Catequesis 1º 16-III

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Catequesis 16-3-2018. Tema 18.

Tras dar la catequesis, el relato de la pasión llega bien a algunos niños, sin
embargo a otros no- Parece que los niños del colegio teresiano trajeran como
una especie de barniz. No pude terminar de leerlo.
Comenzamos leyendo el relato de la Pasión. Este de aquí abajo es un resumen, pero
podemos coger una Biblia y leer cualquier evangelista. El relato lo lee el catequista (no los niños),
haciendo silencio. Y ya está: el relato se lee, se reza y se contempla. Ni se estudia, ni se explica ni
se analiza.
Lo único que se podría añadir, tras leerlo, es la verdad del relato: “Esto lo hizo Jesús por
amor a ti y a mí. Para conocerlo mejor, vamos a seguir con nuestra catequesis”

En aquel tiempo Jesús quiso cenar con sus discípulos. Estando a la mesa, se levanta, toma
una toalla, se la ciñe y, echando agua en una jofaina, va lavando los pies a los discípulos. Pedro le
dice:
“No me lavarás los pies Jamás”. Jesús le responde: –«Si no te lavo, no tienes nada que ver
conmigo». Pedro le responde: “Señor, no sólo los pies, sino todo el cuerpo”. Jesús le dice: «Quien
está limpio no necesita lavarse entero. Vosotros estáis limpios, aunque no todos. Mirad, vosotros me
llamáis el maestro y el Señor, y decís bien. Pues si yo he hecho esto con vosotros, también vosotros
lo debéis hacer unos con otros. Yo os aseguro que uno de vosotros me va a entregar».
Después, mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio,
diciendo:
–«Tomad, esto es mi cuerpo.»
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo:
–«Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos.»
Y después salieron hacia el monte de los olivos. Y Jesús les advirtió: «Cuidado porque está
escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas». Pero Pedro le replicó: “Yo no te abandonaré
jamás”. Jesús le dice: «Te lo aseguro; me habrás negado tres veces antes de que el gallo cante dos
esta noche».
Llegados al monte de los olivos toma consigo a Pedro, Santiago y Juan y se aleja del resto.
Les dice: «Quedaos aquí y velad conmigo»
Y oraba a su Padre Dios: «Papá, si es posible aparta de mi este caliz pero no se haga lo que
yo quiero, sino lo que Tú quieres». Al volverse con los tres apóstoles se los encuentra dormidos: no
habían podido rezar con Él.
Entrada la noche, se presentó Judas, uno de los Doce apóstoles que había estado presente en
la cena, y con él gente con espadas y palos, manda-da por los sumos sacerdotes, los escribas y los
ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: “Al que yo bese, ése es; detenedlo”.
Judas se acerca a Jesús y le dice: “Salve Maestro”. Y le da un beso. Los soldados entonces
detuvieron a Jesús y lo llevaron a casa del Sumo Sacerdote. Los demás discípulos, amigos de Jesús
habían salido corriendo.
En casa del sumo sacerdote, de noche, empezaron a presentar testigos falsos que mentían
sobre lo que Jesús había dicho y había hecho, pero Jesús no se defendía sino que estaba callado. En
esto, El sumo Sacerdote se levantó y preguntó a Jesús: “¿No tienes nada que decir? Ahora yo te
pregunto, en el nombre de Dios: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?” Y Jesús le contesta:
–«Sí, lo soy. Y veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y
que viene entre las nubes del cielo.»
Cegado por la rabia el sumo sacerdote condena a Jesús a Muerte. Entretanto Pedro, el
apóstol amigo de Jesús había llegado a casa del sumo sacerdote y se había metido en el patio, fuera
de donde estaban interrogando y acusando a Jesús. De repente, una criada se le acerca y le dice: “Tú
eres uno de los discípulos de ese tal Jesús” Pero Pedro responde: “No es cierto, no sé de que me
hablas” La criada, no creyendo a Pedro dice a los que estaban también en el patio: “Este andaba con
Jesús el Nazareno” Pero Pedro responde: “Ni entiendo ni sé que quieres decir”. Cantó un gallo
LA gente del patio se acercó a Pedro y mirándole dijeron: “Es verdad, tú eres uno de ellos,
porque eres de Galilea como ellos” Pero Pedro juró diciendo: “No le conozco”. Entonces cantó el
gallo por segunda vez y en ese momento sacaron a Jesús para llevarlo a Poncio Pilato, el jefe
Romano que podía condenarlo. Pedro miró a Jesús y Jesús miró a Pedro; y recordó las palabras que
le había dicho: Antes de que el Gallo cante dos veces, me habrás negado tres. Pedro salió de allí y
lloró amargamente.
Llevaron a Jesús ante Pilato, que preguntó a los judíos que querían; estos le dijeron que
Jesús se había proclamado rey y se había declarado hijo de Dios. Y todos los judíos que allí estaban
empezaron a gritarle a Pilato llenos de rabia y de odio: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!
Pilato se asustó ante el tumulto y también porque habían dicho que Jesús era rey e Hijo de
Dios. Fue a hablar con Jesús, pero Jesús callaba. Pilato le dijo: “¿No me dices nada? ¿Tú eres rey?
¿No sabes que yo tengo poder para soltarte o para condenarte?” Pero Jesús le contestó: «No
tendrías ningún poder si no te lo hubieran concedido de lo alto. Mi reino no es de este mundo».
Pilato mandó que azotaran a Jesús. Atado a una columna Jesús empezó a recibir golpes por parte de
los soldados. Ya los judíos lo habían tratado mal. Después de recibir ese gran castigo Pilato lo
presenta a los judíos para ver si con eso se quedan tranquilos y les dice:
“Todos los años libero a un preso. He aquí al hombre, Jesús. Y está Barrabás (que era un asesino)”.
Los judíos con más rabia que antes gritaron: “Libera a Barrabás. Crucifica a Jesús” Y Pilato,
lavándose las manos, les entregó a Jesús para que lo crucificaran.
Y llevaron a Jesús, cargando con la cruz, al Gólgota (que quiere decir lugar de «la
Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus
ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de
los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se
cumplió lo que Dios ya había predicho en la Escritura: «Lo consideraron como un malhechor.»
Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: “A otros ha salvado. Que se salve
a sí mismo”
Jesús, levantando la mirada al cielo dijo: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen»
Llegada la hora nona, es decir, las tres de la tarde, Jesús dijo: «Padre, a tus manos
encomiendo mi espíritu» Y murió.

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Tras leer el relato de la Pasión abrimos nuestro catecismo por la página 44. Allí tenemos un
dibujo:
¿Quién es? Jesús
¿Qué hace? Lavarle los pies a sus discípulos
¿Por qué? Porque quiere enseñarnos cuanto nos quiere y que para ser buenos y felices como
él hay que ayudar, hay que servir a los demás. Jesús nos dice “Hay más alegría en dar que en
recibir”
Lo coloreamos
¿Cuándo celebramos los cristianos esto? El jueves Santo, en el cual también los sacerdotes
lavan los pies a algunas personas en la Misa para recordarnos este gesto que hizo Jesús. El jueves
Santo nosotros podemos verlo, y podemos darle gracias a Jesús por todo lo que hizo por nosotros:
en casa, en la Iglesia, en las procesiones. También vemos a la Virgen: sabemos que Jesús fue
condenado a morir en la Cruz y la Virgen tuvo que verlo y lloró mucho. Nosotros podemos ayudar
y ser consuelo de la Virgen si la queremos mucho.
Leemos el texto de la página 45: “Jesús es entregado al pueblo…” Jesús hizo todo lo que
hizo por nosotros, para que podamos ser buenos de verdad y eso lo llevó a morir en una cruz. ¿Así
terminó todo? La respuesta el viernes 6 de abril a las 16:00h. Hasta entonces feliz semana Santa y
no nos olvidemos de Jesús y de la Virgen, que ellos no se olvidan de nosotros.

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