Resumen de Neuropsicología y Rehabilitación
Resumen de Neuropsicología y Rehabilitación
Resumen de Neuropsicología y Rehabilitación
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Se desataca una idea fundamental, y es que el cerebro es el responsable de toda conducta, o lo
que es lo mismo, es el órgano de la mente.
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El cerebro no sólo tiene que ver con el lenguaje, sino también con la conducta,
este hombre cambió su personalidad a raíz del accidente.
En 1953, se produjo otro fascinante caso. Se realizó una intervención quirúrgica al paciente H.M.
con el objetivo de aliviar sus persistentes crisis epilépticas, extirpándose de forma bilateral una
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parte importante de los lóbulos temporales incluyendo los dos hipocampos. Como consecuencia
de esta intervención, se produjo en el paciente una pérdida de las capacidades mnésicas, que
afectaba a la capacidad para formar nuevas memorias. El paciente conservaba sus recuerdos
antiguos, pero no así los recientes, por lo que la intervención le produjo una amnesia anterógrada.
A finales de los años setenta, Roger Sperry, primer psicólogo en recibir el Premio Nobel de
medicina (1981) por sus trabajos sobre especialización hemisférica, realizó sus estudios sobre
cerebros escindidos en pacientes a los que se les dividió el cuerpo calloso. Así postuló las
habilidades en las que destaca cada uno de los hemisferios.
A principios de los años ochenta surgió la neuropsicología cognitiva, que intenta describir el
procesamiento que se produce en los distintos procesos cognitivos, utilizando los modelos
desarrollados por la psicología cognitiva. Una de las teorías más conocidas es la teoría de la
modularidad, que supone que la actividad mental es posible gracias a la actividad conjunta y
coordinada de diferentes módulos o componentes del sistema cognitivo. A partir de este modelo
cada tarea se divide en componentes y se trata de observar dónde se produce la ruptura del
proceso.
Existe una división entre la neuropsicología básica, que aborda el estudio de las relaciones del
cerebro y la conducta en personas sanas que es homologable a la neuropsicología cognitiva; y la
neuropsicología clínica, que estudia las consecuencias del daño cerebral sobre la conducta
(Portellano, 2005).
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valoraciones pueden servir para contribuir al diagnóstico o para determinar si los pacientes van
a beneficiarse de ciertas intervenciones farmacológicas o quirúrgicas.
El ámbito más usual del neuropsicólogo clínico es, junto con la evaluación, la rehabilitación o
tratamiento de las funciones cognitivas consecuencia de daño cerebral adquirido. Cada vez es
más habitual contar con neuropsicólogos en hospitales, en servicios de neurología,
neuropsiquiatría, psiquiatría, salud mental o rehabilitación. Al ámbito de la evaluación y
rehabilitación del daño cerebral adquirido de gran tradición en el quehacer del neuropsicólogo
clínico, se deben añadir pues las ramas de neuropsicología infantil o neuropsicología de las
demencias y recientemente la neuropsicología enfocada hacia algunos trastornos mentales
como la esquizofrenia.
Dentro del ámbito educacional, la neuropsicología detecta y valora trastornos del aprendizaje,
como otras condiciones de afectación neurológica, cuyos primeros síntomas se dan en el ámbito
educativo. Dentro de la neuropsicología infantil se trabaja con niños con trastornos del
neurodesarrollo; se realizan intervenciones dentro del ámbito educativo o en el aula en niños con
autismo o Asperger; déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o niños con altas capacidades;
dificultades o aprendizaje, como la dislexia, trastornos del lenguaje, o discapacidad intelectual. Al
afirmar que todo proceso mental es el resultado del funcionamiento cerebral, se debe conocer
el funcionamiento cerebral para comprender mejor los procesos mentales.
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NEURONAS
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Resolución del caso clínico
Incapacitación civil
Como requerimiento inicial se confirma que la paciente acude de forma voluntaria a la valoración
y conoce que dependiendo de los resultados de las pruebas podrá ser nombrado un tutor para el
gobierno de sus bienes. Mediante una entrevista clínica se constata que está orientada y que su
nivel de desempeño lingüístico (lenguaje) es adecuado y acorde con su desarrollo intelectivo y
cultural. Se muestra colaboradora en todo momento, aportando toda la información que es capaz
de dar en su testimonio. Demuestra evidentes dificultades con las cuestiones relacionadas con el
dinero, desconociendo el valor del mismo y no llegando a estimar las cantidades de dinero
necesarias para adquirir lo deseado y realizar operaciones o transacciones económicas.
Se administra el Test de Inteligencia de Wechsler para adultos con el fin de determinar su
capacidad intelectual.
Conclusiones
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2.1.- Daño cerebral adquirido
Las causas más comunes de DCA son los traumatismos craneoencefálicos y los accidentes
cerebrovasculares. Otras causas son: los tumores cerebrales, las infecciones del sistema nervioso
central o la encefalopatía hipóxico-isquémica, que consiste en una reducción o falta del aporte
sanguíneo al cerebro, normalmente debido a un infarto cardíaco.
El DCA causa alteraciones que afectan a toda la esfera de la vida del individuo que lo sufre, y
también a su familia, generando un gran impacto familiar, laboral y social. Estas consecuencias
son variadas y responden a la heterogeneidad y lo difuso de las lesiones como se verá a lo largo
del tema. En general, tras daño cerebral adquirido se pueden afectar: Los aspectos físicos y
sensorio motores. Las funciones cognitivas. Las emociones y la conducta. La funcionalidad y la
adaptación social.
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Resolución del caso
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TEMA 3.- Evaluación neuropsicológica
Las primeras baterías neuropsicológicas asumían que la lesión cerebral producía un deterioro
de las funciones mentales superiores y trataban de identificar esta organicidad. Más tarde, la
principal tarea consistía en la localización de la lesión. Con el desarrollo de las modernas
técnicas de neuroimagen la evaluación neuropsicológica da paso a otros objetivos.
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Localización de la lesión.
Pronóstico.
Elaboración de un plan de tratamiento.
Valoración de los progresos del paciente.
Predicción de la capacidad de un individuo para realizar determinadas funciones.
Valoración de la eficacia de los tratamientos.
Dictámenes médico-legales y peritaciones.
Investigación.
En la mayoría de los casos los pacientes con daño cerebral van a presentar déficit físicos,
cognitivos, conductuales y emocionales. Los déficit sensoriomotores o la repercusión física o
médica será valorada por el médico, generalmente el médico rehabilitador o el neurólogo o
también por el fisioterapeuta, mientras que el resto de alteraciones (cognitivas, conductuales
y emocionales) serán valoradas por el neuropsicólogo, dentro de la evaluación
neuropsicológica. No se puede olvidar valorar la repercusión funcional de las alteraciones.
Esta valoración la realiza el terapeuta ocupacional, aunque el neuropsicólogo puede estimarla
y reflejarla en su valoración.
Las pruebas de evaluación neuropsicológica constituyen el método más específico que utiliza
la neuropsicología para la evaluación y con frecuencia son más sensibles a los efectos del daño
o disfunción cerebral que otras técnicas (Portellano, 2005).
Las pruebas neuropsicológicas nos permiten valorar los diferentes aspectos de forma objetiva
ya que nos permiten obtener unos datos cuantificables, lo que se conoce como evaluación
cuantitativa, pero no debemos olvidar que observar cómo realiza el paciente las pruebas nos
dará también una información muy valiosa y útil y constituye la evaluación cualitativa, muy
defendida por Luria. Por lo tanto, es necesario tener en cuenta y aunar los dos tipos de
valoración e interpretación, tanto la cuantitativa como la cualitativa.
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No hay que confundir la evaluación neuropsicológica con la mera administración de tests. La
evaluación neuropsicológica es un proceso que conlleva una serie de pasos. En primer lugar,
hay que realizar la historia clínica del paciente, para lo que se debe realizar una entrevista
tanto al paciente como a sus familiares y completarla con la revisión de los informes previos.
A continuación, se seleccionarán y administrarán los diferentes métodos y pruebas de
valoración que se deben corregir e interpretar para al final, poder realizar un diagnóstico e
informe neuropsicológico, así como plantear, en su caso, un plan de intervención.
Entrevista.
Observación.
Pruebas de screening.
Baterías estandarizadas.
Baterías y pruebas específicas.
Escalas de conducta.
Escalas funcionales.
Respecto a la observación, es crucial y se debe hacer uso de ella a lo largo de todo el proceso
de evaluación, no solo en el primer contacto o entrevista, sino también en la administración
de las pruebas. Es importante observar cómo se enfrenta el paciente ante un problema que
se le plantea, cómo son sus reacciones y cómo lo resuelve.
Las pruebas de screening o cribado son test breves compuestos por varias preguntas o
subpruebas que hacen un barrido o rastreo cognitivo general. Normalmente son un paso
previo a la evaluación neuropsicológica en sí. Las pruebas de screening no pueden sustituir a
la evaluación neuropsicológica, ya que son excesivamente superficiales, por lo que podrían
pasar desapercibidas algunas alteraciones.
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Las escalas conductuales permiten valorar los cambios que se han producido a nivel
conductual o de personalidad.
Las escalas funcionales permiten ver la repercusión de los déficits cognitivos y de conducta
en la vida cotidiana del paciente; son listas o cuestionarios que hacen un repaso de las
actividades de la vida diaria del paciente, sean estas básicas, instrumentales o avanzadas.
Para elegir las pruebas que se van a administrar hay que tener en cuenta aspectos como: la
edad, el nivel cultural del paciente y su nacionalidad, ya que no todas las pruebas están
baremadas para la población a la que pertenece el paciente.
Otros factores que hay que tener en cuenta son los déficits motores o sensoriales que hacen
imposible la administración de algunas pruebas. El estado cognitivo global del paciente es un
factor clave, ya que muchas pruebas requieren un nivel de comprensión o expresión verbal
que pacientes con trastornos del lenguaje no podrán realizar. Ante limitaciones del paciente
sensoriales o del lenguaje es necesario o bien adaptar las pruebas o elegir otras pruebas libres
de estas limitaciones.
Otros aspectos relacionados con las pruebas que hay que tener en cuenta son que sean
sensibles a los cambios que se producen en el paciente, que valoren la función que se
pretende evaluar, que sean fiables y con validez demostrada. Por último, el tiempo del que
se dispone para realizar la valoración también puede determinar la elección de las pruebas
que a administrar.
Una vez se han administrado las diferentes pruebas escogidas, se deben interpretar los
resultados, fase que va más allá de comprobar si los datos se encuentran por encima o por
debajo de unos valores normativos. La interpretación de cada dato debe guardar una
coherencia con el resto de ellos. Al final, se debe obtener un perfil que determine qué
aspectos están conservados y cuáles alterados. Pero, además, se deben tener en cuenta una
serie de aspectos como la actitud del paciente, su estado emocional, nivel cultural, habilidades
motoras y sensoriales, velocidad de procesamiento, fatiga, nivel atencional, o dificultades de
memoria o de lenguaje. Todos estos factores pueden alterar la interpretación de las pruebas
administradas.
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3.2. Entrevista clínica
Existen diferentes modelos de entrevistas desde las más estructuradas, hasta otras
semiestructuradas o no estructuradas. Será el evaluador el que elija la que más útil le resulta
o incluso puede elaborar la suya propia. Dependerá de la experiencia y pericia del evaluador
qué tipo de entrevista utiliza, sin olvidar que el objetivo de la entrevista no es otro que el de
recabar el máximo de información posible.
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A través de la entrevista clínica se obtienen los datos personales del paciente, su situación
actual, las quejas subjetivas, nivel de funcionalidad, conciencia de enfermedad y estado
emocional.
Se debe obtener información sobre las competencias cognitivas y los patrones de conducta
y personalidad previas, para conocer el nivel de ajuste previo, así como las alteraciones
actuales cognitivas, de conducta y emocionales o posibles cambios de personalidad.
Es importante conocer el grado de conciencia que tiene el paciente sobre sus déficits, las
limitaciones que le suponen, la dependencia que tiene de terceros, así como sus expectativas
de recuperación a largo plazo. En este sentido al entrevistar tanto al paciente como a sus
familiares se puede observar el grado de discrepancia entre uno y otros, tanto en la
percepción de déficits como en su repercusión.
A veces, en la primera entrevista con el paciente se puede realizar lo que se llama un screening
neuropsicológico. Se trata de administrar una prueba sencilla y rápida que haga un barrido
general del funcionamiento cognitivo, y que más tarde pueda orientar hacia qué aspectos se
van a valorar con más exhaustividad en la administración de los test.
Para valorar las funciones cognitivas a groso modo, se puede hacer uso de pruebas de
screening cognitivo que determinan si un paciente presenta un nivel cognitivo normal o
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patológico, o qué áreas se perfilan ya como las más afectadas y deben ser valoradas en mayor
profundidad.
Entre ellas se encuentran:
Si se opta por utilizar una batería de pruebas cognitivas, las más utilizadas son:
Entre las pruebas específicas existen diferentes test que miden la orientación, la atención, la
memoria, el lenguaje, las praxias y gnosias y las funciones ejecutivas. A continuación, se
profundiza en la valoración de estas funciones.
Para valorar la atención se debe tener en cuenta que existen diferentes tipos de atención:
atención focalizada, sostenida, selectiva, alternante y dividida, según el modelo de Sholberg y
Mateer. Por lo tanto, se deben valorar todos ellos. La valoración de la atención suele
completarse con la evaluación de la velocidad de procesamiento, así como del nivel de alerta
y de la presencia de alteraciones como la heminegligencia.
La velocidad de procesamiento se puede valorar con los subtest del WAIS: clave de números
y búsqueda de símbolos. Para la valoración de la atención sostenida y selectiva se suele utilizar
el Continous Perfomance Test (CPT) o cualquier test de cancelación como el D2. Para valorar
la atención alternante se utiliza la parte B del Trail Making Test (TMT).
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de trabajo se utiliza el spam de dígitos y de secuencias visoespaciales de la escala de memoria
de Wechsler (WMS-IV) o los subtest del índice de memoria de trabajo del WAIS, que son:
dígitos, aritmética y letras y números.
Para valorar la memoria a largo plazo y los procesos de memoria, es decir, la capacidad de
registrar, almacenar y recuperar información se debe valorar tanto el recuerdo espontáneo
como facilitado y valorar tanto la modalidad de memoria verbal como la visual. Se pueden
escoger algunos subtest de la escala de memoria de Wechsler o pruebas específicas como el
test de la figura compleja de Rey o el test de retención visual de Benton (TRVB) para la
modalidad visual y para la modalidad verbal recurrir a listas de palabras del test de Wechsler
o el test de aprendizaje verbal España-Complutense (TAVEC). Para valorar la memoria
autobiográfica se puede usar el cuestionario de memoria autobiográfica (AMI). Las baterías
de memoria más utilizadas son: la escala de memoria de Wechsler (WMS-IV) y el test de
memoria conductual Rivermead.
Las praxias o la habilidad para ejecutar acciones motoras aprendidas se evalúan pidiendo
verbalmente al paciente que ejecute gestos o acciones, o bien las imite, o que use una serie
de objetos cotidianos. Las praxias se dividen fundamentalmente en gestuales y constructivas.
En el test Barcelona se encuentra una subprueba de praxias.
Los déficit perceptivos se denominan agnosias, pueden ser auditivas, visuales o táctiles.
Existen dos tipos de alteración perceptiva: el déficit en la percepción sensorial, o en el análisis
perceptivo (agnosia perceptiva) y en el significado de los objetos (agnosia asociativa). Entre
las baterías más utilizadas se encuentra el Visual Object and Space Perception Test (VOSP).
Las funciones ejecutivas son difíciles de valorar con un solo test, puesto que requieren la
valoración de múltiples aspectos como la resolución de problemas, la inhibición de respuestas
o la flexibilidad. Algunas de las pruebas más utilizadas para explorar las funciones ejecutivas
son el test de fluidez verbal (FAS), el test de Stroop, tareas go-no go, ideadas inicialmente por
Luria, que evalúan la capacidad del paciente para inhibir una respuesta; el Wisconsin Card
Sorting Test (WCST), la Torre de Hanoi o la Torre de Londres. En cuanto a las baterías
específicas de funciones ejecutivas existe entre otras la Behavioral Assessment of the
dysexecutive síndrome (BADS).
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Las lesiones de las zonas prefrontales del cerebro, especialmente las zonas ventromediales y
orbitofrontales cursan con alteraciones de conducta. Lesiones ventromediales dan lugar a un
síndrome donde predomina la apatía, mientras que las lesiones orbitofrontales dan lugar a
conductas desinhibidas.
Mientras que existen multitud de pruebas para valorar los déficit cognitivos no ocurre lo
mismo para valorar los aspectos conductuales y emocionales. Para la valoración de las
alteraciones conductuales suelen utilizarse cuestionarios entre ellos los más utilizados son el
cuestionario de la escala BADS, la Frontal Systems Behavior Scale o el inventario
neuropsiquiátrico (NPI) que contempla las categorías: delirios-alucinaciones, agitación-
agresión, depresión-disforia, ansiedad, euforia-desinhibición, apatía-indiferencia,
irritabilidad-labilidad e ingesta y sueño. Por lo tanto, ofrece bastante información acerca de
la psicopatología asociada a los trastornos neurológicos. Valora la presencia del síntoma, su
frecuencia y el grado de malestar que causa en el familiar.
Existen escalas específicas para valorar la presencia de ansiedad y depresión como la escala
de ansiedad de Hamilton, o el STAI y la escala de depresión de Beck.
Para valorar la conciencia de enfermedad se suelen analizar las descripciones del paciente
sobre su funcionamiento y comparar esta información con la que brindan los familiares.
Existen, no obstante, escalas para este propósito entre las que se encuentran la Self-
awareness of déficit Interview (SADI).
La valoración funcional va a permitir conocer los problemas reales que tiene el paciente y
su familia en su vida cotidiana y, de esta, forma poder desarrollar programas de tratamiento
realmente útiles y relevantes para la vida del paciente.
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Se trata de valorar la capacidad de autonomía del paciente a pesar de sus limitaciones y la
valoración de la carga familiar. Para ello se emplean entrevistas, cuestionarios, escalas
funcionales, diarios o la observación directa.
Las ABVD son el conjunto de actividades primarias y más elementales y comprenden las tareas
de autocuidado como la alimentación, el vestido, el aseo o la higiene, control de esfínteres, el
baño, evitar riesgos, la movilidad como las transferencias o la marcha. Las AIVD son tareas que
tienen que ver con la adaptación del paciente a su entorno e incluyen el uso del transporte,
del teléfono, manejo del dinero o la medicación. Las AAVD incluyen el ocio y el tiempo libre,
las actividades laborales y académicas o el cuidado de otros.
Para la valoración de las ABVD se suele utilizar el índice de Barthel o la Escala FIM, para las
instrumentales se utiliza la escala de Lawton y Brody. Para las AAVD existen
menos escalas, pero algunos cuestionarios incluyen una valoración del ocio y tiempo libre
como el cuestionario de integración en la comunidad (CIQ).
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A continuación, se explica el motivo del informe y se describe de forma resumida la historia
clínica utilizando la información recabada durante la entrevista y los informes aportados.
Después se detallan las pruebas utilizadas en la evaluación y se pasa a la interpretación de los
resultados. El orden es variable pero, a modo de ejemplo, se presenta el siguiente: funciones
cognitivas (orientación, alerta, atención, velocidad de procesamiento, memoria, lenguaje,
lectoescritura, praxias, gnosias y habilidades visoperceptivas y funciones ejecutivas), conducta
y aspectos emocionales y conciencia de enfermedad, funcionalidad y actividades de la vida
diaria.
Una vez descritos todos estos aspectos se llevan a cabo las conclusiones donde en líneas
generales se resumen:
Paciente que a causa de daño cerebral sobrevenido presenta las siguientes alteraciones y
limitaciones:
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Caso clínico
Planteamiento del caso
Evaluación neuropsicológica
Paciente de 49 años que acude a consulta acompañado de su esposa. Hace cinco años sufrió un
ictus isquémico que le produjo secuelas importantes por lo que se le concedió una incapacidad
laboral. Ante la próxima revisión de su minusvalía e incapacidad requieren estudio
neuropsicológico.
Ha cursado estudios básicos (EGB y FPII de electricidad e informática sin concluir). El último trabajo
realizado ha sido como comercial, trabajo que ha venido desempeñado durante 25 años. Reside
con su esposa y sus dos hijas.
Según informes aportados, el 11 de enero de 2013 presenta cuadro de alteración del lenguaje y
aturdimiento siendo diagnosticado de ictus isquémico frontal izquierdo con afasia motora. La TAC
mostró lesión frontal hipodensa cortico-subcortical adyacente a la cisura de Silvio. La RM mostró
extensa área lesional con afectación cortico-subcortical en lóbulo frontal izquierdo con mala
definición de sustancia gris y blanca, leve efecto masa sobre estructuras adyacentes y leve
desviación de línea media. Al alta hospitalaria mantiene afasia, fallos en denominación y
parafasias, comprensión conservada, agrafia y alexia. Realizó tratamiento ambulatorio de
logopedia durante seis meses con mejoría del cuadro.
En informe de revisión en junio de 2013 presenta discreta afasia expresiva con alteración de la
lectoescritura, actitud pueril, labilidad emocional, disforia con risa y llanto a la vez, y dificultad
para el manejo de dinero.
Se realiza una evaluación neuropsicológica en julio de 2013, donde se le administra el test
Barcelona y cuyas conclusiones son: paciente orientado, alerta y atención selectiva conservada,
lenguaje afásico no fluente (expresión ligeramente alterada, fluidez limitada, discurso lento,
ocasionales fallos de evocación sin anomia, comprensión conservada), no alexia, leve disgrafía,
dificultades en praxias orofonatorias, no alteraciones mnésicas, no anosognosia, no asterognosia,
adecuada lateralización y estado de ánimo adecuado, siendo diagnosticado de trastorno
cognoscitivo no especificado sin compromiso de ABVD y compromiso leve-moderado de AIVD y
AAVD.
En julio de 2014 se realiza angio RM de cráneo donde se observa área de encefalomalacia
perisilviana izquierda residual a infarto isquémico antiguo, estenosis grave/oclusión de ACM
izquierda y ACII distal. Se diagnostica enfermedad de moya-moya con hipoperfusión grave en la
zona del infarto y en prácticamente en todo el territorio de la ACM izquierda.
En junio de 2015 se dictamina por parte del equipo de valoración de dirección provincial del INSS
incapacidad permanente en grado de absoluta por ictus subcortical frontal izquierdo con afasia
motora con afectación neuropsicológica que afecta de forma leve-moderada a AIVD y AAVD.
En la entrevista clínica refieren dificultad de lenguaje (se bloquea, no mantiene una conversación
fluida, ha perdido la confianza para hablar), de lectura, escritura y cálculo (no maneja bien el
dinero), problemas de memoria y dificultad atencional. En relación a la conducta, la esposa refiere
que se altera con facilidad, disminución de su actividad y reducción de la comunicación. En casa
se ocupa de realizar la comida, lleva y recoge a las niñas al colegio, y algunos días participa como
voluntario en el huerto del colegio de sus hijas.
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Test de colores y palabras (Stroop).
Subtest comprensión auditiva, lectura, comprensión lenguaje escrito y escritura del Test de
Boston para el diagnóstico de afasia.
Test de vocabulario de Boston.
Torre de Hanoi.
Conclusiones
Paciente que a causa de daño cerebral sobrevenido presenta las siguientes alteraciones y
limitaciones:
Alteraciones y déficit cognitivos: moderado déficit de procesos atencionales complejos,
moderada alteración en la velocidad de procesamiento, déficit mnésico moderado, afasia de
predominio expresivo, alteración de la lectoescritura, moderado síndrome disejecutivo y déficit
intelectual. Todo ello compatible con trastorno neurocognitivo mayor debido a enfermedad
vascular con alteración del comportamiento 290.40 [F01.51].
Cambios permanentes en la conducta y la personalidad: labilidad, desinhibición y apatía
compatible con cambio de personalidad moderado debido a ictus isquémico tipo combinado 310.1
[F07.0].
Psicopatología y respuesta emocional: no presenta alteraciones del estado de ánimo,
depresión ni ansiedad.
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Pérdida funcional: afectación de AVDs tanto instrumentales (leve) como avanzadas
(moderada), manteniendo al paciente en una situación de dependencia y ocasionando importante
afectación de su vida personal, social y laboral, no pudiendo realizar ninguna actividad laboral.
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alteraciones emocionales y de la repercusión social y laboral o académica, que todos estos
déficits producen en el paciente. No se debe olvidar además a la familia, ya que esta, como se
verá a lo largo de este tema, también se ve afectada y debe aprender a manejar y sobrellevar
la nueva situación junto al paciente.
Tras una lesión cerebral, pueden instaurarse en el paciente déficits y alteraciones muy
variadas que van a requerir la intervención de diferentes profesionales, como especialistas en
medicina, neuropsicólogos, logopedas, fisioterapeutas, etc. En este sentido, la rehabilitación
debe ser multidisciplinar incluyendo a todos los especialistas necesarios en la recuperación
del paciente. Para conseguir los mejores resultados no solo basta que el paciente tenga acceso
a los diferentes profesionales, sino que estos trabajen de forma coordinada, intercambiando
información y compartiendo objetivos.
La rehabilitación debe ser además integral, por lo que no se deben abordar los déficits de
forma aislada, sino tratar todos y cada uno de ellos de forma holística y global, ya que sabemos
que las funciones están relacionadas y que la recuperación en algunas áreas conlleva la
recuperación o mejoría en otras. Los tratamientos intensivos y de inicio temprano
aprovechan el período de recuperación espontánea del cerebro que se produce
inmediatamente después de la lesión y que es óptimo en los primeros meses de recuperación.
El desconocimiento de esta evidencia puede llevar a retrasar el proceso de rehabilitación
privando al paciente de una recuperación mayor (Portellano, 2005).
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Además debe:
En este sentido se destaca que la terapia debe estar adaptada al paciente y no al revés. Es
importante para ello tener en cuenta su nivel premórbido, la gravedad de los déficits y las
necesidades del paciente y de la familia. Los objetivos deben ser funcionales y relevantes y
consensuados con la familia y, si es posible, con el paciente. Hay que centrarse más en la
discapacidad que en el déficit y tener en cuenta las habilidades preservadas.
La rehabilitación debe ser individual debido a su complejidad, existen casos donde el trabajo
en grupo puede estar justificado, como por ejemplo para trabajar la conducta social, las
habilidades sociales, la conciencia del déficit, o trabajar algunos aspectos emocionales.
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El reentrenamiento, o restauración, que se centra en la recuperación de la función mediante
su estimulación directa y es el método más utilizado. Se basa en el supuesto de que la red
neuronal implicada está siendo entrenada lo que facilitaría el crecimiento axonal o la
estimulación de vías alternativas.
La sustitución conlleva la potenciación de las facultades no afectadas. De esta forma cuando
se produce una pérdida de una función se recurre al uso de otras funciones preservadas,
enseñando al paciente estrategias alternativas en la forma de realizar las tareas.
La compensación consiste en entrenar al paciente en el uso de dispositivos externos o
realizar modificaciones en su entorno.
En este sentido, aunque se puede utilizar una combinación de las diferentes estrategias, esta
combinación se refiere sobre todo a elegir estrategias diferentes en funciones distintas, por
ejemplo, utilizar restauración para mejorar la atención y compensación para la memoria. Sería
un error, en nuestra opinión, utilizar estas dos estrategias combinadas para tratar la misma
función, pues resulta contraintuitivo entrenar al paciente en el desarrollo de una función
mientras le damos al mismo tiempo estrategias alternativas o elementos externos. En líneas
generales, se comenzará por la restauración hasta agotar su eficacia y después comenzaremos
con las técnicas de sustitución y/o compensación.
Algunas de las técnicas de intervención que se utilizan en la rehabilitación neuropsicológica
son:
Rehabilitación de las funciones cognitivas.
Entrenamiento en estrategias compensatorias.
Intervención en los aspectos conductuales y emocionales.
Adaptación del entorno.
Tratamiento farmacológico.
Educación de familiares.
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Los fundamentos científicos de la rehabilitación neuropsicológica se basan en la plasticidad
cerebral, es decir, en la capacidad que tiene el cerebro de recuperarse y reorganizarse
funcionalmente tras una lesión. Después de una lesión cerebral se ponen en marcha una serie
de procesos de recuperación neuronal denominados recuperación espontánea que incluyen
la neuroplasticidad, la reorganización funcional, la reestructuración neuronal, etc. Estos
procesos pueden verse influidos positivamente por el efecto de intervenciones
farmacológicas o de rehabilitación .
Existen diferentes factores que van a determinar el pronóstico en cuanto al beneficio que
puede obtener una persona de la rehabilitación. En general, las lesiones incompletas de una
función se recuperan mejor que las completas, cuanto más extensa sea la lesión más compleja
de rehabilitar será. Obtienen más beneficios de la rehabilitación las personas de menor edad,
las que tenían un nivel premórbido o de funcionamiento previo mejor y las que cuentan con
apoyo familiar. Por último y como se verá después, el grado con conciencia de enfermedad
también es un factor pronóstico que hay tener en cuenta.
La duración de la rehabilitación estará determinada por múltiples factores, de los cuales, uno
de los más importantes será la severidad o grado de afectación de las funciones. Como se ha
comentado, el daño cerebral afecta no solo a las funciones sensoriomotoras, sino a los
aspectos cognitivos, de conducta y emocionales, con importante repercusión funcional, pero,
además, el daño es diferente y variable en cada caso, ya que no hay dos pacientes iguales.
Por otro lado, no es lo mismo rehabilitar unos leves déficits que una afectación severa, por
ello a mayor severidad, más se alargará en el tiempo la rehabilitación. Se sabe que el período
de recuperación espontánea es más amplio de lo que tradicionalmente se ha considerado y
que se producen cambios en el cerebro como consecuencia de la experiencia en cualquier
momento del ciclo vital. Teniendo en cuenta estas premisas, en general, la recuperación de
un paciente con daño cerebral severo necesitará un tratamiento que se extiende durante
varios años y que debe ser intenso al inicio y más espaciado conforme pasa el tiempo. Se
suelen llevar a cabo programas de tratamiento que duran meses, entre los cuales, se
administra una valoración para determinar los logros y hacer los ajustes pertinentes al
programa.
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espaciándose reduciendo terapias y/o sesiones de tratamiento, de tal forma que cuando está
próxima el alta del paciente este puede acudir una o dos veces por semana a alguna terapia
concreta. Es recomendable realizar seguimiento del paciente con valoraciones al mes, a los
tres o seis meses y al año y realizar pautas y recomendaciones al alta para mantener los logros
alcanzados.
Para valorar el éxito de una intervención debemos utilizar escalas funcionales que valoren el
beneficio de la terapia en función de la repercusión funcional. Por ejemplo, un buen
indicador del éxito de un tratamiento sería reincorporar al paciente a su trabajo.
Los pacientes con daño cerebral adquirido normalmente sufren déficits variados que afectan
a diferentes aspectos de su vida. Los déficits en general se pueden dividir en físicos,
cognitivos, conductuales y emocionales. A su vez, todas estas alteraciones tienen una
repercusión en la funcionalidad e independencia del paciente. Es lógico que una afectación
de múltiples dimensiones no pueda ser abordada por un único profesional, sino que requiera
una intervención multidisciplinar. Esto responde a un enfoque holístico, que incluye
intervención sobre todas las diferentes áreas, afectadas: cognitiva, sensoriomotora,
emocional, etc.
Una persona con daño cerebral va a requerir los servicios de diferentes profesionales según
sus necesidades. El equipo multidisciplinar, está compuesto por profesionales de la medicina,
normalmente neurólogo, psiquiatra y médico rehabilitador; neuropsicólogo, logopeda,
fisioterapeuta y terapeuta ocupacional. También son necesarios otros profesionales como
psicólogos clínicos, enfermeros, o trabajadores sociales. Es recomendable que estos
profesionales no trabajen de forma independiente, sino en colaboración y coordinación
formando parte de un equipo.
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De esta forma, si los miembros del equipo trabajan coordinados y en un mismo lugar, se propicia
la comunicación inmediata entre profesionales, se ahorra tiempo y desplazamientos al paciente,
y se optimiza su recuperación.
En la rehabilitación de los procesos cognitivos se debe tener en cuenta que estos procesos no
ocurren de forma independiente ya que están interrelacionados y prácticamente son
inseparables. En especial no se debe olvidar la relación que existe entre los procesos
atencionales, mnésicos y de funcionamiento ejecutivo.
En lo que respecta a la rehabilitación de la memoria, no existen claros resultados que apoyen que
la restitución de la función como estrategia rehabilitadora sea eficaz, por lo que se aconseja sobre
todo técnicas de compensación o sustitución. El entrenamiento sobre otras funciones,
atencionales y ejecutivas, por ejemplo, puede tener efectos beneficiosos para los diferentes
procesos mnésicos, sobre todo para los procesos de codificación y recuperación de la información.
Como medidas de compensación se suelen utilizar ayudas externas y la modificación del entorno.
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Dentro de las ayudas externas se utilizan diarios, libros de memoria, agendas, alarmas o
avisadores. Para la modificación del ambiente, se usan los sistemas de orden y clasificación, los
lugares para dejar mensajes o etiquetar armarios y cajones.
Las adaptaciones del entorno, como por ejemplo poner flechas que indiquen rutas o letreros están
indicadas en personas gravemente afectadas, ya que ayudan a reducir la confusión propia de los
estados de amnesia postraumática, deterioro progresivo o amnesias severas. Para este tipo de
pacientes una estrategia de memoria que debe ponerse en práctica es el aprendizaje sin error
que consiste en evitar las respuestas erróneas en el aprendizaje para que no se refuercen
(Tirapu, Ríos-Lago y Maestú, 2008). En pacientes con alteraciones más leves se pueden entrenar
estrategias mnemotécnicas, como el entrenamiento en imágenes visuales o técnicas de
asociación. En este tipo de pacientes se puede entrenar habilidades más complejas como la
memoria prospectiva.
Existen programas informáticos para la rehabilitación cognitiva, que aportan múltiples ventajas
ya que permiten graduar la dificultad de la tarea o modificar las características de la misma y
son altamente motivantes para muchos pacientes.
También hay que señalar su versatilidad, pues pueden ser utilizados de forma simultánea por
varios pacientes o en el propio domicilio del paciente (Portellano, 2005). Pero hay que tener en
cuenta que dichos programas no rehabilitan por el hecho de exponer a los pacientes a estos
ejercicios de forma repetida. El uso del ordenador y de los programas informatizados de
rehabilitación son una herramienta más de trabajo para el neuropsicólogo que para el paciente,
ya que será el profesional el que guíe la rehabilitación y los ejercicios que debe realizar el
paciente, estableciendo los objetivos a trabajar, el nivel de dificultad o la periodicidad de dichos
ejercicios.
Entre los programas que existen se encuentran el Thinkable, Rehacom, Gradior, Smartbrain o
Neuron-up. En los últimos años se están desarrollando y poniendo en práctica programas de
rehabilitación que emplean la realidad virtual.
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El efecto diferencial de la rehabilitación neuropsicológica frente a otros tipos de tratamientos
cognitivos o psicosociales es del 43 %, si se compara la rehabilitación neuropsicológica con
pseudotratamientos, la efectividad de la primera es del 63 %, si la comparamos con la
rehabilitación convencional es del 90 % y del 100 % si la comparamos con la ausencia de
tratamiento.
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Para la mejora de los trastornos de conducta, es fundamental dar pautas de manejo a la familia.
Es importante que la familia comprenda la conducta del paciente y tenga estrategias para
manejarla. La idea fundamental es enseñar a la familia (ya que comparte mucho más tiempo con
el paciente y es normalmente la que contempla más conductas disruptivas y desadaptativas), a
que sepa cómo aumentar las conductas adaptativas y disminuir las desadaptativas con sencillas
técnicas de modificación de conducta, una de las más utilizadas para eliminar conductas
disruptivas es la extinción de conducta.
Cabe comentar además que, frecuentemente, es necesario combinar la terapia con tratamiento
farmacológico que ayude, sobre todo en las primeras fases de recuperación, al control de la
conducta.
Uno de los aspectos que más influye en la rehabilitación y en la conducta del paciente es el grado
de conciencia de sus déficits, ya que el paciente que niega sus déficits no verá la necesidad de
ayuda o tratamiento. En la mayoría de los casos los pacientes son conscientes de sus déficits
físicos, como no mover correctamente uno de los miembros o problemas de equilibrio. Sin
embargo suelen minimizar o incluso negar sus déficits cognitivos o de conducta.
La conciencia de enfermedad no solo afecta a la capacidad que tiene el paciente de valorar sus
déficits sino también al grado de repercusión funcional que estos le ocasionan y, sobre todo, no
suelen tener expectativas realistas de recuperación o un plan establecido de las acciones que
van a emprender para recuperarse. En estos casos, la rehabilitación no solo se orienta a la
recuperación de las funciones cognitivas, sino a aumentar el grado de conciencia que tiene el
paciente sobre su estado y su funcionamiento. La rehabilitación de la conciencia de enfermedad
se puede trabajar de forma individual con el paciente o de forma grupal, donde puede observar a
otras personas en circunstancias similares. Es más fácil para el paciente identificar los déficits en
otra persona que en sí mismo. Existen terapias basadas en juegos como La autopista hacia la
conciencia o el Trivial de la conciencia.
Un caso especial de abordaje tanto en la evaluación como en el tratamiento son los estados
alterados de conciencia. Esto hace referencia a los casos de afectación más severa de daño
cerebral. Cuando sucede una lesión grave que afecta al cerebro, el paciente puede entrar en el
estado de coma, un estado caracterizado por un bajo nivel de activación y ausencia de ciclo sueño-
vigilia. Para la valoración de la profundidad del coma se utiliza la escala de coma de Glasgow.
Cuando el paciente es capaz de abrir los ojos, lo que indica que presenta ciclo sueño-vigilia, se dice
que el paciente ha salido del coma y se encuentra en un estado de vigilia sin respuesta, también
conocido como estado vegetativo, que puede ser temporal o permanente. En el estado vegetativo
hay ausencia de conciencia. El paciente puede evolucionar a un estado de mínima respuesta o
mínima conciencia. Para valorar la emergencia del estado vegetativo al de mínima conciencia se
utilizan escalas como la CRS (Coma Recovery Scale) o la escala de Rappaport.
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estimulación multisensorial cuyo objetivo es propiciar las aferencias sensoriales al paciente
mediante estimulación de todas las vías sensitivas como la visual, la táctil o la auditiva.
En la estimulación multisensorial se estimulan los cinco sentidos (audición, visión, olfato, gusto y
tacto), la función motora, la comunicación y el nivel de alerta. Es preferible centrarse en la
modalidad en la que se obtenga una mayor respuesta por parte del paciente. Algunas
recomendaciones son: evitar el exceso de estimulación, mantener una postura correcta del
paciente, evitar la sobre-sedación, tener en cuenta los períodos de descanso, hacer sesiones
cortas y repetirlas frecuentemente, e incorporar y entrenar a la familia en este tipo de
intervención.
En este tipo de pacientes el pronóstico de recuperación vendrá determinado por una multitud de
factores como la edad, la gravedad, localización de la lesión, o el tiempo de duración del coma.
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4.7. La familia dentro del proceso de rehabilitación
El daño cerebral no solo afecta al paciente, sino que repercute también en la familia. En primer
lugar, debido a la dependencia funcional que los déficits provocan en el paciente y que hacen que
este requiera ayuda o supervisión por parte de su familia y, por otra parte, la familia suele
necesitar atención psicológica, ya que pasa por un proceso de duelo y adaptación a la nueva y
dificultosa situación. Por ello, es fundamental dar información a la familia, educarles y dotarles de
estrategias de manejo y afrontamiento.
El daño cerebral a veces obliga a una redefinición de los roles en el contexto familiar, junto con un
incremento en las alteraciones emocionales en sus miembros. Son frecuentes las reacciones de
negación, frustración, ira y confusión. El nivel de estrés en los familiares se incrementa con el
paso del tiempo, ya que en la mayoría de las ocasiones algunas secuelas van a ser permanentes
(Portellano, 2005).
El cuidado y atención de un familiar con daño cerebral conlleva a menudo situaciones en la familia
que son muy estresantes. Se suele producir una desestructuración familiar, aislamiento social,
agotamiento físico o menoscabo económico, debido al aumento de gastos relacionados con el
cuidado y tratamiento del paciente.
A menudo, se observa la instauración de lo que se conoce como síndrome del cuidador debido
a la sobrecarga emocional o física que suele recaer sobre el miembro de la familia que ejerce de
cuidador principal del paciente.
Información.
Pautas de manejo.
Apoyo emocional.
En primer lugar, es importante que la familia tenga conocimiento sobre lo que le ha ocurrido a su
familiar y conozca todos y cada uno de sus déficits tanto físicos y cognitivos, como conductuales y
emocionales. Cuanta más información tenga el familiar más se reduce su nivel de incertidumbre y
de sufrimiento. Se debe informar a la familia sobre el pronóstico, los objetivos de la rehabilitación
y la evolución del paciente. Es fundamental que la familia esté informada no solo de los déficits
que presenta el paciente, sino de los logros que va consiguiendo, para que en casa se potencien y
se refuercen, y de esta forma se generalicen en el entorno del paciente. Existen guías de
información para familiares en algunas webs de asociaciones para familiares.
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En segundo lugar, se debe dotar a la familia de estrategias de manejo con el paciente, por
ejemplo, cómo debe realizar el aseo, las transferencias, el vestido, la comida, etc., pero también
cómo debe comportarse ante determinados fallos cognitivos de atención o de memoria, cómo
debe comunicarse con el paciente, sobre todo cuando existen alteraciones del lenguaje, y cómo
debe interaccionar con él. La parte de mayor utilidad será dotar a la familia de unas pautas de
actuación ante conductas disruptivas como agresividad, oposicionismo, suspicacia; o
desadaptativas como desinhibición o pérdida de normas sociales, y enseñarles como cualquier
momento o actividad del día puede servir para potenciar o reforzar un logro.
Por último, la familia necesita apoyo emocional, necesita ser atendida y escuchada por un
profesional experto en los déficits que presenta el paciente y con experiencia, que puede
comprender por los momentos que está pasando la familia y las fases de aceptación como si de
un duelo se tratara. En este sentido el familiar ha de aceptar la pérdida del ser querido tal y como
fue, asimilando su nueva forma de ser.
Existen asociaciones de familiares de personas con daño cerebral que constituyen una red de
apoyo a la familia, ya que están constituidas por personas que están pasando por la misma
situación, por lo que pueden ser de ayuda mutua entre todos sus miembros. Además, estas
asociaciones cuentan con personal que pueden informar de los recursos sociales de los que
pueden beneficiarse y ayudar a conseguirlos.
Caso clínico
Planteamiento del caso
Rehabilitación neuropsicológica de los estados alterados de conciencia
Paciente varón de 38 años, soltero y camarero de profesión. Sufre accidente de moto con TCE
grave (hemorragia subaracnoiea traumática, contusiones frontales bilitarales y fractura occipital
derecha). Ingresa en UCI donde se produce empeoramiento neurológico con midriasis bilateral e
incremento de las zonas de contusión cerebral realizándose craniectomía descompresiva. Se
realiza traqueostomía al noveno día de evolución. Alimentado por sonda nasogástrica.
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Valoración neuropsicológica
El paciente presenta ritmo sueño-vigilia, con apertura ocular espontánea. Porta cánula de
traqueostomía. Desde el punto de vista motor presenta respuesta de localización al dolor de forma
inconsistente con el MSD. Es capaz de coger objetos adecuando la posición de la mano al tamaño
y forma del objeto. Auditivamente no se orienta hacia el estímulo. En relación a la estimulación
visual presenta parpadeo y conserva reflejo de amenaza. Presenta fijación inconsistente pero no
realiza seguimiento visual. Presenta movimientos orales como el reflejo de masticación. A nivel
comunicativo presenta anartria, no intenta comunicarse. No responde a órdenes simples. Sus
respuestas son lentas e inconsistentes. En la actualidad se encuentra en un estado de transición
entre síndrome de vigilia sin respuesta (estado vegetativo) y estado de mínima conciencia.
Valoración logopédica
Presenta vía de alimentación por SNG y traqueostoma, aunque no precisa ventilación mecánica.
No es valorable el control cefálico ni de tronco, ya que permanece encamado. No presenta
sialorrea. A nivel funcional aparece buen sellado labial. No frunce ni estira los labios. No es
valorable ni el tono ni la motricidad lingual. A nivel mandibular aparecen movimientos
involuntarios y repetitivos muy cortos de apertura y cierre. Aparecen movimientos mandibulares
más amplios para bostezar y en ocasiones parece que para tomar aire. Se observa mucha tensión
a nivel de ATM y maseteros. Buen estado de la dentadura. No es posible valorar la función del
paladar blando, la sensibilidad oral, la función laríngea, ni los reflejos orales, estando conservado
el reflejo tusígeno. Ausencia de lenguaje oral o alternativo y de cualquier tipo de emisión vocálica.
No hay intencionalidad comunicativa. No muestra respuesta ni a órdenes sencillas ni a preguntas
simples.
Valoración de terapia ocupacional
En estos momentos el paciente se encuentra en una situación de dependencia total, para la
realización de todas las A.B.V.D. En algunas de estas actividades se necesita la presencia de dos
personas para poder llevarlas a cabo de una manera correcta y con seguridad, como es en el caso
de los cambios posturales, higiene personal y baño. Dependiente en el control de esfínter anal y
vesical. La alimentación ser realiza por sonda nasogástrica. Todavía no realiza ningún tipo
dedesplazamiento, permaneciendo las 24 horas del día en cama, donde se realizan los pertinentes
cambios posturales. Totalmente dependiente para las A.I.V.D y A.A.V.D, no pudiendo realizar
ninguna de estas tareas. Necesita la presencia de un cuidador las 24 horas del día además del
personal de enfermería para su asistencia y cuidados.
I. Barthel: 0 dependencia total.
Cognitivo: 1 severo.
Conducta: 1 severo.
Social: 1 severo.
Fisioterapia
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Protocolo de prevención de rigideces y deformidades.
Logopedia
Protocolo de intervención en la disfagia.
Terapia ocupacional
Protocolo de adaptación al entorno.
Terapia cognitiva
Programa de estimulación basal y multisensorial.
Intervenciones médicas
Protocolo control neuroimagen (Control: TC).
Enfermería
Protocolo cuidados gran encamado.
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TEMA 5.- Neuropsicología de la atención
A nuestro cerebro llegan continuamente numerosos estímulos, tantos que no pueden ser
procesados todos.
La atención no es un proceso unitario sino que puede ser entendida como un sistema
complejo de subprocesos específicos, organizados de forma jerárquica, a través de los cuales
se facilita la dirección de la orientación, el procesamiento de la información, la toma de
decisiones y la conducta Así, entre las funciones de la atención encontramos que:
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Norman y Shallice (1968) proponen un modelo de control atencional donde la función
cognitiva se organiza en unidades cognitivas o funciones cognitivas específicas; esquemas,
que son las actividades conductuales orientadas hacia un fin; programación, que selecciona
los esquemas; y el sistema atencional superior (SAS) que opera aplicando la activación e
inhibición necesaria a partir de factores atencionales y motivacionales.
Mesulam (1990) propone un modelo basado en la idea de que la atención se sustenta en una
red cerebral altamente interconectada y organizada (Ríos-Lago, Periañez y Rodríguez, 2008).
La atención estaría formada, por un lado, por la capacidad general del sujeto para detectar y
procesar información, procesos relacionados con lo que conocemos como nivel de alerta o
arousal, sustentado por la formación reticular; y por otro, la capacidad de seleccionar la
información a atender, mediado por estructuras límbicas, del tálamo y ganglios basales así
como la corteza parietal y frontal.
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control de la interferencia controla o inhibe las respuestas automáticas o sobreaprendidas. La
flexibilidad cognitiva requiere la habilidad para cambiar de foco atencional y modificar la
conducta en base a los cambios en el entorno. La memoria operativa hace referencia al
mantenimiento y manipulación de la información. La velocidad de procesamiento es un
factor relacionado con la atención que afecta a tareas atencionales entre otras.
Sohlberg & Mateer presentan un modelo funcional de gran utilidad clínica. Se trata de una
división jerárquica de la atención en seis componentes. Modelo clínico. Proponen un
programa de rehabilitación de la atención el Attention Process Training (APT):
El nivel de alerta o arousal es la capacidad para estar despierto e implica la capacidad de seguir
estímulos u órdenes. La atención focalizada es la capacidad para enfocar o focalizar la
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atención ante un estímulo sea este visual, auditivo o táctil. La atención sostenida en la
capacidad de mantenerse un tiempo prolongado realizando una tarea. Contempla la
vigilancia (que cumple la función de generar y mantener el estado de alerta y sirve para la
detección de estímulos) y la concentración. La concentración representa el control mental o
memoria de trabajo en su función de mantenimiento y manipulación de la información.
En este sentido, queremos señalar que existen discrepancias en cuanto a la existencia de este
último componente que reseñaron Sohlberg y Mateer, pues desde los avances en el estudio
de la consciencia, resulta imposible tener dos experiencias conscientes al mismo tiempo, por
lo que la atención dividida podría ser una atención alternante, pero extremadamente rápida,
que puede requerir el cambio rápido entre tareas o la ejecución de forma automática de
alguna de ellas.
Se pueden así realizar dos actividades al mismo tiempo si una es automática y otra no, o si
implican áreas del cerebro que controlan funciones no relacionadas (debido al procesamiento
en paralelo propio del cerebro), esto permite distribuir los recursos atencionales en diferentes
tareas.
La atención al ser una función compleja conlleva la participación de diversas áreas cerebrales.
En el apartado anterior se ha hecho referencia a algunas áreas relacionadas con la atención y
que sustentan los diferentes componentes de los modelos atencionales.
Los lóbulos frontales tienen un papel preponderante en la función atencional, sobre todo en
los componentes anteriores de la atención, que tienen que ver con el control voluntario de la
atención. La atención se vuelve involuntaria o estímulo-dependiente, al perder los pacientes
la capacidad de ejercer el control voluntario. Las lesiones del lóbulo frontal causan
indefectiblemente déficit de atención.
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En cuanto a la participación de zonas posteriores del cerebro, el lóbulo parietal es importante
para la actualización y mantenimiento de la información relacionada con la percepción y el
espacio. Se podría hablar de dos redes atencionales, la red frontoparietal dorsal responsable de
la orientación espacial de la atención, y la red frontoparietal ventral responsable de la orientación
de la atención ante estímulos y tareas novedosas (Ríos-Lago, Periáñez y Rodríguez, 2008).
La lesión del lóbulo parietal inferior en asociación con la unión temporo parieto occipital del
hemisferio derecho es la responsable de la heminegligencia, alteración en la que el paciente
desatiende su hemicampo izquierdo. A veces, también se produce en lesiones de los ganglios
basales y del tálamo.
La explicación de por qué las lesiones derechas producen heminegligencia en mayor medida y de
mayor gravedad que las lesiones izquierdas se observa en la imagen anterior. En ausencia de la
corteza parietal izquierda, sigue existiendo una representación del campo visual derecho, que está
en la corteza parietal derecha, pero en ausencia de la corteza parietal derecha no hay ninguna
representación del campo visual izquierdo y el hemicampo es desatendido.
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5.4. Alteraciones de la atención
Así, puede afectarse la capacidad de alerta, que sería el componente más básico de la atención.
Cuando se afecta la alerta se afecta la capacidad del paciente para responder a la estimulación y
se afecta su nivel general de activación. Su alteración es un continuo y varía desde casos muy
severos como cuando los pacientes que se encuentran en coma, a casos de obnubilación,
somnolencia, estupor, desorientación, o confusión, etc. hasta el estado de vigilia o alerta normal.
La capacidad de alerta se afecta en lesiones profundas del cerebro que comprometen la
formación reticular.
Cuando se afecta la atención focalizada los pacientes no pueden centrar o enfocar la atención en
un estímulo. Esto ocurre en pacientes con estados alterados de conciencia que no tienen fijación
con la mirada ni seguimiento con la mirada de estímulos.
Cuando se afecta la atención selectiva, los pacientes se distraen con facilidad y tienen dificultad
en tareas que impliquen flexibilidad. La afectación de la atención alternante se manifiesta en
aquellos pacientes con dificultades para adaptar su conducta a las necesidades cambiantes del
entorno y muestran una conducta estereotipada o perseverativa. Cuando se afecta la atención
dividida, según el modelo de Sohlberg y Mateer, se altera la capacidad del paciente para realizar
actividades de forma simultánea. Las tareas que antes eran automáticas se muestran ahora
controladas y con gran demanda atencional, donde el paciente no es capaz de distribuir
adecuadamente sus recursos atencionales.
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Después de una lesión cerebral, los procesos atencionales básicos, como la atención focalizada
suelen recuperarse, mientras que los procesos atencionales complejos, como la vigilancia, la
velocidad de procesamiento, la atención selectiva, el control atencional o la atención alternante
suelen persistir.
Algunas funciones relacionadas con la atención también pueden verse alteradas. Estas son el
enlentecimiento en la velocidad de procesamiento y la heminegligencia. En cuanto a la primera,
es importante distinguir ante la dificultad de un paciente para realizar una tarea, cuándo estamos
ante una alteración de la función cognitiva atencional y cuándo se trata de una lentitud en la
ejecución de dicha tarea, ya que con frecuencia se suelen atribuir a un déficit atencional, fallos
que en realidad tienen que ver con una alteración en la velocidad de procesamiento.
La heminegligencia es una alteración muy frecuente y tiene una gran repercusión funcional, pues
dependiendo de la gravedad, los pacientes pueden chocar con los objetos que tienen a su
izquierda, no encuentran las cosas que están a su izquierda, no prestan atención a las personas
que están a su izquierda y no se giran hacia ellas, leen solo la mitad de las frases con lo que no
entienden lo que leen, comen la mitad del plato, se afeitan la mitad de la cara, o incluso pueden
llegar a negar que su miembro izquierdo les pertenezca. La heminegligencia cursa con anosognosia
para el déficit por lo que los pacientes no compensan el defecto de forma voluntaria.
La evaluación de la atención es compleja debido a la relación que guarda con otras funciones
cognitivas como las funciones ejecutivas o la memoria de trabajo. Además, la mayoría de las
pruebas neuropsicológicas para valorar la atención son multifactoriales, ya que es muy
complicado poder valorar la atención de forma pura. Siguiendo el modelo de Kinsella (1998),
los aspectos que deben evaluarse son:
El nivel de alerta se evalúa con la observación del paciente que determinará si este se
encuentra alerta o con tendencia al sueño, estuporoso, etc. Los pacientes en estado
vegetativo o en estado de mínima respuesta presentan un nivel de alerta nulo o reducido.
Existen escalas como la Escala de Coma de Glasgow o la Escala de Orientación y Amnesia de
Galveston que miden nivel de conciencia y estado confusional respectivamente.
Frecuentemente, se valora el grado de orientación del paciente con la escala de Galveston o
con preguntas sencillas sobre dónde se encuentra o qué día es hoy. Otro aspecto que se
puede valorar con la mera observación es la lentitud de procesamiento o la fatigabilidad.
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Para la evaluación del componente posterior se utilizan tareas de cancelación o tareas de
búsqueda visual, en las que el paciente tiene que localizar unos estímulos concretos de entre
una serie de estímulos distractores. Las tareas de cancelación valoran la atención sostenida y
selectiva (del modelo de Sohlberg y Mateer). Una prueba de cancelación muy utilizada es el
test de atención D2. El test Barcelona cuenta con una lámina de cancelación llamada atención
visuográfica. Un test computerizado para medir estos procesos es el Continous Perfomance
Test (CPT) donde salen en la pantalla letras una a una y el paciente debe pulsar la barra
espaciadora a todas ellas excepto a la letra «X». Es un test que dura un tiempo prolongado
por lo que hacia la mitad o final de la prueba los pacientes con déficit de atención incrementan
el número de errores.
Siguiendo a Tirapu et al. (2008), para valorar los diferentes componentes de la atención se
pueden utilizar los siguiente tests.
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Al tratarse de una función compleja, la atención se encuentra relacionada con otras que habrá
que tener en cuenta tanto en la evaluación como en la rehabilitación, como son el nivel de
conciencia, la orientación, la concentración, la velocidad de procesamiento de la
información, la memoria de trabajo o la motivación. Así mismo, está íntimamente
relacionada con las funciones ejecutivas, de tal forma que muchos autores las consideran de
forma conjunta.
• El estado de alerta.
• La fatigabilidad.
• La velocidad de procesamiento.
• La resistencia a la interferencia.
• La memoria de trabajo o memoria operativa.
• El control inhibitorio.
• La flexibilidad.
• La alternancia de respuesta.
• La heminegligencia.
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Siguiendo el modelo de los cuatro componentes (Ríos-Lago et al, 2004) habría de valorar el control
de la interferencia, la flexibilidad cognitiva, la memoria operativa y la velocidad de procesamiento.
Algunos test denominados de control mental se utilizan para valorar la atención de forma rápida,
como contar al revés, sustracciones en serie (contar hacia atrás de siete en siete), que son pruebas
relacionadas con la memoria operativa o de trabajo.
Para la valoración de la velocidad de procesamiento se pueden utilizar los subtest que componen
el índice velocidad de procesamiento de la escala de inteligencia de Wechsler (WAIS-IV). Estos
subtes son: clave de números y búsqueda de símbolos.
• La heminegligencia se explora pidiendo al sujeto que dibuje una casa, un reloj, que escriba
o que lea un párrafo, o bien, con un test de cancelación o búsqueda visual o con el test de
bisección de líneas.
La atención, al ser una función básica que subyace a todos los demás procesos cognitivos,
suele ser objeto de rehabilitación casi en cualquier programa de rehabilitación
neuropsicológica. Además, es una función que suele aparecer deteriorada con mucha
frecuencia tras daño cerebral sobrevenido. Los déficits de atención tienen una importante
repercusión en la vida del paciente, como, por ejemplo, en la conducción de vehículos; y por
último, los déficits de atención pueden influir en la recuperación de otras habilidades
cognitivas y funcionales.
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Siguiendo las diferentes aproximaciones a la rehabilitación, podremos centrarnos en estimular
o reentrenar la función atencional. Para ello, realizaremos ejercicios atencionales de forma
repetida enfocados a la rehabilitación de los distintos componentes (atención sostenida,
selectiva, alternante…). Los ejercicios que suelen realizarse son tareas de cancelación, de
búsqueda visual, percepción de diferencias, repetición de dígitos en orden directo o inverso,
etc., para trabajar la atención sostenida y la selectiva.
Para trabajar la inhibición y el control atencional se pueden realizar ejercicios de go-no go,
donde el paciente tiene que inhibir una respuesta, presentando alternativamente otra según
instrucciones. Por ejemplo «cuando yo de un golpe en la mesa usted debe de dar dos, y cuando
yo de dos, usted debe de dar uno». Para trabajar la atención alternante se utilizan tareas
donde el paciente tiene que ir uniendo alternativa y consecutivamente dos estímulos
diferentes, por ejemplo, unir letras y números, o números de distinto color. Para trabajar la
atención dividida se pedirá al paciente que realice actividades de forma simultánea, por
ejemplo, copiar una figura mientras nos dice nombres de ciudades. Deben ser dos tareas que
no compitan excesivamente entre ellas, como en este caso una tarea visual y otra verbal.
Como regla general se trabajan los componentes más simples de atención y a medida que el
paciente va mejorando se trabajarán los más complejos. Se realizan diferentes ejercicios en
cada sesión, con períodos de descanso y se va aumentando el nivel de complejidad. El
paciente irá recibiendo feedback de su ejecución y será reforzado cada vez que realice
correctamente los ejercicios. Se implicará a la familia informado de los logros conseguidos y
se le darán pautas de manejo y ejercicios que puede realizar en casa.
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En pacientes gravemente afectados se trabajará preferentemente con estrategias
compensatorias o intervenciones externas. Por ejemplo, se puede reducir la presión del
tiempo, modificar la estructura de la tarea, reducir las interrupciones, hacer listas de pasos
que hay que seguir, establecimiento de rutinas, reducir la sobrecarga atencional modificando
el entorno físico, utilizar sistemas de clasificación o etiquetado para mantener un entorno
ordenado y libre de distractores. Así, en pacientes en amnesia postraumática o en estados
confusionales modificaremos su entorno para que esté libre de distractores innecesarios e
indicaremos algunas normas para dirigirnos a los pacientes como dirigirse de uno en uno, y
con frases cortas y simples, o cuidar que no esté puesta la televisión cuando estamos
hablando al paciente. Se debe instruir a la familia para que en casa se sigan estas pautas.
Es importante que el paciente integre su lado afecto cuidando que tenga los dos brazos sobre la
mesa para que no olvide el brazo afecto. Como modificaciones del ambiente, se colocará todo en
el lado izquierdo del paciente, el vaso de agua en la mesa u orientaremos su habitación para que
reciba la estimulación del lado izquierdo, nos colocaremos a ese lado del paciente y le hablaremos
e interactuaremos con él desde el lado no atendido. Por último, existen lentes que corrigen
parcialmente el defecto desplazando la mirada del paciente hacia el lado que no atiende.
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En cuanto a la efectividad de la rehabilitación de la atención, aunque existen resultados
contradictorios donde encontramos autores que encuentran mejoría tras el entrenamiento y los
que no, en general, para valorar la efectividad de cualquier abordaje terapéutico se aconseja
utilizar medidas funcionales que nos permitan ver la ganancia funcional que obtienen los
pacientes, por ejemplo, si vuelven a conducir, a vivir de forma independiente o a retomar sus
actividades laborales.
Caso clínico
Planteamiento del caso
Heminegligencia
Varón de 28 años de edad. Dominancia manual: zurda. Soltero. Nivel de estudios: estudios
superiores (licenciado en Derecho). Ocupación: asesor jurídico.
El 6/12/11 sufrió accidente de tráfico (colisión de moto con una farola). Atendido inicialmente
por 061 con GCS 3/15. Se procede a intubación orotraqueal y se traslada a centro hospitalario.
La TAC cráneo inicial (06/12/11) muestra hematoma subdural parieto-temporo-occipital
derecho con importante desplazamiento de línea media debido al efecto masa. Se decide
intervención quirúrgica urgente realizándose craneotomía fronto-temporo-parietal derecha,
evacuación de gran hematoma subdural y lobectomía temporal derecha.
Evolución en UCI: se mantuvieron presiones intracraneales adecuadas TAC 21/12/11:
Hidrocefalia. Traqueostomía percutánea el 13/12/11. Alta de UCI el 29/12/11.
Evolución en planta de neurocirugía: evolución neurológica satisfactoria. El paciente está
despierto, colaborador, desorientado y sin focalidad motora. Retirada de traqueostomía. Alta
el 03/01/12
Evolución en planta de rehabilitación: se realiza videofluoroscopia. No alteraciones de eficacia
ni de la seguridad de la deglución. Se diagnostica fractura de clavícula izquierda. No
complicaciones. Ingresa en un servicio para tratamiento rehabilitador multidisciplinar el
23/02/12 en régimen de hospitalización.
Al ingreso consciente y desorientado en tiempo y espacio. Inquietud y agitación en relación a
fase de amnesia postraumática. No se objetiva alteración del lenguaje. Labilidad.
Bradispsiquia. Paresia facial izquierda. Heminegligencia izquierda. A nivel motor presenta
hemiparesia izquierda. Regular control de tronco en sedestación y bipedestación con
tendencia a la lateralización izquierda. Es capaz de bipedestar y dar unos pasos con asistencia
de una persona. Precisa silla de ruedas para traslados propulsada por otra persona. Doble
incontinencia (pañal) en contexto de APT.
Conclusiones
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(indiferencia, no espontaneidad) de intensidad moderada. Presenta alteraciones del sueño. El
paciente se encuentra en fase de amnesia postraumática (APT), confuso y desorientado.
Presenta alerta afectada con fatigabilidad, tendencia al sueño y bradipsiquia. Presenta
heminegligencia severa, apraxia y síndrome de utilización.
Valoración logopédica
A nivel psicolingüístico presenta un discurso espontáneo incoherente, con tendencia a la
ecolalia. No hay dificultad de acceso al léxico, ni en la estructuración gramatical. Obedece a
órdenes simples, aunque muy lentamente. Afectación en la escritura, estando la lectura
conservada.
Conclusiones de evolución
Valoración neuropsicológica
Colaborador y participativo. Enlentecimiento psicomotor, fatiga mixta. Alteraciones de la
personalidad (infantilismo, desinhibición, moria, apatía, falta de espontaneidad,
embotamiento afectivo, perseveración y rigidez de conducta). Diagnóstico compatible con
cambio de personalidad debido a TCE tipo combinado de intensidad moderada. Hipersonmina
diurna y apetito excesivo. Presenta conciencia parcial de sus déficits, puede reconocer algunos
físicos, pero niega o minimiza los cognitivos, la repercusión funcional de estos y presenta
expectativas de recuperación poco realistas. Orientado en todos los aspectos, déficit en
velocidad de procesamiento. Déficit de procesos atencionales complejos, heminegligencia
izquierda con gran repercusión funcional que afecta a la lectura y a la visopercepción y
visoconstrucción. Necesita acompañamiento de otra persona en la deambulación pues no
evita obstáculos en su lado izquierdo. Presenta amnesia anterógrada, apraxia y síndrome
disejecutivo.
Valoración logopédica
Discurso coherente y fluido, en ocasiones bradilálico. Afectación lecto-escritora por
heminegligencia.
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Al margen de la rehabilitación de las funciones cognitivas, se lleva a cabo un protocolo de
tratamiento multidisciplinar para la rehabilitación de la heminegligencia desde todas las áreas
(Neuropsicología, Fisioterapia y Terapia Ocupacional).
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Valoración neuropsicológica
Paciente orientado en todos los aspectos. Persiste bradipsiquia con tiempos de reacción
alterados y déficit en la velocidad de procesamiento. Persiste heminegligencia izquierda,
aunque el paciente es cada vez más consciente de este déficit y en ocasiones logra
compensarlo, tiene aún gran repercusión funcional sobre otras funciones cognitivas como la
lectura o las habilidades visoespaciales, así como en las actividades de la vida diaria. Los
procesos atencionales complejos han mejorado, sobre todo la atención sostenida y la
vigilancia. Ha desaparecido la amnesia anterógrada, estando su capacidad mnésica verbal
normalizada. La memoria visual continúa alterada muy influenciada por sus déficit perceptivos
y visoespaciales y su heminegligencia. Persisten déficits perceptivos y visoespaciales, así como
apraxia constructiva, estando las praxias ideomotoras e ideatorias conservadas. Aunque han
mejorado las funciones ejecutivas, persiste aún déficit severo en ellas, con alteración en la
capacidad de razonamiento, toma de decisiones, resolución de problemas, organización y
planificación, no siendo capaz de seguir planes establecidos. En definitiva, a pesar de que han
mejorado todas sus funciones cognitivas, aún persisten severos déficit sobre todo
atencionales y ejecutivos con gran enlentecimiento de la velocidad del procesamiento.
A pesar de que el paciente mostró mejoría de la heminegligencia esta nunca ha llegado a estar
recuperada por completo. TEST DE LAS CARAS
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TEMA 6.- Neuropsicología de la memoria
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La memoria se divide en: memoria a corto plazo (MCP) y memoria a largo plazo (MLP).
• El bucle fonológico.
• La agenda visuoespacial.
• El búfer episódico.
• El ejecutivo central.
El bucle fonológico es un almacén de información verbal e interviene en todas las tareas que
guardan relación con el lenguaje. La agenda visuoespacial es análoga al bucle fonológico,
pero sirve para manejar información visual. El búfer episódico combina la información verbal
y visual con la información de la memoria a largo plazo. Los componentes anteriores estarían
controlados por el ejecutivo central. Este componente sería equivalente al sistema atencional
superior (SAS) del modelo atencional de Shallice y es el centro responsable de la planificación,
organización, toma de decisiones y ejecución de tareas. Baddeley, en sus últimas
reformulaciones del concepto, señala que la memoria de trabajo no es un sistema de
memoria, sino atencional que trabaja con contenidos de la memoria.
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La memoria a largo plazo (MLP), también denominada memoria secundaria, es la capacidad
de retener la información durante períodos prolongados o incluso de forma permanente. La
MLP se divide en memoria declarativa o explícita y memoria no declarativa o implícita. Esta
distinción hace referencia al modo de recuperar la información. La memoria explícita es la
recuperación consciente e intencional de experiencias previas. La memoria implícita hace
referencia a la recuperación inconsciente y no intencional.
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memoria que se ve frecuentemente afectada tras daño cerebral debido a las exigencias
espaciales y temporales para evocar de forma correcta el hecho o acontecimiento. A veces, se
utiliza el término memoria autobiográfica para la memoria episódica que hace referencia
exclusivamente a los hechos de la biografía de una persona.
La memoria prospectiva es una forma de memoria episódica orientada al futuro. Sirve para
recordar hechos que tienen que realizarse en el futuro, como acudir a una cita médica o
felicitar a un amigo por su cumpleaños. Este tipo de memoria se encuentra frecuentemente
alterada en personas con problemas ejecutivos, ya que implica procesos como la organización
o la planificación. De forma contraria, la memoria retrospectiva sería una memoria episódica
orientada al pasado.
La memoria semántica se refiere a los conocimientos generales como cuáles son las capitales
de Europa. Esta memoria, está libre de contexto y referencia espaciotemporal.
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En el siguiente esquema se presenta un resumen gráfico de los diferentes tipos de memoria a
largo plazo que se acaban de exponer.
La memoria está sustentada por una red compleja que integra diferentes estructuras y áreas
cerebrales. Entre ellas, cobra especial relevancia el papel de los lóbulos temporales y del
hipocampo por su importante papel en el aprendizaje.
El circuito de Papez, situado en la zona medial de los lóbulos temporales, está formado por
una red en la que participan estructuras diencefálicas, límbicas y corticales como son: el
hipocampo, fórnix, cuerpos mamilares, amígdala, tálamo, circunvolución cingular y dentada.
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Las lesiones del circuito de Papez producen amnesia y trastornos de memoria relacionados
con la formación de nuevas memorias, preservando los recuerdos antiguos independientes
del circuito de Papez.
Los ganglios basales y el cerebelo están relacionados con aprendizajes motores, memoria
implícita y memoria procedimental.
El lóbulo parietal está implicado en la memoria inmediata o a corto plazo. Los lóbulos
frontales, responsables de las funciones ejecutivas, se encuentran muy relacionados con la
memoria y operan con contenidos de esta. La corteza prefrontal es fundamental para la
estructuración temporal de la información y está relacionada con la memoria operativa, la
memoria prospectiva y la metamemoria o la sensación de saber. El lóbulo frontal está
especialmente implicado en los procesos de evocación o recuperación de la información.
Existe una especialización hemisférica de la memoria, donde el hemisferio izquierdo está más
relacionado con información verbal y el hemisferio derecho con información visual.
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Recientes investigaciones afirman que la memoria está distribuida en una red que ocuparía
toda la corteza cerebral, así cualquier episodio se compone de multitud de componentes que
están ubicados no en un lugar concreto del cerebro, sino distribuidos por toda la red. Algunos
autores postulan que no hay realmente una diferenciación entre memoria a corto y a largo
plazo, sino que son estados diferentes de una misma red y no lugares diferentes de
almacenamiento. En este sentido, se hace una distinción entre memoria activa y pasiva, de
tal forma que la MCP opera con los contenidos de la MLP, es decir hace activas unas memorias
mientras que las que no se utilizan en ese momento permanecen inactivas.
Como se ha descrito en el apartado anterior, las principales estructuras relacionadas con los
síndromes amnésicos son el diencéfalo y la zona medial de lóbulo temporal.
Una clasificación muy común en la práctica clínica es la que divide a la amnesia en: amnesia
anterógrada o amnesia de fijación y amnesia retrógrada. La amnesia anterógrada es la
dificultad para establecer nuevos aprendizajes. El paciente parece olvidar al mismo ritmo que
suceden los acontecimientos. Los pacientes amnésicos muestran grandes dificultades para
aprender nueva información y recuperarla de forma explícita, tanto en recuerdo libre como
facilitado o en tareas de reconocimiento. Olvidan con rapidez lo que hicieron tan solo un
momento antes. Ante evocación demorada pierden toda la información. Rinden de forma
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normal, sin embargo, en tareas de recuerdo no consciente. El tipo de información más
drásticamente afectada en la amnesia es la memoria declarativa o explícita, es decir, aquellos
aprendizajes que requieren una recuperación consciente. Este tipo de amnesia es el más
común en el daño cerebral.
Probablemente HM, un paciente que a causa de una intervención quirúrgica en 1953 sufrió
una severa amnesia, sea el caso más famoso sobre las amnesias. Su estudio por parte de la
neuropsicóloga Brenda Milner mostró que una grave amnesia puede coexistir con la
indemnidad de otras funciones cognitivas, distinguió entre una memoria a corto plazo
(inmediata) preservada y la imposibilidad para aprender nueva información y recordarla
posteriormente, y que respondía a una lesión circunscrita a una parte concreta del cerebro,
ambos hipocampos, en el lóbulo temporal medial.
• Inteligencia preservada.
• Amnesia anterógrada o incapacidad para formar nuevas memorias.
• No presencia de amnesia retrógrada.
• Memoria sensorial, inmediata o a corto plazo preservadas.
• Memoria explícita afectada.
• Memoria implícita conservada.
• amnesia anterógrada.
• amnesia retrógrada.
• Desorientación.
• Fabulación.
• falsos reconocimientos.
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• Anosognosia.
• Alucinaciones.
• Apatía.
En la Corea de Huntington, caracterizada por una degeneración del estriado, los pacientes
tienen dificultad en aprender nuevos programas motores.
El daño frontal, a diferencia del diendefálico, no provoca amnesia, los pacientes fallan en la
búsqueda y selección de la información relevante para cada situación. Se produce una
alteración de los procesos de control y monitorización de la memoria, tanto en el momento
de registro como de recuperación. La capacidad de aprendizaje está preservada y fallan en
tareas de recuerdo libre pero no de reconocimiento. Las tareas de recuerdo a diferencia de
las de reconocimiento, requieren la capacidad de organizar y recuperar la información sin
contar con apenas ninguna clave externa que guíe la búsqueda. No generan estrategias para
organizar la información. Presentan también dificultades para recuperar la información
contextual que rodea a un hecho, presentan alteraciones en memoria prospectiva y de
metamemoria, es decir, del conocimiento y conciencia que tienen sobre el funcionamiento de
su propia memoria. Presentan también afectación de la memoria operativa.
En relación a la habilidad para la verificación del material recordado, se contemplan dos tipos
de fenómenos: el falso reconocimiento y la fabulación o información falsa. Los pacientes con
lesiones frontales suelen exhibir ambos fenómenos. El sujeto fabulador no tiene intención de
mentir y no se percata de la falsedad de la información. Existen dos tipos, la fabulación
espontánea donde el paciente sin motivo aparente puede narrar un hecho fantástico
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generado por él que en realidad no ha ocurrido, a veces este hecho está relacionado con que
los pacientes mezclan a menudo eventos que han ocurrido de diferentes momentos o
contextos, mientras que en la fabulación provocada el paciente ante sus problemas de
memoria rellena el «hueco» con información falsa. La fabulación se relaciona como un
problema de recuperación donde falla la búsqueda estratégica de la información.
De esta forma, para valorar estos procesos se deben utilizar test y pruebas de memoria que
incluyan la valoración tanto del recuerdo libre como del facilitado y del reconocimiento como
el test de aprendizaje verbal españa complutense (TAVEC) o los subtest de memoria verbal y
visual de la escala de memoria de Wechsler (WMS). Otra prueba que permite valorar la
afectación diferencial de los distintos procesos de memoria es el test de Buschke donde el
paciente debe aprender cuatro set de cuatro palabras mediante una fase de aprendizaje
donde se le dan a aprender las claves que debe asociar al recuerdo, una fase de recuerdo libre
inmediato y demorado, donde se darán las claves asociativas a las palabras que no ha
recordado (recuerdo facilitado), lo que permitirá ver si el fallo está en el proceso de
recuperación o en la consolidación de la información. Los pacientes con fallos en consolidación
no mejoran con claves, los pacientes que sí lo hacen pueden registrar y consolidar, pero no
recuperar. El test de los siete minutos tiene una versión parecida pero los estímulos son
objetos visuales en vez de palabras.
Por tanto, en la evaluación de la memoria hay que distinguir la evaluación de los procesos de
la evaluación del contenido de la memoria o tipo de memoria afectada. Ya se ha hablado de
la evaluación de los procesos y, a continuación, se tratará la evaluación de los diferentes tipos
de memoria.
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Para valorar la memoria de trabajo o la capacidad del paciente para manipular información
se utiliza el subtest letras y números que se encuentra tanto en la escala de inteligencia como
el en la de memoria, ambas de Wechsler.
Para valorar la amnesia anterógrada existen diversas pruebas que consisten en hacer que el
paciente memorice una serie de ítems que luego debe evocar de forma inmediata y diferida.
Debemos valorar la memoria en sus dos modalidades sensoriales, la memoria verbal y la
memoria visual. Ello ayudará a diseñar un plan de intervención y actividades encaminadas a
restaurar la modalidad mnésica más afectada (visual o verbal) o al uso de estrategias
compensatorias que potencien el uso de la memoria menos afectada.
Entre los tests más utilizados se encuentra La figura compleja de Rey o el test de retención
visual de Benton que exploran memoria visual. Para información verbal se utiliza el test de
aprendizaje verbal españa complutense (TAVEC) que consiste en la memorización de una lista
de palabras que pertenecen a unas categorías concretas, lo que ofrece la oportunidad al
paciente de organizar la información de tal forma que favorezca su codificación y
almacenamiento.
Para una valoración de todos los aspectos mnésicos se suele utilizar al Escala de memoria de
Wechsler. Contiene varios subtest que valoran información, orientación, control mental,
memoria lógica, dígitos, dibujos, listas de palabras, etc. Valora el recuerdo inmediato,
diferido y el reconocimiento tanto en la memoria verbal como en la visual.
Para la valoración de la memoria procedimental se puede pedir al paciente que haga dibujos
en espejo, seguir un recorrido o laberinto con los ojos cerrados que previamente ha sido
dibujado o administrar la Torre de Hanoi.
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6.6. Rehabilitación de la memoria
Los programas de rehabilitación de la memoria intentan reeducar las funciones de la memoria
perdidas o deficientes o enseñar a los pacientes estrategias para manejarlas. Como ya se ha
expuesto, la memoria comporta tres procesos diferentes: el registro, el almacenamiento y la
recuperación de la información.
Existen unas reglas llamadas mnemotécnicas, que se explican más adelante y que ayudan a la
codificación, como por ejemplo usar la relación o la asociación, como asociar algo nuevo a
algo conocido.
El aprendizaje es mejor cuando el individuo no es un simple receptor pasivo sino cuando recibe
la información desde diversas modalidades sensoriales, con actividades complementarias y
puede manipular y participar con el material que debe aprender.
Es muy importante evitar el ensayo y error, porque para poder beneficiarse de los errores, la
persona debe ser capaz de recordarlos, por el contrario, se debe utilizar el aprendizaje sin
error, que se basa en que no se deben hacer preguntas a una persona con déficit de memoria
en cuyas respuestas pueda dar respuestas erróneas que competirán con la correcta, ya que
las respuestas incorrectas pueden reforzar el error.
Para recuperar la información a veces se puede recurrir a dar algunas claves, pues así se les
facilita el recuerdo.
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En general las técnicas que se utilizan para la rehabilitación de la memoria pueden englobarse
en:
• Adaptaciones del entorno y ayudas externas.
• Estrategias mnemotécnicas.
• Utilización de los sistemas de memoria preservados.
En personas con grave afectación de memoria se pueden paliar o reducir sus déficits con
modificaciones en el entorno que reduzcan las demandas mnésicas. Una técnica es el
etiquetado en armarios o cajones, otra colocar mensajes de cosas a recordar en lugares
estratégicos y visibles o el uso de calendarios o listas. Es importante que el ambiente esté muy
bien estructurado y organizado para evitar caos y confusión.
Un método ampliamente utilizado son las ayudas externas como alarmas convencionales o
los teléfonos móviles que pueden avisar de algo importante con mensajes de voz,
temporizadores, agendas, grabadoras, etc. La limitación de estos métodos es que a veces es
difícil para los pacientes aprender a manejarlos.
En este tipo de pacientes también pueden ayudar los sistemas de memoria que no están
afectados. Cabe recordar que la memoria implícita suele están indemne en pacientes con
daño cerebral por lo que se puede hacerles aprender secuencias de rutinas encadenadas que
poco a poco irán automatizando.
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Caso clínico
Planteamiento del caso
Síndrome amnésico
Antecedentes
Paciente mujer de 22 años sin antecedentes médicos de interés, que el día 3 de enero de 2013
presenta cuadro brusco de cefaleas, vómitos y descenso del nivel de consciencia. El 4 de enero
de 2013 ingresa en el hospital con un GCS de 7 puntos. La TAC mostró un hematoma frontal
basal izquierdo de unos 20cc abierto a ventrículos (GRAEB: 9) que provocaba moderada
hidrocefalia. Se realiza AngioTAC que muestra un aneurisma en la arteria comunicante
anterior. El 5 de enero de 2013 aparecen trastornos pupilares y aumento de la hidrocefalia
por lo que se coloca drenaje ventricular externo. El 7 de enero de 2013 se detecta
vasoespasmo de ambas ACMs, siendo más acusado en la izquierda. El 8 de enero de 2013 se
procede a la embolización del aneurisma.
Una vez dada el alta hospitalaria, la paciente recibió tratamiento de forma ambulatoria en
fisioterapia, terapia ocupacional y logopedia en el hospital Posteriormente, la paciente ha
iniciado numerosos tratamientos y ha consultado a diversos especialistas.
En la actualidad, tres años después, realiza tratamiento en rehabilitación física, y
neuropsicológica de forma ambulatoria; en casa recibe, además, apoyo con una profesora
particular.
Su tratamiento farmacológico actualmente consiste en: C-rebral, Somazina y Prometax.
La paciente acudió a nuestra consulta por primera vez el 15 de julio de 2015, acompañada de
su padre, para valorar posibilidad de tratamiento y recuperación de las alteraciones
secundarias al daño cerebral sufrido. Presentaba buen aspecto general, consciente,
colaboradora, caminando de forma independiente con marcha hemiparética, comunicándose
de forma oral con taquilalia, repitiendo a menudo las frases, haciendo uso de frecuentes
«coletillas», y presentando estereotipias conductuales. Su familia refirió que a pesar de que
la evolución había sido muy favorable, aún persistían en la paciente alteraciones en las
funciones cognitivas y conductuales (desorientación, dificultades de atención, déficit de
memoria, alteraciones en la lectura, apatía, falta de espontaneidad, irritabilidad, obsesiones
y compulsiones) e importantes limitaciones funcionales debido a sus déficits físicos y sobre
todo neuropsicológicos.
Se realizó una evaluación neuropsicológica completa cuyas conclusiones son:
Paciente que tras TCV hemorrágico presenta alteraciones físicas (hemiparesia), y cognitivas y
comportamentales. Cognitivamente presenta desorientación temporoespacial y personal;
déficits atencionales, tanto en atención sostenida, con dificultad para mantener la
concentración y controlar la distracción, como en atención selectiva, así como tiempos de
reacción enlentecidos; trastornos mnésicos generalizados y muy severos en todas las
modalidades estimulares, consistentes amnesia anterógrada y retrógrada. Afectación de la
memoria a corto plazo y de la memoria de trabajo, la paciente pregunta reiterativamente las
mismas cuestiones unos instantes después de haberlo respondido, sin capacidad para fijar
nuevos recuerdos. Por lo tanto, presenta afectación tanto en memoria inmediata como
demorada. En cuanto a la memoria a largo plazo presenta afectación de la memoria
declarativa (explícita) que afecta a la memoria episódica y semántica (recuerdos y
conocimientos). Conserva la memoria no declarativa (implícita). En cuanto a los procesos,
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presenta afectación de todos ellos, tanto de registro/codificación,
almacenamiento/consolidación y recuperación/evocación, no beneficiándose de claves. Sus
capacidades de razonamiento y juicio están gravemente alteradas, presentando severos
déficits en las funciones ejecutivas, compatibles con el síndrome dorsolateral y orbitofrontal
que caracterizan el cuadro clínico que presenta la paciente. Presenta además déficit de
lenguaje y comunicación, discalculia, severo déficit en las habilidades visuoespaciales, apraxia
ideomotora y constructiva y anosognosia. Se observan además importantes cambios y
trastornos de comportamiento. Todas estas alteraciones imposibilitan su autonomía y limitan
su independencia, siendo en la actualidad la paciente dependiente para las actividades
instrumentales y avanzadas de la vida diaria, principalmente debido a sus déficits cognitivos y
conductuales.
El caso presentado al inicio del tema corresponde con una amnesia hipocámpica donde la
paciente presenta una amnesia anterógrada que le impide formar nuevas memorias. La causa
de esta afectación responde a una lesión de los lóbulos temporales mediales, donde se
encuentran ambos hipocampos que debido al vasoespasmo de ambas arterias cerebrales
medias (reducción del flujo sanguíneo) ha necrosado con toda probabilidad las áreas que
irrigan estas arterias (lóbulos temporales principalmente), siendo los hipocampos muy
sensibles a falta de riego sanguíneo y su afectación bilateral hace imposible a la paciente la
consolidación de la información que recibe, afectando a las modalidades verbales (hipocampo
izquierdo) como visuales (hipocampo derecho).
Repasando las manifestaciones clínicas de la amnesia hipocámpica:
• Inteligencia preservada.
• Amnesia anterógrada o incapacidad para formar nuevas memorias.
• No presencia de amnesia retrógrada.
• Memoria sensorial, inmediata o a corto plazo preservadas.
• Memoria explícita afectada.
• Memoria implícita conservada.
Encontramos que la inteligencia no puede ser valorada con test habituales pues la paciente
mostraría puntuaciones bajas por sus déficits cognitivos, presenta amnesia anterógrada,
aunque también retrógrada pero en menor medida. La paciente presenta afectación de la
memoria inmediata, lo que da una idea de la destrucción global de los hipocampos y de la
extensión de la lesión a todas las áreas irrigadas por la ACM (lóbulos temporales, parietales y
frontales) que irriga el 80 % del cerebro. La paciente no puede retener información más allá
de unos segundos. Presenta afectación de la memoria explícita que afecta a recuerdos y
conocimientos conservando la implícita (hábitos aprendidos).
Debido a la severidad de la lesión, a la afectación tan grave de la memoria, a la concurrencia
de otras alteraciones cognitivas y al tiempo transcurrido desde la lesión (tres años), el
abordaje que se plantea sería la compensación de sus déficits con elementos externos y la
modificación del entorno, así como el uso de la memoria implícita conservada.
En este sentido se plantea:
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• Aprendizaje sin error.
• Simplificación de la demanda atencional y mnésica.
• Modificación del entorno, lugares organizados y bien distribuidos en casa.
• Letreros y recordatorios, guías visibles para la realización de secuencias de actividades.
• Rutinas bien establecidas.
• Uso de calendario y agenda.
• Libro de memoria con información autobiográfica relevante.
• Aprendizaje procedimental de actividades con guías de apoyo.
• información
• pautas de manejo
• apoyo (especialmente con la madre que no acepta lo ocurrido y no desea implicarse
en el tratamiento, por lo que habrá que respetar los tiempos con ella).
Es muy importante proponer objetivos muy a corto plazo sin crear expectativas y que sean
alcanzables y funcionales para dotar a la paciente de una mayor independencia dentro de sus
limitaciones.
El objetivo principal será que la paciente gane el nivel atencional y mnésico mínimo que le
permita estar orientada enseñándole uso de elementos externos, como reloj, calendario y
agenda.
Se instruirá a la familia en el aprendizaje sin error y a realizar las adaptaciones en casa, así
como el manejo del libro de memoria y las rutinas establecidas.
Realizará sesiones semanales de dos días por semana de estimulación cognitiva y de reuniones
con la familia quincenales. Complementará con sesiones de fisioterapia, logopedia y terapia
ocupacional.
A continuación, se presentan recomendaciones para casa:
• No enfadarnos con ella cuando no hace las cosas que esperamos que haga.
• No culpabilizarla por su actitud, intentar comprender que forma parte del daño
cerebral.
• No esperar que tenga iniciativa para realizar o proponer actividades y que esta
iniciativa aparezca espontáneamente, hay que tener preparadas actividades
estructuradas y amenas ya que esto ayudará a vencer la apatía.
• No insistir ante actividades que ella no puede hacer o hace mal en repetidas ocasiones,
lo único que conseguiremos es estresarla y enfadarla. En esas ocasiones es mejor
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cambiar de asunto hacia otra tarea más relajada o entretenida y darle nuestra ayuda
para que luego la realice.
• Hay que ser muy conscientes de lo puede hacer, e ir adaptando las actividades a su
capacidad real, para ir aumentando paulatinamente el grado de dificultad de las
mismas en función de cómo vaya evolucionando.
• Dar siempre valoraciones positivas y animarla a que cada vez puede hacer más cosas
sola y que va mejorando poquito a poco. Es muy importante ser positivos, reconocer
en familia los pequeños avances que se producen mes a mes.
• Ejercicios para casa: potenciar la ciudad en la que está, el barrio, la calle, el año, el mes, el
día de la semana en el que nos encontramos y su edad.
Orientación espacial: • Despertarla diciéndole donde está, recordárselo a lo largo de todo el
día y ante cualquier salida al exterior.
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• Cada vez que se vaya a otra ciudad decirle claramente donde se va y repetirlo varias veces.
• Una vez allí darle pistas haciendo comentarios de donde está, por ejemplo: «que bien que
estamos en Huelva así podemos ir a la playa».
• Mediante comentarios sobre el barrio, la calle donde vivís o donde veraneáis, se puede
ayudar a orientarla.
• Tachar cada día en un almanaque con ella. Decirle el día de la semana que es, el mes, la
estación y el año. Recordárselo varias veces a lo largo del día.
• Rellenar las hojas del calendario con fiestas específicas cada mes, del lugar donde vivís y
añadir las fiestas personales o de la familia como los cumpleaños, santos, etc.
• Adaptar el cuarto, poner una pizarra o corcho y poner fotos e instrucciones útiles (la fecha
de cada día, «si me levanto de madrugada he de volver a la cama»).
• Que lleve siempre su reloj, asegurándonos de que marca la hora y la fecha correctas.
• Uso de la agenda. El uso de agenda es una ayuda que favorece y refuerza la orientación y la
memoria, pero solo su uso sistemático (todos los días) hace que este método funcione. La
agenda debe ser escrita por otra persona, con letra clara y delante de ella, explicándole lo que
hacemos en cada momento. La agenda debe tener una señal que identifique claramente el
día por el que se va. El objetivo a corto plazo es que con su uso se haga un repaso del día, mes
y año, así como información de las actividades más relevantes que se han hecho durante el
día (dándole mucho énfasis a cualquier actividad que implique emocionalidad, destacando si
lo ha pasado bien, etc.), lo que se ha comido, etc. En determinadas ocasiones durante el día
se puede pedir que mire el día que es en la agenda y lo que ha comido, hecho, etc...
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• Es muy importante que tenga un horario muy estructurado, organizado y con horarios fijos
(a las 9.00: el desayuno, 14.30: la comida, 21.00: la cena). Eso la ayudará a orientarse.
• Al final del día debe leer lo que se ha escrito en la agenda sobre todo lo que han hecho en
ese mismo día, con otra persona, recordándole, donde se encuentran, el día de la semana que
es, el mes y el año.
• Conversar a menudo sobre aspectos relacionados con el tiempo (si hace calor, las vacaciones
y relacionarlo con el momento temporal que se está viviendo, «hace mucho calor, porque
estamos en pleno verano, en el mes de julio»).
• Atención
• Animarla a que vea una serie o un programa de televisión corto que a ella le guste, y que
permanezca atenta.
• Llamar su atención cuando presente la conducta de mirar al techo, pero no para regañarle
sino para centrarla y comentarle cualquier cosa.
• Involucrarla en tareas de casa como cocinar y que ayude a preparar alimentos, a ver los que
faltan, etc.
memoria y aprendizaje
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• No dar órdenes muy largas, puesto que no es capaz de retener mucha información.
• Dividir las tareas complejas en varios pasos sencillos.
• Ser directivos a la hora de dividir las actividades en pasos, indicándole lo que debe hacer en
cada momento de la actividad si ella no lo sabe.
• Ser explicativos, no darle las órdenes sin más (ejemplo: «vamos a cenar porque son las 10
de la noche y es la hora de cenar, ¿no tienes hambre?»).
• Trabajar con fotos familiares y datos autobiográficos, recordarle viajes, acontecimientos
familiares etc.
• Recordar que no es bueno ni recomendable sobreestimular. No se le deben dar muchas
órdenes a la vez, ni pretender que mantenga la atención durante un período de tiempo
demasiado largo. Puede hacer muchas más cosas de las que pensamos, si se le dan de forma
estructurada, se la anima continuamente y se le dan pequeñas claves cuando se encuentre
bloqueada.
• Trabajar con conocimientos generales que ella tuviera adquiridos y conversar con ella sobre
estos hechos.
• Cuadernillos de grafomotricidad.
• Repasar figuras.
• Realizar copias.
• Realizar dictados.
• Orientación
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Tema 7.- Neuropsicología del lenguaje
El lenguaje es una de las funciones cognitivas más importantes. Es la herramienta que hace
posible la comunicación social y se sabe que las habilidades comunicativas son
indispensables para desenvolverse en el mundo y para relacionarse con los demás de forma
satisfactoria. Pero, además, el lenguaje es el vehículo del pensamiento y posibilita la
conciencia. A través del lenguaje se construye y se comprende el mundo que nos rodea, dirige
las acciones y permite imaginar, pensar, planificar, etc.
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Respecto al contenido del lenguaje la semántica se refiere a la capacidad de otorgar un
significado al conjunto de símbolos con los que opera el lenguaje. Finalmente, la pragmática
se refiere al uso del lenguaje y cómo varía en función de determinados contextos. Es preciso
dominar todos los componentes para que el lenguaje sea competente. Es decir, el lenguaje
requiere la interacción de una serie de habilidades lingüísticas, cognitivas y conductuales.
En el siguiente esquema se resumen los diferentes componentes del lenguaje.
En este tema se tomará al lenguaje como una función cognitiva dentro del espectro más
amplio de la comunicación. Para que se lleve a cabo la función comunicativa es necesario que
la persona cuente con habilidades fonéticas (capacidades relacionadas con el habla),
lingüísticas (capacidades relacionadas con el lenguaje) y habilidades relacionadas con la teoría
de la mente que le permite la adaptación de su lenguaje a las diferentes situaciones, contextos
o interlocutores. El esquema que aparece a continuación también guiará la clasificación de los
trastornos que se tratarán en el apartado 7.4. y que se dividen en trastornos del habla y del
lenguaje (afasias). Los diferentes usos del lenguaje corresponden a la pragmática del lenguaje
como se ha visto anteriormente.
La audición es el sentido más importante ligado al lenguaje oral. Por otro lado, una adecuada
respiración es fundamental para que haya una correcta coordinación entre la respiración y la
fonación. El aire exhalado por los pulmones hace vibrar las cuerdas vocales que están en la
laringe. La velocidad de la oscilación de las cuerdas determina el tono, y el aparato vocal filtra
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los sonidos y los modifica mediante los movimientos de los órganos articulatorios (lengua,
labios, paladar, etc.).
El lenguaje es una de las funciones cuya localización anatómica cerebral es conocida desde el
siglo XIX con los trabajos de Bouillaud, Broca y Wernicke entre otros.
Dentro de las estructuras corticales se pueden distinguir dos áreas principales reguladoras del
lenguaje: el área expresiva situada en el polo anterior del cerebro y el área receptiva situada
en el polo posterior (Portellano, 2005). El polo anterior es el responsable de los actos motores
del habla (articulación), de la escritura, de la gramática, así como la capacidad de iniciativa de
la actividad lingüística. Está compuesto por la corteza prefrontal, el área de Broca (áreas 44 y
45 de Broadman), que se encarga de la coordinación motora del habla y la escritura; y la
corteza motora primaria.
El polo posterior o área receptiva, incluye los lóbulos parietales, temporales y occipitales y se
encarga de la comprensión del lenguaje, siendo el responsable de la decodificación fonémica.
Estructuras como el área de Wernicke (área 22 de Broadman), la circunvolución de Helsch o
corteza auditiva primaria, la corteza visual primaria y la corteza visual asociativa, la
circunvolución marginal y la circunvolución angular se ocupan de la compresión tanto verbal
oral como de la lectura.
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En el lenguaje oral la recepción de la información se envía por la vía auditiva a la corteza
auditiva primaria o circunvolución de Heschl y desde ahí al área de Wernicke donde se produce
la comprensión. Posteriormente, pasa al área de Broca a través del fascículo arqueado. En
caso de enviar un mensaje, las instrucciones para el habla se envían al área motora. En la
lectura la información va desde las vías visuales a la circunvolución angular y de ahí a las áreas
de Wernicke y de Broca. Este modelo de funcionamiento del lenguaje se conoce como el
modelo de Wernicke-Geschwind, debido a que fue inicialmente propuesto por Wernicke y
continua vigente hoy en día actualizado por Geschwind.
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Respecto a los componentes subcorticales, las estructuras implicadas en el lenguaje
comprenden la sustancia blanca, como el cuerpo calloso que conecta ambos hemisferios o el
fascículo arqueado que conecta el centro receptivo del lenguaje con el expresivo. Algunos
núcleos talámicos, especialmente el núcleo pulvinar, coordinan la actividad de las zonas
corticales del habla. Los ganglios basales están implicados en la coordinación de secuencias
motoras, al igual que el cerebelo responsable de la coordinación motora del habla y de la
escritura.
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La disartria es un trastorno de la articulación del habla causada por una lesión cerebral. Su
origen puede ser vascular, traumático, tumoral, infeccioso, etc. En la disartria se produce una
alteración en el control muscular de los mecanismos del habla. Comprende disfunciones
motoras de la respiración, fonación, resonancia, articulación y prosodia. En general se
caracteriza por una voz forzada, distónica, de articulación defectuosa y ritmo lento. El caso
más grave de disartria sería la anartria o incapacidad de pronunciar ningún fonema. La
disartria se distingue de la apraxia del habla (trastorno de la programación articulatoria) en
que en la primera los síntomas son regulares y no se produce disociación automática-
voluntaria (Martinell, 2011).
La disartria fláccida o parálisis bulbar está causada por lesiones de la neurona inferior que
producen la parálisis del músculo elevador del paladar, donde la respiración es jadeante con
sonido al aspirar, la voz es nasalizada, con volumen bajo, se acompaña de intensa fatigabilidad
en el habla y trastornos de la deglución. La disartria espástica o pseudobulbar, está causada
por lesiones de la neurona superior, localizada en la corteza motora del cerebro, y produce un
aumento del tono de la musculatura laríngea que incrementa la resistencia al flujo del aire. Se
caracteriza por lentitud en el habla, emisión de frases cortas, voz ronca, de tono bajo y
monótono. La disartria atáxica o síndrome cerebeloso, se produce tras una lesión en el
cerebelo. El habla es escandida, con lentitud articulatoria, hipotonía, disfunción faríngea, voz
áspera y monótona (Portellano, 2005).
La disfemia, más conocida como tartamudez, es un trastorno de la fluidez del habla que se
caracteriza por bloqueos o repeticiones acompañado de tensión y espasmos musculares.
Tónica.
Clónica.
Mixta.
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La disfonía es la alteración de la voz en cualquiera de sus cualidades (intensidad, tono y
timbre) como consecuencia de lesiones orgánicas o funcionales de los órganos fonatorios.
Puede ser hipotónica o hipertónica.
Los trastornos del lenguaje causados por daño cerebral se denominan afasias. Se
caracterizan por la presencia en grado variable de alteraciones en la comprensión, expresión,
denominación, fluidez, y repetición, acompañados de alteraciones de la
lectura, escritura y el cálculo (Portellano, 2005). La causa más frecuente de afasia son los
trastornos cerebrovasculares.
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La afasia de Wernicke, también denominada afasia sensorial o afasia receptiva, se caracteriza
por un habla fluida, incluso excesiva (verborrea), con parafasias, y neologismos. La prosodia
y articulación son adecuadas. A pesar del habla fluida, no se puede comprender lo que el
paciente quiere expresar ya que exhibe una jerga difícil de entender y a veces completamente
incomprensible. La comprensión del lenguaje está severamente alterada. La repetición, la
denominación, la lectura y la escritura también están alteradas.
Según la severidad y extensión de la lesión se presenta una afasia de Broca tipo I (lesión en el
área de Broca) más leve, o una afasia de Broca tipo II más severa (lesión del área de Broca,
más en región opercular, circunvolución precentral, ínsula anterior y sustancia blanca
periventricular).
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interés en la utilización del lenguaje. La lectura en voz alta está afectada y la escritura es casi
siempre defectuosa.
La tipo II se conoce como afasia del área suplementaria. Se caracteriza por mutismo,
incapacidad para iniciar el lenguaje, repetición normal, comprensión conservada y ausencia
de ecolalia. La lectura en voz alta es normal y lo que está afectado es la comprensión lectora,
la escritura se encuentra también alterada. La lesión es en el área motora suplementaria.
La tipo I denominada afasia anómica se caracteriza por un lenguaje fluido (con parafasias y
neologismos), pobre comprensión y adecuada repetición. La comprensión y la denominación
se encuentran alteradas de forma considerable.
En la tipo II o afasia semántica, el lenguaje es fluido con menos parafasias pero con
circunloquios y habla vacía, la comprensión es relativamente adecuada y la repetición está
conservada. La lesión es en el giro angular.
La afasia global se produce tras un daño masivo que afecta a todas las áreas del lenguaje. El
habla no es fluida o está completamente ausente. La comprensión está alterada, así como la
repetición y la denominación. Cursa con alexia y agrafia.
La afasia anómica, también denominada amnésica, consiste en la dificultad para evocar las
palabras y para el recuerdo de nombres. El paciente presenta anomia y problemas en la
denominación, lenguaje espontáneo con frases cortas, ausencia de sustantivos y frecuentes
circunloquios para reemplazar la palabra que no puede expresar. La comprensión, la
expresión y la repetición están preservadas. No suele darse afectación de la lectura y escritura.
Con frecuencia la afasia anómica es una afasia de tipo leve y residual. Es decir, ante otro tipo
de afasia con buena recuperación de la sintomatología persiste finalmente una dificultad para
la denominación.
Existen otros tipos de afasia con alteración principalmente subcortical como la afasia del
cuerpo estriado o las afasias talámicas.
En las imágenes siguientes se presentan las distintas afasias, sus características clínicas y las
áreas cerebrales afectadas.
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Frecuentemente, la afasia coexiste con defectos de la lectura y la escritura. La alexia es la
alteración de la lectura y puede definirse como la pérdida parcial o total de la capacidad de
leer como consecuencia de una lesión cerebral.
La lectura y la escritura se pueden realizar por diferentes rutas, que operan en paralelo y de
forma complementaria:
Ruta léxica (indirecta o visual): para la lectura se inicia con el análisis visual que permite
identificar las letras y/o sílabas; en el léxico visual se reconoce la forma ortográfica y en el
sistema semántico se activa el significado. En la escritura se activa el léxico semántico, el léxico
ortográfico y el almacén de grafemas. Permite la lectura y escritura de palabras conocidas.
Los pacientes afásicos suelen presentar además otros trastornos asociados como disartria,
apraxia, agnosia y acalculia.
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una conversación informal a partir de siete preguntas, de una conversación libre y de la
descripción de una lámina; la segunda parte está compuesta por un conjunto de subtest
agrupados que valoran: comprensión auditiva; expresión oral; lectura; escritura y praxis.
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EVALUACIÓN DEL LENGUAJE
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Para la evaluación de la alexia, se valora la capacidad para nombrar y discriminar letras, para
leer palabras, pseudopalabras y oraciones. También hay que valorar la estructuración
gramatical, el uso de signos de puntuación, la comprensión lectora por medio de
comprensión tanto de frases como de textos y tanto en lectura como en comprensión oral.
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Planteamiento del caso
Afasia
Antecedentes y evolución:
Paciente varón de 25 años monolingüe y diestro que hace dos años y cuatro meses es
ingresado sin pérdida de conciencia en el hospital X a causa de una repentina cefalea brusca
y hemiparesia siendo la base un «aneurisma fusiforme en segmento M3-M4 de la rama media
de la trifurcación silviana izquierda». Posterior a esta ruptura, el mismo sufre un «infarto
isquémico en territorio de ACM izquierda» con posterior transformación hemorrágica. Según
refiere el informe de alta, dos meses después, emitido desde la unidad de rehabilitación
neurológica del mismo centro, quedan establecidas como secuelas una «…hemiplejia derecha
(…) ausencia de lenguaje automático, con importante afectación de la fluencia verbal,
afectación de nominación (…) afectación de comprensión auditiva como visual…».
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En el último informe de evolución disponible con fecha del año y medio después, emitido por
la médico rehabilitadora, se objetiva «hemiparesia derecha espástica. Afasia motora” así
como “comprensión conservada, lenguaje espontáneo no fluente, frases cortas y evitando
verbos y conjunciones, parafasias fonémicas. Aprosodia».
El paciente acude a nuestro centro en compañía de padre, madre, hermana y la pareja de esta.
Refiriendo él mismo que su dificultad es «hablar… no puedo». La familia nos indica que han
observado una gran evolución desde el comienzo de la rehabilitación hace dos años, que ha
compaginado logopedia, fisioterapia y terapia ocupacional en el
hospital *** así como logopedia a nivel privado. Aun así, la dificultad para expresarse continúa
mostrando un lenguaje corto y enlentecido lo que le lleva, en palabras de su hermana «a evitar
situaciones sociales o hacer actividades si no es en compañía». Su familia nos indica que no
existen problemas de comprensión ya que «entiende todo lo que se le dice», pero sí a la
denominación ya que «no puede decir el nombre de las cosas». Ante la pregunta, el paciente
nos refiere una mayor dificultad para la nominación de verbos y conjugaciones más que para
objetos comunes. Se procede a valoración específica de componentes del lenguaje con vista
a comenzar un tratamiento de rehabilitación de sus dificultades.
Valoración (pruebas)
Se administra el test de Boston para afasias (que analiza específicamente los procesos del
lenguaje) y el Token test (que valora comprensión verbal).
• Espontánea: el lenguaje es muy entrecortado, requiriendo mucho tiempo para elaborar las
emisiones que desea realizar, siendo además de muy corta longitud y carentes de una
estructura gramatical definida. Si bien señala los elementos principales de la escena del test
de Boston sin omitir ninguno, sus expresiones resultan muy mecánicas, seguramente fruto a
un trabajo previo de estandarización como por ejemplo «el señor hace… la señora hace…»
mostrando una gran dificultad para la utilización de verbos (reitera el verbo «hacer» en todas
las frases) y conjunciones. Tiende a la autocorrección, con muchas paradas para ello, lo que
provoca una falta de prosodia y continuidad.
• Discurso narrativo: cuando se le pide que verbalice una historia que le ha sido contada
previamente, muestra una estructura gramatical simple, sobre todo en lo referente a
elementos de enlace como son las preposiciones y conjunciones, llegándolos a omitir sin
beneficiarse de haberlas oído anteriormente. Hace uso de expresiones pobres que tiende a
dejar inconclusas. Nuevamente emergen frases estandarizadas aprendidas previamente de
manera perseverativa «el zorro hace… el pájaro hace» perseverando en el verbo y con
dificultad para denominar correctamente los elementos de la historia. Existen algunos
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conectores como «después» que emplea de forma reiterada en cada cambio de escena,
mostrando el entrenamiento previo en el uso de los mismos.
• Procesamiento sintáctico: existe una dificultad para procesar la información sintáctica más
compleja, teniendo un problema de comprensión de sentencias que gramaticalmente se salen
de lo estándar (por ejemplo, voz pasiva) así como aquellas que tratar de relaciones entre
objetos «el tenedor toca al cuchillo o el tenedor es tocado por el cuchillo». Estas alteraciones
se compensan cuando recibe más información contextual pasando casi desapercibidas.
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Repetición:
Denominación:
• Denominación de objetos: existe una gran dificultad para denominar objetos, mostrando
bloqueos en la primera sílaba, así como parafasias de tipo semántico («barrer» por «escoba»)
o fonológicas («dado» en vez de «dedo»). Se beneficia mucho de la facilitación de la primera
silaba, si bien en muestra dificultad para llegar a la palabra completa pese a ello. Ahondando
en las categorías, muestra una mayor dificultad a la hora de denominar objetos con nombres
complejos, números grandes, y en especial acciones (verbos).
Lectura
• Reconocimiento simbólico: reconoce sin problemas todos los signos verbales escritos que
le son presentados
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embargo, cuando nos encontramos ante conjugaciones o derivaciones comienza a cometer
muchos errores.
• Lectura en voz alta: el proceso de lectura se encuentra muy alterado, teniendo dificultades
en palabras simples donde en muchos casos muestra una dificultad para la conversación
grafema-fonema, modificando algunas sílabas y llegando a palabras no existentes
(«Trianguro» en vez de «triángulo» o «dorrado» en vez de «morado»). En muchos casos
completa las palabras con otras similares («Ruido» en vez de «ruidoso»). La lectura de textos
más largos en voz alta resulta dificultosa, arrítmica y sin entonación. En ella silabea y tiene
constantes autocorrecciones.
• Conclusión: reconoce los símbolos escritos sin problema, si bien muestra dificultad para la
conversación de fonemas en grafemas, así como el reconocimiento de palabras reales dentro
de un grupo de pseudopalabras. Su lectura en voz alta está plagada de autocorrecciones,
paradas y pérdida de ritmo prosódico, lo que afecta también a la comprensión de aquello que
lee. Existe una dificultad además en la comprensión lectora de estructuras gramaticales
complejas, aunque suele compensar con la información de la que dispone para comprender
en muchos casos.
Escritura
Cálculo
Reconocimiento de números: reconoce los números sin dificultad, si bien a la hora de
leerlos en voz alta comete errores de sustitución, especialmente ante números más complejos
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Conclusión general
Existen una serie de alteraciones lingüísticas compuestas por una dificultad a nivel
expresivo en la composición de estructuras gramaticales, así como en la composición de
palabras que suponen un enlentecimiento y sucesión de autocorrecciones que rompen de la
prosodia de sus expresiones. A nivel comprensión se observan leves dificultades en la
comprensión auditiva de sonidos, y más profundamente a nivel de comprensión de
estructuras
gramaticales más complejas, pudiendo compensar por medio del contexto en los casos en los
que resulta posible. Su capacidad de denominación se encuentra alterada, mostrando
aspectos similares a los de su expresión espontanea, como autocorrecciones y dificultad para
llegar a la palabra objetivo, mostrando mayor dificultad en la denominación de verbos y ante
palabras más largas, algo que también se observa en el proceso de repetición. La lectura en
voz alta se encuentra alterada de manera secundaria a estas dificultades articulatorias
evidenciando una alteración en la conversación grafema fonema que supone un problema
para la comprensión de los textos. La escritura al dictado también se encuentra alterada, con
dificultad para organizar las palabras escritas debido a un problema de conversación fonema
grafema, así como dificultades en el cálculo. Todas estas alteraciones del lenguaje y sus
procesos se pueden enmarcar dentro de una afasia de tipo motor o de Broca, si bien se
aprecia una leve dificultad de tipo comprensivo auditivo verbal.
Tratamiento
Objetivos:
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TEMA 8.- Neuropsicología de las praxias y gnosias
En la conducta motora voluntaria se pueden distinguir dos componentes, uno cognitivo y otro
motor. El componente motor o periférico se refiere a la actuación por parte de los músculos
para llevar a cabo los diferentes actos motores, que el componente cognitivo o central
programa y ordena. El componente cognitivo elabora e inicia el plan motor y su elemento
principal es la representación motora.
Las praxias son acciones motoras coordinadas que se llevan a cabo para la realización de un
fin. Se trata de secuencias de movimientos complejos previamente aprendidos.
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La conducta motora voluntaria se basa en una compleja organización en la que intervienen
diferentes componentes neurofuncionales y en la que están implicados aspectos espaciales,
temporales, conceptuales y secuenciales, además, el sujeto debe ser consciente de su
entorno, de la posición del cuerpo y de sus diferentes partes, e ir recibiendo información de
cómo se está llevando a cabo dicha conducta motora. Así la compleja función práxica se
encuentra distribuida en distintas áreas cerebrales, que deben trabajar de manera conjunta y
coordinada para conseguir el movimiento dirigido a un fin.
Circuito parietofrontal.
Circuito frontoestriado.
Circuito frontoparietal.
Las áreas cinco y siete de Broadman del lóbulo parietal intervienen en tareas visomotoras que
incluyen la fijación visual y la manipulación, de esta forma la guía visual del movimiento
permite elaborar la respuesta adecuada y realizar ajustes durante la ejecución. El área cinco
está implicada en la manipulación de objetos y la siete, en el análisis de estímulos
somatosensoriales y visoespaciales.
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integración de toda la información necesaria para que el plan de acción se lleve a cabo con
éxito.
La sustancia blanca como el cuerpo calloso es fundamental para interconectar las diferentes
estructuras que participan en los actos motores voluntarios.
Existe también una diferenciación neuroanatómica según si los actos motores son nuevos o
por el contrario, son actos automáticos. Por ejemplo, en el aprendizaje de una acción
participan áreas sensoriales, corteza parietal y corteza premotora y motora primaria, mientras
que los actos motores automáticos participan el área motora suplementaria, motora primaria,
ganglios basales y cerebelo, sin participación de las áreas de asociación parietales y frontales.
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En la apraxia ideatoria el paciente no sabe qué movimientos tiene que hacer por una
alteración de la representación mental del acto motor, y se produce por lesiones
parietotemporales izquierdas. Designa la incapacidad para manipular objetos. El sujeto
suprime partes de la acción, altera la secuencia o utiliza los objetos de manera inadecuada.
En la apraxia ideomotora, aunque el sujeto sabe qué movimientos tiene que hacer, no puede
llevarlos a cabo porque existe un fracaso en la transmisión del plan motor hacia la corteza
motora. Afecta a la realización de gestos que no implican la manipulación de objetos reales.
Estos déficits ocurren a la orden o a la imitación, pero no en la ejecución espontánea. Puede
estar causada por lesiones parietales del hemisferio izquierdo, área motora suplementaria, o
del cuerpo calloso.
La apraxia puede afectar a distintas partes del cuerpo de forma independiente como a los
movimientos oculares, faciales, bucales, tronco, miembros, y de forma unilateral o bilateral.
De esta forma, existen otras apraxias como la apraxia del vestido, que es un tipo particular de
apraxia que solo afecta a la habilidad para vestirse y responde a lesiones de la región posterior
del hemisferio derecho. Se asocia frecuentemente a apraxia constructiva; o la apraxia
bucofacial que acompaña frecuentemente a las alteraciones del lenguaje, y que afecta a la
capacidad para realizar de forma correcta los movimientos de los órganos bucofaciales. Por
último, la apraxia óptica impide la realización de movimientos de búsqueda visual.
Antes de establecer que una persona presenta una apraxia, hay que valorar aspectos
relacionados con los actos motores voluntarios y que pueden influir en su ejecución. De esta
forma hay que valorar la integridad de los sistemas sensoriales (vista, tacto, etc.), el sistema
motor, ya que trastornos como la paresia, la plejía, la espasticidad o el aumento del tono
muscular, o el temblor, lógicamente afectarán a cualquier movimiento realizado con los
miembros afectos.
Además de los sistemas sensorimotores, hay que explorar otras funciones cognitivas,
especialmente la atención, las habilidades visoperceptivas y visoespaciales, las funciones
ejecutivas, las gnosias y el lenguaje, ya que es muy importante establecer que el paciente
comprende lo que ha de hacer en la valoración de las praxias.
Otro aspecto importante es la evaluación del esquema corporal, para lo que se valorará por
orden verbal y de forma visual los siguientes aspectos: la identificación de las partes del
cuerpo propio, ajeno y de una imagen, la orientación sobre el cuerpo y la imitación de
movimientos. Esto se puede realizar con tareas y preguntas o también se pueden emplear
test como el test mano-ojo-oreja o el test del esquema corporal.
En la evaluación de las praxias se pide al paciente que realice diferentes tipos de movimientos
de complejidad creciente con ambas extremidades, tronco y cara. La realización del acto
motor hay que solicitarla bajo orden verbal y también a la imitación visual. Se deben valorar
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los gestos simbólicos que tienen intencionalidad comunicativa, como decir adiós con la mano,
o funcional como la mímica de utilización de objetos, los gestos sin significado como hacer dos
aros entrelazados con el pulgar y el índice de cada mano; el uso de objetos presentes y
también en ausencia del objeto.
La siguiente imagen corresponde a una prueba de imitación de posturas con una extremidad:
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Y esta imagen corresponde a una prueba de coordinación recíproca mano- puño:
Las praxias se pueden valorar por medio de acciones y preguntas del tipo de las que aparecen
en la tabla anterior o con test estandarizados. El test Barcelona cuenta con un subtest que
valora de forma exhaustiva los diferentes tipos de apraxias. Para la valoración del gesto
simbólico se realizan a la orden y la imitación (con ambas extremidades) las siguientes
órdenes: saludo militar, gesto de loco, despedirse, amenazar o el gesto de váyase. Para la
mímica del uso de objetos, también a la orden y por imitación, se le pide al sujeto que realice
los gestos de: usar un cepillo de dientes, un peine, un martillo, una sierra y un sacacorchos.
Para valorar el uso secuencial de objetos se le proponen tres actividades: encender una vela
con cerillas, meter un papel dentro de un sobre y envolver un paquete. La imitación de
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posturas se valora mediante gestos que usan una y las dos extremidades. La secuencia de
posturas se valora mediante la secuencia de tres movimientos con la mano y la copia de
secuencias gráficas. También se valora la coordinación recíproca con la prueba mano-puño,
en la que el paciente tiene que abrir y cerrar cada mano de forma alternativa. Por último, para
las praxias constructivas se pide la realización de diferentes dibujos (círculo, cuadrado,
triángulo, margarita, cubo y casa) a la orden y a la copia.
Algunas de las técnicas que se utilizan en la rehabilitación de las praxias son las técnicas de
aprendizaje basadas en la aproximación sucesiva y en el aprendizaje sin error. También se
puede utilizar el modelado y el encadenamiento de conductas simples que se van añadiendo
de forma progresiva hasta lograr la secuencia completa del movimiento. También se emplean
las claves verbales por escrito u orales como el entrenamiento en autoinstrucciones.
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Se puede trabajar el conocimiento y la integración del esquema corporal realizando tareas
que favorezcan el conocimiento del paciente de las partes de su cuerpo, las relaciones entre
las diferentes partes o el entrenamiento en lateralidad (derecha-izquierda).
El conocimiento del mundo que nos rodea comienza con la percepción a través de los diversos
canales sensoriales de los diferentes estímulos, pero la mera percepción no es suficiente, el
cerebro debe realizar una labor integradora de los estímulos que se perciben de tal forma
que tengan un sentido y un significado.
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El reconocimiento de un estímulo es la habilidad para hacer corresponder un patrón sensorial
(visual, auditivo, táctil, etc.) con una categoría de significado. Estos procesos de
reconocimiento se denominan gnosias y son producto de la función de las áreas asociativas
del cerebro.
Las diferentes teorías apoyan que existen fases jerárquicas en el reconocimiento de los
estímulos, así, primeramente, hay una fase perceptiva donde se discriminan las propiedades
físicas de estos y más tarde, en una fase asociativa o semántica, se otorgaría el significado al
relacionar lo percibido con el conocimiento adquirido y almacenado.
Se puede definir las agnosias como la alteración en el reconocimiento de los estímulos que
percibimos a través de las diferentes modalidades sensoriales. Esta alteración no puede ser
debida a déficits sensoriales, deterioro cognitivo grave, trastornos del lenguaje como anomia,
o falta de familiaridad del estímulo.
Las agnosias se clasifican en función del canal sensorial al que afecten. Así, existen agnosia
visual, auditiva, olfatoria, somatosensorial, etc. También pueden clasificarse en función de los
estímulos que no se reconocen como agnosia para los objetos, para las caras, los animales, los
colores, etc. Aunque las agnosias pueden afectar a todas las modalidades sensoriales, las más
comunes son las visuales y las auditivas y son menos habituales las gustativas u olfatorias.
Existen dos sistemas visuales corticales que, desde el área visual primaria, proyectan a
regiones anatómicas distintas: una primera vía ventral proyecta a la corteza temporal inferior
y está implicada en la discriminación de objetos, y nos informa sobre qué es; y una segunda
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vía dorsal que proyecta a la corteza parietal posterior, relacionada con la localización espacial
de los objetos, y nos informa dónde está.
Cuando se afecta la corteza visual en el lóbulo occipital se puede producir ceguera cortical con
dificultades en la agudeza visual, percepción el movimiento, tamaño y forma de los estímulos,
o figura-fondo y color. Las personas con ceguera cortical aún pueden percibir aspectos visuales
rudimentarios como la luz-oscuridad o el movimiento ya que conservan una visión subcortical.
En algunos casos la ceguera cortical se acompaña de anosognosia para el déficit como ocurre
en el Síndrome de Anton.
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La acromatopsia es la incapacidad de una persona para percibir los colores sin defecto en los
receptores sensoriales. Estos pacientes, que perciben el mundo en tonos grises, también
pierden la capacidad para imaginar o soñar en colores, perdiendo con el tiempo la memoria
referida al color. La agnosia para los colores puede deberse a un déficit de la percepción, del
reconocimiento o de la denominación del color. En la anomia para los colores están
preservadas la percepción y el reconocimiento, mientras que solo está afectada la capacidad
de denominación.
En la afasia óptica los pacientes reconocen el objeto presentado visualmente pero no son
capaces de denominarlo. No se trata de una anomia puesto que el objeto puede denominarse
correctamente si se presenta por otro canal sensorial, táctil o auditivo, por ejemplo, y no se
trata de una agnosia, puesto que el objeto es reconocido. La lesión afecta al lóbulo occipital
izquierdo.
Otros casos de agnosias son la anosognosia o incapacidad del paciente para reconocer sus
déficits y la hemiasomatognosia que designa el sentimiento de extrañeza, de no pertenencia
de una parte del cuerpo, normalmente el miembro superior afecto (hemipléjico) que el
paciente no reconoce como suyo. La astereognosia es la incapacidad para reconocer los
objetos al tacto sin ayuda de ningún otro canal sensorial o la agnosia espacial que es la
incapacidad de reconocer lugares familiares, por lo que el paciente pierde la orientación
topográfica.
Ante sospecha de agnosia se debe descartar déficit sensorial. Para ello, en el caso de las
agnosias visuales se recomienda hacer una prueba de agudeza visual, una campimetría y
potenciales evocados visuales. En las agnosias, sobre todo en las perceptivas los pacientes
frecuentemente se quejan de problemas en la vista. Es complejo explicar a los pacientes y
familiares que el defecto se halla no en la vista, sino en la percepción, representación o
reconocimiento de los estímulos. En relación a las agnosias auditivas debe realizarse una
audiometría, potenciales evocados auditivos y también es recomendable el test de escucha
dicótica que consiste en presentar simultáneamente en cada oído un estímulo auditivo
diferente.
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Para la evaluación de las agnosias visuales se presentan al paciente diferentes estímulos para
su percepción y reconocimiento. Normalmente, se presentan figuras geométricas simples
dibujadas o de madera y se le pide que las nombre, las señale o las empareje. El
emparejamiento también puede ser por colores o tamaños. De esta forma se comprueba la
percepción de las características físicas de los objetos y se puede valorar la agnosia al color.
También, se pueden presentar al paciente series de estímulos iguales donde solo uno es
diferente y se le pide que señale el elemento diferente para valorar si es capaz de detectar
las características diferentes de los objetos. Algunas pruebas estandarizadas son el test de
discriminación de formas o el test de discriminación de colores de Ishihara.
Los pacientes con agnosia visual perceptiva son incapaces de reconocer, copiar o emparejar
formas. En casos severos presentan incapacidad para todas estas tareas, en casos más leves,
pueden identificar detalles simples, copiar o emparejar, pero no reconocer, puesto que no
integran la información del estímulo de forma general. La forma de explorar estos aspectos es
ir de los más simples a los más complejos, así pediremos al paciente que empareje estímulos,
que los copie o que los nombre, finalmente se le presentará los estímulos con una dificultad
perceptiva cada vez mayor desde objetos reales hasta los representados y estos últimos en
posiciones cada vez más inusuales, siluetas con pocos detalles internos, figuras solapadas y
exposiciones breves.
Para valorar la identificación del objeto pedimos que el paciente denomine el estímulo en
cuestión, en este sentido hay que tener en cuenta la presencia de una anomia. En este caso el
paciente podrá decirnos para qué sirve el objeto o cómo se utiliza mediante gestos. Cuando
el problema no es de denominación, sino que existe una agnosia, el paciente no podrá dar
ninguna información sobre el estímulo. Se evalúan diferentes categorías, puesto que pueden
estar selectivamente afectadas unas y no otras, por ejemplo, frutas, animales, herramientas,
prendas de vestir, etc. También, se puede recurrir a tareas de emparejamiento, de
clasificación o de decisión.
P á g i n a 118 | 232
Algunas pruebas muy utilizadas para valorar estos aspectos son el test de organización visual
de Hooper, figuras superpuestas, o el test de Pirámides y Palmeras de Howard y Patterson.
Para la evaluación de las habilidades visoperceptivas contamos con la Batería VOSP, Visual
Object and Space Perception Battery de Warrington y James (1991). Esta batería valora, por
una parte, la percepción, discriminación y reconocimiento de objetos y, por otra, la
localización espacial de estos, por lo que distingue entre dificultades visoperceptivas y
dificultades visoespaciales.
Para la valoración del color, el examen se debe realizar primero a nivel perceptivo, por
ejemplo, con emparejamiento de colores; posteriormente a nivel asociativo como colorear
dibujos o emparejar colores con el objeto, y, por último, se explora la denominación del color.
En las agnosias auditivas perceptivas el déficit afectaría al nivel discriminativo y no permitiría
emparejar sonidos idénticos; en las asociativas los sujetos sí podrían emparejar, pero no
identifican los sonidos, y en pruebas de elección múltiple no pueden atribuir el sonido a la
imagen de la fuente que lo produce. Para la evaluación de la agnosia auditiva se pueden
utilizar las siguientes pruebas: identificación de melodías previamente conocidas, evaluación
de aptitudes musicales mediante test de aptitudes musicales, audición de sonidos no verbales
como el canto de pájaros o ruido de sirenas, e identificación de sonidos verbales.
Para entrenar las dificultades visoespaciales se pueden utilizar actividades como descripción
de la localización de objetos, practicar el escaneo visual, encajables y construcciones de
diferente complejidad, o enseñar al paciente a manejarse con autoinstrucciones, mapas y
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elaboración de rutas. Se puede recurrir a ayudas y claves externas en casos de afectación
grave que impida en entrenamiento y recuperación de la función como fotografías o imágenes
destacadas que se pueden utilizar como recordatorios.
Caso clínico
Planteamiento del caso
Caso de apraxia
Mujer de 50 años de edad. Dominancia manual: diestra. Soltera. Nivel de Estudios: estudios
superiores. Ocupación: funcionaria.
AP: no alergias medicamentosas conocidas. Dislipemia en tratamiento con Sinvastatina 10 mg.
Neoplasia de mama derecha intervenida hace dos años. Mastectomía y prótesis mamaria
derecha. Actualmente libre de enfermedad.
Sufrió atropello con resultado de: TCE grave: TAC inicial: Focos subaracnoideos parietales
superiores derechos. Mínimo subdural parietal derecho. Quiste subaracnoideo. Higroma
bilateral. Evacuación de higromas frontales, por parte de neurocirugía. TAC control:
Neumoencéfalo a nivel frontal y sangrado extradural en tentorio y hoz cerebral y subdural
frontal derecho.
Valoración neuropsicológica
Paciente fuera de APT. Orientada en persona, espacio y tiempo. La atención arousal se
encuentra preservada, así como los procesos atencionales simples, aunque presenta
dificultades en tareas que requieran de un mantenimiento prolongado de la atención.
Presenta alteración en la velocidad de procesamiento de la información, en los procesos
atencionales complejos y en tareas que impliquen interferencia neurocognitiva. Presenta
déficit en los procesos mnésicos de fijación, almacenamiento y recuperación, mejorando
moderadamente en reconocimiento y beneficiándose del uso de claves, y presentando la
afectación tanto en la modalidad verbal como en la visual. Las gnosias se encuentran
preservadas. Presenta dificultades en las habilidades visuoespaciales y apraxia ideomotora y
constructiva, así como afectación de las funciones premotoras. Las funciones ejecutivas se
encuentran alteradas, con dificultad en la planificación de tareas encaminadas a la resolución
de problemas, presentando perseveraciones y falta de flexibilidad cognitiva.
Valoración psicopatológica
La paciente se muestra colaboradora durante toda la evaluación. Presenta buen contacto
ocular. Actualmente, no muestra síntomas disfóricos reactivos a su situación presente, si bien
ocasionalmente presenta sintomatología de tipo ansiógena. Presenta un cambio de
personalidad debido al traumatismo de tipo lábil (impaciencia, irritabilidad, inestabilidad
emocional) de carácter leve y apático (apatía, indiferencia y falta de espontaneidad) de
carácter moderado, con síntomas obsesivos, perseveración, rigidez de conducta y
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preocupación excesiva por los detalles sin importancia, de carácter moderado. Comienza a
presentar sintomatología compatible con alteración en la conducta alimentaria, de origen
premórbida, reconducible en estos momentos. Respecto a la conciencia de enfermedad, la
paciente describe fundamentalmente los cambios físicos y aunque puede hacer referencia a
las alteraciones cognitivas presentes, tiende a minimizar estas y las repercusiones funcionales
derivadas de las mismas, no presentando una planificación de futuro ajustada a la realidad.
Caso de agnosia
Paciente varón de 21 años sin antecedentes personales de interés, que el sufre TCE grave a
consecuencia de un accidente de moto. Es ingresado inicialmente (GCS: 3) en el hospital
ingresando en la Unidad de Cuidados Intensivos.
La TAC realizada mostró signos de lesión axonal difusa (HIP en ganglios basales derechos y
hemorragia intraventricular) y signos de Hipertensión Endocraneal a la altura de la cisterna de
la base. Se le coloca válvula de derivación ventrículo-peritoneal debido a hidrocefalia. Recibe
el alta de UCI ingresando en el Servicio de Rehabilitación con apertura espontánea de ojos,
consciente y movilizando tan solo MSD. Recibe el alta respondiendo a preguntas sencillas,
alimentándose por boca, empezando a controlar esfínteres, no moviliza el MSI debido a grave
afectación del plexo braquial izquierdo, que fue intervenido quirúrgicamente moviendo
escasamente los miembros inferiores, y desplazándose en silla de ruedas.
Gnosias
Presenta heminegligencia espacial izquierda, aspecto que afecta a todas aquellas acciones en
las que el paciente debe trabajar con información visual y específicamente, como ya se ha
citado, a las actividades de búsqueda, al cálculo, la lectura y la escritura. La alteración afecta
al hemicampo espacial izquierdo, presenta, además, una agnosia visual asociativa,
encontrando dificultad para reconocer objetos por su imagen, y de forma más específica en
lo que se refiere a categorías concretas, como imágenes de animales. El paciente es capaz de
describir las características del objeto como su forma, color, etc., y conserva información
semántica referente al objeto a reconocer, pero no es capaz de asociarlo a su imagen visual.
Su capacidad de reconocimiento es superior cuando se le presentan objetos reales. Presenta
prosopagnosia o incapacidad para reconocer rostros familiares. Reconoce a las personas de
su entorno por la voz.
Habilidades visuoespaciales
El paciente presenta dificultades graves de organización del material visual, así como con su
orientación espacial. Estos aspectos agravan la alteración de las habilidades visoconstructivas
que también presenta. Muestra grave dificultad en el ensamblaje y copia de modelos
guardando las relaciones espaciales necesarias para su construcción y ubicación adecuada en
el espacio. Presenta dificultad para realizar síntesis a nivel visual, para reconstruir y dar sentido
a lo percibido. Es capaz de discriminar formas geométricas.
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Las conclusiones de su informe inicial son:
Paciente que tras sufrir TCE grave presenta severas alteraciones neuropsicológicas. Muestra
desorientación, graves déficits atencionales, trastornos mnésicos en las diferentes
modalidades estimulares presentadas, tanto a nivel anterógrado como retrógrado,
dificultades de consolidación mnésica y contaminación del recuerdo. Su capacidad de
comunicación oral se ve alterada por disartria y anomia, y también su capacidad de
comprensión oral y escrita. Presenta acalculia, alexia y agrafia de carácter espacial,
alteraciones visoperceptivas y visoconstructivas. Además, manifiesta alteración en el
reconocimiento de objetos por vía visual (agnosia asociativa). Presenta anosognosia, una
moderada alteración de las funciones ejecutivas y sintomatología compatible con síndrome
frontal, como desinhibición, impulsividad y perseveraciones a nivel comportamental.
Evolución psicopatología
Continúan presentes leves cambios de personalidad debido al traumatismo de tipo lábil
(impaciencia, irritabilidad, escasa tolerancia a la frustración) y apático (embotamiento
afectivo) de carácter leve, y síntomas obsesivos, rigidez de conducta y preocupación excesiva
por los detalles sin importancia, de carácter ahora más leve y reconducible. Más adecuada
conciencia de los déficits presentes y de sus repercusiones siendo capaz de realizar una
planificación de futuro más ajustada a la realidad.
Evolución neuropsicología
Estabilidad en los déficits atencionales complejos, visuoespaciales y ejecutivos complejos, con
ligera bradipsiquia, manteniendo buen nivel en prácticamente el resto de sus capacidades
cognitivas.
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•Trabajo de reeducación de marcha.
•Trabajo de sensibilidad.
Terapia ocupacional:
•Taller de Actividades Básicas de la Vida Diaria
•Taller de cocina
•Taller de compra y manejo del euro(extrahospitalaria)
Terapia cognitiva:
•Intervención sobre funciones cognitivas básicas: nivel II
•Intervención psicoterapéutica individual para trastornos emocionales/conductuales.
•Programa de integración de la agenda para mejorar memoria
•Programa de integración de la agenda para mejorar funciones ejecutivas
Se inició programa de reinserción laboral. A continuación, se presenta valoración de la
adecuación de su puesto de trabajo.
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Caso de agnosia
Gnosias
Habilidades visuoespaciales
Sigue habiendo déficit en la organización del material visual, y en su orientación espacial, así
como dificultades para realizar síntesis, reconstruir y dar sentido a los estímulos percibidos.
Por otra parte, se observa una notable mejoría en las tareas de ensamblaje cuando estas
deben ser realizadas con la información almacenada en su recuerdo. Se pone de manifiesto
una mejora sustancial en la reproducción de imágenes a la copia, especialmente en los detalles
y perfección de las figuras.
Conclusiones
Paciente que, tras doce meses de tratamiento, presenta la siguiente evolución de sus
alteraciones.
Ha mejorado levemente en su orientación temporal y ha experimentado una gran mejora a
nivel atencional. También, presenta una mejora moderada de su memoria anterógrada a nivel
verbal y, de forma más marcada, a nivel visual. Presenta una notable mejoría en su capacidad
para denominar y han mejorado su comprensión oral y lectora, así como su escritura y lectura,
cuyo trastorno ha disminuido ostensiblemente. Ha mejorado su capacidad de reconocimiento
por la vía visual, así como la reproducción de modelos a partir de su recuerdo, y se observa
una gran mejoría en sus funciones ejecutivas. En cuanto a su comportamiento destaca una
mejoría en su adecuación a las situaciones sociales y en sus habilidades conversacionales.
Además, existen avances significativos en lo que se refiere a las AVD, especialmente en
autocuidados. No obstante, continúa habiendo déficit atencionales, graves déficit mnésicos,
acalculia y agrafia espaciales, alteraciones visuoperceptivas y visuoconstructivas. Además, la
prosopagnosia se mantiene, habiéndose producido pocos cambios a este nivel. A pesar de su
mejoría, siguen existiendo sintomatología frontal y alteraciones de las funciones ejecutivas,
tanto en control de impulsos como en su conducta, con frecuencia perseverante, así como
una marcada anosognosia. Pese a los avances obtenidos especialmente en lo que se refiere a
las ABVDs, el paciente continúa siendo dependiente para la mayoría de las AVD.
Se inició con el paciente una intervención el TO con ayudas técnicas:
P á g i n a 124 | 232
Basándonos en la evaluación funcional realizada, se plantean, a continuación, las estrategias
y ayudas técnicas necesarias para potenciar la autonomía personal y la independencia en las
actividades básicas de la vida diaria (ABVDs). Todo esto unido al tratamiento individualizado y
personalizado que viene realizando el paciente, a través del cual se entrenan las ABVDs,
permitirá conseguir un aumento de su calidad de vida y en consecuencia también de la de sus
familiares.
Como objetivo prioritario se trabajarán las actividades básicas de la vida diaria, fundamentales
para aumentar la funcionalidad del paciente.
AVDs Básicas:
Vestido: tanto el desvestirse como el vestirse se realizará sentado al borde de la cama, ya que
nos permite tendernos boca arriba cuando es necesario para terminar de subir los pantalones
desde la rodilla hasta la cintura, y nos brinda una amplia zona a nuestro alrededor libre de
obstáculos, puesto que no hay respaldo ni reposabrazos. Además, así vamos a adquirir una
rutina para el área del vestido, que nos permita automatizar la ejecución de los movimientos
a seguir y en consecuencia agilizar las actividades, realizándolas siempre en el mismo lugar, y
del mismo modo.
Para ponerse los calcetines deberá usarse un calza-calcetines ya que no existe la suficiente
amplitud de movimiento en el tronco y los miembros inferiores como para colocarlos sin esta
ayuda técnica, al igual que para los zapatos será conveniente la utilización de un calzador, que
puede ser de mango largo, hasta que se amplíe la capacidad de movimiento en los miembros
inferiores y tronco. Los zapatos que han de utilizarse son aquellos que llevan el broche de
velcro, aunque si se prefiere utilizar zapatillas con cordones, estos han de ser cordones
elásticos o cordones especiales ya que eliminan la dificultad del anudado.
Además para que el área del vestido se realice de la forma más independiente posible, hay
que tener en cuenta que al quitarnos la ropa y los zapatos, debemos dejarlos en un lugar que
después alcancemos fácilmente, para evitarnos posteriormente esfuerzos innecesarios, por
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ejemplo, antes de acostarnos, cuando nos desvestimos para colocarnos el pijama, podemos
dejar la ropa en una silla contigua a la cama de manera que la alcancemos desde nuestra cama
sin tener que transferirnos a la silla de ruedas o pedirle a alguien que nos la acerque. Lo mismo
para los zapatos, al quitárnoslos colocarlos a los pies de la cama, de manera que podamos
cogerlos sin esfuerzo desde la misma. Para alcanzar la ropa de la parte superior del armario
puede usarse unas pinzas de largo alcance, o con un extremo en gancho para enganchar las
perchas, aunque lo ideal sería bajar la barra y colocar la ropa en la zona inferior del armario
de manera que fuese alcanzable desde la silla de ruedas. Antes de irnos a la ducha se ha de
preparar la ropa que nos vamos a poner dejándola sobre una silla contigua y desnudarse en la
habitación, sentado en la cama, dejando la ropa sucia que nos vamos quitando a nuestro lado,
para posteriormente cogerla desde la silla de ruedas una vez se ha hecho la transferencia y
llevarla a su lugar correspondiente.
Higiene: es muy importante que los elementos necesarios para la misma estén colocados de
manera accesible, para que el paciente pueda alcanzarlos sin ninguna dificultad, así como se
recomienda que se mantengan en el mismo lugar para evitar su búsqueda. El lavabo del cuarto
de baño debe ser inclinable para que sea útil desde la silla de ruedas, así como estar libre por
debajo y ser regulable en altura. Para la higiene de las manos sería útil contar con dispensador
de jabón adherido a la pared, de manera que pueda usarse con una sola mano.
Respecto a la transferencia al wc, es necesario una barra de apoyo a la que sujetarse para
realizar el paso de la silla de ruedas al wc y viceversa. También, se puede utilizar una tabla de
transferencias con la idea de aumentar la superficie de apoyo y que el deslizamiento sea más
seguro cuando la transferencia se realice desde la silla de ruedas en un aseo que no esté
acondicionado con estas características. Para la higiene en el wc, es muy importante tener en
cuenta que aumentando la distancia de apoyo entre nuestros pies, aumenta la estabilidad y,
por lo tanto, la seguridad, de manera que podremos movernos con más facilidad. Otra
posibilidad sería utilizar la silla de baño con abertura inferior en este caso se realizaría la
transferencia directamente desde la silla de ruedas y coloríamos la misma sobre el wc. En
cuanto a la habilidad para alcanzar el papel higiénico, esta aumentará si colocamos el papel
en una estructura simple, que no tengamos que abrir ni cerrar, únicamente tirar de esta, como
la barra de apoyo, y para cortarlo podemos enrollar sobre la misma el papel o llevarlo hasta
nuestras piernas y fijarlo entre las mismas, por otro lado, el uso de toallitas húmedas puede
resultar muy útil ya que facilita la higiene y son más fáciles de alcanzar con una sola mano.
Respecto al desvestido para el uso del wc, se llevará a cabo en la silla de ruedas, previo a la
transferencia, mientras que el vestido se realizará aprovechando el cambio de posición, desde
el wc a bipedestación, con el apoyo de una tercera persona, para ir subiendo la ropa interior
y los pantalones. A medida que se vaya mejorando motoricamente, se realizará apoyado sobre
la pared con la cabeza, si la distribución del baño lo permite.
En cuanto al cepillado de dientes, la pasta dental debe llevar un cierre que no sea de rosca, de
tipo abrefácil y que permanezca junto al tubo al abrirse, evitando así que este al ser de un
tamaño tan reducido se nos caiga, y el cepillo de dientes deberá tener una ventosa en la
superficie de agarre, para que al dejarlo sobre el lavabo para echarle la pasta no ruede, o bien
usar una pinza que lo fije.
P á g i n a 126 | 232
usar alguna imagen, o colocar una etiqueta con el nombre sobre los mismos. La grifería
monomando termostática nos permite obtener el agua a la temperatura deseada sin ninguna
dificultad, además para facilitar la destreza pueden ser de palanca larga. Será necesario utilizar
una silla de baño con abertura inferior, una esponja mango largo que nos permita alcanzar
fácilmente todas las zonas del cuerpo. Las barras de apoyo son fundamentales para el aseo,
así como el suelo antideslizante o la utilización de esterillas o líquido antideslizante, aunque
el baño se realice en sedestación. La toalla debe ser alcanzable desde la ducha, y la
prepararemos antes de entrar a esta.
Comida: el uso de un cuchillo mecedora para cortar. Los platos con borde elevado brindan
más seguridad a la hora de comer alimentos más líquidos que pueden derramarse con mayor
facilidad, así como los platos con fondo en pendiente que facilitan mucho la acumulación del
alimento en una zona del plato, evitando así el tener que hacerlo elevando el plato por una
zona para poder terminar de comer. Para poder untar ha de utilizarse una bandeja con borde
triangular que haga tope para que el alimento no se deslice. Se recomienda el uso de un tapete
antideslizante, que fije el plato y el vaso de una manera más firme a la mesa, así como usar
una tabla multiusos para pelar, cortar, fijar tarros…etc.
Movilidad funcional: será de gran utilidad tanto la cabecera como el piecero de la cama, así
como usar una barandilla en el borde de la cama, ya que estas estructuras nos brindan un
apoyo desde cualquier punto de la cama que pueda sernos necesario. Para transportar objetos
de un lado a otro es conveniente la utilización de una bandeja que puede llevarse sobre las
rodillas. Respecto a las transferencias puede usarse un almohadón que iguale las diferentes
alturas de los asientos, una tabla de transferencias, y en el caso del wc, si fuese necesario
puede colocarse un alza sobre este. El alcanzador o las pinzas de mango largo nos garantizan
alcanzar objetos que estén a una distancia inalcanzable. En lo referente al uso de la silla de
ruedas para desplazarse, se entrenará la utilización de la silla autopropulsada, para que el
paciente pueda desplazarse de forma segura sin la necesidad del empuje de otra persona, en
su domicilio y entornos accesibles y conocidos por el mismo.
En términos generales, sería importante jugar con los contrastes, con la idea de favorecer el
reconocimiento y las habilidades visuoespaciales, por ejemplo, el suelo y la pared deben
contrastar en color, si se usa mantel para comer es preferible que este sea de un color liso
para que los platos y cubiertos, así como los alimentos contrasten claramente.
Para garantizar la eficacia y el uso correcto de las ayudas técnicas, se entrenará su utilización
en las sesiones de terapia ocupacional, con el paciente y la familia para garantizar una
generalización del aprendizaje a las actividades de la vida diaria.
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TEMA 9.- Neuropsicología de las funciones ejecutivas
El término se debe a Muriel Deutsch Lezak en 1982, quien las define como las capacidades
mentales esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y aceptada socialmente.
En general, también existe un acuerdo entre la mayoría de los investigadores en que las
funciones ejecutivas engloban una serie de procesos o componentes, sin que en la actualidad
exista un consenso sobre cuáles son los componentes de las funciones ejecutivas.
Con el desarrollo de la psicología cognitiva proliferan modelos que intentan determinar las
habilidades que engloban o forman parte de las funciones ejecutivas. Siguiendo a Lezak, las
funciones ejecutivas son una constelación de capacidades implicadas en la formulación de
metas, planificación de los pasos necesarios para lograrlas y ejecución de dichos planes de
forma eficaz. Así, las funciones ejecutivas se pueden agrupar en una serie de componentes:
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Capacidades para formular metas: motivación y conciencia.
Planificación: representación mental del problema, generar planes y secuenciarlos.
Ejecución: iniciar, mantener y detener la acción.
Las funciones ejecutivas en sí mismas tienen una organización jerárquica. En el nivel más alto
se encuentra la autoconciencia, que representa las situaciones actuales en relación a las
previas y utiliza el conocimiento adquirido para resolver nuevos problemas o tomar
decisiones. En un nivel inferior se encuentran las funciones que realizan un control cognitivo
de otras funciones mentales. El nivel más básico es el que se ocupa de la capacidad de iniciar
y mantener una actividad y la organización temporal de la conducta.
Por último, existe cierto acuerdo en que los procesos que forman parte de las funciones
ejecutivas serían procesos de alto nivel, en cuanto a su complejidad se refiere. Por lo tanto,
las funciones ejecutivas deben entenderse como una realidad emergente. Este fenómeno
responde al hecho de que de su complejidad emergen propiedades que no son el resultado
de sus partes. Así, el conocimiento de los componentes de las funciones ejecutivas pueden
acercarnos a una mayor comprensión de estas pero no ofrecen una visión completa y global
de su funcionamiento.
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9.3. Bases neuroanatómicas de las funciones ejecutivas
P á g i n a 130 | 232
Se han descrito diferentes circuitos funcionales dentro del córtex prefrontal:
Los dos últimos circuitos se relacionan con procesos emocionales y con el control de la
conducta, y en ellos se yuxtaponen tanto procesos cognitivos, como emocionales y
conductuales.
Los pacientes con alteración de las funciones ejecutivas actúan de forma impulsiva, no
pueden anticipar las consecuencias de sus conductas o decisiones o para posponer una
respuesta, les cuesta extraer la información relevante de la que no lo es, por ello muestran
déficit en la toma de decisiones o en la resolución de problemas. Muestran además
P á g i n a 131 | 232
dificultades para planificar las acciones, generar estrategias eficaces o cambiar estas si no les
funcionan, ya que tienen rigidez cognitiva o falta de flexibilidad y no se benefician del
feedback.
Con las funciones ejecutivas intactas, una persona tras tener un daño cerebral puede sufrir
diferentes tipos de alteraciones sensoriales, motoras y cognitivas, pero aún con déficits, la
persona puede mantener el control y la dirección de su vida, sin embargo, cuando se afectan
las funciones ejecutivas, la persona no es capaz de organizar y utilizar de forma eficiente las
capacidades conservadas. Se compromete la capacidad de la persona para vivir de forma
independiente y socialmente constructiva, porque se pierde la capacidad de dirigir los actos y
la conducta. La persona no puede organizarse, tomar decisiones, no tiene conducta
propositiva porque es incapaz de hacer planes y, en todo caso, no es capaz de seguirlos o
mantenerse centrado en una tarea, no controla el tiempo, etc.
P á g i n a 132 | 232
9.5. Evaluación de las funciones ejecutivas
No se debe administrar las pruebas que valoran funciones ejecutivas sin un esquema de
partida o modelo sobre los diferentes aspectos que se ven implicados y que nos ayudan a
determinar qué procesos de la función ejecutiva se hallan alterados.
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Para valorar la capacidad de inhibición se utiliza el test de Stroop para considerar la inhibición
verbal, donde se presentan al paciente una serie de palabras que indican colores, están
escritas en colores distintos y el paciente debe decir el color con el que está escrita la palabra.
Para valorar la inhibición motora se utiliza el paradigma go/no go, donde el sujeto debe
responder a un estímulo repetitivo (debe aparecer en el 80 % de las veces) e inhibir la
respuesta a un estímulo infrecuente (aparece el 20 % de las veces). Por ejemplo, en la pantalla
del ordenador aparecen una a una flechas de colores y en posiciones distintas teniendo el
sujeto que apretar la barra espaciadora en la aparición de todas ellas, excepto en las flechas
azules que apunten hacia arriba. Se tienen en cuenta los errores de omisión (no pulsar ante
un estímulo frecuente) y de comisión (pulsar al estímulo infrecuente), los errores de comisión
indican pobre capacidad de inhibición. Para valorar la ejecución dual el paciente debe realizar
dos tareas al mismo tiempo. Para reducir la interferencia se propone una tarea motora y una
verbal. Baddeley ideó una tarea donde el sujeto debía rellenar con aspas un circuito
presentado en papel mientras el examinador le decía grupos de dígitos que el paciente debe
repetir sin dejar de poner aspas en el circuito. Esta tarea se ha mostrado eficaz para detectar
déficits ejecutivos en mayor proporción que la valoración de otros componentes.
Para valorar la planificación y la capacidad del paciente para resolver problemas orientados
a una meta utilizamos el test del mapa del zoo, en esta prueba se le presenta al sujeto un
mapa de un zoo y se le pide que planifique la ruta que haría para visitar unos lugares
determinados teniendo en cuenta una serie de restricciones. Esta prueba tiene una segunda
versión donde se le da al paciente el orden de los lugares que debe visitar y este solo debe
trazar la ruta ya dada. Valoramos diferentes niveles de severidad, así tendremos al paciente
que es capaz de seguir un plan establecido, pero no de establecerlo él o, por el contrario, un
paciente que es incluso incapaz de seguir un plan ya preestablecido.
Veamos la ejecución del test del mapa del zoo en dos pacientes con alteración de funciones
ejecutivas En las imágenes de arriba observamos a un paciente que realiza de forma incorrecta
ambas versiones, mientras que en el de abajo el paciente mejora su ejecución en la segunda
versión cuando el plan ya está organizado.
P á g i n a 134 | 232
Una tarea clásica para la valoración de la capacidad para resolver problemas es la Torre de
Hanoi y sus variantes (Torre de Londres) donde el paciente tiene que construir una torre de
varios discos tomando los discos de uno en uno y sin poder colocar un disco grande sobre uno
pequeño en ninguna de las barras donde ha de construir la pirámide.
Para la valoración de la toma de decisiones se utiliza la Iowa gambling task o el juego de cartas
de Bechara. Se trata de un juego de cartas con cuatro barajas donde las barajas A y B, permiten
ganar grandes cantidades de dinero, pero también perder en gran proporción, mientras que
en las barajas C y D se gana y de pierde de forma más moderada. El paciente no sabe esto,
pero se ha comprobado que después de varios intentos, en torno al movimiento 30, los sujetos
comienzan a preferir las barajas C y D. En este sentido, los sujetos sin déficit ejecutivo
comienzan a hacer balances que les conducen a tomar decisiones ventajosas a largo plazo,
cosa que no ocurre con los pacientes frontales.
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Adicionalmente la valoración de las funciones ejecutivas ha de completarse con una medición
de la velocidad de procesamiento, pues la eficacia en la ejecución de una tarea viene
determinada tanto por la efectividad en la resolución como el tiempo empleado para ello. La
velocidad de procesamiento se define como la cantidad de unidades de información que
puede manejar el cerebro en una cantidad de tiempo determinado. La velocidad de
procesamiento se considera más una propiedad del sistema (cerebro) que se relaciona con la
sustancia blanca, que una función o proceso cognitivo (Tirapu et al., 2017). Para valorar la
velocidad de procesamiento se recomienda utilizar la parte A del Trail Making Test o el subtest
de búsqueda de símbolos de Wechsler.
Por último, una tarea relacionada recientemente con el funcionamiento ejecutivo son los
procesos multitareas o branching (término que podría traducirse como ramificación)
relacionado con una región específica de la corteza prefrontal, el polo rostral, y consiste en la
ejecución de un número variable de subtareas, interrumpiendo y reanudando estas donde se
dejaron al realizar otras en el intervalo entre tareas.
Un ejemplo podría ser la tarea de un camarero que lleva casi simultáneamente diferentes
mesas y servicios y va atendiendo a todos los clientes de forma secuenciada, pero casi
simultánea, iniciando con cada cliente una serie de acciones que va parando y retomando a la
vez que realiza acciones parecidas con otros, llevando tareas independientes con cada uno de
ellos. Este proceso integra memoria operativa con recursos atencionales para la consecución
de actividades de mayor complejidad que las tareas duales.
La Behavioral Assessment of Dysexecutive Syndrome (BADS) es una batería para valorar las
funciones ejecutivas. Consta de seis subtests y un cuestionario. Los subtests son:
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Test del cambio de reglas en las cartas.
Test del programa de acción.
Test de la búsqueda de la llave.
Test del juicio temporal.
Test del mapa del zoo.
Test de los seis elementos.
Por último, el cuestionario de la BADS consta de veinte ítems que tratan de reflejar el abanico
de problemas normalmente asociados al síndrome disejecutivo, contemplando cuatro áreas:
emocional, motivación, conducta y cognición. Tiene dos versiones, una para el familiar o
cuidador y otra para el paciente.
En los últimos años se vienen desarrollando pruebas de valoración más ecológicas entre estos
podemos citar, siguiendo a Tirapu et al. (2008), el test de evaluación conductual del síndrome
disejecutivo, el test de selección de clases, las tareas de ejecución dual, el test de preferencias,
las tareas de juego, las tareas de planificación financiera, las pruebas de cambio o el test de
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competencia cognitiva. Respecto a los cuestionarios de evaluación y autoevaluación podemos
encontrar la escala de Iowa modificada y la Frontal Systems behavior scale.
La intervención sobre las funciones ejecutivas tiene como objetivo alcanzar la mejor
adaptación posible del sujeto a su vida cotidiana a partir de la optimización de los procesos
cognitivos que permiten el control y la regulación de la conducta.
La diversidad de los déficits hará preciso la utilización de diferentes técnicas que pueden ser
utilizadas de forma combinada. Estas las podemos clasificar en:
El uso de cada una de ellas se fundamenta principalmente en el grado de afectación, así en los
pacientes que muestran poca conciencia del trastorno y déficit importantes para guiar su
conducta, es más adecuado utilizar técnicas de modificación del entorno, mientras que en
pacientes con una mayor conciencia y cierta habilidad cognitiva y capacidad de iniciativa se
pueden utilizar las técnicas de restauración y/o entrenamiento en ayudas externas.
Las técnicas de modificación del entorno se utilizan sobre todo en sujetos con alteración
moderada o grave de funciones ejecutivas más que en pacientes con afectación leve. Se trata
en definitiva de hacer modificaciones no solo en el entorno físico, sino también social, de tal
forma que se reduzcan las demandas ejecutivas de los pacientes. En general, estos pacientes
deben tener muy estructurado y organizado su entorno y sus actividades debido a sus
dificultades atencionales, de planificación y organización. Algunos ejemplos son: rutinas bien
establecidas, tablones de anuncios, orden con etiquetado, listas de instrucciones o notas con
recordatorios importantes.
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inhibición y flexibilidad cognitiva o la planificación y resolución de problemas. Estos
ejercicios pueden ser realizados con lápiz y papel o mediante programas informatizados.
En los últimos años se está comenzando a utilizar técnicas de realidad virtual que de alguna
forma palian la falta de validez ecológica de las técnicas que emplean lápiz y papel o la
realización de ejercicios descontextualizados o que guardan poca relación con las actividades
de la vida diaria de los pacientes.
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Otra de las tareas que se entrenan en este programa es el control del tiempo. Para entrenar
esta capacidad, se pide al paciente que avise cuando crea que ha transcurrido un determinado
intervalo de tiempo (por ejemplo, treinta minutos, o una hora y media) o se le pide al paciente
que estime el tiempo que le llevará realizar diferentes tareas. Se le facilita un listado de tareas
que debe organizar teniendo en cuenta unas restricciones de horario. En niveles más altos de
complejidad se introducen cambios imprevistos que alteran el orden natural de la rutina y
requieren un ajuste en la distribución del tiempo o las actividades.
Caso clínico
Planteamiento del caso
Síndrome disejecutivo
Retomamos el caso que se presentó en el tema 5 por la afectación de funciones ejecutivas
que presenta el paciente y que persisten en la actualidad como secuelas establecidas.
Se trata de un varón de 28 años de edad. Soltero. Nivel de estudios superiores: licenciado en
Derecho. Ocupación anterior: asesor jurídico.
Resumimos los datos más importantes: el 6 de diciembre de 2011 sufrió un accidente de
tráfico (colisión de moto con una farola). Atendido inicialmente por el 061 con GCS 3/15. La
TAC cráneo inicial (06/12/11) muestra hematoma subdural parieto-temporo-occipital derecho
con importante desplazamiento de línea media debido al efecto masa. Se decide intervención
quirúrgica urgente realizándose craneotomía fronto-temporo-parietal derecha, evacuación de
gran hematoma subdural y lobectomía temporal derecha.
El paciente presentó un daño cerebral muy severo con alteración en el nivel de conciencia,
que evolucionó a un estado de amnesia prostraumática (APT) y posteriormente a daño
cerebral de diversa consideración con evolución positiva.
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Desde el punto de vista neuropsicológico persiste:
Enlentecimiento psicomotor.
Heminegligencia.
Cambio de personalidad debido a enfermedad médica (TCE) tipo combinado.
Falta de conciencia de enfermedad parcial (limitaciones).
Síndrome disejecutivo.
Desde el punto de vista funcional al alta, el paciente que a nivel funcional presenta una
dependencia media (índice de Barthel) en la ejecución de las actividades básicas de la vida
diaria. Esta dependencia viene determinada por una hemiparesia izquierda junto con
heminegligencia espacial izquierda, procesos atencionales disminuidos y alteración de la
movilidad del miembro superior izquierdo. Es por ello que necesita supervisión en algunas de
las tareas que componen las actividades de baño/ducha, alimentación. Realiza de forma
autónoma las actividades de aseo personal, vestido y desvestido. Presenta doble continencia
de esfínteres. Realiza las transferencias y los desplazamientos en interiores conocidos de
forma autónoma. En los desplazamientos en exteriores precisa supervisión que garantice su
seguridad debido a la heminegligencia izquierda y a sus problemas atencionales.
Todas las actividades avanzadas de la vida diaria son llevadas a cabo por sus cuidadores
principales. El ámbito del ocio y tiempo libre está muy restringido, no realizando apenas
ninguna de las actividades que realizaba con anterioridad. En la actualidad, su ocio se restringe
a salidas con familiares y algún amigo de forma esporádica. No puede llevar a cabo las
actividades implícitas en su rol profesional.
A nivel funcional su miembro superior izquierdo continúa presentando grandes limitaciones
tanto en la coordinación de los diferentes segmentos del brazo como a nivel de destrezas
manuales, lo que provoca una gran dificultad a la hora de realizar distintas actividades, por lo
que en la actualidad se continúa con el cambio de dominancia (el paciente es zurdo) para
actividades que requieren destrezas manuales complicadas como la alimentación y la
escritura. Para las demás actividades utiliza la mano izquierda y ambas manos cuando es
necesario.
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medias o sin terminar por dificultad en la monitorización de su conducta. Presenta por lo tanto
dificultades en el inicio, centrarse en algunas tareas y finalizarlas, especialmente si estas son
complejas.
Es capaz de resolver tareas rutinarias, sin embargo, ante un imprevisto o una tarea
novedosa no es capaz de transferir o generalizar planes de acción útiles en tareas parecidas.
Presenta así dificultad en resolución de problemas, especialmente si éstos son novedosos.
Muestra dificultad para planificar acciones o generar estrategias eficaces. Presenta, por
lo tanto, falta de flexibilidad o rigidez cognitiva y dificultades de organización.
Puede actuar de manera impulsiva, es decir sin realizar una anticipación de las
consecuencias de sus conductas o decisiones. De esta forma, si quiere realizar algo no
sopesará con antelación sus consecuencias o si es pertinente o no llevar a cabo la conducta.
Presenta, por lo tanto, dificultad en la toma de decisiones, actuando con falta de juicio.
LEZAK: las funciones ejecutivas son «las capacidades mentales esenciales para llevar a cabo
una conducta eficaz, creativa y aceptada socialmente», nos encontramos con un paciente que
no puede llevar una conducta eficaz, creativa y aceptada socialmente cuya consecuencia final
es la incapacidad para llevar una vida independiente.
Este paciente, que antes del accidente vivía solo, mantenía una actividad laboral remunerada
(era licenciado en Derecho), tenía pareja y llevaba a cabo actividades de ocio y tiempo libre
acordes con su edad además de intensas relaciones sociales, en la actualidad vive con sus
padres que supervisan sus actividades y relaciones, ya que él no puede llevar una vida
independiente y organizada, por ejemplo, programar, organizar y llevar a cabo la gerencia de
un hogar, la economía del mismo y solventar los problemas y necesidades que se presenten.
Una consecuencia de esto es que el paciente fue incapacitado civilmente para tomar
decisiones que gobiernen su vida, pasando su padre a ser su tutor legal, de tal forma que
decisiones que le afecten económicamente o pongan en riesgo su salud debieran ser
supervisadas y consentidas por su tutor, en este caso su progenitor.
Uno de los problemas que sus padres encuentran en la actualidad con este paciente, es que
debido a su juventud quiere salir, viajar, quedar con amigos e involucrarse en relaciones
sentimentales y/o sexuales (se da la circunstancia que es homosexual), por lo que sus padres
han de supervisar esta cuestión con especial cuidado puesto que es una persona incapacitada
legalmente, por lo que se entiende que rige como un menor, donde una persona pudiera
cometer delito en relaciones sexuales y acciones que pusieran en peligro su integridad física
y/o moral. Las salidas y relaciones con otras personas son fuente de conflicto entre el paciente
y sus padres, ya que el paciente por su anosognosia piensa que puede defenderse por sí
mismo y que no presenta limitaciones para salir solo o viajar. En la actualidad no tiene pareja,
pues esta rompió con él a raíz del accidente.
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TEMA 10 .- Neuropsicología de las emociones y la conducta
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Mientras que en la fase aguda las alteraciones de conducta más frecuentes son la agitación y
la confusión, en las fases siguientes podemos encontrar un abanico más amplio de
alteraciones de personalidad y conducta.
Normalmente para hacer referencia a los cambios emocionales y de conducta debidos a daño
cerebral, el diagnóstico que se utilizaba hasta ahora era el trastorno orgánico de la
personalidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE10) y de forma equivalente
en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV) el cambio de
personalidad debido a enfermedad médica (F07.0) donde había de anotarse si se debía a
trauma craneal, ictus, etc., especificando a su vez el tipo: lábil, desinhibido, agresivo, apático,
paranoide, otro tipo, tipo combinado y no especificado.
En la clasificación actual DSM-5 (2013), dentro del epígrafe «Trastornos de la personalidad»,
en Otros trastornos de la personalidad, se encuentra el Cambio de la Personalidad debido a
otra enfermedad médica 310.1 (F07.0), especificando la enfermedad médica de que se trate.
Los criterios diagnósticos según la DSM-5 son:
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La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental.
La alteración no se produce exclusivamente en el curso de un síndrome confusional.
La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u
otras áreas importantes del funcionamiento.
Los trastornos psicopatológicos que con mayor frecuencia aparecen tras daño cerebral son la
depresión y la ansiedad. A veces estas alteraciones responden a la misma lesión o disfunción
cerebral y, en otras ocasiones, se deben a una reacción por parte del sujeto ante la dificultad
que le supone asumir sus limitaciones o los cambios que en su vida ha producido el daño
cerebral. Entre los trastornos del estado de ánimo los pacientes suelen mostrarse pesimistas,
pueden tener trastornos del sueño y la alimentación, sentimientos de tristeza, cansancio y
pérdida de interés por las actividades que antes les interesaban.
Es importante distinguir los síntomas depresivos del síndrome apático más prevalente en los
estadios agudos, mientras que la depresión se da en fases más tardías y en pacientes no
severamente afectados. En ocasiones cuando un paciente va ganando conciencia de sus
déficits puede presentar sintomatología depresiva.
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Respecto a los trastornos de ansiedad el paciente puede presentar alteraciones fisiológicas
(sudoración, taquicardia…) o miedos, temor, nerviosismo o malestar. Al igual que ocurre con
los trastornos del estado de ánimo, en las fases agudas del trastorno no debemos confundir
la ansiedad con la agitación.
Por último, vamos a hacer referencia a una alteración muy común tras daño cerebral y que
es muy incapacitante y llamativa, como es la falta de conciencia de enfermedad a veces
denominada anosognosia. La tratamos aquí debido a su repercusión sobre la conducta del
paciente y los familiares. En general, los pacientes que presentan falta de conciencia de
enfermedad, niegan o minimizan sus déficits. Los pacientes con anosognosia pueden mostrar
falta de conciencia con respecto a sus déficits, en relación a las limitaciones que estos le
producen y, por último, en la repercusión a largo plazo o expectativas de recuperación.
Normalmente, en cuanto a la falta de percepción de los déficits, los pacientes perciben mejor
las limitaciones físicas que las cognitivas y las que peor perciben son las conductuales. Ante la
imposibilidad de percibir las limitaciones, los pacientes frecuentemente piensan que pueden
vivir o salir solos o pueden conducir, lo que acarrea muchas dificultades a la familia, que ha de
impedir estas conductas ante el paciente que no comprende el impedimento.
Siguiendo a Ledoux (1996), partimos de una serie de premisas en el estudio de las emociones:
el enfoque adecuado de análisis de una función psicológica es el que la estudia en relación
con su localización en el cerebro, en el caso de las emociones no existe un único mecanismo
cerebral dedicado a las emociones. Por otro lado, afirma el mismo autor, las respuestas
emocionales se generan en su mayoría de manera inconsciente, es decir, hay mucho más en
una experiencia emocional de lo que percibimos. Por último, la mayoría de los desórdenes
mentales suelen ser desórdenes emocionales, ya que las conexiones que comunican los
mecanismos emocionales con los cognitivos son más fuertes que las que comunican los
mecanismos cognitivos con los emocionales, lo que explica que tengamos frecuentemente
poco control sobre nuestras emociones.
Las emociones deben ser entendidas como señales internas, estados fisiológicos de acción
rápida y adaptativa, que dirigen nuestra supervivencia, responden rápidamente ante
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aquellas situaciones que atentan contra nuestra integridad e influyen en otros aspectos como
la motivación, aprendizaje, toma de decisiones, cognición, conducta y adaptación. Las
emociones «no son otra cosa que respuestas fisiológicas y conductuales múltiples y
coordinadas de un mismo organismo, algunas de las cuales pueden resultar observables como
las posturas o expresiones faciales, y otras, como la liberación de hormonas o el aumento del
ritmo cardiaco no lo son. En cualquier caso, nos estamos refiriendo a cambios en el cuerpo
que pueden ser objetivables y estudiados científicamente».
Las teorías sobre las emociones, como las de Paul Ekman o Carrol Izard, han propuesto la
existencia de un grupo de emociones básicas. Estas emociones tienen en común que forman
parte de la expresión humana y son universales (compartidas por todas las culturas). La
investigación sobre estas emociones básicas se basa en la noción de que las emociones son
acompañadas de expresiones faciales características. Ekman e Izard llegaron a la conclusión
de que había seis tipos de expresiones básicas: sorpresa, miedo, rabia, asco, alegría y
tristeza. Ellos creían que estas emociones habían quedado en el repertorio humano porque
se producían frecuentemente y cumplían una función biológica para la supervivencia, aunque
otros autores afirman que se hallan relacionadas con la socialización.
Las emociones cumplen una serie de propiedades que las hacen distintivas. Una emoción
(como la alegría o la tristeza) es el resultado de un patrón complejo de respuestas químicas y
neuronales que forman un patrón característico, estas respuestas son automáticas y
producidas por el cerebro cuando detecta un estímulo determinado (un objeto y una imagen
mental). El cerebro está determinado por la evolución para responder ante ciertos estímulos,
pero la experiencia personal hace que estas respuestas se extiendan hacia otros estímulos. El
resultado de estas respuestas químico-neuronales es un cambio temporal en el estado del
cuerpo y en las partes del cerebro que chequean esos estados corporales (la emoción se siente
en el cuerpo y el cuerpo informa al cerebro sobre los cambios que siente) y, por último, la
finalidad de las emociones es la supervivencia y la adaptación (Tirapu, 2008).
Dentro de estas emociones básicas se puede distinguir además entre emociones positivas y
negativas.
La alegría destaca como la emoción positiva por excelencia ya que facilita la interacción
social y provoca sentimientos de seguridad y satisfacción.
La sorpresa es un estado transitorio que se manifiesta ante sucesos repentinos e
inesperados. Su aparición detiene los procesos previos que nos tenían ocupados para
desplazar nuestra atención hacía el estímulo sorpresivo.
a tristeza implica soledad, indefensión y desánimo y suele relacionarse con las pérdidas
en general y con el cambio de rol en nuestro grupo social.
La ira nos moviliza contra el estímulo molesto dando lugar a conductas de ataque.
El asco conlleva el rechazo de un estímulo físico o psicológico.
El miedo, por último, es la anticipación de una amenaza o peligro, originando
incertidumbre e inseguridad, además de un irrefrenable deseo de salir huyendo.
Una teoría muy popular actualmente es que las emociones son pensamientos sobre la
situación en la que se encuentra una persona, lo que vendría a decir que la cognición precede
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a la emoción, sin embargo, desde William James (1884) y en base a las investigaciones de otros
autores los estados emocionales llegan primero y los sentimientos después, por lo que la
emoción precede a la cognición.
Durante años la psicología cognitiva nos ha hecho creer que lo importante es lo que uno
piensa y no tanto lo que uno siente. Durante años hemos intentado convencer a nuestros
pacientes que sus emociones son secundarias a sus pensamientos. Sin embargo, evitar que las
emociones irrumpan en el cerebro racional no es tan fácil como nos han intentado hacer creer.
Es muy frecuente que las emociones contaminen la cognición pues desde el punto de vista
neuroanatómico, las conexiones bilaterales entre los centros racionales y emocionales no son
simétricas, de tal forma que existe un mayor número de conexiones que van desde los centros
emocionales a los racionales que a la inversa, lo que avala la superioridad de la emoción frente
a la razón.
En 1994 Antonio Damasio publica El error de Descartes donde expone dos ideas básicas: la
unidad razón-emoción, y que la emoción se evoca por la percepción del lenguaje del cuerpo,
es decir, el escenario de las emociones es el cuerpo. Este es el núcleo de la hipótesis del
marcador somático que plantea que la respuesta emocional es frecuentemente uno de los
primeros componentes y que influiría posteriormente en los aspectos del sentimiento y su
valoración. Frecuentemente, según este autor, la toma de decisiones no es tan racional como
se cree, pues Damasio en esta misma publicación esboza su teoría del marcador somático,
donde una emoción marca la opción más saliente que influye en la toma de decisiones.
¿Y cómo controlar las emociones? En el siglo XVII el filósofo Baruch de Spinoza ya planteó que
una emoción solo puede ser contrarrestada por otra emoción opuesta y de mayor intensidad.
Spinoza y otros filósofos como Hume, se percataron, pues, de que la mejor manera de
contrarrestar una emoción negativa concreta es tener una emoción positiva muy intensa. Sin
embargo, llevamos años en psicología intentando convencer a nuestros pacientes que
razonen sobre cómo se sienten o que simplemente se distraigan. Es decir, les planteamos que
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la corteza frontal dorsolateral fría y racional intente imponer su mandato a la amígdala
pasional y cálida, pero como hemos visto resulta una tarea harto complicada (Tirapu, 2008).
Para terminar este apartado y en relación con las emociones y la empatía trataremos las
denominadas neuronas espejo. Estas neuronas fueron descubiertas por el equipo de Giacomo
Rizzolatti de la Universidad de Parma (Italia) en 1996.
El origen del concepto de cognición social se halla en los trabajos pioneros sobre el autismo
donde se señalaba una afectación en este trastorno de lo que se denominaba teoría de la
mente (ToM). El inicio de este concepto se sitúa en 1978, cuando fue acuñado por vez primera
por Premack y Woodruff para referirse a la capacidad de atribuir estados mentales y predecir
el comportamiento de otro organismo. De entre las diversas definiciones sobre la teoría de
la mente quizás la más completa y que mejor recoge la complejidad del término sería «la
habilidad para atribuir estados mentales independientes, como deseos, creencias y
emociones, tanto en uno mismo como en otros».
Según Tirapu, Muñoz Céspedes y Pelegrín (2003) la atribución de estados mentales no debería
entenderse como procesos meramente cognitivos, sino como una interacción entre estos y
los procesos emocionales.
Una adecuada competencia social implicaría entender las situaciones sociales y la información
presente en tales situaciones. Para ello sería preciso un adecuado funcionamiento de la
capacidad de mentalización o teoría de la mente, que permita entender e interpretar los
estados mentales propios y de los otros, y hacer así predicciones y explicaciones de las
conductas. Se podría concluir, por tanto, que una capacidad de teorizar sobre estados
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mentales y emocionales de otros es un componente necesario para un adecuado
funcionamiento y adaptación social.
Percepción social. Incluye las capacidades para valorar reglas y roles sociales, así como
para valorar el contexto social.
Conocimiento social o conocimiento de los aspectos propios de cada situación social, lo
que permite a la persona saber cómo debe actuar, cuál es su rol y el de los demás en esa
situación o las reglas que rigen en ese momento.
Estilo o sesgo atribucional. Forma en que cada persona interpreta y explica las causas de
un resultado determinado, ya sea positivo o negativo.
Teoría de la mente: hace referencia a la habilidad para comprender y predecir la conducta
de otras personas, sus conocimientos, sus intenciones y sus creencias.
Procesamiento emocional. Este hace referencia a la capacidad para comprender,
expresar y manejar las emociones.
Empatía. Existen múltiples definiciones de este término, aunque, actualmente, la más
aceptada es la de Davis (1996), quien la definió como el conjunto de constructos que incluyen
los procesos de ponerse en el lugar del otro.
La empatía cognitiva se describe como la habilidad para crear una teoría sobre el estado
mental y cognitivo de otra persona, teniendo en cuenta su perspectiva. Dentro de la empatía
cognitiva se han descrito dos formas de la ToM: la cognitiva y la emocional. Aunque pueden
parecer muy similares, la ToM cognitiva se refiere a nuestra habilidad para hacer inferencias
de las creencias de otras personas (saber lo que otro sabe), mientras que la ToM emocional
hace referencia a nuestra habilidad para hacer inferencias de las emociones de los demás
(saber lo que otro siente).
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Por otro lado, la empatía emocional es la capacidad para experimentar una respuesta
empática únicamente observando y percibiendo una emoción experimentada por otra
persona, la cual engloba diferentes procesos como el reconocimiento y el contagio de
emociones, y la capacidad para compartir el dolor (sentir lo que otro siente) (Tirapu et al).
En dicho tema hablamos del circuito dorsolateral como el responsable del funcionamiento
ejecutivo más de índole cognitiva, mientras que los otros dos circuitos se encuentran
relacionados con la regulación de las emociones y la conducta.
En este sentido podemos hacer una distinción entre las funciones ejecutivas conductuales o
de autocontrol de los procesos emocionales y motivacionales, es decir, la capacidad de
satisfacer los impulsos y emociones siguiendo estrategias socialmente aceptables y las
funciones ejecutivas cognitivas que incluyen las capacidades implicadas en la formulación de
metas y las estrategias para lograr los objetivos, y las aptitudes para llevar a cabo estas
actividades de una forma eficaz.
Por otro lado, hemos de advertir que no es posible en realidad establecer una disociación
entre sus funciones, es decir, separar lo motivacional y emocional de lo cognitivo. Así cuando
establecemos la diferenciación entre cognitivo y emocionales solo una diferencia artificial
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Esta región está implicada en la respuesta emocional. Una importante función de la corteza
orbitofrontal es la de inhibir a otras áreas cerebrales. Las lesiones en esta área parecen
desconectar el sistema de «vigilancia» frontal dorsolateral del sistema límbico y, como
consecuencia, las respuestas conductuales no están controladas por la razón o la lógica y
ocurre lo que se denomina síndrome orbitofrontal. Las lesiones de la corteza orbitofrontal
producen una conducta desinhibida o social inadecuada e irregularidades emocionales.
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Parte de los hemisferios cerebrales y el diencéfalo están agrupados bajo el nombre de sistema
límbico (figura 4) y se encuentra situado en las porciones más profundas del cerebro por
encima del tronco encefálico. El término fue acuñado en la década de los años 40 por MacLean
(1949). Estructuralmente el sistema límbico consiste en:
Las áreas somatosensoriales e ínsula, principalmente, son las regiones cuyo cometido
consiste en analizar y procesar la información que llega del cuerpo lo que hace que sea posible
fotografiar en el cerebro o «mapear» (crear un mapa del cuerpo en el cerebro) el estado en el
que nos encontramos en cada instante. Experimentalmente se ha demostrado que la ínsula
juega un importante papel en la experiencia del dolor y la experiencia de un gran número de
emociones básicas, incluyendo odio, miedo, disgusto, felicidad y tristeza. La ínsula está bien
situada para la integración de información relacionando estados corporales con procesos
emocionales y cognitivos de orden superior, ya que recibe información del cuerpo a través de
vías sensoriales por la vía del tálamo y envía información o estímulos a otro gran número de
estructuras tales como la amígdala y al córtex órbitofrontal o ventromediano.
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no se producen en la consulta, sino en el ambiente cotidiano de este. Si bien, la observación
es otra técnica importante y de gran utilidad.
Para valorar estos aspectos, utilizamos escalas de conducta. Presentamos aquí algunos
instrumentos ampliamente utilizados como la escala de depresión de Hamilton, la escala de
depresión de Beck, la escala de ansiedad de Hamilton y el inventario neuropsiquiátrico.
La escala de depresión de Hamilton (1960) es una entrevista semiestructurada de 17 ítems y
valora los síntomas de ansiedad fisiológica, por un lado, y de ansiedad psíquica por otro.
Algunas escalas para valorar la conducta y regulación de emociones son la Frontal Systems
Behavior Scale (FrSBe) (Grace et al., 2001) que mide disfunción ejecutiva, apatía y
desinhibición, el cuestionario DEX (BADS) (Wilson et al., 1996), la escala de apatía de Marin
(Marin et al., 1991), la escala de impulsividad que posee una adaptación española realizada
por Verdejo et al. (2010) y la escala de Iowa que posee validación española (Guallart et al.,
2015). La escala de Iowa pone el énfasis en la valoración de funciones motivacionales y
emocionales, repercusión de alteraciones de funciones ejecutivas en la vida cotidiana y
permite estimar la personalidad premórbida por lo que resulta de utilidad para valorar el
cambio de personalidad debido a causas neurológicas.
No existe un protocolo establecido para valorar la cognición social, podemos valorar los
siguientes aspectos. En primer lugar, para valorar cómo el sujeto dota de valor emocional y
social los estímulos, se ha apostado por la evaluación del reconocimiento facial de emociones
o reconocimiento de expresiones faciales mediante el test de las expresiones faciales que es
de acceso libre y se puede descargar en https://www.unige.ch/
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En un día caluroso Juan y María están sentados en el parque cuando ven llegar una
furgoneta de helados. Como no llevan dinero encima, María decide ir a buscar la cartera a
su casa. El heladero le asegura que le esperará en el parque, pero al cabo de unos minutos
Juan ve como el heladero arranca la furgoneta para irse. Al preguntarle donde va, el
heladero contesta que se marcha a la zona de la iglesia porque en el parque apenas hay
gente. Cuando el heladero va conduciendo camino de la iglesia, María le ve desde la puerta
de su casa y le pregunta dónde va. Así María también se entera de que estará en la iglesia.
Por su parte Juan, que no sabe que María ha hablado con el heladero, va a buscarla a su
casa, pero no la encuentra. El padre de María le dice a Juan que se ha ido a comprar un
helado.
La pregunta es: ¿Dónde piensa Juan que María habrá ido a buscar al heladero?
En tercer lugar, se valora la utilización social del lenguaje mediante las historias de Happé
que se crearon inicialmente para valorar la atribución de intenciones a los demás en niños con
autismo. Un ejemplo de estas historias son la captación de la ironía, la mentira y la mentira
piadosa. En cada una de estas historias el personaje dice algo que no debe entenderse en
sentido literal y se solicita al sujeto una explicación de por qué el personaje afirma lo que dice.
Happé plantea que este tipo de historias nos sitúa en un tercer nivel de complejidad de la ToM
ya que se centran en la capacidad para extraer un significado en función de un contexto social
particular que debe superar la literalidad. A continuación de exponen tres ejemplos:
Ironía
Un niño está mirando a un grupo de niños que se cuentan cosas y se ríen. Se acerca y les pregunta:
—¿Puedo jugar con vosotros?
Uno de los niños se gira y le dice:
—Sí, claro, cuando las vacas vuelen, jugarás.
Pregunta: ¿por qué dice eso?
Mentira
Aparecen dos niños, uno con un bote lleno de caramelos. El otro le pregunta:
—¿Me das un caramelo?’ y el niño de los caramelos responde, escondiéndolos tras la espalda:
—No, es que no me queda ninguno.
Pregunta: ¿por qué dice eso?
Mentira piadosa
Hoy tía Amelia ha venido a visitar a Pedro. Pedro quiere mucho a su tía, pero hoy lleva un nuevo
peinado que Pedro encuentra muy feo. Pedro cree que su tía está horrorosa con este pelo y que le
quedaba mucho mejor el que llevaba antes. Pero cuando tía Amelia le pregunta a Pedro: —¿Qué
te parece mi nuevo peinado?
Pedro dice:
—¡Oh, estás muy guapa!
Pregunta: ¿por qué le dice eso Pedro?
En cuarto lugar, se valora el comportamiento social mediante el test de faux pas o meteduras
de pata. En esta prueba los sujetos deben leer diez historias en las que el protagonista «mete
la pata» en distintas situaciones sociales junto con diez historias de control. Una es:
Julia compró a su amiga Esther un jarrón de cristal como regalo de bodas. Esther hizo una
gran boda y había tal cantidad de regalos que le fue imposible llevar la cuenta de qué le
había regalado cada invitado. Un año después, Julia estaba cenando en casa de Esther. A
Julia se le cayó una botella de vino sin querer sobre el jarrón de cristal y éste se hizo añicos.
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Lo siento mucho. He roto el jarrón —dijo Julia—. No te preocupes —dijo Esther–, nunca me
gustó; alguien me lo regaló por mi boda.
¿Ha dicho alguien algo que no debería haber dicho o algo inoportuno? Si dice sí, preguntar:
¿quién ha dicho algo que no debería haber dicho o algo inoportuno? ¿Por qué no lo debería
haber dicho o por qué ha sido inoportuno? ¿Por qué crees que lo dijo? ¿Se acordaba Esther
de que Julia le había regalado el jarrón? ¿Cómo crees que se sintió Julia?
Estas historias resultan algo más complejas y se insiste en la capacidad del sujeto para haber
comprendido la situación y en su capacidad para ponerse en el lugar de los diferentes
protagonistas de la historia. Mientras que las historias de Happé valoran la ToM cognitiva
(saber lo que otro sabe), las historias de faux pas valoran la ToM emocional (saber lo que
otro siente).
Otra tarea para valorar la ToM es el test de la mirada de Baron-Cohen (2001) y valora la
detección de la expresión emocional a través de la mirada. Esta prueba consta de 28
fotografías para niños y 38 para adultos en las que se observan las miradas de hombres y
mujeres que expresan un sentimiento o un pensamiento. Cada fotografía tiene cuatro
respuestas posibles y el sujeto debe elegir la más adecuada. Esta prueba valora aspectos
emocionales complejos y que surgen en la interacción social, así el sujeto debe conocer el
significado de emociones y sentimientos, basándose en la expresión de los ojos debe
completar la expresión facial acompañante a la mirada y debe identificar la emoción que le
genera esa expresión determinada (empatía).
Por último, en este modelo propuesto, se valora la empatía y juicio moral mediante los
dilemas morales. Un ejemplo sería el dilema del tren:
Un vagón de tren se dirige sin control hacia un grupo de cinco operarios que realizan obras
de mantenimiento en la vía. Todos ellos morirán aplastados por la máquina si no
encontramos una solución. Usted tiene la posibilidad de apretar un botón que activará un
cambio de agujas y desviará el tren hacia otra vía donde se encuentra un trabajador
realizando obras de reparación. El vagón mataría a este hombre, pero los otros cinco se
salvarían. ¿Pulsaría el botón?
Ahora vamos a por otra versión del mismo dilema. Usted se halla sobre un paso elevado que
cruza sobre la vía y situado en un punto vertical entre la vía y las cinco personas. Un señor
con aspecto desaliñado y con pintas de estar bebido se encuentra a su lado. Una manera de
frenar el «vagón asesino» consiste en empujar al señor para que caiga sobre la vía y resulte
atropellado, lo que provocará que el maquinista reaccione, frene el tren y salve las cinco
vidas. ¿Le daría un empujón?
Lo más probable es que los sujetos contesten que «sí» al primer planteamiento y que «no» al
segundo, lo que pone en un primer plano el problema de la empatía ya que la clave parece ser
la idea de aplicar nuestra acción sobre un ser inanimado como un botón o sobre un ser
animado como un ser humano. Además, cuando los sujetos responden que «no empujarían al
señor» les planteamos qué harían si los cinco sujetos que se hallan en la vía son sus seres más
queridos, lo que logra, en la mayoría de los casos, modificar la orientación de sus respuestas.
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Por último, para la valoración de la conciencia de enfermedad se utiliza el cuestionario de
autoconciencia de los déficits o Self Awareness déficit inventory, SADI (Fleming, Strong y
ashton, 1996) que valora los tres aspectos jerárquicos de la conciencia de enfermedad: el
conocimiento de los propios déficits, la conciencia de las limitaciones que estos provocan y el
establecimiento de expectativas realistas de recuperación. Consiste en una serie de preguntas
relativas a estos tres dominios que se realizan al paciente como, por ejemplo: «¿es usted
distinto ahora a como era antes del accidente? ¿en qué?; ¿cree que tiene dificultades para
controlar su conducta?; ¿puede conducir?; ¿considera que las consecuencias del accidente
van a afectar a su vida dentro de seis meses?».
Existen varias aproximaciones para el abordaje de los trastornos de conducta que se utilizan
frecuentemente de forma combinada, estos son (Bruna, Roig, Puyuelo, Junqué y Ruano,
2011):
El tratamiento farmacológico.
La modificación de conducta.
La rehabilitación neuropsicológica.
La psicoterapia.
La intervención con la familia.
A veces es necesario el tratamiento farmacológico, a pesar de que los familiares son en
ocasiones reacios o los pacientes se niegan a tomar fármacos. A estos inconvenientes se añade
que hasta hace relativamente poco tiempo, el campo del daño cerebral sobrevenido y, en
concreto, las alteraciones de conducta asociadas, no han sido tenidos muy en cuenta por las
diferentes especialidades médicas como la neurología o la psiquiatría.
Sin embargo, en los últimos años se ha producido un creciente (y afortunado) interés por parte
de los neurólogos por la neurología de la conducta y por parte de los psiquiatras por la
neuropsiquiatría. De esta forma, es cada vez más común encontrar unidades de rehabilitación
multidisciplinares que cuenten con neurólogo o neuropsiquiatra que se encarguen, entre
otras funciones médicas, de la prescripción de neurofármacos y control farmacológico del
paciente en relación a sus alteraciones de conducta.
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En las fases agudas, después de daño cerebral, es muy común como se ha comentado,
encontrar alteraciones de la actividad como la agitación psicomotora. En la agitación, el
abordaje terapéutico principal es el farmacológico. El grado de confusión en el que se
encuentran los pacientes en fase aguda, agrava aún más los síntomas. Este estado de agitación
se suele resolver con rapidez, por lo que hay que realizar revisiones farmacológicas frecuentes
al paciente para no alargar el efecto sedante de los fármacos utilizados, ya que pueden
retrasar la recuperación cognitiva cuando la fase aguda está dando paso a otras fases de
recuperación.
En relación a las conductas por defecto como la apatía también los tratamientos
farmacológicos son útiles, aunque su efecto es menos exitoso que en el tratamiento de las
conductas por exceso o inapropiadas.
Es muy común que se utilicen fármacos y combinaciones de estos para trastornos de conducta
específicos más que para la etiología principal de los fármacos, así se pueden utilizar
antidepresivos para el tratamiento del insomnio, o antipsicóticos como la quetiapina, para
alteraciones de conducta por exceso o inapropiadas. En este sentido, hay que explicar a la
familia que la utilización del fármaco se basa en el tratamiento de los síntomas, más que de
los síndromes o de las enfermedades.
Una técnica muy útil es la extinción de conducta, que consiste en no prestar atención al
comportamiento o ignorar la conducta, basándose en el principio de que una conducta no
reforzada tiende a su desaparición. Al inicio de la aplicación de la extinción, la conducta puede
incluso recrudecerse, ya que el paciente estaba acostumbrado a captar la atención con ella,
sin embargo, si se es constante, la conducta tenderá a remitir y desaparecer. Esta técnica no
está indicada en conductas que supongan un peligro para la integridad física.
Las técnicas de modificación de conducta más utilizadas son las basadas en el refuerzo y en el
castigo. El refuerzo se aplica para aumentar la emisión de una conducta adecuada, así seguirá
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una consecuencia agradable a dicha conducta. Esta consecuencia puede ser un elogio o signo
de aprobación o algo material que previamente se constata que es de interés para el paciente.
En ocasiones se utiliza la economía de fichas, que consiste en planificar y concretar un número
determinado de conductas positivas para obtener un refuerzo. Así, el paciente va
consiguiendo puntos o fichas que al final puede canjear por un premio. Si ocurren conductas
negativas, puede perder algún punto o ficha, lo que se denomina coste de respuestas.
El castigo, por el contrario, se aplica para disminuir la emisión de una conducta inadecuada y
consiste en proporcionar una consecuencia negativa después de la conducta inapropiada, o
bien privar al paciente de experiencias agradables.
En este sentido se puede utilizar el tiempo fuera, que consiste en retirar al paciente de la
situación durante un período corto de tiempo, inferior a 30 minutos; la privación o retirada
de privilegios, es decir, privar al paciente de algo que le gusta como ver un programa de TV o
recibir visitas; o la privación o reducción de su tiempo libre, teniendo que realizar una serie
de tareas en los momentos en los que podría disfrutar de tiempo para sí mismo, de ocio o de
descanso.
En las fases agudas, donde hemos visto que predominan la agitación y la confusión es muy
importante seguir las siguientes pautas encaminadas sobre todo a reducir la
sobreestimulación que agravarían los síntomas.
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La forma de interactuar con el paciente es proporcionándole información clara, sencilla y
concreta, evitar los distractores, dirigiéndonos al paciente cuando hemos captado su
atención, las órdenes han de ser claras y simples, utilizando frases cortas y de poco contenido.
Debemos además utilizar el aprendizaje sin error que consiste en no formular preguntas a los
pacientes en las que pueden cometer errores como preguntarles ¿quién es este? o ¿te
acuerdas de fulanito, o de tal? o ¿qué día es hoy?, etc.
En fases más avanzadas la rehabilitación cognitiva puede tener efectos muy positivos sobre
la conducta del paciente. Así, por ejemplo, conforme el paciente va aumentando su capacidad
atencional o va superando sus dificultades de memoria van disminuyendo sus sensaciones de
fracaso, de dependencia o de impotencia. Mejora la seguridad en sí mismo y se reducen las
conductas de negatividad, frustración, irritabilidad o de agresividad. Con el entrenamiento en
funciones ejecutivas mejora el control de los impulsos, la inhibición o la flexibilidad cognitiva.
Otra habilidad muy importante que hay que trabajar con los pacientes en este sentido es la
capacidad para ser consciente de sus déficits o limitaciones, esto es, mejorar la conciencia de
la enfermedad o de los déficits, ya que en la medida en que el paciente es consciente de sus
alteraciones, podrá colaborar en las técnicas de conducta e incluso poner él mismo los medios
para mejorar sus déficits.
Para esto se informa y se forma a los pacientes en el funcionamiento del cerebro, en los
déficits que se producen tras una lesión y en determinar los déficits que presenta. A menudo
resulta útil confrontar a los pacientes ante sus déficits. Puede resultar de utilidad también,
grabar al paciente y luego analizar con él la conducta o el comportamiento.
Frecuentemente la conciencia de déficit se suele trabajar en grupo para que los pacientes
vean las alteraciones en otros afectados, ya que a veces les resulta más fácil detectar un
comportamiento en otras personas que en ellos mismos. Existen programas como autopista
a la conciencia que se lleva a cabo en grupo. Se trata de un programa en formato de juego de
mesa donde los pacientes según caigan en unas casillas de un tablero han de responder a
preguntas sobre el cerebro, su funcionamiento y afectación o bien realizar juegos de rol-
playing simulando situaciones de la vida cotidiana.
Por último, la comprensión y el manejo de la conducta constituyen uno de los mayores retos
para los familiares. En primer lugar, es muy importante formar e informar a la familia y
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explicarles que las alteraciones de conducta son una consecuencia de la lesión en el cerebro,
igual que lo es la hemiplejía de un miembro. Esto a menudo es difícil de entender y la familia
tiende a culpabilizar al paciente por su mal comportamiento. Es muy importante explicar a las
familias los diferentes trastornos de comportamiento que pueden darse después de daño
cerebral y centrarnos especialmente en aquellos que exhibe su familiar.
En segundo lugar, aunque es importante conocer las alteraciones de conducta y por qué se
producen, lo es aún más, saber qué hacer o cómo actuar ante ellas. Por eso, es de suma
importancia dar pautas de manejo conductual al familiar y entrenarle en las técnicas de
modificación de conducta, por ejemplo sobre cómo llevar a cabo la extinción de conducta, o
cómo dar refuerzos o realizar una economía de fichas, ya que todas estas técnicas deben
aplicarse no solo en consulta, sino sobre todo, en la vida cotidiana del paciente, en su día a
día.
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Por último, debemos ayudar a la familia a conseguir una adecuada adaptación a la nueva
situación que está viviendo, ya que además es previsible que continúe en el tiempo. En este
sentido, los familiares de los pacientes agradecen sentirse escuchados y comprendidos, ya que
habitualmente sienten vergüenza de explicar las conductas inapropiadas que exhibe el
familiar ante otras personas, sin embargo ante los profesionales que tienen experiencia en
estos trastornos el familiar puede expresarse de manera más confiada.
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Caso clínico
Planteamiento del caso
Valoración psicopatológica:
Durante la exploración el paciente se muestra participativo y colaborador. El contacto ocular
es adecuado. No presenta síntomas disfóricos, ansiosos ni depresivos. Como alteraciones de
la personalidad presenta irritabilidad, inestabilidad emocional, escasa tolerancia a la
frustración, infantilismo, apatía, indiferencia, embotamiento afectivo, falta de espontaneidad.
Todo ello compatible con cambio de personalidad debido a TCE de tipo combinado y de
intensidad moderada-severa.
Desde el punto de vista conductual, presenta falta de flexibilidad, pérdida de control de
impulsos, cambios de humor y conducta social inapropiada. Presenta frialdad emocional.
Todo ello repercute en sus habilidades sociales y comunicativas afectado a las relaciones
sociales. No presenta consciencia de su déficit, reconoce algunos físicos, pero niega cambios
psicológicos o cognitivos, niega o minimiza las limitaciones que estos déficit le suponen. No
tiene una percepción realista de su situación y no pone en marcha estrategias de
afrontamiento.
Valoración neuropsicológica:
Paciente orientado en todos los aspectos. No presenta heminegligencia. No presenta déficit
de atención. No presenta alteraciones en la velocidad de proceso. Presenta un ligero déficit
en los procesos de aprendizaje y memoria con déficit en los procesos de almacenamiento,
consolidación y evocación de la información no beneficiándose de claves. Los déficits
mnésicos se manifiestan tanto en la modalidad audioverbal como en la visual, estando esta
última menos afectada. Su lenguaje está conservado, sin embargo su discurso es literal y,
excesivamente, concreto, propio de alteraciones frontales. Las praxias y gnosias se
encuentran conservadas. Presenta déficit en funciones ejecutivas donde no es capaz de
planificar los pasos necesarios para resolver problemas ni tampoco seguir planes previamente
trazados, en este sentido sus respuestas no son flexibles, no es capaz de generar alternativas
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ni autocorregir sus respuestas adecuándolas al feedback que recibe. En definitiva, presenta
déficit leve en memoria y severo en funcionamiento ejecutivo.
Valoración logopédica:
No presenta alteraciones psicolingüísticas.
Desde el punto de vista lesional o neuroanatómico, nos encontramos a un paciente con una
lesión frontobasal bilateral, hematoma frontal derecho y lobectomía frontal parcial. En este
sentido las lesiones de la corteza prefrontal basal (orbitofrontal o ventromedial) cursan con
alteraciones de las emociones y la conducta, especialmente en lesiones del hemisferio
derecho, lo que se corresponde con las lesiones presentadas en este paciente.
En la exploración médica inicial nos debe llamar la atención que se trata de una persona
colaboradora y sin alteraciones del lenguaje, sin embargo presenta apatía y anosognosia. La
apatía como hemos visto en el tema se relaciona con lesiones ventromediales y las
alteraciones de conducta cursan frecuentemente con anosognosia o falta de conciencia de
enfermedad. Presenta una hemiparesia residual izquierda recuperada en relación con la lesión
frontal derecha.
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incapacidad del paciente para interpretar y mostrar emoción, por lo que a raíz del TCE se ha
convertido en una persona fría, robótica podríamos decir. Por último, la exploración corrobora
la falta de conciencia de enfermedad por parte del paciente que se muestra totalmente
despreocupado por su estado, que no puede valorar.
Desde el punto de vista funcional, podemos ver la repercusión de sus déficits, no presenta
afectación de actividades básicas, aunque debido a su falta de espontaneidad hay que
recordar y supervisar que el paciente pueda llevar a cabo estas actividades, de igual forma
esto repercute en las instrumentales, donde no es capaz de iniciar una actividad y planificarla
o llevarla a cabo de forma autónoma hasta su finalización. Por último, el paciente presenta
una gran repercusión en las actividades avanzadas con imposibilidad de llevar a cabo una
actividad remunerada o implicarse en actividades de ocio y tiempo libre.
Aunque no queda recogido en el informe, a nivel familiar sus déficits conllevan importantes
problemas de pareja. Se da la circunstancia que el matrimonio tiene un hijo de corta edad, de
unos 7 u 8 años que siente rechazo a estar con su padre, pues este es incapaz de mostrar
emociones o afectividad además se frustra con rapidez mostrando explosiones de ira o
enfado.
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TEMA 11.- Neuropsicología infantil
Podemos señalar algunas diferencias entre la neuropsicología del adulto y la infantil, siguiendo
a este mismo autor. Durante la infancia, el cerebro se encuentra en desarrollo, mientras que
en el adulto ya está completado. El pronóstico, salvo en algunos casos de daño cerebral muy
severo, suele ser mejor en los niños que en el adulto. Las lesiones cerebrales en la infancia
son más difusas, mientras que en el adulto son más locales, y el daño en la etapa infantil
impide la adquisición de nuevas habilidades, mientras que en el adulto se produce un
deterioro de las capacidades previamente adquiridas.
Durante el desarrollo madurativo, los niños pueden presentar diversas patologías que afectan
al mismo, entre ellas encontramos: trastornos psiquiátricos, trastornos de aprendizaje,
enfermedades neurológicas, daño cerebral adquirido, etc.
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genética tiene en el desarrollo, sino también el del ambiente. En el curso del desarrollo las
diferentes zonas cerebrales siguen un patrón de desarrollo distinto, algunas maduran antes
que otras. Sigue una secuencia jerárquica donde las regiones sensoriales y motoras primarias
maduran antes que las asociativas, y las regiones filogenéticamente más antiguas maduran
antes que las más recientes.
Primera infancia (0-2 años). Período preescolar (2-6 años). Período escolar (6-
12 años). Adolescencia (12-20 años).
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En la primera infancia, entre los 0 a los 2 años, se forma la arquitectura básica del cerebro
(seis primeros meses de gestación). Tras el nacimiento se mieliniza la formación reticular del
tronco encéfalo que regula la conciencia y la atención. Entre el sexto y el octavo mes se
mielienizan las vías motoras. La tasa metabólica en edad temprana es alta en las regiones más
antiguas filogenéticamente y a partir del sexto mes aumenta en la corteza prefrontal lo que
se corresponde con la adquisición de un gran número de habilidades.
En cuanto al lenguaje, los niños inician el balbuceo vocálico y consonántico a los 8 meses, en
torno al año dicen sus primeras palabras, aumentando vertiginosamente su vocabulario hasta
los 2 años, cuando comienzan a unir dos palabras para formar frases. A los 5 meses el bebé
empieza a manipular objetos. A los 6 meses presentan respuestas emocionales incontroladas,
y entre los 12 -18 meses comienzan a ser capaces de regular sus emociones, aunque suelen
guiar su comportamiento basándose en la reacción de sus padres. A los 18 meses se reconocen
en un espejo.
El lenguaje es una de las habilidades más importantes que se desarrolla en este período, que
precisamente se caracteriza por capacidad de los niños para manejar símbolos, clasificar por
categorías de significado, o comprender la noción de número. Se produce una expansión del
vocabulario, pasando de 500 palabras a los 2 años a 10 000 a los 6. Aparece la pragmática del
lenguaje, donde los niños aprenden a respetar turnos o ajustar su habla a los diferentes
contextos o interlocutores.
Entre los 3 y los 6 años aparece la teoría de la mente por la que los niños atribuyen estados
mentales a otras personas. Alrededor de los 5 años disminuyen las pataletas o conductas
agresivas conforme se desarrolla la capacidad de autocontrol.
En la etapa escolar, entre los 6 y los 12 años, se produce un incremento en la actividad de los
lóbulos frontales. Los niños pasan de procesar perceptivamente los detalles aislados a integrar
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las partes en un todo. En cuanto a la atención, sigue aumentando la capacidad de
concentración.
A partir de los 9 años mejora la velocidad de procesamiento y van madurando los procesos
de control atencional. En relación a la memoria, a partir de los 7 años comienzan a usar
estrategias mnésicas y mejora la memoria operativa. Respecto al lenguaje, se perfeccionan las
estrategias de conversación, se produce una mejoría de la sintaxis y sigue aumentando el
vocabulario. En esta etapa comienza el aprendizaje de la lectoescritura. En cuanto a las
funciones ejecutivas, son capaces de planificar a partir de los 6 años, y continúan dominando
la inhibición y modulación de la conducta. Alrededor de los 8 o 9 años desarrollan la
metacognición. En este período y gracias al desarrollo de las funciones ejecutivas, los niños
pueden anticipar las consecuencias del comportamiento, aumentan su control emocional y la
autorregulación. A los 8 años desarrollan el autoconcepto y también en esta fase se
desarrollan la comprensión de normas y algunos conceptos morales.
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En la etapa de la adolescencia, entre los 12 a los 20 años, termina la poda sináptica, y la tasa
metabólica que estaba aumentada en las etapas anteriores, disminuye hasta alcanzar el nivel
adulto. Numerosas estructuras completan su desarrollo. Según Piaget el desarrollo cognitivo
termina a los 15 años, y parece que a partir de esa edad lo que continúa es el desarrollo
personal, emocional, social y moral. En esta etapa se perfeccionan todas las habilidades,
perceptivas, atencionales y mnésicas y continúan desarrollándose las funciones ejecutivas
(inhibición, resolución de problemas, toma de decisiones), la velocidad de procesamiento, la
gramática, semántica y pragmática del lenguaje. Mejora el razonamiento y aumenta la
capacidad para almacenar conocimientos. En cuanto al desarrollo afectivo y social, se
producen cambios importantes y situaciones conflictivas debido a los cambios hormonales
propios de estas edades. En esta etapa se realiza la transición a la vida adulta.
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El DSM-5 contempla los trastornos del desarrollo neurológico compuesto por los siguientes
trastornos: discapacidad intelectual, trastornos de la comunicación, trastorno del espectro del
autismo, trastorno del déficit de atención con hiperactividad, trastorno específico del
aprendizaje, trastornos motores, trastornos de tics y otros trastornos del desarrollo
neurológico.
Los trastornos de la comunicación hacen referencia a los trastornos del habla, por un lado,
que afectan al sonido audible o expresión del lenguaje y, por otro, a los trastornos del lenguaje
propiamente dicho o que afectan a su forma o contenido.
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Los trastornos del habla pueden deberse a alteraciones de la articulación de los fonemas que
se denomina trastorno fonológico (TF), también conocido como dislalia, y si el trastorno es
adquirido, se denomina disartria; a alteraciones de la fluidez, que da lugar al trastorno de
fluidez, disfemia o tartamudez y los trastornos de la voz que son las disfonías o afonías.
Figura 4. Criterios diagnósticos del Trastorno fonológico y del Trastorno de fluidez según el DSM-5.
En la siguiente figura aparece una comparativa de las clasificaciones para los trastornos de
la comunicación según diferentes manuales diagnósticos:
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Los trastornos del lenguaje quedan reducidos en el DSM-5 a un único trastorno, el trastorno
del lenguaje, también conocido como trastorno específico del lenguaje (TEL) y se añade el
trastorno de la comunicación social que hace referencia a una dificultad para los usos del
lenguaje adaptado a los diferentes contextos, estando los demás componentes del lenguaje
conservados.
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estereotipias o se resisten y reaccionan mal ante los cambios. En cuanto a las dificultades de
interacción social, tienen dificultad para mantener el contacto visual y para entender la
comunicación no verbal. Tienen dificultades además de planificación, flexibilidad cognitiva,
memoria operativa y fluidez verbal. El grado de discapacidad es variable de unos niños a
otros, de hecho, existe tal heterogeneidad que se adopta el término trastorno del espectro
del autismo (TEA) para englobar a múltiples niveles o grados de afectación. Se denomina
autismo de alto funcionamiento (AAF) a la forma atenuada o menos grave del autismo.
En ocasiones el niño con autismo puede tener grandes habilidades o capacidades concretas.
El autismo no tiene una causa específica. Algunos niños con autismo no responden a
estímulos sociales desde la infancia, mientras que en otros, los síntomas aparecen después
del segundo año de vida. El síndrome de Asperger es una variación del autismo menos severa,
donde estos niños presentan un lenguaje conservado, a excepción del componente
pragmático.
Entre los trastornos motores, en el trastorno de tics, las características fundamentales del
síndrome Gilles de la Tourette que consiste en tics motores y verbales que se asocian con una
limitación social significativa y a menudo interfieren en la adaptación escolar.
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Figura 7. Tipos y manifestaciones clínicas del Trastorno por déficit de atención con hiperactividad TDAH. Fuente:
Garrido-Landívar, 2010.
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11.4. Otros trastornos objeto de la neuropsicología infantil
En el DSM-5 (2014) bajo el epígrafe trastornos destructivos, del control de los impulsos y de
la conducta, se encuentra el trastorno de conducta.
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El trastorno de conducta consiste en un patrón repetitivo y persistente de comportamiento
donde se violan los derechos fundamentales de los demás o las principales normas y reglas
sociales. Estas conductas se organizan conforme cuatro categorías:
Según el DSM el diagnóstico de depresión infantil requiere que al menos durante 6 meses, el
niño haya presentado alguno de estos síntomas: estado de ánimo triste o disforia, teniendo
en cuenta que en niños el estado de ánimo puede ser irritable, pérdida de interés por las cosas
que antes le interesaban, aumento o pérdida significativa de peso, problemas de sueño, falta
de energía, culpabilidad excesiva o sensación de falta de valía personal, dificultad de
concentración e ideación suicida. A menudo estos niños tienen dificultades académicas. La
depresión afecta a la cognición, sobre todo a la memoria, la concentración y la velocidad de
procesamiento.
El daño cerebral congénito es el que se produce antes del nacimiento o en los momentos
inmediatamente posteriores a este. También se refiere a alteraciones de tipo genéticas o
metabólicas que afectan al desarrollo cerebral. Entre estas se encuentran la parálisis cerebral,
la hidrocefalia o el síndrome de Down.
La parálisis cerebral es un trastorno de la función motora debido a una lesión que se produce
durante el desarrollo fetal o en el parto por causas diversas y frecuentemente se acompaña
de afectación también cognitiva.
La espina bífida es una malformación congénita que afecta al tubo neural y entre el 70-80 %
de los casos va asociada a hidrocefalia que hace que se acumule el líquido cefalorraquídeo en
los ventrículos. La hidrocefalia altera el tamaño del cuerpo calloso, provoca una disrupción de
los procesos de mielinización y reduce el tamaño del tejido cerebral. Entre los déficits que
provoca se encuentran: afectación del lenguaje, alteraciones visoespaciales y
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visoconstructivas, alteración en la velocidad de procesamiento, déficit de atención,
aprendizaje y memoria y funciones ejecutivas.
La hidrocefalia del lactante se caracteriza por un aumento del tamaño de la cabeza, ya que a
medida que los ventrículos se dilatan, deforman los hemisferios cerebrales y se produce una
expansión de estos debido a que los huesos del cráneo aún no se encuentran unidos. La
hidrocefalia puede tratarse con la inserción de una válvula que drena el LCR.
Hace años se consideraba que cuanto antes se sufriera una lesión, mejor capacidad de
recuperación. Esto que puede ser cierto si comparamos a adultos con niños, en el caso de
estos últimos, ha de tenerse en consideración y parece que no es la edad a la que se sufre la
lesión el factor determinante sino el momento en el desarrollo. Parece que existen tres
períodos críticos: menores de 12 meses (entre 1 y 5 años) y mayores de 5. Las consecuencias
serán mayores en niños menores de 1año y los niños entre 1 y 5 años tienen más posibilidades
de reorganización funcional que los niños más mayores. Se describen a continuación algunos
trastornos que implican daño cerebral adquirido.
El traumatismo craneoencefálico (TCE) es una de las causas más comunes de lesión
cerebral en la infancia, normalmente debido a accidentes de tráfico. Después de un TCE, al
igual que ocurre en adultos, los niños pueden padecer una variedad de déficits cognitivos,
como afectación en la velocidad de procesamiento, dificultades de atención, aprendizaje y
memoria, disfunción ejecutiva, y también alteraciones de conducta y emocionales.
Los tumores cerebrales son muy frecuentes en edad infantil y las alteraciones van a
depender de diversos factores como la malignidad del tumor, el tratamiento (radiación,
quimioterapia o intervención quirúrgica) o la localización. En general pueden darse
alteraciones en todas las funciones cognitivas como la atención, la percepción y la memoria,
pero también alteraciones del comportamiento y emocionales.
La epilepsia es un trastorno muy común durante la infancia, puede ser consecuencia de
una lesión cerebral como un TCE o una infección cerebral, pero también puede darse en niños
con trastorno del desarrollo, con trastornos metabólicos o problemas congénitos. El término
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epilepsia se refiere a alteraciones crónicas de las funciones cerebrales que afectan a la
percepción, el movimiento o la consciencia, mientras que las crisis hacen referencia a los
episodios aislados. Estas crisis consisten en descargas paroxísticas de neuronas.
Otro objetivo será determinar cuál es el perfil neuropsicológico y cuáles son los puntos
fuertes o débiles en las distintas áreas valoradas, para así establecer las áreas que deben ser
estimuladas de cara a la planificación del plan de intervención. Debemos valorar todas las
áreas de funcionamiento, cognitivo, conductual, emocional y funcional. En definitiva, hemos
de establecer el perfil cognitivo, conductual, emocional y funcional del niño, establecer un
buen diagnóstico y establecer los objetivos de la intervención. Por último, también podemos
realizar una evaluación para determinar la eficacia de un tratamiento.
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La evaluación comienza por la anamnesis o elaboración de la historia clínica del niño que se
realiza mediante una entrevista clínica con los padres y la recogida de informes médicos,
clínicos o de otros profesionales. En la entrevista clínica habremos de recoger información
relativa tanto al entorno escolar como al familiar. Se aconseja tener la entrevista inicial con
los padres del niño sin la presencia de este.
Volviendo al tema del motivo de la consulta, debemos preguntar por el inicio de los síntomas
y si existe una causa que los haya provocado. Se recogerán los informes médicos, si los
hubiera, para poder realizar la historia clínica del niño, así como los resultados de las pruebas
complementarias realizadas. Es importante recoger información acerca del embarazo, parto
y desarrollo del niño, así como enfermedades anteriores y antecedentes familiares.
Otros aspectos que debemos conocer son las rutinas que realiza el niño en su día a día y su
nivel de autonomía e independencia, por ejemplo, preguntando si tiene responsabilidades o
tareas en el hogar. Debemos profundizar en la recogida de información del ambiente familiar
y relaciones con familiares, así como determinar si existen problemas de conducta. Para ello,
lo más útil es facilitar a los padres uno o dos cuestionarios que pueden cumplimentarse con
ayuda del profesional o bien en casa y devolverlos en la siguiente sesión. Algunos de los más
utilizados son:
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La CBCL se puede aplicar entre los 6 y 18 años e incluye escalas para padres, profesores y un
autoinforme para niños mayores. Evalúa problemas de agresividad, hiperactividad,
delincuencia, esquizoides y sexuales, además de valorar depresión, ansiedad y retraimiento
social.
Asimismo, evalúa la presencia de varios recursos psicológicos que actúan como factores
protectores ante diferentes problemas y que pueden utilizarse para apoyar la intervención.
Algunos de estos recursos evaluados por el SENA son la autoestima, la integración y
competencia social, la inteligencia emocional o la conciencia de los problemas. Permite
recabar información procedente de varias fuentes o informadores, por lo que el profesional
puede conocer mejor qué problemas presenta el niño o adolescente en diferentes contextos
(familiar y escolar), además de contar con la información que proporciona el propio niño o
evaluado. Para ello dispone de tres tipos de cuestionarios diferentes (autoinforme, familia o
escuela) que pueden utilizarse aislada o conjuntamente, según estime más conveniente el
profesional.
En relación con el ámbito académico, se recomienda contactar con el tutor y/u orientador
para recoger información de los aspectos escolares, como nivel y competencia académica,
nivel de socialización y comunicación con iguales, y si existen problemas de conducta. La
mayoría de cuestionarios de conducta tienen formas paralelas de administración a padres y a
profesores, por lo que sería importante que los maestros cumplimentaran el mismo
cuestionario que han realizado los padres.
Valorar a un niño requiere cierta pericia y supone importantes diferencias con respecto al
adulto, así, sobre todo en niños muy pequeños, debemos primero hacer que el niño se sienta
bien con el evaluador y no comenzar la valoración hasta ese momento, por lo que las
primeras sesiones se realiza más una toma de contacto y aumento de confianza que realmente
valorar sus capacidades. En estas primeras sesiones valoraremos si el niño sabe por qué está
en consulta, el grado de conciencia que tiene sobre sus problemas, conocer sus intereses y
explicarle lo que vamos a hacer en las próximas sesiones.
Una buena evaluación neuropsicológica infantil ha de incluir una evaluación de las funciones
cognitivas, de las funciones receptivas, especialmente visuales y auditivas, funciones motoras
(motricidad gruesa y fina, tono muscular, equilibrio y coordinación), estudio de la
personalidad, emociones y conducta.
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Las funciones cognitivas que deben valorarse son:
Atención.
Velocidad de procesamiento.
Aprendizaje y memoria.
Lenguaje y lateralidad.
Problemas de aprendizaje (lectura, escritura y cálculo).
Percepción.
Praxias.
Funciones ejecutivas.
Capacidad intelectual
No realizar sesiones de más de una hora, comenzar y terminar por tareas atractivas o más
simples y tener en cuenta si el niño toma alguna medicación que pueda influir sobre las
pruebas. Para valorar a un niño podemos administrar los siguientes tipos de pruebas:
Escalas de desarrollo.
Baterías neuropsicológicas.
Valoración de la capacidad intelectual.
Pruebas de valoración específicas.
Cuestionarios.
Las escalas de desarrollo pueden ser cuestionarios donde se registra con los padres la
consecución de los diferentes hitos del desarrollo en diferentes áreas, como la Guía Portage
que contempla el área autoayuda, lenguaje, cognición, socialización y desarrollo motriz.
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Las baterías neuropsicológicas comprenden una variedad de subtest que miden diferentes
funciones cognitivas. Entre ellas se encuentra el cuestionario de madurez neuropsicológica
infantil (CUMANIN). Se administra entre los 3 y 6 años. En niños en edad escolar se administra
el CUMANES. Evalúa psicomotricidad, lenguaje, lectura, escritura, atención, estructuración
espacial, memoria verbal, ritmo y lateralidad.
En cuanto a las pruebas de valoración específica de una sola función cognitiva aislada como
puede ser la atención, la memoria, el lenguaje o las funciones ejecutivas. Un factor muy
importante para elegir la prueba específica de valoración es la edad del niño, pues cada
prueba contempla una franja de edad concreta.
Para la valoración de las alteraciones de conducta se suelen utilizar los cuestionarios que se
comentaron en la entrevista familiar y respecto a alteraciones del estado de ánimo, además
de la entrevista clínica, se pueden administrar escalas de autoinforme como el inventario de
depresión infantil (CDI) que contiene 27 preguntas con tres respuestas alternativas según la
severidad del síntoma o la escala de ansiedad infantil.
Existen trastornos que por su especificidad conllevan una evaluación con pruebas específicas
para la detección y tipología del trastorno, por ejemplo, para la evaluación de los trastornos
del espectro del autismo las pruebas más utilizadas son:
El ADI-R.
El ADOS-2.
El ADI-R es una entrevista clínica que permite una evaluación profunda de sujetos con
sospechas de autismo o algún trastorno del espectro autista (TEA). Explora tres grandes áreas
(lenguaje/comunicación, interacciones sociales recíprocas y conductas e intereses
restringidos, repetitivos y estereotipados) a través de 93 preguntas que se le hacen al
progenitor o cuidador.
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11.6. Estimulación y rehabilitación neuropsicológica infantil
La intervención o atención temprana (AT) engloba diferentes actuaciones, que aúnan los
campos de la logopedia, la neuropsicología, la fisioterapia o la intervención psicopedagógica,
orientadas a mejorar el pronóstico de los trastornos del neurodesarrollo. Parte de la premisa
de que la precocidad de actuación es decisiva para una buena evolución. Esta intervención
está dirigida a población infantil de 0 a 6 años.
P á g i n a 186 | 232
Teniendo en cuenta lo anterior, las estrategias que se pueden utilizar son:
Restauración de la función.
Adaptación funcional.
Modificación del entorno.
Aceleración de las habilidades del desarrollo.
Educación: pautas a la familia y la escuela.
Intervenciones psicológicas.
La restauración de la función consiste en la realización de ejercicios específicos de atención,
memoria o funcionamiento ejecutivo. Estos ejercicios pueden ser en formato de lápiz y papel
o en plataformas multisensoriales y ordenadores, o utilizando técnicas de realidad virtual. El
formato como vemos es muy amplio y es la estrategia más utilizada.
P á g i n a 187 | 232
Para implantar una conducta nueva las técnicas más utilizadas son el moldeamiento, el
modelamiento, el encadenamiento de acciones y el entrenamiento en instrucciones y
autoinstrucciones. Para mantener o incrementar conductas apropiadas se utiliza el
reforzamiento o la economía de fichas. Para muchos autores el refuerzo positivo es la mejor
técnica de modificación de conducta y los mejores reforzadores positivos son el
reconocimiento y el elogio. Para disminuir las conductas disruptivas se utiliza la extinción, el
tiempo fuera, la retirada de privilegios, la sobrecorrección, el coste de respuestas y el castigo.
Algunas de estas técnicas ya han sido expuestas, pues se pueden utilizar en adultos. En el caso
de los niños conllevan algún tipo de consideración especial, por ejemplo, en el tiempo fuera
se aconseja que el tiempo de retirada del niño «al rincón de pensar» sea de los mismos
minutos como edad tiene el niño, por ejemplo 6 minutos si el niño tiene 6 años.
Antecedentes personales: cuarto hijo de la pareja, gestación natural, controlada. Parto natural
a las 40 semanas, sin incidencias. Prueba de Apgar el 9 de octubre de 2010. Retraso en la
consecución de hitos motores del desarrollo: sedestación autónoma 12 meses, aún no ha
conseguido marcha liberada.
Anamnesis:
Niño de 27 meses, en seguimiento por neurología pediátrica y atención temprana por retraso
psicomotor. El juicio clínico actual es de retraso global del desarrollo sin signos de regresión y
estereotipias.
P á g i n a 188 | 232
Han realizado las siguientes pruebas médicas: electroencefalograma (EEG), resonancia magnética
nuclear (RMN), cerebral, cariotipo, SD microdelecionales, potenciales evocados visuales (PEV),
potenciales evocados auditivos (PEA) y analítica con perfiles y tiroides, todas las pruebas con
resultado normal.
Exploración actual:
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de hipersensibilidad. Presencia de balanceos, y de búsqueda sensorial, llegando incluso a
autolesionarse (dándose bocados, con alta frecuencia).
Brunet Lezine: edad cronológica 11 meses. Área postural (edad equivalente 6 meses. y 7
días), cognición (edad equivalente 4 meses), lenguaje (edad equivalente 4 meses), social (edad
equivalente 4 meses).
Conclusiones:
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Realizar acciones funcionales simples con juguetes y explorarlos para descubrir su
funcionamiento.
Conseguir marcha autónoma.
En el envejecimiento normal se produce una dilatación de los ventrículos y los surcos y una
disminución del peso y el volumen cerebral global, que afecta tanto a la corteza cerebral como
a la sustancia blanca, con un deterioro anteroposterior, donde las zonas frontales se
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deterioran primero, de esta forma el perfil de afectación cognitiva se corresponde con una
alteración de las capacidades asociadas al funcionamiento prefrontal. En el envejecimiento
normal la afectación de la memoria no es unitario y responde más a alteraciones frontales que
temporomediales, así, los fallos de memoria se refieren más a la capacidad de evocación que
a dificultades de aprendizaje o consolidación.
El deterioro cognitivo leve (DCL) se refiere a los procesos de deterioro cognitivo que van más
allá del propio proceso del envejecimiento, pero que no cumplen los criterios de demencia.
El DCL presenta las siguientes características y criterios:
P á g i n a 192 | 232
cognitivo que no cumpliría criterios de demencia vascular. Al igual que en la demencia
vascular, en la enfermedad de gran vaso la alteración dependerá de la localización cortical de
los infartos, mientras que en la enfermedad de pequeño vaso se afectarán fundamentalmente
las funciones ejecutivas y de velocidad de procesamiento asociado a síntomas emocionales.
Los síntomas neuropsiquiátricos más frecuentes en el DCL son las alteraciones del estado de
ánimo (disforia, irritabilidad y ansiedad) y la apatía, seguidos de la agitación y desinhibición.
La demencia implica una mayor afectación que la que se observa en el envejecimiento normal
y en el DCL, y responde a una patología neurodegenerativa cerebral. El deterioro es de tal
magnitud que interfiere en la vida del paciente.
La demencia conlleva el desarrollo de diversos déficits cognitivos, entre los que se encuentra
el deterioro de la memoria y al menos otro dominio cognitivo como afasia, apraxia, agnosia o
alteración de las funciones ejecutivas. Dichas alteraciones deben ser lo suficientemente graves
como para interferir en las actividades de la vida diaria o funcionalidad.
En esta tabla se recogen los síntomas más frecuentes que se observan en las demencias:
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Existen cuatro tipos de demencias principalmente, que constituyen el 90 % de los casos de
demencia y son:
Enfermedad de Alzheimer.
Demencia vascular.
Demencia por cuerpos de Lewy.
Demencia frontotemporal.
El resto lo constituyen las demencias subcorticales.
La enfermedad de Alzheimer (EA), que es la que presenta una mayor prevalencia, debuta con
un déficit de memoria episódica de inicio insidioso y un curso progresivo. Se caracteriza por la
pérdida de memoria y de otras funciones cognitivas, así como alteraciones del estado de
ánimo y trastornos del comportamiento. El deterioro es debido a la progresiva instauración
de placas seniles y ovillos neurofibrilares en la corteza cerebral, así como pérdida neuronal
y sináptica. Los síntomas iniciales suelen ser fallos de memoria como pequeños olvidos,
despistes y desinterés.
El deterioro del lenguaje se asemeja a una afasia transcortical sensorial, donde existe
comprensión de órdenes simples, pero no complejas. El lenguaje es pobre, reducido, con
afectación de la denominación. En cuanto a la agnosia, aparece en fases más tardías y consiste
en una afectación visuoespacial que se expresa en la desorientación espacial en ambientes
poco familiares y en agnosia visual. Las praxias que se deterioran antes son la constructiva y
la del vestir y más tarde las ideatorias e ideomotoras (Pelegrín y Olivera, 2008). La capacidad
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de planificación, razonamiento y otras habilidades ejecutivas también se ven afectadas
progresivamente. Se produce además un declive funcional que afecta a las actividades de la
vida diaria. El tiempo estimado de supervivencia es de en torno a 7-10 años desde el inicio de
los síntomas.
La demencia por cuerpos de Lewy se caracteriza desde el punto de vista neuropatológico, por
la formación de cuerpos de Lewy en la corteza cerebral, la sustancia negra, el locus coerelus y
los ganglios basales. Los cuerpos de Lewy son estructuras proteicas redondas y lisas que se
observan en las neuronas. Es la segunda causa de demencia más frecuente. Los criterios
clínicos son: fluctuaciones del nivel de conciencia, parkinsonismo y alucinaciones visuales.
Desde el punto de vista neuropsicológico se da una disfunción cognitiva global que incluye
alteraciones de atención, memoria, funciones ejecutivas, praxias constructivas y lenguaje. En
general, las funciones que se afectan son la atención, las funciones ejecutivas y las habilidades
visoperceptivas y visoconstructivas, es decir, predomina una disfunción disejecutiva-
visuoperceptiva.
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La demencia frontotemporal tiene una predominancia o bien frontal, o bien temporal. En el
primer caso se afecta la región prefrontal ventromedial y orbitofrontal con relativa
preservación de la región prefrontal dorsolateral. Los pacientes se encuentran orientados y
no tienen dificultades visoperceptivas o práxicas. En las pruebas de memoria, que son
deficitarias, la ejecución mejora con claves o en el reconocimiento, puesto que la dificultad
principal está en el acceso a la información.
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La Corea de Huntington es una enfermedad genética que cursa con movimientos
descontrolados, pérdida de facultades intelectuales y trastornos emocionales. Los síntomas
iniciales son pérdida de la coordinación y marcha inestable, apareciendo más tarde deterioro
cognitivo y alteraciones psiquiátricas y conductuales. Los déficits cognitivos son sobre todo
ejecutivos y mnésicos. Desde el punto de vista psiquiátrico pueden presentar ansiedad,
depresión y comportamientos agresivos.
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Las escalas cognitivas breves se utilizan como pruebas de screening o cribado. Estas escalas
deben ser rápidas de administrar, fáciles de puntuar y relativamente independientes de la
cultura.
El test del reloj es una prueba muy utilizada para evaluar las capacidades cognitivas y detectar
un posible deterioro cognitivo. Ofrece información sobre la percepción visual, coordinación
visomotora, capacidad visoconstructiva y de planificación y ejecución motora. En esta tarea
se pide al sujeto que dibuje la esfera de un reloj con todos sus números dentro y que
posteriormente dibuje las manecillas marcando las 11 y 10. El test del reloj se aplica a la orden
y en caso deficitario se puede aplicar posteriormente a la copia. En las figuras siguientes
podemos ver un ejemplo de ejecución de un paciente con demencia.
Tres de las escalas breves internacionales más utilizadas para el diagnóstico del DCL son:
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subtest de semejanzas, praxias constructivas, dibujo del reloj, TMT parte B reducida. El punto
de corte es 26 sobre 30. Se obtiene una sensibilidad del 90 % y una especificidad de 87 % para
el diagnóstico de DCL. El test se puede obtener libremente en www.mocatest.org
DemTect que consta de seis subtests que miden: el recuerdo inmediato y diferido,
codificación numérica, fluidez semántica y atención. El punto de corte para DCL es 12 sobre
18, por debajo de 8 indicaría demencia. Se obtiene una sensibilidad del 80 % para el DCL y del
100 % para demencia.
Examen cognitivo de Cambridge revisado (CAMCOG-R). Se trata de un test
neuropsicológico para la valoración del deterioro cognitivo en personas de edad avanzada.
Evalúa una amplia gama de funciones cognitivas entre las que se encuentran la atención, la
percepción, la memoria, el lenguaje, la praxis y el razonamiento abstracto. Posee datos
normativos.
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Para el diagnóstico del DCL es necesario que objetivamente se constaten déficits en pruebas
cognitivas con un rendimiento inferior a 1,5 o 2 desviaciones estándares, aunque el
diagnóstico se basa fundamentalmente en criterios clínicos.
Para la valoración del DCL tipo amnésico debemos utilizar pruebas que valoren la memoria
episódica diferida o demorada con un intervalo de tiempo de la presentación del material y el
recuerdo de entre 2 y 10 minutos. Se puede utilizar la prueba de aprendizaje auditivo verbal
de Rey, la escala de memoria de Wechsler o la Memory Impartment Screen.
Para la valoración mnésica de las demencias se recomienda que el material presentado tenga
al menos diez estímulos diferentes, que se presente el material al menos tres veces
consecutivas y que incluya una prueba de recuerdo diferido y otra de reconocimiento
(Pelegrin y Olivera, 2008). En el test de Buschke se le presentan al sujeto cuatro láminas en las
que, distribuidas en cuadrantes, hay cuatro palabras que debe leer en voz alta, identificar y
denominar en base a claves semánticas para crear el aprendizaje de estas palabras,
posteriormente se retira la lámina y tras una interferencia de 2-3 minutos, en la que se realiza
otra tarea, se le solicita el recuerdo libre y se induce el facilitado en las palabras que no haya
recordado.
Algunas de las pruebas más utilizadas para valorar el déficit mnésico son el California verbal
Learning test (TAVEC) o el Rey auditory verbal learning test. Las pruebas deben darnos tanto
el recuerdo libre demorado como el facilitado o por reconocimiento para poder valorar los
procesos de memoria.
Para valorar la atención se utiliza el Continous perfomance test (CPT), los test de cancelación
o el test de dígitos. Para valorar las funciones ejecutivas se utiliza el test de Stroop, fluidez
verbal, trail making test,tTest del reloj, laberintos o el WCST.
Para valorar la frontalidad de las demencias frontotemporales encontramos la Frontal
Bahavioral Inventory de Kertesz, la Frontotemporal Bahavioural Scale de Lebert, la
Manchester Behavioral Questionaires y la Middelheim Frontality score. Las demencias
frontotemporales deben completarse con una valoración del lenguaje, sobre todo pruebas
de fluidez verbal, lenguaje espontáneo o denominación.
Entre las baterías se encuentran, la Alzheimer´s disease Assessment Scale (ADAS) o el test
Barcelona (Peña-Casanova, 1990, 2005). El ADAS consta de dos partes, una cognitiva con 11
subtests que valoran memoria, lenguaje y praxias; y otra no cognitiva formada por 10 subtests
que valoran funcionalidad y conducta. El test Barcelona tiene una versión abreviada con un
total de 55 ítems que miden: orientación, lenguaje, lectura, escritura, reconocimiento visual,
memoria y abstracción.
Las áreas específicas que deben valorarse en las demencias son:
Orientación. Memoria. Razonamiento lógico y abstracto. Lenguaje oral y escrito. Funciones
visoespaciales. Praxias (especialmente constructiva). Gnosias. Funciones ejecutivas.
Estas áreas pueden valorarse con baterías o con pruebas específicas de cada función cognitiva.
P á g i n a 201 | 232
Dos escalas ampliamente utilizadas en la valoración específica de las demencias son: la escala
clínica de demencia (DCR) que aparece en la tabla 2, evalúa seis ámbitos cognitivos y
funcionales (memoria, orientación, juicio y resolución de problemas, capacidad en la
comunidad, capacidad en casa y en aficiones, y cuidado personal); La global deterioration
scale (GDS) establece siete estadios posibles:
GDS 1: normal. Ausencia de trastornos.
GDS 2: deterioro muy leve. Queja subjetiva pero no hay evidencia objetiva de trastorno.
GDS 3: deterioro leve. Evidencia de trastornos de memoria, disminución del rendimiento
laboral o social.
GDS 4: deterioro moderado. Incapacidad para realizar tareas complejas, abandono de
tareas exigentes.
GDS 5: deterioro moderadamente grave. Desorientación, necesidad de asistencia.
GDS 6: deterioro grave. No recuerda información importante, necesidad de asistencia
para la mayoría de actividades.
GDS 7: deterioro muy grave. Pérdida de capacidades verbales y asistencia total.
P á g i n a 202 | 232
psiquiátricas (delirios, alucinaciones, agitación/agresión, depresión/disforia, ansiedad,
euforia, apatía/indiferencia, desinhibición, irritabilidad/labilidad, actividad motora aberrante,
sueño y apetito. Evalúa la existencia de cada síntoma, su frecuencia e intensidad, así como la
molestia que produce al cuidador.
También se utilizan escalas de valoración de síntomas como el test de los 90 síntomas (SCL
90-R) o el listado de síntomas Breve (LSB-50), de más corta aplicación. Este test identifica y
valora diferentes síntomas psicológicos y psicosomáticos ocurridos en las últimas semanas.
Posee una escala de validez y otra de magnificación de síntomas. Permite obtener las escalas
clínicas: psicorreactividad, hipersensibilidad, obsesión-compulsión, ansiedad, hostilidad,
somatización, depresión y alteraciones del sueño. Posee datos normativos.
Por el contrario, en la demencia, el comienzo es insidioso, para los familiares es difícil señalar
en comienzo de los síntomas, el paciente no es muy consciente de sus déficits e incluso tiende
a disimularlos o excusarlos, cuando se objetiva el déficit este suele ser peor al expresado
subjetivamente, los pacientes con demencia se esfuerzan por mostrar un rendimiento
normal, y este es constante en las diferentes pruebas de valoración.
Para facilitar el diagnóstico, se pueden tratar farmacológicamente las alteraciones del estado
de ánimo y si estas mejoran, pero continúa la afectación cognitiva o incluso empeora, se
trataría de un proceso neurodegenerativo.
P á g i n a 203 | 232
Por último, como se ha comentado, un criterio fundamental para el diagnóstico diferencial
entre el DCL y las demencias es la independencia funcional, por lo que deben administrarse
escalas de funcionalidad. Entre ellas se encuentran la escala record of independent living, la
escala de demencia de Blessed, entrevista para el deterioro en las actividades de la vida diaria
en la demencia (IDDD), o la rapid disability rating scale (DRS).
La intervención neuropsicológica y sus objetivos serán diferentes en los casos de DCL que en
los casos de demencia establecida y, a su vez, diferirán según las fases progresivas de la
enfermedad. En general, la intervención se basa en los estudios que han demostrado que no
solo el ejercicio físico, sino también la actividad cognitiva están relacionados con un menor
P á g i n a 204 | 232
riesgo de padecer demencia, de esta forma, en personas que ya presentan deterioro o inicio
de los síntomas, la actividad cognitiva puede frenar la progresión del deterioro.
Los programas de intervención tienen tres objetivos prioritarios (Subirana et al., 2011):
Lograr estos objetivos a través de tareas relevantes para el paciente y su familia y que se
den en un contexto funcional.
La intervención ha de llevarse a cabo en todos los dominios afectados, cognitivos, del estado
de ánimo, de conducta y funcional. Los pacientes deben recibir apoyo y orientación ante el
diagnóstico para mejorar la comprensión del trastorno y aprender cómo manejarse ahora y
en el futuro. En términos generales, la intervención debe ir encaminada a facilitar el
funcionamiento en la vida cotidiana y mejorar la calidad de vida.
Existen estudios que indican que los pacientes con DCL pueden beneficiarse de una
intervención temprana en relación a las actividades de la vida diaria, el estado de ánimo y la
memoria, lo cual puede favorecer el enlentecimiento en la progresión del deterioro.
Una de las contribuciones de la intervención cognitiva podría ser la de proporcionar una
reserva cognitiva que retrasara las manifestaciones clínicas de la enfermedad. Otra sería la
de mejorar la ejecución cognitiva a través de procesos alternativos no afectados lo que
permite una reorganización y optimización cognitiva. Por último, se puede hacer uso de
ayudas externas y de estructuración del entorno de forma que se minimice el impacto de los
déficits en la vida diaria.
La rehabilitación de la memoria es una parte muy importante de la intervención, ya que es
uno de los procesos que se afecta en las fases iniciales. En este sentido, la intervención será
diferente según el tipo de memoria afectada, si es la habilidad para recordar algo en el futuro
(memoria prospectiva) o para recordar acciones del pasado. Igualmente, las estrategias
cambian según si la dificultad se halla en la codificación, en el almacenamiento o consolidación
o en la recuperación de la información. En general se utilizarán otras técnicas, pero podemos
comentar algunas consideraciones: los métodos que implican múltiples modalidades
sensoriales durante el aprendizaje facilitan un mejor recuerdo, y los métodos que incluyen la
reducción de errores durante el aprendizaje también pueden ser eficaces. Algunas de las
técnicas más utilizadas son: la recuperación espaciada, la desaparición de pistas (disminución
de la ayuda), la elaboración semántica (relacionar los acontecimientos), mnemotécnicas
visuales simples y la representación de tareas.
Algunas técnicas que se utilizan para la intervención en las demencias son:
La terapia de orientación a la realidad que se utiliza con demencia moderada o grave y
cuyo objetivo principal es mantener las habilidades previamente adquiridas. Se utiliza para
P á g i n a 205 | 232
mejorar la orientación, la memoria autobiográfica, las habilidades de comunicación, la
interacción social y la memoria.
La terapia de reminiscencia implica el trabajo con actividades o hechos pasados con
ayuda de materiales tangibles como fotografías.
La estimulación cognitiva se utiliza en las primeras fases de la enfermedad, y consiste en
realizar ejercicios en los que se involucra la participación de diferentes funciones cognitivas
sobre las que se quiere trabajar.
Más que adoptar programas globales, resulta más apropiado diseñar intervenciones
específicas dirigidas a mejorar las dificultades concretas de cada paciente adecuándose a sus
necesidades, la naturaleza de dichas alteraciones y la repercusión funcional que causan en la
vida cotidiana.
En cuanto a los síntomas psiquiátricos el tratamiento de elección es el farmacológico
combinado con abordaje psicológico, neuropsicológico y apoyo a la familia y cuidadores.
Caso clínico
Planteamiento del caso
Diferencias entre envejecimiento normal y patológico
A continuación, presentamos dos casos clínicos con el objetivo de mostrar sus diferencias de
cara a un diagnóstico diferencial entre envejecimiento normal y patológico.
Caso 1:
Mujer de 96 años con estudios universitarios, viuda y con dos hijos, que vive sola. Sin
antecedentes personales ni familiares de interés. Acude a consulta de forma voluntaria
acompañada por uno de sus hijos. Muestra buen estado general y se muestra colaboradora.
Se encuentra alerta y orientada. No se perciben problemas ni de comprensión ni de expresión
del lenguaje. Observan desde hace años fallos de memoria, con preguntas reiterativas,
disminución de la capacidad para resolver situaciones cotidianas y trastornos del sueño. Estos
síntomas han ido aumentando de forma lenta y paulatina.
Caso 2:
Mujer de 86 años con estudios básicos, viuda recientemente y con tres hijos (una hija fallecida
hace años). Convive con una cuidadora interna. No tiene factores de riesgo vascular, depresión
desde hace años, en tratamiento farmacológico. Su hijo observa desde hace años cambios de
comportamiento, confusión y desorientación, afectación de la memoria (pregunta
repetidamente las mismas cosas) y no reconocimiento de sus propios hijos. El estado mental
ha ido deteriorándose de forma rápida. Es valorada en su domicilio ya que se altera al salir de
su entorno conocido. Muestra buen estado general, se muestra poco colaboradora, reticente,
desconfiada, alterada y nerviosa. No se aprecian problemas de comprensión del lenguaje, a
nivel expresivo no narra espontáneamente por lo que hay que llevar a cabo una entrevista
P á g i n a 206 | 232
estructurada con preguntas abiertas y cerradas, siendo estas las que resuelve de manera más
adecuada. Presenta desorientación en todas las esferas, confusión y fabulaciones en relación
a acontecimientos autobiográficos (refiere que su hija fallecida vive en Madrid, que está
soltera sin recordar en qué trabaja, confunde a sus hijos con sus hermanos cuando se le
pregunta por ellos y tampoco reconoce a sus hijos y marido en fotos, refiere que la ropa se la
compra su madre sin recordar si vive, a veces refiere no tener marido y otras que se encuentra
trabajando). No presenta consciencia completa de su estado (refiere que se ocupa de todas
las tareas del hogar).
En ambos casos presentados al inicio del tema se administró como parte del protocolo de
evaluación el examen cognitivo de Cambridge revisado (CAMCOG-R). Un test neuropsicológico
utilizado para la valoración del deterioro cognitivo en personas de edad avanzada que evalúa
una amplia gama de funciones cognitivas entre las que se encuentran la atención, la
percepción, la memoria, el lenguaje, la praxis y el razonamiento abstracto. Posee datos
normativos.
Las diferencias que observamos en cada uno de los casos se resumen en la tabla siguiente:
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Las diferencias más importantes estriban en: orientación, fluidez verbal semántica, memoria
(tanto en recuerdos como en procesos) y en el test del reloj.
La fluencia verbal es también muy ilustrativa, mientras que la paciente del caso 1 conserva la
semántica, la paciente del caso 2 no, lo que nos lleva a una afectación de los lóbulos
temporales mediales (típica de demencia). La afectación de la fonológica nos habla del
componente ejecutivo de acceso a los almacenes de memoria relacionados con el lóbulo
prefrontal.
Por último, el test de reloj es una excelente medida de procesos ejecutivos de organización y
programación motora conservados en el caso 1 y afectados en el caso 2.
P á g i n a 208 | 232
Por ello se concluye que la paciente del caso 1 presenta una puntuación en CAMCOG que no
supera el punto de corte establecido para deterioro cognitivo clínicamente significativo, pero
padece un deterioro anteroposterior propio del envejecimiento normal o no patológico (no
neurodegenerativo) que compromete principalmente áreas prefrontales. Siendo además
independiente para las actividades de la vida diaria (vive sola).
Por el contrario la paciente del caso 2 presenta una puntuación total que sí supera el punto
de corte, la paciente presenta deterioro cognitivo moderado- severo neurodegenerativo
(demencia moderada-severa), que compromete principalmente áreas bifrontales, lóbulos
temporales mediales y parietales afectando a los dominios cognitivos de atención, memoria
(procesos de consolidación y amnesia tanto anterógrada como retrógrada), praxias
(principalmente constructivas e ideatorias) y funciones ejecutivas. Se trata de un trastorno
neurodegenerativo por la evolución de los síntomas hacia el empeoramiento, el compromiso
de áreas temporomediales con dificultades en la consolidación mnésica, el compromiso de
otros dominios cognitivos, así como la afectación conductual y compromiso de actividades de
la vida diaria. Pensamos que el trastorno neurodegenerativo más plausible es una enfermedad
de Alzheimer, debido a las características de los déficits mnésicos descritos y a la presencia de
afasia, apraxia y agnosia. En cuanto a la distinción con una pseudodemencia depresiva, no
consideramos que la sintomatología que presenta sea explicada por una pseudodemencia
depresiva debido a la progresión de la enfermedad, a la instauración insidiosa de los síntomas,
la duración de estos, la presencia de sintomatología de la triada afaso-apraxo-agnosia, a la
falta parcial de conciencia de sus déficits y a la no respuesta positiva al tratamiento
farmacológico.
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13.2. Neuropsicología de la esquizofrenia
Atención.
Memoria.
Funciones ejecutivas.
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Algunos estudios observan que los pacientes con esquizofrenia muestran rendimientos más
pobres en escalas que miden capacidad intelectual comparados con sujetos controles y con
sujetos con trastorno bipolar.
Los pacientes con esquizofrenia presentan déficit de memoria, caracterizados por una
ejecución peor en las tareas de recuerdo que en las de reconocimiento y en las de recuerdo
P á g i n a 211 | 232
diferido respecto a las de recuerdo inmediato. También se observan déficit en el
procesamiento y organización de la información, siendo estos déficits más intensos en la
esquizofrenia que en otros trastornos psiquiátricos como el trastorno bipolar. En la
esquizofrenia los déficits de memoria son estables a lo largo del tiempo. Diversos estudios han
constatado la dificultad de los pacientes con esquizofrenia para mantener y manipular
información, esto es, déficits en memoria de trabajo, en relación con el componente ejecutivo
central.
Los pacientes con esquizofrenia presentan una ejecución deficitaria en los test que miden
funcionamiento ejecutivo. Los déficits ejecutivos que presentas estos pacientes se relacionan
con la flexibilidad cognitiva, fluidez verbal y acceso a la información, capacidad de inhibición,
atención alternante, planificación y resolución de problemas. Los pacientes que presentan un
marcado deterioro de las funciones ejecutivas también presentan importante sintomatología
negativa, peor funcionamiento cotidiano y menor conciencia de enfermedad.
Algunos de estos déficits cognitivos que se han descrito han sido propuestos como
endofenotipos de la esquizofrenia como: la memoria de trabajo, las funciones ejecutivas, la
memoria, la fluidez verbal y la atención.
Numerosos estudios han demostrado que las alteraciones cognitivas son un importante factor
pronóstico en la esquizofrenia ya que predicen mejor que los propios síntomas negativos y
positivos de la enfermedad, el funcionamiento de los pacientes y la repercusión funcional de
la esquizofrenia.
En cuanto a la evolución de los déficits cognitivos, los estudios indican que se manifiestan
desde el inicio del trastorno e incluso antes de la aparición de los primeros síntomas y que
se mantienen estables a lo largo del curso de la enfermedad.
Varios estudios han mostrado las dificultades de los pacientes con esquizofrenia en lo que se
conoce como cognición social. La cognición social está compuesta por una serie de procesos
mentales y conductuales que permiten al individuo interaccionar adecuadamente en su
entorno. Estos procesos son la percepción, conocimiento e interpretación de las acciones e
intenciones de otros, e implica subdominios como el procesamiento emocional, la teoría de la
mente, la percepción y conocimiento social o los sesgos de atribución. Los déficits en cognición
social conllevan en estos pacientes percepciones e interpretaciones erróneas, conductas y
reacciones inesperadas y aislamiento social.
Goldman-Rakic postuló que la afectación primaria en la esquizofrenia se encuentra en la
corteza prefrontal y que sería responsable de muchas de las alteraciones cognitivas que se
han expuesto anteriormente relacionadas con la atención, la memoria de trabajo y las
funciones ejecutivas. Sin embargo, y aunque esta teoría ha sido preponderante durante
décadas, actualmente se barajan hipótesis más integradoras que dejan atrás esta hegemonía
del área prefrontal.
P á g i n a 212 | 232
También se han hallado cambios estructurales como el alargamiento del sistema ventricular.
De los estudios se desprenden que las estructuras relacionadas con la esquizofrenia son: el
circuito hipocampal, la corteza prefrontal y los ganglios basales.
P á g i n a 213 | 232
Habitualmente, para la valoración de los déficits cognitivos asociados a la esquizofrenia se
utilizan test neuropsicológicos que valoran cada una de las funciones alteradas como test de
atención, de memoria o de funcionamiento ejecutivo. Esto ha suscitado críticas sobre la
idoneidad de utilizar test neurocognitivos no diseñados específicamente para valorar
esquizofrenia sino desarrollados inicialmente para la valoración de otros trastornos. Por ello,
en 2002, el National Institute of Mental Health pone en marcha el proyecto MATRICS, en
donde uno de los cometidos fue crear una batería cognitiva de consenso.
Se crea, además, una entrevista estructurada, la Schizophrenia Cognition Rating Scale para
valorar la severidad de los déficits cognitivos a través de familiares y pacientes. Otras baterías
son: la repeteable battery for de assessment of neuropsychological status, la brief assessment
of cognition in schizophrenia o la brief cognitive assessment (BCA) que consta de tres subtests:
fluidez verbal, trail making test y la Hopkins verbal learning test. La NEUROPSI incluye la
valoración de la orientación, atención, memoria, lenguaje, habilidades visoespaciales y
funciones ejecutivas. Por último, el screen for cognitive impairment in psychiatry incluye los
subtests de memoria de trabajo, aprendizaje verbal, evocación diferida, velocidad
psicomotora y fluidez verbal.
En la actualidad, desde el punto de vista del tratamiento, se apuesta por una intervención
global en la esquizofrenia que aborde no solo la sintomatología propia, sino los déficits
cognitivos y la repercusión funcional, de cara a mejorar el nivel de vida de los afectados y sus
familiares.
De entre los programas que se han desarrollado para la rehabilitación cognitiva en pacientes
con esquizofrenia el Integrated Psychosocial Therapy (IPT) (Brenner et al., 1994) dispone de
una versión en castellano. La aplicación del programa es grupal y combina la rehabilitación
cognitiva con psicoterapia y entrenamiento en diversas habilidades.
P á g i n a 214 | 232
adaptativas. Desde una perspectiva neuropsicológica, se considera que la adicción es
resultado de un conjunto de alteraciones cerebrales que afectan a múltiples sistemas
neurobiológicos y que resultan en disfunciones de los procesos motivacionales,
emocionales, cognitivos y conductuales.
Los modelos clásicos de adicción habían enfatizado el papel del llamado circuito de la
recompensa o del placer (el circuito dopaminérgico mesolímbico) en el consumo de drogas.
De esta visión provienen los modelos según los cuales las drogas se consumen esencialmente
porque son reforzadores potentes y, por tanto, son placenteras. Esta hipótesis quedó
superada a partir de las formulaciones teóricas que demostraron que el consumo compulsivo
de drogas estaba vinculado a un mecanismo motivacional que denominaron sensibilización al
incentivo, las drogas adquieren la capacidad de hiperactivar los sistemas motivacionales
incluso en ausencia de efectos placenteros.
Diferentes estudios revelan que los pacientes con abuso y dependencia del alcohol presentan
alteraciones de atención, aumento en sus tiempos de reacción y afectación de la memoria de
trabajo. Desde que, en 1889, Serguéi Korsakoff describiera el síndrome que lleva su nombre,
ha quedado establecida la relación entre el consumo crónico de alcohol y el deterioro de la
memoria. Sin embargo, en la actualidad no hay evidencia de un deterioro mnésico gradual
anterior a la fase de demencia.
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En relación a los estudios sobre la afectación de la memoria en pacientes con alcoholismo, a
pesar de que los resultados son contradictorios, se han encontrado déficits mnésicos, donde
algunos estudios parecen encontrar una mayor afectación en la memoria visual. En relación
a la memoria verbal, parece existir afectación de la memoria declarativa. Diversos estudios
han concluido que las habilidades visoespaciales y perceptivo-motoras son las funciones más
deterioradas en personas con alcoholismo. Además, aproximadamente dos tercios de los
pacientes presentan déficit de funcionamiento ejecutivo. En este sentido se ha encontrado
dificultad en la capacidad de planificación, en la flexibilidad, en la inhibición y la capacidad
para corregir la conducta en función de la experiencia.
A pesar de estos hallazgos, en general existe una gran disparidad de resultados entre los
diferentes estudios, que hace hoy en día difícil determinar el grado de afectación cognitiva en
estos pacientes. Los estudios muestran además gran cantidad de sesgos metodológicos que
se derivan de la gran heterogeneidad de los participantes, las sustancias de consumo, el
tiempo de consumo, los períodos de abstinencia, etc.
Respecto a los estudios que han investigado la reversibilidad de los déficits, parece que
transcurridos entre tres y cinco años de abstinencia el rendimiento cognitivo alcanza niveles
normales o premórbidos, siendo las funciones ejecutivas las más resistentes a la
recuperación. La edad, no obstante, es un factor importante, ya que parece constatado que
en pacientes de mayor edad la afectación cognitiva es mayor y los déficits revierten con
mayor dificultad.
En el estudio de los efectos sobre la cognición en cannabis, se han llevado a cabo trabajos
sobre voluntarios a los que se le administra dosis controladas de esta sustancia, sobre todo
para valorar los efectos inmediatos de una intoxicación que señalan alteración en los procesos
de atención y memoria. En estudios realizados con consumidores habituales, de nuevo se
encuentran alteraciones en la capacidad atencional, una función frecuentemente afectada
en todas las adicciones. Se ha encontrado afectación en la velocidad de procesamiento, en
aprendizaje y memoria y en funciones ejecutivas. Los resultados están muy influenciados por
la duración, frecuencia del consumo y el período de abstinencia entre otros factores. De estos
factores se ha encontrado una fuerte relación entre la duración del consumo y la severidad
de los déficits, así como en la persistencia de estos.
Respecto a los efectos cognitivos sobre el consumo de opiáceos, existe un menor cuerpo de
investigación en comparación con el estudio del consumo de otras sustancias. Algunos
estudios señalan una dificultad en los mecanismos inhibitorios y en la toma de decisiones
con una tendencia hacia la elección de recompensas inmediatas. De nuevo encontramos
afectación cognitiva relacionada con el consumo en funciones como la atención o la memoria
y además los tratamientos con metadona pueden provocar alteraciones cognitivas añadidas,
no obstante, parece que la afectación cognitiva es reversible tras la abstinencia según han
mostrado algunos estudios.
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Algunos autores han planteado, como se ha expuesto anteriormente, la interesante idea del
desarrollo de adicciones a diferentes sustancias en base a una predisposición individual que
incluiría una vulnerabilidad neuropsicológica. De esta forma se podría señalar la presencia de
un déficit cognitivo previo a la dependencia y que pudiera ser responsable de esta.
Para la valoración de la atención algunas de las pruebas que se pueden utilizar, dadas las
características de los adictos, son:
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La versión española del Californa verbal learning test denominado test de aprendizaje
verbal España-Complutense (TAVEC).
Copia, reproducción inmediata y reproducción demorada de la figura compleja de Rey.
Entre los déficits cognitivos más consistentemente hallados en sujetos adictos destaca la
afectación de las denominadas funciones ejecutivas, tradicionalmente asociadas al
rendimiento del córtex prefrontal. La actividad del sector dorsolateral se ha vinculado en
mayor medida con la ejecución en los test y tareas clásicas que se utilizan para la evaluación
de las funciones ejecutivas (torre de Hanoi, test de Stroop o el test de clasificación de cartas
de Wisconsin) que, en cambio, no se han mostrados sensibles para captar alteraciones del
sector ventromedial.
Por último, el circuito orbital se asocia con dificultades para la autorregulación y está
relacionado con la presencia de alteraciones psicopatológicas y de la conducta. La forma más
práctica y operativa para la evaluación de las funciones ejecutivas es evaluar de forma
separada los procesos implicados en dicho funcionamiento ejecutivo como: velocidad de
procesamiento, memoria de trabajo, fluidez verbal fonológica y semántica, inhibición o
control de la interferencia, abstracción o razonamiento analógico, flexibilidad cognitiva,
planificación y toma de decisiones.
Algunas pruebas que son de especial interés en la evaluación de la cognición social en sujetos
adictos son las siguientes:
La escala de comportamiento del sistema frontal (frontal system behavior scale, FrSBe).
El cuestionario disejecutivo.
En definitiva, la valoración integral de las personas con adicción desde una perspectiva
neurocientífica debe recoger información, no solo de una evaluación neuropsicológica
completa, sino también de la sintomatología cotidiana mediante escalas, una valoración del
desempeño en situaciones reales y, cuando sea posible y se considere necesario, mediante
técnicas de neuroimagen. Esto no debe menoscabar la evaluación habitual que a día de hoy
se realiza en todos los servicios de adicciones, sino que aporta un valor añadido a la misma,
de indudable interés científico-clínico, en aras de mejorar la atención que se ofrece a estas
personas.
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13.4. Neuropsicología del trastorno obsesivo-compulsivo
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Durante décadas el trastorno se ha atribuido a causas genéticas y psicológicas, pero
actualmente los avances en la neuroimagen, la neuropsicología, la neurología y la neurocirugía
sugieren la existencia de alteraciones cerebrales en el TOC.
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anterior y lateral proyectan al globo pálido hacia la corteza del núcleo caudado y luego a través
de este a la parte reticular de la sustancia negra, para hacerlo finalmente en el tálamo en
donde las proyecciones tálamocorticales cierran el circuito. Dicho circuito sobre todo el
orbitofrontal anterior y lateral y sus conexiones con el núcleo caudado parecen mediar las
operaciones relacionadas con el contexto y la inhibición de respuesta. Estas anomalías son
más por exceso que por defecto ya que se observa una hiperactivación de estos circuitos.
Desde el punto de vista de la neuropsicología clínica el TOC parece estar asociado a un déficit
en el procesamiento de la información (Martínez-González y Piqueras-Rodríguez, 2008). Las
funciones cognitivas afectadas con mayor frecuencia en el TOC son las ejecutivas, las
visuoespaciales y la memoria no verbal. Diversos estudios han encontrado afectación en la
capacidad para captar los aspectos de situaciones o problemas, donde los pacientes con TOC
utilizan pensamientos sobreinclusivos, clasifican la realidad en exceso, centran su atención en
pequeños detalles y tienen dificultad para llevar a cabo tareas que requieran razonamiento
intuitivo y una visión global.
El déficit de memoria no verbal parece relacionado con una dificultad tanto para la
codificación de la información como para la evocación, lo que también apunta a una
afectación frontal. La dificultad para codificar información parece deberse al mal uso de
estrategias de organización del material, pues al centrarse en detalles irrelevantes la persona
no capta la globalidad y el objetivo de la tarea.
Las dificultades visoespaciales se relacionan con la integración del estímulo y para captar su
globalidad, centrándose en los detalles. Además de estos déficits también se han hallado
alteraciones de tipo atencional relacionados con el cambio atencional, dado que la
perseveración y la repetición son características clínicas del TOC y podrían explicarse como un
déficit en la inhibición frontal de los programas motores dependientes de los ganglios basales
en relación con las conductas compulsivas.
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Por todo lo anterior se plantea la necesidad de abordar esta patología desde un punto de
vista multidisciplinar, así como la búsqueda de tratamientos no solo farmacológicos sino
también psicoterapéuticos, por ejemplo, el desarrollo de programas de rehabilitación que
aborden los problemas cognitivos descritos.
El trastorno bipolar es una alteración de los mecanismos que regulan el estado de ánimo y se
caracteriza por la alternancia de episodios maníacos, hipomaníacos, depresivos y estados
mixtos.
En líneas generales, la atención, la memoria y las funciones ejecutivas son las áreas
cognitivas más afectadas. Aunque con respecto al deterioro cognitivo debemos considerar
factores como el número de episodios, la edad de inicio, los episodios maníacos frente a los
hipomaníacos y la presencia o no de crisis psicóticas. Además, los déficits y su intensidad son
estado-dependientes, es decir, en una fase depresiva o maniaca se pueden mostrar unos
déficits que pueden verse atenuados en fases de estabilización. No parece haber un deterioro
cognitivo previo a la enfermedad, sino que ocurre en el momento de la aparición de las
primeras crisis.
En los primeros episodios del trastorno suelen aparecer alteraciones mnésicas que se
convierten en un rasgo cognitivo tras múltiples episodios que terminarán afectando a la
corteza frontal y temporal medial haciendo con el tiempo persistentes estos trastornos.
Existe cierta controversia en cuanto a las alteraciones cognitivas presentes durante los
diferentes episodios de la enfermedad (maníaco, hipomaníaco, depresivo y mixto) e incluso
durante la fase eutímica (asintomática) o en estado de remisión clínica, precisamente por la
dificultad que entraña evaluar ante esta heterogeneidad de estados.
Los diversos estudios muestran afectación de la atención en casi las tres cuartas partes de los
pacientes con trastorno bipolar, fundamentalmente, en atención selectiva y sostenida. Los
pacientes maníacos tienden a mostrar un patrón de impulsividad en sus respuestas.
Probablemente las alteraciones de atención sean estado-dependientes, aunque hay estudios
que han encontrado déficit de atención en pacientes eutímicos. La alteración en la velocidad
psicomotora parece ser igualmente estado-dependiente.
En cuanto a la afectación de la memoria, casi todos los estudios se han centrado en pacientes
afectivos o deprimidos que presentan afectación de la memoria declarativa o explícita de
tipo episódica, estando la memoria implícita conservada. Los fallos de memoria verbal se han
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relacionado con pobre codificación y organización de la información debido a déficit de
atención y ejecutivos que repercuten a su vez sobre la evocación. Al igual que ocurre con la
atención, también se ha hallado afectación mnésica en pacientes en fase eutímica, donde
también se han encontrado déficit en memoria operativa.
Respecto a la afectación de las funciones ejecutivas, aunque existen estudios que documentan
la presencia de trastornos en las funciones ejecutivas en pacientes con trastorno bipolar, los
resultados no son tan concluyentes como ocurría en el caso de la esquizofrenia. Algunos
déficits encontrados se relacionan con dificultad en la respuesta inhibitoria, dificultades en la
capacidad de planificación y en la flexibilidad cognitiva principalmente.
Ante la existencia de estos déficits cognitivos, podemos pensar que los pacientes con
trastorno bipolar podrían beneficiarse de tratamientos de rehabilitación cognitiva al igual que
se abordan las demás alteraciones propias de la enfermedad y diversos estudios recientes
están corroborando la eficacia de este tipo de intervención en la mejora de diversas funciones
cognitivas y en el aumento de la funcionalidad y calidad de vida de las personas con trastorno
bipolar.
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Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones
personales y sociales y provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral
o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. El patrón es estable y de larga
duración.
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Marcada alteración en el ritmo y flujo del lenguaje, con rasgos tales como
circunstancialidad, «sobreinclusividad», pegajosidad e hipergrafía.
Las hipótesis sobre la etiología del trastorno antisocial son variadas, con una tendencia a
planteamientos multicausales que contemplan aspectos genéticos, neurobiológicos,
neuropsicológicos, sociales o evolucionistas (Wolman, 1999). Sin embargo, parece existir, hoy
en día, cierto consenso en la diferenciación de los trastornos antisociales entre primarios y
secundarios (Reid, Walter y Dorr, 1986). Así, los primeros se caracterizarían por una aparente
ausencia de ansiedad o culpa por su conducta amoral o asocial, es decir, se consideraría que
carecen de juicio social. Los segundos, sin embargo, son capaces de sentir culpa y
remordimiento intentándose explicar su conducta como secundaria a un déficit en control de
los impulsos e inestabilidad emocional.
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En conclusión, los TAP no presentan alteraciones en su capacidad intelectual, ni déficits en
funciones cognitivas que puedan explicar el origen del descontrol de su conducta. Asimismo,
poseen conocimiento sobre las normas sociales. En este caso nos hallaríamos ante una
hipofunción del córtex prefrontal que afectaría al razonamiento-toma de decisiones
relacionado con la emoción-sentimiento.
A pesar de la falta de consenso sobre un perfil de afectación cognitiva en pacientes con TLP,
se sabe que presentan un patrón de alteraciones neurocognitivas que sugieren una alteración
de las áreas prefrontales que participan en el procesamiento de la información y en el manejo
y regulación de las respuestas conductuales complejas como regulación emocional e
impulsividad. Para algunos autores el déficit en las funciones prefrontales es el problema
central de este trastorno.
La mayoría de los estudios estructurales muestran que los pacientes con TLP tienen un lóbulo
frontal significativamente más pequeño, disminución bilateral del volumen del hipocampo y
la amígdala y reducciones significativas en la corteza orbito-frontal izquierda y la corteza
cingulada anterior derecha. Además, existe evidencia de anormalidades estructurales en el
córtex prefrontal y alteraciones funcionales en la percepción del dolor, memoria, inhibición y
procesamiento de estímulos emocionales.
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que reaccionan con gran hiperreactividad emocional a las situaciones de su vida cotidiana,
especialmente experimentan intensas emociones negativas. Se ha propuesto que la
hiperactivación emocional es el factor crucial que interfiere en la organización y coordinación
de las actividades y la conducta dirigida a una meta en los pacientes con TLP y contribuye a su
conducta impulsiva ya que la inhibición es el principal mecanismo de la regulación emocional.
Es sabido que en los pacientes con TLP existe una predisposición hacia la información
negativa en detrimento de la positiva, muestran un déficit significativo en la inhibición
intencional de palabras aversivas y una tendencia hacia la no inhibición automática de los
estímulos irrelevantes negativos, además recuerdan sobre todo la información negativa frente
a la positiva. De esta forma se ha hipotetizado que los pacientes con TLP tienen dificultad para
recordar información positiva, para desengancharse de información aversiva y limitada
capacidad para procesar información positiva, lo que contribuye a la inestabilidad emocional
típica del TLP.
Los pacientes con TLP se muestran hipervigilantes a las señales sociales, especialmente las
relativas al trato y al rechazo. En varios estudios se ha observado dificultad en el
reconocimiento de expresiones faciales y una tendencia a interpretar las expresiones
ambiguas de una forma negativa.
En resumen, la gran mayoría de los estudios recientes sostienen la hipótesis de que en el TLP
existiría una patología cerebral que incluiría circuitos frontales y límbicos. Estas áreas
cerebrales también estarían implicadas en la disfunción serotoninérgica que parece
relacionarse con el descontrol de impulsos y la autoagresividad propios de este tipo de
pacientes.
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neuroimagen estructural y funcional en las trastornos de personalidad impulsivos parecen
encontrar una reducción del tamaño del hipocampo lo que parece guardar relación con un
pasado traumático y de estrés, mientras que la inestabilidad emocional y la agresividad
parecen hallarse asociadas a la desregulación de circuitos límbico-prefrontales característicos
de una reacción emocional excesiva y un control ejecutivo deficiente.
Los hallazgos presentados anteriormente sustentan la idea de que los pacientes con TLP
pueden beneficiarse de programas de rehabilitación neuropsicológica focalizados en los
problemas que presentan bajo la asunción de que una mejoría a nivel neurocognitivo
conllevaría una mejoría de su sintomatología y tendría un importante impacto sobre el
funcionamiento general del paciente. En general los dominios cognitivos que deben trabajarse
con estos pacientes son: velocidad de procesamiento, atención sostenida, procesos de
recuerdo y funciones ejecutivas.
Estos programas tratarían de mejorar tanto los déficits cognitivos como paliar las
consecuencias del trastorno a nivel personal, social y laboral. En la actualidad no hay
demasiados datos sobre la aplicación de programas de rehabilitación neuropsicológica en
pacientes con TLP.
Caso clínico
Planteamiento del caso
Neuropsicología de las adicciones
El paciente es un varón de 49 años, con antecedentes de abuso de sustancias y alcohol desde
su juventud. En tratamiento farmacológico actual para dejar el alcohol, recetado por
psiquiatría, lleva un mes y medio sin consumir nada según la familia.
Acude a nuestra consulta debido fundamentalmente a la preocupación de la familia ante
posible existencia de deterioro cognitivo, ya que en los últimos meses lo encuentran
especialmente alicaído, habiendo descuidado por completo las normas higiénico-sanitarias de
su hogar, haciéndolo inhabitable.
Por lo que se procede a realizar una entrevista clínica tanto al paciente como a sus familiares
(hermanas) y una completa evaluación neuropsicológica.
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Prueba de fluidez y evocación semántica y fonética.
WAIS III: test de inteligencia de Wechsler.
Inventario de depresión de Beck
Cuestionario de ansiedad estado- rasgo STAI.
Atención
A nivel atencional manifiesta un nivel de alerta adecuado, aunque presenta déficit en atención
sostenida que le impiden mantener la concentración durante un tiempo considerado como
normal. Además, se pone de manifiesto un déficit a nivel de atención selectiva y en los
procesos de búsqueda, que realiza de manera desorganizada. Sus tiempos de ejecución
aparecen enlentecidos.
Memoria
Lenguaje y comunicación
Se encuentran conservadas.
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Su capacidad de razonamiento abstracto en la actualidad se encuentra ligeramente deficitaria.
Muestra ligera afectación de las funciones ejecutivas, con afectación en habilidades como la
organización, planificación y secuenciación, presentando ligera perseveración, en tareas de
resolución de problemas o encaminadas a una meta, lo que podría afectar a la toma de
decisiones y juicio práctico en actividades de la vida diaria (AVDs).
El paciente es independiente para las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) del baño,
aseo y arreglo personal; sin embargo, debido fundamentalmente a las alteraciones
conductuales y emocionales que presenta puede aparecer falta de iniciativa y necesitar
máxima supervisión ya que puede llegar a descuidar estos aspectos.
En cuanto a las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD), a pesar de ser física y
cognitivamente autónomo las alteraciones conductuales y emocionales le dificultan la
realización de estas tareas no habiendo sido capaz de mantener un mínimo de higiene ni orden
en su domicilio ni con todas sus pertenencias personales.
Respecto a las actividades avanzadas de la vida diaria (AAVDs), las alteraciones conductuales
y emocionales le afectan en el desarrollo correcto de estas actividades, en las que actualmente
no realiza una buena gestión del dinero, siendo prácticamente dependiende del cuidado de
los otros, no se involucra en ninguna actividad ya sean laboral, educativa o de ocio. Está muy
inactivo, no maneja ni planifica su tiempo libre.
Conclusiones
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En relación a las alteraciones cognitivas, alteraciones en atención sostenida y selectiva, con
tiempos de reacción enlentecidos; en memoria episódica y en procesos de evocación y ligeras
alteraciones en el razonamiento abstracto y funcionamiento ejecutivo.
Tiene las siguientes repercusiones funcionales: las alteraciones cognitivas, en concreto las
relacionadas con la planificación y organización, así como fundamentalmente las conductuales
y emocionales, interfieren gravemente en sus AVDs manteniendo al paciente actualmente en
una situación en la que no ha conseguido desarrollar con normalidad su vida personal,
familiar, social ni laboral.
Recomendaciones
Programa de tratamiento
Dadas las alteraciones cognitivas que presenta el paciente se beneficiaría de una intervención
centrada en las alteraciones cognitivas, emocionales y conductuales que presenta, así como
trabajar la repercusión funcional que estas presentan. En neuropsicología se trabajarán los
aspectos cognitivos donde aún presenta alteraciones (atención, memoria y funciones
ejecutivas) y sobretodo los conductuales (irritabilidad, falta del control de impulsos, rigidez,
apatía, falta de motivación, consciencia de déficit, comportamiento e interacción social). Se
debe trabajar también los aspectos relacionados con las habilidades sociales, autoestima o la
sintomatología de tipo emocional.
Sería recomendable ser visto por parte del Servicio de Neuropsiquiatría para valorar si se
beneficiaria de un tratamiento farmacológico simultáneo.
2. Modificación conductual:
• Entrenamiento conductual.
• Terapia emocional.
• Habilidades sociales.
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• Autoestima.
• Sintomatología de tipo depresiva.
• Abuso de sustancias.
4. Asesoramiento familiar:
• Manejo conductual con el paciente
Enfoque de la rehabilitación
El programa de intervención que planteamos tiene las siguientes características: está llevado
a cabo por profesionales especializados exclusivamente en el tratamiento de la disfunción
cerebral. Es multidisciplinar, aportando todos los profesionales su especialización al
tratamiento. Es coordinado, ya que el equipo de trabajo está en constante comunicación. Es
un programa totalmente individualizado, es integral ya que se trabajan todas las alteraciones
a la vez, lo que aprovecha que los avances conseguidos en un área puedan transferirse a otra
área distinta, optimizando la mejoría global. Es intensivo ya que se realiza tratamiento
continuado.
Cronograma
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