Las Falacia2

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 17

UNIVERSIDAD SAN CARLOS DE GUATEMALA

USAC – CUSAM

Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales

Abogado y Notario

Segundo semestre

Lic. Jorge Mario Ochoa Gálvez.

LAS FALACIAS

Evelyn Rosa Maria Barrios Velasquez

200642487

“ID Y ENSEÑAD A TODOS”


INTRODUCCION

La palabra falacia es usada a veces, como equivalente al término


sofisma. La significación de falacia o sofisma alude a un argumento
aparente¨ o a una forma de argumente no válida.

La palabra falacia tiene límites imprecisos en su significado. En


algunos contextos aparece el término denotando una falsa creencia o
un error expresado en un enunciado, pero éste es un uso impropio.
Para que haya una falacia es necesario que estemos en presencia de
una argumento; conforme a lo que se ha dicho precedentemente, es
menester que se trate de un ¨argumento aparente¨. Desde el punto de
vista lógico, no existe un argumento o un razonamiento; pero aunque
incorrectos a la luz de la lógica, suele llamarse falacias a loa
razonamientos que son psicológicamente persuasivos. Es un modo de
argumentar en que hay un error en la estructura del razonamiento, que
pasa inadvertido.
OBJETIVOS

ESPECIFICOS

1. Conocer que son las falacias


2. Enumerar los diferentes tipos de falacias
3. Saber cómo aplicar las falacias.

GENERAL

Que se conozcan, y se comprendan fácilmente, con términos claros y


ejemplos, cada una de las falacias que se presentarán.
LAS FALACIAS

La palabra “falacia” es una palabra común que probablemente todos


hemos utilizado o escuchado en el lenguaje cotidiano. Usualmente, la
usamos para indicar la falsedad de alguna afirmación o declaración.
Sin embargo, para aquellos que hacen lógica, el concepto de falacia
encierra algo más complejo y preciso. ¿Por qué es importante conocer
este concepto? A continuación, te explicamos por qué es conveniente
que sepas qué es una falacia lógica y por qué es importante.

Resumen

- Las falacias pueden ser entendidas como errores en el


razonamiento.

- Las falacias pueden ser de dos tipos: formales e informales.

- Las falacias formales ocurren cuando llegamos a ciertas


conclusiones a través de razonamientos lógicamente inválidos.

- Las falacias informales se pueden detectar por su contenido o por el


propósito del argumento falaz utilizado. Los argumentos en estas
falacias pueden ser válidos o inválidos, pero no soportan nuestras
conclusiones.

Razonamiento y falacias

¿Qué es una falacia? Según Irving Copi, autor de uno de los libros de
lógica más influyentes desde mediados del siglo pasado, “An
introduction to logic”, los lógicos usualmente usan este término para
designar errores típicos del razonamiento. Estos errores, explica Copi,
exhiben patrones reconocibles y pueden ser identificados e incluso
nombrados. Pero ¿qué es un “error del razonamiento”?

Como explica el profesor de la Universidad de la Ciudad de Nueva


York, Graham Priest, en su libro “Logic: a very short introduction”,
cuando tratamos de persuadir a otros de algo, les damos razones. De
la misma manera, cuando tratamos de saber la verdad sobre algo, nos
basamos en razones. La lógica, dice Priest, es el estudio de lo que
cuenta como una buena razón para creer algo y también sobre por
qué es una buena razón. Veamos un ejemplo.

En este ejemplo, la conclusión C está soportada por dos razones: p1 y


p2. Los lógicos usualmente llaman a estas razones premisas (por eso
les ponemos de nombre p1 y p2) y conclusión a la inferencia que se
hace de estas. Al conjunto de premisas y conclusión se le llama
argumento. El ejemplo anterior es un buen razonamiento, pues las
premisas necesariamente nos van a llevar a la conclusión. Si
efectivamente Roma es la capital de Italia y el avión aterrizó en Roma,
entonces no hay forma de que el avión no haya aterrizado en Italia.

Ahora bien, como explica Copi, nuestros argumentos contienen


razones. Sin embargo, no todas las razones son buenas razones. De
la misma manera, no siempre las razones que empleamos nos llevan a
la conclusión a la que llegamos. Estos casos representan errores de
razonamiento y constituyen falacias.

La validez de un argumento

Una de las formas en la que los lógicos evalúan si un argumento es


bueno o malo es analizando su validez. ¿Qué es la validez de un
argumento? Lo primero que debemos saber es que la validez de un
argumento no depende realmente de la falsedad o verdad de las
afirmaciones que usamos, sino de su estructura lógica. Es decir, de
que sea adecuado que extraigamos una conclusión a partir de ciertas
premisas. Veamos un ejemplo.
En el ejemplo 1 es lícito concluir que Sócrates es mortal a partir de las
dos primeras premisas. En el ejemplo 2, por el contrario, no es lícito
llegar a esta conclusión. ¿Por qué? Porque, si bien todos los hombres
son mortales y Sócrates es mortal, esto no excluye necesariamente la
posibilidad de que Sócrates no sea un hombre. De hecho, “Sócrates”
podría ser el nombre de la mascota de la vecina. De esta manera, si
bien en el ejemplo 2 la primera premisa es verdadera y la segunda
también (obviamente las mascotas también son mortales), la
conclusión no se sigue necesariamente de ellas.

En ese sentido, podemos definir la validez de un argumento de la


siguiente manera: un argumento es válido cuando no hay forma de
que la conclusión no sea verdadera si sus premisas son también
verdaderas. De esta manera, nosotros podemos tener un argumento
válido, pero con premisas falsas. Veamos.
En este caso, si las premisas fuesen verdaderas, entonces la
conclusión también tendría que ser verdadera: el argumento es válido.
Sin embargo, la primera premisa es falsa: no todos los perros tienen
cuatro patas (existen perros cojos). Este argumento, no obstante, no
constituye una falacia porque la estructura lógica del razonamiento es
válida.

Dado que la lógica no se ocupa de la verdad de nuestras creencias,


sino de la forma en cómo razonamos, desde un punto de vista
meramente lógico, no habría problema con este argumento. Por
supuesto que nuestra conclusión es falsa; sin embargo, la estructura
del razonamiento es adecuada y es de esto de lo que se ocupa la
lógica.

Ahora, para entender los distintos tipos de falacias es necesario saber


que existen distintos tipos de argumentos.
Tipos de argumentos

Tanto Priest como Copi hacen una diferencia entre argumentos


deductivos e inductivos. Los primeros son argumentos en los que las
premisas llevan necesariamente a la conclusión (con estructura lógica
válida), mientras que los segundos son argumentos que, a pesar de
que no nos llevan necesariamente a la conclusión (y son inválidos),
nos pueden dar buenas razones para creer en la conclusión. Veamos
algunos ejemplos.

El primer ejemplo es un argumento deductivo. Si las dos premisas son


verdaderas, entonces la conclusión también será verdadera. Lo que
caracteriza esta clase de argumentos es que las premisas
llevan necesariamente a la conclusión.
Sin embargo, esto no sucede en el segundo caso. A pesar de que
hayamos visto muchísimos cisnes del mismo color, esto no significa
que en algún momento no podamos encontrar un cisne de otro color.
Lo que sí podemos decir es que existe evidencia de que efectivamente
los cisnes son blancos. Es decir, tenemos buenas razones para creer
en la conclusión, pero existe la posibilidad de que estemos
equivocados.

Si bien los argumentos inductivos no son tan seguros como los


deductivos, son sumamente importantes. De hecho, la investigación
científica se basa justamente en este tipo de razonamientos. Por ello,
a veces nuestras teorías científicas han estado equivocadas, a pesar
de que hayan estado basadas en observaciones y experimentos.

Ahora, ¿por qué es importante esta diferencia entre argumentos


deductivos e inductivos? Porque cada tipo de argumento da lugar a
distintos tipos de razonamientos equivocados. Algunas falacias, o
errores al razonar, estarán asociadas a argumentos deductivos y otras
a argumentos inductivos.

Falacias formales

Como explica Copi, en un sentido general, cualquier error que


cometamos al razonar es una falacia. Esto sucede, explica él, cuando
las premisas de un argumento fallan en justificar la conclusión.

Ahora bien, los lógicos usan el término “falacia” en un sentido más


estricto, no solo para nombrar cualquier error al razonar, sino para
nombrar algunos típicos errores de razonamiento que podemos
identificar y nombrar. Veamos un ejemplo de un argumento falaz.

Este razonamiento es errado porque la conclusión no se sigue


necesariamente de las premisas: es un argumento inválido. De hecho,
los lógicos tienen un nombre para este tipo de falacia: la afirmación
del consecuente.

¿Por qué es una falacia? Porque, si bien toda la ciencia es


materialista, esto no significa que todas las cosas que son
materialistas son efectivamente científicas. De la misma manera,
podemos decir que, si bien todos los perros tienen cuatro patas, esto
no significa que todos los animales que tienen cuatro patas sean
perros. A este tipo de falacias, cuyo error de razonamiento implica
el uso de un argumento inválido, se les llama falacias formales.
Por otro lado, así como hay falacias formales, que se refieren a la
validez de los argumentos, los lógicos han creado también la categoría
de falacias informales. A continuación, te explicamos qué son estas
falacias.

Falacias informales

Las falacias informales son argumentos que tienen errores de


razonamiento, de tal forma que no justifican bien lo que quieren
sustentar. Lo que las diferencia de las falacias formales es que este
tipo de falacia no se suele detectar analizando su estructura
lógica, sino su contenido y el propósito del argumento.

Algunas veces, de hecho, podemos encontrarnos con un argumento


deductivo válido que a pesar de ello no es un buen argumento en una
discusión. Por ejemplo, los argumentos circulares son argumentos
válidos. Sin embargo, estos no son respuestas adecuadas en muchas
discusiones. Una persona podría sostener que el aborto es algo malo.
Y, si otra persona le pregunta por qué, esta podría responder que es
malo porque simplemente está mal. Este sin duda es una mala
respuesta: algo es malo porque es malo. No obstante, si uno analiza
su forma lógica, lo único que se dice es que x es igual a x. En otras
palabras, se trata de un argumento lógicamente válido, pero de una
respuesta insatisfactoria para un debate.

Por otro lado, a veces, podemos encontrarnos con argumentos


inductivos, pero que por la forma en cómo se presentan tampoco
sustentan la conclusión. Veamos algunos ejemplos de las falacias
informales más importantes.
Falacia de generalización apresurada

Una de las más importantes y que es común que las personas


cometan es la falacia de la generalización apresurada. Esta falacia
ocurre cuando concluimos algo de manera demasiado apresurada y
sin suficiente evidencia. Por ejemplo, puede suceder que concluyamos
que tenemos un resfrío porque se nos ha tapado la nariz. Sin
embargo, esta conclusión puede ser demasiado apresurada. Después
de todo, también podría ser un proceso alérgico.

Ahora bien, no todos los casos de esta falacia son tan triviales. De
hecho, esta falacia ha devenido en una práctica bastante extendida
hoy en día: la homeopatía. Como comentamos en un informe pasado,
el médico alemán Samuel Hahnemann inventó esta práctica después
de darse cuenta de que la medicina extraída del árbol de la quina
causaba los mismos síntomas que la enfermedad que curaba. Esto lo
llevó a concluir que aquellas sustancias que causan ciertos síntomas
pueden curar enfermedades que presentan los mismos síntomas. Sin
embargo, esto obviamente es una generalización apresurada. No
porque en un caso suceda esto significa que en todos los casos sea
de la misma manera. Bien podríamos decir que Hahnemann contaba
con insuficiente evidencia empírica para llegar a dicha conclusión.
Falacia del arenque rojo

Copi explica que la efectividad de la falacia del arenque rojo reside en


la distracción: distraemos a nuestro público del verdadero asunto del
que estamos discutiendo al introducir algún tema que, aunque
relacionado, no es el asunto en cuestión.

Por ejemplo, podemos estar discutiendo sobre la efectividad de la


medida de Pico y Placa, impuesta por la Municipalidad Metropolitana
de Lima. Como hemos mencionado en nuestro video, distintos
estudios muestran que esta medida no es efectiva a largo plazo. Sin
embargo, algunos defensores de esta medida se han apoyado en el
hecho de que la mayoría de limeños está a favor de esta para
sustentar su adopción. Esto, no obstante, no tiene nada que ver con la
efectividad de tal política pública. Que la mayoría de gente esté de
acuerdo no solo no implica que la medida resuelva el problema, sino
que no es el tema que se está discutiendo, que es la efectividad de la
medida. Es solo una forma de distraer nuestra atención a un tema
relacionado.

¿Por qué este tipo de falacia se llama arenque rojo? Según Copi, esta
falacia se llama así porque se cree que deriva de la práctica de usar
arenques ahumados (que adquieren un color rojizo) para salvar a los
zorros de ser rastreados por los perros de los cazadores, que serían
distraídos por el olor del arenque.

Falacia del hombre de paja


Según Copi, esta falacia sucede cuando presentamos la posición del
oponente de una manera distorsionada, para que sea más fácil
refutarla. En otras palabras, no atacamos realmente el argumento de
nuestro oponente. Dicho de una forma cómica, atacamos a un hombre
de paja, que se ve como nuestro opositor, pero realmente no lo es. El
canal Wireless Philosophy, pone el siguiente ejemplo.

Es interesante notar que, si la primera premisa de este argumento


fuese verdadera, efectivamente sería un buen argumento contra la
teoría de la evolución. Sin embargo, la teoría de la evolución no dice
que no seamos diferentes de los simios, sino que únicamente postula
que somos parientes (si te interesa el tema, puedes leer nuestro
informe sobre la evolución de la humanidad). Esta postura está
refutando a un hombre de paja, es decir, una versión distorsionada de
la teoría de la evolución. Y, de hecho, no es poco común escuchar
argumentos como estos en personas que no están de acuerdo con
esta teoría.

CONCLUSION

Es natural que nos preguntemos como tales argumentos pueden


engañarnos. Ante esto se podrían citar dos respuestas: A) No siempre
es obvio que una determinada argumentación constituye una falacia,
ya que una larga discusión, podría fácilmente, llevarnos a la
fatiga y perjudicar nuestra atención, pasando por inadvertidas la poca
atinencia de la conclusión con respecto a las premisas. B) Y segundo,
y más importante, que el lenguaje no solo sirve para
comunicar información, sino que puede despertar grandes emociones.
BIBLIOGRAFIA
1. Gómez Astrid y Brueva Maria: ¨Análisis del Lenguaje Jurídico¨,
Págs. 155-181, ED. De Belgrano. Bs. As., 1982.

2. Dra. Lubertino Maria: Apuntes para el primer parcial.


ED. Empresa Centro. Bs. As., 1999.

También podría gustarte