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A partir de estos cuestionamientos, entre otros, distintas experiencias de EIB, han sido
cuestionadas por agrupaciones y movimientos indígenas, académicos e investigadores,
sindicatos y gremios de profesionales y trabajadores de la educación. Se observa tam-
bién que esas iniciativas suelen constituir acciones fragmentadas en la estructura de los
sistemas educativos, ya que conforman proyectos y programas de carácter focalizado
y compensatorio tendientes a “atender” a poblaciones indígenas definidas como en
situación de “riesgo o desventaja socioeducativa” (Bordegaray y Novaro, 2004). Así,
“riesgo”, “minorías” o “sectores vulnerables”, tienden a ser términos y categorías con los
que se definen a los destinatarios únicos de estos programas, ubicándolos en una posi-
ción pasiva, restándoles capacidad de acción y transformación como sujetos políticos
(Díaz, 2001). Además, pueden llevar prefigurados los “problemas” y sus “soluciones”.
El impulso que el discurso del “respeto a la diversidad” ha desplegado en el marco de
programas de acción afirmativa, ha constituido inicialmente un aparente cambio de
paradigma, aunque con resultados limitados, reducidos a un énfasis discursivo y un
efecto esencializador.
En Latinoamérica, más de tres décadas de EIB, han influenciado las reformas educa-
tivas en curso y el sistema de legislación. Sin embargo, estas políticas no han alcanza-
do a resolver las disputas entre las políticas educativas de los estados nacionales y las
políticas culturales de los grupos étnicos, las que a su vez se ven traccionadas por las
definiciones que sobre éstas realizan organismos supranacionales. La incidencia de
estos últimos en el diseño, financiamiento y puesta en acción de las políticas educativas
han sumado complejidad a estas discusiones, ya que son estos organismos los que
promueven nuevas fragmentaciones y segmentaciones culturales, sustentadas en diver-
sas concepciones del multiculturalismo que resultan funcionales al mantenimiento de
2. Informe FLAPE Colombia, las estructuras socioeconómicas2. Las políticas de EIB tampoco han alcanzado a arti-
Castillo Guzmán y Caicedo
Ortiz, 2007, citado en Diaz,
cular demandas estratégicas tales como los derechos de los pueblos indígenas/origi-
Diez y Thisted, 2009. narios a la tierra, al reconocimiento de sus repertorios culturales y a una educación
que los reconozca en igualdad de derecho.
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Pese a ello, se observa que las redefiniciones en materia de educación intercultural cons-
tituyen parte de procesos de lucha política y pedagógica de mediana y larga duración
a lo largo del siglo XX y que se ha intensificado en las últimas décadas. La normativa
con respecto a la cuestión de la educación intercultural en América Latina ha experi-
mentado un avance significativo en las últimas décadas. Tanto en los pronunciamientos
de Durban, Unesco, OIT, Naciones Unidas, OEA como en los textos constitucionales
de muchos países de la región se expresa el reconocimiento y el respeto a la diversi-
dad cultural como principio organizador. Esto ha dado lugar a marcos normativos
en educación –leyes nacionales, jurisdiccionales, decretos, etc.- que progresivamente
instalan, con diferentes denominaciones y concepciones, la cuestión de la educación
intercultural.
En primer término, las luchas de poder dentro de campo estatal no ponen en cuestión
este elemento central de la matriz del Estado nacional. Esas luchas se despliegan entre
los diferentes grupos que dominan los espacios en donde se generan las políticas a
fin de alcanzar condiciones para mejorar sus posiciones y continuar en el campo. Sin
embargo, usualmente son vistas e interpretadas en términos de “desarticulación de
políticas”, involucrando al conjunto de agentes que están vinculados a la producción
de políticas, por ejemplo entre los equipos técnicos. También se suceden entre éstos y
las instancias institucionalizadas en el Estado en las cuales se encuentran los represen-
tantes de movimientos y organizaciones sociales. El reconocimiento de este proceso
permite entender las lógicas que interrumpen la posibilidad ya no solo de apertura
sino también de la posibilidad misma de que pueda ocurrir el debate de políticas con
participación de todos los actores involucrados en la escena estatal.
Por otra parte, se destaca la exigencia de reflexividad crítica como una condición nece-
saria de toda acción política de los intelectuales. El reclutamiento de intelectuales (cien-
tíficos, escritores, referentes de movimientos y organizaciones sociales) que ingresan a
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Notas de cierre
## Bibliografía
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nómica.
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co. En: Bourdieu, P. Razones Prácticas: sobre la teoría de la acción. Barcelona: Editorial
Anagrama.
»» Diaz, Raúl (2001). Trabajo docente y diferencia cultural. Lecturas antropológicas para una
identidad desafiada. Buenos Aires: Miño y Dávila.
»» Diaz, Raúl, Diez, María Laura y Thisted, Sofía (2009). Educación e Igualdad: la cuestión
de la Educación Intercultural y los pueblos indígenas en Latinoamérica. Una contribu-
ción para el proceso de revisión de Durban. Campaña Latinoamericana por el Derecho
a la Educación (CLADE), Brasil.
»» Martínez, M. Elena; Diez, M. Laura; Thisted, Sofía; Villa, Alicia (2009) Políticas e Prá-
ticas de Educação Intercultural En: Candau, Vera Maria (org.) Educação Intercultural na
América Latina: entre concepções, tensões e propostas. Rio de Janeiro: Editora 7 letras.
»» Puiggrós, Adriana y colab. Cartas a los educadores del siglo XXI. Buenos Aires: Editorial
Galerna, 2007.
»» Rockwell, Elsie (1991). “La dinámica cultural en la escuela”. En: GIGANTE, Elba (coord.)
Cultura y escuela: la reflexión actual en México. Serie Pensar la Cultura. México: Conacult.