En Ejercicio de La Acción Pública
En Ejercicio de La Acción Pública
En Ejercicio de La Acción Pública
III. LA DEMANDA
El demandante considera que los apartados acusados contravienen los artículos 28 y 93 de
la Constitución Política y 7 (núm. 2, 3 y 5) y 8 (núm. 1 y 2) de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (CADH). Sostiene que en Colombia resulta válido privar de la
libertad al imputado durante el proceso penal, pero ello no puede ser arbitrario pues está
sometido a estrictas exigencias constitucionales y legales, cuya observancia es impuesta al
Estado en aras de salvaguardar al ciudadano de injerencias indebidas.
En este sentido, señala que el Código de Procedimiento Penal habilita la imposición de la
detención preventiva en todos aquellos supuestos en que, además de una inferencia
razonable acerca de la posible responsabilidad del imputado, esa medida de aseguramiento
i) se muestre necesaria para evitar que este obstruya el debido ejercicio de la justicia ii)
resulte probable que el procesado no comparecerá al proceso o no cumplirá la sentencia o
iii) que el mismo “constituye un peligro para la seguridad de la sociedad”.
Para el actor, este último criterio es, sin embargo, contrario al bloque de constitucionalidad
y en especial a la interpretación del artículo 7.3. de la CADH que ha llevado a cabo la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El impugnante cita un informe de
este organismo internacional, sin identificarlo, y subraya algunos fragmentos, conforme con
los cuales, la imposición de la prisión preventiva debe tomar en consideración los
principios de presunción de inocencia y libertad y, por consiguiente, solo puede ser
ordenada en dos situaciones: cuando exista riesgo de que el procesado eludirá la acción de
la justicia y ante la probabilidad de que obstaculice la investigación penal.
Según el informe, la prisión preventiva está sometida a criterios de excepcionalidad y
necesidad y no puede basarse en la peligrosidad del imputado, en la posibilidad de que
cometa delitos en el futuro o en la repercusión social del hecho, por cuanto estas
justificaciones se apoyan en criterios de derecho penal material, no procesal, propios de la
respuesta punitiva. Tales fines, así mismo, se fundarían en la evaluación del hecho pasado,
no responderían al propósito de toda medida cautelar, que intenta prever o evitar hechos
relacionados exclusivamente con la investigación penal, y menoscabarían de tal manera la
presunción de inocencia.
El actor referencia también el Informe 2 de 1997 de la CIDH, según el cual, las autoridades
judiciales nacionales deben basar la imposición de la prisión preventiva, con ciertos ajustes,
en la razonable presunción de que el procesado ha cometido un delito, en el peligro de fuga,
en el riesgo de comisión de nuevas conductas punibles, en las necesidades de la
investigación y las posibilidades de colusión, en el peligro de presión sobre los testigos y la
preservación del orden público.
Con fundamento en los citados informes, el demandante sostiene que el fin de la medida de
aseguramiento es la evitación de riesgos de carácter esencialmente procesal, que incidan en
la recta y cumplida administración de justicia. La probabilidad de no comparecencia (fuga)
y obstrucción de la justicia previstos en la Ley se identificarían con ese propósito. En
cambio, no ocurriría lo mismo con el “peligro para la comunidad” contemplado en la
disposición acusada y excluido de los informes de la CIDH. Según el actor, salvo la
continuación de la actividad delictiva, ninguno de los indicadores de peligrosidad
contenidos en el artículo impugnado estaría asociado a fines procesales, sino a criterios
penales sustantivos y peligrosistas.
Las circunstancias de los numerales 1, 2, 5, 6 y 7 del artículo 310 C.P.P., ligadas a la
probable vinculación del investigado con organizaciones criminales, el número de delitos y
su naturaleza, el uso de armas blancas o de fuego y la edad de la víctima (menor de 14
años) corresponderían a evaluaciones propias de la sentencia de fondo, sobre la comisión de
otros delitos y la estructuración de la conducta punible. A su vez, los indicadores de
peligrosidad previstos en los numerales 3 y 4 ídem, derivados de antecedentes y sustitutos
penales vigentes, estarían relacionados con elementos sustantivos para la concesión de
beneficios punitivos.
De esta manera, en tanto las circunstancias anteriores no constituirían factores de riesgo
procesal, desconocerían la interpretación de la Convención llevada a cabo por la CIDH. El
demandante añade que “los criterios de necesidad de una medida de aseguramiento se
deben compadecer con los principios e interpretaciones que se efectúan del ordenamiento
supra-nacional por los organismos internacionales autorizados para tal fin… resulta
obligatorio para el Estado colombiano, por exigencia expresa del bloque constitucional,
acoger la interpretación que las autoridades competentes hacen de las normas
internacionales e integrar dicha interpretación al ejercicio hermenéutico de la Corte
Constitucional…”
Con apoyo en jurisprudencia de esta Corporación y abundante doctrina nacional, el actor
agrega que en el artículo acusado el legislador excedió su margen de configuración y
desconoció el derecho a la libertad personal, al establecer restricciones a su ejercicio
basadas en criterios opuestos a mandatos internacionales sobre derechos humanos. A partir
de los anteriores argumentos, solicita a la Corte declarar inexequibles los apartados
demandados.
IV. INTERVENCIONES
4.1. Ministerio de Justicia
1. La Dirección de Desarrollo del Derecho y del Ordenamiento Jurídico del
Ministerio de Justicia intervino para censurar la aptitud sustantiva de la
demanda y, al mismo tiempo, defender la constitucionalidad de los apartes
demandados.
En primer lugar, el representante del Ministerio considera que el objeto del
cargo de inconstitucionalidad es una proposición jurídica incompleta, puesto
que el criterio de peligrosidad para la comunidad contenido en el 310 del C.P.P.
solo es un desarrollo del numeral 2 del artículo 308 ibídem, que específicamente
prevé la peligrosidad del imputado para la sociedad como uno de los elementos
que permiten al juez de control de garantías decretar la medida de
aseguramiento, disposición que, da a entender, debió haber sido conjuntamente
impugnada.
Así mismo, la regulación acusada se encontraría estrechamente relacionada con
los artículos 306 (solicitud de imposición de medida de aseguramiento), 307
(medidas de aseguramiento), 311 (peligro para la víctima), 313 (procedencia de
la detención preventiva) y 318 (solicitud de revocatoria de la medida de
aseguramiento) del mismo Código, artículos sin los cuales la norma censurada
carecería de sentido. Por lo anterior, el representante del Ministerio estima que
se configura ineptitud sustantiva de la demanda, derivada de la proposición
jurídica incompleta, lo que conduce, a su juicio, a un fallo inhibitorio.
2. En todo caso, el interviniente proporciona algunos argumentos para sustentar la
constitucionalidad de los apartados acusados. Advierte que en el estatuto
procesal penal existen medidas de aseguramiento restrictivas y no restrictivas de
la libertad y que estas solo pueden ser impuestas bajo estrictos criterios de
necesidad, adecuación, razonabilidad y proporcionalidad. Señala que la Ley
1760 de 2015 que modificó, entre otros, el artículo demandado, reitera la
excepcionalidad de la detención preventiva, establece límites específicos de
tiempo y la obligación de tomar en cuenta la naturaleza del delito como criterio
para determinar si el imputado se halla dentro de algunas de las causales
prevista en el artículo 308 C.P.
De modo específico, plantea que la disposición demandada se encuentra en
armonía con el artículo 250 C., norma que permite la adopción de medidas
cautelares dentro del proceso, entre otros fines, para la protección de la
comunidad, como lo puso de presente la Sentencia (sic) C-1098 de 2008. Al
invocarse este fin, señala, no basta la gravedad y modalidad de la conducta, así
como la pena a imponer, sino que también deben tenerse en cuenta precisamente
los criterios de determinación de la peligrosidad del imputado impugnados en
este caso.
Con base en los anteriores argumentos, el representante del Ministerio solicita a
la Corte declararse inhibida para fallar por ineptitud de la demanda y, en su
defecto, declarar la exequibilidad del artículo acusado.
4.2. Universidad Santo Tomás de Aquino
La Facultad de Derecho de la Universidad Santo Tomás de A., sede Bogotá,
intervino para justificar la constitucionalidad del artículo impugnado. Los
intervinientes en representación de la Facultad citan varias sentencias de la
Corte sobre el carácter preventivo, no sancionatorio, de las medidas de
aseguramiento dentro del proceso penal, la protección de la comunidad, como
fin constitucional de aquellas y la reserva de ley de las condiciones bajo las
cuales la Constitución permite ordenar restricciones a la libertad personal.
De la misma manera, sostienen que según el artículo 7 de la CADH y la
jurisprudencia reiterada de la Corte IDH, existen un conjunto de limitaciones al
ejercicio del derecho a la libertad, pero las mismas están sujetas a reserva de ley
y a la observancia de los procedimientos que objetivamente y en sentido
material y formal son definidos en las regulaciones nacionales de los Estados.
De acuerdo con todo lo anterior, concluyen que la privación preventiva de la
libertad debe ser la excepción, no la regla general, y que las razones que
permiten decretarla han de encontrarse previstas en la Constitución o en la ley,
conforme a lo previsto en el artículo 7 de la CADH.
Con arreglo a los precedentes argumentos, consideran que los numerales
demandados son ajustados a la Carta y solicitan a la Corte declararlos
exequibles.
4.3. Universidad Libre, sede Bogotá
El Observatorio de Intervención Ciudadana Constitucional de la Facultad de
Derecho de la Universidad Libre, sede Bogotá, intervino para cuestionar la
aptitud sustantiva de la demanda y, en todo caso, para respaldar la
constitucionalidad del artículo acusado. Los intervinientes en representación del
Observatorio señalan que el actor hace una “relación extensa, confusa, sin
especificidad ni pertinencia, sobre las razones que lo llevan a considerar” que
los enunciados acusados son contrarios al bloque de constitucionalidad, lo que
debería conducir a que la Corte se inhiba de emitir pronunciamiento de fondo.
Con todo, los intervinientes consideran que no le asiste razón al demandante.
Con fundamento en jurisprudencia de esta Corporación y en los
artículos 28 y 93 C.P., y 7 y 8 de la CADH y subrayan que, si bien todo
individuo tienen derecho a la libertad personal, conforme a tales disposiciones
esa facultad no es absoluta, dado que puede ser objeto de restricciones, por
causas y en las condiciones fijadas con anterioridad por las Constituciones
Políticas de los Estados Partes o en las leyes dictadas conforme a ellas.
Así mismo, señalan que la citada medida cautelar no desconoce el principio de
la presunción de inocencia en razón de su carácter meramente preventivo, de
que se decreta, entre otros fines, para la protección de la comunidad y de que su
imposición está sujeta a un conjunto de presupuestos. De manera especial,
afirman discrepar de que el artículo acusado sea inconstitucional, pues la Carta
misma permitiría la imposición de la medida de aseguramiento con el fin de
proteger a la comunidad y, según las Sentencias C-121 de 2012 y C-1198 de
2008 y el artículo demandado, para estimar si la medida resulta justificada en
dicho fin se debe valorar la gravedad y modalidad de la conducta punible.
Con base en los anteriores argumentos, los intervinientes solicitan a la Corte
declarar la exequibilidad del artículo (parcialmente) demandado.
4.3. Universidad de Cartagena
La Facultad de Derecho de la Universidad de Cartagena intervino para objetar la
aptitud sustantiva del cargo y defender la constitucionalidad de los enunciados
normativos impugnados.
El docente que actúa en representación de la Universidad estima que no fueron
presentados argumentos concretos contra los numerales acusados del artículo
310 C.P.P., de modo que no se satisfacen los presupuestos de suficiencia y
especificidad del cargo.
De otro lado, sostiene que de acuerdo con el artículo 250 C.P. y la
jurisprudencia constitucional, la peligrosidad del imputado para la comunidad es
un criterio admisible como fin de la detención preventiva. Considera que el
demandante hizo una lectura aislada del precepto acusado, pues conforme a una
interpretación sistemática con otras normas del mismo Código y jurisprudencia
de la Corte, la imposición de la detención preventa solo puede ser excepcional,
necesaria y racional, sujeta a una base probatoria mínima sobre la
responsabilidad del imputado y a unos específicos fines procesales con
justificación constitucional.
Por las anteriores razones, el representante de la Universidad señala que el
artículo impugnado es constitucional y, en consecuencia, solicita declarar su
exequibilidad.
4.4. Universidad Externado de Colombia
La Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia intervino
para justificar la constitucionalidad de las disposiciones acusadas. El docente
que interviene en representación del centro educativo considera que no le asiste
razón al demandante. Argumenta que la interpretación de la demanda sobre las
justificaciones de la detención preventiva que tiene establecido “el sistema
interamericano de derechos humanos es en extremo inflexible” al no permitir
otras circunstancias como el peligro del imputado para la comunidad.
Según el interviniente, el demandante ignora que el informe 2 de 1997 de la
CIDH, citado también en la demanda, contempla como justificación para la
procedencia de la detención preventiva la razonable sospecha de culpabilidad.
Así mismo, que para determinar la probabilidad de fuga, admite la valoración de
la seriedad (gravedad) del delito y de la pena (aunque no suficientes luego de
cierto plazo), los valores morales de la persona, su ocupación y los vínculos
familiares o de otro tipo que puedan determinar la comparecencia o ánimo de
evasión.
El docente subraya que el citado Informe también permite evaluar el peligro de
reincidencia o la comisión de nuevos delitos, a partir de la gravedad del crimen
y la constatación de los antecedentes penales del imputado, así como su
personalidad y carácter. La complejidad del caso autorizaría, de igual forma, la
prisión provisional, como aquellos eventos en que se requieren interrogatorios
difíciles o donde el procesado ha conspirado, demorado o entrabado el curso
normal del trámite. La justificación basada en la preservación del orden público,
por la “generación de disturbios” que la libertad del procesado podría ocasionar,
sería igualmente susceptible de ser empleada para sustentar limitaciones a la
libertad del imputado.
Adicionalmente, el interviniente pone de presente que los indicadores de peligro
para la comunidad demandados coincidirían con las justificaciones permitidas
en el informe de la Comisión. Mediante cuestionamientos, sostiene que la
vinculación con organizaciones criminales o la existencia de condenas vigentes
por delitos dolosos o preterintencionales previstas en el artículo acusado están
asociada a la probable comisión de un delito, necesaria para adoptar la medida
de aseguramiento según la CIDH; y el delito sexual con menor de catorce años
está relacionado con la preservación del orden público, también admitida como
justificación de la medida cautelar.