Dios Condena La Violencia

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DIOS CONDENA LA VIOLENCIA

Este 25 de noviembre, se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la


Violencia contra la Mujer, fecha que busca principalmente llamar a la reflexión a todos los
actores de la sociedad, para con acciones conjuntas (Estado y sociedad) poner fin a la
vulneración de derechos de las mujeres.
En Ecuador, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), 6 de
cada 10 mujeres sufren de violencia de género. Este dato abrumador no está lejos de la
realidad mundial, pues las Naciones Unidas asegura que 1 de cada 3 mujeres ha sufrido
violencia física o sexual principalmente de su compañero sentimental.
Miqueas 7:5-6 “No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado
cuídate, no abras tu boca. Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la
madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa.”.
Hay mujeres que están sufriendo el dolor, el rechazo, la vergüenza, la humillación, la
violencia, el abuso, aún más todavía, el daño psíquico y físico que hacen con ellas sus
esposos, y no solamente a ellas sino toda su familia, mujeres que no han podido poner
límites y menos aún poner fin a ese maltrato familiar, sino que están llevando a sus hijos al
sufrimiento, hijos que están siendo marcados por la violencia familiar, hijos que viven
atemorizados por los golpes de su padre, o por la violencia que ejerce el padre contra la
madre, hijos que en un futuro sufrirán las consecuencias de esta mala vida que les dan sus
padres, muchas mujeres dirán: ¿Cómo encontrar la solución a mi problema?.
Mi esposo es muy agresivo, no puedo hacer nada, esta es la cruz que debo cargar en mi
vida; y cuantas excusas más podrán exponer estas mujeres, por no saber lo que ellas son
en Dios, por no tomar la decisión de buscar ayuda, por acostumbrarse a esa vida de dolor
y maltrato.
la Biblia condena la amenaza y la violencia para intimidar o controlar el pensamiento de un
miembro de la familia. Esos son actos repudiados severamente por Dios. Él desecha el
abuso físico, que incluye cualquier asalto violento que cause daño corporal.
El abuso emocional forma parte también de todo abuso físico, como por ejemplo el
ridiculizar e intimidar, las amenazas de violencia, los gritos e insultos, la desatención y
cosas semejantes.
El abuso del cónyuge no es sólo terrible por ser una violación de los derechos de la
persona, la seguridad y la dignidad que ella tiene, sino que es un foco de contaminación de
la mente de los niños, que son influidos por un comportamiento erróneo, y esas fallas se
convierten en pecados generacionales (Ex. 34:7 que guarda misericordia a millares,
que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por
inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los
hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. El hecho de que los niños sean
testigos es muy dañino, porque los patrones de conducta violenta son transmitidos y los
hijos de cónyuges que abusan a menudo se convierten en abusadores. Lo lamentable es
que no sólo se perpetúa la violencia en la familia, sino por ende en las calles y la sociedad.
La violencia intrafamiliar no respeta religión, clase social, nivel educacional, raza o cultura;
si no la combatimos, seguirá destruyendo.

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