Clase 8 - Campos Mórficos
Clase 8 - Campos Mórficos
Clase 8 - Campos Mórficos
11
Sheldrake Rupert
Editorial Paidós
Apéndice C
“CAMPOS MÓRFICOS”
APENDICE C
CAMPOS MÓRFICOS
En todo este libro he resumido algunas de las características principales de los campos
mórficos. En este apéndice, explico este concepto con más detalle y analizo algunas de sus
implicaciones.
Esto es más fácil de entender con ayuda de una analogía arquitectónica. En las calles de
una ciudad hay edificios de diferentes diseños, pero lo que los diferencia no son los materiales de
construcción. Todos podrían estar hechos con ladrillos, hormigón, madera y otros materiales
idénticos desde el punto de vista químico. Si se los demoliese y se los analizara químicamente,
sería imposible distinguirlos. Lo que los hace diferentes son los planos no aparecen en ningún
análisis químico.
Hace mucho que los biólogos que estudian el desarrollo de la forma en las plantas y los
animales son consientes de estos problemas y a partir de los años veinte del siglo XX muchos
han adoptado la idea de que los organismos en desarrollo están formados por campos llamados
morfogenéticos, semejantes a fotocopias invisibles que subyacen a la forma de los organismos
en desarrollo. Pero, por supuesto, no están diseñados por un arquitecto, así como tampoco se
supone que un «programa genético» ha sido diseñado por un programador informático. Son
campos: regiones autoorganizadas de influencia, análogas a los campos magnéticos y otros
campos reconocidos de la naturaleza.
1
de pensar en campos morfogéneticos, llegué a la conclusión de que estos campos no eran sólo
otra manera de referirse a procesos mecánicos estándar sino algo realmente nuevo.
Primero, los campos morfogenéticos son un nuevo tipo de campo, hasta ahora no
reconocido por los físicos.
Segundo, al igual que los organismos a los que dan forma, evolucionan. Tiene una
historia y contiene una memoria intrínseca que les da el proceso que yo denomino resonancia
mórfica.
Tercero, son parte de una familia más grande de campos llamados mórficos. Estos
principios son la base de lo que llamo hipótesis de la causación formativa.
Según esta hipótesis, sugiero que en los sistemas de autoorganización, cualquiera que
sea su nivel de complejidad, hay una totalidad que depende de un campo organizativo
característico de ese sistema: su campo mórfico. Cada sistema de autoorganización es un todo
formado por partes, ellas mismas de nivel inferior (Fig. C.1). En cada nivel, el campo mórfico da a
cada todo sus propiedades características y lo convierte en algo mas que la suma de sus partes.
En las plantas y los animales, los campos responsables del desarrollo y el mantenimiento
de la forma corporal se llaman campos mórficos; en la organización de la percepción, la conducta
y la actividad mental, se los llama campos perceptuales, conductuales y mentales,
respectivamente; en los cristales y las moléculas se los denomina campos cristalinos y,
moleculares, y en la organización de las sociedades y las culturas3 se los conoce como campos
sociales y culturales.4
Los campos mórficos, como los campos ya reconocidos de la física, son regiones de
influencia en el espacio – tiempo, localizados en y alrededor de los sistemas que organizan. Así,
un campo cristalino organiza la manera en que las moléculas y átomos se disponen en el interior
del cristal. El campo de un erizo de mar modela las células y los tejidos dentro del embrión del
erizo en desarrollo y orienta su crecimiento hacia la forma adulta característica de la especie. Un
campo social organiza y coordina el comportamiento de los individuos dentro del grupo social,
por ejemplo, la manera individual de volar las aves en el seno de una bandada.5
Los campos mórficos orientan los sistemas bajos la influencia hacia objetivos y puntos de
llegada característicos. El biólogo británico C. H. Waddington dio el nombre de creodos a las
pautas canalizadas de cambio organizadas por los campos morfogenéticos y las imagino en
términos de canales por los cuales rodaran bolas hacia una meta. 6 La bola representa el
desarrollo de un aspecto particular del embrión hacia su forma madura caracterizada, como, por
ejemplo, el corazón o el hígado. Las perturbaciones del desarrollo normal pueden alejar la bola
1
Sheldrake (1981).
2
Sheldrake (1988a).
3
Sheldrake (1981).
4
Sheldrake (1988a).
5
Ibid., capítulos 13 y 14.
6
Waddington (1957)
2
del fondo del canal y hacer subir por la pared lateral, pero, a menos que llegue al extremo
superior y entre en otro canal, reencontrara su camino hacia el fundo, si bien no al punto del cual
partió, sino a una posición posterior de la pauta de cambio canalizada. Esto representa la
regulación embriónica, el proceso por el cual el organismo en desarrolla puede alcanzar una
forma adulta normal a pesar de las perturbaciones durante el proceso del desarrollo.
El primer campo de cualquier tipo, digamos, por ejemplo, el campo de los primeros
cristales de insulina o el campo de una nueva idea, como la teoría de la evolución de Darwin,
deviene real mediante un salto creativo. Se desconoce la fuente de esta creatividad evolutiva. Tal
vez se trate de azar. Tal vez sea expresión de alguna creatividad inherente a la mente y la
naturaleza.8
Sea cual fuere la explicación de su origen, una vez que existe, el nuevo campo, el nuevo
modelo de organización, se hace cada vez más vigoroso en virtud de la repetición y resulta más
probable que vuelva a ocurrir. Cuanto más a menudo se repitan los modelos, más probables
serán; los campos contienen una clase de memoria acumulativa y se vuelve cada vez más
7
Thom (1975, 1983)
8
Para una exposición de teorías alternativas sobre creatividad, véase Sheldrake (1984 a), capítulo 18.
3
habitual. Los campos evolucionan con el tiempo y constituyen la base de los hábitos. Desde este
punto de vista, la naturaleza es esencialmente habitual. Incluso las llamadas «leyes de la
naturaleza» tal vez no sean otra cosa que hábitos.9
Esta hipótesis predice que la resonancia mórfica debería detectarse en los dominios de la
física, la química, la biología, la psicología, y las ciencias sociales. Sin embargo, los sistemas
establecidos desde hace mucho tiempo, como los átomos de hidrógeno, los cristales de sal y las
moléculas de hemoglobina están regidos por campos mórficos tan fuertes, por hábitos tan
profundos, que se pueden observar muy pocos cambios en ellos. Se comportan como si
estuvieran regidos por leyes fijas. Por el contrario, los sistemas nuevos – los nuevos cristales, las
nuevas formas de organismos, los nuevos modelos de comportamiento, las nuevas ideas –
deberían mostrar una tendencia cada vez mayor a existir cuanto más a menudo se repiten.
Deberían hacerse cada vez, más probables, cada vez más habituales. La resonancia mórfica
entraña efectos no locales tanto en el espacio como en el tiempo.
He aquí un resumen de las propiedades hipotéticas de los campos mórficos, tal como se
expone en The Presence of the Past.10
En A New Science of Life y The Presence of the Past, analizo una variedad de pruebas
experimentales de resonancia mórfica. Todas estas pruebas dependen de la detección de
cambios en la facilidad o la probabilidad con que se reiteran las pautas repetidas. En otras
9
Sheldrake (1988a, 1990).
10
Sheldrake (1988a), pag. 316-317.
4
palabras, me concentré en la hipótesis de la causación formativa resumida en el punto 6 que se
acaba de enunciar. En un primer momento no propuse experimentos para probar el aspecto más
general de la hipótesis de la causación formativa, a saber la existencia de los campos
especialmente extendidos, tal como se resume en los puntos 1-5. Ésa es la pregunta que formulo
en mi libro titulado Seven Experiments That Could Change the World11 y analizo en las paginas
348-349, infra.
Los experimentos para poner a prueba los aspectos espaciales de los campos mórficos
implican un tipo de no localización que por ahora la ciencia institucional no reconoce. No
obstante, podría terminar por relacionarse con la no localización o la no separabilidad, que es
parte integral de la teoría cuántica, que implica conexiones o correlaciones a una distancia que la
física clásica no podría ni soñar. A Albert Einstein le produjo profundo desagrado la idea de
«acción fantasmal a la distancia» implícita en la teoría cuántica, pero sus peores temores
terminaron por confirmarse.12 La reciente evidencia experimental muestra que estas conexiones
anidan en el corazón de la física. Sus más amplias implicaciones aún no están claras – tal vez se
relacionan con lo que he llamado campos mórficos - , pero nadie lo sabe todavía.
Las dos partes del mismo sistema, separadas en el espacio, están unidas por un campo
cuántico. No se trata de un campo en el espacio ordinario, sino de un campo que se representa
matemáticamente como un espacio multidimensional de posibilidades.
Tal como ocurre en los átomos y las moléculas, los miembros de grupos sociales son
parte del mismo sistema. Comparten la comida, respiran el mismo aire, están interconectados a
través de la mente y los sentidos e interactúan continuamente. Podría suceder que, cuando están
separadas, las partes del sistema social conservan una conectividad no separable comparable a
la que se observa en la física cuántica.
Si este fuera el caso, seria posible reinterpretar los campos mórficos en términos de teoría
cuántica. Esto implicaría una enorme extensión de la teoría cuántica hasta llegar a cubrir la
organización biológica o social. Bien podría ser un paso que la física necesita dar.
He discutido con el físico cuántico David Bohm la conexión entre la idea de campos
mórficos y su teoría del orden implicado, que es un orden «plegado» que subyace al orden
explicado, es decir, el mundo desplegado del que tenemos experiencia. Esta teoría, basada en la
no separabilidad de los sistemas cuánticos, resultó extraordinariamente compatible con mis
11
Sheldrake (1994).
12
Davis y Gribbin (1991).
5
propuestas.13 Estas conexiones también han sido exploradas por el físico cuántico
norteamericano Amit Goswami14 y por el físico alemán Hans-Peter Dürr.15
Sin embargo, también es posible que los campos mórficos representen un tipo
completamente nuevo de campo que la física todavía no haya descrito de ninguna manera. No
obstante, aun así tendrían más en común con los campos de la teoría cuántica que con los
campos gravitacionales o los electromagnéticos.
Me ocupare ahora de una evidencia relativa al aspecto espacial de los campos mórficos, y
luego a la evidencia concerniente a la resonancia mórfica.
La manera más fácil de comprobar directamente los campos mórficos es trabajar con
sociedades de organismos. Los individuos pueden estar separados de tal manera que no puedan
comunicarse entre sí por medios sensoriales normales. Si aun así pueden transmitirse
información entre ellos, forzosamente tendrán que afirmarse la existencia de vínculos o
interconexiones del tipo previsto por los campos mórficos.
13
Bohm y Sheldrake (1995): «Morphogenetic fields and the implicate order», en Sheldrake (1985), pág. 234.
14
Goswami (1997).
15
Dürr (1997).
16
Sheldrake (1994).
17
Sheldrake (1998a).
18
Sheldrake (1981), sección 9.6.
6
La sensación de ser mirado desde atrás es en realidad una experiencia común. Los
experimentos ya indican que es un fenómeno real (capítulo 19) 19No parece que esto pudiera
explicarse en términos de coincidencia aleatoria, de los sentidos conocidos ni de los campos hoy
reconocidos por los físicos.20
Ya hay, evidencia, gracias a experimentos con moscas de la fruta, de que esos efectos
podrían darse en el dominio de la morfogénesis.22
Por ejemplo, Roy Bedichek, naturista muy conocido en Texas en su día, escribió en 1947
acerca de cambios en la conducta de los caballos que él había visto a lo largo de su vida. He
aquí sus palabras:
Hace cincuenta años se predijo sin reserva alguna que jamás podría utilizarse alambrada
de espinos en los pastos para caballos. Los caballos atemorizados o juguetones se lanzaban
contra ella, se cortaban las gargantas, se arrancaban grandes trozos de carne del pecho, mientras
las heridas no mortales o los simples arañazos se les llenaban de larvas infecciosas. Recuerdo la
época en que era difícil encontrar en las secciones agrícolas o ganaderas de los establecimientos
agropecuarios de Texas un caballo que no estuviera lastimado por sus choques con la alambrada
de espinos... Pero en medio siglo el caballo ha aprendido a evitar la alambrada de espinos.
Difícilmente un potrillo arremete contra ella. A toda la especie se le ha enseñado un nuevo miedo.
19
Sheldrake (1994;1998b; 1999).
20
Abraham, McKenna y Sheldrake (1992); Sheldrake (1994).
21
Para análisis de esta idea, véase Sheldrake, Mckenna y Abraham (1998), capítulo 4.
22
Sheldrake (1998a), capítulo 8.
23
Bedicheck (1947; reimpreso en 1961), págs. 147-148.
7
Este cambio no se agota en que los potrillos aprendan de sus madres. Aun cuando no se
los haya expuesto a alambradas con espinos ni coches y hayan estado separados de caballos
más viejos y más experimentados, hoy los jóvenes no reaccionan en general como lo hacían sus
predecesores hace un siglo.
Otro ejemplo se refiere a las parrillas para el ganado. Los ganaderos de todo el Oeste
norteamericano han descubierto que pueden ahorrar dinero en estas parrillas mediante la
utilización de parrillas ficticias que no son otra cosa que rayas pintadas a través del camino. Las
parrillas reales (que en ciertos lugares, como en los Estados Unidos y Argentina, se conocen
como guardaganado) se fabrican con una serie de tubos paralelos de acero o raíles con vacíos
entre uno y otro, que dificultan el paso del ganado y hacen penoso el mero hecho de intentarlo.
Sin embargo, en el día de hoy, los animales ni siquiera intentan cruzarlas. Las parrillas ilusorias
operan de la misma manera que las reales. Cuando los animales se aproximan a ellas, «frenan
con las cuatro patas», como me dijo un ganadero.
¿Se debe esto sólo a que los terneros aprenden del ganado más viejo que no han de
intentar cruzar? Aparentemente, no. Varios ganaderos me han dicho que rebaños no expuestos
previamente a guardaganados reales, evitarán los simulados. Y Ted Friend, de Texas A & M
University, ha puesto a prueba la respuesta de varios centenares de cabezas de ganado a
parrillas pintadas y se ha encontrado con que los animales inocentes las evitan tanto como los
que han sido previamente expuestos a parrillas reales.24 Las ovejas y los caballos muestran
análoga aversión a cruzar parrillas pintadas. Esta aversión puede depender de la resonancia
mórfica de miembros anteriores de la especie que han aprendido por la vía difícil a evitar los
guardaganados.
Hay muchos ejemplos de este tipo. También hay datos procedentes de experimentos de
laboratorio con ratas y otros animales, que muestran que esos efectos se dan en realidad. El
mejor conocido incluye una serie de experimentos en los que generaciones sucesivas de ratas
aprendieron a escapar a un laberinto de agua. Con el tiempo, las ratas de laboratorio de todo el
mundo aprendían cada vez más rápido.25
Hasta ahora sólo se ha realizado una prueba experimental específicamente diseñada para
la resonancia mórfica en el dominio del aprendizaje animal. Este experimento empleó polluelos
de un día y se realizó en el laboratorio de un escéptico, Steven Rose, en la Open University de
Inglaterra.
Día tras día, se mostraba una pequeña luz amarilla (un diodo emisor de luz) a nuevas
camadas de polluelos, que la picoteaban de la misma manera que tendían a picotear cualquier
pequeño objeto prominente de su entorno. Después de haber picoteado, se les inyectaba una
sustancia química que les producía náusea. Los polluelos asociaron el hecho de sentirse mal al
de picotear la luz amarilla y en lo sucesivo evitaron volver a picotearla. (Esta forma rápida de
aprendizaje se conoce como aversión condicionada.) Como control, se mostró un pequeño
abalorio de cromo a igual cantidad de polluelos. Tras picotearlo, se les administró una inyección
neutra, de poco o ningún efecto sobre los animalitos, y no produjo aversión alguna a picotear el
abalorio de cromo cuando volvían a ser expuestos al él.
La idea era que, gracias a la resonancia mórfica, las camadas posteriores de polluelos
que acababan de romper el cascarón mostrarían una aversión cada vez mayor a picotear la luz
amarilla cuando fueran expuestos a ella por primera vez, debido a la resonancia mórfica
procedente de sus antecesores. Se inspirarían en una memoria colectiva de aversión y cuanto
24
Sheldrake (1998b).
25
Sheldrake (1998a), capítulo 9.
8
más fueran los polluelos que cobraran aversión a la luz amarilla, más fuerte debía tornarse este
efecto. En los polluelos de control, en cambio, no debía esperarse aversión al abalorio de cromo.
Esta idea casa bien con las observaciones de lingüistas como Noam Chomsky, quien
sostiene que la rapidez y la creatividad del aprendizaje del lenguaje en los niños pequeños es tal
que resulta imposible explicarlo en términos de simple imitación. De alguna manera, la estructura
del lenguaje parece heredada. En su libro The Language Instinct, Steven Pinker ofrece muchos
ejemplos como soporte a esta idea.
Más notable aún es la evolución de nuevos lenguajes para signos. Por ejemplo, en
Nicaragua no hubo este tipo de lenguaje hasta hace muy poco, porque los sordos estaban
aislados en unos de otros. En 1979, cuando los sandinistas llegaron al poder, se crearon las
primeras escuelas para sordomudos.
Las escuelas se centraban en ejercitar a los niños en la lectura de los labios y en el habla, con
resultados desalentadores en todos los casos en que se intentó. Pero daba igual: En el recreo y en
los autobuses escolares los niños inventaban su propio sistema de signos apelando a los gestos
rudimentarios que utilizaban en casa con su familia. En poco tiempo el sistema se cristalizó en lo
que hoy se conoce como Lenguaje de Signos Nicaragüense (LSN).28
Este lenguaje de signos pidgin lo usan hoy los adultos sordos jóvenes que se
incorporaron a la escuela cuando tenían diez años o más. Pero la gente más joven, que entró en
la escuela aproximadamente a los cuatro años de edad, cuando el LSN ya se había extendido, es
26
Sheldrake (1992b). Tal vez de manera inevitable, Rose y yo discrepamos acerca de la interpretación de los datos. Él
mantuvo su escepticismo (Rose, 1992), pero sus conclusiones se basan en un conjunto erróneo de datos y en la
ignorancia de los resultados obtenidos con los polluelos de control (Sheldrake, 1992b). Véase también Mikulecky
(1996).
27
Pinker (1994), pág. 33.
28
Ibid. pág. 37.
9
completamente distinta, pues habla un lenguaje mucho más complejo y expresivo al que se hace
referencia con otro nombre: el Idioma de Signos Nicaragüense (ISN). Este lenguaje local
improvisado, con su sólida gramática, se creó de la noche a la mañana. Como observa Pinker:
«Ha nacido un lenguaje enteramente a nuestros ojos».29
Los planes heredados que facilitan tanto el aprendizaje de lenguajes ya existentes como
la evolución de nuevos lenguajes no son meros principios generales que deban estar presentes
en todas las lenguas por razones lógicas. Se trata más bien de convenciones arbitrarias, que
podrían haber sido otras. En palabras de Pinker: «Es como si, de manera milagrosa, a diversos
inventores aislados entre sí se les ocurrieran los mismos patrones para el teclado de la máquina
de escribir, el código Morse o las señales de tránsito».30
Tanto Chomsky como Pinker suponen que la capacidad para aprender una lengua ha de
depender de una codificación en el ADN de los genes para las estructuras universales comunes
a todas las lenguas. Dan por supuesto que toda la información hereditaria está inscrita en los
genes y están forzados a suponer la existencia de una gramática universal porque los niños
pequeños de cualquier grupo étnico parecen capaces de aprender cualquier lengua; por ejemplo,
un bebé vietnamita adoptado por una familia finlandesa aprende fácilmente finés.
La resonancia mórfica ofrece una explicación más simple. El niño resuena con los
hablantes que lo rodean y con millones de hablantes de la lengua en el pasado. La resonancia
mórfica facilita su aprendizaje del lenguaje, así como facilita otros tipos de aprendizaje.
Analógicamente, la resonancia mórfica facilita la adquisición del lenguaje de signos por los
sordos, quienes sintonizan con usuarios de esos lenguajes en el pasado. No hace falta suponer
la existencia de genes para lenguajes ordinarios y para lenguajes de signos, latentes en el ADN
de todo el mundo.
Una de las pocas áreas en que disponemos de datos cuantitativos detallados para
períodos que abarcan décadas es la de los resultados de los test de CI (Coeficiente Intelectual).
Alrededor de 1980 me di cuenta de que, si la resonancia mórfica existe, el promedio del
rendimiento en los test de CI debería aumentar, no porque la gente sea cada vez más inteligente,
sino porque los test de CI debieran ser cada vez más fáciles de resolver como resultado de la
29
Ibid., pág. 37.
30
Ibid., pág. 41.
31
Ibid., pág. 46.
10
resonancia mórfica procedente de los millones de sujetos que han pasado por ellos. Busqué
datos que permitieran comprobar esta predicción, pero no encontré cifras publicadas adecuadas
a este propósito, ni análisis alguno de la cuestión. Por eso me intrigó enterarme de que en 1982
las cifras de CI habían aumentado en Japón en torno a un 3% por década desde la Segunda
Guerra Mundial.32 Poco después se supo (para alivio de muchos norteamericanos) que el CI
también había aumentado en los Estados Unidos en tasas similares.
El primero que detectó este efecto en los Estados Unidos fue James Flynn en su estudio
sobre la medición de la inteligencia por las autoridades militares de los Estados Unidos. Flynn
descubrió que los reclutas que rondaban el promedio cuando se los comparaba con sus
contemporáneos se hallaban por encima del promedio cuando se los comparaba con reclutas de
una generación anterior a los que se habían sometido exactamente al mismo test (Fig. C.2)
Nadie había advertido esta tendencia porque los encargados de aplicar el test comparaban en
forma rutinaria los resultados de un individuo con los de otros individuos de la misma edad a los
que se había dado el test al mismo tiempo; por definición, se adjudica la cifra 100 al promedio de
los CI de cualquier momento dado.33
105
100
CIFRAS DE CI
95
90
85
80
75
1918 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000
AÑO
Figura C.2. Aumento de las cifras de CI en los Estados Unidos entre 1918 y 1989, ejemplo del «efecto
Flynn». Las cifras han sido calibradas de acuerdo con los niveles actuales de 1989 (según Horgan, 1995).
Flynn ha establecido que se han dado incrementos comparables en otros veinte países,
incluidos Australia, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Holanda.34 Se han realizado muchos
intentos de explicar este «efecto Flynn», pero nadie lo ha conseguido.35 Por ejemplo, es muy
pequeña la parte del efecto que se puede atribuir a la práctica en la resolución de esos test. Si
algo se puede decir de ellos, es que en los últimos años han sido menos comunes, Tampoco
pueden explicarlo los progresos en la educación. Ni, como algunos han sugerido, la cada vez
mayor exposición a la televisión. Las cifras de CI comenzaron a aumentar varias décadas antes
del advenimiento de la televisión en la década de los cincuenta y, además, como comenta Flynn
con ironía, «hasta la aparición de este efecto se pensaba en general que la televisión tenía una
32
Anderson (1982).
33
Flynn (1983; 1984).
34
Flynn (1987).
35
Neisser y otros (1955); Horgan (1995).
11
influencia entontecedora».36 Cuanto más se investigaba, más misterioso resultaba el mencionado
efecto. El propio Flynn lo describe como «desconcertante».37 Pero la resonancia mórfica podría
proporcionar una explicación natural.
IMPLICACIONES
12
recuerdos como evasivas «huellas» materiales.39 Una resonancia menos específica con otras
incontables personas en el pasado conecta a cada uno de nosotros con la memoria colectiva de
nuestra sociedad y nuestra cultura, y finalmente con la memoria colectiva de toda la humanidad.
Los hábitos personales y los colectivos no se diferencian por la calidad, sino por el grado;
unos y otros dependen de la resonancia mórfica. Este enfoque novedoso de la memoria podría
infundir nuevo impulso a la compresión del aprendizaje en general y podría tener importantes
aplicaciones educacionales. Enseñar métodos que maximicen la resonancia mórfica a partir de
quienes han aprendido lo mismo en el pasado podría llevar a un aprendizaje más eficiente y más
rápido.
Los campos mórficos de grupos sociales ayudarían a explicar muchos otros aspectos
misteriosos de la organización social, incluso la conducta de los insectos sociales, las bandadas
de aves y las sociedades humanas.
Las ciencias sociales podrían recibir nuevo fundamento teórico y podrían abrirse nuevas y
amplias vías de investigación. La concepción de las formas culturales en términos de campos
mórficos revolucionaria análogamente nuestra concepción de la herencia cultural y la influencia
de los antepasados. Richard Dawkins ha dado el nombre de meme a «unidades de transmisión
cultural»,40 y esos memes pueden interpretarse como campos mórficos. La resonancia mórfica
también ilumina con nueva luz muchas prácticas religiosas, incluso rituales.41 Hasta es posible
considerar campos mórficos los paradigmas científicos, estabilizados por la resonancia mórfica y
con tendencia a volverse cada vez más habituales e inconscientes cuanta mayor sea la
frecuencia con que se los repita.42
Todo el cosmos parece ahora evolutivo. Los campos de átomos, moléculas, cristales,
planetas, estrellas y galaxias evolucionan; y lo mismo que los campos mórficos de los
organismos biológicos, su evolución está sometida a la selección natural. La hipótesis de la
causación formativa proporciona una manera de explorar el proceso evolutivo de toda la
naturaleza y no son del dominio biológico.
Pero por amplias que sean sus implicaciones, esta hipótesis lleva ínsita una limitación
capital. Ayuda a explicar cómo se repiten las pautas de organización, pero no explica cómo
empiezan a existir. Por tanto, deja abierta la cuestión de la creatividad evolutiva. La causación
formativa es compatible con diversas teorías diferentes de creatividad, que van de la idea de que,
en última instancia, toda novedad es mera casualidad, a las explicaciones en términos de
creatividad divina.43
39
Sheldrake y Fox (1996).
40
Dawkins (1976).
41
Sheldrake y Fox (1996).
42
Sheldrake (1988a).
43
Sheldrake (1981; 1988a; 1990), Ibid., pág. 94.
13
GLOSARIO
Morfogénesis
Campos mórficos
Atractor
Holones
Avalorio de cromo
Insita
Causación formativa
14