Genealogías de Los Feminismos

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GENEALOGIAS DE LOS FEMINISMOS:

OLAS, CORRIENTES, DEBATES


Bucaramanga, Santander
2O22

O Doris Lamus Canavate, 2oaa

Edición: Óscar Acevedo


Ilustración de portada: Camilo
Forero Diagramación: Natalie
Pérez Penagos

ISBN' 978-95 -5978g-9- 7

FUNDACION MUJER Y FUTURO


Calle 21 N 26-21
Bucaramanga,
Colombia. Tel: f57
7) 634 158 9
dirección@mu¡eryfuturo.org
www.mu¡eryfuturo.org
INTRODUCCIÓN

Este texto es producto de un trabajo de docencia en una maestría en intervención


social, del programa de trabajo social de la universidad industrial de Santander
(Bucaramanga – Colombia), en un módulo sobre epistemología feminista, y su
utilización durante una pandemia en cursos virtuales de formación con activistas
no necesariamente feministas pero interesadas o confrontadas por los discursos y
prácticas feministas.
La intención es ofrecer un texto corto, una guía para introducir en el estudio y los
debates sobre el feminismo. En tal sentido, el texto pretende ofrecer una visión
amplia, diversa y general de las líneas gruesas y dominantes de los debates a lo
largo de tres siglos, con el convencimiento de la pertinencia política de reconocer
varias historias, según tiempos y contextos.
Si bien aquí se ofrecen algunos recursos pedagógicos en videos y claves para la
lectura, muy breves, no es una simplificación de lo complejo, ni de lo teórico, ni de
lo político. Por el contrario, sin desatar nudos que no se puedan desatar, procura
conceder a cada debate y planteamiento el lugar que le corresponde en tanto
hecho histórico.
No es exhaustivo, pero, en buena medida, da cuenta de lo que hemos vivido en
nuestros contextos.
La parte inicial nos aproxima a una ubicación histórica que muestra lo que
entendemos aquí como feminismo, sin descartar o atacar otras posturas. Así
mismo, nos acerca a una visión abreviada de lo que han sido, históricamente, las
demandas más generales en las reivindicaciones de las mujeres.
La parte II, sigue la noción de olas como criterio de narración de ciertas
genealogías en las que seguimos, básicamente, a autoras muy conocidas, sin
excluir nuestra propia postura en los casos que así se precise, para dar lugar a la
mirada del contexto latinoamericano. En cuadros comparativos se presentan las
diferencias entre autoras de su criterio de clasificación y definición de las olas.
La III subraya la necesidad de una lectura de estas genealogías en sus contextos
de enunciación, no solo para evidenciar la diversidad de historias posibles y las
limitaciones posibles, sino para demostrar la pertinencia y las limitaciones del uso
de la noción de olas.
La IV y última parte sigue una serie de argumentos y hechos que muestran las
características de la irrupción de una intensa movilización feminista en tiempos
recientes, para preguntarnos si, efectivamente, se trata de una cuarta ola
feminista, puntualizando así los criterios que se han seguido aquí para utilizar la
noción de ola y su pertinencia en el análisis de los movimientos sociales feministas
y de mujeres.
AI final del texto encontrarán unos anexos de apoyo pedagógico. El primero, es
una cronología de los feminismos, producto final del ejercicio de reconstruir los
trazos gruesos de estas trayectorias. Se trata de presentar en él una visión
panorámica que aun siéndolo, muestra los nudos de los debates más relevantes
en cerca de tres siglos. Los otros anexos al final, y para una mayor comprensión
de la lógica que anima el texto, son unas claves para su lectura, unos vídeos a
propósito del contenido y una bibliografía básica. La infografía al final, recoge el
mapa del sufragio en tiempo y espacio.

1. ¿Qué es el feminismo? Ubicación histórica

El feminismo es el proyecto teórico y político de transformación de la sociedad


capitalista moderno-patriarcal y colonial, proyecto concebido, construido y
sostenido por las mujeres desde hace tres siglos.
La emergencia del pensamiento político feminista moderno en occidente inaugura
una visión contra hegemónica del mundo, una postura epistemológica y política,
contra la dominación patriarcal. Desde tal visión y desde entonces (siglo XVIII), el
feminismo ha cuestionado al capitalismo, tanto en su dimensión material como
cultural y simbólica.
Dicho de otro modo, el feminismo es el proyecto de transformación planetaria
construido por las mujeres, a partir de la identificación de su posición subordinada
en un sistema de dominación histórico patriarcal, en su versión moderno colonial.
Es decir, para explicar o entender el feminismo hay que contextualizar este como
respuesta a ese sistema.
El feminismo es, pues, una construcción teórica y política ligada en sus orígenes
modernos al proyecto de la sociedad capitalista ilustrada europea y su concepción
racionalista del mundo. En tal contexto, el feminismo ha cuestionado desde sus
inicios, el carácter universal y abstracto del sujeto moderno, masculino, blanco,
cristiano, letrado y propietario.
En consecuencia:
a. Ha introducido transformaciones profundas en los paradigmas tradicionales
del conocimiento, en las propias prácticas sociales y culturales y las
asimetrías que de ellas se derivan.
b. Ha desestabilizado los rígidos esquemas que separaban lo público, lo privado,
lo íntimo, lo político; lo subjetivo, lo objetivo, lo simbólico, que negaban, ocultaban
y subvaloraban a la mitad femenina de la humanidad.
C. Desde esta perspectiva, la producción de teoría, investigación y conocimiento
feminista ha enriquecido los debates académicos y la movilización política.
d. De igual manera, ha situado en el escenario político subjetividades
subalternizadas por paradigmas clásicos, incluso más allá de “nuevas” categorías
como género, por ejemplo, en la medida en que ha contribuido a la emergencia y
autonomía de otras identidades colectivas y sus articulaciones, no sólo con
movimientos de mujeres y feministas.
En este proceso, los feminismos (porque no hay nada parecido a un feminismo)
trabajan por modificar las múltiples opresiones que en distinto grado vive la mitad
de la población del planeta actualmente y, por consiguiente, contribuir así —con
los hombres- en la construcción de una sociedad justa, plural y equitativa. Es
decir, este es un proyecto con absoluta vigencia y pertinencia para la sociedad en
su conjunto.
Es así como, frente a la condición de subordinación, borramiento, negación,
explotación a la que el sistema de dominación hegemónico somete a las mujeres,
se construye el proyecto del feminismo moderno, que desde el siglo XIX, avanza
por Europa y Norteamérica, llega y se arraiga/aclimata en América Latina y se
extiende a todo el planeta.
Los desarrollos del feminismo a nivel planetario se producen por dos trayectorias
necesariamente imbricadas:
a. La ruta académica, la de la formulación de teorías, categorías, métodos de
investigación, publicaciones en todos los idiomas existentes, más todos los
espacios de debate y circulación implicados en ello (formación
universitaria), entre otras.
b. Y, la ruta de acción política por medio de la intervención, la movilización, el
trabajo político y todas las estrategias que, a lo largo de las diversas
experiencias, se han ido construyendo conforme a los tiempos, los
contextos y las culturas locales. A estas trayectorias las denominamos
genéricamente, movimientos de mujeres y feministas conformados por
multiplicidad de organizaciones y propuestas políticas.
Sin embargo, una u otra ruta para construir una genealogía implicaría procesos
complejos y diversos; debates y proyectos teórico-políticos. No hay nada de
homogéneo en el feminismo. El movimiento y la práctica feminista se caracterizan
por su diversidad y por supuesto, por el conflicto y la crítica interna permanentes.
Si bien el feminismo sostiene y defiende un conjunto de fuentes epistemológicas,
categorías como patriarcado, subordinación e incluso y mujer y feminismo, ellas
han perdido protagonismo o audiencia en algún momento o contexto, como
cuando, a finales del siglo pasado, la nueva generaciones feministas y la agencias
internacionales de desarrollo/cooperación, introdujeron el termino género en el
discurso y las práctica de las académicas y las organizaciones, feministas o no,
como una estrategia de posicionamiento. Con múltiples debates que aún no
terminan, el termino genero quedó instalado y es hoy una categoría fundamental
en el trabajo de intervención y acción de las organizaciones y el Estado. Aunque
existen innumerables definiciones y desacuerdos sobre el concepto género, es
clave entenderlo, en su visión binaria, como:
a. Una categoría analítica utilizada para develar las relaciones de poder
existentes en las sociedades patriarcales, modernas o antiguas, relaciones
de poder que se construyen a partir de la diferencia sexual, de la diferencia
entre hombres y mujeres, es decir, de sus diferencias fisiológico-
anatómicas.
b. Una categoría relacional, entre hombres y mujeres (al menos en principio).
En este sentido no es un concepto que sustituya el de mujer e implica
relaciones con los hombres en un mundo patriarcal.

Cuatro décadas largas de cuestionamientos y debates sobre la categoría género,


han llevado a abrir/romper su carácter dicotómico o binario y así permitir el ingreso
de nuevas posibilidades de análisis en cuanto a identidades de género diversas,
ya no solo heterosexuales, sino las construcciones a que han dado lugar las
teorías, prácticas y organizaciones LGTBI y querer.
En consecuencia, reaparece hoy una pregunta que ha acompañado por largo
trayecto este proyecto: ¿Es la mujer el sujeto político del feminismo?

Las demandas feministas a través de los últimos 3 siglos


Las mujeres de los tiempos de la Revolución francesa (ilustradas o del tercer
estado), tenían claro su petitorio: derecho a la educación, derecho al trabajo,
derechos matrimoniales y respecto a los hijos y derecho al voto. Que la
prostitución fuese abolida, así como los malos tratos y los abusos dentro del
matrimonio. La necesidad de una mayor protección de los intereses personales y
económicos de las mujeres en el matrimonio y la familia y se hacían
planteamientos nítidos sobre la representación política:
...estando demostrado, y con razón, que un noble
no puede representar a un plebeyo, ni éste a un noble, del
mismo modo un hombre no podría, con mayor equidad,
representar a una mujer, puesto que los representantes
deben tener absolutamente los mismos intereses que los
representados: las mujeres no podrían pues, estar
representadas más que por mujeres. (Varela, 2008).
Aquello fue solo el comienzo. Fue a través de un trabajo infatigable de siglos que
las mujeres logran, tras reiterados fracasos y vueltas a empezar, a partir de la
década de los setenta del siglo XX, que las feministas, todas, se pusieran manos a
la obra y así han seguido, sin pausa, hasta las primeras dos décadas del siglo XXI.

En los setenta del siglo XX, las feministas ya habían identificado de forma clara el
maltrato y la violencia contra las mujeres, aunque se haya tardado décadas en
trasladar todos estos conocimientos a la sociedad y en convencer a los poderes
públicos de que es un problema de Estado de urgente solución.

En la misma línea, se desenmascararon las trampas del lenguaje, la sesgada


visión sexista de los medios de comunicación, la ultrajante representación de las
mujeres en la publicidad, las diferencias de salario, los déficits en los servicios
sociales, las exclusiones de la historia, las mentiras de las ciencias sociales, las
carencias de las ciencias experimentales... En definitiva, se sostuvo con
argumentos académicos que ya no era posible, con rigor, considerar como
universal y neutral un punto de vista unilateral, el masculino (androcentrismo).
Llegadas al siglo XXI, «lo que nos une» y queda pendiente para todas las mujeres,
de todos los rincones del mundo, es hacer realidad que los derechos de las
mujeres son derechos humanos. Todo esto, más la creación de nuevos modelos
de relaciones personales e íntimas y de diferentes opciones de vida para las
mujeres, fue posible gracias a la impertinencia, inteligencia y valor de las mujeres
de la Revolución francesa, de las sufragistas, de las feministas de todas las
clases: utópicas, anarquistas, socialistas, marxistas, radicales, ilustradas, de la
diferencia… de todas las razas y de todos los países, ricas y obreras, asalariadas
y amas de casa que supieron que la vida, además de vivirla, está para disfrutarla.
(Varela, 2008, pp. 106 y 107).
Lorena María Aristizábal Farah (2019), en “Ya somos marea” agrupa en cuatro, los
asuntos que preceden la agenda del activismo y la reflexión feminista en los
últimos 5 años de esta década. Estos recogen sintomáticamente las
reivindicaciones y propuestas del momento feminista actual y son:
a. Las acciones de denuncia y movilización en torno al acoso sexual y los
feminicidios.
b. La lucha por los derechos sexuales y reproductivos,
c. Las reflexiones de las corrientes antirracistas y decoloniales y su crítica al
feminismo hegemónico institucional y,
d. Las conversaciones en torno al reconocimiento y redistribución de los
cuidados. (2019, pág. 3)

En cualquiera de estos asuntos es menester ubicar el contexto y la coyuntura


nacional y local, los problemas o preocupaciones que se relacionan con la acción
política feminista y, en general, para las mujeres; es decir, la agenda propia.
Sin embargo, es importante tener presente que hoy mantenemos una multitud de
diferencias, no solo de lecturas del contexto, sino de agendas y de apuestas
políticas de tal complejidad, que la tarea de identificar los puntos de encuentro se
vuelve no sólo problemática sino central en cualquier estrategia de acciones
reivindicativas.
Si bien hoy el feminismo es diverso y plural y podemos hacer de ello al menos dos
lecturas, la de la potencia de esa pluralidad y la de la fragmentación y la
desarticulación -y ambas operan en la práctica-, es de primer orden trazar
agendas y estrategias que integren, que permitan recoger en ellas las demandas
por la igualdad, la lucha contra la violencia machista, la mirada de la economía
feminista, las posturas antirracistas y decoloniales, el ciberfeminismo, las
expresiones de la diversidad sexual, la defensa de los cuerpos y territorios de
pueblos originarios, entre las más visibles, sin olvidar o desestimar otras
discusiones que están sobre la mesa, como los problemas alrededor de la
prostitución, el alquiler de vientres, y muchas otras formas de explotación
agudizadas hoy por las guerras, las migraciones y el empobrecimiento de amplias
regiones del planeta. A todo esto, hay que sumar, los efectos sobre la vida de la
población en general y de las mujeres en particular, de más de un año de la
pandemia por el covid 19, por la que atravesamos.
Tenemos por delante la tarea de inventar7aprender, una nueva cultura política
feminista, con la cual sigamos en la tarea de la transformación de un mundo cuyo
centro sea la vida en todas sus formas.
LAS OLAS EN LAS GENEALOGÍAS DE LOS FEMINISMOS

ALGUNAS FIL@SOFAS, historiadoras y, en general, teóricas del feminismo,


han Ilamado olas a esos procesos en los que se van construyendo y
reconstruyendo trayectorias a partir de las demandas y conquistas de las mujeres,
en particular de las feministas organiza- das en movimientos, sin que haya o tenga
que haber, acuerdo sobre el uso o no de esta taxonomía, entre otras cosas porque
las historias que se cuentan allí corresponden a distintos tiempos, lugares, culturas
y contextos.
Digamos, en principio, que se reconocen tres grandes olas, más o menos
comunes a todos los países de Occidente y occidentaliza- dos, aunque no sean
precisamente coetáneas. Sin embargo, tiempo y contexto, así como
especificidades históricas, culturales, sociales, económicas y políticas, interactúan
con las aspiraciones de organizaciones y movimientos de mujeres y feministas, de
modo tal que en las agendas van emergiendo, además de aquellas luchas
generales y compartidas, otras que sólo dan cuenta de historias, problemas o
cuestiones locales o nacionales (por ejemplo, en el caso colombiano, hemos
arrastrado década tras década el lastre de la violencia política, el conflicto armado,
los escasos y pequeños momentos de paz, junto con reivindicaciones de la
agenda feminista global).
También, habría que anotar que, en esta reconstrucción histórica se reconoce un
conjunto de teorías las cuales, a pesar de sus diferencias (o, mejor, por ello),
constituyen un sólido paradigma (De Miguel, 2005); es decir, una serie de
presupuestos con los cuales se inter- pela el conocimiento androcéntrico, la
negación que este ha producido acerca del ser y el hacer de las mujeres,
destacando así el lugar que ellas han ido construyendo (epistemológico, cultural y
político) en el mundo. Mostrar esta historia a través de las Olas del feminismo es
una manera (no la única) de dar cuenta de ese paradigma.
Otro elemento clave a la hora de hablar de olas en el feminismo es el punto de
partida de una ola o corriente feminista; definir este origen está condicionado por
el lugar de enunciación (quien habla, desde dónde). Lo importante es el criterio
que agrupa las “olas” y su justificación. No todo proceso tiene que “entrar” en el
esquema de las olas.

POR LA IGUALDAD DE DERECHOS Y LA CIUDADANÍA POLÍTICA:


PRIMERA OLA

En una perspectiva fundamentalmente europea, que marca una línea de tiempo


que lleva tres siglos atrás (asunto muy relevante a la hora de tener historia, de
existir), se encuentran diversas autoras que han identificado en la Ilustración y en
la Revolución Francesa, el primer momento de la historia moderna en que las
mujeres se manifiestan como grupo social consciente de la opresión a que son
sometidas, así como de sus características e intereses propios como colectivo.
Su participación en la Revolución Francesa (acción política) y la producción de la
primera Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1791), redactada
por la girondina Olympe de Gouges, apuntan en una doble dirección: la teoría y la
práctica. También en Inglaterra, la obra de Mary Wollstonecraft, Vindicación de los
Derechos de las Mujer en 1790 (Rowbotham, 2014) apunta en este sentido
inaugural. La democracia moderna y el cambio de condición de los sujetos de
súbditos a ciudadanos constituyen el telón de fondo de las aspiraciones de
igualdad de las mujeres como ciudadanas, libres e iguales a sus congéneres
varones.
Es, sin embargo, durante el siglo XIX, con la expansión del sistema capitalista y la
consecuente movilización de los trabaja dores, hombres y mujeres, contra la
explotación laboral, que crece la efervescencia feminista y cuyos efectos difieren
según la clase social de pertenencia de ellas. Pero, en general, las condiciones de
precariedad, no tener acceso a la educación, la súper explotación en las fábricas,
hacían cada vez más evidentes las desigualdades de las mujeres frente a los
hombres y su condición de propiedad del marido o su empobrecimiento y
marginación si no se casaban (De Miguel, 2005, pág. 17).
1. HACIA LA CONQUISTA DEL VOTO
FEMENINO

Como en la Revolución francesa, en Estados Unidos las mujeres habían


participado en la lucha por la independencia del Imperio Británico y luego por la
abolición de la esclavitud a que tenían sometidos a los descendientes de
africanos. Esto les había dado experiencia y conciencia política aún privadas de
sus derechos. Así mismo, herederas de la Reforma protestante, las mujeres que
practicaban estas creencias religiosas tenían cierto reconocimiento entre sus
comunidades, acceso a la lectura y a la libre interpretación de los textos.
Sin que fuese su única reivindicación, las mujeres se empezaron a organizar en
torno al sufragio1. Ana de Miguel destaca los desarrollos del sufragismo en
Estados Unidos y en Inglaterra:

En los Estados Unidos el movimiento sufragista2 estuvo inicialmente muy


relacionado con el movimiento abolicionista. Gran número de mujeres unieron sus
fuerzas para combatir el régimen esclavista que imperaba. Así, no sólo
aprendieron a organizarse sino a observar las similitudes de su situación con la de
las personas esclavizadas, sometidas y sin derechos. En 1848, en el Estado de
Nueva York, se aprobó la Declaración de Seneca FaIIs3, uno de los textos
fundacionales del sufragismo. Los argumentos que se utilizan allí para demandar
la igualdad de los sexos son de corte ilustrado: apelan a la Iey natural como fuente
de derechos para toda la especie humana y a la razón y al buen sentido de la
humanidad como armas contra el prejuicio y la costumbre (De Miguel, 2005, pág.
18).

1 Ver infografía al final.


2 Ver película Ángeles de hierro, sobre el sufragio en USA (Katja
von Garnier, 2004).
3 El texto completo de la “Declaración de Seneca Falls” se puede
consultar en http://www.mujeresenred.net/spip.php?article2260
La fecha emblemática de 1848 se recuerda por la fundación del primer movimiento
político de mujeres que, en demanda de sus derechos, se constituyeron en sujeto
político activo (Varela, 2008, pág. 38). Sin embargo, la lucha sería larga y difícil.
Las norteamericanas obtuvieron el derecho al sufragio en 1920. Por otro lado,

En Europa, el movimiento sufragista inglés fue el más radical. Desde 1866, en que
el diputado John Stuart Mill, autor de La sujeción de las mujeres (1869), presentó
la primera petición a favor del voto femenino en el Parlamento, no dejaron de
sucederse las iniciativas políticas. Sin embargo, los esfuerzos dirigidos a
convencer y persuadir a los políticos de la legitimidad de los derechos políticos de
las mujeres provocaban burlas e indiferencia. En consecuencia, el movimiento
sufragista dirigió su estrategia a acciones más radicales. Las sufragistas4 fueron
encarceladas, protagonizaron huelgas de hambre y alguna encontró la muerte
defendiendo su causa. Sólo hasta después de la I Guerra Mundial, en el año 1928
se logró que las mujeres inglesas pudiesen votar en igualdad de condiciones. (De
Miguel, 2005, pág. 19).

1.2. El pensamiento socialista y la emancipación de las


mujeres

El socialismo como corriente de pensamiento y acción política, tuvo desde sus


inicios la situación de las mujeres como elemento estructural del análisis de la
sociedad y su proyecto de transformación. Los socialistas utópicos abordaron el
análisis de la existencia de la mujer a partir de la miserable situación económica y
social en que vivía la clase trabajadora. A pesar de reconocer la necesidad de
independencia económica de las mujeres, no fueron suficientemente críticos con
la división sexual del trabajo (De Miguel, 2005, pág. 19).
Engels, en El origen de la familia, la propiedad privada y el estado (1884 primera
publicación), sostiene que la causa de la sujeción de las mujeres es
eminentemente de orden social, más exactamente, económico no obedece a
causas biológicas como la capacidad reproductora o su constitución física. Tal
sujeción se debe a la aparición de la propiedad privada y la exclusión de las
mujeres de la esfera de la producción y su confinamiento en la esfera privada.
Según este análisis, la emancipación de las mujeres dependería de su
incorporación a la producción y del logro de su independencia económica.
Así mismo, el socialismo marxista insistía en las diferencias que separaban a las
mujeres de las distintas clases sociales. Por ello, aunque las socialistas apoyaban
tácticamente las demandas de las sufragistas, también las consideraban enemigas
de clase y las acusaban de olvidar la situación de las proletarias, lo que provocaba
la desunión de los movimientos (De Miguel, 2005, pág. 19). Esto no impidió que
las mujeres socialistas se organizaran dentro de sus propios partidos, se reunieran
para discutir sus problemas específicos y crearan, a pesar de que la ley les
prohibía afiliarse a partidos, diferentes organizaciones femeninas.
Los cimientos de una articulación teórica, en la que el feminismo no quedara
sencillamente subsumido en la lucha de clases, fueron puestos en la obra de la
rusa Alejandra Kollontai y los de un movimiento socialista internacional de
mujeres, por la alemana Clara Zetkin, que dirigió la revista femenina Igualdad y
llegó a organizar una Conferencia Internacional de Mujeres en 1907 (De Miguel,
2005, págs. 20, 21). En el periodo entre guerras se fue concediendo
progresivamente el voto a las mujeres en muchos países. Con posterioridad a este
período y debido al contexto político mundial impregnado de la confrontación entre
naciones capitalistas y comunistas-socialistas, las feministas fueron acusadas de
la reducción de la natalidad y de ser “rojas” (subversivas, comunistas). También
fueron acusadas de socavar los cimientos de la nación y de destruir la familia
(Varela, 2008, pág. 65). Sobrevino un decaimiento del activismo feminista.

2. LA POLITIZACIÓN DE LA INTIMIDAD: SEGUNDA OLA

En estas genealogías es, en ocasiones, complicado ubicar a ciertas autoras, sobre


todo cuando tienen importante relevancia para la historia misma del feminismo; es
el caso de la autora de El segundo sexo (1949), de quien se afirma que fue esta
obra la que le hizo feminista: Simone de Beauvoir tenía entonces 41 años, era
filósofa famosa y escritora reconocida. Ella y su obra marcarán un renacer del
feminismo a partir de la segunda mitad del siglo XX, aportando las bases teóricas
del feminismo contemporáneo. Aunque desde los tiempos más remotos se venían
construyendo ciertas ideas centrales en el feminismo, es ella quien tiene el mérito
de haber planteado con claridad y contundencia
Que no hay nada biológico que justifique la discriminación de las mujeres y que
una cosa es el sexo —diferencias biológicas y anatomo-fisiológicas—, y otra lo
que la cultura dice que tiene que ser y cómo comportarse un hombre y una mujer.
Simone de Beauvoir, lo formuló y resumió de maravilla: «No se nace mujer, se
llega a serlo» La filósofa insiste en separar naturaleza de cultura y profundiza en la
idea de que el género es una construcción social, aunque ella aún no utilice la
palabra género (Varela, 2008, pág. 69).
Pero, la fortaleza del nuevo feminismo, con más teoría, comprensión de sí mismas
y del patriarcado, se desarrolla, efectivamente, a partir de los años 60 en Europa y
Norteamérica. Luego de los logros sufragistas en materia de derechos políticos, y
el descontento con las insuficiencias de la igualdad formal, el feminismo tuvo un
resurgir organizativo, en el que se subraya la radicalidad del movimiento, junto con
la producción académica y política.
Existe, no obstante, una continuidad en la línea del pensamiento liberal de la
inclusión: “el feminismo liberal fundamentó la necesidad de establecer
mecanismos sociales y políticos capaces de romper la dinámica excluyente del
sistema patriarcal, como la discriminación positiva, las cuotas y la formación de
lobbys de mujeres. (De Miguel, 2005, pág. 21)

Pero el auténtico protagonista de la época es el feminismo radical.


2.1. FEMINISMO RADICAL

El feminismo radical presenta un giro hacia el análisis de la esfera privada. “Lo


personal es político” fue una de las consignas más emblemáticas del movimiento
feminista en los años sesenta y setenta, con vigencia en la actualidad.
En primer lugar, lo personal es político plantea una concepción nueva de la
política, más allá de la idea convencional de ésta como el ámbito en que dirimen
sus diferencias los partidos y se gestionan las instituciones del Estado.

Kate Millet, en su obra Política sexual (1970) define la política como el conjunto de
estrategias destinadas a mantener un sistema de dominación; con esta
redefinición consolida la línea de análisis iniciada por el feminismo sufragista y
socialista en el siglo XIX que identifica como centros de dominación patriarcal
esferas de la vida que hasta entonces se consideraban personales y «privadas»:
así, pusieron de manifiesto las relaciones de poder que estructuran la familia y la
sexualidad. En segundo lugar, lo personal es político incluye un componente
movilizador hacia la acción y muestra la estrecha vinculación entre el análisis
teórico y la práctica que caracteriza al feminismo (De Miguel, 2005, págs. 21, 22).

ALGUNAS ESTRATEGIAS DEL FEMINISMO RADICAL:


GRUPOS DE AUTOCONCIENCIA

 A partir de las experiencias personales se develaba cómo viven las mujeres


la opresión. También se construía teoría a partir de la experiencia.
 El activismo de los grupos radicales se destacó por las
multitudinarias manifestaciones y marchas de mujeres muy
creativas.
 En los actos de protesta y de sabotaje ponían en evidencia la
cosificación que el patriarcado y el capitalismo hacía de las
mujeres, su carácter de objeto y mercancía.
 También con actos como la quema pública de material
pornográfico o sujetadores y corsés, el sabotaje de comisiones de
expertos sobre el aborto formadas por ¡catorce varones y una
mujer (monja)! (De Miguel, 2005).
Junto con los grupos de autoconciencia fueron importantes actividades como la
creación de centros alternativos de ayuda y autoayuda. No sólo crearon espacios
propios para estudiar y organizarse, sino que desarrollaron una salud y
ginecología no patriarcales, animando a las mujeres a conocer su propio cuerpo.
También se fundaron guarderías, centros para mujeres maltratadas, centros de
defensa personal y un largo etcétera (De Miguel, 2005).
Pero, sin duda, lo más innovador y que permanecerá en el tiempo, aún llamadas
de otra manera, serán los grupos de autoconciencia. Una especie de ejercicio de
fortalecimiento de autoestima, de auto- conocimiento individual y en pequeños
grupos, que corresponde a una estrategia típica de la segunda ola norteamericana
y que supone ganar seguridad en sí misma, necesaria para enfrentarse a lo
público y político, asunto éste excluido por la cultura patriarcal de la socialización
femenina.
Estos grupos “fueron un medio y un foro importante para su desarrollo como
método de análisis de la realidad, modo de organización, forma de práctica y
técnica de intervención política" (MacKinnon, 1995, págs. 156, 157).

2.2. OTROS DESARROLLOS DEL FEMINISMO, AVANZADO EL


SIGLO XX

 Feminismo cultural norteamericano de la diferencia social que exalta el


principio femenino y denigra lo masculino y la heterosexualidad.
 Feminismo francés de la diferencia (Cixous e Irigaray) propone crear una
identidad propia, no el reflejo del modelo masculino.
 Feminismo Italiano (sector minoritario radical) Piensan como las francesas
en la necesidad de crear una identidad propia y, apoyadas en la experiencia
norteamericana de los grupos de conciencia, fueron más radicales que los
sectores mayoritarios en asunto como el aborto (despenalización vs.
legalización) y la violencia.
 Algunas sostienen que las leyes no son neutrales y someter a leyes y
reformas la situación de la mujer es descabellado. Defienden que para la
mujer no hay libertad sin el pensamiento de la diferencia sexual como
determinación ontológica funda- mental (De Miguel, 2005, pág. 26).

3. LA [DES] ARTICULACIÓN DE LA DIVERSIDAD: TERCERA


OLA
Avanzado el siglo XX el feminismo ha creado nuevas formas de expresión e
intervención sobre la realidad, particularmente a partir de la labor de los grupos
feministas de base y, ahora, en permanente debate político y teórico, también
desde la academia y la investigación; así mismo, ha ganado una mayor visibilidad
de sus demandas y problemas en la esfera pública. A finales del siglo XX fue
tomando lugar central el feminismo institucional (‘mainstream' 6, o ‘hegemónico’,
blanco, burgués...), sobre el cual volveré más adelante.
Lo importante, es destacar que esta etapa del feminismo de los años 80 y 90 del
siglo XX parte de los planteamientos del feminismo cultural norteamericano de las
décadas pasadas’; es decir, parte -al menos en sus inicios-, de la segunda ola en
el sentido del trabajo que vengo citando de Ana de Miguel. Estas corrientes,
también llamadas de la diversidad se pronuncian en rechazo al feminismo de los
setenta, al que consideran monolítico, elitista y poco abierto a la pluralidad cultural,
racial y sexual. Son protagonistas las mujeres negras, chicanas, lesbianas y
transexuales. Y se sustentan sus posturas en las corrientes teóricas radicales,
marxistas y socialistas, junto con aportes del posestructuralismo: feminismo
posmoderno y poscolonial. Sin embargo, lo novedoso del planteamiento de Ana de
Miguel es otorgar un lugar central en ésta, según ella, tercera ola, al feminismo
institucional.

1 Ver video Feminism mainstream (Soy Camara CCCB, 2018) en: https //
www youtube com/watch*v=I0QUMeo2yh4
3.1. FEMINISMO INSTITUCIONAL

De Miguel destaca que, en occidente, este feminismo reviste diversas formas que
van desde los pactos interclasistas de los países nórdicos, de formación de
lobbies o grupos de presión en USA, hasta organismos interministeriales como el
Instituto de la Mujer en España (2005, pág. 27). A pesar de estas diferencias los
feminismos institucionales tienen algo en común: el abandono de la postura por
fuera del sistema y de la demanda de cambios radicales. Como registra de Miguel,

(...) resultado notable de estas políticas ha sido el hecho, real mente impensable
hace sólo dos décadas, de que mujeres declaradamente feministas lleguen a
ocupar importantes puestos en los partidos políticos y en el Estado. En este
contexto institucional también cabe destacar la proliferación, en las universidades,
de centros de investigaciones feministas. Desde la década de los ochenta la teoría
feminista no sólo ha desplegado una vitalidad impresionante, sino que ha
conseguido dar a su interpretación de la realidad un estatus académico (2005,
pág. 27).
Los productos de tales desarrollos son, a juicio de la autora:
a. Las reformulaciones de los feminismos de la igualdad, que con la agenda
del institucionalismo va a dar cabida a diversas posturas políticas y
enfoques feministas en su interior, para enfatizar en lo que une a las
mujeres e introducir las reivindicaciones y la agenda de género en el
proyecto común de toda la sociedad. Su aspiración es poner fin a la
imposición coactiva de las identidades, redefinir y subvertir la sociedad
patriarcal en su lógica binaria de dominación. Y, su proyecto inmediato es la
lucha por una democracia plenamente paritaria. Los otros dos frentes son,
b. La continuidad de los ya aludidos feminismos de la diferencia, y,
C. Los feminismos posmodernos y poscoloniales.
3.2. LOS FEMINISMOS DE LA DIFERENCIA SOCIAL
NORTEAMERICANOS

De alguna manera, aceptan y apuestan por reforzar una visión dicotómica de la


realidad, y sus políticas se centran en potenciar las relaciones entre mujeres y la
transmutación simbólica de la valoración de las identidades y los espacios
femeninos como positivos. Han criticado con dureza el feminismo de la igualdad,
al que consideran victimista y plañidero y, a su vez, han recibido la crítica de
desactivar la lógica de las reivindicaciones.
Las críticas son mutuas y álgidas ya que, a partir de los ochenta, se fortalecen
teorías y debates amplios y diversos, no solo en el feminismo. Son los discursos
posmodernos, posestructurales y poscolonia- les que, para el caso del feminismo,
se manifiestan como crítica interna (en los debates entre las distintas posturas
feministas), y se expresan en las corrientes de “la diferencia social” del feminismo
norteamericano (que buscaban revalorar la experiencia de las mujeres), y en el de
la “diferencia sexual” europea, la cual produjo un complejo grupo de posturas
conocido como feminismo francés. Estas posturas tienen en común la idea de que
la identidad sexual es un fenómeno mediado por el discurso (se construye/
deconstruye /reconstruye) (Lamus, 2010, pp. 24-25); adicionalmente, las de “la
diferencia” cuestionan también el término mujer por universal y “esencialista”
(Posada, 2018).

3.3. LOS FEMINISMOS POSMODERNOS Y LOS


POSCOLONIALES
Reconocidos también como “fronterizos” o “del tercer mundo”, principalmente por
mujeres migrantes en USA, ponen en primer plano los debates de la
fragmentación del sujeto mujer y de la diversidad de las mujeres a partir de las
diferencias étnico-raciales y de género no binario, principalmente.
Así se han pronunciado en décadas pasadas como en la Conferencia de Beijing
(1995), en la que sostenían que estos eventos contribuían a reproducir la
hegemonía de las mujeres blancas, de clase media y mayormente heterosexuales,
sobre el resto. En este sentido, desde principios de la década de los ochenta del
siglo pasado y en el ámbito anglosajón, se elevaron las voces críticas de mujeres
lesbianas, negras, chicanas y asiáticas, entre otras, contra la heterosexualidad
obligatoria, el racismo y, en general, contra el feminismo liberal, institucional y
hegemónico.
Sostiene de Miguel que, el feminismo negro surge en los Estados Unidos de la
experiencia de discriminación sufrida por las mujeres en los grupos de feministas
blancas. Así lo han relatado autoras pioneras como Audre Lorde y «bell hooks»
(Gloria Watkins), quienes afirman que siempre han asistido mujeres negras a las
reuniones de las blancas, pero pocas han vuelto al día siguiente.
El asunto aquí, según esta autora, es que la contradicción central del
planteamiento clásico feminista entre hombres y mujeres se ve “asaltado” por la
diferencia y la diversidad. La diferencia de clase, de raza y de género, pues el
género mismo se ve asaltado por la diversidad (Butler, 2007).
Así se inicia el nuevo siglo, del cual se avizoran profundas contra- dicciones entre
la línea liberal del feminismo en todas sus versiones y los feminismos ahora
congregados en torno a las reflexiones posmodernas, poscoloniales y
decoloniales.
Las versiones latinoamericanas del poscolonialismo (siglo XXI), están sustentadas
en una lectura no eurocéntrica, ni norteamericana , de la diferencia y de la
diversidad, en principio planteada para grupos sociales (no solo mujeres) borrados
de la historia por el sistema de dominación capitalista, moderno, colonial (al cual
añadirán, luego) patriarcal; es decir, descendientes de africanos y pueblos
originarios de América (Abya Yala), los cuales van a radicalizar el debate acerca
de la diferencia colonial. Académicas y activistas feministas negras, chicanas,
afro-latinoamericanas, algunas de las cuales ya traían una antigua militancia
anticapitalista y antirracista, van a adherir a estas lecturas de su “ser racializado”,
para construir sus discursos y prácticas bajo esta sombrilla. También algunas
mujeres de pueblos y territorios indígenas incursionarán en este sentido.
Sin embargo, lo más destacado de esta propuesta es lo que más recientemente se
ha denominado “el giro decolonial”, que consiste en pasar de la comprensión de la
condición de seres colonizados y reproductores del sistema de dominación a
intervenir de múltiples formas en su deconstrucción. Algunas se identifican como
feministas de o des coloniales (Lugones, 2011).
CUADRO 1. OLAS CLÁSICAS DEL FEMINISMO
I-POR LA INCLUSIÓN II-LA POLITIZACIÓN DE LO III-(DES) ARTICULACIÓN DE LA
EN ESFERA PRIVADO DIVERSIDAD
PÚBLICA AÑOS 6O Y 7O DEL AÑOS BO DEL SIGLO XX
SIGLO XX
SIGLO XVIII
• Mayor visibilidad
Ilustración/ Feminismo Radical • Nuevos instrumentos de
Revolución francesa • Giro en el organización/intervención
Feminismo análisis de la • Debate interno
Ilustrado esfera
• Democracia y privada. Feminismo institucional
modernidad • Kate Millet: Lo
• Francia e personal es político. • Grupos de presión
Inglaterra: Nueva concepción de • Creación de ministerios (lobby)
Declaración lo político expone las
 Luchas desde
de derechos relaciones de poder
dentro del
de la mujer que se estructuran en
sistema
la familia y la
[partidos y
SIGLO XIX Y XX sociedad.
estructuras]
Capitalismo/Revolución • Nuevas estrategias:  Investigación
Industrial pequeños grupos de
 Desarrollo
autoconciencia.
• Exclusión de teórico/formación
• Movilizaciones
lo público y espectaculares
servidumbre
en lo privado • Continuidad feminismos
• Explotación y Feminismo Liberal
de la diferencia, igualdad
pobreza • Discriminación de derechos
Feminismo positiva, lobby
Sufragista y cuotas.  Posmoderno
• EE. UU.  Poscolonial
(1848) Otros feminismos:
• Cultural norteamericano  Agenda de género
Sufragismo,
abolicionismo, • Francés de la diferencia
Declaración sexual
de Séneca • Italiano de la diferencia
Fall sexual
• Inglaterra y
Europa (S.
XVIII - XIX)
Lucha hasta
la segunda
guerra
mundial
Feminismo
Socialista
• Lucha de
clases vs
propiedad
privada
CUADRO 2. OTRAS MIRADAS SOBRE LAS OLAS

Autora/obra Primera ola Segunda ola Tercera ola


Valcárcel (2001) Feminismo Sufragismo Década 70/80 siglo
Cepal, memoria Ilustrado XX
Colectiva, serie
mujer y desarrollo
N 31
Varela (2005) Feminismo Del sufragismo a Del feminismo
Feminismo para Simone de radical al
Ilustrado ciberfeminismo
principiante. Beauvoir
De miguel (2005) Inclusión en la Politización de la Articulación de la
Los feminismos en esfera pública vida privada años diversidad décadas
la historia. siglos XVII-XIX 60/70 siglo XX 80/90 siglo XX
Ilustración Institucionalismo
capitalismo feminista
sufragismo
Lamus (2010) Siglo XIX Y XX Años 70 siglo XX (Des)
De la subversión a Socialismo y en Norteamérica y articulaciones post
la inclusión: feminismo Latinoamérica debates 80/90;
movimientos de sufragismo Feminismo radical posmodernismo,
mujeres de la norteamericano posestructuralismo,
segunda ola en Debate poscolonialismo.
Colombia, 1995- raza/etnia/clase Feminismo post
2005. Desarrollo
locales/nacionales
de nuevos y
renovados
feminismos en
Colombia y
Latinoamérica.
LOS DEBATES FEMINISTAS EN SU
CONTEXTO DE ANUNCIACIÓN: PERTINENCIA
Y LÍMITES DE LA NOCIÓN DE OLAS

¿POR QUÉ INSISTIR EN la importancia del contexto y el lugar de


enunciación en la definición de las olas del feminismo? Para el asunto que nos
ocupa, narrar la historia del feminismo desde la perspectiva europea, aunque no
sea “nuestra” historia, es relevante enfatizar el punto de partida del feminismo
moderno/ilustrado, en tanto hito histórico, como proceso que da cuenta del largo
recorrido de la lucha por la emancipación y la conquista de los derechos de las
mujeres, aunque no fuese un fenómeno masivo, ni global, sí como el inicio de tres
siglos de lucha, que dan origen al feminismo como movimiento social y político y
como paradigma de conocimiento desde una visión no falogocéntrica de la
sociedad.
Si tomamos distancia de la experiencia europea, en otros con- textos, como
Norteamérica y Latinoamérica, la primera ola, masiva, universal, sostenida en el
tiempo (desde 1893, Nueva Zelanda) y con- quistada, es el sufragismo; la
segunda, el feminismo radical de los 60/70, con origen en los EE. UU y, la tercera,
el feminismo posmoderno y poscolonial de los 80/90.
Pero, insisto, dependiendo del criterio que se utilice (epistemológico, teórico,
político, cronológico, entre otros), podríamos argumentar que los inicios de
posturas como, por ejemplo, el feminismo negro (black feminism), emergen en el
mismo contexto del feminismo radical de los 70, de modo tal que esta oleada va
creciendo y conduciendo, en las décadas siguientes, a la emergencia de nuevas
generaciones que se posicionan frente a las diferencias étnicas y raciales, también
frente a la heteronormatividad obligatoria 10. Es decir, ya no solo frente a la
diferencia sexual clásica binaria.
Es así como en el desarrollo de los debates feministas ha habido siempre una
crítica interna, en el sentido de reflexiones y debates producidos en el interior de
los propios grupos, sus postulados teóricos y epistemológicos y sus prácticas
políticas. Este elemento de diferenciación es mucho más evidente en la transición
hacia el pensamiento posmoderno y poscolonial, y las críticas se han tornado más
radicales y “separatistas”.
Se ha escrito mucho al respecto, pero es un buen ejemplo el trabajo de Carolina
Meloni (2012). Tales desarrollos teóricos y epistemológicos van a tener un papel
clave en la definición del punto de quiebre de cada ola, particularmente las
miradas más recientes. Así pues, en la medida en que la producción teórica (en
general y de las feministas en particular) se hace más densa y, tal vez, más crítica,
y las experiencias de mujeres de distintos lugares y culturas se confrontan con el
sistema dominante y con “las otras” (blancas, burguesas, occidentales,
heteronormativas, hegemónicas y un largo etcétera.), se hace también más difícil y
casi inútil seguir el curso de las corrientes que conforman las olas.
Sin embargo, y como he venido sosteniendo, han existido ciertos hitos históricos
que se hacen visibles en momentos de ruptura, de quiebre en las agendas de
reivindicaciones feministas, en las consignas y las consiguientes críticas
(discursos y prácticas) entre las precedentes y las siguientes (suponiendo una
suerte de sucesión que no es tan precisa), que bien pueden ser el criterio de
distinción. Estos hitos históricos o marcadores de una periodización son las así
llamadas olas. El caso de la ola sufragista es bien ilustrativo de lo que sostengo.
Sin embargo, ninguno de los hechos que han dado nombre al hito histórico ha sido
único o exclusivo; junto con los intereses de las mujeres por el derecho al sufragio,
estaban sus intereses de clase (también su origen étnico-racial) y su filiación
política: comunistas, socialistas, liberales, anarquistas y, sin duda, los contextos
culturales y políticos de los países en que ellas planteaban sus demandas. Del
mismo modo, ninguna de las olas que reconocemos hoy se ha extinguido, más
bien han tomado nuevos e importantes rumbos.
Así, retomemos la mareada sufragista, esta tuvo su inicio, su desarrollo, su cresta
y con ella casi todas las mujeres del mundo adquirieron su mayoría de edad; no
obstante, en el camino del logro de derechos políticos y de conquistas de orden
jurídico y constitucional, las mujeres siguen luchando por el reconocimiento de su
derecho a ocupar posiciones de representación, de elección, o de designación
política en condiciones de igualdad/paridad, tarea en la que una buena proporción
del activismo feminista trabaja permanentemente. Esa sigue siendo una corriente
definida ll que ha cruzado los mares del tiempo, pero que es hija de esa primera
ola sufragista que confluye en lo que antes hemos denominado Institucionalismo
feminista y feminismos de la igualdad.
En este mismo sentido, la llamada segunda ola (radicalismo feminista de los 70)
también es identificable en su inicio y en confrontación con el sufragismo, al cual
acusan de elitista y clasista. La segunda ola de los años 70 del siglo pasado se
reconoce por su postura radical y su crítica al sistema de dominación patriarcal,
basado en relaciones de poder que se afianzan en la diferencia sexual. Pero, junto
con estas corrientes emergen otras igualmente radicales que sustentarán sus
reivindicaciones en otras diferencias más allá de la sexual e inaugura- rán las
demandas frente a la igualdad, bandera ésta de las sufragistas. Y, lo que se va a
observar entre los años 70 y 90, es la conformación de corrientes de pensamiento
y acción política feminista que construyen su propia agenda y frentes de lucha,
ahora con un fuerte contenido identitario y una crítica al sujeto femenino “mujer”
general y universal del feminismo “hegemónico”, según señalan sus críticas.
Cada cuanto, tal vez cada década, se plantean así unos debates, unas posturas,
unas críticas a sus predecesoras que, con ayuda de las teorías que se elaboran
en otros campos no feministas, pero ante todo de su uso crítico, enfrentan las
encrucijadas y dilemas de estos “nuevos feminismos” que, a veces, parecieran
perder de vista con facilidad el objeto de su propio proyecto.
Veamos con esta lente el contexto colombiano. A riesgo de ser impertinente,
sostengo aquí que, lo que hemos tenido desde los años 80/90, son oleadas de la
primera y la segunda que se dispersan por nuestra geografía, historia y culturas.
En Colombia, si bien se producen unos drásticos cambios que podrían sugerir el
inicio de una tercera ola, no lo es por lo menos en el sentido de los feminismos del
Norte; y, en el evento de aceptar esta hipótesis, habría que tomar en cuenta
factores propios de nuestro contexto que, a mi juicio, han incidido dramáticamente
en el sentido y el hacia dónde del feminismo local.
Así mismo, en el contexto colombiano y latinoamericano se reconoce para el
período en referencia, el avance de un marcado proceso de institucionalización de
los movimientos de mujeres y feministas, de corte democrático liberal, lo que
configura el predominio de enfoques de tipo tecnocrático, desde el Estado, de
participación política y formas de incidencia en políticas públicas (Lamus, 2010).
Nuevamente, con la lente de las olas, estaríamos en una etapa renovada,
fortalecida e institucionalizada de un feminismo de inspiración liberal.
Se ha documentado suficientemente el proceso de institucionalización que vivimos
en Colombia y en el resto de los países del continente, más en unos que en otros,
el predominio de un cierto feminismo liberal, con mujeres bien formadas en
universidades y centros de investigación, junto con el intenso proceso de
organización de los movimientos sociales feministas y de mujeres. Otro elemento
destacado y coadyuvante en este período fue la incorporación de la categoría
género en el discurso y las prácticas de las ONG, de la academia feminista y en
muy diversos espacios como los medios de comunicación y el Estado.
Iniciado el siglo XXI se retoman en Latinoamérica, bien sustenta dos en proyectos
académico-políticos en la región, las reivindicaciones identitarias que ya habían
hecho carrera en Norteamérica con las migraciones de intelectuales de los países
que recién se liberaban del yugo colonial. Junto con las posturas posmodernas y
las poscoloniales se abrirán nuevos caminos a la reflexión decolonial.
En Colombia, sin embargo, el contexto de confrontación política y violencias cada
vez más complejas, seguimos impulsando una agenda que pretende avanzar en
medio de esa maraña, de modo tal que esos debates son, por lo menos, recientes.
Pero ya está instalada en el debate regional la crítica decolonial que encierra unas
posturas anti-racistas, anti-capitalistas y anti-patriarcales, principalmente.
Existen, así mismo, un conjunto de debates que, bajo las premisas o
denominaciones de poscoloniales y posmodernas quedan desdibujadas porque no
solo son distintos a los que han caracterizado estas denominaciones, sino que
son, sencillamente, ajenos a aquellos. Estoy pensando en los así denominados
hoy feminismos comunitarios y, siendo un poco más flexible, las muy diversas
formas organizativas que han surgido de las mujeres indígenas de Centroamérica,
México y en los países del continente con amplia presencia indígena, muchas de
las cuales se definen como feministas.
Este sí es, a mi juicio, un hito de reciente emergencia que ya ha empezado a ser
estudiado y a dar importantes frutos en términos políticos. No obstante, mi Ilamado
de atención es hacia la pertinencia o no de pretender meter todas las formas
históricas adoptadas por los feminismos en el esquema de las olas.

AGITACIÓN FEMINISTA EN EL ÚLTIMO LUSTRO


¿LA CUARTA OLA?

en la última parte de este libro gira en torno a la insistencia de algunas autoras


en interpretar el activismo feminista de los últimos cinco años, como “nueva ola”,
“cuarta oleada” o “la marea verde”, al referirse a las enormes movilizaciones
logradas en los países del sur del continente americano; a las igualmente
multitudinarias, en el caso de Chile, con las protestas de las jóvenes universitarias
contra la tolerancia institucional al abuso y al acoso sexual (Möller, 2018) o las de
Argentina (Lospennato, 2018), a propósito de los debates por la legalización del
aborto y que traen una continuidad desde 2015 con la campaña ¡Ni una menos!
(Alcaraz, Gerez y Gordillo, 2019), o los paros (huelgas) nacionales e
internacionales tanto en el continente americano como en el europeo (Gago,
2016), en el marco de la conmemoración del 8 de marzo (Lamus, 2018). Destacan
en estas movilizaciones, la creciente presencia de jóvenes, mujeres en su
mayoría, estudiantes de secundaria y universidades, su audacia desafiante y
capacidad de convocatoria, entre otras características.
En la prensa la protesta ha cobrado visibilidad por la forma de manifestarse con
los pechos descubiertos y los rostros enmascarados, pero el carácter autónomo,
colectivo, sin huella de autoría personal de sus textos, es igualmente
revolucionario, sostiene Francesca Gargallo. (2019, p. 30),

Las jóvenes feministas se han juntado desde 2015 con sindica- listas y profesoras
universitarias en el potente movimiento ¡Ni una Menos! Entre los años 2015 —
2019 las argentinas se han manifestado en masa contra los feminicidios, la trata
de mujeres y la violencia contra niñas, mujeres y transgéneros, contra el Poder
Judicial patriarcal que encubre violadores, redes de tratantes y feminicidas, y en
favor del derecho al aborto. La enorme concentración de mujeres y hombres
contra el feminicidio en Buenos Aires dio una sacudida a los desinflados
movimientos feministas de España, Italia y Francia que, a su vez, provocó que el 8
de marzo de 2018 salieran a manifestarse feministas en todos los países de
América, Europa occidental, norte de África, India, Tailandia y Australia. La misma
huelga laboral, educativa, de consumo y de cuidados del 8 de marzo, se origina de
las concentraciones por la demanda de ponerle fin a la violencia feminicida, pero
produce movimientos hacia el desplazamiento de los deseos de las mujeres hacia
la libertad de movimiento, de palabra y expresión. (Gargallo, 2019, p. 28)

Francesca Gargallo ubica este proceso en el último quinquenio (2014-2019) y su


notoriedad e inicio esta vez en Latinoamérica —no en USA o Europa, como los
precedentes—, destacando el contexto local y las peculiaridades de las demandas
feministas y de mujeres organizadas por la defensa de sus derechos. Y, pese a
que en un principio discute el origen de la metáfora oceánica, las olas o mareas,
cuya procedencia atribuye a los medios de comunicación, finalmente acepta y
asume ese criterio en el desarrollo de su escrito: “Las metáforas oceánicas no
están equivocadas cuando de feminismo se trata” (2019, p. 4).
Por su parte, y desde Colombia, Lorena María Aristizábal Farah (2019) sostiene
en voz alta: “Ya somos marea” y desarrolla su aporte hacia una caracterización del
movimiento feminista hoy. En su trabajo, incorpora una bien documentada
información de prácticamente todo el planeta, que describe la agitación ocurrida
en el mismo período del que se ocupara Francesca Gargallo. Parte de esta
documentación está sustentada en el Informe 2017-2018 de Amnistía
Internacional sobre la situación de los derechos humanos en el mundo. Sostiene
éste que el feminismo está viviendo una nueva etapa, de alta visibilidad y
aceptación (2018, p. 266) (contrario a lo que ocurrió por décadas, hoy muchas
mujeres se dicen feministas), la cual demanda una caracterización actualizada y
es su propósito contribuir en ese sentido.
Parte la autora de reconocer la heterogeneidad cultural y política de los
feminismos latinoamericanos, así como la de sus luchas y sus contextos, para
reunir en cuatro áreas problemáticas y reivindicativas, un conjunto de asuntos que
están y han estado desde el siglo pasado en la agenda feminista regional y global
y que —dice—, hacen posible las articulaciones y las conversaciones que
sostenemos, estratégica- mente, académicas y activistas. Ellas nos permiten
ahondar en las reflexiones que están emergiendo sobre cómo transformar algunas
situaciones que enfrentan las mujeres y que recogen sintomática- mente las
reivindicaciones y propuestas del momento feminista actual, sostiene Aristizábal
(2019, p. 3). Tales asuntos son: el primero, las acciones de denuncia y
movilización en torno al acoso sexual y los feminicidios, el segundo, la lucha por
los derechos sexuales y reproductivos, el tercero, las reflexiones de las corrientes
antirracistas y decoloniales y su crítica al feminismo hegemónico institucional y, el
cuarto, las conversaciones en torno al reconocimiento y redistribución de los
cuidados.
¿Qué se puede destacar hasta este punto de lo aquí expuesto?
En principio, es fundamental subrayar la existencia de una agitación feminista
planetaria, sostenida y sin precedentes, asunto que se logra en contextos hoy
conectados por las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, no
solo como medio, sino en tanto lugar de agitación conquistado por un nuevo
ciberfeminismo, así mismo, es importante señalar que mientras las antiguas
oleadas nos llegaban del norte, de Europa y Norteamérica, esta vez la mareada se
origina en el sur de nuestro continente. AI respecto, Danila Suárez Tomé (2018)
comenta:

Esta nueva ola que, a diferencia de las anteriores, se origina en los países
latinoamericanos y se expande hacia el norte global, favorece también a la
producción y difusión de las teorías feministas del sur, abriendo la posibilidad de
una producción de conocimiento feminista más plural y descentrada. (2018, párr.
2)
De igual manera, otra característica sobresaliente que subrayo en esta oleada
es que se evidencia una repolitización del discurso y las prácticas feministas,
una oleada que se reconoce feminista sin disimulo, ni timideces y hasta sin miedo,
aunque en buena medida toda esta agitación sea una respuesta a un cúmulo de
tragedias históricas, como feminicidios, desapariciones, violencia de toda clase y
violaciones de derechos humanos individuales y colectivos. Como lo recalca
Lorena Aristizábal (2019),

Durante 2017 y 2018, la palabra feminismo se tomó las redes y medios de


comunicación. En 2017, en Estados Unidos, la Edito- rial Merriam-Webster eligió
el término como «Palabra del Año». La Marcha de las Mujeres que se tomó las
calles de Washington y otras ciudades del país en reacción a la posesión del presi
dente Donald Trump, quién durante su campaña había expresado abiertamente
opiniones machistas y propuestas adversas a los derechos de las mujeres,
impulsó la búsqueda del concepto en páginas de internet y catapultó su
popularidad. Los medios registraron que con respecto a 2016, la popularidad del
término se incrementó en un 70 %. (EFE-Washington, 2017, p.4)

Es, además, de un fenómeno global, de masas (Toca, 2019), en el que mujeres en


los cinco continentes, saudíes, turcas, palestinas, africanas, asiáticas, levantan la
voz, llenan las calles y cruzan territorios con cadenas humanas14, demandando
igualdad de derechos y contra la discriminación religiosa, como en India. También
es un fenómeno intergeneracional, pues si bien los primeros lugares de la
movilización en calles y plazas los ocupan desafiantes y furiosas mujeres jóvenes
y adolescentes, y son las abanderadas del ciberfeminismo, la experiencia,
reflexiones y la producción intelectual de las veteranas, complementa y conecta el
trabajo del feminismo hoy. Se está consolidando un proceso de rearticulación del
sujeto político del feminista (Cobo, 2019) tan duramente cuestionado en décadas
pasadas y aún amenazado en tiempos presentes.
REFLEX IONES FINALES:

El ejercicio de reflexión contenido en esta última parte del texto, sobre algunas
hipótesis de lectura elaboradas a partir de la observación de ciertas coyunturas de
la movilización social feminista reciente, así como de la revisión de alguna
literatura relacionada, es un tanto limitado como para pretender formular asuntos
concluyentes. Antes, por el contrario, nos plantea la necesidad de la
profundización, debate y desarrollo en terreno de muchas de las entradas posibles
al entramado implicado en los temas, problemas, categorías de análisis y
perspectivas, algunos de ellos, de orden estructural.
Sobre la llamativa hipótesis del tránsito, construcción o formación de una cuarta
ola, he desarrollado aquí el ejercicio de poner a prueba mi propia visión y uso de la
noción de olas. Y he de concluir que no solo resultó útil, sino que además me
permitió identificar sus “virtudes” y sus límites. En este sentido, debo puntualizar
algunos elementos.
En desarrollo de la narrativa de la “metáfora oceánica” para analizar/narrar los
movimientos sociales feministas y de mujeres, uso la noción pensando en que,
con ellos observamos unos procesos de modo similar a como pasa con las olas
del mar en su recorrido por el planeta. Llegan en distintos tiempos y con
mezclados contenidos, a cada orilla de la geografía planetaria; pero, a su vez, en
cada lugar se encuentran con ríos, grandes o pequeños que le hacen aportes y
hasta le cambian el color o la fuerza. Tal observación permite, visualizar la cresta
que, figurativamente, marca el punto más elevado de la oleada en el tiempo, así
como el descenso y la vuelta a emerger de la siguiente que, en ese proceso
envuelve otras aguas, deja atrás aquellas de la cresta previa, aunque siempre trae
algo de ella a la nueva, y así sucesivamente, como vimos con el sufragismo, por
ejemplo.
También observamos con el dispositivo metafórico de las olas que, en el análisis
de los movimientos sociales y en particular el de mujeres/ feministas, tiempo y
contextos, así como especificidades culturales, sociales, económicas y políticas,
interactúan con las aspiraciones de organizaciones y movimientos, de modo tal
que en las agendas van emergiendo, además de aquellas luchas generales y
compartidas en alguna medida, otras que solo dan cuenta de historias, problemas
o cuestiones locales o nacionales.
Es fundamental para reconocer la existencia de hitos históricos como a los que
aluden las olas de los feminismos, identificar el lugar de enunciación. Es decir,
¿Quién habla? Pero también ¿desde dónde hablo?, ¿con qué lente construyo una
genealogía determinada y con qué apuesta política? Puedo decir: una apuesta
“desde Europa” o “eurocéntrica”, por ejemplo.
Están presentes también, necesariamente, marcadores de tiempo y criterios
(epistemológicos, políticos...) que van a depender, del lugar de enunciación y del
proceso que nos ocupemos. Así mismo, la crítica interna y los desarrollos teóricos
y epistemológicos y sus consecuencias políticas van a tener un papel clave en la
definición del punto de quiebre de cada ola. Así, pues, en mi ejercicio, esta noción
de ola resulta ser útil, dinámica y flexible, pero tiene sus limitaciones que no
dependen de su “eficacia”, sino de la naturaleza y complejidad de los procesos
que pretendemos observar y de la madurez de su desarrollo.
Entonces, ¿estamos transitando hacia una cuarta ola? Me inclino a pensar que sí,
que hay procesos en curso que tienen una serie de características con las cuales
las teóricas ya están contando como condición de posibilidad de esa cuarta ola y
ello coadyuva en la mejor definición de su horizonte de sentido. Surge sin
embargo una pregunta, a partir de la prolongada pandemia por la que atraviesa el
planeta:
¿Cómo afecta esta los procesos en curso desde una óptica feminista y de género?
Sin embargo, y para finalizar, frente a la diversidad de agendas, acciones y tareas
políticas en curso, emerge también la pregunta que, a mi juicio, debe orientar la
reflexión y la acción y que, por supuesto, no es nueva, pero que, ante el escenario
aquí dibujado, es perentoria: Se requieren estrategias no solo de movilización
juntas, sino de trabajo de articulación más a fondo, frente al riesgo inminente de
mayor “fragmentación” y separatismo.
Una respuesta más contundente nos la dará el desarrollo de procesos en el
tiempo y en los lugares donde las mujeres combaten de distinta manera no solo al
patriarcado, sino a todos los otros males que nos amenazan: guerras, hambrunas,
pandemias.
Claves para la lectura

CLAVE 1. La configuración de un orden patriarcal


La primitiva división del trabajo por sexo es el núcleo de la dominación masculina.
Alrededor de esta desigualdad/diferencia se edifica un sistema basado en:
 La propiedad privada como régimen de relaciones no sólo económicas y
materiales, también simbólicas y culturales.
 El patriarcado, como sistema que define, al mismo tiempo, quien es el
propietario.
Ese SISTEMA Y SUS RELACIONES DE DOMINACIÓN se respaldan, justifican,
cohesionan, imponen, reproducen, interiorizan en la sociedad y la cultura, en
principio, pero no exclusivamente,
Por unas religiones monoteístas y su misoginia originaria que con- vierte a las
mujeres en “culpables” de todos los males que le ocurren a la humanidad, en la
amenaza permanente, en las agentes del demonio y el pecado. Estas creencias
religiosas traducen, en la vida cotidiana, con el respaldo de gobernantes y leyes, la
rebeldía, sabiduría, sentido de la libertad y autonomía de estas mujeres como
BRUJERÍA.
En resumen, estos dos componentes:
a. El régimen de relaciones de dominación a partir de la apropiación del
trabajo y los productos del trabajo de otros, pero también de la vida misma
de los humanos (que es más antiguo que el capitalismo) y,
b. Las religiones monoteístas que también son muy antiguas, sobre todo el
judaísmo y el cristianismo, apuntalan el sistema patriarcal que se construye
a partir de la primigenia división sexual del trabajo entre hombres y mujeres.

De este modo, el sistema patriarcal se va rearticulando y actualizando, a través


de tiempos y culturas, con las condiciones económicas y políticas de la época, con
el capitalismo en particular, pero no ha sido distinto en los regímenes comunistas
o socialistas.
CLAVE 2. Se ha difundido el supuesto histórico según el cual existe una diferencia
natural entre hombres y mujeres, a partir de la cual se definen y asignan
“funciones” y “roles” en la sociedad y la cultura a unos y otras. Con base en el
sexo (anatomo-fisiológico) se definen estas funciones como naturales, es decir,
como inmodificables, atribuyendo superioridad y valoración (fundamentados en la
“razón”) a los varones. Contra ese supuesto se inaugura una historia de luchas a
través de tres siglos, alrededor del planeta, por parte de las mujeres que
conocemos genéricamente como feminismo(s) (Video Feminismo en 10 minutos)

CLAVE 3. Durante mucho tiempo, la demanda central de las mujeres que dio
cierta “unidad de criterio” a las feministas en la acción y en la teoría, fue la lucha
por la IGUALDAD DE DERECHOS. Esta sigue siendo una demanda vigente, pero
se abre paso entre múltiples críticas, al tiempo que se ajusta a los nuevos tiempos
y contextos (Institucionalismos).

CLAVE 4. Si bien desde la Revolución Francesa hasta décadas después de la


conquista del voto avanzado el siglo XX, se construye- ron y fundamentaron de
diverso modo las demandas de igualdad de derechos de las mujeres y se lograron
avances en términos legales, jurídicos y formales, la experiencia indicaba que, en
el fondo muchas cosas no cambiaban a pesar de las leyes y la ciudadanía política
y la educación logradas.
CLAVE 5. A mediados del siglo XX, SIMONE DE BOUVEAUR, escribió El
segundo sexo (1949). Sustentada en la filosofía, las ciencias sociales y las
experiencias de muchas mujeres, da soporte teórico a las demandas de igualdad
de estas, y sostiene: no se nace mujer, se llega a serlo No existe una “esencia
femenina”, la cultura define los roles, los asigna a un sexo y a otro. Como grupo
excluido, las mujeres tienen intereses propios y voluntad de emancipación frente a
una sociedad patriarcal que la oprime. Define patriarcado como sistema básico
sobre el que se construyen todos los sistemas de dominación. ES LA RELACIÓN
ENTRE LOS SEXOS LA QUE DEFINE LA NATURALEZA DEL SISTEMA
PATRIARCAL.
CLAVE 6. El feminismo radical de los años 60/70 del siglo XX abandona la lucha
por los derechos y la igualdad y cuestiona la dominación/explotación/violencia que
se ejerce sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres en lo privado. Teórica y
políticamente, este momento produce una ruptura epistemológica que trasciende
todos los paradigmas de conocimiento de la época, cuando las feministas
sostienen que LO PERSONAL ES POLÍTICO. Derrumban las talan- queras
construidas entre público/privado/intimo. Y se propone otra comprensión de lo
político y la política.

CLAVE 7. Las feministas radicales de los 60/70 del siglo pasado sostienen que, el
problema no es de desigualdad, de hecho, no quieren ser iguales a los hombres,
como el feminismo liberal que construye sus reivindicaciones siguiendo el mismo
modelo masculino. Reivindican la DIFERENCIA Y LA DIVERSIDAD. Se abren
múltiples debates, teorías, divisiones internas, críticas entre las mismas feministas,
pero también se construyen nuevas y más complejas miradas sobre el ser y el
estar de las mujeres en la sociedad de hoy (clase, raza, etnia, género y varias
más).

CLAVE 8. Independientemente del tiempo, el lugar y la cultura, muchas corrientes


de activistas y pensadoras feministas coinciden en:
 Comprender patriarcado y su articulación con otras estructuras de
dominación como sistema de poder que afecta no solo a las mujeres
(capitalismo, colonialismo, racismo).
 Reconocer y compartir los orígenes de tal sistema en otros tiempos,
pueblos y culturas, no solo en Europa y el norte en general (feminismos
comunitarios, Adriana Guzmán y Lorena Cabnal, ver videos).
 Identificar los efectos del sistema en sus vidas y en sus cuerpos:
explotación, subordinación, violencia, empobrecimiento, exclusión, racismo
y sexismo.
VIDEOS

SOBRE EL FEMINISMO
 Pérez, G [Carki Productions]. Historia del feminismo en 10
minutos (2019) [archivo de video]. YouTube.
https://www.youtube.com/watch?v=0my1oddgk5g
 Misterios de la historia [teleSUR] Las brujas (2 de febrero de
2018). [archivo de video]. YouTube.
https://www.youtube.com/wach?v=s1qr7Wj56f8
 León Órgano Agency Studio (7 de marzo de 2019) Pan y paz
(marzo 8 Día Internacional de la Mujer). [archivo de video].
YouTube. https://www.youtube.com/wach?v=1n0MUFy4d0A

SUFRAGISTAS DE TODAS PARTES


 Contravía capítulo 54. Documental voto femenino en
Colombia (26 de agosto de 2004) [archivo video]. You Tube.
https://www.youtube.com/wach?v=7rJPL-qXZo&t=469s
 INAMU [INAMUCOSTARICA] derechos humanos de las
mujeres. 823 de julio de 2018) [archivo de video]. YouTube.
https://www.youtube.com/wach?v=Sq78kKyUyGc
 Canal Uno [noticiascanal1.com.co] 60 años del voto femenino
(2 de diciembre de 2007) [archivo video].
https://www.noticias.canal1.com.co/noticias/60-ano-voto-
femenino/
 Gavron S. (directora) las sufragistas [archivo video]. Reino
Unido: Film4 Pathé, Ruby Films. Disponible en
https://www.youtube.com/wach?v=XVw1MUzjthl
 Garnier, K. (directora) (2004) Ángeles de hierro [Video] USA:
HBO Films.
 Ags Telnforma (6 de octubre de 2015) Mujeres Construyendo
Historia- (063) Derecho al voto de las mujeres: Un proceso
Internacional [archivo video]. YouTube.
https://www.youtube.com7wach?v=Igm-FPSF0U8

NEOFEMINISMO O SEGUNDA OLA (SIMONE DE BEAUVOIR)

 Canal Encuentro (8 de enero de 2021) Cultura para principiantes: Simone


de Beauvoir [archivo video].You Tube. https://youtube.com/wach?

v=HXfQHPJahU

FEMINISMO DECOLONIAL Y COMUNITARIO

 Centro de la mujer peruana Flora Tristán (12 de diciembre de 2018) Rita


Segato sobre el racismo [archivo video].
https://www.facebook.com/CMPFLORATRISTAN/videos/185616
0197825328
¿QUÉ ES PATRIARCADO?
 Red Amaranta (20 de marzo de 2020) Adriana Guzmán, del Movimiento
Feminista Antipatriarcal de Bolivia. [archivo video]. Facebook.
https://www.facebook.com/Redamaranta/videos/7031288870941
73
 Lorena Cabnal [Polly Krac] (14 de noviembre de 2016) Red de sanadoras
ancestrales del feminismo comunitario de Guatemala [archivo video].

YouTube. htttps://www.youtube.com/watch?
v=6CSiW1wrKil&fbclid=lwAR0rWhegvG2PLYRAULD-
qyRS9W3pkzVBhp1drQFPTmg-k5WoY9-JPAeZ5iyI&a-
pp=desktop
 Koman ilel [Koman ilel] (2 de abril de 2018) Mujeres que luchan.
Comandante Ramona [archivo video]. Facebook.
https://www.facebook.com/komanilel/videos/2083123255251841/

¿HACIA UNA CUARTA OLA?

 Patricia Fernández [Doris Lamus] (28 de junio de 2021). Ola feminista Chile
2018 [archivo video]. You Tube. https://www.youtube.com/watch?

v=eZva5ijDf4E
 Feminismo [feminismo] (27 de junio de 2018) Hoy eres más
feminista que nunca por todos estos motivos [archivo video].
Facebook.
https://www.facebook.com/Tarjetasmoradas/videos/6335056836
75667

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