Caso Clínico Fe
Caso Clínico Fe
Caso Clínico Fe
TVC es un paciente de 54 años de edad que sufre una lesión cerebral de etiología viral,
(infección por herpes simple). Hasta el momento de la lesión su vida se centraba
principalmente en el mantenimiento de su negocio familia, una tienda de electrodomésticos
que compartía con su mujer y uno de sus hermanos. Él era la persona que gestionaba el
negocio, llevaba las cuentas, solicitaba pedidos y atendía a los clientes. Además de estar
casado, tenía tres hijos de 12, 16 y 18 años. Se trata de una familia muy conservadora y con
creencias religiosas fuertemente arraigadas. Socialmente, esta familia era muy bien
considerada en el barrio en el que viven, con numerosas relaciones sociales, y buena relación
con los dueños de las tiendas y de los locales cercanos al domicilio.
El cuadro clínico comenzó con fiebre, dolor de cabeza y alteraciones en el nivel de conciencia,
por lo que el paciente y su familia acudieron al servicio de Urgencias. La lesión afectó
principalmente a regiones orbitofrontales bilaterales y a regiones temporales bilaterales.
Permaneció ingresado 1,5 meses, y posteriormente acudió a consulta de Neuropsicología para
ser evaluado y comenzar un programa de rehabilitación en caso necesario.
Leve disminución para realizar operaciones mentales con información que le era
brindada.
Susceptible a perder el hilo de la conversación ante la repentina aparición de ruidos,
objetos dispuestos encima de la mesa, incluso ante sus propios pensamientos, con
ideas que surgen de forma súbita y no parece poder frenar.
Dificultades para mantenerse concentrado durante largos periodos de tiempo,
mostrando además desinterés. Así, destacó una importante apatía que manifestaba
fundamentalmente en casa (no se observaba en otros contextos, como la consulta,
donde su conducta se caracterizó por mostrarte impulsivo y poco prudente).
Incapacidad para formular metas, diseñar estrategias para conseguirlas. Sin embargo,
la dificultad principal era su tendencia a actuar por azar, de forma impulsiva y
tendencia a actuar por azar, de forma abrupta y sin controlar su propio
comportamiento. Esto lo llevaba a cometer numerosos errores que ni detectaba ni
corregía. Cuando alguien cercano le hacía retrasar el inicio de la actividad y lo hacía
reflexionar sobre la pertinencia de su conducta, su rendimiento mejoraba
considerablemente.
Conductas repetitivas erróneas. Mostraba una grave dificultad para adecuar su
conducta al entorno.
Nula conciencia de sus limitaciones, mostrando una gran tendencia a atribuir a los
problemas de memoria todas sus dificultades en la vida diaria.
Su habla era fluida y sin dificultades, pero en el transcurso de una conversación presentaba
una clara tendencia a divagar y encarrilar un tema con otro; asimismo, mostraba dificultades
para mantener algunas normas de conversación, tales como el respeto de los turnos de
palabra.
Dadas las características de las dificultades, que permitía anticipar una difícil convivencia con el
paciente, se solicitó a la familia que registrara las conductas que más interfiriesen en la vida
cotidiana en el domicilio. El resultado fue el siguiente:
Tiraba latas de cerveza por la ventana cuando oía que se abría la puerta de casa (ya
que bebía a escondidas).
Usaba el aseo de señoras en restaurantes (el paciente no veía que esto fuera ningún
problema: “Todos sabemos cómo es el cuerpo humano”; este tipo de comentarios los
hacía sin expresión emocional alguna).
Comía chicle y lo dejaba pegado en cualquier sitio (sin observar las posibles
consecuencias de esta conducta).
Se orinaba encima.
Salía desnudo de la ducha (conducta que nunca antes había ocurrido en esta familia,
con el consiguiente escándalo familiar, en el que el paciente no participaba por no ver
que eso fuera un problema).
Se limpiaba las heces con la mano cuando no había papel higiénico.
A nivel funcional, el paciente era físicamente independiente para realizar las actividades
básicas de la vida diaria, pero precisaba supervisión por parte de una tercera persona para su
correcta ejecución. En las actividades más complejas, como el manejo de dinero o la utilización
de transporte público, se hacía imprescindible una supervisión continua. A modo de ejemplo,
se puede indicar que el paciente fue acumulando una deuda económica muy importante, ya
que mantenía buena relación con los dueños de los bares y cafeterías cercanos a su casa, que
le fiaban y anotaban los gastos que iba realizando. Su familia se enteró de este hecho cuando
la deuda alcanzó la cantidad de 1000 euros. De igual modo, hubo que realizar cambios en la
modalidad de pago del teléfono móvil, porque solía realizar llamadas a líneas eróticas con el
consiguiente aumento del gasto económico (además de grave impacto que tuvo este hecho en
la percepción que del paciente tenía su familia). }
El cuadro clínico supuso un importante cambio del rol de familiar, de la convivencia diaria y de
las relaciones sociales. Su conducta era muy inapropiada dentro y fuera de casa, siendo muy
difícil su reincorporación a la actividad laboral, ya que esta se hacía de cara al público. Sus
alteraciones lo incapacitaban para realizar cualquier actividad productiva (hecho que a día de
hoy, 2 años después de la lesión, sigue siendo así). Por las mismas razones, el paciente tenía
muchas dificultades para establecer nuevas relaciones personales y sociales, así como para
mantener las ya formadas.