Erich Fromm - El Humanismo Judio
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ERICH FROMM
EL HUMANISMO JUDIO
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EL HUMANISMO JUDÍO
1 Los sabios judíos encontraron cierta dificultad en explicar el uso del plural en la frase "Ha-
gamos al hombre...", donde, contrariamente a la manera general, el sujeto, Dios (Elohim), que es un
plural, concuerda con la forma plural del verbo "hagamos" (naaseh). Naturalmente, querían descartar
cualquier sospecha de que esta formulación pusiera en cuestión la idea de la unidad de Dios. El
comentario de Rashi dice así: "Esto nos enseña la humildad de Dios; porque el hombre fue hecho "a
semejanza de los ángeles. Primeramente los consulta, a pesar de que "eso podía ser tomado como que
Él había hecho al hombre con su "ayuda. De este modo, la Escritura nos enseña que el más grande
"debería siempre consultar y recibir autorización del menor". La idea de Rashi de que Dios consultó
a los ángeles es sorprendente, si consideramos que es enteramente contraria al espíritu de la historia
bíblica, en la que Dios incuestionablemente se representa como un soberano autocrático que no
consulta a nadie. Pero Rashi está expresando aquí una elaboración muy posterior, cuando Dios ya no
es un soberano autocrático, y que encontramos en las aserciones según las cuales Dios consulta al
hombre en lo que se refiere al gobierno del mundo (cf. Sanedrín 38b). En la versión más antigua de la
creación del hombre (J), falta la idea de que el hombre fue creado a imagen de Dios. Dice así: "En-
tonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra; "y el hombre se convirtió en un ser
viviente" (Gén. 2:7).
2 Cf. el análisis de la teología negativa de Maimónides, que se refiere a los atributos del ser, no a
los de la acción. Vemos el comienzo de esta actitud ya en el Talmud en la siguiente historia: "Un
[maestro] vino a la presencia del Rabí Janina y dijo: «Oh Dios, el grande, poderoso, terrible, "may-
estático, poderoso. admirable, fuerte, intrépido, fiel y honrado». El "[El Rabí Janina] esperó hasta que
terminara, y cuando hubo terminado "le dijo: «¿Has terminado de alabar a tu Señor? ¿Para qué
queremos todo "esto? Ni siquiera los tres que decimos [grande, poderoso y terrible -en la "primera
bendición], si Moisés nuestro maestro y si no los hubiera "mencionado en la Ley, y si no hubieran
venido los hombres de la gran "Sinagoga y los hubieran insertado en la Tefillah, no hubiéramos sido
"capaces de mencionarla.»"
3 Cf. los comentarios acerca de Kadosh en Harris H. Hirschberg, Hebrew humanism (Los An-
geles. Cal., California Writers, 1964). Este libro es una excelente y profunda presentación de muchos
problemas del humanismo hebreo.
4 Sifre Deut. 11, 22, 49, 85a, citados por A. Buechler, Studies in Sin and Atonement in the Rab-
binic Literature of the First Century (Londres, Oxford University Press, 1928), págs. 35 y siguientes.
Buechler traduce el término hebreo jasid, que figura en el texto, por "amante"; la traducción más con-
vencional podría ser "piadoso".
Esta imitación de Dios mediante el obrar del modo que obra Dios
significa hacerse más y más semejante a Dios; significa al mismo
tiempo conocer a Dios. "Consiguientemente, conocer los "caminos de
Dios significa conocer y seguir en "la práctica su modo de tratar con el
hombre, "sus principios omnicomprensivos de justicia, "amor ilimitado,
bondad amorosa y mise-"ricordia"6.
En la tradición que va desde la Biblia a Maimónides, conocer a
Dios y ser como Dios significa imitar las acciones de Dios y no cono-
cer y especular acerca de la esencia de Dios. Como dice Hermann
Cohen: "el lugar del ser es "ocupado por la acción; el lugar de la cau-
salidad es ocupado por el fin"7. La teología, podríamos decir también,
8 Tosefta Babá Metziá, 6, 17; citado por A. Buechler, op. cit., pág. 104.
9 Tosefta Skebouth 3, 6; citado por A. Buechler, op. cit., pág. 105.
10 A. Buechler, ibíd., pág. 105.
menor que Dios (o que "los dioses, o que los ángeles; en hebreo, elo-
"him)".
El hombre se concibe como creado a semejanza de Dios, con ca-
pacidad para una evolución cuyos límites no están fijados. "Dios", ob-
serva un maestro jasídico, "no dice que «era "bueno» después de haber
creado al hombre; "esto indica que mientras el ganado y todo lo "otro
estaba terminado después de haber sido "creado, el hombre no estaba
terminado". Es el hombre mismo, guiado por la palabra de Dios, tal
como está formulada en la Torá y los profetas, quien puede desarrollar
su naturaleza inherente en el curso de la historia.
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11 Podría suponerse que la tradición en la que está enraizada la aserción del Rabí Akiba suby-
ace al concepto cristiano heterodoxo de la adopción: Cristo y el hombre han sido adoptados por Dios
y se sientan a la derecha de Dios; en la tradición judía no existe la adopción.
12 Por "incestuoso" entiendo un vínculo, que no es primariamente sexual sino esencialmente
afectivo, con la madre y la naturaleza.
13 Cf. E. Fromm, Escape from Freedom (Nueva York, Holt, Rinchart and Winston, 1941).
(Versión castellana: El Miedo a la Libertad, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1967.)
14 Cf. para un análisis completo de la fijación incestuosa, E. Fromm, The heart of Man, capítulo
V.
15 Tsefta Babá Kama 7, 5: citado por A. Buechler, op. cit., pág. 38. La aserción del Rabí Iojanan
es citada también por Rashi en el comentario a Ex. 21:6 con referencia a la perforación de la oreja del
esclavo.
16 Citado por A. Buechler, ibíd., página 36.
17 El Rabí Eliezer fue posteriormente excomulgado por no aceptar las decisiones legales de la
mayoría (no por un error en la fe). Rabí Akiba demostró en esa ocasión una actitud profundamente
humana, una ausencia de todo fanatismo. Cuando los rabíes preguntan quién debe ir a informar al
Rabí Eliezer, "iré yo", respondió Rabí Akiba, "para que no lo haga alguna persona no indicada y de
ese modo destruya el mundo entero" [es decir, cometa un grave error informándolo sin tacto y bru-
talmente]. ¿Qué hizo Rabí Akiba? Se puso vestiduras negras y se embozó de negro [como señal de
luto que una persona excomulgada debía guardar.] "Akiba", le dijo Rabi Eliezer, "¿qué es lo que ha
sucedido hoy?" "Maestro", replicó, "me parece que tus compañeros se han apartado de ti". Al oír esto,
él [Rabí Akiba] también rasgó sus vestiduras, descendió [de su asiento] y se sentó sobre la tierra,
mientras que las lágrimas brotaban en torrente de sus ojos (Babá Metziá 59b).
18 Citado por L. Newman, The Hasidic anthology, pág. 134.
19 J. Rosenberg, Tifereth Maharal (Lodz, 1912); citado por L. Newman, pág. 56.
20 A. Kahan, Atereth ha-Zaddikim (Varsovia, 1924), págs. 18-19; citado por L. Newman, pág. 57.
21 I. Berger, Esser Oroth (Varsovia, 1913), pág. 59, citado por L. Newman, pág. 132.
que Dios hace con Noé. Este pacto es sellado antes del pacto con
Abraham, el fundador de la tribu hebrea. Es un pacto con la raza hu-
mana en conjunto y con el reino animal, prometiendo que Dios nunca
destruirá nueva-mente la vida sobre la tierra.
sentencia del Rabí Osaías se presenta a Israel como el país que propor-
cionó el material para la cabeza del hombre, y por consiguiente, de su
parte más elevada, esta calificación no altera la esencia de la primera y
más amplia afirmación de que el cuerpo del hombre fue formado del
polvo procedente de todas las partes de la tierra, es decir, que Adán
representa a toda la humanidad.
23 Las palabras "de Israel" faltan en algunos textos. Parecería, en verdad, ilógico que si aquí se
hiciera referencia a una sola alma de Israel viniera después una referencia a destruir el mundo entero.
Si las palabras "de Israel" fueran parte del texto original, debería seguir "como si hubiera destruido a
todo Israel". Por otra parte, todo el pasaje se refiere a la reacción de Adán, no a la de Israel, por con-
siguiente, lo que claramente significa es que un hombre (como Adán) representa a toda la humani-
dad.
24 Es interesante que de esta tradición surgiera una práctica litúrgica que ha perdurado hasta el
presente. En cada fiesta religiosa una parte del servicio consiste en recitar algunos de los alegres
salmos de aleluya. El séptimo día de la Pascua, cuando, según la tradición, se ahogaron los egipcios,
se recita solamente la mitad de los salmos de aleluya, siguiendo el espíritu de la reprimenda que dio
Dios a los ángeles, que se alegraron cuando murieron las criaturas de Dios.