Bendición de Los Enviados

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Bendición de los enviados a anunciar

el Evangelio1
Liturgia de la Palabra

Bautizados y enviados
“La Iglesia de Cristo en misión en el mundo”1

RITOS INICIALES

Reunido el pueblo,
el celebrante y los
ministros, cada cual
con sus vestiduras
propias, precedidos
del crucífero se dirigen
por la nave del templo
hacia el presbiterio,
mientas el coro, junto
con el pueblo, entona un canto adecuado.
Los que han de partir a anunciar el Evangelio forman parte de
la procesión y al llegar se ubican en un lugar convenientemente
dispuesto para ellos.
Terminado el canto, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo…
Todos se santiguan y responden:
Amén.

1
Cfr. BENDICIONAL, Coeditores Litúrgicos 1986, Primera Edición 1986, páginas 146-154.

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Luego el celebrante saludo a los presentes, diciendo:
El Señor, que los llamó a salir de la tiniebla y a entrar en
su luz maravillosa, esté con todos ustedes.

Todos responden:
Y con su espíritu

Luego el celebrante exhorta brevemente a los presentes para


disponer su espíritu a la celebración y explicar el rito; puede
hacerlo con estas palabras u otras semejantes:

Queridos hermanos: Al participar hoy en esta celebración,


renuevan en cierto modo la manera de obrar de la Iglesia
primitiva, cuando, llena de gozo, enviaba algunos de sus
hijos a otros pueblos, para ayudar a los hermanos en la fe o
a los que aún no conocían a Cristo.

El envío de estos hermanos y hermanas a diversos lugares,


motivado por las necesidades de la Iglesia, hará que sean más
profundos los vínculos que nos unen y que ya se manifiestan
ahora en nuestra oración.

Todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego el celebrante


prosigue:

Oh Dios, que quieres que todos los hombres se salven


y lleguen al conocimiento de la verdad,
mira tu inmensa mies y envíale operarios,
para que sea predicado el Evangelio a toda criatura,
y tu grey, congregada por la palabra de vida
y sostenida por la fuerza de los sacramentos,
camine por las sendas de la salvación y del amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos:

Amén.

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LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Luego se leen uno


o varios textos de la
sagrada Escritura,
de los que presenta
el Leccionario Por la
Evangelización de los
pueblos, y haciendo de
la lectura del Evangelio
el acto más relevante.

Primera Lectura Is 2,1-5

El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del


Reino de Dios.

Lectura del libro de Isaías.

VISIÓN de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.


En los días futuros estará firme
en el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Vengan, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sion saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.

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No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 67(66) ,2-3.5.6+8

R. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,


ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,


porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,


que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R.

SEGUNDA LECTURA Hch 11,19-26

Se pusieron a hablar a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva


del Señor Jesús.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, los que se habían dispersado en la


persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta
Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a
los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al
llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos,
anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús.

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Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número
creyó y se convirtió al Señor.

Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron


a Bernabé a Antioquía; se alegró y exhortaba a todos a seguir
unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre
bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud
considerable se adhirió al Señor.

Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo


encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año
estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos.

Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos


fueron llamados cristianos.

Palabra de Dios.

PRESENTACIÓN DE LOS MISIONEROS

Antes de proclamar
el Evangelio, es muy
conveniente que
los misioneros sean
presentados a los fieles.

El Diácono o un lector
hace la monición, y
seguidamente llama por su nombre, a la vez que, como signo,
cada uno se pone de pie y dice: Presente

Estos son los nombres de los que nuestra Parroquia NN,


cumpliendo el mandato del Señor,
envía a anunciar el Evangelio
y acompaña con sus oraciones:

Evangelio Mt 28,16-20.

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Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al


monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo; enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado.
Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el
final de los tiempos».

Palabra del Señor.

Proclamado el Evangelio, todos se sientan y el celebrante hace lo


homilía, en la cual explica las lecturas bíblicas y el significado de
la celebración.

Terminada la homilía, los misioneros se levantan, se acercan al


celebrante y se colocan de modo que todos puedan ver el rito.

PRECES

Invoquemos a Dios, Padre misericordioso, que ungió a


su Hijo con el Espíritu Santo para que evangelizara a los
pobres, vendara a los corazones desgarrados y consolara a
los afligidos. Digamos:

R/ Que tu pueblo te alabe siempre, Señor.

Dios misericordioso y eterno, que quieres que todos los


hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, te

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damos gracias porque diste al mundo tu Hijo, como Maestro
y Redentor. R/

Tú que enviaste a Jesucristo para evangelizar a los pobres,


proclamar a los cautivos la libertad y anunciar el tiempo
de gracia, extiende tu Iglesia, de modo que abarque a los
hombres de toda lengua y nación. R/

Tú que llamas a todos los hombres a salir de las tinieblas y


a entrar en tu luz maravillosa, de modo que al nombre de
Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra, haz que
seamos verdaderos testigos del Evangelio de salvación. R/

Danos un corazón recto y sincero para escuchar tu palabra


y haz que produzca en nosotros y en el mundo obras
abundantes de santidad. R/

ORACIÓN DE BENDICIÓN

El celebrante impo-
niendo las manos con-
juntamente sobre to-
dos los misioneros que
han de partir, añade a
continuación la oración
de bendición:

Te bendecimos y
alabamos, oh Dios,
porque, según el designio inefable de tu misericordia,
enviaste a tu Hijo al mundo, para librar a los hombres de la
esclavitud del pecado, con la efusión de su sangre, y llenarlos
de los dones del Espíritu Santo.

Él, después de haber vencido a la muerte, antes de subir a


ti, Padre, envió a los apóstoles como dispensadores de su

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amor y su poder para que anunciaran al mundo entero el
Evangelio de la vida y purificaran a los creyentes con el baño
de bautismo salvador.

Te pedimos ahora, Señor, que dirijas tu mirada bondadosa


sobre estos servidores tuyos que, fortalecidos por el signo
de la cruz, enviamos como mensajeros de la salvación y de
la paz.

Con el poder de tu brazo, guía, Señor, sus pasos, fortalécelos


con la fuerza de tu gracia, para que el cansancio no los venza.

Que sus palabras sean un eco de las palabras de Cristo para


que sus oyentes presten oído al Evangelio.

Dígnate, Padre, infundir en sus corazones el Espíritu Santo


para que, hechos todo para todos, atraigan a muchos hacia
ti, que te alaben sin cesar en la santa Iglesia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/ Amén.

ENTREGA DE LA CRUZ

El celebrante bendice
las cruces diciendo:

Señor, Padre santo,


que hiciste de la cruz
de tu Hijo fuente
de toda bendición y
origen de toda gracia,

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dígnate bendecir estas cruces y haz que quienes las lleven a
la vista a los hombres se esfuercen por irse transformando
a imagen de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/ Amén

Luego los misioneros se acercan uno a uno al celebrante el


cual les entrega la cruz con la siguiente fórmula o, según las
circunstancias, el celebrante pronuncia esta fórmula de entrega
de la cruz una sola vez para todos:

Recibe(an) este signo del amor de Cristo y de nuestra fe;


predica(quen) a Cristo, y éste crucificado,
fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

El misionero responde, o en su caso los misioneros,


responden:

Amén.

CONCLUSIÓN DEL RITO

El celebrante concluye el rito. Después de la invitación: inclinen la


cabeza para recibir la bendición, vuelto hacia los misioneros y con
las manos extendidas, dice:

Dios, que en Cristo ha manifestado su verdad y su amor,


los haga mensajeros del Evangelio y testigos de su amor en
el mundo.

R/ Amén.

Jesús, el Señor, que prometió a su Iglesia que estaría con


ella hasta el fin del mundo, dirija sus pasos y confirme sus
palabras.

R/ Amén.

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El Espíritu Santo esté sobre ustedes, para que, recorriendo
los caminos del mundo, puedan anunciar el evangelio a los
pobres y sanar los corazones desgarrados.
R/ Amén.

Finalmente el celebrante bendice al pueblo en general:

Y a todos ustedes, que están aquí presentes,


los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.

Todos:

Amén.

Oración por la misión


(Misal Romano pág. 934)

Oh Dios, que quieres


que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad,
mira tu mies abundante y dígnate enviarle obreros
que prediquen el Evangelio a toda la creación;
y que todo tu pueblo, convocado por la Palabra de vida
y sostenido por la fuerza de los sacramentos,
avance por las sendas de la salvación y de la caridad.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén

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