Bloque 4-Jesucristo Es La Vida
Bloque 4-Jesucristo Es La Vida
Bloque 4-Jesucristo Es La Vida
Objetivos:
Reconocer la sucesión de los acontecimientos de la historia, como una historia de Salvación
Reconocer a Cristo como Señor de esta historia
Saber que el Espíritu Santo nos hace Hijos de Dios y miembros de la Iglesia
Como curso anteriores, este primer día, además de para conocernos como grupo, nos introducimos en los
contenidos de Testigos del Señor para que comprendan que la historia de la Salvación es una y que los
acontecimientos y momentos de esa historia está centrados en nuestro Señor Jesús.
Lo hacemos repasando todo el Catecismo desde el principio y lo hacemos de esta manera, invitamos:
Abrimos el catecismo por las páginas 14-15. Recordad que el hilo conductor de estos años de catequesis ha sido
la Vigilia Pascual, la fiesta de las fiestas para los cristianos. Preguntamos a los chicos…
¿Quién quiere recordar lo que celebramos en la Vigilia Pascual? ¿Cuándo se celebra? ¿Quién ha
participado en esta celebración?
Recordamos en su momento, que la Vigilia pascual tiene cuatro partes: La luz, que lo veíamos en las páginas 14-
15. El signo visible es el Cirio Pascual que luce los 50 días de la Pascua, en las celebraciones de los bautismos y en
los funerales de los difuntos… Porque el Señor es nuestra luz y nuestra salvación.
En las páginas 38 -39 volvemos a la Vigilia Pascual y entramos en la segunda parte: La Palabra. En esta noche
santa se pueden leer hasta 5 lecturas en las que se reviven las maravillas que Dios ha realizado en favor de la
humanidad; y las lecturas nos recuerdan la gran historia del amor de Dios, que siempre cumple sus promesas en
favor de todos. En este dibujo de la página 39 vemos a un lector de la Palabra leyendo y las personas, desde sus
bancos, están muy atentos.
Las lecturas de esta Noche Santa concluyen con la lectura del Evangelio que nos narra la resurrección del Señor.
Se lee con una gran alegría y solemnidad… se quema incienso, se canta el aleluya, y se proclama la Palabra de la
Vida. Lo vemos en las páginas 100-101.
Y nosotros ¿estamos atentos en la escucha de la Palabra? ¿Cuándo vamos a misa, participamos atentos
en ella? ¿Leemos alguna vez la Palabra de Dios o los evangelios en casa?
Así nos introducimos en el curso pasado que tratamos la Vida de Jesús de Nazaret. ¿Lo recordáis? Y hacemos un
repaso rápido por cada uno de los temas, explicando brevemente…. Conocimos la infancia de Jesús (pág. 104-
105)… durante dos temas conocimos a la Virgen María como madre de Jesús y madre de Dios. Conocimos el
nacimiento de Jesús, cómo creció el Hijo de Dios: su bautismo (tema 20). Lo que hizo en los años de su vida
pública… nos habló en parábolas e hizo milagros. El mensaje central de su vida era que el Reino de Dios estaba
en medio de nosotros.(tema 21) Y así llegamos a conocer en profundidad la Pasión del Señor, Jesús de Nazaret
murió en la cruz para cumplir la voluntad de Dios que no es otra que unir lo que Adán había roto con el pecado,
la relación entre Dios y el hombre. Por la cruz del Señor estamos salvados.
Vamos a hablar: ¿Os ayudó el curso pasado a conocer más profundamente a Jesús de Nazaret? ¿se ha
notado en algo en vuestra vida? ¿Rezáis más? ¿Vais habitualmente a misa a celebrar la fiesta de su
resurrección?
Cuando Jesús resucita, nos promete que no nos dejaría solos… que nos enviaría al Espíritu Santo. Y a través del
Espíritu nacería la Iglesia. (Lo vemos en la página 141). ¡Qué importante es conocer al Espíritu Santo! ¡¡ A la
Tercera Persona de la santísima Trinidad!!
Así vamos a empezar este TERCER AÑO, conociendo al Espíritu Santo y a la Iglesia, y conoceremos cómo por Él y
en ella sigue viviendo Jesús entre nosotros a través de los Sacramentos.
Una vez hecho el repaso de contenido de los dos últimos años, nos metemos en el contenido de esta cuarta parte
que los chicos van a conocer a lo largo del curso. Para ello, de nuevo, movemos las páginas del catecismo para
arriba y para abajo. Este movimiento de hojas es pedagógico, se pretende que los chicos comprendan que todo el
catecismo es una unidad a la que vamos consultando según nos vaya haciendo falta. Y les invitamos a abrirlo por
la pagina 144.
Lo primero que reconocemos es el color. Les preguntamos. Hacemos con ellos un diálogo de lo que ven en la
página y les preguntamos lo que nos sugiere esa imagen. Dejamos que hablen. Seguramente dirán, que frescor,
limpieza, vida, bautismo…. Qué os parece si recordamos los colores centrales que nos han acompañado hasta
ahora. En las páginas 12-13: Naranja. Luz-Fuego / en las páginas 36-37: Verde: La creación, la vida que nos trae la
Palabra. / Págs.89-89: Lila, morado: el color de la conversión, de querer ser mejor / y ahora en la página 144
vemos el azul como color principal. Leemos el bocadillo con la leyenda bíblica que nos habla del bautismo.
También analizamos la misma imagen de Cristo en los distintos colores de las distintas etapas. En las tres
primeros partes la imagen de Jesús nos mira de frente, como si estuviera con nosotros. En cambio la cara de Jesús
de la cuarta parte indica como si estuviera mirando al frente, al infinito, a algo que está ocurriendo al lado y está
pendiente y cuidándolo.
Después de haber contemplado la página y lo que nos indica. Vamos a leer los contenidos de la cuarta parte. Lo
tenemos en la página 145. Lo lee un niño. Y les hacemos comprender que esas preguntas se las hacen muchas
personas hoy.
Y luego les aclaramos: Esta parte, queridos chicos, está dedicado a descubrir el misterio de la Iglesia en
profundidad: Cristo, en verdad, actúa en ella y se comunica a los hombres por medio de la predicación, de la
celebración de los sacramentos y de la caridad fraterna. Primero, a partir de San Pedro conoceremos a la primera
Iglesia y luego, más adelante veremos cómo Cristo sale al encuentro de cada uno de nosotros en los distintos
sacramentos.
Os invito a pasar la página a la 146 y mirad… nos volvemos a encontrar con la Vigilia Pascual. Ahora estamos en el
tercer momento. Hemos visto la luz en el Cirio Pascual, después la segunda parte con la escucha de la Palabra, y
ahora esta tercera parte con la renovación de las promesas de nuestro bautismo. En este momento se bendice el
agua de la pila bautismal, invocando a Maria y a los santos, se mete el Cirio Pascual en la fuente del agua, y se
renueva nuestro creer. En este momento se vuelven encender las velas y decimos bien fuerte “SI CREO”. Vamos a
leer estas páginas fijándonos en la presencia del Espíritu Santo desde los orígenes del mundo.
Terminamos nuestra catequesis de hoy leyendo la invitación que a todos los catequistas nos hace el Papa
Francisco, nos dice así (lo lee su catequista) “Transmitamos a los niños y adolescentes la belleza de recibir y
vivir la fe en la Iglesia y animémoslos a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia
física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia, en un constante cuerpo a cuerpo.
La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de si, de la pertenencia a la comunidad,
del servicio de la reconciliación con la carne de los otros” (Evangelii Gaudium nº 80)
Oremos por todos los catequistas de confirmación, para que sientan la presencia del Espíritu Santo en
su obrar catequético. Roguemos al Señor
Por los chicos y chicas de catequesis para que abran el corazón a recibir conscientemente la presencia
del Señor en sus vidas. Roguemos al Señor.
Por nuestros padres, para que nos ayuden en el crecer de nuestras vidas de fe. Roguemos al Señor.
Tema 24.1. EL ESPÍRITU SANTO DA VIDA A LA IGLESIA (1ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 24 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 148-151
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 171-174
Vela con los nombres del grupo del curso pasado
Objetivo:
Reconocer el Espíritu Santo como la tercera persona de la Santísima Trinidad
Conocer cómo actúa el Espíritu Santo en la vida de cada uno de nosotros y en la vida de la
Iglesia.
Conocer el significado del acontecimiento de Pentecostés y ubicar su celebración en el año
litúrgico.
Valorar el aliento del Espíritu Santo en nuestra oración.
Introducimos el tema del siguiente modo: Queridos chicos, el curso pasado conocimos profundamente
la vida de Jesús de Nazaret, también su pasión y muerte y su resurrección. ¿Lo recordáis? A partir de hoy
vamos a acércanos y conocer más profundamente los Sacramentos de la Iglesia y con ellos
conoceremos al Espíritu Santo, que da vida a la iglesia.
El Espíritu Santo es el gran desconocido de nuestra fe. Al igual que al Padre nos lo imaginamos como una
figura anciana y llena de amor, o a Jesucristo como un hombre como nosotros, e incluso podemos
ponerle rostro en cuadros o imágenes…. Al Espíritu Santo apenas lo conocemos y es fundamental para
la vida de la Iglesia y para los cristianos, para nosotros conocerlo más y mejor. Para ello vamos a
empezar recordando un gran acontecimiento que posibilitó el nacimiento de la Iglesia: Pentecostés.
Os pregunto. ¿Quién sabe lo que pasó este día? ¿Quién lo quiere explicar?. Se deja hablar al grupo.
Después les invitamos a abrir el libro por las páginas que introducen el cuarto tema: páginas 148 y 149. Y les
preguntamos ¿Qué veis? Es una composición bellísima. Dejamos que hablen. Terminamos nosotros ampliando lo
que han dicho que esta breve explicación: Este mosaico está jugando con dos colores, con el dorado (color de lo
sagrado) y el rojo, que es el color de representa al Espíritu Santo. En primer plano están los ojos de la Virgen
María, detrás la de algunos apóstoles. Efectivamente, es el momento de Pentecostés donde abunda el color rojo
porque el Espíritu es el protagonista de ese día y a quien conoceremos en las próximas semanas. Al igual que el
color rojo llena toda la página así el Espíritu Santo está en medio de nosotros, llenando el mundo.
Seguimos ahora la catequesis, leyendo todos junto al artículo del Credo que corresponde al Espíritu Santo y que
aparece a pie de página.
2.1. PENTECOSTÉS
Antes de seguir con el catecismo os voy a explicar algo para que la comprendáis bien. Estad atentos. Mirad.
Jesucristo con su muerte y resurrección culminó su obra en el mundo: la salvación de la humanidad, dentro del
plan amoroso del Padre. Pero para garantizar la continuidad, de su obra, nos ofreció al Espíritu Santo; en Él nos
transmite su misma vida divina y el auxilio necesario para hacer efectiva esa obra de salvación en cada uno de
nosotros. Por eso, antes de subir al Padre, ascensión al cielo, recomienda a los Apóstoles que no se alejen de
Jerusalén, porque va a cumplirse la promesa del envío del Espíritu de Dios.
Sin la presencia del Espíritu Santo no puede llevarse a plenitud lo que Cristo había iniciado. Lo necesitan con
urgencia. Pues, sobre ellos, va a recaer la gran misión de ser testigo de la verdad ante todas las naciones y
predicar la Buena noticia de la salvación hasta los confines de la tierra. Solo no pueden. Lo necesitan
Ahora leemos reposadamente como ocurre todo esto, lo hacemos en la página 150.
Al terminar la lectura, les invitamos a profundizar el texto. Sacamos el cuaderno de vida y les invitamos a poner el
título del tema. Y les hacemos copiar estas preguntas cuyas respuestas deben buscar en el texto que han leído y
contestar.
1. Describe la situación del grupo de los Apóstoles antes de recibir el Espíritu Santo.
Respuesta: Falta de valor, no estaban preparados para la misión, estaban asustado, escondidos…..
2. ¿Qué ocurrió el día de Pentecostés?
Respuesta: La Venida del Espíritu Santo con todos sus maravillosos efectos en los Apóstoles: el fuego, el
viento. Es el día fundacional de la Iglesia y su presentación oficial en público; empieza su misión; el grupo
aumenta considerablemente.
3. ¿Qué efectos, inmediatos y notorios, tuvo la venida del Espíritu Santo en los apóstoles y respecto a su
actuación posterior?
Respuesta: Transformación plena. Poderes extraordinarios como el hablar diversas lenguas, sabiduría,
valor…
4. ¿Se conoce al Espíritu Santo entre los cristianos? ¿Qué concepto se le tiene?
Respuesta: Es el gran olvidado, en general. Quizá se piense que no pinta nada para nosotros; cuando, en
realidad, es el alma de la Iglesia, su gran apoyo y el continuador práctico de la obra de Cristo.
Una vez repasadas y corregidas las respuestas, volvemos al catecismo y observamos la imagen de la página 151.
Puede servir de resumen de todo lo que hemos visto hasta ahora. Lo leemos y dejamos que el grupo hable, solo
después nosotros completamos con estos datos.
Esta página reproduce una pintura de Pentecostés, pertenece a un retablo de la catedral de Pamplona. Este
retablo de finales del siglo XVIII recoge una habitación bien amueblada, con cortinas y otros enseres del hogar,
con un peinado de la época para la Virgen. Todos sabemos que eso no fue así. Fue todo mucho más sencillo, pero
lo más importante nos lo está contando… María, aparece sentada, en actitud orante (las manos unidas, los ojos
cerrados). A sus pies están colocados los apóstoles también en oración y contemplando a la Virgen. Mientras,
desde arriba de la imagen, el Espíritu Santo en forma de paloma envía sus lenguas de fuego y sus rayos de luz
sobre todos los presentes. Es el día de Pentecostés.
El texto bíblico es de profeta Ezequiel, nos recuerda la promesa que nos hizo de Dios hace siglos, esa nueva
Alianza supone el cambio de un “corazón nuevo” por infusión de un “espíritu nuevo”, el Espíritu Santo. Ezequiel
está anunciando muchos siglos antes, lo que ahora está ocurriendo. En Pentecostés nace el hombre lleno del
Espíritu Santo. Aclaramos si hay dudas.
Ahora les explicamos la palabra “Pentecostés” no lo que ocurrió. La venida del Espíritu Santo ocurre 50 días
después de la Resurrección del Señor; ese mismo día desde hacía muchos siglos se llamaba la fiesta de
Pentecostés y tenía un gran significado para los creyentes judíos; aquel día era un día de acción de gracias a Dios
por los bienes y cosechas del año. Las familias se juntaban, cantaban, comían y ofrecían a Dios lo mejor de sus
productos recogidos del campo; pero, sobre todo, en esa fecha se hacía así porque se conmemoraba la Alianza o
pacto de fidelidad entre el Dios y el pueblo israelita. Con Moisés, Dios bendijo a su pueblo y le dio la ley de los
Mandamientos. Aquel acontecimiento lo seguían recordando cientos de años después, y siempre de la misma
forma. Era un día de fiesta, de aniversario y una renovación de esa Alianza Sagrada. Y se llamaba la fiesta de
Pentecostés.
Por eso, adquiere especial significación que la venida del Espíritu Santo ocurra en esta fiesta. Así fue como la
pascua judía queda sustituida por la Pascua de Cristo, y el Pentecostés judío es sustituido por el Pentecostés
cristiano. Surge una nueva Alianza con el nacimiento de la Iglesia, un nuevo pueblo fiel al Señor por la fe en Cristo
Resucitado. Hoy los cristianos celebramos la fiesta de Pentecostés 50 días después de la fiesta de la resurrección
del Señor, y sigue siendo una fiesta muy importante para la Iglesia. Lo leemos en la columna de la página 150
Terminamos nuestra catequesis rezando una oración al Espíritu Santo, lo encontramos en la página 310.
Tema 24.2. EL ESPÍRITU SANTO DA VIDA A LA IGLESIA (2ª sesión)
Lectura del tema 24 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 152-153
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 171-174
Vela con el nombre de los miembros del grupo
Objetivo:
Conocer cómo actúa el Espíritu Santo en la vida de cada uno de nosotros y en la vida de la
Iglesia.
Valorar el aliento del Espíritu Santo en nuestra oración.
Introducimos el tema del siguiente así: La semana pasada trabajamos y hablamos mucho sobre el día de
Pentecostés. Ese día, como vimos quedó establecida en forma oficial la Iglesia como pueblo de la Nueva
Alianza. La Iglesia tenía que ser alumbrada por la acción fecunda del Espíritu Santo. A partir de ahí, la
Iglesia se configura con una nueva creación con la vida divina, con la certeza de la presencia el Espíritu
Santo y de la ayuda de los alto. Sin el Espíritu Santo, la Iglesia no sería. La Iglesia en la Nueva Creación
en la acción del Espíritu Santo. A quien diga que la Iglesia la han fundado los hombres de otros siglos,
hay que decirles que están equivocados… la Iglesia es obra y fundamento del Espíritu Santo.
El Espíritu descendió sobre el grupo de seguidores que componían la Iglesia naciente, pero se distribuía
individualmente. Cada uno lo recibe en sí y ha de mostrarse fiel instrumentos antes sus directrices. La
acción del espíritu Santo transforma personalmente y fono a los Apóstoles; son confirmados en la fe del
Resucitado. Reciben la verdad en plenitud y la instrucción necesaria sobre el mensaje de Jesús. Se llenan
de valor y fortaleza para hablar y proclamar la salvación universal. Adquiere poder para realizar signos y
prodigios. EL Espíritu Santo constituye la plataforma de lanzamiento hacia la conquistas del mundo para
Cristo.
Abrimos el libro por la página 152.En el Credo decimos: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de Vida”,
vamos a leer despacio está página donde se afirma que el Espíritu Santo, que es Dios, como Padre, y como el Hijo,
renueva, une, reconcilia, recrea, reúne a los pueblos, lleva a la plenitud la obra de Cristo, dirige a la Iglesia, a
santifica, la congrega y le da vida. Es el espíritu Santo, el don de Dios, quien la lleva y la conduce; sin su sustento
desparecería.
Después leemos la página 152. Cada niño puede leer un párrafo sobre el Espíritu Santo, u su catequistas intenta
resumirlo con sus palabras.
2.2. LOS SÍMBOLOS DEL ESPÍRITU SANTO
Son numerosos los símbolos que se utilizan para representar el Espíritu Santo. Preguntamos a los chicos….
¿Quién conoce algún símbolo que representa al Espíritu Santo? Dejamos que hablen los chicos.
Os estáis preparando para recibir el Sacramento de la Confirmación en el que se nos dará el Espíritu Santo;
tenemos que disponernos para recibirlo y para ello debemos prepararnos bien. Tenemos que ser dóciles a las
inspiraciones del Espíritu. Pero no vendrá solo sobre nosotros el día de nuestra confirmación; al contrario, el
Espíritu está contantemente sobre nosotros inspirándonos actuaciones y decisiones buenas. Recordemos lo que
nos dice san Pablo en su carta a los Romanos cuando nos dice “hijos de Dios son todos y sólo aquellos que se
dejan llevar por el Espíritu de Dios” (R, 8,14).
Abrimos el libro por la página 153 del catecismo. En este apartado se nos devela como el Espíritu Santo inspira la
oración del creyente. Siempre que nos ponemos a rezar es el Espíritu Santo quien nos inspira la oración. Por eso
es importante la oración, no solo porque nos dirigimos al Dios, sino porque el Espíritu Santo nos ayuda y asiste en
ese momento de oración. En resumen, cuando rezamos el Espíritu Santo está con nosotros. (Leemos la primera
parte de la página 153)
Terminamos nuestra catequesis con un momento de oración, pero antes recordamos lo que nos dice el Papa
Benedicto XVI. Es el Espíritu Santo quien nos permite profundizar todo lo que nos dijo Jesús.
Rezamos juntos la oración de la página 153 al Espíritu Santo. Guardamos antes un momento de silencio e
invocamos juntos al Espíritu del Señor.
Nos falta conocer los dones del Espíritu Santo. Son siete. Se reparte un don a cada niño, y para el próximo día
deben buscar información sobre lo que significa ese don que le ha tocado, y elaborar una oración de petición al
Espíritu Santo con ese don. Empezaremos la catequesis poniéndolo en común. (Los dones están en la columna
derecha de la página 143)
Tema 25.1. SOIS PUEBLO DE DIOS (1ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 25 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 154-162
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág.175-178
Vela de catequesis con los nombres de los chicos
Objetivo:
Ubicar la Iglesia dentro de la Historia de la Salvación
Conocer las notas distintivas de la Iglesia
Aceptar la realidad sacramental y mediadora de la Iglesia
Pedir al Espíritu Santo experimentar la alegría de formar parte de la Iglesia.
Comenzamos la catequesis abriendo el Catecismo por las páginas 154-155 para dar comienzo a este nuevo
bloque. Lo primero que hacemos es invitar a los chicos a contemplar la doble imagen y comentarla en grupo,
una vez que explican lo que sienten y ven con esa imagen podemos terminar así: Lo podríamos titular: “CON
MIRADAS PENETRANTES”, también lo podrían titular con “CON OÍDOS ATENTOS”. Así es como se encuentran los
apóstoles en esta imagen de la pesca milagrosa. Fijémonos en sus ojos: unos mirándose entre sí, sorprendidos
por la pesca; otros mirando al Señor, uno mirando al cielo, la mayoría mirando la pesca milagrosa. Jesús está
sereno cogiendo los peces con sus manos. Los oídos atentos a las palabras de Jesús. Los ojos y los oídos son
grandes indicando este ver y oír que todo cristiano deberíamos vivir. Mientras los apóstoles se afanan en coger
los peces, Jesús va guiando la pesca. ¡Por aquí! ¡Por ahí! Por eso va revestido con la estola del sacerdocio y el
báculo de mando: Es Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, quien una vez resucitado, pone en macha la Iglesia
naciente junto a sus apóstoles… los peces son todas las personas que creemos en Jesús o quieren creer en El.
Todos los bautizados en agua y Espíritu.
El trono donde descansa la estola de Jesús está preparado para Dios Padre, quien puso todo en marcha para que
el hombre participara de su gloria, que queda representada en el color blanco y dorado del trono.
Comenzamos el bloque temático con este hermoso mosaico que representa el nacimiento de la Iglesia bajo la
mirada de Jesús y el remo de San Pedro.
Si los chicos han entendido lo que se quiere decir en la imagen, les invitamos a rezar todos juntos el artículo del
Credo donde se enuncia el artículo correspondiente a la Iglesia. Está en el bocadillo de lado izquierdo de la
página 154.
Guardamos silencio y observamos la lámina. Vemos un templo parroquial lleno de personas. ¿Qué estamos
viendo? Dejamos que la observen y lo ponemos en común. Dejamos hablar al grupo.
El catequista puede ir corrigiendo los comentarios del grupo en esta “lluvias de ideas” sobre la lámina.
Aclaramos: Esta imagen corresponde al interior del templo de la Sagrada Familia de Barcelona. Vemos su
grandiosidad. Nos fijamos en la multitud de piedras. Las columnas del templo simbolizan como unos árboles de
un bosque que acoge y acobija a los que están debajo. Y si ahora miramos a las personas, vemos mucha gente,
son como piedras, sí como piedras vivas de la Iglesia; las piedras vivas son esa multitud de hombres y mujeres de
todo pueblo, lengua, raza y nación. Si nos fijamos hay jóvenes, mayores, hombres, mujeres, niños…. Y al fondo de
la imagen hay un grupo de obispos y sacerdotes en una celebración. Todas estas piedras vivas son lo más
importante de la imagen. Todos son bautizados, y todos… sacerdotes, obispos, personas que están en la
celebración, todos son miembros de un mismo pueblo sacerdotal, pues cada uno participa del sacerdocio de Cristo.
Esto es difícil de comprender, pero deben quedarse con esta idea: Todos formamos el pueblo de Dios, y por el
bautismo que recibimos todos participamos de un mismo sacerdocio de Cristo que entregó su vida por
nosotros. Por eso, si todos los cristianos llevamos una marca, es la marca de Cristo Redentor. Y esto nos lo
recuerda San Pedro en el texto bíblico que aparece en el lado izquierdo de la imagen. La leemos.
Después de aclarar la imagen vamos a conocer brevemente de la historia de la Iglesia. Si en estos años hemos
conocido la historia del pueblo de Israel y el año pasado a Jesús de Nazaret, ahora vamos a conocer a la Iglesia;
los tres cursos forman parte de una misma historia, la historia de la Salvación.
Empezamos leyendo la columna de la página 157 ¿Cómo nace la Iglesia? Se deja un tiempo para leer e
interiorizar. Al acabar añadimos. Como veis la Iglesia ha sido preparada por Dios desde antiguo, fue fundada por
Jesucristo, y ahora es el Espíritu Santo quien la anima y alienta.
Después de trabajar profundamente y de leer cómo nace la Iglesia, seguimos leyendo el texto central de la
página 157; antes se lo introducimos con estas o semejantes palabras:
Vamos a comenzar una nueva etapa en nuestra proceso catequético. No sé, si alguna vez os habéis preguntado,
que ocurrió inmediatamente después de morir y resucitar Jesús de Nazaret. Inmediatamente después vino el
Espíritu Santo sobre ellos, ya lo vimos la semana pasada; ahora los apóstoles se sentían acompañados, con fuerza
y valentía, y así fueron creando comunidades cristianas por muchos lugares. La Iglesia estaba naciendo. La Iglesia
es esa porción de la tierra donde se siente a Dios como Padre y los hombres como hermanos. Y así, 21 siglos
después seguimos viviendo el don de la fe, y lo vivimos en el marco de la Iglesia de todos los bautizados. Todos
formamos la Iglesia: debemos quererla y colaborar en sus tareas y actividades.
Seguro que habéis oído a otros chicos o chicas decir que Cristo Si, Iglesia No. O lo que es lo mismo que ellos
quieren a Jesús y a la Iglesia nunca van... ni a misa, ni rezan nunca… Quizás alguno de vosotros piensa así, pero
esto es un error muy grave. Cristo está presente en su Iglesia y actúa a través de ella. La Iglesia y su misión solo
tienen sentido desde Dios. Cristo es su Cabeza fundador, y el Espíritu Santo es quien la sostiene y empuja en su
caminar hacia el cielo. No podemos decir Cristo si, iglesia no. Es incongruente. No tiene sentido.
Una vez leída la página 157 y aclaradas las dudas, les invitamos a sacar el cuaderno de vida y poner el título del
tema, a continuación hacen esta actividad: Se la dictamos.
Nos fijamos en nuestro comportamiento con la Iglesia, comprobamos si tiene las cinco vocales.
A. Activo. ¿Hacemos algo o nada por la Iglesia?
E. Enérgico. ¿Trabajamos en ella con decisión o con pereza?
I. Ilusionado. ¿Colaboramos con alegría o de mala gana?
O. Operativo. Con obras o solo de palabra
U. Útil. ¿Ayudamos en algo o solo nos beneficiamos, como hacemos ahora, formando nuestra fe?
Seguramente tendremos como resultado un grupo apático, parado. Dirán que no colaboran nada y seguro que no
van ni a misa… pero lo importante es que se sientan piedras vivas de la Iglesia; y que con el hecho de ir a
catequesis y participar activamente ya están construyendo y siendo Iglesia: Cuando se ayuda a un pobre, están
siendo piedra vivas solidarias, cuando saben perdonar, están siendo piedras vivas, cuando no se meten en líos y
estudian son piedras vivas… y así podemos seguir compartiendo varios ejemplo para nazca en ellos el sentimiento
del compromiso.
Lectura del tema 25 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 154-162
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág.175-178
Vela de catequesis
Objetivo:
Ubicar la Iglesia dentro de la Historia de la Salvación
Conocer las notas distintivas de la Iglesia
Aceptar la realidad sacramental y mediadora de la Iglesia
Pedir al Espíritu Santo experimentar la alegría de formar parte de la Iglesia.
Leemos tranquilamente el apartado de la página 158: Nuevo Pueblo de Dios. Al terminar, se pregunta si se ha
entendido el texto leído y a continuación les explicamos con estas o semejantes palabras: Una idea que los chicos
deberéis tener claro es que la historia de la salvación es solo una; y la Iglesia forma parte de esa Historia de la
Salvación de Dios con los hombres..
Con Israel Dios eligió un pueblo, una estirpe. Desde ahí llegaría la salvación a divina a todos los hombres. Por eso
Dios eligió a Abraham como padre de ese pueblo, con Moisés hizo un pacto de alianza. Ahora, el pueblo de Israel
que nace en Abraham tiene ya unas normas, unas leyes, son el pueblo de Dios…. Pasaron los años, los siglos, y de
aquel pueblo nació Jesús, que era el mismo Dios que se encarnaba en el seno de la Virgen. En un pueblecito de
Israel, en Belén, nació el Hijo de Dios. Y con El, Dios llevó a plenitud la antigua Alianza. Jesucristo entrego su vida
en la cruz para librarnos del pecado y de la eterna muerte. Si nosotros estamos llamados a la resurrección es
porque Jesús ha resucitado. Por eso, la Iglesia es hoy el nuevo Israel. Aquí en este pueblo que camina por la
historia, Dios se ha hecho grande y se ha puesto a nuestro favor.
En el pueblo de Israel ya se estaba anunciando lo que sería luego la Iglesia. Aquel pacto que Dios estableció con
el pueblo de Israel, la antigua Alianza, Dios lo llevó a plenitud entregando a la muerte a su Hijo único Jesucristo,
nueva Alianza, quien nos libró de la esclavitud del pecado y de la Muerte con su Resurrección. Esto es lo
realmente importante. Que nuestros antepasados en la fe son el pueblo judío, y nuestro padre en la fe es
Abrahán. Y la Iglesia de hoy así lo reconoce. Somos partes de una misma historia de Salvación.
Hemos leído en el texto que Jesús reunió en torno suyo a los 12 apóstoles de los que nacería el nuevo pueblo de
Dios. Nuestra fe también es apostólica. Vamos a leer lo que significa el termino apóstol en la página 158.
Ahora profundizamos en las características de la Iglesia. Invitamos al grupo: Ahora chicos vamos a leer las
características de la Iglesia; nos ayudará a comprender lo que decimos cuando profesamos el credo. La iglesia no
es una asociación fundada por los hombres, ni una ONG; Ella es Una, Santa, Católica y Apostólica. Lo leemos en
la página 158. Y vamos aclarando cada característica.
EL ESPÍRITU SANTO INSTRUYE A LA IGLESIA EN LA VIDA DE ORACIÓN
A lo largo del tema hemos leído varias veces que el Espíritu Santo es quien mantiene en pie a la Iglesia. Es él, el
Espíritu Santo quien nos enseña a relacionarnos con Dios. Hay varias formas de oración, todas las formas las
impulsa el Espíritu Santo. Lo leemos en la página 159. Cuando se ha terminado de leer preguntamos a los chicos
cómo es su oración… cuál es la forma que más veces oramos: de petición, de alabanza…. Se puede mantener un
dialogo con los chicos sobre su oración. El catequista es fundamental a la hora de transmitir su experiencia de
oración.
Una vez terminado el diálogo nos vamos a la página 160 -161 y vemos “La vida Cristiana a lo largo de la historia”.
Nos puede servir como resumen de todo lo explicado en las dos últimas sesiones catequéticas. Seguimos el
número de las viñetas
Para terminar vamos a cantar en un marco de oración, sintiéndonos Iglesia. Juntos cantamos esta canción que es
tan popular en la Parroquia y que habla de la Iglesia. Pueden copiar la letra en su Cuaderno de Vida.
Un largo caminar
por el desierto bajo el sol
no podemos avanzar
sin la ayuda del Señor.
Lectura del tema 24 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 179-182
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 179-182
Llave antigua (signo de San Pedro)
Objetivo:
Descubrir que las características de las primeras comunidades cristianas permanecen hoy
entre nosotros.
Comprender el significado del término “sucesión apostólica”.
Valorar el ministerio del papa, el de los pastores, y el don de ser hijos de la Iglesia.
Orar reconociendo al Señor como centro de la propia vida como lo hizo san Pedro.
Introducimos: En este tema vamos a cambiar nuestra forma de empezar; como siempre analizaremos la
lámina inicial (mandamos abrir el catecismo por la página 162). Preguntamos. ¿Quién es? ¿Alguien le
conoce sin leer el título? Efectivamente, es san Pedro, un personaje fascinante del Nuevo Testamento.
Seguimos hablando, ¿que nos sugiere la imagen? Después de dejar que hablen y compartan les
aclaramos los siguientes puntos: esa figura de San Pedro que vemos está situada en la plaza de la
ciudad del Vaticano, junto a los otros apóstoles. A San Pedro se le reconoce por la llave que lleva en su
mano derecha. Esa llave nos recuerda la misión que Jesús le confió a él y a sus sucesores los papas:
“confirmar a sus hermanos en el inconmensurable tesoro de la fe, que Dios da como luz sobre el
camino de todo hombre”. Esta imagen de san Pedro es de piedra, la piedra sobre la que se edificó la
Iglesia desde sus comienzos por voluntad del Señor. En resumen, todo esto quiere decir que después de
Jesucristo, San Pedro se puso al frente de la Iglesia naciente porque el Señor así se lo había pedido. La
figura de San Pedro es importantísima para comprender la Iglesia. De hecho, en esta imagen parece
como si el mismo San Pedro estuviera contemplando y acompañando a todos los cristianos que se han
reunido para rezar.
De san Pedro vamos a hablar hoy. Vamos a conocerlo un poquito. Y para ellos abrimos el catecismo por
las páginas 166-167. Es un recorrido por la fe del apóstol.
Leemos, en primer lugar la pequeña biografía de San Pedro. La acompaña el dibujo de San Pedro con la
llave de la Iglesia.
Los puntos 1, 2,3 corresponden a la imagen de la “Pesca Milagrosa”.
Los puntos 4 y 5 corresponden a la imagen de la “Transfiguración del Señor”
Los puntos 6 y 7 a la imagen de la “Negación de Pedro”
Los puntos 8, 9 y 10 a la imagen del diálogo de Jesús, una vez resucitado, con Pedro.
El punto 11, corresponde al milagro que Pedro hizo en nombre de Jesús.
Después de conocer un poco más la historia de San Pedro establecemos un diálogo en el grupo sobre el
paralelismo que existe entre la vida de Pedro y nuestra vida. Pedro se siente cerca del Señor, le promete
seguirle hasta dar su vida por Él, pero en el primer momento de dificultad lo niega, se esconde… para
luego volverle a encontrar ya resucitado, y sentir como el Señor sigue confiando en él. A nosotros nos
pasa lo mismo. ¿Verdad? Vamos a sacar nuestro cuaderno de vida. Ponemos el título y abajo escribimos
un título: “Mi vida al igual que Pedro.” Y les invitamos a hacer la parábola de la fe de mi vida.
Introducimos: Ahora, después de conocer la historia de San Pedro vamos a conocer cómo nace la primera
comunidad de creyentes. Con estas personas, junto a Pedro como cabeza del grupo, nace la Iglesia. Pero es el
Espíritu Santo quien mueve los corazones de los creyentes, es el mismo Espíritu el que llena de valentía a los
apóstoles, es el Espíritu Santo quien posibilita la Iglesia. Pero pronto, muy pronto surgen los enemigos, aquellos
que no quieren oír hablar de Jesús, aquellos que les molesta la vida de los primeros cristianos. Lo leemos en la
página 163. Explicamos o aclaramos dudas.
Volvemos a sacar el Cuaderno de Vida, y abrimos una nueva actividad en el cuaderno para conocer cómo vivía la
primera comunidad cristiana. Ponemos por título: “Características de la Primera Comunidad Cristiana” Y
dejamos que lo busquen en la página 163 y las copien. Aquí os la dejamos resumidas y explicadas.
Eran constantes en escuchar las enseñanzas de los Apóstoles (es decir, que iban a catequesis)
Compartían fraternamente todo (ayudaban a los más pobres para que a nadie les faltara nada)
Celebraban la fracción del pan o Cena del Señor (asistían a la Eucaristía)
Participaban de la oración común (se juntaban a rezar, como ahora seguimos haciendo en la Parroquia)
Vivían unidos y repartían sus bienes según la necesidad de cada uno (como hace Cáritas en la Iglesia)
Hablamos un poquito sobre estas características. Podemos ver que lo que hacemos hoy en la Iglesia es lo mismo
que hacían los primeros cristianos, pero con más autenticidad y con más dificultades que nosotros. Ellos sí que
eran testigos de Jesús. Creían de verdad que Jesús había muerto y resucitado por ellos; y eso merecía la pena
anunciarlo a todos; que Dios Padre envió a su Hijo por nuestra Salvación. A nosotros nos cuesta ser testigos del
Señor… en muchas ocasiones dejamos de rezar porque estamos cansados, abandonamos la misa porque hay que
ir al fútbol, no compartimos con los pobres porque el dinero es nuestro. Así, viviendo así nuestra fe, es un
verdadero fracaso. No podemos decir que creo en Jesucristo si nunca participo de la fe de la Iglesia recibida de
los apóstoles.
Una vez aclaradas las dudas y corregida la actividad, le decimos que todo lo que sabemos de la primera
comunidad cristiana nos lo comunica un libro muy importante del Nuevo Testamentos: El libro de los Hechos de
los Apóstoles. Lo leemos en la página 163 también.
Hoy es en la Iglesia, de forma especial a través de los Sacramentos, recibimos fuerza para ser los testigos de Jesús
como lo fueron los primeros cristianos. Recordamos las celebraciones que se nos ofrecen en nuestra parroquia
para crecer en espíritu y en verdad.
Algunos ejemplos pueden ser: la catequesis, la misa dominical, las celebraciones penitenciales, la vigilia de la
Inmaculada Concepción, los oficios de Semana Santa, las confirmaciones, los distintos grupos parroquiales de
niños, jóvenes y adultos…… Podemos preguntarles si han participado en alguna celebración eclesial.
Terminamos nuestra catequesis rezando una oración al Espíritu Santo, como hace unas semanas, y le pedimos
que nos haga fieles en la fe que hemos recibido. Lo encontramos en la página 310.
Tema 26: PEDRO, APOSTOL DE JESUCRISTO (II)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 24 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 179-182
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 179-182
Llave antigua (signo de San Pedro)
Objetivos:
Comprender el significado del término “sucesión apostólica”.
Valorar el ministerio del papa, el de los pastores, y el don de ser hijos de la Iglesia.
Comenzamos proponiendo el tema de esta u otra forma semejante. En nuestra catequesis de hoy
vamos a empezar recordando a esa persona tan importante de la que hablábamos la semana pasada.
¿Quién se acuerda de su nombre? Vamos a recordar algún detalle de la vida de San Pedro. ¿Quién
quiere participar? Dejamos que los chicos hablen y recuerden.
El catequista invita al grupo para que estén atentos a lo que se va a leer. Es un párrafo de un
documento de la Iglesia, en concreto, del Concilio Vaticano II. Dice así: “Jesucristo edificó la santa Iglesia
enviando a sus Apóstoles y quiso que los sucesores de aquellos, los obispos, fuesen los pastores en su
Iglesia hasta la consumación de los siglos. Pero para que el mismo episcopado fuese uno solo e indiviso,
puso al frente de los demás apóstoles al bienaventurado Pedro e instituyó en la persona del mismo el
principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y comunión” (Lumen gentium. Nº 18)
Explicamos: Este texto nos vuelve a hablar de lo que dijimos la semana pasada… cuando Jesucristo subió
al cielo, San Pedro se quedó al cargo de la Iglesia que acababa de nacer. Tanto Pedro como los demás
apóstoles un día escucharon de labios de Jesús la invitación a que fueran por el mundo anunciando la
salvación, y bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Al poco tiempo, los
Apóstoles pudieron ver cómo surgían pequeñas comunidades de cristianos por varios lugares y, como
ellos no podían atender a todos, elegían a hombres que reunieran las condiciones de ser testigos, y le
imponían las manos en sus cabezas y los nombraban responsables de aquellas comunidades, esos
hombres serían conocidos más tarde como obispos; es decir, sucesores de los apóstoles.
Y así, ininterrumpidamente, año tras año, siglo tras siglo, iba creciendo la fe y creciendo las
comunidades, los pueblos y países enteros, ¿Qué pasó entonces? Pues que en cada comunidad se
seguían nombrando obispos, sucesores de los apóstoles, y se elegían conociendo la voluntad de Dios y
por su estilo de vida propio del cristiano.
Pero al igual que los apóstoles tenían como responsable de todos a San Pedro, al morir San Pedro vino
otra persona, que ya no era apóstol, y que fue elegido por sus condiciones y siempre por voluntad de
Dios. ¿Alguien sabe cómo se llamó el primer Papa de la Iglesia? Si, san Pedro. Y ¿el segundo?... Os voy a
contar unas curiosidades. San Pedro murió crucificado con la cabeza hacia abajo el 29 de junio del año
67. Pasado unos meses fue elegido San Lino que murió en el año 76. El tercero fue San Anacleto que fue
papa desde el año 76 al 88. Y el cuarto fue san Clemente desde el año 88 al 97. A este devenir de papas y
con ellos, de obispos, se llama “sucesión apostólica”. Hoy, el sucesor de San Pedro es el papa Francisco
y don Braulio, que es nuestro obispo, es uno de los sucesores de los apóstoles. Así, desde San Pedro,
hasta ahora con el Papa Francisco, la Iglesia ha expresado su unidad de fe y de comunión.
Aclaramos todo esto del ministerio de Pedro, el papado, y el de los obispos, sucesores de los apóstoles,
leyendo el apartado, el Papa sucesor de Pedro, en la página 164
Aclaramos si hubiera alguna duda. Damos un paso adelante. Contamos así al grupo, con estas o
semejantes palabras: El Señor ha querido que, en la Iglesia, algunas personas fueran en su nombre,
maestros y pastores, como lo fueron los apóstoles.
En el tema pasado descubrimos a la Iglesia como el nuevo Pueblo de Dios, donde cada uno tiene una
misión, en este día tenemos que explicar bien los diversos ministerios que nacen al servicio de los
bautizados. Podemos explicar con nuestras palabras que entre el gran número de discípulos que le
seguían, Jesús escogió a doce. Fueron elegidos por él de modo singular, fueron testigos de su
Resurrección y enviados a anunciar el Evangelio y a pastorear la Iglesia. Hoy esta misión continúa en los
obispos y sus colaboradores; los sacerdotes y los diáconos.
Explicamos este contenido con nuestras palabras y después lo cerramos y aclaramos leyendo el
apartado TODOS HERMANOS, ALGUNOS PASTORES en la página 164.
Al terminar, podemos hablar de nuestros sacerdotes, de su misión y labor entre nosotros. Hablamos
sobre el papa Francisco y todo lo que hace para bien de la Iglesia y del mundo y lo importantes que es
rezar por el Papa, sentirnos cercanos a él y rezar por nuestros sacerdotes que llevan a cabo la labor
evangelizadora de nuestro pueblo.
Para acabar, se puede hacer el esfuerzo de aprender alguna de las expresiones de San Pedro (pag. 165) para que
les ayude en su oración personal. Podemos leer en silencio todas las preguntas que hace San Pedro a Jesús y que
cada niño o niña elija una de ella. La memorizan y más tarde, después de guardar silencio, la vamos diciendo en
voz alta en signo de oración compartida.
Tema 27.1. LLAMADOS A LA CONVERSIÓN (1ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 27 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 168-171
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 183-186
Objetivos:
Interiorizar que la conversión es una gracia de Dios que hay que acoger
Conocer que somos cristianos por la fe y el bautismo
Valorar la forma de vida de los discípulos de Jesús que nace de la fe y de la conversión.
Pedir al Señor la firmeza en la fe durante toda la vida
Volvemos a comenzar el tema contemplando la imagen de la página 169. Les invitamos a abrir el
catecismo y buscar la página y mantenemos unos minutos de silencio y contemplación. Después
preguntamos. ¿Qué nos sugiere esta imagen? ¿Qué es lo que vemos? Dejamos que los chicos hablen.
Seguro que dirán que es un atardecer, el mar, un hombre mirando al mar…. A nosotros nos corresponde
profundizar la imagen, y los hacemos con las palabras de la Guía oficial. Les podemos decir: “Mirad, ese
joven está mirando el mar, mirando el horizonte que produce ese bello atardecer. El agua está mojando
sus pies. Este joven está recordando su bautismo, por el que da gracias, su mirada seguro que se fija en
el horizonte y viendo la grandeza de la imagen desea conocer y amar más al Señor. Aquella grandeza no
puede ser obra de un arquitecto ni de un pintor. Es obra de Dios, donde está toda la felicidad. El joven
desea convertirse, cambiar, volver a él para siempre. Como dice el título del tema, todos “estamos
llamados a la conversión”. Con el joven recordamos las palabras de Jesús, ¿Quién quiere leer el texto
evangélico de la página 169?
Después les explicamos que estas palabras son de Jesús, con ellas comenzó su predicación en Galilea.
Así anuncia que el plan de Dios está cerca, pero de una forma nueva: hay que convertirse. Convertirnos
a Jesús nos llevará a conocer el misterio de Dios trinitario, a creer en el Evangelio, a experimentar su
presencia salvadora, a amarle con todo el corazón y a seguirle valientemente.
Convertirte es aceptar la gracia, el regalo que el Señor te ofrece. Es gratuito. Nos da la fe para
salvarnos, porque nos quiere; no nos obliga a creer, es un regalo. La aceptamos o no la aceptamos.
Todo se fundamenta en nuestra libertad y en nuestra opción.
Vamos a leer la narración de la página 168. Lo dividimos en dos momentos. La primera parte con la
evangelización por los Apóstoles y en concreto con Felipe. Después de explicarla, leemos la segunda
parte que habla de la conversión.
Empezamos leyendo al terminar hablamos con los chicos. ¿Conocíais esta historia del apóstol Felipe?
Llama la atención como un ángel le envía a encontrase con un extranjero, con un etíope y después del
diálogo, Felipe le bautiza. ¿A quién recuerda esta historia? Sí, a los misioneros, aquellos hombres y
mujeres que Dios ha llamado, como a Felipe, para que se vayan a otros países anunciar que el Reino de
Dios está cerca y que hay que convertirse y creer en el Evangelio. ¿Conocéis a algún misionero? ¿Quién
sabe su historia y dónde está? Dejamos hablar. Continuamos. Y también me recuerda otra realidad, la de
aquellos hombres y mujeres que están esperando para que les demos a conocer a Jesús y el Evangelio.
Hay muchas personas que no conocen a Jesús, y también hay muchas personas que le gustaría
conocerle. Después de dialogar pasamos al segundo bloque de la narración. Seguimos leyendo.
Explicamos: Habéis escuchado varias veces la palabra “conversión”. ¿Alguien me quiere explicar qué
significa esta palabra? Convertirse es creer en Jesús, dejarse amar por Él, intentar cada día ser mejor
persona y mejor cristiano. Hacer buenas obras y testimoniar así la fe. Vamos a aclarar esto leyendo la
pregunta 114 de la página 294.
La fe, el creer, es una gracia divina, esto quiere decir, que es un regalo de Dios, que te la da porque te
quiere, porque quiere estar contigo, dentro de ti, en tu corazón y en tu vida. Pero nuestra respuesta es
libre, hay gente que incluso estando bautizada se olvida de Dios; no quiere saber nada, si acaso en la
Primera Comunión de su hijo o en el funeral de su padre… por lo demás… Dios no le importa. Hay otras
personas que creen y cumplen a medias… van a besarle el pie a Jesús, es hermano cofrade en una
hermandad, reza antes de dormir… pero nunca va a misa, explota a sus trabajadores, no cuida de su
familia… La fe es la aceptación de la propuesta de Dios, esta propuesta tiene consecuencias en nuestra
vida, consecuencias que implican la conversión con la que queremos cambiar de forma de vida. Fijaos
que en el texto que hemos leído, nos cuenta que hasta San Pablo y San Agustín fueron grandes conversos
de la Iglesia.
Sacamos nuestro cuaderno de vida, y después de esta reflexión tan profunda, ponemos el título del
tema y escribimos en un listado los aspectos de mi vida que yo tengo que cambiar para convertirme y
luego escribimos una oración pidiéndole al Señor que nos aumente la fe (no leeremos en grupo, hay que
preservar la interioridad y la intimidad de cada uno. La oración la compartiremos más tarde)
Mantenemos con los chicos un diálogo sobre el Bautismo. Les podemos preguntar si han participado
alguna vez en el Sacramento. Si hemos acompañado a familiares o amigos. ¿Y qué hace el sacerdote?
Y continuamos diciéndoles: Mirad, hay en algunos sitios, sobre todo de África y Asia, y también se
empieza a dar en Europa, que hay personas que descubren su fe siendo adultos. En este caso el adulto
necesita una larga preparación, de varios años, para que conozcan en verdad a Jesucristo, para que se
adhieran a Él con libertad, y después de conocerle, si optan por Jesús pueden recibir el Bautismo. En la
época de los Apóstoles, cuando estaba naciendo la Iglesia, los bautismos eran siempre de adultos,
incluso en el libro de los Hechos de los Apóstoles nos cuenta que familias enteras se bautizaban. Se sabe
que ya, en el siglo II, se empezó a bautizar a los niños siendo pequeñitos. Es decir, que la costumbre de
bautizar a los niños es inmemorial, desde siempre. Lo leemos en la columna de la página 168.
Después de leerlo aclaramos, que el Bautismo es el sacramento primero y principal. Nos perdona el
pecado original, y si se es adulto, todos los demás pecados. Nos une al cuerpo resucitado de Jesucristo
y nos da el Espíritu Santo. Por eso es tan importante el Bautismo para nuestra vida.
Para acabar, hacemos silencio y leemos cada uno nuestra oración de conversión; su catequista puede participar
con la suya. Y termina diciendo por: “Por Jesucristo Nuestro Señor” y responden: “Amén”.
Tema 27.2. LLAMADOS A LA CONVERSIÓN (2ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 27 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 168-171
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 183-186
Objetivos:
Interiorizar que la conversión es una gracia de Dios que hay que acoger
Conocer que somos cristianos por la fe y el bautismo
Valorar la forma de vida de los discípulos de Jesús que nace de la fe y de la conversión.
Pedir al Señor la firmeza en la fe durante toda la vida
Una vez más, vamos a continuar hablando del mismo tema que iniciamos la semana pasada: la
conversión. Se lo recordamos con estas o parecidas palabras: vamos a recordar lo que decíamos la
semana pasada, ser cristiano es dejarse encontrar por Cristo para que pueda darnos su amor y su vida.
Es “volverse” a él para escucharle y vivir según su Palabra. Así comenzamos el camino de la conversión.
Volviéndonos constantemente hacia el Señor. Todos los días hemos de pedir que nos ayude a vivir la fe, a
practicar las buenas obras y a participar de la vida de la Iglesia. Cada día debemos buscar nuestro
encuentro con el Señor.
Abrimos el catecismo por la página 170. Vamos a recordar la frase evangélica con la que empezamos
este tema. “Está cerca el reino de Dios, convertíos y creed en el Evangelio”. Jesús, a lo largo de los
evangelios, no invita constantemente a convertirnos, a revisar nuestras vidas como discípulos de Jesús, y
cambiar lo que de negativo hay en mí. Fijaos que no son los sacerdotes, ni nosotros los catequistas los
que os invitamos a cambiar, a ser cada día mejor, a dejar las cosas malas que nos atan y esclavizan... Es
el mismo Jesús quien nos invita a ello. Pero… nos podemos preguntar cómo cambia la vida de alguien
que se ha convertido a Jesucristo. Lo leemos en la página 170. (Podemos hacer la lectura del siguiente
modo: cada chico lee una de las afirmaciones propuestas. Las leemos despacio. Cada punto indica una
conversión y a continuación vienen unas palabras de Jesús que lo afirman. Un chico lee el primer punto
completo y preguntamos… ¿una persona creyente qué haría para vivir lo que dice Jesús? Con estas
preguntas actualizamos el mensaje. Aquí diríamos que nos acogemos a la enseñanza de Jesús cuando
vamos a catequesis para completar nuestra fe y hacemos caso de lo que nos dice. En la segunda
afirmación, la actualización del mensaje es una invitación a vivir unidos al Señor que significa rezar todos
los días, tomar conciencia de que Él está con nosotros cada día y en cada momento; y si de verdad
creemos que estamos unidos al Señor, también tenemos que estar unidos a los hermanos, a los que no
piensan como yo, o son de otros países. La tercera es una invitación a sentirnos unidos en la Iglesia,
sentirnos como una comunidad de Jesucristo; para ello tenemos que ir a misa, sentirnos cerca de los
hermanos. La cuarta propuesta es hacer un mundo mejor, cuidando la naturaleza, cuidando los espacios
comunes, no discriminando a nadie, practicando la justicia. El quinto punto incide para que no seamos
esclavos de nada, ni del móvil, ni de la Tablet, ni de los caprichos que cada día nos atan más y más. El
sexto punto es saber aceptar el sufrimiento por Jesús. En algunos países como Sudán o Afganistán
matan a las personas que son cristianas, pero en nuestro mundo se meten con nosotros porque somos
creyentes, hacen burlas, hacen pintadas, se ríen de nosotros si ven que vamos a misa… Y el último
punto nos recuerda que tenemos que pensar en la otra vida. Que es una realidad que no conocemos
pero existe; y nosotros estamos llamados a vivir con Jesús en el cielo. Dejamos hablar a los chicos en
cada propuesta. Al terminar podemos hacerles una invitación a la conversión. Querer seguir a Jesús es
querer cambiar. La voluntad forma parte de este querer.
2.1. LOS PRIMEROS CRISTIANOS, FIRMES EN LA FE
Comentamos con estas u otras palabras. Vamos a leer un bello testimonio de los primeros cristianos,
aquellos que vivieron en tiempos de Pedro y Pablo. También pasaron malos momentos, pero cuando se
encontraban en peligro siempre oraban al Señor. Lo leemos en la página 171.
Al terminar decimos: Hemos visto como la oración, ese diálogo con Dios, fortalece el espíritu de los
mártires, consuela en los momentos de dolor, enfermedad o prueba y nos ayuda a seguir siendo testigos
del Señor.
Como compromiso para la semana próxima, vamos a recabar información de la vida de algunos de los grandes
conversos de la historia de la Iglesia. Escribimos lo más importante en el Cuaderno de Vida y la semana que viene
la catequesis consistirá en leer cada uno lo que ha buscado y escrito. Hay que buscar sobre uno solo. Podéis
hacerlo sobre Maria Egipciaca, San Agustín, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola,
San Francisco Javier, San Juan de Dios, Edith Stein… recordad que la próxima semana pondremos en común toda
la información.
Tema 27.3. LLAMADOS A LA CONVERSIÓN (3ª sesión)
Lectura del tema 27 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 168-171
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 183-186
Objetivos:
Interiorizar que la conversión es una gracia de Dios que hay que acoger
Conocer que somos cristianos por la fe y el bautismo
Valorar la forma de vida de los discípulos de Jesús que nace de la fe y de la conversión.
Pedir al Señor la firmeza en la fe durante toda la vida
Vamos a comenzar nuestra catequesis abriendo el cuaderno por la página 171. Abajo tenemos el
recuadro con unas manos extendidas y un texto de san Guillermo. Lo leemos
Después de leerlo aclaramos el texto y les explicamos que es necesario hacer memoria, recordar lo que
Dios ha hecho por nosotros en nuestra historia personal y en el mundo. Recordar la familia que Dios me
ha regalado, el nivel de vida que tengo, el país donde me encuentro, los amigos la fe…. Todo es regalo
de Dios, y a ese amor mucha gente ha correspondido con libertad, generosidad y perseverancia.
Convertirse, precisamente es responder al amor de Dios.
Vamos a conocer a esas personas conversas que habéis trabajado en casa. Vamos leyendo o contando
cada una de las historias recogidas, su catequista cuenta también su historia.
Al terminar, si diera tiempo, introducimos el siguiente bloque con el esquema de la doble páginas 172-
173. Es un precioso eslabón que une este tema sobre la conversión con los temas siguientes sobre los
Sacramentos. Conviene tener esto en cuenta. En estas páginas se recuerda que los Sacramentos son
siete y están clasificados en Sacramentos de Iniciación Cristiana, de Curación y de Servicio a la
Comunidad. También se nos aclara cuál es la acción de Jesucristo en cada uno de ellas y cuáles son los
efectos en nosotros.
Lectura del tema 28 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 174-177
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 187-190
Objetivos:
Agradecer y manifestar alegría por haber sido salvados por Cristo y por pertenecer a su
Iglesia por el Bautismo.
Bendecir a Dios porque nos incorporó a su vida trinitaria.
Pedir la gracia de vivir siempre como hijos de Dios
Manifestar el deseo de vivir siempre unido a la Iglesia, de la que somos miembros vivos.
Vamos a comenzar nuestra catequesis haciendo memoria de lo que vimos y fuimos testigos en un
bautismo de algún familiar o amigo. No importa que los chicos digan palabras desencadenadas; podrán
decir agua luz, fiesta, aceite, fotografías…. Cuando terminen de hablar, su catequista les recoge todas y
les hace este pequeño resumen: Yo también he estado presente en varios bautizos… lo primero que me
llama la atención es que los niños y niñas son llevados por sus padres y padrinos a la Iglesia; nadie los
obliga, ni nadie les va a pedir un certificado de bautismo de su hijo para un asunto civil, más aún ni tan
siquiera para ser español hay que estar bautizados. A mí, me llama mucho la atención este primer paso:
nadie obliga a nadie a llevar a su hijo a bautizar. Después, en la celebración, lo primero que se hace es
un diálogo entre los padres y el sacerdote. Este les pregunta: ¿Qué nombre habéis elegido para
vuestro hijo? Y los padres responden en voz alta. Y luego, para asegurar de que los padres saben por qué
están ahí, el sacerdote le vuelve a preguntar… ¿Y qué pedís a la Iglesia para vuestro hijo? ¿Qué pedís?
Los padres contestan: El Bautismo. Y entonces de nuevo, el sacerdote pregunta otra vez: Al pedir el
Bautismo para vuestro hijo ¿sabéis que estáis obligados a educarle en la fe?. Y ellos contestan: Si lo
sabemos. Esta serie de preguntas, son muy importantes. Tenéis que daros cuenta de ello. Primero son
los padres quienes quieren que sus hijos sean bautizados; segundo, los padres ponen nombre a su hijo;
tercero los padres ayudados de sus padrinos, se comprometen ante Dios que educarán a sus hijos en la
fe. Se van a preocupar de que crezcan como cristianos, que asistan a la catequesis para que esa fe
madure, les llevan desde pequeño a misa para vayan descubriendo el misterio de la Eucaristía. A
continuación mantenemos un diálogo con ellos y con estas pautas. ¿Creéis vosotros que esto se ha
cumplido en vuestras familias? ¿Desde pequeños os han acompañado a catequesis? ¿Y a rezar? ¿Y a ir a
misa? ¿Y a ser buena persona y mejor cristiano?
Pues mirad, en resumen, vuestros padres, y los míos, cuando nos llevaron a bautizar querían lo mejor
para nosotros. Creían que era lo mejor que podían hacer en ese momento… ponernos en manos de Dios.
Nunca nos hubieran metido nuestros padres en una historia que no fuera buena. Algunas personas dicen
que es mejor que nos bauticen de mayores, pero es una propuesta absurda; cuando los padres son
creyentes, aunque no lo sean en plenitud de compromiso, saben que lo mejor es acompañar a su niño
desde pequeño por el camino de la fe. Ahora sois vosotros los que tenéis que tomar conciencia de la
grandeza y dignidad de ser cristianos
Abrimos el catecismo por la pagina 174. No se ve muy clara, pero esta imagen está grabada en la piedra
en una pila bautismal románica del siglo XIII. Está es un pueblecito que se llama Fructuoso de
Colmenares de Ojeda, en Palencia. ¿Qué vemos? Os lo explico. Mirad en aquella época, en el siglo XIII,
los bautizos se hacían así: el sacerdote está en el medio, al lado de una cruz. Con su mano derecha está
bendiciendo al niño y con la izquierda tiene el libro del Evangelio apoyado en su cabecilla. Y otros dos
hombres, seguramente diáconos, sumergen al niño en el agua hasta el cuello. Ahí podemos ver los ojillos
cerrados del pequeño. También vemos a la izquierda a un hombre que aguarda con dos niños, uno en
brazos y otro de la mano, para ser bautizados. Así queda toda la familia que transmite la fe recibida.
Después de explicar la lámina, leemos el texto bíblico que pone de manifiesto el sentido eclesial del
Bautismo. Estar bautizados es formar parte del Pueblo de Dios; Pueblo unido pues tiene un solo Señor,
una sola fe y un solo Bautismo, que es fuente de salvación.
Lectura del tema 28 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 174-177
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 187-190
Objetivos:
Agradecer y manifestar alegría por haber sido salvados por Cristo y por pertenecer a su
Iglesia por el bautismo.
Bendecir a Dios porque nos incorporó a su vida trinitaria.
Pedir la gracia de vivir siempre como hijos de Dios
Manifestar el deseo de vivir siempre unido a la Iglesia, de la que somos miembros vivos.
La semana pasada estuvimos hablando del Bautismo, de la importancia que da a la persona el estar
bautizado y más aún, el sentirse bautizado y creyente. Ahora seguimos ahondando en el Bautismo. Y lo
hacemos con el catecismo cerrado y provocando el diálogo. Lo hacemos así:
Vamos a ver chicos, la semana pasada estuvimos hablando del Bautismo, y hoy también lo haremos. Os
hago una pregunta, en el Bautismo ¿cuál es el signo visible que vemos? Claro, el agua, es el signo
visible y central del Bautismo. Los cristianos nos bautizamos con agua porque así lo dijo Jesús. Pero antes
de continuar, vamos a hablar del agua, ¿para qué sirve el agua? (pueden decir que para limpiar, para
curar heridas, para calmar la sed, para regar los campos…) También el agua es signo del amor salvador
de Dios. Cuando el mundo era un caos informe, nos cuenta la Biblia, que Dios separó las aguas de arriba
de las aguas de abajo. Es decir, que desde el principio Dios ha usado del agua como signo para salvarnos.
Pero hay otros momentos que también el agua es signo de amor. ¿Qué momentos de la historia de la
salvación recordáis que tiene como protagonista al agua? Dejamos que los chicos hablen. Pueden
hablar de la Creación, del diluvio, de los profetas, en concreto Eliseo. Del bautismo de Jesús en el Jordán,
de los milagros de Jesús cuando mandó lavarse al ciego o multiplicó los peces en la pesca milagrosa….
Efectivamente el agua también nos recuerda algunos de los grandes acontecimientos de la Historia de la
salvación en los que Dios se sirvió del agua para salvar a su pueblo. Los leemos en el catecismo en la
página 176. Aclaramos al terminar
Damos un paso más e introducimos con estas o semejantes palabras: Dijimos la semana pasada que uno
de los efectos que produce en nosotros el Bautismo es hacernos miembros de la Iglesia. En la
celebración bautismal nosotros vemos un signo visible que es el agua, lo que no vemos es lo que la fe nos
dice que ocurre, y es que al bautizarnos quedamos unidos al Cuerpo de Cristo resucitado, que es la
misma Iglesia. Antes del Bautismo no lo éramos, una vez bautizados, formamos parte del Cuerpo de
Cristo, estamos insertos en Él por el Bautismo. Por eso, formar parte de Cristo nos exige una fe que nace
y crece en la comunidad cristiana. Desde pequeños habéis estado viniendo a catequesis, algunas veces
ibais a misa con vuestros padres, pero ahora es el momento de ser yo mismo el bautizado, que me
responsabilice de mi fe. Efectivamente, mis padres, padrinos y catequista me ayudan, pero yo solo soy
quien debe de hacer esta opción personal… Dejamos hablar. Aclaramos. Lo leemos en la página 176 en
el apartado EL BAUTISMO, UMBRAL DE UNA NUEVA VIDA.
Al terminar aclaramos. Y hacemos caer en la cuenta de lo que afirma el catecismo en el último párrafo:
”Los padrinos deben reunir las características que pide la Iglesia para poder ejercer dignamente el
acompañamiento en la fe de su ahijado” Y lo resume de este modo: que deben ser creyentes sólidos,
bautizados, y confirmados y dispuesto a ayudar al nuevo bautizado en su camino de vida cristiana. Es
la importancia de los padrinos en la celebración. Podemos hablar con ellos de este tema.
Ahora profundizamos en el significado del nombre cristiano recibido en el bautismo. La moda actual
impone nombres que nada tienen que ver con santos, con misterios de la vida de Cristo o de la Virgen. La
iglesia siempre ha recordado que el nombre recibido tiene que tener una clara relación con la fe. Lo
leemos en la página 177. Hablamos y preguntamos los nombres de los chicos y chicas y les invitamos a
que investiguen sobre el santo del que llevan su nombre y le recen mucho.
3º. ORAMOS
Podemos terminar el tema hablándoles con estas palabras: (AL ENTRAR EN LA IGLESIA, RECORDAMOS
NUESTRO BAUTISMO). Cuando pasamos a la Iglesia podemos encontrar allí la Pila Bautismal. Es muy
importante reconocer y respetar el lugar donde recibimos las aguas bautismales y el Señor me hizo hijo
suyo. Tenemos que venerar este lugar sagrado.
Cada vez que entramos en la Iglesia, recordamos nuestro bautismo y vuelve a poner de manifiesto la
grandeza del don recibido. Por eso nos encontramos otras pequeñas pilas al entrar a la Iglesia, que nos
recuerdan los que somos. Lo leemos en la página 177.
Después de aclarar las dudas, lo podemos resumir leyendo el escrito de San Ambrosio y la pregunta que
nos resume todo el tema.
Terminamos la catequesis, yendo a la Iglesia. Allí nos ponemos alrededor de la Pila Bautismal. Volvemos
a rezar el Credo y terminamos besando la pila bautismal.
Tema 29.1. FORTALECIDOS POR EL DON DEL ESPÍRITU SANTO (1ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 29 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 178-181
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 187-190
Objetivos:
Reconocer la necesidad de recibir el Espíritu Santo para crecer en la fe y para ser apóstoles de
Cristo.
Conocer los efectos del Sacramento de la Confirmación y su vinculación con el Bautismo y la
Eucaristía.
Valorar el Sacramento de la Confirmación como fruto del don de Dios más que como fruto de
una decisión personal.
Agradecer al Señor los Sacramentos como ocasiones para el encuentro con El.
Comenzamos con el catecismo guardado para proponer a los chicos un diálogo sobre su edad, lo que les
está pasando ahora… podemos introducir el tema así: Seguramente estáis viviendo momentos de luces y
sombras en vuestras vidas; estáis entrando en una etapa muy complicada, es la adolescencia. En
vosotros se están produciendo cambios que estáis experimentando en el crecimiento de vuestro cuerpo.
Todas las personas pasamos por esa etapa… unos lo pasan más tranquilos y otros muchos más
nerviosos. Si os apetece vamos a hablar de ello. ¿Cuándo os sentís mal, con quien lo habláis? ¿Sólo con
los amigos o amigas? ¿No creéis que sea mucho más importante hablarlo con un adulto
experimentado? Él os orientará mejor. Quizás no os guste los que vais a oír, pero es muy importante
tener la referencia de un adulto en esta etapa de vuestra vida. O vuestros padres, o un tío o tía, o vuestro
catequista. Sólo os pueden ayudar aquellas personas que ya ha pasado por lo que ahora estáis pasando.
Si nos apoyamos en los amigos de nuestra misma edad, que están pasando lo mismo que vosotros, ¿en
qué te pueden ayudar? Pensad esto, ¿Con quién habláis? ¿A quién le contáis vuestras intimidades? ¿De
quién recibís fuerza? (Mantener este tema en diálogo, es muy importante)
Ahora les invitamos a sacar el catecismo y lo abrimos por la página 178. Mantenemos con ellos un
diálogo profundo sobre la fotografía. Lo introducimos con estas o semejantes palabras. ¿Que vemos?,
preguntamos. Claro, es un momento del sacramento de la Confirmación. Hay un color que se ve en todos
los puntos de la imagen. ¿Cuál es? El rojo que es el color de la fuerza, del fuego que calienta y quema.
Que ilumina y enseña. El rojo nos recuerda aquellas llamaradas que vinieron sobre los apóstoles el día de
Pentecostés. Lo vamos a recordar abriendo por la página 151. Hablamos brevemente de aquel
acontecimiento y volvemos a la página 178. Ahora seguimos fijándonos en esta fotografía. ¿Qué más
vemos? Un obispo, es la persona autorizada para presidir las celebraciones de la Confirmación. Un
obispo es la mayor autoridad de la Diócesis. ¿Sabéis cómo se llama nuestro obispo? Hay ocasiones que
nuestro obispo delega este cargo en los vicarios o en otro sacerdote para que puedan confirmar. Pero
normalmente quien confirma es siempre el obispo.
¿Veis lo que está haciendo el obispo con la joven? Esta imagen reproduce el momento esencial del
sacramento de la Confirmación. Impone su mano sobre la cabeza de la chica, mientras hace la señal de
la cruz sobre su frente con el Santo Crisma. (Leemos en la página 179 la definición de Crisma) También
vemos a su padrino que está a su lado, con la mano puesta sobre su hombro. Los padrinos deben de
estar bautizados, confirmados y ser testigos del Señor llevando una vida digna del bautismo recibido.
Para esto os estáis preparando, para recibir el Sacramento de la Confirmación y llevar una vida
verdaderamente cristiana.
En este Sacramento, lo más importante es que recibimos al Espíritu Santo. Mirad, os pongo un ejemplo
para que lo entendáis: En la Eucaristía, quien se hace presente en el pan es el mismo Jesús. Y por eso nos
preparamos bien para poderlo recibir, y cada domingo, en misa nos ponemos de rodillas cuando Jesús se
va a hacer pan para poderlo comulgar y está cerca de nosotros. Al igual que la fe nos dice que esto es
verdad; en el sacramento de la Confirmación es el mismo Espíritu Santo quien viene a nosotros.
Vamos a parar la explicación. Por cierto, ¿Qué sabéis vosotros del Espíritu Santo? Lo habéis estudiado
estos años pasados en catequesis y ahora, que es preparáis para recibirlo lo tenemos que conocer bien.
Dejamos hablar a los chicos sobre su concepto del Espíritu Santo, esencialmente debemos aclarar que es
la tercera persona de la Santísima Trinidad, que es Dios y está presente en el mundo desde su creación.
No es una paloma, no son llamaradas de fuego, es el mismo Dios en su tercera persona. Les podemos
decir que de este misterio hasta el mismo Jesús nos habló. Terminamos la explicación con la lectura del
recuadro de la fotografía y les decimos: Este misterio de la Santísima Trinidad que se hace presente en
nuestras vidas lo podemos leer en el texto que viene en la imagen. Este texto es un pasaje del discurso
de despedida de Jesús la noche su Pasión, donde promete enviar el Espíritu Santo a sus discípulos, para
que sean sus testigos. Fijaos en el texto, dice que el Espíritu Santo “procede del Padre y “dará testimonio
de mí” dice Jesús. Sin duda aquí tenemos un sello trinitario y misionero que nos recuerda nuestro
Bautismo.
Somos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pues mirad que curioso y a la vez
qué bonito. Cuando somos bautizados somos ungidos con el Santo Crisma en la coronilla; el santo
Crisma, es un signo de santidad, de la presencia de Dios en nosotros. Y cuando recibimos el sacramento
de la Confirmación también se hace la señal de la cruz sobre nuestra frente con el mismo crisma, con el
mismo con el que fuimos ungidos en el Bautismo. Por eso, podemos afirmar sin duda que toda acción
buena que sale de nosotros, tiene como agente principal al Espíritu Santo, que empezó a obrar en
nosotros en el Bautismo. El mismo Espíritu es el que recibimos en la Confirmación, de modo más pleno,
para que crezcamos como cristianos. Por eso, confirmarse es reafirmar la fe, es reafirmar lo que
creemos; pero aquello que creemos empezó en nuestro Bautismo, y por si lo tenemos dormido, ahora
lo confirmamos. ¡Queremos ser creyentes por nosotros mismos! No queremos que nadie nos obligue a
creer. Soy yo, solo yo, quien quiere confirmar y reafirmar su fe. Esta es nuestra situación. Ahora
asentimos con los chicos estas últimas afirmaciones.
Terminamos diciendo: Podemos decir que la confirmación concede una fuerza especial para difundir y
defender la fe como valientes testigos de Cristo. El Espíritu Santo nos ilumina y nos da fuerza para vivir
según el plan de Dios, ahora, para que esto se dé es necesario siempre que nosotros estemos
disponibles a que el Espíritu Santo obre en nuestros corazones. Por tanto hay que dejarse querer por
Dios, y hay que dejar a Dios que sea en mí. Y esto es solo posible con el Espíritu Santo.
Aclaramos las posibles dudas de esta explicación y pasamos a leer pausadamente y tranquilamente el
texto de la página 179.
Lo introducimos con estas o semejantes palabras. Vamos a leer esta narración que nos resume todo lo
que hemos hablado hoy. Volveremos a ver cómo vino el Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de
Pentecostés; lo mismo pasará con nosotros el día de nuestra Confirmación. Nos quedamos aquí leyendo
la pregunta 96 de la página 292. La segunda parte sobre el ritual del Sacramento lo dejamos para la
próxima semana.
3º. ORAMOS.
Terminamos orando al Espíritu Santo, al que hemos conocido un poquito más, con la oración de la
Iglesia. La tenemos en las páginas 310-311.
Tema 29.2. FORTALECIDOS POR EL DON DEL ESPÍRITU SANTO (2ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 29 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 178-181
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 187-190
Objetivos:
Reconocer la necesidad de recibir el Espíritu Santo para crecer en la fe y para ser apóstoles de
Cristo.
Conocer los efectos del Sacramento de la Confirmación y su vinculación con el Bautismo y la
Eucaristía.
Valorar el Sacramento de la Confirmación como fruto del don de Dios más que como fruto de
una decisión personal.
Agradecer al Señor los sacramentos como ocasiones para el encuentro con Él.
Hoy seguimos el tema de la semana pasada. Sin duda habrá sido uno de los temas más complicados de
explicar. Pero los chicos que tenemos en nuestro grupo son ya capaces de asumir estas ideas, la labor
nuestra es ilusionarlos con el momento de la Confirmación y hacerles creer en la verdad.
Comenzamos abriendo el catecismo por la página 179, en el cuarto párrafo. Se lo indicamos a los chicos
y les hablamos así:
¿Recordáis con cual tema empezamos a hablar la semana pasada? Era el tema de vuestra adolescencia.
Estáis creciendo y necesitáis la ayuda de una persona mayor. Pues mirad, esto mismo es lo que pasa con
la fe. Cuando eráis niños, otros, vuestros padres, catequistas y sacerdotes, os hablaron de la fe; pero
ahora que estáis creciendo también en la fe necesitáis de un HERMANO MAYOR que os ayude a ser
cristianos de verdad. Ese HERMANO es al que vais a abrir vuestro corazón, el que vas a llevar a una fe
adulta y el que va a hacer sentir la grandeza de Dios se llama ESPIRITU SANTO.
Abrimos el catecismo por la pagina 180. Leemos “Crecer y tomar responsabilidades”. Se lee. Al terminar
explicamos: ¿habéis sido conscientes de lo que habéis leído? Los cristianos nacemos por el Bautismo y
estamos llamados a caminar en santidad y justicia, sin embargo, solos no podemos, necesitamos recibir
la plenitud del Espíritu Santo en la Confirmación, para creer en la fe y confesar el nombre de Cristo,
para que nos orgullezcamos de ser cristianos, porque el Señor nos quiere valientes y leales.
Muchas personas, a lo largo de la historia, han llegado a dar su vida por la fe. Recientemente, todos lo
tenemos en la cabeza, a unos hermanos nuestros cristianos sirios, el Daesh, los guillotino al lado del mar.
Es terrible lo que todas estas personas están sufriendo por vivir su fe. Y es que cuando Dios forma parte
de tu vida, y forma parte de verdad, en estos momentos terribles el Espíritu Santo te acompaña para que
no temas al dar tu vida. Leemos el apartado TESTIGOS QUE HAN SIDO MARTIRES.
2º. PROFUNDIZACIÓN:
Al terminar la lectura, seguimos insistiendo en la idea central de este tema, y que recibir el Sacramento
de la Confirmación es una decisión muy importante en sus vidas; tienen que madurar para hacer una
opción fundamental por ellos mismos, no porque se lo digan sus padres y lo vayan a hacer los amigos.
Ellos, si se quieren confirmar es porque creen y quieren seguir creyendo. Terminada esta explicación
leemos el apartado NOS PREPARAMOS PARA RECIBIR EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACION.
Seguimos diciendo con nuestras palabras, que el querer recibir el Sacramento de la Confirmación exige
un estilo de vida nuevo, ya desde ahora. Hay aspectos de sus vidas que deben cambiar. No pueden estar
en catequesis preparándose para confirmar la fe y no participar nunca en la misa dominical, la
celebración más importante de la semana. No podemos querer confirmar la fe y maltratar a otros chicos
ignorándolos o metiéndonos con ellos; no podemos pretender confirmarnos y contestar y discutir con
nuestros padres creando un mal ambiente familiar. Tienen que comprender que están en un camino de
seguimiento. Cuando terminamos de explicarlo, leemos el apartado AL CELEBRAR LOS SACRAMENTOS
NOS UNIMOS MÁS A CRISTO
En estas dos semanas hemos estado hablando de muchas cosas, hemos visto sobre todo, que el
Sacramento de la Confirmación nos exige una serie de opciones; primero es querer recibir el Sacramento,
segundo, si quiero recibirlo tengo que prepararme bien y recibir una formación. Tercero, se tiene que
notar en su vida y en su comportamiento. Vamos a leer la bella frase de san Ignacio de Antioquía que
nos anima a ser atletas, que lo dan todo para llegar a la meta: estar siempre y para siempre con el
Señor.
3º. ORAMOS.
Como la semana pasada, terminamos orando al Espíritu Santo, al que hemos conocido un poquito más,
con la oración de la Iglesia. La tenemos en las páginas 310-311.
Tema 30.1. FUENTE Y CULMEN DE LA VIDA CRISTIANA. EUCARISTÍA (1ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 30 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 182-185
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 195-198
Objetivos:
Comprender que la Eucaristía es el culmen de la iniciación cristina y fuente de la vida de la
Iglesia.
Conocer los ritos esenciales de la celebración eucarística para vivirla mejor.
Participar en la Eucaristía todos los domingos y fiestas de guardar.
Orar ante el sagrario reconociendo la presencia real de Cristo en el pan consagrado
Comenzamos el tema dificultoso de la Eucaristía; un tema que no somos capaces de encontrar el camino
para entrar en él y explicar a los chicos. Veremos cómo se repite varias veces en este tema y lo hace con
la claridad con la que los mismos catequistas deberíamos tener para anunciarlo. La misa del domingo es
algo más que una obligación, es una necesidad de los que nos sentimos cristianos, no lo manda los
sacerdotes ni el obispo, es algo natural que nace del primer mandamiento de la Santa Madre Iglesia y de
la propia vivencia cristiana. ¿Cuándo llegaremos a comprender que la Eucaristía dominical es el culmen
de la semana, y fuente de nuestro vivir creyente?
Antes de introducirnos en materia, vamos a contemplar la lámina de la página 183. Les decimos con
estas o semejantes palabras: Ahí podemos ver una pintura de Juan de Borgoña (siglo XVI), que se
encuentra en la catedral de Toledo. Situémonos en el marco de la pintura, es decir, lo que se está
viviendo y cómo se está viviendo. Es una casa con patio y columnas, sin duda, creación del pintor, porque
la casa de la Última Cena no era así. Vemos un espacio abierto, al fondo donde vemos las montañas, los
valles, árboles… los colores son cálidos. Es decir, hay un ambiente de calor, de amistad, de confianza. No
hay tensión en la cara de los apóstoles. Sólo hay rostros de admiración, de adoración. Fijaos en las caras
de cada uno de ellos. San Juan, que no comprendía nada se apoya en Jesús con los ojos cerrados.
Miremos a Jesús que, rodeado de sus discípulos, está bendiciendo el pan, instituyendo la Eucaristía en la
tarde del Jueves Santo. Solo Judas, que no tiene aureola, no acoge el amor con el que Jesús anticipa el
sacrificio de la cruz, al entregarnos su Cuerpo y su Sangre como alimento y bebida de salvación. Estaban
celebrando la fiesta de la PASCUA. Por cierto… ¿sabéis qué fiesta estaba celebrando Jesús con sus
amigos ese día? Os lo explico un momento, seguro, que lo vais a recordar.
Dios, que todo lo puede, nos ha hablado en los acontecimientos de la historia que nos cuenta la Biblia pero
sobre todo en la historia del pueblo de Israel... Cuando el pueblo de Israel estaba viviendo en la esclavitud del
pueblo egipcio, Dios suscitó a un gran hombre, a Moisés, quien en la noche del comienzo de la primavera sacó al
desierto a unos cuantos israelitas esclavos. Allí, fuera del recinto de esclavos, celebraron una fiesta antiquísima,
que se llamaba las fiestas de las Tiendas, en la que se daba gracia a Dios por las cosechas. En esta fiesta se
mataba un cordero joven de menos de un año, se asaba completo, se cocían verduras, y se preparaba un vino
bueno. Después, situados alrededor del fuego, comían del cordero (no podía quedar nada). Aquella noche,
animados por su salida para celebrar esta fiesta… Después de haber cenado y rezado a Dios, cogieron las fuerzas
necesarias para salir huyendo por el desierto. Moisés les acompañaba. Los egipcios que fueron tras ellos, ya no
pudieron cogerlos, porque las corrientes marinas habían crecido demasiado. Así, aquel resto del pueblo de Israel
comenzó un camino de liberación. Desde aquel momento, aquella fiesta de las Tiendas se convirtió en la fiesta
de la liberación, de la Pascua.
¡Dios había estado grande con ellos, y por eso estaban alegres! Decían unos a otros. Ahora, en el nuevo tiempo,
cuando llegaba plenilunio de primavera, aquella misma noche, año tras año, se juntaban, preparaban el cordero,
las verduras… y cenaban rezando a Dios, pero ya no lo hacían por las cosechas del año, lo hacían por la Pascua,
por la liberación de la esclavitud de sus antepasados.
Así, siglos y siglos después, la fiesta de la Pascua es una de las fiestas más importantes para los judíos, Jesús, como
buen judío también quería celebrar la fiesta de la Pascua con sus amigos, con sus discípulos, como otras y tantas
familias de Israel. En Jerusalén prepararon el lugar del cenáculo. Allí cenaron la fiesta de la Pascua Jesús con sus
discípulos. (Mirad el dibujo, ¿veis los huesecillos del cordero en el plato, y el resto de verdura sobre la mesa?)
Veis. Jesús estaba celebrando la gran fiesta de la Pascua judía. Pero en aquella tarde, algo estaba pasando. No
sabían qué y cómo iba a ocurrir. Pero, al terminar la cena, Jesús se levantó, cogió pan de la mesa y mirando al
cielo dijo: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros”. Y luego cogió
una copa de vino y dijo: “Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de la alianza nueva y eterna, que será
derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados”. Añadió, “haced esto en conmemoración
mía”.
2º. PROFUNDIZACIÓN:
Continuamos nuestro tema profundizando lo que anteriormente hemos explicado. Decimos: Así transcurrió
aquella noche santa. No sabemos más. Después Jesús es detenido y llevado al Sanedrín; pero algo tuvo que
ocurrir aquella noche con los apóstoles, que a la semana siguiente, estando Cristo muerto, ellos se reunieron a
recordar y rezar las últimas palabras que Jesús había dicho en aquella Cena; y a los ochos días, cuando estaban
otra vez reunidos, recordando las mismas palabras de Jesús en su Última Cena, Jesús resucitado se hizo presente
en medio de ellos. Y los discípulos de Emaús, que le invitaron a quedarse con ellos aquel atardecer, también le
reconocieron a partir el pan. Jesús está presente y real en cada Eucaristía, hoy también, se hace presente donde
se le celebra en la Eucaristía. Cada domingo, cuando participamos con ojos de fe, en la Eucaristía debemos
reconocer que Él mismo está presente, en medio de nosotros.
Dejamos que los chicos nos pregunten, nos hablen de esto que les hemos explicados. Aclaremos todas las dudas.
Podemos decirles que esto es una adhesión de fe, que lo creemos y ya está. Que el pan eucarístizado es el mismo
Jesús que viene a estar con nosotros y es el mismo que celebró la Ultima Cena. Por eso, cuando este milagro se
está produciendo, los fieles están de rodillas, en silencio, suenan las campanillas en señal de silencio y atención y
el sacerdote recuerda las mismas palabras que Jesús dijo; las mismas palabras que los apóstoles recordaban. Las
mismas que durante siglos se ha estado repitiendo. Hoy ya no necesitamos ver a Jesús, porque está presente en
la Eucaristía, en cada celebración.
Resumimos todo esto con la lectura del apartado MEMORIAL. Página 182. Cuando se termina de leer. Se les
explica que: La Eucaristía no es un recuerdo de la Pascua de Jesús, sino una actualización real, pues vuelve a
acontecer, por las palabras de sacerdote y la acción del Espíritu Santo, el misterio de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Cristo, vivo y presente en su Iglesia. Es muy importante aclararles que la misa no es un
recordatorio, un teatro de lo que Jesús hizo en la Última Cena, sino que se hace presente en cada Eucaristía y se
vuelve a entregar al Padre por nosotros. Es decir, que está Cristo presente realmente en la celebración.
Terminamos esta primera parte del tema leyendo en la página 184, el apartado “UNA TRADICIÓN QUE VIENE DEL
SEÑOR”. Lo leemos y después añadimos: La Eucaristía ha sido celebrada por los cristianos desde que recibimos el
mandado de Jesús: “Haced esto en conmemoración mía”. Siglos y siglos repitiendo las mismas palabras. De
hecho, San Pablo, es el primero, unos años después de morir y resucitar Jesús, que nos transmite la tradición
histórica de lo ocurrido la noche de la Pasión del Señor. Como dice el texto leído, durante más de veinte siglos,
desde donde nace el sol hasta el ocaso, se ha celebrado la misa día tras día.
3º. ORAMOS.
Si es posible, terminamos la catequesis delante del Sagrario. Allí podemos hacer una presentación del
siguiente modo: El catequista se pone entre el Sagrario y el grupo, y les dice que Jesús está allí,
realmente, está allí; por eso os lo voy a presentar. Dice su catequista. Chicos aquí está Jesús., y mirando al
Sagrario, dice de nuevo, Jesús aquí están los chicos y se les invita a que digan su nombre en voz alta, es decir, que
se presenten a Jesús. Que tomen conciencia de que está allí. Sacamos el Cuaderno de vida y les dejamos
unos minutos para que escriban una oración en la que den gracias al Señor por todo lo que están
conociendo de Él.
Tema 30.2. FUENTE Y CULMEN DE LA VIDA CRISTIANA. EUCARISTÍA (2ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 30 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 182-185
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 195-198
Objetivos:
Comprender que la Eucaristía es el culmen de la iniciación cristina y fuente de la vida de la
Iglesia.
Conocer los ritos esenciales de la celebración eucarística para vivirla mejor.
Participar en la Eucaristía todos los domingos y fiestas de guardar.
Orar ante el Sagrario reconociendo la presencia real de Cristo en el pan consagrado.
Iniciamos hoy la catequesis hablando con los chicos sobre la catequesis de la semana pasada.
Comenzamos con estas palabras o parecidas: La semana pasada estuvimos hablando sobre la
Importancia de la Eucaristía en nuestra vida. Es la fuente y culmen de nuestro ser cristiano. Lo hemos
preguntado muchas veces, pero hoy lo hacemos una vez más… ¿cómo va vuestro encuentro dominical
con el Señor? ¿Vais a misa, normalmente, como signo de vuestro creer? ¿Y en misa, participáis
activamente? ¿O estáis despistados y hablando unos con otros? Su catequista dirige la comunicación y
orienta lo que pueda estar mal entendido.
Terminado el diálogo abrimos el catecismo por la pagina 182. Se les invita con estas palabras: Vamos a
leer una narración sencilla, pero muy profunda, de los distintos momentos de la misa, para que
comprendamos su importancia y quien es quien nos invita a participar cada domingo.
Al terminar invitamos a leer la pregunta 103 de la página 292 del catecismo. Nos sirve de resumen de lo
que hablamos la semana pasada y esta semana. Después de leerlo y aclarar las posibles dudas, leemos la
columna del catecismo, en la página 184. Leemos el recuadro ¿CUÁNDO DEBEMOS PARTICIPAR DE LA
SANTA MISA?. Esta pregunta nos brinda la oportunidad de que hablemos, una vez más, de la necesidad
y la obligación que tenemos los cristianos de agradecer, cada domingo, el gran reglado que Jesús nos ha
entregado, muriendo y resucitando por nosotros, y dándose como alimento. De nuevo, aclarada la
pregunta pasamos a la otra pregunta: ¡QUÉ SE REQUIERE PARA RECIBIR LA SAGRADA COMUNIÓN?. La
respuesta que se da son las disposiciones necesarias que siempre ha dado la Iglesia para poder
comulgar. Es muy conveniente leerlo todo para aprender a recibir dignamente este sacramento.
Nosotros podemos resumir las dos preguntas con estas o semejantes palabras: Ya habéis oído chicos
estas dos preguntas. Por cierto, os sabéis los 5 mandamientos de la Santa madre Iglesia. El primero dice:
“ir misa todos los domingos y fiestas de guardar”. Por eso, el ir a misa, normalmente todos los domingos,
no es obligatorio, ni es algo que nos tiene que tiene que asustar por si no voy. El ir a misa, es lo normal
para el cristiano, es participar de la gran celebración donde el Señor se hace presente. Por tanto no te
obliga el cura no te obligo yo, es la misma Iglesia la que nos dice que si somos cristianos de verdad
debemos de ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar. Y cuando estamos en gracia, es decir, sin
pecado mortal, podemos comulgar a Jesús gozosamente. Cuando hay un pecado, ya sabéis el camino, la
confesión. ¡Pero que hermoso es participar de la misa dominical con tu familia o amigos, y acercarte a
recibir al Señor! Mantenemos un diálogo si fuera necesario.
2º. PROFUNDIZACIÓN:
Leemos ahora el apartado CRISTO MISMO SE NOS DA EN ALIMENTO. Se lee y aclaramos. Ya lo hemos
leído chicos, es a Cristo mismo, al que comulgamos. Nadie puede excusar que, por un partido de futbol,
por estar cansado, o por tener que estudiar, no se participe en la celebración Eucaristía, en la que se
reúne la comunidad cristiana, el día en que se conmemora la Resurrección del Señor y recibirle bajo la
forma del pan. Más aún, lo dice el obispo en su último escrito “la obligación de ir a misa debemos
recordárselo a los chicos, a los adolescentes, jóvenes y adultos, cuando solicitan la catequesis
preparatoria para recibir el Sacramento de la Confirmación, porque sin el alimento de la fe en la
Eucaristía, la recepción del Sacramento de la Confirmación resulta algo totalmente incoherente y falto
de sentido” Y esto va dirigido a vosotros. Y es algo que nos debemos de plantear seriamente. Si no voy a
misa ¿Qué estoy haciendo aquí? Es una incoherencia.
Ahora cambiamos de tema. Y vamos a leer el apartado “EL SAGRARIO, CORAZÓN VIVO DE NUESTROS
TEMPLOS”. Pág. 185.
Se lo introducimos de esta manera. Cuando termina la celebración de la Eucaristía, el sacerdote reserva el Cuerpo
de Cristo en el Sagrario. En el Sagrario está el Señor palpitando. Es el corazón de la Parroquia. Igual que nosotros
tenemos el corazón que nos da vida, en la Parroquia el corazón es el Sagrario. Está ahí para que podamos visitarlo
y rezarle. Para ir con Él y descansar el alma. Sabemos que está ahí y nos espera.
También, del Cuerpo del Señor reservado, se toma para llevárselo a los enfermos y moribundos. Cristo se hace
presente en medio del dolor. Hay otras ocasiones, que el Señor se expone en una celebración para que podamos
rezarle y verle en la forma del pan. El papa Pablo sexto fue quien dijo que “el Sagrario, es el corazón vivo de
nuestros templos. Leemos el texto
Y nosotros, ¿Qué? ¿Cuándo comulgamos qué pasa? Es un don extraordinario que nos hace crecer en el
conocimiento de Jesús que su inmenso amor, nos da su Cuerpo. Jesús se queda en nosotros, formando parte de
nosotros mismos. Y así, estando en nosotros nos enseña a amar, perdonar y a hacer esfuerzos por crear un mundo
mejor. Y nos concede participar ya de la vida eterna y nos da la garantía de la resurrección futura, porque el Señor
ha vencido a la muerte y resucitado se hace pan para nosotros, esto nos indica que al comulgarlo estamos
anticipando nuestra propia resurrección en Él. Por eso, no podemos comulgar y seguir igual. En algo se debe notar
que Cristo vive en mí.
3º. ORAMOS.
Para terminar, vamos a ponernos en disposición de oración. Es muy importante lo que hemos
aprendido hoy. El mismo catequista puede leer la columna SIN EL DOMINGO NO PODEMOS VIVIR.
Efectivamente. ¿Qué tiene de extraño que deseemos vivir en la novedad introducida por Cristo con el misterio de
la Eucaristía? Él en mí, yo en Él.
Los chicos leen el recuadro último de la Didaché y pregunta. ¿Qué hace en nosotros el Sacramento de la
Eucaristía?.
Objetivos:
Conocer los efectos del Sacramento de la Penitencia.
Descubrir que el Sacramento de la Penitencia recompone a la persona y devuelve la unidad
con Dios y con los demás que el pecado rompe.
Aprender las pautas para hacer un examen de conciencia apropiado.
Empezamos hoy directamente observando la lámina de la página 186. Les preguntamos: ¿Reconocemos
lo que está pasando ahí? Quizás nosotros no podemos ponernos en lugar de esos chicos que se están
confesando, porque todos los que estamos aquí nos hemos confesado alguna vez. ¿No es cierto?
Mantenemos un diálogo con ellos sobre la confesión. Les preguntamos. ¿Cuánto tiempo hace que no os
confesáis? ¿Qué experiencia tenéis vosotros de la confesión? ¿Nervios? ¿Confianza? Dejamos hablar. Y
después les preguntamos, y… ¿satisfacción? ¿No habéis sentido vosotros esa paz que da el sentir que
eres perdonado? Y es que la confesión recompone nuestra persona y nos devuelve la amistad con Dios y
con nosotros mismos. Nos sentimos a gusto.
Sabemos por los evangelios que Jesús estaba siempre dispuesto a perdonar a los pecadores, a las
mujeres que llevaban mala vida, a los ladrones…. Y los fariseos, que era unos falsos de la fe, preguntaban
que quién se creía Jesús que era para perdonar los pecados. Hoy algunas personas se hacen esta misma
pregunta sobre la Iglesia… se dicen ¿Por qué tengo yo que decir mis pecados a un cura?. Yo me confieso
directamente con Dios y punto. Los fariseos no querían entender que Jesús perdonaba los pecados
porque era Dios. Hoy, la Iglesia, en su nombre, hace lo mismo y muchos no lo quieren reconocer.
Leemos la página 187. Donde vamos a comprender lo que significa el Sacramento de la confesión.
Cuando se termine de leer, su catequista aclara con esta pequeña explicación: La huella que ha dejado
en nosotros el pecado original nos inclina a realizar el mal que no queremos y, sin embargo, el bien que
deseamos hacer, no lo llevamos a cabo. El pecado nos va introduciendo en la tristeza que acarrea estar
lejos de Dios, en pecado. Pero la verdad es que todos pecamos, porque todos somos humanos, quien
diga que no peca está mintiendo. A vuestra edad, es difícil reconocer esto, pero tenéis que saber que es
así: envidias, malas relaciones, contestaciones en casa, jugar a ser adultos viendo y haciendo cosas que
no debemos, coger cosas que no son nuestras… ¡madre mía! ¡Con cuántos pecados cargamos! Cuando
una persona peca se queda incomoda con un “come-come” por dentro que no le deja bien. Hay otra
característica del pecado y es que casi nunca es público se hace a solas y en silencio, buscando que nadie
se entere. Por eso el pecado rompe nuestra amistad con Dios, con los demás, con nosotros mismos y con
el mundo que nos rodea. Es decir que el pecar causa una serie de consecuencia alrededor que no lo
podemos ni imaginar. Pero esta tristeza y este malestar puede ser curada con el Sacramento de la
Penitencia. Acabamos de leer que el Sacramento de la Penitencia o Reconciliación lo instituyó el mismo
Jesús, no fue un invento de la Iglesia, ni de los sacerdotes…. Fue el mismo Jesús quien quiso que fuera así,
no puede ser de otra manera.
Dios, siempre misericordioso, da su perdón a todo pecador arrepentido, con deseo de cambiar y de
empezar una nueva vida. Nosotros solos somos incapaces de conseguirlo.
La Iglesia, representada en la mediación del sacerdote, perdona los pecados y da la gracia para seguir
caminando. Nosotros tenemos la seguridad y la certeza de que Dios nos perdona.
2º. PROFUNDIZACIÓN:
Pero hay que confesarse bien. Hay que saber confesar para que se viva esa satisfacción que viene de la
paz interior.
Ahora vamos a repasar los pasos que se deben dar para recibir dignamente el sacramento del perdón,
seguro que lo sabíamos de pequeños y lo hemos olvidado. Son 6 los pasos: examen de conciencia, dolor
de los pecados, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor, recibir la absolución y cumplir la
penitencia (lo repetimos varias veces para que los chicos lo aprendan).
Después repasamos y vamos a comprender cada uno de los pasos. Aclaradas las dudas que se pueda
tener, seguimos avanzando en la página 189. PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO….
Continuamos diciéndoles: Lo que vamos a leer ahora nos ayuda a profundizar en el sentido del perdón, y
en concreto en la oración que rezamos con el Padrenuestro cuando decimos “perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, esta oración nos hace tomar más
conciencia de ella cada vez que la recemos. Es la experiencia del perdón de Dios la que nos llevará a
perdonar a los que nos ofenden. No podemos acercarnos a confesar si no hemos perdonado a quien nos
ha ofendido o nos ha hecho daño. Lo leemos en la página 189.
3º. ORAMOS.
Para explicar el amor que Dios Padre nos tiene, vamos a terminar hoy escuchando a Jesús que nos contó
una parábola preciosa, la del “hijo pródigo.”; aunque la conozcáis, vamos a recordarla (la lee su
catequista, tranquilamente y vocalizando bien)
“Un hombre tenía dos hijos. El más joven de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me
corresponde. Y les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo más joven, reuniéndolo todo, se fue a un
país lejano y malgastó allí su fortuna viviendo lujuriosamente. Después de gastar todo, hubo una gran hambre en
aquella región y él empezó a pasar necesidad. Fue y se puso a servir a un hombre de aquella región, el cual lo
mandó a sus tierras a guardar cerdos; le entraban ganas de saciarse con las algarrobas que comían los cerdos; y
nadie se las daba. Recapacitando, se dijo: ¡cuántos jornaleros de mi padre tienen pan abundante mientras yo aquí
me muero de hambre! Me levantaré e iré a mi padre y le diré: padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no
soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. Y levantándose se puso en camino hacia
la casa de su padre.
Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y se compadeció; y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo
cubrió de besos. Comenzó a decirle el hijo: Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no soy digno de ser
llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: pronto, sacad el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la
mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo, y vamos a celebrarlo con un banquete; porque
este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado. Y se pusieron a celebrarlo.
El hijo mayor estaba en el campo; al volver y acercarse a casa oyó la música y los cantos y, llamando a uno de los
criados, le preguntó qué pasaba. Este le dijo: Ha llegado tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado por
haberle recobrado sano. Se indignó y no quería entrar, pero su padre salió a convencerlo. El replicó a su padre:
Mira cuántos años hace que te sirvo sin desobedecer ninguna orden tuya, y nunca me has dado ni un cabrito para
divertirme con mis amigos. Pero en cuanto ha venido este hijo tuyo que devoró tu fortuna con meretrices, has
hecho matar para él el ternero cebado. Pero él respondió: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo;
pero había que celebrarlo y alegrarse, porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba
perdido y ha sido encontrado" (Lc 15, 11,32).
Al terminar decimos: San Lucas nos ayuda a “poner rostro” a Dios Padre, a “tocar” su amor
misericordioso; a conocer qué dolorosa es la experiencia que sufre quien se aleja de Dios por el pecado; a
imaginar cuánta es la alegría de Dios y del cristiano cuando la reconciliación se realiza. Cada confesión
es un abrazo y una acogida de Dios al hijo pródigo que regresa. Invitamos a leer la columna de la página
188. PADRE HE PECADO CONTRA EL CIELO Y CONTRA TÍ.
Terminamos sacando el Cuaderno de vida, y escribimos cada uno una oración dando gracias a Dios por
su amor misericordioso, y por habernos regalado el sacramento del perdón.
Tema 32. ACUDÍAN ENFERMOS Y TODOS ERAN CURADOS (Unción de enfermos)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 32 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 190-193
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 203-206
Objetivos:
Conocer y comprender el significado del sacramento de la Unción de los enfermos
Reconocer que el Sacramento de la Unción fortalece en la enfermedad y ayuda a unirse a la
Pasión de Cristo.
Descubrir la enfermedad como un lugar donde nos podemos encontrar con Dios y hacer que
otros se encuentren con él.
Realizar una visita a los enfermos y orar por ellos.
Esta semana comenzamos introduciendo el tema. Podemos decir estas palabras o parecidas. El
sufrimiento físico, la enfermedad es algo que todos hemos pasado alguna vez. ¿Quién no ha tenido una
gripe que le ha mandado a la cama unos días?; ¿o se roto un brazo o una pierna y ha tenido que guardar
reposo mientras se arreglaba el asunto? U otras muchas cosas que nos han hecho sufrir. Vosotros soy
muy jóvenes todavía, y quizás no habéis pasado por muchas cosas, pero es verdad que la enfermedad, el
sufrimiento y hasta la muerte forma parte de nuestra vida cotidiana. Por cierto. ¿Alguno ha tenido la
experiencia de una enfermedad grave de algún familiar cercano? Dejamos hablar. Seguimos diciendo:
Todo esto nos hace ver la vida de otra manera. ¿Vosotros creéis que la fe nos ayuda a mirar la
enfermedad de otra manera, con un su sentido más pleno y verdadero? O dicho de otra manera, ¿creéis
que la enfermedad puede ser un lugar donde nos podemos encontrar con Dios? Esperamos respuestas.
Damos un paso adelante. Y les decimos. El Señor, a lo largo de su vida entre nosotros, estuvo muy cerca
de los enfermos… en muchas ocasiones se acercó a los leprosos de su época, a personas con
enfermedades mentales, o incluso nos cuenta el Evangelio la historia de una mujer con hemorragias que
se acerco a Jesús pidiendo su ayuda. Jesús pasó haciendo el bien. Ahora os invito a ver y analizar la
lámina de la página 190. ¿Qué vemos? Lo comentamos. Cuando terminen de hablar ellos, les
completamos diciendo. En tiempos de Jesús, a este lugar que es conocido por la piscina de Betesda
acudían los enfermos con el deseo de curarse, pues se decía que un ángel del Señor bajaba, movía las
aguas de la piscina y el primero que se bañaba tras este hecho quedaba curado. Por eso, los enfermos se
agolpaban corriendo cuando veían moverse el agua. Algunos, los más imposibilitados, nunca llegaban.
Un día Jesús, al llegar allí, puso su mirada sobre uno de los enfermos, el que más tiempo llevaba, era un
paralitico al que nadie ayudaba y nunca llegaba a tiempo a la piscina. Mirad en la lámina a los demás
enfermos del cuadro, son pobres que están siendo ayudados por unos o por otros, seguramente por
algún familiar o por algún amigo; pero este paralitico que está tumbado al borde la piscina, no llega
nunca. Pero Jesús se fija en él y le pide que se levante, que coja su camilla, que se bañe y luego vaya a los
sacerdotes del templo, (a los que vemos arriba junto a la puerta del templo), y que se lo dijese. Desde
aquel momento, este hombre se curó y se convirtió en un seguidor de Jesús.
2º. PROFUNDIZACIÓN:
Si el Señor pasó por la vida haciendo el bien y curando a los enfermos, hoy la Iglesia sigue el ejemplo del
Maestro, y el Señor sigue estando cerca del que sufre por medio de ella. Lo leemos en la página 191.
Una vez leído, aclaramos dudas y les volvemos a leer el párrafo de la Unción de enfermos. Podemos
empezar preguntando a los chicos si han visto alguna vez al sacerdote dar el sacramento de la Unción de
los enfermos. Hablamos. Podemos seguir diciendo; mirad en algunas ocasiones, cuando hay un familiar
enfermo en casa, se llama al sacerdote para que le dé la Unción de Enfermos. El sacerdote, delante del
enfermo, reza en silencio y lo unge las manos y la frente con el sagrado óleo pidiendo a Dos que su gracia
y su fuerza se derrame sobre el enfermo para que viva en paz su enfermedad y supere las dificultades
que están experimentando su cuerpo y su alma. Hay veces que el enfermo se recupera y se siente
agradecido a Dios por haberse hecho presente en ese momento; en otras ocasiones el enfermo muere,
pero la unción le ha servido de sacramento de curación, es decir, que ha recibido el perdón de sus
pecados y puede entrar limpio de pecados en la presencia de Dios.
Hay otras ocasiones, que con motivo de un tiempo litúrgico como la cuaresma, o con motivo de una
festividad de la Virgen o de algún santo, organizan en la Parroquia una celebración comunitaria de la
Unción de los enfermos. A esta celebración acuden personas mayores o enfermas que por su edad o por
su estado de salud piden la gracia de Dios con este Sacramento.
Una vez explicado el Sacramento y aclaradas las dudas se lee la columna de la página 191: ¿PARA
QUIÉN ESTA DESTINADO EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS?
Continuamos avanzando en el tema; ahora vamos a hablar de la muerte. Les decimos así: Hay muchas
ocasiones que una enfermedad termina en muerte; en otras ocasiones la muerte llega de momento , sin
esperarlo… en un accidente, con un infarto, incluso hemos visto en televisión a algún jugador de futbol
joven y fuerte que cae muerto en el campo de futbol. Seguro que vosotros también tenéis experiencias de
muerte en vuestras familias. ¿Cómo lo vivisteis? ¿Qué recuerdos tenéis de aquel momento? ¿Quién
quiere hablar? Dejamos hablar al grupo. Dialogamos. A continuación sigue su catequista hablando con
estas palabras: La muerte es el mayor enigma de la vida humana, cuando llega a alguien cercano a
nosotros, nos duele, nos descentra, lo lloramos, pero a pesar de todo nosotros creemos firmemente,
confesamos y esperamos la Vida Eterna. Hay otra vida después de esta vida, una vida distinta, en el más
allá, con Dios Padre que nos recibe. Pero la Vida Eterna hay que conseguirla, hay que luchar por ella. El
Señor nos la ofrece, más aún, en el Bautismo nos signa como parte de su heredad; pero también es
verdad que quien quiere llegar a su lado, tiene que vivir aquí conforme a su voluntad. Dios nos ha
prometido un montón de veces que allí nos tiene un lugar preparado… pero y nosotros ¿hacemos algo
para merecerlo? Hablamos y aclaramos leyendo la página 182. LA MUERTE, EL MAYOR ENIGMA DE LA
VIDA HUMANA.
Para no quedarnos en teorías sobre la enfermedad y la muerte, en el recuadro “santo Domingo Savio”,
encontramos la experiencia de este santo adolescente que afrontó su enfermedad de una manera
nueva: con fe y valentía. Lo leemos y conocemos su historia.
3º. ORAMOS.
Después de lo que hoy hemos hablado y profundizado, hacemos un momento de silencio y juntos
rezamos la oración de la página 193 (la letra en negrilla): Señor, auméntanos la fe. Su catequista puede
leer la introducción y el resto de chicos leen, en un espíritu orante, esta oración.
Tema 33. SE FIÓ DE MI Y ME CONFIÓ ESTE MINISTERIO (Orden Sacerdotal)
Objetivos:
Descubrir que Dios llama a cada persona para un servicio concreto en la Iglesia.
Conocer el significado, la celebración y los dones del Sacramento del Orden.
Preguntarse por la llamada que Cristo hace a cada uno a seguirlo.
Orar por las vocaciones al sacerdocio.
Podemos empezar, dialogando con los chicos, sobre los sacerdotes de su parroquia, podemos preguntar si los
conocen, si saben sus nombres, si los han tratado, si conocen su vida sacerdotal y por supuesto cuál es la labor
que los chicos creen que tiene un sacerdote en medio del pueblo. Hay que ir de lo particular a lo más general, por
eso comenzamos hablando de lo que ellos conocen de sus sacerdotes. (Dejamos un tiempo hablando sobre este
punto inicial)
Después invitamos a abrir el catecismo por la página 195 y observamos bien la imagen, dejamos que ellos digan
en voz alta lo que les sugiere esta fotografía. Después de dejarles hablar, nosotros aclaramos de este modo: esta
foto, esta imagen, recoge un momento de la celebración de una ordenación sacerdotal de un grupo de jóvenes,
los candidatos, los que quieren ser sacerdotes; ellos se postran en el suelo, mientras toda la asamblea invoca a los
santos rezando las letanías, para que unidos a la celebración como iglesia que viven en el cielo, desde allí, desde
donde estén, los santos intercedan para que Señor derrame su Espíritu sobre los que han sido llamados a ejercer
ese ministerio. Este momento de la fotografía es muy emotivo para todos los que viven esa celebración. Los
sacerdotes saben que sin la ayuda de Dios no pueden hacer nada.
Ahora invitamos a que un niño lea el texto bíblico que viene en la imagen: después de leerlo lo explicamos con
estas o semejantes palabras... mirad este texto que acabamos de leer es una invitación que hace San Pablo a su
amigo Timoteo, uno de sus colaboradores más fieles y un gran pastor de las primeras comunidades cristianas; San
Pablo le invita a vivir responsablemente el ministerio confiado. Timoteo, como cualquier sacerdote de hoy, debe
anunciar la palabra de Dios en todo momento, y ocasión, y en cualquier oportunidad que les venga. Han de
hacerlo sin miedo con alegría, sabiendo que esa es su misión, anunciar a Jesucristo.
Y ahora leemos el título del tema: Se fío de mí y me confió este ministerio. Después de leerlo decimos con estas
palabras: como podéis imaginar después de ver la imagen, de entender el texto bíblico y de haber leído este título
del tema, hoy vamos a hablar de esos hombres a los que el Señor llamó y les confió para que actuaran en su
nombre, los llama a su servicio y, ante la respuesta afirmativa libre que dieron, los capacita y los colma con su
gracia por el Sacramento del Orden. Es decir que los sacerdotes son elegidos por el mismo Señor para que
cumplan su misma misión. Ser sacerdote no es un trabajo más, es una llamada que Dios hace a las personas para
que dejen todo lo suyo y se vayan con El a hacer un mundo mejor.
2º. PROFUNDIZAMOS
Ahora vamos a leer el recuadro de la página 194. Pero antes recordamos ¿cuántos son los Sacramentos? son siete
verdad. Los recordamos entre todos. Pero de esos siete sacramentos, dos de ellos están al servicio de la
comunidad; los recibimos para ayudar a los demás y crear un mundo mejor. ¿Cuáles creéis que son? Dejamos que
hablen.
Luego continuamos explicando: Efectivamente, son el Sacramento del Orden sacerdotal y el Sacramento del
Matrimonio, los dos sacramentos que están al servicio de la comunión y de la misión de la iglesia. Los dos están al
servicio de otras personas. Nadie es ordenado sacerdote para uno mismo y tampoco nadie pide el matrimonio
solo para sí, ambos son un camino por el cual Dios hace llegar su amor al mundo y a los hombres. Mirad, muchos
sacerdotes cumplen bien su ministerio y hacen que su Comunidad parroquial crezca y resplandezca, y también
hay matrimonios que se llevan bien, que tienen varios hijos, que forman una familia cristiana, estos matrimonios
son también medios para hacer presente a Dios en el mundo.
Aclarado el tema pasamos a la narración, para profundizar en este tema seguimos en la página 194 y leemos solo
el primer párrafo de esta página. Después les explicamos con estas palabras; ¿habéis entendido lo que hemos
leído? Por el Bautismo, y aquí todos estamos bautizados, tenemos la misión que Cristo recibió del Padre, es decir
que todos debemos contribuir al crecimiento de la Iglesia, colaborar en la difusión del Evangelio, y dar testimonio
con nuestra vida los que creemos en Jesús. No vale cualquier cosa, no vale decir que soy cristiano y no ir a misa y
vivir de cualquier manera... acabamos de leer que un cristiano que quiere a Cristo participa activamente en la
celebración de la Eucaristía y da testimonio de su fe.
Dialogamos con ellos, y les preguntamos: a propósito de este tema ¿Cómo vais vosotros con la Eucaristía?
¿Participéis habitualmente de ella? ¿Vais a misa los domingos? ¿Estáis atentos cuando participáis de ella?
Explicado lo anterior seguimos leyendo la narración, los siguientes párrafos, donde se desarrolla la llamada de
Jesús a los Apóstoles y colaboradores. De cara a evitar confusiones nos paramos aquí para explicarles los tres
grados del sacramento del Orden: Diaconado, Presbiterado y Episcopado.
El Obispo (episcopo) vela por varios sacerdotes que a su vez cuidan de sus parroquias. Varias parroquias hacen
una diócesis. Los Obispos hacen las mismas cosas que cualquier sacerdote común y corriente y, además, son los
únicos que pueden administrar el Sacramento de la Confirmación y los únicos que pueden ordenar otros
sacerdotes. Algo muy importante es saber que un Obispo debe ser siempre fiel al Papa.
El Sacerdocio (Presbiterado). Ya desde el inicio los obispos se vieron en la necesidad de ayuda en diversos niveles
y ordenaron sacerdotes. Están unidos al obispo y quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva
Alianza, a imagen de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
Los Diáconos pertenecen a un grado inferior de la jerarquía y en su ordenación tan solo el obispo les impone las
manos significando así que el diácono está especialmente vinculado al obispo en las tareas de la diaconía.
No ejercen el sacerdocio puesto que no son ordenados para ello. Les corresponde, entre otras cosas, asistir al
obispo en la celebración de los sagrados misterios, sobre todo en la Eucaristía y en la distribución de la misma.
Pueden asistir al matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir exequias, bautizar, etc.
Al terminar la explicación. Leemos el último párrafo de la página 194 y después lo aclaramos con estas o
semejantes palabras: ¿Habéis participado alguna vez en una celebración del Orden Sacerdotal? Pues es muy
bonita y muy interesante. Además de la postración que vimos al principio, cuando se tumban en el suelo, hay un
momento, que es el más importante, que es cuando el obispo tiende sus manos sobre las cabeza de los
ordenandos, es el momento de la imposición de manos, y ora profundamente a Dios para que consagre a esos
jóvenes y les envíe la fuerza del Espíritu Santo. Creemos que es así, y por eso, los sacerdotes sin dejar de ser
hombres normales como nosotros son transformados interiormente a imagen de Cristo y los capacita para ejercer
su ministerio. Por eso cuando en la Eucaristía él sacerdote tiende sus manos sobre el pan y el vino y estos se
convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Eso no lo podemos hacer ni tú ni yo, aunque hagamos el mismo
gesto y simulemos una misa. También, por ese poder, cuando nos confesamos con ellos, Cristo, que vive en ellos,
perdona los pecados de los hombres. Es el ministerio del Orden quien lo capacita para poder hacerlo. Esto es tan
importante para el sacerdote que cuando es ordenado, lo es para siempre; es imborrable, imprime carácter
para siempre. Así comprendemos la importancia del sacerdote para un pueblo. Ellos dejan familia, dejan de
fundar un hogar, viven con un pequeño sueldo y llevan una vida austera enraizada en medio del pueblo. Por eso
tenemos que respetarlos mucho y rezar mucho por ellos.
Muchas veces la gente se pregunta qué porque no se casan los sacerdotes. Tenemos las respuestas en el recuadro
de la página 196. Lo leemos y si hay que aclarar algo, lo hacemos: y al final decimos: un sacerdote se entrega
totalmente a Dios, por eso también le ofrece su cuerpo entero con la promesa de la ser célibe.
Al principio hablamos sobre los sacerdotes de nuestro pueblo. Con este tema estamos conociendo bien su vida,
como fueron llamados por Dios y ellos se respondieron que sí. Ahora vamos a conocer lo que hace un sacerdote.
Lo leemos en la página 196. Lo leemos. Luego explicamos con estas palabras o semejantes: la Iglesia celebró un
Concilio muy importante al principio de los años 60. El concilio Vaticano II. En este Concilio se nos dijo a todos los
hombres que si bien los sacerdotes son como los padres y maestros de una comunidad parroquial, nosotros,
todos los bautizados, estamos llamados a colaborar con Dios en la construcción de su Reino, por eso algunas
personas como yo somos catequistas, otros, los voluntarios de Cáritas ayudan a las personas necesitadas, otros
forman los coros que animan con sus cantos las celebraciones... hasta la economía de la parroquia no la lleva el
sacerdote, hay un grupo de personas que llevan todo lo relacionado con la economía de la Iglesia. Por eso,
nosotros junto a los sacerdotes, somos como una familia, como hermanos que trabajamos por el Reino De Dios.
¿Sabéis que los sacerdotes tienen un patrón? Y además ¿sabéis que nació en un pueblo de Ciudad Real? Si, es San
Juan de Ávila, que vivió en el siglo XVI, y nació en Almodóvar del Campo. Es importante que comprendan el texto
que van a leer sobre él. Se aclara si hubiera alguna duda.
Ahora sacamos nuestro Cuaderno de vida y cada uno escribe una oración por los sacerdotes. Dejamos tiempo.
Después de escribir sus oraciones seguimos profundizando en el tema de la vocación, y provocamos la posible
llamada de Dios en el grupo.
Y les decimos, antes de terminar nuestra catequesis sobre el Orden sacerdotal, vamos a leer la columna de la
página 197.
Cuando terminamos de leer, les podemos invitar a meditar la pregunta sobre la llamada particular de Dios a cada
uno. Les podemos preguntar: ¿Que creéis que tiene Dios preparado para cada uno de vosotros? ¿Cuál creéis que
es vuestra vocación? ¿No os estará Dios llamando para algo especial? ¿Y por qué no para ser sacerdote, religiosa
o misionero? ¿Os lo habéis preguntado alguna vez? Dios tiene pensado un proyecto personal para cada uno de
nosotros; una vocación que irá desvelando en el momento oportuno; de ahí viene la realización personal y la
felicidad. Si hacemos lo que Dios nos pide seremos profundamente felices.
Además de preguntarnos por nuestra vocación, debemos pedir incansablemente al Señor por las vocaciones a la
vida sacerdotal y a la vida consagrada. Con esta intención terminamos nuestra catequesis rezando.
3º. ORAMOS.
Introducimos el apartado “orar por las vocaciones “en la página 197 y todos juntos hacemos la oración en negrilla
y después cada uno lee su oración por los sacerdotes que han escrito anteriormente.
Si quedara tiempo, se termina el tema leyendo el recuadro de la misma página sobre el santo Cura de Ars.
TEMA 34. YA NO SON DOS, SINO UNA SOLA CARNE (Sacramento del Matrimonio)
Objetivos:
Comprender que el matrimonio es una vocación.
Conocer lo fundamental del Sacramento del Matrimonio y sus efectos.
Saber dar razón de la visión cristiana del matrimonio
Orar por los matrimonios y las familias, especialmente por la propia familia.
Comenzamos invitando a los chicos a abrir su catecismo por la página 198. Miran la imagen tranquilamente y les
preguntamos ¿qué está pasando?; la mayoría dirá que alguien se está casando, otros dirán que es una boda...
efectivamente, nosotros se lo aclaramos con estas o semejantes palabras, si, aquí vemos un momento de la
celebración del matrimonio; es el momento de entregarse las alianzas como signo de amor y de fidelidad. La
alianza es un signo de compromiso y cuando se es novio se lleva en la mano izquierda y en la boda se pone en el
dedo anular de la mano derecha. Por eso, a las personas que vemos con esos signos están diciendo públicamente
que están ya comprometidos. Cuando se entregan las alianzas se dicen uno al otro: “Recibe esta alianza en señal
de mi amor y fidelidad hacia ti”. En estas palabras comprendemos ya lo que significan los anillos.
Luego seguimos explicando: En este tiempo el Sacramento del Matrimonio celebrado en la Iglesia está cayendo
mucho; hay muchas parejas jóvenes que no se casan por la Iglesia y prefieren otras opciones como casarse
civilmente o fundar una matrimonio de hecho, es decir, sin papeles pero deben notificarlo al juzgado para que sea
reconocida tal unión. Y ahora chicos, os pregunto. ¿Por qué creéis que hay tantas parejas de novios que ya no
quieren casarse por la Iglesia? ¿Puede ser una moda? ... Los sociólogos dicen que lo que pasa es que los jóvenes
hoy no quieren compromisos de por vida, no quieren atar su vida con algo o con alguien para siempre; en cambio
han aumentado la viviendas donde chicos y chicas viven solos. La Iglesia ve en esta falta de compromiso de “por
vida” la causa principal, tanto de la crisis de vocaciones sacerdotales, como de matrimonios Cristianos.
Sin embargo, para nosotros los creyentes, el Sacramento del Matrimonio no es una opción entre otras tantas,
sino que es la mejor opción, la única, la más deseable. En esta celebración se pide a Dios que, al igual que
permitió que los novios se conocieran un día, se amaran y decidieran compartir sus vidas ahora, por su gracia y
bendición, los novios siempre unidos pueden crecer en el amor y la fidelidad y ser muy felices. Es poner tu vida, y
la vida de la pareja en manos de Dios.
Hay parejas que eligen tener otro tipo de unión conyugal. Si bien tenemos que respetar su libertad, pero su
elección no es comparable a lo excelso y lo grande que es el matrimonio cristiano, (si los chicos preguntaran
sobre los matrimonios entre homosexuales, nuestra respuesta debe ser clara: la Iglesia respeta profundamente la
opción de vida de las personas, pero también entiende que según la tradición histórica de nuestra cultura y la
Palabra de Dios el término “Matrimonio” solo se entiende entre dos personas de distintos sexo... “varón y mujer
nos creó Dios y les dijo creced y multiplicáis y dominad la tierra”). Solo tocamos el tema si los chicos preguntaran.
Ahora leemos el texto de la imagen, que es de San Mateo. Y aclaramos: esta cita bíblica nos ayuda a comprender
la fuerza del vínculo que se establece en el Sacramento del matrimonio. La unión matrimonial es obra del
hombre y la mujer, que libremente se dan su consentimiento mutuo, es decir, que son a la vez novios y
sacerdotes, porque en esta celebración son los mismos esposos lo que se unen en matrimonio, el sacerdote es
solo un testigo de este momento. Por tanto son los mismos esposos lo que se casan y piden a Dios, que confirme
el consentimiento que acaban de prometerse, que los bendiga y, que les ayude a estar unidos toda la vida. Así
pues, en ese momento, los esposos se comprometen ante Dios a amarse y respetarse todos los días de sus vidas,
pero Dios también se compromete con esa pareja recién casada a custodiar y fortalecer su unión libre, generosa y
para siempre.
Este hecho nos recuerda la semana pasada cuando hablamos de los sacerdotes y decíamos que eran sacerdotes
para toda la vida, lo mismo ocurre con los matrimonios, son para toda la vida. Se crea un vínculo con Dios que no
se puede romper.
(Puede ocurrir también que tengamos algún chico o chica con padres separados; sólo si alguno pregunta algo
tenemos que responder lo que dice la Iglesia: claro que hay separaciones, pero son muchísimas más las uniones
fieles que se mantienen para toda la vida. Cuando surgen problemas entre una pareja hay que pedir ayuda a
quien puede aconsejar y abrir los ojos; si después de esto, no encuentran solución y se separan... aquel vínculo
que establecieron con Dios sigue vivo, está presente. Por tanto, lo que hay que hacer es dialogar con los padres
separados y vueltos a unirse, y dejar todo en la Misericordia de Dios, que es quien, en verdad, sólo entiende lo
que pasa).
Pasamos página y vamos a leer el título del tema: “Ya no son dos, sino una sola carne”. Les preguntamos si
entienden la frase. Les dejamos hablar. Después nosotros aclaramos diciendo: Esta frase expresa la realidad más
bella, única y propia que define el matrimonio entre un hombre y una mujer. Desde ese momento, no solo vivirán
bajo un mismo techo, hablarán de todo, confiarán uno en el otro, harán proyectos en común.... y algún día
vendrán los hijos como fruto del amor de los esposos, por eso ya no son dos sino una sola carne.
2º. PROFUNDIZAMOS
Vamos a leer ahora la página 199 que nos aclara mucho más todo lo que hemos hablado hasta ahora. Leemos el
primer párrafo y al terminar explícamos con nuestras palabras. Esto que hemos leído nos recuerda que el
matrimonio es una vocación. Dios llama a un hombre y a una mujer para que construyan una vida juntos en el
amor, de la que nazca la familia Cristiana. Pero al igual que veíamos que el sacerdote es una persona vocacionada
que Dios elige; el matrimonio está formado por dos personas, a los que Dios elige para que sean felices en el
matrimonio. Vocacionado es el sacerdote y vocacionados son los matrimonios. Desde la fe, creemos que la
casualidad de las cosas no existen, y cuando un chico y una chica se enamoran, sin duda Dios lo ha posibilitado.
“Donde hay amor, allí está Dios”, por eso las parejas de novios se deben de respetar y esperar, deben conocerse
mucho y tener confianza. El noviazgo debe ser una etapa de preparación necesaria para ir esperando, con el
tiempo, el momento del matrimonio
Seguimos leyendo toda la página 199, el texto siguiente viene a ser un recordatorio de todo lo que hemos
explicado hasta ahora. No obstante, en los dos últimos párrafos hay dos ideas que subrayar;
Una es la expresión “vínculo perpetuo y exclusivo” este vínculo es semejante al del sacerdote en el día de su
ordenación. Tanto los sacerdotes como los matrimonios fijan con Dios un vínculo, que es la clave de todo, Dios
está en las personas que se ordenan de sacerdotes o que se casan. Esta verdaderamente. Con Él y ante Él nos
ordenamos sacerdotes o nos casamos y por eso el vínculo que establecemos con Él, porque está presente, es
perpetuo y exclusivo de cada persona con Dios. Por eso, si es Dios quien nos llama a ser felices, ¿por qué no
serlo? Debemos contar siempre con Él, para todo. Al igual que decíamos que los sacerdotes no pueden hacer
nada sin Dios, lo mismo ocurre a los matrimonios.... deben estar muy unidos en Dios. Se lo explicamos con
nuestras palabras.
Cerramos esta parte del tema y seguimos profundizando en el Sacramento del matrimonio. Pasamos ahora a la
página 200 y leemos el apartado LA CASA SOBRE ROCAS. Antes se lo introducimos diciendo: pero ojo, debemos
tener muy claro que la acción del Señor sobre los matrimonios no se limita solo a ayudarles en las dificultades,
sino que por el mismo Sacramento Dios otorga una gracia especial y específica para que los esposos se amen
siempre más y mejor. De aquella gracia del sacerdote, de la que hablábamos la semana pasada, por la que a
través de sus manos el pan y el vino se transforman en el Cuerpo de Cristo; los matrimonios cuentan con esa
gracia especial para que se amen, más y más cada día. Es decir, que el Señor está siempre acompañando al
matrimonio y a las familias, en “la salud y en la enfermedad” en los momentos buenos y en los momentos
regulares. Dios está ahí; pero la familia tiene que buscarle. Esto lo que vemos a ver en la lectura del texto: “la casa
sobre roca”.
Y a continuación leemos el apartado: “Casarse en la Iglesia” este texto es un resumen de todo lo que hemos
hablando en esta última parte. No necesita más explicación
Si fuéramos bien de tiempo, podemos volver para atrás y leer el apartado ¿Es el matrimonio una obligación para
todos? Antes de leerlo decimos con nuestras palabras: Ya hemos visto que es claro, que todos tenemos una
vocación, Dios nos llama para algo. Con los sacerdotes lo hemos visto muy claro y con los matrimonios también;
pero hay otras personas que no toman estas opciones, son las religiosas que viven su virginidad entregadas en
una orden a los demás; o pueden ser otras personas que sin ser religiosas han hecho una opción loable de vivir
solteros y solteras construyendo el Reino de Dios en medio de la sociedad. La multiplicidad de vocaciones que hay
en la Iglesia, engrandece el nombre de Dios.
3º. ORACIÓN
Terminamos nuestra catequesis rezando por nuestros padres, para que sean muy felices, y hacemos juntos la
oración de la página 201. Podemos terminar leyendo el recuadro último sobre Tertuliano y lo que dice del
matrimonio. Podemos incluir todo en un momento reposado de oración por la familia.
TEMA 35.1. ESPERAMOS UNOS CIELOS NUEVOS Y UNA TIERRA NUEVA (1ª sesión)
Objetivos:
Descubrir que, más allá de la muerte, Cristo nos invita a la vida eterna.
Conocer que en el cielo estaremos unidos a Dios y gozaremos de una felicidad sin fin junto
con nuestros hermanos.
Profundizar y avivar la esperanza cristiana.
Reconocer que el tiempo presente debe ser vivido en espera y vigilancia.
Objetivos:
Descubrir que, más allá de la muerte, Cristo nos invita a la vida eterna.
Conocer que en el Cielo estaremos unidos a Dios y gozaremos de una felicidad sin fin junto
con nuestros hermanos.
Profundizar y avivar la esperanza cristiana.
Reconocer que el tiempo presente debe ser vivido en espera y vigilancia.
Bautismo 1ª Comunión
Después los ponemos en común y nos damos cuenta como está el grupo
2º. PROFUNDIZAMOS
Una vez aclaradas las dudas de lo dicho, leemos en la página 203 el apartado titulado la “Comunión de los
Santos”. Leído el texto, aclaramos con estas palabras: en el Credo decimos “creo en la Comunión de los Santos” y
es lo que acabamos de leer? Que es la “Comunión de los Santo”? se puede entender desde dos puntos:
Comunión de los Santos es cuando participamos de las mismas cosas santas: la Fe, la nuestra, es la
misma Fe que viven los africanos cristianos o la misma Fe que viven los indios de la India. Creemos en lo
mismo; así su bautismo es nuestro bautismo, y la Eucaristía es el mismo Jesucristo en todos los sitios.
Quienes vivimos la Fe de Jesucristo estamos todos unidos en comunión. Por eso, cuando en Siria matan a
los cristianos, nos duele muchísimo; o cuando en Paquistán cierran o queman las iglesias también nos
duele, o cuando aquí en España hacen pintadas en contra de Dios o la Iglesia, pues este mismo sentir es
“la Comunión de los Santos”.
La segunda definición de “Comunión de los Santos”. Viene a decirnos que la Iglesia la formamos tanto los
vivos como los muertos. Unos y otros estamos unidos por Cristo resucitado; nosotros desde la tierra
hacemos oraciones para ayudar a los difuntos y ellos desde allí arriba también rezan al Señor por
nosotros. Así todos juntos, afirmamos, en Cristo resucitado, que somos una sola familia, la Iglesia. Por eso
es muy importante que recemos por nuestros difuntos.
Ahora vamos a aclarar otro punto muy importante. Pasamos a la página 204 y leemos el apartado titulado “Cielo,
Infierno, Purgatorio” En primer lugar aclaramos que el Cielo no es un lugar, como el Infierno tampoco es un
lugar. El cielo no son nubes, colores, luz enorme.... Como el infierno no son llamas, gritos y sufrimiento. El Cielo y
el Infierno no son sitios, son estados de vida del hombre. El Cielo es el estado de felicidad de la que gozan los
hombres y mujeres que están viendo a Dios cara cara y para siempre, son felices, están alegres, sin dolor ni
sufrimientos, sin penas, viviendo con Jesús con María con los ángeles con los santos en comunión con la Santísima
Trinidad.
El infierno, por contrario es ese estado de condenación de aquellos que siempre han negado, y han vivido como si
Dios no existiera, y al final se encuentran sufriendo porque están separados de Dios. Algún teólogo dijo que este
sufrimiento es más cruel que el estar entre llamas. El infierno es un dogma de fe, es decir, que existe, ya que el
mismo Jesús habló de Él.
La Iglesia, a través de su historia, siempre ha reconocido que hay mujeres y hombres que viven en el cielo; son los
santos y las santas, hombres y mujeres anónimos en popularidad o anonimato, pero su forma de vivir y dar
testimonio de Cristo resucitado le ha merecido el premio de estar contemplando la presencia de Dios
permanente, siempre. Lo que nunca ha dicho la Iglesia, aun sabiendo que existe, es mandar a nadie al infierno;
nunca ha condenado a ningún hombre y mujer.
Y hay otras personas que están en estado de purificación. Son aquellos que han muerto en paz con Dios, pero
necesitan ser purificados de las manchas de sus pecados. Para ponerse delante de Dios tienes que estar
totalmente limpio, por eso, quizás muchos de nosotros tendremos que purificarnos, algún tiempo, en el
purgatorio antes de entrar en la presencia de Dios, para siempre. Aclaramos dudas sobre el tema.
Aclaradas las dudas hablamos ahora de un tema, que en esta edad, algunos ya viven de cerca y juegan con ello,
hablamos de la “güija”. Nos costa que por algún grupo o sector se está practicando. Vamos hablar sobre ello,
sobre todo conociendo que este juego es muy peligroso, mucho. Ellos creen que hablan con algún difunto, pero
es imposible que esto ocurra. En cambio, está demostrado que este juego de la güija es diabólico. A través de él,
el diablo se mete en el corazón y hasta en las mismas personas. Tenemos que hablar con claridad para
catequizarlos; sin meterles miedo, pero avisándoles del peligro, y enseñándoles que la muerte y la vida están
unidas y que es una experiencia de santidad; quien muere no se queda aquí, no puede quedarse entre nosotros;
inmediatamente se va a la “otra orilla” para vivir el juicio personal y esperar el final de los tiempos. Lo podemos
aclarar hablando en grupo y preguntando si saben si algún chico juega a la güija; si han participado alguna vez de
una sesión… podemos empezar con estas palabras.
Chicos, hablando de este tema, recuerdo que hace tiempo vi en una serie de TV a unos chicos que jugaban con la
güija, creyendo que un difunto venía a hablar con ellos, movía un vaso y se comunicaba con las letras distribuidas
por la mesa; ya sabéis que eso además de ser mentira, es muy peligroso para nosotros. No podemos jugar con
este tipo de juegos peligrosos y este juego de la güija es así. Tenemos que saber, de una vez para siempre, que las
personas que han muerto se han ido al lado de Dios para siempre; ellos están allí unos a su lado, otros en el
Purgatorio y otros lejos, sin ver a Dios, en el Infierno. Pero todos estamos juntos en la otra vida unos felices y
otros no, unos gozando e la presencia de Dios y otros sufriendo por no poder alcanzarlo. Pero nadie se queda por
aquí, molestando, dando sustos, presentándose, jugando a la güija… que no. Que eso es imposible y no puede
ocurrir.
Damos un paso adelante y ahora leemos en la página 204 el apartado “Jesús asumió la muerte por
fidelidad a Dios y amor a la humanidad“. Cuando terminemos de leer el texto, les explicamos del
siguiente modo:
Con todo esto que hemos hablado y que seguramente es novedoso para nosotros, no debemos de tener miedo ni
a Dios, ni al Juicio final, ni a la muerte; la Sagrada Escritura nos invita a tener confianza en ese día cuando
lleguemos el momento del Juicio final. San Juan, el evangelista, nos dice que no hay temor en el amor, sino que el
amor perfecto expulsa al temor; quien teme no ha llegado la plenitud en el amor. Es decir, que cuando un
creyente vive la auténtica amistad con Dios no descuida el agradarle, hacer lo él quiere. Pensar en el Señor y
hacerle feliz con mis obras y mis palabras. Por eso dice San Juan que si de verdad quisiéramos al Señor, nuestra
vida debería ser de otra forma, cumpliríamos con el deber de la misa dominical, con las oraciones diarias, con la
caridad hacia el otro, con el buen comportamiento en casa, en el colegio y con los amigos. ¿Cuántas veces
abandonamos a Dios por el deporte, los amigos, la pereza.. ? ¿Cuántas veces dejamos de ir a misa y no hacemos
oración? ¿Cuántas veces Dios no pinta nada en nuestra vida?. Si en un futuro queremos participar de la vida
eterna, ya, desde ahora, lo debemos posibilitar. En Cristo Jesús descubrimos el sentido de nuestra vida.
A continuación leemos el apartado “No esperamos el cielo con los brazos cruzado” en la página 204.
Comenzamos introduciendo la lectura del texto con estas palabras: A lo largo de estas dos semanas hemos
hablado de la Vida Eterna, del más allá. Dios nos ofrece la salvación, porque nos quiere, porque somos sus hijos…
que “lleva nuestros nombres grabados en la palma de su mano” como dice el profeta Amós. Nosotros estamos
llamados a vivir como “salvados”, porque conocemos el sentido de nuestra vida. Pero nosotros somos libres para
aceptar o rechazar la invitación a vivir el Evangelio. Tenemos en nuestras manos elegir entre la vida y la muerte,
escoger entrar o no en comunión con el Dios que nos espera. Al final, la mirada del Señor sobre la vida de cada
uno dependerá de cómo hayamos vivido la relación con Cristo y el prójimo, que es sacramento de Cristo. El
creyente espera el juicio con la confianza de que después de esta vida, Dios Padre nos dará una vida que durará
para siempre “tal y como nuestro Credo nos anuncia”. Leemos el texto.
Al terminar podemos hablar sobre estas dos preguntas;
¿Cómo se manifiesta nuestra voluntad de responder a la salvación que Dios nos ofrece a nosotros y al
mundo? ¿Cómo se nota en nosotros y en nuestro comportamiento que creemos en esta salvación
eterna que Dios me ofrece pero que yo tengo que ganármela?
¿Cómo colaboramos con Cristo en la extensión del Reino? ¿Hacemos algo?
3º. ORACION
Hablamos de este modo para terminar el tema de hoy. En nuestros pueblos tenemos una práctica cristiana muy
arraigada, es la de visitar el cementerio, decir misas por nuestros difuntos, llevarles flores y encenderles luces.
Esta tradición nos recuerda que formamos un cuerpo en Cristo y, por ellos, vivimos una comunión que abarca el
cielo y la tierra, los vivos en el Cielo y los vivos “aquí abajo”, y que se manifiesta de un modo eminente cuando
celebramos la Eucaristía. Todo esto lo leemos en la página 205, Orar por los difuntos.
Y terminamos nuestra catequesis, guardando silencio y orando por nuestros familiares difuntos. Los recordamos y
pedimos al Señor por ellos, para que gocen de su presencia resucitada diciendo… Padrenuestro…
TEMA 36.1. ESTA ES NUESTRA FE, ESTA ES LA FE DE LA IGLESIA (1ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 36 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 219-222
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 206-209
Objetivos:
Descubrir que Dios Uno y Trino es el centro de la fe y de la vida cristiana.
Saber recitar el credo para entrar en comunión con Dios y con los hermanos.
Interiorizar que ser cristiano es confiar la propia vida a Dios y renunciar a servir a los ídolos
Rezar siempre en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Cada vez que recitamos el Credo entramos en comunión con Dios y con todos los hermanos que se sienten
cristianos. Sabed que en todos los países del mundo rezamos el mismo Credo. Todos somos hermanos, porque
tenemos un mismo creer. Por esto acabamos los temas de este curso hablando, como un resumen de todo lo
visto en él.
Es el momento de preguntar a los chicos si recuerdan la oración del Credo, y se les invita a comenzar la
catequesis rezando nuestra profesión de fe. Si no lo supieran les invitamos a abrir el catecismo por la página 309
donde la podemos encontrar.
Después de rezar abrimos el catecismo por la página 207. Damos tiempo para que los chicos miren y capten lo
que la imagen nos quiere decir. Después les preguntamos qué es lo que vemos. Dejamos que ellos hablen y que
comenten. Después lo explicamos con estas o semejantes palabras: mirad, esto que veis es una imagen de la
Santísima Trinidad, pertenece al retablo mayor de la parroquia de San Lorenzo mártir, de Cádiz. En ella vemos al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Nos fijamos en Dios Padre, le vemos como está abrazando con una mano al
mundo, el mundo, a su vez está coronado y gozando de la presencia de Dios. Un día, toda la creación estará bajo
el dominio de Dios su creador y todo lo malo del mundo se acabará. También el mundo está coronado por una
cruz, signo de la redención del Hijo; en la otra mano tiene báculo (los báculos son signos de poder; en este caso
del Reino de Dios. También podemos ver que está vestido con ropajes de color dorado. El dorado simboliza la
divinidad. Lo vemos, no como un anciano, sino como un adulto, mirando las heridas de su Hijo.
El Hijo está situado a su derecha con la Cruz, mostrando al Padre sus llagas, es decir, “recordándole“ el precio que
ha pagado por nosotros: su muerte en cruz. El Señor resucitado, sigue llevando las llagas de su pasión. Por su
parte, el Hijo está vestido con ropajes de color rojo y dorado que simbolizan su humanidad y su divinidad. El Hijo
es verdaderamente hombre y verdaderamente Dios; es curioso ver las llagas de sus manos y de sus pies, la
herida del costado queda tapada por la cruz. En el rostro del Hijo no vemos sufrimiento, vemos paz, alegría, él es
nuestro Salvador. Entre el Padre y el Hijo está el Espíritu Santo que está representado en forma de paloma que
desciende, en medio de nubes, está indicando movimiento, es decir, que el Espíritu Santo se mueve. No es una
paloma, es una de las personas de la Santísima Trinidad igual que el Padre y que el Hijo. Y si lo expresamos en
forma de paloma es porque nos faltan palabras para explicar cómo es el Espíritu Santo.
Así nos adentramos en el misterio más grande de nuestra Fe, el de la Santísima Trinidad, creemos en un solo Dios
verdadero en tres personas distintas, y de una misma naturaleza, el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Si trazáramos una línea recta entre los ojos del Padre y del Hijo y del Espíritu, vemos como representa un
triángulo... a veces a la Santísima Trinidad se la representa así:
Y para terminar de explicar la imagen del retablo, vemos que todo el retablo está dorado en un signo de
divinidad. Y alrededor de él, tenemos a los seres más puros de la creación, los ángeles también con sus alas
doradas, recordándonos que están en la gloria eterna, en la vida eterna.
Después de explicar la imagen, leemos el texto bíblico, que la acompaña. Al terminar de leerlo, explicamos este
texto con estas o semejantes palabras: este texto pertenece al “segundo discurso de despedida de Jesús”. El adiós
de Jesús, a pesar dejarles su paz y la promesa de la venida del Espíritu Santo, los entristece. Pero el desconsuelo
se transforma en gozo al ser conscientes del amor de Dios manifestado en Cristo. Jesús les da a conocer a sus
discípulos todo lo que había oído al Padre. El Padre y el Hijo estaban plenamente unidos. Y cuando Jesús rezaba
el mismo Padre le hablaba. Por eso, lo que conocemos de Dios es porque el mismo Jesús nos lo ha dejado dicho.
Gracias a este gozo y a esta seguridad de que Cristo está resucitado, para muchos cristianos de la primitiva Iglesia
y para muchos cristianos perseguidos de hoy, pueden coexistir perfectamente el sufrimiento, la persecución y la
Fe en Cristo Jesús. Si hay cristianos que dan su vida por Jesús, es porque están convencidos que sólo Él es el
camino, la verdad y la vida.
2º. PROFUNDIZAMOS
Abrimos el catecismo por la página 206, leen los chicos los dos primeros párrafos. Viene a ser un resumen de todo
lo dicho hasta ahora, y nos introduce en la profundización el tema. Al terminar de leerlo, sin hacer explicación
alguna leemos las preguntas 28 y 29 de la página 284.
Al terminar este ejercicio de lectura comprensiva, podemos explicarles con estas palabras o semejantes:
Queridos chicos, hace años ya visteis en el catecismo esta afirmación “No que podemos ver a Dios, pero Jesús nos
ha revelado que Dios es amor: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se aman y están tan unidos entre sí, que son un
solo Dios”. ¿Comprendéis esta afirmación? Seguimos explicando con estas palabras: Jesús nos enseña que la vida
de Dios es un misterio de amor, que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero este tema que estamos viendo es
un tema nuclear, importantísimo, en el conjunto de los temas que hemos repasado este curso. Tiene mucha
importancia porque explica el misterio de la Santísima Trinidad, que es el centro de la fe cristiana.
En el Credo proclamamos la fe que la Iglesia ha recibido de los Apóstoles, por eso, cuando nosotros afirmamos
que “Creo en Dios Padre “, estamos haciendo el mismo acto de fe que hicieron los apóstoles. Por eso, todo lo que
conocemos de Dios es transmisión apostólica, avalado por la verdad de la Iglesia.
Para que os deis cuanta que el Credo es una síntesis de lo que nuestra fe profesa; con este tema vamos a ver un
resumen de lo que hemos visto durante el curso. Para que nos demos cuenta que cada uno de los temas
estudiados están anunciados en el Credo de nuestra fe. No hemos dado catequesis por darla; en estos tres años
hemos dado una vuelta a todos los artículos del Credo. Os invito a que nos demos cuenta de esto. Vamos ahora a
leer en la página 206 lo relativo al apartado de Dios Padre. (Una vez leído el tema, invitamos a los chicos a
repasar los temas que hemos visto desde el principio de curso; solamente ellos y nosotros vamos abriendo el
catecismo desde la página 53, en el tema 7, vamos haciendo un repaso por todo los temas hasta el tema 17; van
leyendo los títulos, y se darán cuenta cada tema corresponde al resumen que hemos leído de Dios Padre y la
verdad que enumeramos en el Credo). Una vez hecho este trabajo de estudio; leemos el apartado de Jesús el
Hijo, y nos vamos a la página 116, tema 18 hasta el tema 22. Y por último, leemos el apartado del Espíritu Santo y
volvemos a recordar los temas vistos desde la página 141, tema 23 y 24 referidos al Espíritu Santo y tema 25
(página 156) para hablar de la Iglesia.
Al terminar, decimos con estas palabras: en las relaciones humanas las personas se revelan en su obrar y, a
medida que las conocemos mejor, también comprendemos mejor su conducta. ¿Verdad, no? Igualmente nos
pasa, las obras de Dios revelan quien es él en sí mismo y, a la vez, el misterio de su ser íntimo ilumina la
inteligencia de todas sus obras. Por sus obras conocemos a Dios; se nos revela. Este repaso que hemos hecho
nos indica como Dios se nos ha dado a conocer a través de sus obras en la historia de la Salvación, tal y como lo
he estado viendo estos tres años. Quizás será la hora de preguntarnos ¿Qué hemos aprendido? ¿Con que nos
hemos quedado? ¿Ha habido algún momento que con algún tema os haya tocado el corazón?
3. ORACIÓN
El tema que hemos estudiado hoy es difícil de entender, pero es el fundamento de nuestra fe: En Dios hay una
sola naturaleza y tres personas distintas. No hay tres dioses sino un solo y único Dios. Y en el Credo que hemos
rezado al principio, nos explica el misterio trinitario: lo que es Dios y lo que ha hecho por sus criaturas al crearlas,
al redimirlas y al santificarlas. A imagen de Dios, nosotros, estamos llamados a crear comunión entre nosotros, y a
querernos profundamente unos y otros.
Para terminar nuestra catequesis, abrimos el catecismo por la página 319 y rezamos juntos la oración ALMA de
CRISTO
TEMA 36.2. ESTA ES NUESTRA FE, ESTA ES LA FE DE LA IGLESIA (2ª sesión)
Tarea previa del/la catequista:
Lectura del tema 36 del catecismo “Testigos del Señor”: Pág. 219-222
Lectura de la Guía básica del catecismo: Pág. 206-209
Objetivos:
Descubrir que Dios Uno y Trino es el centro de la fe y de la vida cristiana.
Saber recitar el credo para entrar en comunión con Dios y con los hermanos.
Interiorizar que ser cristiano es confiar la propia vida a Dios y renunciar a servir a los ídolos
Rezar siempre en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Pasaron los años, y como Jesús era tan bueno murió a manos de hombres malos, lo torturaron en el palacio de un
señor que mandaba mucho en aquella época histórica, Poncio Pilatos, luego lo crucificaron en una cruz hasta que
murió y después lo enterraron.
Jesús era un hombre de verdad, pero como también era Dios de verdad, por eso venció a la muerte y resucitó.
Cuando llevaba tres días muerto, resucitó y subió para siempre al cielo con su Padre Dios; y resucitado para
siempre está sentado a su lado intercediendo por nosotros. Aunque Jesús ya ha estado aquí en la Tierra hace más
de dos mil años, va a volver, no sabemos ni cuándo, ni cómo, por eso debemos estar preparados, para que
cuando Él venga, porque no sabemos ni el día, ni la hora, por eso tenemos que ser buenos, cada día más buenos
y cumplir siempre su voluntad, de este modo podremos prepararnos para vivir para siempre en la vida eterna.
3er ARTÍCULO:
4ºARTÍCULO:
Este es nuestro Credo, nuestro canto que une a unos y a otros. Aprenderse el Credo, es tener la confianza de
tener a Dios como Padre y los hombres como hermanos.
3º. ORACIÓN
Para terminar; leemos lo que nos dice san Cirilo invitándonos a que cuidemos la tradición que hemos recibido.
Pues ahora juntos y por la Iglesia, rezamos el Credo de nuestra fe, lo encontramos en la página 309.