"Gérmenes de Lucidez": Universidad Iberoamericana
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"Gérmenes de Lucidez": Universidad Iberoamericana
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
Estudios con Reconocimiento de Validez Oficial por Decreto Presidencial
Del 3 de abril de 1981
“GÉRMENES DE LUCIDEZ”
TESIS
MAESTRO EN FILOSOFIA
Presenta
INDICE
Preámbulo a la lucidez..................... 3
Experimentos
Primer ensayo
Segundo ensayo
Tercer ensayo
Cuarto ensayo
PREAMBULO A LA LUCIDEZ
1
Muy a pesar de haberse derribado el mito de “Los protocolos de los sabios de Sión” y aún tras
haberse demostrado ser una falsificación, es posible conceder cierta veracidad y actualidad a las
ideas ahí expuestas. Podemos constatar hoy en día la existencia de un “gobierno invisible” y
minoritario que especula económicamente con la deuda de los países; podemos constatar cómo
con los regímenes de austeridad impuestos a los países para pagar sus deudas, el Capital (y el
1% que lo representa) tiene el pie puesto sobre el cuello de los gobiernos “soberanos”. Si lo que
impulsa la globalización y el “nuevo orden mundial” fue planeado en el lobby y en la logia por
unas minorías, o bien, si se trata de un inocente y espontáneo fenómeno social de etiología
diversa es pregunta digna de consideración.
5
razones de por qué el mundo es como es, y acude a quienes dieron pronta
respuesta a tales cuestiones (los “sabios”), sin embargo, si su análisis es
riguroso y su valentía no se deja intimidar por el miedo a perder el sentido de
pertenencia a la cultura o gremio, mas si no cede al confort de “ficciones
tranquilizadoras” (Nietzsche) y si es capaz de hacer una expedición a los “limites
del mundo” (Trías), entonces quizás llegue a darse cuenta que tales
fundamentos que proporcionan sentido de coherencia a su vida y a la de otros,
“las verdades o leyes inmutables”, se hayan asentadas realmente en nada. Se
percatará pues, de la arbitrariedad e irracionalidad sobre la cual descansa la
armonía aparente del cosmos donde habita. Quizás pueda de ahora en adelante
dedicarse activamente a la creación del mundo convirtiéndose en una de esas
excepciones, e ir infiltrando ideas y perspectivas paulatinamente en la cultura, al
modo de un tóxico que también sea antídoto.
Que según aquel mito del Génesis nos haya convencido aquella serpiente
venenosa de probar un tipo de conocimiento, el moral del bien y el mal, puede
entenderse como alegoría de la inculcación de unos valores ¿No acaso desde
que nacemos somos seducidos por la cultura y una particular visión del mundo,
envenenados y contaminados por información con la que inmediatamente nos
ponemos de acuerdo? ¿Y no confiamos en que tal información era fidedigna por
no desafiar a nuestros padres o maestros para quizás así no perder su “amor” o
los beneficios de pertenencia a un rebaño? De éste veneno las excepciones
guerreras tienen que desintoxicarse, porque antes de tornarse “médicos de la
cultura” y proponer “remedios” -quienes despierten y no mueran complacidos en
el programa cultural- tienen que pensar críticamente, tomando distancia cual
ermitas (Zaratustra) de su propia cultura y de sí mismos para forjarse un juicio
propio. Desviándose de su mundo familiar hacia un “sí mismo desconocido” se
abren paso estos guerreros de la lucidez entre “el rebaño”, o para sonar menos
provincial, entre los zombis de la ciudad. Y en la soledad cultivan la interioridad.
Sin embargo, orientados hacia ese otro “sí mismo”, nunca ganado por completo,
6
meramente cual arco tendido hacia una “segunda naturaleza” 1. Por lo tanto,
nunca el ser autentico en el que paulatinamente nos transfiguramos es un ego
permanente ni idéntico a sí, como el de Descartes, sino uno en perpetuo flujo. El
movimiento de apropiación de “sí” (que nunca termina) es como la animosidad
alegre del fuego que se recrea sin cesar, con mayor viveza al contacto con algo
que destruir. Así, el mundo de las cabezas huecas sirve de leño al espíritu
critico, lo excita y hasta lo requiere como resistencia donde pueda probar su
fuerza y lucidez. Rompiendo toda identificación con las imágenes que aparecen
en el espejo de la reflexión, la resistencia lucida dice “ni esto ni esto”, pues el
espíritu necesita en un principio chocar con lo que no es para medir o empezar
a discernir lo que si es. No puede haber guerra por la lucidez sin digno
adversario, del tamaño de nuestras fuerzas o más grande. Sin embargo, cabe
aclarar, que esta guerra en tensión dialéctica, es un juego de fuerzas en conflicto
sin solución, pues la batalla continúa mientras se vive, y un guerrero hecho para
la lucha no desea como el nihilista el fin de toda lucha, ni la conquista de una
lucidez absoluta, como sí lo plantea Hegel. Las fuerzas sólo gozan de sí (sienten
ser lo que son) ante algo que las resista, de ahí la necesidad para los espíritus
fuertes, de estar doblemente separados y enfrentados a fuerzas cada vez
mayores según aumenta su poderío, del cual depende la lucidez, y viceversa.
Así, mediante el trazado de un cerco defensivo resistente a la amenaza de los
muertos vivientes alienados y enajenados que representan todo lo que no es un
“si mismo” o una “singularidad”, es como se asegura el que tenga lucidez de
espíritu, no estar infectado de Lo Mismo. Semejante brecha de conciencia
respecto al resto de los mortales, es resultado de un salto que damos gracias a
la fuerza suficiente para la distancia crítica, fuerza que nos viene de la hostilidad
instintiva de lo fuerte hacia lo débil, insano y decadente, pero además, gracias al
cultivo amoroso del terreno en ocupación y siempre en expansión hacia lo
2
El concepto “segunda naturaleza” es de Nietzsche. “La primera naturaleza es aquello que otros
han hecho de nosotros, el sello que nos han impuesto y lo que encontramos en nosotros mismos
y en nuestro entorno: la procedencia, el destino, el medio ambiente, el carácter. La segunda
naturaleza es lo que uno mismo hace a partir de aquí”, así lo explica R. Safranski en “Nietzsche:
biografía de su pensamiento”, España: Ed. Tusquets, 2004. Por mi parte agregaré que, es muy
distinto ser poseído por la primera naturaleza que apropiársela y poseerla. La diferencia es
grande: estar o no enajenado, ser o no ser dueño de sí.
7
3
Si para Terencio “nada de lo humano me es ajeno”, para la lucidez en cambio, debido a la
necesidad de un distanciamiento critico como condición de posibilidad del diagnostico cultural,
lo “humano, demasiado humano” nos resultará ajeno. La lucidez corre a la par de la tesis
Nietzscheana que dice que para que el hombre perezca, para que sea superado, debe
proyectarse mas allá de su actualidad, más allá de sí. Y una critica no es sino esa “activa
destrucción”, esa malevolencia necesaria para pensar que se realiza siempre y solo desde la
lucidez.
4
Tomo el concepto “instalación foránea” de la literatura de C. Castaneda en su libro “El lado
activo del infinito”. Se menciona la existencia de dos mentes en el hombre, una totalmente
nuestra, y otra, ajena, venida de fuera, inculcada y que toma posesión de nosotros. Nótese cierta
resonancia entre esta instalación foránea y el concepto de primera naturaleza de Nietzsche.
9
5
El surgimiento de un movimiento político contra un mundo de valores decadentes sería
destruido inmediatamente como lo fue el nacionalsocialismo, pero además, tal lucha lo único que
logra y logró, es reforzar y enervar tal mundo de valores. Es mas, la perdida de la fuerza que es
síntoma del movimiento hacia la decadencia, se agravó después del triunfo de los aliados,
gracias a las enérgicas fuerzas del enemigo alemán. Las “fuerzas reactivas” absorbiendo a las
activas reciben el empujón que duplica su reactividad. La globalización, que es la democrática,
económica y mediática lucha contra la raíz, la sangre, la tierra, la soberanía y la identidad, cobró
fuerza a partir de las nuevas regulaciones e instituciones internacionales que emergieron como
reacción al mito del “holocausto”. Y no se diga la explosión de las vanguardias del arte de post-
guerra que muestran las cosas cada vez mas desfiguradas, desmembradas y abstractas, pues
“gracias” a la guerra se terminó de matar a Dios, al Hombre y todo ideal político fuerte.
11
6
Tómese por ejemplo de éstos venenos, al psicoanálisis. Formado de valores decadentes,
interpreta la afirmación de sí muchas veces como patología narcisista, o la aceptación de la
castración como un mal necesario en el sano desarrollo de la personalidad. Desde que existe
Freud, ningún hombre puede exaltarse y amarse a sí mismo sin pecar de falta de humildad o sin
evidenciar sus mecanismos de defensa orientados en necesidades afectivas o traumas. El
psicoanálisis hace del hombre un niño dependiente e interpreta toda conducta como reacción.
Siempre rumiando en motivos inconscientes como quien busca al culpable, no tiene la menor
idea de lo que significa una “inocencia del devenir”, ni entiende lo que es un acto libre, ligero y
espontáneo, pues ata siempre todo gesto a una situación pasada. Explica todo lo “superior” por
lo “inferior”. La palabra “narcisismo” arruina toda confianza en sí mismo para obrar a lo grande y
exige una constante humillación del yo que es el análisis. Finalmente, usted esta curado cuando
se ha tornado totalmente inofensivo, tolerante y fraterno, apto para vivir en una sociedad “de
iguales”, sometiendo la individualidad al beneficio de la mayoría al tipo de un Kibutz. Aunque en
realidad lo que sometes es la cartera a los honorarios del Docto que te conoce según él mejor
que tu mismo...Y no se diga del rebajamiento y reducción de todo lo espiritual al comportamiento
animal, instintivo.
7
La magia reinterpretada en sentido nietzscheano será motivo de una investigación posterior,
donde me enfocare en la lucidez como condición de la magia, y en el mago como “personaje
conceptual” de la lucidez. Trataré la posibilidad de una filosofía de la magia extraída de toda la
basura de nueva era y reconfigurada ahora en el contexto de las filosofías contemporáneas.
También pretendo considerar una magia de la filosofía, es decir, ¿cuáles son los elementos
13
mágicos del discurso propiamente filosófico? Ha de considerarse por lo tanto la obra presente en
continuidad con la que está por venir.
14
Hay una pregunta que parece pesar como plomo sobre nuestras lenguas y que nunca
se ha llegado todavía a articular: la pregunta de si podemos permanecer
conscientemente en la falsedad y de sí, supuesto que debemos hacerlo, ¿no sería
preferible la muerte? 9
8
Por ejemplo en su ensayo “Sobre verdad y mentira en un sentido extramoral” trata la verdad
como construcción y el intelecto como algo falsificador. Para una recopilación de fragmentos de
los periodos de la vida de Nietzsche respecto al tema del engaño necesario y deliberado valió la
pena tomar en cuenta además el ensayo de Hans Vahinger titulado “La voluntad de ilusión de
Nietzsche”. Ambos textos publicados en una misma edición: “Sobre verdad y mentira en sentido
extramoral y otros fragmentos de filosofía del conocimiento” Madrid: Ed. Tecnos, 2010.
9
op.cit, Pág. 92
15
10
Alusión al dios principal de la mitología nórdica. Odín, patrono de la sabiduría, la guerra, la
muerte, la caza, la victoria, la poesía y la magia. Cuenta el mito que sacrifico uno de sus ojos en
el pozo de Mimir para acceder a la sabiduría de los años. Mientras bebía vio todo el sufrimiento y
los problemas que los hombres y los dioses debían soportar, pero también vislumbro porque era
necesario que esto sucediera. Esta idea de conocimiento de un mal necesario, aunque
desmoralizada, la reinterpreto como la conciencia de la necesidad de un engaño para la vida
(incluido el engaño de un bien y un mal), exigencia vital de cerrar un ojo para engañarse y así
acontezca un devenir activo (no un nihilismo pasivo-reactivo), pero a la vez conservando uno
abierto para no engañarse respecto a una finalidad de ese devenir o a la realidad “en si” de esas
formas y valores que en tal devenir parecen sucederse. Cabe añadir, que Odín también es
identificado con Wotan, dios arquetípico con quien según C.Jung resuena más la obra de
Nietzsche que con Dionisio.
11
Federico Nietzsche, El Orígen de la Tragedia, Tr. Eduardo Ovejero Mauri. México: ESPASA-
CALPE Mexicana, 11ª edición, 1988.
16
2
A. Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, Tr. Eduardo Ovejero y Maury.
México: Porrúa, Colección “Sepan cuantos” núm.419. 7ª edición, 2003.
17
2
“Evolución” aquí tanto en el sentido de supervivencia del más fuerte o “selección natural”
(Darwin) y de adaptación al medio y la contingencia (Lammark), no en el sentido teleológico de
18
un principio o una finalidad detrás de todos los procesos. La voluntad en tanto querer sin fin y
siempre insatisfecho no puede sino querer su propio querer. Más adelante veremos con
Nietzsche que la afirmación de la voluntad de vivir a diferencia de la propuesta de negación de la
voluntad en Schopenhauer, es amor y abrazo valeroso a la vida.
19
3
Op. cit. Pág. 292
21
...hice ver que la voluntad, en todos los grados de su manifestación, desde el más bajo
hasta el más alto, carece de objetivo final, porque su esencia es querer, sin que este
querer tenga nunca fin, y que, por lo tanto, no alcanza una satisfacción definitiva y solo
los obstáculos pueden detenerla, pero en sí va hasta lo infinito. 4
4
Ibid, Pág. 312.
5
Tomadas de M. Suances, Arthur Schopenhauer, Religión y metafísica de la voluntad.
Barcelona: Herder, Colección Biblioteca de Filosofía, núm. 26. 1989.
22
Sin embargo, hay una excepción, constituida por el conocimiento que cada uno tiene de
su propio querer. Este conocimiento no es una intuición (ya que toda intuición se sitúa
en el espacio) y tampoco esta vacío; es por el contrario más real que cualquier otro.
Tampoco es a priori, como el conocimiento puramente formal, sino enteramente a
posteriori. 6
El mundo no existe más que por y para el conocimiento, sin el cual no puede ser
pensado; todo él es representación, por lo cual necesita del sujeto que conoce como
fundamento de su existencia. Es más, toda esa larga serie de tiempo necesaria para
explicar las transformaciones de la materia hasta formar la primera criatura inteligente
no puede ser pensada más que en la unidad de una conciencia cuya serie de las
representaciones y cuya forma de conocer es, y sin la cual carece de sentido y de
existencia. Por consiguiente, el mundo entero depende del primer ser consciente, por
rudimentario que sea; y por otra parte, vemos también necesariamente que este primer
6
Schopenhauer cit. en Michel Piclin, Schopenhauer, el trágico de la voluntad, Tr. Ana maría
Menández. Madrid: Edaf, 1ª edición, 1975.
23
ser consciente depende de una larga serie anterior de causas y efectos, de la cual es un
eslabón insignificante. 7
Sin embargo, estamos tan engañados por el velo de nuestra propia racionalidad
e individualidad que creemos que dicha perspectiva es inherente o correlativa a
la realidad del mundo “en sí”. Son el “principio de razón” e “individuación” los que
nos obligan a ordenar la percepción según sus formas haciéndonos creer que
inherentemente hay en la realidad dichas propiedades. Pero es únicamente
nuestra percepción y conocimiento el que es espacial, temporal, causal y dual,
no sabemos con certeza si estas propiedades pertenecen a la realidad en sí o
sólo a la representación humana. Tampoco sabemos si otras especies
comparten ésta forma de percibir, pues únicamente siendo ellas mismas y no
nosotros podríamos asegurar lo contrario. Sin un punto de encuentro entre
nosotros y el reino de la alteridad –que Schopenhauer afirmará es la voluntad-
el mundo bien podría ser apenas nuestro reflejo, y mientras permanecemos
engañados por el “principio de razón” e “individuación”, quizás solo estemos
proyectando nuestra forma antropomórfica en la realidad. Todas las ciencias,
religiones y filosofías, por este hecho, no harían hasta ahora sino adorar al
hombre, pues las cosmovisiones y paradigmas no dan testimonio de la realidad
de lo Otro objetivo como suponen, sino que son reflejo de nosotros mismos. En
este sentido, ni la percepción empírica ni la razón abstracta son vías al
conocimiento de la realidad, sino una suerte de actividad religiosa que adora la
forma humana, es decir, egolatría. Esto ocurre así pues nos tomamos
necesariamente a nosotros mismos en todo acto de conocer como referente, y
nuestro conocimiento, por tanto, no es solo auto-referencial sino religioso en el
sentido de religare, “religar” todo en torno a un mismo punto: el hombre. No son
las cosas en sí nuestra base para conocer, somos nosotros mismos el punto de
partida de todo lo que hacemos. No “tenemos” un límite, sino que somos el límite
antepuesto a la “cosa en sí”. La frase “el hombre es la medida de todas las
cosas” de Protágoras quizás encierre una verdad espeluznante, y es que en
toda concepción humana del universo es necesario advertir un egocentrismo.
7
A. Schopenhauer, op. cit. pp. 46-47.
24
Pero, ¿no sucede lo mismo con el concepto voluntad que pretende escapar a
ese principio de razón y por lo tanto a la auto-referencia? ¿Afirmar que la
voluntad es la esencia del mundo es también una proyección humana? No,
puesto que la voluntad no es un objeto de la representación -y por lo tanto
tampoco una intuición o un concepto- escapa al principio de razón e
individuación y por lo tanto a la creación del mundo a semejanza del hombre. La
voluntad en Schopenhauer es la cosa en sí que no se le conoce como objeto
sino, como vivencia inmediata. Más si en un nivel profundo de nuestra
experiencia, somos voluntad, no es del todo descabellado plantear que podamos
acceder a un tipo de “conocimiento” irracional y esencial:
Pero rápidamente se dio cuenta de que había que distinguir el cuerpo-objeto, que no es
más que una representación (indirecta) y el cuerpo-vivido, que se capta directamente en
su movimiento orgánico, y que para obtener una conciencia intima de la cosa en sí
había que remontarse mas allá de la constitución de los objetos, había que remontarse
hasta esa zona arcaica de lo vital, hasta esa zona pre-perceptiva, pre-intuitiva e
inmediata, donde surgen las sensaciones brutas y donde se agita la cenestesia. 9
8
M. Piclin, op. cit, p. 48.
9
Ibid, p. 49
25
En este terreno, en esta zona arcaica, no es el hombre quien vive la vida, sino la
vida misma de la voluntad la que habita y se afirma en el fenómeno hombre. ¿O
alguien puede controlar sus reacciones biológicas y afectivas y asegurar ser
dueño de ellas? Ya podemos presenciar en Schopenhauer, las bases filosóficas
para una “psicología profunda” que surgiría mas tarde con S. Freud y su teoría
de los instintos (voluntad) enfrentados a la cultura (representación)
10
A. Schopenhauer cit. en M.Piclin, Ibid, p. 42
11
A. Schopenhauer cit. en M.Piclin, Ibid, p. 49.
26
12
Schopenhauer, Op cit. p.298
27
Y he aquí que un águila cruzaba el aire trazando amplios círculos y de él colgaba una
serpiente. No como si fuera una presa, sino una amiga: pues se mantenía enroscada a
su cuello. “¡Son mis animales!, dijo Zaratustra,y se alegró de corazón. El animal más
orgulloso debajo del sol, y el animal más inteligente debajo del sol- han salido para
31
13
Federico Nietzsche, Así habló Zaratustra: un libro para todos y para nadie, Tr. Andrés Sánchez
Pascual. Madrid: Alianza Editorial 3ª edición, 2000, pp. 48-49
32
14
Schopenhauer, op.cit, p. 317
15
Emile Cioran, El aciago demiurgo, Tr. Fernando Savater. Madrid: Taurus ediciones, 2000, p.
15.
33
16
A sostener, la identidad entre “amor” y “voluntad”
17
Es mi interpretación de la Minne, el amor sublime de los trovadores.
34
18
Cfr. Charles Seife en Zero: the Biography of a Dangerous Idea E. Penguin Books, USA, 2000
35
le permite superar la ingenuidad de creer que puede ser feliz “si tan solo...” y
empieza a vivir más en el instante presente. Reducir sus necesidades y deseos
al mínimo no es en nada una obligación, sino una disposición natural o
congénita a la quietud y la austeridad, a la que se suma el entendimiento de que:
no se puede ir a ninguna parte ni poseer nada realmente. El conocimiento
apaciguador comienza a funcionar al medio asumir nuestra finitud en tanto
fenómenos, limite que la voluntad aborrece y ante el cual responde multiplicando
los fenómenos, pues sólo sus vehículos de manifestación son finitos, y no ella en
cuanto “cosa en sí”. Sin embargo, según Schopenhauer, la Voluntad, a través
del fenómeno “hombre”, que existe como momento azaroso de su auto-
conocimiento, consigue también su “al fin morir”, desde que puede desanimarse
a sí misma por la comprensión o revelación que su último espécimen va
teniendo de la inutilidad, inanidad, futilidad e insustancialidad de todas las cosas
que produce y emprende. Es como si a través del hombre la Voluntad se
convenciera así misma con razones de desacelerarse. Aquí a mi parecer es
donde debemos ver el gran pesimismo de Schopenhauer, en la implícita
aseveración de que en el “hombre” es donde queda mejor demostrado el fracaso
de todo querer. No es el ser humano el instante más álgido y positivo de la
voluntad, sino el instante donde comenzará, a través de la negación de sí, la
parálisis y autodestrucción del universo entero. La negativa a vivir es mas que
personal, es metafísica, cósmica. El tema en realidad es védico: después de
sucesivas reencarnaciones en diferentes fenómenos incluido el hombre, la
Voluntad/hombre ha hallado suficientes experiencias y razones para
desmentirse como fuente de felicidad, y sí de dolor. Entonces surge el
arrepentimiento de vivir, y la voluntad aparentemente simplemente empieza a
distenderse, a rendir pacíficamente las fuerzas en tensión invertidas y orientadas
a la consecución de metas imposibles. Por mi parte, debo criticar de todo esto, el
hecho de que meramente se trata de una nueva inversión, orientación y meta
imposible, y que en el asceta o sacerdote debemos de ver la presencia de otra
ambición, incluso menos inocente que la de aquel que solo busca bienes
materiales, porque además, ésta su ambición de poder, se disfraza en el santo
37
*
Este “vitalismo” en Nietzsche que alimenta el fuego de la voluntad marca una brecha clara
entre su obra y la de Cioran y Schopenhauer, quienes por su parte conservan siempre el tono
ascético que los caracteriza.
19
A. Schopenhauer, op. cit, p. 407.
38
22
“Lo que sé arruina lo que deseo”
20
Ibid, p. 290. (las negritas y los números al comienzo de ambas citas son mías)
21
Id.
22
Emile Cioran, Ese maldito yo. Tr. Rafael Panizo. Barcelona: Tusquets Editores, 4ª edición,
1998. P.187
23
Ibid, p.192.
39
“El desaliento, siempre al servicio del conocimiento, nos revela el otro lado, la sombra
interior, de los seres y de las cosas. De ahí la sensación de infalibilidad que
proporciona” 24
Otra vez, la relación entre lo infalible del conocimiento esencial y los estados de
desanimo. Estar desalentado es tener certeza de lo irremediable. ¡Por medio de
cuanto engaño salimos de ese estado de desesperanza!
“No hay posición más falsa que la de haber comprendido y permanecer vivo” 25
“Solo esta inclinado a producir quien se equivoca sobre sí mismo, quien ignora los
motivos secretos de sus actos. El creador que ha llegado a ser transparente para si
mismo, deja de crear. El conocimiento de sí indispone al demonio. Es ahí donde hay
que buscar la razón de que Sócrates no escribiera nada” 26
24
Ibid. p. 87
25
Emile Cioran, Del inconveniente de haber nacido, Tr. Esther Seligson, Madrid: Taurus, 1981, p.
177
26
Ibid. p. 173
40
Los grandes sistemas no son el fondo más que brillantes tautologías. ¿qué ventaja hay
en saber que la naturaleza del ser consiste en la “voluntad de vivir”, en la “idea”, o en
la fantasía de Dios o de la Química? Simple proliferación de palabras, sutiles
desplazamientos de sentidos. Lo que es repele al abrazo verbal y la experiencia íntima
no nos revela nada fuera del instante privilegiado e inexpresable. Por otro lado, el ser
mismo no es más que una pretensión de la Nada. Solo se define por desesperación.
Hace falta una fórmula; incluso hacen falta muchas, no fuera mas que por dar
justificación al espíritu y una fachada a la nada. 27
La lucidez más que un conocimiento acabado del mundo acaba con el mundo,
es una experiencia intima e inexpresable del instante. Nada tiene que ver con la
claridad intelectual, sino con su imposibilidad. Hay mas lucidez en la perplejidad,
en el asombro y en el trauma que en la explicación posterior. Que podamos dar
varias de ellas (explicaciones), no significa que estemos innovando,
descubriendo nada, sino que damos a los mismos estados anímicos en los que
se ha pasado la humanidad desde sus orígenes, a los mismos nodos de
conflicto y aporías, nuevas formas de decoro:
27
Emile Cioran, Adiós a la filosofía y otros textos, Tr. Fernando Savater. España: Alianza
Editorial, 4ª reimpresión, 2005, p. 129.
28
Emile Cioran, Brevario de podredumbre, Tr. Fernando Savater. España: Punto de lectura, 3ª
edición 2004, pp. 279-280.
41
cosas de mí que nunca olvidará”. Sin embargo, para Cioran, pensador más
fragmentario, el espíritu lúcido es aquel se sabe del todo vano y en el que
resuena el fastidio de las palabras del Eclesiastés 1. 2-11:
Según mi entender, nada vale la pena; todo es vano. Pues, ¿qué obtiene la gente de
todo su trabajo?. Generaciones vienen generaciones van y todo sigue igual. Sale el sol
y se pone, y en rápido giro vuelve a surgir. Sopla el viento del sur y del norte, aquí y
allá, yendo y volviendo, sin ir a ninguna parte. Los ríos desembocan en el mar y éste
nunca se llena, y el agua vuelve a los ríos y nuevamente fluye hacia el mar. Todo es
indecible fastidio y fatiga. Por mas que vemos, jamás nos satisfacemos; por más que
oímos, no estamos contentos. La historia es simple repetición.
*
Se exige, desde luego, una nueva investigación para fundamentar más esta interpretación con
la que quiero comparar al “superhombre” nietzscheano con el Quetzalcóatl, “serpiente
emplumada” de las culturas prehispánicas. Uno de los apodos que se le da a éste dios es el de
“príncipe de las transfiguraciones”, y habría que argumentar resonancias con el concepto de
transmutación de Nietzsche, así como con el simbolismo de los animales de Zaratustra, el águila
y la serpiente, que se presentan reunidos. A mi parecer Nietzsche conocía la bandera mexicana,
pero no le pareció que el águila devorase a la serpiente, y por eso creo que en la cita que utilice
mas arriba el especifica “ y de ella colgaba una serpiente, no como si fuera una presa, sino una
amiga...” (las negritas son mías)
43
1
Martin Heidegger, M. La proposición del fundamento, Tr. Duque, F y Pérez de Tudela. J.
España: Serbal, 2003, p. 30.
44
tanto algo que decimos ser, porque de hecho decimos de él como si fuese cierto
que “es”, requeriría de otro fundamento, y entonces, ya no estaríamos diciendo
nada de ese último fundamento que buscamos. Es decir que, aquí hay un
problema, una paradoja, por un lado decimos que el fundamento es o que hay
un fundamento, pero si esto es cierto, si el fundamento pertenece a las cosas
que son, entonces ¿cuál es su fundamento de acuerdo a la proposición “nada es
sin fundamento”? Además, si al fundamento mismo puede interrogársele otro, ya
la pregunta misma lo pone en entredicho, sacándonos ágilmente por sí sola
fuera del terreno de lo último o más esencial:
En resumen: dada una proposición que designa un estado de cosas, siempre puede
tomarse su sentido como lo designado de otra proposición. Si convenimos en
considerar la proposición como un nombre, sucede que todo nombre que designa un
objeto puede convertirse a su vez en objeto de un nuevo nombre que designe su
sentido: dado n1 remite n2 que designa el sentido de n1, n2 a n3, etc. Para cada uno de
estos nombres, el lenguaje debe contener un nombre para el sentido de este nombre.
Esta proliferación infinita de entidades verbales es conocida como paradoja de Frege. 2
2
Gilles Deleuze, Lógica del sentido. España: Paidos, , 2005 pp. 57-58
3
M. Heidegger, M. Op. cit. p. 30
45
*
“Uroboros” es un monstruo en la mitología alquímica que resuena a mi parecer con el “logos”
que se piensa a si mismo, con la racionalidad ensimismada, auto-referencial y sin conexión a
aquello supuestamente “Real” y exterior a sus eternos giros. Vivimos en un mundo-serpiente
enteramente virtual, constituido de meros predicados de predicados, y de estratos yuxtapuestos.
46
Ser “es”, en esencia, fundamento. Por eso el ser nunca puede, para empezar, tener aún
un fundamento que lo fundamente. Conforme a ello, el fundamento queda fuera del ser.
El fundamento permanece distante del ser. En el sentido de un tal permanecer-distante
el fundamento respecto del ser, el ser “es” fondo y abismo (Ab-grund). En la medida en
que el ser, en cuanto tal, es en sí fundante, él mismo queda sin fundamento. El “ser” no
cae bajo el dominio de la proposición del fundamento, sino sólo el ente 5
4
Ibid. p. 85
5
Ibid. p. 82
47
Poner es estar fuera de sí, vivir en aquello que, por esa posición, alcanza fondo y raíz.
El pro-poner es, así, un trans-poner; un ponerse, no en lugar de otro, sino un ponerse
en su lugar, dando así ocasión, dando lugar a lo otro. Satz es una trasposición, un salto.
Solo en el salto la proposición (se) pone. Antes, es mera pro-puesta. 6
En la medida en que el ser abre su esencia como fundamento, no tiene el mismo ningún
fundamento. Y ello, sin embargo, no por el hecho de que se fundamente a sí mismo,
sino porque toda fundamentación –y también, y justamente, la fundamentación por si
misma- sigue siendo inadecuada al ser como fundamento. Toda fundamentación, toda
apariencia de fundamentabilidad, tendría que deponer al ser, hasta hacerlo algo ente.
Ser se queda como ser-carente-de-fundamento. El fundamento –entendido como un
fundamento que por vez primera fundamentara al ser- queda pendiente y distante del
ser. Ser: el fondo-y-abismo. 7
6
Ibid. p. 9 ( En la nota de los traductores)
7
Ibid. p. 153.
48
“Nada es sin fundamento (razón)” parece no aplicar para el ser mismo, que
acontece sin razón (o cuya razón es un acontecer porque sí) Ya esta excepción
a la regla, desmiente la proposición como tal, pues ya algo es sin fundamento: el
ser mismo. Pero además, si lo primero (el ser fundante) no tiene razón de ser
(fundamento pensable), y si eso primero sin razón quiere dar razón, y ser
principio, de lo segundo (los principios fundamentales, leyes) se encontrará que
estos mismos están de hecho des-fundamentados, por surgir de lo primero, el
ser: fondo-abismo irracional. La proposición del fundamento que reza “Nada es
sin fundamento”, queda por esta lógica, apoyada en la paradoja de Frege,
demostrada incorrecta y todavía invertida, pues de cierto debiéramos decir:
“Todo es (o todo ser es) sin fundamento (racional)” equivalente socrático en el
dicho “lo único que sé, es que no se nada”. A esta destrucción del propio
pensamiento como posibilidad de conocimiento alguno se llega irónicamente por
el rigor en el pensar, lográndose así, para bien o para mal, perforar cualquier
justificación racional de lo que acontece, porque lo mostrado por este método, a
donde este “camino” Heideggeriano lleva con excepcional lucidez, es a la
revelación esencial, el abismo y su asombro:
“Por esencial debe entenderse aquí lo que no remite a ningún discurso ulterior, lo que
no es comienzo, punto medio ni conclusión de ningún razonamiento; lo esencial es
aquello que desvanece los fundamentos mas remotos y las causas primeras de todo lo
que el verbo del mundo nos había enseñado, sin ponerse a si mismo como fundamento
ni pretenderse fundado en nada. Más que un resultado coherente, lo esencial es la
volatilización de la coherencia...En una palabra, quien ve lo esencial se cura de los
discursos que explican el mundo, lo justifican o fundamentan su realidad, de todas las
formas de pedantería o ingenuidad que creen poder suministrar una respuesta al “¿qué
es esto?” del niño” 8
8
Savater. F Ensayo sobre Cioran. Ed. Espasa Calpe, España 1992. Colección Austral. Pág. 75
49
que es la del porqué, insiste y presupone que existen para la vida razones
“claras y distintas”, justificaciones, y que nuestra racionalidad es racional, en vez
de cómo hemos demostrado: sin-razón, delirio, presuposición sin fundamento. El
pensamiento “del porqué” es uno atado al principio de causalidad, a la necesidad
humana de fundamentos, argumentos racionales que justifiquen el existir
(petición de principio) y lo ordenen controlando su azar (el “cuidado”)
Requerimos un pre-texto (texto antes del ser), una explicación que anteceda el
“Sí” a la vida, que haga justicia respondiendo al malestar (nostalgia y
melancolía) del hombre existencial como remedio o fármaco a nuestro no-saber
y no-poder. Fijaciones de la razón, (instituciones mentales y sociales) fantasmas
que nos ayuden a soportar nuestra pobreza y finitud y que también se han
apoderado del cuerpo, disciplinándolo. Todo nuestro juego de simulación de
fundamentos poderosos sirve para ser organismos organizados, para instituir un
Cuerpo con órganos y tener de donde sujetarnos, estar y ser sujetos de algo: un
fundamento pensado (o varios), un Estado (psicológico y de derecho) Por el
contrario, cuando concedemos que el ser es sin porqué y todavía “porque sí”, o
ya existencialmente, que somos porque sí y sin porqué, devenimos limite
resistente al “Juicio de Dios” 9 o “cuerpos sin órganos”, pues la creencia en un
orden racional donde éramos órganos de un Cuerpo trascendental, al servicio de
un Todo coherente, causal y sin contradicción (Hegel), queda abolida por la
lucidez que desmonta todo este pensamiento dominativo para descubrir sus
raíces no en un suelo (grund) sino en lo sin-fondo (ab-grund) La lucidez además,
nos permite aceptar la necesidad de ficciones, únicos soportes falsos y
provisorios de realidad. Ficciones creadas que al recrudecerse y ganar supuesta
autonomía, se han rebelado contra el cuerpo creándole a su pura condición
energética, un centro operatorio: la conciencia o la ficción de la identidad, del
“yo”. Han poseído y sometido al cuerpo, que es su propia fuente, cual vampiros
9
Todo lo que todavía vive sanamente ofrece resistencia al “Juicio de Dios”. Resistencia que
significaré aquí, como aquella voluntad de vivir quiero no se presenta ante el “tribunal de la
Razón”, organizadora de organismos. Esta resolución a abolir todo juicio estructurante lo
retomamos del poema de A. Artaud, Para acabar con el juicio de dios y otros poemas. Argentina:
Ed. Calden. Colección El hombre y su mundo. 1975. Conviene relacionarlo con Heidegger en un
aspecto: abolir a Dios es abolir, también por medio del sobrio desmontaje ontológico y no solo
por el peyote, cualquier fundamento racional, abismarse en lo sin-fondo.
50
El CsO sufre ese juicio de Dios, sobre él se trabaja para realizar una labor de
plegamiento fatal; el juicio de Dios lo arranca de su inmanencia, le hace un organismo,
una significación, un sujeto. Él es el estratificado. El CsO es un límite, nunca se acaba
10
El “cuerpo sin órganos” según Deleuze/Guatarri sería el objetivo de un programa de
experimentación: “El CsO es lo que queda cuando se ha suprimido todo. Y lo que se suprime es
precisamente el fantasma, el conjunto de significancias y de subjetivaciones”. Precisamente, el
organismo, se encuentra estratificado en tres distintos niveles que impiden la liberación del CsO:
el organismo, la significación, la subjetivación.
11
Deleuze G & Guattari, F. Mil Mesetas, capitalismo y esquizofrenia Ed. Pre-Textos, 2002, p.
164.
51
de acceder a él, se necesitan muchos estratos para hacer el juicio de Dios. Se produce
un combate perpetuo y violento entre el plan de consistencia, que libera el CsO,
atraviesa y deshace los estratos, y las superficies de estratificación que lo bloquean o lo
repliegan 12
12
Idem.
52
un “Dios de amor”, pues mucho más adecuado a la vida será pensar en un amor
sin Dios. Puede suceder en la experiencia amorosa que se disuelvan los
estratos organizados por Su Juicio, sin violencia y sin peligro de sobredosis,
pues otros caminos hay para descoserse. Amar es desorganizarse, amar salva
del Juicio de Dios organizador y de juzgar, amar salva de Dios mismo. No se
puede juzgar y amar a la vez. Las cabezas desconfiadas, han dicho del amor ser
una droga poderosa. Pero es una actitud del racionalista temer el efecto
“cegador” del amor y oponerlo al pensamiento claro. Por mi parte, no concibo
lucidez y amor enemistados, pues dilucidar la ausencia de fundamento, hace
posible la vivencia del amor en tanto que el amor es el nietzschano decir “sí”,
querer sin porqué. El afecto desbordado, las explosiones de intensidad del
amor, la entrega sin reservas, sólo son posibles en la medida en que
suspendemos el juicio y nos permitimos experimentar todo “lo que un cuerpo
puede”, pues en el amor, cuando no es mera conveniencia, no se trata de
funcionar, sino de gozar, no se trata de invertir, sino de dar. Si el sueño es la
vía regia al inconsciente, el amor es vía sin escalas al cuerpo sin órganos. Nada
más ajeno a la ley que el amor en su sin porqué o sin razón. La perdida de
fundamento abre a la posibilidad de amar, porque amar es asentir sin
justificación o necesidad de pretexto. Sí quiero es, sí amo.
Tenemos así pues, un ser: fondo/ abismo absurdo que no escucha razones, sin-
razón de ser (fundamento), y por otro lado, una “razón” humana militante, sorda
a lo absurdo, a la sin-razón de su propia actividad, y que quiere, porque necesita
“cuidar de sí”, simular principios, valores, fundamentos, tareas, un suelo donde
pisar, orden donde impera caos (simular razón) El camino del pensar, si se le
recorre lúcida y lúdicamente, es como la vida, un camino que conduce a su
propia abolición, al límite del mundo en tanto que representación, atolladero
donde lo que se deja ver es su fondo irracional, o acaso “la razón” de un existir
que consiste en ser un “sí” sin-razón que se repite (eterno retorno), una
afirmación injustificada y reiterante, ilógica y absurda, poco filosófica pero vital.
Aquí el “sí” se adelanta a la explicación, e incluso es la explicación misma.
53
Vemos esto en la interpretación realizada por Heidegger a uno de los versos del
poeta Ángelus Silesius que dice “la rosa es sin porqué, florece porque florece.
No cuida de sí, no pregunta si se la ve” observamos que:
“Porqué” y “porque” significan cosas distintas. “Porqué” es la palabra que pregunta por
el fundamento. El “porque”, contiene un apuntar, un apuntar que responde, dirigido al
fundamento. El “porqué” busca el fundamento. El “porque” lo aporta. 13
13
Heidegger, M. Op.cit p. 66.
54
14
Paracelso cit. en J. Hillman, El pensamiento del corazón, España: Siruela 3ª edición, 2005.
55
una que despliega y repliega las redes de un lenguaje que lo sustenta. Saca de
sí finas pero resistentes hebras imbricadas que son trampa para conseguir el
alimento. Pensar así deja de ser una búsqueda de la Verdad, y pasa a ser una
estrategia vital, porque una necesidad para la vida es la creación de esas
ficciones que llamamos ideologías. Son los grandes contenedores, estructuras
de orientación existencial, sin las cuales se seca el alma de los pueblos. Solo el
ideólogo, el mitólogo y mitómano, es capaz de crear movimiento para sí y
pellizcar con fábulas a otros, pero debe estar al tanto de sus propias
mitificaciones y preservar la lucidez. Ni demasiado dormido para convertirse en
un fanático creyente de una religión de Estado dictatorial, ni demasiado
despierto para estropear la espontaneidad vital. El hombre lucido es una
paradoja, sabe lo que hace, porqué lo hace y cómo hacerlo, y a la vez se deja
llevar, como un idota que no sabe nada. Cuando manda obedece, porque lo que
lo guía en el fondo es el deseo mas intimo, el cual le pertenece y no le
pertenece. Por eso, para la lucidez, no es pensamiento lucido el dogma
religioso-político pero tampoco llega a serlo cualquier pretensión de la
racionalidad por distinguirse de o por abolir una irracionalidad que inherente al
ser. Los necios de la razón ven fracasar el Proyecto Ilustrado, y dicen, “Ah!
necesitamos otro tipo de racionalidad, para que no se repita...” Por mi parte, creo
que lo que necesita ésta modernidad en decadencia y para nada post-histórica,
es sí una re-vivencia mítica, pero con un margen mínimo de criterio. A ésta
necesidad de agua del espíritu moderno moribundo, árido desierto del caanan,
responde todo el concepto de lucidez que quiero formular. ¿No dijo aquél que se
sentía con las manos llenas: “dejad que se acerquen a mi”? Pero no es un mito
determinado lo que quiero proporcionar, sino devolver al lector, además de la
conciencia de “errores necesarios para la vida”, el poder de fabricar esos mitos o
pseudologías, para vivirlos como si fuesen autónomos y ser transformado por
ellos en la medida en que los vamos creando. Reclamar esa mágica heredad, es
cosa de cada cual, y mucho tengo que discutir al que me diga que el
pensamiento nuestro a dejado de ser “primitivo” o que existe un saber realmente
“objetivo”. Como ya señale en la introducción a esta investigación, parto de la
56
-Albert Camus.
Primero que nada una advertencia. Dar una explicación de lo absurdo es una
contradicción. La explicación de lo absurdo quiere poner sentido y orden a una
experiencia que se caracteriza precisamente en adolecer de incoherencia:
Cualesquiera que sean los juegos de palabras y las acrobacias de la lógica, comprender
es, ante todo, unificar. El deseo profundo del espíritu mismo en sus operaciones mas
evolucionadas se une al sentimiento inconsciente del hombre ante su universo: es
exigencia de familiaridad, apetito de claridad. Para un hombre comprender el mundo es
reducirlo a lo humano, marcarlo con su sello[...]Esta nostalgia de unidad, este apetito de
absoluto ilustra el movimiento esencial del drama humano. 2
Así, hacernos la idea de algo, nos salva de tener que vérnoslas con lo absurdo,
al menos directamente. El pensamiento en sí no puede ser sincero; impulsado
en el fondo por la voluntad de vivir existe para hacernos más aguantable la
existencia, menos confusa, pues sírvenos mañosamente para decorar lo llano,
llenar lo vacuo y ordenar el caos. El pensamiento sigue a la voluntad de vivir
1
Albert Camus, El hombre rebelde, Tr. Luis Echávarri. Buenos Aires: Editorial Losada/Grandes
Obras del Pensamiento, 1ª edición, 2007, p. 15.
2
Albert Camus, El mito de Sísifo, Tr. Luis Echávarri. México: Alianza Editorial/El Libro de Bolsillo,
1ª edición, 1989, pp. 31-32.
58
¿De quién y de qué puedo decir, en efecto: ¡Lo conozco!? Puedo sentir mi corazón y
juzgar que existe, puedo tocar este mundo y juzgar que existe. Ahí termina toda mi
ciencia y lo demás es construcción. Pues si trato de captar ese yo del cual me aseguro,
si trato de definirlo y resumirlo , ya no es sino agua que corre entre mis dedos(...) Entre
la certidumbre que tengo de mi existencia y el contenido que trato de dar a esa
seguridad hay un foso que nunca será colmado. Seré siempre extraño a mí mismo. 3
3
Ibid, p. 33-34.
60
En el fondo de toda belleza yace algo inhumano, y esas colinas, la dulzura del cielo,
esos dibujos de árboles pierden, al cabo de un minuto, el sentido ilusorio con que los
revestíamos y en adelante quedan más lejanos que un paraíso perdido. La hostilidad
primitiva del mundo remonta su curso hasta nosotros a través de milenios. Durante un
segundo no lo comprendemos, porque durante siglos de él solo hemos comprendido las
figuras y los dibujos que poníamos previamente, porque en adelante nos faltarán las
fuerzas para emplear ese artificio. El mundo se nos escapa porque vuelve a ser él
mismo. Esas apariencias enmascaradas por la costumbre vuelven a ser lo que son 5
Existe pues otro tipo de pensamiento, el que en vez de afirmar niega, y por lo
tanto termina o suele caer en paradojas y antinomias donde se aniquila a sí
mismo. Este pensamiento negativo si bien no es del todo honesto, porque como
dije anteriormente ningún pensamiento lo es por su inherente inclinación
teleológica, al menos reconoce su limite, y en ese sentido es que se le ha
llamado pensamiento “al limite”, “humillado” o “débil.” Escuchemos a Albert
Camus decirnos nuevamente:
El mundo esta lleno de estas irracionalidades. El mundo mismo, cuya significación única
no comprendo, no es sino una inmensa irracionalidad. Si pudiera decir una sola vez
“esto esta claro”, todo se salvaría. Pero estos hombres proclaman a porfía que nada
esta claro, que todo es caos, que el hombre conserva solamente su clarividencia y el
conocimiento preciso de los muros que lo rodean. 6
4
Ibid, p. 70.
5
Ibid, p. 28.
6
Ibid, p. 43.
61
de este modo, lo que pensaba el hombre debía valer para todo el universo.
Parecía incluso posible poder agotar la realidad en una explicación que la
abracase toda. Estos fueron los pensadores totalitaristas y sistemáticos del
racionalismo frente a los cuales vinieron sus críticos a derribarlo todo, por
supuesto, con más ferocidad en pensadores del siglo XX tras el desencanto
generado por dos guerras, desencadenadas por las conciencias infectadas de
un modelo de racionalidad que daba auspicio a ideologías intolerantes bajo el
falso manto de pureza de la ilustración. Lo que pensadores como A. Camus
rechazan es la propensión racionalista a dejar todo en claro, esa intolerancia
hacia la incertidumbre primaria y al absurdo, que queriendo paliar la angustia
existencial ante nuestra finitud, ofrece mediante ideas “claras y distintas”,
metafísicas de trascendencia, la finalidad a la vida y el sentido. El negativo es
el tipo de pensamiento “humilde” que además no pretende ir mas allá de la
propia subjetividad para apoderarse de las demás, y por ello le parece más
honrado partir y quedarse en la experiencia del yo concreto y existencial
enfrentado a su finitud, o en la mera descripción de fenómenos, que hablar en
abstracto del “Hombre” en general. Lo que importa a estos pensadores es mas
la experiencia singular que tenemos en relación con otros que la función que
desempeñamos en algún orden de realidad trascendental, metafísico o político,
exigente de sacrificios de las diferencias a favor de algún ideal, de la “parte” a
favor del “Todo”. En efecto, el clarividente de Camus, desde mi punto de vista,
lucha por mantener la lucidez necesaria para no identificarse con ideologías,
religiosas, políticas o filosóficas, advirtiendo de antemano fallas, contradicciones,
y paradojas tanto de los discursos consigo mismos como en relación a la vida
que pretenden subsumir. Una conciencia o cultura altamente critica, en especial
de sí misma, es más propensa a la lucidez que una que se entrega a las
soluciones fáciles, unidimensionales. La vida no se resuelve ni se agota en algún
sistema, su libertad aterradora e indefinida desborda las representaciones donde
fallidamente tratamos de contenerla e inmovilizarla. Las categorías, los
conceptos, son probetas donde osamos como hechiceros capturar su espíritu, y
ciertamente al hacerlo también queda como atrapado el nuestro. Se vuelven el
62
tipo de filtro solar, las gafas con las que miramos el sol para no quemarnos, y
terminamos por apercibir otros puntos de vista (otros mundos) convencidos de
que el mundo es del único color en el que lo vemos y de que es el único mundo
que hay. Este es el error ante el cual la lucidez se mantiene siempre en guardia,
y lo mejor posible: el de hacer pasar nuestras ideas por las cosas mismas. La
realidad y la mediación son cosas distintas, a no ser que se crea que el lenguaje
es la única realidad que existe accesible a nosotros, desvirtuando el problema
entero de una posible exterioridad (como veremos mas adelante) Pero la única
forma de estar de vuelta siempre de la ingenuidad, que nos hace comprarnos
una posición, es enfocar el pensamiento no primero en su contenido sino en qué
lo motiva, es decir, ¿para qué se piensa?. Por ejemplo, con el dilema anterior
¿Para qué me sirve a mí creer en una exterioridad al lenguaje, o al contrario, en
el lenguaje como única realidad? ¿A que necesidad existencial responden en mí
el pensar de una u otra manera? En el primer caso, quizás quiero dejando a la
realidad inescrutada mantener un velo de misterio para hacer mi vida menos
aburrida de lo que es y más interesante, y huyo del hastío creyendo
nostálgicamente en realidades indecibles mas allá de mis “límites de lenguaje”...
y en el segundo caso, tal vez necesito cerrarme a todo misterio para sentirme
seguro en mis limites y como que apoderarme de la realidad diciendo que ella
sólo es lo que pienso porque no podría conocer más, lo que me hace sentirme
demasiado fuerte, creador y autónomo, con las riendas en la mano de mi
realidad. Este es el caso de un sujeto como principio ultimo. Pero en ambos
casos descubro mi vanidad, mi necesidad de prolongarme dentro o fuera de mis
limites, una búsqueda de disminución del riesgo de vivir simplemente no
sabiendo. Esta sospecha de la motivación es característica esencial en los
críticos de la racionalidad, pues antes que nada no quieren engañarse a sí
mismos y terminar engañando a otros, sin embargo y al mismo tiempo,
reconocen la necesidad de ficciones explicativas funcionales y provisionales
para vivir, así como la necesidad de decisiones pobremente justificadas en
prejuicios o en la mera costumbre. En efecto ¿quién podría pararse si quiera de
la cama por la mañana si lo asaltara siempre la pregunta “para qué”, y si hecha
63
Las preguntas que Camus se hace en “El mito de Sísifo” son mas o
menos las siguientes y, cabe recordar, resuenan con el problema planteado en
la introducción de mi tesis: si la vida es absurda ¿qué consecuencias le siguen a
este descubrimiento? ¿Es por absurda menos digna de ser vivida o acaso se
puede vivir absurdamente? ¿Es dable vivir y estar despierto? ¿No escamotear
nuestra sensación y certeza del absurdo, y llegar a ponerse de acuerdo con ella
significa matarse? Pero antes de responder a ello será preciso, aun cayendo en
contradicción -pues como dije al principio no se puede “explicar lo absurdo”-
intentar definir lo que Camus quiere decir por “absurdo”, pues hasta aquí,
únicamente he puntualizado que hay dos tipos de pensamiento, uno que le huye
a lo absurdo y otro mas honrado que lo enfrenta, asumiendo que el lector sabe a
64
que me refiero cuando digo “absurdo”, lo que por cierto, es absurdo creer de mi
parte. Por lo tanto, es importante para esta investigación aclarar lo que es en “el
mito de Sísifo” la sensación absurda pues la lucidez, objeto de mi trabajo,
coincide en gran medida con lo que Camus llama clarividencia, que no es otra
cosa que ver claro el absurdo de la existencia. Si esta “luz” es exactamente la
misma que yo afirmo de la lucidez, se verá hasta al final de este capitulo. Por lo
pronto, tratemos algo absurdo: hacernos un sentido de aquello a lo que nos
referimos al decir “absurdo”, mas particularmente, aquello a lo que se refiere A.
Camus, pero no sin antes hacer una indagación personal.
absurdo nos dirá, nace del choque o divorcio a partir de una comparación entre
hechos o realidades irreconciliables:
Por lo tanto, tengo razón al decir que la sensación de la absurdidad no nace del simple
examen de un hecho o de una impresión, sino que surge de la comparación entre un
estado de hecho y cierta realidad, entre una acción y el mundo que la supera. Lo
absurdo es esencialmente un divorcio. No esta ni en uno ni en otro de los elementos
comparados. Nace de su confrontación. 7
Que -por ejemplo- insistamos en vivir sabiendo que tenemos que morir, este
divorcio entre el impulso de vivir y la conciencia de morir, nos coloca de lleno en
la sensación absurda. Saber la muerte y vivir, es tan inconsecuente como creer
que todo es inútil y actuar. O creer que el mundo es irrazonable y aun así
quererlo aclarar. Es la tensión entre contradicciones irresolubles y vitales de este
tipo lo que genera la absurdidad:
Si veo a un hombre atacar con arma blanca a un grupo de ametralladoras, juzgaré que
su acto es absurdo. Pero no lo es sino en virtud de la desproporción que existe entre su
intención y la realidad que le espera, de la contradicción que puedo advertir entre sus
fuerzas reales y el fin que se propone. 9
Esto aplica también para el hombre Sísifo que insiste en subir la roca a una
colina para que caiga y vuelva a empezar su asenso. Podemos averiguar lo
absurdo de su actividad no solo porque su acto es “imposible” de realizar, sino
porque entraña una contradicción, una desproporción entre la intención y la
evidencia, lo que se desea y lo que es. Podríamos decir que el hombre olvidaba
sus fracasos precedentes y empezaba la subida siempre como si fuese la
7
Ibid, p. 47.
8
Ibid, p. 69.
9
Ibid, p. 46.
66
primera vez. Pero de este modo el personaje mítico jamás tendría la sensación
del absurdo, su ir sería inconsciente e ingenuo, y no sufriría:
“[...]los problemas esenciales, y considero como tales a los que ponen en peligro la vida
o los que duplican el ansia de vivir..” 12
[...]así como uno se mata o no se mata, parece que no hay sino dos soluciones
filosóficas: la del sí y la del no. Eso sería demasiado fácil. Hay que tener en cuenta a los
que interrogan siempre sin llegar a una conclusión. 13
Se puede sentar como principio que para un hombre que no hace trampas lo que cree
verdadero debe regir su acción. La creencia en lo absurdo de la existencia debe
gobernar por lo tanto su conducta. Es una curiosidad legítima la que lleva a
preguntarse, claramente y sin falso patetismo, si una conclusión de este orden exige
que se abandone lo más rápidamente posible una situación incomprensible. 14
11
Ibid, p. 15.
12
Ibid, p. 16.
13
Ibid p. 19.
14
Idem.
68
La conclusión última del razonamiento absurdo es, en efecto, el rechazo del suicidio y el
mantenimiento de esa confrontación desesperada entre la interrogación humana y el
silencio del mundo.[...]ese razonamiento admite la vida como el único bien necesario,
pues permite precisamente esa confrontación y sin ella la apuesta absurda no tendría
apoyo. Para decir que la vida es absurda la conciencia necesita estar viva. 15
15
Ibid, Hombre rebelde, pp. 12-13.
69
La felicidad y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables. Sería un
error decir que la dicha nace forzosamente del descubrimiento absurdo. Sucede
también que la sensación de lo absurdo nace de la dicha. 17
Ha sido el hombre quien a inventado la idea de fin, pues en la realidad no hay finalidad
alguna...Somos necesarios, un fragmento de la fatalidad; formamos parte del todo,
somos en el todo; no hay nada que pueda juzgar, medir comparar y condenar el todo.
Ahora bien, no hay nada fuera del todo. La única gran liberación consiste en no
responsabilizar a nadie, en no poder atribuir el modo de ser a una causa primera, en
que el mundo no sea una unidad ni como sensorio ni como “espíritu”, solo así se
restablece nuevamente la inocencia del devenir. La idea de Dios ha sido hasta ahora la
gran objeción contra la existencia. Nosotros negamos a Dios, negamos la
responsabilidad de Dios, solamente así redimimos al mundo. 18
16
Ibid, El mito de Sísifo, p.161.
17
Idem.
18
Friedrich Nietzsche, Como se filosofa a martillazos, México: Editorial Tomo, 2004, p. 63.
70
19
Ibid, p. 68.
73
para perderlo todo, porque lo que cuenta para quien sabe vivir con arte es el
“cómo” hacerlo y no el “porqué”. A diferencia de los héroes que se sacrifican por
una Idea, llenos de un afán por alcanzar gloria e inmortalidad o por conquistar un
sueño, el heroísmo lucido, consciente de lo inalcanzable, es mucho más trágico.
Se muere por nada y para nada, y se vive igual sin una Gran Razón, pero eso sí,
con la cabeza en alto y alegre. Recordemos a Nietzsche decir: “El héroe es
alegre, esto es lo que han ignorado hasta el presente los autores de las
tragedias” 20 En la lucidez, no hay una Causa pensada que haga que la vida
valga “la pena”, no se necesita ese pretexto, ni se busca una justificación
racional. Ya ni siquiera se ve la vida como una pena, un cruz que cargar. Al
auténtico guerrero no lo deprime o le preocupa la falta de finalidad última ni el
principio o la verdad de todo, se ocupa en cambio de ponerse fines, metas, y de
encontrar creativamente el modo de realizarlos: una estrategia a seguir, que
siempre es una posibilidad en medio de caminos posibles. Cuando haga falta
darse sentido y ponerse en orden, puede acudir al repertorio de ficciones para
orientarse. Son los “saberes no verdaderos” de Hegel los mejores recursos para
la vida, sin importar su falsedad. Así, aunque sin fundamento, sin verdad,
nuestro héroe es fundador de civilización, Prometeo dador de esos
“fundamentos” para la vida, Lucifer “portador de luz” o “estrella de la mañana”.
Lo importante es que tome sus decisiones, y de modo auténtico. Es decir, que
sea dueño de sus decisiones, que se apropie de su elección ¿Cómo será la más
suya de sus elecciones? Cuando viva con la conciencia anticipada de su muerte
y sepa que cuando elige lo hace desde el lugar del que todavía puede hacerlo.
“Todavía” significa que “aún” cabe la posibilidad de ello, pero “aún” significa que
se tiene la intuición de otra posibilidad: que llegue el momento en no se pueda
elegir más. O sea, la “posibilidad de la imposibilidad”. Por ahora elegimos, por
ahora es posible, y elegir en esta conciencia es hacerlo de un modo más
auténtico: alerta de esa otra posibilidad que nos arranca de toda posibilidad: la
muerte. La vida heroica es trágica porque nos asumimos como mera posibilidad,
es decir, y parafraseando a Heidegger, el “Dasein” asume la posibilidad de su
20
Ibid, Nietzsche cit. en Nietzsche y la filosofía, p. 30.
74
[...]la muerte es la posibilidad mas propia del Dasein en cuanto lo afecta en su mismo
se, en su esencia misma de proyecto, mientras que cualquier otra posibilidad se sitúa
en el interior del proyecto mismo como su modo de determinarse. 21
Pero este asumir la propia muerte como posibilidad, significa a la vez, redoblar el
valor de la propia vida. Que la vida se asuma como mera posibilidad no la hace
menos, sino más rica. Ésta vida, ésta elección, se vuelve nuestra cuando la
elegimos auténticamente, y la elegimos auténticamente cuando tenemos en
cuenta que cabe la posibilidad de su imposibilidad:
21
Gianni Vattimo, Introducción a Heidegger, Tr. Alfredo Báez. España: Editorial Gedisa 3ª
reimpresión, 1998, p. 48.
22
Ibid, p.49
23
Píndaro, Odas y fragmentos, Tr. Alfonso Ortega. Madrid: Ed. Gredos, 1995, p.157.
75
Si me convenzo de que esta vida no tiene otra faz que la de lo absurdo, si siento que
todo su equilibrio se debe a la perpetua oposición entre mi rebelión conciente y la
obscuridad en que forcejeo, si admito que mi libertad no tiene sentido sino con relación
a su destino limitado, entonces debo decir que lo que cuenta no es vivir lo mejor posible
sino, sino vivir lo más posible. 24
24
Ibid, El mito de Sísifo, p.82.
76
25
Eugenio Trías, Filosofía y Carnaval. España: Editorial Anagrama 3ª edición, 1984, p 44.
*
Las contra-culturas siempre son reacción, más oposición que creación o propuesta. La
resistencia lucida no es pro nada ni contra nada, se limita a crear discursos provisionales
posibles sin pretensión de verdad, y a descubrir los resortes internos o presupuestos que los
hacen plausibles. Esta “reiterada actitud valorativa” es a la que llamare propiedad y autenticidad.
Lo “auténtico” no está en el contenido sino en la fogosa actitud mencionada. La adhesión a una
postura es necesaria, pero provisoria; si uno cree que conviene a la vida se lucha pro ella y
contra las otras, pero no porque se la tome por verdadera, sino por útil al momento. Instrumentos
de la fuerza vital son los “saberes no verdaderos”, y grandes desgracias acontecen cuando es la
vida la que se subordina a la ley. Esta solo debe prevalecer mientras proporcione un aumento de
fuerza (no se entienda violencia, que en la mayoría de los casos, es debilidad)
26
Ibid, p. 44.
77
Las llamadas “apariencias” (la imagen) 29, siendo toda realidad que hay dejan de
ser apariencias, porque el lenguaje solo se refiere a sí mismo, también las
imágenes. Así, solo existen hechos de lenguaje y no un lenguaje para unos
“hechos”. Al identificar realidad y lenguaje se rompe la distinción falso/verdadero,
exterior/interior. Con la simulación, no solo “no hay fenómenos morales , no hay
mas que interpretaciones morales de los fenomenos”, 30 también el mundo
fenoménico es producido, una construcción epistemológicas que penden sobre
un abismo sin fondo... araña que pone su propio soporte. Los hechos, hechizos
están, hasta el mundo empírico es un ensamblado una operación de la
conciencia y no es tal y como se presenta a nuestro sentido común. Lo “Real”,
de haberlo, sufre varias modificaciones y no lo conocemos inmediatamente. No
es posible diferenciar la percepción de un objeto y el objeto mismo (Berkeley) La
superficie donde los signos hablan consigo mismos en diferentes sentidos y
niveles de interpretación es de ahora en adelante toda la realidad, y las
27
Jean Baudrillard, Cultura y Simulacro, Tr. Antoni Vicens y Pedro Rovira. Barcelona: Kairós,
2005, p.
28
Ibid, p. 18.
29
Según Baudrillard las fases de la imagen son a) reflejo de una realidad profunda (buena
apariencia) b) enmascara y desnaturaliza una realidad profunda (mala apariencia) c) enmascara
la ausencia de realidad profunda (juega a ser una apariencia, orden del sortilegio) y d) no tiene
nada que ver con ningún tipo de realidad, es ya su propio y puro simulacro. Por mi parte,
considero que a esta conversión del disimulo en simulación también corresponde al despertar de
la lucidez.
30
Friederich Nietzsche, Mas allá del bien y del mal, Tr. Eduardo Ovejero y Maury. México: Ed
Porrúa,2004, p. 66.
78
realidades que hay. Se trata de signos que refieren a mas signos, no a cosas o
acontecimientos “en sí”. Y la creación de simulacros requiere que el usuario,
participe en el mecanismo de producción de esos signos que son toda la
realidad virtual que puede haber, envistiéndose del poder y la responsabilidad
que conlleva ser creador con la vida, no de apariencias, sino de simulacros de lo
real. Cabe aclarar, se trata del poder crear y no de un “sujeto poderoso”. No es
“uno” dueño de la creación como existiendo trascendentalmente por fuera de ella
sino inmanente a ella, mediando activamente entre la fuerzas vitales y los signos
que les prestamos para que tengan sentido. “El creador” es vida balbuceante,
hay un proceso vital que dice “yo” pero no es yo. Al contrario de un yo rígido, a la
lucidez corresponde un yo elástico y resistente, una estructura flexible, “de
abierto incumplimiento”, en devenir o transformación perpetua que precisamente
porque ha dejado de creer en el mito de la “identidad”, puede simularla, y su faz,
la singularidad de su rostro, será siempre un claroscuro, vida en el limite, entre
el día y la noche, sea esto en la aurora de un mundo o en su crepúsculo. Los
actores en las obras de teatro alcanzan grados de autenticidad, expresión y
sentimiento que jamás suelen darse en la vida cotidiana, ¿por qué no considerar
todo espacio un escenario? ¿por qué no llevar el teatro a la vida en vez de la
vida al teatro? Mi propuesta: resucitar es volver al escenario, es decir: a “la vida
vuelta obra de arte”. No propongo una actuación que desnaturaliza o que quiere
un comportamiento artificial, lo que sería comprender equívocamente el teatro
como mera representación o copia de la realidad. A sostener otra cosa: el juego
y la máscara son condición de posibilidad de toda naturalidad y autenticidad, y
no como hasta ahora hemos creído, charlatanería, artificialidad o mendacidad.
No es lo mismo un hombre que miente que uno que inventa. El primero forja una
“apariencia”, luego sugestiona al espectador y así mismo para que la crea. Pero
todo esto, tanto el dispuesto concientemente a “mentir” como el posterior juicio
de quien descubre la farsa y la condena, descansa sobre un paradigma: que es
distinta una verdad de una versión. En cambio, el paradigma del que inventa es
otro, uno para el que “en el fondo” no hay algo oculto, sino nada, un vacío sin
fundamento. Así que cuanto dice no oculta la verdad, la pone. Desde esta
79
postura existencial, que es la que por mi parte quiero para la lucidez, la realidad
tanto lo que se experimenta como lo que se piensa esta estructurada y
estructurándose de continuo. La verdad de la lucidez es la del Quijote, la
reiterada reinvención del mundo, para la que primero que nada es necesario,
que no exista ninguna verdad. Pasarse a este “lugar” mágico por casi-hecho,
vivir en ese umbral donde las cosas aún comienzan a ser y todavía no son, solo
puede ser juzgado de “locura” por otros locos, e incluso más locos, que creen
que su cuerpo psiquiátrico de “conocimientos” se adecua a una “realidad”
exterior del todo autosuficiente y omnipresente. Me permito redefinir al “loco”
como al que se engaña respecto a ser poseedor de una verdad que le
trasciende, es decir, loco es quien no acepta que su cuerpo de conocimientos
es un mero punto de vista subjetivo aceptado quizás por una mayoría que lo
comparte, y quien cree alcanzar absoluta objetividad en lo que dice o hace.
Nada mas loco que el realista que dice, “vayamos a los hechos concretos”. Sin
embargo, debido a que bajo ésta definición estamos todos locos, ya nadie lo
esta, y podemos abandonar de una vez por todas un termino tan pesado y
originado del mismo falso problema de la verdad y la apariencia. Ahora si con
Nietzsche podemos afirmar, que lucidez no solo es vida y obra “mas allá del bien
y del mal”, sino también mas allá de lo verdadero y lo falso. El error que la
lucidez advertía de no tomar las ideas por las cosas mismas no se refería sino a
la creencia en que unas o las otras tendrían existencia extra-mental y a que
fuesen inamovibles, eternas y también mejores. Ahora me atrevo a decir lo
contrario: las ideas efectivamente son las cosas, pero no en el sentido de una
adecuación a una realidad extra-mental, sino como producción de lo real. El
pensamiento es la única sustancia del mundo, pero esto no quiere decir que “el
hombre es la medida de todas las cosas”, pues también se anuncia la muerte del
“hombre”. Y la critica al sujeto va por ahí..
divina) o por dentro ( ideas o carácter innatos, sujeto), sino que cuanto nos sea
dable crear, constituya un préstamo de sustancia a una existencia sin fondo
racional. Lo virtual es lo real. La simulación que enmascara lo vacío de sentido
(enmascara nada), es ordenamiento del azar y regulación de lo contingente.
Simular no solo es posible sino necesario ardid para una vida que se ha tornado
absurda, sin fundamento, y que aun se quiere vivir. Ante lo incomprensible del
mundo, su silencio, todo se torna extraño, incluido uno mismo, pues no hay nada
en que apoyarse, a que referirse, ni interioridad ni exterioridad. La sugerencia
lúdica es: poner lo que no hay, simular realidad, forjar el sortilegio, instituir, sacar
del vacío un conejo, realizar una autentica magia sin fondos ocultos.
Efectivamente, desfondamiento quiere decir: ¡Muerte de Dios y del Hombre!,
descentrar el pensamiento y la acción para hacer surgir múltiples posibilidades,
vitales y discursivas. Ante la agonía de esas viejas categorías metafísicas,
requerimos de estructuras psíquicas y sociales flexibles, permeables, difusas,
capaces de juegos de simulación, dúctiles para la personificación de lo diverso,
de lo otro. Sin embargo, no hay suficiente desengaño, ni por lo tanto lucidez,
para lograr esto, aun operamos desde estructuras fijas dicotómicas, y en esto
seguimos siendo esencialmente modernos o maniqueos antiguos. Quizás sea
cierto, que la tarea del filosofo deba limitarse al diagnostico cultural y a constelar
la mera posibilidad de un “superhombre”. Eso quiero anunciar hablando de
simulación y lucidez, la posibilidad de un nuevo tipo de conciencia, más fuerte,
despierta y feliz, un nuevo proyecto de hombre o más que hombre. Doy algunos
preceptos, y corresponderá al lector experimentar con ellos, encontrar el modo
de practicarlos para luego, volverlos a cambiar y volverlos a practicar. De la idea
a la vida, de la vida a la idea, hasta donde nos sea posible. No creo que
debamos desanimarnos si el ensayo del porvenir nos ha costado siempre la
monstruosidad. Revisamos el pasado, creamos avenidas mejores, pero no nos
demos golpes de pecho. ¿Eso quieren algunos, que ahora todo se piense desde
el lugar de la culpabilidad? ¿No se comprende que con remordimiento no será
posible pensar ni crear nunca mas nada? El fin no esta definido o prefijado, el
movimiento entero permanece cual “arco tendido”, y no creo sea hora de aflojar
81
31
¿Porque estaría penado, perseguido y vuelto un tabú en Europa el revisionismo o
“negacionismo” del Holocausto si es un “hecho” que ocurrió un plan de exterminio con cámaras
de gas? Afortunadamente, vivo en México. Hay grandes inconsistencias en la narración, pero el
mundo entero cree, no sin ayuda de Holywood, que los nazis eran el “mal encarnado”, mucho
más que los rusos, o los norteamericanos, y que el pueblo judío, blanca paloma, sufrió
“especialmente” aquella guerra. La “victima universal” es su mito, mucho es real, pero mucho
exagerado, mistificado, y aprovechado políticamente. Recomiendo el libro escrito por un judío
hijo de supervivientes de Auschvitz “La industria del holocausto” de Finkelstein.
32
Cfr. Luis Zalce y Rodríguez, Apuntes para la historia de la masonería en México, México:
Panamerican, 1950. También para una amplia bibliografía sobre el tema leer el artículo de la
investigadora de la UNAM Maria E. Vázquez Semadeni Historiografía de la masonería en
México, Costa Rica: REHMLAC/ Revista de estudios históricos de la masonería en
Latinoamérica y el Caribe/ISSN 1659- 4223 Vol. 2 núm.1 Mayo-Noviembre, 2010.
83
33
David Ovason La arquitectura sagrada de Washington, México: Editorial Planeta/ 1ª edición,
2009.
84
un “ser”, que incluso llega a parecernos más valioso ese “ser” que su creador,
cuando ya no titubeamos en pagar un escuadrón de hombres armados que lo
defiendan a balazos. Lo mismo ocurre con cualquier ídolo que forjemos (la
entidad Dios) si olvidamos que broto de nuestro cuño. Con el dinero, que no
significa por si mismo nada - y reaccionamos ambiciosamente ante el fantasma
que proyectamos en la cosa y nunca debido a la cosa misma- termina por
decidir la vida, si comes o te mueres de hambre, si vales un centavo o no tienes
ni donde caerte muerto El pirata en cambio, conciente de las profundidades sin
fondo del océano, intuye la fragilidad de su navío, símbolo de las flotantes y
maleables creaciones de la razón. Por eso sabe cometer embustes, conoce el
poder de lo que otros llaman “apariencias” y sabe que no hay mas verdad que
una apariencia bien montada, y así entra en el terreno de lo ilícito, único espacio
donde el juego se hace posible. El filósofo artista, como el pirata y el mago, se
mueven entre las fracturas del sistema; encuentran esos espacios donde el
mundo inconsiste, y los aprovecha. Desorientado de ir y venir tantas veces, no
tiene rumbo fijo, y sin embargo, esa eterna repetición que es su viaje, en si
misma consiste el sentido. Porque no tiene principios inamovibles, el pirata se
recrea a sí mismo, pone unas normas según lo que va dictando la necesidad, y
no duda en traicionarlas y seguir otras si esas ya no le sirven. La conveniencia
no el “bien común” también le hace pactar con los demás las reglas para vivir en
comunidad. Absurdo que el “bien común” le interese como un fin, mas bien, sin
santurronerías, reconoce que el bien común es un medio para su propio bien. El
pacto con otros respecto a las leyes que se respetaran, no nace del “amor al
prójimo” sino del amor propio, y si muchos protestan contra el egoísmo ajeno, se
debe a su propio egoísmo que quiere ser atendido. No se deduzca de esto,
deshonor, irresponsabilidad, pues para el artista la lealtad consiste no en ser fiel
a sus principios o las leyes, sino en serse fiel a sí mismo, sobre todo cuando sus
principios o las leyes se tornan en su contra. Si pierde la gracia, la fuerza, la
intensidad de vivir ¿a qué le sirve la severidad del reglamento?
86
Pero la vida del espíritu no es la vida que se asusta ante la muerte y se mantiene pura
de la desolación, sino la que sabe afrontarla y mantenerse en ella. El espíritu solo
conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a si mismo en el absoluto
desgarramiento. El espíritu no es esta potencia como lo positivo que se aparta de lo
negativo, como cuando decimos de algo que no es nada o que es falso y, hecho esto,
pasamos sin más a otra cosa, sino que sólo es esta potencia cuando mira cara a cara a
89
lo negativo y permanece cerca de ello. Esta permanencia es la fuerza mágica que hace
que lo negativo vuelva al ser. 34
Si según Hegel la creencia en la magia debió ser superada como una etapa
primitiva de la conciencia en su progresión ¿cómo es que ahora, en la cita
anterior, lo mágico es tan fundamental a lo largo de todo el proceso e incluso
parte esencial de la potencia de un espíritu cuyo proceder se supone es lógico?
Lo único que quiero con esto sugerir, es que al fondo de todo sistema racional,
podemos encontrar creencias supersticiosas, prejuicios, caprichos de fe,
aseveraciones injustificadas, debilidades, contradicciones e inconsistencias, no
porque los pensadores hayan cometido errores, sino porque el error es la
condición de posibilidad de toda construcción de un saber. Se dan por sentado
ciertas cosas que sirven como pautas, y a partir de ellas damos consistencia a
mundos. Lo real no parece ser lo racional, mas bien lo Real son “fuerzas
mágicas” inmanentes y arbitrarias que hierven y hacen emerger de su caos
todas las esferas perfectas de la razón. Cual burbujas a la superficie de un
caldero donde hierve el agua, el brujo Leibniz invento su monadología. El “logos”
o la “conciencia” es un mero epifenómeno de la materia, y ésta, la apariencia
sólida y estable de un mar inmanente de tensiones energéticas, inconsistencia
pura que no se puede pensar, pero que hace el pensar, lo realiza. La realidad es
realizada, es decir, hecha real. No esta ahí dada sino después de un largo a
aunque increíblemente veloz proceso de conversión de la energía en materia, y
de esta en símbolo. Y como no podemos tal como pensaba el empirista G.
Berkeley separar un objeto en sí mismo de nuestra percepción de ese objeto,
por ende, estamos involucrados necesariamente en la creación del mundo.
¿Quién explicará el sortilegio por el cual éste sale del sombrero cuando toda
explicación ya lo hace nuevamente salir?
34
G.W.F. Hegel, Fenomenología del Espíritu, Tr. Wenceslao Roces. México: FCE 20ª
reimpresión, 2000. p. 24. (las negritas son mías)
90
Para apretar con fuerza este lazo amoroso, pues me propongo explicitar las
resonancias de sus conceptos con la “lucidez” según mi apreciación, me valgo
además de otro autor, quien ayude a legitimar y justificar este lazo amistoso ante
el dios de la academia. Para mi interpretación me sirvo de dos obras de Gilles
Deleuze: “Nietzsche y la filosofía” y “Nietzsche”. 1 También utilizaré el “Nietzsche:
biografía de su pensamiento” escrita por R. Safranski. 2 Sin embargo, cabe
aclarar, que en concordancia con la misma propuesta nietzschana de creación
en apuesta perpetua por la diferencia, y en resistencia rebelde a la identidad ( e
identificación), se demarcará también en el presente capitulo, un camino distinto,
para decirlo sin modestia, mi camino y tesis:
1
Gilles Deleuze, Nietzsche y la Filosofía, Tr. Carmen Artal. España: Editorial Anagrama, 2002. Y
el otro del mismo autor titulado simplemente Nietzsche, Tr. Isidro herrera y Alejandro del Río.
Madrid: Arena Libros, 2000.
2
Rudiger Safranski, Nietzsche: biografía de su pensamiento, Tr Raúl Gabás, España: Tusquets
Editores, 2001.
91
Estoy al tanto de los peligros para la lucidez cuando hay el caso de una
identificación con el discurso ajeno al grado de perdérsenos de vista la diferencia
(la propia ante el gurú o la del otro ante la propia mistificación), con lo que, si
esto llegara ser el caso de mi pensamiento, no habría ninguna innovación
(relativa) y solo aburrida repetición, pero además, caería en una contradicción
con la misma tesis de la lucidez en tanto desencantamiento o no-fascinación.
Es peligroso hacerse “fan” o “discípulo” y hasta “amigo” de las ideas de
Nietzsche (como de cualquier otro pensador), pero a la vez, me parece es un
romance necesario en él filosofo para alimentar y luego liberar su pensamiento
al arte, a la invención conceptual. Ante este doble peligro y necesidad, la lucidez
será aquello que me permitirá disfrazarme y nutrirme de un pensamiento ajeno
sin perder de vista la propia tirada de dados o constelación:
(...)disponen del trabajo previo de todos los obreros filosóficos, de todos los
sojuzgadores del pasado-extienden su mano creadora para coger el futuro, y todo lo
3
Gilles Deleuze y Felix Guattari, ¿Qué es la filosofía?, Tr. Thomas Kauf. España: Editorial
Anagrama/ 8ª edición, 2009. p. 13
4
Ibid. p. 10.
92
Pero el concepto no viene dado, es creado, hay que crearlo; no está formado, se
planeta a si mismo en sí mismo, autoposición. Ambas cosas están implicadas, puesto
que lo que es verdaderamente creado, de la materia viva a la obra de arte, goza por
este hecho mismo de una autoposición de sí mismo, de un carácter autopoiético a
través del cual se reconoce. Cuanto más creado es concepto, mas se plantea a si
mismo. Lo que depende de una actividad creadora libre también es lo que se plantea a
si mismo, independiente y necesariamente: lo más subjetivo será lo más objetivo. 6
¿En dónde veremos éste camino “nuevo”, éste sentido “otro” en el que voy a leer
las ideas del autor en cuestión? Como dije anteriormente: en explicitar las
relaciones o resonancias entre sus conceptos y la lucidez. Para conceptuar la
lucidez me será necesario además definir su problema, plantear dónde esta
puesta en juego la lucidez o bien, qué es lo que ella pone en juego. Mostrar
también en que medida la lucidez es un problema en filosofía que justifica su
concepción. En otras palabras, el “nuevo” concepto de lucidez será meramente
la forma original de establecer relaciones entre conceptos precedentes, y que
refiera a uno o varios problemas ya planteados, sin que por ello mismo la lucidez
deje de ser la presentación de un nuevo problema. Mi camino viene siendo el de
urdir el tejido, el nexo heurístico, entre los conceptos ya definidos por varios
autores (lo dado) y un futuro concepto de la lucidez (lo (buscado) que viene
tomando forma, pues mis ensayos a modo de capítulos son preparativos de un
alumbramiento, realizan el devenir de un concepto-germen (la lucidez) y confío
en que tal nonato llegue a dar sus primeros berridos, a tener sus primeros brotes
al final del túnel, es decir, que el concepto de lucidez, ahora en proceso de
formulación, quede más definido en las conclusiones. Conviviendo y tomando
hilo prestado de otros discursos cercanos a la intuición de la lucidez, intento la
composición de un concepto póstumo que todavía me parece fugitivo. Sigo la
5
Ibid, Nietzsche cit. en. Nietzsche, p. 75.
6
Ibid, ¿Qué es la filosofía?, p. 17.
93
huella que deja la presa, pero todavía no esta bien esclarecido de qué criatura
misteriosa se trata, y como Alicia en el país de las maravillas, no me queda sino
ir de un encuentro en otro (con los autores) hasta realizar la experiencia trágica
del perderse para encontrarse, pero no siendo el mismo, sino otro: el que haya
logrado o malogrado formular la lucidez. Sin embargo, no me preocupa del todo
el resultado, reconozco los alcances y limites de una tesis, cuyo “triunfo”
entiendo más en términos de una intensa tensión propositiva. Será digno lograr
al menos, y éste “al menos” lo digo porque veo cerca el cierre, haber dado vida
a los gérmenes de un concepto que da para una desarrollo posterior. Me he
lanzado a una aventura filosófica, y he corrido el riesgo. Estoy embarcado en la
“nave de los locos”, partiendo aguas sin saber a donde voy pero también
apoyado en vagas referencias, pues la lucidez como tal, no la encuentro
filosóficamente definida en ningún lado en toda la amplitud que le quiero dar.
Aunque por el momento no tenga una idea acabada de lo que la lucidez es,
únicamente a la mano los esbozos presentados en estos ensayos, voy de
camino, no al descubrimiento de la lucidez sino a su creación conceptual.
Precisamente, la labor filosófica, si hay lucidez, consiste menos el decir lo que
una cosa es en si misma cuanto en crear esa cosa:
“Los conceptos no nos están esperando hechos y acabados, como cuerpos celestes.
No hay firmamento para los conceptos. Hay que inventarlos, fabricarlos o más bien
crearlos, y nada serían sin la firma de quienes los crean. Nietzsche determinó la tarea
de la filosofía cuando escribió: “Los filósofos ya no deben darse por satisfechos con
aceptar los conceptos que se les dan para limitarse a limpiarlos y a darles lustre,
sino que tienen que empezar por fabricarlos, crearlos plantearlos y convencer a
los hombres de que recurran a ellos. Hasta ahora, en resumidas cuentas cada
cual confiaba en sus conceptos como en una dote milagrosa procedente de algún
mundo igual de milagroso” pero hay que sustituir la confianza por la desconfianza, y
de lo que más tiene que desconfiar el filosofo es de los conceptos mientras no los haya
creado el mismo” 7
7
Ibid, p. 11. (las negritas son mías)
94
será mas bien ese nudo gordiano que voy entretejiendo, palabra a palabra, para
dar consistencia al concepto. Su ser es su decir. Como se formule, será. En este
sentido, las conclusiones de esta investigación, pretenden decir la “ousia” de la
lucidez, o sea, explicitar los componentes del concepto, de qué esta hecho:
“(...)cada concepto será por lo tanto considerado punto de coincidencia, de
condensación o de acumulación de sus propios componentes” 8. El concepto de
lucidez será pues, ese punto que reúne la multiplicidad de ideas dispersas que
en estos ensayos e ido forjando como series de argumentos, y que en la
conclusión pretendo agrupar en un todo consistente. Decir la fórmula del
concepto (lucidez) será precisamente, explicitar las relaciones implícitas entre
sus componentes ( otros conceptos), relaciones que apenas voy entretejiendo,
argumentando. Siguiendo a Deleuze, existen zonas de proximidad, “umbrales”
entre componentes intrínsecos al concepto que señalen el lugar de su
“articulación”, “intersección” y “repartición”. Pero también, “puentes” a otros
conceptos y filosofías extrínsecas a la lucidez, pero que resuenan de algún
modo con ella pues se sitúan en un mismo plano. Es la “endoconsistencia” y
“exoconsistencia” del concepto:
(...) lo propio del concepto consiste en volver los componentes inseparables dentro de
él: distintos, heterogéneos y no obstante no separables, tal es el estatuto de los
componentes, o lo que define la consistencia del concepto, su endoconsistencia. (...)
Los componentes siguen siendo distintos, pero algo pasa de uno a otro, algo indecidible
entre ambos: hay un ámbito ab que pertenece tanto a a como a b, y en el que a y b se
vuelven indiscernibles. Estas zonas, umbrales o devenires, esta indisolubilidad, son las
que definen la consistencia interna del concepto. Pero éste posee también una
exoconsistencia, con otros conceptos, cuando su creación respectiva implica la
construcción de un puente sobre el mismo plano. Las zonas y los puentes son las
junturas del concepto 9
Sea pues reiterado que, he intentado en lo posible, seguir para esta construcción
conceptual de la lucidez, el espíritu constructivo deleuzino expuesto en “¿Qué es
la filosofía?”. Si apenas hasta ahora anuncio el “método” que he seguido, es
porque no estaba al tanto, no tenía nombre para lo que hacía hasta ahora: crear
un concepto, empezar sus esbozos. En este sentido, he sido mas bien anti-
8
Ibid. p. 25
9
Id.
95
Comencemos por decir en cuáles ideas suyas está presente la lucidez y porqué,
pero también aclarar cómo a tales concepciones geniales, es necesaria y
consustancial un tipo de experiencia intuitiva y constitutiva de la lucidez que
llamaré despertar. Quiero mostrar por supuesto de Nietzsche, lo mucho que sus
conceptos filosóficos son expresiones de una vida vivida en “los límites del
mundo”, y cómo esta condición (de un pensamiento creador) depende a su vez
de en un despertar: acceso de/a la lucidez. Sólo hay lucidez cuando se está
situado en el límite o como arrojado en él por ese “despertar”. Este concepto de
límite (E. Trías) lo encuentro en resonancia con lo que Nietzsche llama “abismo”
y tiene un correlato fisiológico, el “vértigo”. Oímos a su Zaratustra, a mi juicio
“personaje conceptual” de la lucidez decir:
Sin embargo, para encontrarse ahí, arriesgado en esa cuerda tendida (el límite),
algo acontece: una iniciación por lo regular accidental con la muerte, literal o
metafóricamente, el choque trágico contra ese límite que sacude el edificio
10
Friederich Nietzsche, Así habló Zaratustra, un libro para todos y para nadie. Tr. Andrés
Sánchez Pascual. España: Alianza Editorial, 2000, p. 38.
96
“Por mi honor, amigo, respondió Zaratustra, todo eso de que hablas no existe, no hay
diablo ni infierno. Tu alma estará mas muerta aún mas pronto que tu cuerpo: así, pues,
¡no temas ya nada!”
“Si tu dices la verdad, añadió luego, nada pierdo perdiendo la vida. No soy mucho más
que un animal al que con golpes y escasa comida, se la ha enseñado a bailar.”
“No habléis así, dijo Zaratustra, tú has hecho del peligro tu profesión, en ello no hay
nada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesión, por ello voy a enterrarte con
mis propias manos.”
Yo amo a quienes para hundirse en su ocaso y sacrificarse, no buscan una razón detrás
de las estrellas: sino que se sacrifican a la tierra para que ésta llegue alguna vez a ser
del superhombre. 12
La lucidez quita de preocuparse por la salvación, por mas allá, pues revela la
mera creencia en el alma (yo), una idea mortal “tu alma estará mas muerta aún
mas pronto que tu cuerpo”. Lo que por mi parte, me animo a interpretar implícito
en el entierro, es que ha devuelto al volatinero el “sentido de la tierra”.
Zaratustra, ejemplo de la lucidez, enseña a los moribundos (los decadentes) a
vivir sin reservas, no a la espera de un después, un mañana o un más allá. El
lance hacia el porvenir que es “amor por el superhombre” que la tierra parirá, se
provoca, no se espera como la promesa religiosa, se activa no postergando las
posibilidades como cuando nos imaginamos dueños de ellas mañana (mito del
progreso) o en una eternidad post-mortem fuera del tiempo vivo e inmanente,
sino que bebiéndonos y dando de beber cuanto se puede a éste instante, es
como fusionamos nuestra conciencia con esa “voluntad de poder” que somos y
que quiere “agotar el campo de lo posible” que es la vida. Un incremento en la
intensidad de vivir, en el vigor y en la fuerza, no necesariamente en el “Bien”, es
la consecuencia de esta revaloración de la vida que sólo nos viene por accesos
de lucidez. Hacerse una representación de lo que será el “superhombre” para
luego fanáticamente tratar de imitar una imagen rígida como hicieron los
imitadores de Cristo, es no haber comprendido que lo que es “superior” es ya el
estado danzarín de permanente tensión dinámica de quien se encuentra en un
viaje hacia sí mismo (Otro), fuera de sí mismo, arrojado con valor a la vida y sin
regatearle nada. Se trata pues de la ruptura con toda teleología e ideología,
divina o humana. Pero esta ruptura no nos dejara inactivos (incluso para retomar
la creación esta vez conciente de ideologías y mitos), pues este romper con los
12
Ibid, pp. 38-39.
98
Nietzsche responde: las fuerzas reactivas, aunque se unan, no componen una fuerza
mayor que sería activa. Proceden de un modo distinto: descomponen; separan la
fuerza activa de lo que ésta puede; sustraen de la fuerza activa una parte o casi todo
su poder[...] 14
13
Los “arcontes” en la mitología gnóstica son los guardianes y agentes del sistema cósmico del
Demiurgo y que en realidad son las partes constitutivas de su estructura. Esta era la razón de
que a los planetas y a las distintas partes del cuerpo humano se le atribuyeran distintos “ángeles”
regentes. Los “guerreros de la lucidez” por nuestra parte, queremos “acabar con el juicio de
Dios”, con Dios mismo y su mundo de categorías dominantes que es la entera superestructura,
con el fin no de lograr la Nada o el Caos, sino una recreación estética de la vida. Esto es:
recuperación de su fuerza y belleza, volviendo al “cuerpo sin órganos” que según mi lectura se
parece mucho al concepto ocultista de “cuerpo energético”, contraparte o “doble” sensible y
desconocido del cuerpo humano.
14
Ibid, Nietzsche y la filosofía, p. 83. (las negritas son mías)
99
Quien sabía plenamente que la inmanencia sólo pertenecía a sí misma y que por lo
tanto era un plano recorrido por los movimientos del infinito, rebosante de ordenadas
intensivas[...]era Spinoza [...] (No es la inmanencia la que pertenece a la conciencia,
sino a la inversa) 17
15
Ibid, p. 63.
16
Ibid, Así habló Zaratustra..., p. 40.
17
Ibid, ¿Qué es la filosofía?, pp. 51-52.
100
Pero el despierto, el sapiente, dice: cuerpo soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa; y
alma es sólo una palabra para designar algo en el cuerpo. El cuerpo es una gran razón
una pluralidad dotada de un único sentido, una guerra y una paz, un rebaño y un pastor.
Instrumento de tu cuerpo es también tu pequeña razón, hermano mío, a la que llamas
“espíritu, un pequeño instrumento y un pequeño juguete de tu gran razón. Dices “yo” y
estas orgulloso de esa palabra. Pero esa cosa aún más grande, en la que tu no quieres
creer, -tu cuerpo y su gran razón: esa no dice yo, pero hace yo. [...] Detrás de tus
pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un
sabio desconocido- llámase “sí mismo”. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo. 18
dicho, tira a vivir, constituido por éstas fuerzas activas afirmadoras y libre de los
fantasmas conceptuales negativos, es auténticamente el “espíritu”. Solo en
consecuencia a una concepción dualista-platónica lo espiritual y lo sensible se
contraponen. Pero revaloremos, es posible ver “espíritu” no en la razón y sus
luces, sino en esta plástica y generadora “voluntad de poder”. ¿Cómo puede el
instinto o la fuerza ser espiritual si supone animalidad? Quizás la antigua
concepción de “espíritus animales” tengan mucho aún que decirnos. Digámoslo:
El espíritu o deimon singular, no es la conciencia moral o “yo” interior, sino el
punto de condensación de las fuerzas activas (animales) que hacen un cuerpo
energético, “sin órganos”. Hay que pensarlo fluido, no como una cosa sólida, y
sin embargo, físico. Valga la siguiente analogía; así como el rayo es afirmación
de una singular expresión, efecto de la condensación de fuerzas magnéticas
dispersas en la nube, así el demonio intra-corpóreo en cada cual es la
emergente chispa de vida singular donde azarosamente condensan, afirman o
asestan un golpe la pluralidad de fuerzas activas dispersas. Se trata de una
reunión, un aquelarre, pues lo mágico es la unificación de fuerzas múltiples para
expresar un ser, y somos la ordenanza de un caos. No hay ley para esta
misteriosa conjunción, el azar realiza las tiradas inocentemente, sin saber lo que
hace o porque lo hace. Tornarse activo es seguir el sentido propio, como hace el
rayo, la propia gravedad o potencia, el “sentido de la tierra”, siguiendo la
tendencia de la fuerza en uno, no la voz de la conciencia. Todo esto requiere por
parte de uno “ponerse a la escucha de la vida”, y llamo aquí al “personaje
conceptual” de la bruja, como la que sirviendo a las fuerzas “demoníacas” se
sirve a su vez de ellas, y que teniendo una concepción no dominativa de la
fuerza, con la que ha hecho “pacto”, acopla el poder en su vientre, lo gesta y lo
pare. Sabe escuchar la vida, recibirla en vez de decirle que hacer. Por esto
muchas de esas “brujas” fueron en la Edad Media comadronas que
experimentadas en el proceso de nacimiento, estaban siempre muy próximas
en su oficio a los limites entre la vida y la muerte. De ahí que conocieran su
secreto, revelado a ellas solo en esos umbrales. En la medicina natural, o en la
magia, no debemos ver un periodo ignominioso o inmaduro, sino aquello que
102
falta a nuestra ciencia y técnica moderna: una relación cercana con la vida. La
sabiduría de “las cosas más próximas” dirá Nietzsche.
19
El concepto “punto de encaje” refiere al lugar donde la percepción se ensambla. Los “campos
de energía” que somos y que nos rodean -según la concepción en la literatura de Carlos
Castaneda, similar al “campo de inmanencia” de Deleuze (y éste retoma varios elementos de
Castaneda)- serian interpretados y convertidos en el mundo sólido y estable que nos rodea
justo en ese punto. Percibimos como lo hacemos por la ubicación de ese punto y un cambio de
posición de tal punto daría por resultado la percepción ya sea de éste mismo mundo pero de
distinta manera, o la percepción extraordinaria de un mundo nuevo por completo, como cuando
ocurre el soñar o en estados alucinógenos.
103
20
“El martillo de las brujas”, texto manual de la Inquisición para la cacería de las brujas, yo lo
considero la antitesis radical del “martillo del filósofo” de Nietzsche, pues éste ultimo exige el
derribar valores y prejuicios, cosa que el primero solo se dedico a imponer brutalmente. Uno es
el martillo que clava al hombre en la cruz, en nombre de esa Cruz, y otro el que derriba ídolos
para construir.
104
21
Eugenio Trías, Filosofía y Carnaval, España: Editorial Anagrama 3ª edición, 1984, p. 84.
22
Ibid, p.86.
105
.La fuerza, ese “poder querer” tan necesario para una critica y transformación
cultural nos viene mas de la obediencia a las tendencias obscuras de lo “activo
destructivo” que de un deseo de “Bien” (Platón). Así que los creadores no son
necesariamente ejemplares ciudadanos, al contrario, podrían ser a la vista de los
“hombres de bien” los seres mas malvados. ¿Se dirá entonces que estas fuerzas
activas, en su faz destructiva son del “tanathos”? Responderé que la vida, en
tanto actividad afirmativa, no está donde la hemos pensado: ni en las
108
¿Qué valdría una vida que no arriesga todo por la realización de una potencia?
Nada, una vida sin chispa y peligro solo es “mimesis”, carne de cañón para las
masas, alimento para el “rebaño”. Somos capaces también de “poiesis”, de un
rompimiento feroz a favor de un aumento vital, contra la naturalidad del “sentido
común” y el “buen sentido”. Pensar “a martillazos”, revalorar, es situarlo (y
situarse) todo en entredicho, para decirlo de nuevo y hacer una nueva tirada de
dados. Necesario para ello estar lleno de entusiasmo, pleno del ánimo de un
dios sin escrúpulos, el “genio militar” decía Nietzsche. No por tempestivo
menos lúcido, pues tal actitud combativa, agresiva no es para nada una Hybris, y
si lo fuera, estaría al servicio de la realización de una potencia y no de la mera
23
Ibid, ¿Qué es la filosofía?, p 46.
109
24
Ibid, Nietzsche cit. por R. Safransky op.cit, p. 86
110
plantea E. Trías- el pindárico “llega a ser lo que eres”, que según este lúcido
pensador significa asumirse “limite del mundo”. Edipo llegar a ser lo que es, lo
que puede, realiza su potencia, sigue la fuerza de gravedad que le es propia
mas allá de lo que es natural o normal. Y lo hace poniéndose a merced de
fuerzas que se sustraen de cualquier representación o saber. No sabe lo que
hace, sin embargo hace lo que debe, obedece “las fuerzas de su destino”. Y si
no hubiese seguido de modo inconsciente su deseo más íntimo entonces él
mismo no podría haber llegado a “ser el que es”, Edipo. En el limite del
conocimiento Edipo piensa, decide, efectúa su libre tirada como si el controlase
el proceso, como si supiera pues ha sido informado por el oráculo. Sin embargo
él no es un yo, el oráculo puede adivinar el futuro porque ve lo que Edipo es en
un estrato mas profundo: un campo de fuerzas reunidas por azar pero
desplegándose en un sentido (rayo), y sus decisiones “libres” no son sino
consentimientos a la profunda necesidad con la que unas potencias quieren
manifestarse, ser lo que son, afirmarse doblemente. No hay que ver un
pensamiento teleológico al afirmar “cumplir un destino”, el compromiso con el
destino, no es con algo prefijado de antemano, sino con el sentido de las fuerzas
que se apropian de Edipo, como de un juguete o una máscara:
Las fuerzas son azarosas, no hay ciencia u oráculo que diga como, cuando o por
donde nacerá el siguiente rayo, solo probabilidad. Únicamente cuando estas
fuerzas se conglomeran en un punto singular (deimon) generando un centro de
gravedad (cuando ya es visible el rayo) es posible descifrar o interpretar su
sentido intimo, y predecir hacia donde va. El oráculo adivina el porvenir mediante
25
Ibid, Nietzsche y la filosofía, p. 10.
111
Porque la evaluación de esto y aquello, el delicado arte de pesar las cosas y los
sentidos de cada una, la estimación de las fuerzas que definen en cada instante los
aspectos de una cosa y sus relaciones con las demás, todo aquello (o todo esto) revela
el arte más alto de la filosofía, el de la interpretación. Interpretar, e incluso valorar, es
pesar. 26
Donde hay mas peso hay mas atracción, mas fuerza, todo caerá por ahí, seguirá
esa tendencia singular. En vez de decir “cumplió su destino” preestablecido,
podemos decir mas bien: resonó o fue afín a la fuerza activa que en un
momento dado se apropió de él, siguió el sentido que expresa y realiza esa
fuerza en mayor grado:
Una cosa tiene tanto sentido como fuerzas capaces de apoderarse de ella. Pero la
propia cosa no es neutra, y se haya mas o menos en afinidad con la fuerza que
actualmente la posee. Hay fuerzas que solo pueden apoderarse de algo dándole un
sentido restrictivo y un valor negativo. Se denominará esencia, contrariamente, entre
todos los sentidos de una cosa, a aquel que le da la fuerza que presenta con ella mayor
afinidad 27
26
Ibid, pp. 11-12.
27
Id.
112
El sentido es pues una noción compleja: siempre hay una pluralidad de sentidos, una
constelación, un conjunto de sucesiones, pero también de coexistencias que hace de
la interpretación un arte. 28 .
Algo es a veces esto, a veces aquello, a veces algo más complicado, de acuerdo con
las fuerzas (los dioses) que se apoderan de ello 29
Las creaciones (uno mismo y la obra), aunque rayos singulares, son anónimas
realmente, pues se trata de conglomerados de fuerzas sin dueño, dueñas en
cambio de toda producción. Son ellas las que “maquinalmente” nos producen un
cuerpo, somos el delirio de “su” deseo (Deleuze) Que lo anónimo e impersonal
se haya personalizado, enmascarado, realiza en cierto modo ese ritual
dionisiaco de la tragedia griega donde los protagonistas en el escenario son la
visión proyectada de una colectividad coral (el lenguaje que nos hace) que
emerge de un fondo indeterminable que en realidad es sin-fondo (las fuerzas
que nos hacen) El “individuo” es un pedazo del lenguaje del mundo que habita,
tanto como su cuerpo un pedazo de las “666” fuerzas desconocidas que le
atraviesan y plegándose lo constituyen. “Mi nombre es legión”, es decir, no soy
yo aislado. * En tanto pedazos de un mundo que es lenguaje siempre estamos
situados en un con-texto social y cultural (mi sentido de anima-mundi) que nos
determina (siempre somos otro), y en tanto nodos de energía que reúnen
fuerzas en un punto singular haciendo un cuerpo energético (rayo) somos la
interpenetración de campos de fuerzas (nubes). Cada afecto o sensación
pertenecen al campo. Solo por una insolencia llegamos a afirmar que la vida que
corre es “nuestra”. Esto es el “yo”: lo producido se asume productor, y hasta
quiere apoderarse de los medios de producción, en vez de solo ser un médium
28
Ibid, p. 10. (las negritas son mías)
29
Ibid, p. 11.
*
Cualquier contenido religioso en mi trabajo debe considerarse meramente recurso al estilo,
sátira. Es posible, además, hacer interpretaciones no religiosas de lo religioso sacándolas de su
contexto e insertándolo en otro más conveniente a lo que uno quiere decir. La lucidez permite
estos” juegos del lenguaje”. Si hacer esto es “diabólico” o no, lo dejo a los sacerdotes. .
113
Y más aún: he aquí que la negación, al hacerse negación de las propias fuerzas
reactivas, no es solamente activa, sino que esta como transmutada. Expresa la
afirmación, expresa el devenir-activo como poder de afirmar[...] Esto es lo que
Nietzsche presenta como la curación de Zaratustra, y también como el secreto de
Dionisos: “El nihilismo vencido por el mismo” 30 Pág. 102 NF.
30
Ibid, p.102.
115
Pero el peor enemigo con que puedes encontrarte serás siempre tú mismo; a ti mismo
te asechas tú en las cavernas y en los bosques. ¡Solitario, tú recorres el camino que
lleva a ti mismo! ¡Y tu camino pasa al lado de ti mismo y de tus siete demonios! Un
hereje serás para ti mismo, y una bruja y un hechicero y un necio y un escéptico y un
impío y un malvado. Tienes que querer quemarte a ti mismo en tu propia llama: ¡Como
te renovarías si antes no te hubieses convertido en ceniza! 31
Pues yo ya no soy yo, soy ese que se escapa de continuo de sí mismo, que no se
detiene jamás, ese que viaja de continuo, que se disfraza una y otra vez hasta el
infinito(...) 32
*
Entiéndase esta condición “con” otro no relacionado a lo que Nietzsche llamaba la vida en
común de un “rebaño”. Me refiero aquí a la comunidad despierta, aunque clandestina, la
comunidad activa de las minorías que forjan desde la lucidez el “valor”, y lo proponen modo de
vida. La alianza con las fuerzas activas. El encuentro con Otro, nunca es con un “rebaño” cuya
característica es pensar “Lo Mismo”.
31
Ibid, Así habló Zaratusta... p. 107.
32
Ibid, Filosofía y Carnaval, p. 81.
116
*
En el sentido freudiano de “sublimación”: mecanismo de defensa del yo.
33
Ibid, Nietzsche y la filosofía, p. 78.
117
“Casi en todas partes es la locura la que abre el camino al pensamiento nuevo, la que
quebranta el interdicto de un uso y una superstición venerados” 34
No hay que confundir el volverse contra sí mismo con esta destrucción de sí mismo,
esta auto-destrucción. En el volverse contra sí mismo, proceso de la reacción, la fuerza
activa se convierte en reactiva. En la auto-destrucción son las propias fuerzas reactivas
las negadas y conducidas a la nada. Por eso se denomina a la auto-destrucción una
operación activa, una “destrucción activa” 35
Esta “destrucción activa” que odia lo actual y quiere transformarlo pues se alía al
devenir-otro, nada tiene que ver con la incitación a la guerra y la arbitrariedad
(demasiado actual), que más bien es consecuencia del triunfo del pensamiento
reactivo y sus instituciones fijas con pretensión de absoluto. Nada que ver la
violencia cotidiana con un pensamiento creador que afirma la vida en toda su
pluralidad, y aquí se me preguntará ¿incluiremos la forma reactiva de vivir en
esa pluralidad? A lo que responderé ¡no! Un pensamiento afirmador, y lúcido, se
mostrará siempre crítico y destructor de las formas de negación de la vida de
esa pluralidad. Pero nunca confundirá la pluma y el fusil, pues llegar a esos
extremos es haber fallado en la creatividad, haber perdido la fuerza y el poder de
convivencia. Las guerras y revoluciones armadas necesariamente implican la
desconexión y supresión de las fuerzas activas-creativas, y son todas ellas, la
versión de lo que es “activo” y “heroico” para los débiles. Al contrario, el creador
odia la guerra con toda la fuerza de la “destrucción activa”, critica los principios
poco fuertes sobre los que se funda un ataque bélico. Matar al otro nunca es
acción sino reacción, y siempre que se ejecutan “acciones” tajantes, unilaterales
y poco creativas, podemos estar seguros de estar inundados de fiebre, poseídos
o acosados por algún fantasma, carentes de lucidez. Una cosa es que
asumamos junto a Heráclito que la guerra, el caos y la discordia es el meollo de
la vida, y otra, hacer la guerra a la vida desde la reactividad justificándose en
eso.
34
Ibid, Nietzsche, p. 119.
35
Ibid, Nietzsche y la filosofía p. 101.
119
Solo alguien despierto, lucido, es capaz de criticar o crear, pues percibe los
prejuicios que le sirven de trasfondo a cualquier modo de vida. Poder como un
Nietzsche “sospechar” sobre qué (quid) está estructurado o accionado un
mundo, luego realizar un diagnostico de la cultura y los valores que la soportan,
es decir, hacer critica, para luego aun, proponer una “inversión de todos los
valores” para posibilitar un pensamiento distinto, sólo es posible gracias a la
36
F. Nietzsche Mas allá del bien y del mal, Tr. Eduardo Ovejero y Maury. México: Editorial
Porrúa, 2004, p. 8.
120
lucidez. Pero ella ha estado tan presente en los grandes pensadores como poco
enunciada. Mi labor, en cierto sentido, es dar voz a esa chispa, que quizás es
requisito de la filosofía misma cuando ella quiere decir otra cosa de lo que ha
dicho, cuando quiere echar luz a algo que permanecía inconsciente (la voluntad
de poder), o ennegrecer, derribar “a martillazos” algo que parece demasiado
claro o bueno (el amor a la verdad) Donde hay “sospecha” hay lucidez, pero
también hay lucidez donde venciendo el pudor, deseamos dejar la existencia
desnuda, por horrible que sea y se le mira arriesgándose la propia tranquilidad y
cordura.
Uno de los nombres de Dionisio era el de “el Indiviso” y una de sus principales
imágenes le mostraba como niño. El niño representa la visión de la realidad que no
esta dividida 37
El eterno retorno “acerca al máximo” el devenir y el ser, afirma lo uno de lo otro; aun
hace falta una segunda afirmación para operar este acercamiento. Por eso el eterno
retorno es un anillo nupcial. Por eso el universo dionisiaco, el ciclo eterno, es un anillo
nupcial, un espejo de bodas que espera el alma (Ánima) capaz de mirarse en él, pero
también de reflejarlo al mirarse 39
Mi interpretación a esto es que la obra y vida del creador reflejan la vida (el ser)
del devenir múltiple, constituyen su segunda afirmación. Son el espejo donde la
afirmación, el devenir, se desdobla y refleja, y así se afirma por segunda vez.
Este amoroso “acercamiento” del ser y el devenir, donde se afirman
mutuamente, es en efecto un anillo de bodas, un compromiso o pacto (anillo de
la actividad) Más arriba dije ya del pacto “demoníaco”, de la situación de la bruja
que está al servicio y a la escucha de la vida. Ella, la bruja parturienta que
conoce los secretos de la vida y de la muerte, es la imagen que evoco, el
personaje conceptual de la relación femenina con la fuerza, que en mi lectura,
resuena con la interpretación que Deleuze hace de la pareja Dionisos-Ariana:
*
El martillo, igual que las herramientas del arte, sirven tanto para derribar algo como para
plasmarlo.
38
Ibid, p.260
39
Ibid, p. 261
40
Ibid, p. 262
125
resentimiento que animan al propio hombre. Pero Ariadna abandonada por Teseo,
siente llegar una transmutación que le pertenece: el poder femenino liberado convertido
en benefactor y afirmativo, el Ánima 41
La lucidez, por su parte, es el hilo de Ariadna que se mantiene tendido (la cuerda
del volatinero) como limite brilloso, y que permite perderse en el laberinto de lo
inconsciente sin apagar del todo el brillo de la conciencia; acaso porque el hilo
también es el tejido (Grund) que vamos urdiendo sobre ese abismo (Abgrund)
como las arañas, los múltiples sentidos que hacen ese laberinto ser:
“El laberinto es lo que nos conduce al ser, no hay más ser que el devenir, no hay mas
ser que el del propio laberinto” 43
41
Id.
42
Nietzsche citado en Nietzsche y la filosofía, p. 263.
43
Ibid. p. 263.
126
Visto del lado de las fuerzas reactivas, el elemento diferencial genealógico aparece al
revés, la diferencia se ha convertido en negación, la afirmación se ha convertido en
contradicción. Una imagen invertida del origen acompaña al origen: lo que es “sí” desde
el punto de vista de las fuerzas activas se convierte en no desde el punto de vista de las
fuerzas reactivas. Esto es lo que Nietzsche llama “inversión de la mirada
estimativa” 45
Las fuerzas reactivas niegan, se ponen en contradicción con las activas y las
absorben como vampiros, pero las activas, más inocentes, no se oponen a las
otras, simplemente afirman su propia diferencia. Las primeras siempre existen
44
Ibid, p. 83.
45
Ibid, p. 82. (las negritas son mías)
127
en función de negar a las otras, mientras que las postreras son lo que son por su
propia afirmación:
46
Ibid, p. 263.
47
Parménides, Poema, Tr. Luis Farré. España: Ediciones Folio, 2007, p. 11.
128
resonancia (nunca identidad) entre las fuerzas activas y el Ser, y las reactivas y
el no-ser, entre las ideas nietzscheanas y el poema de Parménides, pues
además en ambos autores, cabe añadir, la filosofía todavía es parte poesía,
mito, revelación (subjetividad), y parte, racionalidad, ciencia, análisis
(objetividad). Sin lirismo y juego de lo racional con lo irracional que es la
paradoja, en clave nietzscheana la relación de lo “apolíneo” con lo “dionisiaco”,
la filosofía queda secuestrada por el academismo y el pensamiento pierde la
lucidez. *
*
¿No es cierto que el formalismo, lineamientos y programas académicos responden cada vez
menos a la necesidad de creación de pensamiento, y cada vez más, a un programa institucional
que se subordina actualmente al modelo de desarrollo de “competencias” en un mundo de
valores empresariales, mundo ante el cual la filosofía no debiera torcer el brazo sino criticar? El
filósofo, si aun tiene lucidez, no importando si trabaja en una institución, ha de estar alerta y
rechazar -sin caer en la anarquía- las varias formas como su universidad y academia de filosofía
ha devenido reactiva-vampiresa; cómo por ejemplo, la misma estructura de impartir clases suele
estar al servicio de sustraer o separar a las fuerzas activas (singularidades estudiantiles de
nuevo ingreso) de lo que ellas pueden crear, con tal de que se cumpla el requisito, el programa y
la voluntad de formación de un régimen educativo apoyado en valores culturales, no
necesariamente favorables a la realización de potencias singulares, y de autenticas diferencias.
Nuestras universidades producen eruditos, demasiado temerosos de aventurarse a decir algo
propio sin apoyarse en citas, y a veces, ya los estudiantes no están en el aula, están en su lugar
Hegel, Kant, Nietzsche, todos menos “si mismos”. Sin embargo, he insistido en que no hay
filosofía sin aventura, cuando pensar es aventurarse por caminos sospechosos, difíciles de
comprobar, y casi siempre soportando la tortura al ego de no ser amados.
129
solamente entonces, se puede decir que se han invertido todos los valores conocidos o
cognoscibles hasta este momento 48
*
Al camello yo le vería una significación diferente. Si bien también es el animal de carga como el
asno, no lo hace con la actitud sumisa y servil del asno, ni carga tampoco las mismas cosas. El
133
Y aun más, su Sí (I-A, I-A) es un falso sí. Cree que afirmar significa cargar, asumir. El
asno es en primer lugar el animal cristiano: carga con el peso de los valores llamados
“superiores a la vida”(…) De cabo a rabo, el Asno es la caricatura y la traición al Sí
dionisiaco. ; afirma pero solo afirma los productos del nihilismo 49
ULTIMAS DISQUISICIONES
de vivir”. En el primer caso deja como única salida el arte como remedio al dolor
de la existencia, buscando a través de la sublime contemplación del objeto de
arte una escapatoria momentánea al “sentimiento trágico de la vida”, como le
llamó M. Unamuno. En el segundo caso se trata de cesar de querer para dejar
de sufrir. El conocimiento de la voluntad como causa de todos los males del
mundo ya es en sí apaciguador y además despierta la compasión por otros
seres vivientes, pues tras descorrer el “velo de individuación” la intuición
filosófica nos muestra que no somos en esencia seres separados. La voluntad
se niega a sí misma cuando alcanzando en el hombre su máxima expresión, se
conoce a sí misma como fuente de todo sufrimiento. La comprensión misma
funge el “efecto apaciguador” sobre la voluntad. Mi propuesta, digámoslo de una
vez, siempre fue enemiga de esta última alternativa y solo en parte compatible
con la primera. Es decir que: Sí, para la lucidez, la “afirmación de la voluntad de
vivir” y su conocimiento no terminan por oponerse sino al contrario, se potencian
mutuamente. En otras palabras, la conciencia no mata el instinto, lo enerva, lo
hace más fuerte, y al mismo tiempo, el instinto afila la conciencia, la torna lúcida,
penetrante y aguda. La lucidez mantiene rotunda hostilidad hacia la tendencia a
disolverse en la nada (“voluntad de nada” y “nada de voluntad”), es contraria a
ese deseo nihilista de aniquilación del conflicto perpetuo que nutre una
existencia hacia la cual podríamos -superando la nostalgia por un absoluto-
sentir simpatía, amar la vida. Sí, la lucidez no distancia de la vida, no enfría la
relación con “las cosas más próximas”, es el pensamiento de la vida y el vivo
pensamiento, un lazo amoroso entre vida y obra, un compromiso. Al pesimismo
de la negación de la voluntad, le considero meramente un primer efecto de
desencanto al que debe seguir una actitud menos reactiva y más pro-positiva.
Para ello, sí, la voluntad debe ser revalorada, considerarla potencia, no simple
carencia. La lucidez – uniéndose al espíritu nietzscheano- revalora la existencia,
reitera su compromiso con ella, es una actitud que la transmuta. Ya no se le mira
como un deber o como una carga (no es hacerse “cargo” de ella ni de sí como el
camello) sino como una deleitosa tarea creativa, una danza a los lados, no una
pesada cruz. La lucidez, sí, en tanto despertar a la vida, es 1) entrega amorosa a
140
relaja pero también se tensa, encuentra un estilo de habitar el mundo propio del
danzarín: en perpetua fuga, a los lados y en trayectoria curva, deviene serpiente-
espiral.
de Ariadna con las que Dionisio se divierte. Cabe añadir que son las
excepciones creadoras las que prestan oído y voz a un “ser” que no es cosa.
1
En el capítulo 3 se especificó la distinción entre “simular” y “disimular” tomada de Baudrillard y
reinterpretada.
144
tampoco tener sentido, y somos tan arbitrarios como lo es ella por mucho que
logremos justificar acciones o fenómenos con explicaciones racionales. En el
fondo de toda ciencia impera la arbitrariedad, el sin-sentido, lo vemos cuando
buceamos hondo y descubrimos unos prejuicios que no soportan el examen,
pero que son el soporte de una ficción de conocimientos que se pretenden
verdaderos, razonables. Además, cuando queremos justificar la arbitrariedad de
la vida, partimos siempre del prejuicio moral de que es mala o injusta, a no ser
que tenga sentido. Pero valorando así, somos nosotros quienes nos tornamos
injustos con la vida, pues ya la condenamos por el solo hecho de exigirle una
razón de ser, como si no nos gustara su desorden y le reprocháramos, a través
de nuestra pregunta, no tener ni pies ni cabeza. Al preguntarnos en cambio
¿para qué? ¿cómo?, nos escuchamos ya mas dispuestos a participar en la
activa creación del mundo, a postular el sentido a partir de nosotros mismos en
vez de creerle algo “en sí” y más allá de nuestra capacidad de
autodeterminarnos.
La “mirada invertida” del valor (Nietzsche) hizo creer a algunos pueblos (Ej: la
antigüedad judía) que tal circuncisión del espíritu, simbolizada en la del cuerpo,
era un rasgo distintivo de lo noble y altivo respecto a lo inferior: la “impura”
naturaleza u otros pueblos. Sin embargo, tras una revaloración, vemos que las
operaciones medicas y de bautizo sobre el recién nacido, incluida la posterior
educación, consisten en sustraerle o separarle de su poder (fuerzas reactivas)
de todo aquello que lo distinguirá y lo elevará, para darle un rostro más
“humano”, menos demoníaco, y se le terminará por confundir para que piense y
sienta que es “bueno” o “noble” negarse a sí mismo y para que se sienta “malo”,
culpable o a avergonzado cuando una potencia en él quiera afirmarse,
realizarse. Lo vemos en los abundantes casos cuando por ejemplo el Padre o
los valores de comunidad truncan la elección de carrera del hijo dividiéndole
internamente entre lo que quiere y lo que debe (Maquiavélico “divide y
vencerás”) hasta que en un intento desesperado de conciliación, se convence
así mismo de que son idénticos. Pone fin así a la terrible tensión, queriendo lo
que debe, y como no es suficientemente fuerte para hacer lo inverso: tomar
como un deber hacer su voluntad y ser consecuente a su “llamado”, termina por
traicionarse y vive de ahora en adelante en la perpetua infidelidad e insinceridad
para consigo mismo y los demás.
No poder tajar (carecer de fuerza selectiva), ver con ojos escépticos, relativos y
desconfiados ciertas determinaciones necesarias para conservar e impulsar la
vida, generando objeción tras objeción el interminable diálogo entre partidos o
posturas, conduce directamente a la ingobernabilidad, pues no solo el arte de
vivir (que es el de mandar sobre sí mismo) requiere compasión, misericordia,
generosidad, bondad, racionalidad, dialogo y relatividad, sino también actitudes
absolutistas, déspotas, irracionalmente confiadas y decididas, firmes y
unilaterales para cortar y separar con espada (voluntad selectiva) lo que sirve y
no sirve, a juicio propio. Los pacifistas, innaturales que piden el desarme, las
vías democráticas, idealizando ingenuamente demasiado el diálogo y el valor
151
del voto, siguen sin comprender la necesidad vital de que la fuerza a veces deba
primar sobre el derecho, o la relación complementaria entre ambas. En efecto,
tememos una dictadura, pero a veces lo único que devuelve energía o despierta
el espíritu heroico en un pueblo deprimido, hastiado en sus propias libertades, y
decadente, es la presencia del líder carismático (“ fuerza arquetípica del loco”),
uno que haga recordar el honor, el coraje y el poder en cada cual. Decisiones
radicales son a veces lo único que salva y reestructura un país (no dejo de
reconocer que a veces lo hunde más), igual que la vida de un individuo cuando
tienen que intervenirlo de emergencia quirúrgicamente. Solo una mano de hierro
que declarase “el estado de excepción”, por ejemplo, puede acabar con las
mafias de cuello blanco que gobiernan un país como México (nacionales y
extranjeras) e impulsar al país fuera de la pobreza extrema y la ignorancia. Es
irónico y resulta blasfemo para algunos insinuar que tal vez solo en detrimento
de los derechos se puede hacer valer dichos derechos, pero resulta también
harto ingenuo que se crea que en México pueda existir algo así como un cambio
de raíz por un camino democrático. Un cambio de raíz requiere de tajo arrancar
la mala hierba. Cambiar drásticamente supone la imposición de un nacionalismo
y un socialismo que apesta a totalitarismo y que ya es “anticuado” respecto al
nuevo orden mundial globalizado. Después de la segunda guerra, fuertes
consecuencias contra el país que permita la existencia de un partido
nacionalsocialista (inclusive no racial) o un gobierno comunista, pues conviene al
corporativismo empresarial, un gobierno tolerante que no limite su influencia
económica y mediática en los procesos electorales, y también conviene a los
mercaderes internacionales conservar en su poder el crecimiento o
decrecimiento nacional por medio de la deuda que los países deben (Ej: Lo que
ocurre en Grecia)
3
La democracia no pone la voluntad popular en el poder, eso es una imposible ingenuidad; mas
bien la democracia tiene a la gente eligiendo a las minorías que lo gobernarán, y sólo pueden
(¿y no deben?) siempre ser minorías las que tengan en sus manos los recursos, es decir, el
poder. De aquí que toda revolución popular sea absurda. Los beneficios de una sociedad libre y
un estado democrático y de derechos respecto a las monarquías absolutas, aristocracias y
regímenes totalitarios anteriores no nos dejan ver el lado sombrío y contradictorio del sistema
libre (valga la contradicción) en el que vivimos. Uno, como miembro del pueblo, al votar, lo que
elige es ser representado. “Actúa, piensa, decide por mí” es lo que se hace cuando se prefiere
un representante. Aceptar ser representado es un acto de negación de sí mismo en el que nos
ponemos en manos ajenas como si fuesen más sabias respecto a nuestras necesidades. Que un
gobernante o unos congresistas pretendan ser la encarnación de “la voluntad popular” (como si
tal abstracción existiere más allá de los números) y estar por encima de su egoísmo individual,
también es cosa difícil de creerse. Lo que en realidad hace ese “doble” tuyo en el poder es
falsificarte, y apenas se parece a ti como caricatura. Te usa como máscara, como lema para sus
intereses más ocultos y privados. Ya no se nos impone un amo como antes, ahora lo elegimos.
Hemos “progresado”. Pero nunca estuvo en juego la posibilidad de no tener amos, sino tan solo
de que fueran más complacientes. Y también está el problema otro de que la mayoría no sabe lo
que quiere sino lo que se le enseño a querer, es decir, lo que otros dijeron que era “bueno”
querer. Una elite interesada en preservar las cosas sabe que “el pueblo” no sabe lo que quiere
además de sus satisfacciones animales, así que procede a enseñarles en la escuela y mediante
campañas qué querer.
155
(...)callar un poco, hacer tabla raza en nuestra conciencia para que haya de nuevo sitio
para cosas nuevas, y en particular para las funciones más nobles, para gobernar, para
prever, para presentir (...) he aquí repito el papel de la facultad activa del olvido, una
especie de guardián, de vigilante encargado de mantener el orden psíquico, la
tranquilidad, la etiqueta. De aquí concluiremos inmediatamente que ninguna dicha,
ninguna serenidad, ninguna esperanza, ninguna fiereza, ningún goce del “instante
presente” podrían existir sin la facultad del olvido. El hombre en quien este aparato de
inhibición esta estropeado y no puede funcionar es semejante a un dispéptico (y no
solamente semejante): no consigue ya llevar nada a buen fin...!Pues bien!, Este animal
necesariamente olvidadizo, para el que el olvido es una fuerza y la manifestación de
una salud “robusta”, se ha creado una facultad contraria, la memoria, por la cual en
ciertos casos, tendrá en jaque al olvido, a saber: en los casos en que trata de prometer 4
4
F. Nietzsche Genealogía de la moral Ed. Porrua “Sepan cuantos Pág. 227
156
5
Aliester Crowley “El libro de la ley” Ed. Humanitas, Barcelona, 1992. La obra de F. Rabelais en
la que se inspira este hechicero contemporáneo es “Gargantúa y Pantagruel”.
157
del corral, para gozar de una libertad que no se concede sino que se gana a
pulso. A su propio juicio “demasiado buenos” para hacer lo mismo que los
demás (y por definición ningún creador es humilde), estan cargados de un
orgullo sin vanidad típico del sano amor propio. Nunca se crea por amor a la
humanidad, se crea porque al hacerlo uno se siente bien, o sea, poderoso. A
veces por añadidura el genio rompe una valla por donde el prójimo podría
escapar y ver allende una perspectiva nueva, pero si “aportar” fuese la ley motiv
de la obra, quedaría echada a perder por la santurronería. Estamos
comprometidos cual Prometeo a hacer daño y mal con nuestra alegría a un
mundo actual de valores ( El Olimpo), por un porvenir que se nos escapa y con
un amor que no se nos comprende. No es amor a los hombres sino a algo más:
Lo nuevo es con todo, el mal, bajo cualquier aspecto, por ser lo que conquista y quiere
destruir los viejos limites y la antigua piedad. ¡Solo lo antiguo puede ser el bien! Los
hombres de bien de todas las épocas han sido los que han profundizado en las ideas
añejas para hacerlas fructificar, los cultivadores del espíritu. Pero toda tierra acaba por
cansarse, y entonces es menester que vuelva la reja del arado del mal (...) los malos
instintos son tan oportunos, tan conservadores de la especie y tan indispensable como
los buenos; lo que hay es que su misión es diferente 7
Pensar de diferente modo que se acostumbra depende, menos que de una inteligencia
superior, de inclinaciones fuertes y malignas, de inclinaciones que aíslan y separan,
altivas, burlonas, pérfidas (...) Los herejes y los brujos tuvieron de común no solo ser
malos, sino el comprender que lo eran. Su deseo invencible era inferir daño a lo que
dominaba (hombre u opiniones) 8
Para ello, como un Fausto, el creador hace alianza con lo demoníaco, con las
potencias latentes que son gérmenes de nueva vida. Arriesga lo mas preciado,
el alma, es decir, lo “humano, demasiado humano”, por algo aún mas preciado.
En la danza se seguirá el deseo prohibido como hizo Edipo (y sin el cual Edipo
no sería él mismo), y los actos en el escenario del mundo serán reflejo de las
6
F. Nietzsche, La Gaya Ciencia. Ed. Editores Mexicanos Unidos
7
Idem, IV, Pág. 47
8
Idem, XXXV, Pág. 77
158
fuerzas en tensión que nos toman y nos hacen vivir llevándonos por nuestro
destino o camino, así nos cueste la visión común como a Edipo, que se saca los
ojos pues ha visto demasiado. Haremos mal, pero “malo” en realidad sería no
9
realizar o impedir el libre emerger en la superficie de una potencia Entonces,
¿hizo bien o mal Edipo en matar a su padre y en cogerse a su madre? Ningún
vitalismo, y la lucidez es vitalista, acepta la castración: la renuncia al deseo más
íntimo y primordial ( y donde Freud, incapaz de esa intimidad sufrió susto). Al
contrario, siguiendo su cause hasta las profundidades insondables del ser,
venciendo simbólicamente el tabú del incesto, nos encontramos con que todo
deseo no emerge de, ni nos pertenece a nosotros, sino a la naturaleza. La vida
en su “devenir activo”, es la simbólica serpiente (falo femenino), una corriente de
energía o emanación a la que nosotros somos extensivos, consustanciales. Por
lo tanto, esa energía, pura voluntad creadora, no nos pertenece más de lo que le
pertenecemos. Cualquier artista conectado a la vida, intuye que cuando crea, es
a la vez el mismo recreado, como si el obrar tuviere vida propia y el autor
también fuese trabajado cuando trabaja. Todas las actitudes dominativas hacia
el antes llamado “sexo débil” tienen que ver con el temor ancestral y la envidia al
incalculable poder creador femenino de la naturaleza. Tal temor tiene sentido,
pues hemos confiado en exceso en nuestra Razón -lo que presentimos como un
hurto- pues vivimos negativamente como si lo humano fuese algo separado o no
emergido de la vida, y hemos pretendido dominar sobre lo femenino creador con
la artificialidad de nuestros métodos, forzando a la vida a entrar en nuestros
cálculos, categorías y aparatos, como intentando meter el mar entero en un
simple vaso. La naturaleza, sin excluir la racionalidad y sus productos (a
sostener la indistinción hombre/natura) es una biotecnología, en términos de
Deleuze-Guatarri, una “maquina deseante”. Ella, la vida, es la promiscua
serpiente sagrada que se acuesta con todos, pero con ninguno en especial: la
vida inmanente que penetrándolo todo, lo coge. 10 Podemos dejarnos transportar,
9
En el documental “L´ abécédaire de Gilles Deleuze” Pierre-André Boutang, Francia 1988-1996,
Deleuze comenta en la entrevista que “el mal” es la irrealización de una potencia.
10
Cabe señalar que durante el coito( y en el juego de seducción previo) la mujer es la que
“coge” u atrapa al hombre, la que lo aprieta a semejanza como la serpiente cuando caza la
159
y “cogidos” por esa corriente serpentina de energía vital creativa bajo el encanto
de la música, sentimos un aumento de fuerzas e intensidad en el vivir. Esto es
lo que todo artista filosofo hace cuando “eleva” su pensamiento a las alturas de
la vida: hundirse en ella y de ahí emerger a la superficie renovado, con nuevos
bríos y perspectivas. Se trata de un tema arquetípico: del caos nocturno y
primordial renace, no sin sacrificios y batallar, el sol guerrero radiante y
victorioso, iluminando la creación de un nuevo día. Llegada la tarde, el astro
vuelve a enterrarse, llevándose consigo la luz y trayendo el caos. Muere en las
profundidades del abismo o recupera ahí las fuerzas. La lucidez es doblemente,
condición de posibilidad para este viaje iniciático 11 del espíritu que cruza inmune
las tinieblas y la luz, así como su consecuencia. Lucidez significa vida vivida
justamente en las zonas umbrales y de mayor intensidad: la aurora y el
crepúsculo, el mediodía y la medianoche. ¡Qué pensamientos emergen de ahí,
que visones!
presa. También nótese que la estructura interna de la vagina también es parecida un falo pero
hacia dentro, invertido: un falo-femenino.
11
En la mitología egipcia tenemos ejemplificado este viaje en la barca solar piloteada por Ra
(dios del sol). El tiene que luchar con la serpiente del caos Apofis, para cruzar la noche y traer el
amanecer al mundo, sin lo cual se rompería Maat, el “orden cósmico”. Apofis representaba el
mal, con el que había que luchar para contenerlo; sin embargo, nunca sería aniquilada, sólo era
dañada o sometida, ya que de otro modo el ciclo solar no podría llevarse a cabo diariamente y el
mundo perecería.
160
a las cosas un orden racional y moral que lo salvaban de ser un caos, y de evitar
a los aldeanos de la comarca el que experimentasen incertidumbre, angustia.
Por estas prestaciones de tipo existencial, todos adoraron esta trinidad angelical
hasta que nos vino el desencanto y desengaño de la razón, curiosamente, por el
ejercicio más riguroso del pensamiento. La misma agudeza intelectual, la
clarividencia, humilló el intelecto humano, y no se diga además de esto, las
nefastas consecuencias que lo más divino y bello, la razón ilustrada moderna,
trajo en términos de pérdidas humanas y naturales en los últimos siglos. El
nihilismo nació de esta desconfianza, de esta toma de distancia de la
racionalidad respecto a sí misma. Necesario era que un mundo moral con unos
valores determinados se viniera abajo también al cuestionar los principios que lo
justificaban. Desde que dejo de haber una objetividad allá fuera, la subjetividad
quedo exaltada y enervada al grado de tornarlo todo demasiado relativo,
demasiado guango, sujeto a perspectiva. Claro que aun nos queda la ley, la
religión o el ideal del progreso, la ciencia, pero cada vez menos creen en ello
realmente como antes, y solo parecemos creer. Esta liberación del dogmatismo
religioso y de todo sentido único que abrió la posibilidad de múltiples sentidos,
despertando las facultades interpretativas, tiene dos caras. La tolerante y
permisiva modernidad nos torna complacientes, suaves, indecisos. ¿Menú a la
carta es más o menos libertad? No nos parece necesario tomar partido en nada,
casi parece indecoroso o impúdico tener ganas de algo real, autentico, ¿para
qué si podemos farolear con cualquier cosa? Afirmarse, proponer algo, tomar un
rumbo fijo (aunque curvo) es demasiado difícil y sospechoso para un mundo que
duda de sí mismo, y que eleva el escepticismo al rango de realismo y virtud. Por
otro lado cuando se creía demasiado, cuando se pretendía un conocimiento
absoluto, una Verdad, todo trabajo creativo estaba detenido, pues no había
suficiente apertura a otras visiones, a otras realidades y posibilidades. En la
Edad media, todo se medía con la misma regla. De una época cristalizada en
sus principios y dogmas pasamos paulatinamente, a través del Renacimiento, a
otra de apertura, demasiado quizás. La nueva era (new age) es la flor de loto,
abierta y desparramada, flotante y extática, de todo un poco, ebriedad perpetua,
161
12
La primera expresión es un título de la novela existencialista de Boris Vian, la segunda, de la
novela de Milan Kundera.
162
nos dejamos soñar. Claro que, con la simulación, se trata de convertir la vida en
un “sueño lucido”, aquel donde intuyes que estas soñando, donde inmerso en él
y en la acción guardas la lucidez, un mínimo de distancia. Y es éste modo de
vivir o la locura total, el fanatismo, la alineación y enajenación absoluta propias
del servilismo de la conciencia esclava. Ante esta amenaza es donde el guerrero
brinca hacia atrás, y tiene la lucidez como escudo. Pero también tiene espada,
para legislar, para casi-ordenar el caos, para dar o trazar una senda. Como lo
formulaba Nietzsche:
13
F. Nietzsche, El Anticristo Ed. Editores Mexicanos Unidos, Pág. 14.
165
“La causa del placer no es la satisfacción de la voluntad (...) sino el hecho de que la
voluntad quiere avanzar y es siempre nuevamente dueña de lo que se encuentra a su
paso. El sentimiento gozoso se encuentra precisamente en la insatisfacción de la
voluntad, en el hecho de que la voluntad no vive satisfecha si no tiene enfrente un
adversario y una resistencia. El “hombre feliz” es un ideal del rebaño” 14
Cabe agregar algo más, que responde a una posible objeción. La construcción o
invención de verdades no es meramente un “nominalismo” arbitrario, el lenguaje
no esta montado sobre sí mismo. La conciencia y el lenguaje son un vapor
emergente, un efecto superficial de las potencias en la materia, fantasmas que
son sombras de la vida. En un lenguaje vivo, originario, hay fuerzas activas
copulando con las palabras. Ellas llevan energía, son como algunos chamanes
dijeran “palabras de poder”. En un caso así, lejano a toda decadencia, la Razón
en realidad es penetrada por la vida (falo femenino) Cosa inversa-perversa se
hizo al introducir razón y moralidad a la vida (queriendo penetrarla aquella)
cuando en realidad toda obra bella y fuerte viene de una racionalidad que tan
solo es espejo, y hace sombra a la vida. Así como la mujer sólo fue sombra del
14
F. Nietzsche, La voluntad de poder, Pág. 465 (689) Ed. Edaf, Madrid 2000.
166
Doy por terminado este trabajo. Para rematar, baste decir que mi investigación
ha intentado construir un concepto, una actitud y también un valor: la lucidez.
“Gérmenes de la lucidez” es lo que me he comprometido a dar, semillas o ideas
que permanecieron en incubación, ensayos durante los cuales quise sustanciar,
germinar y florar un concepto mas elaborado, suficientemente soportado o
argumentado. Eso convendrá a mis lectores juzgar. Pero también “gérmenes” en
el sentido bacteriológico, contaminante y rebosante de vida, tanta que amenaza
168
BIBLIOGRAFIA
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1992.
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reimpresión, 1998.
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