APM-Principios de Neuropsiquiatria-ToMO 01
APM-Principios de Neuropsiquiatria-ToMO 01
APM-Principios de Neuropsiquiatria-ToMO 01
de neuropsiquiatría
Abordaje neuropsiquiátrico
de las enfermedades
del sistema nervioso
Dr. Aldo Antonio Suárez Mendoza
presidente
Dr. Bernardo Ng Solís
presidente electo
Dra. Jacqueline Cortés Morelos
secretaria
Francisco Javier Meza Ríos
tesorero
Dr. Mario Alberto Olivares Herver
vicepresidente centro
Dr. César Daniel Rosas de Alba
vicepresidente occidente
Dr. Óscar Noé Casados Bazán
vicepresidente noreste
Dra. Adriana Rodríguez Contreras
vicepresidente noroeste
Dra. Alba Nelly Sarmiento Buendia
vicepresidente sur
Dr. Rafael Medina Dávalos
secretario de publicaciones
ISBN: 978-607-8512-xx-x
1. Neuropsiquiatría:
Aspectos históricos y conceptuales
2. Abordaje clínico
de los síndromes neuropsiquiátricos
La exploración neurológica....................................................................... 43
Evaluación neuropsicológica
en pacientes neuropsiquiátricos .............................................................63
Evaluación paraclínica de los pacientes neuropsiquiátricos.......77
Delirium (síndrome confusional)............................................................ 85
Abordaje del trastorno neurocognitivo mayor ................................ 99
Demencias rápidamente progresivas................................................. 109
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia .....................................123
Síndromes neuropsiquiátricos
por lesión del lóbulo frontal ....................................................................145
Abordaje clínico del síndrome apático ............................................... 161
Abordaje neuropsiquiátrico de la ansiedad .......................................171
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome depresivo...................179
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome maníaco .....................195
Estados mixtos ..............................................................................................215
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad .............................229
Abordaje neuropsiquiátrico
del síndrome del miembro fantasma .................................................267
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical ............... 275
Síndrome de Klüver-Bucy ........................................................................299
Abordaje neuropsiquiátrico de las psicosis ......................................321
Síndrome de Cotard ...................................................................................335
Síndrome de Charles Bonnet..................................................................341
Síndrome de Ekbom ...................................................................................361
Abordaje neuropsiquiátrico
del síndrome de risa y llanto patológico ...........................................369
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento ....................381
Síndrome de Gerstmann ......................................................................... 405
Abordaje del mutismo acinético ...........................................................413
Trastorno por síntomas somáticos o síndrome de Briquet ..... 421
Trastorno de síntomas neurológicos funcionales
(trastorno neurológico funcional) .......................................................435
1.
Neuropsiquiatría:
Aspectos históricos y
conceptuales
NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA:
UN PASADO COMÚN
Jesús Ramírez Bermúdez
Mariana Espínola Nadurille
Leo Bayliss
11
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
12
Neurología y psiquiatría: un pasado común
CAMINOS DIVERGENTES
Una cadena de eventos condujo a la separación de la neurología y la
psiquiatría durante la transición del siglo XIX al XX. Entre los sucesos
cruciales cabe citar los siguientes:
13
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Emil Kraepelin
Hans-G. Frederick
Tinción Ugo Cerletti: Creutzfeldt &
de Nissl estudiante Lewy:
Alfons Jakob: estudiante
estudiantes
14
Neurología y psiquiatría: un pasado común
15
Bibliografía
16
UNA APROXIMACIÓN CONCEPTUAL
A LA NEUROPSIQUIATRÍA
Jesús Ramírez-Bermúdez
Mariana Espínola-Nadurille,
Leo Bayliss
17
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
18
Una aproximación conceptual a la neuropsiquiatría
19
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
A)
Neurología:
rama de la
medicina encarga-
Neuropsiquiatría: Emergencia da de la atención
la psiquiatría de de síntomas y estudio de los
la neurología mentales pacientes con
enfermedades del
sistema nervioso
B)
Psiquiatría
social
Psiquiatría: Neurología:
rama de la NRL de la rama de la
medicina encarga- conducta medicina encarga-
da de la atención da de la atención
y estudio de los Psiquiatría y estudio de los
pacientes con biológica pacientes con
trastornos enfermedades del
mentales Psicotera- sistema nervioso
pia
C)
Estudio y atención
de los pacientes con
Neurología alteraciones mentales
de la conducta secundarias a lesión
cerebral estructural
Atención y estudio
Psiquiatría
biológica pacientes con
trastornos mentales
20
Bibliografía
21
EL ABORDAJE MÉDICO DE LA RELACIÓN
CEREBRO-MENTE: ASPECTOS CONCEPTUALES
Jesús Ramírez-Bermúdez
Neurología
neuro logía
23
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Psiquiatría
psique iatrós
Neuropsiquiatría
24
El abordaje médico de la relación cerebro-mente: aspectos conceptuales
25
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Médula Tálamo
espinal
Hipotálamo
Diencéfalo
Divisiones Epitálamo
del Sistema Mesencéfalo
Subtálamo
Nervioso
Metencéfalo Cerebelo
Rombencéfalo
Puente de
Mielencéfalo
Varolio
SNP Nervios motores Bulbo
Sistema somático raquídeo
Nervioso Nervios sensitivos
Periférico
SNP SNA parasimpático
autónomo SNA simpático
Conceptualización de la mente
A diferencia del sistema nervioso (un conjunto de estructuras físicas
interconectadas, que pueden estudiarse de manera objetiva con las he-
rramientas de la física, la química y la biología) la mente no es un objeto
o un conjunto de objetos, por lo cual su abordaje conceptual enfrenta
retos particulares.
En la Figura 3, presento elementos que a mi juicio son fundamentales
para construir una definición clínica de lo mental. En primer lugar, aclaro
26
El abordaje médico de la relación cerebro-mente: aspectos conceptuales
1. Sistema funcional
4. Que genera:
a) Conducta organizada
b) Experiencia subjetiva
que esta definición no tiene otro objetivo más que ser una herramienta
útil para la práctica clínica (médica y psicológica). No se descarta que este
enfoque pragmático limite en alguna forma la perspectiva de lo mental.
Pero al mismo tiempo, tiene la ventaja de ser un punto de partida sólido
porque se basa en hechos clínicos ampliamente documentados (algunos
de ellos universales) y verificables.
Hagamos el recorrido necesario para construir la definición.
27
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
28
El abordaje médico de la relación cerebro-mente: aspectos conceptuales
FUNCIONES MENTALES
1. Estado de alerta
2. Funciones cognoscitivas 3. Funciones emocinales
Atención Eje de la valencia
Lenguaje Emocional (agrado-desgrado)
Memoria Eje de
Percepción la relevancia
Praxias emocional
Habilidades construccionales (excitación-relajación)
Cálculo
Pensamiento
4. Funciones ejecutivas y volitivas Intencionalidad
Selección de metas
Planeación
Iniciación-ejecución
Monitoreo de la acción
5. Conciencia 6. Conducta 7. Respuesta fisiológicas
(estados subjetivos) verbal motora Autonómicas
Endócrinas
Inmunológicas
INTERACCIÓN CON EL MEDIO REGULACIÓN DEL MEDIO INTERNO
EXTERNO
Figura 4. Principales categorías funcionales de la mente.
29
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
30
El abordaje médico de la relación cerebro-mente: aspectos conceptuales
31
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
32
El abordaje médico de la relación cerebro-mente: aspectos conceptuales
Áreas asociativas no específicas (multimodales): 39, 40, 9, 10, 46, surco tem-
poral superior
HIPOTÁLAMO
MEDIO INTERNO
INFORMACIÓN BIOFÍSICA Y BIOQUÍMICA DEL ORGANISMO
FIGURA 5. Flujo de información en el sistema nervioso central desde el medio externo hasta el medio
interno y viceversa.
33
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
34
El abordaje médico de la relación cerebro-mente: aspectos conceptuales
35
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
La integración clínica
de lo mental y lo neurológico
En la Figura 6 presentamos un mapa conceptual que pretende integrar
tres dimensiones clínicas igualmente relevantes en el abordaje clínico de
la relación mente-cerebro: en el extremo derecho, encontramos los con-
tenidos de la conciencia, es decir, los estados subjetivos que son identifi-
cados en primer lugar por el paciente, en forma espontánea o mediante la
introspección, y que son estudiados por el clínico o el científico mediante
una entrevista, o a través de otros métodos que sirven para objetivar los
estados mentales (por ejemplo, el dibujo). En la parte intermedia de la fi-
gura, se encuentra el resumen de las funciones mentales que son estudia-
das regularmente mediante el examen mental, las pruebas psicométricas y
neuropsicológicas, y eventualmente a través de métodos psicofisiológicos
que requieren un equipamiento tecnológico. En el extremo izquierdo de
la figura, encontramos un diagrama funcional de las estructuras neurales
relevantes para la generación de las funciones mentales y para el abordaje
de los síntomas mentales y los síndromes neuropsiquiátricos.
36
El abordaje médico de la relación cerebro-mente: aspectos conceptuales
37
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
2. Funciones 3. Funciones
cognoscitivas emocinales
Medio externo
Atención Eje de la Sensaciones
(espacio extrapersonal)
Lenguaje valencia
Memoria Emocional
Percepción (agrado-des-
Cortezas Praxias grado)
Corteza
senso- Habilidades
motora Percepciones
riales construccionales
primaria
primarias Cálculo
Pensamiento Eje de
Cortezas la relevancia
de aso- Corteza emocional
Recuerdos
ciación premotora (excitación- re-
sensorial lajación)
Cortezas de
Cortezas 4. Funciones ejecutivas y volitivas
asociación
de asocia- Intencionalidad
multimoda-
ción mul- Selección de metas Imágenes
les parie-
timodales Planeación mentales
to-tempo-
prefron- Iniciación-ejecución
ro-occipi-
tales Monitoreo de la acción
tales
Sistema límbico
1. Corteza paralímbicas 7. Respuestas
5. 6.
2. Allocorteza Fisiológicas
Conciencia Conducta
3. Regiones corticoides Autonómicas Sentimientos
(estados verbal
4. Núcleos subcorticales Endócrinas
subjetivos) motora
Inmunológicas
Hipotálamo
INTERACCIÓN CON EL REGULACIÓN DEL
Medio interno MEDIO EXTERNO MEDIO INTERNO Intuiciones
38
Bibliografía
39
2.
Abordaje clínico
de los síndromes
neuropsiquiátricos
LA EXPLORACIÓN NEUROLÓGICA
Leo Bayliss
Erasmo Ramos
Juan Calleja
Introducción
En el abordaje de los trastornos neuropsiquiátricos, el médico debe con-
siderar si el cuadro clínico en estudio es adjudicable a enfermedad neu-
rológica: infarto cerebral, Parkinson, mielitis, etcétera. “La exploración
neurológica junto con la historia clínica permite” al clínico interpretar
el estado del paciente a través de la neurobiología. Además, los pacien-
tes portadores de trastornos psiquiátricos sin enfermedad neurológica
presentan a su vez signos neurológicos relacionados primariamente a su
trastorno. Un ejemplo importante es la asociación entre signos neuroló-
gicos blandos y síntomas negativos de la esquizofrenia.
El objetivo de este capítulo es señalar las partes de la exploración neu-
rológica estándar útiles para buscar enfermedad neurológica en un paciente
psiquiátrico. Se refiere al lector a obras dedicadas a la exploración neuroló-
gica para una discusión detallada del desarrollo de las técnicas específicas.
Localización
y secuencia de la exploración neurológica
El objetivo del abordaje neurológico estándar (hard) es la localización
del déficit en el sistema nervioso y ofrecer explicaciones sobre su causa.
A partir de la historia clínica y la exploración neurológica se generan
propuestas sobre la localización de una lesión en el sistema nervioso
(Picchioni, 2009).
43
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Nervios craneales
A excepción del nervio craneal (NC) 1 (olfatorio) y NC 2 (óptico), la ana-
tomía de los NC está vinculada a la del tallo cerebral. La Tabla 2 presenta
un esquema general de la exploración de nervios craneales. Es de resaltar
que se han reportado anomalías en la exploración de los nervios craneales
en diversos escenarios de los trastornos psiquiátricos primarios y pade-
44
La exploración neurológica
45
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
46
La exploración neurológica
47
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
luz sobre las córneas de ambos ojos, puede revelar heterotopias leves. El
reflejo de ambos ojos debe aparecer simétrico y por lo general ligeramen-
te nasal en el centro de la pupila. Se debe describir la desviación específica
del ojo desalineado: exotropía si es externa (temporal), esotropía si es
interna (nasal) e hipertropía si es superior (Campbell, 2012).
Es importante señalar que las maniobras que aquí se presentan, pue-
den resultar anormales sea por un trastorno integrativo de la corteza
cerebral o por lesión de un nervio craneal.
48
La exploración neurológica
Sistema motor
La disfunción motora puede resultar de alteración a diferentes niveles
del sistema integrador del movimiento: músculo, unión neuromuscular,
nervio periférico, sistema nervioso central (vía piramidal y extrapirami-
49
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
EXPLORACIÓN DE LA FUERZA
Para explorar la fuerza se debe solicitar al paciente que realice movi-
mientos en contra de resistencia, se busca incluir articulaciones y grupos
musculares desde los miembros torácicos hasta los pélvicos, en forma
proximal a distal y en forma simétrica y comparativa. Una de las escalas
más utilizadas para evaluar de forma reproducible la fuerza, es Consejo
Inglés de investigación médica (inglés, Medical Research Council) que
se muestra en la Tabla 3. Esta escala requiere de un paciente despierto y
capaz de seguir instrucciones.
A la hora de explorar la fuerza, exploramos la capacidad de los múscu-
los de ejercer fuerza para generar movimiento. Cuando la fuerza está dis-
minuida se denomina paresia. Cuando está ausente, plejía. La debilidad se
explora mediante el juicio de la fuerza al ejercer movimiento y mediante
50
La exploración neurológica
51
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Espasticidad
Es un aumento del tono en patrón de navaja de muelle con menos resis-
tencia al principio, más en el trayecto del movimiento, y pérdida de la
resistencia al final del movimiento. La espasticidad predomina en mús-
culo distales, es irreductible, aumenta con la velocidad del movimiento y
presenta signo de navaja de muelle; ocasionalmente sus efectos pueden
condicionar posturas características de flexión y pronación en el miembro
superior y extensión en el miembro inferior (Biller et al., 2011).
Rigidez
Se presenta aumento del tono a todo lo largo del arco de movimiento, con
posibles segmentos con avance rápido de la extremidad, que conforman
el patrón de “rueda dentada” o “engrane”. La rigidez afecta sobre todo a
músculos proximales, es reductible, la resistencia al movimiento es igual
en todo el arco de movilidad y no depende de la velocidad, presenta el
signo de la rueda dentada. Cuando la rigidez es poca, se puede eviden-
ciar mediante maniobras de activación. Por ejemplo, el Signo de Ford,
que se presenta cuando se está evaluando el tono de una extremidad y la
activación de la extremidad contralateral (abrir y cerrar el puño) induce
hipertonía (Biller et al., 2011).
De la misma forma que la hipertonía, la hipotonía se evidencia cuando
el explorador percibe un grado de resistencia disminuido a la moviliza-
ción pasiva de la extremidad, así como el rango de extensión y flexión
extremas (sin llegar a producir dolor) de la articulación en cuestión
comparados a ambos lados. Una técnica para detectar hipotonía mediante
52
La exploración neurológica
TROFISMO MUSCULAR
El trofismo muscular se explora descubriendo el área de interés y reali-
zando inspección, palpación y medición de las masas musculares con una
cinta métrica. Se busca intencionadamente la presencia de atrofia de la piel,
cambios de coloración, disminución de vello corporal o de la sudoración,
úlceras, pigmentaciones y deformidades osteoarticulares. En este apartado
exploramos además la presencia de dolor muscular (Biller et al., 2011).
Se buscan tanto atrofia como hipertrofia muscular de acuerdo con el
padecimiento del paciente. La atrofia se define como la pérdida o dismi-
nución de la masa muscular secundaria a lesiones del sistema nervioso
central, sistema nervioso periférico o del mismo músculo (miopatías).
Generalmente las atrofias por lesiones del sistema nervioso central (vía
piramidal), son de aparición lenta y se acompañan de otras características
clínicas del síndrome piramidal. Las atrofias por lesiones del sistema ner-
vioso periférico (lesión de neurona motora inferior), producen una atrofia
severa y de aparición rápida y progresiva (Biller et al., 2011)
Reflejos
El reflejo es una respuesta motriz desencadenada por un estímulo pe-
riférico. Pueden ser profundos (estímulo sobre estructura tendinosa) o
superficiales (estímulo sobre la piel o mucosa).
53
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
REFLEJOS PATOLÓGICOS
Reflejo plantar, considerado también un reflejo superficial, utilizando un
objeto puntiagudo, se evoca al raspar la piel del borde lateral de la planta
del pie (zona de inervación de la raíz S1) desde el talón hasta la almohadi-
lla de los metatarsianos (no hasta la base de los dedos) con una intensidad
leve a moderada, velocidad constante y un grado de presión ligero, obser-
vándose la flexión del dedo gordo del pie con o sin el abaniqueo del resto
de los dedos (Biller et al., 2011).
El signo de Babinski, con extensión del primero y apertura de los otros
cuatro ortejos en el pie, es el signo clásico de disfunción de la vía pirami-
dal, y siempre indica lesión o degeneración de la primera motoneurona.
El signo y sus múltiples sucedáneos pueden estar ausentes en presencia
de neuropatía, debilidad muscular y otras alteraciones asociadas a la dis-
función piramidal (Van Gijn, 1996).
Marcha
Para evaluar la marcha el evaluador pide al paciente que camine con su
marcha natural, en un plano recto, al menos diez metros de longitud.
54
La exploración neurológica
PRUEBAS DE ALTERNANCIA
(Buchanan et al., 1989):
55
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Sistema sensitivo
Se define “sensibilidad” como la capacidad de detectar el ambiente, tanto
interno como externo. Se distingue entre estas modalidades la somática,
la visceral y los sentidos especiales. Estas modalidades tienen vías anató-
micas discretas, lo cual permite la localización de lesiones de acuerdo con
su distribución somática (Biller et al., 2011):
ANATOMÍA BÁSICA
Los sistemas propioceptivo y exteroceptivo se originan en los receptores
somáticos para las diferentes modalidades sensitivas. De ahí tienen una
distribución anatómica discreta.
El sistema propioceptivo transmite impulsos eléctricos a través de
fibras gruesas mielinizadas, ingresa a la médula espinal por las raíces
dorsales, recorre la médula por los cordones posteriores, se decusa en
los núcleos bulbares dorsales, y a través del tálamo asciende a la corteza
cerebral parietal (Campbell, 2012).
La vía exteroceptiva transmite sus impulsos mediante fibras delgadas
no mielinizadas, ingresa por las raíces dorsales de la médula, se decusa
en el nivel en que ingresa, discurre por los cordones laterales, y desde el
tálamo por las proyecciones corticales llega a la corteza parietal.
Las diferentes vías anatómicas por las que estas modalidades sensitivas
alcanzan la corteza sensitiva permiten distinguir, según la modalidad afec-
tada, distintas localizaciones de una potencial lesión neurológica ya sea en
la médula espinal, el tallo cerebral, la corona radiada o la corteza cerebral.
56
La exploración neurológica
con una lesión localizable y por lo tanto, orgánica a nivel del sistema
nervioso (Biller et al., 2011).
Reflejos primitivos
Los reflejos primitivos suelen estar presentes en la infancia y se suelen
inhibir durante el desarrollo. En adultos sanos estos reflejos reportan
frecuencia de un reflejo primitivo en 24% de la población, dos reflejos en
el 2% y tres en el 0.42% (Brown et al., 1998).
57
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Parkinsonismo
Evaluar la presencia de parkinsonismo es fundamental en la exploración neu-
rológica. Razones para buscar parkinsonismo en la neuropsiquiatría es que
puede presentarse como efecto adverso del manejo con fármacos (valproato,
neurolépticos, etcétera) o como característica primaria del síndrome en estu-
dio (enfermedad de Parkinson, degeneración corticobasal, etcétera).
La definición de parkinsonismo requiere la presencia de bradicinesia,
definida como lentitud de inicio del movimiento voluntario con reducción
progresiva en repeticiones sucesivas de velocidad y amplitud y al menos
58
La exploración neurológica
59
Bibliografía
60
La exploración neurológica
61
EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA
EN PACIENTES NEUROPSIQUIÁTRICOS
Ana Ruth Díaz-Victoria
María Esther Gómez Pérez
Eric García López
63
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
64
Evaluación neuropsicológica en pacientes neuropsiquiátricos.
65
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
66
Evaluación neuropsicológica en pacientes neuropsiquiátricos.
67
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
68
Evaluación neuropsicológica en pacientes neuropsiquiátricos.
69
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
70
Evaluación neuropsicológica en pacientes neuropsiquiátricos.
Conclusiones
La evaluación neuropsicológica es un procedimiento de alta especialidad
que requiere de personal capacitado, por un lado, pero también de una
indicación precisa e informada por parte del personal de la salud. Esta
evaluación incluye la utilización de instrumentos que arrojan datos cuan-
titativos valiosos, pero éstos deben complementarse con el análisis clínico
semiológico del caso específico. Cabe señalar que este tipo de abordaje
puede ser especialmente interesante en la práctica clínica cotidiana, con
el fin de profundizar la comprensión de la patología neuropsiquiátrica
que manifieste el paciente (Orjuela-Rojas et al., 2017). La evaluación neu-
ropsicológica forense abre un terreno de posibilidades de estudio en la
población general y los rasgos psicopatológicos que le subyacen.
71
Bibliografía
72
Evaluación neuropsicológica en pacientes neuropsiquiátricos.
73
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
74
Evaluación neuropsicológica en pacientes neuropsiquiátricos.
75
EVALUACIÓN PARACLÍNICA
DE LOS PACIENTES NEUROPSIQUIÁTRICOS
Jesús Ramírez-Bermúdez
Este capítulo pretende establecer una guía breve para la selección de estu-
dios paraclínicos que se requieren en múltiples contextos de la evaluación
de pacientes neuropsiquiátricos. Es importante evitar los dos tipos de
error común durante la toma de decisiones diagnósticas:
77
El capítulo está organizado a través de una serie de tablas que pueden
consultarse como una orientación general, aunque no representan indi-
caciones definitivas, ya que los conocimientos generados por las ciencias
clínicas tienen una evolución permanente.
Exámenes de laboratorio.
EXAMEN MOTIVO DE LA SOLICITUD
Sospecha de:
* Enfermedad infecciosa
FÓRMULA BLANCA * Condiciones inflamatorias
(BIOMETRÍA HEMÁTICA) * Agranulocitosis inducida por clozapina
* Síndrome neuroléptico maligno (SNM)
* Leucemia
Sospecha de:
FÓRMULA ROJA * Anemia
(BIOMETRÍA HEMÁTICA) * Policitemia
* Poliglobulia
Sospecha o evidencia de:
* Deshidratación
* Intoxicación por agua
* Síndrome de secreción inapropiada de hormo-
na antidiuretica
* Cerebro perdedor de sal
SODIO
* Diabetes insípida
* Síndrome de Cushing
Imprescindible en:
A. Estado confusional agudo
B. Primer episodio psicótico
C. Polidipsia psicógena
Sospecha o evidencia de:
* Deshidratación
POTASIO
* Vómito
* Síndrome de Cushing
Sospecha de:
* Diabetes mellitus
* Hipoglicemia
Imprescindible en:
* Estado confusional agudo
GLUCOSA * Primer evento de crisis epilépticas
* Monitoreo de diversos antipsicóticos (clozapi-
na, olanzapina, quetiapina)
* Rutina diagnóstica en pacientes con demencia
* Rutina al iniciar atención por consulta externa
o al ser hospitalizado
78
Evaluación paraclínica de los pacientes neuropsiquiátricos
Sospecha de:
* Insuficiencia renal
imprescindible en:
* Monitoreo de pacientes que toman litio y
UREA Y CREATININA
amantadina
* Rutina diagnóstica de las demencias
* Rutina al iniciar atención por consulta externa
o al ser hospitalizado
Sospecha de:
VOLUMEN
* Anemia microcítica
CORPUSCULAR MEDIO
* Anemia macrocítica
CUENTA DE
Evaluación de pacientes con anemia
RETICULOCITOS
Sospecha o evidencia de púrpura
PLAQUETAS trombocitopénica
Monitoreo de diversos fármacos
PRUEBAS DE
Sospecha de enfermedad hepática
COAGULACIÓN
VELOCIDAD DE
SEDIMENTACIÓN Sospecha de enfermedad reumatológica
GLOBULAR
NIVELES DE VITAMINA Sospecha de hipovitaminosis en pacientes con
B12 demencia, neuropatía, mielopatía, anemia
Sospecha de hipovitaminosis en pacientes con
NIVELES DE FOLATOS
demencia, neuropatía, mielopatía, anemia
Sospecha de:
* Hipertiroidismo, el cual puede presentarse
PERFIL TIROIDEO como manía, psicosis o delirium
* Hipotiroidismo, el cual puede manifestarse
como demencia, depresión, psicosis o delirium
Sospecha de síndrome o enfermedad de
CORTISOL Cushing, lo cual puede manifestarse con manía,
psicosis o demencia
PRUEBA DE SUPRESIÓN Puede ser útil en casos de depresión mayor de
A LA DEXAMETSONA difícil diagnóstico
Sospecha de adenoma de hipófisis (prolactino-
PROLACTINA ma); monitoreo de antipsicóticos típicos y de
risperidona
* Sospecha de enfermedad hepática, la cual
PRUEBAS DE FUNCIÓN puede manifestarse como delirium, manía, o
HEPÁTICA demencia
* Monitoreo de diversos fármacos
79
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
OTROS ANTICUERPOS
EN CONTRA DE
RECEPTORES Sospecha de encefalitis límbica autoinmune
SINÁPTICOS: anti-AMPA,
anti-GABA y anti-D2
ANTICUERPOS
EN CONTRA DEL Sospecha de encefalitis límbica autoinmune
COMPLEJO VGKC:
ANTICUERPOS
EN CONTRA DE
RECEPTORES Sospecha de encefalitis límbica paraneoplásica
INTRACELULARES (Anti-
Hu, anti-Ma2, antiGAD)
80
Evaluación paraclínica de los pacientes neuropsiquiátricos
Estudios de electrofisiología.
ESTUDIO MOTIVO DE LA SOLICITUD
Estado confusional agudo/encefalopatías di-
fusa de cualquier origen; trastornos mentales
ELECTROENCEFALOGRAMA paroxísticos/sospecha de epilepsia, trastorno
psicótico atípico; trastorno de pánico atípico;
demencias; amnesia global transitoria
Se reserva para protocolos de investigación
ELECTROENCEFALOGRAMA (no tiene un valor agregado en el diagnósti-
CUANTITATIVO (MAPEO) co de los trastornos mentales secundarios a
una condición médica)
Sospecha de esclerosis múltiple; evaluación
POTENCIALES EVOCADOS de la integridad de vías visual, auditiva o
somatosensorial
VELOCIDADES DE Sospecha o evidencia clínica de neuropatía
CONDUCCIÓN NERVIOSA periférica
Diagnóstico de apnea del sueño; diagnós-
tico de parasomnias; en la narcolepsia se
POLISOMNOGRAFÍA requieren pruebas de latencia múltiple; diag-
nóstico de la falsa percepción del dormir;
diagnóstico de la epilepsia nocturna
81
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Estudios de neuroimagen.
ESTUDIO MOTIVO DE LA SOLICITUD
Descartar lesiones estructurales en:
* Cualquier síndrome psiquiátrico de ins-
talación reciente, en presencia de signos
neurológicos anormales, patrón clínico
atípico, o coexistencia con cefalea, fiebre,
TOMOGRAFÍA COMPUTADA crisis epilépticas
DE CRÁNEO * Primer episodio psicótico
* Psicosis atípica o refractaria al tratamiento
(en ausencia de estudios basales)
* Demencias
* Delirium
* Catatonia
Diagnóstico diferencial y etiológico de pa-
cientes con:
* Demencia
* Lesiones vasculares de pequeñas dimen-
siones (por ejemplo, en enfermedad de
IMÁGENES POR
pequeños vasos)
RESONANCIA MAGNÉTICA,
* Enfermedades de sustancia blanca
SECUENCIAS ANATÓMICAS
* Enfermedades del cerebelo y/o el tallo
encefálico
* Trastornos de la migración neuronal
* Infecciones del sistema nervioso central
* Neoplasias del sistema nervioso central
Estudio de pacientes con lesiones de
IMÁGENES POR sustancia blanca, útil para evaluar relacio-
RESONANCIA MAGNÉTICA, nes anatomofuncionales y anatomoclí-
TENSOR DE DIFUSIÓN nicas; generalmente en el contexto de la
investigación
Evaluación de relaciones anatomofuncio-
nales y anatomoclínicas en sujetos sanos y
IMÁGENES POR
pacientes neuropsiquiátricos; en el contexto
RESONANCIA MAGNÉTICA,
de la investigación; en situaciones clínicas se
BOLD
acepta universalmente como una alternativa
a la prueba de WADA
Generalmente en el contexto de la inves-
tigación. En el contexto clínico puede ser
ESPECTROSCOPÍA POR
útil en el diagnóstico de neoplasias cere-
RESONANCIA MAGNÉTICA
brales, enfermedades desmielinizantes y
dismielinizantes
82
Evaluación paraclínica de los pacientes neuropsiquiátricos
Punción lumbar.
* Diagnóstico y seguimiento de las enferme-
dades infecciosas del sistema nervioso
* Apoyo diagnóstico en enfermedades
inflamatorias y autoinmunes del sistema
nervioso central
INDICACIONES GENERALES
* Necesaria en el diagnóstico de algunos
casos de hemorragia subaracnoidea
* Necesaria en el diagnóstico y el tratamien-
to de la hipertensión cerebral idiopática
* Necesaria en el diagnóstico de la hidroce-
falia normotensa
83
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Bibliografía
84
DELIRIUM
(SÍNDROME CONFUSIONAL)
Jacobo Chacón González
Jesús Ramírez-Bermúdez
Definiciones
Clásicamente el delirium (también conocido como estado confusional
agudo, síndrome orgánico cerebral agudo o psicosis orgánica) ha sido
definido como un trastorno agudo y transitorio del alertamiento, la aten-
ción y la cognición en forma global, que se acompaña de alteraciones en
la psicomotricidad, y en el ciclo sueño-vigilia (Lipowski, 1990). Con una
etiología diversa, históricamente se ha descrito como el resultado de una
disfunción cerebral global (Mulas, 1981), es decir, de una alteración difusa
del encéfalo, por lo cual corresponde generalmente al aspecto clínico o la
manifestación sindromática de un estado de encefalopatía.
Dependiendo del nivel de actividad psicomotriz con el que se presente,
el delirium puede subdividirse en hipoactivo, hiperactivo y mixto, según
la clasificación habitual de Lipowski; clasificarlo es importante debido al
impacto que tiene sobre el pronóstico, es decir, tanto la dificultad para
la detección, en el caso del subtipo hipoactivo, como el uso de múltiples
medidas de restricción (fármacos, sujeciones), en el subtipo hiperactivo,
provocan un desenlace más sombrío (Han, J. H. et al. 2009).
En la actualidad, la definición y los criterios clínicos de delirium buscan
ser más específicos y se enfocan solo a unos dominios cognitivos, principal-
mente a la atención y al “darse cuenta de” o “awareness” (Tabla 1); esto ha
provocado críticas, principalmente por no incluir al estado de alerta en los
criterios actuales (EDA, 2014). En inglés, hay una diferencia cualitiativa
entre “awareness” (darse cuenta, percatarse) y “alertness” (estar alerta).
85
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
86
Delirium (síndrome confusional)
87
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
ATENCIÓN
88
Delirium (síndrome confusional)
89
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
ABORDAJE DIAGNÓSTICO
Para el diagnóstico de delirium, es importante tener en consideración que
existen factores predisponentes y precipitantes para su aparición (Inouye,
1996) (Tabla 2). Inouye (2006) propone un algoritmo para el abordaje del
paciente con delirium (Esquema 3).
90
Delirium (síndrome confusional)
Ingreso al
hospital
Crónico Agudo
Tratar los
atender factores Proveer manejo de síntomas del
predisponentes y soporte y evitar delirium
precipitantes complicaciones
Cualquier Paciente
Evaluación inicial: Revisar medica- Proteger vía aérea,
paciente con
obtener historia mentos: prevenir broncoaspira- agitación
clínica, signos necesarios o no, ción, soporte severa
vitales, exploración nutricional, cuidado de
física y neurológica, herbolaria, buscar la piel, evitar úlceras
solicitar estudios de intercciones e por presión, movilizar,
laboratorio, buscar prevenir formación de
infecciones ocultas psicoactivos émbolos
Manejo
Estrategias no farmacológico:
dosis de los farmacológicas: agitación con
factor contribu- medicamentos con prevención del delirium, riesgo
yente daño potencial, orientar frecuentemen- autolesivo o
cambiar a te, involucrar a la hacia el
opciones menos familia, utilizar personal,
Sí No dañinas, utilizar cuidadores, evitar el iniciar con
alternativas no uso de sujeciones y dosis bajas y
farmacológicas sondas Foley, mantener la
Evaluar y tratar musicoterapia, masaje, dosis efectiva
de forma técnicas de relajación, por 2-3 días
apropiada para Otras opciones: lentes, dispositivos
cada factor valorar solicitar estudios auditivo, intérpretes,
contribuyente de función tiroidea, niveles movilidad, autocuidado,
séricos de medicamentos, normalizar los ciclos de
sueño-vigilia, no
y cortisol, vitamina B12, promover siestas, por la
gasometría, ECG, PL, EEG noche pasar al paciente
y neuroimagen a un cuarto con poco
ruido y poca luz
91
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
DRS-R-98 CAM
16 ítems: ciclo sueño-vigilia, alteracio-
9 ítems: inicio agudo, inatención,
nes de la percepción, delirios, labilidad
pensamiento desorganizado,
afectiva, lenguaje, curso del pensamien-
alteración del nivel de consciencia,
to, agitación motora, retardo psicomo-
desorientación, alteraciones mné-
tor, orientación, atención, capacidad
sicas, alteraciones sensopercep-
visoespacial, memoria a corto y largo
tivas, agitación o enlentecimiento
plazo; inicio temporal de los síntomas;
psicomotriz y alteración del ciclo
presencia de una causa médica, fluc-
sueño-vigilia.
tuaciones del estado mental.
Puntuación (severidad) del 0 al 3 cali- Sensibilidad hasta del 94%, especi-
ficación máxima de 32. ficidad 84%.
Puede ser administrada por
Necesario el entrenamiento en
personal sin entrenamiento en
psiquiatría.
psiquiatría.
Valoración de la conducta del paciente
Tiempo aproximado de 5 minutos.
en 24 horas.
Más usada para valorar gravedad que Más usada para apoyo diagnóstico
apoyo diagnóstico. que para valorar gravedad.
Cuenta con versión en español. Cuenta con versión en español.
92
Delirium (síndrome confusional)
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
En la práctica neuropsiquiátrica es importante distinguir al delirium de
otras entidades como los trastornos psicóticos (en cualquiera de sus mo-
dalidades), trastorno por estrés agudo (realizar la búsqueda del evento
traumático), trastornos facticios y de simulación (hay ausencia de etiología
causante de delirium) y principalmente otros trastornos neurocognitivos
(determinar si el paciente tiene delirium, delirium superpuesto a demen-
cia o demencia sin delirium); esta diferenciación tradicionalmente ha sido
determinada por la agudeza en la instauración de los síntomas y por el
curso de la enfermedad (APA, 1991); ciertamente la relación entre delirium
y demencia es innegable, siendo este último el principal factor de riesgo de
delirium (2/3 de los casos de delirium ocurren en pacientes con demencia)
(Inouye, 2006).
Un caso especial que merece ser mencionado es la catatonía, que, aun-
que es un síndrome muy diferente al delirium y los criterios actuales seña-
len que son excluyentes, en el ámbito clínico pueden llegar a presentarse
conjuntamente, empeorando el desenlace del paciente (Pérez-González,
et al., 2017).
93
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Orientar, programación de
Discapacidad cognitiva,
actividades, proveer ayuda visual
visual y auditiva (lentes, luz, libros con letras
grandes), proveer aparatos
ESQUEMA 4. Medidas no farmacológicas para la prevención y manejo del delirium (Inouye, 2018).
ABORDAJE TERAPÉUTICO
El beneficio de las intervenciones no farmacológicas para la prevención y
manejo del delirium ha sido demostrado en múltiples estudios22 (aplicán-
dose especialmente a pacientes de la tercera edad con riesgo intermedio y
alto para desarrollarlo); se calcula que hasta el 40% de los casos de delirium
son prevenibles, principalmente en lugares con condiciones adecuadas y
con personal capacitado para el manejo de estos pacientes (Inouye, 2018);
asimismo, el desarrollo de proyectos de salud pública como el Programa
Hospitalario para la Vida en la Vejez (Hospital Elder Life Program) pone en
evidencia los beneficios de este tipo de intervenciones (Tabla 4 y Esquema
4).
En lo que respecta al manejo farmacológico, se recomienda su uso en
pacientes cuya sintomatología amenace su seguridad (incluyendo un po-
sible retiro de la ventilación mecánica o catéter venoso central) o la de los
demás (Inouye, 2006) (Tabla 5); también puede ser conveniente utilizar
94
Delirium (síndrome confusional)
Síntomas ex-
0.5 mg dos trapiramidales Estudios pequeños no
veces al día. equivalentes o controlados.
Risperidona
2.5-5 mg una poco menores Se asocian a un incre-
Olanzapina
vez al día. que los del mento en la mortalidad
Quetiapina
25 mg dos haloperidol. en pacientes ancianos
veces al día. Prolongación con demencia.
del intervalo QT.
Efectos
Medicamento Dosis Comentarios
adversos
Agente de segunda
línea.
Se asocia con empeora-
0.5-1 mg oral,
miento y prolongación
con dosis adi-
Excitación de los síntomas de
cionales c/4
paradójica, delirium demostrado en
horas según
Lorazepam depresión ensayo clínico.
sea necesario
respiratoria, Reservado solo para pa-
(intravenoso
hipersedación. cientes con abstinencia
solo para
a alcohol, enfermedad
emergencias).
de Parkinson y sín-
drome neuroléptico
maligno.
95
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
25-150 mg
Estudios pequeños no
Trazodona oral por la Hipersedación.
controlados.
noche.
Conclusión
La prevención, detección oportuna y manejo adecuado (preferentemente
con medidas no farmacológicas) de los estados confusionales agudos son
un conjunto de acciones que reflejan la calidad de los servicios de salud
de un lugar; es, por lo tanto, responsabilidad de todo médico adquirir
conocimiento y experiencia sobre este padecimiento, siempre y cuando su
afán sea el de ayudar al otro.
96
Delirium (síndrome confusional)
Bibliografía
97
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
98
ABORDAJE DEL TRASTORNO
NEUROCOGNITIVO MAYOR
Alonso Morales Rivero
Jesús Ramírez Bermúdez
Introducción
El trastorno neurocognitivo mayor o demencia es un síndrome neurode-
generativo que afecta principalmente a mayores de 60 años, pero también
puede aparecer en personas más jóvenes. Se caracteriza por deterioro
progresivo del lenguaje, las funciones ejecutivas, la cognición social y
habilidades perceptuales y motoras1..
Este deterioro es lo suficientemente severo como para interferir en la vida
diaria y avanza hasta que el paciente se vuelve totalmente dependiente2, 3.
Dentro de la evolución histórica del concepto se llegó a usar el térmi-
no de demencia senil y presenil2. Actualmente ese término está en desuso
ya que sugeriría que la edad de presentación de los síntomas era más
importante que la causa en sí.
Ahora sabemos que la etiología de este síndrome es variada; hasta
el 91% de los casos se deben a una patología irreversible4 y al me-
nos el 60 u 80% de los casos totales corresponden a enfermedad de
Alzheimer2.
Los adultos mayores merecen un envejecimiento pleno y saludable y
no se debe caer en el error de pensar que las fallas en las funciones cogni-
tivas son una consecuencia natural de la edad.
99
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Enfermedad de Parkinson
Alfa sinucleína Núcleo subtalámico y
Demencia por cuerpos de Lewy
sinucleopatías globo pálido
Atrofia de múltiples sistemas
Neurobiologia
Cada una de las enfermedades que cursan con síndrome neurocogniti-
vo tienen características neuropatológicas, anatómicas y genéticas muy
particulares5.
En la Tabla 1 se resumen algunas características de las demencias, sin
embargo, en capítulos posteriores se ahondará más sobre cada una de las
enfermedades.
Abordaje semiológico
En el momento en el que se identifique un cambio en el nivel de funciona-
lidad respecto al previo que incluya: cambios en la conducta, cognición y
respuesta emocional, es necesario iniciar el protocolo de estudio9.
El tiempo de evolución es importante ya que hay enfermedades rápida-
mente progresivas que deterioran al paciente en un lapso de 6 a 12 meses
que frecuentemente se asocian a enfermedad por priones10. Además, debe-
mos definir si estamos frente a una patología progresiva, neurodegenera-
tiva e irreversible (Esquema 1).
Las manifestaciones neuropsiquiátricas son la pauta del síndrome de-
mencial ya que el diagnóstico es eminentemente clínico. Estas pueden ser
muy diversas, pero en términos generales resulta útil distinguir si es un
patrón subcortical o cortical.
100
Abordaje del trastorno neurocognitivo mayor
Trastorno
neurocognitivo mayor
101
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Para dar contexto a los hallazgos clínicos, las escalas son de mucha
utilidad. Tal vez una de las más extendidas es el Mini Mental State
Examination (MMSE)12 que tiene una buena sensibilidad y especificidad
(85-96%) al punto de corte de 26. El Montreal Cognitive Assessment
(MoCA)13 también tiene un punto de corte de 26 y es sensible para evaluar
pacientes con enfermedad de Parkinson y demencias con patrón no-Alz-
heimer, sin embargo puede dar algunos falsos positivos en sujetos con
escolaridad baja9.
Pero para obtener datos duros y objetivos, la evaluación neuropsi-
cológica es fundamental, por lo que es ampliamente recomendable que
todo paciente con síndrome demencial cuente con una batería neuropsi-
cológica que ayude a definir el patrón clínico.
102
Abordaje del trastorno neurocognitivo mayor
Deterioro
Sí
cognoscitivo leve
No Sí
103
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Abordaje paraclínico
Todos los estudios son relevantes pero sin duda es fundamental que el
paciente con deterioro neurocognitivo cuente con un estudio de imagen.
En la Tabla 3 resumimos los estudios más frecuentemente solicitados en
el abordaje paraclínico de las demencias.
Diagnóstico diferencial
Un diagnóstico diferencial obligado en el abordaje del síndrome demen-
cial es el síndrome confusional agudo y se debe descartar consistentemen-
te antes de dar el diagnóstico definitivo.
De igual manera la depresión en adultos mayores puede cursar con
síntomas cognitivos. Estas manifestaciones son conocidas como pseu-
dodemencia. Verificar el estado afectivo de los pacientes también resulta
primordial ya que estos son susceptibles de mejorar con medicamentos
antidepresivos11, 14.
104
Abordaje del trastorno neurocognitivo mayor
Abordaje terapéutico
En ausencia de cura para las enfermedades neurodegenerativas, las metas
del tratamiento están enfocadas en la mejoría de los síntomas y retrasar el
deterioro funcional del paciente. Se debe evitar en la medida de lo posible
las hospitalizaciones y tratar reducir notablemente la carga al cuidador15.
En los próximos capítulos se detallará el manejo específico para cada
enfermedad, pero en el siguiente esquema se resume una sugerencia de
tratamiento para el síndrome demencial.
105
Referencias
106
Abordaje del trastorno neurocognitivo mayor
107
DEMENCIAS RÁPIDAMENTE PROGRESIVAS
Jorge Mario León Salas
Raúl Basante Avendaño
Introducción
El término demencia se refiere de manera general, al deterioro progresi-
vo en al menos dos dominios cognitivos, el cual impacta la funcionalidad,
causando gradualmente discapacidad y dependencia. Las demencias rápi-
damente progresivas (DRP), por otro lado, son un grupo de condiciones en
las que la funcionalidad y dependencia se ven comprometidas en un perio-
do de tiempo más corto. No obstante, en la caracterización clínica se han
identificado varias patologías que cumplen con estos criterios, por lo que
se podrían agrupar por su frecuencia y de forma general en 1) enfermedad
de Creutfeldt–Jakob (ECJ), 2) primarias y 3) secundarias (Figura 1)1.
Definiciones clínicas
El término demencia rápidamente progresiva (DRP) se usa para describir
casos con un curso de progresión que generalmente oscila entre semanas
y meses aunque se han descrito hasta dos años2. La naturaleza subaguda
de las DRP excluye otras condiciones con progresión aguda fulminante
como causas infecciosas, metabólicas o encefalopatías, que progresan en
horas o días y típicamente comienzan con un estado confusional agudo.
El grupo de entidades conocidas como demencias rápidamente progresi-
vas, a pesar de ser raras y de baja frecuencia, adquieren relevancia por su
potencial reversibilidad, y deben ser consideradas en la evaluación inicial
de cualquier deterioro cognitivo atípico3 de evolución aguda o subaguda.
109
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Neurobiología
Gran parte de los trastornos neurodegenerativos graves se asocian con
la agregación y depósito de proteínas mal plegadas. Por lo general, estos
trastornos se clasifican por órganos o regiones implicadas; por ejemplo,
las demencias neurodegenerativas pueden asociarse con depósitos de pro-
teínas en tejido encefálico tales como beta-amiloide en la enfermedad de
Alzheimer (EA), alfa-sinucleína en la enfermedad de Parkinson (EP) o en
demencia con cuerpos de Lewy (DLw) y proteína priónica en las enfer-
medades priónicas. Las enfermedades priónicas son causadas por el mal
plegamiento de la proteína priónica celular normal (PrPC) en una forma
anormal (PrPSc) que tiene predominantemente una estructura de laminar
beta y puede mostrar las propiedades bioquímicas del amiloide4 (Figura 2).
La neurobiología de las causas secundarias tiene diferentes etiologías,
mismas que se mencionarán más adelante. Dentro de las causas primarias
(antes mencionadas), se reconocen varios síndromes relacionados con las
proteínas priónicas, mismos que tienen diferentes formas de transmisión
(Figura 3).
110
Demencias rápidamente progresivas
FIGURA 2. Conformación normal y anormal (laminar beta) de la proteína priónica. Modificada de:
http://isciencemag.co.uk/
Esporádica 85%
-Variante clásica
Familiar
-Gertsmann-Strauss- 5-10%
ler-Scheinker (GSS)
-Insomnio familiar
fatal
111
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Abordaje neuropsiquiátrico
En la práctica clínica representan un reto diagnóstico, ya que no es difícil
su diferenciación, por lo cual es importante tener en mente las causas más
frecuentes, para lo que es útil la nemotecnia: “VITAMINS” (Tabla 1)2.
Aunque no hay estudios poblacionales que estimen la incidencia o
prevalencia de las DRP, se han publicado varias series de casos que explo-
ran el diagnóstico de pacientes con DRP que logran identificar diferentes
etiologías. El diagnóstico definitivo de DRP se identificó en el 95.4% (644
de 675) de los pacientes incluidos en cinco series de casos5-9. De estos, la
encefalopatía espongiformes atribuida a la ECJ representa al diagnóstico
más frecuente con el 58.5% de los casos (377 de 644). Acumulativamente,
las enfermedades neurodegenerativas, como la EA y la DFT, represen-
taron la segunda causa más común de DRP, con el 22.5% (145 de 644).
Sorprendentemente, el 18.8% (121 de 644) de los casos fueron debidos
112
Demencias rápidamente progresivas
Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob
En cuanto a las principales caracteriticas clínicas en las DRP existe una
muy amplia heterogeneidad, ya que los sintomas iniciales normalmente
son inespecíficos; sin embargo, el concepto de DRP es bastante acertado,
ya que puede diferenciar un conjunto de síndromes y diagnósticos que
son distintos de aquellos vistos en otros trastornos neurodegenerativos.
ECJ, al ser el síndrome más común se asocia con un cuadro de deterioro
neuro-cognitivo rápido que lleva a la muerte en menos de un año en apro-
ximadamente en el 90% de los pacientes10.
Cuando se habla de las características semiológicas de la ECJ es más
acertado hablar de “fenotipos” ya que se han descrito varios (Figura 4).
Enfermedades autoinmunes
Por otro lado, en las enfermedades autoinmunes suelen presentarse alte-
raciones neuro-psiquiátricas (ansiedad, depresión, cambios en conducta),
deterioro cognitivo, principalmente mnésico y crisis convulsivas. Algunas
de estas enfermedades autoinmunes pueden ser paraneoplásicas, por lo
cual concomitantemente las neoplasias causantes pueden ser detectadas.
Finalmente, las características semiológicas de enfermedades neurodege-
nerativas no priónicas corresponden al mayor reto, ya que pueden obser-
varse en las etapas iniciales de un proceso neurodegenerativo, como una
presentación atípica, con variabilidad en los síntomas o bien, en combi-
113
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Presentación pura
Presentación cogniti- Alteraciones ejecutivas
va-psiquiátrica con signos parietales
Transtornos depresivo
mayor, alucinaciones, ideas
delirantes
Variante atóxico
Presentación talámica
Transtorno en el sueño ECJ
Abordaje paraclínico
Por lo tanto, una vez establecida la sospecha clínica de una DRP basada en
la historia clínica, se debe complementar el estudio con pruebas de labo-
ratorio y gabinete (Tabla 3). No todas las baterías diagnósticas pueden ni
deben utilizarse; se deben seleccionar los estudios de acuerdo a la sospe-
cha diagnóstica. La utilización de biomarcadores de daño neuronal como
la proteína 14-3-3, tau total o enolasa, pueden aumentar la sensibilidad
para la EJC, pero su positividad solo traduce una neurodegeneración rápi-
da y progresiva inespecífica. Sin embargo, ya se cuenta con una prueba de
mayor especificidad (98%) y sensibilidad (77-92%) llamada RT-QuIC (por
sus siglas en inglés Reverse-Templated Quake-Induced Conversion) para
el diagnóstico de enfermedad por priones.
114
Demencias rápidamente progresivas
115
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Marcadores tumorales
/ Frotis sanguíneo
Hemograma completo / Pruebas de coagu-
Panel metabólico básico/ lación / Pruebas de
Pruebas de función renal hipercoagulabilidad
EXÁMENES DE
/ Panel reumatológico / / Homocisteína /
SANGRE
Pruebas de función tiroidea Ácido metilmalónico /
/ Vitamina B12 / Niveles de Anticuerpos antitiro-
medicamentos globulina y antitirope-
róxidas, Anticuerpos
Lyme
Urocultivo
Examen general de orina
Orina de 24 horas
ORINA Toxicología en orina
Identificación de me-
(si está indicado)
tales pesados en orina
Celularidad / Proteínas
/ Glucosa / Índice IgG /
Bandas oligoclonales / VDRL
/ Proteína 14-3-3 /p tau Whipple PCR / Tau
total fosforilada
LÍQUIDO
Enolasa neurona-específica Beta amiloide 42 /
CEFALORRAQUÍDEO
Prueba RT-QuIC / Antígeno Virus del Epstein-Barr
del Cryptococcus, Citología
PCRs / Anticuerpos y
cultivos / Cultivos para
bacterias, hongos
116
Demencias rápidamente progresivas
TAC /
Angioresonancia /
AngioTAC (angio-
tomografía axial
computarizada)
/ Mamografía
Resonancia magnética con
Ultrasonido testicular
IMAGENOLOGÍA y sin contraste
y pelvis / Ultrasonido
rayos X de tórax
de carótidas
FDG-PET/CT
scan (tomografía
por emisión de
positrones con
fluorodeoxiglucosa)
Electromiografía/
velocidad de conduc-
ción nerviosa
OTROS Electroencefalograma (EEG) Valoración
oftalmológica
Biopsia de cerebro
con o sin meninges
REAE QUAKING INDUCED CONVERSION (RT-QUIC), TOMOGRAFIA AXIAL COMPUTARIZADA (TAC)
REACCIONES DE POLIMERASA EN CADENA (PCR POR SUS SIGLAS EN INGLÉS).
117
118
Tabla 4. Diagnóstico diferencial entre las DRPs y tratamiento específico
Prueba
Hallazgos en
Patología diagnóstica Imagen EEG Tratamiento
LCR
más específica
JCD: RM
Complejos perió-
Secuencia de difusión
RT-QuIC dicos de ondas + RT-QuIC Institucionalización
con restricción en 2 o
Enfermedad Secuenciación agudas y lentas + 14-3-3 Tratamiento
más áreas corticales.
por priones genética de generalizadas Tau mayor a sintomático
Restricción a la difusión
gen PRNP de predominio 1150 pg/ml
en ganglios basales y/o
frontal
tálamos
RM
Atrofia cortical 14-3-3 puede Inhibidores de
Enfermedad
parieto-occipital. estar elevada acetilcolinesterasa
de LCR razón be-
Disminución del volu- p-Tau elevada Antagonismo de
Alzheimer ta-amiloide / No es específico
men hipocampal Razón beta-ami- receptores NMDA
rápida tau-fosforilada
FDG-PET loide/p-Tau
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
progresiva
Hipometabolismo disminuida
parieto-occipital
Uso temprano de
RM: Patrón “delta Puede estar nor-
LCR con anti- metilprednisolona
Hiperintensidades en brush” puede mal pero el 80%
cuerpos IgG IV
T2/FLAIR en lóbulo encontrarse en presenta leve
contra la su-
Encefalitis temporal medial. paciente con en- pleocitosis
bunidad GluN1 Inmunosupresión
anti-NMDA FDG-PET: cefalopatía severa elevada IgG ban-
del receptor con rituximab y
Hipermetabolismo o comatoso das oligoclonales
NMDA. ciclofosfamida
temporal o hipometa- pueden estar
bolismo generalizado presentes
RM: Tratamiento para
Más del 50% tie-
Secuencia T2/FLAIR hiponatremia
Enlentecimiento nen LCR normal
LCR con con hipointensidades Las convulsio-
generalizado LCR puede
anticuerpos temporal medial menos nes pueden ser
Encefalitis Punta-onda mostrar leve
contra recep- del 10% tienen timoma, refractarias
límbica LGI1 temporales pleocitosis linfo-
tor LGI1 cáncer de pulmón de Convulsiones y
Punta-onda cítica, proteino-
células pequeñas por lo síntomas neu-
frontales rraquia y bandas
cual se debe hacer TAC rológicos se usa
oligoclonales
de tórax con contraste metilprednisolona
LCR normal
Demencias rápidamente progresivas
Detección de Convulsiones
en 60% de los Uso temprano de
anticuerpos RM: en 40% de los
Encefalitis pacientes metilprednisolona
contra recep- Hiperintensidades tem- pacientes
límbica Leve pleocitosis, IV o inmunosupre-
tor CASPR2 porales mediales Enlentecimiento
CASPR2 proteinorra- sión con rituximab
en LCR en un 30% de los
quia y bandas o ciclofosfamida
pacientes
oligoclonales
119
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
120
Demencias rápidamente progresivas
121
Referencias
122
ABORDAJE NEUROPSIQUIÁTRICO
DE LA CATATONIA
Jesús Ramírez Bermúdez
Mariana Espínola Nadurille
Luis Carlos Aguilar Venegas
Conceptos generales
La catatonia es un síndrome neuropsiquiátrico psicomotor con una com-
binación única de síntomas mentales, motores, conductuales y autonómi-
cos que se observa en enfermedades psiquiátricas, neurológicas y médicas,
así como tras la administración de algunos fármacos. Por su naturaleza
sindromática, la catatonia se asocia a diversas enfermedades, como se pue-
de observar en la Tabla 1. Los estudios de distribución de diagnósticos
apoyan esta observación. Los pacientes catatónicos han sido diagnosti-
cados con esquizofrenia en frecuencias que oscilan del 4 al 67% , y con
trastornos del ánimo del 14 al 71%, dependiendo de la población estudia-
da y los instrumentos diagnósticos utilizados. Las causas neurológicas y
médicas no neurológicas han sido reportadas en 4 a 46%. La prevalencia
del síndrome catatónico también ha cambiado con el tiempo dependien-
do de los instrumentos de evaluación utilizados y la población estudiada
reportándose en 7 a 17% en pacientes agudos ingresados en unidades
psiquiátricas1-4. En un estudio con población neuropsiquiátrica, realizado
en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, se diagnosticó
catatonia en 8% de los pacientes neurológicos y psiquiátricos incluidos
consecutivamente5. El síndrome catatónico ha sido diagnosticado en 13
a 31% en pacientes con depresión o manía6,7. Sin embargo, la prevalen-
cia del síndrome en esquizofrenia ha disminuido, probablemente como
consecuencia de los cambios en las prácticas diagnósticas y terapéuticas
psiquiátricas8-10.
123
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Causas neurológi-
cas. Encefalopatía
por VIH, encefalitis
viral, encefalitis
límbica autoinmune
(con énfasis en
encefalitis por Causas D. producidas
anticuerpos an- sistémicas. por fármacos
ti-NMDA), tumores Cetoacidosis (Tóxicas).
Trastornos del lóbulo frontal, diabética, Anfetaminas,
psiquiátricos. porfiria aguda, hipercalcemia, fenciclidina
Esquizofrenia, panencefalitis escle- encefalopatía (PCP), neu-
trastornos del rosante subaguda, hepática, rolépticos y
estado de áni- leucoencefalopatía insuficiencia en especial el
mo (en estados multifocal progre- renal, púrpura síndrome neuro-
de manía o siva, enfermedad trombocito- léptico maligno.
depresión). de Creutzfeldt- pénica, lupus Inhibidores
Jakob, parálisis eritematoso selectivos de
general progresiva, sistémico y la la recaptura de
enfermedad de mononucleosis serotonina.
Parkinson, lesiones infecciosa.
del globo pálido,
infarto talámico,
infartos frontales
mediales o hemo-
rrágicos y
epilepsia.
Evaluación clínica
En la actualidad el diagnóstico de catatonia sigue siendo clínico. Con el
fin de mejorar la identificación del síndrome se han elaborado instrumen-
tos que evalúan la catatonia de manera estandarizada. Sin embargo, no
existe consenso acerca de cuál es el instrumento clínico ideal en cuanto a
validez, confiabilidad, sensibilidad y especificidad. Dentro de los instru-
mentos más utilizados se encuentran los criterios diagnósticos del DSM-5
(Tabla 2), la escala de Catatonia de Bush Francis (BFCRS) (Tabla 3) y la
Catatonia Rating Scale de Braünig (CRS) (Tabla 4). Estos instrumentos
han sido de gran ayuda debido a que en la evaluación de la catatonia el
error más frecuente es la omisión: no realizar la evaluación por la falsa
creencia de que para que un paciente tenga catatonia se debe observar
124
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia
125
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
126
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia
Ecopraxia / Ecolalia.
Hacer mímica del habla o de los movimientos del
examinador. El paciente copia espontáneamente
los movimientos del examinador. El paciente repite
constantemente las expresiones verbales del
7. ECOFENÓMENOS
examinador.
0 = Ausente
1 = Ocasional
2 = Frecuente
3 = Constante
127
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
128
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia
129
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
De la exploración neurológica.
20. REFLEJO DE
0 = Ausente
PRENSIÓN
3 = Presente
130
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia
131
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
132
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia
133
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
134
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia
135
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
136
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia
137
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Hallazgos de laboratorio
El diagnóstico de catatonia es clínico y no existen pruebas diagnósticas
específicas de laboratorio. Existen ciertos hallazgos de laboratorio como
los cambios en el conteo de leucocitos, creatininfosfikinasa y hierro sé-
rico que se alteran en la catatonia y cuya medición es de utilidad clínica.
La leucocitosis es un hallazgo frecuente pero inespecífico en el síndrome
neuroléptico maligno (SNM), considerado una forma de catatonia maligna
inducida por neurolépticos, que puede también observarse en otras con-
diciones médicas como infecciones, farmacoterapia con litio, estrés, exci-
tación y ejercicio vigoroso. En el SNM, la leucocitosis se ha reportado en
79% de los casos13. En la catatonia maligna no inducida por neurolépticos
se ha reportado en 44 a 75% de los casos14,15. Existen escasos reportes en
donde se observa elevación de leucocitos en catatonia simple.
La creatininfosfokinasa (CPK) de músculo esquelético se llega a elevar
hasta en 97% de los pacientes con SNM13. En 82% de los casos se eleva por
encima de 300 U/L y usualmente por encima de 1000 U/L16. Se ha obser-
vado que los niveles de elevación de CPK no se correlacionan con el grado
de rigidez muscular o con las elevaciones de temperatura17. En general,
los niveles disminuyen cuando se resuelve el cuadro de SNM. Los niveles
de CPK elevados son de utilidad para apoyar el diagnóstico de SNM, para
el monitoreo de su evolución hacia la mejoría o hacia las recaídas, y como
marcador de insuficiencia renal; sin embargo, una limitación importante
es su falta de especificidad18. La CPK muestra elevaciones similares en el
SNM como en catatonia maligna no inducida por neurolépticos. La CPK
puede elevarse levemente en catatonia simple y se ha propuesto como
marcador de una buena respuesta a benzodiacepinas19.
La disminución de hierro sérico en SNM se ha observado en casi la
totalidad de los pacientes20. En la catatonia simple, el 44% de los casos
presentan este hallazgo. El hierro sérico disminuido se asocia a catatonia
maligna, mala respuesta a benzodiacepinas, y puede ser un factor predic-
tivo de evolución de catatonia a SNM con el uso de neurolépticos21,22.
138
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia
Estudios de neuroimagen
Una vez más, se debe decir que el diagnóstico de catatonia es clínico, por
lo cual no hay estudios de neuroimagen que sean específicos de este diag-
nóstico sindromático. No obstante, debido a la alta frecuencia de condicio-
nes neurológicas subyacentes, se recomienda la realización de estudios de
neuroimagen durante la fase del diagnóstico diferencial etiológico. Esto
es necesario en: a) pacientes en los que no se conoce una historia clara de
esquizofrenia o trastornos afectivos, b) pacientes que tienen manifestacio-
nes clínicas neurológicas precedentes y/o agregadas, c) pacientes con ma-
nifestaciones sistémicas precedentes y/o agregadas, d) pacientes que pre-
sentan de manera precedente o simultánea manifestaciones propias de un
síndrome confusional (delirium), e) pacientes que tienen mala respuesta
al tratamiento con benzodiacepinas. En la Figura 1 se muestran algunos
estudios de resonancia magnética en pacientes con síndrome catatónico
y condiciones neurológicas subyacentes, los cuales fueron atendidos en el
Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía de México.
Catatonia maligna
y síndrome neuroléptico maligno
Desde la primera mitad del siglo XX se ha descrito una forma maligna de
catatonia en donde se observa excitación catatónica seguida de estupor
catatónico con rigidez marcada, elevación de temperatura e inestabilidad
autonómica. Las causas descritas de catatonia maligna (CM) son las mis-
mas que las de la catatonia simple23. Ante estos casos siempre se debe de
averiguar la utilización de neurolépticos ya que el síndrome neuroléptico
maligno (SNM) se considera una forma de CM inducida por neurolépticos.
En este síndrome se presenta disfunción autonómica con taquicardia, hi-
pertensión, fiebre, rigidez, mutismo y estupor asociado al uso de neuro-
lépticos24. La detección de la CM y del SNM son de mayor importancia ya que
se acompañan de complicaciones que pueden llevar a la muerte (Tabla 2).
Tratamiento
La terapia electroconvulsiva (TEC) es un método terapéutico ampliamente
seguro y eficaz en catatonia y se ha descrito como el mejor tratamien-
to para este síndrome25. Las benzodiacepinas también han demostrado
eficacia a corto plazo. En los casos en los que no existe respuesta a ben-
zodiacepinas, está indicada la TEC de no haber contraindicaciones para
139
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
140
Abordaje neuropsiquiátrico de la catatonia
141
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
142
Referencias
143
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
144
SÍNDROMES NEUROPSIQUIÁTRICOS
POR LESIÓN DEL LÓBULO FRONTAL
Jesús Ramírez Bermúdez,
Jose Fernando Muñoz Zúñiga,
Luis Carlos Aguilar Venegas
145
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
TERMINOLOGÍA ACTUAL
Unas cuantas décadas después, la terminología ha cambiado, lo cual al pa-
recer refleja la acumulación de nuevas observaciones clínicas. En el texto
renovado de Jeffrey L. Cummings (2003), se plantea una nueva versión de
la clasificación de los síndromes frontales:
146
Síndrome neutropsiquiátricos por lesión del lóbulo frontal
147
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
EL CRÁNEO DE GAGE
El museo Warren de la Escuela de Medicina de Harvard conserva el cráneo
de Phineas Gage, así como la barra de hierro que provocó la lesión. Mediante
reconstrucciones tridimensionales con técnicas de neuroimagen, el grupo de
Hanna y Antonio Damasio ha hecho análisis neuroanatómicos que dan apoyo
a la hipótesis de que la lesión afectó en el cerebro de Gage principalmente
la región prefrontal, respetando el área de Broca, la corteza premotora, y la
corteza motora primaria, por lo cual no se observó un déficit en el lenguaje
o la fuerza muscular. Las regiones afectadas más probablemente fueron: A)
En el hemisferio izquierdo (más afectado): la porción anterior de la corteza
orbitaria (áreas 11 y 12 de Brodmann), la región medial y polar de la corteza
prefrontal (áreas 8, 9, 10 y 32), así como la región más rostral del giro del
cíngulo (área 24). B) En el hemisferio derecho (menos afectado): parte de
la región orbitaria medial y anterior (área 12), regiones polares mediales de
la corteza prefrontal (áreas 8, 10 y 32), y la parte más rostral del giro del
cíngulo (área 24). El correlato funcional sería en tal caso la deficiencia para
la toma de decisiones personal y social asociada a fallas en el procesamiento
emocional, pues la lesión estaría localizada en una zona de transición entre la
corteza paralímbica encargada del procesos emocionales (áreas 24, 11 y 12), y
la neocorteza prefrontal encargada de procesos ejecutivos (áreas 9 y 10).
CUADRO 1. El caso de Phineas Gage.
148
Síndrome neutropsiquiátricos por lesión del lóbulo frontal
ASPECTO CLÍNICO
Típicamente se usa la fórmula “síndrome disejecutivo” para referirse al
correlato clínico de la lesión prefrontal dorsolateral. Entre las caracterís-
ticas clínicas dominantes deben mencionarse las siguientes:
149
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Síndrome orbitofrontal
ASPECTO FUNCIONAL
La corteza orbitofrontal se observa sobre todo en la cara ventral de los
hemisferios cerebrales. Histológicamente, incluye áreas paralímbicas (de
transición entre las cortezas límbicas y la neocorteza), y áreas neocorti-
cales heteromodales, que integran información de múltiples modalidades
150
Síndrome neutropsiquiátricos por lesión del lóbulo frontal
151
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Desenlace clínico. Con los datos anteriores se decide realizar una neuroci-
rugía, con extirpación completa de la lesión; sin embargo, durante el periodo
postoperatorio, la paciente presenta una exacerbación de los síntomas
neuropsiquiátricos, desarrollando mutismo, y periodos de acinesia que se
alternan con periodos de inquietud psicomotriz. En tales condiciones es
trasladada al servicio de neuropsiquiatría, donde se le observa despierta, con
mutismo, generalmente inmóvil, en posición fetal, con mirada fija, aunque
eventualmente con movimientos oculares de exploración del medio externo,
gesticulaciones y llanto intermitente, así como eventos de conducta desorga-
nizada y agresividad heterodirigida (por ejemplo, arroja su comida y la de los
demás pacientes, defeca en el piso frente a los demás). Inicialmente se con-
sidera un estado de delirium mixto, por lo cual se maneja con medicamentos
antipsicóticos (haloperidol), con mala respuesta, ya que empeoran los datos
de mutismo, acinesia, retraimiento; por lo cual se concluye un estado catató-
nico. Una vez que se descarta la existencia de una complicación que requiera
manejo quirúrgico o por otros servicios (hemorragias, infecciones, etcétera),
se administra terapia electroconvulsiva de manera exitosa. La paciente
egresa con mejoría, interactuando verbalmente con las demás personas, sin
errores de juicio o conducta, con adecuada organización del comportamien-
to, deambulación normal, control de esfínteres, sin alteraciones motoras,
sensitivas o autonómicas. No obstante, el déficit cognitivo reportado antes
de la cirugía permanece, y a lo largo de los meses tras la hospitalización se
hace más evidente un cuadro depresivo, con aislamiento social y negativismo,
asociado a la aparición gradual de ideas sobrevaloradas y posteriormente de-
lirantes, de carácter persecutorio, que provocan una segunda hospitalización
al año de la cirugía. Se emplea un antidepresivo ISRS y un antipsicótico atípico
(risperidona). Con estas medidas, se logra la remisión del cuadro depresivo y
psicótico, si bien no se alcanza una integridad de las funciones ejecutivas. La
recuperación funcional de la paciente en el largo plazo es parcial pero ya no
se presentan estados depresivos, psicóticos, catatónicos; ya no hay cefalea,
crisis convulsivas, o datos de recidiva tumoral.
CUADRO 2. Caso clínico: la soledad inesperada de la señora ERR.
152
Síndrome neutropsiquiátricos por lesión del lóbulo frontal
153
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Signos atávicos
Existen reflejos primitivos presentes durante la lactancia, que desapare-
cen en la niñez, y pueden reaparecer con el envejecimiento. Se considera
que la inhibición de estos reflejos se debe a la maduración de la corteza
cerebral y la mielinización de sus fibras; a estos reflejos se les conoce
como reflejos primitivos o atávicos. El daño cortical o subcortical, par-
ticularmente cuando afecta a los lóbulos frontales se considera capaz de
155
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Conclusiones
La corteza prefrontal es una extensa región de los hemisferios cerebrales,
en la cual se encuentran regiones paralímbicas y regiones neocorticales.
Los síndromes neuropsiquiátricos clásicos por lesión surgen cuando hay
daño a las áreas 9, 10, 46, 47, 11, 12, 32 y 24, y generalmente adoptan
patrones conceptualizados hoy en día como fenómenos disejecutivos, aso-
ciados a lesión de la corteza dorsolateral, fenómenos de pérdida de la
inhibición de los impulsos sexuales y agresivos, por lesión de la corteza
orbitofrontal, y fenómenos apáticos/acinéticos con alteración de la mar-
FIGURA 1. Las lesiones responsables del síndrome frontal medial afectan la corteza del cíngulo anterior
(áreas 24 y 33 de brodmann), así como el giro frontal interno (área 32 de Brodmann) y las porciones
mediales del lóbulo paracentral (área 4 y eventualmente extensión a las áreas 3,1,2 que pertenecen al
aspecto medial del lóbulo parietal).
156
Síndrome neutropsiquiátricos por lesión del lóbulo frontal
cha y los esfínteres, por lesión frontal medial. Estos patrones clínicos,
aunados al reconocimiento de signos atávicos, son indicativos de lesiones
estructurales y/o disfunción de las redes fronto-subcorticales, que pue-
den confundirse con trastornos mentales primarios, pero que requieren
un cuidadoso abordaje diagnóstico para descartar, y en su caso tratar, la
patología cerebral subyacente. Así mismo, los síndromes frontales son un
puente de gran valor científico para generar una aproximación entre los
universos conceptuales de la neurología y la psiquiatría.
157
Bibliografía
158
Síndrome neutropsiquiátricos por lesión del lóbulo frontal
159
ABORDAJE CLÍNICO DEL SÍNDROME APÁTICO
Ramiro Ruiz García
Definición
El concepto de apatía2 se describe como una reducción cuantitativa de la
conducta voluntaria con un propósito final. Por lo tanto, podemos en-
tender a la apatía como una patología de la conducta voluntaria dirigida
a metas y la afección puede estar presente en distintos planos de la ela-
boración de dichas conductas como la elaboración propiamente dicha, la
ejecución y el control de la conducta. Cabe resaltar que el concepto de
“falta de motivación” para entender la apatía limitada, por lo que no se
incluye en la definición actual.
161
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Neurobiología
La conducta dirigida a metas conlleva distintos pasos3. Esto comienza
desde la intención propiamente dicha pasando por la selección de metas,
planeación, inicio, ejecución, culminando en el acto conductual, posterior-
mente evaluando y comparando los resultados de dicha conducta para
retroalimentar conductas futuras similares (Figura 1).
Ya comentamos en el ejemplo al inicio del capítulo la importancia de
las variables del medio interno, como del medio externo para la toma de
decisiones y la generación de una conducta propositiva. Desde el punto de
vista neuroanatómico estas variables son procesadas en distintas regiones
de la corteza prefrontal2, algunas regiones como la corteza prefrontal dor-
solateral estarán más enfocadas en procesar la información proveniente
del medio externo y algunas otras como las zonas mediales prefrontales
estarán más especializadas en la generación de una conducta con base en
Medio externo
+
Intención Medio interno
Comparación Selección de la
meta
Evaluación del
resultado de la Planeación
meta
Resultado de la Inicio de la
meta planeada ejecución
Acción
FIGURA 1. Pasos para la elaboración de conductas dirigidas a metas en base a las variables del medio
interno y externo, nótese que al final del desenlace conductual habrá una evaluación y comparación,
esto con efectos de aprendizaje y economía sobre futuras tomas de decisiones conductuales.
Adaptado3.
162
Abordaje clínico del síndrome apático
DÉFICITS COGNITIVOS2
Un paciente con un síndrome de este tipo tendrá una afección para poder
elaborar un plan cognitivo que culmine en una conducta dirigida a un
propósito, “inercia cognitiva”. Las regiones neuroanatómicas respon-
sables de este tipo de síndrome son la corteza prefrontal dorsolateral,
específicamente las áreas de Brodmann 9, 46 y la porción lateral de la
10, subcorticalmente las regiones involucradas son la porción dorsal del
núcleo caudado, el globo pálido interno, sustancia negra “pars reticulata”,
la región parvocelular del nucleo dorsomedial del tálamo y núcleo talá-
mico anterior. Cabe mencionar que las regiones comentadas únicamente
corresponden a sustancia gris, los tractos de sustancia blanca que unen
estas regiones al dañarse también pueden generar un síndrome apático.
DÉFICITS AFECTIVOS2
En este síndrome la falla radica en la ausencia de un componente emocional
para la generación de conductas dirigidas a metas, aunque exista un plan
elaborado cognitivamente y la activación de la “intención”, el desenlace
conductual no se lleva a cabo debido a la carencia emocional. Las regiones
afectadas serán la corteza orbitofrontal y medial, correspondientes a las
áreas de Brodmann 13,14 y la porción ventral de la 10, estriado ventral y
pálido ventral, así como las conexiones entre estas regiones.
163
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
DÉFICITS DE AUTOACTIVACIÓN2
Esta es una variedad grave debido a que el problema radica en la ausencia
de activación de la intención propiamente dicha, sin embargo, al estimular
a los pacientes es posible obtener respuestas conductuales. Las regiones
afectadas son la corteza prefrontal medial, específicamente regiones de
Brodmann 9/10, 24, 25 y 32. Las lesiones que abarcan regiones amplias
de la corteza prefrontal, así como lesiones extensas de sustancia blanca
también pueden generar este síndrome (Tabla 1).
Abordaje semiológico
Una vez que detectamos a un paciente con una reducción de su conducta
dirigida a metas podremos catalogarlo como un síndrome apático, sin em-
bargo, hay diferencias cualitativas semiológicas en los distintos subtipos
de apatía.
164
Abordaje clínico del síndrome apático
APATÍA COGNITIVA2
El fenómeno que genera la apatía es la inercia cognitiva por lo que ob-
servaremos alteraciones en la planeación y organización de metas a fu-
turo e incremento en la latencia de respuesta después de estimularlos.
Objetivamente se pueden cuantificar alteraciones ejecutivas como la
creación de reglas con base en patrones como en el test de las cartas
de Wisconsin, flexibilidad cognitiva también en test de Wisconsin, así
como en el Stroop, además de fallas en el mantenimiento en la memoria
de trabajo. Estos pacientes no presentan un cuadro de depresión y la res-
puesta al estimularlos con generadores externos (ej. decirle y explicarle
como comer) es variable. Un claro ejemplo de este tipo de apatía son los
pacientes con enfermedad de Huntington5 quienes pueden debutar con un
síndrome apático antes de tener depresión y sintomatología motora, esto
debido a una afección en la región dorsal del núcleo caudado.
APATÍA AFECTIVA2
El fenómeno apático en este subtipo tendrá su origen en una carencia
para asociar la emoción con la conducta, es decir la falta de una adecuada
decodificación afectivo emocional para guiar una conducta, además se ca-
rece de la capacidad de otorgar una valencia positiva o negativa para una
consecuencia conductual. Clínicamente podemos apreciar aplanamiento
afectivo, pérdida de interés en actividades y disminución en la sensación
de recompensa. Algunas preguntas útiles durante el interrogatorio son6:
“¿Hay algo por lo que el paciente muestre interés?, ¿al paciente le preocu-
pa su condición actual?, ¿está interesado en realizar nuevas actividades?”.
Estos pacientes no están deprimidos y no necesariamente se asocia a al-
teraciones cognitivas, aunque no se excluyen una de otra. Al igual que
en la apatía cognitiva, al ser estimulados con generadores externos (ej.
una melodía o una fotografía de un ser amado) la respuesta conductual
es variable. Un ejemplo de este tipo de apatía podría ser un paciente con
esquizofrenia con sintomatología negativa.
APATÍA DE AUTOACTIVACIÓN2
Aquí el fenómeno radica en la ausencia de intención propiamente dicha
y clínicamente observamos pérdida de la activación mental y respuesta
emocional espontánea, falta de generación de pensamientos (algunos pa-
cientes describen como si tuvieran un vacío mental). El contraste de la
ausencia de conducta espontanea comparado con la respuesta conductual
165
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
VIÑETA CLÍNICA
Femenino de 39 años de edad que acude a nuestra institución debido a
un cuadro de “desorientación” y “catatonia” durante la valoración clínica
encontramos un reducción significativa en la conducta dirigida a metas,
gran parte del día posaba en la cama sin emitir movimientos ni expresión
facial alguna, sin embargo, esto mejoraba considerablemente al estimular-
la (sonreía cuando platicábamos con ella de manera ocasional, comenzaba
a comer cuando alentábamos a que lo realizara, presentaba una expresión
facial más abierta cuando le poníamos música de su agrado). En el estudio
de imagen por resonancia magnética evidenciamos lesiones hiperintensas
frontales subcorticales en T2 y T2 FLAIR (Imagen 2). El cuadro mejoró
posterior a la terapia inmunomoduladora.
ABORDAJE PARACLÍNICO
El abordaje mediante estudios adicionales estará enfocado en la natura-
leza del fenómeno en base a la sospecha diagnóstica, por lo general es re-
comendable realizar un estudio de imagen para buscar lesiones focales, es
recomendable la resonancia magnética contrastada para localizar lesiones
166
Abordaje clínico del síndrome apático
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Cualquier entidad que disminuya la psicomotricidad puede confundirse con
un síndrome apático. En la depresión pude haber sintomatología apática, sin
embargo, esto no es un criterio diagnóstico dentro de los criterios actuales
según el DSM-5 para depresión, un paciente con un síndrome apático sin
depresión no tendrá sintomatología biológica ni emocional de depresión.
En el síndrome catatónico hay una reducción significativa de la conduc-
ta dirigida a metas, sin embargo, se observan fenómenos característicos
como el negativismo, además de conductas motoras estereotipadas, esto
debido a una aberración de la conexión de los circuitos cortico-estria-
do-tálamo-corticales, es distinto a la ausencia de la conducta observada en
pacientes con apatía debido a una destrucción de esos mismos circuitos.
ABORDAJE TERAPÉUTICO
En la actualidad no se cuenta con guías de tratamiento establecidas para
el manejo del síndrome apático, desarrollarlas es complicado debido a la
167
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Conclusión
El síndrome apático se basa en una reducción de la conducta dirigida
a metas, este desenlace puede ser causado por mecanismos cognitivos,
afectivo/emocionales o de autoactivación. El mecanismo se basa en
una disfunción de los circuitos cortico-estriado-tálamo-corticales. En
la actualidad no hay un tratamiento de elección debido a la ausencia
de evidencia, aunque sí hay múltiples opciones terapéuticas con cierto
grado de respuesta.
168
Referencias
169
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
170
ABORDAJE NEUROPSIQUIÁTRICO
DE LA ANSIEDAD
Alonso Morales Rivero
Introducción
En el estudio de las emociones se han descrito seis emociones básicas:
Una de ellas es el miedo1 y no se puede entender la ansiedad sin el mie-
do. El miedo es una señal de alerta análoga ante una amenaza externa y
aprendida mientras que la ansiedad aparece habitualmente ante estímulos
internos y frecuentemente conflictivos para el individuo2.
En este sentido no podemos asegurar que la ansiedad siempre es mala,
ya que funciona como un mecanismo protector y evolutivo que ayuda a
la conservación de la especie. Nos ayuda a generar conductas adecuadas
para resolver la situación que la desencadenó. En este caso diríamos que
la ansiedad es adaptativa, esta se vuelve entonces un problema cuando es
exagerada y que no necesariamente está asociada a peligros reales3.
Los términos estrés y ansiedad se usan como sinónimos, pero no lo
son, sin embargo esto no significa que no estén íntimamente relacionados.
Estrés se define como conjunto de respuestas fisiológicas que preparan al
individuo para la acción por lo que puede haber estrés de todo tipo inclu-
yendo el psicológico3. Hay un punto óptimo en el cual con una cantidad
moderada de estrés se obtiene el máximo rendimiento del individuo, sin
embargo, al sobrepasarlo se desencadenan las respuestas desadaptativas4
que pueden terminar en un trastorno.
Es importante mencionar que la ansiedad se puede manifestar como un
rasgo estable de la personalidad o ser un estado emocional transitorio5.
171
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
172
Abordaje neuropsiquiátrico de la ansiedad
173
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
ABORDAJE PARACLÍNICO
El diagnóstico de ansiedad es eminentemente clínico y los estudios para-
clínicos son útiles cuando se pretende descartar alguna otra patología que
estuviera relacionada. No hay hallazgos patognomónicos en los métodos
habituales de neuroimagen. En la tomografía computarizada de emisión
monofotónica (SPECT) se ha encontrado disminución del metabolismo en
lóbulo parietal inferior izquierdo y aumento de flujo sanguíneo cerebral
en pacientes con ataque de pánico19. Los estudios con tomografía por emi-
sión de positrones (PET) señalan aumento de la captación de glucosa en
amígdala, puente, tálamo, mesencéfalo, puente, médula y cerebelo20.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Durante el abordaje de la ansiedad se debe sospechar de otras enferme-
dades, ya que los síntomas pueden ser debidos a otro tipo de patologías21.
ABORDAJE TERAPÉUTICO
Los dos pilares del tratamiento de la ansiedad son los psicofármacos y
la psicoterapia. Los fármacos de primera línea para tratar los trastornos
de ansiedad son los inhibidores de la recaptura de serotonina (ISRS), los
inhibidores de la recaptura de serotonina y noradrenalina (IRSN) y algu-
nas benzodiacepinas23. En la siguiente tabla se resumen los principales
fármacos utilizados.
Se recomienda iniciar con dosis bajas e ir escalando el medicamento
al menos por 8 a 12 días. La respuesta completa al fármaco se espera a
las 4 a 6 semanas de haberlo iniciado. Si no hay respuesta se debe verifi-
car que exista adherencia terapéutica y si a pesar de eso no hay se debe
incrementar la dosis antes de cambiar de fármaco. Habitualmente si a las
174
Abordaje neuropsiquiátrico de la ansiedad
175
Referencias
176
Abordaje neuropsiquiátrico de la ansiedad
177
ABORDAJE NEUROPSIQUIÁTRICO
DEL SÍNDROME DEPRESIVO
Rodrigo Pérez Esparza
Luis Fabián Kobayashi Romero
Definición clínica
El término “síndrome depresivo” recopila la presencia de signos y sínto-
mas derivados de una afección primaria al estado afectivo del paciente.
Dicho cuadro clínico engloba alteraciones afectivas, cognitivas, conduc-
tuales y físicas. De acuerdo con la Asociación Psiquiátrica Americana, en
su Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, la depresión
mayor incluye la presencia de ánimo triste, anhedonia o la disminución
de la capacidad para experimentar placer, cambios en el apetito y peso,
cambios en el patrón de sueño, alteraciones en la velocidad psicomotora,
fatiga, sentimientos de minusvalía o culpa, dificultad en la concentración,
e ideas de muerte o suicidas1.
Neurobiología
Al igual que otros trastornos y síndromes neuropsiquiátricos, la depre-
sión tiene un origen multifactorial. Es decir, tiene contribuyentes del tipo
genético, molecular, de sistemas de neurotransmisión, y psicosociales, los
cuales se manifiestan como signos y síntomas en los pacientes. En esta
sección, nos enfocaremos a los factores biológicos que se han vinculado
con la génesis del síndrome, aclarando que los factores psicosociales tam-
bién juegan una parte importante.
La primera hipótesis biológica que surgió y predominó durante déca-
das, fue la monoaminérgica, en la cual se creía que concentraciones totales
179
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Abordaje semiológico
El abordaje del paciente con sospecha de síndrome depresivo debe incluir
todos los dominios neuropsicológicos que habitualmente se ven afecta-
dos por esta entidad. Así, podemos conceptualizar al trastorno a nivel
semiológico como un conjunto de alteraciones: afectivas, cognitivas, con-
ductuales y físicas (Tabla 1). En ocasiones es útil obtener la perspectiva
de alguna persona cercana al paciente, ya que este puede minimizar o no
percibir algunas de las problemáticas generadas por la depresión.
180
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome depresivo
181
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
182
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome depresivo
183
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Abordaje paraclínico
El abordaje paraclínico del trastorno depresivo mayor suele tener una
utilidad dirigida al diagnóstico diferencial de etiologías médicas. De tal
manera, que puede concebirse un uso racional e individualizado, apoyado
por algunas características de un cuadro clínico atípico o acompañado de
un examen físico con evidencia de alteraciones (Tabla 2). De acuerdo con
este punto de vista, algunos de los exámenes de laboratorio y gabinete
útiles suelen ser la imagen por resonancia magnética cerebral, perfiles
hormonales completos, biometría hemática, química sanguínea, electróli-
tos séricos, pruebas de funcionamiento hepático, entre otras. Los estudios
paraclínicos más invasivos deberán reservarse ante sospechas diagnósti-
cas específicas, y no suelen ser de utilidad de manera general ante un TDM.
Diagnóstico diferencial
Ante la alta prevalencia de la depresión mayor en la población general, así
como las múltiples causas médicas que pueden ser causa del síndrome o
cursar de manera conjunta con el mismo, el abordaje diagnóstico debe ser
dirigido, sistemático y costo efectivo11.
El abordaje integral de los trastornos neuropsiquiátricos para un
adecuado diagnóstico diferencial debe tomar en cuenta las relaciones que
pueden tener las enfermedades médicas con los síntomas psiquiátricos.
De esta manera, se entiende que tanto los trastornos psiquiátricos pueden
184
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome depresivo
185
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
186
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome depresivo
187
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Viñeta clínica
Una mujer de 68 años sin historial neuropsiquiátrico familiar o personal
se presenta al servicio de urgencias, llevada por su hija. La hija reporta
que, desde hace varios meses, su madre se ha aislado progresivamente de
su familia, cada vez con menor producción de lenguaje, se le nota apática
y no realiza actividades a menos de que se le insista y guíe. Ha perdido el
apetito y ha bajado alrededor de 8 kg, únicamente comiendo al ser asistida
y forzada. Se le nota decaída, triste, “apagada” sic. La hija relaciona el esta-
do de la paciente con el reciente fallecimiento de su esposo, sin embargo,
nunca la había visto de tal manera. Se le nota lenta, con una marcha de pa-
sos cortos, y en ocasiones mencionan que no se levanta de su cama ni para
ir al baño, resultando en “accidentes” urinarios. Han acudido a un psicó-
logo y un psiquiatra, quienes ambos han coincidido en que la paciente se
encuentra en un episodio depresivo mayor grave y han indicado múltiples
antidepresivos y terapia sin obtener respuesta alguna. Ultimadamente
han referido a la paciente para su hospitalización. La paciente al ser inte-
rrogada emite únicamente monosílabos. Se refiere triste, pero no expresa
ideas de culpa, minusvalía o muerte. Se le nota bradilálica, bradipsíquica.
Al examen físico y neurológico no se evidencian alteraciones. Ante la pre-
sentación atípica de síntomas afectivos, cognitivos, físicos y conductuales,
signos neurológicos en la marcha y continencia de esfínter urinario, con
una edad de inicio tardía, sin antecedentes familiares o personales neu-
ropsiquiátricos, y con una falta de respuesta a tratamiento antidepresivo
convencional, se deciden realizar algunos estudios paraclínicos, dentro de
los cuales se evidencian las siguientes imágenes cerebrales por resonancia
magnética (Figura 1).
La paciente, entonces, tras mayores estudios, fue diagnosticada con
hidrocefalia de presión normal, requiriendo la colocación de una válvula
de derivación ventriculoperitoneal programable, tras lo cual mejoró su
sintomatología.
Abordaje terapéutico
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
El tratamiento farmacológico de la depresión se recomienda en aquellos
episodios moderados a graves, aunque en situaciones especiales puede
ofrecerse aún en los leves16. En la actualidad, todos los antidepresivos
188
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome depresivo
FIGURA 1. Imagen por resonancia magnética cerebral mostrando dilatación de los ventrículos laterales,
con un índice de evans >0.3 (relación entre la máxima distancia de astas frontales y tablas internas) en
(a) secuencia T1 en corte axial, y (b) secuencia T2 en corte coronal.
189
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
TRATAMIENTO PSICOTERAPÉUTICO
La elección de un método psicoterapéutico para abordar la depresión
como única modalidad, debe reservarse para casos leves a moderados, y
suele ser determinada por la preferencia del paciente y la disponibilidad.
Nunca debe utilizarse como monoterapia en casos graves (por ejemplo,
con psicosis, o suicidalidad alta). Los tipos de psicoterapia con mayor evi-
dencia en eficacia y que pueden ser considerados como de primera línea
incluyen la terapia cognitivo conductual, la terapia interpersonal, y la
activación conductual17.
TRATAMIENTO FÍSICO
Dentro de los tratamientos físicos, cabe mencionar los métodos de neu-
roestimulación. Dentro de los de primera línea se encuentran la estimu-
lación transcraneal repetitiva y la terapia electroconvulsiva, siendo la
segunda la que mayor evidencia tiene tanto en eficacia en episodios agu-
dos, en mantenimiento, y en seguridad y tolerabilidad. Otros métodos de
neuroestimulación de segunda y tercera línea, así como experimentales,
incluyen la estimulación transcraneal de corriente directa, la estimulación
del nervio vago, y otros métodos que implican psicocirugía como la esti-
mulación magnética profunda18.
190
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome depresivo
Perspectivas
Tras los hallazgos recientes de la implicación del sistema glutamatérgico
y GABAérgico en la fisiopatología de la depresión8, así como de los efectos
clínicos antidepresivos del antagonista de receptores NMDA de glutamato,
ketamina19,20, el interés hacia el desarrollo de nuevos agentes terapéuticos
se ha redirigido a la modulación de estos neurotransmisores. Actualmente
se encuentran en desarrollo y en estudios mecanísticos, de eficacia y de
seguridad diversos agentes que actúan a este nivel. Las potenciales ven-
tajas que prometen incluyen la mejoría rápida (en horas) de los síntomas
depresivos, incluida la ideación suicida, la utilidad en depresión unipolar
y bipolar, su eficacia en depresiones resistentes a tratamiento, su tolera-
bilidad21, y la posibilidad de obtener periodos prolongados de respuesta
y remisión con dosis únicas o limitadas22. Aún se requiere de mayor evi-
dencia para su implementación, pero su disponibilidad parece inminente.
191
Referencias
192
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome depresivo
193
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
194
ABORDAJE NEUROPSIQUIÁTRICO
DEL SÍNDROME MANÍACO
Heráclides Gómez
Jesús Ramírez Bermúdez
Luis Alviso de la Serna
Historia
Para Hipócrates, manía era un término genérico para denominar a la al-
teración mental que afecta la consciencia de la realidad (lo que correspon-
dería al concepto genérico actual de psicosis) cuya etiología era natural y
consistía en un exceso de humedad (flegma o bilis amarilla) en el cerebro;
su diagnóstico se realizaba con la observación conductual y con la expe-
riencia subjetiva del paciente1. La manía ha sido, tradicionalmente, una de
las categorías sindromáticas de la psiquiatría del siglo XIX cuya nosología
mantiene el aporte de la forma de sentirse (humor o estado de ánimo)
al diagnóstico de manía y dio el aspecto cualitativo de lo emocional2.
Sorano de Efeso, en el siglo 100 A.C., observó que la manía y la melancolía
eran distintos períodos de una misma enfermedad y este concepto fue
rescatado por Andrés Piquer, en 1759, al diagnosticar al Rey Fernando
VI de España con afecto maníaco depresivo3. En 1854, Jules Baillarger
y Jean-Pierre Falret describen la locura de doble forma y la locura cir-
cular, respectivamente, caracterizadas por oscilaciones entre depresión y
manía3. Emil Kraeplin, en 1899, incluyó en su tratado a la enfermedad
maníaco depresiva como compuesta por depresiones y manías, y luego
Karl Leonhard, en 1957, diferencia las categorías de bipolar y monop-
olar de esta enfermedad3. En la segunda edición del Manual diagnóstico
y estadístico de trastornos mentales (DSM-2) de 1968, la enfermedad manía-
co depresiva se incluyó entre los trastornos afectivos4. La clasificación
195
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
moderna del trastorno bipolar proviene del DSM-3 de 1980 como parte de
los trastornos del estado de ánimo4.
Descripción clínica
El síndrome maníaco es un estado de hipertimia (estado de ánimo exal-
tado) que se acompaña de un aumento de la actividad mental y motora.
El resto de los síntomas son secundarios a estas alteraciones del estado
de ánimo y del nivel de actividad o son comprensibles en su contexto5.
Es considerado el polo afectivo opuesto al síndrome depresivo por lo que
sus síntomas son contrarios5,6. Este síndrome puede presentarse en tres
formas que siguen un continuo de severidad: hipomanía, manía sin psico-
sis, manía con psicosis3,6. La manía es un síndrome neuropsiquiátrico que
puede ser primario o secundario7.
El estado de ánimo es el de una euforia con sentimientos de bienestar
y auto confianza, pero puede cambiar rápidamente a un estado de ánimo
irritable3,8,9. En algunos casos este estado de ánimo es contagioso en las
interacciones interpersonales lo que conlleva que estos pacientes tengan
una hiperfamiliaridad y establezcan conversaciones extensas con extra-
ños6. Se acompaña de un aumento en la tendencia a hacer chistes8. La
irritabilidad aparece, fácilmente, cuando la persona es frustrada en sus
deseos o demandas6. La frecuencia de estados afectivos en la manía es
la siguiente: irritable (70%), eufórico (60%), labilidad afectiva (50%), de-
presivo (46%)3. Los cambios a un afecto depresivo en el maníaco pueden
durar de minutos a horas sin por esto considerarse como un estado de
ánimo mixto3.
La cognición se caracteriza por una distraibilidad de la atención ante
cualquier estímulo interno o externo junto con un aumento de la veloci-
dad del pensamiento y de la capacidad asociativa, pero, conforme progresa
este estado, se dificulta la comunicación, la coherencia se va perdiendo y
el pensamiento puede hacerse fragmentado, psicótico y desorganizado3,8,9.
Durante la manía, la persona se ocupa de múltiples nuevos proyectos
que se inician sin tener el conocimiento necesario para realizarlos ni co-
rresponden a actividades relacionadas a la vida del paciente6, es decir,
tienen graves dificultades en la planificación. El habla, frecuentemente,
se vuelve apresurada (rápida y difícil de detener) y verborreica (aumento
de la cantidad de palabras)3,6. El aumento de la velocidad y asociación de
las ideas puede ser subjetivo en forma de pensamientos acelerados, pero
196
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome maníaco
197
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Trastorno bipolar
El trastorno bipolar es una condición médica caracterizada por la apari-
ción bifásica o en episodios de alteraciones del estado de ánimo de manía
y depresión. Se trata de una condición heterogénea que se puede clasificar
198
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome maníaco
199
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Irritabilidad Apariencia
0. Ausente 0. Higiene e indumentaria apropiadas
2. Subjetivamente aumentada 1. Ligeramente descuidada
4. Irritabilidad fluctuante durante la 2. Mal arreglado/a, moderadamen-
entrevista, episodios recientes de te despeinado/a, indumentaria
rabia o enfado sobrecargada
6. Predominantemente irritable du- 3. Despeinado/a, semidesnudo/a,
rante la entrevista, brusco y cortante maquillaje llamativo
8. Hostil, no colaborador/a, entrevista 4. Completamente desaseado/a,
imposible adornado/a, indumentaria bizarra
Consciencia de enfermedad
0. Presente, admite la enfermedad,
acepta tratamiento
1. Según él/ella, posiblemente
enfermo/a
2. Admite cambio de conducta, pero
niega enfermedad
3. Admite posible cambio de conduc-
ta, niega enfermedad
TABLA 1. Young Mania Rating Scale (Young et al., 1978). Traducción de F. Colom y E. Vieta.
200
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome maníaco
201
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
202
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome maníaco
203
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
204
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome maníaco
205
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Neurobiología de la manía
Tres vías de neurotransmisores han sido implicadas en la fisiopatología
de los trastornos del estado de ánimo, las aminas biógenas: serotonina,
noradrenalina y dopamina cuyos núcleos de producción se localizan
en el tallo cerebral39,40. La eficiencia del procesamiento de información
modulado por estas vías, en la manía, se encuentra alterada en circuitos
cerebrales relacionados a la regulación del humor, del ritmo circardiano,
la cognición, la conducta y la respuesta autonómica, neuroendocrina e
inmune39,40. Los circuitos fronto-subcorticales son, particularmente, rele-
vantes. En términos generales, el circuito cingulado anterior participa en
la regulación afectiva, el circuito orbito-frontal en el control e inhibición
de la conducta motora y el circuito dorsolateral en las funciones cogniti-
vas ejecutivas, incluido el control atencional7,39. La corteza ventro-medial
es una fuente de retroalimentación para las vías monoaminérgicas del
tallo cerebral y la corteza cingulada anterior (ACC) ha sido reconocida
como un puente entre las funciones emocionales (porción ventral) y las
cognitivas (porción dorsal)40. La corteza ACC subgenual es un recipiente
de información intero y exteroceptiva, autonómica y neuroendocrina a
partir de la corteza insular, la amígdala, la sustancia gris periacuedectal
y el núcleo del tracto solitario40. En el trastorno bipolar, la homoesta-
206
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome maníaco
207
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Tratamiento
El tratamiento psicofarmacológico de la manía tiene varias opciones; al-
gunas en caso de agitación psicomotriz. Se recomienda iniciar con mono-
terapia en la manía leve a moderada y terapia combinada en la manía se-
vera47. La terapia electronvulsiva es una opción ante la falta de respuesta
o respuesta incompleta a psicofármacos; sin embargo, es un tratamiento
de primera línea en las formas severas de manía con agresividad hacia sí
mismo y/o terceros, o agotamiento por agitación excesiva48. Las formas
parenterales pueden utilizarse en casos de agitación psicomotriz. Las do-
sis recomendadas se presentan en la Tabla 449,50.
Tradicionalmente, el litio y algunos antiepilépticos han sido el trata-
miento de primera línea para la manía; sin embargo, los antipsicóticos de
segunda generación han mostrado igual eficacia con el beneficio de poder
utilizarse ante la presencia de síntomas psicóticos, y algunos, ante síntomas
mixtos y de ciclaje rápido47. Las benzodiacepinas pueden utilizarse como
tratamiento codayuvante para síntomas de agitación e insomnio47. En el
caso de trastorno bipolar, se indica un tratamiento de mantenimiento que
toma en cuenta el tipo de episodio presente agudamente, pero, también, las
perspectivas a largo plazo para prevenir recurrencias según la polaridad
predominante ya que algunos tratamientos funcionan mejor para prevenir
manías o depresiones que otros47. El litio es más efectivo en la forma eufórica
de la manía y prevenir conducta suicida; y menos en los síntomas mixtos y
en ciclaje rápido en los que funcionan mejor el valproato y la carbamazepina.
Se recomienda mantener una litemia entre 0,8 y 1,2 mmol/L47.
208
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome maníaco
FIGURA 1. Imagenología por resonancia magnética en secuencia T2 flair. Se observa lesión isquémica en
corteza prefrontal rostral y orbitaria derecha, insular derecha y temporal polar derecha. Imágenes de
angiografía pretratamiento de circulación anterior derecha con 3 aneurismas saculares páraclinoideos,
uno oftálmico y 2 hipofisiarios de ACI, con vasoespasmo severo a nivel de M1 y A1.
209
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
210
Referencias
211
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
212
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome maníaco
213
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
214
ESTADOS MIXTOS
Lorena Reyes Santos
Mariana Espínola Nadurille
Introducción
En la psiquiatría se han descrito desde hace más de un siglo, trastornos del
estado de ánimo que presentan la co-ocurrencia de síntomas maniacos y
depresivos. Se han utilizado diversos términos para describirlos como “es-
tados mixtos”, “manía mixta”, “depresión durante manía” y “manía disfóri-
ca” de manera intercambiable (McIntyre et al., 2017; Goodwin et al., 2005).
Los estados mixtos tienen características específicas que representan
un reto diagnóstico; estos pacientes son frecuentemente mal diagnostica-
dos y en consecuencia, se les otorga un tratamiento inadecuado (McIntyre
et al., 2016).
Presentan características clínicas que los diferencian del trastorno
bipolar como una menor edad de inicio, mayor frecuencia de síntomas
psicóticos, mayor tiempo para alcanzar la remisión. Asimismo, se relacio-
nan con una mayor asociación a otras comorbilidades, mayor tasa de uso
de sustancias e intentos suicidas, menor respuesta a fármacos, y por ende,
un peor pronóstico a largo plazo (McIntyre et al., 2017; Solé et al., 2017;
Rosenblat et al., 2018; Suppes et al., 2017).
215
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
216
Estados mixtos
(McIntyre et al., 2017; Solé et al., 2017; Rosenblat et al., 2018; Suppes et
al., 2017).
Es por ello que, en el 2013, el DSM-5 elimina el diagnóstico de episodi-
os mixtos como parte únicamente del trastorno bipolar y lo suple con
un especificador “con características mixtas” que puede aplicarse tanto
al Trastorno Bipolar en cualquiera de sus episodios (maníaco, hipoma-
niaco o depresivo), como a un episodio depresivo mayor en el contexto
de un trastorno depresivo. Asimismo, en el DSM-5 cambia la definición
de las características mixtas por la presencia de un episodio maniaco o
depresivo, con tres síntomas de la polaridad opuesta (Mcintyre, 2017;
McIntyre et al., 2017; Solé et al., 2017; McIntyre et al., 2016; Rosenblat et
al., 2018; Suppes et al., 2017).
Epidemiología
Las diferentes definiciones de los estados mixtos hacen complicado esta-
blecer con exactitud la prevalencia del trastorno.
Tomando en cuenta la definición de la Clasificación internacional de en-
fermedades en su décima edición (CIE-10) y el DSM-III, la prevalencia manía
con características mixtas oscila entre 6.7-28%, aumentando hasta el 66%
si se amplían los criterios diagnósticos. Los estados depresivos con carac-
terísticas mixtas han sido menos estudiados y su prevalencia oscila entre
20 y 70% (Solé et al., 2017).
En estudios retrospectivos, y tomando en cuenta los criterios propues-
tos por el DSM-5, el 25% de los adultos con un episodio depresivo mayor
y el 35% de los adultos con trastorno bipolar tipo I o II cumplen criterios
para características mixtas (McIntyre et al., 2016).
En pacientes con trastorno bipolar, se ha documentado una prevalen-
cia de estados mixtos a lo largo de la enfermedad de entre el 30 y 40%
(Rosenblat et al., 2018; Suppes et al., 2017).
No existe una diferencia clara en cuanto a la prevalencia entre hom-
bres y mujeres, sin embargo, un estudio prospectivo realizado por Suppes
y colaboradores, reportan una mayor frecuencia de estados mixtos en
mujeres (72%) comparado con hombres (42%) (Suppes et al., 2017).
Los estados mixtos se han observado como el episodio inicial en cerca
del 40% de los pacientes con algún trastorno del estado de ánimo ya sea
maniaco o depresivo (Goodwin et al., 2005).
217
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
218
Estados mixtos
B. Alteraciones biorrítmicas
1. Variaciones diurnas en la afectividad, resonancia emocional o impulsos
2. Alteraciones en el sueño (interrumpido, prolongado, acotado o desper-
tares precoces)
TABLA 1. (Goodwin et al., 2005).
219
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
220
Estados mixtos
221
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
222
Estados mixtos
223
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Ansiedad, irritabilidad
y agitación psicomotriz en estados mixtos
Existen síntomas que se observan tanto en episodios maniacos como depresi-
vos que no son característicos de cada episodio como la ansiedad, irritabilidad
y agitación psicomotriz. Estos síntomas se han observado de 1/3 a 3/4 de los
pacientes con estados mixtos. Debido a que no son específicos no se consi-
deran para el diagnóstico de estados mixtos. Sin embargo, estos síntomas se
observan frecuentemente en estos pacientes (Suppes et al., 2017).
Estos síntomas pueden ser utilizados como indicadores, si bien no
son específicos, para el diagnóstico e identificación de los estados mixtos
(Suppes et al., 2017).
La ansiedad e irritabilidad son más comunes en pacientes que presen-
tan síntomas depresivos de base, por otro lado, la agitación psicomotriz
se vio como un síntoma poco común en estos pacientes. En los cuadros
severos, la presencia de los 3 síntomas fue más común en los pacientes con
sintomatología depresiva de base (Suppes et al., 2017).
La presencia de cualquiera de estos síntomas, principalmente ansie-
dad, se ha relacionado con menores tasas de remisión, pobre respuesta a
tratamiento y aumento de ideación suicida en los estados mixtos (Suppes
et al., 2017).
Evolución y pronóstico
En diversos estudios se han analizado las características de los estados
mixtos, en general, se ha observado que estos estados tienen una menor
edad de presentación comparados con el trastorno bipolar o el trastorno
depresivo. Se asocian con mayor severidad, más comorbilidades, pobre
respuesta a los antidepresivos, necesidad de polifarmacia, mayor uso de
los servicios médicos y mayores costos (McIntyre et al., 2017).
Durante el periodo de seguimiento, los pacientes con estados mixtos
presentan mayores tasas de ideación suicida (5 veces más), suicidio (3 veces
más), trastornos de ansiedad y trastorno por uso de sustancias (princi-
224
Estados mixtos
Tratamiento
Actualmente, no existe un tratamiento aprobado por la FDA para el manejo
de los estados mixtos (McIntyre et al., 2016). El uso de antidepresivos en
estos estados se ha relacionado con poca eficacia, menor tasa de remisión
y poca tolerancia al fármaco. Se recomienda su uso con precaución por el
riesgo de iatrogenia e intensificación de la sintomatología (síndrome de
activación) que puede llevar a un aumento en el riesgo suicida (McIntyre
et al., 2016). En algunos estudios controlados, aunque son pocos, se reco-
mienda el uso de antipsicóticos de segunda generación y estabilizadores
del estado de ánimo (McIntyre et al., 2016).
En 2015, las Guías de buena práctica psicoterapéutica de Florida, fueron
las primeras en considerar un tratamiento específico para los episodios
depresivos con características mixtas. Estas recomiendan el uso de an-
tipsicóticos de segunda generación y estabilizadores del estado de ánimo
(litio) como primera línea de tratamiento (Mcintyre, 2017; McIntyre et
al., 2016).
Se recomiendan algunas intervenciones no farmacológicas como posi-
ble tratamiento para el insomnio, terapia cognitivo conductual o mindful-
ness para el manejo de síntomas como ansiedad, disforia y desregulación
emocional (McIntyre et al., 2016).
Para los síntomas de agitación e irritabilidad además de los antipsicó-
ticos de segunda generación y estabilizadores del estado de ánimo se pue-
den utilizar benzodiacepinas por periodos cortos (McIntyre et al., 2016).
Un resumen de los fármacos estudiados para estos episodios se observa
en la Tabla 7.
225
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
TABLA 7.
Fármaco Efecto antidepresivo Efecto antimaníaco
226
Estados mixtos
Conclusiones
Los estados mixtos son una entidad independiente, con características
específicas, no se limitan a la presentación de síntomas de la polaridad
opuesta, sino a un proceso mucho más complejo, con predominio de sín-
tomas que a largo plazo empeoran el pronóstico de estos pacientes.
Los episodios son difíciles de diagnosticar, con presencia de síntomas
muchas veces inespecíficos, como la irritabilidad, ansiedad, agitación. De
mayor duración, con mayor riesgo de comorbilidades y suicidio.
Asimismo, estos episodios tienen pobre respuesta a los tratamientos
convencionales, tienden a cronificarse y a ser más deteriorantes. La ines-
pecificidad de los criterios, así como la heterogeneidad de la presentación
de estos cuadros hacen que el diagnóstico sea difícil en la mayoría de las
ocasiones, por lo que el tratamiento inadecuado y el subdiagnóstico de
estos episodios es común.
227
Bibliografía
228
ASPECTOS NEUROPSIQUIÁTRICOS
DE LA AGRESIVIDAD
Juan Carlos Rivas
Lina María Zapata
Efraín Buriticá
Carlos A. González
Lina Vanessa Becerra
229
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
230
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
231
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
ACC
y UF
OFC Amígdala Hipocampo
HYP
VTA SGPA
NR LC
FIGURA 1. Las conexiones de la amígdala (flechas gruesas) con el hipotálamo, la sustancia gris
periacueductal y los centros monoaminérgicos del tallo cerebral (dopaminérgicos, serotoninérgicos
y noradrenérgicos), se ha relacionado funcionalmente con la regulación de la agresividad. Los
estudios sugieren que la alteración de estas conexiones podría estar implicada en la tendencia de
los sujetos psicópatas a la agresividad impulsiva. Las conexiones entre la corteza orbitofrontal y la
corteza anterior del cíngulo con la amígdala (flechas discontinuas) se dan predominantemente por el
fascículo uncinado. Los datos indican que vía uncinada, la OFC y la ACC podrían modular la actividad
del complejo amigdalino. La alteración de la integridad funcional y estructural del fascículo uncinado
se ha observado que contribuye a la aparición del comportamiento impulsivo y antisocial, así como al
desapego emocional y la precariedad en las relaciones empáticas. ACC (región anterior del cíngulo), HYP
(hipotálamo), HPC (hipocampo), VTA (área tegmental ventral), SGPA (sustancia gris periacueductal), lc
(locus coeruleus), NR (núcleos del rafé), UF (fascículo uncinado), OFC (corteza orbitofrontal).
1. ESTUDIOS ELÉCTROENCEFALOGRÁFICOS
El electroencefalograma muestra alteraciones en pacientes agresivos.
Se ha descrito asimetría en ondas alfa en regiones frontales de pacientes
agresivos (Hinrichs, 1992; Keune, 2012; Lacker, 2014) , así como también
alteraciones en la simetría de ondas beta, delta y teta en poblaciones es-
peciales tales como niños, adolescentes prisioneros violentos y pacientes
psiquiátricos violentos hospitalizados (Convit, 1991; Ellingson, 1954;
Knyazev, 2015; Li, 2015). La asimetría podría ser explicada por el he-
232
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
233
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
podrían ser una falla en la coordinación entre redes frontales, tales como
la red de recompense dopaminérgica y el sistema regulador de la corteza
prefrontal (Lacker, 2014).
Los cambios electroencefalográficos pueden ser evidentes en pobla-
ciones especiales. En la población de criminales violentos, con la agresión
como un rasgo, se ha encontrado actividad más lenta de ondas delta y teta,
así como también una actividad frontal derecha aumentada (Ellingson,
1990; Keune, 2012). En poblaciones de esquizofrénicos se ha encontrado
que el comportamiento agresivo está relacionado con mayor actividad
delta en áreas frontotemporales (Convit, 1991). Al comparar esquizofré-
nicos paranoides violentos con no violentos se encuentra ondas tetas más
potentes en las regiones frontal derecha y temporal anterior, así como
también ondas delta más potentes en la región prefrontal derecha (Li,
2015). Estos hallazgos permitirían diferenciar la agresividad como rasgo,
con una predominancia derecha, de la agresividad como estado, con una
dominancia izquierda. La epilepsia es otra condición clínica en la cual la
agresión puede manifestarse especialmente como un fenómeno perictal
que implica una interrupción en el delicado balance de áreas corticales
superiores y el sistema límbico (Ito, 2007).
234
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
235
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
3. ESTUDIOS FUNCIONALES
El funcionamiento de las estructuras cerebrales es diferente en personas
con personalidad psicopática. Se reportó, en personas no homicidas, pero
con puntajes altos para personalidad psicopática, que la conectividad de la
amígdala con áreas dopaminérgicas, incluyendo el estriado, estaba dismi-
nuida cuando se sometía los sujetos a tareas que implicaban la posibilidad
de castigar a otra persona (Osumi, 2012).
236
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
237
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
238
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
4. ESTUDIOS BIOQUÍMICOS
Diversas sustancias están implicadas en reacciones agresivas. Scott y
colaboradores examinaron los niveles de oxitocina en saliva y la histo-
ria personal de casos (exconvictos) y controles, evidenciándose que los
niveles bajos de oxitocina en saliva se relacionaban con rasgos crueles e
insensibles, además de agresión proactiva pero no reactiva (Scott, 2017).
En contraste, niveles bajos de serotonina cerebral global se han asociado
con altos niveles de agresión impulsiva y proactiva tanto en animales
como en humanos (Duke, 2013; Carrillo, 2009).
Las regiones cerebrales relacionadas con agresividad implican diversos
grupos de neurotransmisores. Rizk y su equipo describieron alteraciones
en los circuitos neuronales de la corteza prefrontal, el sistema límbico
subcortical, la vía dopaminérgica, la vía serotoninérgica, las neuronas
catecolaminérgicas y las neuronas GABAérgicas en multiples alteraciones
del comportamiento incluyendo trastornos de la personalidad y agresivi-
dad (Rizk, 2014).
El maltrato durante la infancia ocasiona alteraciones bioquímicas. Se
encontró, en niños maltratados, con polimorfismo de baja actividad en
la región promotora del gen MAO-A tenían una mayor probabilidad de
desarrollar psicopatía que los niños maltratados con la variante de alta
actividad de la misma enzima (Caspi, 2002). No se tiene claridad sobre el
mecanismo neurobiológico que explicaría esta relación, pero se plantea
el desbalance de los sistemas serotoninérgico y noradrenérgico como
responsables de las manifestaciones conductuales. En los humanos, la
ausencia de MAO-A como resultado de una mutación sin sentido genera
un fenotipo caracterizado por una agresión impulsiva y explosiva además
de otros déficits cognitivos, que se conoce como síndrome de Brunner
(Brunner, 1993).
El receptor de serotonina muestra alteraciones en pacientes agresi-
vos. Da Cunha y colaboradores, en un estudio realizado con hombres de
comportamientos agresivos, se observaron que los niveles de 5-HT1BR es-
239
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Aspectos clínicos
Los síntomas comportamentales, específicamente la agresividad, es una
de las áreas de interés para la neuropsiquiatría. Estos síntomas quedan en
la frontera entre lo neurológico y lo psiquiátrico y las patologías involu-
cradas han quedado en un punto ciego para la mayor parte de los clínicos
y han sido negados o manejados desde una de las dos disciplinas sin tener
en cuenta que se requiere un abordaje integral. Las consecuencias de esta
conducta incluyen la pobre caracterización clínica, limitaciones en el cui-
dado de los pacientes, poca claridad sobre la fisiopatología y que no se
aborda el tema como de interés académico (Azuar, 2018).
240
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
241
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
242
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
FIGURA 2. Imagen por resonancia magnética cerebral de una paciente de 50 años con una demencia
frontotemporal, variante comportamental, con la agresividad como síntoma primordial en la
evolución clínica. Hay una marcada atrofia temporal, indicada por el aumento en la profundidad de
las cisuras de silvio, y frontal, evidente en los cortes coronales.
FIGURA 3. Imagen por tomografía por emisión de positrones de la paciente de la Figura 2. Hay un
marcado hipometabolismo en las regiones frontal y temporal.
243
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
244
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
los traumas directos, donde un objeto golpea el cráneo sin penetrarlo, las
contusiones ocurren bajo el sitio del impacto (Figura 4).
Las lesiones difusas surgen de mecanismos primarios y secundarios.
Los primarios surgen de la lesión axonal que da pie a los secundarios oca-
sionados por las cascadas metabólicas que se activan (Gennarelli, 1996).
Esta cascada involucra eventos moleculares y celulares, que incluyen la
ruptura de la integridad de la barrera hematoencefálica, fallas en la auto-
rregulación cerebral, edema, alteraciones en el metabolismo energético,
disbalance hidroelectrolítico, activación de neuroquímicos que llevan a la
autodestrucción de las neuronas, generación de radicales libres y, final-
mente, cambios en el genoma (Schiffer, 2003). La severidad del trauma
determinará la profundidad de la lesión y por ende las secuelas del mismo.
Es así como el trauma leve ocasiona daño limitado a la corteza cerebral,
mientras lesiones más severas se extenderán a estructuras más profun-
das como el cuerpo calloso y el tallo cerebral (Bullock, 1995; Hovda,
1995; Yakovlev, 1995; Bergsneider, 1997; Junger, 1997; Povlishock 2000;
Povlishock, 1995).
Las secuelas comportamentales del TCE se corresponden con las es-
tructuras afectadas. En el caso del trauma cerrado hay una similitud en la
presentación clínica con las lesiones isquémicas, similitud esta que surge
de los mecanismos fisiopatológicos similares y a la localización de las le-
siones en los lóbulos frontal y temporal.
La evolución de los pacientes con TCE puede ser entendida como aguda
o como crónica o postaguda. La primera comprende el tiempo transcurri-
FIGURA 4. Imagen por resonancia magnética cerebral de una mujer de 56 años, con un trauma
craneoencefálico severo. Hay zonas hipointensas en la región frontal bilateral, en manejo por un
cuadro de agresividad y conductas impulsivas.
245
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
246
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
Tratamiento
El manejo de la agresividad depende de su etiología. Aunque hay princi-
pios generales para el manejo del síntoma, el uso de fármacos debe tener
en cuenta la causa o el disparador. Así pues, el uso de antidepresivos inhi-
bidores de recaptación de serotonina se prefiere en pacientes ancianos con
el diagnóstico de demencias, mientras que en los pacientes esquizofréni-
cos los antipsicóticos son la primera alternativa.
ANTICONVULSIVANTES
Los anticonvulsivantes son usados para tratar la agresividad en pacientes
con patología psiquiátrica. Se han usado en pacientes con esquizofrenia,
247
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
ANTIPSICÓTICOS
Los antipsicóticos se usan en pacientes con agresividad y presencia de
síntomas psicóticos. Tanto los antipsicóticos típicos como los atípicos,
clozapina, olanzapina, quetiapina y risperidona son efectivos para el ma-
nejo de la agresividad (Martin, 2016). La clozapina ha demostrado ser
superior en comparación a la olanzapina y al haloperidol para el control
de la agresividad (Martin, 2016). En casos resistentes, el tratamiento más
efectivo es la combinación de clozapina con un anticonvulsivante, como el
ácido valproico (Martin, 2016).
Se recomiendan:
248
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
BETABLOQUEADORES
El propanolol y el pindolol son los mas comúnmente usados (Luauté,
2016). El propanolol, a dosis entre 20 mg día y 80 mg al día, aunque
algunos estudios reportan una eficacia a dosis mayores de hasta 420 mg
día, ha mostrado eficacia en la disminución de la intensidad de la agresi-
vidad, obteniendo un máximo efecto después de 5 semanas de tratamiento
(Luauté, 2016). Es el de elección en pacientes con TCE, hipertensión arte-
rial y agitación (Luauté, 2016). Si no hay respuesta después de 8 semanas,
se recomienda suspenderlo (Luauté, 2016).
ANTIDEPRESIVOS
Se prefieren los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
(Luauté, 2016). Deben ser escogidos cuando exista un componente de-
presivo asociado a la agresividad o a la agitación (Luauté, 2016). La ser-
tralina ha sido el antidepresivo más estudiado para el tratamiento de la
agresividad. A dosis de 50 mg al día hasta 200 mg al día se ha demostrado
su eficacia (Luauté, 2016). La amitriptilina es el antidepresivo de segunda
línea para el manejo de la agresividad, iniciando con dosis de 25 mg al día
(Luauté, 2016). El citalopram es efectivo en el tratamiento de la agitación,
ansiedad e irritabilidad en pacientes con demencia tipo Alzheimer, sin
249
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
BENZODIACEPINAS
Son usadas para el tratamiento de la agitación (Luauté, 2016). No se re-
comienda su uso en la agresividad o agitación en pacientes con TCE por el
riesgo de depresión respiratoria, ni tampoco se recomienda su uso crónico
por el riesgo de dependencia (Luauté, 2016) y por la falta de evidencia
en cuanto a su efectividad en el tratamiento de la violencia o agresividad
persistente (Meyer, 2016). En la agresividad inducida por psicosis no hay
evidencia suficiente para su uso como monoterapia ni se encontraron
ventajas al adicionarlas a otro medicamento para el tratamiento de la
agresividad por psicosis, pero sí mayores efectos adversos (Zaman, 2017).
HIDROXICINA
Tiene indicación en el tratamiento de la agitación asociado a síntomas
ansiosos y puede ser una alternativa a las benzodiacepinas (Luauté, 2016).
TERAPIA ELECTROCONVULSIVA
Es una opción terapéutica efectiva para el tratamiento de la agresividad
severa y agitación refractarias al tratamiento farmacológico, inclusive en
pacientes con demencia, con pocos efectos adversos (Van den Berg, 2017;
Davies, 2018).
PSICOCIRUGÍA
La indicación de cirugía está reservada para pacientes con agresividad
crónica o progresiva refractaria al tratamiento médico, retraso mental e
incapacidad social y ocupacional (Yampolsky, 2014). La intervención que
se ofrece a estos pacientes es la estimulación cerebral profunda (ECP) a
alta frecuencia del hipotálamo posteromedial (Yampolsky, 2014). Existen
algunos casos publicados en la literatura en los cuales esta cirugía fue
efectiva en el tratamiento de pacientes con cuadros graves de agresivi-
dad y violencia hacia ellos mismos o hacia terceros (Yampolsky, 2014).
Este procedimiento tendría resultados similares a los alcanzados con la
hipotalamotomía posteromedial por radiofrecuencia, pero con la venta-
ja fundamental de su reversibilidad (Yampolsky, 2014). Las recaídas del
comportamiento ocurren cuando se interrumpe la estimulación o las ba-
terías se agotan (Cleary, 2015). El uso de ECP en la amígdala basolateral
250
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
Conclusión
La agresividad debe seguir siendo vista como un síntoma y no como una
entidad nosológica aparte. Al considerar los múltiples factores implicados
en su génesis, el enfoque debe ser dirigido hacia el manejo de cada pato-
logía específica y, por ende, desde una perspectiva diferente dependiendo
de su etiología.
251
Bibliografía
Albert, D. J. et al. (1980). The septal forebrain and the inhibitory modula-
tion of attack and defense in the rat. A review. En: Behav Neural Biol;
30 (4): 357-388.
Annegers, J. F. et al. (1980). The incidence, causes, and secular trends
of head trauma in Olmsted County, Minnesota, 1935-1974. En:
Neurology; 30: 912-919.
Antonucci, A. S. et al. (2006). Orbitofrontal correlates of aggression and
impulsivity in psychiatric patients. En: Psychiatry Research; 147:
213-220. doi:10.1016/j.pscychresns.2005.05.016
Azuar, C. et al. (2018). Behavioral disorders: The ‘blind spot’ of neurology
and psychiatry. En: Revue neurologique. https://doi.org/10.1016/j.
neurol.2018.02.083
Barth, J. T. et al. (1989). Mild head injury in sports: neuropsychological
sequelae and recovery of function. En: Levin H. S. et al. Mild head
injury. New York: Oxford University Press; 257-275.
Baskin-Sommers, A. R. et al. (2016). Latent-variable modeling of brain
gray-matter volume and psychopathy in incarcerated offenders. En:
J Abnorm Psychol; 125 (6): 811-817.
Bejjani, B. P. et al. (2002). Aggressive behavior induced by intraoperative
stimulation in the triangle of Sano. En: Neurology; 59 (9): 1425-1427.
Bergsneider, M. et al. (1997). Cerebral hyperglycolysis following severe
traumatic brain injury in humans: a positron emission tomography
study. En: J Neurosurg; 86: 241-251.
Bezdjian, S. (2011). Psychopathic personality in children: genetic and en-
vironmental contributions. En: Psychol Med; 41 (3): 589-600.
Blair, J. (2013). The neurobiology of psychopathic traits in youths. En:
Nat Rev Neurosci; 14 (11): 786-799.
Blair, R. J. B. (2013). The neurobiology of psychopathic traits in youths.
En: Nat Rev Neurosci; 14 (11): 786-799.
Boccardi, M. et al. (2011). Cortex and amygdala morphology in psychopa-
thy. En: Psychiatry Research: Neuroimaging; 193: 85-92.
Bonta, J. L. et al. (2014). A theoretically informed meta-analysis of the risk
for general and violent recidivism for mentally disordered offenders.
252
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
253
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Cima, M. et al. (2010). Psychopaths know right from wrong but don’t care.
En: Soc Cogn Affect Neurosci; 5 (1): 59-67.
Cleary, D. R. et al. (2015). Deep brain stimulation for psychiatric disorders:
where we are now. En: Neurosurg Focus; 38 (6): E2.
Convit, A. et al. (1991). Lateralized abnormality in the EEG of persistently
violent psychiatric inpatients. En: Biological Psychiatry; 30: 363-370.
doi:10.1016/0006-3223(91)90292-T
Convit, A. et al. (1991). Lateralized abnormality in the EEG of persistently
violent psychiatric inpatients. En: Biological Psychiatry; 30: 363-370.
doi:10.1016/0006-3223(91)90292-T;
Cope, L. et al. (2014). Abnormal brain structure in youth who commit ho-
micide. En: Neuroimage Clin; 4: 800-807.
Corradi-Dell’Acqua, C. et al. (2013). Disentangling selfand fairness-rela-
ted neural mechanisms involved in the ultimatum game: An fMRI
study. En: Soc Cogn Affect Neurosci, 8: 424-431.
Craig, M. et al. (2009). Altered connections on the road to psychopathy.
En: Molecular Psychiatry; 14: 946-953.
da Cunha-Bang, S. et al. (2018). Men with high serotonin 1B receptor bind-
ing respond to provocations with heightened amygdala reactivity.
En: Neuroimage; 166: 79-85. doi: 10.1016/j.neuroimage.2017.10.032.
Epub 2017 Oct 20.
Dack, C. et al. (2013). A review and metaanalysis of the patient factors as-
sociated with psychiatric in-patient aggression. En: Acta Psychiatrica
Scandinavica; 127 (4): 255-268. doi:10.1111/acps.12053
Darby, R. (2017). Lesion network localization of criminal behavior. En:
The Mind Research Network; 1-29.
Davies, R. R. Development of an MRI rating scale for multiple brain re-
gions: comparison with volumetrics and with voxel-based morphom-
etry. En: Neuroradiology; 51 (8): 491-503.
Davies, S. J. Sequential drug treatment algorithm for agitation and
aggression in Alzheimer’s and mixed dementia. En: Journal of
Psychopharmacology; 115.
De Brito, S. A. (2009). Size matters: increased grey matter in boys with
conduct problems and callous-unemotional traits. En: Brain; 132 (4):
843-852.
Dikmen, S. et al. (1993). Psychosocial outcome in patients with moderate to
severe head injury: 2-year follow-up. En: Brain Inj; 7: 113-124.
254
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
255
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Fazel, S. et al. (2010b). Bipolar disorder and violent crime: New evidence
from population-based longitudinal studies and systematic review.
En: Archives of General Psychiatry; 67 (9): 931-938. doi:10.1001/
archgenpsychiatry.2010.97
Fazel, S. et al. (2015). Depression and violence: A Swedish popula-
tion study. En: Lancet Psychiatry; 2 (3): 224-232. doi:10.1016/
S2215-0366(14)00128-X)
Fountoulakis, K. N. et al. (2008). Personality disorders and violen-
ce. En: Current Opinion in Psychiatry; 21 (1): 84-92. doi:10.1097/
YCO.0b013e3282f31137
Gatzke-Kopp, L. M. et al. (2014). The role of resting frontal EEG asymmetry
in psychopathology: Afferent or efferent filter? En: Developmental
Psychobiology; 56, 73-85. doi:10.1002/dev.21092
Gennarelli, T. A. (1996). The spectrum of traumatic axonal injury. En:
Neuropathol Appl Neurobiol; 22: 509-513.
Glenn, A. L. et al. (2014). Psychopathy: an introduction to biological fin-
dings and their implications. En: New York University Press, Thesis.
Gonfrier, S. et al. (2012). Course of neuropsychiatric symptoms during a
4-year follow-up in the REAL-FR cohort. En: J Nutr Health Aging;
16: 134-137.
Gorno-Tempini, M. L. et al. (2008). The logopenic/phonological variant of
primary progressive aphasia. En: Neurology; 71 (16): 1227-34.
Gorno-Tempini, M. L. et al. (2004). Cognition and anatomy in three variants
of primary progressive aphasia. En: Ann Neurol; 55 (3): 335-346.
Gorno-Tempini, M. L. et al. (2004). Cognition and anatomy in three va-
riants of primary progressive aphasia. En: Ann Neurol; 55 (3): 335-46.
Grafman, J. et al. (1996). Frontal lobe injuries, violence, and aggres-
sion: a report of the Vietnam Head Injury Study. En: Neurology; 46:
1231-1238.
Gregg, T. R. et al. (2001). Brain structures and neurotransmitters regula-
ting aggression in cats: implications for human aggression. En: Prog
Neuropsychopharmacol Biol Psychiatry; 25 (1): 91-140.
Harmon-Jones, E. et al. (1998). Anger and frontal brain activity: EEG asym-
metry consistent with approach motivation despite negative affective
valence. En: Journal of Personality and Social Psychology; 74: 1310-
1316. doi:10.1037/0022-3514.74.5.1310
256
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
257
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
258
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
259
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
260
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
261
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
262
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
263
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
264
Aspectos neuropsiquiátricos de la agresividad
265
ABORDAJE NEUROPSIQUIÁTRICO
DEL SÍNDROME DEL MIEMBRO FANTASMA
Anayali Estudillo
Introducción
El dolor en miembro fantasma pertenece al grupo de síndromes doloro-
sos neuropáticos, que se caracterizan por dolor en el miembro amputado
(Davis et al., 1993). El cirujano francés Ambrosio Paré (1551) realizó
avances importantes con respecto al tratamiento quirúrgico para las
amputaciones; aplicó ligaduras en los grandes vasos de las extremida-
des para detener el sangrado, aplicó torniquetes arriba del lugar de la
lesión. Como resultado de estas mejoras quirúrgicas, muchos pacientes
amputados sobrevivieron. Él no solamente realizó las cirugías, sino que
dio seguimiento a los pacientes, por lo que pudo observar este fenómeno:
“Los pacientes a quienes se les amputó una pierna hace muchos meses,
con gran pena se quejan de que aún sienten gran dolor de la pierna cor-
tada” (Paré, 1649). A su vez, Descartes (1596-1650) tomó los reportes de
pacientes con sensaciones en miembros amputados, como evidencia de
que el lugar de las sensaciones era el cerebro “a pesar de que la mente apa-
rentemente está unida a todo el cuerpo, reconozco que cuando un pie o un
brazo u otra parte del cuerpo es cortada nada se ha quitado de la mente”
(Descates, 1984). A la par, Erasmus Darwin (1731-1802) especuló que las
sensaciones en el miembro perdido estaban relacionadas con el sistema
motor y sensorial. Siglos después Silas Weir Mitchell (1829-1914) ciruja-
no de soldados durante la guerra civil norteamericana, acuñó el término
de miembro fantasma (Mitchell, 1871) para caracterizar esta entidad.
En la época contemporánea, el fenómeno de miembro fantasma pro-
vocó gran interés médico, debido a que se demostró que la armonía entre
267
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Epidemiología
La incidencia de miembro fantasma puede variar del 2 al 80% de personas
con alguna amputación de extremidades independientemente de su etio-
logía (Flor et al., 2006), esto se debe a la falta de una definición unificada
de miembro fantasma y al hecho de que muchos pacientes no reportan el
dolor por miedo a ser estigmatizados como pacientes psiquiátricos.
En los países de Occidente, la principal causa de amputación, es la
enfermedad vascular crónica, en otros lugares del mundo, situaciones de
guerra y minas terrestres son la causa principal de amputaciones traumá-
ticas en personas sanas (Manchikanti et al., 2004). En Estados Unidos, el
54% de las amputaciones son secundarias a enfermedad vascular, 45% a
trauma en personas sanas y menos del 2% relacionadas a cáncer.
Cuadro clínico
La incidencia del dolor en miembro fantasma aparenta ser independien-
te del género, nivel de amputación o edad en la edad adulta, es menos
frecuente en niños y adultos jóvenes y prácticamente inexistente en in-
dividuos nacidos sin algún miembro (Nikolajsen et al., 2000). El dolor en
miembro fantasma es experimentado en 50 a 80% de los individuos con
alguna amputación, este puede disminuir o desaparecer con el tiempo.
Sin embargo, en 59% de los pacientes con dolor en miembro fantasma,
después de 2 años reportan disminución de la intensidad entre el 5 al 10%,
lo cual es un problema clínico significativo que afecta la calidad de vida de
quienes lo padecen (Flor et al., 2002).
El dolor en el miembro fantasma puede ser de duración corta o cons-
tante, lo cual se asocia con una percepción intensa de miembro. De mayor
intensidad en las porciones distales, es descrito como pulsátil, quemante
o como calambres. Puede ser de inicio inmediato después de la amputa-
ción o aparecer muchos años después (Nikolajsen et al., 2012). Estudios
prospectivos reportan que hasta el 50% de los sujetos experimenta dolor
dentro de las primeras 24 horas después de la amputación y un 60 a 70%
268
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome del miembro fantasma
Fisiopatología
FACTORES PERIFÉRICOS
Después de la resección del nervio, se produce degeneración retrógrada
y acortamiento de las neuronas aferentes como resultado de la lesión,
el edema y la degeneración axonal. Este fenómeno se conoce como ra-
mificación y permite la formación de neuromas (terminales de fibras A
y C desorganizadas con actividad ectópica), mostrando un patrón lento
e irregular, asociado con regulación a la alta de canales de sodio y con
regulación a la baja de canales de potasio, así como alteración en las mo-
léculas para la señalización mecano-sensitiva (Gorodetskaya et al., 2003).
La conexión no funcional entre axones, también puede relacionarse con
la actividad neuronal anormal (Flor, 2006). Sin embargo, algo que va en
contra de esta teoría, es que las manifestaciones de esta entidad se pre-
sentan inmediatamente después de la amputación, y antes de la formación
del neuroma, lo que sugiere que este fenómeno no puede explicar por
completo la fisiopatología de esta entidad (Flor, 2006).
PLASTICIDAD ESPINAL
Posterior a la lesión de los nervios periféricos, aparecen cambios en las
neuronas del cuerno posterior de la médula espinal, generando potencia-
ción a largo plazo, donde los estímulos nocioceptivos de corta duración
permanecen a lo largo del tiempo (Lash, 2006). También se describe hi-
perexcitabilidad y regulación a la baja de procesos inhibitorios; y dismi-
nución al umbral a los estímulos sensitivos, provocando que los estímulos
táctiles se perciban como nocioceptivos (alodinia) (Nikolajsen et al., 2012).
Por otro lado, también se ha propuesto que al presentarse una diso-
ciación entre intención motora y la respuesta sensorial (asociada con la
activación de los lóbulos frontal y parietal del cerebro), pueden generar
las alteraciones en estas 2 funciones (Flor et al., 2006).
269
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
REORGANIZACIÓN CORTICAL
Esta es la explicación más aceptada actualmente con respecto a la fisio-
patología del dolor en miembro fantasma. Se ha demostrado que a largo
plazo, la amputación de miembros pueda causar una reorganización de
del tallo cerebral, núcleos del tálamo y de la corteza somato sensorial,
generando cambios maladaptativos (Ramachandran et al., 1992).
Posterior a la amputación de miembros superiores, se ha encontrado
contracción o expansión hacia áreas corticales contiguas (labio/facial) en las
áreas somato sensoriales (S1) motoras (M1) correspondientes. Lotze y cola-
boradores encontraron que un cambio en el área correspondiente a los labios
en las corteza motoras primarias y somato sensoriales se correlacionan con el
aumento del dolor en miembro fantasma. A su vez, a reorganización cortical
secundaria a una amputación, disminuye la actividad de GABA, incrementando
la excitabilidad de las neuronas coticoespinales de M1 (Chen et al., 1998).
FACTORES PSICOLÓGICOS
Pueden estar relacionados con la severidad del dolor, la reorganización
cortical, ocurre no solamente en las áreas sensoriales del dolor, también
afecta áreas relacionadas con el dolor psíquico como ínsula, cíngulo ante-
rior y corteza frontal.
Tratamiento
No existe un consenso con respecto a la eficacia de los diferentes trata-
mientos para esta entidad, se calcula que menos del 10% de los pacientes
que reciben tratamiento experimentan diminución del dolor a largo plazo.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
270
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome del miembro fantasma
TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO
271
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
272
Bibliografía
273
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Kim, S. Y. et al. (2012). Mirror therapy for phantom limb pain. En: Korean
J Pain; 25: 272-274.
Lasch, K. et al. (2006). Psychological and cultural influences on pain and
recoveryfrom landmine injury. En: Pain Med; 7 (Suppl 2): S213-217.
Lotze, M. et al. (2001). Phantom movements and pain. An fMRI study in
upper limb amputees. En: Brain.; 124 (11): 2268–2277.
Maier, C. et al.. (2003). Efficacy of the NMDA_receptor antagonist meman-
tine in patients with chronic phantom limb pain results of a randomi-
zed double-blinded, placebo-controlledtrial. En: Pain; 103: 277-283.
Manchikanti, L. et al. (2004). Managing phantom pain. En: Pain Physician;
7 (3): 365-375. [PubMed: 16858476]
Mulvey, M. R. et al. (2012). Transcutaneous electrical nerve stimulation
forphantom pain and stump pain in adult amputees. En: Pain Pract.
Nikolajsen L, et al. (2000). Phantom limb pain. En: Curr RevPain; 4:
166-170.
Nikolajsen, L. (2011). Postamputation pain: studies on mechanisms. En:
Dan Med J; 10: B452.
Nikolajsen, L. (2012). Postamputation pain: studies on mechanisms. En:
Dan Med J; 10: B4527.
Pare, A. (1649). The Works of that Famous Chirurgion Ambrose Parey
[JohnsonT., Trans.]. London: Clarke.
Ramachandran, V. S. et al. (1992). Perceptual correlates of massive cor-
tical reorganization. En: Neuroreport; 3 (7): 583-586 [PubMed:
1421112].
Robinsom, n. L. R. et al. (2004). Trial of amitriptyline for relief of pain in
amputees: results of a randomized controlled study. En: Arch Phys
Med Rehabil; 85: 1-6.
Rossi, S. et al. (2002). Somato sensory processing during movement obser-
vation in humans. En: Clin Neurophysiol; 113: 16-24.
Weeks, S. R. et al. (2010). Phantom limb pain: theories and therapies. En:
Neurologist; 16: 27786.
Wu, C. L. et al. (2002). Analgesic effects of intravenous lidocaine and mor-
phineon postamputation pain: a randomized double-blind, active
placebo-controlled, crossover trial. En: Anesthesiology; 96: 841-848.
274
ABORDAJE NEUROPSIQUIÁTRICO
DE LA PERCEPCIÓN MUSICAL
Juan Manuel Orjuela-Rojas,
Alyson Argueta Martín
275
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
276
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
277
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Análisis Acústico
Input Acústico
Conver-
Codifica- Análisis Análisis sión de
Análisis del Análisis del ción del del del acústico a
contorno intervalo tono ritmo compás fonológico
Habla
Canto
278
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
Aspectos neuroanatómicos
del procesamiento musical
El mapeo de las funciones cerebrales es supremamente complejo. Incluso
al intentar mapeos de módulos conocidos como los del lenguaje, es difícil
encontrar correlaciones claras y bien definidas en términos neurales. La
modularidad habitualmente es confundida con la noción de localización
cerebral. Por supuesto que los módulos tienen una base biológica, sin
embargo, así la música tuviera uno solo, aislar sus límites neuroanatómi-
279
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
cos sería bastante complejo, ya que podría estar compuesto por mezclas
de redes neuronales implicadas en el procesamiento de otras funciones
además de las musicales. Un ejemplo de esto sería el procesamiento sin-
táctico musical, en el cual se activa el área de Broca (giro frontal inferior
izquierdo) y su homóloga derecha, sugiriendo que ciertos mecanismos de
organización secuencial y coherencia son compartidos por la música y el
lenguaje12,13.
A pesar de lo anterior, sí se han encontrado algunos dominios especí-
ficos en ciertas áreas anatómicas que estarían implicados en la percepción
musical. Cuando la música ingresa a nuestros oídos como un complejo de
ondas mecánicas, se realiza un proceso de transducción a nivel coclear,
generando impulsos eléctricos que viajan a través del nervio auditivo,
pasando por el tallo cerebral y el mesencéfalo para llegar a la corteza
auditiva primaria (CAP) y secundaria (CAS) ipsi y contralateral14. La CAP
está relacionada con el registro de frecuencias tonales organizadas de
manera tonotópica. La CAP, y en particular el planum temporale derecho,
serían las encargadas del procesamiento de secuencias tonales puras con
pequeñas variaciones en su frecuencia15.
De hecho, esta parece ser la región con mayor desarrollo volumétrico
cuando se comparan los cerebros de músicos versus no músicos16. Del
planum temporale, la información se distribuye a otras zonas cerebrales
mediante intrincadas conexiones neurales. Una zona muy importante
para la codificación tonal está ubicada en áreas frontales inferiores princi-
palmente del hemisferio derecho17,18, lugar donde también se procesan las
estructuras armónicas.
Un aspecto interesante relacionado con la gratificación musical, co-
rresponde a la percepción de intervalos armónicos consonantes (músi-
ca suave, estable, agradable al oído), como elementos que generan una
respuesta emocional placentera, comparado con los intervalos disonantes
(violentos, dinámicos, inestables) que nos dan una sensación de incomo-
didad y displacer. Los intervalos consonantes activan estructuras para-
límbicas (zonas encargadas de procesar las emociones complejas) como
las cortezas frontopolares, orbitofrontales y el cíngulo anterior, mientras
que el aumento del displacer generado por los intervalos disonantes au-
menta el flujo sanguíneo en el giro parahipocampal derecho y la precuña
derecha19,20 (Tabla 1).
El surco temporal superior derecho parece ser un punto fundamental
para el almacenamiento de canciones (léxico musical)9.
280
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
Procesamiento de emociones
Corteza orbitofrontal, cíngulo anterior
complejas desencadenadas por la
e ínsula
música
281
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
del giro frontal inferior derecho (área de Broca derecha), región encargada
de modular los aspectos hiperprosódicos típicos del canto.
En cuanto a la percepción del ritmo (organización temporal de una
pieza musical), no sólo están involucradas las áreas auditivas, sino que
también participan el cerebelo y los ganglios basales, así como la corteza
premotora dorsal y el área motora suplementaria. Se ha documentado
una mayor activación del hemisferio izquierdo en relación con aspectos
rítmicos de la música. Dado que este hemisferio se encarga procesar el
lenguaje verbal, que a fin de cuentas es una secuencia de letras y palabras,
parece tomar esta misma habilidad de secuencialidad en la percepción del
ritmo, como una seguidilla de golpes. Contamos, pues, con interacciones
entre el sistema auditivo y motor para el análisis del ritmo que se activan
cuando escuchamos música o la imaginamos21,22.
Se han mencionado en su mayoría estructuras involucradas en el
procesamiento tonal y rítmico de la música, pero ¿cuáles son las áreas
que participan en su respuesta emocional? Algunos estudios realizados
mediante tomografía por emisión de positrones (PET) y resonancia mag-
nética cerebral funcional han evidenciado que múltiples regiones subcor-
ticales, incluyendo el núcleo accumbens, el área tegmental ventral (ATV)
y el hipotálamo, se activan al escuchar pasivamente música agradable.
Otras regiones corticales involucradas en el procesamiento emocional
musical son la corteza orbitofrontal, la corteza del cíngulo anterior y la
ínsula, esta última sería la encargada de generar los cambios autonómicos
(frecuencia cardíaca, sudoración, respiración, conductancia en la piel y
presión arterial) a través sus conexiones con el hipotálamo y crear esta-
dos emocionales que conectan la música con sensaciones somáticas23.
La liberación de dopamina en el centro de placer del cerebro llamado
núcleo accumbens, se produce fundamentalmente durante la experiencia
denominada “chills”, que corresponde al momento cumbre de la canción
que estremece al espectador generando una alta carga placentera y sen-
sación de piel erizada24. Esta experiencia de reforzamiento positivo y
recompensa, se replica en diferentes estados hedónicos naturales como
comer, defecar y copular, o artificiales como consumir drogas estimulan-
tes (cocaína, anfetaminas). Tal vez por esta razón, algunos individuos
llamados melómanos o musicofílicos, encuentran tanto placer al escuchar
música, gastan millones de pesos en discos de sus grupos favoritos y asis-
ten a conciertos compulsivamente, fomentando un verdadero mercado
de consumo que parece estar fundamentado en una respuesta biológica
282
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
Trastornos musicales
Cualquier condición neurológica o psiquiátrica que afecte el procesamien-
to de uno o más aspectos musicales se le denomina trastorno musical.
Este término involucra múltiples contextos clínicos en los cuales se
pueden experimentar fenómenos positivos como alucinaciones musicales,
obsesiones musicales y epilepsia musicogénica o fenómenos negativos a
nivel receptivo como perder la capacidad para procesar tonos, armonías,
timbres, ritmos y emociones musicales o a nivel expresivo como las apra-
xias, distonías y agrafias musicales. A continuación, revisaremos algunos
de estos trastornos musicales.
Anhedonia musical
La condición cuando un estímulo que debería ser placentero no genera
placer se llama anhedonia. Se ha demostrado que puede presentarse al-
gún tipo de anhedonia en personas sanas. Así como existen diferentes
estímulos placenteros, también existen diferentes tipos de anhedonia, por
lo tanto, una incapacidad para sentir placer sexual se suele llamar anhe-
donia sexual, y la incapacidad para experimentar placer, específicamente
a través de la música, se llama anhedonia musical26.
Aproximadamente el 2% de la población no puede experimentar nin-
gún placer específicamente de la música a pesar de ser capaz de percibir
normalmente las emociones de la música. Esta falta de placer, llamada
anhedonia musical, se limita a la música y probablemente refleja una des-
conexión entre percibir la intención emocional del músico o compositor
283
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Alucinaciones musicales
Las alucinaciones musicales son un fenómeno en el que los individuos perci-
ben la música en ausencia de un estímulo auditivo externo29. La alucinación
musical constituye un tipo complejo de alucinación auditiva en el cual la per-
cepción de dicha alucinación puede ser en forma de melodías, instrumentos
o canciones30. Las alucinaciones musicales, ocurren en individuos con y sin
enfermedad mental o neurológica, y muchos pacientes tienden a tener prue-
bas de realidad intactas, de manera que corresponde más a una alucinosis.
Las alucinaciones musicales son raras. En una serie de admisiones
psiquiátricas generales reportadas en Japón, la prevalencia fue del 0,16%.
En otra serie de sujetos ancianos en una clínica de audiología, aproxima-
damente un tercio experimentó alucinaciones auditivas, pero solo 1 suje-
to experimentó alucinaciones musicales. No sólo se han señalado como
causas de alucinaciones musicales las psicosis funcionales, en contexto
de esquizofrenia o depresión, sino también el daño cerebral orgánico y
existen pocos informes de alucinaciones musicales causadas por lesión
cerebral traumática29.
Algunos autores defienden que las alucinaciones musicales pueden ser
una forma auditiva del síndrome de Charles Bonnet (privación sensorial
que conduce a un “fenómeno de liberación”), cuyo elemento fundamental
sería la activación anormal de los módulos de procesamiento musical cor-
tical y en particular del léxico musical. La liberación cortical se produce
284
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
285
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
por una disminución de la entrada auditiva: que puede ser causada por
deterioro de la audición, desconexión estructural o química dentro de las
vías auditivas y/o excitación anormal de los módulos de procesamiento
musical cortical, entre otros31.
Cinco causas comunes de alucinaciones musicales incluyen hipoacusia,
enfermedad psiquiátrica, lesión cerebral focal, epilepsia e intoxicación /
farmacología, pero también se producen en personas sin trastornos audi-
tivos, neurológicos o psiquiátricos32. La pérdida de audición es el trastor-
no más común asociado con las alucinaciones musicales32. Pero por qué
las alucinaciones musicales se producen tan comúnmente en oposición a
estímulos simples, voces u otros fenómenos auditivos sigue siendo incier-
to. Dado que la música es un ser humano universal, presente en todas las
culturas, su reconocimiento y producción puede ser un elemento neuronal
integrado que se activa durante las alucinaciones musicales32.
Figuras en la literatura científica, Emmanuel Régis (psiquiatra fran-
cés), fue el primero en mencionar las alucinaciones musicales en 1881; pero
no fue hasta unos cincuenta años después, en 1932, cuando se estableció
la diferencia entre las alucinaciones musicales de orígenes orgánicos o
psicóticos. Desde entonces se han publicado conjuntos de casos y algunos
estudios, a pesar de lo cual la prevalencia de alucinaciones musicales no
puede definirse claramente30.
La base fisiológica de las alucinaciones musicales involucra diversos
mecanismos, incluida la ya mencionada “liberación” de las entradas senso-
riales o inhibitorias normales, así como la estimulación durante las crisis
epilépticas. Los trastornos funcionales o estructurales en diversas áreas
corticales y subcorticales pueden producir estos fenómenos. Sin embargo,
en algunos casos, no se puede identificar una lesión localizada ni un tras-
torno funcional32.
Las alucinaciones musicales involucran una red localizada de áreas
corticales, con datos similares de múltiples estudios que sugieren que el
surco temporal superior (Figura 2) es el sitio más común y que la activa-
ción es el mecanismo más común. El surco temporal superior es un área
de asociación auditiva que se activa selectivamente por la música y la
melodía (por el procesamiento del habla y el sonido, así como el desajuste
fonológico) frente a otras características acústicas como el tono y la melo-
día32. Aquí también se encuentra gran parte del léxico musical.
Otras áreas corticales activadas dentro de la red subyacente a las aluci-
naciones musicales incluyen la corteza orbitofrontal, la precuña y los gan-
286
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
287
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
ADAPTACIÓN DE TABLA. Álvarez Pérez P. et al. (2017). “Doctor, I Hear Music”: A Brief Review
About Musical Hallucinations. En: The open neurology journal; 11: 11-14. Servicio de Neurología
(Department of Neurology). Hospital Universitario A Coruña.
ADAPTACIÓN DE TABLA. Álvarez Pérez P et al. (2017). “Doctor, I Hear Music”: A Brief Review
About Musical Hallucinations. En: The Open Neurology Journal; 11: 11-14. Servicio de Neurología
(Department of Neurology). Hospital Universitario A Coruña.
288
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
FIGURA 1.
289
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Amusia
El daño de uno o varios componentes básicos de la percepción musical causa
un síndrome llamado amusia. El término fue acuñado por Steinhals en 1871
para referirse en forma genérica a la incapacidad para percibir música33.
Amusia se introdujo como un concepto médico que podría ser equi-
valente a la agnosia musical. El médico y anatomista alemán August
Knoblauch en 1888, lo utilizó para describir un trastorno específico
en la detección de los tonos que resultan de las lesiones del centro del
motor. Knoblauch (1890) distinguió los trastornos de la producción y
la comprensión de la música utilizando los términos “amusia” para los
trastornos motores y “sordera de tono” y “ceguera” para los trastornos
sensoriales. Desde entonces, el concepto de amusia fue utilizado por auto-
res posteriores en un sentido más general y ha sido aceptado como indica-
tivo de lesiones del lóbulo temporal derecho34. La amusia es un trastorno
neuronal caracterizado por una alteración severa de la percepción y / o
producción musical causada por un desarrollo cerebral anormal (amusia
congénita) o daño cerebral (amusia adquirida). El déficit en la percepción
de los cambios de tono finos es el síntoma característico de la amusia,
pero también otros dominios de la música, como el ritmo, pueden verse
afectados35. Las personas con amusia carecen de la capacidad de proce-
sar aspectos de la música en ausencia de otro impedimento neurológico,
dificultad para el aprendizaje o pérdida de la audición. Estos individuos
tienen pobre percepción del tono y de memoria tonal, sin embargo, algu-
nos individuos tienen habilidades de producción de tono relativamente
conservadas en comparación con la percepción de tono36. Los estudios
de anatomía cortical en amusia muestran anormalidades en la corteza
frontal inferior derecha y circunvolución temporal superior (STG) con una
actividad neuronal reducida en el primero y una conectividad funcional
reducida entre estas regiones36. A continuación, se describirán los tipos
de amusias más frecuentes.
AMUSIA CONGÉNITA
La amusia congénita está marcada por una anomalía neuronal que
afecta la conectividad funcional y estructural, ocasionalmente heredita-
ria. La amusia congénita representa una rara posibilidad de examinar la
neurobiología de la cognición musical mediante el rastreo de vínculos
causales entre los genes, el cerebro y el comportamiento27. En la amusia
congénita, una minoría de personas nunca adquieren una percepción y
290
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
291
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
292
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
AMUSIA ADQUIRIDA
Los estudios neuropsicológicos de pacientes con lesiones específicas su-
gieren que el procesamiento musical requiere niveles diferentes y más
altos de función cognitiva que el procesamiento del sonido. Aunque la
amusia adquirida es relativamente común después de un accidente cere-
brovascular (que va del 35 al 69% según algunos estudios reportados),
la exploración sintomática es limitada debido a que habitualmente se
evalúan otros dominios cognitivos como el lenguaje, la orientación la
atención, las habilidades visocontruccionales y las funciones ejecutivas,
dejando de lado la exploración de las habilidades musicales.
La amusia adquirida se ha asociado con daño a diferentes regiones
temporales, frontales, parietales y subcorticales, pero los resultados con
respecto a la lateralización de las lesiones (izquierda / derecha) y el tipo
de déficit musical han sido mixtos35.
El principal hallazgo en diferentes estudios sobre amusia adquirida
fue el patrón distintivo de las lesiones en las áreas temporales derechas,
insulares y estriatales subyacentes, principalmente después de accidente
cerebrovascular35. A continuación, se describen las causas más comunes
de amusia adquirida.
Vasculares
Las lesiones asociadas con amusia y las puntuaciones totales en el Test
de Montreal de Amusias (MBEA) más bajas, se localizaron todas en el te-
rritorio de la arteria cerebral media derecha, por lo que este territorio y
las lesiones del lóbulo temporal derecho están más relacionados con la
aparición de amusia adquirida 35.
293
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Epilepsia
En un estudio realizado en el 2003 por McChesney-Atkins, los sujetos
sometidos a resección de lóbulo frontal derecho secundario a epilepsia,
manifestaron síntomas de amusia en mayor proporción, evidenciando la
importancia de este lóbulo para la expresión musical. Se observó también
que su amusia se produjo en ausencia de una aprosodia motora40. En otro
estudio de 65 pacientes que se sometieron a una lobectomía temporal para
control de epilepsia, se reportó que la corticectomía temporal derecha
resultó en compromiso de la información tonal (contorno e intervalo) y
en la discriminación de melodías, mientras que la corticectomía temporal
izquierda sólo afectó la formación de intervalo40.
Esquizofrenia
Diversos estudios reportan que aproximadamente el 62% de los pacientes
con esquizofrenia se clasifican con agnosia musical en comparación con
el 5% de los participantes controles. Una posibilidad de esta diferencia
es que el inicio y la progresión de la esquizofrenia cause discapacidad
musical (amusia adquirida)41. Otra opción es que algunos pacientes con
esquizofrenia pueden haber tenido amusia congénita o “sordera de tono”,
tal vez relacionada con un mecanismo cerebral que también predispone
a la esquizofrenia (aunque esto sigue siendo especulativo)41. Los estudios
familiares, premórbidos y del primer episodio de psicosis serían útiles para
aclarar cuándo se pueden observar por primera vez los déficits musicales
y en qué medida los déficits aumentan durante el curso de la enfermedad.
Los estudios acústicos de pacientes con esquizofrenia han demostrado
294
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
295
Referencias
296
Abordaje neuropsiquiátrico de la percepción musical
15. Hyde, K. L. et al. (2008). Evidence for the role of the right auditory
cortex in fine pitch resolution. En: Neuropsychologia; 46 (2): 632-639.
doi:10.1016/j.neuropsychologia.2007.09.004.
16. BERMúDEZ, P. (2005). Differences in Gray Matter between Musicians
and Nonmusicians. En: Ann N Y Acad Sci; 1060 (1): 395-399.
doi:10.1196/annals.1360.057.
17. Tillmann, B. et al. (2003). Activation of the inferior frontal cortex in
musical priming. En: Ann N Y Acad Sci; 209-211.
18. Zatorre, R. J. (2001). Neural specializations for tonal processing. En:
Ann N Y Acad Sci; 193-210.
19. Altenmuller, E. et al. (2002). Hits to the left, flops to the right: di-
fferent emotions during listening to music are reflected in cortical
lateralisation patterns. En: Neuropsychologia; 40 (13): 2242-2256.
20. Blood, A. J. et al. (1999). Emotional responses to pleasant and unplea-
sant music correlate with activity in paralimbic brain regions. En:
Nat Neurosci; 2 (4): 382-387. doi:10.1038/7299.
21. Chen, J. L. et al. (2006). Interactions between auditory and dorsal
premotor cortex during synchronization to musical rhythms. En:
Neuroimage; 32 (4): 1771-1781. doi:10.1016/j.neuroimage.2006.04.207.
22. Penhune, V. B., et al. (1998). Cerebellar contributions to motor timing:
a PET study of auditory and visual rhythm reproduction. En: J Cogn
Neurosci; 6 (10): 752-765.
23. (Bud) Craig, A. D. (2009). How do you feel—now? The anterior
insula and human awareness. En: Nat Rev Neurosci; 10 (1): 59-70.
doi:10.1038/nrn2555.
24. Salimpoor, V. N. et al. (2011). Anatomically distinct dopamine release
during anticipation and experience of peak emotion to music. En:
Nat Neurosci; 14 (2): 257-262. doi:10.1038/nn.2726.
25. Kelley, A. E. et al. (2002). The neuroscience of natural rewards: rele-
vance to addictive drugs. En: J Neurosci; 22 (9): 3306-3311.
26. Peralta, J. C. et al. (2015). Propuesta de evaluación neuropsicoló-
gica para casos donde exista una alteración en la percepción mu-
sical. En: Divers Perspect en Psicol; 11 (2): 261-271. doi:10.15332/
s1794-9998.2015.0002.07.
27. Peretz, I. (2016). Neurobiology of Congenital Amusia. En: Trends
Cogn Sci; 20 (11): 857-867. doi:10.1016/j.tics.2016.09.002.
297
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
298
SÍNDROME DE KLÜVER-BUCY
José Fernando Muñoz
Miguel Restrepo Martínez
Ana Ruth Díaz
Jesús Ramírez-Bermúdez
Resumen
El síndrome de Klüver-Bucy es un síndrome neuropsiquiátrico poco fre-
cuente asociado al compromiso temporolímbico anterior bilateral, con
síntomas conductuales, afectivos y cognitivos devastadores. El presente
capítulo describe los orígenes históricos del síndrome, las áreas neuroana-
tómicas involucradas, las posibles etiologías, la presentación clínica y los
datos actuales respecto al tratamiento. Finalmente, se discuten algunas
de las interrogantes que persisten en torno al síndrome más de cien años
después de su descripción original y se plantean una nueva herramienta
de evaluación en el marco de las neurociencias afectivas.
Introducción
El síndrome de Klüver-Bucy es una constelación de síntomas inicialmente
descrita de forma experimental en monos durante la llamada era dorada
del localizacionismo1 y posteriormente de forma clínica en humanos, se-
cundaria a múltiples etiologías que comprometen el funcionamiento ade-
cuado de la conectividad temporolímbica. A pesar de su baja frecuencia
de aparición, a nivel clínico constituye un reto terapéutico enorme dada
la severidad que pueden alcanzar los síntomas afectivos y conductuales,
llegando en ocasiones a comprometer la seguridad del paciente y su en-
torno. A nivel teórico, es una ventana excepcional e insuficientemente
estudiada con respecto a las áreas límbicas y paralímbicas de los lóbulos
299
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
temporales y sus conexiones con los lóbulos frontales o para una mayor
comprensión de la naturaleza de los afectos y su arquitectura neural je-
rárquica interespecie.
Contexto histórico
En 1937, el psicólogo americano de origen alemán Heinrich Klüver y el
neurocirujano y neuropatólogo americano Paul Clancy Bucy describieron
cambios comportamentales en monos Rhesus que fueron sometidos a
lobectomías temporales bilaterales2. Estos hallazgos fueron una conse-
cuencia no esperada de los estudios de Klüver sobre las reacciones de la
mescalina en humanos y animales. Klüver realizó experimentos en monos
con mescal, encontrando fenómenos de chupeteo y automatismos orales
que le recordaron los fenómenos observados en pacientes epilépticos,
por lo que hipotetizó que dicha sustancia podría actuar sobre los lóbulos
temporales. Así, Klüver invitó a Bucy a realizar resecciones estadificadas
en los lóbulos temporales de monos para valorar si estas podían o no
disminuir u opacar los efectos de la mescalina3. Entre 1936 y 1937, Bucy
removió la mayor parte de los lóbulos temporales en una mono Reshus
adulta llamada Aurora4, encontrando cambios conductuales marcados y
súbitos que fueron descritos en el reporte conjunto de 1937, presentado
en la reunión anual de la American Physiological Society: “El animal no
exhibe las reacciones generalmente asociadas con ira y miedo. Se acerca a
humanos y animales, así como a objetos inanimados sin dudarlo y, aunque
no hay defectos motores, tiende a examinarlos con la boca en lugar de
usar las manos. Hay un enlentecimiento general de los movimientos…
ninguno de los múltiples tests muestra alteración alguna en la agudeza
visual o en la capacidad visual de localizar las posiciones de los objetos.
Sin embargo, el mono parece incapaz de reconocer los objetos utilizando
el sentido de la vista”2.
Klüver y Bucy ignoraban en ese momento que Sanger Brown, un neu-
rólogo canadiense, y Sir Edward A. E. Schäfer, fisiólogo inglés y padre
de la endocrinología, habían publicado en 1887 sus observaciones en
una serie de doce monos en los que realizaron resecciones en los lóbulos
temporales como parte del estudio de sus funciones5. Brown y Schäfer
describieron cambios conductuales inesperados tras la resección bilateral
de los lóbulos temporales en un mono macho, y de los giros temporales
superiores bilaterales en una hembra, con subsecuente desarrollo de los
300
Síndrome de Klüver-Bucy
mismos síntomas que serían descritos años después por Klüver y Bucy:
“Ella investiga todos los objetos, incluso los más familiares, como si fue-
ran completamente desconocidos, probando, oliendo y sintiendo todo lo
que se cruza en su camino. Es dócil y no muestra señal de miedo a los
humanos, pero muestra pasión incontrolable cuando se acercan otros mo-
nos, de manera que ahora es necesario encerrarla en una celda a solas”5.
A lo largo de sus investigaciones, Klüver y Bucy elaboraron la des-
cripción del síndrome completo que se hacía evidente poco después de
la cirugía. Interesantemente, ya Brown y Schäfer habían notado que tras
unos meses la sintomatología del síndrome se atenuaba espontáneamen-
te5, algo observado también en humanos.
Terzian y Dale Ore reportaron el primer caso de síndrome de Klüver-
Bucy (SKB) en humanos en un paciente con epilepsia sometido a una
lobectomía temporal bilateral en 1955. Ambas porciones anteriores de
los lóbulos temporales, incluyendo uncus e hipocampo, fueron amputa-
das anterior a la vena de Labbe, el mismo límite anatómico utilizado por
Klüver y Bucy en monos. Luego de la cirugía, el paciente presentó todos
los elementos del SKB, excepto la hiperoralidad. Era incapaz de reconocer
familiares cercanos, su apetito aumentó considerablemente e incrementó
su actividad sexual6..Posteriormente, en 1975, Marlow describió el pri-
mer SKB completo en humanos: un hombre de veinte años con antecedente
de encefalitis por herpes simple. El paciente presentó una agnosia visual
equivalente en monos a la “ceguera psíquica”; tenía placidez y afecto apla-
nado y tuvo una alteración en la elección del objeto sexual, que pasó de
ser heterosexual a la búsqueda de contactos homosexuales7.
Bases neuroanatómicas
Los límites anatómicos de los lóbulos temporales incluyen en la superficie
lateral el giro de Heschl, los planos temporal y polar y los giros temporales
superior, medio e inferior. En la superficie medial, el giro temporal inferior,
el giro fusiforme y el giro parahipocampal. Los lóbulos temporales poste-
riores están delimitados por una línea imaginaria trazada desde el surco
parieto-occipital a la muesca preoccipital. Una línea horizontal desde el
punto medio de esta línea al surco lateral demarca los lóbulos parietales
y temporales. Los lóbulos temporales están estrechamente relacionados
con los demás lóbulos a través de tractos de asociación, incluidos el tracto
occipito-temporal y el fascículo uncinado8. La corteza temporal incluye
301
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
302
Síndrome de Klüver-Bucy
303
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Etiología
El SKB se ha asociado a una multitud de condiciones neurológicas. Puede
ocurrir como parte de procesos agudos así como de condiciones neuro-
degenerativas progresivas que comprometan, usualmente de forma bi-
lateral, la porción anterior de los lóbulos temporales18,23. Dentro de las
causas de lesión o disfunción agudas, se han documentado casos de SKB
en pacientes con lobectomía temporal bilateral18 o unilateral36, neurocis-
ticercosis37, encefalitis herpética7,23,38, enfermedad de Whipple39, infección
por M. pneumoniae40, post-ACV isquémico41, hematoma subdural31, trauma
craneoencefálico42, lesiones tumorales como meduloblastoma43 o glioma44,
encefalomielitis diseminada aguda45,46, mielinolisis extrapontina asociada
a corrección de hiponatremia47, hipoglicemia prolongada48, entre otros.
En cuanto a las condiciones neurodegenerativas, las diferentes formas
del SKB se han reportado principalmente en demencia frontotemporal y
demencia por enfermedad de Alzheimer10,23,25,49. También se ha descrito en
otras condiciones como la enfermedad de Huntington, la esclerosis lateral
amiotrófica, la porfiria intermitente aguda18.
En niños, hay casos reportados con uso intratecal de metrotexate en lin-
foma no Hodgkin y leucemia50, por encefalitis viral51, tras resección quirúr-
gica temporal unilateral en esclerosis tuberosa30 y por displasias corticales
304
Síndrome de Klüver-Bucy
305
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
306
Síndrome de Klüver-Bucy
Caso clínico:
Paciente femenina de 26 años, de profesión médica, quien debutó con un
cuadro viral de vías respiratorias altas, que fue seguido en pocos días de un
compromiso neurológico multifocal con hemiparesia izquierda, parálisis facial
izquierda, somnolencia y progresión a un síndrome catatónico. Tras realizar
los estudios de rutina y descartar otras patologías, se encontraron imágenes
difusas y asimétricas en la resonancia cerebral, corroborando el diagnóstico de
una encefalomielitis diseminada aguda, con lesiones permanentes bilaterales en
amígdalas, insulas y córtex orbitofrontal derecho (BA 11). A raíz de esto, desa-
rrolló un SKB con todos los criterios, excepto agnosia visual. Su hipersexualidad
se manifestó como tocamientos indiscriminados hacia ambos sexos, incluidos
sus padres, así como búsqueda activa de parejas sexuales a través de redes
sociales y de encuentros clandestinos con extraños. Esto provocó el divorcio
con su pareja. Se introducía todo tipo de objetos en la boca, masticando
alimentos ricos en carbohidratos por horas, lo que causó que perdiera todas
sus piezas dentarias. En ocasiones, olfateaba a sus interlocutores, perdió la
noción de espacio interpersonal y tuvo cambios en sus hábitos alimentarios,
prefiriendo chocolates y dulces, presentando coprofagia en una ocasión. En las
etapas tempranas de su problema neuropsiquiátrico, desarrolló una restricción
severa de agua, que la llevó a tener episodios graves de obstrucción intestinal,
necesitando más de una hospitalización. Su atención se dirigía a estímulos
irrelevantes del medio y se distraía fácilmente. Sus conductas maternas se alte-
raron, sin poder cuidar de su hija de un año a pesar de referir preocupación por
ella. Mantenía hacia ella un comportamiento lúdico, pero se comportaba con
negligencia hacia los cuidados como la alimentación, la higiene, la protección
frente a cambios ambientales. Los síntomas fueron refractarios a manejo con
múltiples antidepresivos (fluoxetina, duloxetina, mirtazapina, trazodona), antip-
sicóticos (olanzapina, quetiapina, aripiprazol, clozapina), moduladores del afecto
(carbamazepina, ácido valproico), metilfenidato y ciproterona. La hiperoralidad e
hipersexualidad disminuyeron gradualmente en los cuatro años siguientes, aun-
que se hicieron más pronunciados los síntomas depresivos, que con frecuencia
eran enmascarados por la facies de placidez y la actitud lúdica de la paciente.
Tuvo múltiples intentos de suicidio, lo cual requería de hospitalizaciones y uso
de terapia electroconvulsiva, con respuesta transtoria y parcial. Tuvo una pareja
estable en los últimos años, con con quien procreó un segundo hijo. A pesar de
ello, en el octavo año de su cuadro, tuvo un suicidio consumado46. Para un abor-
daje neuropsicoanalítico del caso con datos en primera y tercera persona ver55.
307
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Tratamiento
Actualmente el tratamiento de los pacientes con SKB es sintomático, con
frecuencia difícil y a menudo insatisfactorio. Las manifestaciones compor-
tamentales características comúnmente requieren de cuidado de enfer-
mería individualizado y por largos periodos. Las alternativas de manejo
a través de acercamientos comportamentales y de control ambiental han
demostrado ser de una efectividad modesta para estos pacientes18, aunque
pueden ser esenciales para evitar actuaciones riesgosas y potencialmente
letales, especialmente de la hiperoralidad e hiperfagia y de la hipersexuali-
dad. A nivel farmacológico, diferentes reportes de casos muestran buenos
resultados con la carbamazepina, especialmente en el componente afecti-
vo42,56,57, solo o en combinación con otros agentes. También se han utiliza-
do antipsicóticos de primera generación como haloperidol o de segunda
generación como risperidona, con algunos reportes de control sintomá-
tico parcial41,50. Sin embargo, en ocasiones la sintomatología se muestra
refractaria al manejo con múltiples agentes de diversos grupos farmacoló-
gicos46,58. Un reporte de dos casos refractarios a carbamazepina y halope-
ridol mostró mejoría con inhibidores de recaptación de serotonina a dosis
308
Síndrome de Klüver-Bucy
Discusión
A pesar de la evidencia neuroanatómica, neuropsicológica y fisiopatológi-
ca recogidas en el último siglo, persisten muchas inquietudes respecto al
síndrome. En lo concerniente a las causas suficientes para su producción,
no hay claridad respecto a si lesiones unilaterales pueden o no generar el
SKB. De forma similar a la valoración prequirúrgica del sistema hipocam-
pal-temporal medial (circuito de Papez), algunos autores proponen que se
deberían buscar síntomas incompletos del SKB que indiquen compromiso
funcional temporolímbico lateral (circuito de Yakovlev) antes de proceder
a la resección para disminuir el riesgo de producir un franco SKB postqui-
rúrgico30. Tampoco es claro por qué algunos pacientes pueden presentar
lesiones amigdalinas bilaterales sin desarrollar el SKB, como en el síndro-
me de Urbach-Wiethe. La hipótesis de Feinstein, Adolphs y Amaral que
resalta el rol que juega la amígdala durante el aprendizaje emocional del
sujeto parece aquí pertinente, de forma que sería esperable que difieran
las manifestaciones clínicas de un compromiso insidioso, longitudinal, en
contraposición al compromiso agudo, transversal, que precede a los casos
con SKB35. Después de todo, sabemos por los estudios de lesión que la plas-
ticidad sináptica permite intentos de relocalización de las funciones com-
prometidas en el hemisferio contralateral o incluso en áreas perilesionales
del mismo hemisferio, especialmente si se trata de lesiones tempranas en
el neurodesarrollo60. Otro elemento a considerar al respecto es la etiología
del insulto neurológico, ya que algunos factores, por ejemplo el edema en
las lesiones cerebrovasculares o la gliosis perilesional, pueden amplificar
el daño original a la circuitería, contribuyendo a la generación del SKB29.
De igual importancia es lo que el SKB nos puede decir de la organiza-
ción jerárquica del sistema nervioso y de su relación con la vivencia de
las necesidades instintivas. Desde que Darwin postuló una continuidad en
las especies a través de un desarrollo de menor a mayor complejidad, la
aplicación de una perspectiva neuroevolutiva al sistema nervioso llevó a
una conceptualización del mismo como un cúmulo de jerarquías neurales
y mentales, por parte de autores como Jackson y McLean61,62. Jackson
hipotetizó que las lesiones que afectaban a centros superiores como en el
neocórtex producían no solo una disolución de la función y los síntomas
309
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
310
Síndrome de Klüver-Bucy
311
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Incremento marcado
de la conducta eróti-
HIPERSEXUALIDAD ca, sin consideración
del contexto o las
consecuencias
312
Síndrome de Klüver-Bucy
Un incremento mar-
cado en la conducta
oral, incluyendo el
HIPERORALIDAD tiempo de manteni-
miento en la boca de
la materia comestible
y no comestible
Un incremento
AUMENTO EN
marcado en la ex-
CONDUCTAS ORALES
ploración de objetos
DE EXPLORACIÓN
mediante la boca
ALTERACIÓN EN LA PERCEPCIÓN
Esta característica
fue descrita ori-
ginalmente como
“ceguera psíquica”
AGNOSIA VISUAL
y se describe ante
todo en monos, con
menos frecuencia en
humanos
ALTERACIÓN EN LA CONDUCTA DE EXPLORACIÓN
313
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Pérdida de interés
o preocupación
por el hecho de
tener síntomas o
manifestaciones de
un trastorno o enfer-
PÉRDIDA DE INSIGHT
medad y por las re-
EMOCIONAL
percusiones sobre sí
mismo o sobre otros,
acompañado de ac-
titudes indiferentes
o inapropiadas (ej.
anosodiaphoria)
ALTERACIONES SOCIOEMOCIONALES
Un cambio marcado
en la conducta
DOCILIDAD interpersonal, defi-
nida por docilidad y
actitud sumisa
Pérdida de patrones
habituales de res-
puesta de escape
ante el peligro y de
comportamientos
PÉRDIDA DEL MIEDO
normales de evita-
ción del daño, así
como de las expe-
riencias subjetivas
relacionadas
Pérdida de patrones
de respuesta ha-
PÉRDIDA DE LA bituales de lucha y
AGRESIÓN combate, así como
de los estados subje-
tivos relacionados
Pérdida de respues-
tas habituales frente
a estímulos desagra-
PLACIDEZ dables relevantes,
con predominio de
estados de ánimo
placenteros
314
Síndrome de Klüver-Bucy
Pérdida de interés y
preocupación por el
PÉRDIDA DE LA
cuidado de los hijos
CONDUCTA DE
(por ejemplo, negli-
CRIANZA
gencia en el cuidado
materno)
Un cambio marcado
en los patrones
previos de regulación
automática de la
distancia física
PÉRDIDA DE LA
corporal alrededor
REGULACIÓN DEL
de uno mismo du-
ESPACIO PERSONAL
rante la interacción
interpersonal, lo que
ocasiona general-
mente malestar en
los otros
315
Referencias
316
Síndrome de Klüver-Bucy
317
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
29. Braun, C. M. et al. (2003). Opposed left and right brain hemisphere
contributions to sexual drive: a multiple lesion case analysis. En:
Behavioural neurology; 14 (1-2): 55-61.
30. Boronat, S. et al. (2013). Klüver–Bucy syndrome after unilateral fron-
totemporal resection in a child with tuberous sclerosis. En: Child’s
Nervous System; 29 (8): 1391-1394.
31. Yoneoka, Y. et al. (2004). Human Kluver-Bucy syndrome following
acute subdural haematoma. En: Acta neurochirurgica; 146 (11):
1267-1270.
31. Dossani, R. H. et al. (2015). The legacy of Henry Molaison (1926–2008)
and the impact of his bilateral mesial temporal lobe surgery on the
study of human memory. En: World neurosurgery; 84 (4): 1127-1135.
32. Tranel, D. et al. (2006). Altered experience of emotion following bila-
teral amygdala damage. En: Cognitive neuropsychiatry; 11 (3): 219-232.
33. Feinstein, J.S. et al. (2011). The human amygdala and the induction
and experience of fear. En: Current biology; 21 (1): 34-38.
34. Amaral, D. G. et al. (2016). Living without an amygdala. Nueva York:
Guilford Publications.
35. Devinsky, J. et al. (2010). Klüver-Bucy syndrome, hypersexuality, and
the law. En: Neurocase; 16 (2): 140-145.
36. Jha, S. et al. (2004). Kluver-Bucy syndrome — an experience with six
cases. En: Neurology India; 52 (3): 369-371.
37. Thirunavukarasu, S. (2011). Temporal and Pontine Involvement in
a Case of Herpes Simplex Encephalitis, Presenting as Kluver Bucy
Syndrome-A Case Report. En: Journal of clinical imaging science; 1.
38. Leesch, W. et al. (2009). Primary cerebral Whipple disease presenting
as Kluver-Bucy syndrome. En: Archives of neurology; 66 (1): 130.
39. Auvichayapat, N. et al. (2006). Kluver–Bucy syndrome after myco-
plasmal bronchitis. En: Epilepsy & Behavior; 8 (1): 320-322.
40. Hreniuc, N. C. et al. (2017). Clinical manifestations and morphological
changes in one case with post-stroke Klüver-Bucy syndrome. En:
Revue roumaine de morphologie et embryologie; 58 (2): 665-669.
41. Gos' cin ski, I. et al. (1997). The Kluver-Bucy syndrome. En: Acta
neurochirurgica; 139 (4): 303-306.
42. Soto-Cabrera, E. et al. (2010). Klüver-Bucy syndrome secondary to
medulloblastoma metastasis. En: Neurología (English Edition); 25
(2): 135-136.
318
Síndrome de Klüver-Bucy
319
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
57. Lin, H. F. et al. (2011). Kluver–Bucy syndrome in one case with syste-
mic lupus erythematosus. En: The Kaohsiung journal of medical scien-
ces; 27 (4): 159-162.
58. Slaughter, J. et al. (1999). Selective serotonin reuptake inhibitor
treatment of post traumatic Klüver-Bucy syndrome. En: Brain injury;
13 (1): 59-62.
59. Doidge, N. (2007). The brain that changes itself: Stories of personal trium-
ph from the frontiers of brain science. Penguin.
60. Berrios, G. E. (2001). The factors of insanities: J. Hughlings Jackson.
Classic Text No. 47. En: History of psychiatry; 12 (47 Pt 3): 353-373.
61. Wiest, G. (2012). Neural and mental hierarchies. En: Frontiers in psy-
chology; 3: 516.
62. Panksepp, J. et al. (2012). The archaeology of mind: neuroevolutionary
origins of human emotions (Norton series on interpersonal neurobiology).
WA: W.W. Norton & Company.
63. Panksepp, J. (2010). Affective neuroscience of the emotional
BrainMind: evolutionary perspectives and implications for unders-
tanding depression. Dialogues in clinical neuroscience; 12 (4): 533.
64. Marková, I. S. et al. (2001). The ‘object’ of insight assessment: rela-
tionship to insight ‘structure’. En: Psychopathology; 34 (5): 245-252.
65. Mendez, M. F. et al. (2005). Loss of insight and functional neuroima-
ging in frontotemporal dementia. The Journal of neuropsychiatry
and clinical neurosciences; 17 (3): 413-416.
66. Mendez, M. F. et al. (2011). Loss of emotional insight in behavioral
variant frontotemporal dementia or “frontal anosodiaphoria”. En:
Consciousness and cognition; 20 (4): 1690-1696.
320
ABORDAJE NEUROPSIQUIÁTRICO
DE LAS PSICOSIS
Jesús Ramírez Bermúdez
Ramiro Ruiz García
Rodrigo Pérez Esparza
Conceptos generales
DEFINICIÓN CLÍNICA
¿Qué significa psicosis? Para los fines de la práctica médica y psicológica
se requiere una definición operativa del término, más allá de los debates
culturales y filosóficos. En este sentido, debemos plantear los siguientes
criterios:
321
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
322
Abordaje neuropsiquiátrico de las psicosis
Fisiopatología
No existe un marcador biológico con validez clínica para el diagnóstico de
los trastornos psicóticos. Sin embargo, las investigaciones neurobiológicas
realizadas a lo largo de los siglos XX y XXI en los campos de la farmacología
clínica y básica, la neuroquímica clínica y básica, así como la neuroimagen
molecular (obtenida mediante tomografía por emisión de positrones) y la
neuroimagen funcional (obtenida mediante imagenología por resonancia
magnética junto a otros métodos) permiten obtener un modelo heurístico
como el que aparece en la Figura 1, sobre bases sólidas (Murray et al.,
2013). Este esquema no es definitivo, porque la fisiopatología de la psicosis
no es un tema en el que se hayan alcanzado conclusiones definitivas.
En todo caso, para pasar del nivel neurobiológico al nivel clínico, se
requiere la intermediación de las neurociencias cognitivas, especialmente
de la neuropsicología, que nos ofrece modelos para responder la siguiente
pregunta: ¿cómo se traducen las alteraciones de la función neural des-
critas en la Figura 1 en síntomas mentales como las alucinaciones o los
delirios? Algunos conocimientos cardinales en el campo neuropsicológico
se describen en la Figura 2, de acuerdo con estudios neuropsicológicos y
de neuropsiquiatría cognitiva (Bell et al., 2006).
323
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Mecanismos neuroquí-
micos que conducen a
estados psicóticos
MECANISMOS NEUROPSICO-
LÓGICOS IMPLICADOS EN LA
FORMACIÓN DE ESTADOS
PSICÓTICOS
FIGURA 2.
324
Abordaje neuropsiquiátrico de las psicosis
Clasificación
Las taxonomías actuales, escritas por la Organización Mundial de la Salud
(CIE-11) y la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-5), se presentan en
la Tabla 1. Como puede observarse, las clasificaciones no están exentas
de controversias: el acuerdo entre ambos sistemas no es completo y hay
argumentos científicos y clínicos sólidos para criticar la inclusión de la
catatonia como una subcategoría dentro de los trastornos psicóticos, en
el caso del DSM-5. En la CIE-11 la categoría “catatonia” no depende de la
categoría “psicosis”. Para fines del abordaje clínico de los pacientes con
psicosis, es necesario considerar tres grandes categorías nosológicas:
325
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
APA. Asociación Psiquiátrica Americana. CIE 11. Clasificación internacional de las enfermedades,
11ª edición. DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, 5ª edición. OMS.
Organización Mundial de las Enfermedades.
TRASTORNOS PSICÓTICOS
SECUNDARIOS A CAUSAS
FARMACOLÓGICAS
FIGURA 3. Sustancias que se reportan frecuentemente como causas de psicosis, durante estados de
intoxicación o de supresión.
326
Abordaje neuropsiquiátrico de las psicosis
Psicosis secundaria
a condiciones médicas generales
FRECUENCIA
La probabilidad de encontrar una condición médica general (es decir, una
condición médica no psiquiátrica) como causa de un estado de psicosis es
variable, y depende del escenario clínico en el cual se estudie el problema.
Un estudio realizado en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía
de México, en el cual se incluyeron 192 casos consecutivos de primer epi-
sodio psicótico, mostró que el 28% de los pacientes con un primer episodio
psicótico presentaban una causa médica subyacente después de un estudio
sistemático y un seguimiento mínimo de seis meses (Perez-Esparza, 2011).
Al tratarse de un Instituto Neurológico, las causas principales fueron en-
fermedades del sistema nervioso central; es esperable que en los hospitales
generales se presenten. La prevalencia a lo largo de la vida se ha estimado
en un rango que va de 0.21 a 0.54% (APA, 2013), lo cual es una cifra consi-
derable, aunque es significativamente menor que la observada en el caso de
los trastornos del espectro de la esquizofrenia y en las psicosis afectivas. En
el contexto geriátrico, la probabilidad aumenta, ya que las personas mayo-
res de 65 años tienen una prevalencia de 0.74% (APA, 2013).
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
En la Figura 4 se mencionan algunas de las condiciones médicas genera-
les que pueden causar estados de psicosis, aunque la lista no es exhaustiva.
En todo paciente con psicosis debe estudiarse esta posibilidad, particular-
mente en pacientes con un primer episodio psicótico, en pacientes con
mala respuesta al tratamiento antipsicótico y en pacientes con cuadros
psicóticos atípicos, es decir, en pacientes que no tienen una fenomenolo-
gía característica de la esquizofrenia o de los trastornos afectivos. Esto
nos recuerda la obligación médica de abordar a cada paciente de manera
cuidadosa y, en particular, la obligación de realizar un examen médico
general así como una exploración neurológica completa.
De esta manera, los pacientes con psicosis inducida por condiciones
médicas generales suelen tener manifestaciones clínicas sistémicas (por
ejemplo, fiebre, alteraciones cardiorrespiratorias, síntomas somáticos di-
versos) o síndromes neurológicos: síndrome piramidal, síndromes sensiti-
vos, síndromes de alteración de nervios craneales, movimientos anormales,
síndrome cerebeloso, alteraciones de la marcha (Cummings, 1985).
327
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
PSICOSIS SECUNDARIA A
CAUSAS MÉDICAS
NEUROLÓGICAS: SISTÉMICAS:
a) Neoplasias cerebrales a) Metabólicas: porfirio
b) Enfermedad vascular cerebral aguda intermitente
c) Epilepsia: psicosis ictal, postictal, b) Autoinmunes: lupus
interictal eritematoso generaliza-
d) Infecciones del SNC: encefalitis viral, do
neurosífilis, infección por VIH c) Endócrinas: hipertiroi-
e) Enfermedades autoinmunes: encefali- dismo, hipotiroidismo,
tis por anticuerpos anti-NMDA síndrome de Cushing,
f) Enfermedades degenerativas y síndrome de Addison
heredodegenerativas: enfermedad de
Alzheimer, demencia frontotemporal,
demencia por cuerpos de Lewy,
enfermedad de Parkinson idiopática,
complejo Parkinson-plus
g) Enfermedades de sustancia blanca:
leucodistrofia metacromática
FIGURA 4. Condición médicas no psiquiátricas que se reportan frecuentemente como causas de psicosis.
Evaluación clínica
El diagnóstico sindromático se obtiene al demostrar la existencia de ideas
delirantes, alucinaciones y/o pensamiento desorganizado, y la ausencia de
una alteración significativa del estado de alerta (que nos haría suponer un
estado de delirium). Esto requiere una entrevista directa con el paciente
así como entrevistas indirectas con familiares, amistades, u otras personas
capaces de proporcionar información válida y confiable. Las observaciones
directas del clínico también son una fuente de observación invaluable, por
ejemplo, para calificar aspectos como la conducta alucinatoria o delirante.
Durante la evaluación diagnóstica, el examen mental completo, así como
el examen neurológico y físico general, son obligatorios. La exploración
neuropsicológica es de gran utilidad; para conocer a este respecto, lo me-
jor es revisar el capítulo de este libro titulado Evaluación neuropsicológica
de pacientes neuropsiquiátricos.
Existen diferentes instrumentos clinimétricos para evaluar los estados
psicóticos. En el contexto del espectro de la esquizofrenia, el instrumento
328
Abordaje neuropsiquiátrico de las psicosis
329
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Enfermedad de Niemann-Pick
+ +
tipo C
CAUSAS AUTOINMUNES
Encefalitis límbica
+ +
autoinmune
Neurolupus + +
CAUSAS VASCULARES
Hematoma subdural +
Enfermedad vascular cerebral
+ +
isquémica
Esclerosis múltiple +
Leucodistrofia metacromática + +
OTRAS CAUSAS NEUROLÓGICAS
Neoplasias cerebrales + + +
Epilepsia + + +
Traumatismo
+ + +
craneoencefálico
más aceptado es la escala PANSS (Positive and Negative Syndrome Scale). Esta
escala requiere una entrevista semiestructurada. Una herramienta previa,
observacional, que puede ser usada en todos los pacientes psicóticos, in-
cluyendo los que no forman parte del espectro de la esquizofrenia, es la
escala BPRS (Brief Psychiatric Rating Scale). La BPRS permite documentar y
cuantificar la intensidad del síndrome. Se califica en base a una entrevista
clínica, considerando el estado del paciente en el examen mental actual y
su comportamiento en las últimas 72 horas. Una puntuación de 15 a 30
indica una intensidad leve a moderada y, más de 30 puntos, sugieren una
intensidad severa. En la Tabla 3 se describe la escala BPRS.
330
Abordaje neuropsiquiátrico de las psicosis
331
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Puntaje total__________
332
Abordaje neuropsiquiátrico de las psicosis
Evaluación paraclínica
La evaluación paraclínica es esencial para poder establecer un diagnóstico
diferencial. En el capítulo titulado “Evaluación paraclínica de los pacien-
tes neuropsiquiátricos” se presentan guías para la selección de estudios
de laboratorio y gabinete. En este capítulo se incluye adicionalmente la
Tabla 4, que brinda así mismo una orientación para la selección de estu-
dios de neuroimagen y electroencefalografía en el contexto específico de
los trastornos psicóticos.
Caso clínico:
Síndrome de Capgras secundario a lesión postraumática
Se trata de un hombre de 32 años de
edad, sin anormalidades relevantes
premórbidas en el terreno de la salud
mental. Posterior a un traumatismo cra-
neoencefálico, cursó con un estado de
coma de varias semanas de duración.
Durante su recuperación posterior al
coma, recuperó el estado de alerta y las
funciones sensitivo-motoras, pero cursó
con un cuadro crónico de psicosis ca-
racterizado por ideas delirantes de mala
identificación: afirmaba que su madre
no lo era realmente, lo cual generó
así mismo episodios de agresividad
física contra ella, provocando lesiones
significativas. En su evaluación neurop-
sicológica presentó datos de disfunción
ejecutiva moderada. El estudio de IRM
en secuencia FLAIR mostró lesiones en
el hemisferio derecho, localizadas en el
polo temporal y en la región prefrontal
polar y lateral.
333
Bibliografía
334
SÍNDROME DE COTARD
Jesús Ramírez-Bermúdez,
Mariana Espínola-Nadurille,
Paula Bustamante Gómez
335
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
336
Síndrome de Cotard
Fenomenología clínica
German Berrios y Rogelio Luque (1995) realizaron un análisis de cien
casos del síndrome de Cotard descritos y publicados en la literatura cien-
tífica, mostraron que la edad parecía aumentar el riesgo de presentación
del síndrome, y que este se caracterizaba por un conjunto de síntomas
afectivos e intelectuales (en contradicción con la idea más reduccionista
y popular según la cual se trata de la idea falsa de estar muerto). Los
más frecuentes, de acuerdo con el análisis de Berrios y Luque, son los
siguientes:
Definición operacional
El grupo de neuropsiquiatría del Instituto Nacional de Neurología y
Neurocirugía (INNN) de México, en colaboración con el Dr. Mario Mendez
de la Universidad de California, ha realizado un estudio de psicopatología
descriptiva del síndrome de Cotard, en pacientes neurológicos y psiquiá-
tricos, con la siguiente definición operativa (Ramírez-Bermúdez et al.,
2010): “Una constelación compleja de síntomas psiquiátricos con delirios
nihilistas como característica principal, es decir, la negación delirante de
características generales o particulares de sí mismo o el mundo”. Entre las
características que acompañan al delirio de negación, el estudio del INNN
encontró datos similares a los reportados por el análisis clínico histórico
de Berrios: ansiedad, depresión, y delirios concomitantes. Con respecto al
contenido del delirio, los aspectos de sí mismo y del mundo que pueden
ser objeto de negación, de acuerdo con la revisión de la literatura médica,
son los siguientes:
337
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Abordaje etiológico
De acuerdo con el mismo estudio, las condiciones neurológicas y psiquiá-
tricas que pueden observarse en pacientes con síndrome de Cotard son
variadas:
338
Bibliografía
339
SÍNDROME DE CHARLES BONNET
Yoldi-Negrete M,
Jesús Ramírez Bermúdez,
Ángel Ruiz Chow,
Luis Carlos Aguilar Venegas,
Daniel Crail Meléndez,
Rodrigo Pérez Esparza,
Luis Daniel Alviso de la Serna
Introducción
Existen pacientes que, después de lesiones cerebrales o periféricas especí-
ficas, pierden alguna función sensorial, como puede ser la vista o el oído.
Paradójicamente, después de perder esta función, presentan alucinaciones
complejas relacionadas con la función perdida. Por ejemplo, una paciente
que pierde la función visual comienza a presentar alucinaciones visuales
complejas. Algo característico de estos pacientes, es que, en la mayoría de
las ocasiones, conservan el juicio de realidad, al menos de una forma par-
cial (es decir, reconocen la naturaleza irreal de las imágenes alucinatorias).
A pesar de que se han publicado ya varios reportes de caso, series de
caso y estudios epidemiológicos sobre el síndrome de Charles Bonnet,
sobre la alucinosis peduncular y otros fenómenos alucinatorios, y han sido
propuestos criterios para el diagnóstico del síndrome de Charles Bonnet,
tal parece que persisten importantes controversias: para algunos autores,
el término “síndrome de Charles Bonnet” debería ser exclusivo de pa-
cientes con patología ocular; para otros debería ser un síndrome utilizado
solamente en pacientes ancianos; otros autores piensan que si la lesión
se encuentra en el mesencéfalo debería llamarse alucinosis peduncular,
independientemente de si existe o no un déficit visual acompañante; hay
quienes consideran que si se encuentran en pacientes epilépticos, es un
fenómeno distinto, aún si se presenta, como en otros casos, acompañando
a un déficit visual; y finalmente se restringe el uso del término para ser
empleado solamente si los pacientes presentan capacidades íntegras de
341
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
342
Síndrome de Charles Bonnet
El fenómeno clínico
CONTENIDO
El contenido de las alucinaciones ha sido ampliamente descrito. La ima-
gen más comúnmente descrita es la una persona2, aunque en un estudio
reciente en el que incluyeron las alucinaciones simples como parte del sín-
drome de Charles Bonnet, se menciona que la imagen más comúnmente
vista es la de animales, seguida de luces brillantes elementales, personas
extrañas, flores y cuando existía más de un objeto visto se mantenía ese
orden de presentación con excepción de que los extraños eran más comu-
nes que las luces brillantes3. Las alucinaciones pueden ser muy variadas,
desde luces simples3 hasta escenas completas4. Se han descrito caras sin
cuerpo, imágenes vívidas de animales y plantas, formas geométricas su-
tiles, imágenes miniatura, de tamaño normal o gigantes5. Se han descrito
también personas conocidas, ya sea aún con vida o bien fallecidos2.
La localización de las alucinaciones es referida en el medio externo5
y la mayoría lo describen como muy nítido5 aunque existen autores que
han encontrado a más pacientes que lo describen como borroso4. Se han
descrito imágenes estáticas, con movimiento en bloque y con movimiento
interno5,6.
Los criterios de Gold y Rabins exigen que las imágenes sean estereoti-
padas, aunque existen varios autores que difieren, encontrando pacientes
que describen imágenes diferentes entre sí e incluso el mismo paciente en
momentos diferentes5–8.
343
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
INSIGHT
Es globalmente conocido que la principal característica de este síndrome
es que las personas que lo padecen son conscientes de que las imágenes
que perciben no son reales5,6,8,12. Sin embargo, varios autores coinciden en
que esta característica es variable de un paciente a otro5, y cuestionable
en algunos momentos, tomándoles a algunos pacientes más de un evento
para darse cuenta de la irrealidad de las imágenes percibidas8 e incluso
puede variar de un momento a otro en un mismo paciente5.
CURSO CLÍNICO
Las alucinaciones se pueden presentar después de la pérdida visual con un
periodo de latencia muy variable, desde horas o días9 hasta años después3.
De hecho en el estudio de Gilmour y colaboradores encontraron que la
probabilidad de presentar el síndrome era 24% más alta si el diagnóstico
de patología ocular tenía más de 5 años3.
Se han descrito cursos episódicos, periódicos y continuos9. Se ha des-
crito que las alucinaciones tienden a desaparecer cuando mejora la agude-
za visual o cuando empeora significativamente9.
La desaparición de las alucinaciones es variable de paciente a paciente.
Un estudio de seguimiento en un centro oftalmológico observó a los pa-
cientes un año, encontrando que el 28% de la muestra que había reportado
tener alucinaciones al inicio del estudio no las presentaba ya, sin embargo,
un 24% de los que no las presentaban inicialmente, las presentaban al
final del estudio13. Otro estudio encontró que, a un año de seguimiento,
30% ya no presentaba alucinaciones, 21% había disminuido en frecuencia,
en 24% había aumentado la frecuencia y en 33% permanecían igual14.
344
Síndrome de Charles Bonnet
AGUDEZA VISUAL
En la descripción original del síndrome, De Morsier pensaba que la pobre
agudeza visual era solamente una característica presente en varios de los
pacientes y no una característica necesaria para la presentación de este15.
El estudio posterior de la patología hacía pensar que De Morsier estaba
equivocado en este aspecto, y que de hecho las imágenes se presentaban
debido a la pérdida de la visión1 aunque en varios estudios posteriores se
han encontrado pacientes que no presentan disminución de la agudeza
visual3 y de hecho es un fenómeno que no se presenta en sujetos que son
ciegos de nacimiento5. Lo que parece quedar claro es que la pérdida visual
es un factor que eleva de manera muy importante el riesgo de presentar el
síndrome5,8 y que este riesgo se eleva a partir de una agudeza visual 20/40
y hasta 20/16008, aunque el mayor riesgo se presenta en 20/60 y 20/66
según dos estudios5 y es más común en aquellos con agudeza visual entre
20/100 y 20/800, siendo dos veces más probable si la agudeza está entre
20/301 y 20/800.
Así mismo, es más frecuente cuando la patología es bilateral5, y algu-
nos autores describen que las alucinaciones tienen una predilección por
las áreas ciegas del campo visual16,17 aunque hay otros que no encontraron
relación entre el escotoma y las imágenes alucinadas18.
Factores de riesgo
Se han propuesto varios factores asociados con el síndrome de Charles
Bonnet. Estos incluyen el aislamiento social19–21, timidez19, enfermedad
cerebro vascular21, el cansancio y trastornos del estado de alerta, el estrés,
la sugestión5, el nivel de visión, iluminación y hora del día8. Cabe destacar
que el estudio de Gilmour y colaboradores8, no encontró a la edad, el vivir
solo, ni la viudez como factores de riesgo. En ese mismo estudio, tampoco
encontraron una correlación entre el Mini-Mental Status Examination
(MMSE), el usar fármacos oftalmológicos, el consumo de alcohol o tabaco,
ni con el número de tratamientos con láser o fotodinámicos. Otras comor-
bilidades frecuentemente encontradas en este síndrome son el deterioro
cognitivo y la depresión.
Existen autores que piensan que debe de descartarse deterioro cogni-
tivo para poder realizar este diagnóstico y en sus series de casos realizan
un MMSE para excluir a los pacientes que no pasen dicha prueba3, sin em-
bargo, existen varias descripciones de pacientes con deterioro cognitivo
345
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Criterios diagnósticos
En 1873, Naville propuso seis criterios para reconocer las alucinaciones
compatibles con la razón49:
346
Síndrome de Charles Bonnet
En este tema del síndrome de Charles Bonnet, existen aún varias con-
troversias: si debe reservarse el nombre para patología ocular15, si debe
reservarse para ancianos1, si la presencia de otro tipo de alucinaciones
excluye el diagnóstico en todos los casos50, si el insight debe estar preser-
vado50, si las alucinaciones son o no persistentes50, incluso hay autores
que mencionan que puede presentarse aún con visión normal51. De tal
manera que todos los criterios han sido puestos en duda. Con todas estas
controversias, resulta, como menciona German Berrios en su artículo9,
de poco interés el utilizar un epónimo para referirse a todos los estados
alucinatorios, resultando mucho más informativo el describir el fenómeno
en sí y no existen criterios diagnóstico universalmente aceptados. Por
lo anterior parece conveniente describir otros estados alucinatorios con
insight conservado como a continuación exponemos.
347
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
348
Síndrome de Charles Bonnet
Nivel de
Fármaco Respuesta obtenida Referencia
evidencia
ANTICONVULSIVANTES
Remisión de las alucinaciones
a los dos días de iniciado
Reporte de (37)
Gabapentina el tratamiento y libre de
caso
alucinaciones a tres meses de
seguimiento.
No disminuyó alucinaciones,
Reporte de (9,42)
Levetiracetam incluso las aumentó, con una
caso
dosis de 500 mg/día.
349
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
ANTIPSICÓTICOS
Respuesta parcial en un caso Reporte de (45)
Haloperidol
(Cammaroto et al., 2009). caso
350
Síndrome de Charles Bonnet
INHIBIDORES DE LA
ACETILCOLINESTERASA
Disminución de las alucinacio-
nes en un ojo y al aumentar Reporte de (1)
Donepezilo
la dosis a 5 mg/d disminución 1 caso
en ambos ojos.
351
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
352
Síndrome de Charles Bonnet
TEORÍA IRRITATIVA
Actividad ictal desde un centro irritativo, posiblemente en las cortezas
occipital o temporal, ha sido también implicado como causante de la gé-
nesis de alucinaciones visuales1,9,55. Así mismo, Ossola y colaboradores56,
presentan un caso con alucinaciones típicas de Charles Bonnet en una
mujer con eventos cerebro-vasculares hemorrágicos que presentaba des-
cargas epileptiformes periódicas lateralizadas (PLEDs) y que mejoró tras el
ajuste del antiepiléptico. En la Figura 1 resumimos dichas teorías.
Conclusiones
Las alucinaciones visuales complejas secundarias a deprivación de la vía
visual continúan siendo una entidad poco conocida aunque frecuente. La
gran variabilidad en su presentación clínica y en las enfermedades que lo
acompañan hace que aún no exista un consenso acerca de si constituye
o no un síndrome en sí mismo, lo cual limita su estudio sistemático. Sin
embargo, creemos que el continuar analizando caso por caso con las va-
353
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
DESEQUILIBRIO
SEROTONINA/
ACETILCOLINA: El paso de
información del núcleo geniculado
lateral del tálamo a la corteza es
modulado por proyecciones
exicitatorias del sistema
colinérgico e inhibitorias del
sistema serotoninérgico. Lesiones
del tallo cerebral pueden
interrumpir la modulación
inhibitoria serotoninérgica,
provocando excitación del núcleo
geniculado lateral dorsal,
disregulación de la información
que proviene de la retina y
alucinaciones visuales complejas.
Núcleo
pedunculo-
pontino:
productor de
Núcleo del rafé acetilcolina
mediales: (+)
productores
de serotonina
(-)
354
Referencias
355
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
356
Síndrome de Charles Bonnet
357
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
358
Síndrome de Charles Bonnet
359
SÍNDROME DE EKBOM
Carmen Ojeda López,
Jesús Ramírez Bermúdez
Introducción
Las primeras observaciones del síndrome de infestación delirante fueron
realizadas por el dermatólogo Thibierge en 18641, quien describió a una
serie de pacientes que aseguraban sufrían de infestación por ácaros que no
lograba evidenciarse, fenómeno al que llamó “acarofobia”. Siguieron otros
reportes académicos de cuadros similares bajo distintas denominaciones
como “neurodermatitis parasitofóbica”, “entomofobia”, “hipocondriasis
circunscrita”, “dermatofobia”, “delirio cenestésico” y “alucinaciones de in-
festación por insectos”2,3. Fue en 1930 cuando el médico sueco Karl Axel
Ekbom caracterizó a este fenómeno como un trastorno distintivo, bajo el
término de präseniler Dermatozoenwahn4 (delirio dermatozoico presenil),
adoptándose en Europa el epónimo síndrome de Ekbom3. Cabe mencio-
nar que en la Neuropsiquiatría el síndrome de piernas inquietas es tam-
bién conocido como síndrome de Ekbom, pues su descripción se atribuye
también a este neurólogo.
En 1946, Wilson y Miller5 publicaron seis casos más y realizaron una re-
visión de los reportes previos, destacando que este síndrome podía deberse a
distintas etiologías, e introduciendo el término “delirio de parasitosis”, el cual
fue ampliamente aceptado para descripciones subsecuentes. Debido es poco
frecuente que los pacientes describan parásitos específicos, Freudenmann y
Lepping3 consideraron que el término “infestación delirante” (ID) era más
apropiado que “delirio de parasitosis” por ser más extenso. ID, por tanto,
abarca también al delirio de infestación por objetos inanimados.
361
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Epidemiología y etiología
La mayoría de las series han encontrado mayor frecuencia de ID en mujeres
que en hombres, llegando a una razón de cerca de 2.5:1 en las series más
grandes2,3. En un estudio realizado en Olmsted County, Minnesota, se en-
contró una incidencia de 1.9 (95% CI, 1.5-2.4) por 100,000 persona-años6.
El síndrome de ID se ha descrito en el contexto de diversas enferme-
dades neurológicas7, incluyendo enfermedades neurodegenerativas3, así
como asociado al uso de sustancias psicoactivas9,10, como cocaína, anfeta-
minas y canabinoides; además amantadina y otros fármacos dopaminér-
gicos8 en el tratamiento de enfermedad de Parkinson. En los pacientes
con deterioro cognitivo es posible que existan alteraciones visuales o
auditivas asociadas3. También se han descrito casos de ID en el contexto
múltiples patologías sistémicas y metabólicas (Tabla 1).
La comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos es frecuente. En
un estudio retrospectivo de pacientes con ID evaluados por el servicio de
Psiquiatría de la Clínica Mayo en un período de 7 años, Hywla y colabora-
dores11 encontraron que el 74% de ellos presentaba alguna comorbilidad
psiquiátrica, siendo los más comunes depresión, ansiedad y dependencia o
abuso de sustancias, y en raras ocasiones trastornos de personalidad. En
aquellos casos sin patología neurológica o psiquiátrica identificada, el per-
fil más común descrito es el de la mujer de mediana edad cognitivamente
íntegra y sin antecedentes psiquiátricos, más con pocos contactos sociales3.
Bases neuroanatómicas
Se han propuesto dos abordajes fisiopatológicos del síndrome. En el abor-
daje cognitivo, el síndrome se ha caracterizado por una idea delirante,
mientras que en el abordaje sensorialista las alteraciones sensitivas son
el elemento principal12, proponiéndose el término “alucinosis táctil cró-
nica”13. Aunque ID se encuentra clasificado como un trastorno delirante,
existe evidencia que apoya que existe una alteración subyacente en la
percepción sensitiva. Se han reportado casos de ID con lesiones en el puta-
men14 que apoyan que la interrupción del asa somática córtico-subcortical
origina las alteraciones perceptuales. De igual forma, en enfermedades
neurodegenerativas, se postula que la disfunción en esta red estriato-tá-
lamo-parietal explica los síntomas somáticos presentados8. En múltiples
de las enfermedades sistémicas mencionadas en la Tabla 1 se presentan
alteraciones en la sensibilidad o prurito.
362
Síndrome de Ekbom
Trastornos neurocognitivos
Trastornos del neurodesarrollo
Enfermedad de Parkinson
Enfermedad de Huntington
Neoplasias intracraneales
Neurológicas Encefalitis
Neurocisticercosis
Meningitis
Esclerosis múltiple
Evento vascular cerebral isquémico o hemorrágico
Traumatismo craneoencefálico
Cardiopatía isquémica
Cardiovasculares Trastornos del ritmo cardiaco
Hipertensión arterial sistémica
Renales Insuficiencia renal crónica
Hepatitis
Hepáticas
Colestasis con hiperbilirrubinemia
Diabetes mellitus
Hipertiroidismo
Hipotiroidismo
Endocrinas
Panhipopituitarismo
Hiperparatiroidismo
Acromegalica
Pelagra
Deficiencia de ácido fólico
Metabólicas
Deficiencia de vitamina B12
Hipernatremia
Lupus eritematoso sistémico
Reumatológicas
Behçet
Sífilis
Virus de Inmunodeficiencia Humana
Infecciosas
Tuberculosis
Lepra
Cáncer de mama
Cáncer de colon
Neoplásicas Cáncer pulmonar
Linfoma
Leucemia linfocítica crónica
363
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
364
Síndrome de Ekbom
365
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
cerebral; serología para VIH, sífilis, hepatitis; niveles de ácido fólico y vita-
mina B12; así como perfil reumatológico3.
Tratamiento
Es común que el paciente haya acudido previamente con diversos espe-
cialistas y busque validación de sus preocupaciones y los “especímenes”
que muestra al médico. Es esencial descartar una infestación real, y ser
empático. Reforzar que las sensaciones, aunque delirantes, son reales y
que existen causas neurobiológicas conocidas favorece el rapport. Si el
paciente representa un riesgo para sí mismo o para otros (ej. uso de quí-
micos, autolesiones) puede requerir internamiento17.
En la mayoría de los casos se requiere de tratamiento antipsicótico,
más se debe considerar si es necesario reducir o suspender fármacos re-
lacionados temporalmente con el inicio de los síntomas. Si ID se relaciona
con un trastorno neurocognitivo, se deben considerar primero medidas
no farmacológicas, así como en otras alteraciones de comportamiento
relacionadas con demencia. Si ID se relaciona con otras comorbilidades
sistémicas, el tratamiento de ellas (ej. insuficiencia renal) puede disminuir
los síntomas. En el caso abuso o dependencia a sustancias se debe tratar
también la sintomatología relacionada con su abstinencia3.
Aunque la evidencia respecto al tipo de antipsicóticos es limitada,
se recomienda el uso de dosis bajas de antipsicóticos típicos o atípicos.
Freudenmann y Lepping3 recomiendan el uso de risperidona 1 a 2 mg/
día, olanzapina 2.5 a 5 mg/día, amisulprida 200 a 400 mg/día o haloperi-
dol 2 a 5 mg/día. En el meta-análisis realizado por Trabert2, la remisión
completa de ID se logró en cerca del 50% de los casos con tratamiento
psicofarmacológico.
366
Referencias
367
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
368
ABORDAJE NEUROPSIQUIÁTRICO
DEL SÍNDROME DE RISA Y LLANTO PATOLÓGICO
Ramiro Ruiz García
Definición clínica
La risa y llanto patológico (o afecto pseudobulbar como se describe en
algunos textos) es un síndrome caracterizado por episodios de risa y/o
llanto incontrolable. Estos episodios pueden desencadenarse mediante
un estímulo de manera “desproporcionada” o desencadenarse sin algún
estímulo ambiental2. Además, en algunas ocasiones el fenotipo conductual
es contrario al estímulo ambiental, por ejemplo: un paciente que se ríe al
recibir una noticia con un contenido triste.
Este síndrome por lo tanto deberá considerarse como un trastorno del
afecto3 y no de la emoción (como la depresión), debido a que su fundamento
369
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Espectro y características
de la risa y llanto patológico
En la actualidad esta entidad no se encuentra descrita en ningún apartado
del DSM. Algunos autores4 proponen que la risa y llanto patológico es
el grado máximo de afección de un continuo clínico que inicia desde la
labilidad afectiva, sin embargo, esto solamente es una propuesta y no hay
evidencia contundente para sostener esta hipótesis.
Los episodios de risa y llanto patológico por lo general se presentan
de manera súbita y breve con una duración de segundos a minutos, son
estereotipados en frecuencia, intensidad, tipo y duración en cada paciente,
sin embargo, la expresión clínica varía en cada individuo. Algunos pacien-
tes pueden pasar de la risa al llanto durante el mismo episodio, aunque en
las series de casos y reportes no se ha evidenciado que puedan pasar del
llanto a la risa5 esto tal vez tenga relación con un concepto filogenético
de la expresión emocional.
Viñeta clínica
Femenino de 39 años, sin antecedentes de relevancia que fue internada
debido a un cuadro de desorientación alocéntrica, síndrome disejecutivo,
tinnitus y parestesias de 5 meses de evolución. Durante el abordaje se en-
contraron hiperintensidades en regiones subcorticales que involucraban
cuerpo calloso, sustancia blanca frontal bilateral y estriado bilateral, se rea-
lizó diagnóstico de síndrome de Susac y se inició tratamiento con esteroides
y posteriormente plasmaféresis. En las valoraciones finales la desorienta-
ción y el síndrome disejecutivo habían mejorado notoriamente, sin embar-
go comenzó a presentar cuadros en los que presentaba episodios breves (un
minuto aproximadamente) de risa sin algún desencadenante externo, que
describía como involuntarios, comentaba que sentía felicidad (aunque no
tanta como para manifestar esos episodios de risa) pero se avergonzaba con
el personal médico y constantemente reiteraba que no se estaba burlando
de los médicos o enfermeras, “es algo completamente automático”. En una
ocasión presentó un episodio de llanto también de manera súbita y de dura-
370
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome de risa y llanto patológico
IMAGEN 1. Imagen por resonancia magnética del cerebro. A) Cortes sagital y axial en secuencia flair
(fluid-attenuated inversion recovery) en donde se observan lesiones hiperintensas en cuerpo calloso
“snow balls”, corona radiada y regiones periventriculares. B) Cortes coronal y axial en secuencia T2,
en donde se observa pérdida de volumen de estructuras hipocampales e hiperintensidades en corona
radiada y núcleos de la base.
371
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Fisiopatología
Existen dos corrientes hipotéticas sobre el mecanismo que genera la risa
y el llanto patológico, en la actualidad se piensa que ambas hipótesis se
pueden englobar en una sola4. Las regiones cerebrales involucradas en
orden de transmisión de la información serían: un input desde la corteza
somatosensorial primaria hacia regiones frontales ejecutivas motoras y
límbicas, de aquí la información bajaría al tallo cerebral y al cerebelo,
donde esta información es regulada y procesada para regresar a la corteza
frontal, el output conductual de este circuito en una persona sana será la
adecuada regulación de la conducta afectiva al responder a una emoción.
Para fines didácticos describiremos de manera breve cada una de las dos
hipótesis (Imagen 2).
La primera hipótesis se basa en la idea original de Wilson1 en la que
proponía que un centro especializado para la risa y el llanto ubicado en el
tallo cerebral se desconecta de las neuronas que lo “dominan” es decir de
las neuronas motoras corticales (vía cortico bulbar) y otro centro “desco-
nocido” es el que tendrá control sobre las estructuras del tallo.
En la actualidad según los experimentos realizados por Haiman y co-
laboradores6 en pacientes con esclerosis múltiple con y sin risa y llanto
patológico demostraron el involucro de las cortezas somatosensoriales
como un “filtro de información relevante para la expresión conductual”
hacia las regiones frontales y límbicas, es decir en los pacientes con risa y
llanto patológico no existiría este filtro de información y esto repercutirá
en el resto de los circuitos encargados de modular la conducta del afecto.
La corteza clásicamente involucrada con el fenómeno de risa y llanto
patológico es la motora, así como sus proyecciones hacia el tallo (vía cor-
ticobulbar). En un estudio en pacientes con esclerosis múltiple5 encontra-
ron la mayor carga lesional precisamente en regiones frontales, parietales
y el tallo cerebral en relación con este fenómeno.
La segunda hipótesis fue descrita formalmente por Parvazi y Damasio2..
Esta involucra elementos telencefálicos encargados de modular la cogni-
ción social, es decir, si reírse o llorar es adecuado en ese momento pre-
ciso, elementos efectores como la corteza motora, hipotálamo, área gris
periacueductal y los núcleos de los nervios craneales motores, así como
elementos inductores como el cíngulo anterior, circuito de la amígdala
extendida y estriado ventral. Las estructuras telencefálicas así como las
estructuras efectoras tendrán una conexión directa con el cerebelo, este
se encargará de regular la información para “refinar” la conducta. En
372
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome de risa y llanto patológico
Estimulo ambiental
Conducto afectiva
IMAGEN 2. Fisiología del afecto. Un estímulo ambiental, incluso algún recuerdo con carga emocional,
activa las regiones corticales sensoriales, es decir las regiones corticales posteriores a la cisura de
rolando (línea negra). Desde estas regiones que sirven como filtro de estímulos relevantes para la
expresión conductual, viaja la información a regiones corticales frontales ejecutivo/motoras/límbicas,
por delante de la cisura de rolando y desde aquí la información viaja hacia núcleos del tallo de dos
maneras, como información ya procesada (flecha morada) o como información no procesada que
tiene que viajar al cerebelo donde se procesa (flechas pequeñas roja [entrada] y verde [salida]) y
posteriormente se reenvía a las cortezas frontales (flecha verde). Para finalizar el ciclo la información
viaja a las estructuras motoras del tallo (flecha morada) y genera una expresión conductual acorde
a las situaciones que se presenten. Un daño en cualquiera de estas estructuras podría generar una
aberración en la comunicación de estos circuitos y “disregularlos” lo que generará alteraciones en la
conducta afectiva como la risa y llanto patológico (amarillo: corteza cerebral y regiones límbicas, azul:
tallo cerebral, gris: cerebelo).
373
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Etiología
Prácticamente cualquier entidad clínica que genere una interrupción de
la comunicación de los circuitos descritos previamente pueden generar un
síndrome de risa y llanto patológico. Las patologías que más se asocian a
este fenómeno son: esclerosis lateral amiotrófica y enfermedad vascular
cerebral con una prevalencia hasta del 50%8. Otras entidades altamente
relacionadas son esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, enferme-
dad de Alzheimer y traumatismo craneoencefálico.
Abordaje semiológico
Durante el interrogatorio es importante enfocarnos en el núcleo del fe-
nómeno, es decir ¿se trata de un trastorno emocional con repercusión en
la conducta afectiva? como depresión y manía, o se trata puramente de
una alteración en la expresión conductual del afecto, es decir risa y llanto
patológico.
Algunas preguntas clave que nos pueden orientar para esto son: ¿Su
expresión afectiva es congruente con su estado de ánimo? ¿Su expresión
afectiva es voluntaria o involuntaria? ¿Su expresión conductual es exage-
rada o normalmente se manifiesta así?
Cabe señalar que en la labilidad afectiva la expresión afectiva es exa-
gerada respecto al estímulo4, sin embargo, es congruente con el estado
subjetivo emocional. En la risa y llanto patológico la expresión afectiva
es exagerada tanto para el estímulo, como para la experiencia interna
subjetiva y en muchas ocasiones puede ser contrario al estado subjetivo
y ambiental.
Otra clave de la risa y llanto patológico es que es incontrolable e invo-
luntaria y los episodios son breves, contrario a la expresión del afecto en
un paciente con un trastorno primario emocional.
En el año 2006 se propusieron los criterios diagnósticos para la risa y
llanto patológico3, y recientemente estos mismos criterios han sido adap-
tados4 (Tabla 1). En la actualidad se cuenta con una escala específica para
risa y llanto patológico, Pathological Laugther and Crying Scale (PLACS)9
desarrollada en un estudio con pacientes que sufrían risa y llanto patoló-
gico secundario a enfermedad cerebral vascular y tratados con nortripti-
lina, consta de un apartado para risa patológica y otro para llanto. Otra
escala que se ha utilizado en distintos protocolos es la CNS-LS Center for
374
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome de risa y llanto patológico
Criterios esenciales
Criterios de Soporte
Neurological Studies Lability Scale, esta escala incluye ítems tanto de risa
y llanto patológico, así como labilidad afectiva10.
Abordaje paraclínico
El abordaje paraclínico estará enfocado a la sospecha diagnóstica etio-
lógica, debido a que el síndrome de risa y llanto patológico se observa
en entidades que lesionan las estructuras neuroanatómicas que hemos
mencionado es conveniente solicitar un estudio de resonancia magnética
de encéfalo para buscar intencionalmente lesiones y así poder catalogar su
naturaleza (isquémicas, desmielinizantes, por destrucción neuronal como
en entidades neurodegenerativas, etcétera), así una vez que se defina esto
podremos abordar paraclínicamente de manera más amplia al paciente
enfocándonos en la enfermedad sospechada principalmente. En la Figura
3 se muestra la imagen de resonancia magnética (en secuencia FLAIR) de
un paciente que presenta una grave lesión desmielinizante provocada por
el consumo crónico de inhalables (dentro de la entidad que conocemos
como leucopatía por tolueno).
375
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Diagnóstico diferencial
Hay varios elementos a tomar en cuenta en el diagnóstico diferencial, lo
primero que tendremos que realizar es explorar el estado anímico basal
del paciente para descartar un cuadro del estado de ánimo que condicione
una conducta afectiva tendiente al llanto o a la risa.
Aunque algunos autores proponen un espectro desde la labilidad afec-
tiva hasta la risa y llanto patológico en la actualidad no hay elementos
firmes para englobarlos en un espectro, por lo que ante la categorización
de labilidad afectiva habrá que explorar a profundidad el estado de ánimo.
Muchos pacientes con risa y llanto patológico refieren sentir cierto grado
de angustia o tristeza debido a la condición involuntaria que presentan,
en ellos también habrá que descartar un cuadro depresivo adaptativo
sobreañadido.
Otro punto que tomar en cuenta será observar e interrogar al pacien-
te durante el episodio de risa y/o llanto patológico, debido a que es un
conjunto de síntomas que comienzan de manera súbita, tienen duración
breve de segundos a minutos y son estereotipados en cada paciente ha-
brá que descartar episodios de crisis epilépticas. Las crisis gelásticas son
crisis epilépticas que consisten en risa de inicio súbito, por lo general
tienden a generalizar, aunque hay algunos casos en que sólo focalizan a
376
Abordaje neuropsiquiátrico del síndrome de risa y llanto patológico
una región11. Hay que tomar en cuenta que los pacientes hospitalizados
tienen un alto riesgo de caer en delirium y presentar cuadros de labilidad
emocional, fluctuaciones, entre otros síntomas, aquí el interrogatorio irá
dirigido hacia las alteraciones del ciclo sueño vigilia y modalidad atencio-
nal fluctuante.
Abordaje terapéutico
El tratamiento irá dirigido en los casos agudos y reversibles a tratar la
patología de base como en el caso de esclerosis múltiple mediante bolos de
metilprednisolona u otros tipos de terapia inmunomoduladora.
En los casos en los que no mejora con la terapia de base o en entidades
degenerativas o secuelares que presentan risa y llanto patológico es reco-
mendable iniciar tratamiento farmacológico, hay dos tipos de estrategias
farmacológicas, una es mediante acción serotoninérgica y otro mediante
acción glutamatérgica.
Dentro de los Inhibidores de la recaptura de serotonina se han estudia-
do principalmente citalopram, sertralina y fluoxetina, siendo esta última
la que mayor evidencia ha presentado12,13. También se han realizado es-
tudio con antidepresivos tricíclicos como amitriptilina14 y nortriptilina15,
aunque la muestra con la que se realizaron estos estudios fue menor que
los estudios de fluoxetina, la nortriptilina disminuyó los puntajes de la
escala validada PLACS.
El mecanismo glutamatérgico otorgado por el dextrometorfano es el
que tiene mayor evidencia para el tratamiento de la risa y llanto patológi-
co4 este fármaco comenzó a estudiarse como neuroprotector en pacientes
con esclerosis lateral amiotrófica y se observó que tenía un efecto en el
tratamiento de la risa y llanto patológico de estos pacientes. Debido al
rápido metabolismo hepático es recomendable administrarlo junto con
quinidina. Al parecer el mecanismo antiglutamatérgico va en relación con
el agonismo sobre los receptores sigma-1 y las regiones donde presenta
mayor actividad es en el tallo y en el cerebelo. La evidencia mediante
estudios controlados doble ciego ha sido satisfactoria.
Conclusión
La risa y llanto patológico o afecto pseudobulbar es una condición en la
que el afecto se “libera” de las estructuras que lo controlan y regulan, su
377
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
causa es debido a una lesión que puede estar en múltiples regiones neu-
roanatómicas. Los episodios se caracterizan por ser involuntarios o exa-
gerados, presentar un inicio súbito, ser estereotipados, de corta duración
y pueden ser de llanto y/o risa, estos pueden ser congruentes o no con la
situación desencadenante. El tratamiento se basa en tratar la enfermedad
de base y en la administración de fármacos como dextrometorfano/quini-
dina y algunos antidepresivos.
378
Referencias
379
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
380
NEUROPSIQUIATRÍA
DE LOS TRASTORNOS DEL MOVIMIENTO
Juan Manuel Orjuela Rojas,
Gustavo Adolfo Barrios Vincos,
Melisa Alejandra Martínez Gallego
Introducción
Los trastornos del movimiento se pueden definir como síndromes neuro-
lógicos en los que puede haber un exceso o enlentecimiento de movimien-
tos automáticos o voluntarios, que no están relacionados con debilidad
o espasticidad. Las estructuras que componen los ganglios basales (GB)
históricamente han estado ligadas a funciones relacionadas en el control
del movimiento; no obstante, conforme ha avanzado la comprensión de
los circuitos cerebrales y su relación con la emergencia de síntomas psi-
quiátricos, el paradigma motor ha mudado hacia una integración con las
funciones cognitivas, afectivas y comportamentales.
Los síntomas no motores que generan la EP y la EH, patologías paradig-
máticas de los GB, son tan importantes e incapacitantes como los motores.
Este cambio en la manera de abordar la disfunción de los GB, ha reforzado
el planteamiento de las enfermedades psiquiátricas como una disfunción
de circuitos, que excede al reduccionismo exclusivo de las alteraciones en
los sistemas de neurotransmisores1.
Otro aspecto fundamental que ha puesto en evidencia la indiscutible
contribución de los GB en la regulación afectiva y comportamental, es la
reciente aparición de la estimulación cerebral profunda (ECP)2. La ECP es
utilizada como opción terapéutica para el manejo de la EP, estimulando
el núcleo subtalámico o el pálido interno. Con dicha estimulación (prin-
cipalmente del pálido interno), los pacientes experimentan una mejoría
dramática tanto de los síntomas motores de la EP, como de los síntomas
381
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Neuroanatomía funcional
de los ganglios basales
El término GB hace referencia a un grupo de núcleos funcionalmente di-
versos localizados en lo profundo de la corteza cerebral. Este conjunto de
núcleos tiene como funciones importantes el control motor, incluyendo la
selección adecuada de patrones de movimiento de acuerdo las demandas
del entorno, la regulación afectiva y la generación del estado de recom-
pensa4. Las estructuras que conformas los GB (Figura 1) conforman una
red compleja de circuitos involucrados en las funciones mencionadas.
Los componentes de estos circuitos han generado debate acerca de cuá-
les estructuras son consideradas GB. Hay consenso sobre los componentes
principales que incluyen el núcleo caudado, putamen, núcleo accumbens
(en conjunto también conocidos como estriado o cuerpo estriado) y glo-
bo pálido5. Otras estructuras incluyen la cabeza del núcleo caudado y su
estructura más cercana, el núcleo accumbens, ambas conocidas como es-
triado ventral, estructura ligada a los circuitos límbicos, formando parte
activa de los sistemas de recompensa cerebrales6.
El núcleo celular de la substancia nigra, con sus porciones compacta
y reticular, también está incluido dentro de los GB por el aporte de dopa-
mina, neurotransmisor fundamental para el correcto funcionamiento de
estas estructuras.
382
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
Tálamo
MESENCÉ-
Núcleo
FALO
caudado Substantia
Cápsula nigra pars
interna compacta
Putamen Substantia
nigra pars
reticulata Pedúnculos
cerebrales
Globo pálido Núcleos
externo e subtalámicos
interno
Perfil neuropsicológico
de los trastornos del movimiento
Los sujetos con EP, EH, parálisis supranuclear progresiva y otros trastor-
nos del movimiento, presentan frecuentemente alteraciones cognitivas.
383
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Circuitos no motores
Circuitos motores
384
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
• Memoria de trabajo
• Memoria de trabajo verbal y espacial
verbal y espacial • Planeación, organización
Funciones
• Planeación, organi- y solución de problemas
ejecutivas
zación y solución de • Mayores dificultades en
problemas la inhibición de respues-
tas verbales y motoras
• Memoria declarativa
en el recuerdo libre • Memoria declarativa en
por dificultades en el recuerdo libre por di-
estrategias de ficultades en estrategias
Memoria codificación. de codificación
• Memoria procedural o • Memoria procedural o
implícita implícita
• Metamemoria, memo- • Memoria episódica
ria prospectiva
• Velocidad, entonación
y el volumen del habla
• Disartria
• Aspectos lógicogra-
• Habla espontánea e
maticales y lógico
Lenguaje y iniciativa.
verbales complejos
habla • Denominación
• Denominación
• Fluidez verbal semántica
• Menor alteración
• Lectura y escritura
en la fluidez verbal
semántica
• Orientación corporal y
• Orientación corporal y
espacial
espacial
• Rotación mental
• Razonamiento
Funciones • Discriminación visual
abstracto
visoespaciales • Identificación derecha
• Discriminación visual
izquierda
• Identificación derecha
• Identificación de emo-
izquierda
ciones negativas
385
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Trastornos neuropsiquiátricos en la EP
La alta prevalencia de alteraciones psiquiátricas en la EP, sugiere que se
trata de una condición neuropsiquiátrica. Aunque los síntomas psicopato-
lógicos de la EP pueden ser variables (Tabla 3) y difícilmente delimitables,
a continuación se revisarán algunos de ellos.
TRASTORNOS NEUROCOGNOSCITIVOS
Aproximadamente el 80% de los pacientes con EP desarrollarán deterioro
cognoscitivo con el paso de los años12. La demencia en la enfermedad de
Parkinson (DEP) y la demencia por cuerpos de Lewy (DCL) comparten el
mismo proceso neurodegenerativo derivado de los depósitos anormales
de alfa-sinucleína. La diferencia fundamental se basa en la instauración de
los síntomas motores con respecto a los cognitivos. En la DEP los sínto-
mas motores preceden al deterioro cognoscitivo y en la DCL la situación es
inversa. El perfil neuropsicológico de la EP ya fue descrito arriba.
Las pruebas de tamizaje cognitivo deben estar enfocadas en eva-
luar funciones fronto-subcorticales, para lo cual se sugiere el Montreal
Cognitive Assesment (MoCA). Otra prueba de gran utilidad es el INECO, el
cual está validado en español y evalúa principalmente funciones ejecutivas.
Los inhibidores de la acetil-colinesterasa son los medicamentos de
elección, ya que no solo tienen efectos positivos sobre la función cog-
nitiva sino que también mejoran los síntomas afectivos, conductuales y
la funcionalidad cotidiana13. La rivastigmina ha sido la más estudiada y
es ampliamente recomendada14. Una segunda opción podría ser el done-
pezilo, que aunque únicamente se ha estudiado en grupos pequeños, ha
revelado modestos efectos en la cognición sin empeoramiento de los sín-
386
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
DEPRESIÓN
La depresión en la EP ocurre en aproximadamente el 35% de los casos18.
Los síntomas depresivos pueden estar presentes desde el diagnóstico de
la EP o aparecer en fases premórbidas. La evidencia se ha inclinado a su-
gerir que si la depresión ocurre entre 2 a 5 años antes de la instauración
de síntomas motores, es muy probable que se trate de una fase prodrómica
de la EP19. Algunos investigadores también han sugerido una personali-
dad premórbida “parkinsoniana” en donde la ansiedad y el pesimismo son
rasgos fundamentales20.
Existen múltiples mecanismos etiológicos involucrados en la aparición
de depresión en la EP, siendo la convergencia de factores genéticos, bioló-
gicos y psicosociales los más probables. Se ha documentado un incremen-
to del riesgo de depresión en familiares en primer grado de sujetos con
EP21, sugiriendo vulnerabilidad familiar. Sin embargo, hasta el momento
no hay genes específicos que vinculen ambas entidades.
Los depósitos anormales de alfa-sinucleína generan daños neurona-
les progresivos que afectan núcleos monoaminérgicos como los del rafé
medial (productores de serotonina), el locus coeruleus (productor de
noradrenalina) y el área tegmental ventral (productora de dopamina),
estructuras fundamentales para la regulación emocional22. El daño de los
circuitos fronto-subcorticales límbicos objetivado con estudios de neuroi-
mágenes funcionales, también estaría involucrado en la instauración de
síntomas depresivos23. Recientemente se han adicionado aspectos infla-
matorios, estresores hormonales, factores neurotróficos y neuropéptidos
en la fisiopatología de la depresión en la EP22.
Desde el punto de vista psicosocial, las dificultades progresivas para
moverse y ser autónomos, sumados a una baja autoestima, el uso de es-
trategias de afrontamiento maladaptativas (ej. negación) y la pobre red de
apoyo, son factores precipitantes para un episodio depresivo.
Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) suelen
ser utilizados con alta frecuencia para tratar la depresión en la EP, sin
embargo, los estudios clínicos controlados, las revisiones sistemáticas y
algunos meta-análisis no han evidenciado mayor eficacia al compararlos
387
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
PSICOSIS
En el año 2007 se realizó el consenso internacional para establecer los
criterios de psicosis en la EP32. Los síntomas “positivos” suelen involucrar
alucinaciones de personas, animales u objetos indefinidos que pasan por
el campo visual periférico (alucinaciones de paso), percepción de obje-
388
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
389
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Caso clínico:
Psicosis en la enfermedad de Parkinson
Paciente masculino, de 60 años, con diagnóstico de enfermedad de Parkinson
de 2 años de evolución, en tratamiento con levodopa/carbidopa (100/25 mg)
tres veces al día. Desde hace dos meses manifiesta sentir que un sujeto está
parado detrás suyo pero cuando se voltea no hay nadie. En las noches ha pre-
sentado alucinaciones visuales complejas que describe como un “rebaño de
ovejas” en su habitación que le generan ansiedad. Adicionalmente, la esposa
manifiesta que en los últimos 15 dias se ha tornado suspicaz, irritable y hostil,
argumentándo que ella tiene relaciones sexuales con el vigilante del edificio,
situación que ha generado impacto negativo en el ambiente familiar.
Se inició tratamiento con clozapina 25 mg/noche con lo cual han cedido las
alucinaciones y la sensación de presencia. También se ha reducido de manera
considerable el delirio celotípico aunque sin llegar a desaparecer. No ha pre-
sentado efectos adversos y sus hemogramas control han sido normales.
390
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
391
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Trastornos neuropsiquiátricos en la EH
Además de los síntomas motores, la EH se acompaña típicamente de
cambios neuropsiquiátricos como depresión, manía, psicosis, trastorno
obsesivo compulsivo, síndrome disejecutivo, apatía e irritabilidad. A con-
tinuación se realizará una breve revisión de algunos de ellos.
DEPRESIÓN
La prevalencia de síntomas depresivos en el transcurso de la EH es del 30
al 40%, alcanzando un riesgo de suicidio de hasta 4 a 6 veces por encima
de la población general56. La mayoría de pacientes con EH experimentarán
síntomas depresivos subsindromáticos, reacciones adaptativas con ánimo
triste en relación al diagnóstico de la enfermedad y apatía, los cuales de-
ben diferenciarse de un episodio depresivo como tal. Los síntomas depre-
sivos suelen preceder por varios años a la enfermedad neurológica57.
Los estudios con neuroimágenes funcionales han documentado hipo-
metabolismo orbitofrontal en sujetos que cursan un episodio depresivo
392
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
MANÍA E IRRITABILIDAD
La prevalencia de síndromes maniformes en la EH varía entre un 5 y 10%57.
Los pacientes pueden experimentar exaltación afectiva, irritabilidad,
impulsividad, grandiosidad, incremento de la libido, disminución de la
necesidad de sueño y en casos severos síntomas psicóticos. Es importante
mencionar que la EH se acompaña típicamente de cambios de personalidad
como desinhibición, inestabilidad afectiva, agresividad, puerilidad e irri-
tabilidad61. Por esta razón, los síntomas maniformes no necesariamente
deben interpretarse en contexto de un trastorno afectivo bipolar. Para el
tratamiento se recomienda el uso de divalproato de sodio o carbamaze-
pina62, ya que con el carbonato de litio se ha obtenido pobre respuesta y
mayor riesgo de toxicidad por deshidratación. El uso de antipsicóticos es
debatido pero pueden ser de utilidad.
393
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
TRASTORNOS PSICÓTICOS
Los síntomas de esquizofrenia-like en la EH tienen una prevalencia del 3
al 6%67. Los principales factores de riesgo son el inicio temprano de la EH
y antecedentes familiares de psicosis62.
Los síntomas más frecuentes son: ideas delirantes paranoides pobre-
mente estructuradas, agresividad, irritabilidad y pobre control de impul-
sos. Las alucinaciones son relativamente infrecuentes, representando tan
solo el 2% de los casos. Otros síntomas que podrían ser interpretados
como negativos son la apatía y el aplanamiento afectivo. De manera infre-
cuente, se han descrito casos de delirios erotomaníacos, delirio de parasi-
tosis, síndromes de Cotard y alucinaciones auditivas57.
Se plantea que en la EH se podría dar un estado hiperdopaminérgico
en las vías mesolímbicas asociado a un estado hipodopaminérgico en la
vía mesocortical generando un estado de hipofrontalidad, similar al que
ocurre en la esquizofrenia.
394
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
TRASTORNOS NEUROCOGNOSCITIVOS
El deterioro cognoscitivo es una característica invariable de la EH que se
presenta tempranamente en el curso de la enfermedad. Incluso, es proba-
ble que las alteraciones cognitivas aparezcan durante la fase prodrómica,
décadas antes de los síntomas motores72. Como fue mencionado previa-
mente, típicamente expresan un patrón subcortical, siendo el síndrome
disejecutivo cognitivo y conductual el aspecto más relevante57, 62. Existe
una evidencia limitada para el uso de inhibidores de acetil-colinesterasa
en la demencia asociada a EH73,74.
Discusión
El término trastornos del movimiento se aplica a un grupo amplio y
heterogéneo de enfermedades que cursan con alteraciones en la volun-
tariedad del movimiento, ya sea por exceso o por defecto. Tanto la EP
como la EH son condiciones paradigmáticas de estos trastornos. Como se
ha revisado, los GB están conformados por circuitos frontosubcorticales
motores y no motores (Figura 2). De estos últimos, destacan los circui-
tos prefrontales dorsolaterales, orbitofrontales y del cíngulo anterior, los
cuales están dedicados a regular funciones ejecutivas, conducta social y
estados motivaciones75. Dado que estos circuitos son cerrados, cualquier
daño en algún punto del recorrido puede alterar su funcionamiento y ge-
nerar síntomas. En el caso de la EP, el deterioro progresivo de la sustancia
nigra pars compacta, y por lo tanto del funcionamiento dopaminérgico,
altera prácticamente todos los circuitos frontosubcorticales. Para la EH,
el deterioro del caudado interrumpe la continuidad de los mismos circui-
tos pero con expresiones clínicas diferentes. Como hemos visto, los GB
tienen un rol fundamental en la regulación afectiva, cognitiva y compor-
tamental, de manera que es esperable encontrar prevalencias elevadas de
síntomas depresivos, psicóticos, deterioro cognoscitivo, SOC y dificultades
para el control de impulsos, ante daños estructurales o funcionales. Los
síntomas afectivos en la EP, tienen el agravante de ser generados además
por daños en los núcleos serotoninérgicos, noradrenérgicos y dopami-
395
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
nérgicos del tallo cerebral22, los cuales pueden ser objetivados mediante
resonancia magnética cerebral (hiperintensidades mesencefálicas), niveles
disminuidos de metabolitos en LCR y ultrasonografía (hipoecogenicidad
mesencefálica en los núcleos del rafé)76, configurando de esta manera, un
trastorno depresivo secundario a enfermedad médica. Es por esto que el
peso biológico en la fisiopatología de la depresión en la EP es relevante
y debe ser abordado con antidepresivos que eleven varios sistemas de
neurotransmisores, como los duales o los tricíclicos. En el caso de la EH,
la depresión parece estar más relacionada con el daño de circuitos límbi-
cos (orbitofrontales y del cíngulo anterior) que por afectación directa del
sistema monoaminérgico58.
Tanto en la EP como en la EH, la disfunción de los circuitos prefrontales
dorsolaterales explicarían el enlentecimiento psicomotor, las persevera-
ciones, el concretismo en el pensamiento, las dificultades para planear,
organizar información, resolver problemas complejos, activar memorias
remotas, flexibilidad mental y la generación de programas motores77.
La alta prevalencia de apatía de autoactivación en EH y EP, tiene un
correlato neuroanatómico claro con daños en estructuras mediales como
el cíngulo anterior78, revelando compromiso de los circuitos frontosub-
corticales límbicos.
La disfunción de los circuitos prefrontales orbitofrontales serían los
responsables de los cambios de personalidad, más notorios en la EH que
en la EP79. La disfunción orbitofrontal también se puede manifestar con un
espectro de síntomas que abarcan desde ideas obsesivas y compulsiones,
hasta síntomas psicóticos33.
En la EP, el circuito orbitofrontal medial y del cíngulo anterior, ambos
con conexiones con el estriado ventral, están involucrados en el TCI. La
hipofunción dopaminérgica de estas estructuras es similar al documenta-
do en sujetos con adicciones80, quienes buscan reactivar los circuitos del
placer consumiendo estimulantes. En la EP, en vez de utilizar estas sus-
tancias, realizan conductas impulsivas que generan recompensa y placer.
Se plantea que los TCI podrían tratase de formas de dependencia conduc-
tual no asociadas al uso de sustancias psicoactivas pero exacerbadas por
el uso de agonistas dopaminérgicos.
396
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
Conclusiones
El espectro de síntomas neuropsiquiátricos que se pueden presentar en los
trastornos del movimiento, es bastante amplio y requiere conocimientos
sólidos en áreas interdisciplinarias como la neurología, neuropsicología
y psiquiatría para lograr una comprensión global del fenómeno clínico.
Tanto la EP como la EH deben ser abordadas como entidades neuropsi-
quiátricas en las cuales, la integración de síntomas motores y no motores,
han de ser comprendidos bajo la luz de la neuroanatomía funcional de los
GB y como expresiones semiológicas de daños en los circuitos frontosub-
corticales. Aunque ambas entidades comparten disfunción a este nivel, las
diferencias en la localización del daño anatómico y las particularidades
genéticas, biológicas, psicológicas y psicosociales, favorecen diversas ex-
presiones clínicas en cada sujeto.
397
Referencias
398
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
399
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
400
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
38. Uc, E. Y. et al. (2009). Incidence of and risk factors for cognitive
impairment in an early Parkinson disease clinical trial cohort. En:
Neurology; 73: 1469-1477.
39. Santhouse, A. M. et al. (2000). Visual hallucinatory syndromes and
the anatomy of the visual brain. En: Brain: a journal of neurology; 123
(Pt 10): 2055-2064.
40. Goetz, C. G. et al. (1998). Intravenous levodopa in hallucinating
Parkinson’s disease patients: high-dose challenge does not precipita-
te hallucinations. En: Neurology; 50: 515-517.
41. Wolters, E. C. et al. (1990). Clozapine in the treatment of parkinso-
nian patients with dopaminomimetic psychosis. En: Neurology; 40:
832-834.
42. Pollak, P. et al. (2004). Clozapine in drug induced psychosis in
Parkinson’s disease: a randomised, placebo controlled study with
open follow up. En: Journal of neurology, neurosurgery, and psychiatry;
75: 689-695.
43. Cummings, J. et al. (2014). Pimavanserin for patients with Parkinson’s
disease psychosis: a randomised, placebo-controlled phase 3 trial. En:
Lancet; 383: 533-540.
44. Seppi, K. et al. (2011). The Movement Disorder Society Evidence-
Based Medicine Review Update: Treatments for the non-motor
symptoms of Parkinson’s disease. En: Movement disorders: official jour-
nal of the Movement Disorder Society; 26 (Suppl 3): S42-80.
45. Vilas, D. et al. (2012). Impulse control disorders in Parkinson’s disea-
se. En: Parkinsonism & related disorders; 18 (Suppl 1): S80-84.
46. Voon, V. et al. (2006). Prevalence of repetitive and reward-seeking
behaviors in Parkinson disease. En: Neurology; 67: 1254-1257.
47. Ceravolo, R. et al. (2009). Impulse control disorders in Parkinson’s di-
sease: definition, epidemiology, risk factors, neurobiology and mana-
gement. En: Parkinsonism & related disorders; 15 (Suppl 4): S111-115.
48. Weiss, H. D. et al. (2012). Impulse control disorders and compulsive
behaviors associated with dopaminergic therapies in Parkinson di-
sease. En: Neurology Clinical practice; 2: 267-274.
49. Jiménez-Jiménez, F. J. et al. (2002). Possible zoophilia associated with
dopaminergic therapy in Parkinson disease. En: The Annals of phar-
macotherapy; 36: 1178-1179.
50. Ferrara, J. M. et al. (2008). Impulse-control disorders in Parkinson’s
disease. En: CNS spectrums; 13: 690-698.
401
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
402
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
403
77. Duffy, J. D. et al. (1994). The regional prefrontal syndromes: a theo-
retical and clinical overview. En: The Journal of neuropsychiatry and
clinical neurosciences; 6: 379-387.
78. Kostic, V. S. et al. (2011). Neuroanatomical correlates of depression
and apathy in Parkinson’s disease: magnetic resonance imaging stu-
dies. En: Journal of the neurological sciences; 310: 61-63.
79. Cummings, J. L. (1993). Frontal-subcortical circuits and human beha-
vior. En: Archives of neurology; 50: 873-880.
80. Koob, G. F. et al. (2010). Neurocircuitry of addiction. Neuropsy-
chopharmacology: official publication of the American College of
Neuropsychopharmacology; 35: 217-238.
404
SÍNDROME DE GERSTMANN
Luisa Fernanda Ahunca Velásquez
Historia
Los síntomas constituyentes de este síndrome se habían reportado desde
antes de la primera publicación de Gerstmann, pero ningún autor había
pensado en la autonomía de los cuatro síntomas juntos, o evaluado si ha-
bía un factor común1.
El primer reporte hecho por Joseph Gerstmann, publicado en 19242,
describía a una mujer con incapacidad para denominar sus dedos o seña-
larlos, que se extendía a los dedos del examinador, pero sin compromiso
para reconocer o nombrar otras partes del cuerpo. Gerstmann consideró
esto como una alteración selectiva de la imagen corporal “como si la ima-
gen óptica, táctil y cinestésica de los dedos fuera escindida de la imagen
corporal total”, y la llamó agnosia digital1–3. En 1927 publicó su segundo
artículo en el cual describió dos casos4. En esta ocasión se refirió también
a la disgrafia, considerando que esta y la agnosia digital eran los sínto-
mas centrales. Además, puntualizó otros síntomas, como dificultad para
el cálculo y desorientación derecha-izquierda, que consideró periféricos.
También anotó que había una asociación ocasional con alteración en la
percepción del color, hemianopsia derecha y apraxia construccional1,5. Su
tercera publicación fue en 19306. En ella hizo dos anotaciones importan-
tes: por un lado, fue la primera vez que puntualizó que la combinación
de los cuatro síntomas constituía un síndrome independiente y lo llamó
síndrome de Gerstmann; por otro, anotó que el síndrome tenía un valor
localizador y lo ubicó en el giro angular izquierdo1,3. El epónimo “síndro-
405
me de Gerstmann” se ha usado desde 1934, pero en la literatura aparece
descrito con otros nombres como “síndrome del giro angular izquierdo”
o “síndrome de Gerstmann-Badal”7. En 1940, Gertsmann hizo la primera
publicación sobre el síndrome en idioma inglés y esta fue la que lo dio a
conocer al mundo8. En ella describe que: 1. los síntomas constituyentes
del síndrome son agnosia digital (que representa un caso selectivo de au-
totopagnosia), disgrafia, acalculia y desorientación derecha-izquierda; 2.
es causado por una lesión en la parte inferior del lóbulo parietal izquierdo,
en la transición con la segunda circunvolución occipital; 3. es frecuente
encontrar hemianopsia homónima derecha o hemiambliopia, pero estos
síntomas no pertenecen al mismo cluster funcional5,7.
A lo largo del siglo pasado, la autonomía del síndrome fue cuestionada
debido a que los cuatro síntomas no siempre están presentes y a que hay
otras manifestaciones frecuentes que se excluyeron (hemianopsia, apra-
xia construccional, apraxia ideomotora, disfasia, compromiso intelectual,
compromiso del sentido del tiempo). Por otro lado, la correlación anató-
mica no siempre es clara; hay casos en que se ha encontrado lesión más
allá del giro angular izquierdo, y se ha visto que entre más grande es la
lesión es más probable encontrar todos los síntomas, además de que se ha
encontrado el síndrome en enfermedades difusas del sistema nervioso1.
Las investigaciones iniciales de Benton, quien fue el primero en cuestio-
nar el síndrome, sugerían que este era un artefacto que representaba la
agregación de síntomas producida por lesiones grandes que comprome-
tían centros contiguos9.
Las investigaciones de los últimos años le dan validez a la agrupación
de los cuatro síntomas como un síndrome, pero consideran que es más im-
portante por su valor localizador que como un síndrome funcional. Dicha
localización orienta más a lesiones subcorticales que de sustancia gris, y
se piensa que es un síndrome de desconexión intraparietal7,10,11.
Clínica
AGNOSIA DIGITAL
En la descripción inicial de Gerstmann se menciona la incapacidad para
denominar los propios dedos y los del examinador, para señalar un dedo
cuando se le nombra y además sugiere que hay un defecto del lenguaje8.
En un artículo posterior se habla de una pérdida de la habilidad para re-
406
Síndrome de Gerstmann
407
DESORIENTACIÓN DERECHA-IZQUIERDA
Desde el primer artículo se menciona que la paciente tenía tendencia a
confundir su izquierda y su derecha2, pero en ese momento no se le dio
importancia a tal síntoma. Ya en el escrito de 1927 se hace referencia a la
desorientación derecha-izquierda como parte del síndrome, pero el autor
la considera un síntoma periférico4.
Se ha encontrado que la desorientación derecha-izquierda y la agnosia
digital son fuertemente interdependientes, y se ha considerado que se po-
drían interpretar como parte de una autotopagnosia13. Este síntoma se ve
con mayor frecuencia en pacientes con lesión en el hemisferio izquierdo
del cerebro. Se considera que hay un componente lingüístico y también
uno espacial, lo que añade dificultad para aplicar los conceptos espaciales
a la orientación del propio cuerpo14.
No es claro a qué edad se adquiere la orientación derecha-izquierda.
Algunos estudios hablan de una discriminación de 86% a los 9 y 100% a
los 11 años. Para la evaluación de esta capacidad en niños hay varios tests
(de orientación derecha-izquierda de Piaget, de McCarthy, de Galifret-
Granjón). En adultos no hay tests estandarizados, pero se considera que
la evaluación debe incluir preguntas sobre el propio cuerpo y sobre el del
examinador, pues a veces hay fallas diferentes en la orientación personal
y extrapersonal, comandos simples y cruzados, evaluación extrapersonal
en la misma posición del paciente y en espejo (Tabla 2)1,7. En general, se
ve que el compromiso empeora según la complejidad de la instrucción, la
posición del paciente y el examinador, y la ausencia o no de control visual3.
408
Síndrome de Gerstmann
ACALCULIA
El término acalculia se introdujo en 1925 por Henschen para hacer refe-
rencia a alteraciones en la habilidad matemática asociada a daño cerebral.
Se distinguen dos tipos, siendo la secundaria asociada a déficits en otros
dominios cognitivos como lenguaje, memoria o atención13. Este síntoma
fue descrito por Gerstmann desde su segundo artículo, pero en ese en-
tonces lo consideró un síntoma periférico del síndrome4.
La acalculia comprende alteraciones en el cálculo mental y escrito, di-
ficultades con el orden numérico (acomodar figuras por tamaño, contar
hacia atrás, enumerar), fallas en la parte espacial que producen la dificultad
del cálculo, así como dificultades para entender los principios aritméti-
cos1,5,7. Para la evaluación se deben poner al paciente operaciones aritméti-
cas mentales y escritas, simples y complejas (de una o más cifras), conteos
hacia adelante y hacia atrás, y organización de objetos por tamaño.
AGRAFIA
Gerstmann describió este síntoma en su artículo de 1927 y lo consideró,
junto con la agnosia digital, uno de los centrales del síndrome4. En algunos
artículos se menciona que un déficit en las rotaciones mentales puede ex-
plicar los otros síntomas pero no la agrafia, y que es por ello que este es el
síntoma que más falta en el síndrome; también se considera que usualmente
se debe más a apraxia que a afasia, lo cual no se correlaciona exactamente
con el giro angular, pero sí con el parietal inferior13.
En general se ha descrito como un síntoma que comprende carac-
terísticas tanto disfásicas como dispráxicas, y que genera alteraciones en
la caligrafía, malformación en letras y palabras (omisiones, persevera-
ciones, contaminaciones, dificultad para deletrear, errores semánticos y
sintácticos), dificultad para seguir la línea horizontal al escribir; la capaci-
dad de copiar está intacta a menos que haya una apraxia construccional1,5,7.
Se evalúa poniendo al paciente a escribir libremente, al dictado y a la copia.
409
temporo-parietal17, lóbulo frontal medial izquierdo18, parieto-temporal
izquierdo, frontal posterior izquierdo, talámico izquierdo3.
Durante mucho tiempo se ha tratado de dilucidar cuál es el componente
funcional que puede explicar los cuatro síntomas. Gerstmann planteó ini-
cialmente que la agnosia digital era un tipo de autotopagnosia y por esto
se pensó que el síndrome tuviera que ver con una alteración en el esquema
corporal1,3. Se han planteado otras hipótesis, como que lo principal es una
dispraxia, un trastorno en el pensamiento espacial, un compromiso en el
pensamiento y expresión simbólica, una desintegración del concepto de
dirección y del reconocimiento de relaciones espaciales o una afasia la-
tente, una dificultad en la rotación mental de imágenes1,7. Se han propues-
to defectos espaciales, apráxicos y afásicos, pero ninguna de las hipótesis
ha sido probada. Esto, y la evidencia de las neuroimágenes, sugiere un
origen más anatómico que funcional7. En la actualidad, el síndrome se
considera más un síndrome anatómico que sigue conservando su valor
localizador en el lóbulo parietal del hemisferio dominante. Los últimos es-
tudios plantean un síndrome de desconexión intraparietal que es causado
por una desconexión localizada en el lóbulo parietal posterior (encrucijada
parieto-temporo-occipital) que afecta cuatro grupos separados de fibras,
lo que comprende distintas funciones; es decir, que es generado por un
compromiso en la sustancia blanca más que en las áreas corticales5,7,10,11,14.
Esto va en contra de la teoría clásica de los síndromes de desconexión que
hace referencia a una faceta clínica y a un tracto de fibras único. En este
caso, lo que se plantea es que hay una región de sustancia blanca por la cual
pasan fibras de distintos tractos, que una lesión en esa región puede dar
como resultado una desconexión en redes separadas que genere síntomas
funcionalmente diferentes y, finalmente, un síndrome7,10.
Conclusión
El síndrome de Gerstmann, a casi cien años de su descripción inicial,
sigue siendo investigado. Los estudios actuales están de acuerdo en que
los cuatro síntomas pueden agruparse como un síndrome, pero este no
tiene un valor funcional sino localizador. Hoy por hoy, el síndrome se con-
sidera asociado a una lesión de sustancia blanca que genera desconexión
en varios tractos de fibras intraparietales y que resultan en síntomas de
distintos tipos.
410
Referencias
411
13. Ardila, A. et al. (2000). Angular gyrus syndrome revisited: Acalculia,
finger agnosia, right-left disorientation and semantic aphasia. En:
Aphasiology; 14 (7): 743-754.
14. Ardila, A. (2014). A proposed reinterpretation of Gerstmann’s syn-
drome. En: Arch Clin Neuropsychol; 29 (8): 828-833.
15. Nicastro, N. et al. (2017). Gerstmann’s Syndrome Associated with
Right Parietal Hemorrhage and Arteriovenous Malformation. En: J
Clin Neurol; 13 (3): 306-307.
16. RB, J. et al. (2017). Transient Gerstmann syndrome as manifesta-
tion of stroke: Case report and brief literature review. En: Dement
Neuropsychol [Internet]; 11 (2): 202-205. http://www.ncbi.nlm.nih.
gov/pmc/articles/PMC5710689/
17. Bhattacharyya, S. et al. (2014). Dyscalculia, dysgraphia, and left-ri-
ght confusion from a left posterior peri-insular infarct. En: Behav
Neurol; 2014: 1-4.
18. Lee, E. et al. (2016). Two Cases with Cerebral Infarction in the Left
Middle Frontal Lobe Presented as Gerstmann’s Syndrome. En: J
Neurol Disord; 4 (7).
412
ABORDAJE DEL MUTISMO ACINÉTICO
Jesús Ramírez Bermúdez,
Ramiro Ruiz García,
Carmen Ojeda López
413
clasificarse como una variante del estado de mínima conciencia (American
Congress of Rehabilitation Medicine, 1995).
Semiología
Jordi Peña-Casanova, en su libro de texto de Neuropsicología (1983), des-
cribe los siguientes elementos semiológicos del mutismo acinético:
414
Abordaje del mutismo acinético
Topografía
El caso original fue descrito en un paciente con un quiste epidermoide
del tercer ventrículo, y en general se ha descrito en pacientes con lesiones
ubicadas en las siguientes topografías:
Etiología
Una amplia variedad de etiologías se han documentado en pacientes con
mutismo acinético, incluyendo las siguientes:
415
2. Leucoencefalopatías, por ejemplo: leucoencefalopatía multifocal pro-
gresiva asociada a infección por virus de la inmunodeficiencia hu-
mana (Naito et al., 2012), o leucoencefalopatía posthipóxica (Rozen,
2012).
3. Etapas terminales de las enfermedades por priones (Zeidler et al.,
1997).
4. Neumoencéfalo subdural e intraventricular (Lütjens et al., 2013).
5. Neoplasias cerebrales, por ejemplo: tumores de fosa posterior que
provocan un síndrome de fosa posterior, con énfasis en tumores de
cerebelo (Mariën et al., 2013), o hemangioblastomas cerebelosos
(Moore, 1969).
6. Encefalitis anti-NMDA (Hollody et al., 2011).
7. Panencefalitis esclerosante subaguda (Gutierrez et al., 2010).
8. Causas tóxicas, por ejemplo: neurotoxicidad por ciclosporina y por
tacrolimus (Sierra-Hidalgo et al., 2009), o intoxicación por monóxi-
do de carbono (Smith, 1971).
9. Traumatismo craneoencefálico (Bogdan et al., 1969).
10. Hidrocefalia normotensa (Moore, 1969) o hidrocefalia obstructiva
(Meeser et al., 1966).
Caso clínico
En la Figura 1 se muestra el estudio de tomografía axial computarizada
del Sr. ADR, un paciente masculino de 52 años, quien debutó con un cuadro
de cefalea súbita, de máxima intensidad, posterior a lo cual cursó con de-
terioro del estado de alerta hasta un estado de coma. Durante su atención
por el servicio de neurocirugía del Instituto Nacional de Neurología y
Neurocirugía de México se mostró que el caso correspondía a una hemo-
rragia subaracnoidea por ruptura de aneurisma de la arteria comunicante
anterior, complicada con un vasoespasmo y posterior infarto de la arteria
cerebral anterior. Mediante la intervención neuroquirírgica se logró el cli-
paje del aneurisma, aunque el estado clínico crónico correspondió a un es-
tado caracterizado por mantenimiento de los ciclos circadianos del dormir
y el despertar. Durante las horas de despertar, presentó mutismo, acinesia,
apertura palpebral, mantenimiento de los movimientos de exploración
ocular y de reacciones débiles de orientación frente a estímulos sonoros.
Durante el seguimiento se observó que este estado no presentaba mejoría
con las diversas intervenciones farmacológicas que fueron ensayadas, y
416
Abordaje del mutismo acinético
Desenlace clínico
Tradicionalmente, el desenlace clínico del mutismo acinético se considera
persistente en la mayoría de los casos con escasa mejoría; sin embargo,
también pueden observarse casos que cursan transitoriamente por estados
plenamente compatibles con la definición de mutismo acinético, y que sin
embargo evolucionan hacia una mejoría completa o parcial. Eventualmente
el resultado crónico puede caracterizarse como una combinación de los sín-
dromes apático y disejecutivo. El planteamiento del Grupo Interdisciplinar
de Interés en el Traumatismo Craneoencefálico del Congreso Americano
de Medicina de Rehabilitación, según el cual el mutismo acinético debería
clasificarse como una variante del estado de mínima conciencia (American
Congress of Rehabilitation Medicine, 1995), en teoría abre posibilidades de
un mejor pronóstico en relación con lo que se considera tradicionalmente.
Pero hay poca documentación al respecto. En cuanto a las intervenciones
terapéuticas, existen reportes que muestran eficacia en algunos casos se-
leccionados mediante el uso de fármacos dopaminérgicos: en particular
l-dopa y bromocriptina (Aidi et al., 2000; Alexander, 2001; Deborah et al.,
2017; Psarros et al., 2003; Ross et al., 1981).
417
Bibliografía
418
Abordaje del mutismo acinético
419
TRASTORNO POR SÍNTOMAS SOMÁTICOS
O SÍNDROME DE BRIQUET
Juan Pablo Zapata Ospina,
Paula Andrea Bustamante Gómez
Introducción
La somatización es un término polisémico y quizás uno de los conceptos
que más ha cambiado a lo largo de la historia de la psiquiatría1. Puede
entenderse como la tendencia a presentar y comunicar síntomas corpo-
rales que permanecen sin explicación a pesar de evaluaciones médicas
completas, y que condicionan la vida psíquica de quien los percibe2. Es
una patología que puede llegar a generar frustración y malestar en los
clínicos, principalmente los de atención primaria, que son quienes con
más frecuencia evalúan inicialmente a este tipo de pacientes3.
Historia
En el papiro de Kahun, originario de Egipto hacia el año 1900 a.C., se des-
criben mujeres con múltiples dolencias físicas que se creían relacionadas
con el desplazamiento del útero. El término “histeria” proviene del griego
hystera (útero) y fue utilizado en la Antigua Grecia para señalar las varia-
ciones físicas y emocionales cuyo origen se encontraba en las alteraciones
de este organo. En la Edad Moderna el médico inglés Thomas Sydenham
reconoció la histeria como una alteración psicológica y la describió como
una simuladora de enfermedades que podía presentarse en hombres, acu-
ñando el término “hipocondría” como la contraparte masculina de la his-
teria4. Autores como Johann Christian Heinroth señalaron la influencia
421
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Nosología
La somatización puede entenderse desde diferentes modelos conceptuales
complementarios o incluso ambiguos: como dimensión del estrés que pue-
de experimentarse por una situación psicosocial, asociado con síntomas
médicos no explicados, referirse a la amplificación sensorial, considerarse
como un trastorno per se, o una conducta anormal del enfermar donde un
individuo experimenta de forma inapropiada y maladaptativa la vivencia
de su estado de salud8. Esta variedad conceptual implica que en la práctica
clínica se dificulte establecer un diagnóstico puntual o incluso se pro-
ponga una plétora de estos como trastorno multisomatomorfo, trastorno
por síntomas físicos, trastornos funcionales, trastorno de estrés corporal,
trastorno por síntomas somáticos complejo, entre otros9.
422
Trastorno por síntomas somáticos o síndrome de Briquet
Epidemiología
Dada la heterogeneidad en su definición y clasificación, la determinación
de la incidencia y prevalencia de los TSS es incompleta. En una revisión
sistemática de la literatura se estimó que la prevalencia a lo largo de la
423
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
vida en atención primaria oscila entre 0.8 y 5.9%, con una marcada hete-
rogeneidad entre los estudios. Si se considera únicamente la presencia de
al menos un solo síntoma médico no explicado, puede llegar a tener una
frecuencia entre 40.2 y 49%13.
El dolor es el síntoma que se reporta con más frecuencia, seguido de
los síntomas respiratorios. Estos pacientes tienen mayor utilización de
los servicios clínicos, lo que produce un aumento de los costos médicos
anuales14.
Etiología
Se han descrito factores genéticos, neurobiológicos y psicosociales que
posiblemente interactúen entre sí y propicien su presentación clínica.
FACTORES GENÉTICOS
Los estudios con gemelos monocigotos y dicigotos han calculado una
heredabilidad entre 7 y 21% para síntomas somáticos como dolor, fatiga
y dolor. También se han propuesto algunos polimorfismos de un solo nu-
cleótido que puedieran estar relacionados; no obstante, los resultados han
sido contradictorios y quizás el rol genético en el trastorno sea limitado15.
FACTORES NEUROBIOLÓGICOS
Existen algunas asociaciones relevantes aunque claramente no se ha lle-
gado a establecer una causa orgánica determinada15. Desde los años seten-
ta se ha asociado a la histeria con alteraciones en la atención y la memoria
reciente, debido a un desequilibrio en las vías inhibitorias y excitatorias16.
Actualmente se conoce que estos pacientes tienen un peor desempeño
en pruebas neuropsicológicas en tests que evaluaron memoria semántica,
verbal, memoria episódica y tareas visoespaciales, y un desempeño más
lento en tareas atencionales, al compararse con grupos controles17.
Se ha descrito que los pacientes con TSS tienen un aumento de su ac-
tivación fisiológica que puede conducir a una percepción más intensa de
los procesos somáticos y aumentar la probabilidad de ser interpretados de
manera incorrecta. En estos pacientes se ha encontrado mayor excitación
fisiológica medida mediante frecuencia cardíaca, el registro del volumen
del pulso a nivel digital, el cortisol matutino y la sensación subjetiva de
tensión, lo que podría dar como resultado una percepción perturbada de
las señales del cuerpo18. Esta amplificación somatosensorial describe el
424
Trastorno por síntomas somáticos o síndrome de Briquet
FACTORES PSICOSOCIALES
La mayoría de los casos de TSS comienzan en la adolescencia tardía y la
adultez temprana. Se ha descrito que pacientes con somatización po-
seen con mayor frecuencia un trastorno de personalidad subyacente o
al menos rasgos de este, en particular aquellos que pertenecen al Grupo
B. Igualmente, los pacientes con rasgos dependientes, histriónicos y
pasivo-agresivos presentan trastornos por somatización, al igual que los
pacientes con trastorno límite de personalidad15. La teoría del aprendizaje
propone que el “comportamiento de enfermo” incluye todas las acciones
que se adoptan durante un proceso de enfermedad, como ir a la cama, to-
mar medicamentos, pedir ayuda; estos son recompensados, se promueven
y refuerzan. La somatización podría tratarse de una forma desadaptativa
de satisfacer, entonces, necesidades sociales15. Los factores psicoanalíti-
cos tradicionales que incluyen conflictos parentales, dificultades para la
regulación de impulsos y la frustración, también han sido discutidos. Se
describen como factores de riesgo para TSS: sexo femenino, un bajo nivel
educativo, bajo nivel socioeconómico o con estresores sociales, historia
de enfermedad crónica en la infancia, historia familiar de enfermedad
grave o crónica, tener comorbilidad con trastorno depresivo o ansioso; y
en ancianos, sufrir de patologías médicas generales, historia de abuso se-
xual y trastorno por estrés postraumático. Para el TSS, los individuos que
reportan haber sido expuestos a trauma tienen 2.7 veces la posibilidad de
presentarlo, comparados con quienes no refieren ese antecedente21,22.
425
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Diagnóstico
Por lo general los pacientes con TSS consultan por uno o varios síntomas
corporales de duración variable, que generan malestar y disfunción. Es
posible advertir que el paciente se preocupa o piensa excesivamente en
esos síntomas, se siente ansioso y dirige muchas de sus acciones hacia
ellos. El DSM-5 hace énfasis en este elevado nivel de ansiedad que generan
los síntomas y, como consecuencia, la excesiva dedicación de tiempo y
energía a estos o a la preocupación por su estado de salud. Los síntomas
somáticos pueden presentarse en cualquier sistema (gastrointestinal,
cardiovascular, neurológico) y pueden ser específicos (dolor localizado,
cefalea, dolor precordial, dolor abdominal, disuria, dispareunia) o bien,
inespecíficos (fatiga o mareo). Por esta diversidad de síntomas se han lle-
gado a proponer trastornos funcionales diversos, como el síndrome de
intestino irritable, el síndrome de fatiga crónica o la fibromialgia. Para
algunos autores puede llegarse a un sobrediagnóstico de condiciones en
las que realmente podría subyacer la somatización23.
Los síntomas somáticos (SS) también pueden presentarse de manera
aguda, generalmente en relación con un evento estresante; en forma
episódica, en donde es posible identificar periodos libres de síntomas, y
en forma crónica, donde el foco somático es casi continuo. También se
sospecha un TSS cuando los síntomas son vagos e inconsistentes, existen
múltiples consultas y cambios de médicos, uso de varios medicamentos
y alta sensibilidad a los efectos adversos, y la realización de exámenes
frecuentes sin un resultado que pueda relacionarse a sus síntomas.
La Sociedad Psicosomática Americana recomienda el uso de escalas en
el abordaje de estos pacientes y en estudios clínicos. La Numeric Rating
Scale (NRS) se usa con frecuencia para evaluar la intensidad de los sínto-
mas y la interferencia que producen en las actividades de la vida diaria.
También se recomiendan escalas autoaplicadas para evaluar el cambio
en los síntomas somáticos, como la Patient Health Questionnaire (PHQ-15),
Somatization Subscale of the Symptom Checklist (SCL-90R) y la Screening for
Somatoform Symptoms (SOMS-7). La Somatic Symptom Scale (SSS-8) se derivó
de la PHQ-15 para el estudio de los criterios del DSM-5 y permite medir
la gravedad y el patrón de los síntomas somáticos, así como establecer
la carga que ejercen; puede aplicarse en muy corto tiempo con adecuada
fiabilidad y validez y ser útil para el seguimiento clínico24. También es
posible recomendar a los pacientes que realicen un diario de síntomas
donde incluyan la intensidad, características de estos y la interferencia
426
Trastorno por síntomas somáticos o síndrome de Briquet
que generan en su vida diaria. Se deben identificar los factores que influ-
yen en el curso clínico de los trastornos para que puedan ser tenidos en
cuenta en la formulación del tratamiento (Tabla 2).
Diagnóstico diferencial
ENFERMEDADES MÉDICAS
Los síntomas somáticos no constituyen el núcleo psicopatológico de un
trastorno somatomorfo. El hecho de tener varios síntomas médicos se
debe abordar de manera razonable para determinar responsablemente la
existencia de una enfermedad médica. El hecho de no encontrar explica-
ciones orgánicas también se ve afectado por el momento histórico parti-
cular del desarrollo médico. También se debe tener en cuenta que muchos
pacientes con enfermedad médica pueden llegar a cumplir criterios para
un trastorno somático y se consideraría una comorbilidad.
DEPRESIÓN Y ANSIEDAD
Muchos pacientes con trastornos depresivo o ansioso acuden inicialmente
al médico de atención primaria por síntomas somáticos exclusivamente,
de ahí que siempre se deba preguntar por síntomas afectivos, especial-
427
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
TRASTORNO CONVERSIVO
Aunque en el DSM-5 queda en la categoría de trastorno de síntomas somá-
ticos, clásicamente tienen un origen común en la historia pero una evolu-
ción diferente. En la conversión, los síntomas se circunscriben a un déficit
neurológico motor o sensitivo inconsistente e incompatible con la neuroa-
natomía subyacente sin que exista esa respuesta psicológica excesiva de la
somatización. En el psicoanálisis, el mecanismo psíquico responsable de la
conversión es la represión, en tanto que en la somatización las emociones
no tienen una buena representación simbólica, por lo que la diferenciación
podría ser conveniente para esta terapia27.
TRASTORNOS PSICÓTICOS
Las ideas somáticas que llegan a tener una profunda convicción hasta ser
delirantes indicarían la existencia de un trastorno psicótico, especialmen-
te cuando sus argumentos y creencias son extrañas (como la infestación
por parásitos). La presencia de fenómenos sensoperceptivos, delirios de
otros temas y trastornos formales del pensamiento o alteraciones en la
conducta también descartarían el TSS.
Tratamiento
Es fundamental establecer una alianza terapéutica, centrar el objetivo en
mejorar la funcionalidad y disminuir el sufrimiento. Se debe educar al pa-
ciente y validar su sufrimiento en la medida en que se explique la relación
que puede tener la mente y el cuerpo. Deben evitarse frases que produzcan
culpa y estigma como “usted no tiene nada” o “lo está inventando”. Debe
428
Trastorno por síntomas somáticos o síndrome de Briquet
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
No existe un tratamiento específico para los TSS. El tratamiento con anti-
depresivos mejora los síntomas y es eficaz también en el tratamiento de la
depresión y ansiedad comórbidas, siempre y cuando sea tolerado. En una
revisión sistemática de la colaboración Cochrane29, con más de 26 ensayos
clínicos, se encontró que los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS), y de la recaptación de noradrenalina y serotonina (ISRN),
disminuyen los síntomas somáticos, mejoran la funcionalidad y la calidad
en comparación con el placebo en el corto plazo (hasta tres meses), sin
diferencias entre los medicamentos de estos grupos. Con antidepresivos
tricíclicos no se encontraron diferencias, específicamente en los síntomas
somáticos. Dos estudios evaluaron la combinación de ISRS con antipsicóti-
cos (citalopram + paliperidona y paroxetina + quetiapina) y parece tener
un mayor efecto sobre la somatización que la monoterapia, aunque existe
mayor riesgo de efectos adversos que pueden ser interpretados incluso
como empeoramiento del trastorno. De los productos naturales incluidos,
solo la hierba de San Juan demostró mejorar los síntomas. La evidencia
se consideró de baja calidad y se señala la necesidad de ensayos clínicos
con seguimientos completos, más largos y de mayor rigor metodológico.
Evidencia posterior sugirió también el beneficio de imipramina, pero con
efectos adversos frecuentes30, por lo que puede considerarse en pacientes
que no han mejorado con ISRS o ISRN. Por tratarse de una condición cróni-
ca, deben evitarse medicamentos con potencial adictivo como los opioides
y algunas benzodiacepinas.
PSICOTERAPIAS
En general, todas las formas de psicoterapia, como la terapia
cognitivo-conductual, psicodinámica y de tercera generación (basadas en
mindfulness), conducen a una mejoría de los trastornos somatomorfos, y se
sugiere implementar alguna de ellas según la experiencia que se tenga. En
una revisión sistemática de la colaboración Cochrane31 se incluyeron 21
ensayos clínicos que abarcaban 2,650 adultos con trastornos somatomor-
429
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
OTRAS TERAPIAS
Ya que la familia puede ayudar a modular la conducta, aliviar el malestar y
disminuir la disfunción, se recomienda la realización de terapia de familia.
Se recomienda terapia ocupacional. La actividad física y la meditación
también tienen efectos promisorios.
430
Referencias
431
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
432
Trastorno por síntomas somáticos o síndrome de Briquet
433
TRASTORNO DE SÍNTOMAS
NEUROLÓGICOS FUNCIONALES
(TRASTORNO NEUROLÓGICO FUNCIONAL)
435
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
436
Trastorno de síntomas neurológicos funcionales (trastorno neurológico funcional)
Epidemiología
Los síntomas psicogénicos (no orgánicos, funcionales) son comunes en
medicina. El 5% de todos los pacientes atendidos en hospitales generales
cumplen criterios para trastorno conversivo (Folks et al., 1984). En el
área de la neurología y la neuropsiquiatría, los síntomas funcionales neu-
rológicos (SFN) son uno de los motivos de consulta más comunes (Carson
et al., 2012). Uno de cada cinco pacientes vistos en la consulta neurológica
puede tener síntomas que no pueden atribuirse a una enfermedad neuro-
lógica (Mace et al., 1991). De 10 a 20% de los pacientes referidos a clínicas
especializadas en epilepsia, y hasta el 50% de los pacientes ingresados
por aparente estado epiléptico, sufren de crisis no epilépticas psicógenas
(CNEP) (Reuber et al., 2003a).
La incidencia anual calculada del trastorno conversivo en general es
de 4 a 12 por 100 mil habitantes (Akagi, 2001), con una prevalencia en
la comunidad de 50/100 mil habitantes. También es ampliamente acep-
tado que el trastorno conversivo es más frecuente en mujeres (Feinstein,
2011) y que uno de los factores de riesgo más frecuentes es el antecedente
de abuso sexual en la infancia (Roelofs et al., 2007; Carson et al., 2012).
Reuber et al. reportaron la existencia de antecedentes traumáticos en el
90% de los pacientes con CNEP, de los cuales el 41% eran mujeres con
antecedente de abuso sexual (Reuber et al., 2007).
PRONÓSTICO
El grado de incapacidad de los pacientes con SFN es similar al de pacientes
con otras enfermedades neurológicas pero con mayor grado de afectación
emocional. Los síntomas suelen persistir a lo largo del tiempo pero sin
que exista alguna enfermedad que los explique (Carson et al., 2000; Stone
et al., 2005).
La proporción de diagnósticos erróneos (pacientes en quienes se diag-
nosticó un trastorno neurológico funcional sin serlo) encontrada en un
meta-análisis de 1,466 casos fue de 4% (Stone et al., 2005c). Más del 60%
de los pacientes con SNF no tendrá una recuperación total y la cronicidad
del cuadro es en sí misma un factor de mal pronóstico (excepto para las
CNEP) (Feinstein et al., 2001; Stone et al., 2009; Sharpe et al., 2010). En un
estudio prospectivo de cuatro años, Reuber et al. reportaron que el 70%
de los pacientes con CNEP seguían teniendo crisis, mientras que estudios
retrospectivos han señalado que sólo de 16 a 38% de los pacientes con
CNEP dejan de tener crisis, de un 23 a 56% tienen reducción en el número
437
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
438
Trastorno de síntomas neurológicos funcionales (trastorno neurológico funcional)
EVALUACIÓN CLÍNICA
Salvo que clínicamente sea muy evidente, el primer objetivo del médico
deberá ser descartar que los síntomas no sean debidos a una enfermedad
“orgánica”. El que tenga síntomas neurológicos funcionales no descarta
que pueda tener además síntomas de otra enfermedad.
Si se sospecha de un trastorno neurológico funcional (TNF), se deberá
hacer una historia clínica detallada que busque antecedentes y datos que
apoyen el diagnóstico y le permitan al médico conocer las experiencias
previas del paciente con otros médicos (por qué dejó de atenderse con
ellos, si se sintió rechazado, si se le dio algún diagnóstico, etcétera). Es
importante interrogar el grado de incapacidad que sufre, el inicio y curso
del padecimiento, realizar una lista de síntomas, cuestionar sobre sín-
tomas disociativos, cuál es la actitud y creencias del paciente hacia su
padecimiento, y recabar antecedentes no patológicos en busca de estreso-
res o conflictos (laborales, interpersonales, familiares, problemas legales,
económicos, etcétera). No es recomendable abordar los antecedentes de
abuso o negligencia en la infancia en la primera cita (o no abordarlos y
dejar que sean abordados por un terapeuta) si el médico no tiene el tiempo
suficiente para escuchar al paciente y darle contención se es necesario
(Stone et al., 2005).
El diagnóstico de un TNF debe estar basado en la presencia de datos
clínicos duros detectados durante la evaluación clínica; no se trata por lo
tanto de un diagnóstico de exclusión (Lang et al., 2011). La inconsisten-
cia de signos y síntomas apunta a un trastorno funcional, pero no indica
si son producidos de manera consciente o inconsciente. Ninguno de los
signos clínicos es 100% específico o sensible, y como ya se mencionó, la
presencia de síntomas funcionales no descarta la presencia de signos y
síntomas de otra enfermedad.
439
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Clínicamente establecido
El trastorno del movimiento es incongruente con un trastorno del movimien-
to clásico o hay inconsistencias en la exploración, más al menos uno de los
siguientes: otros signos psicógenos, múltiples somatizaciones o un trastorno
psiquiátrico evidente
Probable
El trastorno del movimiento es incongruente o inconsistente con un
trastorno del movimiento típico, o existen signos psicogénicos o múltiples
somatizaciones
Posible
Evidencia de un trastorno emocional
440
Trastorno de síntomas neurológicos funcionales (trastorno neurológico funcional)
441
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
442
Trastorno de síntomas neurológicos funcionales (trastorno neurológico funcional)
443
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
444
Trastorno de síntomas neurológicos funcionales (trastorno neurológico funcional)
445
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
446
Bibliografía
447
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
448
Trastorno de síntomas neurológicos funcionales (trastorno neurológico funcional)
449
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
450
Trastorno de síntomas neurológicos funcionales (trastorno neurológico funcional)
451
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
452
ÍNDICE
DE AUTORES
A B
Ahunca V. Barrios Vincos
Luisa Fernanda Gustavo Adolfo
Médica psiquiatra por la universidad Médico y neurólogo, por
del Valle. Neuropsiquiatra, por la Universidad el Bosque.
el Instituto Nacional de Neurología Trastornos del Movimiento por
y Neurocirugía Manuel Velasco la Universidad Federal de Río de
Suárez, de la UNAM
Janeiro. Máster Propio en Trastornos
del Movimiento, Universidad de
Arguenta Marín Murcia. Unidad de Trastornos del
Dayri Alyson Movimiento, Hospital Occidente de
Residente de segundo año Kennedy, Bogotá, Colombia.
de la especialidad en Psiquiatría
del Instituto Nacional de Neurología Basante Avendaño
y Neurocirugía, Ciudad de México. Raúl Alejandro
Técnico Instrumentista en Violín por
Médico cirujano egresado
el Conservatorio de Música
de la facultad de Medicina de la
del Estado de México.
UNAM. Especialista en Psiquiatría por
la misma universidad; egresado del
Instituto Nacional de Neurología y
Arias Ponce Nazareth
Neurocirugía MVS. Actualmente es
Médico especialista en Geriatría, alumno del curso de alta especialidad
Alta especialidad en Envejecimiento en Envejecimiento Cognitivo y
Cognitivo y Demencias del INNNMVS, Demencias con sede en el mismo
adscrita al Hospital General Regional instituto.
No.58 del Instituto Mexicano
del Seguro Social (imss), León,
Guanajuato. México.
453
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Bayliss Leo
Adscrito al servicio de Neurología
al Instituto Nacional de
C
Neurología y Neurocirugía MVS. Calleja Castillo
Neurólogo clínico, especialista en Juan Manuel
Neuropsiquiatría. Médico general Neurólogo clínico, especialista
egresado de la Universidad de en enfermedades cerebrovasculares.
Sonora, México. Adscrito al servicio de Neurología del
Innnmvs. Director del programa de
infarto cerebral en el Centro Médico
Becerra Lina
ABC.
Vanessa
Profesora asistente, Departamento
de Ciencias Básicas de la Salud, Calleja Salazar
Grupo de investigación en Ciencias Adriana
Básicas y Clínicas de la Salud, Médico cirujano por la Universidad
Facultad de Ciencias de la Salud, La Salle. Especialidad en Psiquiatría
Pontificia Universidad Javeriana Cali. por el Instituto Nacional de
Estudiante de doctorado en Ciencias Neurología y Neurocirugía MVS, de la
Biomédicas, Centro de Estudios UNAM. Subespecialidad en Psiquiatría
Cerebrales, Universidad del Valle Infantil y de la Adolescencia por el
Hospital Psiquiátrico Infantil Dr. Juan
N. Navarro (UNAM). Medico adscrito
Buriticá al Hospital Psiquiátrico Infantil Dr.
Efraín Juan N. Navarro.
Profesor asistente, Departamento
de Morfología, Escuela de Ciencias Castro Trejos
Básicas. Centro de Estudios Jerry
Cerebrales, Facultad de Salud, Médico especialista en Psiquiatría,
Universidad del Valle. Neuropsiquiatría, Universidad
Autónoma de México, Instituto
Bustamante Gómez Nacional de Neurología y
Neurocirugía MVS; Servicio Medicina
Paula Andrea
Interna, Hospital San Carlos, Caja
Médica especialista en Psiquiatría, Costarricense de Seguro Social.
Universidad de Antioquia (Colombia)
alta especialidad en Neuropsiquiatría
Instituto Nacional de Neurología y
Neurocirugía MVS, de la UNAM
454
Índice de autores
D
adjunto del programa de Geriatría
del ITESM, así como del programa de
urgencias del Hospital General de
Zona N°2 del IMSS.
Díaz Victoria
Ana Ruth
Neuropsicóloga Clínica. Licenciada Espínola Nadurille
en Psicología por la Universidad Mariana
Autónoma del Estado de Morelos, Médico cirujano por la Universidad
maestra en Diagnóstico y La Salle. Especialidad en Psiquiatría
Rehabilitación Neuropsicológica por y curso de alta especialidad en
la Benemérita Universidad Autónoma Neuropsiquiatría, en el Instituto
de Puebla; miembro fundador y Nacional de Neurología y
expresidenta de la Asociación Neurocirugía MVS, de la UNAM, donde
Mexicana de Neuropsicología, realiza labores asistenciales, docentes
autora de 15 artículos científicos y y de investigación.
tres capítulos de libro, docente de
licenciatura y posgrado, Jefa de la
Unidad de Cognición y Conducta del
Instituto Nacional de Neurología y
Neurocirugía MVS.
455
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Estudillo Guerra
María Anayali
Médica cirujana por la unam,
G
especialista en Psiquiatría por García López Eric
el INPRF. Alta especialidad Profesor de Neurociencia e
en Neuropsiquiatría por el el investigador titular en el Instituto
Instituto Nacional de Neurología Nacional de Ciencias Penales.
y Neurocirugía MVS. Beca de Doctorado en Psicopatología Forense
investigación en el Laboratorio por la Universidad Complutense de
de Neuromodulación, Hospital Madrid. Estancia posdoctoral en
de Rehabilitación Spaulding, Evolución y Cognición Humana,
Universidad Harvard. Universitat de les Illes Balears.
Investigador visitante en el Max
456
Índice de autores
L
Navarro. Estancias Académicas en
la LWL-Universitätsklinikum der
Ruhr-Universität Bochum Klinik,
Alemania y la Università degli Studi
León Salas Jorge Mario di Parma, Italia. Médico especialista
Médico especialista en Psiquiatría adscrito en el Hospital Psiquiátrico
por la Universidad de Costa Rica Juan N. Navarro.
(UCR). Egresado del curso de alta
especialidad en Neuropsiquiatría, del
Instituto Nacional de Neurología
y Neurocirugía mvs. Así como de
la alta especialidad en Deterioro
Cognitivo y Demencias en el mismo
instituto. Cursó el Fellowship Global
Brain Health Institute del Trinity
457
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
458
Índice de autores
P de la Unidad de Neuropsiquiatría
(2007-2018) y profesor del posgrado
en Neuropsiquiatría (2002 a la fecha).
Pérez Esparza Rodrigo Es doctor en Ciencias Médicas por
Neuropsiquiatra e investigador la UNAM, y profesor de Metodología
en Psiquiatría Translacional en el de la investigación en el programa
Instituto Nacional de Neurología de maestría y doctorado en Ciencias
y Neurocirugía mvs y profesor en Médicas de esa universidad.
el Instituto de Terapia Racional Miembro del Sistema Nacional
Emotiva de México. Apasionado por de Investigadores del CONACYT.
las neurociencias, explora distintos Actualmente es Director General
paradigmas terapéuticos enfocados en Adjunto en la Comisión Coordinadora
la depresión y adicciones. de los Institutos Nacionales de Salud
de México. Es autor de libros de
R
ensayo científico y literario, así como
de narrativa clínica.
459
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
460
Índice de autores
V
Ha sido profesora de la Facultad de
Medicina de la UNAM desde hace 38
años, y profesora titular del curso de
alta especialidad en Envejecimiento
Cognitivo y Demencias. Es miembro Valencia González
de la Academia Nacional de Damaris
Medicina y del Sistema Nacional de Médica cirujana por la facultad
Investigadores (nivel III). Labora en de medicina de la UNAM. Es
el Instituto Nacional de Neurología especialista en Psiquiatría, por la
desde hace 19 años, donde es misma universidad, egresada del
fundadora y responsable de la Clínica Instituto Nacional de Neurología
y el Laboratorio de Demencias. y Neurocriugía mvs.. Actualmente
es médico adscrito en el Hospital
General Dr. Darío Fernández Fierro
461
PRINCIPIOS DE NEUROPSIQUIATRÍA
Z
Zapata Lina María
Médico residente de tercer año
de Psiquiatría del Departamento
de Psiquiatría, Facultad de Salud,
Universidad del Valle.
Zapata Ospina
Juan Pablo
Médico y cirujano, especialista
en Psiquiatría. Magíster en
Epidemiología Clínica. Profesor del
Instituto de Investigaciones Médicas,
Facultad de Medicina, Universidad de
Antioquia, Medellín, Colombia.
462
Enseñanza e Investigación en Psicología
ISSN: 0185-1594
[email protected]
Consejo Nacional para la Enseñanza en
Investigación en Psicología A.C.
México
Aguilar Montes de Oca, Yessica Paola; Valdez Medina, José Luis; González Arratia
López Fuentes, Norma Ivonne; Rivera Aragón, Sofía; Carrasco Díaz, César; Gómora
Bernal, Alma; Pérez Leal, Anel; Vidal Mendoza, Samantha
APATÍA, DESMOTIVACIÓN, DESINTERÉS, DESGANO Y FALTA DE PARTICIPACIÓN
EN ADOLESCENTES MEXICANOS
Enseñanza e Investigación en Psicología, vol. 20, núm. 3, septiembre-diciembre, 2015,
pp. 326-336
Consejo Nacional para la Enseñanza en Investigación en Psicología A.C.
Xalapa, México
DESGANO Y FALTA DEYessica Paola Aguilar Montes de Oca1, José Luis Valdez Medina2, Norma Ivonne
González Arratia López Fuentes, Sofía Rivera Aragón, César Carrasco Díaz,
Alma Gómora Bernal, Anel Pérez Leal, Samantha Vidal Mendoza
RESUMEN
El objetivo de investigación fue explorar las causas que originan apatía, desmotivación, desinte-
rés, desgano y falta de participación en adolescentes mexicanos. Participaron 200 adolescentes
de 13 a 15 años, hombres y mujeres. Se administró el Cuestionario de Causas de la Apatía. Se
observó que los adolescentes prefieren no participar en la dinámica familiar, los quehaceres
domésticos, la escuela, las actividades físicas y religiosas, quizá porque consideran que no re-
dituarán algo a su vida, tanto en lo biológico (sobrevivir), como psicosociocultural (ser más y
mejores que otros y que sí mismos). Estos indicadores entrañan riesgo; además, se reprime en
ellos la posibilidad de desarrollar sus potencialidades, lo cual podría llevarlos a no vivir con base
en su ser en el hacer, donde se es lo que se hace y se hace lo que se es, sin contradicción, con gusto
y sin quejas.
ABSTRACT
The aim of this research was to explore the causes of apathy, lack of motivation, disinterest,
reluctance, and lack of participation in Mexican adolescents. 200 adolescents of both sexes,
ranging 13 to 15 years old, participated. The Apathy’s Causes Questionnaire was applied. It was
observed that teenagers feel apathy to participate in family dynamics, in school, and in physical
and religious activities, probably because they consider those activities will not produce any
good to their lives, both biologically (survival), and psycho-socio-culturally (to be more and
better than others and themselves). These indicators entail risks, and also suppress in them the
opportunity to develop their own potential.
Key words: Apathy; lack of motivation; Disinterest; Reluctance; Lack of participation; Adolescents.
1
Facultad de Ciencias de la Conducta, Filiberto Gómez s/n, Col. Guadalupe, 50200 Toluca, Edo. de México, México, tel.
(722)2-72-00-76, correos electrónicos: [email protected] y [email protected].
326
INTRODUCCIÓN definieron como un síntoma presente en la depre-
sión, caracterizada por la pérdida de motivación no
Una tendencia que se observa con frecuencia en debida a la perturbación de la inteligencia, la emo-
328
Tabla 1. ¿Qué actividad has notado que te causa más apatía?
329
Tabla 2. ¿Qué es lo que más te desmotiva en la vida?
CATEGORÍAS RESPUESTAS RESPUESTAS
% %
DE RESPUESTA HOMBRES MUJERES
Matemáticas; formación cívica y ética; Exámenes; matemáticas; hacer tarea; estu-
hacer tarea; no poder hacer los problemas diar; problemas en la escuela; perder a mi
Labores
de matemáticas; peleas con amigos; llegar 12 mejor amiga; peleas con amigas; soy nueva 10
escolares
temprano a la escuela; clases aburridas; en la escuela; no tener compañía en clase de
que no se lleven bien. ciencias.
Enfermedad/ Estar enfermo; muerte de un familiar; mo-
9 Enfermedad crónica; muerte de un familiar. 3
muerte rir; la muerte; perder a una persona.
No tener motivación; que no me apoyen; trai-
ción; no estar feliz; que me digan que soy floja;
Que no me pongan atención; que no me hacer lo que puedo y que no lo agradezcan; que
hagan caso; desilusiones; que no me apo- descubra algo y no sirva de nada; esperar con
Apatía, desmotivación, desinterés, desgano y falta de participación en adolescentes mexicanos
Desilusión 6 21
yen; tener canciones para dedicar pero no ansias algo y que no ocurra; regaños; que nadie
tener a quién. me entienda; que le hable a alguien y me ignore;
cosas en desorden; que la gente oculte cosas; casi
todo; que no hablen con la verdad.
Labores Levantarme temprano; hacer el quehacer Me presionen para hacer las cosas; hacer el
4 4
domésticas en mi casa. quehacer; ayudar en el hogar.
Activación física Deportes; futbol; natación; basquetbol. 6 Jugar deportes que no me gustan; correr. 2
Ocio Nada; diseñar o dibujar vestidos. 13 No hacer nada; estar desesperada; ver televisión. 5
Injusticia País desigual; sociedad injusta. 3 Favoritismo. 1
Agresiones Que sea regañado; insultos. 2 Regaños. 1
Problemas familiares; tener problemas; ver No ver a mi familia; ayudar a mis papás; pelear
pelear a mis padres; ver triste a alguien de con mi mamá; separación de mis papás; que
Convivencia
mi familia; separación de mis padres; mi 10 mi hermana no me haga caso; que mi mamá 10
familiar
familia; problemas familiares siempre; que esté mal; problemas en mi familia; que tengan
mis papás se peleen. problemas mis padres; no tener papá.
Fracasar en lo que quiero hacer; no poder
hacer lo que quiero; pensar que es aburrido;
Malas calificaciones; no poder hacer algo; no
no jugar futbol; problemas en las cosas que
lograr mis metas; que no le guste al chico que
realizo; hacer algo que me cuesta trabajo; no
me gusta; no pasar mi examen para entrar a la
poder viajar a España; malas calificaciones;
prepa; no hacer algo nuevo; no conocer a mi
reprobar una materia; pensar en una actividad
artista favorito; no lograr lo que quiero en la
que no puedo lograr; no ir a la escuela; no
Frustración 29 vida; que algo me salga mal; que me molesten 29
tener novia; no sacar buenas calificaciones; no
en algo que ando haciendo; mi fracaso; no
terminar lo que empiezo; fracasar; no tener
tener éxito en lo que me propongo; cosas sin
descanso; saber que no podré hacer una cosa;
solución; no cumplir mis metas personales; no
no poder estar con alguien; me voy a cambiar
cumplir mis metas laborales; no ser alguien en
de casa; no ser alguien en la vida; no hacer
la vida; no terminar algo; no escuchar música.
deporte; pensar que no tengo novia; cuando
pierde el América.
Que te digan que no puedes; que la sociedad
critique todo; echarle ganas; no participar
en clase; venir en camión; desconfianza de sí
Que me hagan burla; que se burlen si con-
Inseguridad 6 mismo; que una persona te baje la autoesti- 14
testo mal; que la sociedad me critique; que
ma; que piensen lo peor de mí; que me digan
me digan que soy descuidado.
que no me va a dejar nada bueno; que la
gente desconfíe de mí.
TOTAL 100 TOTAL 100
330
Tabla 3. ¿Qué es lo que te genera más falta de interés?
CATEGORÍAS DE RESPUESTAS RESPUESTAS
% %
RESPUESTA HOMBRES MUJERES
De acuerdo con lo que más les genera falta de actividad física, ocio, frustración, desesperanza,
interés se encontraron las categorías de frustra- rechazo, otras personas y enfermedad. Ambos se-
ción, desesperanza, actividad física, ocio, activida- xos coincidieron en sentir desgano de levantar-
des escolares, otras personas y labores domésticas se temprano, estar en casa, quehacer doméstico,
(Tabla 3). matemáticas, caminar, no hacer nada, calor, estar
Lo que más les produce desgano se agrupó tristes, cuando los regañan, cuando se sienten so-
en las categorías de labores domésticas, escuela, los y ver personas tristes (Tabla 4).
331
Tabla 4. ¿Qué es lo que más te produce desgano?
CATEGORÍAS DE RESPUESTAS RESPUESTAS
% %
RESPUESTA HOMBRES MUJERES
Levantarme temprano; limpiar; lavar a
Levantarme temprano; quehacer; estar en
Labores mi perro; hacer labores; estar en casa;
19 casa; ayudar en casa; barrer; limpieza de mi 15
domésticas escombrar mi cuarto; limpieza de mi
casa; pasear a mi perro; lavar trastes.
casa; quehacer.
Leer; trabajo en clase; actividades men-
tales; clase de química; matemáticas; ir Hacer tarea; exámenes; clase de física; las
a la escuela; trabajo en equipo; que el materias; tomar clases extra; cuando me
profesor hable y hable; hacer apuntes; entregan calificaciones; una materia aburrida;
Escuela
estudiar; clase de formación cívica y 26 calificación mediocre; trabajos escolares; cla- 20
ética; acomodar materias; escribir; la se de ciencias; matemáticas; clase de física;
escritura; hacer tarea; no quiero entrar no ir a la escuela; asistir a clase; no alcanzar
a clase de español; no darle tiempo al un diploma.
Apatía, desmotivación, desinterés, desgano y falta de participación en adolescentes mexicanos
332
Tabla 5. ¿En qué actividades prefieres no participar?
CATEGORÍAS DE RESPUESTAS RESPUESTAS
% %
RESPUESTA HOMBRES MUJERES
la muestra masculina se agregó la categoría de apatía son las relacionadas con la convivencia fa-
conductas antisociales, y en la femenina la de ac- miliar, las labores escolares, las labores domésti-
tividades del hogar y culturales. Ambos sexos evi- cas, la actividad física, la desilusión, las agresiones,
taban participar en bailables o festivales escolares, el ocio, la injusticia, la frustración y la inseguridad.
trabajos en equipo, convivios o intercambios den- La adolescencia es una etapa de transición
tro del salón de clases, así como participar en cla- en la que se producen importantes transforma-
se expresando opiniones (Tabla 5). ciones físicas, conductuales, cognitivas y emocio-
nales que afectan las relaciones con los padres y
DISCUSIÓN los iguales, dando lugar a conflictos en las rela-
ciones familiares que, de acuerdo con los resulta-
De acuerdo con los resultados obtenidos se en- dos hallados, pueden ser los causantes principales
contró que, en general, las áreas que más producen de la apatía en los adolescentes hacia los asuntos
333
y actividades familiares (Estévez, 2007; Hernán- el interés de aprender (Serrano y Esteban, 2003;
dez, 2003), lo que puede favorecer o entorpecer Valdez et al., 2011), pues pocas veces las asig-
su libertad, sobre todo si consideran que tal con- naturas que se imparten son de su interés.
vivencia es una pérdida de tiempo que no les re- De igual manera, se muestran desmotivados
porta ningún beneficio. debido a que sienten inseguridad al participar
Al respecto, Greer (2000) considera que la en clase, errar o ser criticados por los docentes,
dinámica social actual, en la que se observa una lo que puede impactar desfavorablemente en su
importante carencia de límites sociales, una con- rendimiento escolar, en cuanto que es un ambi-
fusa demarcación de las normas y un incorrecto ente que no apoya los intereses particulares de los
control de la conducta de los hijos, lleva a los jó- estudiantes (Román, 2013).
venes a una desvalorización de sus esfuerzos y al Asimismo, manifiestan que sus profesores no
desprecio hacia sus progenitores. los apoyan cuando les piden ayuda, lo que los des-
Los participantes indicaron que les faltaba motiva; en efecto, diversos autores señalan que la
el apoyo de su familia; además, referieron esca- construcción de aprendizajes de calidad pasa por
Apatía, desmotivación, desinterés, desgano y falta de participación en adolescentes mexicanos
334
Otamendi, Berrocal, Caño y Rodríguez, 2004), 2013), lo que, de continuar, puede afectar directa-
pudiendo incluso acercarse a la depresión (Val- mente los procesos de socialización (García, Gal-
dez y Aguilar, 2014). lego y Pérez, 2009).
REFERENCIAS
335
Hernández, A. (2003). Descripción de los factores familiares más significativos que influyen en el rendimiento escolar
infantil. Tesis inédita de Licenciatura. Toluca (México): Universidad Autónoma del Estado de México.
Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (2013). Panorámica de la población joven por condición
de actividad. México: INEGI .
Levy, M.L., Cummings, J.L. y Fairbanks, L.A. (1998). Aphaty is not depression. Journal Neuropsychiatry &
Clinical Neuropsychiatry, 10(1), 314-319.
Marín, R.S. (1996). Apathy: Concept, syndrome, neural mechanisms, and treatment. Semminars in Clinical
Neuropsychiatry, 1(4), 304-14.
Marina, J. (1996). El laberinto sentimental. Barcelona: Anagrama.
Marina, J.A. y López P., M. (2005). Diccionario de los sentimientos. Barcelona: Anagrama.
Messing, C. (2009). Desmotivación, insatisfacción y abandono de proyectos en los jóvenes. Buenos Aires: Noveduc.
Negrete, R. y Leyva, G. (2013). Los NiNis en México: una aproximación crítica a su medición. Realidad, datos
y espacio. Revista Internacional de Estadística y Geografía, 4(1).
Organización Mundial de la Salud (1992). CIE 10.Décima Revisión de la Clasificación Internacional de las En-
Apatía, desmotivación, desinterés, desgano y falta de participación en adolescentes mexicanos
fermedades. Trastornos mentales y del comportamiento: Descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico. Madrid:
Meditor.
Passarotto, A. (2012). La apatía y la falta de interés del adolescente actual. Documento de cátedra del Magister en
Educación con Orientación en Gestión. Buenos Aires: Universidad de San Andrés.
Real Academia Española (2001). Diccionario de la lengua española (22ª ed.). Madrid: Autor.
Román, M. (2013). Factores asociados al abandono y la deserción escolar en América Latina. Revista Iberoamer-
icana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 11(1), 33-59.
Serrano, J. y Esteban, J. (2003). Orientación educativa. Revista Mexicana de Orientación Educativa, 1(1), 30-34.
Silva, A. (2008). Ser adolescente hoy. Fermentum. Revista Venezolana de Sociología y Antropología, 18(52), 312-
332.
Soria, M., Otamendi, A., Berrocal, C., Caño, A. y Rodríguez, C. (2004) Las atribuciones de incontrolabilidad
en el origen de las expectativas de desesperanza en adolescentes. Psicothema, 16(3), 476-480.
Starkstein, S. y Leentjens, A. (2008).The nosological position of apathy in clinical practice. Journal of Neurol-
ogy, Neurosurgery and Psychiatry, 79(1), 1088-1092.
Valdez M., J.L. (2009). Teoría de la paz o equilibrio. Una nueva teoría que explica las causas del miedo y del su-
frimiento, y que nos enseña a combatirlos. México: EDAMEX .
Valdez M., J.L. y Aguilar, Y. (2014). La configuración de la apatía. Seminario de Investigación. Toluca (México),
6-30 de enero (paper).
Valdez M., J.L., González A., N., González, S., Arce, V., Lechuga, P., Mancilla, I., Morales, L. y San Juan, A.
(2011). Orientación que transmiten los padres a sus hijos adolescentes. Revista Mexicana de Orientación
Educativa, 8(20).
Wurtman, J. y Frusztajer, N. (2006). The serotonin power diet: eat carbs ―nature’s own appetite suppressant to stop
emotional overeating and halt antidepressant-associated weight gain. New York: Rodale.
336