(D-1) Fenomenologiìa e Interculturalidad 2021
(D-1) Fenomenologiìa e Interculturalidad 2021
(D-1) Fenomenologiìa e Interculturalidad 2021
Fenomenología e Interculturalidad
Pluralidad de mundos: el sumak kawsay
y la crítica al desarrollo
Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia
www.editorialbonaventuriana.usb.edu.co
Para Franco, por su amor y tenacidad para
enfrentar la vida. Con la esperanza de contribuir a
construir para él otro mundo posible.
CONTENIDO
AGRADECIMIENTOS 15
PRÓLOGO 17
§1. La fenomenología husserliana del Mundo de la Vida 18
§2. La Filosofía Intercultural en perspectiva latinoamericana 19
§3. El Mundo de la Vida del Sumak Kawsay y la crisis civilizatoria 19
INTRODUCCIÓN 21
CAPÍTULO I 29
Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la
fenomenología de Edmund Husserl 29
§1. Mundo y percepción 31
§1.1. El mundo como horizonte no temático de la percepción 34
§1.2. La percepción como vivencia originaria en la constitución de
sentido del mundo 37
§1.3. Percepción y trascendencia del mundo 44
§1.4. Conciencia de mundo unitario y percepción 47
§1.5. Mundo único y experiencia subjetiva 50
§1.6. El darse previo de los objetos del mundo y el retorno al
Mundo de la Vida 53
§2. La dación del Mundo de la Vida 56
§2.1. Percepción y experiencia del Mundo de la Vida 61
§2.2. Crisis de la ciencia y Mundo de la Vida 67
§2.3. Imposibilidad de la ciencia frente a los problemas de
la humanidad 71
7
CAPÍTULO II 77
Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 77
§1. De vuelta al olvidado fundamento del Mundo de la Vida 77
§1.1 El preguntar retrospectivo y la fenomenología como
aequeología. Preliminares metodológicos 80
§1.2. Doxa y epistéme: hacia nuevos rumbos 91
§1.3. Mundo de la Vida y constitución 95
§1.4. Retorno a la doxa 99
§1.5. Mundo de la vida, Mundo de la cultura 101
§2. El otro en la encrucijada. Avatares de la interculturalidad 108
§2.1 Intersubjetividad de la cultura 117
§2.2 Fenomenólogos en Díálogo: Guillermo Hoyos y Rosemary
Rizo Patrón. Limites y posibilidades de la fenomenología intercultural 123
§2.3 Proyección de los Estudios del Mundo de la Vida e Interculturalidad 139
8
§2.3. Crítica de Scannone a la inculturación 192
§2.4. La filosofía y su dimensión ético-histórica 196
§2.5. Re-conociendo al otro 199
§3. Raúl Fornet-Betancourt y el proyecto de una transformación
intercultural de la filosofía 202
§3.1. La filosofía intercultural 204
§3.2. Fornet-Betancourt y su versión de la filosofía intercultural 205
§3.3 Fornet-Betancourt y el diálogo intercultural 209
§3.4. Encuentro con el otro en la perspectiva de Fornet-Betancourt 212
§2.5. Interculturalidad y Mundo de la Vida en Fornet-Betancourt 215
§3.6. Interculturalidad y su utilidad práctica 218
§3.7. Relación de la filosofía intercultural con la filosofía
latinoamericana 221
§3.8. El impacto de la filosofía intercultural en la filosofía
latinoamericana 224
§3.9 Latinoamérica y su necesidad de una filosofía intercultural 227
§3.10 La filosofía intercultural latinoamericana y su aporte a
la filosofía intercultural general 230
§3.11 La filosofía intercultural y la autoridad de la melancolía:
tareas pendientes 233
§4. De la filosofía intercultural en perspectiva latinoamericana a
la concepción del Sumak Kawsay 238
CAPÍTULO IV 243
El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 243
§1. El sentido del Sumak Kawsay en las lenguas andinas 243
§2. Hacia una conceptualización del «Buen Vivir» 246
§3. Relación entre el «Buen vivir» y el post-desarrollo 257
§3.1 El «Buen Vivir» en la cosmovisión andina como alternativa
al concepto occidental de desarrollo 265
§3.2. El «Buen Vivir» en la filosofía indígena: La naturaleza en la
mira del debate 272
§4. El equilibrio para tener buena vida en las culturas originarias 278
9
§4.1. El Sumak Kawsay y su dimensión política 283
§4.2. Contradicciones prácticas entre el «Buen Vivir» y el
control estatal 294
CAPÍTULO V 303
El sumak kawsay desde el horizonte fenomenológico 303
§1. La Pachamama y la visión holística de la naturaleza 304
§2. Lo familiar-extraño y el relacionismo viviente de los seres 309
§3. La experiencia sensorial y pre-reflexiva sobre la experiencia
racional y discursiva 313
§4. La Madre Tierra: el pluralismo epistemológico y la unidad ética
de la filosofía intercultural 314
§5. Actuar en el horizonte del «Buen Vivir» 316
BIBLIOGRAFÍA 323
Man versteht den Fremden als fremden Menschen, als Menschen einer
fremden Heimgenossenschaft und Heimwelt. Mit meinem Heimgenossen
bin ich ohne weiteres in der Welt, die mir ohne weiteres als die mir und
ihm gemeinsame gilt, als die, in der wi r leben, in der wir sind als die
in ihr Lebenden, als in ihr lebend ihrer gewiss sind in den jeweiligen
Bewusstseinsweisen, ihrer gewiss auch Anderer gewiss sind, von Anderer
Leben und je unserem Leben in entsprechenden Bewusstseinsweisen
Gewissheit haben usw. Zur Welt, der für uns, der, in der wir sind in der
Weise des So-in-ihr-Lebens, gehören aber doch auch Fremde; auch sie
leben doch in dieser selben Welt, die die unsere ist, und auch sie können
wir doch, sie ins „Wir“ einbegreifend, als Mitmenschen bezeichnen, mit
denen wir in derselben Welt leben.
Edmund Husserl1.
1
Hua xxxix,173.
2
Paul Ricoeur. Á l´école de la phénoménologie. Paris: Vrin,2004, p. 377.
Hay que partir de los mundos y de las culturas reales en los que las
personas —por muy ambivalente y contradictorio que sea el modo
en que lo hagan— hacen manifiesta la pluralidad de la razón desde
su origen. Pues creemos que es sobre la base de la experiencia real de
la razón en los muchos mundos de vida y culturas de la humanidad
como se puede hacer y lograr el intento de superar el unilateralismo. Y
esto constituye, a mi modo de ver, la condición para la transformación
intercultural de la razón
Raúl Fornet-Bentacourt3.
3
Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad, Crítica y Liberación. Aachen: Mainz, 2012, p. 56.
4
José María Arguedas. Tupac Amaru kamaq taytanchisman. País; p. 228.
AGRADECIMIENTOS
L
a gracia es un don que se entrega de forma gratuita y el agraciado
debe recibirla con la mayor responsabilidad y humildad, pues al ha-
cerlo se hace portador del beneficio y también de la esperanza de rea-
lizar un acto o una buena obra. El don recibido es, en verdad, un encargo en
el que tanto el que da como el que recibe quedan para siempre vinculados,
con lo que recibir y dar se tornan en parte de una misma alma que habita en
varios cuerpos. La gracia une, vincula, religa lo que antes estuvo separado y
lo hace en la común-unión de quienes desde ese momento harán correr sus
vidas en paralelo. Sin embargo, el que recibe, el agraciado por la gracia, ad-
quiere una deuda que no es onerosa. Adquiere el encargo de llevar adelante
una tarea que también se torna en un dar. Pero ese dar sólo es posible por la
gracia obtenida. Por eso, el agradecer es un reconocimiento a quienes con
su generosidad nos permitieron realizar esta obra.
De entre todas las personas a las que este trabajo les debe tanto, a nin-
guna de ellas le cabe mayor reconocimiento y gratitud que a mi maestra y
amiga Rosemary Rizo Patrón de Lerner, quien con diligencia, honestidad,
rigor y responsabilidad guía mis pasos por el camino de la filosofía desde
hace tantos años. Ella encarna la figura del auténtico maestro, de aquel que
enseña con su propia vida. Puedo decir sin duda alguna que soy un tocado
por la fortuna que en este tiempo de oscuridad e incertidumbre me haya
sido dado conocer, aprender y estar cerca de quien encarna el ideal mismo
de la filosofía, pues con su curiosidad siempre inquieta, su profunda inte-
ligencia y su trabajo indesmayable nos ha mostrado la senda de la fenome-
nología como la última filosofía rigurosa de occidente.
15
Raúl Fornet-Betancourt es un amigo al que este libro le debe mucho.
Su incansable trabajo por la filosofía intercultural y porque algún día todos
los seres humanos lleguemos a comprendernos en un diálogo sincero, lo
hacen también un auténtico filósofo. Desde que nos conocimos supe que
nuestras vidas y ejercicio profesional estarían siempre vinculados. Él fue la
primera persona que me habló del Sumak Kawsay y de una manera profé-
tica me anunció que sería un gran tema para mí. Aquí está, querido Raúl,
el resultado de esas largas conversaciones en Santo Domingo.
En un lugar especial debe estar mi gratitud para con Carlos Viaña Rubio,
amigo y colega en tantas empresas. Si la amistad puede ser entendida como
un darse «para» y «con» el otro entonces Carlos es ejemplo de un verdadero
amigo. Su apoyo ha sido muy valioso para la realización de este libro.
Desde que nos conocimos en Puebla, vimos cómo era importante ir a
las cosas mismas y no a los textos mismos. Confabulamos cómo arreglar
el mundo y nació una profunda amistad con Germán Vargas Guillén. Gra-
cias a él y su prestigiosa editorial Aula de Humanidades ahora este libro es
una realidad.
También debo agradecer a la Pontificia Universidad Católica del Perú
que me otorgó la beca Huiracocha para realizar mi tesis doctoral que es la
base de este libro.
Mi familia ocupa el lugar más importante en mi vida y por eso la más
grande gratitud va para ellos. Para Mónica, porque encarna el amor verda-
dero. Es la luz que ilumina mi vida, su paciencia y consejo siempre sabio
me han permitido llegar hasta aquí. De ella aprendí no sólo filosofía, sino
también lo que es una Vida Buena. Jorge, Álvaro y Franco son la esperanza
de que otro mundo es posible.
16
PRÓLOGO
P
osiblemente no sea sino uno más de los tantos prejuicios que circu-
lan por el mundo de la cultura; pero el caso es que sobre los «pró-
logos» se piensa con frecuencia que son textos pocos sinceros o es-
casamente objetivos porque, por lo general, están escritos por conocidos
o personas cercanas a los autores de los libros prologados. «Prólogos» se-
rían, por tanto, textos escritos desde un trasfondo de relación más o menos
amistosa o desde una trama de cierta complicidad entre los implicados
que inclinaría de antemano la balanza hacia un juicio benevolente sobre el
autor y la calidad de la obra.
Evidentemente un prólogo no es el lugar para dilucidar la cuestión que
se plantea con esa sospecha sobre el sentido de los prólogos. Pero he que-
rido comenzar recordando tal sospecha porque el presente caso represen-
taría, en efecto, otro ejemplo más que la justificaría; pues quien escribe
estas líneas no lo hace solamente porque le fueron solicitadas por el autor
d/e este libro, el doctor Jaime Villanueva Barreto, sino también porque lo
conoce y aprecia desde hace ya varios años.
Teniendo en cuenta, pues, que este hecho es una de las razones que
dan pie a los prejuicios sobre los prólogos; pero igualmente porque asumo,
como acabo de insinuar, que la cuestión de si tal hecho implica la mencio-
nada «complicidad» que puede llevar a no ser objetivos, es una cuestión que
no corresponde tratar en un prólogo; por lo tanto, las líneas que siguen a
continuación intentarán ser más bien algo así como «en lugar de un prólo-
go». Quiero decir que no escribiré un prólogo como normalmente se hace,
esto es, destacando las cualidades del autor como académico y los méritos
17
18 Raúl Fornet-Betancourt
Raúl Fornet-Betancourt
Aachen, 4 de junio del 2020
INTRODUCCIÓN
T
ermino de escribir esta introducción al día setenta de una cuaren-
tena que ha sido prolongada por treinta días más, cien días en que
el Perú y el mundo entero se han detenido asechados por un virus
que nos pone frente a la muerte. Una pandemia a escala planetaria nos ha
enrostrado que estamos, a un tiempo, juntos en el mismo destino común y
con la necesidad de estar distanciados para poder preservar nuestras vidas.
Esa es la gran paradoja que signan estos tiempos.
Lo que nos vuelve a plantear el antiguo problema de la relación entre
identidad-diferencia, unidad-multiplicidad. La diferencia está ahora mar-
cada por la urgencia de pensar estos temas a la luz de nuestra supervivencia
como especie. Lo que se nos ha revelado con espanto, con esta pandemia,
es algo que ya sabíamos, la profunda inequidad del neoliberalismo y la glo-
balización que lo sustenta. Vemos por doquier como masas humanas pier-
den la vida a consecuencia de una total falta de solidaridad, producto de
un sistema que ha puesto al individuo egoísta como el centro del universo.
La idea de una productividad sin límites que desde los albores de la mo-
dernidad contrapuso al ser humano frente a la naturaleza y a las ciencias
frente a la cultura; entendió al entorno natural que nos sustenta como un re-
curso, y lo que es más grave, entendió al propio ser humano como un recur-
so también. Fascinada por los logros técnicos y científicos que encandilan al
mundo, extasiada por los niveles de confort alcanzados, no supo ver que a su
paso depredaba no sólo el planeta, sino también a las culturas occidentales
que durante milenios dieron sentido a la vida de millones de personas.
21
22 Jaime Villanueva Barreto
dias esta facultad de ver no sólo una exclusiva realidad, sino varias rea-
lidades y ello según la posición de experiencia de los individuos. Desde
este multiperspectivismo, observado en las acciones de los miembros de
las comunidades aborígenes, sea entre sus chamanes, sea entre sus vesti-
mentas, nos asombra la apertura de visiones que implica el conocimiento
ancestral y entre ellos el concepto andino Sumak Kawsay. Precisamente
esta apertura de voces, esta visión polifónica, al interior de la visión andina
nos permite, primero, analogizar aquella con el perspectivismo fenome-
nológico sin obviar el ideal asintótico universalista en Husserl o el holis-
mo naturalista aborigen; y, segundo, nos permite ofrecer otra alternativa al
monoculturalismo tecnocientífico de nuestra civilización en crisis.
En general, nuestra intención es renovar el diálogo polifónico entre el
desarrollo fenomenológico, las investigaciones interculturales desde Lati-
noamérica y los saberes andinos expresados en lenguas ancestrales.
La tradición filosófica replanteada desde ella misma y haciéndose car-
go de todas las voces que componen el mundo donde vivimos. Pues, esto
es lo que ahora le toca a la filosofía, plantear los acuciantes problemas de
sentido que embargan a la humanidad y ser, además, un vehículo de sus
posibles respuestas. La filosofía —hoy más que nunca— debe volver a ser
importante en la vida cotidiana de la gente y para eso debe recoger sus
experiencias, sus tradiciones, sus creencias, sus anhelos y sus críticas, en
un horizonte de varias voces, es decir, en el horizonte de la polifonía inter-
cultural.
E
l método fenomenológico es un método de carácter eminentemen-
te descriptivo. Entonces, ¿dónde podemos hallar el potencial críti-
co-alternativo de la fenomenología? Para responder a esta pregun-
ta, debemos entender qué aporta y qué no aporta esta propuesta porque
la fenomenología es muy consciente —al menos la fenomenología hus-
serliana— de sus fronteras y de sus de sus límites y reconoce esos límites
más allá de ella. Su fuerza no es solamente descriptiva, sino que es fuerza
descriptiva de algo muy concreto. No es fuerza descriptiva directamente
de la realidad, ni de mundos o conceptos culturales, la fuerza de la feno-
menología es el regreso a la experiencia humana dadora de sentido y su
correlación con un ámbito noemático, es decir, el sentido. El regreso a esa
fuente de la experiencia humana dadora de sentido es el regreso a algo que
pertenece en común a toda la humanidad, no importa en qué cultura, no
importa si estamos en un pueblo perdido o desconectado, hay experiencias
de mundo que son correlativas y esa correlación existe en todos1.
1
Todos tenemos cuerpo humano, a través del cuerpo y nuestras vivencias nos conectamos con el
mundo circundante; esa correlación la compartimos todos los seres humanos. La descripción que
hace la fenomenología es sobre las estructuras de la experiencia vivida (también a través del cuer-
po). Husserl es muy consciente de que el sentido que se constituye, el noema, es algo correlativo a
las «experiencias-de». Es en el ámbito noemático que todos los mundos culturales difieren, es ahí
donde se encuentran todas nuestras diferencias. A través de nuestro cuerpo humano, todos tene-
mos las mismas sensaciones, todos tenemos sinestesias y nos comunicamos con el mundo que nos
rodea a través del movimiento de nuestro cuerpo. Ahí se inician nuestras concepciones básicas del
espacio, del tiempo, etc., que son constructos noemáticos a través de los cuales hacemos el mundo
inteligible. No podemos decir que el mundo es «así», es decir, con esta (única) construcción de-
terminada que significa tal y tal abstracción, tal y tal proceso (por completo unívoco). El potencial
crítico de la fenomenología está en señalar que, más allá de todas esas inferencias noemáticas,
29
30 Jaime Villanueva Barreto
2
A partir de aquí será fundamental aclarar, en ese sentido, qué es lo trascendental debido a que hay
todo un problema con la comprensión del concepto en Husserl desde su curso de Lógica y teoría
del conocimiento de 1906. En ese texto, Husserl dice que no podemos entender el sujeto trascen-
dental sino como intersubjetividad, si hablamos del sujeto trascendental, este es intersubjetivo, y
mucho más serio que en la lógica y teoría del conocimiento, es en la ética. En la parte metodológi-
ca el fenomenólogo voltea sobre su propia vida, pero encuentra en su vida la intersubjetividad y a
estas estructuras de las que forma parte y que dan tanto sentido a nuestra investigación. Ver: Hua
xxiv, 424 ss.
3
Véase Hua Dok I, Schuhmann 1977.
32 Jaime Villanueva Barreto
4
Ludwig Landgrebe. El camino de la fenomenología. El problema de una experiencia originaria.
Buenos Aires: Editorial Sudamericana,1963, pp.64-65.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 33
fenomenología de Edmund Husserl
5
Roberto Walton. «Unicidad y arquitectónica del mundo». En: Patricio Mena, Enoc Muñoz, Iván
Trujillo. (comp). El sujeto interrumpido. La emergencia del mundo en la fenomenología contempo-
ránea. Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2009, p. 48.
6
Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Buenos Aires:
Prometeo, 2008, p.184; Hua vi, 146.
7
Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Op.cit.,
pp.184-185; Hua vi, 146.
34 Jaime Villanueva Barreto
En este sentido, Husserl aclara que, a pesar del papel tan relevante que
cumple la generatividad en la constitución de las objetividades —y de la
apertura a la historia que esta desencadena—13, es fundamental que nos
hagamos la pregunta acerca de qué papel cumple la percepción en la cons-
titución.
Como ya dijimos, aunque el interés parece estar guiado aquí por la re-
misión genética a un mundo pre-dado, es decir, a la constitución de obje-
tos llevada a cabo antes de la aparición de la cultura, se trata, en suma, de
una remisión a las estructuras eidéticas y generales del mundo en tanto
experimentado de forma primigenia. Pues si Husserl se refería al mundo
puramente intuitivo, se puede entender la intuición en dos niveles: el pu-
ramente sensible de contacto directo con la cosa y el otro más «descripti-
vo-interpretativo» en el que ya interviene el lenguaje y por tanto una carga
cultural.
12
Hua xxxix, 28.
13
Para Husserl, la historia en sentido fenomenológico es diferente de la historia solo compuesta de
hechos: «No es desde un inicio nada más que el movimiento vital del uno-con-otro y del uno-en-
el-otro de las originarias formación y sedimentación de sentido». (Geschichte ist von vornherein
nichts anderes als die lebendige Bewegung des Miteinander und Ineinander von ursprünglicher Sin-
nbildung und Sinnsedimentierung). Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la fenome-
nología trascendental. Op.cit., p.48; Hua vi, 380.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 37
fenomenología de Edmund Husserl
15
Para mayor detalle, revísese las primeras dos partes del volumen xlii de la colección Husserliana,
en el cual Husserl aborda este problema de la reconstrucción de la historia y la prehistoria desde
las perspectivas pasivas genética y generativa: Grenzprobleme der Phänomenologie: Analysen des
Unbewusstseins und der Instinkte, Metaphysik, späte Ethik: Texte aus dem Nachlass (1908-1937).
Hua xlii.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 39
fenomenología de Edmund Husserl
16
«Hasta llegar a la orientación no solo de cada sujeto sino a la orientación intersubjetiva según el
horizonte cultural al que se pertenezca como hogar, patria o terruño: El mundo es con todo su
contenido óntico mundo de cada uno, pero es también ‘nuestro’ mundo, y ‘nuestro’ significa no-
sotros que estamos aquí juntos, o bien nosotros los de Friburgo, nosotros los de Baden, nosotros
los alemanes, nosotros los europeos, etc. Cada nosotros tiene su orientación-nosotros, el aquí y
ahora tiene su significado-nosotros. A esto corresponde que yo y cada uno tiene su ‘posición’ en
la espaciotemporalidad; desde su puesto tiene su mundo orientado como mundo circundante, y
cada nosotros tiene su puesto-nosotros —su territorio— y su mundo circundante que se articula en
comunidades-nosotros. Aquí está Alemania, el terruño, el territorio, determina para cada uno en
su nosotros unitariamente la orientación espacial, unitariamente el aquí, así como el piso sobre
el que estoy parado, y en su ahora, es el aquí y ahora en que soy corporalmente. El nosotros tiene
su corporalidad colectiva. Pero el aquí y ahora necesita aún de algunas explicitaciones ulteriores».
Hua xxxix,181.
17
Sobre esta primera empatía en el niño véase el anexo xlv de Husserliana xv titulado Das Kind. Die
erste Einfühlung. Hua xv, 1973d. Este escrito se remonta a julio de 1935.
42 Jaime Villanueva Barreto
tarios de las cosas, sino que tendría ante mí sólo interminables matices de
color. En la percepción, mi cuerpo basta para distinguir, por ejemplo, color
de sonido.
Precisamente, por esa razón, la interpretación es fundamental si pre-
tendemos comprender cómo se proyecta un ámbito de exterioridad. Una
sensación sin posibilidad de ser interpretada simplemente no lo sería de
nada, pues le resultaría imposible designar cualidad sensible alguna, sen-
cillamente porque éstas se hallan en las cosas. La percepción podría no
tener un nombre con el cual designar a sus objetos, pero si tener claro que
se refiere a algo —en el sentido de un «esto de ahí»— fuera del campo de la
inmanencia del sujeto, y que este algo es un sentido que quizás posterior-
mente se deje traducir en palabras o conceptos más o menos claros.
En general, el sentido implicado en el «esto de ahí» no es sino el noema
perceptivo en el que se funda el noema significativo expresado en gestos
y comportamientos. Husserl descubre que no solo el lenguaje sofisticado
posee sentido, sino que éste abarca un horizonte más amplio de experien-
cias como el recuerdo, la imaginación, la conciencia de imagen y otras
similares, las cuales son modalizaciones de la propia percepción orginaria.
Es decir, al percibir una cosa ocurre que no sólo nos la representamos, sino
que estamos delante de ella en el ahora presente, aunque no necesariamen-
te sepamos lo que ésta sea.
No obstante, somos conscientes de que estamos ante algo que nos tras-
ciende y que está ahí ante nosotros «en persona». La tarea del fenomenólo-
go es describir la estructura de la correlación sujeto-mundo18 mediante la
abstracción de los contenidos concretos recogidos en los noemas de dicha
correlación, la cual queda manifiesta en todos sus niveles, sin excepción
y sin diferencia. Por ejemplo, todos los humanos perciben con los cinco
sentidos (vista, oído, tacto, olfato y gusto) y con cinestesias propias de sus
cuerpos capaces de movimiento: sus ojos están al frente de su cabeza y
no a los costados como en otras especies animales. Sus primitivas nocio-
18
Son «capas» de constitución que se pueden desagregar por fines descriptivos. No olvidemos que el
«lenguaje» también implica percepción: de los sonidos, de las grafías, etc., «percepciones neutra-
lizadas» en el sentido de la «modificación de neutralidad».
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 43
fenomenología de Edmund Husserl
19
Hua iv (Husserl 2da edición 2005) es una descripción escalonada una vez efectuada la reducción.
El fenomenólogo describe muchos otros aspectos de esa correlación, tomando en consideración
la temporalidad de la percepción, las motivaciones desde la historia personal de experiencias se-
dimentadas, los contextos del propio cuerpo estesiológico y los contextos en los que se dan los
objetos —condiciones normales y anomalías, etc—.
20
Miguel García-Baró. Vida y mundo. La práctica de la fenomenología. Madrid: Editorial Trot-
ta,1999, p.212.
44 Jaime Villanueva Barreto
Las cosas del mundo trascienden a los actos en los que son percibidas; al
trascender, las cosas no se ofrecen plenamente a la percepción, sino de
modo escorzado. Es decir, la percepción no solo remite al escorzo perci-
bido actualmente, sino a escorzos co-presentes pero inactuales, no deter-
minados aún. Este carácter co-presente y horizóntico ofrecido de modo
inactual a la percepción conforma el «hilo conductor» de una indagación
fenomenológica retrospectiva. Por ejemplo, nuestro cuerpo propio o sin-
21
Hua xi, 5.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 45
fenomenología de Edmund Husserl
22
Edmund Husserl. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica. Libro
segudo. México: unam, 2005, p.158; Hua iv, 158.
23
Husserl distingue entre conciencia de mundo y conciencia de cosa: «Pre-dado es el mundo en
cada caso de tal modo que se dan cada vez cosas singulares. Pero hay una diferencia fundamental
(grundsätzlicher Unterschied) entre el modo de la conciencia de mundo y de la conciencia de cosa,
de la conciencia de objeto (en un sentido más amplio, pero puramente mundano), mientras, por
otra parte, una y otra configuran una unidad inseparable». Hua vi, 145-146. Es decir, el mundo no
es un objeto más, sino, por el contrario, es el horizonte de los objetos y cosas: «Kant enseña enfáti-
camente que el mundo no es un objeto de la experiencia posible mientras que nosotros constante
y seriamente hablamos del mundo como el objeto universal de una experiencia universalmente
extendida y extendible». «Kant insiste que el mundo no es un objeto de experiencia posible, mien-
tras que nosotros continuamente hablamos, con toda seriedad, del mundo precisamente como
el objeto todo inclusivo de una experiencia expandido y a ser expandido todo-inclusivamente».
Hua ix, 95. Así Husserl distingue entre el horizonte de las objetividades y el horizonte del mundo
mismo; véase para ello: Edmund Husserl. Eugen Fink. Cartesianische Meditation. Teil I: Die Idee
einer transzendentalen Methodenlehre. Editado por Guy van Kerckhoven, Hans Ebeling y Jann
Holl. La Haya, Países Bajos: Kluwer Academic Publishers. Colección Husserliana Dokumenta 2/1,
1988b.
24
Hua viii, 44.
46 Jaime Villanueva Barreto
28
Hua viii, 47.
29
Eugen Fink en Welt und Endlichkeit dice sobre la comparación entre la Idea en sentido kantia-
no asumido por Husserl: «For Husserl, the world is not given, just as it is not given for Kant.
Kant says, it is only an ‘Idea’, so Husserl says, it is only a ‘horizon’. The world is reinterpreted as a
non-thematic intentional structure of experience: It is conceived as a halo that is always already
sustained in advance and which ‘emptily’ encircles the field of experience». (Para Husserl, el mun-
do no se da, así como no se da para Kant. Kant dice que es sólo una ‘Idea’ como Husserl dice que
es sólo un ‘horizonte’. El mundo se reinterpreta como una estructura intencional no temática de la
experiencia: este se concibe como un halo que siempre está sostenido de antemano y que ‘envuel-
ve’ el campo de la experiencia). Citado en: Saulius Geniusas. The Origins of the Horizon in Husserl’s
Phenomenology. New York London: Springer, 2012, p.181.
30
«Sólo en la forma de una observación intencional, de la experiencia tomando la forma de una
experimentación, conservando sistemáticamente lo adquirido en la experiencia que se mide una
junto a la otra, tal proceso gradual de aproximación, en nuestra opinión, debería poder lograrse
fructíferamente; la verdad última, el mundo como definitivamente cierto, sería una idea (Idee),
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 49
fenomenología de Edmund Husserl
pero que significa que esa verdad es, por un lado, simplemente inconcebible como de una percep-
ción adecuada; por otro lado, sin embargo, es nada menos que una ficción o un ideal arbitrario.
Se trata más bien de un ideal motivado en el transcurso de la experiencia universal y —mientras
este aspecto esté dado— será necesario de establecer e irrechazable; un polo que se debe observar
con aquella validez de creencia originalmente no saturada, en donde toda relatividad de la verdad
empírica se considera válida». Hua viii, 48. Traducción nuestra.
31
Cf. Immanuel Kant. Crítica de la Razón Pura. Mario Caimi, trad. Buenos Aires: Colihue, 2007.
32
«Un mundo no puede existir sin convertirse en un horizonte de futuro infinito y sin ser experi-
mentable para los sujetos que lo deben experimentar en esta infinidad (Unendlichkeit). El corre-
lato del verdadero ser del mundo (des wahren Seins der Welt), que percibo sensorialmente ahora
como un fenómeno, es la estructura (Struktur) de mi desarrollo de percepción que nunca termi-
nará y permanecerá en armonía en el futuro». Hua viii, 52. Traducción nuestra.
50 Jaime Villanueva Barreto
torno mundano particular; por ejemplo, las visiones de mundo de los incas,
los griegos o los egipcios son solo representaciones particulares en relación a
entornos singulares, pero ello no significa que a su vez no se refieran al hori-
zonte mayor y universal del Mundo de la Vida, aunque los modos culturales
de constituir este horizonte único son de tipo perspectivo, el cual, como se
señaló anteriormente, se inicia desde nuestra experiencia perceptiva. Esta
constitución perspectiva y cultural del Mundo Universal de la Vida acontece
de modo temporal sincrónico y diacrónico, y protogenerativo (en conexión
con generaciones pasadas)33 ; además de ser esta temporalidad de tipo infini-
ta al proyectarse en cada constitución cultural un plus mayor. En definitiva,
ninguna representación del mundo se da de modo pleno y absoluto, sino que
en cada una de ellas, el mundo se experimenta perspectivamente34.
La cosa misma, aquello que puede ser captado, se encuentra en todo momento
como dispuesta en un horizonte intencional vacío (de inefectividad) que sirve
como señal anticipadora de lo venidero, de lo que actualmente en el ahora
perceptivo se capta efectivamente. La ‘cosa’, por tanto, aparece dispuesta en
un horizonte de efectividad que a su vez se encuentra dentro de un horizonte
mucho más amplio de inefectividad. Tanto el horizonte efectivo como el ‘hori-
zonte de posible evocación’ no pertenecen a la cosa misma, sino que son como
‘puestos’ por el sujeto y son dependientes de las cinestesias. Lo dado de la cosa
misma en el horizonte efectivo es muy poco respecto de lo dado, en cuanto
posibilidad, en el horizonte inefectivo. La cosa me aparece rodeada siempre
de un horizonte abierto de posibilidad, ‘un halo de vacuidad’, que determina y
prefigura lo actualmente captado en la fase efectiva de presencia, en el presente
impresional originario [Urgegenwart]. Sin embargo, la cosa, el objeto que apa-
rece, ‘aparece de golpe como unidad fenomenológica’37.
Esto indica que los objetos existen para el sujeto de antemano y además
existen como reales en un horizonte espacio temporal del mundo y, por
tanto, también de la experiencia posible.
37
Jeisson Suárez. «Observaciones sobre la predonación del mundo de la vida y su constitución. Las
síntesis perceptivas y su implicación con la teoría de todos y partes». Anuario Colombiano de Fe-
nomenología, vol. VIII, 2013, pp. 240-241.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 53
fenomenología de Edmund Husserl
38
Hua xxxix, 28.
39
Jeisson Suárez. «Observaciones sobre la predonación del mundo de la vida y su constitución. Las
síntesis perceptivas y su implicación con la teoría de todos y partes». Op.cit., p.242.
54 Jaime Villanueva Barreto
40
Hua xxxix, 42.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 55
fenomenología de Edmund Husserl
des, sentido universal, ente total, algo total, etc. No se trata de la construcción
de un mundo en sí ajeno al sujeto, sino de un conjunto de cosas que tienen
vigencia o validez para mí. El mundo como el todo superior ha de ser pensado
solamente como el todo de los objetos experienciados y experienciables en co-
rrelación con un todo de sujetos experienciantes efectivos y posibles41.
Las cosas en tanto ideas parciales son unidades intencionales de nivel inferior,
y el mundo en tanto idea total es una unidad intencional de nivel superior. Así
se tematiza el todo de las objetividades singulares que están incluidas en el ho-
rizonte como una experiencia de nivel superior. Paralelamente, como unidad
constitutiva de orden superior, el mundo es una infinitud de orden superior
porque incluye todas las infinitudes de las cosas singulares como totalidades
singulares. El mundo es lo idéntico y lo irrelativo para los múltiples y relati-
vos objetos del mismo modo que el objeto es lo idéntico para sus múltiples
apariciones. No obstante, esta irrelatividad no alcanza a conferir al mundo un
carácter absoluto. La irrelatividad no significa que un único mundo que existe
en sí al margen de los horizontes se nos manifieste a través de ellos: el mundo
carece de sentido sin una referencia a un sujeto correlativo. Podemos concluir
que, al igual que con la noción de suelo, nos encontramos con una doble situa-
ción. En tanto polo inalcanzable irrelativo que se sustrae a toda experiencia,
la idea contribuye exclusivamente a una caracterización del mundo en tanto
mundo. En cambio, en tanto implica un paso por los objetos y es constituida
como una representación de orden superior, está ligada más bien a la determi-
nación de la condición mundana de los objetos42.
41
Roberto Walton. «Unicidad y arquitectónica del mundo». Op.cit., pp.53-54.
42
Ibid., p.67.
56 Jaime Villanueva Barreto
43
Cf. Alcira Bonilla. Mundo de la Vida: mundo de la historia. Buenos Aires, Argentina: Biblios,1988.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 57
fenomenología de Edmund Husserl
[E]s la cientificidad que exige este mundo de la vida como tal y su universali-
dad, una cientificidad apropiada, una que precisamente no es lógica-objetiva
pero que como fundante último, respecto del valor, no resulta menor sino su-
perior44.
44
Edmund Husserl. Crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Op.cit., p.166;
Hua vi,127.
45
Ibid., p.167; Hua vi, 127.
46
Edmund Husserl. Erfahrung und Urteil: Untersuchungen zur Genealogie der Logik. Op.cit., p.31;
Edmund Husserl. Experiencia y juicio. Investigaciones acerca de genealogía de la lógica. Op.cit.,
p.25. Afectar (Affizieren) significa destacarse del contorno (Umgebung) que siempre coexiste allí, y
atraer sobre sí el interés […]. El contorno coexiste allí como un ámbito de lo previamente dado (als
ein Bereich der Vorgegebenheit), de lo pre-dado pasivamente (passiven Vorgegebenheit), es decir, de
un estar dado previo que siempre está ahí sin que se le agregue nada, sin que se le dirija la mirada
58 Jaime Villanueva Barreto
captadora, sin que despierte el interés. Toda activación cognoscitiva (Erkenntnisbetätigung), todo
dirigirse a un objeto sin/gular para aprehenderlo, presupone este ámbito; afecta desde su campo
(Feld), es objeto (Gegenstand), es, entre otras cosas, ente (Seiende), está ya previamente dado en
una doxa pasiva (passiven Doxa) en un campo que por sí mismo ya representa una unidad de doxa
pasiva. También podemos decir que toda actividad cognoscitiva está precedida por un mundo
determinado como terreno universal (universaler Boden); y esto quiere decir, por lo pronto, un
terreno de creencia en el ser, universal y pasiva (Boden universalen passiven Seinsglaubens), que
todo acto individual de conocimiento ya presupone». Ibid., pp.30-31; Ibid., pp.24-25.
47
Alcira Bonilla. Mundo de la Vida: mundo de la historia. Op.cit., p.149.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 59
fenomenología de Edmund Husserl
trascendentalidad. Con esto, y teniendo como punto de partida la actitud dirigida hacia los fenó-
menos del Lebenswelt, se abren perspectivas de una enorme tarea de investigación de la reducción
trascendental». Alcira Bonilla. Mundo de la Vida: mundo de la historia. Op.cit., p.164.
54
Claesges descubre tres significados básicos de Mundo de la Vida: «Following Ulrich Claesges, let us
distinguish three senses that the notion of the life-world entails. (1) The life-world in its narrow sense
is to be understood by means of a contrast with objective sciences and the notion of the word that
they give rise to: the life-world is the pre-scientific world. (2) The life-world in its broader sense is to
be seen as a particular practical world, established through the leading idea that unifies and guides
particular practices within the life-world. In this regard, the world of the objective sciences can be
seen as a particular practical world. (3) The life-world in its broadest sense is the world taken in its
full concretion, and as such it embraces both the first and the second determination of the life-world»
(Siguiendo a Ulrich Claesges, distingamos tres sentidos que implica la noción del Mundo de la Vida.
(1) El Mundo de la Vida en su sentido estricto debe entenderse por medio de un contraste con las
ciencias objetivas y la noción de la palabra que dan a luz: el Mundo de la Vida es el mundo precien-
tífico. (2) El mundo de la vida en su sentido más amplio debe ser visto como un mundo práctico
particular, establecido a través de la idea principal que unifica y guía prácticas particulares dentro
del mundo de la vida. En este sentido, el mundo de las ciencias objetivas puede ser visto como un
mundo práctico particular. (3) El mundo de la vida en su sentido más amplio es el mundo tomado en
su plena concreción, y como tal abarca tanto la primera como la segunda determinación del mundo
de la vida) Cf. Saulius Geniusas. The Origins of the Horizon in Husserl’s Phenomenology.Op.cit.
55
En el mismo sentido se refiere Husserl así: «que se integra en la unidad de la experiencia (die Ein-
heit der Erfahrung) o, correlativamente, en la unidad del mundo (die Einheit der Welt) en cuanto
totalidad de lo experimentable en general». Edmund Husserl. Erfahrung und Urteil: Untersuchun-
gen zur Genealogie der Logik. Op.cit, p.41; Edmund Husserl. Experiencia y juicio. Investigaciones
acerca de genealogía de la lógica. Op.cit., p.36.
62 Jaime Villanueva Barreto
Ponemos de relieve una vez más algo de la mayor importancia en las siguientes
proposiciones: yo encuentro constantemente ahí delante, como algo que me
hace frente, la realidad espacio-temporal una, a la que yo mismo pertenezco,
como todos los demás hombres que cabe encontrar en ella y que están referi-
dos a ella de igual manera. La realidad la encuentro —es lo que quiere decir ya
la palabra— ahí delante como existente y la acepto, tal como se me da, también
56
Hua xxxix, 149.
57
Cf. Dagfinn Føllesdal. «El concepto de Lebenswelt en Husserl». Boletín de la Sociedad Española
de Fenomenología, núm. 4, 1991, pp. 49-77. Así, según Husserl, «[n]o tenemos una separación
de mundo de los hechos y de “valores” que en él entran en escena; todo tiene de alguna manera un
significado vital, un significado práctico en el más amplio sentido». Hua xxxix, 523.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 63
fenomenología de Edmund Husserl
como existente. Ninguna duda y ningún rechazo de datos del mundo natural
cambia nada en la tesis general de la actitud natural58.
58
Edmund Husserl. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica. Li-
bro primero, Introducción general a la fenomenología pura. José Gaos, trad; Antonio Zirión, ed.
México: unam- Instituto de Investigaciones Filosóficas, Fondo de Cultura Económica, 2013,
p.140; Hua iii/i, 61.
59
Husserl reconoce su propio contorno espacial: «Nosotros en nuestro mundo, con nuestros hori-
zontes geográficos e históricos, con nuestras ciencias de la naturaleza y del espíritu, tenemos en
nuestro mundo total nuestro ‘propio’ mundo europeo, en particular, pero también nuestro mundo
circundante alemán, y aun de modo más especial el mundo circundante de los lugareños, y tene-
mos en general muchas diferencias de mundos circundantes más estrechos, paralelos más allá del
europeo, en formas semejantes y sin embargo completamente distintas de mundos circundantes
particulares, entre ellos también los mundos circundantes ‘primitivos’. A todos estos son inheren-
tes las correspondientes humanidades europeas, las humanidades nacionales particulares, y por
otro lado las humanidades indias, chinas, las múltiples primitivas». Hua xxxix, 523-524.
64 Jaime Villanueva Barreto
60
Alcira Bonilla. Mundo de la Vida: mundo de la historia. Op.cit., p.98.
61
«Si hablamos de la representación del mundo ‘natural’ o más bien necesaria, nos referimos al mun-
do tal como es experienciado en la experiencia humana, esto es, puramente como experienciado,
el mundo ‘de la experiencia pura’. Contraponemos el experienciar al determinar teorético, y pre-
guntamos por aquel mundo de experiencia que antecede en todo teorizar bueno o malo y también
en todo otro tipo de interpretación o de aprehensión del mundo como esto o aquello. Por tanto,
preguntamos por la estructura experiencial, cognoscible como esencialmente necesaria, del mun-
do en cuanto tal (esto es, del mundo común a todo nosotros) que precisamente de modo necesario
se encuentra por doquier de antemano, se encuentra en la base, sin excepción cuando la subjetivi-
dad se dirige a él para formarse pensamientos acerca de lo experienciado por ella, interpretarlo de
tal o cual manera, en lo singular o como mundo todo». Hua xxxix, 260.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 65
fenomenología de Edmund Husserl
64
Revísese del capítulo ix de El exilio del sujeto de Rizo-Patrón el subcapítulo titulado «Instinto y
sociedad» en el que se describe de modo ordenado y claro estos tres niveles intersubjetivos.
65
«Cada uno tiene sus percepciones, sus presentificaciones, sus concordancias, cambio de valor de
sus certezas como meras posibilidades, dudas, preguntas, ilusiones. Pero en el vivir uno con otro
cada uno puede participar en la vida del otro. De este modo, en general el mundo no es existente
para el ser humano aislado sino para la comunidad de seres humanos, y en verdad, ya por medio
de la comunitarización de lo perceptivo». Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la
fenomenología trascendental. Op.cit., p. 204; Hua vi, 166.
66
Rosemary Rizo-Patrón. El exilio del sujeto. Mitos modernos y posmodernos. Op.cit., p.312. Como
Husserl declara en Hua xxix: «Precisamente esta normalidad solo se rompe cuando el hombre
sale de su espacio vital nacional y entra en el de una nación extranjera». Guillermo Hoyos. Inves-
tigaciones Fenomenológicas. Op.cit., p.70.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 67
fenomenología de Edmund Husserl
67
A pesar de esta visión regional del mundo desde la actitud natural personalista, Husserl detecta
en él las estructuras intencionales, temporales, cinestésicas, intersubjetivas y demás que sirven de
«hilo conductor» de la interrogación trascendental por las fuentes de la constitución de sentido
por la cuales reconstruimos el suelo común y universal del Mundo de la Vida.
68
«Quien por todas partes ve solamente naturaleza, naturaleza en el sentido y, por así decirlo, con
los ojos de la ciencia de la naturaleza, es precisamente ciego para la esfera del espíritu, el dominio
peculiar de las ciencias del espíritu. No ve personas ni objetos que cobran sentido por obras per-
sonales —no ve, pues, objetos- de ‘cultura’—; no ve propiamente personas, aunque se ocupe con
personas en la actitud del psicólogo naturalista». Edmund Husserl. Ideas relativas a una fenome-
nología pura y una filosofía fenomenológica: libro segundo investigaciones fenomenológicas sobre la
constitución.Op.cit., p.237; Hua iv,191.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 69
fenomenología de Edmund Husserl
del sentido de su tarea69. Esta crisis que presentan las ciencias hoy no
afecta a su cientificidad ni a su metodología, sino que es mucho más
profunda, pues se encuentra instalada en sus mismos fundamentos. La
crisis de las ciencias es la expresión de una crisis mayor. Es expresión
de la crisis por la que atraviesa la civilización occidental y el proyecto
moderno en su conjunto.
Por consiguiente, la crisis de las ciencias manifiesta la crisis de un modo
de comprender nuestra situación en el mundo y al propio horizonte del
mundo, es decir, manifiesta una época indigente a la que Cornelius Casto-
riadis (1997)70 caracteriza como «el avance de la insignificancia». Además,
se trata de una crisis de la verdad y en correspondencia de una humanidad
que pretendía vivir conforme a ella.
La importancia de la crisis está en que, por primera vez en nuestra
historia, nos encontramos ante la inminente posibilidad de extinguirnos
como especie producto de nuestro propio actuar. Desde la fenomenolo-
gía podemos afirmar —siguiendo a Husserl— que esto se debe al divorcio
entre el ideal de una filosofía universal y la ciencia. Recordemos que, para
nuestro filósofo, en el acta de nacimiento de la ciencia moderna se encuen-
tra también su propia crisis.
Husserl se pregunta: «¿Qué tiene que decir la ciencia acerca de la razón
y la sin-razón?, ¿qué tiene que decir sobre nosotros, los seres humanos
como sujetos de esa libertad? La mera ciencia de los cuerpos no tiene,
manifiestamente, nada que decir; ella se abstrae de todo lo subjetivo»71.
Con esta pregunta Husserl se coloca dentro del discurso kantiano del ca-
non de la Crítica de la razón pura (2007) correspondiente a los intereses
más profundos de la razón.
El Mundo de la Vida es lo más conocido de todas las cosas, lo ya siem-
pre de suyo evidente en todo humano vivir, lo que nos es siempre fami-
69
Sobre Husserl como pensador de su época sirve consultar las citas a continuación: «Nosotros, los
seres humanos (Menschen) del presente (Gegenwart)». Edmund Husserl. La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología trascendental. Op.cit., p.58; Hua vi, 12; «[n]osotros mismos, filósofos
de este presente (wir Philosophen dieser Gegenwart)». Ibid, p. 60; Hua vi, 15; «nosotros los filósofos
de hoy (heutige Philosophen)». Ibid, p. 114; Hua vi, 72.
70
Cf. Cornelius Castoriadis. El avance de la insignificancia. Buenos Aires: Eudeba, 1997.
71
Ibid., p. 50; Hua vi, 4.
70 Jaime Villanueva Barreto
72
«¿No nos es conocido el mundo de la vida como tal, el totalmente conocido, el que se da por
sentado siempre ya en toda vida humana en una típica que nos es familiar por experiencia? Todos
sus horizontes de lo desconocido, ¿no son horizontes de lo meramente, imperfectamente cono-
cido, esto es, conocido de antemano según su tipo general? Para la vida pre-científica sin duda
es suficiente esta cognoscibilidad y su modo de trasmutar lo desconocido en conocido, sobre la
base de la experiencia (de la que se divide en verificable y apariencia) para lograr conocimientos
ocasionales por inducción». Ibid, pp. 165-166; Hua vi, 126.
73
Ibid., p. 171; Hua vi, 132.
74
Ibid., p. 172; Hua vi, 133.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 71
fenomenología de Edmund Husserl
Husserl nos hace notar que resulta contradictorio que se utilice en estas
reflexiones un lenguaje especializado como el que usan las ciencias, cuan-
do lo que quiere sacar a luz es precisamente el olvido por parte de estas del
Mundo intuitivo y pre-científico de la Vida, haciendo valer por doquier a
la intuición. Husserl es plenamente consciente de que la comprensión de
sus reflexiones se da desde la relatividad de la situación que les correspon-
de y de que cumplen una función metódica: y es que deben preparar ideas
y métodos que poco a poco tomarán forma en nosotros como resultado
de la reflexión que sirven para nuestra liberación. Toda reflexión hecha a
partir de razones existenciales es naturalmente crítica.
De esta manera, podríamos decir que la ciencia, en el sentido husserlia-
no, no es, de ninguna manera, semejante a las disciplinas teóricas dirigidas
ingenuamente a sus objetos (en actitud objetivante) como en los antiguos
anteriores a Platón, los cuales plantean formas iniciales de la ciencia (o
de la filosofía). Es cierto, sin embargo, que la ciencia, según Husserl, nace
con Platón y su fundamentación de la lógica (dicho en nuestro lenguaje
moderno; en el de Platón: dialéctica), entendida ésta como la esfera que
investiga los requisitos esenciales (normas-principios puros) del saber o
de la ciencia «auténticos». Es decir, que justifiquen su método y teoría (su
legitimidad normativa) y que justifiquen también la validez de cada uno
de sus pasos. Pero esta justificación no es una actividad ingenua, sino que
su evidencia lógica fundamental es la idea pura del conocimiento posible
(idea pura de la ciencia) y del método del conocimiento, idea que precede
y guía las formas fácticas de la ciencia y los métodos efectivamente practi-
cados. La lógica de Platón —para continuar con el recorrido histórico (en
este sentido amplio de una teoría universal de las ciencias)— nace como
«reacción contra la negación universal de la ciencia por parte del escepti-
cismo sofista»75. Por ello, Platón se siente obligado a justificar (legitimar)
75
Edmund Husserl. Lógica formal y Lógica transcendental: ensayo de una crítica de la razón pura.
Luis Villoro, trad., y Antonio Zirión, ed. México: unam, Instituto de Investigaciones Filosóficas,
2009, p.50; Hua xvii, 5.
72 Jaime Villanueva Barreto
76
Ibid., Hua vii, 6.
77
Ibid., p. 51; Hua vii, 7
78
Ibid., Hua vii, 7.
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 73
fenomenología de Edmund Husserl
79
René Descartes. Reglas para la dirección del espíritu. Madrid: Alianza Editorial, 2010, p.304.
80
Como declara Husserl respecto de su época: «que la razón debió transformarse en sinsentido y
el bienestar en calamidad». Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología
74 Jaime Villanueva Barreto
trascendental. Op.cit., p.50; Hua vi, 4, expresión que a su vez parafrasea, según Carr (1970), la bella
pero oscura línea del Fausto, Parte I, línea 1976: Vernunft wird Unsinn, Wohltat Plage (La razón se
convierte en un sinsentido, una plaga benéfica).
81
Véase pie de página del traductor de la Crisis al inglés, David Carr, quien aclara lo siguiente sobre
el sentido amplio, y no restringido, de «ciencia» en alemán: As is usual in German, the term Wis-
senschaften is applied to the humanities as well as the natural and social sciences. The term’science’
will be used in this inclusive sense, though I have sometimes translated Geisteswissenschaften as
‘humanistic disciplines’ (Como es habitual en alemán, el término Wissenschaften se aplica tanto a
las humanidades como a las ciencias naturales y sociales. El término ‘ciencia’ se utilizará en este
sentido inclusivo, aunque a veces he traducido Geisteswissenschaften como ‘disciplinas humanís-
ticas’). Edmund Husserl. The Crisis of European Sciences and Transcendental Phenomenology. An
Introduction to Phenomenological Philosophy. David Carr, trad. Evanston: Northwestern Universi-
ty Press, 1970, p.4.
82
Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Op.cit., p. 50;
Hua vi, 4. Esta frase resume la tesis de Husserl sobre la imposibilidad de las ciencias para orientar
y cuidar de los problemas más profundos de la humanidad: «Tomamos nuestro punto de partida
en el ingreso de un cambio en la valoración general respecto de las ciencias, a fines del último
siglo. No concierne a su carácter científico sino a lo que la ciencia en general había significado y
puede significar para la existencia humana (menschliches Dasein)». Ibid., p.49; Hua vi, 3.
83
«La exclusividad con que, en la segunda mitad del siglo XIX, la total visión del mundo de los seres
humanos modernos se deja determinar y cegar por las ciencias positivas y por la ‘prosperity’ de
que son deudores, significó un alejamiento indiferente de las preguntas que son decisivas para una
auténtica humanidad. Meras ciencias de hechos hacen meros seres humanos de hechos. El cambio
de la valoración pública fue inevitable, en particular después de la guerra, y ella, tal como lo sabe-
mos, en la generación joven se transformó en un sentimiento hostil. Para nuestra indigencia vital
—oímos decir— esta ciencia no tiene nada que decirnos. Justamente, ella excluye por principio las
preguntas que, en nuestros desdichados tiempos, son candentes para los seres humanos abando-
nados a perturbaciones fatales: las preguntas por el sentido o el sinsentido de toda esta existencia
humana ¿no exigen, en su generalidad y necesidad, de parte de todos los seres humanos también
reflexiones generales y su respuesta a partir de intelecciones racionales? Estas preguntas concier-
nen finalmente a los seres humanos en sus comportamientos respecto del mundo circundante hu-
mano y extrahumano, decidirse libremente, configurarse racionalmente ellos mismos y el mundo
circundante, como libres en sus posibilidades. ¿Qué tiene para decir la ciencia acerca de la razón y
la sin-razón, qué tiene para decir sobre nosotros, los seres humanos como sujetos de esa libertad?”.
Ibid., pp.49-50; Hua vi, 3-4. La expresión «auténtica humanidad», según el pie de página de David
Capítulo I. Mundo de la vida, cultura e interculturalidad en la 75
fenomenología de Edmund Husserl
E
l mundo intuitivo de la vida es la instancia última desde la cual sur-
ge la posibilidad de la dación de sentido en las ciencias, así como su
forma práctica y teórica, pues,
77
78 Jaime Villanueva Barreto
De este modo el problema radical tampoco llegó a ser consciente, esto es, cómo
tal ingenuidad fue posible fácticamente y sigue siéndolo como hecho histórico
viviente, como un método que efectivamente está dirigido a un objeto, la reso-
lución sistemática de una tarea científica infinita, y por eso siempre constituye
continuamente resultados indudables como temporales, cómo pudo crecer y
después, a lo largo de los siglos, pudo fantasear siempre con utilidad, sin que
nadie estuviera en posesión de una comprensión efectiva del sentido propio y
de la necesidad interna de tales operaciones. Faltaba entonces y falta todavía
la verdadera evidencia, en la que quien conoce y produce puede justificarse a
sí mismo, no sólo respecto a lo nuevo que produce sino también respecto a
todas las implicaciones de sentido ocultas que, mediante sedimentaciones, res-
pectivamente, por obra de la tradición, puede dar cuenta de presuposiciones
persistentes de sus configuraciones, conceptos, proposiciones, teorías. Pero la
ciencia y su método se asemejan a una máquina que manifiestamente produce
algo muy útil y en eso es confiable, que cualquiera puede aprender a manejar
correctamente, sin comprender en lo más mínimo la posibilidad interna y la
necesidad de producciones con esas características3 .
[P]or eso puede una tarea y una operación teóricas como la de una ciencia de
la naturaleza (y ciencia del mundo en general) que sólo puede dominar la infi-
nitud de su temática mediante las infinitudes del método, y también sólo pue-
de dominar estas infinitudes por medio de un pensamiento técnico y una ac-
ción técnica vacíos de sentido; decíamos, esta tarea y esa operación sólo puede
ser, respectivamente, permanecer electiva y originariamente significativa, si
el científico ha construido en sí mismo la capacidad de preguntar retrospec-
tivamente por el sentido originario de todas sus configuraciones de sentido y
sus métodos,de preguntar retrospectivamente por el sentido originariamente
instituido, histórico, preferentemente por el sentido de todo lo allí asumido sin
examinar y similares de todas las herencias de sentido posteriores5.
5
Edmund Husserl. Crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Op.cit., p.99; Hua
iv, 57.
80 Jaime Villanueva Barreto
cidación relativa de un lado, trae cierta aclaración del otro que, por su parte,
irradia hacia el lado opuesto. De este modo, a la manera de la consideración
histórica y de la crisis histórica, debemos proceder a partir de Galileo (e igual-
mente poco después, de Descartes) a lo largo de la sucesión temporal, y sin em-
bargo, efectuar constantemente saltos históricos, que no son divagaciones sino
necesidades; necesidades si, como se ha dicho, nos hacemos cargo de aquella
tarea de toma de conciencia de nosotros mismos que surgió a partir de la si-
tuación de ‘colapso; de nuestro tiempo, con su ‘colapso de la ciencia’ misma6.
6
Ibid., p. 101; Hua vi, 59.
7
Véase el Origen de la Geometría publicado como Apéndice iii de la Crisis. El mundo no se revela,
pues, como una formación fija, sino como un logro siempre en camino, siempre en proceso de
constitución. Ver en este sentido: Manuskript c 17 Nr. 90 Transzendentale Zeitigung der objektiven
Welt. Hua Mat viii, . Y desde este modo previo e histórico aprendo a ver y a constituir mis expe-
riencias: «Das Erworbene ist das, was sich im Verlaufe aller meiner Erfahrungen als fester Besitz nie-
dergeschlagen hat, es ist Widerspiegelung meines gesamten intentionalen Lebens als eines Geschehens
der Erfahrung, es ist Widerspiegelung meiner eigenen Geschichte. Das Erworbene ist Geschichte, ist
Tradition” (“Lo adquirido es lo que se refleja en el curso de todas mis experiencias como la posesión
fija, es un reflejo de toda mi vida intencional como un evento de la experiencia, es un reflejo de mi
propia historia. Lo adquirido es la historia, la tradición». Antonio Aguirre. Genetische Phänomeno-
logie und Reduktion. Der Haag: Martinus Nijhoff, 1970, p.156.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 81
8
Jacques Derrida. Introducción a “El origen de la geometría” de Husserl. Buenos Aires: Manantial,
2000, pp. 41-42.
9
Luz Azcárate. El pensar según la esperanza: El método fenomenológico en la antropología filosófica
de Paul Ricœur (1950-1970) [Tesis para optar por el título de Magíster en Filosofía] Lima: pucp,
2014, pp.68-69.
82 Jaime Villanueva Barreto
Descubrir la génesis del sentido de los juicios quiere decir, hablando con pre-
cisión: explicitar los momentos significativos implicados en el sentido mani-
fiestamente presente, que por esencia le pertenecen. Los juicios, en cuanto
productos acabados de una “constitución” o “génesis”, pueden y deben ser in-
terrogados respecto de esa génesis. Justamente la propiedad esencial de esos
productos consiste en que son sentidos que comportan en sí, implicada en su
génesis, una especie de historicidad; su sentido remite por grados a un sentido
original y a su intencionalidad noemáticos correspondiente; así, a cualquier
formación significativa puede interrogársele respecto de la historia significati-
va que por esencia le corresponda10.
Esta pregunta interroga entonces por la génesis del sentido y por ello
mismo nos conduce al Mundo de la Vida como campo de producción y
legitimación de toda constitución subjetivo-relativa. «Del mismo modo,
en la Crisis, la primera pregunta retrospectiva hacia el Mundo de la
Vida, no nos devuelve a una ontología o a un mundo a secas, sino que el
concepto de ´Mundo de la Vida´ articula a un reino ya de experiencias
dadoras de sentidos, si bien subjetivas, relativas, y mundano-vitales»11.
Esta aproximación al origen del sentido en el Mundo de la Vida, como
dijimos antes y veremos más adelante, tiene también su parte correlativa
con la historia. No aquella positiva de los hechos fácticos, sino en tanto
el Mundo de la Vida es también un mundo histórico. Este tema resulta
relevante porque tanto para la interrogación por el origen del sentido
en el Mundo de la Vida como para la comprensión de la historia como
la está entendiendo la fenomenología, la Rückfrage se presenta como el
método apropiado para obtener claridad en medio de la opacidad que
significa la vuelta al orígen.
10
Edmund Husserl. Lógica formal y Lógica trascendental: ensayo de una crítica de la razón pura.
Op.cit., p. 269. Hua xvii, 215.
11
Luz Azcárate. El pensar según la esperanza: El método fenomenológico en la antropología filo-
sófica de Paul Ricœur (1950-1970). Op.cit., p.74.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 83
12
Marc Richir. «Comentario al origen de la geometría». Iván Galán Hompanera, trad. Eikasia. Revis-
ta de Filosofía, vol.VI, núm.34, 2010, p.79.
13
Cf. Iso Kern. «The Three Ways to the Trascendental Phenomenological Reduction in the Phi-
losophy of Edmund Husserl». Frederick Elliston, trad, En: Frederick Elliston y Peter Mc. Cror-
mick (Editores). Husserl. Expositions and Appraisals. Notre Dame-Londres: University of Notre
Dame, 1977.
84 Jaime Villanueva Barreto
14
Ludwig Landgrebe. Fenomenología e historia. Caracas: Monte Ávila Editores,1975, p.171.
15
Ya en Ideas II encontramos esta idea con claridad cuando Husserl expone la diferencia entre la
actitud personalista y la naturalista. Cf. Hua iv, 174-211.
16
Hua vi, 107.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 85
17
Jacques Derrida. Introducción a “El origen de la geometría” de Husserl. Op.cit., p.49.
18
Paul Ricoeur. «Lo originario y la pregunta-retrospectiva en la Krisis de Husserl». Héctor Hernando
Salinas Leal, trad. Acta Fenomenológica Latinoamericana, vol. II, 2005, p.354.
19
Ibid., p.358.
86 Jaime Villanueva Barreto
lares. Por lo que hablar de una «ciencia del mundo de la vida» plantea su
paradójica relación con la ciencia del «mundo objetivamente verdadero».
En segundo lugar, si bien el Mundo de la Vida es un mundo de percepcio-
nes, no está desprovisto de interpretación. Y, en tercer lugar, el supuesto
mundo dóxico de la vida, no está a salvo del cuestionamiento, pues puede
caer bajo «el infierno» (die Hölle) de la duda cartesiana. Llega incluso a
decir que:
20
Ibid., p.359.
21
Ibid., p.362.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 87
22
Ludwig Landgrebe. Fenomenología e historia. Op.cit., p.176.
23
Hua vi, 381.
88 Jaime Villanueva Barreto
24
Hua vi, 382; Edmund Husserl. “El origen de la geometría”. J. Arce y R. Rizo Patrón. trads. Estudios
de filosofía, núm. 4, 2000, p.50.
25
Marc Richir. «Comentario al origen de la geometría». Op.cit., p.96.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 89
26
Eugen Fink. De la phénoménologie. París: Minuit, 1974, p.218.
90 Jaime Villanueva Barreto
La geometría ya lista, por así decir, a partir de la cual procede la pregunta re-
trospectiva, es una tradición. Nuestra existencia humana se mueve en medio
de un número infinito de tradiciones. En tanto producto de la tradición, el
mundo de la cultura está allí, en su totalidad y bajo todas sus formas. En cuan-
to tales, esas formas no han sido engendradas de manera puramente causal y
ya sabemos siempre que la tradición es precisamente tradición, engendrada en
nuestro espacio de humanidad a partir de una actividad humana; por tanto,
en una génesis espiritual —aun cuando, en general, no sabemos nada, o casi
nada del origen determinado y de la espiritualidad que, de hecho, ha ope-
rado aquí. Y sin embargo, en este no-saber se sostiene siempre y de manera
esencial, un saber implícito, que reclama por tanto su explicitación, pero un
saber cuya evidencia es irrecusable. Comienza con verdades superficiales que
se comprenden por sí mismas: así, todo lo tradicional ha nacido de una pro-
ducción humana; luego, han existido hombres y humanidades pasadas, entre
los que estaban los primeros creadores que, a partir de materiales ya disponi-
bles, materiales brutos y materiales ya informados por el espíritu, daban forma
27
Edmund Husserl. “El origen de la geometría”. Op.cit., p.158.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 91
Pero todo esto es posible sólo si, siguiendo las enseñanzas metodoló-
gicas de la epojé, colocamos entre paréntesis y reducimos el punto de vista
objetivante propio del logos occidental. Es decir, si tomamos como «hilos
conductores trascendentales» esas «verdades superficiales» de cada cultura
para poder atender a la dimensión de las «profundidades» de las vivencias
en correlación con el Mundo de la Vida.
Esta «excavación» a la que nos hemos referido no comporta, sin em-
bargo, una transculturalidad de tipo filosófico, sino, más bien una regre-
sión a las estructuras últimas del Mundo de la Vida que, justamente, una
fenomenología que, mediante la epojé, se ha liberado de los esquemas de la
cultura occidental, está en condiciones de llevar a cumplimiento. Este es el
sentido profundamente revolucionario de la fenomenología, esto es, el de
despojarse de discursos monolíticos para abrirse a las cosas mismas y bus-
car la verdad en la evidencia de la inmediatez que constituye el principio
de todos los principios: aceptar lo que se da y en los límites en que se da sin
mediaciones intelectuales.
29
Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Op.cit., p.167;
Hua vi, 127-128.
30
Ibid., p. 168; Hua vi, 129.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 93
31
Ibid., pp. 169-170; Hua vi, 130-131.
32
Ibid., p. 171; Hua vi, 1-133.
33
Edmund Husserl. Renovación del hombre y la cultura. Agustín Serrano de Haro, trad. Introducción
de Guillermo Hoyos Vásquez. Barcelona: Anthropos Editorial, 2012, p.55; Hua xxvii, 50.
94 Jaime Villanueva Barreto
39
Edmund Husserl. Lógica formal y lógica trascendental: un ensayo de crítica de la razón pura.
Op.cit., p. 340; Hua xvii, 282-283.
40 41
Ibid., p. 335; Hua xvii, p. 277.
98 Jaime Villanueva Barreto
Debemos dejar —dice Husserl— al fin de cegarnos con las ideas y métodos
ideales y regulativos de las ciencias ‘exactas’, particularmente en la filosofía y
en la lógica; como si su carácter ‘en sí’ fuera una norma efectivamente absoluta
tanto a lo que respecta al ser objetivo como a la verdad. Esa actitud significa,
en realidad: por causa de los árboles no ver el bosque; significa: pasar por alto
los aspectos infinitos de la vida y de su conocimiento, los aspectos infinitos del
ser relativo, que sólo es racional en esta relatividad y con sus verdades relativas;
pasarlos por alto con tal de lograr un resultado cognoscitivo grandioso, pero
de significación teleológica muy limitada4142.
¿[Q]ué hay que ‘ver’; en realidad, qué hay que expresar con fidelidad? Se trata
pues de juzgar con el mismo método que sigue en la vida práctica el hombre
ingenioso y precavido cuando le importa seriamente ‘averiguar cómo son las
cosas’. Éste es el comienzo de toda sabiduría, aunque no su fin; y se trata de una
sabiduría de la que nunca podemos prescindir, por más profundamente que
cale nuestra teoría; una sabiduría, en fin, que también tenemos que practicar
en la esfera fenomenológica absoluta. Pues —como hemos mencionado repe-
tidas veces— la actividad de experimentar y juzgar con ingenuidad precede
con necesidad esencial a las otras actividades cognoscitivas4243.
41
Ibid., p. 342; Hua xvii, 284.
42
Ibid., pp. 342-343; Hua xvii, 285.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 99
43
Edmund Husserl. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica. Libro
primero. Op.cit., p. 468; Hua iii/i, 140-141.
100 Jaime Villanueva Barreto
44
Rosemary Rizo-Patrón. El exilio del sujeto. Mitos modernos y posmodernos. Op.cit., pp. 301-302.
45
Husserl es consciente de que el estudio fenomenológico de la doxa no es usual entre las investiga-
ciones de inicios del siglo xx: «Puesto que nosotros hemos buscado inútilmente en la literatura del
mundo investigaciones, que nos puedan servir como trabajos precedentes —investigaciones que
habrían concebido esta tarea como la de una ciencia propia (sin duda una ciencia peculiar) de la
doxa desatendida, que reclame de una vez por todas la dignidad de un fundamento para la ciencia,
la episteme—, entonces debemos comenzar completamente de nuevo. Eso sucede con todas las
tareas nuevas por principio, en las cuales ni siquiera nos puede guiar la analogía con una cierta
inevitable ingenuidad». Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología tras-
cendental. Op.cit., pp.196-197; Hua vi, 158.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 101
Lo que nos interesa saber, en cuanto filósofos, es si las cosas del mundo
efectivamente son; si el mundo como totalidad «es» realmente (como lega-
lidad estructural, apriórica). Excluimos, por eso, las constataciones y cono-
cimientos del ser-verdadero, sus verdades predicativas —la praxis que haga-
mos de él y todas las ciencias. No interesa, por tanto, de este mundo ni su
quod (su ser, su existencia) ni su quid (su esencia, su ser-así), pues solo inte-
resa cómo valen ese quod y ese quid desde el punto de vista de la conciencia,
es decir, cómo valen para mí, para nosotros que filosofamos precisamente
desde los márgenes de la cultura occidental y que, sin embargo, no podemos
ya escapar a su influjo.
una de nuestras objetivaciones, como nuestras. Esto quiere decir, que los
proyectos hegemónicos no sólo deben ser denunciados y combatidos, sino
que entrañan en sí mismos el origen de su propia crisis. Eso es, precisamen-
te, lo que denuncia Husserl en su examen al proyecto moderno de civili-
zación y su pretensión de universalidad. El olvido del Mundo de la Vida y
con él la hipostatización de una verdad en sí, en lugar de lo único cierto que
tenemos: la contingencia de nuestra propia vida y nuestra diversidad.
La fenomenología trascendental nos remite a aquello que precede a la
ciencia objetivista, el Mundo de la Vida, como el contexto espacio-temporal
de las cosas tal como se experimentan previamente a todo juicio, «es el mun-
do espacio-temporal de las cosas; así como nosotros lo experienciamos en
nuestra vida pre- y extra-científica y más allá de lo experienciado lo sabemos
experienciable. Tenemos un horizonte de mundo como horizonte de expe-
riencia posible de cosas»46.
Es, pues, tal como venimos afirmando, el mundo con el que nos relacio-
namos en nuestra primera entrada o mirada; es a partir de él que podemos
empezar toda nuestra actividad teórica o práctica, y él supone también
un acercamiento diferente al hasta ahora intentado por la ciencia obje-
tivista que ha entendido a la actividad racional como episteme, esto es,
deductiva, y a su correlativa noción de «fundamentación» en su acepción
positiva —incluso analítica— de demostración. Husserl, en cambio, ubica
todo este trabajo en su concepción general de la filosofía como el aspecto
que cae bajo la teoría formal de la ciencia o la lógica formal pura. Husserl
entiende como «racional» el establecimiento de los «principios», que para
Aristóteles es trabajo del nous, de la intuición intelectual, y que éste coloca
fuera de lo epistémico o racional propiamente47. Para Husserl, en cambio,
esto también es racional. Pero incluso esto podría incluirse dentro de una
concepción «tradicional» —positivista— de razón. Nuestra relación con el
mundo es, desde siempre, una relación pre-teórica pragmática y que así se
presenta en nuestro primer contacto con él.
46
Ibid., p. 180; Hua vi, 141.
47
Véase el capítulo 19 de Analíticos Segundos, libro Segundo, de Aristóteles (1995) donde se expone
que la ciencia, la demostración y el discurso se fundan en la experiencia noetica de la intuición
intelectual de los primeros principios indemostrables.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 103
[E]l ser humano, mi propia experiencia, tiene como horizonte un mundo, pero
a la vez se da en un mundo, en el cual encuentra cosas a la mano, referencias de
significatividad, importancias, cosas que llaman la atención, que interesan, que
motivan nuestras acciones, etc., que así son pragmata. El mundo es, ante todo, un
mundo ambiente, un Umwelt, en el que la vida humana ha ido sedimentando los
productos de su actividad. Por eso la mundanidad del ser humano es una tota-
lidad de referencias de significatividad marcadas de modo primario por nuestra
propia cultura. Con esto queremos decir que el mundo que tenemos alrededor
es un mundo constituido por campos pragmáticos cada uno de cuyos elementos
solo pueden ser definidos por la referencia que mantienen con acciones inmedia-
tas, que a su vez solo tienen sentido en el conjunto de un campo pragmático48.
serlo tal como la emotiva, la valorativa etc. Sin embargo, la razón humana
apunta a una conciencia validadora. Su vocación es la verdad. El funda-
mento de ésta es la «visión», el «ver», es decir, la intuición. En este sentido
es que la razón es la portadora de la verdad. Pero las fuentes validadoras de
dicha racionalidad son las intuiciones, a saber, la percepción en cuyo acto
intervienen simultáneamente las diferentes esferas de nuestro ser racional.
Así pues, es precisamente esta intuición, tanto sensible cuanto intelectual,
la que nos coloca en contacto directo con el Mundo de la Vida; es a partir
de estas intuiciones que podemos empezar en un camino de idealización y
formalización de posibilidades infinitas a construir nuestras ciencias.
El mundo se constituye, así, como aquello que se co-relaciona en el ser
humano. No se trata de dos entidades separadas o enfrentadas, sino que
aparecen unidas, aunque sin confundirse,
[L]a relación del ser humano con el mundo es un momento derivado de la radi-
cal mundanidad del ser humano. Solo nos relacionamos con el mundo porque
previamente somos mundanos; como solo mantenemos una relación con nues-
tro cuerpo porque somos radicalmente nuestro cuerpo, por nuestra radicalidad
corporeidad. Con el mundo nos pasa lo mismo. O dicho de otro modo, nuestra
relación con el cuerpo o con el mundo es de tal modo que no pueden dejar de ser;
por eso precisamente son dimensiones trascendentales50.
[L]as cinestesias –dice Husserl– son diferentes de los movimientos del cuerpo
vivido (Leibbewegungen), los cuales se exponen corporalmente (körperlich) y, sin
50
Javier San Martín. «Intersubjetividad, interculturalidad y política». Op.cit., pp. 82-83.
51
Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Op.cit., p.
200; Hua vi, 162.
106 Jaime Villanueva Barreto
embargo, son peculiarmente junto con ellos, pertenecen al propio cuerpo vivido
(Leib) en este doble aspecto (de las cinestesias internas y de los movimientos
reales-corporales (körperlich-realer) externos)52.
Esto quiere decir que las cinestesias son distintas a los movimientos que
se observan (desde fuera) en los cuerpos, pero les pertenecen (duplicidad de
perspectiva: cinestesias internas/movimientos exteriores reales del cuerpo).
2) «Modificación o cambio de la validez»; cuando el ser que aparece,
cambia; es decir, si yo no me muevo, una cosa se me aparece con la simple
certeza de estar allí en presencia inmediata; si me muevo (por medio de mis
cinestesias), veo que le pertenece a la cosa una multiplicidad de ostensiones
correlativas a la multiplicidad de fases de la conciencia en la unidad de la
conciencia de un objeto,
55
Serge Gruzinski. El pensamiento mestizo. Barcelona: Paidós, 2000, p.57.
56
Cf. Jürgen Habermas. Teoría de la acción comunicativa. Volumen II. Crítica de la razón funciona-
lista. Manuel Jimenez Redondo, trad. Madrid: Taurus, 1992.
57
Serge Gruzinski. El pensamiento mestizo. Op.cit., p.15.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 109
58
Carlos Degregori y Pablo Sandoval (Comps.) Saberes periféricos. Ensayos sobre la antropología en
América Latina. Lima: iep, 2007, p.21.
59
Lo que nos plantea este problema no pasa sólo por cómo constituimos al otro, al extraño, al alter
ego, sino por los discursos que pronunciamos sobre él: si son discursos donde se resalta su homo-
geneidad o más bien su heterogeneidad. En este sentido, Carlos García-Bedoya también afirma
que «por mucho tiempo, visiones esencialistas obnubilaron la percepción de lo heterogéneo y
lo híbrido, imponiendo enfoques unitarios de una particular cultura o sociedad. Especialmente
poderosos fueron los idealismos nacionalistas que se proponían construir una imagen homogénea
de la nación, reprimiendo todo aquello que no encajaba en la comunidad imaginada que ellos
construían. Si se abordaba el problema de los contactos entre culturas, se los percibía como pro-
cesos unidireccionales, mediante los cuales una cultura más pujante, más moderna, o, en las ver-
siones más duras, ‘superior’, subyugaba o distorsionaba a otras. Al situar al otro o al subalterno en
una posición fija o pasiva, se persistía en la esencialización de lo diverso, situando a lo ajeno como
bloque compacto cerradamente opuesto a lo propio. Incluso si eventualmente se consideraba al
110 Jaime Villanueva Barreto
Sin embargo, se trata de una realidad mucho más compleja que la de una
simple coexistencia de culturas diversas. Se puede diferenciar el mundo mul-
ticultural y el intercultural globalizado. El multicultural acepta las diversas
culturas con sus rasgos, características, tradiciones y diferencias, donde se
tiene en cuenta el respeto por cada mundo cultural. En cambio, el mundo
intercultural refiere a una interrelación de culturas, pues entre los individuos
de los diferentes grupos se produce comunicación e intercambio60.
Estos intercambios son los que se efectúan desde Mundos Dóxicos de
la Vida también diversos, o, para decirlo con otras palabras, desde distin-
tos tipos de racionalidades. Esto también plantea un problema importante
para la filosofía, pues tampoco se trata de caer en un relativismo que nos
llevaría a la total incomprensión entre las culturas. Tengamos claro que la
falibilidad propia de todo discurso social, no significa su completa relativi-
dad. Más bien a la filosofía le incumbe, como bien señala Raúl Fornet-Be-
tancourt (2001)61, desentrañar «la razonabilidad de la razón», esto es, no
mestizaje, se lo entendía como proceso lineal que terminaba por producir una síntesis armónica y
no conflictiva» Carlos García-Bedoya. Indagaciones heterogéneas. Estudios sobre literatura y cultu-
ra. Lima: Grupo Pakarina, 2012, p.33.
60
«[T]he fundamental transition in Husserl’s account of the transcendental subjectivity in contrast
to Kantian concept of transcendentality, <is> a transition which provides us with a notion of the
transcendental ego as necessarily temporal and singular. Through the (Leibnizian) concept of
monad, I argue, Husserl was able to account for both of these aspects, but also for the inherent
intersubjectivity of the transcendental ego. This provides us with the basic approach to the Hus-
serlian ‘social ontology’, which should not be understood as a mere theory of social interaction
or co-operation nor as a hermeneutic approach to the structures and discourses of the political
community. Instead, Husserl’s understanding of sociality penetrated into the very core of the cons-
titution of objective world and its specific normative (e.g. cultural, historical) demarcations throu-
gh reciprocal social acts» (La transición fundamental en el relato de Husserl de la subjetividad
trascendental en contraste con el concepto kantiano de trascendentalidad, <es> una transición
que nos proporciona una noción del ego trascendental como necesariamente temporal y singular.
A través del concepto (leibniziano) de mónada, sostengo, Husserl fue capaz de dar cuenta de estos
dos aspectos, pero también de la inherente intersubjetividad del yo trascendental. Esto nos pro-
porciona el enfoque básico de la “ontología social” husserliana, que no debe ser entendida como
una mera teoría de la interacción o cooperación social ni como un acercamiento hermenéutico a
las estructuras y discursos de la comunidad política. En cambio, la comprensión de Husserl de la
socialidad penetró en el núcleo mismo de la constitución del mundo objetivo y sus demarcaciones
normativas específicas (por ejemplo, culturales, históricas) a través de actos sociales recíprocos.
Timo Miettinen. The Idea of Europe in Husserl’s Phenomenology. A Study in Generativity and His-
toricity. Helsinki: Philosophical Studies from the University of Helsinki, 2013, p.42.
61
Cf. Raúl Fornet Bentacourt. Transformación intercultural de la filosofía. Bilbao: Desclée de Brouw-
er, 2001.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 111
62
Timo Miettinen. The Idea of Europe in Husserl’s Phenomenology. A Study in Generativity and His-
toricity. Op.cit., p.42.
63
Hua xxxix, 442-443.
112 Jaime Villanueva Barreto
64
Edmund Husserl. El origen de la geometría. Op.cit., p. 50; Hua xxix, 382.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 113
Lo que vemos planteado aquí son las diversas visiones del mundo o
Weltanchauungen que para Husserl, a diferencia de Dilthey, no conducen
a la inconmensurabilidad porque, de ser el caso, sería un contrasentido
65
Rosemary Rizo-Patrón. El exilio del sujeto. Mitos modernos y posmodernos. Op.cit., pp. 316-317.
66
Hua xxxix, 170-171.
114 Jaime Villanueva Barreto
67
Klaus Held. Ética y política en perspectiva fenomenológica. Bogotá: Siglo del Hombre Editores,
2012, p.71.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 115
[L]o nuevo del mundo extraño puede ser solo explicitación de lo viejo inme-
morial del mundo familiar, y con ellos efectivamente nada sorprendente. Lo
que hace propiamente finito al mundo familiar debe ser aquello por lo cual lo
nuevo en el mundo extraño es para nosotros incomprensible y nos sorprende68.
«Por consiguiente, se presenta el contraste entre la empatía inmediata del mundo familiar y la
empatía mediata del mundo extraño». Roberto Walton. Intencionalidad y Horizonticidad.Op.cit.,
p.403.
71
Edmund Husserl. Renovación del hombre y la cultura. Op.cit., pp. 52-53; Hua xxvii, 48-49.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 117
Dice Husserl:
Por cultura no entendemos otra cosa, en efecto, que el conjunto total de logros
que vienen a la realidad merced a las actividades incesantes de los hombres
en sociedad y que tienen una existencia espiritual duradera en la unidad de la
conciencia colectiva y de la tradición que la conserva y prolonga. Tales logros
toman cuerpo en realidades físicas, hallan una expresión que las enajena de
su creador original; y, sobre la base de esta corporalidad física, su sentido es-
piritual resulta luego experimentable por cualquiera que esté capacitado para
revivir su comprensión. En la posteridad temporal los logros de la cultura pue-
den siempre volver a ser focos de irradiación de influencias espirituales sobre
generaciones siempre nuevas en el marco de la comunidad histórica. Y es pre-
cisamente en este marco donde todo lo que comprende el nombre «cultura»
posee un tipo esencialmente peculiar de existencia objetiva, y donde opera,
por otra parte, como una fuente permanente de socialización73.
72
Javier San Martín. «La planetarización o globalización: nueva dimensión de la multiculturali-
dad». En Racionalidad y relativismo. En el laberinto de la diversidad. Madrid: Biblioteca Nueva,
1992, p. 98.
73
Edmund Husserl. Renovación del hombre y la cultura. Op.cit., p. 22; Hua xxvii, 21-22.
118 Jaime Villanueva Barreto
¿Qué interpretación tienen los seres humanos de las cosas que los ro-
dean?74 Esta pregunta inquiere acerca de la materialidad del objeto, el cual
comporta la actualidad de su aparecer y la posibilidad relativa a la direc-
ción o sentido de su uso. Cada objeto en el mundo soporta una interpre-
tación y valor que le es otorgada por las personas, pues cada objeto es para
cada persona un «algo» según lo interpreta, y vale dependiendo del deseo
o necesidad que satisface. La materialidad del objeto siempre es interpre-
tada y valorada de este modo, con lo cual, materialidad, interpretación y
valoración son los elementos que integran al objeto en conjunto. A partir
de lo dicho, podemos afirmar que el sujeto «siempre está en un mundo con
sentido, en el que los objetos suelen estar inmersos en un uso, o los com-
portamientos en unas tareas que proporcionan a los objetos un valor»75.
Por lo tanto, es la intencionalidad la que otorga sentido y valor al mundo
y a los objetos incluidos en él. La cultura se instaura como resultado de las
acciones agregadas del ser humano y se legitima por su raigambre tradicio-
nal en clave convencional76.
Otro punto fundamental es la racionalidad cultural pues, según San
Martín, la cultura siempre presenta un nivel de racionalidad; por lo que, al
74
Como indica Husserl ‘cultura’ difiere de ‘comunidad’ mas son complementarios: comunidad indi-
ca la interacción social, como los actos comunicativos sociales, y la cultura se constituye a partir
de áquella a través de instituciones y tradiciones: «A community has its habitual character only wi-
thin the life of the individuals and the unity of their social acts, but culture has its permanent du-
ration in the objective accomplishments (e.g. accomplishments that are materialized in writing).
These aspects, of course, belong inherently together, for the sense of cultural accomplishments is
constantly vivified by the personal community» (Una comunidad tiene su carácter habitual sólo
en la vida de los individuos y en la unidad de sus actos sociales, pero la cultura tiene su duración
permanente en los logros objetivos (por ejemplo, los logros que se materializan en la escritura).
Estos aspectos, por supuesto, están inherentemente unidos, porque el sentido de los logros cul-
turales es constantemente vivificado por la comunidad personal). Timo Miettinen. The Idea of
Europe in Husserl’s Phenomenology. A Study in Generativity and Historicity.Op.cit., p. 219. Por su
parte, Javier San Martín indica que los textos últimos o póstumos como el Origen de la Geometría,
primer texto póstumo publicado por Fink, Renovación, la Sexta Meditación de Fink, reconocida
y aceptada por Husserl, Ideas II y Psicología Fenomenológica formarían la bibliografía básica, no
completa, desde la cual iniciar la investigación fenomenológica sobre la cultura en la obra de
Husserl. Estas sugerencias las expone San Martin en su Teoría de la cultura (1999) y en Para una
filosofía de Europa. Ensayos de fenomenología de la historia (2007).
75
Javier San Martín. Fenomenología y Antropología. Curso en Argentina. Argentina: Editorial Alma-
gesto, 1999, p.174.
76
Cf. Javier San Martín. «La planetarización o globalización: nueva dimensión de la multiculturali-
dad». Op.cit.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 119
77
Javier San Martín. Fenomenología y Antropología. Curso en Argentina. Op.cit., p. 182.
78
Ibid., p.185.
120 Jaime Villanueva Barreto
79
Ibid., p.184.
80
Cf. Javier San Martín. «La planetarización o globalización: nueva dimensión de la multiculturali-
dad». Op.cit.
81
El propio Husserl se interesó por ejemplo en el estudio de las obras de Lévy-Bruhl a través de las
cuales se amplía el conocimiento de los horizontes culturales familiares hacia otros desconocidos
y extraños: «In this regard, one particular source that turned out to be crucial for Husserl was
Lucien Lévy-Bruhl, a French anthropologist whose works Husserl had studied avidly from 1920s
onwards. The two developed a personal relationship and also engaged in scientific correspondence
during the 1930s. Husserl credited Lévy-Bruhl not only for providing rich empirical material –
Lévy-Bruhl was particularly known for studying the preliterate tribes, although his work relied
heavily on secondary sources– but also for his striving for a ‘rigorous scientific ethnology’, that
is, for his attempts to lay foundations for a systematic science of cultural development. According
to Husserl, it was particularly Lévy-Bruhl whose work had pointed out the necessity to estab-
lish a ‘pure human-scientific anthropology’ –an autonomous branch of scientific research with its
unique methodology and concepts. As Husserl emphasized in his letter to Lévy-Bruhl, the anthro-
pological studies had ‘set out the problem of correlation between ‘We’ and ‘environment’ (Umwelt)
as ‘transcendental-phenomenological’ […] finally referring back to the problem of the absolute
ego.’ As analogical to the domain of ‘pure psychology’, pure anthropology would have delineated
the general forms of social co-operation, which serve as the foundation for the constitution of
cultural objectivities (such as language, religion, the economy) ». (En este sentido, una fuente
particular que resultó ser crucial para Husserl fue Lucien Lévy-Bruhl, un antropólogo francés
cuyas obras Husserl había estudiado con avidez a partir de 1920 en adelante. Ambos desarrollaron
una relación personal y también se involucraron en correspondencia científica durante la década
de 1930. Husserl atribuyó a Lévy-Bruhl no solo el hecho de proporcionar abundante material
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 121
contar que el mundo sobre el cual cada uno de estos diversos mundos se
funda es el Mundo de la Vida. El mundo es el resultado de la creación cul-
tural, de la sedimentación de los resultados de las decisiones prácticas lle-
vadas a cabo desde efectuaciones culturales a lo largo de toda la historia. A
partir de lo dicho, cabe resaltar la importancia que tiene la tecnología que
muestra que las culturas no son del todo independientes y que para poder
progresar y desarrollarse han debido mantener una cierta comunicación.
Esto refiere a que cada pueblo o comunidad no ha estado del todo alejada
y sus descubrimientos han sido compartidos y extendidos entre diversos
lugares, pues —según San Martín (2012)— es improbable que cada grupo
de personas haya sido capaz de alcanzar ciertas ventajas tecnológicas abso-
lutamente por su propia cuenta.
La cultura está relacionada con los procesos de colectivización, debido
a que mediante ella se identifican quienes son parte de una comunidad,
manteniendo su polo de identidad como tradiciones. Así se forma una
objetivación, en la medida en que la cultura se vuelve temática para una
comunidad, es decir, la cultura no es solo comprendida por quienes la han
fundado, sino que es accesible a las personas de esa comunidad a lo largo
de los años para inspirarlos en sus formas de vida. De este modo, la cultura
tiene un sentido de identidad que la sitúa como punto de referencia y defi-
ne la pertenencia a una determinada comunidad,
La cultura tiene que ver con los procesos de colectivización, dado que con ella
se va identificando la conciencia intencional de quienes pertenecen a una co-
munidad, y que su sentido de polo de identidad se conserva en el tiempo como
empírico —Lévy-Bruhl fue particularmente conocido por estudiar las tribus preliterarias, aunque
su trabajo dependía en gran medida de fuentes secundarias— sino también por su esfuerzo por
una ‘etnología científica rigurosa’, es decir, por sus intentos de sentar las bases para una ciencia
sistemática del desarrollo cultural. Según Husserl, fue particularmente Lévy-Bruhl con su trabajo
quien había señalado la necesidad de establecer una ‘antropología humana-científica pura’, una
rama autónoma de la investigación científica con su metodología y conceptos únicos. Como Hus-
serl enfatizó en su carta a Lévy-Bruhl, los estudios antropológicos habían ‘planteado el problema
de la correlación entre ‘Nosotros’ y el ‘mundo circundante’ (Umwelt) como ‘fenomenológico-tras-
cendental’ [...] refiriéndose finalmente al problema del ego absoluto.’ Como análogo al dominio
de la ‘psicología pura’, la antropología pura habría delineado las formas generales de cooperación
social, que sirven de base para la constitución de objetividades culturales (como el lenguaje, la
religión, la economía).). Timo Miettinen. The Idea of Europe in Husserl’s Phenomenology. A Study
in Generativity and Historicity. Op.cit., p.145.
122 Jaime Villanueva Barreto
tradición. Esto mismo permite cierta forma de ‘objetivación’, en cuanto las cul-
turas se hacen temáticas para una comunidad: pueden ser comprendidas por
sus miembros, no ya como propias solo de un grupo de personas, por ejemplo,
de determinada época o de los fundadores de una tradición, sino como dis-
ponibles para inspirar la forma de vivir de cualquiera de los integrantes de la
comunidad. Es esto lo que constituye el sentido de ‘identidad’ de una cultura,
lo que la preserva como punto de referencia de la colectividad, y lo que define
la pertenencia a dicha comunidad82.
82
Guillermo Hoyos. Investigaciones fenomenológicas. Op.cit., p. 359.
83
A continuación, colocamos un conjunto de citas de Husserl en las que él mismo se sitúa desde su
contexto mundano-europeo, situación desde la que se abre la comprensión hacia otros contextos
culturales: «Y por otro lado con los chinos me entiendo por cierto también, aunque naturalmente
de un modo más limitado. ¿Cuál es la diferencia? He sido educado como alemán, no como chino.
Pero también como habitante de una pequeña ciudad en una vida de familia y escuela pequeño-
burguesa, y no como un gran terrateniente noble en una escuela de cadetes». Hua xxxix, 161.
La segunda cita es la siguiente: «El entenderse-con-un-chino presupone ya la comprensión del
mundo familiar presente y el vivir en el círculo humano familiar. Tal como fui educado como
niño dentro de mi mundo humano generativo, así debo, si quiero comprender a los chinos y
el mundo chino, ser educado en este mundo, debo adquirir para mí, viviendo dentro de él, la
apercepción del mundo extraño, comoquiera que y hasta donde esto sea posible, lo que significa
tanto como llegar a ser entre lo chino un hombre chino cada vez más completo —mientras aún
soy alemán y no pierdo mi mundo circundante alemán—». Hua xxxix, 62. A continuación la
tercera cita: «Que ella sea esto, que yo sea europeo, que yo sea alemán, de una determinada esfera
patria de Moravia, que haya llegado a ser así en una determinada educación escolar, etc., esto se
encuentra de antemano en el horizonte de mi toma de conciencia, como también se encuentra en la
toma-de-conciencia-de-nosotros el nosotros europeo, el horizonte del mundo circundante euro-
peo con los científicos, con los filósofos en él, con los que trato interna y externamente. Toda toma
de conciencia general tiene su fundamento en mi ser-para-mí individual y mi respectivo mundo
circundante individual. Y en él tengo también los otros —todo lo cual me lo enseña la toma de
conciencia misma—; en ella efectúo la variación de todas las cosas concebible y como variación
de mi pensamiento. ¿Puedo expresar otra cosa que no sea lo que pienso tomando conciencia de
mi propio ser? Y si hablo sobre los hombres y hablo sobre el mundo, ¿puedo hablar de otra cosa
que no sean los hombres que son experienciables y representables para mí en el horizonte de mi
mundo circundante, entre ellos yo mismo como hombre entre los hombres?». Hua xxxix, 169.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 123
Es asimismo comprensible que los que compartan este espíritu, aun sin con-
tacto personal directo entre ellos, se sientan de manera consciente en mutua
relación, unidos en la conciencia de la idea común de una humanidad verda-
dera y una «ciencia» universal a su servicio como sabiduría sobre el mundo.
Es más, se comprende que desde esta situación se difunda un movimiento
progresivo de las voluntades que genere conscientemente, primero en los ani-
mados del mismo espíritu, una sintonía volitiva, una unidad en la orientación
de la voluntad hacia la realización progresiva de estas ideas comunes. Y la
propia colectividad progresaría así de cara a la idea práctica que la guía, la
idea de una comunidad de individuos de bien que viviesen todos ellos en la
conciencia del ser y del deber ser de la comunidad, y de una comunidad que
sólo puede sobrevivir por una labor continua de reflexión sobre sí y gracias
también a la constante inculturación educativa de los que a ella se incorporan.
Una comunidad tal habría dejado de ser un mero conjunto de individuos con
igual voluntad según ideales iguales, para constituirse ya como comunidad de
voluntades (Willensgemeinschaft), comunidad en el querer. Una voluntad co-
lectiva (Gemeinschaftswille) discurriría a través del vivir unitario del individuo
y a través de los sujetos individuales y sus voliciones individuales, de modo
semejante a como, por ejemplo, forma hoy el colectivo de los matemáticos una
comunidad de voluntades8486.
Finalmente ofrecemos esta cuarta cita: «Al hacer esto estamos como hombres de nuestro pueblo,
o también de nuestra humanidad europea a través de toda nuestra vida, en la medida en que se
desenvuelve constantemente en nuestra patria, en una situación universal, es decir, el mundo cir-
cundante alemán, el mundo circundante europeo, en el cual están comprendidas las innumerables
situaciones particulares de nuestra existencia, en su no independiente estilo particular de un estilo
universal». Hua xxxix, 191.
84
Edmund Husserl. Renovación del hombre y la cultura.Op.cit., p. 57; Hua xxvii, 52-53.
124 Jaime Villanueva Barreto
Por otro lado, el mismo fenómeno de la globalización ha dado una nueva orien-
tación al tema de la identidad, que en Latinoamérica ha sido recurrente ya
desde la víspera de los movimientos de independencia a finales del siglo xviii:
“¿Qué somos?, ¿quiénes somos?, ¿cuál es el papel que nos corresponde en
la historia?, ¿qué elementos distinguen a nuestra cultura?, ¿hasta qué punto
nos equiparamos con otras zonas culturales?, ¿quién decide sobre nuestro
presente y futuro?”. Son preguntas que se repiten en distintas épocas y en diver-
sos lugares del mundo, como si la reflexión latinoamericanista se hubiera uni-
versalizado. Hace poco la respuesta se daba en términos de identidad frente a
dependencia. Hoy, cuando con la globalización coexisten los nacionalismos,
la pregunta por la identidad cultural no es tanto defensiva cuanto construc-
tiva y cooperativa87.
Junto a la verdad como verdad objetiva respecto del mundo mismo que atañe
a lo que es incondicionadamente objetivo para todos, tenemos aún una verdad
general que atañe a lo relativamente objetivo en la medida en que es accesible
en esta relatividad como la referencialidad a grupos particulares de sujetos.
Pero aquí es necesaria la siguiente diferencia: Cada uno experiencia el mun-
87
Ibid., p. 371. Subrayado nuestro. Esta cita de Hoyos nos permite reflexionar sobre el valor de la
fenomenología alrededor de problemas de la filosofía latinoamericana como principalmente el
de identidad. Es así de relevante este problema que incluso Beorlegui subtitula su obra Historia
del pensamiento filosófico latinoamericano bajo la expresión de «una búsqueda incesante de la
identidad». Y como observa Hoyos, desde la perspectiva fenomenológica, los problemas aparen-
temente solo latinoamericanos, adquieren valor universal en el contexto de la globalización. No
solo Hoyos, en el horizonte latinoamericano, sino además Javier San Martin, desde el horizonte
mayor de la fenomenología en castellano, contextualiza el problema intercultural en medio de la
globalización presente. Cf. Carlos Beorlegui. Historia del pensamiento filosófico latinoamericano.
Una búsqueda incesante de la identidad. Bilbao: Universidad de Deusto, 2010.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 127
Si para dar razón del otro tengo que terminar por aceptar que mi experiencia
originaria como génesis de sentido solo se da en mi actividad constituyen-
te del mundo, de los otros y de otras culturas, de la misma forma que tengo
que aceptar que mi propia cultura, a la cual pertenezco, tiene sus raíces en la
‘generatividad’, en esa natividad de la que H. Arendt deduce tan importantes
consecuencias para la filosofía moral y política contemporáneas. Esta genera-
tividad, en la que se dan genéticamente las tradiciones, no puede ser apropiada
sino desde la pertenencia generacional a una cultura determinada. Por ello mi
comprensión de otra cultura tiene como límite la no pertenencia a dicha cul-
tura, y esto más que un límite es una característica determinante89.
[U]n territorio extraño se deja ocupar de modo violento o manso con el sis-
tema propio de normalidad aperceptiva: se puede aniquilar la población que
allí vive o expulsar con violencia física las costumbres que provienen de su
generatividad, y así someterlas a la propia cultura91.
93
Hua xxxix, 295.
94
Guillermo Hoyos. Investigaciones fenomenológicas. Op.cit., p. 370.
130 Jaime Villanueva Barreto
95
Ibid., p. 377.
96
Cf. Javier San Martín. «La planetarización o globalización: nueva dimensión de la multiculturali-
dad». Op.cit.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 131
[E]l mejor mundo posible, el mundo que constituiría el valor superior porque
permitiría realizar lo mejor posible, sería un mundo que ofreciera las mayo-
res posibilidades para la realización de los mayores valores. Éste permitiría la
máxima socialización y, de esta forma, la posibilidad de la realización de va-
lores de la forma máxima, valores de la sociabilidad, valores de la comunidad
de amor100.
99
Cf. Alcira Bonilla. Mundo de la Vida: mundo de la historia. Op.cit.
100
Javier San Martín. Fenomenología y Antropología. Op.cit., pp.275-276.
101
Guillermo Hoyos. Investigaciones fenomenológicas. Op.cit., p. 394.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 133
102
Ibid., p. 406.
134 Jaime Villanueva Barreto
prender otras culturas, pero sólo las tendremos en cuenta en proyectos inter-
culturales103.
103
Ibid., pp. 406-407.
104
Rosemary Rizo Patrón. El exilio del sujeto. Mitos modernos y posmodernos. Op.cit., p. 302
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 135
[e]s posible la constitución de una universalidad tal que, sin aniquilar el reco-
nocimiento de una pluralidad de ´mundos familiares´ particulares, tampoco
se constituya como la mera proyección de uno de los varios ´mundos familia-
res´, precisamente de aquel que haya llegado a ser dominante105.
Para Rizo Patrón aquí hay que distinguir dos ideas distintas. Por un lado,
la de Europa como realidad histórica, lingüística y geográfica. Por otro lado,
la de Europa como un ideal racional de una «humanidad unificada».
Esta es la aproximación eurocéntrica de la que Rizo Patrón distingue
una segunda aproximación de Husserl que ayudaría a superar el unilatera-
lismo en la que cae la primera. «Se trata del encuentro, intercambio y me-
diación basados en la experiencia entre distintas pretensiones a la verdad.
Fenomenológicamente hablando, no cabe duda de que cada punto de vista
105
Ibid., p. 317.
106
Edmund Husserl. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Op.cit., p.329;
Hua. vi, 320.
136 Jaime Villanueva Barreto
107
Rosemary Rizo Patrón. El exilio del sujeto.Mitos modernos y posmodernos. Op.cit., p. 319.
108
Ibid., p. 320.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 137
109
Ibid., p. 327.
110
«Mi pregunta en este punto es si la fenomenología trascendental de Husserl finalmente fracasa en
su intento de superar la aparente inconmensurabilidad y relatividad de perspectivas cosmológicas
plurales, sucumbiendo simplemente al universalismo euro- y logocéntrico occidental, incomposi-
ble con el amerindio, o si aporta algo nuevo a este debate». Ibid., p.330. Vemos cómo tanto nuestra
filósofa como el profesor Hoyos se plantean la misma pregunta. Podríamos conjeturar que en La-
tinoamérica, donde es patente la diversidad cultural de nosotros mismos, cabría aproximarse a ella
desde una metodología filosófica foránea. Por eso, ellos se esfuerzan por mostrar los límites, pero
también las posibilidades de la fenomenología en este ámbito. Desde luego, entre estos límites
estará el de ser replanteada y repensada desde nuestra propia circunstancia. Que nos ayude para
pensar «nuestro mundo de la vida».
138 Jaime Villanueva Barreto
111
Ibid., p. 340.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 139
112
Rosemary Rizo Patrón. La agonía de la razón. Reflexiones desde la fenomenología práctica. Li-
ma-Barcelona: Editorial Anthropos – Fondo Editorial pucp, 2015b, p.149.
140 Jaime Villanueva Barreto
113
Rosemary Rizo-Patrón. El exilio del sujeto. Mitos modernos y posmodernos. Op.cit., pp. 313-314.
Capítulo II. Límites y posibilidades de la fenomenología intercultural 141
[H]ay que devolver las culturas y las prácticas culturales de las personas y co-
munidades a los mundos de la vida y a sus historias locales, que es donde late
la diversidad y donde al mismo tiempo se proyecta la convivencia, porque son
lugares en donde las preguntas del otro no se responde con una teoría o inter-
pretación sino contando una ‘historia’ 117.
117
Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad, Crítica y Liberación.Op.cit., p. 32. Cf. David Carr. Time,
Narrative, and History. Bloomington/Indianapolis: Indiana University Press, 1986.
CAPÍTULO III
L
a novedad del método fenomenológico ha tenido, desde muy tem-
prano, una profunda influencia en la filosofía latinoamericana.
Como es de esperarse, ésta prontamente se apropió de sus temas
principales para contextualizarlos en la interpretación de la realidad de
América Latina. Como no podía ser de otro modo, uno de los temas hus-
serlianos que más ha influido en la filosofía latinoamericana es el del Mun-
do de la Vida. Nuestros filósofos se han planteado, desde diversas pers-
pectivas, acercarse al Mundo de la Vida de Nuestramérica, de una u otra
manera, enriqueciendo aún más la entrada fenomenológica. Esto quizás
ha permitido que sea de América Latina desde donde se plantee con más
fuerza el tema de la interculturalidad. Es en este sentido, nos detenemos
en la filosofía de tres de sus principales exponentes: Luis Villoro, Raúl For-
net-Betancourt y Juan Carlos Scannone.
145
146 Jaime Villanueva Barreto
vivencia diversas visiones del mundo y cada visión debe ser respetada y
valorada sin importar las diferencias. Lo importante para este filósofo es
demostrar que no hay un modelo cultural único y absoluto que deba ser
impuesto sobre todos, sino que todas las culturas pueden coexistir en un
mismo espacio bajo un Estado plural.
En este marco, se desarrolla la filosofía intercultural en Villoro, la cual
tiene en cuenta diversos aspectos que han afectado a las culturas y que
siguen amenazándola hasta el día de hoy. Por dicha razón, se desarrollará,
en primer lugar, la interculturalidad en Latinoamérica para mostrar la
importancia que tiene ésta en un contexto de pueblos oprimidos, margi-
nados y explotados. En segundo lugar, se plantea la diversidad de mundos
culturales, ya que es necesario fundamentar que cada cultura tiene una
visión diferente respecto al mundo y, por ende, un mundo cultural propio.
Al tener en cuenta la diversidad de mundos culturales, cobra importancia
para Villoro el encuentro entre el mundo ajeno y el propio, es decir, el
encuentro con la otredad. Tal punto es indispensable, puesto que, según
Villoro, es a partir del intercambio intercultural que las comunidades se
enriquecen y progresan. Además, otro tema que para el filósofo tiene re-
levancia hoy en día es la amenaza de la globalización sobre las culturas,
pues ésta implica homogenizar a las comunidades, lo cual repercutiría en
el desarrollo y preservación de las mismas.
El proyecto de Villoro tiene un planteamiento teórico y práctico en el
cual se puede desarrollar la interculturalidad aplicada a la realidad. Para esta
implementación es necesario, en una primera instancia, explicar la relación
entre el Estado y el pluriculturalismo, puesto que es el Estado quien debe
encargarse de crear políticas inclusivas donde toda cultura tenga una parti-
cipación equitativa. En segunda instancia, Villoro fundamenta la necesidad
de construir un Estado en una sociedad pluricultural y lo que ello implica.
Él considera que se requiere un Estado plural que sea capaz de afrontar los
retos que supone una sociedad en la que se encuentran diversas culturas
con marcadas diferencias. Por último, está la realidad cultural que requiere
plantear los principios que Villoro considera que deben encontrarse en una
cultura, tales como la autonomía, la autenticidad, el sentido y la eficacia.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 147
perspectiva latinoamericana
Villoro tiene una postura clara de cómo debe ser el desarrollo de la filo-
sofía en lo referente a la interculturalidad. Considera, pues, que existe una
ausencia de rigor, por lo que es necesario un mejor análisis conceptual
para hacer verdadera filosofía, además de una crítica radical 11. Por ello es
necesario poder entender a la filosofía intercultural como algo más que un
instrumento de liberación. Más bien, piensa en una filosofía que permite
unir a las personas de diferentes culturas sin que ninguna de ellas se vea
amenazada por la otra en un intento de dominación, pues esto solo incre-
menta la fractura social. Como afirma el filósofo peruano Fidel Tubino
en su defensa a la «universalidad dialógica»: las diferentes realidades son
«socialmente complejas y culturalmente diversas» y «la imposición no es
nunca fuente de armonía, y menos de convivencia dignificante»2.
De este modo, se busca pasar de la universalización de una cultura a la
coexistencia de múltiples culturas en un mismo espacio33. Tubino hace un
apunte al respecto de la tendencia natural por absolutizar los significados:
Las culturas prefiguran nuestra interpretación del pasado y del futuro. Son al
mismo tiempo nuestra herencia y nuestro horizonte, el paradigma compartido
desde el cual podernos crear un mundo con sentido. Las culturas son como
los lenguajes: nos proporcionan los significados que les atribuimos a nuestras
vivencias, los valores que les asignamos a los gestos, a las palabras, a las metá-
foras, a los silencios4.
1
«Y la razón de ello está en que cree Villoro que falta rigor a la filosofía de los filósofos que se pre-
ocupan de estos temas. Por eso, cree que el camino a seguir es hacer una filosofía desde un mayor
análisis conceptual y desde una crítica radical. Este sería para Villoro el único modo de hacer filo-
sofía auténtica. En escritos posteriores, Villoro ha moderado sus críticas y defendido posturas más
ponderadas». Carlos Beorlegui. Historia del pensamiento filosófico latinoamericano. Una búsqueda
incesante de la identidad. Op.cit., p.601.
2
Fidel Tubino. La interculturalidad en cuestión. Bogotá: Pontificia Universidad Católica, 2016, p.28.
3
Si establecemos la analogía con el pensamiento de Husserl descubrimos que la filosofía de éste se
haya motivada por una visión intercultural integral. Así, por ejemplo, él se refiere a la familiaridad de
las naciones en torno a la experiencia del hogar: «Por grande que haya podido ser—y sea— la hostili-
dad entre las naciones europeas, todas comparten, no obstante, un parentesco especialmente íntimo
en el espíritu que discurre a través suyo, superando las diferencias nacionales. Es algo así como una
fraternidad que en este círculo nos da la consciencia de la pertenencia a un hogar». Edmund Husserl.
La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Op.cit., p. 329; Hua vi, 320.
4
Fidel Tubino. La interculturalidad en cuestión. Op.cit., p. 29.
148 Jaime Villanueva Barreto
Así las cosas, las políticas indigenistas que fueron adoptadas se llevaron
a cabo por personas que no tenían una relación directa con los indígenas,
por lo que desconocían su perspectiva y mundo cultural. En este punto
consideramos como ingenua la forma de abordar la dimensión cultural
de los habitantes de estas tierras por parte de los invasores ya que, según
5
Luis Villoro. Los grandes momentos del indigenismo en México. México: Fondo de Cultura Econó-
mica,1996, pp.430-431.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 149
perspectiva latinoamericana
6
Cf. Neusa Vaz e Silva. teoría, da Cultura de Darcy Ribeiro e a Filosofia Intercultural. São Leopoldo:
Editora Nova Harmonia, 2009, pp.27 y ss.
7
Ibid., p. 28. «A cultura é o resultado de relações deliberadas e artificiais que o ser humano estabe-
lece com o mundo. Mundo que o ser humano vai produzindo, ou seja, tornando humano por sua
presença e pela organização social imposta pelo trabalho. Nesse dinamismo, produz-se a si mesmo
tanto individualmente como em espécie. O ser humano passa a ser o criador das condições que o
criam. E à medida que se modifica e ganha habilidades traduzidas em atos técnicos e comporta-
mentos lógicos que se acumulam e transmitem, forma os elementos da cultura»[Texto original].
8
Ibid., pp. 31-32.
9
Fidel Tubino. La interculturalidad en cuestión. Op.cit., p. 22.
150 Jaime Villanueva Barreto
criollos. Ahora se trata de unir la ruptura existente entre los mestizos y criollos, por un lado, y los
indios por otro. La solución está en la armonización de las dos culturas, involucrando lo valioso
de los indígenas, como propugnan Gamio y Othón de Mendizábal. Este es el único camino de la li-
beración. El único camino de ayudar al indio y trabajar por su realización es dejar de considerarlo
como indio, sino como un tipo más de ser humano, con sus diferencias específicas». Ibid., p. 612.
17
Luis Villoro. Los grandes momentos del indigenismo en México. Op.cit., p.228.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 153
perspectiva latinoamericana
fractura social que ocurre entre las distintas etnias; donde usualmente es el
indígena quien sigue siendo discriminado por sus características raciales.
De tal modo, Villoro dice que:
[A]sí, para salvar al indio habrá que acabar por negarlo en cuanto tal indio, por
suprimir su especificidad. Pues que en la comunidad sin desigualdad de razas,
no habrá ya ‘indios’ ni ‘blancos’ ni ‘mestizos’, sino hombres que se reconozcan
recíprocamente en su libertad. Las designaciones raciales perderán todo sen-
tido social, porque aunque subsistan las razas ya no serán obstáculos para las
relaciones humanas18.
Para ser coherente con sus principios, el Estado liberal debe descolonizar cul-
turalmente las esferas públicas, hacer de los espacios públicos-políticos y no
políticos espacios de reconocimiento y no de exclusión, espacios que acojan la
diversidad existente. […] Esto implica quitar a la lengua y a la cultura hegemó-
nica el monopolio de lo público y darle a las otras lenguas y culturas funciones
públicas socialmente relevantes, de manera que los ciudadanos puedan esco-
ger, sin coacción implícita y en igualdad de condiciones, sus propias formas de
elaboración discursiva 20.
18
Ibid., p. 278.
19
Fidel Tubino. La interculturalidad en cuestión. Op.cit., p. 35.
20
Ibid., pp. 36-37.
154 Jaime Villanueva Barreto
22
Fidel Tubino. La interculturalidad en cuestión. Op.cit., p. 27.
23
«En tanto categoría ético-política, surgida de las reivindicaciones de los pueblos indígenas de
América Latina, y como propuesta crítica frente a los graves problemas y conflictos del mundo
actual, la interculturalidad puede definirse como una modalidad interlocutiva de las interacciones
e intercambios —entre individuos y/o instancias colectivas—que consiste en negociar, llegar a
acuerdos y decisiones para crear las condiciones materiales y simbólicas básicas que abran paso
a sociedades pluralistas y a estados incluyentes, en cuyas redes y ámbitos se pueda dialogar en
pie de igualdad y se produzcan mutuos enriquecimientos». Juan Carlos Godenzzi. «Introducción/
Diversidad histórica y diálogo intercultural. Perspectiva latinoamericana». Tinkuy, Boletín de in-
vestigación y debate, núm.1, 2005, p. 9.
156 Jaime Villanueva Barreto
27
«El desafío que se plantea es entonces cómo construir una sociedad-mundo no hegemónica ni
excluyente. Asumiendo el concepto de interculturalidad, definido como categoría ético-política,
se podría decir que la gran tarea del mundo contemporáneo es la de construir una sociedad-mun-
do intercultural, como contraparte indispensable de la globalización del mercado. Se requiere una
política transformada por una ética intercultural. Esa necesidad es sentida en distintos campos
de la política». Juan Carlos Godenzzi. «Introducción/Diversidad histórica y diálogo intercultural.
Perspectiva latinoamericana». Tinkuy, Boletín de investigación y debate, núm.1, 2005, p.10.
28
En la fenomenología de Husserl la orientación trascendental, como se ofreció en el primer capítu-
lo de nuestra investigación, no impide descubrir que en medio del a priori del Mundo de la Vida
se constituyen generativa e históricamente visiones culturales familiares a las nuestras y también
extrañas. Por ello, consideramos que la orientación latinoamericana hacia la pluralidad de pers-
pectivas y visiones de los pueblos no es ajena al reconocimiento fenomenológico de lo diverso
experimentado, en términos husserlianos, bajo la relación entre lo familiar y lo extraño. Preci-
samente, nuestro tercer capítulo de investigación culmina con el carácter pluralista de la visión
fenomenológica y su analogía con experiencias ancestrales de pueblos antiguos latinoamericanos.
158 Jaime Villanueva Barreto
[E]n toda América, pese a los cambios introducidos por la colonia, los anti-
guos pobladores indígenas mantuvieron el sentido tradicional de la comuni-
dad en coexistencia con las instituciones sociales y políticas derivadas del pen-
samiento occidental. La estructura de la comunidad permanece como un ideal
de convivencia que orienta y da sentido a los usos y costumbres locales aunque
no se realicen plenamente. Es este proyecto el que trata de renovar los nuevos
movimientos a favor de los derechos indígenas en toda nuestra América30.
29
Luis Villoro. El pensamiento moderno: filosofía del renacimiento. México: Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1992, p.228.
30
Luis Villoro. De la libertad a la comunidad. México: Editorial Ariel, 2001, pp. 32-33.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 159
perspectiva latinoamericana
[L]a búsqueda de la identidad cultural puede seguir una vía equivocada. Puede
adoptar la reivindicación de una realidad que considera ‘propia’ o ‘peculiar’ y
el rechazo de lo ajeno. Se piensa que la identidad de un pueblo está constituida
por ciertos caracteres que tiene en propiedad y que lo distingue de cualquier
otro. Se crea así un falso dilema entre universalidad y particularidad cultural.
La universalidad se opondría a la peculiaridad de la identidad de cada pueblo
y viceversa. Sin embargo, la búsqueda de la identidad de un pueblo exige el
descubrimiento de nada peculiar o propio que lo constituyera […]. La cultura
no es valiosa por ser peculiar, sino por ser auténtica. Podemos definir la auten-
ticidad de una cultura por dos notas: en primer lugar, una cultura es auténtica
si es autónoma, es decir si es producto de hombres libres y no es el resultado de
la dominación ajena. Es auténtica, en segundo lugar, si responde a los deseos
y las necesidades reales de la comunidad en que se expresa y no a los intereses
de grupo dominante. Lo contrario de una cultura auténtica es una cultura imi-
tativa de formas culturales que sirven a intereses ajenos31.
y el deber que tienen por alcanzar una libertad que les permita vivir bajo
su propia visión del mundo, es decir, bajo su propio mundo cultural. Según
el filósofo:
[L]a figura del mundo varía de una cultura a otra. Los criterios admitidos para
conceder la existencia de algo, la idea de que lo que es ‘razonable’ o ‘irracional’,
los valores supremos que dan sentido a la vida y por lo que vale la pena morir,
varían en las distintas culturas3333.
Por tal razón, no se debe pretender que la concepción que uno tiene del
mundo, solo por ser mayoritaria, sea la correcta; en cambio, la intercultu-
ralidad busca que se acepten los diversos mundos culturales como correc-
tos y que se respete que cada cultura actúe de acuerdo con sus tradiciones
y creencias sin importar qué tanto difiera con otra cultura. Además, para
Villoro, la cultura, en relación con las personas, es aquella que determina
sus acciones, intenta acercarlos a un ideal de perfección y permite que se
produzca un diálogo intercultural con otros3434.
Por eso es fundamental que, en un diálogo intercultural, se tome en
cuenta el punto de vista del otro y se explicite para, de este modo, poder
comprenderse mutuamente3535. Plantea, además, que debe haber un prin-
cipio en común que permita que se produzca un diálogo, tal es la condición
para que exista un consenso. Según él, para que el diálogo se de en condi-
33
Luis Villoro. El poder y el valor. Op.cit., p. 181.
34
Cf. María de Lourdes Vargas-Garduño. «La interculturalidad: una propuesta para fortalecer los
valores sociales en un mundo multicultural». Uaricha, Revista de Psicología, vol.9, núm.18, 2012,
pp. 112-130.
35
La presencia dialógica en la esfera de la cultura es reconocible en Husserl con base en Ideas II,
específicamente en el capítulo «La motivación como ley fundamental del mundo espiritual» de
la Sección tercera: «La constitución del mundo espiritual». «En la otra ocasión es el yo como
persona, como ‘pura y simplemente’ puesto y por ello puesto como sujeto de su entorno personal
y cósico, como referido por comprensión e intracomprensión a otras personalidades, como com-
pañeros de un nexo social al cual corresponde un mundo circundante social unitario, mientras
que a la vez cada uno de los compañeros singulares tiene su propio entorno, que lleva el sello de
su subjetividad. Esto quiere decir que los hombres ajenos son aprehendidos en analogía con el yo
propio, como sujetos en un mundo circundante de personas y cosas hacia las cuales se comportan
en sus actos. Ellos están ‘determinados’ por este mundo circundante, o por el mundo espiritual
que tienen en torno y que los co-abraza, y ejercen ‘determinación’ sobre él: están sometidos a las
leyes de la motivación». Edmund Husserl. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía
fenomenológica: libro segundo investigaciones fenomenológicas sobre la constitución. Op.cit., p. 276;
Hua iv, 228-229.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 161
perspectiva latinoamericana
36
Luis Villoro. Estado plural, pluralidad de culturas. Op.cit., p. 144.
37
Polo Santillán (2016) menciona, a propósito de la colonialidad del poder, que, para poder com-
prender este escenario, debemos tener en cuenta que: «[S]i el discurso intercultural y las teorías
del reconocimiento no quieren convertirse en discursos bien intencionados o ideologías encubri-
doras deben hacer explícitos los procesos de dominio y/o (sic.) explotación que se expresan en
nuestra realidad latinoamericana», ya que de no hacerlos visibles estaríamos ocultando a los otros
para perpetuar un status quo con un discurso homogeneizante. Cf. Polo Santillán. «Decoloniali-
dad, interculturalidad y reconocimiento». Vox juris, vol. 32, núm. 2, 2016, pp. 65-70.
162 Jaime Villanueva Barreto
La estructura social impuesta al nuevo mundo dividió a los pueblos entre los
que producían los bienes y los que los usufructuaban. El proceso cultural no
debería llevar consigo la discriminación, sino la introducción de la igualdad
en la apropiación del conocimiento y de los bienes materiales entre los grupos
sociales, evitando que unos se contrapusieran a los demás. Sin embargo, la
historia de la humanidad comprueba que las civilizaciones se basan en la di-
visión, debido a la codicia inconmensurable de la adquisición de poder para
servir a la dominación 38.
38
Neusa Vaz e Silva. Teoria, da Cultura de Darcy Ribeiro e a Filosofia Intercultural. Op.cit., pp. 40-41.
«A estrutura social imposta ao novo mundo dividiu os povos entre os que produziam os bens e os
que os usufruíam. O processo cultural não deveria carregar consigo a discriminação, mas a intro-
dução da igualdade na apropriação do conhecimento e dos bens materiais entre os grupos sociais,
evitando que uns se contrapusessem aos outros. No entanto, a história da humanidade comprova
que as civilizações se pautam na divisão devido à ganância imensurável da aquisição de poder para
servir à dominação» [Texto original].
39
«No se conforma con apuntar hacia lo que serían las formas adecuadas, auténticas, de esa relación;
busca, además, mediante el ejercicio de una razón crítico-vital, prácticamente orientada, explicar
y denunciar las formas inválidas de relación con el otro, y contribuir a su superación, esto es, a la
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 163
perspectiva latinoamericana
Desde esta perspectiva fenomenológica para que todas las culturas pue-
dan convivir en armonía y pueda producirse un encuentro entre el mundo
ajeno y el propio se debe realizar un reconocimiento mutuo de sistemas de
valores; por ello, Villoro dice que:
[P]ara que se dé ese proceso es condición necesaria que los miembros de las
distintas culturas puedan intercambiar sus puntos de vista, en igualdad de
condiciones de poder y en ausencia de toda coacción. Situación ideal, ajena a
la realidad histórica41.
construcción de nuevas formas de interrelación humana. La razón es lo que nos permite, desde el
punto de vista de una filosofía de la otredad, pasar del reconocimiento del otro a la constitución,
con él, de una nueva relación, de un nuevo entendimiento, de una nueva comunidad. Es lo que
nos permite pasar de una ética de la alteridad, del amor al otro, a una política de la comunidad, de
la praxis liberada, pues la razón es la única que puede llevar a cabo la ‘mediación’, el diálogo, entre
lo mismo y lo otro, entre la experiencia y el pensamiento, entre lo actual y lo posible, a fin de que
nuestra comprensión y nuestra acción sean viables y adquieran por esta relación sentido y verdad».
(Teodoro Ramírez, 2007, p. 146). Mario Ramírez. «Estadios de la otredad en la reflexión filosófica
de Luis Villoro». Diánoia, vol. lii, núm.58, 2007, pp. 143-175.
40
Esteban Marín. «Husserl y Villoro: reflexiones en torno a los bienes comunes, la sabiduría, la cien-
cia y el sentido de la filosofía para la vida». Diánoia, vol. 64, núm. 82, 2019, p. 147.
41
Luis Villoro. Estado plural, pluralidad de culturas.Op.cit., p. 147.
164 Jaime Villanueva Barreto
46
Luis Villoro. «Raíz del indigenismo». Cuadernos Americanos, vol.51, núm.1, 1952, pp.43-44.
47
Si Villoro enfatiza esta apertura afectiva al otro no menos es el interés, desde la fenomenología
husserliana, por las emociones y cómo desde éstas se constituye lazos intersubjetivos más amplios.
Husserl se centra en el amor y describe cómo este sentimiento no solo es inmanente o subjetivo,
sino que desde él se constituye el telos de un gran sentido comunitario al que denomina «comuni-
dad de amor».
48
«No obstante, aclara Villoro, la relación amorosa con el otro jamás puede consumarse de forma
total, pues entonces se agotaría la trascendencia que lo define, se anularía su alteridad propia. El
encuentro amoroso con el otro no supera ni cancela la soledad original del yo. La hace más lleva-
dera o, en todo caso, amplía Villoro, hace de la ansiada comunión humana un deseo abierto, funda
la esperanza en una unificación absoluta pues, sentencia, ‘sólo en el infinito puede la existencia
afirmar la Trascendencia Absoluta, como término final de su amor y de su fe’». Luis Villoro. Estado
plural, pluralidad de culturas. Op.cit., pp.152-153.
49
«En el plano intercultural, el otro se presenta no sólo como un ser otro, distinto, diferente, sino
aún más, como un ser extraño, incomprensible, anómalo y, llevado al límite, como un ser negativo,
como la representación del mal, o al menos como poseedor de una realidad menor, secundaria o
problemática». Ibid., p.153.
166 Jaime Villanueva Barreto
Villoro explica que ello fue lo que ocurrió durante la época colonial, dado
que no se produjo un diálogo intercultural donde ambas partes pudieran
expresarse como iguales; en vez de eso, se produjo una dominación. Tal
dominación perpetuó la idea de que, al no poder comprender al «otro», se
le debe reducir a un objeto que puede ser manipulado según le convenga
al opresor. Al reducir al otro sujeto en un objeto, además, se le limita a ser
lo que uno quiere y espera que sea; ello conduce a que no se pueda acceder
realmente al otro. Villoro concluye que el restablecimiento de la comuni-
dad y el encuentro con la otredad:
50
Luis Villoro. El pensamiento moderno: filosofía del renacimiento. Op.cit., pp. 118-119.
51
«La otredad deja de decirse en “singular” y se dice ahora en “plural”. Implica un cambio funda-
mental en la perspectiva teórica. Transitamos de una visión existencial y metafísica a una visión
epistemológica y ético-política, esto es, de una comprensión especulativa de la condición humana
a una comprensión esencialmente práctica». Luis Villoro. Estado plural, pluralidad de culturas.
Op.cit., p. 164.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 167
perspectiva latinoamericana
lización y el capitalismo mundial los que han hecho surgir la cuestión del
impacto que tienen ambas fuerzas sobre las relaciones socio-culturales5251.
Debido a ello es que, para Villoro, surge la necesidad de una filosofía inter-
cultural que detenga la amenaza de la globalización sobre las identidades
culturales53.
La nueva era de la globalización tiene como característica transforma-
ciones sociales que afectan el concepto de cultura y las relaciones de la
misma5453. En especial, se cuestiona la importancia de la identidad cultu-
ral y empiezan a surgir interrogantes respecto a los públicos homogéneos
52
«En efecto, la globalización del capitalismo mundial es un proceso histórico-social central que ha
producido, entre otros factores, nuevas realidades en el concierto internacional así como trans-
formaciones en las relaciones socio-culturales mundiales. Entre estos cambios resaltan tanto
las diversas crisis globales—que han trastocado y alterado la política, la economía, la sociedad
y, particularmente, la cultura y los procesos pluriculturales e interculturales globales civilizato-
rios—como la amenaza a las identidades culturales en las relaciones internacionales. En realidad,
se vive y se asiste al fin de una época o, como dice Wallerstein, se está en presencia ‘de una etapa
de transición histórica sistémica, de una verdadera situación de bifurcación histórica’ de las diver-
sas formas de convivencia del proceso civilizador mundial». Samuel Sosa Fuentes. «La identidad
cultural latinoamericana en José Martí y Luis Villoro: Estado Plural, autonomía y liberación en un
mundo globalizado». Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. lii, núm. 208, 2010, pp.
42-43.
53
En este punto estamos de acuerdo con Javier San Martín cuando afirma que: «[S]ería radicalmente
antifilosófico, radicalmente contra el ideal de la cultura propuesta por la fenomenología, tanto
pretender separar a los individuos del elemento étnico que constituye su Lebenswelt, su mundo
de familiaridad, como mantenerlos cerrados en ese mundo. El mundo particular es el mundo en
el que nacemos y que nos suministra los contenidos de la vida; pero ese mismo mundo particular
es a la vez un mundo común, por el que accedemos a cualquier mundo, y por él tenemos acceso
a la superación del mundo particular sin negarlo. Lo normal es que estemos en nuestro mundo
particular aunque abiertos a los mundos de los otros, al menos en el respeto y reconocimiento de
que tienen el mismo derecho que yo o que nosotros a organizar su vida desde su sistema de pre-
ferencias. Cuando choque con el nuestro, sólo mediante procesos de discusión podríamos dirimir
los conflictos. […] Una cultura auténticamente filosófica, que es la que debe inspirar esa globaliza-
ción, no puede empezar sino por el mantenimiento de lo que es común a todos, el mundo mismo,
la naturaleza misma como soporte de la vida. La globalización lleva implícita o en primera línea
la propuesta de una ética ecológica porque por su propia naturaleza sólo por la conservación de la
naturaleza se podrá pensar en un proceso de globalización». Javier San Martín. «La planetariza-
ción o globalización: nueva dimensión de la multiculturalidad». Op.cit., pp.264-265.
54
En el pensamiento de Husserl descubrimos semejante crítica a los procesos económicos de su
época, las cuales afectan al desarrollo pleno y espiritual de las culturas. Así, por ejemplo, Husserl le
escribe en una carta a Arnold Metzger: «Comprendimos esta actitud radical, que está totalmente
decidida a no mirar ni llevar la vida como un negocio..., actitud que es enemiga mortal de todo
‘capitalismo’, de toda acumulación sin sentido de haberes y correlativamente de todas las deprecia-
ciones egoístas de la persona». Husserl citado en Guillermo Hoyos. Investigaciones fenomenológi-
cas. Op.cit.
168 Jaime Villanueva Barreto
55
«Así, en América Latina, la reconfiguración de las identidades y culturas tradicionales (campesi-
nas, indígenas, negras) que resisten y construyen alternativas a la dominación de la globalización
cultural, han impedido el trasplante puramente mecánico de otras culturas, no sólo por la alteri-
dad que ellas constituyen sino por su capacidad de aportar elementos de distanciamiento y crítica
de la pretendida universalidad deshistorizada del progreso y de la homogenización que impone
la modernización del modelo cultural global occidental». Samuel Sosa Fuentes. «La identidad
cultural latinoamericana en José Martí y Luis Villoro: Estado Plural, autonomía y liberación en un
mundo globalizado». Op.cit., p. 44.
56
«En efecto, en su dimensión cultural, la globalización ha presentado dos procesos contradictorios:
por un lado, se ha concebido como la posibilidad de realizar la utopía de la integración final de
la humanidad en una cultura universal, de llevar a cabo la comunicación de todos los pueblos
sin restricciones, de conseguir la convergencia de todas las culturas en una cultura planetaria de
unidad superior. Por el otro, ha significado, en los hechos, la enajenación, la desintegración de no
pocas culturas particulares». Ibid., p.56.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 169
perspectiva latinoamericana
vez que una cultura se adapta a la dominante, dejando de lado los intereses
de su propia cultura, se ve sometida a los deseos económicos, políticos y
sociales de quien tenga el poder y dominio. Es a partir de ello que Villoro
considera que tal búsqueda de universalidad en la cultura
Villoro, por lo tanto, plantea que frente al capitalismo se debe buscar otro
orden mundial que difiera del mismo. Más bien, busca que se desarrolle un
orden plural que pueda mantener una relación con las múltiples culturas.
Si bien Villoro desarrolla ideas respecto a la interculturalidad y la filo-
sofía intercultural, no se queda únicamente en el planteamiento teórico.
No debemos olvidar que la interculturalidad es una noción teórico-prác-
tica y que, por tanto, no basta con su mero planteamiento, sino que hay
que ir también hacia su concretización fáctica. Nuestro filósofo mexicano
se ocupa también de desarrollar modos e incluso metodologías desde las
cuales se puedan fomentar las condiciones para que se desarrolle la inter-
culturalidad. En este orden de ideas, Villoro explica la relación que debe
existir desde una perspectiva intercultural entre el Estado y el pluricultu-
ralismo, pues, para poder desarrollar políticas que beneficien también a las
minorías, el Estado tiene el deber de involucrarse en el interculturalismo.
Así mismo, Villoro plantea cómo debe ser la construcción del Estado en
una sociedad en la que conviven diversas culturas que presentan grandes
diferencias entre sí. Por último, se debe tener en cuenta a la realidad cultu-
ral para poder fomentar la interculturalidad de modo efectivo y para que
toda cultura pueda tener una vida digna.
57
Luis Villoro. El poder y el valor. Op.cit., pp. 130-131.
170 Jaime Villanueva Barreto
58
Fidel Tubino. La interculturalidad en disputa. Op.cit., p. 43.
59
«Las luchas políticas en América Latina, y en el mundo cada vez más, serán de disputa por el
modelo cultural de la sociedad, es decir, por modelos y sentidos de vida colectivos donde la diver-
sidad cultural y el respeto y reconocimiento a sus formas, valores y modos de las culturas nacio-
nales sean integradas al desarrollo y no excluidas». Samuel Sosa Fuentes. «La identidad cultural
latinoamericana en José Martí y Luis Villoro: Estado Plural, autonomía y liberación en un mundo
globalizado». Op.cit., p.44.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 171
perspectiva latinoamericana
60
«Inclusive en periodos supuestamente ‘favorecedores’ de lo indígena, no se dejó de lado estas polí-
ticas unificadoras. Así, por ejemplo, durante los años dorados de las reformas agrarias latinoame-
ricanas de los años sesenta del siglo pasado, los indígenas fueron tratados por la sociedad y por el
Estado como ‘campesinos’. Aún más, en muchos países latinoamericanos durante casi todo el siglo
xx, el indigenismo oficial consistió en sostener que todos somos mexicanos, todos somos chilenos,
todos somos bolivianos, ecuatorianos, guatemaltecos, peruanos, etcétera. Lo nacional cubrió lo ét-
nico, el Estado nacional y sus fronteras territoriales borraron o dividieron a las diversas culturas
indígenas al demarcarlas dentro de un espacio nacional». Ibid., p.50.
61
«El triunfo de la concepción de un Estado homogéneo e individualista se impuso a los pueblos
indígenas sin su consulta, consentimiento y aprobación expresa. En consecuencia, se diluyó la
enorme riqueza cualitativa de las formas culturales identitarias de los diversos grupos étnicos».
Ibid., p. 55.
172 Jaime Villanueva Barreto
[E]n un extremo se sostiene que, puesto que sólo existe un agente moral sujeto
de derechos humanos, no puede haber un derecho colectivo igualmente fun-
damental. En el otro extremo, se argumenta que, puesto que existen derechos
colectivos, tiene que haber un sujeto específico de esos derechos, distinto de
los individuos. Ambos opuestos son, en mi opinión, inadmisibles62.
Villoro hizo bien en subrayar la centralidad del diálogo efectivo para la deter-
minación de la objetividad de los valores y fines que no quepa derivar del tipo
de necesidades básicas ya mencionadas, así como de todo lo que pretenda ser
un bien común. El filósofo habla de esto en términos de cómo acceder a una
postura desprendida de deseos excluyentes a través de un proceso de comu-
nicación. Desde una perspectiva husserliana, podemos decir que valoramos
y actuamos siempre en un marco de circunstancias concretas que no pode-
mos esclarecer a cabalidad, pues supondría esclarecer la totalidad de nuestros
supuestos teóricos, axiológicos y prácticos, así como el mundo circundante
concreto con el que se correlacionan. Al pensar en este problema en térmi-
nos de cómo desprendernos de nuestros deseos excluyentes, Villoro agrega
62
Luis Villoro. Los retos de la sociedad por venir. México: Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 159.
63
«Villoro cuestiona la forma incorrecta en que es presentada la relación entre estos derechos como
dos sujetos confrontados, en tanto que opina que no existe un sujeto colectivo en el mismo sentido
que lo es el sujeto individual, sólo éste es intencional, el colectivo no es un ente que exista sin la
participación de sus miembros. Propone superar la antinomia derechos individuales versus de-
rechos colectivos, evidenciando que el individuo sin su colectividad no tiene identidad». Luisa
Guerrero. «Asociaciones pluriétnicas y derechos humanos: una reflexión filosófica de Luis Villoro.
Latinoamérica». Revista de estudios latinoamericanos, núm. 56, 2013, p.58.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 173
perspectiva latinoamericana
[E]n toda América los antiguos pueblos indígenas han mantenido, pese a los
cambios que introdujo la colonia, el sentido tradicional de la comunidad, en
coexistencia con las asociaciones políticas derivadas del pensamiento occiden-
tal. La estructura comunitaria forma parte de la matriz civilizadora america-
na […]. Las civilizaciones que se remontan a la época precolombina estaban
basadas en una idea de la comunidad del todo diferente a la asociación por el
contrato entre individuos que prevaleció en la modernidad occidental […]. A
menudo se encuentra adulterada por nociones derivadas de la colonización.
La comunidad originaria se corrompe a veces por las ambiciones de poder
ligadas a las estructuras propias del Estado nacional […]. Pero la comunidad
permanece como una idea de convivencia que orienta y da sentido a los usos y
costumbres de los pueblos6766.
66
No solo Villoro sino en general el pensamiento latinoamericano no ha descuidado ni descuida el
horizonte político del devenir de las culturas. Aparentemente este sería un aspecto que lo diferen-
ciaría del pensamiento fenomenológico-trascendental de Husserl; no obstante, descubrimos en él
varias reflexiones sobre el Estado y las comunidades de orden superior. Cf. Karl Schumann. Teoría
husserliana del Estado. Buenos Aires: Almagesto, 1994.
67
Luis Villoro. Los grandes momentos del indigenismo en México. Op.cit., pp.11-12.
68
Fidel Tubino. La interculturalidad en cuestión. Op.cit., p. 46.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 175
perspectiva latinoamericana
[E]n lugar de ver al mundo como una palestra de lucha entre Estados, verlo
como una unidad de pueblos, de regiones, de etnias. En vez de subordinar la
multiplicidad de culturas a una sola manifestación de la razón, comprender la
razón como resultado de una pluralidad inagotable de culturas69.
[o]frece a todos sus miembros un horizonte común para sus elecciones perso-
nales […]. La realización de la libertad individual tiene pues una condición:
el respeto a la pertenencia del individuo a una comunidad de cultura, es decir,
a un pueblo71.
69
Luis Villoro. Estado plural, pluralidad de culturas. Op.cit., p. 9.
70
«Al denunciar Villoro estas tesis acríticas, pretende otras bases para cimentar una democracia que
dé lugar a los distintos tipos de derechos (los individuales, los sociales y los culturales) conside-
rados desde su complementariedad, y debido a ello es que rescata del liberalismo su parte ética,
como autonomía individual, y del comunitarismo la idea de que la identidad personal proviene de
la pertenencia cultural, es decir, quiere reunir ideas pertenecientes a constructos enfrentados para
apoyar otro orden político. Estas intenciones se traslucen en su ética». Luisa Guerrero. «Asocia-
ciones pluriétnicas y derechos humanos: una reflexión filosófica de Luis Villoro. Latinoamérica».
Op.cit., p. 59.
71
Luis Villoro. Los retos de la sociedad por venir. Op.cit., p. 161.
176 Jaime Villanueva Barreto
[E]n primer lugar, es el despertar de las naciones antes colonizadas por los
países europeos y, en consecuencia, el planteamiento de las reivindicaciones
de los pueblos antes ignorados por los dominadores. En segundo lugar, en el
interior de esas naciones, contra un Estado que se creía homogéneo, el pro-
yecto de un Estado plural, capaz de reconocer esas múltiples exigencias de los
distintos pueblos en su seno. De estos dos niveles surge las reivindicaciones
posibles del multiculturalismo, tanto en el interior de una nación como entre
las distintas naciones7574.
72
Luisa Guerrero. «Asociaciones pluriétnicas y derechos humanos: una reflexión filosófica de Luis
Villoro. Latinoamérica». Op.cit.
73
Luis Villoro. Los retos de la sociedad por venir. Op.cit., p. 24.
74
Ibid., p.12.
75
Ibid., pp. 62-63.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 177
perspectiva latinoamericana
El bien de una nación no es compartible por todos, mientras haya otro pueblo
para el cual sea un mal. Sólo en el caso de que no perjudique a la comunidad
mundial, el patriotismo, es decir, la búsqueda del bien común de la nación es
un valor objetivo76.
76
Luis Villoro. El poder y el valor. Op.cit., p.236.
77
Luis Villoro. Estado plural, pluralidad de culturas. Op.cit., p. 103.
178 Jaime Villanueva Barreto
En síntesis, el Estado plural que concibe Villoro busca el respeto por las
diferencias entre sus miembros y a la vez una democracia que sea auténti-
ca. No pretende erradicar los derechos individuales y las libertades; por el
contrario, busca realzar, junto a los derechos individuales, a los derechos
culturales colectivos. Sólo un Estado plural podrá permitir la coexistencia
de diferentes culturas en un mismo espacio bajo un manto de respeto. Por
lo tanto, se trata de un proyecto que busca una participación equitativa de
los individuos independientemente de su cultura, además de mantener la
identidad de cada uno; es lo que debería ser una verdadera globalización.
Con ello, Villoro muestra que una cultura no puede ser juzgada o cri-
ticada desde el exterior o desde lo ajeno, pues se debe juzgar a la cultura a
partir de sí misma: «el principio de autenticidad nos abre así la posibilidad
de reconocimiento del otro como sujeto»86.
84
Como hemos ofrecido en otras notas de pie de página en este segundo capítulo de nuestra inves-
tigación, descubrimos en esta tesis de Villoro analogías con el pensamiento de Husserl: en efecto,
Husserl alude a la noción de autenticidad, pero en el contexto de la constitución teleológica de la
personalidad. Así lo comenta Walton al referirse a la visión unitaria de la vida en Husserl: «Esto
conduce al ideal del hombre auténtico que no es solo racional porque tiene la capacidad de la ra-
zón y la ejerce en ocasiones, sino que procede de manera racional siempre. Es el ideal de la persona
que ha acrecentado todas sus capacidades personales de un modo racional, así que puede conferir
a toda la vida el estilo unitario de la vida de la razón. El ser humano se eleva por necesidad a la
valoración de la vida desde el punto de vista de lo mejor, de lo que se ha de preferir en el mayor
grado. Esta vida puede satisfacer porque ninguna mejor es posible en la práctica». Roberto Wal-
ton. Intencionalidad y Horizonticidad. Op.cit., p.227.
85
Luis Villoro. «Los proyectos alternativos en México». Op.cit., p.143.
86
Ibid., p.143.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 181
perspectiva latinoamericana
87
Ibid., pp. 149-150.
182 Jaime Villanueva Barreto
88
Sobre el itinerario filosófico de Scannone: tras graduarse en Alemania, su pensamiento se reo-
rienta hacia la fenomenología en su desarrollo ético y en especial, bajo la filosofía de la otredad de
Levinas, conforma un pensamiento sobre el nosotros, el pueblo y los saberes marginados como
la sabiduría popular. No solo sobre Scannone, sino la filosofía de la liberación, la fenomenología
heterodoxa de Levinas ofrece estímulos no solo éticos, sino motivos ontológicos y políticos.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 183
perspectiva latinoamericana
cularidad; así, por ejemplo, nos dice que en América Latina debemos hablar
de filosofía en perspectiva latinoamericana, para que se puedan entender los
conflictos y problemas de esta parte del globo. Por este motivo, es necesario
considerar la importancia que tiene la sabiduría popular y su raigambre en
el Mundo de la Vida, ya que desde ella se construyen los símbolos culturales
que determinan el comportamiento e historia de los pueblos.
Del mismo modo, el sujeto de la sabiduría popular, de la cultura y, por
ende, de la filosofía inculturada, es el pueblo. Es en el pueblo donde se
constituye toda la realidad histórica de una cultura y desde donde debe
surgir la transformación de la filosofía latinoamericana. Él plantea ciertos
métodos que no son adecuados para llegar a una filosofía inculturada y, al
considerar lo que se requiere, propone un método que es el adecuado para
ello. Luego explicará la dimensión ético-histórica de la filosofía, en donde
se señala que la filosofía está situada en una determinada realidad histó-
rica, entonces va a poder contribuir al cambio de la situación. Ello debe
tener en una especial consideración a la filosofía de la liberación, puesto
que es necesario que el filósofo latinoamericano esté comprometido con
erradicar la opresión y alcanzar la liberación. Por último, se encuentra el
reconocimiento del otro, ya que al hablar de la multiplicidad de culturas
que se encuentran en el continente latinoamericano, se debe también de-
sarrollar la importancia que tiene la existencia de un diálogo intercultural
que fomente el enriquecimiento de estas culturas. Asimismo, tiene impor-
tancia en este punto la globalización, puesto que es un fenómeno que tiene
un impacto en lo que refiere a las particularidades propias de cada cul-
tura. Scannone considera de importancia que se produzca una constante
comunicación entre las diversas culturas para que, de este modo, puedan
contribuir a su enriquecimiento mutuo.
Según Scannone, se debe presentar en la filosofía y la teología un nuevo
pensar filosófico que esté marcado por la inculturación; ello refiere a que
se tomen las características culturales propias de un pueblo para la correc-
ta realización de una filosofía y teología latinoamericana. Para Scannone,
este es el modelo que se debe seguir para que se produzca la renovación
que se requiere tanto en la filosofía como en la teología del continente.
184 Jaime Villanueva Barreto
89
«La filosofía puede y debe explicitar y articular conceptualmente dicha sapiencialidad, en servicio
del aporte filosófico universal de América Latina […] la sabiduría popular […] no se encuentra
ante todo en la filosofía académica elaborada, sino en otros ámbitos del vivir y del pensar […]
los llamados sectores populares […] guardan mejor los valores básicos de nuestra propia cultura
y la memoria de nuestra historia”». Juan Carlos Scannone. Nuevo punto de partida de la filosofía
latinoamericana. Buenos Aires: Editorial Guadalupe, 1990c, p.18.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 185
perspectiva latinoamericana
90
Juan Carlos Scannone. Evangelización, cultura y teología. Buenos Aires: Editorial Guadalupe,
1990b, p. 18.
91
Cf. Juan Carlos Scanonne. «Sabiduría popular y teología inculturada». Stromata, vol.35, núm1-
2,1979.
92
Juan Carlos Scannone. Evangelización, cultura y teología. Op.cit., p. 9
93
«Recuperando el concepto de analogía, y aplicándolo a la filosofía y teología de la liberación,
Scannone logra comprender la analogicidad en forma de analéctica. Mauricio Beuchot afirma que
este pasaje se dio porque: ‘la dialéctica hegeliana se encerraba a sí misma, haciendo del sistema un
todo, fuera del cual no podía haber nada (cuando en realidad negaba y destruía lo que no estuviera
dentro de él)’. A partir de la superación de la dialéctica, Scannone encuentra (tomando el ejemplo
de Levinas) la posibilidad de romper la cerrazón inmanente del sistema dialéctico y abrirla a algo
más, a algo exterior que irrumpe de modo trascendente no dialectizable. El método analéctico abre
tanto a la trascendencia vertical como horizontal, permitiendo el aparecer de la alteridad del otro
y de las culturas». Juan Zielinski. «De la inculturación a la interculturalidad. Crítica intercultural
a la filosofía y teología inculturada de Juan Carlos Scannone». Revista de Epistemología y Ciencias
Humanas, vol. 7, 2014, p. 183. Subrayado nuestro.
186 Jaime Villanueva Barreto
94
«Sobre los símbolos en Scannone: «otro concepto importante es el de símbolo, que constituye el
elemento en el que se mueven el nosotros, la sabiduría popular y su lógica sapiencial. Desde la
perspectiva fenomenológica, el símbolo, según lo entiende Scannone, es el correlato intencional
de la conciencia sapiencial del nosotros. Esta mediación simbólica ‘permite pensar tanto la expe-
riencia del acierto fundante del interjuego o perichóresis que en y por el símbolo se da en las tres
dimensiones: religiosa, ético-histórica y lógica’. La mediación simbólica permite pensar la unidad
en la justicia y el respeto a las diferencias». (Ocaño 2010, p. 44) [No aparece en la bibliografía].
Por cierto, Scannone se relaciona con la fenomenología hermenéutica desarrollada por Ricoeur y
específicamente en sus estudios sobre el valor de los símbolos. para más información véase “Sa-
biduría popular y pensamiento especulativo”. Juan Carlos Scannone. Sabiduría popular, símbolo
y filosofía : diálogo internacional en torno de una interpretación latinoamericana, Buenos Aires :
Editorial Guadalupe,1984.
95
Juan Carlos Scanonne. «Un nuevo punto de partida en la filosofía latinoamericana». Stromata, vol.
36, núm.1, 1980, p.26.
96
Al respecto Tubino hace referencia a la comparación que se encuentra en la parte segunda de la
Scienza Nuova de Vico (1744) entre la sabiduría reflexiva de los filósofos y la sabiduría poética
de los pueblos en vista que la segunda tiende a pensar simbólicamente a través de «tropos o
figuras retoricas» y la primera «[s]e halla estructurada desde una racionalidad argumentativa,
básicamente deductiva, que se concibe como válida universalmente” y por ello “[l]os filósofos
suelen ser reacios a admitir la existencia de una pluralidad de racionalidades». Fidel Tubino. La
interculturalidad en cuestión. Op.cit., p. 51. Para Tubino, Vico estaría haciendo un llamado de
atención a “aquellos filósofos que se autoconciben como sabios salidos de la caverna platónica
y se vanaglorian de poseer un saber superior al vulgo.” En concordancia con esta crítica Tubino
la traspasa «aquellos intelectuales que sacralizan a tal punto el saber académico que terminan
despreciando, sin conocimiento de causa, toda forma de saber que no se ajuste a las reglas y a la
disciplina del primero. Desconocen que la sabiduría humana es siempre finita e imperfecta, y por
lo mismo fragmentaria y múltiple». Ibid., p. 51.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 187
perspectiva latinoamericana
97
Juan Carlos Scannone. Sabiduría popular y teología inculturada. Op.cit.,p.7.
98
Juan Carlos Scannone. Evangelización, cultura y teología. Op.cit., p. 23.
99
«El ‘nosotros’ es sujeto comunitario del estar, del ser y de la historia, así como del pensar sapiencial
articulado simbólicamente. El ‘nosotros estamos’ supone, constitutivamente, una interrelación
ético-religiosa […]. De esta manera, la universalización del lenguaje simbólico-sapiencial debe
comprenderse como ‘universal situado’ en la relación ética (entre los hombres) y religiosa (con
Dios)». Juan Carlos Scannone. Sabiduría popular, símbolo y filosofía: diálogo internacional en torno
de una interpretación latinoamericana. Op.cit., p. 272. Como indica Zielinski (2014), el pensa-
miento de Scannone critica los modelos modernos de unión (del yo al nosotros o la síntesis entre
sujeto y objeto) al considerarlas reduccionistas; por el contrario, y a través de Levinas y Ricoeur,
propone la alteridad irreductible del otro y la experiencia del símbolo, irreductible al concepto
lógico, además de la inspiración teológica bajo la noción de religión entendida como religare. Cf.
Juan Zielinski. «De la inculturación a la interculturalidad. Crítica intercultural a la filosofía y teo-
logía inculturada de Juan Carlos Scannone». Revista de Epistemología y Ciencias Humanas, 2014,
pp. 180-208.
100
Juan Carlos Scanonne. Evangelización, cultura y teología. Op.cit., p.25.
188 Jaime Villanueva Barreto
101
Ibid., p. 30.
102
En Husserl no menos presente se haya este sentido de liberación, pero no en términos individua-
listas, sino comunitarios. En efecto, desde la comunidad del amor se supera la relación amo-ser-
vidor. Cf. Carlos Beldevere. «La constitución de lo político a partir del mundo de la vida en la
obra de Alfred Schutz». Investigaciones Fenomenológicas. Fenomenología y política, vol. 3, 2011, pp.
75-86.
103
Ignacio Ellacuría y Juan Carlos Scannone. Para una filosofía desde América Latina. Bogotá: Ponti-
ficia Universidad Javeriana, 1992a, p.39.
104
Ibid., p. 25.
105
Ibid., p.37.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 189
perspectiva latinoamericana
106
Facundo Ponce León. «Los afectos y el modo de hacer filosofía inculturada». Escritos, vol. 21, núm.
47, 2013, p. 352.
107
La teología de Scannone bebe de la influencia de Levinas, pero es importante también recordar
que Husserl vincula sus últimas preocupaciones sobre la ética y la historia con el problema de Dios
como telos kantiano en el sentido de una personalidad moral no sustancialista. Cf. Roberto Wal-
ton. «Teleología y teología en Edmund Husserl». Estudios de filosofía, núm. 45, 2012, pp. 81-103.
108
Juan Carlos Scannone. Evangelización, cultura y teología. Op.cit., p. 220
190 Jaime Villanueva Barreto
El estilo de vida, la memoria histórica y los valores del proyecto histórico co-
munes, es decir, la cultura propiamente latinoamericana, han sido mejor man-
tenido por los pobres. Pues el pueblo […] no fue fundamentalmente alienado
por la pobreza y la opresión, sino que, por el contrario, le opuso a ésta una
resistencia cultural que conservó los valores básicos del pueblo como nación
(fruto del mestizaje cultural), valores humanos y cristianos centrados por la
solidaridad y la justicia111.
109
Ibid., p. 221.
110
Cf. Juan Carlos Scanonne. «Sabiduría popular y teología inculturada». Op.cit.
111
Juan Carlos Scannone. Evangelización, cultura y teología. Op.cit., p. 222.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 191
perspectiva latinoamericana
112
Juan Carlos Scanonne. «Sabiduría popular y teología inculturada». Op.cit., p. 5.
113
Ibid., p.6
114 «
El inicio del filosofar a partir de la experiencia límite del pobre […] constituye un nuevo lugar
hermenéutico para el pensamiento. Así llamamos al ‘desde donde’ que da la perspectiva funda-
mental, al mismo tiempo universal e histórica, de la pregunta (y las preguntas) filosófica/s. Tal
lugar no es indiferente, porque el pensar, a pesar de su universalidad, está situado tanto éticamente
como históricamente. Éticamente lo está por la apertura (libre, pero racional) a dicha interpela-
ción (o por la cerrazón libre a ella). Históricamente está situado por la ‘encarnación’ socio-históri-
ca de la interpelación ética en los pobres. La opción ética por la vida, la dignidad y la libertad del
hombre, es, por razones históricas, preferencial por los pobres, más amenazados por la muerte, la
degradación de su dignidad humana y la opresión». Juan Carlos Scannone. Irrupción del pobre y
quehacer filosófico. Hacia una nueva racionalidad. Buenos Aires: Editorial Bonom, 1993, p. 123.
115
Cf. Juan Zielinski. «De la inculturación a la interculturalidad. Crítica intercultural a la filosofía y
teología inculturada de Juan Carlos Scannone». Op.cit.
192 Jaime Villanueva Barreto
116
Juan Scannone. Evangelización, cultura y teología. Op.cit., p. 229.
117
Ibid., pp. 230-231.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 193
perspectiva latinoamericana
Sin embargo, también reconoce que hay aspectos que requieren un ma-
yor desarrollo teórico en la obra de Scannone al igual que en otros autores
y filósofos que tienen programas comunes para la transformación inter-
cultural de la filosofía en América Latina. Expresa que, muchas veces, ni
la filosofía ni la teología se encuentran con la riqueza que ofrece la cultura
latinoamericana, sino que sólo la tienen en cuenta de forma reducida y
seleccionada. Para él es fundamental que se tengan en cuenta las diversas
culturas del continente y que se vea el aporte que cada una puede hacer
para el diálogo intercultural y el entendimiento entre los distintos pueblos.
En su crítica Fornet-Betancourt expresa lo siguiente:
Juan Carlos Scannone, inspirándose precisamente en el planteamiento de Luis
Villoro acerca de los principios éticos que deben orientar las relaciones entre
118
Fornet-Betancourt critica la ausencia intercultural en la filosofía latinoamericana: «No se encuen-
tran con la realidad cultural latinoamericana como expresión de una rica y viva diversidad de cul-
turas, sino que la encuentra en forma reducida y ‘seleccionada’». Raúl Fornet-Betancourt. Crítica
intercultural de la filosofía latinoamericana actual. Madrid: Trotta, 2004, p.22.
119
Ibid., p. 21.
194 Jaime Villanueva Barreto
culturas, busca también desarrollar una ética para el diálogo intercultural, para
que éste sea realmente un lugar de mediación entre la universalidad humana
(es decir, entre valores universales como la verdad, la bondad o la belleza) y
la pluralidad cultural. De este modo se salvaría tanto lo universal humano
como las diferencias contextuales o particulares y se avanzaría en el proyecto
de una universalidad situada, analógica, que se manifestaría, si no entiendo
mal, en lo que Juan Carlos Scannone, decía, puede ser objeto de una crítica
parecida a la que le he hecho al planteamiento de Luis Villoro […]. Y es que el
planteamiento de Juan Carlos Scannone me parece más problemático que el
de Luis Villoro, porque su trasfondo es el paradigma (teológico-cristiano) de
la inculturación. O sea, que la cultura universal que se supone en las culturas
es una cultura cuya médula parece estar informada por una herencia occiden-
tal-cristiana que busca más la inculturación de sus valores que la recreación
intercultural de todas las tradiciones de la humanidad120.
las otras123. Para él, toda universalidad es situada, es decir, que posee una
validez universal que está situada histórica, geocultural y sociocultural-
mente124. De este modo, el término ‘transcultural’ usado en múltiples oca-
siones por Scannone se realizaría siempre particularizado en una cultura
histórica concreta125. Por esta razón, lo transcultural no se podría adaptar a
la identidad de una cultura como la occidental o cristiana. A pesar de ello,
según Fornet-Betancourt, Scannone sí reconoce un déficit intercultural en
su planteamiento:
123
Para la fl la praxis de liberación es el «acto primero», punto de partida y lugar hermenéutico de
una reflexión humana radical, como es la filosófica, que usa como mediación analítica intrínseca
las aportaciones de las ciencias del hombre, la sociedad y la cultura. Se trata de un nuevo modo
de reflexión filosófica concreta, histórica e inculturada, enraizada en la praxis liberadora, como
contribución teórica a la misma. Pero no por plantearse desde una perspectiva latinoamericana
deja sin embargo de pretender validez universal, aunque se trata de una universalidad situada.
(Scannone 2011, p. 5) [no está en la bibliografía].
124
Por ello declara Scannone en la «Introducción» de Para una filosofía desde América Latina afirma
que: «contribuir a la elaboración de una filosofía que, con validez universal, en continuidad con lo
perenne de la tradición filosófica y en diálogo con el pensamiento contemporáneo, esté pensada
desde América Latina, su historia, su situación social y su cultura, para responder —en el nivel
propio de la filosofía— a los acuciantes problemas teóricos y prácticos del continente». Ignacio
Ellacuría y Juan Carlos Scannone, J. C. Para una filosofía desde América Latina. Op.cit., p.17.
125
«Es de fundamental relevancia comprender que para Scannone toda universalidad es situada.
La universalidad situada daría cuentas de una universalidad analógicamente comprendida que
se desarrolla concretamente en la historia y en las culturas. Como tal, la analogía, en tanto que
equivocidad ordenada, si bien afirma una unidad de orden también prioriza la irreductible
diferencia de cada construcción histórico-cultural. De este modo, el problemático término —
utilizado reiteradas veces por Scannone—de transcultural no sería ‹algo› que se da en un espacio
formal ideal, sino que se daría siempre particularizado en una cultura histórica concreta. Por
tanto, lo transcultural no se adecuaría ni a la identidad de una cultura (por ejemplo, la occidental
y cristiana) como tampoco a una mera idea regulativa que no sea propia de todas las distintas
culturas en su particularidad». Juan Zielinski. «De la inculturación a la interculturalidad. Crítica
intercultural a la filosofía y teología inculturada de Juan Carlos Scannone». Op.cit., p. 197.
196 Jaime Villanueva Barreto
Scannone dice que la filosofía se caracteriza por tener una dimensión éti-
co-histórica y con ello es que se posibilita la filosofía de la liberación. La
dimensión ética, o también llamada eticidad, refiere a que el filosofar viene
a ser un acto humano y por ello debe ser un acto responsable. En relación
con ello el filósofo peruano Salomón Lerner Febres repara en el hecho de
que: «Ningún acto humano es neutral. No hay decisión ni acción delibera-
da que escape al territorio de la moral, y por ello siempre es susceptible de
juicio»127127. Si se considera a la filosofía como la «búsqueda de la sabiduría
desde una situación histórica determinada»128128 será entonces guiada por
valores hacia la humanización, la verdad y búsqueda de sentido, por lo que
el filósofo debe contribuir a que ello suceda.
126
Raúl Fornet-Betancourt. Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual. Op.cit., p. 181.
127
Salomon Lerner. La rebelión de la memoria. Selección de discursos 2001-2003. Lima: Instituto de
Democracia y Derechos Humanos (ideh-pucp); Coordinadora Nacional de Derechos Humanos
(cndh); Centro de Estudios y Publicaciones (cep), 2004, p.29.
128
Juan Carlos Scannone. «¿Reconocimiento o no-reconocimiento del otro? En memoria de los qui-
nientos años de la evangelización de América Latina». Op.cit., p. 301.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 197
perspectiva latinoamericana
129
Ignacio Ellacuría y Juan Carlos Scannone. Para una filosofía desde América Latina. Opc.it., p.60.
130
Ignacio Ellacuría, y Juan Carlos Scannone. Para una filosofía desde América Latina. Op.cit., p. 38.
131
Ibid., p. 32.
132
Juan Carlos Scanonne. «La liberación latinoamericana, ontología del proceso auténticamente libe-
rador». Stromata, vol.28, núm 1-2, 1972, p.123.
198 Jaime Villanueva Barreto
[e]l ente que se da entre aquél que intenta que el pasado absorba al futuro,
para que no haya cambio del status quo ni novedad, y aquél que pretende que
el futuro que él proyecta e imagina absorba al pasado, invirtiendo meramente
la relación134.
138
Juan Carlos Scannone. «¿Reconocimiento o no-reconocimiento del otro? En memoria de los qui-
nientos años de la evangelización de América Latina». Op.cit., p. 28.
139
Cf. Ibid.
140
Fidel Tubino. La interculturalidad en cuestión. Op.cit., p. 61.
141
Juan Carlos Scannone. «Cultura mundial y mundos culturales. Contextualidad y universalidad en
las culturas». Stromata, vol. 52, núm 1-2, 1996, p.21.
142
Cf. Ibid.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 201
perspectiva latinoamericana
143
Fidel Tubino. La interculturalidad en cuestión. Op.cit., p. 60.
144
Juan Carlos Scannone. «Cultura mundial y mundos culturales. Contextualidad y universalidad en
las culturas». Op.cit., p. 26.
202 Jaime Villanueva Barreto
145
«En 1993 se forma la primera Sociedad Internacional de Filosofía Intercultural (Gesellschaft für
Interkulturelle Philosophie) en Colonia, Alemania. Luego en 1998, se funda una segunda Sociedad
para Filosofía Intercultural, esta vez en Viena, la cual reúne a muchos pensadores interesados en
el tema. En cuanto a los encuentros internacionales, el Primer Simposio Internacional de Filosofía
Intercultural se realiza en Bonn, Alemania, el 4 de abril de 1992, cuando se asientan los principios
en torno a la interculturalidad». Victor Madrigal. «Una aproximación a la filosofía intercultural
de Raúl Fornet-Betancourt: retos que se le plantean a la teología». Revista de Teología Siwô, vol.1,
núm.1, 2008, pp. 291-292.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 203
perspectiva latinoamericana
146
Estos tres aspectos son comparables a la dimensión hermenéutica de la fenomenología trascen-
dental de Husserl en cuyo pensamiento se presentan de modo interconectado la interculturalidad,
el diálogo y el Mundo de la Vida.
204 Jaime Villanueva Barreto
muchos años durante la época colonial. Por último, se vería el aporte que
tuvo la filosofía latinoamericana al debate de la filosofía intercultural inter-
nacional. Si bien la filosofía latinoamericana se vio afectada por la filosofía
intercultural, del mismo modo esta última filosofía se enriqueció por la
transformación que tuvo la filosofía latinoamericana, pues dio a conocer
el mosaico de culturas que conforman nuestra América.
147
Raúl Fornet Betancourt. Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual. Op.cit., p. 72.
148
Citado en Victor Madrigal. «Una aproximación a la filosofía intercultural de Raúl Fornet-Betan-
court: retos que se le plantean a la teología». Op.cit., p.293. Subrayado nuestro.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 205
perspectiva latinoamericana
149
Respecto de la cultura, Fornet-Betancourt no ofrece una definición unívoca al ser consciente de
la complejidad semántica del término. Como indica Víctor Madrigal: «Diana de Vallescar, que ha
investigado el tema, indica que, a comienzos del siglo xx, había seis definiciones utilizadas; de allí
se pasó, entre 1920 y 1950, a unas 150 definiciones, y actualmente el número sobrepasa las 500».
Víctor Madrigal. «Una aproximación a la filosofía intercultural de Raúl Fornet-Betancourt: retos
que se le plantean a la Teología». Siwô’ Revista De Teología/Revista De Estudios Sociorreligiosos, vol.
1, núm.1, 2008, p. 295
206 Jaime Villanueva Barreto
150
Raúl Fornet-Betancourt. Transformación intercultural de la filosofía. Bilbao: Desclée de Brouwer.
2001, pp. 29-39.
151
Carlos Beorlegui. Historia del pensamiento filosófico latinoamericano. Op.cit., pp.882-883.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 207
perspectiva latinoamericana
152
Raúl Fornet-Betancourt. Transformación intercultural de la filosofía. Op.cit., p. 60.
153
Fornet-Betancourt reconoce que una visión de la historicidad de los pueblos desde una pers-
pectiva neutral, sin atender a las relaciones de poder, resultaría parcial e inadecuada. Cf. Juan
Blanco. «Horizontes de la Filosofía Intercultural. Aportes de Raúl Fornet-Betancourt». A Parte
Rei, núm.64, 2009, pp. 1-38.
208 Jaime Villanueva Barreto
154
En Husserl, de modo análogo, solo se concibe la cultura desde la praxis de los comportamientos
humanos en relación con otros y en medio de su mundo circundante. Así lo expone en Ideas II
(1952), Filosofía, ciencia rigurosa (1986), las lecciones sobre Naturaleza y Espíritu (2001), Renova-
ción (1988) y la Crisis (1976), y en múltiples inéditos.
155
Raúl Fornet-Betancourt. Hacia una filosofía intercultural latinoamericana. San José, Costa Rica:
Editorial Dei, 1994, p.63.
156
Raúl Fornet- Betancourt. «La filosofía intercultural desde una perspectiva latinoamericana». So-
lar, núm. 3, 2007a, p.39.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 209
perspectiva latinoamericana
Dado que los seres humanos son sujetos sociales, comunitarios y cul-
turales, Fornet-Betancourt postula que requieren el diálogo intercultural
para poder establecer puntos de acuerdo respecto a confrontaciones o
desacuerdos que se puedan producir entre una cultura y otra. Ello refiere
a otro aspecto importante como lo es la corrección de la cultura median-
te este diálogo. Las correcciones deben realizarse cuando una cultura se
está inclinando demasiado. Posibilita que las culturas, al entenderse unas
con otras, puedan corregirse mutuamente para erradicar ciertos aspectos
negativos mediante una crítica y autocrítica constructiva que permita el
progreso común, puesto que «un punto que no hay que perder de vista es
el trabajo de autocrítica ante las costumbres que hemos desarrollado en
nuestras prácticas culturales, haciendo una especie de fenomenología de
nuestras inclinaciones culturales»160.
159
Raúl Fernet- Betancourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de José For-
net-Betancourt. México: Consorcio Intercultural, 2009, p.312.
160
Ibid., p. 32.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 211
perspectiva latinoamericana
163
Ibid., p. 33.
164
Raúl Fornet-Betancourt. Transformación intercultural de la filosofía. Op.cit., p. 20.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 213
perspectiva latinoamericana
167
Ibid., p. 19.
168 168
Raúl Fornet-Betancourt. Transformación intercultural de la filosofía. Op.cit., p. 46.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 215
perspectiva latinoamericana
169
Raúl Fornet-Betancourt. Interculturalidad, Crítica y Liberación. Aachen: Mainz, 2012, p.18.
170
Cf. Ibid.
171
Ibid., p. 32. «La recuperación de las contextualidades situacionales significará, por tanto, asumir tam-
bién la tarea de contradecir el culto del ser humano en abstracto con el desarrollo de antropologías
216 Jaime Villanueva Barreto
el filósofo cubano, las culturas deben compartir su propia realidad sin que
ninguna domine o conquiste a la otra. Solo así la interculturalidad va a
crear conciencia sobre el valor propio que tiene cada cultura, el cual no
puede ser reducido por culturas ajenas.
Es en el Mundo de la Vida donde las personas de una comunidad de-
ciden si es que pueden convivir y el modo en el que van a hacerlo 174174.
Fornet-Betancourt refiere a que es ahí donde se pueden ver los logros y
errores de la interculturalidad. Al reconocer cómo es el Mundo de la Vida
y entender su funcionamiento, el ser humano y su comunidad van trans-
formándolo al darle significados a un nivel individual y comunitario; es de
este modo que lo constituyen.
Para Fornet-Betancourt es a partir del compartir que se puede com-
prender a lo extraño o ajeno y ello se realiza desde el Mundo de la Vida
sobre la relación entre el mundo ajeno y el mundo familiar. Aunque el
límite es claro, las personas solo pueden acceder a otro mundo cultural
desde el suyo propio; lo cual implica que previo al encuentro con el otro, ya
se tienen juicios formados que pueden ser un obstáculo para el diálogo. La
interculturalidad que desarrolla busca que, a pesar de los prejuicios exis-
tentes, las personas respeten a los mundos de la vida ajenos o diferentes
para que cada grupo viva en igualdad y dignamente. Si no se llega a ello,
se produce un conflicto de intereses entre las culturas, lo cual se puede
traducir en que una de ellas intente dominar e imponerse sobre la otra. Es
en esos casos que las culturas y, con ello, sus mundos culturales, se ven en
peligro porque los elementos característicos son erradicados u desplaza-
dos para sustituirse según los intereses de la cultura dominante.
Se debe llegar al descubrimiento de que el Mundo de la Vida propio
es una visión del mundo; una perspectiva que puede diferir de la realidad
del mundo todo. Por lo que el filósofo cubano propone que el Mundo de
la Vida personal no tiene que ser el único o el más importante, debe ser
solo una perspectiva de lo que es realmente el mundo: «mundo de la vida
es el ámbito de aprendizaje y enseñanza de comunidades, su lugar de sa-
174
Cf. Ibid.
218 Jaime Villanueva Barreto
175
Raúl Fornet-Bentacourt. Interculturalidad, Crítica y Liberación.Op.cit., p. 42.
176
Raúl Fornet-Bentacourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de José For-
net-Betancourt. Op.cit., p. 645.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 219
perspectiva latinoamericana
[p]ues nos da el marco para una praxis cultural y política que sabe que las
diferencias culturales son sólo una amenaza para el orden hegemónico que
pretende nivelar el mundo en su diversidad, pero en ningún caso una amenaza
para la vida178.
Por ello mismo las diferencias culturales no deben suprimirse, sino más
bien respetar a cada grupo de personas con la cultura que los caracteriza.
Fornet-Betancourt explica que lo que usualmente se intenta es neutralizar
estas diferencias al entenderse erróneamente y creer que amenazan al or-
den, cuando deberían potenciarlo. Aquel reconocimiento no debe ser solo
exterior, sino que los miembros de la misma cultura desde adentro deben
aprender el valor que tienen incluso siendo parte de la minoría en un país.
Así mismo, otro punto que considera el filósofo cubano respecto de
la utilidad práctica de la filosofía intercultural es el aporte que tiene en la
política. Por medio de esta filosofía y en respuesta a los reclamos de tole-
rancia y pluralismo, la política debe reconocer que cada cultura tiene un
mundo de vida cultural propio y, por lo tanto, tiene derecho a ver el mundo
desde tal perspectiva179. Ello conlleva, principalmente, a que se permita
177
«La interculturalidad es parte de la historia de las culturas, está dentro de esa historia y no
fuera del diálogo de esta cultura con la otra. De aquí se desprende que las sociedades tienen
que responder a la historia de sus culturas y no nacer de un divorcio de ésta, asentándose en
pretendidas formaciones culturales puras. El prejuicio de la pureza es en realidad una trampa para
controlar procesos culturales». Raúl Fornet-Bentacourt. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt.
Sobre el concepto de interculturalidad. México d.f.: Consorcio Intercultural, 2007c, p.45.
178
Raúl Fornet-Bentacourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de José
Fornet-Betancourt. Op.cit., p.645.
179
En otros términos, se trata del respeto a las «biografías» de los pueblos: «También las culturas
tienen su biografía, no solamente las personas». Op.cit., p. 28.
220 Jaime Villanueva Barreto
que sus habitantes sigan viendo al mundo desde su propio modo de vida
sin intentar modificarlo según lo que dicta la mayoría. Además, en el ám-
bito social se requiere esta filosofía. La tolerancia y, más aún, el respeto que
predica puede tener un gran impacto en la estructura de las sociedades.
A lo largo de la historia siempre se ha rechazado lo diferente o ajeno por
no ser familiar o conocido. Con la perspectiva intercultural que desarrolla
Fornet-Betancourt, las personas se pueden beneficiar de lo ajeno al com-
prender que lo extraño no es perjudicial sino complementario.
Es en la práctica diaria que se vive la interculturalidad y el progreso que
se puede alcanzar por ella no se limita a una sola cultura,
[S]e trata de una cualidad que puede obtener cualquier persona y cualquier
cultura a partir de una praxis de vida concreta en la que se cultiva precisamen-
te la relación con el otro de una manera envolvente, es decir, no limitada a la
posible comunicación racional a través de conceptos sino asentada más bien
en el dejarse ‘afectar’, ‘tocar’, ‘impresionar’ por el otro en el trato diario de la
vida cotidiana180.
[d]onde ésta se hace desde y con sus diferencias, desde el valor de sus memo-
rias en todos los pueblos; es decir, no una historia lineal, reducida a la línea que
dibuja el progreso en su sentido occidental, sino una historia pluriversa, con
muchas líneas y futuros posibles181.
180
Raúl Fornet-Bentacourt. Transformación intercultural de la filosofía. Bilbao: Desclée de Brouwer,
2001, pp.256-257.
181
Raúl Fornet- Bentacourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de José For-
net-Betancourt. Op.cit., p. 645.
182
De este modo, no es posible constituir una visión intercultural solo desde el presente si no es a
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 221
perspectiva latinoamericana
190
Raúl Fornet Bentacourt. Transformación intercultural de la filosofía. Op.cit., p. 57.
191
Raúl Fornet Bentacourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl For-
net-Betancourt. Op.cit.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 225
perspectiva latinoamericana
192
Raúl Fornet-Betancourt. La filosofía intercultural desde una perspectiva latinoamericana. Op.cit.,
p. 32.
193
Raúl Fornet-Betancourt. Transformación intercultural de la filosofía. Op.cit., p. 47.
194
«Mas si tomamos la pregunta tal como está formulada, es decir, limitada a preguntar estrictamente
por el encuentro entre filosofía latinoamericana y filosofía intercultural, creemos que se puede
arriesgar la respuesta de que ese encuentro se da en 1995 en el marco del primer congreso de
filosofía intercultural que se celebra dicho año en México. Pues este congreso representa el
foro en que, por primera vez, por decirlo así, ‘se ven las caras’ importantes representantes de
la filosofía latinoamericana (Leopoldo Zea, Enrique Dussel, etc.) y de la filosofía intercultural
(Raimon Panikkar, Ram A. Mall, Franz Wimmer, etc.) y se inicia un intercambio directo que
despierta grandes expectativas de cara a la reorientación de la filosofía en América Latina. Una
prueba de ello es que dos años más tarde, en 1997, el segundo congreso se organiza de nuevo en
América Latina, con lo que se profundiza la experiencia del contacto directo entre la filosofía
latinoamericana y la filosofía intercultural». Raúl Fornet-Betancourt. La filosofía intercultural des-
de una perspectiva latinoamericana. Op.cit., p. 34.
226 Jaime Villanueva Barreto
en cuestión para poder abrirse a la perspectiva del otro, era la construcción de una universalidad
no reduccionista, por monocultural. La idea de universalidad en el pensamiento de Fornet-
Betancourt pretende erigirse como un proceso por hacer y no como un ideal previamente
determinado a imitar». Juan Blanco. «Horizontes de la Filosofía Intercultural. Aportes de Raúl
Fornet-Betancourt». Op.cit., p. 26.
199
Raúl Fornet-Bentacourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de Raúl For-
net-Betancourt.Op.cit., p. 643.
200
«Frente a una ideología monocultural de la historia y la homogenización cultural, se propone
la conformación de un pensamiento que ‘no solamente tolera otros pensamientos, sino que se
solidariza con ellos’». Ibid., p. 25.
201
Ibid., p. 643.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 229
perspectiva latinoamericana
Por dicha razón, la filosofía no puede ser entendida solo desde la pers-
pectiva predominante de Occidente, pues al hacerlo deja de lado la reali-
dad histórica de las culturas y se les arrebata la posibilidad de aportar su
visión de lo que debe ser la filosofía y su constitución. Por este motivo, este
filósofo llega a la idea de que no hay una sola y única filosofía, sino que
existen filosofías contextuales con base en diferentes culturas. Por eso «el
pensador latinoamericano se encuentra ante el reto de valorar y recuperar
toda esa pluralidad de culturas, la mayoría de las cuales han sido posterga-
das y acalladas»204.
Otro punto central de lo que implica el desfilosofar es el llevarla a su uti-
lidad práctica para que no quede en la mera teoría. De este modo, se pue-
de aplicar la filosofía al espacio público y, por lo tanto, hacerla de interés
202
Raúl Fornet-Betancourt. Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual. Madrid: Trotta,
2004, pp.76-77.
203
Raúl Fornet-Bentacourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de José For-
net-Betancourt.Op.cit., p. 644.
204
Carlos Beorlegui. (2010). Historia del pensamiento filosófico latinoamericano. Una búsqueda ince-
sante de la identidad. Bilbao: Universidad de Deusto, 2010, p.824.
230 Jaime Villanueva Barreto
público entre las personas. Esto sería para él «una filosofía que reflexiona
sobre los asuntos públicos y que sabe hablar de ellos públicamente, con-
tribuyendo de esta manera a la formación de un espacio alternativo de
opinión pública»205.
205
Raúl Fornet-Bentacourt. Interculturalidad en procesos de subjetivización. Reflexiones de José For-
net-Betancourt.Op.cit., p.644.
206
«[C]uando usamos ahora la expresión «filosofía latinoamericana» nos referimos únicamente a la
que, gracias tanto a la propia labor autocrítica frente al desafío del estallido de la diversidad cultu-
ral en su contexto como al impacto del desarrollo de la filosofía intercultural, se redefine desde el
diálogo con todas las culturas de América Latina». Raúl Fornet-Betancourt. La filosofía desde una
perspectiva latinoamericana. Op.cit., p. 36.
207
«[D]ar a conocer de este modo en el debate filosófico internacional los muchos nombres propios
con que se puede asociar en América Latina la reflexión filosófica, como por ejemplo los nombres
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 231
perspectiva latinoamericana
Aymara, Guaraní, Kuna o Maya. Como portavoz polifónico de esta pluralidad filosófica, la
filosofía intercultural latinoamericana estaría contribuyendo al enriquecimiento de la filosofía
intercultural y de la humanidad, porque estaría restituyendo al mundo la página del libro del
universo que, según José Martí, los europeos le robaron con la conquista de América». Raúl For-
net- Bentacourt. «La filosofía intercultural desde una perspectiva latinoamericana». Op.cit., p.37.
208
«Es como un momento de «conversión» a la pluralidad cultural, que en otro lugar hemos
analizado y caracterizado como el momento del giro intercultural en la filosofía latinoamericana».
Raúl Fornet-Betancourt. La filosofía intercultural desde una perspectiva latinoamericana. Op.cit.,
p. 37. Véase sobre este giro intercultural en Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana
actual. Sin embargo, Fornet-Betancourt reconoce que en Latinoamérica este giro intercultural no
es unánime: «Hablamos de «sector más sensible» porque hay que decir que el giro intercultural
de la filosofía latinoamericana, que estamos tratando de situar históricamente, es un giro que
desgraciadamente no engloba a toda la filosofía latinoamericana. Hay un sector que permanece
en el horizonte de la América mestiza, pero hay otro que, por la presión del curso de la historia,
sí va más allá. Esta tensión se podría ejemplificar en las posiciones de dos grandes representantes
de la filosofía latinoamericana en ese momento, a saber, Leopoldo Zea, como ejemplo del sector
que permanece en el horizonte del mestizaje, y Luis Villoro, como ejemplo del sector que se abre
al planteamiento intercultural». Ibid., p.33.
209
Cf. Raúl Fornet Bentacourt. La filosofía intercultural. Op.cit.
210
Raúl Fornet-Betancourt. «La filosofía intercultural desde una perspectiva latinoamericana». Op.
cit., p.37.
232 Jaime Villanueva Barreto
213
Raúl Fornet-Bentacourt. «La filosofía intercultural desde una perspectiva latinoamericana». Op.
cit., p. 49.
214
Victor Madrigal. «Una aproximación a la filosofía intercultural de Raúl Fornet-Betancourt: retos
que se le plantean a la teología». Op.cit., p.306.
234 Jaime Villanueva Barreto
215
Raúl Fornet-Betancourt. Con la autoridad de la melancolía. Los humanismos y sus melancolías.
Madrid: Verlag Mainz, Aache , 2019, p. 17. Cursiva del original.
216
Ibid., p. 20. Cursiva del original.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 235
perspectiva latinoamericana
es el velo que cubre toda vida humana con una profunda tristeza en la que
se refleja el anhelo de enteridad de ser que le es inherente. Por eso mismo la
melancolía es también el sentimiento que puede mover al hombre a elevarse a
un conocimiento que le facilite la superación de la visión unilateral de su hu-
manidad y, con ello, la restitución del lazo con el verdadero centro de la vida219.
218
Ibid., p.97.
219
Ibid., p. 203.
Capítulo III. Mundo de la vida y filosofía intercultural en 237
perspectiva latinoamericana
220
Ibid., p. 275.
238 Jaime Villanueva Barreto
los y las que padecen el pathos de la melancolía como ´mal de amor´ por la
situación del mundo y el empequeñecimiento del ser humano221221.
Por eso mismo su libro se nos propone como una tarea para retomar el
ethos del humanismo y defender en cualquier memoria de la humanidad o
humanidades la persistencia terca de lo humano. «La autoridad de la me-
lancolía debe ser deletreada en toda su intensidad, ya que está sostenida por
las muchas y diversas memorias melancólicas en que el género humano ha
guardado en los viveros propios de sus culturas y religiones las esperan-
zas de satisfacer humanamente los anhelos del alma»222222. Esta autoridad
es una invitación a persistir a creer en la humanidad de los seres humanos.
243
244 Jaime Villanueva Barreto
2
Josef Estermann «‘Vivir bien’ como utopía política: La concepción andina del “vivir bien” (suma
qamaña/allin kawsay) y su aplicación en el socialismo democrático en Bolivia». En: Museo de
Etnografía y Folclore (org.). Reunión Anual del Museo de Etnografía y Folclore 2010: El Vivir Bien.
La Paz: Museo de Etnografía y Folclore 2011b, p.220. Una diferenciación que es considerada como
necesaria por muchos lingüistas es la referente a qamaña y jackaña. Ello se debe a que entre los
significados de jakaña se puede traducir como «útero» o «placenta» por lo que diversos lingüistas
creen que el término de qamaña debe ser utilizado como la forma masculina del ‘buen vivir’ mien-
tras que jakaña sería la forma femenina de ese mismo concepto.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 245
Este vivir y tener nos remite a un Mundo de la Vida «más que humano»,
pues se encuentra arraigado no sólo a la lingüisticidad de tipo oral, sino
también al contorno propio de la naturaleza característico de las culturas
orales como la indígena. De hecho, como señala Rosemary Rizo Patrón:
6
«Dentro de la cosmovisión andina, existe un vínculo muy estrecho de sucesos entre lo astral, lo
agrícola y lo social». Julio Prieto Méndez. Derechos de la naturaleza. Fundamento, contenido y
exigibilidad jurisdiccional. Quito: Corte Constitucional del Ecuador; Centro de Estudios y Difu-
sión del Derecho Constitucional (cedec), 2013, p.228.Véase para más información las siguientes
referencias. Alberto Acosta Derechos de la naturaleza: el futuro es ahora. Quito: Abya Yala, 2009;
Alberto Acosta y Esperanza Martínez. El buen vivir: una vía para el desarrollo. Quito: Abaya Yala,
2009; Alberto Acosta y Esperanza Martínez. La naturaleza con derechos: de la filosofía a la política.
Quito: Abya Yala, 2011; Broederlijk. Territorios y recursos naturales: el saqueo versus el buen Vi-
vir. Quito: alai, 2008; Marcus Colchester. Salvando la naturaleza: pueblos indígenas y ambientes.
Ginebra: Unrisd, 1995; Philippe Descola. «El mundo de la selva». En: La selva culta: simbolismo
y praxis en la ecología de los Achuar, 302-362. Quito: Abya Yala/ ups publicaciones, 1996; Paul
Devereux, John Steele y David Kubrin. gaia: la tierra inteligente. Bogotá: Ediciones Roca s.a, 1991;
Antonio Diegues. El mito moderno de la naturaleza intocada. Quito: Abya Yala, 2000; Guido Ga-
lafassi. «Las preocupaciones por la relación naturaleza-sociedad. Ideas y teorías en los siglos xix y
xx. Una primera aproximación». Theomai, núm 3, 2001, pp.1-9.
7
Luis Mujica. Pachamama Kawsan: hacia una ecología andina. Op.cit., p. 201 ss.
8
«El cariño no puede ser retribuido, es el acto más simple de donación que expresa el desprendi-
miento de algo que tiene y que no significa una inversión o entrega con alguna intensión. (sic.) La
donación es eso: la entrega gratuita al otro de aquello que le puede gustar, sin que esto signifique
necesariamente una obligación entre las partes». Ibid., p.205.
9
Ibid., p.2.
10
Al respecto Polo en su artículo «El sentido ético de la interculturalidad» en: Gianni Vattimo et
248 Jaime Villanueva Barreto
al. El Mito del Uno. Horizontes de Latinidad. (2008). En ese sentido plantea a la interculturalidad
como «una apuesta por el pluralismo» en contraposición a una cultura dominante por un lado y el
relativismo cultural por otro lado, donde el primero «desconoce la diversidad cultural y tiende a la
homogenización» y el segundo «pretende que todo vale y que cualquier verdad tiene el mismo va-
lor» por lo que debemos entender la interculturalidad como «[e]ncuentro y comunicación dialó-
gica con el otro» de manera que podamos mirar la existencia humana tanto esperanzadoramente
al futuro, sin dejar de lado las huellas de nuestro pasado. Cf. Pollo Santillan. «El sentido ético de la
interculturalidad». En: Gianni Vattimo, Teresa Oñate, Amanda Núñez y Francisco Arenas (eds.).
El mito del uno. Horizontes de latinidad. Madrid: Dykinson, 2008.
11
Pablo Mella. Ética del posdesarrollo. República Dominicana: Ediciones Paulinas; Ediciones msc;
Instituto Filosófico Pedro Fco. Bonó, 2015, pp. 282-283.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 249
12
Cf. Julien Vanhulst. «Buen vivir: la irrupción de América Latina en el campo gravitacional del
desarrollo sostenible». Revista Iberoamericana de Economía Ecológica, vol. 21, 2013, pp.1-14.
13
Cf. Joseff Estermann. «Crisis civilizatoria y Vivir Bien. Una crítica filosófica del modelo capitalista
desde el allin kawsay/suma qamaña andino». Polis, Revista Latinoamericana, vol. 11, núm 33,
2012, pp.1-18.
14
Al respecto Mujica hace énfasis en «recuperar la hipótesis de que el planeta es un ente viviente»
que tiene dentro de sus principales características la capacidad de autorregularse. Ahora bien, «[p]
robablemente por el hecho de vivir en la pachamama hace que nosotros seamos también pacha-
mama; por qué no proteger entonces, la base de lo que somos nosotros mismos». Luis Mujica.
Pachamama Kawsan: hacia una ecología andina. Op.cit., p.209.
250 Jaime Villanueva Barreto
15
Ibid., p. 59.
16
Javier Medina (ed) (2001) Suma Qamaña: la comprensión indígena de la buena vida. Op.cit., p.68.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 251
Con ello, «un primer significado de Qamaña es: trama de vida donde
la mutua interconectividad genera bienestar»17. Dicho de otro modo, es
la existencia de vida en un espacio donde está establecido el bienestar. Tal
bienestar no se reduce a los seres humanos, sino que implica también a
todo ser puesto que se trata de llegar a un equilibrio bioesférico; un equili-
brio desde donde se produzca bienestar.
En «Buen Vivir» pone un énfasis en la importancia que tiene el proteger
la naturaleza y que debe primar en todo momento la solidaridad. También
considera que se debe profundizar en la democracia promoviendo así los
derechos y garantías sociales. Esta relación de solidaridad y reciprocidad
suponen una manera distinta de entender y estar en el mundo. El otro no es
visto como una amenaza que quiere las mismas cosas que yo. Al contrario,
sólo en relación con el otro y en complementariedad con él y con la natura-
leza es que se puede alcanzar el auténtico sentido de humanidad. Una hu-
manidad sin los otros y sin el entorno natural no es posible de ser pensada.
Lo mismo sucede, por ejemplo, con la percepción de la temporalidad.
En la cosmovisión andina no se considera que el tiempo sea lineal y pro-
gresivo; por el contrario, se ve al tiempo como una espiral cíclica18. De este
17
Ibid., p. 60.
18
Incluso el propio termino Pacha significa tiempo: «Según Cosíos (sic.), sucede lo mismo con Ri-
goberto Paredes y Guamán Poma de Ayala, para quienes ha existido una interpretación equivoca-
da. Indica que según estos autores el término Pacha significa tiempo, era, época, aunque Paredes
reconoce que este fue sufriendo alteraciones por influencia de otras lenguas, hasta ser entendido
como tierra». Julio Prieto Méndez. Derechos de la naturaleza. Fundamento, contenido y exigibilidad
jurisdiccional. Op.cit., pp.136-137. Y continúa: «Por este motivo, si partimos desde la concepción
occidental de que el tiempo y el espacio constituyen dos dimensiones de la realidad puede ser
un poco difícil comprender la ambivalencia conceptual del vocablo pacha, que las unifica. Así,
mientras que, por un lado, al hablar de pacha unificamos estas dos concepciones en un término
singular e indivisible, por otro tenemos la división del tiempo y espacio occidental, que no solo
admiten ser separados entre sí, sino que se puede hablar de distintos espacios, e inclusive de dis-
tintos tiempos. Por consiguiente, concordamos con Cosíos en afirmar que el término Pacha no
hace referencia a determinado espacio o tiempo, sino que esta especificación viene dada por otras
palabras que concreta esto a un tiempo-espacio actual, anterior o posterior, e inferior o superior.
Además, dentro de nuestra manera occidental de medir el tiempo, a cada medición correspon-
de un nombre, así tenemos las distintas divisiones entre días, semanas, meses, estaciones, años,
lustros, décadas, siglos, etc., mientras que en quichua se toman en cuenta los meses con relación
a la luna (nueve lunas son el tiempo de gestación), y el día en relación con la noche (por lo que
no se mide en horas, sino considerando el tiempo transcurrido y restante entre el amanecer y la
caída de la noche), separándose e intercalando su presencia, mientras que los años no se cuentan.
Así, mientras el tiempo occidental responde a una lógica lineal evidente, en quichua tenemos una
252 Jaime Villanueva Barreto
[L]a pacha se hace compleja en la medida que asigna el espacio con todos sus
matices y también indica el tiempo en sus diversas modalidades y segmen-
taciones. A esto hay que añadir las concepciones intersubjetivas que tiene el
término pacha para indicar no solo las identidades de las personas, sino la
identidad misma del individuo cuando se reconoce que la pacha tiene tanto
chawpi como uku y es como una matriz de la identidad del ser humano, que
hoy en día se podría identificar con los derechos humanos22.
21
Luis Mujica. Pachamama Kawsan: hacia una ecología andina. Op.cit., p. 212.
22
Ibid., p. 235.
23
Joseff Estermann. «Crisis civilizatoria y Vivir Bien. Una crítica filosófica del modelo capitalista
desde el allin kawsay/suma qamaña andino». Op.cit., p.14.
254 Jaime Villanueva Barreto
24
Mujica plantea al pukllay como una propuesta ética para el runa andino consciente de que la acción
individual será eficaz si entra en concordancia con la acción colectiva, logrando articular sus capaci-
dades al mismo tiempo que se genera un movimiento que le permita hacer pukllay. El pukllay es «la
conjunción de dos elementos diversos en una interacción» de donde queda claro que lo fundamen-
tal no solo es el movimiento y el cambio constante, sino la interacción y articulación del contacto
con el otro. Luis Mujica. Pachamama Kawsan: hacia una ecología andina. Op.cit., pp. 339-341.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 255
27
Joseff Estermann. «Crisis civilizatoria y Vivir Bien. Una crítica filosófica del modelo capitalista
desde el allin kawsay/suma qamaña andino». Op.cit., p.15.
28
Octavio Avendaño, Alberto Acosta y Esperanza Martínez (comp.). El buen vivir. Una vía para el
desarrollo. Op.cit., p. 55.
29
Ibid., p. 56.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 257
En cuanto al sentido mismo del objeto, queda esta vez definido por la mercan-
cía (expresión que no sólo comprende a los bienes, sino igualmente al trabajo
mismo, según acabamos de ver). La expresión, aparentemente anodina, de
‘mercado mundial’, no designa solamente una extensión del fenómeno de los
30
El siglo xx llamó «desarrollo» al progreso. Pero en la década de los setenta, comenzaron a vislum-
brarse ciertos problemas hasta entonces imperceptibles. Antes de la primera crisis del petróleo al-
gunos expertos se percataron de que la economía dependía de ciertos recursos y decidieron hacer
un cálculo sobre el futuro de la relación entre consumo y disponibilidad de materias primas. Para
llevar a la practica el ideal de desarrollo, todas las familias del planeta debían llegar a los mismos
niveles de consumo sin importar en qué país vivan. El Club de Roma descubrió que, por desgracia,
si se tratase de producir lo necesario para que la totalidad de familias del planeta consumiera lo
mismo que una familia promedio de los Estados Unidos, no alcanzarían todos los recursos des-
cubiertos y por descubrir. El debate en una primera etapa se concentró en el problema de los re-
cursos; posteriormente, se discutió el tema de la contaminación, y en todos los casos la conclusión
fue que el ritmo del desarrollo y consumo es a la larga insostenible. Hoy existe una necesidad de
ciertos límites (o códigos) bioéticos para hacer que ese desarrollo no desemboque en un medio de
aniquilamiento de la propia humanidad, insuficiente pero indispensable en nuestro tiempo. Una
vez más, el imperativo de responsabilidad se hace imprescindible ante el poder tecnocientífico.
No obstante, se ha tratado de satisfacer las demandas de la sociedad de consumo introduciendo la
idea del «desarrollo sostenible» que no es sino un eufemismo para decir que seguimos explotando
la naturaleza, pero de una manera más lenta que prolonga su agonía. Esto no puede tener sentido
si no va acompañado de un cambio en modelo industrial burgués que lo sustenta. Lo que debería
estar en cuestión es precisamente esta idea de desarrollo que, sin embargo, se mantiene como pilar
de la visión social dominante. No es posible que todos los países de la tierra puedan alcanzar gra-
dos de desarrollo como el de los países industrializados, pues eso significaría la total destrucción
de la naturaleza, a menos que se puedan desarrollar las tecnologías suficientes para hacerlo sin
contaminación, lo cual, por razones mercantiles, resulta muy poco probable. El desarrollo es hoy
el emblema de un mito en agonía y un lema político para vender productos tóxicos.
258 Jaime Villanueva Barreto
31
Miguel Giusti (Ed.). La mirada de los otros: diálogos con la filosofía francesa contemporánea.
Lima: pucp, 2015, p.296.
32
Sobre el concepto de desarrollo: «‘Desarrollo’, en efecto, tiene poco más de 60 años de uso y su
fracaso queda patente incluso por la necesidad que ha habido de cualificarlo incesantemente: de-
sarrollo económico, desarrollo social, desarrollo humano, ecodesarrollo, codesarrollo». José María
Tortosa. «Sumak Kawsay, Suma Qamaña, Buen Vivir». Aportes Andinos, núm. 28, 2011, p.2. Sub-
rayado nuestro. Tras este entusiasmo por el concepto «desarrollo» entre la década del sesenta y
setenta, en los actuales ambientes académicos se intenta superar el anterior concepto a través de
teorías del «post-desarrollo». Así, por ejemplo, Gustavo Esteva denomina a esta crisis del concepto
de desarrollo bajo el título «la agonía del desarrollo». De hecho, el número 445 de América Latina
en movimiento de junio de 2009, dedicado a la «agonía del desarrollo», se abría con un artículo
del propio Gustavo Esteva proponiendo el Buen Vivir («buena vida» se dice en el artículo) como
camino para ir «más allá del desarrollo». Estos esfuerzos teóricos por superar la visión clásica y
occidental del desarrollo se bifurca en varias tendencias: «[…] varios discursos ‘superadores’ han
surgido sobre la propia estela de la idea axial de desarrollo; por ejemplo el llamado a otro desarro-
llo incluido en el Informe What now? de la fundación Dag Hammarskjöld (1975), la propuesta de
un desarrollo a escala humana (Max-Neef et al. 1986), la del decrecimiento, (Georgescu-Roegen
1979, Latouche 2006), del mal desarrollo (Amin 1990, Tortosa 2001, entre otros), del post-desa-
rrollo (Wolfgang Sachs, Serge Latouche, Gustavo Esteva, Ivan lllich, Arturo Escobar, entre otros».
Julien Vanhulst. «Buen vivir: la irrupción de América Latina en el campo gravitacional del desa-
rrollo sostenible». Op.cit., p. 2.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 259
33
En general, Sumak Kawsay debe entenderse o como alternativa al desarrollo. Cf. Alberto Acosta.
Buen Vivir / Sumak Kawsay. Una oportunidad para imaginar otros mundos.Op.cit; Alberto Acosta.
El Buen Vivir en el camino del post-desarrollo. Una lectura desde la Constitución de Montecristi.
Quito: Fundación Friedrich Ebert, fes-ildis. O como camino a un más allá del desarrollo, pero de
ninguna manera como desarrollismo. Cf. Eduardo Gudynas y Alberto Acosta. «El buen vivir o la
disolución de la idea del progreso». En: La Medición del Progreso y del Bienestar. Propuesta desde
América Latina, 103-110. México D.F.: Foro Consultivo Científico y Tecnológico, 2011.
34
Luis Mujica. Pachamama Kawsan: hacia una ecología andina. Op.cit., p. 22ss.
35
Raúl Prada. «Ontología política del Sumak Kausay-Sumaj Qamaña» [Versión digital]. 2013, p.44.
Disponible en: http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/ potencia-existencia-y-plenitud.
260 Jaime Villanueva Barreto
37
«Y frente a ambas concepciones, estarían los intelectuales postdesarrollistas, y gran parte de los
ecologistas, que han reflexionado sobre el sumak kawsay. Cf. Arturo Escobar. «Una Minga para el
postdesarrollo». Op.cit; Esteva, G. (2009). «Más allá del desarrollo: la buena vida». América en mo-
vimiento, vol. 445, núm, xxiii. pp. 1-5; Alberto Acosta. «El Buen Vivir en el camino del post-desa-
rrollo. Una lectura desde la Constitución de Montecristi». Op.cit.; Eduardo Gudynas. «Buen Vivir:
Germinando alternativas al desarrollo. Separata Destaques del Foro Social Mundial 2011». América
Latina en Movimiento (alai), núm. 462, 2011. pp.10-17. También, están aquellos que lo consideran
como una propuesta por construir de manera participativa con aportaciones intelectuales de mar-
cos de referencias muy diversos, unos pre-modernos (como las tradiciones ancestrales indígenas),
otros modernos (como el socialismo neomarxista) y otros post-modernos (como el ecologismo
profundo o el feminismo postmoderno). Antonio Hidalgo-Capitán y Ana Cubilo-Guevara. «Seis
debates abiertos sobre el sumak kawsay». Íconos. Revista de Ciencias Sociales, núm.48, 2014, p. 30.
Luis Mujica. Pachamama Kawsan: hacia una ecología andina. Op.cit., p. 35.
38
Es que el Buen Vivir no puede ser simplistamente asociado al ‘bienestar occidental’, ni tampo-
co niega la posibilidad para propiciar la modernización de la sociedad, particularmente con la
incorporación en la vida de muchos y valiosos avances tecnológicos de la humanidad, sino que
apunta a otras bases conceptuales». Eduardo Gudynas y Alberto Acosta. «El buen vivir o la diso-
lución de la idea del progreso». Op.cit., p. 10. Otro concepto cuestionado, desde la experiencia y
el pensamiento americano, es el de desarrollo; véase por ejemplo: Eduardo Gudynas. «Buen Vivir:
Germinando alternativas al desarrollo. Separata Destaques del Foro Social Mundial 2011». Op.cit;
François Houtart. El camino a la utopía y el bien común de la humanidad. Panamá: Ruth Casa Edi-
torial, 2011; Arturo Escobar. «El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: ¿globalización o
postdesarrollo?» En: Edgardo Lander (edit.). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias so-
ciales. Perspectivas latinoamericanas, 155-201. Caracas: faces-uvciesalc, 2000 y Arturo Escobar.
La invención del desarrollo. Construcción y deconstrucción del Desarrollo. Bogotá: Norma, 1996;
Wolfganf Sachs (ed.). The Development Dictionary. Londres: Zed Books, 1992. Además del cues-
tionamiento efectuado por Amartya Sen (2000). Como señala Alberto Acosta: «En la cosmovisión
indígena no hay el concepto de desarrollo entendido como la concepción de un proceso lineal que
establezca un estado anterior o posterior. No hay aquella visión de un estado de subdesarrollo a
ser superado. Y tampoco un estado de desarrollo a ser alcanzado forzando la destrucción de las
relaciones sociales y la armonía con la naturaleza. No existe, como en la visión occidental, está di-
cotomía que explica y diferencia gran parte de los procesos en marcha. Para los pueblos indígenas
tampoco hay la concepción tradicional de pobreza asociada a la carencia de bienes materiales o de
riqueza vinculada a su abundancia». Alberto Acosta. El Buen Vivir en el camino del post-desarrollo.
Una lectura desde la Constitución de Montecristi Op.cit., p.11. A ello, agrega Acosta, el conjunto
de intelectuales preocupados por la crisis que padece nuestro entorno, preocupaciones que nacen
de diferentes horizontes teóricos: «En esta línea de reflexión, desde la vertiente ambiental y no
solo desde ella, podríamos mencionar los reclamos de cambio en la lógica del desarrollo, cada vez
más urgentes, de varios pensadores de gran valía, como fueron o son aún Mohandas Karamchand
Gandhi, Nicholas Georgescu-Roegen, Iván Illich, Manuel Sacristán, Ernest Friedrich Schumacher,
Arnes Naess, Aníbal Quijano, Herman Daly, Vandana Shiva, José Joan Martínez Allier, Manuel
262 Jaime Villanueva Barreto
El niño que nace y crece en un mundo en que la ‘vida’ humana” está relaciona-
da y depende de la ‘vida consciente’ de las montañas, de las piedras, insectos,
ríos, lagos y manantiales, se forma considerando el mundo y su propia exis-
tencia de una manera absolutamente diferente que el niño de una ciudad, en
que solo el ser humano está considerado como animado por un espíritu3940.
Naredo, Jürgen Schuldt, Arturo Escobar, Roberto Guimaraes, Eduardo Gudynas, José Luis Co-
raggio, Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde, Edgardo Lander, Gustavo Esteva, entre otros. Sus
cuestionamientos a las estrategias convencionales se nutren de una amplia gama de visiones, expe-
riencias y propuestas extraídas de diversas partes del planeta, inclusive algunas desde las mismas
raíces de la civilización occidental». Ibid., p. 14.
39
Jose María Arguedas. Los Ríos Profundos. Lima: Editorial Horizonte, 2011, p.394.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 263
40
Luis Mujica. Pachamama Kawsan: hacia una ecología andina. Op.cit., p. 125.
41
«La Naturaleza es asumida como ‘capital natural’ a ser domado, explotado y por cierto mercan-
tilizado. Se sigue creyendo, ingenuamente, que el extractivismo se convertirá en la senda para el
desarrollo». Alberto Acosta. El Buen Vivir en el camino del post-desarrollo. Una lectura desde la
Constitución de Montecristi. Opc.it., p. 18.
42
En efecto, el Buen Vivir no debe ser asimilado de modo simplista a visiones occidentales de pro-
greso, bienestar, desarrollo y modernidad.
43
La Constitución del Ecuador, redactada en Montecristi (2008), reconoce por primera vez en la his-
toria de la humanidad a la naturaleza como sujeto de derechos: «Así también, la crisis ecológica,
ha provocado que se reconozcan los límites del planeta, y que necesitamos de la naturaleza para
264 Jaime Villanueva Barreto
nuestra supervivencia. Esto ha estimulado no solo el nacimiento del derecho ambiental y de los
derechos de las personas vinculadas a un ambiente sano sino que, en el caso de Ecuador, también
presenciamos un cambio de paradigma en cuanto a nuestra concepción de la naturaleza en su
valor intrínseco, que implica un regreso a concepciones biocéntricas que fueron abandonadas al
iniciar el recorrido de la historia del pensamiento». Julio Méndez. Derechos de la naturaleza. Fun-
damento, contenido y exigibilidad jurisdiccional. Op.cit., p.60. Continua Prieto Méndez refiriéndo-
se a la historia de los derechos ambientales: «En todo caso, el reconocimiento del derecho humano
a un medioambiente sano ha sido gradual, desde la Declaración de las Naciones Unidas sobre el
Medio Ambiente Humano, firmado en Estocolmo en 1972, hasta la Cumbre de Río de Janeiro de
1992 se han ido estableciendo parámetros del alcance de este derecho. Así, la declaración aludida
establece el derecho al hombre ‘condiciones de vida satisfactorias en un ambiente cuya calidad le
permita vivir con dignidad y bienestar’. Se establece como contrapartida de este derecho: ‘el deber
solemne de proteger y mejorar el medio ambiente para las generaciones presentes y futuras’. Poste-
riormente, la reunión mundial de Asociaciones de Derecho ambiental, celebrada en Limoges entre
el 13 y el 15 de noviembre de 1990, aprobó una declaración en donde se señala: ‘La Conferencia
recomienda que el derecho del hombre al medio ambiente debe ser reconocido a nivel nacional
e internacional de una manera explícita y clara y los Estados tiene el deber de garantizarlo’. Fi-
nalmente, en la Cumbre de Río, 170 países representados y más de 100 jefes de Estado presentes,
consolidaron en el principio primero que todos los seres humanos tienen derecho a una vida
saludable y productiva en armonía con la naturaleza. […] En el caso del Ecuador, la Constitución
dedica la sección ii del capítulo II —Derechos del Buen Vivir— que se encuentra en el título ii, a
desarrollar toda la parte de derechos reconocidos en la Constitución. Asimismo, se hace alusión
a derechos ambientales en la sección primera del capítulo II —Biodiversidad y recursos natura-
les— que se encuentra en el título viii del Régimen sobre el Buen Vivir. De este modo, el derecho a
vivir en un medioambiente sano (arts. 14 y 66, numeral 27) no es el único que consagra el derecho
ambiental, sino que lo tenemos trasversalmente a lo largo del texto constitucional: el derecho a la
educación (art. 23), el derecho a la salud (art. 32), el régimen de desarrollo (art. 276), los principios
ambientales del artículo 395 y las garantías del artículo 397disponen la realización de los derechos
que sustentan al buen vivir vinculados con la existencia de ambientes sanos por lo que establece
que el régimen de desarrollo tendrá como objetivos, entre otros, recuperar y conservar la natura-
leza y mantener un ambiente sano». Ibid., pp.57-58. Véase también Albero Acosta «La naturaleza
como sujeto de derechos». Op.cit.
44
Cf. Eduardo Gudynas. El mandato ecológico. Derechos de la Naturaleza y políticas ambientales en la
nueva Constitución. Quito: Abya Yala; Eduardo Gudynas. Ecología, Economía y Ética del Desarrollo
Sostenible. Montevideo: claes, Editorial Coscoroba.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 265
[C]omo armonía con la naturaleza, en paz y equilibrio social. La vida con agua
limpia, […] el orgullo, identidad, autoestima y felicidad de sobrevivir usando/
266 Jaime Villanueva Barreto
45
Roberto Espinoza. (2010) Perú: El Buen Vivir, alternativa indígena a la crisis global de la civiliza-
ción. En el Foro Público «El Buen Vivir de los pueblos indígenas Andinas», 2010, p. 3.
46
Antonio Peña, Zenón Depaz, Félix Quesada, Mario Mejía, M.L Rivara, Emilio Mendizabal y
Amancio Chávez. La racionalidad andina. Lima: Editorial Mantaro, 2005, p.45.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 267
47
Ibid., p. 45.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 269
Este ideal incluye a los demás seres, animales, plantas, minerales, astros, espí-
ritus y divinidades. El Vivir Bien es un modo de existencia que está en equi-
librio con todos los demás elementos de la Pacha, de acuerdo a los principios
básicos de la pachasofía andina, que son los principios de relacionalidad, com-
plementariedad, correspondencia, reciprocidad y ciclicidad. El Vivir Bien no
es riqueza ni pobreza, no despilfarro ni escasez, no lujo ni carencia, sino una
vida en armonía con todos los demás seres, una convivencia intercultural, in-
terbiológica e intergeneracional4849.
48
Joseff Estermann. «Crisis civilizatoria y Vivir Bien. Una crítica filosófica del modelo capitalista
desde el allin kawsay/suma qamaña andino». Op.cit., p.11.
270 Jaime Villanueva Barreto
49
Así, separados del parámetro de normalidad que supone el conocimiento científico, Estermann,
por ejemplo, aplicando un método etnográfico, trata de describir la ética andina, entendida esta
como la comprensión del ‘estar’ en un sistema relacional con el cosmos; o, dicho de otra forma:
estar dentro de la Pacha. La ética andina, entonces, no solo transciende ‘el radio de la indivi-
dualidad y personalidad, sino también de la humanidad y racionalidad’». Julio Prieto Méndez.
Derechos de la naturaleza. Fundamento, contenido y exigibilidad jurisdiccional. Op.cit., p.42. A lo
que agrega Prieto Méndez: «El efecto de una ética de esta naturaleza es la responsabilidad com-
plementaria y recíproca que debe asumir el ser humano frente al cosmos. De ahí que, Estermann
formula el principio ético andino principal de esta manera: ‘Actúa de tal manera que contribuyas a
la conservación y perpetuación del orden cósmico de las relaciones vitales, evitando trastornos del
mismo’». Ibid., p.43.. Véase además: Josef Estermann. «Ruwanasofía o Lurañsofía: ética andina»
[documento digital]. Filosofía andina: sabiduría indígena para un mundo nuevo. Bolivia: iseat,
2016. http://casadelcorregidor.pe/colaboraciones/_ biblio_Josef_Estermann.php.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 271
por conquistar. El ser humano andino camina de espalda (qhipa) hacia el futu-
ro (quipa), mirando con los ojos (nayra; ñawi) hacia el pasado (ñawpapacha;
nayra pacha), para orientarse y buscar la utopía aún eclipsada. El axioma de
la modernidad occidental de que lo que viene siempre debe ser ‘mejor’ de lo
que ya ha pasado, no es válido para los Andes; lo anterior puede ser ‘mejor’, es
decir, puede estar en un equilibrio más perfecto que lo posterior50.
Por lo tanto, el desarrollo como tal debe estar orientado en todo mo-
mento a conseguir y mantener el equilibrio ecológico y cósmico. Tal de-
sarrollo no puede ser cuantificado y tampoco se mide monetariamente en
indicadores que sólo consideran el mejoramiento de las condiciones en las
que se da la vida humana. Asimismo, los recursos naturales se tienen que
renovar tanto para las futuras generaciones como para toda vida no-hu-
mana. Debido a que se trata de recursos finitos, sus ciclos de renovación y
regeneración deben ser tratados con mucho cuidado para que se mantenga
el equilibrio cósmico.
El explotar estos recursos no renovables de modo indiscriminado lleva
a un desequilibrio que resulta peligroso para todos los seres, puesto que no
habría un principio de reciprocidad. En los pueblos andinos, así como en
muchos otros, un recurso puede ser utilizado siempre y cuando exista una
forma verdadera de restituirlo o renovarlo. También, para estos pueblos
hay siempre un momento apropiado para iniciar un proyecto o proceso.
Ello implica que el tiempo no puede poseer un carácter cuantitativo, sino
más bien uno cualitativo. Para ello se deben seguir los ciclos vitales y rit-
mos naturales del orden cósmico.
Por último, se debe reiterar que el progreso no le pertenece tan sólo
al Occidente capitalista, la población indígena tiene sus propios modelos
de progreso, desarrollo y modernidad, los cuales están relacionados a sus
tradiciones donde siempre tienen en cuenta el pasado porque éste no se
deja atrás olvidado. El desarrollo es pluricultural y diverso; puede darse en
otras culturas y pueblos que no necesariamente comulguen con el occiden-
te moderno y capitalista. Se trata de abrir la reflexión a distintas formas de
entender y ver el mundo diferente a la predominante.
50
Joseff Estermann. «Crisis civilizatoria y Vivir Bien. Una crítica filosófica del modelo capitalista
desde el allin kawsay/suma qamaña andino». Op.cit., p.12.
272 Jaime Villanueva Barreto
El Buen Vivir aparece como una categoría en la filosofía de vida de las so-
ciedades indígenas ancestrales, pero que ha perdido terreno por efecto de las
prácticas y mensajes de la modernidad occidental, así como por efecto de la
colonialidad del poder. Su aporte, sin embargo, sin llegar de ninguna manera
a una equivocada idealización del modo de vida indígena, nos invita a asumir
otros ‘saberes’ y otras prácticas, en este caso de los pueblos y nacionalidades
tradicionalmente marginadas5152.
Así mismo, la noción del Buen Vivir que tienen los pueblos indígenas
implica una estrecha relación con la naturaleza. Todos los principios de
este término establecen una relación entre el ser humano con su entorno.
Si bien para Occidente, la naturaleza es considerada como materia prima,
un medio de producción y transformación que se encuentra a completa
disposición del sujeto; en cambio, para los pueblos andinos ello es todo lo
contrario. La naturaleza tiene vida y debe ser respetada y cuidada por los
mismos seres humanos. No se trata de un objeto explotable y manipulable
que no posee derecho ni libertad.
Para poder luchar contra aquella visión se requiere de una ética nueva
que permita organizar la vida; «[s]e precisa reconocer los límites biofísicos
de las actividades desarrolladas por los humanos. La realidad nos demues-
tra hasta la saciedad que la Naturaleza tiene límites»5455. Tales límites son
alcanzados por la mayoría de los estilos de vida antropocéntricos que pri-
vilegian la búsqueda de una acumulación de capital. Estos estilos de vida se
hacen cada vez más notorios y se evidencian como insostenibles.
La labor para realizar puede resultar compleja, pero es fundamental-
mente simple. Se trata de conseguir el reencuentro entre los seres huma-
nos y la naturaleza, entendiendo que ellos mismos son parte de ella. Una
de las principales tareas es la de desmercantilizar a la naturaleza. Los ob-
jetivos económicos deben ser realizados según el funcionamiento de los
sistemas naturales. Sólo de este modo se podrá acabar con su explotación
indiscriminada. Se debe, además, mantener en todo momento el respeto a
la dignidad humana y mejorar la calidad de vida de las personas al tener en
cuenta que el desarrollo económico no es un fin, sino un medio:
Dotarle de Derechos a la Naturaleza significa, entonces, alentar políticamente
su paso de objeto a sujeto, como parte de un proceso centenario de ampliación
53
Alberto Acosta. El Buen Vivir en el camino del post-desarrollo. Una lectura desde la Constitución de
Montecristi. Op.cit., p.17.
54
Ibid., p. 18.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 275
Esta perspectiva que para los sujetos modernos de occidente puede pa-
recer extraña y hasta irracional es completamente común y aceptable para
un poblador del ande. La modernidad que desde sus albores establece una
separación dualista entre el sujeto y la naturaleza no puede comprender la
visión relacional del cosmos que pueden tener otros mundos de vida dis-
tintos al suyo. Por eso, lo que se estaría haciendo al otorgarle derechos a la
naturaleza sería el reafirmar su derecho a la existencia. Para lograr ello se
requiere de un esfuerzo político para que se establezca la importancia del
cuidado del entorno y, con ello, la naturaleza.
Una visión relacional y empática del cosmos, como la del «Buen Vivir»,
asume que todo influye en todo, y esto permite ir más allá de la relacio-
nalidad mecánica, causal o lógica mediante la incorporación de una base
de concordancia en que la ambigüedad, la potencia y la precariedad de los
nudos relacionales que constituyen los entes exigen atención y cuidado.
Enraizada en esta dimensión ritual del saber y de la vida, persiste el Mundo
de la Vida andino; por ejemplo, medicina, cosmología, climatología, bio-
logía, etc., de un potencial menospreciado (cuando no ignorado) por un
sistema que se erige a sí mismo como el único posible.
Se requiere, además, de que el tránsito sea sostenido y plural en donde
se pueda producir un ordenamiento con respecto a la sociedad y economía,
pero manteniendo la integridad de los procesos naturales. Es decir, se trata
de llegar a mejores métodos y modificar las estructuras sociales, económi-
cas, políticas y culturales, pero siempre teniendo en cuenta la preservación
de la biodiversidad en el planeta. Con todo ello se podrían mejorar las con-
diciones de vida para todos los seres que habitan el planeta en vez de seguir
con los sistemas actuales donde tan sólo unos pocos son los beneficiados.
La propuesta de otorgarle derechos a la naturaleza surge a partir de la
crisis en la que se encuentra el mundo en la actualidad al optar por seguir
55
Ibid.
276 Jaime Villanueva Barreto
56
Ibid., p. 19.
278 Jaime Villanueva Barreto
57
Ibid., p.20.
58
Javier Medina. Suma Qamaña: la comprensión indígena de la buena vida. Op.cit., p. 105.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 279
Las características culturales peculiares, tienen que ver con su modo de ‘estar’,
su lengua, sus costumbres, sus vestimentas y los conocimientos y tecnologías
que utilizan para manejar su territorio; es decir, con las técnicas de conserva-
59
Ibid., p. 109.
60
Boaventura De Sousa Santos. (2009). Una epistemología del sur. México: Siglo xxi; clacso, p. 135.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 281
ción de su medio ambiente y, en el caso andino, del diálogo que asumen con
sus deidades tutelares y protectoras de su hábitat61.
61
Javier Medina. Suma Qamaña: la comprensión indígena de la buena vida. Op.cit., p.116.
62
Ibid., p. 117.
282 Jaime Villanueva Barreto
territorio poseen vida, ya sean ríos, montañas, lluvia, lagos, entre otros.
Cada uno de ellos es un ser sexuado como masculino o femenino. Se tra-
ta, entonces, de un mundo sensible y emotivo en donde la naturaleza y
el entorno de los seres humanos están conectados. El territorio junto a la
naturaleza necesita de los cuidados de los seres humanos, puesto que debe
ser tratada con respeto para conservar la vida que se encuentra en ellos.
La relación entre la sociedad y el medio ambiente es, sin duda, uno de los
campos esenciales del dilema fáustico de la ciencia. Bateson lo explicó del
siguiente modo: «Una civilización que cree que la naturaleza le pertenece
para dominarla y que posee además de una tecnología poderosa tiene la
misma probabilidad de sobrevivir que una bola de nieve en mitad del in-
fierno»65.
64
Ibid., p. 119.
65
Grego Bateson. Steps to an Ecology of Mind. London: Jason Aroston, 1987, p. 468.
284 Jaime Villanueva Barreto
No parece casual, por tanto, que las ciencias ambientales sean uno de
los campos desde los cuales se proponen nuevas visiones acerca de los
procedimientos de la resolución de problemas. A medida que aumenta la
incertidumbre y a medida que aumenta lo que se pone en juego en las
decisiones, los atributos de la ciencia tradicional, su certeza y su neutrali-
dad valorativa resultan más cuestionables. Aquí se hace necesaria una re-
situación de la compleja relación entre ciencia y filosofía. Necesitamos una
filosofía que responda de manera integral a este cambio en las relaciones
del ser humano con la naturaleza y nos proporcione el marco desde el cual
volver a pensar a profundidad y con rigurosidad esta relación.
En esta dirección uno de los temas fundamentales que nos sale al frente
es el de la alternativa entre expansión económica y protección del medio
ambiente. En muchas sociedades del mundo, en diversos contextos cul-
turales —y con independencia de su grado de riqueza, de su estructura
social o de su orientación política—, la idea de que la protección del medio
ambiente debe primar sobre la expansión económica goza de un amplio
respaldo. La protección del medio ambiente se ha convertido en un valor
de una referencia positiva que es un objeto de amplio consenso.
En cambio, el crecimiento económico, en la medida en que es también
objeto de consenso, lo es sólo como una referencia instrumental, como
un medio que únicamente se justifica si sirve para realizar otros valores
(el bienestar, la reducción de pobreza, etc.). Por tanto, cuando se trata de
opiniones, de formular preferencias en abstracto, la prioridad otorgada al
medio ambiente es justamente lo que cabría esperar. El comportamiento,
en cambio, tanto individual como colectivo, no depende sólo de valores de
referencia, sino también de intereses y deseos, de comportamientos con
otros intereses en conflicto, de contextos institucionales y de relaciones de
poder más o menos favorables.
Se ha tratado de satisfacer ambas demandas introduciendo la idea del
«desarrollo sostenible» que no es sino un eufemismo para decir que se-
guimos explotando la naturaleza, pero de una manera más lenta que pro-
longue su agonía. Esto no puede tener sentido si no va acompañado de un
cambio en el modelo industrial burgués que lo sustenta. Lo que debería
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 285
66
Juan Abugattás. Investigaciones filosóficas sobre el futuro. Lima: Fondo Editorial unmsm, 2010,
p.28.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 287
67
Cf. Aníbal Quijano. «Colonialidad del poder y clasificación social». En: Santiago Castro-Gómez,
Santiago y Ramón Grosfoguel (comps.). El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica
más allá del capitalismo global, 342-386. Bogotá: Siglo del Hombre / Universidad Central/Instituto
de Estudios Sociales Contemporáneos y Pontificia Universidad Javeriana/Instituto Pensar, 2007.
68
Gustavo Esteva. «Más allá del desarrollo: la buena vida». América en movimiento, núm. 445,
2009, p.1.
288 Jaime Villanueva Barreto
69
Cf. Aníbal Quijano (ed.). Des/colonialidad y Bien vivir. Un nuevo debate en América Latina. Lima:
Universidad Ricardo Palma, 2014.
70
Boaventura de Sousa. Una epistemología del sur. Op.cit., p. 255.
71
Aníbal Quijano (ed.). Des/colonialidad y Bien vivir. Un nuevo debate en América Latina. Op.cit.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 289
74
Cf. Marisol de la Cadena. «Política Indígena: Un análisis más allá de la política», WAN Journal,
núm. 4, 2008, pp. 139-171.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 291
bien que debemos vivir a un cierto nivel y esta es una exigencia ético-po-
lítica. Vivir bien, significa una buena vida, donde vida es un sustantivo,
pero el Buen Vivir es un verbo, vivir no es lo mismo que vida, el buen vivir
implica un modo de vida en la acción.
En este sentido, no se trata de una ética formal, sino de una ética ma-
terial que tiene un contenido y ese contenido es la afirmación y el creci-
miento de la vida de una comunidad. Se trata de una vida comunitaria y
cósmica que no la entiende únicamente desde la perspectiva humana. Esta
comprensión se da desde una narrativa simbólica, donde se comprende a
la naturaleza (que no se la llama naturaleza, sino pacha mama) como in-
cluida en la totalidad del cosmos. El Buen Vivir no es moderno; está antes
de la modernidad, está con la modernidad y tiene posibilidades de conti-
nuar cuando la modernidad haya desaparecido, es decir, tiene la capacidad
de trascenderla. En suma, este Buen Vivir es una construcción intersubje-
tiva que se podría definir en algo así como «yo soy, si tú eres».
El Buen Vivir también significa una concepción económica de la re-
lación del ser humano entre ellos y con el cosmos; radica en una relación
bio-ecológica, de la cual la economía es un capítulo secundario. El Buen
Vivir es un proyecto político que tiene por base a los movimientos sociales
que no estén en contra del Estado, sino que representan su esencia mis-
ma. Son la base de un Estado pluricultural, no burgués, ni tampoco post-
moderno (pues ésta es todavía una etapa de la modernidad). Este Estado
sería, entonces, más bien transmoderno. El Buen Vivir supone un sistema
político de plena participación y autogestión. En palabras de Boaventura
de Sousa Santos:
75
Boaventura de Sousa. Una epistemología del sur. Op.cit., p. 193.
292 Jaime Villanueva Barreto
76
Arturo Escobar. «Una minga para el postdesarrollo». Op.cit., p. 30.
77
«Lo mismo puede decirse de la mirada ‘re(tro)volucionaria’ al pasado para alcanzar el futuro, que
parece absurda en la lógica lineal del tiempo del modernismo, cuando realmente es coherente
con la lógica circular del tiempo de muchas culturas indígenas. Por eso, el ‘súmak káusai hay
que entenderlo como futuro, el futuro en runashimi es ñaupa, avanzar es ñaupana. Ñaupa es el
inicio de todo y de todos. Es decir, si avanzar al futuro es ñaupana, en la lógica runa […] supone
caminar al inicio’ (Viteri, 2003: 106). Pero ello no supone una regresión en el sentido moderno,
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 293
78
Alberto Acosta. El Buen Vivir en el camino del post-desarrollo. Una lectura desde la Constitución de
Montecristi. Op.cit., p.19.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 295
el término del Buen Vivir; sin embargo, con el paso de los años se ha ido
variando esta noción misma.
A partir de ello se pueden desarrollar razones por las cuales se han pro-
ducido contradicciones prácticas del Buen Vivir como ejercicio de control
estatal. En primer lugar, se debe a la estatización del Buen Vivir como una
estrategia de buena gobernanza. El Buen Vivir fue establecido como una
estrategia para gobernar con características de política multiculturalista:
brado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay […]. La Constitución, con sus
444 artículos, rompe con la concepción clásica de priorizar unos derechos sobre otros. Muy por
el contrario, enfatiza el carácter integral de los mismos, al reconocerlos como interdependientes y
de igual jerarquía (Art. 11, numeral 6). Por lo tanto, los derechos del Buen Vivir ocupan la misma
jerarquía que otros conjuntos de derechos» (Gudynas y Acosta 2011, p. 106). Eduardo Gudynas
y Alberto Acosta. «El buen vivir o la disolución de la idea del progreso». Op.cit., p.106. Y sobre
el mismo concepto en la constitución de Bolivia: «En el caso de la nueva Constitución de Bolivia
(2009) las referencias al Buen Vivir aparecen en la sección sobre las bases fundamentales del Esta-
do. Allí, al abordarse los principios, valores y fines del Estado (Artículo 8), se ‘asume y promueve
como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas
flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa),
teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)’. En este
caso se observa una mayor amplitud cultural, en tanto se postulan concepciones del Buen Vivir
de varias tradiciones indígenas además de la aymara, tales como el quechua y el guaraní». Ibid.,
p.107. No obstante, las similitudes, existen diferencias entre ambas constituciones: «Pero también
hay diferencias importantes entre las propuestas boliviana y ecuatoriana. En el caso de Bolivia,
el suma qamaña y los demás conceptos asociados son principios ético-morales y no aparecen
como derechos. Están enfocados en delimitar los marcos para una sociedad que se define como
plurinacional. Incluso se puede argumentar que estos principios ético-morales serían una de las
fundamentaciones de esa plurinacionalidad, y el Buen Vivir es entonces una condición que puede
expresarse de diferente manera en cada una de ellas. En el caso ecuatoriano, en cambio, el sumak
kawsay es presentado a dos niveles: como el marco para un conjunto sustantivo de derechos, y
como expresión de buena parte de la organización y ejecución de esos derechos, no sólo en el Es-
tado, sino en toda la sociedad. Es una formalización de mayor amplitud, pero a la vez más precisa,
ya que el sumak kawsay aparece dentro del conjunto de derechos y a la vez como contrapeso a un
nuevo régimen de desarrollo. En cambio, en el texto constitucional boliviano ese vínculo entre
suma qamaña y los derechos no es explícito; por ejemplo, no hay una referencia a este concepto
en la sección de los derechos fundamentales. A su vez, en el texto boliviano, el suma qamaña es
claramente presentado como una de las finalidades del Estado. En cambio, en la Constitución
ecuatoriana el Buen Vivir aparece en un alto nivel de la jerarquía, y desde éste se derivan muchos
derechos. La dimensión plurinacional es más fuerte en el caso boliviano, llegándose a reconocer
36 lenguas indígenas además del castellano; un punto que no se logró en Ecuador. La dimensión
ambiental es, en cambio, más intensa en Ecuador, donde se reconocieron por primera vez los
Derechos de la Naturaleza (artículos 71 a 74, destacándose el Artículo 72 donde se establecen los
derechos a la restauración de la naturaleza)». Ibid., p. 108.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 297
81
Senplades. Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013. Construyendo un Estado Plurinacional
e Intercultural. Quito: senplades, 2009, p.46.
298 Jaime Villanueva Barreto
Los discursos ‘esencialistas’ se caracterizan por concebir las culturas como rea-
lidades estáticas. Se afirma que por su estaticidad los discursos esencialistas en
torno al ‘Buen Vivir’ no permiten plantear los problemas socio-estructurales
de manera sistemática, problemas que explicarían la pobreza rural en diversos
puntos de América Latina […]. Concretamente, en los discursos esencialistas
no se aborda de manera sistemática el problema de la reconcentración de tie-
rra y el ahogo estructural de la pequeña producción campesina83.
balizada cuando no advierten que las tareas no se pueden realizar con tales
idealizaciones.
Otro aspecto que perjudicaría enormemente a los pueblos indígenas
es el ventriloquismo político. Ello consiste en tomar la palabra por parte
de sectores no indígenas en nombre de los indígenas. Si bien lo que in-
tentan es hacer sentir la voz y presencia de los indígenas, en la mayoría
de los casos no están dando a conocer lo que realmente desean y buscan
los pueblos indígenas como parte de la sociedad. El problema del acto de
solidaridad es que intelectuales o administradores de proyectos son los
que toman decisiones cuando son los pueblos indígenas quienes debe-
rían poder hacerlo por sí mismos sin que les arrebaten la posibilidad de
ser escuchados.
Lo que sucede es que todo lo anterior ocurre, debido a que las políticas
gubernamentales están guiadas según las prácticas económicas, incluso
cuando en sus constituciones se expresan los objetivos del Buen Vivir para
una mejor vida en comunidad. Al mismo tiempo, se ha llegado a una nue-
va práctica denominada como «neoxtractivismo progresista» en la cual se
refuerza el sentimiento nacionalista para adquirir una mayor legitimidad
entre los individuos. Por lo tanto, no extraña el que la Pachamama no po-
sea los derechos que le corresponde.
[U]na transición hacia el buen vivir exige una transición posextractivista, eso
es fundamental: el extractivismo no es en ninguna circunstancia la base del
buen vivir, porque el extractivismo se sustenta en la violencia generalizada
contra las comunidades y contra la naturaleza. El extractivismo es una moda-
lidad de acumulación que comenzó a fraguarse masivamente hace quinientos
años. Esta es una categoría que nos permite explicar el saqueo, la acumulación,
la concentración, la destrucción y la devastación colonial y neocolonial, así
como la evolución del capitalismo hasta nuestros días. Desarrollo y subde-
sarrollo, como dos caras de un mismo proceso, son elementos que hay que
ubicar en este contexto. El buen vivir, en tanto alternativa al desarrollo, plantea
la disolución de esos conceptos y la construcción de una propuesta distinta en
términos civilizatorios85.
85
Blanca Fernández, Liliana Pardo y Katherine Salamanca. «El buen vivir en Ecuador: ¿marketing
político o proyecto en disputa? Un diálogo con Alberto Acosta». Iconos, Revista de ciencias socia-
les, núm. 48, 2014, p. 109.
Capítulo IV. El mundo de la vida del sumak kawsay y la crisis civilizatoria 301
86
senplades. Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013. Construyendo un Estado Plurinacional
e Intercultural. Quito: senplades, p.32.
302 Jaime Villanueva Barreto
transición hacia una sociedad en la que la vida sea el bien supremo. Implica
una democracia profunda con participación popular permanente en la vida
pública del país. Se identifica con la consecución del bien común y la felicidad
individual, alejados de la acumulación y consumo excesivos. Nuestra propues-
ta política no depende de nuestras maneras de ver el mundo, de una región, de
un pueblo o de una nacionalidad87.
Con los objetivos que se plantean para llegar al «Socialismo del Buen
Vivir»88 no se requiere la asociación con ninguna cosmovisión específica
de las poblaciones que se encuentran en Ecuador. Se puede, además, esta-
blecer bases según las cuales se permite aprovechar la naturaleza como re-
curso natural. El Buen Vivir del modo que ha sido presentado en su última
transformación para el Socialismo del Buen Vivir queda completamente
disociado del Sumak Kawsay.
El haber incluido la noción del Buen Vivir en determinadas constitu-
ciones ha llevado a que el discurso gobiernista se apropie del paradigma
del Buen Vivir para poder reforzar las medidas extractivistas que no son
beneficiosas para todos los individuos de la sociedad.
87
Senplades. Plan Nacional para el Buen Vivir 2013-2017. Buen Vivir. Todo el mundo mejor. Quito:
senplades, 2013, p.20.
88
Esta corriente socialista otorgaría función principal a la acción del Estado conformando una vi-
sión estatista desde la cual su preocupación mayor es la igualdad social, pero no necesariamente
los problemas ambientales; «hablan de ‘socialismo del sumak kawsay’ […], más que de sumak
kawsay, como una variante andina del socialismo y entienden que este concepto va más allá de un
planteamiento indígena y debe ser completado con aportaciones del pensamiento neo-marxista,
tales como el socialismo del siglo xxi». Antonio Hidalgo-Capitán y Ana Cubilo-Guevara. «Seis
debates abiertos sobre el sumak kawsay». Op.cit., p. 27. Por ejemplo, los gobiernos de Ecuador y
Bolivia basan parte de sus políticas en esta visión: «Esta corriente es la que inspira la política de los
Gobiernos de Correa, en Ecuador, y de Morales en Bolivia, con Ramírez (ex Secretario Nacional
de Planificación para el Desarrollo y Secretario Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecno-
logía e Innovación) y García-Linera (Vicepresidente de la República) como ideólogos principales,
respectivamente. A esta corriente se le critica por su falta de sensibilidad hacia los problemas am-
bientales y hacia las reivindicaciones de los pueblos indígenas y por su defensa del ‘extractivismo’
como modelo de desarrollo». Ibid., p. 28.
CAPÍTULO V
T
ras la exposición del concepto y la experiencia implícita en la cate-
goría Sumak Kawsay nos es necesario establecer la revisión feno-
menológica de ésta en relación con la fenomenología intercultural,
desarrollada tanto en el primer como en el segundo capítulo de este libro.
También, se establecerá una relación con el pensamiento intercultural la-
tinoamericano, en cuyos orígenes resuena la fenomenología, expuesto en
el tercer capítulo. En efecto, en el primer y segundo capítulos se asevera
el aspecto intercultural del pensamiento de Edmund Husserl, es decir, la
apertura fenomenológica al horizonte dialógico de las múltiples culturas
, mientras que nuestro tercer capítulo expone la presencia e inspiración
fenomenológica en el pensamiento latinoamericano representado por Luis
Villoro, estudioso y traductor de la obra de Husserl, por Juan Carlos Scan-
none, estudioso de la vertiente fenomenológica y ética de Levinas, y por
Raúl Fornet-Betancourt, interesado en el pensamiento de Heidegger y en
la ontología fenomenológica de Jean-Paul Sartre.
Si desde este horizonte amplio, sea en su propia preocupación por el
problema de las culturas, sea porque inspira desarrollos teóricos no oc-
cidentales (pensamiento latinoamericano), entonces es necesario revisar
desde la fenomenología intercultural (Husserl) y desde el pensamiento in-
tercultural latinoamericano (de orígenes fenomenológicos) el contenido y
la experiencia implícitos en la categoría Sumak Kawsay.
Por este motivo, analizaremos los contenidos del Sumak Kawsay según
el siguiente doble criterio: primero, elegiremos un conjunto de categorías
implícitas en el Buen Vivir, las cuales se revisarán desde la visión fenome-
nológica e intercultural. Esto no significa someter esta categoría de origen
303
andino a prejuicios externos a sus propios contenidos; por el contrario, nues-
tra intención es descubrir en la propia fenomenología y en el pensamiento
intercultural desarrollos análogos al Sumak Kawsay. Por ello, en vez de «so-
meter» el concepto del Buen Vivir a criterios fenomenológicos e intercultu-
rales, considero descubrir un espectro analógico entre éstos y las categorías
implícitas en las experiencias no occidentales del Sumak Kawsay.
Como se observó en el cuarto capítulo, Sumak Kawsay implica múl-
tiples factores de experiencia, los cuales son posiblemente divisibles en
los siguientes aspectos: primero, la visión holística de la naturaleza bajo la
categoría Pachamama; segundo, el relacionismo integral de los múltiples
seres; tercero, el relieve de la experiencia sensorial y prerreflexiva sobre la
experiencia racional y discursiva, y, cuarto, el pluralismo epistemológico.
En los siguientes apartados efectuaremos un estudio de ellos desde la fe-
nomenología y desde la orientación intercultural del pensamiento latinoa-
mericano.
Además de esto, el método fenomenológico nos permite acercarnos al
Mundo de la Vida del Sumak Kawsay y describir sus principales efectua-
ciones de sentido ahora sedimentadas en el modo de conceptos o pautas
generales para la vida. Como dijimos antes, la epojé nos permite un acceso
desprejuiciado a este Mundo de la Vida particular.
La naturaleza es nuestra madre viva, por ello debe ser cuidada y respetada;
la calidad es más importante que la cantidad, predomina lo cualitativo so-
bre lo cuantitativo. El mundo es Pacha, un organismo que es equilibrado y
ordenado; hay una visión «orgánica-vital» de la naturaleza que nos rodea,
en lugar de una naturaleza física-mecánica, como paradigma de lo vivo1.
1
«Así, en este punto existe prácticamente un verdadero consenso en considerar la Pacha Mama
como una deidad femenina andina, relacionada con la tierra, maternidad y fertilidad; cuya traduc-
ción castellana más apropiada corresponde a Madre Tierra, pero que lleva implícita la doble di-
mensión espacio tiempo». A ellos se agrega: «Cunan pacha: tiempo-espacio actual; Ñaupa pacha:
tiempo-espacio anterior; Mincha pacha: tiempo-espacio posterior; Ucu pacha: tiempo-espacio
inferior; Jahua pacha: tiempo-espacio superior». Julio Prieto Méndez. Derechos de la naturale-
En este sentido, los recursos naturales son la base de toda vida y no deben
verse tan sólo como medios de producción; sólo la naturaleza produce y
crea, el ser humano es quien transforma lo que ésta produce. En suma, el
Buen Vivir es una expresión de felicidad y además nos muestra que no es
solo a través del desarrollo que es posible alcanzarla2.
La naturaleza concebida bajo la noción de Pachamama nos presenta
un mundo donde los seres ocupan, aparte de su hábitat particular, un es-
pacio más amplio que los envuelve, los conecta y los comunica por medio
de semejanzas, interacciones, resonancias mutuas y demás participaciones
comunitarias y cósmicas. Esta atmosfera unitiva de los seres alrededor del
planeta se opone al concepto de naturaleza constituido tras el renacimien-
to. Por eso es que en la concepción andina:
Todo tiene vida, nada es simplemente materia inerte. Este principio ‘panteísta’
implica que el universo o pacha no es una máquina o un mecanismo gigantes-
co que se organiza y mueve simplemente por leyes mecánicas, tal como afir-
maron los filósofos modernos […]. Pacha es más bien un organismo vivo en el
que todas las partes están relacionadas entre sí, en constante interdependencia
e intercambio. El principio básico de cualquier ‘desarrollo’ debe ser, entonces,
la vida (kawsay, qamaña) en su totalidad, no solamente la del ser humano o de
animales y plantas, sino de todo Pacha 3.
za. Fundamento, contenido y exigibilidad jurisdiccional. Quito: Corte Constitucional del Ecuador;
Centro de Estudios y Difusión del Derecho Constitucional (cedec), 2013, p.137. Siempre ha exis-
tido una relación muy próxima entre las personas y las plantas, debido a que la vida cotidiana se
centra en la producción, consumo y distribución de las siembras. Estas prácticas definen conduc-
tas sociales porque la relación personas-cultivos simbólicamente obedece a los ciclos de vida y las
celebraciones agrícolas. Las personas en los Andes siempre han tenido una relación espiritual con
la tierra, con la Pacha Mama. Siempre han visto la necesidad de relacionar las prácticas agrícolas
con seres superiores. Anteriormente con deidades locales ancestrales, ahora, influenciadas por el
cristianismo, aunque esa relación de la tierra con una divinidad continua. Ibid., p.230.
2
Cf. Josef Estermann. «Crisis civilizatoria y Vivir Bien. Una crítica filosófica del modelo capitalista
desde el allin kawsay/suma qamaña andino». Op.cit.
3
Josef Estermann. Crecimiento cancerígeno versus el Vivir Bien. La concepción andina indígena de
una vida sostenible como alternativa al desarrollismo occidental. Op.cit., pp.10-11-
divisiones en múltiples sectores porque olvidó no solo el valor de la uni-
dad de lo que es, sino además desestimó el valor de los conocimientos
ancestrales. Ello se observa en la crítica metodológica de Descartes4 a las
opiniones concebidas desde la escuela y desde la infancia, pero aún más
evidente ocurre ello en medio de la Ilustración cuya supuesta objetividad
sin prejuicios no es sino otro prejuicio.
No menos se produjo este olvido de lo ancestral en las teorías historicis-
tas concebidas desde el paradigma de la Ilustración principalmente a partir
del discurso positivista del siglo xix. Precisamente es en el siglo xix donde
se instaura la ciencia como discurso hegemónico y paradigmático. Sin em-
bargo, esta naturalización positivista de la realidad se sometió a revisión a
fines del siglo xix a través del neokantismo, quien reexaminó las teorías
kantianas y las antinomias de la dialéctica trascendental de la Crítica de la
Razón Pura y cuyo producto teórico fue la extensión del concepto de cien-
cia, no solo limitado a las ciencias naturales o formales, sino además exten-
dido a las ciencias de la cultura a partir de la escuela neokantiana de Baden
representada principalmente por Windelband y Heinrich Rickert, quienes
desde una distinción entre ciencias de la naturaleza y ciencias de la cultu-
ra, sostienen la singularidad de las teorías sobre la cultura como el arte, la
historia, la literatura o la psicología. Precisamente el más eminente repre-
sentante de este movimiento es Dilthey cuyo pensamiento admiró Husserl,
quien no fue ajeno a este interés por las ciencias de la cultura a través de su
contacto con el pensamiento de aquél. No obstante, pese a esta admiración,
Husserl estableció diferencias teóricas con Dilthey como se observa en Fi-
losofía, ciencia rigurosa de 1911 y en el intercambio epistolar entre ambos.
La cultura, en Husserl, conforma el conjunto de producciones objeti-
vas, sean obras de arte, textos, monumentos o instituciones. Así, las mis-
mas ciencias formales, empírico-deductivas y humanas deben considerar-
se productos culturales —a la sazón, de la modernidad occidental—. Estas
producciones no son individuales, sino colectivas: es la comunidad la que
constituye la cultura, la reactiva, la conserva bajo la forma de la tradición
y en ella se reconoce.
4
René Descartes. Reglas para la dirección del espíritu. Madrid: Alianza Editorial.
Por ello al ingresar al problema de la cultura, desde el horizonte feno-
menológico, se implica en general a la comunidad y más específicamente
a la intersubjetividad. Al referirnos a la intersubjetividad no suponemos el
mero agregado de individuos, sino, como nos lo recuerda Julia Iribarne, es
el ser-con, el ser-en y el ser-para, términos indicadores de relaciones inter-
humanas, de lazo, encuentro y reciprocidad. Al ser con otros la dimensión
intersubjetiva, ésta se constituye de modo sintético y concordante, lo cual
implica a su vez la co-constitución entre los participantes. De este modo,
Husserl descubre en la experiencia intersubjetiva de nuestro entorno lo
que es la unidad. Unidad en doble sentido: primero, unidad del mundo y,
segundo, unidad de nuestras experiencias correlativas a aquella unidad.
9
Julio Prieto Méndez. Derechos de la naturaleza. Fundamento, contenido y exigibilidad jurisdiccio-
nal. Op.cit., p. 133.
En el mundo indígena amazónico existe un conocimiento amplio e interrela-
cionado del manejo ecológico, la relación de lo social y la naturaleza. Científi-
cos argumentan que el bosque de la Amazonía ha sido parcialmente modifica-
do por un proceso histórico de transformación por acción humana. Como lo
explica Rival (1998), ‘los grupos indígenas han ganado un conocimiento único
sobre el ambiente producto de la experiencia pasada y de sus antepasados,
desarrollando sistemas sociales y valores culturales siempre relacionados con
la naturaleza’10.
Por tanto, lejos del respeto neutral por las culturas ancestrales, nuestra
investigación aboga por la inclusión y el ejemplo de aquellos saberes, ex-
plicitados en idiomas olvidados pero resistentes a los procesos de occiden-
talización (quechua y aymara). Ello significa incluir la concepción familiar
y no solo geográfica de naturaleza: nos referimos a la Tierra como Madre
entendida en término quechua como Pachamama.
10
Ibid., p. 225.
11
Ibid.
311
les, término propio de la lógica extractivista industrial; por el contrario,
la presencia de ellos en el entorno de las comunidades es asumida bajo la
experiencia de la cercanía y proximidad.
A nuestro juicio, el término que describe óptimamente esta presencia
y experiencia próxima de los seres con nosotros y entre sí es el de «fami-
liaridad». Mas ¿cómo significar lo familiar? Lo familiar es, en términos de
Husserl, lo que habitualmente usamos o el espacio familiar que habitamos
o visitamos. Por esta razón. lo familiar se instituye a través de un conjunto
de habitualidades, a través del tiempo, por medio de acciones, repeticio-
nes y constancias y existe en relación con lo no familiar, a lo extraño;
este conforma lo desconocido, constituido así a partir de lo conocido en
medio del mundo familiar. Lo extraño, es a juicio de Husserl, lo exterior
a mi esfera habitualmente constituida de familiaridad. Sin embargo, las
distancias entre lo propio y lo extraño no implica la imposibilidad del
diálogo y la apertura; por el contrario, histórica y generativamente nues-
tros horizontes de experiencia se amplían cada vez más al participar de
nuevos horizontes.
La ampliación de nuestras experiencias comunitarias a través de la
horizonticidad no solo se basa en la conjunción de diferentes modos cul-
turales, sino que por esta ampliación intercultural descubrimos un halo
de familiaridad más profundo y al que Husserl en ocasiones denomina
«hogar». La experiencia del hogar remite precisamente al vínculo unitivo
que atraviesa las diferencias culturales y si nos referimos al hogar funda-
mental de las culturas, especies y demás seres, entonces es evidente que
semejante espacio lo constituye nuestro mundo, nuestra base que es el
Mundo de la Vida.
Así no solo estamos interconectados, comunicados y unidos sino ade-
más, desde la perspectiva horizóntica y deconstructiva de la fenomenolo-
gía, compartimos las distintas comunidades un espacio mayor y común: el
Mundo de la Vida.
§3. La experiencia sensorial y pre-reflexiva sobre la
experiencia racional y discursiva
12
Ibid., pp. 215-216.
prácticas fueron asumidas y sedimentadas a través de hábitos comunita-
rios desde tiempos antiguos.
No solo la técnica contemporánea desvaloriza las inteligencias adquiri-
das y practicadas por medio de los sentidos, sino con ello, al valorar solo lo
nuevo y lo futurizo, excluye la conservación de lo antiguo, es decir, la tra-
dición. Esta exclusión de la historia conservada bajo lo tradicional implica
a su vez el carácter habitual y repetitivo de la experiencia. Sin embargo, el
énfasis por el progreso desde la cultura moderna evita estimar adecuada-
mente lo habitual, lo conservado, lo sedimentado, lo repetible.
Desde la visión moderna, estas experiencias evitan el desarrollo, la ac-
tualización y la propia ciencia como si ésta se erigiera sin historia, sin tra-
dición, sin comunidad y sin hábitos. La visión fenomenológica de Husserl
difiere totalmente de esta visión moderna: no es posible la ciencia sin su
respectivo horizonte histórico.
La historia, en términos fenomenológicos, o lo ancestral, en términos
antropológicos y próximos a nuestras comunidades indígenas, conforman
un modo epistemológico alternativo a las concepciones técnicas, progre-
sistas y modernas de las actuales sociedades «liquidas» y de consumo. Así,
la fenomenología y las visiones indígenas asumen el recuerdo de las expe-
riencias iniciales de cualquier sujeto, como es el uso de los sentidos, el mo-
vimiento del cuerpo, los gestos, etc., los cuales producen sedimentaciones
históricas que retrospectivamente nos remitan a un saber ancestral.
13
Eduardo Viveiros de Castro. Metafísicas caníbales. Líneas de antropología postestructural. Madrid:
Katz Editores, 2010, p.221.
14
Roberto Silla. (2010). «Reseña de Metafísicas caníbales. Líneas de Antropología Posestructural».
Avá. Revista de Antropología, núm. 20, 2010, p.220.
Pero no menos interesante es descubrir en este multiperspectivismo
de nuestras culturas amerindias la apertura hacia experiencias no solo
limitadas al ser humano: los animales y las plantas participan de otras
perspectivas.
Es decir, las experiencias andinas, y no menos las amazónicas, superan
la posición egológica y antropológica de la cultura antropocéntrica. Por el
contrario, si somos humanos solo lo somos, nos indican las experiencias
aborígenes, si nos concebimos como parte de la comunidad mayor de la
naturaleza viviente, fluyente y relacional.
Habría que replantearnos qué significa el buen vivir. Estoy consciente, muy
consciente de que el buen vivir no se consigue simplemente con una aproba-
ción constitucional. No es simplemente una cuestión de tener en la Constitu-
ción el régimen del buen vivir para que éste se haga realidad. Insisto, el buen
vivir está en tensión con el régimen del desarrollo. Lo que hay que tener es
claridad de qué significa el buen vivir. Un tema no resuelto16.
16
Blanca Fernández, Liliana Pardo y Katherine Salamanca. «El buen vivir en Ecuador: ¿marketing
político o proyecto en disputa? Un diálogo con Alberto Acosta». Op.cit., p.104.
monía entre seres humanos, entre sí y con la naturaleza. Una tarea que, por lo
demás, exige siempre más democracia, nunca menos17.
17
Ibid., p. 117.
18
Ver el apartado 2.2.3. del Capítulo Segundo, “Crítica a la inculturación” que toca a Scannone y la
idea de “universalismo situado” en estrecha relación con la fenomenología.
no tiene por qué oponerse a luchar por el acceso a un conjunto de bienes fun-
damentales que permitan llevar una vida digna. El reconocimiento se da sobre
la base de bienes compartidos, aunque no se reduzca a ello. Con esta perspecti-
va, sencillamente, la oposición radical entre ‘reconocimiento’ y ‘redistribución’
queda disuelta19.
19
Pablo Mella. Ética del posdesarrollo. Op.cit., p.327.
20
Cf. Eduardo Gudynas. «Diez tesis urgentes sobre el nuevo extractivismo. Contextos y demandas
bajo el progresismo sudamericano actual». Op.cit.
Otro problema se encuentra en que la ciencia económica dominante
tan sólo valora aquello que tiene un precio en el mercado. La economía del
cuidado, por ello, aboga por que se tenga en cuenta el cuidado. El proble-
ma con ello es que se complica el determinar bajo qué criterio una acción
de cuidado debe ser valorada.
Se debe democratizar la construcción comunitaria. Lo comunitario
trata de una construcción colectiva en donde diversas personas puedan
colaborar en equipo. Un Estado que realmente sea plurinacional requiere
de formas de ciudadanía plurinacionales. Con ello es que diversos grupos
humanos podrán tener los mismos derechos.
El Buen Vivir, más que una declaración constitucional, significa una opor-
tunidad para construir colectivamente una nueva forma de organización de
la vida misma. Constituye un paso cualitativo importante al pasar del ‘desa-
rrollo’ y sus múltiples sinónimos, a una visión diferentes, mucho más rica en
contenidos y por cierto más compleja. Plantea una cosmovisión diferente a la
occidental al surgir de raíces comunitarias no capitalistas, existentes no solo en
el mundo andino y amazónico. Rompe por igual con las lógicas antropocéntri-
cas del capitalismo en tanto civilización dominante y también de los diversos
socialismos realmente existentes hasta ahora. El Buen Vivir nos conmina a
disolver el tradicional concepto del progreso en su deriva productivista y del
desarrollo en tanto dirección única, sobre todo con su visión mecanicista de
crecimiento económico 21.
22
Salomón Lerner Febres. La rebelión de la memoria. Selección de discursos 2001-2003. Lima: Ins-
tituto de Democracia y Derechos Humanos (ideh-pucp); Coordinadora Nacional de Derechos
Humanos (cndh); Centro de Estudios y Publicaciones (cep), 2004, p.38.
El problema que afrontamos es por ello mismo grave y urgente. Es un
problema por el sentido mismo de la vida de la humanidad. La dirección
que tomemos no sólo nos involucra a nosotros sino a los que eventualmen-
te también vendrán) y ningún camino que tomemos nos garantiza el éxito
de nuestra civilización tal como la conocemos ni de la supervivencia de
nuestra especie en la tierra.
Por eso, llevados de la mano por los aportes de la fenomenología, he-
mos querido volver la mirada a una sabiduría ancestral que hoy se levanta
con su palabra crítica, pues no sólo cuestiona el modo de vida que hemos
adoptado, sino que además nos presenta un nuevo camino que viene ava-
lado por miles de años de la construcción de una civilización que ha sabido
vivir en armonía con la naturaleza y que en su momento logró un alto gra-
do de bienestar entre sus integrantes. Tal vez sea hora de volver la vista a
estos otros tipos de entender y sentir el mundo para poder aprender de sus
experiencias y la filosofía aprenda a dialogar con estos otros tipos de racio-
nalidades abandonando el pedestal donde se siente colocada abriéndose a
nuevas experiencias del pensamiento.
BIBLIOGRAFÍA