¡Es Ahora! Feminismos Abolicionistas Del Sist Carcelario
¡Es Ahora! Feminismos Abolicionistas Del Sist Carcelario
¡Es Ahora! Feminismos Abolicionistas Del Sist Carcelario
FEMINISMOS
ABOLICIONISTAS
DEL
SISTEMA CARCELARIO
por
Angela Y. Davis,
Gina Dent,
Erica R. Meiners,
y Beth E. Richie
Traducción:
Cooperativa de Traducciones Anticarcelarias
Título original:
Abolition. Feminism. Now
© Angela Y. Davis, Gina Dent, Erica R. Meiners, y Beth E. Richie, 2022
Distribuido orginalmente en los Estados Unidos por Consortium Book Sales and
Distribution (www.cbsd.com) e internacionalmente a través de Ingram Publisher
Services International (www.ingramcontent.com).
El libro fue publicado en inglés con el apoyo de Lannan Foundation an Wallace
Action Fund.
Título de la traducción:
¡Es ahora! Feminismos abolicionistas del sistema carcelario
Prefacio...................................................................... 10
INTRODUCCIÓN
Abolición. Feminismo. Ahora ................................. 17
I. Abolición................................................................. 50
II. Feminismo..........................................................111
III. Ahora..................................................................166
Epílogo.....................................................................221
Anexos.....................................................................228
Otros Recursos.......................................................247
Sobre las autoras
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43
Genealogías de Organización
Tres años antes de la demolición de la Casa de D. [House
of D.], los Hermanos de Attica [Attica Brothers] lanzaron
en 1971 un apasionado llamado por la abolición del sis-
tema carcelario durante la rebelión de cuatro días que
reverberó dentro de diversos movimientos y círculos ac-
tivistas.31 En el inicio de la revuelta de Attica, salieron a
56 la superficie numerosos ejemplos de los comienzos de
un discurso contrahegemónico —tales como la revuelta
en la prisión Walpole en Massachussets donde personas
encarceladas organizaron un sindicato y dirigieron la pri-
sión32— aun cuando este ímpetu fue obstaculizado por
la retórica de la ley y el orden reinante. La organización
Comité de Servicio de los Amigos Estadounidenses [Ame-
rican Friends Service Committee] publicó el documento
Lucha por Justicia: Un Informe sobre Crimen y Castigo en Es-
60
61
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67 Ver Aja Romano, “Una nueva ley para combatir el tráfico sexual
amenaza el futuro de la internet que conocemos [A New Law Inten-
ded to Curb Sex Trafficking Threatens the Future of the Internet as
We Know It]”, Vox, 2 de Julio de 2018. https://www.vox.com/cultu-
re/2018/4/13/17172762/fostasesta-backpage-230-internet-freedom;
y Liz Tung, “Se suponía que FOSTA SESTA impediría el tráfico sexual. En
lugar de eso, impulsó un movimiento [FOSTA SESTA Was Supposed to
Thwart Sex Trafficking. Instead, It’s Sparked a Movement]”, PBS, Julio
10 de 2020, https://whyy.org/segments/fosta-sesta-was-supposed-
to-thwart-sex-trafficking-instead-its-sparked-a-movement/.
DuVernay (que comparte la conceptualización histórica
de Alexander), una lectura y un visionado atento y deta-
llado revelan que, tanto el libro como la película, enmar-
can el fenómeno del encarcelamiento masivo en Estados
Unidos como un problema que emana principalmente
del fracaso para abordar de manera integral las conse-
cuencias económicas, políticas y culturales del caduco
sistema de esclavitud tradicional68. Si bien Alexander y
DuVernay hacen parte de los discursos activistas abo-
licionistas contemporáneos y reconocen la importancia
de situar el análisis de la crisis de las prisiones dentro de
un marco global, con frecuencia algunas personas que
no comparten esta visión amplia han interpretado es-
tos trabajos desde la perspectiva que el problema del
encarcelamiento racializado se resolverá mediante el
activismo convencional de derechos civiles. Es decir, sin
necesariamente alterar otros marcos mayores y globa-
les de poder como el capitalismo y el heteropatriarcado.
Aunque el término “encarcelamiento masivo” ha ju-
gado un rol significativo en el despertar de una crítica 91
pública al hecho que Estados Unidos es el país que más
personas encarcela en el mundo (tanto a nivel absolu-
to como per cápita), su uso como concepto en círculos
gubernamentales, tanto progresistas como conservado-
res, ha inevitablemente estimulado la suposición que la
respuesta adecuada es, por sí sola, la excarcelación de
70 Ver German Lopez, “El Acta del Primer Paso explicada [The
First Step Act, Explained]”, Vox, 5 de Febrero de 2019, https://
www.vox.com/future-perfect/2018/12/18/18140973/state-of-
the-union-trump-first-step-act-criminal-justice-reform.
masiva, al mismo tiempo que los abordajes más promi-
nentes para la violencia de género y la violencia sexual
se basan precisamente en “soluciones” carcelarias. Sa-
bemos que la historia del sistema carcelario ha sido de
reformas putativas, que precisamente han resguardado
cuidadosamente al sistema del tipo de crítica que no
solo podría haber contribuido al desarrollo de nuevas
estrategias para enfrentar los daños, sino también al re-
conocimiento de que es imposible enfrentar los modos
de castigo sin un análisis profundo de los factores so-
cioeconómicos e ideológicos que estructuran las socie-
dades a las cuales las prisiones sirven.
Dado que la teoría y la práctica abolicionistas deman-
dan poner el foco en las fuerzas estructurales, esta aten-
ción no puede detenerse una vez que destacamos que
estas fuerzas estructurales están profundamente imbri-
cadas en el complejo industrial carcelario. Por ejemplo,
¿cuál es la relación entre el número masivo de personas
negras, indígenas y latines encarceladas y el sistema más
94 amplio del capitalismo racial? Hacernos esa pregunta
nos advierte de las trampas de asumir que el racismo es
simplemente un concepto dado, por sí mismo fundacio-
nal y explicativo que no necesita mayor análisis. Un aná-
lisis así de trunco lleva, por ejemplo, a las suposiciones
falaces de que el encarcelamiento masivo producto del
racismo es un fenómeno particular de Estados Unidos,
aunque veamos desarrollos similares bajo la presión del
capitalismo global en países como Sudáfrica, Colombia
y Brasil.
95
La desinstitucionalización no provocó la 99
indigencia y el aumento del encarcelamiento.
El racismo y el neoliberalismo sí lo han he-
cho, vía la privatización, el recorte de presu-
puestos en todos los servicios y sectores de
bienestar, y casi nulo financiamiento para
viviendas asequibles y accesibles y servicios
sociales, mientras que los presupuestos para
correccionales, policía y castigo (en su mayo-
ría para personas de color empobrecidas) se
dispararon73.
100
101
Poster diseñado por Shana Agid para Critical Resistance
en 2018 para analizar las diferencias entre reformas
(ver el texto completo en Anexos).
74 Annie Lowrey, “Su único delito fue defender a sus hijes [Her Only
Crime Was Helping Her Kids]”, Atlantic, 13 de Septiembre de 2019,
https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2019/09/
her-only-crime-was-helping-her-kid/597979/.
jos de ser neutrales y estáticos, los maleables contornos
de lo público y lo privado no sólo profundizan las des-
igualdades sino que frecuentemente enmascaran los
rastros que evidencian la violencia racializada, capacitis-
ta, y heteronormada.
Aprendiendo de las campañas contra nuevas cárce-
les propuestas en otras localidades y construyendo so-
bre décadas de organización comunitaria feminista abo-
licionista que rechazaba la vigilancia y la encarcelación
como soluciones de salud o seguridad públicas, en 2019,
una coalición de organizaciones de Los Ángeles que in-
cluyó a Dignidad y Poder Ahora [Dignity and Power Now]
y Resistencia Crítica [Critical Resistance], derrotaron, por
ahora, la propuesta de un “centro de tratamiento” de
corte carcelario de cuatro mil camas, que claramente no
era, como se propagandeó, una instalación de “atención
primaria”. Los Ángeles había propuesto este nuevo “cen-
tro de salud mental” como reemplazo a la Cárcel Central
para Hombres, que estaba desmoronándose, y otorgó
104 un contrato de 2200 millones de dólares a una corpora-
ción con fines de lucro con un historial de construcción
de cárceles, McCarthy Building Companies. Con el tra-
bajo y el liderazgo de miembres de la comunidad con
experiencias directas de encarcelamiento, mayormente
mujeres racializadas, la campaña se enfocó en enseñar
a las comunidades que era posible y necesario desvin-
cular a los servicios de salud del castigo, y resaltaron
cómo podía hacerse esto. La campaña también trabajó
para visibilizar por qué el contrato con McCarthy Buil-
ding Companies era simplemente una expansión de la
cárcel existente. Como declaró Hilda Solia, una integran-
te de la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles
[LA County Board of Supervisors] que revirtió su voto y
rescindió el contrato: “Una cárcel es una cárcel es una
cárcel. No alcanza con cambiar el nombre de la instala-
ción.”75 Este es el impacto del lento trabajo del feminis-
mo abolicionista en tiempos siempre urgentes, el traba-
jo lento que tiene su mirada en el largo plazo.
Otro ejemplo de cómo el estado manipula los progra-
mas reformistas es el monitoreo electrónico, que tam-
bién se presenta cada vez más como un compromiso
más amable cuando las comunidades se ponen en con-
tra de la construcción de nuevas cárceles o penitencia-
rías. A veces propuesta como una reforma progresista,
incluso por algunes que se identifican como feministas,
la e-encarelación es alabada por ser no sólo más barata
sino más humana, ya que potencialmente responde a
las críticas a las condiciones tóxicas de la cárcel, inclu-
yendo las prolongadas esperas por un juicio y los exorbi-
tantes precios de las fianzas. Estratégicamente se quita
atención a las altas tasas que las personas deben pagar
por sus propios dispositivos de vigilancia y al mercado
en rápida expansión para el e-encarcelamiento. El grupo
con fines de lucro GEO, que opera la mayoría de las cár- 105
celes privadas de Estados Unidos, también controlaba,
bajo su división “GEO Care” en 2018, alrededor del 30
por ciento de todos los dispositivos de monitoreo. Estas
formas de lo que James Kilgore ha llamado “humanismo
carcelario”, o “feminismo carcelario”, no eliminan las jau-
las.76 Más bien las redibujan, y así las suelen volver me-
nos transparentes, mientras al mismo tiempo amplían
los límites del actuar policial ,el castigo y la vigilancia,
como fue astutamente demostrado por Victoria Law y
Maya Schenwar en La cárcel con cualquier otro nombre:
79 Para más sobre esta campaña, ver Osha Oneeka Daya Brown,
Lee Doane, Sterling Fleming, Hakim Trent, Jeremy Valerio, y Outside
Organizers with No New Jails NYC, “¿¡11 mil millones de dólares para
qué?! Activistas encarcelades y No a Nuevas Cárceles en Nueva York ex-
plican cómo cerrar Rikers sin construir nuevas prisiones [$11 Billion for
What?! Incarcerated Organizers with No New Jails NYC Explain How to
Shut Down Rikers Without Building New Jails]”, CUNY Law Review, 20
de marzo de 2020.
la organización y el análisis. Las organizaciones antivio-
lencia tuvieron roles claves y visibles, presionando en
contra de la carceralidad como respuesta a la violencia
sexual y de género. El poder de la riqueza acumulada
en manos privadas y la filantropía organizada que ma-
nejan un estatismo carcelario fue hecho temporalmente
transparente y cuestionado.80 Las raíces carcelarias de
los demócratas progresistas fueron expuestas hasta
cierto punto. Todos los tentáculos relacionados con la
expansión de las cárceles —incluyendo el accionar poli-
cial— se hicieron visibles y se les opuso resistencia. Esta
campaña movió la línea de inicio para el siguiente paso
en la movilización: la acción. ¿El costo? La vida de Kalief
Browder y demasiades otres.
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100 Beth E. Richie, Obligada a delinquir: La trampa del género y las mu-
jeres negras golpeadas” [Compelled to Crime: The Gender Entrapment
of Battered Black Women] (New York: Routledge, 1996); Karlene Fai-
th, Mujeres Rebeldes: las Políticas de Confinamiento y Resistencia [Un-
ruly Women: The Politics of Confinement & Resistance], New York:
Seven Stories Press, 2011 [1993]; Paula Johnson, Vidas internas: voces
de mujeres afroamericanas en prisión [Inner Lives: Voices of African
American Women in Prison] (New York: NYU Press, 2004).
Cooptación carcelaria y feminismo
carcelario
A pesar de años de trabajo incansable, hacia la década
de 1990 el abismo entre las perspectivas abolicionistas y
el trabajo sobre género se profundizó, y muches sobre-
vivientes iban cayendo en el peligroso espacio entre los
dos movimientos. El lenguaje y los análisis de les activis-
tas radicales también estaban siendo cooptados y absor-
bidos por las organizaciones tradicionales, a medida que
los cambios legales y legislativos promovían políticas lo-
cales pro-arresto y respuestas policiales obligatorias. Dis-
traídas por un falso sentido del éxito y por la percepción
del apoyo de la política convencional, las organizaciones
antiviolencia tradicionales, cada vez más, se financiaban
con recursos del estado, se enfocaban en la recolección
de datos y en los modelos de prestación de servicios, y
se encontraban organizadas y profesionalizadas según
una jerarquía dominada por personas blancas. Los ser-
vicios de atención de emergencias comenzaron a repro- 141
ducir otros programas de intervención neoliberales, que
poblaban el paisaje con una creciente industria del ser-
vicio social. Tiempo después, Beth Richie y Kayla Morten-
sen describieron cómo “los servicios se transformaron
en seguridad”101. El énfasis de estos programas estaba
puesto en el cuidado individual más que en las causas
principales de la violencia, en la reforma de los sistemas
más que en la creación de alternativa, y en la provisión
de alivio a corto plazo para las personas que habían sido
dañadas más que en la producción de cambios estruc-
turales de largo plazo. Este cúmulo de organizaciones,
que abarca desde organizaciones antiviolencia hasta or-
ganizaciones de “caridad” que brindan acceso a comida
Intervenciones críticas
Las feministas de color pasaron años tratando de alterar
los patrones en la individualización de la violencia y la
resultante inversión en el sistema penal. Alrededor del
cambio de milenio, una serie de reuniones produjeron
documentos de posición y declaraciones que pronosti-
caban el impacto nocivo que tendría la dependencia ex-
cesiva del sistema penal en la lucha contra la violencia de
género. Un ejemplo digno de mencionar es el artículo de
2001 de Annanya Bhattacharjee titulado “¿La seguridad
de quién? Mujeres de color y la Violencia del Poder Coerci-
tivo [Whose Safety? Women of Color and the Violence of
Law Enforcement]”, publicado por American Friends Ser-
vice Committee111. Como uno de los primeros cuestiona-
148 mientos directos a la dependencia excesiva del Estado
carcelario en el nuevo milenio, este artículo consideraba
los derechos humanos y la justicia reproductiva y am-
biental desde un marco antiviolencia de género de una
manera claramente feminista abolicionista. Bhattachar-
jee preguntaba provocativamente: “¿Qué significa en la
práctica luchar contra la violencia contra las mujeres y,
al mismo tiempo, trabajar sobre la violencia estructural
que enfrenta la comunidad en general?”. O, como for-
mulamos la pregunta hoy: cómo reconocer el carácter
estructural de la violencia de género junto a sus inter-
secciones con las violencias generadas por el racismo y
el capitalismo.
112 Ver, por ejemplo, Anne Braden, “Libertad a Thomas Wansley: Car-
ta a las Mujeres Blancas del Sur [Free Thomas Wansley: A Letter to
White Southern Women]” (Louisville: SCEF Press, 1972), en https://
newsreel.org/guides/Anne-Braden-A-Letter-to-White-Southern-Wo-
men.pdf; e Ida B. Wells Barnett, El Registro Rojo: Estadísticas tabuladas
y presuntas causas de los linchamientos en Estados Unidos, 1892-1894
[The Red Record: Tabulated Statistics and Alleged Causes of Lynching
in the United States, 1892-1894] (reimpreso por CreateSpace Inde-
pendent Publishing Platform, 2015).
ferentes comunitarias han intentado incansablemente
articular la violencia de género con la violencia racista
hacia personas negras. Debido a que la historia misma
de los Estados Unidos procede de la nociva interrelación
del colonialismo y la esclavitud, el racismo contra los ne-
gros y la violencia racista contra les negres y contra los
pueblos indígenas siempre han involucrado sistemas
mutuamente interconectados. Así como las académi-
cas-activistas feministas indígenas han señalado que la
violencia sexual fue una herramienta indispensable de
la violencia colonial, las feministas negras pensaron di-
námicas semejantes durante la esclavitud –y estas nue-
vas comprensiones implican continuar reconociendo
cómo se enredan las historias del imperialismo y la vio-
lencia de género/sexual. En resumen, cualquier intento
de teorizar la violencia dirigida a mujeres y personas no
binarias debe ir más allá de abordar la violencia inter-
personal para poner fin a las formas de violencia del Es-
tado. Por lo tanto, proyectos emprendidos por muchas
150 organizaciones feministas de color han implicado argu-
mentar que la opresión de género es fundamental para
comprender la violencia racista y que, del mismo modo,
la supremacía blanca es fundamental para comprender
la violencia de género. Capitular ante un feminismo car-
celario que llama al Estado a “proteger” a las mujeres de
la violencia de género replicaría las mismas condiciones
que necesitan ser desafiadas.
Si bien la expresión “feminismo carcelario” es relati-
vamente nueva, el giro hacia el Estado que describe no
es nada nuevo. Esta es precisamente una de las razo-
nes por las que las mujeres de color históricamente han
dudado en identificarse con el feminismo. El daño que
se produce y reproduce a través de interminables ciclos
de reforma continúa mientras que los líderes contra
la violencia que más atención acaparan en los medios
piensan obstinadamente la violencia de género de for-
ma aislada, la desconectan de otras formas de injusti-
cia y rechazan la atención al racismo y otras formas de
violencia estatal. Al cuestionar intentos de reforma que
inevitablemente fracasan, el feminismo abolicionista de-
safía la conceptualización ideológica de la seguridad y
la protección como algo que se pueda lograr a través
de la autoridad punitiva del estado. Crea, por tanto,
nuevos terrenos de lucha: por el acceso a los recursos
para el desarrollo de la comunidad, la ayuda mutua o la
sanación, y crea nuevos espacios analíticos y materia-
les para imaginar y experimentar formas más auténti-
cas de seguridad. Las políticas carcelarias se infiltran en
instituciones y prácticas sin que tengan ningún tipo de
efectividad en términos racionales y, por lo tanto, produ-
cen múltiples espacios y oportunidades para prácticas y
luchas feministas de abolición que de hecho se proponen
poner fin a la violencia de género, en todas sus formas113.
Sin embargo, a medida que aumentan los compromisos
del feminismo abolicionista, persisten las preguntas so-
bre el contorno de una reforma. De hecho, “la libertad
es una lucha constante”, y debemos al mismo tiempo
tenernos paciencia y tener altas expectativas de nuestro
trabajo114. Hacerlo nos permite no olvidar abrazar la ex- 151
perimentación y la complejidad, y practicar optimismo y
esperanza a medida que hacemos crecer nuestras orga-
nizaciones y praxis feministas abolicionistas.
Estas reconceptualizaciones de la idea de seguridad
requieren comprender que el pretexto de poner fin a la
violencia de género permite que el Estado determine la
naturaleza del problema, tome soluciones “razonables”
y categorice a las personas como merecedoras de no
153
119 Ver la campaña “Si ella está a salvo, todes estamos a salvo” [She
Safe, We Safe]” en https://www.shesafewesafe.org.
familiar’’. Las cuestiones relacionadas con este tipo de
instituciones contribuyen a la normalización de las res-
puestas de tipo carcelario como único medio para abor-
dar los problemas sociales que experimentan las fami-
lias negras pobres y otras familias de color instaladas en
la pobreza. Cuando, por ejemplo, el hecho de que haya
ratas en un departamento se utiliza como prueba para
iniciar un procedimiento para “proteger” a les niñes ale-
jándoles de su familia, se considera culpable a la madre
o adulte responsable y se le castiga quitándole a les ni-
ñes. No se asigna responsabilidad ni al propietario de la
vivienda ni al sistema social más amplio. Según Roberts,
163
164
167
174
Genealogías feministas
Diecisiete años antes de que Laquan McDonald fuera
asesinado y una década antes de que Rekia Boyd fuera
asesinada, las comunidades de Chicago se estaban or-
ganizando —por necesidad— para construir y definir la
seguridad al margen de la vigilancia policial. Llamamos
la atención sobre el Proyecto de Empoderamiento de las
Mujeres Jóvenes [Young Women’s Empowerment Pro-
ject] (YWEP) que comenzó en 2002 y terminó en 2013, 181
autodescrito como un “proyecto de organización de
justicia social dirigido por y para jóvenes de color que
han tenido o tienen experiencia en el comercio sexual
y la economía de la calle”.142 Con el mantra “no somos
el problema, somos la solución” y con una práctica de
ayuda mutua y de reducción de daños, esta organiza-
ción local puso a la vista cómo aquellas entidades del Es-
tado encargadas de la protección de les jóvenes, incluí-
des les trabajadores sociales y la policía, son una de las
principales fuentes de peligro y daño para jóvenes que
viven en la calle. Las campañas de educación popular
del YWEP se centraron en informar sobre sexo seguro,
el intercambio de agujas y jeringuillas, la atención a la
salud gratuita y empoderante, el apoyo legal, y el acceso
142 YWEP fue iniciado por Claudine O’Leary. Entre les principales
organizadores de YWEP y miembres de la comunidad se encuentran
Shira Hassan, Tanuja Jagernauth, Laura Mintz, Dominique McKinney,
C. Angel Torres, Naima Paz y Cindy Ibarra.
a comida y tecnología de forma gratuita. Desde su crea-
ción, sus materiales de educación política, las campañas
y los actos públicos, sirvieron para educar (y a menudo
alarmar) a otros grupos que trabajan con jóvenes en la
economía informal.
YWEP fue precedido por un grupo de redes locales
contra la violencia que se unieron en respuesta a las
formas cotidianas de violencia de género y sexual. Es-
tas formaciones, como Un largo camino a casa [A Long
Walk Home], Mango Tribe, AquaMoon, Red GABRIELA
Chicago [GABRIELA Network Chicago], Las Hijas de Ella
[Ella’s Daughters], Mujeres Unidas para la Acción [Fema-
les United for Action], Girl Talk, Red de Acción Colectiva
para Mujeres y Niñas [Women and Girls Collective Action
Network], Narradoras mujeres encendiendo la revolución
para acabar con la violencia [Female Storytellers Igniting
Revolution to End Violence], y el Equipo de Acción de Mu-
jeres Jóvenes de Rogers Park [Rogers Park Young Women’s
Action Team] se centraron en la violencia que sufren las
182 jóvenes de color, como el acoso callejero, la agresión se-
xual, el racismo y la transfobia y homofobia.143 Recono-
ciendo que las familias, las escuelas y la policía no ofre-
cen apoyo ni protección, y que el daño no es individual
y privado, sino endémico y sostenido ideológicamente,
estas redes (tanto ad hoc como formales, tanto autóno-
mas como vinculadas a organizaciones más grandes) no
exigen simplemente servicios o reconocimiento sino un
cambio estructural y sistémico.
Junto con los diálogos esbozados en el capítulo dos,
estas formas de organización y acción directa a menudo
relacionan el racismo, el capacitismo y el capitalismo con
la violencia sexual y de género, y no se limitan a acusar
a autores individuales, sino que ofrecen vías para que
las comunidades y los barrios imaginen y desarrollen
143 Estos grupos fueron apoyados por aliades adultes como Kay
Barrett, Lara Brooks, Rachel Caidor, Jen Curly, Stacy Erenberg, Mia
Henry, Mariame Kaba, Manju Rajendra, Ann Russo, Mary ScottBoria,
Melissa Spatz, Salamishah Tillet y Scheherazade Tillet.
respuestas colectivas a la violencia de género y sexual.
Aunque muy pocos de estos grupos antiviolencia de
Chicago se identificaron explícitamente como abolicio-
nistas o incluso como feministas durante los primeros
años de la década del 2000, sus fanzines, conversatorios
y talleres de educación popular rechazaban la respuesta
ineficaz del sistema jurídico penal. Su trabajo puso de
manifiesto la incapacidad del Estado para reconocer la
violencia sexual y de género como un daño concreto,
especialmente cuando la sufren les jóvenes de color, in-
cluides y especialmente les jovenes queer.144
Chicago estaba preparada para hacer demandas di-
ferentes después del asesinato de Laquan McDonald,
en parte gracias a la labor y el análisis de estas redes
antiviolencia de base. Un punto clave fue la coalición en
Chicago que construyó marcos de colaboración para la
justicia restaurativa y para poner fin a las políticas y prác-
ticas disciplinarias racistas, discriminatorias y heteronor-
madas [heterogendered] en las escuelas. Les jóvenes de
color se unieron en organizaciones culturales y políticas 183
como Blocks Together, El Sur Unido Activando por el Po-
der [Southside Together Organizing for Power], Colectivo
de Jóvenes del Suroeste [Southwest Youth Collaborative],
and Batey Urbano, para obligar a los responsables po-
líticos a prestar atención al la expulsión escolar, donde
las políticas y las prácticas hacen imposible que les jó-
venes permanezcan en la escuela. En 2006, dos aboga-
das, Ora Schub y Cheryl Graves, crearon el Instituto de
Justicia Comunitaria para la Juventud [Community Justi-
ce for Youth Institute] para generar prácticas de justicia
restaurativa en toda la ciudad. Schub y Graves son casi
las únicas responsables de la formación de toda una ge-
neración de profesionales de la justicia restaurativa en
155 Ver el sitio de “Love & Protect” para más información sobre sus
objetivos y acciones: https://loveprotect.org/misson.
quieren y necesitan: construir una cultura (y una defi-
nición) de seguridad que no esté relacionada con el
encarcelamiento.156
Al abordar la violencia íntima y cotidiana experimen-
tada por las personas marcadas como desechables por
el Estado, estas organizaciones —que forman una eco-
logía del feminismo abolicionista— siguen construyen-
do herramientas, prácticas, lenguajes, análisis y redes
de ayuda mutua esenciales, desde la rabia, el amor y
la necesidad. La educación política accesible, gratuita
y horizontal que llevan a cabo estos grupos, a menudo
con poques o ningune integrante pagado y con escasos
recursos, sigue siendo impresionante: las reuniones pú-
blicas en las que las personas directamente afectadas
comparten análisis sobre cómo intervenir e interrumpir
la violencia infligida por el Estado; los numerosos kits de
herramientas, laboratorios sobre seguridad y talleres
enfocados en cómo hacer frente a los daños interper-
sonales sin necesidad de vigilancia policial; los recursos,
192 los servicios y el apoyo a les sobrevivientes entendides
ampliamente; las iniciativas de ayuda mutua para reu-
nir recursos para el alquiler, las cirugías de reafirmación
de género, la fianza, la comida y fiestas; y los ensayos,
libros, artículos y entradas de blog que explican cómo
la gente fomenta la responsabilidad, la sanación y la
transformación fuera de un marco carcelario. La lista
de eventos, campañas, recursos y talleres es intermina-
ble: talleres de justicia transformativa y abolición, una
“universidad comunitaria” [communiversity] de verano
sobre el complejo industrial carcelario, encuentros por
correspondencia de amigues con prisioneres, grupos
de lectura y estudio, círculos los sábados por la maña-
na para personas que han estado encarceladas, proyec-
ciones de películas como Visions of Abolition, Out in the
Night, y Southwest of Salem, y laboratorios sobre seguri-
dad que ofrecen la oportunidad de participar en juegos
157 La canción de N.W.A del año 1988, llamada “Fuck tha Police”, del
disco Straight Outta Compton era una canción testimonial acerca de la
violencia policial y resurgió en 2014 como un himno para acompañar
el asesinato de Michael Brown en Ferguson.
Chicago, y a pesar del hecho de que la frase se había
popularizado veintiocho años antes por una canción de
N.W.A. del mismo nombre, ella sorprendió a muches, in-
cluides les organizadores de la acción, la dirección del
Sindicato de Docentes de Chicago (CTU).158 La reacción
no se hizo esperar. Muches atacaron a May personal-
mente, algunes con amenazas de muerte a través de las
redes sociales y de los principales medios de comunica-
ción. Algunes participantes en la manifestación se dis-
tanciaron inmediatamente de sus comentarios y otros,
como la CTU, se manifestaron equívocamente. Lo que
se ocultó en los medios fue la asimetría entre el inmenso
poder que tienen los sindicatos policiales y una persona
que grita “¡que se joda la policía!”.
La reacción a este comentario puso de mani-
fiesto la necesidad de desafiar el poder de los sindica-
tos carcelarios, sobre todo entre les trabajadores y en
los movimientos de izquierda. Los sindicatos policiales
ejercen un enorme poder y, como documenta Kristian
Williams en Nuestros enemigos de azul [Our Enemies 195
in Blue], la policía “se organiza como policía, no como
trabajadores”.159 Asimismo, cuando los funcionarios de
prisiones se movilizan políticamente es siempre a favor
de la legislación o en apoyo de los responsables políti-
cos que promueven agendas de “mano dura” contra el
crimen. Su poder no es intrascendente: la Asociación
de Funcionarios Penitenciarios de California es uno de
167 Ver, por ejemplo, Charles R. Hale, ed., Enfrentarse a las contra-
dicciones: Teoría, política y métodos de la investigación militante [En-
gaging Contradictions: Theory, Politics, and Methods of Activist Scho-
larship] (Berkeley: University of California Press: 2008); David Harvey,
Los límites del capitalismo y la teoría marxista [The Limits to Capital],
(London: Verso, 2018).
cuestiones y, con su ejemplo, está empujando a los sin-
dicatos para que se enfrenten a la naturalización de la
policía en nuestras comunidades. La creación de opor-
tunidades para el compromiso crítico, la formulación de
la otra pregunta, forma parte del trabajo del feminismo
abolicionista.
201
202
171 Ver, por ejemplo, Alex Vitale, El fin de la policía [The End of Poli-
cing] (Brooklyn: Verso, 2017) y Beth Richie, Dylan Rodríguez, Mariame
Kaba, Melissa Burch, Rachel Herzing, y Shana Agid, “Problemas con el
control comunitario de la policía y propuestas alternativas [Problems
with Community Control of Police and Proposals for Alternatives]”,
https://static1.squarespace.com/static/5ee39ec764dbd7179cf1243c/
t/6008c586b43eee58a4c4b73e/1611187590375/Problems+with
+Community+Control.pdf.
El largo recorrido
En el invierno de 2018, en un tribunal repleto de oficia-
les uniformados y rodeados de manifestantes, Van Dyke
fue condenado por el cargo menos grave de asesinato
en segundo grado, con una condena de 81 meses de
prisión. Nadie quedó satisfecho con la sentencia, la pri-
mera a un policía en toda la ciudad en los últimos casi
cincuenta años. La Asociación de Policías de Illinois [The
Illinois Fraternal Order of Police] protestó por la “farsa
de juicio” y por ese “vergonzoso veredicto”.175 Algunes lí-
deres de la comunidad negra estaban indignades por la
indulgencia del tribunal cuando las prisiones de Illinois
están repletas con personas que cumplen sentencias de
por vida por asesinato en lugar de plazos medidos en
meses. Al escribir estas líneas, el Fiscal General y el Fiscal
Especial de Illinois, estaban apelando con el objetivo de 207
alargar la sentencia de Van Dyke. Mientras la conversa-
ción acerca de cómo responsabilizar a este oficial y al
Departamento de Policía de Chicago continúa, emergen
nuevos lugares para la lucha.
No mucho tiempo después de concluido el juicio y
tras el mayor cierre de escuelas públicas en cualquier
distrito del mundo, Chicago aceleró su plan para cons-
truir una academia de formación policial de 95 millones
176 John Byrne, “El Alcalde Rahm Emanuel anuncia el próximo paso
en el proyecto de Academia de Policía, un plan que continúa gene-
rando críticas [Mayor Rahm Emanuel Announces Next Step in Police
Academy Project, a Plan That Continues to Draw Criticism]”, Chicago
Tribune, 16 de noviembre de 2018, https://www.chicagotribune.com/
politics/ct-met-rahm-emanuel-police-academy-20181116-story.html.
209
182 Para más sobre ignorancia aprendida, ver Eve Kosofsky Sed-
gwick, Epistemología del Closet [Epistemology of the Closet] (Cambrid-
ge, MA: Harvard University Press, 1990), y Charles Mills, El contrato ra-
cial [The Racial Contract] (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1997).
216
217
189 Dahleen Glanton, “No podemos culpar a Tiffany Van Dyke por
intentarlo, pero su esposo es sólo otro delincuente convicto [We
Can’t Blame Tiffany Van Dyke for Trying, but Her Husband Is Just
Another Convicted Felon]” Chicago Tribune, 16 de febrero de 2019,ht-
tps://www.chicagotribune.com/columns/dahleen-glanton/ct-met-
dahleen-glanton-jason-van-dyke-beating-20190215-story.html.
190 De 1969 a 1973, una red de base, la Colectiva Jane [the Jane Co-
llective], proveyó acceso a abortos seguros a mujeres en Chicago. De
1995 a 2015, las Amigas Latinas apoyaron y defendieron a bisexua-
les, transgéneros y otras mujeres latinas cuestionadoras en Chicago.
alrededor del mundo, la pandemia del complejo indus-
trial carcelario coexiste con la pandemia de la violencia
de género. Mientras que las personas se esfuerzan por
apoyar a sus seres queridos, mientras les organizadores
despliegan estrategias junto a las personas que sobrevi-
ven a las pandemias de COVID, de criminalización y de
violencia de género, y mientras los grupos, las campañas
y las organizaciones políticas sostienen la demanda de
libertad frente a las injusticias, que resuena desde la pri-
sión de Stateville hasta Palestina, nos llena de de energía
por el apasionante compromiso de las feministas aboli-
cionistas ahora.
A pesar de lo que algúnes puedan desear —incluides
nosotres, a veces— esta no es una línea de llegada, no
hay resolución final. Y sin embargo, es difícil leer esto y
no querer pasos concretos, una lista de acciones con-
cretas. Algunas garantías. Una hoja de ruta. Nosotres
reconocemos ese deseo. Todavía —como este capítu-
lo en Chicago nos recuerda, y la poetisa y educadora,
220 Wendolyn Brooks, hermosamente lo notó— “Somos la
cosecha de les demás, somos cada une asunto de le
otre; somos la magnitud y el vínculo, unes de otres”.191
Este archivo parcial sobre Chicago ofrece una robusta
respuesta a la más importante pregunta: ¿Qué tenemos
que hacer ahora para construir un feminismo abolicio-
nista del sistema corporativo carcelario?
225
193 Audre Lorde, “Aprendiendo de los 60s” [“Learning from the 60s”],
discurso para el día de celebración de Malcolm X en la Universidad de
Harvard, febrero de 1982.
A medida que surgen nuevas formulaciones, otras
se desvanecen; las redes y los grupos orgullosamente
se identifican como feministas, queer, discas, negras
y/o abolicionistas. Perturbadas por sus demandas y a
veces simplemente por su formación, las instituciones
dominantes luchan por contener y controlar a estos mo-
vimientos. Pero inevitablemente la creación de otro “co-
mité de diversidad” o la instalación de otro “funcionario
de diversidad” son esfuerzos fallidos por contener a es-
tas demandas insurgentes.
Sí, en parte la identificación visible de las redes como
feministas o abolicionistas podría representar una forma
superficial de fachada. No nos interesa que el feminis-
mo abolicionista se convierta en otro significante vacío.
Pero, a la vez, estas manifestaciones son también fisuras
radicales (aperturas insurgentes) que no pueden senci-
llamente ser encajonadas en un comité de diversidad, o
descartadas por “antiguas”. Al tiempo que lidiamos con
cómo escribir y terminar este proyecto, los medios de
226 comunicación tradicionales ya están prediciendo el fin
del movimiento para desfinanciar a la policía: curiosa-
mente, la complicidad del feminismo convencional con
la violencia sexual y de género (las líderes feministas y
las cabezas de las organizaciones feministas que prote-
gieron y aconsejaron a Andrew Cuomo, por ejemplo) no
ha impulsado ninguna sentencia de muerte para #Me-
Too y #TimesUp194. Pero el apuro con el que estas es-
tructuras de poder dominantes se han movilizado para
proclamar el fin de #DefundPolice ilustra precisamente
el poder de esta demanda.
Nuevamente, este es el imperativo feminista aboli-
cionista del both/and [pensamiento no dualista]: la ne-
cesidad de prestar atención rigurosamente a lo que
sucedió antes, pero también de movernos en forma
194 Liza Featherstone, “Elite Feminists Ran Cover for Andrew Cuo-
mo”, Jacobin, 12 de agosto de 2021, en https://jacobin.com/2021/08/
elite-liberal-feminism-times-up-roberta-kaplan-andrew-cuomo-me-
too.
expansiva y generadora, y estar dispuestxs a aprender y
desaprender. El imperativo de reconocer que las estruc-
turas de poder dominantes intentarán (a menudo con
éxito) absorber nuestro trabajo y nuestras demandas,
y sin embargo seguimos creando un nuevo lenguaje y
nuevas prácticas, y trabajamos, de todos modos. En lu-
gar de contradictorias, estas tensiones (dolorosas y pla-
centeras) son el trabajo. Este libro es una invitación a lxs
lectorxs para escribir y organizarse: para crear otros tex-
tos, películas, zines, colectivas, grupos de estudio y fies-
tas de Abolition. Feminism. Now., y más: la libertad es una
lucha constante. Somos una colectiva que ha trabajado
para promover estos vínculos entre abolición y feminis-
mo: y todo nuestro trabajo nos recuerda, diariamente,
lo vibrante de este panorama, lo que está en juego en
este trabajo, y el imperativo de aprender unxs de otrxs.
Ahora.
227
Anexos
·
El movimiento antiviolencia ha tenido una importan-
cia decisiva para romper el silencio sobre la violencia
contra las mujeres y proporcionar los servicios que tan-
to necesitan las sobrevivientes. Sin embargo, la corrien-
te principal del movimiento antiviolencia viene confian-
do cada vez más en el sistema de justicia penal como el
principal enfoque para terminar con la violencia contra
las mujeres de color. Es importante evaluar el impacto
de esta estrategia.
·
En los últimos años, las corrientes mayoritarias del
movimiento anticarcelario han llamado la atención
sobre el impacto negativo de la criminalización y del
aumento del complejo industrial carcelario. Les activis-
tas que buscan revertir la ola de encarcelamiento masi-
vo y la criminalización de las comunidades pobres y de
color no siempre han centrado el género y la sexualidad
en su análisis u organización; por ello, no siempre he-
mos respondido adecuadamente a las necesidades de
lxs sobrevivientes de la violencia doméstica y sexual.
1) Por lo general, les activistas que luchan contra la impuni-
dad policial y las prisiones se han organizado en torno a los
hombres de color y los han conceptualizado como las prin-
cipales víctimas de la violencia estatal. Las mujeres presas
y sometidas a la brutalidad policial han quedado invisi-
bilizadas por este énfasis en la guerra contra nuestros
hermanos y nuestros hijos. No se ha considerado que
las mujeres se ven tan afectadas por la violencia del Es-
tado como los hombres. La situación de las mujeres que
han sido violadas por sus carceleros o por funcionarios
del INS195, por ejemplo, no ha recibido la suficiente aten-
ción. Además, las mujeres soportan la carga de cuidar a
232 la familia extendida cuando sus familiares y otres miem-
bres de la comunidad son criminalizades y encerrades.
Se han creado varias organizaciones para defender a las
mujeres presas; sin embargo, estos grupos han sido fre-
cuentemente marginados dentro de las corrientes prin-
cipales del movimiento contra las prisiones.
2) El movimiento anticarcelario no ha adoptado estrategias
para hacer frente a las formas de violencia rampante que
enfrentan las mujeres en su vida cotidiana, como el acoso
callejero, el acoso sexual en el trabajo, las violaciones y
los abusos en la pareja. Hasta que no se desarrollen es-
tas estrategias, muchas mujeres se sentirán defraudadas
por el movimiento. Es más, al no buscar alianzas con el
movimiento antiviolencia, el movimiento anticarcelario
·
Llamamos a los movimientos por la justicia social ocu-
pados en poner fin a la violencia en todas sus formas a:
1) Desarrollar respuestas comunitarias a la violencia que no
se apoyen en el sistema de justicia criminal Y que tengan me-
canismos que aseguren la seguridad y la responsabilización
para les sobrevivientes de violencia sexual y doméstica. Las
prácticas transformativas que emergen de las comunida-
des locales deberían ser documentadas y diseminadas para
promover respuestas colectivas ante la violencia.
2) Evaluar críticamente el impacto del financiamiento
estatal a las organizaciones de justicia social y desarro-
llar estrategias alternativas de recaudación de fondos para
apoyar a estas organizaciones. Desarrollar estrategias
colectivas de financiación y organización en las organi-
zaciones contra la prisión y la violencia. Desarrollar es-
trategias y análisis que apunten específicamente a las
formas estatales de violencia sexual.
3) Trazar conexiones entre la violencia interpersonal, la
violencia infligida por las instituciones estatales nacio-
nales (como las cárceles, los centros de detención, los
manicomios y los servicios de protección infantil) y la
violencia internacional (como la guerra, la prostitución
en las bases militares y las pruebas nucleares).
234
4) Desarrollar un análisis y unas estrategias para acabar
con la violencia que no aíslen los actos individuales de vio-
lencia (ya sean cometidos por el Estado o por individuos) de
sus contextos más amplios. Estas estrategias deben abor-
dar cómo comunidades enteras de todos los géneros se
ven afectadas de múltiples maneras tanto por la violen-
cia estatal como por la violencia de género interpersonal.
En la cárcel, las mujeres maltratadas representan una
intersección entre la violencia estatal y la interpersonal
y, como tales, ofrecen una oportunidad para que ambos
movimientos construyan coaliciones y luchas conjuntas.
5) Situar a las mujeres de color pobres y de clase trabaja-
dora en el centro de sus análisis, prácticas organizativas y
desarrollo de liderazgos. Reconocer el impacto que tienen
la opresión económica, la “reforma” de la seguridad so-
cial y los ataques a los derechos de las trabajadoras en el
aumento de la vulnerabilidad de las mujeres a todas las
formas de violencia, y situar la lucha contra la violencia y
contra las cárceles junto a los esfuerzos por transformar
el sistema económico capitalista.
6) Centrar nuestros esfuerzos de organización en las his-
torias de violencia estatal cometidas contra las mujeres de
color.
7) Oponerse a los cambios legislativos que promueven la
expansión de las cárceles, la criminalización de las comu-
nidades pobres y de color y, por tanto, la violencia esta-
tal contra las mujeres de color, incluso si estos cambios
también incorporan medidas de apoyo a las víctimas de
violencia de género interpersonal.
8) Promover una educación política holística en el día a
día en nuestras comunidades, centrada específicamen-
te en cómo la violencia sexual contribuye a reproducir
la sociedad colonial, racista, capitalista, heterosexista y
patriarcal en la que vivimos, y también en cómo la vio-
lencia estatal produce violencia interpersonal en las
comunidades. 235
236
Apoyan
ORGANIZACIONES:
American Friends Service Committee
Arab Women’s Solidarity Association, North America
Arab Women’s Solidarity Association, San Francisco
Chapter
Arizona Prison Moratorium Coalition
Asian Women’s Shelter
Audre Lorde Project
Black Radical Congress
Break the Chains
California Coalition for Women Prisoners
CARA / Communities Against Rape and Abuse (Seattle)
Center for Human Rights Education
Center for Immigrant Families
Center for Law and Justice 237
Coalition of Women from Asia and the Middle East
Colorado Progressive Alliance
Committee Against Anti-Asian Violence (New York)
Direct Action Against Refugee Exploitation (Vancouver)
East Asia-US-Puerto Rico Women’s Network Against
Militarism
Institute of Lesbian Studies
Justice Now
Korean American Coalition to End Domestic Abuse
Lavender Youth Recreation & Information Center (San
Francisco)
Legal Services for Prisoners with Children
Minnesota Black Political Action Committee
National Coalition Against Domestic Violence
National Coalition of Anti-Violence Projects
National Network for Immigrant and Refugee Rights
Northwest Immigrant Rights Project (Seattle)
Pennsylvania Lesbian and Gay Task Force
Prison Activist Resource Center
Project South
San Francisco Women Against Rape
Shimtuh Korean Domestic Violence Program
Sista II Sista
Southwest Youth Collaborative (Chicago)
Spear and Shield Publications, Chicago
Women of All Red Nations
Women of Color Resource Center
Youth Ministries for Peace and Justice (Bronx)
PERSONAS:
Debra M. Akuna
Gigi Alexander
Jiro Arase
Helen Arnold, Office of Sexual Misconduct Prevention &
Education, Columbia University
238
Molefe Asante, Temple University
Rjoya K. Atu
Karen Baker, National Sexual Violence Resource Center
Rachel Baum, National Coalition of Anti-Violence Projects
Elham Bayour, Women’s Empowerment Project (Gaza,
Palestine)
Zoe Abigail Bermet
Eulynda Toledo-Benalli, Dine’ Nation, First Nations North
& South
Diana Block, California Coalition for Women Prisoners
Marilyn Buck, Political Prisoner
Lee Carroll, National Coalition Against Domestic Violence
Emma Catague, API Women & Safety Center
Ann Caton, Young Women United
mariama changamire, Department of Communication,
University of Massa chusetts–Amherst
Eunice Cho, National Network for Immigrant and Refu-
gee Rights
Sunjung Cho, KACEDA and Asian Community Mental
Health Services
Christina Chu
Dorie D. Ciskowsky
Cori Couture, BAMM
Kimberlé W. Crenshaw, UCLA Law School
Gwen D’Arcangelis
Shamita Das Dasgupta, Manavi, Inc.
Angela Y. Davis, University of California–Santa Cruz
Jason Durr, University of Hawaii School of Social Work
Michael Eric Dyson, University of Pennsylvania
Siobhan Edmondson
Michelle Erai, Santa Cruz Commission for the Prevention
of Violence Against Women
Samantha Francois
Edna Frantela, National Coalition Against Domestic
Violence
Loretta Frederick, Battered Women’s Justice Project
239
Arnoldo Garcia, National Network for Immigrant and Re-
fugee Rights
Dionne Grigsby, University of Hawaii Outreach College
Lara K. Grimm
Elizabeth Harmuth, Prison Activist Resource Center
Will Harrell, ACLU of Texas
Sarah Hoagland, Institute of Lesbian Studies
Katayoun Issari, Family Peace Center (Hawaii)
Desa Jacobsson, Anti-Violence Activist (Alaska)
Joy James, Brown University
Leialoha Jenkins
Jamie Jimenez, Northwestern Sexual Assault education
Prevention Program
Dorothea Kaapana
Isabel Kang, Dorean American Coalition for Ending Do-
mestic Abuse
Valli Kanuha, Asian Pacific Islander Institute on Domestic
Violence
Mimi Kim, Asian Pacific Islander Institute on Domestic
Violence
Erl Kimmich
Paul Kivel, Violence Prevention Educator
M. Carmen Lane, Anti-Violence Activist
In Hui Lee, KACEDA
Meejeon Lee, Shimtuh & KACEDA
Beckie Masaki, Asian Women’s Shelter
Ann Rhee Menzie, SHIMTUH & KACEDA
Sarah Kim-Merchant, KACEDA
Patricia Manning, Alternatives to Violence Project (AVP)
Volunteer
Kristin Millikan, Chicago Metropolitan Battered Women’s
Network
Steven Morozumi, Programs Adviser, Univ. of Oregon
Multicultural Center
Soniya Munshi, Manavi
Sylvia Nam, KACEDA & KCCEB (Korean Community Cen-
240 ter of the East Bay)
Stormy Ogden, American Indian Movement
Margo Okazawa-Rey, Mills College
Angela Naomi Paik
Ellen Pence, Praxis
Karen Porter
Trity Pourbahrami, University of Hawaii
Laura Pulido, University of Southern California
Bernadette Ramog
Matt Remle, Center for Community Justice
Monique Rhodes, Louisiana Foundation Against Sexual
Assault
Lisa Richardson
Beth Richie, African American Institute on Domestic
Violence
David Rider, Men Can Stop Rape
Loretta Rivera
Alissa Rojers
Clarissa Rojas, Latino Alianza Against Domestic Violence
Paula Rojas, Refuio/Refuge (New York)
Tricia Rose, University of California–Santa Cruz
Katheryn Russell-Brown, University of Maryland
Ann Russo, Women’s Studies Program, DePaul University
Anuradha Sharma, Asian & Pacific Islander Institute on
Domestic Violence
David Thibault Rodriguez, South West Youth Collaborative
Roxanna San Miguel
Karen Shain, Legal Services for Prisoners with Children
Proshat Shekarloo, Oakland
Anita Sinha, attorney, Northwest Immigrant Rights
Project
Wendy Simonetti
Barbara Smith, founder, Kitchen Table Press
Matthea Little Smith
Natalie Sokoloff, John Jay College of Criminal Justice
- CUNY
241
Nikki Stewart
Nan Stoops
Theresa Tevaga
Kabzuag Vaj, Hmong American Women Association
Cornel West
Janelle White, Leanne Knot Violence Against Women
Consortium
Laura Whitehorn, former political prisoner
Sherry Wilson, Women of All Red Nations
Glenn Wong
Yon Soon Yoon, KACEDA
Mieko Yoshihama, University of Michigan School of So-
cial Work
Tukufu Zuberi, Center for Africana Studies, University of
Pennsylvania
Reformas reformistas versus medidas
abolicionistas para terminar con el
encarcelamiento
Este poster es una herramienta para evaluar y com-
prender las diferencias entre las reformas que fortale-
cen el encarcelamiento y los pasos abolicionistas que
reducen su impacto general y hacen crecer otras posibi-
lidades de bienestar. Mientras trabajamos para desman-
telar el encarcelamiento en todas sus formas, debemos
resistir las reformas comunes que crean o amplían las
cárceles en cualquier lugar, incluso bajo el pretexto de
“abordar necesidades” o como reemplazos “actualiza-
dos”. Las cárceles y prisiones privan a las comunidades
de recursos como atención médica y de salud mental,
transporte, alimentos y vivienda. En nuestras luchas, es
fundamental animar y contribuir estratégicamente a los
movimientos liderados por personas encarceladas, tan-
to para abordar las condiciones apremiantes como para
242
la abolición. En todas las estrategias de descarcelamien-
to, debemos utilizar tácticas que mejorarán la vida de
los más afectados y crearán espacio para construir los
mundos que nosotres necesitamos.
Puede esto... Reducir el número Reducir el número Crear recursos e Reforzar las capaci-
de personas en pri- de cárceles, pri- infraestructuras que dades de prevenir
sión, bajo vigilancia, siones, y vigilancia sean estables, pre- o dar respuesta
o bajo otros tipos en nuestras vidas ventivas y accesibles al daño y crear
de control estatal? cotidianas? sin contactar con la procesos para la
policía o la guardia responsabilidad
carcelaria? colectiva?
Construir cárceles NO. Si la construye- NO. Construir más NO. Añadir jaulas NO. Construir más
o prisiones en ron, la van a llenar! cárceles y prisiones se lleva recursos y cárceles y prisiones
respuesta a la Construir más aumenta el alcance fondos locales que consolida la lógica
sobrepoblación o el prisiones y cárceles del complejo indus- podrían dirigirse carcelaria de la
número creciente crea más jaulas, trial carcelario y las a infraestructuras responsabilidad.
de “nueves” presxs punto! infraestructuras de lideradas por las Son sitios que per-
(por ejemplo, lxs la prisión y la cárcel. comunidades. petúan la violencia y
migrantes) Crear nuevas jaulas el daño.
significa construir
algo que vamos a
tener que derribar
más adelante.
Construir cárceles y NO. La historia de NO. No existe tal NO. Los argumen- NO. Las prisiones y
prisiones “más cerca las prisiones es una cosa como una jaula tos a favor de las cárceles no permiten
de casa” o como al- historia de reformas. “humana”. Construir- cárceles “más cerca la responsabilidad.
ternativas “más agra- Las cárceles y prisio- las bajo la preten- de casa” refuerzan Son lugares que per-
dables”, “modernas”, nes que se proponen sión de responder a la idea de que las petúan la violencia y
“rehabilitantes” a las como mejoras a los daños que causa cárceles y la policía el daño.
cárceles y prisiones sitios o edificios exis- el encarcelamiento crean “seguridad” y
que ya existen. tentes expanden los refuerza las lógicas nos quitan la capa-
argumentos en pro de usar jaulas como cidad de construir
de la vida en la cárcel una solución a recursos que puedan
y la alargan. problemas sociales, crear bienestar.
económicos y
políticos.
Construir cárceles/ NO. Los recursos NO. Construir NO. El argumento en NO. Las prisiones y
prisiones que afirmadores de vida cárceles y prisiones pro de estas cárceles cárceles no permiten
“proveen servicios” no pueden ser pro- que encierran a po- y prisiones es que la responsabilidad.
243
para responder a vistos en espacios blaciones específicas proveen servicios es- Son sitios que per-
las necesidades de encarcelamiento. expande el alcance pecializados a través petúan la violencia y
de “poblaciones Estos “servicios” no del encarcelamien- del policiamiento, el daño, y solidifican
específicas”. disminuyen los nú- to, normalizando encarcelamiento, expectativas sociales
meros de personas la idea de que el y control. Los am- opresivas sobre el
encarceladas-man- cuidado puede y bientes de control y género, la sexualidad
tienen encarceladas debe estar acoplado violencia no pueden y la salud mental.
a las personas al policiamiento y proveer de cuidados.
de poblaciones encarcelamiento.
específicas.
Esfuerzos legislativos NO. Esta estrategia NO. Al insistir con la NO. Manufacturar NO. Estos esfuerzos
y de otro tipo para consolida la idea “necesidad” de que divisiones entre las reafirman la idea de
puntualizar algunas de que hay quienes algunas personas personas encarce- que algunas perso-
categorías de sen- “merecen” o “nece- estén encerradas, ladas, como más o nas son un “riesgo”
tenciamiento como sitan” estar encerra- estos esfuerzos for- menos “peligrosas” para la sociedad
“excepciones” des. Priorizar sólo a talecen y expanden limita nuestra y otras “merecen
cierta gente para ser el alcance de las pri- capacidad para crear otra oportunidad”,
liberada justifica la siones, cárceles y el apoyos y recursos fortaleciendo las
expansión. complejo industrial reales que sostengan lógicas de castigo sin
carcelario. a todas las personas. involucrarse con el
contexto de cómo se
da el daño.
Usar monitoreo NO. El monitoreo NO. El monitoreo NO. El e-encarcela- NO. El e-encarcela-
electrónico (arresto electrónico es una trae la cárcel, o miento significa que miento extiende la
domiciliario) y forma de control prisión o centro de los movimientos violencia y el daño
otras “alternativas” estatal. Hace crecer detención al interior regulares diarios del encarcelamiento
lideradas por la la frecuencia de del hogar de una están constantemen- hasta adentro de
policía, a las cárceles contacto con el persona, volviéndolo te vinculados a la los hogares y vidas
y prisiones. complejo industrial un espacio de encar- amenaza de arresto. cotidianas de las
carcelario para todes celamiento, lo que Esto no permite que personas. Ningún
les miembres de un genera un perjuicio las personas cons- aspecto del moni-
hogar, aumentando tanto psicológico truyan y mantengan toreo electrónico
la vulnerabilidad de como financiero. comunidades. crea sistemas de
personas ya sujetas responsabilidad o de
al policiamiento y la sanación.
vigilancia.
Puede esto... Reducir el número Reducir el número Crear recursos e Reforzar las capaci-
de personas en pri- de cárceles, pri- infraestructuras que dades de prevenir
sión, bajo vigilancia, siones, y vigilancia sean estables, pre- o dar respuesta
o bajo otros tipos en nuestras vidas ventivas y accesibles al daño y crear
de control estatal? cotidianas? sin contactar con la procesos para la
policía o la guardia responsabilidad
carcelaria? colectiva?
Construir cárceles y NO. La historia de NO. No existe tal NO. Los argumen- NO. Las prisiones y
prisiones “más cerca las prisiones es una cosa como una jaula tos a favor de las cárceles no permiten
de casa” o como al- historia de reformas. “humana”. Construir- cárceles “más cerca la responsabilidad.
ternativas “más agra- Las cárceles y prisio- las bajo la preten- de casa” refuerzan Son lugares que per-
dables”, “modernas”, nes que se proponen sión de responder a la idea de que las petúan la violencia y
“rehabilitantes” a las como mejoras a los daños que causa cárceles y la policía el daño.
cárceles y prisiones sitios o edificios exis- el encarcelamiento crean “seguridad” y
que ya existen. tentes expanden los refuerza las lógicas nos quitan la capa-
argumentos en pro de usar jaulas como cidad de construir
de la vida en la cárcel una solución a recursos que puedan
y la alargan. problemas sociales, crear bienestar.
económicos y
políticos.
Construir cárceles/ NO. Los recursos NO. Construir NO. El argumento en NO. Las prisiones y
prisiones que afirmadores de vida cárceles y prisiones pro de estas cárceles cárceles no permiten
“proveen servicios” no pueden ser pro- que encierran a po- y prisiones es que la responsabilidad.
para responder a vistos en espacios blaciones específicas proveen servicios es- Son sitios que per-
las necesidades de encarcelamiento. expande el alcance pecializados a través petúan la violencia y
de “poblaciones Estos “servicios” no del encarcelamien- del policiamiento, el daño, y solidifican
específicas”. disminuyen los nú- to, normalizando encarcelamiento, expectativas sociales
meros de personas la idea de que el y control. Los am- opresivas sobre el
encarceladas-man- cuidado puede y bientes de control y género, la sexualidad
tienen encarceladas debe estar acoplado violencia no pueden y la salud mental.
a las personas al policiamiento y proveer de cuidados.
de poblaciones encarcelamiento.
específicas.
Esfuerzos legislativos NO. Esta estrategia NO. Al insistir con la NO. Manufacturar NO. Estos esfuerzos
244 y de otro tipo para consolida la idea “necesidad” de que divisiones entre las reafirman la idea de
puntualizar algunas de que hay quienes algunas personas personas encarce- que algunas perso-
categorías de sen- “merecen” o “nece- estén encerradas, ladas, como más o nas son un “riesgo”
tenciamiento como sitan” estar encerra- estos esfuerzos for- menos “peligrosas” para la sociedad
“excepciones” des. Priorizar sólo a talecen y expanden limita nuestra y otras “merecen
cierta gente para ser el alcance de las pri- capacidad para crear otra oportunidad”,
liberada justifica la siones, cárceles y el apoyos y recursos fortaleciendo las
expansión. complejo industrial reales que sostengan lógicas de castigo sin
carcelario. a todas las personas. involucrarse con el
contexto de cómo se
da el daño.
Usar monitoreo NO. El monitoreo NO. El monitoreo NO. El e-encarcela- NO. El e-encarcela-
electrónico (arresto electrónico es una trae la cárcel, o miento significa que miento extiende la
domiciliario) y forma de control prisión o centro de los movimientos violencia y el daño
otras “alternativas” estatal. Hace crecer detención al interior regulares diarios del encarcelamiento
lideradas por la la frecuencia de del hogar de una están constantemen- hasta adentro de
policía, a las cárceles contacto con el persona, volviéndolo te vinculados a la los hogares y vidas
y prisiones. complejo industrial un espacio de encar- amenaza de arresto. cotidianas de las
carcelario para todes celamiento, lo que Esto no permite que personas. Ningún
les miembres de un genera un perjuicio las personas cons- aspecto del moni-
hogar, aumentando tanto psicológico truyan y mantengan toreo electrónico
la vulnerabilidad de como financiero. comunidades. crea sistemas de
personas ya sujetas responsabilidad o de
al policiamiento y la sanación.
vigilancia.
Puede esto... Reducir el número Reducir el número Crear recursos e Reforzar las capaci-
de personas en pri- de cárceles, pri- infraestructuras que dades de prevenir
sión, bajo vigilancia, siones, y vigilancia sean estables, pre- o dar respuesta
o bajo otros tipos en nuestras vidas ventivas y accesibles al daño y crear
de control estatal? cotidianas? sin contactar con la procesos para la
policía o la guardia responsabilidad
carcelaria? colectiva?
“Asociaciones” pú- NO. Estos servicios NO. Esto expande NO. Estos programas NO. Los procesos de
blico/privadas para trasladan a las el alcance del requieren moverse “justicia” ordenados
contratar servicios personas de un local encarcelamiento, al a través del sistema por un tribunal y
que replican las bajo llave a otro local agregarse al sistema policial y judicial para gestionados por la
condiciones de que generalmente más grande. Éste acceder a cualquier policía conllevan
encarcelamiento. tiene reglas similares es particularmente servicio que pueda amenazas para
y con la amenaza de el caso cuando estar disponible allí. lxs participantes
volver a la cárcel o a las asociaciones similares a las del
la prisión rondando. replican y expanden complejo industrial
las lógicas y reglas carcelario más
de las cárceles y amplio. No necesa-
prisiones, en lugar riamente incluyen
de cuestionarlas procesos signifi-
intencionalmente. cativos para crear
responsabilidad o
herramientas para
prevenir futuros
daños.
Descarceralización- o SÍ. La descarcela- SÍ. Al despriorizar y SÍ. Como parte del SÍ. Cuando trabaja-
reducir el número de rización saca a las deslegitimar las cár- organizamiento abo- mos para disminuir
personas en cárceles personas de las celes, prisiones, y sis- licionista debemos la lógica carcelaria,
y prisiones. prisiones y las cár- temas relacionados enfocarnos en que la podemos acoplar
celes, y del control reducimos la idea del gente salga mientras nuestro trabajo por
estatal directo, con sentido común de construimos fuertes la descarceralización
el objetivo de apoyar que son necesarias infraestructuras de con otras formas
a las personas para y/o “efectivas”. apoyo. de respuesta a y
que se mantengan prevención del daño.
afuera. Invertir en una in- 245
crementará nuestras
capacidades para
la otra.
Cerrar las cárceles y SÍ. Al reducir el SÍ. Cuando cerramos SÍ, cuando nos SÍ. Nuestro trabajo
prisiones existentes número de jaulas, una cárcel o prisión y organizamos para para cerrar las
sin reemplazarlas. podemos reducir el no la reemplazamos ello. Cuando lucha- cárceles y prisiones
número de personas con otro sistema mos por cerrar las y mantenerlas cerra-
dentro de ellas. carcelario, hacemos cárceles y prisiones das es un paso hacia
mella en la idea podemos abrir cami- desplazar el enfoque
de que las jaulas no para desfinanciar hacia responder a
resuelven problemas el encarcelamiento y prevenir el daño
sociales, políticos y e invertir localmente sin violencia y volcar
económicos. en infraestructuras recursos hacia ese
que apoyen y sosten- esfuerzo.
gan a la gente. La
abolición es también
una estrategia de
CONSTRUCCIÓN.
Rechazar el gasto SÍ. Casi todos los SÍ. Al rechazar el SÍ. Cuando SÍ. Cuando
gubernamental en proyectos de inver- gasto en cárceles y rechazamos el rechazamos el
la construcción, sión incluyen mejo- prisiones, rechaza- financiamiento para financiamiento para
renovación y expan- ras que apoyan los mos el argumento cárceles y prisiones, cárceles y prisiones,
sión de cárceles y argumentos a favor de sentido común de esto puede crear esto puede crear
prisiones. de los “beneficios” que son necesarias y oportunidades oportunidades
del encarcelamiento. reducimos el alcance para desfinanciar el para desfinanciar el
del sistema. encarcelamiento e encarcelamiento e
invertir en infraes- invertir en infraes-
tructuras localmente tructuras localmente
que apoyen y sosten- que apoyen y sosten-
gan a la gente. gan a la gente.
Puede esto... Reducir el número Reducir el número Crear recursos e Reforzar las capaci-
de personas en pri- de cárceles, pri- infraestructuras que dades de prevenir
sión, bajo vigilancia, siones, y vigilancia sean estables, pre- o dar respuesta
o bajo otros tipos en nuestras vidas ventivas y accesibles al daño y crear
de control estatal? cotidianas? sin contactar con la procesos para la
policía o la guardia responsabilidad
carcelaria? colectiva?
Reducir el poli- SÍ. El policiamiento SÍ. El policiamiento SÍ. Cuando luchamos SÍ. El policiamiento
ciamiento y el alimenta el encarce- es una justificación por reducir el contac- no previene el
contacto con la lamiento, y es una para el encarcela- to y el financiamien- daño, sino que de
policía en general, y parte importante de miento. Al reducir to de la policía, pode- hecho lo causa.
el policiamiento de los sistemas de con- el contacto con la po- mos liberar recursos Luchar por reducir el
la “calidad de vida” trol. Reducir el con- licía, la legitimidad y estatales. Podemos policiamiento provee
específicamente. tacto con la policía poder de las cárceles organizar presupues- oportunidades para
reduce el número de y prisiones pueden to para infraestruc- que las comunidades
personas atrapadas ser reducidos. turas lideradas por inviertan en sistemas
en el sistema judicial la comunidad que que prevengan
penal. están desacopladas el daño y creen
del policiamiento. responsabilidad.
Debemos eliminar
todas las formas del
policiamiento de los
servicios sociales y
comunitarios.
Crear servicios y SÍ. El acceso a servi- SÍ. Los servicios SÍ. Cuando creamos SÍ. Que se cubran las
estructuras volun- cios que responden voluntarios que servicios e infraes- necesidades de las
tarias, accesibles y a necesidades que son mantenidos e tructuras que están personas en formas
mantenidas por la las personas articu- informados por la desacopladas del determinadas y
comunidad. lan por sí mismas comunidad le quitan policiamiento y el lideradas por la
puede reducir la poder a las cárceles encarcelamiento, de- comunidad previene
vulnerabilidad al y prisiones al sacar el sarrollamos sistemas el daño. Al reforzar
contacto con la foco del encarcela- con el potencial de recursos que respon-
policía y prevenir el miento como solu- responder a las ne- den al daño sin repli-
daño, al mismo tiem- ción a los problemas cesidades complejas car el daño, creamos
246 po que construye sociales, económicos de las personas de oportunidades para
sitios para la auto y políticos. forma consistente, lo la responsabilidad
determinación. que crea confianza. en la comunidad, en
vez del castigo y el
aislamiento.
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