Historias de La Biblia para Niños

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HISTORIAS

DE LA

BIBLIA

PARA

NIÑOS
Adán y Eva
 2 Minutos de Lectura

En el sexto día de la Creación, Dios vio que todo lo que había hecho era bueno en gran manera. Pensó que era el momento de crear a alguien que pudiera disfrutar de la obra
de sus manos y se enseñoreara de tantas maravillas. Así que se inclino y empezó a formar un muñeco del polvo de la tierra, con mucha paciencia y amor formo las
extremidades superiores e inferiores, de rato en rato observaba con cuidado cada parte de su creación, e iba formando a su imagen y semejanza a quien pronto sería la
primera criatura humana.

Termino su obra y después de ver tanta perfección hecha por sus manos inhalo aire profundamente y le dio aliento de vida al primer ser humano a quien llamó Adán. Cuando
Adán vio por primera vez a su Creador, sonrió y lo llamó Padre. Seguramente se dieron un gran abrazo lleno de amor sin ninguna duda.

Adán paseaba por la tierra y jugaba con los animales sin ningún temor, corría con los leones y acariciaba a un tigre como si fuera un lindo gatito, disfrutaba de las fragancias de
las ores y la variedad de plantas, saboreaba de las exquisitas frutas y hierbas que la naturaleza le ofrecía para que se alimentara en el mismo huerto del Edén, era tan feliz
conversando con Dios y lo hacían cara a cara todos los días cuando paseaban juntos.

Pero Dios en su amor in nito, vio que Adán estaba solo y pensó en crearle una compañera pero que fueran juntos muy felices. Un día que Adán descansaba Dios hizo que
tenga un sueño profundo y de una de sus costillas, formo a una hermosa mujer a quien llamo Eva. Cuando Adán despertó y la vio frente a el, la vio perfecta y la amo desde que
la vio. Ambos caminaban juntos y en la compañía de su creador se mantenían muy unidos haciendo planes cada día. Este fue el primer matrimonio de nuestra creación.

Dios creo a Adán para que fuera muy feliz y viviera eternamente.
Eva y la serpiente
 3 Minutos de Lectura

Hace muchos millones de años, cuando Dios acababa de crear el universo, existía un jardín muy hermoso llamado el Edén. En este paraíso lleno de plantas y ores de todas las
clases, Adán y Eva vivían en compañía de todos los animales del mundo. Y como no conocían lo que era la maldad o la vergüenza, podían andar sin ropa y mirarse sin sentir
pena.

Nada más dejarlos en su jardín maravilloso, Dios les hizo una advertencia.

—Pueden comer lo que quieran de todos los árboles que hay aquí, excepto de aquel —y señaló un hermoso árbol cargado de frutas apetitosas—. Porque ese es el Árbol del
bien y del mal. Si comen de él, yo sabré que me desobedecieron y tendré que expulsarlos para siempre del Edén.

Adán y Eva prometieron que nunca tocarían ese árbol y se dispusieron a disfrutar de lo que tenían.

Pero Dios tenía un adversario que celoso de las cosas hermosas que había creado, ideó un plan para hacer que sus hijos le dieran la espalda. Transformado en serpiente, el
diablo se presentó en el Edén y arrastrándose por la tierra se dirigió a Eva.

—A ti nunca te había visto —le dijo ella con curiosidad.

—Eso es porque a Dios no le gustaría que hablara con ustedes.

—¿Y por qué no?

—Porque yo sé algo que les está ocultando —dijo la serpiente de manera astuta—. ¿Ves ese árbol que está allí? ¿No crees que sus frutos se ven deliciosos?

—Oh sí, pero no debemos comer de él —dijo Eva—, Dios lo prohibió. Es el Árbol del bien y el mal.

—Pues claro que él no quiere que coman de ese árbol, porque si lo hicieran, entonces serían tan inteligentes como él. Y no quiere que se conviertan en dioses. Tiene miedo de
que sean capaces de hacer todo lo que él hace y sean más brillantes que él.

—¿De verdad lo crees así?

—Por supuesto. Pero si comes de ese árbol, te aseguro que serás tan poderosa como Dios y podrás crear tu propio paraíso. ¿No te gustaría? ¿Por qué no pruebas un fruto?

Dudando, Eva se acercó hasta el árbol prohibido y arrancó una fruta que se veía realmente apetitosa. Animada por la serpiente le dio un mordisco y entonces, su mundo
cambio por completo. Convenció a Adán de que comiese de la fruta con ella y tras probarla, lo primero de lo que se dieron cuenta era de que les avergonzaba muchísimo su
desnudez.

Se cubrieron con hojas de árbol y se ocultaron de Dios, temerosos de que descubriera que lo habían desobedecido. Pero él ya lo sabía y se dirigió a los dos con tristeza.

—Les advertí que no comieran de ese árbol, pues les haría ver toda la maldad que existe fuera de este paraíso. Ahora no tengo más remedio que echarlos de aquí: ya saben lo
que es el pecado y tendrán que trabajar la tierra para pagar por lo ocurrido. Lo siento.

Adán y Eva salieron del Edén, y nunca regresaron.


Caín y Abel
 2 Minutos de Lectura

Cuando Adán y Eva pecaron, fueron expulsados del paraíso a causa de su desobediencia con Dios. Empezar a vivir fue muy duro, todo era diferente, para sobrevivir
necesitaban trabajar con sacri cio la tierra y protegerse de animales feroces y del clima. Ellos tuvieron hijos y los primeros se llamaron Caín y Abel.

Caín cuando creció fue un agricultor y Abel se hizo pastor de ovejas. Pero a medida que pasaba el tiempo Caín empezó a despreciar a su hermano por celos, El consideraba
que ser pastor de ovejas era poca cosa y cada vez que podía delante de todos y hasta de su padre, subestimaba a su hermano. Se quejaba de lo sacri cado que era ser
agricultor y vivía siempre amargado. Hubo un día en que estaban cenando y Caín no quiso que su hermano comiera, al ver la preocupación de sus padres por Abel, enojado se
levanto y se retiro entristeciendo a todos por tan mala actitud contra su hermano..

Un día los hermanos fueron con su padre Adán a entregar cada uno su ofrenda a Dios, después de terminada la oración, Dios mostró que la ofrenda de Caín no le era
agradable, e hizo muy evidente que la ofrenda de Abel si era aceptada. Esto enfureció mas a Caín contra su hermano. Su Padre le advirtió que debía sacar todo rencor de su
corazón para ser grato ante los ojos de Dios.

Una mañana estaban juntos los hermanos, y se puso a discutir con su hermano aparentemente sin ningún motivo. Abel no entendía la rabia que su hermano le demostraba, es
allí donde Caín descargo toda su ira contra Abel al punto de quitarle la vida. Cuando sus padres se dieron cuenta no le quedo más que huir, de pronto se le presento una voz
que venía del cielo y le dijo:

-¿Donde esta tu hermano?, era Dios quien preguntaba.

-¿Acaso soy guardián de mi hermano? respondió Caín.

-La sangre de tu hermano ha llegado a mi, le dijo Dios.

Así, Caín se fue a vivir al Este del Edén, donde formo un hogar y Dios lo bendijo con un hijo a quien llamo Enoc.
La Torre de Babel
 3 Minutos de Lectura

¿Te acuerdas del gran diluvio y el arca que Noé construyó para salvar a los animales? Luego de que Dios enviara las lluvias para borrar toda maldad de la Tierra, prometió que
nunca más haría algo igual para acabar con los hombres. Porque ahora ellos eran buenos y los amaba a todos.

Por muchos años, los hijos de Noé convivieron en paz y engendraron a nuevos generaciones, que llegaron a crecer hasta convertirse en un poblado muy numeroso. Entre
estas personas destacaba uno de los bisnietos de Noé, que se llamaba Nemrod.

Lamentablemente, él no era bondadoso como su bisabuelo. El mal había a orado en él convirtiéndolo en un sujeto arrogante y muy problemático. Mataba más animales de
los que necesitaba comer por pura diversión, y también a los hombres que no estaban de acuerdo con él. Todos lo temían y por su carácter violento, no había nadie que se
atreviera a contradecirlo.

A Dios no le agradaba Nemrod, pues de nuevo estaba corrompiendo al resto de los humanos.

Un día, Nemrod fue coronado rey de Babel, la ciudad que habían construido entre todos y quiso llevar a cabo un ambicioso proyecto.

—Vamos a construir una torre grandísima —dijo él—, tan grande que va a tocar el cielo y entonces estaremos cara a cara con Dios. ¡Nos convertiremos en seres semejantes a
él! ¡Seremos dioses y no habrá poder más grande que el nuestro!

Dios vio esto con malos ojos, pues Nemrod y los suyos no construían la torre con buenos propósitos, sino para vanagloriarse a sí mismos.

Comenzaron pues apilar ladrillos incansablemente, yendo y viniendo, acarreando materiales de todo tipo y elevando cada vez más aquel edi cio monstruoso, mientras
Nemrod se regocijaba en su soberbia. Y llegó el momento en el que Dios quiso ponerle n a tal sinsentido.

En ese entonces, todos los hombres que habitaban Babel hablaban el mismo idioma. Pero Dios provocó que la gente comenzará a hablar en distintas lenguas y la confusión se
apoderó de la ciudad.

Como las personas ya no se entendían entre sí, poco a poco dejaron de construir la torre y Nemrod no podía creer lo que estaba sucediendo. Intentó ordenar que sus
súbditos volviesen a trabajar, pero ya ni siquiera su propio ejército lo comprendía. El trabajo quedó sin concluir y Babel se transformó en Babilonia, que quiere decir «enredo».

La gente que hablaba el mismo idioma se empezó a reunir en grupos y así, poco a poco fueron emigrando de Babilonia para vivir en otras partes del mundo, donde pudieran
comprenderse entre sí.

Es por eso que hasta el día de hoy, nuestro planeta se encuentra separado por las lenguas. Afortunadamente ahora nos comprendemos mejor que antes, pues podemos
aprender el idioma de los demás o traducirlo con la tecnología que tenemos a la mano.

Pero no por eso hay que olvidarnos de la enseñanza de esta historia: no está bien dejarnos arrastrar por la vanidad. Antes de hacer las cosas por la fama, es mejor hacerlas
por amor.
El arca de Noé
 3 Minutos de Lectura

Cuento infantil basado en una historia de la Biblia.

Hace miles de años, después de que la Tierra se poblara tras los primeros descendientes de Adán y Eva, los hombres y mujeres del mundo se vieron corrompidos por el mal
que había traído el pecado. Mentían, robaban y se mataban entre ellos sin escuchar a su corazón. Eran crueles con los indefensos y mencionaban el nombre de su creador en
vano.

Dios, al ver esto, decidió que tenía que limpiar nuestro planeta de todas aquellas personas malvadas para que la vida volviera a comenzar de nuevo.

Entre todos ellos solamente había un hombre justo y bueno, que aun lo amaba con todo su corazón. Su nombre era Noé y una noche, Dios le habló en un sueño.

—Voy a mandar un diluvio a la Tierra, que borrara toda señal de vida —le dijo—, pero tú y tu familia podrán salvarse. Quiero que construyas un arca enorme, en la que puedas
entrar con tus seres queridos y una pareja de cada animal que exista en el mundo. Solo así podrán sobrevivir cuando las aguas suban.

Al despertar, Noé llamó a sus hijos y se pusieron inmediatamente manos a la obra, erigiendo un arca de descomunales dimensiones.

Cuando la gente los veía, se burlaba de ellos porque pensaba que estaban locos.

—¡Vaya dementes! Construir un arca tan grande cuando hace años que no llueve por aquí —decían—, ¿qué tonto es Noé!

Pero él seguía trabajando incansablemente para complacer a Dios. Nadie le creía cuando explicaba que se acercaba un diluvio inmenso. Sin embargo, llegó el día marcado por
el señor y Noé abrió las puertas de su arca de par en par.

Y de todos los rincones del mundo, llegaron animales en parejas de macho y hambre, desde el más diminuto hasta el más enorme.

Una vez que estuvieron todos en el barco, Noé llamó a su familia y entró con su esposa, sus hijos, las mujeres de estos y sus nietos. Cerraron el arca y esperaron en tanto
afuera, las personas continuaban insultándolos y pecando.

Entonces la primera gota cayó del cielo y se desató un diluvio que duró cuarenta días y cuarenta noches.

Toda la gente pereció bajo las aguas, que cubrieron ciudades, pueblos y montañas. En medio de la tempestad, el arca de Noé navegaba contra la corriente y sus ocupantes no
dejaban de rezar a Dios para que los mantuviese a salvo.

Cuando el diluvio terminó, el navío se quedó varado en la punta del monte Ararat y Noé soltó una paloma blanca para ir a explorar el lugar.

Las aguas descendieron y la palomita volvió con una rama de laurel en su pico.

—Es una señal de que podemos descender —dijo Noé—, ¡Dios se ha apiadado de nosotros!

Todos los animales salieron en tropel para volver a repoblar la tierra y Noé, junto con su familia, encendieron una hoguera para darle las gracias a Dios. Entonces él hizo
aparecer un arcoiris en el cielo, en reconocimiento a la bondad de Noé.
Abraham y Sarah
 3 Minutos de Lectura

Hace mucho tiempo, vivía en la Tierra un hombre llamado Abram, el cual era muy devoto de Dios. Cada mañana al levantarse, no se olvidaba de agradecerle por todas las
bendiciones que le había dado y porque nunca nada le faltaba. Un día, él conoció a una mujer llamada Sarai de la que se enamoró profundamente, pues ella también era una
persona agradecida y con mucha fe.

Ambos se casaron y decidieron formar una familia. Lamentablemente el tiempo pasaba y no conseguían quedarse embarazados. Esto preocupó muchísimo a Abram, pues le
preocupaba envejecer sin tener descendencia.

«¿Ahora a quién le voy a heredar todas mis cosas cuando muera?», se preguntaba angustiado.

Entonces Dios, al darse cuenta de su angustia, le hizo una promesa.

—¿Puedes contar todas las estrellas que hay en el cielo? —le preguntó.

—No puedo, pues son demasiadas —respondió Abram.

—Pues así como hay tantas estrellas en las alturas, así mismo vas a tener muchos hijos.

Al escuchar esto, Abram decidió que no iba a perder las esperanzas. A partir de ese momento decidió cambiarse el nombre por el de Abraham, que quiere decir «el padre de
muchos pueblos» y Sarai se cambió el suyo por el de Sarah, que signi ca «princesa».

Los años pasaron y Abraham cumplió noventa años. Siendo tan viejo, parecía que nunca podría ser padre y pensó que Dios se había olvidado de su promesa. Entonces, cierto
día llegaron tres viajeros hasta su casa, para pedir posada. Abraham los recibió con mucha amabilidad y les dijo que se sentaran a la mesa, llevándoles pan, leche y carne.

Cuando los desconocidos terminaron de comer, le preguntaron en donde se encontraba su esposa.

—Ella está durmiendo en la habitación —respondió Abraham, un poco extrañado.

Entonces uno de los viajeros le habló.

—Acuérdate muy bien de lo que te estoy diciendo: en un año voy a regresar a visitarte y para entonces, tú ya habrás tenido un hijo.

Aquello fue tan inesperado para Abraham que se echó a reír enfrente de sus invitados. ¿Cómo iba a ser eso posible, si él y su esposa eran ya unos ancianos? Seguramente
aquel extraño quería jugarle una broma.

Esa noche decidió no darle más importancia a sus palabras y preparó la cama para que los viajeros durmieran. Por la mañana le dieron las gracias y partieron muy temprano,
pero Abraham no dejaba de pensar en lo que le había dicho aquel joven. Él no lo sabía, pero ese viajero que le había hablado era en realidad el mismo Dios, que había
adoptado forma humana para recordarle que no se había olvidado de él.

Poco después Sarah se enteró de que estaba embarazada y su esposo se sintió maravillado al comprobar el poder del creador.

Juntos tuvieron a ese hijo, al que llamaron Isaac. Años después, cuando Isaac creció, se casó y logró tener una gran descendencia de la que se formaron las primeras tribus de
Israel. Y así fue como Abraham realmente, se convirtió en el padre de numerosos pueblos.
El sacrificio de Isaac
 3 Minutos de Lectura

Cuenta la Biblia que existía un hombre muy bueno y justo, llamado Abraham. Él siempre con aba en Dios por sobre todas las cosas, jamás cuestionaba sus designios y se
preocupaba de ser amable con las personas que le rodeaban.

Abraham tenía una mujer, Sarah, con la cual por mucho tiempo había deseado tener un hijo. Pero los años pasaban y ambos se hacían cada vez mayores sin experimentar el
regalo de la paternidad.

Hasta que llegó el día en que Dios se apiadó de ellos e hizo que Sarah concibiera a un hermoso varón, al que llamaron Isaac. Desde el primer momento, Abraham amó a ese
niño más que a su vida misma y se propuso enseñarle a ser un joven de bien, obediente al Señor y bondadoso con los otros.

Cuando Isaac creció, era un siervo tan devoto de Dios como su padre mismo. Ambos se tenían mucha con anza e Isaac jamás reclamaba cuando Abraham le ordenaba hacer
algo.

Un día, el creador quiso poner a prueba la fe de Abraham pidiéndole algo terrible.

—Abraham —le habló desde lo alto del cielo—, quiero que tomes a tu hijo y suban juntos hasta el monte más alto de tus tierras. Allí, tendrás que sacri carlo en mi nombre.

Abraham, muy consternado y lleno de tristeza, se retiró a buscar a su hijo sin atreverse a replicar. Él siempre decía que el Señor sabía porque hacía sus cosas y no iba a
empezar a cuestionar sus designios.

Llamó pues a Isaac y le dijo que irían a construir un altar en lo alto de una montaña. Al llegar hasta la cumbre, colocaron ramas para encender una hoguera, pero el muchacho
se extrañó al ver que no habían llevado ningún animal con ellos.

—Padre, ya tenemos fuego y leña, ¿pero dónde está el cordero?

—No te preocupes, hijo. Dios nos lo proveerá.

Y siguieron avivando el fuego. Cuando terminaron, Abraham ató las manos de su hijo, lo colocó en el altar y sacó su cuchillo para sacri carlo. Pero antes de que pudiera
tocarlo, Dios le volvió a hablar.

—¡Alto, Abraham! —le dijo— No sacri ques al muchacho. He visto en tu corazón y me he dado cuenta de que no hay dudas en él. Por eso debes tener la dicha de ver crecer a
tu primogénito.

Dios alumbró entonces un matorral en las cercanías y allí, Abraham vio a un precioso carnero cuyos cuernos se habían enredado en las ramas. Llenó de felicidad, desató a
Isaac y entre los dos cogieron al animal para sacri carlo en nombre del Señor.

Aquel premio era la prueba de que Dios estaba contento con la lealtad de Abraham.

Él en ningún momento había dudado de sus órdenes, había mencionado que él les proveería el cordero y así había sucedido.

Cuando Isaac y él volvieron a casa, se juraron que jamás olvidarían la lección tan grande que el creador les había dado. Abraham vivió una larga vejez, contemplando crecer a
su hijo y a los numerosos nietos que más adelante tuvo.
Lot y su familia
 3 Minutos de Lectura

Hace miles de años, existieron en la tierra dos ciudades hermanas llamadas Sodoma y Gomorra. Estas habían caído en la desgracia al alejarse de los mandamientos de Dios,
pues en ellas habitaban todos los pecados del mundo y su población estaba perdida. Allí, los hombres robaban, maldecían, se embriagaban y se mataban entre ellos. Las
mujeres hacían lo mismo olvidando todo acto de amor hacia el prójimo. Y todos adoraban a falsos ídolos, entregándose al camino del mal.

Pero entre esta gente que tenía el corazón tan negro, vivía Lot, un hombre muy justo que había convivido con Abraham y tenía una bella esposa y dos hijas.

A pesar de la maldad que lo rodeaba, Lot se las había arreglado para mantener su corazón puro, y siempre le pedía a su familia que tratara con respeto y bondad a los demás.
Sin embargo, era peligroso que permanecieran allí, pues Dios había decidido destruir esas ciudades por su reprobable comportamiento.

Así que él envió a dos de sus ángeles para advertir a Lot y a sus mujeres.

Cuando llegaron a la Tierra, se veían como dos jóvenes hermosos y de ojos amables. Juntos recorrieron la ciudad hasta llegar a casa de Lot, que reconoció en ellos a dos
enviados del cielo. Les ofreció entrar en su casa para descansar y preparó todo un banquete para ellos. Coció unos panes con sus propias manos y luego les lavó los pies.

—Quédense esta noche a dormir y mañana podrán continuar su camino —les dijo, antes de que alguien tocara bruscamente la puerta.

Eran los habitantes de la ciudad, que habían visto pasar a los forasteros y querían hacerles daño.

—¡Abre la puerta, Lot! ¡Sabemos que estás escondiendo a esos extranjeros! —gritaban.

Lot salió de su casa y le suplicó a la turba que no hiciera daño a sus invitados. Pero los hombres no lo quisieron escuchar y se acercaron más a la puerta para romperla.
Entonces, uno de los ángeles volvió a meter a Lot en la casa y le hizo una advertencia.

—Lot, debes tomar a tu familia e irte, pues las ciudades de Sodoma y Gomorra van a ser destruidas. La gente que habita aquí tiene demasiada maldad en su corazón como para
poder salvarse —le dijo—. Pero tú eres bueno y Dios quiere salvarte por haberte mantenido justo. Así que vete, vete con tus hijas y esposa.

Prepararon pues todo lo que pudieron y escaparon por una ventana, pero antes de irse, los ángeles les advirtieron que no miraran atrás ni una sola vez.

Una lluvia de fuego descendió sobre Sodoma y Gomorra, destruyéndolas y matando a todos sus habitantes. Lot y sus hijas se apresuraron a alejarse sin voltearse a ver, pero la
esposa del buen hombre no resistió la tentación y observó como aquellas ciudades eran arrasadas. Su cuerpo se convirtió en una estatua de sal.

Solo Lot y sus hijas pudieron salvarse, pues además de ser buenos habían mostrado su obediencia a Dios. Y Lot vivió muchos años con gran dicha.
Isaac y Rebeca
 3 Minutos de Lectura

Como bien sabrás si leíste la historia del sacri cio de Isaac, él era el hijo más querido y obediente de Abraham, gracias al cual pudieron demostrar cuanto amaban y con aban
en Dios. Después de aquel instante tan difícil para ambos, volvieron a casa y vivieron muchos años en completa paz, al lado de Sara, la mujer de Abraham y madre de Isaac.

Pero el tiempo pasó y Abraham, al ver que su hijo ya se estaba haciendo un hombre, consideró que lo mejor sería buscarle una esposa.

Él no quería que se casara con ninguna de las mujeres que habitaban en Canaán, la tierra donde ellos vivían, pues todas ellas adoraban a dioses falsos y no tenían los valores
de compasión y amor por el prójimo, que Dios les había enseñado a ellos. Así que mandó llamar a uno de sus siervos y le dio las siguientes indicaciones:

—Quiero que viajes hasta Harán, donde viven mis parientes y me traigas a una novia para Isaac.

De inmediato, el siervo preparó diez camellos y salió con ellos para hacer el largo viaje a través del desierto. El recorrido duró largos días y para cuando estuvo en Harán,
estaba sediento y afectado por el calor. Por suerte a esas horas, las mujeres de Harán ya habían salido a buscar agua para sus familias y estaban todas reunidas en los pozos.

El servidor de Abraham elevó una oración al cielo y le habló así a Dios:

—Padre celestial, tú que todo lo ves, haz que la mujer que me sirva agua a mis camellos y a mí, sea la que tú has escogido para casarse con Isaac.

En ese momento llegó Rebeca, una joven muy linda y piadosa, que llevaba cántaros para recoger agua para su familia. El siervo le preguntó si podía darle de beber y ella se
apresuró a conseguirle agua. Se esforzó mucho para saciar su sed y la de sus camellos, que son animales muy grandes y difíciles de satisfacer.

Al nal Rebeca terminó exhausta, pero aun así se mostró amable cuando el viajero le preguntó si podía quedarse en su casa y cual era el nombre de su padre.

—Mi padre se llama Betuel —le contestó Rebeca y el siervo se sorprendió, pues ese era el nombre del hermano de Abraham—, y no te preocupes, tenemos espacio en casa
para ti.

Tras escuchar estas palabras, supo que Dios lo había guiado con bien hasta casa de los parientes de su amo y le dio las gracias.

Luego de conocer a Betuel y a su familia, este estuvo de acuerdo en que Rebeca se casara con Isaac y ella aceptó volver con él a Canaán, para conocer a su prometido. Al
llegar, lo primero que vieron fue a Isaac en el campo, dando un paseo. Cuando los novios se vieron, supieron que estaban destinados a estar juntos y ciertamente, Isaac llegó a
amar mucho a Rebeca. Los dos fueron muy felices y siempre estuvieron agradecidos con Dios por dejarles compartir ese inmenso amor que se tenían.
Las lentejas de Ésau
 3 Minutos de Lectura

Había una vez dos gemelos llamados Ésau y Jacob, que eran hijos de Isaac y Rebeca, y nietos de Abraham, el gran padre de las doce tribus de Isreal. Ésau, el mayor, era un
cazador muy hábil y el favorito de su padre, pues gracias a sus habilidades con el arco y la echa, siempre podía proveer a su familia de buenas presas para comer.

Rebeca sin embargo, tenía como favorito a Jacob, pues tenía un carácter más dulce y tranquilo. Nunca le importaba ayudarle con las tareas de la casa y era amable con todo el
mundo.

Aunque tenían personalidades muy diferentes, ambos eran muy buenos amigos. Pero Ésau, por ser quien había nacido primero, sería quien recibiera la bendición de su padre
para poseer todas las tierras que le pertenecían, algo que él consideraba un gran honor.

Un día, volviendo de cazar, Ésau se encontró muy hambriento. Tanto así, que no quería esperar a que su madre guisara los animales que había cazado.

Entrando a su casa se encontró con Jacob, que estaba a punto de comer un delicioso plato de lentejas. Las lentejas estaban tan calientitas y despedían un olor tan suculento,
que inmediatamente hicieron gruñir el estómago del gemelo mayor.

—¿Qué quieres por ese plato de lentejas? —le preguntó a su hermano, sin despegar la vista de su comida.

Jacob se lo pensó un momento.

—Quiero que me cedas tu derecho como primogénito a recibir la bendición de padre. Si te doy mis lentejas, en el futuro seré yo quien herede todas sus tierras.

—Trato hecho —dijo Ésau sin pensarlo mucho y abalanzándose sobre las ricas lentejas, que comió con gran deleite.

Obviamente no había tomado en serio lo dicho por su hermano.

Pero cuando años después, llegó el momento de asumir su herencia, su padre se dirigió a Jacob en vez de a él y eso lo enfureció muchísimo. Tomó su arma para matar a su
hermano y al ver esto, su madre se preocupó mucho. Rebeca entonces se dirigió a Dios para que actuara sobre el corazón de su hijo, recordándole lo mucho que amaba a su
hermano.

—Por favor Señor, no permitas que Ésau cometa el peor pecado de todos.

Al llegar a casa de su hermano y verlo tan contento por su herencia, Ésau no tuvo valor de acabar con su vida. No recordaba la última vez que lo había visto tan feliz.

Desechó entonces todo el odio y la envidia que habían entrado en su corazón, y felicitó a su hermano por sus nuevas tierras, respetando el acuerdo que habían hecho. Y como
Jacob también lo amaba, aceptó que Ésau siguiera viviendo en sus terrenos y siguieron siendo hermanos y buenos amigos.

Tiempo después, Jacob viajó a las tierras de Harán y se casó con una mujer muy bondadosa que vivía allí, como le había aconsejado su padre.

Los dos tuvieron varios hijos a los que siempre les inculcaron amarse los unos a los otros, como Dios mandaba hacer a todos los hombres.
José el soñador
 3 Minutos de Lectura

Este cuento corto para niños está basado en una historia de la Biblia, que habla sobre un muchacho que era capaz de interpretar los sueños.

Hace miles de años había un hombre muy justo y bueno, descendiendo de Abraham, el cual se llamaba Jacob. Él había llegado a tener trece hijos, a los cuales quería con toda
su alma. Su favorito sin embargo era el menor de todos, llamado José. Él era un joven muy alegre y que tenía el don de interpretar los sueños. Cuando se padre se dio cuenta
de ello, decidió hacerle un hermoso regalo.

Hizo que le tejieran una bonita túnica que tenía todos los colores del arcoiris. Al darse cuenta de esto, sus hermanos sintieron mucho remordimiento contra él y empezaron a
odiarlo.

Las cosas empeoraron cuando un día, José les contó dos sueños que había tenido.

—En ambos vi como todos ustedes se inclinaban ante mí —dijo, sin afán de molestarlos, pues él siempre hablaba con la verdad.

No obstante, los muchachos se sintieron enfurecer con esta información y pensaron que José se estaba volviendo muy arrogante. Como ya no soportaban ver todas las
atenciones que su padre tenía con él, empezaron a buscar una manera de quitarlo del camino.

Mientras todos se encontraban cuidando las ovejas de su padre, uno de ellos sugirió que lo mataran.

—No, no podemos hacer eso —dijo Rubén, el mayor de los trece—, hay que arrojarlo en el pozo de agua, que está seco. Ya pensaremos que hacer con él.

Y dicho y hecho, José fue arrojado a lo más profundo del pozo hasta que la noche cayó.

Por más que gritó y pidió ayuda para que los otros lo sacaran, todos sus lamentos fueron ignorados y pronto se cansó de llamarlos. Se sentó pues en un rincón del pozo.

Al rato regresaron sus hermanos con unos ismaelitas a los que se habían encontrado en el camino, los cuales habían aceptado darles veinte monedas de plata a cambio de su
hermano, quien fue llevado como esclavo a Egipto. ¡Qué trato tan cruel por parte de su propia sangre!

Los hermanos de José tomaron la túnica de colores que se había quedado en el pozo. Mataron a un carnero y la rasgaron, empapándola en la sangre del animal para engañar a
su padre.

—Cuando estábamos cuidando a las ovejas, una bestia apareció y embistió a José matándolo al instante —le contaron, mostrándole las vestiduras ensangrentadas—, no
pudimos hacer nada para salvarlo. Lo único que nos quedó de él, fue la túnica que con tanto cariño mandaste hacer para él.

Cuando Jacob vio la túnica de José, se puso a llorar amargamente, lamentándose por no haberlo protegido mejor. Al verlo tan mal, el resto de sus hijos sintieron cierto
remordimiento pero ya era demasiado tarde. José iba de camino a Egipto para servir a un hombre muy poderoso.

Él aun no lo sabía, pero Dios tenía un plan para él y en esa tierra, encontraría el destino con el que tanto había estado soñando.
José en Egipto
 3 Minutos de Lectura

Después de ser vendido como esclavo por sus hermanos, José fue a parar a Egipto, en donde lo compró un hombre llamado Putifar, quien era funcionario del faraón. Putifar
era un buen hombre, que empleó al muchacho como su mayordomo. Como José hacía un muy buen trabajo en su casa, pronto se ganó su con anza y llegó a estar a cargo de
los demás empleados.

Pero ocurrió que la esposa de Putifar, una mujer muy perversa, se enamoró de José y quiso convencerlo de que tuvieran una aventura a espaldas de su marido. Él sin
embargo, le era muy el a Putifar y la rechazó, provocando su ira.

En venganza, la mujer lo acusó de haberla golpeado y José fue enviado al calabozo, donde conoció al jefe de los coperos del faraón.

—He tenido un sueño sumamente extraño —le dio él un día—, que lleva acosándome varias noches y no sé lo que signi ca.

Cuando José lo escuchó, le pidió que le contara su sueño y lo interpretó a la perfección. Tanto así, que cuando el copero salió de la cárcel, le prometió hablarle al faraón sobre
su maravilloso talento para saber el signi cado de los sueños.

Así pasaron los años y un día, José fue sacado del calabozo y llevado ante el faraón para analizar un sueño muy inquietante que había tenido.

—Llevó días soñando lo mismo —le dijo el faraón—, primero veo que siete vacas muy gordas salen del Nilo. Después, otras siete vacas aquísimas van detrás de ellas y se las
comen. Luego veo siete cosechas de trigo muy abundantes y hermosas, seguidas de siete cosechas secas. ¿Qué quiere decir todo esto?

—Las vacas gordas y las cosechas abundantes, signi caban que Egipto va a prosperar durante los próximos siete años —le contestó José—. Pero las vacas acas y las cosechas
secas, quieren decir que los siete años siguientes va a sufrir una gran sequía, que traerá consigo la hambruna y la enfermedad. Por eso es que usted debe almacenar tanto
grano como pueda para esos tiempos de escasez, Dios le está advirtiendo para que cuide a su pueblo.

El faraón se quedó tan impresionado con la interpretación de José, que desde ese entonces se convirtió en su principal consejero. Además, obtuvo el perdón de Putifar, quien
nalmente se había dado cuenta de la trampa que le había tendido su esposa.

Durante los años de abundancia, José se convirtió en el administrador de los almacenes del faraón, encargándose de guardar alimentos para los tiempos malos que vendrían.

Cuando los siete años de abundancia se terminaron, Egipto sufrió una sequía muy extrema que hizo que las cosechas dejaran de crecer. Por suerte contaban con su cientes
provisiones como para alimentar a la población entera e incluso vender grano a las tribus de las afueras.

Un día, José vio llegar a doce hombres que necesitaban alimento, ¡eran sus hermanos! Y cuando lo vieron, ninguno de ellos lo reconoció.

Este cuento para niños está basado en la historia bíblica de José, en el libro del Génesis.
La copa de José
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Cuando José el soñador se convirtió en el administrador principal del faraón en Egipto, muchas personas extranjeras llegaron para comprar algo del grano que habían
almacenado en sus arcas. Entre ellos, José reconoció a sus hermanos, quienes hace años lo habían vendido como esclavo. Muy sorprendido de verlos allí, se dio cuenta de que
ellos no lo habían reconocido.

Entonces quiso ponerlos a prueba, para ver si seguían siendo tan malvados como antes.

—Estos hombres son extraños que han venido a robar nuestros suministros —los acusó—, ¡haré que los arresten de inmediato!

Rubén, el mayor de ellos, le suplicó que no lo hiciera.

—No es así, señor mío. Nosotros no somos ladrones —le dijo—, somos personas honradas que están dispuestas a pagar por un poco de comida. Mis hermanos y yo hemos
venido desde muy lejos; había uno más entre nosotros, pero hace tiempo que murió. Ahora, el más joven de nosotros se ha quedado en casa con nuestro padre.

José sintió una mayor sorpresa al saber que su padre, Jacob, había tenido otro hijo y lo quiso conocer.

—Si dicen la verdad, me traerán a ese hermano suyo para comprobar que no son ladrones. Y mientras tanto, uno de ustedes se quedará aquí encarcelado.

Los guardias arrestaron a Simeón, uno de sus hermanos y lo condujeron al calabozo. Sin más remedio, el resto tuvo que regresar a casa para traer a Benjamín, su nuevo
hermano mejor y el hijo predilecto de Jacob, quien no quería dejarlo ir por temor a perderlo.

Pero cuando se dio cuenta de que la libertad de Simeón estaba en peligro, lo dejó marchar, muy angustiado.

Los hermanos presentaron a Benjamín con José y este ordenó entonces que liberaran a Simeón. Luego los invitó a todos a un gran banquete y mientras comían y bebían, José
le dio una indicación a uno de sus sirvientes.

—Coge mi copa de plata y métela en el saco de Benjamín.

Obedeció el siervo y cuando su familia estaba a punto de irse, José ordenó que los registraran, pues su copa de plata había desaparecido.

Al encontrarla en el saco de Benjamín, ngió enfadarse y lo apuntó con el dedo.

—¡Tú, muchacho! ¡Por ladrón, tendrás que quedarte aquí a servir como esclavo!

Sus hermanos, pálidos al saber que Jacob se moriría de tristeza si regresaban sin Benjamín, rápidamente trataron de impedirlo.

—¡Toma a cualquiera de nosotros como tu nuevo siervo! —le suplicaron— Pero permite que Benjamín regrese a casa.

—¿Están todos dispuestos a ocupar el lugar de su hermano menor, a pesar de ser el favorito de su padre? —preguntó José.

Y cuando ellos respondieron que sí, se dio cuenta de que habían cambiado y ya no había maldad en sus corazones. Les reveló entonces quien era y sus hermanos, muy
arrepentidos, le pidieron perdón por lo que había ocurrido años atrás.
José volvió a reunirse con su padre Jacob y a partir de entonces, a su familia no volvió a faltarle nada.
Los israelitas en Egipto
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Ya sabemos que hay un cuento corto de la Biblia que habla sobre José el Soñador, un joven al que Dios le había dado el poder de interpretar los sueños. Gracias a su habilidad,
José se llegó a convertir en el hombre de mayor con anza del faraón en Egipto y el más importante después de él. Como era administrador del palacio, José decidió invitar a
su familia y a otros israelitas a vivir con él en aquella tierra donde no les faltaría nada.

Pero dicen por ahí que nada dura eternamente y aunque José y los suyos fueron felices por muchos años, llegó el día en el que él falleció y la gente de Israel dejó de contar con
su protección.

El faraón que era su amigo también había muerto y ocupó el trono en su lugar, un hombre muy malvado que no quería a los israelitas. De modo que los condenó a ser esclavos
y así, dio inicio una nueva era de sufrimientos para ellos. Trabajaban todo el día sin descanso alguno, trasportando pesadas piedras y apilándolas para formar grandes
pirámides y e gies, todo ello bajo la ardiente luz del sol y los gritos de los guardias egipcios.

Lamentablemente, tampoco les daban nada para beber y tenían que soportar los maltratos y azotes de sus nuevos amos. El nuevo faraón realmente odiaba a los hijos de
Israel.

Él con aba en que los trabajos forzados los hicieran demasiado débiles como para rebelarse. Pero cuando comenzó a notar lo rápido que crecían sus familias, tuvo miedo de
que un día fueran demasiados como para superar a su pueblo en número y recuperar su libertad.

Así que Faraón dio una orden terrible a las mujeres israelitas:

—De ahora en adelante, todos los hijos varones que nazcan de ustedes tendrán que ser sacri cados.

Pero ellas, como todas las madres amorosas, eran buenas y se negaron a matar a sus propios hijos. Así que el gobernante se volvió hacia sus soldados con una orden aún más
espantosa.

—Entren a las casas de los israelitas y arrebaten a todos los niños varones y pequeños que encuentren. Luego maténlos. Solos las niñas podrán vivir.

El pánico se desató en Egipto. Las mujeres de Israel, desesperadas, pedían piedad ante los soldados y trataban de proteger a sus bebés en vano. Estas personas eran tan malas
que se los quitaban sin compasión y terminaban con ellos. Muchas lágrimas fueron derramadas aquel triste día.

Sin embargo, había entre las madres una valiente mujer que se negaba a dejar que su hijo recién nacido fuera sacri cado. Escapando de los soldados con su bebé en brazos, lo
envolvió en mantas y lo colocó en una cesta que dejó en el río, con ando en que Dios escucharía sus plegarias y le salvaría la vida.

Ella no sabía que Dios no solo la había escuchado, sino que tenía un destino muy especial reservado para aquel bebé. Pues algún día, ese niño regresaría con los suyos para
liberarlos de la tiranía de los egipcios.
La salvación de Moisés
 3 Minutos de Lectura

Anteriormente hablamos sobre la historia de los israelitas y como después de vivir un período de prosperidad en Egipto, cayeron en desgracia y fueron esclavizados por el
Faraón. Este hombre tan malvado temía que ellos se revelaran y fue por eso que ordenó matar a todos los varones recién nacidos. Pero una madre amorosa logró salvar a su
bebé, colocándolo en una cesta que dejó otando a la deriva por el río Nilo.

Ella tenía con anza en que Dios salvaría a su bebé y lo guiaría hasta un lugar donde nadie pudiera hacerle daño. Y así fue.

Mientras el bebé se alejaba en su canasta, Miriam, una de sus hermanitas, lo siguió por la orilla hasta llegar a las cercanías del palacio, vigilando que no le ocurriera nada.

Aquel mismo día, la hija del Faraón había ido a bañarse al río junto con sus doncellas. Mientras nadaba en las aguas, se dio cuenta de que un cesto extraño otaba cerca de ahí
y ordenó a una de sus criadas que fuera a ver de que se trataba.

Esta destapó la canasta y fue a informarle que dentro había un bebé.

—Qué bebe tan bello y dulce —dijo la princesa, tomando al pequeño entre sus brazos—, seguramente es de uno de los israelitas.

Y a pesar de suponer sus orígenes, la muchacha sintió tanta amor y compasión por el pequeño, que no osó hacerle daño. Al ver esto, Miriam se atrevió a salir de su escondite y
se acercó a ella:

—¿Quieres que consiga a una mujer de mi pueblo para que pueda amamantar a ese bebé? —le preguntó.

—Sí, ve y habla con alguna para que venga a darle de comer —dijo la princesa.

Miriam fue a buscar a su madre y esta se presentó en palacio para amamantar al bebé, sin que la hija del Faraón sospechara que se trataba de su propio hijo.

—Por favor, ayúdame a amamantar a este niño y te pagaré generosamente por tus servicios —le pidió.

El pequeño fue amamantado por su madre, quien con gran dolor se resignó a que de ahora en adelante tendría que crecer lejos de ella. Pero se consolaba al pensar que no
moriría como los otros bebés.

Y la princesa, quien ya contaba con un niño llamado Ramsés, decidió tomar a aquel pequeño bajo su protección y adoptarlo como un hijo más. Afortunadamente, el Faraón le
dio permiso para quedarse con él, a pesar de sospechar sus orígenes.

Le pusieron al bebé el nombre de Moisés, que quiere decir, «salvado de las aguas».

Moisés, a diferencia de sus hermanos israelitas, creció como un príncipe, sin conocer cuan dura era la esclavitud. Él no sabía que era uno de ellos, pues su familia siempre lo
trató como a uno más de la realeza. Al crecer, se convirtió en un joven despreocupado e ignorante del mundo que había más allá de las puertas de palacio.

Él aún no lo sabía, pero Dios tenía un plan muy especial preparado para él y estaba a punto de comenzar.
El becerro de oro
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Hace muchos miles de años, el pueblo de Israel era muy infeliz, pues los egipcios los usaban como esclavos y mataban a sus niños. Pero gracias a un hombre de Dios llamado
Moisés, todos los hebreos pudieron recuperar su libertad y viajar a través del desierto hacia la Tierra Prometida, un lugar en donde nunca más tendrían que servir a nadie y
serían sumamente prósperos.

Antes de hacer ese gran viaje, Moisés los reunió a todos en las faldas del Monte Sinaí y les indicó que lo esperaran, pues debía subir para recoger los mandamientos del Señor.

Todos estuvieron de acuerdo.

Sin embargo, pasaron las horas y Moisés no regresaba del monte. Las personas comenzaron a impacientarse, pensando que los había abandonado.

—No tenemos idea de que puede haber pasado con Moisés —se dijeron los unos a los otros, desamparados—. Será mejor que nos construyamos un nuevo dios al que adorar,
un dios que nos indique como salir del desierto.

En ese momento Aarón, el hermano de Moisés, tuvo una idea.

—Todos quítense sus pendientes de oro y dénmelos a mí —dijo—, voy a derretir todo el metal y con él, haremos el más hermoso becerro que se haya visto.

Los israelitas reunieron todas sus joyas y Aáron les derritió hasta convertirlas en metal líquido. Con ese, ayudó a esculpir un gran becerro, que resplandecía como el sol.

Cuando su gente vio esto, todos se quedaron tan deslumbrados por la belleza del animal que de inmediato comenzaron a adorarlo, entonando canciones y arrodillándose
ante él como si fuera su nuevo dios. Y Dios, al darse cuenta de esto, se disgustó muchísimo por la falta de fe de su pueblo.

—Será mejor que bajes ahora mismo —le dijo a Moisés—, pues las personas se desesperaron al no verte regresar y ahora están haciendo terrible.

Moisés bajó a toda prisa del monte con los 10 mandamientos, los cuales habían sido plasmados en un par de tablas sagradas y hechas de piedra. Esto sin embargo, no pudo
evitar que se rompieron cuando Moisés las estrelló contra el suelo. Y no era para menos, pues estaba muy enojado de ver cuan poca era la lealtad que su pueblo tenía hacia
Dios.

—Dios no quiere que adoremos a los falsos dioses, él nos ama y solo nos pide el mismo amor a cambio —dijo, antes de derretir el becerro de oro—. Hoy, ustedes han hecho
algo muy malo. Él se siente muy decepcionado de todos.

A partir de ese momento y muy avergonzados, los hebreos prometieron que serían más eles, y que seguirían al pie de la letra los 10 mandamientos creados por Dios, para
ser siempre personas de bien.

Lo que este cuento infantil acaba de enseñarnos, es que no está bien darle la espalda a nuestro verdadero padre celestial, quien nos ama y quiere lo mejor para nosotros.
Cuando depositas tu con anza en otras cosas como las riquezas y la fama, corres el riesgo de olvidarte de lo más importante: el amor entre tú, Dios y tus seres queridos.
Moisés y los 10 Mandamientos (Resumen)
 4 Minutos de Lectura

Moisés era un niño que nació en Egipto, era perteneciente a la tribu de Leví y su nombre signi caba «salvado por las aguas». Su padre se llamo Amram que en hebreo
signi caba «poderosa nación» y su madre se llamaba Jocabed, que signi caba «Dios es glorioso».

Cuenta la biblia que Moisés nació en una época en que el faraón de Egipto había dado una orden, que se diera muerte a todo niño recién nacido que fuera varón, todos debían
ser arrojados al río Nilo. La madre lo escondió por tres meses, hasta que no pudo más y alisto una canasta a la que protegió de tal manera que no pudiese entrarle agua, puso a
Moisés allí, lo llevaron al río Nilo y lo dejaron ir sobre el río mientras era observado por su hermana Miriam cuyo nombre signi caba «amada». La hija de Faraón llego a
bañarse y encontró la cesta con el bebé llevándolo consigo y adoptándolo.

El niño creció y fue preparado para gobernar Egipto, cuando era adulto mato a un hombre que abusaba del pueblo hebreo, por defenderlos lo mato. Así tuvo que huir de
Egipto al desierto.

Jetró que era un sacerdote en Madián, tenía varias hijas y al conocer a Moisés este era grato a su ojos y lo tuvo como un hijo dejando que viva con ellos. Con el tiempo dejo
que se casara con una de sus 7 hijas, con Séfora cuyo nombre signi caba «ave». Allí vivió durante cuarenta años y tuvo un hijo llamado Gersón.

En una ocasión mientras Moisés pastoreaba a sus ovejas en el monte de Horeb, vio que una zarza ardía y que no se apagaba, era Dios quien tomo esa forma, y le dijo que
debía volver a Egipto pues era el elegido para salvar a su pueblo, en un inicio el no se sentía capaz porque tenía un problema para comunicarse al hablar, pero Dios le aseguro
que lo ayudaría en todo y que no se preocupara por nada pues siempre estaría siempre a su lado.

Cuando Moisés regreso a Egipto su hermano Aarón  que signi ca (fortaleza en la montaña), se unió a Moisés y juntos fueron a darle el anuncio de Dios. No fue nada fácil
persuadir al faraón, solo, hasta que Dios envió las 10 plagas, una de ellas empieza convirtiéndose el agua en sangre y termina con la muerte de todos los primogénitos de
Egipto. Solo así faraón dejo que el pueblo hebreo se marche. Bajo el liderazgo de Moisés, el pueblo de Israel emprendió el éxodo hacia la tierra prometida, pero faraón se
arrepintió y en el camino mandó a sus soldados a perseguir una vez más a los mas de 600 mil hombres sin contar niños, para matarlos obviamente.

Cuando los hebreos se vieron perseguidos se atemorizaron pero Dios le dijo a Moisés que cruzaran el mar rojo y que no tuvieran miedo. Así lo hicieron, cuando el mar volvió
a su cauce todo el ejército egipcio murió ahogado.Durante el viaje por el desierto Dios le dio a Moisés los 10 mandamientos en unas tablas de piedra, en el monte Sinaí, esto
fue después que estuvo 40 días en el monte y dice la biblia que Dios escribió en las tablas con su mismo dedo. Durante 40 años se alimentaron solo del maná que caía del
cielo, para beber agua Dios les otorgo muchas fuentes de agua e hizo innumerables milagros a través de Moisés para que con aran más en los cuidados de Dios.

Pero Moisés cometió el error de atribuirse uno de los milagros de Dios al proveerles agua, por eso no pudo entrar a la tierra prometida, solo pudo verlo a través del monte
Nebo. Murió a la edad de 120 años, continuando su viaje el pueblo hebreo solos, sin Moisés.
La rebelión de Coré
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Hace mucho tiempo, cuando Moisés y el pueblo de Israel se encontraban atravesando el desierto para llegar a la Tierra Prometida, ocurrió algo que por poco y echa a perder
su viaje. Dios le había encargado a Moisés que cuidara muy bien de su pueblo y le había dado 10 mandamientos escritos en tablas de piedra, para que todos aprendieran a
comportarse. Además, había elegido a Aarón, su hermano, como sumo sacerdote.

Pero entre los israelitas había un hombre muy envidioso llamado Coré, el cual se había cansado de seguir a Moisés en medio de la arena y bajo el calor del sol.

—¿Por qué tenemos que seguirte a ti, que en todo este tiempo no has sido capaz de encontrar la Tierra Prometida? —le preguntó, muy enojado— ¿Y por qué tiene que ser tu
hermano el sumo sacerdote?

Al escuchar a Coré, otros 250 hombres se unieron a sus quejas, pues habían perdido la fe en Dios y estaban muy cansados de vagar por el desierto.

—¡Ya nos hartamos de caminar sin sentido! Si Dios es tan bueno como dices, seguro que está con todos nosotros y no solo con ustedes. Por lo tanto, cualquiera de nosotros
podría ser líder o sumo sacerdote —dijo Coré.

—Está bien —respondió Moisés—, les propongo una cosa. Vamos a hacer una prueba, para ver a quien elije Dios realmente. Cojan su incienso.

Los hombres se dirigieron a un paraje en medio del desierto y allí, encendieron pequeñas fogatas para empezar a quemar incienso, como si todos ellos fueran sumos
sacerdotes. De pronto, un rayo de luz salió del cielo, iluminando a Moisés y a su hermano Aarón. Y luego, desde las alturas, una voz les habló:

—Moisés, Aarón, aléjense de Coré y de los otros hombres.

Los dos obedecieron, mientras Coré y los demás permanecían de pie, mirándolos con furia. Entonces un enorme agujero se abrió en el suelo y los malvados cayeron en él,
desapareciendo para siempre de la faz de la Tierra.

—Moisés, busca a los jefes de todas las tribus que están viajando contigo —le dijo Dios—, pídeles que traigan sus bastones. Tómalos y escribe en ellos sus nombres. Luego
colócalos sobre el incienso. Yo voy a hacer crecer ores sobre uno de ellos y a quien pertenezca ese bastón, será mi elegido para ser el sumo sacerdote.

Moisés obedeció al instante y mandó llamar a todos los líderes de las tribus. Cogió sus bastones y escribió sus nombres sobre ellos. Aarón también dejó su bastón. Después,
los colocaron sobre la hoguera con incienso, tal y como les había mandado Dios y se retiraron a dormir.

A la mañana siguiente, Moisés tomó las bastones y los fue mostrando uno por uno. Tomó el de Aarón y vio que le habían crecido ores.

—Ya no cabe duda, Dios quiere que mi hermano sea el sumo sacerdote.

Desde ese momento, nadie más volvió a cuestionar las decisiones de Moisés, pues sabían que era el elegido del Señor y que siempre debían mantener la fe en él.
Rahab y la destrucción de Jerichó
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Este cuento corto de la Biblia cuenta que hace mucho tiempo, existía una ciudad llamada Jerichó, en la cual vivía mucha gente con malas intenciones. Allí, sus habitantes
rechazaban a Dios y eran enemigos de su pueblo más amado: los israelitas. Sin embargo, había entre ellos una joven que era diferente y que en secreto, había sido enseñada
desde niña para conocer y amar a su padre celestial.

Su nombre era Rahab y sabía que algún día, el resto de la gente que vivía en Jerichó tendría que rendir cuentas por su mal comportamiento.

Un día, se in ltraron en la ciudad dos espías de Israel. Anduvieron deambulando por las calles en secreto, hasta que llegaron a la casa de Rahab. Ella los reconoció enseguida
como israelitas pero en vez de delatarlos, los invitó a entrar en su casa para pasar la noche.

Mientras tanto, el rey de Jerichó se había enterado de su presencia e inmediatamente mandó apresarlos.

Sus soldados se pusieron a buscar por toda la ciudad, preguntando en casa por casa si alguien los había visto, bajo pena de morir. Todos negaban llenos de miedo.

Los guardias llegaron a la vivienda de Rahab y ella, valiente como ninguna, decidió engañarles.

—Ellos acaban de irse, andaban por aquí hace un momento —les dijo—, si se apresuran, podrán alcanzarlos.

Y los soldados, creyéndole, fueron a toda prisa por la dirección que les indicó. Los israelitas, muy agradecidos, le hicieron saber que escaparían esa misma noche, revelándole
que dentro de siete días, Jerichó sería destruida por Dios. Al saber esto, Rahab se asustó muchísimo.

—Por favor —les dijo—, ¿no hay nada que pueda hacer para salvar a mi familia?

—Sí que lo hay —le dijeron ellos—, debes tomar esta cuerda roja y colgarla desde tu ventana. Luego, el día marcado por Dios, habla a todos tus seres queridos y reúnelos aquí
bajo tu techo. De esta manera cuando ocurra todo, ustedes sobrevivirán.

Los espías se marcharon y durante los seis días siguientes, se dedicaron a dar una vuelta diaria alrededor de las murallas de Jerichó, sin pronunciar una palabra. Al séptimo
día, sin embargo, dieron siete vueltas y entonces, los muros se desplomaron en torno a la ciudad, ocasionando una gran hecatombe en el interior. Las casas se caían las unas
detrás de las otras, dejando sin refugio a las personas y enterrándolas entre los escombros.

Rahab, quien ya había colocado la cuerda en su ventana, reunió a todos sus familiares y no tuvo miedo.

Cuando Jerichó quedó totalmente destruida, la única casa que podía verse en pie era la de ella, con aquel brillante lazo rojo que asomaba desde la ventana. Rahab había
con ado en Dios y a cambio, él había salvado su vida y la de todas las personas que amaba.

A partir de ese momento, tanto ella como su familia se marcharon lejos para comenzar una nueva vida, en un lugar en el que las personas fueran nobles de corazón.

Nunca dejaron de agradecer y adorar a Dios por sus bendiciones.


Sansón, el león, Dalila, los filisteos y las
columnas
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La historia de Sansón está tomada de la biblia y adaptada para dar una enseñanza clara a los niños en la escuela o en el
hogar.

El signi cado de sansón para algunos signi ca sol radiante, semejante al sol, para otros fuerza o robusto. Lo cierto es
que antes que naciera un ángel se le apareció  a su madre que era estéril, y le dijo que tendría un niño especial, por lo
tanto debía tener una vida de acuerdo a ciertas normas según la voluntad de Dios, pues su nacimiento tendría un
propósito. Una de las condiciones era que nunca debía cortarse el cabello o perdería los poderes sobre naturales que
se le otorgaría. Sansón y su familia vivían muy cerca de los listeos y todos sabemos que fue capaz de pelearse y matar
a un león tan solo con sus manos, su fuerza sobre natural hizo que realizara muchas hazañas por lo que todos le temían.
Paso el tiempo y conoció a Dalila, quien en reiteradas veces trato de descubrir el secreto de la gran fortaleza de
Sansón, y como estuvo enamorado de ella le contó la verdad y confeso que nunca se había cortado el cabello desde su
nacimiento y que a ello debía su fortaleza. Sansón, con ando en la mujer que lo traicionaría durmió profundamente en
sus faldas y en ese momento Dalila dejo entrar a un listeo quien le corto el cabello, ella no quería a Sansón, ella solo
quería el dinero que le pagarían por haber obtenido la confesión de Sansón. Al despertar él ya no tenía fuerza y por eso
lo apresaron muy fácilmente.

Lamentablemente los listeos que eran enemigos de Sansón le sacaron los ojos y se lo llevaron como esclavo para
realizar trabajos muy duros y de ese modo humillarlo. Pronto hicieron una gran esta en Gaza donde había más de tres
mil personas, sacaron a Sansón para que fuera la burla de los asistentes, no contaron con que su cabello ya había
crecido, para esto el rogó a Dios para que le diera por última vez sus fuerzas y así hizo Dios, escucho su oración. Una
vez que Sansón recuperó sus fuerzas se tomo de las dos columnas centrales del edi cio del templo y destruyo las
columnas matando así a miles de malas personas siendo sepultado con ellos.

Sansón era un hombre al que Dios le había otorgado un don: Era muy fuerte. Sansón utilizaba su fuerza para ayudar a
los demás defendiéndolos de las personas malas y animales feroces. Pero también cometió errores, solo que al nal de
su vida se arrepintió y pre rió morir entregando su vida en sacri cio para acabar con la maldad de esa gente.
Sansón fue un hombre fuerte y valiente que aunque se equivoco, se entrego
plenamente a Dios antes de morir
La tribu de Benjamín
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Hace muchos años en el pueblo de Israel habían 700 jóvenes cuyas características eran especiales, ellos pertenecían a la tribu de Benjamín y todos ellos eran zurdos y
experimentados con la honda. Imagínate que eran capaces de darle a un cabello sin fallar.

¿Creen que esto sucedió de la noche a la mañana, sin esfuerzo o sin preparación?, noooo, tengo la seguridad que les costo mucha practica, de todos los días, sin desmayar.
Desarrollaron juntos ese talento que solo Dios pudo darles, es por eso que lograron apuntarle hasta un cabello muy no, ¿te imaginas? y lo hacían apuntando con la mano
izquierda.

Así es todo en la vida, para lograr desarrollar los talentos y dones que Dios te dio, tienes que sacri car horas de juego, dejar ver la TV, no ver tus programas favoritos, te tiene
que costar horas hasta que lo logres y sientas la satisfacción de haberlo logrado. ¿Te acuerdas como hiciste para aprender a manejar tu bicicleta, para usar tu patineta, o para
jugar football? tal vez te equivocaste la primera vez y muchas otras mas, pero seguiste y lo intentaste una y otra vez, hasta que paso el tiempo y te diste cuenta que mejoraste
tus técnicas. Ahora seguro que eres muy bueno en tu deporte favorito, o en tu materia favorita en la escuela.

Bueno así debemos ser, como aquellos jóvenes que por su valor, constancia y gran perseverancia lograron ser los mejores en el uso de la honda y ganaban sin fallar, las mas
grandes batallas a favor de su pueblo.
Ruth y las espigas de trigo
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Hubo un tiempo hace cientos de años, en que una sequía terrible azotó a la tierra. Las personas y los animales morían de hambre y en muchas partes de Israel se vivía una
gran miseria. Fue así como un hombre llamado Elimelec, emigró desde Belén con su mujer y sus dos hijos hasta Moab, un lugar que vivía en la abundancia. No obstante, ahí no
adoraban al Dios hebreo, sino a los ídolos.

Vivía allí una mujer llamada Ruth que no era la excepción. Día y noche se arrodillaba delante de dioses falsos y estatuas que representaban a criaturas blasfemas. Sin
embargo, al enamorarse de uno de los hijos de Elimelec, aceptó abrirle su corazón a Dios y desde entonces fue una sierva devota.

Cuando Elimelec murió junto con sus dos varones, su mujer, Naomí, se quedó sola con sus nueras. La anciana decidió regresar a Belén y les dijo a los jóvenes que
permanecieran en Moab para casarse de nuevo. Sin embargo, Ruth se rehusó y le prometió que continuaría con ella hasta el nal. Así que las dos retornaron juntas, pues se
decía que Dios se había compadecido una vez más de Israel, llevando pan a su pueblo.

Una vez en Belén, Ruth se propuso trabajar con empeño para alimentar a su suegra. Todos los días acudía al campo donde trabajaban los cosechadores de trigo, para recoger
las espigas de que se les caían de las manos. Con ellas hacía pan para que ella y Naomí pudieran alimentarse.

De esto se dio cuenta Booz, el dueño de los cultivos. Enternecido por la bondad de Ruth, ordenó a sus jornaleros que dejaran caer más espigas a propósito para ella.

Con el tiempo, Booz llegó a conocer a Ruth y ambos se enamoraron. El hombre quería convertirla en esposa, aunque ese derecho lo tenía un pariente cercano de su antiguo
esposo, el cual ansiaba las tierras que la joven había heredado. Pero no la quería a ella. Sin embargo, la ley estipulaba que para obtener los terrenos de la familia, era necesario
un matrimonio.

Booz pensó en este dilema por largo tiempo y resolvió negociar con ese hombre para llegar a un acuerdo.

Su plan funcionó. El pariente renunció a su derecho como familiar y Booz se casó con Ruth, quien siguió cuidando de Noemí en su nuevo hogar. Su suegra a menudo, elevaba
la cabeza para agradecer a Dios por haber puesto a aquel hombre en sus vidas.

Con el paso del tiempo, Booz y Ruth tuvieron un hijo al que llamaron Obed, quien más adelante sería abuelo de David, el rey más benévolo de Israel. Y David, a su vez, sería
uno de los antepasados a Jesús, quien nació en el pueblo natal de Noemí y creció para convertirse en el salvador de la humanidad. Así se cumpliría una de las más grandes
profecías sobre el hijo de Dios, quien descendería directamente de los grandes gobernantes de Israel.

Por eso es que le llaman, «el rey de reyes».


El pequeño y gran Samuel.
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Samuel era un niño de aproximadamente 4 años y muy amado por sus padres, quienes se llamaban Elcana y Ana. Siendo tan pequeño, ellos lo llevaron ante el sacerdote
Israelita llamado Eli para que se quedara a vivir en el tabernáculo, con el y otros sacerdotes.

Parece raro que siendo un niño tan pequeño aun, sus padres lo dejaran vivir con extraños ¿verdad? Pero no es así, había un motivo muy importante. Años antes que nazca el
pequeño Samuel, su mamá Ana, no podía tener bebés, un día ella se arrodillo y oro a Dios rogándole por un hijo, y prometió consagrarlo a su servicio de por vida en señal de
gratitud y amor. Dios oyó los ruegos de Ana y quedo muy complacido de esa promesa y así tuvo a su bebé. Por eso es que llevaron al niño al tabernáculo.

Samuel se quedo allí muy contento, no lloro porque fue enseñado desde pequeño que así aprendería y serviría a su Dios, fue un niño muy obediente.

Elí tenía dos hijos llamados Finees y Ofni, que eran muy malas personas. Su padre debió hacer algo e impedir que sigan como sacerdotes, pues no merecían estar en el
tabernáculo, pero no hizo nada. Una noche cuando Samuel era mas grande Dios lo llamó 3 veces, las tres veces el niño corrió hacia Eli creyendo que el lo llamaba, pero el
sacerdote se dio cuenta que era Dios quien llamaba al pequeño y le dijo así:

-«Le dirás al Señor, háblame Señor, que yo tu siervo te escuchare», y así hizo Samuel.

Y Dios le dijo al niño:

-«Los hijos de Eli van a morir en una pelea contra los listeos y su padre Eli, al recibir la noticia, también morirá.

Y así fue, los hijos mueren en una pelea y su padre al recibir la noticia, cae al piso y al golpearse la cabeza muere. Así cumplió Dios con su palabra.

Pasaron los años y el gran Samuel no solo fue muy obediente a su Dios, también se convirtió en el último juez justo del pueblo de Israel.
Goliat y el pequeño David
 2 Minutos de Lectura

Hace mucho tiempo, cuenta la biblia que durante el reinado del rey Saúl, había un joven llamado David que era muy valiente. Aunque era muy pequeño a comparación de los
soldados, él ayudaba en el campamento en la guerra que el pueblo de Israel tenía contra los Filisteos. Un día un gigante muy pero muy enorme llamado Goliat, salió al frente
de batalla y dijo a los israelitas:

—A ver israelitas. ¿Hay alguno de ustedes que quiera enfrentarme? ¡Ja ja ja! ¡Ninguno de ustedes me puede vencer!

Entonces los israelitas tenían temor porque Goliat era muy grande y fuerte. Pero David le dijo al rey Saúl:

—Déjame pelear. Yo puedo vencerlo.

—Pero David, tú eres muy pequeño. ¿Cómo podrías ganarle tú a Goliat?

—Yo puedo vencerlo. Sé que Dios no dejará que Goliat me venza y yo tendré la victoria.

Entonces el rey Saúl que no le creía a David totalmente, por n decidió dejar que David pelee con Goliat solo para ver qué podría hacer. David apenas tuvo el permiso del rey,
se fue al río y consiguió unas piedras muy lisas. Luego se fue al campo de batalla.

— ¡Ja ja ja! ¿Este enano va a pelear contra mí? ¡Ja ja ja! En menos de 10 segundos lo venceré y lamentarán haber sacri cado la vida de este joven al ponerlo frente a mí.

—Yo te demostraré que puedo vencerte a pesar de mí tamaño. Dios está de mi lado y yo confío en él.

Goliat se reía, mientras que David puso en su honda una de las piedras que había recogido en el río para utilizarla como proyectil. David, seguro de sí mismo, empezó a darle
vueltas a su honda agitándola circularmente. Goliat se seguía riendo pero en un momento sorpresivo David le lanzó la piedra directamente a la frente.

¡Goliat no pudo hacer nada!

Entonces en ese momento cuando los listeos vieron la derrota de Goliat, todos se fueron corriendo y los israelitas ganaron la guerra.

Debemos ser valientes en la vida y enfrentar los obstáculos por más grandes que sean. Si con amos en Dios,
podremos hacer grandes cosas.

 
David, el rey de Israel
 1 Minutos de Lectura

Hace muchos años hubo un oso que se llevaba un cordero para comérselo, pero un joven muy valiente llamado David que vio lo sucedido, lo siguió y rescató a la oveja que
estaba muy asustada. David, cuando era solo un niño también salvó una oveja de las garras de un león. Este joven vivía en un pueblo llamado Belén y era hijo de Jesé, un
pastor de ovejas a quien David ayudaba desde niño.

Un día Jehová le dijo a Samuel: Debes ir a casa de Jesé, lleva un aceite especial por que he escogido entre sus hijos al nuevo rey. Samuel, al ver a los hijos de Jesé pensó que el
mayor de ellos era el escogido, pero Jehová dijo: No, no es él. Así fueron pasando de uno en uno hasta que después de ver a los 7 hijos de Jesé Samuel preguntó: ¿Estos son
todos?

Y Jesé dijo: El menor está afuera con las ovejas. Samuel al ver a David supo que él era el escogido. Dios le dijo a Samuel: Es David el escogido, derrama sobre él el aceite,
Samuel así lo hizo y pronto David se convirtió en el rey de Israel.
El sabio rey Salomón
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Salomón era hijo del rey David. Salomón siendo muy joven, fue elegido por Dios para gobernar a su pueblo. Salomón no tenía muy claro cómo podría gobernar al pueblo de
Dios siendo tan joven. Un día mientras dormía, oyó una voz que le decía:

—Salomón, Soy el señor tu Dios y he decidido permitirte que me pidas un deseo.

—Señor, soy muy joven y lo que más deseo ahora es que me des sabiduría para poder tomar buenas decisiones y poder guiar a tu pueblo.

—Como no has pedido riquezas ni propiedades sino sabiduría, he decidido entregarte mucha sabiduría pero no solo eso sino que además tendrás muchas riquezas y serás un
gran hombre. Todos te respetarán y oirán de ti y tu sabiduría.

—Gracias señor, te prometo que no defraudaré.

Entonces Salomón ahora tenía más con anza en sí mismo. Unos días después, al palacio del rey salomón vinieron dos mujeres a visitarle. Ellas se estaban peleando por la
posesión de un bebé. Cada una decía que el bebé era suyo pero eso era imposible pues solo una de ellas tenía que ser la madre verdadera.

La primera de ellas le decía al rey Salomón que en la mañana despertó con un bebé que era el suyo y que estaba muerto.

La segunda mujer decía que eso era mentira y que la primera lo estaba inventando para quedarse con su hijo.

Entonces el rey Salomón lo pensó por un momento y llamó a uno de sus guardias. Le dijo al guardia:

—Saca tu cuchillo y corta a este bebé en dos. Dale la mitad del bebé a cada una de las mujeres.

Entonces la primera de ellas dijo:

—¡No! Sabio rey Salomón, no lo haga por favor. ¡Pre ero que se lo den a ella pero no le quiten la vida a mi hijo!

Entonces el rey Salomón supo que verdaderamente la primera mujer era la madre del pequeño. Entonces así el rey Salomón pudo resolver el problema de las dos mujeres y
el bebé con su sabiduría.
Eliseo y el leproso
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Eliseo era un joven que había nacido en el campo y todos los días se levantaba muy temprano para ararlo. Este muchacho, como muchos campesinos, pensaba que viviría toda
la su vida para hacer siempre lo mismo, sin embargo se equivocaba: Dios tenía un plan muy especial preparado para él. Un día, mientras Eliseo estaba sembrando la Tierra, el
Señor le habló y provocó un enorme torbellino que lo llevó hasta el cielo.

Cuando Eliseo regresó a la Tierra, se había convertido en un profeta más y estaba dispuesto a propagar la palabra de Dios. Dejó todo lo que tenía y se fue a recorrer el mundo,
para ayudar a las personas y hablarles sobre el amor del padre celestial.

Así fue como Eliseo llegó a hacer muchos milagros: sanaba a las personas, les daba de comer o les ayudaba a recuperar a sus seres queridos.

Un día, la fama de Eliseo llegó a oídos de un poderoso capitán que vivía en Siria, llamado Naamán. Él en otro tiempo había sido un hombre fuerte y saludable, pero ahora se
estaba muriendo poco a poco, pues había contraído lepra, que es una enfermedad muy grave que provocaba que le salieran numerosas llagas en la piel.

La esposa de Namaán tenía una sirvienta, la cual había venido desde Israel. Ella, como todos los hebreos, creía mucho en el poder de Dios y conocía muy bien a Eliseo.

—Si tan solo el profeta estuviera aquí, estoy segura de que él podría sanarlo de su lepra —le dijo ella a Naamán—, porque no hay nada imposible para quienes tienen con anza
en el Señor.

Intrigado por sus palabras Naamán decidió viajar hasta Israel para ver a Eliseo. Llevó con él alforjas llenas de oro, plata, piedras preciosas y telas nas, un montón de regalos
para convencer al profeta de que lo sanara. Sin embargo, a Eliseo no le interesaban las riquezas, pues siempre ayudaba a los demás sin esperar nada a cambio.

Cuando vio a Naamán, le dio un consejo:

—Debes bañarte siete veces en las aguas del río Jordán y cuando salgas de ella, te habrás curado por completo.

Al principio, al capitán no le hicieron gracia sus instrucciones. ¿Por qué tenía que ir a lavarse al Jordán y no podía hacerlo en las aguas de Siria, su tierra natal? Naamán se puso
de muy mal humor al ver que tendría que tomarse muchas más molestias de las se había imaginado. Afortunadamente, sus siervos lo convencieron de hacer caso de las
palabras de Eliseo y nalmente fueron al río.

Allí, Naamán se bañó siete veces como le habían indicado y cuando salió del agua, se dio cuenta de que todas sus llagas habían desaparecido. ¡Estaba curado!

Lleno de felicidad, el capitán volvió a Siria y decidió que a partir de entonces, adoraría al único y verdadero Dios. Siempre estuvo muy agradecido con Eliseo por haberlo
sanado, además de demostrarle que, para las personas buenas que tienen fe, efectivamente no hay nada que sea imposible.
Eliseo y la viuda
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En nuestra historia sobre Eliseo y el leproso, conocimos a un hombre muy devoto de Dios y con gran talento para hacer milagros. Eliseo no solo tenía una profunda fe,
también le gustaba ayudar a los demás. Siempre que iba viajando de ciudad en ciudad, se detenía para ver que necesitaban los pobres, los ancianos y las personas que no
podían valerse por sí mismas.

Un día llegó hasta una ciudad llamada Betel, en donde conoció a una viuda que era sumamente pobre. La mujer estaba muy preocupada, pues debía mucho dinero a su
acreedor y no sabía como le iba a pagar. En venganza, este hombre estaba a punto de llevarse a sus dos hijos como esclavos y a ella se le partía el corazón. Cuando Eliseo
escuchó su historia, supo al instante lo que debía hacer para salvarlos.

—No te preocupes, Dios nos ayudará a liberarlos —le aseguró—. Ve a casa de tus vecinos y pídeles prestadas todas las vasijas que tengan, no importa el tamaño. Pero tienen
que estar vacías.

—¿Para qué quieres tantas vasijas? —le preguntó ella.

—Tú haz lo que te digo y vuelve pronto, que en nombre de Dios, voy a hacer algo maravilloso para ti.

La viuda fue y recolectó tantas vasijas como pudo. Ella, en su casa, solo tenía una vasija más pequeña con aceite. Pero Eliseo también se la pidió.

—¿Tienes con anza en Dios? —le preguntó él.

—Sí, por supuesto que confío en él.

—Entonces presta atención, porque de esta vasija pequeña voy a sacar su ciente aceite para llenar todas las demás.

La mujer se preguntó como algo así sería posible, pero pre rió callar sus dudas y esperar a Eliseo. Él tomó entonces el recipiente y lentamente, comenzó a vaciar el aceite en
la primera vasija, la cual se llenó hasta los bordes. Luego hizo lo mismo con la siguiente y así hasta que todas las vasijas estuvieron llenas. La pobre viuda no podía dar crédito a
lo que sus ojos miraban.

—¡Esto es realmente un milagro! —exclamó.

—Ya ves que Dios no abandona a quienes realmente tienen con anza en él —le dijo Eliseo—, ahora vete al mercado. Vas a vender todo el aceite que se encuentra en estas
vasijas. Con lo que ganes por esa venta, tendrás su ciente dinero para pagar tus deudas.

La viuda le hizo caso y partió inmediatamente hacia el mercado, cargada con la mercancía. Una vez allí, la gente comenzó a llegar para comprarle el aceite, que se agotó en
cuestión de momentos. Todos estaban muy satisfechos con lo suave y aromático que era el líquido. No bien tener las monedas de oro en sus manos, se fue a ver a su acreedor
y este le perdonó las deudas, por lo cual pudo regresar con sus hijos a casa.

Todos estaban sumamente contentos con Eliseo. Pero lo más importante que aprendieron aquel día, fue que nunca se debía perder la fe, pues la única manera de resolver los
problemas eran con ando en que Dios les mostraría el camino correcto.
La Reina Esther
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Ester era una joven muy bella. A la muerte de sus padres, ella quedo al cuidado de su tío Mardoqueo, quien cuido de ella como si fuera su propia hija, y a quien ella amo y
respeto como si fuera su verdadero padre. Aunque Ester era Judía ella vivía en Persia, porque sus antepasados llegaron allí como prisioneros.

Un día el rey de Persia, ordeno se hiciera una gran esta donde todos podrían comer en abundancia y por varios días, se embriago tanto el rey que se le ocurrió ordenar a su
esposa la reina Vasti, que se arreglara y se luciera con la corona ante sus invitados, pero ella no quiso y se negó. Esto le salió muy caro pues el rey, aplico una ley donde las
mujeres debían obedecer a su esposo en todo, por esto Vasti perdió la corona y dejo de ser reina.

El rey entre todas las mujeres eligió una nueva esposa, a Ester, solo que ella por consejo de su tío Mardoqueo no le dijo al rey que era Judía. En una ocasión Mardoqueo
estando muy cerca de palacio, se entero que dos sirvientes del rey planeaban matar al rey, su advertencia salvo al rey y así quedo su nombre escrito en el libro del rey.

Amán era el brazo derecho del rey, todos se inclinaban ante el menos Mardoqueo que solo lo hacía ante Dios para orar y ante nadie mas. Por esta razón Aman lo odiaba y
mando a hacer una horca para darle muerte. Antes con engaños hizo que el rey diera una ley donde se diera muerte a todos los judíos.

Pero la reina Ester recibió una idea de Dios y ella invito al rey y a  Amán a un banquete que organizaría para ambos con el n de contarle todo al rey, quien estaba dispuesto a
concederle sus deseos. Cuando Ester le conto al rey los malvados planes de Amán se dio la orden inmediata que fuera ahorcado Amán.

Gracias a la reina Ester, el rey dio otra ley donde los Judíos pudieran defenderse y ser salvos, Mardoqueo ocupo el lugar de Amán y todos los Judíos estaban muy felices y
agradecidos con Dios porque a través de su reina les demostró su amor.
La prueba de Job
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Este cuento infantil está basado en una de las historias de la Biblia del Antiguo Testamento.

Había una vez un hombre llamado Job, el cual era muy el a Dios. Todos los días al levantarse, lo primero que hacía era darle las gracias por todas las bendiciones que le había
dado, pues era dueño de unas tierras muy fértiles, tenía una hermosa esposa y una gran y amorosa familia. A todos ellos les había enseñado a creer en el Señor con todo su
corazón.

Y Satanás, al ver esto, se llenó de envidia y fue con Dios para intentar provocarlo.

—No entiendo para que te molestas en seguir siendo bueno con los hombres, luego de ver todo lo que han hecho —le dijo—, yo podría hacer que cualquiera de ellos se hiciera
malvado y lo sabes bien.

—Te equivocas, no todos se dejarían tentar —dijo Dios—, mira a Job por ejemplo. Él es muy leal a mí.

—Solamente te es el porque lo has llenado de cosas buenas —le espetó el diablo—, si se las quitas, te va a maldecir como todos los otros.

—Si lo que quieres es demostrarme algo, entonces ve tú y quítaselas —lo retó Dios—, haz lo que quieras de él y verás como sigue siendo el a mí. Pero no te atrevas a matarlo.

Regodeándose de placer por lo que estaba a punto de hacer, Satanás entró en la vida de Job para arruinarla con la esperanza de volverlo malvado. Lo primero que hizo, fue
provocar que todas las ovejas de su rebaño se murieran, además de traer a unos ladrones que se encargaron de llevarse todos sus camellos y el resto de su ganado. Pero tras
ver esto, Job decidió rezar a Dios con más fuerza que antes.

Luego, Satanás convocó una tormenta terrible, en la que murieron los diez hijos e hijas de este buen hombre. Aunque su esposa se volvió loca de dolor, Job se mantuvo rme
en su amor a Dios y mantuvo la esperanza de que las cosas mejorarían.

Furioso al ver que sus planes fracasaban, Satanás le envío una terrible enfermedad que le cubrió todo el cuerpo de llagas dolorosas y al rojo vivo.

Al verlo en este estado, su esposa trató de convencerlo de que Dios los había abandonado para siempre.

—Maldice el nombre del Señor y muere —le dijo con resignación.

Pero Job continuó alabándolo con más alegría que antes, y tampoco le importó cuando tres falsos amigos vinieron para reírse de su desgracia, diciéndole que había vivido una
vida sin sentido.

Satanás había fracasado. Aún con todas las desgracias del mundo a sus espaldas, Job seguía siendo un hombre bueno y el al Señor. Por eso, Dios lo curó de su enfermedad y
le devolvió todas las cosas que le habían sido arrebatadas. Job tuvo el doble de ovejas, de camellos y de ganado, y volvió a tener diez hijos con su esposa, a los que enseñó una
vez más que nuestro padre celestial jamás nos abandonaba.
El peligro de rechazar los consejos
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Hubo una vez un rey muy famoso llamado Salomón, el cual poseía gran sabiduría hasta que la perdió cuando decidió dejar de comunicarse con Dios y apartarse de Él. Fue una
mala decisión, construyo enormes edi cios y para ello obligo al pueblo a pagar impuestos excesivos, lo cual al inicio entristeció a su gente y luego provoco gran enojo en ellos,
porque necesitaban ese dinero para alimentos y lo mas básico de sus familias.

Un día Salomón falleció y su hijo Roboam tuvo que continuar su reinado. Cuando los sabios quisieron aconsejarle que mejor era que el pueblo se contente con el, en vez de
escuchar los sabios consejos de gente de mucha experiencia, los rechazo. Llamo a sus amigos y les contó lo sucedido, y ellos le dijeron esto:

-«No les hagas caso, continúa lo que tu padre hizo y mejor aumentales los impuestos para que te tengan miedo y todo el mundo sepa quien eres».

Y así hizo Roboam, cuando los sabios se enteraron de lo necio que era este joven, le advirtieron que el pueblo podría rebelarse pero a el no le importo. Cuando en una ocasión
estuvo frente a ellos hablándoles, casi lo apedrean. Fue tanto su miedo al estar solo y al frente de tanta gente enojada, que se asusto en gran manera.

Como consecuencia de su necedad y de tomar tan malas decisiones al rechazar los sabios consejos, aquel reino se dividió en dos naciones, Judá e Israel.

 
El rey Nabucodonosor y los cuatro niños de
Babilonia
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Hace mucho tiempo, existía un reino enorme de nombre Babilonia y sobre él reinaba un hombre llamado Nabucodonosor, el cual andaba buscando a los hombres más
inteligentes de la región para que sirvieran en su palacio. Un día, mandó traer de Israel a cuatro muchacho muy sabios y compasivos. Sus nombres eran Daniel, Sadrac, Mesac
y Abednego.

A pesar de lo jóvenes que eran, Nabucodonosor decidió que todos ellos iban a ser educados al igual que los demás jóvenes babilonios y con el tiempo, descubrirían si eran
dignos de servir a un gran rey como él.

Así que fueron recibidos en palacio junto a otros muchachos.

Nabucodonosor ordenó que los alimentaran al igual que a los demás chicos, que estaban comiendo carne de cerdo y bebiendo vino. Ellos sin embargo, creían mucho en la
palabra de Dios y sabían que para alabarlo, debían cuidar de sus cuerpos, alimentándose saludablemente. Así que se negaron a ingerir estas cosas.

—No queremos comer lo mismo que los demás —dijo Daniel—, por favor, que nos traigan vegetales y un poco de agua. Eso es más que su ciente para nosotros.

Los guardias del rey, extrañados, trataron de convencerlos de lo rico que estaba todo en la mesa, pero los jóvenes siguieron insistiendo en que solo iban a comer verduras. Fue
entonces cuando Aspenaz, el siervo más importante de Nabucodonosor, se les acercó preocupado.

—El rey ya ha decidido lo que deben comer y beber —les explicó—, él quiere que crezcan sanos y fuertes, para que sigan siendo tan inteligentes como ahora. Si no crecen tan
saludables como los demás jóvenes, podría echarme la culpa y yo perder la vida.

—No te preocupes, amigo mío —le dijo Daniel—, tráenos esos vegetales y danos de comer lo que te pedimos por diez días. Después puedes compararnos con los otros chicos
que comen lo que el rey dice, y ya nos dirá quien es más saludable.

Aspenaz aceptó hacer la prueba y durante los siguientes diez días, Daniel y sus amigos se alimentaron con verduras y agua fresca. Siempre se acordaban de darle las gracias a
Dios por la comida y por la educación que iban a recibir, y ciertamente, parecían más listos y despiertos que el resto de los muchachos.

Al darse cuenta los guardias de que su salud seguía siendo tan buena como la de los demás, aceptaron que continuaran sin comer lo que ordenaba Nabucodonosor.

Tres años después todos los jóvenes llevados a palacio habían completado su educación. Su Majestad hizo que todos fueran reunidos, para averiguar quienes eran los más
inteligentes y que lo ayudaran a resolver los problemas del reino. Al volver a ver a Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego, se sorprendió de lo mucho que había crecido su
sabiduría. A todos les había hecho varias preguntas, las cuales habían contestado diez veces mejor que el resto de sus compañeros.

Nabucodonosor decidió convertirlos en sus nuevos ayudantes y los cuatro amigos prometieron entonces, que siempre iban a con ar en Dios, ya que gracias a él tenían tanta
suerte.
Daniel en el foso de los Leones
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Esta es una historia bíblica para niños  muy bonita en donde se observa la gran fe que puede tener un hombre en momentos difíciles y salir sano y salvo.  El profeta Daniel era
un muchacho que había llegado a Babilonia con Sadrac, Mesac y Abed-nego. El rey estaba muy a gusto con estos hombres porque eran trabajadores y muy honestos. Se les
dio siempre los trabajos más importantes y esto hacía que los demás trabajadores del rey se pusieran celosos. El nombre del rey era Darío y a él le agradaba mucho la forma
de ser de Daniel. Él sabía que Daniel era un buen trabajador por lo que decidió poner a cargo de Daniel todo el reino. Los otros siervos del rey eran muy celosos de Daniel y
trataron de encontrar algún motivo para poner en problemas a Daniel. Ellos estaban tratando de conseguir que el Rey Darío lo botara del reino, pero Dios cuidaba mucho a
Daniel de sus enemigos y no le podían encontrar ningún motivo.

Finalmente estos hombres dijeron unos a otros: «No podemos encontrar alguna razón para que el rey arroje a Daniel del reino porque es muy obediente de las órdenes que
da el rey Darío. La única manera en que Daniel podría llegar a desobedecer al rey es si es que hubiera una ley en contra de su dios. Así que se fueron a ver al rey Darío, y
dijeron: «¡Oh, gran rey, eres tan maravilloso que nadie debe orar a nadie más que tú.» El rey dijo: «¡Esa es una gran idea!» Entonces los hombres continuaron: «Todos deben
hacer esto y cualquier persona que rece a algún dios debe ser arrojado al foso de los leones.» Los trabajadores mintieron y dijeron que todos los que trabajaban para el rey
estaban de acuerdo, pero por supuesto no se le había hablado a Daniel de esta idea, porque sabían que él no estaría de acuerdo. El rey no sabía esto, así que se hizo la ley y no
podría ser cambiada. Cuando Daniel se enteró sobre la nueva ley, hizo lo que siempre hacía. Se fue a casa a una habitación de arriba y abrió las ventanas que daban a la
ciudad. Tres veces ese día puso de rodillas y oró a Dios como siempre lo había hecho.

Estos hombres iban en grupo a la casa de Daniel y lo encontraron rezando y pidiendo a Dios por ayuda. Así que le avisaron inmediatamente al rey y le dijeron: «Su trabajador
Daniel está ignorando sus órdenes. Lo hemos visto rezar a su Dios tres veces hoy.» Cuando el rey oyó esto, se puso muy triste. Realmente le caía bien Daniel y él no quería que
muriera. Lo intentó todo para que cambie la ley para evitar que Daniel sea arrojado en el foso de los leones, pero los hombres se le acercaron y le recordaron que la ley no
podía ser cambiada y Daniel tendría que ser castigado. Así que al nal del día, el rey dio la orden, y trajeron a Daniel y lo echaron al foso de los leones. El rey dijo a Daniel:
«Espero que tu Dios al que le rezas, te rescate.»

Una piedra grande y pesada se puso delante de la puerta en donde encerraron a Daniel y el rey volvió a su palacio con lágrimas en los ojos. Esa noche el rey Darío no podía
comer ni dormir ya que estaba muy preocupado por lo que le pasaría a Daniel con los leones. Al día siguiente, en cuanto salió el sol, el rey se levantó y corrió al foso de los
leones. A medida que se acercaba gritó: «Daniel, ¿pudo salvarte de los leones, tu Dios al que sirves y oras ?» El rey esperó en silencio una respuesta. Entonces, de repente,
Daniel dijo: «Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió un ángel y les cerró la boca de los leones. Ellos no me han hecho daño, porque no he hecho nada malo».
El rey saltó de alegría y de inmediato ordenó que Daniel fuera sacado del foso en donde estaba con los leones. Y cuando Daniel se salió, no había ni siquiera un rasguño en él,
porque con aba en Dios. El rey sabía que los hombres le habían engañado para castigar a Daniel así que el rey los castigó a ellos. Después el rey hizo una nueva ley y dijo: «El
Dios de Daniel es grande, y todos en mi reino deben respetar a su Dios, que protegió a Daniel de los leones hambrientos.»

¿Qué te pareció esta historia de la biblia para niños ?

Acá te dejo un video para que lo veas. En el video se pueden ver algunas cosas que no se escribieron en la historia que te acabo de contar, para que no sea tan largo.
El ídolo de oro
 3 Minutos de Lectura

Una vez en el reino de Babilonia, habitó un gran rey llamado Nabucodonosor, el cual tenía la costumbre de traer a muchachos israelitas a su palacio, para darles educación y
convertirlos en eles consejeros. Entre los más inteligentes destacaban tres jóvenes llamados Sadrac, Mesac y Abednego, los cuales además de ser bondadosos y muy
razonables, tenían una gran fe en Dios.

Un día, Nabucodonosor tuvo un sueño impactante, en el cual veía una enorme estatua hecha de oro puro, tan grande y hermosa, que su sombra alcanzaba a cubrir a todos los
súbditos de su reino.

Al despertarse se sentía tan agitado por la imagen de su sueño, que creyó que se trataba de una señal divina y mandó de inmediato a construir un ídolo que fuera igual, con los
mejores lingotes de oro de las arcas y lleno de piedras preciosas. La estatua fue colocada en los llanos de Dura y delante de ella, tuvieron que reunirse las personas más
importantes del reino.

Sadrac, Mesac y Abednego también fueron llamados por el rey, pues los consideraba de su total con anza.

—A partir de ahora, cada vez que escuchen tocar las gaitas, las trompetas y las arpas, todos tendrán que arrodillarse delante de esta imagen —decretó Nabucodonosor—, él
que desobedezca mis órdenes recibirá un castigo terrible.

Alterados por la amenaza, los hombres de Su Majestad se olvidaron de toda su lealtad para con el Padre Celestial y se arrodillaron ante la estatua, mientras la música
anunciaba la llegada de este nuevo dios a Babilonia. Solo Sadrac, Mesac y Abednego permanecieron de pie en donde estaban, negándose a adorarlo.

—Mi rey, esos tres hebreos se han atrevido a ignorar tus órdenes —le dijo a Nabucodonosor uno de sus consejeros—, ¡tal crimen debe ser castigado!

Sorprendido, Nabucodonosor mandó llamar a los muchachos.

—A ver, voy a darles una única oportunidad para que recapaciten —les advirtió—, arrodíllense ante el ídolo y adórenlo como hacen los demás.

—Nosotros solo adoramos a un único Dios, él nos ama y nos protege contra todos los males del mundo —contestaron ellos.

—Pues bien, vamos a ver si puede protegerlos del castigo que se han ganado por su insolencia.

Nabucodonosor mandó a que calentaran un enorme horno y ordenó a sus soldados que ataran a los jóvenes para quemarlos dentro. Ahí fueron arrojados, pero en ningún los
escucharon gritar de dolor. Al contrario, en medio de las llamas no dejaban de dar gracias a Dios y de repetir que, aunque murieran, a nadie amarían más que a él.

Al ser testigo de esto, el rey ordenó que elevaran la temperatura del horno, pero el fuego no tocaba a los chicos. Solo entonces ordenó que apagaran las llamas y los desataran
para sacarlos de ahí.

—No cabe duda de que el dios de Sadrac, Mesac y Abednego ha enviado a uno de sus ángeles para protegerlos. ¡Nadie es más amoroso y lleno de poder! Lamento haber sido
tan obstinado, a partir de ahora, nunca más volveré a dudar de él.
Jonás y la ballena
 2 Minutos de Lectura

Jonás era un hombre bueno que había sido escogido por Dios para predicar en la ciudad de Nínive. Nínive era una ciudad donde habían personas muy malas y por eso Dios
quería que Jonás fuera allí para que los habitantes de esa ciudad cambiaran su forma de ser. Pero Jonás, a pesar de ser un hombre bueno, decidió huir en un barco hacia otro
lugar en dirección opuesta porque le daba miedo ir a Nínive.

Entonces cuando Dios vio esto, quiso darle una lección a Jonás. Entonces hizo que el barco en donde iba, pasase por una gran tormenta. El barco se mecía muy fuerte de un
lado para otro. Hasta que Jonás se dio cuenta de que había hecho mal en huir de Dios y que la tormenta era por causa suya. Jonás le pidió a los marineros que lo arrojen al mar
porque era su culpa que estuvieran pasando por esa peligrosa tormenta. Los marinero no quisieron arrojarlo y no le creían lo que decía.

Entonces Jonás tuvo que saltar él mismo al mar. Inmediatamente Jonás cayó al agua, se calmaron las aguas y todo volvió a estar tranquilo. Pero ocurrió algo inesperado.
Jonás fue tragado por un pez grande (una ballena). Jonás, muy asustado, empezó a orar a Dios para pedirle perdón por su desobediencia. Luego de 3 días de estar dentro de
la ballena, Jonás por n fue arrojado por el pez en una isla. Jonás estaba más que agradecido y le prometió a Dios de que iría a Nínive a predicar su palabra y que nunca más lo
desobedecería.

Tarde o temprano la desobediencia nos trae consecuencias negativas. No hay que esperar a ser castigados para
entender las cosas.
El nacimiento del niño Jesús de Nazareth
 2 Minutos de Lectura

Como dice la biblia, una joven virgen llamada María estaba ya comprometida con José. Antes de casarse ella quedo embarazada, José nunca había dormido con ella, por esta
razón termino su compromiso con María pero lo hizo en secreto como buen hombre, ya que de lo contrario hubiera tenido que acusarla públicamente como lo hacían en esa
época.

Una noche mientras dormía, un ángel se le apareció en sueños y le dijo:

-«No temas José, debes casarte con María porque fue Dios quien hizo que ella se embarace. Cuando el niño nazca lo llamarás Jesús. Cuando crezca Él sera quien salve a su
pueblo de su castigo por causa de su maldad»

Al despertar José, obedeció a Dios y se caso con María y no durmieron juntos hasta que nació Jesús de Nazareth, cuyo nombre signi caba «Dios está con nosotros»

Según las sagradas escrituras, esto se cumple como promesa de Dios a Isaías cuando dijo:

-¡Estén atentos! una joven virgen quedara embarazada y tendrá un hijo, y ese niño sera llamado Emanuel.

Jesús nace en Belén de Judea cuando Herodes era su rey,  al llegar unos sabios que venían del oriente y preguntaron por el nacimiento del nuevo rey de los judíos, anunciaron
que venían a adorarlo guiados por una estrella. El rey Herodes se asusto tanto que ordeno todo respecto al niño.

Los sabios continuaron guiados por la estrella y cuando esta se puso encima de una casita, los sabios ingresaron y se postraron ante Jesús, le regalaron oro, incienso y mirra.
Luego de adorarle Dios les dijo en sueños que regresaran por otra ruta a su país y así lo hicieron. Luego Dios tambien en sueños, le anuncia a José que debían huir a Egipto
pues el rey Herodes quería matar al niño, y así lo hicieron esa misma noche hasta que el rey murió. así se cumple la promesa de Dios cuando dijo al profeta en las sagradas
escrituras:

-«De Egipto llame a mi hijo».

Notas de pepe:

Decir que nació en el año cero, es decir que a partir de su nacimiento se empezaron a contabilizar los años.
Los Reyes Magos
 2 Minutos de Lectura

Los Reyes magos eran hombres muy sabios y ricos, ellos eran lósofos, personas muy instruidas con la capacidad
de aconsejar aun a la realeza . Aunque los llamaron magos, ellos en realidad no hacían magia como se imagina
ahora. Según es costumbre, a ellos se les conoce con el nombre de Melchor, Gaspar y Baltazar, ellos venían del
Este de Oriente.

Al ver una estrella luminosa y misteriosa por su apariencia, que venía desde el occidente, hizo que fueran
corriendo a revisar las sagradas escrituras a ver que signi caba esa estrella. Ese día ellos tuvieron un sueño que
les decía que tenían que seguir aquella estrella que los guiaría hasta aquel establo humilde donde encontrarían al
bebé recién nacido, El Salvador del mundo. Sin pérdida de tiempo, se alistaron presurosos y empezaron a llenar
sus camellos con regalos para ir a conocer al Hijo del Hombre como sería llamado después o Jesús de Nazaret.

Los Reyes Magos, no tenían idea del lugar donde estaría el niño Jesús, pero tenían la seguridad de que si seguían a
la estrella llegarían a Él. A eso se le llama Fé, era la certeza que les daban las sagradas escrituras y aquel sueño de
que lo que aún no habían visto, pero que sabían que llegarían a ver. Estaban felices, nos imaginamos que iban
cantando y contando el tiempo para entregar el oro, incienso y mirra al Rey de Israel, como dice la Biblia.

Ahora que conoces parte de esta historia real, recuerdala en esta Navidad.
Jesús convierte el agua en vino
 3 Minutos de Lectura

¿Conoces a Jesús? Él es uno de los personajes más bondadosos e importantes de la Biblia, que por ser Hijo de Dios hizo muchos milagros y ayudó a mucha gente a encontrar
el camino del amor. Desde joven, Jesús fue muy amable con los demás y siempre que podía ayudar a alguien lo hacía sin pensarlo. Sin embargo él también se equivocaba,
como todos los hombres y a veces dudaba de lo que podía hacer con la ayuda de su Padre Celestial.

Un día, Jesús y su madre María, fueron invitados a una boda en un pueblo que se llamaba Caná, en medio de la región de Galilea. Cuando llegaron, ya la gente se encontraba
bailando y cantando para celebrar la felicidad de los novios. Ambos se unieron a la esta.

La gente estaba tan alegre que en muy poco tiempo se terminó todo el vino que habían llevado para la celebración.

Esto preocupó mucho a María, a quien de inmediato se le ocurrió que podía acudir a su hijo para que hiciera algo por los novios.

—Jesús, el vino de la boda se ha acabado ya y todavía no se ha terminado la esta —le dijo.

Él, sabiendo que su madre se refería a su capacidad para hacer milagros, no quiso involucrarse en un principio.

—Ese no es asunto nuestro, mamá —le dijo—, todavía no ha llegado la hora de que revele ante los demás quien soy.

Sin embargo María, que aún quería ayudar a los novios, fue de todas maneras a hablar con los sirvientes de la boda, que ya estaban inquietos por la falta de vino.

—No se preocupen. Vayan con mi hijo y hagan todo lo que él les ordene —les dijo.

Los criados fueron con Jesús y llevaron con ellos seis enormes tinajas. Cada una era muy pesada y tenía capacidad para guardar hasta cien litros de agua en su interior.
Entonces Jesús les dijo a los sirvientes:

—Vayan y llenen estas tinajas con agua hasta los bordes.

Los sirvientes hicieron lo que él les pedía y apenas estuvieron llenas, Jesús volvió a hablarles:

—Ahora sumerjan una copa en una de las tinajas y llevénsela al encargado de la esta, para que pueda probarlo.

Así se hizo. Y cuando el encargado probó aquella copa, cuya agua había sido convertida en vino, se quedó muy sorprendido, pues era delicioso y no tenía ni idea de donde lo
habían traído. Llamó entonces al novio para que lo probara y también él se llevó una agradable sorpresa.

—Siempre se sirve el mejor vino al principio de las bodas y cuando ya los invitados han bebido su ciente, se saca el vino corriente. Tú en cambio, decidiste dejar el mejor para
el nal.

A la mañana siguiente los invitados se marcharon a sus casas muy contentos, pues habían bebido de maravilla.

Este fue el primer milagro que hizo Jesús y con el que nos enseñó una lección muy importante: siempre podemos dar lo mejor de nosotros para ayudar a los demás.
Jesús y el ciego
 3 Minutos de Lectura

Hubo una vez un hombre muy miserable llamado Bartimeo, el cual había perdido la vista y no podía valerse por sí mismo. Debido a su ceguera, todos los días tenía que
mendigar para poder comer algo. Se sentaba a un lado del camino y estiraba la mano, suplicando a la gente que pasaba que le dieran algo para sobrevivir. Algunos se
apiadaban de él y lo ayudaban, pero otros lo miraban con desdén y se iban sin más.

Bartimeo pensaba tristemente, que no tenía ninguna esperanza de salir adelante. Hasta que un día escuchó que Jesús, el hombre sabio de Nazareth, estaba viajando cerca de
ahí con sus discípulos.

Al instante, Bartimeo supo que solo él podría sanarlo y por primera vez en mucho tiempo tuvo fe.

Cuando Jesús andaba por ahí, sin ver, Bartimeo se puso a llamarlo a gritos, pidiéndole que lo ayudara. La gente lo miraba como si estuviera loco.

—¡Jesús, hijo de David! —clamaba— ¡Por favor, apiádate de mí! ¡Misericordia!

Unos hombres se dirigieron a él y trataron de hacer que guardara silencio, pues no quería incomodar a Jesús.

—Cállate —le dijeron—, él no te va a escuchar.

Pero sin perder las esperanza, Bartimeo continuó llamándolo como si su vida dependiera de ello.

En ese momento, Jesús escuchó sus gritos y pidió a todos que guardaran silencio, pues le parecía que lo estaban llamando.

—¡Jesús, hijo de David! ¡Te lo suplico, ten misericordia de mí! ¡Ayúdame!

—Traigan a ese hombre —dijo Jesús.

Otras personas se dirigieron a Bartimeo y le dieron ánimos.

—Levántate, buen hombre. No pierdas la fe —le dijeron—, el maestro ha mandado traer por ti. Quiere verte.

Y así, le ayudaron a ponerse de pie y lo llevaron ante Jesús.

—¿Qué puedo hacer por ti? —le preguntó Jesús— ¿Deseas riquezas? ¿O tal vez un mejor vestido?

—No, señor —respondió Bartimeo humildemente—, yo lo que quisiera es recuperar la vista, pues hace mucho tiempo que estoy hundido en la miseria por culpa de mis ojos.
No puedo ver, ni cuidar de mi mismo. Maestro, ¿tú puedes hacerme recuperar la visión? Me gustaría volver a ver todo lo que me rodea, apreciar la naturaleza, los animales, las
grandes creaciones de Dios.

Jesús entonces le sonrió y lo tocó con su mano.

—Tu fe te ha salvado —le dijo—, ahora, ve.

En ese mismo momento, una nueva luz se abrió para Bartimeo, quien recuperó la vista maravillado. Ahora podía ver todo de nuevo: la gente, los colores, las plantas y la
manera en la que el sol iluminaba el mundo. Nunca en su vida había sido más dichoso.

—¡Qué grande es Dios! —exclamó ante la alegría de la gente.

Entonces todos se pusieron a alabar a Dios por este milagro. De aquel encuentro, Bartimeo nunca se olvidó de lo más importante: cuando tienes una esperanza, por más
pequeña que sea, tienes que creer en ti mismo y hacerla crecer para lograr lo que parece imposible.

Pues tal y como le había dicho Jesús, su fe lo había salvado.


Jesús y la mul plicación de los panes
 3 Minutos de Lectura

Este cuento para niños está basado en una de las historias del Nuevo Testamento en la Biblia.

Dicen que un día, Jesús andaba caminando con sus discípulos a las fueras de un pueblo de Israel. Por aquel entonces él ya era muy famoso por sus enseñanzas, la gente le
tenía mucha fe debido al mensaje de amor y paz que les llevaba, y los milagros que hacía.

En esa ocasión, muchos de ellos lo habían seguido hasta un lugar precioso cerca del río, pero eran demasiado pobres y no tenían nada que comer después de tanto caminar.

Los niños lloraban de hambre y los adultos se quejaban porque sus estómagos no dejaban de atormentarlos.

—Hay que darles de comer a todas estas personas —le dijo Jesús a sus discípulos, quienes de inmediato lo miraron atormentados.

—¿Pero cómo vamos a hacer eso, maestro —le preguntaron—, si aquí cerca no hay ningún lugar donde podamos comprar o conseguir comida?

—Al único que hemos visto por ahí es a un niño, que llevaba una cesta con algunos peces y panes. Pero nada de eso alcanzará para todos.

Sin embargo, Jesús los tranquilizó, diciéndoles que fueran a comprar esos panes y pescados, porque muy pronto habría comida en abundancia para todos. Así lo hicieron y
una vez que tuvieron la cesta en sus manos, Jesús mandó a todas las personas a su alrededor a sentarse en grupos de doce.

En ese momento, Jesús metió una mano en la cesta y comenzó a sacar pescado y pan en abundancia, que sus discípulos fueron entregando a todo mundo.

Para su sorpresa, lo que había dentro del cesto no parecía acabarse. Panes y pescados salían uno tras otro, por decenas y decenas, como si aquello no tuviera fondo. Todos
estaban muy impresionados con la generosidad de Jesús.

La gente comió hasta hartarse y los niños se pusieron a cantar y a reír, ya con sus barriguitas llenas. Cuando los discípulos se asomaron para mirar la cesta, se dieron cuenta
de que en su interior todavía había su ciente pan y pescado. Pero eso era imposible, ¡si cuando la compraron tenía muy poca comida! Una vez más, su maestro había llevado a
cabo otro milagro.

—Mi señor —le dijeron—, ¿cómo has podido sacar de la nada su ciente comida para toda esta gente? Estamos seguros de que con el pescado y el pan que había ahí dentro, no
habría alcanzado ni siquiera para nosotros doce.

—Ah —dijo Jesús— , ese es el problema con todos ustedes. Nunca tienen fe. Pero yo sabía que en los cielos, mi padre celestial es muy generoso y no dejaría que todas estas
personas se murieran de hambre. Cuando necesiten algo, no se lamenten ni crean que es imposible. Con tener fe basta para que todo lo que quieran conseguir, llegue a sus
manos.

Lo que esta historia nos muestra es que no hay nada mejor que creer en las cosas buenas y agradecer por ellas. Siendo feliz y con ando, obtendrás todo lo que te propongas.
La mujer samaritana
 3 Minutos de Lectura

Un día, Jesús y sus discípulos viajaron hasta una tierra llamada Samaria, donde existía la ciudad de Sicar. Allí se detuvieron junto a un viejo pozo de agua y mientras él
mandaba a sus acompañantes a comprar comida, se acercó una mujer llevando un cántaro con ella. Entonces Jesús le pidió que le diera de beber.

La desconocida se sorprendió mucho cuando esto ocurrió, pues en aquella época, los samaritanos como ella y los judíos como él, no se hablaban.

—¿Cómo puedes pedirme tal cosa a mí, si soy samaritana? —le preguntó.

—Si supieras quien soy yo —le dijo Jesús con tranquilidad—, me pedirías el agua viva.

—Pero Señor, si no tienes con que sacarla y este pozo está muy hondo. ¿Dónde tienes el agua viva? ¿Es qué eres mejor que Jacob, nuestro padre, quien construyó este pozo
para nosotros?

—Cualquier persona que bebiera de esta agua volvería a tener sed. Más quienes beban del agua que yo les daré, no sentirán sed nunca más. Porque el agua que yo les dé será
su fuente de vida eterna.

Al escuchar esto, la mujer se acercó a Jesús casi de rodillas.

—Señor, dame esa agua —le pidió.

Jesús le dijo que llamara entonces a su esposo y ella le respondió que no tenía.

—Has tenido cinco maridos en tu vida —le dijo él—, y el hombre con quien vives ahora no es tu esposo.

La samaritana palideció al escuchar esto y supo que Jesús era un profeta, pues había acertado en todo cuanto había dicho. Luego le preguntó en que lugar prefería Dios que lo
adoraran, si en Jerusalén o en el monte sagrado que poseían los samaritanos.

—Las personas que aman a Dios lo adoran en su espíritu y su corazón.

Cuando terminaron de hablar, la mujer fue a anunciarles a todos en la ciudad que había un hombre muy sabio que había llegado desde Jerusalén. La fama de Jesús se extendió
rápidamente en Samaria y acudió mucha gente a verlo. Cuando la multitud se reunió en torno a él, Jesús se encontraba comiendo con sus discípulos.

—¿Será él el Mesías? —se preguntaban los unos a los otros.

Y cuando Jesús los vio llegar se puso muy contento, pues sabía que su misión en la Tierra era difundir la palabra que su padre, Dios, le había transmitido.

Luego de escuchar a la mujer y de presenciar sus parábolas, los mismos habitantes de la ciudad le pidieron que se quedara con ellos. Jesús permaneció en aquel lugar dos días,
inspirando a todas las personas que platicaban con él, instándolas a ser buenas con su prójimo y a tener con anza en Dios.

Pasado este tiempo se marchó con sus discípulos para seguir viajando, pues tenían un largo camino que recorrer.

En cada sitio en el que paraban, Jesús enseñaba a sus semejantes a amarse y respetarse como lo había con la mujer samaritana. Y fue así como muchos creyeron en su palabra
y lo aceptaron como Cristo, el auténtico salvador del mundo.
Lázaro y el hombre rico
 3 Minutos de Lectura

Un día, Jesús se dio cuenta de que los hombres del templo adoraban más sus riquezas que a Dios. Él, que sabía que de nada servía tener bienes valiosos sin el amor de Dios,
decidió contarles una historia para hacerlos entrar en razón.

Hace mucho tiempo, vivía en una hermosa mansión un hombre muy rico que tenía de todo. Siempre se vestía con las telas más nas y exóticas de la región. Tres veces al día
tenía en su mesa abundantes banquetes, y disponía también de decenas de criados a su servicio. El oro rebosaba de sus arcas y todos los días eran felices para él, pues su
felicidad consistía en acumular lo material.

Afuera, sentado a las puertas de su residencia, se encontraba Lázaro, un pobre mendigo que estaba muy enfermo. Tenía el cuerpo cubierto de llagas y los perros callejeros,
que eran los únicos que se preocupaban por él, llegaban a lamerle sus heridas.

Lázaro, que nunca tenía nada para comer, habría estado feliz de recibir las sobras de la mesa del rico. Pero este era tan mezquino que siempre le negaba hasta las migajas.

Llegó el día en que Lázaro murió y a partir de entonces, todo fue gozo para él. Los ángeles lo recogieron y lo llevaron al cielo, donde tuvo todo lo que le fue negado en vida.
Tiempo después, el rico también falleció y aunque fue enterrado con sus mejores ropas en un ataúd de oro, su alma fue llevada al in erno.

Allí padeció los más terribles tormentos. Y desde el abismo, el desgraciado alcanzó a ver a Lázaro que estaba con Dios.

Le gritó entonces a Abraham, que estaba sentado cerca del creador, para que se compadeciera de él.

—Por favor, manda a Lázaro a que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque el calor de las llamas me atormenta —le suplicó.

—Es imposible cruzar la brecha que existe entre el in erno y el cielo —le dijo Abraham—. Tú en vida lo tuviste todo y Lázaro nada, por lo tanto ahora él es reconfortado y tú
sufres.

—Entonces al menos mándalo a advertir a mis hermanos. No quiero que vengan a parar a este horrible lugar.

—Ellos ya tienen la palabra de Dios como advertencia. Si no creen en ella, mucho creerán que Lázaro se levantaría de entre los muertos.

Y tras decir esto, el hombre rico siguió llorando en el in erno, arrepintiéndose por haber sido tan mezquino en vida.

Cuando Jesús acabó de narrar esta historia, los hombres del templo comprendieron que estaban cometiendo una equivocación. No era correcto adorar más el dinero que los
buenos sentimientos que les inspiraba el Señor. Las riquezas, si se acumulaban por vanidad y egoísmo, no servían nada. Pero si seguían la palabra de Dios y aprendían a
usarlas para hacer el bien a los demás, serían felices en la Tierra y en el cielo.

Este cuento para niños se encuentra basado en una de las parábolas de la Biblia.
La parábola de la red
 2 Minutos de Lectura

La biblia, en las sagradas escrituras nos muestra otra hermosa parábola y la podemos leer en libro de San Mateo: capítulo 13, versículos del 47 al 50.

El reino de los cielos es comparado con una red, que cuando es lanzada al mar en ella se recoge toda clase de peces, una vez que es sacada del mar, es llevada a la orilla en
donde se separan los peces buenos de los malos, siendo estos últimos arrojados lejos de las canastas. Esto signi ca que Jesús nos ama y acepta a todos por igual, por esa
razón aun permanecemos juntos, buenos y malos. Aunque Jesús sigue esperando a que todos procedamos a arrepentirnos, alguna vez regresara del cielo a buscar a sus hijos
y tendrá que separarlos con sus ángeles a sus de todas las personas malas que vivieron haciendo todo aquello que no estuviera en armonía con Dios.

Pero la buena noticia es que todavía tenemos tiempo para tomar decisiones inteligentes, hoy es el día y no debemos jugar con nuestra vida y las oportunidades que el cielo
aun nos regala, porque la vida es una gran oportunidad para todos pero solo mientras la tenemos y sabemos que no sera para siempre.

Si rechazamos a Jesús, estamos negándonos la oportunidad de la salvación nosotros mismos, la vida eterna es para todos. La decisión es nuestra pues nos crearon con libre
albedrío, esto quiere decir que nadie nos obliga a nada, ni Dios mismo, Jesús quiere que por amor, voluntariamente decidamos por Él. No tardemos mucho porque Él espera a
la puerta de tu corazón, quiere entrar en el y bendecirte, quiere que seas prosperado tu y tu familia en todo, así que cuéntaselo a tu familia y amigos, a todos tus vecinos,
porque esta noticia es para todos.
La parábola de los talentos
 2 Minutos de Lectura

La biblia menciona la parábola de los talentos en Mateo 25: 29 en el nuevo testamento, donde señala:

“Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Pero, al que no tiene se le quitará aún lo que tiene”.

Sabemos que Jesús quería enseñarnos a ser buenos administradores y a darle buen uso a los talentos que a todos nos ha proporcionado, es verdad que a unos más, y a otros
menos. Esto no signi ca que por eso sea menos importante quien tenga menos. Ahora veremos de que manera se nos dejo ilustrado como saber administrar.

Las sagradas escrituras nos dicen que un hombre muy rico tuvo que viajar lejos, entonces tuvo que reunir a sus siervos y con arles su  riquezas, les dejo a cada uno la parte
que debían administrar mientras estaba ausente. Al primer siervo le dejo cinco talentos que era bastante dinero, al segundo siervo le entrego dos talentos y al tercero uno
solo.

El siervo que recibió los 5 talentos invirtió todo lo recibido y obtuvo 5 talentos más.

El segundo siervo que recibió dos talentos, hizo lo mismo que el anterior siervo, invirtió y obtuvo 2 talentos más de lo recibido.

El tercer siervo que recibió un talento, no tuvo mejor idea que solo esconder el único talento que recibió.

Al retornar el hombre rico de su viaje, se alegro mucho al ver que sus siervos habían duplicado sus talentos y los felicito y les dijo:

-¡Muy bien! Por haber hecho lo correcto y por su delidad les daré mucho más. Pero . . . al siervo que le dió un talento le pregunto:

-¿Que hiciste con el talento que te di?

-Bueno, yo lo escondí para que estuviera más seguro.

El Señor le dijo: Al menos hubieras invertido lo que te dí y hubieras sido más productivo no?

Entonces el Señor le quito el talento y se lo entrego a quien tenía 10 talentos.

Esta ilustración nos hace meditar que Dios a todos nos ha dado dones, a unos más y quizá a otros menos pero igualmente importantes. Espera que todos desarrollemos lo que
el nos dio de manera sabia y responsable porque es con ese n que nos lo entrego.
La parábola del rico insensato
 2 Minutos de Lectura

La biblia nos muestra esta parábola en el nuevo testamento, en el libro de San Lucas 12: versículos 13 al 21.

Las sagradas escrituras dicen que un hombre se hallaba en medio de una gran multitud, luego se acerca al Señor Jesús y le pide que hable con su hermano para intermediar
por el, que de esa manera solicitara parte de su herencia para que se bene ciara con ella, Jesús mirándolo le dice:

-Pero ¿acaso crees que soy tu juez o quien para hacer algo así? tengan mucho cuidado con la avaricia porque en lo material no tiene que centrarse la vida del hombre.

Jesús tomo como ejemplo el caso de un hombre que después de un tiempo de recibir su herencia vio que con el tiempo había dado mucho fruto y no sabía que hacer con tanto
que tenía, pensó que si construía un lugar mas grande sería mejor. Hacía planes a futuro pensando que ya no tenía porque esmerarse tanto en trabajar y que tendría por
mucho tiempo que comer y beber sin ninguna preocupación. Vivía haciendo planes como muchas personas hoy en día hacemos.

Sin embargo Dios le dijo que era un necio, pues esa misma noche podía morir y que todo lo que logro nunca lo disfrutaría y que quedaría solo para su familia. ¿Realmente
pensamos que  las bendiciones de Dios en lo material debe distraernos del verdadero propósito que es para nosotros como cristianos buscar el reino de Dios? Lo material no
llena el corazón del ser humano, solo lo distrae y muchas veces corrompe su alma. No dejemos que nuestro corazón nos engañe pues, la verdadera riqueza se encuentra en el
cielo.
La parábola del trigo y la cizaña
 2 Minutos de Lectura

Esta parábola la encontramos en la biblia, en el Nuevo Testamento y en el libro de Mateo capítulo 13: versículos 24-30. Allí vemos que las sagradas escrituras comparan el
reino del cielo con un campo muy fértil, en el cual un hombre siembra una semilla, pero al dormirse unos hombres no se dieron cuenta que llegó su enemigo y aprovecho el
descuido para sembrar cizaña.

Al tiempo el terreno dio sus frutos y juntamente con ella creció la cizaña, al ver esto los empleados preguntaron al dueño del campo:

-¿Señor que paso, sabemos que sembraste buenas semillas, quieres que arranquemos la maleza?

-No dijo el dueño, si lo haces a lo mejor arrancas con ella el trigo y no quiero eso, dejemos que crezcan juntos y con el tiempo cuando sea necesario yo les avisare para que
arranquen la cizaña, la aten y la quemen, luego podrán juntar el trigo.

Si nos damos cuenta el Señor Jesús es el buen sembrador, Él es quien lleva las buenas semillas al campo, el campo es el mundo en que vivimos y las buenas semillas son las
buenas personas. Pero la cizaña es la gente mala y aquí en este mundo tenemos que convivir todos juntos todavía, pero un día Dios dará su recompensa a cada uno según sus
obras y sera allí cuando el decida que hacer con los malos.

Recordemos que Dios esta en todas partes y Él nos mira y toma todo en cuenta, por eso debemos procurar con su ayuda dar buenos frutos para que un día no seamos
deshechos como en el ejemplo de la cizaña, que a su tiempo es arrancada de raíz para que no siga contaminando los buenos frutos, siendo atada, arrojada y quemada, como
tiene que ser. En conclusión es mucho mejor ser trigo que cizaña.

 
Parábola de la gran cena
 2 Minutos de Lectura

En libro de Mateo capítulo 14: versículos 15 al 24,de las sagradas escrituras de la biblia, encontramos un mensaje en el que Jesús nos muestra su grande amor hacia toda la
humanidad.

Aquí podemos ver que simbólicamente quien organiza la cena es aquel que trabaja para Dios compartiendo su palabra, los invitados a la gran cena, son todos aquellos que
ponemos excusas para ir al gran banquete, lo que realmente signi ca que no estamos dispuestos a dejarlo todo por Cristo, y aceptarlo a Él es la única manera de entrar al
reino de Dios.

Si nos damos cuenta no nos gusta llegar al arrepentimiento, se nos hace complicado dejar nuestras malas costumbres y placeres, nos gusta hacer lo que mejor nos parece,
somos orgullosos y egoístas por naturaleza. Sin embargo cuando Jesús se dio cuenta de estas actitudes el pidió que le trajeran a los paralíticos y ciegos, dijo que debían traer a
casa a todo el que estuviera fuera y dijo que la casa debía ser llena de gente. Lo que nos muestra que Dios nos ama a todos y si unos no quieren hay otros que si anhelan hacer
la voluntad de Dios.

Recordemos siempre que rechazar la invitación de Jesús es rechazar su palabra y la gran oportunidad de conocerle a través de ella, la biblia es una carta de amor escrita de un
PADRE amoroso a sus criaturas, dirigida especialmente a sus hijos, nosotros. Quien desprecie la vida eterna se condena solo, ya que la oportunidad es para todos, pero si
perdemos la vida, perdemos la esperanza. No juguemos a despreciar tremenda oportunidad con tan solo arrepentirnos antes, ya que ese es el primer y gran paso a dar.

 
Parábola de la moneda perdida
 2 Minutos de Lectura

Esta parábola la podemos encontrar en las sagradas escrituras de la biblia en el siguiente texto, en el Nuevo Testamento del libro de San Lucas 15:8-10.

Aquí encontramos que una mujer perdió una moneda muy valiosa para ella, la cual perdió en su casa. Luego de ello, ella enciende una lámpara y empieza a barrer y a buscarla,
luego de encontrarla ella va y se lo cuenta a sus amigas y celebra con ellas el gran encuentro gozándose en gran manera.

La moneda perdida es el hombre caído en pecado, que luego de reconocer su condición se arrepiente y acepta a Jesús como su único Salvador, aunque no lo crean esta
actitud logra que el cielo entero celebre el arrepentimiento del ser humano cuando reconoce sus faltas y entrega su corazón sincero y plenamente a Dios. De esta manera el
hombre comparte las buenas nuevas de salvación con sus amistades, familiares y con toda persona y cuanta oportunidad tenga, pues quiere que todos procedan al
arrepentimiento y a su salvación.

Esta es una de las características del hombre que quiere de corazón hacer la voluntad de Dios, no se puede callar y esto agrada mucho a Dios quien así reconoce a sus ovejas,
por quien sacri co a su único hijo nuestro Señor Jesús entregando su vida para así ser nuestro medio, nuestro abogado intercediendo por nosotros en el cielo, mostrando sus
manos heridas y recordandole a su Padre que fue por nosotros por quien vino a este mundo a inmolarse. Recordemos que esto lo hizo por su amor in nito hacia nosotros, nos
regalo por gracia la oportunidad de salvación eterna.

Ahora la decisión es personal, solo esta en nosotros. Jesús siempre esta tocando la puerta de nuestro corazón, espera con paciencia y amor que decidamos inteligentemente,
no desperdiciemos nuestra gran oportunidad porque nadie sabe hasta cuando la podemos tener.

 
Parábola de la viuda y del juez injusto
 2 Minutos de Lectura

En las sagradas escrituras de la biblia encontramos en la parte del nuevo testamento en el libro de San Lucas 18: 1-8, una historia en  la que una pobre viuda clama por ayuda
urgente y justicia a un mal juez, ella necesitaba que se castigue a sus adversarios por lo que tenía demasiada angustia, pero a este mal juez, no le importaba ni las personas y
menos le interesaba Dios.

Un día cansado este mal hombre, de la insistencia de la pobre viuda, decidió que era mejor ayudarla antes que lo enoje más. Si pensamos un poco mas podemos darnos cuenta
que si hombre malo puede llegar a ayudar a alguien, cuanto más haría Dios mismo por nosotros que sus sus hijos, si tan solo oramos con fe. Dios hace una invitación a la
oración constante para que veamos sus milagros y mucho bienestar en nuestras vidas.

Si el hombre siendo malo e imperfecto puede dar buenas dádivas, ¿cuanto mas Dios a sus hijos?. quien no tenga fe puede pedírsela a Dios que el da abundantemente a sus
hijos a quienes ama. La única manera de saber y conocer a Dios es leyendo su palabra y orando sin cesar, ¿acaso conocemos a alguien sin hablar con el? eso no es posible, de la
misma manera, la oración nos conecta directamente con el cielo a través de nuestro Padre celestial, a medida que mas oramos mejor comunicación tenemos con Él y así
descubrimos su amor in nito, y por consecuencia disfrutamos de sus bendiciones a medida que aumenta nuestra fe. Nada ni nadie debe separarnos de esta bendición, la vida
del cristiano es otra con Dios y es Él quien nos hará justicia siempre y sin fallarnos, porque Él es el y cuando promete algo cumple sus palabras.
Parábola del buen samaritano
 2 Minutos de Lectura

Cuentan las sagradas escrituras de la biblia en el libro de San Lucas: capítulo 10,  que un día muy caluroso un hombre salió de la ciudad de Jerusalén a la ciudad de Jericó, para
ello tenía que cruzar por el desierto. Empezó su travesía que en un inicio se veía muy interesante pero luego que tenía horas de hacer el viaje en su camello, empezó a
preocuparse, ya se sentía muy agobiado por el inmenso calor y los fuertes vientos.

¿Quien se iba a imaginar que en el desierto alguien se encontraría con delincuentes? de pronto aparecieron unos malvados hombres que esperaban al primero que pasara por
allí, mientras ellos se escondían detrás de unas rocas. Al ver al hombre, se le fueron encima con todo golpeándolo brutalmente hasta dejarlo mal herido. El hombre tendido en
el piso vio que se llevaban a su camello, sin poder hacer nada.

Luego paso un hombre, quien miro con indiferencia al hombre que se hallaba herido y tendido en la arena caliente, quien pidiendo auxilio solo encontró el rechazo en lugar de
ayuda, aunque no por mucho tiempo. Pronto pasaría otro hombre que tenía muchos conocimientos, quien al verlo parece que mas preocupado por sus cosas pre rió también
continuar su camino.

El sol quemaba demasiado y el herido ya no podía mas, sin embargo un Samaritano que pasaba al verlo bajo de su camello y corrió a atenderlo muy compadecido, sabía que
debía ayudar, así que lo subió al camello y el continuo su camino pero a pie, de rato en rato se aseguraba que su acompañante estuviera bien hasta que llegaran a su destino.
Al poco tiempo encontraron un lugar donde descansar y una vez que el Samaritano se aseguro que el hombre herido estuviera bien, partió a su destino bajo la promesa que
regresaría a pagar más por los gastos ocasionados, cuando retornara de su viaje.

Dios espera que todos ayudemos a nuestros semejantes y que no seamos indiferentes a las necesidades y dolor ajenos sin importar quien sea la persona ni de donde es.

 
Parábola del grano de mostaza
 2 Minutos de Lectura

Las sagradas escrituras de la biblia, nos dicen que el reino de Dios es comparado con una semilla de mostaza que
siendo aún muy pequeña, cuando cae a tierra da abundante fruto, crece tanto esta pequeña semilla que puede servir
hasta para dar sombra bajo ella, por esa razón Jesús hizo la comparación con el reino de Dios. Esta parábola la
podemos encontrar también en (Marcos: 4, 30-32) en el nuevo testamento.

Es muy interesante saber la forma en que Jesús enseñaba a la gente con tantos ejemplos prácticos usando la misma
naturaleza, y así la gente entienda bien sus mensajes. La mostaza es una semilla tan pequeña que hasta se puede
perder, pero si la siembras en la tierra dará buen fruto y va a crecer tanto que  nadie lo creería. Esta es la manera en
que Jesús dio a entender sus enseñanzas y que no hay forma en que una vez que llega el mensaje de Dios a la mente y
corazón de las personas, tarde o temprano puedan dar su fruto.

Cuando Jesús empezó a contarles a la gente hermosas historias usaba las parábolas con ejemplos conocidos por todos
como la sal, los talentos, las semillas, el campo, la cena,  etc. y empezó solo, poco a poco tuvo seguidores hasta que
eligió a los 12 apóstoles, quienes llegaron a ser líderes y embajadores de Jesús cuando nos dejó para partir al cielo. Los
niños son las personas que mejor aceptan los mensajes que dejó nuestro Señor Jesús en su palabra, pues en sus tiernas
mentes queda sembrado todo como en la mejor tierra fértil porque los niños son como esponjas, todo impresiona sus
delicadas mentes, les podemos contar las historias de Jesús y nunca las olvidarán.

Algo muy interesante es saber siempre, que cuando estamos hablando de Jesús a las demás personas te conviertes
automáticamente en un sembrador de semillas de la palabra de Dios y de hecho en un colaborador del cielo llevando
las buenas nuevas de salvación. Ahora sabemos que si nuestra fé fuera aún como un grano de mostaza, veremos mucho
fruto.

 
Parábola del hijo pródigo
 3 Minutos de Lectura

En una ocasión mientras Jesús hablaba, todos se le acercaban y no importaban quienes fueran pues sus mensajes atraían a todos. Sin embargo los fariseos y escribas
criticaban a Jesús porque aceptaba la compañía de pecadores sin importarle nada, hasta comía y dejaba que se le acerquen sin discriminar a nadie. Jesús que todo lo sabía
pensó en una parábola que podemos encontrar en el Nuevo testamento en San Lucas 15, 1-3  11 -32. y les contó la historia.

Un Padre de familia tuvo dos hijos, el menor quería su herencia y se las dio a sus dos hijos. El menor tomo su parte y se fue de su casa para disfrutar según el, de la vida.
Cuando se termino el dinero y no tenía ni para comer, consiguió trabajo cuidando cerdos. Como anhelaba comer hasta la comida de los animales, pero ni eso podía tener.
Medito en lo que hizo y en como hasta los jornaleros de su Padre tendrían la mejor comida, así que se animo a pedir perdón a su Padre y regresar a casa sabiendo que ya no
era merecedor ni siquiera de ser tratado como hijo. no le importaba ser un peón más, estaba muy arrepentido y quería regresar al hogar de donde nunca debió partir.

Cuando regresaba su Padre aun de lejos pudo reconocer a su amado hijo y corriendo hacia el, lo tomo como a su niño abrazándolo y lleno de amor hacia el, lo besaba con
ternura. El hijo se sintió indigno de ser llamado hijo suyo y sentía que no merecía nada, sin embargo su Padre feliz de su regreso ordeno se organizara una gran esta y cena,
que lo vistieran de gala y que le pusieran el mejor calzado, porque estuvo perdido y al n había regresado.

Pronto regresaría el hijo mayor, al acercarse a casa no entendía el motivo de una esta y de tanta algarabía, así preguntando a un criado lo que sucedía se entero del regreso
de su hermano y reclamó a su Padre:

-Padre yo siempre estuve contigo y te he servido, nunca me diste nada para celebrar al menos con algunos de mis amigos, ¿porque haces esto con mi hermano si el se ha
portado mal, gastándose todo el dinero que le diste y haciendo lo que quería?

A lo que su Padre respondió:

-«Hijo mío, tu siempre estas a mi lado y te portas bien, todo lo mío es tuyo, pero era necesario hacer una gran esta y celebrar el regreso de tu hermano, pues el estuvo
muerto y ha vuelto a la vida, estuvo perdido y ha sido hallado»

 
Parábola del tesoro escondido
 2 Minutos de Lectura

Esta parábola la podemos encontrar en la biblia en el Nuevo testamento, en el libro de Mateo, capítulo 13: versículo 44.

En ella nos dice que el reino de Dios es comparado a un gran tesoro escondido en un campo, el cual siendo hallado por un hombre el lo esconde, luego va muy feliz y vende
absolutamente todo lo que tiene, regresa y compra todo el campo.

En realidad el signi cado de la parábola es que, no es posible tener el reino de Dios con dinero, lo más valioso y la mayor riqueza para el ser humano se halla en el reino de
Dios, en la persona del Señor Jesús. Quien haya tenido pérdidas familiares, riquezas terrenales, o quien lo haya dejado todo por preferir y poner en primer lugar a Dios, habrá
elegido lo mejor y tendrá en abundancia de allí en adelante, nada le faltará y tendrá lo mejor de lo mejor, es una promesa Él es el, y cumple lo que promete.

El verdadero tesoro no se encuentra en las cosas terrenales, el tesoro más valioso y eterno para el hombre, se encuentra en los cielos y su nombre es Jesús. Cuando le
permites entrar a ser el dueño de tu corazón, Él vive en ti, tu vida va a cambiar y serás una persona diferente. Nada en esta vida tendrá el mismo sentido si Jesús en tu
corazón. Todo es mejor y diferente.

Quien le da prioridad a Dios vive en paz, con esperanza y no se angustia como el común de las personas.
Muerte de Jesús
 2 Minutos de Lectura

Después de tantas injusticias y sufrimientos, Jesús fue llevado a la ciudad del Gólgota para sufrir más y uno de los peores castigos de la época, para ser cruci cado al lado de
dos delincuentes tal como acostumbraban a castigar a los ladrones. Pero Jesús como sabemos era inocente de toda culpa y libre de toda maldad. La gente pasaba y al ver a
Jesús, algunos le escupían y otros se burlaban de Él. La maldad era muy grande en muchas personas que eran capaces de cosas feas y tristes.

Le decían a Jesús:

-«Si dices que eres el Hijo de Dios, pues entonces desciende de esa cruz ahora mismo, ¿acaso no puedes salvarte o es que tu Dios ya no te quiere?». Decían así burlándose los
sacerdotes y otras autoridades del lugar, aún los mismos ladrones. Todos escucharon de sus labios decir que Él era el hijo de Dios, y así mismo ¿no podría salvarse después de
haber ayudado a otras personas?.

Al ver la maldad de la gente Jesús exclamo:

-«Dios mío, Dios mío, porque me abandonaste?»

Nuevamente alguien se acerco para dar de beber a Jesús, pero en lugar de darle agua le dieron vinagre. Así Jesús luego vuelve a mirar al cielo y después de exclamar a viva
voz a su Padre, exhalo su aliento de vida y dejo de existir, al cabo de esto hubo un gran terremoto cayendo enormes rocas, asustando a mucho. El velo del templo se rasgo
pero de arriba hacia abajo. Luego de esto aquellos que aguardaban alrededor de Jesús, se asustaron mucho y algunos de ellos dijeron:

-«Éste realmente era el Hijo de Dios».


Resurrección de Jesús
 2 Minutos de Lectura

La biblia nos cuenta que al tercer día de la muerte de Jesús, hubo un gran terremoto, luego un ángel se acerco y movió la enorme piedra que cubría la entrada del sepulcro, al
acercarse María la madre de Jesús y María Magdalena, que precisamente en ese momento iban a la tumba, se les presento un ángel  que les dijo:

-«No se asusten, Jesús se ha levantado de entre los muertos y es preciso que vayan a contárselo a su familia y a los apóstoles que están muy tristes por su partida.»

Así fueron e hicieron ellas, regresaron apresuradas con el encargo de ir todos a encontrarse con Jesús en Galilea,pues allí Él se presentaría y los esperaría. Llegado el
momento del encuentro todos quedaron muy sorprendidos al comprobar que Jesús cumplió su promesa de resucitar al tercer día y que estaba vivo. Como muestra de ello Él
les mostraba sus manos heridas y su costado derecho, por causa de su sacri cio y muerte por nosotros.

Cuentan las sagradas escrituras que Jesús cada vez que hay un pecador arrepentido Él se presenta delante de Dios y le muestra a su Padre celestial sus heridas, abogando y
suplicando así por nosotros, esas marcas quedaran como señal y memoria por la eternidad de que El Señor Jesús murió por amor a nosotros y para salvación nuestra.

Que felicidad saber que una misma persona puede amarnos incondicionalmente, puede ser nuestro guía, nuestro abogado y amigo el, consejero y hermano mayor, todo eso
y mucho mas en un solo ser que fue capaz de hacerse humano para identi carse entre nosotros, que fue maltratado y humillado siendo inocente y pagando un precio tan alto
como el sacri co de su propia vida, hasta la muerte y pagando una culpa que era solo nuestra, porque todos somos pecadores. Lo mejor de todo, Jesús es nuestro único
Salvador y esta esperando por ti y por mi.

Gracias a Jesús tenemos una oportunidad de salvación que esta en nosotros tomar o desperdiciar. ¿Cual sera tu decisión?. Solo tu tienes la respuesta, esperamos la tomes
pronto y con sabiduría.

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