Teologia Paulina Charles Ryrie

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LA DOCTRINA DE DIOS

El concepto de Dios es básico para la teología paulina. Aunque en algunos


aspectos esta doctrina es incidentalmente desarrollada, no obstante, el
pensamiento de Pablo llega a estar saturado de ella. Que Dios existe, que se ha
revelado a sí mismo, y que es el gobernante soberano del universo es el
fundamento sobre el cual Pablo edifica. La existencia de Dios es asumida en
todos sus escritos - un concepto transportado del judaísmo-y Pablo siempre
parte desde este principio.

1. LA NATURALEZA DE Dios

Pablo menciona un número considerable de los atributos de Dios. El es el


único Dios sabio (1 Ti. 1:17), cuya omnisciencia será demostrada en el día del
juicio (Ro. 2:16: 1 Co. 4:5). La calidad de su amor fue probada de una forma
única en el envío de Cristo (Ro. 5:8: Ef. 2:4). El es el único capaz de hacer
más allá y por encima de todas las cosas que pedimos o pensamos (Ef. 3:20),
y este poder soberano de Dios estuvo primordialmente en el pensamiento de
Pablo (Ro. 9). Además, Dios es omnipresente (Ro. 10:6-7: 1 Co. 3:16: 6:19),
(verdad Ro 3:4), justo (Ro. 3:26), y misericordioso (Ef. 2:4).

Es la naturaleza viviente de Dios, sin embargo, la que asume una


importanancia particular en el pensamiento paulino. Esa idea está fundada en
su predicación a los gentiles, porque es el Dios viviente quien salva a los
hombres (Hch. 14:15. 17:24-29: 1 Ti. 4:10). Sus convertidos se distinguieron
como quienes se habían vuelto al Dios viviente (1 Ts. 1:9). El Dios viviente es
la causa de santificación (2 Co. 3:3). el consuelo de los creyentes en tiempo
de aflicción (1 Ti.4: 10), y el objeto del servicio cristiano (1 Ts. 1:9).

II. LA REVELACION DE Dios

A. Los de Revelación
Pablo enumera varias formas en las cuales el Dios viviente se ha revelado
a sí mismo.

1. Dios se ha revelado a sí mismo a través de Jesucristo (1 Tim. 3:16; cf.


Ro. 5:8: ll Co. 4:4: Ef. 1:19-20: 2 Ti. 1:10).

2. Dios se revela a sí mismo a todos los hombres a través de la naturaleza


(Ro. 1:20).

3. Las Escrituras revelan la salvación de Dios (Ro. 3:2 1; 16:26; 1 Co.


15:3-4; 2 Ti. 3:15-16).

4. La dirección providencial de la historia debe dirigir al hombre a buscar


a Dios (Hch. 17:26-27).

5. La naturaleza constitucional del hombre revela el carácter viviente de su


Creador (Hch. 17:28-29).

6. Los hijos de Dios revelan a su Padre mediante su comportamiento entre


los hombres (Ro. 10:14; 2 Co. 3:2).

7. La Ley Mosaica era un medio de revelación al pueblo judía (Ro. 2:12;


9:4).

B. El Contenido de la Revelación

En Cristo el hombre puede ver todos los atributos de Dios. Mediante la


naturaleza el hombre puede aprender del poder eterno de Dios y de la Deidad.
Todos pueden razonar de las cosas invisibles partiendo de las cosas visibles,
y aunque la revelación de Dios en la naturaleza no es suficiente para la
salvación, es una base suficiente y justa para la condenación, si se rechaza.
Dios muestra su bondad y paciencia a través de su trato con el hombre a lo
largo de la historia (Ro. 2:4). La ley de Moisés trajo revelación específica y
detallada de la mente de Dios para la gente judía, y con ese privilegio iba una
responsabilidad especial (Ro. 2:17-29).

C. El Propósito de la Revelación
No sólo para los judíos sino para todos los hombres, la revelación trae
responsabilidad. La reacción del hombre a lo que Dios ha revelado,
cualquiera que sea su significado o contenido, determinará su aceptación o
rechazo por Dios (Ro. 1:21-32; 2:7-8). Para el cristiano la oportunidad del
conocimiento de la verdad de Dios tal como ha sido revelada por el Espíritu
Santo trae la responsabilidad para madurar y no vivir carnalmente (1 Co.
2:10-3:2). El ser confrontado con Dios trae automáticamente una
responsabilidad, y todos los hombres han sido confrontados en algún grado.

III. LA SOBERANIA DE Dios'

El Antiguo Testamento, donde hay mucho acerca de esta doctrina. era la


herencia que Pablo recibió como un judío. Además, al adquirir un
conocimiento de las enseñanzas de Cristo, Pablo también habría entrado en
contacto con esta enseñanza (cf. Jn. 6:37, 44; 10:27-29; 17:11). Sin embargo,
le costó desarrollarla completa y sistemáticamente.

A. La Terminología

En sus Epístolas Pablo usa por lo menos ocho palabras diferentes para
referirse al concepto de la soberanía de Dios. (1) Proorizó, vocablo que nunca
aparece en la Septuaginta o en el griego clásico y está sólo en Hechos 4:28
fuera de los escritos de Pablo, significa un señalamiento de antemano (Ro.
8:29-30; 1 Co. 2:7; Ef. 1:5, 11). Pablo siempre habla de lo que esto significa
en relación al destino final de los que han sido señalados. (2) Proginóskó.
conocer de antemano (Hch. 2:23; 26:5; Ro. 8:29; 11:2; 1 P. 1:2, 20; 2 P. 3:17),
no enfatiza un simple prever sino una relación activa entre aquel que conoce
de antemano y aquellos que son conocidos con anterioridad. (3) Eklegó,
escoger, Pablo lo usa para enfatizar la idea de selección libre. Debe notarse
que cuando Pablo usa dicho verbo para describir la acción de Dios emplea la
voz media, indicando que la elección de Dios fue hecha libremente y para sí
mismo. (1 Co. 1:27-28; Ef. 1:4). Otras palabras en el vocabulario paulino son
(4) klétos, llamado (Ro. 1:1, 7; 8:28; 1 Co. 1:1, 2, 24); (5) protithémi,
proponerse (Ro. 1:13; 3:25; Ef. 1:9); (6) boulé, voluntad (Hch. 13:26; 20:27;
Ef. 1:11); (7) thélema, voluntad (Ef. 1:11); y (8) eudokia, efecto (1:5, 9; Fil.
2:13; 2 Ts. 1:11). Así que los conceptos involucrados en esta doctrina
obviamente no están fundados sobre una simple palabra, o en unos cuantos
pasajes dispersados.

B. Los Pasajes Principales

Hay tres pasajes principales donde Pablo expone su enseñanza


fundamental concerniente a la predestinación. (1) Romanos 8:28-30 es un
pasaje de estímulo. Todas las cosas obran en concierto para el bien, porque
Dios se ha propuesto que los suyos deben ser conformados a la imagen de su
Hijo. Este resultado asegurado se origina en la entrada de Dios a una relación
de preconocimiento con el elegido, efectuando su obra externa a través del
llamamiento y la justificación, y garantizando su consumación predestinada
cuando el creyente sea conformado a la imagen de Cristo. Esta glorificación
final descansa en el preconocimento de Dios, el cual debe ser entendido en el
sentido positivo y activo de entrar en una relación con el elegido. Limitar el
sentido del pasaje a la mera previsión contemplativa de Dios (que es
connotación generalmente dada a la presciencia) sería, en las palabras de
Warfield "un poco absurdo".2

(2) El pasaje de Romanos más famoso sobre la predestinación es el que


abarca los capítulos 9 al 11. Esta no es una sección parentética, porque surge
directamente de la doctrina fundamental de Pablo de la justificación por fe. Si
todos son pecadores, y si no hay diferencia entre judío y gentil, entonces ¿qué
será de los privilegios especiales de Israel? La respuesta de Pablo comienza
demostrando que la fuente de toda la bendición de Israel es la soberanía de
Dios. Estas bendiciones, en primer lugar, son inmerecidas, y posteriormente
fueron perdidas debido a la incredulidad. En su misericordiosa soberanía, sin
embargo, Dios cumplirá todo lo que ha prometido (11:26-36). Pablo declara
que las elecciones de Dios no están necesariamente basadas en la generación
natural (9:6-9) o en méritos humanos (9:10-13), sino sobre el ejercicio de su
soberana misericordia (9: 14-24). Si Dios no se hubiera refugiado dentro de
su propia soberanía y escogido a cierta gente, se habría visto obligado a
condenar a todos los miembros de la raza humana por causa del pecado. Es su
gracia soberana la que bendice a cualquiera.
(3) Si fuese posible una nota aún más alta aparece en Efesios 1:1-11. El
tiempo de la elección es declarado explícitamente como efectuda antes de la
fundación del mundo (1:4). La base de la selección es el propio beneplácito
de Dios (1:5, 1 1). Pablo usa los tres términos propósito (boulé), beneplácito
(eudokia) y voluntad (t/iélema) al establecer el origen de la predestinación. El
propósito de la predestinación es la glorificación de Dios (1:12), y en esto
descansa la única posible respuesta a las interrogantes que surgen acerca de
esta doctrina. Si Dios. al decretar. actuó en perfecta armonía con todos sus
atributos, entonces no hay nada que temer en la ejecución de ese decreto, y hay
absoluta seguridad de que al final lo glorificará más de lo que podría hacerlo
cualquier otro plan.

C. La Doctrina

Las raíces de la doctrina de Pablo acerca de la soberanía se encuentran en


su teísmo. Debido a que Pablo era un firme creyente en un Dios viviente quien
es el autor de todo, era que sostenía la doctrina de la predestinación. Los
efectos de su doctrina son mejor vistos en su propia vida, porque fue su
profunda consciencia de que Dios lo había seleccionado y guiado lo que
motivó su actividad misionera (Gá. 1:15-16). El punto de vista de Pablo
respecto a la doctrina siempre refleja el asombro de que Dios trata con
cualquier hombre mediante su gracia. Su doctrina no está fundada sobre la
interrogante de ¿Por qué algunos se pierden? Aunque no todas las preguntas
que surgen tocante a este tema son contestadas, los bosquejos principales del
concepto de Pablo son evidentes.

1. La fuente suprema de la predestinación es la soberanía absoluta de


Dios. Es Dios quien es soberano en todos los asuntos de los hombres, y la
predestinación encuentra su fuente en esa característica inmutable de Dios. Sin
embargo, la soberanía no debe entenderse como una voluntad desnuda,
desenfrenada, sino la acción del más auto-obligado Ser en el universo, quien
cuando actúa tiene que hacerlo recta, amorosa, justamente y en completo
acuerdo con la totalidad de su Ser.

Ningún hombre tuvo un sentido de Dios más intenso o más vital,-el eterno
(Ro. 16:26) e incorruptible (1:23), el Unico sabio (16:27), Quien hace
todas las cosas según su voluntad (1 Co. 15:38; 12:18; Col. 1:19. 15), y
cuyos caminos son inescrutables (Ro. 11:33): delante de quien los
hombres deben, por lo tanto, inclinarse en humildad y absoluta
dependencia, reconociendo en El al único poder moldeador tanto en la
historia como en la vida del individuo (Ro. 9). De El y a través de El y
para El, exclama fervientemente, son todas las cosas (Ro. 11:36: cf. 1 Co.
8:6); El está sobre todo y a través de todo y en todo (Ef. 4:6; cf. Col.
1:16). El hizo todas las cosas según el designio de su voluntad (Ef. 1:11);
todo lo que es, en una palabra, debe su existencia y persistencia y su
acción y origen a EI.3

El punto de partida de la doctrina es entonces, el Dios soberano, y no había


duda en la mente de Pablo de que la elección descansa exclusivamente sobre
El.

2. El propósito de la predestinación es la salvación, y el resultado de ella


es servicio. Es de esperarse que las ramificaciones soteriológicas de esta
doctrina cautivasen la atención del gran misionero. Toda la historia de la
salvación está registrada en el gran pasaje sobre la elección en Efesios 1:1-
12. Romanos 8:28-30 ha sido llamado el pasaje má atreviido de la Biblia,
porque los que fueron previamente conocidos ya han sido glorificados, tan
cierto es el resultado del programa electivo de Dios. Pero Pablo, el siervo del
Señor, también enfatiza que esta salvación produce servicio (Ef. 2:10). El usó
su propia vida para ilustrar ese punto (Gá. 1:15-16), y sus convertidos lo
imitaron (I Ts. 1:4, 8-10). La doctrina es así completamente quitada del campo
de la especulación y contemplación y colocada en el corazón de la empresa
misionera de la Iglesia.

3. La predestinación no anula la responsabilidad humana. Las epístolas de


Pablo están repletas con largas secciones dedicadas a la exhortación moral. El
uso de una sola preposición en 11 Tesalonícenses 2:13, "mediante la
santificación por el Espíritu y la fe en la verdad". muestra cuán cercanamente
asociados estaban en su mente la parte de Dios y la parte del hombre en la
salvación. La gracia recibida siempre va acompañada de la responsabilidad.
Aunque es cierto que Pablo nunca permitió que los llamados derechos del
hombre desafiasen los soberanos, si bien misteriosos, propósitos de Dios;
firmemente sostuvo la responsabilidad del hombre (cf. 1 Co. 9:27; 2 Co. 5:10;
6:1).

4. Con relación al destino del impío, la doctrina de la predestinación


incluye la idea de reprobación. La idea misma de elección lleva consigo la de
un número mayor del cual algunos han sido escogidos para vida eterna.
Aunque Pablo enfatiza que la elección es pretemporal y predeterminada antes
del nacimiento, nunca sugiere, que haya un decreto similar de elección para
condenación. Pablo parece satisfecho con dejar que esto permanezca en un
misterio. Cuando Pablo usa términos que indican reprobación, se apresura en
señalar que la reprobación radica en el hecho de que el hombre es abandonado
por Dios a sus malas acciones y justo desamparo. Las afirmaciones más
directas acerca de la reprobación se encuentran en Romanos 9:18, 21. Podría
decirse que en los escritos paulinos hay una doctrina de reprobación pero no
un decreto de condenación. Hay preterición o no-elección, Dios pasa por alto
a algunos, pero nunca hay la mas leve sugerencia de que Dios se deleita en el
destino de los impíos, que estos son arrastrados en contra de su voluntad, que
la elección anula un evangelio "a toda criatura", o que cualquier individuo
puede considerarse a sí mismo no elegido y, por lo tanto, excusarse a sí mismo
de su rechazo de Cristo. Sin embargo, la doctrina de la reprobación es
definitivamente una parte de la teología Paulina.

5. La predestinación glorifica a Dios. "Para la alabanza de su gloria" es la


nota sobresaliente a través del pasaje de Efesios 1:1-12. El propósito supremo
de todas las acciones de Dios es la glorificación de Sí mismo. Sólo en una
creencia tal está la única posible resolución de los problemas de esta doctrina,
y con tal creencia uno sólo puede inclinarse en adoración y temor delante de
Aquel quien ha ideado ese plan tan infinitamente sabio. Oigase a Pablo
mientras concluye su discusión de esta doctrina en Romanos 11:33-36:

¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del concocimieto de


Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios. e insondables sus caminos!
Porque ¿Quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?
¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de
él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos.
Amén.
IV. Et. Hijo

La Cristología de Pablo se originó en el camino a Damasco. Su exposición


de esta doctrina generalmente no es sistemática y se encuentra "entremezclada"
con otros argumentos y enseñanzas. Sin embargo, el tratamiento es tan
completo que no hay duda tocante al pensamiento de Pablo sobre estos
asuntos.

A. La Humanidad de Cristo

1. El nacimieto de Cristo. Pablo menciona tanto el trasfondo como el


nacimiento mismo del Señor. Era descendiente de Abraham y David (Ro. 9:3-
5: Gá. 3:16: 2 Ti. 2:8). Aunque existe una duda razonable de si Gálatas 4:4 se
refiere específicamente al nacimiento virginal, no contiene nada incongruente
con esa doctrina. Que El era de la simiente de David (Ro. 1:3) establece su
derecho al trono davídico.

2. La vida de Cristo. Aún cuando Pablo nunca hubiera visto a jesús en los
días de su humillación, habla de un número de sucesos de Su vida. Pablo apela
a la generosidad, mansedumbre, y generalmente al carácter humilde de la vida
de Jesús (2 Co. 10:1; Fil. 2:1-8). La impecabilidad del Señor es afirmada (2
Co. 5:21). Pero es el relato de los sucesos relacionados con la muerte de
Cristo lo que aparece más fre cuentemente en los escritos de Pablo (Ro. 6:1-
10; 1 Co. 2:8; 5:7; 11:23-25; 15:1-3; Gá. 2:20; 3:13). El uso que Pablo hace
de estos hechos no es al estilo de una simple enumeración de ellos, sino que
generalmente lo hace en conexión con una enseñanza doctrinal.

3. La naturaleza humana de Cristo. Las afirmaciones de Pablo en esta


conexión son muy cautelosas a fin de mantener la impecabilidad de Cristo en
la mente de sus lectores. Así que Pablo habla del Cristo que fue hecho a la
semejanza de los hombres pecaminosos (Ro. 8:3; Fil. 2:7). La humanidad era
real (1 Ti. 3:16) pero sin pecado. A diferencia de Juan, Pablo no usa la
humanidad del Señor como un patrón de conducta cristiana. En la enseñanza
juanina es la vida terrenal de Cristo lo que motiva la vida santa (1 Jn. 2:6). El
énfasis de Pablo está en el Señor resucitado a quien los creyentes están unidos
(Ro. 6:1-10).
4. El segundo o último Adán. Esta concepción paulina de Cristo como el
segundo o último Adán (Ro. 5:15, 19; 1 Co. 15:21, 45, 47, 49) se refiere a la
vida terrenal de Cristo. Sin embargo, como el último Adán, Cristo no sólo
deshace lo que Adán hizo (Ro. 5), sino que funda una humanidad enteramente
nueva basada en la resurrección (1 Co. 15).

B. La Deidad de Cristo

1. La preexistencia de Cristo. Pablo menciona frecuentemente la existencia


preencarnada del Señor (Fil. 2:5-8; cf. Ro. 8:3; 1 Co. 15:47; 2 Co. 8:9; Gá.
4:4). También se le atribuye actividad anterior a Su encarnación (Co. 1:16).

2. La deidad de Cristo. Pablo va un paso más allá de la preexistencia al


asegurar la completa e inmutable deidad de Cristo. El no solamente fue hecho
el Hijo de Dios sino declarado como tal por la resurrección (nekrón) de entre
los muertos (Ro. 1:3-4). El siempre ha sido Dios porque la naturaleza divina
reside inherentemente en Cristo (Col. 2:9). El pasaje más enfático y singular,
sin embargo, para apoyar la deidad de Cristo es Filipenses 2:6: "el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse". Aunque algunas veces se afirma que este pasaje no se refiere a la
naturaleza divina, el paralelismo, la exégesis y la lógica vencen tal objeción.
El paralelismo sugeriría que si la forma del siervo fuera real, entonces la
forma de Dios debe ser igualmente genuina. La exégesis muestra que morphé,
forma, "implica no accidentes externos sino los atributos esenciales".4 La
razón enseña que el versículo está afirmando la deidad de Cristo, porque "sin
duda es lógicamente correcto decir que Cristo no se aferró, ni deseó retener,
un estado que era el suyo propio".5 El versículo es una declaración sin
ambages de la deidad de Cristo.6

C. El Señorío de Cristo

Pablo raras veces usa el sustantivo jesús por sí solo (cf. Ro. 8:11; 10:9: 1
Co. 12:3; 2 Co. 4:5, 11, 14; 11:4; Gá. 6:17). En total dicho vocablo solamente
aparece en ocho referencias indiscutibles. El título Señor ocurre por lo menos
144 veces además de otras 95 veces en conexión con el nombre propio
Jesucristo. El señorío de Cristo, manifiestamente, se destacaba sobre manera
en el pensamiento de Pablo.

1. La base del Señorío. Cristo es Señor no por adquisición, sino por


derecho inherente (Col. 2:9). Aun en los días de Su carne El era el Señor (1
Co. 2:8). Sin embargo, el Señorío será ejercido primordialmente después de
la resurrección (Fil. 2:9; Ro. 14:9), pero fue una cualidad eternamente
inherente en Su naturaleza.

2. El significado del Señorío. Algunas veces Pablo usa dicho término


como un equivalente de Maestro (Ef. 6:9; Col. 4:1). En otras ocasiones la
palabra Señor la relaciona especialmente con la obra de Cristo como
mediador entre Dios y el hombre (1 Co. 11:3; 15:27-28; cf. 1 Ti. 2:5). En este
uso hay una idea de subordinación al Padre. Pero "Señor" es también una
designación trinitaria (1 Co. 8:6; cf. 1 Co. 12:4-6: 2 Co. 13:14). En estos
versículos se ve claramente tanto una igualdad como distinción de las
personas de la Deidad.

En resumen, puede decirse que la Cristología paulina, recibida en el


camino a Damasco, (1) no desdeña la humanidad de Jesús, (2) incluye un
fuerte énfasis en la completa deidad, y (3) subraya la majestad inherente de
nuestro Señor Jesucristo.

V. EL ESPIRITU

La doctrina del Espíritu Santo, a semejanza de la enseñanza tocante a


Cristo no está presentada sistemáticamente por Pablo. Sin embargo, él dice
mucho acerca del Espíritu lo cual demuestra que Su persona y obra ocupaban
un lugar amplio en el pensamiento de Pablo. La revelación de casi todos los
ministerios específicos del Espíritu en el Nuevo Testamento es paulina.

En lo que concierne a la persona del Espíritu, Pablo afirma en referencias


incidentales Su personalidad y deidad. El Espíritu muestra atributos
personales, tales como intelecto (1 Co. 2:10-11), sensibilidad (Ef. 4:30), y
voluntad (1 Co. 12:11; 1 Ti. 4:1). Sus muchos y variados ministerios, aún por
discutir, también muestran personalidad. La deidad es probada al asignársele
al Espíritu atributos y actividades que sólo podrían ser verdad de Dios (1 Co.
2:10-11; Ro. 8:2; 2 Ts. 2:13; Ro. 8:26-27, cf. v. 34). Además, el Espíritu se
distingue del Padre y de Cristo (1 Co. 12:4-6; 11 Co. 13:14; Ef. 4; 4-6). Es el
Espíritu quien específicamente obra en los creyentes como El quiere (1 Co.
12:11). Sus ministeríos distintivos para el cristiano sólo pueden ser
propiamente explicados sobre la base de que el Espíritu es una persona
distinta de la del Padre y de la de Cristo.

La contribución principal de Pablo a la pneumatología está en el área de la


obra del Espíritu. Aunque menciona la obra del Espíritu en relación a la
salvación (Gá. 3:2; 2 Ts. 2:13), es Su ministerio al cristiano la contribución
especial de Pablo. El bautiza en el Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13) y da dones
a los miembros de ese Cuerpo (1 Co. 12:4 ss). El propósito de estos dones es
ministrar a favor de la unidad del Cuerpo, porque la unidad es labrada a través
de la diversidad. Su enseñanza acerca de estos dones espirituales es
intensamente práctica, porque cada uno ha de usar su don para el beneficio de
todos. Cada persona tiene su propio lugar en la obra. Cada uno tiene un don
especial para ser usado para el bien general. Esa es la razón de porqué el don
de lenguas tiene que ser tan cuidadosamente regulado y el don de profecía ha
de preferirse. La utilidad es la prueba.

Otro énfasis paulino en la pneumatología concierne a la ética. El Espíritu


es en sí mismo Santo, y Su obra es santidad o santificación (1 Co. 6:11; Gá.
5:25). El cuerpo mismo es el templo del Espíritu (1 Co. 6:19). El conflicto
interno de la vida es entre la carne y el Espíritu (Gál. 5:16-26), y sólo
mediante la confianza en el poder de ese Espíritu que mora en el creyente se
puede obtenerla victoria (Ro. 8:13). En el ejercicio diario de la vida
espiritual al Espíritu Santo debe dársele prominencia, porque El es quien
enseña al cristiano la verdad de Dios (1 Co. 2:13), intercede en oración (Ro.
8:16), y dirige y guía (Ro. 8:14; Gá. 5:18). No hay duda alguna de que el
mandamiento apostólico es "Sed llenos del Espíritu" (Ef. 5:18), porque toda
fase de la vida cristiana está relacionada con Su ministerio. Aun las
capacidades que los hombres necesitan para la vida diaria son el producto de
Su obra, porque el fruto del Espíritu es "amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Gá. 5:22-23).

No sólo fervores devotos, ni sueños de ideas lejanas, sino las cualidades


cotidianas que más se necesitan en la vida diaria son la obra del Espíritu
... Cuando las ideas religiosas de la era apostólica son consideradas, esta
correlación del Espíritu con la ética del hombre y la vida práctica parece
ser la mayor contribución de Pablo a la doctrina bajo consideración.'

Las referencias al Espíritu pueden estar dispersas pero son abundantes en


todas las Epístolas Paulinas y claramente demuestran la importancia
fundamental de la doctrina en el pensamiento del apóstol.
EL PECADO Y LA SALVACION

1. LA DOCTRINA DEL PECADO

A. El Significado del Pecado

El concepto de Pablo respecto al pecado es hebraico, no helenístico. La


idea griega era que el pecado consistía en un bien no desarrollado y una etapa
necesaria en el progreso ascendente del hombre hacia Dios. Un error era, en el
análisis final, algo intelectual, no moral. Para el griego. entonces, el pecado
era un episodio infortunado pero temporal en el avance del hombre hacia la
verdadera sabiduría y concocimiento. Para Pablo, el pecado era otra cosa
totalmente distinta. Era un asunto de la voluntad, una caída deliberada de parte
del hombre, alienándolo de Dios. Era, además, un asunto de depravación
moral, porque Pablo consideraba al pecado tanto un estado como un acto.

Los significados de las muchas palabras griegas que Pablo usa para definir
el pecado elaboran su concepto. El pecado es fallar el blanco (Ro. 5:12-6:1,
15), el cual es un acto positivo que involucra no sólo fallar lo correcto, sino
pegar en lo incorrecto. Fallar el blanco no es un concepto negativo de omisión,
sino un acto positivo de comisión. El pecado es transgresión, lo cual es
desobediencia voluntaria (Ro. 2:23: Gá. 3:19; 1 Ti. 2:14). El pecado es una
caída o una desviación de la verdad (Ro. 5:15, 17-18). El pecado es un
descuido de la verdad, una renuencia a escuchar (Ro. 5:19: 2 Co. 10:6). Es
injusticia (Ro. 1:18, Col. 3:25). impiedad (Ro. 1:18, Tit. 2:12), iniquidad (2
Ts. 2:3; ]'it. 2:14), ignorancia (Ef. 4:18), derrota o pérdida (Ro. 11:12: 1 Co.
6:7), y grave impiedad (Ro. 1:29-31; 1 Co. 5:8). De la forma en que Pablo usa
los distintos vocablos que expresan el concepto del pecado, es evidente que
(1) dicho concepto estaba tan bien definido que en todos los casos es claro a
qué clase de pecado se refiere; (2) el concepto del pecado es polifacético; y
(3) la mayoría de las palabras aparecen en la epístola a los Romanos.

B. La Universalidad del Pecado


La presentación sistemática de Pablo acerca de la universalidad del
pecado se encuentra en la primera parte de la Epístola a los Romanos. Los
paganos son condenados primero por su pecado, el cual es primordialmente
contra la revelación de Dios en la naturaleza (1:18-32). La causa de su
condenación es su propia ignorancia voluntaria de la luz dada a través de la
naturaleza (1:18-23). Como una consecuencia Dios completamente los
abandonó (1:24-32). El moralista ocupa la atención de Pablo en 2:1-16
(aunque la sección tiene una referencia primaria al judío, su aplicación
alcanza a cualquiera que se excluye a si mismo de la condenación del capítulo
1). El es condenado por la verdad (2:1-5), por sus acciones (2:6-11), y por el
Evangelio (2:12-16). Entonces Pablo se vuelve directamente al judío y
muestra que es justamente condenado porque no guardó la Ley de Dios (2:17-
29) y porque no creyó en las promesas de Dios (3:1-8). Como un clímax de
toda esta sección, Pablo escribe en términos descriptivos de la condenación
de todos los hombres (3:9-20). En este párrafo final el método de Pablo es
establecer la proposición y luego substanciarla, uniendo varios pasajes de la
Escritura a fin de probar que todos los hombres son pecadores y que el pecado
afecta a la totalidad de la humanidad. El carácter (3:9-12) y la conducta del
hombre (3:12-18) manifiestan la pecaminosidad tanto de su naturaleza como
de sus actos.

C. El Origen del Pecado

Con respecto al origen del pecado en la raza humana, Pablo enseña que
empezó con la transgresión de Adán (Ro. 5:12-21). Eva fue engañada por
Satanás (2 Co. 11:3; 1 Ti. 2:14), Adán fue el puente a través del cual el pecado
entró en la raza (Ro. 5:12a), y "todos pecaron" (Ro. 5:12b). Es el significado
de la frase todos pecaron lo que es de importancia primordial para un
entendimiento del origen del pecado. Nadie cuestiona que fue a través de Adán
que el pecado entró en la experiencia de la raza, pero lo que sí es cuestionado
es sí este suceso tuvo lugar por estar la raza en Adán. Por ejemplo, Finney
dice que Adán como la cabeza de la raza meramente influyó a su posteridad al
exponerlos a una tentación peligrosa. El niega enfáticamente una
pecaminosidad constitucional.' Algunas veces se ha argumentado que estar "en
Adán" significa afectación por el pecado de Adán, pero no participación en él.
"Si ellos pecaron, su pecado se debió en parte a las tendencias heredadas de
Adán ... La Caída les dió predisposición al El bartianismo, aunque destaca la
solidaridad del pecado en la raza humana, niega que este se originó en Adán,
porque el relato de Génesis 3 pertenece a un campo de la historia carente de
evidencias adicionales. Brunner declara que la cuestión del pecado original es
añadido al relato.'

La única explicación propia del pensamiento de Pablo sobre el asunto es


que cuando Adán pecó toda la raza pecó en él "porque todos los hombres
estaban seminalmente en Adán, y verdaderamente participaron en su pecado".4
No es que la teología paulina asigne esta idea del pecado imputado como la
única base para la condenación, porque en otros lugares Pablo reconoce que el
pecado heredado y la transgresión personal también traen condenación. Pero
esta idea de la imputación, basada en la participación verdadera en el pecado
de Adán, es parte clara de la enseñaza paulina.

D. Los Efectos del Pecado

1. El pecado trae la muerte. Pablo sitúa el origen de la muerte tanto


espiritual como física en el pecado. En Romanos 5:14, el reino de la muerte
física durante el tiempo desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían
pecado en la misma manera en que Adán lo hizo, prueba que todos pecaron en
Adán (cf. 1 Co. 15:21). En el mismo pasaje, Pablo escribió acerca de la
sentencia de muerte espiritual pronunciada sobre todos los hombres a través
de Adán (Ro. 5:12). La prueba del hecho de que todos están separados de
Dios por la muerte espiritual se manifiesta en la esclavitud universal del
hombre al pecado (Ro. 6:16, 23).

2. El pecado causa la corrupción de carácter. El hombre peca porque es un


pecador. El carácter básico está afectado al extremo de que no hay quien
realmente busque a Dios o haga aquello que pueda hacerlo acepta ble delante
de Dios (Ro. 3:9-12). Tal carácter produce una conducta corrupta, la cual se
manifiesta en obras corruptas, engañosas, inmisericordes y blasfemas, y en
acciones homicidas, opresivas, contensiosas y actos impíos (Ro. 3:15-18).

3. El pecado afectó a la creación (Ro. 8:18-25). Al hablar de lo que se


espera del cristiano, Pablo incidentalmente subraya que la creación también
espera redención de la esclavitud a la cual fue sujetada involuntariamente.
Dios se vio obligado a sujetar al mundo a la inefectividad por causa del
pecado de Adán. Desde que el hombre perdió en la caída el dominio que
originalmente se le había dado sobre la tierra, la tierra tuvo que ser maldita,
de modo que al hombre caído no se le permitió vivir en un mundo no caído.
Así que, involuntariamente, a causa del pecado del hombre, la tierra fue puesta
en sujeción.

4. El pecado es la razón de porqué Cristo tuvo que morir. En todas las


epístolas de Pablo hay un énfasis repetido sobre la verdad de que Cristo murió
por causa del pecado (Ro. 8:2-3; I Co. 15:3; 2 Co. 5:21; Gá. 1:4; Ef. 1:7; Fil.
3:9; Col. 1:14; 1 Ts. 5:9-10; 2 Ts. 2:13-14; I Ti. 2:5-6; 2 Ti. 1:10; Ti t. 1:14).

E. Las Relaciones del Pecado

Pablo trata con el pecado con relación a otros dos conceptos importantes:
la carne y la ley. Aunque Pablo usa la palabra carne para designar la materia
que compone al cuerpo (1 Co. 15:50; Ef. 5:30; 6:12) y como un sinónimo para
la totalidad del hombre (Ro. 3:20; 1 Co. 1:29), su uso principal es ético. La
carne simboliza aquello que es pecaminoso (Ro. 7:18, 25; 8:1-9, 12-16). Es la
naturaleza humana del hombre la que está gobernada por el pecado. La carne,
en ese sentido, afecta toda la vida del hombre no redimido, y sólo puede
dirigirle a la muerte espiritual, porque está en enemistad contra Dios (Ro. 8:5-
8). La base para la victoria del cristiano depende de una crucifixión hecha una
vez por todas de la carne (Gá. 5:24) y de un control constante de ella por el
Espíritu (Gá. 5:17-23).

La relación entre el pecado y la Ley es completamente desarrollada por


Pablo en Romanos 7:7-25. Pablo deja en claro que la Ley no debe ser igualada
con el pecado, sino que la Ley revela ciertas cosas acerca del pecado. Revela
el hecho del pecado (y es la Ley Mosaica la que está a la vista aquí, porque
Pablo menciona específicamente los diez mandamientos, v. 7); proporciona
una base de operaciones para el pecado (v. 8); revela el poder del pecado (v.
9); revela lo engañoso del pecado (vv. 10-11), porque en lugar de dirigir la
vida de Pablo, la Ley le mostró el camino de la muerte al revelarle lo
engañoso del pecado; y revela la pecaminosidad del pecado (vv. 12-13). La
Ley, santa en sí misma, justa y buena, viene a ser el instrumento para revelar el
pecado, el agente del mal. Cuán malo debe ser, entonces, el pecado en
comparación, porque obra el mayor mal a través de la Ley, la cual fue en
realidad una preparación para justicia.

Aunque la Ley manifiesta estas cosas acerca del pecado, no puede proveer
al creyente con poder para darle la victoria sobre el pecado (Ro. 7:14-25). La
Ley no provee de la motivación propia porque dice "tengo que" mientras que
la gracia dice "quiero". La Ley nunca puede dar poder para la santificación. El
legalismo es el peor enemigo de la santificación. Conectar la Ley con la
santificación del cristiano es derrotarlo de antemano.

II. LA DOCTRINA DE LA REDENCION

No fue del judaísmo que Pablo recibió su enseñanza sobre la redención,


porque la idea de un Mesías sufriente era repugnante para el judío. Fue en el
camino a Damasco que él llegó a estar convencido que jesús era el Mesías y
que el concepto mesiánico involucraba la muerte del Mesías. Que la muerte
estaba incluída como la culminación de la obra del Mesías fue una conclusión
exigida tanto en el comienzo de la predicación de los apóstoles como en la de
Pablo.

A. La Naturaleza de la Redención

Pablo concibió la redención en sus términos más amplios. Era una


adquisición (1 Co. 6:20; 7:23). Incluía una liberación irrevocable (Gá. 3:13:
4:4-5), y garantizaba la liberación mediante el pago del rescate ('['it. 2:14; Ro.
3:24; 8:23: 1 Co. 1:30: Ef. 1:7, 14: 4:30: Col. 1:14). La idea de un rescate no
hace del concepto de la redención algo enteramente comercial, porque la
redención también es vicaria. La substitución se ve en Romanos 3:24, y el uso
por Pablo de huper, en lugar de, también requiere la idea de una obra vicaria
(2 Co. 5:21; Gá. 3:13; cf. Flm. 13).

B. Los significados de la Redención

La redención tiene su fuente más profunda en Dios (Ro. 3:24; 1 Co. 1:30).
Involucra el pago del precio de un rescate (1 Co. 6:20; 7:23), y esto fue hecho
por el Dios-Hombre (Gá. 4:4-5). Sin embargo, no es la vida de Cristo lo que
redime, sino su muerte (Ef. 1:7; Col. 1:14 -sangre simboliza muerte, cf. Ro.
5:9-10). Así la redención fue cumplida por el acto justo del Hijo de Dios,
dando su vida como un rescate (Ro. 3:24; 5:18).

C. El Alcance de la Redención

La redención es para todos (Ro. 3:23-25). Libera de la iniquidad (Tít


2:14) y de la Ley (Gá. 3:13) con el resultado de que los redimidos son
adoptados como hijos adultos (Gá. 4:5). Eventualmente incluirá la
resurrección del cuerpo (Ro. 8:23).

D. Los Resultados de la Redención

En relación con los pecados, la redención incluye perdón (Ef. 1:7) y así
viene a ser la base de la justificación (Ro. 3:24). En relación con la Ley, la
redención provee de libertad y alivio. Porque el Redentor nació bajo la Ley,
los que creen pueden ser redimidos de su maldición y ser recibidos como
hijos. En relación con la ética, la redención por su propia naturaleza significa
que el redimido debe algo a quien lo redimió (1 Co. 6:20; Tít. 2:14). Aunque
el énfasis de Dios para el creyente siempre es uno de apelación a ser Su
esclavo, es, sin embargo, un requisito razonable por la propia naturaleza de la
redención.

III. LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACION

A. El Significado de la Justificación

La justificación es un término legal que significa anunciar un veredicto


favorable, para absolver, vindicar, declarar justo (cf. Dt. 25:1). Pablo mismo
la distingue del perdón, aunque el perdón está necesariamente incluido en ella
(Hch. 13:39). También hace la falta de justificación sinónimo con
condenación, y ya que este último es una sentencia de desaprobación, la
primera debe ser una de aprobación (Ro. 5:16; 8:33-34). De modo que es el
acto forense del pronunciamiento de un juicio en vez de un proceso moral de
hacer a alguien justo a través de la infusión de justicia.

B. Los Medios de la Justificación

La fe, la justicia. la gracia, la redención en Cristo, todos estos están


relacionados con la justificación (Ro. 3:21-26). Es un acto de gracia de parte
de Dios; se hace posible sobre la base del sacrificio de Cristo; el requisito
humano es la fe, que trae justicia imputada al creyente. y el hecho de que el
creyente es justo en Cristo es la base del anuncio de la justificación o la
declaración de justicia. Esta Justicia se obtiene al estar colocado en Cristo.

Dios no solamente absuelve, o imputa justicia, a un hombre que es


culpable; esa no es justicia humana, mucho menos divina. El cristiano,
como hemos visto, es "trasladado" de su antigua condición en la cual la
justicia era imposible a la nueva condición de unidad con Cristo. Cristo es
perfectamente justo, y en El el cristiano es ... justos

El hombre, sin embargo, no es trasladado al reino de Cristo ni en contra de


su propia voluntad ni indiscriminada o automáticamente. La fe es la condición
necesaria (Ef. 2:8-9), y una fe tal que signifique un abandono a Dios para que
El pueda hacer eso que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos. En
Romanos 4, Pablo toma la vida de Abraham para ilustrar que todo lo que el
hombre tiene que hacer es creer a fin de ganar la justicia de Dios. El señala
tres cosas acerca de la eficacia de la fe: Abraham no fue justificado por la fe
más la circuncisión (4:9-12): Abraham no fue justificado por la fe más la Ley
(4:13-17); y la justificación de cualquier persona es únicamente por la fe
(4:18-25).

C. Los Resultados de la Justificación

La justificación trae paz (Ro. 5:1) y santidad práctica (Ro. 6-8). La lógica
paulina es simple: porque somos justos en Cristo (lo cual es la base de la
justificación) debemos vivir justamente en este mundo (cf. Col. 3:1). La
soteriología de Pablo es ética en todas sus ramificaciones e implicaciones.
LA DOCTRINA DE LA IGLESIA

El concepto de la Iglesia se destaca grandemente en el pensamiento de


Pablo. Esto puede atribuirse por lo menos a dos razones: su relación a la
revelación del misterio del Cuerpo explica su concepto de la Iglesia universal,
y su deseo de organizar a sus convertidos en grupos autogobernantes y
autopropagantes, explica el énfasis en la iglesia local. Pablo usa la palabra
Iglesia más de sesenta veces en sus Epístolas tanto para indicar a una
organización local (I Co. 1:2) como para referirse al conjunto total de los
creyentes (1 Co. 12:28; Col. 1:18), pero su pensamiento como un todo
contiene ciertas afirmaciones básicas que, tomadas en conjunto, establecen su
doctrina de la Iglesia.

1. LA IGLESIA Es UN MISTERIO

La primera de estas afirmaciones concierne al carácter misterioso de la


Iglesia, el Cuerpo de Cristo. La palabra misterio, por supuesto, no significa
algo difícil de entender, sino algo impartido sólo a los iniciados.' En la
Septuaginta aparece sólo en Daniel 2 en referencia a los secretos del sueño de
Nabucodonosor. En el Nuevo Testamento la palabra aparece 27 veces, 21 de
ellas en ocurren los escritos de Pablo.

Pablo usa la palabra en referencia a las características básicas de la


Iglesia. El hecho de que la usa en otras conexiones (Ef. 6:19) no significa que
la Iglesia no es un misterio, simplemente significa que estos otros hechos
también fueron desconocidos en los tiempos del Antiguo Testamento. Que
habría tanto gentiles como judíos en un cuerpo en la Iglesia era desconocido y
es un misterio (Ef. 3:1-12). Este cuerpo es llamado por Pablo un nuevo
hombre, no un Israel renovado (Ef. 2:15). La naturaleza viviente y orgánica del
pueblo de Dios, la Iglesia, es también llamado misterio (Col. 1:24-27; 2:10-
19; 3:4, 11). La relación de la Iglesia como la Esposa de Cristo está
caracterizada por la misma palabra (Ef. 5:22-32), y el hecho de que algunos
de los que pertenecen a este cuerpo no tendrán que morir, sino que serán
transformados también es un misterio (I Co. 15:51-57). Así, esta verdad
concerniente al Cuerpo de Cristo, la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios, Pablo la
considera un misterio desconocido antes del tiempo del Nuevo Testamento. Su
propia definición en Romanos 16:25 es producto de este uso.

¿Significa esto que Pablo en realidad creía que la Iglesia estaba


completamente oculta en el Antiguo Testamento? Lo que escribió en
Colosenses 1:25-26 podría indicarlo así, y no está calificado por el como de
Efesios 3:5. Todo lo que Pablo está diciendo en este último pasaje es que
aunque era conocido en el Antiguo Testamento que tanto los judíos como los
gentiles participarían de las bendiciones, no era conocido cómo eso se
cumpliría dentro del Cuerpo de Cristo.' Su uso específico de la palabra
misterio mas las afirmaciones directas tales como Colosenses 1:25-26 indican
que en su mente el misterio de la Iglesia era completamente desconcido en los
tiempos del Antiguo Testamento.

¿Afirmó Pablo ser el único recipiente de la revelación del misterio? Sobre


bases teológicas no podría ser así, porque la Iglesia era conocida y
reconocida antes del tiempo de Pablo (Hechos 8:1-3; Fil. 3:6; Gá. 1:13 1 Co.
15:9). El discurso de Santiago ante el concilio de Jerusalén (I lch. 15) también
muestra un entendimiento anterior al hecho de que en esta era los judíos y los
gentiles estarían sobre las mismas bases. Además, sobre la base de su propio
testimonio en el pasaje principal sobre el asunto, Pablo niega cualquier
demanda de ser el único recipiente o agente de la revelación del misterio (Ef.
3:1-12). Todo lo que él dice en este pasaje es que, hablando generalmente, el
misterio era desconocido antes de que él lo revelara, pero es muy claro que
reconoce que Dios lo había revelado tanto a los otros apóstoles y profetas
como a sí mismo (v. 5). Esto fue hecho por el Espíritu Santo, no por Pablo,
haciendo claro que Pablo no fue el primero ni el único agente de esta
revelación. Aun cuando él habla de sí mismo como el agente, no es del todo
enfático acerca de su posición (nótese el emoi, a mí, no enfático el cual no se
presenta al comienzo de la oración en el versículo 3). De modo que Pablo no
sugiere en forma alguna que la revelación del misterio fue sólo a él. En
contraste, cuando habla de la proclamación del misterio (v. 8) sí afirma que
esa era su principal responsabilidad. Decir, como dice Pablo en este pasaje,
que él recibió algo de Dios no es afirmar que Dios no lo había dado también a
otros, como está claro que lo hizo a los apóstoles y profetas. Sin embargo, es
verdad que aunque no puede decirse que Pablo fue el único recipiente de la
revelación del misterio, fue el principal agente de la revelación de dicho
misterio a otros, porque es, en gran manera, a su teología que debemos nuestro
conocimiento de la Iglesia como un misterio.

Un corolario al carácter misterioso de la Iglesia se relaciona con los


aspectos sobresalientes de la Iglesia en esta era. Esta otra manera de afirmar
la misma verdad se ve en lo que Pablo tiene que decir acerca del principio y
el fin de la Iglesia. Concerniente a lo primero, el pensamiento de Pablo es
enfático en poner fuerza en la relación necesaria de la Iglesia a la resurrección
y ascensión de Cristo. Está fundada sobre su resurrección (Ef. 1:19-20; Col.
3:1), y su funcionamiento depende de la dádiva de dones a los miembros
individuales, algo que a su vez depende de la ascensión de Cristo (Ef. 4:7-12).
Si por algún esfuerzo de la imaginación se pudiera decir que el Cuerpo de
Cristo ha existido desde antes de la ascensión de Cristo, entonces tendría que
concluirse que era un cuerpo inoperante. En la mente de Pablo la Iglesia se
funda sobre la resurrección y ascensión y esto la hace pertenecer a esta era y
no a otra.

Al escribir de la consumación de la Iglesia, cuando los santos serán


arrebatados y resucitados, Pablo usa la frase muertos en Cristo (1 'ls. 4:16).
Esto parece distinguir a los que han muerto en esta era de los creyentes
quienes murieron antes del primer advenimiento de Cristo, haciendo así a la
Iglesia como un distintivo de esta era y un misterio oculto en los tiempos del
Antiguo Testamento pero ahora revelado.

II LA IGLESIA Es UN ORGANISMO

La Iglesia, como organismo, es la estructura compleja del Cuerpo de


Cristo, que realiza las actividades vivientes por medio de los creyentes
individuales, quienes son distintos en funciones pero mutuamente dependientes
de y gobernados por su relación con Cristo, la Cabeza. Así es natural
encontrar la revelación paulina de la Iglesia como un cuerpo. Hay dos figuras
más que se relacionan de manera secundaria: la Iglesia como un edificio (I Co.
3:11; Ef. 2:20), y la Iglesia como una novia (Ef. 5:22-32), pero la revelación
principal se encuentra bajo la figura del cuerpo.

A. La Entrada al Organismo

El hecho de que hay un acto y un tiempo definitivo para entrar en el


Cuerpo se afirma a través de los escritos paulinos (I Co. 6:15; Ef. 5:30; Col.
2:19). El medio para la entrada está estipulado claramente como la obra del
Espíritu Santo quien bautiza a los creyentes en el Cuerpo (1 Co. 12:13). El
bautiza o introduce a todo aquel que cree dentro de una nueva realidad, es
decir, la esfera de la resurrección de vida en el Cuerpo. El contexto hace claro
que la obra del Espíritu no está restringida a cierto grupo de creyentes, porque
había toda clase de personas en la Iglesia de Corinto y Pablo declara que
todos han sido bautizados dentro del Cuerpo. La fe es, por supuesto, el
requisito humano, pero es la fe en Cristo como Salvador. El bautismo del
Espíritu sigue automática y simultáneamente, colocando a todos los creyentes
dentro de ese cuerpo.

La ramificación principal de esa entrada en el organismo se resume en la


doctrina paulina de la unión. Ese acto involucra unión con Cristo como la
Cabeza del Cuerpo y con todos los otros creyentes como comiembros del
Cuerpo (1 Co. 12:12-31; Ro. 12:4-5).

B. La Dirección del Organismo

Así como en otros organismo, también en el Cuerpo de Cristo la dirección


viene de la Cabeza. Pablo enseña el señorío de Cristo sobre los poderes y
principados (Col. 2:10), sobre todos los hombres (1 Co.11:3), y en particular
sobre la Iglesia (Ef. 1:22; 4:15; Col. 1:18; 2:19). La base del señorío de
Cristo sobre la Iglesia, aunque tiene relación y a la vez presupone su señorío
universal sobre todos los hombres, es particularmente su obra de redención
(Ef. 5:22-32). En otras palabras, los derechos de la redención trae la
prerrogativa del señorío.

En el pensamiento de Pablo se disciernen ideas específicas que están


involucradas en la dirección del Cuerpo de la Cabeza. Primero, el señorío
involucra subordinación (1 Co. 11:2-16). En este pasaje Pablo enseña
claramente un orden de relaciones. La cabeza de Cristo es Dios; la cabeza del
hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre. El orden es: Dios,
Cristo, el varón, la mujer. Esto no implica inferioridad, porque eso sería
incompatible con la doctrina de Pablo de la completa deidad de Cristo,
enseñada en otra parte (Col. 2:9), pero sí enseña subordinación. Así el
señorío de Cristo sobre la Iglesia se propone comunicar la idea de la
subordinación de la Iglesia a las directrices de Cristo (Ef. 5:24).

Segundo, el señorío involucra interdependencia (Col. 2:19. Ef. 5:30:


4:15). La cabeza depende de los miembros para que lleven a cabo sus
direcciones, y por el otro lado los miembros dependen de la Cabeza para el
liderazgo y mutuamente entre sí para la cooperación en llevar adelante las
funciones del Cuerpo. El cuerpo es un organismo viviente.

'tercero, el señorío incluye unión inseparable. Si esto no fuera así entonces


podríamos estar listos para pensar en un Cuerpo de Cristo mutilado, idea que
no se sugiere en ningún lugar en las Escrituras. Realmente, en la ilustración
que Pablo usa del matrimonio como una descripción de la relación entre
Cristo y la Iglesia no hay lugar para la posibilidad del divorcio en esta
relación (Ef. 5:22-32). Esto, por supuesto, no fue verdad en la relación entre
Dios e Israel.

Cuarto, el señorío significa dirección amorosa. Como Cabeza. Cristo no es


un gobernante autocrático o ciego. Su dirección está saturada de amor por su
Esposa, por quien El dio su vida.

C. La Alimentación del Organismo

No es necesario decir que el Cuerpo se nutre de la Cabeza (Col. 2:19; Fil.


4:13). Cristo hace esto sustentando y cuidando al Cuerpo (Ef. 5:29: cf. Ef.6:4
para "criadlos" y 1 Ts. 2:7 para "cuida"). La eficacia del Cuerpo procede de la
Cabeza.

D. Los Dones del Organismo

1. La definición de dones. A excepción de una referencia en 1 Pedro 4:10,


Pablo es el único escritor del Nuevo Testamento que usa la palabra para dones
de gracia, charisma. Su uso es amplio, abarcando las referencias al don de la
salvación (Ro. 6:23) y el cuidado providencial de Dios (I Co. 1: 11). Sin
embargo, las referencias más frecuentes se refieren a dones especiales o
habilidades dadas a los hombres por Dios. Así, un charisma en este sentido es
una habilidad dada por Dios para el servicio.

2. I.a descripción de los dones. Esta revelación peculiarmente paulina se


encuentra en Romanos 13, 1 Corintios 12, y Efesios 4.

a. Apostolado (Ef. 4:11; 1 Co. 12:28). El apostolado tiene tanto un


significado general como específico. En el sentido general significa un
mensajero y es usado, por ejemplo, de Epafrodito (Fil. 2:25). En el sentido
especial, se refiere a los Doce y a otros pocos (por ejemplo, Bernabé, Hch.
14:14) a quienes el don fue dado y quien fue acreditado por señales
especiales.

b. Profecía (Ro. 12:6; I Co. 12:10; 14:1-40; Ef. 4:11). El ejercicio del don
de profecía incluye el recibir un mensaje de Dios por revelación especial, ser
guiado en su declaración, ser autenticado por Dios mismo. Este don debió de
haber sido ampliamente practicado en los tiempos del Nuevo Testamento,
aunque el registro sólo menciona a unos cuantos profetas específicamente
(Hch. 11:27; 13:1, 21:9). La Iglesia de Corinto evidentemente tenía profetas (1
Co. 14).

c. Milagros (1 Co. 12:28). Cuando Pablo menciona los dones en el orden


de su importancia relativa éste aparece como uno de los de menor
importancia.

d. Sanidades (I Co. 12:9, 28, 30). Evidentemente ésta era una forma
específica del don de milagros.

e. Lenguas (1 Co. 12:10). Esta fue una habilidad dada por Dios de hablar
en otras lenguas, tanto en una lengua extranjera, como en una expresión
extática desconocida. El abuso de este don hizo que Pablo estipulase ciertas
regulaciones específicas para gobernar su ejercicio en la Iglesia. Debía ser
usado sólo para la edificación, sólo por dos o tres en una reunión sencilla y
luego sólo si estaba presente un intérprete, y nunca en preferencia a la profecía
(I Co. 14). El don de la interpretación es un corolario del don de lenguas.

f. Evangelismo (Ef. 4:11). Este don involucra dos ideas: la clase de


mensaje predicado y los lugares donde se predicaba. El mensaje es las buenas
nuevas de salvación, el ministerio del evangelista era itinerante. Pablo
permaneció en un sólo lugar algunas veces hasta dos años (Hch. 19:10). Pablo,
evidentemente, pensaba que uno puede hacer la obra de un evangelista a pesar
de no tener el don (2 Ti. 4:5).

g. Pastor (Ef. 4:11). El pastor es quien dirige, provee, cuida, y protege al


rebaño de Dios. El completo ejercicio de este don también incluye gobierno y
enseñanza.

h. Servicio o ayuda (Ro. 12:7; 1 Co. 12:28). Este es el don de ayudar en el


sentido más amplio de la palabra. Específicamente incluye la ministración a
las necesidades físicas y corporales de otros.

i. Enseñanza (Ro. 12:7; 1 Co. 12:28; Ef. 4:11). Este es un don que puede
ser dado solo o en conexión con el de pastor. Concierne a la impartición de la
verdad a otros.

j. Fe (I Co. 12:8-10). Esta es una habilidad dada divinamente para creer


que Dios suple y guía.

k. Exhortación (Ro. 12:8). Este es el talento de estimular, aliviar,


amonestar, y exhortar a la gente.

1. Discernimiento de espíritus (1 Co. 12:10). Esta es la habilidad de


distinguir entre las fuentes verdaderas y falsas de la revelación sobrenatural
dada en forma oral.

m. Hacer misericordia (Ro. 12:8). Este es semejante al don de servicio


porque involucra socorrer a quienes están enfermos y afligidos.

n. Repartir (Ro. 12:8). El don de dar concierne a la distribución del dinero


propio a otros. Eso debe ser hecho con sencillez, es decir, sin pensar en
recompensa o ganancia personal en ninguna forma.
o. Administración (Ro. 12:8; 1 Co. 12:28). Esta es la habilidad de
gobernar en la Iglesia.

3. El diseño de los dones. La distribución de los dones es con miras a


cumplir varios propósitos.

a. Promover la unidad del Cuerpo (1 Co. 12:12-26). La unidad del


organismo (no la organización) se cumple cuando cada una de las partes está
funcionando adecuadamente.

b. Promover el crecimiento del Cuerpo (Ef. 4:12-16). Los dones, de


acuerdo a este pasaje, son dados para equipar (cf. Le. 6:40) a los santos de
forma que ellos a su vez se den a sí mismos a la obra del ministerio para que
como resultado, el Cuerpo sea edificado. Esto involucra tanto la cantidad
como la calidad.

4. El desarrollo de los dones. Aunque los dones son dados


sobrenaturalmente, Pablo indica que deben ser desarrollados por la persona a
quien son dados. Después de dar una lista de los dones en su orden de
importancia dice que los creyentes deben desear los mejores dones (1 Co.
12:31). Esto significa que un individuo debe estar deseoso de ejercitar ciertos
dones, ambición que sólo puede ser alcanzada mediante el estudio y el trabajo.
Pablo mismo, aún cuando había sido educado en el Antiguo Testamento,
necesitó tres años en Arabia para desarrollar su don de enseñanza.

En Romanos 1: 11, Pablo indica que esperaba tener una parte en el


desarrollo de los dones en la Iglesia en Roma (cf. 1 Ti. 4:14, 2 Ti. 1:6). Es
completamente claro que otros pueden tener una parte en la maduración y en el
uso eficaz de los dones dados a los creyentes (cf. Ef. 4:7-12). De modo que
los dones pueden desarrollarse, siendo diligentes para con uno mismo y atento
hacia los demás.

Pablo no sugiere en ninguna parte que los dones estarían circunscritos a un


lugar en particular. Por ejemplo, Pablo no iguala el don de pastor con el
pastorado (como se hace comunmente hoy). El pastor es aquel que pastorea -
un don que puede o no ser practicado en conexión con el oficio de pastor. El
don se diferencia de la actividad. Tampoco Pablo sugiere que hay dones
especiales para ciertas edades. No hay don para la obra de los jóvenes,
porque todas las edades necesitan de maestros, pastores, ayudantes, etc. (cf.
Tit 2:1-8). El don es la habilidad, de acuerdo al pensamiento de Pablo, y no el
lugar, grupo, o edad en el cual se usa la habilidad.

La doctrina de Pablo acerca de la Iglesia como un organismo contiene la


verdadera idea de ecumenidad. Su perspectiva de la solidaridad de todos los
creyentes estaba profundamente enraizada, y eso trajo consigo un firme sentido
de la necesidad de la interdependencia de los cristianos. Mucho del
funcionamiento del organismo es hecho a través de la organización visible,
porque son ideas interrelacionadas. Por ejemplo, los dones son ejercidos en la
asamblea local. Al establecer la doctrina, sin embargo, Pablo mantiene la
supremacía del organismo, porque los dones son dados al Cuerpo para su
edificación. La Iglesia como un organismo, entonces, es básico para todo lo
que Pablo dice acerca de la Iglesia como una organización.

III. LA IGLESIA ES UNA ORGANIZACION

Las cartas de Pablo fueron escritas en el calor de la batalla. Por lo tanto,


no es sorpresa descubrir que por cada vez que usa la palabra Iglesia en
relación con el organismo la usa seis veces con relación a la organización.
Esto no quiere decir que consideraba a la organización como seis veces más
importante que el organisimo, sino que la organización de la Iglesia ocupaba
un lugar prominente en sus escritos. En la subestructura teológica de su
pensamiento, el elevado lugar que le da al organismo recién discutido y la
importancia que pone sobre la revelación del misterio del Cuerpo sólo puede
guiar a la conclusión de que el organismo ocupaba el lugar básico en su
pensamiento. La organización ocupaba un gran lugar en sus escritos
simplemente porque la mayoría de éstos eran dirigidos a congregaciones
locales, pero los dos conceptos no se oponen el uno al otro, porque el
organismo funcionando adecuadamente se expresará a sí mismo en las
organizaciones locales.

A. Los Líderes en la Iglesia

1. Ancianos. Los ancianos fueron incorporados en la Iglesia, tomando


como modelo la organización de la sinagoga (cf. Hch. 11:30). Eran
considerados esenciales para el funcionamiento adecuado de un testimonio
local tanto que Pablo vio que fueran establecidos en las iglesias que había
organizado antes de su regreso a Antioquía (Hch. 14:23.' El recomendó a Tito
que estableciese ancianos en las iglesias de Creta (Tit. 1:5). Sus tareas
principales involucraban gobernar (1 Ti. 5:17), guardar la verdad (Tit. 1:9), y
supervisar generalmente la iglesia (1 Ti. 3:1). Algunos ancianos también
tenían el don de la enseñanza (1 Ti. 5:17), pero esta no era una función
necesaria de un anciano (aunque la habilidad de enseñar era una cualidad). En
sus epístolas, Pablo generalmente menciona a los ancianos en el plural (Fil.
1:1; Tit. 1:5), pero en 1 Timoteo 3:1-7 se habla del anciano en singular (nótese
que en el mismo pasaje se habla de los diáconos en plural, vv. 8-13). Esto
podría indicar que con el decursar del tiempo un solo anciano dirigía la
congregación en calidad de pastor. Las cualidades de los ancianos son
claramente especificadas por Pablo en dos pasajes (1 Ti. 3:1-7; Tit. 1:6-9).
No se dice nada acerca de remover a un anciano de su ministerio una vez que
ha sido escogido, aunque podría deducirse que si dejaba de calificar como tal,
debía de cesar en su función.

2. Diáconos. El origen de los diáconos no es tan claro como el de los


ancianos. Es probable que constituyesen una innovación de la Iglesia cristiana,
siendo al principio ayudantes de los ancianos. Los diáconos realizaban
funciones que no necesitaban supervisión. Eran siervos sin carácter oficial,
algunos de los cuales en el proceso del tiempo llegaron a formar un diaconado
oficialmente reconocido. El sentido general del diácono como siervo se
encuentra en las últimas epístolas de Pablo (Col. 4:17; 1 Ti. 4:6), mientras que
el ministerio como tal se menciona en el mismo grupo de Epístolas (Fil. 1:1; 1
Ti. 3:8-10). El criterio para los requisitos de los diáconos (1 Ti. 3:8-10)
indica que realizaban un ministerio espiritual. Así que la diferencia entre los
ancianos y los diáconos no era que los ancianos tenían que tratar con las cosas
espirituales mientras los diáconos se interesaban en los asuntos materiales (cf.
llch. 11:30). La diferencia consistía en que los diáconos estaban subordinados
a los ancianos, funcionando bajo la supervisión general de éstos. Pablo no
dice nada acerca de establecer diáconos, aunque la evidencia general de la
historia es que eran escogidos por los ancianos.
¿Reconoce Pablo la función de las diaconisas? El nombre de Febe es
usado en conexión con la palabra diácono (Ro. 16:1). Ciertas mujeres son
mencionadas juntamente con los diáconos en el pasaje concerniente a sus
cualidades (I Ti. 3:11). Si éstas eran diaconisas en el sentido técnico o
simplemente mujeres que servían (usando la palabra diácono en un sentido no
oficial) es una cuestión que tal vez nunca pueda ser absolutamente establecida.
A este escritor le parece dudoso que Pablo estuviera usando la palabra
oficialmente. Febe era una ayudante de la iglesia pero no era miembro de una
orden de diaconisas. Las mujeres mencionadas en 1 Timoteo 3:11 eran
probablemente las esposas de los diáconos quienes les ayudaban en sus tareas.
Pablo reconoció la necesidad de mujeres ayudantes en la Iglesia, pero eso no
significa que hubiera una orden de diaconisas.4

B. Las Ordenanzas de la Iglesia

1. Bautismo. Las referencias al bautismo son escasas en los escritos


paulinos. Sabemos que Pablo mismo fue bautizado (Hch. 9:18) y que él
bautizó a otros (1 Co. 1:15ss). Evidentemente consideraba que el bautismo era
una ordenanza importante que debía ser experimentada por todo creyente (Hch.
16:31 ss; Ef. 5:26), y aún así la distinguió claramente del Evangelio mismo (1
Co. 1:17, el alla, sino, en el versículo muestra un contraste fuerte). En una
oportunidad bautizó de nuevo a aquellos que no habían recibido el bautismo
cristiano (Hch. 19:1-7). Indudablemente había una cercana conexión en su
mente entre el bautismo del Espíritu y el bautismo con agua. Esto se ve más
claramente en Romanos 6:1-10 donde las obras descritas sólo pueden
atribuírsele al Espíritu pero donde el trasfondo del pasaje es claramente la
ordenanza y lo que representa. Denegar la ordenanza a este pasaje es ser
irrazonable en el discernimiento tanto del pensamiento de Pablo como de
aquello que sería comunicado a sus lectores. Para Pablo, evidentemente, la
ordenanza describe la asociación del creyente con Cristo en su muerte,
sepultura y resurrección.

2. La Cena del Señor. La cena era para Pablo primeramente un memorial


de la muerte expíatoría del Señor (1 Co. 11:23-24). La observación de la
ordenanza involucraba una conmemoración de amor (vv. 24-25), una
reiteración del Evangelio y una renovación de la esperanza (v. 26b). La
observancia debía ser precedida de un autoexamen. El dejar de hacerlo habría
resultado en la enfermedad y muerte de algunos de los creyentes en Corinto.

Para Pablo la Cena del Señor también tenía otros significados. La llama
una koinon(a o comunión (1 Co. 10:16). Así que la comunión espiritual con
Cristo es también parte de la Cena. También, la ordenanza recuerda a todos los
creyentes de su unidad en Cristo (I Co. 10:17). Estamos ligados en unidad
porque estamos ligados a Cristo.

C. La Disciplina en la Iglesia

Las instrucciones detalladas tocante al orden y conducta de las reuniones


de la Iglesia son sorprendentemente pocas. Ya se ha hecho mención a las
regulaciones específicas concernientes al uso del don de lenguas. En general,
Pablo insiste en la importancia de la reverencia y el decoro en las reuniones
de la congregación especialmente en la observancia de la Cena del Señor (1
Co. 1 1). También esperaba que las iglesias ejercieran la obra de disciplina
sobre los miembros descarriados (1 Co. 5).

El liderazgo de la Iglesia fue definitivamente puesto en manos de los


hombres. El punto de vista de Pablo acerca de las mujeres en la Iglesia era
que ellas debían estar subordinadas y en silencio. Su subordinación, basada en
los hechos naturales de la creación, debería mostrarse en la Iglesia llevando
un velo. Era una cuestión relacionada con la enseñanza de algo que Dios había
establecido desde la creación y no un asunto de costumbre o una peculiaridad
de los corintios. Tanto en 1 Corintios 11 como en 1 Timoteo 2 Pablo relaciona
la subordinación de las mujeres a los hechos de la creación. Esto lo hace un
asunto de doctrina y no de costumbre.

También Pablo ordena el silencio para las mujeres (1 Co. 11:5, 13: 14:34;
1 Ti. 2:12). La mujer no debe enseñar o hablar en la asamblea pública de la
Iglesia ni aun hacer preguntas. Algunos han sostenido que 1 Corintios 11:5, 13
meramente prohibe que una mujer ore o profetice sin velo. Esto no podría ser
el significado dado por Pablo porque en la siguiente sección de la misma
Epístola donde trata más específicamente con la conducta en la adoración
pública, expresamente prohibe total mente que la mujer hable en la Iglesia (1
Co. 14:34). Difícilmente quiso Pablo cometer tan deliberada contradicción, lo
cual sería la única conclusión si 1 Corintios 11:5, 13 significa que si la mujer
lleva velo puede orar y profetizar (porque lo uno no puede ser aprobado sin lo
otro). Stevens ha expresado correctamente lo siguiente con relación a 1
Corintios 11:5, 13 y 14:34,

Observamos que en los pasajes anteriores Pablo no dice nada de cómo


deben las mujeres hablar en público, apropiadamente, sino que meramente
denuncia lo impropio de hablar sin el velo. Es muy cierto, como aparece
más tarde cuando Pablo se refiere al asunto del hablar de las mujeres en
general que, en lo que a él concierne, el requisito de aparecer en la
asamblea sólo con la cabeza cubierta impediría, por la importancia que en
sí tiene, la cuestión de hablar en público.6

Nuevamente nótese que los puntos de vista de Pablo están relacionados con la
interpretación literal de los relatos de la creación en Génesis. No estaban
circunscritos a una situación particular en una iglesia local del primer siglo.
Esto era parte de su teología.

En toda su enseñanza acerca de la Iglesia, el énfasis mayor de Pablo era la


unidad del Espíritu, la cual une a todo creyente a Cristo y a los otros
creyentes. La Iglesia primitiva experimentó sus problemas y divisiones, pero a
pesar de toda su, enseñanza sobre la organización de la Iglesia, Pablo nunca
hizo campaña a favor de la unidad organizacional. El firmemente creía que la
verdadera unidad de la Iglesia no era externa sino interna, y éste es el espíritu
que impera en su eclesiología.
LA VIDA CRISTIANA

Aun el lector más casual de las Epístolas paulinas puede observar que la
verdad concerniente a la vida cristiana ocupa un amplio espacio en esos
escritos. Esto ha hecho que escritores sobre la teología Paulina afirmen que
para Pablo la doctrina de estar "en Cristo" es la central.' Tal conclusión goza
de pruebas abundantes porque muchas otras doctrinas están relacionadas al
estar "en Cristo", por ejemplo, la justificación (Ro. 8:1), la santificación (Ro.
6:1-10), la ética (Col. 3:1), y la escatología (1 Ts. 4:14-15). Tal vez sería más
exacto decir que la doctrina de estar "en Cristo" es el corazón de todas las
enseñanzas concernientes a la vida cristiana.

EL FUNDAMENTO DE LA VIDA CRISTIANA

Pablo fue el mayor exponente del concepto de estar "en Cristo" en lo que
respecta a hacer dicho concepto normativo en el pensamiento y la experiencia
cristianas. La idea se encuentra en la enseñanza del Señor (Juan 14:20; 15:4),
pero generalmente hablando los Sinópticos ponen énfasis sobre el estar "con
(meta) Cristo" mientras Pablo habla de estar "en (en) Cristo".

Esa frase es de mucha trascendencia. El llamamiento celestial de los


cristianos es "en Cristo Jesús" (Fil. 3:14; cf. 2 Ti. 1:9). Su elección es en El
(Ef. 1:4). El perdón (Ef. 1:7, 4:32; Col. 1:14), la redención (Ro. 3:24; Ef. 1:7;
Col. 1:14), la libertad de la condenación (Ro. 8:1), la libertad de la Ley (Gá.
2:4), la justificación (Gá. 2:17). y la vida (Ro. 6:11. 23; 8:2). Todas esas
bendiciones están en Cristo. La santificación y la vida cris tiana también están
relacionadas con el estar en Cristo. En El los cristianos son santificados (1
Co. 1:2), fundamentados y edificados (Col. 2:7), enseñados (Ef. 4:21),
guardados (Fil. 4:7), y llevados en triunfo (2 Co. 2:14). En Cristo los
creyentes, tanto judíos como gentiles son un cuerpo (Ro. 12:5, Ef. 2:13-22), y
en El tienen libertad y acceso a Dios (Ef. 3:12). La resurrección del cuerpo
también está relacionada con el estar en Cristo (1 Co. 15:22).
Aunque Pablo usa la expresión "en Cristo" en muchos otros pasajes con
menos precisión doctrinal, considerando todos los usos, dicha frase debe ser
definida así: es el nuevo ambiente del hombre redimido en la esfera de la vida
resucitada. "El creyente ha sido transplantado dentro de un nuevo terreno y un
nuevo clima, y tanto el terreno como el clima son Cristo".2

Ciertas distinciones importantes son evidentes en este concepto. (1) La


unión con Cristo es un don de Dios e involucra la obra del bautismo del
Espíritu Santo. (2) La doctrina invalida la idea de que jesús es sólo un
ejemplo. (3) La idea es mística, pero es un misticismo de unión íntima con
Cristo abierta para todos los creyentes. (4) Es la base de la ética cristiana y la
respuesta a la acusación antinomiana. Si un cristiano está realmente unido a
Cristo, está identificado con la actitud de Cristo hacia el pecado, y ésta es la
razón más poderosa para vivir la vida cristiana. Esta unión también provee el
poder para vivir. Cada indicativo equivale a un imperativo: eres un nuevo
hombre en Cristo, vive como tal. Este es el corazón de toda la enseñanza de
Pablo acerca de la vida cristiana.

II. EL PRINCIPIO DE LA VIDA CRISTIANA: LA SANTIFICACION

Aunque Pablo reconoce el aspecto posicional de la santificación (1 Co.


6:11 ), el aspecto progresivo o santificación práctica es el tema en esta
sección.

A. La Obra Divina en la Santificación

La obra de Dios en la santificación práctica involucra el colocar al


creyente en Cristo, tema que ha sido discutido en la sección anterior. Esto
ocurre mediante la obra del bautismo del Espíritu Santo (1 Co. 12:13). El
énfasis que Pablo da a la santificación aparece en todos sus escritos como la
obra del Espíritu Santo en la vida del creyente. El punto de partida para
exhortar a los creyentes carnales es guiarlos a reconocer que el Espíritu mora
en ellos y, por lo tanto, deben de vivir como quienes han sido comprados por
precio (1 Co. 6:19-20). El fruto del Espíritu Santo es la santificación genuina,
porque es El quien da poder al creyente para vivir (Gá. 5:16-26). Todos los
ministerios del Espíritu mencionados bajo la doctrina de Dios demuestran
cuán vital es Su obra para producir una verdadera vida santificada.

B. La Obra Humana en la Santificación

Pablo no olvida mencionar que hay una obra que corresponde hacer al
creyente en la santificación. La presentación de la vida es el punto de partida
para todo esfuerzo humano (Ro. 12:1). Esta es una ofrenda de una vez y para
siempre de uno mismo sin reservas. El corolario de esa presentación positiva
es el rompimiento con el pecado (Ro. 6:1-13). Es un rompimiento basado
sobre el reconocimiento de que el creyente. por causa de su unión con Cristo,
ya ha crucificado la carne (cf. Gá. 5:24). Los tiempos aoristos en Romanos
6:1-10 y Gálatas 5:24 decididamente muestran que la obra de la crucifixión de
la carne ha sido completamente hecha para el cristiano una vez por todas. Le
resta al individuo darse cuenta de ello y sobre la base de ese reconocimiento
hacer una presentación de sí mismo. La oración tendrá un lugar importante en
esto, porque es a través de la oración que aprendemos lo que ha sido hecho a
nuestro favor (Ef. 1:15-22, Fil. 1:9-11, Col. 1:9-11), y es sobre la base de ese
conocimiento que puede hacerse una consideración inteligente (Ro. 6:1-13).

La victoria no se logra, sin embargo, mediante una presentación inicial y


un rompimiento con el pecado. Hay una batalla que librar, y Pablo también da
las instruciones pertinentes. La batalla para creer lo que Dios ha declarado
tocante a la verdad de la crucifixión de la carne es una lucha continua (Ef.
6:13; Ro. 8:13; 1 Ti. 6:12). Esta batalla también incluye una huída del pecado
y de las situaciones pecaminosas (Ro. 13:14; 1 Co. 10:14; 2 Ti. 2:22) y la
búsqueda de buenos ideales en comunión con una buena compañía (1 Co.
15:33: 1 Ti. 6:11; 2 Ti. 2:22). Pablo, sin duda, enfatiza la importancia de la
obra de Dios en la santificación. Sin embargo, no se olvida de escribir acerca
de la responsabilidad humana. Ambos aspectos son necesarios en una vida
victoriosa.

III. LA PRACTICA DE LA VIDA CRISTIANA: SEPARACION

Estar "en Cristo" es la base de la santificación. La santificación, en su obra


externa, es separación del pecado y comunión con Cristo en todas las
relaciones de la vida. Es vivir en conformidad con la nueva posición en todas
las cosas.

A. En Relación con Uno Mismo

La práctica de la santificación en relación a uno mismo significa disciplina


(1 Co. 9:24-27). La disciplina es necesaria debido al carácter de los enemigos
a quienes se encara el cristiano en su carrera. El creyente debe de vivir en el
mundo sin abusar de este (1 Co. 7:31). La carne, aunque crucificada, no está
erradicada, y el Maligno y sus huestes son enemigos constantes y poderosos en
su lucha contra el cristiano (Ef. 6:12-18). Las reglas a seguir en la auto
disciplina son: la condición del cuerpo (1 Co. 9:24a), el control del cuerpo (1
Co. 6:12; 9:26), y la sumisión del cuerpo (1 Co. 9:27; 2 Ti. 2:5). La
recompensa es la aprobación de Cristo en su tribunal (1 Co. 3:14; 9:27; 2 Co.
5:10). La disciplina es una buena ilustración de la combinación de lo divino y
lo humano en la santificación, porque aunque es un aspecto del fruto del
Espíritu (Gá. 5:23), también es el fruto del esfuerzo humano.

B. En Relación con la Familia

El orden es la idea clave en la enseñanza de Pablo concerniente a las


relaciones familiares.

1. Matrimonio. Pablo afirma. que un creyente debe contraer matrimonio


sólo con otro creyente (2 Co. 6:14). En 1 Corintios 7 parece que
definitivamente da la preferencia al celibato por dos razones: (1) La venida
del Señor está cerca, (2) la naturaleza de la obra cristiana demanda una
atención completa, algo imposible para una persona casada. La primera podría
considerarse como una razón ética provisional, pero la segunda no. Esta
última sólo es una razón tan válida para preferir no casarse hoy día como lo
fue en el tiempo Pablo. Esta preferencia de Pablo no indica que él consideraba
el matrimonio como malo, al contrario, él afirma que es un asunto individual
(1 Co. 7:7).

2. Divorcio. Sin embargo, una vez que se ha contraído matrimonio, Pablo


no permite el divorcio entre creyentes (1 Co. 7:10-11). En esto él consideraba
que seguía la enseñanza del Señor. En algunas circunstancias cuando dos
inconversos se casaban y uno de ellos posteriormente se convertía se permitía
el divorcio (1 Co. 7:12-15).

3. El Hogar. Pablo asigna el liderazgo del hogar cristiano al esposo (Ef.


5:22-33). El ser la cabeza involucra amar a la esposa con un amor divino,
expresar amor por la familia cuidándolos y llevándolos a una experiencia
cristiana de madurez, disciplinar a los hijos (Ef. 6:4), proveer para el hogar (1
Ti. 5:8), y, en general, ser el líder que preside en el hogar (1 Ti. 3:4). La
esposa a su vez, debe de trabajar en el hogar (Tit. 2:4-5), tener una parte en la
crianza de los hijos (Ef. 6:1). y estar en sujeción a su esposo (Ef. 5:23). Los
hijos esperan ser gobernados (Ef. 6:1-4: 1 Ti. 3:4): deben ser sobrios (1 Ti.
3:4: Tit. 1:6) y píos en su conducta (I Ti. 5:4). Si las circunstancias lo
requieren, deben de proveer para las necesidades materiales de la madre
viuda o la abuela (1 Tim. 5:4). Esto evidentemente es una responsabilidad que
una persona tiene mientras uno de sus progenitores viva.

C. En Relación con los Gobernantes

La función normal de los gobernantes es promover el bien a fin de que los


ciudadanos vivan vidas pacíficas y pías(¡']'¡. 2:2: Ro. 13:3). Por esta razón los
creyentes deben orar fielmente por los que gobiernan (1 Ti. 2:2), y ser sumisos
a los gobernates (Ro. 13:1-7). La sumisión se requiere por cuatro razones: (1)
el gobierno es ordenado por Dios, (2) cualquier resistencia al gobierno es en
realidad a Dios, (3) el gobierno es para el bien, y (4) la conciencia lo
demanda. La sumisión se manifestará mediante el pago de los impuestos y por
el temor y el honor a los gobernantes.

No hay nada que sugiera que la sumisión que Pablo requiere incluye
cooperación activa: podría manifestarse en la forma de resistencia
pacífica, y no excluye del todo la protesta de palabra y aun el acto de
resistencia. siempre y cuando esto sea acompañado de una aceptación
calmada del castigo

Pablo no hace iguales al gobierno y al mundo, porque aunque haya semejanzas


pertenecen a campos diferentes de autoridad. Pablo también declara que los
tribunales públicos no deben de ser usados por los cristianos para resolver sus
disputas (1 Co. 6:1-8).

D. En Relación con el Trabajo

Un cristiano no debe ser un reaccionario en lo que concierne a su posición


en la vida (1 Co. 7:20-22). La ejecución de su trabajo debe ser como para el
Señor y no para los hombres (Ef. 6:5-9; Col. 3:22-25). Para los empleados
esto significa hacer el trabajo con temor y temblor, haciendo la voluntad de
Dios. Para los patronos significa imparcialidad y trato justo de los
trabajadores. Pablo parecía pensar que los esclavos convertidos bien podían
ser emancipados, aunque no hizo una cruzada por ello (Filemón 8-21).

E. En Relación con el Bienestar Espiritual de Otros.

Pablo siempre reconocía y practicaba el principio de que la única cosa


que puede beneficiar al hombre perdido es la salvación; por lo tanto, la vida
cristiana debe de ser vivida con relación a los hombres no salvos, de tal modo
que puedan ser ganados para Cristo (Col. 4:5). Esto involucraba para Pablo
mucha circunspección y disciplina en el diario vivir (1 Co. 9:19-27). Tal vida
evangelística es motivada, por lo menos en parte, por el temor del Señor y por
la esperanza de la recompensa (2 Co. 5:10-11; 1 Ts. 2:19-20).

La relación del cristiano con otros creyentes siempre debe ser tal que
contribuya a la mutua edificación en la fe. En principio esto es simple; pero en
la práctica es complicado. El principio consiste en vivir una ética cristiana
que simplemente expresado es: No hagas nada que cause tropiezo en otro
cristiano (1 Co. 8:13). La libertad que un hermano más fuerte pueda tener
siempre debe de practicarse en amor, por lo tanto, el amor frecuentemente trae
restricción de la libertad. Tal limitación no es porque el hermano más fuerte
piense que algo está mal, sino porque afecta al hermano débil; así que la
restricción es producto del amor por el hermano débil (Ro. 14:13-19). El
temor también motiva a una vida de restricciones (Ro. 14:20-23), porque
Pablo dice que debe considerarse como una cosa pequeña el dejar algo a la
luz de las terribles consecuencias de ofender a un hermano más débil.

Cuando hay un desacuerdo honesto entre los creyentes, el dictamen paulino


es la consideración mutua del uno al otro (Ro. 14:1-12). Tanto el hermano
débil como el fuerte deben recordar que Dios ha recibido a ambos (vv. 1-3),
que ambos son siervos de Dios uno del otro (v. 4), que puede haber
diferencias de conciencia (vv. 5-6), que todos están bajo el señorío de Cristo
(vv. 7-9), y que cada uno tendrá que rendir cuentas a Dios en el juicio (vv. 10-
12). Por estas razones debe de haber consideraciones mutuas entre hermanos
quienes honestamente están en desacuerdo acerca de lo adecuado de ciertas
acciones en la vida cristiana.

El principio que controla todas las relaciones de la vida es el de la


imitación de Cristo. El énfasis de Pablo no está sobre la imitación de la vida
terrenal de Jesús. sino en glorificar a Dios. Esto significa imitar a Cristo. Ya
que la gloria de Dios es la manifestación de sus atributos, y ya que Jesús de
Nazaret dio a conocer perfectamente al Padre, glorificar a Dios equivale a
imitar a Cristo. El es nuestro patrón en asuntos de conducta (Ro. 15:1-3). La
conformidad a ese patrón es la única forma de glorificar a Dios en el comer o
el beber o cualquier otra cosa que hagamos (1 Co. 10:31). Este debe ser el
propósito de toda vida cristiana.

La conducta antes considerada asume, por supuesto, que las partes


discrepantes procuran hacer la voluntad de Dios. Si hay alguna duda, entonces
uno debe dar a Cristo el beneficio de la duda y no participar en una actividad
dudosa. La auto disciplina está también involucrada en nuestras relaciones con
otros (1 Co. 9:19-21), y la libertad cristiana nunca debe de convertirse en
libertinaje (Ro. 6:1).

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