Abuso Sexual en Menores de Edad

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ABUSO SEXUAL EN MENORES DE EDAD, PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA

Sexual abuse in minors, public health problem Rosario Girón Sánchez*


Resumen
El presente estudio sistematiza información, de la dimensión del abuso sexual, revisa
los antecedentes, la sintomatología a corto y largo plazo que repercuten en la salud
mental, así como las conductas de riesgo en esta situación de la población,
prevalencia, detección consecuencias. Si bien no existe límite para ser víctima de un
abuso sexual, la edad de mayor riesgo se encuentra en la etapa de la pubertad,
probablemente porque a esta edad se expresan los cambios en el desarrollo físico y
sexual, como también la ampliación del espacio de socialización. El elevado número de
familias disfuncionales, nos señala la importancia que en nuestro ambiente tienen
estas manifestaciones en la génesis de este problema. De manera especial cuando el
modelo materno es de una mujer no asertiva, oprimida, víctima de agresión
intrafamiliar, incapacitada para poder transmitir habilidades que ayuden a sus hijas a
protegerse. Las agresiones sexuales pueden ocurrir en lugares despoblados y alejados,
pero también en sitios públicos, concurridos y cercanos. Es común que los agresores
sean personas conocidas y que gozan de la confianza de las víctimas. Palabras clave:
Abuso sexual, factores de riesgo, victimas.
Abstract This study systematized information on the size of sexual abuse, reviews the
history, symptoms in the short and long term impact on mental health, as well as risk
behaviors in this population, prevalence, detection consequences. While there is no
limit to being a victim of sexual abuse, the age of greatest risk is at the stage of
puberty, probably because at this age express the changes in physical and sexual
development as well as the expansion of space socialization. The high number of
dysfunctional families, points out the importance in our environment have these
events in the genesis of this problem. In particular when the maternal model is a non-
assertive woman, oppressed victim of domestic assault, unable to transmit behavioral
skills to help their daughters to protect themselves. Sexual assault can occur in
unpopulated areas and remote, but also in public places, crowded and close. It is
common that the perpetrators are acquaintances and enjoyed the confidence of
victims. Keywords: Sexual abuse, risk factors, victims. * Psicóloga. Perito de Instituto de
Medicina Legal de Lima. Docente de la Academia de la Magistratura y de la Universidad
Nacional Federico Villarreal. [email protected] Av.psicol. 23(1) 2015 62 Enero -
Julio Abuso sexual en menores de edad, problema de salud pública Rosario Girón
El abuso sexual constituye un problema de salud pública y de derechos humanos, es
un problema de proporciones incalculables, con consecuencias emocionales y
psicológicas devastadoras para quienes lo sufren y como consecuencia a corto y largo
plazo que afecta la salud mental de las víctimas. El abuso a los menores de edad
trastorna gravemente la vida de los niños y adolescentes, produciéndoles sentimientos
de culpa, depresión, ansiedad alteración del sueño, de la alimentación, suicidios,
problemas escolares, drogadicción y alteran el desarrollo psicosexual. Dichas
consecuencias también han sido descritas por Echeburua (2004), quien señala que la
violación es un evento traumático, negativo e intenso, donde muchas veces la victima
no cuenta con recursos de afronte para calmar o disminuir su sintomatología,
colocándola en una situación de vulnerabilidad e indefensión, y algunas veces
victimizada por el sistema de justicia. Fernández (2009) en su investigación
Autopercepción y Relaciones Interpersonales en un grupo de Mujeres Víctimas de
Violación Sexual a través del Psicodiagnóstico de Rorschach, encontró que había
diferencias altamente significativas entre las mujeres víctimas de la violación sexual y
el grupo comparativo encontrándose índices de depresión, diferencias de la forma de
procesar información y manejo de estrés, sintomatología que la conducirá a la
indefensión y la estigmatización social. Según lo hallado por Lecca (2009) en la
investigación las repercusiones de la violencia en victimas adolescentes, mostraron
mayor dificultad para modular sus emociones, pues suelen expresarlas de manera de
un modo impulsivo, así mismo tienden a presentar percepciones negativas y
pesimistas de sí misma, así como sensación de vulnerabilidad de haber sido dañadas,
también percepciones de sus relaciones con los otros como agresivas, lo cual muestra
que la historia de la violencia sexual fragiliza las estructuras yoicas de los jóvenes. Las
investigaciones de Bardales (2012) precisan que la reacción natural en las víctimas de
violación es de temor y de vergüenza, miedo, aislamiento, marginalidad subvaloración,
baja autoestima y estigmatización, ideación suicida y conductas autodestructivas,
agresividad sexual, con dificultad para establecer vínculos y mantenerlos, participación
sexual pasiva automatizada y ausente y trastornos del sueño. La violencia sexual es un
problema de salud pública por su impacto sobre el individuo, la familia y la sociedad y
las estadísticas cada día son más alarmantes, como reporta el Observatorio de la
Criminalidad del Ministerio Publico de Lima (2013) donde se recibieron 17,763
denuncias por el Delito contra La Libertad Sexual, en todos el país, es decir un
promedio de 49 casos por día, siendo 3,796 las denuncias en Lima, dichos reporten
además señalan que el 75% fueron menores de edad y el 34% fueron ultrajadas
sexualmente en sus domicilios. La OMS (2003), advirtió que, en América Latina,
únicamente cinco por ciento de las mujeres, que son víctimas de violencia sexual,
denuncia las agresiones a las que fueron sometidas. El organismo en mención indicó
que los factores que provocan esta situación son variados, desde el bajo apoyo de los
sistemas judiciales, hasta razones como miedo a la venganza, vergüenza, o temor a ser
etiquetadas socialmente. Asimismo, la (OMS) recalca que la persona que comete
violencia sexual utiliza la coerción, lo que puede incluir fuerza física, intimidación
psíquica, la extorsión u otras amenazas, como el daño físico la de despedir a la víctima
del trabajo o de impedir obtener el trabajo que busca. También puede ocurrir cuando
la persona agredida no está en condiciones de dar su consentimiento, por ejemplo,
porque está ebria, bajo los efectos de estupefacientes o dormida o mentalmente
incapaz de comprender la situación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma
que la violencia física o sexual es un problema de salud pública que afecta a más de un
tercio de las mujeres en el mundo y que el 35% de las mujeres experimentarán
violencia y que la proveniente del esposo o la pareja íntima es la más común,
abarcando el 30% de los casos. Explica que las víctimas son propensas a sufrir heridas
graves o la muerte, depresión, se hacen adictas al alcohol, son contagiadas con
enfermedades de transmisión sexual y tienen embarazos no deseados y abortos.
Av.psicol. 23(1) 2015 Enero - Julio 63 Rosario Girón Abuso sexual en menores de edad,
problema de salud pública Flasog (2011) ha precisado que el embarazo en
adolescentes asociado a víctimas de la violencia sexual es un problema grave de salud
pública, con importantes secuelas en todo orden, pero sin embargo no ha recibido
suficiente atención, lo que agrava el problema. Los altos costos personales y sociales
entre ellos la disminución de la productividad y el nexo indisoluble de este fenómeno
con otros eventos de interés en salud publica. La violencia trae además un problema
de seguridad en las sociedades y es un indicador de salud y un fenómeno que puede
actuar como agravante de las diferencias entre las desigualdades de la salud. La
mortalidad en el mundo por actos de violencia fue más de un millón y medio en el año
2002, causado por violencia interpersonal, considerándose que los riesgos no son los
mismos para toda las poblaciones. Por otro lado la violencia en población joven
comprende un acto de abanicos de actos agresivos desde la intimidación hasta el
homicidio, siendo las victimas las que sufren de lesiones y requieren de tratamiento
hospitalario. Además de las secuelas que traen consigo los actos de violencia, la
violencia genera costos económicos considerables y no son fáciles de cuantificar. Para
Trujano (2004), la violencia sexual en las mujeres representa un riesgo para la vida de
las personas, por el alto riesgo de embarazo o por adquirir enfermedades de
trasmisión sexual, con secuelas para el resto de la vida, es una urgencia de la salud
mental, por el intenso estrés y sufrimiento emocional que puede generar ideaciones
suicidas y conductas suicidas, tiene además efectos sociales como la agresión y el
rechazo a la familia, que pueden verse incrementadas, por amenazas o medidas
tomadas por el agresor en contra de la vida de los integrantes de la víctima, incluidos
el temor a las relaciones sexuales, durante buena parte de su vida. Incluso se ha
detectado que la violencia sexual hace más vulnerable a la mujer a otras formas de
violencia en la vida adulta. La violencia sexual en menores de edad ocurren en el seno
de la familia y adquieren la forma habitual de tocamientos y sexo forzado por parte del
padre, padrastro tío, abuelo y hermanos o de algún otro integrante de la familia, si
este acto violento se circunscribe dentro de seno familiar con disfunciones vinculares
graves, severos y crónicos y se agregamos que la familia es un recinto privado con
ideología y prejuicios, donde los hijos son percibidos como patrimonio de los padres
por un proceso de cosificación y el ambiente familiar donde se desarrollan no
respetando los derechos humanos fundamentales de los menores de edad, que se
constituye en un obstáculo para la detección del abuso sexual y por consecuencia
habrá interferencia para intervención de los operadores de justicia ya que algunas
veces estos delitos contra la libertad sexual quedarán impunes y el menor no recibirá
las medidas de protección que le corresponde. Echeburua (2009) refiere que son
muchas víctimas las que no denuncian y han sido agredidas sexualmente, donde el
menor de edad tiene temor de la desestructuración familiar, el niño se siente
responsable de lo sucedido y evita la revictimización. A veces las madres de los
menores tiene conocimiento de hecho, lo que la pueda llevar al silencio movilizada por
el miedo o el temor de perder a la pareja y la dependencia de la madre a no ser capaz
de sacar por sí sola a la familia. La víctima que sufrió incesto y creció en un contexto
confuso, hostil y desprotegido vio perturbadas sus posibilidades de desarrollo en todas
las áreas: física, emocional, cognitiva e interpersonal, y sexuales. Por ello, podemos
esperar la aparición de dificultades en los procesos de aprendizaje y en el desempeño
de los requerimientos propios de cada etapa evolutiva desde la infancia y la
adolescencia a la vida adulta, que mermen sus posibilidades adaptativas y
desestabilicen su equilibrio físico y mental. Desde el punto de vista del trauma por este
tipo de delito, el trauma se presenta cuando el niño es incapaz de lidiar sus emociones
generadas por el abuso, el niño no comprende la situación abusiva, pues se siente
abrumado, por sus emociones y pensamientos relacionados al abuso y tiende a revivir
la experiencia traumática de manera reiterativa. El niño también expresa el abuso a
través de sus representaciones simbólicas como el juego sexualizado, pudiendo atacar
sexualmente a otro menor, o a través de sus dibujos con transparencia y/o dibujando a
las personas con genitales. Av.psicol. 23(1) 2015 64 Enero - Julio Abuso sexual en
menores de edad, problema de salud pública Rosario Girón Como ya se ha visto, el
abuso sexual en menores de edad tiene consecuencias devastadoras para el
funcionamiento psicológico de la víctima y requieren de tratamiento para superar las
consecuencias derivadas de la experiencia traumática y la intervención debe tener
como objetivo garantizar la seguridad del niño y evitar la ocurrencia de nuevos
sucesos. Por otro lado si bien se ha avanzado respecto a este tema, es urgente la
búsqueda de consenso respecto a las metodologías y enfoques de atención y
tratamiento a las víctimas y agresores, trabajo que garantice los derechos de los
menores a vivir, su sexualidad sin ser instrumentalizada en beneficio de la sexualidad
de otra persona. Prevalencia Respecto a la prevalencia es más frecuente en las mujeres
quienes ocupan el primer lugar en este tipo de delitos, respecto a la edad se sitúan en
el rango entre 6-12 años, el agresor suele ser conocido por la víctima, el orden
respecto a los integrantes de la familia suelen ser padre y luego los demás integrantes
de la familia. Sin embargo el incesto madre hijo es mucho menos frecuente y se limita
aquellos casos en que la madre carece de una relación de pareja, con alguna adicción
al alcohol, o a las drogas, o cuenta con historial, de abusos sexuales en la infancia.
Estudios epidemiológicos han demostrado un mayor número de casos de abuso sexual
en familias con estatus socioeconómico bajo. Respecto al lugar en que se comete la
agresión, depende del tipo de abuso: en el intrafamiliar lo más habitual es en el hogar
de la víctima o del abusador, en el extra familiar sucede en la calle, parque, o en la casa
del agresor. Arbulu (2010) encontró en una investigación en la provincia del Callao, en
una muestra de 525 expedientes Judiciales, en Delitos contra la Libertad sexual que el
sexo de la persona agraviada el 94% corresponde al sexo femenino y el 6% al sexo
masculino. La inscripción de los agraviados el 63% no tiene partida contra el 37% que si
tiene, que acredita la situación de marginalidad de los niños y adolescentes agraviados.
Las edades de la agraviados más afectados tenían entre 14-18 años con un 51% y le
sigue el grupo de 11-13 años con el 21%. Respecto a la ocupación de los agraviados el
85% son estudiantes el 11% no se dedica a ninguna actividad y el 4% de los agraviados
trabaja. Detección delabuso sexual Existen diferentes factores que pueden explicar los
motivos de esta ocultación: por parte de la víctima, el hecho de obtener ciertas
ventajas adicionales o el temor a no ser creído o a ser acusada de seducción, junto con
el miedo a destrozar a la familia o las represarías del agresor y por parte de abusador
hacia la víctima, donde el agresor hace uso de su poder manteniendo contacto sexual y
que después de la denuncia tiene que enfrentar la perdida de una actividad sexual
adictiva, compulsiva así como la posible ruptura del matrimonio y/o convivencia de la
familia y el rechazo social. A veces la madre tiene conocimiento de lo sucedido, lo que
le puede llevar al silencio, en algunos casos al pánico al marido o el miedo a perderlo o
a desestructurar la familia en otros, es estigma social negativo generado por el abuso
sexual o el temor de no ser capaz de sacar adelante por si sola a la familia. Por otro
lado si bien es cierto que es frecuente la coexistencia de este tipo de abusos con algún
tipo de maltrato ya sea físico o psicológico, también es cierto que algunas veces la
agresión sexual no está asociada a estas situaciones que puedan producir una voz de
alarma en el entorno del menor. De ahí que el abuso sexual pueda salir a la luz de una
forma accidental cuando la víctima decide revelar lo ocurrido, a veces a otros niños o a
un profesor, o cuando se descubre una conducta sexual casualmente por un familiar
vecino o amigo. El descubrimiento del abuso suele tener bastante tiempo (meses o
años) de los primeros incidentes. Habitualmente, según Sorense y Nnow (1997), el
proceso de revelación por parte del menor suele seguir cuatro momentos progresivos;
a) fase de la negación, b) fase de revelación, al principio mediante un conocimiento
vago o parcial, al final, mediante la admisión explicita de la actividad sexual abusiva c)
fase de de retractación, en la que el niño puede decidirse de lo dicho por la presión
familiar o por parte de la percepción del alcance de la revelación; d) fase de
reafirmación, en la que, tras una distancia Av.psicol. 23(1) 2015 Enero - Julio 65 Rosario
Girón Abuso sexual en menores de edad, problema de salud pública temporal, el
menor vuelve a sostenerse la afirmación anterior acerca del abuso experimentado. Sin
embargo, este proceso por lo demás, relativamente frecuente es meramente
orientativo y no está presente en todos los casos. En general, los varones tienen más
dificultades para reconocer que han sido agredidos sexualmente. Lo que dificulta la
revelación es la creencia, socialmente aceptada de que solo las niñas son víctimas de
abuso sexual y especialmente, las dudas y miedos que les surgen en torno a su
identidad sexual en el caso que el agresor sea también varón. Factores de riesgo La
violencia sexual no ocurre de manera aislada, tiene raíz en la injusticia y la disparidad
social, vinculan a la violencia sexual en otras formas de violencia en todo el mundo. Los
factores de riesgo trascienden límites y ocurren en contextos individuales sociales,
culturales y económicos. Al visualizar a la violencia sexual a través del lente de la salud
pública, se vuelve de primordial importancia tanto reducir los factores de riesgo como
incrementar los de protección. Algunos de los factores que individualmente pueden
aumentar el riesgo de que un hombre comenta una violación sexual incluyen:
personalidad disocial, el abuso de sustancias psicoactivas o un trastorno sexual y al
mantener actitudes y creencias que promuevan la violencia sexual y la hostilidad
contra las mujeres, la asociación con personas sexualmente agresivas y el haber sido
sometido a abuso sexual en la niñez. Los factores sociales que contribuyen a la
incidencia de la violencia sexual y provocan un mayor riesgo para ciertos grupos
incluyen: la inequidad de géneros, y el derecho masculino, la guerra, así como las
sanciones y la falta o precaria situación de servicios humanos. Por otro lado, cuando un
niño se encuentra en una situación de riesgo significa que tiene una mayor
probabilidad de sufrir abuso sexual al ser por ejemplo niña y mujer, estudios diversos
señalan de 2-3 niñas por cada niño, esta relación estaría en relación a que la mayoría
de agresores sexuales son hombres predominantemente heterosexuales. Los menores
con mayor riesgo de victimización son aquellos que cuentan con una capacidad
reducida para resistirse o revelarlo como son los niños que no hablan, niños
maltratados, abandonados, son vulnerables de manipulación, de los mayores, que
presenta problemas en el desarrollo como discapacidad física y psíquicas, niños
carentes de afecto, que pueden sentirse inicialmente halagados por la atención que
son objeto y generar posteriormente sentimiento de culpa. Respecto a la edad, la edad
de mayor riesgo es entre 6-7 años y los 10 años; edad caracterizada por la etapa pre-
pubertad donde empiezan aparecer las muestras del desarrollo sexual, respecto a las
características de los padres hay ausencia de los padres, la incapacidad o enfermedad
de la madre. Tipología de Agresores sexuales Vásquez (2003), considera en cuanto al
agresor, puede ser cometido por familiares o por personas relacionadas con la víctima.
En uno y otro caso, que abarca el 65% al 85 % del total y que son las situaciones más
duraderas, no suelen darse conductas violentas asociadas. Echeburua &
Guerricaechevarria (2009) señalan que en otros casos los agresores son desconocidos.
Este tipo de abuso se limita a ocasiones aisladas que sin embargo, pueden estar ligadas
a conductas violentas y amenazas. Al margen de ciertas características
psicopatológicas de los agresores, lo que suele generar violencia es la resistencia física
de la víctima y la posible identificación del agresor. Se pone de manifiesto que los
niños no ofrecen resistencia habitualmente y tienen dificultades para identificar a los
agresores . Por lo que se refiere al acto abusivo en sí, puede ser sin contacto físico
(exhibicionismo, masturbación delante del niño, observación del niño desnudo, relato
de historias sexuales, proyección de imágenes o películas pornográficas, etc) o con
contacto físico (tocamientos, masturbación, contactos bucogenitales o penetración
anal o vaginal). La penetración, cuando tiene lugar en niños muy pequeños, suele
resultar traumática por la desproporción anatómica de los genitales y producir
lesiones. Av.psicol. 23(1) 2015 66 Enero - Julio Abuso sexual en menores de edad,
problema de salud pública Rosario Girón Arbulu (2010) en su investigación Delitos
sexuales en agravio de menores. Incidencia en la provincia del Callao, encontró que
respecto al género del agresor el 50% de los agresores no tiene vinculo con la víctima,
el vínculo del parentesco llega al 30%, el tío 10%, padre 6 % y el padrastro el 6%. El
estado civil del agresor era soltero 77%, casado 14%, conviviente 9%. Respecto a la
ocupación del agresor el 91% realiza actividad laboral, mientras que el 5% no realiza
actividad laboral y el 4% estudia. En cuando al grado de instrucción del agresor tienen
estudios secundarios el 52%, el 39% con estudios primarios y 9% no tiene instrucción.
Tabla 01. Diferentes tipos de abuso sufridos por las víctimas, Solo se contempla la
conducta más grave (López y otros 2004) Tipo de abuso Porcentajes • Caricias por
debajo de la cintura 39.75% • Caricias por encima de la cintura 11.87% • Exhicionismo
15.73% • Masturbación 9.79% • Sexo oral 6.23% • Coito vaginal 4.93% • Coito anal
1.78% Valoración psicopatológica del abuso sexual La agresión sexual es una
acontecimiento traumático para el menor, ante el que puede reaccionar con una serie
de efectos psicológicos a corto plazo (si su aparición es anterior a los dos años
siguientes del abuso) y a largo plazo (si se produce con posterioridad). Los niños y
adolescentes víctimas del abuso tienen asimismo, un mayor riesgo de desarrollar
problemas interpersonales y psicológicos. Se calcula que la tasa de prevalencia de
abusos sexuales con implicaciones clínicas para los menores afectados se encuentra
entre el 4% y 8% de la población. También se ha señalado que no todos los menores
presentan alteraciones psicopatológicas como consecuencia del abuso, ya que en la
respuesta del menor interviene una serie de factores que amortiguan o agravan el
impacto emocional. Echeburua (2009) menciona que entre los modelos explicativos
desarrollados en torno a la sintomatología asociada a los abusos sexuales en la infancia
destaca el Modelo traumatogénico y el modelo del trastorno de estrés postraumático.
a) Modelo del trastorno por estrés postraumático. El abuso sexual en la infancia
cumple los requisitos de trauma exigidos por el DSM-IV TR para el diagnóstico de este
cuadro clínico y general al menos en una mayoría de las víctimas, los síntomas
característicos de dicho trastorno: pensamientos intrusivos, evitación de estímulos
relacionados con la agresión, alteración del sueño, irritabilidad, dificultades de
concentración. Puede ir acompañado de un comportamiento desestructurado o
agitado y presentarse con síntomas físicos, jaquecas, etc. o en forma de sueño
terroríficos. Para otros estudiosos, (Finkelhor, 1997 y Calle, 1996) el tema presenta
algunas limitaciones, ya que solo se puede aplicar a algunas víctimas, no recoge las
diferentes etapas de desarrollo evolutivo y no incluye algunos síntomas como por
ejemplo el miedo, la depresión o la culpa, los problemas sexuales derivados, la
distorsión en las creencias sobre uno mismo y los demás etc. (Vásquez, 2003) b)
Modelo traumatogénico Este modelo es mas especifico, ya que su sintomatología está
asociada a cuatro variables sexualizaciòn traumática, pérdida de confianza,
indefensión, y estigmatización. Estas variables constituyen la causa principal del
trauma al distorsionar el auto concepto, la visión sobre el mundo y las capacidades
afectivas a la víctima. Estos factores se relacionan con el desarrollo de un estilo de
afrontamiento inadecuado y con la aparición del problemas de conducta en el niño
(Lameiras 2002) y Echeburua (2000) explican cuatro variables. • La sexualización
traumática hace referencia a la interferencia que la experiencia abusiva tiene en un
adecuado proceso madurativo/sexual del menor, que va a condicionar la presencia
Av.psicol. 23(1) 2015 Enero - Julio 67 de sintomatología sexual tanto a corto plazo. El
menor aprende a utilizar determinadas conductas sexuales como estrategia para
obtener beneficios o manipular a los demás y adquiere aprendizajes deformados de la
importancia y significado de determinadas conductas sexuales, así como concepciones
erróneas sobre la sexualidad y la moral sexual. Asimismo, la victima tiene dificultades
para establecer relaciones de intimidad y para integrar a las dimensiones afectivas y
eróticas. • Los sentimientos de traición hacia el agresor que desencadena el abuso y la
generalización que se hace a otros adultos, puede interferir en el adecuado desarrollo
de las relaciones interpersonales. • Los sentimientos de estigmatización derivan del
sentimiento de culpa y vergüenza vinculados a la experiencia abusiva y pueden tener
una gran influencia en la autoimagen del menor y por tanto, en su autoestima. Estas
variables son fundamentales para un adecuado desarrollo de la personalidad del
menor. El mantenimiento en secreto del abuso sexual puede reforzar la idea de ser
diferente y con ello aumentar el sentimiento de estigmatización. • Los sentimientos de
indefensión provocan en el menor la pérdida de control e imposibilidad de frenar el
abuso y genera una actitud de retraimiento y pasividad, incrementando con ello su
vulnerabilidad a las experiencias abusivas. Además, estos sentimientos provocan que
el niño no sepa cómo reaccionar ante diversas situaciones que se plantean en la vida y
tenga escaso control sobre sí mismo y sobre lo que sucede. Todo ello le crea una
sensación de desamparo y un temor hacia el futuro, provocando actitudes pasivas,
poco afectivas y de retraimiento. Modelo ecológico del abuso sexual infantil. Horna
(2001) destaca el modelo ecológico del abuso sexual infantil, integrada a los contextos
de desarrollo del niño (microsistema y exosistemas) y estructuras los factores que
intervienen en la etiología del maltrato: Desarrollo del individuo. El desarrollo de la
persona es evolutivo, gradual y basado en la interacción con los demás. Desde ahí, la
experiencia previa que los padres traen de su propia vida a la hora de abordar la
paternidad va a condicionar el desarrollo del niño, al igual que cualquier lesión o
discapacidad que tenga. Microsistema. Es el entorno más cercano al niño, en el que
desenvuelve su vida diaria y con el que está en contacto permanente y del que
depende. El núcleo socializador prioritario en este nivel es la familia e influye la
composición de ésta, el ajuste marital o las características del niño. Exosistema. Está
compuesto por los sistemas sociales que rodean al sistema familiar (escuela, vecinos,
amistades, etc) cuyos valores y creencias configuran los del niño, puesto que limitan o
enriquecen sus propias vivencias y conforman su mundo relacional. Macrosistema. Son
los valores de la cultura en que se desarrolla el individuo. En la crianza de los niños
influyen los conceptos sobre la paternidad y los roles de género, la concepción de los
derechos de la infancia. Todos estos valores configuran a su vez un enfoque de la vida
individual por ejemplo a través de los medios de comunicación. Estos sistemas
relacionales interactúan constantemente, creando una serie de circunstancias o
factores que produce un riesgo o una protección real frente al maltrato infantil en
cualquiera de sus formas. Es importante conservar esta perspectiva para evaluar cada
caso individualmente y entender que las circunstancias vitales de cada persona definen
tantos sus posibilidades como sus limitaciones. Consecuencias Psicológicas En la
mayoría de los casos, el abuso sexual constituye una experiencia traumática que
repercute negativamente en el estado psicológico de las víctimas. Es más, si no reciben
un tratamiento psicológico adecuado, su molestar suele continuar incluso en la edad
adulta (Jumper, 1995) Rosario Girón Abuso sexual en menores de edad, problema de
salud pública Av.psicol. 23(1) 2015 Enero - Julio El límite temporal referido a los
denominados efectos a corto plazo o iniciales se suele situar en dos años siguientes al
suceso. A partir de ese momento, se habla de efectos a largo plazo. A corto plazo: Los
diferentes estudios realizados con víctimas de abusos sexual (López 1992; Kendall-
Tacktt; Williams y Finkelhor; 1993) coinciden, en su gran mayoría, a la hora de señalar
los principales efectos inmediatos. El alcance de las consecuencias va depender del
grado del sentimiento de culpa y de la victimización del niño por parte de los padres,
así como de las estrategias de afrontamiento que disponga la víctima. En general, las
niñas tienden a presentar reacciones ansioso-depresivas; los niños, fracaso escolar y
dificultades de socialización. De este modo, los niños tienen mayor probabilidad de
exteriorizar problemas de comportamiento, como, por ejemplo, agresiones sexuales y
conductas violentas en general. A largo plazo. Los efectos a largo plazo son,
comparativamente, menos frecuentes y están más desdibujados que las secuelas
iniciales. Sin embargo, la victimización infantil constituye un factor de riesgo
importante de desarrollo psicopatológico en la edad adulta. Según el estudio de
Hernán con 205 mujeres con historia de incesto, el 50% de las victimas consideraban
que el abuso había tenido un efecto negativo en su desarrollo y, de hecho, el 77,6%
mostraban algún síntoma clínico. Los problemas disociados y en concreto, la amnesia
psicógena son relativamente frecuentes, tanto más pequeño el niño en el inicio del
abuso. Por tanto, al menos en gran parte de los casos, el mero paso del tiempo no
implica la resolución del trauma, sino el tránsito de un tipo de sintomatología a otra,
en función del momento evolutivo en que se realice la evaluación. Tabla 2.
Sintomatología asociada a la experiencia de abusos sexuales durante la infancia, a
corto y largo plazo. (Lameiras, 2002) A LARGO PLAZO - Dolores crónicos generales. -
Hipocondría y trastorno de somatización - Alteración del sueño (pesadillas) -
Problemas gastrointestinales. - Trastorno de alimentación, (bulimia) - Intentos de
suicidio. - Consumo de drogas y/o alcohol. - Trastorno disociativo de identidad
(personalidad múltiple) - Depresión. - Ansiedad. - Baja autoestima. - Estrés
postraumático. - Trastorno de personalidad. - Desconfianza y miedo a los hombres. -
Dificultades para expresar o recibir sentimientos de ternura y de intimidad. - Fobias o
aversiones sexuales. - Falta de satisfacción sexual. - Alteración en la motivación sexual.
- Creencia de ser valorado por los demás, únicamente por el sexo. - Mayor
predisposición a sufrir abusos sexuales en la edad adulta. - Problemas en las relaciones
interpersonales. - Aislamiento. - Dificultades en la educación de los hijos. - Dificultades
de vinculación afectiva con los hijos. - Mayor probabilidad de sufrir Revictimización por
parte de la pareja. A CORTO PLAZO - Problemas de sueño (pesadillas) - Cambios de los
hábitos de comida. - Pérdida de control de esfínteres - Consumo de drogas o alcohol. -
Huidas del hogar. - Conductas autolesivas o suicidas. - Hiperactividad. - Bajo
rendimiento académico. - Miedo generalizado. - Hostilidad y agresividad - Culpa y
vergüenza. - Depresión. - Ansiedad - Baja autoestima. - Sentimientos de
estigmatización. - Rechazo del propio cuerpo. - Desconfianza y rencor hacia los
Adultos. - Aislamiento. - Trastorno por estrés postraumático. - Conocimiento sexual
precoz o inapropiado para su edad. - Masturbación compulsiva. - Excesiva curiosidad
sexual. - Conductas exhibicionistas. - Problemas de identidad sexual. - Déficit en
habilidades sociales. - Retraimiento social. - Conductas antisociales. TIPO DE EFECTOS
FISICOS CONDUCTUALES EMOCIONALES SEXUALES SOCIALES Abuso sexual en menores
de edad, problema de salud pública Rosario Girón 68 Av.psicol. 23(1) 2015 Enero - Julio
69 Rosario Girón Abuso sexual en menores de edad, problema de salud pública
Factores Mediadores de los efectos del abuso sexual No todas las personas reaccionan
de la misma manera frente a la experiencia de victimización, ni tampoco todas las
experiencias traumáticas comparten las mismas características. Del mismo modo
también existen diferencias en las consecuencias propias de la revelación del abuso,
Por tanto, al hablar de los factores que modulan el impacto de la agresión sexual, se
deben distinguir al menos tres grupos de variables: el perfil individual de la víctima (en
cuanto a la edad, sexo y contexto familiar), las características de acto abusivo
(frecuencia, severidad, existencia de violencia o amenazas, cronicidad, etc) y la relación
existente con el abusador, y por último, las consecuencias asociadas al descubrimiento
del abuso. El funcionamiento familiar disfuncional, caracterizado por la conflictividad y
la falta de cohesión puede aumentar la vulnerabilidad del niño a la continuidad del
abuso y a las secuelas psicológicas derivadas del mismo. Por lo que respecta a las
características del acto abusivo los resultados de las investigaciones son concluyentes:
la gravedad de las secuelas está en función de la frecuencia y la duración de la
experiencia, así como del empleo de la fuerza y de las amenazas o de la existencia de
una violación propiamente dicha (penetración vaginal, anal o bucal) de este modo,
cuando más crónico e intenso es el abuso, mayor es el desarrollo de un sentimiento de
indefensión y de vulnerabilidad y más probable resulta la aparición de síntomas
respecto a la relación de la víctima con el agresor, lo que importa no es tano el grado
de parentesco entre ambos sino del nivel de intimidad emocional existente. De esta
forma mayor grado de intimidad mayor será el impacto psicológico, que se puede
agravar, si la víctima no recibe el apoyo de la familia o se va obligado a abandonar el
hogar. Fig. 1 Factores mediadores del impacto psicológico de la victimización
(Echeburua 2009) Por otro lado no se puede soslayar la importancia de las
consecuencias derivadas de la revelación del abuso, en el tipo de intensidad de los
síntomas experimentados. El apoyo parental, permitirá dar crédito al testimonio del
menor y protegerlo, especialmente si el apoyo es la madre, ya que es el elemento
clave para que las victimas mantengan o recuperen su nivel de adaptación general
después de la revelación. Tabla 3 Características del abusador y de la familia en que se
produce el abuso sexual (Echeburúa y Guerricaechevarria, 2000) Características del
abusador Extremadamente protector o celoso del niño. Víctima de abuso sexual en la
infancia. Con dificultades en la relación de pareja. Aislado socialmente. Consumidor
excesivo de drogas o alcohol. Frecuentemente ausente del hogar. Con baja autoestima
o con problemas Psicopatológicos. Características de la familia Familias
monoparentales o reconstituidas. Familias caóticas y desestructurada. Madre
frecuentemente enferma o ausente. Madre emocionalmente poco accesible. Madre
con un historial de abuso sexual Infantil. Problemas de hacinamiento. Hijas mayores
que asumen la responsabilidad de la familia. Av.psicol. 23(1) 2015 70 Enero - Julio
Abuso sexual en menores de edad, problema de salud pública Rosario Girón Por el
contrario una inadecuada respuesta del entorno a la revelación del menor, en función
del impacto provocado por el descubrimiento del abuso, ensombrece el proceso de
recuperación. La evolución psicológica negativa de la víctima, que afecta
especialmente a la autoestima, va a depender de diversas variables: las dudas
suscitadas por el testimonio, la significación afectiva de las personas incrédulas y la
falta de apoyo emocional y social. En ocasiones, la respuesta de los padres ante la
revelación puede ser más intensa que la del propio niño, sobre todo en los casos en
que la madre se percata del abuso sexual a su hijo protagonizado por su propia pareja.
Los sentimientos de vergüenza y culpa, cólera, pena y miedo pueden afectar a los
padres de tal manera que se muestran incapaces de proteger al niño adecuadamente y
en los casos más graves, pueden llegar incluso a culparlo de lo sucedido. Tabla 4
Factores de vulnerabilidad para el desarrollo, de secuelas psicopatológicas en víctimas
de abuso sexual infantil (Echeburúa y Guerricaechevarria 2009) Factores de
Vulnerabilidad Tipo de abuso • Abuso sexual frecuentes y duradero • Empleo de fuerza
y de amenazas • Penetración oral, anal o vaginal. Agresor • Relación estrecha con el
agresor (padre, profesor etc.) Reacción de la familia • Ambiente familiar disfuncional •
Falta de apoyo emocional tras la revelación. • Ruptura de la familia tras la revelación. •
Dudas sobre la existencia de los abusos por parte de las personas significativas. Red de
apoyo social. • Falta de apoyo social tras la revelación • Participación en un proceso
judicial. CONCLUSIONES. 1. Los padres de las victimas del abuso sexual presenta
incumplimiento de las funciones parentales como factor de especial transcendencia,
así como el abandono emocional y físico de los cuidadores principales, aspectos ambos
que propician la mayor manipulación a la que el menor quedaría expuesto. El estilo
educativo de los padres jugaría aquí un papel esencial, ya que los padres autoritarios,
dominantes y violentos descargan su tensión en las figuras más débiles del medio
familiar. 2. Los niños con mayor riesgo de padecer abuso sexual suelen ser aquellos
que presentan una capacidad reducida tanto para la resistencia como para la denuncia
del hecho. Complementando lo expuesto con anterioridad se podrían añadir los
siguientes elementos: falta de adquisición del lenguaje; presencia de retraso en el
desarrollo, existencia de minusvalía (parcial o total, y tanto a nivel físico como
psicológico); y la vivencia un ambiente familiar carente de cohesión familiar
desorganizadas o reconstituidas. 3. Las víctimas de violencia sexual presentan una alta
probabilidad de desarrollar patrones de agresión hacia otra persona debido
precisamente a un aprendizaje de internalización de estas pautas de conducta, es decir
las victimas por este tipo de delito presenta roles víctima-agresor de forma simultánea
y no consciente. 4. Los profesionales asistenciales que atiendan a la víctimas de la
violencia sexual estén capacitados y sean conocedores de la atención de este tipo de
víctimas y sean conocedores de los procesos evolutivos y la condición de ser menor de
edad y de las repercusiones del trauma en la salud mental y superar los secuelas
emocionales a corto y a la largo plazo de las víctimas. 5. La intervención con víctimas
de abuso sexual debe tener como objetivo prioritario garantizar la seguridad del
menor y evitar la ocurrencia de nuevos sucesos, lo que implica actuar tanto sobre la
víctima y sus familiares como sobre el abusador, De este modo, la intervención con los
menores se emplea, por regla general, en conjunción con los esfuerzos para reformar
al abusador y potenciar la capacidad de la familia para apoyar al menor Av.psicol. 23(1)
2015 Enero - Julio 71 Rosario Girón Abuso sexual en menores de edad, problema de
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