Subjetivacion Cibernetica

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Tercer capítulo

Con la puesta en juego en el escenario social de los enunciados


comunicación y control emanados de las llamadas ciencias exactas se
inaugura la era cibernética. Para que dicho proyecto se llevara a cabo,
era necesario formar un nuevo sujeto, debía comenzarse por abandonar
la disciplina, la cual era típica de lo que Foucault denominó la sociedad
disciplinaria y, subjetivar un nuevo hombre, el hombre cognitivo; que
fuera acorde con la sociedad de la posguerra a decir de Deleuze es la
sociedad de control.

3.1 Mutando a otra sociedad

Afirma Deleuze (1999) que se está dando el tránsito de lo discipli-


nario al control en la sociedad, «... las disciplinas entraron en crisis en
provecho de nuevas fuerzas que se iban produciendo lentamente, y que
se precipitaron después de la Segunda Guerra Mundial: las sociedades
disciplinarias son nuestro pasado inmediato, lo que estamos dejando
de ser» (Deleuze, 1999, p. 278).

En este pasaje de la sociedad disciplinaria hacia la sociedad de control,


entonces, uno podría decir que ahora se ha alcanzado la interrelación
de implicaciones mutuas, crecientemente intensa, de todas las fuerzas
sociales que el capitalismo ha perseguido a través de su desarrollo.
(Hardt y Negri, 2000, p. 26).

La sociedad disciplinaria está caracterizada por el paso sucesivo del


individuo por varios círculos cerrados, es decir, primero es esta en el
círculo de la familia, después en la escuela, luego en el cuartel, poste-

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


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riormente en la fábrica y, eventualmente en el hospital y la cárcel; esta
sociedad operaba con «máquinas energéticas con el riesgo pasivo de
la entropía y el riesgo activo del sabotaje» (Deleuze, 1999, p. 283), en
consecuencia el hombre de la disciplina era un productor de energía.

Mientras que en la naciente sociedad de control que se caracteriza


porque «nunca se termina nada: la empresa, la formación o el servicio
son los estados metaestables y coexistentes de una misma modulación,
una especie de deformador universal» (Deleuze, 1999, p. 280); es decir
esta sociedad está basada en la modulaciones en la cual interviene una
cifra, donde el lenguaje numérico se compone de cifras que permiten
o rechazan el acceso a la información, esta sociedad opera «mediante
máquinas de un tercer tipo, máquinas informáticas y ordenadores cuyo
riesgo pasivo son las interferencias y cuyo riesgo activo son la piratería
y la inoculación de virus» (Deleuze, 1999, p. 283), el hombre del control
«es más bien ondulatorio, permanece en órbita, suspendido sobre una
onda continua». Advierte Deleuze que en la sociedad de control «... la
formación permanente tiende a sustituir la escuela, y el control continuo
tiende a sustituir al examen» (Deleuze, 1999, p. 280).

Deleuze (1999) advierte que la importancia de analizar las relaciones


entre sociedades y máquinas son importantes no porque las máquinas
determinen una sociedad, sino porque las máquinas expresan las forma-
ciones sociales que las han originado y utilizado. Afirma Virilio (1997),
que la sociedad de posguerra está conformada por hombres y máquinas
informáticas, los cuales podrían entrar en conflicto, porque la sociedad
se ha transformado a partir de las nuevas tecnologías y la velocidad.

Las nuevas tecnologías que son las tecnologías de la cibernética. Las


nuevas tecnologías de la información son tecnologías de la puesta
en red de las relaciones y de la información y, como tales, son clara-
mente portadoras de la perspectiva de una humanidad unida, aunque
al mismo tiempo de una humanidad reducida a una uniformidad.
(Virilio, 1997, p. 14).

La velocidad, «proporciona que ver... y cambia la visión del mundo»


(Virilio, 1997, p. 23). Es así como en el siglo xix a partir de la fotografía

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y el cine se daba una visión del mundo «objetiva», mientras que en el
siglo xx la televisión y los multimedia destruyen los planos en el espacio
y el tiempo para dar una visión «teleobjetiva» del mundo, acorde a la
sociedad de control (Virilio, 1997).

3.2 Disciplina y producción

La sociedad de soberanía tenía por función: «gravar la producción


más que organizarla, decidir la muerte más que administrarla» (De-
leuze, 1999, p. 278), sociedad que sería progresivamente reemplazada
entre el final del siglo xvii y comienzos del siglo xviii por la sociedad
disciplinaria. Señala Foucault (1980) que esta sociedad se caracterizó
por dos hechos fundamentales: la reforma y la reorganización de los
sistemas penales y judiciales en los países de Europa y el mundo,
aunque este proceso no se realizó a un mismo tiempo ni con la misma
amplitud.

Los sistemas penales se reorganizaron a partir de tres principios:


el crimen no tendría relación con la falta moral o religiosa, sino por
el contrario, el crimen o infracción penal sería entendida como lo es
la desavenencia con la ley civil, por lo tanto, antes de la formulación
de la ley emanadas por un poder político no puede existir el crimen;
el segundo principio es que las leyes penales, para ser consideradas
buenas, no serían una reformulación de las leyes naturales, morales o
religiosas, sino que representarían lo útil para la sociedad y, el tercer
principio que define la concepción de crimen: «... no es algo emparen-
tado con el pecado y la falta, es algo que damnifica a la sociedad, es
un daño social, una perturbación, una incomodidad para el conjunto
de la sociedad» (Foucault, 1980, p. 93).

Afirma Foucault (1980) que se dispusieron en general cuatro for-


mas de castigo para el crimen como perturbación social: primero, el
exilio, es decir, expulsar a las personas de la sociedad; segundo, la
vergüenza a través del aislamiento del espacio público, moral y psi-
cológico; tercero, el trabajo forzoso, que consistía en un trabajo útil
para la sociedad o el Estado; cuarto, la pena del Talión que consistía
en matar a quien hubiera matado.

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Sin embargo, advierte Foucault (198) que estas formas de castigo
desaparecieron rápidamente y hacia 1820, las sociedades industriales en
formación adoptan una nueva forma de castigo, que había sido tratada
marginalmente en la reforma penal del siglo xviii: la prisión. Además,
de un sistema penitenciario basado en la utilidad social comienza a
preocuparse por las actitudes y el comportamiento de los individuos,
que serían reunidos en el concepto de peligrosidad. Este concepto im-
plica que el tratamiento del individuo en la sociedad no está acorde a
sus actos con respecto a las leyes positivas, sino por las virtualidades
de su comportamiento.

Toda la penalidad del siglo XIX pasa a ser un control, no tanto sobre
si lo que hacen los individuos está de acuerdo o no con la ley sino
más bien al nivel de lo que pueden hacer, son capaces de hacer, están
dispuestos a hacer o están a punto de hacer. (Foucault, 1980, p. 97).

El control de sus virtualidades, no podrá ser efectuado por la jus-


ticia directamente sino por poderes al margen de esta, «... tales como
la policía y toda una red de instituciones de vigilancia y corrección: la
policía para la vigilancia, las instituciones psicológicas, psiquiátricas,
criminológicas, médicas y pedagógicas para la corrección» (Foucault,
1980, p. 98). Esta nueva conjunción de poderes cambia el objetivo del
sistema penal, ya no interesa el qué y el quién de un acto, lo importante
sería lo normal y lo anormal, lo correcto y lo incorrecto, lo que se debe
hacer y lo que no, es decir, se realizó una reorganización a partir de la
norma.

... un nuevo saber totalmente diferente, un saber de vigilancia, de


examen, organizado alrededor de la norma por el control de los in-
dividuos durante toda su existencia. Esa es la base del poder, la base
del saber-poder que dará lugar ya no a grandes ciencias de observa-
ción como en el caso de la indagación sino a lo que hoy conocemos
como ciencias humanas: Psiquiatría, Psicología, Sociología, etcétera.
(Foucault, 1980, p. 100).

Se inicia entonces la era de la ortopedia social para una sociedad de


vigilancia, que había sido prevista y presentada por Jeremías Bentham

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a través del Panóptico, «Bentham es más importante, para nuestra so-
ciedad, que Kant o Hegel» (Foucault, 1980, p. 98). El panoptismo es
un saber que ya no se preocupa por la indagación medieval, entendida
esta como el procedimiento para saber lo que había acontecido; sino
que entre en juego el examen, que consistía en reactualizar un acon-
tecimiento pasado a partir de testimonios de personas investidas de
poder ya fuera por su saber o por haber presenciado el acontecimiento.
Es decir se ha pasado de la indagación a la vigilancia (Foucault, 1980).

El poder disciplinario, en efecto, es un poder que, en lugar de sacar


y de retirar, tiene como función principal la de “enderezar conduc-
tas”; o sin duda, de hacer esto para retirar mejor y sacar más. No
encadena las fuerzas para reducirlas; lo hace de manera que a la vez
pueda multiplicarlas y usarlas. En lugar de plegar uniformemente
y en masa todo lo que le está sometido, separa, analiza, diferencia,
lleva sus procedimientos de descomposición hasta las singularidades
necesarias y suficientes. “Encauza” las multitudes móviles, confusas,
inútiles de cuerpos y de fuerzas en una multiplicidad de elementos
individuales —pequeñas células separadas, autonomías orgánicas,
identidades y continuidades genéticas, segmentos combinatorios. La
disciplina “fabrica” individuos; es la técnica específica de un poder
que se da los individuos a la vez como objetos y como instrumentos
de su ejercicio. No es un poder triunfante que a partir de su propio
exceso pueda fiarse en su superpotencia; es un poder modesto, sus-
picaz, que funciona según el modelo de una economía calculada
pero permanente. Humildes modalidades, procedimientos menores,
si se comparan con los rituales majestuosos de la soberanía o con los
grandes aparatos del Estado. Y son ellos precisamente los que van a
invadir poco a poco esas formas mayores, a modificar sus mecanismos
y a imponer sus procedimientos. El aparato judicial no escapará de
esta invasión apenas secreta. El éxito del poder disciplinario se debe
sin duda al uso de instrumentos simples: la inspección jerárquica, la
sanción normalizadora y su combinación en un procedimiento que le
es específico: el examen. (Foucault, 2005b, p. 175).

La construcción de la sociedad disciplinaria se realizó a partir de


una red de dispositivos para la producción y regulación de costumbres,

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en coherencia con la «razón» de la disciplina (Hardt y Negri, 2000).
En este marco, el individuo vive los espacios de encierro generalizados
que, «no tienen por finalidad excluir sino por el contrario fijar a los
individuos» (Foucault, 1980, p. 128) y, que se encuentran en sincronía
con el sistema capitalista de producción.

Donde cada espacio de encierro (familia, escuela, ejército, fábrica,


hospital, cárcel) tenía sus propias normas; la vida transcurría a partir del
cumplimento de las normas, dependiendo del lugar de encierro donde
se encontrara el individuo. «La fábrica, la escuela, la prisión o los hos-
pitales tienen por objetivo ligar al individuo al proceso de producción,
formación o corrección de los productores que habrá de garantizar la
producción y a sus ejecutores en función de una determinada norma»
(Foucault, 1980, p. 128).

La sociedad disciplinaria realizó un «desbloqueo tecnológico de la


productividad del poder» (Foucault, 1992, p. 182). Productividad expre-
sada en una reorganización del poder punitivo que sería la condición
previa para un nuevo modo de producción, el capitalismo. «En el sis-
tema capitalista, la apropiación política de los cuerpos por un sistema
disciplinario es previa a su utilización económica» (Morey, 1983, p. 267).
Lograda dicha apropiación de los cuerpos se encadena el individuo al
proceso de producción capitalista a partir de la tecnología del tiempo.
Como señala Sibilia (2009) el reloj es la máquina que simboliza las
transformaciones de la sociedad occidental en su transición hacia una
sociedad industrial con su lógica de disciplinaria.

Es preciso que el tiempo de los hombres se ajuste al aparato de pro-


ducción, que este pueda utilizar el tiempo de vida, el tiempo de exis-
tencia de los hombres. Este es el sentido y la función del control que se
ejerce. Dos son las cosas necesarias para la formación de la sociedad
industrial: por una parte es preciso que el tiempo de los hombres sea
llevado al mercado y ofrecido a los compradores quienes, a su vez, lo
cambiarán por un salario; y por otra parte es preciso que se transforme
en tiempo de trabajo. A ello se debe que encontremos el problema de
las técnicas de explotación máxima del tiempo en toda una serie de
instituciones. (Foucault, 1980, p. 130).

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Se estableció durante el siglo xix, una tecnología de manejo del
tiempo que buscaba controlar la economía de los obreros, suprimien-
do los tiempos de descanso y las fiestas. Además, se necesitaba que
dependiendo de las necesidades de la producción de la fábrica fuera
posible despedir o contratar obreros; para asegurar que la mano de
obra no muriese en el periodo que no se encontraban en las fábricas,
era necesario que contara con unas reservas para su manutención;
pero a la vez era necesario que esta reserva se utilizara en el periodo
en que no producía. «La fábrica era un cuerpo cuyas fuerzas interiores
debían alcanzar un punto de equilibrio, lo más alto posible para la
producción, lo más bajo posible para la producción» (Deleuze, 1999,
p. 279).

De esta lógica fabril surgen las cooperativas de asistencia y las cajas


de ahorro a mediados del siglo xix, que permitían controlar la economía
del obrero y la utilización de sus ahorros. Entonces, se ejerció el control
y la organización total en función de la producción del tiempo de vida
productiva del obrero. (Foucault, 1980).

Otra tecnología se dirigió hacia el cuerpo del individuo, si bien


hasta el siglo xviii el cuerpo era para ser atormentado y castigado en
el siglo xix el cuerpo es convertido en algo que: «... ha de ser formado,
reformado, corregido, en un cuerpo que debe adquirir aptitudes, reci-
bir ciertas cualidades, calificarse como cuerpo capaz de trabajar.... La
función de transformación del cuerpo en fuerza de trabajo responde a la
función de transformación del tiempo en tiempo de trabajo» (Foucault,
1980, p. 133).

A partir de una disciplina general que era común a todos los espacios
de encierro y que buscaba controlar, formar y valorizar: «¿Por qué razón
no sólo se enseña a leer en las escuelas sino que además se obliga a las
personas a lavarse? Hay aquí una suerte de polimorfismo, polivalencia,
indiscreción, no discreción, de sincretismo de esta función de control
de la existencia» (Foucault, 1980, p. 133). Disciplina general a pesar
de la supuesta especialización de los espacios de encierro creados, es
decir, fábricas para la producción, hospitales para curar, escuelas para
aprender y prisiones para castigar.

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


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3.3 Control y consumo

La sociedad actual está en un periodo de yuxtaposición entre la


sociedad disciplinaria y la sociedad de control, el cual comenzó a decir
Deleuze (1999) en el periodo de la Segunda Guerra Mundial. Por tanto
se está dando una mutación entre el individuo disciplinado y productivo
y el ser controlado y consumista. Se viven tiempos de subjetivación ci-
bernética, es decir el individuo es atravesado por fuerzas de saber y de
poder transfiguradas en velocidad, comunicación y control. El individuo
de la sociedad de control deberá estar acorde con estas fuerzas para lo
cual debe convertirse en un ser cognitivo, que ya no dependerá de su
cuerpo para la producción, sino que por el contrario, debe potencializar
sus funciones cerebrales hacia la programación para el consumo y el
control. «¿Que no le quedan muchas fuerzas en las rodillas ni en los
brazos? Pero, ¿tiene fuerzas del cuello para arriba? ¡Ánimo! Nosotros
somos seres racionales es del cuello para arriba» (Papini, citado por
Correa, 2001, p. 147).

3.3.1 Cerebro: de telar a tejido

En esta sociedad de posguerra, también la concepción de cerebro


entra en yuxtaposición, de la noción del cerebro expuesta por la fisiolo-
gía, se comienza a dar paso a una visión de cerebro desde la cibernética,
gracias a la matemática y la física.

Se entiende por cerebro algo más que la masa gelatinosa de un gris


rosado que maneja al anatomista ... “Telar encantado” lo llamó un
gran fisiólogo. Otro lo ha comparado a un lago tranquilo, en el que
sistemas de ondas tejen tramas. La primera imagen es un recordato-
rio de que lo mágico puede tener un sustrato físico. La segunda nos
invita a navegar sobre la superficie de algo que es más profundo de
lo que sabemos, y en donde pueden desatarse tormentas. (Walter,
1961, p. 17).

En una sociedad disciplinaria, de producción, que concebía la má-


quina como su fundamento y, de ellas, el telar su máquina emblemática;
el discurso fisiológico del cerebro como máquina fue hegemónico y

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además, acorde a esta sociedad. Pero, este discurso comienza a perder
su poder de análisis en la década del cuarenta, pues con la construcción
de los ordenadores, el cerebro comienza un proceso de comprensión y
análisis matemático que permitió su modelización y, un análisis desde
la física que permitió describir su funcionamiento a partir de la electri-
cidad. «El cerebro humano es uno de los órganos que mayor fascinación
ha causado entre los científicos en todas las épocas, siendo objeto de
modelización y simulación desde la aparición de los primeros ordena-
dores» (Lahoz, 2004, p. 389). En la década de los setenta otra noción
de cerebro se convierte en hegemónica, pues se ve con mayor claridad
el surgimiento de una nueva sociedad, basada en el control y en el
consumo, entonces el cerebro ya no es una máquina, por el contrario,
es un producto. Se ha pasado del telar al tejido.

El cerebro es un tejido. Un tejido complicado, de urdimbre intrin-


cada, que no se parece a nada de lo que conocemos en el universo,
pero está compuesto por células, como lo está cualquier tejido. Se
trata, desde luego, de células muy especializadas, pero funcionan
siguiendo las leyes que rigen a todas las demás células. Sus señales
eléctricas y químicas pueden detectarse, registrarse e interpretarse, y
sus sustancias químicas identificarse; las conexiones que constituyen
la urdimbre de fieltro del cerebro pueden cartografiarse. En pocas
palabras, el cerebro puede ser objeto de estudio, al igual que puede
serlo un riñón. (Hubel, 1983, p. 11).

De ahí que, en el documento Aprender a ser: la educación del fu-


turo afirme que «es posible controlar el estado y el funcionamiento del
cerebro por una acción eléctrica y actuar directamente sobre ciertos
neuromecanismos por medio de sustancias químicas» (unesco, 1973,
p. 177). Además, considera unesco (1973), que los estudios del cerebro
permiten nuevas perspectivas para mejorar el aprendizaje, pues se ha
entendido la bioquímica de la memoria, los mecanismos de la aten-
ción, la fatiga y, las edades óptimas para la formación y adquisición de
conocimiento.

La brecha abierta en los últimos años en el sector del conocimiento


del cerebro y de las ciencias bioquímicas ha permitido comprender

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de modo mucho más claro y objetivo la naturaleza de los comporta-
mientos del hombre, los mecanismos de su inteligencia y sus modos
de aprendizaje. (UNESCO, 1973, pp. 176-177).

Los estudios del cerebro, de acuerdo con unesco (1973), eviden-


cian que el cerebro utiliza sus potencialidades solo en un 10%. Por otra
parte, se ha comprendido la función del ácido ribonucleico en la memo-
rización, de lo cual se concluye que la memoria inmediata o «memoria
telefónica» (unesco, 1973, p. 177) dura solo algunos minutos, mientras
que, la memoria a largo plazo depende de códigos químicos inscritos
en las células cerebrales.

Además, según unesco (1973), que pequeñas dosis de ácido


ribonucleico particular parece formarse en las células del cerebro
en el proceso de aprendizaje y, que las sustancias químicas que ace-
leran la producción celular de arn podrían lograr que se facilite el
aprendizaje.

En cambio no ha sido posible, a pesar de investigaciones de laborato-


rio muy activas, establecer la existencia en el cerebro de “moléculas
de memoria” cuya disposición permitiría almacenar linealmente la
información, y como consecuencia modelos moleculares capaces
de traducir el aprendizaje. Parece que los aportes químicos podrían
permitir mejorar las funciones psicológicas deficientes o sometidas a
la senectud, pero no sustituir totalmente a las funciones intelectuales
normales. Por otra parte, de manera general se tiende a considerar
hoy que la intervención química ha dado hasta ahora más resultados
a los diversos niveles afectivos que al nivel cognoscitivo propiamente
dicho. Esta es la razón de que las investigaciones actuales no tien-
dan a reemplazar a las acciones educativas por la aplicación de una
farmacopea, sino a asistir a la educación mediante los recursos de la
bioquímica. (UNESCO, 1973, p. 177).

Entonces, a partir de las investigaciones científicas del cerebro


humano, se analizan los factores de su funcionamiento, interacción y
potenciación que permitan construir un sujeto predispuesto, para un
escenario social ligado a medios de control y consumo.

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3.3.2 Cerebro y memoria

En la sociedad disciplinaria la mecanización de los procesos fue


cada vez mayor a lo largo de la revolución industrial, entonces, se hacía
necesario que el cerebro fuera un organismo que finiquitara las acciones
memorísticas, repetitivas e iterativas. Mientras se empezaban a ver los
primeros vestigios de los estudios del cerebro como un componente
dotado de expresiones eléctricas, seguía siendo el órgano capaz de
memorizar la mecanización de procesos industriales.

El anatomista tuvo que conformarse con pesar la “sustancia gris” –al-


rededor de 50 onzas en el hombre y cinco menos en la mujer– y hacer
esquemas de la complicada y frágil organización de nervios y células
que descubría su escalpelo. Poco más podía hacer. Y aclararemos de
una vez por qué: el carácter esencial de la actividad del cerebro re-
sultaría incomprensible mientras no se tuviera en la mano la clave,
la clave eléctrica. (Walter, 1953, p. 44).

La sociedad y la instrucción de la memoria seguían esa marcha des-


de las orientaciones conductuales en las que el cerebro, no sólo estaba
para juicio y raciocinio sino para asimilar conductas desde la estimu-
lación. Desde diversos enfoques como la psicología, la medicina y los
estudios de la percepción, dieron como resultado una consideración del
cerebro como órgano análogo a una máquina, a lo que Papert afirma:

En la perspectiva psicológica, el enfoque se centra en las leyes que


rigen al sujeto del aprendizaje en lugar de aquello que se aprende.
Los conductistas estudian los esquemas de refuerzo, los teóricos de
la motivación estudian el impulso, los teóricos de la gestalt estudian
la buena forma. (Papert, 1981, p. 183).

Comienza a concebirse el cerebro desde la cibernética y teniendo


como base la analogía con la máquina, como un organismo poten-
cialmente apto para sistematizar, controlar y operar la información y
ejercer una nueva salida, a partir de las interacciones físico-químicas
producidas en todo el sistema nervioso. Comienza una discursividad
que describe la relación entre cerebro y sistema nervioso en términos

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de transmisión de información. «El hombre se encuentra sumergido en
un mundo que percibe mediante sus sentidos. El cerebro y el sistema
nervioso coordinan los informes que reciben, hasta que, después de al-
macenarlos, colacionarlos y seleccionarlos, resurgen otra vez mediante
órganos de ejecución, generalmente los músculos» (Wiener, 1958, p. 17).

La producción del cerebro se mitigaba ante la prevalencia del múscu-


lo, de la fuerza equiparable al generar una actividad desencadenada en
una coordinación de diferentes articulaciones, para establecer una pro-
ducción eficiente ante el sistema activo que era en principio la máquina,
la cual marcaba el ritmo de trabajo y, en cierta medida marcaba la forma
en la que se aprendía desde los supuestos de Skinner y las «máquinas
para enseñar» a instruir el cerebro y su capacidad receptiva. En conso-
nancia, la cibernética explica este hecho a raíz de la homeostasis, en la
cual el sistema cerebral y sus funciones son organizadas y estructuradas
bajo el condicionamiento, en esa instancia lo disciplinar apremia a una
determinación de los sistemas en propia regulación (Wiener, 1958).

3.3.3 Concepción cibernética del cerebro

La cibernética analiza los procesos internos del cerebro, partiendo de


analogías comportamentales y conductuales de sujetos y ordenadores.
De este modo, Wiener (1958) describe bajo los estudios de Grey Walter
–cibernetista y pionero de la encefalografía–, al sistema nervioso como
un plano reflejado de lo que es una máquina; toda vez esta máquina
en correlación con otras de magnitud bien sea simple o compleja, pue-
dan relucir de forma extrapolada distintos comportamientos sociales
que, se ven afectados por las conductas que ejerce el ser humano bajo
esta misma analogía con la máquina. A lo que Ashby (1960) repone al
enunciar la adaptabilidad del sistema nervioso por medio de comporta-
mientos que pueden ser inferidos de una máquina al ser tratada como
un sistema dinámico.

Cuando se empieza a prestar atención al cerebro como ese órga-


no activo, más allá de sus concepciones fisiológicas y clínicas, se da
comienzo a observar su estructura como receptáculo de impulsos ner-
viosos y emitiendo juicios, que se expiden bajo una serie de decisiones

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minuciosas, controladas, organizadas y relacionadas de cierta forma,
con los dispositivos que impulsaban a las máquinas a deliberar ope-
rativamente sus acciones bajo una finalidad específica Wiener (1958).
Esta preocupación por el cerebro la recalcaba Walter afirmando que
«El cerebro permaneció durante más de dos mil años olvidado antes
de ser objeto de investigación. Al descubrirlo el anatomista, lo exploró
como una sustancia en la cual podría aparecer la secreción morada de
la inteligencia» (Walter, 1967, p. 44).

El cerebro entonces, puede entenderse como un sistema complejo


que permite emitir y transmitir impulsos eléctricos, los cuales pueden
ser concebidos como robustos sistemas capaces de emitir y recibir gran
cantidad de información para ser procesada como señales y presentar
ciertas decisiones (Walter, 1967). Entendiendo el cerebro como ese
componente modulador de diversas frecuencias y señales, se empezaba
a dar paso a la mecanización y estructuración de las partes del cerebro
y como, cada una en forma sinérgica, aportaba a la decodificación y
codificación de los impulsos eléctricos manifestados a través de la es-
timulación y percepción generada por el hombre.

Los fragmentos empezaban a ser parte de todo un conglomerado de


participaciones que hacían del cerebro un órgano provisto de muchos
subsistemas entrelazados para dar respuestas mediáticas en consecuen-
cia con su estimulación nerviosa. «Cuanto más aprendemos acerca del
cerebro, con mayor claridad apreciamos que sólo se puede estudiar con
provecho considerándolo como un complejo de mecanismos» (Walter,
1967, p. 197).

De ahí, que si el cerebro era entendido como traductor de diferentes


oscilaciones eléctricas, sus tejidos y análisis podían residir en máquinas
que pudieran identificar esas transiciones, dando aplicación a maneras
de activación establecidas en conducciones y estimulaciones eléctricas
para analizar a profundidad el cerebro y su estructura para innumerables
finalidades, no sólo médicas sino sociales y educativas.

Dichos estudios dieron surgimiento al electroencefalograma para


el estudio de las funciones cerebrales, provistas de la concepción del

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cerebro como regulador de impulsos eléctricos (Palacios, 2002). Si bien,
Hans Berger en 1924 construyó el electroencefalograma, es Grey Walter,
en 1953, quien lo adaptó para profundizar en los estudios del cerebro
con respecto a su relación de modulación eléctrica, a partir de simula-
ciones mecánicas en contraposición a lo que se venía adelantando por
parte de la rama fisiológica (Wiener, 1958).

La precedencia de estos estudios, nace en primera instancia, bajo


la perspectiva de las investigaciones conductuales de Iván Pavlov y las
aplicaciones de la cibernética en la medicina. Por medio de la inclusión
de modelos y teorías que ayudaran a describir los sentidos, las neuro-
nas y las regulaciones propias de un medio o sistema interno (Wiener
y Schadé, 1969).

Bajo esta mirada, el cerebro es un sistema con entradas y salidas ma-


nifestadas en interrelaciones neuronales que dan paso a la consolidación
de impulsos eléctricos, condensando y emitiendo información a diversos
organismos de forma coordinada y procedimental en la consecución de
señales con diversas variaciones. Napalkov argumenta «El desarrollo
de la cibernética abre nuevas vías para el estudio de los mecanismos
que gobiernan la actividad cerebral» (Napalkov, 1969, p. 89).

3.3.4 Neurocibernética: un campo lógico de investigación

Tras el hecho de existir varias investigaciones relacionadas al es-


tudio del cerebro, surge un rasgo de la neurocibernética, como campo
de investigación, que implica, según (Wiener, 1969), el propósito de
vincular los símbolos representativos del lenguaje, seguido del proceso
de registro y transmisión de la información. De acuerdo con Wiener, la
totalidad de este proceso denominado «escritura cerebral», se relaciona
con la información de «campos cerebrales», en donde ciertos fenómenos
temporales se ven transformados en símbolos, referidos como contenido
de lenguaje.

De estos trabajos investigativos, centrados en el propósito de deter-


minar de una forma más clara el funcionamiento complejo del cerebro,
la neurocibernética, como lo revela (Napalkov, 1969), sugiere por medio

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116 Universidad de San Buenaventura, Bogotá Wilson Hernando Soto Urrea
de una de sus corrientes de investigación más valiosa, el estudio objetivo
del proceso tramitador de información; en donde, valiéndose de métodos
experimentales se ha revelado que existe un sistema de reglas, deno-
minados algoritmos que, conducen a la transmisión de la información
en el cerebro. Constituyéndose de esta forma, como representaciones
complejas de la actividad cerebral.

Este estudio que postula una lógica basada en el proceso de trami-


tación de información a lo largo del cerebro, proyecta un acercamiento
más claro y reflexivo relacionado con el objetivo final de comprender
el pensamiento. Es así entonces, como:

El nuevo método nos proporciona un análisis científico de cierto


número de formas complejas de la actividad cerebral al sacar a la
vista el sistema de reglas sencillas que determinan la tramitación de
la información (por ejemplo, la capacidad para resolver problemas),
y el asentamiento de un sistema de algoritmos nos permite atacar la
solución de otro importante punto, el de la estructura de la retícula
nerviosa del cerebro. (Napalkov, 1969, p. 89).

Estos importantes hallazgos, determinados a partir de estudios in-


vestigativos y algunos métodos experimentales de la neurocibernética,
revelan que del procesamiento de la información en el cerebro, resultan
vibraciones cerebrales que emiten la capacidad comunicativa del ser
humano. Sin embargo, como señala Zeman, es preciso aclarar que:

Las vibraciones cerebrales no se transmiten directamente, sino que se


transforman en manifestaciones lingüísticas y de la conducta; y, por
consiguiente, los campos cerebrales de los distintos individuos no se
forman mediante ningún tipo de transmisión directa, telepática, sino
por una activación gradual –aunque esforzada– en los procesos del
estudio, de la enseñanza y formación, de la comunicación hablada y
de la interacción ideológica. (1969, p. 109).

Así es que, la complejidad funcional del cerebro gradúa su operati-


vidad, de cierta manera, de acuerdo a su experiencia en el medio; por
medio de hemisferios tales como el de la enseñanza, la comunicación

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


Subjetivación cibernética Una mirada desde la física y la matemática hacia la Pedagogía del algoritmo
117
y la interacción social. «Por consiguiente, el punto de vista cibernético
aplicado al nivel de la información neuropsíquica permite precisar
el enlace entre lo subjetivo y lo objetivo y situar los datos de ambos»
(Huant, 1969, p. 181).

Cada vez más, se va haciendo evidente el hecho de que el cerebro


sometido a la investigación teórico-experimental, proyecta, de acuer-
do con Sluckin (1956), la idea de una base física del pensamiento
relacionada en un amplio sentido con la cibernética. En donde «El
aprender, por ejemplo, o el pensar, pueden discutirse en términos
de cibernética ya sea en el nivel fisiológico, ya en el psicológico»
(Sluckin, 1956, p. 127).

De esta precisión de horizontes investigativos, se piensa que es po-


sible comprender el proceso instintivo del pensar, se puede determinar
si es posible controlar el aprendizaje a base de experiencias o simple-
mente asimilarlo como una forma de actividad neuronal. «Quizás los
futuros desarrollos en la teoría del aprendizaje se verán influidos por
el análisis del «aprender» mecánico en sus elementos lógico y casual»
(Sluckin, 1956, p. 149).

3.3.5 Máquina y cerebro

En las últimas décadas, las investigaciones de corte cibernético so-


bre la complejidad del funcionamiento del sistema nervioso, parten de
la premisa que existe un parecido razonable entre máquina y cerebro.
Teniendo en cuenta que, «La observación más inmediata con respecto al
sistema nervioso es que su funcionamiento es, prima facie, digital» (von
Neumann, 1958, p. 76). Esta concepción, de funcionamiento digital del
sistema nervioso, sugiere una analogía entre la máquina y el cerebro,
adoptando así, características de «máquina pensante».

Los impulsos nerviosos pueden claramente ser considerados como un


marcador binario en el sentido analizado previamente: la ausencia
de un impulso representa entonces un valor (por ejemplo, el digito
binario 0), y su presencia representa el otro (digamos, por ejemplo, el
digito binario 1). (von Neumann, 1958, p. 79).

Editorial Bonaventuriana Colección ExcelenciA• LÍNEA INVESTIGATIVA •


118 Universidad de San Buenaventura, Bogotá Wilson Hernando Soto Urrea
Otra forma de analizar esta analogía entre máquina y cerebro, de
acuerdo con Hubel (1980) tiene que ver con la relación entre el estudio
del sistema nervioso y la creación de tecnología, pues se considera que
los dos han cumplido paulatinamente un papel de carácter evolutivo y
creativo, ligado a las necesidades culturales del ser humano.

Si suponemos que tanto el cerebro como la computadora son máqui-


nas, ¿cómo hemos de compararlos? El ejercicio es interesante. Las
computadoras han sido inventadas por el hombre, quien, por tanto,
las comprende enteramente, si puede decirse que los seres humanos
comprenden algo; lo que no saben es cómo serán las computadoras del
futuro. El cerebro fue creado por evolución, y permanece sin conocerse
desde muchos puntos de vista importantes. Ambas máquinas procesan
información y las dos trabajan con señales que podemos calificar, en
primera aproximación, de eléctricas. (1980, p. 12).

Pero, advierte Hubel (1980) que a pesar de estas similitudes y


reflexiones sobre la concepción de máquina y cerebro, hay rasgos dis-
tintivos que no permiten aún una consideración contundente de este
posible convenio.

El cerebro parece basarse en una estrategia de complejidad de circuito


con un soporte físico relativamente avanzado, cuyos elementos traba-
jan a velocidades reducidas, que se miden en milésimas de segundo;
la computadora depende de programas, tiene mucho menos elementos
y trabaja a velocidades en donde importan hasta las millonésimas de
segundo. (Hubel, 1980, p. 12).

Aun así, se puede pensar que el cerebro es, tal vez, una manifes-
tación de máquina, teniendo en cuenta que obedece a un patrón de
secuencias operativas, que cumplen con el propósito de arrojar como
resultado final, información.

Sin embargo, aún no es válido precisar una igualdad de este estilo,


sabiendo que el cerebro, cumple como tal, una función de «circuito»
más no una función de precisión y exactitud como la de un programa
(Hubel, 1980).

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


Subjetivación cibernética Una mirada desde la física y la matemática hacia la Pedagogía del algoritmo
119
Por esta razón, es que las investigaciones basadas en el cerebro,
tienen una gran importancia en el campo de la cibernética, ya que
proporcionan datos que permiten analizar las amplitudes fisiológicas
y psicológicas del sistema nervioso.

Es preciso no perder de vista que la información que hay en el cere-


bro es sumamente compleja y que, en realidad, abraza la totalidad
del mundo. Un lenguaje universal habría de ser, por consiguiente,
parecidamente complejo y comprehensivo. (Zeman, 1969, p. 106).

3.3.6 Cerebro y educación

Afirma Nauta y Feirtag que, «El cerebro es la materialización del


pensamiento, sentimientos, voluntad, aprendizaje, memoria y de ese
singular sentido del futuro que comparten los seres humanos» (1980,
p. 53).

Esta materialización del pensamiento referida como Cerebro, está


expuesta a cambios adaptativos del medio, entendiendo que debe produ-
cirse necesariamente una transformación consecuente de pensamiento
instintivo a aprendizaje experimental. Así que:

Se produce un aprender cuando el sistema que se dice que ha apren-


dido es capaz de identificar enunciaciones o signos de su lenguaje
operativo con nuevos designata; y si estos son enunciaciones de otro
lenguaje operativo, el organismo puede aprender en la medida en que
pueda efectuar una traducción. (Pask, 1969, p. 244).

De esta manera, se hace imprescindible que en la educación, como


posible medio facilitador de este propósito, se ejecuten procesos de en-
señanza capaces de fortalecer el pensamiento reflexivo en las futuras
mentes, para así lograr formar personas con habilidades propias de la
adaptación. Y este desafío a la mente, como lo plantea Papert, se puede
conseguir con el desarrollo del modelo de la Tortuga:

El trabajo en los microcosmos de la Tortuga es un modelo de lo que


significa llegar a conocer una idea de la misma forma en que uno

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120 Universidad de San Buenaventura, Bogotá Wilson Hernando Soto Urrea
llega a conocer una idea de la misma forma en que uno llega a co-
nocer a una persona. Los alumnos que trabajan en estos ambientes
ciertamente descubren hechos, hacen proposiciones generalizadoras
y aprenden habilidades. Pero la experiencia fundamental del apren-
dizaje no es la de memorizar datos o practicar destrezas. Más bien es
llegar a conocer a la Tortuga, explorar lo que ella puede y no puede
hacer. (1981, p. 159).

Con estos propósitos procedimentales que desarrolla esta meto-


dología educativa, es posible evidenciar que se puede estimular el
pensamiento lógico, basado en la creación de experiencias personales,
relacionadas con el aprendizaje autónomo y autodirigido.

Manteniendo siempre un interés metacognitivo por adquirir cono-


cimiento, sin importar cuales sean las motivaciones externas. Además,
de este hecho, «Es imprescindible implantar correctamente las com-
putadoras en el proceso educativo, a fin de que desempeñen un nuevo
y benéfico papel, y a la vez favorezcan las actividades más nobles del
espíritu» (Reggini, 1982, p. 307).

3.4 Sociedad de control

En la sociedad de control, los espacios cerrados de la sociedad


disciplinaria se han ido diluyendo, ya no son espacios definidos sino
espacios efímeros, en tanto que se moldean a los cambios exigidos por
el control.

En esta sociedad los espacios se convierten en empresas u organi-


zaciones en las que, la vigilancia es asumida por todos los sujetos que
conforman la comunidad. Ellos no solo vigilan sino que son vigilados,
bajo un espacio que no es estructural, que tampoco define quién es el
vigilante y el vigilado. En la era de la «virtualidad» los vínculos entre
las diversas empresas son invisibles, fuertes y constantes, siempre se
puede estar en relación con quien se desee y desde cualquier lugar
del mundo, se pueden realizar actividades de todo tipo en el mundo
inmaterial. Pero, con la constante esencia de lo efímero que, en cual-
quier momento se modifica o cambia de posición, las relaciones son de

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


Subjetivación cibernética Una mirada desde la física y la matemática hacia la Pedagogía del algoritmo
121
corta duración y no hay una certeza sobre lo que está pasando, lo que
hace difícil que los sujetos tengan una mirada crítica de su entorno y
situación social. (Deleuze, 1999).

Las relaciones humanas se caracterizan por una rivalidad constante


entre ellos que, facilita el control del desempeño social y laboral de cada
persona, los incentivos agregados al salario, se convierten en razón su-
ficiente para asegurar el afán de cada persona por sobresalir. A su vez,
la lógica de producción que caracterizaba la sociedad disciplinaria es
sustituida por la concepción de cifra, códigos que permiten acceder a
la información y espacios como los bancos, el dinero ya no es tangible.

Tal vez sea el dinero lo que mejor exprese la diferencia entre las dos
sociedades, puesto que la disciplina siempre se remitió a monedas
moldeadas que encerraban oro como número patrón, mientras que
el control refiere a intercambios flotantes, modulaciones que hacen
intervenir como cifra un porcentaje de diferentes monedas de muestra.
(Deleuze, 1999, p. 362).

Este tipo de sociedad se desenvuelve en escenarios con ordena-


dores e información, son etéreos y virtuales, son sociedades dispersas,
diversas; quienes conforman algún tipo de organización no son entes
localizables. El comercio se encarga ya no de producir sino de comprar
productos terminados y comercializar con ellos, ya no ofrece productos
sino servicios de ventas. El énfasis está en el consumo, lo que hace que
el hombre de la sociedad de control siempre esté endeudado.

Con respecto a la relación de saber-poder está condicionada por


los flujos de información, es invisible pero omnipresente, esto se hace
posible por la autogestión. Constantemente el sujeto o individuo, se-
gún Deleuze (1999), está actualizando su información y la forma de
mantenerse activo, actual en el entorno que desea, la subjetivación y
la interacción con los demás siempre estará mediada por la Internet o
dispositivos similares.

Las redes sociales si bien son construidas por el individuo, este


hace a su vez parte de otras constituciones o relaciones sociales que

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122 Universidad de San Buenaventura, Bogotá Wilson Hernando Soto Urrea
van definiendo la naturaleza de esa forma de relación, lo social se
constituye de los actos particulares. En el caso de la sociedad de con-
trol su naturaleza social sería la cibernética, todo vínculo humano de
carácter espontáneo puede prefigurar en función de diversos intereses
en especial de lo económico y lo político. Siempre hay una fusión entre
lo individual y el colectivo.

Las relaciones sociales se convierten en algo simbólico, ya el cuerpo


es intangible en la colectividad virtual, se encuentra con el anonimato
y la neutralidad –lo indefinido–. Sin embargo, la inmediatez de la par-
ticipación en cualquier aspecto social involucra al sujeto en la ilusión
de ser partícipe activo y efectivo.

El homo comunicans es un ser sin interioridad y sin cuerpo que vive


en una sociedad que no tiene secretos, un ser por entero volcado hacia
lo social, que solo existe a través de la información y el intercambio,
en una sociedad transparente gracias a las nuevas máquinas de co-
municar. (Breton, 2000, p. 52).

La facilidad de comunicarse da la sensación de poseer libertad,


se cree que hay una transparencia en la información transmitida por
cada agente social, pero, justamente ese lujo de información es el que
permite el control, lo privado se diluye en lo público y se sabe todo
cuanto hace el sujeto.

La habilidad para percibir todo lo que emite una información


pertenece a unos pocos, es tan grande el flujo de esta que se crea un
ruido que, no permite ver claramente el mensaje y la función de cada
elemento comunicado. Mediante la creencia de liberación y anarquía
frente al Estado que coarta al sujeto, la información es ese elemento
que permite reafirmar la individualidad de cada uno, la libre expresión
y una falsa racionalidad al compartir públicamente ideas y actos y ser
aceptados por los demás. (Breton, 2000).

Estos aspectos también abren paso a la creencia de estar viviendo


en una sociedad democrática, en la que son los sujetos quienes equili-
bran la sociedad aceptando o rechazando en masa algún tipo de sujeto,

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


Subjetivación cibernética Una mirada desde la física y la matemática hacia la Pedagogía del algoritmo
123
grupo, idea o comportamiento (Negri, 2000). Ya no es un deber del
Estado como en la sociedad disciplinaria corregir el sujeto y su cuerpo,
en la sociedad de control los individuos fluctúan y modelan su mente
y la de los otros.

3.4.1 Bios

El poder como parte natural de los cuerpos y mentes de la sociedad


del control trae consigo una generalización de los dispositivos, entonces,
el poder toca de manera directa la vida del hombre. Son ellos quienes
desde el ejercicio de exclusión e inclusión administran las formas de
vida hacia «lo adeudado» para el hombre.

La creación de inherencia del poder a la mente y cuerpos de los


sujetos se da gracias a las máquinas, que difunden las ideas a gran
velocidad y las incorpora en el inconsciente del hombre mediante los
procesos constantes de «comunicación» entre las redes electrónicas. El
disciplinamiento de los cuerpos se convierten en modelaciones que se
dan fuera de las instituciones que caracterizaban la sociedad discipli-
naria: hospital, cárcel, colegios, manicomio, etc. (Hardt y Negri, 2000).

La sociedad de control, por lo tanto, puede ser caracterizada por una


intensificación y generalización de los aparatos normalizadores del
disciplinamiento, que animan internamente nuestras prácticas comu-
nes y cotidianas, pero, en contraste con la disciplina, este control se
extiende muy por fuera de los sitios estructurados de las instituciones
sociales, por medio de redes flexibles y fluctuantes. (Hardt y Negri,
2000, p. 25).

Así el hombre se convierte casi en Dios, es omnipresente, puede


estar en todas partes sin importar las distancias y puede opinar sobre
la vida de los otros. Esta es la lógica que usa, por ejemplo, las organi-
zaciones no gubernamentales (ong), hay un aval global que le permite
intervenir y hacer juicios de valor frente a las formas de vida de los
demás. «a las empresas les corresponde organizar y articular territorios,
poblaciones cuerpos y subjetividades, desplegando su accionar sobre
toda la superficie del planeta» (Sibilia, 2009, p. 159).

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124 Universidad de San Buenaventura, Bogotá Wilson Hernando Soto Urrea
La soberanía de los grandes Estados capitalistas se ve refundida
en la voz de lo global, son las empresas, la información y el marketing
los que condicionan la vida. El consumo debe estar acompañado de
características tales como la versatilidad, la adaptación al cambio, la
creatividad, la capacidad de comunicación, no es solo consumir sino
crear formas de trabajo acorde a esas características, es ir a la velocidad
de este siglo xxi.

Uno de los aspectos más controvertidos es la administración e in-


tervención en los procesos de vida. Los desarrollos tecnológicos no solo
se centran en la comunicación, sino en el gran anhelo de hacer de ellos
la posibilidad de crear vida:

Las posibilidades de enfermarse y de morir, cinceladas de manera


indeleble en el código genético de cada individuo, deben conocerse,
controlarse y modificarse. Más allá de las intervenciones individuales,
gracias a las técnicas que prometen operar en la línea general del
genoma humano para desencadenar mutaciones capaces de abar-
car toda la especie. De modo que la posevolución constituiría una
ambición biopolítica de magnitud sin precedentes, dirigida por las
oscilaciones del mercado y en perfecta concordancia con la lógica de
la digitalización universal. (Sibilia, 2009, p. 162).

Desde esta perspectiva, la vida se convierte en mercancía, algo


negociable y el campo jurídico queda inhabilitado en tanto que, cada
ensayo con la vida se convierte en descubrimiento, en un desarrollo
científico. Sin embargo, es un invento al que se le adjudica una propie-
dad intelectual para empresas específicas, lo que no imposibilita que
otras puedan certificarse como portadoras del mismo beneficio, como
pasa con los avances tecnológicos, frente a eso ya puede hablarse de
biopiratería. (Sibilia, 2009).

Bajo todos estos matices, el poder está ligado a lo que es la ri-


queza, y esta debe darse y mantenerse junto con la velocidad del
mercado, de la creación, de la información, asegura Virilio (1997)
que debería hablarse de domocracia, que hace referencia a «sociedad
de carreras».

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


Subjetivación cibernética Una mirada desde la física y la matemática hacia la Pedagogía del algoritmo
125
3.4.2 Velocidad, tiempo y espacio

La velocidad y la posibilidad de romper la barrera de tiempo-


espacio gracias a que se ha alcanzado la velocidad de la luz, entonces,
el espacio ha sido aniquilado por el tiempo, pues la distancia y la
lejanía de un punto a otro es superada en un instante. (Virilio, 1997).

De esta forma, al ser conquistada la longitud que demora, el hom-


bre ha eliminado un obstáculo que sin darse cuenta le permite existir
aquí y ahora, contaminando y por qué no, destruyendo la magnitud
propia de la naturaleza. Al ser rota la barrera del espacio y la distan-
cia, se anula el movimiento y con esto el sujeto sólo está insertado en
un tiempo que parece ser inmóvil. Pues, al ser eliminada la distancia
entre el sujeto y el objeto, es eliminado su punto de referencia para
poder tener una comprensión del tiempo, no quedando más que el
instante mismo, no hay un antes ni un después sino que sólo hay un
ahora. (Virilio, 1997).

El problema del tiempo ha existido desde la filosofía antigua,


siendo aquel considerado como «la forma de la materia en movi-
miento» (Virilio, 1997, p. 160). Esta concepción cambia con la llegada
del hombre a la luna, afirma el astronauta Buzz Aldrin que con la
inmovilidad del vehículo lunar, surge una sensación extraña que hace
diferenciar el tiempo lunar del terrestre;

Ya ese desdoblamiento del tiempo revelado a los astronautas por


la inercia tan particular del astro de la noche, entreabre para ellos,
y sólo para ellos, la inmisión del tiempo vivido en el tiempo astro-
nómico, más que el tiempo local de una región lunar llamada, con
acierto, Base de la Tranquilidad. (Virilio, 1997, p. 161).

De esta forma, el astronauta al salir de los límites de la Tierra y


contemplar una realidad totalmente ajena e incomprensible, ya no
posee el sentimiento de triunfo ante la llegada a la Luna, sino que
descubre la pequeña parte que ocupa su avance frente a la infinitud
de una nueva realidad descubierta. Por esta razón, él se siente tan
solo ubicado no en la gran luna, «sino en la inercia gravitacional

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126 Universidad de San Buenaventura, Bogotá Wilson Hernando Soto Urrea
de un punto fijo, sin referencia espacial y sin precedente temporal»
(Virilio, 1997, p. 162), esto hace, que después de haber superado la
resistencia del espacio, su interés se desvíe hacia la conquista de la
trayectoria, ya no importa el hecho mismo de haber llegado a la luna,
sino la trayectoria en sí, que permite pasar del tiempo local que hace
posible la geografía, al tiempo mundial que elimina la importancia
de esta.

Afirma Einstein «nada está fijo en el universo», sin embargo, a


pesar de estar la Luna en movimiento existe el mar de la tranquilidad
y es este, el punto fijo de los astronautas, no es más que un punto de
caída en el tiempo del trayecto de la Tierra a la Luna, con carácter
despiadado de pseudolocalización extraterrestre que no se liga tanto
a la posición en un conjunto territorial fácilmente reconocible, como
a su situación en la seguridad del no movimiento; la inercia de un
punto muerto (Virilio, 1997). Es decir, para los astronautas el tiempo
fijo está en la trayectoria de la Tierra a la Luna.

Al ser considerada nuevamente la cuestión de «fuera del mundo»,


el accidente ya no es un accidente local sino que es un accidente
general, donde entra nuevamente el problema del aquí y el ahora,
pues una vez más es el ahora lo que prevalece. Esto hace cuestionar
nuevamente y de forma global toda presencia a favor de la telepre-
sencia, que no tiene ningún tipo de consistencia y sobre todo, sin
una verdadera posición espacial, porque la interacción a distancia
de un ser a la vez ausente y actuante modifica la noción de ser ahí.

Es por esta razón, que la realidad virtual surge como un accidente


de transferencia de la realidad sustancial, la materialidad del mundo
sensible en conjunto de toda su constitución. Desde otro punto, como
se dijo anteriormente, se puede ver que el tiempo local dio paso a la
historia y que esta se anula con el descubrimiento del tiempo mun-
dial, a raíz de que el espacio-mundo cede un lugar al tiempo. Pero
el tiempo –mundo de la trayectografía instantánea y sin referencia a
una superficie–. La transmisión instantánea de alguna información,
reemplaza la superficie característica del espacio material, el espacio
del aquí. (Virilio, 1997).

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


Subjetivación cibernética Una mirada desde la física y la matemática hacia la Pedagogía del algoritmo
127
Puede verse que al ser el espacio roto por el tiempo, hace del pre-
sente una entidad eterna. Ahora bien, el uso tecnológico, hace que el
hombre no pueda contemplar la realidad del aquí y el ahora, sino que
pueda contemplar la instantaneidad misma de una pantalla, haciendo
del hombre algo cada más individual con un horizonte particular que
no puede ser compartido con nadie.

3.4.3 Hombre nuevo

«Las subjetividades y los cuerpos contemporáneos se ven afecta-


dos por las tecnologías de la virtualidad y de la inmortalidad, y por
los nuevos modos de entender y vivenciar los nuevos límites espacio-
temporales que estos recursos inauguran» (Sibilia, 2009, p. 55).

El valor agregado de los hombres frente a otras especies vivas


es su potencial de comunicación y creación, además, de su simbo-
logía, para asegurar la convivencia. Afirma Breton (2000) que con
la llegada de la sociedad de control y su característica principal la
información, la cibernética instaura un elemento general que pone
en una supuesta igualdad de condición a los seres humanos, «todos
los seres que se comunican tiene un estatuto antropológico com-
parable, siempre que lo hagan en el mismo nivel de complejidad»
(Breton, 1997, p. 53).

El desarrollo del hombre depende de esa capacidad de usar todas


las formas posibles de comunicarse y su interioridad ya no depende
de sí mismo, el gran flujo de información determina sus ideas. Todo lo
interno se exterioriza, y en su interacción social, la configuración del
mundo se da en medio de un entramado metafórico al ser compartido
por varias personas su significación no es precisa, está permeada por
tantos puntos de vista como sea posible.

El hombre nuevo que surge de los escombros de mediados del siglo


XX es, una especie de antítesis, un hombre dirigidos desde el exte-
rior. Saca su energía y su sustancia vital no de cualidades intrínsecas
que provendrían del fondo de sí mismo, sino de su capacidad como
individuo conectado, conectado a vastos sistemas de comunicación,

Editorial Bonaventuriana Colección ExcelenciA• LÍNEA INVESTIGATIVA •


128 Universidad de San Buenaventura, Bogotá Wilson Hernando Soto Urrea
para recoger, tratar, analizar, la información que necesita para vivir.
(Breton, 1997, p. 57).

Así, el hombre ya no actúa desde una necesidad interna ya no


es esa búsqueda de lo que siente necesario para ser él mismo, sino
que su identidad depende de la correspondencia que haya con los
códigos simbólicos que lleva la información. Su existencia está
mediada con la conexión directa entre el cerebro y el ordenador,
su capacidad comunicativa es la que ahora determina el nivel de
inteligencia.

La sociedad de control ya no actuaría en los cuerpos, sino el cerebro


de los sujetos, no es el denominado ser racional sino ser comunicativo.
El cuerpo se torna obsoleto, pues la interacción con la máquinas de
la información no fortalecen de forma alguna el sistema muscular ni
desarrolla algún tipo de destreza física. (Breton, 1997). Ya ni siquiera
hay una relación directa con el aquí, hay una pérdida de localización
solo existe al ahora, el momento y la comunicación con los otros, lo
que no obliga al sujeto a posicionarse en un espacio geográfico de-
terminado. (Virilio, 1997).

Asegura Sibilia (2009) que el cuerpo nuevamente es rechazado


en tanto que es perecedero, solo la mente es la que hace posible el
acoplarse a la velocidad vertiginosa de la comunicación. Razón por la
cual los avances científicos se enfocan en la reconfiguración del cuer-
po, para perpetuar su existencia, alargarla como elemento necesario
para que habite la masa cerebral.

El cuerpo del nuevo hombre es un elemento comercial, en ese afán


por perpetuar la vida, hace que la venta de partes de órganos sea una
constante. El intercambio de información sumerge al sujeto en la idea
de cuerpos esbeltos y saludables, para lograr sumergirlos en la lógica
del consumo. (Dery, 1995).

Cuando vemos el intercambio de información entre los distintos


sujetos se puede apreciar la descripción o exhibición constante por
medio de imágenes de lo que es el cuerpo del otro y los accesorios

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


Subjetivación cibernética Una mirada desde la física y la matemática hacia la Pedagogía del algoritmo
129
que lo acompañan, buscando una validez a ese ser que está inmóvil,
siempre en frente al ordenador.

Es ese darle vida a su cuerpo, romper las barreras espaciales. El


sujeto vive inmerso en un número de artefactos que simulan el mundo
y que le permiten incluirse en él junto con personas que están a gran
distancia, con el fin de interactuar y simular sensaciones.

El protagonista de los intercambios comunicacionales es ese otro


cuerpo nuevo, virtualizado, capaz de extrapolar sus antiguos confi-
namientos espaciales: ese organismo conectado y extendido por las
redes teleinformáticas. (Sibilia, 2009, p. 51).

Esta condición parece a simple vista ser la pérdida del anonimato,


sin importar el sitio en el que el sujeto se encuentre, la posibilidad de ser
conocido y dar a conocer sus ideas es posible. Lo que no ve el hombre
promedio que entra a la red informática con el simple anhelo de diver-
tirse, es que es para las asociaciones empresariales de carácter global,
el anzuelo perfecto para conocer su forma de vida y las necesidades
que pueden justificar la creación de nuevos servicios de consumo, de
marketing.

Pertenecer al mundo de la comunicación es ser visible y localizado,


un ser público que muestra todo el tiempo sus movimientos económicos,
el tipo de personas con las que interactúa, la ideología que persigue,
etc. Lo que hace eficaz los mecanismos de control inherentes a la vida
cotidiana y, que son validados por cada sujeto del común. Esto es, la
autorregulación de la que se habla en la sociedad de control, son los
sujetos y sus ejercicios de comunicación los que hacen posible que la
vigilancia y el control estén activos y actualizados.

La actual obsesión por la seguridad se metaboliza mediante la oferta


de dispositivos tecnológicos específicos para que los consumidores
del mercado global se sientan protegidos en una época en la cual el
contingente de excluidos del mercado capitalista no cesa de aumentar,
con el desempleo creciente y la miseria desbordando por los márgenes
e impregnando el centro de las grandes ciudades. En todo el mundo,

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130 Universidad de San Buenaventura, Bogotá Wilson Hernando Soto Urrea
sistemas de monitoreo electrónico vigilan las puertas de los edificios
residenciales, el interior de las tiendas, todos los ascensores y pasi-
llos, y hasta las calles de las ciudades y las habitaciones de las casas.
(Sibilia, 2009, p. 54).

Lo privado y lo público se diluye, y el hombre se ve sumergido en


esa concurrencia de lo virtual y lo inmortal. Esto nos conecta directa-
mente con las creaciones de tecnología en pro de perpetuarla, alargar la
vida, una serie de tecnología que logra adaptarse al cuerpo del hombre
y que permite mejorar el funcionamiento de órganos ya desgastados.

Asegura Sibilia (2009) que el cálculo característico de la sociedad de


control está acaparando no solo las máquinas en función y simulación
del cerebro sino que también ha llegado a la explicación de unidades
tan complejas como el adn. Pero muestra cómo pese a todos estos ex-
perimentos y hallazgos el cuerpo se resiste a su digitalización, aunque
resulte ser un obstáculo en muchas ocasiones para responder al mundo
virtual y velocidad extraordinaria. Esas dos posturas que parecen ser
contradictorias se unen por los anhelos de superar la materia.

Con su propuesta de disolución de la materia en la luz, en los impul-


sos eléctricos que constituirían la savia tanto de máquinas como de
los organismos depurados por la tecnociencia, la nueva perspectiva
parece consumar la transmutación de los átomos en bits. (Sibilia,
2009, p. 81).

Lo material ha sido superado por la comunicación, esta de carácter


universal no cae en problemas de racismo y exclusión, sin cuerpo no hay
diferencia, solo la capacidad de informar. Lo que llevaría al problema
nuevamente de la diferenciación entre hombre y máquina, pues los dos
son capaces de crear códigos comunicacionales.

Postura que es rechazada por quienes se niegan a aceptar la mente


del hombre como un simple órgano capaz de calcular y transformar los
bits en códigos de información, surgen afirmaciones como «el cerebro
existen en el cuerpo y el cuerpo existe en el mundo» (Varela, citado por
Sibilia, 2009, p. 96).

Tercer capítulo CIBERNÉTICA Y PEDAGOGÍA


Subjetivación cibernética Una mirada desde la física y la matemática hacia la Pedagogía del algoritmo
131
De igual forma se cree que en la parte de las emociones y sensa-
ciones la tecnociencia ha fracasado pues no logra crear algo parecido,
aseguran que los computadores pueden realizar grandes actividades de
cálculo y a alta velocidad, pero no logran comprender los mecanismos
que las mentes humanas llevan al realizar una actividad, por ejemplo
como en el juego del ajedrez. (Sibilia, 2009, p. 97).

Editorial Bonaventuriana Colección ExcelenciA• LÍNEA INVESTIGATIVA •


132 Universidad de San Buenaventura, Bogotá Wilson Hernando Soto Urrea

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