David Arturo Santos Arrieta - para Antología Rojas Pachas

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David Arturo Santos Arrieta. (Santiago en 1979).

Poeta, Psicopedagogo, Magister en


Educación, radicado en Monte Patria. Miembro de Acción Poética Monte Patria, y gestor
del proyecto para el fomento lector: RIEL, un río de escritura en el Limarí. 

Ha publicado los poemarios Mirándome a los ojos (2005); Mirando el tiempo con ojos de
cristal (2006), Ay Sí (2006), todos autoeditados bajo el concepto de Lagartija Ediciones,
donde ha explorado la edición de varios autores. En el 2015 publica Los Llantos de la
Añañuca, en Cinosargo Ediciones; y en 2019 los libros Aula, con Navaja Ediciones, y
Juguete Chino con Opalina Cartonera. En el 2021 presenta el libro Luna Centinela,
ilustrado por Miguel Ponce, pintor tulahuenino.

Ha obtenido la Beca de Creación Literaria del Ministerio de las Culturas, las Artes y el
Patrimonio, y recientemente en el 2020 obtuvo la Beca Chile Crea para su Diplomado en
Animación y Promoción de la Literatura Infantil y Juvenil.

 De Los Llantos de la Añañuca:

Catorce huellas conté.

Mientras el manto de la soledad me cobijaba


caminé a la cima del Cerro La Cruz
comencé a contar las huellas
y catorce huellas conté:

…¿por cuál te fuiste tú?

La primera era una escarcha de invierno


soberbia pero frágil
en ella se cobijaba evidente tu duda.

La segunda era el ojo de una yegua


reflejando un horizonte incierto y arrebolado
un chispazo
un rayo
el destello de un golpe errado al yunque
el ojo de una yegua perdida en la cordillera.

La tercera parecía el rastro de una serpiente


quizás lo era
el rastro de la serpiente emplumada
esa huella era una mentira que parecía verdad.

…¿por cuál te fuiste tú?

La cuarta huella era una piedra arrojada al canal


en día de deshielo
una piedra que al tocar el agua rápidamente se
hundía en el impávido desprecio del olvido.

La quinta parecía un tatuaje


pero no era más que una cicatriz bien pensada.

La sexta era un fruto que perpetuaba la memoria


un fruto que colgaba del brazo de una madre
y poco a poco en el tiempo crecía
y preparaba su huida.

La séptima era la pluma de un gorrión


muerto en el entretecho de una casa de adobe
la pluma tímida se abría paso por entre la madera
y caía tratando de anunciar al difunto
pero no lo lograba.

……¿por cuál te fuiste tú?

La octava huella era un muro de flores


miles de flores anaranjadas tomadas de las manos
ellas guiñaban el ojo al sol
quien las marchitaban al tratar de besarlas.

La novena era igualmente


un árbol otoñal que se desnuda
para recibir la primavera.

La decima eran letras sobre un papel


algunas de precisa caligrafía
que se unían y escribían palabras como:
Futuro
Firmeza
Golondrina
otras tiritonas
quizás escritas por la mano de algún
ebrio o la de un niño inquieto
escribían palabras como:
Pasado
Recuerdo
Esclavitud
Ausencia.

La undécima huella
era el peinado de trenzas que mi abuela solía hacerme
un tejido con mis propios cabellos
que de pronto ya no eran
y ahora son una corona negra y brillosa
tal cual era la huella.

……¿por cuál te fuiste tú?


La duodécima era recta, infinita
Perdíase en un hilo incoloro de humo sin viento
cobijaba huellas sin regreso
heridas secas de tanto sangrar.

La decimotercera era un libro abierto


roído por un lector furioso
que lanzó sus hojas a la suerte del día
en ellas transitaban una multitud incontable
separados por distancias inconmensurables
en cada hoja un historia
y en cada distancia, un abismo.

La decimocuarta huella se unía a sí misma


en un camino infinito y mutante
cada paso era el mismo y diferente a la vez
el recuerdo en él se perpetuaba
como se perpetúa el gusano en la mariposa.

…¿por cuál te fuiste tú?


…¿por cuál te fuiste tú?

¿por cuál te fuiste tú?


Al rato despabilé mi mirar
sólo vi los techos de las casas del pueblo
sólo una huella, de ir y de venir
unos perros que ni ladraban
y el sombrero de un hombre llevado por el viento.-
 De Aula

SOLO EN EL AULA

Estoy en seco escuchando


toda crítica destructiva,
se llenan de prevenciones y no dicen nada.

Pienso.

Escribo

La humildad de la leyenda cristiana


jugando con la paciencia del profesor
toda calidad es discriminatoria
toda mi vida se borra en el pizarrón
pero queda en los cuadernos de mis estudiantes
me consuelo.

Borro.

Bebo.

Bajo la vela gitana una luna me besa


mis pies van al río y vuelven hinchados
las ropas que dejaron bailan lentamente
y sonríen las ventanas de la casa.

Cierro.

Abro.

Las golondrinas gritan sus agallas


las nubes gotean abrigos y sombreros
vamos a ser charcos que reflejan el eclipse
y evaporarnos con el amor del Inti.

Me voy.

Evaporado.

Siendo los colores del uniforme


el corte de pelo a la manera del reglamento…
las semillas perdidas, secas, encerradas en algodón
miro el piso no encerado, no hay recursos.

Estoy asumiéndome.

Primeros brotes
de la cancha a los muros
rompiendo el molde de nosotros mismos
ayudando a la rutina a posarse
como raíces somos
como modas que se podan
y como frutos pasivos
cansancio, cicatriz y promesas
gallos, olas y basura
sin ojos podré verlos a todos
en mi sala mando yo.-

 De Luna Centinela

Como dice la canción

Yo te amo en todas las flores que visito


de las que extraigo una estela que dibuja a carbón
el retrato del mundo
cómo si fuera el primer pintor en llegar a la luna.

No iremos jamás en una nave al espacio


quizás en otras rojizas dilataciones lo logremos.

Yo te amo en todas las flores que visito y copulo


en la energía que el sol me da
y en las visiones de mis malformaciones
en las orillas en que me sumerjo
y en todo el humo que me captura.

Esperemos juntos el día que ya no fue


no iremos nunca a Japón a estudiar nada
ya sabemos todo
ahora podemos morir de amor.-

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