Flavio Josefo
Flavio Josefo
Flavio Josefo
En esta sección, hablaremos de la última profecía dada al profeta Daniel, registrada en el
capítulo 12 del libro que él escribió. Esta profecía trata del tiempo del fin de la ley o antiguo
pacto, para darle paso al pacto que vino a confirmar el Mesías Príncipe, el nuevo pacto, que
nos dio la gracia que es antes de los tiempos de los siglos, como revela el apóstol Pablo en la
2da. carta a Timoteo 1:9. Esa gracia fue manifestada primeramente mediante la primera
aparición de nuestro Salvador Jesús Cristo, como anunció la profecía de Daniel, el cual quitó la
muerte y sacó la vida y la inmortalidad por el evangelio, [11] del cual yo (Pablo) fui constituido
predicador, apóstol y maestro de los gentiles, 2da. carta a Timoteo 1:1011.
Como dice el título de esta sección, el término correcto que usa la Escritura siempre ha
sido el tiempo del fin o fin del siglo o fin de la edad, libro del profeta Daniel 12:4, 9; 11:35 y 8:19, y
no el fin del tiempo o fin del mundo, como ha estado enseñando incorrectamente el sistema
religioso. Vuelvo a recordarles, nunca, las Sagradas Escrituras en sus páginas han hablado del fin
del tiempo que es algo muy diferente a lo que ellas expresan: el tiempo del fin. Cuando se
invierte el orden de esta frase, trae como resultado un significado totalmente diferente. Como
dice un anuncio de la Asociación de Maestros aquí en Puerto Rico “Lenguaje defectuoso,
pensamiento defectuoso”.
En la sección anterior, donde estudiamos la profecía de las 70 semanas, vimos que al
profeta Daniel le dieron a adelantar en forma general algunos de los eventos que ocurrirían en el
tiempo del fin de la ley o antiguo pacto. Esos eventos fueron profetizados separadamente para
darle continuidad a todo lo que sucedería al pueblo del profeta Daniel, después del Mesías
Príncipe terminar su trabajo, después de cumplir con todo lo que sobre él estaba escrito. Los
primeros 490 años a que equivalen las 70 semanas de años proféticamente hablando, fueron
decretados por Dios contra el pueblo del profeta Daniel y ocurrieron en forma consecutiva para
darle terminación a la ley o antiguo pacto administrado por el Israel natural.
En ese adelanto de la profecía, se nos indica la caída de la ciudad de Jerusalén así como
la destrucción de su templo hecho a mano, figura o símbolo del centro religioso judío de la ley o
antiguo pacto.
Porque digo esto, porque después de recibir la profecía de las 70 semanas o 490 años
para que el Mesías Príncipe cumpliese la confirmación del nuevo pacto, era necesario ponerle
fin a la ley o antiguo pacto dado a través de Moisés. El Mesías Príncipe le puso fin al pecado
delante de Dios y trajo la justicia eterna tal y como fue anunciado por el libro del profeta Daniel
9:24. Todo fue cumplido por medio del sacrificio del cordero de Dios que fue el hombre Jesús,
que quitó el pecado de todos los hijos de Dios, por medio de su muerte en la cruz.
En el libro del profeta Daniel 12:57 se nos dice que Daniel escuchó cuando un ángel le
preguntó a otro ángel que con él hablaba lo siguiente: ¿Cuándo será el fin de esas maravillas?
Daniel no escuchó al ángel preguntarle al otro ángel cuando sería el fin del tiempo o el fin del
mundo. Sino cuando sería l fin de todas esas cosas que le estaba informado a Daniel. La
pregunta se debe, a que dentro de la profecía de las 70 semanas de años le adelantaron a
Daniel, que aunque la ciudad y el templo de Jerusalén serían reconstruidos de nuevo para
recibir al Mesías Príncipe que confirmaría el nuevo pacto con muchos; la ciudad y el templo
serían de nuevo destruidos para siempre delante de Dios, porque se le estaba poniendo fin para
siempre a la ley o antiguo pacto delante del Señor, después que se completaran los 490 años.
El libro del profeta Daniel 12:7, también contiene la respuesta del otro ángel, el varón
vestido de lino, cuando le contestó: será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. La
profecía de las 70 semanas habla de semanas de años o de tiempos. En otro sueño que tuvo el
rey Nabucodonosor registrado en el capítulo 4 del libro del profeta Daniel, de acuerdo al verso
16 fue determinado que al rey le pasaran 7 tiempos con un corazón de bestia. En la
interpretación del sueño que le hizo el profeta Daniel al rey Nabucodonosor, le dijo al rey que
siete tiempos de duración tendría su estado de locura, verso 25. Lo dicho en la interpretación del
sueño por el profeta Daniel sucedió al pie de la letra doce meses más tarde, y tal como fue
interpretado, el rey cayó en un estado de locura que duró siete años, luego de lo cual el rey
recobró su cordura y su posición de Rey, lo cual podemos verificar en el libro del profeta Daniel
4:36.
Esta última profecía del capítulo 12 del libro del profeta Daniel, nos habla de dos períodos
de tiempos específicos, ocurridos luego del cierre de los 490 años o 70 semanas de años que nos
llevó hasta el cumplimiento de todo lo profetizado por la ley y los profetas por el Mesías Príncipe
Jesús. El primer período nos da una duración de 1,290 días y el segundo período 1,335 días. Es
sumamente importante que entiendan amados bendecidos, que el período de 1,290 días está
contenido dentro del período de 1,335 días. Eso significa, que todos los eventos del primer
período son partes del segundo, la única diferencia entre ambos eran los 45 días restantes del
segundo período.
Esa medida de tiempo también compara con la medida de las 2,300 tardes y mañanas
ilustradas en el libro del profeta Daniel 8:14. En esa porción se habla del cese temporero de los
servicios del templo, ocurridos durante la ocupación de Antíoco Epífanes en el año 167164 antes
del nacimiento de Jesús en Belén. En el período final ocurriría un evento semejante en cuanto al
cese de los servicios del templo en los días antes de su total destrucción tal y como Cristo en los
días de su carne lo había profetizado, ver de nuevo en las biografías de Jesús escritas por Mateo
24:2, por Marcos 13:2 y por el amado doctor Lucas 21:6. &&&&&
El tiempo del fin anunciado por el libro del profeta Daniel 12:1 fue un tiempo de muchos
problemas, porque fue el tiempo de juicio contra Israel, anunciado por la misma ley de Moisés y
los profetas y confirmado por Cristo en los días de su carne, así como por el apostolado de la
circuncisión de los once y por el apostolado de Pablo, el apóstol de Jesús Cristo.
Recuerda que la medida de tiempo ordenada por Dios no fue contra el mundo o contra
los gentiles, sino específicamente contra la nación natural de Daniel, como nos es mostrado en
Daniel 10:14.
Ellos violaron el pacto que recibieron por medio de Moisés, aún cuando sabían que la ley
era un pacto temporero. Ellos hicieron lo malo delante de los ojos del Señor como le profetizó
Moisés en Deuteronomio 31:29, cuando el Señor estuvo en medio de ellos en la persona de Jesús,
el Ungido o Mesías Príncipe anunciado. El punto culminante de la rebelión de los judíos contra el
Señor lo anunció Jesús mismo en Mateo 23:32, cuando dijo que ellos rebosarían la copa llenada
por sus padres. Esto ocurrió finalmente tal y como Jesús dijo en el año 70, cuando fue quebrado
el poder del pueblo santo, la ley o antiguo pacto delante de Dios.
El final de Daniel 12:7 dice: cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo,
todas estas cosas serán cumplidas. Pregunto ¿ cuál era el poder del pueblo santo? Solamente
cabe una respuesta, el poder más grande de la nación de Israel delante de las demás naciones,
fue el poder de la ley o antiguo pacto como nación exclusiva delante del Dios verdadero. Esa
relación solamente podía manifestarse primero por el tabernáculo y su arca como lugar de la
presencia de Dios; y en esos días postreros a través del templo de Jerusalén donde reposaba el
arca, como símbolo de la presencia de Dios en medio de Israel, claro está, por medio de la ley,
Isaías 2:25 y 56:78.
Ese día final de la ley o antiguo pacto, fueron acabadas de cumplir “todas las cosas”
como dijo Daniel 12:7. Cristo mismo en los días de su carne dijo en Mateo 23:36 De cierto os digo
que TODO ESTO VENDRÁ SOBRE ÉSTA GENERACIÓN. De nuevo dijo en Lucas 21:20 y 22 Pero
cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha
llegado. 22 Porque ESTOS SON DÍAS de retribución, para que se cumplan TODAS LAS COSAS que
están escritas. Siendo la corona lo dicho en Lucas 21:3233 De cierto os digo, QUE NO PASARÁ
ESTA GENERACIÓN HASTA QUE TODO ESTO ACONTEZCA. 33 El cielo y la tierra (la ley o antiguo
pacto) pasarán, (y así sucedió, la ley o antiguo pacto fue quitado delante de él) pero mis
palabras no pasarán; y así es, sus palabras permanecen para siempre.
En ningún lugar de las profecías dadas a Daniel o cualquiera de los otros profetas, se ha
hablado del fin del tiempo o del fin del mundo o del fin del planeta tierra como enseña el
sistema religioso. Todo esto inclusive, quedó confirmado por los escritos de ambos apostolados:
por el apostolado de los once apóstoles del evangelio de la circuncisión; y el apostolado de
Pablo, único apóstol llamado por Jesús Cristo.
Los dos últimos libros del ministerio de la incircuncisión fueron la epístola a los Hebreos y el
Rollo Profético llamado Apocalipsis, escrito para profetizar el cierre del antiguo pacto o los viejos
cielo y tierra. Precisamente ambos libros confirman el cierre de la ley o antiguo pacto y lo
cercano a esos días que estaba para ser quitado lo viejo o primero, para darle paso a lo nuevo
o último, aunque en realidad la gracia siempre ha sido primero. La intervención de alguien de la
circuncisión en el libro de Apocalipsis lo fue mediante el joven Juan Marcos, quien era escriba y
fue utilizado por el apóstol Pablo para ese trabajo especial, que todos en la cristiandad
tradicional han creído siempre por tradición, que el libro de Apocalipsis fue escrito por el apóstol
de la circuncisión Juan, quien nada escribió.
El Rollo Profético dice por medio de la profecía: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva;
porque el primer cielo y la primera tierra pasaron y el mar ya no existía más. Y yo Juan (pero era
el joven Juan Marcos el primo de Bernabé) vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del
cielo de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido, Apocalipsis 21:12. El cielo
nuevo y la nueva tierra es el nuevo pacto, así como la vieja tierra y el viejo cielo eran la ley o
antiguo pacto. El libro de Apocalipsis mismo dice que el mar significa las naciones, Apocalipsis
17:15. La Nueva Jerusalén es la Iglesia que desciende del cielo ataviada como una esposa,
porque somos la esposa de Cristo y hemos descendido de los lugares celestiales, porque nuestra
nueva vida es en el Espíritu.
Finalmente quiero resaltar del mismo Rollo Profético llamado Apocalipsis cuando dice:
Porque las primeras cosas (la ley o antiguo pacto) pasaron, la ley o antiguo pacto le dio paso al
nuevo pacto, la ley quedó como una cosa del pasado. 5 Y el que estaba sentado en el trono
dijo: He aquí yo hago nuevas todas las cosas, Apocalipsis 21:45.
Veamos ahora como el apóstol Pablo por medio de la revelación o evangelio de la gracia
nos explica éstas mismas cosas. Leamos Hebreos 8:13 Al decir nuevo pacto, ha dado por viejo
al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. Creo que esta
revelación del apóstol no requiere explicación adicional. El apóstol te revela directamente que
lo viejo es la ley o antiguo pacto que envejeció y ya desapareció delante del Señor. También te
revela que el nuevo pacto es lo nuevo, lo que permanece para siempre. Recuerda, todo fue
cumplido perfectamente, porque como revela el apóstol en Romanos 10:4, el fin de la ley es
Cristo.
Finalmente te citaré la revelación del apóstol en cuanto a las cosas viejas y las cosas
nuevas según 2 a los Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. De nuevo te recuerdo, las cosas viejas
se refieren a la ley o antiguo pacto, pues todas las cosas fueron hechas nuevas en el nuevo
pacto en Cristo.
Aprovecho la ocasión para indicarte que usaré la información histórica que nos facilita el
historiador judío Flavio Josefo, que vivió entre los años 37 al 100. La importancia de esta
información se debe a que Flavio Josefo fue un escritor y testigo directo de todo lo sucedido a
esa generación de la nación judía. Para beneficio del estudio dividiré esta porción de la
profecía en tres secciones
Leamos Daniel 12:11 pero con énfasis primeramente en la primera parte que he
subrayado: Y desde el tiempo (año) que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación
desoladora, habrá mil doscientos noventa días.
El historiador Judío Flavio Josefo escribió en su libro de historia Las guerras de los Judíos II
17:2 que como parte de la rebelión contra los romanos, la secta o partido de los Celotes
atormentó y abominó contra Jerusalén. Esta secta fue el desolador de Israel.
Entre los actos de vandalismo que realizaron escribió Flavio Josefo, le pegaron fuego al
palacio del rey Herodes Agripa. Herodes Agripa, cuya hermana era Berenice, era el rey de Israel
en esos días. Ese es el rey a quien menciona el libro de biografía apostólica Hechos 25:13 y
26:32. Fue precisamente ese rey quien le dijo a Pablo; Por poco me persuades a ser Cristiano,
Hechos 26:28.
También los Celotes quemaron el palacio del sumo sacerdote judío Anás, a quien se
menciona en Lucas 3:2; en el libro escrito por Lázaro, el discípulo amado, cuyo libro es llamado
por error Juan 18:13, 24 y Hechos 4:6 y a quien también mataron en represalia por su afiliación
abierta con las autoridades romanas.
Como nos enseña Hebreos 9:610 los sacerdotes de Leví continuaban ofreciendo el culto
de la ley delante de Dios. Las ofrendas presentadas no podían hacer perfecto delante de Dios a
los que practicaban ese culto del cual Dios no se agradaba, por cuanto ya había sacrificado su
cordero que si quitó el pecado para siempre delante de él. Entre los sacrificios sin valor que
ofrecían delante de Dios, en la ley que estaba en proceso de decadencia y próxima a
desaparecer, hacían un sacrificio u ofrenda diaria a favor del Cesar, el emperador de Roma, el
cual también fue quitado ese día.
Los romanos tomaron desde ese día la revuelta de los judíos como una declaración de
guerra contra Roma. El cese absoluto de otras ofrendas que de vez en cuando celebraban,
ocurrió en agosto del año 70, cuando los judíos se quedaron completamente sin sacerdotes y sin
animales, poco antes de la caída de Jerusalén y la destrucción del templo por los ejércitos
romanos dirigidos por el general romano Tito.
Leamos ahora la segunda parte de Daniel 12:11 que he subrayado para esta parte del
estudio: Y desde el tiempo (año) que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación
desoladora, habrá mil doscientos noventa días.
Fíjate cuidadosamente en la segunda parte del verso de Daniel 9:26 que ya hemos leído.
Notarás que el profeta dice muy claramente: Hasta el fin de la guerra durarán las
devastaciones. Fíjate que la palabra devastaciones está en plural y fue lo que ocurrió dentro de
la ciudad de Jerusalén por los mismos Judíos, no por los romanos.
En Daniel 9:27 en la segunda parte, el profeta establece el límite de esas devastaciones:
Hasta que venga la consumación, (el fin de Jerusalén y el templo que ocurrió al final de la
guerra) y lo que está determinado (el juicio de Dios anunciado por la ley y los profetas sobre
Israel natural) se derrame sobre el desolador, la nación apóstata de Israel natural que fue
destruida finalmente y su pacto antiguo quitado delante de Dios, para darle paso al nuevo
pacto en Cristo Jesús, el Señor, Padre Eterno y Dios de todos nosotros.
El propósito de traer la introducción de lo que ocurriría finalmente con Israel en Daniel
9:26, fue para darle continuidad a la profecía de las 70 semanas con relación a la profecía del
tiempo del fin. Fue para introducir el tema de lo que sucedería luego de cumplida la última
semana de la profecía de las 70 Semanas, la semana del Mesías Príncipe, quien sería matado a
la mitad de esa última semana. Era para señalarnos lo que sucedería en Israel, luego que el
Mesías Príncipe confirmara el pacto con muchos, tal y como ocurrió.
Nos continua informando Flavio Josefo en su libro, que temprano en el año 70, ocurrió una
abominación mayor en Jerusalén, de la que los residentes de la ciudad fueron testigos. Ese día,
una cuarta sección de los ejércitos romanos bajo la dirección del general Tito se encontraba
acampando en Cesárea en el área del mediterráneo, apenas a unas 55 millas al noroeste de
Jerusalén. Tito se encontraba allí preparando la estrategia para el asalto final a la ciudad de
Jerusalén. Una guerra interna entre los mismos judíos se desató en Jerusalén por las tres
facciones rivales judías más poderosas. Partidarios de los Celotes entraron en el llamado lugar
santísimo del templo en abominación, conforme a la ley. Allí adentro pelearon con sus rivales
por tomar control de la ciudad de Jerusalén. El templo fue el campo de batalla entre estos
grupos que se mataban entre ellos mismos y mataron allí aún a los que habían entrado para
adorar a Dios.
Flavio Josefo nos relata las muchas abominaciones realizadas por los seguidores de los
Celotes en el área del templo en otras ocasiones, luchando por tomar control de la nación, a la
que desolaron en gran manera y sobre la cual trajeron finalmente su destrucción.
Flavio Josefo mismo, fue un sacerdote judío, por lo que era conocedor de las costumbres
y los ritos de la ley. Él nos informa, que esas abominaciones fueron de gran impacto en el resto
del pueblo judío. También nos informa, que eventualmente los Celotes llevaron a Jerusalén y su
templo a la completa destrucción, por parte de las legiones romanas.
Una vez más leamos Daniel 9:26 conforme a las palabras de Cristo en los días de su carne,
registradas en la biografía de Lázaro, el discípulo amado, cuyo libro es llamado por error Juan
5:39 Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí. Os digo esto, porque
como fuisteis enseñados por el sistema religioso, recibisteis muchas enseñanzas erróneas que se
han constituido en fortalezas que resisten la verdad en vuestras mentes, 2 a los Corintios 10:5.
Muy a la ligera, el sistema religioso ha enseñado muchos errores como si fueran verdades
absolutas. De acuerdo al sistema religioso se ha enseñado que el pueblo y el príncipe que
menciona la profecía es el pueblo romano y el general Tito. De acuerdo a Daniel 9:26 el profeta
dice: El pueblo del príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Durante toda la
profecía solamente se ha estado hablando del Mesías Príncipe. El pueblo natural de Jesús fue
quien hizo las abominaciones y llevó su nación a la destrucción tal y como estableció la
profecía.
Los ejércitos de Roma dirigidos por el general Tito, quien no era un príncipe, porque en
Roma había emperador, pero no príncipe, destruyeron finalmente a Jerusalén. Todo el tiempo
conforme a lo escrito por Flavio Josefo, Roma trató por todos los medios de persuadir a los judíos,
pero su obstinación los llevó finalmente a la destrucción.
Pasó idéntico que con la muerte del Mesías Príncipe cuando fue llevado delante de
Poncio Pilatos, el gobernador romano trató por todos los medios de persuadir a las autoridades
religiosas y a la multitud que ellos levantaron diciéndole que no hallaba culpa en Jesús, que era
inocente delante de él. Pero su esfuerzo fue en vano delante de la Gran Ramera (Israel natural),
que se sentó sobre la Bestia (autoridades romanas) y la obligó a ceder ante su demanda. De
igual manera sucedió con Pablo nuestro apóstol, quien se vio forzado a apelar delante del Cesar
en Roma, donde finalmente fue matado, Hechos 25:1012.
Como profetizó el Rollo Profético llamado Apocalipsis, la mujer se sentó sobre la bestia y la
dominó, pero finalmente la bestia destruyó a la mujer y devoró sus carnes en el año 70,
Apocalipsis 17:1518. Los líderes religiosos de Israel ejercían su autoridad antes las autoridades
romanas, porque el Israel natural y apóstata era la mujer sentada sobre la bestia que era Roma y
ejercía control sobre todos los judíos que estaban dispersos por todo el imperio romano. Por eso
dice que la mujer ejercía autoridad sobre toda tribu y lengua por todo el mundo.
Fue por tanto la actitud de abominación y de auto destrucción la que forzó a los ejércitos
de Roma a ponerle fin al caos y a la anarquía que se desarrolló en Jerusalén, como nos narra en
su obra Las Guerras de los Judíos, el historiador judío Flavio Josefo, quien fue un testigo directo de
todos esos hechos.
El general Tito como parte de su estrategia militar, había levantado y mantenido tres
campamentos con sus legiones en un radio de tres millas alrededor de los muros de la ciudad de
Jerusalén, a la que mantuvo incomunicada por largo tiempo. La ciudad de Jerusalén estaba
enclavada entre siete colinas o montes, como señalado en Apocalipsis 17:9, lo que la hacía
aparentemente indestructible. El campamento del noroeste fue el cuarto y último campamento
que levantó el general Tito en su estrategia final en la guerra contra los judíos.
Finalmente, para la fiesta de la Pascua del año 70, comienzo del año judío,
aproximadamente el mes de abril de nuestro calendario moderno, las legiones romanas hicieron
su cuarto intento de sitio de la ciudad de Jerusalén, que resultó ser el último. En el mes séptimo
judío, el mes de septiembre de nuestro calendario moderno, para la celebración de la Fiesta de
los Tabernáculos, se completó la operación militar. No solo ocurrió la destrucción de la ciudad
de Jerusalén y su templo, sino que todo el sistema religioso judío fue totalmente destruido y
dejado desolado, como dijo Jesús y todos los profetas que hablaron de este asunto.
Esa fue la forma y manera por medio de la cual el justo juicio de Dios, el día de venganza
de Dios anunciado desde el principio por Moisés y todos los profetas, fue cumplido, Lucas 19:41
44. Todo ojo de los que traspasaron al Mesías Príncipe de esa generación de Jesús en los días de
su carne, vio el juicio de Dios anunciado sobre ellos.
Todas las tribus de la tierra de Israel, tanto las que vivían en el lugar de la destrucción,
como las que estaban dispersas por todo el mundo de entonces, le fue dado testimonio: la
palabra dada por Cristo Jesús en los días de su carne fue cumplida al pie de la letra como él lo
había ordenado.
Sí hermanos, esa generación no pasó sin presenciar todo lo profetizado sobre ella. Juan
Marcos el escriba que recibió la información del apóstol Pablo, el ángel que dictó toda la
información a escribir, todavía vivía cuando vino el Señor Jesús Cristo en juicio sobre Israel, tal y
como él le dijo a Pedro que ocurriría, como registra el libro según Lázaro, el discípulo amado,
cuyo libro es llamado por error Juan 21:2123.
Todo esto que sucedió, era la parte que Jesús no leyó en su lectura del profeta Isaías 61:1
2, cuando comenzó su ministerio como Mesías Príncipe. El día anunciado por el Señor vino y no
se tardó como había anunciado Habacuc 2:3. Todas las cosas anunciadas hasta que llegara el
fin de la ley o antiguo pacto se cumplieron. Lo primero o viejo le dio paso a lo último o nuevo.
La ley o antiguo pacto que era pasajero, le dio paso al nuevo pacto que es eterno. Ahora todos
los que creemos el evangelio de la gracia que nos fue revelado por Pablo, el único apóstol para
este pacto, vivimos solamente por fe.
El punto final del tiempo del fin fue 1,335 días después del cese del sacrificio y la ofrenda
diaria, lo que ocurrió 45 días después de la destrucción de Jerusalén y el templo. La medida de
tiempo de 1,290 días fue desde el cese del sacrificio y la ofrenda diaria hasta la destrucción de
Jerusalén y el templo, que ocurrió para la celebración de la Fiesta de los Tabernáculos, en
septiembre del año 70.
Jesús Cristo en los días de su carne puso sobre aviso a sus discípulos para que ese día no
los tomara por sorpresa cuando les dijo: Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed
entonces que su destrucción ha llegado... Porque esos son días de retribución, para que se
cumplan TODAS las cosas que están escritas, Lucas 21:2022.
También te invito a leer en Lucas 19:4344 que dice: Porque vendrán días sobre ti, cuando
tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y no
dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. Estas
palabras del Señor son bien claras y se referían a lo que sucedió en el año 70, el día que echaron
fuera a la esclava y su hijo de la casa del Padre.
Para la celebración de la Fiesta de los Tabernáculos en septiembre del año 70, año de
cumplimiento total de todas las cosas que estaban escritas, mil doscientos noventa días después
del cese del sacrificio y la ofrenda diaria, ocurrió la destrucción final de Jerusalén y su templo.
Ese día grande del Señor, las legiones romanas dirigidas por el general romano Tito,
avanzaron contra Jerusalén desde el noroeste a través de Samaria, los invasores del norte como
los llamó la profecía de Ezequiel capítulos 38 y 39, y con la ayuda de los otros tres frentes de
guerra que rodeaban a Jerusalén, la destruyeron totalmente.
Aunque no es posible establecer la hora cuando ocurrió la destrucción como dijo Jesús,
Mateo 24:36 y 25:13, si es conocido el día que ocurrió, por la información de Flavio Josefo, 1,290
días después del cese del sacrificio y la ofrenda diaria como estableció la profecía de Daniel.
Ese día se cumplió la última parte de la Fiesta de los Tabernáculos y entramos todos en posesión
de nuestra herencia eterna, la resurrección en el Espíritu para ser morada de Dios en el Espíritu
eternamente.
El tiempo del fin de la ley o antiguo pacto había llegado. Jesús Cristo en los días de su
carne, proveyó a sus discípulos de una amplia y exacta información por medio de señales
proféticas, para que no quedaran atrapados en la destrucción de la ciudad de Jerusalén y su
templo. En la destrucción del año 70, la ley o antiguo pacto llegó a su fin como lo reconocen
hoy día los rabinos del judaísmo representativo. Esos fueron los últimos días o tiempo del fin
anunciado por las Escrituras, que sólo habló de los últimos días o tiempo del fin de la ley o
antiguo pacto.
RESUMIENDO...
En resumen, podemos decir que el tiempo del fin tiene su comienzo con la primera
aparición del Mesías como Príncipe ocurrida en el mes séptimo del año 27 cuando Jesús era de
30 años, en la última semana de la profecía de las 70 semanas que anunció Daniel; y terminó en
el mes séptimo del año 70, como anunció el mismo profeta en la profecía del tiempo del fin de
la ley o antiguo pacto.
Es penoso ver como muchos hermanos atrapados en las redes del sistema religioso, viven
en la carne, que es lo mismo que ser niño en el conocimiento de la revelación; viven como
esclavos de las fábulas que el sistema religioso en todo el sentido de la palabra ha puesto en sus
corazones, en su hombre interior. Recuerda lo que dijo el Señor en los días de su carne: De la
abundancia del corazón (del conocimiento del hombre interior) habla la boca (confiesan los
labios), Mateo 12:34 y Lucas 6:45. Damos gracias al Señor Jesús Cristo, ante quien doblamos
nuestras rodillas y bendecimos su nombre por los siglos de los siglos en este nuevo pacto eterno,
por haber quitado el velo de nuestro rostro. Damos gracias porque ahora podemos a rostro
descubierto ver la realidad del reino del Espíritu y reinar en vida para su gloria.
Entre esas fábulas artificiosas del sistema religioso, está la falsa enseñanza de que existe un
intervalo de tiempo de siete años entre la semana 69 y la 70 de la profecía. Enseñan que la
última semana de la profecía de Daniel está todavía sin cumplirse. Peor aún, enseñan que la
semana 70 de la profecía, es la semana de un supuesto anticristo de quien nada dice la
profecía. Más triste todavía, le han asignado la confirmación del nuevo pacto ya realizada por
Cristo, al anticristo que esperan, el que según ellos reinará supuestamente durante siete años,
porque no conocen que esa fue la semana del Mesías.
También enseñan erróneamente que el templo de Jerusalén, que fue profetizado a ser
reconstruido antes del Mesías manifestarse y destruido para siempre luego del Mesías cumplir su
trabajo, será construido para el anticristo que se pasan predicando. La profecía dijo que el
pueblo del Mesías Príncipe que vendría destruiría la ciudad y el templo y así fue; sin embargo el
sistema religioso le enseña a los niños en Cristo que ese pueblo fue Roma y Tito su príncipe,
cuando el general Tito nunca fue príncipe de Roma, porque Roma no tenía ese tipo de posición
en su sistema de gobierno.
Sin saberlo, el sistema religioso y todos los niños en Cristo que siguen sus enseñanzas, han
llamado a Jesús Cristo: anticristo; porque todo lo que se dice de la semana 70, lo dice del Mesías
o Cristo, porque en esa semana se cumpliría todo lo que él vino a realizar, según anunciado por
la misma profecía en Daniel 9:24.
El Señor dijo en los días de su carne: Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos
pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de
asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar, Mateo 18:6. Conforme a su ministerio, Jesús
siempre utilizó una figura natural para representar una realidad espiritual. Si tienes duda en que
sentido en realidad usó Jesús el término niño, te invito ahora a que leas la definición que él
mismo dio: Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por
cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa, Mateo 10:42 Los
pequeños o pequeñitos o niños, son los discípulos. El agua fría es la palabra de vida anunciada
por el evangelio de la gracia. Al sistema religioso que tome nota de cual ha sido su labor y
porque está en la confusión que está; la piedra de molino de asno lo ha arrastrado a la
profundidad del error cada vez más.
Pero con razón, en los niños en Cristo que están en el sistema religioso se ha cumplido la
otra parte de esa revelación del apóstol, registrada en 2 a Timoteo 1:13 que dice: si le
negaremos, él también nos negará: si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse
a sí mismo. Como los creyentes niños niegan la obra perfecta del Mesías en ellos, el Señor les
niega los beneficios del pacto: no se pueden ver perfectos, con Satanás o viejo hombre bajo sus
pies, resucitados y reinando en vida en el Espíritu. Aunque ellos han sido infieles en confesar y
dar testimonio de la obra perfecta del Mesías o Cristo, él ha permanecido fiel, porque ellos son
parte de su cuerpo. A pesar de que ellos continúan viendo el pecado, a Satanás, etc., ya Cristo
quitó el pecado de ellos delante de su presencia, porque han sido salvados por gracia; por eso
dice el apóstol que ellos son salvos así como por fuego.
Porque somos hijos por gracia, aunque seamos infieles aquí en la tierra, el Padre Eterno
permanece fiel en el reino del Espíritu, porque nuestra salvación no dependió de nosotros, sino
que fue obrada totalmente por él para su gloria. Con razón en el sistema religioso siempre se
ven en pecado, sin resucitar y temiéndole al diablo que ya fue destruido en la cruz. Continuar
viendo al diablo como león rugiente, algo que han aprendido del ministerio de la circuncisión
que terminó en el año 70, es algo que aprendieron del apóstol de la circuncisión Pedro, cuyo
ministerio no fue para nosotros los que éramos llamados gentiles en cuanto a la carne.
Bendecidos, es menester que ustedes recuerden que nuestra vida en Cristo es solamente
en el Espíritu, él mismo dijo en los días de su carne: Lo nacido de la carne, carne es; más lo
nacido del Espíritu, Espíritu es. Mis palabras son Espíritu y son vida, la carne para nada
aprovecha. También les pido que tengan siempre en mente que la palabra Cristo, fue traducida
literalmente del griego Xristos, es otra forma de la traducción al español para la palabra Mesías.
Al terminar este estudio, ahora podemos comprender que todo ya está cumplido, y por
tanto podemos:
v Dar Testimonio que Cristo se entregó por nosotros, la Iglesia, para santificarnos. Que nos
purificó por el lavamiento de la palabra, el evangelio de la gracia, para que seamos en
nuestro Espíritu sin pecado y sin mancha delante del Señor nuestro Dios y Padre Eterno,
Efesios 1:4; 5:2527.
v Confesar que somos perfectos y santos en nuestro Espíritu porque con una ofrenda Cristo
nos hizo perfectos para siempre, Hebreos 10:14.
v Confesar que nuestros pecados fueron perdonados con un solo sacrificio porque ya no
hay más ofrendas que hacer por el pecado, Hebreos 10:18, como sucedía en la ley o
antiguo pacto, Hebreos 10:14.
v Confesar que somos una porción del Espíritu de Dios aquí en la tierra, porque aunque
somos muchos miembros, solamente hay un cuerpo, el cuerpo de Cristo, 1 a los corintios
10:17; 12:27; Efesios 1:23; 2:16; 3:6; 4:4, 16 y Colosenses 1:18.
v Dar testimonio que ahora somos luces en el Señor, por lo que debemos andar como hijos
de luz donde ya no hay tinieblas, Efesios 5:8.
v Confesar que fuimos sellados, con el Espíritu Santo de la promesa solamente por creer por
fe en la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, el cual nos fue revelado
por el apóstol de este pacto, Pablo, Efesios 1:13
v Confesar que hemos creído el evangelio revelado, y que Jesús Cristo es el Señor, porque
somos una nueva creación. Todas las cosas viejas, el primer Adán y la ley o antiguo
pacto, ya pasaron, porque todas las cosas fueron hechas nuevas en este nuevo pacto, 2
a los Corintios 5:17 y Gálatas 6:15.
v Creer y confesar que ya el diablo fue destruido en la cruz como había sido profetizado en
Génesis 3:15 y nos confirma Hebreos 2:14.
v Testimoniar que estamos reinando en vida porque recibimos con abundancia la gracia y
el don de la justicia por medio de Jesús Cristo, Romanos 5:17, 20.
v Confesar al mundo, que estamos reconciliados con Dios para siempre, 2 a los Corintios
5:18, por la muerte de Jesús en la cruz, Romanos 5:1011. Esa es precisamente la razón por
la que ya no conocemos a Cristo en la carne; no podemos ser imitadores del hombre
Jesús o de Cristo en la carne, que vino conforme a la ley y por medio de la cual murió
para salvarnos; por eso de aquí en adelante a nadie conocemos en la carne, 2 a los
Corintios 5:16. A nadie conocemos en la carne o conforme a la ley, porque ahora vivimos
en el nuevo pacto que es por gracia.
v Confesar que Cristo cumplió todas las cosas en su primera visitación que fue en carne,
Hebreos 9:26.
v Confesar que Cristo vino por segunda vez pero en el Espíritu, sin relación con el pecado
como anunció Hebreos 9:26, cuando vino a quitar la ley que era lo que le daba poder al
pecado, que a su vez daba poder a la muerte espiritual en que estábamos, antes de ser
reconciliados con Dios, como revela el apóstol en 1 a los Corintios 15:5457.
v Entender lo que significa que lo corruptible fue vestido de incorrupción, que nuestro viejo
Adán o alma, llamado carne en el evangelio, fue vestido con el nuevo Adán que es un
Espíritu de vida, por lo que somos una nueva creación. El sepulcro era el hombre viejo o
primer Adán muerto por el pecado y que todos cargamos en nuestro cuerpo de barro y
sobre quien es nuestra victoria por la obra de Cristo.
v Confesar que si conocemos por el Espíritu que somos todas esas cosas, entonces
podemos caminar en el Espíritu como nos amonesta el apóstol en Romanos 8:18.
Caminemos como lo que somos, como dioses, como registra el libro según Lázaro, el
discípulo amado, cuyo libro es llamado por error Juan 10:34; como reyes y señores, 1 a
Timoteo 6:15; como ministros del nuevo pacto del cual no nos avergonzamos, 2 a los
Corintios 3:6. Finalmente, caminemos como los Espíritus de los justos que ya fueron hechos
perfectos; como la congregación de los hijos primogénitos de Dios inscritos en los cielos.
Recuerda bendecido, en el Espíritu fuimos trasladados al monte de Sion, la ciudad del Dios
vivo, la Jerusalén celestial, la Iglesia del Señor, Hebreos 12:2223.
Bendecido, comienza a entender que ya todo está cumplido y que el reino del Mesías, el
Cristo, comenzó con poder en el año 70 y es para toda la eternidad porque no tiene fin. Que el
reino de Dios o de Cristo que es lo mismo, es en el Espíritu, en lo que volvemos en toda plenitud
cuando salimos del cuerpo o vestido de barro al paraíso. Recuerda lo que le dijo Jesús a la
Samaritana, aquí en la tierra solamente adoraríamos al Padre en Espíritu y verdad, lo que
solamente puede hacerse por medio de la fe. Por eso, como nos reveló el apóstol en 2 a los
Corintios 5:7, por fe andamos, no por vista.
Gracia y paz a todos los bendecidos, porque como profetizó Daniel 12:10 Muchos serán
limpios, y emblanquecidos y purificados (y lo somos en nuestro Espíritu por la obra de Cristo); los
impíos procederán impíamente y ninguno de los impíos entenderá, (y así sigue siendo, los impíos
han sido resucitados para vergüenza eterna, porque nunca entenderán las buenas nuevas o
evangelio de gracia) pero los entendidos comprenderán, todos los hijos de Dios escogidos para
reinar en la tierra, hemos entendido el mensaje que nos ha hecho libre para siempre.
MINISTERIO RECONCILIACIÓN EVANGELIO DE LA GRACIA (MREG)
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