02 Biografia de Tito y Timoteo
02 Biografia de Tito y Timoteo
02 Biografia de Tito y Timoteo
Como consecuencia del éxito que su misión personal entre paganos conoció,
no pasó mucho tiempo hasta que Pablo pudo contar como compañeros de
misión a sus propios discípulos. Tras un período largo y fecundo de
propagación de la fe, tuvo que atender a las diversas comunidades que habían
surgido en las más importantes ciudades de Grecia y Asia Menor; sin dejar de
apoyarse en la ayuda de misioneros, que, como él, habían consagrado toda su
vida a la evangelización, Pablo pudo recurrir a personas, más jóvenes, que
habían recibido de él la fe en el Señor Jesús.
Tito, hijo auténtico de Pablo (Tit 1,4), supo acompañarle como prueba
fehaciente de la libertad que concede la fe en Cristo ante las autoridades de
Jerusalén; y allí le rindió un gran servicio (Gal 2, 1- 9). Pero sólo fue cuando, en
ausencia del apóstol, su discípulo se atrevió a mantener su obra y prolongar su
autoridad, en Corinto lo mismo que en Creta, fue cuando Pablo supo que
contaba ya con un hijo. La obediencia a sus directrices, el entusiasmo por
llevarlas a término, la responsabilidad al tener que suplirle y la libertad de
decisión a la `hora de hacerlo distinguen al hijo del siervo. Es mérito del apóstol
preocuparse por la educación de sus discípulos; oficio es de padres lograr
obediencia en libertad, cariño sin pérdida de respeto. Pablo, apóstol y padre,
supo lograrlo. Y su recompensa estuvo en poder contar con discípulos que,
como Tito, le fueron verdaderos hijos, porque, en su nombre, se hicieron cargo
de su obra.
http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/01/01-26_TITO.htm
De San Tito no tenemos otras noticias que las que San Pablo nos
suministra; y a los datos del Apóstol hemos de acordar su biografía. El
primer dato sobre Tito lo encontramos acompañando a San Pablo a
Jerusalén con Bernabé. El objeto del viaje fue defender Pablo el Evangelio
de Jesucristo frente a los doctores judíos que querían someter a los
conversos a las ceremonias legales del Viejo Testamento, murmurando de
San Pablo porque se oponía a semejante servidumbre.
Algunos judíos conversos dieron nuevas a San Pablo del mal espíritu de
algunos, y los mismos fervorosos cristianos le dirigieron una carta
enterándole de los pecados y disensiones entre ellos. Ya en sus
comienzos se vió en la necesidad de salir precipitadamente de Corinto
porque los judíos le acusaron ante Galión, procónsul de Acaya, de que
Pablo "persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley", la ley
antigua (Act. 18,13).
El puro elogio que hace de Tito muestra bien a las claras el valor de su
obra apostólica y del tiempo con que llevó a cabo su misión. "Que si en
algo me glorié con él de vosotros, no he quedado confundido, sino que así
como en todo os habíamos hablado verdad, así era también verdadero
nuestro gloriarnos con Tito. Y su cariño por vosotros se ha acrecentado
viendo vuestra obediencia y el temor y temblor con que le recibisteis. Me
alegro de poder en todo confiar en vosotros" (ibid. 12,14-16).
Por si había quedado algún leño encendido entre los corintios, y ante las
buenas nuevas traídas por Tito, San Pablo les escribe su segunda carta
desde Macedonia, confiándola al mismo Tito, queriendo que el que tan
buen éxito tuvo en su primera misión, acabara la obra en la segunda. El
empeño era más fácil. Conocían los corintios a Tito y le amaban. Sabían
los corintios el celo del discípulo de San Pablo por ellos y le recibirían y
atenderían de mejor gana que en la primera. Así aconteció. "Y gracias sean
dadas a Dios, que puso en el corazón de Tito esta solicitud para vosotros,
pues no sólo acogió nuestro ruego, sino que solicitó por propia iniciativa
partir a vosotros" (¡bid. 8,16).
En la segunda carta a Timoteo hay otra alusión a Tito. "Date prisa a venir a
mí, porque Demas me ha abandonado por amor a este siglo, desertó del
apostolado y se marchó a Tesalónica, Crescente a Galacia, Tito a
Dalmacia" (2 Tim. 4,9). ¿Otra misión delicada? Sin duda alguna; porque, al
decir San Pablo que "Demas” me ha abandonado", haciendo después
mención de Crescente y de Tito, no significa que estos dos últimos le
abandonaran también, sino que hubieron de dejarlo por su misma
voluntad. El viaje de Tito a Dalmacia y las razones del mismo las
desconocemos. Es un inciso que San Pablo dejó en la oscuridad, mas,
conociendo el celo del Apóstol por los cristianos, es de suponer que su
envío allá sería por intereses grandes de los conversos y de la Iglesia.
San TIMOTEO
Juan José Bartolomé
Durante este tiempo ejerció sobre sus comunidades una autoridad constante,
interviniendo en sus asuntos personalmente o mediante sus delegados y, en
ocasiones, comunicándoles sus decisiones por carta. Pero el éxito que su
misión había conocido multiplicó de tal modo sus comunidades que tuvo que
confiar cada vez más su normal gobierno y guía a otras personas.
Poco después de su ruptura con Bernabé, y tras misionar Siria y Cilicia junto a
Silas, en Listra, Pablo se encontró con Timoteo, un cristiano que llegaría a ser
uno de los más fieles auxiliares (Hch 16,1 y 19,22). Hijo de padre pagano y de
madre cristiana, recibió la fe, probablemente, del mismo Pablo durante su
anterior misión en Listra (Hech 14, 6); el termino «hijo», repetidas veces aplicado
a Timoteo (1 Cor 4,17; Flp 2,22; 1 Tim 12.18; 2 Tim 1,2), lo empleaba el apóstol
sólo con sus convertidos (1 Tes 2,7.11; Gal 4,19; Flm 10; 2 Cor 12,14; 1 Cor 4,15).
Como cualquier fundador Pablo tuvo que pensar en dejar su obra en manos de
otros. A pesar l de su previsión, que le había permitido educar personalmente a
quienes iba a responsabilizar de su herencia, el traspaso de autoridad coincidió
con una situación r delicada dentro del Cristianismo de los años sesenta. La
desaparición física de los primeros testigos daba a las comunidades sin puntos
de referencia, en caso de divergencias en la interpretación de la y tradición, y
Sin instancias cuyas de cisiones se consideran inapelables. El pluralismo que
conocía el cristianismo, presente ya en las principales ciudades de Oriente y
Occidente, era, lógicamente, motivo de tensiones en las comunidades.
3. Herederos de apóstoles
Cuantos trabajan en la iglesia han heredado unas tradiciones y una labor que
ellos no iniciaron, pero que deben continuar y enriquecer y para dejarlas, a su
vez, mañana como heredad a sus discípulos de hoy. La responsabilidad
asumida es, en la iglesia, desde los tiempos de Pablo, una responsabilidad que
compartir: buen heredero no es quien recibe, sino quien deja una buena
herencia.
San Timoteo fue un discípulo muy amado de san Pablo. Era de Listra. Los
Hechos de los Apóstoles dicen: Había en Listra un discípulo llamado Timoteo,
hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los creyentes de la ciudad y
de los alrededores daban de él muy buenos testimonios. Pablo quiso que se
fuera con él.
Que Bernabé, por alto y elegante, era Júpiter, y que Pablo, por lo bien que
hablaba, era Mercurio, el mensajero de los dioses y patrono de los oradores. Y
corrieron a llamar a los sacerdotes del Templo de Júpiter, los cuales llegaron
trayendo un toro para ofrecérselo en sacrificio a los dos dioses.
San Pablo se dio cuenta del engaño en que estaban, y rasgándose la camisa
les gritó: "Hombres, nosotros no somos dioses, somos pobres criaturas como
todos ustedes."
Muy famosas son las dos cartas de San Pablo a Timoteo. En ellas le
recomienda: "Que nadie te desprecie por tu juventud. Muéstrate en todo un
modelo para los creyentes, por la palabra, la conducta, la caridad, la pureza y la
fe"(1 Tim. 4,12) y hasta desciende a detalles prácticos: "Timoteo: no tomes sólo
agua. Mézclale de vez en cuando un poco de vino, por tus continuos males de
estómago" (1 Tim. 5,23).
El historiador Eusebio dice que San Pablo nombró a Timoteo como obispo de
Efeso, y San Juan Crisóstomo afirma que fue nombrado presidente de los
obispos de esa región. Se cuenta también que en tiempos del emperador
Domiciano, hacia el año 97, Timoteo fue martirizado, apaleado y apedreado por
haber tratado de impedir una fiesta muy corrompida en aquella ciudad.
San Juan Crisóstomo y San Jerónimo narran que junto a los restos o reliquias
de San Timoteo, los cristianos obtenían muy grandes favores del santo. Lo que
más simpatía le atrae a San Timoteo es haber sido discípulo siempre fiel y muy
preferido del gran San Pablo. (Que bueno que él nos prendiera un poquito de su
aprecio por las palabras de tan gran apóstol).
Nació en Listra, Licaonie (Asia Menor), de padre griego y madre judía. Se sabe
de él gracias a las tres epístolas del apóstol San Pablo. Desde muy temprana
edad fue instruido en las Sagradas Escrituras. Se cree que su madre Eunice, su
abuela Lois y él mismo abrazaron el cristianismo y se hicieron bautizar durante
la primera visita de San Pablo a Listra.
La primera carta que le escribió S. Pablo a Timoteo fue en el año 65, desde
Macedonia; y la segunda, desde Roma, mientras se encontraba preso,
aguardando su ejecución. En una de las cartas del apóstol a Timoteo, le dice:
"Que nadie te desprecie por tu juventud. Muéstrate en todo como un modelo
para los creyentes, por la palabra, la conducta, la caridad, la pureza y la fe" (2
Tim. 2). En otro pasaje, el apóstol desciende a detalles prácticos como la
recomendación de que no tome sólo agua sino también un poco de vino, debido
a los continuos malestares estomacales de Timoteo (Cf. 1 Tim. 5:23).
El historiador Eusebio cuenta que S. Pablo nombró a Timoteo primer obispo de
la Iglesia de Éfeso. Allí, Timoteo fue apaleado y apedreado por el emperador
Diocleciano, ya que se oponía a un festival pagano en honor de Diana. Así pues,
recibió la corona del martirio en el año 97.
Los restos de S. Timoteo se encuentran en la Iglesia de los Apóstoles en
Constantinopla; y, según la tradición, los fieles reciben grandes favores cuando
rezan a sus pies.