Unidad 3. Cultura Del Diseño.consumo de Diseño
Unidad 3. Cultura Del Diseño.consumo de Diseño
Unidad 3. Cultura Del Diseño.consumo de Diseño
• Esto nos obliga a atender de modo específico al salto cualitativo que ha tenido lugar en la
cultura del consumo, entendida como una gran variedad de experiencias nuevas,
nuevos modos de nombrar y representarnos el universo del consumo y nuevas formas de
entendernos a nosotros mismos.
• Quizás lo novedoso consista en que el consumo se ha convertido en un hecho global en el
que están implicadas prácticas sociales, identificaciones y ensoñaciones y que, por tanto,
abarca la totalidad de nuestra vida, un hecho global que se apodera de nuestros espacios y
tiempos, redefiniendo nuestras identidades.
• El teórico de los medios de comunicación, Norbert Bolz, distingue en su obra El manifiesto
consumista tres estadios en la cultura del consumo:
• En el primero el cliente busca el producto y lo que cuenta es la necesidad y
su satisfacción.
• En el segundo el producto busca al cliente, domina pues la sobreabundancia y el
estímulo del deseo.
• En el tercero el consumidor mismo se convierte en producto y lo que importa es el
sentido y la identidad.
La cultura del consumo: una realidad en transformación
• Cuando todavía un número importante de familias carecía de lavadora, frigorífico o
televisor, cada producto de la emergente industria de bienes de consumo servía para
satisfacer determinadas necesidades de modo directo.
• La publicidad se centraba en influir sobre las preferencias del consumidor.
• Con el rápido crecimiento de la industria de bienes de consumo y la distribución masiva
de mercancías baratas, esta sencilla relación entre necesidades y bienes de consumo
pronto tocaría techo, por más que en muchos hogares se haya llegado a contar con más
de un coche por familia, varías cadenas de música o un televisor en cada sala de la casa,
por nombrar algunos de los bienes de consumo más solicitados en esa etapa.
• En el momento en que para la mayoría de la población en las sociedades
capitalistas desarrolladas las necesidades fundamentales estaban cubiertas, el mercado
empezó a convertirse en un lugar de seducción.
• Los consumidores no sólo debían ser abastecidos con bienes necesarios, sino seducidos
para comprar productos prescindibles y superfluos por medio de la publicidad que les
presentaba sus “verdaderos” deseos.
• De esta manera ha sido posible convertir productos superfluos en objetos imprescindibles
de la vida cotidiana.
La cultura del consumo: una realidad en transformación
• Sin embargo, en estos dos estadios del consumo todavía tenemos que ver de
modo fundamental con bienes y servicios en sentido estricto, aunque estén dotados de
un halo mágico o simbólico.
• El mundo del consumo correspondiente al tercer estadio, que sería el que caracteriza
al hipercapitalismo actual, va más allá de un modo muy significativo.
• El mismo consumo se convierte en una vivencia especial que transforma radicalmente
la persona del consumidor.
• Los mercados más desarrollados son aquellos que nos ayudan a ubicarnos en el
mundo a través de historias preelaboradas y vinculadas por la publicidad a las marcas.
• Sus mensajes se orientan más a las personas que los han de recibir que a los
productos que anuncian; cuentan historias que, con ayuda de ofertas de identificación
continuamente actualizadas, les permiten a los consumidores “narrarse” de nuevo a sí
mismos.
La cultura del consumo: una realidad en transformación
• Las empresas saben que su éxito depende de su capacidad para crear una “corporate
religión”, resultado de la unión de una visión empresarial con una religión de marca,
unión que da cobijo al cliente y busca fidelizarlo de modo continuado.
• Esto ocurre sobre todo a través de los valores inmateriales y emocionales de las
marcas y no tanto por medio de las características materiales de las mercancías.
• La cultura del consumo ha ido evolucionando de manera acorde con las
transformaciones que sufría el sistema económico y actualmente sigue
evolucionando y encontrándose con nuevas barreras provocadas por nuevas
situaciones y las secuelas de una crisis económica que llevamos arrastrando por una
realidad consumista ficticia e innecesaria y todo lo que se ha ido construyendo
alrededor de ello.
TRANSFORMACIONES DE LA CULTURA DEL CONSUMO
• Y como sabemos dicha lógica exige una gestión racionalizada y rentable que
somete a control a los consumidores e intenta programar bajo la máxima
previsibilidad las ventas.
• Su función no es sólo facilitar la compra de mercancías, sino estimular, cuando no
forzar al consumo.
• En ellas se brinda a los consumidores una nueva posibilidad de encanto en una
sociedad desencantada como la moderna.
• A pesar de todo, este nuevo encantamiento debe servir a los objetivos de aumentar
el beneficio, está pues sostenido a la lógica económica.
• Y como sabemos dicha lógica exige una gestión racionalizada y rentable que
somete a control a los consumidores e intenta programar bajo la máxima
previsibilidad las ventas.
El consumo y sus escenarios. La vida bajo su dictado
• Como cualquier proceso de racionalización económica, también éste tiene su
fundamento en la eficacia, la predecibilidad, la calculabilidad y el control por
medio de la tecnología.
• Esto conduce de forma irremisible a una progresiva pérdida de encanto de los
medios movilizados al servicio del encantamiento, que poco a poco dejan de
seducir y se vuelven aburridos.
• Este desencanto ha de ser combatido con nuevos medios más espectaculares y con
mayor capacidad para crear ilusión.
• Se produce entonces una espiral en la que la simulación y la exhibición fastuosa
sólo superan el desencanto provisionalmente para repetir el gesto a un nuevo nivel
y así sucesivamente.
• La realidad que le sirve de referencia a Ritzer para realizar su análisis de los
nuevos medios de consumo es el universo Disney, que aprovechando el mundo de
los parques temáticos, sin embargo va decisivamente más allá.
El consumo y sus escenarios. La vida bajo su dictado
• Todos los nuevos centros comerciales siguen el modelo Disney.
• Su arquitectura es teatral y comercial al mismo tiempo.
• En ellos el consumo se convierte en una vivencia, en una ocupación de tiempo libre.
• Se diluyen los límites entre el entretenimiento y la compra.
• En su interior se crea un universo en el que los individuos experimentan con el
deseo, con su aplazamiento o cumplimiento, con su estimulación o su acallamiento.
• La elección de las mercancías se confunde con el esparcimiento, el propio acto de
comprar pierde su marcado carácter comercial y se transforma en un acto divertido, en
un acto festivo.
• Hoy los centros comerciales son centros de diversión, lugares en los que se pasa una
buena parte del tiempo libre, y lugares de encuentro, sobre todo para los jóvenes.
El consumo y sus escenarios. vida bajo su dictado
• La convivencia social se traslada de los lugares públicos a un ámbito que es privado,
en el que ya no cabe más libertad que la comercial.
• Los conflictos sociales, las confrontaciones ideológicas, los efectos sociales de
la desigualdad, todo aquello que recuerde al mundo real, las incomodidades, la
suciedad y los desechos humanos del orden social vigente, debe quedar fuera.
• Un cuerpo de empleados de limpieza, de asesoramiento y acompañamiento, de
seguridad se encarga de ello.
• El centro comercial es una zona “pacificada”.
• Se imitan las plazas y los lugares públicos de la ciudad, pero en realidad es un
lugar privado donde nadie puede ir contra las normas que establezcan sus dueños.
• El modelo que siguen estos nuevos medios de consumo es el universo Disney, que
aprovechando el mundo de los parques temáticos, sin embargo va decisivamente
más allá.
El consumo y sus escenarios. vida bajo su dictado
• La clave de este universo de éxito incuestionable es la creación de un escenario
predecible, controlado y autosuficiente, al mismo tiempo que se simula el asalto
permanente de la sorpresa y el prodigio, vinculado a la cuidada escenificación de un
orden moral libre todos los elementos sórdidos que pueblan la vida cotidiana.
• El resultado es claramente identificable y exportable a todo tipo de producciones
televisivas, deportivas, recreativas, etc. que terminan conformado un universo
generador de identificación masiva, en el que intervienen y se coordinan
producción, distribución, publicidad, marketing, ventas, gustos, estilo y moda.
• Las tiendas, los supermercados, los negocios de todo tipo se mezclan sin solución
de continuidad con los restaurantes, los cines, las atracciones para niños, las
discotecas y, en los grandes centros, con hoteles, centros deportivos, centros de
tratamientos de salud y paisajes artificiales más o menos exóticos.
El consumo y sus escenarios
• Los centros comerciales son medios de comunicación, de entretenimiento y de
consumo concebidos de manera refinada como escenarios exuberantes en los que
mantener y desplegar el drama o la comedia, según se vea, del consumo.
• Pero si los productos han de entretenernos, esto es fundamental, no debe
reconocérseles nada que revele su producción real.
• El sudor del esfuerzo, el trabajo nocturno o infantil, los bajos salarios, etc., todo
esto debe desaparecer oculto bajo la apariencia deslumbrante de las mercancías.
• Nada resulta más adecuado para esta finalidad que la fusión entre consumo
y entretenimiento.
• Como ha señalado P. Bruckner, el universo Disney reduce el mundo a tamaño de
un juguete fabuloso y lo despoja de todo carácter turbador o de amenaza.
• Frente a ese mundo idílico, el mundo exterior aparece como impuro, anodino,
sucio y contradictorio.
El consumo y sus escenarios
• No aguanta la comparación de su doble liberado de muerte, enfermedad o maldad.
• De esta manera se entroniza al niño y su versión divertida del universo.
• Esta combinación de máxima evasión con la ausencia de obligaciones se convierte
en el distintivo del nuevo modo de vida.
• Como en el medio televisivo, la mente y los afectos vagan de modo
ininterrumpido por un sinfín de objetos seducidos por su atractivo tan intenso como
fugaz.
• Cualquier nimiedad o detalle atrae, distrae, sirve de soporte a ese vagar sin rumbo,
que se despega tan rápidamente como vuelve a colgarse en el próximo instante de lo
siguiente que reclama y capta nuestra atención.
• Esta forma de relación con lo real es fundamental para el entretenimiento y el
consumo.
• La televisión nos entretiene hasta tal punto que nos distrae de sí misma, de su
contemplación.
El consumo y sus escenarios
• La televisión nos entretiene hasta tal punto que nos distrae de sí misma, de su
contemplación y en el consumo ocurre algo parecido.
• La fusión de consumo y entretenimiento convierte al propio consumo en invisible, en un
acto desapercibido.
• Se consume como distracción, como si no se consumiese.
• Y por eso es tan poderosa la cultura del consumo, por eso resulta tan difícil ganar
distancia frente a ella.
• Se consume porque todo el mundo consume, nuestros amigos y nuestro entorno consume
y nos movemos por los mismos sitios que los demás consumen y forma parte de nuestra
manera de vivir y de utilizar nuestro tiempo de ocio.
• No es de extrañar que existan intentos de cambiar la denominación de “Centro
Comercial” por el de “Lifestyle Center” o “Destination Entertainment Center”.
• Esta tendencia apunta ya en los EEUU hacia una nueva idea de urbanismo, hacia las
“ciudades de fantasía” en las que el turismo, el entretenimiento, el consumo, la residencia
y el trabajo se dan la mano.
El consumo y sus escenarios
• Disney ofrece ya la posibilidad de comprar una forma de vivir conforme al estilo de vida
de los centros comerciales y se llama “Celebration City” y se encuentra en Florida.
• En la página de bienvenida en Internet nos encontramos con el siguiente mensaje:
• “Celebration ha combinado con éxito la educación, la salud, la comunidad, la tecnología y la
arquitectura en una comunidad con un fuerte sentido de identidad propia. Arquitectos de
renombre mundial diseñaron Celebration para que fuera un lugar nuevo y excitante para vivir,
trabajar y jugar”.
• Como puede apreciarse, esta urbanización presta más atención al estilo de vida de sus habitantes
que a las casas que van a habitar.
• No se trata tanto de construir un barrio de ciudad o una urbanización en sentido
convencional, cuanto de glorificar un estilo de vida, de formar una comunidad con un
fuerte sentido de identidad caracterizado por la amabilidad y la limpieza, por las
condiciones de existencia supuestamente idílicas de las pequeñas ciudades del siglo
pasado y los adelantos tecnológicos del presente, por el orden y la adaptación a las
normas dadas y lo presenta como un mundo inmaculado y sano, idealizado.
El consumo y sus escenarios
• Todo lo que tiene que ver con la administración, la seguridad, la organización
simula la existencia de un espacio público, pero en realidad tiene carácter privado.
• Quien compra una casa se compromete a una serie de normas que sirven para
mantener el estilo propio de Celebration, desde la apariencia externa de las
viviendas y su entorno, hasta los aspectos de vida comunitaria (home parties, actos
con fines benéficos, asociacionismo, etc.) que forman parte del contrato de
compra.
• Lo más significativo es que una empresa asuma la invención y el mantenimiento
del espacio público y simule la creación de una ciudad, que en realidad es un
servicio:
• la vida comunitaria convertida en mercancía, en la que todo gira en torno al
universo simbólico del consumo.
• Estamos ante la forma más avanzada de economía del espectáculo.
• La ciudad y la vida social made in Disney, la vida social reducida a marca.
Consumo y subjetivación: Identidades marca
• Como hemos visto, el consumo significa hoy mucho más que la compra de
determinados productos.
• Representa una relación específica con nosotros mismos y con nuestro mundo.
• Se ha convertido en nuestra religión, en lo que funda nuestra identidad y en
nuestra moral.
• Transforma e incluso empieza a sustituir la política, la esfera pública y las
relaciones sociales.
• No sólo combina cultura, publicidad, deseos identitarios y atención personal, también
amenaza con apoderarse de las resistencias contra el sistema global.
• Las empresas apuestan decididamente por estrategias de reencantamiento.
• Las marcas se convierten en el sustituto de los antiguos símbolos religiosos.
• No cabe duda, hoy son una de las fuentes más importantes de la identidad, y la
publicidad se encarga de hacer posible esta relación.
Consumo y subjetivación: Identidades marca
• Günter Henn, el arquitecto de la ciudad construida en Wolfsburg (Alemania) por la
empresa de automóviles Volkswagen, en la que cada modelo de coche posee un
pabellón propio, revelaba en una entrevista: “¿Qué si no ofrece todavía orientación?
¿Qué queda de nuestra religiosidad infantil? (…)
• Las iglesias están muertas, el Estado se retira, las ideologías han perdido su poder. Lo
que queda son las empresas. (…) Ellas serán las donantes de sentido en el futuro”.
• G. Henn presenta las empresas como las nuevas instancias dadoras de sentido a una
población que ha roto sus vínculos con las tradiciones religiosas e ideológicas.
• Pero, ¿cómo pueden hacer esto? Desde luego presentando algo más que cuentas de
resultados.
• No queda otra alternativa que aprovechar la publicidad para conseguir una
sacralización de las marcas que las convierta en signo identificador de una comunidad,
en fundamento de identidad y en referente de las dimensiones inmateriales de la
existencia.
Consumo y subjetivación: Identidades marca
• Las empresas apuestan decididamente por estrategias de reencantamiento.
• Las marcas se convierten en el sustituto de los antiguos símbolos religiosos.
• No cabe duda, hoy son una de las fuentes más importantes de la identidad, y la
publicidad se encarga de hacer posible esta relación.
• Asistimos a un resurgimiento del animismo de las cosas.
• Tras siglos de secularización y crítica de la religión, la publicidad vuelve a dotar a
las cosas de “alma”:
• “Los productos expuestos en los templos comerciales (…) viven, respiran y,
como los espíritus, tienen alma y nombre. La tarea de la publicidad es
conferirles una personalidad a través de la marca, concederles el arte del
lenguaje, transformarlos en personas parlanchinas, aburridas o alegres, que por
lo general difunden felicidad”.
Consumo y subjetivación: Identidades marca
• En torno al acto de consumir se han elevado grandes universos que lo ponen en
relación con la vivencia y la experiencia de trasformación personal.
• Pero no sólo revive el fetichismo de los objetos, la marca funciona como un tótem que
expresa la vinculación de los miembros del clan.
• En torno al acto de consumir se han elevado grandes universos que lo ponen en
relación con la vivencia y la experiencia de transformación personal.
• La escenificación del consumo conduce a lo que los estadounidenses llama “Self-
Fashioning”.
• Este concepto viene a expresar el hecho de que hoy las cuestiones existenciales se
tratan de manera estética.
• La vida es un continuo experimento, el material como el que se trabaja para diseñar y
crear algo artístico.
• En el consumismo la vida se escenifica a sí misma e inventa su identidad.
• En realidad no se trata de llevar a cabo transformaciones reales, sino de degustar la
escenificación de la transformación, de relacionarse con una alteridad ilusoria.
Consumo y subjetivación: Identidades marca
• Si no puedes cambiar realmente, te queda la posibilidad de narrarte de otras maneras,
probar otro make-up de tu identidad.
• En este contexto adquiere su verdadera significación el boom que han experimentado
las operaciones estéticas.
• La cosmética de la existencia se ha convertido en el instrumento más socorrido para
hacer de uno mismo una marca.
• Para comprender a qué nos referimos puede ser de ayuda ponerlo en relación con lo
que ahora se denomina “Yo, S.A.”.
• Esta expresión atiende a la creciente autocomercilización de los individuos en el
mercado de trabajo flexibilizado, desregulado e inestable, es decir, a la necesidad de
tratarse a sí mismos como empresa que comercializa como producto al
mismo individuo.
• Mientras que la venta de la fuerza de trabajo en condiciones de competitividad
extrema impone una administración rigurosa de las propias capacidades, méritos
y títulos, convertir al “yo” en una marca significa llevar a cabo un marketing de sí
mismo, de la propia personalidad como capital.
• La sociedad de consumo no se detiene ante la morfología del cuerpo humano.
• Ésta también puede tratarse como una mercancía.
• Así nos convertimos en objeto de consumo de nosotros mismos.
• Las superestrellas que pueblan el universo del consumo, ellas mismas convertidas
en complemento o símbolo de las marcas, son el modelo a imitar.
• Las adolescentes quieren tener sus mismos ojos, labios, pechos, etc., porque esto
les permitirá ser ellas mismas, la marca que la publicidad ha creado y con la que se
identifican.
• Cuando nos referimos a la identidad de marca no estamos hablando tanto de las
propiedades asociadas a una marca por medio de la publicidad, cuanto a nuestra
propia identidad construida a partir de los productos de consumo.
Consumo y subjetivación: Identidades marca
• En los años posteriores a la crisis de los setenta hemos asistido a un doble
movimiento.
• Por un lado, a lo que se ha dado en denominar outsourcing, que consiste en
externalizar el mayor número posible de tareas que componen el proceso
productivo y abaratar los costos de esas tareas, si es necesario deslocalizándolas.
• Por otro, elevar los gastos en el marketing y la publicidad, que se convierten en
departamentos estrella dentro de la empresa.
• En muchas ocasiones la producción material de la mercancía constituye una parte
muy pequeña del coste final de la misma.
• De este modo el producto se convierte en soporte material, más o menos banal, de
una marca singularizada por su elevado contenido espiritual.
Consumo y subjetivación: Identidades marca
• Quizás se trata de la última consecuencia de una situación en la que los individuos
compiten como si fueran miniempresas.
• Todos necesitan aprovechar económicamente las cualidades de la personalidad y
construir una identidad comercial o, para decirlo de otra manera, aplicar al propio
yo las estrategias que se aplican en relación con las marcas.
• Todos o la mayoría está sometida a la presión del consumo de marcas porque su
entorno consume marcas y se sienten presionado a consumirlas, aunque realmente
no sean necesarias, por ello algunos acuden al mercado negro de falsificaciones de
marcas por esa necesidad de consumirlas y de demostrar que las consume.
• Los consumidores deben sentirse parte de ese clan, experimentar la protección y el
amparo que éste brinda e identificarse con él.
• Como señala M. J. Lucerga en relación con la publicidad dirigida a los jóvenes, su
mensaje es: “yo soy de los tuyos, yo soy como tú, yo soy tú o si quieres ser tú,
debes ser yo”.
Consumo y subjetivación: Identidades marca
• Esto supone entrar en una nueva fase de la publicidad.
• Si hasta este momento se trataba de poner el entorno vital de los individuos al
servicio de la venta de las mercancías, el marketing atrapa ahora a los individuos
mismos.
• El estilo de vida es fruto del autodiseño, de una especie de bricolaje del yo, en el que
intervienen desde las reglas de dietética a los consejos de psicología popular.
• Pero son sobre todo las posibilidades y preferencias de consumo lo que determina
dicho estilo presidido por el eclecticismo y la heterogeneidad.
• Y éstos se proyectan constantemente sobre objetos cambiantes al servicio de la
satisfacción del deseo.
• Características como la flexibilidad, la experimentación, las alianzas cambiantes y
coyunturales, el cambio permanente de escenarios, la obsolescencia programada de
los productos, la innovación, la publicidad y la incentivación constante del consumo,
etc., que definen la fase actual del capitalismo, han terminado estableciendo los
rasgos del nuevo individualismo.
• Si tomamos el ejemplo de las zapatillas o las prendas de deporte de las
grandes marcas, su valor simbólico, que ha de traducirse en última
instancia en valor dinerario, se eleva sobre la explotación de los pobres
del sur globalizado. La “mistificación” invisibiliza las miserables
condiciones de trabajo. La orla mística que las marcas y su publicidad
construyen en torno a simples mercancías oscurece la injusticia que va
pegada a estos productos.
¿Qué es lo que oculta la cultura del consumo?
• Pero la cultura del consumo no deja por ello de tener una cara oculta.
• Se trata de esa realidad que no debe aparecer, sobre la que la mirada socializada en el
espectáculo de las mercancías y la publicidad nunca se detiene:
• la coacción al crecimiento que impone violentamente el sistema económico
capitalista, desatendiendo todo conocimiento y asunción responsable de los
límites, la desigualdad sangrante que deja fuera a la mayoría empobrecida del
planeta, el carácter inconsciente del proceso económico sustraído a la capacidad
de decisión de los sujetos que lo sufren, el vaciamiento de las identidades
convertidas en mero producto del mercado y la publicidad, la domesticación de los
anhelos y búsquedas de trascendencia juramentándola con eslóganes sin soporte
real o con los reflejos fugaces de realidades que no pueden cumplir lo que
prometen.
• El culto de la mercancía oculta que la nueva cultura del consumo en el
hipercapitalismo constituye una explotación sin medida también de los consumidores,
que no se detiene tampoco ante sus dimensiones espirituales.
¿Qué es lo que oculta la cultura del consumo?
• Si la crítica tradicional de la forma de la mercancía podía movilizar el concepto de
fetiche para denunciar los mecanismos de ocultamiento de las relaciones sociales
de producción y las formas de dominación que le son constitutivas en el sistema
capitalista, la nueva cultura del consumo, al instaurar el imperio del simulacro, es
decir, al establecer una imagen más real que lo real en lugar de la realidad, parece
hacer inviable todo intento de desvelamiento, de desocultación de una supuesta
realidad existente más allá del simulacro, sea del lado de los objetos o de los
sujetos que los producen y los intercambian.
• La referencia a la praxis social concreta en la que surgieron desaparece tras un
juego de espejos.
• Las dificultades para romper el hechizo de la identidad como mercancía producida
por el propio sujeto o de la marca que sustituye al objeto real parecen volverse
insalvables.
¿Qué es lo que oculta la cultura del consumo?
• Todo queda sometido a la lógica de la simulación propia del mercado:
• espacios y tiempos, géneros, clases y cuerpos, objetos e individuos.
• El culto de la mercancía oculta que la nueva cultura del consumo en el
hipercapitalismo constituye una explotación sin medida también de los
consumidores, que no se detiene tampoco ante sus dimensiones espirituales.
• El marketing y la publicidad han desplegado una estrategia gigantesca que supone
la utilización total del ser humano.
• Al ídolo hay que sacrificarle todo, también el alma.
• Por eso este culto consumista representa una forma de ampliación extraordinaria
de poder.
¿Qué es lo que oculta la cultura del consumo?
• Si el poder económico es capaz de convertir el ser humano en todas sus dimensiones
en una mercancía, de determinar sus dimensiones sociales, identitarias y, finalmente,
espirituales desde la lógica de la mercancía, se trata de un poder con pretensiones
absolutas, un poder totalitario.
• Si tomamos el ejemplo de las zapatillas o las prendas de deporte de las grandes
marcas, su valor simbólico, que ha de traducirse en última instancia en valor
dinerario, se eleva sobre la explotación de los pobres del sur globalizado.
• La “mistificación” invisibiliza las miserables condiciones de trabajo.
• La orla mística que las marcas y su publicidad construyen en torno a simples
mercancías oscurece la injusticia que va pegada a estos productos.
• La plusvalía espiritual de esos productos de consumo de los países ricos sólo
aumenta todavía más los índices de explotación.
¿Qué es lo que oculta la cultura del consumo?
• Mientras que el capitalismo se enfrenta con decisión a los mercados saturados de
los países ricos y centra sus esfuerzos en el sostenimiento de los índices de
consumo convirtiendo su cultura en referente exclusivo de la vida de los
individuos, se abandona a la indigencia y la muerte a millones de seres humanos.
• Frente a esto es preciso seguir defendiendo que la sobresaturación no es el
problema prioritario, sino la desigual distribución de los bienes.
• La cultura del consumo en el hipercapitalismo actual revela el verdadero carácter
de un sistema volcado sobre el problema de la sobresaturación que acepta como
inevitable la exclusión e incluso la muerte de las mayorías empobrecidas.
La cultura del consumo: el universo reencantado de la mercancía
• El giro neoliberal de las políticas económicas pretendía dar respuesta con sus
archiconocidas fórmulas a la crisis del modelo de regulación fordista-keynesiano:
• en los años 70 después de dos décadas de crecimiento ininterrumpido de la
producción y la productividad tocó techo la capacidad para absorber los
excedentes de producción y sobreacumulación por medio de una demanda
financiada a crédito.
• En dicha crisis confluyeron la construcción de excesos de capacidad y las
debilidades de la demanda y de la acumulación en el sector industrial, así como de
un agotamiento de la acumulación intensiva (acumulación por medio de la
conjunción de una producción en masa basada en el crecimiento de la productividad
y el consumo de masas, que fue acompañada con una profunda transformación de los
estilos de vida de los asalariados en los países desarrollados).
La cultura del consumo: el universo reencantado de la mercancía
• Los intentos de compensar esta tendencia por medio de la exacerbación del consumo
y el aumento artificial de la obsolescencia de los productos, del acortamiento de la
vida media del capital fijo, de propiciar el endeudamiento desproporcionado de los
asalariados, de diversificar el consumo de las capas de población con alto poder
adquisitivo y la expansión del gasto militar, etc., no han conseguido evitar la crisis de
la valorización del capital.
• Lo cual no debe hacer olvidar, sin embargo, que el fracaso de estas estrategias no es
la única fuente de deslegitimación de las mismas.
• Su realización ha supuesto un aumento exacerbado de la explotación de la naturaleza,
de la intensidad de la penetración de la forma mercancía en todos los ámbitos
sociales y humanos y una creciente desproporción entre el funcionamiento de la
economía y las necesidades de reproducción de la vida humana de todos los
individuos.
Consumo y comunicación
• La situación de los últimos años ha cambiado en el largo plazo nuestra sociedad y
específicamente nuestra relación con el consumo. Rara me salió la frase.
• Comunicarse es más importante y relevante que nunca porque se ha
instaurado una nueva cultura de consumo, así como se han ampliado los
canales de comunicación.
• Y esta cultura ha llegado para quedarse un tiempo sociológico (es decir, va para
largo).
• Muchas empresas siguen comunicándose con los parámetros del pasado, sin
recalibrar los criterios de eficacia.
• Se conforman con lograr notoriedad y consideración sin incrementar realmente el
negocio.
• La consideración de compra se ha impuesto como la retórica del consumidor o
como su vacuna hacia la retórica de la marca, que genera bastante descreimiento.
Sociología del consumo cultural
• El consumo es un fenómeno social, cuya importancia radica en su carácter
simbólico y significativo y su instrumentalización para la expresión y construcción
de la identidad.
• Dentro de este apartado de la sociología del consumo se puede diferenciar los
siguientes puntos que de alguna manera voy a desarrollar:
• Consumo como fenómeno social
• Consumo, diferenciación y distinción social.
• Consumo cultural:
• fragmentación, identidad e individualización.
• Consumo cultural, eclecticismo y omnivorismo.
El consumo como fenómeno social
• El consumo es una condición permanente e inamovible de la vida y un aspecto
inalienable de ésta.
• No está atado ni a la época, ni a la historia, en cuanto que se trata de una función
imprescindible para la supervivencia biológica que los seres humanos
compartimos con el resto de los seres vivos.
• Pero el consumo trasciende los límites de la supervivencia física, va más allá de
búsqueda de la supervivencia, superando la concepción de conjunto de
actividades destinadas a lograr satisfacer nuestras necesidades.
• En las sociedades contemporáneas, el consumo ha pasado a constituirse en una
práctica y una actividad cotidiana en la que estamos inmersos durante una gran
parte de las horas del día y de nuestra existencia, se ha convertido en una parte
esencial de nuestra actividad social.
• Indiscutiblemente el consumo deber ser abordado como un fenómeno social y
una forma de relación social, intrínsecamente vinculado con los modos de
producción y reproducción social de la modernidad avanzada.
El consumo como fenómeno social
• Las transformaciones sociales que dieron lugar a la modernidad han sido campo
de estudio y atracción de la sociología, así como los fenómenos asociados a dichas
transformaciones.
• Uno de estos fenómenos, característico de la modernidad, que perdura y se
extiende en complejidad y protagonismo en las sociedades contemporáneas es el
consumo.
• De este modo, ha logrado convertirse en objeto de interés del trabajo sociológico,
tanto por sus orígenes y consecuencias, como por el lugar central que ha ido
adquiriendo en las sociedades modernas y capitalistas occidentales.
• En relación con el estudio del consumo, la sociología ha sido una disciplina que
mostrado como el enfoque tradicional de estudio del consumo, aquel que lo
construía como un fenómeno estrictamente económico, estaba más que desfasado,
por su reduccionismo y por la escasa validez para explicar un fenómeno social de
tal magnitud y complejidad como es el consumo.
¿Cómo nos enfrentamos desde la sociología al fenómeno del consumo?
• Desde la perspectiva bourdiana, los agentes sociales no son simples autómatas que
ejecutan reglas según leyes mecánicas que se les escapan, pero tampoco se
mueven por un cálculo racional en su acción:
• ni marionetas fieles de las estructuras, ni dueños completos de las mismas.
• Bourdieu se interesa por las prácticas, consideradas por él como el producto de la
relación dialéctica entre la acción y la estructura.
• Las prácticas no están objetivamente determinadas, ni son el producto del libre
albedrío, están situadas, influidas por las estructuras, las estructuras objetivas, que
son independientes de la conciencia y la voluntad de los agentes y que son capaces
de regir e imponer las prácticas o sus representaciones.
El dilema estructura-acción/individuo-sociedad en el análisis
del consumo
• En el ámbito del consumo, Bourdieu analiza las relaciones entre los aspectos
objetivos y subjetivos que inciden y se encuentran en el hecho social del consumo,
abordando esta tarea mediante el ensamblaje de tres conceptos clave (campo,
habitus y capital) mediante los cuales elabora una teoría que intenta superar los
dualismos clásicos.
• Al respecto, expone Bourdieu: "La acción no es una respuesta cuya clave
residiera por entero en el estímulo activador, sino que tiene por principio un
sistema de disposiciones, lo que llamo el habitus, que es el producto de toda la
experiencia biográfica (lo que provoca que, como no hay dos historias
individuales idénticas, no haya dos habitus idénticos, aunque existan clases de
experiencias y, por tanto clases de habitus —los habitus de clase—)".
• El habitus incluye las estructuras mentales o cognitivas a través de las cuales las
personas manejan, perciben, comprenden, aprecian y evalúan el mundo social, y
que influyen directamente en sus prácticas y en como las perciben y evalúan.
El dilema estructura-acción/individuo-sociedad en el
análisis del consumo
• El habitus es el resultado del transcurso de la historia colectiva y se adquiere como
resultado de las posiciones sociales que ocupan los individuos y, por tanto, variará
dependiendo de la naturaleza de la posición o posiciones que ocupa en el sistema
social.
• En consecuencia, aquellos que ocupan la misma posición dentro del mundo social
suelen tener habitus similares.
Las prácticas de consumo cultural al servicio de la
identidad de clase y de estatus
• La cultura es "un todo complejo" y esta complejidad se ha puesto de manifiesto en
los distintos modos de definirla.
• Una de las primeras definiciones de cultura la encontramos en la obra de Tylor
"Cultura Primitiva" (1871).
• Dice Tylor, "Cultura es todo complejo que incluye al conocimiento, las creencias,
el arte, la moral, las leyes, las costumbres, y todas las obras, capacidades y
hábitos adquiridos por el hombre en tanto que es miembro de una sociedad"
(Kahn, 1975).
• Pudiendo estar de acuerdo con esta definición de cultura, también podemos estarlo
con el hecho de que no todos entendemos lo mismo cuando hablamos de cultura.
• De cualquier modo, el concepto de cultura hace referencia a las formas de pensar,
de vivir, de sentir y de actuar de los seres humanos como seres sociales.
Las prácticas de consumo cultural al servicio de la identidad
de clase y de estatus
• Como conjunto de prácticas, prácticas de consumo, se ha abordado el estudio del
consumo cultural mediante el empleo de la metodología cuantitativa y de
encuestas sobre hábitos y prácticas culturales como herramienta principal.
• Por tanto, la cultura comprende normas, creencias, valores, símbolos, y
significados, pero también puede ser abordada desde su consideración como
conjunto de prácticas que permiten a la gente organizar la vida social, darle
sentido al mundo y a su existencia personal.
• El análisis de los datos de estas encuestas ha mudado una y otra vez entre
diferentes enfoques.
• Los más clásicos, como el enfoque individualista, parten del supuesto de la
existencia de una cierta autonomía y soberanía del consumidor, capaz de crear sus
gustos culturales, a partir de la universalización del acceso a la cultura, en un
contexto, como el de las sociedades posmodernas avanzadas, de oferta global de
productos de consumo y de complejización y fragmentación de los estilos de vida.
Las prácticas de consumo cultural al servicio de la
identidad de clase y de estatus
• El enfoque estructuralista defiende que los gustos, las prácticas culturales y los
consumos culturales están directamente relacionados con el sistema de
estratificación social basado en las clases y los estatus sociales.
• Frente a ellos, considerando el hecho constatable de que la sociedades
contemporáneas han cambiado como consecuencia de los importantes procesos de
trasformación social que se han producido a nivel global, reconociendo el peso de
las estructuras, y sin dejar de reconocer el hecho de que el consumo cultural se
halla estratificado, se explica que este consumo, como consumo diferencial, no
solo está condicionado o influido por los ingresos, sino también, y de modo muy
relevante, por el nivel educativo y el estatus.
• En consecuencia, en los consumos culturales, en las prácticas, en los gustos y en
los hábitos culturales se aprecia una clara estratificación, pero no solo se debe y
puede explicarse por la posición que se ocupa en el sistema de clases sociales.
Las prácticas de consumo cultural al servicio de la identidad
de clase y de estatus
• Esta posición contribuye al renacimiento del concepto de estatus weberiano como concepto clave
en el análisis del consumo cultural. El estatus gana interés y valor para explicar la estratificación
social junto a las clases sociales. Para M. Weber, la estratificación social es el resultado de una
lucha por los recursos escasos de la sociedad, pero si bien esta lucha tiene que ver principalmente
con los recursos económicos, de manera que las clases se estratifican de acuerdo con la relación
que mantienen con los medios de producción y la capacidad para la adquisición de bienes, existe
también, y paralelamente, una lucha por el prestigio social, derivado entre otras cuestiones, del
consumo de bienes. Consecuentemente, los individuos pertenecen no solo a clases sociales, sino
a grupos de status que se estratifican de acuerdo con el consumo de bienes. En este sentido,
cuanto mayor es el consumo de bienes, más alto es el estilo de vida y mayor el honor y el
prestigio social que se alcanzan. Mientras que las clases sociales son el resultado de la desigual
distribución de las recompensas económicas, el status social lo es de la desigual distribución y
acceso al prestigio social. Así que la estratificación social basada en el estatus, expresa la
existencia de una jerarquía social de posiciones sociales de superioridad, igualdad o inferioridad
percibidas, y a veces aceptadas, que cristalizan en diferentes estilos de vida. Estas posiciones
jerarquizadas y los estilos de vida asociados sirven, a la vez, para la construcción o reforzamiento
de la identidad personal. Por ende, el consumo cultural se convierte así en un emblema e
instrumento al servicio de la distinción y el mantenimiento del estatus (Ariño, 2009).
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y eclecticismo
en el consumo cultura
• Como hemos apreciado, si el enfoque estructuralista, defiende que los gustos, las
prácticas culturales y los consumos culturales están directamente relacionados con el
sistema de estratificación social basado en las clases y los estatus sociales,
posteriormente, estudios e investigaciones empíricas han mostrado que, más allá de
la clase y el estatus, existe una pluralidad de factores que están presentes en el
consumo cultural, como el género, la edad, o el territorio, representando a las
sociedades contemporáneas como realidades sociales complejas en las que las
preferencias o el gusto son más abiertos, múltiples, e incluso variables e inestables.
• La constatación de una apertura, diversidad e inestabilidad en las prácticas del
consumo, ha dado lugar a otro enfoque en el análisis de la sociología del consumo,
constituido como una crítica al enfoque clásico de la sociología del consumo
bourdiana, este no es otro que el enfoque omnivorista.
• El omnivorismo cultural, más centrado que otros, en los consumos culturales,
argumenta que los gustos no están determinados por las diferentes clases y estatus
sociales, sino que la diferencia fundamental se encuentra en la oferta y la capacidad
de elegir productos de consumo cultural de entre una cada vez mayor, variada y
extensa oferta.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y
eclecticismo en el consumo cultura
• El estudio precursor de este enfoque fue el desarrollado por Wilensky.
• En él, expone este investigador, que aquellos grupos sociales que presentan altos
niveles educativos no sentían aversión alguna por lo que conocemos como "cultura de
masas" sino que por el contrario eran consumidores de los productos y objetos
asociados a ella.
• Pero ha sido la argumentación de Robert Peterson sobre el omnivorismo cultural la obra
más influyente en los nuevos estudios sobre consumo cultural.
• Peterson explica cómo en los países occidentales existe un sector de la población al que
le gusta un abanico mayor de formas de cultura que en épocas previas, lo que reflejaría
un aumento de la tolerancia social hacia otras formas y gustos culturales.
• El trabajo de Peterson le permite construir cuatro categorías sobre el omnivorismo,
cimentadas en torno a dos ejes:
• la distinción entre alta cultura y cultura popular
• y la amplitud o extensión de los gustos.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y eclecticismo
en el consumo cultura
• En primer lugar, tendríamos a los que denomina como los unívoros de la alta cultura o
refinados (highbrow univores), pertenecen a esta categoría los grupos sociales de las
clases altas y medias altas, que se caracterizan por tener gustos adscritos a los valores
culturales elitistas dominantes, creadores de distinción social, y asociados a lo que se
conoce como alta cultura.
• En segundo lugar, encontraríamos la categoría compuesta por los omnívoros de la alta
cultura o refinados (highbrow omnivores), a los que denomina como "omnívoros"
auténticos.
• Los integrantes de esta categoría pertenecen a las clases medias y altas, y muestran amplios
gustos, que oscilan desde la alta cultura al interés por ciertos elementos de la cultura
popular.
• En tercer lugar, la categoría de los unívoros de la cultura popular o lowbrow univores, o
"unívoros" auténticos, quienes poseen un repertorio de aficiones reducido y su gusto es
considerado, socialmente, como la esencia del denominado "mal gusto".
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y
eclecticismo en el consumo cultura
• Por último, describe la categoría de los consumidores omnívoros de la cultura
popular (lowbrow omnivores), esta sería una "nueva" categoría de consumidores que
muestran una amplitud de gustos, aunque la mayoría de los objetos culturales que
consumen pertenecen a la denominada cultura popular, con escasas muestra de
consumo de objetos adscritos a la alta cultura.
• ¿Por qué el omnivorismo cultural ahora? porque estamos en un nuevo escenario, donde
los gustos culturales de las élites y grupos sociales de estatus social más elevado han
dejado de ser restrictivos y caracterizados por un consumo elitista, mostrando
preferencias más abiertas y eclécticas, y una mayor tolerancia en la mixtura de
prácticas.
• El contexto social en el que el omnivorismo se hace presente es el de una sociedad más
abierta y tolerante, política, ideológica y culturalmente, y cosmopolita.
• Una sociedad en la que los grupos los grupos sociales, en general, han aumentado su
nivel educativo, y muy especialmente aquellos que ocupan un mayor estatus social.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y
eclecticismo en el consumo cultura
• La teoría del omnivorismo cultural incorpora un análisis que subraya que la clase
social no puede ser el factor explicativo decisivo del gusto y del consumo cultural.
• La posición social, como argumentaba Bourdieu, no es la vía de adquisición
dominante del gusto cultural.
• Del mismo modo, el consumo cultural y el capital cultural no son determinantes,
ni reflejo exacto de los procesos de diferenciación y de distinción social.
• En este sentido, una de las aportaciones esenciales de las investigaciones de
Peterson es la de introducir más complejidad en el análisis de los gustos, de forma
que la clase social no sea el único y exclusivo factor explicativo.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y eclecticismo
en el consumo cultura
• Frente a la idea de diferenciación y jerarquización de los estilos de vida basada en la
adquisición de capital cultural que enunciaba Bourdieu, los defensores del concepto
de omnivorismo cultural defienden, por el contrario, que los gustos legítimos de las
nuevas clases dominantes se caracterizan, en la actualidad, por un amplio abanico de
preferencias culturales, con gustos que se extienden desde las artes más refinadas a
manifestaciones propias de subculturas populares.
• Las clases altas practicarían muy diversas formas de ocio, de las más masivas a las
más exclusivas y, también, las personas de status alto, lejos de participar sólo en
actividades de status alto, tienden a hacerlo en una mayor variedad de tipos que las
personas de status bajo.
• En este sentido, su capital cultural no se basa sólo en el monopolio, sino en la
variedad.
• Las clases bajas, por el contrario, son unívoras, es decir, tienen y muestran un
repertorio más restringido de actividades, gustos y formas de ocio.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y
eclecticismo en el consumo cultura
• En definitiva, desde las posiciones omnivoristas se señala que se ha producido una
transformación en el ámbito del consumo cultural, que supone que, en la actualidad,
la cultura clásica legítima ha perdido su vigencia, y ha sido sustituida por una
mezcolanza de aficiones que muestran los individuos en sus prácticas y consumos
culturales.
• La teoría del omnivorismo cultural sería, por tanto, un enfoque o perspectiva más
adecuada para una sociedad plenamente sumergida en la denominada
posmodernidad, en la que las jerarquías se estarían difuminando a favor de una
mayor individualización.
• A la teoría de la omnivoridad se le han realizado algunas matizaciones, pero sin
dejar de reconocer su valor explicativo para el análisis de los consumos culturales
de las sociedades posmodernas.
• Se insiste en que la apertura y tolerancia culturales son valores sociales que gozan
de un amplio consenso en la sociedad contemporánea.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y
eclecticismo en el consumo cultura
• Ollivier, citado por Fernández y Heikkilä (2011) señala que el discurso dominante
actual considera lo diverso, lo híbrido, lo fluido, lo ecléctico, lo global y lo
cosmopolita como valores positivos, frente a otros negativos como lo cerrado, lo
unitario, lo homogéneo, lo local, lo estático o lo permanente.
• Es decir, que los omnívoros culturales muestran los valores que adopta y propaga el
discurso de la globalización, como la apertura hacia la movilidad, la adaptación, la
multiculturalidad, el mestizaje, etc., en un contexto social global, y local, más
heterogéneo y volátil.
• Por otro lado, se subraya que existen muchos tipos de omnivoridad y uno de ellos tiene
un perfil definido por el capital educativo y los ingresos medios altos, poniéndose de
manifiesto que esta apertura omnívora y multicultural proporciona un sentido de
distinción, especialmente, a las clases medias altas.
• Por tanto, en la sociedad contemporánea es falso que no haya fronteras y gustos
estigmatizados.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y
eclecticismo en el consumo cultura
• Las desigualdades socioeconómicas siguen manteniendo una importante influencia
en el consumo cultural, por su repercusión en las posibilidades de acceso a la
generación de capital social y cultural, así como por su relación con los mejores
niveles educativos.
• El omnivorismo cultural, entonces, no puede ocultar la permanencia y vigencia de las
jerarquías culturales.
• Otras críticas, como la realizada por Bernard Lahire, insisten en que debería
abordarse el análisis del consumo cultural desde la perspectiva de la amplitud de
oferta y la elección de esos objetos de consumo, pero en consonancia con el grupo de
pertenecía o de referencia de los individuos.
• Porque en la sociedad contemporánea, la movilidad social, el contacto con la
heterogeneidad, la diversidad social y cultural de la vida social permite y facilita que
los individuos puedan construir su diferencia.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y eclecticismo
en el consumo cultura
• Reconociendo que los individuos se comportan en relación con los procesos de
socialización a los que han sido sometidos, así como con la estructura normativa y el
sistema de valores de los grupos a los que pertenecen, también se admite su capacidad
para construir su diferencia y comportarse de manera atípica en relación a su grupo o
grupos de referencia.
• En este sentido, deberíamos hablar de la existencia de un amplio espectro de gustos
individuales que pueden ser consonantes o disonantes respecto al grupo social de
referencia.
• Ser consonante significa mantener una coherencia en las preferencias y prácticas
culturales respecto al grupo de referencia, y este grupo puede poseer un gusto tanto
socialmente legítimo (elitista, caso de las clases altas) como ilegítimo (popular, caso
de las clases bajas); ser disonante implica, precisamente, que las preferencias y
prácticas culturales del individuo difieren o son atípicas respecto al grupo social de
referencia.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y eclecticismo
en el consumo cultura
• En definitiva, se produce un reconocimiento de la heterogeneidad, la diversidad social
y cultural de la vida social, características de las sociedades contemporáneas y que
posibilitan la constitución del rasgo distintivo del consumo cultural en la actualidad, el
eclecticismo.
• Las críticas al omnivorismo cultural también indican que este enfoque muestra a las
clases altas como las únicas que se muestran activas, curiosas y abiertas a nuevas
experiencias, tolerantes y abiertas.
• Frente a ellas, las clases bajas aparecen como pasivas ante la cultura y despreocupadas
por su estilo de vida e intolerantes.
• Así mismo, muestra a las clases que ocupan las posiciones más altas, desarrollando un
cierto "eclecticismo del gusto", dispuestas al consumo y disfrute de una amplia gama
de productos y servicios culturales, mientras que el resto mostrarían una restringida
capacidad de disfrute de la oferta de géneros, productos y servicios culturales,
limitándose solo a algunos de ellos.
• En este sentido, la teoría del omnivorismo cultural podría ser catalogada como cargada
de un cierto elitismo.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y eclecticismo
en el consumo cultura
• El consumo es una actividad social que se ve impregnada de nuestros sueños de
satisfacción de necesidades y deseos.
• Su multidimensionalidad y complejidad abarca, alcanza y afecta a la creación y
estructuración de las identidades, individuales y colectivas, así como las formas de
relacionarnos con los demás.
• Consecuentemente, y en relación con esta instrumentalización al servicio de la
identidad de la cultura, es sencillamente imposible olvidar que la cultura no es
sólo la expresión de lo común, sino también la expresión de la diferencia y la
desigualdad, de ahí que siga siendo muy cuestionable que el consumo cultural
pase a ser contemplado como una mera y simple expresión del gusto y de la
elección individual.
• En una sociedad plagada de desigualdades es incuestionable que ésta se reflejará
en todos sus contextos, incluido el del consumo cultural.
Frente al consumo de masas, variedad, omnivorismo y eclecticismo
en el consumo cultura
• El estatus social, el nivel educativo, la incorporación de los nuevos valores de
tolerancia, apertura, de adaptación a las situaciones cambiantes en la era de la
globalización y en la sociedad del riesgo constante, y las experiencias individuales
benefician el enfoque de la omnivoridad, pero benefician a algunos, a otros no.
• El peso del orden social y de la estructura sigue vigente, de manera que aquellos que
tienen mayores posibilidades de desarrollar un gusto ecléctico son, aún, aquellos que
ocupan las posiciones jerárquicamente más altas, en el ámbito de lo económico, de lo
social, de la política, de la educación, etc.
• Para la reflexión y consulta y como acercamiento al estudio sociológico del consumo
podríais consultar las siguientes obras:
• García Ruiz, Pablo. Repensar el consumo. Ed. EIUNSA, Madrid, y Bocock, R.(1993). El
consumo, Talasa, Madrid,.
• centrodeestudiosandaluces.es en este portal podéis consultar el Documento de trabajo
Estratificación social y estilos de vida culturales de M. Herrera, en el que se analiza el
papel de la estratificación social en el consumo de bienes y servicios culturales, así como
de otras variables como el sexo, la edad, los ingresos o el nivel educativo
EL MERCADO DEL ARTE
• El auge del mercado del arte en los últimos años ha ido adquiriendo cierta fama
debido en parte a las elevadas cifras que maneja.
• Una de las razones radica en la voluntad de proteger el arte para que perdure en el
tiempo, aunque cierto es que también el afán de protagonismo, el elitismo o la
masificación de las galerías han añadido un nuevo impulso al denominado
mercado secundario del arte, donde circulan obras con ya muchos años, mientras
que el mercado primario del arte se dirige a creaciones de artistas nóveles o poco
conocidos.
• Ya en la Baja Edad Media el gremio de los artistas se jactaba de poder vivir
vendiendo obras normalmente por encargo, o intercambiándolas por otros bienes
que solían ser de primera necesidad.
• No fue hasta el Renacimiento Italiano cuando los artistas adquirieron más
prestigio social dado que eran vistos como personas con un don para la creación.
EL MERCADO DEL ARTE
• Los más afamados llegaron a considerarse humanistas al nivel de los poetas y filósofos,
codeándose con príncipes y papas.
• Los pintores de corte llegaron a gozar de la confianza de los reyes, encargándoseles
actividades diplomáticas o recibiendo títulos nobiliarios, además de tener un papel especial
en la compra de objetos de arte, especialmente en sus viajes al extranjero.
• La revalorización y mitificación del arte antiguo erigieron a la arqueología y el
coleccionismo de antigüedades como oficios bastante lucrativos e importantes; Florencia,
Roma y Venecia destacaban por tener escuelas de pintura de renombre y poseer mercados
artísticos muy activos desde el siglo XV, pero aun quedaba por venir el boom de la compra
y venta de obras consideradas creaciones de culto y por genios.
• La ascendente democratización y modernización de las bases del comercio y mercadeo
permitieron, a partir del siglo XVII, una nueva forma de mostrar y así vender las obras de
los artistas; una de las novedades fueron las nuevas formas de relación con sus nuevos
clientes, lo que a la postre permitió desarrollar expresiones según criterios cerradamente
personales, parecía entreverse la importancia del creador por encima de la de su creación,
aunque luego se vería que eso no siempre fue así.
EL MERCADO DEL ARTE
• En esa época comenzaron a mostrarse obras en exposiciones, antecesoras
conceptuales de las galerías de arte de hoy en día; los Salones Parisinos y las
Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en Francia y España respectivamente, en
el siglo XIX como los más destacados certámenes.
• Todo aquello permitió que hasta el mismo populacho pudiera generar críticas
valorativas que los artistas apreciaban igualmente; de modo más academicista
surgieron las críticas de arte publicadas en periódicos y revistas, lo que podía dar
más fama al creador.
• A pesar de estos avances, la variable opinión pública así como las influencias
tornaron el campo de la venta del arte inseguro, lo que ayudo a aparecer a la figura
del marchante, que prestaba apoyo a jóvenes artistas y a la vez sacaba ganancias
si la cosa funcionaba, lo cual ayudó a que desconocidos en aquel entonces como
Pablo Picasso pudieran comenzar a ser reconocidos.
EL MERCADO DEL ARTE
• Casi al mismo tiempo, el mercado de arte antiguo se renovó siguiendo estrictos
criterios basados en investigaciones de historiadores, para dar más valor y credibilidad
a esos antiguos objetos muchas veces descatalogados.
• El arte del siglo XX está indiscutiblemente unido al avance industrial y a la
modernización de la sociedad.
• Los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX evidenciaron un fluir
vertiginoso de ideas, inventos, imágenes y sucesos, de manera que cualquier parcela de
la vida queda inmediatamente contaminada por esas nuevas experiencias, y, por
supuesto, el arte entra de lleno en el entramado de la modernidad y el desarrollo,
participando de él pero también haciendo sustanciales aportaciones al nacimiento y
crecimiento de nuevas corrientes culturales.
• El espectador, el elemento en apariencia más alejado de la creación artística es un valor
en alza dentro del terrero del arte, ejerciendo cada vez mayor presión en la creación
artística.
EL MERCADO DEL ARTE
• En la ciudad moderna e industrial confluye una creciente población obrera procedente
de las áreas rurales y una fuerte burguesía capitalista.
• Una sociedad urbana, que gracias a los nuevos métodos de producción, distribución y
comercialización del sistema industrial puede acceder a objetos hasta entonces
considerados artísticos e inasequibles para la mayoría.
• El gusto se ve formado y apoyado por el aumento de objetos en el mercado, por los
medios de propaganda y de difusión y determina el crecimiento de las redes de
distribución masiva y la vulgarización del producto.
• Factores que irán incrementándose a medida que el siglo XX avance, proyectando parte
del mercado que tenemos hoy en día.
• Hay dos fenómenos que se van entrecruzando y anudando a partir del final de la
Segunda Guerra Mundial:
• Introducción de los medios de comunicación de masas
• El desarrollo de un ciclo que intenta legitimarse a partir de la voluntad de aspiración
a la realidad
EL MERCADO DEL ARTE
• La paulatina introducción de los medios de comunicación de masas, con el inicio de la
cultura pop, abriendo un tiempo basado en los contemporáneos sistemas de visión y
percepción.
• El desarrollo de un ciclo que intenta legitimarse a partir de la voluntad de aspiración a la
realidad; un realismo que después de la Segunda Guerra Mundial adoptó una concepción
relacionada con la superación de la abstracción, que ya se había convertido en academia,
con el deseo existencialista de acercarse a la realidad cotidiana, y que evolucionó hasta
fusionarse con la sociedad de consumo.
• Disponibilidad de medios de comunicación y aspiración de realismo se han nutrido
mutuamente de manera compleja y contradictoria.
• Es decir, la cultura del consumo y de los medios de comunicación se alimenta de lo que
aporta el realismo.
• Y este ciclo con rasgos culturales, sociales, políticos y económicos comunes, a medida
que ha ido ampliando el panorama y registro de lo que es la realidad, ha tendido a la
estetización de todos los fenómenos.
EL MERCADO DEL ARTE
• Elementalmente, esto ha causado que el arte se enfrente a la trivialización de lo que es
aceptable o no en la sociedad per se, produciendo un encasillamiento diferenciado de
obras de arte de toda índole.
• En el siglo XXI se han devaluado en cierta manera los progresos a nivel moral y ético
referentes a la racionalización del arte, lo cual ha permitido que su mercado se compare
al puramente financiero.
• Según Richard Feigen, coleccionista de arte, “todo esto comenzó realmente a mediados
de los años ochenta, cuando el arte fue monetizado por la prensa y las instituciones
financieras y se transformó en un mercado financiero, Sotheby’s lanzó un área de
servicios financieros, el Citibank un departamento de asesoría en arte y así
sucesivamente”.
• Un nuevo factor entra con prepotencia en los consumos de masas, y no sólo en los de
élite:
• el factor estético, el gusto, lo bello, lo bueno.
EL MERCADO DEL ARTE
• El vestir, con la moda, es la primera llave de entrada de los consumos de masa en
el mundo de los sentidos: vista, tacto, oído y paladar.
• Y tal es el nivel de perfeccionismo existente a raíz de la demanda que hoy en día
no se mira tanto el contenido como el continente.
• Como observa Zygmunt Bauman, extraído de uno de sus libros, “el concepto del
mundo como una gran fábrica donde todos éramos “trabajadores” y para aumentar
la economía debíamos trabajar más… hasta la aceptación actual en la que somos
meros “consumidores” y para aumentar la economía debemos consumir más.
• Resulta que la productividad aumenta gracias a que baja la tasa de empleo.
• Hoy ¿es más importante consumir que producir?
• Tradicionalmente y como hemos venido vislumbrando, el mercado del arte era el
mercado de la pintura y la escultura, pero contemporáneamente han sido siendo
aceptados otros muchos medios.
EL MERCADO DEL ARTE
• La fotografía, por ejemplo, en su guerra fría contra la pintura con todas las
opiniones y prejuicios que ello genera, se ha convertido en un fuerte medio
artístico gracias sobre todo a los medios de comunicación de masas; también
ayuda la tradición fotográfica que arrancó con el daguerrotipo y el impacto realista
que creó en la gente.
• Se han llegado a vender fotografías por precios que se equiparan a los de el más
aristocrático arte, cosa impensable no hace mucho, lo cual muestra que cada vez se
va estableciendo más igualdad de oportunidades, que no de privilegios.
• En conclusión, se puede decir que el arte siempre ha existido y siempre estará ahí;
personalmente opino que está realmente genial el querer preservar el patrimonio,
pero ese juego mediático a veces deja al mismo arte de lado y se pierde la causa,
obviamente propulsado por el movimiento de capital.
EL MERCADO DEL ARTE
• Ya no hay que estudiar Historia del Arte para saber sobre arte o sobre lo que
actualmente se puede catalogar como arte, hay que estudiar Economía, puesto que
esta es la disciplina que “estudia” cómo funciona el mercado.
• Y si en el mercado las cosas fluctúan de manera que algo hoy puede valer millones
y mañana escasos euros entonces lo que hoy es arte, mañana no lo será.
El consumo y el consumismo
• El consumo es un acto natural y necesario.
• El consumismo es un acto artificial que genera problemas que después no puede
solucionar.
• Los sistemas de vida acomodados en diferentes modelos existenciales han sido
generados sobre una plataforma que pone las cosas materiales por delante de las
verdaderas realizaciones humanas.
• Estos sistemas posicionan los asuntos y problemas económicos como eje rector de
la existencia y acuden sonadamente al consumo como una de las estrategias para
mantener el estatus establecido, su producción productividad y su reproducción
para sostener los polos de poder hegemónico.
• Por medio de una encuesta estudiantil se muestra como los presupuestos y
postulados del sistema dominante han permeado al alumnado mexicano,
condicionando sus correlatos en materia del consumo que así, va formando parte
de la problemática del consumismo, es decir, del consumo exacerbado.
El consumo y el consumismo
• No obstante ser una investigación exploratoria, los resultados, que por fuerza son
una parcialización, notifican que el medio sociocultural y el institucional
educativo tienen que tomar cartas en el asunto para contrarrestar los efectos de la
dependencia de los modelos desarrollistas-economicistas modernizantes que han
contribuido fuertemente a la actual crisis global que en materia socioambiental
estamos viviendo, para abrir caminos que ofrezcan un consumo no exterminador
ni antinatural como el actual y los inmediatos pasados, sino un consumo de tipo
sustentable y compatible que promueva el desarrollo real de nuestras sociedades
orientándose al progreso humano, que al serlo, entonces dará pie a la coevolución
de las sociedades en convivencia sana con el resto de la naturaleza.
• El consumo es algo natural. Consumimos antes de nacer, desde el vientre materno
estamos consumiendo a la vez que generamos materiales de desecho o residuales
en el proceso.
El consumo y el consumismo
• Consumir no sólo es natural para nosotros los humanos, el consumo es parte de los
procesos naturales de sostenimiento y reproducción de la vida.
• Todos los seres vivos consumimos y producimos desechos o residuos.
• El consumir es una parte del proceso de intercambio de los seres vivos con el
ambiente inmediato y mediato (Bauman, 2007).
• Desde los primeros seres que poblaron nuestro planeta el consumo ha estado presente
en todo momento.
• Consumimos por fuerza y en razón de nuestra propia naturaleza.
• No hay manera de existir sin realizar un intercambio con el entorno por medio del
consumo.
• Sí, el consumo es una necesidad mera.
• Ahora vivimos en la “SOCIEDAD DEL CONSUMO”.
• El consumo ha pasado de ser una necesidad natural, “normal” a más que una
necesidad: una parte central de la Nómadas.
El consumo y el consumismo
• Se ha trastocado su naturaleza necesaria hacia una reformulación artificializante que
desplaza las características propias del consumo a condiciones formales adoptadas como
prerrequisito del ser dentro de la posmoderna sociedad de hoy, todavía surcada
múltiplemente por las líneas del pragmatismo-utilitarismo-eclecticismo.
• Este capitalismo dotado de una gigantesca capacidad productiva, necesita instalar en las
subjetividades el consumo como deseo.
• Pero como abomina de la posible morosidad de este deseo, de la tendencia a cocerse a
fuego lento, también busca instalar, en el interior de cada uno, los impulsos voraces hacia
el consumo, la actitud hedonista.
• Opuesta a la actitud estoica que también funciona en la lógica del deseo, la primera opera
atraída por el vértigo, privilegiando la velocidad, por tanto neutralizando los mecanismos
de autocontrol.
• Produce una cultura del consumismo, del consumo vertiginoso, que proporciona goce
instantáneo pero compromete el futuro.
El consumo y el consumismo
• Para ello ha instalado las instituciones que permiten realizar esos impulsos
internalizados:
• los mall, las grandes tiendas, los sistemas crediticios.
• En el terreno de la cultura promueve una imagen hedonista del mundo que
proviene de una fuente principal, la ideología en sí, expresada también en la
propaganda de la televisión e internet.
• La nuestra es una sociedad de consumidores.
• Todos sabemos, a grandes rasgos, que significa ser "consumidor"; usar las cosas,
comerlas, vestirse con ellas, utilizarlas para jugar y, en general, satisfacer –a
través de ellas- nuestras necesidades y deseos.
El consumo y el consumismo
• Puesto que el dinero (en la mayoría de los casos y en casi todo el mundo) "media"
entre el deseo y su satisfacción, ser consumidor también significa -y este es su
significado habitual- apropiarse de las cosas destinadas al consumo: comprarlas,
pagar por ellas y de este modo convertirlas en algo de nuestra exclusiva propiedad,
impidiendo que los otros las usen sin nuestro consentimiento.
• Consumir significa, también, destruir.
• A medida que las consumimos, las cosas dejan de existir, literal o espiritualmente.
• A veces, se las "agota" hasta su aniquilación total (como cuando comemos algo o
gastamos la ropa); otras, se las despoja de su encanto hasta que dejan de despertar
nuestros deseos y-pierden la capacidad de satisfacer nuestros apetitos: un juguete
con el que hemos jugado muchas veces, o un disco al que hemos escuchado
demasiado.
De la ética del trabajo a la estética del consumo
• Esas cosas ya dejan de ser aptas para el consumo.
• Esto es ser consumidor; pero, ¿a que nos referimos cuando hablamos de una
sociedad de consumo? ¿Qué tiene de específico esto de formar parte de una
comunidad de consumidores?
• Y además, ¿no son sociedades de consumo, en mayor o menor medida, todas las
comunidades humanas conocidas hasta ahora?
• Las características apuntadas en el párrafo anterior ·-salvo, quizás, la necesidad de
entregar dinero a cambio de los objetos que vamos a consumir- se encuentran en
cualquier tipo de sociedad.
• Desde luego, las cosas que consideramos en condiciones de ser consumidas, así
como el modo como lo hacemos, varían de época en época y de un lugar a otro;
pero nadie, en ningún tiempo o lugar, pudo sobrevivir sin consumir algo.
De la ética del trabajo a la estética del consumo
• Por eso, cuando decimos que la nuestra es una sociedad de consumo debemos
considerar algo más que el hecho trivial, común y poco diferenciador de que todos
consumimos.
• La nuestra es “una comunidad de consumidores” en el mismo sentido en que la
sociedad de nuestros abuelos (la moderna sociedad que vio nacer a la industria y
que hemos descripto en el capitulo anterior) merecía el nombre de "sociedad de
productores".
• Aunque la humanidad venga produciendo desde la lejana prehistoria y vaya a
hacerlo siempre, la razón para llamar “comunidad de productores” a la primera
forma de la sociedad moderna se basa en el hecho de que sus miembros se
dedicaron principalmente a la producción; el modo como tal sociedad formaba a
sus integrantes estaba determinado por la necesidad de desempeñar el papel de
productores, y la norma impuesta a sus miembros era la de adquirir la capacidad y
la voluntad de producir.
De la ética del trabajo a la estética del consumo
• La responsabilidad del individuo -antes limitada a respetar las fronteras entre ser
un noble, un comerciante, un soldado mercenario, un artesano, un campesino
arrendatario o un peón rural- se ampliaba hasta llegar a la elección misma de una
posición social, y el derecho de que esa posición fuera reconocida y aprobada por
la sociedad.
• Inicialmente, el trabajo apareció como la principal herramienta para encarar la
construcción del propio destino.
• La identificación social buscada -y alcanzada con esfuerzo- tuvo como
determinantes principales la capacidad para el trabajo, el lugar que se ocupara en
el proceso social de la producción y el proyecto elaborado a partir de lo anterior.
• Una vez elegida, la identidad social podía construirse de una vez y para siempre,
para toda la vida, y, al menos en principio, también debían definirse la vocación, el
puesto de trabajo, las tareas para toda una vida.
De la ética del trabajo a la estética del consumo
• La construcción de la identidad habría de ser regular y coherente, pasando por
etapas claramente definidas, y también debía serlo la carrera laboral.
• El curso de la carrera laboral, y la construcción de una identidad personal a lo
largo de toda la vida, llegan así a complementarse, sin embargo, la elección de una
carrera laboral - regular, durable y continua -coherente y bien estructurada, ya no
está abierta para todos.
• Los oficios de antaño, "de por vida", hasta hereditarios, quedaron confinados a
unas pocas industrias y profesiones antiguas y están en rápida disminución.
• Los nuevos puestos de trabajo suelen ser contratos temporarios, "hasta nuevo
aviso" o en horarios de tiempo parcial.
• Se suelen combinar con otras ocupaciones y no garantizan la continuidad, menos
aun, la permanencia.
De la ética del trabajo a la estética del consumo
• La aspiración a alcanzar una identidad y el horror que produce la satisfacción de
ese deseo, la mezcla de atracción y repulsión que la idea de identidad evoca, se
combinan para producir un compuesto de ambivalencia y confusión que -esto si-
resulta extrañamente perdurable.
• Las inquietudes de este tipo encuentran su respuesta en el volátil, ingenioso y
siempre variable mercado de bienes de consumo.
• Por definición, jamás se espera que estos bienes -hayan sido concebidos para
consumo momentáneo o perdurable- duren siempre; ya no hay similitud con
“carreras para toda la vida” o "trabajos de por vida".
• Se supone que los bienes de consumo serán usados para desaparecer muy pronto;
temporario y transitorio son adjetivos inherentes a todo objeto de consumo; estos
bienes parecerían llevar siempre grabado, aunque con una tinta invisible, el lema
memento mori [recuerda que has de morir].
Consumidor Pasivo
• Esta categoría de consumismo, es quizá la fase en la que el consumo en si mismo
alcanza su mayor degradación, explico, es el punto en que el consumidor pierde
completamente la consciencia de lo que está adquiriendo, lo que necesita y lo que le
gusta.
• En esta fase el consumidor no repara en precios, en cantidades solo compra para
satisfacer una nueva necesidad:
• “Ser Dueño de” esto es lo que vemos a diario cuando entramos a una farmacia, a
un abasto, a un centro comercial; cuando vemos en la cola de las medicinas
personas con bolsas de todos los tipos de galletas, a la mujer con tres colores de
pintura de uñas, al hombre que tiene en la mano un par de lentes nuevos, porque
los que tiene no le combinan con la ropa que usa para trabajar, unos pendientes
nuevos, unos zapatos a zapatillas nuevas que combinen.
Consumidor Pasivo
• Se es consumidor pasivo cuando al momento de cancelar la factura del abasto, no
reparo en precios y reclamo el incremento del pan o de la leche en polvo enriquecida,
sino que digo que las cosas están muy caras, y me pregunto como voy a hacer con el
viaje de la semana entrante, pero me conformo y lo pago, aunque vayamos cortos de
presupuesto para ese mes, pero tenemos que comprarlo porque es necesario aunque
hayan subido los precios.
• Los casos que planteo son aquellos donde el poder adquisitivo del ciudadano le
permite adquirir lo que desea, pero veámoslo ahora desde la perspectiva del que no
tiene suficiente dinero para hacerlo, el pensamiento que le acosa es “¿Cómo hago para
poder comprar otro par de zapatos?” aún cuando necesita la misma cantidad de dinero
para hacer un mercado completo, pero es más importante esos nuevos zapatos o unos
nuevos pantalones o un nuevo vestido.
Consumidor Pasivo
• En ocasiones hemos visto en las barriadas de algunos países y ciudades de países
en desarrollo, personas que compran seis huevos para seis personas, un paquete de
harina de maíz o de trigo, un refresco familiar, y media caja de cigarros, o
cigarrillos sueltos porque no le alcanza el dinero, o escatiman en la alimentación
pero usa los zapatos más caros, el celular o el móvil de moda, el pantalón o camisa
más costosa, el televisor mejor, de moda y no deja de tomar alcohol el fin de
semana con comadres y compadres, como lo dicen en aquellos países y no tienen
tal vez una cama para dormir o comparten camas o colchones.
• Junto a ello tenemos la falta de consciencia y la pérdida de valores, de una
sociedad que se niega por si sola a reconocer que posee grandes atributos y
recursos para crecer y poder tener un mejor nivel de vida.
• En países con menos recursos naturales, con menos extensión territorial con
climas y situaciones adversas más fuertes que el nuestro, han alcanzado niveles
culturales, infinitamente superiores.
Consumidor activo
• Esta tarea no de concientización no fallecerá mientras podamos cubrir y mejorar
los círculos que nos rodean, en la medida que hagamos un ambiente sano en
nuestro entorno, el efecto cadena se afianzará cada vez más.
• Se trata de una persona que desea desempeñar una labor y que está comprometida
y sensibilizada con los problemas de los consumidores.
• El usuario activo prefiere participar activamente escribiendo comentarios,
mayoritariamente, cuando no está de acuerdo con la calidad del producto.
• Es decir, mantiene una actitud combativa.
• El diseño aparece, por tanto, ligado a la separación entre proyecto y producción
que introdujo la revolución industrial.
Consumidor activo
• El diseño industrial sería un proceso de creación, invención y definición separado de
los medios de producción pero que exigía una síntesis de factores, a menudo
antagónicos, para llegar a un concepto tridimensional, plasmado en forma material,
que permitiera la múltiple reproducción mediante procedimientos mecánicos.
• Un proceso de estas características se definía, como señala De Fusco, por la
presencia ineludible de cuatro factores que confieren unidad al proceso del diseño:
• el proyecto, la producción, la venta y el consumo como entidades completamente
diferenciadas aunque no separadas de este complejo proceso.
• El objetivo del diseñador sería proyectar un objeto teniendo en cuenta la producción,
la venta y el consumo pero sin participar en ninguna de esas etapas.
• El proyecto implicaría la toma en consideración, por parte del diseñador, del resto de
factores, particularmente las limitaciones que los procesos técnicos ponen a la
producción y las condiciones en que se produce la venta y el consumo
Consumidor activo
• Frente a la creatividad artística tradicional, esos factores mediatizan, constriñen las
opciones y reducen a un papel menos relevante la excelencia estética.
• El objetivo es la creación de algo práctico, no de una obra de arte sujeta a la
contemplación, algo comercializable en un mercado más o menos amplio.
• El proyecto ha de ser comunicable, conforme a normas que puedan comprender el
resto de integrantes de ese proceso y, por tanto, ha de basarse en cierta medida en
patrones estandarizados.
• La producción industrial permite que un proyecto pueda ser llevado a cabo un número
infinito de veces mediante un lenguaje normalizado porque “el diseño implica la
reproducibilidad serial del objeto por medio de la intervención de la máquina”, el
objeto deja de ser único como sucedía con la producción artesanal.
• Los sistemas normalizados, no sólo permitieron una producción más eficaz, sino que
introdujeron el concepto de pieza intercambiable como elemento clave de la
fabricación.
Consumidor activo
• Fue esta sujeción a los estándares lo que permitió que los objetos industriales
pudieran ser reparados con plenas garantías una vez vendidos por personal sin
mucha formación.
• La venta integra los distintos sistemas de distribución comercial, desde las
pequeñas tiendas a los grandes almacenes; pero también, la publicidad y las
actividades de promoción que sirven para acercar los artículos a la gran masa de
consumidores.
• Debe hacerse aquí una aclaración:
• vender no siempre significa que haya dinero de por medio, muchas
manifestaciones del diseño llegan a sus destinatarios “se venden”, es decir, se
ofrece para su consumo frente a otras opciones similares.
Consumidor activo
• El acceso a la mayoría de la web es gratuito, las televisiones generalistas no
cobran nada por sus programas, la prensa gratuita tampoco; pero en todos estos
casos se hace necesario un mecanismo de distribución que acerque lo producido a
los consumidores y, sobre todo, un sistema de promoción que persuada a la gente
de la conveniencia de consumir lo ofrecido y no otra cosa.
• El consumo implica el uso, la utilización de los artículos en su más amplio
sentido, físico y emotivo.
• Un adecuado diseño puede hacer más fácil manejar una herramienta, sentarse en
una butaca o leer una señal y, como consecuencia, puede simplificar la vida de la
gente.
• Hay muchas investigaciones sobre las dimensiones físicas de los seres humanos,
sobre sus movimientos en el espacio, que pueden utilizarse para crear productos
comerciales más razonables.
Consumidor activo
• La antropometría y la ergonomía son las disciplinas que se encargan de sistematizar
ese conocimiento.
• Pero el consumo no sólo se entiende desde la perspectiva de las personas, el consumo
también se entiende desde la perspectiva de la industria como el principal factor que
impulsa el crecimiento de muchos sectores económicos.
• Desde ese punto de vista, el consumo es el resultado de un crecimiento progresivo de
la producción y su reducción puede conducir a una pérdida de empuje del sistema
productivo.
• Por tanto, la cuestión básica afecta al mantenimiento de los niveles productivos.
• Es sistema productivo es lo que nos estimula a reemplazos cada vez más rápidos,
programando la duración de los productos y provocando la obsolescencia psicológica
de los modelos.
Consumidor activo
• Si el consumo se estanca, el sistema productivo no puede crecer y tiende al
colapso.
• No puede por tanto fiarse la salud del sistema al crecimiento de las necesidades
básicas de los consumidores que, por lógica, dependen de la mejora de las
condiciones de vida y, que se producen a un ritmo menor.
• Pero el consumo implica tanto la utilización física como el disfrute emocional de
las cosas, y este último aspecto, del que tanto depende la felicidad de la gente, no
parece tener unos límites tan claros.
• Ha de ser sobre esa cualidad emocional de lo fabricado sobre lo que incida la
promoción de la industria.
Consumidor activo
• Es más fácil copiar la información de internet, sin leerla o cotejarla, cortar y pegar,
sin ver lo que ponen, incurriendo al plagio, y estos centro de cultura entran en
crisis y buscan estrategias para darse a conocer a los nuevos clientes para que
vuelvan a estos centros informativos y de cultura y encuentren este espacio
cultural como un espacio de ocio.
• Hoy las escuelas participan en esta actividad, para que vuelvan a valorar este tipo
de espacio, como un espacio divertido y de investigación, cada vez más
abandonado, pero muy bien surtido de material de todo tipo, y el centro diversifica
las formas de ofrecer ofertas culturales.
Actividades:
• Lee el tema y reflexiona sobre el consumo y el por qué del consumo y
resume las ideas más importantes.
• Busca información sobre el consumo y el consumismo y redacta un
breve resumen sobre la información encontrada
• Analiza sobre las causas del consumismo
• Analiza que causas pueden haber motivado nuestra recientes crisis
• Consecuencias de las dos últimas crisis, ¿qué ha pasado con el
consumo? ¿se mantiene o ha descendido?
• ¿Es necesario consumir para que la economía en crisis vuelva a salir a
flote?
• ¿Qué significa consumo sostenible?