Mediación y Resolución Pacífica de Conflictos

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Mediación y resolución pacífica de conflictos

CURSO DE DERECHOS HUMANOS

Antecedentes de la Educación para la Paz: Paz positiva-Paz negativa.

El deseo de la paz es un anhelo a nivel internacional, deseo por el que muchas personas se han
esforzado en el transcurso de la historia. Paradójicamente, en razón de esta paz se han iniciado
enfrentamientos entre pueblos, comunidades y países, afectando así millones de personas en el
respeto a su dignidad. Las atrocidades registradas en la historia de la humanidad han tenido como
justificación la paz; la definición del concepto de paz no alcanzó, sino hasta fechas muy recientes
un consenso, entendida como un derecho humano, el ejercicio de los valores como la tolerancia,
solidaridad, respeto, justicia, el reconocimiento del respeto a las libertades y los derechos
reconocidos.

La Declaración sobre la preparación de la sociedad para vivir en paz contenida en la resolución


de la Asamblea General No. 33/73 de la ONU. Establece que “Toda nación y todo ser humano,
independientemente de su raza, convicciones, idioma o sexo, tienen el derecho inmanente a
vivir en paz. El respeto de ese derecho, así como de los demás derechos humanos redunda en el
interés común de toda la humanidad y es una condición indispensable para el adelanto de todas
las naciones, grandes y pequeñas, en todas las esferas”. En la actualidad el derecho a vivir en paz,
como derecho individual y como derecho colectivo, es la piedra angular de todos los demás
derechos humanos y de su interdependencia recíproca (Tuvilla, 2004, pág. 3).

La preocupación por la educación para la paz nace en el contexto de la primera y segunda guerra
mundial su precursor fue un movimiento llamado “Escuela nueva”, movimiento que ya tenía sus
inicios a finales del siglo XIX en Europa y se desarrolla hasta el primer tercio del siglo XX. El
enfoque de este movimiento hacía referencia a una renovación pedagógica, implicaba trascender
de una pedagogía basada en la memorización, el autoritarismo y la disciplina violenta a reivindicar
el valor, la dignidad de la infancia, los intereses espontáneos del niño y aspiraba a fortalecer su
libertad y autonomía (Narváez, 2006). Como usted se dará cuenta, la intención por educar en el
respeto a la dignidad ha sido una constante, sólo que en aquel momento los objetivos de está
educación eran evitar conflictos bélicos y realmente no había una preocupación por que cada
persona alcanzara su realización propia. La Escuela Nueva vino a visibilizar la necesidad de cambiar
la estructura de la educación tomando como referencia el contexto de guerra que se vivía, por ello
en este momento el sentido de la paz solamente se enfocaba en impedir que siguieran los
enfrentamientos militares y el estallido de más conflictos armados.

Al finalizar la segunda guerra mundial podemos advertir que la paz aún no encontraba su relación
con los derechos humanos, fue con el surgimiento de las investigaciones sobre paz a mediados del
siglo XX que se torna un nuevo concepto y se enriquece con el ideal de no-violencia o educar para
el desarme.
Para la década de los sesenta, personas académicas, investigadoras y activistas avanzaron en la
ruta de un concepto más amplio de paz, la relacionaban con la justicia social, la igualdad y el
diálogo.

LA PAZ POSITIVA, por lo tanto, tiene el objetivo de lograr la armonía social, el conocimiento y
aplicación de los valores, justicia e igualdad, sus características refieren a la ausencia de violencia
directa, estructural y cultural, un reducido nivel de violencia directa y elevado nivel de justicia.

La estrategia que se necesita para llegar a ella es comprender que la paz no es un fin, sino un
proceso, esto significa que la paz no es el rechazo a los conflictos, por el contrario, busca las
formas de enfrentarlos y transformarlos. Por ejemplo, si usted conoce a una persona que
comúnmente expresa que “jamás ha tenido conflictos”, probablemente la realidad es que ha
aprendido a transformarlos y por ello no resultan en un conflicto que obstaculiza su vida diaria.
Recordemos que en el módulo II justamente hablaremos sobre las implicaciones del conflicto y
cómo la paz es un proceso encaminado a promover formas constructivas para resolverlos.

LA PAZ COMO DERECHO, implica no sólo la disminución de violencia, sino solucionar sus causas, lo
que conocemos en la actualidad sobre la paz positiva se fue fortaleciendo poco a poco, para
comprender a fondo este nuevo sentido de paz, fueron necesarios los conceptos que, como
retoma Calderón (2009), J. Galtung presenta “el triángulo de la violencia” donde se señalan los
tres tipos o formas diferentes de violencia estrechamente relacionadas entre sí:

LA VIOLENCIA DIRECTA, es considera visible. Es aquella que supone una agresión física, un
asesinato, tortura, una bofetada, una mutilación, violencia psicológica o verbal.

LA VIOLENCIA ESTRUCTURAL, que forma parte de la estructura social y que impide cubrir las
necesidades básicas, como la generada por la desigualdad social, el desempleo, la pobreza, la falta
de servicios sanitarios y educativos básicos, etc.

Se refiere a aquellos aspectos del ámbito simbólico (religión, cultura, lengua, arte, ciencias…) que
se pueden utilizar para justificar o legitimar la violencia.

ESTRUCTURAL O DIRECTA, aquellas argumentaciones que nos hacen percibir como «normales»
situaciones de violencia profunda. La violencia cultural también puede tomar el nombre de
cultura de la violencia.

Por lo tanto, la paz es un proceso que se encamina a ir reduciendo las formas de violencia antes
vista, este camino implica como primer paso ir visibilizando la violencia en los diversos espacios en
lo que cohabitamos. Es decir, la paz positiva es un proceso de constante construcción donde
observamos un orden social, justicia, igualdad en la distribución del poder y recursos, la presencia
de condiciones en el respeto a la dignidad de las personas, tener un conocimiento, sensibilización
y, por supuesto, requiere de la educación.

MEDIACIÓN Y RESOLUCIÓN PACÍFICA DE CONFLICTOS MÓDULO 1: CULTURA DE PAZ Y DERECHOS


HUMANOS
EDUCACIÓN PARA LA PAZ. La educación tiene un papel fundamental en esta ruta de cultura de la
paz, ya que dentro de sus objetivos se encuentra proporcionar herramientas para que las personas
asumamos y comprendamos el complejo mundo en el que vivimos, usemos con responsabilidad
los recursos naturales con los que contamos, construyamos y defendamos un sistema de valores
en el que observamos la tolerancia, la justicia y el respeto a las diferencias, si no podemos vivir en
las comunidades a las que pertenecemos por naturaleza: la nación, la región, la ciudad, el pueblo,
la colonia? Esa tarea requiere que se planeen estrategias y mecanismos efectivos y eficaces. Para
el logro de tales objetivos requerimos replantear las estructuras de pensamiento dominantes,
descifrar los estereotipos y prejuicios en lo que se sustentan y, sobre todo, los privilegios que se
otorgan a unos y unas, así como las desventajas de otros y otras, al sostener las ideas dominantes
que violentan y van contra lo esencial del ser humano, es decir, requiere de la participación
conjunta de diferentes actores y actrices sociales e institucionales.

Es necesario mantener presente que la coexistencia de la diversidad tan rica que conforma a
México, requiere el reconocimiento de todas las voces, por lo que resulta de trascendental
importancia tener presente el hecho de que los derechos humanos se encaminan a tener un
respaldo jurídico que les otorgue estabilidad, de manera tal que, si en la discusión y
construcción del eje moral se avanza o, no deseablemente, se retrocede, los derechos
fundamentales quedan protegidos por el avance que ya ha sido positivado y, más aún ha sido
aceptado, deseado y exigido por la sociedad.

En ese sentido la construcción de una cultura de derechos humanos, gira en torno a la necesidad
de trabajar en pro del logro del cambio paradigmático requerido y para tornar ello una realidad,
podemos considerar la acción educativa como una herramienta para incidir en la prevención de
violaciones a derechos humanos a través de políticas educativas reflejadas en el diseño de
actividades pedagógicas y didácticas que permitan lograr objetivos de aprendizaje cognoscitivos,
procedimentales y actitudinales, que pasen por la comprensión, sensibilización y difusión de los
derechos humanos, la formación de personas promotoras de derechos humanos y por ende, la
construcción de sociedades de respeto a la dignidad humana.

El derecho a la educación en su vertiente de Educación para la Paz y los Derechos Humanos tiene
como objetivo informar, formar y transformar para la conformación de una cultura de paz, se
refiere a construir la paz positiva.

Repasemos un poco los instrumentos en materia internacional y nacional que nos hablan sobre los
objetivos de la educación para construir una cultura de paz.

Seguramente usted ha escuchado sobre la diferencia entre educar y enseñar, con la que se
expresa que la educación es más amplia que la enseñanza, la educación incorpora ese valor
añadido que le da sentido a ésta última. “Educar es humanizar, favorecer el desarrollo de las
potencialidades de las personas. La mera instrucción no conduce a una educación integral, de la
suma de los saberes conceptuales no emergen las actitudes que permiten a las personas valorar
el mundo en el que viven y apreciarlo. A valorar se aprende valorando y a participar se aprende
participando”.

la educación se refiere a un proceso continuo de formación del ser humano en interrelación con el
mundo que le rodea. Desde que nace, recibe estímulos que interioriza y que van dando forma a su
carácter, sus valores éticos y estéticos, construye sentimientos, desarrolla habilidades y destrezas.
La educación debe impactar en el desarrollo de las personas, las actitudes y conductas
relacionadas con la justicia, el respeto, la tolerancia, el diálogo y la resolución no violencia de
conflictos, es decir, lo más genuino del ser humano. El ser humano, social por naturaleza, necesita
aprender a relacionarse con los demás (Díaz, 1998, pág.13). La educación es un derecho humano
fundamental y está indisolublemente ligado a la Declaración Universal de Derechos Humanos y a
muchos otros instrumentos internacionales en derechos humanos, además es uno de los
principios rectores que respalda la Agenda Mundial Educación 2030, así como el Objetivo de
Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4), adoptado por la comunidad internacional.

Mientras que, en el artículo 13 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre


Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, mejor conocido
como “Protocolo de San Salvador”, se reconoce el “derecho a la educación de toda persona” y
afirma que la educación debe orientarse: “hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y
del sentido de su dignidad y debe fortalecer el respeto por los derechos humanos, el pluralismo
ideológico, las libertades fundamentales, la justicia y la paz”.

Agrega que la educación debe “capacitar a todas las personas para participar efectivamente en
una sociedad democrática y pluralista, lograr una subsistencia digna, favorecer la comprensión, la
tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos raciales, étnicos o religiosos y
promover las actividades en favor del mantenimiento de la paz”.

Artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos humanos (1948), segundo parrafo. La


educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento
del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión,
la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y
promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la
paz.

Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 en su Art. 29:

a) Los Estados Partes convienen en que la educación del niño deberá estar encaminada en:

B) Desarrollar la personalidad, las aptitudes, la capacidad mental y física del niño hasta el máximo
de sus posibilidades;

C) Inculcar al niño el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales y de los
principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas;

D) Inculcar al niño el respeto a su familia, de su propia identidad cultural, de su idioma y sus


valores, de los valores nacionales del país en que vive, del país de que sea originario y de las
civilizaciones distintas de la suya;

e) Preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre con espíritu de
comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos
étnicos, nacionales y religiosos y personas de origen indígena;

f) Inculcar al niño el respeto del medio ambiente natural


Por su parte el artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
(CPEUM), en su reforma de junio 2011 y en armonía con los Instrumentos de los que ha sido
parte establece que:

“La educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque
de derechos humanos y de igualdad sustantiva. Tenderá a desarrollar armónicamente todas las
facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a todos los
derechos, las libertades, la cultura de paz y la conciencia de la solidaridad internacional, en la
independencia y en la justicia; promoverá la honestidad, los valores y la mejora continua del
proceso de enseñanza aprendizaje”.

La Ley General de Educación (Secretaría General de Servicios Parlamentarios Nueva Ley DOF 30-
09-2019

En la prestación de los servicios educativos se impulsará el desarrollo humano integral para:

I. Contribuir a la formación del pensamiento crítico, a la transformación y al crecimiento


solidario de la sociedad, enfatizando el trabajo en equipo y el aprendizaje colaborativo;
II. Propiciar un diálogo continuo entre las humanidades, las artes, la ciencia, la tecnología y
la innovación como factores del bienestar y la transformación social;
III. […];
IV. Combatir las causas de discriminación y violencia en las diferentes regiones del país,
especialmente la que se ejerce contra la niñez y las mujeres, y
V. Alentar la construcción de relaciones sociales, económicas y culturales con base en el
respeto de los derechos humanos.

Se fomentará en las personas una educación basada en:

I. La identidad, el sentido de pertenencia y el respeto desde la interculturalidad, para


considerarse como parte de una nación pluricultural y plurilingüe con una historia que
cimienta perspectivas del futuro, que promueva la convivencia armónica entre personas y
comunidades para el respeto y reconocimiento de sus diferencias y derechos, en un
marco de inclusión social;
II. La responsabilidad ciudadana, sustentada en valores como la honestidad, la justicia, la
solidaridad, la reciprocidad, la lealtad, la libertad, entre otros;
III. La participación activa en la transformación de la sociedad, al emplear el pensamiento
crítico a partir del análisis, la reflexión, el diálogo, la conciencia histórica, el humanismo y
la argumentación para el mejoramiento de los ámbitos social, cultural y político, y
IV. El respeto y cuidado al medio ambiente, con la constante orientación hacia la
sostenibilidad, con el fin de comprender y asimilar la interrelación con la naturaleza y de
los temas sociales, ambientales y económicos, así como su responsabilidad para la
ejecución de acciones que garanticen su preservación y promuevan estilos de vida
sostenibles.

La educación que imparta el Estado, […] persigue los siguientes fines:

I. […]
II. Promover el respeto irrestricto de la dignidad humana, como valor fundamental e
inalterable de la persona y de la sociedad, a partir de una formación humanista que
contribuya a la mejor convivencia social en un marco de respeto por los derechos de
todas las personas y la integridad de las familias, el aprecio por la diversidad y la
corresponsabilidad con el interés general;
III. Inculcar el enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva, y promover el
conocimiento, respeto, disfrute y ejercicio de todos los derechos, con el mismo trato y
oportunidades para las personas;
IV. Fomentar el amor a la Patria, el aprecio por sus culturas, el conocimiento de su historia y
el compromiso con los valores, símbolos patrios y las instituciones nacionales;
V. Formar a los educandos en la cultura de la paz, el respeto, la tolerancia, los valores
democráticos que favorezcan el diálogo constructivo, la solidaridad y la búsqueda de
acuerdos que permitan la solución no violenta de conflictos y la convivencia en un marco
de respeto a las diferencias;
VI. Propiciar actitudes solidarias en el ámbito internacional, en la independencia y en la
justicia para fortalecer el ejercicio de los derechos de todas las personas, el cumplimiento
de sus obligaciones y el respeto entre las naciones;
VII. Promover la comprensión, el aprecio, el conocimiento y enseñanza de la pluralidad étnica,
cultural y lingüística de la nación, el diálogo e intercambio intercultural sobre la base de
equidad y respeto mutuo; así como la valoración de las tradiciones y particularidades
culturales de las diversas regiones del país;
VIII. Inculcar el respeto por la naturaleza, a través de la generación de capacidades y
habilidades que aseguren el manejo integral, la conservación y el aprovechamiento de los
recursos naturales, el desarrollo sostenible y la resiliencia frente al cambio climático;
IX. Fomentar la honestidad, el civismo y los valores necesarios para transformar la vida
pública del país, y X. Todos aquellos que contribuyan al bienestar y desarrollo del país.

Cultura de paz y derechos humanos

Educación en y para los Derechos Humanos.

Desde la visión de la educación para la paz y los derechos humanos y la construcción de paz
positiva, el conflicto toma relevancia, dejando atrás la visón tradicional que se piensa relacionado
con la lucha, el combate, la pelea, es decir con una relación donde alguien domina y se posiciona
como superior, se reconocen esas bases socio históricas, esas violencias directas, estructurales y
culturales que generan dicho conflicto para poder construir nuevas formas de relacionarse,
aterrizar la teoría en práctica y de cuestionar y replantear la base axiológica de la violencia como
forma predominante de relación.

Hablar de educación para la paz y para los derechos humanos, exige la revisión profunda del
sistema educativo nacional (SEN), generar cambios en las prácticas didácticas, la revisión y
adaptación del material pedagógico y por supuesto la adecuada preparación del personal que
labora en este campo.

Los derechos humanos son tan propios de la condición humana como respirar y caminar, es por
ello que cada día es una oportunidad para ejercerlos, la educación sobre derechos humanos se
convierte en ese instrumento para prevenir violaciones a los mismos, cuando reconocemos
personas formadas bajo los objetivos de la educación para la paz y los derechos humanos, la
mediación resulta favorecedora ya que estamos dispuestas o dispuestos a transformar los
conflictos.

Desde la visión de la educación para la paz y los derechos humanos y la construcción de paz
positiva, el conflicto toma relevancia, dejando atrás la visón tradicional que se piensa relacionado
con la lucha, el combate, la pelea, es decir con una relación donde alguien domina y se posiciona
como superior, se reconocen esas bases socio históricas, esas violencias directas, estructurales y
culturales que generan dicho conflicto para poder construir nuevas formas de relacionarse,
aterrizar la teoría en práctica y de cuestionar y replantear la base axiológica de la violencia como
forma predominante de relación.

“La educación sobre los derechos humanos suele entenderse sólo en referencia al contenido
teórico. Sin embargo, no puede reducirse a la simple incorporación de contenido sobre derechos
humanos a unos planes de estudios ya sobrecargados. La educación va mucho más allá del
contenido de los planes de estudios, ya que también abarca toda la variedad de procesos y
experiencias de aprendizaje que permiten a niñas, niños, adolescentes y adultos, tanto individual
como colectivamente, desarrollar plenamente su personalidad en la sociedad”.

(UNESCO, 2003, p.4.).

Implica que el estudio de los derechos humanos debe ser abordado desde la práctica de los
mismos, es decir, que las personas aprendamos a respetar, respetando, a ser solidarios viviendo la
solidaridad, en fin inculcar actitudes y comportamientos que le permitan participar en la sociedad.
Si deseamos espacios de convivencia pacífica es porque en el propio espacio social, escolar o
familiar se respeten y fomenten los derechos y obligaciones; la educación sobre los derechos
humanos implica una práctica educativa estratégica que impulsa espacios inclusivos y nos
discriminatorios que protejan los derechos humanos, cumple con este objetivo en la medida que
fomenta personas sensibles a las necesidades de la sociedad. La meta última de la educación sobre
derechos humanos es construir sociedades donde no se atropelle la dignidad humana, “se debe
interiorizar que la dignidad de la persona tiene por objeto la no humillación y el reconocimiento
del ser humano como tal, el respeto por la dignidad humana implica el reconocimiento de mis
semejantes o de las naciones semejantes a la mía”.

El concepto de dignidad esta aparejado con el de “no humillación” en sus distintas


manifestaciones: directa o sutil, individual o grupal, simbólica o representativa” (Neuhauser citado
en López, 2018, p. 137).

Aún en pleno siglo XXI persisten prácticas como la exclusión social, trabajo forzado, trata de
personas, tortura, etc. Por ello la educación sobre derechos humanos menciona que no es
suficiente denunciar o castigar los abusos después de que han ocurrido: hay que evitarlos.

En la medida en que cada persona aprenda a reconocerse como sujeto pleno de derechos, será
capaz de ejercerlos y defenderlos y, a la vez, de respetar y defender su ejercicio por parte de las
demás personas.

La educación sobre derechos humanos puede definirse como “el conjunto de actividades de
educación, formación y difusión de información orientadas a crear una cultura universal de
derechos humanos. Una educación en derechos humanos eficaz no sólo proporciona
conocimientos sobre los derechos humanos y los mecanismos para protegerlos, sino que, además,
desarrolla las competencias y aptitudes necesarias para promover, defender y aplicar los derechos
humanos en la vida cotidiana” (Naciones Unidas y UNESCO. 2017, p.2).

Por lo tanto, educar sobre derechos humanos no puede reducirse al orden intelectual, habrá que
trascender a los sentimientos, ir de lo teórico a la práctica. Se ha descrito este estudio desde dos
vertientes, “educación en derechos humanos” y “educación para los derechos humanos”, la
primera “en” trata de formar en una filosofía el reconocimiento de los derechos humanos y la
segunda “para” se refiere a prácticas concretas —de acción y de relación entre personas que se
respetan como iguales en dignidad y derechos y se comportan de manera autónoma, crítica y
responsable, guiados por principios éticos y solidarios. Educación en (sobre) Derechos Humanos Se
define como: aquella que está dirigida a la transmisión de conocimientos en materia de Derechos
Humanos, los denominados “Aspectos Básicos de Derechos Humanos”, conocimientos mínimos
que toda persona debe tener en esta materia y se refiere a objetivos cognoscitivos:

Analizar los Derechos Humanos y las necesidades humanas básicas;

Comprender la dinámica y estructura del conflicto y la visión conflictiva de la sociedad, así como
ejercitarse en las alternativas de resolución;

Identificar las causas sociales que generan la violencia;

Reconocer el articulado de la DUDH y otras declaraciones internacionales, así como, su


interrelación;

Comprender el significado no sólo de los derechos sino de los deberes que tienen las personas, los
grupos sociales y las naciones para con los demás;

Conocer la historia de la lucha por los Derechos Humanos y las libertades fundamentales;

Comprender la noción de Derechos Humanos como un proceso histórico, expansivo e inacabado,


identificando sus diferentes generaciones;

El impacto de la Educación en (sobre) los Derechos Humanos es directo, a corto plazo. Supone el
cuestionamiento del autoritarismo, la corrupción y la impunidad vivida aquí y ahora. Cuando este
proceso es honesto, promueve la transformación de las condiciones que sostienen a los servidores
públicos en su práctica violatoria, promueven la denuncia, así como el compromiso con el
seguimiento y apoyo de las recomendaciones de los organismos de protección de los Derechos
Humanos.

Educación para los Derechos Humanos.

Consiste en promover el conocimiento de éstos a partir de la reflexión sobre las actitudes de


respeto o violación en la vida cotidiana. Pone énfasis en la construcción de relaciones, actitudes y
valores de respeto a la dignidad de la persona; en el desarrollo de habilidades sociales tales como:
la empatía, el compromiso con los derechos de los demás, la capacidad de vivir en democracia, la
toma de decisiones más justas y hace referencia a objetivos actitudinales: fomentar El sentido de
los valores universales y los tipos de comportamientos en que se base una cultura de paz. apreciar
El valor de la libertad. Esto supone preparar a los jóvenes para manejar situaciones inciertas y
difíciles y prepararlos para la autonomía y la responsabilidad individuales con el objeto de trabajar
por una sociedad justa, pacífica y democrática.

desarrollar la capacidad de reconocer y aceptar la diversidad de los individuos, los géneros, los
pueblos y las culturas, y desarrollar la capacidad de cooperar con los demás. promover El
desarrollo de la autoestima de cada persona y de la conciencia del valor de la vida.

Aprender A resolver los conflictos con métodos no violentos. cultivar La capacidad de tomar
decisiones basadas en el análisis de las situaciones presentes, pero con visión de futuro. ENseñar A
respetar el patrimonio cultural y a proteger el medio ambiente.pero con visión de futuro. nutrir El
sentimiento de solidaridad y equidad una actitud de aceptación Frente a personas de distinta
etnia, religión, nacionalidad y cultura con visión de futuro.

sensibilizar Sobre la necesidad de relaciones interpersonales y de una convivencia asentadas en los


principios consagrados en los Derechos Humanos.

Al hablar de interiorizar nos referimos a asimilar profundamente pensamientos o creencias o, en


otras palabras, hacerlos parte de nuestras vidas. La mayoría de nosotros estamos familiarizados
con el concepto teórico de los Derechos Humanos, pero para hacerlos nuestros, es necesario
expresar más que un simple discurso, repetir una rutina de trabajo o leerlo en un libro. Interiorizar
requiere un trabajo constante en la vida de una persona, formar hábitos positivos. Zurbano (1998,
p. 27-29), resalta las siguientes orientaciones que pueden ser de utilidad para el profesorado en
esta tarea de educar para los derechos humanos, recuerde que aunque este autor hace énfasis en
“el profesorado” las siguientes orientaciones también son funcionales para otros espacios, como
el familiar por ejemplo:

a) Los derechos humanos se aprenden a través de la práctica.


La enseñanza de los Derechos Humanos no debe reducirse a una simple exposición
teórica, a la asimilación de unos conocimientos. Los derechos humanos, como los valores
morales, se aprenden a través de la práctica, del ejemplo, de situaciones que hacen
posible su vivencia.
b) Necesidad de trabajar a nivel cognitivo, afectivo y conductual
Los Derechos Humanos, como los valores, hay que trabajarlos a nivel cognitivo (ofreciendo
a los alumnos/as, según la edad, los conocimientos necesarios para entenderlos), a nivel
afectivo (fomentando sentimientos y actitudes coherentes con la valoración y el respeto
de los derechos) y a nivel conductual (exigiendo que los alumnos/as respeten los derechos
de los demás en cualquier situación de la vida escolar).

c) Los y las profesoras deben aprovechar situaciones idóneas para trabajar


Al educar los Derechos Humanos, deberán aprovechar tres situaciones escolares distintas,
pero íntimamente relacionadas: el Currículo Escolar (con los objetivos y contenidos de las
distintas áreas que se refieren a los derechos de las personas y de los pueblos), las
situaciones de la vida escolar en las que entran en juego esos derechos (la escuela es un
microcosmos de los conflictos presentes en la sociedad) y los frecuentes acontecimientos
sociales conocidos por los alumno/as, en los que se dan violaciones o conflictos de
derechos humanos (corrupciones, discriminaciones, intolerancias, insolidaridad...). Sobre
estos tres frentes hay que dirigir la acción educativa.
d) importancia del talante del o la profesora Lo anterior exige una fina sensibilidad del
profesorado en el tema de los Derechos Humanos. Por encima de las técnicas y recursos
que se empleen está “el talante” del profesor/a. En la medida en que proyecte sobre los
alumnos/as sus sentimientos e inquietudes por los derechos de las personas y de los
pueblos, conseguirá hacerlos partícipes de su sensibilidad e implicarlos en la valoración y
defensa de los derechos humanos. Porque no educamos sólo con palabras. Educamos
también con gestos, con la voz, con la mirada, con la ilusión y el optimismo. Educar no es
otra cosa que contagiar los propios sentimientos y actitudes.
e) Necesidad de evitar prejuicios Evidentemente habrá que erradicar, por todos los medios,
las actitudes racistas, belicistas, sexistas, discriminatorias, de intolerancia, de agresión a la
naturaleza, de prepotencia y otras parecidas, que abundan en nuestra sociedad y se
manifiestan, a veces, con fuerza, en el ámbito escolar. La pluralidad, la tolerancia, el
diálogo y el respeto serán los criterios básicos de conducta en las relaciones de nuestros
alumnos
f) F) Junto a los derechos. Hay que hablar de deberes, por supuesto, hay que hablar a los
alumnos de derechos y obligaciones, de derechos y deberes. Mis derechos son para las
demás obligaciones. Mis obligaciones hacia los demás nacen de sus derechos. Los
derechos del ser humano tienen una sola pero importantísima limitación, que es el daño
del otro. Los deberes son la deuda que tenemos que pagar por nuestros derechos. Uno es
libre de hacer lo que quiera, salvo aquello que impida las libertades de los demás. Por eso,
hay que educar en derechos y obligaciones.
g) g) La educación es tarea compartida ¿A quién corresponde educar los Derechos
Humanos?, la educación de los valores éticos debe ser tarea de todos los que actúan, de
algún modo, sobre los educandos. La sociedad somos todos y de todos es la
responsabilidad de mejorarla mejorando el comportamiento de sus miembros. La familia y
la escuela también les compete, de un modo especial, la educación de los Derechos
Humanos. Tendrán que actuar al unísono, en concordancia. Los medios de comunicación
deberían ser un refuerzo, no un obstáculo.
h) h) deben fomentarse actitudes activas. Hay que explicar al alumnado que los derechos
humanos no son cosas, sino “proyectos para una humanidad mejor”. Los derechos
humanos hay que construirlos día a día, palmo a palmo. El alumnado debe verse no como
meros receptores de los derechos, sino como constructores activos de esos derechos, que
es algo muy diferente

La educación en y para los derechos humanos se constituye como un instrumento para


prevenir violaciones de derechos humanos y forma a las personas para juzgar críticamente su
realidad circundante y su propia conducta con los parámetros éticos de los derechos humanos.
Es necesario definir objetivos concretos, que marquen las capacidades que se quiere fomentar
en las personas, para ello, siguiendo a Díaz, se enlistan once objetivos que pueden trazar la
ruta hacia tal fin.

realidades y como medios eficaces que podemos poner al servicio de los demás y que pueden
contribuir a un desarrollo positivo y armónico de la vida y del humanismo. Reconocer y valorar
la propia agresividad como una forma positiva de autoafirmación de la personalidad, y ser
capaz de canalizarla, permanentemente, hacia conductas y actividades que promuevan y
favorezcan el bien común. Desarrollar la sensibilidad, la afectividad y la ternura en el
descubrimiento y en el encuentro con las personas que nos rodean, tanto a un nivel más
próximo, como a un nivel más universal. Sentir el gozo que produce el encuentro interpersonal
cuando se desarrolla en un clima de afectividad, de confianza, de respeto, de colaboración y
de ayuda mutua. Construir y potenciar unas relaciones de diálogo, de paz y de armonía en el
ámbito escolar y, en general, en todas nuestras relaciones cotidianas. Reconocer y tomar
conciencia de las situaciones de conflicto que puedan presentarse, descubriendo y
reflexionando sobre sus causas y siendo capaces de tomar decisiones, frente a ellas, para
solucionarlas de una forma creativa, fraterna y no violenta.

Desarrollar la atención y el interés ante el hecho de la diversidad de las personas y de las


culturas de los pueblos, reconociendo y potenciando esa diversidad como un gran valor, y
actuando siempre, frente a ella, con una actitud abierta, respetuosa y tolerante. Promover,
desde el conocimiento de lo propio y desde la autoestima, el conocimiento de otras realidades
sociales, culturales y personales, colaborando en la autoafirmación, en el desarrollo y en el
enriquecimiento de los pueblos. Conocer y potenciar los derechos humanos y desarrollar la
sensibilidad, la solidaridad y el compromiso frente a aquellas situaciones, próximas y lejanas,
en las que se atenta contra ellas. Mostrar especial atención y sensibilidad ante las situaciones
de violencia, de injusticia y de subdesarrollo que se viven hoy en el planeta. Conocer y
colaborar activamente con aquellas organizaciones, gubernamentales y no gubernamentales,
que se comprometen en la lucha contra la miseria y la injusticia en el mundo y, especialmente,
con el desarrollo de los pueblos menos favorecidos.

Como usted se dará cuenta el cumplimiento de los objetivos implica la construcción de sujetos
y actores sociales, que desarrollen la capacidad que tiene el ser humano para incidir en la
realización de los derechos humanos. En esta tarea la educación para la paz y los derechos
humanos juegan un papel estratégico como instrumento. La relación entre la educación para
la paz y los derechos y humanos es interdependiente, dado que la violencia en cualquiera de
sus manifestaciones es el espacio propicio para la violación a los derechos humanos
(Magendzo, 2008, pág. 16).

Metodología de la educación en derechos humanos Debemos afirmar que la metodología es


algo fundamental en el proceso de educar en y para los derechos humanos. Debe ser una
metodología pensada en desarrollar todas aquellas habilidades y actitudes que vayan en
concordancia con los pilares de la educación, donde la persona sea el centro de la atención y
no sólo los conocimientos teóricos, flexible para adaptarse a las necesidades y contextos de las
personas, que desarrollo las competencias socioemocionales, que desarrolle la preocupación
por la “otra” persona, que plantee diferentes formas de enseñar y aprender, un lenguaje
incluyente, que tenga en cuenta las distintas formas de aprender.

Una metodología socio afectiva o Vivencial: Alternativa del juego, participativa,


problematizadora o Reflexivo-Dialógica, discusión de dilemas y perspectiva de género como
herramienta de análisis. Una metodología que rescate el valor pedagógico del juego, el juego
es el espacio privilegiado donde nos encontramos en las mismas condiciones, nos iguala y nos
permite conocernos, valorarnos y reconocernos como seres humanos diferentes, pero iguales
en dignidad y en derechos. “Se propone una metodología “holística”, que abarque la
integralidad del ser humano, que tenga en cuenta lo cognitivo, afectivo y actitudinal, y
teniéndolo en cuenta asuma que el proceso parte de las vivencias, de las propias historias, de
los sentimientos hacia las personas, el mundo y las cosas, para luego, recién después,
explicarlas y teorizarlas. Esta una metodología que, por coherencia, tendrá que asumir y partir
de la centralidad del valor de la persona, de cada persona, del respeto a su dignidad, y que no
permita que nada, a lo largo del proceso, la dañe o la hiera; por el contrario, buscará el
enriquecimiento personal de cada uno y de cada una a partir de la interacción y de generar las
condiciones que demuestren que todos y todas tienen algo que enseñar y, al mismo tiempo,
algo que aprender” (Mujica, 2006, pág. 3). Dentro de la metodología, menciona Mujica (2006),
hay otro aspecto fundamental e implica el desarrollo de una comunicación horizontal entre las
personas involucradas en el proceso educativo. El diálogo es un medio privilegiado para
lograrlo. Dialogar es más que “conversar”, más que “informar” y más que “yo pregunto y
ustedes responden” o “ustedes pregunten y yo contesto”, implica poner todos los sentidos, así
como la empatía en las necesidades de la otra persona. Sólo pueden dialogar quienes están
seguros(as) que todas las personas valen igual y que es posible aprender unos de otros. En el
módulo 4, se desarrollarán a profundidad las habilidades de comunicación que un mediador o
mediadora necesita para cumplir con los objetivos de la misma, y que justamente en este
apartado refuerza su importancia para reconocernos como diferentes pero iguales en
dignidad.

Será también una metodología que apueste por la expresión de los afectos, se tiene la idea
errónea en muchos espacios que es necesario no ser tan afectivos con las niñas, niños o
adolescentes ya que abusan y rebasan limites, por supuesto que es una idea errónea, ya que a
valorar se aprende valorando y a participar se aprende participando, a ser tolerante se
aprender viviendo la tolerancia y a dar afecto se aprende cuando ese mismo afecto fue dado,
por ejemplo: en una escuela, a la hora de la salida varias niñas y niños comienzan a llorar
porque no se quieren ir, no quieren ir a su casa, con su familia, valdría la pena cuestionarnos
sobre la situación, podría resultar que las niñas o niños han encontrado ese afecto,
tranquilidad, atención que en casa les puede estar haciendo falta y reconocen su bienestar en
la escuela más que con su familia.

EN RESUMEN
La educación debe cumplir con los ideales de paz ya que deberá desarrollar la capacidad
intelectual, moral y afectiva; la capacidad de observación, análisis y reflexión críticos; Inculcar
la responsabilidad; favorecer la tolerancia; respetar la dignidad humana; infundir conciencia
de solidaridad y de justicia; propiciar una cultura de Paz y no violencia; fomentar la valoración
de la diversidad y la inclusión; inculcar el conocimiento y el respeto a los Derechos Humanos.
Como usted puede darse cuenta, los objetivos de la educación corresponden a inculcar el libre
desarrollo de la personalidad humana, entendida como la toma de decisiones vitales que
lleven a la persona a cumplir sus metas, de acuerdo con sus valores, ideas, expectativas,
gustos etc.
Incluso, al hablar de la valoración a la diversidad y la inclusión como objetivos del derecho a la
educación viene a ser complementaria la llamada Educación Intercultural, que hace énfasis en
favorecer dinámicas de inclusión en todos los procesos de socialización, aprendizaje y
convivencia dentro del entorno educativo. La educación intercultural es para toda la
población, porque supone convivencia respetuosa entre personas y comunidades que
reconocen sus diferencias en un diálogo sin prejuicios ni exclusiones, por ende, de manera
general se considera necesaria la educación para garantizar una subsistencia digna y el pleno
desarrollo de la personalidad, y en términos colectivos, una educación que fomente valores
como la tolerancia y la amistad para alcanzar y mantener la paz.

“La educación por la paz, considera insuficiente concentrarse en cambiar las actitudes
individuales, sino que también es necesario examinar el contexto social, económico y político
para comprender de dónde provienen los conflictos y cómo transformarlos. La educación por
la paz está orientada a alentar a la gente a tomar más responsabilidad de sus propias acciones
mientras cuestionan la autoridad y desarrollan empatía hacia las demás. Debe empoderar a la
gente a tornarse activa y a comprometerse a nivel personal y político a alcanzar la paz.”
(Christine Sudbrock, 2015, p. 4), la educación por la paz debe convertirse en la educación para
la vida, será uno de los objetivos prioritarios de la escuela del futuro. De acuerdo con J. Delors
(1996) para que la Educación para la paz pueda cumplir todas las misiones que tiene, debe
estructurarse en torno a cuatro aprendizajes.

APRENDER A CONOCER Combinando una cultura general suficientemente amplia con la


posibilidad de profundizar los conocimientos en un pequeño número de materias. Su
justificación es el placer de comprender, de conocer, de descubrir. El incremento del saber
favorece el despertar de la curiosidad intelectual, estimula el sentido crítico y permite
descifrar la realidad, adquiriendo una autonomía de juicio. A fin de adquirir no sólo una
calificación profesional sino, más generalmente, una competencia que capacite al individuo
para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo. Enseñar a poner en
práctica sus conocimientos, y adaptar la enseñanza al futuro mercado de trabajo. En este
aprendizaje está presente el principio de enseñanza activa, la persona se debe realizar por sí
misma. Cobra mayor importancia la capacidad de comunicarse y trabajar.

La educación aumenta la capacidad de las personas para “saber hacer” y para “aprender a
conocer” a lo largo de toda la vida. Con ello vuelve más aptas a las personas para producir e
innovar. Pero a esta conexión “tradicional” es necesario, y urgente, incorporar otras dos
dimensiones: “saber convivir o vivir juntos” y “saber ser”.

Desarrollando la comprensión de la otra persona y la percepción de las formas de


interdependencia, realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos,
respetando los valores del pluralismo, comprensión mutua y paz. Implica el desarrollo del
concepto de identidad personal que le permita interrelacionarse con los otros en un plano de
igualdad y respeto; exige aprender a colocarse en el lugar del otro, para entender su
perspectiva y aceptar su diferencia.

Para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente
capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal. Con tal fin, no menospreciar
en la educación ninguna de las posibilidades de cada individuo: memoria, razonamiento,
sentido estético, capacidades físicas, aptitudes para comunicar. Supone que la educación debe
contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad,
sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad.

Los pilares de la educación suponen crear una educación adaptada al siglo XXI, donde la
educación, es un instrumento de cambio que va progresando hacia los mismos ideales: paz,
libertad y justicia social. Desafortunadamente en muchas ocasiones el desconocimiento de los
mismos refleja las situaciones de violencia en los diversos espacios, tanto escolares como
sociales, institucionales y familiares. Vivimos en una sociedad con problemas muy graves de
convivencia, a pesar de las grandes declaraciones sobre la dignidad de las personas y los
derechos humanos. Este escenario podría resultar desmoralizador para muchas personas y
seguirse cuestionando sobre sí sirve o no la educación para la paz y los derechos humanos,
entonces valdría la pena recordarnos que no vamos a cambiar al mundo, pero si podemos
mejorarlo, cada persona tendrá que hacer la diferencia, teniendo como base la educación para
la paz y en y para los derechos humanos. Resulta fundamental decir que, en esta tarea
educativa, todas y todos resultamos ser educadores, es decir que la tarea de educar no sólo le
corresponde a quien está dentro de un aula o la familia, al ser parte de un espacio social,
siempre nuestro comportamiento tendrá un impacto, por ello resulta importante evaluar
actitudes y pensamientos que atenten a los objetivos de la educación misma.

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