Estudio Biblico
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Durante muchos años este evento ha tenido cautivado al pueblo de Dios. Aquella
gran revelación de Pablo plasmada en las epístolas a los Corintios y los
Tesalonicenses ha mantenido a la expectativa a todo cristiano alrededor del
mundo. Hasta el día de hoy muchos cristianos esperan este evento como su
tabla de salvación, es decir, que sus problemas y angustias terminaran ese día.
Existe la impresión que la gran mayoría de los cristianos modernos viven en
temor (¡¡¡más bien miedo!!!) de saber que si se quedan en la tierra después que
el rapto ocurra. Creen que serán víctimas de la crueldad del Anticristo que los
“torturara y perseguirá” durante el periodo llamado de la Gran Tribulación. Este
temor es comprensible desde el punto de vista humano, pero no para aquellos
que son guiados por el Espíritu de Dios “14 Porque todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el
espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre! 16 el Espíritu mismo
da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:14-
16)
Y si somos sus hijos ¿Por qué temer? No cabe duda que cada día que pasa la
economía se vuelve más difícil, violencia por doquier, inmoralidad,
homosexualismo, pornografía, guerras, pestes, terremotos por todas partes del
mundo, hambrunas y el aumento de la ciencia, es sin duda, la muestra que
vivimos en el tiempo que el Señor Jesús llamo “PRINCIPIO DE DOLORES”
Cualquier persona que haya vivido una guerra, o halla pasado hambre, o pestes
o los efectos de un terremoto pueden corroborar que definitivamente estamos
viviendo esa etapa.
Pero a pesar de estas situaciones difíciles nos debemos fortalecer en la paz que
Jesús nos brinda. Una paz muy diferente a la que el mundo ofrece “La paz os
dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro
corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27) El mundo ofrece una falsa paz que se
reduce a un buen empleo, una bonita casa o una buena cuenta en el banco; pero
el Señor ofrece una paz en medio de la angustia, del dolor y la aflicción “Estas
cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción;
pero confiad, yo he vencido al mundo”. (Juan 16:33) Jesucristo venció al mundo
lo que significa que si hacemos conforme a su voluntad él nos dará el poder para
vencer también, y no nos desamparará en los momentos de mayor necesidad.
Sin embargo, resulta muy extraño que la forma que Jesús triunfo es por medio
de las aflicciones y el dolor. Y de igual forma sus verdaderos hijos padecerán
persecución y angustia para llegar a ser como su hermano mayor Jesucristo. De
modo que los hijos de Dios NO están en este mundo para pasarla bien y disfrutar
del privilegio de ser hijos de un gran Rey. Pablo dijo manifiestamente que los que
quieren vivir piadosamente en Cristo padecerán persecución “12 Y también
todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán
persecución; 13 más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor,
engañando y siendo engañados” 2 Timoteo 3:12-13.
Pero muchos piensan que el evangelio es una fuente de ganancia que solo sirve
para disfrutar al máximo las “bendiciones materiales” que nuestro Padre nos
heredero. Este tipo de cristiano no está bien cimentado en la palabra y son los
que la escritura dice que carecen de raíz y que cuando venga el día de la prueba
no podrán sostenerse (Marcos 4:17), ahora bien, muchos defienden la creencia
que el pueblo de Dios no pasara la Gran tribulación porque asumen que serán
raptados antes que eso pase, y esa es precisamente la desidia de muchos;
simplemente no les interesa saber algo que contradiga esta creencia a pesar de
que la Palabra de Dios dice lo contrario. Ellos prefieren poner su confianza y fe
en las manos de maestros Bíblicos que los llenan de falsas esperanzas de
bendición y prosperidad tal como los falsos profetas lo hacían en el
pasado “16 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de
los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión
de su propio corazón, no de la boca de Jehová. 17 dicen atrevidamente a los que
me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación
de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros. 18 porque ¿quién estuvo
en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su
palabra, y la oyó? 19 he aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la
tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos. 20 no se
apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido
los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo entenderéis
cumplidamente” Jeremías 23:16-20
¿Como es posible que reclamemos un galardón tan grande sin tener el derecho
ni la capacidad de reclamar? La palabra de Dios es terminante y dice que sin
santidad no podemos ver a Dios “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la
cual nadie verá al Señor” hebreos 12:14. De modo que un requisito
indispensable para habitar en la presencia de Dios es vivir en santidad y alcanzar
la estatura de Cristo; es decir, que seamos varones perfectos. De modo que para
ser tomados como dignos de participar del rapto, es necesario en primer lugar
que Dios nos considere “dignos” de recibir tal galardón “más los que fueren
tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos,
ni se casan, ni se dan en casamiento.” Lucas 20:35.
“Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días
del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra
tierra” (Levítico 25:9); (Jueces 7:18); (1 Samuel 13:3); (2 Samuel 6:15; 15:10;
18:16; 20:1; 20:22); (1 Reyes 1:34; 1:39;1:41); (Nehemías 4:18; 4:20);Job
39:24; (Salmos 47:5; 81:3); (Isaías 18:3; 27:13; 58:1); (Jeremías 4:5; 4:19;
4:21; 6:17; 42:14; 51:27); (Ezequiel 7:14; 33:3; 33:4; 33:5; 33:6); (Oseas 5:8;
8:1); (Joel 2:1; 2:15); (Amós 2:2; 3:6); (Sofonías 1:16); (Zacarías 9:14) (1
Corintios 14:8)(Hebreos 12:19).
2. Jesús aparecerá visiblemente y enviará a los ángeles para que con “voz de
trompeta” junten y recojan (rapten) a sus escogidos que están dispersos
alrededor del mundo.
Es después que Jesús aparezca en los cielos (y no antes) que llamará a sus
escogidos, por lo cual, podemos aseverar que hasta que hayamos visto las cosas
que el Señor describió en Mateo 24, o sea, después de ver los cielos moverse y
la tierra temblar… Dios “Raptará” a sus escogidos. Dios hará milagros y prodigios
en los tiempos finales que solo pueden compararse con la salida del pueblo de
Israel de Egipto “La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha
prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino
también el cielo” hebreos 12:26 después que los cielos y la tierra se conmuevan
veremos a Jesús descender con gran poder y gloria.
Este es el momento que vendrá nuestra redención “27 Entonces verán al Hijo
del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. 28 cuando estas
cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra
redención está cerca” Lucas 21:27-29
Estos versículos al igual que Mateo 24:31 dice que será hasta que Jesús
aparezca físicamente entre las nubes que seremos arrebatados para recibirlo en
las nubes. ¡¡¡Por lo cual, el rapto no será cualquier día SINO EN SU GLORIOSO
REGRESO!!! (Mateo 24:30-31) Los escogidos serán llamados cuando suene la
trompeta con la intención de avisarles que el tiempo de su redención ha llegado,
y ambas citas coinciden en que ser raptados o llamados tiene como propósito
recibir al Señor en las nubes. De manera que podemos asegurar que habrá un
solo regreso de Jesús a la tierra y no dos como en la actualidad se enseña.
Jesús estará visible a todo ojo y será un momento glorioso para los que esperan
en el Señor. Los Santos y justos tienen muy buena posibilidad de ser tomados
como dignos; sin embargo, al final es una es cogitación que le concierne
únicamente a Dios, no depende del esfuerzo del hombre sino solo de la voluntad
de Dios. Muchos siervos recibieron la promesa de morar con el Señor por
siempre, de manera que cuando Jesucristo regrese a la tierra resucitará a cada
uno de ellos para sentarlos en lugares de privilegio. David fue uno de esos
bienaventurados “15 ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré
humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma. 16 oh,
Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida
de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que viva”. (Isaías 38:15-16)
(Salmo 49:15; 71:20).,
También Daniel recibió la promesa de resucitar para tomar la herencia que Dios
ha preparado para los que le aman y hacen su voluntad “Y tú irás hasta el fin, y
reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días”. (Daniel
12:13) El Señor cumplirá su promesa a cada uno de sus siervos los profetas y
esto será cumplido en la voz del Séptimo ángel “sino que, en los días de la voz
del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios
se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas”. (Apocalipsis
10:7).
¿Cómo es posible que maestros bíblicos digan que la trompeta a la que hace
alusión Pablo en 1 Corintios 15:52 no tiene nada que ver con la mencionada en
Apocalipsis 10:7 y Apocalipsis 11:15? Recordemos que el libro del Apocalipsis
fue escrito para manifestar a los siervos de Dios las cosas que sucederán pronto
y no para esconderlas. En otras palabras, es una revelación de Jesús a sus
siervos de los últimos tiempos (Apocalipsis 1:1) de modo que Pablo recibió solo
parte de los eventos que sucederán en los tiempos del fin. El confesó que no lo
sabía todo, de modo que decía: “Porque en parte conocemos, y en parte
profetizamos” (1 Corintios 13:9) Es lógico pensar que no tenía todos los detalles
descritos en el libro del Apocalipsis, simplemente porque este aún no había sido
escrito, de modo que no supo cuántas trompetas más sonarían, pero dos mil
años después si lo sabemos. Por lo tanto, esforcémonos por agradar a Dios y
roguemos al Padre que seamos tomados como dignos de recibir tal galardón.