Décimo Pleno Casatorio Civil

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La prueba de oficio y su valoración probatoria

Décimo Pleno
Casatorio Civil
La prueba de oficio y su valoración probatoria

Lima, 18 de octubre de 2018


Poder Judicial del Perú
Décimo Pleno Casatorio Civil. La prueba de oficio y su valoración probatoria
1.a ed. Lima: Fondo Editorial del Poder Judicial, 2021.
438 pp., 17 x 24 cm

Décimo Pleno Casatorio Civil. La prueba de oficio y su valoración probatoria

© Poder Judicial del Perú


Fondo Editorial del Poder Judicial
Palacio Nacional de Justicia, 4.o piso, oficina 421
Av. Paseo de la República cuadra 2 s/n, Lima, Perú
Teléfono: (511) 410-1010, anexo: 11260
Correo electrónico: [email protected]

Coordinador: Bruno Novoa Campos


Editora responsable: Gladys Flores Heredia
Diseñador: Rodolfo Loyola Mejía
Diagramador: Miguel Condori Mamani
Corrector de textos: Jayro Jurado Urbina

Primera edición electrónica: noviembre de 2021

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional


del Perú n.o 2021-12652
ISBN: 978-612-4484-34-6
DOI: 10.35292/pj.gob.pe/book/978-612-4484-34-6

Este libro se terminó de producir digitalmente en el mes


de noviembre de 2021 en el Fondo Editorial del Poder Judicial
Av. Paseo de la República cuadra 2 s/n, Lima, Perú

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra


sin previa autorización escrita del editor.
Índice

Presentación | Elvia Barrios Alvarado 13

Integrantes de las Salas Civiles Permanente y Transitoria de la Corte


Suprema de Justicia de la República 19

Nota sobre esta edición 23

Capítulo I
Sentencia del Pleno Casatorio

[1.1.] Casación n.o 1242-2017-Lima Este 27


I. Introducción: del proceso y la casación postulada 27
1. Resumen del proceso 27
1.1. Demanda de reivindicación 28
1.2. Contestación de demanda 28
1.3. Fijación de puntos controvertidos 30
1.4. Sentencia de primera y segunda instancia[s] 30
2. Del recurso de casación 31
2.1. Fundamentos del recurso: causales de casación 31
II. Convocatoria al Pleno Casatorio y justificación 34
III. Consideraciones sobre prueba judicial y prueba de oficio 41
1. Derecho a la prueba y su constitucionalización 41
1.1. Principios y reglas procesales relativos a la prueba 41
1.1.1. Principio dispositivo 42
1.1.2. Principio del contradictorio 44
1.1.3. La preclusión 46
1.1.4. Adquisición o comunidad de prueba 49
1.1.5. Inmediación procesal 50
1.2. Instituciones y categorías sobre prueba 51
1.2.1. Concepto de prueba: ¿qué es la prueba? 52
1.2.2. Objeto de prueba: ¿qué se prueba? 54
1.2.3. Carga de la prueba: ¿quién prueba? 55
1.2.4. Procedimiento probatorio: ¿cómo se prueba? 57
1.2.5. Fuente de prueba: ¿de dónde obtengo la prueba? 58
1.3. Constitucionalización de la prueba 59
1.3.1. Derecho fundamental a la prueba 60
1.3.1.1. Constitucionalización del proceso 60
1.3.1.2. Significado del derecho a la prueba o
derecho a probar 61
1.3.2. Contenido constitucionalmente protegido 62
1.3.2.1. Derecho de ofrecimiento 64
1.3.2.2. Derecho a la admisión 65
1.3.2.3. Derecho a la actuación 67
1.3.2.4. Derecho a la valoración 69
1.3.3. Limitaciones al derecho a la prueba 70
1.3.3.1. Pertinencia 71
1.3.3.2. Licitud 72
2. Estudio teórico y normativo de la prueba de oficio 73
2.1. Justificación constitucional 73
2.1.1. Estado constitucional y dirección del proceso 74
2.1.2. Constitucionalidad del rol activo del juez 77
2.1.3. Verdad y prueba de oficio 79
2.2. Examen teórico y filosófico del problema 82
2.2.1. Orientaciones ideológicas sobre la prueba de oficio 83
2.2.1.1. Concepción «publicística» y «privatística» 84
2.2.1.2. Sistema «adversarial» e «inquisitorial» 85
2.2.2. Reorientación filosófica: modelos de proceso 88
2.2.2.1. Resolución de controversia 89
2.2.2.2. Correcta aplicación del derecho 90
2.3. Dimensión epistémica de la prueba de oficio 92
2.3.1. Justicia de la decisión y enfoque epistemológico 92
2.3.2. Epistemología jurídica, proceso y prueba 94
2.3.2.1. Importancia de la epistemología jurídica 94
2.3.2.2. El proceso como instrumento de
conocimiento 96
2.3.2.3. Explicación epistémica de la prueba 97
2.3.3. Perfil epistemológico de la prueba de oficio 99
2.3.3.1. Compromiso epistémico de las partes y del
juez 99
2.3.3.2. Fundamento epistémico de la prueba de
oficio 101
2.4. De la prueba de oficio en el proceso civil peruano 102
2.4.1. Poderes probatorios del juez 102
2.4.2. Poder probatorio de oficio (ex officio) 106
2.4.3. Prueba de oficio en el ordenamiento procesal civil 109
2.4.3.1. Antecedentes históricos comparados 109
2.4.3.2. Antecedentes en el derecho peruano 110
2.4.3.3. Prueba de oficio en el Código Procesal
Civil 112
2.4.4. Prueba de oficio en el ordenamiento procesal 116
2.4.4.1. En el proceso contencioso administrativo 116
2.4.4.2. En el nuevo proceso del trabajo 118
2.4.4.3. En el proceso constitucional 123
2.4.4.4. En el nuevo proceso penal 125
2.5. Principios relacionados con la prueba de oficio 128
2.5.1. Principio dispositivo: distinción y compatibilidad 129
2.5.2. La imparcialidad: posibilidad de control 133
2.5.3. Principio del contradictorio 136
2.5.4. Interés privado: proceso civil 138
2.5.5. Carga de la prueba: compatible con pruebas de
oficio 140
2.6. Límites para el ejercicio de la prueba de oficio 143
2.6.1. Justificación de sus límites 143
2.6.2. Límites legales procesales 145
2.6.2.1. Excepcional: poder complementario 145
2.6.2.2. Pertinencia: hechos controvertidos 149
2.6.2.3. Fuentes de prueba: hechos alegados por
las partes 150
2.6.3. Límites constitucionales 152
2.6.3.1. Motivación de la prueba de oficio 152
2.6.3.2. Contradictorio: eficacia epistémica 154
2.6.3.2.1. ¿Cómo se debe garantizar el
contradictorio? 157
2.6.3.2.2. Contradictorio diferido 157
2.6.3.3. Contradictorio previo 158
2.7. Hechos controvertidos y hechos admitidos 159
2.7.1. Hechos controvertidos 159
2.7.2. Hechos admitidos por las partes 161
IV. Consideraciones sobre la valoración de la prueba de oficio 162
1. Etapas del proceso y de la prueba 162
1.1. Momentos del proceso: etapa decisoria 162
1.2. Procedimiento probatorio: valoración de la prueba 165
1.3. ¿Qué significa valorar las pruebas? 167
2. Valoración probatoria en el proceso civil 168
2.1. Sistemas de valoración probatoria 168
2.1.1. Prueba tasada o tarifa legal 169
2.1.2. Íntima convicción 170
2.1.3. Sana crítica 171
2.1.4. Libre valoración 173
2.2. Valoración probatoria en el ordenamiento peruano 174
2.2.1. Máximas de experiencia 174
2.2.2. Reglas de prueba tasada 175
2.2.3. Valoración conjunta 175
3. Valoración racional de la prueba y prueba de oficio 176
3.1. Valoración racional de la prueba 176
3.1.1. Racionalidad y valoración racional de las pruebas 176
3.1.2. Concepción persuasiva y cognitivista 178
3.2. Valoración racional de la prueba de oficio 180
3.2.1. Motivación de la prueba de oficio: ¿prueba de
oficio para la convicción? 180
3.2.2. ¿Cómo se debe valorar la prueba de oficio? 181
4. Reglas establecidas 182
4.1. Justificación de las reglas para la prueba de oficio 182
4.2. Las reglas para el ejercicio de la prueba de oficio 184
V. Análisis del caso 186
1. Juicio de fundabilidad del recurso de casación 186
VI. Decisión 190
1. Sobre el caso concreto 190
2. Precedente judicial 190

Capítulo II
Principales piezas procesales

[2.1.] Del proceso principal (Exp. n.o 00026-2013) 195


[2.1.1.] Demanda de reivindicación de propiedad interpuesta
por Jerónima Rojas Villanueva, de fecha 24/01/2013 195
[2.1.2.] Resolución n.o 1, que declara inadmisible la demanda
y señala plazo para subsanar observaciones, de fecha
11/03/2013 206
[2.1.3.] Escrito que subsana las observaciones formuladas en
la Resolución n.o 1, de fecha 27/03/2013 207
[2.1.4.] Resolución n.o 2, que declara admisible la demanda,
de fecha 27/03/2013 210
[2.1.5.] Contestación de la demanda de Luis Fernando Cuno
Quicaña, de fecha 19/05/2013 211
[2.1.6.] Resolución n.o 3, que declara apersonado al
demandado, contestada la demanda, y presente[s] los
medios probatorios propuestos, de fecha 31/05/2013 223
[2.1.7.] Resolución n.o 4, que declara saneado el proceso
y concede plazo para que propongan los puntos
controvertidos, de fecha 13/06/2013 224
[2.1.8.] Resolución n.o 11, que fija los puntos controvertidos,
admite los medios probatorios y señala fecha de
audiencia de pruebas, de fecha 28/01/2014 225
[2.1.9.] Acta de audiencia de pruebas, de fecha 13/05/2014 227
[2.1.10.] Sentencia de primera instancia (Resolución n.o 28),
expedida por el Juzgado Civil Transitorio de San Juan
de Lurigancho de la Corte Superior de Justicia de
Lima Este, de fecha 28/03/2016 228
[2.1.11.] Recurso de apelación interpuesto por Jerónima Rojas
Villanueva, de fecha 14/04/2016 236
[2.1.12.] Resolución n.o 30, que concede apelación con efecto
suspensivo, de fecha 19/04/2016 243
[2.1.13.] Sentencia de segunda instancia (Resolución n.o 37),
expedida por la Sala Superior Especializada en lo
Civil Descentralizada y Permanente de San Juan de
Lurigancho de la Corte Superior de Lima Este, de
fecha 07/11/2016 244
[2.1.14.] Recurso de casación interpuesto por Jerónima Rojas
Villanueva, de fecha 19/01/2017 253

[2.2.] De la casación (Cas. n.o 1242-2017-Lima Este) 260


[2.2.1.] Auto que declara procedente el recurso de casación
interpuesto por la demandante, de fecha 14/06/2017 260
[2.2.2.] Resolución que convoca a Pleno Casatorio a los
integrantes de las [Salas] Permanente y Transitoria
de la Corte Suprema de Justicia de la República, de
fecha 16/07/2018 266
[2.2.3.] Resolución que reprograma la fecha del Pleno
Casatorio, de fecha 06/08/2018 277

Capítulo III
Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil

3.1. Precedente o discurso sobre la prueba de oficio y su aplicación


en la oralidad civil
Carlos Enrique Polanco Gutiérrez 281

3.2. La prueba de oficio desde el Décimo Pleno Civil Casatorio y


su marcha hacia la búsqueda de la verdad y la resolución del
proceso en forma justa
Carlos Manuel Valdivia Rodríguez 305

3.3. Algunas reflexiones iniciales sobre las reglas del precedente


judicial vinculante del Décimo Pleno Casatorio Civil
Jaime David Abanto Torres 345
3.4. La prueba de oficio y la búsqueda de la verdad
Janet Tello Gilardi 367

3.5. La prueba de oficio: la delgada línea entre la búsqueda de la


verdad y el juez imparcial
Julio Francisco Limo Sánchez 379

3.6. Las pruebas de oficio en el proceso civil y el Décimo Pleno


Casatorio Civil
Rolando Alfonzo Martel Chang 395

3.7. La prueba de oficio en la jurisdicción de Huancavelica


Noé Ñahuinlla Alata 423
Presentación

Los recientes aportes de las Salas Civiles de la Corte Suprema en materia


de casación representan, en sí mismos, los mayores logros de la jurispru-
dencia nacional en favor de la predictibilidad de las resoluciones judiciales,
ámbito de la jurisdicción donde es más que necesaria la seguridad jurídica,
razón que las hace motivo de nuevos proyectos editoriales que se cristalizan
en los diversos espacios de divulgación del Poder Judicial. En tal virtud, me
complace presentar el libro titulado Décimo Pleno Casatorio Civil. La prueba de
oficio y su valoración probatoria, que contiene la sentencia casatoria, las princi-
pales piezas procesales del expediente judicial que le dio lugar y una sección
especial de comentarios doctrinales.
La prueba de oficio o también llamada «iniciativa probatoria del juez»
venía desde hace buen tiempo suscitando diversas controversias en cuanto a
su interpretación y aplicación por los órganos jurisdiccionales. Tal como se
deja apreciar en la resolución de fecha 16 de julio de 2018, que convocó
a pleno casatorio, los jueces supremos civiles consideraron «imperioso
convocar a un Pleno Casatorio de las Salas Civiles de la Corte Suprema de
Justicia de la República, de conformidad con lo preceptuado en el artículo
400 del Código Procesal Civil» (considerando decimoprimero), dado el
continuo interés doctrinal sobre dicha materia.
Dicho contexto dio lugar a que, en el 2014, mediante la Ley n.o 30293,
se modificara el artículo 194 del Código Procesal Civil, que regula dicha
figura jurídica y, con ello, la presencia de mayores motivos para que la
Corte Suprema desarrollara doctrina jurisprudencial al respecto, ayudada,
nuevamente, por la opinión de destacados académicos procesalistas que
actuaron como amigos del tribunal.
El proceso que diera el motivo a que se desarrolle el presente pleno fue la
Casación n.o 1242-2017-Lima Este, sobre reivindicación, recurso que fuera

Presentación | 13
interpuesto contra la sentencia de vista que revocó la apelada y declaró
improcedente la demanda que solicitaba la restitución de un bien inmueble.
Declarada procedente la casación interpuesta, vista la causa y llegado el
momento de emitir sentencia, el pleno consideró insoslayable establecer
reglas jurídicas y realizar un desarrollo teórico amplio que pasó, finalmente,
a avalar la potestad excepcional del juez para ejercer el poder probatorio
previsto en el artículo 194 del Código Civil adjetivo.
En efecto, el Décimo Pleno Casatorio Civil, para desentrañar la natu-
raleza y los alcances de la prueba de oficio, lleva a cabo un extenso repaso
de sus antecedentes legislativos y doctrinales, que abarcan diversas consi-
deraciones sobre la prueba judicial, especialmente a partir de una antigua
disputa teórica respecto de si el principio dispositivo —por el cual corres-
ponde a las partes procesales establecer el objeto del proceso y aportar los
medios probatorios— excluye o no el reconocimiento de los poderes pro-
batorios del juez para disipar las dudas surgidas durante la actuación de las
pruebas, acercarse a la verdad en el proceso y resolver mejor.
La idea de que la actividad probatoria tiene o ha de tener una finalidad
cognoscitiva, saber la verdad de los hechos, concuerda con el carácter
instrumental del proceso civil, pero, al mismo tiempo, supone el logro de
un propósito no estrictamente epistémico, como es el valor justicia; vale
decir, la verdad como finalidad del proceso, pero como medio para realizar
la justicia, idea que concuerda con el ejercicio de los poderes probatorios
de jueces y juezas.
En el presente caso, el examen de las instituciones y las categorías procesa-
les conexas a la prueba de oficio, a la luz del principio ético y el compromiso
epistémico de la búsqueda de la verdad de los hechos, así como la paula-
tina constitucionalización del proceso, condujeron finalmente a interpretar
que el artículo 194 del Código Procesal Civil, con su actual configuración,
aporta significativas enmiendas que si bien admiten los poderes probatorios
del juez, también establecen como garantía el principio de contradicción
«como presupuesto básico antes de que el juez emita el auto, y se disponen
los medios de prueba idóneos para salvar la insuficiencia probatoria previa-
mente identificada y puesta a conocimiento de las partes» (p. 115); esto
con el propósito de que se asegure la justicia de las decisiones jurisdiccio-
nales sin desproteger las garantías procesales.
En tal cometido, el Décimo Pleno Casatorio Civil establece doce reglas
generales para el ejercicio de la prueba de oficio, las cuales en la parte
decisoria constituyen precedente judicial vinculante. En su contenido se

14 | Décimo Pleno Casatorio Civil


ratifica que la prueba de oficio es una facultad del juez de orden excepcional
y no obligatorio, y que su ejercicio solo es necesario en determinados casos
limitados por la norma adjetiva. Para su aplicación juegan un rol importante
aspectos puntuales como la correcta fijación de los puntos controvertidos
que deban ser objeto de prueba, es decir, con precisión y exhaustividad;
asimismo, garantizar el irrestricto derecho al contradictorio, de acuerdo
con la naturaleza del proceso; a su vez, que la prueba de oficio se ejerza en
un solo acto y en el momento adecuado, generalmente una vez concluida
la actuación de las pruebas admitidas. Las reglas también se ubican en los
supuestos de aplicación de la prueba de oficio en segunda instancia, de
manera que se respete el contradictorio, y respecto al efecto de la apelación
contra la resolución que la concede.
Estas reglas, como bien manifiesta el colegiado en el párrafo final de la
parte introductoria de la sentencia casatoria, mejorarán el sistema de impar-
tición de justicia civil. Como efecto benéfico adicional, los debates sobre
el tema se vienen canalizando en diferentes foros de discusión en el seno
del campo académico nacional, por lo que debemos agradecer sinceramente
los comentarios y las apreciaciones críticas por parte de prestigiosos autores
que sopesan con profundidad las consideraciones y los alcances de la pre-
sente sentencia casatoria. Creemos que ello solo enriquecerá el estudio sobre
los poderes probatorios del juez en el procesalismo civil peruano y que
contribuirá de manera significativa a los esfuerzos de este Alto Tribunal de
Justicia.
Ponemos, entonces, a disposición de la comunidad jurídica la presente
publicación, cuidadosamente elaborada, para cuya edición se ha respetado
escrupulosamente el contenido original de la sentencia dictada en el Décimo
Pleno Casatorio Civil, la veracidad de la documentación y la contribución
de los artículos jurídicos que lo acompañan.
Solo nos queda agradecer a todos aquellos que hicieron posible este nuevo
esfuerzo editorial, y con ello solo reafirmamos el compromiso de este Poder
del Estado en continuar difundiendo la doctrina jurisdiccional de la Corte
Suprema de Justicia de la República, en aras de una justicia civil cada día
más clara y predecible.

Lima, noviembre de 2021

Elvia Barrios Alvarado


Presidenta del Poder Judicial

Presentación | 15
DRA. ELVIA BARRIOS ALVARADO
Presidenta del Poder Judicial
(2021-2022)
Integrantes de las Salas Civiles
Permanente y Transitoria
de la Corte Suprema de Justicia
de la República

Francisco Távara Córdova

Ángel Henry Romero Díaz

Martín Alejandro Hurtado Reyes

Evangelina Huamaní Llamas

Carmen Julia Cabello Matamala

Mariano Benjamín Salazar Lizarraga

Carlos Calderón Puertas

José Felipe de la Barra Barrera

Doris Mirtha Céspedes Cábala

Ramiro Antonio Bustamante Zegarra

Integrantes de las Salas Civiles Permanente y Transitoria | 19


SEÑORES JUECES SUPREMOS DE LAS SALAS CIVILES PERMANENTE Y
TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA

De izquierda a derecha: Dr. Ramiro Antonio Bustamante Zegarra, Dra. Doris


Mirtha Céspedes Cábala, Dr. José Felipe de la Barra Barrera, Dra. Carmen
Julia Cabello Matamala, Dr. Ángel Henry Romero Díaz, Dr. Francisco Távara
Córdova (quien presidió el Décimo Pleno Casatorio Civil), Dr. Martín Alejandro
Hurtado Reyes, Dra. Evangelina Huamaní Llamas, Dr. Mariano Benjamín Salazar
Lizarraga y Dr. Carlos Calderón Puertas (Sala de Juramentos del Palacio Nacional
de Justicia).
Nota sobre esta edición

Los criterios de edición que se han seguido para la presente publicación se


sintetizan en los siguientes puntos:

a) Se ha respetado el contenido original de la sentencia del Décimo Pleno


Casatorio Civil. Toda vez que estos son documentos oficiales, no se ha
realizado ninguna corrección de estilo, solo se han aplicado correcciones
ortotipográficas básicas, las cuales consisten en subsanar los errores de
digitación, de acentuación gráfica, de puntuación y de las abreviaturas,
entre otros aspectos similares. En cuanto al uso de las mayúsculas, las
negritas, las cursivas, el subrayado y las comillas, aun cuando en la
actualidad en la normativa contenida en la Ortografía de la lengua española
(2010)1 y en las publicaciones especializadas en derecho, como el
Libro de estilo de la Justicia2, se recomienda que las reglas ortográficas y
ortotipográficas deben aplicarse también a los documentos jurídicos
para su mayor legibilidad, hemos optado por dejar el contenido de la
sentencia lo más fielmente posible a su versión original, puesto que este
texto ya fue publicado en el Diario Oficial El Peruano y la página web
del Poder Judicial.

b) Debido a que en esta obra se compilan los documentos más relevantes


sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil, en esta edición hemos agregado
números entre corchetes [ ], para así distribuir jerárquicamente los
contenidos del libro. De este modo, el lector sabrá que los números
encerrados entre corchetes no pertenecen al pleno publicado, sino que
han sido agregados para organizar esta publicación. En el caso de los

1 Real Academia Española de la Lengua y Asociación de Academias de la


Lengua Española. Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa, 2010.
2 Muñoz, Santiago (director). Libro de estilo de la Justicia. Prólogo de Carlos Lesmes Serrano.
Barcelona: Real Academia Española/Espasa, 2017.

Nota sobre esta edición | 23


apartados de la Casación n.º 1242-2017-Lima Este, la numeración no va
entre corchetes, pues se ha respetado su índice en romanos y arábigos, a
fin de no alterar la versión oficial de este documento.

c) Asimismo, en el segundo capítulo se han incluido las principales piezas


procesales del Décimo Pleno Casatorio Civil en su formato original.
Es decir, se han insertado las páginas escaneadas de la demanda, las
resoluciones principales, el acta de audiencia única, las sentencias, el
recurso de casación, entre otros documentos similares. Hemos dividido
estos textos en dos apartados y, al igual que en el ítem anterior, se ha
estructurado el capítulo agregando números entre corchetes [ ], a fin de
que los contenidos estén distribuidos jerárquicamente.

d) También, y dado que ello no altera el contenido de este pleno casatorio,


hemos completado algunos datos que faltaba colocar en las referencias
bibliográficas citadas a pie de página. Por ejemplo, se ha insertado en
cursivas el título de la revista o del libro al que pertenece el artículo
entrecomillado, se ha agregado el nombre del compilador o coordinador
de algunas obras, se ha añadido el nombre de las editoriales o de las
instituciones que publican los textos, entre otros datos elementales.
También se ha homogeneizado el estilo de la bibliografía citada. De este
modo, primero se han dispuesto los apellidos (en versalitas) y nombres.
Luego se ha incluido el título de la publicación citada, la ciudad, la
editorial, el año de publicación y las páginas que abarca el texto citado.

e) En cuanto al tercer capítulo, el cual reúne los artículos sobre el Décimo


Pleno Casatorio Civil, cabe mencionar que sí se han realizado correcciones
ortográficas y de estilo. Además, se han completado las referencias
bibliográficas que faltaban y se ha uniformizado el estilo de la fuente
citada, tal como lo hiciéramos con los textos de este pleno casatorio. Este
criterio editorial busca que los lectores puedan tener a mano los datos
completos en caso necesiten consultar la fuente bibliográfica para ampliar
la información.

La editora

24 | Nota sobre esta edición


Capítulo I

Sentencia
del Pleno Casatorio*

* Sentencia publicada en una separata especial del Diario Oficial El Peruano con fecha 27
de septiembre de 2020.
[1.1.] Casación n.o 1242-2017-Lima Este*

Corte Suprema de Justicia de la República


Décimo Pleno Casatorio Civil

Sumilla: Establecen reglas con carácter de precedente judicial


vinculante de conformidad con lo dispuesto en el artículo 400 del
Código Procesal Civil para problemas relevantes relacionados con
los alcances, procedimiento y criterios para el adecuado ejercicio
de la prueba de oficio y su valoración probatoria. Artículo 194 del
Código Procesal Civil.

Demandante: Jerónima Rojas Villanueva


Demandado: Luis Fernando Cuno Quicaña
Materia: Reivindicación
Procedimiento: Conocimiento

I. Introducción: del proceso y la casación postulada

1. Resumen del proceso

El recurso de casación de fecha veintitrés de enero del año dos mil diecisiete1,
interpuesto por la demandante Jerónima Rojas Villanueva contra la sentencia
de vista de fecha siete de noviembre de dos mil dieciséis2, que revocó la
sentencia apelada de fecha veintiocho de marzo de dos mil dieciséis, que
declaró infundada la demanda y reformándola la declaró improcedente.

* [La causa fue vista en audiencia pública el 18 de octubre de 2018 y deliberada y votada en
sesiones posteriores].
1 Página 623.
2 Página 608.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 27


1.1. Demanda de reivindicación

Mediante escrito de fecha ocho de marzo de dos mil trece, la parte actora
interpone demanda de reivindicación solicitando que el demandado le
reivindique o restituya el inmueble ubicado en la Mz. D E, lotes 11, 12, 27
y 28 del sector Valle Quebrada Canto Grande (sector 2), Quebrada Media
Luna y Canto Grande (ex Jicamarca), distrito de San Juan de Lurigancho,
antes denominado Mz. C O-lote 06, sector El Valle del anexo 22 de la
Comunidad Campesina de Jicamarca, con un área de 2500 m2.
Fundamenta su pretensión afirmando que es propietaria del terreno sub
litis, mediante escritura pública de compra y venta de rectificación, aclaración
e independización de fecha dieciocho de mayo de dos mil seis, mediante la
cual sus inmediatos transferentes Jorge Velazco Murillo, Dora Flores Ríos,
Carlos Gora Oscategui y Custodia Ortiz de Velazco le transfieren el inmueble
de 2500 m2, constituidos por los lotes 11, 12, 27 y 28 de la Mz. D E, Valle
Quebrada Canto Grande (sector 2), Quebrada Media Luna y Canto Grande,
distrito de San Juan de Lurigancho, derivada de la partida 11439305, del
Registro de Propiedad Inmueble de Lima, equivalente al 0.08962 %, parte de
un área de mayor extensión de 278.95 ha.
El demandado viene ocupando el bien materia de litis y hasta ha
construido en la parte delantera del mismo.
En el escrito de subsanación3 manifiesta la actora que el predio sub litis
aún no se encuentra subdividido, ni independizado, por cuanto en dicha
zona aún se encuentra pendiente de aprobarse la zonificación de los usos del
suelo, y consecuentemente la habilitación urbana, conforme a la Ordenanza
n.o 1081 del siete de octubre de dos mil siete y la Modificatoria n.o 1552 del
cinco de septiembre de dos mil once emitidas por la Municipalidad de Lima.

1.2. Contestación de demanda4

La parte emplazada contesta la demanda manifestando que es falso que el


bien inmueble ubicado en la Mz. D E, lotes 11, 12, 27 y 28 del sector Valle
Quebrada Canto Grande (sector 2), Quebrada Media Luna y Canto Grande
(ex Jicamarca), distrito de San Juan de Lurigancho, sea el mismo que el bien

3 Página 68.
4 Página 184.

28 | Décimo Pleno Casatorio Civil


inmueble ubicado en la Mz. C O-lote 06, sector El Valle del anexo 22 de la
Comunidad Campesina de Jicamarca, con un área de 2500 m2, y no existe
documentación alguna de que ambas ubicaciones pertenezcan a un mismo
bien físico.
Indica que es falso que la demandante haya adquirido el bien inmueble
que por derecho le pertenece y que lo haya adquirido el dieciocho de mayo de
dos mil seis, en razón de que la demandante realizó con sus otorgantes, Jorge
Velasco Murillo y otros, anteriormente, otro acto jurídico de compraventa
sobre el mismo bien inmueble, de fecha veinte de agosto de dos mil dos,
en su condición de dirigente de la Junta de Propietarios Valle Hermoso,
secretaria de Organización Prensa y Propaganda y la Junta de Propietarios
Valle Hermoso, a sabiendas de que la Junta de Propietarios Valle Hermoso
no tiene propiedad alguna.
También precisa que es cierto que el terreno no se encuentra ni subdividido
ni independizado, como lo precisa la propia demandante en su fundamento
de hecho número cuatro, así como en el proceso de desalojo, recaído en
el Expediente n.o 111-2010, se señaló en el séptimo considerando de la
sentencia «que no describe con exactitud los límites y medidas perimétricas
y también es fácil realizar modificaciones posteriores, lo que no se indica
con exactitud si el inmueble reclamado es el lote 11, 12, 27 y 28 como lo
ha manifestado el demandante». Además, la demandante, valiéndose de su
poder económico, lo denunció por usurpación y desalojo, y en ambos casos
el órgano jurisdiccional no le ha dado la razón por faltar a la verdad, pues es
cierto que el terreno no se encuentra subdividido ni independizado.
El emplazado refiere que con fecha veintitrés de septiembre de mil
novecientos noventa y seis solicita la adjudicación del lote de terreno que
posee, ante la Junta Directiva de Jicamarca anexo 22, solicitud que es
admitida el veinticinco de septiembre de mil novecientos noventa y seis, a
mérito de los pagos que realiza por el lote de terreno que posee.
El veinticuatro de noviembre de mil novecientos noventa y nueve se
realiza la compraventa entre la Comunidad Campesina de Jicamarca y Jorge
Velasco Murillo y otros, comprometiéndose los compradores a realizar la
subdivisión y partición de las 205.13 ha a favor de los posesionarios. Sin
embargo, nunca se ha realizado ni la subdivisión ni la partición a favor de
los posesionarios que venían ocupando los terrenos desde antes de que se
realizara tal acto jurídico.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 29


1.3. Fijación de puntos controvertidos5

Mediante Resolución n.o 11 del veintiocho de enero de dos mil catorce, se


procede a fijar los puntos controvertidos, siendo el siguiente:
Determinar si procede amparar la demanda de reivindicación de propie-
dad a fin de que el demandado cumpla con restituir la propiedad ubicada en
la Mz. D E, lotes 11, 12, 27 y 28 del Sector Valle Quebrada Canto Grande
(sector 2), Quebrada Media Luna y Canto Grande (ex Jicamarca), distrito
de San Juan de Lurigancho, antes denominado Mz. C O-lote 06, sector
El Valle del anexo 22 de la Comunidad Campesina de Jicamarca, que el
demandado viene ocupando.

1.4. Sentencia de primera y segunda instancia[s]

La sentencia de primera instancia declara INFUNDADA LA DEMANDA.


Argumentado su fallo el a quo en el decimoprimer considerado de la
apelada, precisando que la actora no ha cumplido con acreditar con medio
probatorio alguno durante el séquito del proceso que la propiedad materia
de litis, Mz. C O-lote 06, sector El Valle del anexo 22 de la Comunidad Cam-
pesina de Jicamarca, sea la misma que aparece en la escritura pública de
compra y venta de rectificación, aclaración e independización del dieciocho
de mayo de dos mil seis, y que posteriormente se le haya dado la nueva deno-
minación Mz. D E, lotes 11, 12, 27 y 28 del sector Valle Quebrada Canto
Grande (sector 2), Quebrada Media Luna y Canto Grande (ex Jicamarca),
distrito de San Juan de Lurigancho, pues ello no se desprende de ninguna de
las pruebas aportadas en su escrito de demanda, absolución y demás presen-
tados en el proceso.
Y añade el juez, en el considerando decimosegundo de la sentencia ape-
lada, que si bien la actora pretende acreditar la alegada dualidad de nomen-
clatura de los lotes objeto de reivindicación, y para ello adjunta copia del
plano y resolución subgerencial n.o 009-2013-SGHU-GDU/MDSJL del
dieciocho de enero de dos mil trece (fojas 214 a 216), así como con la
memoria descriptiva de fojas 6 a 7, también lo es que los primeros no hacen
referencia alguna respecto a la dualidad de denominación del lote materia
de litis, por lo que no aportan en nada para el esclarecimiento en cuestión,

5 Página 289.

30 | Décimo Pleno Casatorio Civil


y respecto a la memoria alegada, también lo es que esta constituye un docu-
mento privado al no encontrarse visada por la autoridad competente, por lo
que carece de fuerza probatoria para desvirtuar el mérito de la escritura que
adjunta como prueba la actora, así como los demás instrumentos públicos
analizados.
Sentencia de vista:
Por sentencia de vista del siete de noviembre de dos mil dieciséis, el
ad quem resuelve revocar la sentencia y reformándola declara improceden-
te la misma, señalando en el decimoséptimo considerando de la sentencia
impugnada que de los planos perimétricos y de ubicación, así como de la
resolución subgerencial de la Municipalidad de San Juan de Lurigancho,
con los cuales pretende que se reconozca la identidad del predio que tiene
dos direcciones, sin embargo, evaluados tales documentos no se advierte
que acrediten que ambas direcciones se traten de un mismo predio, ello en
tanto que no se sustenta con pruebas adicionales, como una pericia técnica,
que, evaluando los antecedentes registrales, haya podido establecer la indi-
cada identidad. Y en el vigésimo considerando de la impugnada, precisa
el ad quem que en el proceso no se ha acreditado uno de los elementos que
se requieren para la reivindicación (identificación concreta del bien ocupado
por el demandado), lo que correspondería efectuar en el presente proceso a
efectos de solicitar la reivindicación del bien. Ello deberá efectuarse previa-
mente a fin de interponer una demanda como la presente, por lo que en el
caso de autos se advierte una causal de improcedencia por falta de interés
para obrar.

2. Del recurso de casación

2.1. Fundamentos del recurso: causales de casación

Por escrito del veintitrés de enero de dos mil diecisiete6, la parte demandante
interpone recurso de casación, el cual es declarado procedente por esta
Suprema Sala mediante resolución de fecha catorce de junio de dos mil
diecisiete7, por las causales:

6 Página 623.
7 Página 44 del cuaderno de casación.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 31


i. Infracción normativa del artículo 139, incisos 3 y 5 de la Constitu-
ción Política del Estado, alega que en el presente caso el demandado en su
escrito de contestación de la demanda, en su fundamento fáctico reconoce
la existencia del predio materia de litis e incluso argumenta que el «bien
inmueble le pertenece por haberlo adquirido el dieciocho de mayo de dos mil
seis», hechos que han sido recogidos en la sentencia de primera instancia
—véase el décimo considerando, de lo que se verifica la existencia definida
del inmueble materia de litis, por reconocimiento de la existencia física del
bien, con la descripción física del mismo (fundamento del punto 20 de la
contestación de la demanda)—. Con el agregado de que alega tener derecho
de propiedad sobre el mismo bien, y que siendo así, la articulación vertida en
el considerando decimoquinto y considerando vigésimo de la sentencia de
vista tiene visos de encontrarse estructurada sobre la base de una deficiente
motivación externa, vulnerando así el inciso 5 del artículo 139 de la Cons-
titución del Estado. Añade que el derecho al debido proceso constituye un
conjunto de garantías de las cuales goza el justiciable, que incluyen la tutela
procesal efectiva, la observancia de los principios y reglas básicas, y de la
competencia predetermina por la ley, así como la pluralidad de instancias, la
motivación y la logicidad y razonabilidad de las resoluciones. Que, si bien es
cierto que aparentemente se haya motivado la decisión esta, es incongruente
a la naturaleza del proceso en clara transgresión de la normatividad vigente
y de los estadios superlativos del procedimiento.

ii. Infracción normativa material de los artículos 949 y 2022 del


Código Civil, señala que, al solicitarse los antecedentes registrales para
demostrar el tracto sucesivo, es contrario a los considerandos expuestos en el
decimotercero, decimonoveno y principalmente a lo dispuesto por el artículo
949 del Código Civil que establece:

que no es obligatoria la inscripción en el Registro de Propiedad Inmueble


y cuando se efectúe la inscripción esta no tiene carácter constitutivo sino
meramente declarativo del derecho que existe extraregistro. Claro está que
tratándose de predios inscritos se hace necesario que el adquiriente inscriba
su titularidad, pues de no hacerlo el anterior titular que aún tiene derecho
inscrito podría realizar actos de disposición y si el nuevo adquiriente inscribe
su derecho el primer adquiriente no podrá oponer su derecho conforme a la
regla prevista por el artículo 2022 del Código Civil.

32 | Décimo Pleno Casatorio Civil


iii. Infracción normativa del artículo VII del Título Preliminar del
Código Procesal Civil, indica que el demandado controvierte la demanda
argumentando tener derecho a la propiedad; siendo ello así se manifiesta
la existencia de un concurso de derechos reales, que fuera advertido por la
Sala Superior en vía de apelación de sentencia. En el Colegiado Civil lejos
de analizar y compulsar los títulos para establecer y decidir en el mismo
proceso cuál de ellos prevalece, el juez emite una sentencia inhibitoria, pues
«el juez pudo resolver la controversia de fondo, fundándose en hechos que
han sido alegados por las partes»; en consecuencia, en el caso concreto
tanto la primera y segunda instancia omitieron analizar el mejor derecho de
propiedad.

iv. Infracción normativa del artículo 194 del Código Procesal Civil,
refiere que las instancias de mérito han sostenido que la existencia de las
denominaciones del predio no les ha generado certeza ni convicción respecto
a la identificación del predio a efectos de determinar el área materia de
reivindicación, por lo que era de vital importancia que el juez, siendo director
del proceso, debía hacer uso de la facultad discrecional conferida en la
norma legal glosada, pudiendo disponer la realización de inspección judicial
y el peritaje correspondiente con la finalidad de establecer la verdad jurídica
objetiva, la cual debió sustentar de una sentencia justa y no inhibitoria, la
misma que concuerda como una causal de omisión contraria al inciso 3 del
artículo 139 de la Constitución Política del Estado, que determina la nulidad
insubsanable a tenor de lo previsto del artículo 171 del Código Procesal
Civil.

v. Infracción normativa del artículo 197 del Código Procesal Civil,


sostiene que es obligación del juez valorar en forma conjunta y razonada
todos los medios de prueba, dado que las pruebas en el proceso sea cual
fuera su naturaleza están mezcladas formando una secuencia integral, por
lo que es responsabilidad del juez reconstruir sobre la base de los medios
probatorios. Por lo tanto, ninguna prueba deberá ser tomada en forma aislada,
tampoco en forma exclusiva sino en su conjunto, toda vez que solo teniendo
una visión integral de los medios probatorios se pueden sacar conclusiones
en busca de la verdad, que es el fin del proceso. En el caso que nos ocupa,
como es de advertirse en la sentencia de vista, considerando decimoquinto y

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 33


considerando decimosegundo de la sentencia de primera instancia, ha sido
rechazado el medio probatorio (documento privado) por no encontrarse
visado por la autoridad competente: más aún cuando el demandado nunca
cuestionó su valor probatorio.

II. Convocatoria al Pleno Casatorio y justificación

No es usual en este tipo de tareas en las que se encuentra involucrada la


Corte Suprema de la República, dictar precedentes judiciales8, y que la
convocatoria a un Pleno Casatorio Civil se haga con una resolución amplia
y justificatoria de la necesidad de dictarlo. Es por esa razón que, en este
caso, dado el contenido de esta resolución y su vital importancia, merece ser
incorporada en el texto de la presente decisión, que contiene, en esencia, las
razones que motivaron la emisión del Décimo Pleno Casatorio Civil sobre
prueba de oficio.
No puede dejar de mencionarse que el objetivo del presente pleno
no solo es establecer reglas jurídicas que deben seguir los jueces en esta
materia, sino también brindar un desarrollo teórico adecuado, serio y
amplio respecto de los problemas que la dogmática actual ha desarrollado
sobre este tópico, sobre todo fijando una posición determinada que avala
la potestad excepcional que tiene el juez de ejercer el poder probatorio
establecido en el artículo 194 del Código Procesal Civil.
El tema es polémico y por esa razón no queda duda de que una vez que
este pleno casatorio salga a la luz, estamos seguros de que traerá un conjunto
de comentarios negativos y positivos. Pero afrontamos esa responsabilidad

8 Es evidente que una Corte Suprema (como vértice del aparato judicial), en cierto sentido
llegó a ser un órgano revisor. Al detentar esta competencia de revisión, no se entienda
que dicha competencia le habilitaba a fungir como una tercera instancia revisora. No
obstante, más que una función de mera revisión, las cortes supremas o de casación deben
tender al establecimiento de interpretaciones-producto uniformes, relativamente estables
en el tiempo, pacificando las diversas interpretaciones dadas a las leyes y disposiciones
normativas en general. Es decir, tienen la función de, a través de los precedentes vinculantes,
atribuir sentido al derecho para guiar la conducta social y preservar la seguridad jurídica
e igualdad (Delgado Suárez, Christian. «Sobre los modelos de Cortes Supremas y la
revocación de precedentes». En Revista Iberoamericana de Derecho Procesal, vol. 3, año 2,
2016, pp. 15-39).

34 | Décimo Pleno Casatorio Civil


porque entendemos que aun con las críticas que vengan, este pleno mejorará
en algo el sistema de impartición de justicia. Los términos de la resolución
que convoca el Décimo Pleno Casatorio Civil fueron los siguientes:

«Lima, dieciséis de julio de dos mil dieciocho

AUTOS Y VISTOS; Y ATENDIENDO:

Primero. Que, conforme lo establece el artículo 384 del Código Procesal


Civil, el recurso de casación tiene por fines la adecuada aplicación del dere-
cho objetivo al caso concreto y la uniformidad de la jurisprudencia nacional
por la Corte Suprema de Justicia de la República, acorde con la doctrina
clásica. De ese modo, nuestro ordenamiento procesal reconoce expresamente
como fines o funciones principales de dicho recurso a la nomofiláctica, aunada
a la función uniformadora de la jurisprudencia; pues no solo es necesario
controlar la correcta interpretación y aplicación de la norma jurídica al caso
concreto, sino que debe salvaguardarse el interés general, otorgando certi-
dumbre e igualdad en la aplicación o interpretación del derecho, con miras
a su unidad y racionalidad. Ambas funciones tienen el mismo fundamento,
esto es, el de propender a la seguridad jurídica a través de la simplificación de
los diversos criterios de interpretación realizados por los órganos jurisdiccio-
nales. Asimismo, contemporáneamente se acepta, además, que el recurso de
casación persigue también una finalidad dikelógica, que no es otra que la de
alcanzar justicia en el caso concreto.

Segundo. Esta Sala Suprema de Justicia de la República, consciente de su


posición de vértice supremo de la justicia ordinaria, razón por la cual resulta
la última y principal responsable del control de la plena vigencia de un
Estado constitucional de derecho en esta área aludida, Estado de derecho
que rige el comportamiento de sus autoridades, estando sometidos estos a la
Constitución y a la ley, en la que se reconoce al ciudadano que toda acción
social y estatal se desarrolle con pleno sustento en la Carta Fundamental y las
leyes que la desarrollen, lo que permite el absoluto respeto por el ser humano
y garantiza que sus derechos tengan plena vigencia. De ahí la importancia del
recurso de casación como mecanismo de control de la aplicación del derecho
en los casos que resuelva el Poder Judicial en sede casatoria.

Tercero. Esta Sala Suprema ha establecido con precisión que las funciones
inherentes a su rol casatorio no son únicamente las anteriormente aludidas,
serán las que trascienden más en la normatividad, lo que no implica dejar

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 35


de tener presente que además del rol de controlar la correcta observancia de
la norma jurídica, también su función es controlar el correcto razonamiento
jurídico fáctico, realizados por los órganos jurisdiccionales al momento de
dictar sus resoluciones que ponen fin a la instancia, lo cual implica un control
de logicidad, con el fin de realizar el control de la aplicación de la justicia
en el caso concreto. Cumple también una finalidad política, en el sentido
de que es prioritario para la eficacia del ordenamiento jurídico procurar la
aplicación correcta de las reglas y principios jurídicos durante el desarrollo
de las funciones a cargo de los órganos jurisdiccionales. La función didáctica,
que permite a los jueces supremos impartir líneas directrices a los demás
jueces de la República respecto de cuál debe ser la correcta interpretación
y aplicación de una norma jurídica al caso concreto planteado. El control
del cumplimiento de los fines de la actividad probatoria, esto es, controlar el
cuidado que han brindado las instancias de mérito de las reglas y principios
jurídicos en materia probatoria, pues es lo que en esencia va a garantizar a las
partes y a la sociedad disfrutar de una auténtica justicia.

Cuarto. Que, con el fin de coadyuvar al cumplimiento de los fines nomofilác-


ticos y uniformadores y demás anotados, nuestra norma procesal ha dotado
a la sede casatoria de una herramienta que permite establecer líneas juris-
prudenciales predecibles para el correcto desarrollo de la función de control,
permitiendo la solución de causas similares con seguridad y predictibilidad.
Así tenemos que el artículo 400 del Código Procesal Civil, modificado por la
Ley n.o 29364, establece que la Sala Suprema Civil puede convocar al pleno
de los magistrados supremos civiles a efectos de emitir sentencia que consti-
tuya precedente judicial, decisión que se adoptará en mayoría absoluta de los
asistentes al Pleno Casatorio y vinculará a los órganos jurisdiccionales de la
República, hasta que sea modificada por otro precedente.

Quinto. Que, entre los diversos expedientes que vienen elevándose en


casación ante este Supremo Tribunal, se ha advertido que, de forma continua
y reiterada, los diversos órganos jurisdiccionales del país, que actúan
como instancia de mérito, en los procesos que versan sobre reivindicación,
vienen actuando deficientemente en materia de calificación, recopilación
y valoración de los elementos probatorios, lo que no les permite resolver el
conflicto de intereses en forma justa, incurriendo en criterios distintos y hasta
contradictorios, aspecto sobre el cual resulta necesario realizar el control
casatorio.

36 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Sexto. Que el presente caso se trata de un proceso de reivindicación, en el
que entre los temas materia de casación a dilucidar tenemos la infracción
normativa del artículo 194 del Código Procesal Civil, aludiendo el recurrente
que las instancias de mérito han sostenido que las denominaciones del predio
no les habían generado certeza respecto a la identificación del predio a fin
de determinar el bien materia de reivindicación, habiendo omitido el juez,
siendo el director del proceso, hacer uso de la facultad discrecional conferida
en la norma legal glosada. Además, la infracción del artículo 197 del Código
Procesal Civil, esto es, la obligación del juez de valorar en forma conjunta y
razonada todos los medios de prueba, dado que las pruebas en el proceso, sea
cual fuere su naturaleza, están mezcladas, formando una secuencia integral,
por lo que es responsabilidad del juez reconstruir los hechos tomando como
base las pruebas aportadas por las partes y actuadas en el proceso; por lo
tanto, ninguna prueba puede ser tomada en forma aislada, tampoco en forma
exclusiva, sino en conjunto, toda vez que solo teniendo una visión integral
de los medios probatorios se puede sacar conclusiones en busca de la verdad,
que es el fin del proceso. Habiéndose, en este caso concreto, rechazado el
medio probatorio (documento privado) por no encontrarse visado por la
autoridad competente, más aún cuando el demandado nunca cuestionó
su valor probatorio, resulta necesario establecer pautas interpretativas con
efectos vinculantes para las decisiones que en el futuro adopten los órganos
jurisdiccionales del país sobre el mismo tema.
Debe dejarse expresa constancia de que, no obstante que el presente caso
de reivindicación sirve de motivo para dictar un precedente judicial, las reglas
que se dicten respecto a la prueba de oficio no quedarán restringidas a los
procesos en los que se tramitan este tipo de pretensiones, sino, por el contrario,
las reglas jurídicas que se emitan respecto de la aplicación del artículo 194 del
Código Procesal Civil serán de utilidad para cualquier tipo de procesos en los
que el juez puede ejercer estos poderes.

Séptimo. Que el artículo 194 del Código Procesal Civil, que regula la llamada
iniciativa probatoria del juez o prueba de oficio, no ha sido de pacífica
interpretación y aplicación por parte de los diversos órganos jurisdiccionales
del país, incluyendo a nuestra Corte Suprema de Justicia de la República, lo
que ha motivado incluso su relativamente reciente modificación mediante la
Ley n.o 30293, publicada en el Diario Oficial El Peruano, del 28 de diciembre
de 2014. Igualmente, guarda relación con la regulación del ofrecimiento de
medios probatorios con el recurso de apelación (artículo 374 del Código
Procesal Civil); así como con la posibilidad de presentación de medios
probatorios extemporáneos (artículo 429 del Código Procesal Civil); del

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 37


mismo modo, en cuanto a la prueba de oficio en segunda instancia o ante el
juez de grado (artículo 194 del Código Procesal Civil), obviamente con las
particularidades en los diversos tipos de proceso, llámese de conocimiento,
abreviado, de ejecución, etc. Es también importante destacar que el artículo
3 del Título Preliminar del Código Procesal Civil establece que la finalidad
concreta del proceso es resolver un conflicto de intereses o eliminar una
incertidumbre, ambas con relevancia jurídica, haciendo efectivos los derechos
sustanciales y que su finalidad abstracta es lograr la paz social en justicia.

Octavo. Esta situación ha motivado interés permanente en el campo aca-


démico nacional, habiéndose publicado textos sobre la materia9, siendo
también un tema relevante en la legislación, doctrina y jurisprudencia com-
parada; todo lo cual abunda en favor de justificar que las Salas Civiles de
nuestra Corte Suprema establezcan doctrina jurisprudencial de carácter
vinculante sobre tan relevante materia.
La misma problemática ha sido abordada, por ejemplo, en el Pleno
Jurisdiccional del Distrito Judicial de Ica, publicado el 24 de junio de 201610.

Noveno. Es oportuno recordar que al amparo del texto original del artículo
400 del Código Procesal Civil, aprobado por el Decreto Legislativo n.o 768,
de fecha cuatro de marzo de mil novecientos noventa y dos, se promulgó el
Código Procesal Civil, y que mediante el Decreto Ley n.o 25940, de fecha
diez de diciembre del mismo año, fue modificado, habiéndose dispuesto en
el artículo 8 de este decreto ley que por resolución ministerial del sector
Justicia se autorice y disponga la publicación del Texto Único Ordenado
del Código Procesal Civil, el mismo que fue aprobado por Resolución
Ministerial n.o 010-93-JUS el 23 de abril de 1993, entrando en vigencia el

9 Martel Chang, Rolando Alfonzo. Pruebas de oficio en el Proceso Civil. Lima: Instituto
Pacífico S. A. C., 2015; Gonzales Álvarez, Roberto. Constitucionalismo y proceso. Tendencias
contemporáneas. Lima: ARA Editores, 2014; Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional
de la prueba. Madrid: Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, 2007; Picó i Junoy,
Joan. El juez y la prueba. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana/Grupo Editorial Ibañez,
2011; Alfaro Valverde, Luis. La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la prueba
de oficio. Lima: Editora y Librería Jurídica Grijley, 2017; Sentís Melendo, Santiago. La
prueba. Los grandes temas del derecho probatorio. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa
América, 1979; Ledesma Narváez, Marianella. La prueba en el proceso civil. Lima: Gaceta
Jurídica, 2017.
10 Ministerio de Justicia. Código Civil. Código Procesal Civil. Lima: Jurista Editores, 2017,
p. 491.

38 | Décimo Pleno Casatorio Civil


28 de julio de 1993. Atendiendo a dicho dispositivo, precisamente recién se
convocó al Primer Pleno Jurisdiccional el año 2007 (Pleno Casatorio Civil
n.o 1465-2007-Cajamarca) sobre la Validez de la Transacción Extrajudicial,
publicado en el Diario Oficial El Peruano del 22 de enero de 2008, y el
Segundo Pleno Jurisdiccional el año 2008 (Pleno Casatorio Civil n.o 2229-
2008-Lambayeque) sobre Prescripción Adquisitiva de Dominio, publicado el
22 de agosto de 2009; hasta aquí con participación de todos los magistrados
titulares de la Corte Suprema.
Luego de promulgada la Ley n.o 29364, del 28 de mayo de 2009, que
modificó el artículo 400 del Código Procesal Civil, se llevaron a cabo los
siguientes plenos casatorios: el Tercer Pleno Casatorio (Casación n.o 4664-
2010-Puno) sobre Divorcio por Causal de Separación de Hecho, publicado
el 13 de mayo de 2011; el Cuarto Pleno Casatorio (Casación n.o 2195-
2011-Ucayali) sobre Desalojo por Ocupación Precaria, publicado el 14 de
agosto de 2013; el Quinto Pleno Casatorio (Casación n.o 3189-2012-Lima
Norte) sobre Impugnación de Acuerdo, publicado el 9 de agosto de 2014;
el Sexto Pleno Casatorio (Casación n.o 2402-2012-Lambayeque) sobre el
Proceso de Ejecución de Garantías, publicado el 2 de noviembre de 2014; el
Séptimo Pleno Casatorio (Casación n.o 3671-2014-Lima) sobre Tercería de
Propiedad, publicado el 7 de diciembre de 2015; el Octavo Pleno Casatorio
(Casación n.o 3006-2015-Junín) sobre Nulidad de Acto Jurídico, llevado a
cabo el 22 de diciembre de 2015, pendiente de publicación; y finalmente el
Noveno Pleno Casatorio (Casación n.o 4442-2015-Moquegua) sobre Otorga-
miento de Escritura Pública, publicado el 18 de enero de 2017. Todos estos
plenos abordaron temas de derecho material y procesal relevantes, que son
de gran utilidad en el ejercicio de la función jurisdiccional, y que son utilizados
también por los señores abogados en el ejercicio de la defensa. Con estos se
contribuye a plasmar los principios de seguridad jurídica, predictibilidad o
predecibilidad y de igualdad, en aras de decisiones más justas, teniendo
como beneficiario final al usuario del sistema o del servicio de justicia, que es
la ciudadanía en general y el justiciable en particular.
En las respectivas audiencias públicas de estos plenos, se ha incluido como
una buena práctica la invitación a académicos y juristas de nota, especialistas
en las respectivas materias, en su calidad de amicus curiae, cuyo aporte,
aunado al de los señores abogados que informan en la causa, ha resultado
y resulta valioso, contribuyendo a la legitimidad de la Corte Suprema y del
Poder Judicial en su conjunto.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 39


Décimo. Entre las sentencias o ejecutorias supremas de las Salas Civiles e
inclusive de la Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente, que
han abordado este tema de la prueba de oficio, podemos citar: Casación
n.o 1203-2002-Lima, Casación n.o 1121-2004-Chincha, Casación n.o 4445-
2011-Arequipa y Casación n.o 2992-2007-Callao. Igualmente, y solo en este
Año Judicial 2017, este instituto procesal tantas veces mencionado ha sido
objeto de aplicación por parte de los órganos jurisdiccionales de mérito en
varios procesos llegados en casación a esta Sala Civil Permanente, entre los
que pueden citarse: Casación n.o 4684-2016-Huancavelica, Casación n.o 2766-
2016-San Martín, Casación n.o 1754-2017-Cajamarca, Casación n.o 1829-
2017-Cañete, Casación n.o 4116-2017-Lima, Casación n.o 376-2017-Lima
Norte, Casación n.o 3414-2017-Lima Este, Casación n.o 3722-2017, Casación
n.o 3124-2017, Casación n.o 2754-2017, Casación n.o 3120-2017, Casación
n.o 4445-2017, Casación n.o 2992-2017 y Casación n.o 1450-2017.

Undécimo. Que el recurso de casación interpuesto en este proceso fue decla-


rado procedente, en los términos contenidos en el auto de fecha catorce de
junio de dos mil diecisiete, obrante a fojas cuarenta y cuatro de este cuader-
nillo. Por lo tanto, resulta imperioso convocar a un Pleno Casatorio de las Salas
Civiles de la Corte Suprema de Justicia de la República, de conformidad con
lo preceptuado en el artículo 400 del Código Procesal Civil; en concordancia
con lo establecido en el artículo 141 de la Constitución Política del Estado,
y el artículo 32, inciso a, del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del
Poder Judicial. Estando a lo expuesto y en atención a la trascendencia e
importancia de los plenos casatorios, se resuelve: CONVOCAR a los inte-
grantes de las Salas Civiles Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de
Justicia de la República para el Pleno Casatorio que se realizará el día jueves
trece de septiembre a horas diez de la mañana (10 a. m.) en la Sala de Jura-
mentos, ubicada en el segundo piso del Palacio Nacional de Justicia, ingreso
principal sito en Av. Paseo de la República s/n, Lima. En consecuencia:
FIJARON el mismo día y hora para la vista de la causa en audiencia pública
para resolverse sobre el fondo de la casación, de conformidad con lo dispuesto
en el último párrafo del artículo 391 del Código Procesal Civil y el tercer
párrafo del artículo 400 del mismo cuerpo normativo; DISPUSIERON la
notificación a las partes con la presente resolución; ORDENARON que
se publique la presente resolución en el Diario Oficial El Peruano, notificán-
dose. Sres. Távara Córdova, Hurtado Reyes, Huamaní Llamas, Lizarraga,
Calderón Puertas».

40 | Décimo Pleno Casatorio Civil


La fecha del Décimo Pleno Casatorio Civil fue reprogramada y se llevó a
cabo el día 18 de octubre de 2018 a las 10 a. m.

III. Consideraciones sobre prueba judicial y prueba de oficio

1. Derecho a la prueba y su constitucionalización

1.1. Principios y reglas procesales relativos a la prueba

Como se sabe, en el proceso judicial confluyen principios y reglas procesales


sobre las que se fundamentan las diversas técnicas, categorías e institucio-
nes procesales reguladas en el ordenamiento jurídico. Uno de los lugares
comunes en donde se puede observar —con mayor nitidez— su fuerte
incidencia es en la prueba, es decir, detrás de las disposiciones o textos
normativos de tipo probatorio están una serie de principios que orientan su
adecuado desarrollo. Esta primera sección tiene como propósito analizar los
principios procesales que tienen influencia determinante en el análisis y el
ejercicio de la actividad probatoria en el proceso11; dicho de otra manera,
aquellos que están involucrados con la formación del material fáctico12.
Aunque en este punto la literatura jurídica procesal es abundante y hay

11 Conviene precisar que en la filosofía del derecho se distinguen principios y reglas jurídicas.
Las primeras son las que ordenan que algo sea realizado en la mayor medida posible,
dentro de las posibilidades jurídicas y reales existentes (Alexy, Robert. Teoría de los
derechos fundamentales. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1993, p. 86); y las
segundas, mandatos de realización. Distinción teórica que todavía no parece estar asentada
en la literatura procesal peruana, en la que existen diversas tipologías de principios
procesales y donde se confunden principios y reglas (v. gr.: Monroy, Juan. Teoría general
del proceso. Tercera edición. Lima: Communitas, 2009, pp. 207 y ss.; Idrogo, Teófilo. El
proceso de conocimiento. Trujillo: Universidad Privada Antenor Orrego, 2013, pp. 102 y ss.).
No obstante, considerando las diferencias mencionadas, para los efectos de la presente
decisión se distinguen como principios procesales: dispositivo y contradictorio; y como
reglas técnicas: preclusión, pertinencia e inmediación.
12 En efecto, para algunos autores los principios procesales pueden ser clasificados como:
a) principios inherentes a la estructura del proceso; b) principios relativos a la acción y al
derecho subjetivo material subyacente; c) principios referentes a la formación del material
fáctico; y d) principios relativos a la valoración de la prueba (Gimeno Sendra, Vicente.
Derecho Procesal Civil. Tomo I. Cuarta edición. Madrid: Colex, 2012, pp. 37 y ss).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 41


distintas posiciones teóricas, se ha preferido considerar las más relevantes,
a saber, los principios procesales: dispositivo y contradictorio; y las reglas
técnicas: preclusión, inmediación y adquisición. Sobre todo, se analizarán
aquellos que están estrechamente relacionados y permitan comprender
mejor la problemática de los poderes probatorios ex officio que son materia
de examen en esta oportunidad.

1.1.1. Principio dispositivo


Conforme con este principio (considerado como uno jurídico técnico13), los
actos procesales en general son realizados por las partes procesales en el
ejercicio de su autonomía de la libertad. Son los justiciables al considerarse
afectados de sus derechos materiales quienes deciden o no ejercer su derecho
de acción planteando una demanda y dar inicio al proceso judicial14. Según
este razonamiento, De la Oliva Santos sostiene que este principio:

[es] derivado de la naturaleza eminentemente particular de los derechos e


intereses en juego, en virtud del cual el proceso se construye asignando (o
reconociendo) a las partes un papel de gran relieve, de modo que, en primer
lugar, se hace depender la existencia real del proceso y objeto concreto del
libre poder de disposición de los sujetos jurídicos implicados en la tutela
jurisdiccional que se pretende y, en segundo lugar, los resultados del proceso
dependen en gran medida del ejercicio por las partes de las oportunidades
de actuación procesal (alegaciones y prueba) abstractamente previstas en la
norma jurídica15.

13 Sobre el particular se sostiene que los llamados principios jurídicos técnicos no configu-
ran siempre los procesos, sino que inspiran, unos, ciertas construcciones procesales
(De la Oliva Santos, Andrés. Curso de derecho procesal civil. Tomo I. Madrid: Editorial
Universitaria Ramón Areces, 2012, p. 196).
14 Son manifestaciones del principio dispositivo que el proceso no empiece por iniciativa
del órgano jurisdiccional sino solo por instancia de parte; es decir, el juez no procede
de oficio (ne procedat iudex ex officio) y el juez no iniciará el proceso sino a pedido del
accionante (nemo iudex sine actore). Manifestaciones que en el ordenamiento procesal civil
se encuentran previstas en el artículo 4 del Código Procesal Civil, cuando se menciona:
«El proceso se promueve solo a iniciativa de parte, la que invocará interés y legitimidad
para obrar».
15 De la Oliva Santos, Andrés. Op. cit., p. 205.

42 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Además, se sabe que este principio procesal se sustenta atendiendo al
brocardo iudex iuxta alligata et provata iudicare debet16, que da cuenta de dos
sentidos o concepciones del principio dispositivo, bastante aceptados por la
doctrina procesal contemporánea.
La primera concepción, principio dispositivo en sentido sustancial o
propio17, está referida al reconocimiento de la tutela jurisdiccional de las
múltiples situaciones jurídicas sustantivas o materiales de las partes proce-
sales, conforme con lo previsto en el artículo 1 del Código Procesal Civil,
según el cual «toda persona tiene derecho a la tutela jurisdiccional efectiva
para el ejercicio o defensa de sus derechos o intereses, con sujeción a un
debido proceso». Esto significa que ante el juzgador las partes pueden pre-
sentar sus alegaciones de los hechos (narraciones de los hechos, afirmación
de los hechos y enunciado fáctico) y aportar los elementos de prueba rele-
vantes que estimen pertinentes. De acuerdo con este sentido, el deman-
dante debe probar las versiones de los hechos —que configura el derecho—
expuestos en su demanda. Al ser este el titular de las situaciones sustantivas
de ventaja es el que puede activar o no su tutela jurisdiccional18.
La segunda concepción, principio dispositivo en sentido procesal o
impropio, se refiere a que se debe considerar en un sentido de disponibilidad
de las pruebas. Lo que significa que si bien como regla se otorga a las
partes la facultad de proponer las pruebas que sustentan los hechos del

16 Se sabe que la relación del principio dispositivo y la máxima jurídica extraída del
brocardo iudex iudicare debet secundum allegata et probata partium fue el resultado de equi-
vocaciones que distorsionaron el significado original y correcto de tal expresión: Iudex
iudicare debetsecundum allegata et probata, non secundum conscientiam. Para mayor detalle
puede consultarse Picó i Junoy, Joan. «Iudex iudicare debetsecundum allegata et
probata, non secundum conscientiam: storia dell’erronea citazione di un brocardo
nella dottrina tedesca e italiana». En Rivista di diritto processuale, vol. 62, núm. 6, 2007,
pp. 1497-1518.
17 Para mayor detalle de las dos concepciones del principio dispositivo, puede consultarse
Cappelletti, Mauro. La testimonianza della parte nel sistema dell’oralità. Milano: Giuffrè
Editore, 1962.
18 Una de las características del principio dispositivo es el poder de disposición sobre el
derecho material, lo que significa que «si los derechos e intereses jurídicos, que se pueden
discutir en el proceso civil, pertenecen al dominio absoluto de los particulares, a nadie
se le puede constreñir a impetrar su tutela jurisdiccional o a ejercitar su defensa ante los
tribunales» (Gimeno Sendra, Vicente. Introducción al Derecho Procesal. Octava edición.
Madrid: Colex, 2013, pp. 37 y 38).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 43


caso; empero, esta situación se ve atenuada por el legislador, para aquellas
necesidades concretas, en virtud de las cuales se reduce el alcance de tal
principio, reconociendo en el juez poderes sobre la actividad probatoria
más o menos extensos. Lo que abre la posibilidad de que se atribuyan
diversos poderes de tipo probatorio al juzgador. Siendo así, de acuerdo con
el principio dispositivo (acorde a su sentido procesal), el juez podría o no
aportar elementos de prueba al proceso; en otras palabras, este principio
no excluye toda posibilidad, o mejor, no es incompatible con los poderes
probatorios del juez. De hecho, entendiendo esta tipología es un lugar común
que la mayoría de ordenamientos jurídicos procesales reconozcan a la par el
principio dispositivo y las pruebas de oficio.

1.1.2. Principio del contradictorio


Por el principio del contradictorio (también denominado como principio
de audiencia) las partes procesales tienen el derecho de participar acti-
vamente en los actos durante el procedimiento judicial y en la toma de
decisión por el juzgador. Es por ello que la dinámica del proceso (enten-
dida como un conjunto de actos concatenados y preestablecidos destina-
dos a la determinación del caso) se articula a través del contradictorio.
La importancia en el proceso —al menos como regla general— es tan
determinante que su omisión puede derivar en su nulidad. En este sen-
tido, Calamandrei afirmaba que se trata de un principio fundamental
del proceso, su fuerza motriz, su garantía suprema19. También Proto
Pisani considera que es un principio fundamental del proceso civil y que
se encuentra en expansión también en el procedimiento administrativo
y, a través de las cláusulas generales de la corrección y de la buena fe,
en la actividad privada20. Por su parte, Fazzalari propone una lectura
distinta del contradictorio fundada sobre la distinción entre proceso21

19 Calamandrei, Piero. Proceso y democracia. Traducción de Héctor Fix-Zamudio. Lima:


ARA Editores, 2006, p. 136.
20 Proto Pisani, Andrea. Lecciones de derecho procesal civil. Traducido por Mayté Pamela
Chumberiza Tupac-Yupanqui. Lima: Palestra Editores, 2018, p. 203.
21 Fazzalari, Elio. «Procedimento e processo (teoria generale)». En Enciclopedia del Diritto.
Vol. XXXV. Milano: Giuffrè Editore, 1986, pp. 819-835.

44 | Décimo Pleno Casatorio Civil


y procedimiento. Bajo esta óptica el proceso sería una especie del proce-
dimiento, que vendría a ser el género22.
De la evolución histórica del concepto del contradictorio, fundada sobre
la base del brocardo audiatur et altera pars, se puede extraer al menos dos
sentidos o concepciones bastante difundidas en la literatura procesal. El
primero habla de un «sentido débil», que se presenta como necesario para
la constitución del proceso mismo. Es un sentido lógico formal de la parti-
cipación de los destinatarios de la decisión final, centrado únicamente en la
fase inicial del proceso, sin consideración del juez como partícipe de este
principio. Al respecto, Proto Pisani considera que, en la doctrina clásica
formada en los primeros años del siglo pasado, el contenido necesario y
suficiente del principio del contradictorio consistiría en poner a la contra-
parte en la posibilidad de contradecir, con el propósito de asegurar la igual-
dad de las partes en el proceso y para aprovechar la libre contradicción, el
libre choque entre las partes para poner al juez en las mejores condiciones
posible para decidir23.
El «sentido efectivo o fuerte»24 del contradictorio está relacionado
con la idea de que toda decisión judicial debe suponer la participación
activa y previa de las partes. Su vigencia no solo se circunscribe a la etapa
postulatoria del proceso, sino en todas las fases del proceso. Conforme
con esta concepción, el contradictorio es un derecho de las partes, sin que
su vinculación se extienda a los jueces, permitiendo un compromiso de
propiciar y conducir el debate de manera previa a su decisión, rechazando
con esto la posibilidad de decisiones sorpresas o de terza vía25. En la
doctrina nacional se sostiene que «se ve que el contradictorio no solamente

22 Fazzalari, Elio. Istituzioni di diritto processuale. Padova: Cedam, 1996, p. 82.


23 Proto Pisani, Andrea. Op. cit., pp. 203-204.
24 Cfr. Picardi, Nicola. «“Audiatur et altera pars”. Le matrici storico-culturali del
contraddittorio». En Rivista Trimestrale di Diritto e Procedura Civile, vol. 57, núm. 1, 2003, pp. 10
y ss.; del mismo autor: «Il principio del contraddittorio». En Rivista di Diritto Processuale,
núm. 3, año 53, pp. 674 y ss.
25 Sobre los sentidos fuerte y débil del contradictorio, en la doctrina peruana puede
consultarse: Alfaro Valverde, Luis. El principio de audiencia. Evolución e influencia en el
proceso civil. Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2014, quien establece el contenido esencial
del contradictorio: i) derecho a recibir adecuada y tempestiva información; ii) derecho a
defenderse activamente; y iii) derecho de influencia (p. 110).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 45


constituye un medio de lucha entre las partes, sino tanto más un instrumento
operativo para el juez y, por consiguiente, un momento fundamental del
juicio. Desde esta óptica, el contradictorio deviene el eje de la búsqueda
dialéctica, conducida por el juez con la colaboración de las partes»26.
Este sentido (fuerte) del contradictorio tiene implicancia directa en
todos los actos procesales del juez de los hechos, como lo son aquellos
vinculados con la actividad probatoria y más todavía con lo relativo a las
denominadas pruebas de oficio. De hecho, si es cierto que la mayoría de
ordenamientos del civil law y common law reconocen —en mayor o menor
grado— poderes probatorios del juez, es precisamente porque juntamente
garantizan el contradictorio de las partes. Siendo así, las pruebas de oficio
estarían sujetas (entendidas como una conditio sine qua non) a un irrestricto
respeto al principio del contradictorio, que puede ser de manera previa,
posterior, escrita u oral, como veremos más adelante.

1.1.3. La preclusión
Por la preclusión los actos procesales se realizan en determinados momen-
tos del proceso, fijados por la ley procesal. En su concepción más clásica
la preclusión exige que las partes puedan desarrollar su actividad en las
etapas preestablecidas, de lo contrario perderían su derecho a ejercerlo en
otros instantes del iter procesal. En rigor se trata de la consecuencia que
se genera en un proceso judicial debido a la superación de los plazos para
la realización de las actuaciones procesales que se establecen en un orde-
namiento procesal determinado. En este sentido, Couture afirma que el
principio de preclusión:

está representado por el hecho de que las diversas etapas del proceso se
desarrollan en forma sucesiva, mediante la clausura definitiva de cada una de
ellas, impidiéndose el regreso a etapas y momentos procesales ya extinguidos.

26 Hurtado, Martín. Fundamentos de derecho procesal civil. Lima: Idemsa, 2009, p. 104. Acorde
con esta concepción, Nieva Fenoll sostiene que «el derecho a la contradicción se concreta
en la posibilidad de rebatir las alegaciones y pruebas de la parte contraria, permitiendo que
el proceso tenga una estructura dialéctica. Es el contrapunto a los derechos de aleación y
prueba, porque indica cómo estructurar procedimentalmente esos derechos, siguiendo la
citada estructura» (Nieva Fenoll, Jordi. Derecho procesal I. Introducción. Madrid: Marcial
Pons, 2014, p. 151).

46 | Décimo Pleno Casatorio Civil


En un proceso de desenvolvimiento discrecional, siempre sería posible
retroceder a etapas ya cumplidas; en un proceso dominado por el principio
de preclusión, extinguida la oportunidad procesal para realizar un acto, ese
acto ya no podrá realizarse más27.

Es el legislador procesal quien fija o establece a priori —se espera que


de manera racional— los momentos o las fases en las que se debe realizar
(y superar) los actos de las partes o alguna actuación propia del proceso.
Estos efectos suponen la imposibilidad posterior de realizar el acto procesal
prescindido, por lo que el procedimiento no podría retroceder. En efecto,
Ariano afirma que cuando se habla de preclusión se piensa tanto en la
división del proceso en fases como en la consecuencia: la pérdida —para
las partes— de la posibilidad de realizar tal o cual acto por haber pasado
el plazo previsto por la ley o por haberse ya cerrado el estadio procesal
respectivo28. Este «sentido rígido» de la preclusión parece haber sido adop-
tado por el proceso civil peruano, tal como se desprende de la revisión
del Código Procesal Civil en los siguientes casos: i) que el demandado en
la contestación de la demanda deba pronunciarse «respecto de cada uno
de los hechos» (artículo 442, inciso 2) y exponer los hechos en que fun-
damenta su defensa (artículo 442, inciso 4); ii) que el demandante solo
pueda modificar su demanda antes de que esta sea notificada (artículo
428); iii) que el demandado solo pueda plantear sus excepciones todas
juntas dentro de los plazos señalados por la ley (artículo 447).
Luego, la preclusión también surte sus efectos determinando los momen-
tos en que las partes pueden realizar sus alegaciones de hechos y aportar
los medios de prueba relevantes. Por ejemplo, en el proceso civil se establece
que sea en la etapa postulatoria cuando pueden aportar los hechos del caso
y los elementos de prueba (artículo 189; artículo 424, inciso 9; y artículo
442, inciso 5), salvo que el ordenamiento procesal lo permita en otra opor-
tunidad; de no ser así, de manera categórica no podrían hacerlo en otras
fases del proceso. Sobre la función de la preclusión en el contexto probatorio

27 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: BdeF, 2005,
p. 194.
28 Ariano, Eugenia. «Prueba y preclusión. Reflexiones sobre la constitucionalidad del
proceso civil peruano». En Revista Ius et Veritas, núm. 23, 2001, p. 73.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 47


Taruffo afirma que «sirven para establecer, en los tiempos lógicos del pro-
ceso, los momentos dentro de los cuales determinadas actividades de las
partes deben ser cumplidas, y a sancionar a la parte que no respeta la
secuencia predeterminada por la ley [...]; ellas sirven simplemente para
indicar a las partes cuándo ellas deban decir, bajo pena de no poder hacerlo
ya más en momentos sucesivos, lo que pretenden decir en el proceso»29.
Respecto a la concepción anteriormente expuesta en los actos procesales
en general y sobre las pruebas en especial, se afirma que sería el contexto
de la preclusión «en sentido rígido», sustentado sobre la base del principio
de seguridad jurídica. Empero, en la literatura procesal se viene proponiendo
una concepción flexible de la preclusión, inspirada en la constitucionaliza-
ción del proceso, en particular frente al derecho a la defensa que asegura la
Constitución30. Sin embargo, queda abierta la posibilidad de que este sentido
de la preclusión paulatinamente cobre vigencia en los ordenamientos pro-
cesales, sea a partir de la obra del legislador procesal o de la jurisprudencia.
Por ejemplo, en el Tercer Pleno Casatorio Civil la Corte Suprema dejó
establecida la flexibilización de la preclusión para la pretensión de indem-
nización por la causal de separación de hecho en un proceso de divorcio.
En ese entonces se estableció:

En consecuencia, los principios de congruencia, preclusión y eventualidad


procesal, entre otros, deben aplicarse en forma flexible en los procesos de
familia y en particular en los procesos de divorcio por separación de hecho,
con el fin de darle efectividad de los derechos materiales discutidos en este
tipo de procesos y especialmente cuando se refiera a los niños, adolescentes, a
la familia monoparental resultante de la disolución del vínculo matrimonial,
al cónyuge que resulte más perjudicado con la separación de hecho, como
suele ocurrir en este tipo de procesos (Fundamento 17)31.

29 Taruffo, Michele. «Le preclusioni nella riforma del processo civile». En Rivista di diritto
processuale, vol. 42, núm. 2, 1992, p. 301.
30 Ariano, Eugenia. «Prueba y preclusión. Reflexiones sobre la constitucionalidad del
proceso civil peruano». Op. cit., p. 79.
31 Corte Suprema de Justicia de la República. Tercer Pleno Casatorio Civil. Lima: 18
de marzo de 2011.

48 | Décimo Pleno Casatorio Civil


1.1.4. Adquisición o comunidad de prueba
La adquisición de prueba o comunidad de prueba32 tiene su origen en el
denominado —por Chiovenda— principio de adquisición procesal33, que
hace referencia a la unidad en cuanto a la actividad procesal, estableciéndola
como común a las partes. Este principio se ve reflejado de manera directa
en la actividad probatoria, en el sentido de que los múltiples elementos de
prueba aportados por las partes no tienen como propósito su propio bene-
ficio, sino que es el proceso mismo34. Según Valmaña consiste en que «toda
la prueba que ha sido simplemente propuesta (aun sin haber sido todavía
practicada) pasa a formar parte ya del proceso, por lo que debería dejar
de pertenecer a la esfera dispositiva de las partes y convertirse así en un
elemento más de dicho proceso»35.
En general, los diversos actos realizados por las participantes en el pro-
ceso (juez y partes) pertenecen a una actividad única; por tanto, el procedi-
miento probatorio entendido como un conjunto de actos procesales adopta
este carácter único. De tal manera, como afirma Picó i Junoy, es perfec-
tamente posible, incluso, que el convencimiento del juzgador acerca de las
alegaciones de una de las partes se alcance mediante una prueba propuesta
por la otra36. Siguiendo este mismo razonamiento, Ramírez Salinas sostiene
que las consecuencias de los actos probatorios desplegados por el deman-
dante bien pueden ser utilizadas por la demandada en sus diferentes actos

32 En la literatura procesal se ha identificado con otros nomen iuris, tales como principio
de incorporación, comunidad de pruebas, comunidad de medios de pruebas, aportación
indiferenciada o indiscriminada de los hechos (Fons Rodríguez, Carolina. «Incidencia
del principio de adquisición procesal en el interrogatorio de testigos». En Abel Lluch,
Xavier et al. (dirs.). La prueba judicial. Madrid: La Ley, 2011, p. 821.
33 Conforme lo mencionan Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Sexta edición.
Navarra: Thomson Reuters, 2011, p. 112; Picó i Junoy, Joan. «El principio de adquisición
procesal en materia probatoria». En La Ley 6.404, 2006, p. 1304.
34 Ramírez Salinas, Liza. «Principios generales que rigen la actividad probatoria». En
La Ley 2005, p. 1032.
35 Valmaña, Antonia. «El principio de adquisición procesal y su proyección sobre la
prueba no practicada». En InDret. Revista para el Análisis del Derecho, núm. 2, 2012, p. 7.
36 Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva ley de Enjuiciamiento Civil».
En Abel Lluch, Xavier y Picó i Junoy, Joan (coords.). Problemas actuales de la prueba.
Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2004, p. 40.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 49


de defensa37. Por ejemplo, cuando una parte ofrece un testigo, de su declara-
ción pueden extraerse múltiples inferencias sobre los hechos afirmados por
ambas partes, indistintamente de quien lo haya presentado al proceso.
Siendo así la idea o creencia de que determinados medios de prueba
serán necesariamente beneficiosos a la parte que la ofrece, no tiene en
cuenta los demás factores y elementos que están implicados en la actividad
probatoria. No es posible determinar con exactitud a quién beneficiarían
o perjudicarían determinados medios de prueba38. En rigor, la actividad
probatoria beneficia propiamente a la finalidad que puede aspirar el
proceso, esto es, una correcta y verdadera reconstrucción de los hechos del
caso materia de decisión, conforme a una concepción racionalista de la
prueba y del proceso. En síntesis —conforme afirma Taruffo— la solución
de la controversia sobre los hechos se alcanza cuando el tribunal establece
la verdad sobre los hechos motivos de la disputa39.

1.1.5. Inmediación procesal


En términos generales la inmediación está pensando en lograr una mayor
relación directa entre los medios de prueba relevantes presentados por las
partes y el juez. Lo que se pretende es permitir al juzgador de los hechos
apreciar de manera personal todo aquello que es ventilado en el proceso,
procurando alcanzar una mejor percepción de lo narrado y lo acontecido
en la realidad. Por ejemplo, Ramírez Salinas señala que en la declaración
de testigos se afirma que ese contacto directo que se podrá dar entre el juez
y el testigo permitirá establecer un grado de afinidad tal que posibilitaría
dilucidar las dudas del magistrado, imposibles de vislumbrar por actua-
ciones o intermediarios, los cuales cuentan con apreciaciones diferentes40.
En el ordenamiento procesal civil peruano, la inmediación ha alcanzado
recepción normativa en el artículo 5 del Código Procesal Civil de acuerdo
con la siguiente formulación: «Las audiencias y la actuación de medios

37 Ramírez Salinas, Liza. Op. cit., p. 1032.


38 Idem.
39 Taruffo, Michele. La prueba. Traducción de Laura Manríquez y Jordi Ferrer Beltrán.
Barcelona: Marcial Pons, 2008, p. 15.
40 Ramírez Salinas, Liza. Op. cit., pp. 1034-1035.

50 | Décimo Pleno Casatorio Civil


probatorios se realizan ante el juez, siendo indelegables bajo sanción de
nulidad. Se exceptúan las actuaciones procesales por comisión».
De lo afirmado se puede colegir que lo vital cuando se habla de inmedia-
ción es la presencia del juez en todas las actuaciones judiciales que requiera
el ordenamiento procesal, por lo que —en principio— no podría delegar esa
función a otra persona, bajo la excusa de acelerar el proceso debido a la
(sobre)carga procesal. Caso contrario, si las diligencias o actuaciones judi-
ciales son realizadas en ausencia del juez, se determinará irremediablemente
su nulidad. Frente a esta explicación se vienen planteando explicaciones de
tipo epistemológico que ayudan a evidenciar su real importancia. Según este
razonamiento, Folgueiro afirma que la inmediación puede ser comprendida
como una regla epistemológica dentro del proceso, es decir, como una regla
de conocimiento, a la cual denomina fundamento epistemológico o lógico.
Antes de culminar este acápite inicial, debemos indicar que más adelante
veremos el papel transcendental que juegan en la prueba la «pertinencia» y
la «licitud», por lo que ahí haremos un desarrollo sobre estas.

1.2. Instituciones y categorías sobre prueba

Una adecuada aproximación a la teoría de la prueba requiere no solo


del estudio de los principios y reglas procesales, sino también el examen
de algunas instituciones y categorías que la caracterizan y permitan una
mejor comprensión. Estas pueden ser analizadas —siguiendo en parte la
propuesta de Couture41— planteando algunas preguntas que ayuden a per-
filar mejor el problema42. Así, tenemos:

41 Couture sostenía que los problemas de la prueba consisten en saber qué es la prueba, qué
se prueba, quién prueba, cómo se prueba y qué valor tiene la prueba producida. El primer
problema que se plantea es el del «concepto» de la prueba; el segundo, el «objeto» de la
prueba; el tercero, la «carga» de la prueba; el cuarto, el «procedimiento» probatorio; el
último, la «valoración» de la prueba.
42 En su tiempo, Guasp consideró las siguientes categorías derivadas de la prueba: «elementos
de la prueba», «fuentes de la prueba», «medios de prueba», «materia de la prueba»,
«temas de la prueba», «motivos de la prueba» y «resultados de la prueba» (Guasp, Jaime.
Derecho procesal civil. Tomo I. Segunda edición. Madrid: Instituto de Estudios Públicos,
1961, p. 334. También en Guasp, Jaime y Aragoneses, Pedro. Derecho procesal civil.
Tomo I. Séptima edición revisada y puesta al día. Navarra: Thomson-Civitas, 2005,
pp. 375 y 376.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 51


a) Concepto: ¿qué es la prueba?
b) Objeto: ¿qué se prueba?
c) Carga: ¿quién prueba?
d) Procedimiento: ¿cómo se prueba?
e) Fuente: ¿de dónde se obtiene la prueba?
Estas instituciones y sus cuestiones serán materia del siguiente análisis.

1.2.1. Concepto de prueba: ¿qué es la prueba?


Entre las cuestiones más relevantes sobre el estudio de la prueba aparece en
primer lugar la siguiente: ¿qué es la prueba?43, o mejor, qué se puede enten-
der cuando hablamos de prueba. Esta pregunta bien puede ser respondida
analizando el concepto de la prueba, más precisamente revisando los dis-
tintos sentidos que se le reconoce a la expresión «prueba» en el derecho44.
Se trata entonces de una palabra polisémica45, que en la actualidad viene
siendo estudiada cada vez más desde una perspectiva multidisciplinaria46.
Así, entre los diversos sentidos más utilizados en el lenguaje jurídico pro-
cesal: como actividad, como medio y como resultado47 (en cambio en el
common law se emplean las expresiones evidence y proof 48).

43 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Tercera edición. Buenos Aires:
Depalma, 1958, p. 216.
44 Cfr. Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Traducción de Jordi Ferrer Beltrán. Madrid:
Trotta, 2002, pp. 439-515.
45 Sobre los diversos significados de la locución prueba, puede verse Couture, Eduardo.
Vocabulario jurídico. Con referencia especial al Derecho procesal positivo vigente uruguayo. Quinta
reimpresión. Buenos Aires: Depalma, 1993, pp. 490- 491.
46 Twining, William. «Evidence as a multi-disciplinary subject». En Rethinking Evidence.
Exploratory Essays. Segunda edición. Cambridge: Cambridge University Press, 2006,
pp. 436-456.
47 Cfr. Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba.
Segunda edición. Madrid: Marcial Pons, 2004, pp. 83-86; Ferrer Beltrán, Jordi. Prueba
y verdad en el derecho. Segunda edición. Madrid: Marcial Pons, 2005, pp. 27-29; Cortés
Domínguez, Valentín y Moreno Catena, Víctor. Derecho Procesal Civil. Parte General.
Valencia: Tirant lo Blanch, 2015, p. 191.
48 En el lenguaje inglés la prueba como medio es identificada como evidence y para hacer
referencia al resultado probatorio se emplea la expresión proof. Mientras que para describir
la actividad se hace uso de la palabra litigation (Twining, William. Op. cit., pp. 193 y 194).

52 | Décimo Pleno Casatorio Civil


El primer sentido (como actividad) de prueba hace referencia a la serie
de actos jurídicos procesales que realizan los participantes en el proceso
para demostrar o acreditar sus versiones de los hechos, que comprendería
también la práctica de la prueba49. Conforme a este sentido, De la Oliva
Santos la define como «aquella actividad que desarrollan las partes con el
tribunal para que este adquiera el convencimiento de la verdad o certeza de
un hecho o afirmación práctica o para fijarlos como ciertos a los efectos de
un proceso»50. En este sentido, la prueba se expresa en su carácter dinámico,
comprendido por una serie de etapas en la que participan el juzgador de los
hechos y las partes a fin de lograr una mejor reconstrucción de los hechos
acaecidos. Se debe precisar que toda la actividad jurídica desplegada
por los sujetos parciales está sujeta a determinadas normas procesales y
procedimentales51.
En el segundo significado, la doctrina procesal suele hablar de «medio
de prueba» para hacer referencia a todos aquellos instrumentos que pueden
lograr el cercioramiento del juzgador acerca de los puntos controvertidos52;
tales como los documentos, declaración de testigos, declaración de parte,
inspección judicial, etc. Sobre este punto, Prieto Castro considera al medio
de prueba como «el instrumento corporal o material cuya apreciación sen-
sible constituye para el juez la fuente de donde ha de obtener los motivos
para su convicción sobre la verdad (o no) del hecho que se trata de probar»53.
En el tercer sentido, es empleado para hacer mención del resultado pro-
ducido por los medios de prueba aportados y actuados en el proceso. Aquí,
la expresión prueba se utiliza para dar cuenta del momento final del proce-
dimiento probatorio, esto es, en la fase de valoración (en la etapa decisoria

49 Miranda Estrampes, Manuel. Mínima actividad probatoria en el proceso penal. Barcelona:


J. M. Bosch Editor, 1997, pp. 22 y ss.
50 De la Oliva Santos, Andrés, Díez-Picazo Giménez, Ignacio y Vegas Torres,
Jaime. Curso de Derecho Procesal Civil II. Parte especial. Tercera edición. Madrid: Editorial
Universitaria Ramón Areces, 2016, p. 115.
51 Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Navarra: Civitas; Thomson Reuters,
2005, pp. 54-55.
52 Ovalle Favela, José. «Teoría general de la prueba». En Revista de la Facultad de Derecho
de México, núms. 93-94, 1974, p. 289.
53 Prieto Castro y Ferrándiz, Leonardo. Derecho Procesal Civil. Quinta edición. Madrid:
Tecnos, 1989, p. 146.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 53


del proceso) de todos los medios de prueba previamente practicados. Es
la conclusión a la cual llega el juez en relación con los hechos probados,
sobre la base de la información y los datos cognitivos aportados al pro-
ceso. En estricto estamos en la parte final del iter probatorio, en donde
se pretende determinar qué aseveraciones de hechos pueden darse por
demostradas54. En este sentido, Couture sostiene que el tema de la valo-
ración de la prueba busca una respuesta para la pregunta «¿qué eficacia
tienen los diversos medios de prueba establecidos en el derecho positivo?».
El propósito es básicamente determinar cómo gravitan y qué influencia
ejercen los diversos medios de prueba sobre la decisión del juez de los
hechos55.

1.2.2. Objeto de prueba: ¿qué se prueba?


La cuestión ¿qué se prueba? —o como diría Couture: qué cosas deben ser
probadas56— está relacionada con el objeto de prueba. Consiste en lo que
puede probarse en general y en especial aquello sobre lo que puede recaer
la prueba en el proceso57; estos son, en concreto, los hechos58. Aunque no
todos los hechos necesariamente requieren ser probados59, sino propiamente
aquellos hechos materia de controversia: hechos controvertidos60. En esta

54 Cfr. Gascón Abellán, Marina. «La racionalidad en la prueba». En Revista de Ciencias


Sociales, núm. 45, 2000, p. 612.
55 Couture, Eduardo. Op. cit., p. 257.
56 Couture, Eduardo. Op. cit., p. 219.
57 Devis Echandía, Hernando. Teoría general de la prueba judicial. Tomo I. Buenos Aires:
Victor P. de Zavalia, 1970, p. 142.
58 En cuanto a la regla de que el derecho no se prueba existe un vínculo con el principio
general que consagra la presunción de su conocimiento; por ende, no tendría sentido
la prueba del derecho en un sistema en el cual este se supone conocido. Salvo algunas
excepciones: i) la existencia o inexistencia de la ley; ii) prueba de la costumbre; y iii) prueba
del derecho extranjero (Couture, Eduardo. Op. cit., pp. 220-223).
59 Montero Aroca, Juan et al. Derecho Jurisdiccional II. Proceso Civil. Valencia: Tirant lo
Blanch, 2017, p. 223.
60 Los hechos controvertidos son aquellos actos cuya existencia o modalidad de ser es motivo
de discusión en juicio, puesto que se impugnan por el adversario (Micheli, Gian Antonio.
La carga de la prueba. Traducción de Santiago Sentís Melendo. Buenos Aires: Ediciones
Jurídicas Europa América, 1961, p. 112).

54 | Décimo Pleno Casatorio Civil


línea de pensamiento, Couture sostiene que esta idea se sustenta en la
norma que establece que las pruebas deben ceñirse al asunto sobre el que
se litiga, y las que no le pertenezcan serán irremisiblemente desechadas de
oficio, al dictarse la sentencia. Y los asuntos sobre los que se litiga son, sin
duda, aquellos que han sido objeto de proposiciones contradictorias en los
escritos de las partes61.
Luego, se debe precisar que en rigor el objeto de prueba está centrado
en las afirmaciones de los hechos62. En este sentido, De la Oliva Santos
considera que «el objeto principal de la prueba son hechos. Más exactamente
podrá decirse que la actividad probatoria versa sobre afirmaciones de hechos
o afirmaciones fácticas»63. Siguiendo este razonamiento, Ramos Méndez
precisa que «comúnmente se afirma que la prueba recae sobre hechos. Esto,
sin ser erróneo, es una expresión abreviada que hay que entender en su
exacto significado. Nunca se prueban directamente hechos, lo que se prueba
son siempre nuestras afirmaciones sobre diversos hechos»64. También Devis
Echandía caracteriza esta noción como puramente objetiva y abstracta, y
que no se encuentra limitada a los problemas concretos de cada proceso ni
a los intereses o pretensiones de las partes65. De lo dicho, se puede colegir
que el objeto de la prueba son afirmaciones o narraciones de los hechos
(acontecidos —normalmente— en el pasado) que exponen las partes
procesales al juez, a fin de que eventualmente pueda reconstruir —de forma
correcta y verdadera— los hechos en los que no estuvo presente.

1.2.3. Carga de la prueba: ¿quién prueba?


La institución de la carga de la prueba busca responder a la cuestión de
quién (o quiénes) realizan la actividad probatoria en el proceso o más espe-
cíficamente a quién le corresponde probar un supuesto de hecho. En otras

61 Couture, Eduardo. Op. cit., p. 223.


62 Gimeno Sendra, Vicente. Derecho Procesal Civil I. El proceso de declaración: Parte general.
Madrid: Castillo de Luna Ediciones Jurídicas, 2015, pp. 499-500.
63 De la Oliva Santos, Andrés. Derecho Procesal Civil. Vol. I. Cuarta edición. Madrid:
Editorial Universitaria Ramón Areces, 1996, p. 311.
64 Ramos Méndez, Francisco. Enjuiciamiento Civil. Vol. I. Barcelona: J. M. Bosch Editor,
1997, p. 325.
65 Devis Echandía, Hernando. Tratado de derecho procesal civil. Tomo V. Bogotá: Temis, 1967,
p. 205.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 55


palabras, lo que se pretende es determinar cuál de los sujetos que actúan
en el proceso está llamado a producir la prueba de los hechos que han sido
materia de debate66. Estamos ante una de las categorías de vital relevancia
para la comprensión de la prueba y del proceso (descrita por Rosemberg
como la columna vertebral del proceso67). A pesar de ello, también la doc-
trina procesal lo concibe como un tema bastante complejo de describir y
conceptuar; sin embargo, se puede intentar alguna explicación de su signifi-
cado. Veamos: Devis Echandía afirma que «carga de la prueba es una noción
procesal que contiene la regla de juicio por medio de la cual se le indica al
juez cómo debe fallar cuando no encuentre en el proceso pruebas que le
den certeza sobre los hechos que deben fundamentar su decisión, e indirec-
tamente establece a cuál de las partes le interesa la prueba de tales hechos
para evitarse las consecuencias desfavorables»68. Si razonamos de esta
manera, es evidente que la noción de carga de la prueba está comprometida
con resolver la cuestión de quién resulta afectado en el proceso por no apare-
cer probado determinado hecho.
En efecto, Couture, considerando el sentido general de carga procesal,
menciona que

no supone, pues, ningún derecho del adversario, sino un imperativo del


propio interés de cada litigante; es una circunstancia de riesgo que consiste
en que quien no prueba los hechos que ha de probar, pierde el pleito. Puede
quitarse esa carga de encima, probando, es decir, acreditando la verdad de
los hechos que la ley le señala. Y esto no crea, evidentemente, un derecho
del adversario, sino una situación jurídica personal atinente a cada parte; el
gravamen de no prestar creencia a las afirmaciones que era menester probar
y no se probaron69.

En este sentido, la carga de la prueba no solo busca determinar quién


debe probar sino qué debe probar cada parte procesal para alcanzar el éxito
de sus intereses, conforme a la regla onus probandi.

66 Couture, Eduardo. Op. cit., p. 240.


67 Citado por Gimeno Sendra, Vicente. Op. cit., p. 518.
68 Devis Echandía, Hernando. Teoría general de la prueba judicial. Tomo I. Segunda edición.
Buenos Aires: Victor P. de Zavalia, p. 426.
69 Couture, Eduardo. Op. cit., p. 242.

56 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Siendo así, estamos propiamente ante una regla de juicio (al menos
en un sentido tradicional) utilizada al momento final del proceso (en la
etapa decisoria: sentencia) por ausencia de pruebas, respecto de los hechos
constitutivos del demandante y de los hechos extintivos o impeditivos
de la parte demandada. Criterio que es compartido con Taruffo cuando
menciona que «parece razonable sostener que la regla de la carga de la
prueba se aplique como criterio de decisión cuando ninguna de las hipótesis
disponibles sobre el hecho sea apta —si se la pone en relación con los
elementos de prueba que la afectan— para constituir una versión aceptable
del hecho en cuestión»70.
El problema en la práctica con la carga de la prueba es que muchas
veces el juez no sabe exactamente qué papel juega, pues aparece de forma
inadecuada en el primer o segundo considerando de la sentencia, como si
antes de valorar la prueba el juez ya estuviera estableciendo quién debió
probar determinado hecho. Más confusión se genera cuando se le vincula
con la prueba de oficio, pues no se llega a entender que el juez debe utilizar
la carga probatoria solo después de haber realizado la actividad probatoria
oficiosa, y si aún el hecho relevante que se pretendía probar no tuvo resultado
positivo, es en ese momento en el que el juez debe establecer en cabeza de
quién debió recaer la carga probatoria y si se trata de una carga probatoria
estática, de un supuesto de inversión de la carga probatoria o si estamos
frente a una posibilidad de carga probatoria dinámica. Esta situación, sin
considerar que deba ser establecida como una regla del pleno, debe ser
tomada como un obiter dicta importante de este Pleno Casatorio por todos
los jueces.

1.2.4. Procedimiento probatorio: ¿cómo se prueba?


Otra de las acepciones o significados de la prueba es como procedimiento.
Para explicar este procedimiento, basta considerar que si bien algunos actos
procesales que desarrollan en el proceso las partes y el juez se realizan
de manera libre, no obstante, gran parte de la actividad probatoria está
reglamentada legalmente. Por ende, se debe saber cuáles son las formas que
es necesario respetar para que la prueba producida se considere válida71.

70 Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Traducción de Jordi Ferrer Beltrán. Segunda
edición. Madrid: Trotta, 2005, p. 302.
71 Couture, Eduardo. Op. cit., p. 248.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 57


Conforme con este criterio, Couture considera que el problema del proce-
dimiento probatorio queda dividido en dos campos: en uno se halla el
conjunto de formas y de reglas comunes a todas las pruebas; en el otro, de
carácter especial, se señala el mecanismo de cada uno de los medios de
prueba. En el primer grupo se encontraría el tema general del procedimiento
probatorio (ofrecimiento de la prueba, la oportunidad para solicitarla y para
recibirla, las formas de verificación comunes a todos los medios de prueba,
etc.); y el segundo comprende el aspecto particular del problema, es decir,
el funcionamiento de cada medio de prueba (instrumentos, testigos, confe-
sión, inspección, etc.).
Un aspecto importante cuando se habla de procedimiento probatorio en
general es la manifestación transversal del principio del contradictorio. Así
como es imposible pensar en proceso sin la existencia de un debate, mucho
menos se puede comprender que una parte produzca una prueba sin que
esté expuesta al debido control y revisión del juzgador y de la contraparte.
Couture, al explicar sobre los caracteres generales del procedimiento, enseña
que el principio dominante en esta materia es el de que toda la prueba se
produce con injerencia y posible oposición de la parte a la que eventualmente
puede perjudicar. De este modo el contradictorio se produce antes, durante
y después de la producción de la prueba, dentro de las formas dadas por el
derecho positivo72.

1.2.5. Fuente de prueba: ¿de dónde obtengo la prueba?


Dado que a menudo se confunde «fuente de prueba»73 con «medio de
prueba», conviene diferenciarlos74; así, en el primer caso se le ubica en el
contexto extrajudicial y en el segundo en el ámbito del proceso. Esta distin-
ción es expuesta por Sentís Melendo, para quien fuente de prueba son los
elementos que existen en la realidad; es decir, un concepto metajurídico,
extrajurídico o ajurídico, que corresponde forzosamente a una realidad
anterior y extraña al proceso, lo que supone que existirá con independencia

72 Couture, Eduardo. Op. cit., pp. 253-254.


73 En el idioma inglés, la «fuente de la prueba» es identificada como source of the evidence.
Véase Bentham, Jeremy. Tratado de las pruebas judiciales. Vol. I. Traducción de Manuel
Ossorio Florit. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa América, 1971, pp. 29-31.
74 Cfr. Carnelutti, Francesco. La prueba civil. Segunda edición. Traducción de Niceto
Alcalá-Zamora y Castillo. Buenos Aires: Depalma, 1982, pp. 67-102 y 195-201.

58 | Décimo Pleno Casatorio Civil


de que se siga o no el proceso (lo sustancial y material). A su vez, los medios
de prueba están constituidos por la actividad para incorporarlos al pro-
ceso, siendo un concepto jurídico y absolutamente procesal, que nacerá y se
formará en el proceso (lo adjetivo y formal)75. En similar sentido, Montero
Aroca ha manifestado que para responder a la pregunta de con qué se
prueba, es necesario hacer la división conceptual entre «lo que ya existe en
la realidad (fuente)» y «el cómo se aporta al proceso (medio) con el fin de
obtener la certeza del juzgador76.
En tal sentido, es posible colegir que fuente de prueba es el principio o
punto de origen de los datos cognoscitivos e información sobre las versiones
de los hechos, que se ubican con anterioridad al proceso y se configuran
de modo extraprocesal. Estos bien pueden estar comprendidos por cosas o
personas o situaciones que ocurren en una realidad extraprocesal.
La fuente de prueba contiene información relevante para un futuro
proceso. Esa información puede ingresar —puede que no— al proceso, y lo
hace a través de un medio o instrumento que se denomina medio de prueba.
Este es el mecanismo adecuado para introducir al proceso la información
relevante contenida en las fuentes de prueba desde una realidad extraprocesal
a una de dimensión procesal.

1.3. Constitucionalización de la prueba

La tendencia ideológica denominada constitucionalización de los derechos


ha sido paulatinamente recepcionada por diversos Estados a través de sus
ordenamientos jurídicos, en especial fue determinante en la necesidad de
tutelarlos mediante garantías de orden procesal o jurisdiccional. Situación
que se concretizó con el reconocimiento constitucional del proceso y de sus
principales instituciones. En el derecho peruano esto permitió que, de modo
gradual, la jurisprudencia de la Corte Suprema vaya identificando y consa-
grando —algunas veces de manera explícita y otras de modo implícito— los
más relevantes derechos fundamentales de naturaleza procesal. Uno de
ellos es, precisamente, el derecho (fundamental) a la prueba.

75 Sentís Melendo, Santiago. Op. cit., pp. 141-144, 150, 151 y 156.
76 Montero Aroca, Juan. Op. cit., pp. 133 y 137. Cfr. Falcón, Enrique. Tratado de la prueba.
Tomo 1. Buenos Aires: Astrea, 2003, pp. 615-635; Arazi, Roland. La prueba en el proceso
civil. Segunda edición. Buenos Aires: Ediciones La Rocca, 1998, pp. 123-126.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 59


Una adecuada comprensión del fenómeno probatorio no solo se circuns-
cribe al análisis de los principios, reglas y categorías de las pruebas (expli-
cadas anteriormente), sino también resulta indispensable evidenciar su
reconocimiento constitucional y su implicancia o manifestaciones. Lo que
ciertamente se espera que redunde en un mejor entendimiento de las pruebas
de oficio y de sus más relevantes problemas materia de esta decisión. Para
lograr ello, en esta decisión se analizarán los siguientes temas: i) tutela
constitucional del proceso y la prueba; ii) relación del derecho a la prueba
con el debido proceso; iii) contenido esencial (utilización, admisión, actua-
ción y valoración); y iv) límites (pertinencia y la licitud).

1.3.1. Derecho fundamental a la prueba


1.3.1.1. Constitucionalización del proceso
Los problemas que a menudo tienen los justiciables al acudir al proceso
—sobre todo por la afectación a las garantías procesales77— llevaron a muchos
países de Europa de la posguerra78 a consagrar a rango constitucional insti-
tuciones básicas del proceso, lo que dio inicio al fenómeno de la constitucio-
nalización de este, hablándose así de derechos fundamentales procesales79.
Estos derechos son entendidos como derechos subjetivos públicos que se tie-
nen frente a los órganos jurisdiccionales y que, en consecuencia, configuran
las facultades de ciudadanos frente a los jueces80. En el derecho peruano,
la Constitución también los ha fijado y son, entre otros, derecho al debido

77 Cfr. Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Op. cit., pp. 120-131.
78 Cfr. Picó i Junoy, Joan. Las garantías constitucionales del proceso. Barcelona: J. M. Bosch
Editor, 1997, pp. 17-23; Fix-Zamudio, Héctor. La protección procesal de los derechos humanos.
Madrid: Civitas, 1982, p. 51. En la Unión Europea, los derechos fundamentales de índole
procesal se encuentran reconocidos entre los artículos 47 y 50 de la Carta de los Derechos
Fundamentales y en los artículos 6 y 13 del Convenio Europeo de Derechos Humanos
(Gómez, Marta. «Los derechos fundamentales de naturaleza procesal en la Unión
Europea: protección y contenido». En Revista de Derecho de la Unión Europea, núm. 11, 2006,
pp. 61-78.
79 Abel Lluch, Xavier. «Sobre la prueba y el derecho a la prueba en el proceso civil».
En Abel Lluch, Xavier y Picó i Junoy, Joan (coords.). Objeto y carga de la prueba civil.
Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2007, p. 32.
80 Natarén, Carlos. La tutela de los derechos fundamentales de naturaleza procesal. En torno a la
Ley de Enjuiciamiento Civil de 2000. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de
México, 2006, pp. 10-12.

60 | Décimo Pleno Casatorio Civil


proceso y a la tutela jurisdiccional (artículo 139.3), el derecho a la publici-
dad de los procesos (artículo 139.4), el derecho a la motivación escrita de
las resoluciones judiciales en todas las instancias (139.5) y el derecho a la
pluralidad de la instancia (artículo 139.6).
Además, el Tribunal Constitucional ha reconocido que existen otros
derechos implícitos como el derecho a un juez independiente e imparcial,
el derecho al libre acceso a la jurisdicción, el derecho a la duración de un
plazo razonable de la detención preventiva, el derecho a ser juzgado sin
dilaciones indebidas, el principio non bis in idem, el derecho a la ejecución
de las resoluciones judiciales81 y el derecho a la prueba. De esta manera la
prueba se constituye en un derecho fundamental implícito que se desprende
del contenido esencial del debido proceso (artículo 139, inciso 3 de la
Constitución82). Esto tiene su justificación en el hecho de que las demás
garantías procesales serían meramente formales y vacías si a las partes se les
impidiera ofrecer todos los medios de prueba relevantes que necesitan para
acreditar sus versiones de los hechos en litigio83.

1.3.1.2. Significado del derecho a la prueba o derecho a probar


De este modo, entendemos por derecho a la prueba aquel que posee el
litigante, consistente en la utilización de todos los medios probatorios
necesarios para formar la convicción del órgano jurisdiccional acerca de lo
discutido en el proceso84. Se trata, como afirma Comoglio, de «la posibilidad
de hacer admitir y recibir al juez todo medio de prueba consentido (o no
excluido) por el sistema, el cual sea relevante para la demostración del hecho
deducido como fundamento de las diversas pretensiones»85. Con parecido
criterio, la Corte Suprema, en la Casación n.o 1222-05, Arequipa, entiende

81 Ver: Sentencia del Expediente n.o 00023-2005-PI/TC, f. j. 4.


82 «Artículo 139.- Son principios y derechos de la función jurisdiccional: […] 3. La observancia
del debido proceso y la tutela jurisdiccional».
83 Taruffo, Michele. La prueba. Traducción de Laura Manríquez y Jordi Ferrer Beltrán.
Madrid: Marcial Pons, 2008, p. 56.
84 Picó i Junoy, Joan. El derecho a la prueba en el proceso civil. Barcelona: J. M. Bosch Editor,
1996, pp. 18-19.
85 Comoglio, Luigi. «Giurisdizione e processo nell cuadro delle garanzie costituzionali». En
Rivista trimestrale di diritto e procedura civile, núm. 4, 1994, p. 1075.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 61


que es «el derecho de todo sujeto procesal legitimado para intervenir en la
actividad probatoria a que se admitan, actúen y valoren debidamente los
medios probatorios aportados al proceso para acreditar los hechos que
configuran su pretensión o su defensa, posición asumida siguiendo los
avances de la doctrina procesal de la época»86.

1.3.2. Contenido constitucionalmente protegido


La doctrina constitucional sostiene que todo derecho fundamental tiene
un contenido esencial constitucionalmente protegido87, de igual modo
el derecho a la prueba también lo tiene, el cual está integrado por sus
elementos o derechos definitorios88. Abel Lluch considera los siguientes:
i) derecho a la proposición de los medios de pruebas; ii) derecho a la
admisión de las pruebas propuestas, o en su caso una inadmisión motivada;
iii) derecho a la práctica de la prueba admitida; y iv) derecho a la valoración
de la prueba practicada89. Bustamante Alarcón menciona los siguientes:
i) el derecho a ofrecer los medios probatorios destinados a acreditar la
existencia o inexistencia de los hechos que son objeto concreto de prueba;
ii) el derecho a que se admitan los medios probatorios así ofrecidos; iii) el
derecho a que se actúen adecuadamente los medios probatorios admitidos
y los que han sido incorporados de oficio por el juzgador; iv) el derecho
a que se asegure la producción o conservación de la prueba a través de la
actuación anticipada y adecuada de los medios probatorios; y v) el derecho

86 Casación n.o 1222-05, Arequipa, f. j. 2, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 2 de


octubre de 2006. Concepto que también es utilizado, por ejemplo, en la Casación n.o 3514-
2006 Ayacucho, f. j. 3.
87 Cfr. Häberle, Peter. La libertad fundamental en el Estado Constitucional. Lima: Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1997, p. 117. Sentencia del
Expediente n.o 1042-2002-AA/TC, f. j. 2.2.4.
88 Ferrer Beltrán, Jordi. «Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales».
En Jueces para la democracia, núm. 47, 2003, p. 28.
89 Abel Lluch, Xavier. «Sobre la prueba y el derecho a la prueba en el proceso civil». Op. cit.,
pp. 32-34. En similar criterio, Ferrer propone: i) el derecho a utilizar todas las pruebas
de que se dispone para demostrar la verdad de los hechos que fundan la pretensión; ii) el
derecho a que las pruebas sean practicadas en el proceso; iii) el derecho a una valoración
racional de las pruebas practicadas; y iv) la obligación de motivar las decisiones judiciales
(Ferrer Beltrán, Jordi. «Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales».
Op. cit., pp. 27-34).

62 | Décimo Pleno Casatorio Civil


a que se valoren en forma adecuada y motivada los medios de prueba que
han sido actuados y que han ingresado al proceso o procedimiento90.
La Corte Suprema, en la Casación n.o 2340-05, Camaná, del 17 de mayo
de 2006, ha precisado que

el derecho de prueba es un elemento del debido proceso y comprende


cinco derechos específicos: a) el derecho de ofrecer las pruebas en la etapa
correspondiente, salvo las excepciones legales; b) el derecho a que se admitan
las pruebas pertinentes ofrecidas en la oportunidad de ley; c) el derecho a
que se actúen los medios probatorios de las partes admitidos oportunamente;
d) el derecho a impugnar (oponerse o tachar) las pruebas de la parte contraria
y controlar la actuación regular de estas; y e) el derecho a una valoración
conjunta y razonada de las pruebas actuadas, esto es, conforme a las reglas
de la sana crítica91.

De todo esto, se puede colegir que el contenido esencial del derecho a


probar está compuesto por los siguientes derechos: derecho a la utilización
u ofrecimiento de todos los medios de prueba que sean relevantes, derecho
a su admisión por parte del juzgador, derecho a la práctica o actuación de
la prueba admitida y su debida valoración. En relación con el derecho al
aseguramiento de los medios de prueba92, por no tener mayor aceptación en
la doctrina y en la jurisprudencia no será materia de análisis en la presente
decisión.
Aunque debemos precisar como un elemento adicional del contenido
constitucional de este derecho implícito de naturaleza procesal el derecho
al contradictorio, respecto del cual haremos un desarrollo más adelante.
No solo se tiene derecho a ofrecer, admitir, actuar y valorar los medios
de prueba, sino a ejercitar el contradictorio en el ejercicio de este derecho
constitucional.

90 Bustamante, Reynaldo. El derecho a probar como un elemento esencial de un proceso justo.


Lima: ARA Editores, 2001, pp. 102-103.
91 También puede verse: Casación n.o 2340-05, Camaná, f. j. 1; Casación n.o 1548-06, Lima,
f. j. 1; Casación n.o 3490-06, Lima, f. j. 1; Casación n.o 5342-06, Lima; Casación n.o 3120-
05, Lima, f. j. 1.
92 Este derecho es entendido como a un aseguramiento de la producción o conservación de
la prueba a partir de la actuación anticipada de los medios probatorios. Véase la Sentencia
del Expediente n.o 6712-2005-HC/TC, f. j. 15.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 63


1.3.2.1. Derecho de ofrecimiento
Es el primer elemento del derecho a la prueba y se refiere a la posibilidad de
que el justiciable ofrezca todas las pruebas de que dispone para demostrar
la verdad de los hechos que fundan la pretensión93. Al respecto, Abel Lluch
manifiesta que, en virtud de tal, «cada parte tiene derecho a proponer los
medios de prueba que estime idóneos para acreditar sus pretensiones»94. A
su turno, Taruffo afirma que [el hecho de que]

[las] partes tengan el derecho a probar un hecho significa que tienen la


facultad de presentar todos los medios de prueba relevantes y admisibles para
apoyar su versión de los hechos en litigio. Para la parte que alega un hecho,
esto significa que debe tener la posibilidad de presentar todas las pruebas
positivas con las que cuente; para la parte contraria, supone que debe tener
la oportunidad de presentar todas las pruebas contrarias o negativas de que
disponga en relación con esos derechos95.

De esta manera, el Tribunal Constitucional, en la Sentencia del


Expediente n.o 0010-2002-AI/TC, ha precisado que «el derecho a la prueba
forma parte de manera implícita del derecho a la tutela procesal efectiva,
ello en la medida que los justiciables se encuentran facultados para poder
presentar todos los medios probatorios pertinentes, a fin de que puedan crear
en el órgano jurisdiccional la convicción necesaria de que sus argumentos
planteados son correctos».
Si bien es cierto que los justiciables pueden presentar los medios de prue-
ba que estimen necesarios, pero no de forma ilimitada sustentada en su
simple arbitrio, para no generar complicaciones en el funcionamiento del
proceso, estas deben estar sujetas a algunas restricciones96, como requisitos

93 Ferrer Beltrán, Jordi. «Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones


judiciales». Op. cit., p. 28.
94 Abel Lluch, Xavier. «Sobre la prueba y el derecho a la prueba en el proceso civil».
Op. cit., p. 32.
95 Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., p. 56.
96 Taruffo afirma que «las partes no deben sentirse obligadas a presentar cualquier prueba
que quieran, ni tampoco se les debe permitir hacerlo, porque esto ocasionaría demoras
y complicaciones en el funcionamiento del proceso» (Taruffo, Michele. Op. cit., p. 37).
En el plano normativo, la figura de la libertad probatoria se aprecia en el artículo 191
del Código Procesal Civil, que establece lo siguiente: «Legalidad.- Todos los medios de

64 | Décimo Pleno Casatorio Civil


o reglas legales de tiempo y forma, sobre todo por pertinencia o relevancia.
Los justiciables pueden utilizar los medios de prueba en la oportunidad o
el momento en que las normas legales hayan razonablemente preestable-
cido para cada circunstancia. En el caso de nuestro sistema procesal, se ha
determinado que la presentación de los medios de prueba puede efectuarse
válidamente en la etapa postulatoria97 y en situaciones excepcionales cuando
la disposición procesal lo permita.

1.3.2.2. Derecho a la admisión


Se trata del derecho a que los medios de prueba utilizados por los justi-
ciables sean debidamente admitidos al proceso, con el fin de acreditar sus
versiones de los hechos. En ese sentido, se viene sosteniendo que la debida
protección del derecho a la utilización de los medios de prueba supone, al
mismo tiempo, que se imponga a los jueces y tribunales el deber de admitir
todas las pruebas relevantes aportadas por las partes98. Esto significa que
una vez propuestas las pruebas por las partes debe recaer inmediatamente

prueba, así como sus sucedáneos, aunque no estén tipificados en este Código, son idóneos
para lograr la finalidad prevista en el artículo 188». También lo podemos apreciar en el
artículo 157 del Decreto Legislativo n.o 957 —Nuevo Código Procesal Penal—, que
regula lo siguiente: «1. Los hechos objeto de prueba pueden ser acreditados por
cualquier medio de prueba permitido por la ley. Excepcionalmente, pueden utilizarse
otros distintos, siempre que no vulneren los derechos y garantías de la persona, así
como las facultades de los sujetos procesales reconocidas por la Ley. La forma de su
incorporación se adecuará al medio de prueba más análogo, de los previstos, en lo
posible».
97 En semejante parecer, la Corte Suprema, en la Casación n.o 2284-03, Lima, f. j. 6
(publicada el 30 de septiembre de 2004), ha sostenido que «conforme al principio de
eventualidad procesal en materia probatoria, los medios probatorios deben ser ofrecidos
en la etapa postulatoria, tal como lo establecen los artículos ciento ochenta y nueve,
cuatrocientos veinticinco inciso quinto y cuatrocientos cuarentidós inciso quinto del
Código Procesal Civil, salvo las excepciones contenidas en los artículos trescientos
setenticuatro, cuatrocientos veintinueve y cuatrocientos cuarenta del mismo cuerpo
normativo, referidos al ofrecimiento de medios probatorios extemporáneos; con este
principio se busca impedir que una de las partes, maliciosamente, omita ofrecer pruebas en la
etapa procesal correspondiente, procurando una decisión judicial en su beneficio y en perjuicio de
la otra parte».
98 Ferrer Beltrán, Jordi. Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales.
Op. cit., p. 28.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 65


respecto de él una resolución de admisión (o inadmisión) sobre cada una de
ellas99. Su limitación injustificada e irracional al derecho a aportar pruebas
constituye una vulneración al derecho a la prueba. Este derecho no obliga
al órgano jurisdiccional o constitucional a admitir ciegamente todos y cada
uno de los medios probatorios que hubieran sido ofrecidos o aportados por
los justiciables al proceso. En similar sentido, Ariano Deho afirma que «el
derecho a la prueba no es un derecho a que se admitan todos los medios
probatorios ofrecidos por las partes, sino solo los que resulten pertinentes en
relación al thema probandum previamente establecido»100.
Por este motivo, el Tribunal Constitucional ha construido presupuestos
para que el medio probatorio ofrecido sea admitido, tales como pertinencia,
conducencia o idoneidad, utilidad, licitud y preclusión o eventualidad101. Por
ende, si los medios de prueba son presentados u ofrecidos en el momento
procesal oportuno, y son pertinentes, útiles y lícitos, el juzgador deberá
ciertamente admitirlos102. Sobre el particular, Taruffo afirma que «el primer
problema probatorio importante es establecer qué elementos o medios de
prueba deben ser admitidos e incorporados al proceso. En teoría, se podría
usar cualquier medio de prueba en cualquier tipo de proceso y la determi-
nación de qué medios serán los que apoyen la decisión sobre los hechos en
disputa podría ser algo que se dejara al juzgador al momento en que emita
la resolución final»103. Sin embargo, desde el enfoque de la admisión de
pruebas establecida en la norma —puntualiza el jurista italiano—, el pro-
blema de la admisión o, en su defecto, la inadmisión, se está resolviendo
considerando al principio de relevancia, de modo tal que resultaría inconce-
bible que las partes puedan pretender que se admitan pruebas irrelevantes;

99 Abel Lluch, Xavier. «Sobre la prueba y el derecho a la prueba en el proceso civil».


Op. cit., p. 33.
100 Ariano Deho, Eugenia. «El derecho a la prueba y el Código Procesal Civil». En
Ariano Deho, Eugenia. Problemas del proceso civil. Lima: Jurista Editores, 2003,
pp. 182 y 183.
101 Véase la Sentencia del Expediente n.o 6712-2005-PHC/TC, f. j. 29.
102 Cfr. Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva Ley de Enjuiciamiento
Civil». Op. cit., p. 38.
103 Taruffo, Michele. Op. cit., p. 37.

66 | Décimo Pleno Casatorio Civil


no obstante, lo que sí pueden procurar es cualquier medio de prueba que
resulte altamente relevante para la resolución del caso104.
Ergo, existe la obligación del juez de pronunciarse en forma expresa y
taxativa sobre la admisión o rechazo (parcial o total) de uno u otro medio de
prueba utilizado por las partes, a efectos de garantizar la posibilidad de un
control intersubjetivo de los destinatarios de la decisión. De lo contrario, su
omisión, voluntaria o involuntaria, devendría en la afectación del derecho
a la prueba. Así lo considera la Corte Suprema en la Casación n.o 3490-06,
Lima, cuando detalla lo siguiente: «la sentencia de vista ha sido expedida
transgrediendo el debido proceso y, particularmente, los derechos de moti-
vación suficiente y de prueba de los codemandados [...], pues no se resolvió
formalmente los pedidos formulados en apelación ni tampoco se admitió
o desestimó formalmente la prueba ofrecida, circunstancia que no permite
alcanzar a plenitud la verdad jurídica objetiva; por lo tanto, la de la causal
procesal debe ser amparada»105.

1.3.2.3. Derecho a la actuación


Para una mejor protección del derecho en cuestión es vital que los ele-
mentos de prueba aportados por las partes —luego de ser admitidos por
el juzgador— sean adecuadamente actuados106. Se afectaría al derecho
a la prueba cuando los medios de prueba previamente admitidos, en un
caso concreto, resulten irrazonablemente y sin motivo justificable ineje-
cutados de modo radical. En este sentido, Picó i Junoy (2004) afirma que
«no puede hablarse de un efectivo y real derecho a la prueba si no inclui-
mos en su contenido la necesidad de que se practique el medio probatorio
inicialmente admitido»107. No se trata de establecer si el medio de prueba
propuesto es (o no) pertinente o relevante, sino si se ha practicado en la

104 Ibid, p. 57.


105 Casación n.o 3490-06, Lima, f. j. 9.
106 Cfr. Taruffo, Michele. Studi sulla rilevanza della prova. Padova: CEDAM, 1984, p. 92,
citado por Alfaro Valverde, Luis Genaro. «Derecho fundamental a la prueba: garantía
constitucional de naturaleza procesal». En Cavani Brain, Renzo (coord.). Manual del
Código Procesal Civil. Lima: Gaceta Jurídica, 2011, p. 111.
107 Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil».
Op. cit., p. 40.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 67


forma preestablecida y principalmente sin ocasionar o generar alguna inde-
fensión constitucional; esto es, que se adecuen a las normas que regulan las
leyes procesales108.
En la mayoría de casos la vulneración del derecho a la actuación proba-
toria es originada por alguna actuación u omisión de parte de los órganos
jurisdiccionales, por la posición que ocupa en torno al tema en cuestión.
Sánchez Carrión sostiene que se pueden presentar los siguientes problemas:
i) cuando a pesar de establecer claramente la norma la solución a la prác-
tica de la prueba en un supuesto concreto, el órgano judicial adopta una
decisión contraria a la práctica de dicha prueba, ocasionando indefensión
constitucional; ii) cuando admitida una prueba, no se practica a causa de una
inactividad de exclusiva responsabilidad del órgano judicial; iii) cuando
admitida inicialmente la práctica de una prueba, el órgano judicial deniega
posteriormente dicha práctica mediante una nueva resolución, bien de oficio
o a causa de algún recurso de parte que le haga modificar su inicial deci-
sión; y iv) cuando la prueba admitida se practica fuera de la sede o del plazo
legalmente previsto, a causa de negligencia de los órganos judiciales, y no se
delimita luego su unión a los autos o no se tiene en cuenta en la sentencia
o resolución definitiva109.
Un adecuado sentido de este derecho importa que las pruebas no se
actúen de cualquier manera, sino que se debe expeditar en estricto respeto
del derecho de contradicción; de este modo, se propiciará la participación
conjunta de las partes110. Esto significa que el derecho a la prueba conlleva
además la exigencia de asegurar o tutelar la intervención en la actuación de
la prueba de la contraparte con el objeto de controvertir la validez y eficacia
de los medios de prueba que las partes libremente consideren pertinente,
indistintamente de que el justiciable lo haya ofrecido o presentado al
proceso.

108 Cfr. Sánchez Carrión, Joaquín Luis. «La vertiente jurídico constitucional del derecho
a la prueba en el ordenamiento español». En Revista de Derecho Político, núm. 42, 1997,
p. 201.
109 Ibid, pp. 201-202.
110 Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi. Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales.
Op. cit., p. 28.

68 | Décimo Pleno Casatorio Civil


1.3.2.4. Derecho a la valoración
La valoración de la prueba —como elemento del derecho a la prueba—
constituye un conjunto de operaciones que se desarrollan en el ámbito psi-
cológico del órgano constitucional mediante las cuales se obtiene el con-
vencimiento acerca de los hechos alegados111. Estas operaciones se han
desarrollado a lo largo de la historia de dos formas distintas, bien por medio
del denominado sistema de valoración legal o tasada, o bien a través del
sistema de la prueba libre112. Guasp la entiende como el acto por el cual el
juez valora o fija la eficacia de cada uno de los medios de prueba practica-
dos, pero esta apreciación sale también fuera del procedimiento probatorio
propiamente dicho, puesto que se verifica por el juez en el mismo momento
en que decide finalmente el proceso, esto es, dentro de la sentencia que
emite113. Taruffo sostiene que «el reconocimiento del derecho de las partes
a que sean admitidas y practicadas las pruebas relevantes para demostrar
los hechos que fundamentan su pretensión, no es una garantía ilusoria y
meramente ritualista, sino se asegura el efecto de la actividad probatoria, es
decir, la valoración de las pruebas por parte del juez en la decisión»114.
Sin embargo, la tutela de este derecho no implica el derecho a un
determinado resultado probatorio, pero sí a una valoración racional de
los medios de prueba previamente actuados115. Esta exigencia —a decir
de Ferrer Beltrán— tiene dos elementos distintos: por un lado, se exige
que las pruebas admitidas y practicadas sean tomadas en consideración
a los efectos de justificar la decisión que se adopte; y, por el otro, se exige
que la valoración que se haga de las pruebas sea racional116. Se advierte

111 Asencio, José María. «La prueba en el proceso civil». En Quinceno Álvarez, Fernando
(comp.). Actos del juez y la prueba civil. Ciudad de Panamá: Editorial Jurídica Bolivariana,
2001, p. 424.
112 Idem.
113 Guasp, Jaime. «De la prueba en general». En Quinceno Álvarez, Fernando (comp.).
Actos del juez y la prueba civil. Ciudad de Panamá: Editorial Jurídica Bolivariana, 2001,
p. 558.
114 Taruffo, Michele. Studi sulla rilevanza della prova. Op. cit., p. 29.
115 Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi. Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales.
Op. cit., p. 28.
116 Ibid, p. 29.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 69


así la relación del derecho a la prueba con el derecho a la motivación de
las decisiones judiciales, pues se sostiene que una correcta valoración de
las pruebas se debe ver reflejada en la fundamentación o motivación que
exponga la sentencia117.
Siguiendo este razonamiento, Picó i Junoy afirma que:

acerca de la exigencia de valorar motivadamente la prueba desarrollada en el


proceso, no podemos desconocer que en la práctica judicial puede soslayarse
mediante el uso torticero del denominado expediente de la apreciación con-
junta de las pruebas, consistente en la declaración del órgano jurisdiccional
por la que se limita a manifestar que el material probatorio ha sido valorado
«en conjunto» o «conjuntamente», con omisión de la necesaria justificación
racional de las causas por las que se ha concedido validez a los datos fácticos
probados en el proceso, esto es, sin especificación de las fuentes y medios
valorados positiva o negativamente por el legislador118.

1.3.3. Limitaciones al derecho a la prueba


La doctrina peruana afirma que los derechos fundamentales no son ilimi-
tados, sino que es posible establecer restricciones a su ejercicio, siempre y
cuando estas no afecten su contenido esencial. Este criterio se desarrolla en
la Sentencia del Expediente n.o 7944-2005-PHC/TC, donde se afirma que
«ningún derecho fundamental en efecto puede considerarse ilimitado en su
ejercicio y los límites que puede imponérsele son de dos tipos; intrínsecos

117 La Corte Suprema en la Casación n.o 210-03, Lima, en la parte final del f. j. 5, ha sos-
tenido que «el derecho de prueba no solo comprende derechos sobre la propia prueba,
sino además contra la prueba de la otra parte, y aún la actuada de oficio; asimismo
comprende el derecho a obtener del órgano jurisdiccional una motivación adecuada
y suficiente de su decisión, sobre la base de una valoración conjunta y razonada de la
prueba actuada».
118 Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil».
Op. cit., p. 43. En el sistema procesal civil peruano se habla de una valoración conjunta
de los medios de prueba, tal como lo describe el artículo 197 del Código Procesal Civil:
«Todos los medios probatorios son valorados por el Juez en forma conjunta, utilizando
su apreciación razonada. Sin embargo, en la resolución solo serán expresadas las
valoraciones esenciales y determinantes que sustentan su decisión». Empero, en muchos
casos, este dispositivo legal es utilizado para realizar incorrectamente motivaciones
aparentes o genéricas, que atentan directamente contra el derecho a la prueba.

70 | Décimo Pleno Casatorio Civil


y extrínsecos. Los primeros son aquellos que se deducen de la naturaleza y
configuración del derecho en cuestión. Los segundos, en cambio, se deducen
del ordenamiento jurídico cuyo fundamento se encuentra en la necesidad
de proteger o preservar otros bienes, valores o derechos constitucionales».
Así, el derecho a la prueba se encuentra sujeto a determinados principios,
como son que su ejercicio se realice de conformidad con los valores de perti-
nencia, utilidad, oportunidad y licitud. Picó i Junoy propone los siguientes:
i) los intrínsecos, o inherentes a la actividad probatoria; y ii) los extrínse-
cos, o debidos a los requisitos legales de proposición. Además, sostiene
que dentro de los límites intrínsecos se encuentran previstos legalmente y
son la pertinencia, la utilidad y la licitud119. En esta decisión, desde una
perspectiva restrictiva de los aspectos que limiten el derecho a la prueba, los
límites del derecho de la prueba son la pertinencia y la licitud120.

1.3.3.1. Pertinencia
Una de las principales limitaciones que afronta este derecho fundamental es
la pertinencia121, que se presenta cuando el medio de prueba presentado u
ofrecido tiene vinculación con el objeto del proceso y con lo que constituye
thema decidendi para el juzgador122. De no suceder de esta manera, deviene
en constitucional que la prueba pueda ser declarada impertinente y, como
tal, sea rechazada por el juez. Ariano Deho comenta este límite manifestan-
do que «está determinada por lo que se pretende acreditar con tal medio, y
aquello que se pretende acreditar es el denominado “tema de prueba” (thema
probandum), es decir, aquel conjunto de hechos concretos que constituyen
en un particular proceso “objeto de prueba”»123. Siendo así, es constitucional

119 Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil».
Op. cit., p. 44.
120 Es del mismo criterio, en la doctrina nacional, la jurista Ariano Deho, quien manifiesta:
«Pertinencia y licitud. He aquí los únicos límites que se pueden poner a la admisibilidad
de los medios probatorios ofrecidos por las partes como f. j. de sus afirmaciones fácticas»
(Ariano, Eugenia. «El derecho a la prueba y el Código Procesal Civil». Op. cit., p. 184).
121 Cfr. Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Madrid: Trotta, 2002, pp. 364 y ss.; Ferrer
Beltrán, Jordi. «Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales». Op. cit.,
pp. 28 y ss.
122 Cfr. Picó i Junoy, Joan. Las garantías constitucionales del proceso. Op. cit., p. 146.
123 Ariano Deho, Eugenia. «El derecho a la prueba y el Código Procesal Civil». Op. cit.,
p. 182.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 71


que una prueba sea rechazada o inadmitida por considerarse impertinente.
Muñoz Sabaté afirma que hay impertinencia en estos casos: i) cuando pre-
tenda probar un hecho imposible; ii) cuando pretenda valerse de instrumen-
tos totalmente desproporcionados para la obtención del fin; iii) cuando sea
superflua, puesto que recae sobre hechos notorios, intrascendentes, hechos
ya comprobados o hechos no controvertidos; iv) cuando pretenda un objetivo
totalmente extraño al proceso; y v) cuando carezca de base fáctica124.
Los supuestos de pertinencia son fijados por el legislador, se entiende
que con un criterio de racionalidad. Por ejemplo, la aplicación de ello se ve
reflejada en el artículo 190 del Código Procesal Civil, que establece: «Los
medios probatorios deben referirse a los hechos y a la costumbre cuando esta
sustenta la pretensión. Los que no tengan esa finalidad, serán declarados
improcedentes por el juez». También, el juzgador de primera instancia
(a quo) tiene la oportunidad de determinar tal situación. Sin embargo, esta
labor también se puede hacer a nivel de segunda instancia (ad quem) al
momento de realizar la revisión de los casos.

1.3.3.2. Licitud
Este límite pone énfasis en el hecho de que las pruebas deben respetar los
derechos fundamentales, esto es, si mediante el ejercicio del derecho a la
prueba se atenta, directa o indirectamente, contra otro derecho fundamen-
tal, la prueba utilizada puede ser considerada como prueba ilícita, y por lo
tanto también ser pasible de restricción y exclusión del proceso. Del mismo
modo, Picó i Junoy sostiene que «otro límite del derecho a la prueba lo
constituye la licitud de la prueba»125 y lo describe indicando que «existe tal
licitud cuando la prueba ha sido obtenida o practicada sin infracción de los
derechos fundamentales»126.
El ordenamiento peruano en el apartado «h» del inciso 24 del artículo
22 de la Constitución prescribe el derecho a que se establezca la invalidez
de las declaraciones obtenidas mediante el uso de la violencia en sentido
lato. Esta facultad tiene como finalidad enervar el valor jurídico de aquellas

124 Muñoz, Luis. Técnica probatoria. Estudios sobre las dificultades de la prueba en el proceso.
Segunda edición. Barcelona: Praxis, 1983, pp. 75 y ss.
125 Picó i Junoy, Joan. Op. cit.
126 Ibid, p. 147.

72 | Décimo Pleno Casatorio Civil


revelaciones o exposiciones alcanzadas mediante cualesquiera de las formas
de agresión anteriormente señaladas127. Este límite se puede presentar en
diversos contextos, procesos jurisdiccionales ordinarios o constitucionales.
En efecto, si bien la dogmática procesal penal ha sido la que más ha
profundizado y explorado este tema, no es menos cierto que tal problemática
se extiende también en forma objetiva a otras disciplinas procesales, incluso
las de tipo procesal civil128. Sobre el particular, Picó i Junoy ha señalado que
«si bien es cierto que la doctrina ha centrado el estudio de la misma en los
procesos penal y laboral, debido sin duda alguna a los peculiares intereses
que en ellos se debaten, la incidencia de la prueba ilícita en el proceso civil
[...] es indiscutible y plantea numerosos problemas a los que deben darse
adecuadas respuestas»129.

2. Estudio teórico y normativo de la prueba de oficio

2.1. Justificación constitucional

En el plano normativo se puede observar que todos los textos procesales


vigentes del ordenamiento jurídico peruano (también en el derecho compa-
rado del civil law y common law 130) reconocen expresamente ciertos poderes
probatorios al juez (en mayor o menor amplitud); desde los poderes para

127 Véase la Sentencia del Expediente n.o 2333-2004-HC/TC, f. j. 2.5.


128 El modelo procesal civil peruano, al referirse a los medios de prueba obtenidos con
afectación de otros derechos, los sanciona con su ineficacia. Así, se puede apreciar
el artículo 199 del Código Procesal Civil, que señala lo siguiente: «Carece de eficacia
probatoria la prueba obtenida por simulación, dolo, intimidación, violencia o soborno».
129 Picó i Junoy, Joan. El derecho a la prueba en el proceso civil. Op. cit., p. 284.
130 Por ejemplo, en Francia el Código Procesal Civil vigente establece en su artículo 10 lo
siguiente: «El Juez tiene la autoridad de ordenar de oficio todos los medios de instrucción
legalmente admisibles». Conviene precisar que en la actualidad distinguir con claridad
entre las tradiciones del civil y common law es cada vez más cuestionable (Van Rhee,
Remco. «Tradiciones europeas en el procedimiento civil: una introducción». En Revista
de Estudios de la Justicia, núm. 15, 2011, p. 18); pero no se puede negar que todavía man-
tiene buena parte de su virtualidad como para referirse a las fuentes de producción nor-
mativa o valor de la jurisprudencia (Gascón Inchausti, Fernando. «Características de
los grandes sistemas de investigación penal del Derecho comparado». Cuadernos Digitales
de Formación, núm. 4, 2011, p. 6).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 73


calificar la admisión de las pruebas aportadas por las partes hasta la ini-
ciativa probatoria ex officio que es materia del presente caso. Empero, esta
normalización positiva no parece ser suficiente para quienes ponen en cues-
tión su legitimación jurídica en nuestro sistema jurídico. Por esta razón,
es necesario una justificación fundamentalmente de tipo constitucional,
lo que significa que la relevancia del análisis de la institución de la prueba
de oficio rebasa los límites de la mera legalidad e introduce sus raíces en
el ámbito constitucional. En efecto, en esta sección se pretende esclarecer
si la atribución de estos poderes probatorios es compatible (o no) con un
Estado constitucional; en otras palabras, se busca determinar si cuando el
juez asume una posición activa en la iniciativa de aportación de un nuevo
elemento de prueba —en cumplimiento de su función directiva del pro-
ceso— no está infringiendo alguna norma o principio reconocido en la
Constitución.

2.1.1. Estado constitucional y dirección del proceso


Con la existencia de los estados modernos, el ejercicio de la función
jurisdiccional asume vital importancia para la determinación y tutela de
los múltiples derechos materiales o situaciones jurídicas sustantivas en
general, es decir, se pone de relieve la necesidad de una correcta y adecuada
aplicación de las normas al caso concreto a través del proceso131. En el
cumplimiento de esta función de dirección del proceso paulatinamente
se han presentado diversos modelos de administración de justicia, que en
síntesis se podría resumir en dos sistemas, que la doctrina procesal suele
denominar «dispositivo» y «publicista»132. En efecto, es posible afirmar que
el ejemplo de proyección de la idea individualista que subyace en el primer
sistema se puede encontrar en los textos procesales que siguieron de modelo
al texto procesal luego de la Revolución francesa, hasta la primera parte
del siglo XIX. Situación que se ve reflejada en lo que algunos teóricos
del proceso denominan principio dispositivo, a fin de poner en relieve

131 Desde este punto de vista, se entiende al proceso como el instrumento por el que se ejerce
la función jurisdiccional, es decir, la concretización del poder del Estado (Guasp, Jaime.
Estudios jurídicos. Madrid: Civitas, 1996, p. 282).
132 Cfr. Devis Echandía, Hernando. Compendio de la prueba judicial. Tomo I. Buenos Aires:
Rubinzal-Culzoni, 2000, p. 49.

74 | Décimo Pleno Casatorio Civil


las facultades de las partes o justiciables en general para el inicio, impulso
y culminación del proceso civil.
Como secuela de ello se ponen de manifiesto, por ejemplo, los siguientes
rasgos: nemo jure sine actore, el mismo que da cuenta de que el juzgador no
puede iniciar de oficio; quod non est in actis non est in mundo133, que significa
que los jueces no pueden considerar pruebas que no hayan sido presentadas
por las partes; secundum allegata et probata, en virtud del cual la decisión
judicial final debe ser el resultado de lo alegado y probado; y finalmente
ne eat ultra petita partium, que representa que el juez no puede condenar a
más ni a otra cosa que lo pedido en la demanda. Empero, con la evolución
del pensamiento jurídico constitucional, la ideología individualista que
estaba detrás de tal principio fue expuesta a fuertes críticas que llevaron a su
impostergable revisión134. Es así que desde la segunda mitad del siglo XIX
surgió en gran parte del derecho continental la tendencia en favor de una
publicización del proceso, con la pretensión de hacer frente a la exagerada
influencia del liberalismo frente a los problemas de igualdad material entre
los ciudadanos que se presentaban a los tribunales de justicia en busca de la
tutela de sus derechos sustantivos.
La idea principal que subyace es poner en evidencia que a pesar de que
en los procesos se debaten derechos materiales (privados) reconocibles a las
justiciables, esto no podría justificar de modo alguno que la determinación
o el resultado del proceso pueda establecerse de manera igualitaria y lo más

133 Alsina reconoce al sistema dispositivos los siguientes rasgos: (i) el juez no puede iniciar
de oficio (nemo jure sine actore); (ii) el juez no puede tener en cuenta hechos ni medios de
prueba que no han sido aportados por las partes (quod non est in actis non est in mundo);
(iii) el juez debe tener por ciertos los hechos en que las partes estén de acuerdo (ubi partis
sunt conocerdes nihil ab judicem); (iv) la sentencia debe ser de acuerdo con lo alegado y
probado (secundum allegata et probata); y (v) el juez no puede condenar a más ni a otra
cosa que la pedida en la demanda (en eat ultra petita partium) (Alsina, Hugo. Tratado
teórico práctico de derecho procesal civil y comercial. Tomo I. Segunda edición. Buenos Aires:
Ediciones Jurídicas Europa América, 1961, p. 105).
134 Según Taruffo, la orientación en los ordenamientos del civil law hasta finales del siglo
XIX era que el juez debía asumir un rol pasivo en la dirección del proceso, dado que
eran las partes las que debían iniciar, impulsar y tramitar las principales actuaciones
judiciales, como la carga de aportar pruebas pertinentes para la concesión de sus preten-
siones, limitando al juez a únicamente decidir el caso sobre las pruebas ofrecidas por los
justiciables (Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., pp. 109-112).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 75


justa posible135. Lo que sigue de ello fue un cambio de pensamiento en el
modo de comprender la dirección, proceso y sobre todo la necesidad de
replantear el rol pasivo que venían desempeñando los jueces orientándolo a
asumir una función más activa hasta convertirse también en un protagonista
del proceso en aras de la naturaleza pública del proceso judicial.
En la actualidad no existe en puridad ordenamientos normativos proce-
sales en los que se asuma de manera unívoca algunos de los sistemas men-
cionados, lo que en realidad se puede observar es una inclinación hacia
modelos que asuman razonablemente caracteres o criterios de ambos
modelos de proceso, fenómeno que se ha convenido en denominar modelos
mixtos. De hecho, un modelo en que el Estado/juez —sin afectar los derechos
materiales de las partes— esté dispuesto a asumir un rol más activo en la
dirección del proceso136, que tienda a armonizar —y respetar— las garantías
(o derechos fundamentales procesales) de las partes y el reconocimiento de
las pruebas de oficio, que coadyuve a una correcta y verdadera reconstruc-
ción de los hechos137. Esto supone que el juez asume un protagonismo en
una de las funciones que se le reconoce al proceso. Precisamente, el Tribunal

135 Como sucedió en Europa con las reformas procesales de la primera mitad del siglo XX,
en oposición a la clásica idea individualista del proceso de marcada ascendencia liberal,
centrada en los poderes de las partes (Guasp, Jaime. Op. cit., p. 281). Sobre la evolución
de los sistemas procesales contemporáneos puede verse Trocker, Nicolò. «Il processo
civile in prospettiva comparatistica: recenti tendenze evolutive». En Rassena forense, vol.
39, fas. 3, 2006, pp. 1482-1484, citado por Alfaro Valverde, Luis. «Justificación
epistémica de los poderes probatorios del juez». En Revista Judicial del Santa, núm. 3,
2019, p. 162.
136 En la jurisprudencia constitucional también se estila hablar del principio de dirección
judicial del proceso que «delega en la figura de juez constitucional el poder-deber de
controlar razonablemente la actividad de las partes, promoviendo la consecución de los
fines del proceso de manera eficaz y pronta» (Resolución n.o 1030-2007-PHC/TC Piura,
f. j. 7).
137 En este mismo criterio, Trocker afirma que no se puede ceder a la falacia argumentativa
de que la atribución de los poderes del juez implica una proporcional disminución a
las posiciones procesales de las partes (Trocker, Nicolò. «Poteri del giudice e diritti
delle parti nel processo civile: gli insegnamenti di Calamandrei e le riforme processuali
in Europa». En Scarselli, Giuliano. Poteri del giudice e diritti delle parti nel processo
civile. Quaderni de «Il giusto processo civile», vol. 4, 2010, p. 169), citado por Alfaro
Valverde, Luis. «Justificación epistémica de los poderes probatorios del juez». Op. cit.,
p. 163.

76 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Constitucional, conociendo de la proyección de la dirección del proceso en
los poderes probatorios del juez, ha manifestado que «los medios probato-
rios de oficio son aquellos ordenados por el juez dentro de su facultad como
director del proceso cuando los medios ofrecidos por las partes no son sufi-
cientes para crear convicción en él»138. Pero no se podría afirmar que existe
una tendencia únicamente en favor de aumentar los poderes del juez, menos
que suponga necesariamente una reducción en las facultades probatorias de
las partes por una protección de la actividad oficial del juez139. Lo que
se propugna es el punto de equilibrio entre los poderes de las partes y las
potestades atribuidas al juez en el contexto del proceso, lo que abona en
favor de la superación del clásico debate sobre la conveniencia o no de
atribución de poderes al juez140.

2.1.2. Constitucionalidad del rol activo del juez


De este modo, se propugna un modelo de proceso híbrido que busque
un equilibrio entre la acostumbrada iniciativa probatoria atribuible a
las partes y los poderes probatorios del juez, en aras de la obtención de
una adecuada decisión judicial. Por ello, es responsabilidad del Estado
—manifestado en la persona del juez—, quien debe ser el principal garante
de que en toda decisión judicial se respete el derecho fundamental pro-
cesal del debido proceso. Desde esta perspectiva, la orientación constitu-
cional no se compromete necesariamente por la superación o supresión
total del principio dispositivo, sino que en el marco de un Estado consti-
tucional —configurado por el establecimiento y constitución de un orden
inspirado en la justicia— demanda de una mayor actividad del detentador
y titular de la función jurisdiccional (juez) que trascienda las formas jurídicas

138 Sentencia del Expediente n.o 01293-2011-PA/TC. LIMA, f. j. 12.


139 Radbruch, Gustav. Introducción a la ciencia jurídica. Madrid: Revista de Derecho Privado,
1930, p. 188.
140 Fabiani, Ernesto. I poteri istruttori del giudice civile. I. Contributo al chiarimento del dibattito.
Napoli: Edizioni Scientifiche Italiane, 2008, p. 734, citado por Alfaro Valverde,
Luis. «Justificación epistémica de los poderes probatorios del juez». Op. cit., p. 163. El
autor precisa que la escena peligrosa no es la coexistencia de los poderes del juez, sino
la coexistencia entre poderes del juez no limitados y poderes de las partes fuertemente
circunscritos a un sistema de preclusiones rígidas.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 77


y pueda conocer la realidad que preexiste, debiendo asumir su compromiso
como funcionario activo y garante de las diversas situaciones jurídicas sus-
tantivas de ventajas.
Acorde a este mismo razonamiento Prieto Sanchís sostiene que el Estado
constitucional parece reclamar una nueva teoría del derecho, una nueva
explicación que se aleja de los esquemas del llamado positivismo teórico.
El constitucionalismo requiere una nueva teoría de las fuentes alejada del
legalismo, una nueva teoría de la norma que dé entrada al problema de los
principios, y una reforzada teoría de la interpretación, ni puramente meca-
nicista ni puramente discrecional141. Ergo, el juez es el llamado a asumir
las medidas que coadyuven a la emisión de una decisión justa. Como con-
secuencia de esto, el Estado, en su rol de administrar justicia, ha dotado a
los jueces de diversos poderes con la finalidad de garantizar a todo ciudadano
el respeto del debido proceso. En concordancia con este propósito, el juez
de los hechos tiene la potestad de disponer aquellos elementos de prueba
que estime pertinentes y relevantes para una más certera reconstrucción
de los hechos del caso materia de la decisión final, que se oriente a la bús-
queda de la verdad. De esto se puede desprender la exigencia constitucional
del Estado en favor de la idea de justicia material, que requiere un mayor
compromiso del juez tanto por la tutela de los derechos materiales cuanto
por la búsqueda de la verdad.
Así, respecto de la finalidad de tutelar los derechos sustantivos de los
ciudadanos, la idea básica es que desarrolle su rol en pro de sus derechos
subjetivos142 y que de cierto modo permita una nueva revisión y superación
de las reglas formales que establecen los mecanismos o instrumentos para
procurar su efectividad, como principal rasgo de la tutela jurisdiccional
que nos brinda el Estado143. En este contexto, un Estado constitucional

141 Prieto Sanchís, Luis. Derechos fundamentales, neoconstitucionalismo y ponderación judicial.


Lima: Palestra Editores, 2002, p. 120.
142 Ferrajoli considera que «derecho subjetivo» es cualquier expectativa positiva (de presta-
ciones) o negativa (de no sufrir lesiones) adscrita a un sujeto, prevista asimismo por una
norma jurídica positiva, como presupuesto de su idoneidad para ser titular de situaciones
jurídicas y/o autor de los actos que son ejercicio de estas (Ferrajoli, Luigi. Derechos y
garantías. La ley del más débil. Madrid: Trotta, 1999, p. 37).
143 Para Chamorro Bernal, la efectividad de la tutela jurisdiccional constituye el rasgo
elemental de este derecho constitucional, de tal manera que una tutela que no fuera

78 | Décimo Pleno Casatorio Civil


demanda que la función jurisdiccional se logre a través de la aplicación y
consolidación del ordenamiento normativo material. Lo que significa, entre
otras cosas, que una decisión judicial que aspire a ser justa deba tener como
premisa básica el conocimiento de los hechos que pueda calificarse como
verdadero, a partir de la búsqueda del equilibrio entre la búsqueda del valor
de verdad y la efectividad de las situaciones jurídicas sustantivas. Para ello
es justificable que se empodere a los jueces de nuestro país, en el sentido de
que son los primeros llamados a ejercer una función directiva del proceso
que esté pensada en materializar un orden justo que se soporte en decisio-
nes que consulten la realidad y permitan la vigencia del derecho sustancial,
y con ello la realización de la justicia material.

2.1.3. Verdad y prueba de oficio


Efectivamente, la Constitución garantiza a todo ciudadano el derecho de
acceso al sistema de justicia (como contenido implícito de la tutela juris-
diccional efectiva prevista en el artículo 139, inciso 3144, lo que demuestra
palmariamente que la realización de la justicia es una de las funciones fun-
damentales para el Estado, sobre todo si se precia de ser constitucional. Es
en este contexto que el valor de verdad asume gran importancia en la reso-
lución de las controversias intersubjetivas, pues como se sabe una sentencia
que esté fundada en la determinación errada de los hechos difícilmente
podría catalogarse como justa. Posición que comparte Parra Quijano, quien
sostiene que el ejercicio de la facultad probatoria del juez es pertinente para
lograr un buen análisis del acervo probatorio que conduzca a la verdad del
proceso, que se sumerge tanto en su experiencia como en su conocimiento145.
De esta manera, se colige que la verdad en el proceso es la condición nece-
saria (aunque no suficiente) de la justicia. Hecho que es de alta relevancia
en la Constitución, que legitima el mismo Estado, debiendo orientar su acti-
vidad hacia la búsqueda de la verdad y de esta manera lograr la justicia.

efectiva, por definición, no sería tutela (Chamorro Bernal, Francisco. La tutela judicial
efectiva. Barcelona: Bosch, 1994, p. 276).
144 Cfr. Sentencia del Expediente n.o 2763-2002-AA/TC.
145 Parra Quijano, Jairo. Manual de derecho probatorio. Decimosexta edición. Bogotá:
Librería Ediciones del Profesional LTDA, 2007, pp. 197 y ss.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 79


No obstante, esta relación (verdad-justicia) es muy discutida en la doc-
trina procesal y en la filosofía del derecho146. Hay quienes sostienen que en
el proceso no puede hablarse necesariamente de verdad, a lo mucho puede
ser algo contingente, dado que puede lograrse o no mediante el proceso;
otros afirman que la verdad se presenta en un contexto distinto al proceso,
por lo que para lograr la justicia es necesario que el juez deba reconstruirla147.
También se ha dicho que el sentido de verdad que se puede aseverar en el
proceso es relativo, por tanto, la función de la prueba no es la búsqueda de
lo acaecido sino el convencimiento del juzgador. Al respecto, Taruffo precisa
que «en rigor, no es verdad que haya una incompatibilidad entre el proceso
como solución de conflictos y la búsqueda de la verdad de los hechos, ya que
se podría razonablemente decir que un buen criterio para resolver los con-
flictos es el de fundamentar la solución sobre una determinación verdadera
de los hechos que están en la base de la controversia»148.
De esta manera, conforme a las posiciones antes anotadas, si bien parece
dificultoso establecer un acuerdo sobre qué se puede entender por verdad
en el contexto, no se puede desconocer que se trata de un fin (como un
ideal regulativo) que el proceso tienda a aproximarse a la verdad. Por ello,
la posición más compatible con los cánones constitucionales es aquella
que sostiene que solo puede realizarse la justicia material, cuya búsqueda
hace parte de la esencia del Estado constitucional, cuando el proceso se
dirige a encontrar la verdad149. De esto se desprende la estrecha relación
entre modelo (mixto) de proceso y la correcta determinación de los hechos

146 Por ejemplo, Ferrajoli es de la idea de que «si una justicia penal completamente “con
verdad” constituye una utopía, una justicia penal completamente “sin verdad” equivale
a un sistema de arbitrariedad». Además, añade que «las garantías legales y procesales,
además de garantías de libertad, son también garantías de verdad» (Ferrajoli, Luigi.
Derecho y Razón. Madrid: Trotta, 1995, p. 45).
147 Cfr. Lorca Navarrete, Antonio. Derecho Procesal Penal. Segunda edición. Madrid:
Tecnos, 1986, pp. 203 y ss.
148 Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Op. cit., p. 39.
149 Incluso en nuestro sistema constitucional el Tribunal Constitucional lo ha reconocido
como un derecho fundamental: derecho a la verdad, que, a pesar de no contar con
un reconocimiento expreso en la Constitución, se ha establecido que es un derecho
plenamente protegido, derivado en primer lugar de la obligación estatal de proteger los
derechos fundamentales y de la tutela jurisdiccional (Sentencia del Expediente n.o 2488-
2002-HC/TC Piura, Caso Villegas Namuche, f. j. 13).

80 | Décimo Pleno Casatorio Civil


guiados por el valor de verdad como elemento relevante en la preocupación
contemporánea del Estado constitucional.
Pero el ejercicio de la prueba de oficio en el proceso no se legitima
únicamente porque el juzgador personifica la función jurisdiccional del
Estado, sino sobre todo por una genuina preocupación por la calidad del
resultado, es decir, por la justicia de la decisión final. Esta concepción no
puede ser ajena al concepto de verdad, ya que no puede concebirse que un
juez emita una sentencia sustentada en hechos falsos; de lo contrario, bien
podría catalogarse como el típico caso de una sentencia injusta. Lo que
significa que la búsqueda de la verdad sería el fin esencial del proceso
(con esta afirmación no excluye otros propósitos que pueda cumplir) y
sobre todo una condición necesaria (aunque no suficiente) de la justicia
de la decisión150. Por tanto, el sentido y la función de la prueba de oficio
se encuentran relacionados con la teoría de la decisión judicial justa que
presupone que los hechos de la causa sean establecidos por el juez de modo
verdadero151. De hecho, la administración de justicia sería imposible sin la
prueba, ya que su ausencia supondría, entre otras cosas, que los derechos
subjetivos de los ciudadanos estarían expuestos a su afectación, de modo
tal que el Estado no podría cumplir su función jurisdiccional para mantener
la armonía social152.

150 Taruffo, Michele. Teoría de la prueba. Lima: ARA Editores, 2012, p. 164. Esta posición
ideológica sostiene que la finalidad del proceso es la solución de disputas mediante
decisiones justas. Por ello, «la justicia de la decisión es un factor determinante de la
justicia del proceso» (Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., p. 235).
151 Conviene precisar que la existencia de los límites jurídicos y prácticos para la búsqueda
de la verdad no puede ser razón suficiente para afirmar que la verdad en el proceso no
puede ser conseguida. Desde luego, la actividad cognoscitiva tiene parámetros de diversas
naturalezas, pero no por esto se deja de decir que jamás será conocida. Por ejemplo, en
los sistemas procesales existen normas que precluyen o hacen difícil el acercamiento de
la verdad, pero no significa que el sistema sea inadecuado o que sea improbable que
se produzca una decisión justa. Para un estudio detallado sobre la teoría de la dicción
judicial justa puede verse Taruffo, Michele. «Idee per una teoría della decisione
giusta». En Rivista trimestrale di diritto e procedura civile, vol. 51, núm. 2, 1997, pp. 315 y ss;
Chiarloni, Sergio. «Giusto processo, garanzie processuali, giustizia della decisione».
En Rivista trimestrale di diritto e procedura civile, vol. 62, núm. 1, 2008, pp. 129 y ss.
152 Devis Echandía, Hernando. Teoría general de la prueba judicial. Tomo I. Bogotá: Temis,
2002, pp. 4-5. En este sentido, considera que si el juez es parte del Poder Judicial y, este,
a su vez, integra, junto al Ejecutivo y el Judicial, el Estado, las posiciones sobre el nivel

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 81


En resumen, el proceso bien entendido es una actividad del Estado
constitucional, de manera que el juez como el sujeto que lo personifica en el
proceso tiene la responsabilidad de garantizar a los ciudadanos un adecuado
y eficiente desenvolvimiento del iter procedimental, pero sobre todo debe
estar comprometido en asegurar la justicia de la decisión final153. De esta
manera queda demostrado que la conveniencia de conceder al juez poderes
para la recolección y presentación de pruebas se justifica en el compromiso
y responsabilidad que tiene el Estado (y la Constitución) en la calidad del
resultado final de su función jurisdiccional y la búsqueda de la verdad de
los hechos del caso, que —como se ha puesto de relieve— se materializa en
una decisión judicial justa.

2.2. Examen teórico y filosófico del problema

Habiéndose demostrado la justificación constitucional de la prueba de


oficio, corresponde ahora analizar los fundamentos teóricos que nos per-
mitan tener una mejor comprensión del fenómeno. Antes de ello, conviene
advertir que los teóricos que examinan el fenómeno probatorio en general
han tenido mayor atención en los problemas derivados de aquellas dispo-
siciones normativas que regulan dicho poder probatorio. De hecho, no se
puede negar que la formulación del enunciado legal (artículo 194 del Código
Procesal Civil) no es técnicamente muy precisa (como se va a evidenciar en
las siguientes secciones); empero, no se puede incurrir en la creencia de que
con ello se culmina su estudio y no hay nada más que revisar; pues de ser

de intervención del juez se presentan como un reflejo del papel que corresponde al
Estado en los asuntos —por lo general— privados (Bonet, José. «Prueba de oficio souer
(un cóctel técnico entre verdad y garantías)». En Revista de la Maestría de Derecho Procesal,
vol. 3, núm. 1, 2009, p. 2).
153 No se puede negar que la prueba de oficio tiene una gran incidencia, por un lado, con el
acto final con el que se consuma la jurisdicción como autoridad pura y, por el otro, con
el hecho de que el proceso debe organizarse de tal forma que se pueda procurar coincidir
dicha autoridad con la justicia (Fabbrini, Giovanni. «Potere del giudice (dir. proc. civ.)».
En Enciclopedia de Diritto. Tomo XXXIV. Milano: Giuffrè Editore, 1985, p. 721). Se trata
de la proyección de la antigua relación de tensión existente entre la autoridad e individuo,
o, mejor, entre el deber del Estado y los derechos del ciudadano (Russel, Bertrand.
Autoritat e individuo. Milano: Loganesi & C, 1970, p. 50, citado por Alfaro Valverde,
Luis. «Justificación epistémica de los poderes probatorios del juez». Op. cit., p. 162).

82 | Décimo Pleno Casatorio Civil


así estaríamos incurriendo en una «falacia normativista»154. Máxime si en
la actualidad el estudio de la prueba se presenta como un ámbito multidis-
ciplinario (evidence as a multidisciplinary subject)155. Similar situación se puede
observar en la doctrina procesal, que trabaja sobre las cuestiones relaciona-
das con el estudio de la prueba de oficio.
Por esta razón, antes de analizar los problemas de tipo normativo y juris-
prudencial que presenta la prueba de oficio, se hace necesario que nos
detengamos a examinar los fundamentos teóricos y las concepciones filosó-
ficas que están detrás de la prueba de oficio. Con esta finalidad se revisará,
en primer orden, el problema de tipo metodológico o de aproximación del
proceso; para ello es necesario que se revisen las diversas orientaciones
ideológicas que subyacen a las pruebas de oficio y determinan su orienta-
ción. Pero esto no parece ser suficiente, sino que es necesario que se revise
—o al menos se ponga en discusión— el discurso de los sistemas procesa-
les adversarial (acusatorio) e inquisitivo, como una forma usual de plantear
el problema. La idea es verificar el suficiente rendimiento explicativo que
puede tener (o no) esta manera de comprender la prueba de oficio. Como
derivación de ello, se revisará el discurso del garantismo y eficientismo, que
en la doctrina procesal se encuentra muy presente cuando se habla de los
poderes probatorios en estudio. Finalmente, se ubicará al tema en cuestión
en un contexto diferente al típicamente mencionado, esto es, en el contexto
de los modelos y la función que puede cumplir el proceso.

2.2.1. Orientaciones ideológicas sobre la prueba de oficio


Tal como se ha manifestado anteriormente, existe un descuido de la doctrina
jurídica procesal al momento de analizar las pruebas de oficio, en el sentido
de que no es usual que se revisen los fundamentos teóricos o ideológicos
que subyacen. Empero, es posible advertir —aunque en menor proporción—
que existen algunos intentos por revelar las concepciones teóricas subya-
centes. Siendo así, el propósito de esta sección es examinar la metodología
o estrategia teórica que algunos teóricos utilizan para aproximarse al estu-
dio de las pruebas de oficio, que no sea únicamente un análisis normativo.

154 Gonzalez Lagier, Daniel. «Hechos y argumentos (Racionalidad epistemológica y


prueba de los hechos en el proceso penal) (I)». En Jueces para la democracia, núm. 46, 2003,
p. 17. Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Op. cit., p. 16.
155 Twining, William. Op. cit., pp. 436-456.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 83


Al respecto, es posible evidenciar que existen diversos modos de acercarse a
su estudio, cada uno con aspectos más controvertidos que otros; no obstante,
es suficiente con analizar dos de las posiciones que son más utilizadas: a) la
concepción publicista y privatista del proceso; y b) el modelo adversarial e
inquisitorial de proceso.

2.2.1.1. Concepción «publicística» y «privatística»


Esta posición parte de la idea de la existencia de las concepciones llamadas
«publicista» y «privatista» del proceso, asumiendo categóricamente que los
mencionados poderes probatorios del juez son el reflejo o manifestación
exclusiva de la primera postura. Sin embargo, como se sabe, si bien el
derecho material en controversia les corresponde a los ciudadanos, de ello no
se sigue necesariamente que el instrumento que se utiliza para su protección
(proceso) sea también cosa de partes (sache der parteien); es decir, que los
justiciables determinen la conducción del proceso. En realidad, estamos
frente a una forma estatal (pública) de resolución de controversias, siendo
el juez el encargado de dirigir el avance y la ejecución del proceso. Esto no
significa que el Estado/juez tenga la disposición de las situaciones jurídicas
sustantivas en debate de las partes.
Con este mismo razonamiento, Trocker sostiene que no tiene sentido
insistir sobre categorías como «privado» y «público» para identificar salidas
al problema probatorio específico y en general del proceso, ya que no son
más portadores de efectivos valores y adecuados instrumentos de solución de
problemas que están llamados a enfrentarse156. En efecto, Taruffo también es
crítico al sostener que, si únicamente se entendiera al proceso civil como un
método «privado» de solución de las controversias, podría preferirse siempre
un modelo de proceso inspirado en la ideología legal-racional de la justicia
a una ideología según la cual el libre enfrentamiento entre privados fuese el
único criterio aceptable para la resolución de los conflictos157.
En definitiva, el proceso es en rigor un instrumento de tutela de las situa-
ciones jurídicas sustantivas privadas (esto es indiscutible sobre todo en los
procesos no penales); pero a la vez se trata de un medio por el que se desa-
rrolla la función jurisdiccional del Estado. Comparte esta idea Cappelletti,

156 Trocker, Nicolò. Op. cit., p. 176.


157 Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., p. 159.

84 | Décimo Pleno Casatorio Civil


para quien el derecho procesal (y el proceso) es de derecho público porque
es un instrumento de tutela de derecho privado, pero también representa al
mismo tiempo una función pública del Estado, siendo este el interesado en
un ordenado, rápido, orgánico e imparcial ejercicio de aquellas funciones158.
Siendo así, el uso de esta concepción del proceso para explicar y justificar las
pruebas de oficio es incorrecto, motivo por el cual en la literatura procesal
contemporánea ya no es frecuente que los autores apelen a este método de
aproximación.

2.2.1.2. Sistema «adversarial» e «inquisitorial»


Aunque con algunos caracteres comunes al anterior, están quienes parten
el análisis de las pruebas de oficio tomando en consideración la contrapo-
sición de los sistemas adversarial e inquisitorial. Pero vale la pena precisar
que, desde el punto de vista terminológico, estos modelos también son pre-
sentados en los procesos no penales, en algunas ocasiones como sistema
privatistístico/dispositivo159 y en otras como sistema publicístico/inquisi-
tivo. A su vez, en el contexto del proceso penal es más común observar
que se utilicen las fórmulas de sistema acusatorio/adversarial y sistema
inquisitorial. Cualquiera sea el proceso que se examine, parece ser un lugar
común que cuando se habla de pruebas de oficio se las ubica irreflexiva-
mente en el sistema inquisitorial o inquisitivo.

158 Cappelletti, Mauro. «Principi fondamentali e tendenze evolutive del processo civile nel
diritto comparato». En Giurisprudenza italiana. Torino: Editore Utet, 1968, p. 21.
159 Es usual que las categorías inquisitorial y adversarial vengan precedidas de las expresiones
«sistemas» o «modelos» sin expresar las razones de ello. Pero se sabe que «sistema» es aquel
conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí que
contribuyen a determinado objeto, mientras que «modelo» significa: arquetipo o punto
de referencia para imitarlo o reproducirlo (Real Academia Española. Diccionario de
la lengua española. Vigésimo tercera edición. Madrid: Espasa, 2014). Por ello, a lo mucho
se puede hablar de sistemas y no tanto de modelos; sin embargo, el uso indiscriminado
de estas expresiones y su falta de precisión puede ser también una de las causas que
contribuyen a la confusión del problema estudiado. En el mismo sentido, Gascón
Inchausti explica que los modelos se diseñan identificando los elementos comunes que
definen a los sistemas que se rigen por aquellos y que la inclusión de un sistema concreto
a un modelo permite conocer los rasgos definitorios de aquel. No obstante, termina
diciendo que hoy en día la división pervive, pero no es tan útil (Gascón Inchausti,
Fernando. «Características de los grandes sistemas de investigación penal del Derecho
comparado». Op. cit., pp. 3-4).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 85


Una de las cuestiones que han recibido estos modelos —como afirma
Taruffo— es que, desde el punto de vista histórico, en los sistemas de
enjuiciamiento civil nunca ha existido un sistema o modelo que pueda
caracterizarse categóricamente como inquisitivo160. De modo que, siguiendo
a Damaška, bien podría sostenerse que esta manera de proponer el problema
ya no tiene significado y que inclusive debe abandonarse161, aunque cuando
se habla de proceso penal no sucede necesariamente lo mismo162, por lo que
el problema no estaría del todo cerrado. De hecho, Cavallone ha manifestado
que la contraposición «principio dispositivo» y «principio inquisitorio» se
encontraba en el centro de la atención de los estudios al menos por dos
siglos (XIX y XX). Lo sintomático es que, a diferencia del caso anterior, el
presente es donde se puede afirmar que hay mayor acuerdo entre autores
que la comparten; no obstante, conviene tener cuidado, pues, como afirma
Damaška, a veces se proclama el consenso respecto a puntos sobre los cuales
los acuerdos no son más que logros retóricos163.
Como se aprecia, es necesario que nos detengamos un momento para
analizar algunos aspectos históricos de la clásica dicotomía adversarial-
inquisitorial, a fin de determinar si todavía tiene la fuerza explicativa que
permita comprender mejor el proceso en general y las pruebas de oficio
en particular. No es exagerado reconocer que cuando se habla del sistema
adversarial (o acusatorio) no todos entienden lo mismo164. Damaška afirma
que en el siglo XII se usaba esta dicotomía para distinguir un proceso que
requiera el impulso de una parte para ponerse en marcha (processus per
accusationem), de un proceso que podía iniciarse en su ausencia (processus

160 Taruffo, Michele. El proceso civil adversarial en la experiencia americana. El modelo


americano del proceso de connotación dispositiva. Bogotá: Temis, 2008, p. 10.
161 Damaška, Mirjan. Las caras de la justicia y el poder del Estado. Análisis comparado del proceso
legal. Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 2000, p. 17.
162 Cfr. Gómez Colomer, Juan Luis. «Adversarial system, proceso acusatorio y principio
acusatorio: una reflexión sobre el modelo de enjuiciamiento criminal aplicado en los
Estados Unidos de Norteamérica». En Revista del Poder Judicial. Propuestas para una nueva
Ley de Enjuiciamiento Criminal, núm. 19, 2006, pp. 25-77.
163 Damaška, Mirjan. Op. cit., p. 10.
164 Illuminati, Giulio. Compendio di procedura penale. Padova: Cedam, 2003, p. 637, citado
por Bachmaier Winter, Lorena. «Sistemas procesales: la hora de superar la dicotomía
acusatorio-inquisitivo». En Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla A. C., núm. 24,
2009, p. 174.

86 | Décimo Pleno Casatorio Civil


per inquisitionem)165. Pero su uso para fines comparativos entre sistemas de
justicia —que comúnmente se puede advertir en la literatura procesal—
recién surgió durante el siglo XVIII, cuando la doctrina y las autoridades
políticas en Europa continental, buscando opciones al proceso penal del
Antiguo Régimen, se interesaron en el proceso penal inglés como posible
modelo de reforma; usando la categoría acusatorio para aludir al proceso
penal anglosajón, e inquisitivo para referirse al proceso penal del Antiguo
Régimen (o de la Europa continental de ese momento). Con posterioridad,
las jurisdicciones anglosajonas empezaron a utilizar la expresión adversarial
de modo similar a acusatorio166.
Como se observa, la preferencia por estas terminologías no siempre aludía
a las jurisdicciones anglosajonas y continentales europeas, respectivamente.
Además, se debe tener en cuenta que el contenido que en un inicio se les
dio fue diverso; por ejemplo, mientras que un proceso adversarial suponía
que el proceso estaba controlado por las partes, el tribunal (que era un
árbitro pasivo) no procuraba obtener la confesión del acusado para probar
su culpabilidad, y los casos se decidían en audiencias orales a través de
jurados. El sistema inquisitivo estaba controlado por el tribunal (sujeto
a su propia iniciativa), que tenía como funciones investigar y juzgar el
caso. Se procuraba obtener la confesión del imputado como parte de la
investigación del caso, y el procedimiento era escrito y secreto por jueces
profesionales167.
Es necesario reconocer que su significado ha mutado en el tiempo y en
diferentes contextos, ya que únicamente el sentido básico de la oposición
—siguiendo a Damaška— que permanece razonablemente cierto es el
siguiente: mientras el primero surge a partir de una contienda, como el com-
promiso de dos adversarios que se hacen cargo de la acción judicial ante
un juez relativamente pasivo, cuyo deber primordial es dar un veredicto, el
segundo está estructurado como investigación oficial, y la mayor parte de
las acciones son llevadas a cabo por los funcionarios encargados de adminis-
trar justicia. Más allá de esta idea esencial, comienzan las incertidumbres168.

165 Damaška, Mirjan. Op. cit., pp. 12 y ss.


166 Langer, Máximo. «La larga sombra de las categorías acusatorio-inquisitivo». En Revista
de Derecho Público, núm. 32, 2014, pp. 6-7.
167 Langer, Máximo. Op. cit., p. 7.
168 Damaška, Mirjan. Op. cit., p. 13.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 87


La indebida y antojadiza comprensión de los hechos históricos en relación
con dicha dicotomía se ha convertido virtualmente en una especie de
sombra que con frecuencia distorsiona la realidad y no permite una buena
aproximación al problema de los poderes probatorios del juez.

2.2.2. Reorientación filosófica: modelos de proceso


Se ha demostrado que el modo habitual de abordar el problema de la inicia-
tiva probatoria en general, y sobre todo las atribuidas al juez, es equívoco y
no corresponde a la realidad. Se ha comprobado, igualmente, que no existe
una necesaria relación entre dichos poderes y regímenes autoritarios. Los
ordenamientos actuales tienden a establecer una función activa del juez
en la adquisición de pruebas para la determinación de los hechos, comple-
mentaria y supletoria a la iniciativa probatoria de las partes, procurando
asegurar el principio dispositivo y la garantía del contradictorio. Esta dico-
tomía adversarial-inquisitorial a lo mucho puede representar tendencias
generales de la justicia relativas a la organización del poder y objetivos de
la administración de justicia169. En este punto conviene precisar que no es
que hayan desaparecido las diferencias entre estos sistemas procesales, sino
que se cuestiona la manera tradicional en que se ha planteado la cues-
tión por mucho tiempo. Es posible que esta sea la causante de que algunos
todavía discutan (o rechacen) la conveniencia de la concesión de dichos
poderes al juez o duden de su fundamentación ideológica170.
En el contexto actual las orientaciones han cambiado de rumbo en
favor de nuevos modelos que no se reducen a tal formulación. Se trata de
un verdadero giro metodológico en la manera de aproximarse al análisis
del problema, esto es, tomando en consideración los modelos y la función
que desempeña el proceso171. En efecto, para el desarrollo de la presente

169 Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., p. 110.


170 En este sentido, De la Oliva afirma inicialmente que «la posición sobre el papel del
juez y sus poderes en el proceso civil puede, sí, obedecer a posiciones ideológicas, pero
cabe asimismo que nada tenga que ver con tales posiciones y no es acertado, por tanto,
ni deducir posturas ideológico-políticas de lo que se defienda sobre nuestro asunto ni
sostener que la opción sobre los papeles de juez y partes es consecuencia necesaria de
posiciones ideológicas» (De la Oliva Santos, Andrés. Op. cit., p. 261).
171 Twining ha calificado estos modelos como los más aptos para comparar no solo sistemas
procesales, sino también la manera en que las cuestiones probatorias son examinadas en
dichos sistemas (Twining, William. Op. cit., p. 322).

88 | Décimo Pleno Casatorio Civil


sección se toma en consideración la metodología inicialmente propuesta
por Damaška172 y los criterios y las características expuestos por Taruffo.

2.2.2.1. Resolución de controversia


Este modelo descrito por Damaška da cuenta de que la única función del
proceso es resolver las controversias, poniendo fin a los conflictos entre
individuos. Se deja exclusivamente a las partes la tarea de gestionar a su
voluntad la contienda procesal y la iniciativa de proposición de pruebas.
El juez se encuentra en la situación de un árbitro pasivo, que cumplirá su
labor de juzgar solo desde los elementos de juicio que las partes le hayan
proporcionado. Además, no existe una real preocupación por la calidad de
la decisión final. Este modelo se ajusta a la idea de un Estado reactivo o de
laissez faire173. El proceso es aceptado como justo en la medida que se base
en el libre juego de las partes y que sea equitativo, es decir, se funda en la idea
de una justicia procedimental (procedural justice), dejándose de lado el éxito
del proceso en el que se tiene la idea de una justicia sustantiva (substantive
justice)174.
Respecto a la prueba y la determinación de la verdad de los hechos
podría prescindirse de ellas en el proceso, pues son entendidas como un
objetivo imposible de alcanzar. Con estos rasgos este modelo no parece
estar preocupado por procurar la calidad de la decisión final, en particular
por la corrección de los hechos175. Solamente las partes pueden desarrollar
el papel activo y probatorio; empero, no se tiene en cuenta que la manera
menos eficiente para descubrir la verdad de los hechos es limitarse exclusi-
vamente a la gestión probatoria de las partes. Pero si es cierto que la deter-
minación de la verdad es algo prescindible, no tendría sentido que se inicie
un proceso en el que las partes y el juez propongan y practiquen prue-
bas; pues para ello bien podrían optar por otras vías quizá más eficaces,

172 En la obra Las caras de la justicia y el poder del Estado. Análisis comparado del proceso legal, de
la Editorial Jurídica de Chile, publicado en el 2000. Versión original en inglés: The Faces
of Justice and State Authority: A Comparative Approach to the Legal Process, publicada por
Yale University Press en 1986. También tiene una traducción en italiano: I volti della
giustizia e del potere. Analisi comparatistica del processo, publicada por Il Molino en 1991.
173 Damaška, Mirjan. Op. cit., p. 169.
174 Ibid, p. 294.
175 Ibid, p. 212.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 89


por ejemplo acudiendo a los medios alternativos de resolución de disputas,
como la mediación o conciliación, que proponen soluciones más rápidas
y eficientes que las del proceso judicial176. El proceso y la adquisición de
las pruebas —como afirma Taruffo— tendrían como único propósito hacer
que cualquier decisión y su relación con los hechos sean sencillamente
aceptadas por sus destinatarios177. En lo que atañe a las pruebas de oficio,
la consecuencia es que no es necesario otorgar al juez alguna iniciativa
de tipo probatorio que le permita determinar la verdad.

2.2.2.2. Correcta aplicación del derecho


Este modelo pone en el centro el problema de la administración de justi-
cia, fundamentalmente en la calidad de la decisión, en concreto en una apli-
cación correcta y racionalmente justificada del derecho. Desde esta idea el
proceso no se trata tanto de una contienda entre individuos, sino se orienta
a la obtención de decisiones justas178. Uno de los presupuestos para que el
proceso conduzca a decisiones jurídica y racionalmente correctas es que
esté orientado a establecer la verdad de los hechos de la causa. Ninguna
decisión judicial puede considerarse legal y racionalmente correcta si se
basa en una determinación errónea de los hechos a los que se refiere.
Este modelo se conecta con la idea de Damaška en su propuesta de que
el proceso esté dirigido a la implementación de políticas públicas mediante
la aplicación del derecho, vinculada a un tipo de Estado de tipo activista179.
El propósito del proceso sería la correcta aplicación de las consecuencias
jurídicas previstas en las leyes sustantivas, lo cual exige que las pruebas
estén orientadas hacia la búsqueda de la verdad180. Al juzgador le interesaría

176 Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del juez y el modelo de proceso». En
Cuadernos Electrónicos de Filosofía del Derecho, núm. 36, 2017, p. 91.
177 Taruffo, Michele. Op. cit., pp. 173-176.
178 Taruffo sintetiza su concepción de decisión judicial justa en la combinación de tres
factores: a) la imparcialidad del procedimiento (justicia procesal); b) la interpretación
y el uso correcto de las predicciones legales sustantivas que gobiernan el caso; y c) la
reconstrucción exacta, completa y veraz de los hechos del caso (Taruffo, Michele.
Teoría de la prueba. Op. cit., p. 302).
179 Damaška, Mirjan. Op. cit., p. 253.
180 Sobre esta idea, Ferrer afirma que implementar políticas públicas mediante el proceso
presupone que las consecuencias jurídicas (a través de las que se desarrollan las políticas)

90 | Décimo Pleno Casatorio Civil


saber que quien gane el proceso deba hacerlo conforme al ordenamiento
vigente y los hechos llevados a cabo en la realidad. En esencia sería el
derecho el que debe ser visto como un medio para prevenir, gestionar y
solucionar conflictos sociales181. Ferrer afirma que, si la idea del derecho
es orientar las conductas, para su cumplimiento requiere que en el proceso
se apliquen dichas consecuencias jurídicas cuando se realicen los hechos
condicionantes182.
Respecto de la situación probatoria, desde este modelo cobra una vital
importancia la verdad de la determinación de los hechos. Se trata de una
comprensión no formalista del debido proceso. Es decir, un proceso es justo
porque está orientado a la obtención de decisiones justas. Desde este punto
de vista, se favorecería la atribución de poderes al juez. Normalmente están
para complementar las iniciativas probatorias de las partes cuando estas
sean insuficientes para la adquisición de todas las pruebas necesarias para
adoptar una decisión que determine la verdad de los hechos. Es innegable
la tendencia actual de los ordenamientos procesales orientados a conceder
al juez un papel activo en la adquisición de las pruebas183 en donde no se
renuncie a la determinación verdadera de los hechos, menos se puede pensar
que ello suponga una reducción en los poderes probatorios de las partes.
Aunque para ser precisos la tendencia actual estaría pensada en maximizar
el derecho a la prueba, contradicción y poderes de instrucción al juez184.
Luego del análisis de estos modelos relativos a la función de los proce-
sos, se puede afirmar que si bien no sería sencillo ubicar sistemas procesa-
les que se adecuen exactamente a tales esquemas conceptuales generales,

se apliquen a los casos previstos por el propio derecho. Para sustentar su posición, indica
que, si en los procesos se atribuye la responsabilidad civil al más fuerte y no al causante
del daño, quedaría totalmente frustrada la finalidad de guiar la conducta e implementar
políticas a través del derecho (Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del
juez y el modelo de proceso». Op. cit., p. 92).
181 Ferrer Beltrán, Jordi. Op. cit., p. 91.
182 Ibid, p. 94.
183 Por ejemplo, en Inglaterra es conocido el cambio de la tendencia de un juez sin muchos
poderes de iniciativa propia hacia un rol más activo, conforme a las Civil Procedure Rules
del año 1998, concediéndole amplios poderes para la dirección del proceso.
184 En nuestro sistema, luego de la reforma del año 2014, el artículo 194 del Código Procesal
Civil reconoce al juez la potestad probatoria ex officio y a la par se busca asegurar el
contradictorio.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 91


sin embargo, a diferencia de la dicotomía adversarial-inquisitorial tradi-
cionalmente utilizada, estos serían muy útiles cuando se trata de analizar
el fenómeno de los poderes probatorios en el proceso y especialmente de
aquellos reconocidos al juez. Estos modelos pueden ser provechosos para
fijar un marco de referencia a partir del cual se presentan polos opuestos
y extremos, que incluye posiciones intermedias, que son las que represen-
tan la mayoría de los ordenamientos contemporáneos.
Entonces, queda demostrado que el modelo que más se aproxima
o favorece el reconocimiento de potestades probatorias al juez es aquel
cuya función del proceso (y del derecho) está centrada en la calidad de las
decisiones a partir de la implementación de políticas públicas mediante el
derecho, conforme a una reconstrucción verdadera de los hechos sobre la
que fundará su decisión.

2.3. Dimensión epistémica de la prueba de oficio

2.3.1. Justicia de la decisión y enfoque epistemológico


Habiéndose analizado las debilidades y fortalezas de los dos métodos o
modelos ideológicos (dicotomía teórica inquisitivo/adversativo y modelos
funcionales: resolución de controversia/correcta aplicación del derecho)
que a menudo se utilizan para el estudio de la prueba de oficio, está claro
que el método más apropiado y correcto para entender las orientaciones
que presentan los sistemas de justicia en la actualidad (y no arraigado a
elementos históricos no bien explicados) se da a través de los modelos
funcionales del proceso. Esta es la tendencia teórica que parece ser la que
viene siendo adoptada normativamente en la regulación de las distintas
potestades de tipo probatorio en general y de la potestad probatoria ex
officio en particular.
Esta preferencia metodológica para la comprensión de las pruebas de
oficio, en especial por el modelo ideológico que propone que la función
del proceso no se limita únicamente a ser un instrumento de resolución de
la controversia (sin comprometerse con la verdad de los hechos), sino que
apuesta por una correcta aplicación del derecho (a partir de una verdadera
reconstrucción de los hechos) como condición necesaria —aunque no
suficiente— para hablar de una decisión judicial justa, se justifica porque
presenta y ubica al tema en controversia en un adecuado contexto para su

92 | Décimo Pleno Casatorio Civil


conexión con los estudios epistemológicos sobre el fenómeno probatorio.
En otras palabras, nos proponemos analizar el rendimiento explicativo que
viene ofreciendo la epistemología jurídica para la comprensión del proceso
judicial y las pruebas de oficio.
La relación entre estos dos insumos teóricos puede explicarse de la
siguiente manera: la justicia de la decisión judicial a través de la búsqueda de
la verdad de los hechos (y no solo de la resolución de la disputa), que muchos
ordenamientos procesales reconocen como su función, se conecta con el
propósito u objetivo que busca alcanzar la epistemología en general, como
disciplina de la filosofía que estudia aquellas condiciones o circunstancias en
que una idea o creencia puede aceptarse como verdadera, y el problema de
su justificación. Es partir de la idea propuesta por Twining en relación con
que el tema de la prueba es un ámbito multidisciplinario, que los estudios
procesales actuales cada vez más vienen ampliando su perspectiva y enfoque
para comprender y explicar mejor las diversas instituciones del proceso y
de la prueba, a partir de su vinculación con otras áreas del conocimiento
jurídico y sobre todo extrajurídico. Entre las múltiples disciplinas mediante
las que se puede analizar las pruebas de oficio viene sobresaliendo el
enfoque de la epistemología del derecho185 o epistemología jurídica. Esta
predisposición en el uso de esta disciplina para analizar el proceso judicial
ha sido identificada como la «dimensión epistémica del proceso». Más
precisamente denominada por Taruffo como «modelo epistemológico» del
conocimiento de los hechos sobre la base de las pruebas186.
Por estas razones, en esta sección de la decisión se ha creído conveniente
utilizar los principios y métodos generales de la epistemología jurídica para
la explicación y compresión de las pruebas de oficio. La idea es poner énfasis
en tal enfoque; por ello, para una adecuada aproximación epistemológica nos
proponemos analizar al menos tres categorías jurídicas que son la base del
tema en cuestión: primero, la epistemología en general aplicada al derecho,
la epistemología jurídica; segundo, su relación con la explicación del
proceso judicial; y, tercero, evaluar la función que cumple la epistemología

185 Entre los epistemólogos y teóricos del civil law y common law estarían Twining, Anderson,
Goldman, Kaack, Laudan, Taruffo, Ferrer, Lagier, Vázquez, Gascón Abellán, entre
otros.
186 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Madrid:
Marcial Pons, 2010, pp. 155-156.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 93


jurídica en el discurso de la prueba o del razonamiento probatorio. El objetivo
es determinar si acaso el proceso (conforme al modelo funcional asumido
en esta decisión) y la prueba pueden ser considerados como instrumentos
adecuados para el descubrimiento de la verdad de las hipótesis sobre los
hechos narrados por las partes. De esta manera, puede esclarecerse si esto
puede incidir en la explicación y justificación de la dimensión epistémica de
las pruebas de oficio, que es el tema que nos convoca en esta sección.

2.3.2. Epistemología jurídica, proceso y prueba


2.3.2.1. Importancia de la epistemología jurídica
Para una adecuada explicación epistémica de las pruebas de oficio es impe-
rativo comenzar por responder a la pregunta de qué es y en qué consiste la
epistemología en general. Con este propósito, es posible decir que la epis-
temología es concebida como una sección o rama de la filosofía, en virtud
de la cual se estudian aquellas circunstancias y condiciones en las que las
ideas y creencias de las personas puedan ser entendidas como verdaderas,
y que estas puedan ser justificadas187. Para una mejor explicación conviene
tener en cuenta que usualmente todas las personas (identificadas como
sujetos cognoscentes) en sus quehaceres diarios desarrollan —consciente o
inconscientemente— diversas actividades que bien pueden ser catalogadas
como epistémicas.
La determinación como actividad epistémica se puede alcanzar no de
cualquier modo o realizando cualquier acción de comunicación con otras
personas, sino como resultado de procesos que sean confiables para la
determinación de la verdad de lo que se afirma188. Siguiendo a Laudan, la
epistemología jurídica está orientada a establecer si es que los sistemas de

187 Se debe precisar que determinadas ideas o creencias que son aceptadas como verdaderas
no necesariamente pueden estar justificadas. Cáceres explica que ante el avance de la
medicina, la herbolaria fue empleada por chamanes para sanar problemas de salud; pero
no podían explicar por qué curaban, salvo que los efectos de los poderes de seres de
otra dimensión sean una razón objetiva para ello, es decir, una verdad por casualidad
no está epistémicamente justificada (Cáceres Nieto, Enrique. «Epistemología jurídica
aplicada». En Fabra Zamora, Jorge Luis y Spector, Ezequiel (coords.). Enciclopedia de
filosofía y teoría del derecho. Vol. III. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma
de México, 2015, p. 2197).
188 Cáceres Nieto, Enrique. Ibid, p. 2198.

94 | Décimo Pleno Casatorio Civil


investigación que buscan la verdad cuentan o no con un diseño apropiado
que les permita generar creencias verdaderas acerca del mundo189.
Se sabe que son múltiples los propósitos teóricos que desempeña la epis-
temología y sus aplicaciones se proyectan a distintas áreas del conocimiento
jurídico y extrajurídico. Pero, si nos detenemos a revisar la doctrina contem-
poránea, se puede observar con facilidad que es muy habitual que muchos
autores y teóricos la utilicen para el estudio de instituciones y categorías del
derecho en general, y especialmente en las investigaciones sobre el fenómeno
probatorio y sus principales problemas. Como consecuencia de esto es que
se ha dado origen a la epistemología jurídica190. Luego, al momento de eva-
luar su significado o concepto existen algunos problemas, pues hay quienes
cuestionan el hecho de que los principios y el método de la epistemología
general sean aplicados directamente a la epistemología jurídica, principal-
mente por la naturaleza de las reglas probatorias, las creencias justificadas
individuales y los efectos de las creencias191. Empero, conforme sostiene
Laudan, la epistemología jurídica es una parte de la filosofía del derecho
que tiene como objetivo determinar si los diversos sistemas de investiga-
ción (que pretenden estar buscando la verdad) cuentan o no con un diseño
apropiado o confiable que les permita generar creencias verdaderas acerca
del mundo192.

189 Laudan, Larry. Verdad, error y proceso penal. Un ensayo sobre epistemología jurídica.
Traducido por Carmen Vázquez y Edgar Aguilera. Madrid: Marcial Pons, 2013, p. 23.
190 Pero conviene anotar que si bien este nomen iuris es utilizado actualmente por estudiosos
de epistemología y teóricos del derecho para referirse al estudio del conocimiento de los
hechos y el razonamiento probatorio del proceso, no está exento de cuestionamientos, en
el sentido de que podría ser muy limitado y ambiguo. Páez sostiene que tradicionalmente
se empleó para hacer referencia al conocimiento del derecho y que una expresión
equivalente sería «filosofía de la prueba jurídica» (Páez, Andrés. «Introducción. La
epistemología y el derecho». En Páez, Andrés (coord.). Hechos, evidencia y estándares
de prueba. Ensayos de epistemología jurídica. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2015, p. 2). A
pesar de estos cuestionamientos, por su uso cada vez más generalizado en la literatura
jurídica del civil law, para el desarrollo de la presente decisión judicial se preferirá utilizar
la expresión epistemología jurídica.
191 Para un mayor análisis y debate sobre estas puede verse Vázquez, Carmen. De la
prueba científica a la prueba pericial. Madrid: Marcial Pons, 2015, pp. 61-69.
192 Laudan, Larry. Op. cit., p. 23. Para Cáceres, un procedimiento confiable supone la
necesidad de justificación de las inferencias que concluyen la verdad de las proposiciones.
En otras palabras, contar con un modelo de normatividad epistémica. Además, agrega

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 95


Es propicio tener presente que el uso de la epistemología para la com-
prensión de los problemas del derecho y la prueba permite evaluar si las
leyes vigentes facilitan (o en su defecto impiden) la verdad, con el objetivo de
proponer algunos cambios, ya sea para modificarlas o eliminarlas (a aquellas
que obstaculicen la búsqueda de la verdad193). Además, el examen crítico de
las reglas de algún ordenamiento específico permite establecer modelos o
esquemas generales de cualquier institución que puedan eventualmente ser
aplicables a cualquier sistema jurídico194.

2.3.2.2. El proceso como instrumento de conocimiento


Definida qué es la epistemología y el rol que cumple la epistemología
jurídica, corresponde ahora evaluar el rendimiento explicativo en el estudio
del fenómeno procesal. Lo que se pretende es analizar si el proceso puede
ser entendido como un instrumento epistemológicamente válido; dicho de
otra manera, se busca averiguar si el proceso puede ser concebido como un
medio que pueda conducir a la averiguación de la verdad. Para responder a
esta cuestión bastaría recordar que para los fines de esta decisión se asume
y comparte la conveniencia de un modelo de proceso que busca la correcta
aplicación del derecho a través de la búsqueda de la verdad de los hechos
del caso. No obstante, consideramos que es necesario que la evaluación
epistémica nos permita ofrecer mayores argumentos que justifiquen esta
posición.
Justamente, como se ha afirmado anteriormente, un proceso judicial
puede ser una herramienta epistémica que permite evaluar la fiabilidad del
conocimiento de los hechos expuestos por las partes, en tanto y en cuanto
haya cierto compromiso con aquel modelo que entiende al proceso como un
conjunto de actividades encaminadas a obtener conocimientos verdaderos

que referirse a la normatividad epistémica implica, al menos, una parte de los elementos
constitutivos de los procedimientos confiables para la determinación de la verdad; tiene
una dimensión tanto descriptiva como normativa; es independiente de la normatividad
jurídica; los hechos y los procesos confiables para la determinación de la verdad no
siempre han sido incorporados por el derecho procesal; las reglas que protegen valores
epistémicos no son las únicas que regulan las decisiones y conductas de los operadores
jurídicos; entre otros (Cáceres Nieto, Enrique. Op. cit., p. 2198).
193 Laudan, Larry. Op. cit., p. 23.
194 Un ejemplo claro del uso de la epistemología jurídica para el estudio de la prueba pericial
puede verse en Vázquez, Carmen. Op. cit.

96 | Décimo Pleno Casatorio Civil


sobre los hechos relevantes del caso. En cuanto a las características de la
verdad a la cual se está haciendo referencia, Callari sostiene que la verdad
del proceso puede ser entendida como aproximativa, no tanto porque tiene
valor y grado inferior respecto de un ideal de correspondencia perfecta, sino
por los hechos que representa una verdad tendencial, que depende de modo
directo de la concreta operación de los medios de cognición de la realidad
(prueba) materialmente a disposición del juez; además, una verdad probable
no tanto porque es siempre posible que la reconstrucción histórica judicial
sea contraria a la realidad de los hechos, sino porque representa una verdad
probable195.
De lo dicho se puede observar la estrecha vinculación que existe entre
la institución del proceso y el valor de la verdad; pero qué tan eficaz puede
ser el proceso como método para la determinación de la verdad de los
hechos materia de la decisión final. Taruffo manifiesta que parecen existir
razones válidas para considerar que en el proceso es posible determinar la
verdad de los hechos en que se basa una controversia; es más, llega a afir-
mar que es necesario que el proceso se dirija hacia el descubrimiento de la
verdad196. No obstante, para asumir una posición sobre este punto, es nece-
sario esclarecer si la búsqueda de la verdad es el único objetivo del pro-
ceso, considerando, además, los dos modelos de función que puede asumir
el proceso. En efecto, la adopción de alguno de ellos supondrá también la
adhesión de diferentes ideologías, lo que en cierta medida influye en las
aproximaciones de los estudiosos, orientaciones de los legisladores, doctrina
y la jurisprudencia197.

2.3.2.3. Explicación epistémica de la prueba


Para tener una mejor comprensión de la dimensión epistémica que asume
el proceso (lugar común donde se trabaja con ideas y creencias sobre
hechos) resulta fundamental que se analice la relación entre la prueba y
la epistemología jurídica, y cuál es el rol que desempeña la prueba en la
comprensión epistémica del proceso. De esta manera, para responder a la

195 Callari, Francesco. «Verità processo prova certezza: il circuito euristico della gustizia
penale». En Rivista di diritto processuale, vol. 68, núm. 6, 2013, pp. 1351-1352.
196 Taruffo, Michele. Op. cit., p. 155.
197 Ibid, p. 157.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 97


primera cuestión es necesario que se analice el sentido o significado que
se le puede reconocer a la prueba en el conocimiento en general, y si es lo
mismo que será utilizado en el contexto del derecho (procesal) o esta asume
un sentido distinto.
En relación con la noción autónoma o significado exclusivamente jurídi-
co de la prueba, la posición más difundida en la doctrina procesal es la del
jurista italiano Carnelutti, quien si bien inicialmente reconoce que la prueba
en el lenguaje común se usa como comprobación de la verdad de una pro-
posición, luego termina por negarlo, indicando enérgicamente que cuando
hacemos referencia a la prueba en el sentido jurídico, significa determinar
o fijar formalmente los hechos mediante procedimientos determinados198.
Sobre esta concepción, Ferrer manifiesta que esta posición conduce a diver-
sos problemas, por ejemplo, el de suponer la situación de infalibilidad del
juez, y aclara que la falibilidad de la decisión judicial respecto de los hechos
probados tiene que ver con dos sentidos distintos: i) la falta de concordancia
entre los hechos que así se declaran y los realmente acaecidos; y ii) el no
haber respetado las reglas procesales que eventualmente regulen su adopción
o su contenido. Señala que dicha posición supone la infalibilidad del juez
en el primero de los sentidos199.
Por estas razones, para los fines de esta decisión se asume aquella posición
que considera que el sentido de la prueba no es autónomo del derecho200,
sino que su significado es semejante al que se emplea en otras áreas del
conocimiento. Si razonamos de este modo —siguiendo a Comoglio y otros—,
el concepto de prueba se sitúa más en una perspectiva epistemológica que en
una dimensión exclusivamente jurídica201. Siendo así, el término «prueba»
indica a todos los medios de conocimiento que son presentados al proceso

198 Carnelutti, Francesco. Op. cit., pp. 37-44.


199 Ferrer Beltrán, Jordi. La prueba y verdad en el derecho. Segunda edición. Madrid:
Marcial Pons, 2005, p. 33.
200 Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Op. cit., p. 23. El autor
sostiene que un lugar común en los estudios sobre la prueba jurídica (en particular entre
los teóricos de los sistemas del civil law) es que no puede ser estudiada desde la perspectiva
de la noción general de prueba, propia de la epistemología general, y, por ejemplo, de las
ciencias naturales.
201 Taruffo, Michele. Teoría de la prueba. Op. cit., p. 346.

98 | Décimo Pleno Casatorio Civil


con el fin de formular una decisión relativa a la verdad o falsedad de los
enunciados relativos a los hechos relevantes de la controversia202.
Esta perspectiva enfatiza más el razonamiento probatorio que el dere-
cho probatorio, el cual se extiende únicamente al estudio de las reglas de
tipo probatorio; es decir, el sentido de la prueba pertenece al contexto de la
racionalidad o del razonamiento en general. En esta línea de pensamiento,
Ferrer, al prologar la obra de Laudan, ha sostenido que desde esta con-
cepción no hay «diferencia fundamental entre el razonamiento sobre los
hechos que se produce en el marco de una decisión judicial y el que se da en
cualquier otro ámbito de la experiencia, incluida la ciencia»203. No se puede
negar que muchas reglas probatorias limitan la labor de los jueces; sin
embargo, no todas tienen los mismos efectos, como es el caso de las reglas
que regulan la libre valoración en la toma de decisión final, que por lo
general dejan la potestad de la función de valorar. Es aquí donde las herra-
mientas de la epistemología general juegan un papel fundamental204.
En conclusión, si es cierto que la epistemología jurídica también tiene
como propósito el estudio de los modelos de la decisión judicial, entonces
es verdadero que, en el plano metodológico general, el juez no tendría pro-
blemas en analizar correctamente las pruebas únicamente usando esquemas
racionales análogos a los del científico205.

2.3.3. Perfil epistemológico de la prueba de oficio


2.3.3.1. Compromiso epistémico de las partes y del juez
Si tenemos en cuenta el rol epistémico del proceso y las pruebas (en su
concepción racional), no debería haber problema al abordar las pruebas de
oficio desde la perspectiva epistemológica, dado que las pruebas promovidas

202 Comoglio, Luigi Paolo, Ferri, Corrado y Taruffo, Michele. Lezioni sul processo civile. Il
processo ordinario di cognizione. I. Il processo ordinario di cognizione. Quinta edición. Bologna:
Il Mulino, 2011, p. 457.
203 Laudan, Larry. Op. cit., p. 18.
204 Vázquez opina que es cierto que desde la epistemología jurídica se pueden analizar
también las reglas probatorias en determinados sistemas procesales, pero la solución a
dichos problemas que ofrece no pasa por evaluar el grado de coherencia dentro de un
sistema, sino por evaluar su compromiso con la averiguación de la verdad (Vázquez,
Carmen. Op. cit., 62).
205 Comoglio, Luigi Paolo, Ferri, Corrado y Taruffo, Michele. Op. cit., p. 336.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 99


por el juez estarían orientadas (y justificadas constitucionalmente) hacia
la búsqueda de la verdad (relativa, objetiva y por correspondencia) de las
ideas y creencias planteadas en el proceso. De lo que se trata es de entender
que las pruebas de oficio, que muchos ordenamientos conceden al juez,
no son otra cosa que una actividad básicamente epistémica. Pero si bien
en toda actividad epistémica (en cualquier área del conocimiento) no es un
problema aceptar el papel protagónico de los sujetos en el cumplimiento de
sus investigaciones, en el caso del reconocimiento de las pruebas de oficio
presenta particulares problemas, sobre todo si lo contrastamos con la labor
probatoria que realizan las partes en el proceso, las cuales no necesariamente
pueden ser calificadas como epistémicas.
Pese a que existen suficientes razones para aceptar que el proceso y las
pruebas de oficio pueden ser entendidas como parte de un procedimiento
epistémico, no se puede desconocer que el juez no es el único que participa
en el proceso, sino que concurren otros sujetos que bien pueden seguir
diversos objetivos, los cuales no precisamente están dirigidos a la búsqueda
de la verdad. Taruffo afirma que la identificación de los sujetos a los que
se puede adscribir una función epistémica en el contexto del proceso
requiere analizar las conductas típicas de estos sujetos durante el proceso206.
Efectivamente, hay quienes ponen en duda que el propósito de la actividad
probatoria realizada por las partes esté orientado a la búsqueda de la verdad
de los hechos del caso; especialmente —como afirma Damaška— si tenemos
en cuenta que sus actos procesales pueden estar relacionados con ideologías
que subyacen sobre los modelos de proceso que funcionalmente están
pensados exclusivamente en una especie de competencia entre las partes. Es
decir, una situación de adversarios207.
En este contexto, sería legítimo y aceptable que los abogados puedan
tener diversos intereses y estrategias (en el marco de la legalidad) respecto
de la actividad probatoria, en el ejercicio de la defensa de sus patrocinados;
hecho que puede afectar de modo perjudicial en la conformación del mate-
rial probatorio con que contará el juez al momento de decidir el caso. Nada
impide que puedan dejar de seleccionar y presentar toda la información
que resulte relevante para una correcta toma de decisión final. Siendo así,

206 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 192.
207 Damaška, Mirjan. Op. cit., pp. 169 y ss.

100 | Décimo Pleno Casatorio Civil


existen razones para pensar en el posible desinterés epistémico que pueda
presentar la actividad de las partes en su aportación de pruebas. Aunque no
se puede negar que es posible que las partes puedan tener cierto interés en
el descubrimiento de la verdad de los hechos de la controversia, pero existe
un riesgo bastante alto de que no suceda en la mayoría de los casos.
Este desinterés por la búsqueda de la verdad que pueden mostrar las
partes procesales (y sus abogados) no puede ser el mismo cuando hablamos
del rol que puede desempeñar el juez (quien representa al Estado en su
función jurisdiccional), considerando que tiene el deber de dirigir formal y
materialmente el proceso, hecho que le demanda un rol más activo en la
conducción del proceso y sobre todo en la calidad de la decisión final.
Entre los participantes en el proceso, el juez es a quien le corresponde la
función epistémica fundamental, esto es, la determinación verdadera de
los hechos.
Esta posición teórica requiere del reconocimiento de un rol más activo
del juez en todos sus actos de gestión, por ejemplo, los referidos a la direc-
ción y control en la admisión y actuación de los medios de prueba en el
momento procesal correspondiente, y en la determinación de su valor en la
decisión final sobre los hechos. Esto significa que el juez no solo debe ser
un protagonista del proceso (como lo son las partes procesales), sino que
además sería el garante de su corrección epistémica208.

2.3.3.2. Fundamento epistémico de la prueba de oficio


El clásico debate teórico procesal (que por mucho tiempo ha provocado
gran controversia) sobre la conveniencia o no de atribuirle al juez poderes
probatorios como las pruebas de oficio no sería un problema mayor si es que
lo entendemos desde el punto de vista epistémológico. En esta perspectiva,
es completamente aceptable y normal que una persona en la práctica de
una determinada actividad epistémica —dirigida a descubrir la verdad de
un hecho— pueda utilizar sin mayor inconveniente todos los medios perti-
nentes para recolectar la información y los datos cognoscitivos necesarios
para tal propósito209. Quizá no sería un gran problema el hecho de que los

208 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 196.
209 En este sentido, Taruffo sostiene que «sería ocioso preguntarse si él puede o no puede,
debe o no debe, buscar las fuentes necesarias para realizar su tarea de reconstrucción de

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 101


procesos judiciales no estén necesariamente orientados hacia la búsqueda
de la verdad de los hechos; o, en su caso, que las partes puedan tener una
actitud desfavorable con dicho propósito y no ejerzan adecuadamente su
iniciativa probatoria, lo que en realidad importaría es identificar al juzga-
dor como un agente epistémico.
Desde el punto de vista epistémico, sería, por decirlo de alguna manera,
plenamente natural que se le atribuya determinados (en mayor o menor
grado) poderes para ordenar la producción y presentación de pruebas por
su iniciativa propia, como resultan ser las pruebas de oficio, lo que permi-
tiría una correcta reconstrucción veraz de los hechos controvertidos. Sería
incomprensible que se le encargue la labor de determinar la verdad de un
hecho a quien carezca de la capacidad de poseer la información necesaria
para dicho cometido, cuanto más si dicha labor se desarrolla en el marco
de la función jurisdiccional que despliega el juez por delegación del Estado.
En tal sentido, si luego de la revisión del material probatorio que obra en el
expediente se advierte que existe cierta información o datos cognoscitivos
necesarios no aportados por las partes, entonces sería legítimo que ejerza
dichos poderes; de hecho, su compromiso epistemológico debería impul-
sarlo a ello210.

2.4. De la prueba de oficio en el proceso civil peruano

2.4.1. Poderes probatorios del juez


Toda explicación sobre el significado y función de la prueba de oficio
en el proceso civil (pero no solo en este, sino en general en todo proceso
judicial) debe considerar que se trata de un tipo específico o un caso par-
ticular de poder dentro de una multiplicidad de poderes de tipo probatorio
que los ordenamientos reconocen, de manera extraordinaria, a los jueces

un hecho; lo mismo que preguntarse si un científico tiene o no el derecho de desarrollar


las investigaciones necesarias para descubrir la verdad de un hecho o de una teoría»
(Taruffo, Michele. Ibid, p. 197).
210 Taruffo ha perfilado bien esta situación: «su rol es modesto y razonable, consiste en
probar si las partes han aportado todos los datos cognoscitivos disponibles a determinar
la verdad de los hechos y en asumir un papel activo si es que no ha ocurrido» (Taruffo,
Michele. Ibid, p. 199).

102 | Décimo Pleno Casatorio Civil


o tribunales. De manera resumida se les puede identificar como «poderes
probatorios del juez»211. En otras palabras, la prueba de oficio no es el único
o exclusivo poder probatorio que tienen los tribunales de justicia. Ferrer
realiza una lista de poderes probatorios del juez: i) la potestad de admitir
o inadmitir las pruebas propuestas por las partes; ii) la capacidad de inter-
venir en la práctica de la prueba, especialmente por lo que hace a las prue-
bas personales; iii) la capacidad de indicar a las partes lagunas probatorias
que estas deberían integrar; iv) la capacidad de disponer la incorporación
de pruebas no solicitadas por las partes; v) la capacidad de alterar durante
el desarrollo del proceso la carga de la prueba; y vi) el deber de decidir qué
hipótesis fácticas se consideran probadas212.
El estudio de las pruebas de oficio en el contexto de esta tipología no es
un lugar común en la doctrina procesal peruana. Esta situación provoca,
entre otras cosas, graves problemas en la reflexión teórica que se ven de
manifiesto en la práctica judicial, en donde las partes no saben con exac-
titud qué tipo de poder probatorio está utilizando el juez en un caso concreto
y sobre todo cómo poder ejercer el control intersubjetivo. Cual sea el caso,

211 Para un estudio comparado sobre los poderes probatorios del juez, puede consultarse
Taruffo, Michele. «Poderes probatorios de las partes y del juez en Europa». En
DOXA. Cuadernos de Filosofía del Derecho, núm. 29, 2006, pp. 249-271. En este estudio,
el autor examina las diversas posiciones políticas, ideológicas y metajurídicas que
subyacen en el poder probatorio del juez. Se precisa tres modelos existentes en Europa:
i) representado por los ordenamientos en los que el juez cuenta con un poder general
para disponer de oficio la adquisición de las pruebas, no propuestas por las partes, que
considere útiles para la determinación de los hechos; ii) en el que se inspiran la mayor
parte de los ordenamientos actuales que prevé que el juez disponga de algunos poderes
de iniciativa instructoria; y iii) ordenamientos en los que no están previstos de manera
expresa verdaderos poderes de iniciativa instructoria por parte del juez, pero en los que,
sin embargo, el juez desempeña un papel activo en la adquisición de las pruebas, por
ejemplo, el sistema inglés y el español (pp. 255-259). Véase también Nieva Fenoll,
Jordi. «La actuación de oficio del juez nacional europeo». En Diario La Ley, núm. 9000,
Sección Doctrina, junio de 2017.
212 Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del juez y el modelo de proceso».
Op. cit., pp. 97-104. Aunque con otro enfoque, semejante tipología se puede encontrar
en Abel Lluch, Xavier. Iniciativa probatoria de oficio en el proceso civil. Barcelona: J. M.
Bosch Editor, 2005. El autor los clasifica en: i) iniciativa probatoria de oficio (en los
procesos dispositivos y no dispositivos); ii) facultad judicial de integración probatoria;
iii) diligencias finales; e iv) intervención judicial durante la práctica de la prueba.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 103


se trata de una perspectiva «reduccionista»213 de un fenómeno mayor, en
tanto y en cuanto restringe el objeto de estudio a dicho poder214.
Siendo así, resulta necesario explicar, en primer orden, ¿en qué consisten
estos poderes probatorios del juez? Al respecto, hay quienes afirman que
en realidad son una manifestación de aquellos poderes de dirección del
juez que desarrolla en diversos momentos del procedimiento probatorio
judicial para facilitar su correcta continuación hasta el momento de su
determinación final. Pero en general existe actividad probatoria —por
tomar en cuenta la forma clásica de estructurar el proceso— en todas las
etapas del proceso, como la postulatoria (con el ofrecimiento de prueba
en la demanda y contestación), probatoria (en la puesta en práctica de los
medios de prueba) y decisoria (con la valoración individual y holística de
las pruebas); pero como se puede observar se trata de poderes relativos
a toda incidencia del decurso del procedimiento probatorio. El hecho de
que el poder de dirección y control formal del procedimiento se desarrolle
en los momentos probatorios no significa necesariamente que es producto
del ejercicio de los poderes probatorios del juez; por tanto, esta respuesta
no tiene el rigor explicativo suficiente para responder satisfactoriamente
el problema. Por el contrario, si consideramos la estrecha relación que
existe entre estos poderes con el objetivo institucional de la prueba y su
dimensión epistémica (esto es: la búsqueda de la verdad de los hechos del
caso, conforme se ha explicado anteriormente), se podría tener mayor éxito
en el cometido planteado. Desde esta perspectiva, se trataría de poderes
extraordinarios que se le atribuyen al juzgador para aportar elementos de
prueba que permitan mejorar la conformación y disponibilidad del material
probatorio, y que permitan la correcta y verdadera determinación de los
hechos en que se fundará la decisión final.

213 Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del juez y el modelo de proceso».
Op. cit., pp. 96-97.
214 Pueden ser diversas las razones que explican esta predilección por estudiar únicamente
la prueba de oficio del proceso civil, entre otras: i) lo antiguo de la regulación de la
prueba de oficio en muchos ordenamientos jurídicos; ii) los graves defectos en su regula-
ción (sobre todo en la omisión en su procedimiento y límites); y iii) la constante mención
de la doctrina a su posible afectación (o limitación) a ciertos principios jurídicos procesa-
les básicos (el principio dispositivo, carga de la prueba).

104 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Esta noción tiene un mayor rendimiento explicativo, pues no está subor-
dinado exclusivamente a quien lo proponga o solicite la aportación del
nuevo elemento de juicio al proceso, cuando lo que interesa es que dichos
poderes sean utilizados conforme a la finalidad indicada. Esto permite la
posibilidad de que pueden ser ejercidos tanto a pedido de parte como por
la propia decisión ex officio del juzgador, como ciertamente ocurre en algu-
nos ordenamientos. Por ejemplo, en el proceso penal peruano se establece
la posibilidad de que el juez «a pedido de parte», previo debate de los inter-
vinientes, puede ordenar la realización de una inspección o reconstrucción,
para lo cual dispondrá las medidas necesarias para llevarlas a cabo (artículo
385.1 del Nuevo Código Procesal Penal215). Asimismo, en el proceso civil
el juez puede disponer de oficio los medios de prueba que considera perti-
nentes, siempre que, entre otras cosas, se asegure el contradictorio (artículo
194 del Código Procesal Civil216).
Conforme a esta noción de poderes probatorios del juez, tampoco exis-
tiría problema sobre la fase procesal en que se ejerza, en la medida que esté
orientada a la correcta y verdadera determinación de los hechos. Siendo
así, sería un poder probatorio aquel que utilizan los jueces para establecer
la admisión (o no) de los medios de prueba en la fase de admisión pro-
batoria. Por ejemplo, en nuestro proceso civil es el juez quien califica la
admisión de las pruebas en razón a su pertinencia (que estén referidos

215 «Artículo 385. Otros medios de prueba y prueba de oficio: 1. Si para conocer los
hechos, siempre que sea posible, que no se haya realizado dicha diligencia en la inves-
tigación preparatoria o esta resultara manifiestamente insuficiente, el Juez Penal, de
oficio o a pedido de parte, previo debate de los intervinientes, ordenará la realización
de una inspección o de una reconstrucción, disponiendo las medidas necesarias para
llevarlas a cabo». Situación semejante acontece en Estados Unidos de Norteamérica,
específicamente en el artículo 614 de las Federal Rules of Evidence, en donde se esta-
blece que «el tribunal puede llamar a testificar por sí mismo o a pedido de una de las
partes. Cada parte tiene derecho a interrogar al testigo».
216 «Artículo 194. Pruebas de oficio. Excepcionalmente, cuando los medios probatorios
ofrecidos por las partes sean insuficientes para formar convicción, el Juez de Primera
o de Segunda Instancia ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y
pertinentes que considere necesarios para formar convicción y resolver la controversia,
siempre que la fuente de prueba haya sido citada por las partes en el proceso». También,
en el ordenamiento procesal civil francés se establece que el tribunal podrá acordar de
oficio la práctica de todos los actos de prueba que resulten legalmente admisibles (artículo
10 del Code de procédure civile).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 105


a los hechos controvertidos en el proceso) y de ser el caso lo declarará
improcedente (artículo 190 del Código Procesal Civil217). También una ma-
nifestación de los poderes probatorios en examen se observa al momento de
la actuación o puesta en práctica de los medios de prueba, cuando el juez
realiza preguntas a los testigos cuando son interrogados (artículo 208.2 del
Código Procesal Civil218) o a las partes cuando dan su declaración (artículo
213 del Código Procesal Civil219).

2.4.2. Poder probatorio de oficio (ex officio)


Hasta ahora se ha justificado (constitucional y epistémicamente) la existencia
de las pruebas de oficio en el proceso judicial y se las ha ubicado en el
universo de poderes probatorios del juez. Pero todavía no se ha dicho qué es
propiamente o cuál es la función que desempeña. Por ello, conviene dar al
menos un concepto que permita arrojar alguna luz sobre qué se entiende por

217 «Artículo 190. Pertinencia e improcedencia. Los medios probatorios deben referirse a


los hechos y a la costumbre cuando esta sustenta la pretensión. Los que no tengan esa
finalidad, serán declarados improcedentes por el Juez». De igual manera, en el proceso
civil español el juez tiene el poder admitir (o no) las pruebas periciales de las partes:
«Cuando sean necesarios conocimientos científicos, artísticos, técnicos o prácticos para
valorar hechos o circunstancias relevantes en el asunto o adquirir certeza sobre ellos, las
partes podrán aportar al proceso el dictamen de peritos que posean los conocimientos
correspondientes o solicitar, en los casos previstos en esta ley, que se emita dictamen por
perito designado por el tribunal» (artículo 335.1 LEC).
218 «Artículo 208. En el día y hora fijados, el Juez declara iniciada la audiencia y dispone
la actuación de las pruebas en el siguiente orden: […] 2. Los testigos con arreglo al
interrogatorio que los abogados le realicen directamente, comenzando por el abogado de
la parte que lo hubiera ofrecido. Luego de las preguntas de los abogados, el Juez podrá
formular preguntas».
219 «Artículo 213.- Las partes pueden pedirse recíprocamente su declaración. Esta se iniciará
con una absolución de posiciones, atendiendo al pliego acompañado a la demanda
en sobre cerrado. Concluida la absolución, las partes, a través de sus Abogados y con
la dirección del Juez, pueden hacerse nuevas preguntas y solicitar aclaraciones a las
respuestas. Durante este acto el Juez puede hacer a las partes las preguntas que estime
convenientes» [resaltado agregado]. Situación que sucede también en el proceso civil
al regular el interrogatorio no formal de las partes: «En cualquier estado y grado del
proceso tendrá el juzgador la facultad de ordenar la comparecencia personal de las partes
en contradictorio entre sí, para interrogarlas libremente sobre los hechos del pleito. Las
partes podrán hacerse asistir por los defensores» (artículo 117 del Codice di procedura
civile).

106 | Décimo Pleno Casatorio Civil


este poder probatorio del juez; es decir, a qué nos referimos cuando hablamos
de tal institución. Empero, en el intento de plantear algún concepto sobre
cualquier institución jurídica existe la necesidad de distinguir dos cuestiones
importantes: el ¿qué es?, que se ubica en el plano explicativo y pretende
captar la naturaleza de aquello sobre lo cual se indaga; y el ¿para qué existe?,
ubicado en el plano normativo o prescriptivo, que busca indagar sobre su
función. De hecho, hay quienes sostienen que se trata de «dos preguntas
siamesas»220, por lo que es muy difícil o imposible responder a una de las
preguntas sin responder a la otra; esto es, las dos cuestiones se entrecruzan,
dado que para identificar la función de algo debemos saber de qué cosa se
trata o a qué rama del derecho pertenece221.
A pesar de todo ello existe la necesidad de formular algún concepto que
sirva de orientación a los jueces y partes cuando en un proceso judicial se
utilice dicho poder probatorio. De lo explicado en la sección anterior (sobre
los fundamentos epistémicos de la prueba de oficio) queda claro que este
poder probatorio tiene un compromiso con la búsqueda de la verdad de los
hechos del caso, en tanto contribuye a mejorar (sea en cantidad o calidad)
la disponibilidad del material probatorio. Sin embargo, revisando alguna
noción legal en el ordenamiento procesal civil, en particular en el enunciando
normativo que describe la prueba de oficio (artículo 194 del Código Procesal
Civil), se advierte que el legislador simplemente se ciñe a describir en qué
caso procede, el procedimiento y alguno de sus límites de actuación, pero
propiamente no ofrece un concepto legal. Lo cual no necesariamente debe
ser causa de preocupación, ya que, siguiendo a Sentís Melendo al referirse
al concepto de la prueba en general, tal cometido no hay que buscarlo en los
códigos222.
En cambio, parece ser la doctrina la llamada a cubrir este vacío y pro-
porcionar un concepto lo suficientemente claro sobre la prueba de oficio.
De hecho, no existen muchas nociones expuestas en los teóricos, pero los

220 El profesor Tuzet es quien utiliza la expresión «dos preguntas siamesas» para su
explicación sobre la naturaleza y función del derecho (Tuzet, Giovanni. «Naturaleza
y funciones del Derecho: dos preguntas siamesas». En Discusiones, núm. 11, 2011,
pp. 235-241).
221 Tuzet, Giovanni. Op. cit., p. 236.
222 Sentís Melendo, Santiago. Op. cit., p. 31.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 107


que hay tienen sentidos distintos y hasta contradictorios. Parece que existen
desacuerdos sobre lo que es (naturaleza) y para qué existe (su función) la
prueba de oficio. Esto posiblemente se deba a la adopción de algunas de las
posiciones ideológicas y filosóficas sobre los poderes probatorios en general y
su vinculación con sistemas (o principio) catalogados como inquisitivos223
o sistemas políticos autoritarios224, supuesto que —como se ha analizado
en su momento— no parece tener solvencia histórico comparativa. Otra
razón de este estado de cosas es que la diversidad de poderes probatorios
del juez en un mismo ordenamiento genera que los teóricos, cuando formu-
lan un concepto de prueba de oficio, a veces se pueden referir a otro tipo de
poderes.
A pesar de estos inconvenientes, siguiendo la noción presentada sobre
los «poderes probatorios del juez» en general, es posible entender a las
pruebas de oficio «como aquel poder atribuido al juzgador para acordar y
actuar nuevos medios de prueba en el proceso, sin que las partes lo hayan
solicitado, con el propósito de mejorar la riqueza del material probatorio
para una verdadera determinación de los hechos del caso». En este concepto,
si bien se precisa que se trata de una iniciativa que proviene exclusivamente
del juez, no cierra la posibilidad (por fuerza de la jurisprudencia), muy
excepcional y con los controles adecuados, de que las partes puedan
proponer el uso de dicha potestad; empero, queda siempre en el juez la
determinación final de utilizar (o no) las pruebas de oficio en esas circuns-
tancias.

223 Sobre esta forma de razonar puede verse Montero Aroca, Juan. Los principios políticos
de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil. Los poderes del juez y la oralidad. Valencia: Tirant lo
Blanch, 2001, pp. 116 y ss. En relación con las complicaciones sobre el denominado
«principio inquisitivo», puede consultarse Nieva Fenoll, Jordi. «La cattiva reputazione
del principio inquisitorio». En Rivista trimestrale di diritto e procedura civile, vol. 68, núm. 3,
2014, pp. 943-970.
224 Cfr. Montero Aroca, Juan. «Nociones generales sobre la prueba (entre el mito y la
realidad)». En Cuadernos de Derecho Judicial. La prueba, núm. 7, 2000, pp. 29 y ss.

108 | Décimo Pleno Casatorio Civil


2.4.3. Prueba de oficio en el ordenamiento procesal civil
2.4.3.1. Antecedentes históricos comparados
El Código de Procederes o Código de Procedimientos Judiciales, decretado
por el congreso boliviano y promulgado por el Gobierno de Andrés de Santa
Cruz (presidente constitucional de la República de Bolivia), fue el primer
Código Procedimental a nivel continental. El mencionado cuerpo normativo
derivada a su vez del Código de Procedimientos Civiles de Napoleón (1806),
y, en su artículo 262, reguló la prueba de oficio estableciendo lo siguiente:
«Podrá[n] los jueces ordenar de oficio la prueba de los hechos que les
parezcan concluyentes. El auto que ordene la prueba contendrá los hechos
que daba probarse».
Al respecto cabe destacar el juzgamiento de las causas civiles; a dife-
rencia del procedimiento criminal donde de oficio se podía citar testigos,
para la prueba testimonial el juzgador de oficio solo podía interrogar a las
personas que deponían como testigos, lo que hace advertir algún aspecto
del principio dispositivo en las causas civiles. Sin embargo, respecto a la
actuación de la prueba pericial, el código disponía que, en el supuesto de
que los peritos no reúnan los conocimientos pertinentes, los jueces podrán
de oficio ordenar que se realice una nueva diligencia pericial y designar a
los peritos que se estimen necesarios o requerir de estos las precisiones del
caso.
Así, el citado Código de Procederes sería luego el modelo del Código
de Procedimientos Judiciales que implantó Santa Cruz en la legislación
peruana.
En el continente europeo, la prueba de oficio fue consagrada por primera
vez en la Ley de Enjuiciamiento Civil española de 1855, que en su artículo
48 establecía:

Artículo 48. Los jueces y tribunales podrán para mejor proveer:


1. Decretar que se traiga a la vista cualquier documento que crean conveniente
para esclarecer el derecho de los litigantes.
2. Exigir confesión judicial a cualquiera de los litigantes, sobre hechos que
estimen de influencia en la cuestión y no resulten probados.
3. Decretar la práctica de cualquier reconocimiento o avalúo que reputen
necesarios.
4. Traer a la vista cualesquiera autos que tengan relación con el pleito.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 109


En el «Codice di procedura Civile» de 1942 de Italia, como poderes
probatorios del juez que otorga este texto procesal, se pueden identificar, por
ejemplo, las siguientes disposiciones normativas:

Artículo 117. Interrogatorio no formal de las partes. En cualquier estado


y grado del proceso tendrá el juzgador la facultad de ordenar la compare-
cencia personal de las partes en contradictorio entre sí, para interrogarlas
libremente sobre los hechos del pleito. Las partes podrán hacerse asistir por
los defensores.

Artículo 118. Orden de inspección de personas y de cosas. El juzgador podrá


ordenar a las partes y a los terceros, que consientan sobre su persona o sobre
las cosas que posean las inspecciones que aparezcan indispensables para
conocer los hechos del pleito, siempre que ello pueda realizarse sin grave
daño para la parte o para el tercero, y sin constreñirles a violar ninguno de
los secretos previstos en los artículos 351 y 352 del Código de Procedimiento
Penal.
Si la parte se niega a cumplir tal orden sin justo motivo, el juzgador podrá
inferir de esa negativa argumentos de prueba, conforme al apartado segundo
del artículo 116.
Si se niega el tercero, el juzgador lo condenará a una pena pecuniaria que
no exceda de dos mil liras.

2.4.3.2. Antecedentes en el derecho peruano


La regulación de la iniciativa probatoria del juez en el Perú se ha dado
conforme lo siguiente:
El Código de Enjuiciamiento en Materia Civil de 1852, en su artículo
670, señalaba que «los jueces “pueden ordenar” de oficio las pruebas que
juzguen necesarias para el esclarecimiento de la “verdad”, en cualquier
estado de la causa, antes de la sentencia […]. De lo cual se puede advertir
que la prueba de oficio es una facultad del juez, que tiene la finalidad del
esclarecimiento de la verdad». Dicha facultad también era concordante
en lo que establecían los incisos 1 y 2 del artículo 39 del código citado,
correspondiente al título segundo «De los derechos que adquieren los jueces
y de las obligaciones que están sujetos», el cual establecía que:

110 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Los jueces tienen también facultad:
1.o Para practicar, antes de resolver las causas de que conocen, todas las
diligencias que consideren conducentes al esclarecimiento de los hechos.
2.o Para enmendar o suplir los defectos u omisiones en que los litigantes
incurran, relativamente a las formas del juicio.

Posteriormente, el Código de Procedimientos Civiles de 1912 ha regulado


la prueba de oficio, también como una facultad del juez; sin embargo, no
hacía referencia al esclarecimiento de la verdad. En su artículo 340 señalaba:

Los jueces en cualquier estado de la causa, pueden ordenar de oficio, las


pruebas que juzguen necesarias […].
Es inapelable el auto en que el juez ordena prueba de oficio.

Ya en el Código Procesal Civil, la regulación de la institución de la


prueba de oficio en el proceso civil se encuentra establecida en la disposición
normativa del artículo 194 del Código Civil peruano, que establece:

Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes
para formar convicción, el juez, en decisión motivada e inimpugnable, puede
ordenar la actuación de los medios probatorios adicionales que considere
convenientes. Excepcionalmente el juez puede ordenar la comparecencia
de un menor de edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una
especial.

Y, finalmente, con la modificatoria de la Ley n.o 30293 de fecha 28 de


diciembre de 2014, la prueba de oficio en el proceso civil se encuentra
regulada conforme lo siguiente:

Excepcionalmente cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes


sean insuficientes para formar convicción el juez de primera y de segunda
instancia ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y
pertinentes que considere necesarios para formar convicción y resolver la
controversia, siempre que la fuente de la prueba haya sido citada por las
partes en el proceso.
Con esta actuación probatoria el juez cuidará de no reemplazar a las
partes en su carga probatoria y deberá asegurarles el derecho de contradicción
de la prueba.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 111


La resolución que ordenará las pruebas de oficio debe estar debidamente
motivada bajo sanción de nulidad siendo esta resolución inapelable siempre
que se ajuste a los límites establecidos en este artículo.
En ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de la sentencia por
no haber ordenado la actuación de las pruebas de oficio225.

2.4.3.3. Prueba de oficio en el Código Procesal Civil


De esta modificatoria se observa que a la regulación primigenia se ha aña-
dido el término «excepcionalmente»; asimismo, se ha adicionado que la
prueba de oficio será aplicada «siempre que la fuente de la prueba haya
sido citada por las partes en el proceso»; precisando además que «con esta
actuación probatoria el juez cuidará de no reemplazar a las partes en su
carga probatoria y deberá asegurarles el derecho de contradicción de la
prueba».
Respecto al poder excepcional, cabe señalar que, en el proceso civil,
«como regla general son las partes las encargadas de probar sus versiones
de los hechos (onus probandi); sin embargo, siendo la prueba el instrumento
racional y epistemológico que permite alcanzar la verdad en el proceso, el
juez quien dirige es también llamado y comprometido a contribuir en torno
al tema probatorio; hecho que justifica excepcionalmente el uso de dicho
poder»226. En ese contexto, el término «excepcional» hace referencia a que el
juez no siempre lo utilizará, sino de manera extraordinaria o complementaria.
Bajo esta cualificación de «excepcionalidad», la potestad del juez de aplicar
la prueba de oficio en el proceso civil puede perfectamente configurarse
como puramente supletoria y complementaria respecto a la de las partes227.
En cuanto a que la prueba de oficio será aplicada «siempre que la fuente
de la prueba haya sido citada por las partes en el proceso», esto es, el
criterio de reserva a la fuente de prueba, debe destacarse la distinción de dos
categorías básicas de la fuente de prueba: medios de prueba y fuentes de

225 Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del
Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28
de diciembre de 2014.
226 Alfaro Valverde, Luis. «Reforma de los poderes probatorios. Hacia una mejor
comprensión de los poderes probatorios». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 23, 2015,
p. 259; Parra, Jairo. Racionalidad de la prueba de oficio. Bogotá: Temis, 2004, pp. 15-18.
227 Alfaro Valverde, Luis. «Reforma de los poderes probatorios. Hacia una mejor
comprensión de los poderes probatorios». Op. cit., pp. 259-260.

112 | Décimo Pleno Casatorio Civil


prueba. Al respecto, Francesco Carnelutti explica que mientras la primera
se utiliza para referirse a la actividad del juez, mediante la cual busca la
verdad del hecho que se debe probar, la segunda hace mención del hecho
del cual se sirve para deducir la propia verdad228. En ese sentido, a partir de
dicha diferencia se sostiene que las fuentes son elementos que existen en la
realidad, y los medios están constituidos por la actividad para incorporarlos
al proceso229. Esta concepción vinculada al poder del juez implica que los
hechos que presentan insuficiencia probatoria debieran ser obtenidos de
aquellos expuestos por las partes en sus escritos postulatorios, en términos
distintos. Se trata del respeto al límite factual fijado y expresado por las
partes230.
Asimismo, con la citada modificatoria, se da la exigencia de que «la reso-
lución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente motivada
bajo sanción de nulidad siendo esta resolución inapelable siempre que
se ajuste a los límites establecidos en este artículo». Lo novedoso de esta
última modificatoria es que la falta de motivación se sanciona con nulidad,
que, desde una interpretación extensiva, puede permitir y abrir la posibili-
dad de que tal nulidad pueda ser declarada de oficio o a pedido de parte,
máxime que la motivación es un derecho fundamental procesal y su afec-
tación puede ser denunciada por todos los sujetos que participan en el
proceso231.
El poder probatorio que tiene el juez para incorporar nuevos elementos
probatorios no tiene como propósito reemplazar a las partes en su carga
probatoria, es por ello que el legislador la establece como una facultad
excepcional ante una situación especial en el plano probatorio: la insuficiencia
probatoria. Además, desde la óptica asumida en esta decisión, el juez tiene
la facultad de incorporar nuevos medios de prueba en la oportunidad que
corresponda (normalmente luego de concluida la actuación de la prueba y
antes de que se emita sentencia en los procesos escritos, y en los procesos
sujetos a oralidad, en la audiencia preliminar, excepcionalmente en la
audiencia de pruebas) de forma independiente de la carga probatoria que

228 Carnelutti, Francesco. Op. cit., pp. 70-71.


229 Sentís Melendo, Santiago. Op. cit., p. 148.
230 Alfaro, Luis. Op. cit., p. 264.
231 Alfaro, Luis. Op. cit., pp. 259-260.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 113


asumen las partes en el proceso. Aunque debemos admitir que es uno de los
límites que mayor cuestionamiento presenta232 en el plano teórico233.
Luego de evidenciar los aspectos más resaltantes de la versión reformada
del artículo 194 del Código Procesal Civil, es posible colegir que estos no
constituyen meras enmiendas formales o superficiales, sino que se trata de
verdaderos cambios cualitativos tanto en la estructura como en la función

232 Afirma Cavani sobre este punto que no ve la forma de cómo emplear la prueba de oficio
sin reemplazar la «carga de corroboración» de las partes. Y es que siempre hay algo que
la parte pudo hacer y que no hizo: solicitar la declaración de un testigo, requerir una
inspección judicial, presentar la escritura pública y no simplemente la minuta, etc. Si
esto es verdad, si es que nunca puede dejar de haber tal reemplazo, parece entonces que
la modificación del año 2014 creó un candado aparentemente inexpugnable. A partir de
aquí es posible construir, como primera alternativa, la de recurrir al control difuso sobre
la norma prohibitiva del artículo 194 del Código Procesal Civil para inaplicarla. Esta
propuesta, a decir verdad, sería intelectualmente más honesta, pues el juez comunicará,
con todas las letras, que sí reemplazará la «carga de corroboración». Las razones pueden
ser diversas: porque debe buscar la verdad; porque de no hacerlo se violaría la tutela
jurisdiccional efectiva del demandante (acceso a la justicia, paridad de armas, etc.);
porque busca aplicar el «principio de socialización del proceso», que le permitiría asistir a
las partes en caso de desigualdad de algún tipo; o simplemente porque entiende que debe
«resolver con justicia» (sea lo que quiera significar esto). No se comulga en lo absoluto
con una posibilidad de este tipo porque el empleo del poder del artículo 194 viola
irremediablemente la seguridad jurídica (el sistema ofrece de antemano una solución
para los casos de falta de probanza) y la imparcialidad judicial (porque el juez pasa a
tener funciones postulantes y porque alimenta sus sesgos a favor del demandante). No
obstante, al menos se debe reconocer que sería la vía argumentativamente más racional
si es que se quiere emplear este poder probatorio. De cualquier manera, el empleo del
poder probatorio del artículo 194, por afectar decisivamente la «carga de corroboración»,
implica un poder intrusivo en extremo con la libertad de las partes en el ejercicio de sus
diversas cargas procesales (Cavani, Renzo. «“Prueba de oficio” y “Carga de la prueba”:
una propuesta equilibrada». En Cavani, Renzo (coord.). Garantías procesales y poderes del
juez. Puno: Zela Grupo Editorial, 2019, pp. 277-303.
233 Martel asume la siguiente postura: «procede solo si el juez, con las pruebas ofrecidas por
las partes, no llega a tener convicción sobre la materia controvertida, pudiendo en tal
supuesto ordenar la actuación de medios probatorios adicionales. Lo adicional supone
que en el proceso las partes han cumplido con su carga de probar, es decir, que han
cumplido con ofrecer los medios probatorios para acreditar sus afirmaciones, pero a
pesar de ellos el juez estima necesario actuar, además, otras pruebas. Asumir posición
contraria, esto es, que el juez podría usar su poder aun cuando las partes no cumplieron
con su carga de probar, podría implicar que el juez se convierte en parte, con lo cual
se desnaturalizaría la esencia del proceso mismo y perdería imparcialidad» (Martel,
Rolando. Op. cit., p. 128).

114 | Décimo Pleno Casatorio Civil


de los poderes probatorios del juez, principalmente porque en la versión
reformada se hace reconocimiento expreso al principio de audiencia o
contradicción como presupuesto básico antes de que el juez emita el auto,
y se disponen los medios de prueba idóneos para salvar la insuficiencia
probatoria previamente identificada y puesta a conocimiento de las partes.
Este cambio sustancial (sin precedente en la historia del derecho procesal
peruano) influye en especial en el modo de comprender la estructura y
función de este poder del juez, en el marco de un modelo procesal en el que
se tutele la finalidad del proceso (decisiones justas), pero con protección de
los derechos fundamentales procesales234.
Esta última modificatoria del artículo 194 del Código Procesal Civil,
en ese sentido, «contribuye a una mejor comprensión de las “pruebas de
oficio” en el Perú, en el sentido de que su ejercicio ya no podrá ser de manera
unilateral por el juez, sino que será el resultado de la participación activa de
las partes, quienes debatirán de manera previa sobre aquellos aspectos que
adolecen de insuficiencia probatoria y sobre el medio de prueba idóneo o
pertinente capaz de salvar tal omisión»235.
Aunque admitimos que, dada la complejidad del proceso civil, el contra-
dictorio puede tener diversos matices, ya que puede ser previo en algunos
casos, diferido en otros, de forma oral e inclusive escrita. Ello corresponderá
a la naturaleza del proceso en el que se utilice esta facultad y a la situa-
ción que se presente, pues el medio de prueba puede estar en el expediente,
pero no se admitió formalmente (por rebeldía, extemporáneo, rechazado
formalmente, etc.); en este caso, el juez lo podrá admitir y luego de ello
someterlo al contradictorio, con posibilidad de contraprueba. Por el contrario,
el medio de prueba de oficio puede que no se encuentre en el expediente
y solo existe fuente de prueba respecto de aquel. En estos casos, puede
tratarse de un medio de prueba de actuación inmediata o diferida. Aquí el
contradictorio será diferente. En el primer caso, será una vez que dicte la
resolución admitiéndolo de oficio, pero se extiende hasta que formalmente
ingrese al proceso porque las partes pueden debatir su contenido.

234 Ibid, p. 269.


235 Ibid, p. 270.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 115


2.4.4. Prueba de oficio en el ordenamiento procesal
La vital importancia (y su plena justificación constitucional) que tiene la
prueba de oficio para el compromiso epistémico del proceso en la bús-
queda de la verdad de los hechos del caso se ve claramente proyectada
en su tratamiento legal procesal. Es una realidad que en el ordenamiento
procesal peruano se encuentra prevista en todos los textos o códigos pro-
cesales236; sin embargo, tiene graves problemas normativos técnicos y de
procedimientos puntuales que merecen ser remarcados en esta decisión,
pues en no pocos casos son los generadores de problemas en la jurispru-
dencia.
Estos motivos son suficientes para realizar una sintética revisión de su
ordenación legal en el proceso penal (Nuevo Código Procesal Penal) y en
los diversos procesos no penales (como la Nueva Ley Procesal del Trabajo,
el Texto Único del Proceso Contencioso Administrativo, entre otros).
Además, resulta conveniente, dado que es el tema que nos convoca a esta
decisión, centrarse en el estudio de las particularidades de la previsión
normativa de la prueba de oficio en el artículo 194 del Código Procesal
Civil vigente.

2.4.4.1. En el proceso contencioso administrativo


El proceso (contencioso) administrativo peruano también es otro caso en
donde el legislador le ha atribuido amplios poderes probatorios de oficio
al juzgador. Tal como se puede observar en el artículo 23 del Texto Único
Ordenado de la Ley n.o 27584, Ley que Regula el Proceso Contencioso
Administrativo, aprobado mediante Decreto Supremo n.o 013-2008-JUS,
que estipula lo siguiente:

236 Ferrer sostiene que, si bien en todo proceso hay una intervención decisiva de las partes
sobre la prueba, esta puede ser mayor o menor, compartida con otros sujetos como el
juez, dependiendo de cada ordenamiento y de cada tipo de proceso, lo que significa que
esta facultad puede no ser exclusiva de las partes, pudiendo el juez ordenar la práctica
de pruebas no solicitadas por las partes. Lo importante es que cuanta más información
relevante esté a disposición de quien debe decidir, mayor será la probabilidad de
acierto en la decisión (Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba.
Op. cit., pp. 38-39 y 68).

116 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Artículo 32. Pruebas de oficio
Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes
para formar convicción, el Juez en decisión motivada e inimpugnable puede
ordenar la actuación de los medios probatorios adicionales que considere
convenientes237.

Texto normativo que se mantiene íntegro y es reproducido ahora en el


artículo 31 del nuevo Texto Único Ordenado de la Ley n.o 27584238, aprobado
mediante el Decreto Supremo n.o 011-2019-JUS, publicado el 4 de mayo
de 2019 en el Diario Oficial El Peruano. Además, para la comprensión del
funcionamiento de la prueba de oficio en el proceso administrativo se debe
tener presente que en el contexto probatorio se presentan dos posiciones
bien marcadas: i) al ser la función de este proceso la sola revisión de lo
decidido por la Administración resulta innecesaria la actuación de medios
probatorios sobre los hechos que se controvierten, pues todo ya ha sido
actuado en el procedimiento administrativo; y ii) la prueba está justificada
en los procesos administrativos, pues este proceso no es solo de revisión del
acto, sino que en él se pretende una tutela efectiva de situaciones jurídicas
de los particulares239. En este último caso, resulta plenamente viable la
actuación de pruebas en el desarrollo del proceso, en la que bien se puede
incluir la posibilidad de la prueba de oficio antes anotado.
También se ha dicho que el reconocimiento normativo de pruebas de
oficio en este contexto jurisdiccional es el reflejo de su nueva concepción,
entre otros aspectos, comprometido por una tutela jurisdiccional adecuada
de las pretensiones de las partes frente a la actuación de la administración

237 Texto legal que no ha sufrido ninguna modificación desde la primera versión en la Ley
n.o 27584, Ley que regula el proceso contencioso administrativo, publicada en el Diario
Oficial El Peruano, el 7 de diciembre de 2001 (actualmente derogada), que establecía lo
siguiente: «Artículo 29. Pruebas de oficio. Cuando los medios probatorios ofrecidos
por las partes sean insuficientes para formar convicción, el Juez en decisión motivada
e inimpugnable puede ordenar la actuación de los medios probatorios adicionales que
considere convenientes».
238 «Artículo 31. Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes
para formar convicción, el Juez en decisión motivada e inimpugnable puede ordenar la
actuación de los medios probatorios adicionales que considere convenientes».
239 Priori Posada, Giovanni. Comentarios a la ley del proceso contencioso administrativo.
Lima: ARA Editores, 2006, p. 175.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 117


pública. Lo que contribuye a dejar de lado la rigidez de la restricción de
la actividad probatoria en sede administrativa; hecho que le permite al
juez desarrollar su dirección del proceso y la búsqueda de la verdad en el
proceso240. Esto demuestra una versión contemporánea sobre la función
de todo proceso judicial y su compromiso con la búsqueda de la verdad
de los hechos del caso. Sin embargo, llama la atención la orientación que
se le quiere dar a la prueba de oficio en el proceso administrativo, esto es,
para «formar convicción» en el juez. Hecho que no refleja propiamente
una preocupación por la determinación verdadera de los hechos sobre la
que se fundará la sentencia, sino simplemente el establecimiento del estado
mental del juzgador. De esta manera, el legislador asume una concepción
psicologista (o persuasiva) de la prueba241 y no una concepción racionalista
de la prueba, que es la finalidad que solventa todo poder probatorio del
juez. Situación que posiblemente puede ser causante de no pocos problemas
en la práctica jurídica y en la jurisprudencia contenciosa administrativa.
También preocupa que el legislador no haya establecido criterios de apli-
cación de la prueba de oficio, por lo que debe aplicarse de manera supletoria
(1.a Disposición final de la Ley que Regula el Proceso Contencioso Admi-
nistrativo) lo previsto en el artículo 194 del Código Procesal Civil. Sin per-
juicio de ello, es saludable que la doctrina haya podido establecer algunos
límites, como son: i) los medios probatorios aportados por el juez deben
versar sobre hechos controvertidos y discutidos por las partes; y, ii) la incor-
poración del medio probatorio por parte del juez al proceso debe realizarse
respetando el derecho de defensa de las partes242.

2.4.4.2. En el nuevo proceso del trabajo


El nuevo ordenamiento procesal laboral también contempla la atribución
de prueba de oficio al juez del trabajo (o quien tenga competencia para

240 Vargas Machuca, Roxana. «Los principios del proceso contencioso administrativo».
En Revista de Derecho Administrativo, núm. 11, 2012, p. 25.
241 Interpretando el citado texto legal, Monzón sostiene que en esencia se está exigiendo
al juzgado que exponga cuál es la pieza que falta demostrar en el razonamiento lógico
jurídico para formar su convicción, lo cual representaría la razón por la cual opta por
efectuar una prueba de oficio (Monzón, Loretta. Comentario exegético a la ley que regula el
proceso contencioso administrativo. Lima: Ediciones Legales, 2011, p. 286).
242 Priori Posada, Giovanni. Op. cit., pp. 181-182. 

118 | Décimo Pleno Casatorio Civil


conocer pretensiones laborales privadas). En efecto, la nueva Ley Procesal
del Trabajo, Ley n.o 29497 la regula en los siguientes términos:

Artículo 22.- Prueba de oficio


Excepcionalmente, el juez puede ordenar la práctica de alguna prueba adicio-
nal, en cuyo caso dispone lo conveniente para su realización, procediendo a
suspender la audiencia en la que se actúan las pruebas por un lapso adecuado
no mayor a treinta (30) días hábiles, y a citar, en el mismo acto, fecha y hora
para su continuación. Esta decisión es inimpugnable.
Esta facultad no puede ser invocada encontrándose el proceso en casación.
La omisión de esta facultad no acarrea la nulidad de la sentencia.

Como se puede observar, a diferencia de lo que sucede con la Ley que


Regula el Proceso Contencioso Administrativo, existe un tratamiento
normativo más detallado. Siendo lo más destacable: i) se establece el criterio
de excepcionalidad, es decir, que su uso debe ser de manera extraordinaria,
dejando que las partes procesales sean las llamadas de manera ordinaria
a aportar los elementos de prueba relevantes que estimen necesarios;
ii) el establecimiento de un plazo fijo de suspensión y continuación de la
audiencia para la actuación de dichas nuevas pruebas, evitando de esta
manera que se pueda generar alguna dilación innecesaria del proceso243;
iii) se utiliza la expresión «facultad» para identificar a la prueba de oficio, con
lo que se aleja de la idea que sea un deber del juez que le obligue a utilizarlo
en todos los casos, supuesto que tiene implicancias en el siguiente punto;
y iv) limita su actuación en sede de casación244 y sobre todo proscribe la

243 Al respecto, en la Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley
n.o 29497, se hace la precisión de que esta suspensión se realizará siempre que la prueba
no se encuentre disponible en la audiencia y se citará en el mismo acto, señalando fecha
y hora para la continuación de la audiencia; de lo contrario, si se encuentra disponible
en la audiencia, se procede a su actuación inmediata y solo en casos (Academia de la
Magistratura. Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley n.o 29497.
Lima, 2014, p. 128). La guía puede consultarse en http://repositorio.amag.edu.pe/
handle/123456789/48.
244 Aunque esta limitación ha sido objeto de crítica. Se afirma que es «tautológica porque
carece de sentido afirmar que el tema probatorio es ajeno al casatorio en pleno siglo XXI.
Y, por otro lado, es deficiente porque la casación no abre un nuevo proceso, es apenas un
recurso extraordinario, siendo así, se interpone dentro de un proceso abierto y en base
a causales específicas y con requisitos también predeterminados y singulares. Entonces,

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 119


declaración de nulidad de sentencia por su omisión, dado que muchas veces
—desconociendo su carácter facultativo— la no utilización de las pruebas de
oficio es considerada en segundo grado como una oportunidad para declarar
la nulidad de las decisiones de primer grado245.
Sin embargo, hay otros aspectos que todavía requieren de precisión.
Por ejemplo, la expresión «prueba adicional»246 ha sido cuestionada como
redundante, pues la determinación de las pruebas de oficio significa,
en efecto, la incorporación de un nuevo elemento de prueba. No se ha
mencionado el supuesto de insuficiencia probatoria, que es el presupuesto
para el uso de la prueba de oficio247. Tampoco se consideraron algunos
límites248 a su ejercicio como i) el contradictorio previo, a fin de que las partes
se manifiesten sobre estas nuevas pruebas, y en su caso proponer otras que

decir “proceso de casación” es, cuanto menos, una enorme excentricidad si no se quisiera
admitir que es un gravísimo defecto» (Monroy Gálvez, Juan. «Comentarios a la Ley
Procesal del Trabajo». En THĒMIS. Revista de Derecho, núm. 58, p. 176).
245 Este punto, según Toyama e Higa, se trata de un aspecto que debe resaltarse, pues a
diferencia de lo que ocurría con los procesos seguidos bajo la antigua Ley Procesal del
Trabajo, la falta de ejecución por parte del juez de la prueba de oficio no acarreaba la
nulidad de la decisión final (Toyama, Jorge e Higa, Alfonso. «La prueba en el derecho
laboral: el proceso inspectivo y la justicia oral». En THĒMIS. Revista de Derecho, núm. 37,
2011, p. 225).
246 Monroy, al analizar la regulación de la prueba de oficio en la Ley Procesal del Trabajo,
sostiene que «es absolutamente indispensable regular con precisión tal facultad. Si
el enunciado normativo empieza armando que la prueba de oficio es una “prueba
adicional”, queda claro que su uso se tornará impreciso, por decir lo menos» (Monroy
Gálvez, Juan. Op. cit., p. 176).
247 Aunque en la Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley n.o 29497
sí se indica que debe existir «insuficiencia probatoria» en la actividad desarrollada por
las partes, y establece dos criterios: i) si existen hechos necesitados de prueba que no
han sido dilucidados; y ii) solo requieren prueba los hechos alegados por las partes: las
partes disponen el objeto del proceso, el juez no puede ordenar la actuación de pruebas
para investigar sobre el incumplimiento de derechos no demandados (Academia de la
Magistratura. Op. cit., p. 129).
248 En la Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley n.o 29497 se reconoce
este problema y se propone limitaciones de tipo doctrinal: i) la prueba debe limitarse
a los hechos controvertidos o discutidos por las partes (no introducir hechos); ii) en el
expediente deben constar las fuentes de prueba (por ejemplo, la identidad del testigo
que deberá declarar); y iii) respeto del principio de contradicción (no es una prueba
privilegiada), y otros que se desprenden de las disposiciones constitucionales: i) deber de
motivación; e ii) imparcialidad judicial (Ibid, p. 130).

120 | Décimo Pleno Casatorio Civil


estimen necesarias249; y ii) la fuente de prueba y el criterio de pertinencia,
los que contribuyen en favor de un tratamiento equilibrado de la iniciativa
probatoria de las partes procesales. A pesar de ello, no se puede negar que
estos criterios representan una mejora en la técnica legislativa y es un gran
avance en la regulación de pruebas de oficio en general, que no se ven en los
textos procesales analizados.
Lo que no queda claro en la disposición legal analizada es el propósito
que oriente la utilización de este poder probatorio ex officio en la jurisdicción
laboral. A diferencia de lo que se mencionaba en el texto derogado (Ley
n.o 26636), que establecía la necesidad de que estos nuevos elementos de
prueba produzcan certeza y convicción en el juez250. Esta regulación asumía
una concepción psicologista muy parecida a la idea de íntima convicción,
que no es precisamente el camino que debe seguir el poder examinado, ni
la adoptada en esta decisión. Frente a este vacío normativo es conveniente
la adhesión a la concepción racional de la prueba, en virtud de la cual las
pruebas de oficio tienen una dimensión epistémica. Esto es, que deben
estar encaminadas a la búsqueda de la verdad de los hechos del caso, como
resulta ser el objetivo institucional de la prueba en general.
Luego, en la jurisprudencia se han presentado algunos problemas rele-
vantes que han sido analizados en el Pleno Jurisdiccional Nacional Laboral
y Procesal Laboral251, Chiclayo, 13 y 14 de septiembre de 2018. Estos son:
i) ¿es posible incorporar y valorar un medio probatorio extemporáneo de

249 Esta observación es puesta de manifiesto por Monroy, para quien las pruebas de oficio
proceden en caso un hecho esté parcialmente acreditado y el juez considere que se
necesita lograr una convicción respecto de aquel, entonces puede ordenar la actuación
de un nuevo medio probatorio «sin perjuicio de conceder a las partes el derecho a conocer
su requerimiento, a participar de su actuación y a presentar prueba complementaria
o disuasoria sobre el hecho afirmado pero discutido, según fuera el caso» (Monroy
Gálvez, Juan. Op. cit., p. 176).
250 La derogada Ley n.o 26636, Ley Procesal del Trabajo, también regulaba las pruebas
de oficio de la siguiente manera: «Artículo 28. Pruebas de oficio.- El Juez, en decisión
motivada e inimpugnable, puede ordenar la actuación de los medios probatorios que
considere convenientes, cuando los ofrecidos por las partes resulten insuficientes para
producirle certeza y convicción».
251 Las conclusiones establecidas en dicho Pleno Jurisdiccional pueden consultarse en
https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/6b5584004721d13c8a6bdb5d3cd1c288/
Conclusiones+Finales+-+Pleno+Jurisdiccional+Nacional+Laboral+y+Procesal+Labor
al+2018.pdf ?MOD=AJPERES&CACHEID=6b5584004721d13c8a6bdb5d3cd1c288.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 121


gran importancia («definitorio de la controversia») en segunda instancia?;
ii) ¿es posible actuar pruebas de oficio en segunda instancia?; y iii) ¿cuál es
el procedimiento para la actuación de los medios probatorios en segunda
instancia? A la primera cuestión se acordó —entre otros argumentos252—
que sí es posible de manera excepcional y que el artículo 21 de la nueva
Ley Procesal del Trabajo no debe ser interpretado de una manera cerrada
y restrictiva, de lo contrario afectaría el principio de veracidad y la justi-
cia. La segunda fue resuelta de manera afirmativa, entre otras cosas253, por
considerar que se trata de una herramienta útil para plasmar los principios
de economía procesal, celeridad y veracidad254. Sobre la tercera cuestión se
precisó que la prueba de oficio en segunda instancia puede dictarse fuera de
la vista de la causa y se deja abierta la posibilidad de que se convoque a una
audiencia especial para su actuación255.
Lo acordado en este Pleno Jurisdiccional resulta compatible con la con-
cepción racional de la prueba en general, no es incompatible con su nor-
matividad procesal laboral y sobre todo es coherente con el fundamento
epistémico de las pruebas de oficio explicado anteriormente en esta deci-
sión. Sin embargo, habría que agregar a todos estos casos la necesaria
indicación de que el tribunal garantice suficientemente el ejercicio del
contradictorio previo de las partes procesales.

252 El Pleno acordó por mayoría que «de manera excepcional, es posible incorporar y valorar
un medio probatorio extemporáneo. El artículo 21 de la Nueva Ley Procesal del
Trabajo, Ley n.o 29497 no debe ser interpretado de una manera cerrada y restrictiva,
pues lo contrario afectaría el principio de veracidad y la justicia que deben prevalecer,
pues el proceso no es un fin en sí mismo, sino un instrumento para el logro de los fines
de la Administración de Justicia».
253 El Pleno acordó por mayoría «sí, es una herramienta útil para plasmar los principios de
economía procesal, celeridad y veracidad, pues tanto el reenvío como la demora en la
resolución de los procesos laborales desnaturaliza el espíritu del nuevo sistema procesal
laboral que debe ser dinámico. La actuación de prueba de oficio en segunda instancia
procede en todo caso, incluso tratándose de prueba extemporánea».
254 En la Guía de actuación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley n.o 29497, también se
asumía dicho criterio: «Si el juez de primera instancia no ordenó la actuación de prueba
de oficio, el superior jerárquico tiene la facultad de ordenarla, si la considera necesaria
para llegar a la verdad real» (Academia de la Magistratura. Op. cit., p. 132).
255 El Pleno acordó por mayoría: «La decisión que dispone la actuación de prueba de oficio
en segunda instancia puede ser dictada inclusive fuera de la audiencia de Vista de la
Causa, si bien, de acuerdo con el caso, debe convocarse a las partes procesales a audiencia
especial para la actuación de la prueba de oficio ordenada».

122 | Décimo Pleno Casatorio Civil


2.4.4.3. En el proceso constitucional
En los procesos constitucionales (en especial los denominados procesos de
la libertad) se encuentra establecida la posibilidad de un poder probatorio
ex officio. Aunque en el Código Procesal Constitucional, a diferencia de los
otros textos procesales examinados, no se le ha catalogado o sumillado expre-
samente como pruebas de oficio, su reconocimiento normativo se puede
desprender del siguiente artículo:

Artículo 9.- Ausencia de etapa probatoria


En los procesos constitucionales no existe etapa probatoria. Solo son proce-
dentes los medios probatorios que no requieren actuación, lo que no impide
la realización de las actuaciones probatorias que el Juez considere indispen-
sables, sin afectar la duración del proceso. En este último caso no se requerirá
notificación previa.

Este poder probatorio puede utilizarse en los procesos de habeas corpus,


amparo, habeas data y cumplimiento, pues el artículo se ubica en las dispo-
siciones generales que engloban a todos ellos. Además, se observa que el
procedimiento, por su naturaleza sumaria, prohíbe una etapa probatoria256
—aunque sí existe actividad probatoria257—, pero ello no impide que el juez
excepcionalmente puede fijar una audiencia, para que, entre otras diligen-
cias, actúe la nueva prueba incorporada en virtud de dicho poder. Esta

256 Esta limitación se justifica en i) la materia de discusión: en estos procesos el juez no


declara el derecho, sino verifica su amenaza o violación; y ii) la naturaleza de proceso
urgente: sumarización procedimental y cognitiva (Donayre, Christian. «La prueba en el
proceso constitucional de habeas corpus». En La prueba en el proceso constitucional. Lima:
Gaceta Jurídica, 2010, p. 13). Sobre las objeciones a la regla de inexistencia de una etapa
probatoria en los procesos de amparo, puede verse López Flores, Berly. «Del mito de la
inexistencia de etapa probatoria en los procesos constitucionales de amparo: el misterio
en materia laboral de despidos». En Gaceta Constitucional. Tomo 11. Lima: Gaceta Jurídica,
2008, pp. 549-572.
257 Cfr. Sentencia del Expediente n.o 09878-2005-PHC/TC: «la actuación de los medios
probatorios no se realiza en los procesos constitucionales como en los procesos judiciales
ordinarios, lo que no quiere decir que en los primeros dicha actuación sea inexistente».
Según afirma León Florián, en todo proceso, incluido el amparo —y así se evidencia en
la jurisprudencia del TC peruano—, siempre se presenta una definición sobre hechos, la
cual supone una discusión, aunque sea mínima, sobre el material probatorio aportado
(León Florián, Felipe. «Sobre la prueba en el proceso de amparo». En La prueba en el
proceso constitucional. Lima: Gaceta Jurídica, 2010, p. 67).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 123


posibilidad no encuentra problema en el proceso de amparo conforme al
2.o párrafo del artículo 53 del Código Procesal Constitucional258. Incluso
en esta audiencia se podrían considerar otros elementos de prueba que sí
requieran actuación propiamente dicha o actuación diferida, siempre que
sean indispensables y no provoquen una dilación innecesaria del proceso.
Luego aparece la referencia a que la actuación probatoria no puede afectar
la duración del proceso, exigencia que se justifica en su naturaleza sumaria
y urgente259.
Este dispositivo legal también puede interpretarse sistemáticamente
con el inciso 10 del artículo 19 del Reglamento Normativo del Tribunal
Constitucional260, en virtud del cual se amplía el poder probatorio en análisis
no solo a los jueces constitucionales de primera y segunda instancia, sino
también a los magistrados del Tribunal Consitucional261, siempre que se trate
de actuaciones probatorias «indispensables»; es decir, para la determinación
correcta y verdadera de los hechos del caso. Algo sintomático es que este
texto se termina con la expresión «para mejor resolver», que es el nomen iuris
con el que se conocía en los códigos procesales de antaño a lo que ahora es
la prueba de oficio.
Pero aparte de los supuestos mencionados, no aparecen criterios de
control al uso de la prueba de oficio en este contexto; por el contrario, llama
la atención la referencia al hecho de que no se requiere «notificación previa»,

258 «Artículo 53. Trámite. […] Si el Juez lo considera necesario, realizará las actuaciones
que considere indispensables, sin notificación previa a las partes. Inclusive, puede citar
a audiencia única a las partes y a sus abogados para realizar los esclarecimientos que
estime necesarios».
259 A decir de Donayre, «la posibilidad de actuar otros medios probatorios está sujeta a que
ello no genere una dilación del proceso y, en consecuencia, enerve la tutela rápida y
efectiva que se espera de este tipo de procesos» (Donayre, Christian. Op. cit., p. 14).
260 «Artículo 19. Son deberes de los Magistrados del Tribunal Constitucional: 10. Disponer
la actuación de medios probatorios, siempre que sean indispensables para mejor
resolver».
261 Esta posibilidad se incrementa si lo concordamos con lo previsto en el artículo 119 del
Código Procesal Constitucional, el cual establece: «El Tribunal puede solicitar a los
poderes del Estado y a los órganos de la Administración Pública todos los informes
y documentos que considere necesarios para la resolución de los procesos de su
competencia. En tal caso, el Tribunal habilita un plazo para que las partes conozcan de
ellos y puedan alegar lo que convenga a su derecho».

124 | Décimo Pleno Casatorio Civil


lo cual evidencia una clara restricción injustificada al contradictorio262,
que es entendida como una garantía necesaria a este poder probatorio. Por
tanto, debido a tales omisiones, si normativamente están justificada las
pruebas de oficio en el proceso constitucional, requiere necesariamente de
la aplicación supletoria de las reglas, límites y criterios contenidos en el
artículo 194 del Código Procesal Civil, esto conforme a lo previsto en el
artículo IX del TP del Código Procesal Constitucional263.

2.4.4.4. En el nuevo proceso penal


El proceso penal peruano no es la excepción en la atribución de prueba de
oficio. El Nuevo Código Procesal Penal reconoce expresamente al juez penal
este poder probatorio en el inciso 2 del artículo 385 de la siguiente manera:

Artículo 385.- Otros medios de prueba y prueba de oficio


2. El Juez Penal, excepcionalmente, una vez culminada la recepción de las
pruebas, podrá disponer, de oficio o a pedido de parte, la actuación de nuevos
medios probatorios si en el curso del debate resultasen indispensables o
manifiestamente útiles para esclarecer la verdad. El Juez Penal cuidará de no
reemplazar por este medio la actuación propia de las partes.

De este enunciado normativo se pueden desprender presupuestos para


el uso de las pruebas de oficio que no aparecen en los otros procesos ana-
lizados, por lo que merecen ser analizados: i) su carácter excepcional o
extraordinario; ii) puede ser a pedido de cualquiera de las partes; iii) la
información o datos que se extraigan del debate judicial, y que se trate

262 Sobre esta limitación, Taruffo sostiene que si esta sumarización significa renuncia a la
búsqueda de la verdad en el proceso, sacrificando otros derechos de las partes en el proceso
como el contradictorio, se pervierte la finalidad de satisfacción del derecho en el caso
concreto y se institucionaliza un sistema donde se habrá renunciado al ideal regulativo
de justicia (Taruffo, Michele. Páginas sobre justicia civil. Traducción de Maximiliano
Aramburo Calle. Madrid: Marcial Pons, 2009, pp. 282).
263 «Artículo IX. Aplicación supletoria e integración. En caso de vacío o defecto de la
presente ley, serán de aplicación supletoria los Códigos Procesales afines a la materia
discutida, siempre que no contradigan los fines de los procesos constitucionales y los
ayuden a su mejor desarrollo. En defecto de las normas supletorias citadas, el Juez
podrá recurrir a la jurisprudencia, a los principios generales del derecho procesal y a la
doctrina».

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 125


de nuevos medios probatorios; iv) que la necesidad de su actuación se
manifieste una vez que las partes han actuado sus medios probatorios en
juicio; y v) que estos sean indispensables y que sean manifiestamente útiles
para el esclarecimiento de la verdad264.
Lo primero que se aprecia es el carácter excepcional —semejante a lo
visto en el nuevo proceso laboral— que el legislador ha querido impregnar
en la prueba de oficio en el proceso penal. Se sabe que la regla, por principio
de aportación de parte, es que las pruebas se admiten a pedido del Ministe-
rio Público, imputado y otros sujetos procesales (artículo 155.2 del Nuevo
Código Procesal Penal); no obstante, se deja abierta la posibilidad para
pruebas de oficio (artículo 155.3 del Nuevo Código Procesal Penal). Se trata
de un supuesto de atemperamiento del referido principio, esto es, que puede
ser sometido a correcciones con el fin de permitir determinadas actuaciones
de oficio265. Otra novedad en esta regulación es que la iniciativa probatoria
no recae únicamente en el juzgador, sino que existe la posibilidad de que
pueda ser a pedido de parte, como el Ministerio Público o la parte impu-
tada. Supuesto que amplía el ámbito de aplicación subjetiva de la prueba
de oficio; aunque conviene precisar que en último caso es el juez quien,
luego de escuchar a las partes, determinará su ejercicio o no266.
También se observa que esta actuación probatoria se realizará de los
datos o información que pueda advertirse del período del debate267, es
decir, en la etapa de juzgamiento y no de circunstancias observadas en fases

264 Cfr. Oré Guardia, Arsenio. Jurisprudencia sobre la aplicación del Nuevo Código Procesal
Penal. Volumen 2. Lima: Academia de la Magistratura, 2012, p. 54.
265 Talavera, Pablo. La prueba en el nuevo proceso penal. Manual del derecho probatorio y de la
valorización de las pruebas en el proceso penal común. Lima: Academia de la Magistratura,
2009, p. 51.
266 Al parecer, en la práctica jurídica este carácter de excepcionalidad es aplicado de manera
disímil. Del estudio de la jurisprudencia se observa que existen dos tendencias: i) jueces
que rechazan la posibilidad de ofrecer prueba, puesto que consideran que tal atribución
afecta el principio de imparcialidad; y ii) jueces que admiten su actuación sin atender
a su excepcionalidad, ampliando su ámbito de aplicación más allá de lo que la norma
permite (Oré Guardia, Arsenio. Op. cit., p. 54).
267 Se espera que el hecho de que se ejercite durante el debate (en la etapa de juzgamiento)
contribuya a que el juez penal no pretenda reemplazar la actuación probatoria de las
partes, conforme queda de manifiesto en el mismo artículo en revisión.

126 | Décimo Pleno Casatorio Civil


anteriores del proceso (como la etapa intermedia)268. Por ende, se trataría
de nueva prueba, en el sentido de que no hubiera sido ofrecida por las partes
para su actuación en el juicio269. Situación distinta es el momento en que
se puede ejercer dicha potestad, el cual se ha establecido que será «una
vez culminada la recepción de las pruebas». Para la mayor precisión se ha
sugerido que el artículo en mención debe ser específico y disponer «una vez
culminada la actuación de los medios probatorios»270.
Otro aspecto que no parece quedar claro es a qué se refiere el legisla-
dor cuando requiere que los nuevos medios de pruebas a incorporar sean
«manifiestamente indispensable o útiles». Sobre ello se ha dicho que la diná-
mica del juicio puede dar como resultado que muten o surjan hechos nue-
vos y relevantes para los fines de resolver y de hacer que aparezcan, por
lo tanto, ulteriores medios de prueba271. Por esta razón, tratando de limitar
los supuestos de utilización de este poder, hay quien ha puesto que la
actuación de estos medios de prueba debe ejercerse «en el caso que existiera
alguna controversia con la autenticidad, veracidad o integridad de alguna
prueba actuada»272. Igualmente, de la configuración del nuevo proceso penal
parece razonable que, a pesar de que no se diga en el enunciado legal exa-
minado, su naturaleza jurídica no es de una obligación sino de una facultad

268 Se sostiene que una forma de poder garantizar que los elementos de juicio, para accio-
nar las pruebas de oficio, se extraigan del debate judicial —y no antes— es que el
expediente judicial no esté al alcance del juez de juzgamiento. De lo contrario, se
inferirá ya no del debate sino de la lectura del expediente, lo que puede suponer que tal
poder probatorio se convierte en la regla y no la excepción (Neyra, José. «Las garan-
tías en el nuevo proceso penal peruano». En Revista de la Maestría de Derecho Procesal,
vol. 4, núm. 1, 2010, p. 10).
269 Puede tratarse de prueba sobreviviente o no. No opera en este caso la restricción con-
templada en el artículo 373.o.1, en razón de que como consecuencia de la actuación
probatoria en juicio puede surgir la necesidad de llamar a testigos, que antes no fue-
ron considerados, por el hecho de haber sido mencionados en la audiencia como cono-
cedores de algún hecho relevante, o para contrastar la credibilidad de algún medio de
prueba (Talavera, Pablo. Op. cit., p. 52).
270 Neyra Flores, José. Manual del Nuevo Proceso Penal & de Litigación Oral. Lima: Idemsa,
2010, p. 971.
271 Talavera, Pablo. Op. cit., p. 52.
272 Neyra Flores, José. Op. cit., p. 971.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 127


que debe ejercerse prudentemente; además los nuevos elementos de prueba
que se decida practicar deben ser pertinentes y lícitos273.
Lo que sí es manifiesto es que en el proceso penal —supuesto no previsto
en otros procesos— el objetivo o propósito de la actuación de las pruebas
de oficio es la necesidad de determinar que se trate de pruebas que puedan
ser indispensables o manifiestamente útiles para esclarecer la verdad en el
proceso. En estos términos, la prueba de oficio en el proceso penal se adhiere
a una concepción racional de la prueba. A pesar de que se diga que la
razón de la presencia de la prueba de oficio en el Nuevo Código Procesal
Penal responde a la tendencia de no asumir modelos acusatorios puros sino
más bien mixtos, en realidad la justificación correcta es que su reconoci-
miento se debe al modelo y la función que asume el proceso judicial res-
pecto de la búsqueda de la verdad, a partir de una adecuada reconstrucción
de los hechos del caso.
Como vemos, después de revisar la legislación nacional sobre prueba
de oficio, es que queda claro que el legislador en todos los procesos ha
establecido la prueba de oficio como una facultad para que el juez pueda
hacer uso de ella. Entonces, se trata de una facultad regulada, por tanto,
viable en los procesos en los que se ha establecido. Corresponderá establecer
qué límites tiene esta facultad concedida al juez.

2.5. Principios relacionados con la prueba de oficio

La explicación y justificación (constitucional y filosófica) sobre la necesidad


de repensar las pruebas de oficio nos lleva a sostener que se trata de un
poder probatorio atribuido al juez con el propósito de optimizar la calidad
(y cantidad) de información y datos cognitivos a través de la recolección de
nuevos elementos de prueba, que en definitiva mejorará la conformación
del material probatorio a fin de una correcta reconstrucción de los hechos.
Pero esta manera de razonar también genera múltiples consecuencias en el
modo de entender aquellas categorías jurídicas y principios procesales que a
menudo se vinculan con este particular poder probatorio.
Precisamente, en esta parte de la decisión se analizarán esas categorías
jurídicas, pero no tanto desde una explicación procesal (como se acostumbra
a realizar), sino se pretende un modo diferente de estudiarlas desde los

273 Talavera, Pablo. Op. cit., pp. 52-53.

128 | Décimo Pleno Casatorio Civil


criterios y métodos de la epistemología jurídica. A nuestra consideración,
las instituciones en que más dificultades presenta la prueba de oficio son
el principio procesal dispositivo, la imparcialidad judicial, el principio del
contradictorio (o de audiencia274) y la carga de la prueba. Vale la pena
advertir que un sector de la literatura procesal usualmente las exponga como
las principales razones que asumen quienes tienen una posición escéptica
(y en algunos casos se opta por un rechazo total) sobre estos poderes del
juez, al afirmar que podrían resultar vulneradas.
Sin embargo, intentaremos dar desde la epistemología jurídica una
respuesta a estos cuestionamientos y expresar la posición de este Tribunal
Supremo. Asimismo, respecto del derecho al contradictorio se parte de
una creencia positiva sobre su adecuado rol sobre las pruebas de oficio, al
considerarse como uno de los parámetros de su ejercicio. No obstante, se
verá en realidad que su mayor virtud es ser un adecuado complemento en
relación con la búsqueda de la verdad que persigue la función institucional
del proceso.

2.5.1. Principio dispositivo: distinción y compatibilidad


Si se revisa la doctrina procesal (peruana y comparada) se podrá advertir
que se ha convertido en un lugar común (o tópico) sostener que el reconoci-
miento y la utilización de las pruebas de oficio (como manifestación del rol
activo del juez) vulneraría el principio procesal dispositivo. De este modo,
resulta necesario hacer algunas precisiones para comprobar si realmente es
así. Con este propósito, podría resultar muy útil comenzar la réplica a esta
observación revisando una cuestión histórica relevante. Veamos, a menudo
se afirma que la negación a la atribución de prueba de oficio se sustenta en
el brocardo jurídico iudex iudicare debet secundum allegata et probata partium;
pero, en realidad —a decir de Picó i Junoy—, la correcta formulación sería:
iudex iudicare debet secundum allegata et probata, non secundum conscientiam; por

274 Conviene precisar que, para muchos autores, al principio del contradictorio se le ha
atribuido diversos nomen iuris, entre los más utilizados: bilateralidad, audiencia y
contradictorio. En la mayoría de los ordenamientos jurídicos de Latinoamérica es
común hablar del principio procesal del contradictorio o contradicción. Esto parece
ser a consecuencia de la gran influencia de la doctrina procesal italiana y su principio
del contraddittorio. Sin embargo, en no pocos países (como España y Alemania) a dicho
principio se lo identifica como principio de audiencia. Para un estudio del principio
de audiencia en el derecho procesal peruano: Alfaro Valverde, Luis. El principio de
audiencia. Evolución e influencia en el proceso civil. Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2014.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 129


el cual se buscaba poner de relieve aquellos parámetros cognoscitivos del
juzgador a proyectarse en la decisión final, debiendo censurar alguna infor-
mación o conocimiento privado que pudiera tener el juez sobre los hechos
del caso275.
Conforme a esta última formulación, el brocardo no estaba relacionado
con la posibilidad de actuar (o no) determinada prueba de oficio, sino la
proscripción del juez de considerar en la decisión final hechos narrados
por las partes, pero que no hayan sido probados; es decir, el respeto a la
regla procesal de congruencia entre lo fundamentado en la sentencia,
los hechos y los medios de prueba actuados276. Siendo así, desde esta
perspectiva histórica, no habría problemas en aceptar la concurrencia del
principio dispositivo con la prueba de oficio.
Además del fundamento histórico convendría analizar qué se entiende
por el principio dispositivo en la literatura procesal (o su concepto); a fin
de determinar si su sentido es realmente contrario a la prueba de oficio.
Como afirma el teórico Picó i Junoy, en virtud de este principio procesal
las personas se encuentran en un estado de libertad para «disponer» de
sus intereses privados y reclamarlos o no, judicialmente, en la medida que
estimen oportuna277. Considerando esta noción jurídica, se estila poner en
discusión si acaso las pruebas de oficio no estarían afectando, por un lado,
los medios de prueba que puedan aportar las partes —en el ejercicio de su
libertad—, que hayan considerado presentar al proceso; y, por el otro, el
deber de escoger únicamente entre las narraciones fácticas planteadas por
ellas, sin que pueda plantearse una posible tercera hipótesis. Es notorio que
detrás de estas observaciones existe una convergencia de ciertas implicancias
ideológicas, en especial (como se ha visto anteriormente) la adopción de
un modelo de proceso judicial que tiene por finalidad exclusiva resolver
las disputas o enfrentamiento entre las partes; opción que parece seguir
los modelos procesales de los sistemas del common law, pero no se podría

275 Se sostiene que es equivocada la expresión que usualmente se utiliza en la doctrina


procesal, pues ha agregado la expresión partium (o también apartibus). Además, se
prescindió de la expresión et non secundum conscientiam.
276 Picó i Junoy, Joan. El juez y la prueba. Estudio de la errónea recepción del brocardo iudex
iudicare debet secundum allegata et probata, non secundum conscientiam y su repercusión
actual. Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2007, pp. 104-120.
277 Ibid, p. 99.

130 | Décimo Pleno Casatorio Civil


decir lo mismo respecto de los de tradición romano germánica o del civil
law, que son la mayoría de los ordenamientos de Latinoamérica, como el
peruano.
Por otro lado, en las objeciones planteadas no se toma el tiempo en con-
siderar la explicación o concepción más actualizada de este principio, que
incluso para algunos tiene un reconocimiento constitucional278. A saber,
cuando se hace mención del principio dispositivo únicamente se hace
referencia a la disponibilidad sustancial de los derechos o situaciones jurí-
dicas materiales de ventaja, y no se tiene en cuenta a la función pública
de la actividad jurisdiccional, la estructura del proceso judicial y las
modalidades de la decisión279. En este sentido, la autorizada doctrina
advierte que se distingue entre el poder de disposición del objeto litigioso
(que ciertamente es de naturaleza privada), y el control y manejo del
proceso280. De esta manera, se distingue el principio dispositivo en «sentido
material» (o principio dispositivo «propio»), que da cuenta de la disponibi-
lidad o disposición del derecho sustancial, que comprendería el principio de
la demanda, las reglas de la alegación y el principio dispositivo en «sentido
procesal» (o principio dispositivo «impropio») por el que se reconduce a las
opciones de oportunidad del legislador las modalidades de determinación
de los hechos y la regulación de los poderes probatorios del juez281.
Luego, no sería correcto sostener que los fines del proceso judicial de la
búsqueda de la verdad tengan que modificarse en relación con la naturale-

278 Sobre la constitucionalidad del principio dispositivo, puede verse Almagro Nosete,
José. «Garantías constitucionales del proceso civil». En Justicia. Revista de Derecho Procesal,
núm. 1, 1981, p. 18; Ramos, Francisco. «La influencia de la Constitución en el Derecho
Procesal Civil». En Justicia. Revista de Derecho Procesal, núm. 1, 1983, p. 23; Berzosa,
María. «Principios del proceso». En Justicia. Revista de Derecho Procesal, núm. 3, 1992,
p. 577.
279 La distinción se planteó por primera vez en la doctrina procesal alemana, limitando
el concepto de principio dispositivo (Dispositionsprinzip) al control de las partes, y el de
aportación de parte (Verhandlungsmaxime) a la introducción y prueba de los hechos en el
proceso (Picó i Junoy, Joan. El derecho a la prueba en el proceso civil. Op. cit., p. 209).
280 Idem.
281 Cappelletti, Mauro. La testimonianza della parte nel sistema dell’oralitá (contributo alla
teoria della utilizzazione probatória del sapere delle parti nel processo civile). Segunda edición.
Milano: Giuffrè Editore, 1951, p. 314; Carnacini, Tito. «Tutela guirisdizionale e tecnica
del processo». En Studi in onore de Enrico Redenti. Vol. II. Milano: Giuffrè Editore, 1951,
p. 707.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 131


za jurídica del derecho material que constituye su objeto, pero conservando
su diseño básico. En realidad, siguiendo a Taruffo282, la cuestión de la bús-
queda de la verdad (relativa, objetiva y por correspondencia) se vincula con
determinada función del proceso, en particular aquella orientada a la justi-
cia de la decisión, pero nada tiene que ver con la disponibilidad o indispo-
nibilidad sustancial del derecho controvertido. Seguidamente, se sabe que
en aquellos ordenamientos procesales en donde se ha atribuido la prueba
de modo alguno ha afectado al principio dispositivo283 o sus manifestacio-
nes284; es decir, existe cierta compatibilidad entre este poder y el principio
dispositivo «en sentido material»285. En rigor, la disposición de los medios
de pruebas y la prueba de oficio pertenecen a la dimensión epistémica del
proceso, pues contribuye activamente a la determinación verdadera de los
hechos del proceso, sin perjuicio de la afectación de los derechos materiales
de los justiciables.

282 Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Segunda edición. Madrid: Trotta, 2005, p. 44.
283 Por ejemplo, en Francia el Código Procesal Civil reconoce al juez poderes probatorios
de oficio (artículo 10) y a la par regula el respeto al objeto del litigio (artículos 4 y 5) y de
contradicción (artículo 16.1 primer párrafo).
284 Picó i Junoy considera las siguientes manifestaciones: i) el inicio de la actividad
jurisdiccional solo es posible a instancia de parte, de acuerdo con los aforismas nemo iudex
sine actore y ne procedat iudex ex officio; ii) la determinación del objeto del proceso corres-
ponde únicamente a los litigantes; iii) las resoluciones judiciales deben ser congruentes
con las pretensiones de las partes, siendo vigente el brocardo ne eat iudex ultra petita
partium; y iv) la finalización de la actividad jurisdiccional se atribuye en exclusiva a la
voluntad de los litigantes, quienes pueden disponer libremente tanto de la res in iudicium
deductae, mediante la renuncia, el allanamiento o la transacción, como de la conti-
nuación del proceso, a través del desistimiento o la caducidad de la instancia (Picó i
Junoy, Joan. El juez y la prueba. Estudio de la errónea recepción del brocardo iudex iudicare
debet secundum allegata et probata, non secundum conscientiam y su repercusión actual.
Op. cit., pp. 90-100).
285 Un caso representativo de lo dicho se puede encontrar en el ordenamiento francés, ya que
el Código Procesal Civil asegura el respeto al principio dispositivo (arts. 1, 4 y 5) y a la
par reconoce poderes probatorios de oficio al juez (artículo 10). Este modelo restablece el
equilibrio y, es más, se ha dicho que la vigencia de su texto procesal es que los artículos
del 1 al 13 definen un auténtico principio de cooperación del juez y las partes en la
elaboración del juicio hacia el cual está orientado el procedimiento civil (Cadiet, Loïc.
«El nuevo Código Procesal Civil francés veinticinco años después». En Derecho, núm. 53,
2000, p. 710).

132 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Queda claro que la cualidad de disponible (o también indisponible) de las
situaciones jurídicas sustantivas propuestas en el proceso judicial no tendría
ninguna incidencia en la forma en que se configura el principio dispositivo
en el sentido procesal y, por tanto, respecto del reconocimiento de pruebas
de oficio286. En otras palabras, el esquema del proceso no varía en relación
con el carácter disponible (o no disponible) del derecho sustantivo. De ello
se sigue que no habría problema en que a los jueces y tribunales se les reconozca
la posibilidad (excepcional) de que puedan utilizar pruebas de oficio, lo
que no es incompatible con el hecho de que en un proceso determinado se
aborden derechos disponibles.

2.5.2. La imparcialidad: posibilidad de control


Otra de las razones muy usadas en la doctrina procesal para resistir y criti-
car a la prueba de oficio es que su utilización afectaría o al menos pondría
en grave riesgo el principio de la imparcialidad judicial287. Sobre este argu-
mento se sabe que el deber de imparcialidad es una garantía fundamental
que se desprende del ejercicio de la función jurisdiccional de todo Estado
y que en la actualidad se encuentra reconocido en la mayoría de las cons-
tituciones modernas. En este sentido, se afirma que el reconocimiento (y
su utilización) de la referida por los tribunales implicaría cierta parcialidad
con alguna de las partes; siendo así, no estaría en las condiciones necesa-
rias que se necesitan para valorar objetivamente el trámite y resultado de la
actividad probatoria. El juzgador en el ámbito interno podría inclinarse a
dar mayor credibilidad a los medios de prueba aportados por él que a los
de las partes, lo que pondría en peligro su imparcialidad288.
No obstante, frente a estos argumentos podría resultar pertinente recordar
que la función activa que desempeña el juez sobre el material probatorio se
encuentra epistémicamente justificada, pues su actividad está encaminada
a obtener la mayor información posible para descubrir el conocimiento de
la verdad. Desde esta perspectiva, no habría razón alguna para dudar de
su imparcialidad al momento de utilizar la prueba de oficio y al tomar la
decisión final. En este punto, resulta también explicativo tener presente

286 Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Op. cit., p. 44.


287 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., p. 110.
288 Cordón Moreno, Faustino. Introducción al derecho procesal. Pamplona: Eunsa, 1994,
p. 142.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 133


que en cualquier área del conocimiento donde se desarrolle una actividad
epistémica (como el caso del proceso) es natural que el investigador tenga
un rol protagónico en la selección de elementos de prueba; como el caso
del científico que para realizar sus experimentos debe recolectar todas las
muestras que estime necesarias para lograr resultados verdaderos.
En el caso presentado, difícilmente se alegaría que como consecuencia
de esta actividad el científico perdería su estabilidad mental al punto que
le impida valorar objetivamente sus resultados. Por tanto, no se puede
comprender por qué un juez que acuerde la práctica de algún medio de
prueba automáticamente no podría estar en condiciones, por ejemplo, de
analizar racionalmente en su decisión final la credibilidad de los testigos que
ofrezcan las partes289.
Por otro lado, resultaría también esclarecedor adentrarnos a las obser-
vaciones de orden psicológico sobre las pruebas de oficio en su vinculación
con la imparcialidad, pues es intuitivo sostener que el uso de este generaría
una incompatibilidad psicológica entre las partes y el juez290. Al respecto,
Taruffo responde a esta crítica indicando que están basadas en nociones
psicológicas «ingenuas» que parten de la creencia negativa de que al ob-
tener informaciones sobre un hecho perdería inmediatamente la capaci-
dad de valorar correctamente el contenido y fiabilidad de los medios de
prueba291. El autor agrega que es cierta la existencia del riesgo de las
confirmation bias (por el que las personas tienden a confirmar aquello de lo
que en primero momento se está convencido) por el que los jueces pueden
estar expuestos a cierta inclinación a considerar atendibles sus iniciales
impresiones sobre los hechos de la causa y por ende buscar en medios de
prueba que representase las confirmaciones de sus propios prejuicios.
Pero la solución a este problema no pasa por eliminar la búsqueda de
información adicional para determinar racionalmente aquello que es
verdadero, sino por considerar los estudios de psicología de la decisión y
criterios que ayudan a racionalizar las elecciones y a controlar los errores

289 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 201.
290 Liebman, Enrico. Manuale di diritto processuale civile. Tomo II. Cuarta edición. Milano:
Giuffrè Editore, 1984, pp. 84-85. Cfr. Redenti, Enrico. Diritto processuale civile. Tomo II.
Milano: Giuffrè Editore, 1957, p. 33.
291 Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., p. 181.

134 | Décimo Pleno Casatorio Civil


en los que el decisor podría incurrir292. En este mismo sentido, Picó i Junoy
sostiene que cuando el juez utiliza dicho poder no se decanta a favor o en
contra de una de las partes, pues antes de la práctica de la prueba no sabe
a quién puede beneficiar o perjudicar, sino que su único objetivo es poder
cumplir eficazmente la función de tutela judicial que la Constitución le
asigna293. Si estos argumentos no son suficientes para superar los posibles
problemas que se derivan de la relación entre imparcialidad y pruebas de
oficio, bien podría apelarse a la revisión de los modelos comparados, ya
que si aceptamos estos cuestionamientos supondría que los ordenamientos
procesales que (en gran mayoría) reconocen alguna forma de poderes
probatorios en general serían incoherentes, pues parece un lugar común que
se reconozca estos poderes y a la vez la imparcialidad. Sobre el particular,
Barbosa294 afirmaba que esta forma de razonar lleva esta suposición hasta las
últimas consecuencias lógicas. Esto es, que simplemente las leyes deberían
prohibir de modo absoluto cualquier iniciativa oficial sea probatoria o no,
hecho que la experiencia comparada no parece respaldar.
Ergo, no existen razones sólidas para seguir considerando que exista una
incompatibilidad entre el deber de imparcialidad y la prueba de oficio. Es
más, desde el punto de vista de la epistemología jurídica las cosas pueden
ser entendidas de manera distinta, pues si partimos del razonamiento de que
la prueba de oficio responde a una necesidad de tipo epistémico, entonces
resulta coherente pensar que en realidad este poder ubica al juez en una
posición de imparcialidad en la búsqueda de la verdad de los hechos295. Por
lo demás, conviene tener presente —siguiendo a Ferrer296— que si bien la
imparcialidad indiferencia entre las partes, pero no neutralidad entre la
verdad y la falsedad, la cual requiere que se busque la verdad con indepen-
dencia de a qué parte beneficie.

292 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 202.
293 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., p. 112.
294 Barbosa Moreira, José Carlos. «Breves reflexiones sobre la iniciativa oficial en materia
de prueba». En Libro homenaje a Jaime Guasp. Granada: Comares, 1984, p. 156.
295 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit., p. 202.
296 Ferrer Beltrán, Jordi. «Los poderes probatorios del juez y el modelo de proceso».
Op. cit., p. 91.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 135


2.5.3. Principio del contradictorio
Como se puede constatar, la posible afectación o vulneración al principio
dispositivo y al deber de imparcialidad se debe más a creencias e ideas
negativas no justificadas. Es cierto que no se debe descartar la posibilidad
de peligro que puede existir en la atribución de pruebas de oficio —aunque
se debe precisar que este riesgo se puede presentar en todos los poderes
del juzgador y no solo en los de tipo probatorio—; sin embargo, no es
excluyéndolo como se puede solucionar este problema; hecho que, en la
gran mayoría de los sistemas de justicia, regula la prueba de oficio, entre
otros poderes probatorios. Con todo, desde una posición más mesurada se
sostiene que en realidad el problema de la prueba de oficio no es tanto su
reconocimiento o no, sino el de sus límites o parámetros a su ejercicio; y
proponen, entre otros, al principio procesal del contradictorio297.
En efecto, siguiendo a Picó i Junoy298, se propone al contradictorio como
un límite, entre otros, precisando que se debe respetar en todo momento del
proceso, incluyendo la actividad probatoria del juez. Sin embargo, al parecer
su propósito va más allá de ser un límite. Por tanto, se busca establecer al
contradictorio como mecanismo de control de la prueba de oficio; lo que
significa que cumple principalmente una función epistémica que, a decir
de Taruffo, sería una correcta herramienta de control racional para un ade-
cuado empleo de los poderes del juez sobre las pruebas en general y en
particular sobre las pruebas de oficio299.
Pero centrándonos un poco en el sentido del contradictorio, a menudo
es entendido únicamente desde la perspectiva de la participación de las
partes en el proceso, que en el escenario probatorio se proyecta, por ejemplo,
en la práctica de la prueba de la declaración de testigos sometidos al cues-
tionamiento de las partes. Esto con la finalidad de ejercer cierto control
al razonamiento probatorio del juez, que permita mejorar la valoración
del contenido y la calidad de los medios de prueba. Esta tarea, que puede
catalogarse como función epistémica, se logrará en la medida que las partes

297 Para un estudio histórico sobre el principio del contradictorio, puede verse Picardi,
Nicola. «Audiatur et altera pars. Le matrici storico-culturali del contraddittorio». Op. cit.,
pp. 7 y ss.
298 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., p. 118.
299 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit., p. 201.

136 | Décimo Pleno Casatorio Civil


ejerzan adecuadamente el contradictorio en la práctica de las pruebas300,
de lo contrario carecería de sentido el reconocimiento del contradictorio
a las partes, si estas no lo ejercen en la actuación de las pruebas. Esto a
pesar de que, como se sabe, el contradictorio agota su función con la posi-
bilidad efectiva (legalmente reconocida y respetada por el juez) que tienen
las partes, y no a la efectiva participación. Esta explicación representa al
contradictorio desde una perspectiva lógico formal, centrada especialmente
en la participación de las partes y descomprometiendo al juez, como una
suerte de acción y reacción a los argumentos (y pruebas) contrarios de las
partes. Esta visión es conocida también como contradictorio en sentido
débil (contradittorio sensa debile)301.
Desde esta perspectiva, por ejemplo, las partes procesales en ejercicio
de dicho principio pueden controlar la relevancia de la prueba incorporada
de oficio, pudiendo aportar pruebas contrarias o diferentes respecto de las
dispuestas por el juez; además, podrían discutir el resultado y el valor de
esas pruebas302. El contradictorio puede funcionar como un mecanismo de
frenos y contrapesos que permitan maximizar los derechos de las partes
y la prueba de oficio. El propósito epistémico final será garantizar que la
adquisición de los datos cognoscitivos sea lo más completa y lo más racional
posible. Efectivamente, existe un compromiso epistémico de la prueba de
oficio destinado a mejorar la conformación del material probatorio a través
de la mayor cantidad de información, de ello se sigue que la articulación
del contradictorio permitiría maximizar (en calidad y cantidad) datos
cognoscitivos que sean necesarios para la toma de la decisión final303. A pesar
de lo dicho, conviene dejar en claro que el contradictorio no solo funciona
como un adecuado medio de control de las partes, sino también como un
instrumento cognoscitivo para el mismo juez. Por ejemplo, en la práctica o

300 Vázquez, Carmen. Op. cit., p. 32.


301 Cfr. Picardi, Nicola. «Il principio del contraddittorio». Op. cit., pp. 673-681.
302 Comoglio y otros afirman que el ejercicio de dicho poder por parte del juez no puede
dejar de lado la fundamental garantía del contradictorio de las partes (Comoglio, Luigi
Paolo, Ferri, Corrado y Taruffo, Michele. Lezioni sul processo civile. Il processo ordinario
di cognizione. I. Il processo ordinario di cognizione. Quinta edición. Bologna: Il Mulino, 2011,
p. 470, citado por Alfaro Valverde, Luis. «Justificación epistémica de los poderes
probatorios del juez». Op. cit., p. 193.
303 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 202.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 137


actuación de la prueba, en virtud del contradictorio, el juez puede obtener
más información sobre las pruebas que le han sido presentadas inicialmente
y con las cuales puede tomar decisiones mejor fundadas304.
Lo dicho se puede entender como la puesta en práctica del principio del
contradictorio —como diría Picardi305— en sentido fuerte o contradittorio en
enso forte, que no se limita a la única actividad de control entre las partes
(incluyendo a las pruebas presentadas por ellas), sino que exige también
la participación del juez durante todo el procedimiento en general y en
particular la actividad probatoria mediante la prueba de oficio. De esta
manera, queda demostrado que el principio del contradictorio cumple un
papel importante en la función epistémica en la prueba de oficio, pues per-
mite saber el grado de acercamiento o alejamiento de la búsqueda de la
verdad.

2.5.4. Interés privado: proceso civil


Quizá el argumento más utilizado —de manera intuitiva— para objetar la
prueba de oficio, especialmente cuando estamos en un escenario de proceso
civil (y en general en los procesos no penales), es que el interés o situación
jurídica material es de naturaleza privada, por lo que los justiciables deben
ser libres en su disposición o determinación306. En otras palabras, al ser
las partes titulares de los derechos materia de controversia son libres en su
disposición de presentarlo o no al proceso. De manera que —según De la
Oliva Santos— reconocer al juzgador civil cierta iniciativa de tipo proba-
torio no es armónico con la idea de que (excepto que el proceso civil tenga
por objeto casos en que esté implicado un interés general o público) lo
prudente y razonable es que sean las partes o los sujetos interesados los prota-
gonistas del esfuerzo de alegaciones y prueba, puesto que son bienes jurídi-
cos suyos los que están en debate307.

304 Vázquez, Carmen. Op. cit., p. 33.


305 Picardi, Nicola. Op. cit., p. 675.
306 Cfr. Montero Aroca, Juan. «El proceso civil llamado “social” como instrumento
de “justicia” autoritaria». En Montero Aroca, Juan (coord.). Proceso civil e ideología.
Valencia: Tirant lo Blanch, 2006, p. 142.
307 De la Oliva, Andrés. Derecho Procesal Civil. Tercera edición. Madrid: Editorial
Universitaria Ramón Areces, 1992, p. 277. De igual modo, Montero Aroca, Juan. «El
proceso civil llamado “social” como instrumento de “justicia” autoritaria. Op. cit., p. 142.

138 | Décimo Pleno Casatorio Civil


No obstante, como respuesta a estos cuestionamientos conviene tener
en cuenta, con Picó i Junoy, que si bien es cierto que el objeto materia de
controversia en el proceso civil tiene, por regla general, un carácter dispo-
nible o privado, ello no significa necesariamente que estas cualidades deban
también decirse del proceso civil. En realidad, el modo de desarrollarse no
pertenece a los litigantes sino propiamente al Estado, quien es el titular de
la función jurisdiccional, que se sirve del proceso como instrumento para
garantizar la efectividad de esta función308. Queda claro que las observacio-
nes formuladas se sustentan en versiones ya dejadas de lado en el contexto
del proceso civil, que concibe al proceso como un negocio particular y con
un fin privado: la defensa de los intereses personales309. Se trata de concep-
ciones denominadas «privatistas» del proceso que desde hace mucho han
quedado superadas en favor de una visión comprometida con los derechos
fundamentales procesales de las partes y del rol garantizador que tiene el
Estado en el ejercicio de la función jurisdiccional, lo que supone la atribu-
ción de poderes probatorios como el de la prueba de prueba310.
A la crítica analizada también se le agrega la cuestión —de orden más
práctico que teórico— relativa al interés que tienen las partes en decisiones
que les sean favorables a sus pretensiones, lo que supuestamente sería
incompatible con la prueba de oficio, pues serían los justiciables quienes
mejor defienden sus intereses y, en consecuencia, nadie mejor que ellos para

308 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., pp. 104-105.


309 Devis Echandía, Hernando. «La iniciativa probatoria del juez en el proceso contem-
poráneo». En Revista Iberoamericana de Derecho Procesal, núm. 4, 1967, p. 68. Cfr. Martín
Ostos, José. Las diligencias para mejor proveer en el proceso civil. Madrid: Montecorvo, 1981,
p. 164.
310 Es de la misma idea Calamandrei, cuando sostiene que de la jurisdicción en materia civil
(como parte de la función pública) se deriva la necesidad técnica de dar al juez todos los
poderes necesarios para cooperar activamente a la satisfacción del interés público, que
también en el proceso civil está en juego. Además, el juez debe estar en todo caso provisto
de los poderes indispensables para administrar la justicia de un modo activo, rápido
y seguro: no vale objetar que cuando la materia de la contienda pertenece al derecho
privado también la marcha del proceso se puede considerar como negocio privado. Por el
contrario, también en los procesos sobre controversias de derecho privado entra en juego,
tan pronto como se invoca la intervención del juez, el interés eminentemente público, que
es la recta y solícita aplicación de la ley al caso concreto (Calamandrei, Piero. Instituciones
del derecho procesal civil. Vol. I. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa América, 1973,
p. 395).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 139


conocer las pruebas acreditativas de la certeza de sus alegaciones. Sobre
este punto, De la Oliva Santos manifiesta que a menudo las partes están en
mejores condiciones para lograr un resultado de certeza sobre los hechos
relevantes para la decisión jurisdiccional que se requiera en cada caso311.
Sin embargo, estos argumentos no justifican o explican de modo alguno
por qué, además de las partes, el juez no puede desarrollar una actividad
probatoria312. Que las partes procesales (con la asesoría de sus abogados)
pueden estar más preparadas para aportar al proceso el material probatorio
necesario, de ninguna manera explica que se omita o excluya de esta
actividad probatoria al juez, quien podría utilizar algunas de las pruebas de
oficio sin ningún problema, buscando siempre —como ya se puntualizó—
llegar a determinar la verdad de los hechos afirmados por las partes.

2.5.5. Carga de la prueba: compatible con pruebas de oficio


Finalmente, otro de los argumentos por los que usualmente se refuta la
prueba de oficio es también porque su uso supuestamente afectaría categó-
ricamente la carga de la prueba (onus probandi). Sin embargo, hay quienes
han sostenido que este razonamiento resulta dogmáticamente incorrecto, ya
que las reglas de la carga de la prueba operan en un momento posterior a
la aportación del material probatorio, es decir, al dictar la decisión final313.
Es posible que estas objeciones se deban a la confusión entre los diversos
sentidos que se le reconoce a esta institución: carga de la prueba en sentido
estricto (o clásico) y carga de producción (o aportación) de la prueba. Siendo
así, sería necesario examinar si realmente existe tal afectación o es que se
trataría una vez más de una creencia negativa injustificada.
Pero veamos, la carga de la prueba en sentido estricto —en su versión
clásica en la doctrina procesal del civil law— parte de aquella situación en la
que los enunciados de las hipótesis fácticas no han sido debidamente confir-
mados (con las pruebas presentadas) como para alcanzar el grado de sufi-
ciencia que les permita ser considerados verdaderos. Para dar solución a este

311 De la Oliva Santos, Andrés. Op. cit., p. 277.


312 Guasp, Jaime. El juez y los hechos en el proceso civil. Barcelona: J. M. Bosch Editor, 1943,
p. 12.
313 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., p. 108.

140 | Décimo Pleno Casatorio Civil


problema se utiliza esta carga (como una regla de juicio o de decisión) en
virtud de la cual quien no demuestra la verdad de las versiones de los hechos
simplemente pierde el caso. En otras palabras, el juzgador de los hechos
establece las consecuencias de la ausencia o insuficiencia de pruebas de los
hechos, decidiendo en su contra. Rosenberg sostenía que con relación a la
cuestión de ¿cómo decide el juez ante semejante caso?, se descarta la posibili-
dad de que el juez llegue a un non liquet con respecto a la cuestión de derecho
a causa de la duda respecto a la situación de hecho, debiendo necesariamente
negar o aceptar las consecuencias jurídicas que son el objeto del pedido de
la demanda314. Sobre el particular, Ferrer sostiene que a través de esta regla
los sistemas de justicia intentan resolver la cuestión de ¿quién debería ganar
si con los medios de pruebas disponibles no se alcanza el nivel de prueba
suficiente?, o viceversa, ¿quién debería perder si no hay prueba suficiente?315
Esta regla se puede apreciar en relaciones interpersonales y, en especial,
el contexto judicial, en donde sería injusto que se aceptara que una demanda
pueda ser estimada sin que esté demostrada la verdad de los hechos que ha
alegado. Se debe aclarar que en virtud de esta regla se intenta resolver el
problema relacionado a qué parte asume el riesgo de la falta de prueba de
un hecho alegado. Como se aprecia, se muestra una función epistémica
de la carga de la prueba, pues estaría orientada a exigir a quien alega un
hecho la carga de demostrar con pruebas que ese enunciado ocurrió ver-
daderamente; de lo contrario, perdería el caso. Esta regla —como sostiene
Taruffo— está dirigida a favorecer la determinación de la verdad y a lograr
que la decisión final se funde en esa determinación316.
En rigor estamos frente a una genuina regla de desempate, que se sustenta
en el conocido brocardo onus probandi incumbit ei qui dicit y está pensada en
que sea prevista a priori por el legislador a fin de que las partes conozcan
anticipadamente las reglas de juego que resolverán en definitiva ante una
situación de insuficiencia (o ausencia) probatoria de los hechos alegados. Al
respecto, Serra Domínguez afirma que la carga de la prueba es totalmente

314 Rosenberg, Leo. La carga de la prueba. Traducción de Ernesto Krotoschin. Segunda


edición. Buenos Aires: B. de F., 2002, p. 16.
315 Ferrer Beltrán, Jordi. Op. cit., p. 102.
316 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
pp. 254-255.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 141


independiente del carácter disponible del proceso, pues los principios sobre
los que se sustenta operan únicamente en el momento de la sentencia,
careciendo de relevancia jurídica con anterioridad. Así, la carga de la prueba
entendida como regla de decisión por la manera como ha sido diseñada, el
momento en el que se utiliza y la finalidad que persigue, para nada resultaría
afectada con la prueba de oficio317.
Sin embargo, con relación a la denominada carga de producción de
la prueba, la situación es distinta, pues se sustenta en el deber de aportar
determinadas pruebas al proceso. Lo que se trata es de responder a la
cuestión de ¿quién debe ofrecer el elemento de prueba en un caso concreto?,
indistintamente de lo que acontezca al momento de la decisión final.
En términos sencillos, se trata de saber ¿quién debe aportar prueba al
proceso?318. Siendo así, la carga de la prueba cumple una función subjetiva,
consistente en una regla de organización de la actividad probatoria de las
partes, con el propósito de estimular a las partes a fin de que produzcan o
presenten medios de prueba que demuestren sus alegaciones.
Se trata de identificar la actividad que pueden desempeñar las partes, lo
que no asegura que esté orientada al descubrimiento de la verdad de los
hechos del caso. De hecho, las partes pueden buscar ganar el proceso con
independencia de que la decisión se funde en la verdad de los hechos319. Pero,
siguiendo a Taruffo, si el proceso está orientado epistémicamente (orientado
hacia la búsqueda de la verdad), eso ocurre no obstante las actuaciones
defensivas que desarrollan las partes320. Por tanto, no existen razones fuertes
para considerar una vulneración a la carga de la prueba; por el contrario,
se puede observar cierta compatibilidad, en tanto que bajo el significado
explicado sería justificado atribuir al juez esta iniciativa probatoria con el
objetivo de mejorar el material probatorio.

317 En Albaladejo, Manuel (coord.). Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales.


Tomo XVI. Volumen 2. Segunda edición. Madrid: Edersa, 1991, p. 54.
318 Vázquez, Carmen. Op. cit., p. 36.
319 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit., p. 194.
320 Ibid, p. 195.

142 | Décimo Pleno Casatorio Civil


2.6. Límites para el ejercicio de la prueba de oficio

2.6.1. Justificación de sus límites


El problema contemporáneo sobre la prueba de oficio en los ordenamientos
jurídicos está centrado en la determinación de sus límites, que marcan los
contornos para su adecuado ejercicio en el proceso judicial. Toda forma de
ejercicio del poder en una determinada comunidad requiere de cierta demar-
cación, a fin de que sus actos no terminen convirtiéndose o viéndose como
decisiones arbitrarias. Estos límites funcionan como criterios que permi-
ten a los destinatarios de las decisiones ejercer un control sobre ellos; en el
derecho esta posibilidad de intervención de los ciudadanos se constituye en
una característica de un Estado constitucional. El valor de la democracia
no se agota en el simple acto del sufragio cada cierto tiempo, es necesario
además un control de las actuaciones o decisiones del detentador del poder.
En el ámbito del Poder Judicial, la situación no puede ser distinta, por lo
que se hace necesario que los justiciables o partes procesales puedan ejer-
cer un control previo de las decisiones de los jueces. El ejercicio del poder
probatorio del juez en examen es un caso particular del contexto descrito;
esto sin perjuicio del propósito epistémico que persigue respecto de la
búsqueda de la verdad de los hechos.
Sin embargo, cuando se han revisado los artículos relacionados con la
prueba de oficio en los textos procesales (nueva Ley Procesal del Trabajo,
Texto Único Ordenado del Proceso Contencioso Administrativo, Código
Procesal Constitucional y Nuevo Código Procesal Penal), se han puesto en
evidencia las deficiencias normativas en varios aspectos, en especial sobre
los límites de este poder probatorio. En el proceso civil, en la regulación de
la prueba de oficio (artículo 194 del Código Procesal Civil) con la reforma
legal (Ley n.o 30293)321 se establecieron relevantes cambios sobre estos
parámetros, hecho que significa un gran avance en comparación con otros
procesos, aunque en realidad esta mejora no parece haber reducido los
problemas en la práctica judicial322. Esta cuestión sobre la norma legal se

321 Ley promulgada el 27/12/2015 y publicada en el Diario Oficial El Peruano el 28/01/2015.


322 Hurtado sostiene que «la problemática que presenta la prueba de oficio en los tribunales de
justicia toma mayor trascendencia a partir de la modificatoria del artículo 194 del Código
Procesal Civil» (Hurtado, Martín. «La prueba de oficio a partir de la modificatoria del
artículo 194 del Código Procesal Civil». En Revista Oficial del Poder Judicial, vol. 8, núm.
10, 2016, p. 408).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 143


proyecta en el contexto de las decisiones judiciales, en donde el juzgador
a menudo hace un uso ilimitado de este poder, tal como hemos visto en
el análisis jurisprudencial de la prueba de oficio. Hecho que las Cortes
Superiores están tratando de frenar a través de los acuerdos establecidos
en Plenos Jurisdiccionales. Por tanto, existe una preocupación sobre la
necesidad de fijar algunos parámetros que funcionen como criterios de
aplicación para el juez y para conocimiento a priori de los destinatarios de
las decisiones.
Por el contrario, la literatura jurídica comparada y nacional323, con mejor
criterio, ha advertido la necesidad de establecer parámetros en la regulación
y ejercicio de la prueba de oficio. Es del mismo criterio Picó i Junoy, cuando
afirma que este poder no puede ser ilimitado, puesto que puede entrar en
conflicto con derechos y valoración constitucionales que merecen ser
protegidos324. Aunque la idea principal es, siguiendo a Cordón Moreno,
buscar el punto de equilibrio entre los poderes de las partes y los que el juez
debe poseer para evitar quedar vinculado por las actividades fraudulentas,
ilícitas o inútiles de las partes325. Si se parte de la premisa de que la decisión
judicial debe alcanzar decisiones justas o verídicas, la prueba de oficio es un
instrumento que precisamente coadyuva o maximiza dicho resultado.
No se trata de enfatizar el papel de las partes en lugar del papel del juez
o viceversa, sino sumar los derechos y las facultades de las partes, con los

323 En la doctrina procesal peruana, antes de la reforma, puede verse Ledesma Narvaez,
Marianella. «La prueba de oficio en el sistema dispositivo». En Diálogo con la Jurisprudencia,
1999, pp. 19-22; Ariano Deho, Eugenia. «Prueba de oficio y preclusión». En Diálogo
con la jurisprudencia, núm. 30, 2001, pp. 94-105; Coaguila Valdivia, Jaime Francisco.
«La prueba de oficio en el proceso civil». En Cuadernos Jurisprudenciales, núm. 42, 2004,
pp. 8-9; Obando Blanco, Roberto. «Constitucionalidad de la iniciativa probatoria del
juez en la proposición de la prueba de oficio en el proceso civil». En JUS. Doctrina &
Práctica. Lima: Grijley, 2007, p. 191; Abanto Torres, Jaime. «La prueba de oficio en la
jurisprudencia de la Corte Suprema. Los vaivenes entre los deberes y las facultades del
juzgador, la jerarquía y la independencia judicial». En JUS. Doctrina & Práctica. Lima:
Grijley, 2007, pp. 248-254; Alfaro Valverde, Luis. «Reflexiones sobre la iniciativa
probatoria del juez en el derecho procesal civil peruano». En Revista Jurídica del Perú,
núm. 91, 2008, pp. 358-359; entre otros.
324 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil: un debate mal planteado».
En Revista Oficial del Poder Judicial, vol. 2, núm. 1, 2008, p. 320.
325 Cordón Moreno, Faustino. «En torno a los poderes de dirección del juez civil». En
Revista de Derecho Privado, núm. 9, 1979, p. 816.

144 | Décimo Pleno Casatorio Civil


poderes del juez, concibiéndolos como mecanismos que convergen hacia
la recolección de todos los medios de prueba disponibles326. Con este
propósito, son diversos —y sin mucho orden— los criterios propuestos
en la doctrina, por lo que podría resultar más ilustrativo distinguirlos con
relación a su origen o de dónde provienen: límites constitucionales y límites
legales procesales. Considerando la tendencia de constitucionalización de
los derechos y del derecho procesal, estos criterios no solo deben provenir
de la ley, sino también de la norma de rango constitucional, en donde se
establecen derechos fundamentales de tipo procesal.

2.6.2. Límites legales procesales


2.6.2.1. Excepcional: poder complementario
La regla general respecto de la aportación de los elementos de prueba al
proceso es que sean las partes quienes se encarguen de hacerlo. Basta recordar
que el principio dispositivo tiene como propósito poner a disposición de
las partes el proceso judicial para que, en el ejercicio de su autonomía de
la voluntad, hagan valer sus intereses privados327. También el principio
de aportación de parte, que rige en el proceso civil, hace referencia a la
potestad de las partes de alegar datos fácticos de la realidad discutida del
proceso, así como proponer la prueba de tales elementos328. Este principio
tiene un carácter técnico en el que la iniciativa de los jueces se constriñe a la
voluntad de las partes329. Al respecto, Taruffo afirma que la disponibilidad
de las pruebas pertenece a la dimensión epistémica del procedimiento,
esto es, a la técnica del proceso, y no al principio dispositivo en sentido
estricto330.

326 Taruffo, Michele. Páginas sobre justicia civil. Op. cit., p. 363.
327 Picó i Junoy, Joan. El juez y la prueba. Estudio de la errónea recepción del brocardo iudex
iudicare debet secundum allegata et probata, non secundum conscientiam y su repercusión
actual. Op. cit., pp. 99-101.
328 Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Segunda edición. Madrid: Civitas,
2002, p. 27. Para el autor, las partes deciden qué hechos quedan en valor de controvertidos,
al ser ellas mismas las que poseen la facultad de admitir los existentes alegados por la
parte contraria, quedando el juez obligado a no desconocerlos.
329 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., pp. 101-102.
330 Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción de los hechos. Op. cit.,
p. 200.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 145


A pesar de ello, el legislador procesal ha establecido la posibilidad de
que el juez también pueda acordar la posibilidad de incorporar un nuevo
elemento de prueba a partir de este poder probatorio de oficio. El derecho
de prueba no significa atribuir a los justiciables el monopolio exclusivo en
materia probatoria, pues existe la posibilidad de cierta iniciativa probatoria
al juez. La iniciativa probatoria de oficio completa la iniciativa de las
partes, teniendo la primera un carácter meramente facultativo, eventual y
limitado331. Pero se debe precisar que se trata de una facultad excepcional
o extraordinaria332, que tiene un carácter restrictivo y complementario a la
responsabilidad de las partes de intentar acreditar las alegaciones de los
hechos narrados en el proceso. Este poder probatorio no puede suplir la
iniciativa de las partes, ya que no busca reservar exclusivamente al juez la
facultad de proponer prueba, sino una protección al principio de aportación
de parte; esto sin considerar los límites a los que está expuesto su ejercicio,
como el que es materia de este análisis333. Este parámetro también puede
entenderse en el sentido de que los jueces no pueden —ni deben— utilizar
la prueba de oficio como primera opción o como una decisión ordinaria
para incorporar pruebas al proceso. Son las partes los primeros convocados
a intentar demostrar sus alegaciones sobre los hechos334.
Ergo, en ningún caso debe suponer la suplantación de funciones que le
son propias de los abogados de las partes en su proposición de prueba335.
Por ello, algunos consideran que se trata de una integración, dado que no
pretende sustituir, ni enmendar, ni suplir la iniciativa probatoria de las

331 Abel Lluch, Xavier. Op. cit., p. 164.


332 Hurtado considera que esta situación de excepcionalidad se relaciona directamente con
la insuficiencia de prueba, vinculada a una situación de incertidumbre por ausencia de
pruebas (Hurtado, Martín. Op. cit., p. 411).
333 Abel Lluch, Xavier. Op. cit., pp. 289-290.
334 En la doctrina nacional, Velázquez afirma que prueba de oficio es excepcional, alter-
nativa o subordinada (Velázquez, Raffo. «Líneas generales de las “pruebas de oficio”.
¿Por qué, dónde, cuándo y cómo usarlas?». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 22, 2015,
pp. 249-271).
335 Vale la pena indicar que, desde el punto de vista procesal, la aportación ex officio iudicis
siempre será cronológicamente posterior a la aportación de parte (Abel Lluch, Xavier.
Op. cit., pp. 166-167).

146 | Décimo Pleno Casatorio Civil


partes, sino completarla336. La función del juez no es asumir la posición de
las partes en la producción de los medios de prueba337, pues si son exitosas
en tal labor, el juez no podrá hacer uso en absoluto de esta prueba de oficio.
Como afirma Taruffo: «solo cuando la actividad de una de las partes, o
ambas, no resulta suficiente en la presentación de prueba para establecer
la verdad de los hechos que el Tribunal debiera jugar su rol activo»338. En
el caso del sistema español, respecto de las «diligencias finales», Ortells
afirma que «si las partes han sido diligentes en la proposición y práctica de
los medios de prueba y su iniciativa se ha visto frustrada por causas ajenas
a su voluntad, el juez ha de hacer lo necesario para la práctica —in extremis,
como diligencias finales— de los medios de prueba fallidos»339.
En el caso del proceso civil peruano, si bien este criterio legal procesal
no estaba expresamente previsto en la versión inicial del artículo 194 del
Código Procesal Civil, lo cierto es que la doctrina ya venía postulando y
proponiendo dicho límite a la prueba de oficio340. No es sino a partir de la
reforma de la Ley n.o 30293 que se incorporó expresamente; ahora es posible
advertir como frase inicial de la referida disposición normativa la expresión
«Excepcionalmente…». Criterio que por cierto ya se encontraba regulado
mucho antes en el proceso laboral, específicamente en el artículo 22 de la
nueva Ley Procesal del Trabajo, como anteriormente se ha analizado. Pero

336 Abel Lluch, Xavier. «Las facultades directivas del juez en la audiencia previa: con
respecto a la función conciliatoria y con respecto a la facultad judicial de integración
probatoria». En Cuadernos Digitales de Formación, núm. 8, 2009, p. 24.
337 Trocker afirma que las partes tienen un derecho garantizado constitucionalmente para
presentar o proponer los medios de prueba que consideren útiles para la reconstrucción
de la verdad del juicio y para demostrar la validez de sus reclamaciones, pero no tienen
derecho a que el magistrado asuma efectivamente tales pruebas (Trocker, Nicolò.
Processo civile e costituzione. Problemi di diritto tedesco e italiano. Milano: Giuffrè Editore, 1974,
p. 512, citado por Ramírez Carvajal, Diana María. «Precisiones constitucionales so-
bre los poderes de instrucción que tiene el juez». En Diálogos de Saberes, núm. 30, 2009,
p. 282).
338 Taruffo, Michele. «Investigación judicial y producción de prueba por las partes». En
Revista de Derecho, vol. 15, 2003, p. 211.
339 Ortells, Manuel. «Me inclino por el juez activo en la Dirección del Proceso». En Hacia
una Nueva Justicia Civil. Boletín Jurídico del Ministerio de Justicia, núm. 7, año 4, 2005, p. 50.
340 Cfr. Abanto Torres, Jaime. Op. cit., pp. 249 y 261; Alfaro, Luis. «Reflexiones sobre la
iniciativa probatoria del juez en el derecho procesal civil peruano». En Revista Jurídica del
Perú, núm. 91, 2008, p. 358; entre otros autores.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 147


también suceden otros ordenamientos comparados. Como afirma Alfaro,
el criterio de excepcionalidad parece ser la forma más generalizada en la
mayoría de modelos comparados que reconocen esta iniciativa probatoria
del juez341, por ejemplo, cuando se regula las diligencias finales de la LEC
española342.
Aun cuando la prueba de oficio es excepcional, no debe perderse de vista
que además del artículo 194 tantas veces mencionado, tenemos que en el
proceso de interdicto de retener, aunque pocas veces se advierta, existe una
manifestación de la prueba de oficio, especialmente cuando se regula que el
juez, admitida la demanda, debe practicar una inspección judicial y designar
a peritos (artículo 606343). Desde luego, deja abierta la posibilidad de que
también se actúen otros medios de prueba que considere pertinentes.
Lo que se pretende rescatar es que el proceso civil peruano no es ajeno
a la posibilidad de que —a modo de sugerencia y para coadyuvar a su
pertinencia— se proponga de manera concreta alguna prueba (ingresada de
oficio al proceso) que pueda resultar pertinente para el esclarecimiento en
determinadas materias o situaciones jurídicas sustantivas. No se pretende
proponer algún tipo de prueba (de oficio) de estilo tasado (o «prueba
legal») que irreflexivamente vincule a los jueces; pero es innegable que hay
medios de prueba que tienen mejor rendimiento o utilidad en relación con

341 Alfaro Valverde, Luis. La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la prueba de oficio.
Op. cit., p. 195.
342 «Artículo 435: Diligencias finales. Procedencia. 2. Excepcionalmente, el tribunal podrá
acordar, de oficio o a instancia de parte, que se practiquen de nuevo pruebas sobre
hechos relevantes, oportunamente alegados, si los actos de prueba anteriores no hubieran
resultado conducentes a causa de circunstancias ya desaparecidas e independientes de
la voluntad y diligencia de las partes, siempre que existan motivos fundados para creer
que las nuevas actuaciones permitirán adquirir certeza sobre aquellos hechos. En este
caso, en el auto en que se acuerde la práctica de las diligencias habrán de expresarse
detalladamente aquellas circunstancias y motivos».
343 «Artículo 606. Interdicto de retener. Procede cuando el poseedor es perturbado en su
posesión. La perturbación puede consistir en actos materiales o de otra naturaleza, como
la ejecución de obras o la existencia de construcciones en estado ruinoso. Si así fuera,
la pretensión consistirá en la suspensión de la continuación de la obra o la destrucción
de lo edificado, aunque se pueden acumular ambas pretensiones. En todos los casos, la
pretensión consistirá en el cese de estos actos. Admitida la demanda, el Juez ordenará,
en decisión inimpugnable, se practique una inspección judicial, designando peritos o
cualquier otro medio probatorio que considere pertinente. La actuación se entenderá
con quien se encuentre a cargo del bien inspeccionado» [resaltado añadido].

148 | Décimo Pleno Casatorio Civil


determinadas materias o situaciones jurídicas sustantivas, lo que no significa
que se dejen de usar otros elementos de prueba. En realidad, lo que se busca
es garantizar que estas nuevas pruebas puedan lograr una mayor eficacia
respecto a la incertidumbre que genera la insuficiencia probatoria en algunos
casos judiciales.

2.6.2.2. Pertinencia: hechos controvertidos


Es sabido que los elementos de pruebas aportados por las partes deben
tener relación con el tema o hechos materia de controversia, supuesto
que usualmente se denomina pertinencia; es decir, los medios de prueba
presentados por los justiciables a través de sus abogados deben tener una
especial relación con la cuestión en disputa; caso contrario, podrían
estar expuestos a su rechazo por impertinentes, conforme al juicio de
admisibilidad que realiza el juez en la fase preliminar del proceso. Dado que
el uso del poder probatorio de oficio supone la incorporación de un nuevo
elemento de prueba al proceso parece razonable que la misma exigencia de
las partes también se proyecte al juez. Lo que significa que los tribunales que
quieran utilizar pruebas de oficio no pueden hacerlo respecto de los hechos
que les parezcan convenientes, sino propiamente deben estar circunscritos
necesariamente a las cuestiones controvertidas.
Queda claro que, en virtud de los principios dispositivo y de aportación
de parte, cual sea el medio de prueba que el juez decida incorporar al proceso
debe, necesariamente, limitarse a los hechos controvertidos o discutidos
por las partes. Este criterio de aplicación es relevante porque demarca el
ámbito objetivo sobre el cual se puede actuar la prueba de oficio, límite
que es fijado por las partes; son ellas quienes deben traer al proceso el
material fáctico que fundamenta sus respectivas pretensiones, de modo que
el tribunal no puede llevar a cabo ninguna actividad, como el uso de la
prueba de oficio, tendente a aportar hechos no alegados por las partes,
ni resolver alterándolos, so pena de incurrir la sentencia en un vicio de
incongruencia344, tal como lo establece el artículo 121 in fine del Código
Procesal Civil345.

344 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil: un debate mal planteado».
Op. cit., p. 320.
345 «Artículo 121. […]. Mediante la sentencia el Juez pone fin a la instancia o al proceso,
en definitiva, pronunciándose en decisión expresa, precisa y motivada sobre la

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 149


Este supuesto también tiene una importancia práctica, ya que como
hemos advertido al analizar la prueba de oficio en la jurisprudencia, se
observa que el uso de este poder no siempre está destinado a propósitos epis-
témicos de búsqueda de la verdad en el proceso. La pertinencia es un límite
que, entre otros parámetros analizados, puede evitar que el ejercicio de la
prueba de oficio se convierta en un pretexto más para no querer emitir un
pronunciamiento sobre el mérito, como en los casos complejos, que por la
cantidad de pretensiones, pruebas y sujetos requieran mayor detenimiento
y tiempo en su resolución. Además, ese límite puede evitar la reprocha-
ble práctica judicial de emplear la prueba de oficio en múltiples oportuni-
dades durante el proceso o cuando se incorpora un nuevo elemento sin la
menor relevancia para la correcta determinación de los hechos del caso.
Por ejemplo, en el caso de la disposición de pericia como prueba de oficio,
según Abanto, no en pocos casos es utilizado con mero afán dilatorio y que
luego se prescinde de este medio de prueba, por lo que insistir en su actua-
ción es un premio a los litigantes y abogados de mala fe346.
En todos estos casos, la falta de pertinencia provoca una trágica dilación
innecesaria del procedimiento y con ella de la justicia, que es justamente
uno de los males que se intenta frenar con esta decisión. En el ordena-
miento procesal civil peruano, el criterio de pertinencia no estaba previsto
en la versión inicial del artículo 194 del Código Procesal Civil: fue añadido
recién a partir de la reforma prevista en la Ley n.o 30293, publicada el 28
diciembre de 2014.

2.6.2.3. Fuentes de prueba: hechos alegados por las partes


De conformidad con el principio de aportación de parte, la alegación de los
hechos descritos en el proceso es el resultado de la labor de las partes en el
proceso. Son ellas quienes tienen la carga de alegación de las situaciones
fácticas que solventan sus pretensiones. Hechos que se realizan en el mundo
externo y anterior al proceso que son traídos por las partes a conocimiento
del juez. En este fenómeno la doctrina procesal usualmente lo denomina
fuente de prueba. Es una categoría extrajurídica porque existe en un plano
no jurídico, es decir, que acontece en la realidad externa del mundo y que

cuestión controvertida, declarando el derecho de las partes, o excepcionalmente sobre


la validez de la relación procesal».
346 Abanto Torres, Jaime. Op. cit., p. 246.

150 | Décimo Pleno Casatorio Civil


el juez desconoce por completo, al menos no hasta que revisa la demanda y
la contestación de demanda, a diferencia del concepto de medio de prueba
que es eminentemente procesal, pues esta da cuenta de la forma o manera
como puede ser presentado al proceso. Alfaro sostiene que con este límite
«se intenta evitar que los jueces puedan utilizar su conocimiento privado al
margen de los resultados que aparecen o se advierten de los fundamentos
de hecho, sea de la demanda o de su contestación»347.
El criterio de fuente de prueba como un límite de actuación de la prueba
de oficio puede eliminar la posibilidad de que el juez ingrese un nuevo
elemento de prueba sobre la base de hechos no alegados por las partes.
Por ejemplo, que hayan sido descritos o mencionados de manera directa o
indirecta en su demanda o contestación de demanda. De esta manera, el
órgano jurisdiccional no podrá llevar a cabo ninguna actividad que tenga
como objetivo investigar o aportar hechos no alegados por las partes, ya que
podría incurrir en un vicio de incongruencia348. Caso contrario, como afirma
Montero, si el juez pudiera aportar hechos, atentaría contra la misma esencia
de lo que es un proceso civil, pues con ello se estaría convirtiendo en parte.
Suele decirse que esta imposibilidad de aportación de hechos por el juez
se basa en la imparcialidad de este, de modo que si llegara a admitirse esa
aportación, se convertiría en parcial349.
Vemos que es fundamental (conditio sine qua non) que consten en el
proceso las fuentes de prueba sobre las cuales tiene lugar la posterior
actividad probatoria del juez. Por ejemplo, que en la demanda o en la
contestación conste la identidad del testigo que deberá declarar. Solo de esta
forma se evita que el juez utilice el «conocimiento privado» al margen de
los resultados que figuran en los autos. Uno de los beneficios de este límite
es que tiende a garantizar la debida imparcialidad del juzgador, en la medida
en que su actuación se restringe únicamente a las fuentes probatorias que

347 Alfaro, Luis. Op. cit., p. 203.


348 Picó i Junoy, Joan. El juez y la prueba. Estudio de la errónea recepción del brocardo iudex
iudicare debet secundum allegata et probata, non secundum conscientiam y su repercusión
actual. Op. cit., p. 117.
349 Montero Aroca, Juan. «Defensa del liberalismo contra el autoritarismo en el proceso
civil (las bases ideológicas de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil)». En Gómez
Colomer, Juan Luis (coord.). La aplicación práctica de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Valencia: Tirant lo Blanch, 2003, p. 476.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 151


ya constan en los autos y nunca a investigar nuevas fuentes350. De no ser
así, sería incontrolable su fuente de conocimiento respecto de los elementos
probatorios por él utilizados, lo que puede comprender la debida confianza
que objetivamente el juez debe merecer al justiciable351.
En la legislación procesal civil, luego de la reforma de la Ley n.o 30293,
que modificó el artículo 194 del Código Procesal Civil, se le ha reconocido
un amplio margen de posibilidad de que se advierta la existencia de una
fuente de prueba. La fórmula legal es la siguiente: «siempre que la fuente de
prueba haya sido citada por las partes en el proceso». Es claro que son los
justiciables a través de sus abogados —y no el juez— quienes determinan
las fuentes de prueba en sus alegaciones fácticas. Conforme a tal disposición
legal, esta situación no estaría limitada únicamente a los actos postulatorios
del proceso, es decir, de la demanda y contestación de demanda, sino que
en la fuente de prueba podría identificarse cualquier otra circunstancia
que haya sido «citada» o mencionada por las partes y que el juez tome
conocimiento de la misma.

2.6.3. Límites constitucionales


2.6.3.1. Motivación de la prueba de oficio
Aunque el deber de motivación de las decisiones judiciales lo podemos
encontrar a nivel legal en diversos textos procesales, en realidad su exigencia
tiene rango constitucional, que en el caso peruano lo podemos encontrar
en el artículo 139, inciso 5352, de la Constitución. Se trata no tanto de una
garantía de la función jurisdiccional, como se lo ubica en el texto constitucio-
nal, sino propiamente de un derecho fundamental procesal de las personas,
que por supuesto genera un deber en el juez. La decisión judicial respecto
de la actuación de la prueba de oficio también está sometida a este criterio
de orden constitucional. De hecho, en el artículo 194 del Código Procesal
Civil, desde su primera versión requería que la resolución deba de estar

350 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil: un debate mal planteado».
Op. cit., p. 320.
351 Ibid, pp. 320-321.
352 «Artículo 139.- Principios de la Administración de Justicia. Son principios y derechos de
la función jurisdiccional: [...] 5. La motivación escrita de las resoluciones judiciales en
todas las instancias, excepto los decretos de mero trámite, con mención expresa de la ley
aplicable y de los fundamentos de hecho en que se sustentan».

152 | Décimo Pleno Casatorio Civil


motivada. Luego de la reforma efectuada mediante la Ley n.o 30293, se
insistió con este parámetro conforme a la siguiente descripción: «La reso-
lución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente motivada».
El legislador pone énfasis al hecho de que la resolución por la que se decide
la prueba de oficio no puede contener cualquier motivación, sino que esta se
debe realizar de manera plena o suficiente.
El juzgador, considerando los criterios que se han explicado anterior-
mente, debe expresar lo más detallado posible todas las razones por las que,
luego de haber escuchado a las partes (contradictorio previo o posterior),
llega a la conclusión de que en el caso concreto resulta necesaria y relevante
la introducción de un nuevo elemento de prueba, que inicialmente no fue
aportado por las partes. Asimismo, dada la magnitud de esta decisión, es
necesario que no se escatime en argumentación, pronunciándose sobre
los argumentos y cuestionamientos (de ser el caso) que hayan expuesto las
partes antes de tomar la decisión, a fin de que el contradictorio previo no
sea solo rito o una formalidad más y realmente tenga una influencia deter-
minante en esta decisión del juez. Para estos efectos, motivar la resolución
que dispone prueba de oficio significa que el juez debe indicar con mayor
precisión posible el medio de prueba específico que será incorporado en el
proceso y su forma de actuación o puesta en práctica353. Por ejemplo, debe
identificar la insuficiencia probatoria y el presupuesto para su actuación, y
tiene la obligación de exteriorizar las inferencias probatorias que le han ser-
vido al juez para llegar a la conclusión de que era completamente necesario
utilizar dicha potestad354, citando inclusive la fuente de prueba que le permite
hacer uso de la facultad.
Vale la pena dejar en claro que aun cuando el legislador no hubiese pre-
visto el deber de motivación para esta decisión, el juez no podría ampararse
en ello para dejar de motivar la decisión de su actuación de oficio sobre la
prueba, dado que su fundamento no es legal sino constitucional. Este límite
tiene vital importancia en la práctica judicial, ya que, a pesar del mandato
legal y constitucional, es posible advertir que a menudo se realiza una moti-
vación aparente, sin que el juez exteriorice adecuadamente las razones por
las que toma tal decisión. No en pocos casos la resolución por la que se

353 Cfr. Abanto Torres. Op. cit., pp. 252-254.


354 Alfaro Valverde, Luis. Op. cit., p. 176.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 153


dispone las pruebas de oficio puede tener apariencia o formalidad de un
auto, pero en su contenido, por su falta de argumentación, se asemeja a un
decreto. El legislador, como no puede ser de otra forma, ha establecido que
su incumplimiento provocaría la sanción (rectius: consecuencia jurídica) de
nulidad. Inclusive la impugnación (apelación), que estaría supeditada a la
falta de motivación en que pudiera incurrir el juez.

2.6.3.2. Contradictorio: eficacia epistémica


Como anteriormente se ha explicado, el contradictorio se constituye en uno
de los principios jurídicos procesales de mayor importancia en el estudio y
comprensión de la prueba. Basta recordar ahora que su relevancia es tal que
tiene su fundamento en el derecho de defensa (artículo 139, inciso 14, de la
Constitución355); aunque también se ha dicho que su cobertura fundamental
se ubica en el derecho al debido proceso (artículo 139, inciso 3). Por esta
razón es que en la doctrina contemporánea se califica al contradictorio
como derecho fundamental procesal de todas las personas. En síntesis, esto
significa que, como regla general de toda decisión judicial, en cualquier
estado del proceso, el juez debe haber escuchado anticipadamente a las
partes (contradictorio previo) a fin de que sus razones sean evaluadas en la
resolución356.

355 «Artículo 139.- Principios de la Administración de Justicia. Son principios y derechos de


la función jurisdiccional: […] 14. El principio de no ser privado del derecho de defensa
en ningún estado del proceso».
356 En la doctrina procesal peruana, Alfaro Valverde es quien en sendas publicaciones ha
insistido sobre la necesidad de respetar el contradictorio previo en la prueba de oficio:
«Reflexiones sobre la iniciativa probatoria del juez en el derecho procesal civil peruano».
Op. cit., p. 36. Sobre el contradictorio en segunda instancia: «La prueba de oficio en
segunda instancia. ¿Procede en el proceso civil peruano?». En Monroy, Mario (coord.).
Revista Peruana de Derecho Procesal, núm. 17, 2013, pp. 30-31. Luego de la Ley n.o 30293:
«Reforma de los poderes probatorios del juez. Hacia una mejor comprensión de las
“pruebas de oficio”». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 23, 2015, pp. 263-264. En
su libro La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la prueba de oficio. Op. cit., p. 89.
Recientemente, en «Entrevista sobre pruebas de oficio y valoración probatoria conforme
al X Pleno Casatorio Civil». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 63, 2018, pp. 17-18.
También en su Informe como amicus curiae en este Pleno Casatorio Civil, publicado en
«El control de la iniciativa probatoria para reducir las posibilidades de arbitrariedad y
parcialidad en su actuación». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 65, 2018, pp. 33-34.

154 | Décimo Pleno Casatorio Civil


El caso de la decisión que se asume para la prueba de oficio no es la
excepción, pues el legislador ha establecido en el artículo 194 del Código
Procesal Civil357 que con esta actuación probatoria el juez «deberá ase-
gurarles el derecho de contradicción de la prueba». Se entiende que, si los
medios de prueba presentados por una parte deben ser puestos a conoci-
miento de la contraparte para su evaluación, y de ser el caso cuestionarla,
no debe existir problema en que las pruebas incorporadas por el juez también
deban seguir la misma suerte y estar expuestas al contradictorio. Según
Alfaro, el reconocimiento legal del contradictorio en la prueba de oficio
«adiciona un alto grado de legitimidad a la decisión judicial por la que dis-
pone dicha prueba, al ser el resultado de las aportaciones de todos los
destinatarios de la decisión y no unilateral del juez, lo que resulta acorde
a un modelo constitucional del proceso civil, respetuoso de los derechos
fundamentales procesales». Al respecto, Picó i Junoy opina en favor del
respeto al principio de contradicción en el desarrollo de la prueba propuesta
por el juez, por lo que se le deberá permitir proponer nuevas pruebas y
participar en la práctica de todas ellas358. De este modo se protege el
derecho de defensa. Trocker explicaba que «la garantía que el derecho a ser
oído (rechtliches Gehör) no solo implica que una persona pueda defenderse
contra las pruebas presentadas por el adversario, sino que también exige
que las partes puedan hablar sobre todas las pruebas encontradas y recopi-
ladas de oficio. Por lo tanto, cuando el juez introduce la prueba oficial, se
encuentra con respecto a la necesidad del adversario en la misma posición
que el partido»359.
El contradictorio en la práctica de la prueba en general y la de oficio
en particular tienen una dimensión epistémica que conviene ser puesta de
relieve. Sobre el particular, Ferrer sostiene que la participación de las partes

357 Conviene recordar que el contradictorio (previo o diferido) no se encontraba establecido


en la versión inicial del artículo 194 del Código Procesal Civil, pero fue añadido mediante
el artículo 2 de la Ley n.o 30293. Hecho que constituye una gran novedad y lo redefine
como un poder que es ejercido en un diálogo previo con las partes y no de manera
unilateral.
358 Picó i Junoy, Joan. El juez y la prueba. Estudio de la errónea recepción del brocardo iudex
iudicare debet secundum allegata et probata, non secundum conscientiam y su repercusión
actual. Op. cit., p. 118.
359 Trocker, Nicolò. Op. cit., p. 535.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 155


en la práctica en el contradictorio de las pruebas, que no excluye la parti-
cipación del juez, es un mecanismo cognoscitivo de gran valor para mejo-
rar el conjunto de elementos de juicio del proceso, tanto cuantitativamente
(mediante la presentación de pruebas, por ejemplo) como cualitativamente
(aportando información sobre la fiabilidad de pruebas ya incorporadas al
expediente)360. El aseguramiento del contradictorio, del cual nos habla el
legislador, supone comprenderlo como un mecanismo epistemológico para
determinar la fiabilidad de las pruebas. La tarea del juez respecto del con-
tradictorio no se agota en la oposición entre las partes y, mucho menos, en
una escenificación oral de una disputa retórica entre ellas, sino que es un
instrumento cognoscitivo crucial para la posterior evaluación de la fiabilidad
de las distintas pruebas361. En buena cuenta, lo que se pretende a través de
la formulación obligatoria del contradictorio es evitar que el interés público
que existe de llegar o acercarse a la verdad para solucionar el conflicto pueda
comprometer el derecho a defensa de las partes, o el derecho a rendir con-
traprueba362. El principio de contradicción como mecanismo epistemológico
indica que esa posibilidad siempre debe existir, de modo que se equilibre
de nuevo el reparto de poderes probatorios363.
En definitiva, el rol del contradictorio tiene una alta importancia como
condición para el uso de la prueba de oficio. La misma que se debe presentar
antes de la toma de decisión (contradictorio previo). Es decir, existe la
necesidad de que el juez escuche antes a las partes y luego adopte una decisión.
Alfaro afirma que su «uso ex officio (como la nulidad de oficio, iura novit
curia, adecuación de la vía procedimental, etc.) debe suponer la participación
previa de las partes (ex ante) y no después (ex post); supuesto que en doctrina
se conoce como el contradictorio en sentido fuerte (contraddittorio in senso
forte)»364. Pero la extensión del contradictorio no se agota con la oportunidad

360 Ferrer Beltrán, Jordi. Op. cit., p. 97.


361 Ibid, p. 99.
362 Véase Comoglio, Luigui Paolo. «Garanzie minime del “giusto processo” civile negli
ordinamenti latinoamericani». En Roma e America. Diritto Romano Comune. Rivista di
diritto dell’integrazione e unificazione del diritto in Europa e in America Latina, núm. 17, 2004,
p. 223.
363 Ferrer Beltrán, Jordi. Op. cit., p. 101.
364 Alfaro Valverde, Luis. La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la prueba de
oficio. Op. cit., p. 89.

156 | Décimo Pleno Casatorio Civil


de que sean escuchadas las partes de manera previa a la prueba de oficio,
sino que también se puede realizar de manera posterior (contradictorio
diferido) a la decisión, con la finalidad de que se les permita proponer
nuevas pruebas y, evidentemente, participar en la práctica de toda actividad
probatoria365.

2.6.3.2.1. ¿Cómo se debe garantizar el contradictorio?


De la revisión del texto original del artículo 194 del Código Procesal Civil
no se aprecia mención expresa al derecho al contradictorio para el uso de las
pruebas de oficio; no es sino hasta su reforma mediante el artículo 2 de la
Ley n.o 30293 que se llegó a adicionar la mención del contradictorio, bajo la
siguiente fórmula legal: «deberá asegurarles el derecho de contradicción de
la prueba». Sin embargo, en la práctica judicial no parece estar claro qué
implica que se asegure o respete el contradictorio. Acaso, el contradictorio
diferido (sentido débil) o el contradictorio previo (sentido fuerte). A
continuación, se analizan los dos razonamientos.

2.6.3.2.2. Contradictorio diferido


Conforme a este criterio, el juez (de primera o segunda instancia) puede
resolver e incorporar el nuevo elemento de prueba mediante el uso de la
iniciativa probatoria ex officio y luego hacer de conocimiento a las partes
procesales, notificándoles de la resolución (auto) que dispone tal actuación
judicial, debiendo —según sea el caso— cumplir con el requerimiento
ordenado por el juez. Es decir, la información sobre las pruebas de oficio
es ex post, de manera unilateral y excluyente a toda participación de las partes
en tal decisión jurisdiccional. Este criterio es asumido por la Corte Suprema,
por ejemplo, en la Casación n.o 1248-2000 Loreto, del 11 de agosto de 2000.
La Sala Civil Transitoria establece que:

la regulación no limita la facultad que tiene el juzgador de mérito de ordenar


la actuación de los medios probatorios adicionales que considere conve-
niente, la que comprende admitir las pruebas extemporáneas ofrecidas por
alguna de las partes, como bien pudo haber hecho la Sala de Revisiones, para

365 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil: un debate mal planteado».
Op. cit., p. 321.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 157


lo cual debió expedir resolución motivada que se notifica a las partes, cum-
pliendo así con los principios de publicidad, bilateralidad y contradicción que
rigen la actuación de la prueba adversa.

La misma Sala Civil Transitoria —de manera reciente—, en la Casación


n. 3959-2016 Lima Norte, del 7 de mayo de 2018, en un proceso de desalojo
o

por ocupación precaria, ha sido enfática en sostener que:

en aplicación del artículo 194 del Código Procesal Civil, sin corrérsele traslado
previo; al respecto, debe señalarse que la norma del citado artículo 194, en su
texto modificado por el artículo 2 de la Ley número 30293, constituye una
norma de excepción, que autoriza al juez a disponer la actuación de medios
probatorios de oficio cuando los ofrecidos por las partes sean insuficientes
para que se forme convicción; para la adopción de dicha decisión no se ha
previsto como regla del procedimiento que previamente deba correrse traslado
a las partes informando la posibilidad de incorporar medios probatorios de
oficio, sino que recién, una vez incorporados —no antes— respecto a dichos
medios probatorios, se debe asegurar el derecho de contradicción a las partes
que incluye el derecho de defensa de la demandante366 [subrayado agregado].

2.6.3.3. Contradictorio previo


El segundo criterio asumido por la Corte Suprema de la República es que
la iniciativa probatoria del juez se articula necesariamente escuchando
previamente a las partes procesales, es decir, respetando el contradictorio

366 Para mayor desarrollo de este caso, la Corte Suprema afirmó que el contradictorio fue
garantizado, ya que «la Resolución número veintiuno que dispuso la actuación oficiosa,
fue puesta en conocimiento de las partes, siendo que precisamente, en ejercicio legítimo de
su derecho a la defensa, la demandante tuvo la posibilidad de manifestar lo que consideró
pertinente a su derecho, que en este caso se evidenció a través de un pedido de nulidad en
donde cuestionó la incorporación de medios probatorios de oficio y también a través de
una tacha en la cual los cuestionó directamente, indicando que se estaban incorporando
documentos que adolecerían de falsedad; es decir, tuvo posibilidad efectiva de ejercer
su derecho de contradicción respecto a los medios probatorios incorporados de oficio
al proceso». Además, deja entrever la posibilidad de que este contradictorio diferido se
haga en una audiencia, cuando manifiesta que «se debe indicar que no se requería que la
actuación de los medios probatorios incorporados de oficio se realice en audiencia por
tratarse de documentos que no necesitaban ser actuados en audiencia, siendo suficiente
su puesta en conocimiento a las partes, resultando aplicable en este punto, de manera
extensiva, lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 468 del Código Procesal Civil»
[subrayado nuestro].

158 | Décimo Pleno Casatorio Civil


previo. Al igual que los diversos elementos de prueba aportados por las
partes al proceso están sometidos al libre juego del contradictorio, con el
fin de que estas puedan, de ser el caso, objetarlas o cuestionarlas y luego de
ello recién el juez puede asumir una apreciación sobre su fiabilidad y valor
probatorio.
De la misma manera, el elemento de prueba que se pretende incorporar
por el juez también debe ser expuesto a priori a las posibles observaciones
de las partes. Una vez agotado ello y dando la oportunidad de que las partes
sean escuchadas, el juez podrá decidir si incorpora —o no— el elemento de
prueba adicional. Este criterio se puede apreciar en la Casación n.o 2864-2014
Lambayeque, del 24 de agosto de 2015, en la que la Sala Civil Transitoria
sostiene que: «La Sala Superior no ha tenido en cuenta que la incorporación
de la partida de defunción de Brigida Sánchez Vicente, al momento de
expedir su fallo y sin previo conocimiento de la recurrente, transgrede su
Derecho de contradicción ya que no se le ha brindado la oportunidad de que
esta pueda expresar lo conveniente en torno a la protección de sus derechos
o intereses que persigue».
El contradictorio en la prueba de oficio dada la complejidad y las varia-
bles que suelen presentarse en la práctica judicial, puede ser previo o diferido.
La idea es utilizar el que de forma adecuada garantice a las partes el
derecho a ser oídas por el juez cuando hacen uso de este poder probatorio.
Fijar una regla rígida puede ser poco útil, más si estamos ingresando actual-
mente en nuestro sistema judicial a los procesos sujetos a la oralidad, los
cuales tienen una dinámica diferente a la del proceso escriturado.

2.7. Hechos controvertidos y hechos admitidos

2.7.1. Hechos controvertidos


Se debe entender como «hechos controvertidos» el conjunto de ellos con
respecto a aquellos con los que las partes no tienen pleno acuerdo de cómo
ocurrieron o se produjeron en la realidad. Son los hechos sobre los que
existe controversia, que impiden una solución armoniosa de la litis. Respecto
a estos es que girará la actividad probatoria (por ello es que los «hechos
admitidos», es decir, respecto de los que no hay desencuentro entre las par-
tes, no son objeto de prueba) y el pronunciamiento del juez en la sentencia.
Con el resultado de la actividad probatoria sobre los hechos controverti-
dos, serán finalmente valorados por el juez para resolver el caso.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 159


Aunque esta tesis puede tener algún inconveniente cuando el demandado
haya sido declarado en rebeldía, en este caso, al no existir una posición
contraria a los hechos afirmados por el actor, no será posible fijar los hechos
controvertidos, ya que tendremos únicamente los hechos afirmados por el
actor y no la posición del demandado. En estos casos, se ha sugerido que
el juez debe fijar como «hechos relevantes» para el proceso, y que serán
sometidos a prueba y comprobación, los señalados por el actor en su
demanda. Aquí no aparecen las categorías de hechos controvertidos ni de
hechos admitidos porque no es posible atender a esta clasificación, pero sí
se puede mencionar a los «hechos relevantes» sujetos a prueba, que serán
únicamente aquellos expresados por la parte demandante.
En donde no ocurra esta situación (rebeldía del demandado) los hechos
a probar serán siempre los hechos controvertidos: estos hechos nacen de la
confrontación de afirmaciones y negaciones efectuadas por el actor en la
demanda y el demandado en la contestación de demanda.
Aunque debe quedar aclarado que serán hechos controvertidos aquellos
que se configuran en relación con las pretensiones y permitirán resolver la
litis, no son hechos controvertidos los desacuerdos periféricos con respecto
a la actividad probatoria. Aunque excepcionalmente pueden integrar como
elemento central de la controversia la relevancia de la norma jurídica
(constitucionalidad, interpretación, antinomias, lagunas normativas, etc.)367,
resolviendo el problema de relevancia podrá resolverse la litis de forma
adecuada.
Corresponde al juez, como director del proceso, determinar cuáles son
los hechos admitidos por las partes de manera expresa o tácitamente, cuáles
fueron admitidos parcial o totalmente y cuáles son los hechos en que las
partes mantienen posiciones discrepantes, o fueron negados o rechazados
por una de las partes. En fin, se trata de todos aquellos hechos vinculados
a la pretensión y a la defensa, sobre los cuales las partes no se han puesto de

367 Esta posición fue asumida por nuestra Corte Suprema en la Casación n.o 838-2006-Lima,
en la que se señaló: «conviene precisar que la estación procesal en la que se fijan puntos
controvertidos busca establecer los extremos de la demanda y la contestación que van a
ser necesariamente objeto de pronunciamiento por el juez de la causa, sean estos fácticos
o de derecho derivados de los hechos que motivaron la litis o de la interpretación y
aplicación de las normas en el caso concreto, porque resulta erróneo sostener que cuando
se fijan los puntos controvertidos aquellos correspondan únicamente a los que serán
materia de probanza».

160 | Décimo Pleno Casatorio Civil


acuerdo. Y es por ello que el juez debe fijarlos con precisión, dejando de
lado una práctica común y nociva, que es la de fijar hechos (puntos) contro-
vertidos simplemente haciendo una descripción de las pretensiones postu-
ladas. Debe fijarlos con precisión y exhaustividad.

2.7.2. Hechos admitidos por las partes


Si la premisa general es que en el proceso se prueban los hechos afirma-
dos por las partes y fundamentalmente los hechos controvertidos, es decir,
aquellos propuestos por una parte y negados por la otra, entonces, ten-
dremos que si un hecho del proceso fue admitido por la parte contraria a
la que lo propuso, como un hecho que existió y se produjo en la realidad
y en determinado tiempo, entonces ya no habrá discusión sobre ese parti-
cular. Se debe sostener, por tanto, que sobre este hecho las partes no han
manifestado objeción alguna.
Cabe hacer una precisión sobre el particular, señalando que hay hechos
en el proceso, que no obstante ser controvertidos (es decir, sobre los cuales
no hay consenso de las partes), no requieren de prueba, tal es el caso de los
hechos presumidos por ley y los hechos notorios.
Entonces, tenemos que hecho admitido es aquel sobre el cual las partes
no tienen ninguna discrepancia y en consecuencia no será objeto de prueba,
pues es innecesaria esta actividad. Se encuentra desterrada toda posibili-
dad de actividad probatoria sobre un hecho no controvertido.
En cuanto a las partes disponen del material de los hechos, solo necesi-
tarán probarse los hechos alegados por aquellas que estén en contradicción.
Los hechos en los que las partes estén de acuerdo no necesitan probarse,
además la ley prohíbe su prueba. Por tanto, los hechos admitidos no pueden
ser objeto de prueba.
Ello no significa que estos hechos (no controvertidos) no sean menciona-
dos por el juez en la sentencia. De seguro lo hará, no obstante, sobre ellos no
habrá actividad probatoria. La sentencia no es nula si el juez invoca «hechos
admitidos» para sustentar su decisión. En cambio, la sentencia sí será nula
si el juez emite pronunciamiento basado en hechos no afirmados por las
partes.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 161


IV. Consideraciones sobre la valoración de la prueba de oficio

1. Etapas del proceso y de la prueba

1.1. Momentos del proceso: etapa decisoria

El proceso judicial en su dimensión procedimental supone un conjunto


de actos (jurídico procesales) concatenados de manera lógica, destinados
hacia la determinación o resolución de la situación sustantiva materia
de controversia. En este sentido, Couture sostenía que se trataba de una
«secuencia o serie de actos que se desenvuelven progresivamente, con el
objeto de resolver, mediante un juicio de la autoridad, el conflicto sometido
a su decisión»368. Esta sucesión de actos procesales (de las partes, del juez y
demás participantes) debe ser agrupada de manera coherente y sistemática
en todo el procedimiento, a fin de lograr una adecuada tutela jurisdiccional
conforme a las exigencias de las particulares situaciones sustantivas de
ventaja. En esta misma línea de pensamiento, Calamandrei sostenía que el
proceso es «un método de razonamiento prefijado y ordenado por la ley,
que las partes y los jueces deben seguir etapa por etapa, de acuerdo con una
sucesión preestablecida y una coordinación dialéctica con el fin de obtener
una sentencia justa»369. De este modo, se resalta el carácter y el sentido
instrumental del proceso en relación con el derecho sustancial. Proto Pisani
explica que «el proceso civil se pone, al interior del ordenamiento jurídico,
como una especie de contrapartida que el Estado da a los ciudadanos
a consecuencia de la imposición de prohibición de autotutelarse: una
similar constatación comporta que esta contrapartida, para ser efectiva,
debe traducirse en la predisposición de medios de tutela jurisdiccional
(de procedimientos, providencias y medias coercitivas) adecuados a las
necesidades de tutela de cada situación de derecho sustancial»370.
En efecto, en los sistemas jurídicos procesales de cada país se intenta
diseñar un procedimiento distribuido y organizado por momentos proce-
sales que permitan lograr resolver la controversia de manera justa. Es del

368 Couture, Eduardo. Fundamentos del derecho procesal civil. Op. cit., pp. 121-122.
369 Calamandrei, Piero. Proceso y democracia. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa
América, 1960, p. 29.
370 Proto Pisani, Andrea. Op. cit., p. 25.

162 | Décimo Pleno Casatorio Civil


mismo parecer Nieva Fenoll, quien afirma que la estrategia más o menos
compleja para tomar una decisión a través del proceso se materializa en
la construcción de unas fases para la recepción de información vinculada
con la decisión. Es decir, acoge las alegaciones de las partes, practica los
medios de prueba y realiza el juicio jurisdiccional, previa deliberación371.
Si bien el diseño normativo del proceso por etapas ha sido materia de
cuestionamiento por su vinculación con la preclusión372, en particular sobre
su sentido rígido que se desprende de la opción legislativa del Código Pro-
cesal Civil373, sin embargo, todavía sigue siendo un esquema válido y útil
para explicar los actos procesales que se pueden realizar en un determi-
nado momento del proceso, apoyado en el valor de seguridad jurídica en
el sentido de predictibilidad. Dicho esto, la doctrina mayoritaria acepta la
idea de que estas etapas son principalmente la postulatoria, probatoria y la
decisoria.
La primera es la fase denominada postulatoria. Las partes presentan sus
pretensiones y defensas a la parte, y exponen las hipótesis de los hechos
y medios de pruebas que sustenten sus posiciones (en el proceso civil lo
hacen a través de los escritos de demanda y contestación de demanda).
Fix-Zamudio y Ovalle Favela la denominan también «etapa de polémica»,
«durante la cual las partes exponen o formulan, en sus demandas, contes-
taciones y reconvenciones, sus pretensiones y excepciones, así como los

371 Nieva Fenoll, Jordi. Derecho procesal I. Introducción. Madrid: Marcial Pons, 2014,
pp. 63-64.
372 En particular, Alzamora sostenía que «la división del proceso en fases o etapas cerradas
y sucesivas se denomina preclusión» (Alzamora Valdez, Mario. Derecho Procesal Civil.
Teoría General del Proceso. Séptima edición. Lima: JVG, 1981, p. 286).
373 Sobre el particular, Ariano afirma que «como nosotros heredamos de España el
“preclusivo” juicio ordinario, se nos presenta (aún hoy en que el “juicio solemne
y dispendioso” ha sido formalmente eliminado) de lo más natural y consustancial al
proceso mismo el que necesariamente esté dividido en un conjunto de fases, las que a su
vez deben estar —también inexorablemente— conformadas por un conjunto de actos. A
cada fase un conjunto de actos. Cerrada la fase, se pasa a otra, no pudiéndose ya realizar
los actos correspondientes a la fase anterior. En suma, cuando se dice “preclusión” se
piensa, por un lado, en la división del proceso en fases y, por el otro, en la consecuencia:
la pérdida —para las partes— de la posibilidad de realizar tal o cual acto por haber
pasado el plazo previsto por la ley o por haberse ya cerrado el estadio procesal respectivo»
(Ariano, Eugenia. «Prueba y preclusión. Reflexiones sobre la constitucionalidad del
Proceso Civil peruano». Op. cit., p. 73).

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 163


hechos y las disposiciones jurídicas en que fundan aquellas»374. En la doc-
trina nacional, Monroy Gálvez afirma que «es aquella en la que los conten-
dientes presentan al órgano jurisdiccional los temas que van a ser materia
de argumentación, prueba y persuasión durante el proceso, sea porque se
quiere el amparo de la pretensión o porque se busca su rechazo a través de
la defensa»375. Sigue la etapa probatoria, en donde el juez pone en práctica
o actúa los medios de prueba previamente aportados y admitidos a las
partes, como el caso de la declaración de testigos o diligencia de inspección
judicial. La finalidad es que las partes y el juzgador realicen los actos ten-
dentes a verificar los hechos controvertidos, sobre los cuales se ha planteado
el litigio376. Luego, la etapa decisoria o resolutoria, en virtud de la cual el
juzgador debe tomar una decisión sobre la situación sustantiva o material
puesta a su conocimiento. En esta fase de manera ordinaria debe realizarse
un pronunciamiento sobre el mérito (conocido acríticamente como «fondo»
del proceso), lo que supone que el juez debe pronunciarse sobre las cuestio-
nes jurídicas y fácticas materia del caso. En este último punto, procederá a
valorar los medios de prueba377.
Aunque existe una secuencia lógica de estos diversos momentos procesa-
les y las cuestiones o problemas procesales acaecidos en una afecta —directa
o indirectamente— a otra, para los fines de esta decisión judicial importa
centrarse especialmente en la etapa decisoria o resolutoria del proceso,
puesto que el segundo problema jurídico advertido en el Pleno Casatorio
está relacionado con la actividad vinculada con la toma de decisión final,
en concreto sobre la valoración de los medios de prueba. Resulta relevante
detenernos en esta fase también porque uno de los cuestionamientos que
se hace en el presente caso es por el supuesto error en la valoración de las
pruebas en general y las de oficio en especial.

374 Fix-Zamudio, Héctor y Ovalle Favela, José. Derecho procesal. Ciudad de México:
Universidad Nacional Autónoma de México, 2016, p. 60.
375 Monroy Gálvez, Juan. «La postulación del proceso en el Código Procesal Civil». En
THĒMIS. Revista de Derecho, núm. 23, 1992, p. 33.
376 Fix-Zamudio, Héctor y Ovalle Favela, José. Op. cit., p. 60.
377 Además, se habla de etapa de impugnación. No obstante, en el primer caso siempre
tendrá el carácter de ser contingente, en tanto y en cuanto, a diferencia de los momentos
antes mencionados, no necesariamente las partes están llamadas a transitar. Es decir, el
acto de impugnación está sujeto a la decisión que en libertad realicen las partes. De este
modo puede existir un proceso que termine en primera instancia.

164 | Décimo Pleno Casatorio Civil


1.2. Procedimiento probatorio: valoración de la prueba

Estas fases de todo procedimiento civil (que son también aplicables a los
demás procesos no penales y penal) sirven de soporte o base para todo el
iter que transitan los medios de prueba presentados por las partes. En efecto,
a diferencia de otras instituciones o categorías procesales, cuya presencia
en el proceso puede ser esporádica, la actividad probatoria se encuentra
presente desde el primer acto procesal hasta la emisión de la decisión final
del proceso. Hay una especie de coparticipación entre las partes y el juez
en cuanto a la gestión del material probatorio en los diversos momentos o
fases del proceso; motivo por el cual, como se ha puesto en evidencia, se
viene reconociendo como derecho fundamental por él. Lo que ciertamente
no excluye la aportación o iniciativa excepcional del juez para provocar la
posibilidad del ingreso de un nuevo elemento de prueba. En tal sentido, por
una cuestión de orden y coherencia con las mismas fases del proceso, el
procedimiento probatorio se desarrolla en las siguientes etapas: ofrecimiento,
admisión, actuación y valoración.
En la etapa de ofrecimiento las partes tienen la posibilidad de presen-
tar los elementos de prueba necesarios que busquen demostrar los hechos
expuestos. De ordinario, demandante y demandado los presentan en la fase
postulatoria. En concreto, acompañan a los escritos de demanda y contes-
tación de demanda. Al calificar estos escritos y haber cumplido con las
formalidades legales para su presentación, el juez debe tenerlos por ofre-
cidos. Superado este momento viene la admisión de las pruebas, momento
en el que el juez debe realizar una evaluación o examen de las pruebas
ofrecidas, a partir del criterio de pertinencia (que estén relacionados con
los hechos controvertidos), cuidando también que no hayan sido obtenidos
afectando derechos fundamentales (licitud); en caso contrario, tiene la
potestad probatoria de declarar improcedentes los medios de prueba.
Aunque comprendemos que no resulta sencilla la tarea para el juez, sí
entendemos que el medio de prueba aportado tiene cuestionamientos de
ilicitud, ya que una improcedencia liminar no siempre es lo más aconse-
jable, pues si bien puede aplicar en sentido formal la regla de exclusión y
expulsar el medio de prueba, puede encontrarse con una excepción a la
misma y reservar su pronunciamiento para un mejor análisis respecto de la
ilicitud, cuando corresponda decidir la controversia. También debe puntua-
lizarse que, en el proceso civil, a diferencia del penal, no se ha establecido

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 165


un mecanismo idóneo para cuestionar la prueba ilícita por las partes,
dejando esta tarea a la tacha o a la nulidad procesal y en otros casos a la
apelación.
Lo que sigue es la actuación o puesta en práctica de las pruebas. Esta
actividad se realiza en la etapa procesal de pruebas, en concreto en la
audiencia de pruebas (símil al juicio oral o juzgamiento del proceso penal).
Las partes, en el ejercicio del derecho al contradictorio, pueden participar
activamente, por ejemplo, interrogando a testigos o peritos. De igual modo,
el juez tiene el poder técnico de dirección de la audiencia, quien también
de modo excepcional puede interrogar a las partes y a los testigos, de ser el
caso. Finalmente, en la etapa decisoria del proceso el juez procede a valo-
rar cada uno de los medios de prueba previamente actuados; en otras pala-
bras, en esta fase el juez percibe los resultados de la actividad probatoria en
un determinado proceso378. En concreto, es mediante sentencia en la que
el juez valora las pruebas actuadas a fin de un pronunciamiento sobre el
mérito o derecho material controvertido. En la última fase del procedi-
miento probatorio (valoración), como diría Couture, «ya no se trata de saber
qué es en sí misma la prueba, ni sobre qué debe recaer, ni por quién o cómo
debe ser producida. Se trata de señalar, con la mayor exactitud posible,
cómo gravitan y qué influencia ejercen los diversos medios de prueba,
sobre la decisión que el magistrado debe expedir»379. También Ferrer explica
que valorar es la actividad consistente en «evaluar el apoyo empírico que un
conjunto de elementos de juicio aporta a una determinada hipótesis o a su
contraria»380.
Teniendo en cuenta el problema jurídico analizado en esta parte de
la decisión, el interés mayor se centra justamente en la última fase del
procedimiento probatorio; sin embargo, es necesario que antes se proceda
a esclarecer qué significa valorar las pruebas o en qué consiste la labor de
valoración probatoria que realiza el juez.

378 Nieva Fenoll, Jordi. La valoración de la prueba. Madrid: Marcial Pons, 2010, p. 34.
379 Couture, Eduardo. Fundamentos del derecho procesal civil. Op. cit., p. 257.
380 Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Op. cit., p. 46

166 | Décimo Pleno Casatorio Civil


1.3. ¿Qué significa valorar las pruebas?

Si bien la actividad de valoración de la prueba se ubica en la fase de decisión


del proceso, empero, no se debe confundir (menos fusionar) con el juicio
de decisión sobre los hechos stricto sensu. A veces se tiene la creencia de que
como consecuencia de la valoración se puede determinar la realización
(o no) de un hecho en particular. Siendo así, el juzgador debería decidir
luego que la valoración sea admitiendo o resistiendo la existencia de los
hechos afirmados por las partes. Bajo esta perspectiva, sería lo mismo la
evaluación del grado de probabilidad de la existencia de una hipótesis y la
decisión acerca de su existencia381. En realidad, como afirma Gascón382, la
labor de valoración probatoria está ubicada como un momento anterior al de
la decisión sobre la hipótesis de los hechos. En efecto, Ferrer distingue tres
momentos fundamentales (lógicamente distintos y sucesivos) en el proceso
de toma de decisiones: a) la conformación del conjunto de elementos de
juicio sobre cuya base se adoptará la decisión; b) la valoración de esos
elementos; y c) propiamente, la adopción de la decisión383.
Pero volviendo a la pregunta «¿qué significa valorar las pruebas?», en la
literatura procesal podemos advertir que existe una multiplicidad de con-
ceptos o significados. Por ejemplo, Devis Echandía entiende por valoración
de la prueba «la operación mental que tiene por fin conocer el mérito
o valor de convicción que pueda deducirse de su contenido»384. Luego, en
el proceso penal, Dohring explica que «la apreciación de la prueba tiene
por finalidad poner en claro hasta qué punto merecen fe diversos elemen-
tos probatorios (testificaciones, documentos, indicios). El juzgador quiere
discernir si esos elementos proporcionan una base suficiente para dar por
sentados los hechos que constituyen el verdadero objetivo del saber»385. No
obstante, si consideramos que se trata de un momento anterior a la toma

381 Cfr. Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Navarra: Civitas, 2005, p. 544.
382 Gascón, Marina. Cuestiones probatorias. Bogotá: Universidad Externado de Colombia,
2012, pp. 58-59.
383 Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Op. cit., p. 41.
384 Devis Echandía, Hernando. Compendio de derecho procesal. Pruebas judiciales. Tomo II.
Bogotá: ABC, 1982, p. 99.
385 Dohring, Erich. La prueba, su práctica y su apreciación. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas
Europa América, 1972, p. 16.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 167


de decisión, es posible concebirla como la actividad consistente en la deter-
minación del grado de probabilidad que pueden provocar las hipótesis de
los hechos a partir de los datos e información cognoscitiva que aporten las
pruebas. Al respecto, Ferrer sostiene que «la valoración de la prueba habrá
permitido otorgar a cada una de las hipótesis en conflicto un determinado
grado de confirmación que nunca será igual a la certeza absoluta»386.
Las etapas anteriores de la prueba tienen una importancia en la ade-
cuada valoración, en el sentido de que mientras más sólida es la información
recogida en la presentación y la actuación, mayor será la probabilidad de
que los hechos alegados hayan ocurrido. De este modo, conforme sostiene
Gascón, la valoración es un juicio probabilístico sobre la hipótesis fáctica
obtenida tras la práctica de los elementos de prueba; y estos deberán con-
siderarse aceptables cuando su grado de probabilidad se estime suficiente,
conforme a un modelo lógico inductivo387. En conclusión, la valoración de
la prueba no nos conduce de manera automática a la decisión acerca de
la realización de un hecho, sino que nos permite medir el grado de proba-
bilidad lógica de acuerdo con la conformación de datos que se desprende
del material probatorio que obra en el expediente.

2. Valoración probatoria en el proceso civil

2.1. Sistemas de valoración probatoria

A lo largo del tiempo la doctrina procesal ha formulado diversos sistemas


de valoración de los medios de prueba. Por ejemplo, Gorphe sostiene que
han existido cinco fases: i) la étnica, la de las sociedades primitivas, donde
las pruebas quedaban abandonadas al empirismo de las impresiones perso-
nales, y cuya forma típica de procedimiento estaba constituida por el delito
flagrante; ii) la religiosa, que se denominaría mística, en que se invocaba
el juicio de Dios o de los dioses, y se utilizaban las ordalías y probanzas
diversas; iii) la legal, donde la ley no solo fija los medios de prueba, sino
además el grado de fuerza de cada uno, y en la cual se considera la confe-
sión como la reina de las pruebas, de manera que se hacen esfuerzos por

386 Ferrer Beltrán, Jordi. Op. cit., p. 45.


387 Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba. Tercera
edición. Madrid: Marcial Pons, 2010, pp. 157-161.

168 | Décimo Pleno Casatorio Civil


obtenerla a toda costa, por la tortura o la question (tormento), cuando así es
requerido; iv) la sentimental: en esta, por el contrario, el juez aprecia libre-
mente las pruebas, de acuerdo tan solo con su convicción íntima; se trata
del sistema actual, instituido en función del jurado; y v) la científica, la del
porvenir, cuya prueba por excelencia la proporciona la labor pericial, y no
pretende tan solo establecer los hechos delictivos, sino explicarlos, asimismo,
de modo metódico, mediante resultados experimentales388.
Sin embargo, en la doctrina Latinoamérica es pacífica la idea de que los
sistemas de valoración que más han influenciado en los sistemas procesales
son los siguientes: prueba tasada, libre convicción, sana crítica y libre
valoración.

2.1.1. Prueba tasada o tarifa legal


Se trata de un sistema en el que el resultado probatorio es fijado ex ante por el
legislador procesal de manera general; es decir, el juzgador estaría obligado
a asumir el valor que la ley o enunciado normativo atribuye a determinado
medio de prueba. Así, para Taruffo, esta forma de valoración consiste «en
la producción de reglas que, predeterminan, de forma general y abstracta,
el valor que debe atribuirse a cada prueba»389. Cappelletti afirma que en
la Edad Media y hasta finales del siglo XIX la tarifa legal era el sistema
probatorio del derecho común de Europa continental. Además, que se
caracterizaba por la desconfianza en el arbitrio judicial para valorar las
pruebas390. Conforme a este sistema, la labor del juez consistiría en cotejar
la relación de la prueba con el peso que un determinado enunciado legal
le reconozca. Couture sostiene que las reglas que contienen algún tipo
de pruebas tasadas o legales «son aquellas en las cuales la ley señala por
anticipado al juez el grado de eficacia que debe atribuir a determinado
medio probatorio»391.

388 Gorphe, François. De la apreciación de las pruebas. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas
Europa América, 1955, p. 9.
389 Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Traducción de Jordi Ferrer Beltrán. Madrid:
Trotta, 2002, p. 387.
390 Cappelletti, Mauro. El proceso civil en el derecho comparado. Las grandes tendencias
evolutivas. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa América, 1973, p. 89.
391 Couture, Eduardo. Fundamentos del derecho procesal civil. Op. cit., p. 268.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 169


A su turno, Cappelletti decía que «la valoración de las pruebas se hace
así, no por el juez, caso por caso y en consideración de los elementos concre-
tos de credibilidad, de verosimilitud, de persecución, sino apriorísticamente
y en abstracto por la ley. De ahí la consecuencia de que el juez en lugar de
valorar las pruebas, se limitara a contarlas»392. De lo dicho se puede colegir
que se trata de reglas establecidas por el legislador que establecen previa-
mente el valor de verdad que se atribuye a un medio de prueba393.

2.1.2. Íntima convicción


Surge como respuesta o réplica al sistema de prueba legal, cuyo propósito
era eliminar los posibles excesos que venían acaeciendo por el legislador.
De este modo se confirió al juez extensas potestades sobre la valoración
de los medios de pruebas por no estar sujetos a reglas legales o tasados.
Conforme a este modelo el juzgador que valora las pruebas es libre de
razonar a voluntad, discrecionalmente, arbitrariamente394. Es un sistema
característico del derecho francés (en su origen, conocido como intime
conviction) y alemán (identificado como freie Beweiswürdigung) de su época.
Según Rosenberg,

el juez (el colegiado mediante decisión de mayoría) resuelve sobre esto y, en


particular, sobre el valor probatorio del medio de prueba presentado, con
completa consideración de todas las circunstancias extraídas mediante el
debate o una posible recepción de la prueba, basándose en su experiencia
de vida y en el conocimiento de los hombres y de acuerdo con la libre con-
vicción; pero debe indicar en la sentencia sus fundamentos para su propia
seguridad, y con el fin del examen en la instancia superior395.

Couture afirmaba que es aquel modo de razonar que no se apoya nece-


sariamente en la prueba que el proceso exhibe al juez, ni en medios de

392 Cappelleti, Mauro. La oralidad y las pruebas en el proceso civil. Traducción de Santiago
Sentís Melendo. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa América, 1972, p. 41.
393 Cfr. Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el Derecho. Bases argumentales de la prueba.
Tercera edición. Op. cit., p. 141.
394 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Op. cit., p. 271.
395 Rosenberg, Leo. Derecho procesal civil. Tomo II. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa
América, 1955, p. 206.

170 | Décimo Pleno Casatorio Civil


información que pueden ser fiscalizados por las partes; sino que el magis-
trado adquiere el convencimiento de la verdad con la prueba de autos, fuera
de la prueba de autos y aun contra la prueba que obra en el proceso396. A
diferencia de la prueba tasada, el sistema de íntima convicción tiene la
característica de que el juzgador o tribunal no estaba ligado a formalida-
des que podían entorpecer la obtención de la verdad; empero, debido al
abandono de reglas para valorar tenía el riesgo de favorecer una concep-
ción subjetivista; en el sentido de que podría convencerse conforme a su
entender. Situación que impide una adecuada motivación de las decisiones
judiciales, pudiendo acrecentar el peligro de arbitrariedad, en tanto que no
permitiría un adecuado control intersubjetivo de los destinatarios de las
resoluciones judiciales.

2.1.3. Sana crítica


El sistema de valoración de la sana crítica o, más preciso, reglas de la
sana crítica, se origina en el derecho procesal español, específicamente en
los artículos 147 y 148 del Reglamento del Consejo Real Español, el cual
es el antecedente de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855397. Sobre el
particular, Sentís Melendo sostenía lo siguiente: «el concepto y la expresión
nos pertenecen: son netamente hispánicos. Fuera de nuestros países, la sana
crítica, como sistema de valoración de la prueba, o mejor como expresión
de esa valoración, no se encuentra»398. Este tipo de valoración tuvo bastante
influencia en ordenamientos procesales de países de Latinoamérica,
incluyendo el peruano, en su Código de Procedimientos Civiles de 1912.
Couture consideraba que las reglas de la sana crítica son reglas del
correcto entendimiento humano, en las que participan las reglas de la
lógica y de la experiencia del juez, que contribuyen a que el juez analice la
prueba con arreglo a la sana razón y a un conocimiento experimental de

396 Couture, Eduardo. Op. cit., p. 273.


397 El artículo 317 establecía que «los jueces y tribunales apreciarán, según las reglas de
la sana crítica, la fuerza probatoria de las declaraciones de los testigos». Cfr. Vicente
y Caravantes, José. Tratado histórico, crítico, filosófico de los procedimientos judiciales en
materia civil, según la Nueva Ley de Enjuiciamiento. Tomo I. Madrid: Imprenta de Gaspar y
Roig, 1856, p. 225.
398 Sentís Melendo, Santiago. Op. cit., p. 3.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 171


las cosas399. En similar sentido, Alsina explicaba que «las reglas de la sana
crítica, no son otras que las que prescribe la lógica y derivan de la expe-
riencia, las primeras con carácter permanente y las segundas, variables en
el tiempo y en el espacio»400. En comparación con los dos sistemas antes
descritos, Couture sostenía que «este concepto configura una categoría
intermedia entre la prueba legal y la libre convicción. Sin la excesiva rigidez
de la primera y sin la excesiva incertidumbre de la última, configura una
feliz fórmula, elogiada alguna vez por la doctrina, de regular la actividad
intelectual del juez frente a la prueba»401. En efecto, en la doctrina procesal
mayoritaria este sistema de valoración es visto como un sistema intermedio
(tertium genus) entre la prueba legal y el de la íntima convicción.
A pesar de ello, es un sistema que ha sido fuertemente criticado, sobre
todo porque nunca se precisó de qué manera se pueden aplicar las reglas de
la lógica y las máximas de experiencia402 (base fundamental en esta teoría).
Esto sin considerar que también en el sistema de libre convicción estas
reglas estaban del todo excluidas. Motivo por el cual se ha puesto en cuestión
su genuina calidad de tipo de valoración probatoria, al punto de que algunos
lo equiparan al de libre valoración. Es del mismo parecer Nieva Fenoll
cuando afirma «que aquello que se deduce de la “sana crítica” no difiere
en absoluto de lo que pretende la intime conviction o la freie Beweiswürdigung.
Pudiendo concluir, llegados a este punto, que las iniciales enseñanzas de
Beccaria y la liberación en la valoración de la prueba inspirada con gran
difusión por Blackstone y Bentham, finalmente tuvieron bastante éxito en
toda Europa»403.

399 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Op. cit., pp. 270-271.
400 Alsina, Hugo. Tratado teórico práctico de derecho procesal civil y comercial. Tomo VI. Buenos
Aires: Ediar Editores, 1961, p. 760.
401 Couture, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Op. cit., p. 270.
402 Según Stein, las máximas de experiencia «son definiciones o juicios hipotéticos de
contenido general, desligados de los hechos concretos que se juzgan en el proceso,
procedentes de la experiencia, pero independientes de los casos particulares de cuya
observación se han inducido y que, por encima de esos casos, pretenden tener validez
para otros nuevos» (Stein, Friedrich. El conocimiento privado del juez. Pamplona: Ediciones
Universidad de Navarra, 1973, p. 30).
403 Nieva Fenoll, Jordi. Op. cit., pp. 89-90.

172 | Décimo Pleno Casatorio Civil


2.1.4. Libre valoración
Según Taruffo, la libre valoración presupone la ausencia de aquellas reglas
(las que predeterminan el valor de la prueba) e implica que la eficacia de
cada prueba para la determinación del hecho sea establecida caso a caso,
siguiendo criterios no predeterminados, discrecionales y flexibles, basados
esencialmente en presupuestos de la razón404. En el mismo sentido Ferrer
es de la idea de que un sistema jurídico que establece un régimen de libre
valoración de la prueba deberá valorar el apoyo que cada elemento de juicio
aporta a las hipótesis en conflicto, de forma individual y en conjunto. De
esta manera, afirma el autor, «deberá obtenerse un resultado que nos permita
saber el grado de confirmación del que dispone cada una de esas hipótesis»405.
Además, Ferrer considera que «la libre valoración de la prueba es libre solo
en el sentido de que no está sujeta a normas jurídicas que predeterminen el
resultado de esa valoración. La operación consistente en juzgar el apoyo
empírico que un conjunto de elementos de juicio aportan a una hipótesis
está sujeta a los criterios generales de la lógica y de la racionalidad»406.
En este sistema el juez asume las siguientes tareas: i) identifica
plenamente todos los medios de prueba ofrecidos y actuados en el proceso;
ii) evalúa cada una de ellas, y hace una valoración individual de cada una
de ellas, identificando qué información arrojan individualmente; iii) luego
evalúa conjuntamente todas las pruebas que en la etapa anterior analizó
individualmente; iv) después de este trabajo de valoración con criterio de
unidad del material probatorio obtenido, el juez escoge únicamente los
medios de prueba que le sirven para resolver el caso; y v) resuelve el caso
con las pruebas que definió como determinantes para resolverlo. Toda
esta actividad la debe hacer el juez partiendo de criterios de racionalidad,
objetividad, sustentados en la lógica y respetando los principios lógicos,
sana crítica y máximas de experiencia. Para estas etapas el juez no debe estar
sujeto a ningún mandato imperativo legal que lo lleve a valorar la prueba
con determinado criterio. La valoración la hace siguiendo los parámetros ya
mencionados.

404 Taruffo, Michele. Op. cit., p. 387.


405 Ferrer Beltrán, Jordi. «La prueba es libertad, pero no tanto: una teoría de la prueba
cuasi-benthamiana». En Revista Jurídica Mario Alario D’Filippo, vol. 9, núm. 18, 2017, p. 156.
406 Idem.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 173


Lo que busca el sistema de libre valoración de la prueba es que el juez
tenga libertad de valorar la prueba, pero se asume el compromiso para que
esta tarea sea integral, racional, crítica, no contradictoria, sujeta a reglas
lógicas y utilizando las herramientas de apoyo necesario para hacerlo como
las máximas de experiencia. Por ello, se ha sostenido en la doctrina que la
libertad del juez para valorar la prueba queda sujeta a la razón, es decir,
que la valoración queda sujeta a un procedimiento racional. Si el juez no
considera los parámetros indicados puede convertir su actividad probatoria
en libertad absoluta y, en consecuencia, arbitraria.
Al respecto, cabe señalar que no se trata de que el juzgador pueda rea-
lizar la valoración probatoria en general (y sobre la prueba de oficio en par-
ticular) como considere pertinente o de manera arbitraria, sino en el marco
de presupuestos de la razón, que supone una adecuada justificación.

2.2. Valoración probatoria en el ordenamiento peruano

2.2.1. Máximas de experiencia


Respecto a las máximas de experiencia, debe destacarse del juzgador que, al
estar inmerso en un sistema de libre valoración, no necesariamente se hace
referencia a que él mismo sea libre en su apreciación, es decir, que el juez
al momento de vincular la prueba con los hechos no puede apartarse de
conocimientos generales sino posee también límites, tales como los cono-
cimientos generales, así como las máximas de experiencia que comprenden
generalizaciones empíricas justificadas.
Así, cabe resaltar que las máximas de la experiencia tienen la función de
que la valoración se circunscriba a aquellos conocimientos compartidos por
la mayoría de las personas en una determinada comunidad; en ese sentido,
puede colegirse que posee la función de limitación a libre valoración de la
prueba, toda vez que se relaciona con el tipo de conocimientos que le es
permitido utilizar al juez para la resolución del conflicto intersubjetivo de
intereses.
En ese contexto, en el ordenamiento procesal civil peruano se advierte que
el juez se encuentra facultado para el uso de las máximas de experiencia407.

407 «Artículo 281.- El razonamiento lógico-crítico del Juez, basado en reglas de experiencia o
en sus conocimientos y a partir del presupuesto debidamente acreditado en el proceso,
contribuye a formar convicción respecto al hecho o hechos investigados».

174 | Décimo Pleno Casatorio Civil


2.2.2. Reglas de prueba tasada
Por otro lado, respecto al sistema de valoración de prueba tasada debe
destacarse que, siendo un tipo de valoración basada en reglas, que de manera
rígida asignan un determinado resultado a los medios de prueba, tuvo como
razón de ser, también, el de limitar el poder del juzgador en la valoración
probatoria. En ese sentido, debe resaltarse que la inferencia probatoria de
este tipo de valoración cumple la función de correlacionar un hecho base
con la obligación de dar por probada una determinada hipótesis.
Este tipo de valoración probatoria, si bien viene siendo progresivamente
eliminado de los ordenamientos jurídicos, en el derecho peruano todavía
puede también identificarse en algunas disposiciones normativas estableci-
das en el Código Civil y el Código Procesal Civil408.

2.2.3. Valoración conjunta


Este tipo de valoración de la prueba en el ordenamiento jurídico proce-
sal civil peruano se encuentra establecida en la disposición normativa del
artículo 197 del Código Procesal Civil, que expresamente señala: «La valo-
ración de los medios probatorios son valorados por el juez en forma conjunta

408 «Artículo 25 del CC.- La prueba referente al nombre resulta de su respectiva inscripción
en los registros de estado civil. […]
Artículo 363 del CC.- El marido que no se crea padre del hijo de su mujer puede negarlo:
1.- Cuando el hijo nace antes de cumplidos los ciento ochenta días siguientes al de la
celebración del matrimonio.
2.- Cuando sea manifiestamente imposible, dadas las circunstancias, que haya cohabitado
con su mujer en los primeros ciento veintiún días de los trescientos anteriores al del
nacimiento del hijo.
3.- Cuando está judicialmente separado durante el mismo período indicado en el inciso
2); salvo que hubiera cohabitado con su mujer en ese período.
4.- Cuando adolezca de impotencia absoluta.
5.- Cuando se demuestre a través de la prueba del ADN u otras pruebas de validez
científica con igual o mayor grado de certeza que no existe vínculo parental. El Juez
desestimará las presunciones de los incisos precedentes cuando se hubiera realizado
una prueba genética u otra de validez científica con igual o mayor grado de certeza.
[…]
Artículo 370 del CC.- La carga de la prueba recae sobre el marido en los casos del Artículo
363, incisos 2 y 4. En el caso del inciso 1 solo está obligado a presentar las partidas de
matrimonio y la copia certificada de la de nacimiento; y en el del inciso 3, la resolución
de separación y la copia certificada de la partida de nacimiento. Corresponde a la mujer
probar, en sus respectivos casos, haberse dado las situaciones previstas en el Artículo 363,
inciso 3, o en el Artículo 366».

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 175


utilizando su apreciación razonada. Sin embargo, en la resolución, solo
serán expresadas las valoraciones esenciales y determinantes que sustentan
su decisión».
Al respecto, como señala Jordi Ferrer Beltrán, debe advertirse que si
bien una decisión sobre los hechos no puede realizarse sin una valoración
conjunta, este tipo de valoración no puede ser utilizada para evitar la
valoración individualizada, esto es, la valoración concreta de cada una de
las pruebas aportadas, toda vez que solo después de valoradas individual-
mente las pruebas podrá realizarse con rigor una valoración conjunta de
estas409. En ese contexto, cabe destacar que la sola valoración conjunta
implicaría la restricción a una motivación entendida como justificación,
e impediría 1) la valoración de cada uno de los medios probatorios actua-
dos; 2) el resultado de la valoración; y 3) la individualización de la hipótesis
aceptada como verdadera (probada).

3. Valoración racional de la prueba y prueba de oficio

3.1. Valoración racional de la prueba

3.1.1. Racionalidad y valoración racional de las pruebas


El término racionalidad empleado en los estudios sobre valoración proba-
toria se ciñe a la acepción epistemológica de la prueba, esto es, desde una
acepción cognoscitivista, que no necesariamente se encuentra en defensa
de una tesis objetivista (en el sentido extremo) en el conocimiento de los
hechos del caso materia de una decisión judicial. Para la concepción cog-
noscitivista de la valoración probatoria, los hechos externos son objetivos en
el sentido ontológico, ya que la existencia de dichos hechos no depende del
observador; en cambio, los hechos percibidos y hechos interpretados son
epistemológicamente subjetivos, toda vez que los primeros son relati-
vos a una determinada capacidad sensorial y los últimos son relativos al
«trasfondo», es decir, «la subjetividad que afecta a la interpretación de los
hechos es relativa a un grupo social e incluso a un individuo»410.

409 Ferrer Beltrán, Jordi. «Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judicia-
les». Op. cit., p. 29.
410 González, Daniel. Quaestio Facti. Ensayos sobre prueba, causalidad y acción. Lima: Palestra
Editores, 2005, p. 40.

176 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Por ello, se puede argüir que los denominados hechos percibidos e
interpretados también forman parte de la operación constructiva de los
enunciados fácticos, toda vez que la formulación de un enunciado fáctico
es formulada por alguien «en una situación concreta y, generalmente con
una finalidad específica»411. Sin embargo, tal situación «no impide que se
pueda predicar la verdad o falsedad del enunciado fáctico, y que por lo
tanto, pueda ser objeto de prueba en el proceso»412. Tal probabilidad (o el
enunciado «está probado que p») se encontraría basada en la máxima rela-
ción de correspondencia (conexión) entre la afirmación y los hechos acae-
cidos en la realidad, donde el grado de probabilidad suministrará un buen
criterio para la justificación de un enunciado fáctico que se acepta como
verdadero413.
En ese contexto, para acercarnos al tema de valoración racional de la
prueba en relación con la aplicación de la prueba de oficio, es necesario
tomar en cuenta lo señalado por los profesores Parra Quijano y Alfaro.
Para Jairo Parra Quijano una «demostración racional» (de los hechos)
constituye la «prueba de la corrección lógica del pensamiento» y prepara el
descubrimiento de la «verdad»414. En ese mismo sentido, Luis Alfaro, en
referencia a la regulación de la actuación de la prueba de oficio en el pro-
ceso civil peruano (que prevé el deber de motivación para la aplicación
de prueba de oficio), realiza un análisis sobre las razones y argumentos
jurídicos que justificarían tal regulación. Indica que el análisis de la relación
entre el deber de motivación de las resoluciones judiciales con tal iniciativa
se adhiere a una concepción epistemológica de la prueba y de la motiva-
ción como justificación racional de la decisión, y considera que ello per-
mitiría «tener argumentos suficientes para postular la idea de una concepción
racional de la iniciativa probatoria del juez»415. En ese contexto, para el autor,

411 Taruffo, Michele. «Algunas consideraciones sobre la relación entre prueba y verdad».
En Discusiones, núm. 3, 2003, p. 18.
412 Ibid, pp. 22-23.
413 Gascón, Marina. «Sobre la posiblidad de formular estándares de prueba objetivos». En
Ortega Gomero, Santiago (ed.). Proceso prueba y estándar. Lima: Ara Editores, 2009,
pp. 18 y ss.
414 Parra, Jairo. Racionalidad de la prueba de oficio. Op. cit., pp. 15-18.
415 Alfaro, Luis. «La motivación y la prueba de oficio: racionalidad de la iniciativa
probatoria del juez». En Revista de la Maestría en Derecho Procesal, vol. 6, núm. 1, 2016,
p. 60.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 177


«la concepción epistemológica (como instrumento de conocimiento) es el
modelo más racional que nos conviene asumir, ya que toma como referente
básico que el proceso tiene que estar encaminado hacia la búsqueda de la
verdad, es decir, se conectaría con aquella segunda postura sobre la función
del proceso orientada a resolver la controversia mediante decisiones justas».

3.1.2. Concepción persuasiva y cognitivista


La acepción de valoración de la prueba en el ámbito procesal no es unívoca.
En algunas ocasiones sus definiciones se encuentran ligadas a las exigencias
de motivación, en la medida que el valor que se le atribuye a los medios
de prueba debe estar contenido en la motivación, y en otras se toma a la
valoración probatoria desde la perspectiva del juicio de decisión de los
hechos. No obstante, como señala Ampuero, «sin perjuicio de este lenguaje
que suele ser común entre los juristas del Derecho Procesal, está aceptado
por la doctrina que es perfectamente posible concebir a la valoración de la
prueba como un instante anterior al de la decisión sobre los hechos. [Siendo
así], valorar la prueba es determinar el grado de probabilidad que tienen
las hipótesis fácticas de acuerdo a la información que arroja la prueba
disponible»416. En ese contexto, la valoración de la prueba opera sobre la
información, que es el resultado de la actuación de las pruebas propuestas
por las partes y el juez, información que incidirá directamente sobre el grado
(mayor o menor) de probabilidad417.
Sin embargo, se debe destacar que el tema de la valoración probatoria
se encuentra ligado a la acepción misma de la finalidad del proceso, esto
es, si se identifica como la búsqueda de la verdad o la sola resolución del
conflicto intersubjetivo de intereses. Por tanto, la prueba en el proceso puede
entenderse desde una concepción cognitivista o una concepción persuasiva.
La primera concibe que el juicio de la prueba incluye un problema de
racionalidad que debe estar apoyado en un enfoque epistemológico,
esto es, que la verdad en el proceso está vinculada como finalidad de la
prueba. La segunda concibe a la prueba judicial como un instrumento de

416 Hunter Ampuero, Iván. «Reglas de prueba legal y libre valoración de la prueba: ¿cómo
conviven en el Proyecto de Código Procesal Civil?». En Ius et Praxis, núm. 1, año 23,
2017, p. 250.
417 Ibid, p. 251.

178 | Décimo Pleno Casatorio Civil


persuasión. Sobre el particular, Cavallone es crítico con esta división entre
función persuasiva y demostrativa de la prueba y sostiene que «en términos
de teoría general, se le atribuye a la prueba una función persuasiva, por la
cual se induce al juez a pronunciarse en sentido favorable a la que si tiene
la razón. Esta —se dice en sustancia— es una visión no solo arcaica, sino
que es una actitud abogadesca del juicio de los hechos, del todo incompatible
con la moderna concepción racional de la prueba, según la cual se cumple
una función demostrativa y así puede servir a la determinación de la verdad.
Confieso que no comprendo dicha crítica»418.
Desde el ámbito doctrinal, se puede identificar a un sector que defiende
la posición de la verdad como finalidad de la prueba en el proceso; dentro
de este sector encuentra Taruffo, quien señala que los tribunales deberían
establecer la verdad de los hechos en litigio asumiendo la verdad de los
hechos en disputa como una meta del proceso judicial419. Asimismo, Ferrer,
quien indica que el objetivo institucional de la actividad probatoria en el
proceso judicial es la «averiguación de la verdad»420. En esa misma línea,
Nieva señala «que como finalidad material de la prueba sí que puede
apuntarse la averiguación de la verdad»421. En tal sentido, para el autor, el
objetivo de la prueba es el acercamiento en la mayor medida posible a la
realidad de los hechos422.
Al respecto, conviene hacer mención de que para los fines de esta decisión
la que más beneficia y respalda a la perspectiva epistémica del proceso es
aquella conocida como «concepción cognitivista», que es entendida como
un modelo racional de valoración de la prueba, conforme a una tradición
racional de la prueba, cuyos orígenes pueden encontrarse en el pensamiento
del jurista inglés Bentham423. Twining explica que este modelo proporciona

418 Cavallone, Bruno. «Alessandro Giuliani Processualista (Ordine isonomico, ordine


asimmetrico, principio dispositivo, principio inquisitorio)». En Rivista di Diritto Processuale,
núm. 1, 2012, p. 108.
419 Taruffo, Michele. La prueba. Op. cit., p. 20.
420 Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Op. cit., pp. 29-32.
421 Nieva Fenoll, Jordi. Op. cit., p. 147.
422 Ibid, p. 149.
423 Si bien la conocida tradición racional de la prueba encuentra sus orígenes y fundamentos
en el common law, a raíz de los aportes del filósofo inglés Jeremy Bentham, sin embargo,
en la actualidad su pensamiento ha sido difundido por los trabajos de teóricos del civil

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 179


la imagen más coherente de los principios de la prueba, la que se resume en
la proposición benthamita de que el objetivo primario del proceso jurídico
consiste en la búsqueda de justicia por medio del derecho, mediante la
obtención de decisiones correctas a través de medios racionales424.

3.2. Valoración racional de la prueba de oficio

3.2.1. Motivación de la prueba de oficio:


¿prueba de oficio para la convicción?
Si bien el artículo 194 del Código Procesal Civil establece que la prueba
de oficio tiene como propósito «formar convicción», esta no debe ser enten-
dida en sentido de una concepción persuasiva o psicologista de la prueba,
esto es, que la aplicación de la prueba de oficio solo fuera para el conven-
cimiento del juez, sino para el esclarecimiento de la verdad de los hechos
introducidos en el proceso. En ese contexto, la exigencia de la motivación
prevista en el artículo 194 del Código Procesal Civil (como desarrollo del
artículo 139, inciso 5, de la Constitución425) hace referencia al contexto en
el que debe darse cuenta de las razones de la decisión dada por el órgano
jurisdiccional como «correcta o aceptable»426.
Así, la motivación puede identificarse como aquel instrumento que
tiene la utilidad de «evitar la arbitrariedad del poder», como señala Marina
Gascón:

adquiere una particular importancia merced a la evolución que ha conocido


el Estado de Derecho en el constitucionalismo, un modelo de Estado que
encuentra su legitimidad (externa) en la protección de los individuos y sus

law como, por ejemplo, Taruffo, Michele. Simplemente la verdad. El juez y la construcción
de los hechos. Op. cit.; Ferrer Beltrán, Jordi. La prueba y verdad en el derecho. Op. cit.;
Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba.
Segunda edición. Op. cit.; entre otros.
424 Twining, William. Op. cit., p. 326.
425 El artículo 139, inciso 5), consagra como garantía de la función jurisdiccional «la
motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las instancias, excepto los
decretos de mero trámite».
426 Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba.
Segunda edición. Op. cit., pp. 184 y ss.

180 | Décimo Pleno Casatorio Civil


derechos, y que, al consagrar esos derechos en el nivel jurídico más alto, la
Constitución condiciona también la legitimidad (interna) de los actos de
poder a la protección de esos derechos. La motivación cobra entonces una
dimensión político-jurídica garantista, de tutela de derechos427.

3.2.2. ¿Cómo se debe valorar la prueba de oficio?


Al respecto, conviene recordar, en el marco de una valoración racional,
que la prueba consiste en «evaluar el apoyo empírico que un conjunto de
elementos de juicio aportan a una determinada hipótesis»428. En este sentido,
como se ha advertido de los argumentos ut supra desarrollados sobre la
finalidad institucional de la prueba y del sentido epistémico del proceso,
convendría entender a la prueba de oficio desde una concepción cognitivista
y no persuasiva (como refiere el artículo 194 del Código Procesal Civil);
así, su finalidad debe ser identificada desde el enfoque epistemológico.
En ese contexto, la prueba de oficio como medio probatorio incorporado
al proceso también se encuentra supeditada a la valoración probatoria, toda
vez que en la apreciación de cada uno de los medios probatorios incorpora-
dos al proceso bajo la concepción racionalista de la prueba, su valoración
debe ser realizada previamente en forma individual para ser luego valorada
en forma conjunta con los demás medios probatorios, ya que la prueba de
oficio tiene como imperativo categórico la búsqueda de la verdad, esto es,
la verdad de los hechos introducidos al proceso. Siendo así, habiéndose
advertido diversos problemas aplicativos sobre cómo valorar las pruebas de
oficio en relación con los demás medios de prueba, es necesario precisar
que la prueba de oficio aportada al proceso en virtud del poder probatorio
del juez no debe tener ninguna preferencia o prevalencia en relación con los
otros medios de prueba aportados por las partes al proceso. De otro lado,
es conveniente igualmente establecer que la prueba de oficio y las pruebas
que puedan haber aportado las partes procesales deben ser valoradas de
manera individual y luego de manera conjunta por el juez a fin de corrobo-
rar la hipótesis fáctica del caso concreto.

427 Ibid, p. 182.


428 Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Op. cit., p. 46.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 181


4. Reglas establecidas

4.1. Justificación de las reglas para la prueba de oficio

En el contenido de las reglas a establecer en el presente Pleno Casatorio


se debe ratificar la posición del legislador de establecer a la prueba de
oficio como una facultad excepcional para incorporar medios de prueba
adicionales a los que hubieran ingresado al proceso las partes. El legislador
entiende como necesario en algunos casos el uso de esta facultad. Es por
ello que la encontramos contenida en el artículo 194 del Código Procesal
Civil y en diversas disposiciones de naturaleza procesal, aunque es necesario
mencionar que el juez al hacer uso de esta debe tomar en cuenta los límites
establecidos en el ordenamiento procesal, para evitar que se haga un mal
uso de ella.
El juez juega un papel importante en la actividad probatoria en el proceso.
Es por ello que se le debe exigir en esta tarea que sea diligente y responsable.
Por este motivo, en los procesos judiciales el juez debe tener sumo cuidado
en fijar los puntos (hechos) controvertidos, de tal manera que le sea más
fácil a las partes y al juez definir de antemano en qué elementos fácticos
relevantes las partes no se encuentran de acuerdo y concretamente qué debe
probarse en el proceso, debiendo desterrar la mala praxis de integrar como
puntos controvertidos una simple descripción de las pretensiones postuladas.
Esta es la peor forma de fijar los hechos controvertidos.
Como se ha señalado de antemano, en la prueba de oficio juega un
papel importante y trascendente el contradictorio. Es por ello que al
ejercitar este poder probatorio el juez debe garantizar que las partes puedan
siempre ejercitarlo sin restricciones, pero siempre tomando en cuenta la
naturaleza del proceso que tramitan. No debe, por tanto, establecerse una
regla fija e inmóvil sobre el contradictorio. Más bien, dada la complejidad
y situaciones a presentarse en estos casos, puede ser previo, diferido, oral
o escriturado.
La oportunidad de la prueba de oficio es de mucha importancia. Debe-
ría ser en una sola oportunidad, es decir, en un solo acto. No es admisible
el uso de la prueba de oficio de manera progresiva, ya que esta situación
pondría en evidencia una conducta inadecuada del juez. Lo mismo sucede
con el momento en que se deben usar. Lo correcto debería ser después de

182 | Décimo Pleno Casatorio Civil


concluida la actuación de la prueba y, excepcionalmente, antes de emitir
sentencia y en los procesos orales, en la audiencia preliminar y de forma
excepcional en la audiencia de prueba.
En muchos casos, el juez debe evaluar la posibilidad de ejercitar la facul-
tad excepcional de incorporar nuevos elementos de prueba cuando se
encuentre en situaciones en las que existen medios de prueba relevantes
para la solución del caso en el expediente, pero que no ingresaron de forma
regular (no fueron admitidos formalmente). Se trata de supuestos de rebel-
día, medios de prueba ofrecidos de manera extemporánea, rechazados de
forma expresa por el juez, adjuntados al recurso de apelación, entre otras
situaciones. Estas situaciones deben llevar siempre al juez a evaluar si es
viable ejercitar el poder probatorio establecido en el artículo 194 del Código
Procesal Civil.
La prueba de oficio en segundo grado suele ser la más complicada, ya que
las Salas Superiores no ejercitan de manera cotidiana el poder probatorio
contenido en la disposición procesal, anulando muchas veces la sentencia
venida en grado. Por el contrario, las Salas Superiores tienen la posibilidad
de ejercitar este poder probatorio e incorporar adicionales medios de prueba
que les puedan solucionar el conflicto con mayor acercamiento a la verdad
de los hechos (están autorizados expresamente por el artículo 194 del Código
Procesal Civil). Por ello es que se debe establecer un mecanismo para el
ejercicio de esta facultad excepcional en Sala Superior que permita que las
partes puedan ejercer de forma irrestricta el derecho al contradictorio y tal
vez de contraprueba, dándole un sentido diferente a la llamada audiencia de
vista de la causa.
En relación con el efecto de la apelación que se pudiera presentar cuando
las partes ejercen impugnación en contra de la resolución que ordenó la
prueba de oficio, conviene precisar el efecto en el que se debería conceder, ya
que el artículo 194 del Código Procesal Civil no lo precisa. Solo se establece
que procederá la apelación cuando el juez no ha cumplido con las exigencias
establecidas en el citado artículo, debiendo ser concedida conforme lo ha
considerado este Colegiado sin efecto suspensivo y con calidad de diferida.
Si la prueba de oficio es en segunda instancia, podría ser postulada como
argumento para el recurso de casación.
Con este Pleno Casatorio se busca establecer reglas para los procesos en
general (y aplica para cualquier proceso civil), pero en especial para aque-
llos en los que se tramitan pretensiones de naturaleza real (reivindicación,

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 183


mejor derecho de propiedad, desalojos, interdictos, entre otros) y aque-
llos de naturaleza personal. En los primeros, se presentan un gran número
de problemas que podrían ser solucionados de forma correcta si se hace
uso del poder probatorio (identificación del bien —como el caso que nos
ocupa—, áreas, medidas perimétricas, colindancias, superposición de bie-
nes, entre otros), y en los de naturaleza personal, en los que destacan los
procesos de nulidad, anulabilidad, ineficacia, pretensión pauliana, otorga-
miento de escritura pública, entre otros, sobresale en estos la existencia de
situaciones referidas a la nulidad manifiesta prevista en el artículo 220 del
Código Civil. Respecto de esta institución existen sendos pronunciamientos
en dos Plenos Casatorios Civiles previos al presente, sin embargo, en ellos
no se han desarrollado reglas de la prueba de oficio en particular.
Finalmente, corresponde establecer una regla abierta para la protección
de personas en situación de vulnerabilidad, ya que en estos casos el juez
podrá disponer la actuación de pruebas de oficio cuando advierta en el
proceso limitaciones u obstáculos para el ejercicio pleno de los derechos que
el ordenamiento jurídico nacional, los tratados internacionales y el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos les reconocen. Esta regla le da la
posibilidad al juez de hacer prueba de oficio en situaciones de esta naturaleza.

4.2. Las reglas para el ejercicio de la prueba de oficio

Considerando los diversos criterios asumidos por la Corte Suprema frente a


una serie de problemas de tipo jurisprudencial resulta necesario establecer
las siguientes reglas generales —considerando los principios procesales,
posiciones teóricas y la orientación epistémica antes analizadas en esta
decisión— con carácter vinculante, sobre el ejercicio de la prueba de oficio
en el proceso civil.
Estas reglas bien pueden ser de aplicación supletoria a los ordenamientos
procesales no penales (contencioso administrativo, proceso laboral, proceso
constitucional y en asuntos de familia), siempre que sean adecuadas a la
búsqueda de la verdad y no sean contrarias a las reglas especiales que las
regulan.
Primera regla: «El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un
enunciado legal que confiere al juez un poder probatorio con carácter de
facultad excepcional y no una obligación. Esta disposición legal habilita al
juez a realizar prueba de oficio, cuando el caso así lo amerite, respetando
los límites impuestos por el legislador».

184 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Segunda regla: «El juez fijará los puntos controvertidos con precisión
y exhaustividad, los cuales no deben ser una mera descripción de las
pretensiones procesales postuladas en el proceso».
Tercera regla: «El juez de primera o segunda instancia, en el ejercicio y
trámite de la prueba de oficio, deberá cumplir de manera obligatoria con los
siguientes límites: a) excepcionalidad; b) pertinencia; c) fuentes de prueba;
d) motivación; e) contradictorio; f) no suplir a las partes; y g) en una sola
oportunidad».
Cuarta regla: «El contradictorio, en la prueba de oficio, puede ser previo
o diferido y se ejerce por las partes de forma oral o escrita, dependiendo de
la naturaleza del proceso».
Quinta regla: «En primera instancia, si el proceso es escrito, el juez podrá
utilizar las pruebas de oficio al terminar la práctica de las pruebas admitidas,
excepcionalmente antes de la sentencia. En los procesos sujetos a oralidad
se hará en la audiencia preliminar, excepcionalmente en la audiencia de
pruebas».
Sexta regla: «Cuando el medio de prueba es extemporáneo o no fue
admitido por declaración de rebeldía, el juez de primera o segunda instancia
deberá analizar su pertinencia y relevancia, y evaluar su admisión oficiosa.
El mismo tratamiento debe darse al medio de prueba declarado formalmente
improcedente y [que] no haya mediado apelación».
Séptima regla: El juez podrá evaluar la necesidad de incorporar de
oficio las copias certificadas, físicas o virtuales de los procesos judiciales o
procedimientos administrativos conexos vinculados con la controversia y
con incidencia directa en el resultado del proceso.
Octava regla: «La Sala Superior, en la resolución que programa la vista
de la causa, indicará la posibilidad de prueba de oficio, sometiéndola al
contradictorio en la audiencia de vista de la causa y tomando la decisión en
ese acto. Si el medio de prueba es de actuación diferida, esta estará a cargo
del juez superior de menor antigüedad».
Novena regla: «Cuando proceda la apelación contra la resolución que
ordena prueba de oficio se concederá sin efecto suspensivo y con la calidad
diferida. En segunda instancia, el cuestionamiento a la prueba de oficio
podrá ser alegado como argumento en el recurso de casación, cuando sea
viable postular este recurso».
Décima regla: «En los procesos relacionados con derechos reales, el
juez puede utilizar especialmente como prueba de oficio: i) inspección

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 185


judicial en el bien materia de debate; ii) prueba pericial para identificar
correctamente el inmueble, su ubicación, sus dimensiones, numeración,
colindancias, superposiciones, entre otros; iii) documentos consistentes en
a) partida registral y/o título archivado del bien emitido por Registros
Públicos o registro análogo; b) certificado catastral expedido por SUNARP
donde [se] precise que el predio no está inscrito independientemente ni
pertenece a uno de mayor extensión; c) copia literal íntegra de la partida
registral en caso de haber superposición registral; y d) cualquier otra infor-
mación registral, notarial o a cargo de algún funcionario público, que resulte
relevante para el caso».
Regla undécima: «En los procesos en los que se tramitan pretensiones
de naturaleza personal, en caso de insuficiencia probatoria el juez podrá uti-
lizar como prueba de oficio aquellas que le permitan determinar la verdad
de los hechos materia de controversia. La misma regla aplica para supuestos
en los que se aprecie una nulidad manifiesta del negocio jurídico, conforme
al artículo 220 del Código Civil».
Regla duodécima: «En los procesos que discutan derechos de personas
en condición de vulnerabilidad por razones de edad, género, discapacidad,
pertenencia a comunidades indígenas o minorías, víctimas, migrantes,
personas en extrema pobreza, privadas de la libertad u otros, el juez podrá
disponer la actuación de pruebas de oficio cuando advierta en el proceso
limitaciones u obstáculos para el ejercicio pleno de los derechos que el
ordenamiento jurídico nacional, los tratados internacionales y el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos les reconocen».

V. Análisis del caso

1. Juicio de fundabilidad del recurso de casación

PARTE CONSIDERATIVA:

PRIMERO. En la presente demanda se postuló la pretensión de


reivindicación. Al respecto, el artículo 923 del Código Civil indica: «La
propiedad es el poder que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar un
bien. Debe ejercerse en armonía con el interés social y dentro de los límites

186 | Décimo Pleno Casatorio Civil


de la ley». A su vez, el artículo 927 del acotado Código prescribe: «La acción
reivindicatoria es imprescriptible. No procede contra aquél que adquirió el
bien por prescripción».
También, en los artículos 2, incisos 8 y 16, y 70 de la Constitución Política
del Estado se reconoce al derecho de propiedad como derecho fundamental
que debe ser concebido como el poder jurídico que permite a una persona
usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien, pudiendo el propietario servirse
directamente del bien, percibir sus frutos y sus productos, y darle destino o
condición conveniente a sus intereses patrimoniales, siempre y cuando se
ejerza en armonía con el bien común y dentro de los límites de ley.
Consecuentemente, la reivindicación importa la restitución del bien a su
legítimo propietario. En atención a ello, para su procedencia debe existir
siempre un examen sobre el derecho de propiedad de la parte accionante,
dado que la acción reivindicatoria persigue que sea declarado el derecho
y que, en consecuencia, le sea restituida la cosa sobre la cual recae. Por lo
tanto, la reivindicación implica, de manera inseparable, el reconocimiento
del dominio y la restitución de la cosa a su propietario.
SEGUNDO. Asimismo, esta Corte Suprema, en reiterada y uniforme
jurisprudencia, como la recaída en la Casación n.o 3436-2000/Lambayeque,
emitida por la Sala de Derecho Constitucional y Social, así como en la
Casación n.o 729-2006/Lima, expedida por esta Sala Civil Permanente, ha
señalado que si bien es cierto la norma no define exactamente los alcances
de la acción reivindicatoria, para su ejercicio deben concurrir los siguientes
elementos: a) que se acredite la propiedad del inmueble que se reclama;
b) que el demandado posea la cosa de manera ilegítima o sin derecho a
poseer; y c) que se identifique el bien materia de restitución.
TERCERO. De la revisión de la sentencia impugnada se aprecia que el
Ad quem sustenta su decisión en los considerandos decimoséptimo a vigésimo
de la impugnada, arguyendo que «evaluados los planos perimétricos no se
advierte que acrediten que ambas direcciones se traten del mismo predio,
ello en tanto que no se sustenta con pruebas adicionales como una pericia
técnica que, evaluando los antecedentes registrales, haya podido establecer
la indicada identidad», señalando también que «si bien el A quo tiene una
facultad como es la establecida en el artículo 194 del Código Procesal Civil,
tal situación no puede llevar a que sustituya a una de las partes en su
actividad probatoria», así como también advirtió que la actora no adjuntó
la partida electrónica 11439305, empero, de la copia del asiento C00296 que

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 187


corre en autos se advierte que los vendedores en la escritura pública que
sustenta el derecho de la actora adquirieron un porcentaje (27.895 %) de
los derechos y acciones sobre la totalidad del inmueble sin que se precise
o se encuentre delimitado dicho porcentaje de la totalidad del bien así
como si en dicho porcentaje se encuentre el predio materia de autos; y, por
último, concluye el Ad quem que en el proceso no se ha acreditado uno de los
elementos que se requieren para la reivindicación (identificación concreta
del bien ocupado por el demandado).
CUARTO. En esa línea de ideas, se puede colegir que el Ad quem advirtió
la existencia de una insuficiencia probatoria respecto de la identificación
plena del bien materia de reivindicación; sin embargo, en vez de hacer uso
de la facultad excepcional prevista en el artículo 194 del Código Procesal
Civil, el Ad quem decidió declarar improcedente la demanda al no haberse
acreditado la identificación del bien materia de litis; con esta decisión la Sala
Superior, por un lado, dejó de ejercer este poder probatorio que pudo llevarlo
a determinar con mayor certeza la verdad de los hechos controvertidos, de
tal forma que pudo tener mayores elementos probatorios que le permitan
decidir la controversia con la mayor solvencia y objetividad, y de esta forma
resolver el conflicto con una mejor cercanía a la verdad de los hechos; de
otro lado, decidió emitir una sentencia inhibitoria, por una causal no prevista
en el artículo 427 del Código Procesal Civil, ya que el hecho de no haber
identificado el bien materia de reivindicación no es una causal para declarar
improcedente la demanda, mas por el contrario en los procesos en los que
se ventilan pretensiones de naturaleza real, el juez siempre puede utilizar
los poderes probatorios establecidos en la ley procesal para lograr la plena
identificación del bien.
QUINTO. No debe perderse de vista que la ley procesal ha establecido
la posibilidad de que la Sala Superior en apelación puede hacer uso de los
poderes probatorios establecidos en el artículo 194 del Código Procesal
Civil, de tal forma que no se necesita anular la sentencia y disponer que sea
el juez de fallo quien realice la actividad probatoria complementaria, en
este caso en concreto, solo para identificar correctamente el bien inmueble
sub litis, siendo la Sala Superior la que debe realizar esta tarea, con la
participación del juez superior menos antiguo, si se trata de una prueba que
no es de actuación inmediata.

188 | Décimo Pleno Casatorio Civil


SEXTO. Consecuentemente, a fin de identificar el bien materia de rei-
vindicación, el juez con la facultad conferida en los artículos 194 y 51,
inciso 2, del Código Procesal Civil puede admitir y actuar pruebas de
oficio, y para el presente caso podrían resultar necesarias: a) una inspección
judicial y dictamen pericial a fin de determinar área y linderos del área que
ocupa el demandado; b) también deberá pedirse un informe a la Municipa-
lidad sobre si el bien ubicado en la Mz. D E, lotes 11, 12, 27 y 28 del Sector
Valle Quebrada Canto Grande (sector 2), Quebrada Media Luna y Canto
Grande (ex Jicamarca), distrito de San Juan de Lurigancho, es el mismo que
el bien inmueble ubicado en Mz. C O-lote 06, Sector el Valle del anexo 22
de la Comunidad Campesina de Jicamarca, con un área de 2500 m2, ello
a mérito de que ambas partes pagan el HR y PU de los referidos lotes;
c) requerir la copia literal completa y actualizada de la partida 11439305 de
los Registros Públicos de Lima, donde está inscrito el bien materia de litis;
y d) de ser necesario un informe a los Registros Públicos para determinar la
existencia de superposición de inmuebles.
SÉPTIMO. Por tanto, atendiendo que el derecho a probar no solo está
compuesto por el derecho a ofrecer medios probatorios que se consideren
necesarios, sino también a que estos sean admitidos, actuados y valorados,
y que el juez tiene la facultad excepcional autorizada por la ley procesal
para incorporar nuevos elementos de prueba que le permiten resolver con
mayor aproximación a la verdad de los hechos; por consiguiente, este
Colegiado considera que en el caso de autos se ha configurado vulneración
al derecho al debido proceso, tutela judicial efectiva y motivación, previstos
en los artículos 139.3 y 5 de la Constitución, ya que, por un lado, la decisión
se ha sustentado en una causal de improcedencia no establecida en el
ordenamiento procesal y, de otro lado, porque el juez definió la controversia
sin haber hecho uso del poder probatorio establecido en el artículo 194
del Código Procesal Civil, que le hubiera permitido incorporar nuevos
elementos de prueba de forma complementaria a la actividad probatoria de
las partes y resolver el caso con mayor solvencia y objetividad. Por lo cual,
la sentencia materia de casación debe ser anulada, declarando fundado el
recurso de casación y ordenando que la Sala Superior emita nuevo fallo,
previo cumplimiento a lo señalado en la presente resolución.

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 189


VI. Decisión

1. Sobre el caso concreto

Por estas consideraciones, y en estricta aplicación del artículo 396 del


Código Procesal Civil, declararon:
a) FUNDADO el recurso de casación interpuesto por la demandante
Jerónima Rojas Villanueva. En consecuencia, NULA la sentencia de
vista de fecha siete de noviembre de dos mil dieciséis, expedida por la
Sala Civil Descentralizada y Permanente de San Juan de Lurigancho
de la Corte Superior de Justicia de Lima Este.
b) ORDENARON que la Sala Superior emita nuevo fallo, previo cum-
plimiento a lo expresado en las consideraciones expuestas en la presente
sentencia.
c) DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario
Oficial El Peruano, bajo responsabilidad, interviniendo como Juez
Supremo ponente el señor Hurtado Reyes y los devolvieron.

2. Precedente judicial

Asimismo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 400 del Código


Procesal Civil, declararon que CONSTITUYEN PRECEDENTE
JUDICIAL VINCULANTE las siguientes reglas:
Primera regla: «El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un
enunciado legal que confiere al juez un poder probatorio con carácter de
facultad excepcional y no una obligación. Esta disposición legal habilita al
juez a realizar prueba de oficio, cuando el caso así lo amerite, respetando
los límites impuestos por el legislador».
Segunda regla: «El juez fijará los puntos controvertidos con precisión
y exhaustividad, los cuales no deben ser una mera descripción de las
pretensiones procesales postuladas en el proceso».
Tercera regla: «El juez de primera o segunda instancia, en el ejercicio y
trámite de la prueba de oficio, deberá cumplir de manera obligatoria con los
siguientes límites: a) excepcionalidad; b) pertinencia; c) fuentes de pruebas;
d) motivación; e) contradictorio; f) no suplir a las partes; y g) en una sola
oportunidad».

190 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Cuarta regla: «El contradictorio, en la prueba de oficio, puede ser previo
o diferido y se ejerce por las partes de forma oral o escrita, dependiendo de
la naturaleza del proceso».
Quinta regla: «En primera instancia, si el proceso es escrito, el juez podrá
utilizar las pruebas de oficio al terminar la práctica de las pruebas admitidas,
excepcionalmente antes de la sentencia. En los procesos sujetos a oralidad
se hará en la audiencia preliminar, excepcionalmente en la audiencia de
pruebas».
Sexta regla: «Cuando el medio de prueba es extemporáneo o no fue
admitido por rebeldía, el juez de primera o segunda instancia deberá
analizar su pertinencia y relevancia, y evaluar su admisión oficiosa. El
mismo tratamiento debe darse al medio de prueba declarado formalmente
improcedente y [que] no haya mediado apelación».
Sétima regla: «El juez podrá evaluar la necesidad de incorporar de
oficio las copias certificadas, físicas o virtuales de los procesos judiciales o
procedimientos administrativos conexos vinculados con la controversia y
con incidencia directa en el resultado del proceso».
Octava regla: «La Sala Superior, en la resolución que programa la vista
de la causa, indicará la posibilidad de prueba de oficio, sometiéndola al
contradictorio en la audiencia de vista de la causa y tomando la decisión en
ese acto. Si el medio de prueba es de actuación diferida, esta estará a cargo
del Juez Superior de menor antigüedad».
Novena regla: «Cuando proceda la apelación contra la resolución que
ordena prueba de oficio se concederá sin efecto suspensivo y con la calidad
diferida. En segunda instancia, el cuestionamiento a la prueba de oficio
podrá ser alegado como argumento en el recurso de casación, cuando sea
viable postular este recurso».
Décima regla: «En los procesos relacionados con derechos reales, el juez
puede utilizar especialmente como prueba de oficio: i) inspección judicial
en el bien materia de debate; ii) prueba pericial para identificar correcta-
mente el inmueble, su ubicación, sus dimensiones, numeración, colindan-
cias, superposiciones, entre otros; iii) documentos consistentes en a) partida
registral y/o título archivado del bien emitido por Registros Públicos o
registro análogo; b) certificado catastral expedido por SUNARP donde [se]
precise que el predio no está inscrito independientemente ni pertenece a
uno de mayor extensión; c) copia literal íntegra de la partida registral en

Capítulo I. Sentencia del Pleno Casatorio | 191


caso de haber superposición registral; y d) cualquier otra información regis-
tral, notarial o a cargo de algún funcionario público, que resulte relevante
para el caso».
Undécima regla: «En los procesos en los que se tramitan pretensiones de
naturaleza personal, en caso de insuficiencia probatoria el juez podrá uti-
lizar como prueba de oficio aquellas que le permitan determinar la verdad
de los hechos materia de controversia. La misma regla aplica para supuestos
en los que se aprecie una nulidad manifiesta del negocio jurídico, conforme
al artículo 220 del Código Civil».
Duodécima regla: «En los procesos que discutan derechos de personas
en condición de vulnerabilidad por razones de edad, género, discapacidad,
pertenencia a comunidades indígenas o minorías, víctimas, migrantes,
personas en extrema pobreza, privadas de la libertad u otros, el juez podrá
disponer la actuación de pruebas de oficio cuando advierta en el proceso
limitaciones u obstáculos para el ejercicio pleno de los derechos que el
ordenamiento jurídico nacional, los tratados internacionales y el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos les reconocen».

S. S.
Távara Córdova
Romero Díaz
Hurtado Reyes
Huamaní Llamas
Cabello Matamala
Salazar Lizarraga
Calderón Puertas
De la Barra Barrera
Céspedes Cábala
Bustamante Zegarra

192 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Capítulo II

Principales
piezas procesales
[2.1.] Del proceso principal (Exp. n.o 00026-2013)

[2.1.1.] Demanda de reivindicación de propiedad interpuesta


por Jerónima Rojas Villanueva, de fecha 24/01/2013

Capítulo II. Principales piezas procesales | 195


196 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 197
198 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 199
200 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 201
202 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 203
204 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 205
[2.1.2.] Resolución n.o 1, que declara inadmisible la demanda y
señala plazo para subsanar observaciones, de fecha 11/03/2013

206 | Décimo Pleno Casatorio Civil


[2.1.3.] Escrito que subsana las observaciones formuladas
en la Resolución n.o 1, de fecha 27/03/2013

Capítulo II. Principales piezas procesales | 207


208 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 209
[2.1.4.] Resolución n.o 2, que declara admisible la demanda, de
fecha 27/03/2013

210 | Décimo Pleno Casatorio Civil


[2.1.5.] Contestación de la demanda de Luis Fernando Cuno
Quicaña, de fecha 19/05/2013

Capítulo II. Principales piezas procesales | 211


212 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 213
214 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 215
216 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 217
218 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 219
220 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 221
222 | Décimo Pleno Casatorio Civil
[2.1.6.] Resolución n.o 3, que declara apersonado al
demandado, contestada la demanda, y presente[s] los medios
probatorios propuestos, de fecha 31/05/2013

Capítulo II. Principales piezas procesales | 223


[2.1.7.] Resolución n.o 4, que declara saneado el proceso
y concede plazo para que propongan los puntos
controvertidos, de fecha 13/06/2013

224 | Décimo Pleno Casatorio Civil


[2.1.8.] Resolución n.o 11, que fija los puntos
controvertidos, admite los medios probatorios y señala
fecha de audiencia de pruebas, de fecha 28/01/2014

Capítulo II. Principales piezas procesales | 225


226 | Décimo Pleno Casatorio Civil
[2.1.9.] Acta de audiencia de pruebas, de fecha 13/05/2014

Capítulo II. Principales piezas procesales | 227


[2.1.10.] Sentencia de primera instancia (Resolución n.o 28),
expedida por el Juzgado Civil Transitorio de San Juan de
Lurigancho de la Corte Superior de Justicia de Lima Este,
de fecha 28/03/2016

228 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Capítulo II. Principales piezas procesales | 229
230 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 231
232 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 233
234 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 235
[2.1.11.] Recurso de apelación interpuesto por Jerónima Rojas
Villanueva, de fecha 14/04/2016

236 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Capítulo II. Principales piezas procesales | 237
238 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 239
240 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 241
242 | Décimo Pleno Casatorio Civil
[2.1.12.] Resolución n.o 30, que concede apelación con efecto
suspensivo, de fecha 19/04/2016

Capítulo II. Principales piezas procesales | 243


[2.1.13.] Sentencia de segunda instancia (Resolución n.o 37),
expedida por la Sala Superior Especializada en lo Civil
Descentralizada y Permanente de San Juan de Lurigancho de
la Corte Superior de Lima Este, de fecha 07/11/2016

244 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Capítulo II. Principales piezas procesales | 245
246 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 247
248 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 249
250 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 251
252 | Décimo Pleno Casatorio Civil
[2.1.14.] Recurso de casación interpuesto por Jerónima
Rojas Villanueva, de fecha 19/01/2017

Capítulo II. Principales piezas procesales | 253


254 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 255
256 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 257
258 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 259
[2.2.] De la casación (Cas. n.o 1242-2017-Lima Este)

[2.2.1.] Auto que declara procedente el recurso de casación


interpuesto por la demandante, de fecha 14/06/2017

260 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Capítulo II. Principales piezas procesales | 261
262 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 263
264 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 265
[2.2.2.] Resolución que convoca a Pleno Casatorio a los
integrantes de las [Salas] Permanente y Transitoria de la Corte
Suprema de Justicia de la República, de fecha 16/07/2018

266 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Capítulo II. Principales piezas procesales | 267
268 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 269
270 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 271
272 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 273
274 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo II. Principales piezas procesales | 275
276 | Décimo Pleno Casatorio Civil
[2.2.3.] Resolución que reprograma la fecha del Pleno
Casatorio, de fecha 06/08/2018

Capítulo II. Principales piezas procesales | 277


278 | Décimo Pleno Casatorio Civil
Capítulo III

Artículos sobre el
Décimo Pleno Casatorio Civil
3.1. Precedente o discurso sobre la prueba de oficio y
su aplicación en la oralidad civil

Carlos Enrique Polanco Gutiérrez1

1. Introducción

Existe una marcada diferencia entre la necesidad de motivar una sentencia,


para legitimarla, cuya finalidad es resolver un caso específico, y realizar un
discurso jurídico en términos generales para terminar dictando reglas sobre
cómo resolver casos que no están siendo juzgados. La necesidad de armo-
nizar la aplicación del derecho por los jueces de la República conlleva a la
existencia de plenos casatorios vinculantes (diez a la fecha) en los que se
puede apreciar que, al margen de la natural controversia que puede tener un
caso determinado, terminan pronunciándose sobre casos no juzgados. Un
pleno requiere de interpretación, doctrina, antecedentes y más, pero la larga
extensión y la intención de resolver casos que no están siendo juzgados en el
proceso, es decir, que sean materia de otros juicios, ocasiona que se terminen
creando reglas no previstas en la convocatoria al pleno casatorio o en casos
inexistentes, y más que un precedente sean discursos jurídicos, ajenos a la
labor jurisdiccional y, por ello, doctrina que no es vinculante.
El Décimo Pleno Casatorio Civil fue convocado al considerarse que los
procesos

que versan sobre reivindicación, vienen actuando deficientemente en materia


de calificación, recopilación y valoración de los elementos probatorios, lo que
no les permite resolver el conflicto de intereses en forma justa, incurriendo
en criterios distintos y hasta contradictorios, aspecto sobre el cual resulta
necesario realizar el control casatorio2.

1 Juez del Séptimo Juzgado Especializado Civil.


2 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Lima:
24 de septiembre de 2020, fundamento 5.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 281


Se dejó claro que

el presente caso de reivindicación sirve de motivo para dictar un precedente


judicial, las reglas que se dicten respecto a la prueba de oficio no quedarán
restringidas a los procesos en los que se tramitan este tipo de pretensiones,
sino, por el contrario, las reglas jurídicas que se emitan respecto de la apli-
cación del artículo 194 del Código Procesal Civil serán de utilidad para
cualquier tipo de procesos en los que el juez puede ejercer estos poderes3.

Empero se aprecia que en la propia convocatoria al pleno se señala que


se irá más allá del caso a ser juzgado o los casos similares: a través de reglas,
llamadas precedentes, indicarán cómo se resolverán los problemas de la
prueba de oficio para todo tipo de casos. Esta manera de resolver más allá
de la litis no está aislada: es la forma usual en que se vienen dictando los
precedentes vinculantes.
¿Es correcto que un pleno se convierta en un conjunto de reglas para
todo tipo de procesos? ¿Cómo se puede estar seguros de que corresponde
aplicar al caso concreto que se juzga? ¿Cómo se puede aplicar la técnica
de distinguishing, reconocida por la propia Suprema, para apartarse de un
pleno sin que existan hechos que puedan ser contrastados? ¿Pretende la
Suprema que solamente a través de un tema interpretativo y doctrinario los
jueces se aparten del precedente?
La segunda parte de estas líneas, que tiene relación con la anterior,
plantea el análisis de las reglas que establece la Corte Suprema sobre la
actuación de prueba de oficio en los procesos civiles seguidos bajo las reglas
de la oralidad. Es importante tener en cuenta que, al momento de la con-
vocatoria del pleno, no estaba vigente ningún Plan Piloto de Módulo Civil
Corporativo de Litigación Oral, aun cuando, de manera oficiosa, se venía
elaborando el proyecto y se iban realizando algunas prácticas sobre oralidad
en los procesos judiciales. En el pleno existen dos reglas directas sobre cómo
deberían entenderse, ofrecerse y admitirse las pruebas de oficio en este tipo
de procesos. Lo más importante de esta posición del Pleno Supremo es el
expreso reconocimiento de la existencia de procesos civiles que se siguen
bajo la técnica de la oralidad, en el que existe un mayor y efectivo contra-
dictorio. El reconocimiento de la Suprema permite reforzar la litigación
oral civil, venciendo escepticismos que consideraban que las resoluciones

3 Ibid, fundamento 6.

282 | Décimo Pleno Casatorio Civil


administrativas dictadas sobre el tema por el Consejo Ejecutivo del Poder
Judicial eran normas insuficientes para aplicar la oralidad en los procesos
civiles, y que jurisdiccionalmente las cosas podrían ser diferentes. Pese a
lo positivo del hecho de que la oralidad está extendiéndose cada día más
en su aplicación por los jueces de la República, el pleno no ha tratado de
manera debida las posibilidades que ofrece la oralidad para aplicar de
manera extraordinaria la prueba de oficio o encontrar fórmulas procesa-
les que signifiquen una oportunidad a las partes para que, sin intervención
del juez, puedan presentar los medios probatorios idóneos referidos a los
puntos controvertidos del proceso o, inclusive, ir en contra del único pro-
yecto de reforma del CPC.

2. El contenido de un precedente vinculante

2.1. ¿Para qué fue convocado el Décimo Pleno Casatorio Civil?

Conforme a la convocatoria, el caso que originó el Décimo Pleno Casatorio


Civil fue un proceso de reivindicación cuya sentencia fue declarada infun-
dada en primera instancia (no se acreditó la propiedad del predio sublitis
por la imprecisión de los linderos para su identificación), y revocada en
segunda instancia se declaró improcedente (la segunda instancia señaló
que se debe hacer previamente una pericia técnica para identificar el bien
sublitis, por tanto el demandante carecía de interés para obrar). En la casa-
ción se cuestiona la infracción normativa del artículo 194 del CPC,

aludiendo el recurrente que las instancias de mérito han sostenido que las
denominaciones del predio no les habían generado certeza ni convicción
respecto a la identificación del predio a fin de determinar el bien materia
de reivindicación, habiendo omitido el juez, siendo el director del proceso,
hacer uso de la facultad discrecional conferida en la norma legal glosada.
Además, la infracción del artículo 197 del Código Procesal Civil, esto es,
la obligación del juez de valorar en forma conjunta y razonada todos los
medios de prueba4.

4 Idem.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 283


En el caso se indica que no se hizo suficiente valoración de una memoria
descriptiva presentada como medio probatorio. La razón fue que el docu-
mento privado no estaba visado por la autoridad competente y, pese a que
el demandado no cuestionó su valor probatorio, resultó insuficiente para
formar convicción. En la convocatoria se dejó constancia de que el caso
se utilizaría para dictar un precedente judicial, sobre la prueba de oficio
que vaya más allá de los procesos de reivindicación, y darle contenido
vinculante al artículo 194 del CPC en cualquier tipo de procesos.
Al momento de expedirse la Casación n.o 1242-2017-Lima Este, que es
el Décimo Pleno Casatorio Civil (publicado el 27 de septiembre de 2020, en
separata especial del diario El Peruano), se establecieron hasta doce reglas
vinculantes, que van desde la definición del contenido del artículo 194 del
CPC hasta cómo deberá ser aplicado en procesos en los que se discutan
derechos reales, personales, entre otros, haciendo una relación inclusive
de los medios probatorios que por el derecho discutido para cada tipo de
proceso pueda aplicarse.
Al margen de la fuerza vinculante que le otorga la norma (artículo 400
del CPC), una sentencia de cualquier naturaleza se legitima por su conte-
nido. La vigencia del Estado constitucional de derecho, que garantiza la
debida motivación de las decisiones judiciales que resuelven un caso, así
como las diferentes teorías de la argumentación jurídica, reconoce a esta
una función endoprocesal en relación con las partes y al órgano de impug-
nación, además de una extraprocesal con dimensión social que permitirá el
control democrático a través de la crítica de las resoluciones judiciales.

2.2. ¿Un pleno puede tener un contenido reglamentario


ajeno al caso?

Hay dos situaciones que deben tenerse en cuenta en una sentencia y en un


pleno casatorio. La primera es que resuelve un caso en particular, pues así
lo establece el artículo III del Título Preliminar del CPC como finalidad
concreta del proceso, y la segunda, que la finalidad de un pleno es la unifor-
mización de los diferentes criterios que pueden tener los jueces al resolver
los casos particulares. Es perjudicial para el derecho la inseguridad jurí-
dica y es complicado para cualquier defensa que además de conocer la ley,
debe estar sometida al criterio particular de un juez que puede ir más allá
de la norma.

284 | Décimo Pleno Casatorio Civil


En el Título II del pleno materia de este trabajo, se indica luego de
terminar el primer párrafo que:

No puede dejar de mencionarse que el objetivo del presente pleno no solo


es establecer reglas jurídicas que deben seguir los jueces en esta materia,
sino también brindar un desarrollo teórico adecuado, serio y amplio respecto de los
problemas que la dogmática actual ha desarrollado sobre este tópico, sobre todo
fijando una posición determinada que avala la potestad excepcional que
tiene el juez de ejercer el poder probatorio establecido en el artículo 194
del Código Procesal Civil [resaltado nuestro]5.

La pregunta, entonces, cae de madura: ¿son los plenos casatorios el


escenario adecuado para hacer un discurso jurídico y dictar normas para
resolver casos en general, o solo debe resolverse un caso específico y así
constituir jurisprudencia que sea precedente vinculante para casos similares?
Por ejemplo, sin que se haya juzgado un caso de oralidad civil, ¿el Décimo
Pleno Casatorio Civil debe resolver los problemas de la aplicación de la
prueba de oficio en los procesos que se siguen en los modelos de oralidad?6
Si no hay caso en juzgamiento, no puede existir un precedente judicial
vinculante al respecto.
La literatura especializada, al reconocer el carácter normativo de un
precedente, señala la importancia de los hechos del caso resuelto y su com-
paración con los hechos del caso por resolver, pues su aplicación dependerá
de la similitud del caso. El razonamiento sería simple: para que se aplique
una determinada regla, el juez, como si hiciera aplicación de tópica jurí-
dica, revisa los hechos, los compara y emerge la regla aplicable del primer
caso hacia el segundo. Por eso la figura del llamado distinguishing consiste,
en una acepción, en apartarse del precedente sobre la base de que los
hechos no son los mismos y por tanto la solución jurídica al caso comparado
es diferente.

5 Ibid, p. 9.
6 El primer Plan Piloto de la Oralidad Civil se inició oficialmente el 26 de diciembre de
2018 y fue aprobado mediante Resolución Administrativa n.o 312-2018-CE-PJ. Aprueban
Proyecto Final para la Creación y Actuación del Módulo Civil Corporativo de Litigación
Oral de la Corte Superior de Justicia de Arequipa.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 285


Robert Barker7 señala que, a diferencia de la ley, la aplicación del pre-
cedente es más complicada por estar referido a los hechos de un caso que
pueden ser diferentes al que se juzga, y entonces habría que efectuar una
«distinción» (distinguishing). Si los hechos son similares, el Tribunal que
sentó el precedente, luego del estudio correspondiente, podrá reemplazarlo:
overruling. Ambas técnicas fueron utilizadas en el Noveno Pleno Casatorio
Civil. En el fundamento 63 de dicha sentencia plenaria se señala que
en principio los precedentes deben ser cumplidos por todo órgano jurisdic-
cional:

Sin embargo, existen técnicas que permiten inaplicar un precedente vincu-


lante, siendo las más conocidas: (i) la técnica del distinguishing; y (ii) la
técnica del overruling. La técnica del distinguishing «es la operación por la
cual el juez del caso concreto declara que no considera aplicable un deter-
minado precedente vinculante respecto de la situación en examen, porque
no concurren los mismos presupuestos de hecho que han justificado la
adopción de la regla que estaría obligado a aplicar»; en buena cuenta, la téc-
nica del distinguishing permite evadir el efecto vinculante de un precedente
para un caso concreto sobre la base de la existencia de diferencias fácticas
entre el caso que se resuelve y el caso que motivó la emisión del precedente
vinculante, pero sin llegar a modificarlo8.

Para hacer distinguishing, que puede ser aplicado según la propia Suprema
por todos los jueces, lo importante son los hechos del caso. Entonces, cuando
un pleno casatorio establece reglas que son genéricas y no aplicables al
caso que resuelve, el juez no puede realizar distinguishing o, por el contrario,
no debe seguir dicho precedente, no solo apelando a la independencia juris-
diccional que tiene cada juez, sino a la dificultad de identificar el precedente
a su caso. Ambas soluciones son malas para fortalecer un sistema jurídico,
por lo que es necesario que los plenos se limiten a lo debido.
Cuando el Noveno Pleno Casatorio Civil, en el citado fundamento 63,
se refiere a la técnica del overruling, la diferencia del distinguishing, seña-
lando que no es un problema de inaplicación, por la no ocurrencia de sus

7 Barker, Robert. El precedente y su significado en el derecho constitucional de los Estados Unidos.


Lima: Editorial Jurídica Grijley, 2014, pp. 41-52.
8 Corte Suprema de Justicia de la República. Noveno Pleno Casatorio Civil. Lima:
18 de enero de 2017.

286 | Décimo Pleno Casatorio Civil


consecuencias al caso concreto, sino va más allá, pues habría que reempla-
zar el precedente, es decir, volver a escribir la regla. ¿Se puede cambiar una
regla porque cambió en abstracto alguna doctrina jurídica?
Como se ha señalado, los hechos del caso son importantes para definir
los alcances de un precedente. El sustento de la regla se halla en la deno-
minada ratio decidendi (fundamento de la decisión). Es por ello que el pre-
cedente alcanza toda su dimensión no solo en la regla, sino además en los
hechos y en las razones que se tomaron en cuenta para arribar a dicha con-
clusión. En el caso del precedente constitucional, Edward Dyer advierte el
riesgo de que el razonamiento judicial se vea «enturbiado» por reglas cons-
titucionales que no corresponden a los hechos demandados o hechos que
delimitan la legitimidad del órgano constitucional al momento de dictarlos9.

2.3. La obligación de seguir el precedente y la posibilidad de


apartarse

Un precedente se ha hecho para ser cumplido, pues de lo contrario no


tendría sentido que sea dictado. La crítica más grande que se realiza es que
afecta la independencia jurisdiccional y que el juez solamente está obligado
por la ley y la Constitución. Esta libertad no puede ser entendida más allá
de los límites que impone el propio ordenamiento jurídico.
La palabra «precedente» en el common law está relacionada con el stare
decisis (atenerse a las cosas decididas). Barker10 señala que para efectos
prácticos los tribunales de instancia inferior deben acatar las decisiones del
tribunal supremo dentro de su jurisdicción y deben apartarse cuando existan
razones para ello. Una sentencia contiene afirmaciones esenciales que se
conocen como «Holdings» que resuelven el caso, cuyo sustento se halla en la
ratio decidendi, y otras declaraciones que no son vinculantes, sino más bien
ilustrativas, denominadas «obiter dicta (dictum)». Con relación a estas últimas
no existe obligación de seguirlas, pero sí deben ser tomadas en cuenta para
la resolución de casos futuros, en la medida que sean aplicables.
El artículo 22 del Texto Único de la Ley Orgánica del Poder Judicial
señala que las Salas Especializadas de la Corte Suprema tienen la obligación

9 Dyer, Edward. El precedente constitucional. Análisis cultural del derecho. Lima: Ara Editores,
2015, p. 278.
10 Barker, Robert. Op. cit., p. 29.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 287


de publicar las decisiones que fijan los principios jurisprudenciales que son
de cumplimiento obligatorio para los jueces de todas las instancias, más allá
de la especialidad:

Estos principios deben ser invocados por los Magistrados de todas las ins-
tancias judiciales, cualquiera que sea su especialidad, como precedente de
obligatorio cumplimiento. En caso que por excepción decidan apartarse
de dicho criterio, están obligados a motivar adecuadamente su resolución
dejando constancia del precedente obligatorio que desestiman y de los fun-
damentos que invocan. Los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la
República pueden excepcionalmente apartarse en sus resoluciones jurisdic-
cionales, de su propio criterio jurisprudencial, motivando debidamente su
resolución, lo que debe hacer conocer mediante nuevas publicaciones.

Si bien de la lectura de la norma existe la posibilidad de apartarse de


un precedente civil, lo primero que debe reconocerse es la vinculación ética
que tienen los jueces a ellos. Luiz Guilherme Marinoni critica de manera
acertada al personalismo y al patrimonialismo como razones que debilitan
al Poder Judicial y no le permiten ser una institución fuerte: «la jurisdicción
no pretende tutelar conflictos de manera accidental y esporádica, sino que
tiene el deber de tutelar los casos de forma coherente e igual, sin vulnerar la
previsibilidad»11. Como se hace en el caso de la aplicación de las facultades
de dirección que diferentes artículos del CPC le otorgan al juez, es impres-
cindible una gran prudencia para apartarse de un precedente.
Ricardo Guastini, cuando se refiere a la norma como significado, plan-
tea una distinción: «disposición» a todo enunciado normativo contenido en
una fuente del derecho y «norma» al contenido de significado12. La inter-
pretación del enunciado normativo tiene como resultado una norma para el
caso concreto. Giorgio Pino considera que la norma frente a la disposición
es «el posible significado individualizado de, o adscrito a, una o varias
disposiciones con base en la actividad interpretativa»13. El juez, cuando
decide, establece los hechos sobre los cuales centra el juicio del derecho

11 Marinoni, Luiz Guilherme. La ética de los precedentes. Lima: Palestra Editores, 2017, p. 79.
12 Guastini, Ricardo. Interpretar y argumentar. Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2014, pp. 77-79.
13 Pino, Giorgio. Derechos e interpretación. El razonamiento jurídico en el Estado constitucional.
Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2014, p. 37.

288 | Décimo Pleno Casatorio Civil


aplicable para el caso, siendo el fallo la norma que cumplirán las partes. En
el caso del precedente vinculante, es la norma que se aplica para la reso-
lución de casos similares. La referencia al jurista genovés sirve para com-
prender que la norma, que es producto de la interpretación, deja su carácter
abierto y abstracto y da una solución al caso juzgado. Como no existen
casos concretos, iguales unos de otros, la aplicación del precedente se da
para casos similares. Guastini advierte del error de considerar que una inter-
pretación cognitiva pueda constituir un precedente, así como tampoco debe
caerse en el error de creer que existen casos idénticos14.
La existencia de un caso similar obliga al juez a seguir el precedente.
Existen voces que resaltan que el juez solo obedece a la Constitución y las
leyes, pero son justamente esas leyes las que disponen tener en cuenta y
cumplir los precedentes vinculantes (artículo 400 del CPC), por lo que es
importante que no haya regla que se derive únicamente de la interpretación
abstracta de un derecho.
¿Cómo podría exigirse a un juez el cumplimiento de las reglas del
precedente no sustentado en hechos? Cuando se establece, por citar un
ejemplo, en la undécima regla del Décimo Pleno Casatorio Civil que

en los procesos en los que se tramitan pretensiones de naturaleza personal,


en caso de insuficiencia probatoria el juez podrá utilizar como prueba de
oficio aquellas que le permitan determinar la verdad de los hechos materia
de controversia, la misma regla aplica para supuestos en los que se aprecie
una nulidad manifiesta del negocio jurídico, conforme al artículo 220 del
Código Civil15.

Aquello no pasa de ser una recomendación, que inclusive va en contra


del artículo 194 del CPC (en la parte que limita la prueba de oficio a la
existencia de fuente de prueba), pero no tendría fuerza normativa. Si el
pleno hace desarrollo discursivo de cómo aplicar normas, no podría tener
carácter vinculante. De la misma manera, si existe un conflicto entre
una norma y un precedente vinculante, es evidente que no se aplicará
el precedente, pues en el sistema de fuentes, la norma es preferible a la
jurisprudencia.

14 Guastini, Ricardo. Ensayos escépticos sobre la interpretación. Puno: Zela Grupo Editorial,
2018, pp. 179-194.
15 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Op. cit.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 289


2.4. ¿Qué error debe evitarse en un precedente vinculante?

Como señala Marina Gascón, los precedentes pueden ser vinculantes o


solamente persuasivos; en el caso de los vinculantes (como los establecidos
por el artículo 400 del CPC), deben ser aplicados a los nuevos casos:

Por lo tanto […] el elemento que justifica esta distinción es la fortaleza o


debilidad de las razones que se dan para apoyar la aplicación del precedente16.
El concepto de precedente se puede referir largo sensu no al caso en sí
mismo, sino a la decisión judicial que lo resolvió17.

Es decir que lo vinculante de un precedente no es el caso sino la decisión


que resuelve el caso. Nótese que esta decisión, además de sostenerse en
el derecho, debe estar referida a los hechos de la litis que resuelve: si el
precedente lo constituye la decisión (Holding), es importante para ello tener
en cuenta la ratio decidendi seguida por el tribunal.
Pese a que la debida motivación de una sentencia es una obligación
constitucional, así lo ha establecido el Tribunal Constitucional (a guisa de
ejemplo se cita la Sentencia n.o 00037-2012-PA/TC), la amplitud de las
materias debatidas en el pleno ocasiona que exista una motivación aparente
y el precedente pase a ser parte de un discurso jurídico, pero que no sea la
decisión que resuelve el caso. A continuación, se presentan dos ejemplos.
En primer lugar, en el Sexto Pleno Casatorio Civil se confunde la ratio
decidendi con la transcripción normativa: a partir del fundamento 52 se
hace una referencia al concepto de intereses, y del fundamento 53, al desa-
rrollo de la prohibición del anatocismo entre personas ajenas al sistema
financiero, sin hacer referencia alguna a las Circulares del Banco Central
de Reserva que se dictan regulando un interés efectivo (sello distintivo del
anatocismo) y que se aplican a las diversas relaciones obligatorias de estas
personas. Sin embargo, en el precedente tercero, numeral II, se establece
como regla:

16 Gascón, Marina. «La racionalidad y el (auto) precedente: breves consideraciones sobre


el fundamento y las implicaciones de la regla del auto-precedente». En Bernal Pulido,
Carlos y Bustamante, Thomas (eds.). Fundamentos filosóficos de la teoría del precedente
judicial. Colombia: Universidad Externado de Colombia, 2015, p. 69.
17 Ibid, p. 68.

290 | Décimo Pleno Casatorio Civil


atendiendo que el pacto de capitalización de intereses solo es lícito en los
supuestos indicados en los artículos 1249 y 1250 del Código Civil, esto es
cuando se trate de cuentas bancarias, mercantiles y similares, o cuando se
celebre por escrito el pacto después de contraída la obligación, siempre que
medie no menos de un año de atraso en el pago de los intereses18.

Es decir que se hace una transcripción de la norma y la norma resultado


no puede ser la norma enunciado.
En segundo lugar, el Texto Único Ordenado de la Ley del Proceso Con-
tencioso Administrativo regula los precedentes en dicha materia y uno
puede encontrar precedentes que son transcripciones de normas. Por ejem-
plo, en la Casación n.o 1035-2012-Huaura se establece como precedente
vinculante que el artículo 50 del referido Texto Único Ordenado (actual-
mente el artículo 49) está en los siguientes términos: «El órgano jurisdic-
cional especializado debe de abstenerse de condenar el pago de costos y
de costas procesales a las partes que intervienen en el proceso contencioso
administrativo»19. ¿Qué dice el artículo 49 de la norma en mención? «Costas
y Costos. Las partes del proceso contencioso administrativo no podrán
ser condenadas al pago de costos y costas». Si el juez impone condena de
costos, no está en contra ni apartándose del precedente, sino está resol-
viendo en contra del texto expreso de la norma.
Nótese que en el Título V (Análisis del caso) la propia sentencia del
Décimo Pleno Casatorio Civil indica en el considerando cuarto que la
segunda instancia advirtió la existencia de insuficiencia probatoria respecto
de la identificacón del bien materia de litis. Sin embargo, en lugar de hacer
uso de la facultad excepcional, «dejó de ejercer este poder probatorio que
pudo llevarlo a determinar con mayor certeza la verdad de los hechos
controvertidos, de tal forma que pudo tener mayores elementos probatorios

18 Corte Suprema de Justicia de la República. Sexto Pleno Casatorio Civil. Lima: 30


de octubre de 2014.
19 El artículo 36 del Texto Único Ordenado de la Ley de Proceso Contencioso Administra-
tivo señala: «Principios jurisprudenciales. Cuando la Sala Constitucional y Social de la
Corte Suprema fije en sus resoluciones principios jurisprudenciales en materia contencioso
administrativa, constituyen precedente vinculante. Los órganos jurisdiccionales podrán
apartarse de lo establecido en el precedente vinculante, siempre que se presenten circuns-
tancias particulares en el caso que conocen y que motiven debidamente las razones por
las cuales se apartan del precedente».

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 291


que le permitan decidir la controversia»20. Seguidamente, en el considerando
sexto señala las pruebas que «pueden» admitirse y actuarse de oficio, para
concluir en el considerando séptimo que «el juez definió la controversia
sin haber hecho uso del poder probatorio establecido en el artículo 194
del Código Procesal Civil»21. Sin embargo, en la Regla 1 del Precedente
se concluye que el artículo 194 del CPC regula un poder probatorio con
carácter de facultad excepcional y no una obligación, pero las demás reglas
al parecer tienen un sentido diferente. Al margen de que deba ser una
obligación, una facultad propiamente dicha o una «facultad que obliga al
facultado» (que no es materia de este artículo), se evidencia que la amplitud
del discurso jurídico puede hacer ininteligible la decisión para la resolución
de casos específicos, lo que impedirá su aplicación.

3. La prueba de oficio en la oralidad

Existen dos reglas del pleno analizado referidas a la prueba de oficio en un


proceso seguido bajo el modelo de oralidad.
Cuarta regla: «El contradictorio en la prueba de oficio puede ser previo o
diferido y se ejerce por las partes de forma oral o escrita, dependiendo de la
naturaleza del proceso»22.
Quinta regla:

En primera instancia, si el proceso es escrito, el juez podrá utilizar las prue-


bas de oficio al terminar la práctica de las pruebas admitidas, excepcional-
mente antes de la sentencia; en los procesos sujetos a oralidad se hará en la
audiencia preliminar, excepcionalmente en la audiencia de pruebas23.

Lo primero por resaltar es el reconocimiento del Pleno de la Suprema a


la existencia de procesos civiles que se siguen bajo el modelo de la litigación

20 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Op. cit.,
p. 112.
21 Ibid, p. 113.
22 Ibid, p. 114.
23 Idem.

292 | Décimo Pleno Casatorio Civil


oral, que si bien ya se había dado en la Casación n.o 04088-2019-Arequipa24,
ahora se hace a nivel plenario. No podríamos asumir que el precedente se
ha dictado sobre una forma de litigio inexistente en el país.
Lo segundo que debe ser mencionado es que diferencia el momento en
el cual se puede ofrecer prueba de oficio. En el caso del proceso escrito se
hará al final de la actuación probatoria; pero en el caso del proceso seguido
bajo reglas de la oralidad, el ejercicio de tal facultad se hará en la audiencia
preliminar. Cuando se modificó el artículo 194 del CPC25 se restringió el

24 En la parte considerativa de dicha casación se señaló: «Quinto.- […] De otro lado, cabe
señalar que si bien es cierto el presente proceso se ha desarrollado dentro del marco del
“Proyecto Piloto para la Modernización del Despacho Judicial en los Juzgados Civiles”; sin
embargo, ello no genera estado de indefensión a las partes y menos a la parte demandada
recurrente ya que, conforme lo señala el Colegiado Superior: “dicho proyecto está enfocado
en cambios significativos de la organización, administración y gestión de reglas y prácticas
operativas de trabajo para hacer más eficiente y accesible la composición de conflictos bajo
el esquema de un procesamiento oral, establecidas en las Resoluciones Administrativas
n.o 124-2018-CE-PJ y n.o 311-2018-CE-PJ, y dentro del marco de respeto irrestricto de
los principios procesales que componen el debido proceso desarrollado en nuestro marco
procesal civil y en la Constitución Política del Perú. De la pretensión impugnatoria: Por
nuestra parte, a fin de transparentar la decisión del Colegiado, en esta instancia se asumió
la práctica de citar a audiencia al amparo del artículo 51 inciso tercero del Código Procesal
Civil; repotenciando no solamente los principios procesales de inmediación, celeridad
y economía procesal, sino también el principio de oralidad y congruencia recursal, ello
conjuntamente con el ejercicio de derechos de defensa y contradictorio que les corresponde
a las partes. Por lo cual procedemos a fijar las cuestiones controvertidas en mérito a la
pretensión impugnatoria invocada en el recurso de apelación, quedando la posibilidad que
el Colegiado asuma como cuestión controvertida oficiosa alguna nulidad absoluta sobre
la que pueda versar su pronunciamiento” [sic]. Esta buena práctica procesal orientada
a hacer viables los principios de celeridad, concentración, transparencia, etc., no atenta
contra el debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva; y en el presente caso concreto
no se aprecia violación ni restricción al debido proceso, ni al derecho de defensa, etc., de
la parte demandada, quien ejerció plenamente su derecho al contradictorio, su derecho a
ofrecer y actuar pruebas, a la impugnación de las resoluciones, etc.; por lo que el recurso
debe ser desestimado».
25 Artículo 194 del CPC: «Excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos por
las partes sean insuficientes para formar convicción, el Juez de Primera o de Segunda
Instancia ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y pertinentes que
considere necesarios para formar convicción y resolver la controversia, siempre que
la fuente de prueba haya sido citada por las partes en el proceso. Con esta actuación
probatoria el Juez cuidará de no reemplazar a las partes en su carga probatoria, y
deberá asegurarles el derecho de contradicción de la prueba. La resolución que ordena
las pruebas de oficio debe estar debidamente motivada, bajo sanción de nulidad, siendo

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 293


uso de la facultad de los medios probatorios de oficio (facultad y no deber),
lo que cambia el pleno al señalar en su primera regla que es una facultad
excepcional y no una obligación, pero en las reglas siguientes y en el propio
fallo establecen cómo se debe aplicar la prueba de oficio y además sancionan
con nulidad la sentencia de vista (esto último, inclusive en contra de lo
previsto en el tercer párrafo del referido artículo). El proyecto de reforma
del CPC, elaborado por el grupo de trabajo que dirigió Giovanni Priori,
aprobado mediante Resolución Ministerial n.o 0070-2018-JUS, sujeto a un
modelo de oralidad, establece que la prueba de oficio excepcional puede ser
ofrecida al final de su razonamiento probatorio (artículo 200 del proyecto).
¿Cuándo debe ejercerse esta facultad de ofrecimiento de prueba de oficio
en un proceso oral?

3.1. El cambio del rol del juez en el proceso oral y la prueba


de oficio

En la «historia moderna» del derecho procesal es pertinente citar tres


momentos: el primero, considerado como el inicio del proceso civil moderno,
que se da con la aprobación del Código de Procedimientos Civiles francés
de 1806, caracterizado porque las partes disponían del proceso, y pese a que
el Código habla de oralidad, el papel del juez no era activo. Así, «el Código
de Procedimiento Civil francés de 1806, dominado por el liberalismo del
siglo XIX, con un enfoque privado y fuertemente centrado en la autonomía
de las partes»26 se convirtió en un proceso desordenado.
Joan Picó i Junoy27 precisa que la desconfianza a los poderes estata-
les en el siglo XIX se reflejó en la restrictiva interpretación de las posibles

esta resolución inimpugnable, siempre que se ajuste a los límites establecidos en este
artículo. En ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de la sentencia por no
haberse ordenado la actuación de las pruebas de oficio. El Juez puede ordenar de manera
excepcional la comparecencia de un menor de edad con discernimiento a la audiencia de
pruebas o a una especial».
26 García Odgers, Ramón. «El surgimiento del judicial case management: una síntesis
evolutiva del control judicial del proceso civil en Europa». En Revista de Estudios Históricos-
Jurídicos, núm. 41, 2019, p. 182.
27 Picó i Junoy, Joan. «La iniciativa probatoria del juez civil y sus límites». En Revista
Peruana de Derecho Procesal, núm. 2, 1998, p. 17.

294 | Décimo Pleno Casatorio Civil


iniciativas de los magistrados con relación a los intereses privados que se
discutían en un proceso civil. Era preferible que sean las propias partes que,
al disponer de sus intereses procesales, realizaran las actuaciones procesa-
les que consideraran convenientes a sus intereses. Estas líneas configuran el
principio dispositivo que para Montero Aroca28 tiene su sustento en la natu-
raleza privada del derecho subjetivo deducido en el proceso y su titularidad
particular; en la autonomía de la voluntad y en el derecho de la libertad.
Los elementos que caracterizan al principio dispositivo son29 el inicio de la
actividad jurisdiccional civil es a instancia de parte; la determinación del
objeto del proceso (causa petendi y petitum) es de los litigantes; la congruencia
de las resoluciones judiciales, con las pretensiones de las partes; la finaliza-
ción de la actividad jurisdiccional por voluntad exclusiva de los litigantes,
quienes deciden libremente utilizar algunas de las formas previstas por la
ley (allanamiento, conciliación, transacción, desistimiento, etc.).
Montero Aroca30 diferencia entre el «principio dispositivo estricto» (titu-
laridad de la acción) y el de «aportación de parte». Este último se divide en
«aportación de hechos» y «aportación de prueba». La aportación de hechos
se refiere al objeto de debate; la aportación de prueba se refiere a que los
únicos medios probatorios a ser actuados serán los ofrecidos por las partes.
En 1895, el profesor austriaco Franz Klein, que en ese entonces traba-
jaba para el Ministerio de Justicia, elaboró el famoso Código Procesal Civil
austriaco (Zivilprozessordnung - ZPO), que adoptó el modelo de la oralidad
(Mündliehkeitsprinzip) y se convertiría en una norma inspiradora para la
reforma de los sistemas legales civiles europeos en el siglo XX31. En tiempos

28 Montero Aroca, Juan. Introducción al derecho jurisdiccional peruano. Buenos Aires:


Enmarce, 1999, p. 232.
29 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., p. 17.
30 Montero Aroca, Juan. Derecho Jurisdiccional. I. Parte general. Barcelona: J. M. Bosch
Editor, 1991, p. 512.
31 Se debe hacer notar que el Código Procesal Civil austriaco no fue la primera norma que se
centró en la oralidad, puesto que, a su publicación, ya se habían promulgado el Código de
Procedimientos Civiles de Hannover de 1850, obra de Gerhard Adolf Wilhelm Leonhardt,
y el Código alemán de 1877 (Zivilprozessordnung), vigente desde 1879, que regulaban el
proceso oral civil (la norma alemana regulaba un proceso esencialmente oralizado, que
ante los problemas que originaba la aplicación, mediante reformas de 1909 y 1924,
convirtió en escrito diversas fases del proceso), además del Código Procesal francés de
1806. El éxito de la norma austriaca consiste en su enfoque social y la función directora

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 295


en que el derecho y los abogados eran considerados como meros obstáculos
para el progreso, Klein señala que el proceso debe ser entendido como un
instrumento puesto al servicio del bienestar social (das Wohlfahrtseinrichtung),
justificando de esta manera la necesidad del cambio procesal por la pér-
dida de tiempo que suponía el proceso escrito y la necesidad de socializarlo
frente al individualismo imperante. Para ello Klein va a contar con la figura
del juez, que va a tener más poderes y debe ser activo en la conducción
del proceso: debe tener una mayor participación en el proceso a través de
la «inmediación», como un verdadero director del proceso, participando en
todo el desarrollo del mismo, con poderes discrecionales para solucionar
los litigios. El juez no solo debe juzgar el fondo al final del juicio, sino
que debe procurar un desarrollo adecuado del proceso. Debe establecer la
verdad sustantiva de los hechos, para lo cual podía formular en los interro-
gatorios preguntas de oficio, e inclusive podía ofrecer pruebas de propia
iniciativa. El Estado no debe tener interés en el objeto del litigio, pero sí
debe tenerlo en el modo en que este se desarrolla. De esta manera, Klein
dota las bases del fenómeno de la publicización del proceso en el siglo
XX. El Código Procesal austriaco contempla la posibilidad de aportación
de medios probatorios por parte del juez, pues la búsqueda de la verdad
es lo más relevante: si no tienes todos los medios probatorios necesarios,
podrás dicar un fallo injusto. Gelsi Bidart señaló que «ningún juez tendría
que dejar de considerar que, si va a dictar una sentencia injusta, mejor que
no la dicte»32.
La publicización del proceso se extendió por toda Europa y no supuso
la discusión del principio dispositivo, sino que cuestionó la aportación de
parte, especialmente en la aportación de prueba:

si bien los litigantes son libres de disponer de los intereses deducidos en


juicio, o sea del objeto del proceso, no lo son respecto del proceso mismo,
es decir, de su desarrollo, al concebirse no solo como instrumento dirigido

del proceso que tenía el juez, como apunta Juan Morales Godo. Tomado de Polanco
Gutiérrez, Carlos. Litigación oral en el proceso, el juez y los abogados en el nuevo proceso civil.
Lima: Gaceta Jurídica, 2020, p. 81.
32 Bidart inclusive considera que, al ofrecer prueba de oficio, los poderes del juez son ilimi-
tados, es decir, que inclusive sus facultades van más allá de los hechos controvertidos por
las partes, por lo que el juez puede introducir hechos. Esta posición no es compartida por
muchos doctrinarios, como Véscovi.

296 | Décimo Pleno Casatorio Civil


a la tutela jurisdiccional de derecho privados, sino además como función
pública del Estado, interesado, por tanto, en el mejor cumplimiento de esta
función33.

El tercer momento se presenta con la aprobación de las Civil Procedure


Rules (CPR) de Inglaterra y Gales (1999), fruto del trabajo de Lord Woolf,
que además de reducir los poderes de las partes en la conducción de la
litigación, incrementó e institucionalizó los poderes de case management
de los jueces para el cumplimiento de los objetivos del sistema de justicia
civil34. El CPR le otorga un rol activo del juez para acelerar el trámite
del proceso, promover acuerdo, hacer un proceso accesible, simplificar el
lenguaje y hacer un proceso más eficiente y menos costoso.
En el caso peruano, la prueba de oficio ha existido a lo largo de sus
Códigos Procesales Civiles. El código de enjuiciamiento en materia civil
de 1852 (artículos 39, 670 y 671) se conoció en la práctica como «provi-
dencias para mejor resolver». El Código de Procedimientos Civiles de 1912
(artículo 340) estableció que los jueces en cualquier estado de la causa
podían ordenar pruebas de oficio que consideren necesarias, con excepción
de la de testigos y juramento decisorio. Como ya es conocido, el artículo
194 del CPC también la regula, pero señalando su excepcionalidad y facultad,
para que de esta manera no se supla la aportación de prueba a la que cada
parte está obligada. La actuación probatoria del juez como director activo
del proceso no puede llegar a ser confundida con la del juez activista, por
lo que si bien requiere de los medios probatorios suficientes para dictar
sentencia, no puede perder la imparcialidad.
Aunque la historia reconoce la prueba de oficio, Jordi Ferrer señala que
un problema del siglo XXI en el ámbito del proceso es la conveniencia de
otorgar poderes probatorios al juez y la oportunidad en que deben ser ejer-
cidas estas facultades. Sobre cómo debe ser entendida esta facultad o este
deber, la sentencia del pleno desarrolla el debate en extenso, aunque de
manera no clara, por lo que en este trabajo nos vamos a referir a dos posi-
bilidades: la primera, responder cuál es el momento en que se debe ofrecer
tal actuación, y la segunda, la existencia de una alternativa que permita la
«búsqueda de la verdad» sin vulnerar el principio de aportación de parte.

33 Picó i Junoy, Joan. Op. cit., p. 17.


34 García Odgers, Ramón. Op. cit.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 297


3.2. Oportunidad del ofrecimiento de la prueba de oficio

En la doctrina se reconoce que existen dos momentos en los cuales el juez


puede ofrecer esta prueba. El primer momento es al término de la audien-
cia de pruebas, luego de la admisión y la actuación de medios de prueba
presentados por las partes, y el juez considera que requiere medios probato-
rios para formar convicción o acreditar un hecho. El segundo momento es
cuando, a falta de audiencia, luego de que el expediente sea estudiado y
quede pendiente de sentencia, el juez considera que necesita prueba adicio-
nal para considerar probados los hechos o no. En este último caso, antes de
llamar los autos para sentencia, el juez debe revisar el expediente de manera
cuidadosa, para no tener el expediente en «fila» pendiente de sentencia y,
cuando llegue el momento, recién ponerse a revisar la ausencia de material
probatorio. Lo lamentable es que, en la práctica, los jueces suelen llamar a
prueba de oficio en este segundo momento, es decir, cuando el expediente
está esperando su turno para ser sentenciado. No es raro que, próximos
a una visita del órgano de control, los jueces decreten diversas pruebas de
oficio para que el expediente no aparezca como pendiente en su registro, sino
en trámite (mala praxis que debe superarse).
En el Décimo Pleno Casatorio Civil se propone que, en el proceso oral, el
ofrecimiento y la admisión de prueba de oficio, en los casos excepcionales
que corresponda, sean efectuados en plena audiencia preliminar (no antes de
sentenciar, como en el proceso escrito). A diferencia del proceso penal que
tiene que vencer la presunción de inocencia para dar por probado un hecho
(estar más allá de la duda razonable), en el proceso civil el juez considera
acreditado un hecho cuando una teoría del caso, sus pruebas y la aplicación
del derecho superan a la contraria (en términos matemáticos ilustrativos, más
del 50 %). En el proceso penal, el juez debe llegar a superar el 90 % de con-
vencimiento35.
Cuando el juez ingresa a la audiencia preliminar en busca de informa-
ción, depuración de la información y preparación de la causa para el juzga-
miento, y cuando termina su trabajo en ella, ¿cómo podría tener seguridad
de que le faltará material probatorio si la prueba no se ha terminado de
producir? No siempre sabrá si la inspección judicial será insuficiente y

35 Duce, Mauricio, Marín, Felipe y Riego, Cristián. «Procesos civiles orales: consideraciones
básicas para su diseño». En Justicia civil: perspectivas para una reforma en América Latina.
Santiago: Centro de Estudios de Justicia de las Américas, 2008, p. 22.

298 | Décimo Pleno Casatorio Civil


necesitará una prueba pericial complementaria para tener información adi-
cional o conocer si requerirá algún plano oficial al respecto. En este extremo
el precedente tiene en cuenta la calificación que puede realizar el juez espa-
ñol según el artículo 429.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que prevé tal
posibilidad en la admisión de medios probatorios (audiencia previa). Lo que
podría presentarse es que en los procesos en los que la prueba ya se haya
producido al momento de la audiencia preliminar, y si, como consecuencia
del debate, se llega a establecer que en razón a los puntos (hechos) contro-
vertidos que recién se establecen, se requerirá que se actúe alguna prueba
adicional, podrá en plena audiencia señalar que se hace uso de esta facultad,
siempre que cumpla la excepcionalidad establecida por el artículo 194 del
CPC, autorizando a las partes además a que presenten medios probatorios
adicionales en ejercicio de su derecho al contradictorio, estableciendo un
plazo. Si logra establecer ello, la nueva prueba será actuada en la audiencia
de pruebas y el contradictorio y el debate estarán garantizados. En todo
caso, queda reconocida la excepcionalidad del ofrecimiento de que la prueba
de oficio pueda ser realizada al término de la audiencia de prueba.

3.3. La alternativa no advertida a la prueba de oficio


en la oralidad civil

Como señala Eugenia Ariano, el ofrecimiento de una prueba de oficio


va a favorecer a una de las partes, sea a favor o en contra, aun cuando el
juez no sepa a cuál, al momento de ofrecer la prueba, a quien esta pueda
beneficiar. En el caso resuelto en el pleno, referido a una reivindicación,
se establece que el colegiado puede (léase debe) admitir actuar pruebas de
oficio, como una inspección judicial y un dictamen pericial, entre otras, lo
que, dependiendo de su resultado, terminará favoreciendo al demandante
o al demandado. Los estudios empíricos demostrarán que la mayoría de
pruebas tienden a favorecer al demandante, como en el caso del pleno: el
bien materia de reivindicación no está debidamente identificado (la razón
mencionada en la sentencia y no analizada es que compró un porcentaje de
un predio y no se había realizado la partición), y ante la imposibilidad de
establecer un área física para la reivindicación, la Suprema optó por que se
actúe pericia y más pruebas de oficio para delimitar el bien. Si luego de la
actuación probatoria el bien no logra ser identificado plenamente, persistirá
el resultado de la sentencia anulada en casación; pero si se logra, se habrá
cambiado radicalmente el resultado del proceso para el demandante.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 299


Aun cuando se haya dado el Décimo Pleno Casatorio Civil, los pro-
blemas de la aplicación de prueba de oficio persistirán, en parte por las
razones comentadas en este trabajo. Por ello, es aconsejable mirar al artículo
429.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil Española:

Artículo 429. Proposición y admisión de la prueba. Señalamiento del juicio.


1. Si no hubiese acuerdo de las partes para finalizar el litigio ni existiera con-
formidad sobre los hechos, la audiencia proseguirá para la proposición y
admisión de la prueba. La prueba se propondrá de forma verbal, sin per-
juicio de la obligación de las partes de aportar en el acto escrito detallado
de la misma, pudiendo completarlo durante la audiencia. La omisión de la
presentación de dicho escrito no dará lugar a la inadmisión de la prueba,
quedando condicionada esta a que se presente en el plazo de los dos días
siguientes. Cuando el tribunal considere que las pruebas propuestas por las partes
pudieran resultar insuficientes para el esclarecimiento de los hechos controvertidos
lo pondrá de manifiesto a las partes indicando el hecho o hechos que, a su juicio,
podrían verse afectados por la insuficiencia probatoria. Al efectuar esta manifestación,
el tribunal, ciñéndose a los elementos probatorios cuya existencia resulte de los autos,
podrá señalar también la prueba o pruebas cuya práctica considere conveniente. En el
caso a que se refiere el párrafo anterior, las partes podrán completar o modi-
ficar sus proposiciones de prueba a la vista de lo manifestado por el tribunal
[resaltado nuestro].

En el texto resaltado se autoriza al juez para que en plena audiencia


previa al juicio (preliminar en nuestro caso), de considerar que se necesita
mayores pruebas, señale a las partes la carencia de material probatorio y les
otorgue un plazo razonable para que presenten los medios probatorios que
estimen convenientes, sobre la base de los puntos controvertidos ya fijados
en el proceso. No existe norma idéntica en el derecho peruano, pero sí se
puede considerar tal posibilidad en el ejercicio de las facultades del juez
previstas en el artículo 51.2 del CPC. Dicha norma establece que dentro de
las facultades del juez está «ordenar los actos procesales necesarios al escla-
recimiento de los hechos controvertidos, respetando el derecho de defensa
de las partes»36, lo que significaría que en la audiencia preliminar, luego del
debate que es propio, el juez podría comunicarles la necesidad de mayor
material probatorio y, flexibilizando la regla del artículo 189 del CPC,

36 Ministerio de Justicia. Resolución Ministerial n.o 010-93-JUS. Texto Único Ordenado


del Código Procesal Civil. Lima: 23 de abril de 1993.

300 | Décimo Pleno Casatorio Civil


otorgar un plazo común para el ofrecimiento de nuevos medios probatorios.
Al respecto, el profesor Renzo Cavani37 señala esta posibilidad como una
mejor alternativa al problema de la prueba de oficio. Esta solución sola-
mente se puede dar de manera transparente en el desarrollo de una audiencia
preliminar. En el modelo escrito del proceso, las partes, al ser notificadas
con una resolución de esta naturaleza, más que extrañarse, podrían dudar
de la imparcialidad del juez y creer que se pretende ayudar a la contraparte.
En la audiencia preliminar, el juez, luego del debate propio, la fijación de
puntos controvertidos y la admisión de los medios probatorios, está en
condiciones de hacerles saber a las partes, de manera transparente, las difi-
cultades probatorias del caso, y de flexibilizar la norma. El propio Cavani
reconoce como una dificultad en el proceso escrito la supresión de la
audiencia de saneamiento procesal, la cual queda superada por la audiencia
preliminar de la oralidad.
Tengamos presente que la audiencia preliminar rescatada dentro de las
facultades del juez, que se hallan en el artículo 51.3 del CPC, así como la
aplicación de los principios de inmediación, concentración, dirección, eco-
nomía, entre otros, previstos en el Título Preliminar del CPC, tiene dentro
de sus finalidades servir de preparación para el juicio (audiencia de prue-
bas). El ejercicio adecuado de esta facultad permitirá prescindir de la con-
trovertida prueba de oficio o, en todo caso, recuperar su excepcionalidad,
dado que de manera poco clara el Décimo Pleno Casatorio Civil, en algunas
reglas, ha tratado de convertir una facultad en deber, sin explicar por qué
una facultad excepcional, que reconoce, se convierte en un deber ordinario.

4. Conclusiones

Como señaló el jurista austriaco Gustav Demelius, citado por Cappelletti38:

La razón histórico-sociológica del triunfo, en el medioevo, del sistema de


la escritura ha de verse probablemente en la falta, precisamente en aquellos

37 Cavani, Renzo. «Prueba de oficio y prohibición de reemplazar cargas probatorias.


¿Debemos insistir en el artículo 194 del Código Procesal Civil?». En Gaceta Civil & Procesal
Civil, núm. 65, 2018, pp. 19-30.
38 Cappelletti, Mauro. El proceso civil en el derecho comparado. Las grandes tendencias evolutivas.
Lima: ARA Editores, 2006, pp. 59-60.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 301


tiempos, de una «gran» magistratura… estaba dirigido a proteger a las partes
«contra falsam assertionem iniquijudicis»; contra la iniquidad y la falsedad,
en suma, del juez deshonesto39.

Los tiempos actuales requieren jueces responsables que entiendan que


las facultades de la norma procesal no los hacen más importantes, sino que
les dan una mayor cantidad de herramientas que les permitan resolver los
casos a su cargo de mejor manera; es decir, los cargan de mayor responsabi-
lidad.
En el presente trabajo se han desarrollado dos aspectos del Décimo
Pleno Casatorio Civil: su extensión y su resolución sobre temas ajenos al
proceso que se resolvía, y su aplicación en la oralidad. En el primer caso
vemos que pese a que los plenos deben ser cumplidos por los jueces (si no,
no tendrían razón de ser), deben referirse a los casos en concreto, de lo
contrario ni serán aplicados correctamente ni el juez podrá apartarse de
ellos. Es decir, constituirán parte de un discurso jurídico (doctrina), que
como fuente del derecho no puede ser de carácter vinculante en la decisión
de los jueces. Si un pleno no se sostiene en hechos y solo es interpretación
de la norma, no podrá tener carácter vinculante.
En el caso del proceso oral se han incluido reglas (cuarta y quinta) que
reconocen su vigencia y establecen que el momento oportuno para el ofre-
cimiento y la admisión de prueba de oficio es en la audiencia preliminar
(a diferencia del proceso escrito, que es antes de sentenciar). No siempre será
posible tener los hechos claros en este momento para este ofrecimiento, pero
al margen de ello caracteriza el trabajo dedicado del juez en esta audiencia.
La controversia del ofrecimiento de prueba de oficio para que quede
como facultad extraordinaria, tal cual señala el artículo 194 del CPC, que
la Corte Suprema reconoce pero lee de manera diferente, puede lograrse
con un adecuado uso del artículo 51.2 del CPC en la audiencia preliminar,
lo que constituye un reto adicional al modelo de oralidad.

39 Como menciona Cappelletti, la famosa decretal del papa Inocencio II de 1216 alejó al
juez de las partes al establecer la escritura como medio ideal para el litigio en el proceso
canónico, y con ello todos los actos procesales debían estar por escrito (actas y recursos), y
solamente sobre tales documentos juzgaba el juez.

302 | Décimo Pleno Casatorio Civil


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304 | Décimo Pleno Casatorio Civil


3.2. La prueba de oficio desde el Décimo Pleno
Casatorio Civil y su marcha hacia la búsqueda de la
verdad y la resolución del proceso en forma justa

Carlos Manuel Valdivia Rodríguez1

1. Aspectos generales

El poder probatorio de oficio, o las medidas para mejor resolver (como se


le denomina en Chile), o las medidas para mejor proveer (en Argentina y
Uruguay), o simplemente la prueba de oficio (como se encuentra establecida
en Perú) es uno de los temas más controvertidos en la doctrina procesal, ya
que existe un sector que sostiene que los jueces no deberían tener dichos
poderes debido al riesgo que ello puede implicar al poder afectar ciertas
garantías procesales. Así, existen diversas opiniones sustentadas en la
postura que se tenga sobre el proceso, ya sea dentro del activismo judicial
o del garantismo procesal, que como se verá en el presente trabajo son dos
posiciones antagónicas que parten de postulados diametralmente opuestos
y que reflejan dos modelos de juez diferentes. Su aplicación o no dependerá
del modelo aceptado como válido, sobre el que siempre existirá discusión
respecto de si implica la adopción de un sistema con un juez autoritario, que
vulnera el principio de imparcialidad en el proceso, o, por el contrario, si es
el requerimiento de un Estado de derecho que reclama un juez más activo
pero respetuoso de las garantías procesales de las partes.
Esta polémica sobre su empleo o no ha llevado a que los jueces de las salas
civiles de la Corte Suprema de Justicia de la República hayan expedido el
Décimo Pleno Casatorio Civil (Casación n.o 1242-2017-Lima Este), en el que
fijan criterios para el adecuado ejercicio de la prueba de oficio y su valoración
probatoria, que apuntan a una serie de problemas de tipo jurisprudencial. Se
establecieron reglas considerando los principios procesales, las posiciones

1 Abogado y magíster en Derecho Constitucional por la Universidad Nacional Federico


Villarreal. Cuenta con una maestría en Derecho Procesal en la Universidad Nacional
de Rosario (Argentina), y una maestría en Derecho Civil y Comercial, y un doctorado
en Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Profesor de posgrado en
Derecho Civil y Procesal Civil. Juez superior provisional de la Sala Civil de Huamanga de
la Corte Superior de Justicia de Ayacucho.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 305


teóricas y la orientación epistémica analizada2, y se planteó incluso de
manera ambiciosa que dichas reglas pueden ser de aplicación supletoria
a los ordenamientos procesales no penales (contencioso administrativo,
proceso laboral, proceso constitucional y en asuntos de familia), siempre que
sean adecuadas para la búsqueda de la verdad y no contrarias a las reglas
especiales que las regulen como se refiere.
En este contexto, reflexionemos sobre lo siguiente: un juez especializado
civil que, después de haberse actuado todas las pruebas ofrecidas por las
partes procesales, dispone la actuación de una prueba de oficio y, luego de
presentada la misma, expide sentencia amparando la demanda, resultando
dicho elemento probatorio determinante para resolver el conflicto. Este ejem-
plo puede conllevar a que de dicha acción puedan formularse las siguientes
interrogantes: ¿son las pruebas de oficio una vulneración directa al principio
de imparcialidad?, ¿cuál es la finalidad de su actuación en el proceso?, ¿cómo
alcanzar un equilibrio entre la prueba de oficio y las garantías procesales?
Asimismo, no existe una predictibilidad o una respuesta concordante frente
a dicha acción del juzgador, ya que hay sectores que consideran que lo tras-
cendente es arribarse a la verdad objetiva y que la «facultad» instructora del
juzgador se encuentra encaminada a tal finalidad, y existen otras posturas
que consideran ello un exceso que vulnera el derecho al debido proceso,
materializado en la defensa en juicio y de igualdad ante la ley, que afecta al
estado ideal de un proceso y que evidentemente podría generar dudas sobre
la imparcialidad del juzgador.
Respecto de este tema tan debatido, que en el plano normativo la mayoría
de ordenamientos le atribuyen en menor o mayor medida poderes proba-
torios a los jueces, incluyendo los ex officio; y en el que existen posiciones
opuestas confrontadas a lo largo de los años en relación con los aspectos
ideológicos del proceso, los sistemas procesales, el papel del juez y de las
partes en la relación procesal, etc., buscaré, en las siguientes líneas, desarro-
llar algunos aspectos relevantes de esta institución procesal, que le confiere
al juzgador poderes probatorios que pueden ser ejercidos discrecionalmen-
te para decidir la controversia desde la óptica desarrollada en este Décimo
Pleno Casatorio Civil y su tratamiento normativo, con la finalidad de efec-
tuar una evaluación crítica frente a las doce reglas vinculantes establecidas
por la máxima instancia judicial.

2 Como se señala en la justificación para el establecimiento de las reglas vinculantes en la


Casación n.o 1242-2017-Lima Este.

306 | Décimo Pleno Casatorio Civil


2. Alcances sobre el derecho constitucional a la prueba

La constitucionalización del derecho ha traído, entre sus manifestaciones,


la preponderancia de los derechos fundamentales en los Estados, buscando
que los mismos sean garantizados jurisdiccionalmente, lo cual tiene como
correlato que el Tribunal Constitucional del Perú identifique y reconozca
(de manera expresa o implícita) varios derechos fundamentales de natura-
leza procesal, como el derecho a la prueba (derecho implícito-contenido)
y el derecho constitucional al debido proceso o la tutela jurisdiccional
efectiva (derecho explícito-continente).
El derecho a la prueba se origina con el inexorable resultado de la
influencia del fenómeno de la constitucionalización del derecho y como
consecuencia del reconocimiento de los derechos fundamentales de natu-
raleza procesal, cuando toma especial relevancia la actividad probatoria de
fijar los hechos a los que el juez determinará el derecho en su sentencia3.
En nuestra Constitución Política de 1993, se ha consagrado una serie de
principios y derechos fundamentales de naturaleza procesal, que procuran
hacer del proceso un instrumento ágil, eficaz y garantista para la defensa
de los derechos de las personas, indicando, entre otros, los derechos funda-
mentales al debido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva (artículo 139,
inciso 3), el derecho a la publicidad de los procesos (artículo 139, inciso 4),
el derecho a la motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las
instancias (artículo 139, inciso 6), el derecho a la pluralidad de instancias
(artículo 139, inciso 5), el principio de no dejar de administrar justicia por
vacío o deficiencia de la ley (artículo 139, inciso 8), entre otros.
Se entiende el derecho a probar como aquel que posee el litigante y que
consiste en la utilización de todos los medios probatorios necesarios para
formar la convicción del órgano jurisdiccional acerca de lo discutido en el
proceso4. Ese contenido esencial del derecho a probar está compuesto por
los siguientes derechos: a la utilización o el ofrecimiento de todos los medios

3 Picó i Junoy, Joan. «El derecho a la prueba en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil». En
Abel Lluch, Xavier y Picó i Junoy, Joan (coords.). Problemas actuales de la prueba civil.
Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2005, p. 25.
4 Como refiere Joan Picó i Junoy, citado por Corte Suprema de Justicia de la
República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Lima: 24 de septiembre de 2020, p. 27.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 307


de prueba que sean relevantes, a su admisión por parte del juzgador, y a la
práctica o actuación de la prueba admitida y su debida valoración5.

3. Los sistemas procesales

Nuestros sistemas procesales están compuestos por etapas que se efectúan


mutuamente y se desarrollan gracias a la actividad de las partes o del mismo
juez6. Pueden considerarse como el método de enjuiciamiento que rige a
una sociedad determinada y constituyen el punto de partida de toda su
estructuración jurisdiccional.

3.1. Sistema inquisitivo o publicístico

Este sistema tiene su origen en la Europa cristiana del año 1000, época en
la que existía la institución de la inquisición medieval7. Se caracteriza por
una autoridad unilateral del juez, quien ejecuta e impulsa cada una de las
etapas procesales; es decir, en definitiva, el juez realiza todas las actuaciones
procesales, siendo este el ente activo, mientras que las partes se presentan
como pasivas frente a este sistema procesal.
Este sistema posteriormente fue denominado «eficientísimo procesal»,
culminada la Segunda Guerra Mundial, en que se empezó a promover de
forma progresiva la predisposición a que los derechos fundamentales sean
reconocidos en las diversas constituciones, en el contexto del fenómeno
referido de la constitucionalización del derecho, influenciado por la

5 Ibid, p. 28.
6 Alvarado Velloso, Adolfo. Sistema procesal. Garantía de la libertad. Tomo I. Santa Fe:
Rubinzal-Culzoni, 2009, p. 62.
7 Época en la cual se facultaba a los obispos a inspeccionar los pueblos y juzgar a los here-
jes; posteriormente, en virtud del Concilio de Letrán (1215), se designaron jueces inqui-
sidores especiales. Este fue el inicio de la creación de tribunales inquisitoriales como el del
Santo Oficio. Con el tiempo, este tribunal no solo juzgaba delitos contra la fe (herejía),
sino también contra las buenas costumbres y otros deberes clericales. Estos procesos eran
impulsados de oficio por el juez, e inicialmente se caracterizaron por ser escritos o pri-
vados. En 1480, el Tribunal de la Inquisición Española actuaba tanto en casos eclesiásticos
y de tribunal civil (Gaitán Guerrero, Loly Aylú. «La prueba de oficio en el proceso
civil: ¿imparcialidad del juez e igualdad de las partes?». En Revista de Derecho Privado,
núm. 43, 2010, p. 5).

308 | Décimo Pleno Casatorio Civil


corriente de pensamiento denominada «neoconstitucionalismo», que entre
sus características nos presenta a jueces que frente a la libertad del legislador
puedan realizar una interpretación creativa de la jurisprudencia8, esto es,
jueces activistas. Esta corriente publicista se apoya del «activismo judicial»
en que i) «confía» en los jueces y por eso los dota de poderes discrecionales;
ii) busca la justicia del caso concreto a toda costa; iii) hace prevalecer la
realidad de la urgencia en las decisiones de los jueces dejando atrás lo
imperativo de las normas; y iv) privilegia las consecuencias sociales de las
decisiones jurisdiccionales.

3.2. Sistema dispositivo o acusatorio

Es uno de los sistemas más antiguos que imperó en la antigua Grecia


y Roma. Se sustenta en la libre disposición, esto es, cuando las partes
disponen de su derecho a elegir libremente el método de discusión y cómo
debe conducirse esa discusión. Dichas partes procesales impulsan y fijan la
litis; asimismo, aportan las pruebas necesarias para confirmar o desmentir
argumentos y finalizan el proceso por el medio que consideren más idóneo,
careciendo el juez de actuación alguna que dé impulso al proceso, siendo su
deber seguir y acatar todo hecho propiciado por las partes, las únicas con
poder de impulsión en la actividad procesal9.
El sistema acusatorio (en lo penal) o dispositivo (en lo civil) se caracteriza
porque su inicio e impulso son atribuciones exclusivas de las partes
interesadas, quienes son las únicas que aportan hechos y pruebas. El
juicio es público como regla, y no como excepción; los litigantes actúan con
igualdad de armas; y el juzgador es imparcial —en un sentido amplio—. Por
tanto, quien sentencia no puede ser acusador ni parte en el proceso10.
En el pleno se abordan dos perspectivas de este principio11: en un sentido
«sustancial o propio», referido al reconocimiento de la tutela jurisdiccional

8 Pozzolo, Susanna. «Neoconstitucionalismo y especificidad de la interpretación consti-


tucional». En Doxa. Cuadernos de Filosofía del Derecho, vol. 2, núm. 21, 1998, pp. 339-344.
9 Gaitán Guerrero, Loly Aylú. Idem.
10 Calvinho, Gustavo. El sistema procesal de la democracia. Proceso y derechos fundamentales.
Lima: San Marcos, 2008, p. 90.
11 Se toma para ello la única posición de Mauro Cappelletti, pese a que se refiere que es una
concepción bastante aceptada por la doctrina procesal contemporánea.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 309


de las múltiples situaciones jurídicas sustantivas o materiales de las partes
procesales, que significa que ante el juzgador las partes pueden presentar
sus alegaciones de los hechos y aportar elementos relevantes que estimen
pertinentes; y en un sentido «procesal o impropio», referido a que se debe
considerar un sentido de disponibilidad de las pruebas, que significa que, si
bien como regla se otorga a las partes la facultad de proponer las pruebas
que sustentan los hechos del caso, esta situación se ve atenuada por el
legislador para aquellas necesidades concretas, en virtud de las cuales se
reduce el alcance de tal principio y se reconoce en el juez poderes sobre la
actividad probatoria más o menos extensos. A partir de aquí se construye
la justificación para que puedan atribuirse diversos poderes probatorios al
juzgador, posición que va en sentido distinto a la doctrina procesal porque el
principio dispositivo en sentido formal se refiere al manejo del proceso por
parte de los interesados, en su calidad de instrumento técnico de protección
de los derechos subjetivos12, pero teniendo en cuenta que el aumento de los
poderes de conducción, que los más modernos criterios procesales conceden
a los jueces, no significa la oficialización del principio dispositivo ni la
consagración de un proceso inquisitivo, sino que se trata, simplemente, de
poderes que se reconocen al juez para dirigir el proceso, el que se ejerce
dentro de lo planteado por las partes13.

3.3. Sistema mixto

Si bien ambos sistemas, como lo hemos detallado, son opuestos y antagónicos,


en algunas ocasiones se articulan, como acontece en nuestro ordenamiento
procesal civil, en que coexisten rasgos del sistema dispositivo y del sistema
inquisitivo, que se sostienen en un sistema de principios propios que ha
permitido ello y que introdujo frente a la rigidez del sistema dispositivo la
posibilidad de otorgar poderes probatorios a los jueces. Sin embargo, en
el pleno casatorio en comentario se apunta a dejar de lado la tradicional
dicotomía adversarial-inquisitorial, sin discutirse los aspectos centrales
de conceder dichos poderes a los jueces, o su fundamentación ideológica,
y se da un giro adoptando la consideración metodológica propuesta por

12 De acuerdo con Mauro Cappelletti, citado por Loutayf Ranea, Roberto. Principio
dispositivo. Buenos Aires: Astrea, 2016, p. 9.
13 Según Osvaldo Gozaíni, citado por Loutayf Ranea, Roberto. Idem.

310 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Damaška y los criterios característicos de Michele Taruffo14. Esta mirada
apunta hacia un modelo de proceso híbrido que busca un equilibrio entre
la acostumbrada iniciativa probatoria atribuible a las partes y los poderes
probatorios del juez, en aras de la obtención de una adecuada decisión
judicial, desde un marco del Estado constitucional en el que la función
jurisdiccional se logre a través de la aplicación y la consolidación del
ordenamiento normativo material. Esto implica que una decisión judicial
aspire a ser justa, teniendo como premisa básica el conocimiento de los
hechos que pueda calificarse como verdadero, a partir del equilibrio entre
la búsqueda del valor verdad y la efectividad de las situaciones jurídicas
sustantivas, lo cual justifica el empoderamiento de los jueces15.

4. La prueba, su finalidad y la verdad de los hechos


en el proceso

El vocablo «prueba» es generalmente utilizado para designar los distintos


medios con los que puede acreditarse la existencia de un hecho16. «Probar» es
una actividad racional dirigida a contrastar una proposición. Se puede decir
que el resultado de la prueba es una afirmación17; asimismo, como refiere
Couture18, es un medio de verificación de las proposiciones que los litigantes
formulan en el juicio.
A través de los medios de prueba se procura averiguar lo desconocido
y verificar lo conocido y previamente afirmado, pues estos versan sobre
las afirmaciones de las partes, es decir, sobre los datos que estas poseen,
que antes fueron desconocidos. La prueba no consiste en investigar sino en
buscar un dato ignorado, en acreditar que aquello que se conoce y, por lo

14 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit., p. 45.


15 Ibid, p. 38.
16 Arazi, Roland. La prueba en el proceso civil. Tercera edición. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni,
2008, p. 17.
17 Rivera Morales, Rodrigo. La prueba: un análisis racional y práctico. Madrid: Marcial
Pons, 2011, p. 29.
18 Couture, Eduardo. Fundamentos del derecho procesal civil. Buenos Aires: Depalma, 1985,
p. 217.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 311


tanto, se afirma, corresponde a la realidad19. Teniendo en cuenta esto, se
confía a las partes la determinación de los elementos (fuentes y medios de
prueba) que deben emplearse en los previstos legalmente. Esa determinación
es una carga, pero también es un derecho de las partes y, además, es de rango
fundamental. Se puede definir la prueba como la actividad procesal que
tiende a alcanzar la certeza en el juzgador respecto de los datos aportados
por las partes, certeza que en unos casos se derivará del convencimiento
psicológico del mismo juez; y, en otros, de las normas legales que fijarán
los hechos20.
El Código Procesal Civil (CPC), en su artículo 188, refiere que los medios
probatorios sirven para generar certeza en el juez, convenciéndolo de las
afirmaciones efectuadas en el proceso. Este convencimiento depende de la
eficacia de dichos medios, y para ello se requiere de su contundencia en
el proceso. De este precepto se desprende que dicha norma procesal exige
llegar a la certeza, mas no a la verdad, que son aspectos distintos. Sin
embargo, pese a dicha descripción normativa, se establece en este pleno
casatorio civil, desde una concepción epistemológica de la prueba21, que no
habría problema en abordar las pruebas de oficio desde dicha concepción,
ya que las pruebas promovidas por el juez están orientadas (y justificadas
constitucionalmente) hacia la búsqueda de la verdad (relativa, objetiva y
correspondida) de las ideas y las creencias plasmadas en el proceso; y que
se reconozca un rol más activo del juez en todos sus actos de gestión, y
que no solo debe ser un protagonista del proceso (como lo son las partes),
sino que además es el garante de su corrección epistémica22.
Es importante mencionar que tradicionalmente se establecía que la
prueba judicial debía permitir arribar a la verdad, la cual se distingue entre

19 Midón, Marcelo Sebastián. «Concepto de prueba. Jerarquía y contenido del derecho a la


prueba». En Midón, Marcelo Sebastián (coord.). Tratado de la prueba. Chaco: Librería de
la Paz, 2007, p. 36.
20 Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Cuarta edición. Navarra: Thomson
Reuters, Civitas, 2005, pp. 54-55.
21 Que en el ámbito jurídico parte de la filosofía del derecho, que tiene como objetivo
determinar si los diversos sistemas de investigación (que pretenden estar buscando
la verdad) cuentan o no con un diseño apropiado o confiable que les permita generar
creencias verdaderas acerca del mundo, conforme con Larry Laudan, citado por Corte
Suprema de Justicia de la República. Op. cit., p. 50.
22 Ibid, p. 54.

312 | Décimo Pleno Casatorio Civil


verdad material y verdad formal o procesal. La verdad material es aquella de
la que se habla fuera del proceso judicial; y la verdad formal, en cambio,
se obtiene en el proceso como resultado de la actividad probatoria. Esta
puede coincidir o no con la material (aunque a menudo se admite que es
deseable que lo haga), pero sería aquella la que gozaría de autoridad
jurídica. Con independencia de la coincidencia con los hechos realmente
ocurridos, se atribuye la calificación de verdadera formalmente a la declara-
ción de hechos probados realizada por el juez o el tribunal en la sentencia.
Peyrano refiere que el juez civil, en el marco de un proceso contencioso con
contradictorio y con prueba ofrecida y producida, no debe ser un investi-
gador de la verdad en cualquier caso, sino un facilitador de la producción
de la prueba propuesta, de su conservación y de su aprovechamiento pleno23.
La finalidad de la prueba podría encontrarse íntimamente ligada a la
concepción del proceso y sus objetivos24, para lo cual se plantean dos enfo-
ques fundamentales en el derecho procesal contemporáneo25: i) cognosciti-
vismo racional garantista, fundado en que en el proceso se debe administrar
justicia, y por tanto, uno de los principales propósitos es establecer la ver-
dad, y que esta sea rasgo esencial de la decisión; y ii) decisionismo procesal,
que reduce las garantías a la actividad de las partes dentro del proceso y
afirma que el objetivo principal del proceso judicial es resolver el conflicto
entre dos partes del caso concreto.
Por lo tanto, quienes defienden el enfoque cognoscitivista racional
garantista parten de la tesis del proceso como instrumento orientado a la
búsqueda de la verdad, la que se forma con la participación democrática de
las partes en un debate contradictorio de las hipótesis propuestas mediante
la contrastación de los elementos probatorios con la realidad, y no solo
en el interior del mismo juez, por su íntima convicción. En tanto, quienes
defienden el decisionismo asumen que la finalidad de la prueba en el proce-
so es, básicamente, ser una herramienta de persuasión, y que la prueba no
tiene una función cognoscitiva, sino solo argumentativa, que no implica

23 Peyrano, Jorge. «El juez y la búsqueda de la verdad en el proceso civil». En Peyrano,


Jorge (dir.). Fuentes, medios y valoración de la prueba. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, 2018,
p. 637.
24 Taruffo, Michele. La prueba. Madrid: Marcial Pons, 2008, p. 20.
25 Esta clasificación está basada en las posiciones sostenidas por Ferrajoli, Taruffo y Gascón
Abellán (Rivera Morales. Op. cit, p. 34).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 313


examinar aquello que pertenece a la verdad o a la falsedad, sino, más bien,
que es opinada independientemente del valor de hecho que posea26.
Ferrer Beltrán27 propone alternativas sobre la finalidad de la prueba, las
cuales tienen la ventaja de claridad conceptual respecto de la distinción
entre verdad material y verdad formal, ya que no necesita aumentar el
número de las nociones de verdad. Las alternativas son las siguientes:
1. Prueba como fijación de los hechos: la finalidad de la prueba es la
fijación formal de los hechos por parte del juez, con independencia de
su relación con lo ocurrido.
2. Prueba como convicción del juez acerca de los hechos: la prueba es el
conjunto de operaciones por medio de las cuales se trata de obtener el
convencimiento del juez respecto de unos datos procesales determinados.
Esta tesis parece ser la mayoritaria en la dogmática procesal.
3. Prueba como certeza del juez acerca de los hechos: la prueba es la
actividad procesal que tiende a alcanzar la certeza en el juzgador respecto
de los datos aportados por las partes.

Taruffo28, por su parte, sostiene que la regulación del proceso y de las


pruebas no es de por sí un obstáculo para que se determine la verdad de los
hechos en el proceso, supuesto que se trata inevitablemente de una verdad
relativa y ligada al contexto en el que es establecida. Qué tipo de verdad
es establecida en el proceso, en qué medida resulta aceptable, y cuál es su
proximidad o lejanía a la verdad que puede establecerse en otros contextos
cognoscitivos son problemas que solo pueden tener soluciones específicas
en función de la naturaleza, la amplitud y la incidencia de los límites que
imponen las normas de un determinado ordenamiento a la búsqueda de
una versión verdadera de los hechos.
En el proceso civil, sin embargo, el juez tiene que elegir entre dos ver-
siones distintas u opuestas esgrimidas por las partes, para lo cual se ve obli-
gado a verificar y confrontar sus afirmaciones y pruebas, y otras veces solo
le bastará con la apreciación del derecho para esclarecer una incertidum-
bre jurídica, denotando evidentemente una actitud pasiva. En tanto, si
hacemos un parangón con el proceso penal, este es diferente porque al juez

26 Ibid, pp. 34-35.


27 Ferrer Beltrán, Jordi. Prueba y verdad en el derecho. Segunda edición. Madrid: Marcial
Pons, 2005, pp. 62-63.
28 Taruffo, Michele. Op. cit, p. 79.

314 | Décimo Pleno Casatorio Civil


le incumbe establecer los hechos, reconstruirlos y, con base en ello, discu-
tirlos en juicio para resolver lo pertinente. Asimismo, la búsqueda de la
verdad es el fin inmediato del proceso penal, y se debe desarrollar ten-
diendo a la reconstrucción conceptual y la acreditación del acontecimiento
histórico sobre el que versa, a través de la prueba, el único medio confiable29.
Así, el proceso penal es considerado el bastión de la búsqueda de la verdad.
El poder de actividad de la maquinaria de la justicia llega a su punto más
alto en este campo, y también lo hace la importancia que el juez da a la
precisa determinación de los hechos30.
Por último, en la norma procesal se exige al juzgador civil que alcance
la certeza, que puede coincidir o no con la verdad, dado que en un proceso
las afirmaciones de las partes procesales pueden coincidir con lo acontecido
en la realidad misma (verdad), pero si se da la eventualidad de que esas
afirmaciones no son acreditadas, entonces serán desestimadas, y todo ello
con base en la certeza que emerge del proceso, lo que es perfectamente válido
en el ámbito jurídico. Asimismo, se debe buscar fundamentos «razonables»,
estar seguros de que todas las explicaciones alternativas hayan sido descar-
tadas, elegir la «mejor» explicación, etc., puesto que, una vez examinadas,
resultan operativamente inútiles31.

5. Fuentes, medios de prueba y valoración de la prueba

La fuente de prueba es un concepto metaprocesal porque indica los diversos


elementos que existen en la realidad y que podrán de algún modo llevarse
al proceso o no. Es decir, tiene existencia propia y desvinculada en cuanto
el proceso, verbigracia, la existencia de un instrumento escrito (pagaré,
testamento, etc.)32; así, se cuenta con aquella antes del proceso y aun con
independencia de este. En tanto, se denomina medio de prueba a la actividad

29 Arocena, Gustavo. ¿De verdad? Prueba, racionalidad y verdad en el procedimiento criminal.


Puno: Zela Grupo Editorial, 2020, p. 34.
30 Damaška, Mirjan. El derecho probatorio a la deriva. Madrid: Marcial Pons, 2015, pp. 112-113.
31 Haack, Susan. «La justicia, la verdad y la prueba: no tan simple, después de todo». En
Ferrer Beltrán, Jordi y Vázquez, Carmen (eds.). Debatiendo con Taruffo. Madrid:
Marcial Pons, 2016, p. 322.
32 Carbone, Carlos Alberto. «Fuente y medio de prueba». En Peyrano, Jorge (dir.). Fuentes,
medios y valoración de la prueba. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, 2018, p. 19.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 315


desarrollada en el proceso para que la fuente de prueba se incorpore a él; el
medio nace y se forma en el proceso. La prueba existirá fuera del proceso
como «fuente» y dentro de él como «medio». La fuente será anterior al
proceso e independiente de aquel; el medio, en cambio, se formará durante
el proceso y pertenecerá a él33.
Los medios probatorios son los instrumentos que emplean las partes
para acreditar sus afirmaciones en el proceso y se obtienen de la fuente de
prueba, con lo cual podemos decir que el modo de incorporarla al proceso
es mediante los medios probatorios. Naturalmente, las partes gozan de
libertad probatoria para ofrecer los medios probatorios que estimen suficien-
tes y pertinentes para alcanzar el éxito en el proceso, salvo que la ley limite
esa libertad probatoria34.
La valoración de la prueba es la «actividad de percepción por parte
del juez de los resultados de la actividad probatoria que se realiza en el
proceso»35. Se constituye en un juicio probabilístico sobre la hipótesis fáctica
obtenida tras la práctica de los elementos de prueba, los cuales deberán
considerarse aceptables cuando su grado de probabilidad se estime suficiente,
conforme con un modelo lógico inductivo36.
En nuestro país, se ha impuesto al juez la obligación de valorar en forma
conjunta y razonada todos los medios de prueba, dado que las pruebas
en el proceso se encuentran mezcladas y se constituyen en una secuencia
integral. El juzgador debe, a partir de estas, reconstruir, con base en los
medios probatorios, los hechos que dieron origen al conflicto; y no se puede,
por ende, tomar ninguna prueba de manera aislada o exclusiva, sino en
su conjunto (artículo 197 del CPC). En tal sentido, debe observarse que la
valoración de la prueba no nos conduce de manera automática a la decisión
acerca de la realización de un hecho, sino que nos permite medir el grado
de probabilidad lógica de acuerdo con la conformación de datos que se
desprende del material probatorio que obra en el expediente37.

33 Midón, Sebastián. Op. cit., pp. 52-53.


34 Martel Chang, Rolando. Pruebas de oficio en el proceso civil. Lima: Instituto Pacífico, 2015,
p. 50.
35 Nieva Fenoll, Jordi. La valoración de la prueba. Madrid: Marcial Pons, 2010, p. 175.
36 Gascón Abellán, Marina. Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba. Madrid:
Marcial Pons, 2010, pp. 157-161.
37 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit., p. 98.

316 | Décimo Pleno Casatorio Civil


6. La carga de la prueba

El término «carga» tiene un significado propio en el lenguaje jurídico y es


la traducción que en español se acepta de la voz latina onus. La carga señala
la conveniencia para el sujeto de obrar de determinada manera, a fin de
no exponerse a las consecuencias desfavorables que podría ocasionarle su
omisión38.
La carga de la prueba dependerá del rol concreto que asumirá la parte
en el proceso, y no de la naturaleza de los hechos alegados o defensas. Se
encuentra ligada a un carácter objetivo, que permite la elaboración de una
regla general, apta para todo proceso con prescindencia del procedimiento y
la materia en que apoyen sus pretensiones. Por eso, a lo largo de la historia,
los juristas ensayaron una cantidad de reglas con aspiraciones de englo-
bar todos los casos que pudieran plantearse. Sin embargo, la fuerza de los
acontecimientos demostró que, por razones de justicia, era necesario aten-
der las circunstancias específicas que rodean ciertas situaciones peculiares,
no ya con la regla, sino con una regla de onus probandi, que se «adapte» al
caso. Como se observa, hay una suerte de convivencia de la regla general
con las especiales dentro de un sistema basado no solo en la necesidad de
brindar certeza y seguridad jurídica, sino también en la de atender cuestio-
nes prácticas39.
Cada una de las reglas generales que se elaboraron a lo largo del tiempo
dirigen su mirada hacia diferentes aspectos: los sujetos procesales, las clases
de hechos o el subelemento fáctico de la causa de la pretensión que permite
la aplicación de la consecuencia jurídica perseguida. En cambio, las reglas
especiales a menudo son impregnadas de razones de experiencia o cues-
tiones prácticas y hasta políticas relativas al suministro de la prueba. El
conjunto de reglas hace las veces de clausura o cierre sistemático para evitar
el non liquet, decidido por el legislador con la finalidad de que los litigios
no queden abiertos por más tiempo, evidenciando su preferencia de una
declaración de certeza jurídica, con la condición de que se haya cumplido
el debate procesal en igualdad jurídica de oportunidades. Por tanto, si las

38 Arazi, Roland. Op. cit., p. 67.


39 Calvinho, Gustavo y Valdivia Rodríguez, Carlos Manuel. «Repensando la “carga dinámica
de la prueba”: su aplicación jurisprudencial y su propuesta normativa». En Actualidad Civil,
núm. 72, 2020, p. 201.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 317


reglas de la carga de la prueba son llamadas para privilegiar la certeza con
el fin último de alcanzar seguridad jurídica, es inexorable que tengan un
origen cierto, preestablecidas de la mejor manera posible en un marco de
coherencia y compatibilidad entre sí.
Por otra parte, cuando mencionamos el carácter objetivo del sistema
de reglas del onus probandi, en absoluto consideramos la clasificación entre
carga de la prueba subjetiva40 y objetiva41, que tantas confusiones genera
en la doctrina. Simplemente, se trata de su necesaria aplicación en el caso
concreto, con total independencia de la manera de pensar o de sentir del
operador jurídico. Así, hacemos eco de la primera acepción de la voz
«objetivo» que presenta el Diccionario de la lengua española42. Es decir, las
reglas deben provenir de otros sujetos distintos a los que actúan en el
proceso para evitar que su fijación sea acomodada a alguna particularidad
del caso, a efectos de incidir en el resultado de la decisión43.
En nuestro país, por ejemplo, el artículo 196 del CPC establece una regla
general del onus probandi, que se aplica en ausencia de otra específica y en
que, si no se ha levantado la carga, entra a tallar lo regulado por el artículo
200; en virtud de ello, se establece una distribución de la carga probatoria
previsible que contempla el principio de aportación de parte, en virtud del
cual los litigantes tienen que alegar los datos o elementos fácticos de la
realidad discutida en el proceso y, además, ofrecer la prueba en relación con
dichos datos o elementos alegados44.

40 La carga subjetiva se asocia a la necesidad práctica de probar y se encuentra ligada a la


actividad práctica de cada una de las partes procesales.
41 La carga objetiva prescinde de toda actividad de las partes y regula las consecuencias de
la incertidumbre, siendo el tribunal quien debe resolver sobre las consecuencias jurídicas
que se asignan a los datos insuficientemente probados (Oteiza, Eduardo. «La carga de la
prueba, los criterios de valoración y los fundamentos de la decisión sobre quién está en
mejores condiciones de probar». En Advocatus, núm. 26, 2012, p. 197).
42 «Perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de
pensar o de sentir» (Real Academia Española. «Objetivo». En Diccionario de la lengua
española, s. f. Recuperado de https://dle.rae.es/objetivo?m=form).
43 Calvinho, Gustavo y Valdivia Rodríguez, Carlos Manuel. Op. cit., pp. 201-202.
44 Valdivia Rodríguez, Carlos Manuel. «Las limitaciones a los poderes del juez revisor
para declarar la nulidad de la resolución impugnada. Las propuestas de reforma plantea-
das al Código Procesal Civil». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 62, 2018, p. 281.

318 | Décimo Pleno Casatorio Civil


En la casación comentada, se identifica una situación real, a saber, que
el juez, de manera inadecuada, en el primer o segundo considerando de
la sentencia, antes de valorar la prueba, ya establece quién debió probar
determinado hecho, generándose más confusión cuando se le vincula con
la prueba de oficio porque el juez debe utilizar la carga probatoria solo
después de haber realizado dicha actividad probatoria oficiosa.

7. El rol del juzgador: entre el activismo judicial y el


garantismo procesal

El rol reservado al juez en el diseño del proceso civil es sin duda el ámbito
en el que las ideologías se enfrentan con mayor ahínco, aunque muchos
sectores le resten importancia. El enmarcado en el principio dispositivo,
la bilateralidad y la amplia contradicción se cuestionan con la mayor
amplitud y densidad de los poderes-deberes judiciales. Nos encontramos
divididos respecto de la concepción de proceso civil, dado que, por un
lado, el garantismo hace referencia al proceso como un método pacífico de
debate mediante el cual los antagonistas dialogan para lograr la solución
—mediante resolución de la autoridad— de los conflictos intersubjetivos de
intereses que mantienen, y cuya razón se halla en la necesidad de erradicar
la fuerza ilegítima en una determinada sociedad para mantener en ella un
estado de paz45. Esto implica que los contendientes deben estar en igualdad
de condiciones y el proceso debe ser resuelto por un tercero imparcial
que ostenta el carácter de autoridad-juez. En este sentido, lo esencial es la
igualdad de las partes y la imparcialidad del juzgador, que tienen cabida
dentro del sistema dispositivo, en el que el juez debe adoptar una posición
absolutamente neutral dentro del proceso.
En el garantismo procesal, la posición adoptada en relación con la prueba
de oficio puede reseñarse en lo señalado por Montero Aroca46, quien refiere
que no se la puede entender en el sentido de que, por medio de la misma:
1. Llegue a desconocerse lo relativo a la carga de la prueba que pesa sobre
las partes. El juez no puede desvirtuar esa regla general y, por medio de
las diligencias para mejor proveer, dejarla sin sentido.

45 Alvarado Velloso. Op. cit., p. 37.


46 Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Madrid: Civitas, 1996, p. 323.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 319


2. Se supla la inactividad o negligencia de una de las partes, que no ha
hecho todo lo que el sistema procesal le permite para llegar a probar sus
afirmaciones de hechos. Debe tenerse en cuenta que si el juez suple la
inactividad o negligencia de una de las partes, está beneficiándola en
perjuicio de la otra, con lo que no está manteniendo la imparcialidad
entre ellas.
3. Se desconozca el principio de igualdad de las partes en el proceso, el cual
quedaría vulnerado si el juez, con el pretexto de que debe llegar a conocer
cómo sucedieron realmente los hechos para dictar una sentencia justa,
favoreciera a una de las partes realizando la actividad probatoria que a
esta le es debida. Hay que insistir en que todo lo que el juez haga en
beneficio de una parte lo hace en perjuicio de la otra, a la cual puede
proponerse en situación de indefensión, no porque se le impida realizar
una actividad propia del derecho de defensa, sino porque el juez asume
la defensa de la otra parte.

Por otro lado, el activismo judicial nos presenta una corriente de pensa-
miento de un juez comprometido con la realidad del caso justiciable, que
sabe tomar en cuenta las circunstancias casuísticas cuando ellas no encajan
en el molde previsto por el legislador, y que está dispuesto a intervenir en
la marcha del proceso civil, aprovechando las facultades que las leyes les
confieren e incluso brindando soluciones pretorianas en aras de lograr una
justa composición del litigio. Esta corriente entiende que la exacerbación
del principio dispositivo puede conducir a resultados injustos, en razón de
lo cual propone otorgar a los jueces facultades que lo morigeran. Los magis-
trados activistas consideran que sus sentencias no deben limitarse a poner
fin a un conflicto suscitado en el plano de la realidad social, sino que ponen
especial énfasis en el propósito de arribar a una solución justa de tal contro-
versia, siendo la búsqueda de la justicia el norte que guía su actuación47.
En el activismo judicial, las pruebas de oficio o las medidas para mejor
proveer son las facultades discrecionales que puede emplear el tribunal
preocupado por la sospecha de que las pruebas aportadas al proceso no son
suficientes para esclarecer la verdad real o «histórica», en la medida en que
su ejercicio se erija en un mero corrector del principio dispositivo y no en

47 Nallino, Mariana. «Reflexiones sobre las medidas para mejor proveer». En Peyrano,
Jorge (dir.). Elementos del derecho probatorio. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, 2017, pp. 344-345.

320 | Décimo Pleno Casatorio Civil


su verdugo. Asimismo, tanto la doctrina como la jurisprudencia argentina
son contestes en estimar que el estado de medidas para mejor resolver
constituye una facultad cuyo ejercicio está librado al criterio discrecional
del oficio, y que no pueden los litigantes exigir que se las adopte48. Se justifica
su actuación oficiosa en que no se debe limitar la función del juez a ser
un mero árbitro que solamente debe velar por el respeto de las reglas del
juego, sin interés alguno en la justicia de resultado, atado a la habili-
dad de las partes para mover las piezas —como si se tratara de un juego de
ajedrez—, que recrea el material fáctico más beneficioso para sus pretensio-
nes. Asimismo, refieren que nunca puede saberse a priori con certeza cuál
será el resultado de una diligencia probatoria, amén de que la existencia de
dicha sospecha evidenciaría que la verdad y el derecho están de parte del
que se vería injustamente perjudicado por la pasividad de un juez que está
más preocupado por aventar toda imputación de parcialidad que por admi-
nistrar justicia49.

8. Tratamiento normativo de la prueba de oficio en nuestro


proceso civil

La entrada en vigencia de la Ley n.o 30293, que modificó de manera sus-


tancial la prueba de oficio contenida en el artículo 194 del CPC, necesaria
a la luz de la problemática que se presentaba con la redacción anterior,
destaca lo siguiente: i) el carácter excepcional de la prueba de oficio, con
lo cual se reafirma la regla general de que la controversia en los procesos
debe resolverse con el material probatorio ofrecido y aportado por las
partes procesales en su debida oportunidad; ii) el juez con la actuación pro-
batoria oficiosa no debe reemplazar a las partes en su carga de probar, con
lo que queda corroborado expresamente que son las partes y nunca el juz-
gador a quienes les corresponde acreditar las afirmaciones efectuadas en el
proceso; iii) se precisa que la orden para actuar pruebas de oficio puede pro-
venir tanto del juez de primera instancia y de segunda instancia, dejándose

48 Peyrano, Jorge. El proceso civil. Principios y fundamentos. Buenos Aires: Astrea, 1978,
pp. 76-77.
49 Peyrano, Jorge (dir.). Elementos de derecho probatorio. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, 2017,
pp. 367-376.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 321


atrás la situación problemática de que el único que podía ordenar las pruebas
de oficio era el primero; iv) la prueba de oficio debe ser pertinente, es decir,
debe servir para resolver la controversia, lo cual nos lleva a observar también
los principios de la prueba; v) las pruebas de oficio deben ordenarse para
resolver la controversia, es decir, deben servir para dilucidar el tema de
prueba, conforme con los puntos controvertidos o hechos a probarse, a efec-
tos de evitar la actuación de pruebas de oficio sobre materias no relevantes
para resolver dicha controversia; vi) los medios probatorios de oficio deben
ordenarse siempre que la fuente de prueba haya sido citada por las partes
en el proceso, quedando prohibido al juez acudir a la fuente de prueba de
modo directo, lo cual podrá ser controlado ahora por las partes del proceso;
vii) se establece que el juez, al ordenar la prueba de oficio, debe asegurar a
las partes el derecho a la contradicción de la prueba, esto es, asegurar la
posibilidad a las partes procesales de conocer y cuestionar la prueba de
oficio; viii) la resolución que ordena la prueba de oficio debe ser motivada
bajo sanción de nulidad, lo que guarda conformidad con el principio de
motivación de las resoluciones judiciales conforme con lo contenido en
nuestra constitución; ix) establece la inimpugnabilidad de la resolución
que ordena las pruebas de oficio, siempre que se ajuste a las limitaciones
estipuladas en el artículo 194, esto es, observándose el derecho de contra-
dicción, la fuente de prueba, el tema materia de prueba, la motivación de
las resoluciones judiciales, y los derivados de los principios de la prueba; y
x) el juez de segunda instancia puede también ordenar pruebas de oficio, y
prohíbe la posibilidad de que dicho juez revisor anule la sentencia por
no haberse ordenado la actuación de pruebas de oficio en primera instan-
cia, lo cual va conjuntamente con la reforma que también se efectuó en el
artículo 374 del citado código, que permite ofrecer medios probatorios en la
apelación de sentencias, sin circunscribirlos a los procesos de conocimiento
y abreviado como acontecía en la redacción del texto anterior de dicho
artículo.
Con la publicación de la Resolución Ministerial n.o 0070-2018-JUS, de
fecha 5 de marzo de 2018, se dispuso la publicación del Proyecto de Reforma
del Código Procesal Civil, presentado por el grupo de trabajo constituido
mediante la Resolución Ministerial n.o 0181-2017-JUS, en el que se efectuó
una serie de propuestas de reforma a la mayoría de articulados del CPC,
entre ellos, la referida a la prueba de oficio, que mantiene gran parte de la
redacción vigente del artículo 194 del CPC, esto es, la posibilidad de que el

322 | Décimo Pleno Casatorio Civil


juez pueda incorporar medios de prueba al proceso mediante un procedi-
miento que busca respetar el derecho de defensa de las partes procesales,
es decir, escuchando previamente a las partes procesales y anunciando a las
partes su decisión de incorporar dicho medio de prueba, como puede des-
prenderse de la siguiente propuesta de modificación de dicho articulado
(artículo 278 del proyecto de reforma del CPC): excepcionalmente, en el
momento de la sentencia, cuando los medios probatorios ofrecidos por las
partes no sean suficientes para probar los hechos controvertidos, el juez de
primera o de segunda instancia puede incorporar medios probatorios de ofi-
cio siempre que la existencia de los mismos haya sido invocada en alguna
fuente de prueba citada en el proceso. Para tales efectos, el juez debe infor-
mar previamente a las partes la necesidad de incorporar un medio probato-
rio sobre algún hecho que a su juicio no estaría probado. Las partes deben
absolver lo indicado por el juez en un plazo de diez días y podrán ofrecer
nuevos medios de prueba sobre el hecho indicado por el juez. Las partes
tienen derecho a presentar nuevas defensas y alegaciones respecto de los
medios de prueba ofrecidos.
Con la absolución o sin ella, el juez califica los medios de prueba ofrecidos
por las partes y decide la incorporación de oficio o no del medio de prueba.
En caso de que la decisión sea incorporar el medio probatorio, el juez
otorga a las partes un plazo adicional de diez días para ejercer su derecho
de defensa, pudiendo ofrecer nuevos medios probatorios si fuera el caso.
En ningún grado o instancia se declara la nulidad de la sentencia por no
haberse ordenado la incorporación de oficio de medios probatorios.
En esta propuesta normativa se retira del texto actual el enunciado «con
esta actuación probatoria el juez cuidará de no reemplazar a las partes en
su carga probatoria, y deberá asegurarles el derecho de contradicción de la
prueba», con lo que se quita el candado normativo que existe para su empleo,
como también se hace al retirarse la limitación de que la resolución «debe
estar debidamente motivada, bajo sanción de nulidad, siendo esta resolu-
ción inimpugnable, siempre que se ajuste a los límites establecidos en este
artículo». Así, el juez que quiera emplear sus poderes probatorios oficiosos
podrá hacerlo con mayor libertad y sin la restricción que existía. También,
en esta propuesta se reafirma el carácter facultativo de su empleo, al añadir
la palabra «puede», dejando claramente establecido el mecanismo propuesto
en aras de que se pueda ejercer el contradictorio por las partes procesales,
para que con su participación activa se «controle» el empleo de los poderes

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 323


probatorios del juez, porque el contradictorio funciona como un mecanismo
de frenos y contrapesos que permiten maximizar los derechos de las partes
y los poderes probatorios del juez50.

9. Comentarios a las doce reglas con carácter de precedente


judicial establecidas en la Casación n.o 1242-2017-Lima Este

9.1. Primera regla51

Esta primera regla reafirma el contenido del marco normativo vigente, que
establece que los poderes probatorios del juzgador son una facultad y no
un deber o una obligación. Ello implica que si él mismo desea aplicar la
prueba de oficio, lo podrá hacer cuando considere que así lo requiera el
proceso, sea que este contenga una pretensión personal o esté relacionado
con derechos reales, siguiendo los límites establecidos por el artículo 194
del CPC y las demás reglas contempladas en este pleno casatorio.
En tal sentido —insistimos—, existen dos modelos diferenciados de
juez, según los preceptos y las concepciones que pueda adoptar, depen-
diendo, por ende, de su actuación probatoria oficiosa del rol asumido como
válido en los procesos a su cargo, aunque muchas veces lo realice de manera
mecánica, sin reparar con detenimiento en lo realizado y tomando en cuenta
que se encuentra regulado como una facultad o potestad para él, puesto que
más allá de cualquier evaluación epistémica de la prueba, dependerá de ello
que este opte por su actuación probatoria o no, y que incluso la decisión de
no incorporar prueba alguna, pese a que exista pedido expreso de alguna
parte procesal, no podría ser cuestionada al ser una facultad discrecional
del juzgador.

50 Alfaro Valverde, Luis. «Aproximación a la dimensión epistémica de los poderes


probatorios del juez». En Priori Posada, Giovanni (coord.). La prueba en el proceso.
Lima: Palestra Editores, 2018, p. 462.
51 «El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un enunciado legal que confiere al
juez un poder probatorio con carácter de facultad excepcional y no una obligación; esta
disposición legal habilita al juez a realizar prueba de oficio, cuando el caso así lo amerite,
respetando los límites impuestos por el legislador» (Corte Suprema de Justicia de la
República. Op. cit., p. 112).

324 | Décimo Pleno Casatorio Civil


9.2. Segunda regla52

Resulta importante este aspecto denotado como regla —más allá del tema
central de este pleno— de la fijación de los puntos o los hechos contro-
vertidos que integran el objeto del proceso sobre los que recaerá la funda-
mentación fáctica de la sentencia a expedirse, ya que es una práctica muy
usual en las diversas judicaturas que se transcriban en este rubro la descrip-
ción de las pretensiones formuladas en el proceso, sin analizarlas a cabali-
dad y sin establecerlas con precisión. En este contexto, es importante que
el juzgador pueda establecer, de manera específica y clara, cuáles son los
puntos controvertidos con los que las partes mantienen posiciones discre-
pantes porque, como señala Zavaleta Rodríguez53, de no ser así, se incre-
menta el riesgo de admitir medios probatorios impertinentes e inútiles, sin
sacar el máximo provecho respecto del thema probadum, de eludir el juicio
sobre los problemas jurídicos en debate y de incurrir, por tanto, en una
motivación defectuosa de la sentencia, entre otras contingencias.
La fijación de los puntos controvertidos es trascendental para el proceso
porque contribuirá para que el juez establezca la hoja de ruta hasta la sen-
tencia, y de esa forma descarte los hechos que no son materia del proceso,
así como las pruebas o las fuentes de prueba que resulten superfluas, inne-
cesarias, dilatorias o inconducentes al objeto controvertido. En el caso de
un despacho judicial tradicional no enmarcado en el proyecto piloto para
la aplicación de la oralidad por audiencias en el proceso civil54, se presenta
un esquema que sigue lo estipulado por el artículo 468 del CPC; esto es,
deberán ser fijados los puntos controvertidos a través de un auto. Como
consecuencia de la carga procesal excesiva que afronta la judicatura civil,
esta resolución en la práctica será proyectada por el secretario judicial y en
muchos casos solo contendrá la transcripción del petitorio demandado por
dicha situación descrita; y si el juez no ha reparado en revisarlo adecua-
damente, así quedará establecida. Esto traerá como consecuencia que, por

52 «El juez fijará los puntos controvertidos con precisión y exhaustividad, los cuales no deben
ser una mera descripción de las pretensiones procesales postuladas en el proceso» (Ibid).
53 Zavaleta Rodríguez, Roger. La motivación de las resoluciones judiciales como argu-
mentación jurídica. Lima: Grijley, 2014, pp. 136-137.
54 En donde considero que no se generará ningún tipo de problema en cuanto a esta regla
de fijación de los puntos controvertidos, debido a que son los mismos jueces quienes en la
audiencia preliminar los establecerán de acuerdo con su gestión del caso (case management).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 325


no fijar bien los hechos controvertidos, se redunde en la extensión innece-
saria del proceso por haber actuado pruebas que no contribuyen a la dilu-
cidación de los hechos, que complicarán el proceso, y se perderá tiempo
valioso para la sentencia en emitir pronunciamientos sobre cuestiones que
no obedecen a la controversia, pero como están establecidos como puntos
controvertidos, merecerán también su pronunciamiento. Asimismo, se gene-
rará una situación en adelante frente a fórmulas vagas o genéricas que pre-
tenden abarcar el contenido total de las pretensiones, a saber, que los jueces
revisores puedan declarar la nulidad si no se cumple con esta regla, dado que
no podrá ser materia de subsanación en dicha instancia porque se vulneraría
el debido proceso.

9.3. Tercera regla55

En esta regla se reitera el contenido expreso estipulado por el artículo 194 del
CPC, con un añadido: puede emplearse en una sola oportunidad, limitación
que no se encuentra regulada por el legislador. Esto era necesario, ya que
entran en juego dos categorías procesales: la excepcionalidad de la iniciativa
probatoria del juez y la economía procesal, es decir, el empleo de la prueba
de oficio será determinante para resolver el proceso, para lo que bastará un
único ejercicio, y, por otro lado, se adicionará a ello la carga procesal de los
diversos órganos jurisdiccionales que generan mora procesal, la cual afecta
a las partes procesales. He observado en mi labor judicial que se presentan
varias situaciones casi cotidianas frente a dicho articulado reformado, que
limitan el empleo de las pruebas de oficio por parte del juzgador y que exigen
que la decisión se encuentre debidamente motivada y se cite la «fuente de
prueba». Sin embargo, se siguen expidiendo resoluciones como si no se
hubiese modificado dicha norma, y en las mismas se peticiona a las partes
determinados medios probatorios, en varias ocasiones, y se consigna que
se requieren dichas pruebas «para mejor resolver», para evitar observar las
limitaciones normativas descritas e impedir que se motiven las razones del
juez para hacer uso de su facultad oficiosa y permitir su contradicción.

55 «El juez de primera o segunda instancia, en el ejercicio y trámite de la prueba de oficio,


deberá cumplir de manera obligatoria con los siguientes límites: a) excepcionalidad;
b) pertinencia; c) fuentes de prueba; d) motivación; e) contradictorio; f) no suplir a las
partes; y g) en una sola oportunidad» (Corte Suprema de Justicia de la República.
Op. cit.).

326 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Por otro lado, se cometen errores al ordenar una prueba oficiosa, cuando
los juzgadores confunden o no comprenden cabalmente lo que implica el
concepto de fuente de prueba. Cuando se ordenan pruebas, no se cita de
manera adecuada su fuente, que se entiende ya incorporada al proceso. Jus-
tamente con ello se quiere evitar que el juzgador emplee su conocimiento
privado fuera de lo que figura en el proceso y que no garantice su imparcia-
lidad, lo cual implicaría que el juez saque su brazo fuera del proceso para
traer algo que no haya sido incorporado, además de inobservar que estas no
son pruebas privilegiadas y que deben ejecutarse con todas las formalidades
establecidas y el control de las partes.

9.4. Cuarta regla56

Considero importante la inclusión de esta regla, ya que, al respecto, no es muy


preciso el artículo 194 del CPC, que establece que con la actuación probato-
ria oficiosa del juez se asegura el «derecho de contradicción de la prueba».
Implica que los medios de prueba presentados por una parte deben ser
puestos a conocimiento de la contraparte para su evaluación y, de ser el caso,
cuestionarla, camino que también siguen las pruebas incorporadas de oficio
por el juez, que deben ser sometidas al contradictorio.
Se establece dos momentos para realizarse el contradictorio: i) contra-
dictorio diferido, que implica que el juzgador pueda resolver e incorporar el
nuevo medio probatorio de oficio y luego darlo a conocer a las partes pro-
cesales, notificándoles esta decisión, para que estas después puedan ejercer
su derecho de defensa en relación con dicha prueba, es decir, la información
sobre las pruebas de oficio es ex post, de manera unilateral y excluyente a
toda participación de las partes en tal decisión jurisdiccional; y ii) contra-
dictorio previo, que implica que la iniciativa probatoria del juez se articule
necesariamente luego de escuchar a las partes procesales, es decir, respetando
el contradictorio previo, que implica adoptar la decisión de la incorporación
o no de este elemento de prueba adicional después de escuchar las distintas
observaciones que realicen las partes. Al igual que los diversos elementos de
prueba que aportan las partes al proceso, las nuevas pruebas están someti-
das al libre contradictorio, con el fin de que estas se puedan, de ser el caso,

56 «El contradictorio, en la prueba de oficio, puede ser previo o diferido, y se ejerce por las
partes de forma oral o escrita, dependiendo de la naturaleza del proceso» (Ibid).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 327


objetar o cuestionar. Luego de ello, recién el juez puede asumir una apre-
ciación sobre su fiabilidad y su valor probatorio. Considero más adecuado
este contradictorio previo, ya que brinda mayor legitimidad a la deci-
sión judicial que dispone dicha prueba, debido a que es el resultado de la
aportación de todos los destinatarios de la decisión y no es unilateral del
juez, respetuoso de los derechos fundamentales de las partes procesales57.

9.5. Quinta regla58

Esta regla señala los momentos en que el juez puede emplear sus faculta-
des probatorias oficiosas, y legitima el empleo del proceso civil oral por
audiencias. Así, si el proceso se tramita en una judicatura incorporada al
proyecto piloto para aplicar la oralidad dentro de un proceso por audiencias,
corresponderá al juzgador hacer su uso dentro de la audiencia preliminar
y, excepcionalmente, en la audiencia de pruebas. Esto implicará que el juez
exprese los motivos que sustentan dicha actuación probatoria oficiosa, y
después deberá conceder a los abogados de las partes el uso de la palabra
para así emitir la decisión en torno a su incorporación o no en el proceso,
y no se afecte el derecho al contradictorio de la prueba por las partes. Al
respecto, tengo mis reparos en que se opte por su actuación en la audien-
cia de pruebas, tomando en cuenta la excepcionalidad de su empleo, dado
que tendría que justificarse por qué no se actuó en la audiencia preliminar.
Por otro lado, cuando se trata de un despacho tradicional civil que no sigue
la oralidad, el juez deberá practicar la prueba de oficio al culminar con la
actuación probatoria de las pruebas ofrecidas por las partes procesales y,
excepcionalmente, antes de la sentencia, porque en la práctica judicial se da
la situación en la que se actúan las pruebas de oficio en cualquier momento.
Esto último lo he podido apreciar dentro de la misma sentencia, sin que se
respete el derecho de defensa de las partes y realizándose a espaldas de las
mismas, afectando así su derecho de contradicción.

57 En ese sentido, el juez debe propiciar un espacio de debate y diálogo como presupuesto
básico antes de tomar la decisión, como ciertamente acontece en gran parte del derecho
comparado (Alfaro Valverde, Luis. La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la
prueba de oficio. Lima: Grijley, 2017, pp. 89-90).
58 «En primera instancia, si el proceso es escrito, el juez podrá utilizar las pruebas de oficio
al terminar la práctica de las pruebas admitidas, excepcionalmente antes de la sentencia;
en los procesos sujetos a oralidad, se hará en la audiencia preliminar, excepcionalmente
en la audiencia de pruebas» (Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.).

328 | Décimo Pleno Casatorio Civil


9.6. Sexta regla59

Esta regla colisiona con lo sostenido anteriormente en este pleno, ya que se


reafirma el carácter de excepcionalidad que tiene la prueba de oficio y que
no debe suplir a las partes en su carga probatoria; sin embargo, le confie-
ren el tratamiento de un deber del juez. Evaluar la posibilidad de incorpo-
rar medios probatorios que no fueron admitidos en el proceso formalmente
por supuestos de rebeldía, medios de prueba ofrecidos de manera extempo-
ránea, rechazados con anterioridad de forma expresa por el juez o no ofre-
cidos con el recurso de apelación implicaría que se inobserve el principio
de eventualidad o preclusión, que encuentra su sustento en el concepto de
la carga de la prueba, que conlleva a que las partes en el proceso cuenten
con plazos predefinidos por la ley, y así liberarse de dicha carga si se realiza
la actividad probatoria dentro del plazo. Si no lo hacen en aquella opor-
tunidad que tenían para ejercitarla, esta precluye. Asimismo, no se guar-
daría la congruencia con las anteriores decisiones adoptadas por parte del
juzgador.
En ese contexto, considero que este juez activo denotaría una posición
parcial60 hacia lo esgrimido por una de las partes procesales porque se
entiende que todos conocen las reglas procesales estipuladas previamente
por el legislador, y no hay que ser cándidos en pensar que con ello se pro-
curaría incorporar pruebas para la solución del caso en el expediente. Bus-
cando resolverse en justicia, se está construyendo una decisión en beneficio
de una de las partes, que pudo maliciosamente omitir presentar las prue-
bas en su oportunidad para que se emita una decisión en su beneficio y en
perjuicio de las otras partes. Por ejemplo, se tiene un caso en que el deman-
dado es declarado rebelde, con las implicancias procesales que trae dicha
declaración en el proceso; sin embargo, después de la actuación probatoria,
dicho emplazado se apersona con medios probatorios, por lo que el juez,

59 «Cuando el medio de prueba es extemporáneo o no fue admitido por rebeldía, el juez


de primera o segunda instancia deberá analizar su pertinencia y relevancia, y evaluar
su admisión oficiosa; el mismo tratamiento debe darse al medio de prueba declarado
formalmente improcedente y que no haya mediado apelación» (Ibid).
60 «Parcial» da a entender que se juzga con prejuicios (Goldschmidt, Werner. La imparcia-
lidad como principio básico del proceso (la partialidad y la parcialidad). Recuperado de
http://www.academiadederecho.org/upload/biblio/contenidos/la_imparcialidad.pdf).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 329


actuando oficiosamente, antes de sentenciar actúa como prueba la incor-
poración de las pruebas documentales presentadas de manera extemporá-
nea. Así, frente a la negligencia o la inactividad de quienes patrocinan al
demandado, el juez saldría al auxilio del justiciable que no fue diligente,
alterando la igualdad procesal y sorprendiendo a la otra parte procesal que
restringió sus medios de defensa sobre la base de la omisión probatoria de su
contrario. De esta manera se viola irremediablemente la seguridad jurídica
(el sistema ofrece de antemano una solución para la falta de probanza) y la
imparcialidad judicial (porque el juez pasa a tener funciones postulantes y
alimenta sus sesgos a favor de una de las partes), aunado a la afectación de
los principios de preclusión y de igualdad de las partes.

9.7. Séptima regla61

Sobre esta regla, me remito a lo sostenido en el punto anterior, puesto que


con la consignación expresa de que tenga «incidencia directa en el resultado
del proceso» resulta claro que se afecta la seguridad jurídica y la imparciali-
dad del juez62, que, como señala Alvarado Velloso63, tiene tres despliegues:
la impartialidad (el juez no ha de ser parte), la imparcialidad (el juez debe
carecer de todo interés subjetivo en la solución del litigio) y la indepen-
dencia (el juez debe poder actuar sin subordinación jerárquica respecto de
las dos partes). En tal sentido, ¿no resultaría mejor que sean las partes las
que incorporen dichas pruebas, como con una extemporánea? Y que el
juez, en mérito a las circunstancias que puedan esgrimirse por alguna de
las partes, pueda adaptar las formas procesales64, flexibilizándolas, apuntando

61 «El juez podrá evaluar la necesidad de incorporar de oficio las copias certificadas,
físicas o virtuales de los procesos judiciales o procedimientos administrativos conexos
vinculados con la controversia y con incidencia directa en el resultado del proceso»
(Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.).
62 La imparcialidad es una actitud ética, correlato de la libertad interior y de la fortaleza
moral, que apunta a una actitud o un estado mental del juzgador, necesariamente
subjetivo, frente a la controversia que se le plantea.
63 Alvarado Velloso, Adolfo. Introducción al estudio del derecho procesal. Tomo I. Buenos
Aires: Rubinzal-Culzoni, 1989, p. 261.
64 Tomando en cuenta la parte pertinente del artículo IX del Título preliminar del CPC,
que en su parte pertinente señala: «el juez adecuará su exigencia al logro de los fines
del proceso. Cuando no se señale una formalidad específica para la realización del acto

330 | Décimo Pleno Casatorio Civil


hacia el cumplimiento de los fines del proceso en la fundamentación de
la resolución que expida. Reparemos en algo claro: lo señalado, como se
encuentra expresado en este pleno casatorio, haría que a la parte procesal
se le desvíe del procedimiento establecido por ley65 para la actuación de las
facultades probatorias oficiosas, que correspondían interpretar conforme
con el marco normativo previsto.

9.8. Octava regla66

Se requería precisión en este rubro porque en la actualidad la modalidad


empleada por algunos jueces revisores, después de la modificación de dicho
articulado67, ya no es indicar expresamente que se anula la decisión por la
falta de actuación de una prueba de oficio de manera directa, sino que se
recomienda o insinúa entre líneas, en la fundamentación de la sentencia
de vista, que el juez de primera instancia debe emplear sus facultades pro-
batorias oficiosas, pese a que dicho órgano jurisdiccional, si así lo estima
pertinente, se encuentra facultado también para su actuación. No son cons-
cientes de que con dicho reenvío únicamente afectan al justiciable en su
derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y, de emitirse una decisión dentro
del plazo razonable, se generará morosidad procesal68.
En este nuevo escenario, con la precisión que ha efectuado el pleno
casatorio civil, la sala superior civil o mixta ya no podrá declarar la nulidad
de la sentencia y proceder al reenvío de los actuados al órgano jurisdiccional

procesal, este se reputará válido cualquiera sea la empleada» (Ministerio de Justicia.


Resolución Ministerial n.o 010-93-JUS. Texto Único Ordenado del Código Procesal Civil.
Lima: 23 de abril de 1993).
65 Se observa lo prescrito por el artículo 139, inciso 3, de nuestra Constitución Política.
66 «La sala superior, en la resolución que programa la vista de la causa, indicará la posibilidad
de prueba de oficio, sometiéndola al contradictorio en la audiencia de vista de la causa y
tomando la decisión en ese acto. Si el medio de prueba es de actuación diferida, esta estará
a cargo del juez superior de menor antigüedad» (Corte Suprema de Justicia de la
República. Op. cit.).
67 Esto es del artículo 194 del Código Civil del Perú antes referido.
68 Valdivia Rodríguez, Carlos Manuel. «La prueba de oficio en el proceso civil. Proble-
mática en su aplicación dentro del debate entre el activismo y el garantismo procesal». En
Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 66, 2018, pp. 220-221.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 331


de primera instancia en el contexto descrito, que genera dilación innecesaria
del proceso, sino que deberá, una vez programada la vista de la causa,
indicar la posibilidad del ejercicio de sus facultades probatorias oficiosas en
relación con determinada prueba, para someterla al contradictorio durante
la vista de la causa y adoptar la decisión para su incorporación en el pro-
ceso. Si es de actuación diferida, podrá el tercer miembro de dicho órgano
colegiado actuarla en otra audiencia, aunque considero que hubiese resul-
tado mejor que ello sea realizado por el juez ponente del proceso.

9.9. Novena regla69

Esta nueva regla incorpora un régimen de impugnación de la resolución


que dispone la actuación de prueba de oficio, que complementa el artículo
194 del CPC, en el que se entendía que la decisión que ordenaba la prueba
perdía su carácter de inimpugnable al no ajustarse a los límites estableci-
dos por dicha norma. Sin embargo, no se encontraba regulado si primero
debía pedirse la nulidad de la decisión que ordenaba su actuación, para
posteriormente, en caso de que se desestime, impugnarla. En adelante, con
lo establecido, puede acudirse directamente a la apelación de la decisión
que actúe una prueba de oficio, que deberá ser concedida sin efecto sus-
pensivo y con la calidad de diferida, para no entorpecer la emisión de la
sentencia. Asimismo, si es una decisión emitida por una sala superior civil
o mixta, que actúe la prueba de oficio, deberá ser alegada como argumento
en el recurso de casación cuando resulte viable dentro de las causales casa-
torias. Este último extremo implica que, en adelante, en sede casatoria los
jueces supremos podrán determinar si corresponde actuar pruebas de oficio
y, de ser así, reenviarán el proceso para su actuación conforme con las pautas
que se señale.

69 «Cuando proceda la apelación contra la resolución que ordena prueba de oficio, se


concederá sin efecto suspensivo y con la calidad diferida. En segunda instancia, el
cuestionamiento a la prueba de oficio podrá ser alegada como argumento en el recurso de
casación, cuando sea viable postular este recurso» (Corte Suprema de Justicia de la
República. Op. cit.).

332 | Décimo Pleno Casatorio Civil


9.10. Décima regla70

En relación con este rubro, que tiene la apariencia de una prueba tasada,
me limitaré a indicar que se establece como sugerencia al juzgador que
decide actuar prueba de oficio en procesos que contengan pretensiones sobre
derechos reales, como reivindicación, mejor derecho de propiedad, desalojo,
interdictos, entre otros, para emplear cualquiera de las pruebas que se
describen en el pleno, con la finalidad de identificar las áreas del predio, sus
medidas perimétricas, sus colindancias y superposiciones de bienes, entre
otros.

9.11. Undécima regla71

En este aspecto, considero que para justificar el empleo de la prueba de ofi-


cio se recurre a la visión epistemológica de la prueba, partiendo de la con-
cepción objetiva de la búsqueda de la verdad de los hechos controvertidos
mediante una decisión justa, que no se encontraría limitada a que la deci-
sión judicial sea el resultado de una buena interpretación y aplicación de la
premisa de derecho, sino además a la búsqueda de la verdad de los hechos.
La prueba de oficio tiene como propósito ser un instrumento epistemoló-
gico o de conocimiento del que se vale el juez para lograr precisamente

70 «En los procesos relacionados con derechos reales, el juez puede utilizar especialmente
como prueba de oficio: i) inspección judicial en el bien materia de debate; ii) prueba
pericial para identificar correctamente el inmueble, su ubicación, sus dimensiones, numera-
ción, colindancias, superposiciones, entre otros; iii) documentos consistentes en a) partida
registral y/o título archivado del bien emitido por Registros Públicos o registro análogo;
b) certificado catastral expedido por la Sunarp donde precise que el predio no está inscrito
independientemente ni que pertenece a uno de mayor extensión; c) copia literal íntegra
de la partida registral en caso de haber superposición registral; d) cualquier otra informa-
ción registral, notarial o a cargo de algún funcionario público, que resulte relevante para
el caso» (Ibid).
71 «En los procesos en los que se tramitan pretensiones de naturaleza personal, en caso
de insuficiencia probatoria, el juez podrá utilizar como prueba de oficio aquellas que
le permitan determinar la verdad de los hechos materia de controversia, la misma regla
aplica para supuestos en los que se aprecie una nulidad manifiesta del negocio jurídico,
conforme al artículo 220 del Código Civil» (Ibid).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 333


la verdad de los hechos en el proceso, y con ello obtener no solo la solu-
ción de la controversia en el caso concreto, sino que se realice, mediante
la decisión, lo más justa posible72.
Tengo algunos reparos en relación con que se haya apuntado hacia la
búsqueda de la verdad en el proceso civil, debido a todas las distorsiones
que pueden generarse, además de la mora procesal. En el artículo 188
del CPC se encuentra regulada expresamente la exigencia al juzgador del
cercioramiento, esa certeza que se obtiene a partir de su convicción en
cuanto a los puntos controvertidos, para así fundamentar la decisión que
expida, como contraposición a la duda. Así, se inobservaría lo previsto
normativamente por el legislador porque al enrolarse en una posición de
justicia y búsqueda de la verdad, estas resultarían valores relativos, dado
que lo que puede ser justo para mí puede no serlo para los demás.
La prueba tiene que ser presentada por las partes del proceso para dar
cumplimiento a las reglas de la carga de la prueba, que implica que quien
afirma un hecho debe probarlo, pero si, adoptando la regla en comentario,
el juez es quien decide actuar la prueba de oficio, deberá observar nuestro
marco normativo para evitar emitir resoluciones escuetas e inmotivadas.
Este juez deberá justificar y argumentar de manera clara su decisión para
su posterior control sobre dichas razones, empleando la prueba solo cuando
resulte estrictamente necesaria en el proceso. Por ejemplo, las pruebas actua-
das son contradictorias entre sí porque en la actualidad se nos muestra que
el juzgador, que cuenta con poderes probatorios oficiosos, no las comprende
en su real dimensión, sin fundamentarse y responderse a algunas de estas
interrogantes: ¿por qué su empleo?, ¿qué dudas tiene y cuáles son?, ¿en qué
se contradicen las pruebas? Para ello se requerirá también que cumplan con
su tarea los abogados y que hagan respetar su derecho de contradicción, sin
mantenerse en silencio, asintiendo dicha actuación oficiosa, sino más bien
enervándola al observar que no se cumplen los requisitos normativos para
su emisión por parte del juez.
El juez debe tener siempre un papel discreto, secundario al de las partes,
dejando que sean estas las protagonistas de la actividad probatoria, a fin
de no sentar criterio precipitadamente sobre los hechos del caso concreto,
o no adquirir ideas preconcebidas, manteniendo así de mejor modo su

72 Alfaro Valverde, Luis. La iniciativa probatoria del juez. Racionalidad de la prueba de oficio.
Op. cit., p. 171.

334 | Décimo Pleno Casatorio Civil


imparcialidad. Solo en caso de que le queden dudas tras la actuación de
las partes, debe intervenir subsidiariamente. En el caso de la admisión de
pruebas y preguntas, debe mantener un criterio muy flexible, que permita
a las partes moverse en libertad, utilizando estrictamente el concepto de
pertinencia, y nunca de forma extensiva. Con ello se produce el debido equi-
librio entre el principio de aportación de parte y la necesaria averiguación
de la realidad en el proceso, sin convertirlo en inquisitivo73.
Desde mi experiencia como juez, cuando he tenido que ordenar la actua-
ción de una prueba oficiosa, pese a lo que pueda alegarse a favor de su
empleo, inevitablemente por diversos factores he tenido que mirar de manera
diferente la posición de una de las partes procesales, sabiendo lo que procu-
raba con su actuación, dejándome llevar muchas veces por el subjetivismo
para probar la actuación a su favor y desfavoreciendo a la otra que quedó
en posición de desventaja, al no alejarme de todo prejuicio, inobservando
el principio de igualdad en el proceso. Descarto por ello su empleo. Parafra-
seando así al maestro Ferrajoli, quien refiere que, por más indeseable que
resulte, el juez está condicionado «por las circunstancias ambientales en las
que actúa, por sus sentimientos, sus inclinaciones, sus emociones, sus
valores ético-políticos [...], y que en todo juicio siempre está presente cierta
dosis de prejuicio»74.

9.12. Duodécima regla75

En relación con esta regla, me remito a lo desarrollado en el punto anterior,


que conlleva a una mirada distinta del juez hacia una de las partes por su
condición de vulnerabilidad, y a que rompa su rol de tercero imparcial

73 Nieva Fenoll, Jordi. Derecho procesal II (Proceso civil). Madrid: Marcial Pons, 2015, p. 194.
74 Ferrajoli, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. Tercera edición. Madrid:
Trotta, 1998, pp. 56-57.
75 «En los procesos que se discutan derechos de personas en condición de vulnerabilidad por
razones de edad, género, discapacidad, pertenencia a comunidades indígenas o minorías,
víctimas, migrantes, personas en extrema pobreza, privados de la libertad u otros, el juez
podrá disponer la actuación de pruebas de oficio cuando advierta en el proceso limitaciones
u obstáculos para el ejercicio pleno de los derechos que el ordenamiento jurídico nacional,
los tratados internacionales y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos les
reconoce» (Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 335


porque, así las cosas, el juez se estaría contaminando76 y, además, eviden-
ciaría una gran subjetividad. Sumemos a ello las emociones que pueden
exteriorizarse en el proceso y cambiar cualquier decisión por más que haya
existido deliberación previa77. Además, hay una especial incidencia en
que esas emociones en situaciones reiteradas afecten la garantía de impar-
cialidad e independencia judicial, como el afecto o la pena, que pueden
hacer que muchas veces el juzgador quiera hacer justicia, coadyuvando con
la parte procesal más débil (por la percepción que pueda tener sobre su
posición económica, racial o social, su situación de discapacidad o su nivel
cultural). En tal sentido, Ferrajoli78 destaca en relación con la imparcialidad
lo siguiente:
1. La indiferencia o el desinterés personal del juez respecto de los intereses
en conflicto y, correlativamente, la más amplia recusabilidad del juez
por las partes y el deber de excusación de este.
2. La configuración del proceso con una relación triangular entre tres
sujetos, dos de los cuales actúan como partes, y el tercero, superparte.
3. La igualdad de las partes, «para que la imparcialidad del juez no se
vea ni siquiera psicológicamente comprometida por su desequilibrio de
poder y no se creen ambiguas solidaridades, interferencias y confusiones
entre funciones»79.

Por ello, considero que esta regla deja sin juez a una de las partes,
poniéndolo del lado de la persona vulnerable. Se inobserva así el artículo
8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que establece

76 La no contaminación se constituye en un contrapeso indispensable ante el riesgo del


subjetivismo judicial, de ahí que sea necesario que se motiven las resoluciones judiciales.
Así, el juez, con base en sus conocimientos, su perfil profesional y personal, y su
experiencia, se encontraría en condiciones de apartar dicha contaminación de su criterio
e imparcialidad.
77 El afecto, el odio, la alegría, la tristeza, la sorpresa, la vergüenza, la diversión o el temor
pueden modificar hasta la decisión más racional, por ello es preciso ser consiente siempre
de los mismos. Incluso con plena consciencia de su afectación, no suele ser sencillo
sobreponerse, especialmente al temor, aunque también a la aversión (Nieva Fenoll,
Jordi. «Trasfondo psicológico de la independencia judicial». En Nieva Fenoll, Jordi
y Oteiza, Eduardo (dirs.). La independencia judicial: un constante asedio. Madrid: Marcial
Pons, 2019, p. 31).
78 Ferrajoli, Luigi. Op. cit., pp. 581-583.
79 Ibid, p. 583.

336 | Décimo Pleno Casatorio Civil


el derecho a ser juzgado por un tribunal independiente e imparcial. Este
tema relativo a las personas en condición de vulnerabilidad no debió
abordarse o solucionarse a través de una regla procesal para que el juez
ejercite su facultad probatoria, sino debió hacerse desde el Estado, a través
de sus políticas públicas, para facilitar así el ejercicio pleno de sus derechos,
brindándoles todo el apoyo necesario para que puedan tramitar sus procesos
a través de áreas competentes de los ministerios respectivos.

10. Conclusiones

1. Resulta inobjetable que, pese a las discusiones doctrinarias sobre el


modelo de juez adoptado o practicado, la aceptación legislativa mayori-
taria que tiene la iniciativa probatoria del juez80 en el ámbito comparado,
en algunos países como Argentina, Uruguay y México, lo regula justi-
ficándose en la búsqueda de la verdad de los hechos controvertidos;
otros, en términos más amplios, como Estados Unidos de Norteamérica
e Italia; y con algunas restricciones para su empleo, como España. En tal
sentido, en nuestro país, en un sistema mixto, su empleo tiene restriccio-
nes, para que cuando se opte por el uso de la prueba de oficio, la decisión
que ordena su actuación observe las limitaciones establecidas normativa-
mente, además de constituirse ello en una facultad discrecional y no en
un deber, como ha sido ratificado en este pleno81. Se permite el contra-
dictorio en su actuación para que se respeten los derechos fundamenta-
les de las partes del proceso; máxime si actualmente dentro de la nueva
tendencia de la implementación de la oralidad en los procesos civiles, es
el juez hoy un case management, esto es, un gerente del proceso, que debe
velar por un proceso social y de bienestar para quienes acuden a él, sin
ser un mero espectador y sujeto pasivo, sino buscar mayor eficiencia en

80 Que constituyen una intervención de oficio del órgano jurisdiccional, prevista por la ley
para los casos en que la prueba rendida por la iniciativa de los litigantes sea, en concepto
del juez, insuficiente o deficiente, en su conjunto o en relación con un medio de prueba
determinado [Jiménez, María Eugenia. «Poderes instructorios del juez y sus límites». En
Peyrano, Jorge (dir.). Elementos de derecho probatorio. Op. cit., p. 312].
81 Implica que el juez que desee aplicar la prueba de oficio la podrá realizar siguiendo las
reglas vinculantes establecidas para su ejercicio en este pleno, pero si no lo desea, no se
encuentra obligado a practicarla.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 337


el proceso82. Se le dota de mayores facultades de dirección y una posición
más activa en el proceso. Por lo tanto, si se actúa pruebas de oficio en este
escenario, deberá ser justificado y argumentado, respetando las garantías
de las partes a la igualdad procesal y sin suplantarse su inactividad.
2 Las reglas fijadas como precedentes en el Décimo Pleno Casatorio Civil
y su marcha desde un fundamento epistémico hacia la búsqueda de la
verdad en el proceso, que, en palabras de Haack, es relevante para los
procesos judiciales porque queremos decisiones justas, no únicamente
decisiones que requieren la justicia sustantiva de la verdad fáctica83,
seguirán generando polémica en la academia, como se reconoce en el
mismo, y es una posición con la que no concuerdo, como se ha denotado
en estas líneas. Asimismo, considero que no puede aspirarse a que sea
aplicada a cualquier proceso distinto al civil porque justamente se les
da un trato normativo diferencial, atendiéndose la finalidad procesal
perseguida. Podríamos hacer el paragón en el ámbito procesal penal
y en el civil. En este último se reduce más la influencia mediadora de la
actividad de investigación del juez, quien se limita a supervisar la práctica
de la prueba84, por lo que quedará en la discrecionalidad del juzgador
si opta por actuar pruebas oficiosas frente a la pasividad de las partes,
desde una posición activa en el proceso, porque esta facultad genérica
discrecional dependerá exclusivamente de su arbitrio. Si decide hacerlo,
será de modo subsidiario, complementario o integrador a las pruebas
ofrecidas por las partes, sin sustituir a la actividad de las partes. Para ello
debe alejarse de cualquier tipo de desproporcionalidad, preservando todas
las garantías del debido proceso, como el caso del contradictorio, que
deberá ser previo para brindar mayor legitimidad a la decisión judicial,
como se encuentra contemplado en el proyecto de reforma del CPC.
3. Finalmente, conforme con lo desarrollado, entre las contradicciones que
presenta este pleno, que van en sentido contrario a la excepcionalidad de
la institución, de las reglas de preclusión, y del principio de imparciali-

82 Pabón Giraldo, Liliana Damaris. «Imparcialidad y prueba de oficio. ¿Entre la búsqueda


de la verdad o la suplantación de las partes?». En Cavani, Renzo (coord.). Garantías
procesales y poderes del juez. Puno: Zela Grupo Editorial, 2019, p. 228.
83 Haack, Susan. Filosofía del derecho y de la prueba. Perspectivas pragmatistas. Madrid:
Marcial Pons, 2020, p. 328.
84 Damaška, Mirjan. Op. cit., p. 113.

338 | Décimo Pleno Casatorio Civil


dad del juez, es importante que reflexionemos que el juzgador no puede
oficiosamente introducir pruebas de forma sorpresiva cuando la ausencia
de ella permite suponer, con razón, que los justiciables restringieron sus
medios de defensa sobre la base de dicha omisión probatoria de su
contrario o no produjeron prueba que se oponga a la que luego ordenó
el juez. Sin embargo, en este precedente judicial han inobservado ello y
resuelto el caso concreto de este pleno. Concluyen que la sala superior
actúe los medios probatorios de oficio consistentes: la realización de una
inspección judicial, un peritaje técnico y las solicitudes de informes a la
municipalidad y a la oficina de registros públicos, pese a que las instan-
cias de mérito decidieron no emplear oficiosamente sus poderes probato-
rios, sujetándose a lo regulado normativamente. Así también lo entendió
el abogado del demandado Luis Fernando Cuno Quicaña en el decurso
procesal y en la construcción de su estrategia de defensa, entrando de esa
manera en clara contradicción con lo señalado en la primera regla de
este pleno, que establece su naturaleza de ser una «facultad excepcional»
conforme con el artículo 194 del CPC, que implica que ese carácter
potestativo o discrecional de su práctica o no en un proceso nunca podría
justificar un recurso casatorio, sin dejar de lado los problemas que surgen
al contrastarse con las reglas sexta, décima y duodécima. Asimismo,
esta posición deja abierta la posibilidad de que, en adelante, frente al no
empleo de esta facultad por los jueces inferiores en relación con una
prueba, se viabilice que, a través de una casación, los jueces supremos
puedan forzar disponiendo que los jueces de las instancias inferiores
actúen determinado medio probatorio de oficio que no consideraron. El
pleno no es específico en este extremo y pudo expresar de repente que
ello solo se aplicaba de manera particular a dicho proceso y que, en
adelante, podría generar distorsiones que ampliarían su regulación nor-
mativa, sumada la mora procesal, y que dejarían de lado la discrecionali-
dad del juez en su empleo al considerar la prueba como un instrumento
epistémico en procura de la búsqueda de la verdad en el proceso y la
resolución del conflicto de manera justa.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 339


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Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 343


3.3. Algunas reflexiones iniciales sobre las reglas
del precedente judicial vinculante del Décimo Pleno
Casatorio Civil

Jaime David Abanto Torres1

1. Introducción

La comunidad jurídica ha recibido con beneplácito la sentencia del


Décimo Pleno Casatorio Civil, Casación n.o 1242-2017-Lima Este. Uno
de los aspectos positivos de esta ejecutoria suprema, que comentaremos
en las siguientes líneas, es que, al igual que la sentencia del Noveno Pleno
Casatorio Civil, se trata de una decisión unánime, lo que refleja el esfuerzo
de los jueces supremos participantes por emitir precedentes que gocen de
legitimidad ante la comunidad jurídica. Es un avance notable si se tiene en
cuenta la apretada mayoría por la que se establecieron los controvertidos
precedentes vinculantes del Cuarto Pleno Casatorio Civil, sobre el desalojo
por ocupación precaria, y del recientemente publicado Octavo Pleno
Casatorio Civil, que ha establecido la nulidad del acto de disposición de
un bien social realizado por uno solo de los cónyuges, sin intervención del
otro, por ser contrario a una norma imperativa de orden público.
En otras latitudes, cuando resuelve la Corte Suprema se terminan los
debates. En el Perú, en cambio, los debates se inician cuando la Corte
Suprema resuelve, de allí que consideramos muy acertado que el Centro de
Investigaciones Judiciales promueva este tipo de publicaciones para difundir
los plenos casatorios y contribuir a su mejor comprensión y aplicación.
Tres razones nos motivan a escribir estas líneas: el insistente pedido
amical de un joven colega, la cita expresa de uno de nuestros trabajos
jurisprudenciales sobre la prueba de oficio2 y el hecho de tratarse de un caso

1 Juez titular del Segundo Juzgado Civil de Ate (Módulo Básico de Justicia de Huaycán) de la
Corte Superior de Justicia de Lima Este. Ex juez titular del Primer Juzgado Especializado
en lo Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima. Abogado por la Universidad de Lima.
Maestrando de la maestría en Derecho, con mención en Derecho Constitucional, por la
Pontificia Universidad Católica del Perú.
2 Abanto Torres, Jaime David. «La prueba de oficio en la jurisprudencia de la Corte
Suprema. Los vaivenes entre los deberes y las facultades del juzgador, la jerarquía y la
independencia judicial». En JUS Doctrina & Práctica, núm. 9, 2007, pp. 243-261.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 345


de nuestra nueva Corte Superior de Justicia de Lima Este. Agradeciendo la
gentil invitación de los editores, aprovechamos estas líneas para compartir
nuestras primeras impresiones sobre las reglas del nuevo precedente.
Al igual que en casos anteriores, la Corte Suprema invitó a amicus curiae
a la vista de la causa. Lamentablemente, una vez más, no se escuchó la voz
de los jueces de instancia, superiores, especializados y de paz letrados, cuyos
aportes, motivados por su experiencia en la tramitación de los expedientes,
hubieran ilustrado a los jueces supremos participantes, con la consiguiente
mejora de la calidad del precedente judicial vinculante, como veremos más
adelante.
El texto original del artículo 194 del Código Procesal Civil (CPC)
prescribía:

Artículo 194.- Pruebas de oficio.- Cuando los medios probatorios ofrecidos


por las partes sean insuficientes para formar convicción, el juez, en decisión
motivada e inimpugnable, puede ordenar la actuación de los medios proba-
torios adicionales que considere convenientes.
Excepcionalmente, el juez puede ordenar la comparecencia de un menor
de edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una especial3.

El texto vigente del artículo 194 del CPC prescribe:

Artículo 194.- Pruebas de oficio.- Excepcionalmente, cuando los medios pro-


batorios ofrecidos por las partes sean insuficientes para formar convicción, el
juez de primera o de segunda instancia ordenará la actuación de los medios
probatorios adicionales y pertinentes que considere necesarios para formar
convicción y resolver la controversia, siempre que la fuente de prueba haya
sido citada por las partes en el proceso. Con esta actuación probatoria el
juez cuidará de no reemplazar a las partes en su carga probatoria, y deberá
asegurarles el derecho de contradicción de la prueba.
La resolución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente
motivada, bajo sanción de nulidad, siendo esta resolución inimpugnable,
siempre que se ajuste a los límites establecidos en este artículo.
En ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de la sentencia por
no haberse ordenado la actuación de las pruebas de oficio.

3 Ministerio de Justicia. Resolución Ministerial n.o 010-93-JUS. Texto Único Ordenado


del Código Procesal Civil. Lima: 23 de abril de 1993.

346 | Décimo Pleno Casatorio Civil


El juez puede ordenar de manera excepcional la comparecencia de
un menor de edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una
especial4.

En la ejecutoria suprema bajo comento, la Corte Suprema estableció


doce reglas con calidad de precedente judicial vinculante:

2. Precedente judicial
Asimismo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 400 del Código Pro-
cesal Civil5, declararon que CONSTITUYEN PRECEDENTE JUDICIAL
VINCULANTE las siguientes reglas:
Primera regla: El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un
enunciado legal que confiere al juez un poder probatorio con carácter de
facultad excepcional y no una obligación; esta disposición legal habilita al
juez a realizar prueba de oficio, cuando el caso así lo amerite, respetando los
límites impuestos por el legislador.
Segunda regla: El juez fijará los puntos controvertidos con precisión y
exhaustividad, los cuales no deben ser una mera descripción de las preten-
siones procesales postuladas en el proceso.
Tercera regla: El juez de primera o segunda instancia, en el ejercicio y
trámite de la prueba de oficio, deberá cumplir de manera obligatoria con los
siguientes límites: a) excepcionalidad; b) pertinencia; c) fuentes de pruebas;
d) motivación; e) contradictorio; f) no suplir a las partes; y g) en una sola
oportunidad.

4 Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del
Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28
de diciembre de 2014.
5 Artículo 400 del Código Procesal Civil: «Precedente judicial.- La Sala Suprema Civil
puede convocar al pleno de los magistrados supremos civiles a efectos de emitir sentencia
que constituya o varíe un precedente judicial. La decisión que se tome en mayoría
absoluta de los asistentes al pleno casatorio constituye precedente judicial y vincula a los
órganos jurisdiccionales de la República, hasta que sea modificada por otro precedente.
Los abogados podrán informar oralmente en la vista de la causa, ante el pleno casatorio.
El texto íntegro de todas las sentencias casatorias y las resoluciones que declaran
improcedente el recurso se publican obligatoriamente en el Diario Oficial, aunque no
establezcan precedente. La publicación se hace dentro de los sesenta días de expedidas,
bajo responsabilidad» (Ministerio de Justicia. Op. cit.).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 347


Cuarta regla: El contradictorio en la prueba de oficio puede ser previo o
diferido y se ejerce por las partes de forma oral o escrita, dependiendo de la
naturaleza del proceso.
Quinta regla: En primera instancia, si el proceso es escrito, el juez podrá
utilizar las pruebas de oficio al terminar la práctica de las pruebas admitidas,
excepcionalmente antes de la sentencia; en los procesos sujetos a oralidad, se
hará en la audiencia preliminar, excepcionalmente en la audiencia de pruebas.
Sexta regla: Cuando el medio de prueba es extemporáneo o no fue admitido
por rebeldía, el juez de primera o segunda instancia deberá analizar su
pertinencia y relevancia, y evaluar su admisión oficiosa; el mismo tratamiento
debe darse al medio de prueba declarado formalmente improcedente y que
no haya mediado apelación.
Séptima regla: El juez podrá evaluar la necesidad de incorporar de oficio
las copias certificadas, físicas o virtuales de los procesos judiciales o procedi-
mientos administrativos conexos vinculados con la controversia y con inci-
dencia directa en el resultado del proceso.
Octava regla: La sala superior, en la resolución que programa la vista de la
causa, indicará la posibilidad de prueba de oficio, sometiéndola al contra-
dictorio en la audiencia de vista de la causa y tomando la decisión en ese
acto. Si el medio de prueba es de actuación diferida, esta estará a cargo del
juez superior de menor antigüedad.
Novena regla: Cuando proceda la apelación contra la resolución que ordena
prueba de oficio se concederá sin efecto suspensivo y con la calidad diferida.
En segunda instancia, el cuestionamiento a la prueba de oficio podrá ser ale-
gado como argumento en el recurso de casación, cuando sea viable postular
este recurso.
Décima regla: En los procesos relacionados con derechos reales, el juez
puede utilizar especialmente como prueba de oficio: i) inspección judicial
en el bien materia de debate; ii) prueba pericial para identificar correctamente
el inmueble, su ubicación, sus dimensiones, numeración, colindancias, super-
posiciones, entre otros; iii) documentos consistentes en a) partida registral
y/o título archivado del bien emitido por Registros Públicos o registro análogo;
b) certificado catastral expedido por la Sunarp donde precise que el predio no
está inscrito independientemente ni que pertenece a uno de mayor extensión;
c) copia literal íntegra de la partida registral en caso de haber superposición
registral; d) cualquier otra información registral, notarial o a cargo de algún
funcionario público, que resulte relevante para el caso.
Undécima regla: En los procesos en los que se tramitan pretensiones de
naturaleza personal, en caso de insuficiencia probatoria, el juez podrá utilizar

348 | Décimo Pleno Casatorio Civil


como prueba de oficio aquellas que le permitan determinar la verdad de los
hechos materia de controversia, la misma regla aplica para supuestos en
los que se aprecie una nulidad manifiesta del negocio jurídico, conforme al
artículo 220 del Código Civil.
Duodécima regla: En los procesos que se discutan derechos de personas en
condición de vulnerabilidad por razones de edad, género, discapacidad, per-
tenencia a comunidades indígenas o minorías, víctimas, migrantes, personas
en extrema pobreza, privados de la libertad u otros, el juez podrá disponer
la actuación de pruebas de oficio cuando advierta en el proceso limitacio-
nes u obstáculos para el ejercicio pleno de los derechos que el ordenamiento
jurídico nacional, los tratados internacionales y el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos les reconoce6.

A continuación, compartiremos nuestras reflexiones iniciales sobre las


reglas establecidas como precedente vinculante.

2. Primera regla

Al respecto, en el considerando «4.1. Justificación de las reglas para la


prueba de oficio», la Corte Suprema señala que

se debe ratificar la posición del legislador de establecer la prueba de oficio


como una facultad excepcional para incorporar medios de prueba adicionales
a los que hubieran ingresado al proceso las partes. El legislador entiende
como necesario en algunos casos el uso de esta facultad, es por ello que la
encontramos contenida en el artículo 194 del CPC y en diversas disposiciones
de naturaleza procesal, aunque es necesario mencionar que el juez al hacer
uso de esta debe tomar en cuenta los límites establecidos en el ordenamiento
procesal, para evitar que se haga un mal uso de ella7.

La Corte Suprema pone énfasis en que la prueba de oficio es una facultad


y no una obligación del juez; y que esta facultad es de carácter excepcional,
es decir, no es la regla general en todos los procesos.

6 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Lima:


24 de septiembre de 2020.
7 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 349


Uno de los agravios de no pocos recursos de apelación que he concedido
a lo largo de mi carrera judicial es que el juez dictó sentencia sin haber
ordenado la actuación de medios probatorios de oficio. También hemos
advertido que algunos colegas ordenan la actuación de medios probatorios
de oficio para dilatar la expedición de la sentencia.
He visto también que algunos jueces superiores, pese a la prohibición
expresa de la norma, siguen anulando las sentencias apeladas para que
el juez actúe determinados medios probatorios que no fueron ofrecidos
ni admitidos en primera instancia, y que, por ende, se encontraba en la
imposibilidad de merituar. En ocasiones, recurrían al artículo 51, inciso 2,
del CPC, que prescribe: «los jueces están facultados para: […] 2.- Ordenar los
actos procesales necesarios al esclarecimiento de los hechos controvertidos,
respetando el derecho de defensa de las partes»8.
Estos casos de mal uso de la facultad de admitir medios probatorios de
oficio fueron motivo de preocupación para el Consejo Ejecutivo del Poder
Judicial (CEPJ). Así, por Resolución Administrativa n.o 002-2014-CE-PJ, el
CEPJ dictó la circular referida a la regulación del reenvío en los órganos
jurisdiccionales revisores. Dicha circular estableció lo siguiente:

Artículo primero.- Instar a los jueces especializados, mixtos y superiores de la


República a tomar en cuenta las siguientes reglas:
a) Como regla general, si el órgano jurisdiccional competente para resolver
el medio impugnatorio considera que existen errores de hecho o de
derecho en la motivación de la resolución impugnada, deberá revocar y
resolver el fondo del asunto jurídico, reservando solo para situaciones
excepcionales su anulación. Los defectos meramente formales del proceso
o la motivación insuficiente o indebida de la resolución impugnada deben
ser subsanados o corregidos por el órgano revisor.
b) Como excepción, el órgano jurisdiccional competente para resolver el
medio impugnatorio solo podrá anular la resolución impugnada cuando
se trate de vicios insubsanables que impidan un pronunciamiento válido
sobre el fondo del asunto jurídico, que signifiquen un agravio real y
concreto, lo cual corresponde ser invocado por la parte afectada y deberá
estar acreditado en autos9.

8 Ministerio de Justicia. Op. cit.


9 Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Resolución Administrativa n.o 002-2014-CE-PJ.
Circular referida a la regulación del reenvío en los órganos jurisdiccionales revisores.
Lima: 7 de enero de 2014.

350 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Teniendo en cuenta que esta circular fue insuficiente para resolver los
problemas anotados, consideramos positivo que la Corte Suprema haya
fijado la primera regla con calidad de precedente vinculante. Los límites
legales y constitucionales serán desarrollados al comentar las reglas tercera,
cuarta y quinta.

3. Segunda regla

Lo primero que llama la atención de esta regla es que no fue parte de la


convocatoria al pleno casatorio. En la convocatoria se mencionan los
artículos 194, 37410 y 42911 del CPC. Las normas sobre fijación de puntos
controvertidos no fueron materia de la convocatoria. Sin embargo, sobre
el particular, en el considerando «4.1 Justificación de las reglas para la
prueba de oficio», la Corte Suprema anota que

el juez juega un papel importante en la actividad probatoria en el proceso,


es por ello que se le debe exigir en esta tarea que sea diligente y responsable.
Por este motivo, en los procesos judiciales, el juez debe tener sumo cuidado
en fijar los puntos (hechos) controvertidos, de tal manera que le sea más

10 Artículo 374 del Código Procesal Civil: «Medios probatorios en la apelación de


sentencias.- Las partes o terceros legitimados pueden ofrecer medios probatorios en el
escrito de formulación de la apelación o en el de absolución de agravios, y únicamente
en los siguientes casos: 1. Cuando los medios probatorios estén referidos a la ocurrencia
de hechos relevantes para el derecho o interés discutido, pero acaecidos después de
concluida la etapa de postulación del proceso; y 2. Cuando se trate de documentos
expedidos con fecha posterior al inicio del proceso o que comprobadamente no se hayan
podido conocer y obtener con anterioridad. Es inimpugnable la resolución por la que
el superior declara inadmisibles los medios probatorios ofrecidos. Si fueran admitidos
y los requiriese, se fijará fecha para la audiencia respectiva, la que será dirigida por el
juez menos antiguo, si el superior es un órgano colegiado» (Ministerio de Justicia.
Op. cit.).
11 Artículo 429 del Código Procesal Civil: «Medios probatorios extemporáneos.- Después
de interpuesta la demanda, solo pueden ser ofrecidos los medios probatorios referidos a
hechos nuevos y a los mencionados por la otra parte al contestar la demanda o reconvenir.
De presentarse documentos, el juez concederá traslado a la otra parte para que dentro
de cinco días reconozca o niegue la autenticidad de los documentos que se le atribuyen»
(Ibid.).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 351


fácil a las partes y al juez definir de antemano en qué elementos fácticos
relevantes las partes no se encuentran de acuerdo y concretamente qué debe
probarse en el proceso. Debiendo desterrar la mala praxis de integrar como
puntos controvertidos una simple descripción de las pretensiones postula-
das, esta es la peor forma de dictar los puntos controvertidos12.

Si bien es cierto existe una práctica judicial de reproducir el petitorio


de la demanda y de la reconvención en los puntos controvertidos, más aún
cuando dicha resolución es proyectada por los auxiliares jurisdicciona-
les (especialistas legales o secretarios judiciales) desde la modificatoria del
texto original del artículo 468 del CPC por el Decreto Legislativo n.º 1070,
que suprimió la audiencia conciliatoria o de fijación de puntos controver-
tidos, en la que era el juez quien los fijaba en inmediación con las partes y
sus abogados, y que la sobrecarga procesal hacía que sea uno de los cuellos
de botella en los juzgados, también es cierto que los puntos controvertidos
no solamente pueden versar sobre hechos.
Si el asunto fuera de puro derecho, ¿habría hechos controvertidos? La
controversia no se reduce a los hechos controvertidos, como parece entender
la ejecutoria suprema bajo comento. Consideramos que además deben ana-
lizarse los elementos que configuran la pretensión. Por ejemplo, en un caso
de responsabilidad civil deberá analizarse si concurren en el demandado los
elementos de la responsabilidad civil: daño, antijuricidad, nexo causal y
factor de atribución. De nada valdrá acreditar los hechos si no concurren
en el caso los elementos de la responsabilidad civil. Reducir los puntos
controvertidos a los hechos controvertidos constituye un error, razón por la
cual discrepamos con la segunda regla. Curiosamente, al analizar el caso
concreto, en el fundamento segundo de la parte considerativa de la ejecu-
toria suprema, se señala que para el ejercicio de la acción reivindicatoria
«deben concurrir los siguientes elementos: a) que se acredite la propiedad
del inmueble que se reclama; b) que el demandado posea la cosa de manera
ilegítima o sin derecho a poseer; y c) que se identifique el bien materia de
restitución»13.

12 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.


13 Ibid.

352 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Hubiese sido interesante que se invite al pleno a jueces especializados y
de paz, quienes a diario deben fijar los puntos controvertidos. El intercambio
de experiencias hubiese sido muy interesante; y la retroalimentación, muy
positiva14.
En el escenario actual, involuntariamente se está incentivando la ape-
lación de las resoluciones que fijan los puntos controvertidos, que si es
concedida sin efecto suspensivo, con la calidad de diferida o sin ella, al ser
resuelta puede acarrear la nulidad de lo actuado e incluso de la sentencia.
Esto resulta contraproducente para los fines perseguidos en la ejecutoria
suprema: acelerar el dictado de la sentencia de primera instancia.

4. Tercera regla

Sobre este punto, no encontramos ninguna fundamentación en el consi-


derando «4.1 Justificación de las reglas para la prueba de oficio», incorpo-
rado expresamente con la modificatoria del texto original del artículo 194
del CPC.
Los límites de excepcionalidad, pertinencia, fuentes de pruebas, contra-
dictorio y de no suplir a las partes fueron introducidos por el texto modifi-
cado por la Ley n.o 30293.
4.1. En relación con la excepcionalidad, en el considerando 2.6.2.1 se señala
que el poder probatorio del juez es complementario al de las partes, y debe
ser utilizado en los casos de insuficiencia probatoria. Este carácter excep-
cional fue incorporado por el legislador, siguiendo la doctrina. De allí que
la Corte Suprema cita nuestro trabajo jurisprudencial15.
4.2. Con respecto a la pertinencia, en el considerando 2.6.2.2 se señala
que los medios probatorios de oficio deben circunscribirse a las cuestiones
controvertidas, pues, en múltiples oportunidades, la admisión de estos (que

14 Sobre el particular se puede consultar Abanto Torres, Jaime David. «Tres problemas
en los precedentes de la Corte Suprema». En La Ley, 19 de enero de 2016. Recuperado de
https://laley.pe/art/3057/tres-problemas-en-los-precedentes-de-la-corte-
15 Abanto Torres, Jaime David. «La prueba de oficio en la jurisprudencia de la Corte
Suprema. Los vaivenes entre los deberes y las facultades del juzgador, la jerarquía y la
independencia judicial». Op. cit., pp. 249 y 261.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 353


a veces no tienen mayor relevancia en la práctica judicial) provoca una
«trágica dilación innecesaria del procedimiento»16. Citando nuevamente
nuestro trabajo, la Corte Suprema advierte que

por ejemplo, en el caso de la disposición de pericia como prueba de oficio,


según Abanto, no en pocos casos es utilizado con mero afán dilatorio y que
luego se prescinde de este medio de prueba, por lo que existir en su actuación
es un premio a los litigantes y abogados de mala fe17.

4.3. Con respecto a las fuentes de pruebas, en el considerando 2.6.2.3 se


señala que los medios probatorios de oficio deben surgir de los hechos
alegados por las partes, no solo en la demanda y la constestación, sino en
cualquier estado del proceso.
4.4. En relación con la debida motivación, en el considerando 2.6.3.1 se
señala que la motivación debe realizarse de manera plena y suficiente, y
no aparente, pues el legislador sanciona con nulidad expresa la omisión de
este requisito y permite la apelación de la resolución que admite los medios
probatorios de oficio cuando la resolución no se encuentra debidamente
motivada. En la práctica judicial, el cumplimiento de este requisito sitúa al
juez en el riesgo de que la parte que se considere perjudicada con el medio
probatorio admitido de oficio considere que el juez ha incurrido en adelanto
de opinión sobre el fondo del asunto, con lo que involuntariamente se está
incentivando la apelación de las resoluciones que serán concedidas sin
efecto suspensivo y sin la calidad de diferida, que al ser resueltas pueden
acarrear la nulidad de lo actuado e incluso de la sentencia, lo que resulta
contraproducente para el fin perseguido en la ejecutoria suprema: acelerar el
dictado de la sentencia de primera instancia.
4.5. Se tratará el contradictorio al comentar la cuarta regla.
4.6. En el considerando 2.6.2.1., citando a Abell Lluch18, se señala que

16 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.


17 Ibid.
18 Abel Lluch, Xavier. «Sobre la prueba y el derecho a la prueba en el proceso civil».
En Abel Lluch, Xavier y Picó i Junoy, Joan (coords.). Objeto y carga de la prueba civil.
Barcelona: J. M. Bosch Editor, 2007, pp. 17-46.

354 | Décimo Pleno Casatorio Civil


este poder probatorio no puede suplir la iniciativa de las partes, ya que no busca
reservar exclusivamente al juez la facultad de proponer prueba, sino una
protección al principio de aportación de parte; esto sin considerar los límites
a los que está expuesto su ejercicio [cursivas nuestras]19.

4.7. Nos ocuparemos de la admisión de los medios probatorios de oficio en


una sola oportunidad al comentar la quinta regla.

5. Cuarta regla

En relación con el contradictorio, en el considerando «4.1 Justificación de


las reglas para la prueba de oficio», la Corte Suprema señala que

como se ha señalado de antemano, en la prueba de oficio juega un papel


importante y trascendente el contradictorio; es por ello que, al ejercitar este
poder probatorio, el juez debe garantizar que las partes puedan siempre
ejercitarlo sin restricciones, pero siempre tomando en cuenta la naturaleza
del proceso que tramitan. No debe, por tanto, establecerse una regla fija e
inmóvil sobre el contradictorio, más bien dada la complejidad y situaciones
a presentarse en estos casos, puede ser previo, diferido, oral o escriturado20.

La Corte Suprema admite que el juez realiza el contradictorio antes de


la admisión del medio probatorio de oficio (contradictorio previo) o diferido
luego de su admisión (contradictorio diferido). El contradictorio podría
ser oral, por ejemplo, en la audiencia única de un proceso sumarísimo, o
diferido, cuando en el auto que admite los medios probatorios de oficio se
concede un plazo a las partes para alegar lo conveniente a su derecho.
En nuestra práctica judicial, somos partidarios del contradictorio dife-
rido, en que se concede un plazo a las partes para alegar lo conveniente a
su derecho, una vez actuada o incorporada al proceso la prueba de oficio.
En ese plazo, las partes podrán formular los argumentos de valoración pro-
batoria que convengan a la defensa de sus intereses, e incluso ofrecer con-
trapruebas y formular cuestiones probatorias.

19 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.


20 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 355


La cuarta regla es muy acertada, pues respeta el derecho de defensa de las
partes y garantiza el debido proceso.

6. Quinta regla

En relación con la oportunidad de la prueba de oficio, en el considerando


«4.1 Justificación de las reglas para la prueba de oficio», la Corte Suprema
establece que

la oportunidad de la prueba de oficio es de mucha importancia, debería ser


en una sola oportunidad, es decir, en un solo acto. No es admisible el uso
de la prueba de oficio de manera progresiva, ya que esta situación pondría
en evidencia una conducta inadecuada del juez. Lo mismo sucede con el
momento en que se deben usar, lo correcto debería ser después de concluida
la actuación de la prueba y, excepcionalmente, antes de emitir sentencia, y
en los procesos orales, en la audiencia preliminar y, de forma excepcional,
en la audiencia de pruebas21.

Aunque no es una regla expresa, la Corte Suprema pretende que la


admisión de los medios probatorios de oficio sea realizada en una sola
oportunidad. En la práctica judicial, se ha visto que se dicta más de una
resolución que admite medios probatorios de oficio, que dilatan la expedi-
ción de la sentencia que ponga fin a la instancia. Sin embargo, a nuestro
modo de ver, ello estaría justificado si un nuevo juez se avoca al conoci-
miento de un proceso, moneda corriente en el día a día judicial, y advierte
que los medios probatorios de oficio admitidos por el juez anterior son
insuficientes para formar convicción. Consideramos que, en tales casos, el
nuevo juez, en resolución debidamente motivada, podría admitir nuevos
medios probatorios de oficio.
En nuestra experiencia judicial, en los procesos escritos, en algunos
casos, se admitían medios probatorios de oficio en la misma resolución que
fijaba los puntos controvertidos y calificaba los medios probatorios. Eso
sucedía también en las antiguas audiencias conciliatorias y de fijación de
puntos controvertidos, y en las audiencias únicas. Con la nueva regla, ello

21 Ibid.

356 | Décimo Pleno Casatorio Civil


solo procederá una vez concluida la actuación de los medios probatorios.
Con la motivación calificada impuesta en la tercera regla, consideramos que
ello sucederá en un momento posterior a la audiencia de pruebas o de la
resolución que ordene el juzgamiento anticipado, previo estudio exhaustivo
del expediente.
En los procesos orales se dispone que la admisión de los medios
probatorios de oficio sea, como regla general, en la audiencia preliminar y,
excepcionalmente, en la audiencia de pruebas.

7. Sexta regla

Sobre este punto, en el considerando «4.1 Justificación de las reglas para la


prueba de oficio», la Corte Suprema anota que:

En muchos casos, el juez debe evaluar la posibilidad de ejercitar la facultad


excepcional de incorporar nuevos elementos de prueba cuando se encuentre
en situaciones en las que existen medios de prueba relevantes para la solución
del caso en el expediente, pero que no ingresaron de forma regular (no fueron
admitidas formalmente). Se trata de supuestos de rebeldía, medios de prueba
ofrecidos de manera extemporánea, rechazados de forma expresa por el juez,
adjuntados al recurso de apelación, entre otras situaciones. Estas situaciones
deben llevar siempre al juez a evaluar si es viable ejercitar el poder probatorio
establecido en el artículo 194 del CPC22.

Nuestra jurisprudencia permitía la admisión como medios probatorios


de oficio a aquellos que fueron ofrecidos por los demandados rebeldes o
los medios probatorios extemporáneos rechazados expresamente por el
juez23. La sexta regla permite también la admisión de los medios probatorios
adjuntados al recurso de apelación, que muchas veces son declarados
inadmisibles, improcedentes o impuestos en la práctica judicial por los
jueces de apelación, unipersonales o colegiados, siempre que no haya
mediado apelación, pues, en tal supuesto, debe respetarse la firmeza de la

22 Ibid.
23 Abanto Torres, Jaime David. «La prueba de oficio en la jurisprudencia de la Corte
Suprema. Los vaivenes entre los deberes y las facultades del juzgador, la jerarquía y la
independencia judicial». Op. cit., pp. 250-252.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 357


resolución de segunda instancia. La novedad es que se incluye expresamente
a los jueces de segunda instancia en el ejercicio de la facultad de admitir
medios probatorios de oficio, lo que consideramos positivo.

8. Séptima regla

Sobre este punto, no encontramos ninguna fundamentación en el con-


siderando «4.1 Justificación de las reglas para la prueba de oficio». En la
práctica judicial, advertimos que muchas partes tienen varios o múltiples
procesos judiciales. Suele suceder que, en paralelo al trámite de un proceso
de desalojo en un juzgado, existe otro sobre prescripción adquisitiva, seguido
entre las mismas partes sobre el mismo inmueble. O que, en paralelo a un
proceso de otorgamiento de escritura pública, exista otro sobre nulidad de
acto jurídico, seguido entre las mismas partes con respecto al mismo con-
trato. En otros casos existen procedimientos administrativos que guardan
relación con los hechos controvertidos.
Entendemos que la Corte Suprema pretende que se incorporen al pro-
ceso las copias certificadas de los procesos judiciales o administrativos que
sean conexos con los puntos controvertidos y tengan incidencia directa en el
resultado del proceso; y con ello poner fin a la práctica perniciosa de admi-
tir expedientes inoficiosos que no ayudan al esclarecimiento de los hechos,
sino que solo aumentan el volumen del expediente y dilatan la expedición
de la sentencia. Lo novedoso es que las copias certificadas pueden ser físicas
o virtuales. Esto último, a tono con la nueva normalidad impuesta por la
pandemia de la COVID-19.

9. Octava regla

En mi experiencia como juez superior provisional, he advertido que algunas


salas superiores solo admitían documentos como medios probatorios de
oficio luego de la vista de la causa, poniendo en conocimiento de las partes
el medio probatorio admitido y concediéndoles un plazo para exponer sus
argumentos de defensa. Vencido dicho plazo, con la absolución o sin ella,
se dictaba la sentencia de vista.

358 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Si se trataba de un medio probatorio que requería de actuación, como
la declaración de testigos o una pericia, se declaraba nula la sentencia para
que el juez de primera instancia las admitiera como medios probatorios
de oficio. Se argumentaba que la valoración de dichos medios probatorios
requería de la garantía de la doble instancia.
En otras salas superiores se admitía los medios probatorios de oficio, se
concedía a las partes un plazo para exponer sus argumentos, se declaraba
nula la vista de la causa realizada y se reprogramaba para una fecha posterior
a la actuación.
Por ello, en cuanto al controvertido tema de la actuación de medios pro-
batorios de oficio en segunda instancia, en el considerando «4.1 Justificación
de las reglas para la prueba de oficio», la Corte Suprema establece que

la prueba de oficio en segundo grado suele ser la más complicada, ya que


las salas superiores no ejercitan de manera cotidiana el poder probatorio
contenido en la disposición procesal, anulando muchas veces la sentencia
venida en grado. Por el contrario, las salas superiores tienen la posibilidad
de ejercitar este poder probatorio e incorporar adicionales medios de prueba
que les pueda solucionar el conflicto con mayor acercamiento a la verdad de
los hechos (están autorizados expresamente por el artículo 194 del CPC).
Por ello es que se debe establecer un mecanismo para el ejercicio de esta
que permita que las partes puedan ejercer de forma irrestricta el derecho al
contradictorio y tal vez de contraprueba, dándole un sentido diferente a la
llamada audiencia de vista de la causa24.

Como podemos advertir con facilidad, la octava regla establece un nuevo


orden de cosas. Se establece un contradictorio previo, pues en la resolución
que cita a la vista de la causa deberá advertirse la posibilidad del medio
probatorio de oficio para realizar el contradictorio en la vista de la causa,
con la finalidad de decidir sobre su admisión. De tratarse de un medio
probatorio de actuación diferida, como una inspección judicial, una pericia
o una declaración testimonial, la actuación estará a cargo del juez superior
menos antiguo.
Esta regla trae un grave inconveniente práctico. Muchas salas superiores
tienen la buena práctica de citar a la vista de la causa en la primera
resolución, tarea organizada por los relatores. Esta buena práctica es obra

24 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 359


del juez superior cesante Arnaldo Rivera Quispe25, en sus días al frente de
la desaparecida Sexta Sala Civil, luego convertida en Tercera Sala Civil de
la Corte Superior de Justicia de Lima. La continúan los jueces superiores en
funciones en dicha sala, quienes conocen las apelaciones de los casos que se
tramitan en los juzgados que integran el Primer Módulo Civil de Litigación
Oral de dicha Corte Superior.
El análisis de la posible admisión de medios probatorios de oficio, que
es una facultad excepcional y que deberá ser tomada por todo el colegiado,
generará dilación en la programación de las vistas de las causas y, por ende,
en la resolución de los casos. Consideramos que aquí la Corte Suprema
debió citar a jueces superiores en actividad, a fin de escuchar sus informadas
opiniones y evitar la aprobación de esta regla, a todas luces inconveniente,
para proponer una regla más compatible con la buena práctica adoptaba.

10. Novena regla

En relación con la impugnación de la resolución que admite los medios


probatorios de oficio, en el considerando «4.1 Justificación de las reglas para
la prueba de oficio», la Corte Suprema establece que

en relación con el efecto de la apelación que se pudiera presentar cuando las


partes ejercen impugnación en contra de la resolución que ordenó la prueba
de oficio, conviene precisar el efecto en el que se debería conceder, ya que
el artículo 194 del CPC no lo precisa, solo se establece que procederá la
apelación cuando el juez no ha cumplido con las exigencias establecidas en
el citado artículo, debiendo ser concedida conforme lo ha considerado este
Colegiado sin efecto suspensivo y con calidad de diferida. Si la prueba de
oficio es en segunda instancia, podría ser postulada como argumento para el
recurso de casación26.

25 Abanto Torres, Jaime David. «Las buenas prácticas en el proceso civil: la reforma
procesal silenciosa». En La Ley, 24 de mayo de 2019. Recuperado de https://laley.pe/
art/7906/las-buenas-practicas-en-el-proceso-civil-la-reforma-judicial-silenciosa
26 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.

360 | Décimo Pleno Casatorio Civil


El artículo 194 del CPC permite la apelación de las resoluciones que
admiten medios probatorios de oficio que no se encuentren debidamente
motivadas. A fin de no impedir la expedición de la sentencia, la regla bajo
comento dispone su apelación diferida, en concordancia con lo dispuesto
en el artículo 369 del Código acotado:

Artículo 369.- Apelación diferida.


Además de los casos en que este Código lo disponga, de oficio o a pedido de parte, el
juez puede ordenar que se reserve el trámite de una apelación sin efecto suspensivo, a
fin de que sea resuelta por el superior conjuntamente con la sentencia u otra resolución
que el juez señale. La decisión motivada del juez es inimpugnable.
La falta de apelación de la sentencia o de la resolución señalada por el
juez determina la ineficacia de la apelación diferida [cursivas nuestras]27.

Esta norma faculta al juez, en decisión motivada, a conceder la apelación


sin efecto suspensivo con la calidad de diferida. En los procesos abreviados,
sumarísimos y ejecutivos, procede la apelación diferida de las resoluciones
que admiten medios probatorios de oficio, conforme a los artículos 49428,
55629, 69130 del CPC.

27 Ministerio de Justicia. Op. cit.


28 Artículo 494 del Código Procesal Civil: «Apelación.- En este proceso tendrá efecto
suspensivo la apelación de la resolución que declara improcedente la demanda, la que
declara la invalidez de la relación procesal con carácter insubsanable, la que declara
fundada una excepción o defensa previa y de la sentencia. Las demás apelaciones se
concederán sin efecto suspensivo y tendrán la calidad de diferidas, salvo que el juez decida
su trámite inmediato, mediante resolución debidamente motivada» (Ibid.).
29 Artículo 556 del Código Procesal Civil: «Apelación.- La resolución citada en el último
párrafo del artículo 551, la que declara fundada una excepción o defensa previa, y la
sentencia son apelables con efecto suspensivo, dentro de tercer día de notificadas. Las
demás son solo apelables durante la audiencia, sin efecto suspensivo y con la calidad de
diferidas, siendo de aplicación el artículo 369 en lo que respecta a su trámite» (Ibid.).
30 Artículo 691 del Código Procesal Civil: «Auto y apelación.- El plazo para interponer
apelación contra el auto, que resuelve la contradicción, es de tres días contados, desde
el día siguiente a su notificación. El auto que resuelve la contradicción, poniendo fin al
proceso único de ejecución, es apelable con efecto suspensivo. En todos los casos en que
este título se conceda apelación con efecto suspensivo, es de aplicación el trámite previsto
en el artículo 376. Si la apelación es concedida sin efecto suspensivo, tendrá la calidad de
diferida, siendo de aplicación el artículo 369 en lo referente a su trámite» (Ibid.).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 361


Teniendo en cuenta este marco normativo del CPC, la regla bajo comento
solo resulta ser novedosa para los procesos civiles que se tramitan en la vía
procedimental del proceso de conocimiento y para los otros ordenamientos
procesales a los que se aplica supletoriamente el CPC.
En cuanto a las resoluciones de segunda instancia que admiten medios
probatorios de oficio, se establece que tales argumentos sean alegados en el
recurso de casación, con lo cual se garantiza el derecho a la doble instancia
de la parte que considera que la resolución que admite el medio probatorio
de oficio no se encuentra debidamente motivada.

11. Décima y undécima reglas

Al respecto, en el considerando «4.1 Justificación de las reglas para la


prueba de oficio», la Corte Suprema señala que

con este pleno casatorio se busca establecer reglas para los procesos en
general (y aplica para cualquier proceso civil), pero en especial para aquellos
en los que se tramitan pretensiones de naturaleza real (reivindicación,
mejor derecho de propiedad, desalojos, interdictos, entre otros) y aquellos
de naturaleza personal. En los primeros, se presentan un gran número de
problemas que podrían ser solucionados de forma correcta si se hace uso
del poder probatorio (identificación del bien —como en el caso que nos
ocupa—, áreas, medidas perimétricas, colindancias, superposición de bienes,
entre otros); y en los de naturaleza personal, en los que destacan los procesos
de nulidad, anulabilidad, ineficacia, pretensión pauliana, otorgamiento de
escritura pública, entre otros, sobresale la existencia de situaciones referidas
a la nulidad manifiesta prevista en el artículo 220 del Código Civil, respecto
de esta institución existen sendos pronunciamientos en dos plenos casatorios
civiles previos al presente; sin embargo, en ellos no se ha desarrollado las
reglas de la prueba de oficio en particular31.

Orientando a los jueces de instancia de fallo, la Corte Suprema reco-


mienda una serie de medios probatorios relativos a pretensiones que versen
sobre derechos reales y derechos personales, así como para los casos en
que se presente una nulidad manifiesta a declararse de oficio por el juez.

31 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.

362 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Consideramos que dichas reglas son positivas, teniendo en cuenta el alto
índice de recursos de casación fundados por problemas procesales vincu-
lados a los medios probatorios que justifica la fijación de la undécima
regla, como sucede en el caso materia de la ejecutoria suprema bajo comento,
en que se casó la sentencia de vista porque la Sala Civil Superior no actuó
medios probatorios de oficio para identificar el bien materia de la reivindi-
cación, necesario para esclarecer la controversia.

12. Duodécima regla

Al respecto, en el considerando «4.1 Justificación de las reglas para la


prueba de oficio», la Corte Suprema considera que

finalmente, corresponde establecer una regla abierta para la protección de


personas en situación de vulnerabilidad, ya que en estos casos el juez po-
drá disponer la actuación de pruebas de oficio cuando advierta en el proceso
limitaciones u obstáculos para el ejercicio pleno de los derechos que el
ordenamiento jurídico nacional, los tratados internacionales y el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos les reconoce. Esta regla le da la posi-
bilidad al juez de hacer prueba de oficio en situaciones de esta naturaleza32.

Este precedente está en armonía con la adhesión del Poder Judicial


peruano a las 100 Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de Personas
en Condiciones de Vulnerabilidad, por Resolución Administrativa n.º 266-
2010-CEPJ33. Recientemente, por Resolución Administrativa n.o 198-2020-
CE-PJ34, se aprobó la adhesión a las Reglas de Brasilia sobre Acceso a
la Justicia de Personas en Condición de Vulnerabilidad (actualización
aprobada por la Asamblea Plenaria de la XIX Edición de la Cumbre Judicial
Iberoamericana, abril de 2018, Quito, Ecuador); y se dispuso su aplicación
por todos los jueces de la República, incluidos los jueces de paz, siempre y
cuando no contravengan la legislación nacional, los acuerdos plenarios de

32 Ibid.
33 Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Resolución Administrativa n.o 266-2010-CE-PJ.
Lima: 26 de julio de 2010.
34 Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Resolución Administrativa n.o 198-2020-CE-PJ.
Lima: 30 de julio de 2020.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 363


la Corte Suprema de Justicia de la República y la jurisprudencia vinculante.
Entre las causas de vulnerabilidad, tenemos la edad, la discapacidad,
la pertenencia a comunidades indígenas o a minorías, la migración, el
desplazamiento interno, la pobreza, el género, la privación de libertad,
entre otras.
A nuestro modo de ver, esta regla es la concreción del principio de
socialización del proceso, previsto en el artículo VI del Título Preliminar
del CPC, que prescribe que «el juez debe evitar que la desigualdad entre
las personas por razones de sexo, raza, religión, idioma o condición social,
política o económica, afecte el desarrollo o resultado del proceso»35.

13. Conclusiones

1. La primera regla, que reconoce a la admisión de medios probatorios de


oficio como una facultad excepcional que debe ser ejercida respetando
los límites legales y constitucionales, es positiva.
2. La segunda regla, que asimila los puntos controvertidos con hechos
controvertidos, es inconveniente, pues deja de lado los elementos que
configuran la pretensión, e involuntariamente incentiva la apelación
de las resoluciones que fijan los puntos controvertidos, que puede aca-
rrear la nulidad de la sentencia dictada, con la consiguiente dilación del
proceso.
3. La tercera regla, que establece los límites legales y constitucionales de
la admisión de los medios probatorios de oficio, en cuanto se refiere a
la debida motivación, es inconveniente porque involuntariamente se
incentiva la apelación de dichas resoluciones, que puede acarrear la
nulidad de la sentencia dictada, con la consiguiente dilación del proceso.
4. La cuarta regla, relativa al contradictorio en la prueba de oficio, previo
o diferido, oral o escrito, es muy acertada, pues respeta el derecho de
defensa de las partes y garantiza el debido proceso.
5. La quinta regla establece acertadamente que los medios probatorios de
oficio deben ser admitidos luego de la actuación de los medios probato-
rios admitidos. En los procesos escritos, ello ocurrirá con posterioridad
a la audiencia de pruebas o la resolución que disponga el juzgamiento
anticipado. En los procesos orales se dispone que la admisión de los

35 Ministerio de Justicia. Op. cit.

364 | Décimo Pleno Casatorio Civil


medios probatorios de oficio sea, como regla general, en la audiencia
preliminar y, excepcionalmente, en la audiencia de pruebas.
6. La sexta regla es positiva, pues permite que los jueces de primera y
segunda instancia admitan como medios probatorios de oficio los no
admitidos por extemporaneidad o rebeldía de los demandados, los
rechazados o adjuntados al recurso de apelación y los que fueron decla-
rados formalmente improcedentes y no hayan mediado apelación.
7. La séptima regla es positiva, pues permite la admisión de medios probato-
rios extemporáneos de las copias certificadas físicas e incluso virtuales de
los procesos judiciales o procedimientos administrativos conexos vincu-
lados con la controversia y con incidencia en el resultado del proceso.
8. La octava regla es inconveniente, pues la decisión por el colegiado
superior sobre la posible admisión de los medios probatorios de oficio
generará dilación en la reprogramación de las audiencias y entorpecerá
la buena práctica de citar a la vista de la causa en la primera resolución.
9. La novena regla, que permite la apelación diferida de la resolución
que admite los medios probatorios de oficio, solo es novedosa para los
procesos civiles de conocimiento y para los de otros ordenamientos
procesales. La regla es positiva en cuanto admite la alegación como
argumento del recurso de casación y el cuestionamiento a la admisión
de los medios probatorios admitidos en segunda instancia.
10. La décima y undécima reglas son positivas, pues orientan a los jueces de
todas las instancias en la actuación de medios probatorios de oficio en
las pretensiones de naturaleza real y personal, y en los casos de nulidad
manifiesta del acto jurídico.
11. La duodécima regla es positiva, pues socializa el proceso y es una norma
inclusiva porque permite la protección de los derechos de las personas
vulnerables, en concordancia con las 100 Reglas de Brasilia36.
Haciendo un balance de las reglas establecidas como precedentes
vinculantes, consideramos que el saldo es positivo. Toda obra humana es
perfectible. Tenemos la esperanza de que en algún futuro pleno casatorio
las deficiencias advertidas sean superadas, para beneficio de los justiciables,
a quienes nos debemos, y que los aportes positivos sean adoptados con
facilidad por los jueces de todas las instancias.

36 Al respecto se puede consultar Tello Gilardi, Janet y Calderón Puertas, Carlos


(comps.). Reglas de Brasilia. Por una justicia sin barreras. Lima: Fondo Editorial del Poder
Judicial, 2019.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 365


Referencias bibliográficas

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de la Corte Suprema. Los vaivenes entre los deberes y las facultades del juz-
gador, la jerarquía y la independencia judicial». En JUS Doctrina & Práctica,
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reforma procesal silenciosa». En La Ley, 24 de mayo de 2019. Recuperado
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n.o 266-2010-CE-PJ. Lima: 26 de julio de 2010.
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Resolución Administrativa
n.o 002-2014-CE-PJ. Circular referida a la regulación del reenvío en los
órganos jurisdiccionales revisores. Lima: 7 de enero de 2014.
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Resolución Administrativa
n.o 198-2020-CE-PJ. Lima: 30 de julio de 2020.
Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio
Civil. Lima: 24 de septiembre de 2020.
Ministerio de Justicia. Resolución Ministerial n.o 010-93-JUS. Texto
Único Ordenado del Código Procesal Civil. Lima: 23 de abril de 1993.
Tello Gilardi, Janet y Calderón Puertas, Carlos (comps.). Reglas de
Brasilia. Por una justicia sin barreras. Lima: Fondo Editorial del Poder Judicial,
2019.

366 | Décimo Pleno Casatorio Civil


3.4. La prueba de oficio y la búsqueda
de la verdad1

Janet Tello Gilardi2

1. Introducción

El presente artículo aborda de manera breve un tema inagotable y quizás


uno de lo más neurálgicos del derecho procesal, relativo a la actividad
probatoria de las juezas y los jueces, la «prueba de oficio». Este instituto
siempre es objeto de estudio por las problemáticas que plantea, como la
posible pérdida de imparcialidad o los riesgos de conductas de arbitrariedad
judicial, absolutamente prohibidos en un Estado constitucional de derecho.
De allí, la pregunta que se puede formular es la siguiente: ¿cuál es la razón
que justifica la previsión normativa de la intervención de la jueza o el juez
en la producción de la prueba?

1 Una primera versión de este artículo se publicó con el mismo título en Gaceta Civil &
Procesal Civil, núm. 4, 2021, pp. 7-14. Asimismo, se elaboró a partir de la tesis Límites y
criterios de aplicación para la intervención del juez en la producción de la prueba. Propuestas para
una reforma legislativa, para obtener el grado académico de doctora en Derecho y Ciencia
Política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
2 Doctora en Derecho y Ciencia Política, y egresada de la maestría en Derecho, con mención
en Ciencias Penales, por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Abogada y
magíster en Derecho, con mención en Política Jurisdiccional, por la Pontificia Universidad
Católica del Perú. Posee un diplomado en Estudios de Género por la misma universidad.
Desde el 2013, es jueza titular de la Corte Suprema de Justicia de la República, presidenta
de la Primera Sala de Derecho Constitucional y Social Transitoria y de la Comisión
Permanente de Acceso a la Justicia de Personas en Condición de Vulnerabilidad y Justicia
en tu Comunidad, fundadora de la Asociación de Jueces para la Justicia y Democracia
(Jusdem) y presidenta de la Asociación Peruana de Mujeres Juezas (APMJ), que pertenece
a la International Association of Women Judges (IAWJ). Asimismo, es integrante
fundadora del Consejo Directivo del Comité Panamericano de Jueces por los Derechos
Sociales y la Doctrina Franciscana, creada por el papa Francisco; también es miembro de
la Directiva del Capítulo América de la Asociación Internacional de Jueces en Refugio y
Migración. Ha sido reconocida con la Orden al Mérito de la Mujer 2018, por el Estado
peruano, y con el premio «Líderes de Derechos Humanos: Rostros por la Igualdad»
(2019), otorgado por el Gobierno de Canadá.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 367


A nivel doctrinal, la prueba de oficio presenta problemas en donde no
existe pacificidad entre los autores en relación con varios aspectos sustan-
ciales. A nivel jurisprudencial (antes y después de la reforma del artículo
194 del Código Procesal Civil, CPC) hay serias incertidumbres relativas a su
correcta aplicación, lo que ha generado que nuestros órganos jurisdiccionales
emitan decisiones con criterios muchas veces contradictorios, motivo que
originó que la Corte Suprema de Justicia emitiera el Décimo Pleno Casa-
torio Civil recaído en la Casación n.o 1242-2017-Lima Este, publicado el
24 de septiembre de 2020. Finalmente, a nivel legislativo, en que nos parece
que el legislador procesal incurre en algunas incongruencias y omite regular
importantes aspectos de su funcionamiento.
Nuestro ordenamiento procesal ha establecido que los medios proba-
torios son aportados por las partes del proceso (artículo 189 del CPC). Sin
perjuicio de ello, el artículo 194 del mismo Código adjetivo señala que en
caso dichos medios resulten insuficientes para generar convicción en el
juzgador o la juzgadora, podrán, excepcionalmente, incorporarse pruebas
de oficio. He aquí otro problema que, desde nuestro punto de vista, genera
más de una de las dificultades anotadas, que pasamos a plantear de modo
sucinto.

2. Análisis del problema en la doctrina y en la legislación

En la doctrina se discute si el proceso, en general, y los medios probato-


rios, en particular, entre ellos los incorporados de oficio, están orientados a
la búsqueda de la verdad de los hechos sostenidos por las partes, o simple-
mente a generar en la jueza o el juez un estado mental de convencimiento
sobre estos últimos. Así, por un lado, tenemos un sector que considera que
el proceso judicial está dirigido exclusivamente a solucionar controversias3
y, por otro lado, encontramos a quienes sostienen que «la función del pro-
ceso es resolver la controversia, pero por medio de la formulación de deci-
siones justas»4; y dado que «la justicia en la decisión no presupone solo su
legalidad, es decir, la derivación de una correcta interpretación y aplicación

3 Montero Aroca, Juan. La prueba en el proceso civil. Navarra: Thomson Civitas, 2007, p. 44.
4 Taruffo, Michele. Verdad, prueba y motivación en la decisión sobre los hechos. Ciudad de
México: Editorial del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2013, p. 98.

368 | Décimo Pleno Casatorio Civil


de las normas, sino también la veracidad, esto es, la averiguación de la verdad
de los hechos relevantes»5, esto es el fin del proceso, la búsqueda de la verdad.
En el mismo sentido, se ha sostenido que constituye objetivo institucio-
nal de la actividad probatoria en el proceso judicial la averiguación de la
verdad6. Esta es la postura que asumimos, teniendo en cuenta que el rol
del Poder Judicial es ser garante de los derechos fundamentales, por lo
que la meta de los tribunales debe ser establecer la verdad de los hechos en
litigio. Como sustenta Ferrer, la prueba debe acercarse en la medida de lo
posible a la realidad de los hechos. Y, como afirma Taruffo, podemos decir
que el juez o la jueza verdaderamente imparcial es quien busca la verdad; y
es en este camino, convertido en interés público, en el que se encuadra la
producción de la prueba de oficio.
Esta posición debe verse reflejada en un cambio legislativo que con-
temple esta facultad de producción de actividad probatoria que tenemos los
jueces y las juezas, evidentemente sujeta a ciertos límites y criterios que
impidan que se sustituya a las partes. Por eso, no resulta acorde que el
citado artículo 194 del CPC se haya inclinado por considerar que los medios
probatorios buscan simplemente generar convicción en la jueza o el juez:

Excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes


sean insuficientes para formar convicción, el juez de primera o de segunda
instancia ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y
pertinentes que considere necesarios para formar convicción y resolver la
controversia, siempre que la fuente de prueba haya sido citada por las partes
en el proceso7.

Tal supuesto de hecho dejaría de lado la exigencia de razones que


sustenten y justifiquen razonada y razonablemente la toma de una decisión,
pues se queda en el plano interno y psicológico de quien juzga y sentencia.
La adopción de un acuerdo plenario no supera este problema legislativo.

5 Idem.
6 Ferrer Beltrán, Jordi. La valoración racional de la prueba. Madrid: Marcial Pons, 2007,
p. 19.
7 Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del
Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28
de diciembre de 2014.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 369


De igual manera, se discute si un proceso civil puede tener al mismo
tiempo rasgos del sistema inquisitivo8 y del sistema dispositivo9, es decir,
si puede constituirse un sistema mixto10, o si, por el contrario, ambos son
absolutamente excluyentes. De la determinación de ello se podrá inferir,
en primer lugar, a qué sistema se adscribe nuestro ordenamiento procesal
y, en segundo lugar, si la incorporación oficiosa de medios probatorios
(manifestación concreta del sistema inquisitivo) constituye un mecanismo
consecuente con la ideología que subyace a nuestro ordenamiento procesal.
En este punto, nuevamente es materia de debate si la jueza o el juez
pueden o no incorporar medios probatorios de oficio. Quienes niegan dicha
posibilidad sostienen, por ejemplo, que «si se trata de procesar, el poder pri-
mordialmente debe recaer sobre las partes, porque de lo contrario se desmo-
rona la igualdad y la imparcialidad del juzgador»11, y agregan que no cabe
aceptar:

el ofrecimiento y producción de prueba de oficio, ni el impulso de oficio,


pues esa actividad la deben llevar a cabo solamente los litigantes y nunca
la autoridad, quien en el desarrollo del proceso debe limitarse a conectar
instancias y resolver los incidentes o incidencias procedimentales que se
susciten12.

A su turno, quienes consideran que sí es posible la incorporación oficiosa


de pruebas sostienen que

para que triunfe la verdad, para que se obtenga el fin de interés público del
proceso y no sea este una aventura incierta cuyo resultado depende de la
habilidad de los abogados litigantes, es indispensable que, además de la

8 Devis Echandía, Hernando. Teoría General del Proceso. Tomo I. Buenos Aires: Editorial
Universidad, 1984, p. 29.
9 Rocco, Ugo. Derecho Procesal Civil. Ciudad de México: Editorial Jurídica Universitaria,
2008, p. 322.
10 Jiménez Vargas-Machuca, Roxana. «Prueba de oficio, imparcialidad y búsqueda de
la verdad». En Priori Posada, Giovanni (coord.). La prueba en el proceso. Lima: Editorial
Palestra, 2018, p. 424.
11 Calvinho, Gustavo. El sistema procesal de la democracia: proceso y derechos fundamentales.
Lima: San Marcos, 2008, p. 99. Citado por De las Casas Ayala, Blanca. «La prueba de
oficio. ¿Facultad o deber?». En Actualidad Civil, vol. 21, 2016, p. 264.
12 Ibid.

370 | Décimo Pleno Casatorio Civil


libre apreciación de las pruebas, la jueza o el juez siempre disponga de facul-
tades inquisitivas que, conforme su leal saber y entender, considere conve-
nientes al esclarecimiento de los hechos que las partes alegan (afirman o
niegan). Solo así se obtendrá la igualdad de las partes en el proceso y la
verdadera democracia en la justicia13.

3. Análisis de la jurisprudencia nacional

A nivel jurisprudencial, no existía uniformidad de criterios acerca de si la


incorporación oficiosa de medios probatorios constituye una facultad o
un deber de la jueza o el juez. Nuestra propia Corte Suprema ha tenido idas
y vueltas sobre el particular. En efecto, en algunas oportunidades consideró
que aquello constituye un deber y, basándose en esto, se ha encontrado un
motivo para anular las sentencias, incluso las de primera instancia, por no
haber usado el artículo 194 del CPC para ordenar la actuación de un medio
probatorio de oficio, a pesar de que antes de su modificatoria por la Ley
n.o 30293 se señalaba que «puede ordenar la actuación de los medios proba-
torios adicionales que considere conveniente»14.
En otros pronunciamientos, se ha señalado expresamente que nos encon-
tramos frente a una facultad y no un deber, como sucedió en la Casación
n.o 4495-2015-Lima Sur, en que se indicó que «la actuación de pruebas de
oficio es una facultad del juez y no una obligación que le puedan impo-
ner las partes». Este criterio podría considerarse contrario a lo preceptuado
por el propio artículo 194 del CPC cuando dispone que «el juez de primera
instancia o de segunda instancia ordenará la actuación de los medios proba-
torios adicionales»15. Una lectura integral de la mencionada norma proce-
sal nos llevará a desechar esa aparente contradicción, cuando leemos en el
tercer párrafo que «en ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de
la sentencia por no haberse ordenado la actuación de la prueba de oficio»16,

13 Devis Echandía, Hernando. Compendio de la prueba judicial. Tomo I. Buenos Aires:


Rubinzal-Culzoni, 2000, p. 71. Citado por De las Casas Ayala, Blanca. Op. cit., p. 265.
14 Ministerio de Justicia. Resolución Ministerial n.o 010-93-JUS. Texto Único Ordenado
del Código Procesal Civil. Lima: 23 de abril de 1993.
15 Congreso de la República. Op. cit.
16 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 371


advirtiéndose que se abraza la tesis, mayormente aceptable, de ser una
facultad del juez o la jueza; y que va en concordancia con lo dispuesto
en el artículo 51.2 del CPC, según el cual «los jueces están facultados para:
[…] 2. Ordenar los actos procesales necesarios al esclarecimiento de los
hechos controvertidos, respetando el derecho de defensa de las partes»17.
En septiembre de 2020 se publicó el Décimo Pleno Casatorio Civil, en
el cual la Corte Suprema estableció reglas sobre los alcances, los procedi-
mientos y los criterios para el adecuado ejercicio de la prueba de oficio y su
valoración probatoria, recaído en el artículo 194 del CPC, sustentado en que

el poder probatorio que tiene el juez para incorporar nuevos elementos pro-
batorios no tiene como propósito reemplazar a las partes en su carga proba-
toria, es por ello que el legislador la establece como una facultad excepcional
ante una situación especial en el plano probatorio: la insuficiencia probatoria.
Además, desde la óptica asumida en esta decisión, el juez tiene la facultad
de incorporar nuevos medios de prueba en la oportunidad que corresponda
(normalmente luego de concluida la actuación de la prueba y antes de que se
emita sentencia en los procesos escritos y en los procesos sujetos a oralidad,
en la audiencia preliminar, excepcionalmente en la audiencia de pruebas)
de forma independiente de la carga probatoria que asumen las partes en el
proceso18.

Estas reglas, con carácter de precedente judicial vinculante contenidas en


el Décimo Pleno Casatorio Civil, bien pueden ser de

aplicación supletoria a los ordenamientos procesales no penales (contencioso


administrativo, proceso laboral, proceso constitucional y en asuntos de fami-
lia), siempre que sean adecuadas a la búsqueda de la verdad y no sean con-
trarias a las reglas especiales que las regulan19.

En consecuencia, aunque no vamos a señalar todas, resaltaremos aquellas


que sirven como fundamento para el presente trabajo. Es así que la primera
regla señala que

17 Ministerio de Justicia. Op. cit.


18 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Lima:
24 de septiembre de 2020.
19 Ibid.

372 | Décimo Pleno Casatorio Civil


el artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un enunciado legal que
confiere al juez un poder probatorio con carácter de facultad excepcional y
no una obligación; esta disposición legal habilita al juez a realizar prueba de
oficio, cuando el caso así lo amerite, respetando los límites impuestos por el
legislador20.

Mientras que la tercera regla sostiene que

el juez de primera o segunda instancia, en el ejercicio y trámite de la prueba


de oficio, deberá cumplir de manera obligatoria con los siguientes límites:
a) excepcionalidad; b) pertinencia; c) fuentes de pruebas; d) motivación;
e) contradictorio; f) no suplir a las partes; y g) en una sola oportunidad21.

Y la duodécima regla indica que

en los procesos que se discutan derechos de personas en condición de vul-


nerabilidad por razones de edad, género, discapacidad, pertenencia a comu-
nidades indígenas o minorías, víctimas, migrantes, personas en extrema
pobreza, privados de la libertad u otros, el juez podrá disponer la actuación
de pruebas de oficio cuando advierta en el proceso limitaciones u obstáculos
para el ejercicio pleno de los derechos que el ordenamiento jurídico nacio-
nal, los tratados internacionales y el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos les reconoce22.

Resaltamos esta última pauta, en el sentido de que se relaciona con la


política institucional del Poder Judicial a lo dispuesto en las 100 Reglas de
Brasilia para efectivizar el acceso a la justicia de las personas vulnerables, a
quienes este poder del Estado se adhirió en el 2010, y a la actualización de
sus normas mediante la Resolución Administrativa n.o 000198-2020-CE-PJ,
en concordancia con los objetivos del Plan Nacional de Acceso a la Justicia
de Personas en Condición de Vulnerabilidad 2016-2021.
En tal sentido, podemos afirmar que la intervención de la jueza o el juez,
en la formulación de la prueba, encuentra sustento en el deber constitu-
cional que tiene de buscar la verdad de los hechos afirmados en el proceso

20 Ibid.
21 Ibid.
22 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 373


judicial, para que, de este modo, pueda solucionar la controversia mediante
una decisión motivada, legítima y justa.
Esta es la respuesta a la pregunta formulada al inicio de este artículo.
Sin embargo, esta necesita estar plasmada en un articulado que supere las
deficiencias legislativas y las incongruencias anotadas.

4. Reflexiones finales

Nuestro ordenamiento procesal ha establecido que los medios probatorios


son aportados por las partes del proceso (artículos 189 y 196 del CPC). Sin
embargo, en atención de que la función de los medios probatorios no es
sino demostrar la verdad de los hechos afirmados por las partes, en caso de
que las pruebas aportadas por estas resulten insuficientes para dicho fin, la
jueza o el juez, excepcionalmente, podrá incorporar medios probatorios de
oficio (artículo 194 del Código adjetivo).
La intervención de la jueza o el juez en la formación de la prueba está
orientada a la búsqueda de la verdad de los hechos afirmados en el proceso
judicial para que, de ese modo, pueda solucionar la controversia mediante
una decisión justa.
El fenómeno de convivencia entre el sistema dispositivo y el sistema inqui-
sitivo ha sido denominado «publicización del proceso». Aquí se considera
que el mejor resultado del proceso es de interés tanto de los particulares
como del Estado, por lo que aquel ha de ser conducido y delimitado con la
participación de ambos (particulares y Estado). La prueba de oficio, justa-
mente, es un elemento inquisitivo dentro del sistema dispositivo y, como
tal, es una manifestación concreta de la publicización del proceso.
A fin de conseguir una armonización entre la facultad que tiene la jueza
o el juez de intervenir en la producción de la prueba y los postulados del
sistema dispositivo, es necesario establecer cinco límites para que pueda
hacer ejercicio de dicha facultad; asimismo, es importante establecer seis
criterios para su correcta aplicación.
Por tal motivo, concluimos que los límites para la intervención de la
jueza o el juez en la formación de la prueba son los siguientes: (i) la inter-
vención del juez en la formación de la prueba debe realizarse solo en caso
de insuficiencia probatoria de parte; (ii) la intervención del juez en la for-
mación de la prueba debe realizarse solo en caso de que las partes hayan

374 | Décimo Pleno Casatorio Civil


citado la fuente de prueba, lo que puede darse en cualquier momento hasta
antes de la emisión de la sentencia; (iii) la prueba incorporada por inicia-
tiva del juez debe observar el principio de pertinencia; (iv) la intervención
del juez en la formación de la prueba precisa la promoción del contra-
dictorio, que puede realizarse antes o después de haberse incorporado la
prueba de oficio al proceso; y (v) la decisión de incorporar un medio proba-
torio por iniciativa del juez debe ser debidamente motivada, haciendo expresa
mención del hecho controvertido que se busca acreditar y de la forma u
oportunidad en que se ha citado la fuente de prueba por las partes o alguna
de ellas.
Por otro lado, sostenemos que los criterios de aplicación para la inter-
vención de la jueza o el juez en la formación de la prueba son los siguientes:
(i) la intervención del juez en la formación de la prueba constituye una
facultad, no un deber del juez; (ii) la intervención del juez en la formación
de la prueba puede producirse en segunda instancia; (iii) la prueba extem-
poránea puede ser incorporada por el juez como prueba de oficio; (iv) por
medio de su iniciativa en la formación de la prueba, el juez puede ordenar
la incorporación de toda clase de medios probatorios; (v) la resolución que
incorpora pruebas de oficio es inimpugnable, siempre que se observen los
límites para dicha incorporación; y (vi) en sede de casación no se pueden
incorporar medios probatorios de oficio.
Aunque el Décimo Pleno Casatorio Civil ha establecido límites y crite-
rios, a fin de conseguir una armonización entre la facultad que tiene la jueza
o el juez de intervenir en la producción de la prueba y los postulados del
sistema dispositivo, con los cuales coincidimos prácticamente en todos, de
acuerdo con el trabajo de investigación realizado, evidentemente la modifi-
cación legal que proponemos es la sustitución del texto procesal, que recae
en la necesidad del convencimiento de la jueza o el juez por la búsqueda
de la verdad sobre las afirmaciones de los hechos invocados por las partes.
Finalmente, reafirmamos lo sostenido por Jeremy Bentham y Michele
Taruffo, así como, más actualmente, Jordi Ferrer: como cualquier otra
ciencia, las decisiones de las juezas y de los jueces deben estar fundamen-
tadas en razones, y estas se tienen que basar en pruebas, para llegar a la
verdad, que es la máxima aproximación de la corroboración de las afirma-
ciones de las partes. Por ello, también consideramos que no es suficiente
lo dispuesto en el Décimo Pleno Casatorio Civil porque si bien aborda en

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 375


el mismo sentido lo propuesto, no puede modificar el texto legal; y resulta
necesaria la reforma del artículo 194 del CPC, que debe tener como norte el
objetivo de la justicia, que es la búsqueda de la verdad.

Referencias bibliográficas

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fundamentales. Lima: San Marcos, 2008.
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376 | Décimo Pleno Casatorio Civil


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Ciudad de México: Editorial del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
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Tello Gilardi, Janet. Límites y criterios de aplicación para la intervención del
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Tello Gilardi, Janet. «La prueba de oficio y la búsqueda de la verdad». En
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Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 377


3.5. La prueba de oficio: la delgada línea entre la
búsqueda de la verdad y el juez imparcial

Julio Francisco Limo Sánchez1

1. Introducción

Como señala el profesor Marcial Rubio Correa, la labor de un juez consiste


en administrar justicia en nombre del Estado, en mérito de la facultad
jurisdiccional otorgada por la Constitución Política del Perú, la misma
que consiste en la atribución de la que gozan todos los magistrados del
Poder Judicial que han sido nombrados debidamente en sus cargos. En
consecuencia, todos los magistrados tienen jurisdicción, pero cada uno tiene
una competencia distinta según diversas variables (turno, lugar, cuantía de
lo demandado, etc.)2.
Esta facultad constitucional requiere el respeto irrestricto a una serie
de principios como la independencia y la imparcialidad o la observancia
permanente al derecho fundamental del debido proceso, el cual, como
describe el profesor Luis Castillo Córdova3, se compone de una dimensión
formal, configurada por una serie de garantías y formalidades que atañen al
desenvolvimiento del proceso (juez natural, procedimiento preestablecido,
derecho de defensa, motivación resolutoria, instancia plural, cosa juzgada,
etc.)4, así como una dimensión sustantiva o material, conformada por el
aseguramiento de la consecución del bien humano que subyace al derecho
fundamental al debido proceso. En relación con esta última dimensión,

1 Juez del Quinto Juzgado Comercial de Lima. Abogado egresado de la maestría en


Derecho Constitucional, con mención en Gobernabilidad, por la Universidad Nacional
Pedro Ruiz Gallo, y de la maestría en Derecho al Trabajo y a la Seguridad Social por la
Pontificia Universidad Católica del Perú. Cuenta con estudios de maestría en Derecho
y Empresa en la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo. Tiene un título de
segunda especialidad en Derecho al Trabajo y a la Seguridad Social por la Pontificia
Universidad Católica del Perú.
2 Rubio Correa, Marcial. El sistema jurídico. Introducción al derecho. Décima edición. Lima:
Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2014, p. 164.
3 Castillo Córdova, Luis. La Constitución comentada. Análisis artículo por artículo. Lima:
Gaceta Jurídica, 2015.
4 Sentencia del Expediente n.o 3075-2006-PA/TC, f. j. 4.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 379


Castillo indica que «está justificado considerar que la dignidad de la persona
exige que el procesamiento al que se le someta con la finalidad de resolver
un determinado conflicto debe dar por resultado una decisión justa, que es
la única decisión digna»5.
Como se aprecia, una vez iniciado el proceso judicial, el juez debe
verificar que se cumplan todas las etapas procesales y que se garantice el
debido proceso; en tal sentido, existe una constante discusión respecto de
las facultades que poseen los jueces con la finalidad de incorporar pruebas
de oficio al proceso, para lo cual cabe formularse las siguientes preguntas:
¿debe el juez procurar obtener las pruebas de oficio en su objetivo de bús-
queda de la verdad material en los procesos que ante él se tramitan? ¿O
simplemente debe resolver en función del material probatorio que le ofrecen
las partes y, de esa manera, evitar romper el equilibrio procesal entre las
mismas, y con ello respetar el principio de imparcialidad? En el presente
trabajo, analizaremos lo que ha dicho la Corte Suprema del Perú, que esta-
bleció doce reglas en el Décimo Pleno Casatorio Civil, Casación n.o 1242-
2017-Lima Este, y trataremos de emitir una opinión que justifica la decisión
del colegiado en pro de un mejor sistema de administración de justicia en el
Perú.

2. La prueba de oficio como herramienta procesal para


garantizar la búsqueda de la justicia

Como señala el artículo II del Título Preliminar del Código Procesal Civil
(CPC):

La dirección del proceso está a cargo del juez, quien la ejerce de acuerdo a lo
dispuesto en este Código.
El juez debe impulsar el proceso por sí mismo, siendo responsable de
cualquier demora ocasionada por su negligencia. Están exceptuados del
impulso de oficio los casos expresamente señalados en este Código6.

5 Castillo Córdova, Luis. Op. cit., pp. 642-643.


6 Ministerio de Justicia. Resolución Ministerial n.o 010-93-JUS. Texto Único Ordenado
del Código Procesal Civil. Lima: 23 de abril de 1993.

380 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Lo indicado se condice con lo establecido en el artículo 50, numeral 1,
respecto de los deberes de los jueces de dirigir el proceso y velar por una
rápida solución. De acuerdo con lo establecido en los artículos indicados,
el juez debe velar por que se respeten las normas procesales, alcanzándole
la responsabilidad por una actuación negligente en la tramitación dilatoria
de los procesos judiciales. Para lograr ese propósito se requiere de un juez
proactivo que participe y gestione adecuadamente las etapas procesales
para impedir su paralización, y que respete lo establecido en el artículo III
del CPC, que señala:

La finalidad concreta del proceso es resolver un conflicto de intereses o


eliminar una incertidumbre, ambas con relevancia jurídica, haciendo efecti-
vos los derechos sustanciales, y que su finalidad abstracta es lograr la paz
social en justicia.
En caso de vacío o defecto en las disposiciones de este Código, se deberá
recurrir a los principios generales del derecho procesal y a la doctrina y
jurisprudencia correspondientes, en atención a las circunstancias del caso7.

Pese a lo expuesto, el poder del juzgador debe encuadrarse dentro de los


propios límites que la norma procesal señala, como aquel que establece que
las decisiones no pueden fundamentarse en hechos que las partes no han
alegado, como lo establece el artículo VII del precitado título preliminar,
que señala que el juez no puede ir más allá del petitorio ni fundar su
decisión en hechos diversos de los que han sido alegados por las partes. No
obstante, la regulación de la prueba de oficio no ha sido un tema que ha
escapado de la polémica en cuanto a su uso, hasta el punto de que se ha
tenido que esperar un pleno casatorio para que se pueda precisar los alcan-
ces de su aplicación, que estimamos permitirá orientar a los magistrados
a que unifiquen los criterios para su admisión y actuación.
El problema se genera debido a que no es fácil establecer un límite en el
poder discrecional de los jueces respecto de la incorporación de las pruebas
de oficio, en el sentido de que por intentar descubrir la verdad material
de los hechos, se podría quebrar el principio de imparcialidad del juz-
gador, por lo que es bastante positivo que se establezca de manera objetiva
diversos escenarios para su aplicación, a efectos de evitar dilaciones innece-
sarias en la tramitación de los procesos o que los magistrados hagan un uso
excesivo y frecuente de dicho poder.

7 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 381


Cabe resaltar que esto no supone un problema actual, pues, como señala
Raoul Charles Van Caenegem respecto de la evolución histórica de las
facultades de los jueces:

otra manifestación del creciente poder de los jueces se encuentra en la evo-


lución del derecho probatorio. En un comienzo, los jueces solo observaban
pasivamente el resultado de la ordalía: eran las partes o sus representantes
los que tenían que hacer su mejor esfuerzo al exponer su caso, a fin de que
los jueces tomaran nota del resultado y vieran la señal que Dios le daba a la
corte y al público. El conocimiento o la percepción de los jueces eran irrele-
vantes, pues si el demandante vencía al demandado en el combate judicial,
eso terminaba con el juicio, sin importar lo que el propio juez pensara de los
méritos del caso.
En la actualidad, se ha llegado al otro extremo, pues todo poder de juzga-
miento recae en los hombros del juez o del jurado, y es su convencimiento,
que es obtenido después de valorar todas las pruebas, el que finalmente va a
decidir el fallo. En este régimen todo depende del conviction intime del juez
o del jurado8.

En tal sentido, el Perú no ha sido ajeno a estas discusiones, que espe-


remos se zanjen una vez que se socialice debidamente lo resuelto en el
Décimo Pleno Casatorio Civil, materia de análisis.

3. La prueba de oficio en el Código Procesal Civil peruano

Veamos ahora cómo se ha regulado la prueba de oficio en el Perú. En su


redacción original, el artículo estaba redactado de la siguiente manera:

Artículo 194.- Pruebas de oficio.-


Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes
para formar convicción, el juez, en decisión motivada e inimpugnable, puede
ordenar la actuación de los medios probatorios adicionales que considere
convenientes.
Excepcionalmente, el juez puede ordenar la comparecencia de un menor
de edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una especial9.

8 Van Caenegem, Raoul. Jueces, legisladores y profesores. Fases de la historia jurísdica europea.
Lima: Palestra Editores, 2011, pp. 160-161.
9 Ministerio de Justicia. Op. cit.

382 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Posteriormente, a partir del 10 de febrero de 2015, mediante el artículo
2 de la Ley n.o 30293, publicada el 28 de diciembre de 2014, se modificó el
artículo original, y quedó regulado de la siguiente manera:

Artículo 194.- Pruebas de oficio.-


Excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes
sean insuficientes para formar convicción, el juez de primera o de segunda
instancia ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y
pertinentes que considere necesarios para formar convicción y resolver la
controversia, siempre que la fuente de prueba haya sido citada por las partes
en el proceso.
Con esta actuación probatoria, el juez cuidará de no reemplazar a las
partes en su carga probatoria, y deberá asegurarles el derecho de contradic-
ción de la prueba.
La resolución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente
motivada, bajo sanción de nulidad, siendo esta resolución inimpugnable,
siempre que se ajuste a los límites establecidos en este artículo.
En ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de la sentencia por
no haberse ordenado la actuación de las pruebas de oficio.
El juez puede ordenar de manera excepcional la comparecencia de un
menor de edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una especial10.

Definitivamente, se puede apreciar una mejora en la redacción del texto,


que tiene como puntos relevantes la excepcionalidad, la no sustitución del
juez respecto de la obligación de las partes en su carga probatoria, la des-
cripción clara de que esta facultad es para jueces de primera y de segunda
instancia, la pertinencia, la mención de la fuente de la prueba por las
partes, el contradictorio, la motivación bajo sanción de nulidad y la inim-
pugnabilidad.
Consideramos que lo más relevante en esta modificación se resume en
la siguiente interrogante: ¿el poder del juez de ordenar medios probatorios
de oficio es una facultad o un deber? Resolverla nos permitirá entender con
mayor detalle las doce reglas que se han establecido en el Décimo Pleno
Casatorio Civil. Sobre la interrogante, la doctora María Elena Guerra-Cerrón
señala que cualquier duda acerca de si es un deber o una facultad queda

10 Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del
Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28
de diciembre de 2014.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 383


aclarada con el hecho de que en ninguna instancia o grado se declarará la
nulidad de la sentencia por no haberse ordenado la actuación de las pruebas
de oficio, ya que la no actuación de medios probatorios adicionales no es un
vicio in procedendo, por lo tanto, no puede llevar a la nulidad11.
Al respecto, el profesor Rolando Martel Chang señala que

se trata de un deber, tanto así que el texto legal modificado del artículo 194
emplea el término «ordenará» (imperativo), idea que se ve reforzada con la
prohibición a la segunda instancia de anular sentencias cuando el juez de
primera instancia no ordenó pruebas de oficio12.

No existe uniformidad en la apreciación acerca de esta facultad otorgada


a los jueces. Quizá ello explica la demora en el pronunciamiento del pleno
casatorio bajo comento. Incluso al doctor Valverde le parece que la actua-
ción de pruebas de oficio no debió ser materia de un pleno debido a que
el artículo 194 es una norma de carácter facultativo y no imperativo, cuya
aplicación queda al criterio razonado del juez de la causa. Señala que esta-
blecer criterios rígidos convertiría la norma en imperativa, quitándole todo
el sentido discrecional que el legislador ha querido darle13.
Consideramos evidente que no se puede desligar la dimensión formal de
la dimensión sustantiva de la prueba de oficio para poder realizar una debida
evaluación, conforme se detalla a continuación. Solo de esa manera podrá
existir un proceso que garantice la finalidad del mismo, que no es otra cosa
que la búsqueda de la verdad material que permita lograr el eficientismo
judicial y generar paz social, que tanta falta nos hace a los peruanos y, en
particular, a las personas que acuden al Poder Judicial a solicitar que sus
derechos se vean debidamente protegidos.

11 Guerra-Cerrón, María Elena. «La deconstrucción del artículo 194 del CPC: la actuación
de medios probatorios adicionales (de oficio)». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 63,
2018, pp. 21-31.
12 Martel Chang, Rolando. Pruebas de oficio en el proceso civil. Lima: Instituto Pacífico, 2015,
pp. 204-205.
13 Valverde Gonzáles, Manuel. «La actuación de pruebas de oficio: ¿debe ser materia de
un pleno casatorio?». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 63, 2018, p. 39.

384 | Décimo Pleno Casatorio Civil


4. Análisis de las doce reglas adoptadas por la Corte Suprema

Primera regla:

El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un enunciado legal que
confiere al juez un poder probatorio con carácter de facultad excepcional y
no una obligación; esta disposición legal habilita al juez a realizar prueba de
oficio, cuando el caso así lo amerite, respetando los límites impuestos por el
legislador14.

Con esta regla se zanja —al menos esa parece ser la intención— la
discusión respecto de si estamos frente a una facultad o a un deber del poder
probatorio del juez. La sentencia casatoria precisa que la prueba de oficio
sirve para mejorar la riqueza del material probatorio, exclusiva facultad del
juez, y que no debe serle requerida porque son las partes las responsables
de traer sus pruebas. El juez no se puede convertir en abogado de las partes,
por tanto, las pruebas de oficio son complementos y son excepcionales.
Convertirlas en una práctica frecuente sería desnaturalizarlas.
Se puede apreciar que en esta regla se precisan lineamientos muy impor-
tantes que ratifican el poder probatorio del juez, a efectos de poder emitir
un fallo que permita resolver la incertidumbre jurídica y lograr la paz social
entre las partes en conflicto. Sin embargo, también se precisa que el uso
de esta prerrogativa debe ser excepcional. Si bien es acertada, a efectos de
evitar que se abuse de su uso y de esa manera cruzar la línea de la imparcia-
lidad que debe primar en la conducta de todo magistrado, también implica
la presencia de un juez muy proactivo, que conozca su proceso y se con-
centre en actividades plenamente jurisdiccionales y no administrativas.
Segunda regla: «El juez fijará los puntos controvertidos con precisión y
exhaustividad, los cuales no deben ser una mera descripción de las pretensio-
nes procesales postuladas en el proceso»15. Esta regla implica una participa-
ción activa del juez en la tramitación del proceso. Esto es muy importante y
consecuente con los lineamientos que se vienen implementando tanto en la
litigación oral como en el proceso tradicional (puntualmente en la audiencia
de preliminar y en la audiencia de pruebas). Como afirma Alexander Rioja:

14 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Lima:


24 de septiembre de 2020.
15 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 385


En la segunda audiencia o segundo momento de la audiencia de pruebas,
que es grabada conforme lo señala el artículo 204 del CPC, nos va a permitir
producir o actuar las siguientes pruebas: […] c) Incluso poder disponer la
prueba de oficio (regulada en el artículo 194 del CPC)16.

Asimismo, la realidad de los despachos nos revela que en la mayoría


de estos son los especialistas legales quienes se encargan de proyectar la
resolución que establece los puntos controvertidos, por lo que, en caso
de que el juzgador opte por esa forma de trabajo, deberá exigir que los
mismos cumplan esa labor en el sentido que establece la presente regla.
Consideramos que el juez no solo debería fijar los puntos controvertidos en
mérito de lo que se desarrolle en el proceso, sino que debería encargarse de
manera personal de realizar la calificación de la demanda, como señala el
magistrado José Díaz Vallejo, quien sostiene que la mayoría de los jueces se
limitan a refrendar la resolución que admite, rechaza o declara improcedente
un proceso judicial, cuando desde el primer momento el juez debe tomar
la batuta del mismo17.
Desde nuestro punto de vista, una buena calificación y una elaborada
fijación de los puntos controvertidos permitirían el desarrollo a cabalidad
de la facultad del juez como director del proceso, lo que generaría como
resultado que este se desarrolle sin dilaciones.
Tercera regla:

El juez de primera o segunda instancia, en el ejercicio y trámite de la prueba


de oficio, deberá cumplir de manera obligatoria con los siguientes límites:
a) excepcionalidad; b) pertinencia; c) fuentes de pruebas; d) motivación;
e) contradictorio; f) no suplir a las partes; y g) en una sola oportunidad18.

Esta regla se condice con el punto anterior en el sentido de que una buena
evaluación de los puntos controvertidos le permitirá al juzgado establecer
a qué fuentes de prueba acudir o actuar para lograr obtener, de manera

16 Rioja Bermúdez, Alexander. «Oralidad en el proceso civil sin cambios procesales». En


La Ley, 13 de noviembre de 2019. Recuperado de https://laley.pe/art/8805/oralidad-en-
el-proceso-civil-sin-cambios-p
17 Díaz Vallejo, José. «El saneamiento procesal». En LP, 13 de marzo de 2018. Recuperado
de https://lpderecho.pe/saneamiento-procesal-jose-diaz-vallejo/
18 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.

386 | Décimo Pleno Casatorio Civil


excepcional, los medios probatorios que le permitan resolver adecuadamente
un litigio. Sin embargo, se debe dejar en claro que toda inclusión de un
medio probatorio de oficio requiere un pronunciamiento debidamente
motivado, que la parte «perjudicada» tenga derecho al contradictorio del
mismo para que no se rompa el equilibrio entre las partes y la imparcialidad
del juzgador, y que esta decisión, de admitir o requerir medios probatorios,
no debe ser recurrente sino darse en una sola oportunidad.
Cuarta regla: «El contradictorio en la prueba de oficio puede ser previo
o diferido, y se ejerce por las partes de forma oral o escrita, dependiendo
de la naturaleza del proceso»19. El contradictorio es previo porque implica
que el juez debe escuchar a las partes antes de tomar cualquier decisión
respecto de la incorporación de la prueba de oficio, la misma que debe
estar debidamente motivada y cumplir con los requisitos establecidos en la
ley procesal. Sin embargo, el contradictorio no se agota en esa etapa, pues
también existe el contradictorio diferido, que permite objetar los medios
probatorios incorporados u ofrecer nuevos en relación con los admitidos y
estar presente en la actuación de los mismos, a efectos de realizar un debido
ejercicio del derecho a la defensa. Consideramos importante que se le brinde
amplitud al contradictorio con la finalidad de evitar decisiones arbitrarias
derivadas de limitaciones probatorias a cualquiera de las partes.
Quinta regla:

En primera instancia, si el proceso es escrito, el juez podrá utilizar las


pruebas de oficio al terminar la práctica de las pruebas admitidas, excepcio-
nalmente antes de la sentencia; en los procesos sujetos a oralidad, se hará en
la audiencia preliminar, excepcionalmente en la audiencia de pruebas20.

Todos sabemos que el proceso judicial peruano se está «oralizando», por


lo que creemos que la Corte Suprema se adecúa de manera correcta a dicha
situación y nos señala los momentos en que se pueden ordenar las pruebas
de oficio según el tipo de proceso. Quizá la regla es redundante si conside-
ramos el desarrollo de cada proceso; sin embargo, mejor es pecar por exceso
que por defecto.

19 Ibid.
20 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 387


Sexta regla: 

Cuando el medio de prueba es extemporáneo o no fue admitido por rebeldía,


el juez de primera o segunda instancia deberá analizar su pertinencia y
relevancia, y evaluar su admisión oficiosa; el mismo tratamiento debe darse
al medio de prueba declarado formalmente improcedente y que no haya
mediado apelación21.

Esta regla contiene dos aspectos muy importantes pero a la vez muy
cuestionables, debido a que faculta al juzgador a introducir al proceso
medios de prueba respecto de los cuales la parte que los ofreció no lo hizo
dentro de los plazos establecidos por la ley. La regla menciona los medios
de prueba extemporáneos, inadmisibles por rebeldía e improcedentes, lo
cual implica beneficiar de manera directa a la parte que no planteó ade-
cuadamente el ejercicio de su defensa técnica. Al margen de lo expuesto,
consideramos que si el proceso lo requiere y se cumplen las condiciones
para incorporar los medios probatorios que fueron desestimados en su
oportunidad, la motivación de dicha incorporación debe ser lo suficiente-
mente contundente para acreditar que sin dichos medios probatorios no se
podría llegar a la verdad y a la obtención de una sentencia justa y de calidad.
De más está decir que se debe garantizar la pertinencia del medio proba-
torio y garantizar el contradictorio a la parte perjudicada con esta medida
del juzgador.
En tal sentido, a pesar de lo manifestado por Marianella Ledesma,
quien señala que valorar los medios de prueba ofrecidos por el rebelde es
incongruente con la preclusión procesal y los efectos del plazo en común,
que rige tanto para la postulación como para la postulación de la prueba22,
compartimos la opinión del doctor Martel, quien señala que

a pesar de la rebeldía del demandado, el juez está obligado a verificar si


el demandante ha cumplido con verificar los hechos que según la ley le
corresponde probar en el proceso, y para ello no se requiere de la resistencia
del demandado23.

21 Ibid.
22 Ledesma Narváez, Marianella. Estudios críticos de derecho procesal civil y arbitraje. Tomo I.
Lima: Gaceta Jurídica, 2014, p. 333.
23 Martel Chang, Rolando. Op. cit., p. 133.

388 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Séptima regla: «El juez podrá evaluar la necesidad de incorporar de
oficio las copias certificadas, físicas o virtuales de los procesos judiciales o
procedimientos administrativos conexos vinculados con la controversia y
con incidencia directa en el resultado del proceso»24. Esta regla es bastante
favorable para el desarrollo del proceso, más aún en tiempos en que el
Poder Judicial viene realizando su máximo esfuerzo para que, a través de
la tecnología, las instituciones involucradas puedan interactuar de manera
directa, como se viene realizando con los embargos en los expedientes
judiciales electrónicos. Cabe indicar que esta labor requerirá también que
el juzgador motive debidamente la incorporación de copias certificadas
físicas o virtuales, además de correr el traslado de las mismas a las partes
involucradas para que puedan hacer uso del contradictorio.
Octava regla: 

La sala superior, en la resolución que programa la vista de la causa, indicará


la posibilidad de prueba de oficio, sometiéndola al contradictorio en la
audiencia de vista de la causa y tomando la decisión en ese acto. Si el medio
de prueba es de actuación diferida, esta estará a cargo del juez superior de
menor antigüedad25.

La redacción original del artículo 194 del CPC no permitía la posibili-


dad de que la sala superior admitiese medios probatorios de oficio. Con la
modificatoria del precitado artículo se ha reforzado la posición respecto de
que, para los jueces de primera instancia, incorporar medios probatorios de
oficio es una facultad discrecional y no una obligación. En consecuencia,
el hecho de que la sala superior pueda ordenar la incorporación de medios
probatorios, cumpliendo igual con el contradictorio, a efectos de que no
se transforme en una orden de acatamiento inmediato, sino que las partes
puedan formular las objeciones pertinentes en caso de defectos en la
motivación, contribuirá a que no se utilice la nulidad de la resolución de
primera instancia, lo que venía realizándose constantemente, con la conse-
cuente dilación procesal en perjuicio de los litigantes. No queda claro por
qué se ha designado al juez de menor antigüedad a que actúe el medio de
prueba en caso de que esta sea diferida, pero consideramos favorable que

24 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.


25 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 389


se haya precisado tal función para evitar confusiones internas en las salas
superiores respecto de su tramitación.
Novena regla:

Cuando proceda la apelación contra la resolución que ordena prueba de


oficio se concederá sin efecto suspensivo y con la calidad diferida. En segunda
instancia, el cuestionamiento a la prueba de oficio podrá ser alegado como
argumento en el recurso de casación, cuando sea viable postular este recurso26.

Consideramos correcto lo establecido, a efectos de no dilatar la trami-


tación del proceso, y que en segunda instancia, de ser el caso, el superior
pueda determinar si confirma, revoca o anula la resolución por los motivos
establecidos en la ley, debiendo tener en consideración que, como establece
el artículo 184 del CPC, el juez de segunda instancia no puede anular el
proceso si el juez de primera no ordena actuar ningún medio probatorio. 
Décima regla:

En los procesos relacionados con derechos reales, el juez puede utilizar


especialmente como prueba de oficio: i) inspección judicial en el bien materia
de debate; ii) prueba pericial para identificar correctamente el inmueble, su
ubicación, sus dimensiones, numeración, colindancias, superposiciones,
entre otros; iii) documentos consistentes en a) partida registral y/o título
archivado del bien emitido por Registros Públicos o registro análogo; b) cer-
tificado catastral expedido por la SUNARP donde precise que el predio no
está inscrito independientemente ni que pertenece a uno de mayor extensión;
c) copia literal íntegra de la partida registral en caso de haber superposición
registral; d) cualquier otra información registral, notarial o a cargo de algún
funcionario público, que resulte relevante para el caso27.

Para el caso de conflictos relacionados con derechos reales, considera-


mos que cualquier pronunciamiento al respecto debe estar debidamente
acompañado de información fidedigna para evitar problemas futuros,
como duplicidad de partidas registrales y errores en el catastro, el área de
los bienes, los linderos y la numeración. En este caso, como se realiza con
los embargos electrónicos, sería de gran importancia la interacción con la

26 Ibid.
27 Ibid.

390 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Sunarp, a efectos de tener datos actuales respecto de los derechos inscribi-
bles. No se justifica que teniendo una base de datos muy importante en la
Sunarp, y con un debido apoyo de la tecnología, no la usemos para brin-
dar certeza a las decisiones judiciales, siempre respetando los límites que
establece la norma procesal, así como el carácter excepcional de la prueba
de oficio.
Undécima regla: 

En los procesos en los que se tramitan pretensiones de naturaleza personal,


en caso de insuficiencia probatoria, el juez podrá utilizar como prueba de
oficio aquellas que le permitan determinar la verdad de los hechos materia
de controversia, la misma regla aplica para supuestos en los que se aprecie
una nulidad manifiesta del negocio jurídico, conforme al artículo 220 del
Código Civil28.

La sentencia casatoria menciona como pretensiones de naturaleza perso-


nal a la acción de nulidad, anulabilidad, ineficacia, otorgamiento de escri-
tura pública, acción pauliana, entre otras, e indica que en estas sobresale la
existencia de situaciones de nulidad manifiesta, existiendo dos plenos casa-
torios al respecto. Sin embargo, no había reglas de las pruebas de oficio en
particular. En este caso, como hemos sostenido, la búsqueda de la verdad
material es una de las prerrogativas más importantes con las que cuenta
un juzgador, hasta el punto de que esta regla confirma su aplicación en los
supuestos de nulidad manifiesta del negocio jurídico, como se ha regulado
en el artículo 220 del Código Civil.
Duodécima regla:

En los procesos que se discutan derechos de personas en condición de vul-


nerabilidad por razones de edad, género, discapacidad, pertenencia a comu-
nidades indígenas o minorías, víctimas, migrantes, personas en extrema
pobreza, privados de la libertad u otros, el juez podrá disponer la actuación
de pruebas de oficio cuando advierta en el proceso limitaciones u obstáculos
para el ejercicio pleno de los derechos que el ordenamiento jurídico nacio-
nal, los tratados internacionales y el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos les reconoce29.

28 Ibid.
29 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 391


Esta regla se condice con la modificatoria realizada el año pasado
respecto de las personas con discapacidad, por lo que de más estar decir que
debemos priorizar su atención y brindarles el apoyo necesario establecido
por la ley, siendo flexibles en atención a su condición, así como respetuosos
de los convenios de los que el Perú forma parte y del Sistema Interamericano
de Derechos Humanos.

5. Conclusiones

1. El presente pleno ha establecido reglas que ayudan a clarificar la actuación


de la magistratura nacional en el caso de la incorporación de pruebas
de oficio en un proceso judicial, que debe tener como razón principal
la búsqueda de la verdad y la emisión de pronunciamientos justos y de
calidad.
2. Si bien para algunos autores permitir la incorporación de los medios
probatorios de oficio puede afectar la garantía de imparcialidad que
debe ofrecer el juzgador, la sentencia casatoria desvirtúa tal posición,
en mérito de que la epistemología jurídica permite al juzgador buscar
la verdad sin que ello implique una actuación indebida por parte de la
magistratura.
3. Incorporar medios probatorios al proceso debe ser la excepción y debe
garantizar el derecho al contradictorio en su modalidad previa y diferida,
a efectos de garantizar el debido proceso.
4. Ha quedado zanjado el hecho de que incorporar medios probatorios
es una facultad del juez tanto de primera como de segunda instancia,
dejándose de lado aquella corriente que sostenía que se trataba de una
obligación.
5. Ante las dificultades que tiene el funcionamiento del sistema judicial,
en el cual no se aprueban leyes de manera sistemática sino más bien en
función de creencias por parte de legisladores improvisados, somos de
la opinión de que deberían ser los jueces quienes propongan reformas
legislativas, a efectos de mejorar el desarrollo de los procesos judiciales.
6. Respecto de la valoración de la prueba, quizá se debieron establecer
parámetros más objetivos para determinar el grado de certeza de las
pruebas, es decir, qué debe contener la prueba para permitir al juez tener
los elementos de confirmación de la prueba, su grado y su intensidad.

392 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Referencias bibliográficas

Castillo Córdova, Luis. La Constitución comentada. Análisis artículo por


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Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos
artículos del Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la
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Van Caenegem, Raoul. Jueces, legisladores y profesores. Fases de la historia
jurísdica europea. Lima: Palestra Editores, 2011.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 393


3.6. Las pruebas de oficio en el proceso civil y el
Décimo Pleno Casatorio Civil

Rolando Alfonzo Martel Chang1

1. Introducción

El tema de la prueba oficio es complejo y problemático. La doctrina y la


jurisprudencia dan cuenta de este escenario; sin embargo, la ley, principal
fuente de derecho en nuestro sistema, ha optado por regular las pruebas de
oficio, y lo ha hecho en diversos tipos de proceso, entre ellos, el proceso
civil. De hecho, considerando solamente el actual Código Procesal Civil
(CPC), encontramos que la prueba de oficio cuenta con una disposición
principal en el artículo 194, la misma que ha sido modificada por la Ley
n.o 30293, publicada el 28 de diciembre de 2014, que entró en vigencia
a los treinta días hábiles de su publicación.
La modificatoria del artículo 194 se ha producido luego de más de
veinte años de vigencia del Código, es decir, después de haberse aplicado y
puesto en práctica por los jueces de todas las instancias en los procesos judi-
ciales. Considerando el factor tiempo, nos parece que el cambio normativo
no ha sido pronto ni repentino; y, considerando la casuística judicial relativa
a las pruebas de oficio, podemos decir que el cambio ha sido necesario. En
efecto, una mirada en retrospectiva sobre la praxis judicial en materia de
pruebas de oficio nos permite ver una situación problemática en la que des-
tacaba la demora procesal al trabajarse esta materia sin observar derechos
fundamentales, como el de tutela jurisdiccional efectiva o el derecho a un
proceso sin dilaciones indebidas, ni los principios del derecho probatorio ni
el derecho de defensa de los justiciables. Siempre pensamos que esa situa-
ción problemática no podía continuar. Era necesario modificar las normas
(reglas) para abrigar la esperanza de un cambio real en esta materia.

1 Doctor en Derecho por la Universidad de San Martín de Porres. Profesor de Derecho


Procesal en la Universidad de San Martín de Porres y la Pontificia Universidad Católica
del Perú. Expresidente de la Corte Superior de Justicia de Lima, período 2017-2018.
Juez superior de la Corte Superior de Justicia de Lima. Conferencista y autor de libros y
artículos en materia procesal.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 395


Diversos estudios al respecto apuntaban en esa misma dirección. En
esa línea de pensamiento, el suscrito elaboró su tesis doctoral denominada
La actuación de las pruebas de oficio en la segunda instancia del proceso civil, que
presentó y sustentó en la Facultad de Derecho de la Universidad de San
Martín de Porres, en junio de 2014. Dicha tesis (que ha servido de base para
la publicación del libro Las pruebas de oficio en el proceso civil, publicado por la
Editorial Pacífico en febrero de 2015) contiene como recomendación una
propuesta normativa respecto del artículo 194 del CPC, a fin de solucio-
nar la situación problemática referida a las pruebas de oficio en el proceso
civil, que sugiere que debe mejorarse la regulación legal en esta materia,
estableciéndose de modo expreso en la disposición normativa una serie de
aspectos relevantes para su correcto uso y aplicación por parte de jueces
y abogados, con lo cual se favorece la tutela efectiva, se evita la dilación
procesal, se disminuyen los costos del proceso para el Estado y los litigan-
tes, y también disminuye la carga procesal. Luego de la sustentación de la
tesis, a partir de septiembre de 2014 fui invitado, conjuntamente con otros
especialistas en materia procesal, a participar en las sesiones de trabajo pro-
movidas por la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso,
a través de su equipo técnico, para el debate y la aprobación de las modifi-
caciones al CPC. En estas sesiones tuve la oportunidad de aportar para la
discusión y el debate de la propuesta normativa relativa al artículo 194 del
CPC que elaboré para la tesis doctoral, cuyo texto2 guarda grandes coin-
cidencias con el texto modificado de dicho artículo, aprobado por la Ley
n.o 30293, publicada el 28 de diciembre de 2014.

2 Texto de la tesis doctoral del suscrito: «Pruebas de oficio. Artículo 194.- Excepcionalmente,
cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes para formar
convicción, el juez de primera o de segunda instancia debe ordenar la actuación de los
medios probatorios adicionales y pertinentes que considere necesarios para formar
convicción y resolver la controversia, siempre que la fuente de prueba haya sido citada por
las partes en el proceso. Con esta actuación probatoria, el juez cuidará de no reemplazar
a las partes en su carga probatoria, y deberá asegurarles el derecho de contradicción de la
prueba. La resolución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente motivada,
bajo sanción de nulidad, siendo esta resolución inimpugnable, siempre que se ajuste a los
límites establecidos en este artículo. En ningún caso se declarará la nulidad de la sentencia
por no haberse ordenado la actuación de pruebas de oficio. Este precepto también es
aplicable a los órganos jurisdiccionales que conocen del recurso de casación» (Martel
Chang, Rolando. La actuación de las pruebas de oficio en la segunda instancia del proceso civil.
2014, pp. 195-196. Universidad de San Martín de Porres, tesis doctoral).

396 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Es sabido que la realidad no cambia ni se modifica con la sola dación
de la norma, pero no cabe duda de que este cambio tiene en la reforma
legal en comentario un soporte fundamental, sobre todo porque trae consigo
y propone cambios en la conducta de los actores del proceso, a partir del
conocimiento y el análisis de la praxis judicial, esto es, de la realidad.
Han pasado casi seis años de la publicación de la reforma legal del
artículo 194, y ahora se tiene publicado el Décimo Pleno Casatorio Civil
dedicado a las pruebas de oficio, el cual no solo confirma la importancia de
este tema, sino que coadyuva a que jueces y abogados trabajen esta materia
en los procesos judiciales, respetando sobre todo las reglas previstas en la
ley. El verdadero cambio está aquí, en la praxis concreta en cada caso, pero
para eso cada actor debe internalizar en forma adecuada las reglas de
juego aplicables.

2. Un poco de historia. La situación problemática de las


pruebas de oficio antes de la Ley n.o 30293

El texto originario del artículo 194 del CPC (que estuvo vigente durante más
de veinte años) establecía lo siguiente:

Pruebas de oficio.-

Artículo 194.- Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes
sean insuficientes para formar convicción, el juez, en decisión motivada
e inimpugnable, puede ordenar la actuación de los medios probatorios
adicionales que considere convenientes.

Excepcionalmente, el juez puede ordenar la comparecencia de un menor de


edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una especial3.

Con base en este texto originario, es decir, en su interpretación y su


aplicación, se presentaron diversas cuestiones controvertidas relevantes
sobre pruebas de oficio, las mismas que se fueron identificando en la sede
judicial a partir de la praxis, a saber4:

3 Ministerio de Justicia. Resolución Ministerial n.o 010-93-JUS. Texto Único Ordenado


del Código Procesal Civil. Lima: 23 de abril de 1993.
4 Sobre el particular puede consultarse Martel Chang, Rolando. Pruebas de oficio en el
proceso civil. Lima: Instituto Pacífico, 2015.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 397


2.1. Pruebas de oficio: ¿facultad o deber?

La jurisprudencia se había encargado de presentar cuando menos dos ten-


dencias: una que la estimaba facultativa o voluntaria, y la segunda que
la estimaba un deber. En el primer caso, se entendía como una facultad
(carácter voluntario), y por tanto la orden de actuar pruebas de oficio que-
daba al arbitrio del juez. En el segundo caso, se entendía como un deber, es
decir, el juez debía ordenarlas para resolver con convicción, siendo ejemplo
de esta última línea de trabajo las resoluciones de segunda instancia que
anulaban las resoluciones apeladas de primera instancia por no haberse
actuado pruebas de oficio, disponiéndose que se actúen determinados
medios de prueba.

2.2. Inimpugnabilidad de la resolución que ordena pruebas


de oficio

En esta materia se ha identificado aquella jurisprudencia que no ha


permitido ningún tipo de impugnación contra las resoluciones que orde-
nan pruebas de oficio, a partir de una lectura literal del texto originario del
artículo 194 del CPC. En efecto, para esta jurisprudencia, poco importaba
si la resolución citada contaba o no con motivación suficiente, o si res-
petaba o no los principios del derecho probatorio o el derecho de defensa.
Lo importante era que no se podía impugnar (vía nulidad o apelación)
porque la norma lo prohibía.

2.3. ¿A qué juez le corresponde la orden de actuar pruebas


de oficio?

En la praxis, se identificó una marcada tendencia a estimar que las pruebas


de oficio solo debía ordenarlas el juez de primera instancia, mientras que
cierta jurisprudencia (minoritaria, incluyendo a la emitida por la Corte
Suprema) estimaba que podía ser ordenada incluso por los jueces de segunda
instancia. La idea de que la orden solo podía ser dada por el juez de pri-
mera instancia generó evidentemente una mayor duración de los procesos,
habiéndose identificado casos en los que esta tendencia trajo como conse-
cuencia que se anule dos o tres veces la sentencia de primera instancia, lo
que solo implicaba más costos y años de duración del proceso.

398 | Décimo Pleno Casatorio Civil


2.4. Pruebas de oficio y doble instancia

Una mayoritaria línea jurisprudencial había sostenido que la segunda ins-


tancia no debía ordenar pruebas de oficio porque debía asegurarse al justi-
ciable su derecho al doble grado en la valoración de los medios de prueba.
Otra vez, con esta idea se seguía sosteniendo que las pruebas de oficio solo
debía ordenarlas el juez de primera instancia, con lo cual la duración del
proceso se prolongaba más, sobre todo cuando la segunda instancia anulaba
la sentencia de primera instancia por no haberse ordenado pruebas de oficio
en el primer grado. En muchos casos, esto se convertía en un círculo vicioso,
pues se anulaba la sentencia de primera instancia por este defecto en dos o
más ocasiones, lo que implicaba más costos y años de duración del proceso.

2.5. Límites a la actuación de pruebas de oficio

También se advirtió en una praxis recurrente que la actuación de pruebas de


oficio se había venido realizando sin observar de modo adecuado los princi-
pios del derecho probatorio o el derecho de defensa de las partes. En efecto,
no se advertía si con las pruebas de oficio se estaba o no reemplazando a
las partes en su carga de probar, o si la prueba de oficio derivaba o no de la
fuente de prueba (daba lo mismo si la fuente de prueba era o no citada por
las partes), o si la prueba de oficio se relacionaba o no con el objeto del pro-
ceso (puntos controvertidos), o si respetaba o no el derecho de contradicción
de las partes, o si la resolución que ordenaba pruebas de oficio estaba o no
motivada. En esa praxis, nada de esto importaba para ordenar la prueba de
oficio, a pesar de tratarse de temas relevantes que forman parte del ordena-
miento jurídico, y que tienen que ver con principios del derecho probatorio y
el derecho de defensa de las partes.

3. El nuevo escenario de las pruebas de oficio después de la


Ley n.o 30293

En el numeral anterior se han puesto de manifiesto algunas de las cuestiones


controvertidas y principales que sobre pruebas de oficio se habían identifi-
cado en sede judicial con base en el texto originario del artículo 194 del CPC,
las mismas que merecían ser solucionadas en aras de un proceso justo y
acorde con la tutela efectiva.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 399


En las líneas siguientes, aportaremos ideas referidas al nuevo texto del
artículo 194 del CPC, derivado de la Ley n.o 30293. Esta disposición contiene
diversas normas que se encargan de regular los aspectos controvertidos
señalados.
El nuevo texto del artículo 194 del CPC es el siguiente:

Pruebas de oficio
Artículo 194.- Excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos
por las partes sean insuficientes para formar convicción, el juez de primera
o de segunda instancia ordenará la actuación de los medios probatorios
adicionales y pertinentes que considere necesarios para formar convicción
y resolver la controversia, siempre que la fuente de prueba haya sido citada
por las partes en el proceso. Con esta actuación probatoria el juez cuidará
de no reemplazar a las partes en su carga probatoria, y deberá asegurarles el
derecho de contradicción de la prueba.
La resolución que ordena las pruebas de oficio debe estar debidamente
motivada, bajo sanción de nulidad, siendo esta resolución inimpugnable,
siempre que se ajuste a los límites establecidos en este artículo.
En ninguna instancia o grado se declarará la nulidad de la sentencia por
no haberse ordenado la actuación de las pruebas de oficio.
El juez puede ordenar de manera excepcional la comparecencia de un
menor de edad con discernimiento a la audiencia de pruebas o a una especial.

Las nuevas reglas que trae este texto legal son las siguientes:

3.1. Precisa el carácter excepcional de las pruebas de oficio

Esto significa que se mantiene la regla general de que la carga de la prueba


corresponde a las partes (como lo informa el principio de autorresponsabi-
lidad probatoria, consagrado en el artículo 196 del CPC), debiendo actuar
el juez en materia probatoria solo de manera excepcional, y siempre que se
presente el supuesto de hecho contemplado en el artículo 194, esto es, cuando
los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes para for-
mar convicción.

400 | Décimo Pleno Casatorio Civil


3.2. Dispone que las pruebas de oficio las ordena el juez de
primera instancia y el de segunda instancia

Este precepto dispone que una prueba de oficio sea ordenada y actuada
no solo en primera instancia, sino también en segunda instancia. Ello es
perfectamente posible ahora, debiendo cuidarse de no vulnerar el derecho de
defensa de las partes, dictar una resolución motivada y respetar los límites
a la actuación de las pruebas de oficio.
A nuestro juicio, con la actuación de pruebas de oficio en segunda ins-
tancia no se vulnera o afecta el derecho a la pluralidad de instancias, pues es
evidente que dicha actuación oficiosa ocurre solo cuando los medios proba-
torios ofrecidos por las partes devienen insuficientes para formar convicción
en el juez. Es decir, tiene carácter excepcional.
Esta misma excepcionalidad sucede con el ofrecimiento y la posterior
actuación de medios de prueba, en atención a las reglas del artículo 374 del
CPC, que permite ofrecer medios de prueba con el recurso de apelación. Si se
ofrecen en la apelación, es evidente que no fueron valorados en la sentencia
dictada en primera instancia, mas ello no implica que se vulnere el doble
grado.
Otro supuesto de excepcionalidad que contempla el CPC está en el
artículo 190 in fine, en virtud del cual el medio de prueba no admitido
en primera instancia debe ser actuado en segunda instancia si ya se dictó
sentencia en primera instancia. En este último supuesto, el medio de prueba
solo será valorado en segunda instancia, y dado su carácter excepcional
tampoco puede asumirse que se vulnera el doble grado en la valoración de
la prueba.
En consecuencia, la regla general de la doble instancia para la valoración
de la prueba se mantiene, y solo por excepción a ella no será observada, como
sucede con la prueba de oficio ordenada en segunda instancia o en los casos
que regulan el artículo 374 o el artículo 190, parte final, del CPC. Decimos
entonces que la excepción confirma la regla, y por eso no cabe hablar de
vulneración de este derecho a la doble instancia, que por lo demás, como
todo derecho fundamental, no es absoluto, sino que admite excepciones,
como se ha explicado.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 401


3.3. Establece que la prueba de oficio constituye un deber

Habíamos dicho que en sede nacional el debate era en torno a si la orden


para actuar pruebas de oficio era una facultad o un deber. Nos parece que
este debate termina con la actual redacción del artículo 194, al establecer
que el juez ordenará la actuación de medios probatorios adicionales y
pertinentes cuando los medios ofrecidos por las partes no sean suficientes
para formar convicción. El término «ordenará» es de carácter imperativo, y
si consideramos el sistema procesal publicístico, al que está adscrito nuestro
Código, nos parece que el juez ahora tiene el deber de ordenar pruebas de
oficio cuando los medios probatorios ofrecidos y aportados por las partes
no le causan convicción, claro está, respetando y observando los límites
previstos en la misma norma.
En esta línea de la prueba de oficio como un deber del juez, tenemos la
opinión de Reynaldo Bustamante, quien sostiene lo siguiente:

En efecto, no debe pensarse que el deber de los jueces de admitir, practicar y


valorar debidamente los medios probatorios deriva únicamente del derecho
a probar de las partes, pues en el caso de los procesos modernos adscritos
al sistema publicístico, y por lo tanto, que recogen el principio inquisitivo
(en virtud del cual el juez investiga los hechos por propia iniciativa hasta el
punto de poder ordenar de oficio la incorporación al proceso de los medios
probatorios que crea conveniente y su posterior actuación), dicho deber
deriva directamente —en nuestra opinión— de los principios y valores que
fundan el ordenamiento jurídico e inspiran la Constitución y la Ley. Siendo
más precisos, consideramos que se trata de un poder-deber proveniente de la
propia función jurisdiccional pues, pese a que la carga de probar corresponde
a las partes, el juez no puede ejercer eficazmente su función si no cuenta con
las facultades o potestades suficientes que le permitan investigar la verdad
de los hechos que las partes afirmen en oposición, y teniendo en cuenta que
hay un interés público en que el resultado del proceso sea justo y conforme
a derecho, tal facultad o poder se convierte en un deber del juez para su
realización5.

5 Bustamante Alarcón, Reynaldo. «El derecho fundamental a probar y su contenido


esencial». En Materiales de derecho procesal civil. Decimocuarto PROFA. Lima: Fondo
Editorial de la Academia de la Magistratura, 2011, pp. 68-69.

402 | Décimo Pleno Casatorio Civil


3.4. Preceptúa que la prueba de oficio debe respetar el principio de
pertinencia de los medios de prueba

Como se sabe, las partes no solo deben alegar los hechos, sino que además
deben probarlos, como lo establece el principio probatorio de autorres-
ponsabilidad consagrado en el artículo 196 del CPC. Pero en el proceso no
deben probarse todos los hechos, sino solo los controvertidos, como se
señala en las reglas del artículo 190 del mismo Código, que determina lo
que no debe probarse en el proceso.
Si la regla es que solo deben probarse los hechos que conforman el
objeto de prueba, y que el juez debe admitir aquellos medios probatorios
pertinentes para tal efecto, lógico es que la actuación de las pruebas de oficio
debe respetar dicha regla y el principio probatorio de pertinencia, pues en
caso contrario se podría llegar al absurdo de que en uso de ese poder los
jueces podrían generar actividad probatoria respecto de hechos que no
deben probarse, o a hechos que no han sido alegados, o a hechos que no
tienen relación con la materia controvertida del proceso, propiciando con
ello dilación y dispendio de recursos del Estado y de las mismas partes, pero
todo esto no debe suceder.

3.5. Determina que, para ordenar pruebas de oficio, las partes


debieron haber citado la fuente de prueba

La fuente de prueba está constituida por las personas y las cosas relacio-
nadas con los hechos materia del proceso, que se encuentran en una etapa
preprocesal. La fuente de prueba, una vez que se inicia el proceso, podría ser
ofrecida por las partes para probar sus afirmaciones, para cuyo propósito se
recurre a los medios de prueba, que son los instrumentos para demostrar
lo que se alega.
Son las partes quienes deben remitirse a la fuente de prueba para ofrecer
sus medios probatorios. Si la fuente de prueba ha sido citada en el pro-
ceso por lo menos por una de las partes, sin haberla ofrecido como medio
de prueba, el juez sí está autorizado a ordenar su actuación de oficio como
ahora lo prevé el artículo 194. Fuera de esta opción, el juez debería abste-
nerse de ordenar pruebas de oficio, pues de acudir a la fuente de prueba
que pertenece a las partes, sin que ellas la hayan citado, podría terminar

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 403


haciendo por las partes lo que les correspondía como carga probatoria, esto
es, podría terminar reemplazándolas, lo que afecta el principio de imparcia-
lidad.

3.6. Prohíbe que con las pruebas de oficio el juez reemplace a las
partes en su carga de probar

La orden para actuar pruebas de oficio procede solo si el juez, con las
pruebas ofrecidas por las partes, no llega a tener convicción sobre la materia
controvertida. Solo en tal supuesto ordenará la actuación de medios
probatorios adicionales. Lo adicional supone que en el proceso las partes
han cumplido con su carga de probar, es decir, han cumplido con ofrecer
los medios probatorios para acreditar sus afirmaciones, pero, a pesar de ello,
el juez estima necesario actuar, además, otras pruebas. Asumir la posición
contraria, esto es, que el juez podría usar su poder probatorio aun cuando
las partes no cumplieron con su carga de probar, podría implicar que el juez
termine haciendo por las partes lo que la ley les impone como una carga,
con lo cual se desnaturalizaría la esencia del proceso mismo y perdería su
imparcialidad.

3.7. Establece que la actuación de pruebas de oficio debe asegurar


a las partes el derecho de contradicción de la prueba

La actividad probatoria se rige por diversos principios propios del derecho


probatorio (pertinencia, utilidad, conducencia, licitud, contradicción, etc.),
que sirven de guía y pauta para su correcto desarrollo, donde lo fundamental
es el respeto al debido proceso legal y al derecho de defensa de las partes.
Uno de esos principios probatorios es el de contradicción de la prueba,
que implica, de un lado, el derecho de las partes a conocer las pruebas del
oponente, y de otro, el derecho a cuestionarlas. Ello significa que la actividad
probatoria debe ser absolutamente transparente. Nada puede hacerse en el
proceso de manera oculta o secreta.
Cuando los jueces ordenan la actuación de pruebas de oficio, también
deben observar y cumplir con este principio de contradicción, asegurando
que las partes hagan pleno ejercicio de este derecho; en caso contrario, la
actuación oficiosa de pruebas importará la vulneración de este derecho
fundamental de los justiciables, lo que es absolutamente inadmisible.

404 | Décimo Pleno Casatorio Civil


3.8. Precisa que la resolución que ordena pruebas de oficio debe
estar motivada bajo sanción de nulidad

Aun cuando pudiera decirse que este mandato legal es redundante, porque
viene impuesto desde la Constitución en su artículo 139, inciso 5, o en
virtud del artículo 50, inciso 6, del CPC, lo cierto es que su existencia se
justifica plenamente porque, a pesar de esos mandatos, lo usual en la praxis
había sido que se ordene pruebas de oficio sin motivación alguna, y sin
opción de impugnación por la absurda idea de inimpugnabilidad de
este tipo de decisiones. Ahora no solo está prohibido ordenar pruebas de
oficio sin emitir una resolución motivada, sino que se permite a la parte
agraviada la posibilidad de impugnar, con lo cual deben corregirse los
defectos anotados.

3.9. Establece que la resolución que ordena pruebas de oficio es


inimpugnable, siempre que respete los límites fijados en la norma

La absurda idea y la praxis de la inimpugnabilidad de la resolución que


ordena pruebas de oficio se había constituido en un modo «autorizado»
para afectar el derecho de defensa, o los principios del derecho probatorio,
o los límites a ese poder probatorio de los jueces. De allí que se ponían en
práctica sin ningún tipo de parámetro. Ahora la inimpugnabilidad no es
tal, pues la norma actual precisa que la resolución que ordena pruebas de
oficio debe respetar los límites fijados en la norma, que no son otros que el
derecho de defensa, la motivación, los límites a su actuación y los principios
del derecho probatorio. Ahora corresponde a los justiciables efectuar un
debido control sobre el correcto uso de las pruebas de oficio por los jueces,
con lo cual puede decirse que este poder ya no está exento de control
intraproceso.

3.10. Prohíbe anular sentencias por no haberse actuado pruebas de


oficio en primera instancia

El texto vigente del artículo 194 prescribe que las pruebas de oficio las
ordena el juez de primera y de segunda instancia; esto significa que todo
juez de segunda instancia tiene suficientes poderes probatorios para ordenar
la actuación de pruebas de oficio, y es por ello que ahora ya no cabe anular

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 405


la sentencia para que sea el juez de primera instancia quien haga esa
tarea. El juez de segunda instancia debe dictar las medidas necesarias para
actuar la prueba que considere pertinente, y decidir sobre el fondo de la
controversia, con lo cual se evita la dilación, disminuyen los costos del
proceso y se atiende a los fines concretos y abstractos del proceso. También
Eduardo Couture nos dice que los jueces de la apelación pueden ordenar
las pruebas para proveer mejor:

El principio de que la prueba debe producirse plenamente en primera ins-


tancia es absoluto. […] En la segunda instancia solo pueden admitirse
aquellas pruebas respecto de las cuales la imposibilidad de incorporación al
juicio en la primera instancia era insuperable; la enumeración es taxativa y
la reapertura del período probatorio configura la excepción rigurosa. […]
La segunda instancia no es renovación, sino revisión de la primera.

Cabe aclarar que dicha solución rige en lo que se refiere a las partes y a su
posibilidad de enmendar los errores de la instancia inferior. Pero no supone,
en manera alguna, reducir los poderes del juez. El juez de la apelación podrá
ordenar pruebas para mejor proveer, utilizar distintos fundamentos de derecho
de los invocados por las partes o por el juez de primera instancia, etc. En
estos dos puntos, iniciativa en materia de prueba y facultad de innovar en
materia de derecho, nada se modifica y rigen los principios generales [cursivas
nuestras]6.

4. Opiniones doctrinarias sobre la reforma legal del artículo 194

Con relación a la modificación referida a las pruebas de oficio en sede


nacional, podemos mencionar las siguientes opiniones. Enrique Palacios
Pareja plantea:

Otra modificación importante es la referida a la prueba de oficio. Se ve


con mucha frecuencia que los jueces en grado de apelación, o incluso la
Suprema, en casación anulan sentencias inferiores, pues consideran que los
jueces de instancia inferior debieron haber ordenado de oficio la actuación
de medios probatorios. El artículo 194 en su reciente modificación dispone
expresamente que no se pueden haber anulado sentencias por no haberse

6 Couture, Eduardo. Fundamentos del derecho procesal civil. Buenos Aires: Depalma, 1985,
pp. 359-360.

406 | Décimo Pleno Casatorio Civil


actuado medios probatorios de oficio. Me parece que tiene sentido, porque
si la sentencia del juez está debidamente motivada con la prueba actuada en
el proceso, aportada por las partes, no hay razón para anular la sentencia. Él
está convencido y su decisión motivada por los medios probatorios actuados;
por lo tanto, si el Superior considera que debe ordenar de oficio un medio
probatorio adicional, que lo haga. Eso establece el artículo 194 del Código
Procesal, medida sana en mi opinión7.

Por su parte, el profesor Nelson Ramírez Jiménez sostiene:

Es importante la modificación del artículo 194 del CPC, pues precisa la


incorporación de pruebas por iniciativa del juez. En primer lugar, solo podrá
hacerlo cuando la fuente de prueba haya sido citada por las partes en el
proceso, con lo cual se impide que actúe pruebas ajenas a las alegaciones. Se
exige, además, una motivación debida para justificar esta iniciativa del juez.
Lo más importante que estimo es la prohibición de declarar nulidades con
el argumento de no haberse actuado una prueba de oficio, práctica común de
los órganos revisores, especialmente a nivel de la Corte Suprema. ¡Muy bien!8

El profesor Luis Alfaro Valverde señala lo siguiente:

Luego de analizar los aspectos más resaltantes de la versión reformada del


artículo 194 del CPC, es posible colegir que estos no constituyen meras
enmiendas formales o superficiales, como ha sucedido con otras enmiendas
legales, sino que se trata de verdaderos cambios cualitativos o sustanciales,
tanto en la estructura como en la función de los poderes probatorios del
juez. Inclusive me atrevería a sostener una redefinición, esto es, desde el
sentido más básico de la palabra: volver a definir estableciendo nuevas
categorías, especialmente si se tiene en cuenta los criterios de aplicación, como
el principio de audiencia sobre la prueba, la restricción del juez únicamente
sobre las fuentes de prueba y la consideración al criterio de pertinencia
vinculado a los puntos controvertidos […].

7 Palacios Pareja, Enrique. «Entrevista a Enrique Palacios acerca de las modificaciones


al Código Procesal Civil» (entrevista). En IUS 360, 16 de febrero de 2015. Recuperado de
https://ius360.com/entrevista-enrique-palacios-acerca-de-las-modificaciones-al-codigo-
procesal-civil/
8 Ramírez Jiménez, Nelson. «Cambios en reglas para la acumulación darán celeridad»
(entrevista). En Peruweek, 8 de enero de 2015. Recuperado de https://www.peruweek.pe/
cambios-en-reglas-para-la-acumulacion-daran-celeridad/

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 407


Se debe reconocer que la reforma ha mejorado en gran medida la estruc-
tura y función de los poderes probatorios del juez; empero no ha solucio-
nado todos los problemas, queda todavía algunas cuestiones pendientes
por resolver, por ejemplo: ¿qué momento del iter procesal es el más idóneo
para utilizarse?, ¿qué medios de prueba pueden disponerse?, ¿cuántas veces
pueden utilizarse en el proceso?, ¿pueden las partes sugerir el uso de esta
potestad? Esperamos que luego de la reforma los jueces desplieguen una
nueva tendencia jurisprudencial, sensible a los derechos fundamentales pro-
cesales y a la función del proceso, que no solo apliquen adecuadamente
dicha iniciativa probatoria, sino que proporcionen soluciones a estos y otros
problemas que se presentan en la práctica jurisdiccional9.

El profesor Priori manifiesta:

La Ley apuesta por un proceso que respete de mejor modo todos los derechos funda-
mentales del proceso. Trata de acercar la justicia sobre el fondo, eliminando
los formalismos. La gran mayoría de las modificaciones tiene ese fin: se eli-
mina un requisito formal de la acumulación (como la de la misma vía pro-
cedimental), pues se apuesta por la solución integral del problema, antes que
el respeto a formas procesales; se exige la motivación de la decisión del juez de
aportar prueba, y si el juez no lo hace se le permite a la parte cuestionar esa decisión
(se elimina con ello la sensación de arbitrariedad que le queda al ciudadano cuando el
juez incorpora una prueba sin decir por qué); se permite el ofrecimiento de medios
de prueba sobre hechos nuevos en todos los procesos (pues la realidad no
se detiene en los sumarísimos, en los que el legislador había prohibido la
prueba sobre hecho nuevo); se permite la prueba sobre hechos nuevos en
apelación de todos los procesos; se permite la modificación de la demanda,
a pesar de que la pretensión modificada no sea exactamente la misma que
aparece en el acta de conciliación. Se apuesta por un proceso que dé tutela
efectiva y no por uno sumiso a las formalidades [cursivas nuestras]10.

9 Alfaro Valverde, Luis. «Reforma de los poderes probatorios del juez. Hacia una
mejor comprensión de las “pruebas de oficio”». En Gaceta Civil & Procesal Civil, núm. 23,
2015, pp. 269-270. Recuperado de http://www.academia.edu/12681428/Reforma_de_
los_poderes_probatorios_del_juez._Hacia_una_mejor_comprensi%C3%B3n_de_las_
pruebas_de_oficio
10 Priori Posada, Giovanni. «La reciente reforma del proceso civil peruano. ¿Realmente
tendremos procesos más rápidos?». En IUS 360, 26 de febrero de 2015. Recuperado de
https://ius360.com/la-reciente-reforma-del-proceso-civil-peruano-realmente-tendremos-
procesos-mas-rapidos/

408 | Décimo Pleno Casatorio Civil


En el pleno se encuentra esta cita doctrinaria:

Luego de evidenciar los aspectos más resaltantes de la versión reformada


del artículo 194 del CPC, es posible colegir que estos no constituyen meras
enmiendas formales o superficiales, sino que se trata de verdaderos cambios
cualitativos tanto en la estructura como en la función de los poderes pro-
batorios del juez, principalmente porque en la versión reformada se hace
reconocimiento expreso al principio de audiencia o contradicción como pre-
supuesto básico antes de que el juez emita el auto, y se disponen los medios
de prueba idóneos para salvar la insuficiencia probatoria previamente iden-
tificada y puesta a conocimiento de las partes. Este cambio sustancial (sin
precedente en la historia del derecho procesal peruano) influye en especial
en el modo de comprender la estructura y función de este poder del juez, en
el marco de un modelo procesal en el que se tutele la finalidad del proceso
(decisiones justas) pero con protección de los derechos fundamentales proce-
sales11.

5. Las reglas del Décimo Pleno Casatorio Civil

El pleno casatorio ha establecido doce reglas que constituyen precedente


judicial vinculante. En las líneas siguientes haremos un comentario sobre
tales reglas.
Primera regla:

El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un enunciado legal que
confiere al juez un poder probatorio con carácter de facultad excepcional y
no una obligación; esta disposición legal habilita al juez a realizar prueba de
oficio, cuando el caso así lo amerite, respetando los límites impuestos por el
legislador12.

Esta regla habla de un poder probatorio del juez, lo que según el pleno
constituye una facultad, mas no una obligación. El término «obligación»
supone la existencia de una prestación que debe ser cumplida por un deudor
a favor de un acreedor. Si esto es así, no resulta técnico que se utilice la

11 Alfaro Valverde, Luis. Op. cit., p. 62. Similar cita se hace en este trabajo.
12 Corte Suprema de Justicia de la República. Décimo Pleno Casatorio Civil. Lima:
24 de septiembre de 2020.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 409


palabra «obligación» en esta regla, pues en el proceso el juez no es deudor ni
acreedor de ninguna de las partes. Ahora, si lo que está detrás de la palabra
«obligación» es la idea de un deber, entonces podemos concluir que la regla
descarta el poder probatorio de los jueces como un deber.
El pleno toma una alternativa que no compartimos, por las razones
dadas en el numeral 3.3. de este trabajo, y porque no se entiende esta alter-
nativa dentro de la justificación constitucional de las pruebas de oficio que el
propio pleno señala, entre otras, a saber:

En concordancia con este propósito, el juez de los hechos tiene la potestad


de disponer aquellos elementos de prueba que estime pertinentes y relevantes
para una más certera reconstrucción de los hechos del caso materia de la
decisión final que se oriente a la búsqueda de la verdad. De esto se puede
desprender la exigencia constitucional del Estado en favor de la idea de
justicia material, que requiere un mayor compromiso del juez tanto por la
tutela de los derechos materiales cuanto por la búsqueda de la verdad13.

Si esta es la justificación, esto es, si debe adoptarse una solución justa


buscando la verdad, entonces todo juez tiene el deber de actuar pruebas de
oficio cuando el caso lo amerite. Si fuera facultativo (discrecional), el juez
podría no ordenar pruebas de oficio a pesar de que el proceso lo requiera,
en cuyo caso la decisión no será justa ni acorde a la verdad material. Este
desenlace importa la negación del papel del juez en un sistema procesal
publicístico que inspira nuestro proceso civil y que el propio pleno admite.
Tampoco se entiende la alternativa que adopta el pleno a la luz del
fundamento cuarto, relativo al caso concreto que resuelve, a saber:

CUARTO. En esa línea de ideas, se puede colegir que el Ad quem advirtió la


existencia de una insuficiencia probatoria respecto de la identificación plena del
bien materia de reivindicación; sin embargo, en vez de hacer uso de la facultad
excepcional prevista en el artículo 194 del Código Procesal Civil, el Ad quem
decidió declarar improcedente la demanda al no haberse acreditado la identifi-
cación del bien materia de litis; con esta decisión la Sala Superior, por un lado,
dejó de ejercer este poder probatorio que pudo llevarlo a determinar con mayor certeza
la verdad de los hechos controvertidos, de tal forma que pudo tener mayores
elementos probatorios que le permitan decidir la controversia con la mayor
solvencia y objetividad, y de esta forma resolver el conflicto con una mejor

13 Ibid, p. 38.

410 | Décimo Pleno Casatorio Civil


cercanía a la verdad de los hechos; de otro lado, decidió emitir una sentencia
inhibitoria por una causal no prevista en el artículo 427 del Código Procesal
Civil, ya que el hecho de no haber identificado el bien materia de reivindi-
cación no es una causal para declarar improcedente la demanda, mas por el
contrario, en los procesos en los que se ventilan pretensiones de naturaleza
real, el juez siempre puede utilizar los poderes probatorios establecidos en
la ley procesal para lograr la plena identificación del bien14 [las cursivas son
nuestras].

Del citado fundamento se extrae con suma claridad que la Corte


Suprema está señalando que si la sala superior advirtió la existencia de
insuficiencia probatoria, debió actuar pruebas de oficio para resolver acorde
a la verdad de los hechos controvertidos en lugar de emitir una sentencia
inhibitoria. Es por ello que la Corte Suprema anula la sentencia de la sala
superior para que esta efectúe la actividad probatoria que indica la sentencia
casatoria. Si para la Corte Suprema el uso del poder probatorio no forma
parte de los deberes de los jueces, no vemos entonces razón alguna para
que haya anulado la sentencia de vista. Por todo lo señalado, seguimos
creyendo que el poder probatorio del juez que prevé el artículo 194 es un
deber (poder-deber, como se indica en doctrina), el mismo que tiene que
ejercerse respetando los límites que establece la citada disposición.
Segunda regla:

El juez fijará los puntos controvertidos con precisión y exhaustividad, los


cuales no deben ser una mera descripción de las pretensiones procesales
postuladas en el proceso15.

Esta regla da cuenta de un viejo problema en nuestro litigio nacional, del


que también hablamos en el numeral 3.4 de este trabajo, al referirnos a la
observación del principio de pertinencia a la hora de ordenarse pruebas de
oficio. En efecto, todo el material probatorio del proceso, incluido el que
ordena de oficio el juez, debe servir para resolver los puntos controvertidos,
pues de lo contrario se genera actividad probatoria inútil que no sirve para
adoptar una decisión justa y acorde con la verdad material.
La regla aborda entonces un problema cuya superación requiere de una
mejor técnica por el lado de los jueces y los abogados. Por el lado de los

14 Ibid, p. 112.
15 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 411


abogados, a la hora de presentar sus demandas y contestaciones en cuanto
al relato fáctico (la demanda debe mencionar hechos precisos y concretos,
y la contestación debe referirse a cada hecho alegado, evitando abstrac-
ciones)16; y por el lado de los jueces, a la hora de estudiar el caso para
confrontar las alegaciones fácticas de ambas partes.
Si se hace bien esta tarea, entonces la admisión de medios probatorios
para resolver los puntos controvertidos también se facilita, y con ello la
probable orden de actuar pruebas de oficio, que siempre debe referirse a los
puntos controvertidos.
Tercera regla:

El juez de primera o segunda instancia, en el ejercicio y trámite de la prueba


de oficio, deberá cumplir de manera obligatoria con los siguientes límites:
a) excepcionalidad; b) pertinencia; c) fuentes de pruebas; d) motivación;
e) contradictorio; f) no suplir a las partes; y g) en una sola oportunidad17.

Esta regla reitera los límites que establece el CPC en su artículo 194,
pero añade uno: la prueba de oficio debe actuarse en una sola oportunidad.
Estando a lo que hemos expuesto en el numeral 3 de este trabajo, no
comentaremos los límites mencionados en los incisos a, b, c, d, e y f de
la regla en estudio, los que además están establecidos expresamente en el
artículo 194.
Si nos referiremos al límite del inciso g, al respecto el pleno casatorio
indica lo siguiente:

La oportunidad de la prueba de oficio es de mucha importancia, debería ser


en una sola oportunidad, es decir, en un solo acto; no es admisible el uso de
la prueba de oficio de manera progresiva, ya que esta situación pondría en
evidencia una conducta inadecuada del juez18.

16 Alegación clásica de la contestación a la demanda: «Niego y contradigo la demanda en


todos sus extremos, por los siguientes fundamentos: 1. Es verdad que…, 2. También es
verdad…, 3. No es verdad…». Esta da cuenta de un estilo no adecuado para contestar
demandas, lo que no contribuye a la adecuada fijación de puntos controvertidos. Quizá lo
mejor sea que se separen los hechos que se niegan de los que se aceptan o reconocen, lo
cual sí facilitaría la tarea.
17 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.
18 Ibid, p. 108.

412 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Lo primero por decir es que este límite no se encuentra previsto expre-
samente en la ley, sino que lo incorpora el pleno casatorio. La pregunta
que sigue es si puede hacerlo. No hay en el pleno explicación alguna sobre
ello. Se le menciona e incorpora sin más. Dice el pleno que el uso pro-
gresivo de las pruebas de oficio podría poner en evidencia una conducta
inadecuada del juez. ¿A qué se refiere con conducta inadecuada? No hay
explicación alguna.
Tratando de entender esta idea del pleno, podríamos relacionarla con
la necesidad de evitar la dilación procesal si el juez ordena pruebas de
oficio en repetidas ocasiones. Si fuera así, ¿cómo queda la idea de que las
pruebas de oficio se justifican para adoptar una decisión justa y buscando
la verdad material? ¿Acaso esto se obtiene siempre ordenando pruebas de
oficio en una sola ocasión? Y si fuera necesario que se ordene por segunda
vez para adoptar una decisión justa y acorde a la verdad material, ¿ya no
se haría por este límite del pleno?
Nótese que la regla en comentario es solo eso, una regla, y como tal
admite excepciones. Esto ha ocurrido, por ejemplo, con la regla del amparo
contra amparo, que establece que este procede por única vez19. Pese a esta
regla, se tiene noticias de que en la praxis se ha trabajado amparo contra
amparo por más de una vez, cuando el caso lo justifica.
De otro lado, creemos que el límite que comentamos parece referirse al
hecho de que un mismo juez no puede, dentro del mismo proceso, ordenar
pruebas de oficio en más de una ocasión. No parece referirse (como lo
creemos) a la posibilidad de que en el mismo proceso tanto el juez de primera
instancia como el de segunda instancia ordenen pruebas de oficio, cada
uno, en su debido momento. Aquí hay un solo proceso y dos órdenes dadas
en una sola oportunidad por jueces distintos, supuesto que estimamos no
configura el límite en comentario. Como fuera, en cuanto a este límite,
creemos que los jueces deben trabajar las pruebas de oficio, observando
sobre todo los límites expresos que contempla la ley.
Cuarta regla:

El contradictorio en la prueba de oficio puede ser previo o diferido, y se


ejerce por las partes de forma oral o escrita, dependiendo de la naturaleza del
proceso20.

19 Sentencia del Expediente n.o 04853-2004-AA/TC.


20 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 413


En relación con esta regla, el pleno refiere lo siguiente:

Como se ha señalado de antemano, en la prueba de oficio juega un papel


importante y trascendente el contradictorio, es por ello que al ejercitar este
poder probatorio el juez debe garantizar que las partes puedan siempre
ejercitarlo sin restricciones, pero siempre tomando en cuenta la naturaleza
del proceso que tramitan. No debe, por tanto, establecerse una regla fija e
inmóvil sobre el contradictorio, más bien dada la complejidad y situaciones
a presentarse en estos casos, puede ser previo, diferido, oral o escriturado21.

Ya hemos dicho que el contradictorio ha sido incorporado expresamente


en el artículo 194 con la reforma del 2014. Nos remitimos entonces a lo
expuesto para este tema en el numeral 3.7 de este trabajo. En cuanto al
contradictorio, el pleno ha optado por mencionar dos opciones, uno previo y
otro diferido. Muchas voces de la academia aconsejan que siempre debe ser
previo, esto es, debe oírse a las partes antes de ordenarse la prueba misma.
Toca a los jueces afiliarse a la idea de que mejor asegure este derecho, en
sintonía con lo que establece el artículo 194, que precisamente habla de
asegurar el derecho de contradicción.
Quinta regla:

En primera instancia, si el proceso es escrito, el juez podrá utilizar las prue-


bas de oficio al terminar la práctica de las pruebas admitidas, excepcional-
mente antes de la sentencia; en los procesos sujetos a oralidad, se hará en la
audiencia preliminar, excepcionalmente en la audiencia de pruebas22.

Esta regla apunta a delimitar el momento en que debe ordenarse y


actuarse la prueba de oficio en primera instancia, y lo hace diferenciando
si el proceso es oral o escrito. La ley no tiene esta delimitación. En la
casuística lo regular era encontrar que la orden de pruebas de oficio se hacía
luego de admitirse los medios de prueba y también luego de actuarse las
pruebas, es decir, antes de dictarse sentencia. Ahora, con esta regla del
pleno, si el proceso es escrito, debe procederse una vez actuada la prueba y

21 Ibid, pp. 107-108.


22 Ibid.

414 | Décimo Pleno Casatorio Civil


por excepción antes de la sentencia. Y si el proceso es oral, la regla es que
la orden se haga en la audiencia preliminar, es decir, a la hora de admitirse
los medios de prueba, y por excepción en la audiencia de pruebas, salvo que
esta no se realice debido al juzgamiento anticipado del proceso.
No se entiende bien por qué el pleno hace esa diferenciación respecto
del proceso escrito u oral. En efecto, señala como regla que en el proceso
escrito la prueba de oficio se ordene luego de la audiencia de pruebas, y por
excepción antes de la sentencia. Mientras que para el proceso oral indica
que la regla es luego de admitirse los medios de prueba (lo que se hace en
la audiencia preliminar), y por excepción en la audiencia de pruebas. No se
explica nada en el pleno respecto de esta diferenciación. Lo cierto es que en
uno u otro proceso, escrito u oral, de haber necesidad de ordenarse pruebas
de oficio, es el juez quien debe adoptar esa decisión, respetando los límites
previstos en la ley. Además, otra vez, como toda regla admite excepciones, y
eso debe ser debidamente explicado por el juez en cada caso concreto.
Sexta regla:

Cuando el medio de prueba es extemporáneo o no fue admitido por rebeldía,


el juez de primera o segunda instancia deberá analizar su pertinencia y
relevancia, y evaluar su admisión oficiosa; el mismo tratamiento debe darse
al medio de prueba declarado formalmente improcedente y que no haya
mediado apelación23.

En relación con esta regla, se encuentra en el pleno lo siguiente:

En muchos casos, el juez debe evaluar la posibilidad de ejercitar la facultad


excepcional de incorporar nuevos elementos de prueba cuando se encuen-
tre en situaciones en las que existen medios de prueba relevantes para la
solución del caso en el expediente, pero que no ingresaron de forma regular
(no fueron admitidas formalmente). Se trata de supuestos de rebeldía, medios
de prueba ofrecidos de manera extemporánea, rechazados de forma expresa
por el juez, adjuntados al recurso de apelación, entre otras situaciones.
Estas situaciones deben llevar siempre al juez a evaluar si es viable ejercitar
el poder probatorio establecido en el artículo 194 del CPC24.

23 Ibid.
24 Ibid, p. 108.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 415


De todas las reglas que fija el pleno casatorio, puede decirse que esta es
la que más llama la atención, al contemplar que puede ordenarse pruebas de
oficio —previo análisis de pertinencia y relevancia— respecto de medios de
prueba:
Extemporáneos: medios de prueba ofrecidos fuera de los plazos y las
oportunidades que la ley ha otorgado a las partes. Nótese que el medio de
prueba es extemporáneo porque la parte no cumplió con su carga de ofrecerlo
oportunamente, esto es, en el momento y tiempo que la ley ha previsto.
No admitidos por rebeldía: medios de prueba que han sido ofrecidos
fuera de toda oportunidad legal por el demandado rebelde que, pudiendo
haber contestado la demanda ofreciendo sus medios de prueba, no lo ha
hecho. Cuando el pleno indica que se trata de medios de prueba no admi-
tidos, está diciendo que el rebelde no ha cumplido con su carga procesal de
ofrecer medios de prueba en forma oportuna, esto es, cuando la ley lo fija, y
que por eso no han sido admitidos.
Medio de prueba declarado formalmente improcedente y que no haya
mediado apelación: estando a las dos opciones anteriores, nos parece que
este supuesto se refiere a los casos de improcedencia de los medios de prueba
ofrecidos oportunamente pero no admitidos. La condición es que no se
haya impugnado la resolución. Pero si reparamos en el texto de esta regla,
podríamos convenir en que la misma también comprende a las dos opciones
comentadas (medios de prueba extemporáneos y no admitidos por rebeldía),
pues para ello se requiere del dictado de una resolución que declare a los
medios de prueba improcedentes por extemporáneos o declare la rebeldía,
debiendo entenderse entonces que la condición debe ser la misma, esto es,
que la resolución de improcedencia no haya sido impugnada. Entonces
corresponde a los jueces, en cada caso concreto, establecer el supuesto
específico para decidir lo que corresponda.
Ahora bien, dados los alcances y las implicancias de esta regla, lo
adecuado hubiera sido que el pleno proporcione razones jurídicas concretas
para su dictado, sobre todo porque de por medio están en juego distintas
disposiciones que regulan la actividad probatoria en cuanto al ofrecimiento,
la admisión, la actuación y la valoración de la prueba del proceso. Y lo
más importante, porque de por medio está el límite legal (del artículo 194)
para el juez de no reemplazar a las partes en su carga probatoria (que, entre
otras, comprende la carga de ofrecer y la de probar), límite que deberá ser
observado por todo juez a la hora de pretender usar esta regla, sin perjuicio

416 | Décimo Pleno Casatorio Civil


de argumentar para justificar la «inaplicación» de las otras disposiciones del
Código relativas a la actividad probatoria. No debe olvidarse que las reglas
de un precedente nunca deben leerse dejando de lado las disposiciones de
la ley que le sirven de sustento, en este caso, el artículo 194.
Séptima regla:

El juez podrá evaluar la necesidad de incorporar de oficio las copias certifi-


cadas, físicas o virtuales de los procesos judiciales o procedimientos adminis-
trativos conexos vinculados con la controversia y con incidencia directa en el
resultado del proceso25.

Esta es una regla de contenido abstracto que va de la mano con los alcan-
ces de las pruebas de oficio y de las reglas del Código en materia de medios
de prueba, en virtud de las cuales puede ordenarse la incorporación de
medios probatorios originales, en copias simples o certificadas, de procesos
que giran en soporte papel o electrónico, siempre que, como lo recuerda el
pleno, se vinculen con los hechos controvertidos y tengan incidencia directa
en el resultado del proceso.
Octava regla:

La sala superior en la resolución que programa la vista de la causa indicará


la posibilidad de prueba de oficio, sometiéndola al contradictorio en la
audiencia de vista de la causa y tomando la decisión en ese acto. Si el medio
de prueba es de actuación diferida, esta estará a cargo del juez superior de
menor antigüedad26.

Lo primero que debe precisarse es que esta regla es de aplicación no solo


a la sala superior, sino a todo órgano jurisdiccional de segunda instancia
que conoce de la apelación que da lugar a la vista de la causa. En segundo
lugar, insta al órgano jurisdiccional a revisar el caso antes de fijar la vista de
la causa, pues solo así parece viable determinar la posibilidad de ordenar
una prueba de oficio. En tercer lugar, con esta regla, el pleno apuesta por el
contradictorio previo27, pues refiere que se toma la decisión de incorporar

25 Ibid.
26 Ibid.
27 Sobre el contradictorio previo, el pleno casatorio señala: «el elemento de prueba que se pre-
tende incorporar por el juez también debe ser expuesto a priori a las posibles observaciones

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 417


o no el medio probatorio de oficio después de haber oído a las partes. Si
esto es así, esta regla no resulta coherente con lo previsto en la cuarta regla
del pleno, donde se indica que el contradictorio en la prueba de oficio es
previo o diferido28. A nuestro juicio, lo que siempre debe asegurarse a las
partes es el pleno ejercicio de su derecho de contradicción, como lo prevé
el artículo 194, texto que deberá ser observado por los jueces a la hora de
trabajar pruebas de oficio.
Novena regla:

Cuando proceda la apelación contra la resolución que ordena prueba


de oficio, se concederá sin efecto suspensivo y con la calidad diferida. En
segunda instancia, el cuestionamiento a la prueba de oficio podrá ser alegada
como argumento en el recurso de casación, cuando sea viable postular este
recurso29.

Con esta regla, el pleno precisa el efecto de la apelación que se presenta


contra la resolución que ordena pruebas de oficio, indicando que se con-
cederá sin efecto suspensivo y con la calidad de diferida. Al respecto, cabe
recordar que, para el proceso abreviado, el artículo 494 del CPC estable-
ce el efecto suspensivo de la apelación contra la resolución que declara
improcedente la demanda, inválida la relación procesal, fundada una excep-
ción o defensa previa, y contra la sentencia. Agrega este artículo que «las
demás apelaciones se concederán sin efecto suspensivo y tendrán la calidad
de diferidas, salvo que el juez decida su trámite inmediato, mediante reso-
lución debidamente motivada»30.
A su turno, el artículo 556 del mismo Código establece para el proceso
sumarísimo el efecto suspensivo de la apelación contra la resolución que
declara improcedente la demanda, fundada una excepción o defensa previa,

de las partes, una vez agotado ello y dando la oportunidad de que las partes sean escucha-
das, el juez podrá decidir si incorpora —o no— el elemento de prueba adicional» (Ibid, p. 91).
28 «El contradictorio en la prueba de oficio, dada la complejidad y las variables que suelen
presentarse en la práctica judicial, puede ser previo o diferido. La idea es utilizar el que
de forma adecuada garantice a las partes el derecho a ser oídas por el juez cuando hacen
uso de este poder probatorio. Fijar una regla rígida puede ser poco útil, más si estamos
ingresando actualmente en nuestro sistema judicial a los procesos sujetos a la oralidad, los
cuales tienen una dinámica diferente a la del proceso escriturado» (Idem).
29 Ibid.
30 Ministerio de Justicia. Op. cit.

418 | Décimo Pleno Casatorio Civil


y contra la sentencia. Todas las demás apelaciones se conceden sin efecto
suspensivo y con carácter diferido. Y para el proceso único de ejecución, el
artículo 691 del CPC establece el efecto suspensivo para el auto que resuelve
la contradicción, y añade que «si la apelación es concedida sin efecto
suspensivo, tendrá la calidad de diferida»31.
Conforme a lo anotado, la regla guarda coincidencia con lo que fija el
Código para los procesos abreviados, sumarísimos y únicos de ejecución.
Esto nos permite decir entonces que la regla en estudio precisa el efecto
de la apelación para pruebas de oficio que se ordenan en el proceso de
conocimiento, donde aplican las reglas generales de la apelación que prevé
el Código.
Décima regla:

En los procesos relacionados con derechos reales, el juez puede utilizar


especialmente como prueba de oficio: i) inspección judicial en el bien mate-
ria de debate; ii) prueba pericial para identificar correctamente el inmueble,
su ubicación, sus dimensiones, numeración, colindancias, superposiciones,
entre otros; iii) documentos consistentes en a) partida registral y/o título archi-
vado del bien emitido por Registros Públicos o registro análogo; b) certifi-
cado catastral expedido por la Sunarp donde precise que el predio no está
inscrito independientemente ni que pertenece a uno de mayor extensión;
c) copia literal íntegra de la partida registral en caso de haber superposición
registral; d) cualquier otra información registral, notarial o a cargo de algún
funcionario público, que resulte relevante para el caso32.

Con esta regla, a propósito del caso concreto que se ha resuelto en el pleno
casatorio, el pleno ha considerado pertinente hacer un listado de medios
de prueba específicos que podrían ser útiles para resolver controversias
relacionadas con derechos reales. Nuevamente, en cada caso concreto, el
juez debe decidir lo que corresponda, para lo cual seguramente tomará en
cuenta esta regla.
Undécima regla:

En los procesos en los que se tramitan pretensiones de naturaleza personal,


en caso de insuficiencia probatoria, el juez podrá utilizar como prueba de
oficio aquellas que le permitan determinar la verdad de los hechos materia

31 Ibid.
32 Corte Suprema de Justicia de la República. Op. cit.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 419


de controversia, la misma regla aplica para supuestos en los que se aprecie
una nulidad manifiesta del negocio jurídico, conforme al artículo 220 del
Código Civil33.

Con esta regla orientada a pretensiones de naturaleza personal y a casos


de nulidad manifiesta del negocio jurídico (artículo 220 del Código Civil),
el pleno reitera que ante la insuficiencia probatoria el juez podrá utilizar
como prueba de oficio aquellas que le permitan determinar la verdad de los
hechos materia de controversia. Esta regla va de la mano con lo que prevé
el artículo 194. Y en cuanto a la nulidad manifiesta del negocio jurídico
deben tenerse en cuenta las reglas del Noveno Pleno Casatorio Civil que
también se ocupan de esta materia.
Duodécima regla:

En los procesos que se discutan derechos de personas en condición de


vulnerabilidad por razones de edad, género, discapacidad, pertenencia a
comunidades indígenas o minorías, víctimas, migrantes, personas en extrema
pobreza, privados de la libertad u otros, el juez podrá disponer la actuación
de pruebas de oficio cuando advierta en el proceso limitaciones u obstáculos
para el ejercicio pleno de los derechos que el ordenamiento jurídico nacional,
los tratados internacionales y el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos les reconoce34.

En relación con esta regla, lo primero que debemos decir es que,


tratándose de las personas en condición de vulnerabilidad, los jueces deben
tener en consideración la legislación específica que forma parte de nuestro
ordenamiento jurídico (disposiciones internas o supranacionales), pues
allí están las reglas que deben observarse en relación con estas personas.
En segundo lugar, en sede procesal, en cuanto a dichas personas, cobra
importancia el principio de socialización que establece el artículo VI del
Título Preliminar del CPC. Entonces, estimamos que también en procesos
que involucran a personas en condición de vulnerabilidad los jueces van
a ordenar pruebas de oficio si el caso lo amerita, cuidando las reglas del
artículo 194 y también las que regulan la situación jurídica de personas
en condición de vulnerabilidad. Lo que no puede entenderse es que las

33 Ibid.
34 Ibid.

420 | Décimo Pleno Casatorio Civil


pruebas de oficio van a permitir igualar a las personas en el proceso, pues
para eso existen reglas en el ordenamiento jurídico.

6. Principales conclusiones

1. La reforma del artículo 194 del CPC ha tenido como fuente de inspiración
a la realidad misma, esto es, a la praxis judicial, que es donde se ha
identificado la situación problemática sobre esta materia.
2. El nuevo texto del artículo 194 contiene un conjunto de normas que
apuntan a la solución de determinadas cuestiones controvertidas que en
materia de pruebas de oficio se habían identificado en sede judicial,
con lo que podemos decir que la nueva regulación propicia que viejos
problemas que agobiaron a los actores del proceso puedan ser superados,
para cuyo fin es fundamental el compromiso de dichos actores.
3. Las nuevas reglas sobre pruebas de oficio van de la mano con el derecho
a la tutela jurisdiccional efectiva, el derecho a un proceso sin dilaciones
indebidas, y con la disminución de los costos del proceso y de la carga
procesal del Poder Judicial.
4. El Décimo Pleno Casatorio Civil reconoce la valía de las reglas del
artículo 194 del CPC y reafirma la idea de que el juez debe adoptar
decisiones justas acordes con la verdad de los hechos materia de
controversia.
5. Solo el tiempo irá mostrando si en materia de pruebas de oficio hemos
ido superando o no los problemas que la praxis ha permitido identificar.
Es tarea de los estudiosos y los comprometidos con el buen proceso
identificar estas materias y aportar a su solución.

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Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 421


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https://www.peruweek.pe/cambios-en-reglas-para-la-acumulacion-daran-
celeridad/

422 | Décimo Pleno Casatorio Civil


3.7. La prueba de oficio en la jurisdicción
de Huancavelica

Noé Ñahuinlla Alata1

1. Introducción

Hace pocos días el Tribunal Constitucional (TC) emitió la sentencia del


Expediente n.o 04081-2016-PA/TC, que, a criterio del colega abogado Juan
Carlos Ruiz Molleda2, supuestamente debilita la justicia comunal, y pre-
tende aplicar (a las comunidades campesinas y nativas) las garantías del
debido proceso, que es el ritualismo procesal que se practica en los procesos
judiciales ante el Poder Judicial.
Dicha sentencia —cuestionada por un sector de la abogacía y algunas
ONG— tiene relación con la expulsión de la comunidad de un expresidente
de la organización comunal del período 2011-2012, con el cargo o la impu-
tación de haberse aprovechado de su cargo «para recibir una ventaja eco-
nómica de la empresa Sociedad Minera Corona S. A., así como un puesto de
trabajo»3, pero que en la justicia comunal «durante el proceso disciplinario
no se le notificó válidamente de los cargos imputados ni se le concedió el
uso de la palabra para realizar su defensa»4.
Como hemos señalado, esta sentencia ha sido cuestionada por el Dr. Ruiz
Molleda, especialista y defensor de pueblos originarios y comunidades cam-
pesinas, quien, respecto de lo decidido por el TC, cuestiona

si resulta razonable y convencional exigir a los líderes de comunidades


nativas y campesinas y de rondas campesinas, como una condición para la

1 Juez superior de la Corte Superior de Justicia de Huancavelica.


2 Ruiz Molleda, Juan Carlos. «TC emite nueva sentencia que desnaturaliza y asfixia la
justicia comunal». En LP, 23 de octubre de 2020. Recuperado de https://lpderecho.pe/
tc-nueva-sentencia-desnaturaliza-asfixia-justicia-comunal/
3 Sentencia del Expediente n.o 04081-2016-PA/TC.
4 Ibid.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 423


validez de la justicia comunal y de sus decisiones, ejercida en el marco del
artículo 149 de la Constitución y del artículo 9 del Convenio 169 de la OIT,
[el requisito de] la «imputación de cargos»5.

Sobre dicho punto, considera necesario que

las notificaciones de los que son procesados por ella, teniendo en cuenta
que se trata de campesinos agricultores, que participan de otro universo
cultural en el marco del derecho a la identidad cultural (artículo 2.19 de la
Constitución), que desconocen el Código Penal, el Código Procesal Penal y
las garantías del debido proceso, y muchas veces […] [tienen] una formación
escolar inconclusa6.

Advierto que el colega tiene una visión y mirada de conmiseración, desde


más arriba, con la creencia de que los campesinos del Perú se encuentran en
una situación de pobreza educativa y cultural, que son de pueblos atrasados,
que no tienen información ni idea, que no saben del ordenamiento jurídico
oficial de nuestro país. Esta es una distinción o separación —espero de
manera involuntaria— del poblador de la ciudad, de las zonas urbanas, de
las grandes ciudades respecto de un ciudadano peruano que vive en una
comunidad campesina, en un pueblo originario. Esta visión no es tan cierta.
Siempre hay excepciones, las cuales esbozaré en las próximas líneas.
Puedo señalar que, en los últimos años, entre los habitantes de la ciudad
y de una comunidad campesina (en especial de los Andes) —sobre quienes
me referiré principalmente por cuanto soy de una comunidad campe-
sina de la región andina y conozco bien dicho medio social— ya no existe
esa marcada brecha, esa diferencia de aptitudes y esas diferencias en cuanto
a la información y el conocimiento. Si dos personas (una de la costa y la
otra del Ande peruano) tienen solo educación primaria o estudios conclui-
dos o inconclusos de educación secundaria, estoy seguro de que ambos
—con excepciones— desconocen y no tienen mucha información respecto
del Código Penal, el Código Procesal Penal ni el resto del ordenamiento
jurídico del Perú.

5 Ruiz Molleda, Juan Carlos. Op. cit.


6 Ibid.

424 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Ambos ciudadanos tienen los mismos conocimientos y limitaciones
sobre la constitución, las leyes, cómo está constituido el Estado peruano y
a qué autoridad deben recurrir cuando se les presente un conflicto o una
controversia, para lo cual precisan de la asesoría de un abogado. En suma,
los pobladores del Ande no estamos en un ostracismo, en una ignorancia
o desinformación completa del sistema jurídico de nuestro país, ya que
sabemos y conocemos tanto como el ciudadano común de las ciudades.
Por ello, en los pueblos, los centros poblados y las comunidades campe-
sinas del Ande peruano, cuando un ciudadano, una organización comunal
o una autoridad del pueblo tiene un problema o un conflicto intersubjetivo
contra otra persona o contra la comunidad campesina, mayormente acude
a la autoridad policial, al Ministerio Público o al juez, para lo cual, en
muchos casos, previamente consulta y es asesorado por un abogado. Lo
cierto es que cada vez se genera menos la práctica de la justicia comunal
en los pueblos andinos, entre ellos la región Huancavelica, y lo resuelto por
el TC, que comentamos en este artículo.
Lo que se produce en algunos casos es que un ciudadano de la región
andina, al acceder al servicio de justicia estatal, llamado también oficial,
en el ejercicio de su derecho de defensa, como demandante o demandado,
por diversas razones o causas, puede descuidar el derecho a la defensa o
la oportuna presentación de pruebas, a veces por la actuación negligente
del abogado defensor y no tanto del justiciable. En esos supuestos, se pone
en debate si los jueces y las juezas que ejercen la jurisdicción en la región
andina (como Huancavelica) están facultados o no para disponer la actua-
ción de la prueba de oficio de forma excepcional. De esto esbozaremos
nuestro parecer y punto de vista —reitero que se trata de lo que ocurre en la
región andina de nuestro país—.

2. La prueba de oficio en la jurisdicción de Huancavelica

2.1. El acceso a la justicia para las comunidades campesinas del


Distrito Judicial de Huancavelica

En primer lugar, es necesario precisar que la Corte Superior de Justicia


(CSJ) de Huancavelica está conformada por las provincias de Huancave-
lica, Acobamba, Castrovirreyna y Angaraes, y los distritos de Quichuas

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 425


(perteneciente políticamente a la provincia de Pampas Tayacaja) y Pilpichaca
(Huaytará)7. En suma, es una de las cortes superiores más pequeñas del
Perú.
En segundo término, en la competencia territorial de la CSJ de Huanca-
velica, en el área rural solamente se cuenta con comunidades campesinas,
lo común en la región andina; y en el ámbito territorial señalado no existen
rondas campesinas, menos comunidades nativas, ubicadas mayormente en
la ceja de selva y la Amazonía peruana, razones por las que mi aprecia-
ción y punto de vista serán exclusivamente sobre la justicia comunal en la
región andina. Esto es necesario precisar para evitar generalizaciones.
Siendo así, además de la justicia estatal u ordinaria (42 jueces y 242
servidores públicos judiciales), la CSJ de Huancavelica cuenta con 229
juzgados de paz, a cargo del juez de paz titular y dos accesitarios, quienes
son elegidos en elecciones en cada uno de los centros poblados, distritos
y comunidades campesinas. Incluso hay una ciudad, capital de provincia,
Castrovirreyna, que cuenta con un juzgado de paz, en razón de que no se
había creado uno en dicha ciudad, como usualmente se produce en todas
las capitales de provincias de nuestro país.
En el Distrito Judicial de Huancavelica, los citados órganos jurisdiccio-
nales (22 en total), así como los 229 juzgados de paz son los que imparten
mayormente el servicio de justicia conforme a las competencias previstas
en la norma constitucional, la Ley Orgánica del Poder Judicial, los códigos
adjetivos, la Ley de la Justicia de Paz y las normas reglamentarias que
emiten los órganos de gobierno del Poder Judicial (la Corte Suprema de
Justicia de la República y el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial).
En los últimos años, podemos decir que en el siglo XXI es escasa o
infrecuente la práctica de la justicia comunal reconocida en la Constitu-
ción, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y otros
instrumentos legales y reglamentarios. Los hombres y las mujeres de la
región Huancavelica acuden mayormente ante el juez de paz de su pueblo;
y cuando este no tiene competencia en ciertos conflictos (delitos y asun-
tos civiles que superan cien unidades de referencia procesal)8, el ciudadano

7 La provincia de Pampas Tayaca es parte de la CSJ de Junín; la provincia de Churcampa es


parte de la CSJ de Ayacucho; y la provincia de Huaytará es parte de la CSJ de Ica.
8 Artículo 546, numeral 7, del Código Procesal Civil: se tramitan en proceso sumarísimo
«aquellos cuya estimación patrimonial no sea mayor de cien unidades de referencia

426 | Décimo Pleno Casatorio Civil


común, sea residente en la zona rural o urbana, acude a los juzgados de paz
letrado y a los jueces de primera instancia (familia, civil y mixto). Cuando
son impugnadas las sentencias del juez, asumen competencia las salas
superiores de Huancavelica (dos salas penales y la sala civil).
Esa es la realidad en el Distrito Judicial de Huancavelica, ubicado en la
región andina de nuestro país, en la que son mínimos los casos de justicia
comunal. Se sabe de algunos casos de dicha práctica de justicia en una
zona territorial específica ubicada entre las provincias de Huancavelica y
Acobamba, denominada nación Chopcca, en la que sus pobladores orga-
nizados en centros poblados y comunidades campesinas mantienen aún
algunas costumbres y particularidades en su vestimenta, labor agrícola,
elección de las autoridades y gastronomía, y sus tradiciones, festividades,
entre otras singularidades de dicha zona rural.
También es una realidad que en la nación Chopcca9 todos sus centros
poblados y sus comunidades campesinas cuentan con instituciones educa-
tivas de nivel inicial, primaria y secundaria, con juzgados de paz, alcaldes,
regidores, tenientes gobernadores (representantes del Ejecutivo), alguaciles
y varayoc, que son servicios y autoridades del Estado y de la tradición
comunal. En resumen, siempre está la presencia del Estado. Exigen que
el Estado atienda sus requerimientos y que el presupuesto público mejore
las condiciones de vida de los pobladores del Ande. No viven apartados o
separados de la comunidad nacional ni del Estado, sino que forman parte
de ellos y se sienten parte de la nación peruana, que es lo que corresponde.
En el contexto social, educativo y cultural, considero que en las tres
últimas décadas (desde los noventa hasta la fecha), los ciudadanos de la
nación Chopcca progresivamente han accedido al servicio educativo que
brindan la escuela, el colegio secundario, los centros superiores tanto en
Huancavelica como en las regiones cercanas, es decir, Junín, Ayacucho e
Ica (institutos tecnológicos y universidades) y, principalmente, en los centros
superiores y las universidades de Lima.

procesal» (Ministerio de Justicia. Resolución Ministerial n.o 010-93-JUS. Texto Único


Ordenado del Código Procesal Civil. Lima: 23 de abril de 1993).
9 Recientemente ha sido creada como distrito con la Ley n.o 31059, Ley que por interés
nacional crea el distrito de Chopcca (25 de octubre de 2020).

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 427


Por esta razón, muchas comunidades campesinas del Distrito Judicial de
Huancavelica, entre ellas la nación Chopcca, están conformadas también
por algunos técnicos y profesionales (docentes, ingenieros, abogados, entre
otros). Muchos de ellos entran y salen del lugar donde nacieron y estudia-
ron (comunidades campesinas y centros poblados), orientan y apoyan a los
dirigentes comunales en el trámite y la gestión de sus necesidades y reque-
rimientos ante las entidades del Estado (gobierno central, regional y local),
conocen sus derechos, comparten información con sus conciudadanos,
ocupan cargos directivos, entre otras labores de su comunidad, desde el
interior de ella o desde otras ciudades en las que residen por razones de
trabajo o estudios.
En este contexto, en los pueblos y las comunidades que se encuentran
dentro del ámbito de la CSJ de Huancavelica, cuando se produce un con-
flicto o una controversia de menor relevancia, como pueden ser faltas pena-
les, deudas, violencia de género, asuntos de linderos y daños de animales,
los pobladores acuden ante el juez de paz, quien es la autoridad judicial
que resolverá conforme a su competencia y sus atribuciones previstas en la
Ley n.o 29824, Ley de la Justicia de Paz y la Ley Orgánica del Poder
Judicial, además conforme a su leal saber y entender.
Cuando el conflicto tiene relación con la comisión de un delito, en caso
de pretensión en materia civil, laboral, constitucional, familiar, contencioso
administrativo; o cuando es respecto de bienes jurídicos como la libertad
individual, los derechos fundamentales, los patrimonios, la familia, el dere-
cho al trabajo; o cuando existen reclamos ante las autoridades del Estado,
conflictos intracomunales o entre comunidades campesinas; en estos casos,
las personas, tanto quienes residen en la ciudad o la zona rural, saben que
tienen que acudir ante un juez o una jueza de la justicia ordinaria del nivel
que corresponde, quien, luego del trámite y conforme al debido proceso,
emitirá la sentencia o el auto final y las demás actuaciones.

2.2. La prueba de oficio en los procesos judiciales en los que


participan personas integrantes de comunidades campesinas

Hemos señalado que en la mayoría de controversias suscitadas en las


zonas rurales del Ande peruano —en este caso, la región Huancavelica—,
que pueden deberse a asuntos de inmuebles, tierras, patrimonio, familia,

428 | Décimo Pleno Casatorio Civil


delitos, entre otros, los pobladores de las comunidades acuden al Poder
Judicial y a los órganos jurisdiccionales (juzgados y salas) con los que
cuenta la CSJ de Huancavelica.
Antes de todo, el litigante, sea el demandante o el emplazado (demandado),
acude al profesional del derecho, es decir, el abogado, quien orientará y
asesorará al justiciable. Se produce el mismo mecanismo del ejercicio del
derecho de acción y contradicción que se da en los procesos judiciales, en
los que participan personas de comunidades campesinas, como también
una persona que vive en la urbe (Lima, Ica o Huancavelica misma). Esto es,
siempre acuden a un abogado, pero muchas no conocen el Código Procesal
Civil (CPC), las leyes ni el ordenamiento jurídico.
Respecto de lo señalado, en la formulación de la demanda o al con-
testarla, la parte procesal —en este caso, un poblador de la zona rural de
Huancavelica o de Lima— de alguna manera está supeditada a la asesoría
profesional del abogado, quien estudia el caso, evalúa las pruebas a ofre-
cer, elabora el escrito de la demanda, así como el de contradicción (si es
defensor del emplazado). El citado profesional es el principal responsable
y asesor legal de las partes procesales.
En la actuación profesional del abogado, en cualquier materia, cabe
la posibilidad de que este no ofrezca o no aporte una prueba que resulte
importante o fundamental, ni que sustente o esclarezca su pretensión pro-
cesal, sea por omisión del profesional o por la falta de información ade-
cuada o el olvido del justiciable de comunicarlo a su asesor legal, como
suele darse en algunos casos. En este supuesto, cuando el juez advierte
que del contenido de los actuados judiciales es necesario actuarse una
prueba de oficio que ayude a esclarecer el conflicto y resolver con equidad
y justicia en un caso concreto, podrá hacerlo, conforme a los alcances del
artículo 194 del CPC.
El juez o la jueza dispone la prueba de oficio dentro de un proceso
judicial, en especial, en los procesos civiles y afines. Dicha decisión no está
parcializada con una de las partes procesales. Al considerar y disponer que
se actúe una prueba de oficio, la perspectiva del juez conlleva una buena
solución, con criterio de justicia, poniendo en conocimiento de la otra parte
procesal que tendrá la posibilidad de pronunciarse respecto de la prueba
de oficio, con la actuación procesal en audiencia pública respectiva.
La posibilidad del mandato judicial de la prueba de oficio, que tiene
que ser de forma excepcional, no acontece en todos los procesos. Es una

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 429


facultad del juez en el ámbito de una visión del derecho procesal civil
publicístico, en el que está inspirado el CPC de 1993, que dice que el juez
es el director del proceso10 y no un simple observador de lo que hacen
las partes procesales, como lo fue con el Código de Procedimientos Civiles
de 1912, en el que el juez estaba supeditado a la actuación procesal de las
partes y de sus abogados, quienes muchas veces fueron los que dilataban
los procesos judiciales, ofrecían pruebas en el momento que consideraban,
entre otras actuaciones dilatorias para el decurso de un proceso judicial.
Con el actual ordenamiento jurídico procesal civil, el Estado, como
corresponde, por intermedio del juez, es el responsable de que las partes
procesales se adecúen a los principios que enarbola el CPC: veracidad,
probidad, lealtad y buena fe en la actuación de las partes procesales. El juez
es quien conduce como director del proceso civil, por eso en ciertos casos,
de manera excepcional, puede disponer la prueba de oficio11.
La posibilidad de que el juez ordene la prueba de oficio, sea por omisión
o desidia de un parte procesal, no es responsabilidad exclusiva del deman-
dante o el demandado. Muchas veces es responsabilidad del abogado que
patrocina a su cliente, quien, por falta de una adecuada formación profesio-
nal o, en muchos casos, por descuido, es el responsable de no ofrecer una
prueba importante ante el juez al momento de preparar o contestar la
demanda. Por dicho descuido u omisión del abogado defensor o del usuario
judicial, el juez, para tomar una mejor decisión, con justicia y equidad, dis-
pone la prueba de oficio. Como vemos, es necesario que el abogado ejerza
la profesión con permanente capacitación, actualización y responsabilidad
en el ejercicio de la abogacía, como lo esperan su patrocinado y el sistema
nacional de administración de justicia.

10 «Artículo II.- La dirección del proceso está a cargo del juez, quien la ejerce de acuerdo a lo
dispuesto en este Código» (Ministerio de Justicia. Op. cit.).
11 «Artículo 194.- Excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes
sean insuficientes para formar convicción, el juez de primera o de segunda instancia
ordenará la actuación de los medios probatorios adicionales y pertinentes que considere
necesarios para formar convicción y resolver la controversia, siempre que la fuente de
prueba haya sido citada por las partes en el proceso» (Congreso de la República. Ley
n.o 30293, Ley que modifica diversos artículos del Código Procesal Civil a fin de promover
la modernidad y la celeridad procesal. Lima: 28 de diciembre de 2014).

430 | Décimo Pleno Casatorio Civil


2.3. Algunos casos de Huancavelica en los que se dispuso la prueba
de oficio

Hemos señalado que en un proceso civil existe la posibilidad de que, de


forma excepcional, el juez pueda disponer que es necesaria la actuación de
una prueba de oficio, con las garantías de contradicción y actuación en la
respectiva audiencia pública, que permitirá establecer y resolver la preten-
sión procesal del actor, ya sea estimando o desestimando la demanda.
También hemos indicado que el ciudadano, el poblador de la región
Huancavelica, el que reside en la ciudad, en la comunidad campesina o en
los centros poblados del área rural —en especial este último— sabe que en
nuestro país existe un sistema jurídico. Conoce que estamos regulados por
una constitución y las leyes, y que existen jueces estatales a los que podrá
acceder si tiene un conflicto o litigio. Con ese fin buscará la asesoría de un
abogado —sea de su elección o de la Oficina de Defensa Pública del Minis-
terio de Justicia y Derechos Humanos— para la defensa de sus intereses.
Por lo señalado, no comparto lo dicho por el colega Ruiz Molleda
—asesor y defensor de la comunidad campesina de Palca, Huancavelica,
y por tanto conocedor de la realidad de esta región—, quien, en una parte
de la crítica que formula a la sentencia del TC, Expediente n.o 04081-2016-
PA/TC, afirma que «es claro que no resulta razonable ni constitucional
exigir a campesinos quechuahablantes, muchas veces con colegio incon-
cluso, que tipifiquen correctamente los cargos»12.
El abogado Ruiz Molleda da a entender que los quechuahablantes, los
que vivimos en el área rural, es decir, en los pueblos andinos, frente a quien
vive en la ciudad y habla castellano, poco sabemos del debido proceso y
el sistema jurídico de nuestro país. Sigue la mirada del ciudadano, del que
vive en la ciudad, quien cree que el campesino vive aislado del mundo,
manteniendo su cultura, que debe seguir viviendo solo en su comunidad,
sin salir de ella, manteniendo sus costumbres, que el Estado y la sociedad
deben respetar su forma de ser y vivir, y sus tradiciones.
Existe una equivocación y un prejuicio sobre el poblador del Ande. Aún
se tiene una mirada desde arriba de parte de ciertos sectores de la abogacía,
ciertos intelectuales, organismos no gubernamentales, el Estado mismo y

12 Ruiz Molleda, Juan Carlos. Op. cit.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 431


otras entidades públicas y privadas. La citada creencia de que los pobladores
del campo viven en el ostracismo, que no han terminado el colegio, que no
conocen los códigos y las leyes es un prejuicio. Al respecto, señalamos que,
al menos en las comunidades campesinas de la región andina del Perú, sus
ciudadanos han tenido la oportunidad de asistir a una escuela; que muchos
han estudiado en centros universitarios o técnicos; que tienen acceso a
los medios de comunicación (radio, televisión y redes sociales); que están
pendientes de los sucesos que acontecen día a día en nuestra sociedad; que
saben de los casos de corrupción de funcionarios en nuestro país, de las
prisiones preventivas13 y de los procesos judiciales más emblemáticos; y que
participan en la política y realizan marchas y protestas. Es decir, actúan y
se comportan de igual manera que un ciudadano que reside en la ciudad
de Huancavelica u otras ciudades de nuestro país.
A quienes somos del campo, de la zona rural, como yo, que nací en
Cotarusi (Apurímac), si nos dan la oportunidad de acceder a una escuela,
un colegio (que ahora están cerca de todas las personas) o un centro univer-
sitario, que ofrece el Estado a todos, entonces podremos avanzar en nuestra
formación educativa y cultural. Si a esa oportunidad cada persona contri-
buye con su voluntad y dedicación al logro personal y profesional, será una
persona con proyección intelectual, apta para realizar emprendimientos,
innovaciones y nuevos proyectos personales. Con la educación se piensa
mejor: el cerebro humano pensante dará mejores alternativas a toda per-
sona para que aproveche las oportunidades que brinden y deben brindar la
sociedad y el Estado a todos los ciudadanos sin distinción.
De ser así, no hay razón para señalar ni tener el prejuicio errado de que
los que residimos en el campo somos de otra cultura, que no sabemos del
Perú oficial, el ordenamiento jurídico, la organización estatal ni las funcio-
nes del gobierno central, regional y local. No es cierta esa visión, al menos
para los residentes en la región andina, tanto del campo como de la ciudad
—no conozco mucho de las comunidades nativas ni de las rondas campe-
sinas—.
Aparte de lo señalado, en el desarrollo de la función jurisdiccional en
Huancavelica, en algunas ocasiones, de manera excepcional, con la debida
fundamentación y el conocimiento de la parte procesal contraria, el juez, la

13 En los últimos años es una institución jurídica de frecuente uso en la justicia penal, y
resaltan las que se producen en casos emblemáticos.

432 | Décimo Pleno Casatorio Civil


jueza o el colegiado superior de la Sala Civil, teniendo en cuenta el sistema
publicístico del ordenamiento jurídico procesal civil, dispusieron la prueba
de oficio. Procederé a indicar algunos casos.
En una demanda de prescripción adquisitiva de dominio14, respecto de
un bien inmueble ubicado en la ciudad de La Mejorada, Huancavelica, el
accionante señaló que desconocía el domicilio de dos demandados, mayo-
res de edad, e indicó que había realizado todas las indagaciones necesarias
para dar con la residencia y la ubicación de los emplazados, y que se noti-
fiquen por edictos. La jueza admitió la demanda en esas condiciones, los
declaró en rebeldía, designó al curador procesal, emitió la sentencia, que
fue impugnada por el curador procesal, en Sala Civil, y se verificó mediante
la ficha Reniec que los dos demandados residían en la ciudad de Lima y
tenían una dirección domiciliaria.
En la situación descrita, se declaró la nulidad de la sentencia, se dis-
puso de oficio que la jueza notifique la demanda en el domicilio con el
que contaban los demandados, se apersonaron al proceso y ejercieron su
defensa. ¿Se imaginan el perjuicio de haberse continuado con el trámite
del proceso a espaldas de los dos demandados? Posiblemente no habrían
tenido la oportunidad de defender legalmente su propiedad. Por lo tanto,
el juez o la jueza no pueden permitir actuación procesal de mala fe del
demandante.
De igual forma, es frecuente el caso de los demandados por concepto de
alimentos. El accionante suele ser asesorado por un abogado de la defensa
pública del Ministerio de Justicia. En muchos casos, señalan que el padre
del menor (demandado) no tiene obligaciones alimentarias y no tiene otros
hijos. Notificado con la demanda y los anexos, a veces el demandado no
contesta en el plazo de cinco días (artículo 491 del CPC)15, sino al sexto o
séptimo día, fuera de plazo, y acompaña pruebas de que tiene cónyuge y
otros hijos, defensa fuera de plazo, lo que genera que se le declare rebelde.
En el supuesto de que el demandado tenga cónyuge e hijos, ¿el juez no
tomará en cuenta dicha realidad familiar? ¿Que sea declarado en rebeldía
da lugar a que se considere que no tiene obligaciones? La respuesta es no.
El juez está en la posibilidad de incorporar como prueba de oficio el acta

14 Se tramita en el proceso abreviado.


15 Se tramita en la vía del proceso sumarísimo.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 433


de matrimonio y las actas de nacimiento, correr el traslado a la demandante
y resolver la pretensión de alimentos, fijando una suma de dinero acorde a
su posibilidad, su cargo familiar y las necesidades del alimentista.
En ese y otros supuestos en el ámbito judicial, el juez tiene dicha facultad
de incorporar la prueba de oficio, lo que le permitirá resolver con mayores
elementos de juicio y pruebas, con lo cual en ciertos casos evitará decisiones
injustas. Esto podría darse en Lima, Huancavelica y otras ciudades, a cuyos
juzgados y salas superiores acceden los pobladores de una urbe, así como
el poblador de una comunidad campesina, ya que muchos conflictos tienen
que ser resueltos en la justicia ordinaria, no siempre en la justicia comunal.
Eso lo sabemos quienes somos de pueblos andinos como Huancavelica,
Ayacucho o Apurímac.

3. Conclusiones

1. En nuestro país existe una visión de conmiseración, desde más arriba,


con la creencia de que los campesinos del Perú se encuentran en una
situación de pobreza educativa y cultural, que son de pueblos atrasados
y que no tienen información ni idea sobre el ordenamiento jurídico
oficial de nuestro país. Esta es una distinción o separación del poblador
de la ciudad, las zonas urbanas y las grandes ciudades respecto de un
ciudadano peruano que vive en una comunidad campesina, en un pueblo
originario.
En los últimos años, entre el habitante de la ciudad y el de una comu-
nidad campesina ya no hay esa marcada brecha ni esa diferencia de
aptitudes y diferencias en cuanto a la información y el conocimiento.
Quienes solo tengan educación primaria o estudios concluidos o incon-
clusos de educación secundaria —con algunas excepciones— desconocen
y no tienen mucha información respecto del Código Penal, el Código
Procesal Penal, así como del resto del ordenamiento jurídico del Perú.
2. Ambos ciudadanos tienen los mismos conocimientos y limitaciones
sobre la constitución, las leyes, cómo está constituido el Estado y a qué
autoridad deben recurrir en caso de un conflicto, para lo cual precisan
de la asesoría de un abogado. Los pobladores del Ande no viven en ostra-
cismo, en la ignorancia completa del sistema jurídico de nuestro país,

434 | Décimo Pleno Casatorio Civil


sino que saben y conocen tanto como el ciudadano común de las ciu-
dades. En las comunidades campesinas del Ande peruano, cuando una
persona tiene un problema o conflicto intersubjetivo, mayormente acude
a la autoridad judicial, fiscal o policial, para lo cual previamente consulta
y es asesorado por un abogado. Cada vez se produce menos la práctica
de la justicia comunal en los pueblos andinos, en especial en la región
Huancavelica.
3. En el trámite de un proceso judicial, cabe la posibilidad de que no se
ofrezca o aporte una prueba que resulte importante, sustente o esclarezca
la pretensión procesal, por omisión del profesional o por la falta de
información adecuada o el olvido del justiciable. En este supuesto, si el
juez advierte que es necesario actuar una prueba de oficio que ayude a
esclarecer el conflicto y resolver con equidad y justicia, podrá hacerlo
conforme a los alcances del artículo 194 del CPC.
4. La posibilidad de la prueba de oficio, que tiene que ser de forma
excepcional, no se da en todos los procesos. Es una facultad del juez en
el ámbito de una visión del derecho procesal civil publicístico, principio
en el que está inspirado el CPC. El juez ya no es un simple observador
de lo que hacen las partes procesales, como lo fue con el Código de
Procedimientos Civiles de 1912, en el que el juez estaba supeditado a la
actuación procesal de las partes y de sus abogados, quienes dilataban los
procesos judiciales, ofrecían pruebas en el momento que consideraban,
entre otras actuaciones dilatorias en el proceso judicial.
5. Aún se tiene una mirada desde arriba de parte de ciertos sectores que
tienen el prejuicio de que los pobladores del campo viven en el ostra-
cismo, no han terminado el colegio y no conocen los códigos y las leyes.
Las comunidades campesinas de la región andina han tenido la opor-
tunidad de acceder a instituciones educativas y centros universitarios y
técnicos. Por ello, si se da la oportunidad de acceder a la educación,
sumada a la voluntad y la dedicación personal, todos los ciudadanos
sin distinción tendrán una proyección intelectual, apta para desarrollar
un emprendimiento, una innovación, proyectos y mejores alternativas.

Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 435


Referencias bibliográficas

Congreso de la República. Ley n.o 30293, Ley que modifica diversos


artículos del Código Procesal Civil a fin de promover la modernidad y la
celeridad procesal. Lima: 28 de diciembre de 2014.

Ministerio de Justicia. Resolución Ministerial n.o 010-93-JUS. Texto


Único Ordenado del Código Procesal Civil. Lima: 23 de abril de 1993.

Ruiz Molleda, Juan Carlos. «TC emite nueva sentencia que desnaturaliza
y asfixia la justicia comunal». En LP, 23 de octubre de 2020. Recuperado
de https://lpderecho.pe/tc-nueva-sentencia-desnaturaliza-asfixia-justicia-
comunal/

436 | Décimo Pleno Casatorio Civil


Capítulo III. Artículos sobre el Décimo Pleno Casatorio Civil | 437
Los recientes aportes de las Salas Civiles de la Corte Suprema en materia
de casación representan los mayores logros de la jurisprudencia nacional
en favor de la predictibilidad de las resoluciones judiciales. El Décimo
Pleno Casatorio Civil establece doce reglas generales para el ejercicio de
la prueba de oficio, las cuales en la parte decisoria constituyen precedente
judicial vinculante. En su contenido se ratifica que la prueba de oficio
es una facultad del juez de orden excepcional y no obligatorio, y que su
ejercicio solo es necesario en determinados casos limitados por la norma
adjetiva. Estas reglas, como bien manifiesta el colegiado en el párrafo final
de la parte introductoria de la sentencia casatoria, mejorarán el sistema de
impartición de justicia civil. En tal virtud, me complace presentar ante la
comunidad jurídica el libro titulado Décimo Pleno Casatorio Civil. La prueba
de oficio y su valoración probatoria, que reafirma el compromiso de este Poder
del Estado en continuar difundiendo la doctrina jurisdiccional de la Corte
Suprema de Justicia de la República.

ELVIA BARRIOS ALVARADO


Presidenta del Poder Judicial

ISBN: 978-612-4484-34-6

438 | Décimo Pleno Casatorio Civil

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