Arteterapia Gestatltica
Arteterapia Gestatltica
Arteterapia Gestatltica
Enviado: 21/03/2011
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Aceptado: 12/10/2011
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RESUMEN.
El Arteterapia gestalt abre una interesante vía para acceder a la subjetividad de la persona, a sus cues-
tiones inconclusas que se actualizan aquí y ahora a través de la obra. En nuestras creaciones materiali-
zamos nuestras necesidades más apremiantes y significativas. Así se establece un diálogo de la perso-
na consigo misma, permitiendo que nuestras imágenes internas salgan a la luz. Ellas nos cuentan y nos
encauzan en un camino de autodescubrimiento, ampliando nuestra mirada y nuestras posibilidades de
vivir una vida más sana y más plena.
Palabras clave: Arteterapia gestalt, aquí y ahora, responsabilidad, conciencia, imágenes internas.
Referencia normalizada
OJEDA LÓPEZ, M. (2011). “Arteterapia Gestalt: “La búsqueda de lo que somos”. En Arteterapia:
Papeles de arteterapia y educación artística para la inclusión social Vol.: 6. Páginas 169-181. Madrid.
Servicios de publicaciones UCM.
SUMARIO
Introducción. La gestalt. De dónde surge. Aspectos clave en Arteterapia Gestalt. Otros recursos en
Arteterapia gestalt. El encuadre en Arteterapia gestalt. Arteterapia gestalt. Cómo trabajamos con
nuestras imágenes internas. Conclusión. Referencias bibliográficas
Keywords: Gestalt Art-therapy, here and now, responsibility, consciousness, internal images.
CONTENTS
Introduction. The Gestalt. Where does it comes from?. Key facts in Gestalt Art Therapy. Other re-
sources in gestalt Art Therapy. The setting in gestalt Art Therapy. Gestalt Art Therapy. How we man-
age our inner images?. Conclusion. References
_____________
1
Arteterapeuta por la Universidad Complutense de Madrid.
INTRODUCCIÓN
LA COMUNICACIÓN EN GESTALT
La escucha interna es la capacidad del escuchador, del arteterapeuta, de mirarse
hacia dentro, estar atento a sus propias sensaciones y a los procesos que se le des-
piertan al mismo tiempo que está disponible para el otro. Es un usarse a sí mismo
como herramienta.
La escucha externa implica un despertar de los sentidos y estar atento no sólo a
lo que dice el otro, sino a cómo lo dice: los gestos, la postura, el tono de voz, la
mirada, etc. Muchas veces encontramos que lo que está diciendo se contradice con
cómo lo está diciendo. Los conflictos emocionales se enmascaran con las palabras,
el cuerpo miente menos.
POLARIDADES
En la construcción de nuestra personalidad, hemos ido definiendo nuestro au-
toconcepto, dando forma a una imagen de nosotros que con el tiempo se hace
estática y fija. Esa identificación con ciertos aspectos de nosotros mismos nos
hace rígidos porque en esa afirmación de lo que sí somos, estamos negando mu-
chos aspectos de nosotros mismos que no queremos ser, que no queremos acep-
tar como partes nuestras.
En la experiencia arteterapéutica se pone de manifiesto esa lucha constante que
todos tenemos entre cómo deben ser las cosas, cómo me gustaría que fueran y cómo
son realmente; entre lo que creo que soy y lo que se manifiesta de mí; entre lo que
acepto y lo que rechazo; entre lo que dejo ver y lo que escondo.
En la obra entra en juego un rico diálogo entre nuestro lado más caótico, más loco,
más extraño, temido e incómodo y nuestro lado más formal, aceptado, organizado y
normalmente más rígido. En la experiencia creativa es posible volcar todas estar partes
de nosotros sin juzgarlas, dándoles un lugar, permitiéndoles que sean y que se expresen
para, a partir de ahí, encontrar poco a poco un espacio de integración.
Pero no debe existir a priori una propuesta de identificación porque entonces
tenderemos a manipular la imagen y tendremos un excesivo control sobre ella, que-
dándonos en la explicación y justificación.
El trabajo con polaridades en arteterapia es un proceso lento en el que ir hacién-
donos cargo de aspectos negados de uno mismo, haciéndonos poco a poco respon-
sables de ellos, ampliando nuestra mirada. Es un juego, un “como sí” que nos per-
mite cuestionarnos, replantearnos, ensayar nuevas maneras, otras posibilidades, sin
sentirnos amenazados o invadidos.
es validar lo que aparece en la obra, sin tratar de desmontar las defensas en un pri-
mer momento, sino acompañar a la persona con sus resistencias y sus síntomas.
Cortar sus expresiones neuróticas dejaría a la persona bloqueada, sin la capacidad
de actuar. Es necesario que ella se vaya reconociendo poco a poco en sus mecanis-
mos y así podremos ir confrontándola con su obra para que ella vaya encarándola
en la medida de sus posibilidades. Es ir levantando un nuevo pilar, un nuevo sostén
basado en el autoconocimiento, la aceptación de uno mismo, la integración de nues-
tras luces y nuestras sombras. Y solamente cuando este pilar pueda sostener la es-
tructura, será cuando podamos ir desmontando poco a poco el pilar de nuestras de-
fensas, confrontándonos con nuestros juegos neuróticos.
Las introyecciones son actitudes, ideas, juicios, valores que no son nuestros y
que incorporamos en nosotros sin digerir. Normalmente las personas que tienen
fuertes introyectos buscan en la obra realizar algo muy concreto, algo que previa-
mente tienen determinado y de una manera que consideran correcta. Suelen estar
muy poco en contacto con sus verdaderas necesidades. El trabajo está en ayudar al
otro a reconocer y a nombrar lo que hay, no lo que debería haber.
En la proyección ponemos fuera aquello que no consideramos aceptable en no-
sotros: sentimientos, ideas, acciones. Suele haber una gran presión interna y las
obras suelen resultar inaceptables para el que las crea, producen rechazo y miedo. Y
mucha desconfianza. Es importante trabajar la confianza antes de enfrentar a la
persona con sus sentimientos no expresados y facilitar que la persona entre en con-
tacto con esos espacios internos que no reconoce como propios.
La confluencia nos lleva a mezclarnos con el otro, incapaces de retirarnos, de ser
por nosotros mismos. Hay poca conciencia del propio espacio, de las propias nece-
sidades y deseos. Las obras suelen ser confusas, poco definidas y las personas que
las realizan están muy alertas y complacientes de las “pautas” que solicitan constan-
temente al arteterapeuta. En estos casos es necesario fortalecer el juicio y la percep-
ción de lo propio. Aprender a ver lo que necesita el cuadro, atender a lo obvio, lo
externo, para poder luego hacerlo propio.
En la retroflexión dirigimos la actividad hacia dentro. Es necesario cambiar la di-
rección de la actividad de dentro a fuera, facilitar que la persona vuelque en la obra lo
que normalmente vuelca hacia sí mismo en forma de somatizaciones o agresiones.
paso adelante. La obra actúa como anclaje, como eje vertebrador del proceso de
cambio. La creación en el propio proceso arteterapéutico es la que nos da las claves
para ir conformando ese recorrido simbólico, ese camino de subidas y bajadas, lleno
de obstáculos que aprendemos a salvar a través de un continuo diálogo interno-
externo.
TRANSFERENCIA Y CONTRATRANSFERENCIA
En terapia gestalt no se entiende la transferencia y la contratransferencia tal y
como la expresan otras corrientes como el psicoanálisis. No se niega el fenómeno
en sí, aunque se trabaja desde otro lado.
Sabemos que los pacientes actualizan sus relaciones biográficas en el aquí y aho-
ra terapéutico, que muchas veces identifican al terapeuta como al padre o la madre y
que esto afecta a los sentimientos y conductas del terapeuta.
Todo se actualiza en el presente. Por lo tanto se pone la atención en lo que está
pasando aquí y ahora, primando esa experiencia como situación correctora.
La transferencia del cliente se entiende en gestalt como proyecciones y la contra-
transferencia del terapeuta como la exploración deliberada y selectiva de sus pro-
pios sentimientos como motor del tratamiento.
Perls niega la base del fenómeno transferencial. Por ejemplo: No veo omnipo-
tente al terapeuta porque así veía a mi padre, sino porque he alienado ese aspecto de
mí y lo he puesto en el entorno, en este caso en el terapeuta. Sustituye así el concep-
to de transferencia por el concepto de responsabilidad (el paciente se des-
responsabiliza de una parte de sí y la proyecta). El terapeuta no toma la responsabi-
lidad del otro, sino que desvela su juego y lo frustra.
El terapeuta utiliza sus propios sentimientos y su resonancia afectiva de forma
activa en la terapia.
La obra va desvelando este juego, unida al lenguaje corporal y a la palabra, ge-
nerando un amplio abanico de recursos de los que nos servimos para dar dirección a
nuestro proceso de creación de nosotros mismos. Es interesante no concebir este
proceso solamente como “crecimiento”, sino como “decrecimiento” personal, es
decir, como desmontaje de nuestros esquemas e ideas previas y estáticas a cerca de
nosotros, de la vida y de cómo nos manejamos en ella.
sueño. Podemos representarlo colectivamente entre los miembros del grupo, actuar-
lo, revivirlo para actualizar la experiencia y favorecer así la toma de conciencia.
Lo transpersonal en gestalt se relaciona con la intuición, la creatividad, las expe-
riencias-cumbre de las que hablaba Maslow, no necesariamente extraordinarias,
sino ligadas a la vida cotidiana.
La espiritualidad de la gestalt se basa en la integración de polaridades, la in-
fluencia del zen, el continuo atencional y la meditación vipassana.
La actitud terapéutica
Dentro del encuadre o setting en Arteterapia gestalt podemos distinguir entre aspec-
tos formales y no formales.
Dentro de los aspectos formales hemos de prestar atención al contrato terapéuti-
co, la forma de pago, el espacio y el material, cuestiones básicas y muy generaliza-
das, aunque en gestalt tienen sus peculiaridades, como pueden ser el trabajo en el
suelo y el uso de otros materiales complementarios como cojines, telas, música,
objetos varios.
Con respecto a los aspectos no formales podemos destacar al grupo como unidad
que acompaña y potencia el trabajo creativo y personal de cada uno, ofreciendo su
escucha, su presencia, participando de forma activa y sirviéndonos de espejo. En el
grupo se ven reflejados los diferentes aspectos de uno mismo con los que entramos
en contacto.
Otro tema a considerar es la polémica directividad-no directividad. Hemos de
tener en cuenta que todo proceso arteterapéutico serio ha de basarse en el respeto
por la persona con la que trabajamos, sus tiempos, sus resistencias, su propio ritmo
y necesidades. Y nuestra labor no es otra que la de acompañar y no la de dirigir en
función de nuestras propias expectativas e ideas preestablecidas. La directividad se
da cuando me pongo por encima del otro, cuando “impongo” mi propio ritmo y
necesidades. El arteterapeuta se entiende en este contexto como acompañante que
canaliza el proceso, arropa y apoya cuando es necesario y también confronta a la
persona con sus juegos y manipulaciones, haciéndole ver a veces sus contradiccio-
nes y discursos ambiguos.
El contacto en arteterapia gestalt es directo y cercano, una relación Yo-Tú, don-
de se encuentran dos personas en una relación humana, aunque jerárquica. Esta
jerarquía no tiene connotaciones de poder, sino de cargo. El arteterapeuta supues-
tamente debe haber transitado su propio proceso terapéutico para poder acompañar,
escuchar, entender y facilitar el camino del otro. Ha de haber transitado su propio
dolor, su miedo, su vacío, para tolerar el vacío del otro, desarrollar la escucha activa,
estar atento. Ha de tener recursos personales y también prácticos, pero sin confundir
los medios con el fin.
No sólo los espacios ocupados son importantes. También lo son los vacíos, las
ausencias.
Se trata en definitiva de señalar lo obvio para seguir la pista de lo más oculto, lo
que asoma tímidamente y que busca ser tenido en cuenta.
COMO CONCLUSIÓN
La gestalt es una corriente muy rica, cercana, muy humana. No es sólo una manera
de trabajar, sino una manera de vivir, de ser y estar en la vida.
Podemos aplicar los planteamientos de la gestalt en nuestro día a día, nuestras
rutinas, nuestras relaciones. Así la gestalt se hace vida, aportándonos una nueva
forma de sentir en la búsqueda de lo que realmente somos.
El arteterapia gestalt nos permite enlazar creativamente con nosotros mismos, a
veces de manera sutil, otras de manera más directa y clara.
Darnos la oportunidad de sentir, de explorar, de expresar; replantearnos nuestra
existencia y nuestros vínculos afectivos. Todo ello buscando una vida más plena,
más armónica, más auténtica, dejando salir nuestra creatividad innata y nuestro
potencial como seres que exploran su humanidad, más allá de los roles o estereoti-
pos en los que a menudo nos vemos encasillados. Más que de construir, se trata de
desmontar nuestros esquemas y ampliar la mirada, descubrir nuevas posibilidades
que se hacen presentes a través de la obra y que sea ella quién nos guíe en la bús-
queda. Vivimos con la intención de afianzar, de ampliar, de levantar altas torres de
logros y éxitos, de certezas. Y sin embargo la experiencia en arteterapia nos lleva a
un punto muy distinto: a reconocer que de lo ambiguo, lo indefinido, lo oscuro, lo
doloroso, podemos renacer con más brillo; que nuestras imágenes internas son men-
sajes existenciales que nos dan la oportunidad de tirar del hilo y dialogar con nues-
tra vulnerabilidad y nuestras sombras. Y reconciliarnos con nosotros mismo es el
primer paso para crecer y avanzar. El arteterapia gestalt nos facilita esta experiencia.
Sólo hace falta que asumamos el riesgo que implica vivir creativamente.
REFERENCIAS BIBIOGRÁFICAS
PEÑARRUBIA, F. (2008. 2ª edición). Terapia Gestalt. La vía del vacío fértil. Ma-
drid. Alianza editorial,
STEVENS, JO. (2003. 24ª edición) El darse cuenta. Sentir, imaginar, vivenciar.
Mexico, Cuatro vientos.