Nys2 05
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https://doi.org/10.53010/nys2.05
Resumen
Este trabajo surge en el marco de nuestra práctica docente en un espacio curricu-
lar del Profesorado Universitario en Letras de la Facultad de Ciencias Humanas de
la Universidad Nacional de San Luis, Argentina. Entre las problemáticas que aborda-
mos en el seminario: Estudio de la Realidad Latinoamericana y Argentina están los U
conflictos socioambientales, que son aquellos que conciernen al acceso y control de 83
los bienes naturales y el territorio. Teniendo en cuenta que la literatura infantil re-
ciente se ha vuelto un escenario más de representación de problemáticas vinculadas
a lo socioambiental, nos ha interesado indagar qué conflictos socioambientales son
abordados en la literatura infantil que está disponible para el público de nuestra ciu-
*
Universidad Nacional de San Luis. Diciembre de 2021.
**
Autora. Alumna del Doctorado en Educación de la Universidad Nacional de San Luis. Diplomatura en Pensamien-
to Social Latinoamericano (Clacso). Profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Humanas (FCH) de la Universidad Nacional
de San Luis (UNSL). Participante de los proyectos de investigación de la FCH de la UNSL: Proico 04-2620, “Ética, bioética y
derechos humanos en el sur global”, dirigido por el dr. Ramón Sanz Ferramola; y Proipro 04-1320, “Pueblos originarios en
el Cuyum. Reconocimiento legal, derecho a la educación, a la tierra, el territorio y sus recursos”, dirigido por el dr. José Luis
Jofre. Últimas dos publicaciones: Romá, M. C. y Sanz Ferramola, R. (2022). Lxs otrxs en nosotrxs: alteridad huarpe-ranquel
en la “inclusión” puntana. En C. Jofré et al., Cartografía de conflictos en territorios indígenas del Cuyum: región de Cuyo, Ar-
gentina. UNSJ; y Romá, C. (2021). Aportes del pensamiento decolonial a la enseñanza de ciencias sociales en la universidad.
RevID, Revista de Investigación y Disciplinas, (5), 65-86. [email protected]
***
Autor. Alumno de la Maestría en Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Universidad Nacional de Quilmes
(UNQ). Diplomatura en Bases y Herramientas para la Gestión Integral del Cambio Climático de la UNQ. Auxiliar de primera
de la Facultad de Ciencias Humanas (FCU) de la UNSL. Participante del proyecto de investigación de la FCH de la UNSL,
Proico 04-2620, “Ética, bioética y derechos humanos en el sur global”, dirigido por el dr. Ramón Sanz Ferramola. Últimas dos
publicaciones: Figueroa Garro, B. (2019). Fundamentos epistemológicos y éticos del periodismo ambiental crítico en Argen-
tina [trabajo final de la Licenciatura en Periodismo, UNSL]. Biblioteca de trabajos finales de grado y posgrado (vol. 1, n.o 2).
http://fchportaldigital.unsl.edu.ar/index.php/TESIS/article/view/77; y Romá, M. C. y Figueroa Garro, B. (2016). Agriculturali-
zación e impacto ambiental en San Luis (Argentina). Un relevamiento de estudios científicos en la provincia. IX Jornadas de
Sociología de la UNLP, 5 al 7 de diciembre de 2016, Ensenada, Argentina. http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_even-
tos/ev.9052/ev.9052.pdf. [email protected]
dad (San Luis, Argentina); y, una vez definidos dichos conflictos, ver cómo son tra-
tados por los diferentes autores, cómo se representa la tensión, qué problemáticas
aparecen asociadas, etcétera. Aunque nuestra muestra es pequeña aún (59 cuentos),
establecimos algunas categorías y arribamos a algunas conclusiones que pueden ser
significativas para futuros trabajos.
Construimos once categorías —conflictos en torno al modelo de minería extracti-
vo; conflictos en torno a la extracción de oro y las energías alternativas; conflictos en
torno al modelo de producción de hidrocarburos por fractura hidráulica; conflictos en
torno a la deforestación; conflictos en torno al modelo de agricultura y la producción
de alimentos; conflictos en torno al modelo de pesca a gran escala; conflictos en torno
a los animales en peligro de extinción; conflictos en torno al cambio climático: se de-
rriten los polos, hay sequías y emergencia hídrica; conflictos en torno a la contamina-
ción ambiental; conflictos en torno al consumo; y conflictos en torno a la conciencia
ambiental y ecológica— e identificamos algunos aspectos significativos respecto a esa
particular mirada del mundo que se vuelve situación a atravesar, que implica al deseo
del lector en una actividad que no es contemplativa —esto es, no lo informa, instruye
o ilustra—, sino polémica, controversial, incómoda, preocupante, y que lleva, sí o sí,
a imaginar soluciones, muchas veces a contramano de lo establecido o naturalizado.
Palabras clave: ambiente, conflicto socioambiental, desarrollo, educación am-
biental, extractivismo, literatura infantil, naturaleza
U
84
Socio-environmental conflicts in children’s literature. Solutions within
the reach of children
Abstract
This work has arisen within the framework of our teaching practice in a curricular
space of professors of literature at the Faculty of Human Sciences of the Universidad
Nacional de San Luis, Argentina. The problems we addressed in the seminar “Study
of the Latin American and Argentine Reality” included socio-environmental conflicts,
which are the ones that concern access and control of natural assets and territory.
Given that recent literature for children has become another scenario to represent so-
cio-environmental problems, we have been interested in investigating what socio-en-
vironmental conflicts are addressed in the children’s literature available to the public
in our city (San Luis, Argentina) to examine, subsequently, how they are treated by
different authors, how the tension is represented, what problems are associated, etc.
Although our sample is still small (59 short stories), we established some categories
and arrived at some conclusions that may be significant for future work.
We built eleven categories of conflicts related to the following issues: the extrac-
tive mining model; gold mining and alternative energies; the model of hydrocarbon
production by hydraulic fracturing; over deforestation; the model of agriculture and
food production; the large-scale fishing model; endangered animals; climate change:
melting poles, droughts, and water emergency; environmental pollution; consump-
tion; and environmental and ecological awareness. We have identified some relevant
aspects regarding this particular view of the world, which becomes a situation to
Resumo
Este trabalho surge no âmbito de nossa prática docente num espaço curricular
da docência universitária em Letras da Faculdade de Ciências Humanas, da Univer-
sidad Nacional de San Luis, Argentina. Entre as problemáticas que abordamos no
seminário “Estudo da realidade latino-americana e argentina”, estão os conflitos so-
cioambientais, que são aqueles que concernem o acesso e controle dos bens naturais
e do território. Considerando que a literatura infantil recente se tornou um cenário
mais de representação de problemáticas vinculadas ao socioambiental, interes-
sa-nos indagar quais conflitos socioambientais são abordados na literatura infantil
que está disponível para o público de San Luis (Argentina); assim que definidos esses U
conflitos, ver como são tratados pelos diferentes autores, como a tensão é represen- 85
tada, quais problemáticas aparecem associadas etc. Embora nossa amostra seja pe-
quena ainda (59 contos), estabelecemos algumas categorias e chegamos a algumas
conclusões que podem ser significativas para os futuros trabalhos.
Construímos 11 categorias — conflitos em torno do modelo de mineração extrati-
va; conflitos sobre a extração de ouro e as energias alternativas; conflitos acerca do
modelo de produção de hidrocarbonetos por fratura hidráulica; conflitos em torno
do desflorestamento; conflitos sobre o modelo de agricultura e da produção de ali-
mentos; conflitos acerca do modelo de pesca em grande escala; conflitos em torno
dos animais em perigo de extinção; conflitos sobre a mudança climática: são derreti-
dos os polos, há secas e emergência hídrica; conflitos acerca do consumo, e conflitos
acerca da consciência ambiental e ecológica — e identificamos alguns aspectos sig-
nificativos a respeito dessa particular visão do mundo que se torna situação a passar,
que implica o desejo do leitor numa atividade que não é contemplativa — isto é, não
o informa, instrui ou ilustra —, mas sim polêmica, controversa, incômoda, preocu-
pante e que o obriga a imaginar soluções, muitas vezes na contramão do estabeleci-
do ou naturalizado.
Palavras-chave: ambiente, conflito socioambiental, desenvolvimento, educação
ambiental, extrativismo, literatura infantil, natureza
Introducción
Este trabajo surge en el marco de nuestra práctica docente en un espacio curricu-
lar del Profesorado Universitario en Letras de la Facultad de Ciencias Humanas de
la Universidad Nacional de San Luis, Argentina. Entre las problemáticas que abor-
damos en el seminario Estudio de la Realidad Latinoamericana y Argentina están
los conflictos socioambientales, que son aquellos que conciernen al acceso y control
de los bienes naturales y el territorio (Svampa y Viale, 2020, p. 93). Aunque dichos
conflictos no son nuevos, actualmente nuestras comunidades se encuentran fuerte-
mente interpeladas por las consecuencias de algunas formas de producción y habi-
tabilidad, ya que producen daños sistemáticos e irreversibles sobre ecosistemas, y
amenazan las funciones vitales de la naturaleza y la reproducción de la vida (Svampa
y Viale, 2020). Por lo tanto, la aceptación de la que gozaban muchos discursos acerca
del crecimiento económico y el desarrollo de nuestras sociedades hoy se muestra
disminuida en debates mucho más complejos que introducen las relaciones de po-
der (Madoery, 2012), los límites ecológicos (Jackson, 2011) y la reproducción de la
vida (Svampa y Viale, 2020) en los proyectos de sociedad.
Ahora bien, de a poco, la literatura infantil reciente se ha vuelto un escenario más
de representación de problemáticas vinculadas a lo socioambiental. Cristina Cor-
tés Mármol y Roberto García Morís (2014) hablan del cuento ambiental como aquel
que plantea problemas reales del entorno del niño; Giulia De Sarlo (2017) refiere que
la literatura infantil juvenil de temática medioambiental genera una reflexión que
va hacia adentro y hacia afuera, hacia el entorno más o menos inmediato del niño;
y María Caamaño-Rojo (2017) trabaja con textos literarios que abordan la cuestión
U
medioambiental, específicamente, los centrados en el agua. Actualmente, en Ar-
86 gentina, una oferta —no muy amplia pero bien definida— aborda los debates y las
posiciones que están en pugna, y participa en la construcción de visiones del mun-
do de nuestra época. De esta manera, las obras literarias se insertan en un espacio
discursivo más amplio, del que se nutren (Sapiro, 2016) y amplían los recursos para
la reflexión y la toma de conciencia en torno a las relaciones que importan. En el
campo educativo, los desafíos que actualmente se presentan son ambientalizar el
currículum escolar (Del Moral y Rossi, 2012) e implementar la Ley 27621 de Educa-
ción Ambiental Integral (EAI) en la República Argentina. El primero se propone in-
corporar a los proyectos educativos institucionales el saber ambiental, lo cual impli-
ca desaprender conocimientos adquiridos y construir conocimiento “en un terreno
conceptual polisémico y en debate, al cual concurren saberes diversos” (Del Moral
y Rossi, 2012, p. 23). Como ambiente no es ni el puro soporte físico ni únicamente
el universo de lo vivo, sino la resultante de interacciones entre sistemas ecológicos
y socioeconómicos, el concepto implica un conjunto de procesos e interrelaciones
(Brailovsky, 2006, en Del Moral y Rossi, 2012). Una propuesta muy interesante para
la escuela secundaria es elaborada por María Virginia Corbetta (2021), quien aborda
estas interrelaciones y descentra lo humano, la mirada antropocéntrica de la vida,
desde la ecocrítica en el campo literario.
El segundo desafío es la implementación de una ley que define la educación am-
biental integral (EAI) como
un proceso educativo permanente con contenidos temáticos específicos y transversales,
que tiene como propósito general la formación de una conciencia ambiental, a la que arti-
culan e impulsan procesos educativos integrales orientados a la construcción de una racio-
nalidad, en la cual distintos conocimientos, saberes, valores y prácticas confluyan y apor-
ten a la formación ciudadana y al ejercicio del derecho a un ambiente sano, digno y diverso.
Se trata de un proceso que defiende la sustentabilidad como proyecto social, el desarrollo
con justicia social, la distribución de la riqueza, preservación de la naturaleza, igualdad de
género, protección de la salud, democracia participativa y respeto por la diversidad cultu-
ral. Busca el equilibrio entre diversas dimensiones como la social, la ecológica, la política y
la económica, en el marco de una ética que promueve una nueva forma de habitar nuestra
casa común. (Ley 27621, artículo 2.o)
Metodología
El abordaje de investigación cualitativa elegido es el modo de generación concep-
tual, fundamentado en el paradigma interpretativo o hermenéutico (Rigal y Sirvent,
2012; Vasilachis, 2007). Según Luis Rigal y María Teresa Sirvent (2012), este modo
de operar pone énfasis en la construcción de categorías a partir de datos empíricos
o significados atribuidos por sujetos. En nuestro caso, los hechos y su significación
son aportados por diferentes autores e ilustradores a la hora de construir la trama
argumentativa de sus producciones. Los conflictos que esta encierra son narrados e
ilustrados, esto es, representados en unidades de significación que se caracterizan
por tensionar personajes, situaciones, historias, etcétera. Por definición, la produc-
ción literaria responde a criterios político-filosóficos y estéticos alejados de la lógica
científica que aborda los llamados conflictos socioambientales. Sin embargo, al cons-
truir su trama ficcional, los autores o autoras eligen algunos elementos o categorías
que remiten a estos últimos.
En ciencias sociales hablamos de conflictos porque hay actores enfrentados, con
intereses y valores divergentes, en contextos de gran asimetría de poder (Svampa y
Viale, 2020). En una producción literaria, estos actores serían los personajes y su
enfrentamiento es parte de la trama; por ello, en tanto conflicto, tiene un desarrollo
y un desenlace.
En ciencias sociales caracterizamos los conflictos de muchas maneras. Una de
ellas es a través de adjetivos —sociales, políticos, económicos, interculturales, his-
tórico-políticos, político-culturales, etcétera¬— que explicitan las dimensiones de
análisis. Los conflictos socioambientales están vinculados al acceso y control de bie-
nes naturales y territorios, y a las consecuencias que provocan las formas de pro-
ducción y habitabilidad, entre ellas, los daños sistemáticos e irreversibles sobre eco-
sistemas, y las amenazas a las funciones vitales de la naturaleza y la reproducción
de la vida (Svampa y Viale, 2020); por lo tanto, se reúnen múltiples dimensiones y
diferentes escalas a la hora de hacer una lectura de las tensiones. En términos políti-
co-económicos, se instalan en los debates acerca del desarrollo la dinámica de lucha
de movimientos sociales, la valoración de los territorios, y la defensa de lo común, la
biodiversidad y el ambiente. En cuanto a la afectación, suponen acuerdo con el idea-
rio de los derechos humanos y con los llamados derechos de la naturaleza (Gudynas,
2010; Madoery, 2012; Svampa, 2019).
En la producción literaria, la temática o el contenido elegido por el autor o autora
refleja vinculaciones ya establecidas en los campos políticos y científico-académi-
cos que forman parte del contexto de producción de la obra. Ahora bien, esa elección
U singular que se narra e ilustra puede tomarse como significado atribuido.
88
Para la identificación de estos significados atribuidos hemos reseñado cada pro-
ducción que forma parte de nuestro muestreo, respetando el punto de vista del autor
o autora, las palabras, conceptos y metáforas que elige. Luego, los hemos reinterpre-
tado para generar una abstracción creciente (Rigal y Sirvent, 2012). Ahora bien, es
necesario aclarar que las categorías construidas a través de este proceso inductivo
implican conceptos utilizados por los autores, más allá de que estos ya estén conso-
lidados y formen parte de la literatura sobre el tema.
Dicha identificación nos ha permitido armar las siguientes categorías:
1. Conflictos en torno al modelo de minería extractivo
2. Conflictos en torno a la extracción de oro y las energías alternativas
3. Conflictos en torno al modelo de producción de hidrocarburos por fractura hi-
dráulica
4. Conflictos en torno a la deforestación
4.1. Conflictos en torno a la deforestación por el avance industrial
4.2. Conflictos en torno a la deforestación por el avance del modelo de urba-
nización y el desarrollo inmobiliario
5. Conflictos en torno al modelo de agricultura y la producción de alimentos
6. Conflictos en torno al modelo de pesca a gran escala
7. Conflictos en torno a los animales en peligro de extinción
Desarrollo
1 Respecto al modelo de la provincia de San Juan, Maristella Svampa y Enrique Viale explican que “las regalías
mineras no llegan a cubrir siquiera el 1 % del presupuesto provincial: en 2009 las empresas mineras pagaron a las arcas
provinciales 628 millones de pesos de un presupuesto total de 65.000 millones” (2020, p. 77).
2 Sin ir más lejos, tenemos el caso de Chubut (Argentina), donde Mariano Arcioni expresó estar en contra de la
megaminería en sus spots de campaña, aunque sus acciones, ya estando a cargo de la gobernación provincial, fueron en sen-
tido contrario. Desde 2003, con el conflicto en Esquel, que abre el ciclo de luchas socioambientales en nuestro país (Svampa
y Viale, 2020), el pueblo chubutense se ha expresado en reiteradas ocasiones con su consigna “No a la mina” y “El agua vale
más que el oro”. A fines de 2021, con movilizaciones en las calles y una fuerte represión por parte de las fuerzas policiales, la
Cámara de Diputados provincial sancionó la Ley XVII n.o 149 y el Poder Ejecutivo la promulgó a través del Decreto 1285/21.
Dicha normativa quedará en la historia provincial como la más breve, ya que no alcanzó a cumplir una semana por su urgen-
te derogación. Este caso es un ejemplo de cómo se avanza, “sigilosamente” dirá nuestro autor, aun sin licencia social, pero
también es un ejemplo de cómo la lucha multisectorial y organizada resiste más allá de las diferentes estrategias y el lobby.
la mega minería
comenzó sigilosa:
como pirañas.
levantando un polvillo
bastante inseguros.
Ahora bien, el autor hace un contraste muy interesante para mostrar el grado del
engaño que ha sido presentado previamente y lo logra. Por un lado, introduce los di-
chos “y así como quien no quiere la cosa” y “como si nada”, y el adjetivo “sigilosa” para
mostrar ese avance estratégico que depende de la licencia social conquistada con la
gente sonriente y no preocupada, y los medios de comunicación que reproducen el
discurso mentiroso. Por otro lado, utiliza “pirañas” para metaforizar la extracción
de metales. El proceso que el narrador o la narradora describe es representado por
la ilustradora; entonces, vemos una montaña modificada por una retroexcavadora;
dos montañas fragmentadas por dinamita; los pedazos de montaña en una máquina
que los muele, tritura y transporta a un lago artificial donde hay peces muertos y, por
lo tanto, donde ya no hay vida; y, finalmente, la relación entre la montaña y la indus-
tria que contamina el aire y el agua. La imagen de los lagos artificiales que genera la
actividad minera es muy potente, ya que evidencia lo inseguro y precario que es el
sistema de regulación ambiental que, para extraer algunas cantidades de metales, se
arriesga a contaminar millones de litros de agua, condenando, así, a generaciones y
generaciones.
La historia se sigue desarrollando por el lado de las consecuencias sociales. Por
una parte, se aborda el tema de la salud poblacional; y, por otra, de la protesta y la
organización política, como parte de la solución a la problemática:
Así empiezan las enfermedades
en la población
afectando a toditos
sin distinción.
no queda otra:
contaminan todo
¡fenomenales! (12-16)
U En estos últimos cuatro versos, tanto quien narra como quien ilustra recogen las vo-
92
ces de las personas afectadas por esta forma de producción. En una de ellas se califica
de “verso” a todo ese tema del progreso, lo que refuerza lo introducido anteriormente
por la ilustradora con la imagen de Pinocho. En los globos de diálogo y pensamiento se
expresa: “la mina me contamina”, “no quiero mega minería”, “¿el agua vale más que el
oro?”, “la sed del oro nos dejará sin agua”. Algunos peces y personas están marcados con
una cruz, probablemente, como signo de que están afectados o enfermos. Otro recurso
utilizado por el autor es la analogía establecida entre “agüita contaminada” y “agua del
inodoro”, quizás para acercar la problemática a una referencia de la vida cotidiana del
pequeño lector.
Finalmente, se afirma que esta historia continúa: la gente organizada en asambleas
hace memoria, cuida y protege las montañas para que no contaminen el agua. La ilus-
tración acompaña con dibujos de personas con dos banderas en el territorio. Respecto
de la representación de las personas, es necesario destacar que es en su trazado donde
aparecen algunas características que las hacen diversas, ya que no se utilizan colores
o marcas de identidad accesorias. Es probable que se busque representar a los sujetos
políticos en el propio territorio, poniendo en un plano secundario su individualidad.
En cuanto a las banderas, ambas resaltan por su color. Una es la wiphala de los pueblos
originarios de Latinoamérica y otra es la de las asambleas que reza: “el agua vale + que
el oro” sobre un fondo amarillo. Los colores ponen en primer plano los símbolos y, por
lo tanto, las narrativas políticas de los movimientos sociales indígenas y ambientalistas,
lo que coadyuva en la interpretación del acontecimiento (Fernández Lucero, 2005):
Y así va continuando esta historia,
la gente en asambleas
va haciendo memoria.
que encierran y que, en diferentes formas, es aprovechada por los humanos. Vicente
provoca un intenso debate al pensar que los volcanes también tienen un potencial
más allá de las actividades mineras, deportivas y turísticas. La producción de ener-
gía geotérmica aparece como una solución a los problemas que tiene su pueblo, pero
compromete profundamente al mundo en donde vive la niña. El verdadero dilema
es confundido con una historia de amor, pero rápidamente la trama se encuentra
despejada, y es en términos de explotación y contaminación ambiental que se avan-
za en los dos escenarios.
El desenlace sorprende. La niña reconoce el potencial de esa energía renovable y
cuánto la necesitan los humanos, pero decide seguir protegiendo la naturaleza por-
que la mayoría de las personas solo le han demostrado su ambición por el oro y su
atropello frente a las decisiones del pueblo mapuche. El tiempo pasa y es por su fami-
lia volcánica que sabemos cuánto anhelan todos una convivencia armónica. El final
queda abierto, pero muestra a los protagonistas activa y responsablemente compro-
metidos con un amor, quizás intercultural, y una justicia verde como horizonte de
posibilidad. De alguna manera, este espacio utópico resolvería un borde ontológico
(Briones, 2019) que también aparece problematizado en el cuento. Solemos leer los
datos crudos de las empresas mineras —por ejemplo, que dinamitaron una monta-
ña y produjeron 200 millones de toneladas de piedra— sin tomar conciencia de la
afectación que implica esa escala de producción. Frente a esto, la personificación de
U
montañas, volcanes y animales es más que un recurso literario: nos introduce en un
94 pensamiento según el cual no solo coexisten personas con distintas figuraciones de
agencia, sino que también hay responsabilidades y acciones de cuidado mutuo.
Finalmente, nos parece pertinente consignar que la minería y las energías alter-
nativas, que en este cuento aparecen problematizadas, tienen una dilemática rela-
ción en el mundo productivo, ya que la producción de la primera se dispara con el
aumento de la demanda de las segundas3. Por la contratapa sabemos que la autora
encuentra su inspiración en la leyenda mapuche y en un proyecto de energía geotér-
mica que, actualmente, está en etapa exploratoria en la provincia de Neuquén (“Neu-
quén prepara la licitación del proyecto geotérmico Domuyo”, 2020).
3 Según el Grupo Banco Mundial, “la producción de minerales, como el grafito, el litio y el cobalto, podría experi-
mentar un aumento de casi un 500 % de aquí a 2050, para satisfacer la creciente demanda de tecnologías de energía limpia.
Se estima que se requerirán más de 3.000 millones de toneladas de minerales y metales para la implementación de la
energía eólica, solar y geotérmica, así como el almacenamiento de energía, para lograr una reducción de la temperatura por
debajo de los 2 °C en el futuro” (2020).
Sur, que trabaja por soberanía, energía y justicia ambiental, y el de EJES (Enlace por
la Justicia Energética y Socioambiental).
En este caso, el cuento presenta un alto nivel de complejidad, lo que, por supues-
to, tiene ventajas y desventajas. Respecto a las primeras, introduce a los pequeños
lectores en un campo del conocimiento estableciendo las relaciones necesarias para
comprender los conceptos. El autor no renuncia a un lenguaje específico; enton-
ces, subraya algunos conceptos —como, por ejemplo, combustibles fósiles, fracking,
gas y petróleo no convencionales, revolución energética, acuíferos, construcciones
bioclimáticas, energías limpias, entre otros— e incluye un glosario donde los define
(pp. 15-20). Ahora bien, aunque introduce ejemplos y comentarios, el lenguaje con
el cual se busca significar sigue siendo muy específico, lo cual requiere de un lector
o lectora muy interesado en la temática, que retenga ciertas ideas mientras intenta
dilucidar otras; que tenga hábitos de relectura; y que se encuentre más o menos fa-
miliarizado con lo que allí se describe y explica. Por lo tanto, lo que pensamos como
desventajas tiene más que ver con esta particularidad que con lo que ofrece el libro,
ya que el lenguaje específico y la definición abstracta de las diversas circunstancias
que se plantean requieren del acompañamiento de un adulto para una mejor com-
prensión lectora.
Por las ilustraciones, sabemos que el único personaje, el conde Drácula, se sor-
prende o alarma al ver y escuchar las noticias por televisión. Es el narrador o la na-
rradora quien comenta un estado de situación “casi catastrófico” por “los fenómenos U
95
meteorológicos y los pronósticos climáticos” (p. 3). Luego de definirlos, se refuerza
la idea con una expresión que aparece en el pensamiento del personaje: “Pero qué
mundo tan caótico” (p. 3). Se avanza en el diagnóstico, introduciendo paulatinamen-
te nuevos elementos, tanto en el texto propiamente dicho como en las imágenes-tex-
to ilustradas. Así sabemos que cuando “las reservas de petróleo se estaban agotan-
do […] apareció como solución mágica ese método tan polémico llamado fractura
hidráulica, también conocido como fracking” (p. 3). Por lo tanto, al mismo tiempo
que el personaje es anoticiado de la situación, nosotros tomamos conocimiento del
conflicto. El modelo de producción de hidrocarburos aparece representado en la
pantalla del televisor, lo que complementa el texto con elementos no explicitados
en la narración (Fernández Lucero, 2005): el fracking o fractura hidráulica quiebra
la tierra, se afectan las napas de agua, hay movimientos sísmicos, deja a los pueblos
sin agua, etcétera.
Antes de avanzar, Drácula expresa enojado: “No entiendo un pomo esto de la frac-
tura hidráulica” (Crespi, 2021a, p. 6), y entonces comienza un soliloquio con pregun-
tas sumamente interesantes, entre las que se intercala la misma expresión: “¡Pero
qué mundo tan caótico y qué técnica tan ilógica!” (p. 6). El narrador o la narradora
avanza un paso más sobre las consecuencias y entonces vuelve a repetirse la misma
forma de interacción entre el personaje y el saber. Drácula repite: “Pero qué mundo
tan caótico” cada vez que sabe más. Sin embargo, a diferencia de la primera vez,
cuando se trata simplemente de una expresión de preocupación, en la segunda for-
mulación añade preguntas que señalan contradicciones y, en la tercera, les suma
a estas algunas ideas alternativas. Su humor cambia y, entonces, el narrador o na-
rradora lo justifica explicando que Drácula “ya estaba cansado de escuchar tantas
noticias sobre cambio climático” (p. 8). Sin embargo, “cansado de estar cansado de
tantas pálidas casi, casi catastróficas” (p. 8), el personaje llega a una conclusión y
toma la decisión de producir su propia energía sustentable. Esta nueva oportunidad
para avanzar en el conocimiento se vuelve más esperanzadora porque se introdu-
cen conceptos respecto a otras formas de producir energía, al mismo tiempo que se
ilustra el modelo alternativo. Más adelante, en el material extra que ofrece el libro,
se refuerza el contraste entre los modelos con las mismas ilustraciones en términos
de “no recomendable” y “recomendable” (pp. 25-28).
Una vez resuelto el conflicto, ocurre algo inesperado: una tormenta vuela todas las
instalaciones eléctricas y Drácula tiene que reconstruirlas nuevamente. Sin embargo,
esta dificultad es sorteada por el personaje con una actitud totalmente distinta a la
que había tenido anteriormente. En lugar de preocuparse, enojarse y ponerse de mal
humor, contempla el cielo y entra en una maravillosa conexión cósmica; se da cuenta,
por sí mismo, de la contaminación lumínica y agradece a la vida. El narrador o la na-
rradora avanza con su vocación pedagógica en la explicación de que hay otras formas
de interpretar la vida en el mundo. Las nuevas conclusiones a las que llega el personaje
le permiten pensar sus acciones en relación con una nueva ética de vida. Entonces, se
propone “reforzar las redes afectivas con la comunidad y reconstruir las redes eléctri-
cas en los territorios para poder, de este modo, distribuir y repartir la energía”; “gene-
rar más conciencia sobre las consecuencias del cambio climático, porque podemos
U
y debemos vivir en un mundo más armónico”; y decide “compartir la energía de su
96 corazón cuando palpita al ritmo de las conexiones cósmicas, porque se dio cuenta de
que de esa forma la vida es más bonita, más simpática y más poética” (p. 13).
Así como una primera ilustración nos brinda una noticia televisiva catastrófica,
la final pone en la primera plana de un medio crítico (El Pensador) la información de
que “El conde Drácula comparte energía sustentable con la comunidad” (p. 14).
Greta y los Gigantes (Tucker y Persico, 2020) está inspirado en la joven activista
Greta Thunberg. Luego de presentar al personaje principal, la narración nos instala
en un conflicto que tiene dos etapas. Primero, los animales le piden ayuda a Greta
porque “el bosque está destrozado”. Le dicen: “no sabemos a dónde ir. Los Gigantes
están arruinando nuestro hogar” (p. 4). Los Gigantes “eran enormes y torpes talado-
res que siempre estaban ocupados”; “derribaron árboles para construir casas”; “lue-
go cortaron más y construyeron casas más grandes”, hasta transformar los pueblos
en grandes ciudades, con fábricas, negocios, autos y aviones. De esta manera, “casi
no quedaron bosques” (pp. 5-7). Luego, sabemos que, además de enormes, torpes
y ocupados, estos personajes eran ambiciosos, “habían olvidado lo maravilloso que
era tener un bosque”, no veían a los diversos animales y generaban miedo. Excepto
a Greta, que va al centro del bosque y espera a los Gigantes con un gran cartel: “¡PA-
REN!”. En un principio, los Gigantes no la perciben, pero, luego, se le une un niño
que “sentía lo mismo que ella” (p. 14). Pronto, más personas y animales. “¡La multi-
tud era tanta […] que detuvo en seco a los Gigantes!” (pp. 18 y 19).
A medida que el conflicto se desarrolla, la contraposición animales-Gigantes
es representada por las oposiciones bosque-ciudad, primero, y multitud-Gigantes,
luego, de modo que se establece la correlación de fuerzas necesaria para una reso-
lución factible. La acción solitaria de Greta inspira, pero es necesaria una multi-
tud de animales y personas para generar un cambio. Las ilustraciones se vuelven
texto, porque los carteles se multiplican —“¡Atención!”, “¡Vivimos acá!”, “¡Yo amo U
nuestro planeta!”, “¡Auxilio!”, “Salven nuestro bosque”, “¡Nuestro hogar está ar- 97
diendo!”, “Amamos nuestros bosques”, “¿Quién podría ayudar?”, “¡Actúen ahora!”,
“Necesitamos ayuda”, “¡Salven nuestro hogar!”, “¿Podrían escucharnos?”, “Necesi-
tamos un cambio”, “¡Atención a los hechos!”, “¡Los osos viven acá también!”, “¡Ne-
cesitamos que se actúe ahora!”— y las voces se amplían en globos de diálogo —“El
humo de sus fuegos nos está ahogando”, “¡Y por favor dejen de cortar árboles!”,
“¡Pueden ayudar sembrando algunas plantas!”, “¡Y reparen mi casa!”—. Acompa-
ñando la narración, en un primer momento, los dibujos equilibran al situar a la
izquierda y la derecha a los protagonistas (pp. 17-18). A pesar de las diferencias
de tamaño que simbolizan la relación desigual de poder, el mensaje de Greta es
pronunciado (pp. 19-20) para, finalmente, achicar a los Gigantes frente a la acción
colectiva (pp. 21-22). De esta manera, texto e ilustración expresan cabalmente el
sentido de toda protesta (Fernández Lucero, 2005).
Zoë Tucker y la ilustradora Zoe Persico (2020) eligen poner el acento en el “com-
portamiento codicioso” de los Gigantes. El desenlace restablece las diferencias de
tamaño, pero concilia las partes a partir de la siguiente justificación: “lo que suce-
dió es que los Gigantes estaban tan ocupados construyendo que no vieron lo que
le estaban haciendo al bosque ni tampoco a los animales que vivían en él” (p. 23).
A partir de allí, los Gigantes “se sintieron terriblemente mal […] Y prometieron
esforzarse más” (p. 24). Entonces, las cosas cambian: “desde aquel día, ¡los Gigan-
tes fueron menos codiciosos! (p. 25) y, gracias a esto, el bosque volvió a ser un lu-
gar hermoso.
Inmediatamente luego de concluir, la autora añade tres mensajes: una breve
nota biográfica de Greta Thunberg, en la que explica en un lenguaje accesible las
causas de su lucha, una importante aclaración respecto a lo que ocurre en “el mun-
do real” y una lista de cosas que se pueden hacer para ayudar a Greta. En estos
mensajes, la autora acerca al pequeño lector a la joven activista; por ejemplo, dice:
“cuando Greta no era mucho mayor que tú” (p. 29). La lectura de la realidad que
introduce es fundamental porque aclara que el final feliz del cuento todavía no
ocurre:
La historia que terminaste de leer tiene un final feliz. Pero en el mundo real Greta to-
davía lucha contra los gigantes. Quizás, a ellos no se los ve con tanta facilidad como en
este libro, pero están presentes. Y algunos de los gigantes no quieren cambiar su manera
de actuar. Por eso, Greta necesita tu ayuda. Puedes pensar que eres demasiado pequeña
o pequeño, pero ella dice: “Nadie es demasiado pequeño para hacer la diferencia”. (p. 30)
Tanto en las ilustraciones que forman parte del cuento, donde Greta aparece
primero leyendo y luego protestando, como en la lista de cosas que se pueden ha-
cer, en la que se indica al inicio: “aprende todo lo que puedas sobre el cambio cli-
mático” (p. 30), notamos cierto orden o jerarquización que refuerza la idea de que
para actuar hay que conocer.
En Caperucita. Un cuento clásico para tiempos modernos (2019), de Martin Cres-
pi y la ilustradora Diana Chereau, el conflicto de la deforestación reúne a los per-
sonajes principales de una manera muy creativa. Luego de recrear una serie de
U
acontecimientos, que más o menos conocemos, el autor ubica a la niña de rojo y al
98 Lobo frente al bosque “destruido”, “desmontado”, “arrasado”. Al igual que ellos, no
comprendemos lo que está ocurriendo, lo cual abre la oportunidad para describir,
y luego explicar en el glosario, cómo funciona este tipo de extracción a gran escala:
De los inmensos y majestuosos árboles añosos no quedaba ninguno en pie. Los árboles
más jóvenes y las variedades de plantas que había por todos lados, fueron aplastadas por
unas topadoras con cadenas que arrastraban y arrancaban la vida del bosque.
Modernas máquinas automáticas aserraban velozmente todos los troncos y los apila-
ban dejándolos bien acomodaditos. En algunas partes había fuego prendido para que el
desmonte sea más rápido y no crezca nada.
Los pájaros se alejaban espantados del lugar, sufriendo con cada árbol que escucha-
ban caer, y los animales se escapaban asustados sin saber qué hacer. (p. 17)
el encargado del lugar responde de manera burlesca, desafiante y con frases he-
chas. Sin embargo, la Abuela interpela maravillosamente:
¿Ustedes saben realmente lo que va a pasar cuando ya no queden más bosques?
¿Ustedes saben qué va a pasar cuando ya no queden más árboles naturales en la zona?
¿Saben qué va a pasar cuando su progreso se instale en la región?
¿Se pusieron a pensar qué va a pasar cuando ya no queden más montes, ni bosques, ni
selvas en este mundo? ¿Qué va a suceder con el clima? ¿Qué va a suceder si se rompe este
equilibrio natural…?
¿Qué va a pasar cuando sus pinos industriales nos sequen las tierras y nos contaminen
el agua? ¿Qué va a pasar cuando el río ya no cante, y se muera con la represa? ¿Qué va a
pasar cuando ya no haya más bosques y aparezcan las inundaciones? ¡Díganme…!
¿Quién va a tomar el agua con agrotóxicos que usan para los pinos?
Es este discurso el que posibilita la solución al conflicto, pues alude a “hacer jus-
ticia” y “sanar el territorio”. La reforestación del bosque se vuelve posible gracias a la U
acción colectiva que es ilustrada de diferentes maneras en forma circular. 99
Nos parece pertinente señalar dos contenidos del cuento, relacionados con la
contextualización hecha en el título: “tiempos modernos”. El primero es explícito:
el Lobo es vegano; por lo tanto, cuando Caperucita se admira: “Y qué boca tan, tan,
tan, ¡tan grande tienes!”, el Lobo le responde: “Es para comerme todo mejoooor!!!”
(p. 11). Como lo que le interesa son los alimentos que la niña le trae a su abuelita en la
canasta, pareciera que el conflicto solo sufriera una pequeña modificación en rela-
ción con el cuento clásico; sin embargo, la intensidad del drama se desplaza de la vo-
racidad del animal a la de las topadoras y máquinas que desmontan velozmente, con
lo cual se logra instalar el conflicto socioambiental como amenaza a la subsistencia.
El segundo contenido aparece solo en la ilustración, aprovechando la sensibilidad
infantil para crear cierta empatía con comunidades que continuamente son estig-
matizadas. Caperucita, su Abuela y el Lobo son mapuches. En el glosario que a con-
tinuación se ofrece para ampliar nuestro conocimiento acerca de ciertos conceptos
que aparecen en el cuento, se explica que, entre las consecuencias que provoca el
“desmonte/deforestación”, está el “desplazamiento de pueblos originarios que viven
en equilibrio y protegiendo la naturaleza” (p. 34).
Al parque y a la placita de la rotonda los enrejaron porque los perros eran muy puercos
y los chicos… ¡¡ni qué hablar!!
El arroyo del balneario quedó hecho jaula también porque los grandes ensuciaban casi
igual que los chicos y que los perros…
Y, aunque parezca mentira, se prohibió el uso de los pocos vehículos que andaban por el
pueblo. (p. 6)
También mandó a:
Desalojar a las mascotas de dos y cuatro patas con pelos o con plumas.
El conflicto empieza a formularse con la escena de una niña que llora porque ya
no hay palomas y la huida de una de las aves que sobrevive a los fumigantes. Mien-
tras el pueblo va transformándose en un lugar cada vez más limpio, se van dando
dos actitudes diferentes en sus pobladores: están quienes se muestran conformes
y obsecuentes con el alcalde, como el locutor de la radio y el portero de la escuela;
y quienes no soportan semejante control y parten, al igual que la paloma, hacia las
“colinas verdes”. El título del cuento recoge una frase de la canción con la cual los
murgueros abandonan el pueblo: “Nos vamos, nomás, nos vamos”. A la paloma y los
murgueros se suman los artistas, Rolando, su chivo y los que protestaban. Todos
estos son representados en una ilustración; los que protestaban aparecen con un
gran cartel que dice: “Nos vamos”. Más tarde se suman Maldonado, Rojas, Miranda,
los Alvarellos, la Paca, el Cacho, la Susana, la maestra de lengua y la maestra de mate- U
máticas. Luego, Rodríguez, Fernández, Olivera, Martínez, Gallardo, López, los Vera, 101
Pancho, su esposa, el último murguero —“que se había quedado esperando que las
cosas cambiaran” (p. 24)— y su perico. Mientras un opaco crisantemo se resistía a
morir, se iban los Páez, los Pérez, los ronquidos de don Valentín, los Cardozo, la Bety
Pica, la Toti, Catalina, su perro y Asunción. Hasta Francisco Peñalba, el fabricante de
productos de limpieza, y Tomaso Mandarina, el locutor de la radio, se van del pueblo.
El narrador o la narradora comenta que “Pachurrucutu se llenó de puertas, ce-
rraduras y candados. Y mucho olor a de-ter-gen-te” (p. 22). La imagen que acompaña
al texto suma rejas, alambres de púa y muchos árboles talados. El paisaje urbano
cambia con la llegada del nuevo alcalde. Aunque en el cuento no están en cuestión
las formas de producción que crean semejante tipo de urbanidad, sí se pone en ten-
sión lo excluyente que resulta. Poco a poco, el conflicto va conformando dos grupos
de personas con dos formas de vida diferentes. Quienes ocupan lugares de poder, en
la alcaldía, la radio y la escuela, señalan a los “sucios rebeldes de siempre” (p. 23). Es
más, se juega con la idea de que uno de ellos tiene un tercer ojo que todo lo ve. El con-
trol es insoportable, pero a medida que se profundiza, la gente abandona el pueblo.
Cuando quedan solamente el alcalde y el portero de la escuela, se produce un
evento inesperado; sin embargo, la solución no emana de dicho suceso. Durante
todo el cuento, hemos conocido a Gonzalito, un piloto de helicóptero, vecino de Pa-
churrucutu. Como es un observador externo, el narrador o la narradora comenta
sus apreciaciones en varias oportunidades. Un día, este personaje vuela sobre Pa-
churrucutu y no puede reconocerla. “Detrás de las colinas verdes alcanzó a ver un
pueblo nuevo, lleno de árboles y colores brillantes”. Alcanzó a sintonizar la radio del
lugar, donde se escuchaba:
de noche, al amanecer,
de día o de tardecita.
La libertad no se vende
ni se pone en detergente,
Con una larga vista, Gonzalito ve un montón de cosas: un aromo florecido, a una
niña dándoles de comer a las palomas, niños jugando, un ramillete de golondrinas
y los crisantemos de Asunción; aquellos con los que se da comienzo al cuento. La
U resolución del conflicto es la construcción de una “nueva Pachurrucutu”, lo cual nos
102
deja pensando.
Aunque el cuento encierra un fuerte cuestionamiento a los discursos del orden,
represivos, excluyentes y opresores, la resolución del conflicto no va de la mano de
las pocas resistencias que se hacen frente al alcalde —en una oportunidad le tiran
botellas y en otra rompen un vidrio—, sino de la huida hacia otro territorio. De esta
manera, las víctimas de las diferentes formas de desposesión —desalojo y extermi-
nio de animales, tala de árboles, cercamiento de los espacios comunes, prohibicio-
nes, etcétera— se van y construyen un nuevo pueblo. A diferencia de los cuentos
que vimos anteriormente, donde aparece fuertemente la defensa del territorio y se
transita en términos narrativos el conflicto socioambiental, en este cuento se huye
de este.
Este cuento resulta interesante para pensar cómo en diferentes municipios y ciu-
dades se actúa bajo esta misma lógica. Un vecino reclama que los frutos de un árbol,
que tiene más de cincuenta años en la ciudad, ensucian la vereda y los funcionarios
deciden cortarlo, pues desconocen su importancia desde un punto de vista ecológi-
co. Algo de esto aparece en el próximo cuento.
En Los árboles y yo. Aprender a respetar la naturaleza (2016), de Cecilia Blanco,
una niña nos cuenta una experiencia y lo aprendido de esta. Junto a otros niños,
solía disfrutar de la variedad de árboles que había en la casa de una vecina: jugaban
a las escondidas, tomaban jugo de naranja, comían sus frutos. Pero un día la vecina
se mudó, demolieron su casa y “¡sacaron todos los árboles del jardín!” (p. 8) para
construir un edificio. A partir de allí empezó a escuchar las quejas de ciertos ma-
yores respecto a los árboles; por ejemplo, “en primavera la pelusa que desprenden
me da alergia” o “en otoño las hojas me ensucian la vereda” (p. 10). Frente a estos
argumentos, la niña piensa en las ventajas: “en verano la sombra que dan es fresca
y los pajaritos pueden hacer sus nidos” (p. 11). También se da cuenta de que hay ár-
boles enfermos y que quienes viven en departamentos, como ella, no pueden tener
uno. Un sueño escenifica su zozobra: ella es “la reina del bosque, pero de pronto” los
árboles y los animales se van. En la ilustración dicen: “¡Nos vamos!”, “¡Acá no nos
quieren!”, “¡Hasta nunca!” (pp. 14-15).
La escuela es el lugar donde responden a sus inquietudes y aparece una solución.
La autora genera esta situación de preguntas y respuestas para introducir conteni-
do acerca de los árboles, pero desde una visión instrumentalista, ya que todos los
comentarios están en relación con su utilidad para humanos y animales. En esta
exposición se hace una distinción significativa entre árboles que sí se pueden cor-
tar, porque “son los que fueron plantados para darnos madera”, y árboles que “hay
que cuidar mucho” (p. 19), como los de la ciudad y los bosques. Como dijimos ante-
riormente, la solución aparece en la escuela. Los niños participan en actividades de
reforestación organizadas por el parque municipal y cada uno apadrina un nuevo
arbolito. La protagonista elige un ciruelo que “ya empieza a tener flores” (p. 28).
“Los tres cerditos y el lobo soplador”, incluido en Mundo Zombie y otros cuen-
tos (2021e), de Martín Crespi y la ilustradora Diana Chereau, es una secuela del clási-
co que todos conocemos. Luego de que el lobo se desliza por la chimenea, se quema
y huye corriendo de la casa del último cerdito, se une a unos lobos villanos que se U
103
dedican a construir barrios privados. A la serie de avances que el animal hambriento
hace soplando y soplando, se suman la quema y desmonte de bosques y la cons-
trucción sobre humedales. A diferencia de lo que ocurre en Caperucita. Un cuento
clásico para tiempos modernos (Crespi, 2019), donde la intensidad del drama se des-
plaza de la voracidad del animal a la de las topadoras y máquinas que desmontan
rápidamente, en este caso el apetito del lobo cambia de objeto: pasa de los cerditos
al dinero. Entonces, la avidez aparece como ambición, codicia, control del mercado
inmobiliario e inversión. El desmonte y la adquisición de tierras que se pueden co-
mercializar parecen ser solo un medio, así como lo eran aullar y soplar y soplar. Pa-
radójicamente, sus pulsiones se sacian, ya no derribando sino construyendo casas,
lo cual lo acerca a las cualidades de los tres cerditos, que en esta versión son “cer-
dito perezoso”, “cerdito glotón” y “cerdito trabajador”. Estos también cambian sus
estrategias de supervivencia y se organizan con los demás animales para “proteger
la diversidad de los espacios naturales, que son tan indispensables para la vida de los
ecosistemas mundiales” (Crespi, 2021e, p. 64).
rritorio con trabajadores, agricultores y animales sueltos, pero también con una
planta modificada genéticamente. Ya dentro del libro aparece el monocultivo con
sojitas en serie, una al lado de la otra, que luego son fumigadas. Las plantaciones
de soja son rociadas con aviones con venenos (lluvia en forma de calavera y nava-
jas). En la misma página se puede observar a un científico creando una planta de
soja resistente a los venenos que arrojan los aviones. Los alimentos creados en los
laboratorios son los llamados organismos genéticamente modificados (OGM), que
vienen con un paquete tecnológico, los agrotóxicos. Mientras se desmonta, la sojita
traviesa piensa: “¿Por qué el monocultivo avanza y destruye los bosques nativos?
Con tanto glifosato que andan tirando… hasta los pirinchos se van escapando” (pp.
7-8). La tensión entre la sojita y las otras plantitas de su especie se expresa muy cla-
ramente. Entonces, se va y llega a una huerta agroecológica donde se puede ver una
diversidad de insectos, plantas y cultivos sanos, lo cual denota una gran diferencia
con las imágenes anteriores referidas al monocultivo. El texto literario avanza en
un diálogo que le hace comprender a la traviesa planta “que somos parte de la natu-
raleza y que de ella debemos aprender” (p. 20).
En La increíble historia de las perdices que comieron felices (2016), de Martin Cres-
pi y la ilustradora Diana Chereau, se establece el contraste entre un pasado en el que,
“por lo general, los finales siempre eran felices” y un presente donde la magia y las
ilusiones se desvanecen. En realidad, “los mundos de fantasía fueron reemplazados
U
por las simples mercancías” (p. 11). Entonces, se narra la transformación: los duen-
104 des dejan de hacer travesuras, las hadas ya no bailan, los hechizos de las brujas re-
sultan incomibles, los ogros se sienten horribles, aparecen enfermedades trágicas,
todo se compra en supermercados porque solo se come productos superprocesados.
Sin embargo, se empieza a consumir alimentos orgánicos, lo cual revierte la situa-
ción. Todo lo formulado de modo negativo cambia y entonces repasamos este mun-
do imaginario, posiblemente en restauración. La solución de todos los males viene
de la mano de la agroecología, que luego es definida en el glosario que se ofrece.
En Mundo Zombie y otros cuentos (2021), de Martín Crespi y la ilustradora Diana
Chereau, se incluyen tres cuentos que profundizan esta problemática. El primero,
“Rebelión en la megagranja porcina” (2021g), nos sitúa en un tiempo de pandemias,
cuarentena, calentamiento global y colapso mundial. “Después de la gripe aviar, de
la vaca loca y de la peste porcina, a los genios del momento, que siempre hacían ne-
gocios geniales, se les ocurrió instalar mega factorías para producir millones de to-
neladas de carne porcina para ser destinadas a China” (p. 33). Los animales alimen-
tados con soja transgénica están hacinados, engordan y sufren flatulencias, hasta
que un día uno se tira un “pedoflato”, una sencilla flatulencia de origen transgénico.
Un nuevo virus salta entonces a los humanos, y provoca una zoonosis y una nueva
pandemia. Todas las personas se contagiaron de pedoflato; todo tenía restos de gli-
fosato. Como los gases de los pedoflatos generan emisiones de metano, se potencia
el efecto invernadero, y el calentamiento global y el cambio climático se agravan rá-
pidamente.
La vacuna era la única esperanza y los mismos que crearon las granjas porcinas
vieron una gran oportunidad económica en ello. Además de vender los comestibles
para las megagranjas porcinas y de propiciar la fabricación de millones de toneladas
de carne, empezaron a vender remedios de engorde y una vacuna mágica para ter-
minar con esta situación.
Las vacunas se prueban en los cerdos y ellos se indignan:
¡Estos humanos no aprenden más! Siempre haciendo cagagasadas y negociados. Oinc,
oinc. ¿Cuándo van a darse cuenta que no tienen que destruir la naturaleza?
—Antes que buscar una vacuna para curar el pedoflato tienen que encontrar una vacu-
na para la pandemia de la codicia y de la avaricia. Oenc, oenc…
—¿Para qué destruir la naturaleza con tantos venenos y a gran escala? Si podrían pro-
ducir sus alimentos de forma más equilibrada.
—¿No se dan cuenta que prohibiendo el glifosato se termina la pandemia del pedoflato?
—Lo único que saben por el momento, es que atrás de cada negociado pueden tener los
bolsillos llenos y el corazón contento.
—Ya lo decía mi abuela: la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer. (p. 38)
El segundo cuento es “La historia de la gallina Catalina y los huevos de oro” (Cres-
pi, 2021b), en el que una gallina visita un establo y conoce la historia de unos herma-
nitos que tienen un pequeño emprendimiento. La madre de los niños está enferma;
la gallina conmovida le pide a un hada que le dé un huevo de oro, pues así ella podrá
ayudar a los hermanitos. La gallina les da el huevo a los hermanos y ellos se ponen U
105
muy felices ya que pueden comprar los medicamentos de su madre.
Además, invierten en el gallinero y generan un negocio más rentable. Pero no se
detienen allí; invierten más y más dinero y generan unas industrias avícolas donde
todos los animales están hacinados, comiendo alimento balanceado y dependientes
de antibióticos. Los hermanitos expulsan de la granja al resto de los animales por-
que ya no son rentables, incluida la gallina, quien se arrepiente de haberles dado un
huevo de oro. Como podemos ver, esta historia representa el modelo de producción
de alimentos avícolas: las gallinas en grandes centros de producción, con una dieta
balanceada, sin poder ver la luz ni una vez en sus vidas. Además, esta carne y estos
huevos están totalmente alterados por la utilización de medicamentos. La imagen
de la gallina recorriendo el campo o comiendo insectos parece una utopía.
El tercer cuento, “Las aventuras de Mocosín” (Crespi, 2021c), resulta muy intere-
sante ya que incorpora temáticas fundamentales para los niños; sin embargo, el con-
flicto está vinculado con los cambios de vida que trajo la pandemia. El relato muestra
la vida cotidiana de un niño y su padre. El personaje, Mocosín, descubre que tiene
superpoderes y que “cada vez que se saca un moco […] se le ocurren ideas súper
poderosas” (p. 71). A través de esas ideas, que aparecen como revelaciones, sabemos
que: el mundo está lleno de basura y es necesario compostar nuestros residuos orgá-
nicos; “contra el coronavirus debemos alimentarnos saludablemente, jugar cotidia-
namente, expresarnos libremente y hacer ejercicio diariamente” (p. 72); “debemos
cuidar a la Naturaleza porque somos parte de ella. Y si la tierra está sana, todas las
personas estarán sanas”; “debemos proteger y conservar los territorios naturales,
para que no salten los virus de los animales” (p. 73); “si algo tiene veneno, no es un
alimento […] Si fue hecho con veneno, nunca puede ser un alimento, porque un ali-
mento saludable nutre la tierra, al cuerpo y al espíritu” (p. 75); etcétera. Como se está
en plena cuarentena por coronavirus, se comentan aspectos de la vida cotidiana:
Mocosín tiene que hacer la tarea que “la Seño del Terror” le ha enviado por WhatsA-
pp; juega con su padre y reflexiona acerca de la alimentación; su padre le comenta
de la ley de etiquetado y de la publicidad engañosa de los productos empaquetados;
también hablan del cambio climático.
res, compite con estos en su búsqueda de comida, nada famélico, huye de derrames
de petróleo, etcétera. Esta travesía nos invita a una profunda reflexión: más allá de
las causas naturales y los depredadores, la reproducción de la vida de esta especie
se encuentra comprometida por nuestra acción en el mar. “Pepino piensa —Todos
estos sobresaltos provocados por la presencia humana no pueden ser habituales.
¡Algo tiene que cambiar!” (p. 32). Y, entonces, como un pequeño científico, formula
un problema: “¿Cómo podrían convivir pingüinos y humanos en armonía?”; y una
solución: “Hay que crear zonas marinas, para dividir el área permitida para las ac-
tividades humanas, por un lado, y las de los pingüinos por el otro. Que comprenda
tanto las áreas de descanso y reproducción en tierra, como las migratorias en el mar.
Después de todo, son temporadas y rutas bien marcadas” (p. 34).
En el comienzo del cuento vemos participar a Pepino en un debate acerca de
si los pingüinos tienen o no cuello. Esta incógnita acerca de sí mismos también le
permite conocer el mundo. Entonces, en su primer encuentro con seres humanos,
decide nombrarlos como los “sí-cuello”. Atento a los comportamientos de estas cria-
turas, deduce varias cosas; entre ellas, que en esa especie “los jóvenes saben más que
los adultos” (p. 16). Ese maravilloso encuentro nos prepara para las reflexiones que
el protagonista irá haciendo durante toda su travesía. Parte de ellas nos son adelan-
tadas en las palabras de un sabio pingüino que, en forma de leyenda, transmite los
saberes de los ancestros y de los más ancianos. Esas palabras ayudarán a la pequeña
ave en un momento clave de su itinerario, pues mostrarán no solo la importancia del U
vínculo intergeneracional, sino también lo necesarias que son las propias experien- 107
cias para un aprendizaje significativo. En otro momento, el aprendizaje entendido
como memoria ecológica y justicia ambiental provoca una profunda admiración ha-
cia otro anciano que tiene el gesto de recoger las palabras del joven pingüino. Con un
“¡Gracias, aún me resta mucho que aprender!” (p. 30), Pepino nos muestra su amor
a la sabiduría.
El cuento también repara en cómo las infancias nombran al mundo y de este
modo acerca el protagonista al pequeño lector que lo está conociendo. Ya dijimos
que la distinción entre los no-cuello y los sí-cuello reúne a las especies; sin embar-
go, antes de que esto ocurra, Pepino termina atrapado en un objeto que le permite
reconocer parte de su cuerpo y, por lo tanto, su condición de sí-cuello. A ese objeto
lo nombra como “arruina-piruetas”. Es esa experiencia, con ese significante que pre-
cede al entendimiento de lo que es una red de pescadores, la que le permite concluir
que “efectivamente los pingüinos tienen cuello” (p. 14). Y es que son los largos meses
de nado los momentos ideales para pensar y responder a sus preguntas.
Más allá de la evidente relevancia de la temática, la forma en que la autora la
aborda hace que las potencialidades del libro se amplíen. Los términos de la trama
conflictiva en la que se ve envuelto el personaje principal son planteados desde su
humilde singularidad, para luego ser generalizados en términos de saberes que se
transmiten de unos a otros. La pequeña ave tiene un papel verdaderamente activo
en su experiencia epistemológica: participa de la convención en la que los pingüinos
debaten temas de preocupación, escucha las diferentes argumentaciones a favor y
en contra, sus deseos y objetivos forman parte de su imaginación, nombra las cosas,
deduce a partir de indicios y de conocimientos previos, piensa en términos de prue-
8. Conflictos en torno al cambio climático: se derriten los polos, hay sequías y emer-
gencia hídrica
“Se derrite mi casa” forma parte de Un cuento para cada día sobre ecología (Ma-
ñeru, 2019m). En la mitad de Groenlandia vive un oso polar. El conflicto se presenta
cuando una gotita de agua cae sobre su frente y se da cuenta de que el iglú donde vive
tiene una gotera. Por la televisión se entera de que el Polo Norte se derrite. De esta
manera, el cuento introduce dos conceptos: el calentamiento global y los gases de
efecto invernadero. Mientras el oso tiembla preocupado por su futuro, muchas per-
sonas cambian sus conductas, “de manera que el oso aún vive feliz en su iglú” (p. 47).
Casi todos los cuentos de Martín Crespi tratan la temática del cambio climático.
Ahora bien, mientras en algunos es secundaria, en dos de ellos forma parte del con-
flicto central. En El agua. Una historia de terror (2018), el mundo se quedó sin agua
y los monstruos más temibles del planeta se reunieron para tratar el asunto. Vemos
miles de árboles talados (destrucción del planeta), imágenes de diarios que acompa-
ñan noticias sobre desastres ambientales relacionados con sequías, industrias que
contaminan, animales muertos, etcétera. Esto muestra en el cuento que, más allá de
la ficción, son acontecimientos que están sucediendo y se seguirán profundizando.
La imagen del diario con el titular le da veracidad a la problemática. Esta aparece
representada en un pizarrón que utilizan los monstruos mientras están hablando.
Pero ocurre algo inesperado: comienza a llover sin agua. El conflicto se agrava. “Des-
esperados y deshidratados, sedientos y angustiados, de a poco, muy de a poco, em-
pezaron a recordar los viejos tiempos cuando el agua abundaba y estaba disponible
por todas partes” (s. p.). El cuento transmite una gran angustia porque describe uno
a uno los sentimientos por los que atraviesan los personajes en una situación que
parece no tener solución. Finalmente, llueve e “inmensas gotas cristalinas comen-
zaron a estallar por todas partes y por todos lados. Estallaban en los techos de las
ciudades, estallaban en la inmensidad de los campos, y por supuesto, estallaban len-
tamente en todas las conciencias” (s. p.).
Al día siguiente, la niña visita a sus abuelos. Observa que su abuela prepara com-
post y su abuelo repara objetos para que sean reutilizados o fabrica otros nuevos,
y ella hace preguntas al respecto. Al volver a su casa le pregunta a su hermano por
unos tachos y este le explica que son contenedores para separar la basura: “Ahí van
los papeles, ahí el vidrio, ahí los plásticos” (p. 20). La pequeña vuelve a preguntar:
“¿para qué se separan?”, y él contesta que “para reciclarlos y hacer cosas nuevas” (p.
21). En la ilustración se muestra el proceso de reciclado.
El último día, la niña acompaña a su mamá al supermercado. Esta le enseña que
“si la gente usara changuitos o bolsas de tela, habría menos bolsitas de plástico” (p.
23). También le pregunta por la limpieza de la ciudad. Su madre le responde que
“mucha gente” colabora con ello. Luego vemos a su hermano, amigos y otros actores
que contribuyen con la limpieza de la plaza y las calles. Cuando la madre está co-
cinando, la niña observa que ella imita a la abuela al tirar las sobras orgánicas a un
tachito. Finalmente, decora un cuaderno con papelitos de caramelos que compró en
la plaza y comió mientras le hacía preguntas a su madre.
La problemática que se logra expresar en este cuento está relacionada con la ba-
sura en la ciudad y con su destino. Mientras la niña reflexiona respecto a lo que ocu-
rre en la plaza y en las calles, tanto al principio como al final del cuento, la tensión
parece ser entre suciedad y limpieza. Las reflexiones en torno a qué se hace con la
basura introducen un aprendizaje de las prácticas de reutilización, reciclaje y re-
ducción de aquello que consideramos desechable. Cuando la pequeña imagina los U
113
diferentes destinos, aparecen otros espacios como contenedores-contaminantes y
sobre todo la afectación de las víctimas de dicho tratamiento. Las acciones para la
resolución del conflicto son individuales y colectivas; además, son transmitidas de
adultos o pares mayores a otros adultos y niños, y aparecen el cuestionamiento y la
imitación como parte del aprendizaje y transformación de la realidad. Las experien-
cias que la niña relata son cotidianas en una ciudad: se juega en la plaza, se camina
por la calle, se compra en el supermercado, se cocina, etcétera. Y, como esto se hace
con un lenguaje muy simple, facilita que se sientan identificados aquellos lectores de
zonas urbanas o periurbanas.
en las que el conflicto mismo gira en torno a dicha conciencia, ya sea desde un punto
de vista educativo, lúdico, literario o existencial. Veamos lo que encontramos.
En cada vuelta de página de Ecología hasta en la sopa (2019), de Mariela Kogan e
Ileana Loterstain, con ilustraciones de Pablo Picyk, están articulados texto literario,
texto científico-académico e ilustraciones. Mariela es doctora en biología y les ense-
ña a sus pequeñas sobrinas hábitos sostenibles. A partir de preguntas y respuestas,
que se desarrollan durante toda una tarde, se abordan múltiples temáticas: natura-
leza, ecología, contaminación sonora, contaminación visual, pulmones verdes (pla-
zas), función de los árboles, biodiversidad, especies invasoras, agroecología, frutas y
verduras estacionarias, consumo responsable, plásticos y ambiente, contaminación
atmosférica, esmog, emisiones, gases de efecto invernadero, cambio climático, se-
quía, ahorro de electricidad, fuentes de energía, combustibles fósiles, centrales hi-
droeléctricas, consumo eficiente de energía, basura orgánica/inorgánica, reciclaje,
consumo responsable del agua, agua como derecho humano, ciclos del agua, organi-
zaciones no gubernamentales y aumento poblacional.
A medida que avanza el reloj se van presentando nuevos desafíos e indagaciones a
las niñas, y, a través de ellas, a los pequeños lectores. Por ejemplo, a las 14:00 h, la tía
las invita a encontrar cosas que no tengan que ver con la naturaleza. Las niñas seña-
lan una computadora, un televisor y sus zapatillas. Entonces, Mariela pregunta “¿de
qué están hechas todas las cosas?” (p. 6). Las respuestas siempre se realizan desde
U un discurso científico-académico que, en algunos casos, vuelve a problematizar con
114
ejemplos: “¿cuánta naturaleza se esconde en un juguete?” (p. 7). De esta manera, se
van introduciendo conceptos específicos y una perspectiva de pensamiento parti-
cular. A la hora de la cena, cuando recuerdan el día transcurrido, Mariela levanta su
vaso y dice: “¡Brindo por nuestro hermoso planeta!”; Sofía agrega: “¡Y porque po-
damos seguir aprendiendo a comprenderlo y cuidarlo!”; y Violeta concluye: “¡Hay
ecología hasta en la sopa!” (p. 46).
Como señalamos anteriormente, los ocho libros de Martín Crespi, ilustrados por
Ana Pascale y Diana Chereau, ofrecen múltiples mensajes, actividades e invitaciones
a experiencias —glosarios con comentarios, trabalenguas, crucigramas, sopas de le-
tras, preguntas, dibujos para colorear, laberintos, marcar con una cruz, ejercicios de
búsqueda de diferencias entre dos ilustraciones, unir con flechas, adivinanzas, men-
sajes espejados, recetas, hojas blancas para anotar, mensajes para recortar y pegar,
actividades de búsqueda de palabras esdrújulas, instrucciones para mirar las estre-
llas, RA, etcétera—, lo cual los vuelve un recurso lúdico y pedagógico importantísimo.
El ambiente en tus manos. Antología literaria infanto juvenil es el resultado de un
concurso literario infanto-juvenil organizado por la Red de Comunicación, Divul-
gación y Educación Ambiental del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
(INTA) en 2020. La invitación a “reflexionar sobre lo que está sucediendo con nues-
tro ambiente” (Medero y Celdrán, 2020, p. 3) tuvo una amplia repercusión, ya que se
presentaron 1.260 cuentos, historias y relatos. Los trabajos seleccionados que con-
forman el libro están reagrupados según las edades de los pequeños autores. Infan-
cias y jóvenes de entre seis y diecisiete años reflexionan desde distintos puntos de
Argentina en veintiún cuentos.
Por supuesto que a la hora de tomarlos en conjunto para realizar una reseña hay
que considerar la gran diversidad entre los textos. Podemos decir que niños, niñas,
animales y árboles se destacan entre los personajes. En un solo caso, “Mi amigo el
hornero” (Asgard, 2020), el conflicto está relacionado con las inclemencias del tiem-
po; en el resto, es la acción humana la responsable de ello. Los conflictos elegidos
son la caza y la compra y venta de animales, los incendios forestales, la tala de árbo-
les, la urbanización sin árboles, la destrucción de la fauna y flora marina, la contami-
nación del mar y las playas, el uso de insecticidas, la minería, etcétera.
En todos los cuentos, las resoluciones aparecen “en manos” de personas, anima-
les y reservas ecológicas. Solo en “El hornero Lólo” (La Leona, 2020) se presenta tam-
bién la contingencia del lado del “ambiente”. En la mayoría de los casos, quienes lle-
van adelante las iniciativas ya cuentan con los recursos para hacerlo, pero hay otros
relatos donde median decisiones, investigaciones, pequeñas acciones o grandes ha-
zañas. Entre los más creativos y astutos están “Mariela la lombriz ingeniosa” (Lulú,
2020) y “Fiesta en La Puna” (Goku, 2020). En estos cuentos vemos elaboración estra-
tégica, lo cual implica cierto análisis de la realidad y cálculo en la acción de los otros,
ya sea teatralizando el resultado fatídico o negociando con el cazador. En ambos, las
resoluciones se apoyan en acciones que son colectivas y eso les da un condimento
político muy importante.
Respecto a este último punto, notamos ciertas diferencias entre los grupos eta-
rios, que podrían investigarse en profundidad: mientras que los más pequeños, de U
115
seis a once años, plantean resoluciones que son colectivas, los autores de entre doce
y catorce años eligen las acciones individuales, y la ayuda de especialistas o personas
que demuestran tener un saber. Entre las salidas que terminan siendo individuales
está “Mi querido árbol” (Katy, 2020), donde el conflicto se duplica para la protago-
nista porque no hay otra opción y nadie apoya; “El mensaje de la calandria” (Lojan,
2020), en el que un pedido —“¡No olvidar!” (p. 25)— determina el futuro del prota-
gonista, que se convierte en director de un parque nacional; o “Amiga de la selva”
(Martu, 2020), donde una dramática experiencia hace que la protagonista decida “un
cambio de vida por un bien mayor: el cuidado de los animales y su hábitat natural”
(p. 31). Ya sea convirtiéndose en cuidadores o buscando su ayuda, las resoluciones
son cada vez más mediatizadas por el saber y su institucionalidad. En “Caza ilegal”
(La Plaga, 2020) aparecen guardaparques y en “Reino arbolado” (Tina, 2020) un jo-
ven demuestra mayor experticia que los sabios.
Los más grandes, autores entre quince y diecisiete años, parecen haber perdido
esa confianza: en “Tiempo fuera” (Mateo, 2020), el desastre ya llegó y la distopía ya
la “tenemos delante de nuestros ojos”, pues “la soberbia y el egoísmo se volvieron
dos grandes monstruos que destruyeron todo a su paso” (p. 32); en “Una biografía
en extinción” (Fiore, 2020), la resolución futura queda planteada en términos mo-
rales para los humanos; y en “Cuidando mi tierra” (EHO, 2020) aparece la violencia
de manera más explícita. Sin embargo, en estos dos últimos cuentos pervive cierta
esperanza en elementos, ciclos y fuerzas de la naturaleza: la sabiduría de la natura-
leza o la protección brindada por la Pachamama, indudablemente, forman parte de
cualquier tipo de resolución.
En términos generales podemos ver que cada grupo etario deposita la confianza
en diferentes actores: los más pequeños evocan la acción colectiva que personas,
animales y plantas pueden lograr; los de edad media se centran en la individuali-
dad humana y su grado de especialización; y los más grandes encuentran la fuerza
necesaria en aquello que trasciende lo humano —el sol, la luna, el viento, las nubes,
etcétera—. Entonces, en este libro, las relaciones con el ambiente son pensadas des-
de diferentes vínculos. A diferencia de otros libros en que los autores son adultos, en
El ambiente en tus manos podemos apreciar la perspectiva infantil de estos vínculos
que son objeto de reflexión:
• Las referencias territoriales abundan. Se nombran lugares y se los concibe
como “habitables” o “paisajes”, pero también se manejan diferentes escalas que son
muy interesantes. Los personajes viven en islas, pastizales, montes, sierras, playas;
en el fondo del mar y en las alturas del cielo; en una huerta, en un árbol, etcétera.
Aquellos que cuentan historias remiten a un territorio más amplio y al desplaza-
miento forzado de animales, como los hurones que escapan de Chile (Chula, 2020) o
el aguará guazú que llega a sitios inexplorados (Fiore, 2020). Cuando los espacios son
recorridos, las descripciones forman parte del planteo conflictivo; entonces, apare-
cen con basura, incendiados, intensamente labrados, con pozos.
• Aunque aparece tácita, es la presencia humana la que destruye, arrasa, daña,
caza, compra y vende animales, fabrica tapados de piel, prende fuego, lastima, usa
U insecticida y tira basura. En pocos casos se le atribuye más o menos conciencia, y en
116
la mayoría de los casos se supone que actúa a sabiendas de las consecuencias. Ahora
bien, los personajes que son humanos presentan otros rasgos, sienten y hacen otras
cosas: tienen miedo, ponen nombres, dialogan, ayudan, se apenan, rescatan, acari-
cian, calman, liberan, cuidan, no lastiman, etcétera.
• Los animales aparecen indefensos, atrapados, huyendo, quemados, débiles,
asfixiados, muertos, enfermos, recuperados, pero también con muchas cualidades
que son fundamentalmente humanas. Sabemos que tanto animales como plantas
son objeto de la proyección de aspectos más o menos integrados a la personalidad en
formación de los niños; de ahí la importancia de que aparezcan en sus producciones.
En estas tramas los animales están solos o en grupos; se ríen y están felices, o lloran
y se encuentran tristes; recuerdan, extrañan, añoran, esperan ansiosos; se asustan
y están confundidos; desean saber, conocer, se maravillan y cuentan su vida; se pre-
ocupan, aconsejan, ayudan, prometen, agradecen; desean y sienten pertenencia a
un lugar. Aunque se da en un solo cuento, también un “viejo” árbol aparece triste y
cuenta su historia (Alben, 2020).
Vemos que, en todos los cuentos, los conflictos se dan entre humanos y territo-
rios-animales-plantas. Ahora bien, hay relatos en los que el protagonista muestra
una transformación, una verdadera experiencia que le hace comprender las cosas
de manera distinta —por ejemplo, emprende un viaje; siente curiosidad, extrañe-
za y emoción; entabla una amistad, etcétera— y tomar decisiones —por ejemplo,
limpiar las playas o cuidar algo para siempre—. Esa conciencia ambiental alojada
en narradores o en personajes a veces se ve reflejada en mensajes que se dirigen al
lector: “el resto depende de nosotros” (Torito, 2020, p. 13); “¡cuidemos nuestros ár-
boles nativos!” (Alben, 2020, p. 15); “entendí que no hay animales malos y que todos
los seres vivos podemos convivir si respetamos y cuidamos los hábitats de los otros
seres vivos” (Guazú, 2020, p. 17); “¡Playas limpias!” (Isidro, 2020, p. 19); “desde enton-
ces, los habitantes del lugar tenían como prioridad cuidar los árboles y a todas las
especies, fomentando la preservación del medio ambiente” (Lulú, 2020, p. 18); “Y así
fue como la reunión terminó, pero el trabajo continúa… ¿Nos ayudás?” (Horts Man
et al., 2020, p. 35).
En definitiva, con el concurso y con el libro editado, las voces se amplifican y,
de esta manera, los sujetos intervienen en la realidad. La cotidianeidad de las ex-
periencias que se relatan y el lenguaje que utilizan facilitan la identificación de los
pequeños lectores.
En Mundo Zombie y otros cuentos, de Martín Crespi y Diana Chereau (2021), en-
contramos dos cuentos que problematizan la toma de conciencia de jóvenes y aliení-
genas a partir de significativas experiencias en su vida. En “Mundo Zombie” (2021f ),
todas las personas se encuentran atrapadas por las pantallas de los dispositivos elec-
trónicos, celulares, computadoras, televisores, tabletas y juegos de video. Están hip-
notizados y se ha creado una enorme dependencia. Abuelos, abuelas, madres, pa-
dres, niños y niñas, el planeta entero se transformó en un mundo zombi. Entonces,
ya nadie disfruta “de las mañanas, del aroma de las flores o del canto de los pájaros”
(p. 9). En este contexto, dos jóvenes comienzan a chatear y empiezan a comprender
el mundo virtual zombi en el que están sumergidos y a cambiar sus formas de rela- U
117
cionarse con la vida. Pero la trama da un giro más cuando aparece una pandemia que
cambia al mundo para siempre. “La humanidad empezó a tomar conciencia sobre
la fragilidad de la vida y sobre el deterioro ambiental que estaba provocando” (p. 13).
Entonces, los diarios se esfuerzan por recomendar una vida sana con actividad físi-
ca, afectos, encuentros; los noticieros dejan de contar los muertos e indagan en los
orígenes de la pandemia; aparecen huertas en los hogares, con frutales; se informa
sobre cómo proteger el ambiente, etcétera. La humanidad comienza a conectarse
con su esencia y se percibe el entorno de la vida real y no se está tan pendiente de la
virtual. A pesar de todos estos cambios, se siguen quemando las selvas, los bosques
y el monte, y se continúa fumigando con agrotóxicos. Así es que los jóvenes sueñan
con que todas las personas, todos los zombis, se contagien del interés por cuidar el
medioambiente y así se revierta la crisis ambiental y se desvanezca la pandemia.
En “Los alienígenas alienados” (Crespi, 2021d), un grupo de extraterrestres rea-
liza turismo planetario y va arrasando y acabando con los recursos de los planetas
que visitan. Llegan al planeta Tierra y se sorprenden de los hermosos sistemas vivos
que tenemos aquí. Escuchan los medios de comunicación y se enteran de cómo los
humanos estamos destruyendo el planeta, con desmontes, pesca, sistemas de pro-
ducción de alimentos, incendios, etcétera. Y, entonces, en ese preciso momento, se
dan cuenta de que ellos están haciendo lo mismo en la galaxia y valoran su planeta
y sus lunas.
Una niña llamada Rocío Vera narra una experiencia profundamente transforma-
dora en Guardaespaldas de rinoceronte (2021) de Liza Porcelli Piussi y la ilustradora
Paz Tamburrini. El libro es el informe que ella escribe como testimonio de su con-
y de los adultos. El cuento nos muestra que toda relación con el saber es modifica-
ble, pero introduce algo verdaderamente novedoso. Múltiples disciplinas abordan
la infancia estableciendo, en términos de procesos y complejos, lo que sería un de-
sarrollo normal. Las temáticas alrededor de las cuales se libran los conflictos son
siempre las mismas: el nacimiento de un hermano o hermana, el descubrimiento de
las diferencias sexuales, las pérdidas tempranas, el aprendizaje, las relaciones con
los pares, etcétera. La autora equipara la temática ambiental con las experiencias
que pensamos como estructurantes a nivel subjetivo, y muestra las potencialidades
que esta tiene para pensar de otras maneras las relaciones que nos implican. Los
deseos aparecen comprometidos más allá de la trama edípica y es verdaderamente
emocionante lo que ocurre: accedemos a los movimientos internos que tienen los
jóvenes que deciden ser activistas climáticos desde muy pequeños.
Pensamos que, más allá de estar entre las ofertas de literatura infantil, Guardaes-
paldas de rinoceronte es una lectura para personas de cualquier edad. Una de las
potencialidades transformadoras que tiene es el recurso de otorgarle al lector una
localización epistémica distinta desde el comienzo, para que luego se reencuentre
con la propia al final del libro.
Conclusiones
La crítica a los libros que pretenden aleccionar con moralejas, dar consejos y es- U
tablecer determinados modelos a seguir lleva más de cuarenta años en el campo de 119
la literatura argentina (García, 2020). María Elena Walsh, Susana Itzcovich, Laura
Devetach, María Adelia Díaz Rönner, Graciela Montes, Gustavo Bombini, Graciela
Cabal, entre otros, establecen cambios en los modos y en la concepción política de
hacer ficción. El ingreso de elementos políticos en la narrativa se da justamente por
concebir al niño como un sujeto lector activo, con derechos, que decide y actúa (Gar-
cía, 2020). Entonces, al mismo tiempo que se invita a los niños al uso estético del len-
guaje, se da a conocer una mirada sobre el mundo que, por supuesto, no es ingenua,
despolitizada o ahistórica. Sumado a esto, somos espectadores del surgimiento de
nuevas militancias juveniles, de personas que a temprana edad comienzan a transi-
tar las sendas del ambientalismo, es decir, que la incorporación de estas temáticas
por parte de los autores y autoras refuerza la efervescencia del tema ambiental de
nuestro contexto.
María Teresa Andruetto (2009) nos hace reflexionar acerca de la relación entre la
literatura y la llamada “literatura para niños” y argumenta a favor de “una literatura
sin adjetivos”. En la categorización de la literatura por su definición de destinatarios,
temáticas o géneros, advierte ciertos peligros y exige una mirada alerta. Dice: “es jus-
tamente allí donde más fácilmente anidan razones morales, políticas y de mercado”
(p. 1). Aunque su crítica es más explícita respecto a cómo la lógica de rentabilidad
condiciona a escritores y lectores, señala algunos aspectos que se pueden extender
a lo político.
Andruetto (2009) define el relato de ficción como el sitio a donde vamos para saber
acerca de nosotros mismos, para comprender nuestras contradicciones, miserias y
grandezas. Como son un artificio, esto es, construcciones de mundos, instalación
cada una de las posturas, y anhelando, al igual que algunos personajes, una futura
reconciliación. La incorporación de la temática intercultural también es empleada
por Martín Crespi y su ilustradora Diana Chereau, en Caperucita. Un cuento clásico
para tiempos modernos (2019) y en El fracking. Una historia esdrújula contada por el
conde Drácula (2020) que está traducido al mupudungun. El mismo autor, junto con
la ilustradora Ana Pascale, hace lo mismo en La asombrosa historia de la mega-mine-
ría y las mini-regalías (2015a), que está traducida al quechua, y La fabulosa historia
de la sojita traviesa (2015b), que está en guaraní.
Con respecto a la crisis ecológica, es importante abordar siempre problemáticas
locales; por eso pensamos que algunas producciones están más logradas que otras,
en términos de educación ambiental. El cambio climático impacta e impactará en
todo el mundo; por lo tanto, siempre tendremos múltiples ejemplos: un niño que
está en Buenos Aires y lee el cuento sobre cómo el calentamiento global está afec-
tando a los osos polares, y esta situación importa, pero está totalmente alejada de su
realidad. En cambio, si lee un cuento sobre la depredación del mar argentino o sobre
la contaminación en el río de la Plata, tendrá mayor sentido para él. En un contexto
de crisis sistémica, donde los niños de hoy serán los actores climáticos del mañana,
las lecturas ambientales geolocalizadas tienen relevancia, ya que lo harán parte del
problema y lo incentivarán a actuar.
Como podemos ver, la literatura actual participa del campo de interlocución don-
U de se vivencian y discuten los conflictos socioambientales, de manera que aporta un
124
recurso sumamente interesante para su abordaje en la infancia. Si repasamos los
principios de la educación ambiental que han logrado plasmarse en ley, vamos a ver
que este pequeño corpus puede colaborar en el trabajo de estos.
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