Teoría de La Traducción
Teoría de La Traducción
Teoría de La Traducción
Los primeros documentos bilinges sumerio-acadios y la condicin de poliglotismo de las civilizaciones del Prximo Oriente muestran un panorama en que la traduccin ha sido vehculo insustituible para el intercambio cultural. Nos remontamos a una etapa que ha llamado Garca Yebra "protohistoria de la traduccin"1. Desde entonces esta actividad, como contacto cultural, como traspaso de la tradicin, ha acompaado al ser humano en su historia hasta hoy. Los historiadores de la traduccin suelen establecer un primer perodo en que hemos de hablar fundamentalmente de interpretacin oral, aunque tambin de traduccin escrita con frutos tan relevantes como, por ejemplo, la versin de los Septuaginta. A continuacin se distingue un perodo en que se comienza a reflexionar sobre la traduccin a partir de la prctica traductora. Se caracteriza esta fase, como indica Steiner, por su orientacin emprica2. A partir de este momento podemos hablar de una "teora" o, al menos, de una "preteora" de la traduccin. Tuvo lugar, como es bien sabido, en la Roma deseosa de
1 "Protohistoria de la traduccin", J.C. SANTOYO ALII, Fidus Interpres, 1, Len, 1987, 11-24. ET 2 Cf. G. STEINER, Despus de Babel. Aspectos del lenguaje y la traduccin, (=After Babel. Aspects of Language and Translation, Nueva York, 1975 trad. cast. A. Castan), Mxico-Madrid-Buenos Aires, 1980, pp. 272-274. Este autor habla de cuatro periodos en la historia de la traduccin. El primero de ellos se extendera desde Cicern hasta finales del siglo XVIII. Con las ideas de Tytler y, sobre todo, el clebre ensayo de Schleiermacher ber die verschiedenen Methoden des bersetzens publicado en 1813 se abre una segunda fase "de teora e investigacin hermenetica". La tercera poca o "comente moderna" se caracteriza por la aplicacin de las teoras lingsticas a la reflexin sobre la traduccin, inspirada en el formalismo. Segn Steiner desde principios de los sesenta, con el descubrimiento del texto de Benjamin Die Aufgabe des bersetzens y la influencia de Gadamer, se ha vuelto a las investigaciones hermeneticas, cf. el cuarto captulo de la obra citada, titulado "Las ambiciones de la teora".
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Primera parte
asimilar la cultura griega. En este sentido se ha dicho en ms de una ocasin que la traduccin es un invento romano? all, en la voz de Cicern y Horacio, encontramos las que tradicionalmente se han considerado primeras reflexiones tericas sobre esta actividad. La traduccin renacentista bebi en gran medida de las fuentes clsicas para su crtica de la traduccin medieval y se apoy en las auctoritates latinas para constituirse como gnero. Bajo sus declaraciones programticas, sus ideas, prejuicios, topica a los que se adhieren o combaten, puede advertirse una lnea de continuidad que remonta en gran parte a la Antigedad Clsica. Por ello creemos conveniente hacer un breve repaso por alguno de los momentos ms importantes en el devenir histrico, que dar luz y permitir situar en su contexto debido las ideas sobre la traduccin que predominaron en el Renacimiento espaol.
El fragmento ms citado de Cicern sobre el tema pertenece a De optimo genere oratorum. All el autor, al hablar sobre sus versiones de Esquines y Demstenes, declara que ha traducido (convertere) ut orator, estableciendo una diferencia con la traduccin ut interpres. Es propio del orator verter manteniendo las ideas y su forma, pero usando palabras adecuadas al uso latino (ad nostram consuetudinem). En su proceder, nos dice Cicern, no se crey obligado a verbo pro verbo...reddere, sino que se esforz nicamente por mantener genus omne verborum vimque. En definitiva, concluye, se trata de "sopesar" las palabras del original (adpendere) y no de "contarlas" manteniendo su nmero exacto (adnumerare)4. Pero no es ste el nico lugar de Cicern repetidamente citado en el contexto de la traduccin. Otro pasaje clebre lo encontramos en Definibus bonorum et malorum, en donde el latino explica su manera de exponer los textos filosficos griegos. Nos dice all que para su cometido no ha recurrido a trasladar palabra por palabra lo que los filsofos dijeron, a la manera de los intrpretes poco elocuentes. Por el contrario, su mtodo consiste en elegir la palabra ms usada en latn que signifique lo mismo que la que trasladara literalmente el griego, en verter por ms de un trmino lo que en griego se dice con uno slo o, tambin, en mantener el prstamo griego cuando no hay equivalente latino5. Tradicionalmente estos textos se han interpretado como una condena de Cicern a la traduccin literal, propia de interpretes indiserti que realizan una traduccin "palabra por palabra" (exprimere verbum e verbo) y una defensa de una traduccin oratoria libre que pretende recoger las ideas y tono del original, sin ser esclava de la letra. As lo ha sealado, por ejemplo, Kloepfer, quien destaca la visin tradicional de Cicern como el "liberador" de la "copia esclava"6. Aunque la recepcin mayoritaria de las palabras de Cicern ha sido en
Teora y crtica de la traduccin: Antologa, Barcelona, 1987, en la introduccin, p. 8. 3 Cf. J.C. SANTOYO, 4 De opt. gen., 13-14. 5 De fin., 3 , 4 , 15. 6 R. KLOEPFER, Theorie der literarischen bersekung, Munich, 1967, pp. 21-27. Sin embargo considera Die este autor que, del mismo modo que la traduccin literal desemboca en la interlineal, la traduccin libre acaba siendo imitacin ("Nachdichtung")y adaptacin ("Umdichtung"), y que ambos tipos de traduccin pueden
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el sentido que indica Kloepfer, no siempre recibieron esta interpretacin, ya en el mismo Renacimiento, como veremos ms adelante. Modernamente Garca Yebra ha censurado esta valoracin tradicional, pues en su opinin no hay motivo para considerar a Cicern preceptista de la traduccin. Cree el crtico espaol que Cicern menciona al intrprete slo para distinguirlo del orador, que no hace traducciones, sino refundiciones o imitaciones7. De hecho, si leemos la continuacin del pasaje comentado del tratado De optirno genere veremos que Cicern, al traducir a Esquines y Demstenes, no pretenda tanto traducir las palabras griegas cuanto mantenerse dentro del mismo gnero que stas. Su objetivo, en definitiva, era dar una norma de estilo para los oradores. Con sus traducciones, afirma, erit regula, ad quam dirigantur eorum orationes qui Attice volent dicere*.
1.2. HORACIO
El segundo autor siempre citado entre los clsicos como terico de la traduccin es Horacio, cuyos versos 133-34 del Ars Poetica, nec verbo verburn curabis reddere fidus/ interpres, han sido interpretados tradicionalmente como una condena de la traduccin literal verbo verburn y, en consecuencia, se ha visto en ellos una recomendacin de la traduccin libre en la misma lnea que Cicern. De nuevo Garca Yebra, en su comentario a estos versos, niega cualquier fundamento a la consideracin de Horacio como preceptista de la traduccin. En realidad, Horacio hace aqu una referencia al jidus interpres slo como trmino de comparacin, sin ninguna intencin de juzgar su actividad, sino para diferenciarlo del poeta novel que pretende escribir sobre materias ya conocidas. Para Garca Yebra, que se basa en el crtico del siglo XVII Pierre Daniel Huet, el responsable de la mala interpretacin fue Jernimo, que hace una lectura descontextualizada de los versos e inaugura una tradicin que ha perpetuado a lo largo del tiempo el error, como veremos ms adelante.
Con Andronico en la Epica; Ennio, Pacuvio y Accio en la Tragedia; Cecilio, Plauto y Terencio en la Comedia, con las versiones de Cicern, Catulo, la traduccin de Arato de Germnico o la del pseudo-aristotlico m p t ~dopou Apuleyo, la traduccin se sita en de
considerarse "como una huida ante un trabajo enorme que requiere un gran dominio de las lenguas" (y que sera la traduccin en sentido estricto). Cicern sigue siendo utilizado en la polmica actual entre los partidarios de una traduccin apegada al texto fuente y aqullos ms preocupados por la lengua meta. Los primeros pretenden traducir segn el ciceroniano ut interpres. buscando una "equivalenciaformal", mientras que los segundos defienden una traduccin ut oraror que practica una "equivalenciadinimica". Para un resumen de la situacin puede verse, por Teora de la traduccin literaria. Madrid, 1994, pp. 13-15. ejemplo, E. TORRE, YEBRA, "Cicern y Horacio, Lpreceptistas de la traduccin?", CFC 16 (1979) 139-154. 7 Cf. V. GARC~A 8 De opt.gen., 23.
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Primera parte
Roma en el contexto de la asimilacin de la cultura griegas. Sobre todo en poca arcaica, la "traduccin" no se realiza desde la igualdad de lenguas, sino que es vehculo para dotar a una lengua rudimentaria y primitiva de capacidad literaria. No faltan al respecto los lamentos por la patria semonis egestas que la comparacin con la lengua griega pona al descubierto ante la conciencia lingstica de los latinoslo. En un primer periodo, que conocemos sobre todo por las traducciones de obras teatrales, se busca producir en el espectador romano el mismo efecto que la obra caus en el griego, en terminologa modema, una "equivalencia dinmica" que, tras la resituacin de la obra en ambiente romano, en muchos casos no deba dejar invariable ms que el ncleo semntico bsico. No existe en ellas una distincin clara entre "traduccin" y "adaptacin". Cuando a partir de Cicern comienza la reflexin sobre esta actividad, las ideas sobre la traduccin literaria aparecen en estrecha conexin con el concepto de aemulatio. La "traduccin" es una va para el enriquecimiento del idioma y para el ejercicio de los oradores: ha de superar la obra original, no sustituirla palabra por palabra. Por otra parte, el bilingismo existente entre las clases cultas, capaces de entender los textos griegos originales, colabora en la idea de la inutilidad de la traduccin tal y como hoy la entendemos. Desde este punto de vista, no es preciso insistir en el carcter de reivindicacin nacionalista que adquiere la traduccin en el sentido ciceroniano. Su prevencin contra el verbum verbo ha de entenderse desde su patriotismo, enunciado sin cortapisas en un clebre pasaje de las Tusculanas (1,l) y afianzado en sus declaraciones sobre la superioridad del latn frente al griegoll. En la estela ciceroniana se mantiene Quintiliano quien en su Institutio oratoria traza las lneas de actuacin que ha de seguir el orador para enriquecer al mximo
9 La bibliografa sobre la traduccin en la Antigedad es, como se sabe, amplsima. Remitimos a los trabajos Interpretatio. imitatio, aemulatio. Begriff und Vorstellung literarischer Abhiingigkeit bei den clsicos de A. REIFF, "Interpretatio. Notizen zur Wortgeschichte", en D. LIEBS, (ed.), Sympotica K Romern, Bonn, 1959; M. FUHRMANN, Wieacker; Gottingen, 1970, pp. 80-110; A. TRAINA, Vortit barbare. Le traduzioni poetiche da Livio Andronico a Interpretatio. Language and translation from Cicero to Tyler; Amsterdam, Cicerone, Roma, 1974; F.M. RENER, 1989; y tambin, para la problemtica general del conocimiento de las lenguas extranjeras en el mundo grecoromano y el papel de la traduccin en l, al volumen colectivo C. W. MULLER-K. SER-J. WERNER, Umgang Zum mit Fiemden Sprachen in der Griechisch-romischen Antike, Darmstadt, 1992, sobre todo la exhaustiva bibliografa final. El ltimo estudio de conjunto que conocemos sobre el tema es el de A. SEELE, Romische Ubersetzel: Note, Freiheiten, Absichten. Verfahren des Literarischen Ubersetzens in der Griechisch-Romischen Antike, Darmstadt, 1995. En l, adems de estar recogida la produccin bibliogrfica ms importante, se ensaya un anlisis original y esclarecedor en la medida en que sistematiza los testimonios de los autores clsicos sobre la traduccin segn los diversos problemas que encaran, los coteja con la praxis traductora y los pone en relacin con los conceptos de la modema "traductologa". Adems seala las lneas directrices de su recepcin en la historia de la traduccin, mostrando hasta qu punto su interpretacin tradicional ha adolecido de un tratamiento bastante superficial. Puede verse tambin, para un punto de vista histrico y sociolgico, el breve y esclarecedor repaso de V. GARC~A YEBRA "La traduccin del griego en la educacin romana" publicado en el volumen Traduccin: Historia y Teora. Madrid, 1994, pp. 28-47. 10 Cf. por ejemplo, el famoso testimonio de Lucrecio, 1, 136-139. Al respecto, M. L ~ P EL ~ P E Z , Z "Lucrecio, ET traductor de Epicuro", J.C. SANTOYO ALII,Fidus Interpres, 11, Len, 1987, 364-373. 11 Cf., por ejemplo, Fin., 1,10 o 3,5.
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su lengua y su estilo mediante la "traduccin" de otras obrasl2. Es necesario advertir que en su concepcin de la aemulatio como ejercicio formativo se refiere Quintiliano no slo a la "traduccin" interlingual, sino tambin a la intralingual; tambin la refundicin y "traslado" de obras latinas aportan beneficiosos frutos al que se ejercita en el arte oratorial3. Del mismo modo Plinio el Joven recomienda la traduccin, tanto directa como inversa, como ejercicio retrico. Su utilidad viene dada por el hecho de que permite adquirir proprietas splendorque verborum, copia figurarum, vis explicandi adems de desarrollar la inveniendi facultas mediante la imitatiol4. En Sneca el Viejo leemos la misma idea de la aemulatio en su alusin a la traduccin como certamen en la que el objetivo es resultar vencedor's. A medida que la literatura latina se independiz de sus modelos griegos hemos de suponer que produccin original y "traduccin" tomaron lmites ms precisos y propios. En cualquier caso, las circunstancias especiales en que surgi en Roma el concepto de "traduccin libre" -las de la recepcin de la literatura griega y la conformacin de la lengua literaria latina- hacen que apenas podamos aplicarlo a nuestra idea actual de lo que debe ser la traduccin entre lenguas y culturas en similares estadios de desarrollo. En este sentido, un simple repaso de los requisitos que ha de cumplir un traductor que gozan actualmente de consenso, pese a las diferentes tendencias y definiciones de la traduccin existentes, muestra las profundas diferencias que nos separan de la Antigedad. Como indica Seele, hoy en da al menos hay acuerdo en sealar lo que no se debe hacer: no debe el traductor ponerse en primer plano para, rivalizando con el autor, intentar superar el texto. Adems, ha de saber distinguir en el original los elementos invariables de los variables y permitirse ciertas libertades slo con stos ltimos: la ampliacin o reduccin, la alteracin del ncleo semntico de la obra, su cambio de tono etc., estn vedados al traductor modernol6. Por el contrario, el concepto de "ocultamiento" del traductor, esencial y en la base de los requisitos mencionados, era completamente ajeno para el intrprete antiguo.
12 Inst. orar., 10, S, 2-5. Garca Yebra, en el trabajo ya citado ("Cicern y Horacio", pp. 149 y SS.)acude precisamente al testimonio de Quintiliano para demostrar su tesis de que Cicern, pese a haber sido utilizado en la historia de la traduccin como defensor de la "traduccin libre", no se sita en el mbito del traductor, sino en el del orador, y que extraer de su posicin la conclusin de que condenaba la traduccin literal o "palabra por palabra" es tomarse demasiadas licencias. 13 En este sentido hay que entender sus clebres palabras del pasaje citado en la nota anterior, neque ego paraphrasin esse interpretationem tantum volo, sed circa eosdem sensum certamen atque aemulationem. Como advierte Seele, una defectuosa comprensin de esta frase ha provocado una deformacin ms en la recepcin de las ideas de los clsicos sobre la traduccin, plasmada en la justificacin en las palabras del terico latino de una contraposicin entre "interpretacin/traduccin" y "parfrasis". En realidad el concepto de interpretatio recibe en Quintiliano un nuevo sentido. Se refiere con l al traslado de un texto latino en otro, tambin latino, por medio de sinnimos. Frente a este trasvase mecnico, la paraphrasin supone la recreacin del texto, ejercicio mucho ms til que el mero "palabra por palabra" intralingual. Como vemos, ambos conceptos no estn aplicados en este texto a la "traduccin", cf. A. SEELE, Romische Ubersetzer: pp. 99-101. La interpretatio es una forma de ex latinis conversio que consiste en la inmutatio o sustitucin palabra por palabra de los trminos del texto (latino) modelo, cf. H. LAUSBERG, Manual de Retrica literaria, 11, Madrid, 1984, p. 408. 14 Epist. 7, 9. 15 Controversiae, 9,1,13. 16 Cf. Romische Ubersetzer, p. 10.
Primera parte
La fuente transmisora de los textos de Cicern y Horacio en el contexto de la traduccin es, como es sabido, Jernimo. Por sus consideraciones tericas sobre la traduccin, su labor crtica y su propia prctica traductora ha pasado a la historia como patrn de los traductores. Su conocida epstola Ad Pammacchium constituye un pequeo tratado de "traductologa" en el que se inspiraron los traductores posteriores. Jernimo haba traducido por encargo de Eusebio de Cremona una carta de Epifanio de Salamis destinada a Juan, obispo de Jerusaln. El traductor cristiano realiz la traduccin para Eusebio y le pidi que no la hiciera pblica, deseo que no fue respetado. En cuanto fue conocida, la carta provoc entre los rivales de Jernimo, con Rufino a la cabeza, la acusacin de que intentaba falsear el contenido del original para desacreditar a Juan y poner en su boca opiniones herticasl7. La necesidad de justificar su versin le lleva a desarrollar ampliamente sus ideas sobre la traduccin en la mencionada carta a Pammaquio, escrita sobre el 395. Jernimo, traductor experimentado y buen conocedor de los problemas que esta actividad conlleva, haba abordado este tema tambin en otros lugares. Jernimo argumenta en la epstola que en su traduccin no pretendi falsear el contenido del original, sino llevar a cabo lo que para l es una traduccin correcta. Aunque no es literal, es fiel al contenido y pretende, en clara expresin ciceroniana, sensum exprimere: profiteor me in interpretatione Graecorum absque scripturis sanctis, ubi et verborum ordo mysterium est, non verbum e verbo sed sensum exprimere de sensu (57,5). Para resultar ms convincente, se acoge a la socorrida autoridad de los antiguos y afirma que en esta forma de traducir ad sensum se limita a seguir la tradicin clsica y a autores como Cicern, Horacio, Plauto o Terencio que as tradujeron. Probablemente Jernimo, muy familiarizado con la cultura antigua, era consciente de que la traduccin en la Antigedad, al menos en los ejemplos que citaba, deba ser entendida en el contexto claro de la recepcin literaria y de que la reflexin sobre tal actividad se enmarcaba dentro de los ideales retricos, en absoluto extrapolable a la traduccin de documentos y cartas, como era el caso. De cualquier manera cita directamente las palabras de Cicern en De optimo genere oratorum y los versos 133-4 del Ars poetica de Horacio, pues la necesidad le forzaba a una interpretacin de tales textos segn su propia conveniencia. A continuacin, para mostrar que l mismo desde su juventud se inclin por este tipo de traduccin y rechaz el verbum verbo, cita sus propias palabras en el prefacio a su versin de Eusebio varios aos anterior. All pona de relieve la dificultad de la labor del traductor, declaracin que, por mucho que ahora fuera trada a colacin de forma interesada, formula el gran problema con el que ha de enfrentarse siempre un traductor; la armona y equilibrio exacto entre la fidelidad al original y el respeto hacia la lengua de llegada y el hablante nativo de sta.
Liber 17 Cf. G.J.M. BARTELINK, de oprimo genere interpretandi. Ein Kornenrac Leiden, 1980. Para un resumen de la actividad de Jernimo como traductor, con bibliografa, cf. J. GONZLEZ "Notas sobre Jernimo traductor LUIS, y comentxista", Tabona, Revista de Prehistoria, Arqueologa y Filologa Clsica 5 (1984) 397-406.
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Como hemos visto, en su primera declaracin Jernimo parte de una distincin esencial entre las sagradas escrituras y las obras profanas. Para el texto sacro, donde las palabras han sido inspiradas por la propia divinidad, exige una traduccin literal, apegada a la letra an cuando el resultado sea incomprensiblel8. Sin embargo, en la traduccin de los textos griegos (se refiere Jernimo a los Padres), la versin literal es condenable desde un punto de vista literario. En la carta a Pammaquio considera que los cmicos latinos haban conservado en sus versiones el decorem y la elegantiam, sin confundir la veritatem interpretationis con el atarse al rigor de la letra. En la Epistola Ad Sunniam et Fratellam (106), en la que se detiene en examinar distintos ejemplos del Libro de los Salmos en los que divergen la traduccin griega de los Septuaginta y la latina, vuelve a este tema. Para Jernimo la traduccin literal, con su obsesivo celo por la exactitud, descuida la belleza de la lengua, su e j u f m ' d u m interpretationis kakozhl 'aequimur; omnem decorem translationis amittimus, et hanc esse regulam boni interpretis, ut - idivwm&&paealterius, suae linguae exprimat proprietate.
18 Cf. R. KLOEPFER, p. 31. O. C.. "The 19 Cf. W. SCHWARZ, meaning of Fidus Interpres in Medieval translation",JthS, 45, (1944), pp. 73-78, en concreto p. 75.
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Primera parte
los jidi interpretes. El concepto de fidus interpres en Boecio -aquel que traduce verbum verbo- es idntico al que Jernimo haba extrado de las palabras de Horacio. Consciente de estar contradiciendo la autoridad de los clsicos, Boecio admite su culpam20. Semejante defensa del mtodo palabra por palabra encontramos tambin en Juan Escoto en su prefacio a la traduccin de Dioniso Areopagita. El traductor adems advierte al lector, por si considera algn pasaje en exceso oscuro, que su misin es traducir, no explicar: sin ver0 obscuram minusque apertam praedictae interpretationis seriem iudicaverit, videat me interpretem huius operis esse, non expositorem2l. En una evidente evocacin de las palabras de Boecio, Escoto alude tambin a su culpamfidi interpretis. Las consecuencias a extraer de estas declaraciones programticas, los motivos que guan la eleccin de esta forma de traducir estn claramente indicados por Schwarz: "this method is considered to be the surest safeguard against any alteration of the original thought or the introduction of false or heretical views into the author's work. The translator cannot be blamed for the views expressed in the translationW22. Aunque hubo voces que advirtieron de las limitaciones de una traduccin completamente apegada a la letra y es comn encontrar quejas sobre las dificultades del mtodo -el propio Escoto era consciente de ellas y se lamenta de la dificultad de trasladar los compuestos griegos al latn, justificando la necesidad de abandonar la estricta aplicacin del palabra por palabra para ello- una literalidad, al menos terica, cada vez mayor predomin en el panorama medieval, favorecida por un creciente desconocimiento de las letras que di libertad de accin a la ineptitud de muchos traductores23. Una de las consecuencia de este traducir palabra por palabra atendiendo slo al contenido fue la proliferacin de traducciones escritas en un estilo deteriorado y un latn ilegible. En muchos casos incluso no resultaba posible entenderlas si no era recurriendo al original griego que seguan al pie de la letra. Contra la negligencia hacia la lengua latina se levantaron los primeros humanistas italianos con su nueva teorizacin sobre lo que deba ser una interpretatio recta. Ella se convirti en el enemigo al que combatir, a veces airadamente, con las nuevas armas del "humanismo retrico".
20 Texto en SCHWARZ, p. 73. o.c., 2 1 Ibidem. 22 o.c., p. 76. 23 Vase F. BLAIT,"Remarques sur 1' histoire des traductions latines", C&M 3 (1938139) 217-242, en concreto p. 222. Sobre la preferencia a nivel terico delfidus interpres y de la traduccin ad verbum en la Edad Media es un testimonio ilustrativo el Catholicon de Giovanni Babbi (1286), obra que alcanz una gran difusin. En el vocablo Parafrasres puede leerse: parafrastes ...secundum quosdam dicitur qui minus bene interpretatur, qui scilicet non "Del transfert litteram ex littera sed sensum ex sensu (tomamos la referencia de R. SABADINNI, tradurre i classici antichi in Italia" Atene e Roma 3 (1900) cok. 201-217, cita en col. 206).
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Obviamente, el descubrimiento de los textos clsicos y el contacto directo con ellos crea la necesidad de su difusin. Los traductores encargados de esta actividad se saben parte integrante de los programas de recuperacin de la literatura clsica que surgen bajo la proteccin de diversos mecenas en los grandes centros culturales de Italia, sobre todo en la corte de Nicols V, que ha sido definida modernamente como una gran "~bersetzun~sanstalt"24. desconocimiento general del griego requiere de unas El generaciones de humanistas que se afanan en su estudio en torno a los maestros helenos emigrados a Occidente con la cada de Constantinopla y ponen en prctica lo aprendido traduciendo. Son los herederos espirituales de Petrarca y Bocaccio: Salutati, Bruni, Filelfo, Poggio, Uberto y Pier Candido Decembrio, Guarino, Giustiniani, Barbaro, Pannonio, Poliziano etc. A lo largo del siglo XV su labor cristaliza en las versiones latinas de un elevado nmero de autores griegos: Homero, Platn, sobre todo Aristteles, Plutarco, Tucdides, Jenofonte, Diodoro, Apiano, Polibio, Ptolomeo, los Padres de la Iglesia etc25. Estos intrpretes, que por lo dems pertenecen de hecho a una oligarqua econmica y cultural, se consideraban en cierto modo miembros de un grupo de iniciados con el poder de hacer accesibles a un pblico ms amplio los tesoros de la literatura griega, de satisfacer la creciente demanda de una sociedad vida de revivir a los clsicos26. De ah su orgullo al exclamar que "donan a la latinidad" (latinitate donare) estos tesoros, sabedores de que con su labor llevan a cabo un bien a la comunidad. Slo los studia humanitatis permitirn -en su entusiasmo ingenuo- olvidar la "barbarie medieval" y hacer progresar al hombre moderno. nicamente los clsicos ofrecan no slo los conocimientos necesarios para regir los estados y las casas, sino tambin modelos de los que aprender y, en la medida de lo posible, emular. Surge pues una clara conciencia de la importancia de su misin, que adquiere un carcter poltico en la medida en que forma parte del cambio social que se est produciendo. La dimensin nacionalista del Renacimiento italiano ha sido suficientemente puesta de relieve y en ningn sitio se refleja mejor que en las Elegantiae de Valla. All el rescate del latn es el arma con que luchar en el certamen contra los "brbaros", apelativo usual para aludir a la tradicin escolstica. Bastante se ha insistido en la importancia que adquiere en esta corriente ideolgica la Filologa. El estudio del lenguaje tiene como fin la recuperacin de la realidad que los escolsticos haban perdido de vista con sus disquisiciones metafsicas.
Die 24 Cf. G . VOIGT, Wiederbelebung des Klassisclzen Altertums, Berlin, 1893, p. 156. Le scoperte dei codici latini e greci ne'secoli XIV e X1! Firenze, 25 Para un panorama general, cf. R. SABADINNI, A 1905 y los manuales clsicos de J.E. SANDYS, History of Classical Scholarship, New York, 1985; R. PFEIFFER, Historia de la Filologa Clsica. De 1300 a 1850 (= History of Classical Scholarship. From 1300 to 1800, Oxford, 1976, trad. cast. J. Vicua y M" R. Lafuente), Madrid, 1981, pp. 53-86; L. D. REYNOLDS,G . WILSON, N. Copistas y Fillogos (=Scribes and Scholars, Oxford, 1974, trad. cast. M. Snchez Mariana), Madrid, 1986, pp. 160-212 y G . HIGHET, tradicin clsica. Influencias griegas y romanas en la literatura occidental (= Tlze Classical Tradition. La Greek and Roman Influences on Western Literature, Oxford, 1949) vol. 1, pp. 168-202. 26 Como indica Voigt, el pblico al que se dirigen estas traducciones no es erudito o fillogo. Tales humanistas escriben y traducen ms bien "frgeniessende und lernlustige Dilettanten, die nach dem neuen Stoffe verlangte, die auf klare lesbare und geschmckte Form Anspruch machen",o.c., p. 171.
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Primera parte
Slo la bsqueda de los textos y la Crtica Textual, que los depuraba, permitan escuchar la voz autntica y original de los maestros antiguos27.Es preciso poner de relieve adems el papel decisivo que en este panorama se atribua a la traduccin, pues slo ella en definitiva, como indica Steiner, "poda asegurar que el hombre moderno no se viese despojado de la sabidura y herencia del pasado"28. Como consecuencia, hay un cambio de actitud con respecto a la labor de la traduccin cuyos reflejos ms evidentes son, por una parte, la prdida del anonimato que ocultaba al intprete medieval y, por otra, una encendida defensa de esta actividad. Las palabras de Leonardo Bruni en el prefacio a su traduccin de la Eda de Marco Antonio de Plutarco dirigido a Salutati (ca. 140516)son una buena muestra de las reivindicaciones comunes a los intrpretes de la poca. En l Bruni explica que el objetivo de sus versiones es renovar la herencia de la Antigedad para la utilidad de los hombres modernos: Habemus quidem in animo hos omnes Plutarchi viros...in latinum convertere et famam ac gloriam summorum virorum renovare, ut simul cum utilitate nostra, quam ex Graecorum cognitione percepimus, nostrorum quoque hominum sit coniuncta utilitas29. Sin embargo, se duele de la difcil situacin en que se encuentra el traductor, que ha de luchar con la falta de reconocimiento por su servicio a la comunidad y la incomprensin hacia una tarea que requiere un gran esfuerzo. Adems se queja de la extendida costumbre de atribuir al traductor todos los defectos de la obra traducida, aunque stos provengan del autor original, mientras que, sin embargo, siempre se le escatiman los elogios. Adems, frente a la objecin comn de la imposibilidad de traducir al latn la elegancia griega, entona una encendida defensa de la lengua latina, que -dice- puede llegar a la misma vim dicendi aut facundiam que la griegaso. Visto el tono triunfalista con que afirman su labor las ms de las veces, hemos de conceder a estos lamentos algn carcter retrico. Sin embargo, no es menos cierto que estos traductores tuvieron que enfrentarse con un secular desprecio hacia la traduccin. Para Steiner se trata de una idea fundamentada en la creencia firme de que el proceso traductor implica inevitablemente una devaluacin. En su interesante anlisis seala la existencia de prejucios "de orden religioso y psicolgico relativos a la legitimidad del paso de una lengua a otra", en la medida en que el lenguaje es "esencia divina y numinosa". A partir del siglo XV el argumento de la imposibilidad de la traduccin se seculariza, basndose ahora en la conviccin de que es imposible la simetra entre dos sistemas semnticos distintos. Ambas concepciones, en cualquier caso, tienen algo en comn, las dos comparten "una impresin de prdida"31. En un conocido estudio sobre la traduccin en el Renacimiento, Gianfranco Folena ha recogido un ilustrativo testimonio de este desdn en boca de Domenico da Prato,
27 Vase, por ejemplo, el estudio de F. RICO, sueo del humanismo. De Petrarca a Erasmo, Madrid, 1993, El especialmente, pp. 17-43. 28 o. c., p. 283. Leonardo Bruni Aretino, humanistisch-philosophischeSchriften mit 29 Citado por la edicin de H. B A R ~ N , einer Chronologie seiner Werke und Briefe, Leipzig-Berlin, 1928, p. 102. 30 Ibidem, pp. 103-104. O. 31 Cf.G. STEINER, c., pp. 275-76.
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que toma partido por los "inventori" frente a los "traduttori". La fama, en ltima instancia -tal y como Bruni denunciaba-, corona slo a los primeros32. La nueva actitud a que aludimos, encarnada en la lite de los humanistas, trae consigo un proceso de "profesionalizacin" de la traduccin. Consecuencia inmediata de ste es la exigencia de una serie de requisitos a aqul que quiera dedicarse a ella. Algunos de ellos fueron enumerados por Bruni, como veremos, en su De interpretatio recta: el dominio riguroso de la lengua de la que se traduce, el manejo diestro, amplio y consciente de la lengua a la que se traduce y un conocimiento profundo de los autores que se traducen. La adquisicin de estas destrezas -dir Bruni- slo se alcanza con la atenta lectura de los clsicos y el estudio minucioso de las artes retrica y oratoria. En definitiva, la preparacin que l mismo y los de su crculo recibieron del maestro Crisloras. Es precisamente en este contexto cuando se impone el trmino traducere como tecnicismo para designar esta labor. Ya Sabbadini seal la primera aparicin de traducere con el significado especfico con el que pas a las lenguas romances en el propio Bruni, en carta fechada en 140533. Despus Folena, en su excelente estudio de la cuestin, ha analizado ampliamente cmo la gran difusin que disfrutaron las versiones del florentino contribuy a extender el trmino, proceso en el que la figura de Guarino jug un papel determinante. Hasta este momento encontramos efectivamente una enorme polisemia en este mbito. La lengua latina dispona de una gran riqueza de trminos y matices. Los ms frecuentes para la traduccin escrita y literaria eran verto/converto, exprimere, reddere; mutare en Quintiliano y Sneca, que conviven con imitari o interpretari. Ser transfero, poco usual en Cicern, con el derivado translatare, el que encontramos habitualmente en Jernimo y en el latn tardo y el que pasar a las lenguas romances en la Edad Media. Durante el Medievo hay una progresiva prdida del valor de la traduccin como aemulatio y transfero se identifica con tradere en el sentido de pura transmisin de contenidos o reconstruccin de un texto. Traducere no toma la concepcin actual de "traducir" hasta el Renacimiento a partir de Bruni. El tecnicismo acab sustituyendo a los otros trminos y pas al italiano y, de l, al resto de las lenguas romances. Conviven, en el caso concreto del espaol, "trasladar", "romancear" o "romancar" (en Berceo el ms temprano testimonio) hasta la aparicin de "traducir" por primera vez en Juan de Mena, en su Summa de la Yliada de Omero (ca. 14421444), ya con clara influencia italiana34.
"Volgarizzare e tradurre. Idea e terminologia della traduzione del Medio Evo italiano 32 Cf. G. FOLENA, ali'Umanesimo europeo", La traduzione, saggi e studi, Trieste, 1973,59-120, cita en p. 105. (Hay edicin separada con el ttulo Volgarizzare e tradurre, Turin, 1991). 33 "Del tradurre i classici", col. 202. 34 Como se sabe no disponan los griegos de un trmino concreto para designar esta actividad. Conviven, pues, como trminos genricos p&za@pw, pzaPcp@, o pzaypb@. Para este tema, es muy interesante el anlisis de A. GARC~A CALVO, "Apuntes para una historia de la traduccin", Lalia: Ensayos de estudio lingstico de la sociedad, Madrid, 1973, pp. 39-76. Para el caso latino, adems de la bibliografa ya citada, puede verse el resumen de A. SNCHEZ MANZANO, "Traducir palabra latina", Fidus Interpres, Len, 1987, 156-163. Un anlisis ms detallado de esta cuestin en el estudio de G. FOLENA, sobre todo en pp. 60-84.
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Fruto de esta "tecnificacin" es tambin la discusin sobre el mtodo que ha de seguir el traductor. En este sentido, las declaraciones de los traductores en sus prlogos y epstolas revelan el decidido esfuerzo de reflexin con que los humanistas desarrollaron su labor, y la variedad de puntos de vista que mantuvieron, todos ellos resultado de la actividad prctica desarrollada. La teora sobre la traduccin est, como venimos observando, estrechamente implicada en el nuevo panorama que trajo consigo el Humanismo y que, desde el punto de vista lingstico, se articul en torno a dos pilares fundamentales: la recuperacin del griego y la depuracin de la lengua latina. Italia contaba con una rica tradicin de "vulgarizamientos" que no desaparecer tampoco en el Cuatrocientos, ahora en estrecha relacin con el tercer pilar bsico de la "revolucin" humanista: la reivindicacin de la lengua vulgar. Sin embargo ser la traduccin griegoAatn (y en menor medida el hebreo, en casos como el de Manetti al que aludiremos ms adelante) la que aglutine la nueva reflexin. Precisamente es el reencuentro de Occidente con el griego la novedad esencial del Humanismo. Por otra parte, el descubrimiento de la prosa artstica o "numerosa", la exigencia del uso de un latn clsico, o ms exactamente ciceroniano, y la pretensin de extender este latn, sentido como propio, al resto del mundo que caracterizan a este humanismo introducen en la reflexin renacentista sobre la traduccin un nuevo criterio ausente de las traducciones medievales: el artstico. En este sentido, la traduccin fue campo de batalla privilegiado en la ofensiva contra el latn medieval y brbaro que emprendieron los humanistas. Tambin en este mbito polemizaron pues, como ha observado agudamente Yndurain en su reciente manual al referirse a esta cuestin, "quien quiere destacar empieza por buscarse enemigos con los que polemizar, provocando el combate, a la espera de que se produzca la reaccin que justifique nuevas exhibiciones"". Desde este punto de vista el problema ahora recibe un nuevo enfoque, el de cmo conjugar fidelidad y belleza. Es preciso adems tener presente que la relacin con los clsicos por parte de los humanistas iba ms all de la imitatio36. En este sentido, en la mayora de los casos, la traduccin del griego al latn era entendida como siglos atrs lo haba hecho Quintiliano: como aemulatio artstica, como ejercicio para la perfeccin retrica. Por ello, esta actividad se convertir en el "banco de pruebas" en el que ejercitarse y desarrollar la propia capacidad oratoria, en uno de los medios para devolver al latn su florecimiento clsico. En estas coordenadas es fcil entender la decepcin que sufrira Bruni cuando, al leer la traduccin medieval de Aristteles, no descubri en ella siquiera huellas de la elocuencia del estagirita tan alabada por Cicern37. En su empeo por demostrar la capacidad oratoria del griego, atribuir esta carencia, como veremos, a la ignorancia e
35 Y contina "pero lo cierto es que enemigo no lo haba; habia s, un estilo escolstico elaborado para sus propias necesidades que en nada empeca el desarrollo de una literatura elegantemente perthnica, no se ocupaba de ello...", cf. D. YNDURIN,Humanismo y Renacimiento en Espaa, Madrid, 1994, p. 304. 36 E Rico trae a colacin al respecto un interesante testimonio de Petrarca: "me complace el parecido (similitudo), no la identidad (idenrifas)",cf. El sueo, p. 42. 37 Por ejemplo en De orar., 1, 11,49 y en Acad., 38, 119.
incapacidad del traductor, que escribe en latn escolstico. Si en algn tpico cristaliz el proceso que estamos describiendo, fue ste sin duda la toma de partido ante la dicotoma "traduccin ad sensurn/ ad verbum". En torno a este par gira la mayor parte de los testimonios de los traductores, que enlazan as con la tradicin anterior. Cada uno de ellos tuvo su propio punto de vista al respecto y ofreci su propia receta sobre cul era la forma ms correcta de traducir. Entre los dos polos, la traduccin literal y la versin libre que llega a ser una refundicin del texto, encontramos una gran variedad de opciones38. Ya Dante haba aludido al problema de la dificultad de mantener la trabazn musical de un texto potico al traducirlo. Y Petrarca se haba basado en la autoridad de Jernimo para expresar los lmites de la traduccin ad verbum cuando escribe sobre la traduccin de Homero que por peticin suya haba iniciado Leoncio Pilato (ca. 1360-65)39. Con estos antecedentes, hemos de buscar, sin embargo, el centro de la nueva reflexin sobre la traduccin en la figura de Crisloras, llegado a Florencia desde Grecia en 1397 por mediacin de Salutati para ensear griego. La influencia que ejerci en este mbito fue enorme y reconocida por sus discpulos segn demuestra el acuerdo que en todos ellos se aprecia al respecto40. Por una carta de su discpulo Cencio de Rustici conocemos someramente sus ideas. Segn informa el documento, Crisloras, aunque emple la traduccin interlineal en la prctica como medio de aprendizaje del griego, en la teora propugna el ad sententiam transferre, que Sabbadini interpreta como "traduccin literal fiel" y distingue de la conversio ad verbum, la traduccin extremadamente litera141. Esta ltima queda, en opinin de Crisloras, invalidada por cuanto no slo pervierte el estilo y resulta absurda sino que, adems, es incapaz de mantener la sententia. Es, en definitiva, el reconocimiento de la imposibilidad de la traduccin literal que tan horrsonos resultados haba producido42. La exigencia retrica en la traduccin tiene un adepto claro en Salutati. Cae en sus manos la traduccin que Simn Atumano haba realizado del tratado De cohibenda ira de Plutarco en la curia papa1 de Avignon. Segn relata Salutati en una epstola dirigida al Cardenal Pietro Corsini (ca. 1396-7) la decepcin que le caus ver las palabras de su admirado Plutarco tan deformadas en la versin medieval, le impuls a rehacerla en "estilo latino". Este hecho nos informa de que no era precisamente fidelidad en el sentido actual lo que el italiano demandaba de la versin, ya que Salutati, como l mismo declara, no saba griego. En efecto, el humanista acusa con violencia a la versin de Atumano de ser
38 Al respecto cf. P. CHIESA, verbum o ad sensum? Modelli e conscienza metodologica della traduzione "Ad tra tarda antichit e alto medioevo", Medioevo e Rinascimento, 1 (1987) 1-51. o.c., 39 Cf. G. FOLENA, pp. 91-94. 40 Cf. R. WEISS,"Gli inizi dello studio del greco a Firenze" en Medieval and Humanist Greek, Padova, 1977; ROSA,"Le traduzioni dal greco nella prima para el tema en concreto de las traducciones del griego cf. L. GUALDO met del '400: alle radici del classicismo europeo", Hommages d H. Bardon, Latomus, 187 (1985) 177-193. 41 11 metodo degli umanisti, Firenze, 1921, p. 24. Il metodo, pp. 23-24. 42 Vase el texto en R. SABADINNI,
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semigreca, epteto que volveremos a encontrar con frecuencia en otros autores. l propugna una forma de traducir que mantenga la sententia, pero tambin el ornatus. Para ello, y por lograr la claritas, puede tomarse el traductor la libertad de alterar el orden de palabras, cambiar la composicin del texto o aadir nfasis mediante el cambio del tono enunciativo al exclamativo o interrogativo43. Con similares trminos se manifiesta en la carta que escribe a Antonio Loschi cuando ste se plantea rehacer poticamente la traduccin homrica de Pilato. En ella Salutati le expone cules son los criterios que debe seguir. En la idea de que una traduccin que siga las verba no puede satisfacer las demandas estilsticas, ha de atender al contenido (res) y adornar la sententia retricamente: para ello, por gracia del ornatus, es libre el intrprete para aadir, quitar o cambi+. Sin embargo, la exigencia de la versin ad sententiam llevada al extremo e identificada con una traduccin libre y sin cortapisas provenientes del texto fuente la encontramos sobre todo en algunas declaraciones de Poggio. En realidad, al hablar de su versin de Jenofonte, reclamar para s mismo el estatuto de historiador ms que el de intrprete: Certe servata rerum gravitate effugi verbositatem... et...hesi orationi nostrae non ut interpres verborum, sed veluti historiae scriptol45. Segn declara, no duda en eliminar aquello que, aun bien dicho en griego, no pueda expresarse de forma elegante en latn. En definitiva le interesa seguir la historia y mantener la veritas rerum y no las palabras exactas del original: Non verba singula, non sententiolas omnes, non collocutiones, quae quidem frequentius inseruntul; expressi, quippe qui sciam multa graece haud infacunde dici, quae apud nos non absque fastidio legi a doctis possent; sed historiam sum sequutus ea quandoque omittens, quae neque veritati rerum detraherent et concinne dico latine vix posse viderentul46. Sin llegar a los lmites de Poggio, podran multiplicarse los testimonios del rechazo a la traduccin ad verbum y la defensa de una versin ad sententiam. As, por ejemplo, U. Decembrio quien defiende, en el prefacio a su versin de la Repblica, una traduccin ms ornata que aquella resultante de la aplicacin del verbum e verbo, que choca con la diversidad de las lenguas47. De lo dicho hasta ahora se deduce la gran variedad de mtodos defendidos, del mismo modo que la prctica fue bien distinta en un traductor y otro. Un buen ejemplo de ello son las posturas encontradas de Bruni y Guarino con respecto a uno de los temas esenciales, el de los prstamos del griego. Mientras Bmni, como veremos detenidamente, abornina de las traducciones semigraecae, salpicadas de trminos griegos y opone frente a ellos la copia latina, Guarino defiende estos prstamos recurriendo a Quintiliano, que los aprobaba como
43 Vase el texto en G . FOLENA, p. 95. o.c., 44 El texto es citado en A. DE PETRIS, teorie umanistiche del tradurre e YApologeticus de Giannozzo "Le Manetti",BiblH&R 37 (1975) 14-32, p. 18. 45 Citado por A. DE PETRIS, p. 18. o.c., 46 Citado por R. SABADINNI, tradurre", col. 209. "Del 47 Texto en A. DE PETRIS, p. 20. o.c.,
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medio de enriquecimiento del propio idioma, justificndolos como recurso para la variatio48. La polmica de Bruni con el traductor medieval de Aristteles di lugar a una serie de escritos que constituyen un intento de sistematizacin de los diversos problemas y son testimonio valioso de la situacin que estamos describiendo. El ncleo de sus ideas hemos de buscarlo en los prlogos a sus traducciones de la Etica y la Poltica de Aristteles, en los que critica duramente las traducciones medievales, muestra sus errores por medio de ejemplos y propone, frente a ellas, una preceptiva de la traduccin que desarrolla ms ampliamente en su tratado De interpretatione recta, obra que constituye, como indica Folena, un hito en la historia de la teoria de la traduccin@. No hay que olvidar que fue Bruni quien en De studiis et litteris liber trat por primera vez de la importancia del ritmo en la prosa y analiz el estilo de Cicern. Este descubrimiento de la elocuencia tuliana, capital en la imitacin del estilo ciceroniano en el latn humanista, tiene mucho que ver adems en su concepcin de una traduccin que reproduzca tanto el contenido como la forma. Uno de los textos capitales para nuestro tema es la Praemissio quaedam ad evidentiam novae translationis Ethicorum Aristotelis que Baron fecha en torno a 1416117. En l justifica Bruni la oportunidad de la nueva traduccin de la obra aristotlica por la mala calidad de la versin anterior y comienza una airada crtica al intrprete medieval. El ataque de Bruni se dirige fundamentalmente en dos direcciones: hacia su deficiente conocimiento del griego que le lleva a interpretar mal algunos pasajes y hacia la "rudeza" del estilo latino en el que est vertida50. Esta ignorancia impide al traductor, acudiendo a la riqueza del latn (in opulentia nostra), verter cada trmino griego por uno latino. El resultado es una traduccin "semigriega" y "semilatina": in utraque deficiens lingua, in neutra integer. Adems, prosigue nuestro autor, en su forma de traducir las oraciones, el intrprete medieval traiciona la elocuencia de Aristteles de quien Cicern dijo que haba logrado unir el arte oratoria con la sabiduria. A continuacin pasa a hacer una apologa del latn. Contra la acusacin de inopia trae a colacin los ejemplos clsicos, ya utilizados por Jernimo, de Plauto y Terencio y sus versiones de la comedia griega. Contra los que esgrimen la ariditas de la lengua latina, dice que en nada son inferiores Cicern y Virgilio a Demstenes y Homero. Volviendo a la traduccin, ofrece algunos ejemplos que demuestran esta ignorancia de las lenguas del traductor medieval y, continuando su ataque, le acusa adems de no conocer la materia que est traduciendo: atque fieri potest, ut ille in philosophia doctus fuerit, sed equidem non puto, cum videam ipsum res quoque simul cum nominibus confundentem.
48 As lo dice en la epstola a Floro Valerio de 1405 sobre su versin de la Isocratisparaenesis ad Demonicum. El texto puede verse en G. FOLENA, p. 99. Cf. al respecto L. GUALDO o.c., ROSA, o.c., pp. 187-88. Guarino estableci un programa educativo en el que la traduccinjugaba un papel esencial para el conocimiento de las lenguas. De hecho el aprendizaje del griego se realizaba de forma autodidacta con la ayuda de textos bilinges. En las versiones escolares se proceda a una traduccin literal en la que los tminos griegos se transliteraban y acompafiaban de Il metodo, pp. 17-27. glosas o comentarios, cf. R. SABADINNI, 49 Tambin Steiner, quien considera que en este periodo la de Bruni, junto con Huet, es la contribucin ms o.c., interesante a la Teora de la Traduccin, cf. G. STEINER, p. 272. o.c., 50 Cf. Praemissio en H. B A R ~ N , p. 77 y SS.
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Finaliza su juicio de manera rotunda: el intrprete ms que verter (convertere) las palabras de Aristteles, las ha pervertido (pewertere). Por este motivo, concluye, acometi l, por su parte, esta labor: ut hos libros nunc prirnurn Latinos fecerirn, curn antea non essent. Esta enrgica crtica se convirti pronto en el centro de un debate del que fue protagonista destacado el humanista espaol Alonso de Cartagena, pues sali en defensa del traductor medieval. En esta controversia, como veremos ms adelante, algunos estudiosos han credo ver el enfrentamiento entre las ideas medievales sobre la traduccin y la nueva concepcin renacentista representada en las posiciones de Bruni. Fue motivado por esta polmica por lo que Bruni, recogiendo y sistematizando un tanto sus ideas, escribi el De recta interpretatione (ca. 1420 segn la datacin de Baron)sl. Comienza retomando las crticas que haba hecho en la Praernissio, si bien esta vez moderando el tono, probablemente porque haba sido reconvenido por el Arzobispo de Miln, Francesco Piccolpasso, mediador entre l y Cartagena. Explica que su inclemencia hacia el traductor medieval fue fruto del apasionamiento provocado por la afliccin que le produjo el estado en que qued la obra de Aristteles de forma tan ignorante vertida52. As, nos dice, para hacerse comprender totalmente -y en parte tambin para ser "perdonado"expondr cules son las condiciones que, a su entender, ha de cumplir un buen traductor, no sin antes darnos una definicin de la traduccin: dico igitur ornnern interpretationis virn in eo consistere, ut, quod in altera lingua scriptum sit, id in alteram recte traducatui-53. Para llevar a cabo tal labor, es preciso, en primer lugar, un profundo conocimiento de la lengua de la que se quiere traducir, conocimiento que slo puede ser adquirido por el estudio y la lectura de los maestros pues, nerno enim, qui hos ornnes non legerit, evolverit, versarit undique atque tenuerit, virn signzjkataque verborurn intellegere potesP. Slo de este modo podr tenerse un dominio de la lengua y de sus tropos y maneras de decir (tropi jiguraeque loquendi), siendo as que el significado de muchas de ellas viene dado por el uso (ex consuetudine)55. En segundo lugar, se ha de dominar tambin la lengua a la que se traduce, para que, por falta de un conocimiento suficiente del latn, no se dejen trminos griegos. Tambin en este caso el intrprete ha de conocer la "fuerza y naturaleza de las palabras", las figuras de decir empleadas por los escritores y, sobre todo, ha de evitar la novedad Cfugiatque et verborum et orationis novitatern, praesertirn ineptarn et barbaram)56. Adems es necesario
51 Leemos el texto en la edicin de H. Barn. Adems hay una traduccin castellana en M. PREZ GONZLEZ, "Leonardo Bmni y su tratado De interpretatione Recta", CFC(Lat) 8 (1995) 193-233. Cf. tambin, A. GUZMN, "LeonardoBruni, traductor y traductlogo del Humanismo",Hieronymus Complutensis 2 (1995) 75-80. 52 Cf. H. B A R ~o.c., p. 83,4-5. N 53 Ibidem, p. 83, 31-32. 54 Ibidem, p. 84, 10-12. 55 Y pone algunos ejemplos de expresiones metonmicas y metafricas como gero tibi more, de la que dice: Quid enim sir "gerere"et quid "mos",etiam rudis lector intelligit; quid ver0 totum signijicat, alium est, as como de expresiones aparentementesinnimas pero con diferencias de matiz o de usos sinonmicos de trminos distintos o.c., cf. H. B A R ~ N , p. 84-85. 56 Ibidem, p. 85-86. De nuevo ofrece ejemplos que ilustran lo que dice: el traductor no ha de usar proelium por bellum, ni urbs por civitas, ha de distinguir entre cupere y optare etc.
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que el traductor tenga un "buen odo" y no desbarate lo que est dicho de forma armoniosa y elegante. En definitiva un intrprete ser hbil cuando consiga mantener en su versin la doctrina rerum y el scribendi ornatus57. Otro requisito imprescindible para un buen traductor es que sea capaz de mantener el estilo del autor que traduce. Dado que no es lo mismo -dice Bruni- la amplitudo et copia de Cicern, ni la exilitas et brevitas de Salustio o la granditas quaedam subaspera de Livio, el buen traductor se impregna del estilo de cada uno al traducirlos: rapitur enim interpres vi ipsa in genus dicendi illius, de quo transfert, nec aliter seware sensum commode poterit, nisi sese insinuet ac inflectat per illius comprehensiones et ambitus cum verborum proprietate orationisque efigie58 En este cometido, insiste, lo ms dificil es la traduccin del ritmo y ornatus. Efectivamente, el traductor slo podr trasvasar la grandeza de la obra en su versin si mantiene la ornamentacin de las palabras y la de las sentencias, su cadencia y su ritmo59. En la segunda parte de la obra, Bruni se detiene en someter de nuevo a crtica algunos pasajes de la traduccin medieval. La conclusin no se hace esperar: estamos ante una traduccin "brbara", "semigriega", llena de "los mayores absurdos y extravagancias", obra de un traductor disipatus y delumbatus que vuelve los libros de Aristteles "de suaves, speros, de hermosos, deformes, de elegantes, difciles, de sonoros, disonantes"60. El tratado se cerraba con una tercera parte que por desgracia queda interrumpida en todos los manuscritos, lo que hace pensar a Baron que la obra qued inconclusa. Bruni informa de que en ella va a recurrir a la autoridad de Cicern y Jernimo para justificar sus crticas. La influencia de las ideas de Bruni es perceptible en las declaraciones de muchos intrpretes del momento. Un ejemplo de ello lo encontramos en la figura de Giannozzo Manetti, uno de los precursores en el estudio del hebreo y traductor de la Biblia. Su versin del Salterio, realizada por encargo de Nicols V, le acarre crticas que intent contestar en su escrito Quinque libri adversus suae novae Psalterii traductionis obtrectatores apologetici, obra que debi ser elaborada entre 1454 y 1456 y permaneci indita61. La aportacin de Manetti resulta de gran inters en la medida en que supone un intento de hacer compatibles las ideas humanistas sobre la traduccin y la versin de las Sagradas Escrituras. En las palabras de Manetti puede advertirse la influencia clara de Salutati, Poggio, Valla etc, pero, en especial, segn ha puesto de relieve De Petris, de Bruni. Como ste ltimo, denuncia la inconcinnitas de los traductores apegados a la letra y junto a esta condena del literalismo propugna una interpretatio recta que, con las armas de un perfecto dominio de las lenguas, sea Gel y capaz de volver tambin el ornatus orationis. Sin embargo, Manetti recuerda que la gravedad de contenidos de los escritos teolgicos y filosficos los diferencia de los
Ibidem, p. 86, 10 y SS. Ibidem. p. 87, 12-15. Ibidem, p. 90, 36-39. Tanto es as que: si quis apud inferos sensus sir rerum nostrarum, indignetur et dolear Aristoteles libros suos ab imperitis hominibus ita lacerari. ac suos esse neget. quos isti transtulerunt, ac suum illis nomen inscribi molestissimeferat. ibidem, p. 96, 14-19. O.C. 61 Cf. A. DE PETRIS,
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poticos, histricos y oratorios en donde el intrprete ha de atender sobre todo a las exigencias formales. En definitiva, el traductor de la Biblia ha de situarse en el medio justo entre la literalidad que vuelve el texto oscuro e incomprensible y la libertad excesiva que lo modifica a su antojo. Su modelo en este arte es, una vez ms, Jernimo.