobiografla de Irene, el libro siguiente, una etapa de "madurez" (los tres
que todavía se escuchan, aunque muy atenuados, los reparos de Victoria. El acuerdo no
defendida. por Borges y Bioy Casares. Menos que el avance o el desarrollo hacia formas
reúne algunos de los relatos que Silvina Ocampo escribió a lo largo de la década del
que le da nombre a la colección, y "El imposto?', la nouvelle que ocupa más de la mitad
29En Las repeticiones, el conjunto de narraciones inéditas de Ocampo publicadas hace un par
años, se incluye un extenso relato, [El vidente], que, según conjetura con acierto, Emestó
Montequin debió pertenecer también a este periodo.
27!
del libro, habían aparecido en los números 117 (julio 1944) y 164-165-166 (junio-julio,
agosto y septiembre 1948) de Sur. "La red" y "Fragmentos de un libro invisible" fueron
los únicos inéditos hasta ese momento. A diferencia de la cantidad de relatos breves y
de cinco narraciones extensas y de asuntos complejos. Sin dudas, tal como lo señaló la
Pero antes que esta adhesión —digo "antes" porque se trató justamente de una condición
incorporan estos relatos (y de las que me ocuparé en detalle mís adelante) responden a
los valores estéticos que Borges y Bioy proclaman en el interior de Sur, sino también
porque los cambios que los cuentos registran a nivel de la sintaxis oracional, en
Victoria expuso en su reseña pienso, por ejemplo, en la forma en que el léxico culto y
las referencias eruditas desplazan por completo los giros coloquiales y las imágenes
instancia, como una respuesta demorada al desafio con que su hermana le abre las
aumentar las unas y disminuir las otras? Sólo Silvina Ocampo puede
contestar a estar interrogaciones dándonos un nuevo libro"
La interpelación proyecta sus efectos intimidatorios más allá de Viale olvidado: no sólo
liga el debut narrativo de Silvina a los presuntos "defectos" de este libro, sino que
morales del escribir bien— a la que Silvina reacciona con cierta timidez y acatamiento,
por vías distintas aunque relacionadas. En 1942, aparece su próximo libro, Enumeración
de la patria: los incómodos relatos de Viaje olvidado ceden su lugar a una colección de
atada a pautas líricas tradicionales. A este libro, que recibe dentro y fuera de Sur una
por acogerse a fórmulas consolidadas sigua las transformaciones que manifiestan los
° Para el análisis de estos libros de Ocampo, consultar los estudios de Percas (1954)y Ulla
(1992a). Ver también la serie de comentarios bibliográficos que motivaron. Sobre Enumeración
de ¡a patria, Varela Avellaneda (1943), CM. (1943) y Chouhy Aguirre (1943). Sobre Espacios
métricos, Martínez Estrada (1946) y García Mamiz (1946).
273
Una lengua literaria convencional y trabajada, en la que no se aventuran aún los riesgos
y los excesos en que su prosa incurrirá a partir de La furia y otros cuentos (1959),
aprendizaje esmerado hacia una lengua más estándar, más transparente y ajustada a las
32La resefla que Carmen Gándara dedica a Autobiografla de Irene se inicia con una extensa
digresión sobre las virtudes comunicativas de la "Poesía" e inscribe a los cuentos de este libro
en esa tradición. "Su lenguaje, en el que se cumple una conciente y elaborada naturalidad, es un
lenguaje que refleja las cosas en su ser, y no sólo refleja las cosas en su ser esencial, ideal, sino
que las detiene; cada una de las figuras que evoca está detenida, mirándose en el cristal de una
prosa que no quiere saber de movimientos ni de viajes temporales" (Gándara 1949,240).
274
relatos que exhiben el denodado y (en estos términos) exitoso esfuerzo que Ocampo
realiza por responder a los mandatos lingüísticos y literarios instituidos en Sur --que no
son, por supuesto y según vimos, sólo los mandatos que su hermana le impone sino los
que Victoria misma comparte con una amplia mayoría de los miembros de la revista,
entre ellos, algunós de los más cercanos a Silvina como son Bianco y el pmpio Bioy.
artísticamente más logrado de toda su prosa, si se lo valora desde las pautas vigentes en
Sur e incluso más allá de la revista., pero es también y, por las mismas razones, el menos
que inauguraron los ensayos de Molloy. La voz extraña e inesperada que cuenta las
Acierta en este sentido Noemí Ulla (1982, 9) cuando señala que es posible que los
comentarios que Ocampo recibió sobre Viaje olvidado "hayan agudizado su autocrítica, su
necesidad de ser solidaria con el castellano, de situarse en un registro común donde su gramática
pudiera contextualizarse en la literatura argentina de esos años".
34Trabajé sobre los narradores de Ocampo en los relatos de La fluía y otros cuentos y Las
invitadas en Podlubne (2004).
275
ficciones fantásticas que Ocampo contribuye a difundir en estos años junto a Borges y a
Bioy. 35
sus relatos una fuerte torsión no sólo retórica sino también temática y compositiva, que
los encauza en el marco de las morales literarias instituidas. Como las narraciones de
Bianco, aunque sin la plena convicción con que él suscribe a estas exigencias hasta el
transitoriamente —Ernesto Montequín acierta en designar este período como "un período
de transición estética" (en Ocampo 2006 1 295)-- a la lógica compositiva que distingue a
las "obras de imaginación razonada" (Borges 1985, 12). Silvina concentra su máximo
impostor", del género policial, en el que se habla ejercitado con Bioy un par de años
antes escribiendo Los que aman, odian. Pero son .sobre todo los modos de la
pues, consderar su trabajo como un problema que puede resolverse, en parte por las leyes
generales y preestablecidas y, en parte, por las leyes especiales que él debe descubrir y acatar"
(1991,6).
276
indiscernible ambigüedad que domina todos los niveles del relato en Viaje olvidado
quien se le debe, también en este caso, el análisis de conjunto más exhaustivo que se
realizó del volumen— gobierna el espacio del cuento, desde la configuración del proceso
enunciativo hasta los posibles recorridos de lectura que el texto autoriza, pasando por el
especular de los relatos de Ocampo, alcanza en Viaje olvidado una resolución intensiva,
otro significa ciertamente ser otro y, por tanto, la extrañeza propia de la alteridad queda
circunscrita al territorio conocido del doble o de lo múltiple. Las distintas variantes que
(Quién cuenta estos cuentos? ¿Quién habla en ellos?), para situarse en el marco de los
flintásticas. Las tramas avanzan impulsadas por el interés en dilucidar el sentido de sucesos
enigmáticós, que la mayoría de las veces dan lugar a una multiplicidad de versiones
"Sombras suele vestir", de Bianco (aunque la narración está aquí a cargo de una voz en
tercera persona que encama las distintas perspectivas), esclarecer el sentido de los
acontecimientos es una tarea que queda siempre en manos del lector. "El imposto?' dialoga
de un modo directo con estos dos relatos, a tal punto que los tres pueden consideraise
como distintas variantes de un mismo ejercicio narrativo: el que busca conjugar las
convenciones del fantástico con las leyes del policial y ambas con una reflexión
enviado a una estancia abandonada en Cachan con el propósito de resolver "el misterio de
estancia familiar y renuncia a su vida anterior. El padre le pide entonces a Maidana, hijo de
uno de sus mejores amigos de la infancia, que pase unos días en el campo preparando sus
exámenes, con 'a intención de que intente averiguar las razones que retienen al joven en el
sobre su hijo. El relato de Maidana, cuya extensión ocupa casi la totalidad de la nouvelle,
cuenta las dificiles alternativas de su estadía con Heredia. Es un relato saturado de indicios
pidió en vano que escribiera sus sueños en un cuaderno; Maidana, en cambio, sueña
mucho, confunde sus pensamientos con sus sueños, recuerda a menudo objetos y personas.
descubierto que Heredia está loco, que la mujer de la que está enomorado y con la que cree
encontrarse murió hace años, un sueño le anlicipa su asesinato a manos del joven. Heredia
descubre finalmente que Maidana es un espía de su padre ylo mata. Como en situaciones
parece a otra cosa, recuerda a algo que sucedió antes; los personajes tienen una
describe una y otra vez, de distintas maneras, aunque nunca con el énfusis innecesario en
que incurre al recordar los conocidos versos de Dante Gabriel Rossetti que Borges había
acontecimientos. 38
después de que Maidana abandona su relato e intenta huir de Heredia Se trata de Rómulo
Sagasta, un amigo del padre de Heredia, cuya llegada a la estancia había sido anunciada al
joven en una carta del padre. Sus "Consideraciones Finales" revelan el desenlace de la
historia, que no es, tal como todo induce a pensar, el asesinato de Luis Maidana sino el
Sweitzer en el final de "Sombras suele vestir" o, más an, con la interpretación que
refiero a "1 have been here bejore,/ Buí when or how ¡ cairnol le!!:! 1 know ihe grass
beyond Ihe door,/ The sweel keen smell,/ The sighing souna Ihe fighty around ffie shore .".
279
nieve, las consideraciones de Sagasta proponen una explicación nueva sobre los hechos
anuncia que el relato es en realidad el cuaderno litulado "Mis sueños", escrito por Heredia.
verla Luis Maidana, que era a la vez su amigo y su enemigo" (Ocampo 1975, 89).39 Luego
de algunas averiguaciones entre los amigos de Heredia en Buenos Aires y entre los
conocidos en Cachad, Sagasta descubre además que Maidana no existió. nunca, que es un
e
"ser imaginario" que Heredia inventó en su locura. La resolución, que, tal como advirtió
Pezzoni (1986c, 205) guarda un indudable parentesco con Jade "Le voyageur sur la terre"
de Julien Green, la nouvel/e que Silvina Ocampo traduce en 1945 para "Cuadernos de la.
sentencioso de sus voces (pienso, por ejemplo, en la voz profética que cuenta "Fragmento
de un libro invisible"), estas observaciones plantean la alternativa de que sea Sagasla quien
las perturbaciones psicológicas que sufré el propio Sagasta 4° En esta alternativa, "El
39 En adelante todas las citas de Autobiografla de Irene corresponden a estú edición, por lo tanto
sólo consigno los números de páginas entre páréntesis.
4° En su estudio sobre la relación entre liempo y escntura en la obra de Silvina Ocampo, Annick
Magin (1996), propone la existencia de un tercer narrador en "El impostor". Desde su punto de
280
impostor" presentaría en este caso una nueva variante del tópico del soñador-soñado,
transitado por Borges en esos años: Heredia encarnazia la figura del hombre que suella
mientras es soñado pór Sagasta. Como observa Tomassini (1995,43) en tácita disidencia
con Pezzoni, las conclusiones de este segundo narrador autorizan distintos modos de
lectura del cuento, de acuerdo con modelos de género alternativos y no excluyentes entre sí
el del relato flmtástico, el del psicológico ydel policial, según se atienda al tema del doble,
ambigüedad deliberado, previsible y,. en última instancia delusorio, que, como señalé más
vista, la frase en itálica conque se cierra el cuento estaría fiera de las consideraciones de
Rómulo Sagasta, no serían una cita o referencia a la que Sagasta recurre para cerrar su
enunciado, sino que introduciría una nueva voz narrativa, que se agregaría a las dos señaladas.
"Ce troisiénte narrateur -explica Magín (1996, 148)- n'est pas identiflé ni identiflable: il s'agit
d'une instance extérieure qui tire une morale dont la nouvelle serait une illustration, une
exemp!um. Cette modalité d'écriture hétérogéne créerait un troisiéme nivean d'enchñssement
que le lecteur e m-namdif encore une foja, ne pcut percevoir que dans une visée
rétrospective"
En una dirección congruente con la de Magin, y apelando a la distinción de Gérard Genelte
(1989,270-306) entre narradores "intra y extradiegéticos", podría pensarse que Luis Maidana y
Rómulo Sagasta representan narradores intradiegétcos y que la cláusula final pertenece a una
voz extradiegética.
41 ldentiflcada con el rol de lector atento, activo y sagaz que demanda este relato, Tomassini
añade una posibilidad interpretativa adicional a las consideraciones finales de Sagasta. la de que
él haya sido el asesino de Heredia. "Varias veces -explica (1995,44)- se insiste en que la fecha
de llegada de Sagasta a la estancia "Los cisnes" fue el 28 de enero de 1930. Hacia el final de su
discurso, sin embargo, Sagasta contenta esta, hipótesis: 'SÍ yo hubiera llegado a 'Los cisnes' el
260 el 27 de febrero ea lugar del 28, como quería hacerlo, hubiera salvado con el frnima de
Maidana a Armando Heredia, pero tal vez habría perdido mi propia vida' Esta equivocación en
una fecha tantas veces repetida en el texto no puede ser casual: tal vez Sagasta, único enviado
del padre de Heredia haya sido quien, creando el fantasma de Maidana, tenninara asesinando a
Heredia Lectura coherente dentro del paradigma del 'relato policial', que el texto autoriza"
281
que coexisten sin resolverse distintas explicaciones de lo que sucede dos afios después del
epitafio. Como anola Pezzoni (1986c, 204), cada final se inscribe en un verosímil posible.
En el primero, que es el que el narrador juzga como "el más previsible", en tanto se ajusta
a las creencias y mandatos de la época, "Flavia agradece a Claudio Emilio la salvación del
honor de sus hijos y de su familia por haberla ennoblecido prematuramente con los
(
privilegios que sólo puede otorgar la muerte" (13). En el segundo, elaborado conforme al
verosímil fantástico, un comentario de Flavia a su esposo ("[...j todos creen que he muerto,
salvo tú: tú eres el único equivocado." (Pezzoni 1986c, 204) hace saber que ella es en
sentido se desplaza hacia el "relato de intriga" (Idem). Flavia se reconoce indigna del
vano rectificar su decisión. Lleva a Flavia a su casa pero "nadie la reconoce y ella asegura
ser una mendiga que un demente ha violado, después de vestirla con las túnicas que robo
de una urna sagrada. La locura de Claudio Emilio es Ial vezinevitable; nadie entiende sus
constructiva que presenta poco después en "El impostor". "Epitafio romano" se muestra en
este sentido no sólo como el ensayo inicial de una técnica con la que Ocampo obtendrá
282
luego mejores resultados sino también como el testimonio inicial de su arduo esfuerzo por
dos de los motivos del género más utilizados en la literatura ocampiana: además del tópico
del doble, el de la metamorfosis42 postula la álternativa final de que todo lo narrado basta
,
ese momento resulte un sueño. Como en "El imposto?', también en este relato la instancia
enunciativa se encuentra duplicada: una narradora anónima introduce, comenta muy poco
y cierra la historia que su amiga Kéng-Su le está contando. La historia de Kéng-Su, que
apresar clavándole un alfiler en el cuerpo, emprende sobre ella. Cada día, cada vez que
Ja que se anuncia el castigo que la espera. Kéng-Su se obsesiona, no puede dejar de pensar
comidas sólo intenta conversaciones sobre insectos, ve las marcas de los puntitos en todas
partes. Una mañana, mientras está nadando en el mar, ve aparecer a la mariposa con el
alfiler todavía en el cuerpo. El insecto la asedia intentando incrustársela en los ojos. Kéng-
Su nada con desesperación basta la costa y logra salvarse. Sin embargo, no puede
ella cada vez que se mira al espejo. La secuencia prefigura la escena del desenlace, en la
previsiblemente a cargo de la segunda narradora, cuyo relato no sólo postula la duda acerca
de la existencia del animal ('En la dorada claridad de la luna, Kéng-Su —afirma— hundía la
(24)), sino también la incertidumbre, algo más sorpresiva, de que lodo lo narrado tenga una
consistencia onmca. "Cuando pienso en Kéng-Su, —agrega la última fiase— me parece que
la conocí en un suefio" (Idem).
movilice la atención del lector y estimule la relectura Mientras en las primeras narraciones
senlido que, por obra de una sustracción impensada (la de una conciencia lúcida que aswna
ambigüedad" que Borges reconoció en las narraciones de Bianco, podría atríbuirse a estos
cuentos el mismo interés por el lector que celebró en Las ralas. la Improbable persona
en el comienzo del relato ¿no recuerda acaso al "hipotético lecto?' de Délfin Heredia en
Las ratas? Como en las narraciones de Bianco (sin dudas también en las de Bioy, menos,
momento en que se la propone), la figura de lector que modelan estos relatos es la de "un
hombre silencioso cuya atención conviene retener, cuyas previsiones hay que frustrar,
delicadamente, cuyas reacciones hay que gobernar y que presentir, cuya amistad es
284
y menos pertwbado que el que, atraído por la consternación en que viven los personajes de
Viaje olvidado, retenido por la presión de lo indecible que atraviesa sus experiencias, se
historia coincide literalmente con el principio del cuento: la reiteración del párrafo inicial
hechos efectivos), postulación rigurosa del verosímil fntástico. Ejecutado con ostensible
representativo de los mandatos borgeanos. No sorprende entonces que sea uno de los
pocos cuentos de Ocampo que Borges reconoce sin reserva& 45 La. particularidad de la
protagonista no sólo la liga a uno de sus más enliafiables personajes de estos aíios (Irene
Andrade es un doble invertido de Ireneo Funes), sino que además anticipa varias de las
más célebres figuras ocampianas, con las que comparte el don de la clarividencia (con
Aurora, la nena de "La sibila", con Leopoldina, con la nena sin nombre de "La mufíeca",
43 Para la diferencia entre secreto y enigma, Deleuze (1988, 198) y Blanchot (1969e, 147).
con Irma Riensi, el personaje principal de "La divina", con Porflria Bernal, por mencionar
central del argumento. Convencida de que sólo con la llegada de la muerte podrá recuperar
su pasado, vive aguardando "ese limite de vida que la acercar[á} al recuerdo" (117). Desde
los quince años, desde el momento crucial en el que anticipé la muerte de su padre, ansía
con fervor alcanzar ese instante de "dicha sobrenatural" (103). "Ah, cómo esperé penetrar,
amaneramiento poético. Con qué anhelo, sin saberlo, esperé la muerte, única depositaria de
mis recuerdos" (113).
instantes previos en los que, impulsada por el temor de seguir viva y sin poder recordar,
su relato ilumina las razones que hacen posible que esta paradoja se realice. Como
puntualizó Matilde Sánchez (1991, 279), es un cuento con trompe l'oeil. Una tarde
sofocante, mientras Irene está sentada sola en un banco de la plaza, alguien se le acerca y
deparará a la protagonista, cuando, de pronto, la recién llegada le dice a Irene que cree
236
conocerla desde hace tiempo, que ha visto su rostro en una fotografia que ella, Irene, se
sacó con un peinado alto, con cintas de terciopelo y sombrero con guindas. Se trata de la
misma foto en la que Irene no reconoció su propia imagen y vio en cambio en su lugar a
una mujer, sin sus imperfecciones, que había usurpado sus ojos, la postura de sus manos y
narrativo, el truco, que permite que, aunque Irene no pueda recordar su pasado, su
que la interpela en el inicio del diálogo (todas las intervenciones de esta figura surgen,
anuncia su deseo de contar la vida de Irene. Mientras le pide que no lo haga, que la ayude a
defraudar su destino incumpliendo lo que le está determinado, Irene ya sabe que ella la
escribirá a pesar de todo: ve las páginas, ve la letra clara y vaticina entonces el comienzo
narración se invierte por completo en este punto: el relato (imposible) que frene ofrece de
su vida no es sino su propia anlicipación de lo que otra, una desconocida que parece
evidencias que fundan la escritura autobiográfica, afecta tanto el proceso enunciativo como
mismo tiempo que se diferencia de esa desconocida (,quién, sino su doble representado?)
que asume a su cargo el relato de recuerdos que, aunque no le pertenezcan, sólo ella puede
contar. Es interesante y significativo en este sentido que, tal como advirtió Annick Magia
proximidad de las voces. Por otro lado, en cuanto a la instancia temporal, la linealidad del
relato se quiebra sorpresivamente, de modo tal que todo vuelve a empezar en el mismo
de repetir el relato de acontecimientos vividos y olvidados. "El mundo es para ella una
pasó, así como el relato de su vida sólo puede contarlo una voz enigmática que, aún no
clepsidra —pregunta González Lanuza (1949c, 57), en la perspicaz resefia del libro que
escribe para Sur— [...} se establece entre el destino de Irene y su supuesta "autobiógrafli"?
Acaso sea la más recóndita de las revueltas enmarafladas de este clan) y diáfano dédalo
literario." El mérito máximo de este cuento ejemplar, sin dudas el más logrado de la
colección, es haber dejado pendiente la respuesta a esta pregunta, más aún, es haber
combinado con inigualable habilidad las obsesiones y recursos que inauguraron las
narraciones de Borges y de Bioy, para escribir el cuento que anuncie, en las páginas de Sur,
46 Sobre el tópico del eterno retomo en los escritores de Sur, consultar Rivera (1972).
hI1 it. tiE'i FE 1 *IIi:E
LuttiII ti iii t i
ff
qwen babia ylo que dices eafte la pueiilidad de la arÍcdola nnada y el eneuenlm con lo
La. sutil intuición de que las 'imr&ccioues" del ccnnierzo anuocian logros más
1 ç f,,JJI iitTICv
Ti 14 • ti.itLTI
58)
Al tiempo que mauifiesla el deseo de que la escritura de S&~ retome el cmn de Viaje
olvidado, su juicio vabaa con temprana lucidez los initos de estos cuentos
PEiri
tii
tiáT •jLi
escnl,e entonces el más inteligente y legible de SUS libros. ÁbíognJYa de Irefle pna
[ --- J es la de nosotros mismos" (Ocampo 2008, &)) la que, volviéndola sensible a las
289
Anuncia además, en un movimiento compartido con la narrativa de Bioy, los límites de ese
Junto a los cuentos de La trama cekste, la colección de Bioy que Sur publicó el
mismo año que el libro de Ocampo, los relatos de Autobiogra/ia de Irene participan del
relato coincide con la advertencia de su agotamiento perentorio. Con los cuentos de este
libro, Bioy experimenta por primera vez una creciente incomodidad hacia las restricciones
que le impone la moral narrativa de la que es no sólo uno de sus principales defensores
ejercitadas hasta ese momento. Con los cuentos de Autobiogra/la de Irene, Silvina ensaya,
por su parte, técnicas y procedimientos de los que o bien se desprenderá luego por
alejado de los patrones del cálculo y la disciplina compositiva. La diferencia entre ambos
reside en este sentido en las consecuencias dispares que este distanciamiento tendrá sobre
suscribe a la idea de que las fonnas estéticas evolucionan conforme a un impulso interno
novedosos, Bioy ensaya durante más de cuatro décadas la renovación de un programa que
su literatura había consolidado en los primeros libros. Los intentos repetidos por remozar
4,91
(Pezzom 1986c, 237) estilística y compositiva, transforman una obra que empezó siendo
cuentos (1959), el úllimo de sus libros que se editará en Sur, sus relatos retoman el
entonces Iradicionales y anacrónicos, que definen los cnterios estéticos en la revista. Con
voces nuevas, más curss, más extravagantes, algo más vulgares, su narrativa inventa un
mundo único, hecho, como advirtió MoIIoy (1978, 247), de "carpetas de macramé y
medallas de la virgen de Luján", en el que, una inocencia soberana —la que le sobreviene a
estas voces cada vez que, desposeídas de sí mismas, hablan sin nada que ocultar-
despliega con una exaltación gozosa una repertorio de acontecimientos atroces y triviales a
la vez.
BIBLIOGRAFIA
1. FUENTES
1.a.ELDEBATELITERAIUOENSLJR
AA.VV. (1937: XIV Congreso internacional de los P.E.N Clubs. Talleres Gráficos
"La Bonaerense", diciembre.
AA.VV. (1938): "Defensa de la inteligencia". Sur 46, julio, pp. 7-65.
AA.VV. (1941a): "Comentario a 'Los irresponsables', de Archibaid Mac Leish". Sur
83, agosto, pp. 99-126.
AA.VV. (194 Ib): "Nuevas perspectivas en tomo a 'Los irresponsables', de Archibaid
Mac Leish". Sur 84, septiembre, 803-103.
AA.VV. (1942): "Desagravio a Borges". Sur 94, julio, pp. 7-34.
AA.VV. (1945): Debate "Moral y literatura". Sur 126, abril, pp. 62-84.
AA.VV. (1946): Debate "Literatura gratuita y literatura comprometida". Sur 138, abri1
pp. 105-121.
ALONSO, Amado (1935): "Borges, narrador". Sur 14, noviembre, pp.105-115.
(1939): "Eduardo Maltea: Fiesta en noviembre (Buenos Aires, Ediciones Club
del Libro, 1938)". Sur 54, marzo, pp. 65-69.
(1942): "A quienes leyeron a Jorge Luis Borges, en Sur, n° 86". Sur 89, febrero,
pp. 78-79.
ANDERSON IMBERT, Enrique (1933): "Discusión sobre Jorge Luis Borges".
Megáfono Ii, agosto, pp. 28-29:
(1 946a): "Vuelta a Moral y literatura". Sur 135, enero, pp. 95-96.
(1946b): "Victoria Ocampo: Testimonios. Tercera serie (Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 1946).
AYALA, Francisco (1940): "Eduardo Mallea: Meditación en la costa". Sur 65, febrero,
pp. 101-107.
BENDA, Julien (1936): "La cuestión de la 'élite". Sur 27, diciembre, pp. 117-120.
(1947): "La crisis de la literatura contemporánea y la juventud". Sur 147-149,
enero-marzo, pp. 147-177.
(1948): El triunfo de la literatura pura o la Francia Bizantina.Buenos Aires,
Argos. [París, Gallimard, 19451
(1974): La traición de los intelectuales. Buenos Aires, Efece Ediciones. [París,
Grasset, 19271
BERRY, Ana Margarita (1937): "Eduardo Mallea: Historia de una pasión argentina
(Buenos Aires, Sur, 1937)". Sur 39, diciembre, pp. 76-85.
(1939): "Fructiflcción de la angustia.. A propósito de Fiesta en noviembre
(Buenos Aires, Ediciones del Club del Libro)". Sur 57, junio, pp. 81-87.
(1942): "Eduardo.Mallea: El sayaly la púrpura (Buenos Aires, Losada, 1941)".
Sur 90, marzo, pp.51-53"
BIOY CASARES, Adolfo (1940a): "La invención de Morel". Sur 72, septiembre,
pp.43 -7 1.
(1 942a): "Jorge Luis Borges: El jardín de senderos que se bifurcan (Sur,
Buenos Aires, 1941)". Sur 92, mayo, pp. 60-65.
(1942b): "Rudyard Kipting: La litera fantástica (Buenos Aires, Flachette,
1942)". Sur 95, agosto, pp. 80-81
292
• (1941 b): "Francis Bret Harte: Stories of the Oid Wesr, selected by Wihelmina
Harper andAi,née M Pelers (Boston, Houghton Mifflin Co., 1940)". Sur 76, enero, p.
121.
(1941c): "Fragmento sobre Joyce". Sur 77, febrero, pp. 60-62.
(1941d): "Edward Sbanks: Rudyard K4iling; a study in ¡iterature andpoliticai
ideas (London, Mac-Millan, 1940)". Sur 78, marzo, pp. 83-84.
(1941e): "Examen de la obra de Heibert Quain". Sur 79, abril, pp. 4448.
(1941f): "Gerald Heard: Pain, séx aid time (London, etc., Caseli, 1939)". Sur
80, mayo, pp. 111-113.
(1941g): "La creación y P.RGosse". Sur 81,junio, pp. 68-70.
(1941b): "Un film abrumado?'. Sur 83, agosto, pp. 88-89.
(1941i): "Sobre los clásicos". Sur 85, octubre, pp. 7-12.
(1941j):. "Américo Castro: La peculiaridad lingüística rioplatense y su sentido
histórico (Losada, Buenos Aires, 1941)". Sur 86, noviembre, 66-70.
(1941k): "1941". Sur 87, diciembre, pp. 21-22..
70-71. (19411): "El Dr. Jekyll y Edward Hyde, transformados". Sur 87, diciembre, pp.
(1942a): "Walt Whitmait Canto a mi mismo (Buenos Aires, Losada, 1941)". Sur
88, enero, pp. 68-70.
(1942b): "Roger Caillois: Le romanpoiicier (Buenos Aires, Editions des Lettres
Françaises, 1941) ". Sur 91, abril, pp. 56-57.
(1942c): "La muerte y la brújula". Sur 92, mayo, pp. 27-39.
(1942d): "Observación final". Sur 92, mayo, pp. 72-73.
(1942e): "Michael Sadleir: Fanny by gaslight (London, Constable, 1941)". Sur
95, agosto, pp. 72-73
(19421): "Sobre la descripción literaria". Sur 97, octubre, pp. 100-102.
(1943a): "El milagro secreto". Sur 101, febrero, pp. 13-20.
(1943b): 'Dudley Fitts: Anthology of contemporary Latin-American poetry
(Norfolk, Connecticut, New Directions, 1942)". Sur 102, marzo, pp. 62-65.
(1943c): "Dos films". Sur 103, abril, pp. 103-104
(1 943d): "Gilbert Waterhouse: A short history of German literature (London,
Methuen and Co., 1943)". Sur 104, mayo-junio, pp. 86-87.
(1943e): "Leslie D. Weatherhead: Afier death; a popular statement of (he
modern Christian vieew of lfe beyond the grave (London, The Epworth Press, 1942)".
Sur 105,julio, pp. 83-85.
(19431): "Howard Haycraft: Murder for pleasure.' the lfe and time of (he
detective story (London, Peter Davies, 1942)". Sur 107, septiembre, pp. 66-67.
(1944): "Sylvina Bullrich Palenque: La redoma del primer ángel (Buenos
Aires, Emecé, 1943)". Sur 111, enero, pp. 74-76.
(1944b): "Tema del traidor y del héroe". Sur 112, febrero, pp. 23-26.
(1944c): "Una de las posibles metafisicas". Sur 115, mayo, pp. 59-67.
(1944d): "Martin Davidson: Thefree will controversy (London, Watts, 1943)".
Sur 116,junio, pp. 86-88.
(1 944e): "Geoffrey Chaucer: El cuento del perdonador (Buenos Aires, Emecé,
1944'. Sur 116, junio, pp. 88-89.
• (19441): "Tres versiones de Judas". Sur 118, agosto, pp.7-12.
(1 944g): "Margaret Smith: The Persian inystics: Aliar (London, John Murray,
1942)". Sur 119, septiembre, pp. 120-121.
(1944h): "Anotación al 23 de agosto de 1944". Sur 120, octubre, pp. 24-26,
295
CANAL FEIJÓO, Bernardo (1937a): "Radiografias fatídicas". Sur 37, octubre, pp 63-
77.
(1937b):"Eduardo Mallea: Historia de una pasión argentina (Buenos Aires,
Sur, 1937)". Sur 38, noviembre;, pp. 74-82.
(1940): "Eduardo Mallea: La bahía de silencio (Buenos Aires, Sudamericana,
1940)". Sur 75, diciembre, pp. 151-158.
CANTO, Estela (1949): "Jorge Luis Borges: El Aleph (Losada, Buenos Aires, 1949)".
Sur 180, octubre, pp. 93-98.
CANTO, Patricio (1939): "Los intelectuales y la guerra europea". Sur 61, octubre, pp.
46-49.
CHACEL, Rosa (1950): "Sobre Babel". Sur 187, mayo, pp. 77-91.
DE ROUGEMONT, Denis (1941): "tPara qué sirven los escritores?". Sur 86,
noviembre, pp. 31-48.
DE TORRE, Guillermo (1931): "Misterios poéticos". Sur 2, otofio, pp. 209-216
(1937a): "Literatura individual frente a literatura dirigida". Sur 30, maizo, pp.
89-104.
(1937b: "Disciplina y deleite de Julien Benda". Sur 30, marzo, pp. 105-113.
(1937c): "Una apología de la literatura". Sur 34, julio, pp. 80-83.
(1 937d): "Por un arte integral". Sur 37, octubre, pp. 52-63.
(1938): "La revolución espiritual y el movimiento personalista". Sur 44, julio;
pp.36-64.
(1940): "Conmemoración extraoficial". Sur 75, diciembre, pp. 36-42.
(1 942a): "Eduardo Mallea: Todo verdor perecerá. (Buenos Aires, Espasa Calpe
Argentina) ". Sur 92, mayo, pp. 65-68.
(1942b): "La novela contemporánea y sus personajes". La Nación, 2 de agosto,
p.2.
(1956): "Las ideas estéticas de Ortega". Sur 241,julio-agosto, pp. 79-89.
(1963): "El universo novelesco de Eduardo Mallea". Tres conceptos de la
literatura hLspanoamericana. Buenos Aires, Losada.
(1966): Problemática de ¡a literatura.Buenos Aires, Losada. [1951]
(1970): Elfiel de la balanza. Buenos Aires, Losada.
DOLL, Ramón (1933): "Discusiones con Borges, una encuesta". Lelras 1, setiembre,
pp. 3-13.
ERRO, Carlos Alberto (1941): "Denis de Rougemont en Buenos Aires". Sur 83, agosto,
pp. 67-74.
FERNANDEZ MORENO, César (1946): "Roger Caillois: Les Impostures de la Poésie
Lettres Française, Buenos Aires, 1944)". Sur 135, enero, pp. 97-10 1.
FERRERO, Guglielmo (1937): "La libertad del espíritu y los poderes sin freno". Sur
34, julio, pp..
FERRERO, Leo (1931): "El malestar de la literatura italiana". Sur 4, primavera, pp.
118-130.
(193 3): "Carta de Norteamérica. Crisis de élites". Sur 8, septiembre, pp. 107-
116.
(1938): "La novela y la conciencia moral". Sur 40, enero, pp. 35-43.
GONZALEZ LANUZA, Eduardo (1939): 'Posición del escritor frente a la actual
guerra europea". Sur 61, octubre, pp. 30-3 5.
(1940): "Adolfo Bioy Casares. La invención de Morel". Sur 75, diciembre, pp.
159-161.
(1941a): "Macedonio Fernández: Una novela que comienza (Santiago de Chile,
Ediciones Ercilla, 1941)". Sur79, abril, pp. 115-118.
297
(1979): Fie.s'ta en noviembre. Buenos Aires, Losada. [Club de] Libro, A.L.A.,
1938]
(1994): Historia de ima pasión argentina. Buenos Aires, Ediciones Coiregidor.
{Ediciones Sur, 19371
(1996): La bahía de silencio. Madrid, Sudamericana. [Buenos Aires,
Sudamericana, 19401
MARECHAL, Leopoldo (1935): "Eduardo Mallea: Nocturno europeo. (Buenos Aires,
Sur, 1935)". Sur 15, diciembre, pp. 116421.
(1939): "Victoria Ocampo y la literatura femenina". Sur 52, enero, pp. 66-70.
MARITAIN, Jacques (1936): "Carta sobre la independencia". Sur 22,jalio, pp. 54-86.
(1936a): "Conferencia de Jacques Maritain a propósito de la 'Carta de la
independencia". Sur 27, diciembre, pp. 7-70.
MARTÍNEZ ESTRADA, Ezequiel (1943): "Victoria Ocampo, 338171 TE. (Lawrence
de Arabia)". Sur 100, enero, pp. 100-107.
MASTRONARDI, Carlos (1938): "Pasión y muerte de Silverio Leguizamón". Sur 40,.
enero, 79-81.
(1939): "Crítica y estimación". Sur 58, julio, pp. 44-47.
(1941): "Enrique Anderson Imbert: El mentir de las estrellas (Ediciones del
Angel Gulab, Buenos Aires)". Sur 85, octubre, pp. 88-90.
(1942a): "Enrique Ainorirn: El caballo y su sombra (Club del libro ALA.,
1941)". Sur 88, enero, pp. 66-68.
(1942b): "Alberto Zum Felde: Proceso intelectual del Uruguay (Claridad,
Montevideo, 1942), diciembre, pp. 74-77.
(1943a): "Roger Caillois: Sociología de la novela (Sur, Buenos Aires, 1942)".
Sur 104,junio, pp. 90-94.
(1943b): "Francisco Luis Bemárdez: Poemas de carne y hueso. (Editorial
Losada, Buenos Aires, 1943)
(1943c): "Saint. John Perse: Exil (Editions des Lettres Fxançaises, Buenos Aires,
1942). Sur 108, octubre, pp. 65-68.
(1944a): "Raimundo Lida: Belleza, arte y poesía en la estética de Santayana
(Ediciones de la facultad de Filosofia y Letras de Tucumán, 1943, pp. 100-104.
(1944b): "Antonio F. Tarnassi: Persecusión. Relatos policiales del lejano Sm;
(Edición del autor, Buenos Aires, 1943), pp. 126-129.
(1945): "A. Fabre-Luce: D. H. Lawrence, novelista y profeta (Editorial meda,
Buenos Aires, 1944). Sur 127, mayo, pp. 75-78.
(1946): "B. Suárez Lynch: Un modeló para la muerte. (Oportet y Haereses,
Buenos aires, 1946)". Sur 146, diciembre, pp. 96-99
(1947): "Guillaume Apollinaire. Su vida, su obra, las teorías del cubismo
(Estudio preliminar y páginas escogidaspor Guillermo de Toife). (Edit. Poseidón,
1946)". Sur 150, abril, pp.88-92.
(1948a): "Anthologie de la poésie française moderne. Choix de textes par
Valentina Bastos. Préface de R. Caillois". Sur 159, enero, pp. 87-97.
(1948b): "Sobre una poesía condenada". Sur 169, noviembre, pp. 52-61.
(1949): "Julien Benda: El triunfo de la literatura pura o la Francia Bizantina".
Sur 174, abril, pp. 88-103.
MONSERRAT, Santiago (1945): "Eduardo Malleay la Argentina profunda". Sur 123,
enero, pp. 72-83.
MURENA, H. A. (1948): "Condenación:de una poesia". Sur 164-165, junio-julio, pp.
69-86.
NOSOTROS (1942): "Los premios nacionales de 1iteraura7.. Nowira 76, julio,
pp.1 14-116..
OCAMPO, Vitoiia (1931): 'Palabras fr cesas". Sur 3, ijwiemo, pp.. 7-25.
(1932): "El hombre que murió (DJ-I Lawreacc)". Sur 6, otofo, pp. 7-56.
(1933): "Leo Fio". Sur 8, septiembre, I'Pi 55457
(1 935a): &iprenwcia del alma y de la sangre. Buenos Aires, Sur.
(1935b): "Al manj de Gide". Sur 10,julio, l -23.
(1935c): "E pOÜS".. Sur lO,julio, pp. 71-75..
(1935d): "La mujer y su expresión".. Sur 11, agto, w 25-40.
(1936): "EL Congreso Internacional de Escritores de los P.E.N. Clubs en Buenos
Aires".. Sur 23, agosto, pp. 7-10..
(1937a): "De Victoria. Ocampo a José Ber".. Sur 32, maye. pp. 69-74.
• (1937b): "Vkgnia Woolf; Orlando y cia". Sur 35, agosto, pp. 10-67.
(1938): "Emily Bront (Terra incogiráta. Sur 45,jurnio, pp. 7-5 1-
(1 939a): "Roger Caillois". Sur 59, agosto, pp. 48-52..
(1 939b): "Víspas de guerra". Sur 611, octubre, pp. 7-111
(1940): "Historia de mi amistad con Itas libros ingleses". Sur 73, octubres pp. 7-
33.
(194ta): "Virginia Woolf en mi secdo". Sur 79, abril, pp. 108-114..
(1941b): "Tagore".. Sur 83, agosto, pp.. 7-24..
(1941c): Testimonios. Segunda serie. Buenos Aires. Ediciones Sur.
(1942): "MIsión de Lawrence de Arabia". Sur 97, oclDIre, pp. 7-4!.
(1943): "Sobre dos poetas de Francia".. Sur 1105,julio, pp. 7-68..
(1944): "23 de agosto de 19447. Sur 1120, octubre, pp.. 113-17..
(1945a): "Lectura de infancia". Sur 123, cuero, pp. 7-29.
(1945b): "Picire Dricu la Rochelle; enero de 1983-uimarzo de 1945". Sur 126,
abril, pp. 38-41 -
(1945c): "Discurso pronunciado en la entrega de los pwíos del Concurso
hnprenla Lópéz".. Sur 129 julio, pp. 122-128.
(1945d): "Paul Val&y (1871-1945)". Sur 132, c1ubre, pp.!O-29.
(1945e): "Las cartas de T.E. Lawience". Sur 133, embre,.pp7-30.
(19450:"Gabziela Mistral yel pioNober. Sur 1134,, diciembre, pp.. 7-15..
(1946): Testimonios. Tercera Serie. Buenos Aires, Sliamericana.
(1947): "ntroducei&". Sur 153-156,julio-octubre,ppl-11.
(1949): "El caso de Drieu la Rochelte", Sur 1180, octubre, pp.; 7-27.
(1956): "Mi deuda con Ortega". Sur 241,, julio-agosto,, pp.. 206-220..
(1963) 33& 771 T..E,.. Buenos Aires, Sur. [19421
(1966-1967): "Vida de la revista Sur. 35 años de w= ¡labor". Sur 303-304-305,
noviembre-abril, pp. 11-36.
(1969): Diálogo e~ Borges. Buenos Aires, Sur.
(1969a): Diálogo am Mailea. Buenos Aires,, Sur.
(1975): "Fe de entallas".. Tesllm6nios. Noveno Serte 197111974. Buenos Aires,
Sur.
(1980): Sokdathomuu. Buenos Aires, Editorial Sudamericana.. [1950]
(1981a): Testimonios. Primera sen el! 920-7934.. Buenos Aires, Ediciones
Fundación Sur. [Revista de Occidente, 1935
• • (1981b): Ardabíagpafla 1. El archipiélago.. Brios Aires, Ediciones Sur [1979]
(1997): Cartas aAngélicay a otros. Buenos Aires,, Sudamericana
OCAMPO VECTORIA-CAILLOIS ROGER (1999): Carrespondencia (19394978).
Buenos Aires, Sudarnericanra.
KM
1. b. 1. Narrativa
(1935a): "Siete ¿tilos". Sur 14, noviembre, pp. 74-89 (Primera parte)
(1935b): "Siete afios". Sur 15, diciembre, pp. 81-97. (Segunda parte)
(1941): "Sombras suele vestir". Sur 85, octubre, pp. 23-66.
(1943): "Las ratas" (fragmento). Sur 109, noviembre, pp. 37-59.
(1950): "Un pretexto". Sur 192-194, octubre-diciembre, pp. 252-265.
(1972): La pérdida de/reino. Buenos Aires, Siglo XXL
(1988a): "Sombras suele vestir". Recogida en Bianco 1988c, pp. 17-42. [Primera
edición en libro: Buenos Aires, Cuadernos de la Quimera, 19411.
(1988b): "Las ratas". Recogida en Bianco 1988c, pp. 47-9 1. [Primera edición en libro:
Buenos Aires, Sur, 19431.
(1994): La pequeña Gyaros. Buenos Aires, Seix Barral. [Buenos Aires, Viau y Zona,
1932]
1. b. 2. Antologías
(1977): Ficción y realidad (1946-1974). Caracas, Monte Avila Editores.
301
(1 984a): Páginas de José Bianco seleccionadas por el autor. Buenos Aires, Celtia.
(1 984b): Homenaje a Marce! Proust, seguido de otros artículos. México. LJNAM.
(1988c): Ficción y reflexión. México, Fondo de Cultura Económica.
(1993):'Páginas dispersas de José Bianco (1908-1986)". Cuadernos
Hispanoamericanos 516, junio, pp. 7-37. Selección: Juan Gustavo Cobo Borda.
(1997): "Dossier José Bianco". Cuadernos Hispanoamericanos 565-566, julio-agosto,
pp. 8-76. Selección y prólogo: Juan Gustavo Cobo Borda.
(2006): José Bianco. Diarios de escritores y otros ensayos. La Habana, Casa de las
Américas. Selección y prólogo: Modesto Milanés
En la revista Nosotros
(1928a) "Sobre el Itinéraire á Buenos Aires". Nosotros 224, enero, pp. 96-98. Recogido
enBianco 1997, pp. 11-13.
(1928b): "Aquelarre, por E.González Lanuza, Samet, editor". Nosotros 225-226,
febrero-marzo, pp. 295-296.
(1928c): "La locura de Nirvo, por Rodolfo De Plata, M. Gleizer, editor". Nósotros 225-
226, febrero-marzo, pp. 297-298.
(1 928d): "Le Perce-Oreilie du Lurembourg, por André Baillon, Edition Rieder, Paris".
Nosotros 225-226, febrero-marzo, pp. 298-300.
(1928e): "La Fontaine Divine, par Fortuné Andrieu, Edition des Cahiers du Sud, Paris".
Nosotros 225-226, febrero-marzo, pp. 300-30 1.
( 192 8fl: "El signo de Ez/rion, por Héctor Díaz. Leguizamón, J. Lajoune & Cia,
editores". Nosótros 228, mayo, pp. 262-263.
(1928g): "La jugadora de pocker y Elfalsflcador de emociones, MI. Gleizer editor".
Nosotros 228, mayo, p. 264.
(1928h): "Los caminos de la muerte". Nosotros 230, julio, pp. 99-105.
(1928i): "Recordando, por Lucía Láinez de Mujica Farias, J. Peuser, Edito?'. Nosotros
231, agosto, p. 293.
(1928j): "Sobre casi todo-Sobre casi nada, por Julio Comba, 2 vols., Espasa Calpe,
Madrid, 1928". Nosotros 231, agosto, pp. 295-296.
(1928k): "París-Glosario Argentino por Roberto Gache, Babel, Ed. Buenos Aires,
1928". Nosotros 233, octubre, pp. 115-1 16 /
(1929): "Paul Groussac". Nosotros 242,. julio, 1929, pp. 81-85. Recogido en Blanco
1993, pp. 11-13.
(1930a): "El primer premio del Concurso Municipal. El constructor del silencio".
Nosotros 252, mayo, pp. 274-277.
En cidiano La Nación
(1930): "Un veneciano en Inglaterra". La Nación, 16 de noviembre. Recogido en
Bianco 1997, pp. 18-22.
(1 933a): "Stendhal y Proust". La Nación,. 9 de abril. Recogido en Bianco 1997, pp. 22-
28.
(1933b): "Anua. de Noailles". La Nación,, 27 de mayo. Recogido en Bianco 1997, pp.
28-33.
302
En la revista Sur
(1935c): "La novela de Leo Ferrero". Sur lO, julio, pp. 76-83.
(1936b): "La últimas obras de Mallea. Al margen de sus temas principales". Sur 21,
jimio, pp. 40-71.
(1937b): "García Lorca en el Odeón". Sur 32, mayo, pp. 75-80.
(1940): Participación en el Debate "En tomo a Defensa de la República".. Sur 71,
agosto, pp. 86-104.
(1945): "Revistas". Sur 130, agosto, 1945, pp. 94-100.
(1949a): "Calendario". Sur 179, agosto, pp. 213-214.
(1952): "Calendario". Sur 213-214, julio-agosto, pp. 169-171.
(1956): "A propósito de "La mujerzuela respetuosa". Sur 239, marzo-abril, pp. 141-144.
(1959): "Mitford Nancy. Voltaire in Love. London, Hamish Hamilton, 1957". Sur 257,
marzo-abril, pp. 62-66.
Otros -
(1949b): "Estudio preliminar", Voltaire y Diderot: Obras escogidas. Buenos Aires, W.
M. Jackson Editores, pp. IX-XXXV.
(1961): "En tomo a Roberto Ant", Gasa de las América 5, pp.45-57.
(1967): "Función social del escritor", Casa de las América 43, pp. 103-106.
(1985): Prólogo a Las ratas y Sombras suele vestir. Caracas, Monte Avila.
(1999): "José Bianco recuerda a Borges". Cobo Borda, Juan (1: Bórges enamorado.
Bogotá. Instituto Caro y Cuervo. Publicado originalmente en 1964, en el número
especial de L 'Heme Borges, con título Des sonvenires.
1. b.4. Entrevistas
AINONTMO (1988): "Sobre la iTaducción". Recogida en Bianco 1988c, pp. 361-364.
Publicada originalmente en La Gaceta, Suplemento Literario, Tucumán, 14 de junio de
1981.
AVELLANEDA, Andrés (1988): "Estilo, autor y narrativa" Recogida en Bianco
1988c, pp. 410-414. Publicada originalmente en La prensa, Suplemento dominical,
noviembre de 1977.
BALDERSTON, Daniel (2003): "José Bianco: El creador y la molesta realidad". La
Nación, Suplemento Cultura, 14 de septiembre, pp. 1-2. Realizada en 1984.
(2004): "José Bianco: La escritura invisible". Filmada por Julio Jaimes. Buenos
Aires, Librería Audiovisual Blakman. 67 minutos. Realizada en 1984.
BALDERSTON, Daniel y KING, John (1980): "Las revistas y Buenos Aires: una
pequeña entrevista con José Bianco". Escandalar 3, pp. 84-86. Realizada en 1978.
BARONE, Orlando (1988): "Entre asombros y recuerdos: Diálogo de José Bianco con
Antonio Bern?'. Recogida en Bianco 1988c, pp. 387-393. Publicado en Clarín,
Suplemento Cultura y Nación, 1 de septiembre de 1977.
BECCACECE, Hugo (1988): "Escritor y testigo (1)". Recogida en Bianco 1988e, pp.
372-378. Publicada originalmente en La Nación, 6 de enero de 1980.
(1988a): "Testigo y creador (II)". Recogida en Bianco 1988c, pp. 379-386.
Publicada originalmente en Tiempo Argentino, 5 de diciembre de 1982.
BRADIJ, Fabienne (1985): "Una conversación". Vuelta 109, pp. 47-48.
FORERO, Cristina (Maria Moreno) (1988): "El lector es uno mismo". Recogida en
Bianco 1988c, pp.394-398. Publicado originalmente en Pluma y pincel, octubre de
1977.
KAMENSZAIN, Tamara (1988): "Cuestión de oficio". Recogida en Blanco 1988c, pp.
365-371. Publicada originalmente en La Opinión, Suplemento Cultural, 1 de febrero de
1976.
PRIETO TABOADA, Antonio (1988): "Entrevista: José Bianco". Hipamérica 50, pp.
73-86.
TORRES FIERRO, Danubio (1988): "Conversación con José Bianco". Recogida en
Bianco 1 988c, pp.399-407. Publicado originalmente en Plural 52, enero de 1976.
ULLA, Noemí (1988): "No se puede tocar una flor sin mover una estrella". Recogida en
Bianco 1988c, pp.357-360. Publicada originalmente en Convicción, 2 de mayo de 1981,.
p. 19.
1. e. OBRAS DE SIL VINA OCAMPO
1. e. 1. Narrativa y poesía
(1936): "La siesta en e! cedro". Sur 26, noviembre, pp. 53-56.
(1937): "El cuaderno". Sur 38, nóviembre, pp. 62-67.
(1938): "Sábanas de tierra". Sur 42, marzo, pp. 36-40.
(1944): "Autobiografia de Irene". Sur 117, julio, pp. 12-29.
(1948á): "El impostor". Sur 164-165,jun-jul, pp. 9-34.
(1948b): "El impostor". Sur 166, agosto, pp. 61-85.
(1948c): "El impostor". Sur 167, septiembre, pp. 32-49.
(1975): Autobiografía de irene. Buenos Aires, Sudamericana. [I3uenos Aires, Sur,
1948].
(1982): Lajlriay otros cuentos. Madrid. Alianza Tres. [Buenos Aires, Sur, 19371.
(1998): Viaje olvidado. Buenos Aires, Emecé. [Buenos Aires, Sur, 19591.
(2002): Poesía completa 1. Buenos Aires, Emecé.
(2003) Poesía comp/eta IL Buenos Aires, Emecé.
(2005): Las repeticiones y otros relatos inéditos. Buenos Aires, Sudamericana.
(2006): J,wenciones del recuerdo. Buenos Aires. Sudamericana.
(2008): Ejércitos de la oscuridad. Buenos Aires. Sudamericana.
1. e. 3. Correspondencia
A José Bianco. Colección José Bianco. División Manuscritos, Departamento de Libros
raros y Colecciones Especiales de la Universidad de Princeton (New Jersey—USA).
1. e. 4. Entrevistas
ANONIMO (1981-1986): "Silvina Ocampo". Capítulo 143, Centro Editor de América
Latina, pp. 361-365.
ANONIMO (1988): "Silvina Ocampo. El cuento es superior, ¿no?". Puro cuento 8,
enero-febrero, pp. 1-6.
BECCACECE Hugo (1994): "Silvina Ocampo". Recogido en La pereza del príncq'e.
Buenos aires, Sudamericana, pp. 108-117. Publicada originalmente en La Nación, 28 de
junio, pp. 18y23.
E.J.M. (1961): "Diálogo con Silvina Ocampo". La Nación, 26 de noviembre.
FORERO, Cristina (María Moreno) (1975): "Reportaje a Silvina Ocampo". El Cronista,
13 de septiembre.
GILIO, Maria Esther (1990): "Silvina Ocampo: Escribir da más felicidad que haber
vivido". La época 111, Santiago de Chile, domingo 27 de mayo, pp. 4-5.
GRONDONA, Adela (1969): "Silvina Ocampo". ¿Por qué escribimos? Buenos Aires,
Emecé, pp. 175-179.
MORENO, María (2005): "Silvina Ocampo frente al espejo". Página 12, Suplemento
Radar Libros, p.20-2 1.
PICFION R1VIERE, Marcelo (1974): " Así es Silvina Ocampo". Panorama, 19 de
noviembre, pp. 50-52.
305
2. BIBLIOGRAFLÁ CRÍTICA
2. a. 1. Específica
AVARO, Nora (2002): "Sur en debate: moral y literatura". Ponencia leída en el "111
Congreso Internacional de Teoría y Crítica Literaria", Rosario, 18, 19 y 20 de agosto.
Mimeo.
BASTOS, María Luisa (1974): Borges ante la crítica argentina 1923-1960. Buenos
Aires, Ediciones Hispamerica.
(1980): "Escrituras ajenas y expresión propia: Sur y los Testimonios de Victoria
Ocampo". Revista Iberoamericana 110-1,11, enero-junio, pp. 123-137.
(198 1): "Dos líneas testimoniales: Sur, los Escritos de Victoria Ocampo". Sur
348, enero-junio, pp. 9-23.
CALOMARDE, Nancy (2004): Políticas y ficciones en Sur. 1945-1955. Córdoba, Ed.
Universitas/Ed. Fac. de Filosofia y Humanidades Universidad Nacional de Córdoba.
ESCHER, Fabián y THOMAS, Julia (seud.) (1979): "Notas sobre Victoria Ocampo y
Sur". Nudos 6, Buenos Aires, pp. 3-8.
GRAMIJGLIO, María Teresa (1983): "Sur: constitución del grupo y proyecto cultural".
"Dossier: la revista Sur", Punto de vista 17, abril-julio, pp. 7-9.
(1986): "Sur en la década del treinta: una revista política". Punto de vLta 28,
noviembre, pp. 33-39.
(1989): "Bioy, Borges y Sur. Diálogos y duelos". Punto de vista 34, julio-
septiembre, pp. 11-16.
167. (1992): "Roger Caillois en Sur". Río de la Plata. Culturas 13-14, París, pp. 149-
2. a. 2. General
AA.VV. (2004): Ortega y (kmset en la Cátedra Americana. Buenos Aires, Nuevobacer,
Grupo Editor Latinoamericano.
AGUILAR, Gonzalo (2002): "Modernismo". Términos críticos de sociología de la
cultura. Dir.: Carlos Altamirano, Buenos Aires, Paidós, pp. 180-186.
(2005): "La admiración inconmensurable: Victoria Ocampo y T.E. Láwrence".
Mimeo.
(2006): "La piedra de la Medusa (Roger Caillois conoce a Victoria Ocampo).
Mimeo.
AGOSTI, Héctor (1963): "Los problemas de la novela". Defensa del realismo, Buenos
Aires, Lautaro pp. 71-111.
ALONSO ; AMADO (1955): Materia yforma en poesía. Madrid, Gredos.
ALTAMIRANO, Carlos (1999): "Intelectuales y pueblo". La Argentina en el siglo U.
Buenos Aires, Ariel, pp. 3 14-324.
(2007): Intelectuales. Notas de investigación.. Buenos Aires, Grupo
EditoijaiNonna.
ANGLES, Auguste (1978): André Gide et le premier groupe de la NRF. París,
Gailimard.
ARLT, Roberto (1994): Roberto Ant. Aguafuertes porteñas. Cultura y política. Buenos
Aires, Losada.
AVARO, Nora y CAPDEVILA, Analía (2004): "Mallea y el mito del argentino
literario". Denuncialistat,r. Literatura y polémica en los 50. Buenos Aíres, Santiago
Argos editor, pp. 109-120.
AVELLANEDA, Andrés (1983): El habla de la ideología. Buenos Aires,
Sudamericana.
308
Disponible en http://wv.sololiteratura.com/bo/boumtextoguejitin.
DABINI, Atilio (1980-1986): "Intelectualismo y existencialismo: Eduardo Maltea".
Historia de la literatura argentina. Los proyectos de la vanguardia, tomo 4. Dir:
Susana Zanetti. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, pp. 433-456.
DE TORRE, Guillermo (1963): "El universo novelesco de Eduardo Mallea". Tres
conceptos de la literatura hispanoamericana.Buenos Aires, Losada.
DOMENACH Jean Marie (1962): La propaganda política, Eudeba, Buenos Aires.
FERNANDEZ, Enrique (1977): "Contexto religioso y mensaje profético de Historia de
una pasión argentina ". Cuadernos hispanoamericanos 324, Madrid, junio, pp. 532-
540.
FERNÁNDEZ VEGA. José (1996): "Una campaña estética. Borges y la narrativa
policial". Variaciones Borges 1, Aarhus, pp. 27-66.
GALLO, Marta (1985): "Las crónicas de Victoria Ocampo". Revista iberoamericana
1321133, pp. 679-686.
GALVEZ, Manuel (1962): "El congreso de los Pen Clubes". Recuerdos de la vida
literaria. (Tomo III. Entre la novela y la historia). Buenos Aires, Hachette, pp. 283-302
GIGLI, Adelaida (2004): "Lo mismo de siempre". Denuncialistas. Literatura y
polémica en los 50. Avaro, Nora y Capdeviia, Analía. Buenos Aires, Santiago Argos
editor, pp. 128-130. Publicado originalmente en Centro 7, diciembre 1953.
GIORDAINO, Alberto (2005a): "Borges: la ética y la forma del ensayo". Modos del
ensayo. De Borges a Piglia. Rosario, Beatriz Viterbo Editora, pp. 9-26.
(2005b)): "Borges: la forma del ensayo". Modos del ensayo. De Borges a Piglia
Rosario, Beatriz Viterbo Editora, pp. 27-52.
GIIJSTI, Roberto (1965): "Un congreso memorable de los P.E.N. clubs" y "Apostillas
al Congreso de los P.E.N clubs". Visto y vivido. Buenos Aires, Losada, pp. 275-286 y
2 87-292.
GRIIEBEN, Carlos F. (1961): Eduardo Mallea. Buenos Aires, Ediciones Culturales
Argentinas.
GUSDORF, Georges (1991): "Condiciones y limites de la autobiografla". La
autobiografla y sus problemas teóricos. Suplemeiitos Anthropos. Barcelona, Editorial
Anthropos, pp. 9-18.
HALPERIN DONGFII, Tulio (1999): "Eduardo Maltea". La Argentina en el siglo XX:
Buenos Aires, Ariel, pp. 51-84.
(2003): La Argentina y la tormenta del mundo. Ideas e ideologías entre
1930 y 1945. Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores Argentina.
HELFT, Nicolás y PAULS, Alan (2000): El factor Borges. Buenos Aires, Fondo de
cultura Económica.
HENRIQIJEZ IJRENA, Pedro (1928): Seis ensayos en busca de nuestra expresión. Buenos
Aires. Editorial Babel, pp.1 1-25.
IRAZUSTA, Julio (1975): Memorias (historia de un historiador a la fuerza). Buenos
Aires, Ediciones Culturales Argentinas.
JUAREZ, Laura (2005): "Arlt y la polémica sobre la novela". Disponible en
http://www.2forointernacionaicomar/poflencjasI2oo5/Jnarezapjj' Consultado en
mayo de 2007.
LOTTMAN, Herbert (2006): La rive gauche. La elite intelectual y política en Francia entre
1935y 1950. Barcelona, Tusquets Editores.
HERMIDA, Carola (1999-2000): "La palabra que avasalla: sobre la primera serie de
Testimonios de Victoria Ocampo". Estudios 14115, pp. 229-242.
HUGHES, John (1960): "Arte y sentido ritual de los cuentos y novelas cortas de
Eduardo Mallea". Revista de la Universidad de Buenos Aires, abril-junio, pp. 192-2 12.
310
SAER, Juan José (2000): "Borges como, problema". Jorge Luis Borges. Intervenciones
sobre pensamiento y literatura, comp.: William Rowe, Claudio Canaparo y Annick
Louis. Buenos Aires, Paidós.
SAITTA, Sylvia (1999): 'Política, masividad y vanguardia en Contra. La revista de los
franco tiradores de Raúl González Tufión". La cultura de un siglo. América Latina en
sus revistas. E&: Saúl Sosnowski. Buenos Aires, Alianza, pp. 201-2 16.
(2001): "Entre la cultura y la política: los escritores de izquierda". Nueva
Historia argentina, tomo 7. Director de Tomo: Alejandro Cattaruzza. Buenos Aires,
Sudamericana, pp. 385-428.
SARLO, Beatriz (1981): "Sobre la vanguardia. Borges y el criollismo". Punto de vista
11, marzo-junio, pp. 3-8.
(1988): Una modernidad per/érica: Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos Aires,
Nueva Visión.
(1995): Borges, un escritor en las orillas. Buenos Aires, Ariel.
(1998): "Victoria Ocampo o el amor de la cita". La máquina cultural. Buenos
Aires, Ariel, pp. 93-1 94.
(2004): "Una poética de la ficción". El oficio se afirma. Comp.: Sylvia Saítta.
Historia crítica de la literatura argentina, vol.9. Buenos Aires, Emecé Editores, pp. 19-
38.
SARTRE, Jean Paul (1950): ¿Qué es la literatura? Sitalions II. Buenos Aires. Losada.
[Primera edición: París, Gallimard, 1948].
SCHELER, Max (1961): Modelos y jefes. El santo, el genio y el héroe. Buenos Aires,
Ed. Nova.
SERRA, Edclweis (1988): "Revaluación de La bahía de silencio". Eduardo Ma/lea: la
pasión del texto. Cuadernos del laboratorio, Grupo de Estudios Avanzados. Universidad
Nacional de Rosario, pp. 4-21.
SENKMAN, Leonardo (1990): "Nacionalismo e inmigración: la cuestión étnica en las
élites liberales e intelectuales argentinas: 1919-1940". Révista Estudios
interdisciplinarios de America Latina y el Caribe, vol. i, n° 1. Disponible en
www.tau.ac.il/eial/11/senkman.him
(1994): "Mallea y el malestar del campo intelectual liberal argentino durante la
década de 1930". Reflejos 3, Revista del Departamento de Estudios Españoles y
Latinoamericanos, Universidad Hebrea de Jerusalem, diciembre, pp. 32-46.
SHAW, Donald L. (1968): "Baroja y Mallea: algunos puntos de contacto" Actas lii
Congreso de la Asociación internacional de Hispanistas, pp. 847-852. Disponible en
Centro Virtual Cervantes. Consulta realizada en julio 2007.
S1MONS, Edison (1977): Poética de Ma//armé. Madrid, Editora Nacional.
SONTAG, Susan (1984): "Sobre el estilo". Contra la interpretación. Barcelona,
Editorial Seix Barral, pp. 28-51,
STAROBINSKI, Jean (1974a): "Leo Spitzer y la lectura estilística". La relación crítica
(Psicoanálisis y literatura). Madrid, Taurus.
STEVENSON, Robert (1983): Ensayos literarios. Madrid, Hiperión.
STRATTA, Isabel (2004): "Documentos para una poética del relato". El oficio se
afirma. Comp.: Sylvia Saítta. Historia crítica de la literatura argentina,vol. 9. Buenos
Aires, Emecé Editores, pp. 39-63.
TABERNIG DE PIJCCIARELLI, Elsa (1992): "Roger Caillois en la Argentina". Rio de
la Plata. Culturas 13-14, Paris, pp. 119-136.
VAZQUEZ, María Celia (2005): "La búsqueda de autoexpresióu e intervención pública
en los ensayos de Victoria Ocampo", Tesis de Maestría defendida en Maestría en Letras
Hispánicas, Universidad Nacional de Mar del Plata. Mimeo.
313
3. SOBRE BLANCO
YÚDICE, George (1976): "La voz del lector en Sombras suele vestir". Punto de
contacto/Poini of Contaa 1.3, pp. 58-68.
(1980): "Decaracterización y desconstrucción en Las ratas de José Bianco".
Requiemfor (he 'Boom'. Comp.: Rose Mine y Marilyn Frankenthaler. Montelair, New
Jersey, pp. 150-61.
ZANETTJ, Susana (1988): "La transparencia de José Bianco". Quimera 66-67, pp. 70-
73.
AA.VV. (1997): "A propos de Silvina Ocampo". América. Cahiers du CIIICCAL 17,
pp. 176-361.
AA.VV. (1997a): A.spects di récit fantast'ique rioplatense (Silvia Ocampo, Julio
Gortáai). Comp.: Milagros Eíquerro. Paris, Montreal, L'Harmattan.
AA.VV. (1999): Silvia Ocampo: una escritora oculta. Comp.: Noemí Ulla. Hipótesis y
discusiones 118, Facultad de Filosofia y Letras, Universidad Nacional de Buenos Aires.
AMICOLA, José (1996): "Silvina Ocampo y el arte de la adivinación como epítome de
la escritura de la mujer". Cuadernos de Angers —Lii Plata, Université
dAngers/Uñiversidad Nacional de La Plata 1, alío 1, La Plata,pp. 129-141.
(2003): La batalla de los géneros. Novela gótica vs novela de educación.
Rosario, Beatriz Viterbo Editora.
ASTUTTI, Adriana (2000): "Silvina Ocampo: fabular la infancia". Leído en VI
Jornadas de Historia de las mujeres y 1 Congreso Iberoamericano de Estudio de las
Muj eres y de género: "Voces en Conflicto, Espacios de Disputa". Universidad Nacional
de Buenos Aires, 1 a 5 de agosto.
(2001): "Escribir como (cómo) una mujer. Victoria y Silvina Ocampo".
Andares cíancos. Rosario, Beatriz Viterbo Editora, pp. 153-186.
AVARO, Nora (2003): "La imaginación controlada". Texto leído en Homenaje a
Silvina Ocampo. Feria de libro, Buenos Aires. Mimeo.
BALDERSTON, Daniel (1983): "Los cuentos crueles de Silvina Ocampo y Juan
Rodolfo Wilcock". Revista Iberoamericana 125, Pittsburgh, octubre-diciembre, pp.
743-752.
BERMUDEZ MARTINEZ, María (2003): "La narrativa de Silvina Ocampo: entre la
tradición y la vanguardia". Anales de Literatura Espaíiola 16, Universidad de Alicante,
pp. 233-240.
BlErrI, Oscar (1937): "Viaje olvidado, por Silvina Ocainpo". Nosotros 20 (segunda
época), noviembre, pp. 328-329.
BIOY CASARES, Adolfo (1991): "Me dediqué a escribir gracias a ella". Reportaje
sobre Slvina Ocampo realizado por Marcelo Pichón Riviére. Clarín. Suplemento
Cultura y Nación, 22 de agosto, p. 5.
(1994): Entrevista de Miguel Russo. Página! 12, 11 de septiembre, p.21
BORGES, Jorge Luis (1943g): "Silvina Ocampo: Enumeración de ¡a patria (Buenos
Aires, Sur, 1942)". Sur 101, febrero, pp. 64-67. Recogido en Borgesr en Sur. Emecé
Editores, Buenos Aires, 1999, pp. 256-260
(1974): "Préface". Faits divers de la (erre et du cid. Paris, Gailimard, pp. 1-3.
Recogido en Borges, Jorge Luis: El cfrcuio secreto. Emecé Editores, Buenos Aires,
2003, pp. 106-111.
317
S. BIBLIOGRAFÍA GENERAL
BLANCHOT, Maunce (1969a): "El encuentro con lo imaginario". El libro que vendrá.
Caracas, Monte Avila, pp. 9-16.
(1969b) "La experiencia de Proust", E/libro que vendrá. Caracas, Monte Avila,
pp. 17-31.
(1969c): "El secreto del Golem", El libro que vendrá. Caracas, Monte Avila, pp.
101-108
(1969d): "El infinito literario: El Aleph", E/libro que vendrá. Caracas, Monte
Avila, pp. 109-112
(1969e): "La vuelta de tuerca", E/libro que vendrá. Caracas, Monte Avila, pp.
143-151.
(1976a): "Los grandes reductores". La risa de los dioses. Madrid, Taurus, pp.
59-66.
(1976b): "Soñar, escribir". La risá de los dioses. Madrid, Taurus, pp. 127-133.
(1982): "La novela, obra de mala fe". Eco 253, Bogotá, noviembre, pp. 11-35.
(199 la): "La literatura y el derecho a la muerte", De Kafka a Kafka. México,
Fondo de Cultura. Ecónómica. pp. 9-78.
(1991b): "La voz narrativa (El, él, el neutro)", De Kafka a Kafka. México,
Fondo de Cultura Económica, pp. 223-240.
(1991c): "El puente de madera (La repetición, el neutro)", De Kafka a Kafka.
México, Fondo de Cultura Económica, pp. 241-262.
(1991d): "El lenguaje de la ficción". Boletmn/l. Universidad Nacional de
Rosario, marzo, pp. 3-12.
(1992a): "Cercanía del espacio literario". El espacio literario. Buenos Aires,
Paidós, pp. 31-42.
(1992b): "La experiencia de Mallarmé". El espacio literario. Buenos Aires,
Paidós, pp. 31-42.
(1992c): "Los caracteres de la obra de arte". El espacío literario. Buenos Aires,
Paidós, pp. 209-221
(1992d): "Las dos versiones de lo imaginario", El espacio literario. Buenos
Aires, Paidós, pp. 243-252.
BORNAY, Erika (2004): Las hijas de Lilith. Madrid, Ediciones Cátedra.
BOURDIEU, Pierre (1967): "Campo intelectual y proyecto creador". Problemas del
estructuralismo. México, Siglo
(1983) "Campo intelectual, campo de poder y habitus de clase". Campo del
poder y campo intelectual. Buenos aires, Folios Ediciones.
(1995) Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Barcelona,
Anagrama.
CAMPRA, Rosalba (1991): "Los silencios del texto en la literatura fntástica". El relato
fantástico en España e Hispanoamérica. Edición a cargo de Enriqueta Morillas
Ventura. Madrid, Siruela, pp.49-73.
COBAS CORRAL, Andrea (2007): "Modos de refundarse: Los casos de Borges, Bioy y
Silvina Ocampo". La década infame y los escritores suicidas (1930-194). Comp.:
María Pía López. Buenos Aires, Fundación Crónica General y Paradiso, pp. 83-95.
DÁLLENBACH, Lucien (1991): El relato especular. Madrid, Visor.
DAMASO MARTINEZ, Carlos (1980-1986): "La literatura flmtástica. Desde sus
comienzos hasta Adolfo Bioy Casares". Historia de la literatura argentina,tomo 4.
Dir.: Susana Zanetti. Buenos Aires, Centro Editor América Latina, pp.409-432.
(2004): "La irrupción de la dimensión fantástica". El oficio se afinna. Comp.:
Sylvia Saítta.. Historia crítica de la literatura argentina,vol. 9. Buenos Aires, Emecé
Editores, pp. 171-191.
323
L
MOLLOY, Sylvia (1996b): Acto de presencia. La escritura en HApanownérica.
México, Fondo de Cultura Económica.
(1996c): "Juego de recortes: 'Cuadernos de infttnciade Norah Lange". Acto de
presencía. La escritura en Hispanoamérica. México, Fondo de Cultura. Económica pp.
169-181.
PATAT, Alejandro (2006): "La literatura italiana en la Argentina". Disponible en
www.locurapoéticacom/locura/editorahtm. Consultado en noviemlxe 2007.
PATER, Walter (1978): El Renacimiento. Arle y poesía. Buenos Aires. Hachette.
PIERROT, Jean (1977): L 'imaginaire décadent (7880-1900). París, Press Univesitaires
de France.
PIZARNIK, Alejandra (2003): Diarios. Barcelona, Lumen.
PEZZONI, Enrique (1986d): "Bioy Casares: adversos milagros". El texto y sus voces
Buenos Aires, Sudamericana, pp. 237-245.
PODLIJBNE, Judith (2004b): "Fantasía, oralidad y humor en Adolfo Bioy Caaies". El
oficio que se afirma. Comp.: Sylvia Saítta. Historia crítica de la literatura argentina,
vol. 9. Buenos Aires, Emecé Editores, pp. 195-215.
PONTALIS, J. B. (2005): El tiempo que no pasa. Buenos Aires, Topía Editorial.
(2007): Al margen de los días. Buenos Aires, Topía Editorial.
PRAZ, Mario (1969): La carne la muerte y el diablo en la literatura romántIca.
Caracas, Monte Avila.
PRIETO; Martín (2006b): Breve Historia de la Literatura Argentina. Buenos Aires,
Taurus.
RIVERA, Jorge (1972): "Lo arquetípico en la naffativa argentina del 40". Nueva Novela
Latinoamericana. Ed.: Jorge Lafforgue. Buenos Aires, Paidós, pp. 174-204.
ROMANO, Eduardo (1980-1986): "El cuento. 1930-1959". Historia de la literatura
argentina, tomo 4: Dir:: Susana Zanetti. Buenos Aires, Centro Editor América Latina,
pp. 265-288.
SAID, Edward W. (1985): Beginnings. Intention and Mediad. New York, Columbia
University Press.
(1996): Representaciones de/intelectual. Barcelona, Paidós.
STAROBINSKI, Jean (1970): "Jalones para una historia del concepto de
imaginación". La relación crítica (Psicoanálisis y literatura).Madrid, Taurus.
TODOROV, Tzvetan (1971): Poéiique de laprose. París, Editions du Seuil.
(1975): Poética. Buenos Aires, Losada
(1982): Introducción a la literatura
fantástica. Buenos Aires, Ediciones Buenos Aires S.A.
(1991): "Las categorías del relato literario". AAVV: Análisis estructural del
relato. México, Premia Editora, pp. 159-195.
(1999): El jardín imperfecto. Lzices y sombras del pensamiento humanista.
Barcelona, Paidós.
VALERY, Paul (1997): Escritos sobre Leonardo dá Vinci. Madrid, Editorial Visor.
VAX, Louis (1965): Arle y literat ura fantásticas. Buenos Aires, Eudeba.
VIÑAS, David (1974b): "Niños y criados favoritos". Literatura argentina y realidad
política. De Sarmiento a Cortázar. Buenós Aires, Siglo Veinte, pp. 203-233.
WILDE, Oscar (1972): Intenciones. Buenos Aires, Taurus.
(2007): El retrato de Donan Gray. Buenos Aires, Grupo Editorial Planeta.