Vicente Riva Palacio - El Matrimonio Desigual
Vicente Riva Palacio - El Matrimonio Desigual
Vicente Riva Palacio - El Matrimonio Desigual
textos.info
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Texto núm. 5433
Edita textos.info
Maison Carrée
c/ Ramal, 48
07730 Alayor - Menorca
Islas Baleares
España
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El Matrimonio Desigual
Comenzaba a anochecer cuando llegamos a Covadonga. La luna, en
creciente, estaba casi a la mitad del cielo, y su débil claridad se mezclaba
con las últimas luces del crepúsculo, dando a todos los objetos un aspecto
fantástico, aumentando sus proporciones con la indecisión de los perfiles.
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A la mitad de la comida ya sabíamos que aquella señora era la mujer del
alemán, que se nombraba Leopoldo Schloesing; pero nos llamaba la
atención que para nosotros fuera don Leopoldo, y su mujer le llamara
Guillermo.
No supe qué contestar, porque decir que no, era una mentira que me
habría conocido en los ojos; y que sí, una falta de galantería con aquella
señora, que sonreía dulcemente cuando oyó la pregunta de su marido, y le
miraba con una profunda ternura.
La luz de las lámparas nos pareció que alumbraba menos. Aquel hombre
había llegado a preocuparnos, por no decir a sugestionarnos.
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—Tenía veintiocho años; era honrado, laborioso, inteligente; amaba con
todo mi corazón a Margarita, que contaba entonces veinte, y que vivía con
su buena madre en Hamburgo, si no rica, sí con bienestar. Su padre, al
morir, le había dejado un, capital que, bien colocado, bastaba a cubrir con
sus rentas las necesidades de las dos señoras, que no tenían pariente
alguno.
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reencarnación que han sostenido con tanto empeño apóstoles del
espiritismo como Allán Kardec o Juan Renau, porque todas esas teorías
han de ser para ustedes delirio. Yo también tenía esas convicciones.
Era el momento de dar la prueba para que ella pudiera creerme. Busqué a
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Margarita como puede buscar un niño al que sólo llevan a los parques a
tomar aire.
Por fortuna mía, una tarde que jugaba con otros niños pasó por donde
estábamos, e inmediatamente que la vi, saliendo a su encuentro, la colmé
de caricias. Admiróse ella de aquel amor tan repentino, y más cuando le
dije: —Ven mañana a esta hora, que tengo que contarte una cosa muy
hermosa.
Sin duda creyó que eran cosas de niño; pero al día siguiente allí estaba.
Nos sentamos en un banco de piedra, mientras que mi aya, en otro banco
apartado de allí, se entregaba por completo a la lectura de una novela.
Entonces conté a Margarita que yo, el niño Leopoldo, era Guillermo: creí
que iba a volverse loca, porque yo, para probarle aquella verdad, le repetí
hasta las palabras de nuestras conversaciones y los más insignificantes
detalles de mi vida anterior, pero cuidando de ocultarle mis proyectos para
lo por venir. Supe que la madre de Margarita había muerto de dolor al
recibir la noticia de la catástrofe, y que ella, siempre triste, se mantenía
dando lecciones de música.
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Vicente Riva Palacio
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El género que más le sonríe siempre en popularidad es la novela. Realiza
la mayoría de su obra novelesca entre 1868 y 1870. Tuvo a su disposición
la mayoría de los archivos de la Santa Inquisición, lo que le brinda una
grandísima cantidad de información que plasma en sus novelas de tema
colonial. Sólo una de sus novelas (Calvario y Tabor) es de toque militar.