Décimo Pleno Casatorio Civil
Décimo Pleno Casatorio Civil
Décimo Pleno Casatorio Civil
Décimo Pleno
Casatorio Civil
La prueba de oficio y su valoración probatoria
Capítulo I
Sentencia del Pleno Casatorio
Capítulo II
Principales piezas procesales
Capítulo III
Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil
Presentación | 13
interpuesto contra la sentencia de vista que revocó la apelada y declaró
improcedente la demanda que solicitaba la restitución de un bien inmueble.
Declarada procedente la casación interpuesta, vista la causa y llegado el
momento de emitir sentencia, el pleno consideró insoslayable establecer
reglas jurídicas y realizar un desarrollo teórico amplio que pasó, finalmente,
a avalar la potestad excepcional del juez para ejercer el poder probatorio
previsto en el artículo 194 del Código Civil adjetivo.
En efecto, el Décimo Pleno Casatorio Civil, para desentrañar la natu-
raleza y los alcances de la prueba de oficio, lleva a cabo un extenso repaso
de sus antecedentes legislativos y doctrinales, que abarcan diversas consi-
deraciones sobre la prueba judicial, especialmente a partir de una antigua
disputa teórica respecto de si el principio dispositivo —por el cual corres-
ponde a las partes procesales establecer el objeto del proceso y aportar los
medios probatorios— excluye o no el reconocimiento de los poderes pro-
batorios del juez para disipar las dudas surgidas durante la actuación de las
pruebas, acercarse a la verdad en el proceso y resolver mejor.
La idea de que la actividad probatoria tiene o ha de tener una finalidad
cognoscitiva, saber la verdad de los hechos, concuerda con el carácter
instrumental del proceso civil, pero, al mismo tiempo, supone el logro de
un propósito no estrictamente epistémico, como es el valor justicia; vale
decir, la verdad como finalidad del proceso, pero como medio para realizar
la justicia, idea que concuerda con el ejercicio de los poderes probatorios
de jueces y juezas.
En el presente caso, el examen de las instituciones y las categorías procesa-
les conexas a la prueba de oficio, a la luz del principio ético y el compromiso
epistémico de la búsqueda de la verdad de los hechos, así como la paula-
tina constitucionalización del proceso, condujeron finalmente a interpretar
que el artículo 194 del Código Procesal Civil, con su actual configuración,
aporta significativas enmiendas que si bien admiten los poderes probatorios
del juez, también establecen como garantía el principio de contradicción
«como presupuesto básico antes de que el juez emita el auto, y se disponen
los medios de prueba idóneos para salvar la insuficiencia probatoria previa-
mente identificada y puesta a conocimiento de las partes» (p. 115); esto
con el propósito de que se asegure la justicia de las decisiones jurisdiccio-
nales sin desproteger las garantías procesales.
En tal cometido, el Décimo Pleno Casatorio Civil establece doce reglas
generales para el ejercicio de la prueba de oficio, las cuales en la parte
decisoria constituyen precedente judicial vinculante. En su contenido se
Presentación | 15
DRA. ELVIA BARRIOS ALVARADO
Presidenta del Poder Judicial
(2021-2022)
Integrantes de las Salas Civiles
Permanente y Transitoria
de la Corte Suprema de Justicia
de la República
La editora
Sentencia
del Pleno Casatorio*
* Sentencia publicada en una separata especial del Diario Oficial El Peruano con fecha 27
de septiembre de 2020.
[1.1.] Casación n.o 1242-2017-Lima Este*
El recurso de casación de fecha veintitrés de enero del año dos mil diecisiete1,
interpuesto por la demandante Jerónima Rojas Villanueva contra la sentencia
de vista de fecha siete de noviembre de dos mil dieciséis2, que revocó la
sentencia apelada de fecha veintiocho de marzo de dos mil dieciséis, que
declaró infundada la demanda y reformándola la declaró improcedente.
* [La causa fue vista en audiencia pública el 18 de octubre de 2018 y deliberada y votada en
sesiones posteriores].
1 Página 623.
2 Página 608.
Mediante escrito de fecha ocho de marzo de dos mil trece, la parte actora
interpone demanda de reivindicación solicitando que el demandado le
reivindique o restituya el inmueble ubicado en la Mz. D E, lotes 11, 12, 27
y 28 del sector Valle Quebrada Canto Grande (sector 2), Quebrada Media
Luna y Canto Grande (ex Jicamarca), distrito de San Juan de Lurigancho,
antes denominado Mz. C O-lote 06, sector El Valle del anexo 22 de la
Comunidad Campesina de Jicamarca, con un área de 2500 m2.
Fundamenta su pretensión afirmando que es propietaria del terreno sub
litis, mediante escritura pública de compra y venta de rectificación, aclaración
e independización de fecha dieciocho de mayo de dos mil seis, mediante la
cual sus inmediatos transferentes Jorge Velazco Murillo, Dora Flores Ríos,
Carlos Gora Oscategui y Custodia Ortiz de Velazco le transfieren el inmueble
de 2500 m2, constituidos por los lotes 11, 12, 27 y 28 de la Mz. D E, Valle
Quebrada Canto Grande (sector 2), Quebrada Media Luna y Canto Grande,
distrito de San Juan de Lurigancho, derivada de la partida 11439305, del
Registro de Propiedad Inmueble de Lima, equivalente al 0.08962 %, parte de
un área de mayor extensión de 278.95 ha.
El demandado viene ocupando el bien materia de litis y hasta ha
construido en la parte delantera del mismo.
En el escrito de subsanación3 manifiesta la actora que el predio sub litis
aún no se encuentra subdividido, ni independizado, por cuanto en dicha
zona aún se encuentra pendiente de aprobarse la zonificación de los usos del
suelo, y consecuentemente la habilitación urbana, conforme a la Ordenanza
n.o 1081 del siete de octubre de dos mil siete y la Modificatoria n.o 1552 del
cinco de septiembre de dos mil once emitidas por la Municipalidad de Lima.
3 Página 68.
4 Página 184.
5 Página 289.
Por escrito del veintitrés de enero de dos mil diecisiete6, la parte demandante
interpone recurso de casación, el cual es declarado procedente por esta
Suprema Sala mediante resolución de fecha catorce de junio de dos mil
diecisiete7, por las causales:
6 Página 623.
7 Página 44 del cuaderno de casación.
iv. Infracción normativa del artículo 194 del Código Procesal Civil,
refiere que las instancias de mérito han sostenido que la existencia de las
denominaciones del predio no les ha generado certeza ni convicción respecto
a la identificación del predio a efectos de determinar el área materia de
reivindicación, por lo que era de vital importancia que el juez, siendo director
del proceso, debía hacer uso de la facultad discrecional conferida en la
norma legal glosada, pudiendo disponer la realización de inspección judicial
y el peritaje correspondiente con la finalidad de establecer la verdad jurídica
objetiva, la cual debió sustentar de una sentencia justa y no inhibitoria, la
misma que concuerda como una causal de omisión contraria al inciso 3 del
artículo 139 de la Constitución Política del Estado, que determina la nulidad
insubsanable a tenor de lo previsto del artículo 171 del Código Procesal
Civil.
8 Es evidente que una Corte Suprema (como vértice del aparato judicial), en cierto sentido
llegó a ser un órgano revisor. Al detentar esta competencia de revisión, no se entienda
que dicha competencia le habilitaba a fungir como una tercera instancia revisora. No
obstante, más que una función de mera revisión, las cortes supremas o de casación deben
tender al establecimiento de interpretaciones-producto uniformes, relativamente estables
en el tiempo, pacificando las diversas interpretaciones dadas a las leyes y disposiciones
normativas en general. Es decir, tienen la función de, a través de los precedentes vinculantes,
atribuir sentido al derecho para guiar la conducta social y preservar la seguridad jurídica
e igualdad (Delgado Suárez, Christian. «Sobre los modelos de Cortes Supremas y la
revocación de precedentes». En Revista Iberoamericana de Derecho Procesal, vol. 3, año 2,
2016, pp. 15-39).
Tercero. Esta Sala Suprema ha establecido con precisión que las funciones
inherentes a su rol casatorio no son únicamente las anteriormente aludidas,
serán las que trascienden más en la normatividad, lo que no implica dejar
Séptimo. Que el artículo 194 del Código Procesal Civil, que regula la llamada
iniciativa probatoria del juez o prueba de oficio, no ha sido de pacífica
interpretación y aplicación por parte de los diversos órganos jurisdiccionales
del país, incluyendo a nuestra Corte Suprema de Justicia de la República, lo
que ha motivado incluso su relativamente reciente modificación mediante la
Ley n.o 30293, publicada en el Diario Oficial El Peruano, del 28 de diciembre
de 2014. Igualmente, guarda relación con la regulación del ofrecimiento de
medios probatorios con el recurso de apelación (artículo 374 del Código
Procesal Civil); así como con la posibilidad de presentación de medios
probatorios extemporáneos (artículo 429 del Código Procesal Civil); del
Noveno. Es oportuno recordar que al amparo del texto original del artículo
400 del Código Procesal Civil, aprobado por el Decreto Legislativo n.o 768,
de fecha cuatro de marzo de mil novecientos noventa y dos, se promulgó el
Código Procesal Civil, y que mediante el Decreto Ley n.o 25940, de fecha
diez de diciembre del mismo año, fue modificado, habiéndose dispuesto en
el artículo 8 de este decreto ley que por resolución ministerial del sector
Justicia se autorice y disponga la publicación del Texto Único Ordenado
del Código Procesal Civil, el mismo que fue aprobado por Resolución
Ministerial n.o 010-93-JUS el 23 de abril de 1993, entrando en vigencia el
9 Martel Chang, Rolando Alfonzo. Pruebas de oficio en el Proceso Civil. Lima: Instituto
Pacífico S. A. C., 2015; Gonzales Álvarez, Roberto. Constitucionalismo y proceso. Tendencias
contemporáneas. Lima: ARA Editores, 2014; Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional
de la prueba. Madrid: Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, 2007; Picó i Junoy,
Joan. El juez y la prueba. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana/Grupo Editorial Ibañez,
2011; Alfaro Valverde, Luis. La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la prueba
de oficio. Lima: Editora y Librería Jurídica Grijley, 2017; Sentís Melendo, Santiago. La
prueba. Los grandes temas del derecho probatorio. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa
América, 1979; Ledesma Narváez, Marianella. La prueba en el proceso civil. Lima: Gaceta
Jurídica, 2017.
10 Ministerio de Justicia. Código Civil. Código Procesal Civil. Lima: Jurista Editores, 2017,
p. 491.
11 Conviene precisar que en la filosofía del derecho se distinguen principios y reglas jurídicas.
Las primeras son las que ordenan que algo sea realizado en la mayor medida posible,
dentro de las posibilidades jurídicas y reales existentes (Alexy, Robert. Teoría de los
derechos fundamentales. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1993, p. 86); y las
segundas, mandatos de realización. Distinción teórica que todavía no parece estar asentada
en la literatura procesal peruana, en la que existen diversas tipologías de principios
procesales y donde se confunden principios y reglas (v. gr.: Monroy, Juan. Teoría general
del proceso. Tercera edición. Lima: Communitas, 2009, pp. 207 y ss.; Idrogo, Teófilo. El
proceso de conocimiento. Trujillo: Universidad Privada Antenor Orrego, 2013, pp. 102 y ss.).
No obstante, considerando las diferencias mencionadas, para los efectos de la presente
decisión se distinguen como principios procesales: dispositivo y contradictorio; y como
reglas técnicas: preclusión, pertinencia e inmediación.
12 En efecto, para algunos autores los principios procesales pueden ser clasificados como:
a) principios inherentes a la estructura del proceso; b) principios relativos a la acción y al
derecho subjetivo material subyacente; c) principios referentes a la formación del material
fáctico; y d) principios relativos a la valoración de la prueba (Gimeno Sendra, Vicente.
Derecho Procesal Civil. Tomo I. Cuarta edición. Madrid: Colex, 2012, pp. 37 y ss).
13 Sobre el particular se sostiene que los llamados principios jurídicos técnicos no configu-
ran siempre los procesos, sino que inspiran, unos, ciertas construcciones procesales
(De la Oliva Santos, Andrés. Curso de derecho procesal civil. Tomo I. Madrid: Editorial
Universitaria Ramón Areces, 2012, p. 196).
14 Son manifestaciones del principio dispositivo que el proceso no empiece por iniciativa
del órgano jurisdiccional sino solo por instancia de parte; es decir, el juez no procede
de oficio (ne procedat iudex ex officio) y el juez no iniciará el proceso sino a pedido del
accionante (nemo iudex sine actore). Manifestaciones que en el ordenamiento procesal civil
se encuentran previstas en el artículo 4 del Código Procesal Civil, cuando se menciona:
«El proceso se promueve solo a iniciativa de parte, la que invocará interés y legitimidad
para obrar».
15 De la Oliva Santos, Andrés. Op. cit., p. 205.
16 Se sabe que la relación del principio dispositivo y la máxima jurídica extraída del
brocardo iudex iudicare debet secundum allegata et probata partium fue el resultado de equi-
vocaciones que distorsionaron el significado original y correcto de tal expresión: Iudex
iudicare debetsecundum allegata et probata, non secundum conscientiam. Para mayor detalle
puede consultarse Picó i Junoy, Joan. «Iudex iudicare debetsecundum allegata et
probata, non secundum conscientiam: storia dell’erronea citazione di un brocardo
nella dottrina tedesca e italiana». En Rivista di diritto processuale, vol. 62, núm. 6, 2007,
pp. 1497-1518.
17 Para mayor detalle de las dos concepciones del principio dispositivo, puede consultarse
Cappelletti, Mauro. La testimonianza della parte nel sistema dell’oralità. Milano: Giuffrè
Editore, 1962.
18 Una de las características del principio dispositivo es el poder de disposición sobre el
derecho material, lo que significa que «si los derechos e intereses jurídicos, que se pueden
discutir en el proceso civil, pertenecen al dominio absoluto de los particulares, a nadie
se le puede constreñir a impetrar su tutela jurisdiccional o a ejercitar su defensa ante los
tribunales» (Gimeno Sendra, Vicente. Introducción al Derecho Procesal. Octava edición.
Madrid: Colex, 2013, pp. 37 y 38).
1.1.3. La preclusión
Por la preclusión los actos procesales se realizan en determinados momen-
tos del proceso, fijados por la ley procesal. En su concepción más clásica
la preclusión exige que las partes puedan desarrollar su actividad en las
etapas preestablecidas, de lo contrario perderían su derecho a ejercerlo en
otros instantes del iter procesal. En rigor se trata de la consecuencia que
se genera en un proceso judicial debido a la superación de los plazos para
la realización de las actuaciones procesales que se establecen en un orde-
namiento procesal determinado. En este sentido, Couture afirma que el
principio de preclusión:
está representado por el hecho de que las diversas etapas del proceso se
desarrollan en forma sucesiva, mediante la clausura definitiva de cada una de
ellas, impidiéndose el regreso a etapas y momentos procesales ya extinguidos.
26 Hurtado, Martín. Fundamentos de derecho procesal civil. Lima: Idemsa, 2009, p. 104. Acorde
con esta concepción, Nieva Fenoll sostiene que «el derecho a la contradicción se concreta
en la posibilidad de rebatir las alegaciones y pruebas de la parte contraria, permitiendo que
el proceso tenga una estructura dialéctica. Es el contrapunto a los derechos de aleación y
prueba, porque indica cómo estructurar procedimentalmente esos derechos, siguiendo la
citada estructura» (Nieva Fenoll, Jordi. Derecho procesal I. Introducción. Madrid: Marcial
Pons, 2014, p. 151).
27 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: BdeF, 2005,
p. 194.
28 Ariano, Eugenia. «Prueba y preclusión. Reflexiones sobre la constitucionalidad del
proceso civil peruano». En Revista Ius et Veritas, núm. 23, 2001, p. 73.
29 Taruffo, Michele. «Le preclusioni nella riforma del processo civile». En Rivista di diritto
processuale, vol. 42, núm. 2, 1992, p. 301.
30 Ariano, Eugenia. «Prueba y preclusión. Reflexiones sobre la constitucionalidad del
proceso civil peruano». Op. cit., p. 79.
31 Corte Suprema de Justicia de la República. Tercer Pleno Casatorio Civil. Lima: 18
de marzo de 2011.
32 En la literatura procesal se ha identificado con otros nomen iuris, tales como principio
de incorporación, comunidad de pruebas, comunidad de medios de pruebas, aportación
indiferenciada o indiscriminada de los hechos (Fons Rodríguez, Carolina. «Incidencia
del principio de adquisición procesal en el interrogatorio de testigos». En Abel Lluch,
Xavier et al. (dirs.). La prueba judicial. Madrid: La Ley, 2011, p. 821.
33 Conforme lo mencionan Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Sexta edición.
Navarra: Thomson Reuters, 2011, p. 112; Picó i Junoy, Joan. «El principio de adquisición
procesal en materia probatoria». En La Ley 6.404, 2006, p. 1304.
34 Ramírez Salinas, Liza. «Principios generales que rigen la actividad probatoria». En
La Ley 2005, p. 1032.
35 Valmaña, Antonia. «El principio de adquisición procesal y su proyección sobre la
prueba no practicada». En InDret. Revista para el Análisis del Derecho, núm. 2, 2012, p. 7.
36 Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva ley de Enjuiciamiento Civil».
En Abel Lluch, Xavier y Picó i Junoy, Joan (coords.). Problemas actuales de la prueba.
Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2004, p. 40.
41 Couture sostenía que los problemas de la prueba consisten en saber qué es la prueba, qué
se prueba, quién prueba, cómo se prueba y qué valor tiene la prueba producida. El primer
problema que se plantea es el del «concepto» de la prueba; el segundo, el «objeto» de la
prueba; el tercero, la «carga» de la prueba; el cuarto, el «procedimiento» probatorio; el
último, la «valoración» de la prueba.
42 En su tiempo, Guasp consideró las siguientes categorías derivadas de la prueba: «elementos
de la prueba», «fuentes de la prueba», «medios de prueba», «materia de la prueba»,
«temas de la prueba», «motivos de la prueba» y «resultados de la prueba» (Guasp, Jaime.
Derecho procesal civil. Tomo I. Segunda edición. Madrid: Instituto de Estudios Públicos,
1961, p. 334. También en Guasp, Jaime y Aragoneses, Pedro. Derecho procesal civil.
Tomo I. Séptima edición revisada y puesta al día. Navarra: Thomson-Civitas, 2005,
pp. 375 y 376.
43 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Tercera edición. Buenos Aires:
Depalma, 1958, p. 216.
44 Cfr. Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Traducción de Jordi Ferrer Beltrán. Madrid:
Trotta, 2002, pp. 439-515.
45 Sobre los diversos significados de la locución prueba, puede verse Couture, Eduardo.
Vocabulario jurídico. Con referencia especial al Derecho procesal positivo vigente uruguayo. Quinta
reimpresión. Buenos Aires: Depalma, 1993, pp. 490- 491.
46 Twining, William. «Evidence as a multi-disciplinary subject». En Rethinking Evidence.
Exploratory Essays. Segunda edición. Cambridge: Cambridge University Press, 2006,
pp. 436-456.
47 Cfr. Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba.
Segunda edición. Madrid: Marcial Pons, 2004, pp. 83-86; Ferrer Beltrán, Jordi. Prueba
y verdad en el derecho. Segunda edición. Madrid: Marcial Pons, 2005, pp. 27-29; Cortés
Domínguez, Valentín y Moreno Catena, Víctor. Derecho Procesal Civil. Parte General.
Valencia: Tirant lo Blanch, 2015, p. 191.
48 En el lenguaje inglés la prueba como medio es identificada como evidence y para hacer
referencia al resultado probatorio se emplea la expresión proof. Mientras que para describir
la actividad se hace uso de la palabra litigation (Twining, William. Op. cit., pp. 193 y 194).
70 Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Traducción de Jordi Ferrer Beltrán. Segunda
edición. Madrid: Trotta, 2005, p. 302.
71 Couture, Eduardo. Op. cit., p. 248.
75 Sentís Melendo, Santiago. Op. cit., pp. 141-144, 150, 151 y 156.
76 Montero Aroca, Juan. Op. cit., pp. 133 y 137. Cfr. Falcón, Enrique. Tratado de la prueba.
Tomo 1. Buenos Aires: Astrea, 2003, pp. 615-635; Arazi, Roland. La prueba en el proceso
civil. Segunda edición. Buenos Aires: Ediciones La Rocca, 1998, pp. 123-126.
77 Cfr. Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Op. cit., pp. 120-131.
78 Cfr. Picó i Junoy, Joan. Las garantías constitucionales del proceso. Barcelona: J. M. Bosch
Editor, 1997, pp. 17-23; Fix-Zamudio, Héctor. La protección procesal de los derechos humanos.
Madrid: Civitas, 1982, p. 51. En la Unión Europea, los derechos fundamentales de índole
procesal se encuentran reconocidos entre los artículos 47 y 50 de la Carta de los Derechos
Fundamentales y en los artículos 6 y 13 del Convenio Europeo de Derechos Humanos
(Gómez, Marta. «Los derechos fundamentales de naturaleza procesal en la Unión
Europea: protección y contenido». En Revista de Derecho de la Unión Europea, núm. 11, 2006,
pp. 61-78.
79 Abel Lluch, Xavier. «Sobre la prueba y el derecho a la prueba en el proceso civil».
En Abel Lluch, Xavier y Picó i Junoy, Joan (coords.). Objeto y carga de la prueba civil.
Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2007, p. 32.
80 Natarén, Carlos. La tutela de los derechos fundamentales de naturaleza procesal. En torno a la
Ley de Enjuiciamiento Civil de 2000. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de
México, 2006, pp. 10-12.
prueba, así como sus sucedáneos, aunque no estén tipificados en este Código, son idóneos
para lograr la finalidad prevista en el artículo 188». También lo podemos apreciar en el
artículo 157 del Decreto Legislativo n.o 957 —Nuevo Código Procesal Penal—, que
regula lo siguiente: «1. Los hechos objeto de prueba pueden ser acreditados por
cualquier medio de prueba permitido por la ley. Excepcionalmente, pueden utilizarse
otros distintos, siempre que no vulneren los derechos y garantías de la persona, así
como las facultades de los sujetos procesales reconocidas por la Ley. La forma de su
incorporación se adecuará al medio de prueba más análogo, de los previstos, en lo
posible».
97 En semejante parecer, la Corte Suprema, en la Casación n.o 2284-03, Lima, f. j. 6
(publicada el 30 de septiembre de 2004), ha sostenido que «conforme al principio de
eventualidad procesal en materia probatoria, los medios probatorios deben ser ofrecidos
en la etapa postulatoria, tal como lo establecen los artículos ciento ochenta y nueve,
cuatrocientos veinticinco inciso quinto y cuatrocientos cuarentidós inciso quinto del
Código Procesal Civil, salvo las excepciones contenidas en los artículos trescientos
setenticuatro, cuatrocientos veintinueve y cuatrocientos cuarenta del mismo cuerpo
normativo, referidos al ofrecimiento de medios probatorios extemporáneos; con este
principio se busca impedir que una de las partes, maliciosamente, omita ofrecer pruebas en la
etapa procesal correspondiente, procurando una decisión judicial en su beneficio y en perjuicio de
la otra parte».
98 Ferrer Beltrán, Jordi. Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales.
Op. cit., p. 28.
108 Cfr. Sánchez Carrión, Joaquín Luis. «La vertiente jurídico constitucional del derecho
a la prueba en el ordenamiento español». En Revista de Derecho Político, núm. 42, 1997,
p. 201.
109 Ibid, pp. 201-202.
110 Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi. Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales.
Op. cit., p. 28.
111 Asencio, José María. «La prueba en el proceso civil». En Quinceno Álvarez, Fernando
(comp.). Actos del juez y la prueba civil. Ciudad de Panamá: Editorial Jurídica Bolivariana,
2001, p. 424.
112 Idem.
113 Guasp, Jaime. «De la prueba en general». En Quinceno Álvarez, Fernando (comp.).
Actos del juez y la prueba civil. Ciudad de Panamá: Editorial Jurídica Bolivariana, 2001,
p. 558.
114 Taruffo, Michele. Studi sulla rilevanza della prova. Op. cit., p. 29.
115 Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi. Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales.
Op. cit., p. 28.
116 Ibid, p. 29.
117 La Corte Suprema en la Casación n.o 210-03, Lima, en la parte final del f. j. 5, ha sos-
tenido que «el derecho de prueba no solo comprende derechos sobre la propia prueba,
sino además contra la prueba de la otra parte, y aún la actuada de oficio; asimismo
comprende el derecho a obtener del órgano jurisdiccional una motivación adecuada
y suficiente de su decisión, sobre la base de una valoración conjunta y razonada de la
prueba actuada».
118 Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil».
Op. cit., p. 43. En el sistema procesal civil peruano se habla de una valoración conjunta
de los medios de prueba, tal como lo describe el artículo 197 del Código Procesal Civil:
«Todos los medios probatorios son valorados por el Juez en forma conjunta, utilizando
su apreciación razonada. Sin embargo, en la resolución solo serán expresadas las
valoraciones esenciales y determinantes que sustentan su decisión». Empero, en muchos
casos, este dispositivo legal es utilizado para realizar incorrectamente motivaciones
aparentes o genéricas, que atentan directamente contra el derecho a la prueba.
1.3.3.1. Pertinencia
Una de las principales limitaciones que afronta este derecho fundamental es
la pertinencia121, que se presenta cuando el medio de prueba presentado u
ofrecido tiene vinculación con el objeto del proceso y con lo que constituye
thema decidendi para el juzgador122. De no suceder de esta manera, deviene
en constitucional que la prueba pueda ser declarada impertinente y, como
tal, sea rechazada por el juez. Ariano Deho comenta este límite manifestan-
do que «está determinada por lo que se pretende acreditar con tal medio, y
aquello que se pretende acreditar es el denominado “tema de prueba” (thema
probandum), es decir, aquel conjunto de hechos concretos que constituyen
en un particular proceso “objeto de prueba”»123. Siendo así, es constitucional
119 Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil».
Op. cit., p. 44.
120 Es del mismo criterio, en la doctrina nacional, la jurista Ariano Deho, quien manifiesta:
«Pertinencia y licitud. He aquí los únicos límites que se pueden poner a la admisibilidad
de los medios probatorios ofrecidos por las partes como f. j. de sus afirmaciones fácticas»
(Ariano, Eugenia. «El derecho a la prueba y el Código Procesal Civil». Op. cit., p. 184).
121 Cfr. Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Madrid: Trotta, 2002, pp. 364 y ss.; Ferrer
Beltrán, Jordi. «Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales». Op. cit.,
pp. 28 y ss.
122 Cfr. Picó i Junoy, Joan. Las garantías constitucionales del proceso. Op. cit., p. 146.
123 Ariano Deho, Eugenia. «El derecho a la prueba y el Código Procesal Civil». Op. cit.,
p. 182.
1.3.3.2. Licitud
Este límite pone énfasis en el hecho de que las pruebas deben respetar los
derechos fundamentales, esto es, si mediante el ejercicio del derecho a la
prueba se atenta, directa o indirectamente, contra otro derecho fundamen-
tal, la prueba utilizada puede ser considerada como prueba ilícita, y por lo
tanto también ser pasible de restricción y exclusión del proceso. Del mismo
modo, Picó i Junoy sostiene que «otro límite del derecho a la prueba lo
constituye la licitud de la prueba»125 y lo describe indicando que «existe tal
licitud cuando la prueba ha sido obtenida o practicada sin infracción de los
derechos fundamentales»126.
El ordenamiento peruano en el apartado «h» del inciso 24 del artículo
22 de la Constitución prescribe el derecho a que se establezca la invalidez
de las declaraciones obtenidas mediante el uso de la violencia en sentido
lato. Esta facultad tiene como finalidad enervar el valor jurídico de aquellas
124 Muñoz, Luis. Técnica probatoria. Estudios sobre las dificultades de la prueba en el proceso.
Segunda edición. Barcelona: Praxis, 1983, pp. 75 y ss.
125 Picó i Junoy, Joan. Op. cit.
126 Ibid, p. 147.
131 Desde este punto de vista, se entiende al proceso como el instrumento por el que se ejerce
la función jurisdiccional, es decir, la concretización del poder del Estado (Guasp, Jaime.
Estudios jurídicos. Madrid: Civitas, 1996, p. 282).
132 Cfr. Devis Echandía, Hernando. Compendio de la prueba judicial. Tomo I. Buenos Aires:
Rubinzal-Culzoni, 2000, p. 49.
133 Alsina reconoce al sistema dispositivos los siguientes rasgos: (i) el juez no puede iniciar
de oficio (nemo jure sine actore); (ii) el juez no puede tener en cuenta hechos ni medios de
prueba que no han sido aportados por las partes (quod non est in actis non est in mundo);
(iii) el juez debe tener por ciertos los hechos en que las partes estén de acuerdo (ubi partis
sunt conocerdes nihil ab judicem); (iv) la sentencia debe ser de acuerdo con lo alegado y
probado (secundum allegata et probata); y (v) el juez no puede condenar a más ni a otra
cosa que la pedida en la demanda (en eat ultra petita partium) (Alsina, Hugo. Tratado
teórico práctico de derecho procesal civil y comercial. Tomo I. Segunda edición. Buenos Aires:
Ediciones Jurídicas Europa América, 1961, p. 105).
134 Según Taruffo, la orientación en los ordenamientos del civil law hasta finales del siglo
XIX era que el juez debía asumir un rol pasivo en la dirección del proceso, dado que
eran las partes las que debían iniciar, impulsar y tramitar las principales actuaciones
judiciales, como la carga de aportar pruebas pertinentes para la concesión de sus preten-
siones, limitando al juez a únicamente decidir el caso sobre las pruebas ofrecidas por los
justiciables (Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., pp. 109-112).
135 Como sucedió en Europa con las reformas procesales de la primera mitad del siglo XX,
en oposición a la clásica idea individualista del proceso de marcada ascendencia liberal,
centrada en los poderes de las partes (Guasp, Jaime. Op. cit., p. 281). Sobre la evolución
de los sistemas procesales contemporáneos puede verse Trocker, Nicolò. «Il processo
civile in prospettiva comparatistica: recenti tendenze evolutive». En Rassena forense, vol.
39, fas. 3, 2006, pp. 1482-1484, citado por Alfaro Valverde, Luis. «Justificación
epistémica de los poderes probatorios del juez». En Revista Judicial del Santa, núm. 3,
2019, p. 162.
136 En la jurisprudencia constitucional también se estila hablar del principio de dirección
judicial del proceso que «delega en la figura de juez constitucional el poder-deber de
controlar razonablemente la actividad de las partes, promoviendo la consecución de los
fines del proceso de manera eficaz y pronta» (Resolución n.o 1030-2007-PHC/TC Piura,
f. j. 7).
137 En este mismo criterio, Trocker afirma que no se puede ceder a la falacia argumentativa
de que la atribución de los poderes del juez implica una proporcional disminución a
las posiciones procesales de las partes (Trocker, Nicolò. «Poteri del giudice e diritti
delle parti nel processo civile: gli insegnamenti di Calamandrei e le riforme processuali
in Europa». En Scarselli, Giuliano. Poteri del giudice e diritti delle parti nel processo
civile. Quaderni de «Il giusto processo civile», vol. 4, 2010, p. 169), citado por Alfaro
Valverde, Luis. «Justificación epistémica de los poderes probatorios del juez». Op. cit.,
p. 163.
efectiva, por definición, no sería tutela (Chamorro Bernal, Francisco. La tutela judicial
efectiva. Barcelona: Bosch, 1994, p. 276).
144 Cfr. Sentencia del Expediente n.o 2763-2002-AA/TC.
145 Parra Quijano, Jairo. Manual de derecho probatorio. Decimosexta edición. Bogotá:
Librería Ediciones del Profesional LTDA, 2007, pp. 197 y ss.
146 Por ejemplo, Ferrajoli es de la idea de que «si una justicia penal completamente “con
verdad” constituye una utopía, una justicia penal completamente “sin verdad” equivale
a un sistema de arbitrariedad». Además, añade que «las garantías legales y procesales,
además de garantías de libertad, son también garantías de verdad» (Ferrajoli, Luigi.
Derecho y Razón. Madrid: Trotta, 1995, p. 45).
147 Cfr. Lorca Navarrete, Antonio. Derecho Procesal Penal. Segunda edición. Madrid:
Tecnos, 1986, pp. 203 y ss.
148 Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Op. cit., p. 39.
149 Incluso en nuestro sistema constitucional el Tribunal Constitucional lo ha reconocido
como un derecho fundamental: derecho a la verdad, que, a pesar de no contar con
un reconocimiento expreso en la Constitución, se ha establecido que es un derecho
plenamente protegido, derivado en primer lugar de la obligación estatal de proteger los
derechos fundamentales y de la tutela jurisdiccional (Sentencia del Expediente n.o 2488-
2002-HC/TC Piura, Caso Villegas Namuche, f. j. 13).
150 Taruffo, Michele. Teoría de la prueba. Lima: ARA Editores, 2012, p. 164. Esta posición
ideológica sostiene que la finalidad del proceso es la solución de disputas mediante
decisiones justas. Por ello, «la justicia de la decisión es un factor determinante de la
justicia del proceso» (Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., p. 235).
151 Conviene precisar que la existencia de los límites jurídicos y prácticos para la búsqueda
de la verdad no puede ser razón suficiente para afirmar que la verdad en el proceso no
puede ser conseguida. Desde luego, la actividad cognoscitiva tiene parámetros de diversas
naturalezas, pero no por esto se deja de decir que jamás será conocida. Por ejemplo, en
los sistemas procesales existen normas que precluyen o hacen difícil el acercamiento de
la verdad, pero no significa que el sistema sea inadecuado o que sea improbable que
se produzca una decisión justa. Para un estudio detallado sobre la teoría de la dicción
judicial justa puede verse Taruffo, Michele. «Idee per una teoría della decisione
giusta». En Rivista trimestrale di diritto e procedura civile, vol. 51, núm. 2, 1997, pp. 315 y ss;
Chiarloni, Sergio. «Giusto processo, garanzie processuali, giustizia della decisione».
En Rivista trimestrale di diritto e procedura civile, vol. 62, núm. 1, 2008, pp. 129 y ss.
152 Devis Echandía, Hernando. Teoría general de la prueba judicial. Tomo I. Bogotá: Temis,
2002, pp. 4-5. En este sentido, considera que si el juez es parte del Poder Judicial y, este,
a su vez, integra, junto al Ejecutivo y el Judicial, el Estado, las posiciones sobre el nivel
de intervención del juez se presentan como un reflejo del papel que corresponde al
Estado en los asuntos —por lo general— privados (Bonet, José. «Prueba de oficio souer
(un cóctel técnico entre verdad y garantías)». En Revista de la Maestría de Derecho Procesal,
vol. 3, núm. 1, 2009, p. 2).
153 No se puede negar que la prueba de oficio tiene una gran incidencia, por un lado, con el
acto final con el que se consuma la jurisdicción como autoridad pura y, por el otro, con
el hecho de que el proceso debe organizarse de tal forma que se pueda procurar coincidir
dicha autoridad con la justicia (Fabbrini, Giovanni. «Potere del giudice (dir. proc. civ.)».
En Enciclopedia de Diritto. Tomo XXXIV. Milano: Giuffrè Editore, 1985, p. 721). Se trata
de la proyección de la antigua relación de tensión existente entre la autoridad e individuo,
o, mejor, entre el deber del Estado y los derechos del ciudadano (Russel, Bertrand.
Autoritat e individuo. Milano: Loganesi & C, 1970, p. 50, citado por Alfaro Valverde,
Luis. «Justificación epistémica de los poderes probatorios del juez». Op. cit., p. 162).
158 Cappelletti, Mauro. «Principi fondamentali e tendenze evolutive del processo civile nel
diritto comparato». En Giurisprudenza italiana. Torino: Editore Utet, 1968, p. 21.
159 Es usual que las categorías inquisitorial y adversarial vengan precedidas de las expresiones
«sistemas» o «modelos» sin expresar las razones de ello. Pero se sabe que «sistema» es aquel
conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí que
contribuyen a determinado objeto, mientras que «modelo» significa: arquetipo o punto
de referencia para imitarlo o reproducirlo (Real Academia Española. Diccionario de
la lengua española. Vigésimo tercera edición. Madrid: Espasa, 2014). Por ello, a lo mucho
se puede hablar de sistemas y no tanto de modelos; sin embargo, el uso indiscriminado
de estas expresiones y su falta de precisión puede ser también una de las causas que
contribuyen a la confusión del problema estudiado. En el mismo sentido, Gascón
Inchausti explica que los modelos se diseñan identificando los elementos comunes que
definen a los sistemas que se rigen por aquellos y que la inclusión de un sistema concreto
a un modelo permite conocer los rasgos definitorios de aquel. No obstante, termina
diciendo que hoy en día la división pervive, pero no es tan útil (Gascón Inchausti,
Fernando. «Características de los grandes sistemas de investigación penal del Derecho
comparado». Op. cit., pp. 3-4).
172 En la obra Las caras de la justicia y el poder del Estado. Análisis comparado del proceso legal, de
la Editorial Jurídica de Chile, publicado en el 2000. Versión original en inglés: The Faces
of Justice and State Authority: A Comparative Approach to the Legal Process, publicada por
Yale University Press en 1986. También tiene una traducción en italiano: I volti della
giustizia e del potere. Analisi comparatistica del processo, publicada por Il Molino en 1991.
173 Damaška, Mirjan. Op. cit., p. 169.
174 Ibid, p. 294.
175 Ibid, p. 212.
176 Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del juez y el modelo de proceso». En
Cuadernos Electrónicos de Filosofía del Derecho, núm. 36, 2017, p. 91.
177 Taruffo, Michele. Op. cit., pp. 173-176.
178 Taruffo sintetiza su concepción de decisión judicial justa en la combinación de tres
factores: a) la imparcialidad del procedimiento (justicia procesal); b) la interpretación
y el uso correcto de las predicciones legales sustantivas que gobiernan el caso; y c) la
reconstrucción exacta, completa y veraz de los hechos del caso (Taruffo, Michele.
Teoría de la prueba. Op. cit., p. 302).
179 Damaška, Mirjan. Op. cit., p. 253.
180 Sobre esta idea, Ferrer afirma que implementar políticas públicas mediante el proceso
presupone que las consecuencias jurídicas (a través de las que se desarrollan las políticas)
se apliquen a los casos previstos por el propio derecho. Para sustentar su posición, indica
que, si en los procesos se atribuye la responsabilidad civil al más fuerte y no al causante
del daño, quedaría totalmente frustrada la finalidad de guiar la conducta e implementar
políticas a través del derecho (Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del
juez y el modelo de proceso». Op. cit., p. 92).
181 Ferrer Beltrán, Jordi. Op. cit., p. 91.
182 Ibid, p. 94.
183 Por ejemplo, en Inglaterra es conocido el cambio de la tendencia de un juez sin muchos
poderes de iniciativa propia hacia un rol más activo, conforme a las Civil Procedure Rules
del año 1998, concediéndole amplios poderes para la dirección del proceso.
184 En nuestro sistema, luego de la reforma del año 2014, el artículo 194 del Código Procesal
Civil reconoce al juez la potestad probatoria ex officio y a la par se busca asegurar el
contradictorio.
185 Entre los epistemólogos y teóricos del civil law y common law estarían Twining, Anderson,
Goldman, Kaack, Laudan, Taruffo, Ferrer, Lagier, Vázquez, Gascón Abellán, entre
otros.
186 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Madrid:
Marcial Pons, 2010, pp. 155-156.
187 Se debe precisar que determinadas ideas o creencias que son aceptadas como verdaderas
no necesariamente pueden estar justificadas. Cáceres explica que ante el avance de la
medicina, la herbolaria fue empleada por chamanes para sanar problemas de salud; pero
no podían explicar por qué curaban, salvo que los efectos de los poderes de seres de
otra dimensión sean una razón objetiva para ello, es decir, una verdad por casualidad
no está epistémicamente justificada (Cáceres Nieto, Enrique. «Epistemología jurídica
aplicada». En Fabra Zamora, Jorge Luis y Spector, Ezequiel (coords.). Enciclopedia de
filosofía y teoría del derecho. Vol. III. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma
de México, 2015, p. 2197).
188 Cáceres Nieto, Enrique. Ibid, p. 2198.
189 Laudan, Larry. Verdad, error y proceso penal. Un ensayo sobre epistemología jurídica.
Traducido por Carmen Vázquez y Edgar Aguilera. Madrid: Marcial Pons, 2013, p. 23.
190 Pero conviene anotar que si bien este nomen iuris es utilizado actualmente por estudiosos
de epistemología y teóricos del derecho para referirse al estudio del conocimiento de los
hechos y el razonamiento probatorio del proceso, no está exento de cuestionamientos, en
el sentido de que podría ser muy limitado y ambiguo. Páez sostiene que tradicionalmente
se empleó para hacer referencia al conocimiento del derecho y que una expresión
equivalente sería «filosofía de la prueba jurídica» (Páez, Andrés. «Introducción. La
epistemología y el derecho». En Páez, Andrés (coord.). Hechos, evidencia y estándares
de prueba. Ensayos de epistemología jurídica. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2015, p. 2). A
pesar de estos cuestionamientos, por su uso cada vez más generalizado en la literatura
jurídica del civil law, para el desarrollo de la presente decisión judicial se preferirá utilizar
la expresión epistemología jurídica.
191 Para un mayor análisis y debate sobre estas puede verse Vázquez, Carmen. De la
prueba científica a la prueba pericial. Madrid: Marcial Pons, 2015, pp. 61-69.
192 Laudan, Larry. Op. cit., p. 23. Para Cáceres, un procedimiento confiable supone la
necesidad de justificación de las inferencias que concluyen la verdad de las proposiciones.
En otras palabras, contar con un modelo de normatividad epistémica. Además, agrega
que referirse a la normatividad epistémica implica, al menos, una parte de los elementos
constitutivos de los procedimientos confiables para la determinación de la verdad; tiene
una dimensión tanto descriptiva como normativa; es independiente de la normatividad
jurídica; los hechos y los procesos confiables para la determinación de la verdad no
siempre han sido incorporados por el derecho procesal; las reglas que protegen valores
epistémicos no son las únicas que regulan las decisiones y conductas de los operadores
jurídicos; entre otros (Cáceres Nieto, Enrique. Op. cit., p. 2198).
193 Laudan, Larry. Op. cit., p. 23.
194 Un ejemplo claro del uso de la epistemología jurídica para el estudio de la prueba pericial
puede verse en Vázquez, Carmen. Op. cit.
195 Callari, Francesco. «Verità processo prova certezza: il circuito euristico della gustizia
penale». En Rivista di diritto processuale, vol. 68, núm. 6, 2013, pp. 1351-1352.
196 Taruffo, Michele. Op. cit., p. 155.
197 Ibid, p. 157.
202 Comoglio, Luigi Paolo, Ferri, Corrado y Taruffo, Michele. Lezioni sul processo civile. Il
processo ordinario di cognizione. I. Il processo ordinario di cognizione. Quinta edición. Bologna:
Il Mulino, 2011, p. 457.
203 Laudan, Larry. Op. cit., p. 18.
204 Vázquez opina que es cierto que desde la epistemología jurídica se pueden analizar
también las reglas probatorias en determinados sistemas procesales, pero la solución a
dichos problemas que ofrece no pasa por evaluar el grado de coherencia dentro de un
sistema, sino por evaluar su compromiso con la averiguación de la verdad (Vázquez,
Carmen. Op. cit., 62).
205 Comoglio, Luigi Paolo, Ferri, Corrado y Taruffo, Michele. Op. cit., p. 336.
206 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 192.
207 Damaška, Mirjan. Op. cit., pp. 169 y ss.
208 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 196.
209 En este sentido, Taruffo sostiene que «sería ocioso preguntarse si él puede o no puede,
debe o no debe, buscar las fuentes necesarias para realizar su tarea de reconstrucción de
211 Para un estudio comparado sobre los poderes probatorios del juez, puede consultarse
Taruffo, Michele. «Poderes probatorios de las partes y del juez en Europa». En
DOXA. Cuadernos de Filosofía del Derecho, núm. 29, 2006, pp. 249-271. En este estudio,
el autor examina las diversas posiciones políticas, ideológicas y metajurídicas que
subyacen en el poder probatorio del juez. Se precisa tres modelos existentes en Europa:
i) representado por los ordenamientos en los que el juez cuenta con un poder general
para disponer de oficio la adquisición de las pruebas, no propuestas por las partes, que
considere útiles para la determinación de los hechos; ii) en el que se inspiran la mayor
parte de los ordenamientos actuales que prevé que el juez disponga de algunos poderes
de iniciativa instructoria; y iii) ordenamientos en los que no están previstos de manera
expresa verdaderos poderes de iniciativa instructoria por parte del juez, pero en los que,
sin embargo, el juez desempeña un papel activo en la adquisición de las pruebas, por
ejemplo, el sistema inglés y el español (pp. 255-259). Véase también Nieva Fenoll,
Jordi. «La actuación de oficio del juez nacional europeo». En Diario La Ley, núm. 9000,
Sección Doctrina, junio de 2017.
212 Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del juez y el modelo de proceso».
Op. cit., pp. 97-104. Aunque con otro enfoque, semejante tipología se puede encontrar
en Abel Lluch, Xavier. Iniciativa probatoria de oficio en el proceso civil. Barcelona: J. M.
Bosch Editor, 2005. El autor los clasifica en: i) iniciativa probatoria de oficio (en los
procesos dispositivos y no dispositivos); ii) facultad judicial de integración probatoria;
iii) diligencias finales; e iv) intervención judicial durante la práctica de la prueba.
213 Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del juez y el modelo de proceso».
Op. cit., pp. 96-97.
214 Pueden ser diversas las razones que explican esta predilección por estudiar únicamente
la prueba de oficio del proceso civil, entre otras: i) lo antiguo de la regulación de la
prueba de oficio en muchos ordenamientos jurídicos; ii) los graves defectos en su regula-
ción (sobre todo en la omisión en su procedimiento y límites); y iii) la constante mención
de la doctrina a su posible afectación (o limitación) a ciertos principios jurídicos procesa-
les básicos (el principio dispositivo, carga de la prueba).
215 «Artículo 385. Otros medios de prueba y prueba de oficio: 1. Si para conocer los
hechos, siempre que sea posible, que no se haya realizado dicha diligencia en la inves-
tigación preparatoria o esta resultara manifiestamente insuficiente, el Juez Penal, de
oficio o a pedido de parte, previo debate de los intervinientes, ordenará la realización
de una inspección o de una reconstrucción, disponiendo las medidas necesarias para
llevarlas a cabo». Situación semejante acontece en Estados Unidos de Norteamérica,
específicamente en el artículo 614 de las Federal Rules of Evidence, en donde se esta-
blece que «el tribunal puede llamar a testificar por sí mismo o a pedido de una de las
partes. Cada parte tiene derecho a interrogar al testigo».
216 «Artículo 194. Pruebas de oficio. Excepcionalmente, cuando los medios probatorios
ofrecidos por las partes sean insuficientes para formar convicción, el Juez de Primera
o de Segunda Instancia ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y
pertinentes que considere necesarios para formar convicción y resolver la controversia,
siempre que la fuente de prueba haya sido citada por las partes en el proceso». También,
en el ordenamiento procesal civil francés se establece que el tribunal podrá acordar de
oficio la práctica de todos los actos de prueba que resulten legalmente admisibles (artículo
10 del Code de procédure civile).
220 El profesor Tuzet es quien utiliza la expresión «dos preguntas siamesas» para su
explicación sobre la naturaleza y función del derecho (Tuzet, Giovanni. «Naturaleza
y funciones del Derecho: dos preguntas siamesas». En Discusiones, núm. 11, 2011,
pp. 235-241).
221 Tuzet, Giovanni. Op. cit., p. 236.
222 Sentís Melendo, Santiago. Op. cit., p. 31.
223 Sobre esta forma de razonar puede verse Montero Aroca, Juan. Los principios políticos
de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil. Los poderes del juez y la oralidad. Valencia: Tirant lo
Blanch, 2001, pp. 116 y ss. En relación con las complicaciones sobre el denominado
«principio inquisitivo», puede consultarse Nieva Fenoll, Jordi. «La cattiva reputazione
del principio inquisitorio». En Rivista trimestrale di diritto e procedura civile, vol. 68, núm. 3,
2014, pp. 943-970.
224 Cfr. Montero Aroca, Juan. «Nociones generales sobre la prueba (entre el mito y la
realidad)». En Cuadernos de Derecho Judicial. La prueba, núm. 7, 2000, pp. 29 y ss.
Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes
para formar convicción, el juez, en decisión motivada e inimpugnable, puede
ordenar la actuación de los medios probatorios adicionales que considere
convenientes. Excepcionalmente el juez puede ordenar la comparecencia
de un menor de edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una
especial.
225 Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del
Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28
de diciembre de 2014.
226 Alfaro Valverde, Luis. «Reforma de los poderes probatorios. Hacia una mejor
comprensión de los poderes probatorios». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 23, 2015,
p. 259; Parra, Jairo. Racionalidad de la prueba de oficio. Bogotá: Temis, 2004, pp. 15-18.
227 Alfaro Valverde, Luis. «Reforma de los poderes probatorios. Hacia una mejor
comprensión de los poderes probatorios». Op. cit., pp. 259-260.
232 Afirma Cavani sobre este punto que no ve la forma de cómo emplear la prueba de oficio
sin reemplazar la «carga de corroboración» de las partes. Y es que siempre hay algo que
la parte pudo hacer y que no hizo: solicitar la declaración de un testigo, requerir una
inspección judicial, presentar la escritura pública y no simplemente la minuta, etc. Si
esto es verdad, si es que nunca puede dejar de haber tal reemplazo, parece entonces que
la modificación del año 2014 creó un candado aparentemente inexpugnable. A partir de
aquí es posible construir, como primera alternativa, la de recurrir al control difuso sobre
la norma prohibitiva del artículo 194 del Código Procesal Civil para inaplicarla. Esta
propuesta, a decir verdad, sería intelectualmente más honesta, pues el juez comunicará,
con todas las letras, que sí reemplazará la «carga de corroboración». Las razones pueden
ser diversas: porque debe buscar la verdad; porque de no hacerlo se violaría la tutela
jurisdiccional efectiva del demandante (acceso a la justicia, paridad de armas, etc.);
porque busca aplicar el «principio de socialización del proceso», que le permitiría asistir a
las partes en caso de desigualdad de algún tipo; o simplemente porque entiende que debe
«resolver con justicia» (sea lo que quiera significar esto). No se comulga en lo absoluto
con una posibilidad de este tipo porque el empleo del poder del artículo 194 viola
irremediablemente la seguridad jurídica (el sistema ofrece de antemano una solución
para los casos de falta de probanza) y la imparcialidad judicial (porque el juez pasa a
tener funciones postulantes y porque alimenta sus sesgos a favor del demandante). No
obstante, al menos se debe reconocer que sería la vía argumentativamente más racional
si es que se quiere emplear este poder probatorio. De cualquier manera, el empleo del
poder probatorio del artículo 194, por afectar decisivamente la «carga de corroboración»,
implica un poder intrusivo en extremo con la libertad de las partes en el ejercicio de sus
diversas cargas procesales (Cavani, Renzo. «“Prueba de oficio” y “Carga de la prueba”:
una propuesta equilibrada». En Cavani, Renzo (coord.). Garantías procesales y poderes del
juez. Puno: Zela Grupo Editorial, 2019, pp. 277-303.
233 Martel asume la siguiente postura: «procede solo si el juez, con las pruebas ofrecidas por
las partes, no llega a tener convicción sobre la materia controvertida, pudiendo en tal
supuesto ordenar la actuación de medios probatorios adicionales. Lo adicional supone
que en el proceso las partes han cumplido con su carga de probar, es decir, que han
cumplido con ofrecer los medios probatorios para acreditar sus afirmaciones, pero a
pesar de ellos el juez estima necesario actuar, además, otras pruebas. Asumir posición
contraria, esto es, que el juez podría usar su poder aun cuando las partes no cumplieron
con su carga de probar, podría implicar que el juez se convierte en parte, con lo cual
se desnaturalizaría la esencia del proceso mismo y perdería imparcialidad» (Martel,
Rolando. Op. cit., p. 128).
236 Ferrer sostiene que, si bien en todo proceso hay una intervención decisiva de las partes
sobre la prueba, esta puede ser mayor o menor, compartida con otros sujetos como el
juez, dependiendo de cada ordenamiento y de cada tipo de proceso, lo que significa que
esta facultad puede no ser exclusiva de las partes, pudiendo el juez ordenar la práctica
de pruebas no solicitadas por las partes. Lo importante es que cuanta más información
relevante esté a disposición de quien debe decidir, mayor será la probabilidad de
acierto en la decisión (Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba.
Op. cit., pp. 38-39 y 68).
237 Texto legal que no ha sufrido ninguna modificación desde la primera versión en la Ley
n.o 27584, Ley que regula el proceso contencioso administrativo, publicada en el Diario
Oficial El Peruano, el 7 de diciembre de 2001 (actualmente derogada), que establecía lo
siguiente: «Artículo 29. Pruebas de oficio. Cuando los medios probatorios ofrecidos
por las partes sean insuficientes para formar convicción, el Juez en decisión motivada
e inimpugnable puede ordenar la actuación de los medios probatorios adicionales que
considere convenientes».
238 «Artículo 31. Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes
para formar convicción, el Juez en decisión motivada e inimpugnable puede ordenar la
actuación de los medios probatorios adicionales que considere convenientes».
239 Priori Posada, Giovanni. Comentarios a la ley del proceso contencioso administrativo.
Lima: ARA Editores, 2006, p. 175.
240 Vargas Machuca, Roxana. «Los principios del proceso contencioso administrativo».
En Revista de Derecho Administrativo, núm. 11, 2012, p. 25.
241 Interpretando el citado texto legal, Monzón sostiene que en esencia se está exigiendo
al juzgado que exponga cuál es la pieza que falta demostrar en el razonamiento lógico
jurídico para formar su convicción, lo cual representaría la razón por la cual opta por
efectuar una prueba de oficio (Monzón, Loretta. Comentario exegético a la ley que regula el
proceso contencioso administrativo. Lima: Ediciones Legales, 2011, p. 286).
242 Priori Posada, Giovanni. Op. cit., pp. 181-182.
243 Al respecto, en la Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley
n.o 29497, se hace la precisión de que esta suspensión se realizará siempre que la prueba
no se encuentre disponible en la audiencia y se citará en el mismo acto, señalando fecha
y hora para la continuación de la audiencia; de lo contrario, si se encuentra disponible
en la audiencia, se procede a su actuación inmediata y solo en casos (Academia de la
Magistratura. Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley n.o 29497.
Lima, 2014, p. 128). La guía puede consultarse en http://repositorio.amag.edu.pe/
handle/123456789/48.
244 Aunque esta limitación ha sido objeto de crítica. Se afirma que es «tautológica porque
carece de sentido afirmar que el tema probatorio es ajeno al casatorio en pleno siglo XXI.
Y, por otro lado, es deficiente porque la casación no abre un nuevo proceso, es apenas un
recurso extraordinario, siendo así, se interpone dentro de un proceso abierto y en base
a causales específicas y con requisitos también predeterminados y singulares. Entonces,
decir “proceso de casación” es, cuanto menos, una enorme excentricidad si no se quisiera
admitir que es un gravísimo defecto» (Monroy Gálvez, Juan. «Comentarios a la Ley
Procesal del Trabajo». En THĒMIS. Revista de Derecho, núm. 58, p. 176).
245 Este punto, según Toyama e Higa, se trata de un aspecto que debe resaltarse, pues a
diferencia de lo que ocurría con los procesos seguidos bajo la antigua Ley Procesal del
Trabajo, la falta de ejecución por parte del juez de la prueba de oficio no acarreaba la
nulidad de la decisión final (Toyama, Jorge e Higa, Alfonso. «La prueba en el derecho
laboral: el proceso inspectivo y la justicia oral». En THĒMIS. Revista de Derecho, núm. 37,
2011, p. 225).
246 Monroy, al analizar la regulación de la prueba de oficio en la Ley Procesal del Trabajo,
sostiene que «es absolutamente indispensable regular con precisión tal facultad. Si
el enunciado normativo empieza armando que la prueba de oficio es una “prueba
adicional”, queda claro que su uso se tornará impreciso, por decir lo menos» (Monroy
Gálvez, Juan. Op. cit., p. 176).
247 Aunque en la Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley n.o 29497
sí se indica que debe existir «insuficiencia probatoria» en la actividad desarrollada por
las partes, y establece dos criterios: i) si existen hechos necesitados de prueba que no
han sido dilucidados; y ii) solo requieren prueba los hechos alegados por las partes: las
partes disponen el objeto del proceso, el juez no puede ordenar la actuación de pruebas
para investigar sobre el incumplimiento de derechos no demandados (Academia de la
Magistratura. Op. cit., p. 129).
248 En la Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley n.o 29497 se reconoce
este problema y se propone limitaciones de tipo doctrinal: i) la prueba debe limitarse
a los hechos controvertidos o discutidos por las partes (no introducir hechos); ii) en el
expediente deben constar las fuentes de prueba (por ejemplo, la identidad del testigo
que deberá declarar); y iii) respeto del principio de contradicción (no es una prueba
privilegiada), y otros que se desprenden de las disposiciones constitucionales: i) deber de
motivación; e ii) imparcialidad judicial (Ibid, p. 130).
249 Esta observación es puesta de manifiesto por Monroy, para quien las pruebas de oficio
proceden en caso un hecho esté parcialmente acreditado y el juez considere que se
necesita lograr una convicción respecto de aquel, entonces puede ordenar la actuación
de un nuevo medio probatorio «sin perjuicio de conceder a las partes el derecho a conocer
su requerimiento, a participar de su actuación y a presentar prueba complementaria
o disuasoria sobre el hecho afirmado pero discutido, según fuera el caso» (Monroy
Gálvez, Juan. Op. cit., p. 176).
250 La derogada Ley n.o 26636, Ley Procesal del Trabajo, también regulaba las pruebas
de oficio de la siguiente manera: «Artículo 28. Pruebas de oficio.- El Juez, en decisión
motivada e inimpugnable, puede ordenar la actuación de los medios probatorios que
considere convenientes, cuando los ofrecidos por las partes resulten insuficientes para
producirle certeza y convicción».
251 Las conclusiones establecidas en dicho Pleno Jurisdiccional pueden consultarse en
https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/6b5584004721d13c8a6bdb5d3cd1c288/
Conclusiones+Finales+-+Pleno+Jurisdiccional+Nacional+Laboral+y+Procesal+Labor
al+2018.pdf ?MOD=AJPERES&CACHEID=6b5584004721d13c8a6bdb5d3cd1c288.
252 El Pleno acordó por mayoría que «de manera excepcional, es posible incorporar y valorar
un medio probatorio extemporáneo. El artículo 21 de la Nueva Ley Procesal del
Trabajo, Ley n.o 29497 no debe ser interpretado de una manera cerrada y restrictiva,
pues lo contrario afectaría el principio de veracidad y la justicia que deben prevalecer,
pues el proceso no es un fin en sí mismo, sino un instrumento para el logro de los fines
de la Administración de Justicia».
253 El Pleno acordó por mayoría «sí, es una herramienta útil para plasmar los principios de
economía procesal, celeridad y veracidad, pues tanto el reenvío como la demora en la
resolución de los procesos laborales desnaturaliza el espíritu del nuevo sistema procesal
laboral que debe ser dinámico. La actuación de prueba de oficio en segunda instancia
procede en todo caso, incluso tratándose de prueba extemporánea».
254 En la Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley n.o 29497, también se
asumía dicho criterio: «Si el juez de primera instancia no ordenó la actuación de prueba
de oficio, el superior jerárquico tiene la facultad de ordenarla, si la considera necesaria
para llegar a la verdad real» (Academia de la Magistratura. Op. cit., p. 132).
255 El Pleno acordó por mayoría: «La decisión que dispone la actuación de prueba de oficio
en segunda instancia puede ser dictada inclusive fuera de la audiencia de Vista de la
Causa, si bien, de acuerdo con el caso, debe convocarse a las partes procesales a audiencia
especial para la actuación de la prueba de oficio ordenada».
258 «Artículo 53. Trámite. […] Si el Juez lo considera necesario, realizará las actuaciones
que considere indispensables, sin notificación previa a las partes. Inclusive, puede citar
a audiencia única a las partes y a sus abogados para realizar los esclarecimientos que
estime necesarios».
259 A decir de Donayre, «la posibilidad de actuar otros medios probatorios está sujeta a que
ello no genere una dilación del proceso y, en consecuencia, enerve la tutela rápida y
efectiva que se espera de este tipo de procesos» (Donayre, Christian. Op. cit., p. 14).
260 «Artículo 19. Son deberes de los Magistrados del Tribunal Constitucional: 10. Disponer
la actuación de medios probatorios, siempre que sean indispensables para mejor
resolver».
261 Esta posibilidad se incrementa si lo concordamos con lo previsto en el artículo 119 del
Código Procesal Constitucional, el cual establece: «El Tribunal puede solicitar a los
poderes del Estado y a los órganos de la Administración Pública todos los informes
y documentos que considere necesarios para la resolución de los procesos de su
competencia. En tal caso, el Tribunal habilita un plazo para que las partes conozcan de
ellos y puedan alegar lo que convenga a su derecho».
262 Sobre esta limitación, Taruffo sostiene que si esta sumarización significa renuncia a la
búsqueda de la verdad en el proceso, sacrificando otros derechos de las partes en el proceso
como el contradictorio, se pervierte la finalidad de satisfacción del derecho en el caso
concreto y se institucionaliza un sistema donde se habrá renunciado al ideal regulativo
de justicia (Taruffo, Michele. Páginas sobre justicia civil. Traducción de Maximiliano
Aramburo Calle. Madrid: Marcial Pons, 2009, pp. 282).
263 «Artículo IX. Aplicación supletoria e integración. En caso de vacío o defecto de la
presente ley, serán de aplicación supletoria los Códigos Procesales afines a la materia
discutida, siempre que no contradigan los fines de los procesos constitucionales y los
ayuden a su mejor desarrollo. En defecto de las normas supletorias citadas, el Juez
podrá recurrir a la jurisprudencia, a los principios generales del derecho procesal y a la
doctrina».
264 Cfr. Oré Guardia, Arsenio. Jurisprudencia sobre la aplicación del Nuevo Código Procesal
Penal. Volumen 2. Lima: Academia de la Magistratura, 2012, p. 54.
265 Talavera, Pablo. La prueba en el nuevo proceso penal. Manual del derecho probatorio y de la
valorización de las pruebas en el proceso penal común. Lima: Academia de la Magistratura,
2009, p. 51.
266 Al parecer, en la práctica jurídica este carácter de excepcionalidad es aplicado de manera
disímil. Del estudio de la jurisprudencia se observa que existen dos tendencias: i) jueces
que rechazan la posibilidad de ofrecer prueba, puesto que consideran que tal atribución
afecta el principio de imparcialidad; y ii) jueces que admiten su actuación sin atender
a su excepcionalidad, ampliando su ámbito de aplicación más allá de lo que la norma
permite (Oré Guardia, Arsenio. Op. cit., p. 54).
267 Se espera que el hecho de que se ejercite durante el debate (en la etapa de juzgamiento)
contribuya a que el juez penal no pretenda reemplazar la actuación probatoria de las
partes, conforme queda de manifiesto en el mismo artículo en revisión.
268 Se sostiene que una forma de poder garantizar que los elementos de juicio, para accio-
nar las pruebas de oficio, se extraigan del debate judicial —y no antes— es que el
expediente judicial no esté al alcance del juez de juzgamiento. De lo contrario, se
inferirá ya no del debate sino de la lectura del expediente, lo que puede suponer que tal
poder probatorio se convierte en la regla y no la excepción (Neyra, José. «Las garan-
tías en el nuevo proceso penal peruano». En Revista de la Maestría de Derecho Procesal,
vol. 4, núm. 1, 2010, p. 10).
269 Puede tratarse de prueba sobreviviente o no. No opera en este caso la restricción con-
templada en el artículo 373.o.1, en razón de que como consecuencia de la actuación
probatoria en juicio puede surgir la necesidad de llamar a testigos, que antes no fue-
ron considerados, por el hecho de haber sido mencionados en la audiencia como cono-
cedores de algún hecho relevante, o para contrastar la credibilidad de algún medio de
prueba (Talavera, Pablo. Op. cit., p. 52).
270 Neyra Flores, José. Manual del Nuevo Proceso Penal & de Litigación Oral. Lima: Idemsa,
2010, p. 971.
271 Talavera, Pablo. Op. cit., p. 52.
272 Neyra Flores, José. Op. cit., p. 971.
274 Conviene precisar que, para muchos autores, al principio del contradictorio se le ha
atribuido diversos nomen iuris, entre los más utilizados: bilateralidad, audiencia y
contradictorio. En la mayoría de los ordenamientos jurídicos de Latinoamérica es
común hablar del principio procesal del contradictorio o contradicción. Esto parece
ser a consecuencia de la gran influencia de la doctrina procesal italiana y su principio
del contraddittorio. Sin embargo, en no pocos países (como España y Alemania) a dicho
principio se lo identifica como principio de audiencia. Para un estudio del principio
de audiencia en el derecho procesal peruano: Alfaro Valverde, Luis. El principio de
audiencia. Evolución e influencia en el proceso civil. Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2014.
278 Sobre la constitucionalidad del principio dispositivo, puede verse Almagro Nosete,
José. «Garantías constitucionales del proceso civil». En Justicia. Revista de Derecho Procesal,
núm. 1, 1981, p. 18; Ramos, Francisco. «La influencia de la Constitución en el Derecho
Procesal Civil». En Justicia. Revista de Derecho Procesal, núm. 1, 1983, p. 23; Berzosa,
María. «Principios del proceso». En Justicia. Revista de Derecho Procesal, núm. 3, 1992,
p. 577.
279 La distinción se planteó por primera vez en la doctrina procesal alemana, limitando
el concepto de principio dispositivo (Dispositionsprinzip) al control de las partes, y el de
aportación de parte (Verhandlungsmaxime) a la introducción y prueba de los hechos en el
proceso (Picó i Junoy, Joan. El derecho a la prueba en el proceso civil. Op. cit., p. 209).
280 Idem.
281 Cappelletti, Mauro. La testimonianza della parte nel sistema dell’oralitá (contributo alla
teoria della utilizzazione probatória del sapere delle parti nel processo civile). Segunda edición.
Milano: Giuffrè Editore, 1951, p. 314; Carnacini, Tito. «Tutela guirisdizionale e tecnica
del processo». En Studi in onore de Enrico Redenti. Vol. II. Milano: Giuffrè Editore, 1951,
p. 707.
282 Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Segunda edición. Madrid: Trotta, 2005, p. 44.
283 Por ejemplo, en Francia el Código Procesal Civil reconoce al juez poderes probatorios
de oficio (artículo 10) y a la par regula el respeto al objeto del litigio (artículos 4 y 5) y de
contradicción (artículo 16.1 primer párrafo).
284 Picó i Junoy considera las siguientes manifestaciones: i) el inicio de la actividad
jurisdiccional solo es posible a instancia de parte, de acuerdo con los aforismas nemo iudex
sine actore y ne procedat iudex ex officio; ii) la determinación del objeto del proceso corres-
ponde únicamente a los litigantes; iii) las resoluciones judiciales deben ser congruentes
con las pretensiones de las partes, siendo vigente el brocardo ne eat iudex ultra petita
partium; y iv) la finalización de la actividad jurisdiccional se atribuye en exclusiva a la
voluntad de los litigantes, quienes pueden disponer libremente tanto de la res in iudicium
deductae, mediante la renuncia, el allanamiento o la transacción, como de la conti-
nuación del proceso, a través del desistimiento o la caducidad de la instancia (Picó i
Junoy, Joan. El juez y la prueba. Estudio de la errónea recepción del brocardo iudex iudicare
debet secundum allegata et probata, non secundum conscientiam y su repercusión actual.
Op. cit., pp. 90-100).
285 Un caso representativo de lo dicho se puede encontrar en el ordenamiento francés, ya que
el Código Procesal Civil asegura el respeto al principio dispositivo (arts. 1, 4 y 5) y a la
par reconoce poderes probatorios de oficio al juez (artículo 10). Este modelo restablece el
equilibrio y, es más, se ha dicho que la vigencia de su texto procesal es que los artículos
del 1 al 13 definen un auténtico principio de cooperación del juez y las partes en la
elaboración del juicio hacia el cual está orientado el procedimiento civil (Cadiet, Loïc.
«El nuevo Código Procesal Civil francés veinticinco años después». En Derecho, núm. 53,
2000, p. 710).
289 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 201.
290 Liebman, Enrico. Manuale di diritto processuale civile. Tomo II. Cuarta edición. Milano:
Giuffrè Editore, 1984, pp. 84-85. Cfr. Redenti, Enrico. Diritto processuale civile. Tomo II.
Milano: Giuffrè Editore, 1957, p. 33.
291 Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., p. 181.
292 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 202.
293 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., p. 112.
294 Barbosa Moreira, José Carlos. «Breves reflexiones sobre la iniciativa oficial en materia
de prueba». En Libro homenaje a Jaime Guasp. Granada: Comares, 1984, p. 156.
295 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit., p. 202.
296 Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del juez y el modelo de proceso».
Op. cit., p. 91.
297 Para un estudio histórico sobre el principio del contradictorio, puede verse Picardi,
Nicola. «Audiatur et altera pars. Le matrici storico-culturali del contraddittorio». Op. cit.,
pp. 7 y ss.
298 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., p. 118.
299 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit., p. 201.
323 En la doctrina procesal peruana, antes de la reforma, puede verse Ledesma Narvaez,
Marianella. «La prueba de oficio en el sistema dispositivo». En Diálogo con la Jurisprudencia,
1999, pp. 19-22; Ariano Deho, Eugenia. «Prueba de oficio y preclusión». En Diálogo
con la jurisprudencia, núm. 30, 2001, pp. 94-105; Coaguila Valdivia, Jaime Francisco.
«La prueba de oficio en el proceso civil». En Cuadernos Jurisprudenciales, núm. 42, 2004,
pp. 8-9; Obando Blanco, Roberto. «Constitucionalidad de la iniciativa probatoria del
juez en la proposición de la prueba de oficio en el proceso civil». En JUS. Doctrina &
Práctica. Lima: Grijley, 2007, p. 191; Abanto Torres, Jaime. «La prueba de oficio en la
jurisprudencia de la Corte Suprema. Los vaivenes entre los deberes y las facultades del
juzgador, la jerarquía y la independencia judicial». En JUS. Doctrina & Práctica. Lima:
Grijley, 2007, pp. 248-254; Alfaro Valverde, Luis. «Reflexiones sobre la iniciativa
probatoria del juez en el derecho procesal civil peruano». En Revista Jurídica del Perú,
núm. 91, 2008, pp. 358-359; entre otros.
324 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil: un debate mal planteado».
En Revista Oficial del Poder Judicial, vol. 2, núm. 1, 2008, p. 320.
325 Cordón Moreno, Faustino. «En torno a los poderes de dirección del juez civil». En
Revista de Derecho Privado, núm. 9, 1979, p. 816.
326 Taruffo, Michele. Páginas sobre justicia civil. Op. cit., p. 363.
327 Picó i Junoy, Joan. El juez y la prueba. Estudio de la errónea recepción del brocardo iudex
iudicare debet secundum allegata et probata, non secundum conscientiam y su repercusión
actual. Op. cit., pp. 99-101.
328 Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Segunda edición. Madrid: Civitas,
2002, p. 27. Para el autor, las partes deciden qué hechos quedan en valor de controvertidos,
al ser ellas mismas las que poseen la facultad de admitir los existentes alegados por la
parte contraria, quedando el juez obligado a no desconocerlos.
329 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., pp. 101-102.
330 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 200.
336 Abel Lluch, Xavier. «Las facultades directivas del juez en la audiencia previa: con
respecto a la función conciliatoria y con respecto a la facultad judicial de integración
probatoria». En Cuadernos Digitales de Formación, núm. 8, 2009, p. 24.
337 Trocker afirma que las partes tienen un derecho garantizado constitucionalmente para
presentar o proponer los medios de prueba que consideren útiles para la reconstrucción
de la verdad del juicio y para demostrar la validez de sus reclamaciones, pero no tienen
derecho a que el magistrado asuma efectivamente tales pruebas (Trocker, Nicolò.
Processo civile e costituzione. Problemi di diritto tedesco e italiano. Milano: Giuffrè Editore, 1974,
p. 512, citado por Ramírez Carvajal, Diana María. «Precisiones constitucionales so-
bre los poderes de instrucción que tiene el juez». En Diálogos de Saberes, núm. 30, 2009,
p. 282).
338 Taruffo, Michele. «Investigación judicial y producción de prueba por las partes». En
Revista de Derecho, vol. 15, 2003, p. 211.
339 Ortells, Manuel. «Me inclino por el juez activo en la Dirección del Proceso». En Hacia
una Nueva Justicia Civil. Boletín Jurídico del Ministerio de Justicia, núm. 7, año 4, 2005, p. 50.
340 Cfr. Abanto Torres, Jaime. Op. cit., pp. 249 y 261; Alfaro, Luis. «Reflexiones sobre la
iniciativa probatoria del juez en el derecho procesal civil peruano». En Revista Jurídica del
Perú, núm. 91, 2008, p. 358; entre otros autores.
341 Alfaro Valverde, Luis. La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la prueba de oficio.
Op. cit., p. 195.
342 «Artículo 435: Diligencias finales. Procedencia. 2. Excepcionalmente, el tribunal podrá
acordar, de oficio o a instancia de parte, que se practiquen de nuevo pruebas sobre
hechos relevantes, oportunamente alegados, si los actos de prueba anteriores no hubieran
resultado conducentes a causa de circunstancias ya desaparecidas e independientes de
la voluntad y diligencia de las partes, siempre que existan motivos fundados para creer
que las nuevas actuaciones permitirán adquirir certeza sobre aquellos hechos. En este
caso, en el auto en que se acuerde la práctica de las diligencias habrán de expresarse
detalladamente aquellas circunstancias y motivos».
343 «Artículo 606. Interdicto de retener. Procede cuando el poseedor es perturbado en su
posesión. La perturbación puede consistir en actos materiales o de otra naturaleza, como
la ejecución de obras o la existencia de construcciones en estado ruinoso. Si así fuera,
la pretensión consistirá en la suspensión de la continuación de la obra o la destrucción
de lo edificado, aunque se pueden acumular ambas pretensiones. En todos los casos, la
pretensión consistirá en el cese de estos actos. Admitida la demanda, el Juez ordenará,
en decisión inimpugnable, se practique una inspección judicial, designando peritos o
cualquier otro medio probatorio que considere pertinente. La actuación se entenderá
con quien se encuentre a cargo del bien inspeccionado» [resaltado añadido].
344 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil: un debate mal planteado».
Op. cit., p. 320.
345 «Artículo 121. […]. Mediante la sentencia el Juez pone fin a la instancia o al proceso,
en definitiva, pronunciándose en decisión expresa, precisa y motivada sobre la
350 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil: un debate mal planteado».
Op. cit., p. 320.
351 Ibid, pp. 320-321.
352 «Artículo 139.- Principios de la Administración de Justicia. Son principios y derechos de
la función jurisdiccional: [...] 5. La motivación escrita de las resoluciones judiciales en
todas las instancias, excepto los decretos de mero trámite, con mención expresa de la ley
aplicable y de los fundamentos de hecho en que se sustentan».
365 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil: un debate mal planteado».
Op. cit., p. 321.
en aplicación del artículo 194 del Código Procesal Civil, sin corrérsele traslado
previo; al respecto, debe señalarse que la norma del citado artículo 194, en su
texto modificado por el artículo 2 de la Ley número 30293, constituye una
norma de excepción, que autoriza al juez a disponer la actuación de medios
probatorios de oficio cuando los ofrecidos por las partes sean insuficientes
para que se forme convicción; para la adopción de dicha decisión no se ha
previsto como regla del procedimiento que previamente deba correrse traslado
a las partes informando la posibilidad de incorporar medios probatorios de
oficio, sino que recién, una vez incorporados —no antes— respecto a dichos
medios probatorios, se debe asegurar el derecho de contradicción a las partes
que incluye el derecho de defensa de la demandante366 [subrayado agregado].
366 Para mayor desarrollo de este caso, la Corte Suprema afirmó que el contradictorio fue
garantizado, ya que «la Resolución número veintiuno que dispuso la actuación oficiosa,
fue puesta en conocimiento de las partes, siendo que precisamente, en ejercicio legítimo de
su derecho a la defensa, la demandante tuvo la posibilidad de manifestar lo que consideró
pertinente a su derecho, que en este caso se evidenció a través de un pedido de nulidad en
donde cuestionó la incorporación de medios probatorios de oficio y también a través de
una tacha en la cual los cuestionó directamente, indicando que se estaban incorporando
documentos que adolecerían de falsedad; es decir, tuvo posibilidad efectiva de ejercer
su derecho de contradicción respecto a los medios probatorios incorporados de oficio
al proceso». Además, deja entrever la posibilidad de que este contradictorio diferido se
haga en una audiencia, cuando manifiesta que «se debe indicar que no se requería que la
actuación de los medios probatorios incorporados de oficio se realice en audiencia por
tratarse de documentos que no necesitaban ser actuados en audiencia, siendo suficiente
su puesta en conocimiento a las partes, resultando aplicable en este punto, de manera
extensiva, lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 468 del Código Procesal Civil»
[subrayado nuestro].
367 Esta posición fue asumida por nuestra Corte Suprema en la Casación n.o 838-2006-Lima,
en la que se señaló: «conviene precisar que la estación procesal en la que se fijan puntos
controvertidos busca establecer los extremos de la demanda y la contestación que van a
ser necesariamente objeto de pronunciamiento por el juez de la causa, sean estos fácticos
o de derecho derivados de los hechos que motivaron la litis o de la interpretación y
aplicación de las normas en el caso concreto, porque resulta erróneo sostener que cuando
se fijan los puntos controvertidos aquellos correspondan únicamente a los que serán
materia de probanza».
368 Couture, Eduardo. Fundamentos del derecho procesal civil. Op. cit., pp. 121-122.
369 Calamandrei, Piero. Proceso y democracia. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa
América, 1960, p. 29.
370 Proto Pisani, Andrea. Op. cit., p. 25.
371 Nieva Fenoll, Jordi. Derecho procesal I. Introducción. Madrid: Marcial Pons, 2014,
pp. 63-64.
372 En particular, Alzamora sostenía que «la división del proceso en fases o etapas cerradas
y sucesivas se denomina preclusión» (Alzamora Valdez, Mario. Derecho Procesal Civil.
Teoría General del Proceso. Séptima edición. Lima: JVG, 1981, p. 286).
373 Sobre el particular, Ariano afirma que «como nosotros heredamos de España el
“preclusivo” juicio ordinario, se nos presenta (aún hoy en que el “juicio solemne
y dispendioso” ha sido formalmente eliminado) de lo más natural y consustancial al
proceso mismo el que necesariamente esté dividido en un conjunto de fases, las que a su
vez deben estar —también inexorablemente— conformadas por un conjunto de actos. A
cada fase un conjunto de actos. Cerrada la fase, se pasa a otra, no pudiéndose ya realizar
los actos correspondientes a la fase anterior. En suma, cuando se dice “preclusión” se
piensa, por un lado, en la división del proceso en fases y, por el otro, en la consecuencia:
la pérdida —para las partes— de la posibilidad de realizar tal o cual acto por haber
pasado el plazo previsto por la ley o por haberse ya cerrado el estadio procesal respectivo»
(Ariano, Eugenia. «Prueba y preclusión. Reflexiones sobre la constitucionalidad del
Proceso Civil peruano». Op. cit., p. 73).
374 Fix-Zamudio, Héctor y Ovalle Favela, José. Derecho procesal. Ciudad de México:
Universidad Nacional Autónoma de México, 2016, p. 60.
375 Monroy Gálvez, Juan. «La postulación del proceso en el Código Procesal Civil». En
THĒMIS. Revista de Derecho, núm. 23, 1992, p. 33.
376 Fix-Zamudio, Héctor y Ovalle Favela, José. Op. cit., p. 60.
377 Además, se habla de etapa de impugnación. No obstante, en el primer caso siempre
tendrá el carácter de ser contingente, en tanto y en cuanto, a diferencia de los momentos
antes mencionados, no necesariamente las partes están llamadas a transitar. Es decir, el
acto de impugnación está sujeto a la decisión que en libertad realicen las partes. De este
modo puede existir un proceso que termine en primera instancia.
Estas fases de todo procedimiento civil (que son también aplicables a los
demás procesos no penales y penal) sirven de soporte o base para todo el
iter que transitan los medios de prueba presentados por las partes. En efecto,
a diferencia de otras instituciones o categorías procesales, cuya presencia
en el proceso puede ser esporádica, la actividad probatoria se encuentra
presente desde el primer acto procesal hasta la emisión de la decisión final
del proceso. Hay una especie de coparticipación entre las partes y el juez
en cuanto a la gestión del material probatorio en los diversos momentos o
fases del proceso; motivo por el cual, como se ha puesto en evidencia, se
viene reconociendo como derecho fundamental por él. Lo que ciertamente
no excluye la aportación o iniciativa excepcional del juez para provocar la
posibilidad del ingreso de un nuevo elemento de prueba. En tal sentido, por
una cuestión de orden y coherencia con las mismas fases del proceso, el
procedimiento probatorio se desarrolla en las siguientes etapas: ofrecimiento,
admisión, actuación y valoración.
En la etapa de ofrecimiento las partes tienen la posibilidad de presen-
tar los elementos de prueba necesarios que busquen demostrar los hechos
expuestos. De ordinario, demandante y demandado los presentan en la fase
postulatoria. En concreto, acompañan a los escritos de demanda y contes-
tación de demanda. Al calificar estos escritos y haber cumplido con las
formalidades legales para su presentación, el juez debe tenerlos por ofre-
cidos. Superado este momento viene la admisión de las pruebas, momento
en el que el juez debe realizar una evaluación o examen de las pruebas
ofrecidas, a partir del criterio de pertinencia (que estén relacionados con
los hechos controvertidos), cuidando también que no hayan sido obtenidos
afectando derechos fundamentales (licitud); en caso contrario, tiene la
potestad probatoria de declarar improcedentes los medios de prueba.
Aunque comprendemos que no resulta sencilla la tarea para el juez, sí
entendemos que el medio de prueba aportado tiene cuestionamientos de
ilicitud, ya que una improcedencia liminar no siempre es lo más aconse-
jable, pues si bien puede aplicar en sentido formal la regla de exclusión y
expulsar el medio de prueba, puede encontrarse con una excepción a la
misma y reservar su pronunciamiento para un mejor análisis respecto de la
ilicitud, cuando corresponda decidir la controversia. También debe puntua-
lizarse que, en el proceso civil, a diferencia del penal, no se ha establecido
378 Nieva Fenoll, Jordi. La valoración de la prueba. Madrid: Marcial Pons, 2010, p. 34.
379 Couture, Eduardo. Fundamentos del derecho procesal civil. Op. cit., p. 257.
380 Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Op. cit., p. 46
381 Cfr. Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Navarra: Civitas, 2005, p. 544.
382 Gascón, Marina. Cuestiones probatorias. Bogotá: Universidad Externado de Colombia,
2012, pp. 58-59.
383 Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Op. cit., p. 41.
384 Devis Echandía, Hernando. Compendio de derecho procesal. Pruebas judiciales. Tomo II.
Bogotá: ABC, 1982, p. 99.
385 Dohring, Erich. La prueba, su práctica y su apreciación. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas
Europa América, 1972, p. 16.
388 Gorphe, François. De la apreciación de las pruebas. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas
Europa América, 1955, p. 9.
389 Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Traducción de Jordi Ferrer Beltrán. Madrid:
Trotta, 2002, p. 387.
390 Cappelletti, Mauro. El proceso civil en el derecho comparado. Las grandes tendencias
evolutivas. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa América, 1973, p. 89.
391 Couture, Eduardo. Fundamentos del derecho procesal civil. Op. cit., p. 268.
392 Cappelleti, Mauro. La oralidad y las pruebas en el proceso civil. Traducción de Santiago
Sentís Melendo. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa América, 1972, p. 41.
393 Cfr. Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el Derecho. Bases argumentales de la prueba.
Tercera edición. Op. cit., p. 141.
394 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Op. cit., p. 271.
395 Rosenberg, Leo. Derecho procesal civil. Tomo II. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa
América, 1955, p. 206.
399 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Op. cit., pp. 270-271.
400 Alsina, Hugo. Tratado teórico práctico de derecho procesal civil y comercial. Tomo VI. Buenos
Aires: Ediar Editores, 1961, p. 760.
401 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Op. cit., p. 270.
402 Según Stein, las máximas de experiencia «son definiciones o juicios hipotéticos de
contenido general, desligados de los hechos concretos que se juzgan en el proceso,
procedentes de la experiencia, pero independientes de los casos particulares de cuya
observación se han inducido y que, por encima de esos casos, pretenden tener validez
para otros nuevos» (Stein, Friedrich. El conocimiento privado del juez. Pamplona: Ediciones
Universidad de Navarra, 1973, p. 30).
403 Nieva Fenoll, Jordi. Op. cit., pp. 89-90.
407 «Artículo 281.- El razonamiento lógico-crítico del Juez, basado en reglas de experiencia o
en sus conocimientos y a partir del presupuesto debidamente acreditado en el proceso,
contribuye a formar convicción respecto al hecho o hechos investigados».
408 «Artículo 25 del CC.- La prueba referente al nombre resulta de su respectiva inscripción
en los registros de estado civil. […]
Artículo 363 del CC.- El marido que no se crea padre del hijo de su mujer puede negarlo:
1.- Cuando el hijo nace antes de cumplidos los ciento ochenta días siguientes al de la
celebración del matrimonio.
2.- Cuando sea manifiestamente imposible, dadas las circunstancias, que haya cohabitado
con su mujer en los primeros ciento veintiún días de los trescientos anteriores al del
nacimiento del hijo.
3.- Cuando está judicialmente separado durante el mismo período indicado en el inciso
2); salvo que hubiera cohabitado con su mujer en ese período.
4.- Cuando adolezca de impotencia absoluta.
5.- Cuando se demuestre a través de la prueba del ADN u otras pruebas de validez
científica con igual o mayor grado de certeza que no existe vínculo parental. El Juez
desestimará las presunciones de los incisos precedentes cuando se hubiera realizado
una prueba genética u otra de validez científica con igual o mayor grado de certeza.
[…]
Artículo 370 del CC.- La carga de la prueba recae sobre el marido en los casos del Artículo
363, incisos 2 y 4. En el caso del inciso 1 solo está obligado a presentar las partidas de
matrimonio y la copia certificada de la de nacimiento; y en el del inciso 3, la resolución
de separación y la copia certificada de la partida de nacimiento. Corresponde a la mujer
probar, en sus respectivos casos, haberse dado las situaciones previstas en el Artículo 363,
inciso 3, o en el Artículo 366».
409 Ferrer Beltrán, Jordi. «Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judicia-
les». Op. cit., p. 29.
410 González, Daniel. Quaestio Facti. Ensayos sobre prueba, causalidad y acción. Lima: Palestra
Editores, 2005, p. 40.
411 Taruffo, Michele. «Algunas consideraciones sobre la relación entre prueba y verdad».
En Discusiones, núm. 3, 2003, p. 18.
412 Ibid, pp. 22-23.
413 Gascón, Marina. «Sobre la posiblidad de formular estándares de prueba objetivos». En
Ortega Gomero, Santiago (ed.). Proceso prueba y estándar. Lima: Ara Editores, 2009,
pp. 18 y ss.
414 Parra, Jairo. Racionalidad de la prueba de oficio. Op. cit., pp. 15-18.
415 Alfaro, Luis. «La motivación y la prueba de oficio: racionalidad de la iniciativa
probatoria del juez». En Revista de la Maestría en Derecho Procesal, vol. 6, núm. 1, 2016,
p. 60.
416 Hunter Ampuero, Iván. «Reglas de prueba legal y libre valoración de la prueba: ¿cómo
conviven en el Proyecto de Código Procesal Civil?». En Ius et Praxis, núm. 1, año 23,
2017, p. 250.
417 Ibid, p. 251.
law como, por ejemplo, Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción
de los hechos. Op. cit.; Ferrer Beltrán, Jordi. La prueba y verdad en el derecho. Op. cit.;
Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba.
Segunda edición. Op. cit.; entre otros.
424 Twining, William. Op. cit., p. 326.
425 El artículo 139, inciso 5), consagra como garantía de la función jurisdiccional «la
motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las instancias, excepto los
decretos de mero trámite».
426 Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba.
Segunda edición. Op. cit., pp. 184 y ss.
PARTE CONSIDERATIVA:
2. Precedente judicial
S. S.
Távara Córdova
Romero Díaz
Hurtado Reyes
Huamaní Llamas
Cabello Matamala
Salazar Lizarraga
Calderón Puertas
De la Barra Barrera
Céspedes Cábala
Bustamante Zegarra
Principales
piezas procesales
[2.1.] Del proceso principal (Exp. n.o 00026-2013)
Artículos sobre el
Décimo Pleno Casatorio Civil
3.1. Precedente o discurso sobre la prueba de oficio y
su aplicación en la oralidad civil
1. Introducción
3 Ibid, fundamento 6.
aludiendo el recurrente que las instancias de mérito han sostenido que las
denominaciones del predio no les habían generado certeza ni convicción
respecto a la identificación del predio a fin de determinar el bien materia
de reivindicación, habiendo omitido el juez, siendo el director del proceso,
hacer uso de la facultad discrecional conferida en la norma legal glosada.
Además, la infracción del artículo 197 del Código Procesal Civil, esto es,
la obligación del juez de valorar en forma conjunta y razonada todos los
medios de prueba4.
4 Idem.
5 Ibid, p. 9.
6 El primer Plan Piloto de la Oralidad Civil se inició oficialmente el 26 de diciembre de
2018 y fue aprobado mediante Resolución Administrativa n.o 312-2018-CE-PJ. Aprueban
Proyecto Final para la Creación y Actuación del Módulo Civil Corporativo de Litigación
Oral de la Corte Superior de Justicia de Arequipa.
Para hacer distinguishing, que puede ser aplicado según la propia Suprema
por todos los jueces, lo importante son los hechos del caso. Entonces, cuando
un pleno casatorio establece reglas que son genéricas y no aplicables al
caso que resuelve, el juez no puede realizar distinguishing o, por el contrario,
no debe seguir dicho precedente, no solo apelando a la independencia juris-
diccional que tiene cada juez, sino a la dificultad de identificar el precedente
a su caso. Ambas soluciones son malas para fortalecer un sistema jurídico,
por lo que es necesario que los plenos se limiten a lo debido.
Cuando el Noveno Pleno Casatorio Civil, en el citado fundamento 63,
se refiere a la técnica del overruling, la diferencia del distinguishing, seña-
lando que no es un problema de inaplicación, por la no ocurrencia de sus
9 Dyer, Edward. El precedente constitucional. Análisis cultural del derecho. Lima: Ara Editores,
2015, p. 278.
10 Barker, Robert. Op. cit., p. 29.
Estos principios deben ser invocados por los Magistrados de todas las ins-
tancias judiciales, cualquiera que sea su especialidad, como precedente de
obligatorio cumplimiento. En caso que por excepción decidan apartarse
de dicho criterio, están obligados a motivar adecuadamente su resolución
dejando constancia del precedente obligatorio que desestiman y de los fun-
damentos que invocan. Los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la
República pueden excepcionalmente apartarse en sus resoluciones jurisdic-
cionales, de su propio criterio jurisprudencial, motivando debidamente su
resolución, lo que debe hacer conocer mediante nuevas publicaciones.
11 Marinoni, Luiz Guilherme. La ética de los precedentes. Lima: Palestra Editores, 2017, p. 79.
12 Guastini, Ricardo. Interpretar y argumentar. Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2014, pp. 77-79.
13 Pino, Giorgio. Derechos e interpretación. El razonamiento jurídico en el Estado constitucional.
Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2014, p. 37.
14 Guastini, Ricardo. Ensayos escépticos sobre la interpretación. Puno: Zela Grupo Editorial,
2018, pp. 179-194.
15 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Op. cit.
20 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Op. cit.,
p. 112.
21 Ibid, p. 113.
22 Ibid, p. 114.
23 Idem.
24 En la parte considerativa de dicha casación se señaló: «Quinto.- […] De otro lado, cabe
señalar que si bien es cierto el presente proceso se ha desarrollado dentro del marco del
“Proyecto Piloto para la Modernización del Despacho Judicial en los Juzgados Civiles”; sin
embargo, ello no genera estado de indefensión a las partes y menos a la parte demandada
recurrente ya que, conforme lo señala el Colegiado Superior: “dicho proyecto está enfocado
en cambios significativos de la organización, administración y gestión de reglas y prácticas
operativas de trabajo para hacer más eficiente y accesible la composición de conflictos bajo
el esquema de un procesamiento oral, establecidas en las Resoluciones Administrativas
n.o 124-2018-CE-PJ y n.o 311-2018-CE-PJ, y dentro del marco de respeto irrestricto de
los principios procesales que componen el debido proceso desarrollado en nuestro marco
procesal civil y en la Constitución Política del Perú. De la pretensión impugnatoria: Por
nuestra parte, a fin de transparentar la decisión del Colegiado, en esta instancia se asumió
la práctica de citar a audiencia al amparo del artículo 51 inciso tercero del Código Procesal
Civil; repotenciando no solamente los principios procesales de inmediación, celeridad
y economía procesal, sino también el principio de oralidad y congruencia recursal, ello
conjuntamente con el ejercicio de derechos de defensa y contradictorio que les corresponde
a las partes. Por lo cual procedemos a fijar las cuestiones controvertidas en mérito a la
pretensión impugnatoria invocada en el recurso de apelación, quedando la posibilidad que
el Colegiado asuma como cuestión controvertida oficiosa alguna nulidad absoluta sobre
la que pueda versar su pronunciamiento” [sic]. Esta buena práctica procesal orientada
a hacer viables los principios de celeridad, concentración, transparencia, etc., no atenta
contra el debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva; y en el presente caso concreto
no se aprecia violación ni restricción al debido proceso, ni al derecho de defensa, etc., de
la parte demandada, quien ejerció plenamente su derecho al contradictorio, su derecho a
ofrecer y actuar pruebas, a la impugnación de las resoluciones, etc.; por lo que el recurso
debe ser desestimado».
25 Artículo 194 del CPC: «Excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos por
las partes sean insuficientes para formar convicción, el Juez de Primera o de Segunda
Instancia ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y pertinentes que
considere necesarios para formar convicción y resolver la controversia, siempre que
la fuente de prueba haya sido citada por las partes en el proceso. Con esta actuación
probatoria el Juez cuidará de no reemplazar a las partes en su carga probatoria, y
deberá asegurarles el derecho de contradicción de la prueba. La resolución que ordena
las pruebas de oficio debe estar debidamente motivada, bajo sanción de nulidad, siendo
esta resolución inimpugnable, siempre que se ajuste a los límites establecidos en este
artículo. En ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de la sentencia por no
haberse ordenado la actuación de las pruebas de oficio. El Juez puede ordenar de manera
excepcional la comparecencia de un menor de edad con discernimiento a la audiencia de
pruebas o a una especial».
26 García Odgers, Ramón. «El surgimiento del judicial case management: una síntesis
evolutiva del control judicial del proceso civil en Europa». En Revista de Estudios Históricos-
Jurídicos, núm. 41, 2019, p. 182.
27 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil y sus límites». En Revista
Peruana de Derecho Procesal, núm. 2, 1998, p. 17.
del proceso que tenía el juez, como apunta Juan Morales Godo. Tomado de Polanco
Gutiérrez, Carlos. Litigación oral en el proceso, el juez y los abogados en el nuevo proceso civil.
Lima: Gaceta Jurídica, 2020, p. 81.
32 Bidart inclusive considera que, al ofrecer prueba de oficio, los poderes del juez son ilimi-
tados, es decir, que inclusive sus facultades van más allá de los hechos controvertidos por
las partes, por lo que el juez puede introducir hechos. Esta posición no es compartida por
muchos doctrinarios, como Véscovi.
35 Duce, Mauricio, Marín, Felipe y Riego, Cristián. «Procesos civiles orales: consideraciones
básicas para su diseño». En Justicia civil: perspectivas para una reforma en América Latina.
Santiago: Centro de Estudios de Justicia de las Américas, 2008, p. 22.
4. Conclusiones
39 Como menciona Cappelletti, la famosa decretal del papa Inocencio II de 1216 alejó al
juez de las partes al establecer la escritura como medio ideal para el litigio en el proceso
canónico, y con ello todos los actos procesales debían estar por escrito (actas y recursos), y
solamente sobre tales documentos juzgaba el juez.
Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil y sus límites».
En Revista Peruana de Derecho Procesal, núm. 2, 1998, pp. 13-28.
1. Aspectos generales
3 Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil». En
Abel Lluch, Xavier y Picó i Junoy, Joan (coords.). Problemas actuales de la prueba civil.
Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2005, p. 25.
4 Como refiere Joan Picó i Junoy, citado por Corte Suprema de Justicia de la
República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Lima: 24 de septiembre de 2020, p. 27.
Este sistema tiene su origen en la Europa cristiana del año 1000, época en
la que existía la institución de la inquisición medieval7. Se caracteriza por
una autoridad unilateral del juez, quien ejecuta e impulsa cada una de las
etapas procesales; es decir, en definitiva, el juez realiza todas las actuaciones
procesales, siendo este el ente activo, mientras que las partes se presentan
como pasivas frente a este sistema procesal.
Este sistema posteriormente fue denominado «eficientísimo procesal»,
culminada la Segunda Guerra Mundial, en que se empezó a promover de
forma progresiva la predisposición a que los derechos fundamentales sean
reconocidos en las diversas constituciones, en el contexto del fenómeno
referido de la constitucionalización del derecho, influenciado por la
5 Ibid, p. 28.
6 Alvarado Velloso, Adolfo. Sistema procesal. Garantía de la libertad. Tomo I. Santa Fe:
Rubinzal-Culzoni, 2009, p. 62.
7 Época en la cual se facultaba a los obispos a inspeccionar los pueblos y juzgar a los here-
jes; posteriormente, en virtud del Concilio de Letrán (1215), se designaron jueces inqui-
sidores especiales. Este fue el inicio de la creación de tribunales inquisitoriales como el del
Santo Oficio. Con el tiempo, este tribunal no solo juzgaba delitos contra la fe (herejía),
sino también contra las buenas costumbres y otros deberes clericales. Estos procesos eran
impulsados de oficio por el juez, e inicialmente se caracterizaron por ser escritos o pri-
vados. En 1480, el Tribunal de la Inquisición Española actuaba tanto en casos eclesiásticos
y de tribunal civil (Gaitán Guerrero, Loly Aylú. «La prueba de oficio en el proceso
civil: ¿imparcialidad del juez e igualdad de las partes?». En Revista de Derecho Privado,
núm. 43, 2010, p. 5).
12 De acuerdo con Mauro Cappelletti, citado por Loutayf Ranea, Roberto. Principio
dispositivo. Buenos Aires: Astrea, 2016, p. 9.
13 Según Osvaldo Gozaíni, citado por Loutayf Ranea, Roberto. Idem.
El rol reservado al juez en el diseño del proceso civil es sin duda el ámbito
en el que las ideologías se enfrentan con mayor ahínco, aunque muchos
sectores le resten importancia. El enmarcado en el principio dispositivo,
la bilateralidad y la amplia contradicción se cuestionan con la mayor
amplitud y densidad de los poderes-deberes judiciales. Nos encontramos
divididos respecto de la concepción de proceso civil, dado que, por un
lado, el garantismo hace referencia al proceso como un método pacífico de
debate mediante el cual los antagonistas dialogan para lograr la solución
—mediante resolución de la autoridad— de los conflictos intersubjetivos de
intereses que mantienen, y cuya razón se halla en la necesidad de erradicar
la fuerza ilegítima en una determinada sociedad para mantener en ella un
estado de paz45. Esto implica que los contendientes deben estar en igualdad
de condiciones y el proceso debe ser resuelto por un tercero imparcial
que ostenta el carácter de autoridad-juez. En este sentido, lo esencial es la
igualdad de las partes y la imparcialidad del juzgador, que tienen cabida
dentro del sistema dispositivo, en el que el juez debe adoptar una posición
absolutamente neutral dentro del proceso.
En el garantismo procesal, la posición adoptada en relación con la prueba
de oficio puede reseñarse en lo señalado por Montero Aroca46, quien refiere
que no se la puede entender en el sentido de que, por medio de la misma:
1. Llegue a desconocerse lo relativo a la carga de la prueba que pesa sobre
las partes. El juez no puede desvirtuar esa regla general y, por medio de
las diligencias para mejor proveer, dejarla sin sentido.
Por otro lado, el activismo judicial nos presenta una corriente de pensa-
miento de un juez comprometido con la realidad del caso justiciable, que
sabe tomar en cuenta las circunstancias casuísticas cuando ellas no encajan
en el molde previsto por el legislador, y que está dispuesto a intervenir en
la marcha del proceso civil, aprovechando las facultades que las leyes les
confieren e incluso brindando soluciones pretorianas en aras de lograr una
justa composición del litigio. Esta corriente entiende que la exacerbación
del principio dispositivo puede conducir a resultados injustos, en razón de
lo cual propone otorgar a los jueces facultades que lo morigeran. Los magis-
trados activistas consideran que sus sentencias no deben limitarse a poner
fin a un conflicto suscitado en el plano de la realidad social, sino que ponen
especial énfasis en el propósito de arribar a una solución justa de tal contro-
versia, siendo la búsqueda de la justicia el norte que guía su actuación47.
En el activismo judicial, las pruebas de oficio o las medidas para mejor
proveer son las facultades discrecionales que puede emplear el tribunal
preocupado por la sospecha de que las pruebas aportadas al proceso no son
suficientes para esclarecer la verdad real o «histórica», en la medida en que
su ejercicio se erija en un mero corrector del principio dispositivo y no en
47 Nallino, Mariana. «Reflexiones sobre las medidas para mejor proveer». En Peyrano,
Jorge (dir.). Elementos del derecho probatorio. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, 2017, pp. 344-345.
48 Peyrano, Jorge. El proceso civil. Principios y fundamentos. Buenos Aires: Astrea, 1978,
pp. 76-77.
49 Peyrano, Jorge (dir.). Elementos de derecho probatorio. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, 2017,
pp. 367-376.
Esta primera regla reafirma el contenido del marco normativo vigente, que
establece que los poderes probatorios del juzgador son una facultad y no
un deber o una obligación. Ello implica que si él mismo desea aplicar la
prueba de oficio, lo podrá hacer cuando considere que así lo requiera el
proceso, sea que este contenga una pretensión personal o esté relacionado
con derechos reales, siguiendo los límites establecidos por el artículo 194
del CPC y las demás reglas contempladas en este pleno casatorio.
En tal sentido —insistimos—, existen dos modelos diferenciados de
juez, según los preceptos y las concepciones que pueda adoptar, depen-
diendo, por ende, de su actuación probatoria oficiosa del rol asumido como
válido en los procesos a su cargo, aunque muchas veces lo realice de manera
mecánica, sin reparar con detenimiento en lo realizado y tomando en cuenta
que se encuentra regulado como una facultad o potestad para él, puesto que
más allá de cualquier evaluación epistémica de la prueba, dependerá de ello
que este opte por su actuación probatoria o no, y que incluso la decisión de
no incorporar prueba alguna, pese a que exista pedido expreso de alguna
parte procesal, no podría ser cuestionada al ser una facultad discrecional
del juzgador.
Resulta importante este aspecto denotado como regla —más allá del tema
central de este pleno— de la fijación de los puntos o los hechos contro-
vertidos que integran el objeto del proceso sobre los que recaerá la funda-
mentación fáctica de la sentencia a expedirse, ya que es una práctica muy
usual en las diversas judicaturas que se transcriban en este rubro la descrip-
ción de las pretensiones formuladas en el proceso, sin analizarlas a cabali-
dad y sin establecerlas con precisión. En este contexto, es importante que
el juzgador pueda establecer, de manera específica y clara, cuáles son los
puntos controvertidos con los que las partes mantienen posiciones discre-
pantes porque, como señala Zavaleta Rodríguez53, de no ser así, se incre-
menta el riesgo de admitir medios probatorios impertinentes e inútiles, sin
sacar el máximo provecho respecto del thema probadum, de eludir el juicio
sobre los problemas jurídicos en debate y de incurrir, por tanto, en una
motivación defectuosa de la sentencia, entre otras contingencias.
La fijación de los puntos controvertidos es trascendental para el proceso
porque contribuirá para que el juez establezca la hoja de ruta hasta la sen-
tencia, y de esa forma descarte los hechos que no son materia del proceso,
así como las pruebas o las fuentes de prueba que resulten superfluas, inne-
cesarias, dilatorias o inconducentes al objeto controvertido. En el caso de
un despacho judicial tradicional no enmarcado en el proyecto piloto para
la aplicación de la oralidad por audiencias en el proceso civil54, se presenta
un esquema que sigue lo estipulado por el artículo 468 del CPC; esto es,
deberán ser fijados los puntos controvertidos a través de un auto. Como
consecuencia de la carga procesal excesiva que afronta la judicatura civil,
esta resolución en la práctica será proyectada por el secretario judicial y en
muchos casos solo contendrá la transcripción del petitorio demandado por
dicha situación descrita; y si el juez no ha reparado en revisarlo adecua-
damente, así quedará establecida. Esto traerá como consecuencia que, por
52 «El juez fijará los puntos controvertidos con precisión y exhaustividad, los cuales no deben
ser una mera descripción de las pretensiones procesales postuladas en el proceso» (Ibid).
53 Zavaleta Rodríguez, Roger. La motivación de las resoluciones judiciales como argu-
mentación jurídica. Lima: Grijley, 2014, pp. 136-137.
54 En donde considero que no se generará ningún tipo de problema en cuanto a esta regla
de fijación de los puntos controvertidos, debido a que son los mismos jueces quienes en la
audiencia preliminar los establecerán de acuerdo con su gestión del caso (case management).
En esta regla se reitera el contenido expreso estipulado por el artículo 194 del
CPC, con un añadido: puede emplearse en una sola oportunidad, limitación
que no se encuentra regulada por el legislador. Esto era necesario, ya que
entran en juego dos categorías procesales: la excepcionalidad de la iniciativa
probatoria del juez y la economía procesal, es decir, el empleo de la prueba
de oficio será determinante para resolver el proceso, para lo que bastará un
único ejercicio, y, por otro lado, se adicionará a ello la carga procesal de los
diversos órganos jurisdiccionales que generan mora procesal, la cual afecta
a las partes procesales. He observado en mi labor judicial que se presentan
varias situaciones casi cotidianas frente a dicho articulado reformado, que
limitan el empleo de las pruebas de oficio por parte del juzgador y que exigen
que la decisión se encuentre debidamente motivada y se cite la «fuente de
prueba». Sin embargo, se siguen expidiendo resoluciones como si no se
hubiese modificado dicha norma, y en las mismas se peticiona a las partes
determinados medios probatorios, en varias ocasiones, y se consigna que
se requieren dichas pruebas «para mejor resolver», para evitar observar las
limitaciones normativas descritas e impedir que se motiven las razones del
juez para hacer uso de su facultad oficiosa y permitir su contradicción.
56 «El contradictorio, en la prueba de oficio, puede ser previo o diferido, y se ejerce por las
partes de forma oral o escrita, dependiendo de la naturaleza del proceso» (Ibid).
Esta regla señala los momentos en que el juez puede emplear sus faculta-
des probatorias oficiosas, y legitima el empleo del proceso civil oral por
audiencias. Así, si el proceso se tramita en una judicatura incorporada al
proyecto piloto para aplicar la oralidad dentro de un proceso por audiencias,
corresponderá al juzgador hacer su uso dentro de la audiencia preliminar
y, excepcionalmente, en la audiencia de pruebas. Esto implicará que el juez
exprese los motivos que sustentan dicha actuación probatoria oficiosa, y
después deberá conceder a los abogados de las partes el uso de la palabra
para así emitir la decisión en torno a su incorporación o no en el proceso,
y no se afecte el derecho al contradictorio de la prueba por las partes. Al
respecto, tengo mis reparos en que se opte por su actuación en la audien-
cia de pruebas, tomando en cuenta la excepcionalidad de su empleo, dado
que tendría que justificarse por qué no se actuó en la audiencia preliminar.
Por otro lado, cuando se trata de un despacho tradicional civil que no sigue
la oralidad, el juez deberá practicar la prueba de oficio al culminar con la
actuación probatoria de las pruebas ofrecidas por las partes procesales y,
excepcionalmente, antes de la sentencia, porque en la práctica judicial se da
la situación en la que se actúan las pruebas de oficio en cualquier momento.
Esto último lo he podido apreciar dentro de la misma sentencia, sin que se
respete el derecho de defensa de las partes y realizándose a espaldas de las
mismas, afectando así su derecho de contradicción.
57 En ese sentido, el juez debe propiciar un espacio de debate y diálogo como presupuesto
básico antes de tomar la decisión, como ciertamente acontece en gran parte del derecho
comparado (Alfaro Valverde, Luis. La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la
prueba de oficio. Lima: Grijley, 2017, pp. 89-90).
58 «En primera instancia, si el proceso es escrito, el juez podrá utilizar las pruebas de oficio
al terminar la práctica de las pruebas admitidas, excepcionalmente antes de la sentencia;
en los procesos sujetos a oralidad, se hará en la audiencia preliminar, excepcionalmente
en la audiencia de pruebas» (Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.).
61 «El juez podrá evaluar la necesidad de incorporar de oficio las copias certificadas,
físicas o virtuales de los procesos judiciales o procedimientos administrativos conexos
vinculados con la controversia y con incidencia directa en el resultado del proceso»
(Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.).
62 La imparcialidad es una actitud ética, correlato de la libertad interior y de la fortaleza
moral, que apunta a una actitud o un estado mental del juzgador, necesariamente
subjetivo, frente a la controversia que se le plantea.
63 Alvarado Velloso, Adolfo. Introducción al estudio del derecho procesal. Tomo I. Buenos
Aires: Rubinzal-Culzoni, 1989, p. 261.
64 Tomando en cuenta la parte pertinente del artículo IX del Título preliminar del CPC,
que en su parte pertinente señala: «el juez adecuará su exigencia al logro de los fines
del proceso. Cuando no se señale una formalidad específica para la realización del acto
En relación con este rubro, que tiene la apariencia de una prueba tasada,
me limitaré a indicar que se establece como sugerencia al juzgador que
decide actuar prueba de oficio en procesos que contengan pretensiones sobre
derechos reales, como reivindicación, mejor derecho de propiedad, desalojo,
interdictos, entre otros, para emplear cualquiera de las pruebas que se
describen en el pleno, con la finalidad de identificar las áreas del predio, sus
medidas perimétricas, sus colindancias y superposiciones de bienes, entre
otros.
70 «En los procesos relacionados con derechos reales, el juez puede utilizar especialmente
como prueba de oficio: i) inspección judicial en el bien materia de debate; ii) prueba
pericial para identificar correctamente el inmueble, su ubicación, sus dimensiones, numera-
ción, colindancias, superposiciones, entre otros; iii) documentos consistentes en a) partida
registral y/o título archivado del bien emitido por Registros Públicos o registro análogo;
b) certificado catastral expedido por la Sunarp donde precise que el predio no está inscrito
independientemente ni que pertenece a uno de mayor extensión; c) copia literal íntegra
de la partida registral en caso de haber superposición registral; d) cualquier otra informa-
ción registral, notarial o a cargo de algún funcionario público, que resulte relevante para
el caso» (Ibid).
71 «En los procesos en los que se tramitan pretensiones de naturaleza personal, en caso
de insuficiencia probatoria, el juez podrá utilizar como prueba de oficio aquellas que
le permitan determinar la verdad de los hechos materia de controversia, la misma regla
aplica para supuestos en los que se aprecie una nulidad manifiesta del negocio jurídico,
conforme al artículo 220 del Código Civil» (Ibid).
72 Alfaro Valverde, Luis. La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la prueba de oficio.
Op. cit., p. 171.
73 Nieva Fenoll, Jordi. Derecho procesal II (Proceso civil). Madrid: Marcial Pons, 2015, p. 194.
74 Ferrajoli, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. Tercera edición. Madrid:
Trotta, 1998, pp. 56-57.
75 «En los procesos que se discutan derechos de personas en condición de vulnerabilidad por
razones de edad, género, discapacidad, pertenencia a comunidades indígenas o minorías,
víctimas, migrantes, personas en extrema pobreza, privados de la libertad u otros, el juez
podrá disponer la actuación de pruebas de oficio cuando advierta en el proceso limitaciones
u obstáculos para el ejercicio pleno de los derechos que el ordenamiento jurídico nacional,
los tratados internacionales y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos les
reconoce» (Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.).
Por ello, considero que esta regla deja sin juez a una de las partes,
poniéndolo del lado de la persona vulnerable. Se inobserva así el artículo
8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que establece
10. Conclusiones
80 Que constituyen una intervención de oficio del órgano jurisdiccional, prevista por la ley
para los casos en que la prueba rendida por la iniciativa de los litigantes sea, en concepto
del juez, insuficiente o deficiente, en su conjunto o en relación con un medio de prueba
determinado [Jiménez, María Eugenia. «Poderes instructorios del juez y sus límites». En
Peyrano, Jorge (dir.). Elementos de derecho probatorio. Op. cit., p. 312].
81 Implica que el juez que desee aplicar la prueba de oficio la podrá realizar siguiendo las
reglas vinculantes establecidas para su ejercicio en este pleno, pero si no lo desea, no se
encuentra obligado a practicarla.
1. Introducción
1 Juez titular del Segundo Juzgado Civil de Ate (Módulo Básico de Justicia de Huaycán) de la
Corte Superior de Justicia de Lima Este. Ex juez titular del Primer Juzgado Especializado
en lo Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima. Abogado por la Universidad de Lima.
Maestrando de la maestría en Derecho, con mención en Derecho Constitucional, por la
Pontificia Universidad Católica del Perú.
2 Abanto Torres, Jaime David. «La prueba de oficio en la jurisprudencia de la Corte
Suprema. Los vaivenes entre los deberes y las facultades del juzgador, la jerarquía y la
independencia judicial». En JUS Doctrina & Práctica, núm. 9, 2007, pp. 243-261.
2. Precedente judicial
Asimismo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 400 del Código Pro-
cesal Civil5, declararon que CONSTITUYEN PRECEDENTE JUDICIAL
VINCULANTE las siguientes reglas:
Primera regla: El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un
enunciado legal que confiere al juez un poder probatorio con carácter de
facultad excepcional y no una obligación; esta disposición legal habilita al
juez a realizar prueba de oficio, cuando el caso así lo amerite, respetando los
límites impuestos por el legislador.
Segunda regla: El juez fijará los puntos controvertidos con precisión y
exhaustividad, los cuales no deben ser una mera descripción de las preten-
siones procesales postuladas en el proceso.
Tercera regla: El juez de primera o segunda instancia, en el ejercicio y
trámite de la prueba de oficio, deberá cumplir de manera obligatoria con los
siguientes límites: a) excepcionalidad; b) pertinencia; c) fuentes de pruebas;
d) motivación; e) contradictorio; f) no suplir a las partes; y g) en una sola
oportunidad.
4 Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del
Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28
de diciembre de 2014.
5 Artículo 400 del Código Procesal Civil: «Precedente judicial.- La Sala Suprema Civil
puede convocar al pleno de los magistrados supremos civiles a efectos de emitir sentencia
que constituya o varíe un precedente judicial. La decisión que se tome en mayoría
absoluta de los asistentes al pleno casatorio constituye precedente judicial y vincula a los
órganos jurisdiccionales de la República, hasta que sea modificada por otro precedente.
Los abogados podrán informar oralmente en la vista de la causa, ante el pleno casatorio.
El texto íntegro de todas las sentencias casatorias y las resoluciones que declaran
improcedente el recurso se publican obligatoriamente en el Diario Oficial, aunque no
establezcan precedente. La publicación se hace dentro de los sesenta días de expedidas,
bajo responsabilidad» (Ministerio de Justicia. Op. cit.).
2. Primera regla
3. Segunda regla
4. Tercera regla
14 Sobre el particular se puede consultar Abanto Torres, Jaime David. «Tres problemas
en los precedentes de la Corte Suprema». En La Ley, 19 de enero de 2016. Recuperado de
https://laley.pe/art/3057/tres-problemas-en-los-precedentes-de-la-corte-
15 Abanto Torres, Jaime David. «La prueba de oficio en la jurisprudencia de la Corte
Suprema. Los vaivenes entre los deberes y las facultades del juzgador, la jerarquía y la
independencia judicial». Op. cit., pp. 249 y 261.
5. Cuarta regla
6. Quinta regla
21 Ibid.
7. Sexta regla
22 Ibid.
23 Abanto Torres, Jaime David. «La prueba de oficio en la jurisprudencia de la Corte
Suprema. Los vaivenes entre los deberes y las facultades del juzgador, la jerarquía y la
independencia judicial». Op. cit., pp. 250-252.
8. Séptima regla
9. Octava regla
24 Ibid.
25 Abanto Torres, Jaime David. «Las buenas prácticas en el proceso civil: la reforma
procesal silenciosa». En La Ley, 24 de mayo de 2019. Recuperado de https://laley.pe/
art/7906/las-buenas-practicas-en-el-proceso-civil-la-reforma-judicial-silenciosa
26 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.
con este pleno casatorio se busca establecer reglas para los procesos en
general (y aplica para cualquier proceso civil), pero en especial para aquellos
en los que se tramitan pretensiones de naturaleza real (reivindicación,
mejor derecho de propiedad, desalojos, interdictos, entre otros) y aquellos
de naturaleza personal. En los primeros, se presentan un gran número de
problemas que podrían ser solucionados de forma correcta si se hace uso
del poder probatorio (identificación del bien —como en el caso que nos
ocupa—, áreas, medidas perimétricas, colindancias, superposición de bienes,
entre otros); y en los de naturaleza personal, en los que destacan los procesos
de nulidad, anulabilidad, ineficacia, pretensión pauliana, otorgamiento de
escritura pública, entre otros, sobresale la existencia de situaciones referidas
a la nulidad manifiesta prevista en el artículo 220 del Código Civil, respecto
de esta institución existen sendos pronunciamientos en dos plenos casatorios
civiles previos al presente; sin embargo, en ellos no se ha desarrollado las
reglas de la prueba de oficio en particular31.
32 Ibid.
33 Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Resolución Administrativa n.o 266-2010-CE-PJ.
Lima: 26 de julio de 2010.
34 Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Resolución Administrativa n.o 198-2020-CE-PJ.
Lima: 30 de julio de 2020.
13. Conclusiones
1. Introducción
1 Una primera versión de este artículo se publicó con el mismo título en Gaceta Civil &
Procesal Civil, núm. 4, 2021, pp. 7-14. Asimismo, se elaboró a partir de la tesis Límites y
criterios de aplicación para la intervención del juez en la producción de la prueba. Propuestas para
una reforma legislativa, para obtener el grado académico de doctora en Derecho y Ciencia
Política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
2 Doctora en Derecho y Ciencia Política, y egresada de la maestría en Derecho, con mención
en Ciencias Penales, por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Abogada y
magíster en Derecho, con mención en Política Jurisdiccional, por la Pontificia Universidad
Católica del Perú. Posee un diplomado en Estudios de Género por la misma universidad.
Desde el 2013, es jueza titular de la Corte Suprema de Justicia de la República, presidenta
de la Primera Sala de Derecho Constitucional y Social Transitoria y de la Comisión
Permanente de Acceso a la Justicia de Personas en Condición de Vulnerabilidad y Justicia
en tu Comunidad, fundadora de la Asociación de Jueces para la Justicia y Democracia
(Jusdem) y presidenta de la Asociación Peruana de Mujeres Juezas (APMJ), que pertenece
a la International Association of Women Judges (IAWJ). Asimismo, es integrante
fundadora del Consejo Directivo del Comité Panamericano de Jueces por los Derechos
Sociales y la Doctrina Franciscana, creada por el papa Francisco; también es miembro de
la Directiva del Capítulo América de la Asociación Internacional de Jueces en Refugio y
Migración. Ha sido reconocida con la Orden al Mérito de la Mujer 2018, por el Estado
peruano, y con el premio «Líderes de Derechos Humanos: Rostros por la Igualdad»
(2019), otorgado por el Gobierno de Canadá.
3 Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Navarra: Thomson Civitas, 2007, p. 44.
4 Taruffo, Michele. Verdad, prueba y motivación en la decisión sobre los hechos. Ciudad de
México: Editorial del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2013, p. 98.
5 Idem.
6 Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Madrid: Marcial Pons, 2007,
p. 19.
7 Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del
Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28
de diciembre de 2014.
para que triunfe la verdad, para que se obtenga el fin de interés público del
proceso y no sea este una aventura incierta cuyo resultado depende de la
habilidad de los abogados litigantes, es indispensable que, además de la
8 Devis Echandía, Hernando. Teoría General del Proceso. Tomo I. Buenos Aires: Editorial
Universidad, 1984, p. 29.
9 Rocco, Ugo. Derecho Procesal Civil. Ciudad de México: Editorial Jurídica Universitaria,
2008, p. 322.
10 Jiménez Vargas-Machuca, Roxana. «Prueba de oficio, imparcialidad y búsqueda de
la verdad». En Priori Posada, Giovanni (coord.). La prueba en el proceso. Lima: Editorial
Palestra, 2018, p. 424.
11 Calvinho, Gustavo. El sistema procesal de la democracia: proceso y derechos fundamentales.
Lima: San Marcos, 2008, p. 99. Citado por De las Casas Ayala, Blanca. «La prueba de
oficio. ¿Facultad o deber?». En Actualidad Civil, vol. 21, 2016, p. 264.
12 Ibid.
el poder probatorio que tiene el juez para incorporar nuevos elementos pro-
batorios no tiene como propósito reemplazar a las partes en su carga proba-
toria, es por ello que el legislador la establece como una facultad excepcional
ante una situación especial en el plano probatorio: la insuficiencia probatoria.
Además, desde la óptica asumida en esta decisión, el juez tiene la facultad
de incorporar nuevos medios de prueba en la oportunidad que corresponda
(normalmente luego de concluida la actuación de la prueba y antes de que se
emita sentencia en los procesos escritos y en los procesos sujetos a oralidad,
en la audiencia preliminar, excepcionalmente en la audiencia de pruebas)
de forma independiente de la carga probatoria que asumen las partes en el
proceso18.
20 Ibid.
21 Ibid.
22 Ibid.
4. Reflexiones finales
Referencias bibliográficas
1. Introducción
Como señala el artículo II del Título Preliminar del Código Procesal Civil
(CPC):
La dirección del proceso está a cargo del juez, quien la ejerce de acuerdo a lo
dispuesto en este Código.
El juez debe impulsar el proceso por sí mismo, siendo responsable de
cualquier demora ocasionada por su negligencia. Están exceptuados del
impulso de oficio los casos expresamente señalados en este Código6.
7 Ibid.
8 Van Caenegem, Raoul. Jueces, legisladores y profesores. Fases de la historia jurísdica europea.
Lima: Palestra Editores, 2011, pp. 160-161.
9 Ministerio de Justicia. Op. cit.
10 Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del
Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28
de diciembre de 2014.
se trata de un deber, tanto así que el texto legal modificado del artículo 194
emplea el término «ordenará» (imperativo), idea que se ve reforzada con la
prohibición a la segunda instancia de anular sentencias cuando el juez de
primera instancia no ordenó pruebas de oficio12.
11 Guerra-Cerrón, María Elena. «La deconstrucción del artículo 194 del CPC: la actuación
de medios probatorios adicionales (de oficio)». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 63,
2018, pp. 21-31.
12 Martel Chang, Rolando. Pruebas de oficio en el proceso civil. Lima: Instituto Pacífico, 2015,
pp. 204-205.
13 Valverde Gonzáles, Manuel. «La actuación de pruebas de oficio: ¿debe ser materia de
un pleno casatorio?». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 63, 2018, p. 39.
Primera regla:
El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un enunciado legal que
confiere al juez un poder probatorio con carácter de facultad excepcional y
no una obligación; esta disposición legal habilita al juez a realizar prueba de
oficio, cuando el caso así lo amerite, respetando los límites impuestos por el
legislador14.
Con esta regla se zanja —al menos esa parece ser la intención— la
discusión respecto de si estamos frente a una facultad o a un deber del poder
probatorio del juez. La sentencia casatoria precisa que la prueba de oficio
sirve para mejorar la riqueza del material probatorio, exclusiva facultad del
juez, y que no debe serle requerida porque son las partes las responsables
de traer sus pruebas. El juez no se puede convertir en abogado de las partes,
por tanto, las pruebas de oficio son complementos y son excepcionales.
Convertirlas en una práctica frecuente sería desnaturalizarlas.
Se puede apreciar que en esta regla se precisan lineamientos muy impor-
tantes que ratifican el poder probatorio del juez, a efectos de poder emitir
un fallo que permita resolver la incertidumbre jurídica y lograr la paz social
entre las partes en conflicto. Sin embargo, también se precisa que el uso
de esta prerrogativa debe ser excepcional. Si bien es acertada, a efectos de
evitar que se abuse de su uso y de esa manera cruzar la línea de la imparcia-
lidad que debe primar en la conducta de todo magistrado, también implica
la presencia de un juez muy proactivo, que conozca su proceso y se con-
centre en actividades plenamente jurisdiccionales y no administrativas.
Segunda regla: «El juez fijará los puntos controvertidos con precisión y
exhaustividad, los cuales no deben ser una mera descripción de las pretensio-
nes procesales postuladas en el proceso»15. Esta regla implica una participa-
ción activa del juez en la tramitación del proceso. Esto es muy importante y
consecuente con los lineamientos que se vienen implementando tanto en la
litigación oral como en el proceso tradicional (puntualmente en la audiencia
de preliminar y en la audiencia de pruebas). Como afirma Alexander Rioja:
Esta regla se condice con el punto anterior en el sentido de que una buena
evaluación de los puntos controvertidos le permitirá al juzgado establecer
a qué fuentes de prueba acudir o actuar para lograr obtener, de manera
19 Ibid.
20 Ibid.
Esta regla contiene dos aspectos muy importantes pero a la vez muy
cuestionables, debido a que faculta al juzgador a introducir al proceso
medios de prueba respecto de los cuales la parte que los ofreció no lo hizo
dentro de los plazos establecidos por la ley. La regla menciona los medios
de prueba extemporáneos, inadmisibles por rebeldía e improcedentes, lo
cual implica beneficiar de manera directa a la parte que no planteó ade-
cuadamente el ejercicio de su defensa técnica. Al margen de lo expuesto,
consideramos que si el proceso lo requiere y se cumplen las condiciones
para incorporar los medios probatorios que fueron desestimados en su
oportunidad, la motivación de dicha incorporación debe ser lo suficiente-
mente contundente para acreditar que sin dichos medios probatorios no se
podría llegar a la verdad y a la obtención de una sentencia justa y de calidad.
De más está decir que se debe garantizar la pertinencia del medio proba-
torio y garantizar el contradictorio a la parte perjudicada con esta medida
del juzgador.
En tal sentido, a pesar de lo manifestado por Marianella Ledesma,
quien señala que valorar los medios de prueba ofrecidos por el rebelde es
incongruente con la preclusión procesal y los efectos del plazo en común,
que rige tanto para la postulación como para la postulación de la prueba22,
compartimos la opinión del doctor Martel, quien señala que
21 Ibid.
22 Ledesma Narváez, Marianella. Estudios críticos de derecho procesal civil y arbitraje. Tomo I.
Lima: Gaceta Jurídica, 2014, p. 333.
23 Martel Chang, Rolando. Op. cit., p. 133.
26 Ibid.
27 Ibid.
28 Ibid.
29 Ibid.
5. Conclusiones
1. Introducción
2 Texto de la tesis doctoral del suscrito: «Pruebas de oficio. Artículo 194.- Excepcionalmente,
cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes para formar
convicción, el juez de primera o de segunda instancia debe ordenar la actuación de los
medios probatorios adicionales y pertinentes que considere necesarios para formar
convicción y resolver la controversia, siempre que la fuente de prueba haya sido citada por
las partes en el proceso. Con esta actuación probatoria, el juez cuidará de no reemplazar
a las partes en su carga probatoria, y deberá asegurarles el derecho de contradicción de la
prueba. La resolución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente motivada,
bajo sanción de nulidad, siendo esta resolución inimpugnable, siempre que se ajuste a los
límites establecidos en este artículo. En ningún caso se declarará la nulidad de la sentencia
por no haberse ordenado la actuación de pruebas de oficio. Este precepto también es
aplicable a los órganos jurisdiccionales que conocen del recurso de casación» (Martel
Chang, Rolando. La actuación de las pruebas de oficio en la segunda instancia del proceso civil.
2014, pp. 195-196. Universidad de San Martín de Porres, tesis doctoral).
El texto originario del artículo 194 del CPC (que estuvo vigente durante más
de veinte años) establecía lo siguiente:
Pruebas de oficio.-
Artículo 194.- Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes
sean insuficientes para formar convicción, el juez, en decisión motivada
e inimpugnable, puede ordenar la actuación de los medios probatorios
adicionales que considere convenientes.
Pruebas de oficio
Artículo 194.- Excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos
por las partes sean insuficientes para formar convicción, el juez de primera
o de segunda instancia ordenará la actuación de los medios probatorios
adicionales y pertinentes que considere necesarios para formar convicción
y resolver la controversia, siempre que la fuente de prueba haya sido citada
por las partes en el proceso. Con esta actuación probatoria el juez cuidará
de no reemplazar a las partes en su carga probatoria, y deberá asegurarles el
derecho de contradicción de la prueba.
La resolución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente
motivada, bajo sanción de nulidad, siendo esta resolución inimpugnable,
siempre que se ajuste a los límites establecidos en este artículo.
En ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de la sentencia por
no haberse ordenado la actuación de las pruebas de oficio.
El juez puede ordenar de manera excepcional la comparecencia de un
menor de edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una especial.
Las nuevas reglas que trae este texto legal son las siguientes:
Este precepto dispone que una prueba de oficio sea ordenada y actuada
no solo en primera instancia, sino también en segunda instancia. Ello es
perfectamente posible ahora, debiendo cuidarse de no vulnerar el derecho de
defensa de las partes, dictar una resolución motivada y respetar los límites
a la actuación de las pruebas de oficio.
A nuestro juicio, con la actuación de pruebas de oficio en segunda ins-
tancia no se vulnera o afecta el derecho a la pluralidad de instancias, pues es
evidente que dicha actuación oficiosa ocurre solo cuando los medios proba-
torios ofrecidos por las partes devienen insuficientes para formar convicción
en el juez. Es decir, tiene carácter excepcional.
Esta misma excepcionalidad sucede con el ofrecimiento y la posterior
actuación de medios de prueba, en atención a las reglas del artículo 374 del
CPC, que permite ofrecer medios de prueba con el recurso de apelación. Si se
ofrecen en la apelación, es evidente que no fueron valorados en la sentencia
dictada en primera instancia, mas ello no implica que se vulnere el doble
grado.
Otro supuesto de excepcionalidad que contempla el CPC está en el
artículo 190 in fine, en virtud del cual el medio de prueba no admitido
en primera instancia debe ser actuado en segunda instancia si ya se dictó
sentencia en primera instancia. En este último supuesto, el medio de prueba
solo será valorado en segunda instancia, y dado su carácter excepcional
tampoco puede asumirse que se vulnera el doble grado en la valoración de
la prueba.
En consecuencia, la regla general de la doble instancia para la valoración
de la prueba se mantiene, y solo por excepción a ella no será observada, como
sucede con la prueba de oficio ordenada en segunda instancia o en los casos
que regulan el artículo 374 o el artículo 190, parte final, del CPC. Decimos
entonces que la excepción confirma la regla, y por eso no cabe hablar de
vulneración de este derecho a la doble instancia, que por lo demás, como
todo derecho fundamental, no es absoluto, sino que admite excepciones,
como se ha explicado.
Como se sabe, las partes no solo deben alegar los hechos, sino que además
deben probarlos, como lo establece el principio probatorio de autorres-
ponsabilidad consagrado en el artículo 196 del CPC. Pero en el proceso no
deben probarse todos los hechos, sino solo los controvertidos, como se
señala en las reglas del artículo 190 del mismo Código, que determina lo
que no debe probarse en el proceso.
Si la regla es que solo deben probarse los hechos que conforman el
objeto de prueba, y que el juez debe admitir aquellos medios probatorios
pertinentes para tal efecto, lógico es que la actuación de las pruebas de oficio
debe respetar dicha regla y el principio probatorio de pertinencia, pues en
caso contrario se podría llegar al absurdo de que en uso de ese poder los
jueces podrían generar actividad probatoria respecto de hechos que no
deben probarse, o a hechos que no han sido alegados, o a hechos que no
tienen relación con la materia controvertida del proceso, propiciando con
ello dilación y dispendio de recursos del Estado y de las mismas partes, pero
todo esto no debe suceder.
La fuente de prueba está constituida por las personas y las cosas relacio-
nadas con los hechos materia del proceso, que se encuentran en una etapa
preprocesal. La fuente de prueba, una vez que se inicia el proceso, podría ser
ofrecida por las partes para probar sus afirmaciones, para cuyo propósito se
recurre a los medios de prueba, que son los instrumentos para demostrar
lo que se alega.
Son las partes quienes deben remitirse a la fuente de prueba para ofrecer
sus medios probatorios. Si la fuente de prueba ha sido citada en el pro-
ceso por lo menos por una de las partes, sin haberla ofrecido como medio
de prueba, el juez sí está autorizado a ordenar su actuación de oficio como
ahora lo prevé el artículo 194. Fuera de esta opción, el juez debería abste-
nerse de ordenar pruebas de oficio, pues de acudir a la fuente de prueba
que pertenece a las partes, sin que ellas la hayan citado, podría terminar
3.6. Prohíbe que con las pruebas de oficio el juez reemplace a las
partes en su carga de probar
La orden para actuar pruebas de oficio procede solo si el juez, con las
pruebas ofrecidas por las partes, no llega a tener convicción sobre la materia
controvertida. Solo en tal supuesto ordenará la actuación de medios
probatorios adicionales. Lo adicional supone que en el proceso las partes
han cumplido con su carga de probar, es decir, han cumplido con ofrecer
los medios probatorios para acreditar sus afirmaciones, pero, a pesar de ello,
el juez estima necesario actuar, además, otras pruebas. Asumir la posición
contraria, esto es, que el juez podría usar su poder probatorio aun cuando
las partes no cumplieron con su carga de probar, podría implicar que el juez
termine haciendo por las partes lo que la ley les impone como una carga,
con lo cual se desnaturalizaría la esencia del proceso mismo y perdería su
imparcialidad.
Aun cuando pudiera decirse que este mandato legal es redundante, porque
viene impuesto desde la Constitución en su artículo 139, inciso 5, o en
virtud del artículo 50, inciso 6, del CPC, lo cierto es que su existencia se
justifica plenamente porque, a pesar de esos mandatos, lo usual en la praxis
había sido que se ordene pruebas de oficio sin motivación alguna, y sin
opción de impugnación por la absurda idea de inimpugnabilidad de
este tipo de decisiones. Ahora no solo está prohibido ordenar pruebas de
oficio sin emitir una resolución motivada, sino que se permite a la parte
agraviada la posibilidad de impugnar, con lo cual deben corregirse los
defectos anotados.
El texto vigente del artículo 194 prescribe que las pruebas de oficio las
ordena el juez de primera y de segunda instancia; esto significa que todo
juez de segunda instancia tiene suficientes poderes probatorios para ordenar
la actuación de pruebas de oficio, y es por ello que ahora ya no cabe anular
Cabe aclarar que dicha solución rige en lo que se refiere a las partes y a su
posibilidad de enmendar los errores de la instancia inferior. Pero no supone,
en manera alguna, reducir los poderes del juez. El juez de la apelación podrá
ordenar pruebas para mejor proveer, utilizar distintos fundamentos de derecho
de los invocados por las partes o por el juez de primera instancia, etc. En
estos dos puntos, iniciativa en materia de prueba y facultad de innovar en
materia de derecho, nada se modifica y rigen los principios generales [cursivas
nuestras]6.
6 Couture, Eduardo. Fundamentos del derecho procesal civil. Buenos Aires: Depalma, 1985,
pp. 359-360.
La Ley apuesta por un proceso que respete de mejor modo todos los derechos funda-
mentales del proceso. Trata de acercar la justicia sobre el fondo, eliminando
los formalismos. La gran mayoría de las modificaciones tiene ese fin: se eli-
mina un requisito formal de la acumulación (como la de la misma vía pro-
cedimental), pues se apuesta por la solución integral del problema, antes que
el respeto a formas procesales; se exige la motivación de la decisión del juez de
aportar prueba, y si el juez no lo hace se le permite a la parte cuestionar esa decisión
(se elimina con ello la sensación de arbitrariedad que le queda al ciudadano cuando el
juez incorpora una prueba sin decir por qué); se permite el ofrecimiento de medios
de prueba sobre hechos nuevos en todos los procesos (pues la realidad no
se detiene en los sumarísimos, en los que el legislador había prohibido la
prueba sobre hecho nuevo); se permite la prueba sobre hechos nuevos en
apelación de todos los procesos; se permite la modificación de la demanda,
a pesar de que la pretensión modificada no sea exactamente la misma que
aparece en el acta de conciliación. Se apuesta por un proceso que dé tutela
efectiva y no por uno sumiso a las formalidades [cursivas nuestras]10.
9 Alfaro Valverde, Luis. «Reforma de los poderes probatorios del juez. Hacia una
mejor comprensión de las “pruebas de oficio”». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 23,
2015, pp. 269-270. Recuperado de http://www.academia.edu/12681428/Reforma_de_
los_poderes_probatorios_del_juez._Hacia_una_mejor_comprensi%C3%B3n_de_las_
pruebas_de_oficio
10 Priori Posada, Giovanni. «La reciente reforma del proceso civil peruano. ¿Realmente
tendremos procesos más rápidos?». En IUS 360, 26 de febrero de 2015. Recuperado de
https://ius360.com/la-reciente-reforma-del-proceso-civil-peruano-realmente-tendremos-
procesos-mas-rapidos/
El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un enunciado legal que
confiere al juez un poder probatorio con carácter de facultad excepcional y
no una obligación; esta disposición legal habilita al juez a realizar prueba de
oficio, cuando el caso así lo amerite, respetando los límites impuestos por el
legislador12.
Esta regla habla de un poder probatorio del juez, lo que según el pleno
constituye una facultad, mas no una obligación. El término «obligación»
supone la existencia de una prestación que debe ser cumplida por un deudor
a favor de un acreedor. Si esto es así, no resulta técnico que se utilice la
11 Alfaro Valverde, Luis. Op. cit., p. 62. Similar cita se hace en este trabajo.
12 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Lima:
24 de septiembre de 2020.
13 Ibid, p. 38.
14 Ibid, p. 112.
15 Ibid.
Esta regla reitera los límites que establece el CPC en su artículo 194,
pero añade uno: la prueba de oficio debe actuarse en una sola oportunidad.
Estando a lo que hemos expuesto en el numeral 3 de este trabajo, no
comentaremos los límites mencionados en los incisos a, b, c, d, e y f de
la regla en estudio, los que además están establecidos expresamente en el
artículo 194.
Si nos referiremos al límite del inciso g, al respecto el pleno casatorio
indica lo siguiente:
23 Ibid.
24 Ibid, p. 108.
Esta es una regla de contenido abstracto que va de la mano con los alcan-
ces de las pruebas de oficio y de las reglas del Código en materia de medios
de prueba, en virtud de las cuales puede ordenarse la incorporación de
medios probatorios originales, en copias simples o certificadas, de procesos
que giran en soporte papel o electrónico, siempre que, como lo recuerda el
pleno, se vinculen con los hechos controvertidos y tengan incidencia directa
en el resultado del proceso.
Octava regla:
25 Ibid.
26 Ibid.
27 Sobre el contradictorio previo, el pleno casatorio señala: «el elemento de prueba que se pre-
tende incorporar por el juez también debe ser expuesto a priori a las posibles observaciones
de las partes, una vez agotado ello y dando la oportunidad de que las partes sean escucha-
das, el juez podrá decidir si incorpora —o no— el elemento de prueba adicional» (Ibid, p. 91).
28 «El contradictorio en la prueba de oficio, dada la complejidad y las variables que suelen
presentarse en la práctica judicial, puede ser previo o diferido. La idea es utilizar el que
de forma adecuada garantice a las partes el derecho a ser oídas por el juez cuando hacen
uso de este poder probatorio. Fijar una regla rígida puede ser poco útil, más si estamos
ingresando actualmente en nuestro sistema judicial a los procesos sujetos a la oralidad, los
cuales tienen una dinámica diferente a la del proceso escriturado» (Idem).
29 Ibid.
30 Ministerio de Justicia. Op. cit.
Con esta regla, a propósito del caso concreto que se ha resuelto en el pleno
casatorio, el pleno ha considerado pertinente hacer un listado de medios
de prueba específicos que podrían ser útiles para resolver controversias
relacionadas con derechos reales. Nuevamente, en cada caso concreto, el
juez debe decidir lo que corresponda, para lo cual seguramente tomará en
cuenta esta regla.
Undécima regla:
31 Ibid.
32 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.
33 Ibid.
34 Ibid.
6. Principales conclusiones
1. La reforma del artículo 194 del CPC ha tenido como fuente de inspiración
a la realidad misma, esto es, a la praxis judicial, que es donde se ha
identificado la situación problemática sobre esta materia.
2. El nuevo texto del artículo 194 contiene un conjunto de normas que
apuntan a la solución de determinadas cuestiones controvertidas que en
materia de pruebas de oficio se habían identificado en sede judicial,
con lo que podemos decir que la nueva regulación propicia que viejos
problemas que agobiaron a los actores del proceso puedan ser superados,
para cuyo fin es fundamental el compromiso de dichos actores.
3. Las nuevas reglas sobre pruebas de oficio van de la mano con el derecho
a la tutela jurisdiccional efectiva, el derecho a un proceso sin dilaciones
indebidas, y con la disminución de los costos del proceso y de la carga
procesal del Poder Judicial.
4. El Décimo Pleno Casatorio Civil reconoce la valía de las reglas del
artículo 194 del CPC y reafirma la idea de que el juez debe adoptar
decisiones justas acordes con la verdad de los hechos materia de
controversia.
5. Solo el tiempo irá mostrando si en materia de pruebas de oficio hemos
ido superando o no los problemas que la praxis ha permitido identificar.
Es tarea de los estudiosos y los comprometidos con el buen proceso
identificar estas materias y aportar a su solución.
Referencias bibliográficas
Priori Posada, Giovanni. «La reciente reforma del proceso civil peruano.
¿Realmente tendremos procesos más rápidos?». En IUS 360, 26 de febrero de
2015. Recuperado de https://ius360.com/la-reciente-reforma-del-proceso-
civil-peruano-realmente-tendremos-procesos-mas-rapidos/
1. Introducción
las notificaciones de los que son procesados por ella, teniendo en cuenta
que se trata de campesinos agricultores, que participan de otro universo
cultural en el marco del derecho a la identidad cultural (artículo 2.19 de la
Constitución), que desconocen el Código Penal, el Código Procesal Penal y
las garantías del debido proceso, y muchas veces […] [tienen] una formación
escolar inconclusa6.
10 «Artículo II.- La dirección del proceso está a cargo del juez, quien la ejerce de acuerdo a lo
dispuesto en este Código» (Ministerio de Justicia. Op. cit.).
11 «Artículo 194.- Excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes
sean insuficientes para formar convicción, el juez de primera o de segunda instancia
ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y pertinentes que considere
necesarios para formar convicción y resolver la controversia, siempre que la fuente de
prueba haya sido citada por las partes en el proceso» (Congreso de la República. Ley
n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del Código Procesal Civil a fin de promover
la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28 de diciembre de 2014).
13 En los últimos años es una institución jurídica de frecuente uso en la justicia penal, y
resaltan las que se producen en casos emblemáticos.
3. Conclusiones
Ruiz Molleda, Juan Carlos. «TC emite nueva sentencia que desnaturaliza
y asfixia la justicia comunal». En LP, 23 de octubre de 2020. Recuperado
de https://lpderecho.pe/tc-nueva-sentencia-desnaturaliza-asfixia-justicia-
comunal/
ISBN: 978-612-4484-34-6