Teatro, Política y Universidad
Teatro, Política y Universidad
Teatro, Política y Universidad
ENTREVISTAS
1965-1975
Laura Fobbio
compiladora
Adriana Musitano
directora
PROTAGONISTAS
DEL NUEVO TEATRO CORDOBÉS
ENTREVISTAS
1965-1975
Laura Fobbio
compiladora
Adriana Musitano
directora
CO - EDITAN
autoridades 2017-2020
Decano: Dr. Juan Pablo Abratte
Vice Decana: Dra. Flavia Dezzuto.
dirección
Adriana Musitano
[email protected]
diseño y diagramación
Ivana Myszkoroski
[email protected]
ISBN: 978-950-33-1356-5
Protagonistas del nuevo teatro cordobés. Entrevistas. Teatro, política y universidad,
1965-1975 / Nora Zaga ... [et al.] ; compilado por Laura Fobbio; dirigido por Adriana
Musitano. - 1a ed . - Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, Instituto Artes del
Espectáculo, Universidad Nacional de Buenos Aires. 2017.
Libro digital, PDF
1. Teatro. 2. Universidad. 3. Política. I. Zaga, Nora II. Fobbio, Laura, comp. III.
Musitano, Adriana, dir.
CDD 701.17
9 789503 313565
AGRADECIMIENTOS
PRIMERA PARTE
Universidad, profesionalismo y política | 16
SEGUNDA PARTE
Del teatro de autor a la creación colectiva | 145
ENTREVISTAS
1 De Garay, Graciela (1999) “La entrevista de historia oral: ¿monólogo o conversación?” Revis-
ta Electrónica de Investigación Educativa, http://redie.ens.uabc.mx/vol1no1/contenido-ga-
ray.html
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 8
PRIMERA PARTE
uno practique una escena ciento de veces, se supone que uno al final
termina… pero eso no sirve para saber qué hacer con otra escena. Siem-
pre estuve en conflicto con la organización académica y con la peda-
gogía y la didáctica del teatro. Creo que nadie –ni dentro ni fuera de la
Escuela– tenía muy claro qué tipo de actor se formaba y cómo se for-
maba un actor, y creo que es una problemática que subsiste en nuestra
profesión. Se supone que para ser actor no tenés que saber nada y eso
lo demuestran todos los medios de producción, cine, teatro y televi-
sión. No buscan actores, es una profesión que no existe. ¿Qué tiene que
saber un actor? Bueno, en aquella época era mucho peor porque los
únicos maestros que teníamos eran Stanislavski, estaba empezando a
aparecer Grotowski… pero ahí.
Entonces, qué era ser un actor o qué tenía que saber un actor, era
muy difícil. Yo nunca supe para qué me formaron cuando estaba sien-
do formada. Sé que tenía algunas habilidades que los docentes festeja-
ban y sé que tenía algunas deficiencias que nadie solucionaba. Sí, eran
muy claros el rol del director y el sistema de producción. El sistema de
producción éramos nosotros, alumnos, que hacíamos clases de His-
toria, de Foniatría, Expresión Corporal, Maquillaje. Nos ponían como
trabajo práctico y como trabajo de extensión, a hacer una obra desde
la guía y propuesta del director. Este elegía, para cada rol, a partir de las
habilidades que tenía cada uno de nosotros, etcétera, etcétera. Al que
no tenía habilidades no lo elegían y ahí quedaba, haciendo las luces,
o ayudando a subir o bajar el telón. Entonces creo que eso ha sido un
factor y un problema, que nunca olvidaré.
Nunca supe si era una actriz, si podía ser una actriz, qué era ser una
actriz hasta que salí de la Universidad. Cuando salí tuve un espacio de
tiempo para interiorizar un montón de cosas y en algún momento de
mi vida, actuando en otro teatro universitario, en otro país, dije: “¡ah,
me parece que va por aquí!”.
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(ríe) que ir a recibir el Premio Universidad, que fue muy interesante, por-
que había una cosa política muy interesante. Se entregaba en el hall del
Pabellón Argentina. Habían montado un estrado, todo recubierto de
rojo, alfombra roja al medio, sillas por todos lados… y un cordón verde…
Entonces llego a Córdoba y mi mamá me dice “mirá acá figura que…”.
Mi marido se levantaba tarde; me tomo un taxi y me voy. Entro y esta-
ba todo el mundo sentado y ya estaban entregando los premios, por-
que yo llegué tarde. Estaba un señor que no conocía, era Rogelio Nores
Martínez [el Rector]. Lo veo a [Arq. Raúl] Bulgheroni, porque lo primero
que entregaban eran los premios. Estaban todos los hombres de este
lado: traje, corbata, grises y azules, camisa blanca; y de este lado, todas
las mujeres, vestiditos blancos, rosados, amarillitos patitos… y yo que
llego, me nombran y empiezo a caminar (ríe) con las piernas que me
temblaban hacia allá y empiezo a mirarlo a Bulgheroni que era el único
que conocía, y Bulgheroni abría los ojos grandotes así y sentía una ova-
ción. No había nadie conocido mío, hacía un año y pico que no estaba
en Córdoba. Tenía unos guaraches guatemaltecos de suela de camión
con las tiras marrones, minifalda con dibujos arábigos, bien cortita (ri-
sas), era un vestidito con un gran escote, así las mangas… lo usaba todos
los días; una vincha guatemalteca porque tenía una media peluca…
con el viaje… mis rulos… para estar más o menos ordenada, y una bolsa
guatemalteca. Entonces, la ovación era tal porque evidentemente esos
vestidos y trajes, esa visión, hombres acá, y mujeres allá… era todo un
planteo del Rectorado de [Rector] Nores Martínez. Entonces planteé,
sin saberlo, un supuesto desafío en una instancia que desconocía y me
dio tantos nervios que en lugar de regresarme, agarré la cuerda verde,
salté y me fui (ríe). Estaba sola, hacía un año que no estaba en Córdoba
y me pasaba eso… fue de terror… de terror.
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AM ¿Actoralmente?
En todo sentido… en todo sentido. A lo largo del tiempo, uno se vino
a enterar de que, por ejemplo, el que tradujo La manzana, que era una
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AM ¿Experimental?
Bueno, pero… sí, experimental, pero ¿qué experimentás? Cuando expe-
rimentás con una obra de teatro no experimentás una cosa espacial
solamente, no podés, la experiencia en teatro tiene otro valor. Inclusive
esa obra abrió el festival y nunca más se hizo, se pelearon todos, todo
el mundo renunció al TEUC, todo el mundo se fue del TEUC y en di-
ciembre, además, caducaban los contratos. Entonces, cuando vengo en
diciembre, no había TEUC; había una resolución, por supuesto…
embarazaba o tenía que viajar o lo que fuese, ahí iba yo. Creo que hay
una sola obra del TEUC en la cual no actué mientras era directora, me
refiero con esto al antes de ser actriz del TEUC. Con Las criadas nos fui-
mos a Manizales. Antes de eso, y ante el éxito del TEUC y de Las criadas,
actores egresados pidieron ingresar al TEUC. Entonces tuve dos actores
y pensé en una obra para dos actores… Acababa de ver en Estados Uni-
dos la obra de Arrabal [El arquitecto y el emperador de Asiria], hice todo el
trámite, conseguí la obra y también había un director en espera que yo
no conocía, [José] Luis Andreone, y le dije “aquí tiene este autor, aquí
tiene esta obra, diríjala”.
Fue bastante interesante lo que salió de ahí. Y entonces, en simultá-
neo, en el 70 estaban las dos, Las criadas en el Pabellón Argentina, y El
arquitecto y el emperador de Asiria, en el Teatrino. Lleno todas las noches,
cien personas durante años también. O sea que el Teatro Estable tenía
dos obras en dos salas, con funciones viernes, sábado y domingo, ese
era uno de mis objetivos, desde que se estrenó Las criadas.
calidad de las puestas, por la calidad del trabajo, por el tipo de obras
que habían sido puestas, un Genet, un Arrabal en los años 70, eran muy
importantes, muy fuertes. Trascendentes en el ámbito teatral argenti-
no, cordobés, y de Buenos Aires, también. Tal es así que Las criadas, por
ejemplo, se estrena un poco después en Buenos Aries con hombres. Te-
nía los derechos para Córdoba y el Norte, no tenía los derechos para
Buenos Aires, entonces en Buenos Aires la hizo… Y se estrena en Cór-
doba, también dirigida por Aznar Campos con hombres, con alumnos
de la Escuela; él era docente de la Escuela [de Artes] en ese momento,
y hubiera podido impedir que esa puesta se hiciera porque yo tenía los
derechos del TEUC. A mí me pareció importantísimo que eso no su-
cediera, es decir, todo lo contrario. Entonces se superpusieron en una
época las dos puestas de Las criadas: la nuestra, en el Pabellón Argen-
tina, y la de Aznar Campos, en la Escuela de Lenguas, en donde ahora
también está actuando con una obra [refiere a la fecha en que se hizo
la entrevista, 1999]. En ese momento, el Teatro Estudio estaba con Ib-
sen, los diez teatros independientes tenían cada uno una puesta que
era para sacarse el sombrero. Nueve eran excelentes, nueve puestas
de las diez que había en Córdoba, y eso significaba también una gran
responsabilidad.
Y a partir de ahí los estrenos del teatro universitario eran esperados
y programados para que eso sucediera. Todo el mundo decía: “se viene
el estreno”, desde meses antes. Empezamos a poder, de alguna mane-
ra, a “tirar” la programación, algo así como: “este año vamos a hacer tal
cosa…”. Se programaba con un año de anticipación.
Y esta cosa de la simultaneidad de dos obras muy bien hechas, muy
interesantes para el público, de vanguardia, empezó a darle un pres-
tigio al TEUC que había que sostener, y eso fue bastante interesante.
Pero mientras eso sucedía, el prestigio estaba. No tenía presiones, la-
buraba dieciocho horas diarias para que todo anduviera bien y todos
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eso [el director Raúl] Bulgheroni llegó de Alemania y dijo “vi una obra
interesantísima en Alemania”. Entonces la hice traducir y era Cacería
de ratas, que era todo un planteo desde el consumismo, del desplaza-
miento y de la relación humana. Y bueno, ahí fue donde surgió el pro-
blema de los desnudos. A esa obra la dirigió Gérard Huillier, un director
que en ese momento tenía mucho éxito en Buenos Aires, con Hablemos
a calzón quitado, esa famosa obra. Y entonces también fue un director
impuesto, le di la obra y me preguntó qué actores y en ese momento
era muy importante empezar a tener una renovación de actores, por-
que hasta ahí los protagónicos habían sido para Gianuzzi, Nidia Rey,
Norma Mujica…Y planteé que no podían ser los mismos actores, tenían
que ser otros. Y ahí se eligió a Eddy Carranza y a Coco [Alberto] Santi-
llán, quienes hicieron esta obra que era el primer desnudo de pareja,
hombre y mujer, en el teatro de Córdoba y en el teatro argentino, por lo
menos, el primero. A todos los ensayos generales se invitaba al director
de la Escuela, Bulgheroni, y a otra gente para que viera la obra. Terminó
la obra y me dice Bulgheroni “¡Esto no se puede estrenar!, porque no
quiero tener problemas con el Rectorado y no me hago responsable”.
Pregunto: “¿Hay alguien que se pueda hacer responsable?”, y me dice:
“Si usted quiere… pero le puede costar el puesto”. Me hice responsable,
se estrenó con gran éxito, estuvo meses, y meses; un mes entero en
Buenos Aires en la cartelera de la calle Corrientes [Teatro Embassy], un
éxito increíble y me costó el puesto, no por problemas de censura, sino
porque Bulgheroni se quedó atragantado y me empezó a hacer la vida
imposible hasta que un día le tiré (ríe) la renuncia en la cara. Empezó
a perseguirme con expedientes, con papelitos, con toda esa historia…
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hicieron por deseo de alguien: El balcón, que fue la segunda obra de Ge-
net, se hizo por pedido de Aldo H. Fernández, le encantó la puesta del
escribano y dijo “yo pago la puesta de El balcón”. Te digo, era un mece-
nas. Y bueno, con Julián Romeo como director, que yo estaba en contra
de que volviera a dirigir el TEUC. Pero se podía hacer El balcón, siempre
y cuando fuera Romeo el director. El mecenas pagó todo, se murió sin
ver la obra porque se murió en un accidente…
Señorita Gloria fue una propuesta del director: nosotros queríamos una
dirección con Roberto Villanueva y él trajo esa propuesta. El que dijo sí,
el que dijo no de Brecht también lo montamos con Villanueva. Señorita
Gloria, con Norma Mujica y al año siguiente el rol de Mujica lo hice yo,
que no era un rol fijo, era un rol que cada actriz trabajaba desde su pro-
puesta. Entonces lo que hizo Norma y lo que hice yo eran cosas absolu-
tamente diferentes.
CC ¿Qué pasó con la versión de Popol Vuh sobre la cual leí en los
archivos?
No pudimos lograrla. No me acuerdo qué fue lo que pasó (ríe). Había-
mos avanzado con los ensayos, era una versión muy loca, como son las
cosas de Villanueva.
No me acuerdo muy bien cómo fue la asamblea; pero son cosas que de
repente son muy difíciles para mí. Yo nunca he sido política, no enten-
día mucho los manejos, salvo que votamos todos por la destitución de
Bulgheroni y cada uno tenía sus razones; yo tenía las mías, además de
la general política. Hubo gente que se abstuvo de pedir la destitución.
Y se nombró después a Federico Bazán. Y la dirección de la Escuela ya
no fue una dirección unipersonal, sino una dirección colectiva.
AM ¿Más democrática?
No, colectiva. Donde Federico era el director pero trabajaba con los
asistentes de los Departamentos [de Música, Plástica, Cine y TV, y Tea-
tro] de una manera más compartida, sobre la política y sobre lo que
se iba a decidir. Lo que ahora sería el Consejo. En aquel momento era
pasar de una cosa absolutamente unipersonal, cuando a los jefes de
Departamento los elegía el director, y pasar a que fueran elegidos por
los alumnos [y docentes], y conformaran la dirección de la Escuela.
una línea de Gurdjieff que es lo que él trabajaba, con esta cosa de hip-
nosis, amaestramiento y… (ríe).
NZ No había.
Ah, eso debe haber sido. Claro, el Grupo B eran las sobras, todo lo que
quedaba de lo peorcito, de lo más conflictivo, de lo más problemático,
estaba todo en el Grupo B. En el Grupo… [A] es como que se seleccionó
lo más potable, lo más posible para laburar. Y estábamos muy poco
apoyados por el Departamento, porque teníamos demasiadas diferen-
cias, era gente muy diferente la que estaba en el Grupo B.
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enseñaron”, son dos o tres cosas que hacen a la esencia del actor. En-
tonces, cuando vos mencionás lo de la política, uno podía trabajar con
Boal, o con Brecht, pero no tiene nada que ver con la formación de un
actor. O sea, no es que uno no pueda formar actores para hacer Brecht,
uno forma actores; el actor puede tener mayores facilidades, pero uno
tiene que formarlo. Cuando uno forma un guitarrista, no es que va a
tocar solamente valses…
Entonces no hay teorías teatrales que correspondan a una ideología.
Cuando hablamos de la capacitación de un actor eso no se correspon-
de con un tipo de puesta, una estética, o temáticas… El distanciamiento
brechtiano es un recurso del hecho de la comunicación que obviamen-
te se trabaja dentro de la puesta, y que el actor tiene que saber que es-
taba haciendo eso; pero cualquier actor puede hacer distanciamiento
brechtiano, depende de la puesta en que esté. Cualquier actor puede
hacer comedia, farsa, comedia musical o lo que fuere, o sea, los géne-
ros comedia, tragedia, drama… Tiene que ver con el dominio de deter-
minadas capacidades: un actor las tiene que tener o no es un actor, es
alguien que honestamente tiene una veta que puede explotar, pero no
es un actor, no es un profesional que maneja lo que son los recursos de
un actor en una creación de lo que fuere… Siempre dije a mis alumnos:
“un divo y un tipo de Traslasierra se juntan con sus guitarras, hacen así,
el otro sabe en qué clave está y cómo tocar”.
Tampoco había una idea de capacitación actoral, se suponía esta
sumatoria que no era cierta. Yo, con la profesora de Gimnasia Expresi-
va, era una maravilla, subía al escenario y era un bodoque porque mis
miedos y mis terrores con relación al público, y con lo que estaba ha-
ciendo, me bloqueaban absolutamente. Ser actor no es dominar esto,
más esto, más esto y sumar y ya está. No, no es eso.
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decir lo que uno quería. Pasa que el lenguaje teatral es otra cosa. En-
tonces, eso que parecía tan claro, puesto ahí, daba náuseas. Nadie sa-
bía hablar, nadie sabía decir, no conseguíamos mantener un ritmo, no
se conseguía una atmósfera… o sea, el producto teatral, el hecho teatral
era un desastre. Hicimos una o dos funciones en el Tiro Federal.
al revés: salió muy mal, entonces estás muy alerta para que la próxima
vez que me toque trabajar con gente pueda atender a esas problemáti-
cas. En ese sentido sí. En el Grupo B sufrimos mucho todos.
duro que lo del TEUC me parece que era demasiado para las fuerzas
y para el momento también. Eran momentos diferentes, económicos,
políticos y demás yerbas. Y además, el tener absolutamente claro lo
que es un ámbito universitario y las posibilidades de ese ámbito donde
lo político, la ideología tienen que estar presentes en todo lo que hacés,
cosa que no podía hacer cuando estaba en el exilio. O sea, esa cosa de
sentirte que no podés meterte. No pude hacer la transferencia de la ex-
periencia de Córdoba en los 70 en la UNAM, porque tenés que empezar
¿de dónde? No se puede. Entonces, cuando estás en tu lugar, en tu uni-
versidad y tenés todo esto que nosotros tenemos, sentís que, más allá
de que tengás éxito o no… Ahora [1999] estoy absolutamente descreída
de todo eso como posibilidad. Pero en algún momento se revertirán las
cosas, creo que el menemismo llegó a todos lados…
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Eddy Carranza
orientaba. Y estaba Carlota [Beitía], que era un ser dulce, amoroso, una
escenógrafa bárbara. Ahí es que empezamos a poner el hombro para
que esto saliera adelante.
sábados dos funciones, el domingo una. No sabés lo que fue. Para col-
mo nos revolcábamos desnudos, el frío, en julio, teníamos que bañar-
nos y salir para la segunda función. Tenía dos vestidos. El auto ya es-
taba en el escenario, era un Boogie, solamente se iluminaba cuando
empezaba la función. Porque era un escenario. Acá la estrenamos en el
Teatrino, entrábamos con el auto, a veces nos tenían que empujar (ríe).
Empezamos en Córdoba en abril, hasta junio y julio en Buenos Aires,
y después hasta octubre. Así que imaginate, casi ocho meses con esta
obra. José Luis Arce escribió sobre el TEUC y dijo de Cacería…, que llegó
a veinte mil espectadores.
algunos cuando dicen los textos los siento vacíos. Dicen cosas, pero sin
saber exactamente cuál es la significación vivencial de eso que están
diciendo.
te remarca “¡vas a hacer esto!, ¡vas a comprar esta marca!, ¡vamos para
allá!, ¡tomá esto que te viene bien!”, y continuamente te están llenando
así la cabeza con las cosas que uno tiene que tener, comprar, comer y
demás. Y de alguna manera ¿qué es eso? Es el capitalismo reventado
que te está manejando la vida.
AM ¿Y en Buenos Aires?
Y en Buenos Aires lo primero era el desnudo. Un desnudo de veinte mi-
nutos para ellos era increíble, pero no obstante las críticas fueron exce-
lentes. Decían que era muy bueno el trabajo de los actores, que valía
la pena y demás… pero el desnudo los descolocó. Creo que en algunos
prevalecía la moralina y el no querer identificarse con esa realidad.
y después ella unía todos los elementos. Imaginate que con ella hici-
mos (ríe) una zarzuela. ¿Vos sabés lo que era manejar esa zarzuela? Con
orquesta de ocho músicos en vivo, dirigida por el maestro Diehl; la pro-
fesora de canto era Norma Basso.
de qué función cumplía el director. Pero esta gente tenía mucho aval. O
sea, uno los respetaba además como directores.
[Julián] Romeo fue muy amigo. Después pasaron los años, se que-
daba en mi casa un tiempo cuando venía. Era un muchacho joven, con
muchas inquietudes. Y volaba… Eso me gustaba a mí, cómo trabajaba.
Cuando yo entro a Las criadas, ellos ya la tenían ‘afiatada’. Yo era un re-
emplazo, pero trabajé muy cómoda. Él sabía cuál era mi resorte, en-
tonces me indicaba y me llevaba. Y como me relacionaba además muy
bien con Nydia Rey y con Norma Mujica, a quien la quiero muchísimo,
congeniamos rápidamente. Ya nos conocíamos, así que trabajábamos
muy bien. Y él me fue indicando lo que quería y me decía: “¡Vos tenés
una característica que no es la misma de Myrna [Brandán], ni de María
Adda Gómez, entonces buscala por tu lado!”. Entonces yo hacía como
él decía: “Sos una maricona para hacer la señora”. Me había puesto unas
uñas que eran así, larguísimas, para que pareciera felina. Y [José Luis]
Andreone era la ternura. Creativo, dulce, conocía de música, tocaba el
piano, sabía lo que quería, estaba constantemente dándote elementos
para trabajar. A mí me encantó trabajar con José Luis Andreone. Y to-
dos, de alguna forma, te daban esa libertad para que uno se expresara.
Con [Roberto] Villanueva fue un trabajo espectacular. Cuando em-
pezamos a ensayar el Popol Vuh fue un trabajo impresionante, porque
empezó con todo el estructuralismo, estamos hablando de esa época,
año 73, reunía a periodistas, músicos, críticos, plásticos. Y hacíamos un
trabajo primero de grupo, escuchando sonidos. Estaba Federico Bazán
[Director de la Escuela de Artes] que dice “No, tiene que ser algo más
popular”. Entonces él [Villanueva] decide que hagamos El que dijo sí -
El que dijo no de Brecht. Ahora, muy bien la propuesta… Yo a Brecht lo
seguí trabajando con mis alumnos en la cátedra, el eje era Bertolt Bre-
cht y por otro lado empezábamos con Stanislavski, para ver las dife-
rencias. Y yo hice que los alumnos quisieran a Brecht, que no era muy
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quiero estar acá”. Y bueno, ahí tuve ese trabajo, que años después otros
lo hicieron. Yo lo hice calladamente.
AM 1974 fue un año clave para el TEUC, ¿qué rol cumpliste en los
cambios que se proponían desde la institución?
Dentro del TEUC había profesionalismo, con un nivel de actores –dis-
cutible en muchos aspectos– algunos eran egresados de la Escuela de
Artes y otros no, pero de cualquier manera tenían una solvencia profe-
sional… Que era lo que el público necesitaba, que cuando viera algo y
pagara entrada para ese algo, tuviera un nivel de profesionalismo que
no se pudiera discutir, por el resultado.
En 1974 me encontré con la intención de que el TEUC fuera absorbi-
do, un poco, por el trabajo de los alumnos del Departamento de Teatro.
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AM Mirando hacia más atrás, ¿cómo percibís esa etapa última del
TEUC?
Fue un aprendizaje esa etapa. Todas las etapas son de aprendizaje (ri-
sas) y sí… Porque a uno lo hacen crecer todas esas cosas… Era muy inge-
nuo en ese momento; me acuerdo que estuve en una asamblea don-
de percibí, intuí que –en el caso de Paco [Giménez], por ejemplo– que
estaba muy pegado a Mery [Blunno] y era el representante del TEUC
en la Escuela (era el delegado), percibí que Paco tiraba más para la Es-
cuela que para el TEUC. Eso se percibía por su comportamiento, por las
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Laura Devetach
con el respeto, con el escuchar, con el pelear para ser escuchado, que
yo creo que es la pelea más ardua. A mí me tocó eso, pelear para ser
escuchada. Primero, porque tengo voz bajita, segundo porque creo que
había personas con una polenta diferente. Son también formas de ser,
de vivir, formas de engancharse en las cosas. En la vida, muchas veces
he perdido cosas por no defenderlas, por no hacer el esfuerzo. Y creo
que este fue un lugar en el que hice muchísimo esfuerzo por defender
las cosas en las que yo creía.
NZ ¿Creés que hay alguna otra razón por la cual te resultaba difícil
ser escuchada: marcos teóricos, marcos ideológicos, marcos políti-
cos de resistencia?
Sí, es muy probable. No lo tengo totalmente claro. Pero a esta altura
de la vida puedo decir que siempre anduve por la cornisa, buscando
lo que quiero alcanzar, el ideal, la utopía que uno tiene. Siempre fui
una persona perfeccionista, y pienso que si la gente puede hablar bien,
tiene que aprender a hablar bien. No me gustaba dejar pasar el error
y que todo fuera apurado para plantar una banderita. No, la planta-
mos bien, porque eso también se puede. Esa fue mi lucha en todas par-
tes hasta el día de hoy. Es así. Hoy más que nunca, porque creo que la
brecha generacional y el cambio de valores no es solamente de la Ar-
gentina, es mundial, pero también en la Argentina se da el desdén por
una cantidad de cosas, el dejar hacer. El “si lo atamo con alambre”, está
cada vez más sobre el tapete. No, con eso no transo, y por eso hoy no
hago muchas cosas. En aquel momento peleé por eso. Y siento que en
algunos casos, logré cosas con alguna gente; alguien hoy se acordará
de ciertas maneras de pelear por hacer las cosas bien. Es probable, no
estoy segura. Otros no, pero bueno, uno nunca sabe.
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parezca un poco obsesiva, pero veía que solo a través del concepto las
cosas no podían ser. Sabía que podía salir mucho más rápido por el otro
lado. Por eso digo que hay personas que aunque no hubieran enten-
dido absolutamente bien las lecciones sobre Brecht que se les daban,
podían distanciarse. Y a lo mejor otras personas que habían analizado
la obra de Brecht, no lo lograban por la sencilla razón de que nosotros
podemos acordar con el concepto, pero de ahí a lograrlo en la acción
personal, hay una diferencia. La tarea teatral,en este caso, no era sola-
mente poner en práctica reglas sobre la política y el arte, sino que todo
eso tenía que pasar por el aspecto sensible. Y no hubo tiempo, ni ám-
bito, ni mucho laboratorio para que un alumno nuevo pudiera hacerlo.
dado tuve que parar la mano medio a los gritos y hacer la diferencia
que había para mí entre la ignorancia, el error y el santo pueblo. Así fue.
lógicas, por lo que ya conocí, por el presupuesto que sé que existe para
educación, sea un poco difícil poder implementar este tipo de talleres.
Sé que en Buenos Aires en algunos lugares hay talleres de escritura,
pero este tipo de taller donde haya un plantel, un equipo estructurado,
no sé hasta qué punto puede llegar a tener cabida, a ser contenido por
la universidad actual. Eso quizás lo puedan contestar más ustedes que
yo. Ojalá existiera, me encantaría, soy una añorante total de la interdis
ciplina, del lugar del arte, del arte más la reflexión y de la concreción en
obras. Sobre todo de la concreción en obras. Creo que eso enseña más
a un alumno que estudiar setenta mil libros.
Carlos Lancestremère, por [Juan Carlos] Gianuzzi y por otra gente que
seguramente me va a quedar en el tintero, y parte de los alumnos. Creo
que sí había un personalismo en esta organización. Mery [María del
Carmen Blunno] era la directora [del Departamento de Teatro], era una
verdadera líder y, en ese sentido, vivía recaudando huestes para deter-
minadas ideas. Mery es una persona muy inteligente y obcecada. Cuan-
do cree que algo es justo y serio, va a dejar su vida en eso. Y eso, en un
lugar donde aparentemente existía la horizontalidad pero no era así,
se veía el verticalismo de la directora. Se veía y se sentía, no solamente
en lo institucional; no es eso lo que pesaba, quizá una fuerza muy arro
lladora que a mí, particularmente, me podía. Llegaba a un punto en
que se me cerraban los oídos, no escuchaba más, me tenía que ir. Y las
imposiciones existían y también hay que decirlo con toda justicia que
me avenía a determinadas imposiciones, hasta que veía que era impo-
sible hacerlo. También está el ensayo y el error. Pero, por ejemplo, uno
no puede estar trabajando con la sensibilidad de la gente, sacando lo
que la gente tiene para poder hacer una cosa artística, y a la vez decirle
“vos tenés que sentir tal cosa, y tenés que decir tal cosa”. Entonces tenés
que trabajar siempre con el poder, el oprimido y el opresor, ya en lo
más particular, el señor y el lustrín, el éxodo, la madre que le mataron
el hijo, bueno, tantas cosas… monotemáticas. Porque, finalmente, de
alguna manera pude diluir todo eso con La cuestión de los arlequines a
través de un mecanismo más metafórico con la mostración corporal de
un sistema.
Lo que recuerdo, que lo vi una sola vez, a mí me dejó tranquila en
el sentido de que no dije “¡ah! esto hice yo, no, no, ¡esto hicimos!”. Acá
estamos viendo lo que de alguna manera quería ver.
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 111
AM ¿Por qué? ¿Te parecía que había resistencia, indicios que seña-
laban que eso iba a ser reprimido?
Bueno, de hecho ya era peligrosa cualquier cosita que se dijera. Creo
que nosotros nos decíamos “de izquierda”, desde nuestra mirada, aden-
tro de la Facultad, porque todavía, un poco inocentemente, creíamos
que la Facultad [Escuela de Artes] nos protegía. Pero fuera de ese lugar
no se podía. Yo ya había tenido personalmente problemas bastante se-
rios en otras partes.
Norma Basso
Dudé bastante en tomar el cargo porque había de por medio una cues-
tión que estaba poco clara con él, pero finalmente fue él quien me dijo:
“No, no… la sucesora natural sos vos, tenés que tomarlo”.
Entonces, en el 69 entré con el cargo de Directora Interina y no se
concursó jamás, se hacían contratos anuales, los que se renovaban. Es-
tuve siete años, hasta el 76, hasta el 24 de marzo del 76, donde no me
dieron ni siquiera la comunicación de que no estaba renovado mi con-
trato, pero ya lo sabía… evidentemente.
En el 69, cuando tomo el Coro, ahí es un momento de una gran ebu-
llición social, política, el Cordobazo, todo el estudiantado estaba muy
motivado… Era la época de la bella utopía ¿no? La gente daba su psión,
su pensamiento, muchos hasta su vida dieron por las nuevas ideas, por
los cambios sociales, que fueron muy, muy fuertes en ese momento.
Y al mismo tiempo la ambición de hacer bien la música, de celebrar
la poesía en la música, de hacer un trabajo artístico y cultural válido.
Dirigí el Coro entre el 69 y el 76, con una interrupción en noviembre de
1972 hasta julio de 1973. Interrupción debida a que en un acto académi-
co, por un Congreso Internacional de Pediatría, nosotros teníamos que
cantar –no sé cuántas canciones, doce o trece, americanas, en general–
y la cuestión es que como los discursos fueron muy largos nos dejaron
cantar cuatro nada más. Entonces, cantamos cuatro canciones de las
cuales una fue la “Tonada a Manuel Rodríguez”, con letra de Neruda,
que se refiere a un guerrillero de la independencia de Chile, en la época
de San Martín, a quien se le llamaba “el guerrillero” y además decía: “En
Til Til lo mataron los asesinos…”, y eso ocurrió tres meses después de la
matanza de Trelew. Muchos de los coreutas insistían en que pusiéramos
esa canción. Yo dije: “Bueno, de todas maneras se sabe muy bien que es
letra de Neruda, que se habla de un guerrillero de la independencia
que fue colaborador de San Martín y… ”. Pero la forma en que el Coro
lo cantó fue tal que produjo un silencio terrible en las autoridades que
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 119
AM Febrero, marzo…
Marzo, claro, las elecciones fueron en marzo y asumieron el 25 de mayo.
Entonces, creo que eso fue el día de Córdoba… ¿es el 6 de julio?
AM ¿Asumieron?
No, hicieron un acto de desagravio en el Salón de Grados de la Universi-
dad donde el Coro cantó y me dieron una resolución del Rectorado su-
mamente encomiástica de mi heroico… (risas) rol en las Juventudes de
América y toda una cosa que no sé donde está porque la perdí. Hubo
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 120
CC ¿Y el repertorio?
Entonces teníamos un repertorio clásico –del Renacimiento, el Barro-
co, románticos– generalmente a capella. Hicimos algo con orquesta, sí,
con pequeños grupos instrumentales también y un repertorio popular,
donde había ya una generación de arregladores entre los jóvenes mú-
sicos, entre otros el Gaucho [Leonardo Waisman].
AM ¿Waisman?
Sí, Waisman, fue Asistente de Dirección, hacía arreglos… Yo hacía arre-
glos también. Bueno, estaba el Caio [Carlos] Viale; gente que se movía
en ese momento para adaptar a la música coral un repertorio popular
folklórico, de valor, con buenos textos. Y eso continuaba aquello pione-
ro, ese movimiento de la época de Guastavino, Boero, de toda esa gene-
ración de músicos de los años 30, 40, que produjeron música folklórica
adaptada para Coro. Pero eso nos parecía viejo a nosotros… Pese a que
hay cosas de Guastavino que son maravillosas, de Ginastera hemos he-
cho también; había que actualizar el repertorio y verter en estilo coral
las canciones que cantaba la gente… De Atahualpa Yupanki… de mucha
gente ¿no?
CC: Recién dijiste “lo popular”. Leí un artículo de La Voz del Inte-
rior de 1974 donde informa que la gente de Canto Popular estaba
organizando el Primer Encuentro Nacional de la Canción Popular.
Allí se define y discute sobre lo que se entiende por popular. ¿Qué
era lo popular para el Coro Universitario?
Justamente era la posibilidad de dar una forma más elevada, en el sen-
tido de más compleja, y hacer arreglos corales a cuatro u ocho voces de
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 122
un tema cantado con una voz y una guitarra. Significaba una versión
más elevada –en el sentido del trabajo musical– y, que al mismo tiem-
po, estuviera hecho con la voz, para que la gente se identificara –los que
cantan y los que escuchan– con ese patrimonio sobre todo folclórico.
En aquella época con Canto Popular [movimiento cultural y políti-
co de Córdoba, 1973-1976] criticábamos la vulgarización masiva y con
fines comerciales que hacían los cuartetos, que ya entonces ganaban
mucha plata y tratábamos de instaurar lo popular con un trabajo de
recreación y reelaboración… En Canto Popular había muchos grupos
diferentes y solistas, y el único coro que, como tal, estuvo, fue el nues-
tro, porque nosotros desde antes de la creación de Canto Popular está-
bamos ya en esa movida. Considerábamos que lo popular debía estar
muy bien hecho y ser de lo mejor. Entonces, llevarlo justamente a los
auditorios que no tenían la posibilidad de esa música, siempre guar-
dando una primera parte del concierto a lo clásico, porque también
considerábamos que esa música tenía que ser conocida, justamente,
por los que no tenían posibilidad de acceso.
una cosa particular de esa época– ya que empezó una floración de ini-
ciativas individuales, cuartetos, dúos… “Nora y Delia” [Nora Zaga y Delia
Cafieri] comenzó allí, el grupo “Gregor” [quinteto, con Dante Andreo,
Director]también. ¿Y quién más? Sí, “Nacimiento” [Jorge Luján, Claudia
Christiansen, Liliana Felipe], de alguna manera…
NZ “Antares”…
Sí, exisitia “Antares” [octeto] dirigido por Ivan Barrionuevo, que integra-
ba Canto Popular, pero no el Coro. Sí, otros grupos que después sur-
gieron cada uno con su dirección, el Pichi [Pérez] y Daniel [ßruhn] que
hacían música estilo Beatles.
NZ Tiene que haber sido, por lo menos, en el año 72, o parte del 73.
No, antes, sí antes de que me echaran, creo que el ciclo fue en el 70,
puede haber sido… Me acuerdo que nos hacían muchísima difusión por
Radio Universidad y llenábamos siempre. ¿Cuánto habremos hecho?
Cuatro, cinco, seis… presentaciones… No me acuerdo, pero esa moda-
lidad de presentar al mismo tiempo uno de los grupos fue muy linda
¡Esas cosas que inventábamos! Porque había pura creatividad en ese
momento (risas).
AM ¿Ni un reconocimiento?
Ni un reconocimiento. Y después se hizo un viaje a Brasil por medio de
uno de los integrantes del Coro que tenía relaciones, y también, a puro
pulmón. Y ahí fuimos a cantar a Brasil, en Río Grande do Sul. Viajes me-
morables porque se hicieron con muchísimo esfuerzo, con muchísima
alegría y muchísima euforia. Y generados por nosotros mismos.
AM ¿La búsqueda de esos dos espacios –Brasil y Chile– era una bús-
queda de relaciones políticas, según una intencionalidad ideoló-
gica?
No directamente. Coincidió que Chile estaba en ese momento en pleno
período de Allende, de la Unidad Popular o el Frente Popular… ¿Cómo
se llamaba?
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 129
NZ Unidad.
Unidad. En realidad, el detonador de eso fue que recibimos al coro chi-
leno y después el coro nos devolvió la invitación. Y bueno… En cambio,
en Brasil la situación era menos…
AM ¿Clara?
Pero lo mismo conversábamos con los estudiantes de las universida-
des… Hicimos intercambio de ideas y decían: (imitando la fonética brasi-
leña) “Argentino es pesimista… muito inteligente, pero pesimista”. Noso-
tros veíamos que ellos estaban con el plan Rondón, que se distribuían
los estudiantes, estos iban de un lado a la otra punta de Brasil para… Era
todo dentro del marco ideológico y políticoue no era el nuestro, para
nada (risa). Me acuerdo que decían eso “muito inteligen…” no sé ¿cómo se
dice en portugués?, “pero pesimistas”. Éramos pesimistas (risas).
decían “¿Te acordás cuando nos tiroteaban que nos tuvimos que esca-
par y tuvimos que ensayar en el teatro? Pedimos permiso porque tenía-
mos miedo de ensayar acá”. Tenía borrado de mi cabeza eso, efectiva-
mente hubo un tiroteo.
NZ Las Tres A.
Claro. En la época… debe haber sido en el 74 eso, cuando las Tres A
estaban…
exageración decir “¡Esta es la única vía! ¡por acá vamos a pasar todos y
se acabó el pasado!”. Son las exageraciones de los movimientos que…
AM De ruptura.
De ruptura, sí esos excesos son normales.
AM Se presentaban en Atenas.
Sí, ahí sí fueron fenómenos de público mucho más grandes. Sí, nues-
tros conciertos al principio… los mismos conciertos que apoyó Radio
Universidad en la Sala de las Américas… la Sala de las Américas llena
era… no sé qué capacidad tiene, pero era…
NZ 1400.
Era mucho público.
NZ ¡Sí, señora!
(Risa) Sin haber mucho teorizado sobre el tema.
nos debates dentro del Coro Universitario con estas personas que
estaban dando las marcas ideológicas y políticas en Canto Popu-
lar? ¿O lo marcás como una cosa más natural, más del ir haciendo?
¿O había una programática?
Creo que en momentos dados se discutieron cosas en Canto Popular, se
discutieron principios de acción, cómo encaminarse dentro de un pa-
norama pluripartidario también. Hay que ver que Canto Popular tuvo
esa preocupación del pluralismo dentro de la izquierda, de manera
que no pudiera ser identificado ni instrumentado por un partido o un
sector de un partido.
Y en ese tono se discutían cosas, muy ampliamente, con respecto a
lo popular y vulgar, con respecto a lo popular y populista… Se estaba
esbozando una idea, una forma de actuar y una idea de fondo que es-
taba en ese tenor de mejorar, elevar y hacer lo mejor posible la música
del Coro para la gente, y para dar, y recibir. Hubo manifestaciones de
fondo político: por los presos políticos, distintas manifestaciones que
tuvieron carácter más político; sí en contra la dictadura, masivamente,
sin ser específicamente de un partido. Así, esa discusión era con ideas
que empezaban a modelarse, y se debatían muy ampliamente.
todo–, de hacer que todo el mundo pueda cantar, y cantar bien. Hay
una forma de hacer las cosas que está en esa manera de ser que ya em-
pecé a tener acá. Últimamente hemos creado con mi marido, que es
director de teatro en Francia, y con uno de mis coros, un espectáculo
llamado Le temp des revolte –El tiempo de las revueltas–, que empieza por
la Revolución Francesa y termina con las Madres de Plaza de Mmayo,
con Sting. Y es extraordinario, porque pasa por la Revolución, por la Co-
muna, por la Revolución del 17, por la Primera Guerra, por la Segunda,
y las canciones de la resistencia y después, a Latinoamérica con el Che
Guevara, por supuesto.
Le contaba a Nora [Zaga] que para el 30º aniversario del Che Gue-
vara también hicimos –bueno, colaboré pero fue mi marido el que lo
puso en escena– una especie de acto artístico en conmemoración –en-
tre las muchísimas que se hicieron– en la Plaza de la Sorbona. En lugar
de discursos, había cuatro comediantes que leían distintos textos del
Che, desde el principio hasta el final. Y además tres grupos excelentes:
uno de música argentina, otro de música boliviana y otro de música
cubana. Y eso fue mucho más importante que los discursos, muy emo-
cionante. Y la producción con el coro de Saint Michel nos fue un poco
sugerida por el director del centro, del espacio, del teatro. “¿Cómo no
se nos ocurrió nunca hacer esto con los antecedentes de Norma?”. Y yo
“¡Pero claro!”. Y todo el mundo estuvo de acuerdo. Y bueno, resulta que
produjo un efecto emocional terrible en la gente, porque hay muchas
canciones que son muy, muy profundamente vividas y recordadas, por
la Comuna, la Primera y la Segunda Guerra, la Guerra Civil Española,
etcétera… [“La balada por la Revolución”] y después, hicimos música
de Sostakovich para la Revolución Rusa, muy linda. Hice arreglos de
distintas obras; hasta llegó a ponerse una imagen fantástica que fue
idea de Hugo: había un decorado muy móvil en el cual se ponían las
banderas de cada lugar, enganchando, anudando una especie de gran
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 144
SEGUNDA PARTE
le había interesado mucho lo observado. Pero todo esto con las limita-
ciones del idioma.
noble. Y todo estaba hecho con esa tela sin teñir, asimismo el enorme
tapiz con diseños asirios que había creado Haydée de Moll. Mi traje era
de esa misma tela en versión más gruesa. Tenía un fuerte maquillaje
con dorado y negro, en los ojos, y tenía dos cosas raras también para
la época: dos gigantescos anillos con unas piedras negras, uno en la
mano y otro en el dedo del pie (ríe). A la media hora de obra más o
menos, yo me metía en una especie de carpita que el emperador tenía
para esconderse del arquitecto, me sacaba la túnica asiria, me sacaba
el maquillaje, y aparecía con pantalón y camisa actuales. A partir de ahí
se sucedían una serie de personajes, sobretodo en el momento de un
juicio en el cual yo seguía haciendo de emperador y de los testigos del
juicio. Algo muy atractivo del personaje era que adoptaba numerosos
roles muy diferentes. Tranchet hacía el arquitecto y además hacía en al-
gún momento de mi madre, y en el juicio, hacía de juez. Yo hacía de mi
madre, de una amiga de mi madre, de una prostituta, de una monja, de
un camionero. Acá contesto tu pregunta respecto a las máscaras pedi-
das por Arrabal. Haydée de Moll había creado una especie de extraños
sombreros, diferentes, que yo sacaba de un baúl sobre el cual me sen-
taba durante el juicio, y vertiginosamente me los intercambiaba, adop-
tando actoralmente y físicamente, por supuesto, las características de
cada personaje.
dialogábamos, era una relación muy linda la que tuvimos en los años
que duró el TEUC.
¿En esa época, a un año del Cordobazo, se sentían de esa forma las
cuestiones sociales?
Sí, el Cordobazo fue al año siguiente al que nosotros nos recibimos.
Realmente era una época fuerte, no te olvides que diez años antes ha-
bía ocurrido la Revolución Cubana y un año antes de El arquitecto… se
produjo el Cordobazo, en el 68 había sido el Mayo Francés, todo el fenó-
meno hippie en Estados Unidos en el 66, los Beatles… era un momento
de mucha convulsión.
que dijo no, de Bertolt Brecht, y vino toda la movida política en la cual lo
sacaron a Bulgheroni y tomaron la Escuela, gente de Cine. Y bueno, se
mezcló con todo el proceso político que vivía el país, con la elección de
Cámpora, hasta la llegada de Perón. Había una cuestión de que todo
tenía que ser vinculado a la situación política que se estaba viviendo, o
sea que todo tenía que tener un corte netamente popular. Se empezó
a decir que lo que estábamos haciendo era teatro burgués y que ha-
bía que hacer teatro para ir a las villas. Entonces se planteaba la eterna
discusión: nivelar para abajo, nivelar para arriba. Aunque El arquitecto…
había tenido tanta buena onda que no lo podían criticar así nomás…
hacer teatro popular para llevar a las villas, para concientizar al pue-
blo”. Entonces hicimos El que dijo sí - El que dijo no [de Brecht] dirigida por
Roberto Villanueva. Creíamos y queríamos encontrar qué cosa hacer.
Fue muy rico eso, en la medida en que nos obligó a todos nosotros, los
integrantes del TEUC, integrantes a la vez de una clase media, a acce-
der a zonas marginales y sus problemáticas, más desde adentro. Ahora
que me acuerdo, que lo pienso y trato de recordarlo, yo me sentía to-
talmente escéptico y no sabía qué llevar, me decía “acá hay que traer
comida, laburo, luz, agua”, y no una obra de teatro. Era algo muy fuerte
el acceso, lo de la cosa programada de llevarnos a la villa a dar una obra
de teatro. De todas maneras, lo hacíamos con mucho entusiasmo y con
mucho amor, porque intentábamos trasmitir un concepto de solida-
ridad, a través de Brecht. Era muy fuerte porque estábamos actuando
y escuchábamos los balazos y las corridas en la villa, porque era una
época muy revulsiva, ya comenzaba la Triple A. Estallaba todo y uno
empezaba a escuchar la palabra desaparecido que no se conocía, pero
empezabas a escuchar cosas raras: “que fulano no estaba más, que lo
habían encontrado…”. Y entonces era el terror, empezaba a aparecer
una cosa nunca vivida y que tampoco sabías qué era, pero percibías
y se respiraba peligrosa. Ir a hacer El que dijo sí… dirigida por Roberto
Villanueva, que era una obra que tenía una estructura medio oriental,
medio zen, estaba bien hecha y, a la vez, era rara… A mí me parecía tan
extraño llevar una obra de teatro a un rancho donde se aglomeraba la
gente, asombrada y agradecida por vernos a nosotros, queriendo llevar
cultura y esclarecimiento, en ese momento súper convulsionado…
maestrita. Las dos versiones de Señorita Gloria se hacían con cuatro per-
sonajes que se iban transformando, con cuatro actores y actrices. Em-
pezaba Estrella hablando dulcemente, un encanto esta maestrita, y se
iba transformando en una psicótica. Por ahí le agarraban unos lapsus y
entonces veías una chica encantadora y de pronto una loca que podía
sacar un puñal y matar, pero se calmaba en el acto. Había un escritorio,
desde ahí la Señorita Gloria empezaba a tener actitudes como de estar
hablando de buenos modales, mientras se abría de piernas y mostra-
ba la bombacha. Una de las cosas graciosas de Villanueva –también
un brillante director– era que la maestra decía una cosa y hacía otra:
hablaba de matemática, de biología, de moral, de la religión, mientras
todo se iba carcomiendo y yendo para otro lado, hasta que la sacaban,
se la llevaban como si fuera una enajenada, era reemplazada en el acto
y ahí aparecía otra Señorita Gloria. Toda gente para internar.
acuerdo que en Río Cuarto salió una crítica fatal que decía que la obra
era una vergüenza.
¿Por qué?
Y porque parece ser que en esa sociedad eran muy pacatos. Era la pri-
mera vez que tuvimos una crítica negativa, habíamos tenido críticas
muy elogiosas; y después hubo un par de críticas más chicas también
de Río Cuarto. Pero esta crítica pesaba mucho porque era de una perio-
dista muy vinculada a la Iglesia y decía que era una vergüenza que en
Río Cuarto se haya dado semejante obscenidad y que era una falta de
respeto. “Por suerte alguien reacciona”, pensábamos nosotros, porque
hasta ese momento todos eran elogios y a nadie le molestaba nada lo
que hacíamos. En La Carlota había un ambiente de festival y me acuer-
do que El arquitecto… les gustó mucho. En cambio, en Río Cuarto fue la
elite cultural y, como te digo, con esta señora se armó una cosa terrible y
brava porque estaba escandalizada de que se hubiera permitido hacer
“semejante bochorno y obscenidad”, en Río Cuarto. La mujer estaba es-
peluznada de que se permitiera hacer una obra que faltaba el respecto
a las instituciones religiosas. Me imagino lo que habrá sentido cuando
yo hacía de la monja pariendo, vestida de puta debajo del hábito…
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 173
LF Por las fotos que hemos visto y los documentos, parece que el
humor también tenía que ver con los textos, con el vestuario y el
maquillaje, ¿eso era así?
Sí. Las propuestas estéticas anclaban en lo técnico, no en la actuación
solamente, y eran también bien extremas. Había una gran experimen-
tación en las propuestas de vestuario, en las escenográficas, y en las de
espacio también. Ahí estaban Juan Carlos Gianuzzi con su maquillaje,
Lancestremère, Abelardo González y Haydée de Moll, en escenografía,
sí fueron esos tres escenógrafos.
Lo que sucedía en el TEUC era que la gente se juntaba a delirar, y el
placer del trabajo era maravilloso. Petraglia y Fraga, por ejemplo, con
Abelardo González, todo era un ensamble de desafíos. Poner así, en jue-
go, lo más audaz, lo más nuevo, lo más experimental y, sobre todo, el
placer. Yo creo que se divertían mucho, todos nos divertíamos mucho
(ríe).
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 175
LF ¿Quién decide hacer la obra El que dijo sí - El que dijo no? ¿Qué
nos podés contar sobre esa puesta?
Yo estaba de licencia por maternidad (ríe). La elige Villanueva, que no
tiene ninguna duda de por qué elige Brecht; así como no tiene ninguna
duda de por qué elige Señorita Gloria, de por qué elige el Popol Vuh, pro-
puestas totalmente claras a nivel de lo político, lo estético, todo.
Fue una puesta muy interesante, sobre todo a nivel teatral, puso
muy en cuestión el famoso distanciamiento de Brecht, que era una
de las cosas que se discutían a morir entre nosotros y con el director
y con los teatreros que iban. Porque la obra se plantea en un registro,
digamos, sensible, sin distanciamiento, y en la otra [parte de la obra]
aparece el distanciamiento de eso que viste, o sea, repetís la obra exac-
tamente igual, con el mismo registro sensible y, cuando decís que “no”,
aparece esta sorpresa en el público que permite distanciarse y decir “sí”,
“¿por qué?”, “¿por qué el otro dijo que sí?”. Entonces, se discutía acerca
de cómo se trabajaba ese registro: si la madre se emocionaba o no se
emocionaba, si el chico se emocionaba, qué pasaba, por qué… se arma-
ba un debate. “¿Está bien que el primero sea ‘sí’ y el segundo sea igual y
sea ‘no’?” Porque el distanciamiento de Brecht es una idea que cada uno
la entiende como quiere. O sea, yo digo que, para distanciarte, primero
tenés que engancharte, primero emocioná y cuando el otro está emo-
cionado, lo sacás. No es que no lo emocionás porque si o no, de dón-
de lo sacás, de dónde lo distanciás, ahí es donde… Otros dicen que el
distanciamiento se produce porque vos no lo emocionás al espectador.
Lo que pasaba en el debate era esto: “¿Por qué nos hacen ver la misma
obra?”, “¿Por qué no eligen, para decir esto, otra manera?”. Lo que real-
mente aparecía era la discusión sobre la obediencia…
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 181
dijimos ‘no’, dijimos ‘sí’. Era muy difícil en ese momento decir no, había
un movimiento así, para adelante. Iban todos los jefes de Departamen-
tos a la Dirección de la Escuela… Una cosa tan politizada… No dijimos
‘no’, no pudimos decir ‘no’, lo pensamos en un momento, pero no pudi-
mos decir ‘no’, con la fuerza necesaria para que se plasmara.
Federal era nuestro, nuestro reducto, así como el off off, era el off del
Departamento (ríe). Tampoco era una producción que fuera reconoci-
da por el Departamento y mostrada al público y toda la historia… A di-
ferencia del Grupo A que sacó una sola cosa, con mucho esfuerzo, con
mucha pelea, con mucho sufrimiento, y fue eso, un trabajito pequeño.
Cuando montamos Así nos enseñaron [adaptación de Antígona Vlélez
de Marechal], fue un desastre total… Muy malo, elegido por los alum-
nos, además las fracciones políticas ahí adentro eran clásicas, feroces:
“por qué el personaje dice esto, por qué…” El discurso de la izquierda
más izquierda y el otro del teatro, era muy loco, muy difícil. Vos plan-
teabas un ejercicio y los estudiantes decían: “¿para qué sirve?”
Algunas cosas no es que me las olvide, sino que no estaban dentro
de mis intereses. Era mucha la preocupación que había dentro del De-
partamento, tenía dos hijos chiquitos así que, a gatas, hacía lo que te-
nía que hacer ahí.
como una problemática a tener en cuenta. Sabíamos que era una au-
dacia y que era una transgresión y nos encantaba… Además estaba
muy claro que las obras que hacíamos tenían una factura teatral muy
buena; o sea, no le escatimábamos a los riesgos del actor, porque tenía-
mos un respaldo: era el TEUC, eran directores importantes, eran obras
importantes. Si hacíamos eso no lo íbamos a hacer así, por arribita,
arriesgábamos mucho…
Estrella Rohrstock
que tuvieran que ver con sus propuestas. En realidad nadie tenía esa o
aquella técnica, pero las ideas aparecían y se iba armando una manera
más de hacer, de buscar, que dura hasta hoy… El TEUC era, frente a eso,
más formal, yo lo vivía así porque el TEUC partió de las obras hechas:
buscar el director, buscar la obra, y luego los actores que eran los del
TEUC, además si necesitaban se buscaba a los alumnos. Así Villanueva,
llegó a plantear un trabajo que estaba lindo porque tenía como cosas
que parece que eran las que a él lo marcaban, algo dentro del esoteris-
mo. Lo había resuelto no sé si con técnicas del I Ching o algo parecido…
El Popol Vuh, era ese trabajo, y se quedó ahí.
obras, porque había ensayo. Eran cuatro horas de ensayo y todavía nos
faltaba, todos los días, y todavía íbamos el domingo si había que ir, y
nos quedábamos en la noche si había que quedarse, y nos sacaba ¡el
cuidador! (Risas).
que organizara, por lo menos, el contacto con los alumnos para saber
qué quedaba, qué se iba, y ahí se armó más rápido…
los chicos, venían padres con chicos, ¡qué lindo es entrar a un teatro
que está lleno!, ¡te movés sola!
las obras dramáticas o clásicas, como Casa de muñecas, creo que es muy
importante que el alumno las haga, que el alumno pase por ahí.
AM ¿Adónde la daban?
Primero, la estrenamos en el Salón de Actos de la Escuela [de Artes],
en el Pabellón México, después la dimos en el Teatrino, después no sé
si volvimos al Pabellón México. Como era una obra de contacto con el
público, buscaban lugares que no fueran tan grandes. Así y todo la co-
noció toda Córdoba, dimos no sé cuántas funciones. Señorita Gloria fue
muy buena, ese contacto directo con el público era lo que me tocaba a
mí. La Señorita Gloria retaba a los espectadores hasta hacerlos sentir
que eran alumnos. Te imaginás, el público venía y vos le decías: “Las
manos cruzadas, póngalas de otra manera, mi hijita”. Te miraban y no
sabían qué hacer; la persona empezaba a ver el dominio de esta maes-
tra que decía: “Usted, ¡se va afuera! ¿Cuál es su nombre?” Viste es feo
que te digan una cosa así. Te produce una cosa interna…
Yo tenía que estar muy atenta, tenía que estar con la energía ahí, sin-
tonizando, porque si el otro me tomaba de joda, se acababa el perso-
naje. Bueno, pensaba, alguna vez alguno me va a decir: “Yo, el Mesías”
y ahí ¿qué hago yo? (risas). Una vez creo que uno me dijo algo y ¿sabés
qué se me ocurrió?: “¡Muéstreme el documento! Para qué se cree que
yo estoy aquí”. Todo lo que dicen las maestras; el libreto era cansador
también, a veces teníamos una o dos funciones, a veces una, era un tex-
to muy largo, monólogo. Estaba la obra dividida en cuatro, tenía esa
parte que era para mí la mejor, en la que hablaba con el público, y luego
otra parte final donde estaba con el alumno, que lo comía al alumno.
¡Pobre Paco [Francisco Giménez]!, que era el alumno. Le dije: “Paco, si
alguna vez me llego a quedar en la letra, vos me podés tener el libreto,
más o menos, no digo que me sigas, más o menos como para que…” “Sí,
Estrella, si yo me lo sé de memoria”. Yo siempre escuchaba “los blancos,
los blancos”, nunca en mi vida había quedado en blanco, pero un día
se me hizo un blanco: “¿en qué iba la Señorita Gloria?” y Paco se puso
pálido (risas), porque estaba en otro lado, y empecé: “este energúmeno
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 200
NZ ¿Y quién te reemplazó?
Myrna. Myrna siempre ha reemplazado, a Norma Mujica, a Lisandro
Selva.
Lindor Bressan
Yo creo que [el teatro del LTL] tenía una cosa de antiautoritarismo;
no era político sino ideológico, tenía una visión ideológica de
crítica a los estereotipos, a la sociedad de consumo.
2 Entrevista publicada en el libro de Fobbio, Laura y Silvina Patrignoni: En el teatro del sí-
meacuerdo. Escenas para niños y acción en Latinoamérica (Córdoba, Recovecos, 2011).
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 207
y sobre ese esquema todas las funciones se agregaban cosas que iban
quedando, como una capa de cebolla. Entonces siempre se iba sofisti-
cando la obra.
¿Lo que se incorporaba tenía que ver también con la recepción del
público?
Siempre, y con lo bueno, lo gracioso y la receptividad en el público.
Salía un gag gracioso y quedaba, lo inventara no importaba quién. Por
ejemplo, en los remates de los chistes buscábamos las palabras según
el país en el que estábamos, los sinónimos que funcionaban en cada
país.
Leímos que para ustedes el teatro para niños fue una fuente de
información…
Totalmente, porque de esas funciones que hacíamos para niños en las
escuelas sacamos un montón de cosas. A partir de eso, Soledad García
nos pide que hagamos algo para el día del maestro, esa fue la prime-
ra idea. Entonces empezamos a hablar con los maestros, a observar, a
estar más atentos a ese tema y ahí fue todo el proceso de ensayo de lo
que después se llamó Contratanto, que primero tenía otro nombre, Co-
lectivo… y otra cosa más.
documental era otra cosa: era estudiar, pensar, buscar formas, cómo
contar esas cosas, como en Contratanto, por ejemplo.
Para terminar, ¿tenía algo político el teatro para niños del LTL?
No creo, a ver, déjenme reflexionar porque me están pidiendo una
cosa que no había pensado. Yo creo que tenía una cosa de antiauto-
ritarismo; no era político sino ideológico, tenía una visión ideológica
de crítica a los estereotipos, a la sociedad de consumo. En el caso de La
mayonesa…, cuando hacíamos el agente de la T.Í.A. nos reíamos de Ja-
mes Bond, de la CIA y del bien y del mal. Sobre todo eso, era una visión
ideológica en torno a los valores que estaban impuestos.
protagonistas del nuevo teatro cordobés. entrevistas | teatro, política y universidad. 1965-1975 219
Galia Kohan
MJA ¿Cómo surge La Chispa y cuáles eran los criterios que los lle-
varon a juntarse?
Empecé a hacer teatro en el año 69, en El Duende que era un grupo
de Córdoba con el que me fui de gira por Latinoamérica; yo tenía 18
años. Cuando me fui, todavía no existían las agrupaciones estudian-
tiles, tan definidas como cuando volví de ese viaje, que ya existía TU-
PAC [Tendencia Universitaria Antiimperialista Popular y Combativa]…
Me fui en el 69, después del Cordobazo, estuve un año y pico afuera,
y cuando volví todos mis compañeros ya militaban. Entonces me uno
a esta gente del TUPAC, en la Facultad de Filosofía, porque había em-
pezado a estudiar Letras. A través de TUPAC me relaciono con la gente
con la que después vamos a crear La Chispa. Cuando conozco a Jorge
Luján –que era arquitecto ya recibido–, y a Graciela Mengarelli –que
ya la conocía de la secundaria, del Carbó [Escuela Normal Superior Dr.
Alejandro Carbó], y porque hacía teatro en la Alianza Francesa–, en
realidad este grupo, hacía teatro para niños; y después empezamos a
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de llegar de una gira por Latinoamérica. Todos los grupos de teatro via-
jaban por Latinoamérica en esa época.
tenían otra amplitud. Con ellos podíamos charlar muy bien, y es más, a
partir de ahí nos fuimos casi todos de la Tendencia [TUPAC].
una gira que organizó Domingo Lo Giudice que estaba en el sur y Ro-
berto Espina que estaba en la Universidad del Comahue. Y eso fue muy
importante porque fuimos a lugares donde nunca habían visto teatro;
además era una gira paga por la Universidad, todo muy profesional,
muy bien organizada… Viajamos con el grupo Pipirrulines y La Chispa.
Tuvimos mucho éxito… Acá tengo los diarios (muestra el material de ar-
chivo personal), por ejemplo, el diario La Mañana de Río Negro: “Huelga
en el Salar, el teatro es una fiesta”, titula, “El grupo teatral La Chispa, en
una escena de Huelga en el Salar”; las críticas periodísticas y La Huelga
en el Salar del diario La Arena en el 73, también en La Pampa, diario La
Capital. “En el 74 se estrena en el Teatrino de la Ciudad Universitaria la
más reciente experiencia del grupo La Chispa, y se llama Para que no se
apague La Chispa”, la nota la hizo Alberto Minero (lee la nota) en esa épo-
ca estaban en el grupo: “Susana Rivero, Galia Kohan, Shuto Díaz, Toto
López, Arti Barrionuevo, Gato González, Graciela Mengarelli, Horacio
Acosta y Daniel Paco Giménez, son los integrantes del grupo La Chispa,
quienes conjuntamente con el grupo Nacimiento ofrecerán una nueva
experiencia en el quehacer del nuevo teatro cordobés, denominada Fe-
liz Brasil para todos”. Esta fue una experiencia también muy buena por-
que trabajamos con los músicos y tuvimos muchísimo éxito; hicimos
una temporada en el Teatrino de la Ciudad Universitaria [en Córdoba].
con gente que vivía en Buenos Aires. Por ejemplo, vino de La Plata, Abel
Poletti a dar un taller específicamente teatral –tratábamos de perfec-
cionar eso– y estuvimos trabajando con él, que había hecho una obra
para un festival, Hay que sostener la escalera.
material. Que es algo que veo que hoy se ha perdido, o sea, esa cosa de
lectura y de búsqueda… Uno quería saber más y ver otras experiencias…
hacer algo, el año pasado [1999] hicimos algo, fue muy interesante…
Además porque fue muy rápido, qué sé yo, decir, “nos juntamos para
un evento de los Derechos Humanos”, y bueno, ahí cada uno vio qué
podía hacer de las cosas que hace en la actualidad, pero fue ponernos
de acuerdo así, muy rápido, y armar algo, y fue muy… muy fuerte.
El Shuto [Enrique Laudino Díaz] que ya no está, Jorge Díez, tampo-
co… [ejecutado por la represión en junio de 1976]. Y bueno, otros que
se fueron, que se quedaron a vivir en Buenos Aires, todos volvieron…
Y todos siguen haciendo teatro, eso es lo bueno, algunos dejaron un
tiempo, pero, o teatro o danza o dando clases, todos seguimos en la
profesión, en la brecha, eso es importante.
aparte de que uno era muy joven, que eso también influye y… Pero los
ideales y esas ganas de hacer… de cambiar el mundo, era muy fuerte.
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AM ¿Había líderes?
No había un líder… Sí había líderes… O sea, estaban Galia, Graciela, Toto
[Juan José López], Mónica, era muy parejo a nivel de las decisiones… Si
había que ir a actuar a tal lugar, nos reuníamos todos y decíamos: “Bue-
no, ¿vamos?… Vamos”.
esto que han sufrido y demás… pero han estado con esa necesidad, esa
vitalidad de lo que es la lucha y de lo que es estar en contacto concreto,
estar tratando de cambiar y transformar su realidad”. En esa época, un
grupo de compañeros viaja a La Pampa a hacer un relevamiento y a
hablar con toda la gente que había estado en esa huelga grande, y las
anécdotas con las que regresan para poner en escena tenían un humor
desopilante. Leíamos y escuchábamos todo eso, y decíamos: “Claro,
¿ves? Ahí está, eso es lo que nosotros queríamos reflejar, esta alegría de
la lucha… no esta cosa dramática y densa”. (Silencio).
iba a haber paro, si iba a haber una marcha, todo lo que hubiera, noso-
tros lo sabíamos. Y si había que ir, preparar un sketch, porque los com-
pañeros de la Renault habían hecho paro, en la puerta de la Renault
armábamos algo, íbamos y lo hacíamos.
decía: “¿y por qué se visten tan mal?” Eso nos hizo reflexionar: “Acá te-
nemos que ponernos a estudiar, tenemos que ingresar concretamente
en el campo de la estética”.
MJA Para ustedes, ¿la función del teatro era intervenir en la reali-
dad?, ¿educar a los espectadores?
No sé si educar, no lo llamaría “educar”, sino poner en escena una mi-
rada de lo que pensábamos en ese momento, que era el camino de la
transformación de la realidad, para reflexionar con el espectador. Por
eso nuestra necesidad de tener una comunicación directa con el es-
pectador después de cada función. El día que no hacíamos debate era
como una deuda que teníamos.
NZ ¿Y cómo continuaron?
Seguimos con La Chispa en México, hicimos varias producciones. Allá
había muchos exiliados, mucha gente que estaba fuera de sus países
por todo lo que pasaba en el Cono Sur. Se genera OTRARTE [Organi-
zación de Trabajadores del Arte] Latinoamericano, donde había gru-
pos argentinos, chilenos, mexicanos, ecuatorianos, colombianos, y ha-
cíamos festivales, encuentros, denunciando la realidad que se estaba
viviendo en el Cono Sur. OTRARTE, Otro Arte Latinoamericano, o sea,
buscar un lenguaje ya no solamente de lo popular, sino que nos identi-
ficara con Latinoamérica.
MJA Decís que el título de la obra, Feliz Brasil para todos, hacía re-
ferencia a un programa de televisión de ese momento, ¿tomaban
un lenguaje masivo para reflexionar acerca de la realidad?
Sí, pero no fue así, porque la crítica a los medios de comunicación, la
crítica a lo masivo siempre estuvo en todo lo que hacíamos, por lo me-
nos de Feliz Brasil… en adelante. Lo que tomábamos nosotros era para
criticarlo, no para que la gente nos viniera a ver. Sino que Feliz Brasil…
tenía una estructura también de sketchs, pero unidos por las cancio-
nes de Nacimiento, que a su vez iban acompañando la acción teatral,
y había una crítica a los programas de TV dentro de eso. Por ejemplo,
introducíamos la reina del carnaval en eso para tapar la noticia de toda
la gente que había muerto en Araguaia [sublevación en Brasil], y que
los precios subían… Por eso tomamos a Boal cuando plantea esta cosa
del royalty, los impuestos que uno paga por la marca. Y siempre lo que
tomábamos, sea de cualquier autor, era adaptado al código nuestro, o
sea, lo aggiornábamos a la realidad que estábamos viviendo…
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MM ¿Y estaban militando?
Nosotros estábamos militando, en ese momento el grupo estaba com-
puesto por gente de diferentes partidos, que compartíamos el pensar
el teatro como herramienta y espacio de expresión para producir re-
flexión, para que la gente hable y vea… En Feliz Brasil… estábamos con-
juntamente con la gente de Canto Popular, fue realmente muy linda
esa obra porque conjugábamos las canciones del grupo Nacimiento
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MM ¿Cómo te fuiste?
Pasa que éramos muy ingenuos. ¡Dios mío! El 2 de septiembre del 76,
con 180 mil pesos que teníamos, subimos al avión porque nadie nos
quería cambiar dólares, y teníamos solamente pasajes de ida… Los pa-
saportes los consiguió un primo que tenía en la aeronáutica, que tenía
sus conexiones en el edificio Cóndor, e hizo que nos dieran los pasapor-
tes de un día para el otro… Pasamos la noche en Buenos Aires, y al otro
día nos fuimos… Nos fuimos con la idea de volver a los seis meses por-
que conseguimos una invitación al festival de Cleta, que era un festival
popular, y que pensábamos que era una cosa así no más… No, resulta
que estos habían tomado la Universidad en el D.F., en México… esa ya
es otra historia…
MM Los tachones que hay en la última parte del original del texto,
¿a qué se deben?
Y eso era por los que iban y venían… Yo en ese momento estaba hacien-
do El Petirilío de Laura Devetach, con Shuto [Enrique Lauidino Díaz],
Horacio y Paco, que nos dirigía… En un momento actuaba en la obra,
después, en otro momento no actuaba… y hacía el personaje de María,
y a su vez en esa época estaba trabajando en el San Martín [teatro de
Córdoba], como titiritera… Tenía que ir viendo en qué cosas podía tra-
bajar con el grupo, hacer con el grupo de acuerdo a esos tiempos, ya
había dejado la Universidad…
Publicaciones de la investigación de
Teatro, Política y Universidad. Córdoba, 1965-1975