Rosario 46 Estrellas Guadalupe
Rosario 46 Estrellas Guadalupe
Rosario 46 Estrellas Guadalupe
En sus inicios se
comenzaba esta Devoción con una verbena en el Jardín del Santuario.
Esta venerable tradición enlaza el mes de octubre, dedicado al santo rosario, a partir
del día 28, con la fiesta de Santa María de Guadalupe, 12 de diciembre hasta sumar
cuarenta y seis rosarios.
EL ROSARIO:
† Por la Señal de la Santa Cruz † de nuestros enemigos, † líbranos Señor, Dios nuestro.
ACTO DE CONTRICIÓN:
Señor Jesucristo, que por mi amor quisiste nacer en un pesebre y morir en la cruz, ¡qué
grande ha sido mi deslealtad! ¡qué grande mi atrevimiento cada vez que he faltado a
tu ley de amor! Tú, Señor, mostrándote misericordioso conmigo te manifiestas Dios,
pues en tu ser infinito cabe infinita bondad. Imploro tu perdón tanto más necesario
cuanto más pecador me confieso.
¡Perdón, Señor mío! Te ofendí y al considerarlo siento gran tristeza, pero al verte en la
cruz, mi confianza renace, por eso, desde el fondo de mi alma, te digo como el
salmista: ¡Apiádate de mi Dios mío según tu gran misericordia! Amén.
OFRECIMIENTO:
Acuérdate, ¡Oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de
los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro,
haya sido desamparado de ti. Animado por esta confianza, a ti acudo, oh Madre,
Virgen de Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer
ante tu presencia soberana. Oh Madre de Dios, no deseches mis súplicas, antes bien,
escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
PADRE NUESTRO:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu
reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada
día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden. No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA:
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios
y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
GLORIA:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
JACULATORIAS:
La coronación de espinas.
EN CADA MISTERIO DEL SANTO ROSARIO SE REZA UNA PLEGARIA: Primer Misterio:
Primera Plegaria, Segundo Misterio: Segunda Plegaria, y así sucesivamente.
PRIMERA PLEGARIA:
Madre nuestra, te suplicamos que en las horas amargas de la vida, cuando la angustia
y la aflicción nos lastimen, sepamos escuchar en lo íntimo del alma tu voz consoladora,
como el dichoso Juan Diego en el Tepeyac. Concede a quienes contemplamos con fe tu
bendita imagen de Guadalupe gozar por anticipado la felicidad que en la casa del
Padre nos espera, a cambio de lo cual aceptamos sobrellevar con firmeza los trabajos
que Dios nos enviare. Amén.
SEGUNDA PLEGARIA:
Madre de Dios y Madre nuestra, te pedimos que así como en el Tepeyac te dignaste
salir al encuentro de Juan Diego temeroso y apocado que te rehuía, te dignes asistirnos
con tu presencia materna en el trance de la muerte y consolarnos en la agonía. De tu
valiosa solicitud esperamos la dicha de contemplar a Dios tal y como es por toda la
eternidad. Amén.
Madre de todos los hombres, te suplicamos que así como consolaste a Juan Diego,
abatido por la enfermedad que minaba la salud y fuerza de su tío, acudas en auxilio
nuestro cuantas veces nos apartemos de la virtud y atentemos contra el amor. Madre
Santa, que resuene en nuestros oídos aquel ¿A dónde vas, hijo mío?, que dijiste a Juan
Diego y que al oírlo dejemos el camino de la mentira, del fraude, la irresponsabilidad y
comencemos de nuevo a servir a Dios Amén.
CUARTA PLEGARIA:
Madre de los mexicanos, te suplicamos que así como brotaron rosas frescas y
fragantes en el árido Tepeyac y se imprimía tu divina imagen en la tilma de Juan Diego,
te dignes hacer florecer en nuestra alma el amor para que en ellas te retrates tú,
purísima Madre, y podamos esperar con inquebrantable fe un tránsito feliz de esta
vida a la eterna. Amén.
QUINTA PLEGARIA:
Madre de los mártires, te suplicamos que, así como el neófito Juan Diego, tu
embajador, se sintió tan hondamente solidario ante las necesidades de sus
semejantes, y alcanzó por tu mediación ante Dios la salud de su afligido tío Juan
Bernardino, te dignes alcanzarnos la gracia de vivir ese espíritu de servicio a los demás
como verdaderos hermanos de Jesús. Amén.
V. Dios te salve María santísima, Estrella de la mañana, faro resplandeciente que nos
conduce al puerto de salvación, luz divina que ilumina a los bienaventurados. Dios te
salve María Santísima, hija de Dios Padre, virgen purísima y castísima antes del parto,
en tus manos encomendamos nuestra fe para que la ilumines. Llena eres de gracia, el
Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores,
ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
V. Dios te salve María Santísima, vida de los santos, alegría de los ángeles, esperanza
de los hombres, nube luminosa a cuyo seno bajó el Hijo de Dios. Dios te salve María
Santísima, Madre de Dios Hijo, virgen purísima en el parto, en tus manos
encomendamos nuestra esperanza para que la alientes. Llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre,
Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores,
ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
V. Dios te salve María Santísima, modelo de amor, lirio de pureza, imagen viva de
castidad. Dios te salve María Santísima, esposa de Dios Espíritu Santo, virgen purísima
después del parto, en tus manos encomendamos nuestra caridad para que la inflames,
nuestras necesidades para que las remedies, nuestras almas para que las salves. Llena
eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es
el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, los pecadores,
ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve María Santísima, océano de gracias, manantial de misericordia, soberana
emperatriz del cielo y de la tierra. Dios te salve María Santísima, templo, trono y
sagrario de la Santísima Trinidad. Virgen concebida sin la culpa del pecado original.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida y dulzura y esperanza nuestra: Dios
te salve.
Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y,
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Ruega por nosotros santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las
divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
De tus divinos ojos, oh María penden nuestras felicidades ¡Míranos, Señora, y no nos
desampares!
LETANÍA
Santa María.
Estrella de la Evangelización.
Reina, tú que nos pides la reparación de tantos crímenes contra la vida del alma y del
cuerpo.
Reina, tú que nos pides la solidaridad cristiana con los hermanos más pobres.
R. Perdónanos, Señor
R. Escúchanos, Señor
ORACIÓN:
Dios misericordioso, que quisiste que tu Hijo unigénito proclamara desde la cruz como
Madre nuestra, a su propia Madre, haz que tu Iglesia, por la mediación y cooperación
maternal de la Virgen María, crezca cada día en santidad y atraiga a su seno a todas las
naciones. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN:
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas y
oraciones que te hacemos en nuestras necesidades. Antes bien, líbranos de todos los
peligros, oh Virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
CONSAGRACIÓN A MARÍA:
¡Oh señora mía! ¡Oh madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti, y en prueba de mi
filial afecto, te consagro en este día, y pasa siempre, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi
corazón; en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, ¡oh madre de bondad!,
guárdame y defiéndeme como instrumento y posesión tuya. Amén.
ORACION FINAL:
Porque eres para todos los mexicanos una Madre que nos escucha, consuela y atiende
nuestras necesidades.
Eres alivio en el dolor, luz que ahuyente nuestros temores; nos acoges siempre como a
pequeñitos y delicados.