BLOQUE 1 H.E

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 2

EPÍGRAFES HISTORIA DE ESPAÑA. 2º BACH. CARIDAD FANCONI.

2021-22

BLOQUE 1: LA PENÍNSULA IBÉRICA DESDE LOS PRIMEROS MOMENTOS


HASTA LA DESAPARICIÓN DE LA MONARQUÍA VISIGÓTICA (711).

1.1. Sociedad y economía en el Paleolítico y el Neolítico. La pintura rupestre.


Los restos más antiguos de pobladores de la península Ibérica (Atapuerca, Burgos)
datan del 800.000 antes de Cristo. Por tanto, ahí comienza nuestro Paleolítico, la etapa más
antigua de la Prehistoria, caracterizada por tener una economía depredadora, basada en la
caza, pesca y recolección, y una sociedad nómada, que habita en cuevas, formada por
grupos de pocos individuos unidos por vínculos de sangre y con escasa división del trabajo.
Hacia el 5.000 antes de Cristo llega el Neolítico, segunda etapa de la Prehistoria, por
el Mediterráneo, (aunque investigaciones recientes adelantan su aparición -neolítico
precerámico-, hasta el 10.000 A.C.). Esta nueva etapa supone un revolucionario cambio en el
desarrollo humano: aparece la economía productora de alimentos, mediante la ganadería y
la agricultura, lo que contribuye a la mejora de la calidad de vida, la sedentarización, con
comunidades más grandes en las tierras más fértiles, y un progresivo desarrollo cultural.
A partir del III mileno antes de Cristo aparece la metalurgia (en el tercer milenio, la del
cobre; en el segundo, la del bronce -aleación de cobre y estaño-; en el primer milenio, hierro).
La PINTURA RUPESTRE es la primera manifestación artística conocida, y comienza
en el paleolítico, en la Península Ibérica con dos manifestaciones diferentes:
1) Zona cantábrica: en la profundidad de cuevas (Altamira), naturalista, sólo animales, tres
colores (ocre, negro y rojo), parece responder a fines de "magia simpática". Con
datación paleolítica.
2) Zona levantina; en abrigos naturales exteriores, abstracción, figuras humanas en
grupo (y animales), monocroma, (Cogul). Son posteriores
1.2 Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas: fenicios, griegos y
tartessos.
A principios del primer milenio A.C. se produce en la Península Ibérica una gran
novación porque llegan por el Mediterráneo las colonizaciones históricas que provienen de
Oriente, aportando la escritura, y, por tanto, iniciando la Historia. Se denominan
colonizaciones porque su interés primordial es económico-comercial, no de conquista de
territorios, e históricas porque tienen escritura; en general tenían un nivel de desarrollo muy
superior al del sustrato primigenio, formado básicamente por celtas, que ocupaban el norte de
la península ibérica, e iberos en la zona central y mediterránea.
Los primeros en llegar a la península fueron los fenicios, en el Siglo X, que se
instalaron en el sur de la Península, rico en cobre, plata y oro, y dentro de la ruta del estaño
(Islas Británicas), fundan las primeras colonias, entre las que destaca Gadir (Cádiz). Trajeron
nuevas formas de navegación, la escritura, la moneda, el torno alfarero, la salazón de
pescado...
Los griegos llegaron posteriormente, en el Siglo VIII, fundando Emporium (Ampurias,
Gerona), y Maikane, estimulando el desarrollo de las ciudades, nuevos cultivos, como la vid y
el olivo, y sus propios dioses. En relación con Tartessos, se desconoce su procedencia y
fechas de instalación en la península; el reino tartésico estaba en el Suroeste de la península
(actuales provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, así como el sur de Badajoz), explotaban las
minas de cobre, además de encontrarse en la ruta del estaño; se caracteriza por el desarrollo
de la minería y la orfebrería (Tesoro del Carambolo).
1.3 Conquista y romanización de la Península Ibérica. Principales aportaciones
romanas en los ámbitos social, económico y cultural.
En el Siglo III antes de Cristo dos imperios emergentes luchan por la
supremacía en el Mediterráneo mediante las guerras púnicas, entre Cartago, imperio
predominantemente marítimo, con capital en la actual Túnez, y Roma, imperio
predominantemente terrestre, que es la que se impuso finalmente.
Podemos distinguir cuatro fases en la CONQUISTA de la Península por parte
de Roma:
1ª: Las guerras púnicas (264-205 antes de Cristo), sobre todo la segunda (218-197
antes de Cristo) que se produjo esencialmente en la Península Ibérica, con el triunfo
de Roma, que llega a dominar todo el Mediterráneo, calificado como "mare Nostrum”
2ª: La resistencia de los indígenas peninsulares (205-133 antes de Cristo), fue
desigual: fue fácil la integración de los iberos (esencialmente la costa mediterránea), más
difícil con los lusitanos (Viriato), los celtíberos (Numancia) fueron los más reacios.
3ª: Las guerras entre romanos (133-31 antes de Cristo): en la última de ellas Julio
César consigue finalmente imponerse.
4ª: Fase final (31-19 antes de Cristo): se conquista el norte de la Península por parte
de Augusto, declarándose la “pax romana”. Coincide con el comienzo del Imperio
romano.
Se entiende por ROMANIZACIÓN el largo proceso de adscripción al mundo
romano de todos los territorios y todos los pueblos conquistados hasta conseguir su
homogeneización, a través de tres instrumentos de cohesión como la generalización
del latín como lengua vehicular, la extensión de la ciudadanía romana y correlativa
aplicación del “iuris civilis”, la creación de una auténtica civilización urbana con
una trama de ciudades magníficamente dotadas, y unidas por una extensa trama
de calzadas, con una importante inversión en obras públicas (calzadas, puentes,
acueductos, puertos, etc.). Puede decirse que este legado aún pervive, y que la
efectividad de la romanización se manifiesta en que la Península Ibérica llegó a
calificarse de “cantera de emperadores" (Trajano, Adriano y Teodosio).
1.4 El reino visigodo: origen y organización política. Los concilios
El visigodo fue el más romanizado de los pueblos bárbaros, y el último en
cruzar el “limes” del Danubio; tras un largo periplo por Grecia e Italia, llegaron al sur de
Francia en el Siglo V después de Cristo, estableciendo la capital en Toulouse, hasta
que en el 507 fueron derrotados por los francos en la batalla de Vouillé, por lo que se
retiraron a la Península -manteniendo la Septimania, al sudeste de Francia, concidente
con el Languedoc y la Cerdaña-y trasladando la capital a Toledo.
Consiguieron la unidad peninsular desde varias perspectivas:
1: Territorialmente, expulsaron a los alanos y vándalos y confinaron a los suevos y
bizantinos.
2: Impusieron la unificación religiosa: Recaredo abandonó el arrianismo y se
convirtió en el 549 al catolicismo y con él todo el pueblo.
3: Unificación jurídica: Recesvinto y Chindasvinto impusieron una única ley, el “liber
iudiciorum”, aplicable a toda la población, tanto visigoda como hispanorromana (año
654).
4. Unificación política e institucional: la monarquía visigoda fue primero electiva
y posteriormente hereditaria. Gobernaba con un “Officium palatinum” (miembros
de la máxima confianza del monarca). Había, además, dos instituciones: el aula regia
(asamblea consultiva formada por los miembros del officium palatinum y otros
nobles), y los concilios de Toledo, órgano decisorio en cuestiones religiosas y
políticas que, tras Recaredo, adquiere un gran poder político, integrado por la nobleza
y el clero, y que controlaba al Rey.

También podría gustarte