TFM 44 Agueda-Puy Web
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Hegoa
Máster en Desarrollo y Cooperación Internacional
Tutor/a:
Septiembre 2021
Hegoa. Trabajos Fin de Máster, n.º 44
Hegoa
www.hegoa.ehu.es
[email protected]
Palabras: 26.129
1
INDICE
RESUMEN ....................................................................................................................... 2
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 3
MARCO TEÓRICO ......................................................................................................... 9
1. Procesos Migratorios .................................................................................................... 9
1.1 Causas de la emigración, el caso de las mujeres del África Subsahariana ............. 9
1.2 La Europa fortaleza ............................................................................................... 10
1.3 El impacto de la Europa Fortaleza sobre los cuerpos de las mujeres migrantes... 11
1.4 Características del proceso migratorio y estrategias de resistencia femenina ...... 11
2. Migración y Salud Mental .......................................................................................... 13
2.1 La adaptación en el proceso migratorio ................................................................ 13
2.2 Alteraciones en la salud mental propias de los procesos migratorios ................... 15
2.2.1 Aculturación y estrés aculturativo.............................................................. 15
2.2.2 El Duelo Migratorio ................................................................................... 16
2.2.3 Síndrome de Ulises o Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico ......... 17
2.3 Impactos psicológicos del proceso migratorio ...................................................... 19
3. Intervención Psicosocial ............................................................................................. 21
3.1 La intervención psicosocial................................................................................... 21
3.2 La gubernamentalidad de la intervención psicosocial .......................................... 23
3.3 Construcción de la categoría “mujer inmigrante”................................................. 25
3.4 La figura de la psicóloga: relación terapéutica extendida y transculturalidad ...... 26
DISCUSIÓN DE RESULTADOS.................................................................................. 32
1. Problemáticas psicosociales que presentan las mujeres inmigrantes de origen
subsahariano................................................................................................................ 35
1.1 Problemáticas por género, raza y clase ................................................................. 35
1.2 Problemáticas psicosociales .................................................................................. 37
1.3 Problemáticas psicológicas ................................................................................... 38
2. Obstáculos que encuentran las psicólogas en el ejercicio de la atención psicológica y
psicosocial ................................................................................................................... 39
2.1 Burocracia de los dispositivos .............................................................................. 39
2.2 Barreras de las profesionales ................................................................................ 40
2.3 Barreras de las usuarias......................................................................................... 42
2.4 Obstáculos en la relación terapéutica .................................................................... 44
3. Estrategias de intervención y metodologías que emplean las psicólogas en el ejercicio
de la atención psicológica y psicosocial ..................................................................... 47
3.1 Construir relación terapéutica ............................................................................... 47
3.2 Colocar la mirada desde “la otredad” ................................................................... 49
3.3 Proceso adaptativo y aculturativo ......................................................................... 52
3.4 Metodologías participativas y grupales ................................................................ 53
4. Retos de la atención psicológica y psicosocial desde una mirada transcultural ......... 55
4.1 Salir de la psicología ortodoxa: Más psicología psicosocial y menos
individualismo clínico ............................................................................................. 55
4.2 Despatriarcalizar y decolonizar los dispositivos ................................................... 57
4.3 Formación continua profesionales ........................................................................ 58
CONCLUSIONES .......................................................................................................... 60
REFERENCIAS ............................................................................................................. 63
ANEXOS ........................................................................................................................ 68
2
RESUMEN
Resumen: Las políticas neocoloniales de los países del norte hacia los países del sur
provocan en su población un proyecto migratorio que en ocasiones se dirige a Europa.
Ante ello, para proteger y perpetuar su poder Europa crea una multitud de políticas que
dan lugar a la Europa Fortaleza.
La creación de la Europa Fortaleza dificulta, violenta y peligra el trayecto migratorio de
las personas inmigrantes subsaharianas a Europa. Por su condición de mujeres y negras,
está realidad atraviesa a las mujeres del África Subsahariana de un modo concreto,
estando estas más sujetas a violencias y distintos tipos de vulnerabilizaciones.
Este trayecto migratorio, junto con la llegada a un sociedad racista puede suponer un
acontecimiento (o mejor dicho múltiples acontecimientos) que atiente contra la salud
mental de estas mujeres, requiriendo así una atención especializada. No obstante, tanto
los dispositivos como las propias profesionales están construidos desde un enfoque
masculinista y occidental que no sólo limita la cobertura de sus necesidades sino que
reproduce violencias. Ante ello, el presente trabajo analiza las problemáticas, los
obstáculos, estrategias y retos de la intervención psicosocial desde una mirada de género
y transcultural para construir nuevos modelos de intervención más liberadores.
Palabras clave: Intervención psicosocial, Salud Mental, Perspectiva transcultural,
Perspectiva de género
INTRODUCCIÓN
La relación de opresión colonialista y patriarcal de los países del norte hacia los del sur,
causa un efecto “push” sobre la población, la cual decide emigrar como estrategia de
supervivencia. Asimismo la demanda Europea de mano de obra feminizada y las
opresiones específicas de mujeres impulsan la migración femenina.
Frente a migraciones intercontinentales, se construye la Europa Fortaleza, la cual violenta
en mayor medida sus cuerpos y dificulte el proceso migratorio. Así, los diferentes riesgos
y violencias que presenta el proceso migratorio, pueden suponer psicológicamente un
acontecimiento vital estresante, con múltiples rupturas y un posible factor de riesgo para
la salud mental. De hecho, este proceso puede dar lugar a tres alteraciones características
que definen Achotegui (2000), Pérez (2004) y Sayed-Ahmad (2006) entre otros: la
aculturación y el estrés aculturativo; el Duelo Migratorio; y el Síndrome de Ulises. Cabe
puntualizar que esos síndromes o alteraciones psicológicas son reacciones adaptativas a
las experiencias vividas, por lo que únicamente se convierten en problemáticas cuando
interfieren en el desarrollo sano de la persona.
Ante el desarrollo de alteraciones en la salud mental y bienestar de la persona en el
proceso migratorio y, principalmente, en la llegada a la sociedad de acogida; se detecta la
necesidad de construir servicios, dispositivos y profesionales para atender a las
necesidades de estas personas. Esta atención está focalizada principalmente en la atención
de los elementos sociales y personales para la correcta adaptación de la persona
inmigrante. Pero, “correcta” adaptación a juicio de quién, ¿de la propia persona
inmigrante o de la sociedad de acogida y sus intereses?
Tomando como base esta pregunta, en el presente trabajo se analiza la gubernamentalidad
o estrategias de control que suponen las intervenciones psicosociales, los dispositivos y
los profesionales que los componen. Para ello se tomará como referencia a diversas
autoras como Marisela Montenegro o Caterine Galaz.
También se analizará cómo la gubernamentalidad construye la categoría de mujer
inmigrante y cómo influye en la atención que se aplicarán sobre ellas. Para ello se
profundiza en la labor de la psicóloga en la intervención con mujeres inmigrantes y la
importancia de su figura.
Cabe señala que en numerosas ocasiones la mujer usuaria se encuentra con profesionales
saturadas, sin tiempo, cargadas de prejuicios, paternalismos y sin competencia cultural.
Por ello, en el presente trabajo se abordan dos aspectos clave para la atención psicosocial
con personas inmigrantes: la relación terapéutica extendida o ampliada y la perspectiva
transcultural.
Ante el panorama descrito, las preguntas que se plantean son: ¿están nuestras
metodologías occidentales y autóctonas adaptadas a diferentes realidades?¿se atiende
realmente a las problemáticas que las mujeres presentan?¿qué relación terapéutica es la
más adecuada en esta situaciones?¿somos un engranaje más de una estructura social
racista y violenta?¿es la psicología una labor aislada de la salud o el ejercer la psicología
debe ser un acto político?¿existen líneas de fuga sobre las que poder ejercer?
1. Justificación
4
La motivación para realizar este estudio radica en diferentes inquietudes por parte de la
autora. Mi bagaje personal y profesional me ha permitido trabajar o colaborar en la
intervención psicosocial con mujeres inmigrantes. Estas experiencias me han permitido
observar durante la atención psicosocial sentimientos de frustración, insatisfacción,
incomprensión etc. tanto por las usuarias como por las profesionales, por la calidad de
atención recibida por parte de unas y las limitaciones para poder ejercer como desean por
parte de las otras.
A su vez, como feminista que en los últimos años me he formado y nutrido del feminismo
interseccional, me he visto inmersa en un proceso personal en el cual identifico y analizo
tanto las diferentes opresiones que me atraviesan como las que ejerzo desde mis
posiciones de poder como mujer occidental, para así disminuir el ejercicio de mis
prácticas coloniales y racistas en todos los ámbitos de mi vida, incluyendo el campo
profesional y laboral.
Por tanto, a través del presente trabajo trato de estudiar la psicología y la atención
psicosocial como herramientas para la construcción de una sociedad más justa desde un
análisis de clase, raza y género; cuestionando aquellas praxis que perpetúan procesos
coloniales, patriarcales o clasistas. Todo ello al mismo tiempo que me cuestiono a mí
como mujer militante, académica, graduada en psicología y europea.
Desde el punto de vista de la autora, las psicólogas y profesionales de la salud mental son
claves para prestar servicios de la mejor manera posible. Por ello es esencial que tengan
formación y sensibilidad hacia las realidades y las personas que atienden, en este caso
comprender algunos procesos transnacionales, coloniales y económicos como el proceso
migratorio femenino y el control sobre sus cuerpos y vidas. A su vez es necesario conocer
la incidencia y afectación que el proceso migratorio tiene sobre la salud mental y bienestar
de las mujeres inmigrantes.
El adecuado conocimiento de las consecuencias psicológicas sobre este colectivo permite
que el profesional trate de adecuar sus intervenciones psicosociales en la medida de lo
posible. Para lograr esta sensibilización y adecuación en el ejercicio, el presente trabajo
critica al modelo de intervención hegemónico. Finalmente, se plantean los retos existentes
para la mejora de la praxis.
Por todo lo anteriormente expuesto este estudio resulta innovador y de interés por la
incorporación de la perspectiva transcultural y de género y por las alternativas, propuestas
y estrategias de resistencias que plantea.
2. Objetivos
El objetivo general del estudio es realizar un análisis crítico de la figura del psicólogo y
la atención psicosocial a mujeres inmigrantes de origen subsahariano.
En base al objetivo propuesto en el trabajo se busca:
1. Conocer el contexto de la migración desde el África subsahariana al Estado Español y
sus impactos psicosociales y en la salud mental.
2. Detectar las problemáticas psicosociales que presentan las mujeres inmigrantes de
origen subsahariano.
5
MARCO TEÓRICO
1. Procesos Migratorios
El sistema internacional se divide a grandes rasgos entre los denominados “Norte y Sur
global”. Un norte envejecido y enriquecido a costa de una historia de opresión colonialista
y patriarcal en los países del Sur global. Las relaciones históricas de colonialismo se
reinventan constantemente dando lugar a un neocolonialismo que siempre va en perjuicio
de la población, mujeres, naturaleza etc (Hernández y Ramiro, 2019; Smith, 2019). Este
neocolonialismo busca que los países del Norte sigan teniendo poder sobre el Sur
mediante la ejecución pactos, prácticas administrativas y sobornos a los jefes de estado
(como la puesta en práctica de los Programas de Ajuste Estructural o la continuidad en el
control de las materias primas) (García, 2007; Kabunda, 2007).
En el presente apartado se expone cómo estas relaciones Norte-Sur atraviesan a la
población africana y de qué manera influyen en la decisión de emigrar, y concretamente
a Europa, como estrategia de supervivencia. Se destaca la construcción de la Europa
fortaleza como herramienta para filtrar la llegada de personas a territorio europeo entre
otros. A su vez, se muestra que todo ello va en especial perjuicio de las vidas, cuerpos y
derechos de las mujeres. Asimismo, el proceso migratorio de las mujeres del África
Subsahariana consta de una idiosincrasia compuesta por violencias y vivencias vividas
únicamente por mujeres que les obliga a desarrollar estrategias de agencia y supervivencia
para lograr llevar a cabo su proceso migratorio.
1.1 Causas de la emigración, el caso de las mujeres del África Subsahariana.
El desarrollo de relaciones transnacionales desequilibradas entre el Norte y el Sur y su
afectación sobre la población africana genera un efecto “push” (CEAR, 2012; Kabunda,
2017; Sassen, 2003) en ella, la cual comprende que la única forma de supervivencia es la
emigración. De los múltiples factores que impulsan la emigración, se podrían destacar el
nivel de pobreza del país de origen, conflictos bélicos, un enriquecimiento sin desarrollo,
un régimen autoritario o democracia frágil, o la explotación de tierras y recursos naturales
por empresas extranjeras (García, 2007; Kabunda, 2007; 2017; Sassen, 2003; Smith,
2019). A estos factores, que influyen de manera específica en las causas de las mujeres,
se le suman aquellos que atienden a la cuestión de género. De este modo también huyen
de múltiples violencias como el matrimonio forzado y la mutilación genital femenina; de
la violencia de género, violencia sexual y malos tratos por parte de parejas o de familiares;
o de la persecución por su orientación sexual o identidad de género (Castilla-Vázquez,
2017; CEAR, 2020b; Gandarias y Carranza, 2018; Tyszler, 2018).
Además, el rol establecido sobre la mujer como encargada de la supervivencia o
subsistencia, de la salud, o de la educación de su familia les impulsa a ser quienes lleven
a cabo el proyecto migratorio (Domínguez y Contreras, 2017; Gandarias y Carranza,
2018; Sassen, 2003).
8
despojados de derechos y quebrados moral, física y emocionalmente para que puedan ser
más maleables a los intereses de esta (Ruiz, 2019; Urbán y Donaire, 2017),
principalmente para interés de los nichos de mercado (Urbán, 2020).
1.3 El impacto de la Europa Fortaleza sobre los cuerpos de las mujeres
migrantes.
Como señala Tyszler (2018), la externalización de fronteras provoca una diferenciación
notable entre los movimientos migratorios según la raza y el sexo, existiendo así una
represión y discriminación racista anti-negros en los países fronterizos con Europa.
Al mismo tiempo, el fortalecimiento de las políticas migratorias europeas tiene
consecuencias directas sobre las vidas y cuerpos de las mujeres, profundizando más las
desigualdades de género (CEAR, 2020b; Gandarias y Carranza, 2018). Así, a mayor
control de movilidad mayor control sobre sus cuerpos, colocándolas en una situación de
mayor vulnerabilidad y dependencia (Tyszler, 2018).
En el proceso migratorio, las políticas de disuasión consisten en hacer más peligrosas las
rutas poniendo más efectivos de control (Caminando fronteras, 2020). Como
consecuencia, esto se traduce en la necesidad de incorporarse en redes de tráfico y trata
de personas con fines de explotación sexual o laboral para poder ejercer su derecho al
movimiento y asegurarse la llegada a Europa (Gandarias y Carranza, 2018); o en la
instrumentalización de su cuerpo como método de pago. Es decir, se traduce en una
sistematización de la violencia sexual (Caminando fronteras, 2020; Tyszler, 2018).
Si bien a lo largo del trayecto migratorio muchas mujeres sufren violencias machistas;
según indica CEAR (2020b), muchas de estas violencias realmente aparecen o se
acentúan en las fronteras o zonas de control que ejercen como tapón. Esto se da porque
para sobrevivir en las zonas de control, hacer dinero para pasar fronteras o encontrar la
manera de cruzar el estrecho, desarrollan estrategias que aumentan la vulnerabilidad de
sus cuerpos (como moneda de cambio) y la dependencia sobre los hombres, puesto que
suelen ser estos quienes controlan el paso clandestino (Tyszler, 2018).
1.4 Características del proceso migratorio y estrategias de resistencia
femenina.
En el caso de las personas provenientes de África, la migración no suele ser un único
viaje, sino que consta de diferentes etapas donde se intercalan desplazamientos y
asentamientos (López, 2017; Tyszler, 2018).
Tanto en los desplazamientos como los asentamientos, las mujeres susaharianas
desarrollan diferentes estrategias para sobrevivir, ganar dinero y poder cruzar fronteras.
Itziar Gandarias (2019) destaca el marido o novio de viaje con el cual obtienen protección
a cambio de relaciones sexuales y labores domésticas; la utilización del velo como
herramienta para mostrar su cuerpo no violable (frente a los cuerpos violables de las no
musulmanas); y el uso de rituales religiosos para defenderse. A ello, Tyszler (2018) añade
que tienen diferentes actividades económicas como pequeños negocios de alimentación,
limpieza o el trabajo sexual
En esta línea, las estrategias para la obtención de beneficios económicos en países
fronterizos como Marruecos, CEAR (2020b) destaca el trabajo doméstico, la mendicidad
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y en menor medida el trabajo sexual. En lo que se refiere al trabajo doméstico, las mujeres
sufren condiciones laborales abusivas, de precariedad extrema y (semi)esclavitud; apenas
reciben salario, y se ven expuestas a múltiples violencias y vulneración de sus derechos
(CEAR, 2020b; Domínguez y Contreras, 2017). Esta situación también se produce en el
ámbito doméstico en el país de acogida (Domínguez y Contreras, 2017).
Los asentamientos son espacios y estancias en los que “parar” para poder reestablecer el
trayecto o los próximos destinos en función de la peligrosidad o seguridad de las vías del
viaje. La “pausa” que se realiza en ellos no es de sedentarización, si no que en ella las
personas construyen redes sociales, desarrollan estrategias de supervivencia e intentan
reunir dinero para continuar el viaje (CEAR, 2020b; Nin y Shmite, 2015). Cabe señalar
que estos asentamientos no son espacios libres de violencia contra las mujeres. De hecho,
CEAR (2020b) destaca lugares de donde las violencias suelen acentuarse, como los
campamentos autoconstruidos o el confinamiento en los bosques; o las zonas de control
fronterizo, las cuales están marcadas por un orden de género y controladas por hombres.
Tyszler (2018) señala que la llegada a los bosques o campamentos autoconstruidos son
consecuencia del constante hostigamiento militar a las personas negras en zonas
fronterizas, lo cual les obliga a esconderse allá hasta que crucen la frontera. En estos
espacios la organización social y espacial está marcada por la división sexual de la vida
y del trabajo, y su correspondiente opresión. A esto CEAR (2020b) añade que allí las
mujeres son las encargadas de mendigar o conseguir comida en las ciudades, lo que
expone sus cuerpos ante los ataques de la población fronteriza. Por tanto, la presencia de
las mujeres es beneficiosa para proyecto migratorio masculino
En palabras de CEAR (2020b) y Tyszler (2018), el cruce de la frontera también está
marcado por motivos de género. En primer lugar, los hombres quienes el paso y, como
consecuencia, los intentos de las mujeres por cruzar la frontera. Por otro lado, la manera
para pasar a España también atiende a cuestiones de género. Así, los intentos de pasar
saltando la valla o escondidos en un vehículo corresponden más a estrategias masculinas,
mientras que la mayoría de las mujeres cruzan por mar. Respecto a esta última estrategia,
los cuerpos de las mujeres también son de utilidad e interés para los hombres, puesto que
para que el viaje tenga más probabilidad de éxito la embarcación debe constar de una
mujer embarazada. Por ende, para tener mayor acceso a una embarcación muchas intentan
quedarse embarazadas (voluntaria o coercitivamente).
Según Caminando Fronteras (2020), a su llegada al país de acogida se encuentran con un
proceso de “acogida” basado en la obtención de datos con objetivos policiales y que se
convierte en el control de los cuerpos migrantes. Esto dificulta que puedan diferenciar
entre los procedimientos de control o de asistencia. CEAR (2020b) añade que más a
medio plazo se encuentran una sociedad que les rechaza tanto socialmente, con estigmas
racistas y sexistas, como jurídicamente con sus leyes de extranjería. Esta situación les
niega el ejercicio de la ciudadanía y les somete inseguridades, miedos, tensiones, acosos
y otros múltiples modos de violencias.
Por tanto, tras lo anteriormente expuesto se puede concluir que las políticas europeas
tienen relación directa con las violencias ejercidas sobre los cuerpos de las mujeres
subsaharianas. Estas, lejos de aferrarse a una vulnerabilidad pasiva se adaptan y crean las
transformaciones que implica la experiencia migratoria (Domínguez y Contreras, 2017;
11
relación entre la persona y su entorno cambiante. Ello provoca situaciones que generan
estrés y sentimientos ambivalentes tanto en el individuo como en la sociedad emisora y
receptora (Sayed-Ahmad, 2013).
Sayed-Ahmad (2006; 2008) plantea que el proceso de adaptación en el proyecto
migratorio puede dividirse en 4 etapas. Estas no son lineales ni están delimitadas, y las
dos primeras podrían considerarse como preparación para lo que es la adaptación en sí.
La primera etapa consiste en la elaboración del proyecto migratorio. Sayed-Ahmad
(2013) señala que es aquí donde se toma la decisión de emigrar y comienza el proceso de
adaptación. Asimismo, el autor (2008) sostiene que esta fase se caracteriza por la
presencia de sentimientos ambivalentes, como ilusión y esperanza, y angustia, desamparo
o culpa por el abandono.
A esta etapa le sigue la de llegada o asentamiento.Como expresan Sayed-Ahmad, Rio y
Fernández (2007), en este momento la persona ve alterado su ecosistema y su psiquis y
experimenta crisis de identidad, alteraciones de conducta…Para un correcto desarrollo de
esta fase es clave el papel acomodador de la sociedad receptora y de los grupos de
inmigrantes de su propio país (Martínez y Martínez, 2018; Sayed-Ahmad, 2008).
En tercer lugar se encuentra la fase de adaptación propiamente dicha. Se inicia
únicamente tras superar los problemas económicos, sociales y las situaciones críticas.
Sólo se puede dar adecuadamente si hay implicación por parte de la sociedad receptora y
de los propios migrantes.
Finalmente se da la encrucijada, fase en la que la mayoría de los migrantes viven un
estado de ambivalencia y ambigüedad constante en la que no saben cómo comportarse,
puesto que viven constantemente en lucha entre dos culturas, idiomas, identidades etc.
(Sayed-Ahmad, 2006).
Tras esta descripción del proceso de adaptación, Sayed-Ahmad (2010;2013) expone que
la adaptación migratoria consta de dos características diferenciadas, la bilateralidad
y la heterogeneidad. La bilateralidad implica la interacción entre inmigrantes y sociedad
de acogida. La heterogeneidad hace referencia a las distintas características que
atraviesan a la persona y la influencia de estas para el logro de un nivel de adaptación u
otro.
En el proceso de adaptación se diferencian los factores culturales; personales; y los
sociales, legales y laborales. Respecto a los factores culturales, Sayed-Ahmad (2008;
2017) añade que el proceso de adaptación varía en función de la distancia entre las
culturas (idioma, costumbres, religión…). Por tanto, si el espacio intercultural compartido
es menor, el esfuerzo que deben hacer ambas culturas será mayor.
De acuerdo a Basabe, Zlobina y Páez (2004) esta realidad sitúa a las mujeres
subsaharianas en desventaja con respecto a otras compañeras migrantes. Este podría ser
el caso de las migrantes de origen latinoamericano que comparten idioma y tienen más
cercanía cultural o de las europeas del Este que, a pesar de no compartir idioma, la tez de
su piel hace que la población de acogida las sienta más cercanas.
Dentro de los factores personales se puede hablar de la edad, del nivel educativo, de las
carencias emocionales o trastornos psicológicos previos a la migración y del género.
13
Atendiendo a la cuestión del género, tal y como señala Analía Sánchez en su tesis (2015),
la realidad de las mujeres del África Subsahariana está marcada por tener “un estatus
inferior al hombre y bajas tasas de alfabetización. Cuidan muchos hijos y sus jornadas
laborales son largas, los lazos familiares son fuertes hasta el segundo o tercer grado,
contraen matrimonios precozmente y sus embarazos son múltiples.” (pg. 112).
Tanto los factores culturales como los personales van estrechamente ligados a los
factores sociales, legales y laborales. Estos últimos se refieren a las dificultades
laborales, el apoyo social, las actitudes de rechazo de la sociedad receptora y la
regularidad o irregularidad de los inmigrantes (Sánchez 2015).
Según Nabil Sayed-Ahmad (2008) cuanto mayor sea el apoyo social y el logro de los
objetivos mejor será la adaptación y la elaboración del duelo migratorio. Por tanto, el
conjunto de todas las variables comentadas anteriormente influye en el proceso de
adaptación y la posible aparición de alteraciones o malestares psicológicos asociados al
estrés, duelo, adaptación de la identidad…
Conocer la complejidad del proceso migratorio y del proceso adaptativo permiten
comprender los síndromes o alteraciones psicológicas no como enfermedades si no como
reacciones adaptativas de las vivencias, más o menos extremas, vividas. Estas reacciones
se convierten en problemáticas cuando interfieren en el desarrollo sano del individuo
(COP Madrid, 2016; Sayed-Ahmad, 2006).
2.2 Alteraciones en la salud mental propias de los procesos migratorios.
A continuación, se abordarán tres alteraciones que se comprenden como propias y
características de los procesos migratorios: aculturación y estrés aculturativo; el Duelo
Migratorio; y el Síndrome de Ulises o Síndrome del inmigrante con estrés crónico.
2.2.1 Aculturación y estrés aculturativo.
En palabras de Melero y Díe (2010) el proceso de adaptación y reajuste cultural implica
la integración de ambas culturas en la identidad de la persona. A este proceso de
integración e intercambio cultural y psicológico Sayed-Ahmad (2010; 2013) lo denomina
aculturación1. Las estrategias de aculturación son las diferentes formas de gestionar
este proceso (Martín, 2017). En el caso del grupo minoritario, según De la Mata et al.
(2010), Martín (2017) y Sayed-Ahmad (2013), las estrategias son: La asimilación, la
separación, la marginación y la integración; y según la estrategia de adaptación que se
adquiera pueden variar los síntomas de estrés ansiedad o el desarrollo de problemas de
salud mental.
Para De la Mata et al. (2010) y Sayed-Ahmad (2008), las estrategias del grupo mayoritario
son: la exclusión, la segregación, la multiculturalidad y la interculturalidad. Ambos
afirman que estas estrategias dependen de la distancia cultural ya que el grupo mayoritario
clasifica algunas culturas como “asimilables” o “no asimilables”, por lo que adopta unas
1
Autores como De la Mata, García, Santamaría y Garrido (2010) y Martín (2017) describen la aculturación
como una estrategia para adaptarse a nivel psicológico y cultural a una nueva realidad sociocultural.
Asimismo, sostienen que es progresiva y bidireccional, en la que intervienen ambas culturas.
14
La intensidad del duelo migratorio varía según las condiciones en las que se desarrolla.
Por un lado, podría darse un duelo simple, en el cual las condiciones de la migración son
buenas y la sociedad de llegada acoge y facilita el desarrollo del proyecto migratorio
(González, 2005). Por otro lado, el duelo complicado se da cuando las circunstancias son
difíciles pero se pueden superar poco a poco e ir elaborando el proyecto migratorio
(Achotegui, 2016b). Suelen aparecer pensamientos intrusivos y sentimientos de soledad.
Finalmente está el duelo extremo, en el que las condiciones son de dificultad extrema y
la elaboración de las pérdidas y adaptación pueden resultar muy difíciles o casi imposibles
(Achotegui, 2009; 2016b; González, 2005; Sayed-Ahmad, 2010). Achotegui (2016b)
señala que este último tipo de duelo es el que principalmente puede desestabilizar la salud
mental de la persona migrante y dar lugar a lo categoriza como Síndrome de Ulises (se
abordará más adelante). A esto, Sayed-Ahmad (2013) añade que los grados y tipos de
duelo están marcados por estresores, los cuales pueden ser breves y de baja intensidad;
de larga duración y alta intensidad; y múltiples y crónicos.
Atendiendo a la cuestión de género, Sayed-Ahmad (2008) resalta que las mujeres pueden
sufrir un duelo migratorio más complicado que sus compañeros varones porque están
expuestas a mayores situaciones de estrés por motivos de género, como es la desigualdad
laboral, la mayor exposición a violencia física y psicológica (abusos sexuales y laborales)
o la carga familiar.
Desde una mirada menos categórica y más fluida, Sayed-Ahmad (2006) y Sayed-Ahmad
et al. (2007) señalan también que el grado del duelo migratorio influye directamente en
el proceso de elaboración del mismo. Un duelo bien elaborado implica mantener y
reestructurar los vínculos con los objetos perdidos y elaborar nuevos vínculos en la
sociedad de llegada. Supone una reestructuración de la personalidad, una mejora de la
autoestima y una mayor estabilidad emocional. Sin embargo, en un duelo mal elaborado
no se logra resolver los conflictos internos y externos a los que se ve expuesto en la nueva
situación. Como señala Sayed-Ahmad et al. (2007), esto puede dar lugar a la aparición de
trastornos adaptativos ansiosos, depresivos e incluso psicóticos. Por tanto, la manera de
elaborar el duelo migratorio es un componente fundamental para la adaptación y para el
posible desarrollo de problemas psicológicos; y está sujeto a características individuales,
sociales, laborales y culturales (Sayed-Ahmad, 2006; 2013; Sayed-Ahmad et al.,2007).
En la elaboración del duelo también se observan diferencias de género ya que los roles de
género determinan que las mujeres puedan expresar en mayor medida emociones
negativas como la tristeza (Elgorriaga 2011). Esto juega un papel protector en la
elaboración del duelo (Achotegui, 2000). No obstante, tal y como señala Sayed-Ahmad
(2006), la mujer es responsable de la transmisión cultural y quien mayormente se encarga
de enviar remesas, mantener el contacto con las personas de origen etc. lo que puede
dificultar su elaboración.
La manifestación del duelo difiere según la persona, su cultura y su género. Sin embargo,
se dan una serie de expresiones sintomáticas como reacciones adaptativas comunes en
todo duelo migratorio. Así, podría destacarse la tristeza; el llanto; la culpa; la ansiedad e
irritabilidad; el miedo, la confusión y la preocupación; la fatiga; la pérdida o aumento del
apetito; la soledad, alteraciones del sueño: desajustes fisiológicos… (González, 2005).
2.2.3 Síndrome de Ulises o Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico.
16
3. Intervención Psicosocial
Como se ha expuesto en el trabajo, toda persona inmigrante se enfrenta a múltiples
situaciones de estrés y duelo. Como indica Sayed-Ahmad (2010), estas situaciones están
sujetas a un proceso de adaptación, que depende en gran parte de la acogida por parte del
país y sociedad de llegada. Por ello, como expresan Galaz y Montenegro (2015), uno de
los principales objetivos de la intervención es la inclusión. En base a ello se construyen
las instituciones, las intervenciones y la propia figura de la psicóloga/o para propiciar la
correcta adaptación de la persona inmigrante.
A continuación, se exponen los diferentes objetivos y modelos de intervención
psicosocial y su aplicación más específica sobre la población inmigrante. Además, se
analiza cómo la hegemonía de las intervenciones están constituidas por discursos que
constan de una perspectiva clasista, racista y occidental;; y la forma en que relegan a las
mujeres inmigrantes a los márgenes de la sociedad. Posteriormente se analiza cómo la
conjunción de las cuestiones anteriores configuran la categoría de mujer inmigrante como
mujer “en falta”. Ante todo ello, se presentan modelos teóricos como la relación
terapéutica extendida y el enfoque transcultural, los cuales cuestionan la figura
hegemónica de la psicóloga.
3.1 La intervención psicosocial .
La perspectiva psicosocial comprende que la persona es atravesada por factores
psicológicos y sociales cuya interacción y correlación es esencial para la comprensión y
explicación de los problemas (OIM, 2018; Sánchez y Martínez, 2018). Esta cuestión se
toma como base para la intervención psicosocial, la cual tiene como objetivo abordar el
bienestar psicológico y transformar los problemas sociales (Melero y Díe, 2010).
La intervención psicosocial consiste en la aplicación de técnicas y metodologías para la
solución de los problemas sociales. Estas metodologías deben ser desde el respeto de la
dignidad, cultura y capacidad de la persona (Martínez y Martínez, 2018). Galaz y
Montenegro (2015) puntualizan que en el caso de la inmigración están especialmente
orientadas al logro de la inclusión (prevención de la discriminación, convivencia
ciudadana, mejora del bienestar…).
De las diferentes técnicas y metodologías de la intervención psicosocial, Marisela
Montenegro (2001) resalta la posibilidad de llevar a cabo intervenciones dirigidas e
intervenciones participativas. Ambos modelos de intervención varían en la participación
activa de los usuarios en las fases de la intervención, en la conceptualización y solución
de los problemas, en la relación terapéutica, en el sentido de pertenencia con la
intervención… El grado de dirección o participación que se establece en la intervención,
hace que el control y poder de los profesionales sobre los usuarios sea mayor o menor
(Toribio, 2010).
Como expresan Melero y Díe (2010) y Sánchez y Martínez (2018), para la correcta
aplicación de la intervención social y sus distintas metodologías, es necesario que esta se
lleve a cabo con un equipo multidisciplinar que enfoque el problema y las estrategias
desde una perspectiva integral.
20
El tipo de atención psicosocial que el equipo multidisciplinar hace sobre las diferentes
problemáticas, puede dividirse según la OIM (2018) en 4 niveles jerarquizados en forma
de pirámide. En la base de la pirámide se encuentran los servicios básicos y seguridad
(servicios sociales, de salud, agua y saneamiento…). A este nivel le sigue el de Servicios
de apoyo a familias y comunidades (regresar al trabajo y estudio, capacitaciones,
promover la participación, confianza, fortalecer la resiliencia…). El tercer nivel es el
apoyo focalizado en poblaciones vulnerables, donde entran en juego servicios
especializados y de protección. Finalmente se encuentran los servicios especializados en
salud mental.
Figura 1. Pirámide de niveles de apoyo e intervención psicosocial.
El segundo nivel que indica la autora se da con la aparición de los trastornos mentales.
Además, señala que en este nivel se suelen tener que adaptar culturalmente los programas
de tratamiento y comprobar si son útiles para distintas minorías étnicas. Ambos niveles
no son excluyentes y aunque las actividades son diferentes en ambos niveles, pueden ser
complementarias (Achotegui, 2016b).
A su vez, también Sánchez (2015) identifica tres principales enfoques a la hora de ofrecer
recursos sanitarios a la población inmigrante. La primera consiste en facilitar el acceso a
los dispositivos sociales y sanitarios. La segunda trata de identificar los problemas y
necesidades específicos para dar una respuesta personal a ellos. Y finalmente, la tercera,
mantiene que hay que identificar los problemas específicos para ajustar los servicios
generales con medidas adicionales.
De acuerdo con Sánchez y Martínez (2018) aunque la intervención psicosocial tiene en
el centro a la persona, también tiene un tinte socio-político, es decir, también busca la
transformación sociocultural y persigue una justicia social. Por ello, se ejerce más allá del
individuo, en los diferentes ámbitos de la persona como la familia, la comunidad o el
ámbito laboral. Es decir, se interviene (Melero y Díe, 2010). Un ejemplo de intervención
con personas inmigrantes centrado en el individuo puede ser el abordaje del
empoderamiento psicológico, con el cual se espera que vuelvan a tomar el control de sus
vidas: se marquen metas vitales y fijen estrategias para alcanzarlos, busquen soluciones
a sus problemas e incrementen la conciencia crítica (Martínez y Martínez, 2018; Sánchez
y Martínez, 2018).
Este objeto de intervención puede ir de la mano de otros más sociales como el acceso al
mundo laboral para lograr la inclusión y poder acceder a los recursos, satisfacer las
necesidades y alcanzar el bienestar.
Así, por lo político que tiene la intervención con personas inmigrantes, Martínez y
Martínez (2018) recogen que las psicólogas de la intervención social deben participar en
programas “dirigidos a la población migrada y hacer aportaciones a políticas públicas
dirigidas a este colectivo.” (p. 103).
3.2 La gubernamentalidad de la intervención psicosocial.
Como se ha indicado anteriormente, se entiende la intervención psicosocial como el
medio para la solución de problemas sociales mediante un conjunto de herramientas
teóricas y metodológicas (Galaz y Montenegro, 2015; Martínez, 2014). Según Galaz y
Montenegro (2015), y Martínez y Martínez (2018), en el caso de la inmigración, el
problema principal sobre el que se interviene es la integración de las personas inmigrantes
a la sociedad receptora. Las metodologías utilizadas para esta problemática llevan a las
mujeres inmigrantes a asumir una asimilación en su proceso de aculturación. Es decir, a
abandonar sus discursos, valores, conductas y adoptar los recomendados, establecidos o
impuestos por las instituciones y los componentes de la sociedad de acogida (Galaz y
Montenegro, 2015; Montenegro, 2001). Por ello según Galaz y Montenegro (2015) y
Galaz y Guarderas (2016) la intervención psicosocial es una forma de gubernamentalidad.
Estas autoras definen la gubernamentalidad como un conjunto de instituciones,
procedimientos y técnicas que, a través del “saber”, permiten ejercer poder sobre la
población de manera sutil sin necesidad de recurrir a la coacción. Por tanto, desde la
22
2014). Además de estas, Galaz et al. (2017) enfatizan que las relaciones de poder también
funcionan según la edad, etnia, clase o género. Así, según qué ejes atraviesen a las mujeres
inmigrantes y cómo sean concebidas por los dispositivos, las posibilidades de ser
atendidas o las estrategias de intervención que se empleen variarán (Martínez, 2014). Por
ello para el presente trabajo resulta de interés analizar la construcción de la categoría de
mujer inmigrante.
3.3 Construcción de la categoría “mujer inmigrante”.
La construcción de la categoría mujer inmigrante nace de procesos de diferenciación en
donde se les configura desde la otredad, desde la diferencia (Galaz y Montenegro, 2015;
Montenegro et al., 2011). Como plantean Galaz y Guarderas (2017), las mujeres son
visibles por sus marcas físicas de extranjeridad, es decir, por su color de piel, vestimenta,
formas de socialización etc. (la anteriormente denominada distancia cultural). Esta
diferenciación generaliza la idiosincrasia de estas mujeres, homogeneizándolas y
adjudicándoles por igual la clase, roles del género, cultura… (Domínguez y Contreras,
2017; Galaz et al., 2017). Posteriormente, en base a la elaboración de los prejuicios y
estereotipos, la intervención les acomodará y adaptará de un modo u otro para que la
mayoría social les acepte (Montenegro et al., 2011).
Como sostienen Galaz y Montenegro (2015), los procesos de diferenciación dan lugar a
los procesos de subalternización en donde se crea una frontera simbólica que determina
(desde una posición hegemónica) quién está dentro o en los márgenes y quién es sujeto
de derechos y libertades o sólo de obligaciones.
Tras los procesos de diferenciación y subalternización, se constituye a la mujer inmigrante
como lo que Montenegro et al. (2011) y Galaz y Montenegro (2015) denominan “mujer
víctima y en falta”. Esta definición arrebata la agencia a las mujeres y les fija en la
vulnerabilidad, lo que las hace sujetos de intervención psicosocial (Domínguez y
Contreras, 2017; Galaz et al., 2017).
Montenegro et al (2011) declaran que como consecuencia, se crean dispositivos y
servicios estandarizados para ellas bajo una lógica de inclusión de género. De este modo,
ante la construcción de la categoría mujer creada surgen dispositivos asistencialistas,
que desde una visión paternalista afirman que las mujeres necesitan ser salvadas y las
colocan como personas pasivas receptoras de ayuda (Galaz et al., 2017). A su vez, surgen
intervenciones liberales enfocadas al acceso laboral. Estas últimas, desde la
colonialidad, colocan a las mujeres inmigrantes en los espacios subordinados y nichos
laborales del sistema que las mujeres autóctonas no quieren habitar (Galaz et al., 2017;
Galaz y Guarderas, 2017; Montenegro et al., 2011). Por tanto, la inclusión a espacios
marginales funciona bajo un sesgo masculinista (Galaz y Montenegro, 2015; Montenegro
et al., 2011) y varía en función del origen étnico y cultural de cada mujer y de su proceso
de racialización en el país de llegada (Galaz et al., 2017; Montenegro et al., 2011).
La afirmación de Galaz y Montenegro (2015) resume adecuadamente lo anterior
comentado: “las mujeres inmigrantes como grupo social, […], no están excluidas del
sistema, sino que están incluidas en el mismo de manera perversa a partir de la
vulneración de sus derechos fundamentales.” (p. 1667).
24
Como resultado del modus operandi de los modelos de intervención, las mujeres se
victimizan para poder acceder a los servicios, apareciendo así un círculo vicioso cuyo
resultado sólo es el aumento de la victimización de las mujeres y construcción del
imaginario de mujer pasiva, lo que afianza y potencia los roles de género (Domínguez y
Contreras, 2017).
Estos procesos sociales afectan en el desarrollo de la autopercepción y de la identidad de
estas mujeres. Según Montenegro et al. (2011) a este proceso en el que las mujeres se
narran a sí mismas según el contexto de la sociedad de integración se le denomina proceso
de subjetivización.
A pesar de que en algunos casos se apropian de esa identidad, Galaz et al. (2017) y
Gandarias (2019) agregan que en otros muchos la negocian o se resisten a ella, dando
lugar a estrategias de agencia y resistencia. Estas no se mueven únicamente en oposición
al poder, sino que generalmente consisten en intentar alcanzar objetivos personales o
sociales performando las normas y habitándolas de otras maneras (Domínguez y
Contreras, 2017; Gandarias, 2019).. Un ejemplo puede ser acordar entre interventoras e
intervenidas en considerarlas como vulnerables o víctimas sin que se identifiquen como
tal para así poder acceder a los dispositivos y los beneficios que suponen (Galaz y
Guarderas, 2017).
Como se puede apreciar, la figura de las personas interventoras también son clave para el
devenir del modo en que se emplean los servicios y dispositivos, y del desarrollo de la
atención psicosocial a la comunidad inmigrante. Por ello, a continuación, se va a analizar
la figura de la psicóloga.
3.4 La figura de la psicóloga: relación terapéutica extendida y
transculturalidad.
La OIM (2018) y Sayed-Ahmad et al. (2007) plantean que la figura de la psicóloga con
personas migrantes aborda aspectos como la reconstrucción de la confianza para el
posible desarrollo de relaciones emocionalmente sanas y seguras; la transformación de la
identidad de una manera que logre adoptar ambas culturas; el fortalecimiento de vínculos
de afecto; la identificación y desarrollo de estrategias de afrontamiento; o marcar
objetivos para lograr un futuro imaginado.
Para poder llevar a cabo estas cuestiones, es necesario que se establezca una relación
terapéutica entre la psicóloga y las usuarias. Sin embargo, a juicio de Achotegui (2016a)
la relación y atención terapéutica con la población migrante resulta complicada. De
hecho, según Achotegui y Jayme (2016) la población “subsahariana” es la que tiene un
mayor índice de abandono de los tratamientos. Algunos motivos ya han sido señalados
antes, como el difícil acceso a los servicios sociales y sanitarios y la continuidad de la
atención. Otras múltiples causas que Sayed-Ahmad et al (2007) señalan son: la
organización de los sistemas de atención de salud mental; la orientación de los
dispositivos; el desconocimiento del funcionamiento sanitario; las diferencias culturales
entorno a la salud; la situación administrativo-legal de las inmigrantes que les genera
estrés y miedo, les margina y por tanto les dificulta la búsqueda activa de atención
sanitaria.
25
A las causas anteriores, Achotegui (2009; 2016a; 2016b) suma la calidad de la atención
por parte de los profesionales. En múltiples ocasiones las pacientes se encuentran con
profesionales sin tiempo, cargados de prejuicios, con actitudes de rechazo o paternalismos
y sin competencia cultural. Según Sánchez (2015) y Sayed-Ahmad et al. (2007), las
causas anteriores hacen cuestionar el modelo de relación terapéutica que se establece
hegemónicamente o si los programas están adecuados a las necesidades de la población
inmigrante. De acuerdo con ello, a continuación, se expondrán dos elementos
fundamentales de la intervención psicológica con población migrante. Por un lado, la
denominada relación terapéutica extendida o ampliada (Achotegui, 2007) y por otro lado,
la perspectiva transcultural (Pérez, 2004).
La relación terapéutica es el vínculo que el interventor e intervenido establecen.
Generalmente se enmarca en la competencia sanitaria o social del interventor, sin
embargo, en el caso de la población inmigrante la relación tiene unas características
especiales que dan lugar a la relación terapéutica extendida o ampliada. Esta va más
allá de la competencia técnica sanitaria de los profesionales e incluye demandas de
cuidado físico y protección (Achotegui, 2007; 2016).
Achotegui (2007) define la relación terapéutica extendida como “El conjunto de las
interacciones que el demandante y el profesional movilizan en la relación terapéutica en
las situaciones de estrés crónico y exclusión social” (p.18).
Surge ante la idiosincrasia de la población inmigrante y las características que estos
portan. De este modo, las situaciones extremas de estrés y exclusión que viven, las
múltiples rupturas forzadas y sus correspondientes duelos etc. requieren que los
profesionales de la salud vayan más allá de su competencia sanitaria y no obvien las
demandas sociales, puesto que ambas se constituyen conjuntamente. De no ser así, la
intervención tiene una mayor probabilidad de fracasar (Achotegui, 2007; 2016a).
Achotegui (2007) subraya que esta extensión tiene como objetivo flexibilizar o limitar la
rigidez de los marcos de actuación y trabajo de los profesionales que han surgido con la
burocratización y ramificación de las áreas de los servicios sociales. Es decir, busca evitar
que haya espacios que no competen a ningún profesional y el paciente se quede
descubierto. Para ello, Sánchez (2015) remarca que el profesional de la psicología no debe
asumir completamente aspectos que no le competen sino que la relación terapéutica
extendida necesita y debe estar compuesta por un equipo interdisciplinar formado por
médicos, asistentes sociales, educadores, abogados… para atender de manera holística las
necesidades del demandante. De lo contrario, en el caso del profesional podría darse el
efecto burnout, es decir el acabar “quemado” (Achotegui y Jayme, 2016).
Además, Achotegui (2007) y Achotegui y Jayme (2016) exponen que la relación
terapéutica extendida consta de elementos que influyen en el devenir de la misma. En el
caso del demandante, pueden reconocerse sentimientos hostiles a través de la
desconfianza, recelo, temor, rabia… Aunque en ocasiones se evidencia desde una
posición de sumisión adquirida por las constantes vivencias de indefensión aprendida.
Esta hostilidad y rechazo se dan por la percepción que se tiene del profesional. Esta
percepción se elabora desde la construcción social de la identidad. Es decir, el inmigrante
agrupa a las personas que están dentro del sistema, las colocan “en el otro bando” y los
26
elaborado una serie de pautas que abarcan diferentes cuestiones(Achotegui, 2007; Martín,
2007; Pérez, 2004; Sánchez, 2015; Sayed-Ahmad, 2010):
- Adecuar la intervención a nivel emocional: huir de la “neutralidad”, mostrar
proximidad, respeto y aceptación con el lenguaje no verbal, con prácticas como apuntar
su nombre e intentar pronunciarlo bien. Se debe evitar que perciban rechazo como les
sucede en otros sectores de la sociedad.
- Adecuar el tiempo y el espacio: Teniendo en cuenta el nivel de abandono con esta
población, puede que la primera entrevista sea la última, por ello esta debe disponer de
tiempo para establecer vínculos, entender los problemas según el contexto, y superar los
prejuicios. También se debe ser flexible con la puntualidad o cambios de horarios puesto
que su contexto es muy cambiante y estresante, y si se es excesivamente rígido en este
aspecto pueden sentirse incomprendidos.
- Atender los problemas individuales con una mirada amplia que incluya el contexto
cultural y la familia: Como se ha comentado en el presente trabajo esta población suele
venir de sociedades colectivistas en donde el individuo y su identidad forma parte de un
conjunto. El profesional debe ser capaz de leer su mapa ecológico y utilizarlo para
intervenir con éxito.
- Comprender la problemática desde la perspectiva y cultura del paciente: integrar
su terminología y modo de pensar, incorporar el uso de metáforas, mitos o leyendas y
utilizarlo para fortalecer la relación terapéutica y obtener datos relevantes de la
problemática.
- Otros como: comprender el filtro cultural a través del cual expresan sus emociones y
síntomas; atender a la cuestión religiosa como elemento que impacta en la persona etc.
En definitiva, como Martín (2007) y Pérez (2004) señalan en sus trabajos, las psicólogas
deben ser conscientes de sí mismos, sus prejuicios y sesgos al mismo tiempo que deben
adquirir el conocimiento de otra cultura. Finalmente deben incorporar ese conocimiento
a su práctica profesional. Asimismo, lo anteriormente expuesto muestra que se ha de
trabajar desde el cuerpo y no solo desde las cogniciones (Pérez, 2004). En esta línea se
han aplicado con población migrante diferentes terapias corporales como la Danza
Movimiento Terapia (Aranda, 2018; García, 2018) o la arteterapia corporal (Hauser,
2013), las cuales han resultado ser positivas por su capacidad de integrar de una forma no
verbal las culturas, necesidades y preocupaciones de las mujeres, y por el trabajo de
conexión cuerpo-mente que hace (Aranda, 2018; Hauser, 2013).
Dentro de este marco y teniendo en cuenta la finalidad de la intervención psicosocial,
Martín, (2007) y Sánchez y Martínez (2018) sostienen que el profesional debe tener
formación intercultural y trabajar desde un enfoque transcultural para poder adecuar su
intervención. Es decir, que el profesional de la psicología ha de facilitar la convivencia,
dar lugar a un nuevo espacio intercultural y promover espacios donde el bienestar pase
tanto por una satisfacción equilibrada de las necesidades personales, relacionales y
colectivas, como por la eliminación de las relaciones opresivas entre el grupo dominante
y oprimido. Para ello, como indica Díaz-Lázaro (2011), debe reconocer sus sesgos,
valores y creencias y debe ser consciente de sus prejuicios sociales y culturales para así
impedir que afecten a la relación terapéutica, los servicios ofrecidos y su eficacia.
29
Asimismo, añade que este proceso puede estar sujeto a resistencias y evitaciones porque
puede afectar a su autoconcepto y a la comprensión de la psicología como una carrera
benevolente.
30
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Para la consecución de los objetivos del estudio se realiza análisis cualitativo mediante
entrevistas individuales vía online. Estas entrevistas están compuestas con preguntas
abierta para que resulte poco directiva y así poder estar abiertas a nuevos temas que
resulten de interés y a comprender los significados que las personas dan a sus experiencias
vitales
Las participantes del presente estudio son 4 psicólogas que trabajan con población
inmigrante, concretamente con mujeres de origen subsahariano. La elección de dichas
profesionales se debió a su predisposición, su bagaje laboral y su perfil crítico. A
continuación se presenta una tabla que recoge el perfil de las mujeres participantes (Tabla
1). Se ha de tener en cuenta que no se exponen sus nombres por el respeto a la privacidad
que ellas misma demandaron.
Continuum y
normalización de las
violencias
Área conductual
Área psicofisiológica:
sueño y somatización
Área cognitiva:
alteración autoconcepto
y ruptura de la
Identidad
Obstáculos que encuentran las Burocracia de los dispositivos Requisitos dispositivos vs.
psicólogas en el ejercicio de la Necesidades usuarias
atención psicológica y
psicosocial Barreras de las profesionales Prejuicios-estereotipos
culturales: homogeneización y
categorización de mujer
inmigrante
Contratransferencia: intervenir
desde el miedo
Herramientas adquiridas no
válidas
Transferencias: por la
blanquitud de la profesional
Inestabilidad
Estrategias de intervención y
metodologías que emplean las
psicólogas en el ejercicio de la Construir relación terapéutica Vínculo
atención psicológica y
psicosocial Escucha, apoyo y
confidencialidad
Adecuar ritmos
Perspectiva transcultural
Desmasculinización de los
programas
33
Herramientas
Supervisiones
2 La interseccionalidad es un concepto acuñado por la abogada Kimberlé Crenshaw que refiere que todos los problemas
y procesos políticos complejos hay categorías de diferencia (ej: raza, género y clase) que se relacionan entre sí y cuya
interrelación puede generar efectos simultáneos de discriminación en función de las matrices de dominación que operen
en el momento y lugar (ej: patriarcado, sistema colonial y capitalismo) (Redondo, 2021).
34
Por tanto, debido a lo que se espera de ellas en esta sociedad patriarcal y colonial, estas
mujeres están expuestas a más violencias y roles de género más marcados, y se les coloca
a los márgenes de la sociedad, lo que provoca una invisibilización, una pérdida de estatus
y de una identidad y rol propio. Esto último lo secundan Domínguez y Contreras (2017)
y López (2008), quienes afirman que el imaginario que se tenga sobre las mujeres en este
proceso afecta al posterior desarrollo de su identidad y autoconcepto.
Estas problemáticas ligadas al sexo y raza son un continuum que se da también durante
el trayecto y la llegada; las cuales se presentan principalmente en forma de violencia,
destacando la violencia sexual. Como expone la Participante2, esta violencia sexual se
traduce en la utilización de sus cuerpos como monedas de intercambio:
“A la hora de encontrar trabajo lo tienen muy difícil, a la hora de encontrar casa lo
tienen muy difícil, a la hora de cruzar una frontera lo tienen más difícil y siempre es
pues a cambio de su cuerpo. Muchas veces las mujeres para poder tener alojamiento
tienen que aceptar a tener una relación con un subsahariano o con un marroquí. Para
cada frontera que tienen que cruzar la mayoría tienen que eso, lo mismo, los hombres
solamente con dinero está bien, las mujeres a parte de dinero probablemente
intercambios sexuales. O sea, sufren mucha más violencia en todos los
sentidos.”Participante2.
Acorde con Caminando Fronteras (2020), esta cita muestra cómo las mujeres acaban
instrumentalizando su cuerpo como método de pago. Además, apoyando lo expuesto por
la Participante2, CEAR (2020b) indica que estas violencias suelen acentuarse en las zonas
de control fronterizo, puesto que están controladas por hombres y marcadas por un orden
de género. Por tanto, se comprueba que las mujeres acaban practicando un intercambio
económico sexual y reproduciendo roles de género para lograr una movilidad social y
física (Gandarias y Carranza, 2018).
Este modus operandi sistematiza y normaliza la violencia sexual. Esta normalización
influye en cómo las mujeres asumen esas violencias. Ante ello, la Participante3 comenta:
“Que a una mujer la violen es casi lo que te toca en el viaje migratorio, con lo cual creo que
sienten menos derecho para poder expresar determinadas violencias; sienten más responsabilidad
para tirar del carro y sienten más vergüenza para hablar de lo que les ha ocurrido.” Sin embargo,
la Participante1 declara que a pesar de la normalización: “en general, tienen muy claro que
necesitan expresarse, que han sido víctimas y que son supervivientes de algo que no debería ser
de esa manera.” Por tanto, al mismo tiempo que son conscientes de que las violencias sufridas
son indebidas y necesitan sanarlas, por su normalización sienten menos legitimidad para
denunciarlas y verbalizarlas.
A su vez, tal y como la Participante3 expresa, esta normalización también repercute en las
profesionales, quienes no abordan la cuestión por su cotidianidad:
“las violencias [hacia las mujeres] atacan a lugares más íntimos […]; son violencias que están
más normalizadas, están más legitimadas y por lo tanto, o sea que a un tío lo torturen es como
“oh dios mío, le han torturado” y todo el mundo entiende que hay que trabajar la tortura.”
Participante3.
Las participantes exponen los diferentes y múltiples impactos que tienen las violencias
en las mujeres. Respecto al intercambio económico sexual, la Participante3 manifiesta
que “acentúa el desarrollo de estereotipos sobre una feminidad vulnerable y del constructo
35
el malestar se hace tan grande que acaba en el psicólogo, pero no creo que toda la gente
que yo atiendo necesitaría un psico si tuviese una red de apoyo consolidada.”
Participante3.
Por último, en cuanto a los factores legales y laborales también hacen referencia a cómo
el sistema burocrático, la necesidad de titulaciones, acreditaciones etc. suponen una
problemática para el desarrollo psicosocial de la persona. Así, varias participantes
señalan:
“Claro, en general todas vienen de sistemas económicos informales entonces claro, ver
que aquí no puedes vender lo que cocinas, no puedes buscarte la vidilla como… pues
es un shock bastante importante; que para todo hace falta un título y una
acreditación”Participante1.
“por ejemplo ahora hay una chica que ha estado una semana en agudos y tal, pues ella
uno de sus sueños es ser médica, y claro, es difícil que llegue ah… […] no sé si la
mejor forma de acompañarla es fomentar esa idea en un momento que no tiene
documentación, que no tiene red de apoyo, que no ha ido nunca al colegio…
¿sabes?”Participante4.
Lo planteado por las entrevistadas, pone en evidencia que las variables de raza y género
que atraviesan estas mujeres determinan características comunes que dificultan su
proceso de adaptación (sin pretensión de homogeneizar) como son: la existencia de una
barrera idiomática más infranqueable que sus compañeros varones por el bajo nivel
educativo que poseen; cargar con una identidad estereotipada ligada a una maternidad
diferente, inapropiada y criticada; o tener mayor acceso a trabajos informales y con menor
estatus y por tanto más dificultades para acceder a un empleo con plenos derechos, entre
otras. Por tanto, profundizar en el análisis y detección de estas características puede
resultar de interés para ampliar la mirada psicológica desde una perspectiva transcultural
y de género.
1.3 Problemáticas psicológicas.
Las problemáticas psicológicas que las profesionales detectan abarcan el área emocional,
confusional, conductual, psicofisiológica y cognitiva de la persona. En el área emocional
destacan principalmente una sintomatología ligada al estrés, desmotivación, frustración,
desesperanza, vergüenza y tristeza.
La sintomatología del área confusional, señalan, está compuesta principalmente por una
sintomatología post-traumática, disociativa y con muchos cuadros de desregulación.
Contextualizan estos síntomas como fruto de las experiencias traumáticas y la ruptura con
elementos de seguridad, los cuales dificultan el proceso de adaptación y la elaboración de
un proyecto de vida continuado.
“pues mujeres que hayan sufrido experiencias de trata y así, nos encontramos cuadros
de mucha desregulación, como que les es muy difícil estabilizarse emocionalmente, y
entonces reaccionan de manera impulsiva o irascibles o les es difícil tener como una
estructura.”Participante3
37
que les obliga, de manera más o menos coactiva a asumir conductas impuestas por las
instituciones y que atientan contra su salud y bienestar. La Participante4 refleja esta
realidad:
“El programa tiene unos ritmos marcados, o sea, primera fase 6 meses, luego tal, luego
cual, y muchas veces no son los ritmos que tienen las personas; ahora mismo hemos
tenido un caso de una mujer que tuvo una crisis disociativa porque no habíamos
entrado a trabajar su historia de vida porque ella no quería y eso se respeta por supuesto
desde el principio, y claro ella tenía la entrevista de asilo y yo ya le dije que no tenía
que hacer nada, ni decir nada, que sólo tenía que ir a firmar, pero bueno, ella por lo
que le habían contado pensaba que tenía que contar todo lo que le había pasado,
entonces, bueno, pues ser rompió, ahí se rompió y ahí tuvo un bajón muy fuerte, una
crisis fuerte de reexperimentación y etc. y eso pasa porque el ritmo va a un programa
diferente al que va ella, no?” Participante4
Este escenario es una fiel ejemplificación de lo que Galaz y Montenegro (2015)
denominan gubernamentalidad. Por tanto, este modus operandi es un instrumento para
construir, controlar y organizar a la población inmigrante de manera que, como añaden
Galaz et al. (2017) y Martínez (2014), sean funcionales para el sistema y se mantenga el
estatus quo. Así, por el planteamiento de los sistemas de intervención, la intervención no
transforma el sistema sino a quien no está adaptado al mismo (Montenegro, 2001).
Cabe señalar que todo este proceso, está relacionado con las políticas migratorias
europeas desarrolladas por la Europa Fortaleza; por lo que podría decirse que los
dispositivos de intervención psicosocial, en última instancia, forman parte o reproducen
esa arquitectura jurídica que legitima la violencia política.
En este escenario, las psicólogas se encuentran en una situación difícil y comprometida.
Se ven obligadas a ser una bisagra para alcanzar, en la medida de lo posible y de la manera
menos violenta posible, las necesidades y demandas de las usuarias dentro del
funcionamiento del sistema. Como reflejan las Participantes2 y 4, este papel genera en
ellas mucha frustración y desgaste emocional, pues ven su ejercicio limitado y sufren
directamente las violencias del sistema.
“…el problema es más bien a nivel con otras asociaciones, y a nivel de realmente diría
un apoyo institucional del gobierno, ¿vale? Para algunas cuestiones tema trata, víctima
de violencia de género… Pues tú puedes tu trabajo pero llega un momento que tienes
un impase muy grande institucional.” Participante2
“en mi pequeña parcela intento pues respetar siempre ritmos, derechos y centrar en la
persona, pero hay veces que es eso, que es que te acaba de llegar un denegación y el
programa dice que tiene 15 días para abandonar el recurso, ¿qué haces? ¿te la llevas a
tu casa como dicen por ahí no? “si tanto te gusta…” No, hay veces que no… y es muy
frustrante, muy, muy frustrante.” Participante4
2.2 Barreras de las profesionales
Achotegui (2009; 2016a) afirma que en muchas ocasiones los profesionales están
cargados de prejuicios, actitudes de rechazo o paternalismos, y carecen competencias
culturales. Ante ello, las entrevistadas señalan que sus prejuicios se exponen cuando
homogeneizan a las usuarias.
A esto la Participante4 añade que esta “falta de humildad cultural” impide tener un
enfoque más transcultural y poder detectar las problemáticas y necesidades de cada mujer
39
independientemente de que provengan del mismo país de origen. Así, explica que
“Creemos que lo sabemos todo; no hay humildad cultural. Creemos que por conocer a
una persona de una nacionalidad pues todas las personas son iguales ¿no? […] Es decir,
que cada persona en su país de origen tendrá unas prioridades distintas y hay veces que
esas generalizaciones que hacemos no ayudan a tener un enfoque más transcultural.”
Participante4.
Como señalan Domínguez y Contreras (2017) y Galaz et al. (2017) esta homogeneización
está estrechamente ligada con la construcción de la categoría mujer inmigrante, donde a
través de la diferenciación se la homogeniza para posteriormente ubicarla en un espacio
u otro tanto en la intervención como en la sociedad. Durante este proceso, la Participante
3 señala que se les invisibiliza como mujer y se las mira únicamente como inmigrantes:
“Creo que es difícil desligar la identidad de mujer que es una identidad que de por sí
podría tener mucha fuerza, de la identidad de migrante que camufla la de mujer. Es
decir, les damos poco espacio a poder reivindicar la identidad de mujer, que yo creo
que sería un espacio de resiliencia, porque les obligamos a ser mujeres
migrantes.”Participante3
Esta afirmación expone cómo no se tiene una mirada interseccional de estas mujeres sino
monofocal, impidiendo comprenderlas como mujeres y migrantes. Ejemplo de ello es
cómo los dispositivos, que operan bajo una lógica colonial y patriarcal, les relegan a los
márgenes de la sociedad y les adjudica un rol pasivo de víctimas por mujeres y migrantes.
Por otro lado, especifican que las reacciones de rechazo o paternalismos se traducen en
contratrasferencias de miedo, miedo ligado a sus prejuicios sobre las posibles vivencias
de estas personas y verse sobrepasadas ante ello.
“muchas veces cuesta tiempo darte cuenta de lo que te está suponiendo a ti la otra
persona, ¿sí? […] O sea hacer como una escucha de cómo está impactando en mí, para
no presuponer y […] que a veces es mucho más lo que te expresan con el cuerpo que
con palabras, entonces es como que te acercas a lo que supones que es un… que han
vivido un horror y desde ahí te puedes asustar, entonces intervenir desde el miedo
propio.” Participante1
Finalmente sostienen carecer de competencias culturales por no poseer herramientas
de intervención válidas culturalmente.
“también hemos visto que es muy difícil aplicar nuestras herramientas que adquirimos
sobre todo en la carrera y tal... muy difícil aplicar con este tipo de colectivo lo que
nosotros aprendemos.” Participante2
“Si nos basamos en el DSM-V o la CIE-12 ya te digo yo que no vamos a llegar a
ningún lado con ellas. […] la teoría está ahí, pero luego la práctica es otra totalmente
diferente; […] y claro, tú te lees los manuales de cómo intervenir en una crisis
disociativa o una crisis de ansiedad aguda y por supuesto no tienen nada que ver con
lo que luego en la realidad vemos” Participante4
Acorde con la Participante 4, Achotegui (2017) defiende que los sistemas de clasificación
como son el DSM-V o CIE-12 se caracterizan por ser patologizantes e incentivar la
sobrediagnosticación. Además, señala que son limitados porque no diagnostican por
etiología sino por síntomas, por lo que no contemplan el contexto de la persona; y que
carecen de rigor porque se adaptan a las presiones y modas occidentales.
40
“por otro lado, hay otras mujeres que el hecho de ver tanta diferencia cultural hace lo
contrario, que consideren que nosotras nunca vamos a ser capaces de entender los
problemas que ellas tienen porque vivimos realidades, evidentemente, muy diferentes”
Participante 3
“evidentemente piensan que es que no las entendemos y que bueno, pues que nuestra
historia de vida es más fácil que la suya y que no vamos a llegar nunca a poder entender
su sufrimiento.” Participante4
Así, con la construcción de “mujer blanca” que hacen las usuarias y el imaginario que
construyen en torno a ello, colocan a las profesionales en una “otredad” que impide que
comprendan sus vivencias. Caminando Fronteras (2020) explica que ese imaginario y
construcción negativa hacia las profesionales se construye a lo largo de su proceso
migratorio, durante el cual se han topado con profesionales que portan esas mismas
marcas físicas (blanquitud, pertenecer a instituciones del estado…) y que han ejercido
malas prácticas. Todo este proceso lo explica Achotegui (2007) cuando declara que la
percepción del profesional se elabora desde la construcción social en donde agrupa a las
personas que están dentro del sistema y las homogeneiza.
En oposición a las transferencias negativas está la idealización hacia las profesionales y
las técnicas occidentales. Según la Participante2, esta idealización se sustenta por el
imaginario de blanca salvadora. Achotegui y Jayme (2016) lo complementan indicando
que se da por una indefensión aprendida adquirida y su consecuente baja autoestima y
sumisión. Estas transferencias también resultan negativas, puesto que en caso de no
obtener mejoras se culpan del “fracaso” terapéutico y abandonan el tratamiento
(Achotegui, 2007). La Participante3, plantea la importancia de gestionar las
transferencias y utilizarlas como elemento a favor en la relación y atención terapéutica.
“a veces ni siquiera sé si influye para mal eh, o sea creo que hay mujeres que no quieren
trabajar con mujeres de su misma comunidad o trabajar porque se han sentido muy
dañadas ¿no? Entonces si sabe jugar bien tu rol y no desde el poder, desde la
imposición, creo que te puede otorgar cierta neutralidad que le permita sentir que
cuentas cosas como le da la gana y si hay algo que te la quiere colar te la va a colar,
porque como tú no eres de allí no vas a discutírselo ¿no? Entonces, bueno, puedes
hacer de alguna manera que juegue a tu favor, pero claramente influye. Esa
transferencia está, solo que dependiendo de la persona pues tienes que intentar ver
cómo influye para revertirla o para jugar en contra.”Participante3
Finalmente señalar que la inestabilidad vital de estas mujeres implica un vaivén en el
proceso terapéutico. La realidad expuesta por la Participante2, que ejerce en Marruecos
con mujeres que están en tránsito, muestra la fragilidad de la continuidad del proceso
terapéutico: “Y luego otras dificultades que tenemos es que ellas se mueven mucho, ya
sea por decisión propia o porque son… la policía las traslada forzosamente.”
Con inestabilidad también hacen referencia a la imposibilidad o dificultad de atender en
un espacio concreto, con horarios específicos, citas inamovibles etc.
“por ejemplo es muy difícil marcarse unos horarios, porque nosotras nos marcamos
nuestros horarios, nuestras agendas y luego ellas pues hacen lo que quieren con eso;
entonces eso es otra dificultad pero bueno, también aprender a lidiar un poco con
eso.”Participante2
42
esto yo sí que lo noto. Cuando estaba en instituciones me era más difícil, me era difícil
generar determinados vínculos o respetar el espacio terapéutico en sí misma.”
Lo que expone la Participante3 a continuación, muestra que construir una relación de la
que no dependan aspectos vitales de la usuaria es complicado. Entonces, ante esta
cuestión las psicólogas se encuentran una vez más sin salida aparente.
“Pero claro yo es que no tengo nada a cambio, con lo cual mi rol es muy muy fácil, o
sea de mí no depende que te haga informes a favor, de mí no depende que te den el
asilo, de mí no depende que te echen del recurso, de mí no depende que tomes
medicación… de mí no depende nada, con lo cual tengo el escenario perfecto para
construir una relación participativa, libre y flexible.” Participante3
Por tanto el grado de dirección que marcan las instituciones y que adoptan las
profesionales dificulta establecer una relación lo más horizontal posible, y hace que el
control y poder sobre las usuarias sea mayor (Toribio, 2010). Al mismo tiempo, estas
relaciones de poder marcan la anteriormente denominada gubernamentalidad (Galaz y
Montengro, 2015).
Otra de las cuestiones que todas las participantes indican que dificulta la relación
terapéutica es el lenguaje. Dentro del lenguaje se haya la barrera idiomática, la cual
entorpece el proceso terapéutico.
“Evidentemente el idioma es una barrera muy grande porque muchas hablan francés y
vale, no tenemos problema. Las que hablan inglés, muchas un inglés más pidgin que
yo no me entero muchas veces, entonces es muy complicado” Participante2
Como solución a esta realidad, varias de ellas plantean la presencia de un intérprete o
traductor. Aunque afirman que ha resultado una herramienta facilitadora, en ocasiones su
presencia puede interrumpir el ambiente terapéutico, bien porque las usuarias no se
sientan cómodas con su presencia o porque estos no tienen herramientas para gestionarse
o gestionar la situación cuando el espacio terapéutico contiene mucha emocionalidad.
Con lenguaje no sólo se refieren al idioma, sino que también hacen referencia al leguaje
no verbal y a las limitaciones que pueden suponer desconocer los diferentes códigos
culturales.
“[Siendo preguntada por dificultades] durante la atención pues a veces lo no verbal.
[…]el no presuponer cómo está por su lenguaje no verbal es muy difícil. Entonces, por
el tono de voz te parece que está enfadada y que no es que esté enfadada, ¿sabes? Es
que expresa así, con vehemencia sus cosas. O que está cerrada, o creo que es un
bloqueo, o sea puede ser un freno importante las diferentes maneras del lenguaje no
verbal y cómo interpretamos eso los terapeutas y desde ahí… […] que a veces es
mucho más lo que te expresan con el cuerpo que con palabras.” Participante1
“Creo que el cuerpo dice mucho. Creo que hay que ser muy muy muy muy muy
perceptivas a la hora de interpretar los silencios; probablemente dicen mucho más que
las palabras” Participante3
Aunque el lenguaje no verbal está estrechamente ligado a la cultura de cada una, los
estereotipos que se tienen hacia las usuarias afectan en la interpretación y valoración que
se hace de su lenguaje. Por ello, para evitar que esta cuestión suponga un obstáculo, es
necesario que las profesionales sean conscientes de sus prejuicios y, además, no
44
presupongan significados en base a sus propios esquemas mentales en vez de los de las
usuarias.
En esta línea, las participantes también hacen hincapié en la importancia de buscar
símbolos que tengan significado para la persona Ante esto la Participante3 afirma que:
“Si tú no eres capaz de establecer símbolos que para la otra persona tengan significado,
no vas a conseguir que lo integren. Entonces no es tanto la palabra como lenguaje sino la
brecha para establecer símbolos significativos o con significado para la otra persona.”
Desde esta perspectiva, especifica la labor del intérprete y mediador diciendo: “yo
trabajaría con un mediador, con una mediadora, con un sanador, con una sanadora todo
el rato, pero no para que me tradujese el lenguaje sino para que me traduzca la expresión
cultural de lo que estamos hablando.” Resulta interesante cómo el ampliar las labores de
un intérprete puede aportar a la atención psicológica una perspectiva transcultural de la
que pudiera carecer en un inicio, al mismo tiempo que su labor no estaría limitada a la
mera traducción ni interrumpiría el clima terapéutico, sino que por el contrario permitiría
enriquecerlo.
Aunque se afirma que la persona es quien debe dar sentido a sus síntomas (Sánchez, 2015)
y se deben construir los significados en base a diálogos interculturales (Montenegro,
2001), esta cuestión se complica por varios aspectos. En primer lugar, llevar a cabo estos
diálogos implican una mayor inversión de tiempo y ralentizan el proceso terapéutico; el
cual está atado a unos tiempos a los que hay que ajustarse. Así, los tiempos marcados
dificultan que se den estos diálogos. La Participante1 señala:
“todos los códigos que me pierdo […] o sea no presuponer lo que significa para la otra
persona ciertas cosas. Entonces en general se va mucho más lento, porque hay cosas
que hay que meta comunicar.”Participante1
Por otro lado, interpretar los problemas o trastornos desde el marco de las usuarias
requiere un proceso de deconstrucción, autoconciencia y formación intercultural por parte
de las profesionales, proceso que al mismo tiempo demanda unos tiempos y fuerzas de
las que no siempre disponen.
Finalmente otra cuestión que dificulta la relación terapéutica es el choque que
experimentan las profesionales entre tener una relación cercana y el establecer límites
para autocuidarse.
Como se ha apuntado anteriormente, el apoyo (tanto de las profesionales como de la
sociedad) es importante y una de las necesidades que se detectan. No obstante, el modelo
de intervención hegemónico que se plantea actualmente se caracteriza por cierta
neutralidad y distancia emocional o de vínculos. Por lo que unos modelos de atención
marcados por un apoyo estable y una cercanía pueden ser cuestionados y juzgados. No
obstante, la Participante 2 defiende la necesidad o deber de ser un apoyo permanente:
“Pues es una relación que probablemente en España sería considerada poco profesional
a veces, ¿no? Porque hay mucho contacto digamos así. […] veo que para ellas lo que
sí les sirve es el estar ahí. Entonces por ejemplo es una relación más estrecha en el
sentido de que tenemos una línea abierta de que si alguna en algún momento tiene
algún problema, le da una especie de… puede contactar conmigo. Mi WhatsApp está
abierto. No pongo límites porque entiendo la situación en la que están y sé que ellas
pues a lo mejor pues las echan de madrugada y tienen un problema y yo pues no tengo
problema en atender esas llamadas, ¿sabes?”Participante2
45
Esta postura, va acorde con lo planteado por Achotegui (2007; 2016), quien defiende que
la población inmigrante consta de características específicas que requieren de una
relación terapéutica extendida, la cual consiste en flexibilizar la rigidez de los marcos de
actuación, ir más allá de las cuestiones sanitarias y también atender las demandas de
cuidado físico y protección.
Si bien el resto de participantes también defienden la necesidad e incluso inevitabilidad
de establecer círculos cercanos, sí señalan la necesidad de establecer límites para cuidarse
a una misma. Como señala la Participante4 estos límites consisten principalmente en la
capacidad de desvincularte fuera del espacio/horario laboral de las problemáticas y de los
vínculos con las usuarias.
“es difícil pues eso, no llevarse a casa un poco esas historias y todo eso. Cuando llevas
mucho tiempo pues hay momentos en los que también se genera un estrés y un desgaste
emocional, […] al final pues te cuesta desvincularte muchas veces y eso también pues
tiene una repercusiones de intervención.” Participante4
“Pues lo que te decía, prácticamente como viven allí y es un vínculo fuerte al final
porque estás muy en contacto con ellas. Es difícil; pues por ejemplo ahora hay una
chica que era de las trazas de trata que ha pedido ella un traslado a Barcelona etc. y
nosotros hemos pedido eso al ministerio y nos lo han concedido; y esa chica lleva pues
6 meses […]; entonces claro, ella antes de irse, se fue anoche a Barcelona, antes de irte
pues te deja una carta preciosa, agradeciéndote… todo eso bien, pero entonces llega el
momento en el que te pide el teléfono y yo no se lo quiero dar, no le quiero dar el
teléfono porque al final necesito cuidarme necesito espacio con no estar vinculada todo
el tiempo con el trabajo, pero es difícil, es difícil después de 6 meses de un contacto
casi diario y una persona que se va fuera y de repente te pide el número de teléfono y
no se lo das. Y es difícil para ella y para mí, entender por qué hay que poner esos
límites, pero bueno, es difícil establecer los límites pero hay que hacerlo porque luego
sino va a haber una repercusión en ti y en la persona, porque tú no puedes estar para
esa persona siempre que ella lo necesite, entonces… Es difícil.” Participante4
Estas cuestiones reflejan la complejidad que ataña el modelo de la relación terapéutica
extendida y la importancia de plantearla correctamente para evitar el efecto burnout en
las profesionales.
“hay que tener mucho cuidado para no acabar por una cuestión práctica perpetuando
los poderes patriarcales y coloniales porque es muy fácil que acabes cayendo en
“bueno venga pero coge este trabajo y tal no sé qué” y saber que esto tiene un impacto
terapéutico.”
Por ello, las profesionales deben ser conscientes y estar atentas a sus sesgos para evitar
violentarlas, para evitar que en el espacio terapéutico sientan el rechazo, racismo o
machismo que reciben en otros espacios, y que verdaderamente sea un espacio seguro.
Finalmente, aluden a la importancia de adecuar la intervención a los ritmos de las
mujeres. Si bien el respeto de esos ritmos suele ser costoso para las profesionales porque
deben responder a los tiempos y exigencias del sistema, también tratan de encontrar
espacios de fuga para no perpetuar la violencia sistémica ni revictimizar. Así, las
Participantes1 y 4 exponen algunas de sus estrategias para no revictimizar ni agraviar el
dolor:
“si en atención a psico ha salido mucho de la historia de asilo que no ha salido en las
entrevistas jurídicas, se le pide permiso a la mujer para trasladar esa información a la
abogada y no revictimivar, es decir, “mira, yo le paso y así no tienes que contar” y si
no pues “ella te citará para preguntarte cuatro detalles pero no tienes que volver a
soltar todo esto” […]; si la persona quiere, también se le acompaña, entonces está la
psico en la entrevista con jurídico y se va como adecuando el ritmo.”Participante1
“[la mujer no estaba preparada para la entrevista de asilo] Entonces respetar los ritmos
significa que hice un informe justificando su silencio, justificando por qué no podía
hablar en ese momento; el abogado también metió mucha información del país sobre
la información que tenía etc., y bueno fue a firmar pero no ha hablado con el policía
porque no estaba preparada. Entonces eso es algo que hay que tener muy muy muy en
cuenta ¿no?”Participante4
Se observa la importancia de trabajar en equipo de manera interdisciplinar, ya que el
acceso a información de otros campos permite no revictimizar y acompañar a la persona
desde una perspectiva holística.
3.2 Colocar la mirada desde “la otredad”
Para evitar imponer modelos, significados o interpretaciones autóctonas durante la
intervención, las profesionales deben comprender la historia de vida de las mujeres desde
su marco cultural y contextual; es decir, deben regirse por el significado que otorgan las
mujeres a sus historias de vida (Martín, 2007; Martínez y Martínez, 2018). Desde aquí, la
Participante4 indica que intenta adquirir un enfoque más transcultural:
“Entonces es un poco eso, conocer de dónde vienen y porque viene y para qué viene y
acompañar en ese proceso es resignificar […]. Qué busco… Conocer a la persona,
saber quién es esa persona que tengo delante, de dónde viene, cómo le han afectado
las cosas que han vivido”Participante4
Más allá de resignificar su historia de vida, para no dar por supuesto en base a sus
concepciones, las profesionales tratan de conocer el significado que otorgan a sus
problemáticas, cómo y desde qué marco cultural las interpretan, y en función de ello,
desde qué códigos culturales se comportan e incluso enferman. Acorde con Montenegro
48
estamos pidiendo que se parezca mucho a la sociedad de acogida, […] y yo creo que
la adaptación es un mosaico de renuncias […]; y en general todos los
acompañamientos abordan la adaptación como un progreso en la persona para poderse
sentir más parte del contexto acogido y yo creo que ahí lo que estamos es exterminando
identidades y que lo prioritario sería cómo consigo que una mujer vaya vestida con su
ropa tradicional, consiga un trabajo así y podamos ayudarla a tener habilidades para
explicarle a su jefe por qué va así vestida, y no convencerla de por qué tiene que
ponerse unos vaqueros.”Participante 1
Esta estrategia implica que los programas se adapten culturalmente y no viceversa. Ello
requiere un proceso de decolonialidad por parte de las profesionales, la estructura de
funcionamiento de los dispositivos y de la sociedad de acogida en general. Por ello, este
modelo de intervención consta de y requiere un tinte sociopolítico que, como señalan
Sánchez y Martínez (2018), busque la transformación sociocultural y persiga una justicia
social.
3.4 Metodologías participativas y grupales.
Para que se dé un proceso adaptativo adecuado el sentimiento de pertenencia es un
elemento clave (Sayed-Ahmad, 2008). Por ello, las profesionales buscan generar espacios
en donde las mujeres puedan tejer redes a través del ocio:
“Bueno, se trabaja mucho por el ocio, por intentar que a través del ocio las personas
tengan redes y salgan de casa y evitar el aislamiento. También a estas personas con
menos o más dificultad para tener redes deles sigue especialmente y la técnica de ocio
a las reuniones de casos, que también conoce un poco los esto como insistir
especialmente y rescatar digamos a esa persona, o invitarla específicamente. […] O yo
que sé, por ejemplo tenemos un acuerdo con una escuela de yoga, entonces todas las
personas que quieran pueden ir los viernes a yoga, pues ahí se juntan todo tipo de
personas también. O hay un club de montes […] bueno hay salidas al
monte.”Participante1
Además, consideran necesario vincular con otras entidades que puedan cubrir sus
necesidades asociativas más allá del propio dispositivo. Así, la Participante4 afirma lo
necesario que “es conocer al dedillo la red asociativa de nuestro entorno para conseguir
que las mujeres puedan también, si quieren, asociarse con otros grupos de mujeres y de
mujeres pues que vengan de su país de origen, si quieren. Que hayan vivido experiencias
similares…´”
Estas, pueden considerarse prácticas preventivas, puesto que como Sayed-Ahmad (2008)
comenta, el apoyo social es un elemento protector ante la aparición de alteraciones
psicológicas asociados al estrés, duelo, alteración de la identidad…
Si bien los aspectos positivos de la atención individualizada ya se han señalado (sentirse
escuchadas, legitimadas…), otra de las metodologías que señalan positivamente es
trabajar en grupos. Como señalan las participantes, esta estrategia permite que a través
de un aprendizaje vicario/espejo algunas de las usuarias nuevas aprendan dinámicas y
comportamientos de otras más veteranas; las tengan como referente a la hora de
relacionarse y como consecuencia pierdan la desconfianza hacia las profesionales…:
52
“del tema del cuerpo pues trabajamos mucho desde, no sé si has escuchado hablar de
la terapia sensomotriz que trabaja mucho el tema de ubicar al final dónde está el dolor
y de alguna manera simbólica sacarlo y físicamente movernos por la sala y hacer algo
con eso que emos encontrado que está en nuestro cuerpo”Participante4
Otra cuestión que subrayan es el uso de terapias narrativas, que permite que las usuarias
hagan el proceso de resignificación de sus vivencias, historia de vida etc. sin ser
supeditadas al poder de la profesional. La Participante4 lo expresa diciendo:
“el tema de la resignificación, trabajo mucho el tema de la historia de vida, de hacer
un dibujo porque muchos el tema de si no han estado escolarizadas pues muchas no
pueden escribir ¿no?, entonces hacemos mucho el tema de la historia de vida con
dibujitos ¿no? […] Luego conocer mucho la historia también, el genograma familiar.
[…] terapia de exposición narrativa”Participante4.
Respecto a la necesidad de adquirir conocimiento de la otra cultura y acorde con Martín
(2007) y Pérez (2004), que advierten que hay que entender los problemas individuales
incluyendo el contexto cultural y la familia, las participantes afirman que debe haber una
prevalencia de la perspectiva comunitaria sobre la individualista:
“no hay un yo tan claro como en otras culturas […]. Es gracioso, mi compañera de
empleo pregunta “¿y qué capacidades crees que tienen?” y no saben qué decirte. Es
que esto es un rollo de blancos… O sea, capacidades, “¿Pues qué se te da bien hacer?”
o siempre es desde el qué se hacer, no del cómo soy yo. Esta visión que tenemos aquí
y el ombliguismo pues en general… Pues si vas a qué se me da bien hacer pues
normalmente sí, o porque “¿qué dicen de ti en la familia?”… Entonces a veces hay que
andar con esas estrategias ¿no? “¿Si yo le preguntara a tu madre, a tu hermana tal, qué
me dirían de ti?” Porque culturalmente para muchas está mal visto hablar bien de una
misma, es como un orgullo que no tiene sentido.”Participante1
Por tanto, al provenir de sociedades más colectivistas en donde el individuo tiene menos
sentido, es necesario utilizar su mapa ecológico para adecuar la intervención. Como
declaran Aranda,(2018) y Hauser (2013), estas metodologías permiten integrar las
culturas, necesidades y problemáticas de estas mujeres de manera no verbal. De todos
modos, cabe señalar que es la profesional quien debe deconstruirse, evitar que sus sesgos
culturales afecten a la intervención y promover este espacio intercultural en donde se
fortalezca a la mujer.
que estas son fruto del sistema político patriarcal y colonial. La Participante1 critica este
modelo individualista y culpabilizador enunciando:
“ampliar más la mirada hacia algo más psicosocial y más desde los derechos humanos,
es decir, no hablar sólo del impacto de a ti como persona, sino en qué sistemas de
opresión te has movido y te mueves que han impactado en ti. Porque si no, tenemos
un modelo muy culpabilizador, que tú no parece que tienes los recursos para estar bien.
Jode pero mira lo que está sometida esa persona y ¿no? Nos falta como este análisis
como un poquito más allá.”Participante1
Cabe señalar que de por sí ya comprenden la atención psicológica como una actividad
política puesto que para ellas el ejercicio de reparar el daño, resaltar las fortalezas y
capacidades de afrontamiento, y reconocer su dignidad son actos políticos. Es decir, al
fortalecer la agencia de las mujeres, se facilita que sean agentes y cuerpos en resistencia
y de cambio. Así lo expresa la Participante3:
“Reparar el daño de las violencias acumuladas y reconocer y darles el valor que tienen
a las mujeres, es como un poco político más que psicológico, pero creo que la atención
a la mujer es política y creo que la psicología tiene que dejar la clínica y coger la
política para poder reparar el daño de las mujeres.”Participante3
Adquirir un tinte sociopolítico implica colectivizar las problemáticas, los cuidados y por
tanto también la psicología. Ante ello, la Participante1 expresa: “muchas personas pueden
ser agentes de ayuda, no sólo las personas psicólogas”. En esta misma línea, la
Participante3 cree que: “[la terapia psicológica] es lo último de las cosas que necesita la
persona, o sea necesitas muchas antes y al final acabas en el psicólogo porque no has
conseguido encontrar las herramientas de afrontamiento con todo el resto de herramientas
[…]. O sea hay quién verdaderamente necesitaba esa atención muy especializada y el
resto pues yo creo que al final es política y es corresponsabilizarnos entre todos.”
Esta cuestión plantea el reto de “hacer salud mental, hacer procesos reparadores, hacer
procesos de sanación que no pendulen de una terapia psicológica”Participante3. Para ello,
esta misma participante propone reconquistar las calles y salir de la comodidad sin perder
los espacios terapéuticos. No obstante, la participación y colectividad están fuera de
nuestro marco cultural, por lo que supone un verdadero reto.
Además, el colectivizar implica hacer una construcción colectiva de cuestiones comunes
que nos interpelan a todas. Es decir, como plantea la Participante3, se deben
interculturalizar las problemáticas “en el sentido de que yo creo que hay muchas mujeres
que se ven atravesadas por violencias muy similares a las mujeres migrantes y entonces
hablar de mujeres en general y no señalizarlas tanto a ellas.”
Todos estos procesos implican alejarse de un individualismo clínico y buscar
descuantificarse. Así, la Participante3 expone los distintos retos (humanizar,
desresponsabilizar, colectivizar y liberar):
“Creo que tiene que darle valor a lo subjetivo, a lo cualitativo y a lo impredecible. Creo
que tiene que ganar la batalla el constructivismo y lo humanista. Creo que tiene que
desresponsabilizar al individuo de sus procesos psicológicos y […] tiene que colocarse
en lo comunitario; y al final el sufrimiento no es tuyo sino que es de todos, [..] Entonces
55
creo que la psicología tiene que renunciar un poco al control y a lo predecible. Creo que
quiere ser predecible, quiere predecir el futuro y eso al final obliga a la gente a responder
a lo predecible, y por lo tanto le resta libertades.”Participante 3
Esta perspectiva más social, política y colectiva de la psicología permite contextualizar
en espacio-tiempo la salud mental, es decir, desde una perspectiva situada (Montenegro,
2001). Esto facilitaría responsabilizar desde lo social y colectivo las problemáticas y
alteraciones de la salud mental. Sin embargo, la realidad difiere y el marco comprensivo
de la salud mental sigue siendo rígido, occidentalizado e individualista. Este modelo,
como consecuencia, fomenta la diagnosticación como comprensión estática de la
enfermedad/problemática (Achotegui, 2017). Por ello, la Participante 4 defiende no
diagnosticar ni etiquetar como forma de resistir y de construir esa perspectiva situada:
“Pues por ejemplo no etiquetar. Por ejemplo no poner diagnósticos. Creo que es una
forma de resistir un poco al sistema, porque luego la… Por ejemplo no diagnosticar
creo que es una forma de resistencia no?, como psicólogas nos piden muchos
diagnósticos, pero ya te digo, yo no pongo casi ninguna porque considero que no es la
forma, el diagnosticar.”Participante 3
4.2 Despatriarcalizar y decolonizar los dispositivos.
Respecto a los retos vinculados a los dispositivos, en primer lugar plantean generar
recursos específicos para adaptar la atención de las necesidades que tiene la población
inmigrante según los ejes que le atraviesen (mujeres, colectivo LGTBI, Salud mental,
drogodependencia…) De esta manera, la Participante4 señala que podría ser una
herramienta para que se respetaran en mayor medida los tiempos de cada uno, se cubrieran
y trabajaran las necesidades de manera más específica; los profesionales podrían estar
más especializados, se verían menos desbordados y por tanto evitar el efecto burn out etc.
Más específicamente, la Participante3 anota que debe haber una desmasculinización de
los programas, es decir: “en general hay que identificar más las necesidades y entonces
que los programas deberían desmasculinizarse. En general los programas son para
hombres y las mujeres se adaptan y creo que no se recogen de ninguna manera las
necesidades específicas de las mujeres”
Es decir, critica que el modelo actual comprende la realidad de los hombres como una
realidad universal, construyendo entorno a ella los modelos de intervención y
dispositivos, y, por ende, invisibilizando otras realidades y operando incluso de manera
opresiva contra ellas. Ante ello, propone detectar las necesidades de las mujeres
inmigrantes con una mirada feminista y transcultural para estructurar desde ahí las
intervenciones.
Con la incorporación de nuevos procesos y metodologías, los programas se
desmasculinzarían. No obstante, esto supone todo un reto puesto que como se ha
comentado existen límites burocráticos que las profesionales no tienen la potestad de
modificar. Sin embargo, la búsqueda de fugas y otros modelos de programas de
intervención, podría dar pie a la reformación de nuevas estructuras desde las bases.
En segundo lugar plantean la necesidad de incorporar miradas no europeas en los
dispositivos. Este proceso requiere que las profesionales europeas pierdan protagonismo
56
y las mujeres del África Subsahariana lideren y dirijan los programas. Así lo defiende la
Participante3:
“que la distancia cultural sobre todo se estrecha metiendo otros ojos que no sean
europeos. Es decir, creo que tiene que ver con que esos espacios los dirijan, los co-
dirijan, no creo que sea sólo los dirijan, personas que entiendan la realidad que han
vivido estas personas. O sea que al final tú haces un a asamblea, pero una asambleas
que esta facilitada por mí pues entonces ya está con un orden del día, con una lógica...
y entonces bueno pues todo está muy atravesado por mi manera de hacer o de entender
las cosas.”
También añade que con la pérdida de protagonismo se pretende disminuir la distancia
cultural y evitar la imposición de una cultura predominante. Sin embargo, para el proceso
de abandonar espacios y permitir que ellas los lideren se proponen diferentes estrategias.
Por un lado, la Participante2 alude a formarles:
“lo ideal sería para poder intervenir sería formar a personas de esa comunidad para
que sean ellos mismos lo que hicieran ese proceso. Sería la mejor forma para
empoderarlos y para que sea un trabajo creo que mejor la verdad, pero ya sabes lo
difícil que es ¿no? Además el trabajo que eso conlleva, pocas asociaciones he visto
que hayan invertido en eso, en educar y formar a alguien en este ámbito.”
Por otro lado, la Participante3 alude a preguntarles y hacerlas partícipes en el proceso del
diseño:
“creo que en todos los programas tiene que haber mujeres africanas liderándolos y
pensándolos, entonces, que no diseñemos nosotros los programas sino que les
preguntemos a ellas cómo habría que diseñarlo ¿no? Que tengan voz y voto, vamos,
que no sea simplemente preguntarte en un café sino que tengas un poder dentro del
proceso.”Participante3
Estas propuesta va más allá de lo expuesto hasta el momento en donde sólo se señalaba
la necesidad de adquirir un enfoque transcultural por parte de las profesionales
autóctonas. Cabe señalar que la segunda propuesta resulta más contundente puesto que
implica la reconstrucción y reelaboración de los espacios. Sin embargo, a través del
modelo educativo de la primera, se pueden seguir transmitiendo maneras hegemónicas
evitando así dar con formas novedosas y que realmente se ajusten al sistema cultural de
las usuarias.
Por otro lado, destacar que, más allá de la propia complejidad del proceso por su carácter
rompedor, para la Participante2 este resulta complejo porque supone una inversión de
recursos temporales y económicos a los que no se puede y/o quiere destinar.
4.3 Formación continua profesionales.
Los retos que se plantean en este apartado están relacionados con los principales
obstáculos que las propias profesionales representaban. Así, haciendo un análisis de
autocrítica proponen incidir en trabajar para ampliar su visión; adquirir un enfoque de
género y transcultural; y adecuar la intervención desde el intercambio cultural. Como
indica la Participante4:
57
CONCLUSIONES
Actualmente, las relaciones de opresión entre Europa y África Subsahariana toman forma
con implementación de políticas, pactos y prácticas administrativas que se traducen en
democracias frágiles, explotación de tierras y recursos naturales, conflictos bélicos o altos
niveles de pobreza. Las consecuencias de estas cuestiones llevan a la población, y en
especial a las mujeres, a verse obligadas a emigrar. Si bien la mayoría de proyectos
migratorios son intraafricanos, la migración intercontinental va en aumento; en especial,
la migración feminizada, pues hay demanda de mano obra feminizada.
Sin embargo, la Europa Fortaleza sigue implementando políticas y prácticas, que
vulneran sistemáticamente los derechos humanos, con el objetivo de frenar este tipo de
migración. El fin último de estas es mermar física y psicológicamente para que a su
llegada estas sean más maleables a los intereses del sistema. Ante la posición en la que el
sistema las coloca por mujeres y negras, las mujeres de origen subsahariano desarrollan
sus propias estrategia de resistencia femenina para sobrevivir a las consecuencias que
tienen esas políticas sobre sus vidas y sus cuerpos.
Las múltiples pérdidas y el desarraigo que supone todo proyecto migratorio, junto con las
experiencias de violencia, el aislamiento y/o la precariedad social son factores de riesgo
para la salud mental. Asimismo, el proyecto migratorio requiere una capacidad de
adaptación constante. Sin embargo, los factores que participan para que esta sea exitosa
no atraviesan a las personas de la misma manera. Es decir, puesto que la cultura, idiomas
de estas mujeres distan más que el de otras inmigrantes como las latinoamericanas, tienen
más complicado ser acogidas y aceptadas en, este caso, por la sociedad española. A ello
se le añade que por ser mujeres generalmente han tenido menos oportunidad de acceso a
la escolarización y tienen cargas familiares, lo que dificulta el aprendizaje y acceder a
recursos como la vivienda. De este modo, estos y muchos más factores que atraviesan a
las mujeres subsaharianas fomentan la aparición de dificultades en el proceso de
adaptación migratorio. Es importante señalar que en caso de no atenderlas con antelación
o no trabajar para frenar los factores perjudiciales y fomentar los favorables estos pueden
acabar derivando en problemáticas de Salud Mental.
El papel de la psicóloga consiste en prevenir la aparición de posible sintomatología
asociada al proceso migratorio y el empeoramiento de la salud mental, además de
potenciar las capacidades de afrontamiento de las personas. Puesto que la cuestión
migratoria es una cuestión atravesada por cuestiones psicológicas y sociales, la
intervención se plantea desde la perspectiva psicosocial. Desde aquí, las principales
problemáticas psicosociales están ligadas a la cuestión de género y raza, y problemáticas
ligadas a los factores culturales (barrera idiomática y choque cultural), personales (nivel
educativo y maternidad)y sociales (red de apoyo) que se han comentado anteriormente.
Las consecuencias que estas evocan derivan principalmente en sentimientos de
vergüenza, frustración, desmotivación, tristeza, aislamiento, sintomatología
postraumática, crisis disociativas, cuadros de desregulación, alteración del sueño, del
autoconcepto, y somatizaciones. Estas, a su vez dificultan solucionar las cuestiones
sociales, siendo esto un círculo vicioso.
Por parte de las profesionales, los prejuicios de estas hacia las usuarias, las
contratransferencias de miedo y la falta de herramientas de intervención transcultural
59
dificulta la atención. A ello se lo suma los aspectos que atañan a las propias usuarias,
quienes rechazan ir a la psicóloga por el imaginario de enfermedad que la envuelve; las
transferencias por la blanquitud de las profesionales en donde son leídas como seres
idealizados o, por el contrario, incapaces de comprenderlas; y la inestabilidad de sus vidas
que dificulta poder recibir una atención continuada.
Si estas cuestiones afectan a la relación terapéutica, la misma relación terapéutica consta
de características propias que obstaculizan su desarrollo. Por un lado está el hermetismo
de las usuarias, el cual impide generar el vínculo terapéutico. Por otro lado, está la
relación jerárquica en la que la profesional tiene el poder y la potestad de determinar el
devenir del futuro de las usuarias; condicionando el modelo de relación que
desean/esperan establecer estas últimas. También se dan barreras idiomáticas pero
también culturales, que incluye diferentes compresiones de lo simbólico y el lenguaje no
verbal. Aunque existen recursos como los intérpretes, tanto su presencia como su ausencia
interrumpen la atención. Finalmente las necesidades de apoyo constante de las usuarias
se pone en conflicto con la necesidad de las profesionales de marcar límites y
autocuidarse. Más allá de estas, la burocracia de los dispositivos (sus tiempos,
exigencias…) también suponen un obstáculo en la intervención, puesto que dificultan una
atención de calidad y duradera de las mujeres. .
Tanto las profesionales como los dispositivos son partícipes de un modelo de intervención
hegemónico masculinizado y occidentalizado. Ello da lugar a múltiples fracasos
terapéuticos y perpetuación de violencias y opresiones. Para evitarlo o compensar estas
cuestiones se subrayan diferentes estrategias que tratan de incluir una perspectiva
transcultural. En primer lugar se señala el trabajo interdisciplinar como herramienta para
atender de manera holística a la persona. Para construir la relación terapéutica hacen
hincapié en la importancia de ofrecer una escucha activa, apoyo y confidencialidad; y en
tratar de respetar los ritmos lo máximo posible; buscando, para ello, líneas de fuga. Otras
estrategias van dirigidas a colocar la mirada desde “la otredad”, resignificando la historia
de las mujeres desde lo narrativo, respetar códigos y significados culturales, y
comprendiendo el Duelo Migratorio y Síndrome de Ulises como marco comprensivo y
no como categorías diagnósticas. Por otro lado, rechazar del modelo asimilacionista y
abogar por un modelo integrativo no sólo facilita el proceso adaptativo de las usuarias
sino que además adquiere un tinte político y educativo con la sociedad. Finalmente se
destacan distintas cuestiones como el tejer redes sociales que supongan una estructura de
apoyo y produzcan en ellas un sentimiento de pertenencia en el territorio; y la aplicación
de metodologías con perspectiva transcultural menos basadas en lo verbal y más en la
corporalidad y cuestiones artísticas.
Ante el panorama descrito, los retos que tiene la psicología, se remarcan: salir de una
psicología ortodoxa y abogar por una psicología politizada y comunitaria que se ubique
desde un conocimiento situado y se coloque desde una perspectiva transcultural; la
generación de centros específicos que cubran las problemáticas desde la
interseccionalidad y que aseguren una atención específica a las demandas de las mujeres;
incorporar miradas no europeas y reestructurar los programas e intervenciones desde las
mismas, lo que requiere que las usuarias participen en el diseño de los programas y
espacios ; y, finalmente, que exista una formación de las profesionales continuada y
verdaderamente transcultural y feminista, lo que supone que estén en constante
60
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ANEXOS
Anexo 1. Guion de preguntas de la entrevista
Introducción (brevemente)
Antes de comenzar con las cuestiones más técnicas, estaría bien hacerte una breve
presentación; para ello te voy a hacer una serie de cuestiones:
− ¿Cuál es tu formación profesional?
− ¿Y tu experiencia laboral/trayectoria como psicóloga?
− ¿Podrías contarnos un poco sobre tu bagaje con cuestiones migratorias y la atención
a mujeres?
− ¿Qué te llevo a trabajar dónde estás ahora? ¿cuánto tiempo llevas?
− ¿Qué es lo que te mueve para hacer lo que haces?
− ¿Cuáles son las principales demandas con las que suelen llegar?
Proceso de adaptación
− ¿Cómo es el proceso de adaptación de estas mujeres?
− ¿Cuáles son las dificultades que tienen que atravesar por el hecho de ser mujeres y
negras?
Mujer inmigrante
− ¿Cuál crees que es el imaginario de mujer inmigrante subsahariana?
− ¿Cómo afecta la experiencia migratoria a su identidad y su género? ¿De qué manera
influye en su salud mental?
Duelo migratorio y Síndrome de Ulises
− Respecto al proceso migratorio, ¿con qué conceptos teóricos trabajáis?
− ¿Consideras que son valiosos y en qué sentido aportan las teorías del duelo migratorio
o el síndrome de Ulises?
67
Relación terapéutica
− ¿Cómo es la relación con ellas?
− ¿Cuáles son los prejuicios (tanto de las profesionales como de las usuarias) que
influyen en la relación terapéutica?
− ¿Cómo influye o qué dificultades implica el hecho de que seas mujer del
norte/occidente?
Enfoque cultural
− ¿Cómo influyen los factores culturales en la atención? (Barreras idiomáticas,
expresión necesidades…)
− ¿Cuáles son los retos que plantean para adecuar la intervención psicosocial a cada
mujer? (su perfil, objetivos, proyectos vital y migratorio…)
o ¿eliminar algunos aspectos?
o ¿incorporar elementos propios de la cultura? de sanación como la
ritualización, una mayor expresividad o dramatización...?
o Trabajar la corporalidad, comprender mente y cuerpo como uno…
− De qué manera o cuál crees que es la vía para que tanto las psicólogas como el equipo
de trabajo combatan estereotipos y prejuicios construidos.