Nación Semicolonial

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NACIÓN SEMICOLONIAL.

Esta lectura nos habla de una dictadura de 34 años de un lento y sostenido crecimiento
económico en la República mexicana.

De 1977 a 1911, Porfirio Díaz se mantuvo en el poder gracias al apoyo que le bridaban
los inversionistas extranjeros, los terratenientes nacionales y un ejército bien armado,
durante la primera etapa del gobierno de Díaz, los esfuerzos nacionales se canalizaron
hacia la conformación de los elementos necesarios para iniciar la ruta del modernismo
que sacaría al pueblo de México del estancamiento económico que venía padeciendo,
encaminando los primeros pasos a la construcción de vías férreas para comunicar los
principales centros de producción.

El capital mexicano se orientó al sector manufacturero, entre 1980 y 1910, el cual se


encontraba estrechamente relacionado con el crecimiento de los mercados nacional y
extranjero, en forma paralela, el nombre de México se colocaba en la lista de los
mercados internacionales con los productos de la minería y la industria extractiva.

Es decir, que, con la presidencia de Díaz, se inicia un periodo activo de importaciones y


exportaciones que dinamizaría el letargo de producción nacional pero que, al mismo
tiempo, dejaba en el abandono a la economía interna del país.

El panorama de la educación superior durante el porfiriato nos presenta una imagen


desalentadora, dado el hecho, que los ideales postulados por los liberales, en años
anteriores, en pos de popularizar la enseñanza languidecían entre las escasas
instituciones que acogían a unos cuantos estudiantes.

La mayoría de las universidades mantenían suspendidas las cátedras desde tiempos de


la Reforma, los institutos de enseñanza superior, creados por el Estado, no lograban aún
consolidarse como instituciones sólidas en la calidad y sistematización de la docencia, se
podría decir, que, a pesar de desarrollar la industria extractiva y el mercado exterior de los
productos nacionales, la formación de técnicos y personal calificado no parecía
representar un problema educativo para el régimen de Díaz.

Durante la última década del siglo XIX, los grupos educados en universidades europeas,
comienza a transmitir las tendencias empiristas del positivismo, los procedimientos
metodológicos sometían al riguroso control gubernamental a los elementos a los
elementos que conformaban la lenta dinámica del sistema, el resultado de la educación
empírica estalló en la lucha armada “experimental” y fallida.

La desorganización prevaleciente en los planteles educativos, desde el periodo de la


Reforma, menguaba las actividades de investigación y la calidad docente de los colegios
e institutos que se habían distinguido como centros generadores de intelectuales e
investigadores destacados.

Después de medio siglo, el Colegio de San Nicolás fue final mente desintegrado en 1901,
por el gobernador de Michoacán, Aristeo Mercado, debido a las manifestaciones de
descontento que expresaron los estudiantes contra el régimen político, sin embargo, al
quedar gradualmente segregadas las Facultades de Medicina y Jurisprudencia, el Colegio
se redujo al nivel preparatorio, en forma paralela a las decisiones gubernamentales, los
intelectuales y el personal docente de las instituciones de enseñanza superior trataba de
mantener con vida las cada vez más restringidas actividades educativas y de
investigación.

A lo largo del territorio nacional, los sectores público u privado sostenían el servicio de 90
bibliotecas y 26 museos, el Observatorio Meteorológico Nacional aumentaba sus
funciones y se fundaba otro observatorio astronómico, gracias a la influencia de Joaquín
Baranda, también se creó un instituto médico y otro de geografía, como resultado de los
programas de instrucción de los liberales, durante el primer periodo presidencial de
Porfirio Díaz.

Justo Sierra, subsecretario de Justicia e Instrucción pública de 1901 a 1905 y


posteriormente, responsable de la Secretaria de Instrucción Pública y Bellas artes, hasta
1911, promovió la reforma integral de la educación mexicana, en donde, el maestro Sierra
afirmaba, con sus acciones, la convicción de que sin hombres bien preparados se hace
imposible el gobierno y el progreso de las naciones.

La creación del Consejo Nacional de Educación Superior sustituyó, a partir de octubre de


1901, a la Junta Directiva de Instrucción Pública fundada años atrás, por los grupos
liberales de la Reforma, teniendo así este nuevo órgano consultivo la meta de coordinar
los establecimientos educativos a la vez que el señalamiento de las pautas más
adecuadas para la labor educativa nacional.

Los colegios y las escuelas de educación superior organizadas por el Estado, durante el
gobierno de los liberales, sobrevivían raquíticamente en algunos estados de la Republica,
el hecho era, la disposición de los recursos necesarios de las clases acomodadas para
financiar la educación de sus jóvenes en el extranjero, mientras que las clases explotadas
conformaban la unidad familiar con la concentración de recursos para sobrevivir al
hambre, epidemias y enfermedades infecciosas crónicas, la miseria e ignorancia.

Comentarios sobre la explotación obrera, la opresión que padecía el campesinado y las


mínimas oportunidades existentes, capases de favorecer los precarios niveles de
subsistencia masiva, vinieron gestando las manifestaciones de descontento que
culminarían en un levantamiento armado popular en contra del régimen establecido.

Como conclusión, podemos decir, que la política educativa de esta organización estaba
sustentada por los principios unitarios y de vigilancia oficial constante sobre el desarrollo
de la instrucción pública, es decir, una organización democrática compuesta de
funcionarios de instituciones docentes facilitaría, se pensaba el encausamiento del saber
haca caminos más ordenados y acordes a las necesidades del desarrollo nacional.

Como es lógico suponer, las actividades de este cuerpo de consultores se evocaban más
a favor de los mecanismos de control institucional que a su fomento pedagógico ya que, el
porfirismo, se distingue como el período histórico en que se han visto más abandonadas
las diligencias estudiantiles en la República mexicana.

Como compensación a la inactividad de las universidades se fundan también, en 1901, la


Academia de Bellas Artes, el Conservatorio Nacional de Música y la Biblioteca del Museo
Nacional como una acción unitaria y congruente con las necesidades culturales de una
aristocracia advenediza que introducía gustos y modales de los modelos europeos.

Como comentario final, podemos decir, que la conciencia crítica y la sensibilidad artística
de las clases acomodadas del porfiriato denotaban una admiración enfática por lo
extranjero que minimizaba el significado de los valores culturales del pueblo de México, es
decir, que lo refinado y socialmente aceptable era todo aquello que probaba tener
vínculos directos con el Viejo Mundo.

Mientras tanto el clero, entre todo este desorden, aprovechaba las oportunidades
derivadas de las demandas elitista de las clases acomodadas para reforzar y afianzar su
discutido control de las actividades de enseñanza, colocándose, con los terratenientes y
grandes empresarios como representante y trasmisor de la dominación económica y
social.

En cuanto a la enseñanza, la labor del maestro Justo Sierra en pro de la educación


mexicana incluía programas de restructuración pedagógica en todos los niveles de
enseñanza, es decir, que las ideas unitarias de una pedagogía social, expuestas por el
maestro Sierra, conformaron el marco de actividades docentes y de investigación que
habría de tener la Universidad.

Para instalar nueva mente los recintos universitarios fue necesario vencer las dificultades
planteadas por los grupos adversos a las ideas de Justo Sierra quien manifestaba que la
Universidad Nacional debería tener un Objetivo que una, coordine y dignifique la
instituciones educativas secundarias y superiores, es decir, que les dé un alma común
para unimismar los pensamientos y las aspiraciones nacionales, así pues, en la
proclamación del primer centenario de la Independencia, el 22 de septiembre de 1910,
sirvió de marco inaugural de la modernizada y reestructurada Universidad Nacional de
México.

La creación de la Escuela Nacional de Altos Estudios, los objetivos de este


establecimiento consistían en cultivar la ciencia a través de un método de investigación
ordenado y sistemático, sus funciones consistirían en perfeccionar, especializar, elevar a
un nivel superior, estudios hechos en las escuelas nacionales preparatorias.

Sin embargo, ningún esfuerzo de los realizados por los intelectuales y personas con
conciencia social, fue los suficientemente efectivo para alterar la correlación que existía,
en el porfiriato, entre la población que tenía acceso a las oportunidades educativas y su
patrón paralelo en la distribución de la riqueza y las oportunidades laborales.

Para 1910, la insatisfacción popular manifestó su intolerancia a la opresión ilimitada que


padecía el país, conformado, casi en su totalidad, por el sector rural, por desgracia, a raíz
de esta precaria situación, el levantamiento armado se hizo inevitable y durante este año,
se comienza una violenta revolución que pretendía destituir la arraigada hegemonía
oligárquica, el hecho, es que los mexicanos, comienzan una sangrienta y desorganizada
lucha en pos de conseguir oportunidades de acceso a las fuentes de trabajo con
remuneraciones justas, a los beneficios del sistema público de educación y ante todo,
obtener derechos sobre la tierra, que como campesinos, les correspondía.

Con éxito, el levantamiento revolucionario mexicano logra un gran triunfo con la


destitución del poder, sin embargo, la nueva preocupación política era conformar un
gobierno republicano y democrático capaz de satisfacer las demandas populares.
Bibliografía: Martha Robles. Educación y Sociedad en la Historia de México. México, siglo XXI, 2009,
66-80 pp.

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