Estrategia Competitiva - Gestiopolis
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Estrategia Competitiva - Gestiopolis
ADMINISTRACIÓN
Estrategia competitiva
R Ricardo Matas Coddou 36 minutos de lectura
Mientras la estrategia nos permite entender en términos generales el qué hacer, la táctica en
cambio nos muestra lineamientos de cómo hacerlo y ejecutarlo, por lo cual esta última está
más relacionada al ámbito operativo. Si bien el diseño de la estrategia ha estado
convencionalmente más vinculada con los niveles de decisión en niveles superiores -sean de
índole corporativo o gerenciales de áreas-, la visión moderna de las ciencias administrativas
obliga a visualizarla en base a un “compromiso” de índole horizontal y de carácter
participativo en las personas. Esto porque aunque la estrategia es comúnmente “creada” en
los niveles superiores de la empresa -relacionándola directamente como el resultado
necesario para lograr aterrizar la visión y objetivos centrales de la organización-, el ideal es
que sea no sólo ejecutada por los niveles siguientes, sino que sea compartida, creída,
asumida e incluso discutida por estos mismos, logrando un compromiso y participando de la
filosofía que distingue a la empresa, permitiendo a los niveles superiores (mediante un
correcto proceso de retroalimentación) determinar y repensar el qué, cuándo y cómo se
deben modificar y/o adaptar las estrategias a los cambios, sean estos originados interna o
externamente a la organización.
Se hará referencia a diferentes autores que han aportado varios argumentos para definir la
estrategia. Es un concepto bastante difícil de definir y además con los años ha evolucionado
de acuerdo a los cambios que ha sufrido el contexto. Desde fines de los años ´50, los
autores clásicos de la administración plantearon innumerables conceptos de estrategia, y
hubo un acuerdo tácito en cuanto a que en su concepción estaba implícita su aplicabilidad
en el largo plazo. Seguramente, en tiempos competitivos pero con un ciclo de vida
tecnológico menos efervescente que en tiempo actual, explicar la estrategia como decisión
de largo plazo resultaba creíble.
d) Igor Ansoff : La estrategia es el lazo común entre las actividades de la organización y las
relaciones producto-mercado tal que definan la esencia y naturaleza de los negocios en que
está la organización, y los negocios que la organización planea para el futuro. Ansoff
planteó: «Cuando un administrador entiende el ambiente y reconoce que el ambiente está en
constante cambio, entonces puede tomar las decisiones correctas liderando las
organizaciones hacia el futuro».
e) Henry Mintzberg : Posiblemente es quien brinda una de las definiciones más completas de
estrategia, ya que identifica cinco visiones a partir de variadas utilizaciones del término.
La Estrategia como plan: es un curso de acción que funciona como guía para el abordaje
de situaciones. Este plan precede a la acción y se desarrolla de manera consciente.
La Estrategia como pauta de acción: funciona como una maniobra para ganar a un
oponente.
La Estrategia como perspectiva: corresponde a una visión más amplia, implica que no
sólo es una posición, sino que también es una forma de percibir el mundo. La estrategia
es un concepto, una abstracción en la mente de los actores. Lo importante es que la
perspectiva es compartida por y entre los miembros de la organización, a través de sus
intenciones y acciones.
g) Jack Trout : Es el autor del concepto “Posicionamiento” tan conocido en marketing, el que
se interpreta como el “lugar” que en la percepción mental de un cliente o consumidor tiene
una marca, lo que constituye la principal diferencia que existe entre ésta y su competencia, y
también a la capacidad del producto de alienar al consumidor. En un reconocido texto , este
autor especifica la importancia de la estrategia en el negocio, y la describe como el principal
factor de éxito. Incluso llega a plantear que contar con la gente adecuada, adoptar la actitud
adecuada, utilizar las herramientas adecuadas, seguir los modelos adecuados o tener la
organización adecuada, son factores que ayudan al éxito, pero siempre estarán supeditadas
a lo esencial: contar previamente con una correcta estrategia, lo que permitirá en definitiva
que una determinada empresa pueda alcanzar la excelencia. Trout propone ocho formas de
entender el concepto de estrategia, enfocándolo al marketing:
La estrategia es pura cuestión de competencia: para tener éxito, una empresa debe
fijarse en la competencia. Debe buscar sus puntos débiles y atacarlos con el arma del
marketing. Trout clasifica, en homologación al mundo militar, distintos tipos de “guerras”
para explicar este punto de vista (la guerra defensiva es la que utilizan los líderes del
mercado; la guerra ofensiva es la estrategia de las empresas número dos o número tres;
los contendientes menores o recién llegados que intentan poner un pie en una categoría
evitando el frente de batalla siguen una estrategia de guerra de flancos, y utilizan el
elemento sorpresa; finalmente, la guerra de guerrillas es el dominio de las empresas más
pequeñas).
La estrategia es pura cuestión de sencillez: las estrategias complicadas, al igual que los
planes de batalla complejos, están abocados al fracaso. El santo grial es la sencillez.
Según Trout, la investigación puede confundir al individuo, por eso el autor sólo cree en
ciertas clases de investigación y también en no dejarse deslumbrar por los datos y en
confiar en los instintos.
Una de de las ideas del autor que más rescato es la siguiente: “no es la estrategia la que
debería dictar las tácticas que deben emplearse. Por el contrario, la estrategia debería
desarrollarse de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo. Las tácticas deberían definir
las estrategias o, en otras palabras, la táctica de comunicación debería dictar la estrategia de
marketing. Una táctica es un ángulo mental competitivo, es decir, un elemento diferenciador.
La estrategia por su parte no es un fin, sino el camino, una dirección coherente para el
marketing”.
h) William Duggan : el autor hace una distinción con respecto a la intuición ordinaria,
argumentando que la intuición estratégica se asemeja a un resplandor que clarifica la mente
y permite ver con nitidez qué es lo que hay que hacer. Esto, a mi juicio, puede parecer algo
difícil de comprender a primera vista por la misma definición de intuición , pero
conceptualmente en nuestro lenguaje se puede relacionar al menos con dos acepciones:
“Percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente
a quien la tiene”.
En mi opinión, es la segunda definición la que más se acerca al espíritu que el autor desea
inculcar: en su texto no está diciendo que por el hecho de intuir se prescinda del
razonamiento, sino que se refiere más bien a la percepción que tienen ciertas personas,
como una especie de “don natural”, para comprender las ventajas o desventajas acerca de
una determinada idea. Mientras Jack Trout explicaba los distintos principios para
comprender las estrategias de una forma más estructurada y analítica, William Duggan en
tanto es propenso a la idea que la intuición estratégica se asemeja más a un “chispazo de
perspicacia” que reúne en nuestra mente elementos del pasado para dar con una solución a
un problema nunca antes conocido. Parecen puntos inconciliables, pero veo que existe un
punto en común: que ese “chispazo” como llama el autor está determinado por una
capacidad del líder (recordemos que Jack Trout también se refería en uno de sus ocho
principios a que “la estrategia es puro liderazgo”).
Tranquilidad de espíritu: se libera la mente de todas las expectativas e ideas previas que
pueda albergar e, incluso, la propia mente se vacía del objetivo que persigue.
Resolución: no sólo se ve lo que hay que hacer, sino que se está preparado para
hacerlo. El destello se acompaña con la fuerza que impulsa a emprender una acción.
Este es un componente trascendental, pues lo primero que puede ocurrir es que alguien
importante se ría en tu propia cara. Se necesita resolución para dar un paso al frente y
poner en práctica lo que el destello de perspicacia aconseja hacer. En el fondo, el autor
lo relaciona con la perseverancia y autoconfianza en los dones del líder.
Mientras que von Clausewitz nos habla de intuición estratégica, Jomini desarrolla la
planificación estratégica. El pensamiento básico de Jomini respecto a la estrategia se
resume en tres pasos:
En esta formulación se puede reconocer el mismo tipo de planificación estratégica con el que
la mayoría de las empresas trabaja hoy en día. Los tres pasos de la planificación estratégica
de Jomini son completamente diferentes de los cuatro pasos de la intuición estratégica de
von Clausewitz. Sin embargo, los dos autores reclaman que sus teorías derivan de Napoleón
¿Es posible que ambos estén en lo cierto?
Para Jomini, se gana porque se tienen más fuerzas que el enemigo en el punto objetivo.
Para von Clausewitz, se gana porque se tienen mayores fuerzas en el punto decisivo. En la
visión de Jomini se elige en primer lugar la meta y entonces se traza un plan para
conseguirlo. Según von Clausewitz no se comienza con una meta preconcebida, se confía
en la intuición y en condiciones propias del líder.
En sus memorias, Napoleón apoya con sus propias palabras la teoría de von Clausewitz: “El
arte de la guerra consiste, con un ejército numéricamente inferior, en tener siempre más
fuerzas que el enemigo en el punto que debe ser atacado o defendido… Es una forma
intuitiva de actuar que constituye el genio de la guerra”.
Napoleón necesitaba una fuerza superior donde quiera que se diera la batalla. Ese era su
punto decisivo. No marcaba un punto objetivo y dirigía su ejército hacia él. Sin embargo, los
tres pasos de Jomini eran mucho más fáciles de entender que los cuatro de von Clausewitz.
El ejército norteamericano abrazó los tres pasos de Jomini, y cuando este ejército se dividió
en la Guerra Civil, los dos bandos siguieron las ideas de Jomini. Esto explica las terribles y
sangrientas batallas que tuvieron lugar, pues ambas partes elegían el mismo objetivo y
marchaban impasibles hacia él. Lo mismo ocurrió en el tipo de batalla que predominó en la
Primera Guerra Mundial (sangrienta guerra de trincheras para ganar unos metros, muchas
veces sin ninguna importancia estratégica). Sólo en la Segunda Guerra Mundial, el general
blindado George Patton , líder militar y firme admirador de las ideas de von Clausewitz, logró
cambiar este devenir de las batallas.
De la propuesta de William Duggan, y basado en todo lo que explica en términos militares e
históricos, se deduce su intención en hacer hincapié en la importancia de los puntos
decisivos de dónde, cómo, cuándo y con qué recursos poder competir con adecuadas
estrategias, más que formarnos de antemano objetivos y metas que pueden significar una
lucha sin cuartel con determinado competidor, lo que no garantizaría el éxito. El determinar
esos puntos decisivos lo atribuye a condiciones inigualables de liderazgo bien informado y
preparado, lo que motivaría obtener decisiones estrategias de carácter intuitivo.
Estoy de acuerdo con lo expuesto por Duggan en cuanto a la crítica anterior. Si esto lo
vinculamos y comparamos detalladamente con un texto propuesto por Michael Porter , nos
podremos dar cuenta que este último realmente se ha dedicado más a mostrar lo que
sucede o falla cuando no hay estrategias, en desmedro de entregar alguna iniciativa práctica
que nos faciliten entender la formulación en el diseño de estas. Dado que el artículo de
Porter está enfocado más bien a explicar la relación estrategia-diferenciación, me queda
particularmente un vacío ya que no se refiere detalladamente al cómo diseñar una
estrategia, sino más bien ha profundizado en analizar los problemas causados por la
ausencia de ella en la empresa. Sin embargo, no estoy de acuerdo con Duggan si se
deseara generalizar su propuesta, dado que con su aporte creo que nos está entregando
ciertamente una hipótesis en relación al “chispazo creativo de las estrategias” (intuitivas),
sumadas a un buen liderazgo que las lleve a cabo, pero estimo que estas no pueden ser
generalizadas basándose en hechos históricos de personas que vivieron en circunstancias
únicas -y quizás irrepetibles- de la historia.
i) Michael Porter : según este conocido académico, la estrategia es una única y valida
posición, considerando un sistema de actividades diferentes. Es elegir qué hacer y qué no
hacer, en qué mercados entrar y en cuáles no. No se puede abarcar todos los mercados y
todos los posicionamientos simultáneamente, sino que la estrategia implica elección de un
camino, dejando de lado otras opciones. Es necesario destacar la diferencia entre estrategia
y efectividad operacional. Esta última está basada en el desenvolvimiento eficiente de los
procesos que llevamos a cabo (a través de métodos como reingeniería, calidad total) y no en
la determinación de un rumbo único y diferenciador. Si las empresas solo compiten a partir
de una mejora operacional, siguen un camino que las conduce a la “convergencia
competitiva ”, donde todos compiten de la misma manera y en la misma dimensión. La
estrategia debe ser considerada como descubrimiento de nuevos modelos de negocios, no
de productos. Lo más importante es cambiar el modelo mental y jugar un juego diferente.
Como ejemplo, algo diferente puede ser complementarse para poder competir; un caso de
complementos son los cines con los videos Blockbaster, de la misma localidad, donde
ambos están ubicados en un radio de no más de 3 kms. Tomando la teoría clásica de
estrategia serían productos sustitutos, y compitiendo por los mismos clientes. Pero al sacar
una entrada para el cine, se entrega un cupón de descuento para el video club, y de esta
forma comparten el mercado.
Por otro lado hay que comprender que la base de la estrategia es entender el concepto de
“migración de valor ”, saber hacia qué mercados migra el valor, qué es lo que gana y pierde
valor, a partir de los cambios en las preferencias de los consumidores.
j) Philip Kotler : este reconocido académico y autor tildado como el “padre” del marketing
moderno tiene varios textos a su haber, y considerando que se enfoca principalmente en los
avances de la mercadotecnia podemos inducir que se relaciona directamente con estrategias
competitivas de negocios, puesto que lo que plantea generalmente se vincula al “qué hacer”
dentro de organización enfocada al cliente. Kotler ha definido el marketing en los siguientes
términos: “Es la técnica de administración empresarial que permite anticipar la estructura de
la demanda del mercado elegido, para concebir, promocionar y distribuir los productos y/o
servicios que la satisfagan y/o estimulen, maximizando al mismo tiempo las utilidades de la
empresa”. En mi opinión, y basado en la propia descripción de Kotler, esa “anticipación a la
estructura de demanda” requiere necesariamente de estrategias competitivas. Asimismo, la
concepción, promoción, distribución de productos y/o servicios, satisfacción y/o estimulación
del cliente, y la maximización de las utilidades -todos conceptos implícitos en la definición de
marketing-, también requieren concebir, diseñar, ejecutar, controlar y adaptar estrategias
competitivas, que sean claras, compartidas por toda la organización, distintivas e
innovadoras, y que permitan cumplir el propósito fundamental del marketing dentro de un
determinado modelo de negocio, área de la organización, o bien de la empresa en general.
Otra definición que hace Kotler acerca del marketing, es “el proceso social y administrativo
por el que los grupos e individuos satisfacen sus necesidades al crear e intercambiar bienes
y servicios”.
Considerando los cambios producto de la globalización y las crisis acaecidas en los últimos
años en los mercados mundiales, Kotler nos propone 7 estrategias que considera
“ganadoras” ante estos nuevos escenarios y a la vista de que los mercados son cada vez
más competitivos, ya que han sido testeadas en diferentes modelos de negocio y han
demostrado que pueden aportarnos modelos estratégicos a tener en cuenta para ser
implementados:
Estrategia de bajos costos: no se trata sólo de reducir algunos costos, sino de aplicar la
reducción de costos en casi todas las áreas de la empresa, pero sin deteriorar la
expectativa que el propio cliente tiene, ni la esencia del negocio en sí, considerando dos
puntos importantes: ser ingeniosos e introducir una buena dosis de creatividad en este
proceso; y, aprovechar al máximo las bondades de todo el modelo de negocios que
funciona, sin desechar aspectos de ese mismo modelo que podría ser aprovechado por
los competidores más cercanos.
Crear una experiencia única para el consumidor: otra estrategia que se ha demostrado
que funciona -y es una apuesta segura si se consigue llevar a término-, es centrarse en
conseguir que el cliente viva una experiencia excepcional, única, diferente y eso hará
que esté dispuesto incluso a pagar más dinero por un producto o servicio similar al que
pueda encontrar en la competencia (ejemplos: motos Harley-Davidson; cafeterías
Starbucks).
Reinventar nuestro modelo de negocio: en muchas ocasiones nos dice Kotler, nos
empeñamos en mejorar nuestro producto o servicio, añadiéndole características,
funcionalidades, sabores o texturas y sin embargo no alcanzamos los objetivos
pretendidos. Hay veces que todo esto no sirve y que, antes de seguir por el mismo
camino, es recomendable hacer un alto y plantearse cuál es el verdadero modelo de
negocio que acometemos y tratar de reinventarnos a nosotros mismos, no enfocándonos
en hacerlo mejor sino en hacerlo diferente.
Ofrecer calidad máxima en el producto: penetrar en la mente del consumidor y dejar una
huella de marca, es el objetivo de cualquier departamento de marketing, aunque ese
destino tiene diferentes caminos, y uno de ellos es asociar nuestra marca a la imagen de
calidad, de tal forma que con sólo pensarla, el cliente no necesite que le aportemos más
información al respecto. Hay clientes que quieren lo mejor y sólo lo mejor, y si se lo
damos tendremos clientes cautivos y adictos a nuestra marca.
Ser innovador: en algunas empresas ésta es una máxima que les persigue en cualquier
planteamiento porque la han asumido como una de sus ventajas competitivas, y si
quisiéramos poner un nombre a este concepto, Sony es una de las marcas que
podríamos decir que ha adoptado este principio con más asiduidad a lo largo del tiempo.
Si el cliente percibe que nuestra marca está en continuo lanzamiento de productos que
suponen un paso adelante, lo asocia, y la refuerza contra la competencia. Y esto no
supone que hablemos sólo de productos de tecnología, sino que es aplicable a cualquier
sector y a cualquier tipo de empresa.
Ser el mejor en diseño: esta estrategia se basa en algo tan simple como que hay un tipo
de personas que no sólo les gusta y prefieren, sino que necesitan, estar cerca y vivir con
aparatos y elementos que estén bien diseñados. Es una realidad y hay que
aprovecharla, pues existe un mercado para los productos con diseño (Ejemplos:
tecnología Apple; Bang & Olufsen ).
Para estos autores, las estrategias son disposiciones generalizadas de las acciones a tomar
para cumplir los objetivos generales; si no hay objetivos claros y bien definidos seguramente
no existirá una estrategia apropiada para alcanzarlos. Las estrategias que se planteen deben
contemplar la utilización de unos recursos necesarios para desarrollar las actividades que
desembocarán en los resultados, y deben tener en cuenta cómo se conseguirán dichos
recursos y cómo serán aplicados para aumentar las probabilidades de éxito.
Estimo propicio ahondar en lo que se expuso en pag.4 de este trabajo, en relación a que
visualizo que la estrategia conlleva necesariamente un “compromiso” de índole horizontal y
de carácter participativo en las personas. Los mismos autores, Kaplan y Norton (creadores
del Balanced Scorecard ) se refieren a esto en un importante texto en los siguientes
términos: “Los ejecutivos deberían utilizar procesos de comunicación similares a los
empleados en la introducción de nuevos productos al lanzar su nueva estrategia. Los
procesos se inician con el aprendizaje (crear conciencia estratégica), y se siguen con
asegurar que los empleados entienden el mensaje (compartir mentalmente la estrategia),
asegurar que creen que se está siguiendo la estrategia (lealtad con la estrategia) y, por
último, determinar cuántos enseñan la estrategia a otros (convertirse en misionero de la
estrategia). Al igual que con sus clientes, las empresas pueden medir cada uno de esos
estados de ánimo y compromiso. Las empresas deberían autorizar presupuestos para
comunicar y formar a sus empleados, de la misma forma que se comprometen a gastos de
publicidad y promoción de nuevos productos”.
La alta dirección requiere capitalizar las atractivas oportunidades y enfrentar los retos
mediante el fortalecimiento de las estrategias competitivas de cada uno de los negocios.
Para ello se requiere decidir:
Para decidir el dónde vender competitivamente, las empresas deberían revisar sus
estrategias para seleccionar los mercados más atractivos y los productos en los que son
más competitivos para asegurar su viabilidad y mejorar su rentabilidad. En el nuevo entorno
competitivo, las empresas más exitosas revisan a fondo sus estrategias, seleccionando los
segmentos de los mercados nacionales y de exportación y las líneas de productos en los
que pueden desarrollar una posición más sólida ante la creciente competencia nacional e
internacional. Ahora es más importante determinar en qué mercados y productos se es más
competitivo y en cuáles no, y conforme a esto orientar los programas de comercialización y
los proyectos de inversión.
Para decidir en qué competir, las empresas deben revisar sus estrategias para definir la
naturaleza misma de competencia, llevándola incluso a nivel internacional. El juego
competitivo tradicional ha sido el de competir sobre la base de productos de calidad
“estándar” a un precio razonable. Sin embargo, el nuevo entorno competitivo está cambiando
los factores clave para el éxito en muchas industrias, ya que ahora ha cobrado mayor
importancia vender una extensa gama de productos de alta calidad, a precios competitivos y
con un buen nivel de servicio a clientes. Muchas empresas introducen programas de “gestión
de calidad total ” a fin de mejorar la calidad de sus productos a través de introducir el control
estadístico de procesos, establecer círculos de calidad y manejar relaciones de clientes-
proveedores en todas las áreas de la empresa, buscando alcanzar estándares
internacionales de calidad en sus productos. Para poder vender a precios competitivos,
algunas empresas han introducido programas de reducción de costos y mejora en la
productividad para asegurar una estructura de costos bajos. Otras empresas más agresivas
han logrado mayores reducciones en costos, reestructurando sus operaciones a través de
desarrollar proveedores confiables, cerrar líneas o plantas incosteables, ampliar y
modernizar sus procesos de producción en las plantas más eficientes y optimizar la logística
de distribución de sus productos.
Con objeto de poder ofrecer un buen nivel de servicio a sus clientes, algunas empresas han
mejorado sus procesos de programación y control de la producción y de inventarios de
productos terminados. Otras empresas más agresivas están desarrollando estrechas
relaciones con sus clientes a través de sistemas computarizados que les permiten planear y
controlar los inventarios y las compras de sus clientes. Además han introducido sistemas de
entrega “justo a tiempo ” y de “manufactura flexible ”, lo cual les permite dar un nivel de
servicio distintivo a sus clientes y así crear una barrera efectiva ante los competidores
nacionales y extranjeros sin tener que recurrir a una guerra de precios. Las empresas
también compiten ofreciendo a sus clientes planes de financiamiento atractivos. Por ejemplo,
las empresas automotrices como Chrysler, Ford, General Motors, Nissan y Volkswagen
desarrollaron a sus propias empresas para promover sus ventas ofreciendo a sus clientes
varios planes de financiamiento, incluyendo arrendamiento financiero y operativo y
autofinanciamiento, en una amplia variedad de planes en cuanto a monto, tasa y plazos.
Pero, lo más importante, es que las empresas más competitivas a nivel internacional
mejoran a la vez en varios factores clave para el éxito en su industria. Es decir, no se confían
en ser competitivos sólo en un factor como el precio, sino que refuerzan su competitividad en
todos los factores clave: gama de productos, calidad, precio y servicio a clientes. Por
ejemplo, Carplastic logró incrementar sus ventas de cero a más de $180 millones de
dólares, en su mayor parte exportaciones, por medio de un importante incremento en sus
volúmenes de producción y ventas, un aumento en el grado de integración en tableros de
autos, las mejoras continuas en la calidad del producto (premio Q1 de Ford), la reducción de
costos y el manejo de entregas “justo a tiempo” de los embarques a las plantas automotrices
en los Estados Unidos.
Para decidir cómo vender competitivamente, las empresas sólo pueden desarrollar ventajas
competitivas sostenibles a largo plazo en los factores clave para el éxito en la industria, tales
como gama amplia de productos, alta calidad, bajo precio y buen servicio a clientes, a
través de reforzar su sistema de negocios, introduciendo mejoras en cada una de las
funciones de marketing, distribución, producción, abastecimiento y tecnología.
En abastecimiento, las empresas están revaluando sus fuentes tradicionales para mejorar la
calidad, el costo y la confiabilidad de suministro y para ello están desarrollando a sus
proveedores actuales y a nuevos proveedores nacionales y extranjeros. Por ejemplo,
sobresale la labor de las empresas automotrices terminales como Ford, Chrysler, GM,
Volkswagen y Nissan, en el desarrollo de los fabricantes de autopartes para el suministro
nacional y sobre todo, para el abasto internacional.
Hemos visto a través del tiempo cómo distintos autores, académicos, especialistas y eruditos
en temas de estrategia, y particularmente de competitividad, nos han ido “educando” acerca
de nuevas tendencias y modelos en el “qué hacer”.
Desde la visión particular de Peter Drucker, quien prácticamente fue el mentor del término
“estrategia” para el mundo de los negocios, distintas escuelas y visiones han escrito bastante
acerca del tema. De hecho, al investigar en uno de los más famosos buscadores de internet
–Google-, encontramos el término “strategy” con aproximadamente 851 millones de
resultados. En tanto, el término “business strategy” -sólo en este mismo buscador- aparece
918 millones de veces. Esto nos sirve para entender la gran gama de bibliografía que existe
en el tema –por cierto, unas más útiles y veraces que otras como información-, y que hasta
el día de hoy distintos autores entregan no siempre con los mismos conceptos y visiones.
En nuestra opinión, las empresas que no aplican desde sus inicios estrategias claras sólo
estarán navegando a la deriva esperando que el viento las lleve a puerto. La estrategia de
una empresa debe ser su guía principal, pero no por eso debe quedar en el papel sólo como
una carta de intenciones, sino realmente representar una suerte de “constitución
empresarial” que se conozca por niveles, se cumpla, se ejecute con tácticas en lo posible
también innovadoras, y que sean originales desde su concepción para crear en la conciencia
del consumidor la idea de novedad, que les permita reconocer el sello e identificación de
marca de la compañía que posibilita llevar a la práctica estas estrategias con la distribución
de productos o servicios.
Bibliografía
Artículos de Trendmanagement
Wikipedia
http://www.gestiopolis.com/recursos/documentos/fulldocs/ger/estrategia.htm
http://www.angelfire.com/ca3/blueiguana/herr3.htm
http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/ladi/acosta_l_k/capitulo2.pdf
http://www.gestiopolis.com/canales/gerencial/articulos/no 12/admonest.htm
http://www.gestiopolis.com/administracion-estrategia-2/metas-estrategicas-consejos-
para-conseguirlas.htm
http://manuelgross.bligoo.com/content/view/490389/Philip-Kotler-Las-7-estrategias-de-
marketing-para-el-siglo-21.html
http://www.introduction-to-management.24xls.com/es228
http://www.gestiopolis.com/canales/gerencial/articulos/65/drucker.htm
http://www.emprendedoresnews.com/liderazgo/la-estrategia-es-diferencia.html
pensamiento administrativo
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Escrito por:
Ricardo Matas Coddou
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