Relaciones Afectivas Con Personas Inseguras ¿Cómo Son

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Relaciones afectivas con

personas inseguras ¿cómo


son?
5 minutos

Decía Borges que el peor de los pecados es


no ser feliz. Por eso debemos entender cómo
son las relaciones afectivas con personas
inseguras, esas cuya baja autoestima deriva
en unos celos obsesivos, en querer hacernos
cautivos de sus miedos y desconfianzas
obsesivas.

Última actualización: 01 agosto, 2022

Las relaciones afectivas con personas


inseguras pueden dejar un poso amargo,
incluso doloroso. Son esos perfiles que viven
con la duda constante, con una baja
autoestima que les carcome. No se creen “los
te quiero”, no les valen las palabras porque
aquello que prefieren y necesitan son las
pruebas de amor y, sobre todo, los sacrificios.

Cuando el miedo manda sobre todo nuestro


universo personal, todo va a la deriva.
Puede que no lo notemos hoy, puede que no
lo percibamos mañana, pero la inseguridad da
forma a grandes francotiradores emocionales.

Define a personas que se atrincheran tras sus


sombras, sus dudas y desconfianzas mirando
el mundo desde la barrera. No se exponen, no
se arriesgan pero esperan a su vez que los
demás, de algún modo, se ajusten a sus
perspectivas y necesidades vitales.

Por otro lado, sabemos que cada uno de


nosotros presentamos también ciertas
inseguridades. Es algo normal. Todos
tenemos esquinas que pulir, cabos sueltos
que ajustar, piezas que encajar para ser un
poco más solventes en nuestro día a día. Sin
embargo, en materia afectiva, la inseguridad
puede ser tremendamente peligrosa.

Sentir, pensar y actuar a través del canal del


miedo, de la falta de certidumbre y la baja
autoestima nos puede conducir a crear
vínculos realmente dañinos; también a
experimentar determinados trastornos
psicológicos dependiendo de las
características personales de cada uno.

“Quien tiene miedo tiene desgracia”.

Relaciones afectivas con personas


inseguras: origen y características

Decía el escritor israelí Jonathan Safran Foer


en su novela Tan fuerte, tan cerca que “tengo
tanto miedo a perder aquello que amo que
me niego a amar nada”. En un primer
momento, la afirmación puede parecer
compartida y acertada. Siempre será mejor no
amar que someter al otro al imperio constante
del miedo y el temor a la pérdida. No obstante,
lo ideal y necesario es no vetarnos el sentir, no
negarnos el amor y trabajar ese tejido roto
deshilachado por los miedos.

Ahora bien, ¿cómo son las relaciones


afectivas con personas inseguras? Siempre
hay diferencias interindividuales. Dejándolas a
un lado, y asumiendo el error que de ello se
deriva, podemos decir que las siguientes
características se dan con frecuencia.

Mírame mejor de lo que me veo yo

La persona insegura no busca que su pareja


sea su espejo. Necesita algo más, algo más
maquiavélico, complejo y desgastante. El ser
amado tiene la obligación de ser ese foco
que engrandece y potencia las virtudes de
la persona insegura. Es su sustento
emocional y debe nutrirlo a diario de refuerzos
positivos, de imágenes, palabras y gestos que
puedan validar al otro tal y como necesita.

Este ejercicio podrá darse los primeros


meses, puede que incluso durante unos
años. No obstante, tal tarea llega a ser
agotadora. Sobre todo porque quien se
esfuerza en iluminar, engrandecer y abrillantar
las sombras del otro, al final, queda él mismo
relegado a la indiferencia y la extenuación
emocional.

El inseguro que se victimiza y el


inseguro que se vuelve tirano

En las relaciones afectivas con personas


inseguras pueden sucederse también dos
realidades. La persona insegura suele usar
dos tácticas para controlar a su pareja.

La primera es victimizarse. Dar a


entender al otro que no está haciendo
suficiente, que le está fallando. Nos
harán creer que somos egoístas,
tergiversará cualquier hecho, palabra o
matiz para culpabilizarnos de su
infelicidad, de su malestar.
Por otro lado, quien sufre un claro
sentimiento de inferioridad puede hacer
uso de una estrategia muy clásica:
esforzarse por alcanzar la superioridad.
Este fenómeno fue estudiado en su día
por Alfred Adler. Tal y como nos explicó
este conocido psicólogo social, la
persona sufre una clara división entre
el yo real (es decir, débil) y el ideal (es
decir, el superior).
Por ello, no dudará en intentar
engrandecerse y para ello, nada mejor
que intentando “empequeñecer” a la
pareja. Al someterla, infravarlorarla o
despreciando sus logros y virtudes la
persona insegura adquiere poder y
fortaleza.

El origen de la inseguridad emocional

Estudios como el llevado a cabo por Jeffry


A Simpson, de la Universidad de Minesotta,
Estados Unidos, nos señalan que el origen de
la inseguridad afectiva está en el estilo de
apego con el que fuimos criados. Esta es sin
duda una teoría muy recurrente que nos habla
de las consecuencias que puede tener para
nuestra personalidad, una crianza basado en
el rechazo, en la negligencia, en esas
necesidades básicas y emocionales no
atendidas y descuidadas.

Este tipo de apego acaba contaminado por el


miedo, de ahí que en la edad adulta aparezca
esa inseguridad, esa necesidad constante por
sentir la validación de la que uno careció en la
infancia.

¿Qué hacer cuando en nuestra


relación está presente la
inseguridad?

Las relaciones afectivas con personas


inseguras no son fáciles. Puede que ahora
mismo estemos pasando por ello. Es posible
incluso, que nosotros mismos seamos esa
persona insegura, aquejada de miedos, con
la duda constante y la sensación permanente
de que vamos a ser abandonados.

Daniel J. Siegel doctor de la Universidad de


Harvard, señala que una relación es hacer una
ensalada de frutas, pero nunca un batido. Es
decir, nunca deberemos renunciar a
nuestras partes esenciales para “diluirnos”
por completo en la otra persona. No lo
haremos ni le pediremos tampoco al ser
amado que lo haga.

La baja autoestima y la inseguridad deben


tratarse. Hay que tratar las ideas irracionales,
las desconfianzas y esos vacíos que impiden
nuestro crecimiento, nuestra fortaleza
psicológica y solvencia emocional. Algo así
puede conseguirse mediante terapia
psicológica.

En el amor no hay que exigir sacrificios, hay


que trabajar los compromisos. Y para hacerlo,
hay que ser valientes, maduros y decididos.
Pensemos en ello, el amor es algo que
siempre vale la pena y como dijo Borges, el
peor pecado de todos es irse de este
mundo sin haber sido verdaderamente feliz
en algún momento.

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