AUDEPP y Resúmen
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Resumen
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* Correspondencia: Patria 584/201. Código Postal 11300. Montevideo – URUGUAY
E-mail: [email protected]
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Es un hecho bien conocido por todos nosotros que en las últimas décadas, e
independientemente del grado de desarrollo de los países o regiones, el abuso y la
dependencia de drogas ha tomado dimensiones nunca antes alcanzadas en la historia de la
humanidad.
Múltiples son las conceptualizaciones que desde distintas perspectivas han intentado aportar
respuestas a las diversas interrogantes de este fenómeno al que podemos pensar como
paradigmático de lo multicausal.
El complejo proceso de la adicción a las drogas, se va tejiendo sobre una intrincada trama de
factores biológicos, psicológicos y socioculturales Este hecho hace necesario - incluso mas
que en otros trastornos - la participación de diferentes disciplinas, en favor de que, con los
aportes de cada una de ellas, pueda tenerse una visión integradora de esta interacción bio
psico social siempre presente en esta patología. Si bien lamentablemente esto no siempre
acontece, son muchas las investigaciones que desde dicha óptica brindan importantes
elementos para su comprensión.
En este sentido y en referencia a los determinantes biológicos, no pueden dejar de
considerarse los datos actuales de la investigación acerca de la influencia de los factores
genéticos sobre el consumo de drogas, o el propio efecto de las sustancias en niveles
específicos del SNC, y sus acciones en el Núcleo Acumbens (base del sistema de
gratificación) o su incidencia sobre múltiples funciones psíquicas.
Como decíamos, la investigación genética ha demostrado cierta predisposición, la que a su
vez necesita - muchas veces - para su expresión, de determinadas condiciones ambientales, y
acá podemos observar la interacción de lo biológico con lo psicosocial.
Por otra parte, muchas veces es imposible determinar si esta predisposición genética se
expresa como tendencia al consumo, sensibilidad aumentada para algunas sustancias o como
rasgos de personalidad entre cuyos parámetros conductuales se encuentra el abuso de
sustancias, y aquí se anuda lo biológico y lo psicológico.
El preciso momento del consumo nos ejemplifica la dimensión de esta interacción bio psico
social. Donde hay una/s droga/s con sus efectos particulares, pero condicionados por la dosis,
la vía utilizada, la frecuencia (tolerancia), la personalidad, las expectativas del consumidor y
el setting donde se desarrolla este consumo.
Vale afirmar entonces que la patología adictiva no puede reducirse únicamente a lo somático
de un individuo, por más que exista una clara determinación genética, ni al psiquismo, aunque
existan claras evidencias de la necesidad de una compulsión repetitiva, porque se trata de una
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2 4 9 11 Mayer, Hugo. Drogas: Placer Químico, Dolor Humano. Adicciones, N/A. Rev. Psicoanálisis con niños
y
adolescentes, 1998. Número 11.
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3 6 Galeano, Eduardo. Patas arriba. La escuela del mundo del revés. Primera edición. Montevideo, Uruguay:
Ediciones del chanchito, 1998. Pag. 255, 256.
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7 Jeammet, Philippe. Violencia y Narcisismo: entrevista por A. Liberman. Adicciones, N/A. Rev. Psicoanálisis
con niños y adolescentes, 1998. Número 11.
14 Abadie, Sonia. El origen temprano de las patologías adictivas. Patologías graves en la adolescencia. IV
Jornadas de Adolescencia, 1999. Asoc. Psicoanalítica del Uruguay.
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16 Le Poulichet, Sylvie. Toxicomanías y psicoanálisis. Las narcosis del deseo. Única edición en castellano
autorizada por Presses Universitaires de France, París. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu editores, 1990.
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ideal como un Superyó mucho más difícil de satisfacer que el Superyó portador de
prohibiciones, en el que era más fácil ubicarse e incluso confesar, si se había transgredido, y
reecontrar la calma. Esto se transforma en un instrumento de persecución, con conductas
autopunitivas que no eran la confesión o el sentimiento de pecado de otrora, porque no
alcanzan la absolución, ya que se está frente a una problemática puramente narcisista.87
Éstas exigencias externas y internas, que no toman en cuenta los ritmos corporales y
psíquicos, y los tiempos de desarrollo de los individuos, ni los de elaboración de los
conflictos, actúan en forma traumática y llevan a la búsqueda del apuntalamiento sobre
sustitutos concretos. La realidad sobreexige y el niño, el adolescente y luego el adulto se ven
impulsados hacia la sobreadaptación, cuyo fracaso lleva inevitablemente a la marginación.
Aparece entonces el consumo de drogas como un recurso requerido para el logro de esta
adaptación, para estar conectado y eufórico; ser libre y divertido; tener una sexualidad plena;
el logro del éxito surgirá de la creatividad, la lucidez, el rendimiento.
Pero también frente a al impotencia y el fracaso, ante una realidad demasiado traumática para
ser elaborada, se recurrirá al consumo de drogas, como un intento de apartarse de un mundo
sentido como persecutorio.98
En referencia a aspectos del orden de lo familiar decimos que es frecuente observar el peso
que tiene un modelo familiar adictivo. En estas familias se refuerza el modelo consumista, el
cual es adoptado como una modalidad defensiva y como tal trasmitido a sus hijos. Otras
características a destacar de las familias de los adictos son: los abandonos tempranos, las
sobreprotecciones invalidantes, la desvalorización o ausencia de la figura paterna, el
desentendimiento conyugal, los secretos, las alianzas, los modelos transgresivos y adictivos,
los dobles mensajes y en general una actitud incontinente.109
Ahora bien y otra vez en un intento de articular distintos factores en juego en esta
problemática, no podemos dejar de considerar la vulnerabilidad personal, ligada a la propia
historia del sujeto y los “beneficios inconscientes” que obtienen los individuos con su
situación de dependencia, como ser el hecho de no establecer una verdadera relación afectiva
con los otros ni asumir el compromiso de tener que cuidar de ellos, o la huida ante los
reclamos de la vida.1110
17 Jeammet, Philippe. Reflexiones sobre la función de la Sustancia o Producto, en la economía psíquica del
Toxicómano. Adicciones, N/A. Revista Psicoanálisis con niños y adolescentes, 1998. Número 11.
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Por otra parte la drogadicción les sirve también como modo de reclamar atención y a la vez,
como venganza de una familia y de una sociedad por quienes no se sintieron entendidos y a
quienes denuncian e interpelan obligándolos a que sientan la misma impotencia e
incomunicación por ellos padecida. Desalentados y sin esperanzas de modificar esa
incomprensión de su medio, algunos adictos buscarán un camino que, aunque acelere su
muerte y su deterioro, les permita la satisfacción narcisista de sentirse grandioso,
omnipotente, libre de restricciones y sufrimientos, mientras que, simultáneamente,
encontrarán abierto un canal para reclamar afecto, exhibir su desafío, ejecutar su implacable
venganza y castigarse de un modo ejemplificador. Es como si pensaran: “Ya que tengo que
morir, moriré, pero moriré matando”.1211
Llegado a este punto en el que estamos hablando de problemáticas narcisísticas y su
articulación con el consumo de drogas, nos vemos obligados a considerar por lo menos
algunos aspectos de la adolescencia.
El adolescente en el complejo pasaje de la niñez a la adultez, busca afirmar su identidad
integrando referentes identificatorios. Desea pero a la misma vez teme dejar su mundo
infantil para integrarse en el de los adultos. Las nuevas vivencias y sensaciones lo
desconciertan, se siente invadido de un sentimiento de incertidumbre, todo lo cual le genera
una intensa sensación de soledad, y la necesidad de pertenecer a un grupo con el cual sienta
cosas en común.
Las drogas, parecen responder mágicamente a todas estas necesidades, le ofrecen pertenencia,
valores, imágenes identificatorias, posibilidad de estar “colocado”, palabra usada
comúnmente en la jerga de los adolescentes consumidores y particularmente sugestiva de la
necesidad de una reubicación en un nuevo lugar.
Muchos, y por diferentes motivaciones, de los adolescentes toman contacto con la droga - por
curiosidad, por rebeldía, para mejorar la comunicación con los otros, por novedad, como
desafío, de la autoridad, de sus propios límites. La mayoría encontrará otros caminos para
canalizar su conflictiva, algunos quedarán atrapados en un vínculo de dependencia. Como nos
dice Fracoise Dolto: del encuentro entre un individuo y una sustancia puede surgir un vínculo
que sorprende y fascina a un sujeto, el que no obstante, mantiene otros intereses; o uno
caracterizado fundamentalmente por la compulsión repetitiva, un hábito físico y una dolorosa
abstinencia que hay que evitar de cualquier modo.
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Geberovich) o transitorios (Joyce Mc Dougal) que solo resuelven momentáneamente la tensión afectiva.
Este es el lugar de la droga, que se busca para silenciar la angustia de la ausencia y/o brindar
la ilusión de una presencia absoluta, que al no satisfacer la búsqueda, perpetúa y agrava el
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vacío simbólico. La droga es usada no para elaborar la pérdida sino para negarla.1514 El adicto
necesitará siempre de un objeto concreto para calmar su ansiedad; “objeto cosa” revestido
entonces de múltiples sentidos: odiado e idealizado por estar allí en lugar de la madre,
fetichizado porque permite negar su ausencia y también investido por la transferencia de los
afectos ambivalentes hacia la madre.1615
Podríamos decir entonces, que la drogadicción es un acto mediante el cual un sujeto intenta
defenderse de vivencias dolorosas muy arcaicas, el terror que le genera la vivencia de vacío
tratará de ser aplacado mediante un objeto concreto con el que y a manera de prótesis intenta
su autorregulación y su autotratamiento.
Como dice Sylvie Le Poulichet1716 : ¿ Hay algo más desconcertante para el análisis que el
individuo que ya “consume” a su propio “terapeuta”? Si viene a vernos, es muchas veces para
denunciar el desfallecimiento de ese alquimista que ya no cumple su cometido. Y si ese
veneno es un remedio, ¿ de que tratamiento es autor? ¡Cabría pensar que la psicoterapia es
requerida en este caso para que obre como el tratamiento de una insólita automedicación!
Las conductas adictivas como todas las conductas actuadas, reflejan la inestabilidad de la
organización psíquica subyacente. Su aparición no sella ella misma una estructura psíquica
particular, aunque si testimonian una vulnerabilidad de la personalidad y una inestabilidad de
su funcionamiento mental que son a la vez suficientemente específicas por ser una condición
necesaria para el surgimiento de tales conductas, pero no para que aquellas sean una
respuesta inevitable e incluso la sola posible. De este modo se explica el carácter
transnosográfico y transestructural de este comportamiento y la gran diversidad de casos.1817
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Bibliografía
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