Avivamiento en Tiempo de Crisis

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Avivamiento en tiempos de crisis

Justificación del tema: ¿Por qué es necesario estudiar el tema de


avivamiento espiritual?

a. Porque Hay Una Tremenda Necesidad de un Avivamiento Espiritual

i. Muchos Creyentes Necesitan un Avivamiento Espiritual


1. La falta de convicción de pecado en sus vidas.
2. La falta de transformación espiritual en sus vidas.
3. La falta de gozo y compromiso en la vida cristiana.

ii. La Iglesia Necesita un Avivamiento Espiritual


1. La falta de sentir la presencia de Dios en los cultos.
2. La falta de conversiones por medio de la predicación.
3. La falta de tener un impacto sobre la sociedad.

iii. El País Necesita un Avivamiento Espiritual


1. La abundancia de corrupción (policías, jueces, etc.).
2. La maldad de los hombres y de las mujeres (violencia, etc.).
3. Los vicios y la inmoralidad que abundan en el país.
4. La falta total de ética moral (mentiras, estafas, etc.).

b. Porque Hay Falsos Conceptos de lo que es un Avivamiento Espiritual Se habla


mucho de "avivamiento", pero se desconoce lo que es.
Los siguientes son algunos de los falsos conceptos acerca de un Avivamiento
Espiritual:
i. Tener más alegría y fervor en los cultos.
ii. Tener cultos más largos y más frecuentes.
iii. Tener cultos en los cuales cosas extrañas ocurren con los cuerpos de los
creyentes (temblores, desmayos, ver luces, risas, etc.). ¡Estas cosas no
necesariamente indican que se está experimentando un verdadero Avivamiento
Espiritual!
iv. La prosperidad debe de marcar la vida del cristiano

Una Definición de lo ¿que es un Avivamiento Espiritual?

La actividad soberana de Dios por medio de la cual él renueva en vigor a su


pueblo individual o colectivamente, afectando tanto la sinceridad de la
creencia como la calidad del comportamiento.
Un avivamiento no es nada más que un nuevo comienzo de obediencia a
Dios. Como en el caso de la conversión de los pecadores, el primer paso
es un arrepentimiento profundo, que parta el corazón, y nos postre en el
polvo delante de Dios, con verdadera humildad, y un abandono del
pecado.
Es más importante que todo el mundo se convierta a tener cultos todos los
días sin que nadie se convierta. Hay que hacer una pausa y avivarnos.

 
CUANDO HAY QUE ESPERAR UN AVIVAMIENTO
 

"¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti? (Salmo
85:6.)
 

1. Cuando hay falta de amor fraternal y confianza cristiana entre los que
profesan ser religiosos, entonces es necesario un avivamiento. Entonces
hay una clara Ilamada de Dios para avivar su obra.
2. Cuando hay disensiones, celos, murmuraciones entre los que profesan
ser religiosos, entonces hay gran necesidad de un avivamiento. Estas
cosas muestran que los cristianos se han alejado de Dios, y es hora de
pensar seriamente en un avivamiento.
3. Cuando hay un espíritu mundano en la Iglesia. Es evidente que la
Iglesia se ha hundido en un estado bajo y resbaladizo, cuando se ve a los
cristianos que se ajustan al mundo en cuanto a vestido, comportamiento y
fiestas, buscando diversiones mundanas, leyendo novelas y otros libros
que el mundo lee.
4. Cuando la Iglesia encuentra que sus miembros caen en pecados graves
y escandalosos, es el momento de despertar y clamar a Dios por un
avivamiento de la religión.
5. Cuando los pecadores son descuidados e indiferentes, es hora de que
los cristianos se muevan. Es su deber, no menos que lo es el de los
bomberos cuando suena la campana de incendios, en una gran ciudad, el
ir a apagarlo. La Iglesia tendría que apagar los fuegos del infierno que
alcanzan a los malvados. ¡Dormir! ¿Puede dormir el bombero y dejar que
arda toda la ciudad? ¿Que pensaríamos de un bombero asi? Y con todo, su
culpa no puede compararse con la de los cristianos que duermen mientras
los pecadores que les rodean se van hundiendo en los fuegos del infierno.
6. Si un ministro encuentra que ha perdido en algún grado la confianza de
su grey, tendría que trabajar para un avivamiento, como el único medio
de ganar la confianza de los suyos otra vez. Y no ya para ganar su
confianza, sino que un avivamiento conseguido por medio de él como
instrumento restaurará la confianza de los suyos que oran. De modo que
si un anciano o un miembro particular de la Iglesia encuentra a sus
hermanos fríos hacia él, sólo hay un modo de restaurarlos. Es siendo
avivado él mismo, vertiendo desde sus ojos e irradiando de su vida el
esplendor de la imagen de Cristo.
El hecho es, que los cristianos tienen más culpa de no ser reavivados que
los pecadores de no ser convertidos.
7. Una Iglesia que declina de esta manera no puede continuar existiendo
sin un avivamiento. Si recibe nuevos miembros, éstos, en general, serán
personas poco o nada piadosas. Sin un avivamiento no habrá,
probablemente, tantas personas nuevas convertidas como las que morirán
en un año. Ha habido iglesias en este pais cuyos miembros se han ido
muriendo, y como no había avivamientos para convertir a otros en su
lugar, la Iglesia ha ido muriendo y la organización se ha disuelto.
8. Sin un avivamiento los pecadores se irán endureciendo bajo la
predicación y experimentarán una condenación más horrible que si no
hubieran oído el Evangelio. Vuestros hijos y amigos irán a una
condenación más horrible en el infierno, como consecuencia de no hacer
caso de los medios de gracia, si no hay avivamientos para convertirlos a
Dios. Mejor sería para ellos que no hubiera medios de gracia, ni santuario,
ni Biblia, ni predicación, que el vivir y morir donde no hay avivamiento. El
Evangelio es un cauce para llevar la muerte o lo muerto, si no es hecho
un cauce de vida para vida.
9. No hay otro medio por el cual la Iglesia pueda santificarse, crecer en la
gracia y ser preparada para el reino. ¿Qué es crecer en la gracia? ¿Es oír
sermones y oír nuevas nociones sobre religión? No; de ninguna manera.
El cristiano que hace esto, y nada más, está empeorando cada día, se
endurece y cada semana será más dificil ponerle a la altura de su deber.
10. Puede esperarse un avivamiento cuando los cristianos tienen un
espíritu de oración para el avivamiento.
Esto es, cuando oran como si sus corazones estuvieran dedicados a ello.
Pero cuando sienten la necesidad de un avivamiento, entonces oran
pidiéndolo; sienten que lo necesitan para sus propias familias y la
vecindad; piden por ellos como si no se les pudiera negar aquello que
piden.
¿Qué es lo que constituye un espíritu de oración? ¿Son muchas oraciones
y palabras fervientes? ¡No! La oración es un estado del corazón.
El espíritu de oración es un estado de deseo continuo y
ansia de la mente para la salvación de los pecadores. Es
algo que pesa sobre uno. Es Io mismo, en cuanto se
refiere a la mente, que cuando un hombre está ansioso
por algún interés mundano.
Un cristiano que tenga este espíritu de oración siente angustia por
las almas. Este es el tema de sus pensamientos en todo momento,
y hace que parezca y que obre como si tuviera una carga en su
mente. Piensa en ello de día, sueña en ello de noche. Esto es
propiamente el "orar sin cesar". Sus oraciones parecen fluir del
corazón como fluiría un líquido: "Oh, Señor, aviva tu obra."

Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en


medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la
ira acuérdate de la misericordia. Habacuc 3:2

11. Este espíritu no es en modo alguno entusiasmo. Es exactamente lo


que sentía Pablo cuando dice: "Hijitos míos, por quienes sufrí dolores de
parto." El sufrimiento de esta alma es una profunda agonía, que las
personas sienten cuando han echado mano de Dios para esta bendición, y
no le dejan ir hasta que la reciben. No quiero decir que es esencial para
un espíritu de oración que su tensión tenga que ser asi. Pero un deseo
ferviente, persistente, profundo, para la salvación de los pecadores es lo
que constituye el espíritu de oración para un avivamiento.
12. Cuando este sentimiento existe en una iglesia, a menos que este
espíritu sea agraviado por el pecado, habrá infaliblemente un avivamiento
de cristianos, generalmente, el cual implicará la conversión de pecadores
a Dios.
13. Puede esperarse un avivamiento religioso cuando los cristianos
empiezan a confesar sus pecados unos a otros. En otras ocasiones
confiesan sus pecados de un modo general, como si no lo hicieran del
todo en serio. Pueden hacerlo en lenguaje elocuente, pero esto no
significa nada. Pero cuando hay un sincero quebrantamiento, y un
derramamiento del corazón en la confesión del pecado, las compuertas
están a punto de estallar y la salvación lo inundará todo.

Testimonio de Reyna y Valdi

14. Puede esperarse un avivaimento cuando los cristianos están


dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para que tenga lugar. Tienen
que estar dispuesto a sacrificar sus sentimientos, sus negocios, su tiempo
y ayudar en la obra. Los pastores y lideres deben estar dispuestos a
exponer su fuerza y arriesgar su salud y su vida. Tienen que estar
dispuestos a ofender al impenitente con sus palabras fieles y claras, y
quizás a ofender a muchos miembros de la la Iglesia que no querrán
acudir para trabajar. Pero deben adoptar una actitud decidida ante el
avivamiento, pase lo que pase. Deben de estar preparados a seguir
trabajando aunque pierdan el afecto de los no penitentes y de la parte fría
de la iglesia.

COMO FOMENTAR UN AVIVAMIENTO PERSONAL


 

"Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia;


roturad el barbecho, porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que
venga y os enseñe justicia." (Oseas 10:12.)
 

Los judíos eran un pueblo de labradores y pastores y, por tanto, es común


en la Biblia hallar ilustraciones que se refieren a la vida del campo y sus
labores, la labranza y el pastoreo. Aquí el profeta Oseas se dirige a ellos
como una nación que se ha vuelto atrás; los reprende por su idolatría y
los amenaza con el juicio de Dios.
Un avivamiento consiste en dos partes; por lo que respecta a la Iglesia y
lo que respecta a los no salvos. Hablaré en esta ocasión de un
avivamiento en la Iglesia. Barbecho es el terreno que ha sido arado pero
que se deja sin sembrar, y la próxima temporada de siembra necesita
volver a ser ablandado y roturado, para poder recibir el grano.
Si se quiere roturar el barbecho del corazón, hay que empezar
examinándolo: examinándolo y notando el estado de la mente y ver
dónde estamos. Muchos nunca parecen pensar en esto. No prestan
atención a su propio corazón, y nunca saben si están prosperando
religiosamente o no; si están ganando terreno y yendo hacia atrás; si son
fructiferos o no lo son.
El autoexamen consiste en contemplar vuestra vida, considerar vuestras
acciones, buscar en el pasado y ver cuál es vuestro verdadero carácter.
Regresad a vuestra historia pasada. Considerar vuestros pecados uno a
uno. No quiero decir dar un vistazo, simplemente, sino considerarlos uno
a uno. Si es necesario coged pluma y papel, y tomad nota de ellos.
Hay que repasarlos como el mercader repasa sus libros. La confesión
general no basta. Los pecados fueron cometidos uno a uno. El
arrepentimiento de ellos ha de ser hecho uno a uno. Consideremos
primero lo que comúnmente se llama pecados de omisión.
1. La ingratitud. Este pecado consiste en recibir favores de Dios sin
mostrar o ejercitar gratitud por ellos. ¿Cuántas veces has faltado?
Recuerda los actos de providencia notable, un cambio en el curso de los
acontecimientos, algo que te salvó de la ruina. Escribe los casos de
bondad de Dios cuando tú estabas en pecado, antes de la conversión, y
por los cuales no has dado bastantes gracias; y lo mismo las numerosas
misericordias que has recibido desde entonces. ¡Cuán largo es el catálogo
de ejemplos en que tu ingratitud ha sido tan negra que te ves forzado a
esconder el rostro confuso! Póstrate de rodillas y confiésalos a Dios y pide
perdón. El mismo acto de confesión te traerá otros pecados a la memoria.
Haz esto tres o cuatro veces y verás el número asombroso de
misericordias por las cuales no has dado nunca gracias a Dios.
2. Falta de amor a Dios. Piensa cómo te sentirías agraviado si
descubrieras que el afecto de los tuyos, tu esposa, tu marido, tus hijos,
flaqueara; si vieras que su mente se desvía de ti y piensan en otra
persona. Quizá te sentirías morir de celos, justos y virtuosos. Pues bien,
Dios se llama un Dios celoso; y tú no le has dado todo el corazón, sino
que le has ofendido entregando tu corazón a otros amores. ¿No crees
haberle ofendido?
3. Descuido de la Biblia. Anota los casos en que quizá durante semanas, o
más, la Palabra de Dios no te ha causado ningún placer. Algunos, es
verdad, leen capítulos enteros de tal forma que después no pueden ni
decir lo que han leído. Si es así, no es de extrañar que tu vida flote a la
deriva y que tu religión sea un verdadero fracaso.
4. Incredulidad. Recuerda los casos en que virtualmente has puesto en
duda la veracidad del Dios de verdad, pues esto es tu incredulidad en sus
promesas y declaraciones expresas. Dios ha prometido dar el Santo
Espíritu a los que se lo pidan. ¿Crees tú esto? ¿Lo has pedido? ¿Has
esperado que El te conteste? ¿No has dicho virtualmente en tu corazón,
cuando orabas pidiendo el Santo Espíritu: "No creo que lo reciba"? Y si no
creías ni esperabas recibir la bendición que Dios te había prometido de
modo especifico, ¿no es como si le acusaras de mentir?
5. Descuido de la oración. Piensa en las ocasiones en que has descuidado
la oración privada, la oración familiar y las reuniones de oración; o que
has orado de tal manera que has agraviado y ofendido a Dios aún más
que si no hubieras orado.
6. Descuido de los medios de gracia. Cuando has permitido que, con
excusas baladíes, tu descuido de asistir a las reuniones quedara
justificado en tu mente; cuando has vertido desprecio sobre los medios de
salvación meramente por no gozar en el cumplimiento de tus deberes
espirituales.
7. La manera en que has ejecutado tus deberes. Esto es, falta de
sentimiento y de fe, con un estado mental mundano, de modo que tus
palabras no eran más que de labios y no merecías que Dios te escuchara
o hiciera caso de ti. Cuando has caído de rodillas y "dicho tus oraciones"
de modo descuidado e indiferente, hasta el punto que a los cinco minutos,
ya no te habrías acordado de lo que decías.
8. Falta de amor a las almas de tus prójimos. Mira a tus amigos y
parientes, y recuerda cuán poca compasión has sentido por ellos. Has
estado a su lado y visto que se dirigen al infierno, pero, parece que esto
no te preocupa. ¿Cuántos días ha habido en que no has hecho de su
condición el tema de una simple oración sincera, ni has mostrado deseo
ardiente por su salvación?
9. Falta de interés por los paganos. Quizá no te has interesado en
enterarte de su condición; quizá ni aun has leído ninguna revista
misionera. Mira esto y considera si es que te intereses por los paganos, y
evalúa la intensidad de tus sentimientos por ellos y el deseo que tienes de
su salvación. Compara con esto el deseo que tienes de tu propia
salvación. ¿Cuánto has dado para que se les envíe el Evangelio? ¿Te
niegas, para mostrar este interés, satisfacciones superfluas como té, café
o cenas solamente? ¿Te has instalado cómodamente en tu estilo de vida y
no estás dispuesto a pasar el menor inconveniente por ellos? ¿Oras por
ellos en privado? ¿Pones aparte algo para depositar en el tesoro del
Señor, cuando vas a orar? Si no haces esto y tu alma no está en agonía
por los pobres paganos, ¿por qué pretendes ser cristiano en realidad? ¿No
está tu profesión marcada por la hipocresia, hasta el punto que es un
insulto para Jesucristo?
10. Descuido de tus deberes familiares. Piensa en la forma en que has
vivido para tu familia, como has orado, qué ejemplo les has dado. ¿Qué
esfuerzos directos haces habitualmente para su bienestar espiritual? ¿Qué
deber para con ellos es el que no has descuidado?
11. Descuido en vigilar tu propia vida. En muchos casos te has apresurado
para atender a tus asuntos particulares, y no has dedicado tiempo ni
sinceridad para pasar cuentas con Dios; ¡cuán frecuentemente has
descuidado vigilar tu conducta y, no estando alerta, has pecado delante
del mundo, de la Iglesia y delante de Dios!
12. Descuido en la vigilancia de tus hermanos. ¿Cuántas veces has
quebrantado el pacto de que vigilarías sobre ellos en el Señor? ¡Cuán poco
te preocupas del estado de sus almas! Y con todo tienes el solemne deber
de velar sobre ellos. ¿Qué has hecho para estar en contacto con ellos?
¿Sobre cuántos te has interesado, para conocer su estado espiritual?
¿Cuántas veces has visto a tu hermano enfriarse en la religión y no le has
hablado? Le has visto empezando a descuidar un deber tras otro y no le
has reprendido como hermano, con amor fraternal. Le has visto caer en
pecado y le has dejado. Y todavía dices que los amas. ¡Qué hipócrita eres!
¿Cómo puedes dejarlos resbalar sin advertirles? ¿Permitirías, quedando tú
indiferente, que algo así ocurriera a tu esposa o a uno de los tuyos?
13. Descuido de la abnegación, o sea, negarse a uno mismo. Hay muchos
que profesan querer hacerlo todo en religión, en tanto que no se requiera
negarse a sí mismos. Cuando se requiere que hagan algo en que hayan de
negarse a sí mismos ¡ah!, ¡esto es demasiado! Creen que están haciendo
mucho por Dios, y que hacen lo que es razonable pedir, tanto si es todo lo
que pueden, como si no; pero, no están dispuestos a privarse de ninguna
comodidad o conveniencia por poder servir al Señor. No están dispuestos
a sufrir reproches por el nombre de Cristo. Ni a negarse los lujos de la
vida, a fin de ayudar a salvar un mundo que se dirige al infierno. Se hallan
tan lejos de saber que la abnegación es una condición del discipulado que
no tienen idea de lo que es negarse a sí mismos. No se han negado ni aun
un alfiler por Cristo y por el Evangelio. ¡Oh, estas personas se hallan
camino del infierno! Están dando de su abundancia, y dan mucho, y son
prontos en quejarse de que otros no dan más; cuando en verdad, no dan
nada de lo que necesitan, algo de lo que hubieran podido disfrutar aunque
lo hubieran retenido. Sólo dan lo que les sobra de su riqueza; y quizá la
pobre mujer que pone un centavo en la colecta ha ejercido más
abnegación que ellos, que han dado millares.
Vamos ahora a ocuparnos de los pecados de comisión.
14. Mundanalidad. ¿Cuál es el estado de tu corazón con relación a las
posesiones mundanas? ¿Las has considerado como tuyas, como si
tuvieras derecho a poseerlas en calidad de propias, según tu voluntad? Si
ha sido y es así, escríbelo. Si has amado la propiedad, y la has buscado
por lo que es en sí, para satisfacer tu ambición, tu espíritu mundano, o
para acumularlo para tu familia, has pecado y has de arrepentirte.
Orgullo, Envidia, Criticas, Calumnia, Mentiras como está tu
catalogo tu inventario de pecados de comisión?
15. Orgullo. Recuerda los casos en que te has descubierto en ti mismo la
práctica del orgullo. La vanidad es una forma especial de orgullo.
¿Cuántas veces te has descubierto en consulta con la vanidad sobre tu
vestido y apariencia? ¿Cuántas veces has pensado más y te has
preocupado más de pasar tiempo decorando tu cuerpo para ir a la iglesia
que en preparar tu mente para el culto a Dios? ¿Te has interesado más en
tu apariencia externa, en el aspecto del hombre mortal, que en tu alma, o
sea ver cómo aparece a la vista de Dios, que escudriña el corazón? De
hecho te has preparado para que los otros te rindan culto a ti, en vez de
prepararte tú para rendir culto a Dios. Has procurado dividir la atención en
la casa de Dios, llamar más la atención del pueblo de Dios para que miren
tu hermosa apariencia. Es en vano que quieras decir ahora que no te
preocupa si los demás te miran o no. ¡Sé sincero! ¿Te habrías preocupado
tanto de tu aspecto si todos los demás hubieran sido ciegos?
16. Envidia. Mira los casos en que has sentido envidia de los que están
por encima de ti en algún aspecto. O quizá has envidiado a los que tienen
más talento o son más útiles que tú. ¿No has envidiado a algunos, y has
sufrido cuando oíste a otros que los elogiaban? ¿Ha sido más agradable
para ti pensar en sus faltas que en sus virtudes, en sus fracasos que en
sus éxitos? Sé sincero contigo mismo; y si has albergado este espíritu del
infierno, arrepiéntete profundamente delante de Dios, pues de lo contrario
no se te perdonará.
17. Criticas y censuras. Piensa en casos en que has mostrado un espíritu
acerbo en que has hablado de otros cristianos en formas en que no había
caridad ni amor; o falta de amor, que siempre requiere que esperes lo
mejor en todo caso posible, y que interpretes de la mejor manera posible
toda conducta dudosa.
18. Calumnia. ¿Hay ocasiones en que has hablado de las faltas de otros,
reales o supuestas, a su espalda; has hablado de miembros de la Iglesia y
otros sin necesidad, y sin ninguna razón buena? Esto es calumniar. No
tienes por qué mentir para calumniar; el decir la verdad con la intención
de perjudicar ya es calumniar.
19. Ligereza y frivolidad. ¿Con cuánta frecuencia has dado muestras de
ligereza ante Dios, cosa que no te habrías permitido en la presencia de un
soberano de la tierra. Te has portado como un ateo, pues te has olvidado
de que hay un Dios, o le has mostrado menos respeto a El, en su
presencia, del que habrías tenido por un juez de la tierra.
20. Mentir. Has de entender Io que es mentir. Mentir es todo intento de
engañar; si no hay este intento no es mentira. Pero si dices algo con la
intención de desviar de la pura verdad, es una meritira. No las llames con
otras palabras. Para Dios son MENTIRAS, y tú eres culpable de MENTIR, y
no trates de disimularlo. ¡Cuántas falsedades se cometen en los negocios,
en el trato social, con palabras, aspectos y acciones que están calculados
para causar una cierta impresión en otros, por razones egoístas!
21. Engaños y trampas. Escribe los casos en que has hecho algo a otro
que no te habría gustado que te lo hicieran a ti. Esto es engaño. Dios ha
dado la regla para este caso: "Todas las cosas que quieras que los
hombres te hagan a ti, esto es Io que debes hacer a ellos." Si no Io has
hecho has faltado. La regla no es que deberias hacer "todo lo que
razonablemente puedes esperar que hagan para ti", porque esta regla
podría admitir un cierto grado de maldad. La regla es: "Que tú quisieras
que hicieran a ti."
22. Hipocresia. Por ejemplo, en tus oraciones y confesiones a Dios. Piensa
en las oraciones pidiendo cosas que no quieres en realidad. Y la evidencia
es que cuando has terminado de orar, no podrías decir por qué has orado.
¿Cuántas veces has confesado pecados de los que no tenías intención de
apartarte, y que no tenías el solemne propósito de no repetirlos? Sí, has
confesado pecados que piensas repetir, y ¡seguir viviendo!
23. Robar a Dios. Aquí entra el tiempo perdido, pasando las horas que
Dios te ha dado para servirle y salvar almas, en diversiones vanas y
conversación tonta, leyendo novelas o no haciendo nada; casos en que
has aplicado mal tus talentos y capacidades mentales, en que has
despilfarrado dinero en concupiscencias, o cosas que no necesitabas, y
que no contribuyen a tu salud, bienestar o utilidad. Quizá dinero para
tabaco. No diré nada de bebidas alcohólicas, porque ya doy por sentado
que quien profesa religión no bebe, pero deseo que ni aun uses este
verdadero veneno, el tabaco.
24. Mal humor. Quizá hayas faltado a tu esposa, hijos, resto de la familia,
criados o vecinos. Pon todo esto en el papel.
25. Impedir a otros que sean útiles. Quizá has debilitado su influencia con
insinuaciones contra ellos. No sólo has privado a Dios de sus talentos, sino
que has atado las manos de otro. Que mal siervo es aquel que no sólo
deja de hacer él lo que debe sino que, además, impide a los otros que lo
hagan. Esto es el quitarles el tiempo; destruir su confianza en Cristo. Con
ello te has puesto en las manos de Satanás, holgazaneando e impidiendo
trabajar a otros
Si has cometido una falta contra un individuo, y te es posible, por hallarse
él cerca, ve y se lo confiesas. Si está distante, escríbele. Si has
defraudado a alguien, enviale el dinero con los intereses.
Haz todo esto ahora, no lo aplaces; esto lo empeoraría todo. Confiesa tus
pecados a Dios, si los has cometido contra Dios, y a los hombres si los has
cometido contra los hombres. No pienses escaparte andando alrededor de
estas piedras de tropiezo. Quítalas. Cuando rotures tu barbecho has de
quitar todos los obstáculos. Pequeñas cosas que te impiden que te sientas
en lo religioso de modo diferente de lo que quisieras. Rotura la tierra, otra
vez. No te desanimes, no dejes de hacerlo porque es difícil; conduce el
arado, vuelve los terrones arriba y abajo, hasta que todo esté blando para
recibir la semilla y rendir fruto a ciento por uno.
26. Cuando hayas terminado, a conciencia, vuelve a empezar otra vez,
como dije, pensando que lo que has escrito te recordará otras cosas
relacionadas con ellas. Y de nuevo, por tercera vez. Verás que puedes
recordar cantidades enormes de cosas, que no te gustaría recordar en la
eternidad. Prepara y repasa esta lista con el mismo cuidado y solemnidad
con que te prepararías para el juicio final.
AI repasar el católogo de tus pecados asegúrate bien de tu resolución de
hacer una reforma total y ahora. Todo lo que no esté bien, decide al
instante que, con la ayuda y fuerza de Dios, no volverás a hacerlo. No
sería de ningún beneficio examinarse a menos que hagas la decisión de
enmendar todo lo que haya malo en tu corazón, tu temperamento y tu
conducta.
Cuando lo hagas, si ves que en tu mente hay aún oscuridad, que no se
hace la luz y que el Espíritu de Dios está apartado de ti, es que no has
sido bastante concienzudo. En el progreso de la obra has de forzarte,
poner toda tu intención en la obra, con la Biblia delante, probando tu
corazón. No puedes esperar que Dios obre un milagro para ti, roturando el
barbecho. Sólo lo hará haciendo tú uso de los medios. Concentra tu
atención en tus pecados. No puedes pensar en ellos mucho tiempo y a
conciencia sin ver Io malvado de los mismos y sentirlo, sentirlo
profundamente.
La experiencia demuestra que es beneficioso el repasar la propia historia
de esta manera. Ponte a trabajar en ello; decide que no pararás hasta que
puedas orar. No tendrás nunca el Espíritu de Dios en ti hasta que hayas
desentrañado todo este misterio de iniquidad y presentado tus pecados
delante de Dios. Que este trabajo de arrepentimiento y plena confesión,
este quebrantamiento delante de Dios, tengan lugar y tendrás el espíritu
de oración, en abundancia, a rebosar. La razón por la cual tan pocos
cristianos conocen este espíritu de oración, es porque nunca se han
tomado el trabajo de examinarse debidamente y someter sus corazones
de esta forma.
27. No sería de ningún valor el predicarte si tu corazón está endurecido,
en barbecho. El labrador no echa su semilla sobre la roca. No produciría
nada. Por ello entre los que profesan religión hay tan poco fruto; mucho
exterior, pero poco sentimiento. Hay mucha actividad y poca piedad. Si
sigues así en los caminos de Dios, seguirás endureciéndote, las cosas
empeorarán, como la lluvia y la nieve hacen más espesa la costra de un
campo en barbecho y vuelven los terrones más duros.
28. Los que profesan religión no deberían estar nunca satisfechos o
esperar un avivamiento, por el mero hecho de despertar de su sueño,
jactarse y hablar mucho, aunque sea a los pecadores. Tienen que
empezar roturando su campo. Una vez hecho esto, para conseguir un
modo de sentir más profundo, lo que hay que hacer es salir y ver a los
pecadores camino al infierno y hablar con ellos y guiar sus almas
desorientadas. Entonces recibirás más sentimiento. Te puedes
entusiasmar sin esta roturación; puedes mostrar mucho celo, pero no
durará, y no vas a hacer mella en los pecadores, ni los retendrás. La
razón es que lo harás de modo mecánico sin la debida preparación.
29. Y finalmente, ¿estás dispuesto a roturar tu campo en barbecho?
¿Quieres seguir este curso que se te indica y perseverar en él hasta que
estés del todo despierto? Si dejas de hacerlo, de prepararte, no puedes
seguir conmigo mucho trecho. He ido contigo tan lejos como pude para
serte útil, pero ahora has de roturar el campo. De lo contrario todo lo que
me queda por decir no te será de ninguna utilidad. Más aún, te hará peor,
te endurecerá. Si no te pones a trabajar en esto inmediatamente puedes
estar seguro que no tienes interés en un avivamiento, que has
abandonado a tu pastor y le dejas para que luche solo. Si no lo haces,
puedo decirte que has olvidado a Cristo, porque rehusas arrepentirte y
volver a tus obras del principio, como hacía la iglesia del Apocalipsis.

La solución:

Amós 5:1-5

Endecha sobre Israel (Amós 5:1-3)


1.  Que  pide con dolor el profeta al pueblo? (v. 1a).  
2. Por que quería ser escuchado? (v. 1b).

El capítulo anterior concluyó abruptamente, con una sensación de llegar a un punto


final. Fue como si Dios hubiera cerrado la puerta, que el juicio o castigo era
inevitable, y que no había ninguna esperanza para Israel. Aunque el capítulo 5 se
proyectó hacia el futuro y dejó bien en claro que Dios castigaría a aquel pueblo por
su maldad, veremos que en los primeros 15 versículos Dios le rogó a Israel para
que ese pueblo lo buscara poder así evitar el juicio. Mientras El no señaló que había
llegado el anuncio final del castigo, juicio que consistió en el cautiverio del pueblo,
aun habría esperanza para ellos. Escuchemos pues, lo que dice el primer versículo
de este capítulo 5:
"Oíd esta palabra de lamentación que yo levanto sobre vosotros, casa de Israel."
Fue como si El estuviera entonando una lamentación, un canto fúnebre muy triste.
Entonces habló de ellos con ternura

3.  En qué consistió la endecha o lamento? (v. 2).  Por qué  cree que equipara
a Israel con una virgen?  Cómo ve a esta virgen el profeta?  Qué significa
esto?

Recordemos que cuando el profeta Oseas comenzó su profecía, habló de la


experiencia que había tenido en su hogar. Él se había casado con una prostituta y
Dios le envió a predicar al reino del norte, o de Israel, diciéndoles a sus habitantes:
"Sois como una prostituta, pero Dios aun os ama". Y aquí en nuestro pasaje el
profeta Amós dijo: "Eras como una virgen, y Dios contrajo matrimonio contigo".
Esta es hoy una figura de cada creyente. El apóstol Pablo incluso les escribió a los
Corintios en su segunda carta, capítulo 11, versículo 2: Os he desposado con un
solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo, Cuando acudimos a
Él, nuestros pecados son perdonados y comenzamos una nueva vida unidos a
Cristo. Pero, ¿qué podríamos decir de usted, estimado oyente? ¿Cómo ha sido su
relación con El durante los últimos años? ¿Habrá usted actuado como aquel pueblo
de Israel? ¿Ha sido usted fiel a Él? ¿No se habrá usted alejado de Aquel que lo
ama? ¿Se habrá usted extraviado por influencia de los valores del mundo, y de las
tendencias que todos compartimos y que forman parte de nuestra naturaleza
humana? ¿No le estará el enemigo de Dios arrastrando de un lugar para otro? En la
actualidad, muchísimos cristianos se encuentran en esa situación, que solo puede
inspirar en el profeta la siguiente canción triste, una lamentación, que leemos en
este versículo: Cayó la virgen de Israel y no podrá levantarse ya más; postrada
quedó sobre su tierra y no hay quien la levante.

3.  Quién era realmente el que se lamentaba sobre Israel?


(v. 3a).  Qué  evidencia se da de que la destrucción nadie podrá detenerla? (v. 3b).
 Qué podrá hacer el pueblo con sólo una décima de sus soldados?

El profeta Amós realmente estaba diciendo: "Prepárate para venir al encuentro de


tu Dios. ¡Mira cuántos van a morir!" Este versículo nos informa de que iba a morir
un número muy elevado de personas, un elevado porcentaje de la población. Aquí
se refirió a aquellos que no irían al cautiverio, sino que quedarían en la tierra,
aunque muchos de ellos resultarían muertos en ese ataque.

Buscadme, y viviréis (5:4-6)


1. El mandado (v. 4)
a)  Qué significa:  buscadme? Comente Jeremías 29:13. Y me buscaréis y me
hallaréis, porque me buscaréis de todo corazón, estar avivado internamente en
Dios. El avivamiento no es un proyecto, no es una actividad, es un estado
permanente de estar viviendo por el bienestar espiritual y físico de los demás.
b)  Qué  dará  como resultado buscar a Dios?  Qué tipo de vida concede Dios?
Comente Juan 10:10. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia.

2. La prohibición (v. 5)
a)  Qué les prohíbe el Señor? (v. 5a). Encuentre la relación de esta prohibición con
4:4.
b)  Qué sucederá con Beth-el y Gilgal?
3. Amós ratifica el mandato de Dios (v. 6)
a)  Cree que el profeta se siente conmovido con lo que le espera a Israel?  Será un
grito de dolor y desesperación? (v. 6a).
b)  Qué consecuencias les vendrán si no buscaban al Señor? (v. 6b). Recuerde
Hebreos 12:29.
Y aquí vemos la advertencia mas no busquéis en Betel. Betel era la ciudad en la
que se había instalado uno de los dos becerros de oro. Por cierto, hoy es difícil
localizar a Betel. Los guías turísticos tratan de identificarla con uno o dos lugares,
así que no podemos estar seguros de la situación concreta de aquella ciudad. La
ubicación general de la zona es bien conocida, pero señalar el lugar concreto con
precisión sería un problema.
El profeta también les dijo que no entraran en Gilgal. Gilgal fue el lugar en el cual el
pueblo de Israel acampó cuando cruzaron el río Jordán, cuando entraron por
primera vez en la tierra bajo la dirección de Josué. Allí instalaron el tabernáculo o
tienda de reunión, y fue la zona en que organizaron su marcha contra la ciudad de
Jericó. Se convirtió en un lugar sagrado. En realidad, Dios les había dicho que les
contaran a sus hijos que aquel había sido el lugar en el que El, los había librado. En
cambio, este pueblo había caído en la idolatría y estos lugares que habían sido
sagrados para Dios se convirtieron en lugares para erigir ídolos.
Además, el profeta les dijo que no pasaran a Beerseba. Beerseba se encontraba
lejos, en el reino del sur o de Judá, en el Negev. Era otro lugar famoso. Fue en
Beerseba donde el patriarca Abraham y Abimelec (príncipe Filisteo de Gerar)
hicieron un pacto, y después, Abraham invocó el nombre del Señor, como podemos
ver en Génesis 21. La expresión "desde Dan hasta Beerseba" fue usada en la Biblia
para designar a todo el territorio de Israel, desde el norte hasta el sur. En los días
del profeta Amós, el pueblo del reino del norte estaba realizando peregrinaciones a
Beerseba para adorar a los ídolos.
Y en este versículo 5 el profeta dijo Gilgal será llevada en cautiverio y Bet-el será
deshecha. ¿Por qué en aquel momento Amós no mencionó a Beerseba? Porque
Beerseba no estaba en el reino del norte, sino en el del sur. Pasarían más de 100
años antes de que Beerseba fuera conducida al cautiverio con el reino del sur. Sin
embargo, estas dos ciudades del reino del norte, Gilgal y Betel, estaban a punto de
ser llevadas cautivas. Realmente, el profeta Amós fue exacto en su profecía.
Y aquí, estimado oyente, vamos a detenernos por hoy. En nuestro próximo
programa, continuaremos con este estudio del profeta Amós. Le sugerimos
entonces, que lea hasta el versículo 17 de este quinto capítulo, para que pueda
conocer mejor este mensaje profético, del cual destacaremos, como siempre, las
aplicaciones prácticas.

Desde nuestra perspectiva sabemos que serían los Asirios quienes vendrían a
atacarlos repentinamente y los conducirían al cautiverio. En otras palabras, el
pueblo de Israel simplemente no creyó en Dios y no restableció su relación con El.
Y lo interesante fue que Dios fue más allá del castigo del cautiverio que sufrirían
bajo los Asirios, les dijo: Prepárate, Israel, para venir al encuentro de tu Dios,
Porque cuando Asiria descendió contra ellos, no se llevaron a toda la gente al
cautiverio. Muchos de ellos fueron muertos. Esto significó que se iban a encontrar
con Dios a través de la muerte, que es un hecho que todo individuo debe afrontar.
Algún día, todos nosotros tendremos que presentarnos ante Dios en el momento de
nuestra muerte. Así que el mensaje dirigido a Israel, resumido en las palabras
Prepárate para venir al encuentro de tu Dios es, incluso hoy, el mensaje de
advertencia para cada persona.
Cierto hombre, a quién Dios había tratado de una manera muy severa debido al
pecado que existía en su vida, contaba cómo Dios había tratado con él. Y dijo que el
juicio, el severo castigo que le había venido por lo que había hecho, era algo que,
como ser humano, podía soportar. El pastor de su congregación le estaba
consolando, y entonces aquel hombre le dijo: "Lo que me inquieta, lo que me
preocupa enormemente no es el castigo que ha caído sobre mí, sino el hecho de
que aun tengo que presentarme ante Dios, y ello me hace temblar:" Y el pastor le
respondió: "Bueno, usted sabe que yo también voy a tener que presentarme ante
Dios. Y si tuviera que estar ante Él tal como soy, entonces, por cierto, estaría
aterrorizado. Pero no voy a presentarme ante Él como si fuera simplemente yo
mismo. Yo estoy en Cristo, unido a Cristo, y Dios va a ver en mí a Cristo. Yo he sido
aceptado en el Amado, en mi Salvador". Y este hombre entonces respondió: "Sí,
este es el único consuelo que me queda hoy a causa de la clase de vida que he
vivido."
Estimado oyente, este mensaje que hemos leído, Prepárate para venir al encuentro
de tu Dios es también para usted. Prepárese para encontrarse con su Dios.
Supóngase que en este mismo momento usted pasara a la presencia de Dios - y
algunos de nosotros quizá lo hagamos pronto Supóngase que su vida ha terminado;
y le aseguramos que las cosas que eran para usted importantes aquí en la tierra ya
no tendrán más importancia. Y como la vida ha llegado a su fin, usted se encuentra
en la presencia de Dios. ¿Cómo va a presentarse ante El? Quizá usted ha vivido
para agradar a la gente, para llevarse bien con todos y para pasarlo lo mejor
posible, igual que la mayoría de las personas. Pero ahora esa etapa en la tierra ha
concluido. ¿No sabe usted que no puede presentarse ante El por sus propias
fuerzas, por los méritos supuestamente acumulados por su propio carácter y por la
forma en que vivió? Usted y yo no tenemos nada que ofrecer a Dios porque,
espiritualmente, estamos en bancarrota, en quiebra. Como dice la Biblia,
concretamente el apóstol Pablo, estamos espiritualmente muertos en nuestros
pecados y transgresiones. La única forma en que usted y yo podemos presentarnos
ante la presencia de Dios es unidos a Cristo. Y como también dijo San Pablo, EL fue
entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación,
para que usted y yo podamos presentarnos ante Dios justificados. De esta manera,
nos presentaremos ante Dios con la justicia de Cristo.
Volviendo ahora al pasaje Bíblico del profeta Amós que nos ocupa, veremos que
este predicador rural nos explicaría quién es este Dios ante quien debemos
presentarnos.

Palabra en Acción:

Desempleo, hambre, desnutrición, insalubridad, hacinamiento,


promiscuidad, enfermedad, todo esto es una manifestación del pecado que
llega al extremo con la perversión de la injusticia en los tribunales,
soborno, juicios manipulados por los adinerados, racismo, humillación,
explotación, despojo. En medio de esta situación,  cómo sabemos que
realmente buscamos a Dios y no s lo estamos buscando que nos vaya bien?

 Por qué  muchos de los religiosos, que decimos actuar bajo los principios
de Dios, no influimos para que el evangelio y acompañamiento llegue a
todos?

Qué diferencia hay entre buscar a Dios para que nos vaya bien y buscarlo
para que actuemos bien?

Buscar a Dios no es lo mismo que buscar nuestro propio bien. Buscar a


Dios es tener conciencia de que la injusticia que Dios condena no sólo la
cometen los malos, sino también los buenos al no hacer nada por aliviar las
cargas de los más necesitados física y espiritualmente.

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