Gustavo Adolfo Bécquer
Gustavo Adolfo Bécquer
Gustavo Adolfo Bécquer
Fue con Casta, hija de su médico, Francisco Esteban, con quien Bécquer se casó
en 1861, y con quien tuvo sus tres hijos. Sin embargo, el último de ellos fue
fuente de conflictos matrimoniales, ya que Gustavo lo atribuía al fruto de un
amor prohibido de su esposa.
Fue redactor del diario "El Contemporáneo", Censor de Novelas, pero nunca
participó en la vida pública o política. La fama no lo acompañó durante su vida.
Tenía pocos amigos. Era serio, bondadoso, poco expresivo, le gustaba la música
y admiraba a Chopen.
Si bien su fama se debió a sus versos, también sus prosas fueron magníficas. En
las leyendas, cautiva al lector mostrándole un mundo fantástico, que lo atrapa
hasta el final. No trató de dejar enseñanzas morales, ni se ató a la lógica, sino que
dejó fluir su imaginación y sus sentimientos, típico de los autores románticos.
Algunas pertenecen al género gótico o de terror, otras, son verdaderas poesías,
escritas en prosa, y otras son narraciones de aventuras. En ellas se destacó su
admiración por la naturaleza y los paisajes castellanos.
Se destacan entre sus obras: "El libro de los gorriones", "Historia de los templos
de España" (1857), "Cartas literarias a una mujer" (1860-1861), "Cartas desde mi
celda" (1864), "Obras completas" (1871).
Entre sus leyendas: "El caudillo de las manos rojas" (1858), "La cruz del diablo"
(1860, "La ajorca de oro" (1861), "El beso" (1863), "La rosa de pasión" (1864),
entre otras.
Sus afamadas rimas fueron escritas en 1867, pero perdió el manuscrito durante la
Revolución de 1868. Lo reconstruyó casi de memoria, y con la ayuda de algunas
que habían sido publicadas en los periódicos de la época. Le dio el título de "El
libro de los gorriones" y es conservada en la Biblioteca Nacional de Madrid. En
ellas se entrecruzan en versos asonantes, los recuerdos, el amor, el desengaño, la
desesperanza y la muerte.
Entre sus últimos deseos, solicitó a su amigo, el poeta Ferrán, que quemase sus
cartas personales, para impedir su deshonra, y que publicasen sus versos. Opinó
que "muerto seré más reconocido que vivo", y su premonición se cumplió.