Con Dios La U Es Mucho Mejor - GELC UCHILE

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Si pudiéramos describir el contenido de este libro en

una sola palabra sería: SOBRENATURAL


Lo que vivimos con Dios en la universidad es algo
increíble que va mucho más allá de lo que pudiéramos El Grupo Estudiantil Los del
expresar con palabras, cuando Él está presente lo Camino es una organización
transforma absolutamente todo y nos demuestra que lo de estudiantes cristianos
sobrenatural sobrepasa ampliamente nuestros límites que pertenecen a diferentes
humanos. La verdad indiscutible que resalta en cada una
de las obras de esta antología testimonial es que Dios
instituciones de educación
es Todopoderoso, ¡sí! y enteramente dispuesto a dejarte superior y establecimientos
sin palabras a causa de sus maravillas que hoy más que de enseñanza media, el cual
nunca, están vigentes. tiene por finalidad compartir el
Es más que seguro que en alguna oportunidad has evangelio de Cristo a la juventud
escuchado del poder de Dios… que algo indescriptible en el entorno académico a partir
le pasó a algún conocido o familiar tuyo, pero ¿lo has
experimentado tú? ¿has creído en que esas cosas pasan
de la experiencia de sus mismos
realmente? A veces tendemos a pensar que son milagros miembros.
aleatorios y que suceden una vez y listo. Pero ¿y qué si Lo que tenemos en común
hay más? – tienes que saberlo cuanto antes – porque los autores no es solo ser parte
perderse un día más sin conocer a Dios es demasiado de este grupo o estar cursando
tiempo. Te queremos invitar a llenarte de la evidencia estudios superiores, es por sobre
que sustenta nuestra fe, no es algo que nos contaron, es
todo lo que vivimos.
todo, haber conocido a Jesús
Este es nuestro contexto actual, súper cercano y como salvador y tener una firme
tangible, “la U”, donde también está el Dios de lo imposible. convicción de que el amor de Dios
Un punto clave que debes tener en cuenta, TÚ ERES puede alcanzar la vida de muchos
TREMENDAMENTE IMPORTANTE PARA JESÚS y esta estudiantes a través de nuestros
es la buena noticia, que aquello que está escrito en este testimonios. Creemos que todos
maravilloso libro puede pasarte a ti, desde ahora.
necesitan saber de Jesús y
experimentar personalmente
el cambio de vida que provoca
conocerle, y así obtener la
verdadera libertad, la perfecta
paz y la felicidad que tanto anhela
nuestro corazón.

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GELC
Universidad de Chile

Con Dios la U
es mucho mejor
Con Dios la U es mucho mejor

© GELC Universidad de Chile

Primera edición: mayo 2021

Propiedad intelectual Nº: 2021-A-3665

ISBN: 978-956-6133-10-0

Queda totalmente prohibido copiar, distribuir, transmitir, ejecutar,


reproducir, publicar, conceder en licencia, transferir o vender su
contenido totalmente o por partes. Así mismo, queda prohibido
utilizar este material, ni siquiera parcialmente, en páginas web sin
que se haya obtenido el consentimiento explícito del autor. Todas
las marcas de fábrica y de servicio, así como las denominaciones
comerciales utilizadas y los lugares asociados a las mismas, son
marcas de fábrica o registradas.

Diseño de portada:Valentina Espinoza, Javier Valdés

Ilustración: Martina Valdés

Diagramación: Ediciones on Demand

Impreso por:
Ediciones on Demand
www.edicionesondemand.cl

Santiago, junio 2021


A nuestros queridos estudiantes
y a quienes pronto lo serán
Acerca de este proyecto

Un jueves por la noche en un comedor compartíamos las


grandezas de Dios y su poder manifestado en nuestra etapa
universitaria. Era tanto nuestro gozo que en un arrebato
de pasión por compartir nuestra experiencia imaginamos
un lugar donde todo el que se sintiera sin fuerzas y sin fe
pudiese escuchar y conocer las vivencias con Dios de otros
estudiantes, ser aconsejados y fortalecidos en la fe. Fue en
ese momento que Dios coloca en nuestras mentes y corazón
el anhelo de recopilar en un texto diversas experiencias que
glorifiquen su nombre.
En aquel inicio el proyecto Libro de Testimonios GELC
era solo una idea lejana, llenos de incertidumbres y dudas
dimos el puntapié inicial sabiendo que nuestra capacidad era
nula, pero el Dios de toda la sabiduría, talentos y capacidades
estaría con nosotros en cada paso.
Por ese mismo momento como GELC Universidad
de Chile teníamos además el proyecto Ciclo de Charlas
en el que expondrían diversas temáticas relacionadas a las
distintas problemáticas que aquejan a la juventud actual y
donde pudimos ver a Dios dirigiendo todo con su mano
poderosa. Se formaron así las primeras comisiones, unos
encargados del proyecto Ciclo de Charlas, otros fuimos
encargados con este gran desafío, confiando únicamente
en nuestro Dios. Nuestra comisión fue compuesta por las
hermanas Javiera Astorga, Charlotte Hurtado, Valentina
Espinoza, Belén Rodríguez, Hellen Recabal, Martina Valdés
y el hermano Diego Cid, a quienes agradecemos todo su
apoyo y disposición en cada etapa del desarrollo de este
hermoso proyecto.

[7]
Dios nos concedió trabajar como equipo, unidos en
un mismo sentir y anhelo. Unos en la preparación del
formulario donde se recibirían los testimonios, otros en
diseño y difusión de esta hermosa iniciativa a través de
distintos canales de comunicación, otros en la revisión y
edición de cada uno de los testimonios que hoy se presentan.
No somos profesionales en estas áreas, pero creemos que las
oportunidades y habilidades que Dios nos ha concedido
solo por su gracia y para su gloria, deben ser ofrendadas
para su servicio.
No podemos expresar con palabras el gozo que sentimos
cuando comenzaron a llegar los primeros testimonios,
algunos en formato de texto, otros en formato audio, pero
todos con experiencias llenas de la presencia de Dios.
Así se fueron sumando uno a uno y nuestro gozo iba en
aumento, aunque también nuestra preocupación. En cierto
punto parecía una labor imposible de lograr, los periodos de
pruebas y exámenes nos quitaban mucho tiempo, pero en
esos momentos donde la duda quería acecharnos, Dios nos
alentaba y nos recordaba que no eran nuestras capacidades,
sino que era él quien dirigía nuestra labor.
Leyendo y editando cada uno de los testimonios, lágrimas
corrían por nuestras mejillas, contemplando cómo el poder
de Dios se muestra en estos tiempos, cómo responde las
peticiones de todo aquel que con corazón sincero clama a
él y como en los valles de sombras y en los momentos de
más angustia, Cristo, la roca inamovible de los siglos acude
a nuestro rescate, permaneciendo fiel a pesar de nuestra
infidelidad.
El libro que tiene hoy en sus manos es resultado de un
trabajo en conjunto de mucha juventud que quiso ofrendar
su tiempo, sus talentos y todo lo que tenían para que el
nombre de Dios pueda ser compartido desde una perspectiva
personal y basada en la propia experiencia. Agradecemos
a todos quienes han dispuesto en su corazón participar

[8]
enviando cada uno de estos 50 testimonios y deseamos que
Dios les bendiga en gran manera y les permita poder seguir
compartiendo de su amor en todo lugar y en cada etapa de
sus vidas.
Nuestro gran anhelo es que usted, quien está leyendo
este libro, pueda conocer a Jesús como Salvador, pueda
gozar así de su paz en medio de la tormenta, su favor en
medio de la aflicción y, sobre todo, la esperanza gloriosa de
la vida eterna. Deseamos que aquel que se siente lejos de
Dios pueda recordar que no importa lo que haya hecho, el
amor de Jesús le espera con los brazos abiertos para restaurar
su vida y hacer que su testimonio impacte en el entorno
académico donde Dios le ha colocado y en todo lugar.
En GELC hay un espacio para ti, ven y comprueba que,
con Dios, la U es mucho mejor.

Martina Valdés
Jefa Proyecto Libro de Testimonios
GELC Universidad de Chile

[9]
[10]
Prólogo

Con gozo, con alegría hemos culminado el arduo trabajo


de escribir nuestro primer libro colaborativo, el cual nos
propusimos llevar a cabo durante todo un año, movidos por
la pasión de compartir lo que por gracia hemos recibido.
En una conversación de noche, buscando maneras
de difundir el mensaje del evangelio a la comunidad
universitaria, una idea apareció en nuestra mente, recopilar
experiencias que puedan llegar al corazón de los estudiantes,
no por su perfecta narrativa sino por la fe que puede ser
traspasada en cada una de sus líneas. Así nace el libro GELC,
por la inspiración de compartir la realidad que hemos
vivido en la educación superior yendo de la mano de Dios,
y de dejar plasmado los aprendizajes obtenidos durante
este tiempo para que las futuras generaciones que ingresen
después de nosotros sepan de antemano que “Con Dios la
U es mucho mejor”.
Puede que le parezca inusual el lenguaje empleado, o
increíbles los hechos descritos, pero debe saber, estimado
lector, que en pocas palabras hemos deseado dar a conocer
lo que el poder de Dios ha hecho en nosotros. Nos
maravillamos al pensar en las cosas que tuvimos que vivir, y
los milagros que se presentaron ante nuestros ojos a fin de
que quedasen escritos en estas páginas, pues al término de
este trabajo logramos entender que todo tenía un propósito,
que nada fue suerte, sino la obra de Dios que siempre estuvo
presente.
Cada experiencia que contiene este libro pertenece a
un estudiante que quiso dar testimonio de las grandezas
de Dios manifestadas a su favor, y todas fueron escritas de

[11]
forma particular por sus propias manos, dejando huella de
su más profunda gratitud y del deseo de impartir el amor de
Jesús para bendición de cada lector.
Como podrá ver, Dios está en medio de todas nuestras
actividades, no solo en un templo, no solo en la casa donde
descansamos al final del día, también está con nosotros en
la calle, en las aulas, en las evaluaciones y las conversaciones,
demostrándonos permanentemente que él cuida de
nosotros.
Por todo esto, oramos para que usted conozca la obra
del Señor en medio de su vida, que se acuerde de llamarle
cuando esté en apuros, que le mire antes de darse por
vencido y pueda comprobar por sí mismo que lo que Dios
está dispuesto a hacer por usted, es mucho más de lo que
aquí pudiera quedar registrado.
“Si fuera tinta todo el mar, y todo el cielo un gran
papel, y todo hombre un escritor y cada hoja un pincel,
para escribir de su existir, no bastarían jamás.”

Javier Valdés
Líder estudiantil
GELC Universidad de Chile

[12]
Javier, Ingeniería Civil Industrial

Cuando estaba en cuarto año de ingeniería industrial


tuve un ramo que se llamaba Investigación de Operaciones.
Recuerdo que la última semana antes de los exámenes,
calculé mi nota de presentación y me di cuenta de que
para aprobar necesitaba un 4.1 en el examen (obviamente
estaba con promedio rojo y la posibilidad de eximirme
ya no existía). Bueno, la evaluación la tenía encima y los
contenidos eran muy difíciles para mí, adicionalmente tenía
programada una misión con el grupo de jóvenes de mi
iglesia el fin de semana previo al examen, lo cual disminuía
mi tiempo disponible para prepararme… la verdad es que
no sabía qué hacer.
Decidí finalmente estudiar lo que más pudiera y partir
a misionar. La experiencia fue maravillosa y de mucha
bendición para mi alma, por lo que regresé completamente
feliz. Pero esta felicidad me duró solo hasta el día lunes en
la mañana, cuando me invadió una gran preocupación por
el tema académico.
El día del examen, cuando ya habían pasado tres horas
desarrollando la prueba, revisé lo que había avanzado, sumé
mi puntaje esperado y me di cuenta de que no me alcanzaba
para el 4.1, en ese instante, el ayudante que tomaba la
evaluación preguntó:
–Chicos, ¿cómo van con la prueba? – y junto a mis
compañeros, esperando alguna ayuda respondimos: –
Maaaaal –.
Sin embargo, esta ayuda no llegó, el ayudante nos señaló
que el tiempo se había agotado y era hora de entregar
la evaluación. Mis compañeros pedían más tiempo para
seguir resolviendo el examen, y yo, mientras tanto, empecé

[13]
a orar a la única persona que podía salvarme, aunque yo
no supiera cómo. El ayudante habló con el profesor quien
accedió a darnos 30 minutos más, el problema era que yo
llevaba estancado más de 1 hora sin poder avanzar en mis
desarrollos. Con los ojos llorosos, viendo mi reprobación a
las puertas, me puse a clamar a Dios, pidiéndole que hiciera
un milagro, no me quería echar ese ramo.
En ese momento llega otro ayudante coordinador y
velozmente escribe una fórmula en la pizarra, y apuntando
a lo que había escrito dice:
– Hola, solo quiero que tomen en cuenta este punto –
Miré, y aun estando al borde del colapso, presté atención y
copié en mi hoja aquella expresión matemática, y al verla en
el papel, me di cuenta de que era justo lo que necesitaba para
completar la pregunta correspondiente. Cuando levanto
mi cabeza por segunda vez, el ayudante había borrado el
pizarrón y se había ido.
Los últimos 10 minutos de aquel examen fueron de
llorar y escribir, llorar y escribir… Dios me había entregado
la respuesta precisa.
Luego de tres días me llegó la notificación de la nota, y
la verdad es que no quería mirarla, pero la abrí en el nombre
de Jesús. En ese instante me quedé sin palabras, me conmoví
en lo más profundo de mi ser al ver el 4.1 que tanto había
pedido en ese examen. Ahora que escribo esto, pienso que
Dios hizo este milagro conmigo para que tú pudieras leerlo
y aumentar tu fe. No dudes jamás que Dios está contigo,
Él te escucha y en tus días más apurados no te abandonará.

[14]
Génesis, Pedagogía General Básica

Cuando estaba en cuarto medio comenzaron a nacer


muchas dudas en mí con respecto a mi futuro, ya que Dios
nunca me había dicho que entraría a la universidad. Yo
quería saber cuál era la voluntad de Dios para mi vida, si
debía estudiar o no, esto debido a que mi hermano estaba
estudiando en la universidad en otra ciudad, entonces no
estaban los medios para que humanamente yo pudiera
estudiar. Recuerdo que una vez me arrodillé a orar y le
dije al Señor que si era su voluntad que yo entrara a la
universidad me lo mostrara de una forma diferente, yo
quería ver un milagro. Fue así como pasó alrededor de un
mes de aquella oración y me comienza a dar un dolor muy
fuerte en mi estómago, mi madre me llevó a urgencias, pero
los doctores no encontraban nada, me enviaban de vuelta a
mi casa sin sentirme mejor, no podía comer nada, todo lo
devolvía, hasta el agua. Una vez más me dirijo a urgencias y
allí me dejan hospitalizada.
Después de una semana donde me hicieron varios
exámenes, me diagnosticaron con cálculo a la vesícula,
estuve 15 días hospitalizada y allí mi único alimento era
el suero. En ese momento no entendía porque estaba
atravesando esa situación si yo servía a Dios, trataba de estar
en la mayoría de los servicios, no comprendía cómo había
llegado hasta ese punto. Recuerdo que era un domingo yo
estaba aún en el hospital con un familiar, y entra un hombre
con una biblia bajo el brazo, no me saluda ni nada, solo
me pregunta – ¿usted va en cuarto medio? –, yo con cierta
desconfianza respondo que sí, y es en ese momento cuando
baja la presencia de Dios y toma a aquel hombre, comienza
a hablar en lenguas y empezó Dios a responder cada una de

[15]
mis dudas, me dio muchas promesas y entre ellas me dice
que entraría a la universidad, que él abriría las puertas para
que yo pudiera estudiar, me daría la sabiduría, que saldría
muy pronto de ese lugar y la confirmación de todo esto lo
recibiría en una carta.
Desde ese mismo instante las promesas de Dios se
fueron cumpliendo. Antes de entrar a pabellón clamé a
Dios y como aquella mujer que toco el manto del Maestro,
ocupé toda la fe que tenía y le dije a Dios que él me sanara.
Al despertar después de la operación se acerca mi médico
y me dice –no sé qué paso desde ayer hasta ahora, pero tú
no tenías nada, revisé muchas veces, pero tu vesícula estaba
del tamaño normal y no había ningún cálculo –. Salí de ese
lugar como Dios me lo había dicho, sólo a él la gloria.
Pasó el tiempo, rendir la PSU y el día 25 de diciembre
salían los resultados, en la iglesia en Curicó después del
cuadro de navidad nuestro pastor siempre nos da un sobre
donde vienen dulces y un pan de vida, entonces yo recibo
mi sobre y Dios me trae a la memoria que recibiría la
confirmación por medio de una carta, veo el pan de vida y
realmente era la confirmación (Hebreos 6:10).
Al día siguiente recibí los resultados y desde allí en
adelante he podido ver como Dios abrió las puertas, sus
promesas se fueron cumpliendo una a una, no tuve que
hacer fila para matricularme ni nada, no tuve que pagar
nada y he podido ver que Dios hasta aquí me ha ayudado
y no me ha dejado. Ahora que escribo esto puedo darme
cuenta de que Dios siempre es fiel, cumple sus promesas,
solo nos pide que confiemos en Él, le sirvamos y es Él quien
se encargará de nuestros asuntos, preocupaciones, angustias,
absolutamente de todo. Espero en Dios que mi experiencia
te pueda servir de aumento de fe y recuerda siempre que
Dios está atento a sus hijos, no los deja solos y siempre
cumple sus promesas.

[16]
Javiera, Ingeniería Civil Industrial

Mis primeros dos años de universidad fueron un


proceso muy difícil para mí, ya que estaba desanimada,
no me interesaba la carrera, por tanto, no me esforzaba
y me empecé a atrasar. Entonces, conocí a un grupo de
estudio bíblico en mi facultad y fue de las mejores cosas
que me ha entregado la carrera, a través de estas personas
pude ver el amor de Dios y encontrar el sentido de porqué
estaba estudiando, mi ánimo y percepción cambiaron, y así,
comencé a tomarle interés a mis ramos y tener la intención
de aprobarlos (lo que antes me daba igual). 
En el año 2018, me encontraba dando por segunda vez
un ramo y, a pesar de mis esfuerzos, a finales del semestre me
encontraba reprobando nuevamente, sin ninguna alternativa.
Quiero acotar que en mi facultad existe una instancia para
personas que quedan con promedio entre 3.6 a 3.9, llamada
“examen recuperativo”. Si obtienes un azul en este examen
pasas el ramo con un 4.0, mi promedio quedó en 3.4 por
lo que no existía esta opción para mí, además, como era
la segunda vez que reprobaba este ramo las cosas serían
distintas y debía replantearme si podía seguir con la carrera.
Y así, hice lo que hago cuando me siento totalmente
perdida… orar. Me encerré en mi habitación e intenté
explicar en mis oraciones lo que estaba pasando y cómo me
estaba sintiendo, entonces escuche una voz que me dijo “vas
a aprobar”, no entendía nada, le conté a mi mamá y ella me
dijo que fuera a hablar con el profesor, le mande 5 correos
durante 2 días, lo busqué 4 horas en la facultad y no lo
encontré (en la noche me mandó un correo diciendo que
lo busque en vano porque no estaba en la facultad), mientras
recorría toda la facultad preguntando por el profesor me

[17]
llamó una amiga para decirme que la coordinadora del
ramo había extendido el rango de nota para dar el examen
recuperativo, se podía dar desde un 3.4 hasta un 3.9, pero la
gente que estuviera bajo 3.6 debía obtener un 4.5 para pasar
el ramo en vez de un 4.0 (el que era mi caso). El examen
recuperativo era al día siguiente, tenía menos de 24 horas
para prepararlo así que llegué lo más rápido posible a mi
casa y comencé a orar otra vez, para dar gracias a Dios por la
oportunidad de rendirlo nuevamente, pedirle que mis horas
de estudio fueran las mejores, que la materia y ejercicios
que estudiara me ayudaran en el examen recuperativo, ya
que, por el tiempo que tenía y el descanso que necesitaba
para rendir bien en el examen, realicé pocos ejercicios, pero
bien estudiados.
Al otro día, cuando me entregaron el examen y lo vi, mi
sorpresa fue tal que casi grité, el examen que tenía en mis
manos era exactamente de 3 preguntas y estas 3 preguntas
fueron iguales a los ejercicios que realicé el día anterior.
Sabía exactamente cada paso y quería llorar de felicidad…
aprobé el ramo. Aprendí muchas cosas con esta experiencia
y me sentí muy amada y bendecida. Realmente, aunque
todas las puertas estén cerradas y no tengas a quién recurrir,
cuando creas que ya no hay nada más qué hacer Dios estará
ahí y es a quien debes recurrir, debe ser tu primera opción.
Dios conoce nuestras aflicciones, conoce nuestros deseos,
nosotros solo debemos confiar, su amor es lo más grande.

[18]
Cristina, Trabajo Social

Cuando entré a la Universidad mi padre se enfermó


de cáncer, estaba en etapa casi terminal, por ende, lo
hospitalizaron apenas se confirmó todo.Yo estaba esperando
la respuesta a una postulación que había realizado para optar
a una beca de financiamiento. Unas semanas más tarde
mi padre comenzó con las quimioterapias y ya no podía
trabajar, no había ingresos y yo tenía que viajar todos los
días a la universidad pues no tenía los medios para pagar una
pensión en Concepción.
Recuerdo que ese día me informaron que no era
beneficiaria de aquella beca e inmediatamente una tristeza
se apoderó de mí, no quería ir a casa para no preocupar a mis
padres y era tanta mi angustia que me fui llorando mientras
avanzaba. Mis pasos se dirigieron inconscientemente hacia
la iglesia y al llegar frente a esta propuse en mi corazón
ingresar y entregarle mi carga al Señor. Aquella oración
fue realizada en la mayor parte por lágrimas, tantas pruebas
habían venido de golpe y no sabía cómo afrontar aquello.
Entonces recordé un versículo mientras oraba “Alzaré mis
ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro
viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1
y 2). Clamé a este Dios todopoderoso, sabía que era el único
que podía atender a mi causa, le conté que no existían los
recursos monetarios para poder estudiar, para comprar mis
materiales universitarios, que probablemente tendría que
postergar un año más mis estudios y que además la situación
económica de mi hogar iba cada vez peor.
Pasó no más de una semana o dos y el Señor comenzó
a tocar diferentes hermanos que me pedían mi cuenta rut
y me depositaban, sin duda aquello fue de gran bendición

[19]
para mi vida y alivianó un poco mi carga, sin embargo, aún
no me alcanzaba. Un día estando en clases muy deprimida
recibo una llamada, era mi madre diciéndome que la
asistente social estaba tratando de comunicarse conmigo
porque el alcalde había abierto dos cupos, que era algo
excepcional y me había tomado en cuenta para optar a
aquella beca, el monto mensual era justo lo que necesitaba
e inmediatamente brotaron las lágrimas de mi rostro ¡DIOS
ESCUCHA LAS ORACIONES!
Ese año pude ver la gloria de Dios en todo sentido,
pude pasar todos mis ramos aun cuando mi padre estuvo
prácticamente todo el año más en el hospital que en casa, sin
trabajar y era difícil para mí concentrarme en mis estudios,
también proveyó todo lo necesario y nos dio aún más que
antes. Es hermoso poder confiar en Dios y depender de él
en todo ámbito de nuestras vidas.
Estimado joven o señorita si usted está pasando alguna
necesidad, alguna prueba tan grande como un gigante, si
siente que no es capaz y ve todo oscuro a su alrededor
confíe en este Dios fuerte y valiente, él va a su lado en todo
momento “…Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará,
ni te desamparará; no temas ni te intimides.” (Deuteronomio
31:8). El Dios al cual servimos es fiel a pesar de que nosotros
muchas veces le fallamos, él es nuestro pronto auxilio en la
tribulación.

[20]
Martina, Derecho

En el año 2018 me correspondió cursar un ramo llamado


Derecho Penal 2. Al poco tiempo de iniciado me di cuenta
de que algo no andaba bien. Entraba a clases y no entendía
nada. Desde el minuto 1 comenzaba a sentir una angustia
que no podía controlar. Había pasado el periodo para
eliminar el ramo, así que no aguanté más y simplemente no
asistí a ninguna evaluación. Como es lógico lo reprobé con
la nota mínima, pero hasta ese momento no sentía que fuese
algo muy grave y ni siquiera me volví en oración a Dios.
Llegó el primer semestre del año 2019.Tomé nuevamente
ese ramo y las cosas fueron un poco distintas.Ya no sentía la
angustia ni el bloqueo del semestre anterior. Llegó la fecha
de la primera evaluación que tenía un altísimo porcentaje de
la nota final, ¿el resultado? Un 2.8. Transcurrió el semestre
y reprobé una vez más. Devastada oraba a Dios pidiendo
ayuda, esto significaba que solo tenía una oportunidad más
de aprobar antes de caer en causal de eliminación. Me llené
de miedos. No puedo decir que en esa oportunidad mi fe
era muy grande, porque sentía que no servía, que jamás
lograría avanzar, que nunca podría superar ese obstáculo.
Volví a cursar el ramo el 1° semestre de 2020, pero
esta vez, todo fue distinto. Antes de comenzar mi semestre
académico quise entregar todo en las manos de Dios. Mi
método ya me había fallado 2 veces, pero Dios jamás me
había fallado.
Faltaban 4 días para el examen final, esa mañana me
levanté muy bajoneada, había soñado que mi nota de
presentación al examen era un 2.9 y parecía tan real que
no lograba sacarme esa sensación de encima. No podía
estudiar, así que decidí ocupar ese tiempo en servir a Dios,

[21]
preparando la transmisión de la reunión online. Justo antes
de que empezara el servicio online, me entregan la nota
de presentación: un 4.4. De más está decir que mi alegría
fue enorme (no era objetivamente una gran nota, pero para
mí era la respuesta misma de Dios). A la salida de dicho
servicio, reviso nuevamente mi nota y, ¡Gloria a Dios!, mi
nota había subido a un 5.4. Con el corazón henchido de
gratitud, participo esa noche de una hermosa cadena de
oración nocturna, cuando al término Dios me habla por
su palabra: “¿Por qué estáis así amedrentados?, ¿Cómo no
tenéis fe?” como recordándome lo sencillo que es para un
Dios Omnipotente tratar con esos problemas que para mí
parecían insalvables. Ahora venía el día del examen, pero
Dios ya había trabajado con mi corazón. Me presento con
una paz enorme que sólo Dios pudo darme. Rindo la
prueba oral y al finalizar el profesor me da mi nota: un 6,5.
Lo que Dios me dio ese día no fue solamente una buena
nota. Lo que Dios me entregó a través de todo este proceso
fue una de las lecciones más hermosas que he podido
aprender. No solo necesito a Dios cuando todo va cuesta
abajo y mi aflicción es grande, necesito a Dios aún más
cuando soy engañada por mi propia mente, haciéndome
creer que estoy bien y que yo puedo sola. Necesito a Dios
en cada minuto de mi vida, necesito fe para confiar que
puedo dejar mi angustia y mi ansiedad en sus manos y Él se
preocupará de mí.
El mismo Dios que me dio esta victoria, está hoy
contigo, y cuando Él es la prioridad en tu vida, tienes una
perspectiva completamente nueva. Con todo lo que yo viví,
puedo decirte que incluso esta alegría parece pequeña, al
lado de la plenitud y el gozo de sentirme más cerca de Dios.
Hoy agradezco por todo este proceso y anhelo que con esta
experiencia puedas recordar que Dios está pendiente de ti,
y que jamás hará oído sordo si clamas a Él de corazón. ¡Dios
te bendiga!

[22]
Rosa, Nutrición y Dietética

Enero 2019, estaba de vacaciones. Habiendo realizado


mis 3 exámenes de grado obligatorios en diciembre del
2018, mis profesores me habían extendido la mano diciendo:
“¡Felicidades colega, ya eres nutricionista!”, “¡Nos vemos
en la titulación!”. Ya había terminado todo. Sólo faltaba
pagar mi título (tenía el dinero para hacerlo), pero al abrir
el portal de mi universidad, no me dejaba generar el cupón
de pago y me dije: “bueno, aprovecharé de ir al centro a
mirar y pasaré a preguntar a finanzas”. Llego y quien estaba
atendiendo revisa en sistema y tampoco entendía, hasta que
encuentra una deuda de casi 2 millones, y si no los pagaba,
no podía recibir ningún cartón.
Yo le dije: “Pero ¿cómo?, yo nunca me atrasé en mis
semestres, cuando no tenía gratuidad, pagaba el excedente
de mi beca de forma responsable, tanto así que me hacían
un descuento por pagar a tiempo”. Me derivó a la asistente
social, la cual en resumidas palabras me dijo: “Tiene que
pagar ese dinero, ya que no es tema de nosotros sino del
Ministerio de Educación. Si quiere reclamar, vaya a Santiago,
pero nosotros no podemos hacer nada”, de la forma más
antipática del mundo. Mi mente se llenó de preguntas. ¿Por
qué ahora?, ¿Cómo le diré esto a mis padres?, ¿De dónde
sacaré ese dinero? Mucha gente me recomendó que fuera
con abogados. Enviaba correos a todos los Departamentos
de mi Universidad. Mi caso se hizo conocido: “ah, la
niña que le están reteniendo el título por el MINEDUC.
Pobrecita”.
Después de 8 meses, nos citan para los preparativos
de la ceremonia de titulación, y la directora de Carrera
necesitaba seleccionar quién daría el discurso ese día.

[23]
Grande sorpresa fue saber que proponen mi nombre. La
directora me mira y guarda silencio, dada mi situación y
dice: “tenemos que ver a alguien más. Rosita no está en la
lista para presentarse ese día. Si no regulariza su problema
en 1 semana no puede titularse con ustedes”. En una de
mis oraciones le pido a Dios: “Señor, coloca misericordia
en el corazón de la jefatura. Coloca a alguien que interceda
por mí, y pueda llegar donde no puedo llegar”. Durante esa
semana pude tener una audiencia con la jefatura de Talca.
Ella me dijo: “¡Pero claramente esto es injusto! Mira, yo me
encargaré de apelar y si no llegasen a conceder, volveremos
a apelar. Usted no tiene por qué pagar. Ellos contaron mal
sus semestres. Pero esto va a demorar muchas semanas” yo
le respondo: “Discúlpeme, pero si no arreglo esto hoy, no
podrán ingresar a la lista de titulados y mucho menos dar
el discurso”. Ella me mira con asombro y me dice: “¡Y más
encima le toca el discurso! A ver qué podemos hacer. ¡Ya sé!,
tiene que firmar esto e ir a Notaría, presentarlo en finanzas
y ahí recién deben aprobarla todos los departamentos de
la Universidad para que recién puedan autorizar a pagar
su título mientras esto se soluciona en Santiago”. Terminé
de hablar con ella y corrí por el centro de mi ciudad a
gestionar todos esos papeles. La secretaria de finanzas al
verme llamó a todos sus colegas para que me aprobaran en
cada departamento, aún si estaban almorzando, ya que al día
siguiente tenía una misión al Norte del país y me titulaba
el mismo día que llegaba de esa misión. Gracias a Dios, al
finalizar ese día le presenté el bosquejo del discurso y el
título pagado a la directora de mi carrera. Fui y volví de
la misión confiando que Dios arreglaría todo en Santiago
como mi abogado invisible.
Logré titularme, dar ese famoso discurso en un gran
auditorio y en noviembre de ese año, llega finalmente la
respuesta final del MINEDUC: “Queda absuelta de toda
deuda”. No fue necesario contratar ningún abogado, tuve

[24]
un abogado invisible que gestionó todo moviendo los
corazones de quienes podían llegar donde yo no podía
hacerlo. Cuando dejas todo en las manos de Dios, todo es
más fácil, todo es más llevadero; porque no somos nosotros,
Él es por nosotros.

[25]
Paula, Derecho

Me llamo Paula, nací en La Calera, tengo 21 años.


Mis abuelitos de lado materno me inculcaron valores
cristianos, pero por circunstancias de la vida nos alejamos
de Dios, llegando a la ciudad de Antofagasta. Allí teníamos
materialmente de todo lo que uno humanamente quiere
adquirir, pero no sabíamos que nos faltaba lo más importante,
tener a Dios en nuestras vidas. Atravesamos muchas pruebas,
pero como suele suceder nuestros corazones y ojos estaban
cegados.
En el año 2014, mis padres tomaron la decisión de
devolvernos a vivir a La Calera, cuando llegamos fue más
de lo mismo, creíamos vivir en una felicidad inmensa pero
ciertamente no era así. En 2017 pasamos por un proceso
de aflicción económica, literalmente nos vimos en la
necesidad de vender todo, nos quedamos solo con nuestras
camas, microondas y nuestra ropa. Durante ese proceso no
sabíamos que era Dios rodeando y tratando con nuestras
vidas, así fue como un día unos hermanos nos realizaron
una linda invitación a la casa de Dios, lugar al cual pudimos
asistir junto a toda mi familia, donde comenzamos a vivir el
amor bendito de Dios.
Yo aún no tenía un encuentro personal con Dios,
comencé a atravesar un proceso muy difícil y doloroso. Ahí
fue cuando Dios comenzó a tratar directamente y a lo más
profundo de mi corazón. Llegó la Conferencia de Pastores
del año 2019. El día 9 de febrero la juventud pasa a cantar al
altar mientras yo pensaba “que lindo sería estar allí”, cuando
escucho un fragmento de una alabanza que decía “quisiera
oír aquella voz potente, que de la tumba a Lázaro sacó”,
sentí un escalofrió que recorrió mi cuerpo, fue el Espíritu

[26]
de Dios que le hablaba a mi vida, directamente a mi corazón
y con voz audible y me dice “ven y humíllate delante de mi
presencia”, no sé cómo llegué al altar, cayendo de rodillas no
pudiendo hacer más que llorar, reconociéndome pecadora
delante de su presencia. Llega un instrumento guiado por el
Santo Espíritu de Dios, posándose a mi lado y descubriendo
mi vida completa, hablando y curando mis penas y heridas
que hasta ese momento tenía en mi vida, Dios me entrego
la salvación de mi alma perdonando mis muchos pecados y
escribiendo mi nombre en el Libro de la Vida.
Desde ese día mi vida cambió completamente, ya entraba
a mi tercer año de universidad, para mí era un gran desafío
porque mis compañeros y hasta el año anterior mis amigos,
me conocían de una manera completamente distinta a lo
que ahora soy. Mi vestimenta, mi manera de hablar y todo
de mí había cambiado y ese cambio fue notorio al punto
de que una de mis compañeras me comenzó a molestar
mi nueva forma de vestir, yo trataba de evitarla porque no
quería dejar de sentir lo que tenía en mi corazón, usaba
palabras peyorativas y se burlaba diciendo “ahora es canuta”.
Un día a la hora de almuerzo no logré evitarla y quedé sola
con ella, cuando de un momento a otro se pone a llorar
y me pregunta “¿Cómo puedo conocer al Dios en que tú
crees?”.
Estimado lector, si llegó hasta aquí déjeme decirle que
Dios le ama, que él dio su vida por usted y por mí, yo no
conozco su vida, pero sí conozco a un Dios grande que
vive y reina, que sana, salva y restaura al pecador, al débil
y abatido, solo en él encontraremos paz y consuelo en este
mundo. Si está en el proceso de conocerlo, no dude en
ningún momento por “el qué dirán”, y nunca se prive de
pregonar el santo evangelio porque siempre hay un alma
necesitada, como fue la mía.

[27]
Graciela, Técnico en Enfermería Nivel Superior

Quisiera compartirles por qué hoy soy una profesional


y cuán importante es depender de Dios. En el año 2007
egresé de enseñanza media con un título de asistente de
enfermería, a los 17 años comencé mi experiencia laboral.
Mi familia pasaba por un proceso económico difícil; después
de 20 años de servicio en una empresa despidieron a mi
padre, y de tenerlo todo pasamos a tener nada, quedándonos
sin casa y debiendo partir a la casa de mis abuelos. Dado
ello, antes de comenzar mi práctica de enseñanza media y
estando muy afligida por la situación que vivíamos, le dije
a Dios que no quería ser una carga para mis padres, sino
que Él tomara mi vida y mi futuro. Fue así como comencé
mi trabajo, y pasado un mes de estar allí llega una paciente
nueva de 95 años. Su nombre era Inés. Al llegar, de solo ver
su rostro, sentí algo: ella cambiaría mi vida.
Pasaron los días y fui contratada por sus hijos para el
cuidado de ella. “Yo la elegí”, dijo ella a sus hijos, mientras
en mi interior yo decía:“Dios me eligió y tuvo misericordia
de mí y me dio un trabajo”. Pasando así los días, en una
conversación que tenía con Inés, ella me dice: “Chelita,
tú eres joven, eres una niña muy buena en lo que haces.
¿No has pensado seguir estudiando?”. Mi respuesta fue un
suspiro y dije: “Sí, Nechita” (porque así le llamaba), “pero
en la situación que estoy hoy no se puede. Pero estoy feliz
aquí cuidando de usted”. A los pocos días Nechita vuelve
a preguntarme: Chelita ¿qué te gustaría estudiar? “Yo amo
técnico en enfermería”, dije, “sería algo extraordinario si
pudiera algún día conseguirlo, pero Dios sabe que estoy
en su mano y Él conoce mi futuro”. Ella me responde:
“Averigua cuánto vale tu carrera”. Quedé desconcertada.

[28]
Ella me insistió y así lo hice. Ella sacó sus cálculos y me
dijo: “matricúlate el próximo año”. “Yo no puedo. Ya le
dije”. Su respuesta fue: “Esta cantidad sale tu mensualidad,
por lo tanto, te subiré el sueldo a esa cantidad”. Me opuse
rotundamente porque estaba fuera de la ética profesional
aceptar una cosa así, pero ella habló con sus hijos en privado
y así lo hicieron. No solo pagaba el sueldo de mi trabajo,
sino aumentó el sueldo a la suma de mi mensualidad. Y
al hacerlo, ella tomó mi mano y me dijo: “tengo 96 años
y Dios ha puesto en mi corazón que estaré en esta tierra
hasta que Dios cumpla su propósito. Y serán los años de tu
carrera”. Imaginen la sorpresa y la gratitud hacia Dios en mi
vida. Era algo increíble. Tenía miedo de aceptar, pero sé que
Dios estuvo en todo esto.
En mi tercer semestre, Nechita estuvo al borde de la
muerte. Caí en una angustia ya que amaba lo que Dios
estaba haciendo. Pero cuando en su cuarto estaba un cura
dando la extrema unción a esa anciana conforme a su
creencia, dije: “Señor. Hace un tiempo entregue mi futuro
en tus manos. Quita de mí esta angustia y pase lo que pase,
sé que todo está bajo tu mano poderosa. Ya Nechita tiene
97 años y necesita descansar”. Cuando entro al dormitorio
Nechita toma mi mano y me dice: “Dios te ama y conoce
la intención de tu corazón. Tranquila”.
Gracias a mi Dios, terminé la carrera, hice mi internado,
todo en conjunto con mi trabajo. Y el día de mi titulación
dije: “Señor. Gracias. Este título es tuyo”. Tras recibir mi
título, durante el día recibo un llamado. Nechita había
fallecido diciendo:“Dios cumplió su propósito”. Hermanos,
TODO LO QUE TENGO Y TODO LO QUE SOY
SE LO DEBO SOLO A DIOS, a Él, que todo lo ve, que
todo lo conoce, que todo lo puede, que hace que ocurran
cosas increíbles, cosas que jamás pensamos. Dios bendice a
aquellos que le buscan con un corazón sincero y tras esta
experiencia, más allá de haber logrado ser una profesional,

[29]
mi mayor alegría fue conocer el poder de Dios y que nada
ni nadie podrá convencerme de lo contrario. Busca a Dios
hoy, y Él estará en todo contigo. “Encomienda a Jehová tu
camino, y confía en Él; y Él Hará” Salmos 37:5.

[30]
Ricardo, Ingeniería Civil Mecánica

En segundo año de Ingeniería Civil Mecánica me tocó


rendir el ramo de Electricidad y Magnetismo, es un ramo al
que siempre se le tiene miedo por lo difícil que es entender
la materia. Como agravante mayor, el primer día de clases el
profesor nos comunica que debíamos tener conocimientos
en cálculo multivariable, que yo no tenía, porque me tocaba
rendir aquel ramo ese mismo semestre. Lo que pensé esa
primera clase fue: “ya me eché el ramo”. No importaba
cuanto empeño pusiera, la materia no se me quedaba y me
iba sintiendo cada vez más frustrado.
En la mañana del día que tenía que rendir la primera
prueba me encontré con un compañero muy cercano mío,
y me preguntó cómo estaba para la prueba (él sabía que
soy cristiano y me tomó un aprecio especial, compartía de
la palabra de Dios con él) y le dije “Confío en Dios que
me irá bien” aunque no entendía mucho de lo que iban a
preguntar. Como era de esperarse, la nota de la prueba fue
un 2.8 y, aunque mis compañeros me decían que me había
ido bien, no podía dejar de sentirme frustrado, pero confiaba
que Dios me ayudaría en la prueba siguiente. Así fue como
me dediqué y propuse esforzarme más en el estudio y en
activar en la iglesia hasta que estalló un paro interno de la
facultad, al término del cual tuvimos que rendir la segunda
prueba y me saqué un 5.2.
Llegando a final de semestre me tocaba rendir la última
evaluación antes del examen y yo, nervioso, esperé que
llamaran mi nombre para ingresar a la sala e iniciar mi
prueba. Creía que me iría bien como en la anterior pero
la nota de esta evaluación en particular debía ir a buscarla
en el horario de consultas del profesor. Cuando fui a revisar

[31]
mi prueba mi sorpresa fue que tenia un 2.0 pelado y el
profesor tenía la fama de no ser de los que sube la nota,
por el contrario, la baja. Mientras la revisaba en mi corazón
le pedía a Dios encontrar algún fallo en la revisión para
poder subir la nota, pero cada vez que creía encontrar algo
el profesor lo refutaba y quedaba igual. Al final, resignado
a rendir un examen imposible de aprobar, le pregunté al
profesor por la fecha de éste. Después de notificarme que
el examen debía ser rendido un martes (en 5 días más), se
voltea a preguntarle mis notas a sus ayudantes. Cuando les
pregunta que nota me tenía que sacar para pasar el ramo
me quedé helado y de una pieza, tieso como si fuera parte
del edificio. El ayudante le dice: “Hernández… necesita un
3.0 profe”. El profesor apoya mi prueba en la pizarra, tacha
el 2.0 y le escribe un 3.0 a mi prueba, la tira al montón de
pruebas de los aprobados del curso y me dice: “no te quiero
ver más por mi oficina, a menos que sea para saludar o ir
a conversar”. Con la voz entrecortada le doy las gracias al
profesor y me voy con un gozo en mi corazón que hace
que las lágrimas broten unos pasos mas adelante. Saliendo
de la universidad lo único que podía decir era “GRACIAS
SEÑOR, GRACIAS SEÑOR”.
A fin de semestre me encuentro con el mismo compañero
de la primera prueba y le comento mi experiencia y él me
dice: “¡oye, que suerte!”. Yo le dije: “no es suerte. Hay un
Dios que se preocupa por mí, y a ese Dios le sirvo”.

[32]
Jemima, Tecnología Médica

Comenzó mi último año de enseñanza media y con


él, su dilema: ¿Qué hacer después? Para mí esa pregunta
no tenía respuesta, lo único que tenía claro, es que deseaba
hacer la voluntad de Dios. Dios responde, pero no en
nuestro tiempo, sino en el perfecto tiempo de Él. Durante
todo ese año mi oración era: “Señor, yo no sé en qué soy
buena, por eso te pido: revélame qué es lo que debo hacer
después de cuarto: trabajar o estudiar. Si es trabajar, tú abrirás
una puerta. Si es estudiar, tú me dirás la carrera y me darás
el dinero para financiarla. Tu palabra dice: la bendición de
Jehová es la que enriquece y no añade tristeza con ella. No
quiero ser una carga para mis papás y tener que llorar por
plata. Tú eres dueño del oro y la plata, y creo Señor que,
hasta el día de hoy, sigues proveyendo”. Día a día le exponía
mi causa a Dios, muchas veces eran sólo lágrimas porque
pasaba el tiempo y no había respuesta.
Paralelamente me preparaba para la PSU. Hacía ensayos,
pero los resultados no eran muy alentadores. Con el tiempo
comprendí que obtenía esos resultados, porque los rendía
según mis capacidades. La PSU se sumaba a mis oraciones.
No me sentía capaz de nada y por mucho que oraba, Dios
guardaba silencio. En todo este proceso, hubo un pasaje que
me acompañó: Abraham e Isaac, cuando Abraham le debe
dar muerte a su hijo. Necesitaba una respuesta y como había
fechas que cumplir, yo le decía a Dios: “Señor, aunque sea
en la fecha límite, revélame qué hacer. Así como cuando
Abraham estaba a punto de poner el cuchillo en Isaac y
ahí tú interviniste, así también interviene en esta situación”.
El proceso de pruebas pasó y ahora me tocaba esperar sus
resultados. Llegó ese día, los revisé y no lo creía. Eran puntajes
que en los ensayos jamás había obtenido. Le di la gloria a

[33]
Dios. Ahí comprendí que era voluntad de Dios que fuera a
la universidad, pero ¿qué carrera? Yo tenía ciertas carreras en
la mira, pero no la confirmación de Dios. Dos días previos
a que se cerrara el proceso de postulación mi mamá se
encuentra con un hermano y lo invita a la casa, en toda la
conversación me comenta “Oiga hermana, ¿no ha pensado
en estudiar esta carrera? Es súper buena” Yo le respondía
que sí, algo había averiguado, pero no me convencía. Desde
ese momento me quedó dando vueltas, pero yo seguía
haciendo mi lista para postular. En eso una voz me dice tres
veces “No desoigas el consejo de tus padres”. Me quedé
sorprendida y resistí a ello, pero finalmente obedecí a lo
que Dios me decía. Cuando ya quedaban como unas dos
horas para que se cerrara el proceso les dije “Papás ¿qué es
lo que ustedes quieren que estudie?” Ellos me dijeron dos
carreras hasta que mi mamá me dice “Pon en tercer lugar a
Tecnología Médica”. Así lo hice.
Llegó el día de los resultados y quedé en la carrera de
Tecnología Médica. Les informé a mis papás y mi mamá me
dice “Qué bueno hija, pero ya sabía que ibas a quedar ahí”
¡¿Cómo?! Le pregunté muy sorprendida.“Ese día en el que me
encontré con el hermano, él me dijo que la carrera que Dios
tenía para ti era esa.Yo no te quise decir, porque quería que en
todo esto realmente fuera Dios.” Con lo que me dijo mi mamá,
yo solo reí porque a pesar de la resistencia que pueda presentar
el humano, cuando Dios obra no hay quien lo impida. ¿Qué
aprendí de todo esto? Que hacer la voluntad de Dios me ha
agradado. Si bien, es difícil someter nuestros deseos y gustos,
hoy te puedo decir que cuando Dios te respalda no hay nada
que temer. Él muestra su poder de formas inimaginables y nos
sorprende. ¿Por qué? Porque nos ama.
Querido lector, Dios tiene grandes propósitos para ti
y no es una frase cliché, es una realidad. En el nombre del
Señor Jesús ¡Ánimo! No estás solo. Dios desea guiarte por
sendas de justicia por amor de su nombre y llevarte, dónde
Él te necesita. Basta con que le creas y dependas de Él.

[34]
Romina, Periodismo - Claudio, Derecho

En el año 2016 yo estaba en segundo año de periodismo y


mi hermano en cuarto de derecho. Estudiábamos en la misma
universidad. Todos los días viajamos de Buin a San Carlos de
Apoquindo en auto, porque el trayecto hasta la universidad
era lejano. El día 9 de junio de 2016 mi mamá me pidió
que la acompañara a hacer un trámite a Graneros. Yo tenía
planeado ir a la universidad ese viernes porque solo tenía una
ayudantía y después me quería juntar con mis amigas. Como
mi mamá me lo estaba pidiendo, de malas ganas le dije que sí,
sin pensar de lo que Dios me estaba librando.
Yo no fui a la universidad, pero mi hermano sí, y se fue
muy temprano porque ese día tenía examen. Transcurrió
el día de forma normal. Yo venía de vuelta de Graneros
preocupada de manejar, porque llovía mucho. Mi hermano
había llamado a mi mamá para contarle que le había ido
bien en su examen y le pidió que le hiciera sopaipillas
cuando llegara a la casa. Pasaron más o menos 10 minutos y
mi mamá recibió otra llamada. Era un número desconocido,
“aló hablamos con Sandra Morales”, dijeron desde la otra
línea, a lo que mi mamá respondió, “sí con ella”. Pude ver
como la cara de mi mamá se desfiguró completamente y
comenzó a llorar sin consuelo, puso altavoz en su teléfono
y escuché “señora diríjase lo más pronto posible a la clínica
porque su hijo fue baleado y está siendo trasladado para
ser intervenido”, lo primero que hice fue tratar de calmar
a mi mamá, pensé que era una estafa telefónica y como
pude mientras manejaba llamé a los amigos de mi hermano,
nadie sabía nada, en esos momentos solo le pedía a Dios
misericordia. Hasta que al fin mi tío, que trabajaba en
Santiago nos llamó y nos contó lo que había pasado.

[35]
Resultó ser que minutos después que mi hermano
nos llamó, vio como por la carretera iban dos autos muy
rápidos, en eso uno de los vehículos perdió el control y
chocó, mi hermano siguió avanzando y vio que del auto
siniestrado se estaban bajando los ocupantes. Como él era el
único auto que había se acercó, bajó el vidrio y les preguntó
si necesitaban ayuda. En ese momento los hombres le dicen
que sí, mi hermano saca el seguro del auto y en ese instante
los hombres sacan las pistolas y entre garabatos le dicen
que se baje del auto. A partir de ahí transcurren cerca de
ocho minutos de forcejeo donde le pegaron en reiteradas
ocasiones con la pistola, le mordieron los brazos y lo
trataron de ahorcar con el gorro de su polerón. Cuando mi
hermano ya no pudo más y los delincuentes le pusieron la
pistola en la cabeza, como pudo, sacó fuerzas y con un grito
pidió misericordia a Dios, sin duda que Dios le respondió,
trabando la pistola que los delincuentes le habían puesto en
la cabeza. Solo le dispararon en el cuerpo y en las piernas, seis
balas le rozaron y solo una atravesó su pantorrilla izquierda.
Por lo que nos enteramos de la investigación policial,
estos eran delincuentes de una banda internacional, que
venían arrancando de un robo de una tienda de teléfonos.
Andaban trayendo armas de gran calibre. Los detectives
no entendían cómo los delincuentes no habían matado
a mi hermano con todo el armamento que tenían. Hasta
llegaron a pensar que mi hermano portaba alguna pistola.
Fueron horas de terror para toda mi familia, pero pudimos
ver que los planes de Dios son perfectos y permitió que
ese día yo no fuera a la universidad. De haber ido, quizás,
el final hubiera sido otro. Pero por sobre todo pudimos ver
la misericordia de Dios con mi hermano que lo salvó de la
misma muerte.

[36]
Abigail, Derecho

En mi carrera viví muchas experiencias para glorificar


a Dios, pero hay una en particular que quisiera compartir.
Transcurría el año 2016, yo me encontraba cursando mi
cuarto año. Ese semestre tenía un certamen oral sobre una
materia llamada derecho procesal penal. La aflicción inundó
mi vida porque era demasiado lo que tenía que estudiar y no
me sentía en absoluto preparada para rendir esa evaluación.
El día del certamen me dirijo al baño de la universidad
y comienzo a orar a Dios. Le decía: “yo soy tu hija y confío
plenamente en que tú me vas a ayudar” Continuaba mi
oración diciéndole que no me sentía capaz ni apta para dar
aquel examen. En medio de esta oración digo: “Señor voy
a hacer un acto de fe, voy a poner mi dedo en este libro
de resúmenes que utilicé para estudiar y donde apunte mi
dedo, eso será lo que me van a preguntar”.
Recuerdo que me levanté de la oración, abro el libro y
leo prisión preventiva, este tema era muy general y extenso.
Una vez más me inundó una desconfianza, dije para mí
“pucha este es un tema súper difícil, pero si yo estoy rogando
a Dios y estoy haciendo este acto de fe tengo que continuar
con aquello”. Dije amén, en el nombre del Señor voy a
rendir este examen oral y dicho esto comencé a dirigirme
al lugar de la prueba.
Ingreso a la sala y veo que mis compañeros ya estaban
dando su examen oral.Aproveché para seguir repasando y en
un momento el profesor jefe de la catedra me dice: “Abigail
es tu turno”. Voy hacia adelante donde se encontraba la
comisión integrada por 3 profesores. El profesor encargado
de la cátedra me dice: “yo no le voy a preguntar, la evaluará
el profesor que está a mi derecha” quién era el jefe de

[37]
carrera. Él me mira y me dice: “prisión preventiva”. Por
dentro me inundó un enorme deseo dar gloria a Dios
porque podía ver su respaldo en ese momento y como él
había respondido a mi humilde acto de fe. Comencé a dar
la respuesta y pude sentir como Dios iba respaldando cada
una de las palabras que decía de manera asertiva.
Amado lector, es importante reconocer que la
competencia, la sabiduría y la inteligencia proviene de
Dios. En 2° a los Corintios 3:5 Dios nos dice: “no que seamos
competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros
mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”. Así
mismo pude ver de forma manifiesta en mi vida como Dios
es el que da la sabiduría y la inteligencia. Su Palabra nos
enseña, además, que debemos encomendar nuestro camino
a él y él hará todo lo demás y creer que de él provienen
todas las cosas
Joven, señorita que me está leyendo, cuando usted tenga
una duda, cuando no tenga los conocimientos le invito a
que confíe plenamente y de corazón en Dios, entréguele
su carga, esa materia difícil, el problema que va cargando y
podrá ver su gloria como pude verla yo.
En aquella oportunidad tuve una excelente nota, muy
distinta al resto de mis calificaciones anteriores. En este
acto de fe pude ver que, al confiar en Dios, recibí de él
una respuesta clara y un firme respaldo. Anhelo que Dios
te bendiga grandemente y que te vaya dotando de toda la
sabiduría e inteligencia, confía en Dios y él se preocupará
de ti.

[38]
Paula, Tecnología en Telecomunicaciones

Podría decir que Dios me ha permitido vivir experiencias


sorprendentes aun antes de mi proceso universitario, ya que
saliendo de cuarto medio no tenía idea que hacer de mi
vida. Yo llevaba conociendo la real existencia de Dios hace
dos años y por esa misma razón, Él me enseñó a preguntarle
acerca de todo lo que me inquietaba. Un día, en una misión
a Laja con el Grupo de Señoritas de la Iglesia a la que asisto,
Dios se reveló a mi vida, dándome promesas de estudio.Yo
quedé muy feliz y agradecida por su respuesta pero pasó
algo que quizá no entendí en el momento. Al transcurrir el
tiempo de postulación yo no tenía el puntaje para la carrera
que quería. Las instituciones que me aceptaban estaban
fuera de mi alcance económico, ya que soy de una familia
disfuncional. Me sentí muy triste y frustrada, pero alguien
me dijo: “Paula, Dios nunca te dijo cuándo cumpliría esa
promesa, no te desanimes porque la bendición de Dios no
añade tristeza”.
Pasó ese año y no quería trabajar con contrato porque
pensaba que no ganaría ningún tipo de beneficio. Fue
muy duro, porque me sentía inútil, marginada, pero aun
así, por tiempos, Dios me proveía de trabajos con gente
que conocía. A fin de año ingresé a trabajar con contrato,
juntando dinero para una matrícula. Mi mentalidad era
solo estudiar lo que me alcanzara. Unicamente intentaba
mirar y confiar en Dios, en lo que él me había prometido.
Llegó el momento en que debía revisar que becas había
obtenido, cuando leo un mensaje que decía: “Usted ha sido
beneficiada con la gratuidad”. Salté de alegría, ahora solo
me quedaba saber a qué carrera e institución postular. Una
en particular llamó mi atención, pero no tenía el puntaje

[39]
suficiente, entonces me matriculé en otra carrera en la cual
me alcanzaba el puntaje, para luego de un año cambiarme
a la que yo quería. Pasó este proceso y quedé en lista de
espera en la carrera que ansiaba. De pronto me llama el jefe
de esa carrera y me dijo: “Paula, tú estás en el puesto 13 de
lista de espera, pero ven nomas y matricúlate”.
En el transcurso de mi carrera siempre me sentí incapaz,
porque me costaba aprender, sentía que casi todos los
ramos eran grandes desafíos, pero ahí estaba Dios poniendo
a personas que me enseñaron y ayudaron. En muchas
ocasiones me preguntaba si era realmente la carrera que
Dios me había prometido, y Dios que es tan grande, me
respondía diciendo: “Yo te he puesto en esa carrera y en ese
lugar, para que hables a otros de mí, y ellos vean mi poder a
través de tu vida.Yo seré contigo. No temas”.
Si pudieras sentir lo que siento en este momento al
recordar cómo Dios ha sido tan fiel, habiendo cumplido.
Puede sonar muy cómico, pero no había semestre en que
yo no reprobara más de dos ramos, pero ahí Dios ponía a
mi jefe de carrera para aprobar mis cartas de adelanto de
ramos. En el último semestre tuve dificultades para tener
los ramos inscritos debido a los requisitos que se me pedían,
por lo cual, no tenía lo más importante, un profesor de
tesis, ¿puedes creer que hasta mi profesor de tesis se ofreció
ante mi jefe de carrera para ser mi guía sin yo acercarme a
pedírselo? El mismo profesor me cedió un proyecto de tesis,
que me costó desarrollarlo, y hasta el último no lo entendía
muy bien, luego me tocó defender, y aun no comprendo
cómo yo podía estar explicándolo, ¡Fui evaluada con una
nota tan inesperada! que era difícil creer que era cierto;
finalmente no sabía que la gratuidad no pagaba el examen
de grado, pero Dios movió a ese profesor para conseguir el
dinero, desde los mismos fondos de la universidad. Con la
ayuda de Dios finalicé esta etapa en el tiempo preciso en
que duraba la carrera, sin retrasos, sin deudas. ¡A Dios, toda
la gloria por su gran milagro en mí!

[40]
Andrea, Ingeniería Comercial

Agradezco a Dios por su infinito amor y por permitirme


ver su mano poderosa obrar en mi vida. Era el año 2016 en
que comenzaba mis estudios universitarios y en mí había
una mezcla de sentimientos de miedo y duda sobre ingresar
o no a estudiar, debido a que no se me había otorgado
ninguna beca, mi familia no tenía los recursos suficientes
y además tenía una hermana mayor cursando una carrera
universitaria. Anteriormente Dios me había entregado los
recursos para mis estudios por fe, pero en ese momento se
estaba probando mi fe, si iba a creer en su palabra pese a
que las circunstancias fueran adversas. Por incentivo de mi
padre me matriculé, y volví a apelar a las becas, a mediados
de mayo una hermana de la iglesia me dice que vuelva a
revisar que habían salido los resultados y ¡Gloria a Dios!
Fue grande mi sorpresa cuando leí por el sistema que ¡se me
había otorgado la gratuidad!
Ingresando a la universidad comencé a participar con
el grupo GELC. Yo venía de un liceo donde no tenía con
quién compartir mi fe, por lo que le había pedido en mi
oración al Señor antes de entrar a la universidad que me
rodeara de personas cristianas, para poder fortalecer mi fe y
participar en un ambiente cristiano. Sin saber yo que ¡existía
un grupo llamado ministerio estudiantil Los del Camino en
mi universidad!
Dios contestó mi oración y ya han sido 5 años que
Dios me ha tenido en medio de este grupo. He podido
conocer a hermanos de diferentes lugares y ha sido hermosa
la comunión que se ha ido desarrollando. Recuerdo con
temor como comencé a participar en las evangelizaciones.
En una oportunidad acompañada de otra hermana nos

[41]
dispusimos a entregar tratados (flyers) en medio de una feria
cultural que se estaba realizando en la universidad. Allí había
un hombre al cual le entregamos un tratado y después que él
nos hubiera escuchado atentamente la predicación se quedó
callado, y como respuesta nos dice: “¿ustedes saben por qué
hacen esto?”. Nosotras nos quedamos mirando en silencio.
“¿Saben por qué hacen esto?, hacen esto porque lo aman a
Él” y apuntó hacia el cielo. Sus palabras me conmovieron. No
pudimos emitir palabra alguna y comprendimos que Dios
nos quería enseñar algo. El principio de la evangelización
es amar a Dios, nuestro amor por Dios nos llevará a amar
al prójimo, nos permitirá ver la necesidad que tienen las
personas de escuchar el mensaje y ver que muchos están
perdidos.
Para finalizar quisiera transmitir una última experiencia.
Pasé por una situación complicada en la universidad con
un ramo semestral ya que iba por tercera vez en ese ramo
y mis notas no daban como para pasarlo. Necesitaba un
milagro (un 6,0). Me recordaba de las experiencias que
había escuchado, pero “es que en Finanzas una nota así es
imposible” decía yo. Ocurrió que la universidad se fue a
paro y luego tuvimos que terminar el semestre en medio
de la pandemia, en abril, en formato online y resultó ser
que ¡Gracias a Dios pude obtener un 6,3 en la prueba
recuperativa y pasar el ramo! Un milagro como ese nunca
lo habría esperado, ¡Siempre Dios nos sorprende con sus
poderosas hazañas! Así que ¡Tú!, ¡sí, Tú! el que está leyendo
esto, te quiero decir que para Dios no existen imposibles y
espero que estas experiencias sean de aumento de fe para tu
vida. Dios nunca desampara a los suyos.

[42]
Alejandro, Medicina

El año 2015 me encontraba cursando cuarto medio


y como en todo joven, en mí estaba el deseo de estudiar
una carrera, y en mi corazón nació el interés por estudiar
medicina. En noviembre del mismo año me arrodillé en
mi pieza y le pedí al Señor que me ayudara a quedar en
medicina en la Universidad Católica. Era mucho el interés
que tenía, pero como sabemos, la voluntad de Dios es
perfecta. En esa misma oración le dije, al igual que Moisés:
“Señor si tu presencia no ha de ir conmigo, que no quede”,
esto me dejó muy tranquilo y con fe de que mi futuro
estaba en las manos de Dios.
Varias semanas después de rendir la PSU, llegaron los
resultados, un día domingo. Recuerdo que me levanté y
fui a ver los resultados, triste fue mi sorpresa al ver que
estaba 50 puntos bajo el corte. Como todo día domingo
me alisté para ir a la Escuela Dominical, pero seguía muy
triste por los resultados. Al final de ese día, tuve con el
grupo de jóvenes la reunión mensual. La palabra estaba en
Salmos 37:4 “Deléitate asimismo en Jehová,Y Él te concederá las
peticiones de tu corazón.” Mis amados hermanos en el Señor,
esta palabra me dio mucho ánimo y aliento, pues el Señor
había concedido una petición de mi corazón que era estudiar
Medicina. Al terminar la reunión me voy a despedir del jefe
y él me dice directamente: “Alejandro, Dios concederá las
peticiones de tu corazón, ¿Lo crees?” y de mi nació un muy
seguro “sí jefe, sí creo” y nos despedimos.
El mismo domingo pasadas las 10 de la noche suena
mi celular y una voz dice “hola, ¿hablo con Alejandro?”,
un poco extrañado por la hora respondí y la voz dice: “lo
felicito, ha obtenido un cupo para estudiar Medicina en la

[43]
Pontificia Universidad Católica”, tres veces dije que no me
alcanzaba el puntaje y me dijeron que era un cupo especial.
Lo que para mí era imposible, Dios lo hizo posible.
Mis amados hermanos, su futuro está en las manos de
Dios, solo busquemos hacer su voluntad, deleitarnos en ella
y “Él te concederá las peticiones de tu corazón”.

[44]
Josefa, Ingeniería Civil Química

Durante el transcurso de 4to medio era frecuente


empezar a hacerse este tipo de preguntas: ¿Qué estudiaré?
¿Dónde? ¿Me dará el puntaje?, debido a que crecí en un
pueblo pequeño me encontraba obligada a emigrar, por lo
que estas preguntas se hicieron más seguidas. Cuando llegó
el día de la PSU, todos en mi familia pensaban en lo nerviosa
que iba a estar, pero aquí es donde comenzó a obrar el
Señor, me encontraba con una tranquilidad inexplicable. Al
salir los resultados de este proceso fue grande mi desilusión,
no habían sido como yo los esperaba. Sin embargo, en esos
días llegó la llamada de un familiar de un amigo de mi
iglesia, donde me contó su experiencia laboral con una de
las carreras que me interesaba, y ahí encontré respuesta a la
primera pregunta.
Pertenezco a la región del Bío-Bío, por lo que todo
lo planeado era entorno a la Universidad de Concepción,
podía entrar tranquila. Sin embargo, por esas cosas que no
tienen explicación, realicé el cálculo para el ingreso en la
Universidad de Chile. Cuando se lo hice saber a mis familiares
cercanos y amigos, sentía que era una locura y que todo el
proceso solo quedaría en la satisfacción de mi curiosidad,
pero mis padres en vez de frenarme me dijeron: “tú sabes”.
Esos días recuerdo haber orado y llorado, la decisión no era
fácil e implicaba muchas cosas. Antes de mandar la solicitud,
oré y dije: Señor que se haga tu voluntad, donde entre será
porque tú lo decidiste.
Mientras esperaba la respuesta, empecé a notar que me
faltaban varios detalles que no había pensado, uno de ellos
fue el arancel, cuando me di cuenta del precio pensé (como
pregunta y exclamación) ¿¡En qué cachito me metí!?, sobre

[45]
todo pensando en que mi papá trabaja independiente
por lo que el ingreso exacto nunca se sabe. Por esas cosas
misteriosas que tiene el Señor, en uno de los encuentros
nacionales de jóvenes de mi iglesia conocí a un amigo de
Santiago que el año anterior había entrado a estudiar a
la Chile, cuando le conté en el proceso que estaba, el me
respondió (con bastante convicción): ¡vas a quedar! Así que
toma, aquí está la lista de los papeles que debes presentar
para todo el proceso.
Llegó el día en que se emitían los resultados del proceso,
yo me encontraba en el paseo de mi iglesia, cuando supe
que había quedado y se los conté a mis papás, mi mamá
estaba chocha, y mi papá, él solo me abrazó, pero ese abrazo
me hizo entender lo que realmente venía por delante.
Como dije antes, no me di cuenta de todos los otros
detalles, pero ¿saben? Dios me respaldó de una forma
impresionante, abrió y cerró las puertas en los lugares y
momentos precisos; cuando comenzó el año académico
entré a la página de la U, noté que tenía las becas necesarias
para cubrir el arancel, solo faltaba cancelar la matrícula, había
encontrado un lugar donde vivir cerca de la Universidad y
un amigo de la infancia de mi papá me brindó su ayuda
junto a su familia, ellos fueron mi núcleo familiar, vivían
a 2 cuadras de una iglesia así que me quedaba los fines de
semana donde ellos y así seguí creciendo en comunidad.
Hoy en día el pago de la Universidad es mediante la
gratuidad, ¡qué bendición y que alivio!
Quizás tu seas como yo, un estudiante de Región que
tenga mil preguntas sobre lo que vendrá y uno de los
primeros en tu familia en vivir esta experiencia, por eso
me gustaría dedicarte un texto que mi mamá siempre me
recuerda: Josué 1:9 ¿Por qué este texto? Porque sé que si
estoy donde estoy no es por mis fuerzas o conocimientos,
sé que él me ha guiado y él está conmigo. ¡Espero que esto
pueda ser de bendición para ti!

[46]
Elizabeth, Comercio Exterior

En el año 2017 terminé mi 4to medio y gracias a


Dios en toda la enseñanza media me había ido bien en lo
académico, siempre Dios me ayudó y me dio la inteligencia.
Al postular a la universidad me sentía segura y confiada en
que iba a estudiar lo que yo quería, ya que siempre Dios
me concedía y ayudaba en todo, pero la voluntad de Dios
no es la misma que la nuestra y para aprender a confiar
plenamente en Dios, el me hizo pasar por este proceso.
En el 2018 ingrese a la PUCV, pero por ciertos motivos
quedé en una carrera que no esperaba, ya que había
postulado por medio de una beca a 5 carreras por orden de
preferencia, pero Dios permitió que quedara en la última
carrera (que yo no quería). En aquella universidad me
dijeron que debía iniciar sí o sí mis estudios y al terminar el
primer semestre recién me podría cambiar a otra carrera y
no había más opción.
Comencé a ir a clases con la ayuda de Dios, pero con
el pasar de los días y semanas ya no quería seguir yendo,
no me sentía cómoda y no me gustaba, en especial porque
en la mayoría de las clases los profesores hablaban contra
Dios, contra su palabra y eso me hacía sentir muy triste,
me dolía que hablaran contra un Dios tan maravilloso que
he podido conocer y palpar su amor hacia mi vida. Cada
día las clases se me hacían muy largas, tristes y terminaba
agotada mentalmente, sentía que era una lucha constante el
escuchar que todo iba contra mi Dios y contra mi fe.
En cierta oportunidad una compañera que era cristiana
al salir de una de las clases me dijo: sabes, me he sentido
tan mal que he llegado a pensar en que Dios no existe. Al
escuchar aquello más tristeza me dio, ya que prácticamente

[47]
en ese curso estaba sola, no había más compañeros cristianos,
solo la conocía a ella. Así fue como transcurrieron 3 meses
de mucha tristeza y sumado a esto, me estaba afectando el
estar lejos de mi familia.
Cada día oraba, le pedía a Dios que me sacara de esa
carrera y muchas veces me preguntaba por qué Dios
permitía que tuviese que atravesar por aquello. Sin embargo,
en ese momento no entendía que mi fe en él estaba siendo
probada. Pero como Dios es tan misericordioso, permitió
que esa prueba no durara mucho, al pasar los 3 meses aquella
carrera se fue paro.Yo estaba feliz porque podía descansar de
todo lo que estaba viviendo. El paro seguía y se me vino el
pensamiento de retirarme de aquella carrera, pero eso solo
se podía hacer si era un caso en particular, no se podía por
cualquier motivo.
Mi hermana me ayudo a hacer la carta para el retiro y
explicamos mi situación sin mentir y confiando en Dios.
Ahora solo quedaba esperar la repuesta si el retiro era o
no aceptado (ya que solo llevaba 3 meses estudiando y no
podía retirarme hasta haber terminado el primer semestre).
Pasaron los días y recibo mi respuesta: el retiro había
sido aceptado. Yo era la más contenta en aquel momento,
fue como si un peso hubiese salido de mí, ahora estaba
tranquila, feliz y agradecida con Dios por haber respondido
mis oraciones.
El siguiente año Dios fue abriendo otras puertas y fue
así como entre a INACAP, el me proveyó todo y colocó
a sus hijos para que me guiaran. En INACAP comencé a
participar con GELC en las reuniones, actividades y conocí
a varios hijos de Dios. Allí podíamos compartir de su palabra
y hermosas experiencias vividas. Fue así como aprendí a
hacer la voluntad de Dios y no la mía, aprendí a confiar en
él y dejar todo en sus manos. Cuando es su voluntad todo
es PERFECTO.
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu
propia prudencia.” Proverbios 3:5.

[48]
Abraham, Ingeniería Comercial

Desde que ingresé a la universidad el año 2018,


comencé a participar en GELC. Fue un año muy extraño y
a la vez decisivo, ya que comenzaba una nueva etapa y hasta
ese momento Dios se había encargado de dirigir todo. El
ámbito académico en donde debía concentrarme fue una
verdadera pesadilla. Me alejé mucho de los caminos del
Señor, pero continúe participando en el grupo GELC. Mi
conducta no era la de un hijo de Dios, dejaba demasiado
que desear, y bueno, en el aspecto académico esto comenzó
a afectarme a tal punto de que reprobaba la mayoría de las
evaluaciones con 1.0. Era mucho lo que me esforzaba para
repuntar, pero todo esfuerzo por superarme era en vano
dado que algo había en mí que no me permitía entender
nada de lo estudiado. Ni siquiera en una situación así quise
buscar al Señor de una manera sincera y honesta, por lo cual
las peores consecuencias estaban por venir. En mi primer
año, me esforcé por caerle bien a todos mis compañeros
con tal de ser “famoso” entre ellos. Había hecho muchos
“amigos” pensaba yo en esos instantes, pero cuando más
ayuda necesitaba ellos no estuvieron ahí, no me apoyaron,
por lo que cada vez me sentía más desolado y sin ganas
de seguir en la universidad. Aquella situación me deprimió
tanto, que ya ni siquiera asistía a rendir las evaluaciones. No
sabía qué hacer, fue entonces que me acordé de Dios, y él
me ofreció la ayuda que necesitaba en esas circunstancias
difíciles. Fui lentamente progresando, pero decidí una vez
más continuar vivir mi vida bajo mis propias reglas, y de
nuevo se repitió la misma experiencia.
En el 2018 hubo un paro de un mes en junio, regresando
a fines de julio y terminando el semestre a fines de agosto.

[49]
Como tenía todos mis ramos anuales el primer año, aún
había esperanza de aprobarlos, pero como mencionaba
anteriormente, seguí en aquella condición mediocre. Mis
notas cada vez eran más bajas, y a fines de diciembre ya
había reprobado 3 de las 4 asignaturas anuales que tenía.
Necesitaba aprobar un ramo anual para que no se me
cancelara la matricula en la universidad, porque ya había
reprobado 3 ramos anuales. Mi único modo de seguir en la
universidad era aprobar ese ramo y para ello debía rendir la
prueba opcional y obtener una nota sobre 5.0, para poder
pasar. Era el contenido de todo el año y no estudié mucho
ya que asumía que no iba a seguir en la universidad. Entro
a la sala, me pasan la prueba y la miro, la sigo mirando y no
sabía nada de nada. Solamente puse mi nombre, y llorando
le digo a mi profesor que gracias por la oportunidad, pero
no sabía nada. Es ahí donde yo, sin estar en comunión con
nuestro Dios, vi su mano en mi favor.
Mi profesor me lleva para afuera y me dice lo siguiente:
¡Señor, sé que usted está mal, que lo van a echar! Mire, voy
a hacer algo, porque sé que aún no se ha adaptado a la vida
universitaria. Le aprobaré la asignatura, y así a usted no lo
van a echar. Eso fue todo lo que me dijo, me dio un abrazo
y se despidió de mí. No podía creer lo que el Señor había
hecho. En ese momento entendí que era la voluntad de
Dios, que Él me quería en esa carrera y en esa universidad.
Por mi infidelidad pagué duro, y aun así él fue conmigo,
me ayudó a pesar de todo, sin merecerlo, sin ser digno de
una oportunidad de tal magnitud. Solo fue su misericordia.
Ahora, en este 2020, puedo decir que gracias a Dios ya soy
otro tipo de estudiante, responsable y con su ayuda (a pesar
de que a veces se hace difícil) fiel a Dios.
¡Dios les bendiga!

[50]
Danae, Arquitectura

Durante toda la educación media mi mayor miedo era


fracasar en la PSU y no entrar a la universidad. Cuando estaba
en cuarto medio puse todo el empeño en el servicio a Dios,
porque sabía que de otra forma, por mi propio esfuerzo, no
iba a conseguir entrar. Decidí hacer un preuniversitario y
cuando me fui a inscribir, oré a Dios para que los horarios
de este no me impidieran ir a las reuniones de la iglesia en
la semana, y así fue como Dios lo hizo. Cuando me inscribí
en el preuniversitario no tomé Historia, porque la carrera
que en ese entonces quería no era del área humanista, y
como tampoco me gustaba Historia nunca di un ensayo ni
me preparé para esa prueba.
En oración, le pedía a Dios que me dijera cuál era la carrera
que tenía que estudiar, teniendo en mi mente Odontología,
pero los planes que tenemos no necesariamente son los que
Él tiene para nosotros. Cuando estaba terminando el año y
se acercaba la PSU, Dios me comenzó a responder cuál era
la carrera que debía estudiar.
Por el estallido social, la prueba se aplazó. Yo estaba
nerviosa porque quería sacarme de encima los nervios de
rendirla. Un mes después se vuelve a aplazar, la ansiedad
me estaba ganando y lo único que podía hacer era pedirle
a Dios que se hiciera su voluntad, porque mi futuro lo veía
incierto, pero el Espíritu Santo me seguía recordando las
promesas que Dios me había hecho y todas las veces que me
dijo que mi futuro estaba en sus manos.
Casi tres meses después de la fecha inicial rendí la prueba.
El día anterior me arrodillé al lado de mi cama y le pedí
nuevamente a Dios que Él me diera el entendimiento y
que quitara todos los nervios que tenía. Me inscribí en las 4

[51]
pruebas a pesar de no saber nada en Historia. Cuando fui a
rendir esa prueba no entré con grandes expectativas, porque
sabía que no me había preparado, pero mientras respondía
clamaba a Dios para que hiciera un milagro con los puntajes
de esta prueba, iba en la pregunta 12 y entra la supervisora
y nos dice: “dejen lápices y todo en la mesa, la prueba se
postergará hasta nuevo aviso porque fue filtrada.” En ese
momento me quedé sin palabras, tenía rabia porque lo que
yo quería era quitarme ese peso de encima, pero por esto
tendría que esperar otro tiempo más.
Llegué a la reunión del martes y en la oración le pedía a
Dios que me diera paz y le decía que hiciera algo porque mi
futuro estaba en sus manos. No pasaron más de 4 días y nos
informan que la prueba de Historia se eliminó y el puntaje
más alto que tuviéramos lo asignarían también al puntaje de
esta prueba. ¡No te imaginas la alegría que sentí! Gracias a
Dios, pude tener buenas notas en el colegio y ese puntaje se
me duplicó. Todo este proceso que Dios me permitió pasar
fue para demostrarme que sus promesas no son solo palabras,
sino que son fieles y las cumple “Y sabemos que a los que
aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” este versículo
me venía a la mente, porque, aunque a mi alrededor veía
todo en contra, Dios tenía todo preparado. Confía en Dios,
si te prometió algo no dudes que Él cumplirá su palabra.

[52]
Natalia, Derecho

Provengo de una familia católica y de padres separados.


A la edad de 19 años entré a estudiar derecho en la
Universidad Autónoma de Chile en Talca, fue allí donde
conocí a un joven cristiano llamado Mesach. Este joven
pertenecía a un grupo llamado GELC, siempre lo veía en
la entrada de la universidad entregando folletos, y aunque
muchos los botaban, me sorprendía su perseverancia, ya
que seguía semana tras semana a pesar del rechazo. Muchas
veces me pregunté: ¿No le dará vergüenza?
Al transcurrir el tiempo, nos hicimos amigos con
Mesach porque éramos compañeros de carrera. Y como
yo sabía que él era cristiano, en mi curiosidad por Dios
solía hacerle preguntas por Él y la religión. Recuerdo
haber estado tardes enteras hablando de Cristo con Biblia
en mano. Muchas veces cuestioné la palabra de Dios, pero
Mesach siempre fue perseverante y junto con predicarme
el Evangelio me invitaba a participar al grupo GELC, pero
siempre me negué.
Al iniciar mi segundo año, recibí la triste noticia de
que un familiar cercano estaba enfermo de muerte, tenía
cáncer. En mi abundó una tristeza muy grande. Mi amigo
al verme mal me invitó a una reunión de su grupo y en
mi necesidad de Dios al fin acepté. Había en el GELC una
campaña de “1+1”, donde cada integrante del grupo debía
llevar a otra persona que no conociera a Jesús. Al entrar a la
sala lo primero que dicen es que debíamos orar, pero yo no
sabía, ya que lo que había aprendido desde niña era a rezar.
Mesach sabiendo mi situación se arrodilló a mi lado y me
enseñó, fue el primer día en que tuve un encuentro con el
Señor, aprendí a orar, a hablar con Dios.

[53]
Al poco tiempo mi familiar falleció, mi tristeza y
rabia hicieron que me entregara a las fiestas, al alcohol, a
los falsos amigos, pero Dios siempre estuvo ahí dándome
consuelo, usando a mi amigo al hablarme de su Evangelio,
teniendo también la paciencia de escucharme. Fue así como
comencé a concurrir cada vez más al GELC. Mi cambio
fue maravilloso, sin darme cuenta me fui apartando de todo
lo malo, hacía cosas que jamás pensé hacer, oraba cada día
más. Pero debo ser sincera, en mí abundaba un sentimiento
de vergüenza al decir que amaba a Dios, sentía miedo de
lo que podría pensar mi entorno, hasta que un día recibí
un sabio consejo: “No tengas miedo de lo que piensen los
demás, lo que realmente importa es lo que piensa Dios de
ti”, recibí estas palabras en mi corazón, y un maravilloso día
del mes de septiembre del año 2016 me entregué a Cristo,
y Él me hizo su hija, ya no me importaba la negativa de mi
familia, las burlas, los murmullos. Comencé a servir cada
día más en el ministerio GELC, evangelicé, invité a amigos
a participar a las reuniones, algunos de ellos eran cristianos
apartados de Dios, los cuales el Señor restauró en el GELC,
y aún perseveran.
Le agradezco a Dios porque he conocido su misericordia,
y he vivido en carne propia como su gracia puede cambiar
la vida. A la persona que aún no le conoce, le cuento que
Cristo le ama, que restaura vidas, y que Él puede sanar
todas las heridas, solo debe abrir la puerta de su corazón y
recibirle como su Salvador. A mis hermanos en Cristo les
insto a servir al Señor con mayor devoción, jamás pensé en
conocer a Dios en aquel lugar de tanta necesidad como lo es
una universidad, no sientan vergüenza de ser hijos de Dios
y llevar su palabra a cada rincón de este planeta, porque
somos luz en la universidad. Que mi Dios les bendiga, y
para Él sea la honra, la gloria y la suprema alabanza, Amén.

[54]
Magdalena, Fonoaudiología

Me encontraba en primer año de la carrera, año 2017,


preguntándome para qué Dios me había llevado hasta aquel
lugar. Había momentos en que no entendía por qué me
había cambiado de carrera y universidad cuando en la
anterior ya estaba a 2 años de egresar. Ese semestre recuerdo
que ansiaba más que cualquier otro año ver la mano de Dios
muy claramente en mis estudios. Si bien, siempre me había
ido bien en lo académico, deseaba vivir una experiencia en
la que Dios me demostrara su poder. Comprendo ahora que
ese sentir en este tiempo iba a servir para ti que lees.
Estaba terminando mi primer semestre y me
encontraba preocupada, había una asignatura que me estaba
complicando la existencia universitaria: Física general.
Si bien estudiaba harto y lograba comprender e incluso
ayudar a mis compañeros en algunas cosas, al momento
del certamen quedaba en blanco, siendo mis resultados
nefastos. De los 2 certámenes que rendí sólo obtuve un azul
y este no pasaba del 4.5. Me fui a examen, era mi última
oportunidad de aprobar y necesitaba un 5.7 para aprobar
con 3.95, ni siquiera podía pensar en aprobar con un 4.0. Se
afligió mi corazón al pensar en cómo les diría a mis padres
tan esforzados que había reprobado un ramo y me atrasaría
un año.
Rendí el examen (que tenía muy pocas preguntas)
confiando en Dios. Al otro día estarían los resultados, por
lo que me dirigí muy temprano a revisar mi examen a la
oficina del profesor, y al ver la nota mi corazón se detuvo,
no era suficiente, estaba reprobando con 3.9. Le pedí al
profesor que me ayudara, que me diera otra posibilidad
de subir esa nota. Su respuesta fue que él consultaría con

[55]
el jefe de carrera y según su respuesta me dejaría aprobar
o no, por lo que me pidió que volviera al otro día. Pasó
esa noche, y yo muy angustiada pedí ayuda a Dios, cuando
caminaba hacia la oficina a ver qué pasaría con mi situación
el profesor me dice que no recibió respuesta y que él lo
sentía pero que debía subir las notas al sistema. Me fui con
una tristeza en el corazón y caminé algo confundida en
dirección a mi facultad. En el camino hablaba con Dios, le
decía que quería verle, que yo sabía que él estaba ahí, que
la tristeza no cegara mis ojos. Cuando llegué a mi facultad
llegaron las notificaciones de todas las asignaturas, grande
fue mi sorpresa y gozo al ver que en una notificación decía:
“Física General:APROBADA”. Pasmada reviso bien y al ver
mis notas no lo podía creer, ya no tenía mis notas antiguas,
la asignatura había sido aprobada y no me pude contener:
alcé mis brazos al cielo y afuera de mi facultad di Gloria a
Dios, porque lo que es imposible para el hombre, es posible
para Dios, sólo nos es necesario creer que Él intervendrá.
En ese momento entendí y vi que realmente Dios está
presente en todos los lugares, que sea donde sea que nos
encontremos, si le hablamos Él escucha, que pese a que
estemos lejos del hogar Él nos cuida, y que, si le pedimos, Él
responde. En aquella oportunidad vi el poder de Dios muy
claramente en mis estudios y la sigo viendo.
Dios nos llama a confiar en Él, Dios te llama a ti.

[56]
Bárbara, Psicología

Crecí escuchando en la iglesia que “Dios coloca a sus


hijos por cabeza y no por cola” (haciendo referencia a
Deuteronomio 28:13), y así fue para mi vida durante toda
mi enseñanza media. Jamás supe lo que era sacar bajo 6.0
por misericordia de Dios. Sin embargo, luego de mi segundo
semestre de psicología, me encontré con una realidad
completamente diferente: Pasé de tener las mejores notas, a
las peores, salía de las clases y no comprendía nada de lo que
los profesores enseñaban, claramente no estaba aprendiendo
y corría constantemente el peligro de echarme los ramos.
Visité neurólogos y médicos por la falta de memoria
y concentración, pero no había respuestas para lo que me
estaba sucediendo, hasta que en la desesperación mi tía
me consigue una hora con una psicóloga de la iglesia en
Valparaíso, quien al entrar a su consulta me dice que antes
de la sesión quiere que oremos a Dios para que Él esté
guiando todo este proceso. Luego de orar, le cuento todo lo
que estaba sucediendo en la universidad poniendo especial
énfasis en mi dificultad de aprendizaje. Avanzó un poco la
sesión y me hace la siguiente pregunta “Barbarita, ¿Cómo
está su relación con Dios?”. En ese momento me di cuenta
de que hace muchos meses que no estaba buscando de Dios,
que ya no participaba de los servicios y que había rechazado
durante todo ese año la invitación de un hermano a
participar en GELC, claramente solo me estaba dedicando
a estudiar.
Durante la reunión de la noche nuevamente el
predicador hacía énfasis de la importancia de buscar de Dios
en la universidad, ahí entendí que debía vivir mi proceso
educativo de la mano del Señor, me arrodillé y le hice

[57]
una promesa a Dios, que participaría del grupo GELC si
el hermano encargado me hacia la invitación nuevamente
(difícil después de rechazarlo tanto tiempo). A la mañana
siguiente recibo un mensaje del hermano invitándome
a participar en el grupo GELC durante mi segundo año
universitario, ante esto solo pude decir:“Amén, con la ayuda
de Dios”. Fue así como participé durante mi segundo año
en el grupo GELC UTEM por la cercanía a mi campus,
muy contenta porque ahora tenía un grupo de hermanos
dentro de la universidad con quienes compartir, servir a
Dios, y predicar. Pero seguía habiendo un problema, mis
notas no mejoraban, sumado a esto, entrando a mi cuarto
semestre caigo muy enferma al hospital debido al estrés
académico y pierdo ese semestre. Finalmente llegó mi tercer
año de universidad, cuando al fin pude volver, y entendí
que no debía sobre preocuparme más por mi futuro, por mi
carrera, por las notas, sino dejar todo en las manos de Dios. 
Hoy en día, cercana a finalizar mi cuarto año y empezar
mi práctica, puedo decir que si he llegado hasta este punto
es solo gracias al amor y la misericordia de Dios. Por mis
fuerzas y méritos claramente solo había notas 2.0 durante
mi proceso universitario, pero en último momento Él era
quien me hacía pasar los ramos, y hoy es quien me permite
tener excelentes notas en el momento más importante de
mi carrera. Quizás mis planes eran estarme graduando este
año, quizás mis planes eran ser la mejor de mi clase, salir
con honores y no echarme ningún ramo, sin embargo, no
siempre salen nuestros planes como nosotros queremos,
muchas veces nos sentimos insuficientes, solos, que nunca
llegaremos al término de nuestra carrera, pero lo que he
aprendido durante todos mis contratiempos es que, con
Dios, sea el resultado que sea: ¡De su mano será lo mejor!

[58]
Hefzi, Medicina Veterinaria

En el año 2016 luego de tener los resultados de la PSU


y habiendo postulado a diferentes universidades, recibí
un día un mensaje de texto que me indicaba que había
sido aceptada en la Universidad de Concepción. En ese
entonces mi residencia era en la quinta región por lo que
en seguida me vi en una situación de no saber qué hacer.
Me atemorizaba la idea de tomar la decisión equivocada
aceptando aquella oportunidad. Mi inquietud y ansiedad
radicaban en qué era lo que Dios quería para mí, entonces
comencé a pedirle a Él que me diera una respuesta pronta.
Pasaron los días, oraba, leía su palabra, pedía sueños, señales,
cualquier cosa que me dijera la voluntad de Dios exacta
para aquella situación, sin embargo, Dios me hizo esperar.
Fue tal la desesperación y el no saber qué hacer, que en un
momento llegué a estar matriculada en dos universidades:
En una tenía la gratuidad y en otra (V región), solo optaba
a una beca que cubría una parte de la carrera y el resto
podía cubrirlo con el crédito, entonces mirándolo por ese
lado, ¿por qué no la universidad de Concepción?, si me
aceptaron para poder estudiar ahí, ¿cómo no sería esa la
voluntad de Dios? Muchos podrían pensar como yo en
algún momento; si Dios me abrió esa puerta seguramente
allí es dónde debo ir, sin embargo, Dios puede permitir que
se nos abran muchas puertas de estudio o trabajo, pero aun
así debemos elegir procurando que la voluntad de Dios que
es buena, agradable y perfecta (Romanos 12: 2b) sea hecha
en nuestras vidas.
Un día, decidida a que Dios me hablara por su palabra
abrí la Biblia y donde puse mi dedo allí leí, grande fue mi
sorpresa al leer: La generación mala y adúltera demanda señal; pero

[59]
señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.Y dejándolos, se
fue. (S. Mt. 16:4). Comprendí que Dios me estaba diciendo;
¡Te estoy escuchando, deja de pedirme señales, porque en el
fondo sabes qué hacer! Luego de esto, decidí hacer lo que
desde un comienzo había determinado: seguiría el consejo
del Pastor de la Iglesia, y en lo que su Espíritu Santo en mí
me decía también. Cancelé la matrícula de la universidad
del sur y me quedé matriculada en la Universidad Santo
Tomás de Viña del Mar.
Pasaron unos días y aún me quedaba una pequeña
incomodidad de saber al 100% que la decisión que había
tomado era realmente lo que Dios quería. Fue entonces
que un día me subí a la micro para irme a mi casa, el chofer
al darme el boleto me mira fijo y me dice “Isaías 41: 9 y
10, una palabra para usted”. Al llegar a mi hogar abrí mi
Biblia y leí: Porque te tomé de los confines de la tierra, y de
tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no
te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque
yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia. Fue entonces que mi
alma reposó completamente en la paz de Dios. Comprendí
que la decisión tomada era su voluntad, y ¡Qué paz el poder
saber que la estaba haciendo!
Entré a la universidad y en mis primeros días con unos
compañeros nos dirigimos al patio, un árbol nos llamó la
atención, estaba rallado con varias frases. Comenzamos a
leer, y para mi gozo y sorpresa en blanco estaba escrita la
promesa de Dios plasmada en su naturaleza; Isaías 41:10.
Durante nuestra vida como cristianos Dios nos pone en
situaciones para que podamos confiar y crecer en Él. Al
comienzo de este proceso un amigo en ese entonces me
dijo: “Esto hará madurar tu fe”, y así fue. Ante cualquier
situación Dios está pendiente de sus hijos, y como padre
quiere enseñarnos a esperar, confiar y depender de Él.
Quizás en este momento estás en algún proceso donde

[60]
necesitas que Dios te hable, o te dé una respuesta, y puedes
creer que Dios se esté demorando, pero ¡No es así!, nuestro
Dios interviene en el momento justo y no nos dejará a
nuestra propia suerte, mucho menos cuando estamos
buscando hacer su voluntad.

[61]
Macarena, Ingeniería Comercial

Mi experiencia ocurre durante el año 2020. Durante


mi tercer semestre de carrera se acercaba una prueba que
valía un 40% de una asignatura que se me hacía muy difícil,
los que se encuentran en la universidad saben que este
porcentaje da miedo, por lo que estaba muy preocupada.
Semanas antes había comenzado a leer el libro de 1ra de
Samuel, cada día leía algunos capítulos. Días antes de la
evaluación me encontraba en mi habitación leyendo el
capítulo 17, donde nos relata la historia de cuando David
peleó con Goliat, si alguno ha meditado en la lectura de
estos versículos comprenderá la valentía y confianza que
Dios puso en el corazón de David para ir a enfrentar a ese
gigante. En ese momento Dios depositó en mi corazón un
poquitito de fe, por lo que comencé a decirle a mi Dios que,
aunque mi prueba sería muy difícil, como fue la situación en
la que se encontró David donde nadie creía que lo lograría,
él fue valiente y se enfrentó a esa situación en el nombre
del Señor, así pudiese ocurrir en mi vida. Comienzo a orar
y a hablar con Dios, a pedirle que él sea conmigo, me dé la
sabiduría que necesito y la confianza porque él es un Dios
de poder, todo está en sus manos y aunque yo lo viera difícil
o imposible, para él era muy fácil sacarme victoriosa. Hasta
ahí deje mi oración, luego seguí estudiando y Dios pone en
mí el sentir de ojear algunos ejercicios de la materia, luego
mi vista se va a un ejercicio, me quedo observándolo y se
viene a mi mente el pensamiento “algo así puede salir en la
evaluación”, sin duda era Dios quien estaba poniendo en mí
esos pensamientos, entonces me enfoque a estudiar solo ese
ejercicio y luego me fui a dormir confiando en que Dios
me ayudaría.

[62]
Al otro día al ver la evaluación siento la confirmación
del Señor debido a que un ejercicio era muy similar al que
Dios me había hecho estudiar la noche anterior. Luego de
dar la evaluación bastante insegura de todo lo que había
respondido en general, pasaron unos días, mi profesora subió
la pauta, yo decido no verla, porque mi corazón esperaba la
respuesta del Señor. Cuando un día, de repente, llega un
mensaje a un grupo de WhatsApp diciendo que habían
subido las notas, me puse muy nerviosa, pero la revisé en
el nombre del señor; ¡GLORIA A DIOS! me había sacado
un 6.0, solo por la misericordia del Señor, una nota que
yo jamás hubiese imaginado tener en ese ramo Dios me la
había concedido. Siendo sincera yo le pedía a Dios que solo
fuera un azul para que con las otras notas que me faltaban
no se me hiciera tan difícil aprobar el ramo, pero mi buen
Dios siempre nos bendice con mucho más de lo que le
pedimos.
Esta experiencia hermosa que Dios me permitió vivir me
sirve de aumento de fe en los momentos que veo todo gris,
porque me recuerda que tenemos un Padre Todopoderoso
que nos ama y nos escucha en todo momento. Dios me
enseñó la importancia que tiene la lectura de su palabra,
como lo fue en mi situación, porque de esta manera Dios
pudo aumentar mi fe y mi confianza en él. Recordar cómo
le dijo David a ese gigante “Tú vienes a mí con espada, y
lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de
los ejércitos”. Aunque la circunstancia sea difícil o la nota
que necesites para aprobar sea muy alta y te encuentres en
la misma situación de David no tienes que temer, porque
nuestro buen Dios que va con nosotros peleará la batalla
y nos hará victoriosos, solo basta que nos aferremos y
pongamos toda nuestra fe en él.
Para mi Dios todopoderoso tributo toda Honra, Gloria
y Suprema Alabanza.

[63]
Catalina, Nutrición y Dietética

Es difícil hilar un par de palabras para dar a conocer


una de las muchas experiencias que Dios por misericordia
me ha hecho vivir en este periodo universitario, pero al
ponerme a pensar, se viene a mi memoria uno que ocurrió
en mi segundo año, mientras me encontraba cursando el
ramo de Fisiología.
Recuerdo que, durante todo el transcurso de ese
módulo, me había costado mucho aprender las materias.
Las estudiaba, pero no lograba aprender nada y de lo poco
que me quedaba en la memoria, en la prueba generalmente
olvidaba la mitad, además que, el profesor no lo hacía nada
fácil, con pruebas de 6 preguntas solo de desarrollo, donde
cada una valía 1 punto. Fue así, como en 3 de las 4 pruebas
que tenía ese ramo, mis notas fueron muy deficientes. La
verdad es que yo veía todo perdido, sentía entre tristeza
y rabia, porque tendría que irme a examen y la nota que
necesitaba era nada menos que un 4.8. No sabía cómo lo
iba hacer, era algo casi imposible para mí.
Tenía una semana para prepararme para el examen, y
dentro de la misma tenía que hacer más pruebas, trabajos
e informes. ¡No tengo tiempo! ¡Dios, ¿qué hago?! eran
algunas de mis expresiones. En la misma fecha, fui notificada
para ir a una misión a una iglesia vecina el fin de semana
antes de mi examen que era el lunes a las 9:30 de la mañana.
Mi respuesta fue: Amén, pero dentro de mí estaba toda la
indecisión de si ir o no, porque tenía esta prueba que era
muy complicada y necesitaba mucha nota.
Finalmente, llegó el día, me fui a esa misión, con toda mi
preocupación y pensando solo en eso, no tenía ganas ni de
cantar, ni de orar, ni de nada. Pero, todo cambió al llegar a

[64]
ese lugar. El recibimiento de las hermanas, las alabanzas que
cantaban, el compartir con hermanos de distintas ciudades,
hizo que mi mentalidad fuera cambiando y mi único deseo
fuera estar ahí y disfrutar ese momento. Al comenzar el
servicio en la mañana y luego de cantar el primer himno,
en una corta oración le dije al Señor: “Usted conoce mi
preocupación, conoce mi miedo, pero en estos dos días
(porque era sábado y domingo) yo voy a dejar todo eso a
un lado y me enfocaré en disfrutar este momento que me
da, porque yo sé que el lunes usted me va a ayudar en esa
prueba”. Fueron esas mis palabras y no me acordé más de la
prueba hasta el domingo en la noche.
Llegó el lunes y me volvió el miedo, era tanta nota la
que necesitaba, pero dentro de toda mi incertidumbre dije
¡Dios me va a ayudar! Y di mi prueba confiada. Era larga,
solo de desarrollo y la verdad es que me acordaba de muy
poca materia, pero cuando la entregué fue increíble, porque
la había contestado toda y no sabía cómo; creo que esos son
misterios del Señor.Transcurrida la tarde una compañera me
habla y me dice que habían subido las notas.Yo no quería ni
mirar el sistema, hasta que con todo mi nerviosismo lo hice.
¿Y adivinan qué? ¡TENÍA UN 4.8! No lo podía creer, ni
una décima más ni una décima menos, Dios lo había hecho,
me dio lo que tanto le pedí.
La palabra de Dios nos dice que debemos contar
cuan grandes cosas ha hecho Él con nosotros, y con mi
testimonio quiero decirte que Dios está contigo siempre, Él
conoce todas las cosas y lo que parece más imposible para
el hombre Dios lo puede hacer, Él camina a tu lado y si
dispones tu vida a Él y a su servicio, entonces todas las cosas
te ayudarán a bien y de maneras increíbles e impensadas Él
solucionará tu problema.

[65]
Andrés, Derecho

Durante el año 2017 estaba cursando el tercer año de


mi carrera. Se suponía que sería el año más complicado en
términos académicos, pero precisamente en ese año Dios
me permitió vivir una de las experiencias más hermosas de
mi odisea universitaria.
A comienzos de marzo de ese año escuché que unas
compañeras estaban realizando una rifa a beneficio de la madre
de una compañera, ya que tenía cáncer. Coincidentemente,
durante ese semestre, tomé los mismos ramos de aquella
compañera. De esta manera comenzamos a desarrollar una
amistad. A mediados de semestre, almorzando en el casino
de la universidad junto a ella, me recuerdo que su madre
meses atrás estaba muy delicada de salud debido al cáncer.
Comenzamos a entablar una conversación en esa dirección
y, de pronto, sin darme cuenta, me veo evangelizando a mi
compañera y hablándole del poder de Dios para sanar, sin
embargo, Dios tenía una sorpresa para mí.
En forma repentina mi compañera me interrumpe y
me dice ‘’mira, yo no sé si me vas a creer lo que te voy a
contar, pero hace algunos meses ocurrió algo extraordinario
con mi mamá”. ¿A qué te refieres con eso? pregunté, ella
continuo su relato diciéndome “Mira, nosotros tenemos un
tío que es evangélico, y un día nos fue a visitar a la casa
para orar por toda la familia. De pronto, mi tío empieza a
hablar en otro idioma y comienza a saltar por la casa con
los ojos cerrados, y luego se dirige a donde estaba mi mamá
y la ‘’operó’’ y nos dijo que en ese momento Dios la había
sanado de cáncer. A la semana siguiente fue el médico para
hacerse los exámenes de rigor, y los médicos se asombraron
al revisar los exámenes ya que estaba completamente sana’’.

[66]
Mi compañera, al relatarme toda esa historia, no sabía
que para mí no era extraño todo aquello que me contaba.
Luego que terminó de relatarme esa bella vivencia, yo
comencé a hablarle del gran amor de Dios y que él la estaba
rodeando para salvar su vida. En medio de esa conversación,
en el casino de la universidad, descendió la presencia de
Dios, y sin darnos cuenta ambos comenzamos a llorar al
sentir la presencia del Señor. El casino estaba lleno, pero en
ese momento se fue toda vergüenza y timidez.
Al concluir de predicarle, me comenta “¿sabes qué?
me gustaría tener lo que tienes tú, me gustaría tener tu
alegría y tu paz” continué diciéndole que Cristo, el Señor,
al salvarnos nos da una paz verdadera y genuina, pero
nosotros debemos recibirle como nuestro personal salvador.
Al finalizar esa conversación me dice “Ahora entiendo todo.
Hace mucho tiempo que estaba orando a Dios para que me
diera una señal de su existencia, que me diera una señal de
que me ama, que me diera una oportunidad para conocerle.
Y entiendo que esta conversación ha sido aquella señal”.
Desde la ocurrencia de este testimonio hasta la fecha
(2020) han pasado cuatro años. He podido ver cómo el
gran amor de Dios se extiende más allá de lo que nosotros
pensamos. Él nos coloca en medio del mundo académico
para dar testimonio de él. Siempre pienso que no fue
casualidad que ese año haya tomado los mismos ramos que
mi compañera. Al poco tiempo de esa conversación en el
casino, mi compañera comenzó a participar en una iglesia
evangélica cerca de su hogar, y tomó el sabio hábito de leer
en forma constante la Palabra de Dios. Hasta el día de hoy
mantengo contacto con ella y me gozo en gran manera
cuando escucho que en sus conversaciones siempre está
presente Dios.
Para Dios es la Honra y Gloria para siempre.

[67]
Cristian, Licenciatura en Música

Alabo a Dios, porque Él ha sido bueno conmigo, su


amor, su misericordia se han manifestado a mi vida. A la
edad de 17 años el Señor por medio de su Espíritu Santo,
usando a un instrumento en el local de Villa México (en
Maipú) me habló, y me dijo que entraría a estudiar y que
Él me ayudaría en todas las cosas. Así es como salí de cuarto
medio, y en su grande amor el Señor me permitió entrar a
la carrera en la que estoy hoy en día.
Cuando llegó el momento de postular por medio
de esa prueba especial que hacían para entrar, puedo dar
testimonio que me fue terrible, llegué a mi casa llorando ya
que no había manera de que hubiera podido quedar, mas mi
Dios, Él abre puertas, su promesa se hizo presente a mi vida,
y entré, solo por misericordia de Dios.
En el momento de matricularme, se me dice: “el primer
año y el segundo no son considerados por el Estado, por
lo cual en los dos primeros años no hay becas”, muy
preocupado, no sabía que hacer, pero en mi iglesia Dios me
permitió ver como Él proveyó el dinero para la compra del
terreno y a ese Dios que es el Señor del oro, de la plata y de
todos los recursos, le oré.
En ese tiempo estaba postulando a una orquesta en
Santiago y Dios permitió en su sola bondad que pudiera
quedar, la carrera costaba en ese año $1.800.000, dinero
que yo no tenía, por motivo de la orquesta se me da una
beca de $60.000 mensuales, y en total aproximadamente
$600.000 en el año. Con fe, junto a mi madre, postulé a
la beca indígena, mandé todos mis papeles y ahí también
Dios proveyó a través de esta beca (la cual no podía tener,
por lo señalado anteriormente). Ahora esa deuda de un

[68]
millón ochocientos mil pesos se transformó en una deuda
de seiscientos mil pesos ¡Gloria a Dios!
En la orquesta se me pregunta si estudiaba en la
universidad, yo respondo que sí, me hicieron una
beneficencia dentro de la orquesta, y se me dio otra
beca más de cincuenta mil pesos, y además otra beca de
alimentación, y una de transporte de veinte mil pesos más, si
saco la cuenta, necesitaba un millón ochocientos mil pesos, y
Dios me proveyó un millón novecientos mil pesos ¡Aleluya!
Terminó mi primer año, sin ninguna deuda, al momento de
dar el examen final, Dios me permitió dar un examen para
pasar directamente a tercer año.

[69]
Keila, Enfermería

Sé que muchos estudiantes antes de entrar a la


universidad comienzan con dudas sobre qué estudiar, las
inseguridades de cómo les irá en la PSU, algunos empiezan
a recomendar ciertas carreras. Sin embargo, a nosotros nos
interesa por sobre todo hacer la voluntad de Dios. Dentro
de este marco, cuando iba en educación media todas esas
preguntas venían a mi cabeza de manera muy seguida.
Siempre se nos inculca que debemos pedir a Dios la carrera
que tenemos que estudiar, por lo que yo seguí ese consejo.
Pero primero le pregunté a Dios si era su voluntad que yo
estudiara en la universidad, porque no me quería alejar de
Él por culpa de los estudios. Pasó el tiempo y Dios me fue
confirmando que su voluntad era que yo estudiara, pero
aún seguía con la duda sobre qué carrera estudiar, solo sabía
que me interesaba el área de la salud.
Luego de obtener los resultados de la PSU, comencé
a preocuparme porque aún no sabía qué carrera elegir.
Me recomendaron una que yo siempre había descartado:
enfermería. Al momento de postular, tenía todavía mis
dudas y sentía mucha presión, pero me encomendé en las
manos de Dios, que Él hiciera su voluntad en la carrera y
universidad que estudiaría. Cuando salieron los resultados
de las postulaciones, mi sorpresa fue grande, ya que me
llamó la jefa de carrera para decirme que había quedado
dentro de los primeros lugares en enfermería. Sentí que eso
fue la confirmación de Dios para mí, que eso era lo que
tenía que estudiar.
Así fue como entré a estudiar enfermería en un lugar
que no había pasado por mi mente, recordando que los
pensamientos míos no son los de Dios y ¿quién mejor que

[70]
nuestro Padre, que nos conoce completamente y siempre
quiere lo mejor para nosotros, decida nuestro futuro? A
pesar de recibir algunas críticas respecto a lo que iba a
estudiar o sobre la ciudad, entre otras cosas, yo me sentía en
completa tranquilidad y feliz por estar obedeciendo a Dios,
confiando en sus promesas. Como dice ese versículo: “El
hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado…”
Ha pasado ya el tiempo, y puedo decir que estudiar bajo
la voluntad de Dios es lo mejor que usted puede hacer.
Sentirá el respaldo de Él en todo momento, tendrá paz a
pesar de que el panorama sea difícil y le gustará su carrera
porque nadie conoce mejor nuestros gustos que Dios.Yo he
visto todo eso reflejado en mi vida, desde cosas tan simples
hasta cosas muy complejas. He visto que todas las cosas se
han dado, aunque muchas parecían imposibles. Por ejemplo,
cuando entré a estudiar desconocía que nosotros en primer
año íbamos a práctica, por lo que necesitaba comprarme
uniforme y algunos otros implementos y yo no tenía nada,
ni dinero. Sin embargo, Dios me proveyó todo, de distintas
maneras que nunca hubiera imaginado, confirmando una
vez más que esa era la carrera que tenía que estudiar.
Por eso en esta hora alabo a Dios y engrandezco su
Nombre, porque ha sido mi Padre, mi Protector, mi Sanador,
mi Maestro y quien me alienta a seguir adelante. Insto a los
hermanos que se encuentren en la situación que yo estaba,
a pedir que Dios haga su voluntad para con sus vidas, y a los
que ya están estudiando, puedo confirmar una vez más que
Él siempre está dispuesto a ayudarnos.

[71]
Álvaro, Ingeniería Comercial

Soy alumno de Ingeniería Comercial y en tercer semestre


de mi carrera tuve un ramo matemático, generalmente me
gustan las matemáticas, pero en la universidad ha sido mi
mayor desafío. Para pasar el ramo debíamos rendir solo
tres pruebas en todo el semestre, luego que rindiera dos
de las pruebas me di cuenta de que pasar el ramo se estaba
volviendo casi imposible, necesitaba un 5.8 para aprobar
porque mis notas eran muy malas.
Cuando tuve que dar la última prueba, justo coincidió
con que la universidad estaba volviendo de un paro,
entonces tenía dos semanas llenas de pruebas. Debía rendir
once pruebas en total, sin contar los trabajos, cuando al fin
pude desocuparme un poco ya faltaba solo una semana para
la evaluación, no había estudiado mucho y era demasiada
materia. En muchas ocasiones mis fuerzas decayeron, incluso
pensé en botar el ramo, pero personas cercanas a mí me
decían: “no te rindas y pelea hasta el final, pon de tu parte
y déjalo todo en las manos de Dios que Él te hará pasar”.
Entonces recobre ánimo y esa semana comencé a
pedirle a Dios que me ayudara porque no quería echarme
el ramo, y mientras oraba también estudiaba. Llegó el día de
la prueba y yo estaba frustrado porque solo había alcanzado
a estudiar la mitad de la materia y tampoco la dominaba
muy bien, entonces creía que iba a tener nuevamente un
rojo. Sin embargo, clamé a Dios por su ayuda y me decidí
a rendirla. Poco antes de empezar, muy frustrado por no
saber, un compañero me habló y me dijo que me iba a
ayudar a realizar la prueba, yo ya casi derrotado acepté su
ayuda y comenzamos a responderla. Finalmente, se acabó el

[72]
tiempo y tampoco alcancé a terminarla, pero en el nombre
de Dios la envié.
Después, pasaron varios días hasta que subieron las notas.
La verdad es que iba con mucho miedo, pero la miré rápido
porque ya no aguantaba la ansiedad. Cuando vi la nota sentí
un peso que cayó de mi espalda, para la gloria de Dios tuve
un 6.1 en la prueba y pude pasar el ramo.
Por eso, cuando necesites ayuda, veas todo oscuro y ya
te quieras dar por vencido, independiente de cuál sea el
motivo y ya no sepas qué hacer, clama a este Dios Vivo. Él
no hará oído sordo a tu clamor y te dará una solución de la
forma que menos imaginas.
Que Dios te bendiga en gran manera.

[73]
Nicole, Enfermería

Cuando entre a la universidad siempre pensé que todo


saldría bien, que sacaría mi carrera justo en los 5 años y
con la ayuda de Dios las cosas saldrían bien. Ese es el sueño
de todos, pero la cosa no resultó así. Siempre fui una más
del montón, muchas veces fui más la cola que la cabeza
y decepciones viví muchas, siempre se nos dice que por
ser hijos de Dios debemos ser los mejores y en muchas
ocasiones por no serlo a pesar de dedicarme mucho a mis
estudios sentía desagradar a Dios.
Hoy miro hacia atrás y la universidad no solo fue mi
escuela para aprender cuanta cosa a mi carrera se refería,
sino que también fue el medio que Dios usó para formarme
y reafirmar mis pasos como cristiana. Sin duda experiencias
tengo muchas donde Dios me ayudó a sacarme una buena
nota, donde cuando todo se veía perdido me ayudó a
aprobar un ramo y así muchas más.
Lo que quiero decirte querido estudiante es que ya sea
que vivas derrotas o que vivas triunfos, nuestra prioridad
debe ser agradar y adorar a Dios en todo tiempo, pues no
le servimos para que nos vaya bien, le servimos porque él
es Dios e independiente de las circunstancias él se merece
toda la gloria. En mis derrotas conocí a un Dios consolador
y fortalecedor, aprendí a servir a Dios sin importar las veces
en que esperé una buena nota y no llegó, aprendí a tener
paciencia, perseverancia y a confiar en las promesas de Dios
que, aunque a veces veía que se alejaban, hoy puedo decir
que el tiempo de Dios es perfecto.
Pude dedicar mi tiempo universitario no solo a estudiar,
sino que también a llevar el evangelio a otros. Recuerdo
que hubo un semestre bien complicado en cuanto a ramos

[74]
y fue el semestre en que me encontré inmersa en muchas
actividades espirituales, reuniones y evangelizaciones
GELC, visitas a la cárcel, clases visualizadas, ensayos de los
cuerpos corales, misiones con las señoritas, coro y local,
pero vi la gloria de Dios y sentí su respaldo en todo y llegué
a preguntarme como logré pasar todo tan fácilmente, me
sentía por las nubes y ahí entendí que cuando servimos
a Dios de todo nuestro corazón y le dedicamos nuestro
tiempo, él se encarga de lo difícil.
Alabo a Dios y exaltó su nombre porque él ha sido bueno,
el un día abrió las puertas de la universidad y hoy ya titulada
puedo decir Eben Ezer, hasta aquí me ha ayudado Jehová,
me ha abierto puertas laborales y siento de alguna forma
que estoy recibiendo recompensa (aunque no la merezco)
por aquellos años en que no solo fue estudio sino que Dios
me ayudó a llevar su palabra y hoy recuerdo con mucho
gozo en mi corazón aquellas mañanas frías repartiendo
tratados, aquellas predicaciones con el libro sin palabras en
la Plaza de Armas, aquellas lágrimas que caían por la mejilla
del estudiante mientras le predicábamos, aquellas reuniones
a escondidas en una sala de biblioteca, aquellas alabanzas
entonadas en la entrada de la universidad, aquellas veces
en que profesores y compañeros me preguntaban ¿tú eres
evangélica? Y con gozo en mi corazón podía responder: Sí,
gracias a Dios.
Esto es solo un poco de lo que Dios ha hecho en mi
vida, sin duda él ha sido fiel y lo seguirá siendo, para Dios
sea la Gloria, la Honra y la Alabanza.

[75]
Alison, Derecho

El presente testimonio es propio, vi la gloria de Dios


a través de lo vivido, sin embargo, no fui la beneficiada
directa de lo que Dios hizo. No obstante, creo que merece
ser contado. Para un mejor entendimiento de los sucesos
separaré el relato en tres partes o escenas.

I. El PROFESOR
Cuando cursaba mi segundo año de universidad, tomé
un ramo importante con el profesor más difícil. El profesor
tenía un gran currículum y una buena posición dentro de
la universidad. Se caracterizaba por decir en sus clases frases
egocéntricas y por cualquier cosa cuestionaba la fe en Dios,
particularmente el cristianismo. Todo esto en verdad me
molestaba.
Un día nos dio consejos sobre expresión oral. No
recuerdo las palabras exactas, pero dijo algo como: “si hacen
lo que digo, nadie les podrá impedir el éxito, ni siquiera Dios,
solo yo”. Sí, lo dijo en alta voz, de una forma dramática y
casi actoral. Mientras lo decía, a mí me parecía que fijaba
sus ojos directamente en mí. Sentí que me ardía la sangre.
(En otra ocasión me bautizó “Judas” porque no quise ser su
discípula).

II. EL EXAMEN
En mi carrera, todos debíamos rendir examen, y en el
tiempo en que yo estudié, había que sacar al menos un 4.0 en
este. Independiente de las notas con las que te presentabas,
si no tenías un 4.0 en el examen, reprobabas. El examen
era oral y público. Podrán imaginarse la ansiedad que nos
generaba. Lo importante del examen no es lo que pasó

[76]
conmigo, sino con un compañero. Recuerdo que se sentó
a dar el examen con este profesor y le hicieron la primera
pregunta. Mi compañero respondió de buena manera, con
buenas palabras, sin embargo, su respuesta estaba incompleta.
Dijo la mitad de lo que tenía que decir. Se generó un silencio
y la cara del profesor fue de estar pensando, luego señaló:
“sabes, me gustó las palabras que ocupaste, no te haré otra
pregunta y te pondré un 6.0”. Todos en la sala quedamos
sorprendidos, el profesor no hacía esas cosas, no ponía tan
buenas notas, ni mucho menos con una sola respuesta.

III. EL DESENLACE
Días después, me encontraba en los computadores de mi
facultad imprimiendo dibujitos para las clases visualizadas,
y llega al lugar mi compañero que se sacó un 6.0 en el
examen. Cuando vio lo que hacía, comenzó a interrogarme
y le conté que era evangélica y a la iglesia que asistía. Para
mi sorpresa me contó que, aunque él no asistía a ninguna
iglesia y llevaba una vida desordenada, si creía en Dios y
que su abuelita era miembro de mi denominación, pero
en otra ciudad. Recuerdo que me dijo: “yo no voy a la
iglesia, pero para el examen con el profe X (el que ya les
conté), fui a orar a la iglesia de mi abuelita para que Dios
me ayudara, me tiré de guatita a pedirle a Dios”. En esos
momentos entendí lo que había sucedido en ese examen.
Dios motivó el corazón de ese engreído profesor, que había
dicho que podía más que Dios, para contestar la oración
de mi compañero, y mi profesor ni se enteró. Recordé el
proverbio que dice: “Así está el corazón del rey en la mano de
Jehová; A todo lo que quiere lo inclina” (Proverbios 21:1). Me
maravillé con las misericordias de Dios, que, por amor de
mi compañero, y de su abuelita sin duda, mostró su gloria y
concedió la petición de oración de un necesitado.

[77]
Francisca, Fonoaudiología

En mi tercer año de carrera me correspondió rendir un


ramo llamado Evaluación Audiológica, era mi primer ramo
práctico. Al inicio del semestre se nos presenta el programa
del curso, nos comunican que el examen era reprobatorio y
que, además, la nota para eximirse era muy alta. Junto con
esto, nos señalan otras reglas y restricciones para el ramo: si
teníamos un rojo la nota mínima del examen debía ser un
4.0, si teníamos dos rojos la nota mínima debía ser un 5.0.
La primera clase teórica que tuve no entendí
absolutamente nada y esto me hacía sentir muy frustrada.
Así fue pasando el semestre, di mi primera evaluación ¿el
resultado? Un rojo. En la segunda evaluación tuve un azul,
pero muy mediocre. Ahí me di cuenta de que aprobar el
ramo con mi capacidad humana sería imposible y que
debía buscar a Dios, encomendarme a él, pedirle ayuda y
humillarme, pues solo él me podía ayudar. Así fue como me
dispuse a orar más, pero no solo por ese ramo, sino también
como propósito general en mi vida, orando más por mis
hermanos y quizá no tanto por mí misma. Recuerdo
que por ese mismo tiempo Dios me habló mediante una
predicación, a través de su palabra, diciendo que por medio
de la oración y el ayuno podríamos ver su gloria y verle
obrar haciendo grandes cosas en nosotros. Con la ayuda
de Dios pude poner en práctica su palabra y ayuné y oré
mucho.
Sucedió que mientras estudiaba empecé a comprender
la materia a entender cómo se hacían los exámenes, todo.
Gracias a Dios en la última prueba tuve una buena nota, no
sabía cómo había obtenido ese resultado pues claramente
no se condecía con lo que había podido aprender

[78]
efectivamente. Luego de esto, llega finalmente el día del
examen, estaba muy asustada pues la cantidad de materia
era mucha. Recuerdo que di la parte práctica donde gracias
a Dios me fue muy bien, pero al otro día era la prueba
teórica. Con el Coro Juvenil teníamos una misión, una
vigilia de amanecida en una Iglesia, por lo tanto, debía hacer
el examen lo más rápido posible para alcanzar a devolverme
a mi casa y llegar al templo a reunirnos para salir a la misión.
Entro a dar el examen y antes de partir hago una oración
pidiéndole a Dios que me dirigiera, comienzo a contestarlo
rápido, algunas alternativas que no sabía las contesté igual,
y me fui. La misión estuvo hermosa y pude olvidarme de
todo lo relacionado con el ramo. Estábamos desayunando
luego de la vigilia de amanecida y llegan las notas del
examen, muy asustada comienzo a buscar mi nombre y para
mi sorpresa me había sacado un 6.3, sólo para la gloria de
Dios pasé de tener la nota más baja del curso en las primeras
evaluaciones a tener la nota más alta en el examen. Lo único
que había hecho era buscar el rostro de Dios más de cerca,
esa fue mi estrategia, disponerme en sus manos y él fue
conmigo. Tal como dice su palabra él a sus hijos los coloca
por cabeza y no por cola y así lo pude experimentar en mi
vida.
Terminé muy feliz y contenta, pude pasar el ramo, pero
también pude confirmar que Dios nunca nos abandona,
que cada vez que pensamos que no podemos más él está ahí
y es él quien puede por nosotros. Cuando nos disponemos
en sus manos vemos como él hace realidad aquello que
solos no podemos lograr. Dios es fiel y ha prometido estar
con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. ¡Que el
Señor les bendiga!

[79]
Diego, Derecho

Primer Semestre de año del 2017. Fin de semana difícil,


donde me tocaba preparar el examen de Derecho Civil
VI, pero no podía concentrarme en el material de estudio.
Al mediodía del domingo, entró un deseo en mí de ir a
la iglesia. A ello ya estaba acostumbrado, ya que todos los
viernes corría al Terminal Sur de Santiago para ir a mi casa
en Concepción, con el fin de participar en los servicios de
mi iglesia. Pero ese fin de semana era distinto. Los minutos
pasaban lentos frente al material de estudio, y mientras
destacaba algunas ideas centrales, en mi mente seguía
riñendo con el deseo de ir a la iglesia, mientras veía ante
mis ojos la dura responsabilidad de dar un buen examen.
A pesar de ello, no me di cuenta cuando estaba frente al
espejo acomodándome la corbata. El viaje en metro era de
unos 40 minutos, más otros 10 minutos caminando. Eso no
importaba. Era mi deseo irrefrenable el de poder participar
de la iglesia y compartir con una familia que, habiendo
estado en Concepción, volvió a Santiago. Al llegar a la
puerta, me acerco donde un hermano para preguntarle por
esa familia. La respuesta me desanimó: “el hermano está
enfermo, y no creo que venga hoy”. Al sentarme, en mi
mente se ceñían las frases: “estás loco, ándate para la casa”,
“viniste a hacer el ridículo”, “te va a ir mal en el examen”.
Me arrodillé. Sentía un peso sobre mis hombros, fatigado
y sin compañía. Si bien, sabía que Dios estaba conmigo, la
soledad de la habitación donde vivía, la imposibilidad de
hacer amigos en la universidad y el realizar muchos trayectos
solo, se volcaron en esa oración, preguntándole a Dios si en
medio de este proceso yo no iba a tener amigos.

[80]
De pronto, una mano reposó sobre mi hombro, mientras
en la banca vacía donde me encontraba se sentaron tres
personas. Al abrir mis ojos, veo que era el hermano con
el que compartí en Concepción. Rebosé de alegría. La
reunión se me hizo breve, y contento de haber participado,
comencé a despedirme. En ello, el hermano me invitó a su
casa. Cuando llegamos, comenzamos a hablar de las cosas
de Dios. De pronto la conversación se torna en preguntas
cada vez más interesantes sobre la vida cristiana de antaño.
En mi mente tomaba nota de las cosas que mi hermano
me contaba, lo que hizo que me olvidase del examen.
Llegó un momento que, al ver la hora, observé que ya era
de madrugada. Comencé a buscar mi celular para tomar
un medio de transporte, pero el hermano me invitó a
quedarme. En la mañana, aun siendo las 06.00, me levanté
preocupado por mi examen, lo que me llevó a tomar mi
celular y a memorizar los conceptos faltantes de mi estudio.
Parecía que no entraba nada. Los dueños de casa se pusieron
de pie, y yo tras ellos. Tras compartir con ellos el desayuno
y almuerzo, resonó la voz del hermano: “parece que el
hermano Diego se olvidó que mañana tiene examen”. En
ese instante, luego de compartir unas últimas palabras con
ellos, me fui a mi pensión.
Al llegar, oré dando gracias a Dios, porque después de
sentirme solo, sin compañía de ninguna amistad, Él había
dispuesto a amados en Cristo que me habían acogido por
unas horas en su casa. Al levantarme de la oración, seguí
estudiando, pero parecía que las letras pasaban por mis ojos
sin ingresar en mi mente. No obstante, no me rendí. Volví
a orar, pidiendo a Dios claridad. Abrí la Biblia y Dios me
confortó. El martes, a las 8:45 de la mañana estaba frente
a dos ayudantes que me interrogaron. Sus rostros serios
y sus preguntas incisivas eran respondidas punto a punto:
requisitos legales, puntos doctrinales y jurisprudencia. Al
salir, mis compañeros se quejaban de los ayudantes por las

[81]
calificaciones que les habían puesto, mientras yo guardaba
silencio ante ellos, dando Gloria a Dios por su apoyo
incondicional. Mi calificación: un 6.5. El Señor en medio
de la angustia y desesperación; en medio de la soledad y
desánimo nos recuerda: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso
es habitar los hermanos juntos en armonía!”. A Dios Honra y
Gloria, por su amor infinito.

[82]
Macarena, Derecho

Cursando mi segundo año de universidad en el año 2016,


tuve que rendir un certamen en el ramo “Derecho Procesal
ll”. Estaba muy afligida, porque llevaba días estudiando y
simplemente no entendía nada. Mi mente solo pensaba en
el grado profesional que tenía aquel docente; era Presidente
de la Corte de Apelaciones de Talca en ese entonces. El
presentarse ante él a rendir un certamen de modalidad oral
y público, atemorizaba a cualquiera.
La noche anterior al día del certamen, en mi oración
antes de dormir, le dije a Dios: “Señor, no entiendo esta
materia. Además, tengo temor del profesor. Él acostumbra
a tratar mal a los alumnos que no saben responder a sus
preguntas. Le pido, ayúdeme.” Esa fue mi oración. Luego,
levantándome de ella, abrí la palabra de Dios, y él me habló
en Isaías 51:12, que dice: “Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién
eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo
del hombre, que es como el heno? Y ya te has olvidado de Jehová
tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra”. Quedé
impactada. Dios estaba presente en mi pequeña oración y le
dio respuesta de inmediato. Fue ahí, cuando le pedí perdón
al Señor por mi conducta; por temer a quien no debía.
Dormí confiada.
Al día siguiente, fui a rendir el certamen dependiendo
netamente de mi Hacedor. A medida que mis compañeros
pasaban a rendirlo, obtenían notas muy bajas, pero mi fe
no menguaba. Cuando me correspondió el turno, Dios
obró; la calificación fue la nota máxima, un siete. Todos
mis compañeros me consultaban cómo lo había hecho,
de dónde había estudiado, y fue ahí donde pude testificar
que Dios es quien da la sabiduría y el conocimiento. Él

[83]
es nuestro ayudador y está presente en cada oración que
realizamos, inclusive en aquellas que no vemos respuesta
Dios está obrando. Él hasta aquí, estando egresada, me ha
ayudado.
El Grupo Estudiantil Los Del Camino, ha sido de gran
bendición para mi vida. Allí he vivido cosas hermosas en el
Señor. En una oportunidad, iba entrando a la universidad
apurada para llegar a la reunión GELC y tuve una visión: vi
toda la universidad en tinieblas, pero de pronto, comenzaron
a notarse pequeñas luces entre esa oscuridad, las cuales se
fueron intensificando. Luego, pude distinguir que esas luces
eran los hermanos del GELC que iban también camino a la
reunión. Aquí se hace viva la palabra de Dios: “Vosotros sois
la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder”. San Mateo 5:14.
Un día, debíamos realizar una evangelización con
entrega de tratados en la universidad, y yo le dije a Dios
en mi corazón: “Señor, ¿cuándo comenzará usted a llamar
las almas? Luego de eso, salimos a cumplir con el servicio y
llegamos a la sala de estudio de la universidad. Allí había una
señorita, y cuando entregamos el tratado nos dijo: “¿ustedes
son los que se reúnen en la sala 217 todos los días lunes a
las 13 horas?”, a lo cual respondimos que sí, y ella agregó
entre lágrimas: “es que yo voy todos los lunes a esa hora y
me ubico afuera de su sala a escucharlos cantar”.
Esta experiencia fue de gran gozo para nosotros, ya
que a veces creemos que Dios no está obrando, porque
simplemente no vemos esa obra con nuestros ojos. Pero
Dios es Soberano, y Él hace como quiere, con quien quiere
y cuantas veces quiere. Dios bendiga grandemente al GELC,
y nos ayude a continuar con esta hermosa labor. Como dice
su palabra en San Mateo 4:19: “Venid en pos de mí, y os haré
pescadores de hombres”.

[84]
Felipe, Licenciatura en Matemáticas

Cuando estaba en el primer año de carrera, para ser


exactos en el primer mes del primer semestre, un día
jueves en la tarde saliendo de la universidad me sentía muy
derrotado como estudiante y como hijo de Dios, ya que
en ese día me habían dado algunos resultados de pruebas
muy lamentables para mí, y también me sentía derrotado
como hijo de Dios ya que la comunión con mi Salvador
Jesucristo en esos días había sido escasa y pobre. Por esto,
en esa tarde cuando iba en el transporte público rumbo a
la pieza que arrendaba me sentía un joven desolado y triste,
me recuerdo que mi único anhelo en esos momentos era
llegar a mi pieza y orar.
Fue así como, al bajarme del transporte no aguanté más
la tristeza y empecé a llorar, pensaba en esa hora que Dios no
estaba conmigo ya que todo me estaba saliendo mal, todas
las cosas como estudiante no me estaban resultando. Pensaba
en esto cuando llegué a mi pieza y empecé a orar pidiendo
clemencia a este Dios Soberano que todo lo conoce, que
todo lo escudriña. Me recuerdo que pasaron varios minutos
de esta manera, hasta cuando Dios me responde. Coloca en
mis pensamientos el coro del himno 356: “en las horas de mi
desaliento siempre dice a mi lado el Señor: soy contigo en todo
momento, no vaciles, soy Tu Protector”, lo empecé a cantar
en esa hora y en mí sucedió algo muy especial, la tristeza y
desolación que sentía se disiparon. Entró en mí un gozo y una
alegría que solo Dios puede dar. A través del himno 356 Dios
respondía las inquietudes que yo estaba pasando.
Fue de esta manera, como este Dios Omnisciente se
hizo presente en mi vida, dándome fortaleza y renovando
mi esperanza, para seguir en este camino glorioso del Hijo
de Dios, que tiene como fin estar por una eternidad con
nuestro Salvador Jesucristo.

[85]
Gladys, Contador auditor - Contador público

A principios del año 2018, cuando comenzaba el ciclo


de la universidad, me tocó vivir una experiencia donde
Dios puso a prueba mi fe. Todo comenzó cuando terminé
mi enseñanza media y decidí ingresar a la universidad,
hice todas las postulaciones para obtener beneficios para el
costeo de esta. Luego, al irme a matricular a la universidad
en la que había quedado, me dieron una noticia que para mí
fue muy desalentadora, ya que me informaron que todos los
papeles que yo había presentado para poder optar a algún
beneficio o beca habían salido rechazados. Esto significaba
que no tenía ningún beneficio. Para mí fue muy chocante
escuchar esto, ya que mi papá hacía 7 meses que estaba sin
trabajo y no tenía los medios para costearme ni la matrícula,
ni los primeros meses de mensualidad.
Al regresar a mi hogar, lo primero que hice fue entrar a
mi habitación y reclamarle al Señor las promesas que Él me
había hecho meses antes, una de ellas era que me llevaría
a un lugar muy lejos de mi hogar y que, si yo permanecía
en sus caminos, Él me bendeciría y cumpliría todos los
deseos de mi corazón. Al pararme de allí y conversar con
mis padres, les comenté que creía que no era la voluntad
de Dios que yo cursara estudios superiores, teniendo muy
presente la promesa que Dios me había hecho. Mi padre, no
obstante, insistía en que debía confiar en Dios, que pronto
todo se solucionaría, que él iba a pagar mi matricula con sus
últimos ahorros y que tenía que seguir adelante, confiando
en Dios y aferrándome a la promesa que Él me había hecho.
El tiempo avanzaba y llegaban los días en los cuales tenía
que dejar mi casa e irme a otra ciudad, ya que se aproximaba
el periodo de las clases.Yo no veía ninguna respuesta, y cada

[86]
vez veía más lejos la posibilidad de estudiar, puesto que
tampoco quería pedir algún crédito para poder estudiar, pues
eso sería una presión muy grande para mis padres. Llegó el
día que debía dirigirme a Antofagasta, no conocía a nadie,
el proceso de adaptación al que me enfrentaba era muy
grande. Estaba muy lejos de mi casa y sola. Únicamente en
la oración encontraba calma y se renovaban mis fuerzas para
seguir.Ya casi a finales de ese mismo mes, llegué a un punto
en que no podía más, no me acostumbraba a la ciudad, veía
que la respuesta de Dios a mis peticiones estaba cada vez
más lejos, estaba decidida a dejar la universidad.
Pero, una tarde al llegar a mi casa, fui a los pies del Señor
para nuevamente reclamarle la promesa que Él me había
hecho, ya que no la veía cumplida, sino al contrario. Luego
de un rato, al levantarme de esa oración Dios me habla a
través de su palabra, “¿No te he dicho que si creyeres verás la gloria
de Dios?” San Juan 11:40. Esta palabra llegó tan profunda
a mi corazón, y dije: “amén Señor”, en ese momento sentí
una paz y un alivio tan grande, porque sentía que mi fe se
había renovado. No pasaron ni dos días, al revisar mi correo
electrónico me habían notificado que había obtenido todos
los beneficios a los que había postulado e incluso más.
Obtuve beneficios de la universidad, a los cuales nunca había
postulado. Al ver la respuesta de Dios en ese momento, corrí
a mi habitación y me arrodillé, le pedí perdón por no haber
esperado sus tiempos y no haber confiado en Él. Desde ese
momento nunca más he dudado de sus promesas hacia mi
vida, cada vez que tengo un problema voy a su encuentro
y veo la respuesta de Dios. Hoy puedo decir que me siento
bendecida por Dios, Él ha cumplido sus promesas en mí,
he podido continuar con mis estudios y todo lo que le he
pedido, Él me lo ha concedido. Les insto a que su fe nunca
decaiga, sino que esté firme en Dios, Él nunca abandona
sus hijos.

[87]
Solange, Pedagogía en Inglés

En el año 2018, cuando me encontraba cursando el


quinto semestre de mi carrera viví una experiencia muy
hermosa con el Señor. Recuerdo que, en ese entonces,
yo era beneficiaria de la beca Presidente de la República,
la cual me ayudaba a solventar los gastos durante el
período académico, ya que me encontraba estudiando
en otra ciudad y como familia debíamos pagar arriendo,
locomoción, alimentación, entre otras cosas. La beca se
renovaba semestralmente y me exigían tener un 5.0 de
promedio general para poder hacerlo. Al término del primer
semestre de ese año y cumpliendo con todos los requisitos,
fui a renovar mi beca, llevando toda la documentación
necesaria para el proceso. Fueron pasando los meses y no
me llegaba el depósito de la beca, recuerdo que habían
pasado alrededor de tres meses y me preocupé. Fui a hablar
con la asistente social de mi campus y ella extrañada por
la situación, comienza a hacer las averiguaciones sobre
qué había pasado con mi beca, ella logró descubrir que
el documento más relevante en el proceso de renovación
había desaparecido. Llamó a JUNAEB y nadie sabía cómo
el documento se había perdido y sin ese documento no se
podía hacer nada, ya que, además, habían pasado tres meses
desde la postulación y, por lo tanto, era muy tarde; revisamos
los correos electrónicos en caso de que hubiera un respaldo
del documento y tampoco apareció.
Luego de esto, estando muy apenada, viene a mi memoria
una promesa que le había hecho al Señor, la cual estaba
ligada a la beca, ahí me doy cuenta de que esto era una
prueba para mí, porque no había cumplido con mi promesa.
Con mi madre comenzamos a orar al Señor, a pedirle esa

[88]
beca que era de gran apoyo económico para mí. Pasaron
alrededor de uno o dos meses y el documento que faltaba
milagrosamente aparece un día en mi correo electrónico.
Me dirigí a la universidad a hablar con la asistente social
y le muestro el documento, ella impresionada comenzó a
llamar a JUNAEB y envió el documento de respaldo para
comprobar que había hecho la renovación en los plazos
que correspondía. Estuvimos más de una hora tratando
de solucionar el problema, ella llamaba de un lado a otro,
defendía mi beca, pero el problema parecía no tener solución.
Cuando ya las esperanzas no eran muchas, la asistente social
decide volver a llamar a JUNAEB. Mientras sonaba el
teléfono, dentro de mí, comienzo a clamar al Señor, le dije:
“Señor si usted es un Dios de poder, demuéstreme en esta
ocasión que usted puede hacer algo grande, permita que me
den la beca, yo sé que usted tiene el poder para hacerlo”,
y en el momento en que termino de decir estas palabras
al Señor, llega un correo electrónico donde decía que mi
renovación para esa beca estaba aprobada, haciendo alusión a
que había sido un caso excepcional, ya que como mencioné
antes, habían pasado alrededor de cinco meses desde la
renovación. Ese momento fue muy lindo, la asistente social
comenzó a reír y me decía: “no, es que tú tienes un ángel,
es que nunca me voy a olvidar de ti, no sé cómo lograste
que te dieran la beca” y yo le respondo: “lo que pasa es que
yo soy cristiana, creo en Dios” y ella trataba de buscar una
explicación más lógica, me decía que jamás había tenido un
caso así, donde después de tantos meses aceptaran dar una
beca, pero, finalmente, después de decir muchas cosas, me
miró y me dijo: “definitivamente fue Dios”.
Tras vivir esto, pude comprender la importancia de
cumplir con las promesas que hacemos al Señor, y reconozco
que el poder de Dios es grande, capaz de sobrepasar todo
entendimiento y dentro de esas cosas inexplicables que Dios
hace, los labios de personas que no le conocen también

[89]
pueden reconocer las maravillas de Dios. “El Señor es mi
fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado”.
Salmos 28:7. Pongamos nuestra confianza en Aquel que nos
amó, seamos fieles a Él y para el Señor que vive sea toda
honra, gloria y suprema alabanza.

[90]
Jazmín, Ingeniería Civil Industrial

En 2014, cuando entré a estudiar ingeniería, me enfrenté


a una serie de desafíos sociales y académicos, donde por
primera vez las notas que más veía eran rojos. Los dos
siguientes años el avance académico fue lento, terminando
con dos solicitudes para inscripciones extraordinarias (IAE),
estas se piden al reprobar por segunda vez un mismo curso.
Los pasé, pero mi autoestima estaba muy afectada, sentía
frustración por no lograr avanzar en la carrera y pensaba
que esta no era para mí. Postergué el segundo semestre del
2017 y rendiría nuevamente la PSU. Pensaba que había
fracasado por completo y lloraba todo el tiempo. Me sentía
sin propósitos, ¿qué sentido tenía mi vida? Estaba vacía, ya
no sentía la presencia de Dios -Dios creó al ser humano
con alma, cuerpo y espíritu. Cuando hablamos con Dios al
orar, el Espíritu Santo que es Dios y la tercera persona de
la Trinidad, viene a nuestro espíritu convenciéndonos de
pecado, dándonos paz, consuelo, fortaleza, y nos habla muy
claro a través de la Biblia-, entonces me pregunté: ¿cómo
era posible que, si antes sentía a Dios en mi corazón desde
que había recibido a Jesús como mi Salvador, ahora ya no le
sentía más? Eso se debía a que, en lugar de amar a Dios con
todo mi corazón, la prioridad en mi vida eran mis estudios,
constituyéndose en un ídolo para mí. Sabemos que tener
ídolos es pecado, y el pecado produce un abismo que nos
separa de Dios, quien es Santo.
Pero Dios es amor, y cuando clamé pidiendo su perdón
por haber posicionado mis estudios por sobre Él, me rescató
de aquella situación depresiva en la que me encontraba.
Restauró mi corazón con esperanza, fe y paz, dirigiéndome
para retomar ingeniería. Ahora tenía un sentir distinto, sin

[91]
dejar de esforzarme y estudiar, lo más importante era amar
a Dios y hacer su voluntad, descansando en la promesa de
que Él es quien se encarga de todos los aspectos de mi vida
(lee San Mateo 6:33). El 2019 al entrar en la especialidad,
descubrí lo hermosa que era la carrera y aunque enfrenté
una nueva IAE, descansaba en la promesa de que Dios tiene
mi futuro asegurado en sus manos y su voluntad es perfecta,
Él dice: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis
caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más
que vuestros pensamientos” (Isaías 55:9). Gracias a Dios esa
solicitud fue aceptada y pude seguir estudiando. Nació en
mí una gratitud inmensa hacia Dios, al confirmar una vez
más que era su plan para mi vida el que estudiase eso y no
otra carrera.
Dios es quien da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a
los entendidos (lee Daniel 2:21), por eso me ha enseñado
a orar cada vez antes de estudiar, pidiéndole inteligencia,
entendimiento, rapidez y buena memoria para poder
aprender de manera excelente. Él en su misericordia me ha
bendecido, permitiéndome aprobar todas las asignaturas este
último año, llevando una vida productiva, en su voluntad y
con su paz. Dios puso su amor en mi corazón, ha sanado mi
autoestima y me permite sentir nuevamente su presencia
en mi vida.
Si estás enfrentando una situación difícil, realiza una
oración sincera y pídele ayuda a Dios, quien es real, es
bueno, te ama, quiere lo mejor para ti y quiere que le invites
a tu vida. Si aún no le aceptas como tu Salvador, te animo a
que lo hagas (lee San Juan 14:2 y 6), en mi experiencia, es la
mejor decisión que he tomado y un día le veré cara a cara
en el cielo. Dios es fiel y cumple todas sus promesas escritas
en la Biblia. Haz un pacto con Él y procura cumplir sus
mandamientos. Puedes confiar en que Dios estará siempre
contigo, te sacará adelante y no te decepcionará jamás (lee
Deuteronomio 31:8). ¡Dios te bendiga!

[92]
Fabiola, Fonoaudiología

En el año 2018, cursando tercer año de la carrera de


Fonoaudiología, como grupo GELC nos encontrábamos en
nuestra semana de evangelización, la cual tuvo una duración
de 3 días. Para mí, dicha semana fue muy complicada, ya que
tenía demasiadas evaluaciones (certámenes, test y trabajos
que entregar), además de ello, debía cumplir con algunas
responsabilidades que se me otorgaron en el grupo GELC,
específicamente, la confección de recuerdos para nuestras
visitas, preparación de cóctel luego de los servicios, entre
otros. Por lo que me esperaba una semana muy ajetreada,
y me encontraba en un gran dilema, no sabía a qué darle
prioridad, si a los servicios de Dios o a mis estudios. Desde
pequeña me enseñaron que debía poner en primer lugar
a Dios, pero aun así no sabía qué hacer. Fue así como,
transcurriendo los días pude tomar la mejor decisión, decidí
no faltar a los servicios y cumplir con lo que se me había
encomendado, pero producto de esto no pude estudiar lo
suficiente para los certámenes. Había trasnochado muchos
días y me quedaba el último certamen de la semana.
Después del servicio de GELC, llegando a mi pensión
muy tarde y muy cansada, cerca de las 23:00 horas, me
quedé dormida y no estudié nada, solo desperté una o dos
horas antes de la evaluación y me dediqué a leer algunas
clases, no todas, porque el tiempo no me alcanzó. Llegué a
la universidad muy preocupada y nerviosa porque esperaba
lo peor. Cuando llegó el momento de entrar a la sala,
recuerdo que me senté y comencé a leer el certamen, leí la
primera hoja y no sabía ninguna respuesta, pasé a la segunda
y tampoco pude responder, pasé a la tercera, a la cuarta,
hasta el final, sin saber nada, luego volví a la primera y así

[93]
sucesivamente, no pudiendo responder casi nada. En ese
momento recordé experiencias que me habían contado o
que había escuchado en misiones e hice un acto de fe. Puse
mis manos en la evaluación e incliné mi rostro en la mesa,
sintiéndome muy afligida (brotando lágrimas de mis ojos),
y clamé al Señor de todo corazón, y le dije: “Señor no sé
nada de esta prueba, pero te pido que en esta hora abras
mi mente y me ayudes a recordar la materia y pongas las
respuestas en mi pensamiento. Señor, hice lo que me han
enseñado desde pequeña, a ponerte en primer lugar en mi
vida y necesito ver tu poder para que mi fe sea aumentada y
pueda contar tus maravillas.” En ese momento la profesora
dijo que quedaba poco tiempo para terminar el certamen,
entonces me enderecé y comencé a leer las preguntas, y las
respuestas surgían de una forma muy fluida en mi mente,
es como si Dios directamente iba poniendo las respuestas
en mi pensamiento de una forma inexplicable, y así pasé la
primera hoja, la segunda, la tercera y hasta el final, pudiendo
entregar la evaluación con todas las respuestas. Luego de
algunos días, se entregaron los resultados del certamen, y
para la gloria de Dios fui la mejor nota del curso, en ese
instante quedé conmovida y sin palabras, le di gracias a Dios
por haberme permitido vivir esa experiencia.
Me gozo en escribir estas líneas, porque puedo testificar
que Dios es real y que, si lo tienes como prioridad en tu
vida, Él no te defraudará, pese a nuestras faltas, Él siempre
estará con nosotros para brindarnos su amor, misericordia
y ayuda. Termino diciendo que esta es una de las tantas
experiencias que me he ganado estando en la universidad.
De Dios proviene la sabiduría y la inteligencia, y que, en
los momentos más difíciles, cuando le clames de todo tu
corazón, Dios estará contigo; y no solo en esos momentos,
sino que a cada instante y en cada etapa de tu vida, porque
Él nunca te abandonará.

[94]
Catalina, Ingeniería en Biotecnología

Al finalizar el año 2019, debía una prueba de un ramo


muy importante y difícil de mi carrera, el cual era anual
y tenia una tasa de reprobación muy alta. El día de la
evaluación me encontraba enferma así que no pude asistir,
por lo que a fin de semestre debía rendir la recuperativa.
Pero debido a la contingencia nacional, se decidió anular
la prueba recuperativa, viniendo a ser ahora el examen
coeficiente dos. Para aprobar el ramo necesitaba un 40 en el
examen, así que estudie bastante pero no podía entender la
materia, y al ejercitar no me resultaba ni un solo ejercicio,
por lo que aprobar se veía imposible.
El día del examen estaba muy nerviosa, la prueba constaba
de solo 20 preguntas así que necesitaba 13 preguntas buenas
para aprobar. Al ir realizando los ejercicios ninguno me
resultaba, por lo que me detuve para orar unos minutos,
ya que los nervios me impedían pensar. Luego de orar
continué intentando resolver la prueba, y me comenzaron a
dar algunos resultados, pero ya quedaba muy poco tiempo,
así que hice todas las que pude y envié la prueba.
En la tarde me llegó un correo avisando que se había
publicado la nota del examen, con mucho temor lo abrí y
mi calificación era 37, es decir, había reprobado el ramo y
me atrasaría en la carrera. Esta situación me puso muy triste
ya que me había comprometido con mis padres a aprobar
todos mis ramos, por lo que me puse a orar y ayunar,
pidiéndole un milagro a Dios.
El día viernes de esa semana le escribí un correo al jefe
de carrera comentándole mi situación, pero sin esperanza
alguna, ya que, al ser un ramo externo a mi facultad, él
no podía hacer nada, y además el ramo ya estaba cerrado.

[95]
A la semana siguiente, recibí un correo del jefe de carrera
notificándome que, de forma excepcional me realizarían la
prueba recuperativa anulada anteriormente. Yo estaba muy
feliz porque cuando todo estaba perdido Dios había abierto
una puerta para mí.
Necesitaba un 40, y nuevamente parecía imposible. Sin
embargo, antes de estudiar oraba para que fuera Dios quien
me enseñara, ya que sabía que por mis propios medios
nunca tendría la calificación necesaria.
El día de la prueba, oré antes de comenzar y a medida
que iba resolviendo los ejercicios estos me iban resultando,
al terminar el tiempo envié la prueba y oré. Mientras oraba,
me llegó un correo con la nota de la prueba recuperativa
y el promedio final del ramo. Confiando en Dios abrí el
correo, el cual señalaba que obtuve un 40 en la prueba
recuperativa, ¡aprobando el ramo con un 40.15!
Para Dios no hay nada imposible, Dios hizo un milagro
conmigo y también puede hacerlo contigo, solo debes
confiar en Él, tener fe y orar con un corazón humillado,
reconociendo que sin Él nada podemos hacer. Que Dios
les bendiga.
Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia
prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus
veredas. Proverbios 3:5-6

[96]
Helen, Auditoría

Cuando uno comienza la vida de estudios superiores,


entra el temor de cómo poder comenzar a predicar de
Dios y entregar su mensaje de amor a nuestros compañeros,
pues como hijos de Dios debemos proclamarle sea cual
sea el lugar donde Dios nos lleve. A medida que uno va
atravesando la etapa universitaria se va dando cuenta que
Dios prepara todo para que uno hable a otros de Él.
Durante este tiempo en pandemia, dejé de conversar de
forma cercana con algunos compañeros, pues no eran de mi
círculo de amistad universitaria, sin embargo, en el último
mes del primer semestre me contacta una compañera con la
cual por lo general nos pasábamos los apuntes, ella me habla
vía WhatsApp para poder hacer un trabajo juntas de una
asignatura, comenzamos a avanzar de forma paralela y dado
que formábamos una buena dupla es que decidimos hacer
otro trabajo juntas de otra asignatura.
Un día acordamos conectarnos por video a las 6 p.m.
para ir avanzando juntas en uno de los trabajos, yo pensé
que era buen horario y que alcanzaría justo para después
conectarme a ver la reunión en YouTube, no obstante,
justo ambas tuvimos problemas para conectarnos a la hora
estimada y lo hicimos una hora más tarde, yo pensé “está
bien, a la hora que terminemos este avance me conecto a
la reunión”, sin embargo, la hora comenzó a pasar y de un
momento a otro entre todo lo que hablábamos del trabajo
no me di ni cuenta cuando comenzamos a hablar de Dios y
una vez más pude darme cuenta que no es una la que habla,
sino Dios mismo quien va poniendo palabras en nuestra
boca para poder predicar a otros de Él.

[97]
Entre todo lo que conversamos pude contarle mi
experiencia vivida con Dios y de cómo Él ha sido el único
capaz de llenar mi vida, ella me escuchaba muy atenta,
me iba preguntando más sobre Dios y finalmente podía
reconocer de la existencia de Él. En nuestra conversación
le instaba a que orara y buscara a Dios, le expresé que
de igual forma oraría por ella, para que la obra que Dios
estaba comenzando, Él la fuera perfeccionando, y la instaba
también a participar de nuestro GELC, sin embargo,
no pudo porque el horario no le acomodaba por otros
compromisos, pero que comenzaría a ver las reuniones
online que tiene programada nuestra iglesia. Todo esto fue
algo que me dio una alegría tan grande, cuando vi la hora,
me di cuenta como habían transcurrido casi 45 minutos
aproximadamente en los cuales hablamos solo de Dios, mi
corazón no podía estar más feliz, si bien me había perdido
la transmisión, pude hablar a una compañera de Él, viendo
que así que, como Dios hablaba a través de Moisés (quien
se reconocía como tardo para hablar) tal cual Dios hablaba
a través de mí, pues no eran mis palabras sino la invitación
misma que Dios hacia a esa alma que necesitaba de Él.
Tal como escuché hace unos años en una predicación
del Pastor Fernando Fuentes, Dios nos ha permitido cursar
estudios superiores no con el simple hecho de obtener un
título, sino para hablar a otros de Él y entregar su mensaje
de salvación. Si alguno se siente como Moisés, que no es
capaz o es torpe para hablar y que le cuesta para predicar a
otros de Dios, solo basta que nos dispongamos en sus manos
para que Él pueda usarnos como estime y así cumplir su
mandato de ir por todo el mundo y predicar su palabra a
toda criatura.

[98]
Juan, Técnico en Mantenimiento Industrial

Al comenzar mis estudios, hacía menos de un mes que


Dios había obrado en mi vida, comencé de inmediato a
ver la mano poderosa de Dios a mi favor. Transcurría el
primer semestre, y había un profesor el cual se hacía llamar
el “semidios” y en sus palabras nos haría reprobar, era uno
de los más temidos en la carrera. Un día antes de una
evaluación me dispuse a estudiar, esperando que me pudiera
ir bien, más ese día había un velorio de un familiar y yo
quería ir a cantar alabanzas y acompañar a mi bisabuela.
Regresé muy tarde por la noche a mi hogar y me acordé
de la evaluación, estaba agotado físicamente y al otro día,
a primera hora debía estar ahí, mis palabras fueron, “Señor
hágase su voluntad”.
El profesor dijo, solo habrá 3 personas con nota máxima,
y más de la mitad será reprobada (estas eran sus normas) en
la primera ronda fui eliminado de los primeros, y para mi
sorpresa quien obtuvo el primer 100 del curso, fue Israel,
mi buen amigo y hermano en la fe de la Iglesia Evangélica
Pentecostal. En la segunda oportunidad la gloria de Dios se
manifestó a mi vida, sin haber estudiado ni ser un experto,
por misericordia de Dios, el otro 100 fui yo, todos me
preguntaban y decían que como lo hice, más se sorprendían
al contarles que no me había preparado, y mis palabras
eran para alabar a Dios y les decía “Dios honra a los que le
honran”.
Una más de las tantas veces en que mi Señor me
respaldó estando en aquel lugar. Finalizaba el primer
semestre académico y mi gran debilidad siempre fueron
las matemáticas, desde la enseñanza media, siempre tuve
promedio rojo , mis únicos azules eran unos 4 o 5 cuando

[99]
copiaba y lo hacía mal (cabe destacar que en la media no
tenía una obra de Dios), cuando llegó el momento de
dar los promedios finales, no era sorpresa para mí , estaba
reprobado, y ni siquiera podía ir a examen por mis notas
bajas, con aflicción clamé a mi Dios y le decía “Papito,
yo he puesto de mi parte, he estudiado, trato de entender
pero cuando doy las pruebas se me olvida todo, tú has visto
cuanto deseo servirte y hacer tu voluntad, y si es permisión
tuya o tienes un propósito con mi vida y debo estar un año
más en esta universidad para que un alma sea salva, así sea”.
Me fui de vacaciones a Santa María, en aquel lugar me
sentía feliz, habían servicios en la iglesia y locales todos los
días, y estando allá recibo una llamada indicando que debo
de ir a realizar la prueba de repechaje, aunque mi promedio
era bajo y casi imposible subir esa nota, hable con mi familia
y pedí palabra al Señor, y él responde: “a los que aman a
Dios ,todas las cosas le ayudan a bien, esto a los que conforme
a su propósito son llamados” Romanos 8:28. Viajé de Santa
María a Viña del Mar un día miércoles para dar el examen
y al verme mis compañeros se reían y burlaban, diciéndome
qué haces aquí, no tienes ninguna posibilidad de aprobar,
ándate a tu casa, entre otras cosas; más yo sabiendo quien
era mi ayudador les dije “yo no sé nada, más vengo en el
nombre del Señor”. Di la prueba, no les diré que me sabía
todo, ni que se me encendió una ampolleta y comencé a
contestar todo, no, solo la hice, pasaron los días y llegaron
los resultados, necesitaba tener una nota 85 para poder
aprobar y para la gloria de Dios, tuve un 90, Dios me
respaldó. De vuelta de vacaciones mis compañeros miraban
asombrados, y decían “¿y este qué hace aquí?” y el Espíritu
que da testimonio actuó en una compañera la cual estaba
recibiendo palabra del Señor asistiendo al grupo GELC con
nosotros, “el Juanito pasa los ramos puro orando”. La gloria
sea para Dios.

[100]
Francisca, Relaciones Laborales

En el año 2018 había acabado de cursar un técnico


superior en el que, para la gloria del Señor, me fue muy
bien y me gustó mucho. No obstante, mi sueño siempre
había sido ir a la universidad. A principios del 2019 llegan
unos misioneros de Recoleta, un grupo de jóvenes muy
entregados al Señor, todos ellos contaban su testimonio de
cómo el Señor les había dado todo lo necesario para poder
tener sus carreras y como pagarlas.
Una triste reflexión vino a mi corazón pues no tenía los
medios, y pensé y le dije: “Señor ¿Qué me diferencia a mí
de ellos? Yo también soy tu hija y me gustaría que lo hicieras
conmigo. Pagaste el mismo precio de sangre por ellos que
por mí”. Y comencé una lucha interna, de pensar que
quizás esos testimonios eran una confirmación al siguiente
paso de mi vida, pero a la vez me decía “la universidad son
palabras mayores, tú no puedes”. Y en medio de esa lucha
le dije al Señor en mi corazón que el confirmara todas las
cosas. Se manifiesta el Señor y toma un instrumento de
lejanas tierras el cual no me conocía y me entrega muchas
promesas. Una de ellas fue “y yo te daré amor por la obra, y
te daré inteligencia”, ¡AMÉN! Clamé con mucha fe.
Posteriormente, comenzaron los trámites para
inscribirme en la universidad, no sin antes consultarlo y
pedirle la oración a mi Pastor, y él muy contento me ayuda
y se mantiene dándome constantemente palabras de aliento.
Llega el día en el cual la universidad me manda la carta
de admisión y alabo y bendigo el nombre del Señor. Pero,
junto con eso, tenía que cambiarme de ciudad. Comenzaron
algunas luchas de pensar como lo haría sola en otra ciudad,
pero Dios lo tenía todo ya dispuesto. Y fue conmigo: Josué

[101]
1:9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas
ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera
que vayas.
Me encontraba en otra ciudad sin mi familia, pero la
hermandad siempre entregaba palabras de aliento para mi
vida. Dios fue mi sustento, y nunca me faltó. No tendría en
abundancia, pero mi fe iba en aumento al ver las maravillas
de mi Dios, como él iba multiplicaba la comida en mi
alacena, cómo el Señor tocaba el corazón de una familia
para que nunca me faltara. Incluso encontré un trabajo
donde había hermanos de la iglesia trabajando allí, y el
Señor era conmigo.
En la universidad veía mis limitaciones, veía que mi nivel
y disciplina en los estudios no era la misma que los demás y
me esforzaba más y más pero no daba resultado. Mi angustia
comenzó a ser una tristeza muy grande, pero ¡bendito es el
Señor que nos trae a la memoria todas sus promesas y su
palabra! Recordé la promesa que Dios me dio a través del
instrumento y mis oraciones siempre eran: Señor tu palabra
dice “y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a
Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será
dada.” (Santiago 1:5-6). Yo necesito de tu sabiduría y de tu
entendimiento.
Y una vez más el Señor fue conmigo. Al ver las
evaluaciones sabía que Dios estaba conmigo, y a pesar de
que a veces en mí existía la duda por mi capacidad, sabía que
la capacidad de Dios, sus promesas y su amor inmenso hacia
mí eran infinitos, y mis cargas se iban. No está demás decir
que el primer año de universidad Dios estuvo conmigo en
todo momento y vi la necesidad de mis compañeros por la
palabra de Dios. Solo le pido a Él que me dé las palabras y
su amor para entregar lo que por gracia me ha sido dado, a
cada universitario que necesite de Él.
Mi deseo es poder recordarle a cada uno de los
estudiantes que Dios es con nosotros en todo momento y
que la oración puede mucho.

[102]
Jessica, Educadora de Párvulos

Cuando salí de cuarto medio empezó la inquietud en


mi vida de estudiar en la educación superior, pero no fue
la voluntad de Dios. Al pasar el tiempo yo le reclamaba al
Señor que quería estudiar, era una mujer activa dentro de
la iglesia, y así me comparaba: “yo que estoy en todas, no
puedo estudiar”. Dios me mandó a una misión a la amada
Iglesia Evangélica Pentecostal de Cabildo y allí me habló
por una señorita de la Iglesia de Los Andes y me dijo que
no me preocupara por mi futuro que estaba en las manos de
Él y me daba un título espiritual que era: id por todo el mundo
y predicad el evangelio a toda criatura.
Me aferré a esa promesa. Después de 6 años, al pasar el
tiempo, Dios me mando nuevamente a la Iglesia de Cabildo
con las hermanas señoritas de Combarbalá y conté lo que
Dios había hablado a mi vida la primera vez. Después de esa
misión, Dios empezó a bendecirme.
En el año 2014 llegué a la cuidad de Quillota a
matricularme para empezar a estudiar, cuando llegué a aquel
lugar fue grande mi sorpresa porque Dios estaba abriendo
camino para mi futuro. Me dijeron que mi matrícula era
gratis y Dios siguió abriendo puertas en todo momento.
¡Cómo no alabar a Dios si él es todo para mi vida!
Luego de esto postulé a la beca milenio para estudiar
Técnico en Educadora de Párvulos. Dieron los resultados de
la beca y Dios me dio ese privilegio de poder ser parte de
los alumnos seleccionados para la beca milenio y también
la de alimentación.
Así que me quedé en Quillota a terminar mi carrera
de Técnico. Gracias a Dios me fue bien. Tuve que hacer mi
tesis y debía dedicársela a alguien, así fue como, en primer

[103]
lugar, se la dediqué a la persona más importante en mi vida:
Dios, y luego, a mi familia. En el año 2016 pude recibir mi
título técnico.
Al pasar de los años quise sacar la continuidad de
estudios y así Dios también me ha ido bendiciendo. En este
contexto me correspondió hacer una clase de la persona más
importante de mi vida y pude hacerla de Dios. Él empezó
a bendecirme grandemente, luego entré a GELC (Grupo
de jóvenes cristianos que predican la palabra de Dios a toda
criatura). Este grupo ha sido de mucha bendición en mi
vida, así que les invito a participar en él y escuchar palabra
de Dios.
Mi consejo para los jóvenes que no sirven a Dios y los
que sí le sirven es que siempre deben esperar en su voluntad,
porque el tiempo de nosotros no es el tiempo de Dios.

[104]
Eunice, Ingeniería Civil Industrial

Cursaba cuarto medio, el caos y la presión de la PSU


ayudaban a la tensión y ansiedad que me embargaba en
ese periodo. Sumado a ello, estaba pasando un proceso
espiritual complejo, a pesar de que asistía a los cultos y
oraba, no me sentía conectada con Dios. Tan alejada me
sentía, que llegué a creer que Dios ya no me amaba, lo cual
me tenía muy mal. Como quedaba poco tiempo para rendir
la PSU, en el colegio nos hacían ensayos casi todos los días,
en los que cada vez me iba peor, a pesar de ser una buena
alumna, no estaba rindiendo y mis puntajes no alcanzaban
los 500 puntos. Comencé a frustrarme, el creer que Dios no
me amaba lo relacionaba directamente con mi deplorable
rendimiento, así que con mucha angustia empecé a buscar
a Dios en mi intimidad. Lloraba largas horas, le recordaba
que yo era su hija, que me perdonara por mi tibieza, que
mi futuro dependía completamente de él, le pedía que por
favor volviera a amarme, que lo necesitaba.
Más o menos un mes antes de la prueba, mi profesor me
dio la noticia de que me podían admitir en la universidad
y carrera que yo quería, mediante una admisión especial
por haber participado en distintos concursos científicos
en donde había tenido buen desempeño. Me relajé, subí
a la micro para llegar a mi casa, cuando en eso sube una
hermana de la iglesia, me pregunta cómo me encontraba
para rendir la prueba, a lo que yo le respondo que muy bien.
Sin ella saber mi situación, me dice con voz muy firme:
“Eunice, maldito el hombre que confía en el hombre, tu
confianza debe estar puesta en Dios.” Quedé muda, Dios
por medio de ella me estaba diciendo que abandonara la
idea de la admisión especial, entendí que por medio de la
PSU vería la gloria de él.

[105]
Así fue como llegué a rendir la prueba, tenía miedo,
aún con la confirmación de que Dios sería conmigo seguía
dudando de su amor hacía mí. Di las pruebas, al salir sentí
que iba al completo fracaso. Me fui a la alameda junto a un
amigo de la iglesia, a ambos nos había ido mal, quería llorar,
tenía rabia, frustración, decepción. Nos sentamos en silencio
en una banca, cuando de pronto un anciano se sienta en la
esquina de nuestra banca, saca un teléfono y pone música,
le presto atención, era una alabanza que decía: “supe que
me amabas, lo entendí, supe que buscabas más de mí” no
pude evitar las lágrimas, Dios estaba respondiendo a mi
duda, me estaba diciendo que me amaba. El anciano dejó
que acabara la música, se levantó y se fue. Comprendí lo
errada que estaba al deslegitimar el amor tan grande de mi
Creador. Dios ese día me llenó de fuerzas, independiente
del resultado, sabía que Dios me amaba, y eso era lo más
importante. Sin embargo, él ya tenía previsto el ayudarme y
honrarme en la carrera y universidad que yo anhelaba, por
lo que me permitió obtener un puntaje mucho mayor al que
necesitaba para postular, un puntaje que solo demostraba la
grandeza y magnificencia de mi Dios.
Ahora estoy cursando mi quinto año universitario, y
solo puedo decir que lo que tengo y lo que soy, se lo debo
exclusivamente a él, él fue quien me abrió la puerta de la
universidad y ha sido él mismo quien me ha ayudado a
poder aprobar todos mis cursos. Grande es nuestro Dios que
permanece fiel, que cumple sus promesas. Desde que viví
todo este proceso, he encomendado a él mi camino y no he
vuelto nunca más a desconfiar de su poder, comprendo que
fue necesario pasar todo aquello para aprender a confiar
netamente en él y no en el hombre, para comprender
que estando cerca de él, es donde estoy bien, y que el
inmenso amor y bondad que tiene Dios para con mi vida
es inmutable. Si tú eres uno de los que está pasando por un
proceso similar al mío, te invito a que vuelvas tu mirada a
Dios, quien te ama con amor eterno, y que deposites tu
confianza en él, el cual nunca te defraudará.

[106]
Natalia, Odontología

Cuando iba en cuarto medio, Dios me ayudó en la


PSU y me abrió las puertas para entrar en la universidad,
había pedido la dirección a Dios a través del consejo de mi
pastor, así que estaba confiada en que esa era su voluntad
que yo pudiese entrar en esta carrera y universidad. Pero al
estar en mi primer año de universidad viviendo sola, lejos
de mi familia comencé a vivir una vida monótona en la
iglesia, hasta que llegó un momento en que dejé de asistir
y comencé a alejarme de Dios. Pero en una reunión en mi
iglesia de origen, por medio de su palabra, el Señor me hizo
ver mi condición y por dónde estaba caminando y cómo
lo estaba haciendo. Pude darme cuenta del fin al que me
estaba conduciendo el camino por el que estaba transitando.
Luego de esa reunión al volver a la ciudad donde
estudiaba, comencé a orar a Dios y pedirle que me hablara
por su palabra y Él me respondió, hablándome en el
Antiguo Testamento, libro de Josué capítulo 7 versículo 13
donde dice: ‘‘Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para
mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en
medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que
hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros’’.
En ese momento comprendí mi situación y lo que Dios
me estaba hablando, le pedí perdón por todos mis errores
y faltas (manera de vestir, relaciones, mi actuar) y comencé
a buscar a Dios de más cerca. Luego de este cambio en
mi vida Dios permitió que reprobara un ramo y la verdad
fue muy difícil para mí, pero Dios me hizo entender que
debo estar gozosa en todo tiempo, en los momentos buenos
y también en los malos (aunque me cueste), y que debo

[107]
aferrarme de su mano y confiar plenamente en él, porque
todas las cosas están bajo el control de nuestro Señor.
Nosotros tenemos vista limitada hacia el futuro, pero
Dios conoce todo, así que es necesario que, aunque
pasemos por pruebas difíciles, angustiantes, decepcionantes
nunca dejemos de creer que Dios tiene el control, porque
los propósitos hacia nosotros son para bien.
Espero en el Señor que mi experiencia pueda servir a
alguien que esté pasando, o pudiera pasar en un futuro una
situación parecida. La mejor recomendación que puedo
hacerle es que confíe en Dios y al pasar el tiempo entenderá
el por qué tuvo que pasar por esas circunstancias. A Dios sea
toda la gloria.

[108]
Camila, Pedagogía en Educación Parvularia

Cuando iba a dar la PSU oré al Señor y le pedí que me


diera el puntaje aproximado o justo para la carrera que él
deseaba y tenía preparada para mí, aunque en mi corazón
deseaba estudiar una carrera que exigía altos puntaje, en la
Universidad de Chile (Odontología). Cuando salieron los
resultados de la PSU, no me fue tan bien como para estudiar
lo que yo deseaba, y la verdad no sabía qué hacer, así que
comencé a plantearme darme un año para prepararme
nuevamente y así lograr quedar en la carrera que quería.
Por esos mismos días fui a una feria de una universidad
y a pesar de que mi puntaje solo me daba para carreras
que no me gustaban, decidí escuchar charlas sobre otras
áreas. Fui mesa por mesa rechazando dentro de mí todo
lo que escuchaba, hasta que llegué al área de párvulo, y al
escuchar de que se trataba la carrera me convenció y me
gustó bastante.Tomé la decisión de elegir tal carrera, a pesar
de que todo el mundo me daba una opinión negativa al
respecto.
Mi familia, por otro lado, estaba completamente en
contra de mi elección. Esto provocó angustia y duda en
mi corazón, así que comencé a replantearme mi decisión
y llegó un punto en que no podía más. Ahí fue cuando
decidí entregarle mi problema al Señor y me acerqué a él
por medio de la oración y el ayuno para pedir su dirección.
En esa misma semana se estaba desarrollando la
convención de GELC y Dios, por medio de un instrumento
habló a mi vida en esa noche y me dijo todo lo que yo
estaba pasando y que él me necesitaba para hablarle a niños
tristes. Para mi esa fue la confirmación sobre la carrera que
debía estudiar, pero le pedí al Señor que me diera doble

[109]
confirmación, cambiando el pensamiento de mi padre, para
que él aceptara mi decisión y me apoyara en este camino
que iba a emprender.
Algunos días más tarde hablé con mi padre a solas y
él me escuchó atentamente y luego de varios minutos me
responde que está de acuerdo y que me apoyaría en mi
decisión de estudiar esa carrera. Dos días después recibí los
resultados y quedé en la carrera que Dios deseaba para mi
futuro.
Ahora voy en mi tercer año de universidad (penúltimo
año) y Dios hasta este momento me ha ayudado, y confío
plenamente en que seguirá ayudándome y dirigiéndome.
Si los planes que tenías no son los que Dios tiene para
ti, te aconsejo que pidas su dirección para que así puedas
prosperar. Es necesario doblegarnos a su voluntad para
recibir la bendición que viene de su parte.

[110]
Michelle, Pedagogía en Educación Parvularia
y Educación Básica para Primer Ciclo

Toda mi vida había frecuentado la casa de Dios


acompañando a mis abuelos, pero no había un cambio
real en mi vida ni había vivido la experiencia de conocer
a Jesús como mi Salvador. Cuando estaba cursando cuarto
medio Dios me salvó por misericordia y me hizo su hija.
En ese año comencé a activar con el Grupo de Señoritas,
al mismo tiempo estaba con una gran crisis en mi vida, ya
que no sabía qué estudiar, no tenía idea qué deseaba para
mi futuro y eso causaba gran ansiedad y miedo en mi vida.
Así que en cada oración que realizaba le decía al Señor que
mi futuro se lo entregaba a él, y que fuera él quien dirigiera
mis decisiones.
Un día luego de una reunión, mi pastor me pregunta
sobre mis planes de estudio y me dice que vaya a la
casa pastoral a recibir los puntajes de la PSU. Estaba tan
nerviosa cuando él me dijo eso, ya que al no saber que
quería para mi futuro, tampoco me había preparado para
esta prueba, solo había hecho un preuniversitario el último
año, así que cuando llegó el día de los resultados, junto a
mi madre, obedeciendo al siervo de Dios, nos dirigimos a
la casa pastoral y junto a mi pastor recibí los puntajes. La
universidad que menos pensábamos junto a mi familia fue
la primera que nuestro pastor sugirió y confiando en el
Señor realicé la postulación.
Dios me abrió las puertas de aquella institución, sin
embargo, al informarme más me di cuenta de que había
un gran problema: me era imposible pagarla, pero como
sabemos, en obedecer esta la ganancia. Investigué un poco
más y resultó que esta universidad tenía una beca interna la

[111]
cual pagaba gran parte de mi arancel y gracias al descuento
quedaba la cantidad justa que yo podía pagar. Además,
fui informada de que no saldría de la universidad siendo
solamente Educadora de Párvulo, sino de Básica también, es
decir, doble profesión. Cabe señalar que la generación en la
cual me encuentro es la última que podrá optar a ese título.
Ahora voy en mi tercer año, ya pronto a terminar y puedo
decir que solo Dios me ha ayudado hasta este momento. Si
algún joven o señorita no sabe qué estudiar, y eso lo aflige
en gran manera, mi consejo para usted es que entregue su
futuro en las manos del Señor y el abrirá las puertas. La
obediencia es clave para poder recibir la bendición que
Dios tiene para nosotros.

[112]
Scarlett, Medicina

Cuando cursaba octavo básico deseaba ir a estudiar la


enseñanza media lejos de mi hogar, ya que donde vivo solo
hay un liceo y es municipal. Por consejo de mis padres hablé
con mi pastor y él me aconsejó que no me fuera lejos de mi
familia, sino que los disfrutara la mayor cantidad de tiempo
posible y que Dios abriría las puertas para mi estudio. A
pesar de que el consejo que recibí no era exactamente lo
que yo anhelaba, obedecí.
En tercero medio el Señor me abrió las puertas de
uno de los mejores preuniversitarios, gratis, dándome la
posibilidad de elegir todas las asignaturas que deseaba. Pero
al comenzar a asistir me di cuenta de la desventaja que tenía
con respecto a mis demás compañeros, lo cual causó mucha
angustia en mi vida y me llevo a un nivel de estrés bastante
elevado.
Cuando pasé a cuarto medio yo y mis amigas de la
iglesia oramos y ayunamos todo ese año pidiendo al Señor
que hiciera su voluntad en nuestras vidas y que, si lo que
deseábamos no estaba en sus planes, nos ayudara a aceptarlo
con alegría. Recuerdo que a pesar de orar y ayunar yo
no le entregaba mi miedo al fracaso a Dios y un día en el
liceo, una trabajadora cercana a mí me dice que yo ya había
realizado todo lo humanamente posible y que era momento
de dejar actuar a Dios en mi situación, porque si seguía
quitándole su lugar me iría muy mal en mi futuro. Fue en
ese momento donde pude reaccionar y en la reunión de ese
día derramé mi alma a Dios y pude entregarle de manera
sincera toda mi angustia.
El domingo antes de la PSU nuestro pastor ungió
a la juventud que daría la prueba el día siguiente y dijo

[113]
“Señor si para estos jóvenes/señoritas será de bendición
ir a la universidad ábrale todas las puertas, pero si alguno
se perderá por ir a esas instituciones cierre todas” y esas
palabras las tomé con mucho temor.
Al recibir los resultados, no me fue como esperaba, pero
Dios que es grande en amor y misericordia abrió las puertas
para estudiar esta carrera, no por ser la mejor ni la más
capaz, sino todo lo contrario, porque él quería demostrarme
a mí y a los demás que, a pesar de yo no tener la capacidad
necesaria para estudiar, él tiene todo poder para abrir las
puertas y capacitarnos y que, cuando él las abre, no hay
quien las cierre.
Aun cuando la carrera ha sido muy difícil para mí y
muchas veces me planteé renunciar, él me ha hablado y me
ha dicho que es su voluntad tenerme en este lugar. Ahora
estoy en mi tercer año de carrera, y he podido ver el amor
de Dios hacia mi vida, entendiendo que él me ha traído a
este lugar para poder hablar sobre su amor a muchos jóvenes
que aún no lo conocen.
Escribiendo esta experiencia entiendo que pasé por
todo eso para poder contar lo que Dios hizo conmigo.
Estoy segura de que puede haber alguien que se sienta tan
incapaz como yo me sentí, que ve su futuro tan complicado,
sus sueños tan inalcanzables. Aunque es cierto que eres
incapaz por ti mismo, te recuerdo que tenemos un Dios
todopoderoso, que hace posible lo imposible para nosotros.
Así que, ¡ánimo y confía en Dios! porque él tiene el poder
para cumplir los deseos de tu corazón, solo debes confiar
en él y entregarle tus sueños, deseos, anhelos y Dios que
conoce todas las cosas, las cumplirá en cuanto esté en su
voluntad. Guarda en tu corazón “Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece’’ y recibe muchas fuerzas.

[114]
Lidia, Fonoaudiología

Cuando salí de cuarto medio di la PSU y no me fue


bien, sumado a esto no sabía qué estudiar. De todas maneras,
postulé a diferentes universidades, pero quedé en lista de
espera. Decidí darme el año y prepararme para rendir la
prueba nuevamente, haciendo un preuniversitario. Al rendir
la PSU por segunda vez me volvió a ir mal y en las carreras
que yo deseaba, nuevamente había quedado en lista de
espera.
En ese momento mi mundo se vino abajo, pero mi
madre me apoyó y me dijo que fuéramos a la universidad
que yo deseaba. En aquel lugar un estudiante se nos acercó
y nos preguntó qué nos sucedía, mi madre le contó y él
le respondió que había otra manera de entrar a la carrera,
postulando en una página, básicamente “la lista de espera, de
la lista de espera”. Para que yo pudiese quedar seleccionada
17 personas debían negar su cupo lo cual era tremendamente
difícil, pero Dios, que es grande en amor y poder, me abrió
las puertas de esa universidad y esa carrera.
Al estar ya en la universidad el camino comenzó a
ponerse muy duro, todos los ramos me costaban muchísimo.
Fisiología II fue un ramo bastante complicado, lo reprobé
una vez y al darlo por segunda vez lo estaba reprobando
nuevamente, tanto así que me fui a examen de segunda
directamente (la nota de presentación para llegar a examen
vale 70% y la del examen 30%, además todos mis ramos son
reprobatorios). Me fui con nota 3.8 a examen de segunda
y para aprobar el ramo necesitaba un 4.5 y aunque pueda
parecer que no era tanta nota, para mí era imposible de
obtenerla. No había tenido ni siquiera un azul en todo el
semestre en ese ramo.

[115]
Me humillé al Señor y cuando llegué a la prueba y vi el
examen no entendía nada y fue tanta mi angustia, que pasé
más de 10 minutos con mi cabeza en la prueba, con los ojos
cerrados. Ahí oré y le pedí Dios de manera sincera y con un
corazón contrito y humillado que tuviera misericordia de
mí y que me ayudara en ese examen.
Salí de esa prueba derrotada, triste y angustiada creyendo
que ya había reprobado el ramo. Al día siguiente fui con una
amiga a tomar un café y mientras estábamos en aquel lugar,
ella me dice que revise mi celular ya que había llegado la
notificación de la nota del examen. En ese momento no
quería ver la nota, sabía que me lo había echado, pero con
todo el estrés invadiéndome abrí la notificación y pude ver
la gloria de Dios hacia mi vida: un 4.8 que me permitía
aprobar el ramo.
Al meditar todo lo que ha sido mi experiencia
universitaria, puedo decir que Dios me ha ayudado hasta
este momento, el me abrió las puertas a esta carrera (lista
de espera de la lista de espera) y a pesar de lo duro que ha
sido, puedo asegurarles que él es con nosotros, y que todas
las cosas que pasamos (buenas o malas) están dentro de su
propósito, así que animémonos, y confiemos en Dios.

[116]
¿Qué es GELC?

El Grupo Estudiantil Los del Camino (GELC) es una


organización de estudiantes cristianos pertenecientes a
diferentes universidades, institutos profesionales, centros de
formación técnica y liceos de enseñanza media, que tiene por
finalidad compartir el evangelio de Jesús y brindar asistencia
para el bienestar integral de la comunidad estudiantil.
Los objetivos específicos del GELC son los siguientes:

1. Predicar el mensaje de Jesucristo a todos los


estudiantes que nunca han oído del amor de Dios,
de la obra de Jesús en la cruz, y su plan eterno de
salvación para todos los perdidos.
2. Generar un espacio de integración de estudiantes
cristianos evangélicos para el  fortalecimiento de su
fe en medio de un contexto adverso y contrario a las
cosas de Dios. 
3. Desarrollar el estudio de la Biblia y sus aplicaciones
para la vida de los jóvenes.

Las principales actividades que se realizan son reuniones


de estudio bíblico de forma semanal y presentaciones
de temas relevantes para la juventud, además, se llevan a
cabo convivencias periódicas para la integración de los
participantes y el fortalecimiento de los lazos. Las actividades
de evangelización adaptadas al contexto universitario
corresponden a talleres, charlas y campañas evangelísticas al
interior del campus.

[117]
Si deseas formar parte del GELC, te invitamos a ponerte
en contacto con nosotros escribiendo a gelc.uchile@gmail.
com o hablándonos por instagram a la cuenta @gelc_uchile.

[118]
Si pudiéramos describir el contenido de este libro en
una sola palabra sería: SOBRENATURAL
Lo que vivimos con Dios en la universidad es algo
increíble que va mucho más allá de lo que pudiéramos El Grupo Estudiantil Los del
expresar con palabras, cuando Él está presente lo Camino es una organización
transforma absolutamente todo y nos demuestra que lo de estudiantes cristianos
sobrenatural sobrepasa ampliamente nuestros límites que pertenecen a diferentes
humanos. La verdad indiscutible que resalta en cada una
de las obras de esta antología testimonial es que Dios
instituciones de educación
es Todopoderoso, ¡sí! y enteramente dispuesto a dejarte superior y establecimientos
sin palabras a causa de sus maravillas que hoy más que de enseñanza media, el cual
nunca, están vigentes. tiene por finalidad compartir el
Es más que seguro que en alguna oportunidad has evangelio de Cristo a la juventud
escuchado del poder de Dios… que algo indescriptible en el entorno académico a partir
le pasó a algún conocido o familiar tuyo, pero ¿lo has
experimentado tú? ¿has creído en que esas cosas pasan
de la experiencia de sus mismos
realmente? A veces tendemos a pensar que son milagros miembros.
aleatorios y que suceden una vez y listo. Pero ¿y qué si Lo que tenemos en común
hay más? – tienes que saberlo cuanto antes – porque los autores no es solo ser parte
perderse un día más sin conocer a Dios es demasiado de este grupo o estar cursando
tiempo. Te queremos invitar a llenarte de la evidencia estudios superiores, es por sobre
que sustenta nuestra fe, no es algo que nos contaron, es
todo lo que vivimos.
todo, haber conocido a Jesús
Este es nuestro contexto actual, súper cercano y como salvador y tener una firme
tangible, “la U”, donde también está el Dios de lo imposible. convicción de que el amor de Dios
Un punto clave que debes tener en cuenta, TÚ ERES puede alcanzar la vida de muchos
TREMENDAMENTE IMPORTANTE PARA JESÚS y esta estudiantes a través de nuestros
es la buena noticia, que aquello que está escrito en este testimonios. Creemos que todos
maravilloso libro puede pasarte a ti, desde ahora.
necesitan saber de Jesús y
experimentar personalmente
el cambio de vida que provoca
conocerle, y así obtener la
verdadera libertad, la perfecta
paz y la felicidad que tanto anhela
nuestro corazón.

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