7alimentos Ricos en Colágeno Marc Verges
7alimentos Ricos en Colágeno Marc Verges
7alimentos Ricos en Colágeno Marc Verges
Marc Vergés
Una buena alimentación y, sobre todo, comer regularmente alimentos ricos en colágeno mar-
ca la diferencia. Además, nos es más fácil asimilar colágeno de los alimentos que de los suple-
mentos y son un comodín para mejorar la mucosa digestiva, los tendones, las articulaciones, el
cabello y la piel.
En el programa en línea “Antiaging celular” explicamos qué es el colágeno y la suplementa-
ción que podemos tomar paralelamente.
La proteína es esencial para cuidar todas las estructuras del cuerpo y, por tanto, tenemos que
consumir proteína de fuentes animales y/o vegetales.
Caldo de huesos
El colágeno está en los huesos de los animales, por eso el caldo de huesos se considera un
alimento diez. Durante la cocción, el colágeno se va desprendiendo de los huesos. Esto tiene unos
beneficios curativos impresionantes: reduce la inflamación, aumenta la energía o alivia el dolor
de huesos y músculos. Es recomendable utilizar carnes de pasto o ecológicas. En el caso del pollo,
es beneficioso incluir el cuello o el cartílago que tiene repartido por todo el cuerpo y que se ha
utilizado para tratar la artritis. Poner pollo a los caldos o guisos con verduras es una buena idea
para introducir una buena fuente nutritiva para las articulaciones y la piel.
INGREDIENTES:
• Agua filtrada
ELABORACIÓN:
1. Precalentar el horno a 200 ºC y tostar los huesos entre 35-40 minutos para dar
más sabor al caldo.
2. Poner en la olla del caldo con el vinagre, los ajos, el laurel y el alga kombu. Añadir
el agua filtrada y dejar reposar 30 minutos.
3. Encender el fuego al máximo y esperar a que arranque el hervor. Una vez hierva,
bajar el fuego al mínimo y dejar cocinar por lo menos 3 horas.
4. Al cabo de 2 horas, añadir las verduras troceadas y dejar hervir 1 hora más.
En cambio, la clara siempre debe quedar bien cocida para aprovechar al máximo las proteí-
nas. Si comemos todo el huevo crudo reducimos en un 50% la absorción de los nutrientes y dis-
minuimos la disponibilidad de biotina o vitamina B7, que es importante para controlar los niveles
de azúcar y la obesidad. Esto se debe a la avidina, una proteína que impide que se absorban los
nutrientes del huevo y que lo convierte en un simple laxante. La avidina se inactiva con calor o
haciendo un batido enérgico en un vaso triturador o batidora.
Ostras
Son una fuente extraordinaria de vitamina B12: una sola ostra tiene el
133% de la cantidad diaria recomendada de esta vitamina. La B12 es
una vitamina esencial para preservar la salud de los nervios, de las
células y del corazón, así como para prevenir la demencia. Un ali-
mento muy interesante para vegetarianos y veganos, porque,
como no tiene sistema nervioso central, se parece más a un
vegetal que a un animal.
También es muy importante el contenido en vitamina B2 o
riboflavina y vitamina C, que llega al 7% diario recomendado.
Tiene cantidades significativas de vitamina B3 o niacina (5%)
y vitamina A (3%). Cada ostra aporta cantidades muy desta-
cables de cobre (39%), hierro (14%) y manganeso (16%), y es una
fuente nada despreciable de fósforo (8%), potasio (2%) y sodio (2%).
Pescado
La piel y las espinas del pescado tienen un colágeno muy asimilable. El pescado azul –como
las sardinas, la caballa o los boquerones– es rico en omega-3, que, al ser antiinflamatorio, ayu-
da a prevenir un envejecimiento prematuro de las células.
Además de consumir la “carne” del pescado, podemos utilizar las espinas para hacer caldo
y consumir pescado pequeño fresco o de conserva para comer su piel y espinas pequeñas. Si
optamos por pescado de conserva, hay que priorizar el que va en envase de vidrio para evitar
migraciones tóxicas de las latas de conserva.
Borraja
En algunos lugares de nuestra geografía se consume mucha menos borraja que antes, hasta
el punto que según donde ya es una desconocida. En los Pirineos occidentales aún se come y
hacen platos tradicionales con las hojas rebozadas y fritas (crespillos).
Si hay un déficit de zinc, magnesio o vitamina C, no se absorbe bien el GLA y, por tanto, no se
obtendrá ningún beneficio, o muy pocos.
La borraja tiene un sabor neutro y suave y queda bien con cualquier ingrediente. Si se limpia
con un buen chorro de agua y se cocinar con aceite y agua a partes iguales durante 8 minutos
–y un poco de sal–, solo queda acompañarla con un huevo a la plancha o poché y virutas de
jamón ibérico o natto o tamari.
No hay que preocuparse por sus pelitos; desaparecen con la cocción y no se notan en boca.
Nuestros intestinos los recibirán como un regalo de la naturaleza.
Vitamina C
La vitamina C ayuda a que la lisina y la prolina formen
colágeno más fácilmente. Además, contrarresta el efec-
to de los radicales libres que se forman en el día a día.
Los cítricos como las mandarinas, naranjas, pomelos,
limas y limones son ideales. También las hojas verdes
ricas en vitamina C, como la col kale, las espinacas o
la col rizada, son importantes por el ácido ascórbico
que aportan, y además regulan el tránsito intestinal.
Otras fuentes naturales de vitamina C son la grosella
negra, la rosa mosqueta, la guayaba o el perejil.
Soja
La soja contiene genisteína –hormonas vegetales antioxidantes–, que estimula la producción
de colágeno y frena la de enzimas como las MMP, que pueden envejecer la piel.
Mejor fermentada o germinada para aprovechar mejor sus nutrientes, ya que aquí no tene-
mos la microbiota adaptada a la soja. De todos modos, si seguimos comiendo, quizás nuestros
Bayas
Las bayas también hacen disminuir los radicales libres y aumentan los niveles de colágeno,
ya que tienen propiedades antioxidantes gracias a principios como la floricina, presente en va-
rios árboles frutales como el peral, el manzano o el cerezo.
El color naranja
Los alimentos vegetales de color naranja –calabaza, zanahoria, mango, papaya o boniato–
son ricos en betacarotenos, precursores de la vitamina A que, como ya hemos visto, ayudan a
restaurar el colágeno dañado.
Además, y no menos importante, también ayudan a mantener la mucosa intestinal sana, vital
para poder nutrirnos bien, ya que no somos lo que comemos, sino lo que absorbemos.